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Contaminacion sonora

Por:
Claudio Ardohaín
Geobiólogo

Lilia Garcén
Arquitecta

El nivel de ruido en Buenos Aires ha aumentado en tal forma en los últimos


años, que ya no podemos mantener una conversación en la calle si no es a los
gritos. La mayor parte de este ruido proviene del tráfico vehicular. Además del
ruido de motores, frenazos y picadas, debemos sumarle bocinazos, sirenas de
ambulancias, policía y bomberos, caños de escape libre y hasta los insultos
entre conductores.

Todos hemos sido afectados en nuestra tranquilidad y salud desde que las
grandes ciudades se han infestado de alarmas antirrobo de autos, locales y
casas, que suelen dispararse por cualquier razón menos el hurto. Algunas
quedan sonando toda la noche mientras, el propietario, a cuadras de distancia,
ni se entera. Éticamente, es cuestionable que la seguridad de un bien material
de una persona se haya convertido en algo más valioso que la calidad de vida
de un vecindario.

Podemos definir al ruido como una combinación desagradable, indeseable o


perjudicial de sonidos. Para una misma intensidad, por ejemplo, un ruido
impredecible resulta más molesto que uno rítmico o continuo. Los efectos
perjudiciales del ruido van desde los evidentes, como pérdida de la audición, o
hipoacusia, a los psicológicos, que afectan tanto el rendimiento la laboral como
la vida de relación. Hipertensión, estrés, dolores de cabeza, trastornos
digestivos, desequilibrios hormonales, fatiga y bajas en el sistema inmune son
parte de los efectos poco evidentes de la contaminación sonora. El ruido
aumenta la secreción de adrenalina, alterando el comportamiento normal y
afectando, por ejemplo, la capacidad de aprendizaje de los niños.

El ruido comienza a afectarnos por larga exposición cuando supera los 70-75
decibeles. Pero incluso un nivel de ruido de fondo continuo de más de 40 dB,
puede afectar el sueño y al sistema cardiovascular. Un decibel es la unidad de
medida de intensidad del sonido. Se mide con sonómetros o decibelímetros. La
escala de decibeles es logarítmica, lo que significa que un sonido de 80 dB es
diez veces mayor que uno de 70.

En el cuadro adjunto vemos las principales fuentes de contaminación sonora en


la vida urbana de cada día:

DB Fuente del ruido Impacto en el ser humano


150 Estampido sónico, bomba
de estruendo Peligro de sordera
130 Despegue de avión
a reacción Umbral de dolor
125 Moto a escape libre Peligro de daño en el acto
120 Martillo neumático Peligro de daño en el acto
115 Bocinazo, concierto de
rock, discoteca Peligro con más de 15
minutos de exposición
110 Maquinaria industrial Muy perjudicial
105 Aeropuerto a 300 m Muy perjudicial
100 Obra en construcción a
15 m Perjudicial
95 Motosierra, cortadora de césped Perjudicial
90 Estación de subte Levemente perjudicial
85 Compresor, tráfico intenso Límite tolerable
75 Paso de tren a 50 m
, calle transitada Soportable

En la naturaleza un ruido fuerte es señal de peligro y nuestro cuerpo sigue


reaccionando ante ese estímulo. Pero en nuestra sociedades urbanas, como
en el cuento del pastorcito mentiroso, los ruidos fuertes se suceden hasta que
se pierde la capacidad de reacción positiva, como tantas veces lo vemos en los
accidentes de tránsito. En la naturaleza virgen el promedio de fondo sonoro se
encuentra entre 15 y 20 dB, en las zonas agrícolas alcanza 30-35 dB, en áreas
suburbanas entre 35-45 dB y en las grandes ciudades 45-75 dB.

El ruido continuo de fondo, proveniente del tráfico, produce una sobrecarga


perceptual que el cerebro humano es incapaz de procesar, lo que deriva en un
estado subyacente de estrés. Nuestra percepción del espacio y del tiempo
también es afectada por el nivel de ruido ambiental, lo que se refleja en la
relación del hombre con su entorno.

Las casas y edificios lindantes con vías del ferrocarril o en el corredor aéreo de
un aeropuerto cercano pueden parecer casos extremos, pero estas franjas
afectadas cubren una importante superficie de las áreas urbanas. Asimismo, la
cercanía de una fábrica o industria puede perjudicar la calidad de vida de un
vecindario entero. Aparte de la intensidad o volumen del sonido hay que
considerar la frecuencia. Muchas veces estamos afectados por infrasonidos
que están fuera del rango audible. La reverberación de una máquina industrial
de una fábrica contigua, por ejemplo.

