30 Baruc
30 Baruc
Baruc
Versi n de Mns. Juan Straubinger
Libro 30 de la Biblia
Baruc Captulo 6 2
Baruc Captulo 6 3
Introduccin
En el canon se agrega a las Lamentaciones el pequeo y bellsimo
libro de Baruc, en hebreo Bendito, cuyo texto original se ha perdido,
pero que nos ha llegado en la versin griega de los Setenta, cuyos
autores, judos, lo admitan por lo tanto, como autntico y cannico.
Tras una breve introduccin histrica (1, 1-14) trae esta profeca la
confesin de los pecados del pueblo desterrado que implora la
misericordia de Dios (1, 15-3, 18), y termina con amonestaciones y
palabras de consuelo (3, 9-5, 9). Se aade como captulo sexto una
carta del profeta Jeremas (6, 1-12) en que ste condena con notable
elocuencia la idolatra y el materialismo en el culto.
No hay duda de que el autor es aquel Baruc que conocemos como
amanuense de Jeremas quien le dict sus profecas y luego, hallndose
preso, le encarg las leyera delante el pueblo, como lo hizo tambin
ms tarde ante los prncipes (Jeremas, captulo 36).
Despus de la cada de Jerusaln Baruc acompa a Jeremas a
Egipto (Jeremas 43); ms tarde, en 582, lo encontramos en Babilonia
entre los israelitas cautivos, a los cuales en presencia del rey Jeconas
ley su libro (Baruc 1, 3). Regres a Jerusaln con una suma de dinero y
vasos destinados para el culto del Templo.
La autoridad cannica del libro que algunos intentaron negar, est
asegurada por la Tradicin y por la solemne decisin del Concilio
Tridentino.
El texto hebreo se ha perdido. Por eso seguimos la Vulgata.
Baruc Captulo 6 4
Baruc Captulo 6 5
El Libro de Baruc
Captul 1
1
Estas son las palabras del libro que escribi Baruc, hijo de Neras,
hijo de Maasas, hijo de Sedecas, hijo de Sede, hijo de Helcas, en
Babilonia. 2el ao quinto, el da siete del mes, en el tiempo que los
caldeos se apoderaron de Jerusaln y la incendiaron.
Baruc y los desterrados
3
Y ley Baruc las palabras de este libro en presencia de Jeconas, hijo
de Joakim, rey de Jud, y delante de todo el pueblo que haba venido a
or la lectura del libro, 4y delante de los magnates e hijos de los reyes, y
delante de los ancianos, y delante del pueblo desde el ms pequeo
hasta el ms grande de todos cuantos habitaban en Babilonia, junto al
ro Sod; 5los cuales oyndolo lloraban y ayunaban, y oraban ante el
Seor. 6Hicieron una colecta de dinero, segn la posibilidad de cada
uno; 7y lo remitieron a Jerusaln, a Joakim, hijo de Helcas, hijo de
Salom, sacerdote, y a los sacerdotes, y a todo el pueblo que se hallaba
con l en Jerusaln. 8Baruc recobr tambin los vasos de la Casa del
Seor, los robados del Templo, para volverlos al pas de Jud, el da diez
del mes de Sivn: los vasos de plata que haba hecho Sedecas, hijo de
Josas, rey de Jud. 9Pero Nabucodonosor, rey de Babilonia, haba
deportado de Jerusaln a Jeconas, a los prncipes, a todos los magnates
y al pueblo del pas llevndolos cautivos a Babilonia.
Carta de los desterrados a los judos de Jerusaln
10
Y dijeron: He aqu que os enviamos dinero; comprad con l
holocaustos y sacrificios expiatorios e incienso, y haced ofrendas, y
ofrecedlo todo sobre el altar del Seor, Dios nuestro. 11Y rogad por la
2. El ao quinto de la destruccin de Jerusaln corresponde al ao 582 antes de
Cristo.
3. El rey Jeconas (Joaqun) fue llevado a Babilonia en 597, diez aos antes de la
cada de Jerusaln. Vase IV Reyes 24, 8 ss. Cf. nota introductoria.
