Reseña Sobre Conspiración de Las Formas, Maximiliano Crespi
Reseña Sobre Conspiración de Las Formas, Maximiliano Crespi
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Orbis Tertius, vol. XIX, n 20, 2014. ISSN 1851-7811
del libro donde se hace mencin de un trmino propio del campo de estudio de las revistas, como es el
de formacin; quedara entonces pendiente un anlisis que d real cuenta de ese desmarque. Por otra
parte, en cuanto a ese otro de la polmica que no se declara pero se exhibe, podramos preguntarnos si
acaso el distanciamiento es respecto de la teora o los recorridos crticos que se han hecho de ella.
El segundo posicionamiento tiene que ver con la pregunta por la poca; Crespi busca dar cuenta
de que la poca ensea su potencia enrostrando imposibilidades. No es homognea a la imagen que
de s misma se ha dado. A lo largo del libro se insiste en una cita de Literal: no se trata del hombre,
ese espantapjaros creado por el liberalismo humanista del siglo pasado: lo que se discute son sus
intercambios (107; 120); efectivamente, es en las relaciones entre lo que se dice y la inadecuacin e
incomodidad respecto de su prefiguracin ontolgica y deontolgica (47), entre literatura y presente,
entre literatura y tradicin, que tiene lugar el jeroglfico para dar cuenta de modos de leer diferentes.
As, se podra arriesgar que en cada artculo Crespi construye una figura crtica con que nombrar a las
revistas/artefacto segn su inadecuacin al cdigo:insumisa acefala, para Letra y lnea; irona como
crtica mordaz para Literal, potencia de lo inactual para Sitio.
El jeroglfico es entonces el que puede mirar a la historia desde otro lugar, abrirla a sus sombras.
Pero, por otro lado, el jeroglfico tambin ensea la inestabilidad de la propuesta; el libro asume un
punto de partida frgil: de un artefacto que se deja leer como jeroglfico solo a condicin de asumir
conspirativamente su disfuncin respecto del rgimen de verdad que le es contemporneo, no es
posible extraer algo as como una clave histrica capaz de convertirse en garanta de legibilidad.
Crespi expone esa fragilidad emprica porque sobre ella se posiciona tambin metodolgicamente: lee
la lectura de esas revistas sobre la poca con la misma sospecha que se deja ver en las escrituras de
esos artefactos, y coloca en el centro de su preocupacin a la clave histrica de la cual no se
desentiende para abordar el jeroglfico.
Letra y lnea: la insolencia del corte es la presentacin crtico/descriptiva de los cuatro
nmeros que constituyen la publicacin dirigida por Aldo Pellegrini, Osvaldo Svanascini y Mario
Trejo entre 1953 y 1954.Lo que pareciera tener mayor inters para Crespi es la Justificacin que
abre el primer nmero, porque da lugar a las contradicciones de una vanguardia que mira al pasado
buscando dar lugar a lo nuevo en el presente. Se podra arriesgar que el autor lee la revista a partir de
dos ncleos-problema: el modo en que funciona una poltica anti-totalizante del corte (lgica de
presentacin y de lectura de las notas, segn la cual cada nota es interrumpida por otra y sta por otra
nuevamente, hasta entrar una especie de laberinto y saltos de lecturas), y la paradjica relacin entre
experiencia esttica y desalienamiento poltico que expone la revista como acontecimiento. Este
ltimo punto es particularmente importante ya que el autor encuentra en esa paradoja una doble
mirada sobre el problema. En principio, Crespi parece no despegarse de cierta idea ya recorrida que es
la que vincula el aspecto poltico de la vanguardia, con el ejercicio de alteracin del rgimen de
utilidad y claridad segn el cual la literatura es parte de un cdigo captable por la lgica del
intercambio capitalista.Sin embargo, rpidamente se desva, y como alterativa a esa observacin, que
podra no ser ms que una nota revisada de lo que ya se ha dicho sobre la vanguardia, Crespi expone
dos vas, una algo menos contundente que la otra quizs. La primera seala al peronismo como
enemigo o el otro de Letra y lnea en tanto especialmente en el mbito de la cultura anudaba el
rgimen de verdad a la realidad; es decir aqu el enemigo no es Pern o la poltica sino el orden
simblico que busca justificar lo verdadero en una realidad que se piensa fctica. La segunda, y aqu el
autor sigue hasta las ltimas consecuencias su propia poltica de lectura, es identificar las cegueras de
Letra y lnea en el mismo sitio donde encuentra el jeroglfico: La conspiracin vanguardista procura
materializarse en esa desautomatizacin de la percepcin, pero esa desautomatizacin slo es pensada
de manera transitiva (), cuando ella misma es en efecto ese no-lugar, ese centelleo violento y
luminoso en que lo real acontece (73). Para hacer dialogar esos dos ncleos-problema, el desarrollo
crtico se centra especialmente en el vnculo entre tradicin, vanguardia y contemporaneidad que Letra
y lnea presenta como problema del arte y la literatura del presente, en tanto no se trabaja sobre un
pasado perdido sino sobre lo que en el presente no puede ser vivido como tal.
