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EDICIN, CORRECCIN E INTRODUCCIN DE TEXTOS: Carlos L. Zamora
DISEO INTERIOR, MAQUETACIN Y EDICIN: Elda Gonzlez Mesa
DISEO DE CUBIERTA: Elda Gonzlez Mesa sobre personaje de El palenque, obra artesanal
de Alexis Cardona.
DIGITALIZACIN DE ORIGINALES: Dayami Padrn Martnez

Sobre la presente edicin, 2006


Biblioteca Nacional Jos Mart

ISBN 959-7137-34-8

BIBLIOTECA NACIONAL JOS MART


Ave. de Independencia y 20 de Mayo,
Plaza de la Revolucin, Apartado Postal 6882.
Ciudad de La Habana, Cuba.

E-mail: [email protected]

Oquendo Barrios, Leyda. Cimarronaje y antirracismo / Leyda Oquendo


Barrios. La Habana : Biblioteca Nacional Jos Mart, Eds. Bachiller,
2006. 64 p. (Arca)

Bibliografa y notas al pie de las pginas.


ISBN 959-7137-34-8

1. CIMARRONAJE - HISTORIA
2. ANTIRRACISMO - HISTORIA
3. ESCLAVITUD

4
5
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Nota aclaratoria

Veinte aos despus

Cimarronaje y antirracismo fue uno de los resultados cientficos que obtuve hace
veinte aos, cuando mis estudios sobre frica en Cuba me permitieron reflexionar
sobre temas medulares de la presencia africana en Amrica.

As fue como el amanecer de 1986 se torn en fecha de denuncia, de recordacin de


la infamia esclavista en Cuba, de pensar al respecto de los argumentos del racismo y
las figuras antirracistas que pelearon y an pelean en contra de cualquier tipo de
discriminacin.

Estoy segura que a la distancia de veinte aos, la escritura de este trabajo sera ms
aguda, ms profunda, quizs ms hermosa, pero no lo he intentado por mantener el
encanto de aquel momento en que, junto al Maestro Jos Luciano Franco, planeamos
la conmemoracin de los cien aos de la abolicin de la esclavitud africana en Cuba,
para que fuera fecha de combate frente al racismo y el apartheid, an vigente enton-
ces; as como accin afirmativa de que la abolicin de la esclavitud, el 10 de octubre
de 1868, constituy un acto de insurgencia donde la Isla erguida, representada en las
huestes de Bayamo, se creca en una subversin cimarrona; donde los combatientes
demostraban que la esclavitud no era compatible con la insurgencia. No poda ser de
otra forma si convergan las armas de los esclavos de ayer en la causa libertaria y los
palenques de antao en comandancia de libertadores.

La guerra en contra de la opresin fue as consolidada por la praxis y Cuba,


cimarroneante desde las luchas indgenas y africanas de principios del siglo XVI en su
accin anticolonial, fundi la magma nacional.

El cimarronaje de nuestro mundo es hoy una categora real de los que enfrentan las
fuerzas imperiales donde quiera que estn. Cimarronear contra el imperio es no ad-
mitir que por pequeos no se tiene fuerza para defender la identidad.

Cimarronaje y antirracismo trae ese mensaje, an veinte aos despus de su primera


publicacin. Porque, desde entonces, defendemos el ejercicio del DERECHO HU-
MANO AL CONOCIMIENTO DE LA VERDAD HISTRICA.

Leyda Oquendo
La Habana, octubre del 2006
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8
TABLA DE CONTENIDO

PREFACIO

CAPITULO 1.- CIMARRONAJE

La rebelda de los esclavos en Cuba. 13

Cimarrones. 15

Arrancheadores. 17

Correlacin cimarrn-arrancheador. 18

Palenques. 19

Sublevaciones y conspiraciones. 22

La Conspiracin de la Escalera. 25

CAPITULO 2.- ANTIRRACISMO

Breve recuento. 28

Jos Mart: apuntes sobre su antirracismo militante. 34

Fernando Ortiz y la desmitificacin del negro. 38

Nicols Guilln: mulato. 42

Fidel Castro: Latinoafricana y Revolucin. 46

CONCLUSIONES 51

CITAS 53

BIBLIOGRAFA 57

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10
Prefacio

La enconada lucha que se sostiene en la actualidad entre las fuerzas progresistas y


la reaccin racista antinegra, tiene sus orgenes en la esclavitud y el horrendo co-
mercio de seres humanos del que fueron vctimas los pueblos africanos. No cabe
dudas de que el racismo es la herencia ms ominosa de la trata esclavista.

La trata dio como resultado la dispersin de la poblacin africana en Amrica, pero


a partir de ella no hubo momento de paz para los opresores colonialistas, porque,
donde hubo esclavos africanos, indefectiblemente, ocurrieron actos de rebelda y
cimarronaje. Existe una estrecha vinculacin histrica entre el racismo actual como
negacin de los derechos humanos y el proceso de dispersin y rebelin antes men-
cionado.

Las profundas causas de la discriminacin son, por supuesto, econmicas. La bs-


queda incesante de mayores ganancias implica, incluso, poner a la humanidad al
borde del holocausto mundial en la enloquecida carrera armamentista que efectan
el imperialismo y sus aliados. En tanto, pretenden reducir a cero al desarrollo de los
pases del llamado Tercer Mundo.

Sin embargo, los tiempos han cambiado, las fuerzas progresistas se movilizan cada
vez ms efectiva y estrechamente para luchar contra el colonialismo y el
neocolonialismo; combaten con creciente bro por establecer un nuevo arden econ-
mico internacional, es tambin una forma de controlar la carrera armamentista, ya
que si se establece el nuevo orden econmico, habra que reducir los gastos mili-
tares a un treinta por ciento...1

Actualmente el proceso discriminador alcanza a todo el Tercer Mundo. Los pode-


rosos dueos de la economa mundial los gobiernos de los pases capitalistas
desarrollados han demostrado hasta qu punto desprecian a los que explotan, al
no dar odos a las mnimas necesidades para la sobrevivencia de estos pueblos. En
la incesante opresin no importa que mueran anualmente un milln de nios de
menos de un ao slo en Amrica Latina; no importa la guerra de las galaxias, los
problemas econmicos mutuos entre los grandes de occidente; hacer pagar la deu-
da externa a los pases pobres es decir obligarlos a morir. No importa cuan terrible
sea la situacin interna; al opresor, al amo, slo le interesan las ganancias.

Puede hacerse un smil entre la actual conducta de los gobiernos de los pases capi-
talistas desarrollados con respecto a los pases del Tercer Mundo, y la asumida en el
siglo pasado por los dueos de las grandes plantaciones en Amrica con relacin a
los esclavos. Los mtodos abusivos, la codicia, la actitud inhumana, los patrones de
discriminacin son los mismos. Por supuesto, la respuesta de los explotados resuena
en rebelda, en lucha para mejorar sus condiciones de vida; en negacin al pago de
la deuda externa. Es que se est haciendo cimarrn el Tercer Mundo.

11
12
CAPTULO 1: CIMARRONAJE

El grito se nos sale como


una gota de oro virgen.
Guilln

LA REBELDA DE LOS ESCLAVOS EN CUBA


El desarrollo del capitalismo en Amrica enfatiza la vigencia universal de leyes his-
trico naturales que rigen en la evolucin de la sociedad humana, por ello las parti-
cularidades que la singularizan en el rea tienen una importante connotacin para el
enfoque cientfico del descursar histrico. Una de estas peculiaridades se encuentra
en la economa de plantaciones que da lugar en el continente a que formas de
explotacin esclavistas sean la base de la produccin de mercancas para el merca-
do mundial.

Esta realidad condiciona en parte de Amrica una sociedad cuyas clases antagnicas
son: esclavos industriales y burgueses anmalos. La contradiccin entre estos
dos polos ser el vector fundamental del desarrollo econmico y la lucha de clases en
Cuba en el perodo colonial hasta que oficialmente fue abolida la esclavitud en 1886.
El universo de rebeldas que se desarrolla hasta esa fecha emerge con la fuerza de
una relevante necesidad para la clase ms intensamente explotada en Cuba.

La masa esclavizada fuerza de trabajo fundamental y tambin medio de produccin


esencial fue violentamente victimizada. Los esclavos fueron mercanca y, como tal,
se compraron y vendieron en el mercado mundial capitalista. Ello debe de tomarse
en cuenta al analizar la situacin cubana colonial, particularmente a partir de los
aos noventa del siglo XVIII, en que la rebelda de la poblacin esclavizada se enfatiza.
En esta etapa la explotacin de la fuerza laboral para la produccin de azcar se
efectu como condicin normal bajo la presin del aumento de la intensidad del
trabajo. Se prolong la jornada hasta lmites fisiolgicamente casi inadmisibles, los
esclavistas se apropiaron, incluso, de parte del trabajo necesario.

Para los hacendados que encarnaban la burguesa anmala de que habl Marx, era
evidente que la coyuntura econmica les favoreca. Cuba ocup ventajosamente el
lugar de la convulsionada colonia francesa de Saint Domingo, convertida en primer
pas indepediente del rea por el alnzamiento victoriso de sus esclavos. Los pre-
cios del azcar y el caf en el mercado mundial suban, los intereses entre Cuba
y Espaa eran coincidentes en cuanto a trata y esclavitud, a pesar de las presio-
nes de Inglaterra.

13
En consecuencia, los criollos poderosos no realizaron en Cuba enfrentamientos con
Espaa a fin de obtener la liberacin nacional y la toma del poder poltico. Mientras,
el resto del continente latinoamericano lleva a cabo las guerras de independencia que
constituyen el rasgo comn de las primeras dcadas del siglo XIX.

La cercana del escenario de la revolucin haitiana y su posible influencia, teniendo


un sistema socieconmico similar implic que los propietarios de esclavos en Cuba
no se arriegaran a ser expulsados por la negrada belicosa que sojuzgaban.2

Esta contingencia amenazante se haca peligro prctico si se rompan los diques de


seguridad constituidos por las fuerzas represivas coloniales que eran el brazo arma-
do de los hacendados frente a las mltiples sublevaciones de los esclavos. De decla-
rarse una guerra de independencia en Cuba, segn criterio absoluto de los sacarcratas,
se dara oportunidad a los esclavos de insurreccionarse y repetir el cercano ejemplo
de Hait.3

Sin embargo, cuando los hacendados emprendieron su vigoroso avance econmico


de la ltima dcada del siglo XVIII, aprovechando la veta comercial azucarera que le
daba la convulsa situacin haitiana no saban que los cargamentos de fuerza de traba-
jo esclava que reciban estaban contribuyendo a su propia desaparicin como
esclavistas o burgueses anmalos, y de paso ayudaban, contradictoriamente, al
surgimiento de una nueva etapa del capitalismo en el pas.

Con la explosin azucarera se increment, en cantidades exorbitantes, el esclavo


africano y con l se arrastr la rebelda y la insurreccin que constituyeron amenaza
y terror para la clase dominante.

Durante todo el lapsus de esclavizacin de los africanos y sus descendientes, la his-


toria de Cuba est plagada de rebeldas. Son muchos los palenques que pueden ser
localizados por toda la Isla, existe una gran cantidad de fuentes documentales que
permite su exacta localizacin: Cuzco, Cayajabos Canas, Limones, Moa, Tinguabos,
Cabonico, Sibarimar, etc., constituyen nombres de lugares en los cuales se encontra-
ron esclavos que lograron sublevarse exitosamente de sus amos y constituir peque-
as aldeas de libertad. Ellas fueron los primeros territorios liberados de explotacin
en la historia de Cuba. Sus libertadores eran hombres y mujeres de procedencia afri-
cana a los que se unieron, en algunos casos, otros cubanos e incluso espaoles.

La produccin esclavista siempre estuvo amenazada por este escape de fuerza de


trabajo. Para contrarrestarlo se constituyeron numerosas partidas de hombres arma-
dos de fusiles y perros de presa4 con el objetivo de reintegrar los huidos a sus dueos.
Pero no haba terminado la destruccin de un reducto de cimarrones cuando ya sur-
gan varios nuevos, fue una lucha interminable que nicamente desapareci, en esas
condiciones, cuando fue abolida la esclavitud.

14
Desde 1553 aparecen expedientes incoados por las autoridades donde se reportan
rebeldas de los esclavos, situacin que se extiende a lo largo del proceso colonial y
se convierte en una incuestionable espiral ascendente y poderosa a partir del final del
siglo XVIII.

Fue tal la situacin para los esclavistas, que a la altura de 1819 un informe especial
expone el temor de que se fomente un palenque invencible y semejante al que
toda la eficiencia de los ingleses no ha podido destruir a la isla de Jamaica5, y
apuntaba que entre el ...Partido de Cayajabos y en Cabo de San Antonio existen
ms de 500 cimarrones divididos en cuadrillas6. De estos cimarrones se reporta
que haban construido palenques en las lomas de los Campanarios, Las Cabezas
del ro San Cristbal, Las Guacamayas, etc., en la zona occidental, los cuales te-
nan ms de seis aos de existencia.7 Se conoce tambin por las propias fuentes
espaolas que se llegaban a apresar cimarrones de diecisis y veinte aos de edad
que haban nacido en el monte y, que por lo tanto, nunca haban sufrido la condicin
de esclavos.

Nuestro pie duro y ancho


aplasta el polvo
en los caminos abandonados.
Guilln

CIMARRONES

Se llam cimarrn al esclavo huido del dominio de sus amos. La legislacin colonial los
clasific en cimarrones simples, los que hacan vida solitaria en el monte y cimarrones
apalancados, los que vivan en comunidades con otros en reductos rebeldes que consti-
tuan rancheras independientes llamadas palenques.

Los cimarrones simples eran mucho ms vulnerables a la caza que les hacan los
arrancheadores, que los apalencados. Aunque constituyeron en s mismos una
quiebra para sus dueos,8 no fue la forma simple de cimarronaje la que ms gol-
pe al rgimen explotador establecido en Cuba en aquellos tiempos.

Los cimarrones en su conjunto fueron uno do los polos representativos de la contra-


diccin esclavo-esclavista, en el sistema de plantaciones de la economa colonial en
Amrica.

Los cimarrones ofrecieron resistencia a la sociedad esclavista, su fuerza y permanen-


cia dio lugar en Cuba a un terror mantenido y exacerbado entre los explotadores lo
cual se establece como uno de los elementos causales de su reformismo y desvincu-
lacin del movimiento independentista del alborear del siglo XIX en Amrica Latina.

15
Las implicaciones del cimarronaje frecuentemente se ven con este viso negativo, es
de lamentar que no se haya hecho suficiente hincapi en la profunda fuerza libertaria
que aport este movimiento a las corrientes insurgentes y lo mucho que contribuy la
cimarroneara a las tcnicas guerrilleras implantadas en las luchas de independencia.

El cimarrn es el elemento ms negativo al sistema explotador imperante en Cuba a


lo largo de casi todo el perodo colonial porque sustrae su propia fuerza de trabajo
del dominio esclavista y significaba un ejemplo, una instigacin, un reto a los que
quedaban sometidos. Golpeaba fuerte y abiertamente a la economa de los opresores
y contribua a las luchas libertarias por el logro de la independencia.