5. Lloraban, etc. Ntese el fruto espiritual de la Palabra de Dios leda en pblico.
Vase Jeremas 36, 5 ss. y nota. Cf. el decreto del Concilio Tridentino sobre la enseanza y
predicacin de la Sagrada Escritura (Sesin V del 17 de junio de 1546), y el canon 400 del
Cdigo Cannico sobre la explicacin de la Sagrada Escritura en las Catedrales.
10. Sobre el altar del Seor, es decir, en el lugar donde antes estaba el altar de los
holocaustos y donde seguan ofreciendo sacrificios, como se ve en Jeremas 41, 5 y Esdras
2, 68.
11. Qu ejemplo tan heroico de amor a los enemigos! Ruega por los reyes
perseguidores y es sbdito leal de ellos. Del mismo modo reconoce San Pablo la autoridad
Baruc Captulo 6 6
vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la vida de Baltasar su
hijo, a fin de que los das de ellos sobre la tierra sean como los del cielo,
12
y el Seor nos conceda fortaleza, y nos haga ver la luz, para que
vivamos bajo la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y bajo la
sombra de su hijo Baltasar, y les sirvamos a ellos por largo tiempo y
seamos gratos a sus ojos. 13Rogad tambin por nosotros mismos al
Seor, Dios nuestro; porque hemos pecado contra el Seor, Dios
nuestro, y no se ha apartado su ira de sobre nosotros hasta el da
presente. 14Y leed este libro que os enviamos, dndole lectura en el
Templo del Seor, en un da de fiesta o en un da oportuno.
Confesin de los pecados
15
As diris: Del Seor, Dios nuestro, es la justicia, mas de nosotros,
la confusin de nuestros rostros, como est sucediendo en este da a
todo Jud y a los moradores de Jerusaln, 16a nuestros reyes y nuestros
prncipes, a nuestros sacerdotes y nuestros profetas, y a nuestros
padres. 17Hemos pecado en presencia del Seor, Dios nuestro y no le
cremos, desconfiando de l. 18No le estuvimos sumisos, ni quisimos
escuchar la voz del Seor, Dios nuestro, para proceder conforme a los
mandamientos que l nos haba dado. 19Desde aquel da en que el
Seor sac de la tierra de Egipto a nuestros padres hasta el da de hoy,
hemos sido rebeldes al Seor, Dios nuestro, y nos apartamos lejos para
no or su voz. 20Por lo cual se pegaron a nosotros muchos desastres, y
las maldiciones intimadas por el Seor a su siervo Moiss el da en
que sac de la tierra de Egipto a nuestros padres para darnos una tierra
que mana leche y miel, como aparece en este da. 21No quisimos
escuchar la voz del Seor, Dios nuestro, conforme a todo lo que decan
los profetas que l envi a nosotros; 22y cada uno de nosotros nos
fuimos tras las inclinaciones de nuestro perverso corazn, para servir a
dioses ajenos, obrando el mal delante de los ojos del Seor, Dios
nuestro.
de Nern (Romanos 13, 1 ss.) y manda rogar especialmente por las autoridades porque
esto es bueno y agradable a Dios (I Timoteo 2, 1-3). Cf. 2, 21. Baltasar, su hijo: quiere
decir, su sucesor mediato.
15. Esta oracin de Baruc tiene mucha semejanza con la de Daniel (Daniel 9, 7 ss.).
Del Seor es la justicia: Cf. 2, 6. La destruccin de Jerusaln y el cautiverio fueron la
consecuencia de sus pecados propios (v. 17) y de las prevaricaciones de sus padres (v.
19). No olvidemos el Mea culpa en tiempos de calamidad general. Vase la nota sobre
la contricin colectiva en Lamentaciones 3, 42.
