Los Primeros Libros de Ribeyro. Carlos Eduardo Zavaleta
Los Primeros Libros de Ribeyro. Carlos Eduardo Zavaleta
Los Primeros Libros de Ribeyro. Carlos Eduardo Zavaleta
2006 (171-175)
1
Manuel J. Baquerizo, “La nueva narración peruana”, en Letras Peruanas Nº 11
(Lima, diciembre 1955), y “La realidad en las narraciones de Ribeyro”, Letras
Peruanas Nº 13(Lima, Abril, Junio 1962).
2
Alberto Escobar “Prólogo”, La narración en el Perú (Lima, Letras Peruanas, 1956).
3
Ricardo Gonzales Vigil, “Ribeyro y la generación del 50” “Suplemento Dominical
de El Comercio”. (Lima, 6 de mayo 1984), y “La narrativa peruana después de
1950”, Lexis, vol. VIII, Nº, 2.
4
Carlos Eduardo Zavaleta, El gozo de las letras (Lima, Univ. Católica, 1959), ver pg.
192-220.
Creo que no hay lugar en este texto para dedicarse al novelista Ribeyro.
Todos elogian Crónica de San Gabriel (1960), pero no por la razón fundamental.
Yo creo que fue el mayor desafío para un joven escritor limeño el “invadir” la
sierra, donde sólo los indigenistas creían tener su predio. Sin embargo, hay un
antecedente valioso: José Gálvez, el antiguo Poeta de la Juventud, cronista
de Lima y de sus muchas tradiciones, además de haber sido discípulo de
Ricardo Palma y de haber recibido de las manos del Maestro la pluma con
que escribió las Tradiciones peruanas, él, José Gálvez, de estilo castizo y elegante,
publicó en 1923 su novela corta La boda, donde crea un personaje indio, el
asistente Eulalio, quien se enfrenta —como jamás sucede en las novelas
indigenistas— al dueño de la hacienda, don Juan Manuel, cada cual con
una estrategia, y quien vence sangrientamente es el indio y no el patrón,
cosa increíble. Por supuesto que no olvidemos que Gálvez nació en Tarma,
Junín, aunque pasó gran parte de su vida en Lima y llegó a ser hasta Presidente
del Senado; el, en su juventud, recordó, pues, su auténtica matriz provinciana
y finalmente fue leal a ella, si bien de modo indirecto y sugestivo.
Otra muy distinta es la opinión sobre la sierra que nos da el cuento “El
chaco”, de 1964, cuatro años después de la novela Crónica de San Gabriel. “El
chaco” pinta a un indio acorralado, cuya rebeldía va a hacerse notoria en un
acto suicida y casi teatral, de protesta y desobediencia al patrón; pero, aunque
su gesto es inútil e insuficiente, frente a un enemigo poderoso y cruel, el indio
acaba siendo otra víctima, eso sí, valiente, del gamonal. Es la primera y quizá
única vez en que trata así a un personaje campesino.