Ciegos, sordos, armados


por el miedo y el odio.
Guilln

ARRANCHEADORES

A pesar de que la denominacin arrancheador fue modificada por su uso centenario


y qued reducida a rancheador; preferimos mantener el trmino para que engarce
con ms precisin.

Arrancheador: ente dedicado a arrasar, inutilizar, borrar ranchos cons-


tituidos por esclavos huidos, conocidos con la denominacin de cima-
rrones.9

Es bueno explicar que el arrancheamiento fue una actividad anterior al surgimiento


del arrancheador como individuo especializado, o elemento cuyo ofici10 fue la acti-
vidad de arranchear.11

Si nos remitimos a los documentos coloniales ms antiguos encontraremos citado


por Fernando Ortiz, que a su vez cita a La Sagra, que en 1528 en Cuba, entre Bayamo
y Puerto Prncipe, existan cuadrillas de espaoles que perseguan a los indios alza-
dos en funcin de convertirlos en esclavos de su propiedad. En el referido docu-
mento, a treinta y seis aos del descubrimiento, como admirativamente sealara
Ortiz, se observa que los colonizadores estaban a la caza de fuerza de trabajo que
se le escapaba, lo que implica que se reconozca que arranchear era una actividad
conocida y presente entre los colonos.

Es precisamente en el documento que obra en La Sagra que tal faena va en pos de


institucionalizar al individuo que la realiza, porque estos cuadrilleros piden que se
les d salario.12

16
En 1623 la institucin es ya oficial. Los colonos dedicados a arranchear son nombra-
dos por las justicias y sus depredaciones obligan al rey de Espaa Felipe IV, a dictar
una orden de condena a los mltiples abusos que cometan.

Cabe poca duda de que al inicio y durante algn tiempo, el arrancheamiento result
una actividad que realiz la clase en el poder como tal, es decir, los propios dueos
de esclavos se integraban a la bsqueda de la fuerza de trabajo que se le escapaba.
Por lo tanto, arrancheador y explotador era lo mismo en la fase inicial de la sociedad
esclavista en Amrica Latina.

A medida que se desarrollaba la base econmica del sistema, se fue desgajando esta
actividad y qued estamentariamente establecido que grupos represivos especiales
la ejecutaran, siendo entonces diferente la situacin del arrancheador que no era en s
mismo un explotador sino un instrumento a sueldo de la clase dominante. Ello no
quiere decir que Las justicias ordinarias13 dejaran de realizar la accin prctica de
represin de cimarrones.

La actividad poda ser realizada por cualquier elemento que tuviese condiciones de
hacerlo14 o por las autoridades en general.

La necesidad de reprimir de forma efectiva la efervenscencia de la masa esclavizada,


sus continuos alzamientos, la indudable violencia de los mismos, condujeron a que la
accin de arrancheamiento fuera y cada vez ms, una especialidad y menos una
actividad de competencia general.

Con fecha 7 de febrero 1814, se promueve en Santiago de Cuba un reglamento de


arrancheadores en el cual se establecen, minuciosamente, las condiciones, normas y
circunstancias que deban regir en la constitucin y actividad de las partidas de
arrancheadores.

De manera que la actividad de arrancheador, convertida en institucin represiva


colonial, encarn una forma de violencia extraeconmica ejercida por elementos
especializados que reciban una paga; sin embargo, este era una especie de aparato
paramilitar bien definido, el cual constituy el eslabn terminal de la cadena regresi-
va esclavista, en funcin de mantener bajo control la fuerza de trabajo y el hombre
que la aportaba.

17
Porque venimos de lejos
y andamos de dos en dos.
Guilln

CORRELACIN CIMARRN-ARRANCHEADOR

El enfrentamiento armado, directo, del cimarrn y el arrancheador vistos ambos como


figuras genricas, de por s plasma su contradiccin. Esto es un fenmeno evidente.
Sin embargo, la esencia, del mismo, se encuentra en las races del sistema esclavista
que genera a ambos elementos, los cuales se relacionan dialcticamente entre s y
con el propio sistema.

El cimarrn rompe el estatus socioeconmico establecido. El arrancheador de-


fiende ese estatus. En este sentido el cimarrn en ningn momento trata de inte-
grarse a la sociedad colonial, aunque obligadamente tenga contactos con ella,
intenta disociarse del sistema y con ello lo resquebraja tremendamente.

Su oponente, el arrancheador, acta como fuerza institucional represiva, nacida


de una necesidad econmica que el Estado asume y defiende. La esclavitud ge-
nera ambos elementos, pero en el marco histrico-causal, la aparicin del
cimarronaje da lugar al arrancheamiento para defender el estatus esclavista.

Cimarrn y arrancheador son contrarios dialcticos. Uno representa, y como tal res-
ponde motivacionalmente, a los explotados. El otro encarna las formas represivas de
los explotadores. Ambos constituyen saltos cualitativos de la correlacin: esclavo-
mayoral que tambin es una de las manifestaciones elementales de la contradiccin
fundamental esclavo-esclavista en Cuba. Pero en este caso su cualidad es la de expre-
sar el equilibrio del sistema, en tanto que la correlacin cimarrn-arrancheador, es la
resultante de un desequilibrio en el mismo.

Finalmente debe decirse que la literatura cientfica cubana sobre la problemtica


cimarrn-arrancheador aparece prolija con relacin al cimarrn a partir del triunfo
de la Revolucin, teniendo en cuenta la comparacin necesaria con lo poco escrito
sobre la temtica con anterioridad; en el segundo caso, el arrancheador, o cazador de
cimarrones, los trabajos al respecto son muy escasos. Poco se ha escrito sobre este
relevante y trgico elemento de la sociedad cubana colonial, a pesar de que las fuen-
tes con que se cuenta son abundantes y caracterizadoras. Mucho menos se ha discutido
cientficamente sobre la relacin dialctica entre ambas figuras antagnicas.

18
All dentro, en el monte
donde la luz acaba
all en el monte adentro cana
Guilln

PALENQUES

El apalancamiento result un serio desastre para la clase dominante. La lucha secular


de los esclavos alcanz todo el territorio nacional y con la opresin creci el nmero
de poblados rebeldes, smbolo de la irreductible inconformidad de los africanos y
sus descendientes. El mayor nmero de palenques se encontr en las zonas occiden-
tales y orientales lo que es comprensible si se tiene en cuenta que en la primera es
donde mayor fue la densidad demogrfica de esclavos y en la segunda, las condicio-
nes geogrficas que propiciaron el ocultamiento ms seguro, y las influencias de la
revolucin haitiana llegaron desde el principio ms directamente.

No obstante, la Isla fue escenario de un movimiento poblatorio paralelo al espaol


producto de la insurgencia de los esclavos quienes construyeron refugios colectivos
en lugares intrincados. Se dio el fenmeno del apalancamiento, construccin de
caseros o pequeos poblados de esclavos cimarrones. Tambin ocurri la ocupacin
de cuevas habitables en zonas de difcil acceso.

Las condiciones que buscaban los cimarrones para el establecimiento de palenques


eran, desde el punto de vista geogrfico, que los obstculos naturales fueran de tal
envergadura que resultara difcil a sus perseguidores salvarlos. En este sentido uti-
lizaban la naturaleza en su beneficio.

Generalmente el palenque tena dos salidas, una de ellas en los casos de estableci-
miento en las montaas siempre dara a un derriscadero que el cimarrn salvaba
con relativa destreza, en tanto que para sus perseguidores constituan un obstculo
serio a vencer.

En esa explotacin inteligente del medio natural se sumaba una serie de medidas de
seguridad que indefectiblemente caracterizaban la arquitectura de los palenques. El
casero era rodeado de fosos que en el fondo tenan las afiladas puntas de un buen
nmero de estacas. Estas trampas bien enmascaradas, se distinguan tambin por los
trillos que conducan al palenque. La habilidad de los cimarrones para ocultar su
aldea, les permiti muchas veces tener palenques no muy lejos de las haciendas con
las que a voluntad establecan contactos.

El sitio de establecimiento de un palenque tambin era escogido con criterio estrat-


gico, se ubicaba en un rea de la montaa que permitiera, en posicin ventajosa,
controlar sin gran dificultad las zonas limtrofes y asegurar la retirada en caso necesa-
rio.

19
La economa de los apalancados era lgicamente de subsistencia. Cerca del casero,
en un claro del monte, haba ocultos sembrados de viandas: yuca, boniato, ame,
pltano, etc. que constituan parte importante de su dieta. Pese a la persecucin de
que eran vctimas lograban, con la cera virgen y la miel que recolectaban, obtener
mediante trueque, azcar, ropa, plvora, armas y tiles de los cuales carecan.15
Incluso se conocen casos de hacendados y mayorales de la zona oriental de Cuba que
conveniaban trabajos con los cimarrones, a cambio los abastecan con indumentarias
y objetos de necesidad.16 Las ventas tambin llegaron a hacerse en dinero, el cual
quedaba bajo la tutela del jefe del palenque, que estaba obligado a invertirlo en la
solucin de necesidades colectivas.

Un ejemplo connotado de la relevancia del proceso de apalancamiento lo fue el gran


palenque de El Frijol, que en 1815 era habitado por 300 cimarrones aproximada-
mente. Tena formales establecimientos de casas, trapiches, caaverales, platanales,
vegas de tabaco y toda especie de granos...17

Los cimarrones de El Frijol tenan comercio clandestino de gran alcance con los
mayorales y el propietario de una hacienda de Moa, en la regin oriental de Cuba,
relativamente cercana al palenque. El dueo de la hacienda y aun sus servidores,
vinculaban a los cimarrones con comerciantes catalanes. Los apalancados de El Fri-
jol tenan tambin relaciones de intercambio comercial, por medio de contrabandis-
tas italianos e ingleses, con Jamaica y Hait.

El Frijol era comandado por un negro habanero llamado Sebastin. Segn informan
fuentes coetneas, en el palenque haba blancos:

Hay fundamento para pensar que en el palenque de Moa, El Frijol, se hallan con
los negros algunas personas blancas y extranjeras, entre ellas dos eclesisticos y una
mujer blanca que se supone de algn rango y procedente de La Habana.18

El 21 de noviembre de 1815 un grupo de arrancheadores que deban de batir el gran


palenque de El Frijol parti en su asalto, lo atacaron el 30 de noviembre. Fueron
rechazados, sufrieron fuertes bajas y tuvieron que replegarse al punto de partida.

En fecha 6 de enero de 1816, un nuevo gobernador militar y poltico tom pose-


sin en Santiago de Cuba, Eusebio Escudero, quien informado de la situacin y
temiendo que los cimarrones recibieran ayuda haitiana, y se extendiese la insurrec-
cin a todas las haciendas de la zona, hizo una movilizacin general de tropas
veteranas, milicias, propietarios de esclavos, etc., para exterminar el gran palen-
que de El Frijol.

20
Tropas de caballera e infantera arremetieron contra el palenque. Antes arrasaron
con las viviendas y sembrados de los negros libres que habitaban en las cercanas.

El palenque fue tomado, se capturaron slo a tres cimarrones en el lugar y algunos


ms dispersos por el lomero. Como trofeo en la fiesta de la victoria sobre El frijol se
exhibieron estacas, lanzas de hierro y madera dura.

Posteriormente el gobernador Eusebio Escudero, refiri al Capitn General de la


Isla su criterio de que el estado de las instalaciones y siembras del gran palenque
El Frijol, por su calidad, no deban ser destruidas. Sealaba adems, que el lugar
era estratgicamente tan ventajoso, que dejarlo abandonado propiciara fuese
ocupado nuevamente por otros alzados y con ello se creara de nuevo una situa-
cin difcil de vencer. A partir de los razonamientos anteriores el gobernador de
Santiago de Cuba propuso: llamar al palenque de El Frijol a quince o veinte
familias de espaoles y franceses industriosos, de los naturalizados o tolerados
que se naturalicen19 Esta sugestin no fue llevada a la prctica con lo que
qued el lugar a disposicin de las insurgencias incesantes de los esclavos. Con
la festejada liquidacin de El Frijol, poco lograron las autoridades coloniales.
Los palenques como manifestacin de la lucha de clases entre hacendados explo-
tadores y esclavos explotados, seguan permaneciendo y multiplicndose.

En 1819, Luis Arrue, comandante de armas de Baracoa, informaba a Eusebio Escu-


dero que haban llegado al puerto de Sagua dos embarcaciones con ropas, aza-
das, sombreros, machetes y algunos otros artculos que eran trados por el comerciante
italiano Luis Razzo para los cimarrones de palenques cercanos. Tambin se me infor-
m prosigue Arrue de que los mismos propusieron al vendedor llevarle a los
palenques para pagarle el importe de sus frutos, significndole de que tenan dinero
enterrado en varios puntos20

La zona de Baracoa era un hervidero donde los caudillos de palenques ms connota-


dos fueron Coba, Gallo y Feliciano, ellos haban organizado el comercio de miel y
cera de forma tal que constitua un flujo permanente de productos hacia Hait y Ja-
maica y de all eran reembarcados a los puertos europeos.

Tambin comerciaban con estos cimarrones varios comerciantes espaoles. Uno de


ellos, Crisanto Prez, mayoral del hato de Caujer, result ser un agente del goberna-
dor de Santiago de Cuba en los planes de extermino de los palenques de la zona.

Los planes que haba urdido Escudero prometan a los cimarrones el reconocimiento
de su libertad. Para hacer llegar documentos oficiales a la comunidad rebelde se
utiliz a religiosos catlicos. Estos palenques se confiaron a la moral de las leyes de
sus enemigos y fueron sorprendidos por las tropas espaolas. Ventura Snchez Coba
fue uno de los caudillos de los cimarrones que haba descuidado la vigilancia a
partir de la credulidad de las gestiones que venan haciendo los clrigos; el 20 de
diciembre de 1819, antes de entregarse a sus perseguidores, se suicid arrojn-
21
dose desde las alturas a un precipicio, su cabeza fue exhibida en una jaula en
Baracoa.

Feliciano, el otro caudillo rebelde fue hecho prisionero y enviado a Santiago de Cuba;
Gallo, Manuel Grin, fue el nico que, avisado a tiempo, pudo burlar a sus
perseguidores y se hizo fuerte en los palenques bajo su jurisdiccin.

Esta situacin de auge rebelde continuada por Gallo result tan difcil, que el 24 de
junio de 1820 se dict una Real Orden en la cual se comunicaba a las mximas
autoridades de la Isla para que pusieran todo su esmero en destruir los palenques
y todo celo en proveer y cortar oportunamente los medios que puedan facilitarle
comunicacin directa o indirecta, con los de la parte francesa de la Isla de Santo
Domingo cuya aproximacin y ejemplo animado de la seduccin podra irrigar da-
os muy funestos a los habitantes de la de Cuba...21

Pero los reductos rebeldes, a pesar de la represin, animados por acciones heroicas
de la masa creciente de cimarrones, en vez de disminuir, aumentaban. En Cabonico,
Oriente, refiere un informante de la poca , que los montes estaban trillados de cima-
rrones y que all estaban tan cercanos los palenques y las haciendas que como a
cuatro leguas cay en un hoyo lleno de estacas y cuando precavi se hall rodeado de
unos cincuenta negros todos de machetes, que lo llevaron al palenque que est all
inmediato, en donde tienen veinte ranchos, dos puntos de pltanos y varias siem-
bras que estn fomentando ahora.22

La toponimia conserva en Cuba un buen nmero de lugares que en justo recuerdo de


las luchas y triunfos de los esclavos combatientes tienen el nombre de Palenque.

