Cimarronaje PDF
Cimarronaje PDF
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EDICIN, CORRECCIN E INTRODUCCIN DE TEXTOS: Carlos L. Zamora
DISEO INTERIOR, MAQUETACIN Y EDICIN: Elda Gonzlez Mesa
DISEO DE CUBIERTA: Elda Gonzlez Mesa sobre personaje de El palenque, obra artesanal
de Alexis Cardona.
DIGITALIZACIN DE ORIGINALES: Dayami Padrn Martnez
ISBN 959-7137-34-8
E-mail: [email protected]
1. CIMARRONAJE - HISTORIA
2. ANTIRRACISMO - HISTORIA
3. ESCLAVITUD
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Nota aclaratoria
Cimarronaje y antirracismo fue uno de los resultados cientficos que obtuve hace
veinte aos, cuando mis estudios sobre frica en Cuba me permitieron reflexionar
sobre temas medulares de la presencia africana en Amrica.
Estoy segura que a la distancia de veinte aos, la escritura de este trabajo sera ms
aguda, ms profunda, quizs ms hermosa, pero no lo he intentado por mantener el
encanto de aquel momento en que, junto al Maestro Jos Luciano Franco, planeamos
la conmemoracin de los cien aos de la abolicin de la esclavitud africana en Cuba,
para que fuera fecha de combate frente al racismo y el apartheid, an vigente enton-
ces; as como accin afirmativa de que la abolicin de la esclavitud, el 10 de octubre
de 1868, constituy un acto de insurgencia donde la Isla erguida, representada en las
huestes de Bayamo, se creca en una subversin cimarrona; donde los combatientes
demostraban que la esclavitud no era compatible con la insurgencia. No poda ser de
otra forma si convergan las armas de los esclavos de ayer en la causa libertaria y los
palenques de antao en comandancia de libertadores.
El cimarronaje de nuestro mundo es hoy una categora real de los que enfrentan las
fuerzas imperiales donde quiera que estn. Cimarronear contra el imperio es no ad-
mitir que por pequeos no se tiene fuerza para defender la identidad.
Leyda Oquendo
La Habana, octubre del 2006
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TABLA DE CONTENIDO
PREFACIO
Cimarrones. 15
Arrancheadores. 17
Correlacin cimarrn-arrancheador. 18
Palenques. 19
Sublevaciones y conspiraciones. 22
La Conspiracin de la Escalera. 25
Breve recuento. 28
CONCLUSIONES 51
CITAS 53
BIBLIOGRAFA 57
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Prefacio
Sin embargo, los tiempos han cambiado, las fuerzas progresistas se movilizan cada
vez ms efectiva y estrechamente para luchar contra el colonialismo y el
neocolonialismo; combaten con creciente bro por establecer un nuevo arden econ-
mico internacional, es tambin una forma de controlar la carrera armamentista, ya
que si se establece el nuevo orden econmico, habra que reducir los gastos mili-
tares a un treinta por ciento...1
Puede hacerse un smil entre la actual conducta de los gobiernos de los pases capi-
talistas desarrollados con respecto a los pases del Tercer Mundo, y la asumida en el
siglo pasado por los dueos de las grandes plantaciones en Amrica con relacin a
los esclavos. Los mtodos abusivos, la codicia, la actitud inhumana, los patrones de
discriminacin son los mismos. Por supuesto, la respuesta de los explotados resuena
en rebelda, en lucha para mejorar sus condiciones de vida; en negacin al pago de
la deuda externa. Es que se est haciendo cimarrn el Tercer Mundo.
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CAPTULO 1: CIMARRONAJE
Esta realidad condiciona en parte de Amrica una sociedad cuyas clases antagnicas
son: esclavos industriales y burgueses anmalos. La contradiccin entre estos
dos polos ser el vector fundamental del desarrollo econmico y la lucha de clases en
Cuba en el perodo colonial hasta que oficialmente fue abolida la esclavitud en 1886.
El universo de rebeldas que se desarrolla hasta esa fecha emerge con la fuerza de
una relevante necesidad para la clase ms intensamente explotada en Cuba.
Para los hacendados que encarnaban la burguesa anmala de que habl Marx, era
evidente que la coyuntura econmica les favoreca. Cuba ocup ventajosamente el
lugar de la convulsionada colonia francesa de Saint Domingo, convertida en primer
pas indepediente del rea por el alnzamiento victoriso de sus esclavos. Los pre-
cios del azcar y el caf en el mercado mundial suban, los intereses entre Cuba
y Espaa eran coincidentes en cuanto a trata y esclavitud, a pesar de las presio-
nes de Inglaterra.
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En consecuencia, los criollos poderosos no realizaron en Cuba enfrentamientos con
Espaa a fin de obtener la liberacin nacional y la toma del poder poltico. Mientras,
el resto del continente latinoamericano lleva a cabo las guerras de independencia que
constituyen el rasgo comn de las primeras dcadas del siglo XIX.
14
Desde 1553 aparecen expedientes incoados por las autoridades donde se reportan
rebeldas de los esclavos, situacin que se extiende a lo largo del proceso colonial y
se convierte en una incuestionable espiral ascendente y poderosa a partir del final del
siglo XVIII.
Fue tal la situacin para los esclavistas, que a la altura de 1819 un informe especial
expone el temor de que se fomente un palenque invencible y semejante al que
toda la eficiencia de los ingleses no ha podido destruir a la isla de Jamaica5, y
apuntaba que entre el ...Partido de Cayajabos y en Cabo de San Antonio existen
ms de 500 cimarrones divididos en cuadrillas6. De estos cimarrones se reporta
que haban construido palenques en las lomas de los Campanarios, Las Cabezas
del ro San Cristbal, Las Guacamayas, etc., en la zona occidental, los cuales te-
nan ms de seis aos de existencia.7 Se conoce tambin por las propias fuentes
espaolas que se llegaban a apresar cimarrones de diecisis y veinte aos de edad
que haban nacido en el monte y, que por lo tanto, nunca haban sufrido la condicin
de esclavos.
CIMARRONES
Se llam cimarrn al esclavo huido del dominio de sus amos. La legislacin colonial los
clasific en cimarrones simples, los que hacan vida solitaria en el monte y cimarrones
apalancados, los que vivan en comunidades con otros en reductos rebeldes que consti-
tuan rancheras independientes llamadas palenques.
Los cimarrones simples eran mucho ms vulnerables a la caza que les hacan los
arrancheadores, que los apalencados. Aunque constituyeron en s mismos una
quiebra para sus dueos,8 no fue la forma simple de cimarronaje la que ms gol-
pe al rgimen explotador establecido en Cuba en aquellos tiempos.
15
Las implicaciones del cimarronaje frecuentemente se ven con este viso negativo, es
de lamentar que no se haya hecho suficiente hincapi en la profunda fuerza libertaria
que aport este movimiento a las corrientes insurgentes y lo mucho que contribuy la
cimarroneara a las tcnicas guerrilleras implantadas en las luchas de independencia.
ARRANCHEADORES
16
En 1623 la institucin es ya oficial. Los colonos dedicados a arranchear son nombra-
dos por las justicias y sus depredaciones obligan al rey de Espaa Felipe IV, a dictar
una orden de condena a los mltiples abusos que cometan.
Cabe poca duda de que al inicio y durante algn tiempo, el arrancheamiento result
una actividad que realiz la clase en el poder como tal, es decir, los propios dueos
de esclavos se integraban a la bsqueda de la fuerza de trabajo que se le escapaba.
Por lo tanto, arrancheador y explotador era lo mismo en la fase inicial de la sociedad
esclavista en Amrica Latina.
A medida que se desarrollaba la base econmica del sistema, se fue desgajando esta
actividad y qued estamentariamente establecido que grupos represivos especiales
la ejecutaran, siendo entonces diferente la situacin del arrancheador que no era en s
mismo un explotador sino un instrumento a sueldo de la clase dominante. Ello no
quiere decir que Las justicias ordinarias13 dejaran de realizar la accin prctica de
represin de cimarrones.
La actividad poda ser realizada por cualquier elemento que tuviese condiciones de
hacerlo14 o por las autoridades en general.
17
Porque venimos de lejos
y andamos de dos en dos.
Guilln
CORRELACIN CIMARRN-ARRANCHEADOR
Cimarrn y arrancheador son contrarios dialcticos. Uno representa, y como tal res-
ponde motivacionalmente, a los explotados. El otro encarna las formas represivas de
los explotadores. Ambos constituyen saltos cualitativos de la correlacin: esclavo-
mayoral que tambin es una de las manifestaciones elementales de la contradiccin
fundamental esclavo-esclavista en Cuba. Pero en este caso su cualidad es la de expre-
sar el equilibrio del sistema, en tanto que la correlacin cimarrn-arrancheador, es la
resultante de un desequilibrio en el mismo.
