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LO EFICAZ ES JUSTO

Jacques Le Moul

Tomado de Critique de l'efficacit, primera parte, captulo 3, ditions de Seuil, Pars,


1991. Traduccin de Alberto Supelano.
Resumen

Jacques Le Mouel. "Lo eficaz es justo", CUadernos de Economia, v. XVI,


n. 26, Bogot, 1997, pginas 107-129.

En este texto, que corresponde al capitulo 3 de su libro, Jacques Le


Mouel completa la reflexin filosfica sobre el mito empresarial de
la eficacia fundado en el sofisma: "Lo eficaz es verdadero. Lo verdadero
es justo. luego, lo eficaz es justo". El hecho de elevar la adminis-
tracin a la categora de paradigma del modelo econmico de la sociedad
occidental y el hundimiento de las economias del Este han llevado a
ignorar que, ahora, el modelo somos nosotros mismos. Su anlisis de
la pretendida neutralidad de la ciencia y de las diferencias entre
tica y moral, en el marco de la empresa y en sus relaciOnes con la
sociedad, lo lleva a concluir que no es cierto que lo eficaz sea justo
y que la empresa no puede servir de modelo a la sociedad contempornea,
pues el fin no justifica los medios.

Abstract

Jacques Le Mouel. "What is Effective is Fair", CUadernos de Economia,


v. XVI, n. 26, Bogot, 1997, pages 107-129.

In this text, which comes from Chapter 3 of his book, Jacques Le Mouel
completes the philosophical reflection about the entrepreneurial myth
of effectiveness founded in the sophism: "What i s effective is true.
What is true is faie. Therefore, what is effective is fair". The fact
that management i s elevated to the category of paradigm for the economic
model of Western society and the collapse of the economies of the East
has led to neglect that, now, we ourselves are the modelo His analysis
of the supposed neutrality of science and of the differences between
ethics and morality, in the framework of the firm and its relations
with society, lead him to conclude that it is not true that what is
effective is fair, and that the firm cannot serve as a model for
contemporary society, since the end does not justify the means.
Ya denunci esa pretendida 'verdad' que se afirma en el discurso em-
presarial en nombre de la 'eficacia', hoy convertida en valor central de la
'nueva administracin'. He intentado mostrar las desviaciones que pueden
surgir cuando se opta por la accin en detrimento del conocimiento: recha-
zo de las contradicciones, de la complejidad y, ms profundamente, recha-
zo de la pregunta acerca del porqu?, es decir, acerca de los fundamentos
tericos de las prcticas actuales. Vimos que esta 'lgica de la eficacia' se
inscribe en un discurso ideolgico que remite, a su vez, a una visin utili-
tarista y pragmtica de la vida en sociedad, y que las tcnicas modernas de
'comunicacin' difunden este discurso en una 'jerga' digna de Orwell. Al
presentar una imagen 'ideal' de la empresa, la 'administracin-espectcu-
lo' contribuye a revalorizarla y a darle una legitimidad nueva. Ayer des-
preciado y aun combatido, el empresario es hoy un modelo; hasta ayer
terreno privilegiado de la lucha de clases y tema de debate permanente
para la clase poltica y la sociedad en su conjunto, la empresa hoy logra
'consenso' en torno suyo. En todas las esferas -la social, la econmica y la
poltica- se proclama que el espritu de la empresa, con sus valores de
eficacia y rentabilidad, es el remedio para los males de nuestra sociedad.
Se sugiere incluso que los 'valores' de la empresa podran servir como
nuevo modelo social en la lucha contra la decadencia. En suma, por todas
partes se afirma que lo que es eficaz en la empresa tambin debe serlo en
la sociedad; que 'lo eficaz es justo'.
Es indudable que la revalorizacin de la empresa y de los empresarios
deba ocurrir en algn momento: si se espera que la empresa contribuya
activamente a luchar contra el desempleo y a mejorar el nivel de vida,
no es posible que al mismo tiempo se la rechace y se la someta a la
vindicta popular. Pero hay que caer en el extremo opuesto? Confundir
el fin con los medios? Olvidar que la empresa no es un fin sino un medio
especfico para que sus accionistas, directivos y asalariados logren sus
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propios objetivos? La eficacia de la empresa como el 'mejor sistema


posible', en el sentido del 'mejor rgimen posible' que buscaban los
griegos, est lejos de haberse probado. Como vimos, la eficacia de la
administracin no es algo obvio. No todo lo eficaz es portador de ver-
dad. y, sobre todo, conviene evaluar el significado de la afirmacin: 'lo
eficaz es justo'.
Al volverse 'legtima', la empresa abandona el mbito estrecho de la
reflexin econmica y social para entrar en un terreno ms vasto, el del
derecho y la equidad, pues se es el sentido de la palabra 'legtimo':
"fundado en el derecho, en la equidad". Es, entonces, pertinente consi-
derar a la empresa y a la administracin desde el punto de vista de la
filosofa del derecho y de la moral. Ms an cuando el mundo gerencial
busca apropiarse de este terreno mediante lo que hoy se denomina' tica
de los negocios'.

LA TCNICA ES NEUTRAL?

Mientras que las nociones de 'verdad' y 'justicia' siempre fueron objeto


de la reflexin filosfica y constituyen el meollo de todas las grandes
corrientes que han surgido en su historia, hasta hoy la nocin de 'efica-
cia' no parece haber preocupado mucho a los filsofos. Segn la defini-
cin ms aceptada, es 'eficaz' lo que produce el efecto que se espera. Esta
nocin surge con el desarrollo de la tcnica. De un tratamiento mdico,
por ejemplo, se dir que es 'eficaz'. Un breve repaso etimolgico mues-
tra que para los griegos ambas nociones estaban estrechamente ligadas.
Al principio, techn significaba 'produccin' o 'fabricacin', pero muy
pronto empez a denotar el saber hacer en general, luego el mtodo, la
'manera eficaz de obrar'. Por tanto, preguntar qu es la 'eficacia' es
preguntar qu es la 'tcnica'.
Una tcnica consiste en poner en prctica cierto saber y se diferencia del
saber como tal: para los griegos, especialmente para Aristteles, los fines
de la actividad en cuestin le son indiferentes. De acuerdo con Arist-
teles, los dominios de la techn y de la virtud tica estn separados. En
tanto aplicacin de medios, slo se la debe juzgar en virtud del ajuste
eficaz de esos medios al fin que se persigue, que ha sido propuesto por
una instancia diferente. El 'tcnico' no debe ocuparse de lo que se pro-
duce, ni del porqu se produce.
Esta concepcin de la tcnica como instrumento 'neutral' predominar
hasta comienzos del siglo XX. Marx nunca critic la tcnica como tal;
consideraba incluso que las fuerzas productivas -en especial, las cien-
cias y la tcnica- eran ideolgicamente neutrales, y que su desarrollo
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era intrnsecamente positivo. Para l, la tecnologa capitalista es la racio-