20. Vase Levtico 26, 14 ss.; Deuteronomio 28, 15; Lamentaciones 2, 17.
Baruc Captulo 6 7
Captul 2
Justicia de los castigos divinos
1
Por eso el Seor, Dios nuestro, cumpli su palabra, que haba
pronunciado contra nosotros, y contra nuestros jueces, gobernadores de
Israel, y contra nuestros reyes y nuestros prncipes, contra todo Israel y
Jud, 2de que el Seor traera sobre nosotros grandes males, cuales
jams se han visto debajo del cielo, como los que han sucedido en
Jerusaln, conforme a lo que se halla escrito en la Ley de Moiss: 3que
comera un hombre la carne de su propio hijo y la carne de su hija. 4Y
los entreg al poder de todos los reyes comarcanos nuestros, como
escarnio y objeto de horror entre todas las naciones, entre las que el
Seor nos ha dispersado. 5Esclavos hemos venido a ser, en vez de
amos, por haber pecado contra el Seor, nuestro Dios, no obedeciendo
a su voz.
6
Del Seor, Dios nuestro, es la justicia; de nosotros, empero, y de
nuestros padres, la confusin del rostro, como se ve en este da. 7Todos
estos males que el Seor nos haba amenazado, han venido sobre
nosotros; 8pero nosotros no acudimos al Seor, Dios nuestro, para
rogarle y para convertirnos, cada uno, de los designios de nuestro
perverso corazn. 9Por esto ech el Seor mano del castigo y lo
descarg sobre nosotros; pues justo es el Seor en todas sus obras que
nos ha mandado. 10No quisimos escuchar su voz para caminar segn
sus mandamientos que haba puesto delante de nuestros ojos.
Imploracin de misericordia
11
Ahora oh Seor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo del pas de
Egipto con mano fuerte y por medio de portentos y prodigios, con tu
gran poder y con brazo extendido, y te adquiriste el nombre que hoy
tienes; 12hemos pecado, hemos obrado impamente; nos hemos portado
inicuamente, oh Seor, Dios nuestro, contra todos tus mandamientos.
13
Aljese de nosotros tu indignacin, porque somos pocos los que
hemos quedado entre las naciones donde nos dispersaste. 14Escucha,
Seor, nuestros ruegos, y nuestras splicas, y lbranos por amor de Ti
3. Vase Levtico 26, 29; Deuteronomio 28, 53; Jeremas 19, 9; Lamentaciones 2, 20
y nota; 4, 10.
5. Vase Lamentaciones 5, 8 y nota.
6 ss. sta es la caracterstica de la verdadera contricin: el reconocimiento de la
justicia con que el Seor nos castiga. Vase la oracin de Daniel (Daniel 9, 13-18) y la de
Daniel 3, 27 ss., que la Iglesia usa como Introito en el Domingo XX de Pentecosts
(Liturgia anterior al Concilio Vaticano II).
11. Este recurso a la misericordia de Dios y a su propio honor, es frecuente en los
profetas y se lee asimismo en la oracin de Daniel 9, 19 y en xodo 32, 11 (Ncar-
Colunga). Vase en el versculo 14 otro recurso, de no menor fuerza: el amor que Dios se
tiene a s mismo.
Baruc Captulo 6 8
mismo, y haz que hallemos gracia a los ojos de aquellos que nos han
deportado; 15a fin de que conozca todo el mundo que T eres el Seor,
Dios nuestro, y que tu nombre ha sido invocado sobre Israel y sobre su
linaje. 16Vuelve, oh Seor, tus ojos hacia nosotros desde tu santa Casa,
inclina tus odos y escchanos. 17Abre tus ojos y mira, porque no son
los muertos, que estn en el sepulcro y cuyo espritu ha sido separado
de sus entraas, los que tributan honra al Seor y reconocen su justicia,
18
sino el alma que est afligida por causa de la grandeza del mal que ha
cometido, y que anda encorvada y macilenta y con los ojos cados. El
alma hambrienta, sa es la que te tributa gloria, oh Seor, y (reconoce)
tu justicia.