18
All dentro, en el monte
donde la luz acaba
all en el monte adentro cana
Guilln
PALENQUES
Generalmente el palenque tena dos salidas, una de ellas en los casos de estableci-
miento en las montaas siempre dara a un derriscadero que el cimarrn salvaba
con relativa destreza, en tanto que para sus perseguidores constituan un obstculo
serio a vencer.
En esa explotacin inteligente del medio natural se sumaba una serie de medidas de
seguridad que indefectiblemente caracterizaban la arquitectura de los palenques. El
casero era rodeado de fosos que en el fondo tenan las afiladas puntas de un buen
nmero de estacas. Estas trampas bien enmascaradas, se distinguan tambin por los
trillos que conducan al palenque. La habilidad de los cimarrones para ocultar su
aldea, les permiti muchas veces tener palenques no muy lejos de las haciendas con
las que a voluntad establecan contactos.
19
La economa de los apalancados era lgicamente de subsistencia. Cerca del casero,
en un claro del monte, haba ocultos sembrados de viandas: yuca, boniato, ame,
pltano, etc. que constituan parte importante de su dieta. Pese a la persecucin de
que eran vctimas lograban, con la cera virgen y la miel que recolectaban, obtener
mediante trueque, azcar, ropa, plvora, armas y tiles de los cuales carecan.15
Incluso se conocen casos de hacendados y mayorales de la zona oriental de Cuba que
conveniaban trabajos con los cimarrones, a cambio los abastecan con indumentarias
y objetos de necesidad.16 Las ventas tambin llegaron a hacerse en dinero, el cual
quedaba bajo la tutela del jefe del palenque, que estaba obligado a invertirlo en la
solucin de necesidades colectivas.
Los cimarrones de El Frijol tenan comercio clandestino de gran alcance con los
mayorales y el propietario de una hacienda de Moa, en la regin oriental de Cuba,
relativamente cercana al palenque. El dueo de la hacienda y aun sus servidores,
vinculaban a los cimarrones con comerciantes catalanes. Los apalancados de El Fri-
jol tenan tambin relaciones de intercambio comercial, por medio de contrabandis-
tas italianos e ingleses, con Jamaica y Hait.
El Frijol era comandado por un negro habanero llamado Sebastin. Segn informan
fuentes coetneas, en el palenque haba blancos:
Hay fundamento para pensar que en el palenque de Moa, El Frijol, se hallan con
los negros algunas personas blancas y extranjeras, entre ellas dos eclesisticos y una
mujer blanca que se supone de algn rango y procedente de La Habana.18
20
Tropas de caballera e infantera arremetieron contra el palenque. Antes arrasaron
con las viviendas y sembrados de los negros libres que habitaban en las cercanas.
Los planes que haba urdido Escudero prometan a los cimarrones el reconocimiento
de su libertad. Para hacer llegar documentos oficiales a la comunidad rebelde se
utiliz a religiosos catlicos. Estos palenques se confiaron a la moral de las leyes de
sus enemigos y fueron sorprendidos por las tropas espaolas. Ventura Snchez Coba
fue uno de los caudillos de los cimarrones que haba descuidado la vigilancia a
partir de la credulidad de las gestiones que venan haciendo los clrigos; el 20 de
diciembre de 1819, antes de entregarse a sus perseguidores, se suicid arrojn-
21
dose desde las alturas a un precipicio, su cabeza fue exhibida en una jaula en
Baracoa.
Feliciano, el otro caudillo rebelde fue hecho prisionero y enviado a Santiago de Cuba;
Gallo, Manuel Grin, fue el nico que, avisado a tiempo, pudo burlar a sus
perseguidores y se hizo fuerte en los palenques bajo su jurisdiccin.
Esta situacin de auge rebelde continuada por Gallo result tan difcil, que el 24 de
junio de 1820 se dict una Real Orden en la cual se comunicaba a las mximas
autoridades de la Isla para que pusieran todo su esmero en destruir los palenques
y todo celo en proveer y cortar oportunamente los medios que puedan facilitarle
comunicacin directa o indirecta, con los de la parte francesa de la Isla de Santo
Domingo cuya aproximacin y ejemplo animado de la seduccin podra irrigar da-
os muy funestos a los habitantes de la de Cuba...21
Pero los reductos rebeldes, a pesar de la represin, animados por acciones heroicas
de la masa creciente de cimarrones, en vez de disminuir, aumentaban. En Cabonico,
Oriente, refiere un informante de la poca , que los montes estaban trillados de cima-
rrones y que all estaban tan cercanos los palenques y las haciendas que como a
cuatro leguas cay en un hoyo lleno de estacas y cuando precavi se hall rodeado de
unos cincuenta negros todos de machetes, que lo llevaron al palenque que est all
inmediato, en donde tienen veinte ranchos, dos puntos de pltanos y varias siem-
bras que estn fomentando ahora.22
SUBLEVACIONES Y CONSPIRACIONES
De mayor magnitud y consecuencia son los hechos que se refieren en otro documen-
to, donde se informa que: de siete y media para las ocho de la noche, la cuadrilla de
los negros Pascual y Pancho Mina, clebres y famosos por sus atentados en toda la
Vuelta Abajo, con veinte y un negros ms y diez negras presentase en el potrero con
la mayor algazara haciendo las ms fieras amenazas, rompen fuego con los fusiles
que llevaban, hacen huir al mayoral herido, y ya libres de este embarazo incendian
todas las fbricas, tatan todos los animales que pudieran haber a mano, y habran
hecho mayores destrozos si como a las tres de la madrugada no se hubiera reunido un
nmero considerable de vecinos y pasado a rechazarlos.24
En 1812, el conato independentista en Cuba estuvo liderado por Jos Antonio Aponte,
negro libre habanero. La conspiracin fue frustrada, los complotados tenan como
divisa la libertad de los esclavos y la independencia de Cuba. Fue un movimiento
que se inscribe, sin duda alguna, dentro de la lnea de rebeliones latinoamericanas de
la poca, pero con la caracterstica de que no era comandado por la burguesa criolla.
Los complotados fueron negros libres, esclavos e incluso blancos, lo que le da un
carcter sui generis por la amplitud de su base social y el origen tnico de su dirigencia.
La conspiracin de Aponte fue tildada en su poca como crimen racista. La
historiografa burguesa cubana, cuando la mencionaba jams le asign su verdadero
contenido revolucionario. La presencia histrica de este movimiento rebelde, se re-
coga bajo un estigma negativo con una frase que se hizo clebre: Ms malo que
Aponte, con ella se calificaban actos ominosos y se ofenda al mximo a quienes lo
cometan.
23
A partir de las dcadas del treinta y el cuarenta del siglo pasado la ebullicin afrocubana
se acrecienta. El historiador marxista cubano Sergio Aguirre ha llamado a los aos que
cursan entre 1837 y 1845, Perodo del Negro. Durante el mismo se produce una ola de
sublevaciones, conspiraciones e insurrecciones, muy fuerte. Se trata de una verda-
dera guerra entre las clases en pugna, pero ya a campo abierto.
Alvaro Reinoso, clebre sabio azucarero cubano, quien no fue sospechoso de parcia-
lidad favorable a los esclavos, argument, en 1861, la inconveniencia que implicaba
para el buen avance de la produccin de azcar, esos panteones de seres vivos que
fueron los barracones. Opinaba que se contradeca en ellos el desenvolvimiento
de la existencia animal En esta vivienda reina la mayor obscuridad y la ventila-
cin es insuficiente, o nula; de suerte que el aire viciado por los hombres, por la
combustin y los vveres no siempre es el ms adecuado para sostener la respi-
racin normal.25 Los barracones tenan su sala de torturas: el cuarto del cepo. All
se mantenan, en condiciones a veces de amasijo sangrante, a los esclavos dscolos.
En aquel aposento no haba puertas. Estaba situado dentro del barracn, en un lugar
en que los esclavos, al entrar y salir, viesen a los castigados para que las torturas y el
terror hicieran su parte coercitiva.