nalidad encarnada; es verdad que menciona y denuncia sus consecuen-
cias inhumanas, pero stas provienen en lo fundamental del uso capita-
lista de una tecnologa que se valoriza positivamente a s misma. Ade-
ms, el desarrollo de las fuerzas productivas asociadas al capitalismo
proveera la base material para edificar el socialismo. Habr que esperar
a la guerra de 1914 y, sobre todo, a Auschwitz, y luego a Hiroshima, para
que el problema de la tcnica se ponga a la orden del da. Pero en verdad
slo desde hace pocos aos, con el desarrollo de la gentica y los temores
suscitados por las .manipulaciones genticas', se viene haciendo una
reflexin tica sobre la tcnica.
En todos los tiempos, desde la primera flecha de slex, pasando por el
caballo de Troya, hasta nuestros das, la tcnica se ha utilizado con fines
militares; pero la primera manifestacin espectacular del poder de la
tcnica moderna y de su capacidad destructora fue la guerra.de 1914.
Por vez primera se evidenci que el hombre tena poco peso frente a la
'mquina soberana', expresin del escritor alemn Ernst Jnger para
designar la tcnica. y el general De Gaulle sac rpidamente la leccin,
aunque el Estado Mayor francs no atendi sus razones en favor de un
ejrcito motorizado y blindado. Hitler, por su parte, advirti las ventajas
que poda sacar de los 'progresos' tcnicos y los convirti en instrumen-
to para dominar el mundo. En particular, el uso racional, industrial y
eficaz de la deportacin y del genocidio demostr para siempre que es
imposible disociar una tcnica de su utilizacin, del fin al que sirve. "En
ningn otro lugar o poca se asisti a un fenmeno tan repentino y
complejo: nunca se segaron tantas vidas humanas en tan poco tiempo y
con esa lcida combinacin de inteligencia tcnica, fanatismo y cruel-
dad", dice Primo Levi [1989, 21]. Despus de Auschwitz, nadie puede
defender la neutralidad de la tcnica.
Una pregunta filosfica que surge desde ese momento es si la tcnica es
en s misma una fuerza de dominacin. Y no es casual que los principales
filsofos dedicados a la reflexin crtica sobre la tcnica hayan sido los
pensadores de la Escuela de Frankfurt.! Muchos de ellos judos, dejaron
la Alemania nazi entre 1933 y 1938 Y se refugiaron en Estados Unidos.
Cuando acab la guerra regresaron a Europa, despus de sufrir la triple
experiencia de su opresin, su exilio como judos y como alemanes, y
como filsofos a quienes les era imposible vivir en la Amrica ultratec-
nologizada. En Dialectique de la raison, Adorno y Horkheimer demues-
tran que la razn tcnica, tras haber contribuido a la liberacin de la

1 Retomo ciertos pasajes de un curso dictado por [ean-Marie Domenach en la


Escuela Politcnica con el ttulo de "Enfoque de la modernidad".
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humanidad, se est convirtiendo en un mito que sofoca todas las potencia-


lidades humanas. La tcnica uniforma las culturas de los pases desarro-
llados, yen cada capital encontramos los mismos objetos, las mismas ropas
y, muy pronto, las mismas conductas. Para Adorno y Horkheimer, esta
identidad de las cosas y de los hombres hace imposible que cada individuo
sea idntico a s mismo, que sepa quin es y de dnde viene.
Ms radical, Herbert Marcuse dice en El hombre unidimensional:
Ante los aspectos totalitarios de esta sociedad, ya no es posible hablar de
'neutralidad' de la tecnologa. Ya no es posible aislar la tecnologa del uso
al que est destinada; la sociedad tecnolgica es un sistema de dominacin
que funciona en el mismo nivel de las concepciones y construcciones de las
tcnicas [1987].

Para l, el aparato productivo tiende a ser 'totalitario' porque determina


las actividades, actitudes y aptitudes asociadas a la vida social, al mismo
tiempo que las aspiraciones y necesidades individuales. Desaparece as
toda oposicin entre vida privada y vida pblica, entre necesidades
sociales y necesidades individuales. Por su parte, Habermas piensa que
la tcnica y la ciencia son la ideologa de los grupos dirigentes de las
democracias 'liberales' y que les dan la legitimidad que stos necesitan.
En un mundo que vuelve a dudar a causa de los choques petroleros y
de la recesin, la tcnica sigue siendo un valor al que se acude como
refugio. Se la ve en accin, produce objetos tangibles y, aunque sea am-
bigua -hoy sabemos que puede salvar vidas y destruirlas- sigue sien-
do fascinante.' La tcnica orienta la ciencia hacia resultados que deben
ser cada vez ms espectaculares y rentables. As pues, la relacin cien-
cia-tcnica se ha invertido, lo que ha llevado al 'ocaso' de la filosofa y
del problema de la verdad. Como vimos, hoy se considera 'verdadero'
no lo que depende de una verificacin intelectual sino lo que prueba ser
eficaz. Jacques Ellul justificaba ese sofisma cuando deca que: "El poder
y la autonoma de la tcnica son tan firmes que sta pasa a ser juez de la
moral: una proposicin moral slo ser vlida en este tiempo si concuer-
da con l" [Ellul s.f., las cursivas son mas]. Detrs de los problemas
creados por la tcnica est la cuestin de la moral y, por consiguiente, la
del derecho, como evidencian los avances de la 'procreacin artificial',
que obligan a modificar las disposiciones legales y jurdicas. Debemos
utilizar todos los medios que la ciencia y la tcnica ponen a nuestra
disposicin? Se debe producir una herramienta o un objeto sin tener
en cuenta el uso al que ser destinado y las consecuencias que acarrear?

2 Me fascina el computador con que escribo este libro!


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Estas preguntas slo pueden hacerse cuando se advierte que, en contra


de lo que dicen los 'tecncratas', la tcnica no es neutral.
El uso peyorativo de la palabra 'tecncrata' no es obra del azar; por el
contrario, revela el temor ante toda decisin que se toma en nombre de
la supuesta' eficacia' o 'neutralidad' de la tcnica. Sea que se trate de
instalar una central nuclear en Bretaa o de construir un nuevo subte-
rrneo en Pars, el hombre comn es consciente de que, ms all de lo
que se decida emprender, hay otras cosas en juego. Mientras que en los
aos setenta los hombres de empresa vean a los ecologistas con cierto
desprecio, hoy compiten para hacer la mejor campaa de publicidad que
alabe su preocupacin por el medio ambiente. Del mismo modo, mien-
tras que los golden boys estuvieron en la primera plana de los peridicos
y su saber hacer -otra vez la tcnica- se cotizaba a precio de oro, hoy
es de buen tono criticar su suficiencia y la pequeez de sus valores
morales. La 'tica' se est convirtiendo en la ltima moda en materia de
administracin de empresas.

LA 'TICA DE LOS NEGOCIOS' LAVA MS BLANCO

Despus de los escndalos que asediaron la presidencia de Reagan, des-


de el Irangate hasta la renuncia sucesiva de muchos miembros de su
crculo, comprometidos en negocios ms o menos dudosos, aunque el
Presidente presuma ser el adalid del rigor moral, ha llegado la hora de
la tica'. Las universidades estadounidenses fundan ctedras de tica
I I

de los negocios' y publican artculos y libros. Japn tambin entr en la


carrera de la 'tica', sobre todo en la vida poltica, cuando un tal seor
Hasegawa fue nombrado presidente de una comisin parlamentaria
encargada de reformar la tica de los partidos. Idea desafortunada, por-
que poco despus Le Monde [1988] informaba que ese seor, a quien tres
das antes haban nombrado ministro de Justicia, estaba comprometido
en el escndalo Recruit! En Francia, dos 'negocios' fueron la comidilla
de la crnica cotidiana a principios de 1989: el raid sobre el capital de la
Socit Gnrale y la oferta pblica de compra de Pchiney por la em-
presa americana Triangle. Estos 'negocios' no constituyen ninguna no-
vedad -hace varios aal' que se habla de 'delitos de iniciados' - pero
s el trato que le da la prensa. La referencia a la 'moral' es cada vez ms
frecuente. Leemos en Le Monde [1989]:

Se crean verdaderas fortunas -independientemente de las rentas- gracias


a las plusvalas ganadas de antemano en detrimento de los ms desprote-
gidos, es decir, de los no iniciados [...]. Qu queda de la igualdad de todos
frente al riesgo, si los mercados no son totalmente transparentes?
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Las virtudes del mercado estn en cuestin y se critica el liberalismo a


ultranza, de derecha y de izquierda. En febrero de 1989, el gobierno
anunci que se iba a ocupar de la 'moralizacin de la vida financiera'.
La moda de la 'tica de los negocios' viene, una vez ms, de Estados
Unidos, con el primer libro traducido al francs, thique et management
[Blanchard y Peale, 1988], cuyo subttulo denuncia claramente su ambi-
cin: Triunfar sin perder la decencia. Pero no podemos engaarnos: tras la
pretensin del ttulo, se presenta una serie de recetas rpidas en forma
de principios morales escritos en gruesos caracteres, a toda pgina, dig-
nos del escotismo de preguerra, como: "No hay una buena manera de
hacer algo malo", "no existe almohada ms cmoda que una conciencia
tranquila", "pareciera que las personas honestas son las que pierden el
partido, pero generalmente no juegan en el mismo campo", etctera. El
libro tiene la forma de un relato cuyo protagonista es un gerente comer-
cial a quien un posible empleado le ofrece informaciones confidenciales
sobre el competidor con el que trabaja. Y he aqu el estado anmico del
valeroso gerente: contratar a este lobezno de largos colmillos por in-
formaciones que le seran tiles en una coyuntura tan difcil? Ose
negar por imponrselo sus principios morales? Adivinen! Ganaron:
al final del libro le ofrece el cargo de 'responsable de tica de la empre-
sa'! El ltimo de los oficios 'de acomodo', sin duda!
Aparte de esta 'literatura' para analfabetos, algunas revistas de gestin
ms serias y escuelas superiores francesas tambin se subieron al tren
de la 'tica'. En abril de 1989 se reuni en Francia el primer simposio
internacional sobre tica, economa y empresa. Nos enteramos que en
Estados Unidos (segn una encuesta realizada en 1987 por el Conference
Board), el 75 por ciento de las 300 empresas ms importantes tiene un
cdigo de conducta que rige sus relaciones internas y externas, y tam-
bin que, segn un sondeo del New York Times, el 53 por ciento de los
estadounidenses piensa que el mundo de los negocios es corrupto. Es
comprensible que las empresas norteamericanas comenzaran a invertir
en' tica' ya considerarla como un medio de gestin igual que cualquier
otro. Se trata de limpiar la imagen de business, un tanto opacada por la
acumulacin de 'negocios' de todo tipo. En Francia, en cambio, el debate
est en sus comienzos. Segn el Instituto de Gestin Social, ninguna de
las 40 empresas ms grandes tiene an un 'responsable de tica' y, por
10 ~ue s, una sola (Lafarge-Coppe) dispone de un cdigo deontolgi-
co. Al preguntarles cules eran las razones de esta entrada espectacular
de la 'tica' al mundo empresarial, varios participantes dijeron que la

3 Supe que despus de este coloquio algunos bancos y compaas de seguros


pensaban crear un cdigo semejante.
LO EFICAZ ES JUSTO 115

causa principal era el desequilibrio cada vez mayor entre los discursos
y la realidad. Y citaron la contradiccin entre el' discurso de la mayora
moral' de los republicanos en Estados Unidos o de los conservadores en
Gran Bretaa, as como el vocabulario de los hroes mediticos de estos
aos de ofertas pblicas de compra: raiders, 'tiburones de las finanzas',
'desmembramiento de empresas' y otros' caballeros negros'. El dinero
fcil que ganaron los golden boys, la especulacin burstil desenfrenada,
castigada en cierto modo por el crack de octubre de 1987, y la presencia
cada vez ms visible de los 'nuevos pobres' crean desorden o, para de-
cirlo con mayor seriedad, crean un estado de anomia donde cada quien
se pregunta cules son las reglas del juego, si todava las hay. Segn
diferentes informes, los participantes de este coloquio quedaron insa-
tisfechos al percibir que, aunque se hicieron buenas preguntas, las res-
puestas no fueron satisfactorias. Son realmente compatibles las preo-
cupaciones ticas con el inters bien entendido de los negocios? Es
siquiera imaginable asociar los trminos' tica' y 'negocios'? Cosa extra-
a: a menudo nos hacen las preguntas ms simples.
Alain Mine no duda de la posibilidad de 'moralizar' el mundo de los
negocios. En La machine galitaire, profetizaba: "La moral ser el desafo
del siglo XXI" [1987, 177] y, ms adelante: "La sociedad fragmentada del
siglo XXI expresar, ms que cualquier otra, una necesidad de tica". Y
prevea "enfrentamientos de rara intensidad", pues "los enfrentamien-
tos sobre los fines son evidentemente ms asoladores que los conflictos
sobre los medios" [1987,224]. Slo -que en este libro, Mine fundaba la
'tica' en el mercado. En su opinin, el mercado y no el Estado es el que
est en mejores condiciones para contribuir a reducir la desigualdad. En
suma, se poda ser' de izquierda' y a la vez 'liberal'. Dos aos despus,
en Eargent Jou [1989], vuelve sobre esa cuestin. Siempre partidario de
la economa de mercado y convencido de los beneficios del capitalismo,
un poco menos 'a la izquierda' desde que se convirti en uno de los
financieros destacados de la Bolsa parisiense, afirma, no obstante, que
hoy teme lo peor. Y critica el celo de los socialistas, que a su juicio habran
contribuido a que el mercado se hiciese 'totalitario'. Leyendo su libro,
parece que marchamos inevitablemente hacia una explosin social. Su
tesis es que, puesto que el dinero es el nuevo rey de la sociedad, no tiene
ningn contrapoder que lo enfrente: "demasiado mercado puede matar
al mercado"; y lanza un vibrante llamamiento a la virtud, para los pol-
ticos, y a la tica, para los gerentes. Largent Jou es el remate adecuado
para La machine galitaire, y ambas obras hacen gala de una misma lgica:
la de un mercado supuestamente capaz de resolver, con una pizca de
derecho, unas gotas de reforma fiscal y una onza de moral, las contra-
dicciones del sistema capitalista. Porque aunque Mine pone en eviden-
cia, con gran lucidez, los estragos causados por lo que se conviene en
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llamar 'sociedad dual', sigue creyendo que la esfera de la produccin es


'neutral' y que el nico problema es la forma de distribuir la riqueza
producida. Reaparece, pues, en la base de su demostracin el presu-
puesto de la 'neutralidad' de la tcnica. Ahora bien, ya vimos que esto
no es tan evidente.
Querer 'moralizar' el mundo de los negocios es, de por s, un vasto
programa. Querer conciliar la tica y el business es ms ambicioso toda-
va. Adems habra que saber de qu se habla cuando los trminos' tica'
y 'moral' se utilizan para cualquier propsito. Es verdad que la apari-
cin de esas nociones en coloquios, medios de informacin y literatura
gerencial indica que se ha tomado conciencia de los lmites del sofisma
inicial, lo que equivale a decir que 'lo eficaz' no es forzosamente 'justo';
en otras palabras, que el fin no siempre justifica los medios. Pero, se
puede hablar de 'tica' a propsito de cualquier cosa y ver en ella un
simple medio? y, en caso afirmativo, para qu fines? Queda as plantea-
do el problema de la tica, y un pequeo rodeo por la filosofa es en este
caso ms necesario que nunca.