19
Pues no apoyados en la justicia de nuestros padres y de nuestros
reyes, derramamos nuestras plegarias y pedimos misericordia ante tu
acatamiento, oh Seor, Dios nuestro, 20sino porque has descargado
sobre nosotros tu indignacin y furor, segn habas anunciado por
medio de tus siervos los profetas, diciendo: 21Esto dice el Seor:
Inclinad vuestro hombro y vuestra cerviz, y servid al rey de Babilonia, y
as viviris tranquilos en la tierra que Yo di a vuestros padres. 22Pero si
no obedeciereis la orden del Seor, Dios nuestro, de servir al rey de
Babilonia, 23har cesar en las ciudades de Jud y en las calles de
Jerusaln las voces de alegra y de gozo, y los cantares del esposo y de
la esposa, y quedar todo el pas un desierto sin habitantes. 24Pero no
obedecieron la orden tuya de servir al rey de Babilonia; y por eso
cumpliste tus palabras que anunciaste por tus siervos los profetas: que
seran sacados de su lugar los huesos de nuestros reyes y los huesos de
nuestros padres. 25Y he aqu que han sido arrojados al ardor del sol, y a
la escarcha de la noche; y murieron entre crueles dolores, causados por
el hambre, por la espada y la peste. 26Y el Templo sobre el cual haba
sido invocado tu nombre, lo redujiste al estado en que se halla hoy da,
a causa de las maldades de la casa de Israel y de la casa de Jud. 27Sin
embargo, has obrado con nosotros, oh Seor, Dios nuestro, con toda tu
bondad, y con toda aquella tu gran misericordia; 28como lo habas
15. El Seor es Dios de Israel, por lo cual los israelitas se consideran hijos suyos que
llevan su nombre y son objeto privilegiado de su poder y misericordia. Cf. xodo 4, 22; 19,
5 s.; Deuteronomio 26, 15; Isaas 63, 15 y. la oracin del Eclesistico (Eclesistico 36).
17. Ese mismo pensamiento aparece en otros pasajes del Antiguo Testamento
(Salmo 6, 6 y nota; 87, 11 ss.; 113, 17; Eclesistico 17, 26; Isaas 38, 18 ss.). Por eso las
esperanzas del Antiguo Testamento se concentran ms que en la salvacin del alma sola,
en la resurreccin de los cuerpos la cual traer el Mesas (Job 19, 25 s. y nota).
21 ss. Vase Jeremas 27, 8 ss. El cautiverio y la sumisin al rey de Babilonia son las
condiciones de la restauracin del pueblo judo. Cf. 1, 11 y nota.
25. Por la espada y la peste: As dice el texto griego. La Vulgata dice destierro en
lugar de peste.
26. En el versculo 16 el profeta habla del Templo como si existiera an. Aqu en el v.
26, vemos claramente que est en ruinas y que Baruc escribi su libro despus de su
destruccin.
Baruc Captulo 6 9
declarado por boca de Moiss, siervo tuyo, el da en que le mandaste
escribir tu Ley a la vista de los hijos de Israel, 29diciendo: Si no
obedeciereis a mi voz, esta grande muchedumbre de gente ser
reducida a un muy pequeo nmero en las naciones, entre las cuales la
dispersar; 30porque Yo s que no me escucharn, pues es un pueblo de
dura cerviz; pero volver en s, cuando est en la tierra de su cautiverio;
31
y conocern que Yo soy el Dios suyo. Y les dar un corazn, y
entendern; odos, y oirn. 32Me tributarn alabanza en la tierra de su
cautiverio, y se acordarn de mi nombre. 33Ablandarn su dura cerviz y
su malignidad; pues se acordarn de lo que sucedi a sus padres por
haber pecado contra M. 34Entonces los conducir otra vez a la tierra
que promet con juramento a sus padres, a Abrahn, a Isaac y a Jacob; y
sern seores de ella; y los multiplicar, y no disminuirn. 35Y
establecer con ellos otra alianza eterna para que Yo sea, su Dios, as
como ellos sern el pueblo mo; y no remover jams a mi pueblo, los
hijos de Israel, de la tierra que les he dado.