Gran parte de responsabilidad le cabe a un ordenamiento urbano poco


racional, a la deficiente aplicación de las reglamentaciones, a la falta de
adecuados controles, a los hábitos culturales y a la insensibilidad social. Leyes,
que las hay, las hay, pero su aplicación se limita a juicios, denuncias y quejas.
Es decir, cuando ya es tarde. Existen soluciones a nivel urbano, como barreras
sónicas - paneles metálicos y acrílicos o cortinas de árboles y plantas - y a
nivel particular, como recubrimientos aislantes acústicos; pero como en el SIDA
sólo es realmente efectiva la prevención. Hay que atacar las causas reduciendo
las emisiones de ruidos molestos, como se controlan - o deberían - las
emisiones de gases tóxicos y la evasión impositiva.

El ser humano, como todo ser viviente, está estrechamente vinculado al lugar
que ha constituido como hábitat. Pero, a diferencia de los animales, el hombre
urbano ha descuidado aquellos instintos que le permitían reconocer el mejor
lugar para establecer su cobijo.

Las ciudades, verdaderos ecosistemas artificiales, pretendidamente ajenos al


entorno natural, nos imponen su trazado y condicionamientos ambientales.
Nadie puede negar que nuestra salud se ve afectada fundamentalmente por
diversos factores externos: temperatura, humedad, presión, emanaciones
tóxicas, bacterias, etc.

Pero pocas veces consideramos la influencia puntualmente localizada de estos


factores. Actualmente preocupa a los arquitectos, constructores, médicos y al
público en general, el llamado "síndrome de edificio enfermo".

Ciertos padecimientos, como alergias, dolores de cabeza crónicos, reumas y


artritis precoces, dificultades respiratorias, deficiencias inmunológicas y hasta el
cáncer, no encuentran fácil explicación entre las causas reconocidas
comúnmente por la medicina. Sin embargo, estudios epidemiológicos que se
han venido haciendo en distintos países de Europa desde la década del 50,
asocian a gran número de casos con el lugar en que viven o trabajan quienes
padecen estas y otras enfermedades.

También se comprobó una estrecha relación entre las enfermedades de plantas


y animales (además de la merma en la producción agropecuaria), con el lugar
en que se encuentran los establos, criaderos, colmenas, cultivos o
invernaderos.

En la naturaleza cada especie se adecua evolutivamente a determinadas


condiciones de su ecosistema, pero el ser humano fuerza a las especies
domesticadas a crecer y habitar en lugares que no siempre son los más aptos.
La ciencia que estudia aquellos factores, asociados con el lugar, que pueden
afectar a los seres vivos, se llama Geobiología; asociada con otras
especialidades como la Domótica (estudio para la optimación de las viviendas),
la bioconstrucción, uso de materiales sanos y ecológicos, la Bioclimática
(aprovechamiento en el diseño de energía solar pasiva).

Uno de los principales factores de perturbación en la salud de una construcción


es la contaminación electromagnética, ya sea debido a las líneas de alta o
media tensión cercanas (recordemos los recientes casos de Ezeiza, Rafael
Castillo y Quilmes) o a fuentes interiores, como hornos de microondas,
computadoras y radio relojes. El efecto de los campos electromagnéticos sobre
la salud ya ha sido ampliamente reconocido por la mayoría de los países.

Aunque no existe aún un criterio unificado de valores y dosis aconsejables, se


pueden adoptar ciertas medidas para minimizar la influencia de estos campos
sobre la salud. Foto Esos cables eléctricos de 380 V, adosados a la fachada de
la casa, pueden ser la causa de serias perturbaciones para sus moradores, en
especial si no están blindados.

También deben tomarse precauciones contra emanaciones tóxicas


provenientes de los materiales de construcción, revestimientos y pinturas.
Formaldehídos, fenoles y otros tóxicos se desprenden de muchos materiales
de uso común. Sin embargo, ya existen en el mercado alternativas para
atenuar estas emanaciones. Otro factor a tenerse en cuenta es la radiactividad
de los materiales o del subsuelo, ya sea de origen natural o artificial.

Especialmente peligroso es un gas radioactivo, llamado radón, de comprobada


incidencia sobre el cáncer de pulmón, y que se acumula en ambientes poco
ventilados, como sótanos y cocheras. En mediciones geobiológicas también se
estudian, especialmente, las llamadas radiaciones telúricas, originadas por la
presencia de venas de agua subterránea, vetas metálicas, fallas geológicas,
cavidades o líneas propias del campo magnético terrestre (redes de Hartmann
y de Curry).

Estas alternativas en la estructura de la tierra producen alteraciones de diverso


tipo en la superficie. Donde se cruzan dos o más líneas telúricas se generan
puntos considerados geopatógenos, es decir que afectan a la salud humana de
quienes lo ocupen, proporcionalmente al tiempo de permanencia y al número
de líneas que cruzan.

