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TEORÍA DE LA DEPENDENCIA LATINOAMERICANA

Desde fines de los años ’50 hasta mediados de los ’60, aparece, crece y se desarrolla una
vertiente teórica, de raíz académica y anclada en las disciplinas de la economía, la
sociología y las ciencias políticas, que se denominará “teoría de la dependencia”. Su
pensamiento estará íntimamente relacionado con la intervención de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) en los debates en torno al tipo de administración
económica que debían adoptar los gobiernos latinoamericanos, luego de la redefinición del
escenario mundial, durante la segunda posguerra.
La teoría de la dependencia sostiene los siguientes postulados:

 El subdesarrollo está directamente ligado a la expansión de los países


industrializados
 Desarrollo y subdesarrollo son dos aspectos diferentes del mismo proceso
 El subdesarrollo no es ni una etapa en un proceso gradual hacia el desarrollo ni una
precondición sino una condición en sí misma
 La dependencia no se limita a relaciones entre países sino que también crea
estructuras internas en las sociedades.
 Las relaciones de dependencia y el mercado global se reflejan en las relaciones de
dependencia estructural dentro de los estados y entre las comunidades
 La pobreza se explica como un resultado de las circunstancias particulares de la
estructura social

La teoría de la dependencia argumenta que los países del sur deben su situación a
condiciones históricas que han estructurado el mercado global de tal manera que favorece a
los países del norte y mantiene a los países del sur en un estado constante de pobreza.
Existe un sistema internacional en el que las diferentes sociedades ocupan posiciones y
cumplen funciones diferentes. El origen de dicho sistema habría sido el producto de la
expansión capitalista. El subdesarrollo se produjo cuando la expansión del capitalismo
vinculó a un mismo mercado, a economías que, además de presentar grados desiguales de
diversificación del sistema productivo, pasaron a ocupar posiciones diferentes en la
estructura. Por lo tanto entre las economías desarrolladas y las subdesarrolladas no existe
sólo una diferencia de etapas sino una diferencia de funciones dentro de la estructura
internacional.
La dependencia económica es una situación en la que la producción y riqueza de algunos
países está condicionada por el desarrollo y condiciones coyunturales de otros países a los
cuales quedan sometidas. El modelo "centro-periferia" describe la relación entre la
economía central, autosuficiente y próspera, y las economías periféricas, aisladas entre sí,
débiles y poco competitivas.
Frente a la idea clásica de que el comercio internacional beneficia a todos los participantes,
este modelo propugna que sólo las economías centrales son las que se benefician.
La expansión económica tiene efectos diferentes sobre la demanda de productos
industriales y la de productos agrícolas ya que su elasticidad respecto a las rentas es
diferente. Cuando los países de la periferia crecen económicamente sus importaciones
tienden a aumentar más rápidamente que sus exportaciones. Por consiguiente, en una
estructura metrópoli-satélite las metrópolis tienden a desarrollarse y los satélites a
subdesarrollarse. Entonces, el desarrollo de los países capitalistas origina el subdesarrollo
de los países pobres. Es por esto que los procesos de desarrollo más marcados (de los
satélites) se observan cuando las metrópolis pasan por períodos de crisis.
Esta situación de dependencia, por otra parte, se verifica en un doble condicionamiento:
uno externo y otro interno. Externo, en tanto la vinculación al mercado mundial limita las
posibilidades de decisión y acción autónomas de los países dependientes. Pero también
interno, puesto que, al mismo tiempo, la dependencia implicará un determinado tipo de
configuración de las relaciones sociales entre grupos, fuerzas y clases sociales, que intentan
imponer al conjunto de la sociedad un tipo de dominación política particular.
La existencia y reproducción de los altos niveles de concentración del ingreso en América