Traemos el humo de la maana


y el fuego sobre la noche
y el cuchillo como un claro pedazo de luna
Apto para las pieles brbaras,
Guilln

SUBLEVACIONES Y CONSPIRACIONES

Las autoridades coloniales espaolas llamaban indistintamente conspiraciones o su-


blevaciones a un tipo de rebelda de los esclavos que por su naturaleza era a veces
espontnea e individual y en otros casos colectiva, correspondientes a planes de
alcance insurgente independentista. Sus motivaciones fueron en primera instancia la
acumulacin de maltratos y abusos, sin embargo, la maduracin de la situacin del
sigo XIX en Cuba tiene como elemento componente un proceso de toma de concien-
cia ascendente, del cual pueden situarse como puntos claves la conspiracin de
22
Jos Antonio Aponte y la incorporacin de las masas esclavizadas a las guerras de
independencia.

Fue un proceso complejo y plagado de contradicciones, pero el ascenso de la con-


ciencia colectiva de los oprimidos es innegable. Los actos de rebelda alcanzaron
magnitud temporal diferente, de acuerdo con lmites de control que lograba sobre los
mismos la fuerza represiva colonialista. Muchos fueron sofocados en la fase
conspirativa, otros apenas duraron un da como por ejemplo el que se expone a con-
tinuacin, a travs del testimonio de un capitn de arrancheadores de la zona occi-
dental de la Isla: ...el ocho por la maana recib aviso del mayoral del cafetal Ermita,
D. Inocente y Vzquez, de que los negros se le haban amotinado, retroced inmedia-
tamente a marcha precipitada y llegu con mi partida a las dos de la tarde, adonde
con mi presencia se aquiet el alboroto prendiendo a los cabezas y recogiendo a los
que se haban fugado23

De mayor magnitud y consecuencia son los hechos que se refieren en otro documen-
to, donde se informa que: de siete y media para las ocho de la noche, la cuadrilla de
los negros Pascual y Pancho Mina, clebres y famosos por sus atentados en toda la
Vuelta Abajo, con veinte y un negros ms y diez negras presentase en el potrero con
la mayor algazara haciendo las ms fieras amenazas, rompen fuego con los fusiles
que llevaban, hacen huir al mayoral herido, y ya libres de este embarazo incendian
todas las fbricas, tatan todos los animales que pudieran haber a mano, y habran
hecho mayores destrozos si como a las tres de la madrugada no se hubiera reunido un
nmero considerable de vecinos y pasado a rechazarlos.24

En 1812, el conato independentista en Cuba estuvo liderado por Jos Antonio Aponte,
negro libre habanero. La conspiracin fue frustrada, los complotados tenan como
divisa la libertad de los esclavos y la independencia de Cuba. Fue un movimiento
que se inscribe, sin duda alguna, dentro de la lnea de rebeliones latinoamericanas de
la poca, pero con la caracterstica de que no era comandado por la burguesa criolla.
Los complotados fueron negros libres, esclavos e incluso blancos, lo que le da un
carcter sui generis por la amplitud de su base social y el origen tnico de su dirigencia.
La conspiracin de Aponte fue tildada en su poca como crimen racista. La
historiografa burguesa cubana, cuando la mencionaba jams le asign su verdadero
contenido revolucionario. La presencia histrica de este movimiento rebelde, se re-
coga bajo un estigma negativo con una frase que se hizo clebre: Ms malo que
Aponte, con ella se calificaban actos ominosos y se ofenda al mximo a quienes lo
cometan.

En Matanzas, donde se concentraba la mayor densidad poblacional de esclavos, se


desarrollaron mltiples batallas de los africanos y sus descendientes, algunas singular-
mente sangrientas. Como colofn fue descabezada la incipiente burguesa negra y mestiza
que tena su ms alta representacin en esta zona.

23
A partir de las dcadas del treinta y el cuarenta del siglo pasado la ebullicin afrocubana
se acrecienta. El historiador marxista cubano Sergio Aguirre ha llamado a los aos que
cursan entre 1837 y 1845, Perodo del Negro. Durante el mismo se produce una ola de
sublevaciones, conspiraciones e insurrecciones, muy fuerte. Se trata de una verda-
dera guerra entre las clases en pugna, pero ya a campo abierto.

A esta situacin responde la clase dominante con la construccin de los barracones.


Crceles dormitorios, que sin temor a exagerar pueden considerarse los antecedentes
directos de los compound sudafricanos. Los barracones, en los que se encerraba a
toda la dotacin de un ingenio azucarero, fueron grandes naves de gruesos muros, sin
ventilacin y sin agua potable. La promiscuidad acrecentaba la fetidez y las plagas.
Segn los describen observadores de la poca, en estos hacinaderos humanos se
tenan que enfrentar nios y adultos, en sus pocas horas de descanso, a condiciones
tan hostiles como las que tenan en las jornadas laborales, en las que eran vctimas de
un trabajo abrumador y de crueles castigos corporales.

Alvaro Reinoso, clebre sabio azucarero cubano, quien no fue sospechoso de parcia-
lidad favorable a los esclavos, argument, en 1861, la inconveniencia que implicaba
para el buen avance de la produccin de azcar, esos panteones de seres vivos que
fueron los barracones. Opinaba que se contradeca en ellos el desenvolvimiento
de la existencia animal En esta vivienda reina la mayor obscuridad y la ventila-
cin es insuficiente, o nula; de suerte que el aire viciado por los hombres, por la
combustin y los vveres no siempre es el ms adecuado para sostener la respi-
racin normal.25 Los barracones tenan su sala de torturas: el cuarto del cepo. All
se mantenan, en condiciones a veces de amasijo sangrante, a los esclavos dscolos.
En aquel aposento no haba puertas. Estaba situado dentro del barracn, en un lugar
en que los esclavos, al entrar y salir, viesen a los castigados para que las torturas y el
terror hicieran su parte coercitiva.

Las medidas represivas que impona la clase dominante estaban condicionadas por
el crecimiento rebelde de su contrapartida. Si bien es cierto que los esclavos eran los
vencidos, expoliados, realmente los expoliadores vean el ascenso de sus luchas y el
fortalecimiento econmico y social de los negros y mestizos libres. Ello no implic,
ni siquiera, un paternalismo interesado, sino la violencia ms irascible; no poda ser
de otra forma en el caso de los engendros ms caducos del sistema capitalista del

24
siglo XIX, la burguesa anmala cuyos mtodos de explotacin de la fuerza de trabajo
era una aberrada secuela de siglos pretritos.

No tengo acaso un abuelo nocturno


con una gran marca negra
ms negra todava que la piel
una gran marca hecha de un latigazo
Guilln

LA CONSPIRACIN DE LA ESCALERA

La furia homicida de los esclavistas tiene su momento cumbre en 1844. Cabe decir
que los hechos sangrientos que recoge la historia como Conspiracin de La escalera,
son signos precisos de que ya no haba alternativa para la esclavitud en Cuba.

La veracidad del proceso conspirativo siempre ha sido puesto en duda, los analistas
se contradicen en cuanto a que la realidad fuere de la magnitud que dieron las fuentes
coloniales a la conjura de negros y mestizos, esclavos y libres, a los cuales adiciona-
ron nombres de relevantes personalidades blancas, tanto de Matanzas como de otras
provincias del pas.

Hay quienes sustentan que fue una treta para demostrar que el peligro negro era tan
fuerte que amenazaba seriamente la sobrevivencia de la sociedad. Tambin se afirma
que la fuerza de la burguesa negra mestiza matancera de la poca era tal, que fue
aprovechada la coyuntura para descabezarla. A todo ello se agrega que las autorida-
des coloniales y los hacendados cubanos trataron de ablandar con hechos fabricados,
la insistencia inglesa en cuanto a la abolicin de la esclavitud.

Otros analistas consideran que la Conspiracin existi en realidad y que sus magni-
tudes y trascendencia, aunque no estn claras, tuvieron un alcance considerable y, en
cierta medida, asume la opinin de que fue reprimida de forma ejemplar como res-
puesta a los abolicionistas de dentro y fuera del pas.

Sea una u otra la verdad, la esencia del problema es que hay una situacin de crisis
que se viene gestando a lo largo de todo el siglo.

Si se consultan las fuentes documentales, se encuentran centenares de expedientes de


evasin y sublevacin de esclavos, batidas de palenques, juicios sumarsimos contra
hombres y mujeres capturados despus de intensa lucha. El cimarronaje desestabiliza
todo el sistema, no slo se evadan en los campos sino que proliferaban en las ciuda-
des.

25
Es cierto que a esto se aada la exigencia interesada de Gran Bretaa, en 1842, de
que fueran extraditados todos los africanos introducidos en Cuba ilegalmente, lo que
significaba, aproximadamente, el 80 por ciento de la fuerza laboral esclava. Si ello se
llevaba a efecto implicaba la ruina de los hacendados. Queda claro que la situacin
era de vida o muerte.

Objetivamente la pugna esclavo-esclavista, tanto por razones internas como exter-


nas, haba llegado a su tope mximo y dio lugar a que por parte de estos ltimos se
ejecutara un fiero y vengativo racismo.

Las dimensiones del genocidio no han sido suficientemente precisadas aunque exis-
ten cifras: noventa y ocho fusilados, 600 condenados a presidio, 400 expulsados del
pas y centenares de muertos, despedazados a golpes atados a una escalera.

No hubo lmite alguno, no se cuid la prdida econmica que significaba el asesinato


en masa de parte de la fuerza de trabajo negra. Actu nicamente la ley del ms
fuerte. Los esclavistas, ante la alternativa de tener que liberar a las tres cuartas
partes de sus esclavos, no vacilaron en matar. Fue una horrenda carnicera. Tenan
tambin mucho miedo.

Sostienen algunos autores que despus del proceso de La Escalera, en que se ahog
en sangre la rebelda de los esclavos y se tronch a la ascendiente burguesa negra y
mulata, se controlaron los nimos rebeldes. Nada mas errneo. Las evasiones conti-
nuaron en toda la Isla. En cada pueblo importante haba un depsito de cimarrones.
La red represiva tena como cabeza a la mxima autoridad colonial, el Capitn Gene-
ral, a quien desde cada lugar se informaba mensualmente al respecto.

La rebelin silenciosa contra la actividad productiva y el apoyo a los huidos siguie-


ron amenazado y arremetiendo contra el sistema. En tanto se iba gestando, maduran-
do, la situacin revolucionaria que culmin el 10 de octubre de 1868, fecha en que el
cimarronaje alcanz a ser no slo la actitud de los esclavos rebeldes sino de los
cubanos sometidos, aunque de otra forma, a la esclavitud por la ya bien arcaica
metrpoli espaola.

Cuba se irgui rebelde, cimarrona, a luchar por su libertad. Se fueron al monte amos
y esclavos, blancos, negros y mulatos, a compartir idntico destino. A afrontar la
muerte o la victoria.

De esta situacin Mximo Gmez, el Generalsimo de las guerras de liberacin del


siglo XIX, deja imgenes que ilustran el cimarronaje de la isla No se hizo esperar
mucho tiempo el ltigo de la guerra que Espaa despiadada deba dejar caer
encima de la colonia sublevada.26

26
En esta primera guerra de liberacin se fusionaron los lazos que eran innegables entre
todos los elementos arraigados en Cuba durante siglos y se sellaron con sangre. No
pudo haber discriminacin ante la muerte. El peligro fue el crisol de lo que ya estaba
mezclado en la base. No era fcil discriminar al negro o al mulato que no retroce-
da en el combate, o expona su vida para salvar al compaero de pelea.

Por otra parte, la cspide social cubana conoci en carne propia el refinamien-
to de la matanza y el exterminio para saciar su venganza y producir temor27,
que constituy durante siglos la tnica tambin ejercitada por ella, dicho sea de
paso del trato colonial para con los esclavos.

Las rebeldas de los esclavos corresponden en Cuba al proceso de desarrollo gradual


de la sociedad hacia los momentos de estallido revolucionario que cuajan en las
guerras de liberacin de 1868 y 1895.

La posicin de los esclavos como clase explotada implic que se alinearan con las
corrientes ms avanzadas del pueblo sin negar excepciones confirmantes de la re-
gla para luchar por la libertad de todos los cubanos. Literalmente, lo nico que
tenan que perder los esclavos, eran sus cadenas, por eso llegado el momento, de una
u otra forma, se integraron al Ejrcito Mamb. Aportaron al mismo sus experiencias
de prcticos de monte y si se quiere, sus conocimientos de guerrilleros como cima-
rrones apalencados, obligados a incursionar en haciendas y enfrentarse a partidas de
arrancheadores para defender la libertad. El monte era el abrigo de los cimarrones
permanentes en lucha contra los esclavistas.

27
Todo este acervo concreto de experiencia lo aporta el sector ms avanzado de los
esclavos a la heroica contienda anticolonial en Cuba. La cual se une a las mejores
tradiciones de los que han combatido y combaten por la dignidad humana.

CAPITULO 2: ANTIRRACISMO

Negros y blancos todos mezclados


Guilln

BREVE RECUENTO

Cabe decir, que al influjo preciso del mestizaje se singulariza lo cubano. La toma de
conciencia acelerada de los elementos de vanguardia sobre la necesidad de acabar
con la discriminacin racial es producto de un largo proceso donde la base social
potencia la conjuncin de los dos torrentes gestadores de la nacionalidad.

En este complejo paisaje el condicionamiento de la situacin de los africanos y de


sus descendientes en Cuba a las particularidades de la etapa colonial y neocolonial
del sistema explotador, constituye un proceso perfectamente caracterizable, aun-
que esencialmente su contenido es el mismo: la sustraccin de la fuerza de traba-
jo.

La dialctica que se observa queda enmarcada de forma coherente y puede


sistematizarse a partir del siguiente criterio.

Perodo colonial temprano (siglo XVI-1790)

Asentamiento colonial en la Isla. Desarrollo de un perfil social criollo. La poblacin


negra existente en Cuba, al principio indudablemente africana, comienza a mestizarse
con su contrapartida espaola. El crecimiento de la poblacin laboral corresponde al
lento avance econmico de la colonia. La reproduccin natural constituye un elemento
de incremento a considerar. No existen estadsticas de la cantidad exacta de negros
hasta 1774 en que se reporta la existencia de una poblacin de 172 000 habitantes, de
los cuales 76 180 son negros y mestizos.28 Surge la plantacin azucarera en Cuba,
que alcanza fuerza al final del perodo. La rebelda de los esclavos se manifiesta
desde la primera mitad del siglo XVI.

28
Perodo colonial tardo (1790-1898)

Lapsus en que surge y se consolida la nacionalidad cubana. La poblacin negra y


mestiza se incrementa por la reproduccin natural y por medio de la trata esclavista
que alcanza su tope mximo correspondiente al auge de la economa colonial. La
poblacin cubana llega a 272 304 habitantes, de los cuales 138 700 son, en 1790,
negros. El ritmo de introduccin de esclavos en el perodo es de 3 300 anuales de
1790 a 1800; 11 300 hasta la ilegalizacin del trfico; 10 400 anuales en los treinta
aos siguientes hasta 1851 y una cantidad similar en los veinte aos que quedan
hasta su desaparicin definitiva.29 La plantacin es el eje del desarrollo econmico
del pas, la produccin azucarera consumir casi el total de la fuerza de trabajo de los
esclavos, los cuales son oficialmente liberados, luego de una etapa de colonato de
seis aos, en 1886.