Este efecto por larga permanencia hace que uno de los ambientes de las casas
al que los geólogos prestan mayor atención sea el dormitorio, especialmente la
cama, donde podemos pasar entre seis y ocho horas diarias expuestos a estas
radiaciones puntuales. Foto Situación de una cama muy perturbada sobre la
zona geopatógena. Acumulación de un cruce de Hartmann, una falla geológica
y una vena o corriente de agua subterránea. Muchas enfermedades resisten a
los más variados tratamientos porque el lugar de reposo no permite la
recuperación del paciente.

Estos puntos alterados afectan no sólo a plantas, animales y humanos, sino


que pueden perjudicar aparatos electrónicos sensibles, como computadoras,
televisores, equipos de audio, centrales telefónicas y sistemas de alarma. La
detección de las zonas "geopatógenas" se realiza tanto con instrumentos
electrónicos como con métodos tradicionales como la radiestética (basada en
la sensibilidad del cuerpo humano).

También existen "síntomas" que pueden leer en las estructuras de las


construcciones (rajaduras, manchas de humedad persistentes) y en, los
terrenos (cambios en la coloración del césped, la presencia de determinadas
especies naturales, tanto vegetales como animales, etc.), que pueden revelar la
existencia de venas de agua subterránea o fallas geológicas. Foto Aparte de
otros motivos, la humedad en los muros, que acaba desmoronándolos, es algo
de lo que hay que huir porque puede ser indicio de venas de aguas
subterráneas.
Asimismo, la ubicación en el terreno, la orientación, el asolamiento, las formas
y distribución de los ambientes, los colores, la y el entorno del edificio, pueden
ser causas de estados de ánimo que terminan influyendo en la convivencia, el
rendimiento, la salud, e indirectamente, en el éxito personal o empresario.
Muchos de estos aspectos ya eran considerados hace más de tres mil años en
la antigua China, a través de un arte llamado feng-shui.

A través del estudio de la configuración del paisaje y de las orientaciones, se


proponían pautas constructivas y decorativas para armonizar el flujo del chi o
bioenergía del lugar. Similares cuidados al elegir un sitio donde construir eran
tenidos en cuenta también por las culturas andinas precolombinas.

Hoy, la geología sirve no solo como paso previo al emprendimiento de una obra
(en algunos países, como Suiza, este estudio es obligatorio) como un medio útil
para hacer más sanas y agradables las construcciones ya existentes. En
Europa ya se están construyendo urbanizaciones completas: verdaderas eco-
aldeas, que incorporan estos estudios como parte fundamental del proyecto.

Por:
Claudio Arbohaín
Geobiólogo

Lilia Garcén
Arquitecta
En estos años que corren escuchamos hablar a diario de contaminación del
aire, del suelo, de los mares, de los ríos, de derrames de petróleo, de vertidos
industriales y de fugas de gases radiactivos. Hilando más fino hemos
descubierto los peligros de la polución química y bacteriana del aire en los
interiores, de los campos electromagnéticos y de la contaminación sonora. Tras
que teníamos poco con los problemas que nuestra civilización le ha causado a
la Naturaleza, ahora también parece que contaminamos nuestro sistema
nervioso central a través de la visión.

El cerebro humano tiene una determinada capacidad de absorción de datos.


Los sentidos son los encargados de transmitir al cerebro toda información que
perciben del entorno. Entre ellos, el sentido de la vista es uno de los más
complejos y de los que mayor incidencia tiene en la percepción global del
entorno y, por lo tanto, en las reacciones psicofísicas del hombre. El ojo es una
máquina óptica muy compleja. La retina retiene la imagen durante 1/10 de
segundo, como si fuera el cuadro de una película. De hecho, este mecanismo
ha sido aprovechado para crear el efecto de movimiento en el cine. La
información visual retenida en tan corto tiempo tiene una acción directa sobre
nuestra capacidad de atención.

Cuando una imagen supera el máximo de información que el cerebro puede


asimilar (estimado en 4 bits/seg), se produce una especie de “stress” visual, el
panorama perceptual se vuelve caótico y la lectura ordenada del paisaje se
hace imposible.

Por otro lado, cuando la riqueza de la imagen no alcanza un mínimo de


información (alrededor de 0,4 bits/seg), la atención decae y los reflejos se
embotan.

De este modo podemos definir la complejidad visual como un proceso que


oscila entre el desorden y la monotonía perceptual.