Captul 3
Continuacin de la plegaria
1
Y ahora, Seor todopoderoso, Dios de Israel, un alma angustiada y
un espritu acongojado dirige a Ti sus clamores. 2Atiende, Seor, y ten
piedad de nosotros, porque eres un Dios misericordioso; y apidate de
nosotros, porque hemos pecado en tu presencia. 3T permaneces
eternamente; pero nosotros habremos de perecer para siempre? 4Oh
Seor todopoderoso, Dios de Israel, escucha ahora la oracin de los
muertos de Israel, y de los hijos de aquellos que pecaron ante Ti, y no
quisieron escuchar la voz del Seor, su Dios, por lo cual se ha pegado a
nosotros el mal. 5No te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres;
acurdate, si, en este tiempo, de tu poder y de tu nombre. 6Porque T
eres el Seor, Dios nuestro; y nosotros, oh Seor, te tributaremos
alabanza. 7Pues por eso has llenado de temor nuestros corazones, a fin
de que invoquemos tu nombre y te alabemos en nuestra cautividad, ya
29 ss. Vase Levtico 26, 27 a.; Deuteronomio 28, 62 s.; 30, 1 ss, La conversin del
pueblo a su Dios ser perfecta; es descrita admirablemente (Fillion). Esta profeca va
ms all de la restauracin despus del destierro, la cual no fue perfecta ni en sentido
material ni espiritual.
35. Establecer con ellos otra alianza eterna y no remover jams, etc. Esta
profeca tendr su pleno cumplimiento en el reino mesinico. Vase II Reyes 7, 7-16;
Tobas 13, 12; Jeremas 31, 31 ss.; 32, 40; 33, 17-26; Lamentaciones 4, 22 y nota; Oseas
2, 19; Miqueas 4, 7.
4. Los muertos de Israel son los mismos desterrados, puesto que son como una
nacin muerta y destinada a la perdicin si Dios no los salva milagrosamente. Se ha
pegado a nosotros el mal: El profeta usa esta expresin grfica otra vez (la primera en 1,
20), para sealar lo inevitable e inseparable que era el mal para los judos. Eran casi una
misma cosa, ellos y el mal.
Baruc Captulo 6 10
que nos hemos alejado de la iniquidad de nuestros padres que pecaron
delante de Ti. 8Henos aqu hoy en nuestro cautiverio, en donde nos
tienes dispersos para que seamos objeto de escarnio y maldicin, y
para expiacin de todas las maldades de nuestros padres, que se
apartaron del Seor, Dios nuestro.
Exhortacin a la sabidura
9
Escucha, Israel, los mandamientos de vida;
aplica tus odos para aprender la sabidura.
10
Cul es el motivo, oh Israel,
de que ests en tierra de enemigos?
11
Y de que hayas envejecido en pas extranjero,
contaminndote con los muertos,
y de que ya se te cuente en el nmero de los que descienden al
sepulcro?
12
Porque has abandonado la fuente de la sabidura.
13
Si hubieses andado por la senda de Dios,
viviras en perpetua paz.
14
Aprende dnde est la sabidura,
dnde la fortaleza, dnde la inteligencia,
para que sepas tambin dnde hay longevidad y vida,
y dnde est la luz de los ojos y la paz.
15
Quin hall la morada de la (sabidura)?
Quin penetr en sus tesoros?
16
Dnde estn los prncipes de las naciones
y los dominadores de las bestias de la tierra?
9. Escucha, oh Israel!: Este apostrofe, que empieza como el famoso Schma Israel
(Deuteronomio 6, 4), es la respuesta suavsima del Padre Celestial a la sincera confesin
precedente y contiene uno de los mis sublimes elogios de la Sabidura.
12. La razn que aqu da el mismo Dios del origen de todos los males, coincide con
lo que Israel ha confesado en el versculo 4, y se aplica igualmente a todos los tiempos.