UN RODEO FILOSFICO

En los captulos anteriores he hecho frecuentes referencias a la filosofa. En


cada ocasin, slo he buscado aclarar algunas nociones o recordar que tal
o cual gestin planteada por las teoras o prcticas gerenciales requera una
aclaracin que slo poda encontrarse en la filosofa o en la historia. He
intentado mostrar las races utilitaristas y pragmticas de la 'nueva admi-
nistracin', o situar el problema de la tcnica fuera del campo puramente
econmico. Si ahora propongo un 'rodeo filosfico', es decir; abandonar
por un momento la gerencia y hacer una pausa, es porque se ha compro-
bado que la filosofa ha penetrado, de hecho, en la empresa, que sus concep-
tos estn en la primera plana de la prensa gerencial-'valores', 'cultura',
'identidad' - y que la nocin de 'tica' nos lleva al ncleo de la problem-
tica filosfica. Y no es una paradoja menor ver que la filosofa, disciplina
cuya 'muerte' ya ni siquiera se anuncia cuando era obvia para algunos,
retorna al escenario y franquea la puerta de nuestras empresas. En realidad,
no deberamos sorprendernos, por diversas razones. Primera, porque las
preguntas filosficas son las preguntas que se hace todo el mundo, porque
la filosofa ensea que una pregunta lleva a otras preguntas, porque la
interrogacin hace avanzar al pensamiento mientras que las respuestas
prefabricadas lo estancan, porque la filosofa conoce la historia de las pre-
guntas que se hizo la humanidad y las respuestas que se dieron. La filosofa
no silencia las dificultades, las pone de relieve. Y si las dcadas del sesenta y
del setenta fueron la edad de oro de las ciencias humanas, los problemas que
LO EFICAZ ES JUSTO 117

hoy se plantean, del sentido, de los valores, del derecho y de la tica, son,
estrictamente, problemas filosficos. Problemas que nos obligan a pensar.
'Pensar', en el verdadero sentido del trmino, es decir, reflexionar sobre
los sistemas y modelos que se proponen, no para legitimarlos sino para
subrayar lo que dejan de lado o, ms precisamente, lo que no es evidente.
'Pensar', no en lo absoluto o como pura especulacin, sino aqu y ahora,
dentro del acontecimiento, en el punto en que hoy se enfrentan los pro-
blemas de lo verdadero y lo falso, lo justo Ylo injusto. S, 'pensar' sobre
la empresa y el cambio, y desempear el papel de 'intelectual especfico'
del que hablaba Foucault, es decir, "hablar en nombre propio", reivin-
dicando el derecho de partir de la experiencia propia:
Cada vez que intent hacer un trabajo terico, lo hice a partir de mi propia
experiencia: siempre en relacin con procesos que ocurran a mi alrededor
Cuando emprenda un trabajo semejante, algn fragmento autobiogrfico,
era porque crea percibir resquebrajaduras, sacudidas sordas y disfuncio-
nes en lo que observaba, en las instituciones deba enfrentar, en mis relacio-
nes con los dems."

Esta es una apuesta difcil para el consultor y aprendiz de filsofo que


pretendo ser, y que me pone de entrada bajo el fuego cruzado de los
profesionales de la filosofa y de los heraldos de la empresa. Hallndome
a la vez dentro de la empresa y fuera de ella, en las' fronteras', como deca
Foucault, me convenc de que este lugar era propicio para iniciar una
reflexin sobre la empresa y de que el problema de la 'tica' ocupaba el
centro de esta reflexin.

EL PROBLEMA DE LA TICA

Etimolgicamente, 'tica' proviene del griego' thos' ("10 que es propio


de s") y remite a las maneras de comportarse que se juzgan convenien-
tes en una situacin dada; 'moral' proviene, a su vez, de las palabras
latinas mores, moralis, y denota las costumbres, los usos. La tica es un
concepto filosfico que nace con la tica a Nicmaco de Aristteles, la
primera obra que plantea claramente el problema del fin ltimo del
hombre, es decir, de aquel para el que los dems fines slo seran medios
y que no sera medio para otro fin. Para Aristteles, este fin no puede
ser otro que la felicidad. Pero es difcil definirla porque es algo que todos
buscamos y que deseamos ms de lo que la poseemos. Para algunos, la
felicidad se reduce al placer; para otros, a los honores o la riqueza. Pero
-dice Aristteles-la primera definicin remite a la animalidad y las

4 Entrevista concedida a Libraiion, 30 de mayo de 1981.


118 CUADERNOS DE ECONOMA 26

otras toman como fin ltimo lo que no slo es un medio para lograr ese
fin. La felicidad, bien supremo, est ms all de los bienes particulares,
no necesita medios para ser lo que es.
Desde el punto de vista tico, una proposicin como "el fin justifica los
medios" o "lo eficaz es justo", es inaceptable para Aristteles. Justificar
una accin por su eficacia no es ni siquiera imaginable. No porque la
eficacia sea inmoral, sino porque no es el fin del hombre, porque es
preciso complementarla: siempre se es eficaz' para' algo y este algo es
el objeto de reflexin de la tica. La tica no se ocupa de resolver los
problemas, sino de las maneras de actuar conforme a ciertos valores. Si
busca objetivos prcticos, lo hace en el sentido de considerar las asocia-
ciones en su necesaria relacin con los valores que respetan o rechazan.
En otras palabras, hay una contradiccin tajante entre el pragmatismo,
para el que el nico valor es el xito instrumental de la accin (cuyos
fines no tiene en cuenta), y la tica.
Lo mismo sucede cuando se adopta un punto de vista moral. En efecto,
la moral apareci en la Antigedad en oposicin a la fsica, as como la
ciencia del hombre se opona a la ciencia de la naturaleza. La moral se
ocupa del destino verdadero del hombre y afirma que toda accin libre
y reflexiva supone la validez del fin, es decir, supone una reflexin y una
decisin morales. As, la moral constituye el sistema de reglas legtimas
que el hombre debe seguir en su vida personal y en su vida social. En
esta perspectiva, el problema moral y los problemas de la moral son el
centro de toda reflexin, ya que en toda empresa humana, por desinte-
resada o neutra que se considere, hay que preguntarse si se justifica o
no, si es admisible o reprobable, si corresponde a los valores reconocidos
o los contradice. Una accin o un carcter son, por tanto, morales o
inmorales, igual que las reglas que consciente o inconscientemente se
siguen en los actos que expresan el carcter.
Por lo general, ambos trminos, 'tica' y 'moral', se usan indistintamente.
Aunque cierta tradicin reserva el trmino latino para el anlisis de los
fenmenos morales concretos y el de origen griego, para el problema del
fundamento de toda moral y el estudio de los conceptos fundamentales.
En la historia de la filosofa, el problema de la moral ha recibido dos
clases de respuesta. En la primera, propuesta por Aristteles y la mayo-
ra de los griegos, el fin ltimo del hombre es la felicidad; en la segunda,
es la virtud. Kant es el filsofo que mejor expresa la idea de que la accin
moral es la que se ejerce por respeto al deber:
Si hay una ciencia de la que el hombre tenga necesidad, es la que le ensea
a ocupar, como es preciso, el lugar que le est asignado en la Creacin y del
que puede aprender lo que precisa para ser un hombre [Kant 1985].
LO EFICAZ ES JUSTO 119