Si bien se han realizado intentos de cuantificar el grado de complejidad


perceptual, el equilibrio sigue siendo cualitativo. Podemos definir un edificio
barroco como un ente visualmente complejo, pero si sus partes son armónicas
entre sí, la sensación de unidad que transmite ordena en nuestra percepción
todos sus elementos. También un objeto puede ser complejo de cerca pero
simple de lejos, o viceversa.

Estímulos visuales en espacios interiores

Un ambiente carente de los estímulos necesarios para el funcionamiento


normal de la atención humana puede disminuir la creatividad y la capacidad de
resolver problemas, facilitando la apatía. Como ejemplo, citemos la mayoría de
las oficinas públicas y muchas escuelas, colegios y claustros universitarios. Por
el contrario, si un espacio interior se halla saturado de fuentes de información
disímiles, el resultado puede afectar la capacidad de concentración, volviéndola
dispersa. La combinación de colores se suma a este efecto de la complejidad
visual en los ambientes. Muchas veces nos quedamos parados frente a una
góndola de un supermercado, bombardeados por la variedad de objetos y
colores, sin saber o recordar siquiera si queremos comprar algo de ese sector.
Es como si nuestro cerebro hubiera entrado en cortocircuito.

Estos factores, sumados al resto de las influencias ambientales, tienen alta


incidencia en el grado de eficiencia laboral en muchas empresas e
instituciones.

Carteles asesinos

Los carteles en las rutas suelen ocultar características del recorrido, como
curvas y cruces, incrementando así la probabilidad de accidentes. Incluso los
árboles, por más ecologista que se pretenda ser, en un mal planeamiento
paisajista pueden obstaculizar la visión.

El contenido visual de los mensajes publicitarios en rutas y calles también suele


ser un importante factor distractivo. Los anuncios tratan de ser cada vez más
atractivos y se apela a efectos tales como diseño, color, luz, movimiento,
tamaño. A su vez, el contenido intenta cautivar la atención del automovilista o
del transeúnte, evocando emociones profundas o apelando a la desnudez, el
sexo o la violencia.

¿Dónde está el semáforo?

Con el incremento de los carteles luminosos, al llegar a una esquina suele


hacerse difícil distinguir la luz de alto del resto de luces rojas que se
superponen delante y detrás del semáforo. Las luces traseras rojas de los
autos también pueden confundirse con las de los semáforos en el caso de una
calle que sube al alejarse. La luz de sodio del alumbrado público puede
confundirse con la luz amarilla.

En algunas ciudades como Rosario esto se ha podido revertir en parte con una
plancha negra sobre la que se destacan las tres luces del semáforo, tanto de
noche como durante las horas de sol.

Cables sin visión


El tendido aéreo de los cables de electricidad, teléfono y televisión constituye
un corte molesto en la panorámica, ya sea en las ciudades o en el campo. Este
problema es bien conocido por quienes se dedican a la fotografía. Incluso los
edificios y monumentos históricos ya no pueden fotografiarse libres de estas
ataduras visuales. La urdimbre de cables que cruzan las calles envuelve a la
ciudad como una densa telaraña. ¿Qué emoción produce a un anciano abrir los
postigones de su antiguo balcón y encontrarse con varios cables, gruesos y
negros, pasando apenas a un metro de sus ojos?

Lo mismo ocurre con la profusión actual de antenas de radioenlace y telefonía


celular, que han convertido al horizonte de nuestras ciudades en una selva de
torres de metal.

Buenos Aires me mata

En Buenos Aires, ciudad rodeada a medias por el Río de la Plata, se nos hace
difícil, sin embargo, ver el agua. Las visuales hacia el río están cada vez más
bloqueadas y sólo son accesibles para unos privilegiados.

La legibilidad del ambiente urbano depende de sus niveles de complejidad


visual.

Actualmente, existe un incremento exponencial de la complejidad visual


urbana. Con ello, la sobredosis de información satura cada vez más nuestros
canales sensoriales.

Los estilos arquitectónicos también pueden afectar el desempeño psicofísico


del ser humano. La mezcla arbitraria de estilos no sólo puede desagradar al
sentido estético, sino que además puede contribuir a un estado psíquico
caótico. Los barrios bajos, oscuros, con construcciones abandonadas o en
decadencia contribuyen al desarrollo de la marginalidad y la violencia. Los
centros comerciales atestados de edificios disímiles y playas de
estacionamiento, contribuyen al “stress”, y al pensamiento materialista.

El efecto opuesto se da cuando la planificación urbana o el diseño


arquitectónico no llega a estimular suficientemente al cerebro, de tal manera
que la atención decae y sobreviene el aburrimiento, la apatía y el cansancio
crónico. La monotonía de ciertas cons-trucciones sociales como las torres de
monoblocks de los barrios obreros inducen en quienes los habitan cierta
carencia de estímulos que dificulta el proceso de individuación.

