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Cada pblico tiene su propio universo de discurso y humanamente hablando, un hecho es solamente un hecho en algn universo de discurso.

[1]

Tres cuartos de siglo antes de que los Oxford Dictionaries nombraran post-verdad la palabra del 2016, Robert Park -ex periodista y uno de los
fundadores de la Escuela de Sociologa de Chicago- comprendi que las noticias falsas son un elemento intrnseco de cualquier ecologa de la
informacin. Mucho antes de que Mark Zuckerberg comenzara a ser tratado como un hombre de negocios rapaz, editores notables como William
Randolph Hearst y Charles Foster Kane explotaron el potencial comercial de las noticias falsas. Lo mismo hicieron otros que los precedieron y
sucedieron. Adems de los empeos deliberados en distorsionar o desinformar, los errores no intencionales detectados por el pblico -y la
sospecha de que podran existir incluso otros no identificados- han reforzado una postura escptica entre las audiencias sobre la presunta veracidad
de las noticias. Sin embargo, no es exagerado decir que la historia principal del periodismo en el primer mes despus de la eleccin de Donald
Trump como el 45vo. presidente de los Estados Unidos ha sido una sensacin colectiva de shock, indignacin, y desesperacin sobre la creciente
prevalencia de noticias falsas. Por qu ha ocurrido esto? Y qu significa para el futuro del periodismo a corto plazo?

La mayora de los reportes post-electorales sobre noticias falsas se ha centrado en temas de produccin tales como la ubicacin y las posibles
motivaciones de los diversos proveedores de informacin errnea, el cambiante panorama geopoltico de la guerra de informacin, los beneficios
econmicos para los medios de comunicacin y los motores de bsqueda, y la necesidad y conveniencia de implementar restricciones tcnicas y/o
financieras que pudieran minimizar la difusin de noticias falsas, entre otros. Un enfoque sobre temas de produccin es importante y todas estas son
instancias vlidas. Sin embargo, en este artculo examinar la otra cara de la moneda. Me ocupar de algunas dinmicas crticas de recepcin que
podran subyacer en la mayor presencia de noticias falsas en el entorno contemporneo que en el pasado.

Dejando de lado discusiones sobre los efectos de cmaras de eco y burbujas de filtro, que han sido bastante analizados, quisiera abordar tres
tendencias simultneas en nuestras prcticas de recepcin de medios que considero relacionadas con la creciente presencia de noticias falsas. En
primer lugar, la ambivalencia respecto de la infraestructura de informacin actual, donde las barreras de acceso para hacerse escuchar son mucho
ms bajas que en el pasado y el alcance es potencialmente mucho ms amplio. En segundo lugar, al pblico le cuesta ms detectar informacin
tendenciosa proveniente de la curadura algortmica que llevan a cabo los medios sociales que aquella que resulta de la seleccin editorial de los
medios tradicionales. En tercer lugar, la crisis cultural en el conocimiento que afecta no solamente al periodismo, sino tambin a otras instituciones
clave de la vida moderna como la ciencia, la medicina y la educacin.

Las noticias falsas han existido durante tanto tiempo como las verdaderas. Pero un elemento diferenciador del momento contemporneo es la
existencia de una infraestructura de informacin con una escala, un alcance y una horizontalidad en los flujos informativos sin precedentes en la
historia. Facebook, por ejemplo, llega cada da a ms de mil millones de usuarios. Esta infraestructura hace posible que la gente sea creadora de
contenido junto con instituciones de medios establecidas, y no simple consumidora. Esto, a su vez, ha permitido or voces antes silenciadas, no solo
en sus lugares de origen sino tambin en todo el mundo. Le hemos dado crdito a estos cambios como contribuyentes en la ruptura de regmenes
autoritarios, como en el caso la primavera rabe. Pero estos mismos cambios son los que han hecho posible que una noticia falsa sobre el Papa
Francisco respaldando la candidatura a Donald Trump fuera compartida miles de veces.

Celebramos la nueva infraestructura cuando ayuda a socavar las prcticas de informacin de gobiernos opresores y la denunciamos cuando
contribuye a desinformar a los ciudadanos de estados democrticos liberales. Pero, desafortunadamente, parece poco realista tener lo uno sin lo
otro, porque son las dos caras de la misma moneda. Esto no significa que relatos verdicos sobre gobiernos opresores sean equivalentes a historias
falsas sobre candidatos democrticos, sino que la infraestructura de informacin que contribuye a la difusin de ambos tipos de reportes es una
sola. La ambivalencia con respecto a esta infraestructura puede tentarnos a exigir la vigilancia de sus capacidades desestabilizadoras en algunos
casos, pero esto podra tener la consecuencia no deseada de restringir su potencial emancipatorio en otros.

Esta ambivalencia se relaciona con una segunda tendencia, a saber, las limitaciones de mucha gente para detectar informacin tendenciosa que
resulta de la curadura algortmica en las redes sociales en comparacin con aquella que proviene la edicin humana llevada a cabo por las
organizaciones de noticias. Los medios tradicionales han existido por mucho tiempo; con el paso de los aos, el pblico ha desarrollado
colectivamente formas de identificar matices ideolgicos en la cobertura periodstica, y tambin de distinguir las historias verdicas de las pardicas
o satricas. La investigacin de Watergate fue vista como veraz, a la historia de Swiftboat se le dio al comienzo cierta credibilidad pero ms adelante
fue desacreditada, y las publicaciones satricas de Barcelona no suelen interpretarse de manera literal.