En virtud del Decreto de Abolicin, la masa laboral, hasta ese momento esclavizada,
pasa a la condicin de trabajadores libres y casi de la noche a la maana el potencial
de proletarios y precaristas en Cuba se multiplica. El ejrcito laboral de reserva toma
las caractersticas que le son propias en todos los pases capitalistas.

El nuevo proletariado, que es a su vez vieja fuerza sobre la cual se levantaba la


economa cubana histricamente, no alcanzaba a tener los elementos bsicos de desa-
rrollo poltico e ideolgico que particularizan a la clase obrera ms avanzada, sin em-
bargo, haban demostrado a travs de la lucha armada por obtener su libertad y la
libertad de Cuba, alta capacidad combativa y firme actitud defensiva.

Las manifestaciones de rebeldas y luchas de los esclavos, en este perodo alcanzan


su mayor violencia y culminaron con la integracin mayoritaria de los mismos a las
luchas independentistas contra el dominio colonial.

Perodo neocolonial (1898-1958)

Perodo convulso como el anterior. Se presencia el desarrollo ascendente de la con-


ciencia proletaria en el pas, impactado por los avances mundiales de la clase obrera,
particularmente por el triunfo de la Revolucin de Octubre. Un alto porciento de la
poblacin negra y mestiza se integra en el sector econmico ms importante, es
decir, aporta en medida considerable la fuerza de trabajo necesaria a la industria
azucarera. En general, en todas las ramas productivas estar condenada a los
trabajos ms engorrosos y peor remunerados, ser la primera vctima en caso de
desempleo. Sus oportunidades de trabajo sern limitadas.

La discriminacin racial que ha sido la mxima socioeconmica y poltica de todo el


decursar histrico, queda reforzada por la intervencin norteamericana. La estratifi-

29
cacin de la sociedad burguesa excepcionalmente permiti en las capas superiores a
elementos con evidente ascendencia africana.

Las luchas econmicas y sociales de los oprimidos vean a estar matizados por la
pugna contra el racismo y la justa aspiracin de liquidar la discriminacin racial.

Perodo socialista (1959 hasta la actualidad)

Los perodos anteriores responden a una sociedad donde la explotacin y la injusti-


cia, eran los indicadores supremos. En 1959 la marcha de la historia en Cuba dio un
violento salto cualitativo. Las condiciones cambiaron radicalmente y ello fue posible
porque el sistema que se instaur borra todo tipo de miseria. La discriminacin racial
es miseria moral adems de desigualdad econmica.

Este perodo comienza con el triunfo de la Revolucin Cubana, es de grandes sacu-


didas, se conmoven y desmoronan los cimientos del racismo. Las fuerzas en el poder
son las de vanguardia, por lo tanto las ms representativas de las masas populares. Se
establece el derecho al trabajo, educacin, la asistencia mdica y los servicios en
general, en plano de igualdad para toda la poblacin. Se condena todo signo
discriminatorio. Se hacen vnculos internacionalistas estrechos con los pases y mo-
vimientos de liberacin nacional africanos. Se declara la condicin latinoafricana
del pueblo cubano.

La lucha contra los prejuicios raciales que an puedan tener cierta expresin a nivel
de la conciencia individual es una prctica inflexible.

Cuba alcanza los ms altos niveles universales en cuanto a la eliminacin de la dis-


criminacin racial y el racismo.

El sol habla de bosques


con las verdes semillas
Guilln

Cuatro figuras encabezan la plyade de combatiente que constituyen en la historia


del pas un vigoroso grupo antirracista, son personalidades cimeras cuya lucidez e
influencia queda expresada con slo denominarlos: Jos Mart, Fernando Ortiz, Ni-
cols Guilln, Fidel Castro.

En el caso del alto dirigente de la Revolucin Cubana, la proyeccin antirracista


alcanza su mxima trascendencia, porque Fidel Castro es la sntesis, en quien la
colusin de fuerzas reivindicativas alcanza plenitud de expresin y accin.

30
El lder cubano sigue una trayectoria consecuente de pelea antirracista, cuyo carcter
oficial de gobierno puede seguirse a partir del 22 de marzo de 1959, fecha en que
Fidel expone pblicamente su posicin en este sentido, la que alcanza niveles culmi-
nantes en la dcada de los aos setenta con la concepcin de latinoafricana aplicada
al pueblo cubano y el efectivo trazado del internacionalismo leninista ejercitado en
frica, con todo un derecho y un deber histrico de vuelta a la semilla.

La poltica africana del gobierno cubano, a la luz del criterio bsico del
latinoafricanismo de su pueblo, transita en ayuda de la tierra ancestral arrasada por
los enemigos histricos de la justicia social.

Cuba no olvida tampoco su raz espaola, la cual respeta en su pueblo de hroes,


luchadores valerosos por sus derechos. Alta muestra de que no slo colonizadores
sanguinarios y fuerzas genocidas conformaron la bizarra Espaa.

El ancestro espaol late en la masa viva de lo cubano pero el pueblo que hace la
primera Revolucin Socialista de Amrica no sera justo heredero de lo mejor
del pueblo espaol si al analizar no mirase con objetividad la historia y no asu-
miera la posicin de condena inflexible al colonialismo, la esclavitud y el racis-
mo.

El primero de enero de 1959 qued abierta en Cuba, la etapa ms plena de la lucha


contra el racismo y la discriminacin racial. Es una lucha larga porque es universal.

A travs de tratos y contratos


se han corrido los tintes
y no hay un tono estable,
Guilln

Durante el transcurso de casi cuatro siglos la comunidad humana que se desarroll


en Cuba desde la colonizacin, asisti a un proceso creador en que los elementos
vitales fueron de origen europeo y africano, y aunque su temprana gnesis tuvo la
presencia de la poblacin aborigen, sin embargo apenas a un siglo de distancia en el
curso de la historia, los indgenas cubanos fueron virtualmente exterminados,
por lo que los dos elementos gestadores, fuerzas poderosas que seorearan la
nacionalidad cubana, quedaron a su arbitrio. 30

Un recorrido por la historia de Cuba, sea somero o minucioso, permite observar, desde
su inicio, la presencia de los africanos y su innegable influencia en todo el proceso de
la creacin de la nacionalidad cubana.

31
Esta evidente realidad fue, no obstante, ignorada de una forma u otra, por la historia
burguesa e incluso negada por el clebre historiador y personalidad poltica del siglo
XIX, Jos Antonio Saco, intelectual de gran influencia, en los inicios de la historiografa
y el nacionalismo en Cuba, que sostena que la nacionalidad cubana solamente esta-
ba formada por las races europeas.

La realidad colonial oblig a la cultura africana a apalencarse y en manifestacin


rebelde estar mas all de la oficial fiesta cabildera del Da de reyes o de los domingos
de tambor en las plantaciones. Ella arremeti, tomando por asalto, por la fuerza de la
prctica de la convivencia, la conciencia social de los que la negaban.

La desacertada opinin de Saco queda del todo fuera de lugar a la luz de los datos
histricos. Las fuentes muestran la existencia desde 150331 de negros esclavos en el
pas, es decir incluso antes de la fundacin de La Habana en 1515 y antes de que
Bartolom de Las Casas hiciera la lcida recomendacin, en 1517, del reemplazo
de la fuerza de trabajo nativa de Amrica por la africana.

Por otra parte, en 1553 se establece por las autoridades coloniales la coartacin, es
decir, la posibilidad del esclavo de obtener la libertad por sus propios medios econ-
micos. Por tanto desde la segunda mitad del siglo XVI existe en Cuba una poblacin
negra libre integrada como tal al pas. Por supuesto, la misma se encontraba en con-
diciones socioeconmicas inferiores a las del colonato europeo y su descendencia
blanca pero formaba parte del proceso general de gestacin de la nacionalidad, del
cual no son excluibles, de ninguna manera, los esclavos africanos y sus descendien-
tes criollos, los que a diferencia de los pobladores espaoles no podan retornar a la
tierra natal y se enraizaban fuertemente a los destinos de la nacin a la cual aportaron
elementos genticos y culturales, pero primordialmente fueron ellos los portadores
de la fuerza de trabajo sobre la que se fundamenta la economa colonial.

Por supuesto, ni espaoles ni africanos fueron conscientes del proceso gestador


de que eran actores. Ambos elementos se movieron en el mbito histrico bajo
las fuerzas que rigen el desarrollo universal del capitalismo.

La lucha de clases se efectu en Cuba bajo condiciones particulares, donde la gran


mayora de los explotadores eran blancos y la parte ms significativa de los explota-
dos eran negros y mestizos. Esta realidad conduce a que la relacin explotado-explo-
tador deriva en racismo.

Segn Juan Prez de la Riva, en 1533 se produce la primera insurreccin importan-


te de negros en Cuba.32 Esta es una manifestacin de la lucha de clases, por cierto
bien temprana si se compara con la de los vegueros de La Habana, en 1717, la
cual se destaca en la historiografa tradicional como de las primeras manifesta-
ciones de rebelda.

32
Pese a todo, las condiciones de las relaciones interraciales en el pas, estn marcadas
por ciertas flexibilidades desde sus inicios. La mezcla de los dos grupos tnicos
resultaba un hecho natural, por lo que para las clases privilegiadas se hizo necesario,
segn creca la fuerza econmica y social de negros y mulatos, ir estableciendo res-
tricciones que limitasen su evidente ascenso ya que esto ltimo implicaba compartir
en alguna medida el predominio econmico y poltico del grupo tnico que lo susten-
taba, es decir, como lo muestra la prctica histrica, los colonos espaoles no que-
ran competidores en el control econmico y sociopoltico que detentaban. Jams
permitieron la existencia de un grupo de explotadores negros ni evidentemente,
mestizo. A duras penas lo permitieron a su blanca descendencia.

El proceso ascendente de la poblacin negra y mestiza en Cuba, y las concesiones


que lo posibilitaban, comienza a ser contenido desde 1682, en que la Iglesia Catli-
ca, poder indiscutible en la poca, dicta su poltica en cuanto al tratamiento de los
mismos y en relacin con la esclavitud. La clereca prohibe que entren en las rdenes
religiosas negros y mulatos y elimina para los negros el derecho a asilo en las iglesias.33

No obstante el control oficial, la intervinculacion tnica en Cuba no sufre grandes


reveses segn puede observarse a travs de las medidas que se ponen en prctica
siglo y medio despus. En 1801 se dicta por Real Cdula la prohibicin de que los
sacerdotes casen a personas de diferentes razas sin licencia del Capitn General de
la plaza.34 Treinta y seis aos ms tarde, en 1837, las leyes de carcter clasista que
introduce el sector privilegiado prohibe la entrada de negros libres a Cuba.

En los crculos intelectuales del siglo XIX era frecuente la opinin de que el ne-
gro por caractersticas raciales inmutables no puede elevarse al nivel del hombre
blanco, estando incapacitado, en consecuencia, para el ejercicio de los derechos y
deberes que comporta una sociedad organizada.35

El conocido abolicionista, miembro de la ms alta sociedad habanera, don Domingo


del Monte, sin ninguna mesura deca que era necesario Limpiar a Cuba de la raza
africana. Esto es lo que dicta la razn y el inters bien entendido, la poltica, la
religin y la filosofa el patriotismo cubano36

Inconsistente patriotismo el de los hacendados cubanos del occidente de Cuba, que


no secund el movimiento libertario que dur diez aos, en las zonas centrales y
orientales del pas; tanto que los africanos y sus descendientes engrosaron en esas
reas las tropas rebeldes que lucharon por la independencia. Uno de ellos, el general
mulato Antonio Maceo, fue la voz ms alta en contra del abatimiento de las armas
frente a la metrpoli sin haber logrado la meta por la cual se haba derramado sangre
cubana durante diez aos.

33
En Maceo se da la expresin ms alta de una esencial convergencia revoluciona-
ria... cubanidad ferviente... origen clasista... mulatez... ser cubano era vivir maltrata-
do en lo poltico y ser pobre, equivala a la opresin econmica, adems. Pero Maceo
sabe demasiado bien que ser negro o mulato es la inferioridad triple, porque a las
anteriores se suma el agobio perenne y brbaramente punzante del desprecio social...

Los que slo tenan cadenas que perder hablaron por boca de Maceo en Baragu
porque ninguna otra voz poda representarlos con fidelidad definitiva. All pidieron,
paralelamente, en un mismo plano... la independencia y la abolicin de la esclavi-
tud...

Recordemos que alguien ha calculado en un setenta por ciento la presencia del negro
en el total de los efectivos del Ejrcito Libertador.37

Ya abolida la esclavitud en 1886 las condiciones de subordinacin colonial que im-


pona Espaa a Cuba fueron cada vez ms insostenibles, por lo que en 1895 se desat
la ltima contienda libertaria en el siglo pasado por la obtencin de su independen-
cia, la cual para muchos reaccionarios tena el peligro de la violencia de los negros.

Pueden encontrarse documentos con testimonios de esta ndole, como el enviado al


patriota Belisario Grave de Peralta, compaero de Antonio Maceo y del irreductible
combatiente Guillermn Moncada, en el que uno de los grupsculos retardatarios y
aptridas le dice que los insurrectos blancos ...estn... trabajando no para la felici-
dad sino para la ruina del pas, y ms que todo para que la raza de color se nos eche
encima ms presto que lo que algunos se figuran38

El camino hacia las reivindicaciones populares por las que haban luchado las masas,
los superexplotados, qued entorpecido al inaugurarse la repblica neocolonial. La
intervencin norteamericana signific el recrudecimiento de los antiguos atavismos
discriminadores. La furiosa vesania racista afinc sus fauces en la poblacin humilde
cubana. Los yanquis no pasaron por alto las centurias de mezcolanza criolla y donde-
quiera que fue factible, aplicaron criterios de superioridad tnica atribuida a s mis-
mos. La burguesa neocolonizada se asimil a los dictados del nuevo opresor. Por
eso, en la base de la pirmide social establecida, no slo quedaran los negros y
mulatos pauprrimos, sino que los cubanos menos oscuros fueron conceptuados de
blancos sucios y tambin fueron discriminados. Obreros y campesinos eran las
vctimas en lo fundamental; no tuvieron jams legislacin favorable que les protegie-
se, si no que resultaron despojados de sus ms mnimos derechos.

El latifundio se extendi por todo el pas, los salarios de hambre primaron en la


Nacin. Tendra que correr mucha sangre cubana vertida por los elementos de van-
guardia y las masas para que el amanecer del primero de enero de 1959 desatara los
nudos que aprisionaban a una nacionalidad genuina y poderosa, que supo asumir,

34
bajo la firme direccin de Fidel Castro, la responsabilidad de construir un estado
libre, orientado por los principios marxistas, leninistas, a noventa millas del ms
poderoso gobierno enemigo de la justicia social.

Mart su azul estrella enciende.