Un terreno baldío, un edificio en ruinas o el techo de una propiedad baja


utilizado como basurero o depósito de trastos viejos puede disminuir la calidad
visual desde los edificios lindantes, deprimiendo a sus habitantes y
disminuyendo el valor de los inmuebles.

Tanto la monotonía como el caos edilicio provocan una pérdida de identidad


barrial.
Donde todo es semejante no se produce la necesaria comunicación espacial,
visual o social entre quienes comparten un área.

Una zona mal señalizada impide una correcta orientación de los automovilistas,
lo que se traduce en mayor pérdida de tiempo, mayor consumo de combustible,
mayor contaminación atmosférica y mayor probabilidad de accidentes.

Una lectura difícil del paisaje urbano provoca fatiga, frustración, tensión, mal
humor y agresividad vial. ¡LA CONTAMINACIÓN VISUAL MATA! Determinadas
formas distraen y la distracción puede matar.

Luces que oscurecen

Con el progresivo aumento de la contaminación lumínica, cuando miramos


hacia arriba, ya no vemos la bóveda celeste, tachonada de estrellas que
conocieron nuestros abuelos. Se nos ha privado de esta relación directa con el
cosmos, esa sensación que nos hacía conmover ante la inmensidad del
espacio y la pequeñez y soberbia del ser humano. Nuestra escala visual se va
reduciendo y con ella el ser humano se encierra cada vez más en su mundo
inventado. Ya no vemos el horizonte ni las estrellas. Todo pasa a ser lo
cotidiano, lo inmediato, sólo importa lo que está al alcance de la mano.

De noche, las luces altas de los vehículos en plena ciudad encandilan no sólo a
los otros conductores, sino también a los peatones que intentan cruzar una
calle o identificar el tímido número de un colectivo que se acerca.

La contaminación visual no es tan sólo un problema de estética, como vimos


puede afectar tanto a la salud psicofísica como al desenvolvimiento de la
conducta humana y a la eficiencia laboral. En última instancia, tiene que ver
con nuestra calidad de vida.

Por:
Claudio Ardohaín
Geobiólogo

Lilia Garcén
Arquitecta
Los campos electromagnéticos son rara vez tenidos en cuenta como factores
de contaminación en el área de la construcción, pese a las evidencias de sus
efectos sobre la vida y, en especial, sobre la salud humana.

Los campos magnéticos artificiales, mucho más intensos que los naturales,
pueden alterar los procesos biológicos. La abundancia de artefactos eléctricos
y aparatos electrónicos, así como los medios de transmisión de electricidad y
radiofrecuencias, han hecho de nuestra civilización tecnológica un
pandemónium de campos electromagnéticos de todo tipo. Los continuos
avances tecnológicos hacen que la incidencia de este tipo de contaminación
vaya en aumento.

La tecnología genera campos electromagnéticos en todas las frecuencias e


intensidades. Después de largas polémicas, investigaciones realizadas en todo
el mundo han demostrado que las alteraciones biológicas debidas a la acción
de campos electromagnéticos artificiales intensos, tanto de alta frecuencia
(antenas de radio, TV, microondas, radar, etc.) como de baja frecuencia (líneas
de alta tensión, pantallas de televisores y computadoras, transformadores, etc.)
pueden producir cambios en la temperatura corporal, desequilibrio en los
electrolitos de la sangre, dolor muscular en las articulaciones, dificultad en la
percepción de los colores, fatiga, inapetencia, disfunciones en el sistema
nervioso central, estrés, disminución de la cantidad de plaquetas en la sangre,
etc..

En Argentina, un trabajo de investigación exhaustivo en este campo ha sido


llevado a cabo por el CONICET. En un informe publicado por el Centro de
Divulgación Científica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, el Prof. Adolfo
Portela (autor de un manual del Ministerio de Salud y Acción Social sobre las
normas vigentes en cuanto a exposición a radiofrecuencias) declara que la
zona de mayor riesgo en el rango de radiofrecuencias esta entre los 30 y los
300 megahertz, la más utilizada en enlaces de telecomunicación de corta
distancia, las emisoras de TV y FM y la telefonía celular. La exposición severa
a estas radiaciones afecta principalmente la vista, el sistema nervioso central,
el hígado y las glándulas de secreción interna.

¡Atención: alta tensión!

Diversas investigaciones indican un aumento de las tasas de mortalidad por


leucemia en profesionales relacionados con el trabajo en campos
electromagnéticos y en niños que habitan casas cercanas a tendidos de alta
tensión.

El gobierno de Suecia, basándose en las investigaciones de Lenmart


Tomenius, ha reconocido en su legislación la incidencia de los campos
electromagnéticos generados por las líneas de alta tensión en la estadística de
los casos de leucemia infantil.