Las medidas represivas que impona la clase dominante estaban condicionadas por
el crecimiento rebelde de su contrapartida. Si bien es cierto que los esclavos eran los
vencidos, expoliados, realmente los expoliadores vean el ascenso de sus luchas y el
fortalecimiento econmico y social de los negros y mestizos libres. Ello no implic,
ni siquiera, un paternalismo interesado, sino la violencia ms irascible; no poda ser
de otra forma en el caso de los engendros ms caducos del sistema capitalista del
24
siglo XIX, la burguesa anmala cuyos mtodos de explotacin de la fuerza de trabajo
era una aberrada secuela de siglos pretritos.
LA CONSPIRACIN DE LA ESCALERA
La furia homicida de los esclavistas tiene su momento cumbre en 1844. Cabe decir
que los hechos sangrientos que recoge la historia como Conspiracin de La escalera,
son signos precisos de que ya no haba alternativa para la esclavitud en Cuba.
La veracidad del proceso conspirativo siempre ha sido puesto en duda, los analistas
se contradicen en cuanto a que la realidad fuere de la magnitud que dieron las fuentes
coloniales a la conjura de negros y mestizos, esclavos y libres, a los cuales adiciona-
ron nombres de relevantes personalidades blancas, tanto de Matanzas como de otras
provincias del pas.
Hay quienes sustentan que fue una treta para demostrar que el peligro negro era tan
fuerte que amenazaba seriamente la sobrevivencia de la sociedad. Tambin se afirma
que la fuerza de la burguesa negra mestiza matancera de la poca era tal, que fue
aprovechada la coyuntura para descabezarla. A todo ello se agrega que las autorida-
des coloniales y los hacendados cubanos trataron de ablandar con hechos fabricados,
la insistencia inglesa en cuanto a la abolicin de la esclavitud.
Otros analistas consideran que la Conspiracin existi en realidad y que sus magni-
tudes y trascendencia, aunque no estn claras, tuvieron un alcance considerable y, en
cierta medida, asume la opinin de que fue reprimida de forma ejemplar como res-
puesta a los abolicionistas de dentro y fuera del pas.
Sea una u otra la verdad, la esencia del problema es que hay una situacin de crisis
que se viene gestando a lo largo de todo el siglo.
25
Es cierto que a esto se aada la exigencia interesada de Gran Bretaa, en 1842, de
que fueran extraditados todos los africanos introducidos en Cuba ilegalmente, lo que
significaba, aproximadamente, el 80 por ciento de la fuerza laboral esclava. Si ello se
llevaba a efecto implicaba la ruina de los hacendados. Queda claro que la situacin
era de vida o muerte.
Las dimensiones del genocidio no han sido suficientemente precisadas aunque exis-
ten cifras: noventa y ocho fusilados, 600 condenados a presidio, 400 expulsados del
pas y centenares de muertos, despedazados a golpes atados a una escalera.
Sostienen algunos autores que despus del proceso de La Escalera, en que se ahog
en sangre la rebelda de los esclavos y se tronch a la ascendiente burguesa negra y
mulata, se controlaron los nimos rebeldes. Nada mas errneo. Las evasiones conti-
nuaron en toda la Isla. En cada pueblo importante haba un depsito de cimarrones.
La red represiva tena como cabeza a la mxima autoridad colonial, el Capitn Gene-
ral, a quien desde cada lugar se informaba mensualmente al respecto.
Cuba se irgui rebelde, cimarrona, a luchar por su libertad. Se fueron al monte amos
y esclavos, blancos, negros y mulatos, a compartir idntico destino. A afrontar la
muerte o la victoria.
26
En esta primera guerra de liberacin se fusionaron los lazos que eran innegables entre
todos los elementos arraigados en Cuba durante siglos y se sellaron con sangre. No
pudo haber discriminacin ante la muerte. El peligro fue el crisol de lo que ya estaba
mezclado en la base. No era fcil discriminar al negro o al mulato que no retroce-
da en el combate, o expona su vida para salvar al compaero de pelea.
Por otra parte, la cspide social cubana conoci en carne propia el refinamien-
to de la matanza y el exterminio para saciar su venganza y producir temor27,
que constituy durante siglos la tnica tambin ejercitada por ella, dicho sea de
paso del trato colonial para con los esclavos.
La posicin de los esclavos como clase explotada implic que se alinearan con las
corrientes ms avanzadas del pueblo sin negar excepciones confirmantes de la re-
gla para luchar por la libertad de todos los cubanos. Literalmente, lo nico que
tenan que perder los esclavos, eran sus cadenas, por eso llegado el momento, de una
u otra forma, se integraron al Ejrcito Mamb. Aportaron al mismo sus experiencias
de prcticos de monte y si se quiere, sus conocimientos de guerrilleros como cima-
rrones apalencados, obligados a incursionar en haciendas y enfrentarse a partidas de
arrancheadores para defender la libertad. El monte era el abrigo de los cimarrones
permanentes en lucha contra los esclavistas.
27
Todo este acervo concreto de experiencia lo aporta el sector ms avanzado de los
esclavos a la heroica contienda anticolonial en Cuba. La cual se une a las mejores
tradiciones de los que han combatido y combaten por la dignidad humana.
CAPITULO 2: ANTIRRACISMO
BREVE RECUENTO
Cabe decir, que al influjo preciso del mestizaje se singulariza lo cubano. La toma de
conciencia acelerada de los elementos de vanguardia sobre la necesidad de acabar
con la discriminacin racial es producto de un largo proceso donde la base social
potencia la conjuncin de los dos torrentes gestadores de la nacionalidad.
28
Perodo colonial tardo (1790-1898)
En virtud del Decreto de Abolicin, la masa laboral, hasta ese momento esclavizada,
pasa a la condicin de trabajadores libres y casi de la noche a la maana el potencial
de proletarios y precaristas en Cuba se multiplica. El ejrcito laboral de reserva toma
las caractersticas que le son propias en todos los pases capitalistas.
29
cacin de la sociedad burguesa excepcionalmente permiti en las capas superiores a
elementos con evidente ascendencia africana.
Las luchas econmicas y sociales de los oprimidos vean a estar matizados por la
pugna contra el racismo y la justa aspiracin de liquidar la discriminacin racial.
La lucha contra los prejuicios raciales que an puedan tener cierta expresin a nivel
de la conciencia individual es una prctica inflexible.
30
El lder cubano sigue una trayectoria consecuente de pelea antirracista, cuyo carcter
oficial de gobierno puede seguirse a partir del 22 de marzo de 1959, fecha en que
Fidel expone pblicamente su posicin en este sentido, la que alcanza niveles culmi-
nantes en la dcada de los aos setenta con la concepcin de latinoafricana aplicada
al pueblo cubano y el efectivo trazado del internacionalismo leninista ejercitado en
frica, con todo un derecho y un deber histrico de vuelta a la semilla.
La poltica africana del gobierno cubano, a la luz del criterio bsico del
latinoafricanismo de su pueblo, transita en ayuda de la tierra ancestral arrasada por
los enemigos histricos de la justicia social.
El ancestro espaol late en la masa viva de lo cubano pero el pueblo que hace la
primera Revolucin Socialista de Amrica no sera justo heredero de lo mejor
del pueblo espaol si al analizar no mirase con objetividad la historia y no asu-
miera la posicin de condena inflexible al colonialismo, la esclavitud y el racis-
mo.
Un recorrido por la historia de Cuba, sea somero o minucioso, permite observar, desde
su inicio, la presencia de los africanos y su innegable influencia en todo el proceso de
la creacin de la nacionalidad cubana.
31
Esta evidente realidad fue, no obstante, ignorada de una forma u otra, por la historia
burguesa e incluso negada por el clebre historiador y personalidad poltica del siglo
XIX, Jos Antonio Saco, intelectual de gran influencia, en los inicios de la historiografa
y el nacionalismo en Cuba, que sostena que la nacionalidad cubana solamente esta-
ba formada por las races europeas.
La desacertada opinin de Saco queda del todo fuera de lugar a la luz de los datos
histricos. Las fuentes muestran la existencia desde 150331 de negros esclavos en el
pas, es decir incluso antes de la fundacin de La Habana en 1515 y antes de que
Bartolom de Las Casas hiciera la lcida recomendacin, en 1517, del reemplazo
de la fuerza de trabajo nativa de Amrica por la africana.