Literal, el carnaval y la letra analiza el gueto histrico del artefacto Literal como conspiracin
vanguardista. La negatividad radical respecto de las retricas y los cdigos culturales de su poca la
denuncia y la persuasin, y la puesta en prctica de un dispositivo de lectura a contrapelo de la
lgica que define las estructuras del presente, dan cuenta del lugar que tiene la irona en el meandro
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de las escrituras sin nombre, escrituras que se desvinculaban de la firma como acto y marca que
acompaa un artculo. En ese sentido Crespi seala dos aspectos fundamentales: el lugar que tuvo la
censura en Literal y la desaparicin de la firma en relacin con la historia. Retirar el nombre supone
evitar la figura del autor como punto de partida, y discutir valores; firmar habra supuesto adscribir a
un orden de significaciones o poderes establecidos, como por ejemplo testimonio, denuncia del
presente, utilidad (87). Crespi entonces retoma una cita Literal que sostiene a lo largo del artculo
para su propia lectura: La literatura es una de las formas en que la historia se ejecuta (93);as,es la
historia la que tiene lugar en tanto literatura, y no la literatura una parfrasis de la historia. Por otro
lado, en ese enunciado la historia se despega del discurso y constituye la ejecucin de una forma, de
modo que, pareciera decrsenos, esta tampoco sera ya una realidad preexistente, y la literatura no
podra ser un documento donde la historia se prueba. Literal entonces enuncia su moral crtica como
un desarrollo lgico. Pero Crespi utiliza esto para seguir pensando cmo el jeroglfico literario
recupera el valor poltico de estructuras conflictivas como la paradoja del sentido o la irona, y en
ese conflicto habla tambin de la historia. En cuanto al problema de la censura, se analiza el gesto
polmico de comprenderla en lugar de oponerse. Esto ltimo hubiera sido aceptar los trminos en
que se impona:cuando lo que se discute es la censura, lo que ya se ha convenido callar es la
verdad del deseo (95). All Crespi analiza el jeroglfico literario en contraposicin a los
metadiscursos que suean con organizar la realidad discursiva de la poca(97).
Sitio: escribir entre lneas: cuando el lector llega a este captulo y avanza apenas una o dos
pginas, puede suponer una polmica con los modos de nombrar de la historiografa crtica de la
literatura. Se discute lo que antes apenas se haba mencionado: la idea de que hay otros nombres para
pensar los vnculos entre experimentacin e historia, entre la literatura como afuera y los efectos
polticos, ms all de la conocida frmula de articulacin entre vanguardia literaria y vanguardia
poltica.Nuevamente el cruce es entre historia y literatura, pero esta vez el problema se trata de cmo
sustraer la literatura del rgimen cultural: Sitio se niega a leer las experiencias estticas como
sntomas de un concreto malestar en la cultura (125). La pregunta que se identifica en la revista es
cmo seguir hablando de la literatura y de la poltica, sin hacer de la primera una comprobacin de los
discursos sociales; por eso Sitio entra en problemas toda vez que toma la voz para hablar de la
coyuntura volviendo transitiva la palabra en la escritura si lo considera necesario, como en los
entredichos sobre Malvinas y la Ley de Obediencia Debida. Lo que identifica Crespi all es cmo el
constante recomienzo de Sitio respecto de su propia tica funda una manera particular de atacar al
poder atacando los lenguajes que lo constituyen, y para ello vuelven ineficaces sus respuestas sobre la
situacin poltica.
Limes, la segunda parte del libro, se entrega por completo a las derivas del jeroglfico. El
limes es el umbral, pero no solo como pasaje, es el lugar donde una experiencia compromete la
prdida de la propia estructura y la del mundo en la prdida de la palabra (141). Lo que analiza
entonces en los artculos siguientes es la huella borrosa de esa prdida. En el trabajo sobre Barthes,
Escribir los propios temas, se analizanlos efectos de lapre-crtica o crtica temtica en Michelet
par lui-mme de 1954. All, Maximiliano Crespi ve el punto de anclaje de un periplo que va hacia
RolandBarthes par RolandBarthes(1975), desde el tema como resistencia a la historia y no como
acumulacin de datos y materias primas de la crtica y el psicoanlisis biograficista, hacia el tema
comoproduccin de sentidos nuevos sobre los jeroglficos del presente.
El grito y el canto analiza el modo en que la escritura de Michel Foucault va desplegando una
teora sobre la locura y la literatura, en torno al lenguaje, que se encuentra finalmente expuesta en La
folie, labsencedoeuvre (1964). Crespi reconoce que el modo en que se piensa la relacin literatura-
lenguaje en ese texto retorna en Las palabras y las cosas (1966) bajo la figura del Verbo: que ya no
se restringe a sujetar el lenguaje al ser de la representacin. Pero locura y literatura no se fascinan o
superponen, sino que entre ellas aparece ese espacio que convoca al jeroglfico como forma de
lenguaje.
El decir del sueo da cuenta de un cruce entre Callois, Blanchot y la traduccin de
LIncertitude qui Vient des Rves(1956) por Enrique Pezzoni para Sur en 1958. En ese trabajo,Callois
pone en cuestin tanto la mirada filosfica que ubica al sueo en una relacin deficiente respecto del
saber y la existencia de la realidad, como los abordajes psicologistas que hacen del sueo un sentido
enigmtico a interpretar. El sueo, para Callois, no es escritura sino un jeroglfico que no puede ser
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