En 1974, a raíz de las investigaciones de V. P. Korobkova, la Unión Soviética


dicta una ley según la cual las líneas de alta tensión que generen campos de
más de 25 Kv/m deben situarse a una distancia mínima de 110 metros de cada
edificación.

En Alemania, el ingeniero Egon Eckert probó que la mayoría de los casos de


muerte súbita de lactantes se produce en la cercanía de vías electrificadas,
emisoras de radio, radar o líneas de alta tensión.

Un zumbido en las esquinas


En 1979 la epidemióloga estadounidense Nancy Whertheimer provocó un
escándalo al evidenciar estadísticamente que la mayoría de los hogares de
Denver donde residían niños afectados de cáncer estaban expuestos a fuertes
campos electromagnéticos provenientes de los transformadores y líneas
primarias del tendido eléctrico callejero.

La Universidad de Heidelberg, Alemania, ha demostrado que los cables


eléctricos de 220 voltios y 50 Hz instalados en viviendas generan campos que
elevan la presión parcial de oxígeno en la sangre, así como los valores del
hematocrito.

Las centrales de distribución eléctrica que encontramos “disimuladas” entre las


construcciones urbanas son reconocibles por su continuo zumbido. Los
transformadores de red, que vemos en algunas esquinas, ya sea en cámaras
subterráneas o a‚reas, convierten la media tensión de distribución en tensión
apta para uso industrial y doméstico, de 380 y 220 voltios. Si la toma de tierra
de estas instalaciones es defectuosa, se pueden tener graves alteraciones del
potencial eléctrico en el terreno. Es común ver explotar y fundirse los fusibles
de estos transformadores en presencia de una sobrecarga. Como distancia de
seguridad se aconseja que las viviendas se encuentren como mínimo a 15
metros de estos transformadores.

¿Y por casa cómo andamos?

Las radiaciones electromagnéticas de baja intensidad que emiten los aparatos


eléctricos, así como los provenientes de una mala instalación eléctrica en
viviendas o lugares de trabajo, pueden tener una incidencia desfavorable en el
desarrollo de cáncer, afectar las funciones reproductoras, provocar alergias y
depresiones.

Se puede comprobar que muchas de las viviendas y edificios de nuestro país


carecen aún en sus instalaciones de protectores eléctricos y una correcta
conexión a tierra.

En las viviendas, las cajas de conexión, los contadores y los disyuntores


deberían ubicarse en un lugar apartado de la presencia humana, en lo posible,
dentro de un armario metálico, que a modo de “jaula de Faraday” evite la
irradiación del campo electromagnético. Toda casa debe contar con un
disyuntor diferencial automático u otro tipo de interruptores protectores. Es
necesario que la instalación cuente con una buena conexión a tierra y conviene
que esté separada en sectores o funciones.

Pese a las objeciones de las partes interesadas en la fabricación de estos


implementos electrónicos, son innegables los efectos que manifiestan muchos
operadores de computadoras: migrañas, fatiga ocular, insomnio, alergias
cutáneas, cansancio crónico, calambres, etc. Todas las pantallas basadas en el
tubo de rayos catódicos emiten radiaciones ionizantes que pueden afectar a la
salud, especialmente la de quienes pasan horas delante de computadoras y
televisores. La exposición depende de la distancia entre el sujeto y la pantalla.
En el caso de las computadoras, las pantallas monocromáticas emiten mucha
menos radiación que la de colores. Pero además de la temida radiación X, hay
que tener en cuenta el fuerte campo electromagnético generado por los
transformadores de alta tensión y las bobinas de deflexión de los tubos de
rayos catódicos. Estos campos electromagnéticos se reparten globalmente
alrededor de los aparatos. Las pantallas de cristal líquido (LCD), como las de
las Laptop, son quizás la solución ideal, pues utilizan tensiones bajas y no
generan campos electrostáticos ni electromagnéticos fuertes.

Los hornos de microondas son objeto de fuertes controversias. El generador de


microondas crea un fuerte campo electromagnético que puede perjudicar la
salud de quien trabaja continuamente en las cercanías de estos aparatos en
funcionamiento, en lugares tales como bares, restaurantes, pizzerías y
supermercados. Pero el mayor peligro radica en la posible fuga de emisiones
de microondas, lo que exige el control periódico del cierre del horno.

Las instalaciones de tubos fluorescentes, lámparas halógenas o dicroicas son


también una importante fuente de campos electromagnéticos, por lo que se
aconseja alejar sus transformadores de las personas que trabajan bajo este
tipo de iluminación o centralizar la instalación.