Guilln

J OS M ART : APUNTES SOBRE SU ANTIRRACISMO MILITANTE

La centuria en que vivi Jos Mart fue para Amrica y Cuba, de pleno ejercicio y
crisis de la esclavitud del negro, as como del proceso de abolicin de esta institucin
socioeconmica, y , en tal sentido, toda la vida y obra de Mart estn lgicamente
influidas por la realidad dramtica de vivir en una sociedad donde las diferencias
entre explotadores y explotados, la sujecin de unos hombres a otros, los antagonis-
mos y la subordinacin clasista, se expresaban en procedimientos de coercin
extraeconmica que llegaban a brutales castigos fsicos.

La fina sensibilidad del constructor de pueblos se observa en Jos Mart, que capta
lo esencial y desarrolla lo que une para lograr el fin estratgico, tiene en su enfo-
que y tratamiento del problema racial en Cuba el reflejo de la estatura humana y
poltica del gua intelectual del Moncada.

Las condiciones histrico concretas en que decursa el quehacer poltico martiano


matizan la ptica con que aborda la integracin humana en Cuba. Se enfrenta a una
realidad multirracial, donde se ejercan elementos heredados de diferenciacin del
color de la piel para justificar la explotacin de la abrumadora mayora de la masa de
fuerza de trabajo del pas. Y a partir de ello la conciencia social de toda una clase
asuma posiciones de supremaca gentica.

Es bien sabido que la ideologa de la clase dominante cubana en el siglo XIX estaba
marcada por el terror y el desprecio al hombre negro, de ah que sus ms destacados
pensadores, an entre los ms avanzados e incluso en los que en poltica fueron
antianexionistas, aparecen aspiraciones tales como la que se expone a continuacin cuan-
do Jos A. Saco expresa: Deseo ardientemente, no por medios violentos ni revolucio-
narios, sino templados y pacficos la disminucin, la extincin, si posible fuera, de la
raza negra.39

Hasta esos niveles de brutalidad llega la vesania racista de una clase en decadencia.

En el difcil enfrentamiento al mundo circundante, la posicin que asume Jos Mart


ante su realidad lo sita por encima de la media intelectual de su poca y le hace

35
arribar a enfoques sociales que desbordan los lmites de la mayor parte de sus con-
temporneos.

Mart aprecia la desigualdad social que conduce a la explotacin del esclavo negro,
Ya a los nueve aos, como hombre en ciernes sinti la vergenza de ver los maltratos
a un esclavo negro, y en la plena madurez de su hombra poltica revolucionaria dice
al respecto:

Y los negros? Quien que ha visto azotar a un negro no se considera para siempre su
deudor? Yo lo vi, lo vi cuando era nio, y todava no se me ha apagado en las mejillas
la vergenza Yo lo vi, y me jur desde entonces a su defensa...40

Los horrores de la prisin que sufri Jos Mart en la etapa adolescente reafirman su
compromiso con los humildes. De la crcel sale a denunciar, de todo aquel infierno,
Jos Mart no vacil en subrayar que a los once aos un nio africano estaba preso en
Cuba. Espaa condenaba, por un delito poltico a un esclavo de once aos que no
saba siquiera hablar espaol.

Quedan los hermosos y patticos fragmentos de El Presidio Poltico en Cuba como


una muestra de la estatura del joven de dieciocho aos Jos Mart. Mientras otros se
horrorizaban con la presencia del africano en Cuba, atribuyendo su cobarda en la
lucha por la libertad de la patria al peligro negro, Jos Mart se dola ante el absurdo
maltrato a un hombre de cien aos en que vea: ...esa risa bondadosa, franca, llena del
negro de nacin.41 Jos Mart intuye y plantea que la supremaca de una raza sobre otra
es una mentira y su gran compromiso con la dignidad plena del hombre se concreta en
acciones prcticas.

Sus aos de exilio poltico muestran sus vnculos con La Liga, conocida asociacin
de trabajadores cubanos y puertorriqueos por la independencia de ambos pases,
dirigida por el tabaquero Rafael Serra, negro cubano. A este amigo, Mart le dijo:
...La Liga tiene que prosperar. Todos los que tengan voluntad han de ponerse juntos.
Ya cansa y hace dao, el trabajo de serpiente de tanta gente mala.42 Francamente,
Mart trabaja por esa asociacin sin menospreciarla porque fuera iniciativa de un
cubano negro, sino por el contrario, habla de los miembros de La Liga como de gente
franca que va all a reunirse porque busca la verdad sin ambiciones ...son unos
cuantos obreros cubanos, obreros de color, de esos obreros nuestros que, aunque
parezca burla a algn intil, tienen abierta en una mesa de trabajo de ganarse el pan
fiero e independiente, la Educacin, de Spencer, o el Bonaparte de Ling, o La vida
de Plutarco...43 Es un observador desprejuiciado que valora positivamente la con-
ducta y actitud de hombres que otros discriminaban.

Pero, adems, para rubricar con la prctica lo que expone, se ofrece a contribuir a la
tarea formadora, sencilla y modestamente: Yo que nada solicito tendra honor so-

36
licitar serles ms til, til de verdad en su sociedad La Liga, o en cualquier otra, de
hombres y mujeres donde no les venga mal un amigo sincero que les ayude a
buscar la verdad o un compaero que contribuya a propagarla.44

A lo largo de la obra martiana el culto a la dignidad persiste y se expone en todo lo


que propugna el Hroe Nacional Cubano. Ejemplo de ello es el siguiente pensa-
miento: Debe andar triste por dentro el corazn de quien ayude a oprimir a los
hombres.45

Esa idea aparece tambin en sus criterios antirracistas cuando manifiesta: Suele la
imprevisin humana tener a mal que el hombre bueno propague la justicia, y salude
el talento y la virtud, sin subir o bajar el sombrero porque el padre virtuoso haya
nacido en frica o en Europa, pues si nacido en frica esclavo y de su esclavitud
sac al hijo que se hombrea con los hijos de los libres, mayor es su dificultad
vencida y ms bajo debe ir el sombrero. 46

A Rafael Serra, Jos Mart le confiesa ntimamente que: ...un hombre que se cultiva
y se levanta por s propio es el ms alto de los reyes y puede mirar como inferior a
todos esos vanos encopetados que no han vencido tanto como l. Ese es mi evange-
lio.47 Con ello alienta al obrero negro, que por su condicin clasista y racial es uno
de los entes ms discriminados y hostigados por la sociedad cubana y norteamerica-
na de fines del siglo XIX.

El antirracismo tiene en Jos Mart un paladn que no reconoce tregua. La lucha en


Cuba para lograr la victoria tena que ser multirracial y esta realidad objetiva estaba
por encima de todo lo abominable del prejuicio en contra del negro.

De las intenciones de Mart, de su claridad poltica con relacin al llamado proble-


ma negro hay muestras interesantes en las cartas de invitacin a la actividad del 10
de octubre de 1888 y en los pronunciamientos en su discurso de aquel da.

A un revolucionario negro al cual cursa invitacin para la velada patritica le dir:


All no habr orgullo ni pasin de grupos ni gente alta o baja, ni ninguna de las
odiosas divisiones y punibles desdenes que suelen deslucir la obra de los grandes del
10, de los que cambiaron un da el bastn de abogado por el machete redentor y la
blusa del esclavo por la chamarreta de insurrecto libre.48

En la invitacin a un patriota blanco expres: Ya se ve cmo asoman tambin aqu


las malas pasiones, y se les dice a los negros poco menos que bestias. Contra todo
esto, con la majestad y discrecin propias del da, podemos levantarnos y marcar
poltica de previsin y amor en este 10 de octubre.49

Y culmina su laboreo antidiscriminatorio y de unidad por la causa de Cuba Libre en


esa histrica fecha, con una ardiente intervencin donde subraya: Y al negro le

37
diremos porque no hay injuria en decir negro como no hay en decir blanco que no
est en el nimo de los que mantenemos el espritu de la Revolucin permitir que con
odios nuevos y desdenes inconvenientes e indignos de nobles corazones, se pierdan
los beneficios de aquella convulsin gloriosa50

La firmeza de criterio al respecto de su antirracismo queda planteada por nuestro


Hroe Nacional con las palabras siguientes: Si se dice que en el negro no hay culpa
aborigen ni virus que lo habilite para desenvolver toda su alma de hombre, se dice la
verdad y ha de decirse y demostrarse, porque la injusticia de este mundo es mucha y
la ignorancia de los mismos que pasa por sabidura, y an hay quien cree de buena fe
al negro incapaz de la inteligencia y el corazn del blanco, y si a esa defensa de la
naturaleza se le llama racismo, no importa que se le llame as porque no es ms que
un decoro natural, y voz que clama el pecho del hombre por la paz y la vida del
pas.51
...Que no era negro y te defendi
con un fusil en la mano.
Guilln

FERNANDO ORTIZ Y LA DESMITIFICACIN DEL NEGRO

El marco histrico concreto en que Fernando Ortiz desarroll su indagacin y descu-


brimiento al respecto de las races africanas en Cuba y su transculturacin afrocubana
constituy en realidad el arduo obstculo a que se enfrent este cientfico.

Cabe decir que en 1906, el entonces joven investigador, al comenzar sus trabajos
sobre la presencia
fomentados por losafricana en Cuba,
esclavistas tuvo quepor
para justificar vencer el prejuicio
va de racial,
la naturaleza de arraigado
su estado
por el traslado
social; secular
y para tratar de generacin
de escindir en generacin,
a las clases y sectores de la ideologa
humildes segndel su explotador.
etnia, debi-
Cuenta su
litando Ortiz que: Para
potencial podermisocial.
abueloLostodos los, para l,
hacendados odiosos
cubanos cubanos
y sus separatistas
voceros no
reformistas
yeran ms que negros
autonomistas y mulatos, ocomo
construyeron, sea cimarrones de Guillermn,
filosofa social Maceo y Quintn
de sus agrupaciones polticas,
Lecredo
el record a Jos
racista de Mart, hijo de progenitores
la superioridad espaolesdey los
y misin civilizadora sin blancos.
asomo de sangre de
negra oriundez, y me respondi: Mart no era de color, pero como si lo fuera; ese fue
mulato
La por del
secuela dentro. Y entonces
racismo comprend
llega hasta que eenintenta
la repblica mi tierra el colorlaoscuro
justificar de la piel
explotacin del
llevaba 53implcitamente consigo una prejuiciosa consecuencia de inferioridad social,
negro.
transida de injusticia y de dolor.52
Es en esta atmsfera en la que Fernando Ortiz recin egresado jurista, que retorna de
Se trataba
Italia, donde derealiz
comosus expres el Dr.
estudios, Fontanellas
se enfrenta en el prlogo
al ambiente de Azcar
negro urbano y Aboli-
de La Haba-
cin
na, a que El prejuicio
principios de estey el racismo
siglo, dondeconcomitantes
el negro, piezade laacorralada,
esclavitud negra fueron
ejecutaba un
cimarronaje sui gneris que no culminaba con el apalencamiento en las montaas
como en el siglo XIX y antes, sino que rencor, recelo y fuerza contra la explotacin
que sufra se daba, en muchos casos, en mirada huidiza, escurridizo deambular arra-
balero, choteo, conga, tambor y navaja

A ese ambiente que denominada hampa afrocubana, se enfrenta el atildamiento des-


conocedor del cientfico social de veinticinco aos. De ah que no sea nada raro el

38
ttulo de su primer libro sobre la temtica en 1906, Los negros brujos, Comenz
por ese tema, en momentos en que corran espeluznantes y sensacionales noticias
sobre brujera, agitada por la prensa, con particular nfasis discriminatorio.54

En el joven investigador se debatan las influencias de los conceptos de ancestral


minusvala hacia el negro, con el barrunto nuevo, la esencia progresista de su pensa-
miento cientfico, el aspecto negativo de esa dialctica tiene sus manifestaciones en
Los negros brujos, donde se expresa de la siguiente forma: ... no es menos cierto que
el fetichismo, como suele decirse est en la masa de la sangre de los negros
africanos. 55 En esta obra los conceptos raza, razas puras, se manejan con des-
cuido y profusin.

El propio Ortiz har referencia de las circunstancias en que empez su trabajo


afrocubano y africanista y de su enfoque inicial, al decir en 1942: en mis prime-
ros pasos por la selva negra me pareci caracterstico del elemento de color en Cuba
el ministerio de las sociedades secretas de oriundez africana que son supervivientes
en nuestra tierra.

Comenc a investigar, pero poco a poco comprend que, como todos los cubanos,
yo estaba confundido fue suerte que ya en la primera investigacin de la brujera
en Cuba y sus misterios, pudiramos asegurar que aqu no haba tales vuelos de
aeronutica diablica y que la llamada brujera en Cuba era, sobre todo, un complejo
de religiones y magias africanas mezcladas entre s y con ritos, leyendas y supersti-
ciones de los catlicos.56

Fernando Ortiz lograr imponer su temtica al medio social hostil y alcanzar a per-
feccionar los elementos conceptuales y las perspectivas del fenmeno que estudia.
Este doble xito de las gestiones investigativas se aprecia a lo largo de toda su obra
con temtica negra, la cual tena inicialmente entre sus fines contribuir a la etnologa
criminal, entonces en ciernes, escudriando la vida cubana donde como dijera,
saleal paso el negro57, cuarenta aos despus de esa concepcin, consciente
de la efectiva transculturacin de la mestizada sociedad cubana, nuestro sabio afirm
que: sin el negro, Cuba no sera Cuba.58

Cabe apuntar que este enciclopedista parte de su experiencia de antillano, la cual le


hace apreciar una cultura multirracial.

En medio de estas circunstancias objetivas, don Fernando estudia al negro en Cuba,


al afrocubano, y simultneamente ya lo encontramos en su obra de 1906 y en Los
negros esclavos 1916 comienza su obra africanista que, lgicamente, estrechamen-
te vinculada a la afrocubana, ambas tienen sus especificidades, que se van precisan-
do a medida que el investigador acreciente su bagaje terico, sin que exista una
separacin imposible por dems entre la una y la otra.

39
La dialctica del proceso cognoscitivo de anlisis y sntesis que se manifiesta en la
obra afrocubana-africanista de Ortiz tambin se puede ejemplificar acudiendo a sus
opiniones.

En Los negros esclavos el autor dir: La raza negra es la que bajo muchos aspectos
ha conseguido marcar caractersticamente la mala vida cubana, comunicndole sus
supersticiones, sus organizaciones, sus lenguas, sus danzas, etc. y son hijos legtimos
suyos la brujera y el aiguismo que tanto significaban todava en el hampa
cubanaPero la inferioridad del negro, lo que lo sujeta a la mala vida era debida a
falta de civilizacin integral, pues tan primitiva era su moralidad, como su
intelectualidad, como sus hbitos.59

Estos eran sus criterios en 1916. Sin embargo, en 1950, ya conocedor y sincero
estudioso y en su obra antolgica Africana a de la msica folclrica de Cuba, refe-
rir que: Con la msica africana ocurri como con el lenguaje de frica. Antao se
crey que el lenguaje de los negros era casi inarticulado, carente de todo valor filol-
gico, ruido vocal apenas superado de los propios de la animalidad, hoy se cuentan
por centenares los idiomas ya definidos y existe toda una biblioteca lingstica para
desenredar el enmaraamiento de las familias glatolgicas en fricay hoy se
publican antologas poticas de los negros indgenas de frica en sus idiomas
vernculos.60

En su corto ensayo Los africanos dientemellados, publicado en 1929, Ortiz indica en


la prctica, cmo de la observacin de particularidades de rasgos tpicos de los ne-
gros cubanos llega al conocimiento de costumbres africanas ancestrales.