Por otra parte, en 1553 se establece por las autoridades coloniales la coartacin, es
decir, la posibilidad del esclavo de obtener la libertad por sus propios medios econ-
micos. Por tanto desde la segunda mitad del siglo XVI existe en Cuba una poblacin
negra libre integrada como tal al pas. Por supuesto, la misma se encontraba en con-
diciones socioeconmicas inferiores a las del colonato europeo y su descendencia
blanca pero formaba parte del proceso general de gestacin de la nacionalidad, del
cual no son excluibles, de ninguna manera, los esclavos africanos y sus descendien-
tes criollos, los que a diferencia de los pobladores espaoles no podan retornar a la
tierra natal y se enraizaban fuertemente a los destinos de la nacin a la cual aportaron
elementos genticos y culturales, pero primordialmente fueron ellos los portadores
de la fuerza de trabajo sobre la que se fundamenta la economa colonial.
32
Pese a todo, las condiciones de las relaciones interraciales en el pas, estn marcadas
por ciertas flexibilidades desde sus inicios. La mezcla de los dos grupos tnicos
resultaba un hecho natural, por lo que para las clases privilegiadas se hizo necesario,
segn creca la fuerza econmica y social de negros y mulatos, ir estableciendo res-
tricciones que limitasen su evidente ascenso ya que esto ltimo implicaba compartir
en alguna medida el predominio econmico y poltico del grupo tnico que lo susten-
taba, es decir, como lo muestra la prctica histrica, los colonos espaoles no que-
ran competidores en el control econmico y sociopoltico que detentaban. Jams
permitieron la existencia de un grupo de explotadores negros ni evidentemente,
mestizo. A duras penas lo permitieron a su blanca descendencia.
En los crculos intelectuales del siglo XIX era frecuente la opinin de que el ne-
gro por caractersticas raciales inmutables no puede elevarse al nivel del hombre
blanco, estando incapacitado, en consecuencia, para el ejercicio de los derechos y
deberes que comporta una sociedad organizada.35
33
En Maceo se da la expresin ms alta de una esencial convergencia revoluciona-
ria... cubanidad ferviente... origen clasista... mulatez... ser cubano era vivir maltrata-
do en lo poltico y ser pobre, equivala a la opresin econmica, adems. Pero Maceo
sabe demasiado bien que ser negro o mulato es la inferioridad triple, porque a las
anteriores se suma el agobio perenne y brbaramente punzante del desprecio social...
Los que slo tenan cadenas que perder hablaron por boca de Maceo en Baragu
porque ninguna otra voz poda representarlos con fidelidad definitiva. All pidieron,
paralelamente, en un mismo plano... la independencia y la abolicin de la esclavi-
tud...
Recordemos que alguien ha calculado en un setenta por ciento la presencia del negro
en el total de los efectivos del Ejrcito Libertador.37
El camino hacia las reivindicaciones populares por las que haban luchado las masas,
los superexplotados, qued entorpecido al inaugurarse la repblica neocolonial. La
intervencin norteamericana signific el recrudecimiento de los antiguos atavismos
discriminadores. La furiosa vesania racista afinc sus fauces en la poblacin humilde
cubana. Los yanquis no pasaron por alto las centurias de mezcolanza criolla y donde-
quiera que fue factible, aplicaron criterios de superioridad tnica atribuida a s mis-
mos. La burguesa neocolonizada se asimil a los dictados del nuevo opresor. Por
eso, en la base de la pirmide social establecida, no slo quedaran los negros y
mulatos pauprrimos, sino que los cubanos menos oscuros fueron conceptuados de
blancos sucios y tambin fueron discriminados. Obreros y campesinos eran las
vctimas en lo fundamental; no tuvieron jams legislacin favorable que les protegie-
se, si no que resultaron despojados de sus ms mnimos derechos.
34
bajo la firme direccin de Fidel Castro, la responsabilidad de construir un estado
libre, orientado por los principios marxistas, leninistas, a noventa millas del ms
poderoso gobierno enemigo de la justicia social.
La centuria en que vivi Jos Mart fue para Amrica y Cuba, de pleno ejercicio y
crisis de la esclavitud del negro, as como del proceso de abolicin de esta institucin
socioeconmica, y , en tal sentido, toda la vida y obra de Mart estn lgicamente
influidas por la realidad dramtica de vivir en una sociedad donde las diferencias
entre explotadores y explotados, la sujecin de unos hombres a otros, los antagonis-
mos y la subordinacin clasista, se expresaban en procedimientos de coercin
extraeconmica que llegaban a brutales castigos fsicos.
La fina sensibilidad del constructor de pueblos se observa en Jos Mart, que capta
lo esencial y desarrolla lo que une para lograr el fin estratgico, tiene en su enfo-
que y tratamiento del problema racial en Cuba el reflejo de la estatura humana y
poltica del gua intelectual del Moncada.
Es bien sabido que la ideologa de la clase dominante cubana en el siglo XIX estaba
marcada por el terror y el desprecio al hombre negro, de ah que sus ms destacados
pensadores, an entre los ms avanzados e incluso en los que en poltica fueron
antianexionistas, aparecen aspiraciones tales como la que se expone a continuacin cuan-
do Jos A. Saco expresa: Deseo ardientemente, no por medios violentos ni revolucio-
narios, sino templados y pacficos la disminucin, la extincin, si posible fuera, de la
raza negra.39
Hasta esos niveles de brutalidad llega la vesania racista de una clase en decadencia.
35
arribar a enfoques sociales que desbordan los lmites de la mayor parte de sus con-
temporneos.
Mart aprecia la desigualdad social que conduce a la explotacin del esclavo negro,
Ya a los nueve aos, como hombre en ciernes sinti la vergenza de ver los maltratos
a un esclavo negro, y en la plena madurez de su hombra poltica revolucionaria dice
al respecto:
Y los negros? Quien que ha visto azotar a un negro no se considera para siempre su
deudor? Yo lo vi, lo vi cuando era nio, y todava no se me ha apagado en las mejillas
la vergenza Yo lo vi, y me jur desde entonces a su defensa...40
Los horrores de la prisin que sufri Jos Mart en la etapa adolescente reafirman su
compromiso con los humildes. De la crcel sale a denunciar, de todo aquel infierno,
Jos Mart no vacil en subrayar que a los once aos un nio africano estaba preso en
Cuba. Espaa condenaba, por un delito poltico a un esclavo de once aos que no
saba siquiera hablar espaol.
Sus aos de exilio poltico muestran sus vnculos con La Liga, conocida asociacin
de trabajadores cubanos y puertorriqueos por la independencia de ambos pases,
dirigida por el tabaquero Rafael Serra, negro cubano. A este amigo, Mart le dijo:
...La Liga tiene que prosperar. Todos los que tengan voluntad han de ponerse juntos.
Ya cansa y hace dao, el trabajo de serpiente de tanta gente mala.42 Francamente,
Mart trabaja por esa asociacin sin menospreciarla porque fuera iniciativa de un
cubano negro, sino por el contrario, habla de los miembros de La Liga como de gente
franca que va all a reunirse porque busca la verdad sin ambiciones ...son unos
cuantos obreros cubanos, obreros de color, de esos obreros nuestros que, aunque
parezca burla a algn intil, tienen abierta en una mesa de trabajo de ganarse el pan
fiero e independiente, la Educacin, de Spencer, o el Bonaparte de Ling, o La vida
de Plutarco...43 Es un observador desprejuiciado que valora positivamente la con-
ducta y actitud de hombres que otros discriminaban.
Pero, adems, para rubricar con la prctica lo que expone, se ofrece a contribuir a la
tarea formadora, sencilla y modestamente: Yo que nada solicito tendra honor so-
36
licitar serles ms til, til de verdad en su sociedad La Liga, o en cualquier otra, de
hombres y mujeres donde no les venga mal un amigo sincero que les ayude a
buscar la verdad o un compaero que contribuya a propagarla.44
Esa idea aparece tambin en sus criterios antirracistas cuando manifiesta: Suele la
imprevisin humana tener a mal que el hombre bueno propague la justicia, y salude
el talento y la virtud, sin subir o bajar el sombrero porque el padre virtuoso haya
nacido en frica o en Europa, pues si nacido en frica esclavo y de su esclavitud
sac al hijo que se hombrea con los hijos de los libres, mayor es su dificultad
vencida y ms bajo debe ir el sombrero. 46
A Rafael Serra, Jos Mart le confiesa ntimamente que: ...un hombre que se cultiva
y se levanta por s propio es el ms alto de los reyes y puede mirar como inferior a
todos esos vanos encopetados que no han vencido tanto como l. Ese es mi evange-
lio.47 Con ello alienta al obrero negro, que por su condicin clasista y racial es uno
de los entes ms discriminados y hostigados por la sociedad cubana y norteamerica-
na de fines del siglo XIX.