Que la filosofa, lejos de ser privilegio exclusivo de las escuelas, concier-


ne a cada hombre, y que sea ante todo moral, son dos convicciones pro-
fundas y estrechamente ligadas en el espritu de Kant. Pero la felicidad
no puede ser el fin ltimo del hombre aunque sea un fin natural, en tanto
el hombre tiende naturalmente a la felicidad y no existe ninguna razn
para que renuncie a ella por principio. Para Kant, el ascetismo no es una
virtud y la bsqueda de la felicidad no slo es legtima sino que es un
deber, simplemente porque no siendo la felicidad el fin del 'todo' del
hombre, no puede ser su fin total. Si bien es legtimo que el hombre use
su ingenio para satisfacer sus necesidades, no es aceptable que esta sa-
tisfaccin determine 10 que debe hacerse, y, menos an, que se convierta
en la motivacin de sus acciones. En consecuencia, la accin jams funda
su valor moral por el contenido material de los fines que persigue, es
necesario que se fundamente en un principio superior.
Este es el sentido de las mximas o imperativos kantianos que tanto
alborozan a los calificadores de las pruebas de bachillerato: "Acta de
modo que las reglas de tu accin puedan erigirse en reglas universales"
y "acta de forma que sirvas a la humanidad, tanto en tu persona como
en la de otro, como un fin y nunca como un simple medio". Todo ser
racional debe considerarse un legislador capaz de juzgarse a s mismo
y de juzgar sus actos a partir de estos dos imperativos. El primer deber,
que funda la posibilidad de toda comunicacin, de toda colaboracin,
de toda moral, es no mentirse a la hora de juzgar las acciones propias;
slo as se ejerce la libertad de juicio inherente a cada uno de nosotros.
La moral kantiana afirma que el hombre no tiene precio; por cuanto es
un ser moral y racional, el hombre es el valor original del que se derivan
todos los dems y con respecto al cual deben justificarse: slo la concien-
cia moral, esa facultad que juzga las mximas en virtud de su universa-
lidad posible, garantiza la dignidad del hombre. A Kant se 10 reproch
por defender una moral pura, una moral de la moralidad de las inten-
ciones, y por caer en un rigorismo que exclua cualquier sensibilidad o
espontaneidad. Pero al contrario, si bien se trata de una moral formal,
no impone a la conciencia ningn valor y deja el campo abierto a la
creatividad y a la libertad con una nica condicin: que stas se recon-
cilien con la existencia del otro, que es un ser libre y racional como yo.
Todos deben buscar su propia dignidad, su propio valor moral, pero
contribuir al mismo tiempo a la dignidad de los dems.
Kant establece, entonces, los fundamentos de toda moral posible y con ello
sienta las bases para una moral concreta, para una moral inscrita en un
contexto histrico y social determinado. Puesto que no es posible imaginar
una comunidad humana sin moral, sea buena o mala, racional o no racional,
los fundamentos propuestos por Kant son una gua que permite desnudar
120 CUADERNOS DE ECONOMA 26

la mentira, la injusticia o la violencia. stos no dicen lo que debe sez pero


permiten rechazar lo que, pese a ser, no debera existir.

TICA O MORAL?

Ya seal que estos dos trminos se utilizan indistintamente. Foucault


establece una importante distincin entre ellos que paso a comentar.
Define la tica" como la elaboracin de una forma de relacin del indi-
viduo consigo mismo que le permite constituirse en sujeto de una con-
.)
ducta moral" [1987]. No define la tica en relacin con una ley o un
concepto universal, lo que s hace en el caso de la moral. El sujeto moral
debe ajustarse a una ley preexistente, mientras que el sujeto tico se
constituye nicamente en relacin con la ley a la que adhiere. En otros
trminos, la tica estudia la forma en que el individuo se transforma en
sujeto de una conducta moral sin que intervenga la ley.
La moral remite, entonces, a la ley y a la organizacin social en que acta
el sujeto, mientras que la tica es algo entre uno y los dems -lo que
Foucault llama 'prctica de s' - que hace del sujeto un actor con plenas
facultades. En la tica as definida, el libre albedro del sujeto recupera
sus derechos, incluidos los de desobedecer cualquier ley, reglamento u
orden contrario a su tica. Principio que, desde el juicio de Nuremberg,
respetan algunos ejrcitos, aunque habra que matizar no pocos detalles.
Confundir moral y tica, o derecho y tica, es un recurso cmodo para
suprimir lisa y llanamente el libre albedro del individuo. Es verdad que
el orden social, con sus leyes, reglas y normas, preexiste al individuo y
constituye para l una situacin de hecho. Pero reducir la tica a un
conjunto de obligaciones exteriores impuestas por fuerzas capaces de
asegurar su cumplimiento o de sancionar su incumplimiento, es con-
fundirla con el derecho. La nocin de tica no se resume en una obliga-
cin impuesta por una coaccin externa, sino que supone la libre acep-
tacin del individuo. El sujeto tico no se somete a reglas porque est
obligado o por temor a una sancin, sino porque cree en ellas y est
convencido de su valor y de su legitimidad. Esta adhesin subjetiva con-
fiere a la tica toda su fuerza.
Entonces, a qu se obedece esta desviacin conceptual?, por qu la
nocin de tica aparece en la literatura gerencial y aun en los medios de
comunicacin? Mi hiptesis es que esto es un signo de una falla en
nuestro sistema social. La urgencia por fundar una moral indica que el
grupo social est dividido y que las contradicciones son irresolubles.
Contradiccin de un sistema cuyo funcionamiento requiere legitimidad
y adhesin y que cree ingenuamente en la posibilidad de 'lograr la adhe-
LO EFICAZ ES JUSTO 121

sin' de los individuos a ciertos valores, ayer a un proyecto de empresa, hoy


a una tica. Y que, entonces, niega una vez ms el fundamento mismo
de la persona: su libertad, su libre albedro. Una ostensible paradoja de
la empresa de hoyes que coarta el libre albedro de sus asalariados
justamente cuando ms 10 necesita para crear e innovar. Resultado de la
distancia entre el decir y el hacer, ya no es posible ocultar esta contra-
diccin. Hay una verdadera demanda de tica, en el sentido en que la
define Foucault o, con un criterio distinto, Michel Crozier: demanda de
ser actor, exigencia de que cada cual pueda determinar por s mismo lo
justo y 10 verdadero, el bien y el mal.
La tica no obliga, no pretende tener la verdad absoluta; es una prctica
autnoma y crtica que deja a la conciencia de cada quien la facultad de
decidir por s mismo, tanto sus elecciones morales como una postura
carente de moral. Foucault denunci suficientemente la utilizacin de
cdigos morales por el poder (poltico, policaco, mdico) a fin de im-
pedir el ejercicio de la autonoma, como para que hoy se confundan tica
y moral o, 10 que es peor, para que la tica se ponga a remolque de la
moral. Slo hay tica si es independiente de la moral. La tica no le dice
a un individuo 10 que debe hacer, no le exige aceptar un proyecto o una
visin del mundo; a 10 sumo, le indica en qu casos tiene el deber de
decir no. El individuo tico sabe 10 que quiere. Comparte los hbitos y
costumbres de su comunidad, pues es consciente de que han contribui-
do a formarlo; no los rechaza a priori. Pero rechazar los principios y las
leyes que le impongan ver al otro como una cosa y renunciar a su dignidad
de ser pensante. En este sentido, tica y moral pueden contraponerse, entrar
en contradiccin, enfrentarse y permitir que todo individuo ejerza su liber-
tad. Aunque necesito referencias morales para orientar mis actos, slo pue-
do juzgarlos desde un punto de vista tico. Desde este momento, el pro-
blema de la moral se diferencia claramente del problema de la tica. Lo que
de ningn modo pone en tela de juicio la necesidad de la moral.
Hegel demostr que, histricamente, el surgimiento de una reflexin
moral est ligado a las contradicciones y tensiones sociales y revela una
crisis, un fractura de la sociedad:

