Etnicidad y Discriminacion Racial en La Historia Del Peru, Tomo 2
Etnicidad y Discriminacion Racial en La Historia Del Peru, Tomo 2
1
Etnicidad y Discriminacin
Racial en la Historia del Per
Tomo II
Pontificia Universidad
Catlica del Per Programa Sociedad Civil
Instituto Riva Agero Banco Mundial
3
Agosto del 2003
Lima-Per
I.S.B.N. 9972-832-11-2
Cartula:
Da de los Reyes, 6 de enero. Desfile de las hermandades afrocubanas denominadas cabildos con sus atuendos tribales. Tomado
de Sugar is Made with Blood, p. 46, de Robert L. Paquette, publicado por Wesleyan University Press Middletown, Connecticut, EUA,
1998.
Banco Mundial
Oficina Subregional para Ecuador, Bolivia, Per y Venezuela
Avenida lvarez Caldern 185, piso 7, San Isidro, Lima 27
Telfono: (51-1) 615 0660. Fax: (51-1) 421 7241
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Correo electrnico: [email protected]
Elizabeth Dasso Zamalloa, Especialista Senior en Desarrollo Social y Sociedad Civil.
La informacin contenida en este libro puede ser reproducida, siempre que se mencione la fuente de origen y se enve un ejemplar
al Instituto Riva Agero y otro a la oficina del Banco Mundial en Lima.
Esta publicacin ha sido posible gracias al apoyo financiero del Programa de Sociedad Civil del Banco Mundial de Lima y no
constituye un documento oficial de dicho organismo.
El Instituto Riva Agero y el Banco Mundial no se responsabilizan por las opiniones vertidas por los autores.
4
ndice
Presentacin 7
Introduccin 9
5
Presentacin
7
sus races culturales que nos brinda generosamente la historia. La interpreta-
cin de la informacin que ofrecen las fuentes histricas y la metodologa de
anlisis utilizada para arribar a conclusiones, sern relevantes para generar un
debate necesario entre los investigadores de la historia con los actores sociales y
descendientes de esa historia.
8
Introduccin
9
Carlos Flores estudia las revueltas que estallaron en el valle de Nepea luego
de la expulsin de los jesuitas, ocurrida en 1767. De acuerdo con el autor, las
relaciones laborales sufrieron una grave disrupcin cuando una nueva admi-
nistracin entr a manejar las haciendas que haban pertenecido a la Compa-
a. Jos Javier Vega, por otro lado, nos ofrece una vvida narracin de lo que
a partir de la documentacin de Temporalidades fue la vida cotidiana de
los esclavos negros de la hacienda lambayecana de Tumn. A travs del trabajo
de Mnica Ferradas podemos recrear la postura de indios y negros frente a la
muerte y al momento de testar. En el ensayo de Alejandro Rey de Castro se
obtiene una visin de la dinmica entre lite y plebe durante la coyuntura de las
reformas borbnicas llevadas a cabo en Lima a fines del siglo XVIII. El trabajo
de John Rodrguez nos ubica en la larga y lgida discusin que levant la abo-
licin de la esclavitud en la prensa peruana en la primera mitad del siglo XIX.
Finalmente, el artculo de Mnica Solrzano nos transporta, a travs del pincel
de Pancho Fierro, a la vida cotidiana de la Lima del XIX donde negros, mulatos
y castas en general cumplieron un papel protagnico en las calles, mercados y
celebraciones. El volumen cierra con un largo y exhaustivo ensayo bibliogrfi-
co a cargo de Jos Ragas, quien lleva a cabo un meticuloso balance de lo que se
ha publicado en recientes aos tanto en el Per cuanto en el extranjero sobre la
historia del poblador negro y sus descendientes. Sin duda, un trabajo de gran
utilidad.
Quiero expresar mi gratitud a todos y cada uno de los autores de estos ensayos,
que con su trabajo han hecho posible esta publicacin. Sin la dedicacin de ellos,
primero a investigar temas poco explorados y luego a mejorar las monografas
para su publicacin, este segundo volumen no se habra producido. Mi gratitud se
hace extensiva al Banco Mundial, por el inters y apoyo que brinda a este proyecto
y la publicacin de sus resultados. Igualmente, va mi agradecimiento al Instituto
Riva Agero y muy particularmente a su director, doctor Jos Antonio del Busto,
quien nos ha ofrecido su respaldo en los dos aos consecutivos que se ha trabajado
en este proyecto. Esperemos que esta publicacin cubra las expectativas trazadas
y, sobre todo, que abra nuevas rutas para futuras investigaciones.
10
Ramiro A. Flores Guzmn
Asientos, compaas,
rutas, mercados y clientes:
Estructura del trfico de esclavos
a fines de la poca colonial (1770-1801)1
influy notablemente en la recuperacin demogrfica de la poblacin
negra a inicios del siglo XIX.
Ahora bien: si los beneficios de la trata eran tan evidentes, por qu las
autoridades se resistieron durante tanto tiempo a liberalizar esta activi-
dad? La respuesta hay que encontrarla en la misma estructura del comer-
cio esclavista. De todas las actividades comerciales, el trfico de esclavos
era la nica que se hallaba enteramente en manos extranjeras, pues los
espaoles no disponan de bases en frica para suplir esta mercanca
humana. A la Corona no le qued otro remedio que suscribir contratos
con compaas forneas, las que aprovechaban la debilidad del gobierno
para negociar con ventaja la obtencin del Asiento de Negros, como se
3
Consulta a S.E. en vista de una denominaba a la concesin del comercio negrero.
representacin firmada de va-
rios interesados sobre el comer-
cio libre de negros se introdu-
cen por la va de Valparaso.
En virtud de este acuerdo los barcos negreros podan recalar directamen-
AGN H-3, libro 1087, 1797.
te en los puertos indianos para vender su cargamento. Libres del rgido
control de la Casa de Contratacin, los asentistas practicaban un escanda-
loso contrabando de todo tipo de mercaderas, amparados en la venta de
los negros. De ah que los comerciantes europeos estuvieran especialmen-
te atrados por la posesin del Asiento, que supona ventajas comerciales
insuperables para comerciar con las Indias.
!
duro cerco del monopolio comercial americano. Los primeros en disfru-
tar de esta concesin fueron los franceses, quienes utilizaron hbilmente
su influencia en la corte de Madrid para obtener el Asiento de Negros
para la Real Compaa Francesa de Guinea en 1702. Sin embargo, al
finalizar la contienda este privilegio fue transferido a la Compaa del
Mar del Sur, propiedad de grandes comerciantes ingleses que de esta
forma se apuntaban un tanto importante en su gran cruzada comercial
en las Amricas.
"
rios espaoles, lo que expresa claramente la intencin de nacionalizar el
trfico en la medida de lo posible, aunque es evidente que estos mercade-
res actuaban como meros intermediarios entre las Indias y los traficantes
extranjeros en el frica.
#
anual para cada puerto negrero: 1.500 esclavos a Cartagena y Portobello,
1.000 a Cuba, 400 a Campeche y Honduras y 600 piezas para otros puertos
del Caribe. En segundo trmino se establecieron precios de venta mxi-
mos en cada localidad donde la empresa vendiera sus esclavos, los cuales
deban proceder de Senegal, Isla de Gorea y Cabo Verde. Finalmente se
le dio como una gracia especial la posibilidad de extraer gneros ame-
ricanos para su venta en la plaza de Cdiz. Uriarte no pudo disfrutar
plenamente del asiento, pues fue obligado por la Corona a aceptar como
socios a un cartel de mercaderes vascos entre los que se contaba a Lorenzo
de Arstegui, Francisco de Aguirre, Jos Ortuo Ramrez Marqus de
7
Villa Real de Purullena y Jos Mara de Enrile .
$
aplicacin de nuevas medidas de
corte ms liberal. En principio se
autoriz a los comerciantes rio-
platenses a internar esclavos en
barcos neutrales, lo que produjo
un aumento significativo del
comercio negrero procedente del
Brasil. Asimismo, la Corona per-
miti a sus sbditos del Caribe,
por RC del 25 de enero de 1780,
importar esclavos desde las
posesiones francesas.
%
polio con la creacin de la Real Compaa de Filipinas en 1785. Esta gran
corporacin semiestatal tena como propsito realizar el comercio de
larga distancia entre la Pennsula y el Asia a travs de las Filipinas, vincu-
lando en este trfico a sus posesiones americanas. Muchas esperanzas
fueron depositadas en esta sociedad, que aspiraba a convertirse en una
poderosa empresa que pudiera competir con otras grandes compaas
europeas en aquellas reas sensibles del comercio internacional como
el abastecimiento de mercaderas orientales o el suministro de esclavos
africanos. Justamente para facilitar sus operaciones en el campo del
comercio negrero, la Corona otorg a la Compaa de Filipinas por Real
Orden del 2 de junio de 1787 una licencia especial para importar escla-
vos negros a Montevideo y los puertos del Per y Chile, por va de ensayo
y durante dos aos. Sin embargo, como veremos ms adelante, esta
experiencia fue un autntico fracaso, lo que conllev un giro definitivo
hacia una poltica liberalizadora de la trata negrera.
&
al virrey Gil de Taboada a solicitar al Rey, mediante una carta fechada el 8
9
de agosto de 1794, que otorgara al Per el mismo trato que a las dems Fuentes, Manuel Atanasio:
Memoria de los virreyes que han
colonias en virtud de las ventajas que resultaran a la agricultura de este gobernado el Per durante el
tiempo del coloniaje espaol.
virreinato, atrasada por falta de brazos auxiliares, si aqu se adoptase la Lima: Librera Central de Fe-
9 lipe Bailly, 1859, t. VI, p. 119.
misma libertad del comercio de negros . La Corona acept este pedido, 10
Existen algunos elementos
y por Real Orden del 21 de mayo de 1795 hizo extensiva la libertad de la que debemos tener en consi-
deracin antes de proceder al
trata negrera al virreinato peruano, con la precisa condicin de introducir anlisis de la informacin.
En primer lugar, los datos
los esclavos por los puertos de Paita y el Callao, mediante el uso de barcos
que presentamos proceden
espaoles. La autorizacin era por un plazo definido, que fue prorrogado de los registros oficiales de
impuestos de alcabala y
en 1798, 1800, 1804 y 1805 por un lapso de doce aos. Eventualmente, almojarifazgos pagados en
las receptoras de Hacienda
para inicios del siglo XIX prcticamente toda la Amrica hispnica disfru- (cajas reales) y Aduanas, por
lo que solo corresponden a
taba al fin de la libertad total de la trata negrera.
los esclavos que ingresaron
de forma legal al virreinato,
excluyendo a los que lo hi-
cieron por va de contraban-
'
Grfico 1
Importacin de esclavos por Callao y Paita (1770-1801)
Callao
80,2%
Paita
19,8%
Desde all las partidas de esclavos eran introducidas en el interior a travs
de la cordillera o, ms comnmente, realizaban el viaje por la va del Cabo de
Hornos, haciendo escala en el puerto de Valparaso para reabastecerse de agua
y alimentos y vender una parte del cargamento a los propietarios chilenos.
La ltima parte del tramo hasta el Callao era bastante tranquila y se llevaba a
cabo en muy poco tiempo debido a que se contaba con vientos favorables.
Grfico 2
Rutas de importacin de esclavos al Per (1770-1801)
1000
900
800
700
N de esclavos
600
500
400
300
200
100
0
70
72
74
76
78
80
82
84
86
88
90
92
94
96
98
00
Aos
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
18
Esclavos venidos por el Itsmo de Panam Esclavos venidos por el Cabo de Hornos
La estructura del trfico de esclavos no sufri grandes cambios desde
el siglo XVI, ya que la trata segua estando dominada por empresas de
12
pequea escala indefinidamente organizadas . La mayor parte de las
importaciones eran realizadas por comerciantes o maestres de los barcos
que adquiran uno o dos esclavos a consignacin de algn particular de la
capital o provincias. Este esquema se puede apreciar claramente en dos
casos: el viaje del barco San Francisco de Ass, que lleg a Paita el 28 de
marzo de 1788 procedente de Panam con un cargamento de cincuenta y
dos esclavos comprados a cuenta y consignacin de diecisiete personas
13
de Piura, Lambayeque y Lima ; y el que realiz la fragata Nuestra Seora
del Carmen de Valparaso al Callao en 1789, con cincuenta y un esclavos
14
de cuenta de diez compradores en la capital . Este predominio de las
operaciones a pequea escala era abrumador, al punto que de los 2.185
registros de importacin que hemos anotado, 1.973 involucraban opera-
ciones por uno o dos esclavos, lo que representa un poco ms del 88 por
ciento del total de transacciones.
Grfico 3
Partidas de importacin de esclavos (1770-1801)
1 esclavo
76,9%
76.9%
Resto
resto
6,1%
6.1%
2 esclavos
2 esclavos
5 esclavos 3 esclavos 11.2%11,2%
5 esclavos 3 esclavos
1.1% 4 esclavos 3.2%
1,1% 3,2%
4 esclavos
1,5%
12
Bowser, Frederick: El espa-
cio africano, p. 84.
13
AGN C16 1204-195.
14
AGN C16 787-1012. Fuente: AGN, Real Aduana y Cajas Reales de Lima y Paita.
Ahora bien: si ampliamos el rango para incluir las partidas de hasta cinco
esclavos, la cifra alcanza 2.103, lo que viene a ser un poco menos del 94
por ciento del total. Las grandes partidas tradas por los traficantes
negreros, si bien eran poco usuales, se fueron haciendo ms frecuentes a
partir de 1789. No obstante, pocas fueron las expediciones realmente
grandes, como la de la fragata Nuestra Seora del Rosario, que en 1783 trajo
283 esclavos de cuenta de ngel Izquierdo y Compaa, o la del navo
San Miguel, que el 1 de julio de 1789 descarg en el Callao una partida de
460 negros bozales, pertenecientes a la Compaa de Filipinas.
!
los negros recin llegados del frica, incluso por encima de los negros
criollos. El motivo era atribuido comnmente a la docilidad y fidelidad
que demostraban los primeros, frente a los vicios e insolencia que
15
caracterizaba en opinin de los espaoles a los segundos . Para-
djicamente, la escala de valoracin inverta la lgica de la sociedad,
ya que cuanto ms clara era la piel del esclavo, menor era su estimacin
econmica. Podemos apreciar, as, que los zambos se encuentran un
escaln por debajo de los negros, mientras que los esclavos mulatos,
mulatos blancones o blancos ocupan el ltimo lugar en este rango
16
de aceptacin, debido probablemente a su carcter dscolo y rebelde .
De otro lado, entre los diversos grupos o naciones africanas tambin
existan rangos diferenciados de estimacin econmica. Es muy ilustra-
15
Bowser, Frederick: El escla-
vo africano, p. 117.
tivo, en este sentido, que las compaas negreras de Francisco Xavier de
16
Los registros de mulatos y
Yzcue (1799), Toms Gallegos (1800) y Jos Antonio Azevedo (1808)
blancones presentan a me-
nudo indicaciones negativas anotaran como una clusula de su constitucin la compra preferente de
sobre la conducta de estos in-
dividuos. Los registros afir- negros angolas y banguelas, los cuales alcanzaban las mejores cotizaciones
man que el mulato blanco 17
Bernardo (que lleg de en el mercado local .
Valparaso el 26 de enero
de 1789) estaba cargado
de vicios, mientras que el
El factor ms importante que los propietarios tenan presente al momento
mulato Francisco de Aragn
(quien vino el 10 de octubre de decidir la compra de esclavos era su precio de mercado. Varios his-
de 1786) tena perverssimas
costumbres, y los mulatos toriadores se han preocupado por analizar la evolucin de esta variable,
Francisco y Jos Antonio
(llegados el 2 de abril de 1794) coincidiendo en sealar que en lneas generales ella mostr una cierta
eran unos blancos cimarro-
nes.
estabilidad a lo largo del periodo colonial. Frederick Bowser sostiene, en
17
AGN Protocolos notariales,
este sentido, que durante la primera mitad del siglo XVII el valor medio
Joseph Aizcorbe, prot. 35, f.
669, 1798; Luis Thenorio, de un esclavo de buena calidad alcanzaba en Lima los 600 pesos, mientras
prot. 1029, f. 559, 1800 e
Ignacio Aylln Salazar, prot. que Rout Leslie B. cree que esta cifra estaba ms cerca de los 500 pesos,
10, f. 106v, 1808. 18
18
Bowser, Frederick: El escla- precio que se mantuvo sin muchos cambios entre 1630 y 1780 . Rolando
vo africano, p. 114. Rout, Leslie
B.: The African Experience
Mellafe, por su parte, encontr que los esclavos introducidos por Buenos
in Spanish America, citado
Aires tenan un valor sensiblemente inferior a los importados desde
en Mazzeo, Ana Cristina: El
comercio libre en el Per. Las Panam, lo que actu de alguna forma como un contrapeso adecuado
estrategias de un comerciante
criollo Jos Antonio de Lavalle y para mantener la estabilidad de los precios. Debemos considerar asimis-
Corts, 1777-1815. Lima, 1994,
p. 185. mo que durante buena parte de la era colonial el mercado estuvo domi-
"
nado por empresas monoplicas que tendan a subir o, en el mejor de los
casos, conservar el valor unitario de cada esclavo.
#
Grfico 4
Precio unitario de los negros bozales en Lima (1775-1801)
600
500
300
200
100
0
75
79
83
86
86
87
88
88
88
89
92
93
93
94
94
95
97
98
01
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
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17
17
17
18
Aos
Grfico 5
Precio unitario de los negros criollos en Lima (1775-1801)
600
500
Precio unitario (en pesos)
400
300
200
100
0
75
76
79
79
81
81
83
84
86
86
87
88
88
89
90
93
94
98
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
Aos
$
Grfico 6
Precio unitario de los mulatos en Lima (1775-1801)
450
400
350
Precio unitario (en pesos)
300
250
200
150
100
50
0
75
76
79
79
81
81
84
84
86
87
88
88
90
93
94
94
95
98
01
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
17
18
Aos
4. EL RGIMEN IMPOSITIVO
%
5 por ciento de almojarifazgo y 6 por ciento de alcabala desde inicios del
21
siglo XVIII . Durante la dcada de 1770 se pagaba un valor fijo de 5 pesos
6 reales por cada esclavo por concepto de derecho de introduccin
(almojarifazgo), monto que fue incrementado por real cdula del 25 de
enero de 1780 a una tasa de 6 por ciento sobre un monto de 200 pesos por
esclavo, lo que representaba un aumento del almojarifazgo a doce pesos.
Durante el bienio 1783-1784 se estableci la estructura impositiva definiti-
va para el trfico esclavista. En 1783 se redujo la alcabala a un 4 por ciento,
mientras que por real cdula del 4 de noviembre de 1784 se determin
que el 6 por ciento del almojarifazgo se calculara regulando el precio de
cada esclavo en 150 pesos, lo que equivala a cobrar un impuesto fijo de
nueve pesos por cabeza.
Sin embargo, los cambios no se registraron tan solo en el nivel de las tasas,
sino en el mbito de los trmites administrativos. Durante la poca de
los asientos, la poltica del Estado garantizaba para los inversionistas un
relativo monopolio del mercado de negros bozales. En esta lnea, el 4 de
22
julio de 1767 el virrey expidi un decreto mediante el cual se penalizaba
la entrada de bozales de contrabando procedentes de Buenos Aires con
una elevada multa de cien pesos. Solo se permita el ingreso de negros
criollos o de castas desde los puertos chilenos, pero siempre con la precisa
licencia expedida por el Presidente de Chile. La consecuencia natural de
estas disposiciones restrictivas fue el incremento del contrabando bajo
distintas modalidades, que no podan ser atajadas totalmente por las
autoridades oficiales.
21
butarias, pero generalmente eran descubiertos en el registro que realizaban
Ibid., p. 170.
22
Refrendado por Real Or- los agentes de aduana en el mismo puerto de entrada. En julio de 1781
den expedida en San Loren-
zo el 11 de octubre de 1768.
Joaqun Ramos import de Valparaso en el navo San Pablo un negro,
Solo se permita la entrada
declarando que era criollo, pero se constat por los recibos de compra que
de negros bozales de cuenta
23
de los asentistas oficiales. era un bozal venido de contrabando desde Montevideo . El caso ms
AGN C16 652-387, 1781.
23
AGN C16 652-388, 1781. sonado fue el de Joaqun Villaurutia, quien introdujo un negro y una
&
negra trados en la fragata Nuestra Seora del Rosario desde Valparaso en
octubre de 1781, anotando en la declaracin de embarque que eran negros
criollos; pero cuando los inspectores de aduana les preguntaron a estos
por su origen, respondieron en tres ocasiones que haban nacido en Angola.
A pesar de esta flagrante infraccin, Villaurutia sali bien librado y no
tuvo que pagar la multa de doscientos pesos, ya que un mes antes se ha-
24
ba derogado el decreto de 1767 .
'
Durante la dcada de 1790 se avanz definitivamente hacia una poltica
de libertad del comercio negrero, lo que implic nuevas reformas de la
estructura impositiva. Una medida inicial fue concebida para favorecer
a los ministros de las instituciones de gobierno otorgndoles en 1790
la facilidad de importar un mximo de cuatro esclavos sin pagar almo-
27
jarifazgos . Para mejorar los procedimientos administrativos e impedir
que los importadores retiren subrepticiamente sus esclavos del puerto,
se orden a los maestres, por decreto del 18 de febrero de 1791, sealar el
da que se introduciran los negros por la Real Aduana para preparar el
aforo y la visita de registro.