37
diremos porque no hay injuria en decir negro como no hay en decir blanco que no
est en el nimo de los que mantenemos el espritu de la Revolucin permitir que con
odios nuevos y desdenes inconvenientes e indignos de nobles corazones, se pierdan
los beneficios de aquella convulsin gloriosa50
Cabe decir que en 1906, el entonces joven investigador, al comenzar sus trabajos
sobre la presencia
fomentados por losafricana en Cuba,
esclavistas tuvo quepor
para justificar vencer el prejuicio
va de racial,
la naturaleza de arraigado
su estado
por el traslado
social; secular
y para tratar de generacin
de escindir en generacin,
a las clases y sectores de la ideologa
humildes segndel su explotador.
etnia, debi-
Cuenta su
litando Ortiz que: Para
potencial podermisocial.
abueloLostodos los, para l,
hacendados odiosos
cubanos cubanos
y sus separatistas
voceros no
reformistas
yeran ms que negros
autonomistas y mulatos, ocomo
construyeron, sea cimarrones de Guillermn,
filosofa social Maceo y Quintn
de sus agrupaciones polticas,
Lecredo
el record a Jos
racista de Mart, hijo de progenitores
la superioridad espaolesdey los
y misin civilizadora sin blancos.
asomo de sangre de
negra oriundez, y me respondi: Mart no era de color, pero como si lo fuera; ese fue
mulato
La por del
secuela dentro. Y entonces
racismo comprend
llega hasta que eenintenta
la repblica mi tierra el colorlaoscuro
justificar de la piel
explotacin del
llevaba 53implcitamente consigo una prejuiciosa consecuencia de inferioridad social,
negro.
transida de injusticia y de dolor.52
Es en esta atmsfera en la que Fernando Ortiz recin egresado jurista, que retorna de
Se trataba
Italia, donde derealiz
comosus expres el Dr.
estudios, Fontanellas
se enfrenta en el prlogo
al ambiente de Azcar
negro urbano y Aboli-
de La Haba-
cin
na, a que El prejuicio
principios de estey el racismo
siglo, dondeconcomitantes
el negro, piezade laacorralada,
esclavitud negra fueron
ejecutaba un
cimarronaje sui gneris que no culminaba con el apalencamiento en las montaas
como en el siglo XIX y antes, sino que rencor, recelo y fuerza contra la explotacin
que sufra se daba, en muchos casos, en mirada huidiza, escurridizo deambular arra-
balero, choteo, conga, tambor y navaja
38
ttulo de su primer libro sobre la temtica en 1906, Los negros brujos, Comenz
por ese tema, en momentos en que corran espeluznantes y sensacionales noticias
sobre brujera, agitada por la prensa, con particular nfasis discriminatorio.54
Comenc a investigar, pero poco a poco comprend que, como todos los cubanos,
yo estaba confundido fue suerte que ya en la primera investigacin de la brujera
en Cuba y sus misterios, pudiramos asegurar que aqu no haba tales vuelos de
aeronutica diablica y que la llamada brujera en Cuba era, sobre todo, un complejo
de religiones y magias africanas mezcladas entre s y con ritos, leyendas y supersti-
ciones de los catlicos.56
Fernando Ortiz lograr imponer su temtica al medio social hostil y alcanzar a per-
feccionar los elementos conceptuales y las perspectivas del fenmeno que estudia.
Este doble xito de las gestiones investigativas se aprecia a lo largo de toda su obra
con temtica negra, la cual tena inicialmente entre sus fines contribuir a la etnologa
criminal, entonces en ciernes, escudriando la vida cubana donde como dijera,
saleal paso el negro57, cuarenta aos despus de esa concepcin, consciente
de la efectiva transculturacin de la mestizada sociedad cubana, nuestro sabio afirm
que: sin el negro, Cuba no sera Cuba.58
39
La dialctica del proceso cognoscitivo de anlisis y sntesis que se manifiesta en la
obra afrocubana-africanista de Ortiz tambin se puede ejemplificar acudiendo a sus
opiniones.
En Los negros esclavos el autor dir: La raza negra es la que bajo muchos aspectos
ha conseguido marcar caractersticamente la mala vida cubana, comunicndole sus
supersticiones, sus organizaciones, sus lenguas, sus danzas, etc. y son hijos legtimos
suyos la brujera y el aiguismo que tanto significaban todava en el hampa
cubanaPero la inferioridad del negro, lo que lo sujeta a la mala vida era debida a
falta de civilizacin integral, pues tan primitiva era su moralidad, como su
intelectualidad, como sus hbitos.59
Estos eran sus criterios en 1916. Sin embargo, en 1950, ya conocedor y sincero
estudioso y en su obra antolgica Africana a de la msica folclrica de Cuba, refe-
rir que: Con la msica africana ocurri como con el lenguaje de frica. Antao se
crey que el lenguaje de los negros era casi inarticulado, carente de todo valor filol-
gico, ruido vocal apenas superado de los propios de la animalidad, hoy se cuentan
por centenares los idiomas ya definidos y existe toda una biblioteca lingstica para
desenredar el enmaraamiento de las familias glatolgicas en fricay hoy se
publican antologas poticas de los negros indgenas de frica en sus idiomas
vernculos.60
Se trata, en la obra de referencia, del hbito, entonces frecuente entre los integrantes
de la secta secreta Abaku, los igos, de deformarse los dientes por fractura o
limado, hacindolos puntiagudos, lo cual tena para los obonekues (Iniciados en la
secta secreta Abaku).diferentes explicaciones, entre ellas la que se asume en el rezo
siguiente:
Con motivo de indagar la causa ltima del origen de esa prctica que se encuentra
entre los descendientes de africanos en Cuba, Ortiz consulta ms de una treintena de
40
obras sobre hbitos, costumbres, lenguaje, etnografa general, de las poblaciones
subsarianas. Como resultado de esta indagacin cientfica localiza el rasgo en casi
toda la regin de migracin Bant del continente africano, con lo que nos aporta el
conocimiento de este carcter, no slo entre la etnia nigeriana carabal en el norte,
sino entre otras de Namibia y Mozambique en el sur. Esto es, a casi todo lo largo y
ancho de la zona Bant continental. Lo cual nos permite proyectar la generalizacin
de este carcter en un rea extensa y en un numeroso grupo de etnias africanas.
Por esos caminos se perfila la militancia antirracista del doctor Fernando Ortiz, quien
recoge el siguiente refrn afrocubano: La cucaracha nunca tiene razn en un galli-
nero, se vale de l, para con sorna filosfica Bant, dejar ejemplificada cabalmente
la situacin de los explotados en Cuba, en particular la de los negros, antes del triun-
fo de la Revolucin.
A partir de entonces ser combatiente de fila por abolir el concepto de raza y susti-
tuirlo por el de cultura, criterio que desarrollar despus plenamente en su obra El
engao de las razas.
41
tas; Por la integracin cubana de blancos y negros. Aparecen luego, en 1948, Los
problemas raciales de nuestro tiempo y La sin razn de los racimos, en 1955.
Este airado alegato antirracista de Ortiz expresa: ...Se pretende con obstinacin a
veces cnica que unas razas son superiores y otras inferiores, aquellas predetermina-
das para el predominio y estas otras para la servidumbre.
Sin duda, entre los rasgos tpicos de esta poca presente, que la posteridad califi-
car con severa justicia como persistencia de barbarie, estn las costumbres y leyes
que distribuyen a los ciudadanos segn el color de su piel en el cobro de sus sala-
rios en los derechos polticos, en los comedores y albergues, en los paseos, en las
escuelas y en las universidades.66
Del anlisis acucioso de los datos con que contaba, del poderoso sentido crtico que
posea, parte el proceso de su alineacin progresista en cuanto a la temtica africana
que tiene como sntesis esencial que emerja el combatiente antirracista Fernando
Ortiz, cuya obra es una muestra de la plurietnia cultural que constituye la cubana.
42
Las repercusiones de esta proyeccin en la sociedad cubana Guilln las rechaza
denuncia en 1929 la existencia de zonas donde se practicaba la segregacin
su voz es un alerta como negro y como cubano, es decir como representante de uno
de los sectores populares ms humildes, ms discriminados, por eso se duele de que
en muchas localidades de la Isla a semejanza de lo que acontece en ciertas
regiones yanquis, los blancos y los negros transitan en los paseos pblicos los das de
retretas por zonas perfectamente limitadas, cuya violacin por cualquiera de ellos, y,
ms que nadie por los negros, da origen a verdaderos conflictos70
43
De Guilln, en los das iniciales del combate, Mirta Aguirre ha dicho: Estaba
harto de blanquitos demasiado tostados por el sol; harto de disimulo burgus; harto
de negros catedrticos; harto de albos descendientes de peninsulares; harto de doc-
tores que se escandalizaban en pblico y que en privado no dejaban de incrementar
el mestizaje en la Isla. Y harto tambin de que por hipocresa y por prejuicios se
anduviese perdiendo la maravillosa cantera plstica, musical y potica del
mulatazgo.