El repliegue hacia el interior para buscar en s lo que es justo y bueno, para


conocerlo y determinarlo por s mismo, aparece en la historia como una
figura general (en Scrates, en los estoicos) en pocas donde lo que pasa por
justicia y bien en la realidad y en las costumbres no puede satisfacer ya una
voluntad ms exigente. Cuando el mundo exterior de la libertad le es infiel,
la conciencia de s ya no se reconoce en los deberes vigentes y debe recon-
quistar, en la interioridad ideal, la armona perdida en la realidad [Hegel
1896, 175, 138].
122 CUADERNOS DE ECONOMA 26

Cuando la moral dominante se equipara a la eficacia, cuando el fin jus-


tifica los medios y el beneficio se eleva a la condicin de dios, cuando la
moral empresarial se limita a 'lo eficaz es justo' y se escuchan, en forma
de escndalos, los primeros crujidos del sistema, los primeros cuestio-
namientos, no debe asombrar que reaparezca la cuestin moral. Pero,
aunque sea necesario y legtimo intentar responder a estas contradiccio-
nes en trminos de moral, es decir, de leyes, reglas y normas, el querer
preservar la amalgama entre 'moral' y 'tica' es una prueba de que
finalmente persistir una lgica, la que decreta lo que es bueno y justo
para los individuos ... en lugar de lo decidan por s mismos. Adems, en
este momento la demanda de conformidad es cada vez ms intensa en
nuestras empresas, que suelen exigir que su personal' comparta los va-
lores del proyecto de la empresa'. Esta irrupcin de la 'tica de los
negocios' refleja una notable capacidad de anticipacin o una fuga hacia
adelante que slo conducir a una nueva contradiccin?
El da en que nuestros directivos comprendan por fin que la adhesin slo
puede provenir de un sujeto libre y que la pretensin de imponerla es, en
el mejor de los casos, una ilusin y, en el peor, una manipulacin, quiz sea
posible hablar de tica. Por ahora, limitmonos a hablar de moral!
Hablar de moral, tomar conciencia de las contradicciones de nuestra socie-
dad en lugar de pretender eliminarlas; entender que, en un perodo de pro-
funda transformacin de las relaciones sociales y econmicas, los individuos
y los grupos necesitan puntos de referencia. De lo contrario, todo es posible.
Sobre todo en las democracias, donde, para parodiar a Platn, la eleccin es
muy difcil ante la extraordinaria variedad de formas de existencia y de vida
individuales. En este punto, el problema de la moral es inseparable del pro-
blema del derecho. En El hombre rebelde, Carnus dice claramente que la ley no
es la libertad, pero que la ausencia de ley lo es an menos:
Slo hay libertad en un mundo donde lo que es posible es tan ntido como
lo que no lo es. Sin ley no hay ninguna libertad [oo.] Cuando ya nadie puede
decir qu es negro y qu es blanco, la luz se extingue y la libertad se con-
vierte en prisin voluntaria.

Pero la moral no se reduce al derecho; implica una determinacin com-


plementaria: si el cuerpo social se somete a reglas, no es slo porque est
obligado, porque tema y quiera evitar las sanciones que acarreara la
transgresin, sino porque cree en el valor de esas reglas y no pone en
duda su legitimidad. Y si yo mismo adopto una conducta moral en una
situacin determinada, es porque en esta situacin especfica me reco-
nozco en esos valores, los juzgo buenos. AqU coincidimos con Foucault
cuando define la tica como una "relacin de s mismo consigo mismo".
LO EFICAZ ES JUSTO 123

Hablemos de moral a propsito de la empresa, pero no olvidemos nunca


esa dimensin irreductible de la libertad individual y usemos el trmino
'tica' a sabiendas, es decir, cuando sea necesario no confundir el bien
con 10 justo. Pues si 10 justo remite a la moral, y si la justicia ayuda a
establecer las reglas y leyes ms justas, las decisiones relativas al bien
escapan a los responsables de una organizacin, cualquiera que sta sea.
Son un privilegio del hombre, expresin de su libertad individual. So-
breentendiendo que, a veces, esta libertad individual slo se expresa
colectivamente.
Pretender hablar de 'tica de los negocios' es introducir un contrasentido
en la nocin de tica, yuxtaponer dos trminos que no pueden estar juntos.
Pero, esto autoriza a hablar de 'moral de los negocios'? o se trata de una
simple querella semntica en la que bastara reemplazar tica por moral? En
otros trminos, es posible una 'moral de los negocios'?
Se puede moralizar el business, dice Alain Mine. Yo 10 dudo. Sera olvidar
que la empresa no es una entidad libre, autnoma e independiente. Los
accionistas -hoy en da, privados y pblicos- vigilan todo el tiempo
para recordarle que su obligacin es el resultado o la rentabilidad,
trminos discretos para no decir directamente 'ganancia' que, en
nuestro sistema, no tiene ms lmite que sus recursos limitados y el
respeto a las leyes vigentes. Salvo esto, todo es posible. Hay aqu
lugar para la moral? Por qu renunciar, en nombre de un principio
moral, a una decisin que puede tomar un competidor menos escru-
puloso? Es compatible la moral con los desafos estratgicos y el xito
profesional? Seamos claros: cuando un gobierno sanciona un delito de
iniciado, no 'moraliza' los mercados; simplemente, aplica la ley. Slo la
ley puede apartar a la empresa del camino ms corto hacia la ganancia.
Es cierto que hay directivos con escrpulos que respetan algunos prin-
cipios morales y que a veces se niegan a sacrificar su alma en el altar
de la rentabilidad, pero esto pertenece y pertenecer siempre al mbito
de las elecciones individuales.
Es ilusorio pensar en una' moral de los negocios' independiente del resto
de la sociedad. A 10 sumo se pueden establecer ciertas reglas o principios
que, a su vez, slo surgen de una reflexin general sobre el funciona-
miento de la sociedad en su conjunto. En cambio, el mundo de los ne-
gocios no puede escapar al derecho, y el problema slo se puede plan-
tear en este nivel. La cuestin de la moral es inseparable de la cuestin
del derecho, aunque no se reduzca a l; y si se trata de definir 10 que es
justo, es til revisar la nocin de justicia y pasar a la reflexin general.
124 CUADERNOS DE ECONOMA 26

