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Sí, todos heredamos el pecado de Adán y Eva. El pecado entró al mundo a través de la desobediencia de Adán en el Jardín del Edén, y desde entonces se ha transmitido a toda la raza humana. Al igual que heredamos características físicas de nuestros padres, heredamos una naturaleza pecaminosa de Adán. Aunque somos formados a imagen de Dios, también somos formados a imagen de Adán, cuya desobediencia nos afectó a todos con el pecado hereditario.
Sí, todos heredamos el pecado de Adán y Eva. El pecado entró al mundo a través de la desobediencia de Adán en el Jardín del Edén, y desde entonces se ha transmitido a toda la raza humana. Al igual que heredamos características físicas de nuestros padres, heredamos una naturaleza pecaminosa de Adán. Aunque somos formados a imagen de Dios, también somos formados a imagen de Adán, cuya desobediencia nos afectó a todos con el pecado hereditario.
Sí, todos heredamos el pecado de Adán y Eva. El pecado entró al mundo a través de la desobediencia de Adán en el Jardín del Edén, y desde entonces se ha transmitido a toda la raza humana. Al igual que heredamos características físicas de nuestros padres, heredamos una naturaleza pecaminosa de Adán. Aunque somos formados a imagen de Dios, también somos formados a imagen de Adán, cuya desobediencia nos afectó a todos con el pecado hereditario.
Pregunta: "Heredamos todos el pecado de Adn y Eva?"
Respuesta: S, toda la gente hered el pecado de Adn y Eva, especficamente de
Adn. El pecado es descrito en la Biblia como la transgresin a la ley de Dios (1 Juan 3:4) y rebelin contra Dios (Deuteronomio 9:7; Josu 1:18). El pecado tuvo su origen con Lucifer, el Lucero, hijo de la maana, el ms hermoso y poderoso de los ngeles; quien no contento con ser todo esto, dese ser el Dios altsimo, y esa fue su cada y el principio del pecado (Isaas 14:12-15). Cambiado su nombre a Satans, l trajo el pecado a la raza humana en el Jardn del Edn, donde tent a Adn y Eva con la misma seduccin, sern como Dios. Gnesis 3 describe su rebelin contra Dios y contra Sus mandamientos. A partir de ese momento, el pecado ha sido transmitido a travs de todas las generaciones de la raza humana hasta nosotros, los descendientes de Adn, que hemos heredado el pecado de l. Romanos 5:12 nos dice que a travs de Adn, el pecado entr en el mundo y as la muerte pas a todos los hombres porque la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Esta es la condicin que conocemos como el pecado hereditario. As como heredamos las caractersticas fsicas de nuestros padres, heredamos nuestras naturalezas pecaminosas de Adn.
Adn y Eva fueron hechos a la imagen y semejanza de Dios (Gnesis 1:26-27).
Como resultado, todos los seres humanos tambin somos formados a la imagen y semejanza de Dios (Gnesis 9:6). Sin embargo, tambin somos a la imagen y semejanza de Adn (Gnesis 5:3). Cuando Adn cay en el pecado, su consecuencia alcanz a todos y cada uno de sus descendientes, habiendo sido infectados tambin con el pecado. David lamentaba este hecho en uno de sus Salmos: He aqu, en maldad he sido formado, y en pecado me concibi mi madre. (Salmo 51:5). Esto no significa que su madre lo hubiera concebido ilegtimamente, sino que su madre haba heredado de sus padres, una naturaleza pecaminosa, al igual que todos nosotros. An si vivimos la vida ms perfecta posible, seguimos siendo pecadores, como resultado del pecado heredado.
El haber nacido pecadores, trae como consecuencia el hecho de que todos
pecamos. Ntese la secuencia en Romanos 5:12 - El pecado entr al mundo a travs de Adn, al que le sigui la muerte; la muerte afecta a toda la gente; toda la gente peca porque hered el pecado de Adn. En razn de que . . .todos pecaron, y estn destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23), necesitamos un sacrificio libre de pecado para lavar nuestros pecados, algo que nosotros no tenemos poder para lograr por nosotros mismos. Gracias a Dios, Jesucristo es el Salvador del pecado! Nuestros pecados han sido crucificados en la cruz de Jess, en quien tenemos redencin por Su sangre, el perdn de pecados segn las riquezas de Su gracia. (Efesios 1:7). Dios, en Su infinita sabidura, ha provisto el remedio para el pecado que heredamos, y ese remedio est disponible para todos: Si confesamos nuestros pecados, l es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)