En cuanto a lo que sucedi despus, Nancy Morejn constata que los pasos de Guilln
se orientaron de acuerdo a la ideologa del autor siempre en conflicto con la
ideologa dominante en Cuba hasta el triunfo de la Revolucin y realizada a pleni-
tud, como en sueos, en armona con la que predomina entre nosotros despus de tan
drstica fecha.75
Del Guilln de los das iniciales tambin puede decirse que luego de hacer un
llamado y darle un sitio adecuado al aporte africano, negro, dentro de la cultura
nacional, Guilln resalta la naturaleza mestiza de nuestra idiosincrasia (la cubana),
pero, el hecho de combatir, por un lado, el desprecio y el odio al negro arraigado
en las clases dominantes en la historia del pas hasta la consecucin de la repblica y
de defender, por otro lado, el justo lugar que tiene su gestin y su aporte en nuestra
cultura no lanz a Guilln por derroteros enajenadosGuilln aboga por la parti-
cipacin de todas las clases populares en la gestin de todos, teniendo como
divisa la dignidad plena del hombre, como aoraba Mart.76
Songoro cosongo tenala insolencia de decir a voz en grito que Cuba no era una
tierra blanca si no mulata78 Es cierto que Guilln en el prlogo de esta obra (1931)
escribi lo siguiente: Dir finalmente que estos son unos versos mulatos. Participan
acaso de los mismos elementos que entran en la composicin tnica de Cuba... Due-
le. No lo creo. En todo caso precisa decirlo antes de que lo vayamos a olvidar.79
44
Guilln destaca Nancy Morejn nos lanza ante una verdadera tragedia, aquella
que significaba el olvido del esencial aporte del esclavo africano a la gestin de la
nacionalidad80
De ese mismo matiz desmitificador es el poema, bien calificado por Mirta Aguirre de
breve y violento como una bofetada:84
Gobernador
Finalmente, en cuanto a Guilln, hay que coincidir con Nancy Morejn cuando sus-
tenta que La cuestin racial es insoslayable a la hora de hacer un balance de la
obra guilleniana, sin embargo, lo valioso en ese amor suyo por revelar cuanto hay de
falso en la defensa de la raza, en cualquier caso como categora absoluta y excluyen-
te. Todo planteamiento racial en nuestro autor est expuesto en funcin de mestizaje,
de sntesis, no de regresin a una pureza anticientfica por dems, cuando no engao-
45
sa, nuestro componente africano es tratado por Guilln como parte de un todo, sujeto
...al ritmo de la transculturacin frica en Guilln no es dispora, ni recurrencia
metafsica: es un modo de reconocerse en la expoliacin universal...85
Fidel Castro desde los primeros meses de la Revolucin en el poder dio muestra de
su exacta conciencia de lo que significaba el racismo y la necesidad de eliminar la
discriminacin racial. Quizs dijo el 22 de marzo de 1959 el ms difcil de los
problemas que tenemos por delante, quizs la ms difcil de todas las injusticias que
han existido en nuestro ambiente, sea el problema que implica para nosotros esa
injusticia que es la discriminacin racial86
El conflicto que se desarroll en Cuba, a partir de esas declaraciones, fue una forma
ms de continuacin de la lucha de clases en esta poca. Porque se precisaron con
mayor nitidez, los que estaban dispuestos a seguir en el proceso revolucionario, aun
a pesar, en algunos casos, de no aceptar del todo la nueva posicin de principios
frente a la situacin de la discriminada poblacin negra, y los que no pudiendo so-
portar el peso de los prejuicios que les obligaban a repudiar a los negros, por consi-
derarlos inferiores, abandonaban el proceso. Generalmente, esta ltima actitud racista
intransigente corresponda a posiciones ideolgicas burguesas y pequeo burguesas.
Pero no siempre se identificaba la posicin econmica con la ideolgica que se man-
tena sobre el problema racial en Cuba. El prejuicio llegaba a permear a gentes de
estratos sociales lindantes con la miseria, pero que por imitacin y enajenacin no
queran identificarse con los negros.
No obstante, el calado del prejuicio racial en las capas populares del pas no era muy
profundo. No poda serlo porque negros y blancos, obreros y campesinos, fueron
explotados en extremo por el capitalismo. De la misma manera que, empujando la
mirada retrospectivamente en la historia, el status colonial explot al negro hasta
hacerlo morir a latigazos, pero tambin hizo morir a centenares de blancos espao-
46
les, y no precisamente de las clases superiores, en los campos de batalla en contra de
la independencia de Cuba. Claro que la cuantificacin no es pareja, pero la cualifica-
cin permite no ser vctimas de espejismos que desvirten el enfoque clasista nece-
sario al respecto del verdadero enemigo, el cual utiliz y utiliza an en muchas partes
del mundo, los rasgos etnorraciales para fragmentar a los explotados. El proceso
racial cubano tiene esas caractersticas, las que se repiten en toda sociedad multirracial.
Se trata, por parte de los explotadores, de impedir la unin de los oprimidos y en ello
se usan todos los dispositivos.
Fue creada la leyenda negra la negra barbarie, las negras entraas, la concien-
cia negra Se ense que todo lo negro era odioso, despreciable. Incluso al
propio hombre de piel oscura, al hombre africano, se le impuso ese patrn, en tanto
que su contrincante, el europeo, hizo de la palidez signo de bondad, de inteligen-
cia, en fin, de poder. Por supuesto el mundo esttico y tico se movi y se mueve, en
occidente, entre estos parmetros. La discriminacin es as ms fcil.
El proceso de mestizaje fue aprovechado de esta misma forma pero sobre bases de
carcter etnorraciales. Porque mientras ms blanco mejor afirmaba el refrn popu-
lar. La enajenacin racial en el mundo antillano y latinoamericano en general es as.
Fidel Castro dijo en 1959: traigo a mi mente los episodios ms difciles de nues-
tras vidas y me acuerdo de la expedicin del Granma, de los que bamos en aquel
47
barco, expuestos a ser tragados por el mar, con la misma bandera, con la misma idea,
blancos y negros. Y recuerdo a Mestre, compaero del Moncada y compaero muer-
to en la Revolucin. Y recuerdo a Almeida, que era mi compaero, que era mi ayu-
dante, que fue uno de los mejores capitanes. Recuerdo en aquellos das, cuando ramos
doce nada ms, pasando hambre, perseguidos, acosados, que en cambio, entonces
no pensaba uno ni poda pensar y los que hoy padecen de prejuicios, si hubieran
vivido esos momentos no se pondran a pensar de qu color era la piel, sino que era
el compaero leal, el compaero valiente, el compaero que comparta contigo y
por ti, su compaero, estaba dispuesto a dar la vida.87
Por supuesto que los explotadores, sus voceros y seguidores, jams entendieron, ni
han entendido, esta actitud de Fidel Castro. La percepcin del fenmeno, que tuvo
entonces la burguesa en general, puede ser ejemplificada por un fragmento de con-
versacin, que cita Antonio Nez Jimnez, entre Fidel Castro y el dueo y director,
en aquella poca, de la revista Bohemia, donde se constata, la valoracin de los
racistas cubanos al respecto de la situacin: No es que est mal que cese la discri-
minacin racial, es el dao que le puede hacer a la Revolucin lo expresado por ti
(Fidel). Un gran nmero de cubanos que hasta aqu pudieron soportar la Reforma
Agraria, o la Reforma Urbana, jams van a estar de acuerdo contigo en el tema, de
la igualdad racial.88
48
desenvolver al mximo sus potencialidades: Nosotros ha dicho el lder cubano
hemos alcanzado el nuevo orden econmico en nuestras relaciones con el campo
socialista y ello, por fortuna, se ha traducido en el desarrollo industrial y agrcola, y,
especialmente, en el desarrollo social. Tenemos un nivel de educacin de solo quince
nios muertos en el primer ao de vida, por cada mil nacidos vivos, setenta y tres
aos y medio de perspectiva de vida y un 85 por ciento de viviendas electrificadas,
son algunas demostraciones de los resultados.90 Si todo esto se compara con que
en los Estados Unidos la mortalidad infantil para los negros es de treinta y cinco
recin nacidos que mueren todos los das, en tanto que en tal situacin mueren
diciocho nios blancos, salta a la vista que las condiciones reales de existencia
hacen que la poblacin negra se reproduzca la mitad que la blanca.