La mejor protección contra la contaminación eléctrica doméstica es la


desconexión oportuna de aquella parte de la instalación que no necesitemos,
en especial durante la noche.

Esto ha sido una simple aproximación a esta problemática compleja, que cada
vez va teniendo más peso en la opinión pública, porque es irónico que las
comodidades que nos da el progreso tecnológico a corto plazo puedan afectar
nuestra salud en el largo plazo.

Chile, con su realidad aislada, desconcertante geografía y enorme presencia


marítima, ha desgranado a lo largo del tiempo y de sus 5000 kilómetros de
litoral; diversos poblados y ciudades portuarias, que lo vincularon; en primer
término con España y el Virreinato del Perú y a partir de su vida independiente;
como proveedor de materias primas y agrícolas, e importador de técnicas y
productos del progreso de países en expansión industrial.
Entre las transculturaciones técnicas y apropiaciones formales más notables,
podemos ver, aún, el desarrollo de una riquísima experiencia en construcciones
de madera, materializada en puertos a lo largo de todo el país, abarcando
orígenes, climas y latitudes muy diferentes.

Desarrollaré, de norte a sur, cinco ejemplos de ciudades y su arquitectura,


realidades económicas, sociales y áreas de influencia: Iquique, Valparaíso,
Valdivia, Ancud, y finalmente Punta Arenas en el Estrecho de Magallanes.

.
por:
Gastón Becerra Goldstein
Arquitecto

Nació en Valparaíso, Chile en 1952, comienza estudios e investigación en


Santiago de Chile, graduándose en Buenos Aires en 1984. Dicta conferencias y
ejerce la docencia en Facultades de Arquitectura de la Universidad de Chile,
Universidad Católica y en la FADU UBA, dicta innumerables cursos y Carreras
de perfeccionamiento en el Ministerio Nacional de Educación y la Secretaría de
Educación de la MCBA y en instituciones privadas. Trabajos en forma
independiente en arquitectura civil, comercial y luminotecnia en Santiago de
Chile y Buenos Aires.

Planta procesadora de “The Primitiva Nitrate Company Ltd.” Dibujo de Melton


Pryor, 1890 Foto

Estación ferroviaria de Iquique. Grabado c. 1880 Foto

Estación de madera del ferrocarril,estado actual.

Av. Baquedano, estado actual Foto (Realidad 5:…:Av. Baqueano)

Casas con corredores en Av. Baquedano

Plano de Valparaíso

Vista desde el cerro Alegre, hacia el puerto Acuarela anónima, c. 1860

Vista parcial del cerro Alegre, foto tras el terremoto de 1985.

Iglesia de La Matriz del Salvador

Calle del cerro Alegre

Palacio Astoreca en Iquique


Casas en el paseo Atkinsons, Cerro Alegre

Av. Gran Bretaña Foto (Realidad 5:…:Av.Gran Bretaña V80 (3)

Av. Brasil, vista parcial

Casino Español

Arquitectura de madera en Chile

Av. Gran Bretaña, vista parcial

Teatro Municipal

Iquique en el periodo del Guano y del Salitre


La costa del sur del Perú y del norte de Chile es la más árida del mundo, el
desierto se extiende por miles de kilómetros, muy pocos ríos provenientes de
los Andes y el Altiplano logran desaguar en el mar, evaporándose su caudal, o
siendo absorbido por la sequedad. Aunque, la ausencia de precipitaciones es
total y gran parte del año está despejado bajo el sol ecuatorial, la temperatura
media anual, atenuada por la presencia del mar no supera los 18º C.

La extracción del guano de covaderas (1) en las costas de Tarapacá, ya genera


en el siglo XVIII grandes fortunas a concesionarios españoles, que
intensificaron las explotaciones trayendo “indios encomendados” y esclavos
negros. Desde los orígenes de la República del Perú, en 1823, esta zona tuvo
un gran auge, debido a la intensificación en la explotación del guano y al
descubrimiento de yacimientos de salitre (2) en la pampa árida. Esta actividad
reactivó la agricultura en los oasis del interior, creó establecimientos mineros en
la pampa y posibilitó el desarrollo de ciudades portuarias.

En 1830 se realizan por Iquique los primeros embarques de salitre como


fertilizante a Europa y EEUU. Desde entonces, la creciente demanda, hará
aumentar los niveles de extracción, hasta llegar en 1870 a las 500.000 Ton. El
único productor es entonces Tarapacá, aunque pronto se iniciará la actividad
más al sur, en los yacimientos de Antofagasta y Calama. En 1880, tras la
cruenta “Guerra del Pacífico”, puertos peruanos como Pisagua e Iquique,
bolivianos como Cobija y Antofagasta, están en poder de Chile, al igual que
innumerables yacimientos. A finales del siglo, capitales británicos controlan el
60% de la floreciente industria del sa-litre, que fertiliza los agotados campos de
toda Europa, California y la costa este de EEUU.