!
5. EMPRESAS Y EMPRESARIOS ESCLAVISTAS
31
La quiebra de Aguirre y Arstegui en setiembre de 1779 abri el camino
para el otorgamiento de nuevas licencias y la formacin de grandes
empresas dedicadas al trfico de esclavos. Por entonces el negocio estaba
30
mucho ms ligado a la poltica, ya que para conseguir una licencia se AGN C16 1184-6, 1779.
31
Aguirre Beltrn, Gonzalo:
deba contar con el visto bueno de varias instancias del gobierno virreinal. La poblacin negra, p. 89.
!
La autorizacin permita al beneficiario internar una cantidad determina-
da de esclavos al virreinato, cuyo monto estaba en funcin directa del
32
poder e influencia poltica del demandante . Una vez obtenida la licen-
cia, algunos asentistas la vendan por partes a los comerciantes que desea-
ban importar esclavos.
!
de 1.500 negros anuales y un precio de venta de 450 pesos la pieza electa
33
de Indias . El administrador de la Real Hacienda y el fiscal evacuaron
igualmente informes positivos, comentando asimismo la precaria situacin
del comercio y el fracaso de la compaa Aguirre y Arstegui, en su inten-
to por satisfacer la demanda de esclavos de la colonia. Por el contrario,
el Consulado se mostr inflexible en su negativa a avalar el proyecto de
San Isidro por considerar que los privilegios solicitados eran excesivos.
En primer lugar, seal que en la negociacin solo se hizo referencia a
los impuestos reales de alcabala y almojarifazgo, pero de ningn modo
a los que cobraba el Consulado, en especial al impuesto a la extraccin
34
del oro y la plata instituido en 1777 y que deban ser cobrados . Asimis-
mo, se neg rotundamente a aceptar la posibilidad de extraer frutos al
Brasil, para intercambiarlos por otros productos de esa colonia (como brea,
alquitrn y azcar), porque se trataba de comercio prohibido con un pas
extranjero, aunque solo se efectuara con frutos del pas y no de caudales.
!!
a punto de naufragar por la negativa del virrey Sobremonte a dar licencia
a Alvarado y Sarratea para viajar al Brasil, alegando que el virrey brasi-
leo haba prohibido la extraccin de esclavos fuera de su territorio.
Los agentes tuvieron que desplegar todas sus influencias para conseguir
el permiso de viaje, retrasando el negocio de importacin por dos aos.
En 1783 llegaron las partidas a cuenta de la Compaa en los navos Nues-
tra Seora del Rosario, San Miguel y San Juan Nepomuceno, conduciendo
39
apenas 449 esclavos de los 1.500 permitidos .
!"
un ensayo que tena como objetivo determinar si era viable dejar este
negocio en manos de una gran empresa dirigida por la Corona, o, dicho
en trminos ms directos, si poda estatizarse el comercio negrero ame-
ricano. Gonzalo Aguirre Beltrn seala, asimismo, que detrs de este
proyecto haba un intento de la Corona por explotar de forma directa sus
nuevas colonias africanas adquiridas a Portugal en 1778: las islas Fernan-
41
do Poo y Annobon en el Golfo de Guinea . Sea como fuere, los directivos
de la corporacin no tenan ni la experiencia ni el nimo para emprender
este negocio de forma independiente, pues no queran arriesgar los
fondos de la Compaa en una suerte de safari africano poco seguro.
Por ello suscribieron un contrato con la casa britnica Baker and Dawson,
que se encargara de proveer de cinco a seis mil esclavos anuales extra-
42
dos directamente del frica, a un precio de 155 pesos por cabeza .
Adicionalmente, la Compaa solicit una gracia especial que consista en
exportar cueros, astas de toro y lanas del Ro de la Plata en los barcos
43
negreros que realizaban el tornaviaje a Inglaterra . Los negros deban
llegar a Buenos Aires y Montevideo, para despus embarcarse hacia
Valparaso y el Callao.
!#
los activos y se retirase definitivamente de este giro en 1791. El fracaso
de este experimento comercial puede ser atribuido a tres factores: la
falta de experiencia en el negocio, la dependencia de intermediarios
extranjeros y la competencia del contrabando desde el Brasil, que intro-
duca en el Ro de la Plata esclavos mucho ms baratos que los internados
45
por la Compaa .
!$
Javier de los Ros, que consign setenta esclavos para ser recibidos
por el comerciante limeo Vicente Larriva. En contados casos eran los
propios comerciantes peruanos quienes arriesgaban sus capitales y
crdito para importar directamente los esclavos de la plaza bonaerense.
As, por ejemplo, en 1794 el comerciante limeo Xavier Mara de Aguirre
import 228 negros bozales, mientras que en agosto de 1797 el Conde
de Premio Real introdujo 240, que haba comprado directamente de
las costas africanas. Algunos comerciantes aprovecharon la coyuntura
de buenos precios para importar esclavos dedicados al servicio de sus
propias haciendas. Estas operaciones podan ser verdaderamente
grandes, como la de Domingo Laspiur, quien import diecisiete
negros para su hacienda Monterrico en abril de
1794, cantidad pequea si la comparamos con los
108 esclavos que intern Jos Antonio del Villar en
el paquebot Santa Rosa para su hacienda Bocanegra
en mayo de aquel mismo ao.
!%
No tardaran en formarse compaas que, enmascaradas en su apelativo
genrico de negreras, se dedicaban en realidad a varios rubros. La
primera entidad de este tipo fue fundada por los comerciantes limeos
Domingo Ochoa de Zuazola, Juan de Pertica y Francisco Xavier de Yzcue
el 26 de agosto de 1799. El contrato de constitucin de la compaa
estableca algunas clusulas muy importantes que reflejaban el espritu
especulativo que animaba a los inversionistas. Primeramente se instituy
la divisin de funciones entre los socios. Yzcue y Pertica aportaran el
capital estimado en 40.000 pesos, mientras que Ochoa deba gerenciar
directamente todo el negocio, dirigindose a Buenos Aires para la compra
de los esclavos. Igualmente, se determin que la forma de dividir los
riesgos y ganancias entre los socios sera en partes iguales, desde el
momento mismo en que se comprasen los negros. Finalmente se incluy
una clusula especial, por la que se ordenaba a Ochoa tantear la situacin
del mercado bonaerense para determinar la forma de invertir los caudales.
Si encontraba que no haba negros en esa plaza, o que no era conveniente
su compra, podra invertir el dinero hasta por 25.000 pesos en la compra
de efectos del pas o de Europa, los cuales seran remitidos inmediatamente
a Lima. Ahora bien: para emprender este negocio, Ochoa deba asegurar-
se de que las condiciones polticas en Europa se mantuvieran sin cambios.
Pero si reciba noticias sobre la llegada de la paz o el inminente fin de
las hostilidades, no se deba gastar el dinero y la compaa procedera a
disolverse. El sentido de esta medida era asegurar la existencia de un
mercado artificialmente desabastecido por efectos de la guerra, lo que
repercuta naturalmente en mejores precios para los importadores. No
estamos seguros si esta empresa logr finalmente su objetivo, pero es muy
posible que fuera liquidada, ya que no encontramos informacin sobre
sus actividades posteriores.
48
La compaa import final-
mente sesenta y seis esclavos Casi exactamente un ao despus, el 22 de agosto de 1800, los comerciantes
que llegaron el 8 de junio de
1801 en la fragata El guila
limeos Toms Gallegos, Francisco Xavier de Yzcue y Manuel de Pertica
procedente de Buenos Aires fundaron una nueva compaa negrera, con un fondo inicial de 18.500
y con escala en Valparaso.
48
AGN C16 925-1761, 1801. pesos . Las clusulas para la formacin de esta empresa eran casi un calco
!&
de la precedente, incluso en lo relativo a las medidas a tomar en caso de
declararse el fin de la guerra. Esto pone en evidencia el alto grado de adapta-
cin de los comerciantes peruanos a las cambiantes condiciones del mercado
producto de la guerra europea, y, paralelamente, la extraordinaria importan-
cia que adquiere Buenos Aires no solo como centro emisor de esclavos, sino
adems como la nueva llave para los intercambios comerciales atlnticos.
6. A MODO DE CONCLUSIN
!'
entre el monopolio privado o estatal (en el caso de la Compaa de Filipi-
nas) y la liberalizacin restringida, la cual estaba ms cerca del concepto
de comercio privilegiado acuado por Cristina Mazzeo que del de
liberalismo comercial. Creemos que el resultado de la liberalizacin fue
empujar an ms a los empresarios a relacionarse con el Estado, como
parte de una lgica tpicamente mercantilista que benefici a muy pocos
afortunados como Jos Antonio de Lavalle.
Sin embargo, queda claro que durante este periodo Lavalle no fue, ni
con mucho, el nico empresario esclavista que estuvo activo en este
campo. Varios comerciantes importaron grandes partidas de esclavos para
el mercado peruano. Pero, consistente con su mentalidad conservadora,
prefirieron actuar bajo la sombra de algn gran traficante bonaerense
ganando una comisin por ventas, antes de arriesgarse a una cara e in-
cierta operacin de importacin que podra haberlos arruinado. Algunos
de estos consignatarios fueron ricos mercaderes como Antonio lvarez
del Villar, que recibi un cargamento de cincuenta esclavos de Martn
Felipe Aonga; Jos Ignacio Palacios, que vendi 111 esclavos de propie-
dad de Toms Antonio Romero, o Benito Cristo, que tena la consignacin
de 152 negros de Borja de Anda Varela y Compaa. Al doblar el siglo
los comerciantes peruanos estaban pagando la factura de una reorientacin
mundial de los intercambios que dej a las urbes atlnticas con la pri-
maca absoluta en los intercambios interocenicos.
"
La propaganda oficial, e incluso algunas corporaciones privadas (como el
Consulado), abogaron a favor del impulso de la agricultura y la industria
colonial, e incluso llegaron a formular algunos planes de desarrollo
50
regional . Hasta se mencion la posibilidad de cambiar la estructura del
Consulado para adaptarlo a las reglas del de La Habana, dominado
por los intereses de los plantadores de caa. Hubo acaso un intento por
reorientar la estructura econmica del virreinato y reconvertirlo en
una colonia especializada en la produccin agraria? Difcil decirlo, pero
en caso de haberse llevado a cabo esta iniciativa, por lo menos se haba
allanado el problema de la mano de obra. Desde nuestra perspectiva,
existan otros factores que estaban frenando el desarrollo de la agricul-
tura, y estos tenan poco que ver con la provisin de esclavos. Las causas
pueden buscarse esencialmente en la nueva dinmica de la economa
mundial y las deficiencias estructurales (lanse costos de transaccin) que
encarecan nuestros productos en el mercado internacional. Sin embargo,
todava falta una investigacin ms exhaustiva en este punto.
50
En 1804 las autoridades del
Consulado solicitaron a sus
diputaciones de provincia
informacin sobre las poten-
cialidades econmicas de
cada regin. Los informes
son una fuente muy impor-
tante para conocer exacta-
mente la situacin econmi-
ca del virreinato a fines del
periodo colonial. Una pre-
ocupacin similar se puede
apreciar en varios artculos
del Mercurio Peruano dedica-
dos a la descripcin de los
diferentes partidos de la co-
lonia.
"
Carlos Flores Soria
Crisis agraria y
revuelta de esclavos :
Nepea, 1767-1790
"!
sostiene que tales expresiones fueron solo una parte de la hostilidad ma-
3
nifestada por los esclavos a raz de su condicin .
El presente trabajo tiene como objetivo explicar los factores que generaron la
crisis agraria y las revueltas de los esclavos en el valle de Nepea colonial
entre 1768 y 1790; es decir, entre la expulsin de los jesuitas y la institu-
cionalizacin de la Real Junta de Temporalidades. Las primeras aproxi-
maciones al tema fueron realizadas por Kapsoli (1975/1990) y Lazo y Tord
4
(1981) . Mientras Kapsoli explica las causas de las rebeliones esclavas en
Nepea como el reflejo de la crisis del sistema colonial y el aumento de
la explotacin en este caso sobre los negros, Lazo y Tord (1981) pro-
ponen un modelo histrico analtico para el estudio de los movimientos
sociales en el que se visualice la dinmica de clases, enfrentamientos y
conflictos, a partir de las denominaciones hecho-tumulto y hecho-juicio,
Histrica, vol. III, n. 2. Lima: tomando como ejemplo a los esclavos de la hacienda San Jos de la Pampa.
PUCP, 1979, pp. 71-88.
Arrelucea, Maribel: De la
pasividad a la violencia. Las
manifestaciones de protesta
de los esclavos limeos a fi- 1. LOS JESUITAS EN NEPEA, 1700-1767
nes del siglo XVIII, en His-
toria y Cultura n. 24. Lima:
Museo Nacional de Arqueo-
El valle de Nepea est ubicado en lo que constituy el antiguo Corre-
loga, Antropologa e Histo-
ria del Per, 2001, pp. 15-23. gimiento de Santa (provincia del Santa, ncash). All estuvieron localiza-
3
Klein, Herbert: La esclavitud
africana en Amrica Latina y el das las haciendas San Jacinto, San Jos de la Pampa y Motocachi.
Caribe. Madrid: Alianza Edi-
torial, 1986, p. 136. Poco sabemos de cmo ha evolucionado la propiedad agraria en Nepea
4
Kapsoli, Wilfredo: Rebelio-
desde la llegada de los espaoles ocurrida hasta 1700. Las haciendas
nes de esclavos en el Per.
Lima: Ediciones Purej, 1990. pertenecieron a la Compaa de Jess hasta 1767. Desde 1710, cuando
La primera edicin es de
1975. Lazo, Carlos y Javier recibieron como herencia la hacienda de San Jacinto con 700 fanegadas
Tord: Apuntes metodol-
gicos para una historia so- de extensin hasta el ao de 1721, la extensin de sus propiedades au-
cial: Un tumulto esclavo.
ment a 1.715 fanegadas. Cuestiones de orden administrativo determina-
Nepea, 1779, en Hacienda,
comercio, fiscalidad y luchas ron, para entonces, su divisin en dos haciendas: San Jacinto y San Jos
sociales (Per colonial). Lima,
5
1981. de la Pampa. Posteriormente se uni a estas la de Motocachi .
5
Flores, Carlos y Martha
Chvez: De las haciendas jesui-
tas al capitalismo ingls: El
Los trabajos de Macera (1977) sobre los jesuitas siguen siendo funda-
valle de Nepea (s. XVI-XX).
Lima, 1993, p. 31. mentales para entender cmo esta orden religiosa logr formar un gran
""
Esclavos trabajando en hacienda azucarera.
6
patrimonio material, desde su llegada hasta el momento de la expulsin .
Las haciendas de caa de azcar fueron para los jesuitas de mayor impor-
tancia que casi todas sus estancias de ganado y chacras de panllevar,
seguidas de las de vid.
"#
Las dos primeras lograron formar una sola unidad productiva, y toda
su organizacin y relaciones sociales de produccin se establecieron so-
bre la base de la elaboracin y cultivo de la caa; la preocupacin de sus
administradores era elevar la cantidad de produccin con miras a obtener
mejor rentabilidad y mayor ganancia.
8
Archivo General de la Na- Si bien es cierto que el proceso de la produccin del azcar exiga de-
cin (en adelante AGN): Car-
tilla de regmen y manejo de terminadas condiciones que iban desde la calidad de la tierra hasta el
la hacienda nombrada San
Jacinto. Temporalidades. T- procesamiento de la caa de azcar, la fuerza de trabajo especialmente
tulos de Hacienda. Leg. 36,
la esclava result siendo el elemento ms importante. La mayor con-
ao 1767.
9
Flores, Carlos y Martha centracin de la poblacin esclava en la poca colonial se produjo en la
Chvez L., Las haciendas jesui-
tas. p. 33. costa y para los cultivos altamente comerciables, como la caa de azcar y
"$
la vid. Cuando expulsaron a los jesuitas, de los 5.224 esclavos secuestra-
dos el 62,3 por ciento corresponda a los caaverales costeos, 28,8 por
ciento a los viedos y solo el 2,1 por ciento a las plantaciones serranas de
10
Pachachaca, Santa Ana y el obraje de Cacamarca .
"%
porque ... para el buen orden de esta hacienda se procuraba la sujesin
de los esclavos y que no les faltase lo necesario en su estera, assi de comi-
da como vestuario y tabaco. Tena particular encargo el administrador,
para no ser riguroso el castigo [...], tambien era prohibido que se hicieran
faenas de noche y que se les diese madrugones para que no se maltrata-
15
sen . A ello se agregaba el cuidado en la alimentacin con alto conteni-
do calorfico, basado principalmente en el maz y el frijol, alimento este
ltimo fue reemplazado por el pallar. En la hacienda Motocachi, para
... el sustento de los esclavos se sembraba en esta hacienda maiz del
16
que proveian a las de San Jacinto y San Joseph cuando les faltaba . Esto
demuestra la preocupacin de los religiosos por mantener en buenas
condiciones a sus operarios que de alguna manera se vio expresada
en la eficiente produccin de azcar y aguardiente, permitindole a
17
la orden participar en el mercado local y regional . Tras la expulsin
de los jesuitas este panorama cambi profundamente, tal como veremos
ms adelante.
"&
siguiendo a Mrner, sostiene que la razn principal fue de carcter pol-
tico: los jesuitas tenan demasiado poder y contradecan en muchos casos
al poder de la Corona. La orden consideraba que su jefe supremo era
el Papa y no el rey de Espaa. Las reformas borbnicas buscaron reforzar
el poder central, y todo poder que lo contradijera o se opusiera tena que
desaparecer o disminuir. En este sentido, la Iglesia era uno de los poderes
que enfrentaba al poder central: sus funciones y obligaciones se cruzaban.
Jos Campillo, funcionario de la poca reformista, critic el excesivo po-
der econmico y poltico de la Iglesia, as como la cantidad de haciendas
que manejaban las rdenes, lo que impeda el desarrollo econmico de los
sectores laicos. En esta poltica de recortar poder a la Iglesia se ubica la
19
expulsin de los jesuitas .
1. Revisar las cuentas que haban dejado los jesuitas de las mltiples
operaciones contables que realizaban: arrendamientos; cuentas por
hipotecas; fianzas; deudas por cobrar de embarques de azcar, miel,
aguardiente y vino; compra de efectos para el colegio; manutencin
de esclavos; pago a los yanaconas y sirvientes que trabajaban en las
haciendas; pago a los artesanos, al mdico, etctera.
"'
de la expulsin del Per. Casi todo el proceso se desarroll durante el gobier-
no del virrey Amat y Juniet (1761-1776). Al finalizar 1775, aproximadamente
un 72 por ciento de las haciendas jesuitas estaban rematadas. Buena parte de
las ventas se hicieron a crdito y muchas de las haciendas tuvieron que
21
embargarse por incumplimiento de pagos, volvindose a rematar .
#
Debo decir que son tres los motivos que han ocasionado esta decadencia:
el primero [...] el grave descuido que fue de dicha hacienda [...] no haber
hecho plantadas y que los cuarteles tienen mas de 30 aos de edad, 8 los
que menos [...] de 20, por cuyo motivo la
caa que producen es pequea y nudosa
y rinde mucho menos [...]; el segundo, la
escases de gente [...]; el tercero que los
peones acostumbraban labrar su azcar
en ornas de media vara por cuyo motivo
25
salian los panes pequeos [...] .
Matas Sotil, propietario del caaveral San Jos, plante como solucin
aumentar las exigencias de trabajo de los esclavos y disminuir el gasto
dedicado al mantenimiento de estos. Por ello inform: Cuando recibi
la hacienda era costumbre tocar la campana para el trabajo a las 5 de la 25
AGN: Cuenta de Dn. Fran-
cisco Xavier lvarez, admi-
maana, pero los negros salian a la hora que les convenia, salian a la nistrador de la hacienda
San Jacinto. Temporalidades.
pampa y al medio dia no se encontraba hombre ni mujeres en sus tareas;
Ttulo de Hacienda. Leg. 54,
se iban a trabajar sus chacras. Esto no les he permitido, a las 6 deben fl. II-IIV. Ao 1769.
26
AGN: Testimonio del in-
llegar a su trabajo y de su trabajo vengan a la puerta de la capilla, digan ventario de la hacienda Mo-
27 tocachi. Temporalidades.
el bendito y de ah se cuenten todos con sus herramientas [...] . Plante Inventario de 1772. Leg. 30.
27
AGN: Leg. 146, f. 129. Cf.
que el trabajo deba organizarse y controlarse en trminos de que cada
Kapsoli, Wilfredo: Rebeliones
uno trabaja segn sus fuerzas y edad y procuro cuidarlos [...] pues la de esclavos, p. 66.
#
perdida de un jornal en una hacienda aunque sea un dia hace mucha
28
falta . Introdujo el frijol en la racin de los esclavos en cantidades tan
pequeas que generaron el descontento, de tal manera que los negros
se quejaron de la mala alimentacin y de la deficiente asistencia que
reciban.
28
AGN: Informe de Matas
Solis al Director de Tempora- Por otro lado, en 1768 el administrador de la hacienda San Jos se quejaba
lidades. Correspondencia.