La dcada actual se abri de forma critica:los nios negros corren mayor riesgo
de nacer en la miseria, de carecer de cuidados prenatales, de ser hijos de adolescen-
tes o de madres solteras, de tener padres desempleados, incluso, de no tener ellos
mismos trabajo al margen de no poder ascender a estudios superiores.91 Funcio-
nan en los Estados Unidos los criterios de que La libertad, la igualdad y la frater-
nidad, que un da conmovieran a la sociedad feudal, eran slo para europeos y
blancos.92
En Cuba, en un pas sin discriminacin racial, la totalidad de los nios con edad
escolar de nivel primario estn cursando los estudios correspondientes y el ndice
general de la poblacin alcanza el noveno grado. En cuanto a educacin y salud el
pas ocupa el primer lugar entre todos los pases del Tercer Mundo y est por encima
de muchos pases industrializados. La economa cubana creci en el periodo1981-
1983 un 24,8 por ciento y el producto per cpita en un 22,6 por ciento.93
49
La imbricacin entre el racismo y la explotacin, tan claramente expresada por Fidel
Castro desde el inicio de su ejecutoria como gobernante, repercute y se manifiesta en
los conocidos planteamientos: Somos un pueblo latinoamericano, enemigo del co-
lonialismo, del neocolonialismo, del racismo y el apartheid, a los que protege y apa-
a el imperialismo yanqui.95
Es por ello que a esta altura de la batalla mundial por un nuevo orden internacional,
Fidel Castro, el 29 de marzo de 1985, declar en La Habana: Los pases
industrializados no podran encadenar ni esclavizar a cuatro mil millones de perso-
nas en el mundo, ni tampoco lo necesitaron hasta ahora, porque lo que han estado
haciendo es explotndolos cual si fueran esclavos. Hoy trabajan casi exclusivamen-
te para el beneficio de los pases industrializados, son esclavos sin cadenas, y
bien pueden lanzar una proclama de libertad frente al mundo industrializado.
Y eso se ha hecho muchas veces. Los esclavos de Hait, en el siglo pasado se procla-
maron libres. Tambin un da se proclam la libertad de los esclavos en Estados
Unidos. En muchas partes del mundo ha ocurrido, nadie ha cuestionado que es justo.
Esta deuda puede ser como el cincel con que los pueblos econmicamente esclaviza-
dos del Tercer Mundo comiencen a romper sus cadenas.
50
La lucha ahora es en contra del elefante, en primer lugar.97
Conclusiones
Estas tres figuras, asesinadas las dos primeras por la reaccin, antes de la toma del
poder popular en 1959, estn inscriptas en la historia de lucha y gloria de los explo-
tados cubanos, fueron ellos continuadores de las rebeldas de los cimarrones y de las
campaas de independencia del pas. Justos representantes de las fuerzas progresis-
tas, sus nombres y ejemplos son estandarte de la construccin del socialismo en
Cuba, de ah que rdenes y medallas de reconocimiento y estmulo al trabajo crea-
dor, tengan sus efigies y sean otorgados a los hijos ms destacados de la Patria cuba-
na.
Otro elemento que bien vale la pana analizar, y que implica un subrayado mayor de
la importancia de la presencia del factor africano en el etnos cubano, y por ende de la
nacionalidad, es el referente al corte negroide de muchos rasgos de la cultura espa-
ola; claramente observables en una mestizada Andaluca, consecuencia de trato
de siete siglos con los moros. El mundo espaol siempre estuvo irradiado por fri-
ca.
No eran desconocidas entre s las fuerzas que tomaron una nueva naturaleza al fun-
dirse en la raz que dio lugar a los cubanos. Esta es una de las razones que facilitaron
el entrecruzamiento racial afrohispano, el cual, pese a las hipocresas de saln, se
efectu con fuerza y sin trabas angostas.
51
Hay que concluir que en Cuba, frica se refuerza con la hispanidad. Es decir, que los
rasgos culturales asimilados por Espaa durante siglos, se subrayan al fusionarse en
tierras cubanas con la viva africana trasladada en los cargamentos de esclavos.
En Cuba, desde 1959, no se vive un proceso hostil entre seres enajenados por
circunstancias etnorraciales diferentes, las cuales son manejadas por las clases do-
minantes en el poder para dividir a la masa popular.
52
Citas
1
Fidel Castro. Esta es la batalla por la verdadera independencia de Amrica Latina.
p.22
2
Vuelva, V.M. otra vez sus prudentsimos ojos al nuevo reino de Hait y considere
los riesgos de los que estamos a su vista, rodeados de combustible, y recibiendo, a
todas horas, tantas chispas incendiarias. (Documentos de la representacin de la
Ciudad de La Habana a las cortes, 28 de julio de 1811. En: Hortensia Pichardo.
Documentos para la Historia de Cuba, t.1, p.249).
3
Cuando en los albores del siglo pasado la inmensa mayora de los pueblos de habla
espaola iniciaron el camino de la emancipacin del yugo colonial, en la coyuntura
propicia que ofreci la invasin napolenica a Espaa, Cuba era un pas de planta-
ciones tropicales explotadas con mano de obra esclava. A despecho de los acuerdos
internacionales de la poca, el nmero de esclavos aumentaba por ao, a la par que
crecan las riquezas industriales y la prosperidad de las clases dominantes los cu-
banos ricos eran los dueos de las plantaciones. Esta clase social, aunque interesada
en superar las trabas coloniales que estorbaban el desarrollo de la economa y su
acceso al poder poltico, no podan prescindir de las fuerzas militares de la metrpoli
para mantener la sumisin de los esclavos: tema la repeticin en Cuba de la heroica
historia de Hait y supeditaba, sin vacilacin, la cuestin de la independencia nacio-
nal a sus intereses clasistas. (En: Informe del Comit Central del PCC al Primer
Congreso. Presentado por el compaero Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del
PCC. pp. 6-7).
4
Los perros de presa que usaban los arrancheadores eran llamados tambin de bus-
ca. Eran perros especialmente adiestrados para cazar negros. Los de Cuba, dijo el
Barn de Humbolt, tenan una funesta celebridad. Perros procedentes de La Haba-
na fueron utilizados en Jamaica, Hait, Nicaragua. Durante la guerra civil de Estados
Unidos gran nmero de ellos fueron exportados para combatir a los negros sudistas
(En: Fernando Ortiz. Los negros esclavos. p.404.
5
Jos L. Franco. Los palenques de los negros cimarrones. p. 78
6
Ibidem. p.79.
7
Ibidem.
8
Segn la informacin de un grupo de hacendados de la regin occidental, en 1797,
se escaparon de sus propiedades 216 esclavos, cifra poco exacta pero que indica la
situacin de algunos municipios de La Habana. Archivo Nacional de Cuba. Fondo,
Real Consulado y Junta de Fomento. Legajo 140. No.6883.
9
Realmente el contenido etimolgico del trmino no recoge adecuadamente el con-
tenido real que tuvo el mismo, porque la gestin de arranchear fue mucho ms rica en
accin represiva. De manera que el arrancheador fue un antecedente claro que en
condiciones de la poca del guardia rural.
53
10
La categora de oficio de la actividad de arracheador se expresa en el Reglamento
de cimarrones dictado por las autoridades espaolas. Ver: Fernando Ortiz. Los ne-
gros esclavos. p. 463.
11
La Enciclopedia Universal define esta actividad como un americanismo que en
Cuba consisti en sorprender a los negros cimarrones en sus ranchos para atacar-
los. El Larousse tambin lo define como un americanismo que significa arrebatar,
quitar y en la Enciclopedia Jurdica Castellana no aparece.
12
F. Ortiz. Op. cit. p.398.
13
Ibidem. p.459.
14
Ibidem. pp. 402-413.
15
Archivo Nacional de Cuba. Fondo, Asuntos Polticos. Leg.104, No.34.
16
El hacendado Don Rafael Peregrn de Arroyo Seco (Oriente) y tambin el de la
Hacienda Lagunitas de la misma zona, confesaron que algunos cimarrones llevaban
a dichos hacendados su cera para surtir de lo que necesitabanDeca Peregrn que
en su estancia han estado hasta cuarenta juntos a limpiarle el platanal, y a ofrecerle
otros trabajos, pero que no lo ha consentido Jos L. Franco. Afroamrica. p.128.