As como la Sabidura que viene de Dios, trae consigo todos los bienes (Sabidura 7, 11),
la falta de ella es causa de todos los males. Vemos hoy da males sin nmero, guerras
cada vez ms terribles, luchas entre las clases sociales, entre el capital y los trabajadores,
la destruccin de la familia del hogar, de la personalidad y de la dignidad humanas.
Vemos luchas ideolgicas, esfuerzos titnicos para alcanzar fortuna, poder, honor; los
cuales, si fracasan, hacen del hombre el ser ms infeliz del mundo. Vemos adelantos
tcnicos y progresos cientficos que debieran ser destinados para servir al bienestar de la
humanidad y que ton empleados como medios de destruccin. Por qu todo eso? se
pregunta el hombre y Dios le contesta por boca del profeta Baruc: Porque has
abandonado la fuente de la sabidura. Si hubieses andado por la senda de Dios, habitaras
en perpetua paz (Elpis).
15 ss. Demuestra que la sabidura no se encuentra entre los hombres, porque
pertenece a Dios. Sin embargo, l la pone a la disposicin de los hombres en su Palabra
revelada y se apresura a prodigarla a todo el que la desea. Vase Sabidura 6, 14 s.;
Santiago 1, 5.
16 ss. Observemos aqu las mismas ilusiones que todava engaan a los hombres de
hoy.
Baruc Captulo 6 11
17
Aquellos que jugaban con las aves del cielo,
18
y atesoraban la plata y el oro
en que los hombres ponen su confianza,
y en cuya adquisicin jams acaban de saciarse;
aquellos que labraban con tanto afn la plata,
de modo que sus obras eran sin igual?
19
Exterminados fueron y descendieron a los infiernos,
y en su lugar se levantaron otros.
20
Generaciones jvenes vieron la luz, y habitaron sobre la tierra,
pero desconocieron el camino de la sabidura;
21
no comprendieron sus sendas,
ni la abrazaron sus hijos;
por eso ella se alej de su rostro.
22
No se oy palabra de ella en el pas de Canan,
ni fue vista en Temn.
23
Asimismo los hijos de Agar,
que van en busca de la prudencia que procede de la tierra,
los negociantes de Merra y de Temn,
los autores de parbolas y los investigadores de la inteligencia,
ignoraron igualmente el camino de la sabidura
y olvidaron sus sendas.
24
Oh Israel, cun grande es la casa de Dios,
y cuan espacioso el lugar de su posesin!
25
Grande es y no tiene trmino;
excelso es e inmenso.
26
All vivieron los famosos gigantes, que hubo al principio,
de elevada estatura, diestros en la guerra.
27
No a stos eligi el Seor,
ni encontraron la senda de la doctrina; por esto perecieron.
28
Y por cuanto no tuvieron sabidura
perecieron por su necedad.
29
Quin subi al cielo y se apoder de ella,
y la hizo descender de las nubes?
Captul 4
El camino de los mandamientos
1
ste es el libro de los mandamientos de Dios,
y la Ley que permanece eternamente.
Todos los que la guardan, llegarn a la vida;
mas los que la abandonan, a la muerte.
2
Convirtete, Jacob, y tenla asida;
camina al resplandor de su luz.
35. Vase Isaas 30, 36. Gozosas de servir. Aqu, como en Job 38, 7, se alude a la
naturaleza pursima, tal como sali de sus manos antes de la maldicin que trajo el
pecado (Cf. Gnesis 3, 17). Ahora, segn San Pablo, ella espera con ansia su restauracin
junto con la redencin de nuestros cuerpos (Romanos 8, 19 ss.). Es de notar que est
condenada la tesis de que el mundo ha de ser totalmente aniquilado de modo natural
(Denz. 717 a.).
37. Se acenta aqu el privilegio de Israel como depositario de la Sabidura revelada,
privilegio que San Pablo expone en Romanos 9, 1-5. Vase Salmo 147, 8 s. y notas.