Se trata, en la obra de referencia, del hbito, entonces frecuente entre los integrantes
de la secta secreta Abaku, los igos, de deformarse los dientes por fractura o
limado, hacindolos puntiagudos, lo cual tena para los obonekues (Iniciados en la
secta secreta Abaku).diferentes explicaciones, entre ellas la que se asume en el rezo
siguiente:

Irentn bib amanang vik viko guamanang


fa emenenb guafpe ita anga 61

Esta alocucin iga, en su lengua original carabal bib se traduce:

Los dientes afilados de los bib,


son como los de las hembras del caimn
para defendernos.62

Con motivo de indagar la causa ltima del origen de esa prctica que se encuentra
entre los descendientes de africanos en Cuba, Ortiz consulta ms de una treintena de

40
obras sobre hbitos, costumbres, lenguaje, etnografa general, de las poblaciones
subsarianas. Como resultado de esta indagacin cientfica localiza el rasgo en casi
toda la regin de migracin Bant del continente africano, con lo que nos aporta el
conocimiento de este carcter, no slo entre la etnia nigeriana carabal en el norte,
sino entre otras de Namibia y Mozambique en el sur. Esto es, a casi todo lo largo y
ancho de la zona Bant continental. Lo cual nos permite proyectar la generalizacin
de este carcter en un rea extensa y en un numeroso grupo de etnias africanas.

Fernando Ortiz, debe subrayarse, asume la cultura y la existencia africana desde


posiciones de antillano y cientfico, con lo cual penetra en el vivo sincretismo
afrocubano que vive. Su profunda sensibilidad de cientfico social lleva parejo el
anlisis y sntesis en inacabable labor creadora por lo que observa lo que otros pasan
por alto: la transculturacin, el mestizaje, como fenmeno objetivo el cual su coet-
neo Nicols Guilln har valedero en su obra potica.

Por esos caminos se perfila la militancia antirracista del doctor Fernando Ortiz, quien
recoge el siguiente refrn afrocubano: La cucaracha nunca tiene razn en un galli-
nero, se vale de l, para con sorna filosfica Bant, dejar ejemplificada cabalmente
la situacin de los explotados en Cuba, en particular la de los negros, antes del triun-
fo de la Revolucin.

El contenido antirracista de la obra afrocubana-africanista de este sabio se aprecia, a


partir de su folleto de 1910, La rebelin de los afrocubanos, donde dice: El racismo
en Cuba vuelve a ser actualidad, triste actualidad; el racismo negro y el hispnico
vienen con su secuela de rencores y pasiones, a dividir nuestras fuerzas, a empeque-
ecer nuestro porvenir.63

Ya en 1929, Ortiz arremete abiertamente contra el trmino raza desde la tribuna de la


Sociedad Econmica de Amigos del Pas. En el 136 aniversario de la muy burguesa
institucin dir, entre otras cosas: La raza es un concepto esttico, la cultura lo es
dinmico.64

A partir de entonces ser combatiente de fila por abolir el concepto de raza y susti-
tuirlo por el de cultura, criterio que desarrollar despus plenamente en su obra El
engao de las razas.

El ao 1945 fue de enfrentamiento violento contra el racismo que vena combatiendo


a lo largo de los treinta aos anteriores. La Segunda Guerra Mundial y sus horrores
fascistas elevan su odio al racismo y se lo muestra ms crudamente en sus brutales
consecuencias, de ah que, combatiente de vanguardia, Ortiz publica uno tras otro
los siguientes artculos: Hay razas humanas?; Raza voz de mala cuna y mala vida;
Las razas del alma; Manifiesto de la Asociacin contra las discriminaciones racis-

41
tas; Por la integracin cubana de blancos y negros. Aparecen luego, en 1948, Los
problemas raciales de nuestro tiempo y La sin razn de los racimos, en 1955.

La obra antirracista de Ortiz alcanza su clmax con el renombrado libro El engao de


las razas, editado en 1946, donde muestra los caracteres anatmicos, fisiolgi-
cos, biolgicos y espirituales que sirven de fundamento cientfico a la igualdad de
origen de la humanidad y por consiguiente da acabada refutacin a las tesis reacciona-
rias y anticientficas de la superioridad de una raza sobre otra. 65

Este airado alegato antirracista de Ortiz expresa: ...Se pretende con obstinacin a
veces cnica que unas razas son superiores y otras inferiores, aquellas predetermina-
das para el predominio y estas otras para la servidumbre.

Sin duda, entre los rasgos tpicos de esta poca presente, que la posteridad califi-
car con severa justicia como persistencia de barbarie, estn las costumbres y leyes
que distribuyen a los ciudadanos segn el color de su piel en el cobro de sus sala-
rios en los derechos polticos, en los comedores y albergues, en los paseos, en las
escuelas y en las universidades.66

En las razas no hay jerarquas innatas de inteligencia, de sentimientos, de tica, ni de


personalidad. No hay razas predestinadas ni elegidas pese a los milenarios racis-
mos de las teologas, de los filosofas, de las polticas, de las costumbres, del folclor y
de las conclusiones prematuras de los cientficos.67

Del anlisis acucioso de los datos con que contaba, del poderoso sentido crtico que
posea, parte el proceso de su alineacin progresista en cuanto a la temtica africana
que tiene como sntesis esencial que emerja el combatiente antirracista Fernando
Ortiz, cuya obra es una muestra de la plurietnia cultural que constituye la cubana.

NICOLS GUILLN: MULATO

En Nicols Guilln el mundo se sumerge hasta la entraa misma de la raza acorralada


durante siglos. Guilln es un cimarrn, es decir un luchador por la libertad. Alza
su voz con todo el ritmo y belleza de su absoluta cubana para lanzarla punzante
y revolucionaria.

Justamente, Nicols nace con la repblica mediatizada por la presencia yanqui, ve


crecerle las garras a la burguesa que renunciaba a su condicin nacional, que desen-
mascarado apenas su viejo anexionismo, adopta usos y costumbres extraas. Es en
esa poca que condicionado por el lastre clasista el mundo del blanco ofrece sino
contradicciones y una obsesionante visin hacia fuera, hacia la Meca europea pri-
mero y luego hacia la Meca yanqui.69

42
Las repercusiones de esta proyeccin en la sociedad cubana Guilln las rechaza
denuncia en 1929 la existencia de zonas donde se practicaba la segregacin
su voz es un alerta como negro y como cubano, es decir como representante de uno
de los sectores populares ms humildes, ms discriminados, por eso se duele de que
en muchas localidades de la Isla a semejanza de lo que acontece en ciertas
regiones yanquis, los blancos y los negros transitan en los paseos pblicos los das de
retretas por zonas perfectamente limitadas, cuya violacin por cualquiera de ellos, y,
ms que nadie por los negros, da origen a verdaderos conflictos70

En el fondo de este grotesco espectculo, puede situarse la intensa influencia de lo


peor del pensamiento de Jos Antonio Saco ya que se pasaban por alto las ideas
nacionalistas de nuestro destacado escritor que aunque limitadas a uno solo de los
componentes de la nacionalidad, implicaban independencia. Saco deseaba, como afir-
ma en 1849, que Cuba fuera libre no esclava como es: pero que separada de ella
(Espaa) no slo goce de libertad sino de una independencia poltica que asegure en
el porvenir la conservacin y preponderancia de la raza blanca que hoy la habita.
Esto me induce a demostrar contra mis impugnadores la siguiente verdad: Incorpora-
da a los Estados Unidos, su actual nacionalidad perecera irremisiblemente.71

En este sentido, no en su desaforado racismo, Saco tena razn porque el imperialis-


mo trajo a Cuba ...sus hbitos de pensar, su egosmo desenfrenado, su modo de vida
y lo que es peor: su ideologa poltica reaccionaria72 que en honor a la verdad
poco se diferenciaba de la anexionista de los antiguos esclavistas de Cuba.

La ptica de Nicols Guilln ubic certeramente los problemas raciales en el contex-


to de la nacionalidad, por eso se pronunci como un cubano que lo mismo que
mulato poda ser negro o blanco, revelaba su nusea ante la realidad de la Repblica.73

Guilln en dos contemporneas

Mirta Aguirre y Nancy Morejn, la una su coetnea y amiga, la otra estudiosa de su


obra y cercana colaboradora del poeta, ofrecen, cada una por su parte, el hondo
contenido antirracista de la obra del Poeta Nacional cubano, en la cual se aprecia
justamente el lugar del negro en la vida del pas.

La poesa y la prosa de Nicols Guilln, por llevar el mensaje poderoso de la igual-


dad racial, fue acusada por la alta sociedad burguesa neocolonial de racista. Era
inslito para ellos, que un mulato se atreviese a rechazar la discriminacin y sacara
a pblico consenso las desigualdades. Sobre este batallar, y para describir a Nico-
ls Guilln en este sentido, Mirta Aguirre y Nancy Morejn, poetas como l, com-
paeras que se continan en el trato fecundo y en la relacin con el gran creador
americano, tienen la palabra.

43
De Guilln, en los das iniciales del combate, Mirta Aguirre ha dicho: Estaba
harto de blanquitos demasiado tostados por el sol; harto de disimulo burgus; harto
de negros catedrticos; harto de albos descendientes de peninsulares; harto de doc-
tores que se escandalizaban en pblico y que en privado no dejaban de incrementar
el mestizaje en la Isla. Y harto tambin de que por hipocresa y por prejuicios se
anduviese perdiendo la maravillosa cantera plstica, musical y potica del
mulatazgo.

ya apuntaba quizs lo que ms susto produca anunciando que aquello no


iba quedarse all aquello de negro bajo el caaveral y yanki sobre el caaveral,
aquello de que la sangre que se nos iba, era para causar preocupacinporque con
un poeta, con un poeta verdadero, nunca de sabeMotivos de son y Songoro cosongo
podan ser un primer paso. Haba que ver lo que se produca detrs.74

En cuanto a lo que sucedi despus, Nancy Morejn constata que los pasos de Guilln
se orientaron de acuerdo a la ideologa del autor siempre en conflicto con la
ideologa dominante en Cuba hasta el triunfo de la Revolucin y realizada a pleni-
tud, como en sueos, en armona con la que predomina entre nosotros despus de tan
drstica fecha.75

Del Guilln de los das iniciales tambin puede decirse que luego de hacer un
llamado y darle un sitio adecuado al aporte africano, negro, dentro de la cultura
nacional, Guilln resalta la naturaleza mestiza de nuestra idiosincrasia (la cubana),
pero, el hecho de combatir, por un lado, el desprecio y el odio al negro arraigado
en las clases dominantes en la historia del pas hasta la consecucin de la repblica y
de defender, por otro lado, el justo lugar que tiene su gestin y su aporte en nuestra
cultura no lanz a Guilln por derroteros enajenadosGuilln aboga por la parti-
cipacin de todas las clases populares en la gestin de todos, teniendo como
divisa la dignidad plena del hombre, como aoraba Mart.76

Guilln dir Mirta Aguirre que al rozar con lo poltico no disminuye su


calidadsino que, por el contrario, se crece en espiritualidad y finura; y que por
haber vivido ms tarde y ser mulato de carne y alma nos traelo afro, que con lo
espaol integra definitivamente lo cubano y sin lo cual sabemos ya hoy que es incon-
cebible lo cubano total...l nos ha trado todo lo que desbord en Cuba cuando los
que haban sido esclavos fructificaron en hombres libres; nos ha dado el sentir mula-
to de la Isla, consciente y orgullosa de serlo.77

Songoro cosongo tenala insolencia de decir a voz en grito que Cuba no era una
tierra blanca si no mulata78 Es cierto que Guilln en el prlogo de esta obra (1931)
escribi lo siguiente: Dir finalmente que estos son unos versos mulatos. Participan
acaso de los mismos elementos que entran en la composicin tnica de Cuba... Due-
le. No lo creo. En todo caso precisa decirlo antes de que lo vayamos a olvidar.79

44
Guilln destaca Nancy Morejn nos lanza ante una verdadera tragedia, aquella
que significaba el olvido del esencial aporte del esclavo africano a la gestin de la
nacionalidad80

En esta tierra mulata, sustantivamente hecha de hispanidad y africana entrecruzadas,


Guilln significa, como la tnica, la unificacin cultural. Por eso es el cubano indis-
cutible, tanto como el indiscutible poeta. Como lo es por haber sabido traspasar con
su obra los destinos insulares, patrios y antillanos, para otorgarle dimensin conti-
nental e internacionalista.81 Como bien valorara Mirta Aguirre, la cual prosigue:
Nicols Guilln, que aport el sufrimiento negro, ha sido la ms insistente y ro-
busta voz continental no hay en espaol, poeta que haya repudiado tanto y con
ms rudeza al imperialismo norteamericano.82

Nancy Morejn cita el siguiente fragmento de Guilln, en el que se refiere a


Rockefeller: Piensa el millonario que aumentando el bagaje intelectual de los ne-
gros norteamericanos mediante la fundacin intensiva de centros especficos de cien-
cia discriminada, ha de llegar a liquidarse la discriminacin. Es decir, ms
universidades, ms liceos, ms bibliotecas, ms academias y laboratorios exclusi-
vos para hombres y mujeres de piel oscura, cosa que al elevarse, por el superior
cultivo de la inteligencia, puedan alcanzar ese cielo serfico y amable donde estn
sentados a la diestra de Dios Padre los sublimes jerarcas de Wall Street, muchos de
los cuales apenas hay que decirlo no han abierto un libro en su vida.83

De ese mismo matiz desmitificador es el poema, bien calificado por Mirta Aguirre de
breve y violento como una bofetada:84

Gobernador

Cuando hayas enseado a tu perro


a abalanzarse sobre un negro
y a arrancarle el hgado de un bocado,
cuando tambin t sepas
por lo menos ladrar y menear el rabo,
algrate, ya puede,
Oh, blanco
ser gobernador de tu Estado.

Finalmente, en cuanto a Guilln, hay que coincidir con Nancy Morejn cuando sus-
tenta que La cuestin racial es insoslayable a la hora de hacer un balance de la
obra guilleniana, sin embargo, lo valioso en ese amor suyo por revelar cuanto hay de
falso en la defensa de la raza, en cualquier caso como categora absoluta y excluyen-
te. Todo planteamiento racial en nuestro autor est expuesto en funcin de mestizaje,
de sntesis, no de regresin a una pureza anticientfica por dems, cuando no engao-

45
sa, nuestro componente africano es tratado por Guilln como parte de un todo, sujeto
...al ritmo de la transculturacin frica en Guilln no es dispora, ni recurrencia
metafsica: es un modo de reconocerse en la expoliacin universal...85

Para condecorar la sangre combatiente.


Guilln

FDEL CASTRO: LATINOAFRICANA Y REVOLUCIN

Todas las consideraciones que se hagan o puedan hacerse en el presente o en el


futuro alrededor de la Revolucin. cubana no cabe duda que tienen en su centro a la
figura de Fidel Castro. Porque es precisamente en esta gran personalidad latinoafricana
en la que se resumen aspiraciones e iniciativas de su pueblo. En el caso del enfoque
del problema de la discriminacin racial y los medios para luchar contra ella, tam-
bin se cumple esta premisa.