17
Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Polticos. Leg. 109, No.34. Citado por Franco.
p.13.
18
Jos L. Franco. Los palenques de los negros cimarrones. pp. 102-103.
19
Archivo Nacional de Cuba. Fondo, Asuntos Polticos. Leg. 104, No.34.
20
Archivo Nacional de Cuba. Fondo, Correspondencia de los Capitanes Generales
(sin clasificar). Tomado de Jos L. Franco. Op. cit., p.106.
21
Ibidem. p.112.
22
Ibidem. p.113.
23
Archivo Nacional de Cuba. Real Consulado de Junta y Fomento. Leg. 150, No.450.
24
Archivo Nacional. Asuntos Polticos. Leg. 109, No.34. Jos L. Franco. Op. cit.
pp.104-105
25
Juan Prez de la Riva. El barracn y otros ensayos.
26
Mximo Gmez. El Viejo Edu.
27
Ibidem.
28
Juan Prez de la Riva. Cuadro Sinptico de la esclavitud en Cuba y la cultura
occidental. s/p
29
Juan Prez de la Riva. El monto de la inmigracin forzada en el siglo XIX. p.5
30
La poblacin china importada en condiciones de semiesclavitud comenz a llegar
a Cuba en 1846. Por tanto, aunque tiene influencia, no es un componente esencial del
etnos cubano. Ver Jos A. Saco. Obras pstumas. p.181
31
Ibidem.
32
Ibidem.
33
Ibidem.
34
Ibidem.
35
Ral Cepero Bonilla. Azcar y abolicin. p.125.
36
Ibidem. p.133.
37
Sergio Aguirre. Ecos de caminos pp. 205-207.
54
38
Nicols Guilln. Martn Mora Delgado. p.9
39
Ral Cepero Bonilla. Op. cit. p.133.
40
Gonzalo de Quesada y Miranda. Mart, maestro de hombres libres. p.34.
41
Jos Mart. El presidio poltico en Cuba. En: Primeros y ltimos das de Jos
Mart. p.46
42
Pedro Deschamps. Rafael Serra Montalvo, obrero incansable de nuestra indepen-
dencia. p.
43
Ibidem. p.56.
44
Ibidem. p.50.
45
Jos Mart. Obras completas, t.4, p. 417.
46
Pedro Deschamps. op. cit. p.63.
47
Ibidem.
48
Ibidem. pp. 44-45.
49
Ibidem. p.46.
50
Ibidem. p.49
51
Jos Mart. Obras completas. t. 11, p. 272.
52
Fernando Ortiz. Mart y las razas. pp. 6-7.
53
Carlos Fontanellas. Introduccin a Ral Cepero Bonilla. Azcar y abolicin. p.9.
54
Julio Le Riverend. rbita de Fernando Ortiz. p.18.
55
Fernando Ortiz. Los negros brujos. p.36.
56
Ibidem. p.16.
57
Biblioteca Nacional Jos Mart. Bio-bibliografa de don Fernando Ortiz. pp.17-
18.
58
Ibidem. p.13.
59
Ibidem.
60
Ibidem. p.17.
61
Ibidem. p.13.
62
Ibidem.
63
Fernando Ortiz. Las rebeliones de los afrocubanos. pp. 97-98.
64
Fernando Ortiz. El engao de las razas. p.12.
65
Ibidem. p.14.
66
Ibidem. p.240.
67
Ibidem.
68
Miguel Barnet. La fuente viva. p.145.
69
Nancy Morejn. Nacin y mestizaje en Nicols Gilln. p.170.
70
Ibidem.
71
Jos A Saco. Papeles sobre Cuba. Tomado de Sergio Aguirre, Ecos de caminos,
pp.424-425.
72
Primer Congreso del PCC. Informe Central. p. 14.
73
Nancy Morejn. Op. cit. p.171.
74
Mirta Aguirre. Un poeta y un continente. pp. 28, 29 y 30.
75
Nancy Morejn. Op. cit. pp.11-12
76
Ibidem. pp. 36-37
55
77
Marta Aguirre. Op. cit. p. 40.
78
Ibidem. p.46.
79
Nancy Morejn. Op. cit. p.99.
80
Ibidem.
81
Mirta Aguirre. Op. cit. p.39.
82
Ibidem. p.68.
83
Nancy Morejn. Op. cit. pp.194-195.
84
Mirta Aguirre. Op. cit. p.68.
85
Nancy Morejn. Op. cit. p.328.
86
Antonio Nez Jimnez. En marcha con Fidel. p.107.
87
Ibidem. p.112.
88
Ibidem. p.113.
89
Ibidem. p.110.
90
Fidel Castro. No hay otra alternativa: cancelacin de la deuda o la muerte polti-
ca de los procesos democrticos en Amrica Latina. pp. 52-53
91
Fidel Castro. Encuentro sobre la situacin de la mujer en Amrica Latina y el
Caribe hoy. p.47.
92
Fidel Castro. No hay otra alternativa: cancelacin de la deuda o la muerte polti-
ca de los procesos democrticos en Amrica Latina. p.46.
93
Ibidem. p.14.
94
Fidel Castro. Discurso del 26 de julio de 1973. Granma, 28 de julio de 1973. p.2.
95
Fidel Castro. Angola: Girn Africano. (discurso) p.25.
96
Fidel Castro. No hay otra alternativa: cancelacin de la deuda o la muerte polti-
ca de los procesos democrticos en Amrica Latina. pp.19-20.
97
Fidel Castro. Esta es la batalla por la verdadera independencia de Amrica
Latina.pp. 2-3.
56
Bibliografa
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Un poeta y un continente. Editorial Letras Cubanas. Ciudad de la Habana,1982.
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Esta deuda no slo es impagable, sino que ya, adems, es una deuda incobra-
ble. (Intervencin de la sesin de la tarde del domingo 7 de Julio de 1985, del
IV Congreso de la FELAP). La Habana, Editora Poltica, 1985.
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de Fernando Fe. 1906.
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Documentos para la Historia de Cuba. t. I. La Habana, Editora Ciencias So-
ciales, 1971.
WILLIAMS, ERIC.
Capitalismo y esclavitud. La Habana, Editorial Ciencias Sociales, 1975.
60
CONVOCATORIA
INTRODUCCIN
Entre los elementos que determinan la importancia de esta jornada est la vincula-
cin de Cuba al continente africano, nuestro apoyo a sus luchas de liberacin nacio-
nal, la solidaridad e internacionalismo de nuestro pueblo que se evidencia en su
accionar del da a da, y tambin en la multiplicidad de aspectos que caracterizan las
relaciones frica-Amrica (Caribe) desde la colonizacin y trata, hasta la actuali-
dad, lo que demuestra que Cuba es inderrotable en un Cimarronaje que comienza
con las seculares rebeliones de aborgenes y esclavos, las cules tienen evidente
ejemplo de continuidad histrico mundial en Cuito Cuanavale y se mantiene hasta
hoy con el ejemplo actual de nuestros 5 Hroes Prisioneros del Imperio.
61
Las sesiones tericas se efectuarn durante los das 7 al 10 de octubre del 2006, en la
Ciudad de Matanzas, en el Museo Castillo de San Severino, perteneciente al Proyec-
to La Ruta del Esclavo, de la UNESCO.
EJES TEMTICOS
Esclavitud
Cimarronaje
Racialidad e identidad
Epopeya cubana en frica
Coauspicio del Evento: Asociacin Cubana de las Naciones Unidas (ACNU), Aso-
ciacin Yoruba de Cuba, asociacin Caribea de Cuba, Asociacin de Combatientes
de la Revolucin Cubana, Biblioteca Nacional de Cuba, Casa de Altos Estudios Fer-
nando Ortiz, Centro de Estudios del Caribe de la Casa de las Amrica, Ctedra del
Caribe de la Universidad de la Habana, Comit Cubano por la Paz, Centro Cultural
Africano Fernando Ortiz, Oficina Regional de la UNESCO para Amrica Latina y el
Caribe, Comisin Nacional de la UNESCO, Ministerio de Ciencia, Tecnologa y
Medio Ambiente (CITMA), Instituto Cubano de la Amistad con los Pueblos (ICAP),
Organizacin de Solidaridad con los Pueblos de Asia, frica y Amrica Latina
(OSPAAAL), Unin Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Unin de
Historiadores de Cuba.
62
63
Este libro ha sido imopreso por el Departamen-
to de Ediciones de la Biblioteca Nacional Jos
Mart en el mes de octubre de 2006.
64