Leg. 88. Ao 1779.
informando que la mayora de los esclavos con que contaba la hacienda
29
AGN: Correspondencia.
eran viejos, impedidos o criaturas pequeas que no podian realizar
San Jos de la Pampa. Leg.
29
273. Ao 1768.
30
faenas [...] . Lo mismo se informaba para Motocachi, donde [...] los
Citado por Wilfredo
Kapsoli: Rebeliones de esclavos, esclavos que hay en esta hacienda por sus edades y achaques, son de poco
p. 35. 30
31
Constituye un vaco histo- trabajo y no pueden rendir lo que necesita la hacienda . En San Jacinto,
riogrfico que alguna vez se
llenar, en la medida en que
de los 179 esclavos solamente 117 estaban en condiciones de trabajar, ya
se realicen investigaciones
que los 62 restantes eran cuarenta nios y veintids ancianos. Creemos
que aporten nuevos casos.
Entonces, estaremos en la ca- que las razones que originaron estas revueltas fueron: el incremento de
pacidad de sistematizar y
caracterizar la dinmica de la explotacin de la mano de obra, los recortes de ciertos beneficios
los movimientos sociales ge-
nerados por los esclavos en como las chacras de que disponan los esclavos en tiempo de los jesui-
el Per colonial. En ese sen-
tido, un trabajo relacionado
tas y la reduccin de la dieta. Adems, da la impresin de que la po-
con el tema es el de Richard blacin esclava no se haba renovado, pues mostraba signos de vejez.
Price, editor: Sociedades cima-
rronas. Comunidades esclavas
rebeldes en las Amricas. Mxi-
co: Siglo XXI Editores, 1981. Las investigaciones sobre la protesta esclava en el Per colonial se han
Se ocupa del cimarronaje,
como una expresin social de desarrollado a partir de casos concretos. No obstante, an carecemos de
protesta de los esclavos en
un estudio que sistematice las diversas expresiones de lucha y resistencia
Centroamrica y la creacin
31
de comunidades cimarronas de los esclavos en el contexto colonial . Por ello, Kapsoli (1990) exager
bien cimentadas y contesta-
tarias al orden colonial. los hechos creyendo mostrar rebeliones y sublevaciones donde no las hubo.
#
Tord y Lazo (1981), por otro lado, minimizaron las dimensiones del
tumulto de San Jos. Nosotros creemos que se trat de una serie de
revueltas. En uno de sus conocidos trabajos, Scarlett OPhelan sostiene
que una revuelta ser un alzamiento de breve duracin, espontneo en
la medida en que no responder a un plan previo, local, restringindose
en trminos de espacio a una doctrina o un pueblo especfico. Ser
consistentemente motivada por un estmulo directo en nuestro caso
contra el administrador de la hacienda y estar sujeta a un fcil control
por parte de las autoridades coloniales. Su presencia ser ms del orden
32
cotidiano que del coyuntural . La revuelta era de ordinario espontnea
y convocaba a los esclavos ms prximos. Si bien las protestas no se ex-
tendieron a otras zonas, los documentos consultados nos informan de la
existencia de un clima de zozobra y miedo en el pueblo de Nepea.
#!
34
tradores y soldados . Entre tanto, los revoltosos se dedicaron a saquear
los tambos de las haciendas para aprovisionarse de alimentos, ropas y
utensilios para llevar al monte.
#"
36
nacian . Sotil denunci a Prez ante el corregidor de Huaylas y no tom
accin directa por temor a un alzamiento general y a las prdidas que
ocasionara en las instalaciones de la hacienda la huida de los esclavos al
monte, lo que le impedira cumplir con sus obligaciones ante la Direccin
de Temporalidades. Muchos esclavos posean pequeas parcelas que la
hacienda les haba concedido y algunos criaban caballos y porcinos.
Entonces Sotil decidi reducir progresivamente estas concesiones y elimi-
nar la carne de la racin de los esclavos, y estos optaron por protestar y no
recibir frijol a cambio. Segn Kapsoli (1990), la toma de La Habana por los
ingleses en 1779 fue un episodio que repercuti en la hacienda, con el
estribillo Ya el ingls gan La Habana.
Este movimiento fue mucho ms violento que los anteriores: se dio muer-
te al corregidor, los insurrectos destruyeron los bienes de la hacienda,
incendiaron alimentos y objetos, liberaron presos y el miedo se apoder
de Nepea, a tal punto que el cura se vio obligado a sacar en procesin a
la Virgen de Guadalupe para enfrentar y llamar al orden a los esclavos.
Los principales cabezas de la revuelta fueron Estalinao, criollo, Ignacio
Bernab, Mateo y Santiago Congo, Domingo Chilln, rsula Conga y cin-
37
co esclavos criollos ms . Un hecho muy importante en este movimiento
es que los esclavos decidieron venir a Lima a interponer un documento
de queja contra el hacendado, a quien tenan solo por administrador.
Ms de veinte esclavos llegaron a Lima para presentar su carta al director 36
AGN: Causas criminales.
de Temporalidades, argumentando haber actuado en defensa propia. Leg. 43, C. 514, ff. 145. Causa
seguida contra los esclavos
Pero seran encarcelados y sometidos a un proceso judicial. En el futuro de Matas Sotil, por delito de
motn y homicidio...
sera necesario profundizar en el estudio de este movimiento, por las 37
Kapsoli, Wilfredo: Rebelio-
caractersticas sealadas. nes de esclavos, p. 70.
##
6. LA REVUELTA DE MOTOCACHI EN 1786
#$
Los esclavos tomaron conocimiento del embargo y, bajo el liderazgo del
negro Felipe Criollo, plantearon la expulsin del mayordomo y el dueo,
a quienes consideraban como simples administradores de Temporalidades.
Justo Salas deca que los esclavos cuchichean, que [...] sino que soy
mero administrador, como dicen lo son los demas subastadores y a correr
la voz que habian de acabar con Depositario Buendia si no se iba pronta-
39
mente de la hacienda . Para el 1 de octubre se haban fugado de la ha-
cienda diecisis esclavos que retornaron al da siguiente gracias a la inter-
vencin del cura de Nepea. Cuando estos encontraron que el mayordo-
mo Buenda segua en la hacienda, se tumultaron no solo los 16 sino
todos los demas sin excepcin de los caporales pues, grandes y chicos,
hombres y mujeres, se convocaron y ocurrieron en tropel a la morada del
dueo, donde a vista del Seor cura, que no fue posible contenerlos le
40
faltaron gravemente el respeto . Gracias a la gestin mediadora del cura
y a la promesa de Buenda de retirarse de la hacienda, los esclavos sosega-
ron en parte su algaraza y vocero, no sin antes haber liberado de la pri-
sin al zambo Andrs, al que se lo llevaron al monte, donde le quitaron
las prisiones y despus volvieron con l trayendolo suelto para que fuera
41
su capitan en el alzamiento .
7. REFLEXIONES FINALES 39
AGN. Carta de Justo Salas
del 30 de octubre de 1786.
Correspondencia. Tempora-
El cambio de propietarios alter radicalmente las condiciones de trabajo y lidades. Legajo 31.
40
AGN: Ibid, f. 25.
41
de vida de los esclavos. El restablecimiento de reglas existentes en el mundo AGN: Ibid.
#%
colonial para los esclavos y no practicadas por los jesuitas hizo ms difcil
la convivencia en las haciendas. Los nuevos propietarios no pudieron
continuar con la organizacin y administracin con que haban funciona-
do las haciendas en manos de la Compaa; tampoco pudieron frenar
el descenso de la produccin azucarera, ni mejorar las condiciones de tra-
bajo de los esclavos. La crisis agraria fue inminente y se prolong hasta
1870 aproximadamente. La respuesta de los esclavos no se hizo esperar, y
se expres a travs de diversas revueltas, que se caracterizaron por ser
movimientos de corta duracin y espontneos y por tener como objetivo
luchar por mejorar sus condiciones de trabajo y subsistencia. La revuelta
constitua el ltimo recurso de hombres y mujeres desesperados ante los
abusos que les impona el sistema, en tanto los esclavos constituan el
eslabn ms importante de la produccin en la lgica esclavista colonial.
Tras ello se esconda un objetivo mayor: la libertad.
42
Figueroa e Idrogo , a partir del estudio de un conjunto de movimientos
de protesta de esclavos y libertos en Lambayeque, registrados entre
1750 y 1850, concluyen que estos desarrollaron actitudes de resistencia
extendidas y persistentes tanto en el plano individual cuanto en el colecti-
vo. La mxima aspiracin expresada en aquellas protestas fue la libertad.
42
Figueroa Luna & Idrogo
Cubas: Revueltas y litigios
de esclavos en Lambayeque
1750-1850, en Historia y Cul-
tura n. 24. Lima: Instituto
Nacional de Cultura, 2001,
pp. 77-108. Es un nmero
dedicado a los negros en la
historia del Per.
#&
Jos Javier Vega Loyola
Hablan los negros del Combo, contestan los de Tumn. Los de Lambayeque dicen, en
Saa cmo estarn. Alan durun durun durun d. As cantan los habitantes negros
del departamento de Lambayeque para referirse a la solidaridad tnica ante los
estragos que causa el fenmeno El Nio. Sin embargo, la historiografa peruana
casi nada recoge de esta realidad del norte peruano. Desde cundo y cmo se
inserta la poblacin negra de ascendencia africana en el norte del Per?, es algo
que importa precisar, dando el espacio que corresponde en la historia del Per a
los ancestros de aquellos que hoy realizan la tradicional danza de negritos en
la fiesta de la Santsima Cruz de Chalpn; momento en el cual, cuando su
piel morena est resaltada por el betn, parece que reencuentran su identidad,
bailan frenticamente con un aire de libertad contenido que se suelta de pronto
como un torbellino. Creo que nunca son tan felices como en ese momento, y
eso que, a decir de ellos mismos, son alegres por naturaleza.
Pero no solo es el caso de los negros del norte. En general, la historia oficial
peruana ha marginado de sus contenidos el aporte de los negros del frica
trados como esclavos al Per. No obstante ser evidente que la nuestra es una
historia de fusin y de sntesis que se fue forjando en la cotidianidad de la vida,
en el compartir de los alimentos en el que los descendientes de frica, al ponerle
dulce a nuestras comidas, hicieron de la chicha de maz una mazamorra
morada, de la calabaza andina una mazamorra rubia, del zanco de frejol un
#'
frejol colado y de la pasta de trigo un turrn de doa pepa, fueron manos
morenas las que popularizaron en nuestro pas la culinaria hispana, rubro
en el cual las esclavas moriscas hicieron nuestros los anticuchos, parrilla-
das y guisos cuya sazn lleva el gusto al lmite no del pecado de la carne,
sino del pecado por la carne.
1. CUESTIN PREVIA
$
caractersticas en todos los lugares y en todas las pocas, y entonces se ha
visto a los negros esclavos solo como vctimas de un sistema opresor, anu-
lando desde esta perspectiva la posibilidad de rescatar aquellos aspectos
positivos que, a pesar de su condicin de esclavos, los venidos del frica
y sus descendientes supieron aportar en el proceso de formacin de la
peruanidad y lo peruano.
Tumn fue una hacienda jesuita, y sabido es que en estas el trato a los
esclavos fue menos duro que en las haciendas de particulares, caracte-
rstica continuada por los administradores nombrados por la Junta de
$
Temporalidades. Por otro lado, la poltica jesuita de hacer que el esclavo
se identifique con la tierra que cultivaba y con el proceso de elaboracin
del azcar tuvo en Tumn un resultado positivo que redund en un
mayor bienestar de la poblacin de la hacienda y, seguramente, en
un mayor nivel de autoestima, tal como se puede apreciar en la capacidad
de respuesta ante los cambios que los afectaban ya sea comprando su
libertad o desconociendo la autoridad del nuevo administrador cuando, a
fines de siglo, les quiso negar el derecho a dar asilo a los negros cimarro-
nes y a los del palenque que andaban escapando del maltrato que se
les daba en la vecina hacienda Pomalca. Y es que los de Tumn, al ser
numerosos, haban logrado constituir una comunidad con capacidad de
presin e incluso imponerse con el uso de la fuerza.
Fueron tan diversas las formas que asumi la esclavitud en el Per virreinal,
que no solo era diferente el trato entre el esclavo de la ciudad y del campo,
sino que en un mismo valle podemos encontrar notables diferencias. En
el caso del valle de Lambayeque, ser esclavo en Tumn era muy diferente
de ser esclavo en Pomalca, Calupe o en Cayalt. En estas ltimas los
abusos eran el pan de cada da, y los esclavos se vean obligados a huir y
transformarse en cimarrones o formar palenques. Pero volvamos al caso
que nos ocupa, la vida cotidiana de los de Tumn; y que no nos sorprenda
entonces si encontramos que para su alimentacin se mataban veinte
reses al mes. No era el paraso, pero tampoco el infierno.
$
Por supuesto, tambin en ocasiones especiales como los das de fiesta,
cuando todo se transforma (habitacin, comida y vestidos) todos tenan
que estar a la altura de la ocasin.
2. LOS DE TUMN
$!
ocupado por la casa principal. Adems, contaba con un pastizal de
trescientas fanegadas en Chongoyape, a catorce leguas hacia el este de la
hacienda, pero a ese lugar muy rara vez eran enviados los esclavos.
Cinco aos ms tarde en 1595 posea 6 corrales con distancias que llegaban hasta
a dos leguas del centro. Durante los siguientes 25 aos se le aadieron las estan-
cias de Chuman, Sontocap y Tumn, y aunque la actividad principal sigui sien-
do la cra de cabras para la produccin de jabones y curtido, el dueo puso a cargo
de alguno de sus trabajadores el cultivo de una parte de sus terrenos. Picsi se
convirti en una hacienda con ttulo legal de propiedad sobre 130 fanegadas de
tierra, jurisdiccin oficial sobre una extensin mucho mayor de pastos y bosques
1
y una poblacin total que se aproximaba a las 100 personas .
Hacia 1659, Picsi fue donada a los jesuitas del Colegio de Trujillo a travs
de testamento por doa Juana Carvajal. Posteriormente los jesuitas
1
Ramrez, Susan: Patriarcas fueron comprando las tierras colindantes, dando lugar a la formacin de
provinciales: La tenencia de la 2
la gran hacienda de Tumn .
tierra y la economa del poder
en el Per colonial. Alianza
Editorial, Madrid: 1991,
p. 138. Pero los jesuitas no solo recibieron tierras sino tambin esclavos negros
2
Macera, Pablo: Tratado
de utilidad, consultas y pa- cuya cantidad, como ocurra con las tierras, se fue engrosando a travs de
receres econmicos jesuitas,
la compra y la reproduccin natural en virtud de una poltica de equili-
en Trabajos de historia, tomo
III. Lima: Instituto Nacional brio de sexos que favoreca las uniones matrimoniales y el aumento de los
de Cultura, 1977, pp. 112,
3
120. nacimientos .
$"
El inventario realizado al momento de la expropiacin de la hacienda en
1767 evidencia que de los 178 esclavos registrados, 109 eran varones y 69
mujeres. La mayora de ellos eran nacidos en la hacienda y mantenan un
fuerte lazo de identidad con la tierra. Por otro lado, a pesar de las restric-
ciones que impidieron una relacin ms fluida con la poblacin indgena
de las comunidades aledaas, una serie de situaciones ineludibles hicie-
ron que las costumbres indgenas se filtraran en la vida de los esclavos
negros de Tumn, llegando a formar parte de su cotidianidad. Los orines
del nio, como hasta hoy llaman los campesinos de Lambayeque a las
lluvias que se presentan a fin de ao y que se transforman en torrenciales
cada vez que se presenta el fenmeno El Nio, jugaron un papel prepon-
derante en ese proceso de acercamiento entre negros e indios, pues como
cuando llueve todos se mojan, los trabajos de reparacin de acequias,
puentes y represas exigieron la concurrencia de los esclavos de la hacien-
4
da conjuntamente con los indios de las comunidades .
3
5 Macera, Pablo: Los jesui-
3. UN HECHO INSLITO tas y la agricultura de la
caa, en Trabajos de historia,
tomo III. Lima: Instituto
En la hacienda Tumn las cosas discurran normalmente. Como buen Nacional de Cultura, 1977,
pp. 83 y 84.
jesuita que era, el padre coadjutor, don Lorenzo de Herrera, dispona lo 4
Sobre el fenmeno El Nio
ver el interesante trabajo de
necesario para que la hacienda tuviera buenos resultados, informando
Lorenzo Huertas Vallejo: Di-
constantemente de sus actividades al Colegio de Jesuitas de Trujillo del luvios andinos. Lima: Fondo
Editorial de la Pontificia Uni-
cual dependa y al cual perteneca la hacienda Tumn. As las cosas, el 7 versidad Catlica del Per,
2001.
de setiembre de 1767 la mayora de los esclavos ya se encontraban en el 5
La informacin para este
campo cuando una comitiva se hizo presente en la casa principal. Pero no acpite procede del volumi-
noso cuaderno de 222 pgi-
venan a comprar azcar o mieles de las que produca la hacienda: venan nas, titulado, Testimonio de
los inventarios que A Urtado
nada menos que a tomar posesin de ella. Requirieron la presencia del y Sandoval (Corregidor de jus-
ticia Mayor) de Trux; mand
padre Lorenzo de Herrera, a quien mostraron el Auto Real y el docu-
levantar en Tumn a raz de la
mento mandado por el Corregidor; se le exigi la entrega de las llaves de ocupacin de aquel fundo por la
Junta de Temporalidades y se
las viviendas y oficinas, y se procedi a inventariar. entreg a Juan D Prez de la
Calle. Correspondiente al
Cuaderno 1 del legajo 106,
Otros fueron los testigos oficiales que firmaron el inventario, pero Mag- Seccin Temporalidades del
Archivo General de la Na-
dalena de Jess, esclava nacida en la hacienda y de setenta aos de edad, cin (en adelante AGN).
$#
vio todo. Observ lo humillante que fue para el reverendo padre Lorenzo
tener que entregar las llaves y permitir que empezaran a registrar su
aposento. Y junto con todos los dems bienes de la hacienda se registr a
los 178 esclavos negros. Vio a los viejos Cayetano Collado, Jos del Ro
y Cayetano Mina, los tres de casta mina; Luis Gallo, de casta congo, y
Domingo de Jess, de casta criollo, todos de noventa aos de edad: eran
los esclavos ms veteranos de la hacienda Tumn. Luego estaban los
de ochenta aos: Antonio Belasco, Mara Mercedes y Pascuala Reyes, de
casta criollos; Pascual, de casta mina, y Esteban y Francisco Luque, de
casta arar. Magdalena de Jess era criolla y la nica de setenta aos.
Estaba muy perturbada por lo que suceda. El ser inventariados no era lo
que le preocupaba: los administradores jesuitas llevaban a cabo estos
inventarios cada ao, y lo mismo suceda cuando se realizaban las
auditoras a las que permanentemente era sometida la hacienda. Pero este
no era un inventario ms: sus dueos estaban siendo sustituidos. Esto
era algo inslito. Observando a sus hermanos de condicin, le consolaba
pensar que los diez mayores que ella ya estaban en el final de sus das,
pero se preguntaba qu vida les esperara a Pantalen de Jess y a Ana
Mara, que apenas acababan de nacer. Prefiri dejarlo todo en las manos
de Jess Nuestro Seor.
$$
Temporalidades, que en adelante se encargara de administrar las pro-
piedades de los jesuitas del Colegio de Trujillo.
6
Pero no todos los esclavos se dedicaban directamente a la produccin y Macera, Pablo: Los jesui-
tas y la agricultura de la
procesamiento de la caa de azcar. Una amplia gama de actividades caa, p. 83.
$%
anexas, muy bien organizadas por el padre coadjutor, empleaban la
mano de obra de una importante cantidad de esclavos. Adems, siendo
que La Compaa de Jess actuaba al mismo tiempo como una empresa
comercial y como un instituto religioso y se esforz siempre por encon-
7
trar un terreno comn en que ambas exigencias fueran compatibles ,
gran parte de los esclavos no aptos para las actividades agrcolas eran
dedicados a los servicios religiosos. Algunos hasta se especializaron
en estos, y era precisamente tal especializacin la que los converta en no
aptos para el trabajo en el campo. Tal es el caso de Pascual de Santa Mara.
Haba nacido en la hacienda y desde nio se dedic al oficio de organista,
8
enseando a cantar a los nios que intervenan en las misas .
5. EL GALPN
Este era el edificio que vea nacer y tambin extinguirse la vida de los
esclavos negros en Tumn. Y como ya se indic anteriormente, la mayora
de los esclavos de la hacienda eran criollos mayormente nacidos en la
misma hacienda. No sabemos si solo haba una o ms parteras, pero
Magdalena de Jess haba atendido tantos partos que no supo decir, a sus
setenta aos, en 1767, cuntos fueron. Reciba al angelito en sus manos,
le retiraba la placenta con unas tijeras, luego baaba a la criatura con agua
tibia previamente hervida para que lagua no vaya a picar la herida,
despus limpiaba la herida con enjundia de gallina derretida, luego lo
envolva en paales de tocuyo blanco y lo amarraba con puntas del
7
Ibid., p. 61.
8
AGN. Seccin Temporalida-
mismo material. A la madre le daba una compostura que consista en
des, Legajo 106, cuaderno 11.