38. Los santos Padres entienden este pasaje de la Sabidura personificada, o sea,
del Verbo - Jess. La Sabidura que habl por Moiss y los profetas, se manifestar en
persona para conversar con los hombres. Vase Juan 1, 14; Tito 2, 11; 3, 4; Hebreos 1, 1
ss. ; xodo 33, 11; Proverbios 6, 22; Sabidura 7, 26 y notas.
1. ste es el libro etc. Se refiere a la Ley. Y, especialmente, a la Sabidura, de la cual
trata el captulo 3. Notable texto que es un ardiente llamado a que estudien la divina
Escritura cuantos aspiran a ser sabios. Vase Eclesistico 39, 1 y nota.
Baruc Captulo 6 13
3
No des tu gloria a otro,
ni tu dignidad a una nacin extraa.
4
Dichosos somos nosotros, los de Israel,
porque sabemos lo que agrada a Dios.
Palabras de consuelo
5
Ten buen nimo, oh pueblo de Dios,
memorial de Israel.
6
Fuisteis vendidos a las naciones,
mas no para ruina.
Por haber provocado la indignacin de Dios,
por eso fuisteis entregados a los enemigos.
7
Pues irritasteis a Aquel que os cre, al Dios eterno,
ofreciendo sacrificios a los demonios en lugar de Dios.
8
Olvidasteis al Dios, vuestro Creador,
y contristasteis a Jerusaln, vuestra nodriza.
9
Porque ella vio venir sobre vosotros la ira de Dios,
y dijo: Escuchad, vecinas de Sin;
Dios me ha enviado una afliccin grande;
10
pues he visto la cautividad de mis hijos y de mis hijas,
que hizo venir sobre ellas el Eterno.
11
Yo los he criado con gozo,
pero con llanto y con dolor los he despedido.
12
Ninguno se alegre de m al verme viuda y desamparada.
Muchos me abandonaron por los pecados de mis hijos,
por cuanto se desviaron de la Ley de Dios;
13
y no conocieron sus preceptos,
ni anduvieron por el camino de los mandamientos de Dios,
ni siguieron con justicia por las sendas de su verdad.
14
Vengan las vecinas de Sin,
y consideren la cautividad que el Eterno hizo venir sobre mis hijos e
hijas;
15
porque trajo sobre ellos una nacin remota,
una nacin desvergonzada y de otra lengua,
16
que no respeta al anciano, ni se apiada de los nios;
que arranca a la viuda sus queridos, dejndola desolada y sin hijos.
2. A este elogio de la Ley de Dios podran aadirse otros muchos pasajes
semejantes, p. ej. Salmo 118, 105, por lo cual el IV Concilio de Constantinopla dispone
que el Santo Evangelio que nos trae estas luces, debe venerarse lo mismo que la Cruz y la
Imagen de Cristo. Siempre ve claro en su camino, vaya por donde quiera, el que tiene
por antorcha la Ley de Dios (San Ambrosio).
4. Saber lo que agrada a Dios! Sobre esta altsima bienaventuranza vase
Eclesistico 1, 34; 2, 19; 4, 15 y notas.
12 s. Dios distingue entre los malos hijos y su Jerusaln que sigue siendo su amada.
As tambin la Iglesia subsistir santa aunque muchos prevariquen y renieguen de ella.
15. Alusin a los babilonios que hablaban el idioma arameo (caldeo).
Baruc Captulo 6 14
17
Y yo, en qu puedo yo ayudaros?
18
Aquel que envi sobre vosotros los males,
l mismo os librar de las manos de vuestros enemigos.
19
Andad, hijos mos, andad;
yo me quedo solitaria.
20
Me quit el vestido de alegra,
y me vest del saco de rogativa,
y clamar al Altsimo todos los das de mi vida.
Soportad con paciencia el castigo
21
Tened buen nimo, hijos mos, clamad al Seor,
y l os librar del poder y de las manos de los prncipes enemigos;
22
que yo espero del Eterno vuestra salud;
pues el Santo me ha consolado
por la misericordia que os vendr de parte del Eterno,
Salvador nuestro.