EL PROBLEMA DE LA JUSTICIA

Hay que decirlo: ninguna de las dos grandes corrientes de la filosofa


poltica moderna ha logrado dar un sentido verdadero a la nocin de
justicia. El utilitarismo, que ha recobrado popularidad, nunca super la
definicin de [ohn Stuart Mill, para quien la justicia es una forma espe-
cfica, importante es Cierto, de la eficacia. El marxismo, que siempre
sostuvo que la nocin de justicia no era ms que una creacin de la
ideologa burguesa, hoy ha sido aplastado por la historia. Y hay que
mirar hacia Estados Unidos para hallar una renovacin del pensamiento
sobre la justicia y sus relaciones con el derecho.
En efecto, la obra de [ohn Rawls, filsofo norteamericano que estudia el
tema de la justicia desde hace un cuarto de siglo," intenta situarse en
otro lugar, fuera de esas dos tradiciones, y su argumentacin critica la
identificacin de la justicia con la eficacia de los utilitaristas, sin dejar
de rechazar el marxismo. Su teora contractual de la justicia, que no
propone ningn modelo de sociedad en cuanto no se fija ningn objeti-
vo prctico inmediato, intenta conciliar la libertad individual con la
justicia social. En oposicin al pragmatismo reinante, Rawls construye
una 'teora de la justicia' y renueva esta nocin aplicando a la filosofa
poltica los mtodos rigurosos de la filosofa analtica anglosajona, as
como las herramientas de la teora de juegos y de la teora econmica.
Rawls explica su procedimiento del modo siguiente:
Una sociedad se caracteriza a la vez por un conflicto de intereses y por una
identidad de intereses. Hay identidad de intereses por cuanto la coopera-
cin social procura una vida mejor para todos [oo.] Hay conflicto de intereses
por cuanto los hombres no son indiferentes al modo en que se reparten los
frutos de su colaboracin; todos prefieren una parte mayor de esas ventajas
que una ms pequea. De ah la necesidad de establecer un conjunto de
principios de justicia social [1979].

Retomando la tradicin del contrato social derivada de Rousseau, Rawls


expone un procedimiento original que rechaza el sacrificio de los ms
desfavorecidos en nombre de la eficacia econmica, condenando cual-
quier veleidad de 'liberalismo salvaje', al tiempo que rechaza el sacrifi-
cio de los ms favorecidos en nombre de la justicia social, condenando
cualquier forma de 'socialismo autoritario'.
Como fundamento de su construccin, Rawls imagina una posicin ori-
ginaria en que los individuos, enfrentados a discutir los principios de

5 Rawls [1979]. Para familiarizarse con los trabajos de John Rawls: Individu et
justice sociale autour de [ohn Rawls, ditions du Seuil, Pars, 1988;Critique 505-506,
junio-julio de 1989. Las citas que siguen fueron tomadas de estas dos obras.
LO EFICAZ ES JUSTO 125

justicia aplicables a la sociedad en que tendrn que vivir juntos, ignoran


todo lo que posteriormente los diferenciar de manera concreta. Los sita
"bajo un velo de ignorancia". Todos ignoran lo que ser de su familia, su
clase social, su fortuna, su raza, su inteligencia, sus aptitudes. Colocados,
as, en una situacin de negociacin colectiva, equitativa e igual, y puesto
que ninguno conoce su devenir ni el de los dems, se pondran de acuerdo,
segn Rawls, en cuanto a dos principios fundamentales.
En primer lugar, un principio de libertad que permitira que cada cual
emprenda la accin que le parezca adecuada para realizar sus proyectos:
"Toda persona debe tener un derecho igual al conjunto ms amplio de
libertades fundamentales que sea compatible con el conjunto de liber-
tades para todos". El derecho a votar y a ser elegido, las libertades de
expresin y opinin y el derecho a la propiedad privada, quedaran
asegurados con este principio. Pero, una vez reconocidos esos derechos,
lo ms probable es que las desigualdades aparezcan rpidamente: los
ms favorecidos por la suerte -fuerza, dinero o inteligencia- podran
imponerse, agravando las desigualdades iniciales, sin abstenerse de
usar cualquier medio para perpetuarlas.
De ah el segundo principio, llamado principio de diferencia: "Las desi-
gualdades sociales y econmicas deben organizarse de modo que a)
sean para el mayor beneficio de los miembros menos favorecidos de la
sociedad y b) estn asociadas a funciones y posiciones abiertas a todos,
en condiciones de igualdad equitativa de oportunidades". As, puesto
que el primer principio prevalece sobre el segundo, la lucha contra la
desigualdad no implica conculcar las libertades fundamentales.
La novedad del mtodo que Rawls propone consiste, en gran parte, en
la nocin de 'velo de ignorancia'. Se trata, segn l, de la posicin que
adoptamos espontneamente cuando, interrogndonos sobre lo que es
justo, hacemos abstraccin de los intereses y circunstancias particulares.
Sus trabajos aportan elementos para responder a toda una serie de pre-
guntas de actualidad, algunas de ellas ya debatidas en Estados Unidos,
pas que, como se sabe, otorga a los juristas un papel de suma impor-
tancia. De modo que, cuando los tribunales tratan asuntos de derecho o
de responsabilidad en el rea de los negocios, las escuelas de derecho
atienden el criterio de que los jueces deben dejar que el mercado decida
lo que la justicia demanda. Dejar que el mercado decida significa validar
la decisin ms eficaz desde el punto de vista econmico. En otras pa-
labras, ese mtodo acepta que: 'lo eficaz es justo'. Ahora bien, para
Rawls, una eleccin racional lleva a una solucin eficaz, no a una solu-
cin justa. Adems, esa eleccin debe ser' equitativa'. Qu es la equi-
dad? La propiedad de un procedimiento, contrato o juego, donde cada
quien sigue reglas que sabe que los dems tambin siguen. Es un pro-
126 CUADERNOS DE ECONOMA 26

cedimiento de 'juego limpio' donde todos los jugadores tienen posibili-


dades de ganar. El juego no debe ser falseado de antemano, sino que
debe proseguir segn unas reglas equitativas aceptadas por todos.
La crtica del utilitarismo, y con l del liberalismo, es el centro de sus
preocupaciones, y su obra es una reafirmacin vigorosa de que el fin no
justifica los medios.

SE PUEDE HABLA~ DE 'DEMOCRACIA EN LA EMPRESA'?

La palabra' consenso' est de moda y suele orse en boca de los directi-


vos empresariales, especialmente de quienes, obsesionados con Japn,
buscan en su empresa un consenso a la japonesa. Aos atrs se hablaba
de 'democracia en la empresa' ms que de consenso, y las leyes Auroux
dieron lugar a numerosos debates sobre el tema. Aunque Rawls no trate
de la empresa como tal, el hecho de que se pregunte por las condiciones
necesarias para la cooperacin y el consenso reviste un inters de primer
orden, pues stas son precisamente las cuestiones que deben analizarse
antes de saber si se puede calcular la posibilidad de que algn da se
hable de 'democracia en la empresa' .
La idea esencial de Rawls es que una sociedad democrtica es un sistema
equitativo de cooperacin entre personas libres e iguales. Aclara as el
significado del trmino' cooperacin':
1. La cooperacin se diferencia de una actividad que slo est coordinada
socialmente, por ejemplo, por rdenes provenientes de una autoridad cen-
tral. La cooperacin se orienta por reglas pblicamente reconocidas y por
procedimientos que aceptan y justifican la conducta de quienes cooperan.
2. La cooperacin implica que sus trminos son equitativos [justos] y que
cada participante puede aceptarlos razonablemente, siempre que los dems
tambin los acepten. El carcter equitativo de la cooperacin implica la idea
de reciprocidad o de mutualidad; todos los que se comprometen en la coo-
peracin y desempean su papel respectivo de acuerdo con las reglas y
procedimientos aceptados deben sacar ventajas en una forma apropiada
que sea evaluada mediante un criterio de comparacin adecuado.
3. La idea de cooperacin social exige tener una idea de la ventaja racional
de cada participante, es decir, de qu le corresponde.
Preguntemos entonces: la empresa es un lugar de cooperacin, en el
sentido en que la define Rawls? Es verdad que las reglas y procedimien-
tos existen pero, son aceptados? Esto es menos evidente. En cuanto a
la equidad, quin osara sostener que forma parte de los valores y
prcticas de las empresas francesas, cuando se sabe que en ellas an
LO EFICAZ ES JUSTO 127