Por el contrario, plataformas como Google y Facebook son adiciones mucho ms recientes al ecosistema de medios, por lo que sus procedimientos
de seleccin son menos conocidos por el pblico. Adems, su dependencia de la curadura algortmica dota a dichos procedimientos de cierta
opacidad que hace an ms difcil para el pblico desarrollar estrategias que identifiquen con xito sus tendencias ideolgicas o de otro tipo. Los
algoritmos no vienen de la nada: estn escritos por personas que a menudo trabajan para organizaciones complejas y que llevan a cabo sus tareas
con sesgos conscientes e inconscientes. Esto resulta en, como Larry Lessig y otros han propuesto, la poltica plasmada en el cdigo de
programacin. Sin embargo, an nos sentimos menos capaces de descifrar la poltica de esta manera, que aquella encarnada por personas y
organizaciones.

La ambivalencia y la limitacin en la deteccin de matices ideolgicos en redes convergen con una profunda crisis en la autoridad cultural del
conocimiento. La confianza en los medios de comunicacin como instituciones ha sido baja durante mucho tiempo. En un proyecto de investigacin
en curso sobre el consumo de noticias, mis colaboradores y yo hemos encontrado, por ejemplo, que a la misma noticia se atribuye a veces un mayor
nivel de credibilidad si es compartida por un contacto en una plataforma de medios sociales, que si es leda directamente en el sitio de noticias
donde se public. Cuando se les pregunta acerca de esta diferencia, los entrevistados dicen que a menudo no confan en los medios de
comunicacin ya que son inherentemente tendenciosos y, al contrario, su postura hacia sus contactos est basada, por defecto, en la confianza.

La crisis en la autoridad cultural del conocimiento no es propiedad exclusiva de los medios: se aplica a otras instituciones clave de la vida moderna,
como la medicina, la ciencia y la educacin. Se ha expresado, por ejemplo, en los debates sobre el papel de las vacunas en el autismo, de la que se
han hecho eco los medios de comunicacin y que ha preocupado a muchos padres, a pesar de las reiteradas declaraciones contrarias de expertos
en medicina. Tambin vemos rastros de esta crisis en la ciencia. La controversia de la evolucin versus el creacionismo sigue viva y afecta la
enseanza de la biologa en muchas escuelas de Estados Unidos, a pesar de la falta de apoyo hacia el creacionismo de fuentes cientficas de buena
reputacin. Instituciones sociales como los medios, la medicina, la ciencia y la educacin tenan la capacidad de moderar de manera eficaz la nocin
propuesta por Robert Park de que un hecho es solamente un hecho en algn universo del discurso, y as crear un terreno comn entre segmentos
diversos de la poblacin. Pero esta capacidad parece ser menos efectiva en estos das que en el pasado.

Qu significa todo esto para el futuro del periodismo, al menos en el corto plazo? A pesar del clamor generalizado por soluciones tcnicas y
sanciones comerciales, es poco probable que las cosas cambien drsticamente hasta que no haya transformaciones concurrentes en las prcticas
de recepcin. Podra ser posible desarrollar algoritmos que identifiquen fuentes recurrentes de informacin falsa e impongan automticamente
restricciones sobre su capacidad de obtener ingresos publicitarios. Eso traera una solucin temporal a los intentos centralizados de desinformar de
forma maliciosa. Pero sospecho que esos perpetradores podran desmantelar una operacin y abrir otra enseguida. Adems, esto dejara de ser
eficiente para detener las fuentes descentralizadas de noticias falsas que intencional o involuntariamente crean y/o difunden historias falsas en los
medios sociales. Estos procedimientos podran tambin tener un efecto negativo no deseado sobre la parodia y la stira, que durante mucho tiempo
han desempeado un papel saludable en la calidad del discurso democrtico, y aumentar el espectro de la censura en general.

Si mi prediccin a corto plazo sobre las limitaciones de los remedios del lado de la produccin fuera correcta, lo que podramos ver junto con estos
intentos de restringir algortmicamente la difusin de noticias falsas es que las organizaciones periodsticas convencionales tendran que demostrar
cada vez ms al pblico la veracidad de las noticias -y denunciar la falsedad de las historias falsas. Es posible que esto no redujera la dependencia
de noticias falsas entre aquellos predispuestos a creer lo que estas historias dicen, pero podra aumentar la concientizacin en el segmento menos
comprometido del pblico.

Debajo de la superficie de muchas discusiones post-electorales sobre noticias falsas se encuentra cierto malestar colectivo sobre el desajuste entre
las rutinas asociadas con los medios grficos y de radiodifusin del siglo veinte, y las prcticas de informacin de la vida cada vez ms digital del
siglo veintiuno. Tal vez ya no es realista suponer que basarse en los procesos editoriales del periodismo tradicional sea suficiente para generar las
historias que informan la toma de decisiones comn entre la mayora de la ciudadana. No se trata de una afirmacin normativa sobre si esto es
deseable o no, sino de una observacin emprica basada en las prcticas de informacin de grandes segmentos de la poblacin. Podemos sentir
nostalgia de un mundo de los medios de comunicacin que se est desvaneciendo lenta pero continuamente o, en su lugar, imaginar que tal vez una
cultura cotidiana ms descentralizada y eficaz de la crtica y la argumentacin podra surgir con el tiempo. Como Leonard Cohen escribi en Himno:
Haz que suenen las campanas que todava pueden sonar / Olvdate de tu oferta perfecta / Hay una grieta en todo / As es como entra la luz.
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[1] Park, R. (1940). News as a form of knowledge: A chapter in the sociology of knowledge. American Journal of Sociology, 45 (5), 669-686, p. 679.

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