9
masajes para relajar el cuerpo; le amarraba la cabeza y despus un
AGN. Seccin Temporalida-
des, Legajo 106, Cuaderno 1. buen caldo de gallina, prohibindole tocar metales, por lo que tena que
$&
hacerlo con cuchara de palo. Muy raras veces necesit la ayuda del
10
mdico de la hacienda .
$'
Francisca Natividad, Losania Bartola, Damiana Micaela, Felipe Jacobo,
Gregorio Pablo, Juan. Esto evidencia adems el alto grado de cristianizacin
de la poblacin esclava de Tumn de fines del siglo XVIII. Para diferen-
ciarlos tenan que llamarlos adems por su sobrenombre o apellido. Este
a veces corresponda al de la casta a la que perteneca, mayormente
relacionada con el lugar africano de donde provenan. En Tumn haba
12
congos, minas, carabals, arars y chalas .
%
abundantes, o simplemente porque caba la esperanza de recibir telas
14
extras para vestidos nuevos .
Entre los diez y quince aos eran incorporados a las actividades produc-
tivas de la hacienda. Hasta entonces solamente haban ayudado a sus
padres en las actividades domsticas y en el cuidado de las aves de corral,
cerdos y cuyes, o en la pequea chacra familiar. S, porque en Tumn,
como en casi todas las haciendas jesuitas, a los esclavos no solo se les
permita criar animales como propiedad personal, sino que adems
reciban pequeas parcelas para cultivar pan llevar con que completar
16
su dieta alimenticia .
%
subrayar que en Tumn los esclavos que sobresalan en alguna actividad
eran incentivados con propinas para que se especializaran como mano de
obra calificada a la que se le asignaba pagos extras, y cuarto de vivienda
17
fuera del galpn .
De los quince aos para arriba las jvenes esclavas ya eran consideradas
casaderas. Los varones, en cambio, se casaban bastante ms tarde. En 1767,
cuando se produjo la expulsin de los jesuitas, haba en Tumn, constitui-
das de acuerdo al sacramento del santsimo matrimonio, treinta y siete
parejas. Eran desparejas, en cambio, de acuerdo con sus edades, siem-
pre los varones mayores que las mujeres. La diferencia entre las edades de
Antonio de Belasco y Antonia de Jess era la ms notable: l de ochenta y
ella de treinta aos. Les seguan Cayetano Collado, de noventa aos, y su
mujer, de cincuenta. La menos despareja fue la de Nicols de Jess e
17
AGN. Seccin Compaa de
Ignacia de Jess, l de veinticuatro y ella de veinte. As, el promedio dife-
Jess, Legajo 94, Cuaderno de
Cuentas 1766. rencial de edades en las parejas resulta ser veintitrs aos. Esta compro-
18
AGN. Seccin Temporalida-
des, Legajo 106, Cuaderno 1. bacin es importante, puesto que podra estar planteando un retraso del
%
matrimonio de los varones para utilizar su fuerza de trabajo al mximo en
actividades productivas, y, por el contrario, una temprana maternidad de
las mujeres para favorecer la reproduccin. La edad ms baja de las espo-
sas registradas es de dieciocho aos, pero debemos tener presente que
varias ya llevaban algunos aos de casadas. Sin embargo, y como siem-
pre, existen las excepciones. La nica pareja an en las edades era la de
Juan Insunde y Josefa Insunde, ambos de sesenta aos. Y no sabemos cmo
reaccionaba Francisco Solano, de treinta y seis aos, al saberse el nico
19
cuya esposa, Petrona de Jess, era un ao mayor que l .
%!
antes de que se avinagraran. Y si escaseaba algn producto de los que se
les repartan de ordinario, era compensado dndoles igualmente trozos
21
de azcar y mieles. Lo que no poda ser reemplazado era el tabaco .
%"
rales, quemaduras con los caldos del azcar hirviente, fracturas de los
miembros en los trabajos del campo, torceduras, cortes, desgarros, etc-
tera. Era atendida por un barbero que con tratamientos tradicionales
enfrentaba situaciones complejas. Despus de los primeros auxilios se
aplicaba un purgante para limpiar el cuerpo del enfermo; luego emplas-
tes, frotaciones y sangras segn el caso. Pero tambin haba mdico. Don
Teodoro Daza, cirujano de profesin y prctico en medicina, con ttulo
del Real Protomedicato de la ciudad de Lima atendi a los enfermos de
Tumn entre 1767 y 1769. Se le murieron diez esclavos en ese periodo.
Lorenzo de la Cruz, de cuarenta aos, con tabardillo; a Jos Ros, de
noventa aos, no lo pudo atender porque muri de repente; Francisco
Luque, de noventa y un aos, muri con llaga en los testculos; Justa Rufina,
de treinta y cinco aos, con sobreparto, adems de seis recin nacidos,
23
la mayora con el mal de los siete das .
El 22 de enero de 1768 fue trgico para los de Tumn. El viejo Jos Ros,
esclavo de casta mina, muri de repente a los noventa aos de edad.
Dijeron los que lo lloraron que en vida haba sido un gran rezandero e
incansable bailarn, virtudes que se preocup de inculcar en los esclavos
ms jvenes. El cadver amortajado fue velado en una habitacin de la
casa principal en medio del llanto y los rezos de las esclavas, quienes
lamentaban que el Jos no haya recibido la extremauncin. No por eso
la ocasin dej de ser propicia para el consumo de aguardiente y tabaco
en abundancia, para aliviar el dolor. Al da siguiente el cura de Picsi
asisti a dar consuelo a los deudos; orden trasladar el cadver a la
capilla, ofici una misa cantada por quien tanto bien haba hecho a
la hacienda, y despus procedieron a sepultarlo en el panten de la capi-
lla. El cura se retir, no sin antes asegurarse de que le abonaran el pago de
24
cinco pesos por los servicios prestados .
23
AGN. Seccin Temporalida-
des, Legajo 107, Cuaderno 23.
24
En el galpn la gente sigui llorando por varios das la muerte del negro AGN. Seccin Temporalida-
des, Legajo 107, Cuadernos
Jos, y se hicieron varias misas ms pidiendo por el descanso de su alma. 15 y 23.
%#
6. LA PAMPA
Luna negra camina / que tengo que trabajar / anda recoge la caa / que tu negro
va a cortar. Estos versos de 1631 recogen precisamente la experiencia de
los negros en la pampa durante la cosecha de la caa.
La milenaria historia de los terrenos sobre los que se asentaban los caa-
verales de Tumn bien podra resumirse en la historia del Gran Taimi.
Este era un canal que llevaba las aguas del ro Chancay hasta Ferreafe.
Pareciera ser que Taimi en lengua mochica significa acequia, pues se han
encontrado referencias a varios taimis, e incluso la antiqusima acequia
de Racarumi, que una el ro Chancay con el ro La Leche, es conocida
como el Taimi de Tcume. As lo seala Brning haciendo referencia a un
documento de 1580 que trata de los aguaceros torrenciales que hubo en
25
la costa entre febrero y marzo de 1578 . El doctor Gregorio Gonzlez
de Cuenca, quien a mediados del siglo XVI visit los repartimientos de
Lambayeque, afirma que estos se regaban con las aguas de una acequia
muy antigua a la que denominan Gran Taimi. La verdad es que este canal
debi de haber sido construido antes del siglo V de nuestra era, porque
%$
tnica y cada poblacional producida luego de la invasin espaola
imposibilit dar el mantenimiento debido al canal, que colaps en 1578.
El corregidor de Saa, don Juan Monroy, orden la reparacin y limpieza
del canal. Entre dos y tres mil indios trabajaron por ms de dos meses
27
para rehabilitarlo .
%%
lugares donde era menester repararlo y programar todo lo necesario para
su limpieza. La hacienda abon cincuenta pesos para llevar adelante tal
inspeccin y cincuenta pesos ms para la alimentacin de los indios del
comn de Picsi y los del comn de Ferreafe, quienes realizaron en con-
junto la limpia de acequia en la primera semana de febrero de acuerdo
30
con las costumbres ancestrales .
En 1775 tambin se limpi el canal. Pero ese ao las lluvias fueron tan
fuertes que el canal no pudo resistir las grandes avenidas de agua que se
produjeron a fines de febrero y durante el mes de marzo. La inundacin
afect grandemente a la hacienda Tumn. Se perdieron varios cuarteles
de caa, se derribaron algunas paredes del edificio donde se procesaba la
caa, se mojaron muchos panes de azcar y la situacin se torn catica
con la epidemia de fiebres. Ante la emergencia, tambin los esclavos
31
tuvieron que salir a la limpia de acequia .
Con una larga tradicin agrcola, los terrenos sobre los que se asentaban
los caaverales de la hacienda Tumn tenan una serie de topnimos
mochicas, pero para 1767, cuando se produce la expulsin de los jesuitas,
son ms bien nombres cristianos los que ostentan la mayora. El inventa-
rio realizado en tal ocasin as los describe:
%&
cuarteles; en tierras de la segunda 4 cuarteles de caa soca; en El Elefante 1
cuartel de caa al corte; en Pascual Bailn 1 cuartel de caa en planta; en
otras tierras llamadas del Padre 5 cuarteles de caa soca, en el lado de la ollera 5
cuarteles, 4 de brote y 1 para brosarse; en San Isidro 3 cuarteles al corte; en las
nimas y Santo Domingo 6 cuarteles; 1 en San Cayetano, otro en San Ignacio,
otro en San Borja, otro en Santa Catalina y otro en Santa Isabel, otro en San
Agustn, otro en Santa Rosa y otro en el Pabelln; en San Andrs 9 cuarteles; en
Cocharcas 7 cuarteles; en Pampa Hermosa 8 cuarteles; en Virgen de Loreto 7
cuarteles. Al final de los caaverales se registraron 4 alfalfares todos de 10 fanegadas
de semillas. En tierras llamadas Morropillo se hallaron 5 alfalfares de ms de 8 y
9 fanegadas de semillas. En total se registraron 139 cuarteles de caa y 9 alfalfares.
Ah se suspendi el inventario por ese da dejando las tierras de Chongoyape para
32
despus .
Todo esto era producto del trabajo de los esclavos negros de Tumn.
Esa era la pampa que da a da cultivaban con herramientas muy rudi-
mentarias: sesenta y cuatro lampas de fierro, sesenta y dos machetes, nue-
ve hachas y dos hoces. El resto lo pona la fuerza del msculo humano.
Pero, por su puesto, en la pampa el trabajo no siempre era el mismo ni
todos hacan las mismas cosas a la vez. El texto del inventario anterior-
mente citado seala que algunos cuarteles tenan caa planta, es decir, caa
recin sembrada, diferente de la otra, caa al corte, que era la raz que
quedaba despus de la primera cosecha. La soca era la caa retoo des-
pus del primer corte, y se llamaba resoca a los retoos del segundo o ms
cortes, los cuales podan ser hasta cinco cortes, luego de lo cual era sacada
33
de raz, quemada, y se dejaba descansar la tierra .
%'
pasaban la mayor parte del da en la pampa. El resto, la mayora eran
peones que desempeaban diversas tareas de acuerdo con el proceso de cul-
tivo de la caa, pero podan ser requeridos en otro momento para las labores
de acarreo, para la molienda o para el empajado de los panes de azcar.
El canto del gallo anunciaba el inicio del da y haba que disponerse para
la nueva jornada. Con los primeros rayos del alba los esclavos salan al
puesto designado por el mayordomo o el caporal; como sola decirse:
compaeros a la pampa con amor a trabajar. Salan los encargados del
alfalfar con sus talegas, su lampa y su hoz, pues el cultivo de alfalfa era
importantsimo para alimentar a los bueyes que halaban el arado y las carre-
tas y daban vuelta el trapiche. Salan tambin las pastoras con sus manadas
de cabras a buscar pastos en el monte. Pero la mayora que iba a la pampa
se diriga a los cuarteles de caa, a desherbar, regar, arar, champear y cortar
caa en tiempo de cosecha. Una carreta que se acercaba a lugares previamen-
te establecidos era muy esperada a eso de las ocho de la maana. Llevaba
el desayuno que era repartido a los esclavos, con el cual deban resistir
hasta el medio da. En la pampa el calor norteo era agobiador y el cansancio
era calmado con la inhalacin del humo de tabaco, buscndose un momento
para ello cuando no se estaba a la vista del caporal. Solo un momento, porque
se deba cumplir la tarea asignada, pues as lo mandaba El Seor, que es ms
justo que los amos terrenales. Tambin un buen gajo de caa sobre todo
si era caa planta y bien madura, para reponer las fuerzas. Esta haba que
recogerla en el camino porque no siempre estaba a la mano en el lugar donde
se iba a laborar, sobre todo cuando se sembraba.
&
arador se seleccionaba los becerros mas fuertes, y cuando ya estaban maltones
se los capaba; entonces ya no poda ser toro y se converta en buey. De
esta manera se lograba que el animal tuviera mayor fuerza y pudiera resistir
el yugo de madera que lo una al otro buey y juntos halar el arado que
roturaba la tierra. Tampoco araban con cualquier persona sino solo con un
experto gan que supiera conducirlo. En algunas ocasiones las yuntas de
bueyes aradores de la hacienda no eran suficientes; entonces se alquilaban
yuntas de bueyes a los indios de Chiclaiaep. Pero estos alquilaban sus
yuntas con sus respectivos gaanes decan: para que lo cuiden bien;
entonces se les tena que pagar diez pesos por el alquiler de la yunta. Despus
de arada se dejaba asolear la tierra por varias semanas y luego se la prepara-
ba para la siembra, se hacan los surcos, se plantaba la caa y se echaba
agua, lo suficiente para permitir la germinacin de las estacas, que eran
34
los trozos de caa utilizados como semillas .
Hasta que nacan las plantas el cuidado era extremo. Se deba retirar la
mala hierba cada cierto tiempo, y sobre todo racionar el agua necesaria.
Aqu era el regador el que asuma la responsabilidad. Despus sim-
plemente se dejaba el agua discurrir por los surcos hasta que la caa
estuviera casi madura; entonces se retiraba el agua para dejar que la caa
35
termine de madurar y tomara sazn .
&
varias horas y solo cuando se acercaban al puente de Picsi a la entrada de
la casa principal de la hacienda, respiraban esperanzados sabiendo que
36
haban remontado una vez ms la pampa .
7. EL TRAPICHE
La primera parte del proceso era conocida como la molienda; por eso a la
ramada donde se ubicaban los trapiches se le conoca tambin como la
ramada de molienda, y a los esclavos especializados en atender las opera-
ciones de esta etapa como molineros o trapicheros. Una vez limpiada, la
caa era enviada a los trapiches para que le extraigan el jugo. Eran los
bueyes moledores los que movan el eje que haca girar la rueda del trapi-
che. Al igual que los aradores, no cualquier buey era moledor; los que lo
39
eran estaban preparados para no marearse dando vueltas en crculo .
36
AGN. Seccin Temporalida-
des, Legajo 107, Cuaderno 15.
37
Despus el proceso continuaba en la Casa de Paylas. Esta era un conjunto
AGN. Seccin Temporalida-
des, Legajo 106, Cuaderno 1. de cuartos donde se ubicaban unos enormes recipientes de metal llama-
38
AGN. Seccin Temporalida-
des, Legajo 107, Cuaderno 12.
dos paylas o fondos que tenan diversos usos. Las paylas eran confeccio-
39
Ibid.
nadas en la misma hacienda por un oficial herrero indio, el que trabajaba
con la ayuda de algunos esclavos. Pero para la confeccin de las paylas
&
ms grandes se contrataban los servicios de un especialista fundidor;
fue el caso del indio Vicente Espinola, quien en 1774 confeccion dos
grandes fondos de cocinar caldos y uno chiquito para el legiero, cobran-
40
do por ello sesenta y dos pesos . Los jugos extrados, conocidos como
caldos, eran juntados en un gigantesco artesn de plomo. Esta era la
primera payla por la que pasaba el jugo de caa en proceso a convertirse
en azcar. Luego eran conducidos a otro cuarto, donde se encontraba la
llamada Mesa de Paylas, que no era otra cosa que una gigantesca cocina
que contena ocho grandes paylas donde se cocinaban los caldos hasta
que tomaran punto, proceso conocido como de templa. Aqu se encon-
traba el esclavo ms importante de la hacienda, conocido como el azuca-
rero. Sealaba el instante preciso en que los caldos tomaban punto. De
su pericia dependa que el azcar saliese de buena calidad, el punto preci-
so para las mieles y la templa suficiente de las melazas. En l se juntaban
habilidad, pericia y experiencia, pero a veces tambin fallaba; entonces
haba que volver a hervir los caldos corriendo el riesgo de que el azcar
saliese de mala calidad. Otras veces los caldos ya no cuajaban y entonces
haba que convertirlos en melaza para que sean repartidos entre los escla-
vos o para pagar con ello a los indios que prestaban servicio a la hacienda
y que tanto la apetecan. El azucarero era asistido por otros esclavos,
que concurran a mantener el fuego a punto, a remover el caldo en las paylas
o a sacar las espumas del caldo conocidas como cachazas, las cuales eran
juntadas en una payla especial. Y no precisamente por ser dulces los vapores
dejaban de ser extenuantes las labores en la casa de paylas; haba que tener
cuidado en no respirar mucho vapor de azcar porque sino la persona se
mareaba; entonces se deca: Ya le agarr la cachaza. El trabajo aqu era
el ms riesgoso, y muchas fueron las veces en que los esclavos sufrieron que-
41
maduras, salpicados por los caldos hirvientes .
&!
Esclavos trabajando en el procesamiento del azcar.
&"
ciendo de hormas nuevas, las que eran depositadas en un cuarto especial
43
denominado La Barrera .
&#
8. EPLOGO
Fueron los daos ocasionados por las lluvias de 1775 los que dejaron
sentir un poco el peso de la crisis sobre los esclavos de la hacienda. Se
malograron varios cuarteles de caa, fue necesario refaccionar la casa de
la hacienda y por lo tanto disminuir un poco los gastos en alimentacin
y dems servicios a los esclavos. Entonces empez a escasear el tan
preciado tabaco, la racin de carne disminuy y el reemplazo con mieles
y azcar fue ms frecuente. Los esclavos empezaron a dar mayor impor-
tancia a las chacritas donde cultivaban alfalfa y hortalizas, as como a
los puercos y gallinas que criaban como propiedad personal. Pero no se
dieron situaciones de malestar considerables, o al menos los documentos
46
consultados no evidencian eso .
45
Al respecto vase la inves-
tigacin realizada por Roco
lvarez: Economa de una
hacienda azucarera en el va-
Pascual de Santa Mara s se vio afectado. En 1773 se le quiso mandar a la
lle de Lambayeque, Tumn: pampa a trabajar; fue entonces cuando solicit su libertad por el precio
siglo XVIII. Tesis susten-
tada para optar el ttulo de su tasacin tal como se haba hecho con los esclavos de otras hacien-
profesional de licenciada en
Historia. Lima: Universidad das. Se le avalu en trescientos pesos, los que fueron depositados en la
Nacional Federico Villarreal,
1996.
Caja de la Direccin General de Temporalidades, que orden su libertad
46
Esto se deduce de las el 14 de diciembre de 1773. No sabemos si ese ao todava Pascual recibi
cuentas presentadas por los
administradores de la ha- el aguinaldo por la pascua de navidad que se le tena asignado, con lo
cienda contenidas en los 11
cuadernos del legajo 106 y el que se demoraba en llegar la informacin a Tumn. Pero s recibi ao
primero del legajo 107 de la
Seccin Temporalidades del
nuevo con sus veintiocho aos de edad en su nueva condicin de libertad,
AGN. siempre tocando el rgano en la capilla de la hacienda y enseando a los
47
AGN. Seccin Temporalida-
47
des, Legajo 106, Cuaderno 11. negritos a cantar .
&$
Al parecer siguiendo el ejemplo de Pascual, Isidora promovi autos soli-
citando su libertad por el precio de su tasacin. Lo hizo a travs de un
abogado que sustent el pedido a ejemplo de lo que se ha practicado
con otros esclavos de Temporalidades. El proceso dur casi todo el
ao de 1774, pero esta vez no se le acept el pago en efectivo; el fiscal de
Temporalidades propuso que se busque una reemplazante. La negra
Dominga fue la designada por Isidora para que lo remplazara y as obtu-
48
vo su libertad en 1775, a los treinta y dos aos de edad .
&%
A mediados de 1800 el dueo de la hacienda, don Jos Antonio de
las Muecas, fue perseguido por negros del palenque. Inmediatamente se
prepar desde Lambayeque el ataque contra los rebeldes, pero estos
se refugiaron principalmente entre los esclavos de Tumn. Se les conmin
a entregar a los facinerosos, pero como manifestaron que no tenan
amos ni le conocan y primero obedecan a un indio prestndole la
obediencia que no a los que se manifestaban sus amos, que no entregaban
la gente que su merced solicitaba porque en aquella hacienda no se pren-
da a nadies y estaban resueltos defenderlos y que primero perderan
la vida, entonces se emprendi el ataque contra los negros de la hacienda
el 29 de agosto. El combate fue duro; al parecer murieron tres y el resto de
los varones huy; la hacienda fue retomada solo momentneamente, pues
se retiraron dejando como mayoral al esclavo Francisco Sals, en quien
tiene puesta toda su confianza los amos. Apenas el 6 de enero de 1801 el
50
dueo de la hacienda volvi a tomar control de ella .