Latina obedece también a las características de su estructura política. A diferencia del
modelo europeo que desplazó del poder a la nobleza y al ancien régime para encumbrar a la
burguesía industrial, en América Latina su inserción en la economía-mundo capitalista del
Siglo XIX no implicó el ascenso de una burguesía vigorosa, sino meramente la
recomposición del “bloque dominante”, con una oligarquía terrateniente y una burguesía
compradora a la cabeza.
La Reforma liberal de mediados del XIX no implicó el fin del latifundio y el paso a la
pequeña propiedad agraria, sino solamente la transformación de las grandes propiedades
“eclesiásticas” en latifundios laicos.
El tránsito a nuevos modelos de desarrollo no entrañó tampoco un desplazamiento de las
viejas clases dirigentes, sino, fundamentalmente, una recomposición del “bloque
dominante”. Ello se ha traducido en la conservación de los privilegios de las elites y en la
reproducción, a lo largo de la historia, de los ignominiosos niveles de concentración del
ingreso prevalecientes hasta la fecha y que en última instancia, pusieron límite al modelo
agro exportador.
Desde la perspectiva de la teoría de la dependencia, la crisis de los años treinta en América
Latina no obedecía, como lo sugerían los enfoques monetaristas, sólo o
predominantemente, a factores económicos o financieros, sino que respondía al
agotamiento de un modelo de acumulación basado en la agro-exportación. La relación de
precios desfavorable y el colapso de los flujos comerciales que se habían profundizado
durante la depresión internacional, tornaban inviable mantener el esquema vigente y
obligaban a industrializar los países de la región sobre la base de la sustitución de
importaciones.
La industria se convirtió en el eje del proceso de acumulación de capital. Por primera vez
en la historia latinoamericana, la economía contó con un motor interno y con un proyecto
nacional de desarrollo. La gran crisis de los años treinta y las dos guerras mundiales no sólo
crearon condiciones propicias para la sustitución de importaciones, sino que involucraron
profundos cambios políticos y sociales, los que implicaron un nuevo “bloque de poder” que
hizo viable la industrialización. Ese nuevo bloque incorporaba a una naciente burguesía
industrial y a amplios sectores populares que se beneficiaban con el nuevo modelo
La interpretación de Cardoso y Faletto consiste en que existen límites estructurales precisos
para este tipo de desarrollo. La industrialización requiere cantidades importantes de
acumulación de capital, lo que a su vez produce una fuerte diferenciación social. La
vinculación de las economías periféricas al mercado internacional se da ahora como
inversiones industriales directas en los nuevos mercados nacionales. Estas inversiones
pueden generar elevados índices de desarrollo, pero, a pesar de ello, las decisiones
económicas y de inversión “pasan” por el exterior y pueden depender de presiones externas.
Las empresas extranjeras pueden transformar sus beneficios económicos en capital, y este
capital puede ser invertido en las economías centrales o en otras economías dependientes,
distintas de aquellas en donde se generaron. En estos casos, mediante la transferencia desde
el exterior de capitales, técnica y organización se “inaugura un nuevo eje de la economía
nacional. [...] esa revolución implica, por supuesto que en un plano más complejo, un
nuevo tipo de dependencia.”

Los autores distinguen entre dos tipos de economía:


 Las economías de Enclave: En determinadas circunstancias, la economía de los
países latinoamericanos se incorporaban al mercado mundial a través de la
producción obtenida por núcleos de actividades primarias controlados en forma
directa desde afuera. Las decisiones de inversión son tomadas por las empresas
extranjeras.
 Las economías Nacionalmente controladas: En este caso, la burguesía financiera -
agro exportadora local tenía el control del sistema productivo. Las decisiones de
inversión se dan en el país, o sea que el flujo de inversión se inicia y termina en ese
mismo país.