Fidel Castro desde los primeros meses de la Revolucin en el poder dio muestra de
su exacta conciencia de lo que significaba el racismo y la necesidad de eliminar la
discriminacin racial. Quizs dijo el 22 de marzo de 1959 el ms difcil de los
problemas que tenemos por delante, quizs la ms difcil de todas las injusticias que
han existido en nuestro ambiente, sea el problema que implica para nosotros esa
injusticia que es la discriminacin racial86

El conflicto que se desarroll en Cuba, a partir de esas declaraciones, fue una forma
ms de continuacin de la lucha de clases en esta poca. Porque se precisaron con
mayor nitidez, los que estaban dispuestos a seguir en el proceso revolucionario, aun
a pesar, en algunos casos, de no aceptar del todo la nueva posicin de principios
frente a la situacin de la discriminada poblacin negra, y los que no pudiendo so-
portar el peso de los prejuicios que les obligaban a repudiar a los negros, por consi-
derarlos inferiores, abandonaban el proceso. Generalmente, esta ltima actitud racista
intransigente corresponda a posiciones ideolgicas burguesas y pequeo burguesas.
Pero no siempre se identificaba la posicin econmica con la ideolgica que se man-
tena sobre el problema racial en Cuba. El prejuicio llegaba a permear a gentes de
estratos sociales lindantes con la miseria, pero que por imitacin y enajenacin no
queran identificarse con los negros.

No obstante, el calado del prejuicio racial en las capas populares del pas no era muy
profundo. No poda serlo porque negros y blancos, obreros y campesinos, fueron
explotados en extremo por el capitalismo. De la misma manera que, empujando la
mirada retrospectivamente en la historia, el status colonial explot al negro hasta
hacerlo morir a latigazos, pero tambin hizo morir a centenares de blancos espao-

46
les, y no precisamente de las clases superiores, en los campos de batalla en contra de
la independencia de Cuba. Claro que la cuantificacin no es pareja, pero la cualifica-
cin permite no ser vctimas de espejismos que desvirten el enfoque clasista nece-
sario al respecto del verdadero enemigo, el cual utiliz y utiliza an en muchas partes
del mundo, los rasgos etnorraciales para fragmentar a los explotados. El proceso
racial cubano tiene esas caractersticas, las que se repiten en toda sociedad multirracial.
Se trata, por parte de los explotadores, de impedir la unin de los oprimidos y en ello
se usan todos los dispositivos.

En caso de la utilizacin de las diferencias sociales la creacin del prejuicio est


sustentada sobre elementos objetivos correspondientes al color de la piel y a diferen-
cias de carcter somtico, de ah su fuerza cuando se trata de negros y blancos. El
capitalismo se aprovech de esto.

Fue creada la leyenda negra la negra barbarie, las negras entraas, la concien-
cia negra Se ense que todo lo negro era odioso, despreciable. Incluso al
propio hombre de piel oscura, al hombre africano, se le impuso ese patrn, en tanto
que su contrincante, el europeo, hizo de la palidez signo de bondad, de inteligen-
cia, en fin, de poder. Por supuesto el mundo esttico y tico se movi y se mueve, en
occidente, entre estos parmetros. La discriminacin es as ms fcil.

El opresor puso distancias entre l y el oprimido. De manera que, mientras ms el


vencido se le acercase en cuanto a rasgos tnicos y/o culturales, la carga de explo-
tacin, al parecer, se haca menos pesada. Esto vale, debe subrayarse, para las
sociedades multirraciales de frica, Asia y Amrica Latina.

En los explotados el proceso de subordinacin sobre la base de prejuicio racial, dio


lugar a subdiscriminaciones, lo que pudiramos llamar discriminaciones internas. En
estos procesos cuentan los rasgos raciales, pero tambin, particularmente en fri-
ca, los culturales, de manera que renunciar a la cultura autctona, asimilarse,
aparentemente suavizaba un tanto la discriminacin. Una de las capacidades
que adquieren los asimilados, ya que imitan a sus amos, es la de discriminar a los
no asimilados.

El proceso de mestizaje fue aprovechado de esta misma forma pero sobre bases de
carcter etnorraciales. Porque mientras ms blanco mejor afirmaba el refrn popu-
lar. La enajenacin racial en el mundo antillano y latinoamericano en general es as.

Las discriminaciones y autodiscriminaciones, mecanismos desatados por las clases


explotadoras, se mueven torvamente y han dividido, y dividen, a las masas populares
debilitndolas y corrompindolas en este sentido.

Fidel Castro dijo en 1959: traigo a mi mente los episodios ms difciles de nues-
tras vidas y me acuerdo de la expedicin del Granma, de los que bamos en aquel

47
barco, expuestos a ser tragados por el mar, con la misma bandera, con la misma idea,
blancos y negros. Y recuerdo a Mestre, compaero del Moncada y compaero muer-
to en la Revolucin. Y recuerdo a Almeida, que era mi compaero, que era mi ayu-
dante, que fue uno de los mejores capitanes. Recuerdo en aquellos das, cuando ramos
doce nada ms, pasando hambre, perseguidos, acosados, que en cambio, entonces
no pensaba uno ni poda pensar y los que hoy padecen de prejuicios, si hubieran
vivido esos momentos no se pondran a pensar de qu color era la piel, sino que era
el compaero leal, el compaero valiente, el compaero que comparta contigo y
por ti, su compaero, estaba dispuesto a dar la vida.87

Por supuesto que los explotadores, sus voceros y seguidores, jams entendieron, ni
han entendido, esta actitud de Fidel Castro. La percepcin del fenmeno, que tuvo
entonces la burguesa en general, puede ser ejemplificada por un fragmento de con-
versacin, que cita Antonio Nez Jimnez, entre Fidel Castro y el dueo y director,
en aquella poca, de la revista Bohemia, donde se constata, la valoracin de los
racistas cubanos al respecto de la situacin: No es que est mal que cese la discri-
minacin racial, es el dao que le puede hacer a la Revolucin lo expresado por ti
(Fidel). Un gran nmero de cubanos que hasta aqu pudieron soportar la Reforma
Agraria, o la Reforma Urbana, jams van a estar de acuerdo contigo en el tema, de
la igualdad racial.88

El racismo acumulado y acrecentado por siglos, era evidentemente un fetiche san-


tificado por la prctica de la discriminacin. Mientras se ascenda en la pirmide
social, como regla, la mistificacin y el fanatismo antinegro creca.

La sociedad cubana revolucionaria era racista, pero a pesar de ello se mestizaba.


Esta contradiccin fue resuelta por la Revolucin, cuya mxima figura, Fidel Castro,
no vacil en expresar pblicamente lo que habra sido inconcebible hasta aquel mo-
mento para cualquier gobernante en Cuba: Yo soy tan blanco, o tan casi blanco
como cualquier otro -y no me creo puro-; sin embargo, tengo prejuicios. No me
molesta sentarme al lado de un compaero negro. Por qu? Tal vez el instinto justi-
ciero, y porque he tenido oportunidades excepcionales para comprender mejor todo
lo que hay de absurdo en el prejuicio racial.89

En la constante y frrea batalla contra los prejuicios, la legislacin y los principios de


la Revolucin Cubana castigan todo acto discriminatorio.

En Cuba no hay escuelas separadas, no hay lugares exclusivos donde se admita a


individuos de un solo color de piel y se excluyan a otros; hay oportunidades de
trabajo y estudio para todos en igualdad de condiciones.

Los cubanos en general disfrutan de posibilidades de existencia, dadas por un desa-


rrollo econmico y social sobre bases ms justas, donde el hombre puede lograr

48
desenvolver al mximo sus potencialidades: Nosotros ha dicho el lder cubano
hemos alcanzado el nuevo orden econmico en nuestras relaciones con el campo
socialista y ello, por fortuna, se ha traducido en el desarrollo industrial y agrcola, y,
especialmente, en el desarrollo social. Tenemos un nivel de educacin de solo quince
nios muertos en el primer ao de vida, por cada mil nacidos vivos, setenta y tres
aos y medio de perspectiva de vida y un 85 por ciento de viviendas electrificadas,
son algunas demostraciones de los resultados.90 Si todo esto se compara con que
en los Estados Unidos la mortalidad infantil para los negros es de treinta y cinco
recin nacidos que mueren todos los das, en tanto que en tal situacin mueren
diciocho nios blancos, salta a la vista que las condiciones reales de existencia
hacen que la poblacin negra se reproduzca la mitad que la blanca.

La dcada actual se abri de forma critica:los nios negros corren mayor riesgo
de nacer en la miseria, de carecer de cuidados prenatales, de ser hijos de adolescen-
tes o de madres solteras, de tener padres desempleados, incluso, de no tener ellos
mismos trabajo al margen de no poder ascender a estudios superiores.91 Funcio-
nan en los Estados Unidos los criterios de que La libertad, la igualdad y la frater-
nidad, que un da conmovieran a la sociedad feudal, eran slo para europeos y
blancos.92

En Cuba, en un pas sin discriminacin racial, la totalidad de los nios con edad
escolar de nivel primario estn cursando los estudios correspondientes y el ndice
general de la poblacin alcanza el noveno grado. En cuanto a educacin y salud el
pas ocupa el primer lugar entre todos los pases del Tercer Mundo y est por encima
de muchos pases industrializados. La economa cubana creci en el periodo1981-
1983 un 24,8 por ciento y el producto per cpita en un 22,6 por ciento.93

En la ascendiente y lcida asuncin de la realidad histrica del pueblo cubano, la


etapa sangrienta y gloriosa de los combates de los africanos y sus descendientes
contra la esclavitud ha sido revalorada por el Gobierno Revolucionario como parte
de la lucha de clases en el pas; con justeza el mximo dirigente cubano, en su discur-
so del 26 de julio de 1973, expuso: Sentimos el deber de rendir el tributo que mere-
cen aquellos abnegados luchadores esclavos que en el ao de 1843, en numerosos
centrales de Matanzas, se sublevaron, lucharon y murieron por centenares en los
combates, en el cadalso, o apelando al suicidio para romper las inhumanas cadenas que
ataban de por vida sus cuerpos al trabajo.

Poco se escribira despus sobre el extraordinario valor humano y poltico de estos


hechos en las historias oficiales de los explotadores, y ningn monumento se eri-
gira en memoria de estos oscuros gladiadores, verdaderos hroes annimos de las
clases explotadas, que fueron como precursores en nuestra patria de la revolucin
de los que despus de ellos fueron los modernos esclavos, los obreros.94

49
La imbricacin entre el racismo y la explotacin, tan claramente expresada por Fidel
Castro desde el inicio de su ejecutoria como gobernante, repercute y se manifiesta en
los conocidos planteamientos: Somos un pueblo latinoamericano, enemigo del co-
lonialismo, del neocolonialismo, del racismo y el apartheid, a los que protege y apa-
a el imperialismo yanqui.95

En este mismo sentido, y siguiendo una consecuente lnea internacionalista, la con-


tienda actual que enfrenta la Revolucin Cubana con relacin a la deuda externa de
Amrica Latina y que alcanza a todos los pases subdesarrollados, que hoy represen-
tan el 70 por ciento de la humanidad, conjuga la larga historia de los explotados
contra la opresin, ya que no es posible pasar por alto que con sangre y sudor de
indios, de negros esclavos, de mestizos, se financi el desarrollo del capitalismo
en Europa.

Es por ello que a esta altura de la batalla mundial por un nuevo orden internacional,
Fidel Castro, el 29 de marzo de 1985, declar en La Habana: Los pases
industrializados no podran encadenar ni esclavizar a cuatro mil millones de perso-
nas en el mundo, ni tampoco lo necesitaron hasta ahora, porque lo que han estado
haciendo es explotndolos cual si fueran esclavos. Hoy trabajan casi exclusivamen-
te para el beneficio de los pases industrializados, son esclavos sin cadenas, y
bien pueden lanzar una proclama de libertad frente al mundo industrializado.

Y eso se ha hecho muchas veces. Los esclavos de Hait, en el siglo pasado se procla-
maron libres. Tambin un da se proclam la libertad de los esclavos en Estados
Unidos. En muchas partes del mundo ha ocurrido, nadie ha cuestionado que es justo.
Esta deuda puede ser como el cincel con que los pueblos econmicamente esclaviza-
dos del Tercer Mundo comiencen a romper sus cadenas.

La cancelacin de la misma sera simplemente una proclamacin de libertad absolu-


tamente moral, absolutamente inobjetable No sera nada catastrfico Quines
son los nicos afectados? Los gastos militaresSe asociara as la solucin de los
problemas econmicos del Tercer Mundo con la paz, la distensin internacional, que
es una demanda de todas los pases.96

Finalmente, la latinoafricana revolucionaria de Fidel Castro logra sintetizar la situa-


cin actual de la pugna del Tercer Mundo con los pases capitalistas desarrollados en
los trminos siguientes: hemos visto que un elefante cay en una trampa, en su
propia trampa el elefante est en la trampa y los pigmeos estamos dando vueltas
alrededor del elefante con un miedo tremendo al elefante. Y el elefante se llama
imperialismo, pases capitalistas desarrollados, industrializados, ricos, explotado-
res, saqueadores histricos del mundo que han cado en una trampa. Entonces, qu
hacemos los pigmeos en torno a ese hueco grande donde cay el elefante? Creo que
tenemos que hacer algo.

50
La lucha ahora es en contra del elefante, en primer lugar.97
Conclusiones

La pirmide socioclasista cubana hasta el triunfo de la Revolucin en 1959 era idn-


tica a la de toda sociedad capitalista. Pero presentaba un doble espectro, era la pir-
mide clasista misma y su sombra, esta ltima constituida por los negros y mulatos.
Todos formaban parte de un mismo cuerpo, no obstante la sociedad blanca, con-
formada por explotadores y explotados era, en aquella situacin discriminadora, el
componente slido, en tanto que los individuos cuya procedencia tnica era evi-
dentemente negra eran victimizados aunque estuvieran situados en la propia cspi-
de de la sombra de la pirmide. Sin embargo, como en la pirmide real y su sombra,
la base siempre, de una u otra manera, estuvo unida. Esto se evidencia histricamen-
te en la etapa de la repblica neocolonial implantada por la intervencin imperialista
en Cuba. El movimiento obrero en el pas fue dirigido por figuras cimeras, cuya
condicin de hombres negros no impidi su popularidad en las masas trabajadoras,
tales son los casos de Jess Menndez, lder de los obreros azucareros; Aracelio
Iglesias, dirigente portuario y Lzaro Pea Capitn del proletariado cubano Secre-
tario General de la Confederacin Nacional de Trabajadores y Vicepresidente de la
Federacin Sindical Mundial en varias ocasiones.

Estas tres figuras, asesinadas las dos primeras por la reaccin, antes de la toma del
poder popular en 1959, estn inscriptas en la historia de lucha y gloria de los explo-
tados cubanos, fueron ellos continuadores de las rebeldas de los cimarrones y de las
campaas de independencia del pas. Justos representantes de las fuerzas progresis-
tas, sus nombres y ejemplos son estandarte de la construccin del socialismo en
Cuba, de ah que rdenes y medallas de reconocimiento y estmulo al trabajo crea-
dor, tengan sus efigies y sean otorgados a los hijos ms destacados de la Patria cuba-
na.