9. CONCLUSIONES
&&
aunque en trminos generales todos deban concurrir donde el trabajo
urga. Con todo, hubo quien se especializ en acompaar los servicios
religiosos y estaba exceptuado del trabajo en la pampa.
&'
cantada. Todo esto contribua a bajar las tensiones propias del trabajo
y a mantener conforme a la poblacin esclava de la hacienda.
FUENTES Y BIBLIOGRAFA
Fuentes documentales
'
Bibliografa
'
Bowser, Frederick: El esclavo africano en el Per colonial (1524-1650).
Mxico: Editorial Siglo Veintiuno, 1977.
'
Flores Galindo, Alberto: Aristocracia y plebe. Lima, 1760-1830. Lima: Mosca
Azul Editores, 1984.
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Macera, Pablo: Trabajos de historia, tomo III. Lima: Instituto Nacional de
Cultura, 1977.
Roca, Luis: La otra historia (Memoria colectiva y canto del pueblo de Zaa).
Lima: Instituto de Apoyo Agrario, 1985.
'"
------------------------: Papel de los descendientes africanos en el desarrollo
econmico social del Per, en Histrica, volumen IV. Lima, 1980.
Tardieu, Jean Pierre: Los negros y la Iglesia en el Per, siglos XVI y XVII.
Quito: Ediciones frica Amrica, Centro de Cultura Afro-Ecuatoriano,
1997.
'#
------------------------: Lo africano en la cultura criolla. Lima: Fondo Editorial del
Congreso del Per, 2000.
'$
Mnica Ferradas Martnez
'%
2
la muerte . Se convierte as en indicador del discurso que se forma en
torno de ella, ya que, al testar, el individuo deja indicada la forma en que
quiere ser enterrado. Inclusive, en algunos de los testamentos encontra-
mos cul es la lectura que el testador tiene de la muerte, que en la mayora
de los casos es tomada como algo natural.
La idea del orden est presente en nuestros testadores, como lo est tam-
bin la del trnsito a la otra vida unida a la de la salvacin eterna; esto nos
lleva a otro tema fundamental que figura en los testamentos: la religiosi-
dad. Y es que a travs del testamento no solo nos acercamos al ritual de
la muerte, sino que el documento nos muestra aspectos importantes de la
cotidianidad de una poca.
As, los testamentos setentistas funcionan como canales para expresar sen-
2
Vovelle, Michel: Ideologa y
timientos cristianos buscando una absolucin divina. Como seala Mara
mentalidades, p. 110.
3
Luiza Marclio: A mediados del siglo XVIII la preocupacin religiosa es
AGN. Notario Silvestre Bra-
vo, Leg. 148. Lima, 1781.
4
ms importante que el legado de bienes. El testamento era entonces un
AGN. Serie Fctica. Lima,
1750. documento para la salvacin del alma, era una verdadera alabanza a Dios,
5
Franca Paiva, Eduardo: 5
Escravos e Libertos nas Minas
a la gloriosa Virgen Mara y a sus intercesores celestiales .
Gerais do Sculo XVIII: Estra-
tegias de resistencia a travs dos
testamentos. Sao Paulo: Dentro del nuevo enfoque ilustrado la religiosidad tambin se ver
Annablume editora, 2000,
p. 34. replanteada con una propuesta que pretenda desterrar las demostracio-
'&
nes piadosas colectivas propias de la religiosidad barroca. Jess Pereira
observa que ... en la segunda mitad del siglo XVIII, el modelo de reli-
giosidad desarrollado en la monarqua hispana a partir del Concilio de
Trento es puesto en picota por los ilustrados que no cuestionan la fe
ni los dogmas, pero s sus manifestaciones exteriores y su influencia so-
6
cial . En otras palabras, propugnan una religiosidad ms volcada al
individuo; se prefiere la introversin del sentimiento religioso a su exte-
riorizacin.
''
populares, a la que denominaron como una falsa religin ya que estaba
plagada del mayor enemigo de la religin: la supersticin. En resumen, lo
8
que buscaron fue purificar la religin . Este desprecio por la religiosidad
popular que desarrollaron los catlicos ilustrados se centra en su crtica
9
de las costumbres procedente del barroco .
8
2. LAS DIVERSIONES DE LA PLEBE
Cevallos Ortega, No:
Toribio Rodrguez de Mendoza
o las etapas de un difcil itine-
rario espiritual. Lima: Edito-
Carlos III haba mostrado su preocupacin por las expresiones festivas, y
rial Bruo, s/f, pp. 43-46. la habra plasmado en varias prohibiciones legales, como la que decret
9
Mestre, Antonio: La acti-
tud religiosa de los catlicos contra el uso de mscaras y sus medidas frente a la participacin en las
ilustrados, en Guimer,
Agustn: El reformismo bor- procesiones tanto de Semana Santa como del Santsimo Sacramento.
bnico. Una visin interdisci-
plinaria. Madrid: Alianza
Editorial/Fundacin Mapfre El Estado espaol inici una poltica agresiva contra el desorden provocado
Amrica, 1996, p. 157.
10
AGN. Notario Fernando por las fiestas en la metrpoli, y la traslad a sus colonias en Amrica. La
Jos de la Hermosa, Leg. 525.
Lima, 1768. expresin del deseo de la Corona por erradicar el desorden ocasionado por
11
Viqueira, Juan Pedro: Re-
lajados o reprimidos? Diversio-
las fiestas se encuentra en la abundante reglamentacin de estas: En muchas
nes pblicas y vida social en de estas reglamentaciones y prohibiciones civiles y eclesisticas mencionan
la ciudad de Mxico durante el
Siglo de las Luces. Mxico: en forma reiterativa la perversin y el relajamiento de las costumbres, y
Fondo de Cultura Econmi- 11
ca, 2001. por lo tanto, la necesidad de encontrar remedio a este grave problema .
Estampa costumbrista del Portal de Botoneros y Escribanos de Lima. Acuarela panchofierrista.
Yale University Art Gallery.
procesiones, actos litrgicos y dems demostraciones pblicas de piedad.
Es as como nuestros testadores dejan parte de sus bienes para la compra
de objetos necesarios para las celebraciones, como candelabros de plata,
clices, tafetanes, entre otros.
13
Antonio de Barroeta, quien dirigi una campaa para controlar las mani-
AGN. Notario Fernando
Jos de la Hermosa, Leg. 528. festaciones exteriores de la religiosidad, de tal manera que no se permitiera
Lima, 1768.
14
Acosta de Arias Schereiber, ningn gesto que pudiere tener ni siquiera en apariencia, un fin distinto de
Rosa Mara: Fiestas coloniales 15
la piedad o que pudiese cuestionar las jerarquas . Aunque hay un grupo
urbanas (LimaCuscoPotos).
Lima: Otorongo Produccio- que sale en defensa de las manifestaciones populares, probablemente se trate
nes, 1997, p. 58.
15
Estenssoro Fuchs, Juan de miembros del bajo clero reforzado, desde la segunda mitad del siglo XVIII,
Carlos: Un plebeyo ilustrado:
El mulato Jos Onofre de la por la presencia de sacerdotes indios.
Cadena y los evatores de la
modernidad en el Per del siglo
XVIII. Lima: Instituto Fran- El florecimiento de las ideas ilustradas har surgir un sector de lite
cs de Estudios Andinos,
2001, p. 21. cuyo prestigio ser pertenecer a un grupo culto, por lo que la presencia de
expresiones festivas es tomada como un desafo, como un atentado a su
condicin de hombres ilustrados. Su lucha estar orientada contra las
manifestaciones de religiosidad popular y contra una posible forma de
resistencia a las nuevas tendencias que la Corona trataba de introducir.
!
a rdenes religiosas, cofradas e
iglesias. A cambio de misas para
el reposo de sus almas, Antonio
Tanta Vilca Calcacho, indio de
Canta, no solo pens en el
momento de su muerte, sino
que mand a su albacea venda
... una tembladera grande de
siete marcos de plata, la cual
mando la venda y con su pro-
ducto compre tres bulas de
Nuestra Seora de la Misericor-
dia, una para m, otra para mi
padre y otra para mi madre y
Vendedora de frutas con nio. Pintura de Rugendas,
que del sobrante mande decir publicada en su obra Voyage pittoresque au Brasil,Pars
(1827-1835)
misas por mi alma y la de mis
18
padres y bienhechores... . Nicolasa Chavarra, parda libre, mand a
su albacea ... instituir y fundar a mayor honra y gloria de Dios nuestro
seor, de su Santsima madre la siempre Virgen Mara y porque el
culto divino sea ms ensalzado y reverenciado un aniversario de misas
patronato de legos, libre y exento de la jurisdiccin eclesistica... para que
se digan por mi alma, la de mis padres y dems personas a quienes fuere
en algn, cargo y obligacin las misas que alcanzaren a razn de un peso
de limosna cada una... que se han de decir perpetuamente en la capilla de
19
las nimas de la iglesia de Santa Ana .
"
20
testamento otorgado en 1793 , o como se dej constancia en el testamen-
to de Pascuala Chavarra, parda libre, donde el escribano Orencio
Ascarrunz manifest: ... que pareci estaba en su entero juicio y entendi-
miento natural, no firm por no saberlo y slo a su ruego firm uno de los
21
testigos .
#
Tanck para el caso mexicano, en Nueva Espaa se fundaron escuelas de
lengua castellana para que nios y nias indias aprendieran a hablar el
castellano. Para el caso peruano encontramos que las ms importantes
fundaciones pedaggicas del siglo XVIII fueron realizadas por los prela-
24
dos en sus dicesis .
$
capacidad econmica de la mujer en el siglo XVII. Para el siglo XVIII, se
encuentra que en Lima las mujeres han recuperado espacios en la esfera
econmica; algunas de ellas hacen hincapi en sus testamentos del carc-
ter personal de sus propiedades, en clara alusin a que sus esposos no
tuvieron mucha incidencia en la obtencin de estas.
Los indios eran muy minuciosos al detallar sus pertenencias. Entre sus
bienes se pueden encontrar pequeas parcelas en las zonas rurales ex-
tramuros de la ciudad, as como ... mantas, medias, camisas, fustanes,
sbanas, almohadas, sayas, faldelln...; y no faltaban los accesorios
de plata como rosarios, hebillas, correas, zarcillos, espuelas de plata,
27
candelabros . Esto a diferencia del caso de los mulatos o negros,
propios de las zonas urbanas, en cuyos testamentos podemos encontrar,
muy aparte de la vestimenta, alusiones a lienzos, bales, sillas, arpas,
28
espejos . Se puede constatar tambin entre sus pertenencias la presen-
cia de propiedades urbanas como tiendas, ranchos o pequeas casas:
... declaro por mis bienes una casita que tengo y poseo en la calle que
29
llaman de Juan Simn ; declaro por mis bienes todo lo labrado que al
30
presente tiene una casita y nueve cuartos, situada en la Venturosa .
%
Vendedores negros en plaza de Lima.
&
indios y negros en constante conflicto. No desestimamos que como pro-
ducto de la convivencia puedan haber ocurrido desencuentros; sin em-
bargo, es pertinente sealar, a la luz de la documentacin revisada, que
los indios y negros de Lima compartieron muchas veces algo ms que un
35
simple espacio de convivencia .
BIBLIOGRAFA
Franca Paiva, Eduardo: Escravos e Libertos nas Minas Gerais do Sculo XVIII:
35
Desarrollando afectividad
Estrategias de resistencia a travs dos testamentos. Sao Paulo: Annablume que permite encontrarlos no
solo como amo y esclavo.
editora, 2000.
Jess Cosamaln seala
cmo negros e indios se rela-
cionan entre s a partir de
Gentile, Margarita: Testamentos de indios del noroeste argentino. matrimonios, compadrazgos
o amistad.Vase Cosamaln,
Actas del IV Congreso Internacional de Etnohistoria, tomo III. Lima: PUCP, Jess: Indios detrs de las
murallas. Lima: PUCP, 1999.
1998.
'
Gonzalbo Sizpur, Pilar: Las mujeres en la Nueva Espaa: Educacin y vida
cotidiana. Mxico: El Colegio de Mxico, 1987.
Alejandro Rey de Castro Arena
Ilustracin y sociedad
en el mundo iberoamericano:
lite y plebe, 1750-1821
La Ilustracin fue un movimiento intelectual europeo de los siglos XVII y XVIII por
el cual ideas concernientes a Dios, la razn, la naturaleza y el hombre fueron sinte-
tizadas en una visin global que gan amplia aceptacin y que instig desarrollos
revolucionarios en el arte, en la filosofa y en la poltica. Fue central para el pensa-
miento ilustrado el uso y celebracin de la razn por la cual el hombre adquiere el
poder para entender el universo y mejorar su propia condicin. Los objetivos del
hombre racional eran considerados el conocimiento, la libertad y la felicidad.
Aspectos generales
Este proyecto ilustrado es objetivo de mltiples controversias histo-
riogrficas. En efecto, tiene sus apologistas y sus duros crticos, por lo que
en el presente trabajo trataremos de matizar las opiniones. El proyecto
reformista ilustrado de Carlos III abarc todos los campos: desde la reor-
ganizacin de la economa, el estmulo de la agricultura, el comercio y
la industria, hasta la propagacin del espritu cientfico y tcnico, la inno-
vacin de mtodos pedaggicos y la plasmacin de nuevas concepciones
urbansticas y arquitectnicas. En general, el movimiento ilustrado tuvo
como objetivo de su empeo creador la prosperidad de la nacin y la
1
racionalidad y modernizacin del Estado .
un fin en s mismo, sino un instrumento de servicio para la felicidad de
los pueblos. Pero cuando las reformas que traeran ese bien comn no se
producen, queda solo un Estado fortalecido, instrumento de dominio de
3
las clases poseedoras .
Aspectos religiosos
!
Aparte de las cofradas, entre las manifestaciones populares por reformar
destacan las supersticiones; el excesivo inters por lo maravilloso; las
expresiones desmedidas de religiosidad en las fiestas, romeras y pro-
cesiones; la mezcla de elementos sacros y profanos en ellos; los despil-
farros, etctera. Todas estas desviaciones se deban reducir dentro de un
programa de mayor disciplina y de crtica a las costumbres procedentes
7
del barroco .
"
Adems, en todos los niveles educativos se impondran ciertas normas
comunes: una religiosidad ilustrada; amor a la nacin, obediencia a su
soberano y a las leyes civiles; concepto de servicio que a veces hizo dege-
nerar los ideales culturales hacia un simple utilitarismo. Iglesia y Estado
colaboraran en estas tareas: la primera con su influencia y riquezas, el
9
segundo con su capacidad de coordinacin y su autoridad .
9
Domnguez Ortiz, Antonio:
Debemos aadir que los problemas administrativos que minaron la efica- Carlos III y la Espaa de la Ilus-
tracin, p. 161.
cia de las reformas ilustradas se debieron, en parte, a que un porcentaje 10
Del Ro, Mara Jos: Repre-
sin y control, p. 323.
importante de las disposiciones tomadas por la Corona, y que debieron 11
Pinto Crespo, Virgilio: Una
reforma, pp. 182 y 184.
beneficiar a las clases populares, chocaron con los intereses de la podero- 12
Del Ro, Mara Jos: Repre-
sin y control, p. 325.
sa oligarqua; por ende, la efectividad de estas disposiciones qued muy 13
Pereira P., Jess: La religio-
disminuida. sidad, p. 253.
#
2. LA ILUSTRACIN EN HISPANOAMRICA: LITE Y PLEBE
Aspectos polticos
$
puede afirmar que la moderacin fue la norma; pocos ilustrados se apar-
taron de la ortodoxia catlica, la lealtad monrquica y el conformismo
social. En el siglo XVIII, con pocas excepciones, fueron reformadores, no
revolucionarios. A partir del siglo XIX podra hablarse de una progresiva
radicalizacin. El desarrollo econmico y cultural de los pases de His-
panoamrica tena que acabar por contar con un matiz poltico como
reflejo de la toma de conciencia de sus habitantes y, en este sentido, puede
decirse que la Ilustracin fue uno de los supuestos previos de la Eman-
16
cipacin . As, los ilustrados de la segunda mitad del siglo XIX son
descendientes de la Ilustracin borbnica; de ah la importancia de la Era
17
Borbnica en el Per .
%
alfabetos y analfabetos, categoras en s
muy subjetivas, no es absoluta ni insu-
perable. Los analfabetos pueden, y de
hecho lo hacen, participar en la discu-
sin, creacin y propagacin de ideas.
Por lo dems, exista en los Andes en el
siglo XVIII una rica cultura oral, rasgo
de las sociedades andinas que se man-
tiene hasta hoy. Las discusiones actua-
les sobre el Siglo de las Luces y la Ilus-
tracin, sea en Francia, Estados Unidos
Indios vendiendo fruta.
o en el Per colonial, no se limitan ya a
analizar a la minora ilustrada, sino que incorporan tambin otros sec-
19
tores sociales, grupos tnicos y regiones anteriormente soslayados .
&
no ritmo de los das, que permitan salirse de las normas de comporta-
miento habituales y que liberaban deseos normalmente reprimidos, tena
entonces, necesariamente, que ser combatida.
En la ciudad de Mxico eran muchas las fiestas religiosas que, a los ojos
de los ilustrados, haba que reformar para acabar con los desrdenes y
abusos que en ellas se notaban. Las fiestas denunciadas eran aquellas que
tenan lugar en los barrios pobres de la ciudad, o bien eran exclusivas de
los indios, o bien eran aquellas que por su gran significado religioso atraan
a todos los habitantes de la ciudad. Por otro lado, detrs de la voluntad
ilustrada de separar la supersticin de la autntica fe se perfilaban los
esfuerzos de las lites por diferenciar sus creencias y sus valores de los de
23
la plebe, para as crearse una visin propia del mundo .
21
Viqueira Albn, Juan Pe-
dro: Relajados o reprimidos?
Para el caso del Per, las autoridades igualmente intentaron erradicar las
Diversiones pblicas y vida so-
manifestaciones autnomas de la cultura popular en los actos religiosos. cial en la ciudad de Mxico du-
rante el Siglo de las Luces.
Los bailes y cantos que sirvieron para reforzar las identidades tnicas de Mxico: Fondo de Cultura
Econmica S.A., 1995, pp.
indgenas, mestizos, negros y mulatos en las fiestas religiosas fueron 152 y 153.
22
Ricketts Snchez-Moreno,
combatidos por las autoridades regalistas y el clero bajo el calificativo de
Mnica: El teatro, p. 17.
23
supersticiones. Al mismo tiempo, se uniformaba a todos estos estamentos Viqueira Albn, Juan Pe-
dro: Relajados o reprimidos?,
sociales con el apelativo despectivo de plebe. El pacto entre la cultura pp. 153 y 154.
'
popular y el poder comenz a fracturarse, lo que aport un aliciente ms
para que las relaciones de violencia cotidiana se intensificaran, a fines del
24
siglo XVIII, entre la lite y la plebe .
este papel peridico es hacer ms conocido el Pas que habitamos, este
Pas contra el cual los autores extranjeros han publicado tantos paralo-
gismos; y agrega: la Historia Natural del Per es fecunda en prodigios.
Todos los sistemas que se han trazado en Europa sobre esta materia,
estn sujetos a mil ampliaciones cuando aqu se hace la aplicacin de
sus teoras. Tambin comenta el Mercurio, entre otros muchos temas eco-
nmicos, que las fbricas del Pas se reducen a pocos obrajes de bayetas,
cuyo uso se limita casi solo a los indios y negros. En cuanto a la minera,
28
apunta que es el principal manantial de las riquezas del Per .
Estas publicaciones circulaban, principalmente, entre los miembros de los
estratos sociales ms altos; sin embargo, las capas superiores de los secto-
res populares urbanos no estuvieron al margen del impacto de la prensa
en su vida diaria. Los peridicos eran ledos en los espacios de sociabili-
dad de la ciudad, donde las noticias eran comentadas, lo que dio origen a
corrientes de opinin, acalorados debates y proliferacin de rumores.
En las tertulias, cafs, fondas, barberas y otros espacios de encuentro,
tanto de la lite cuanto del pueblo, se lean y comentaban los artculos
periodsticos. Muchas veces un ejemplar era conocido por ms de una
31
persona, pues la lectura en voz alta era una prctica cotidiana .
oral desempe un papel an mayor en la difusin de las ideas modernas
a un pblico ms amplio. Las tertulias, que en un principio fueron reunio-
nes familiares y de amistades, se hicieron ms frecuentes a finales del
siglo XVII y principios del XVIII, para convertirse en reuniones sociales
en las que se hablaba de literatura, filosofa, ciencia y los asuntos del
momento. En Espaa y Amrica las tertulias reunieron a las lites, nobles
y, del estado llano, comerciantes, funcionarios, sacerdotes, profesionales
y otras personas educadas para hablar de una gran cantidad de temas.
!
En tanto que las tertulias y los cafs atendan a los segmentos acomoda-
dos de la sociedad, las tabernas, paseos, parques y otros lugares pblicos
se convirtieron en sitios de debate para un pblico ms amplio, donde los
sectores populares de la sociedad (artesanos, arrieros, empleados pbli-
cos de bajo nivel y los desempleados) se reunan para hablar acerca de los
temas del momento. Estos centros de reunin, en especial las cantinas,
inquietaban a las autoridades, pues los vean como lugares donde poda
estallar el descontento pblico. Con posterioridad a 1791, cuando el
temor a las ideas revolucionarias francesas se hizo extremo, las autorida-
des restringieron cada vez ms la naturaleza de las actividades que se
36
desarrollaban en muchos lugares pblicos .