Además identifican básicamente tres tipos de industrialización:

 Liberal: el proyecto es de los sectores privados y posteriormente se acepta al


Estado. La iniciativa de la industrialización parte del mismo sector hegemónico que
llevaba adelante el modelo agro exportador. El dinamismo y control real sigue en
manos de este grupo que va a aprovechar esta coyuntura favorable. Son estos grupos
los que van a aprovechar las perspectivas favorables del mercado interno. Durante
esta etapa va a existir una fuerte expansión de la fuerza de trabajo. En la Argentina
la expansión de la industrialización absorbe dentro de esa fuerza de trabajo formal a
casi la totalidad la mano de obra disponible lo cual va a jugar un papel importante
en la configuración del peronismo  posibilidad de incorporación política. Por otra
parte, este modelo de incorporación política va a encontrar su límite hacia fines de
los 40 y comienzos de las 50 cuando el modelo de sustitución de importaciones
también encuentre su límite
 Nacional populista: se produce una especie de pacto entre determinados sectores
de la burguesía nacional y el Estado. El caso de Brasil es distinto porque la etapa de
crecimiento hacia afuera se dio en un contexto en donde no existía un Estado
nacional fuertemente consolidado ya que eso se va a dar justamente después de la
crisis. Por otro lado, durante la etapa de crecimiento “hacia fuera” no se consolida
un sector hegemónico. Uno de los temas centrales que aparece es la necesidad de
formar mercados internos y en Brasil ese proceso se va a dar de la mano de Getulio
Vargas. El costo de la industrialización para estos autores, fue pagado por los
sectores excluidos, masas rurales donde la pobreza y precariedad continuó hasta la
década del 50.
 Estado desarrollista: este último tipo más claramente orientado por el Estado, se
va a dar en aquellos países donde ha habido situaciones de enclaves extranjeros y no
existe una clase nacional fuerte. El proceso de industrialización debe ser asumido
por el Estado, es un proyecto propio del Estado. (Chile, México)

Estos tres modelos están, en cierto modo, fuertemente condicionados a como fue el proceso
del crecimiento hacia afuera. Es decir que, la industrialización va a ser diferente
dependiendo de cómo fue el crecimiento en la etapa anterior.
Desde luego, la existencia de un “mercado abierto”, la imposibilidad de la conquista de los
mercados de los países más desarrollados por las economías dependientes y la
incorporación continua de nuevas unidades de capital externo bajo la forma de tecnología
altamente desarrollada y creada más en función de las necesidades intrínsecas de las
economías maduras que de las relativamente atrasadas, proporcionan el cuadro estructural
básico de las condiciones económicas de dependencia. Pero la combinación de éstas con los
intereses políticos, las ideologías y las formas jurídicas de reglamentación de las relaciones
entre los grupos sociales permiten mantener la idea de “economías industriales en
sociedades dependientes”
Basado en estas observaciones, es claro para los proponentes de esta teoría que seguir el
modelo de los países desarrollados no tiene sentido, pues su desarrollo ocurrió bajo ciertas
condiciones históricas que son imposibles de recrear en los países del sur. Frente a esta
situación, la Teoría de la Dependencia exhorta a los países en vía de desarrollo a
implementar políticas encaminadas a generar internamente los productos de los que
dependen, y aplicar un criterio más selectivo al embarcarse en transacciones comerciales
con países desarrollados aplicando medidas de protección. La teoría de la dependencia tuvo
por merito irreprochable predecir el futuro del mundo globalizado del fin de milenio y gran
parte de las problemáticas que hoy nos acechan y acucian.

“El subdesarrollo no es consecuencia de la supervivencia de instituciones arcaicas, de la


falta de capitales en las regiones que se han mantenido alejadas del torrente de la historia
del mundo, por el contrario, el subdesarrollo ha sido y es aún generado por el mismo
proceso histórico que genera también el desarrollo económico del propio capitalismo”.

Fuentes:
 Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto, (1969) DEPENDENCIA Y DESARROLLO
EN AMERICA LATINA, Siglo XXI, México
 Teotonio Dos Santos, DEPENDENCIA Y CAMBIO SOCIAL (1970), Cuadernos de
Estudios Socio Económicos, Universidad De Chile.

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