23
Pues con lgrimas y sollozos os dej ir;
mas el Seor os devolver otra vez a m
con gozo y alegra duradera.
24
Porque al modo que las vecinas de Sin
vieron cmo fuisteis llevados al cautiverio,
as vern muy presto vuestra salud que de Dios vendr sobre
vosotros
con grande gloria y resplandor eterno.
25
Hijos mos, soportad con paciencia
la ira de Dios que ha descargado sobre vosotros.
En breve vers la ruina de tu enemigo
que te persigui, y pondrs tu pie sobre su cerviz.
26
Mis delicados (hijos) anduvieron por caminos speros;
porque han sido llevados como un rebao robado por el enemigo.
27
Tened confianza, hijos mos, y clamad al Seor;
pues Aquel que os transport, se acordar de vosotros.
28
Porque as como por vuestra voluntad os descarriasteis de Dios,
as al convertiros de nuevo le buscaris
22. El Santo: sinnimo de Dios. Aqu puede referirse tambin al Mesas; pues
algunos de los versculos siguientes suenan como vaticinios mesinicos (versculos 24 y
29). Me ha consolado: En todo este captulo prevalece la esperanza sobre el miedo, y
predomina la confianza en el auxilio divino. Jerusaln espera en el Seor, el Seor ser su
Libertador y protector; no ser confundida (Salmo 24, 20; 25, 1; 30, 25; 55, 5; 60, 4, etc.).
La esperanza la hace sufrir con paciencia todas las humillaciones y la conforta en todas
las aflicciones. Slo la esperanza, Seor, obtiene misericordia ante Ti, dice San Bernardo,
y es slo en el vaso de la esperanza en que pones el blsamo de tu misericordia (Sermn
III, sobre la Anunciacin). Cf. Jeremas 17, 17 y nota.
28. Esta profeca se refiere en primer lugar al regreso del cautiverio; en segundo, a
la conversin definitiva del pueblo judo. Vase Deuteronomio 4, 30 y nota. San Juan
contiene igual profeca (19, 37), transcribiendo la de Zacaras 12, 10. Cf. Apocalipsis 1, 7.
Baruc Captulo 6 15
con una voluntad diez veces mayor.
29
Pues Aquel que os envi estos males,
l mismo traer un gozo sempiterno con la salud que os dar.
30
Ten confianza, oh Jerusaln,
pues te consuela Aquel que te dio el nombre.
31
Perecern los malos que te han maltratado;
sern castigados los que se alegraron en tu ruina.
32
Castigadas sern las ciudades a las cuales han servido tus hijos,
y aquella que recibi a tus hijos.
33
Pues como ella se alegr en tu ruina,
y salt de gozo por tu cada,
as se ver angustiada en su desolacin.
34
Yo pondr fin al alborozo de su muchedumbre,
y su jactancia se convertir en llanto.
35
Porque el Eterno enviar fuego sobre ella
por largos das,
y ser habitada por demonios durante mucho tiempo.
36
Mira, oh Jerusaln, hacia el oriente y contempla
el gozo que Dios te enva.
37
He aqu que vuelven tus hijos que t enviaste dispersos,
vienen desde el oriente hasta el occidente,
reunidos por la palabra del Santo, gozndose en la gloria de Dios.
Captul 5
Alegra por la vuelta de los desterrados
1
Despjate, Jerusaln, del vestido de tu luto y de tu afliccin,
y vstete del esplendor y de la gloria sempiterna
que te viene de Dios.
2
Dios te rodear con el manto doblado de la justicia
y pondr sobre tu cabeza la diadema de la gloria del Eterno.
3
Pues Dios mostrar su esplendor en medio de ti
a todos los que viven debajo del cielo.
4
Porque el nombre que te impondr Dios para siempre,
Apndice
Carta de jeremas a los desterrados
Copia de la carta que envi Jeremas a los que haban de ser llevados
cautivos a Babel por el rey de los babilonios, para anunciarles lo que
Dios le haba mandado.