"
americanos de su ser histrico los condujo, inevitablemente, a la emanci-
38
pacin de Espaa .
La sociedad de castas
#
dems subdivisiones que se forman por la mezcla sucesiva son tantas como
41
las diversas combinaciones posibles de esas razas primitivas .
Durante las cuatro ltimas dcadas del siglo XVIII se acelera claramente
la velocidad del cambio social, y a fines de la centuria la sociedad de
castas empieza a desmoronarse por la misma intensidad del mestizaje,
por el aumento del nivel de educacin y de riqueza en el estrato social
intermedio ocupado por algunas castas de mezcla, por el subsiguiente
aumento de matrimonios mixtos y por la difusin de ideas de igualdad
derivadas de ciertas corrientes de la Ilustracin europea. Al final del pe-
riodo colonial, en algunas regiones comienzan a percibirse leves sntomas
de una transformacin social muy profunda: la aparicin de una sociedad
42
de clases, aunque en grado incipiente .
$
era exacerbado, adems, por el estrecho contacto fsico en la vida cotidia-
45
na y por la permeable frontera entre lo privado y lo pblico .
%
lacho y pueblo. Pero aparte de una frgil condicin econmica, se contra-
48
ponan a las lites por vivir al margen de la cultura .
El mestizaje era algo que las lites estaban lejos de promover; ms bien
haba que impedirlo. Para la lite, las castas y las diversas mezclas raciales
eran perturbadoras del orden social, y exista, sobre todo, un gran temor
de que una unin entre negros e indios pudiese producir una revuelta de
consideracin. La preocupacin por el desorden que se podra producir,
al encontrarse las diversas clases en ciertos locales pblicos, es un tema
51
que se perfila como el ncleo central del control social .
&
del mismo ao), cuando publica la siguiente noticia: El Excelentsimo
Seor Virrey permanece con igual esmero en todos los asuntos de su car-
go, especialmente en el total exterminio que ha hecho de los Negros que
de tiempo inmemorial se refugiaban huyendo de la servidumbre, y para
dar pasto a sus criminosas inclinaciones, a un monte sito en el Valle de
Carabayllo, que dista tres leguas de esta ciudad; pues noticiado su Exce-
lencia de las hostilidades que hacan al pblico en robos, homicidios y
estupros a los que transitaban por el camino real inmediato orden con
justificado celo que el Seor don Pablo Senz de Bustamante, coronel de
los Reales Ejrcitos de su Majestad, y actual Gobernador del Presidio del
Callao con su acreditada conducta avanzase hacia el monte como de
facto lo avanz del modo siguiente. Luego de relatar los hechos, la
Gaceta de Lima concluye: As ha logrado su Excelencia dar una de las
mayores pruebas de su justicia e integridad, dejando libres los caminos a
beneficio del comn, seguros los amos en el servicio de sus esclavos, y un
eficaz ejemplo para que en lo sucesivo quedemos a seguro de tantos y
tan graves insultos; y por la relacin de los Oficiales se sabe tenan en el
monte cerca de sesenta palenques.
'
algunos de estos oficios liberales, hay mezclados varios espaoles nobles
y otros blancos, que nada desmerecen para considerarse distinguidos
segn sus clases. Los Esclavos sirven, ya en las fincas rsticas, ya en lo
domstico en peones que se alquilan, y este es el orden con que estn
distribuidos los hombres, sin consideracin a los que vagan de todas
53
clases y que perjudican al resto de la sociedad .
!
rol femenino limitndolo al nuevo espacio privado por excelencia: el hogar.
En este sentido, el Mercurio Peruano public (23 de febrero de 1794) que
nadie duda que la reclusin de las mujeres contribuye a conservar las
buenas costumbres. Sin embargo, a fines de la Colonia para las mujeres de
los sectores populares la vida privada fue mucho menos domstica de lo
que propugnaban tanto la ideologa de gnero cuanto la Ilustracin, abrin-
dose hacia el exterior, es decir, hacia la calle. Como dice Flores Galindo,
la plebe viva en la calle. Esto se deba a lo pequeo y tugurizado de las
viviendas; la calle era una prolongacin del espacio domstico. A su vez esto
les permiti compartir con los hombres algunos espacios de sociabilidad que
en otras latitudes eran considerados exclusivamente masculinos y, asimis-
55
mo, construir sus propios espacios de sociabilidad femenina .
Por otra parte, el proyecto ilustrado borbnico inici para el Per el largo
y difcil camino hacia la modernidad. Pretenda una sociedad basada en
la razn, y para ello busc suprimir o controlar las prcticas sociales
populares por considerarlas brbaras. As, el 23 de febrero de 1794 el
Mercurio Peruano (tomo X, p. 131) anuncia que la civilizacin y el arreglo
de las malas costumbres envejecidas sern un fecundo principio del buen
orden; nacern tambin los adelantamientos de las artes mecnicas y
liberales. En Lima, en general, las mujeres y los hombres del pueblo
56
asimilaron, recrearon o ignoraron los nuevos contenidos culturales .
!
Sin embargo, las lites hispano-
americanas del Siglo de las Lu-
ces no se sentan a gusto en las
calles de las capitales, no vean
en ellas ms que intolerables ex-
cesos de la plebe y, sobre todo,
un continuo e interminable des-
orden. El despotismo ilustrado
no podra reformar la sociedad
y la ciudad sin transformar a
fondo sus calles, que eran su
59
espacio fundamental .
!
tarea que, dadas las condiciones de suciedad, insalubridad, violencia y
61
desorden imperantes en las ciudades, pareca titnica .
!!
vertical que concentrara las distintas esferas del poder. Esta necesidad
se contrapona a lo disgregado que se encontraba el poder en el mundo
colonial y llegaba, adems, en un momento en el cual muchos grupos han
afianzado claramente sus seas de identidad y todo un cdigo simblico
que les permita presentarse como grupos autnomos, cosa que se daba
en el nivel de las diversas castas. La superposicin, en el mbito ideolgi-
co, en la sociedad colonial de una explicacin que defina a los miembros
de la sociedad, ya fuera por castas o estamentos, haca eso posible.
Cada grupo, racial o cultural, poda definirse a s mismo como un grupo
autnomo en un discurso de castas y, al mismo tiempo, como un grupo
coherentemente integrado y completo, con una clara divisin de funcio-
nes a su interior en un discurso estamental.
!"
Diversiones pblicas
!#
En ese sentido, el Estado borbnico, con sus minuciosas reglamentacio-
nes, y la lite ilustrada peruana, desde los peridicos, delinearon una
manera culta y superior de vivir en sociedad: ejercer control sobre el
cuerpo, tener mesura; la Ilustracin proclam como ideal de vida la
moderacin. Fueron criticadas las expresiones espontneas y pasionales,
los bailes sensuales, el juego de azar; tambin el licor, que liberaba las
pasiones. Se critic el gusto por las obras cmicas que no enseaban nada
positivo para el progreso social, as como las tradicionales mascaradas de
68
negros durante la fiesta del Corpus Christi . Podemos hacernos una idea
de lo que pensaban los ilustrados sobre esta fiesta leyendo el Mercurio
Peruano. En su edicin del 16 de junio de 1791 anota que es la fiesta en
que ms se esmeran para salir con lucimiento; todas las tribus se juntan
para la procesin. Los acompaan todos los dems de la Nacin con unos
instrumentos estrepitosos, los ms de un ruido muy desagradable. Los
sbditos de la comitiva que precede a los Reyes, van a porfa en revestirse
de trajes horribles. Acompaan a la procesin con unos alaridos y adema-
nes atroces. La seriedad y feroz entusiasmo con que representan todas
estas escenas nos dan una idea de la barbaridad con que harn sus acome-
tidas marciales. Esta decoracin, que sera agradable en una mascarada
de carnaval, parece indecente en una procesin eclesistica. Puede que
nuestros hijos vean la reforma de este y otros abusos de igual naturaleza,
69
cuya extirpacin deseamos desde ahora .
!$
Los ilustrados crean que el lugar ideal para educar a la sociedad, difundir
las ideas de progreso y crear al nuevo ciudadano era el teatro. Se tra-
taba de un espacio civil y cerrado, ms controlable que la plaza y en el
cual se hallaban, en pequeo, todos los grupos sociales reunidos, presen-
tndose contenidos. Era pues perfecto para poner en prctica el modelo
de sociedad al que aspiraban.
!%
de la lite criolla de Lima s se sintieron atrados por ciertas manifestacio-
nes populares de diversin, sobre todo la danza. Aade Estenssoro que se
puede percibir al grupo criollo como a la casa de elementos culturales
para construir una identidad ms clara a partir de la desarticulacin de
74
las otras .
Por otro lado, la plebe urbana, ante la presin impuesta por las reformas
de orden cultural, parece haber asumido el proyecto ilustrado y estar de-
cidida a ponerlo en prctica, e incluso dispuesta a construirse una nueva
identidad cultural, racional y moderna. Y esto a pesar de que, como
reaccin, las autoridades y los intelectuales tienden a cerrarse, situando a
76
la plebe como en las fronteras de la razn .
!&
la que callejones y casonas eran vecinos. Adems, los documentos son
muy ricos al respecto y son tantas las quejas, a fines del siglo XVIII, sobre
la reunin de la plebe y la lite y los prejuicios que esto causa, que resulta
increble que, an hoy, se pueda hablar de mundos separados: aristocra-
cia y plebe. As, la aceptacin de lo nuevo no solo se dio en el nivel de la
lite, sino que cierto grupo de la plebe se acerc pronto al nuevo gusto,
como los artesanos; y al pensamiento ilustrado tambin, como el msico
mulato Onofre de la Cadena. Tenemos, por otra parte, en el teatro, uno de
los mejores ejemplos de convivencia y de participacin en las nuevas
78
ideas; all acudan todos: autoridades, lites y plebe .
!'
Tambin se puede afirmar que, cuando menos en apariencia, las fiestas
coloniales urbanas igualaron a los miembros de la lite y a la plebe al
permitirles participar virtualmente juntos en los festejos religiosos y
profanos, puesto que ambos estamentos se conceban, por igual, hijos de
Dios y vasallos del Rey.
Para finalizar sealaremos que entre todos los juicios que se han emitido
sobre la situacin de la Amrica espaola en los preludios de la Indepen-
80 dencia y sobre los efectos que en ella tuvo la poltica ilustrada, los del
Acosta de Arias Schreiber,
Rosa Mara: Fiestas coloniales barn Alejandro von Humboldt parecen ser los ms razonados e im-
urbanas (Lima-Cuzco-Potosi).
Lima: Editorial Salesiana, parciales. Luego de su prolongada estancia en Hispanoamrica not la
1997, pp. 183, 184 y 185.
profunda divisin de ideas e intereses que haba en la sociedad colonial,
"
censur la esclavitud de los negros, el sometimiento de los indios, la pre-
potencia de los latifundistas, el espritu represivo de la administracin,
exacerbado por las noticias de la Revolucin francesa. Advirti el disgus-
to de los empresarios criollos por la dependencia econmica respecto de
la metrpoli, que el decreto de libre comercio de 1778 no haba anulado.
Percibi dentro de la pequea clase alta ilustrada la oposicin entre
reformistas y revolucionarios.
3. CONCLUSIONES
"
El inicio de la ruptura definitiva con Espaa se produjo en 1814 con
el regreso del rey deseado Fernando VII y la abolicin de las medidas
liberales producidas por las Cortes de Cdiz y la Constitucin liberal de
1812. Los ncleos autonomistas que fueron adoptando las ideas polticas
ms avanzadas de la Ilustracin y derivaron hacia posiciones abiertamen-
te independizantes lo hicieron, entre otras cosas, porque el Rey no les
dejaba otra alternativa. Este ambiente liberal que rode al mundo ibe-
roamericano entre 1808 y 1814 fue influido, en gran medida, por las ideas
de la Ilustracin.
"
A continuacin tendramos que evaluar a qu niveles la Ilustracin pe-
netr en la sociedad hispanoamericana. Tradicionalmente se ha conside-
rado que solo las lites tuvieron acceso y se beneficiaron de las nuevas
ideas. Sin embargo, los estudios ms recientes, como lo hemos indicado
a lo largo del trabajo, dan luces al hecho de que la plebe s recibi, obvia-
mente de una manera diferente, el influjo de las ideas de la Ilustracin.
Este influjo se produjo de varias formas y con diferentes intensidades.
En algunos casos, como el del protomdico Valdz o el msico De la
Cadena, el influjo fue importante; en la inmensa mayora de las veces fue
sutil, limitndose a un mayor acceso a la educacin (hecho de por s
trascendente) y a la adopcin de ciertos valores y gustos estticos moder-
nos promovidos por la Ilustracin. En general se podra decir que la lucha
de los ilustrados burgueses, en el siglo XVIII, por imponer sus cdigos de
comportamientos y sus gustos, se encuadra dentro del ascenso y triunfo
de la burguesa, que se dio en Europa a partir del siglo XVI.
"!
ha llegado su tiempo. A la idea de independencia, en Hispanoamrica, le
haba llegado su tiempo.
BIBLIOGRAFA
""
-------------------------: Msica, discurso y poder en el rgimen colonial. Tesis
PUCP, 1990.
"#
Pinto Crespo, Virgilio: Una reforma desde arriba: Iglesia y religiosidad,
en Equipo Madrid de Estudios Histricos, directores: Carlos III, Madrid y
la Ilustracin. Madrid: Siglo XXI de Espaa Editores S.A., 1988.
"$
John Rodrguez Asti
El discurso abolicionista en
la prensa peruana, 1800-1850:
Una aproximacin al tema
El movimiento abolicionista, nacido en los ltimos aos del siglo XVIII, fue crean-
do en el mundo una corriente de opinin antiesclavista que se vio reforzada con
los postulados de la Revolucin francesa. Sin embargo, la nacin en la que ms
decididamente se abog por la abolicin de la esclavitud fue Inglaterra, que
hasta ese entonces haba sido una de las potencias que, paradjicamente, ms
haba recurrido a la mano de obra esclava en sus colonias, especialmente en
Norteamrica.
"%
1. EL ABOLICIONISMO EN LA AMRICA ESPAOLA
Y EN EL PER
Este trabajo tiene como propsito revisar brevemente cul fue el papel
que le toc jugar a la prensa durante las ltimas diez dcadas de existen-
cia de la esclavitud, hasta que finalmente el presidente Ramn Castilla
otorg la libertad a todos los esclavos en diciembre de 1854. Esta revisin
ser realizada a travs de algunas publicaciones de la poca y de biblio-
grafa reciente referida al tema.
"&
que ya existan en Lima se registra una interesante discusin en torno de
los asuntos que se trataban en la pennsula. Un punto relacionado con
el tema del presente trabajo era sin duda el referido a los derechos del
hombre y a la libertad. Al hablarse de ciudadana e igualdad, era nece-
sario definir cul era el lugar que les corresponda ocupar a aquellos
originarios o de ancestro africano. En el Per, la diferenciacin racial ha-
ca an ms necesaria la aclaracin del concepto.
Uno de los diarios que sigui de cerca el debate constitucional que se daba
en Cdiz fue El Peruano. Entre los temas que se discutiran en las cortes
estaba el referido a la situacin de los originarios de frica. En su edicin
del 10 de marzo de 1812 se publicaba la carta de alguien que bajo el seud-
nimo de Un originario de frica expresaba las expectativas que estaba
creando entre las castas la posibilidad de que mediante la nueva Consti-
tucin se otorgara la ciudadana entre los originarios o descendientes de
africanos. Al respecto, este remitente desconocido deca: Una grande
expectacin me acompaa. Segn ellos se estaba discutiendo el artculo
22 del proyecto de Constitucin poltica de la monarqua espaola pre-
sentado a las cortes generales: es artculo que integralmente comprende 1
Martnez, Ascensin: La
y pertenece a los espaoles que por cualquiera lnea traemos origen de prensa doctrinal en la indepen-
dencia del Per. Madrid: Ins-
frica. Negros, mulatos, zambos, chinos, cuantos vais a ser considerados tituto de Cooperacin Ibero-
americana, 1985, p. 145.
en la nacin espaola de una manera que nunca lo habis sido... Vamos a 2
El Peruano, martes 10 de
2
mudar la situacin en que han vivido nuestras castas... . marzo de 1812, p. 185.
"'
3
Al parecer, este proyecto de artculo fue motivo de sendas discusiones
en las cortes, y uno de sus opositores, el diputado Uria, lleg al extremo
de manifestar que si el artculo se aprobase en los trminos que se haba
4
propuesto, bastara l solo para deslucir la Constitucin espaola .
3
El citado artculo propues-
to deca, a la letra:
Artculo 22 del proyecto de
Constitucin poltica de la
monarqua espaola
A los espaoles que por
cualquiera lnea traen origen
del frica, para aspirar a ser Esclavos trabajando en hacienda de la costa.
ciudadanos les queda abier-
ta la puerta de la virtud y el
merecimiento; y en su conse-
cuencia, las cortes podrn La cobertura informativa de El Peruano, que, como hemos visto, al parecer
conceder carta de ciudadano
a los que hayan hecho servi- causaba expectativa entre la poblacin de origen y ancestro africano,
cios eminentes a la patria, o
continu en su siguiente edicin correspondiente al 13 de marzo de 1812,
a los que se distingan por sus
talentos, su aplicacin y su al transcribir completamente el texto del discurso del coronel Francisco
conducta, bajo condicin res-
pecto a estos ltimos, de que Salazar, diputado del reino del Per, quien era contrario a la discrimina-
sean hijos de legtimo matri-
monio, de padres ingenuos, cin y a la exclusin de las castas de su derecho a ser tambin ciudadanos.
de que estn ellos mismos ca-
sados con mujer ingenua, y
avecindados en los dominios Salazar propona que en lugar del artculo 22, que se hallaba en esos mo-
de Espaa, y de que ejerzan
alguna profesin, oficio o in- mentos en discusin, se considerase como ciudadanos a todos aquellos
dustria til con un capital
propio, suficiente a mantener anotados en los libros parroquiales, ya fueran espaoles o castas. Con res-
su casa y educar sus hijos con
pecto a estos ltimos, en caso de ser nacidos libres y de legtimo matrimo-
honradez.
4
El Peruano, ibid., p. 188. nio, contaran con voto activo; caso contrario, con voto pasivo, de acuerdo
5
El Peruano, 13 de marzo de
5
1812, p. 199. con lo que la Constitucin estableciese .
#
Una propuesta ms radical referida al problema de la trata se dara cuan-
do los diputados Alcocer y Argelles propusieron abolir la esclavitud.
Sin embargo, esto no fue tomado en cuenta por la asamblea, que por su
posicin moderada rechaz las propuestas en favor de la abolicin, y, por
6
supuesto, la del limeo Salazar .
#
cdula que prohiba la introduccin de esclavos africanos en las posesio-
nes espaolas y que entrara en vigor en 1820. Esta ley, decretada en parte
por la presin britnica, no abola la esclavitud: solo prohiba la captura
de esclavos en frica para introducirlos en las Antillas y el resto de
posesiones de Espaa. A pesar de esta ley, durante aos se sigui intro-
duciendo esclavos de contrabando, pero, en todo caso, la norma tuvo el
mrito de ser un primer paso hacia la futura extincin de la esclavitud.
#
No obstante lo anterior, la idea dejada por San Martn tendra eco en
la Constitucin de 1823, que declaraba que eran peruanos todos los
hombres libres nacidos en el territorio del Per y que nadie naca esclavo
ni poda entrar en esa condicin; adems, quedaba abolida la trata de
esclavos.
#!
Por otro lado, el discurso racista que prevaleci fue una parte importante
de los esfuerzos de las debilitadas clases altas para reconstruir las bases
de su poder despus de la Independencia. Por lo tanto, la imposicin de
un estricto control social, la vuelta a una frecuentemente idealizada poca
10
colonial, era un tema central en los programas conservadores .
#"
anacrnico con relacin a las nuevas tcnicas de produccin; y los escla-
vos inmovilizaban un capital que podra ser invertido en otros sectores
de manera ms provechosa.
12
Otro aspecto importante que revelaran en sus pginas los peridicos de Cuch, Denys: Poder blanco
y resistencia negra en el Per.
la poca, sera el hecho de que dentro del gobierno haba una aparente Lima: Instituto Nacional de
Cultura, 1975, p. 34.
diferencia de opiniones acerca de la esclavitud, especficamente entre 13
Blanchard, Peter: Slavery &
Abolition in Early Republican
el Poder Ejecutivo, a travs del Consejo de Estado, y el Legislativo, con el
Peru. Delaware: SR Books,
Congreso. 1992, pp. 151-152.
##
La discusin acerca del tema recobr actualidad en el ao 1841, a raz
de la consulta de un grupo de propietarios al gobierno a principios de
setiembre, a travs del Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores,
consulta relativa a la introduccin de esclavos al Per. El proceso tomara
bastante tiempo en ser absuelto, y gracias a lo publicado cuatro aos
despus en las pginas del diario capitalino El Comercio, en su edicin del
26 de junio de 1845, hemos podido conocer la posicin gubernamental a
travs de lo determinado por el Consejo de Estado.