predomina una 'lgica del honor'llena de privilegios, de derechos liga-


dos al rango y al estatus, como demuestra Philippe d'Iribarne? [1989].
Sin embargo, la nocin de cooperacin es inseparable de la nocin de
justicia: "El sentido de la justicia es la capacidad de comprender, aplicar
y respetar en los propios actos la concepcin pblica de la justicia que
caracteriza los trminos de una cooperacin equitativa". Una sociedad
democrtica es una sociedad cuyos miembros son ciudadanos y se con-
sideran personas libres e iguales. Personas libres, pues estn dotadas de
aptitudes morales, razn y juicio; personas iguales, pues, al poseer estas
capacidades, son miembros de la sociedad con pleno derecho. Rawls
afirma, entonces:
As, en tanto personas libres, los ciudadanos reivindican el derecho de pos-
tular que sus personas son independientes de toda concepcin particular
del bien o de todo sistema de fines ltimos, y de no identificarse con ellos.

De nuevo, el fin no justifica los medios y, trtese de una nacin o de una


empresa, el reconocimiento como ciudadano es inseparable del recono-
cimiento como persona libre e igual a las dems. Esta libertad y esta
igualdad existen en nuestras empresas? La equidad es su principio
orientador? Cmo hablar, entonces, de 'ciudadana' y de 'consenso' en
la empresa? Estas preguntas no se pueden formular a propsito de la
empresa cuando ya constituyen un problema en el plano de sociedades
que reivindican su ndole democrtica, como Francia o Estados Unidos.
Se puede hablar realmente de proyecto de empresa teniendo en cuenta
que en el pas no hay un proyecto de sociedad y que los defensores del
liberalismo ms salvaje se enfrentan a los partidarios del estatismo ms
centralizador; el elitismo y el individualismo, de un lado, y el igualitarismo
y el colectivismo, del otro? Sin consenso en el plano social, se puede pro-
poner un consenso en el interior de la empresa? Por supuesto, desde hace
unos aos se dice que los franceses se reconciliaron con la empresa y que
sta logr el consenso. Es verdad que, como institucin, la empresa est en
entredicho, pero esto no significa de ningn modo que haya consenso sobre
las relaciones sociales dentro de la empresa, sobre el tipo de' contrato social'
que debe fundarla y regir su funcionamiento.
Ya quedan pocas empresas que toman realmente en cuenta su dimen-
sin social, que consideran que el fin no justifica los medios; muchos
ejemplos recientes demuestran que la bsqueda desenfrenada del lucro
o del poder personal se lleva a cabo sin preocuparse demasiado por los
medios. De ah que se difunda esa reflexin sobre la tica a la que ya me
he referido.
El inters de los trabajos de Rawls es, justamente, que nos invitan a
meditar sobre nuestros principios de justicia y nuestros modos de fun-
128 CUADERNOS DE ECONONITA26

cionamiento. Aunque se trate de una teora poltica desprovista de fina-


lidades prcticas inmediatas, aunque su transposicin a la empresa sea,
como mnimo, atrevida y haga clamar a los filsofos, nos propone una
serie de interrogantes que nos obligan a ser ms modestos en nuestros
discursos sobre la empresa. Dejemos de intentar resolver en el plano de
la empresa problemas que no estn resueltos en el mbito social; la
empresa no es un terreno de experiencia, es un lugar de trabajo donde
la jerga puede causar estragos, crear expectativas que no estamos en
condiciones de satisfacer. No borremos las contradicciones, las apuestas
divergentes o los conflictos de intereses. Como ciudadanos, podemos
obrar para obtener ms justicia y equidad; sta es la regla del juego
democrtico. Esto no significa que como asalariados o patrones no po-
damos hacer nada, pero hagmoslo paso a paso, en 10 real y 10 concreto,
no simplemente con palabras.
Hay quienes sostienen que la economa mat al comunismo. No estoy
seguro de que sta haya sido el factor decisivo, y an sigue pendiente
el examen profundo de las mltiples causas que contribuyeron al hun-
dimiento del bloque del Este. Pero es indudable que los pases del Este
se han lanzado a una carrera desenfrenada por el desarrollo econmico
y que este fin de siglo est signado por el triunfo de la economa sobre
la poltica, sobre la cultura y sobre las tcnicas. La vieja oposicin anta-
gnica capitalismo-comunismo ya no existe, y el capitalismo ha queda-
do solo, es decir, privado del contramodelo pero tambin del contrapeso
que, desde finales del siglo XIX, neutralizaba sus veleidades hegemni-
cas y limitaba su tendencia al' capitalismo salvaje'. Es indudable el ries-
go de una reaparicin de estas tendencias, pese a los fracasos sucesivos
de las tentativas precedentes: entre 1930 y 1987,la intervencin del Es-
tado permiti superar la crisis, y los corifeo s del liberalismo fueron, una
y otra vez, los primeros en recurrir al poder pblico para reactivar la
mquina econmica. Ese riesgo existe, pero es contrarrestado en gran
parte por el hecho de que se reconocen cada vez ms los lmites del
capitalismo salvaje ante el aumento de las desigualdades dentro de los
pases ricos y entre pases pobres y pases ricos. y, con toda su ambige-
dad, la aparicin de la 'tica' en el mundo de los negocios expresa cla-
ramente la necesidad de que el mismo capitalismo abandone sus formas
ms exageradas. En ello se juega su propia supervivencia. Porque con
la desaparicin del modelo comunista, tambin recibe un serio golpe la
nocin misma de modelo. El capitalismo tiene aqu una excelente opor-
tunidad de elaborar los medios necesarios para replantear su modo de
funcionamiento; para el socialismo, al menos para los socialistas que
renunciaron de una vez por todas al' socialismo cientfico', es la ocasin
de inventar nuevas alternativas al liberalismo. En sntesis, hoy, cuando
las palabras terminadas en 'ismo' son cada vez ms cuestionables, se
LO EFICAZ ES JUSTO 129

abre la oportunidad de una verdadera reflexin sobre nuestros modos


de funcionamiento.
Y la empresa, cmo responde a todo esto? Est en el centro de las
contradicciones que atraviesan nuestro mundo y no puede resolverlas
por s sola. Es ilusorio esperar que sirva de 'modelo' para el funciona-
miento de la sociedad. Su propensin 'natural' a negar las contradiccio-
nes muestra que en este plano es poco lo que podemos esperar de ella.
En cambio, es ms necesario que nunca prestarle toda nuestra atencin
y que sta acepte lealmente ser objeto de las miradas crticas de todos
los actores involucrados en su funcionamiento. Es preciso que la fasci-
nacin deje paso a la crtica.

REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

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