Otro elemento que bien vale la pana analizar, y que implica un subrayado mayor de
la importancia de la presencia del factor africano en el etnos cubano, y por ende de la
nacionalidad, es el referente al corte negroide de muchos rasgos de la cultura espa-
ola; claramente observables en una mestizada Andaluca, consecuencia de trato
de siete siglos con los moros. El mundo espaol siempre estuvo irradiado por fri-
ca.

No eran desconocidas entre s las fuerzas que tomaron una nueva naturaleza al fun-
dirse en la raz que dio lugar a los cubanos. Esta es una de las razones que facilitaron
el entrecruzamiento racial afrohispano, el cual, pese a las hipocresas de saln, se
efectu con fuerza y sin trabas angostas.

51
Hay que concluir que en Cuba, frica se refuerza con la hispanidad. Es decir, que los
rasgos culturales asimilados por Espaa durante siglos, se subrayan al fusionarse en
tierras cubanas con la viva africana trasladada en los cargamentos de esclavos.

En Cuba, desde 1959, no se vive un proceso hostil entre seres enajenados por
circunstancias etnorraciales diferentes, las cuales son manejadas por las clases do-
minantes en el poder para dividir a la masa popular.

En Cuba la discriminacin racial fue condenada corno elemento reaccionario y fue-


ron tomadas medidas prcticas para eliminarla. Quedan, sin embargo, rezagos del
viejo y enraizado prejuicio racial secular. Son rezagos, que a veces se esconden ba-
jos los pliegues de cierto rechazo, discreto, al matrimonio interracial; o en la repeti-
cin de chistes y refranes ya anacrnicos; en actitudes de recelos ante manifestaciones
de carcter popular. Pero frente a esto, y muy por encima, el cubano de hoy, de
cualquier matiz en el color de la piel, aporta a la historia del mundo el ejemplo
prctico, concreto, de una sociedad donde todos, absolutamente todos, tienen dere-
cho al trabajo, a la superacin sin fronteras discriminativas de ningn tipo. La inte-
gracin no existe porque lo cubano es una unidad que viene desde la raz de la
historia del pas, y que el proceso revolucionario socialista se ha encargado de
sacar a flote en toda su magnitud.

52
Citas

1
Fidel Castro. Esta es la batalla por la verdadera independencia de Amrica Latina.
p.22
2
Vuelva, V.M. otra vez sus prudentsimos ojos al nuevo reino de Hait y considere
los riesgos de los que estamos a su vista, rodeados de combustible, y recibiendo, a
todas horas, tantas chispas incendiarias. (Documentos de la representacin de la
Ciudad de La Habana a las cortes, 28 de julio de 1811. En: Hortensia Pichardo.
Documentos para la Historia de Cuba, t.1, p.249).
3
Cuando en los albores del siglo pasado la inmensa mayora de los pueblos de habla
espaola iniciaron el camino de la emancipacin del yugo colonial, en la coyuntura
propicia que ofreci la invasin napolenica a Espaa, Cuba era un pas de planta-
ciones tropicales explotadas con mano de obra esclava. A despecho de los acuerdos
internacionales de la poca, el nmero de esclavos aumentaba por ao, a la par que
crecan las riquezas industriales y la prosperidad de las clases dominantes los cu-
banos ricos eran los dueos de las plantaciones. Esta clase social, aunque interesada
en superar las trabas coloniales que estorbaban el desarrollo de la economa y su
acceso al poder poltico, no podan prescindir de las fuerzas militares de la metrpoli
para mantener la sumisin de los esclavos: tema la repeticin en Cuba de la heroica
historia de Hait y supeditaba, sin vacilacin, la cuestin de la independencia nacio-
nal a sus intereses clasistas. (En: Informe del Comit Central del PCC al Primer
Congreso. Presentado por el compaero Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del
PCC. pp. 6-7).
4
Los perros de presa que usaban los arrancheadores eran llamados tambin de bus-
ca. Eran perros especialmente adiestrados para cazar negros. Los de Cuba, dijo el
Barn de Humbolt, tenan una funesta celebridad. Perros procedentes de La Haba-
na fueron utilizados en Jamaica, Hait, Nicaragua. Durante la guerra civil de Estados
Unidos gran nmero de ellos fueron exportados para combatir a los negros sudistas
(En: Fernando Ortiz. Los negros esclavos. p.404.
5
Jos L. Franco. Los palenques de los negros cimarrones. p. 78
6
Ibidem. p.79.
7
Ibidem.
8
Segn la informacin de un grupo de hacendados de la regin occidental, en 1797,
se escaparon de sus propiedades 216 esclavos, cifra poco exacta pero que indica la
situacin de algunos municipios de La Habana. Archivo Nacional de Cuba. Fondo,
Real Consulado y Junta de Fomento. Legajo 140. No.6883.
9
Realmente el contenido etimolgico del trmino no recoge adecuadamente el con-
tenido real que tuvo el mismo, porque la gestin de arranchear fue mucho ms rica en
accin represiva. De manera que el arrancheador fue un antecedente claro que en
condiciones de la poca del guardia rural.

53
10
La categora de oficio de la actividad de arracheador se expresa en el Reglamento
de cimarrones dictado por las autoridades espaolas. Ver: Fernando Ortiz. Los ne-
gros esclavos. p. 463.
11
La Enciclopedia Universal define esta actividad como un americanismo que en
Cuba consisti en sorprender a los negros cimarrones en sus ranchos para atacar-
los. El Larousse tambin lo define como un americanismo que significa arrebatar,
quitar y en la Enciclopedia Jurdica Castellana no aparece.
12
F. Ortiz. Op. cit. p.398.
13
Ibidem. p.459.
14
Ibidem. pp. 402-413.
15
Archivo Nacional de Cuba. Fondo, Asuntos Polticos. Leg.104, No.34.
16
El hacendado Don Rafael Peregrn de Arroyo Seco (Oriente) y tambin el de la
Hacienda Lagunitas de la misma zona, confesaron que algunos cimarrones llevaban
a dichos hacendados su cera para surtir de lo que necesitabanDeca Peregrn que
en su estancia han estado hasta cuarenta juntos a limpiarle el platanal, y a ofrecerle
otros trabajos, pero que no lo ha consentido Jos L. Franco. Afroamrica. p.128.
17
Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Polticos. Leg. 109, No.34. Citado por Franco.
p.13.
18
Jos L. Franco. Los palenques de los negros cimarrones. pp. 102-103.
19
Archivo Nacional de Cuba. Fondo, Asuntos Polticos. Leg. 104, No.34.
20
Archivo Nacional de Cuba. Fondo, Correspondencia de los Capitanes Generales
(sin clasificar). Tomado de Jos L. Franco. Op. cit., p.106.
21
Ibidem. p.112.
22
Ibidem. p.113.
23
Archivo Nacional de Cuba. Real Consulado de Junta y Fomento. Leg. 150, No.450.
24
Archivo Nacional. Asuntos Polticos. Leg. 109, No.34. Jos L. Franco. Op. cit.
pp.104-105
25
Juan Prez de la Riva. El barracn y otros ensayos.
26
Mximo Gmez. El Viejo Edu.
27
Ibidem.
28
Juan Prez de la Riva. Cuadro Sinptico de la esclavitud en Cuba y la cultura
occidental. s/p
29
Juan Prez de la Riva. El monto de la inmigracin forzada en el siglo XIX. p.5
30
La poblacin china importada en condiciones de semiesclavitud comenz a llegar
a Cuba en 1846. Por tanto, aunque tiene influencia, no es un componente esencial del
etnos cubano. Ver Jos A. Saco. Obras pstumas. p.181
31
Ibidem.
32
Ibidem.
33
Ibidem.
34
Ibidem.
35
Ral Cepero Bonilla. Azcar y abolicin. p.125.
36
Ibidem. p.133.
37
Sergio Aguirre. Ecos de caminos pp. 205-207.

54
38
Nicols Guilln. Martn Mora Delgado. p.9
39
Ral Cepero Bonilla. Op. cit. p.133.
40
Gonzalo de Quesada y Miranda. Mart, maestro de hombres libres. p.34.
41
Jos Mart. El presidio poltico en Cuba. En: Primeros y ltimos das de Jos
Mart. p.46
42
Pedro Deschamps. Rafael Serra Montalvo, obrero incansable de nuestra indepen-
dencia. p.
43
Ibidem. p.56.
44
Ibidem. p.50.
45
Jos Mart. Obras completas, t.4, p. 417.
46
Pedro Deschamps. op. cit. p.63.
47
Ibidem.
48
Ibidem. pp. 44-45.
49
Ibidem. p.46.
50
Ibidem. p.49
51
Jos Mart. Obras completas. t. 11, p. 272.
52
Fernando Ortiz. Mart y las razas. pp. 6-7.
53
Carlos Fontanellas. Introduccin a Ral Cepero Bonilla. Azcar y abolicin. p.9.
54
Julio Le Riverend. rbita de Fernando Ortiz. p.18.
55
Fernando Ortiz. Los negros brujos. p.36.
56
Ibidem. p.16.
57
Biblioteca Nacional Jos Mart. Bio-bibliografa de don Fernando Ortiz. pp.17-
18.
58
Ibidem. p.13.
59
Ibidem.
60
Ibidem. p.17.
61
Ibidem. p.13.
62
Ibidem.
63
Fernando Ortiz. Las rebeliones de los afrocubanos. pp. 97-98.
64
Fernando Ortiz. El engao de las razas. p.12.
65
Ibidem. p.14.
66
Ibidem. p.240.
67
Ibidem.
68
Miguel Barnet. La fuente viva. p.145.
69
Nancy Morejn. Nacin y mestizaje en Nicols Gilln. p.170.
70
Ibidem.
71
Jos A Saco. Papeles sobre Cuba. Tomado de Sergio Aguirre, Ecos de caminos,
pp.424-425.
72
Primer Congreso del PCC. Informe Central. p. 14.
73
Nancy Morejn. Op. cit. p.171.
74
Mirta Aguirre. Un poeta y un continente. pp. 28, 29 y 30.
75
Nancy Morejn. Op. cit. pp.11-12
76
Ibidem. pp. 36-37

55
77
Marta Aguirre. Op. cit. p. 40.
78
Ibidem. p.46.
79
Nancy Morejn. Op. cit. p.99.
80
Ibidem.
81
Mirta Aguirre. Op. cit. p.39.
82
Ibidem. p.68.
83
Nancy Morejn. Op. cit. pp.194-195.
84
Mirta Aguirre. Op. cit. p.68.
85
Nancy Morejn. Op. cit. p.328.
86
Antonio Nez Jimnez. En marcha con Fidel. p.107.
87
Ibidem. p.112.
88
Ibidem. p.113.
89
Ibidem. p.110.
90
Fidel Castro. No hay otra alternativa: cancelacin de la deuda o la muerte polti-
ca de los procesos democrticos en Amrica Latina. pp. 52-53
91
Fidel Castro. Encuentro sobre la situacin de la mujer en Amrica Latina y el
Caribe hoy. p.47.
92
Fidel Castro. No hay otra alternativa: cancelacin de la deuda o la muerte polti-
ca de los procesos democrticos en Amrica Latina. p.46.
93
Ibidem. p.14.
94
Fidel Castro. Discurso del 26 de julio de 1973. Granma, 28 de julio de 1973. p.2.
95
Fidel Castro. Angola: Girn Africano. (discurso) p.25.
96
Fidel Castro. No hay otra alternativa: cancelacin de la deuda o la muerte polti-
ca de los procesos democrticos en Amrica Latina. pp.19-20.
97
Fidel Castro. Esta es la batalla por la verdadera independencia de Amrica
Latina.pp. 2-3.

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60
CONVOCATORIA

INTRODUCCIN

La Casa de frica de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, la Fun-


dacin Fernando Ortiz, la Direccin de Cultura de Matanzas y el Archivo Nacional
de Cuba convocan al foro CIMARRONAJE EN EL CARIBE Y AMRICA CONTI-
NENTAL. Evento dedicado al 115 aniversario del natalicio del Dr. Jos Luciano
Franco Ferrn, Maestro de Historiadores y nico experto latinoamericano para la
Historia General de frica, cuyas investigaciones del cimarronaje son paradigmticas;
Este evento tambin saluda el 40 aniversario de la publicacin de Biografa de un
Cimarrn, obra emblemtica del Dr. Miguel Barnet. Estas fechas coinciden con el
aniversario 120 de la abolicin de la esclavitud africana en Cuba, lo cual obliga a la
reflexin sobre el ejercicio del DERECHO HUMANO AL CONOCIMIENTO DE
LA VERDAD HISTRICA como uno de los ejes verticales de la frontal lucha de
ideas que acomete nuestro pueblo contra la reaccin capitalocntrica y su avasallante
globalizacin neoliberal.

Entre los elementos que determinan la importancia de esta jornada est la vincula-
cin de Cuba al continente africano, nuestro apoyo a sus luchas de liberacin nacio-
nal, la solidaridad e internacionalismo de nuestro pueblo que se evidencia en su
accionar del da a da, y tambin en la multiplicidad de aspectos que caracterizan las
relaciones frica-Amrica (Caribe) desde la colonizacin y trata, hasta la actuali-
dad, lo que demuestra que Cuba es inderrotable en un Cimarronaje que comienza
con las seculares rebeliones de aborgenes y esclavos, las cules tienen evidente
ejemplo de continuidad histrico mundial en Cuito Cuanavale y se mantiene hasta
hoy con el ejemplo actual de nuestros 5 Hroes Prisioneros del Imperio.

Desde Cuba afirmamos nuestra irrenunciable conviccin de que la dialctica histri-


ca demuestra que UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE.

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Las sesiones tericas se efectuarn durante los das 7 al 10 de octubre del 2006, en la
Ciudad de Matanzas, en el Museo Castillo de San Severino, perteneciente al Proyec-
to La Ruta del Esclavo, de la UNESCO.

TEMA GENERAL DEL EVENTO


El Derecho Humano al Conocimiento de la Verdad Histrica.

EJES TEMTICOS

Esclavitud
Cimarronaje
Racialidad e identidad
Epopeya cubana en frica

Coauspicio del Evento: Asociacin Cubana de las Naciones Unidas (ACNU), Aso-
ciacin Yoruba de Cuba, asociacin Caribea de Cuba, Asociacin de Combatientes
de la Revolucin Cubana, Biblioteca Nacional de Cuba, Casa de Altos Estudios Fer-
nando Ortiz, Centro de Estudios del Caribe de la Casa de las Amrica, Ctedra del
Caribe de la Universidad de la Habana, Comit Cubano por la Paz, Centro Cultural
Africano Fernando Ortiz, Oficina Regional de la UNESCO para Amrica Latina y el
Caribe, Comisin Nacional de la UNESCO, Ministerio de Ciencia, Tecnologa y
Medio Ambiente (CITMA), Instituto Cubano de la Amistad con los Pueblos (ICAP),
Organizacin de Solidaridad con los Pueblos de Asia, frica y Amrica Latina
(OSPAAAL), Unin Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Unin de
Historiadores de Cuba.

Por la comisin organizadora

Dra. Leyda Oquendo


Presidenta

Msc. Alberto Granado


Vicepresidente

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Este libro ha sido imopreso por el Departamen-
to de Ediciones de la Biblioteca Nacional Jos
Mart en el mes de octubre de 2006.

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