#$
los productos de la agricultura, y que sta ha sufrido muchos atrasos, y si
se quiere de la falta de esclavos: pero el remedio que se propone es peor
que el mal que se intenta remediar, agregando que al Congreso le
corresponde remediar los males que sufre la agricultura por falta
de brazos y leyes protectoras; y por consiguiente puede tambin tomarlos
en consideracin para las leyes que demandan el
fomento de aquella industria y sus productos en las
15
costas de la repblica .
#%
Sobre este punto, es interesante recoger lo que afirma Carlos Aguirre
16 cuando dice que quedaba claro que los esclavos, en virtud de la escasa
Aguirre, Carlos: Agentes,
pp. 307-308.
17
renovacin en las dotaciones producida por el fin de la trata negrera,
En su edicin del 2 de
agosto de 1845, El Comercio la reduccin progresiva de su nmero y las dificultades para ejercer sobre
editorializaba lo siguiente:
Habamos pasado en silen- ellos estricto control, no eran ms la solucin a los requerimientos de los
cio la mocin hecha en el 16
Senado por uno de sus
hacendados .
miembros, el Sr. D. Lucas
Fonseca, para que se permi-
ta la introduccin de escla- Sin embargo, esta polmica no quedara resuelta, debido a que uno de los
vos de las naciones circunve-
cinas, porque estbamos en representantes de la Cmara de Senadores, Lucas Fonseca, present una
la persuasin que este pro-
yecto no se sancionara en mocin secundando la solicitud de los mencionados hacendados en torno
esa cmara, ahora que ha
de la viabilidad de introducir esclavos provenientes de las repblicas
pasado en revisin a la de
Diputados, creeramos faltar circunvecinas. Esta peticin ocasionara la reaccin de varios peridicos
a un deber que nos impone
una de las ms ntimas de de la capital, entre ellos El Comercio y El Correo Peruano, que no tardaron
nuestras convicciones, si no
tomsemos parte en el asien- en reaccionar contrariamente.
to, a nuestro juicio de suma
importancia.
Probar a mediados del siglo
En efecto, durante varios das las pginas de El Comercio se convirtieron
XIX lo injusto y brbaro que
es el trfico de carne y san- en una tribuna del abolicionismo, rechazando con argumentada firmeza
gre humana sera una tarea
intil en cualquier parte del el reinicio de la trata. Se refutaba la necesidad de brazos esclavos, opinan-
mundo, mucho ms en el
Per do que se trataba de un pretexto para justificar la baja productividad y
El mismo seor senador
proponente no desconoce
llamando la atencin acerca de que no obstante que la agricultura de la
estos principios y por eso el
caa de azcar haba aumentado su produccin en ms del doble durante
nico fundamento en que
descansa su proyecto es la los ltimos veinticinco aos, ms que continuar con la mano de obra es-
falta de brazos que en el da
siente la agricultura. clava era momento de introducir los adelantos tecnolgicos en uso en otras
En todas partes, en los tiem-
pos modernos y en los anti- latitudes; asimismo, se abra la posibilidad de recurrir a otras fuentes de
guos, el temor que la tierra
quedase sin cultivo ha sido
mano de obra, tal como ocurra con algunas haciendas chiclayanas y
el pretexto para mantener 17
lambayecanas .
ese informe trfico... Sospe-
choso, pues, como se ha he-
cho ese medio de que se han
valido siempre los que de- Dos das despus, El Comercio abundara con mayores argumentos en con-
sean tener esclavos; y grave,
difcil e imposible como es la tra de la trata e introduccin de esclavos; en su edicin del 5 de agosto
introduccin de ellos en el
Per para remediar esa gran
resaltara el hecho de que otra publicacin, El Correo Peruano, se aunara a
falta que tanto se pondera, su campaa con artculos en los que defenda las mismas opiniones de El
los datos que probasen el
grande atraso de nuestra Comercio en torno de la esclavitud.
agricultura...
#&
En aquellos das El Comercio tambin realiz un ilustrativo recuento de
la evolucin de la abolicin de la trata de esclavos, con datos extrados
Tenemos motivos para
de la obra Comercial Statistics de John Mac Gregor, obra en la que se ex- creer, con algunos inteligen-
tes hacendados de caa, para
plicaba, entre otras cosas, que la mano de obra liberta resultaba menos que en la actualidad las ha-
ciendas de las costas del
onerosa que la esclava, en tanto demandaba menores gastos para el
Per, producen ms del do-
propietario de la hacienda o ingenio productivo. Recalcando su decidido ble de lo que producan an-
tes del ao de 1821, lo que se
inters en el tema, el diario capitalino indicaba: Continuaremos ocupn- debe a los mejores mtodos
de labranza, a las buenas he-
donos de la abolicin de la trata hasta que la deseche la Cmara de Dipu- rramientas que se usan, a la
maquinaria introducida para
tados, de quien esperamos algo a favor de los esclavos. moler caa, y a la debida co-
locacin de las pailas en que
se cocinan los caldos.
Cuando, el 7 de agosto de 1845, la Cmara de Senadores vot favorable- Agrguese a esto el valor
que ha tomado el azcar que
mente por la reiniciacin de la trata, El Comercio dijo: El proyecto que antes no tena, y sumados
estos datos dgase si no es
sobre esclavos ha votado la Cmara de Senadores es de necesidad vital prspero el estado de nues-
tra agricultura. Nos fijamos
para la agonizante agricultura de la costa del Per, dice la Comisin en su en el azcar porque algunos
creen que sin el sudor del
dictamen, aun cuando no se presenta los datos estadsticos que prueban
esclavo no puede obtenerse
este aserto nos duele haber llegado a esta situacin tan lamentable. En con ventaja este producto.
Hay en las Cmaras de Di-
esta oportunidad se insistira en lo til que ser para el adelanto de la putados y Senadores a quie-
nes les consta todo lo contra-
agricultura atraer inmigracin al pas. rio y aunque no pudiera dar-
se otro testimonio entre no-
sotros que lo que producen
las prsperas provincias de
Lo interesante en toda esta polmica es que gracias a la objetividad que
Chiclayo y Lambayeque, nos
reinaba entre los propietarios del diario El Comercio, sus pginas reprodu- bastara para demostrar que
no est limitado este produc-
cen el sbado 9 de agosto una respuesta a un artculo titulado El Per en to a la mano de obra escla-
va, porque all, sin un solo
retroceso, publicado en el diario El Correo Peruano, firmada por el propio negro, los indios libres y aco-
modados obtienen azcar
senador Lucas Fonseca. ms barata que en ningn
otro punto del Per. Es ver-
dad que nuestra agricultura
Este episodio de discusiones en torno de la trata concluira momentnea- puede, debe y precisamente
ha de adelantarse ms de lo
mente con la publicacin, siempre en El Comercio y el 19 de agosto, de otro que est: pero no ser jams
por medio de la esclava fuga
proyecto presentado por el senador Fonseca para introducir esta vez es- que pueda conseguirse, y
mucho menos con esclavos
clavos de Estados Unidos, y la respectiva rplica el da 20.
que puedan traerse de las
naciones circunvecinas que
apenas los tienen.
Lo cierto era que esta polmica servira tambin para demostrar que En Chile y Bolivia no hay
esclavos, apenas se conoce la
en la sociedad peruana de 1845 la esclavitud ya tena sus detractores, y raza negra; en Nueva Grana-
da son libres desde el ao
#'
tambin que exista una conciencia de la necesidad de modernizar los
21... De las naciones circun- medios de produccin agrcola, ya fuese incorporando los adelantos tec-
vecinas, pues, solo queda el
Ecuador, que apenas cuenta
nolgicos de la poca o reemplazando la mano de obra esclava a travs de
8,000 esclavos en todas sus
la introduccin de inmigrantes.
provincias y donde por la ley
hacen libres y son mejor tra-
tados que aqu... Cmo po-
dra entonces extraerse de En el mbito internacional, las doctrinas que preconizaban la libertad de los
ese pas, en donde han naci-
do, cantidad de esclavos que esclavos ya haban ganado en esta poca mucho terreno. En Hispanoamrica
remedien de pronto la falta
de brazos que sufre nuestra
la esclavitud ya estaba en vas de desaparecer, y tanto el Per cuanto Cuba y
agricultura?
Brasil eran unas de las pocas naciones donde an prevaleca.
No habiendo, pues tales na-
ciones circunvecinas de don-
de podamos exportar escla-
vos, el resultado del proyec-
to, si llegase a ser ley, no se-
ra otro ms que el de presen- 6. LA ABOLICIN DEFINITIVA DE LA ESCLAVITUD
tar al Per como pecando de
principio contra uno de los
EN EL PER
principios de la moral, con-
tra un principio que ya casi
lo es derecho de juntas, pero El ao 1854 fue un ao decisivo para la abolicin de la esclavitud en
en la imposibilidad de con-
sumar el crimen. el Per. Ms que por causas ideolgicas o humanitarias, la tan esperada
18
A continuacin transcri-
bimos parte del texto: abolicin se dara finalmente en una coyuntura de guerra civil que
La urgente necesidad de po-
enfrentaba a dos bandos que se disputaban el poder poltico y que
ner trmino a los estragos de
la revolucin, ha decidido al vieron en la manumisin y en la libertad definitiva un recurso para sus
gobierno a llamar al servicio
de las armas a los esclavos objetivos polticos. Por un lado, en el gobierno se hallaba el general
que en calidad de volunta-
rios quieran ingresar al ejr- Rufino Echenique, y, por otro, los liberales, liderados por Domingo Elas,
cito, y a concederles en pre-
mio la libertad de su perso- haban iniciado una revolucin, que cont con el apoyo militar del
na y de la de sus respectivas
general Castilla.
esposas, desde que se pre-
sentan el Estado Mayor Ge-
neral, o a las autoridades de-
signadas en los departamen- Como ocurri anteriormente cuando la trata y posesin de esclavos se
tos y provincias.
Considerada esta medida convirti en asunto pblico de primer orden, el tema sera tratado nueva-
bajo sus principales aspectos,
no puede dejar de merecer
mente en los diarios capitalinos. La prensa oficial, representada por el
los sinceros aplausos de
diario El Peruano, comentaba en su edicin del jueves 9 de noviembre de
cuantos hombres se intere-
sen en el triunfo de la civili- 1854 respecto de la decisin del gobierno del general Echenique de llamar
zacin y del principio huma-
nitario, porque la esclavitud al servicio en las filas del Ejrcito a los esclavos en calidad de voluntarios,
es rechazada por la justicia y
las ideas dominantes del si- destacando el beneficio de concederles en premio su libertad y la de sus
glo, y porque cuando tienda 18
a extirparla encuentra eco en
esposas .
$
19
Este decreto fue promulgado el 18 de noviembre de 1854 , y en la parte
considerativa argumentaba que como era un deber del gobierno asegurar
todos los corazones genero-
el triunfo de las instituciones y del sos pero bajo su punto de
vista militar y econmico es
orden social evitando la rebelin y como se presenta ms
la anarqua, se haca necesario organizar proficua a causa de los posi-
tivos resultados que ofrece y
un ejrcito de reserva, y que por la de los nuevos horizontes que
abre a la industria nacional.
coyuntura existente era conveniente Siendo preciso formar un
nuevo ejrcito que sirva de
conciliarla con la manumisin de los
reserva para hacer ms segu-
esclavos, como manera de preparar ro y expedito el triunfo de las
instituciones, ninguna espe-
una futura erradicacin de la esclavitud. cie de soldados parece ms
idnea a formarlo que la que
En este caso se puede apreciar que, se compone de individuos
como ocurri durante la Independencia, que luchan por su libertad y
la del pas; y como es natu-
se ech mano una vez ms a la mani- ral esperar que en breve
tiempo estarn reunidas to-
Negros y mulatos en la pulacin de la promesa de una futura das las plazas que tienen ne-
fiesta de San Juan de Amancaes.
cesarias, resulta que a la
libertad para los esclavos con otros fines.
oportunidad del pensamien-
En opinin de los adversarios polticos de Echenique, esta abolicin sbita to se agrega su pronta ejecu-
20 cin.
de la esclavitud fue iniciada por aquel de quien menos deba esperarse . En cuanto a los fundos agr-
colas cuyas labores se hacen
con esclavos, no cabe duda
Esta medida, por supuesto atractiva para los esclavos, en el fondo fue en que puedan experimentar
al principio, tienen un por-
consecuencia de la desastrosa retirada de la sierra de las tropas leales al venir de mejoras y progresos
innegables ni los razona-
gobierno, que, derrotadas por las fuerzas de Castilla, se encontraron sin mientos egostas, ni las hi-
medios para reclutar nuevos elementos con prontitud, por lo que se tuvo pcritas aclamaciones que
eleven entre los suyos los
que recurrir a la mencionada medida de prometer la libertad a todos aque- facciosos, podrn, pues des-
21 virtuar la importancia del
llos que se enrolaran en las filas del Ejrcito durante dos aos . llamamiento que se ha hecho
a la raza africana esclavi-
zada.
En momentos en que su victoria era inminente frente al gobierno de 19
Parte del texto del decreto
Echenique, Castilla, conociendo lo decretado por su adversario y adop- se cita a continuacin:
Decreto del Presidente de
tando una decisin audaz, promulg desde Huancayo, el 3 de diciembre la Repblica, Jos Rufino
Echenique del 18 de noviem-
del mismo ao, un decreto en el que se otorgaba la libertad total a los bre de 1854:
-Que es un deber del Go-
esclavos. As se pondra punto final a la esclavitud en el Per.
bierno asegurar el triunfo de
las instituciones y del orden
social, adoptando cuantas
Las opiniones en torno de este tema, como haba ocurrido anteriormente, medidas sean necesarias
para poner a la Repblica a
tuvieron eco en diarios como El Comercio, que haba abogado temprana- cubierta de toda eventuali-
mente en favor de la desaparicin de la esclavitud. dad y para impedir que en
caso alguno se sobrepongan
$
Luego de que fuera conocido el primer decreto, el de Echenique, en la
edicin del 6 de diciembre apareci un artculo titulado Libertad de es-
clavos, escrito bajo el seudnimo de Los Libres. En l se destacaba la
decisin adoptada por el hasta entonces gobierno presidido por el general
Echenique, dndolo como un hecho irreversible, aunque, contra lo que se
esperaba, triunfase Castilla.
$
Lo cierto es que entre 1854 y 1860 se manumitieron 25.505 negros esclavos, lo
que signific que el Estado indemnizara a sus amos con 7651.500 pesos.
7. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFA
Peridicos
$!
Libros y revistas
Klein, Herbert: African Slavery in Latin America and the Caribbean. Oxford:
Oxford University Press, 1986.
$"
Mnica Solrzano Gonzales
Su obra no se analiza desde un estricto punto de vista plstico, pues sus solu-
ciones formales, propias de un pintor autodidacto sin avanzados conocimien-
tos de dibujo, composicin y color, presentan logros personales. Su produccin
se enmarca entre los aos de 1830 a 1870, mas resulta difcil plantear una evo-
lucin de su pintura, pues no se conocen las fechas de sus obras; los aos que
consignan algunas se refieren ms a la escena que representan y fueron reali-
zadas por los coleccionistas de las acuarelas. Por tales motivos, proponemos
solo aproximaciones sobre la figura de Francisco Pancho Fierro.
$#
El presente estudio se sustenta principalmente en la antigua coleccin
Palma, una de las ms numerosas colecciones existentes en Lima. Hoy
en da hay en la Pinacoteca Municipal 258 pinturas entre originales del
1
pintor y atribuciones .
1
Aunque hacia los ltimos aos de su vida se encontraba en una situacin
Todas las acuarelas que
ilustran este ensayo pertene- precaria, debido probablemente a su aficin por la bebida, sobrevivi de
cen a la Pinacoteca Ignacio
Merino de la Municipalidad
su trabajo honesto y logr cierta popularidad como pintor de anuncios
de Lima; prestaron invalo-
para corridas de toros, murales y, principalmente, por sus acuarelas
rable apoyo proporcionando
parte de los negativos de su de costumbres y tipos limeos. En su tiempo no se lo valor ni se lo con-
archivo.
2
Jaime Bayly y otros autores sider un pintor de renombre, comparable con los pintores acadmicos;
afirman que lleg a realizar
pinturas murales en vivien-
sin embargo, logr importantes encargos de murales como el de Jos Balta,
das. No se tiene certeza que 2
despus Presidente del Per . Su muerte fue sentida y anunciada en el
alguna de ellas se conserve
en la actualidad. diario de la poca. La falta de reconocimiento es comprensible, adems de
$$
por su origen tnico, por su condicin de pintor autodidacto sin escuela
dedicado a un gnero menor.
$%
ms relevantes para la explicacin de la obra de Fierro; sin embargo,
tal vinculacin es difcil de comprobar, debido a la carencia de fuentes.
La prolongada presencia en Lima de pintores como Jos Joaqun del Pozo
(Sevilla, 1757-Lima, 1821) y Francisco Javier Corts (Quito, 1775-Lima, 1839)
y , quienes laboraron con proyectos cientficos y luego se establecieron en el
Per dedicados a la enseanza de la pintura y, el supuesto encuentro de Fie-
rro con Leonce Angrand, el viajero y diplomtico francs, son algunos temas
por considerar en la formacin de la pintura de costumbres an por aclarar.
$&
1. LA COLECCIN PALMA
$'
por la plasticidad de su trazo ligero y vital y por la capacidad para
detenerse en sus hermanos de raza que, como l, empiezan a adoptar
nuevos oficios y a ganar espacios en la sociedad. Su obra sera el resultado
no solo de la necesidad de difundir tipos solicitados por ciertos mercados
y de cubrir una demanda, sino que respondera tambin a una motiva-
cin particular. Fierro encuentra la manera de mantener su mercado
descubriendo su particular manera de pintar, su propio estilo, el cual va
ms all del simple registro del tipo social.
Resulta impreciso ubicar la poca exacta en que fueron realizadas las acua-
relas, mas s se puede inferir el periodo que representan principalmente
por la actividad o costumbre que registran y tambin por el atuendo que
lucen los personajes. El historiador Ricardo Cantuarias plantea bien la
cronologa de estas acuarelas basndose en lo segundo. As, por ejemplo,
el vestuario masculino de fines del periodo virreinal se caracteriza por
el uso de pantaln corto hasta la rodilla, medias blancas y zapatos con
hebilla de plata, pechera y puos de encaje, casaca Luis XVI, coleta en
8
Los negros predominaron
la peluca, bicornio y capa. Ellas lucen vestido sin vuelo, de busto ceido
en la costa central. Hacia fi-
y mangas abuchonadas, peinados altos y calzados sin tacn, mientras
nes del siglo XVIII solo en
Lima se encontraba el 60 por que el atuendo del periodo republicano vara hacia vestidos acampa-
ciento de los esclavos, y en-
tre castas y esclavos llegaron nados y con ms vuelo, mangas con blonda y peinados con bucles. En
a casi el 45 por ciento de la
poblacin. (Vase Flores el caso masculino se difunde el uso de sombrero de copa alta, pantaln
Galindo, Alberto: La ciudad
sumergida: Aristocracia y ple-
largo ceido, corbata y puos de vueltas, levitn y botines o zapatos
be en Lima, 1760-1830. Lima:
puntiagudos. El vestido de los personajes del pueblo pantaln corto,
Editorial Horizonte, 1983,
pp. 82, 83.) chaleco, capa, zapatillas y altos sombreros de paja cambi poco con
9
Cantuarias, Ricardo: Pancho
Fierro. Coleccin Forjadores el advenimiento de otras modas en el periodo republicano. La saya y el
del Per, vol. 25, 1995, pp. 34, 9
35. manto se usaron aproximadamente hasta 1860 .
%
3. COMERCIO INFORMAL
%
el cual he visto los mejores vegetales, carne, aves y frutas tropicales, y en mayores
cantidades de las que antes hubiera visto en mercado alguno, y a precios muy
12
razonables [] .
%
El comercio ambulatorio es registrado tambin por Fierro con La tisanera
(1850), quien caminaba por la ciudad portando recipientes y distribuyen-
do su refrescante bebida. El humitero (1850), La almuercera (1830) y las
vendedoras de tamales como a Goyita la tamalera
(1850) distribuyen tambin sus viandas recorriendo
las calles. La ltima presenta una tpica solucin
compositiva de Fierro donde el personaje principal,
la morena de sombrero, es ubicada de espaldas. Otros
negros vendedores de una diversidad de productos son
representados en El negro velero (1830), quien distribua
la principal fuente de luz antes de que la electricidad
(instalada en Lima a partir de 1855) iluminara en los
hogares; El mantequero (1830) distribua manteca, en-
La tisanera (1850).
tonces indispensable para la elaboracin de los alimen-
tos. Revolucin caliente (1830) muestra uno de los ms recordados produc-
tos de la venta callejera. Junto a los panecillos, la inseparable cadencia del
pegajoso ritmo de Revolucin caliente, msica para los dientes; azcar,
clavo y canela, pa rechinar las muelas. Eran negras tambin las repre-
sentadas en La picaronera y La chichera. Estas imgenes de distintas colec-
ciones son de composicin simple; se ubican aisladas, sin fondo, y apenas
esbozan el suelo; la intencin es registrar el tipo de personaje.
%!
de africanos. As, El anticuchero (1850) cuece sus
brochetas de carne sobre una parrilla de ladrillos
dispuesta en alguna calle de Lima e intercambia
su producto con una mujer de manto blanco,
envueltos en la humareda de la frgil cocina.
Un visitante de los convulsos aos de la Indepen-
dencia opinaba as de las viandas populares: Los
mercados son las partes ms sucias de la ciudad
y estn atestados de negros que cocinan platos sa-
18
brosos al aire libre para vender a los transentes .
El anticuchero (1850).
4. AMANCAES
18
Proctor, Robert: El Per
entre 1823 y 1824, p. 196.
Citado por Iwasaki, Fernan-
El popular paseo a las lomas de Amancaes, ubicadas en el actual distrito
do: Ambulantes y comercio
colonial, p. 211. del Rmac, se iniciaba a partir del 24 de junio y reuna a distintos sectores
19
La autora cita a Mugaburu
1917, VIII: 141, en OPhelan de la sociedad limea. Desde la plebe, cuyos integrantes asistan a pie o en
G., Scarlett: Una rebelin
abortada. Lima 1750: La burro formando caravanas, hasta seores y seoras en calesa, e incluso
conspiracin de los indios
hasta el propio virrey, se congregaban en Amancaes; tal es el caso del
olleros de Huarochir, en
Sobre el Per. Homenaje a Jos virrey Duque de La Palata, quien en 1683 asisti a la caza de venados y
Agustn de la Puente, tomo 2,
19
p. 989. Lima, 2002. halcones que all se realizaba . Esta costumbre ya era frecuente en 1631,
%"
y todas las clases sociales se daban cita en la popular
pampa, mas no se mezclaban necesariamente, como
anota Scarlett OPhelan, pues cada quien comparta las
celebraciones con los asistentes de su misma clase.
5. SERVICIOS PBLICOS
%#
Alrededor de las nueve de la maana circulaba por la ciudad, y despus
de 1867, cuando se instal el servicio a travs de tuberas, el aguador
20
sigui repartiendo el lquido vital . En otra
acuarela se le observa regando la Plaza
de Armas; esto, junto a la eliminacin de
perros vagabundos, eran actividades tambin
reservadas a los aguadores, y la ltima
tambin es captada por el pincel de Fierro.
Los aguadores, en su mayora esclavos
21
jornaleros , se agrupaban en distintos
gremios y exista mucha rivalidad entre ellos,
Aguador regando la Plaza de Lima
(1850). debido a la abundancia de estos.
6. SERVIDUMBRE DOMSTICA
%$
con una campanilla el paso del caballero que recoge
la limosna para alguien sentenciado. Dos acuarelas
tituladas Para el Santo Monumento!, de la coleccin
de la Pinacoteca Municipal, repiten no solo el tema
sino tambin la composicin. Se trata de un religioso
mercedario, en el caso de la ilustracin, quien es
acompaado de dos sirvientes negros ataviados al
estilo republicano. Uno de ellos sostiene el enorme
parasol y el otro porta un azafate en el que se depo-
sita la limosna de los fieles. Esta actividad, en la que
Para el Santo Monumento!
los sacerdotes entraban de casa en casa solicitando
limosnas para el Santo Monumento, se realizaba en Semana Santa, aun-
22
que en la poca del pintor ya haba perdido la pompa de aos pasados .
%%
elegantemente ataviados atienden a los invitados. En la segunda de ellas
se observa un saln alumbrado por una araa de cristal, donde cuatro
criados, entre mujeres y varones, ofrecen bebidas a
distinguidas seoras. Resaltan los detalles del intenso
colorido del atuendo de los sirvientes, as como detalles
de los pendientes, peinado de trenzas y flores que lucen
las mulatas. La atencin que presta a la representacin
de las damas del sof es menos detallada que en los
criados; incluso las facciones de sus rostros son solamente
esbozadas. El retrato del grupo realizado en Entra un
visitante presenta probablemente un hecho anecdtico.
La figura en primer plano de la mulata que ingresa
Entra un visitante.
desde la derecha portando un azafate con bebidas en-
frenta un encuentro visual con el clrigo de sotana y capa. Los personajes
sedentes se encuentran en amena conversacin con militar. La falta de
datos nos produce incertidumbre e interrogantes con relacin a la historia
que relata esta acuarela.
7. RELIGIN
%&
Fierro representaciones de estas manifestaciones de
devocin popular, pues el pintor no las registr; solo
ilustra los personajes que participan en ellas, como el
Penitente del Santsimo Sacramento y Penitente Nazareno en
la Procesin del Seor de los Milagros. Ataviados con hbi-
to azulino y morado respectivamente, y capucha, portan
pequeos retablos, estampas en algunos casos, y la
infaltable alcanca para recoger la limosna de los fieles
instados a colaborar a travs de su constante pregn.
Aunque solo en algunos casos Fierro los representa
descalzos o sin guantes, con lo que seala la piel oscura
Penitente Nazareno en la
Procesin del Seor de los Milagros.
de los penitentes, se sabe que generalmente eran negros.
%'
El acompaante del Santsimo Sacramen-
to es otro participante de las procesiones
que se realizaban por la celebracin
del Corpus Christi, llamada tambin del
26
Santsimo Sacramento de la Eucarista .
Con esclavina roja y distintivo de su her-
mandad, porta un farol primorosamente
decorado; era el encargado de la lumbre.
Los negros de las hermandades de las
diferentes parroquias de la ciudad eran
los encargados de portar los faroles y Un acompaante del
Santsimo Sacramento.
las cruces decoradas con esmero,
cuidaban de las andas de la imagen venerada y se encargaban tambin
de recoger la limosna que solventaba los gastos que implicaba velar por
la imagen de su advocacin. En la procesin seguan a las comparsas de
negros danzantes. Roberto Rivas describe as esta festividad:
[] duraba ocho das y estaba precedida por una vspera, que se celebraba
con fuegos artificiales la noche del mircoles previo. Al primer da se le llamaba
propiamente fiesta del Corpus o simplemente Da de Corpus, y era la ms im-
portante del ciclo, pues en ella se realizaba una extensa procesin por la ciudad.
En el desfile participaban todas las autoridades e instituciones representativas.
Asimismo, el ltimo da del ciclo era conocido como Octava de Corpus y le segua
en importancia al Da de Corpus. [] Se realizaba en ella una procesin alrededor
de la Plaza Mayor, de menor extensin que la del Da del Corpus, y se guardaba
27
la Custodia hasta el siguiente ao .
26
Rivas A., Roberto: Dan-
zantes negros en el Corpus Todos los sectores de la sociedad estaban pues obligados a asistir, y la
Christi de Lima, 1756. Vos
estis Corpus Christi (I Cor., disposicin de cada uno de ellos en las procesiones responda a un orden
XVII, 27), en Etnicidad y dis-
criminacin racial en la histo- jerrquico: empezaba con los sectores de menor rango e iba ascendiendo
ria del Per. Lima, 2002, p. 36.
27
Ibidem, p. 40.
hasta la Custodia ubicada al final, seguida de las instituciones civiles. Las
28 28
La tarasca era una repre- comparsas de negros acompaaban a la tarasca , que iniciaba el desfile
sentacin de un dragn o de
una serpiente. (Ibid, p. 44.) con mscaras de diablos y al ritmo de arpa; cajas y otros instrumentos
&
representaban al mal que haba sido reducido por el Cristo Eucarstico;
atraa mucho a las clases populares y continu representndose en las
procesiones a pesar del desagrado de algunos, hasta que fue suprimida
posteriormente. Figuras grotescas conocidas como mojigangas eran
los llamados Gigantes (figuras de unos cinco metros accionadas interior-
mente por negros) y los Papahuevos (grandes cabezas), ambos tambin
registrados por el pincel de Fierro.
&
imagen de su devocin al aire de brbaras cadencias y ataviados los
30
integrantes con aderezos de mal gusto .
Otra fecha religiosa registrada por Fierro en la que no solo los negros
31
combinan la devocin religiosa con la danza es la festividad de la Virgen
Estenssoro F., Juan Carlos:
La plebe ilustrada: El pue- Pursima, realizada en el mes de diciembre. Existen dos acuarelas se-
blo en las fronteras de la ra-
zn, en Charles Walker, mejantes en distintas colecciones, que registran la jarana que se armaba
compilador: Entre la retrica
y la insurgencia: Las ideas y los
en las casas despus de las oraciones y plegarias frente al altar de la
movimientos sociales en los virgen. En la acuarela de la Pinacoteca Municipal se trata de una pareja
Andes. Cusco, 1996, p. 45.
32
Ibid. de blancos que en el centro de la composicin y rodeados de dems
&
concurrentes realizan movimientos de baile. La acuarela del Banco de
Crdito, en cambio, presenta a una pareja de negros dispuesta en muy
semejante posicin ejecutando una graciosa danza.
8. DIVERSIONES PBLICAS
Las corridas de toros, junto a las peleas de gallos, eran los eventos no religio-
sos que congregaban a mayor pblico durante el siglo XIX. Los textos
sobre el pintor coinciden en sealar que logr popularidad y subsistencia
realizando tambin carteles y anuncios para la fiesta brava. Ello seguramente
le facilit la concurrencia a dichos eventos para as conocer bien las inciden-
cias que ah ocurran. Dentro del grupo de acuarelas dedicadas a esta
actividad resalta el grupo formado por los capeadores a caballo, tambin
33
denominada suerte nacional, desempeada por negros . Fierro retrat a
dos afamados capeadores, Esteban Arredondo y Manuel Monteblanco,
quienes llegaron a ser los ms populares en su gnero. El primero se destac
entre los aos de 1826 a 1860, mientras que Monteblanco estuvo activo de
1837 a 1852. Sin duda, una de las pocas mujeres que se atrevi a desafiar a
los ejemplares taurinos fue Juanita Brea, tambin retratada por Fierro en
distintas facetas a caballo enfrentndose al toro.
&!
Pero Fierro no solo registra los per-
sonajes que acuden a eventos que con-
gregan masivamente a la poblacin,
sino que tambin retrata personajes en
locales populares reservados a la plebe.
Pulpera (1820), bar tpico de la poca,
es el escenario de una pareja de negros
ubicados muy juntos uno del otro.
Ella fuma y sostiene un vaso, y l la
contempla absorto con una botella de
Pulpera (1820).
guarapo probablemente, pues era la
bebida corrientemente distribuida en estos lugares. Son observados por
una pequea tapada que huye del cuadro con una mirada de reproche.
Es interesante anotar la preferencial ubicacin de la imagen de la virgen al
medio entre las botellas de licor.
9. MONTONEROS Y MILITARES
Desde fines del siglo XVIII, esclavos fugitivos se unieron a grupos dedi-
cados al bandolerismo que en bandas pluritnicas acosaban en los cami-
nos de las afueras de la ciudad, prctica que se hizo frecuente hacia
34
inicios del siglo XIX . Posteriormente, en pocas de la independencia,
las agrupaciones de bandoleros se tornaron en montoneras. Fierro retrata
en ms de tres ocasiones al muy conocido en su tiempo Montonero Escobar
(1834), de la coleccin de la Municipalidad de Lima. Presenta al jinete de
34 perfil al trote en magnfico y bien dibujado ejemplar equino; su oscura
En los inicios del siglo
XIX, la condicin de los ne- piel resalta debajo de su albo atuendo. En esta acuarela, una de las mejor
gros en Lima se deterior
sensiblemente. La crisis co- logradas de Fierro, y en las referidas a los capeadores, luce su aficin
mercial que comenzaba a
afectar a la ciudad repercu- por la figura del cuadrpedo, sin duda muchas veces observado en
ti en una notoria baja en la
las corridas. Se dice del montonero Escobar que varias veces puso en
demanda de trabajo y en los
jornales. (Flores Galindo, jaque a la ciudad y que finalmente fue capturado y sucumbi fusilado
Alberto: La ciudad sumergida,
p. 101.) en la Plaza Mayor.
&"
Fierro registra tambin a negros como parte de los cuerpos militares,
aunque hay que sealar que la presencia de negros libres integrando com-
paas de milicianos es temprana. En el siglo XVII ya existan compaas
especiales de milicias conformadas por mulatos como la que el virrey
35
Conde de Lemos envi a Panam en 1671 durante un ataque ingls .
En el periodo borbnico se reglamentan y reorganizan estas unidades de
36
milicias, que estaban conformadas por civiles entrenados por soldados .
Solo los negros y mulatos libres, no esclavos, formaban parte de las mi-
licias de pardos y morenos que llegaron a ser muy bien consideradas
por su valor y lealtad, demostrados en la rebelin de 1780 en Cusco.
Posteriormente, durante el periodo independentista, las milicias de par-
dos y morenos se sumaron a la causa seguramente incentivados por el
decreto del Libertador Jos de San Martn que declaraba libres a los
esclavos nacidos despus de la Independencia.
seguramente el feliz
decreto del Libertador.
&#
tratado en pleno fandango con otra morena. Posteriores deben de ser los
retratos del Capitn Zapata y del veterano militar retratado en Fui del
Ejrcito Libertador.
&$
avanzado periodo republicano. Se dice de
este personaje que perteneci a una im-
portante familia que cay en bancarrota
econmica.
10. CONCLUSIONES
&%
que la tapada y la vendedora de quesos le dirigen a la sonriente frutera
seran acaso de reproche? En La pulpera, la aterrada mujer de manto que
huye del bar mirando de soslayo a la pareja de negros, no representara
los muchos prejuicios de la sociedad de la poca? La escena que presenta
en el aula de clases es tambin muy ambigua. El nio negro que se enfren-
ta al profesor, revela orgullo, burla o temor? Este velado discurso que
Fierro plantea en muchas de sus acuarelas ha sido advertido tambin por
el historiador Pablo Macera, para quien Fierro tuvo que hacer de la am-
37
bigedad una regla de oficio [] .
BIBLIOGRAFA
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Fierro y la imagen disculpa-
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Porras B., Ral y Jaime Bayly: Pancho Fierro. Lima: Ediciones del Instituto
de Arte Contemporneo, 1959.
'
Jos F. Ragas Rojas
Afroperuanos:
Un acercamiento bibliogrfico
'
No eran solo los historiadores los interesados en los sectores afroperuanos:
la aparicin de la narrativa urbana (Julio Ramn Ribeyro), en detrimento
del indigenismo, ayud a fijar la atencin en los descendientes de africa-
2
nos que se hallaban en el mbito urbano . Naturalmente, los antroplogos
(la sociologa no haca an acto de presencia por ese entonces) fueron los
primeros en dar una aproximacin contempornea a la problemtica de
3
estas poblaciones marginales .
'
desfasados) esquemas dependentistas para ceder paso a otras esferas, como
lo fueron las cofradas y otras prcticas que hoy los entendidos llamaran
de sociabilidad. Los trabajos sobre cofradas (producto de la reapertura
parcial o total del Archivo de la Beneficencia Pblica), as como los
dedicados a los espacios de sociabilidad (dentro de los cuales hay que
destacar el de Jess Cosamaln), han encajado dentro de los nuevos
vientos de la historia cultural. Temas que se crean agotados, como el de
las rebeliones, han sido replanteados y todava deparan muchas sorpre- 6
Tambin podramos hacer
sas al investigador, especialmente los referidos al siglo XIX en el mbito referencia a la apertura de
archivos antes restringidos y
regional, an no explorado. a su mejor catalogacin, so-
bre todo aquellos que alber-
gan secciones especiales,
Hay dos circunstancias ms que han incidido en la proliferacin de traba- como es el caso del Archivo
Arzobispal de Lima y las
6
jos sobre nuestro tema . La primera est referida a una iniciativa estatal y secciones referidas a Expe-
dientes de matrimonios de
patrocinada por el Congreso de la Repblica, que desde hace algunos aos negros (1601-1880), y Cau-
sas de negros (1597-1836),
ha venido publicando una serie de libros vinculados a la diversidad cul- entre otros preciados legajos.
tural peruana. Descontando algn desliz editorial (Delgado Aparicio 2000), Para una mejor aproxima-
cin a los catlogos de los
el Congreso ha publicado valiosos trabajos, como la compilacin titulada distintos archivos peruanos,
cf. Revista Peruana de Historia
Lo africano en la cultura criolla, que no solo rene estudios histricos sino Eclesistica 7. Cusco, 2001. Se
7 trata de un catlogo de los
que acoge testimonios personales de afroperuanos . principales archivos religio-
sos de las diferentes rdenes
religiosas. Para una visin
El segundo hecho es la publicacin de la revista Historia y Cultura, que en ms amplia de los archivos
en el Per debe consultarse
su nmero 24 (2001) edit las actas del coloquio titulado La presencia de Pedro Guibovich y Jorge
Blanco: Los archivos hist-
los negros en el Per, incluyendo diecisiete artculos de dicho evento. ricos en el Per: Resea y
Con todo, se podra volver sobre la idea esbozada al inicio: que esta gua bibliogrfica. Revista
del Museo Nacional 49: 367-
preocupacin e inters por los afroperuanos no es gratuita ni casual, ni, 415. Lima, 2001.
7
Es necesario reconocer el
mucho menos, obedece al azar, ya que en los ltimos aos se ha visto enorme esfuerzo editorial
que tuvo la Comisin de Cul-
un notorio incremento de su participacin en la esfera pblica. tura del Congreso (dirigida
por Martha Hildebrandt y
Rafael Tapia) al editar libros
Los avances logrados en las ltimas dcadas en lo que respecta a la de buena calidad a un bajo
costo. Dentro de sus publica-
historia de los afroperuanos son notables. Como ya lo sealamos, el cono- ciones tambin se encuentra
el libro de Jos Antonio del
cimiento actual permite desterrar algunos lugares comunes que Busto, que constituye una
se haban filtrado en los libros de divulgacin. El ms importante es el de visin de sntesis sobre los
afroperuanos desde su llega-
la situacin de permanente marginacin en que se hallaba la poblacin da en el siglo XVI.
'!
africana en nuestro pas. Sin dejar de reconocer que no fue de las mejores
(comparndola con la de los inmigrantes chinos y la de los indios), los
historiadores, adems de estudiar los mecanismos de coercin que se
empleaban contra ellos (panaderas y otros castigos fsicos), tambin han
descubierto las formas en que podan intentar revertir la situacin, de
manera pasiva o empuando las armas.
En tercer lugar, creo que otro de los tpicos que deben ser desterrados es
el de negar la presencia de esclavos en el interior del pas y restringirlos
solo a la costa. No solo el trabajo reciente de Jean Pierre Tardieu (1998)
para Cusco, sino otros sobre Ayacucho, demuestran cun extendida se
hallaba su participacin en centros urbanos y rurales.
'"
Este apretado resumen de lo que se ha trabajado sobre cinco siglos de
presencia afroperuana en el Per no cubre todos los matices que se han
dado en su derrotero, pero estamos plenamente convencidos de que la
bibliografa que presentamos a continuacin (y que hemos ordenado por
8
temas para facilitar su manejo) tendr alguna utilidad .
SOBRE LA BIBLIOGRAFA
I. Obras generales
II. 1. Agricultura y haciendas
2. Esclavitud y manumisin
3. Control social, rebelin y resistencia
III. 1. Hbitat y espacios de convivencia
2. Mestizaje y convivencia intertnica
IV. 1. Estadsticas, censos y composicin demogrfica
2. Relaciones con el Estado (ciudadana y milicias)
V. 1. Cultura
2. Arte y pintura
3. Ideologa y pensamiento
VI. 1. Iglesia y evangelizacin
2. Cofradas
VII. 1. Casos regionales
2. Folclor y religiosidad
3. Salud y medicina
4. Gnero y familia
VIII. 1. Racismo y situacin contempornea 8
Para otro enfoque sobre la
2. Literatura produccin bibliogrfica
acerca de afroperuanos, va-
3. Deportes
se los valiosos comentarios
4. Casos y testimonios personales de Francisco Quiroz (2001).
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so del Per, 2000.
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debate. Debates en Sociologa 16: 245-250. Lima, 1990-1991.
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Day. Cambridge, 1977.
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en la cultura criolla. Lima: Congreso del Per, 2000.
Tardieu, Jean Pierre: Le destin des noirs aux Indes de Castilla: XVIe-XVIIe
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II.
1. Agricultura y haciendas
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Vargas Ugarte, Rubn S.J.: Vida de San Martn de Porras. Cuarta edicin.
Buenos Aires: Imprenta Lpez, 1963.
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Biografas de los autores
%
en la Pontificia Universidad Catlica del Per. Actualmente est inves-
tigando las relaciones entre migracin y cultura popular en la poblacin
de Lima del siglo XVII. Su campo de inters est en la historia de los
sectores populares en el periodo colonial. Ha investigado la vida campe-
sina de los negros en el valle de Lambayeque de la segunda mitad del
siglo XVIII. Hoy se desempea como docente adscrito al Departamento
Acadmico de Historia, Arqueologa y Antropologa de la Facultad de
Humanidades de la Universidad Nacional Federico Villarreal.
&
Revista de Marina. Autor del libro Buques de la Marina de Guerra del Per
desde 1884: Cruceros. Adems, es autor de diversos artculos sobre
historia naval y tecnologa naval, publicados en diversas revistas
especializadas. Tambin ha colaborado en la publicacin de anuarios
y revistas extranjeras especializadas en temas navales y de historia
martima.
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Este libro ha sido impreso por LEDEL S.A.C.
en el mes de agosto del 2003.
Telfs.: 476-7457 / 224-1350
[email protected]
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