En 1878, Iquique con 10 mil habitantes, -buena parte extranjeros en el negocio


del salitre-, ya es ca-pital provincial de Tarapacá y cuenta con alumbrado
público, edificio de Aduana, estación de ferrocarril y una “Cía de Aguas de
Iquique”, cuya planta destila agua del mar.

La época de oro del salitre será de 1880 a 1920, cientos de veleros y vapores
anclados en la bahía hacen de Iquique el principal puerto salitrero de Chile.
Esto producirá en la ciudad una importante transformación arquitectónica:
como la apertura de la académica Av. Baquedano con bulevar y palmeras,
flanqueada por edificaciones construidas en pino “Oregon”, con un lenguaje
“Georgian”, de moda en la costa Este de los Estados Unidos durante el s. XVIII,
consistente en composiciones simétricas y el uso de detalles clasicistas. Las
casas tienen corredores a la calle con columnas y balaustradas en madera.
Doble cubierta sostenida por columnas, que permiten la circulación de aire con
un efecto refrigerante. La tabiquería, también de madera está revestida con
caña de Guayaquil revocada, o piezas de cerámica esmaltada.

El auge económico y concentración de la riqueza, permitirán la construcción de


residencias como el Palacio Astoreca, el Teatro Municipal y el Casino Español.
Destaco el segundo, actualmente monumento nacional, como un buen
exponente de búsqueda de refinamiento y roce cultural, por parte de las
fortunas hechas en el desierto. Diseñado por el Arq. Bliederhauser, fue
inaugurado en 1890 como teatro de ópera, durante décadas fue lugar de
representación de los principales artistas que pasaron por el país, su planta es
de tipo italiano y su fachada clasicista fue construida en una sólida tabiquería
de madera, forrada en caña revocada con yeso hidrófugo. El Casino español,
ubicado frente a la plaza, fue edificado en 1904, como centro social de la
colectividad española, también en madera y con una nostálgico tallado de
influencia mozárabe

El sistema constructivo más adecuado en este entorno árido y salitroso, debía


ser estandarizado y de montaje en seco. La madera elaborada y torneada,
junto a los lenguajes arquitectónicos llegaban como lastre en los barcos, desde
California. La ciudad fue construyéndose en pino “Oregon”, mientras los
vapores zarpaban cargados de nitrato.

La decadencia de la industria extractiva del salitre, comenzará con la


elaboración, especialmente de los alemanes, de un nitrato sintético de menor
costo, que transformará paulatinamente a ciudades y las llamadas oficinas
salitreras en verdaderos pueblos fantasmas en medio del desierto.

Av. Baquedano,vista parcial de fachadas


Valparaiso, de caleta a Puerto Mayor

Diego de Almagro, el descubridor de Chile, al partir de El Cuzco, deja


instrucciones a tres de sus capitanes de mar, de navegar hacia el Sur, llevando
nuevos reclutas, armas de repuesto y fundamentalmente víveres. De las tres
precarias naves cons-truidas en Panamá, solo una, la “Santiaguillo”,
estropeada y haciendo agua, llega hasta una rada sin nombre, su capitán Juan
de Saavedra, desembarca en la estrecha playa y pernocta en el pequeño y
umbroso valle ubicado atrás. El monte, los arroyos que bajaban al mar y los
altos cerros arbolados enmarcando el horizonte, inspiraron quizás al Capitán a
denominar al lugar como Valparaíso- valle del paraíso-.

Valparaíso, será denominado posteriormente; “Puerto de Santiago”, capital


ubicada tras la Cordillera de la Costa, 25 leguas tierra adentro y al pie de los
Andes.

En 1578, Drake –caballero en Inglaterra, ladrón en América- saquea el


modesto rancherío y al barco que cargaba madera, vino y algo de oro, para el
Perú, “no perdonó ni las vinajeras del altar de la pequeña capi-lla”. El hecho
mereció que el insigni-ficante embarcadero empezase a tener un nombre y un
punto negro en los mapas geográficos y de navegación.

La agricultura y fundamentalmente el trigo, eran durante la Colonia, la gran


ocupación de los chilenos. Los hacendados construían, también grandes
bodegas en la playa del puerto, ya que Valparaíso alter-naba su actividad entre
la llegada de las onerosas mercaderías de Portobelo, y los embarques de trigo
al Perú, aunque la mayor parte del tiempo languidecía como una aldea sucia e
irregular, y un grupo de lúgubres bodegas, consistentes en grandes volúmenes
prismáticos de gruesos muros de adobe, cubiertos por pesados techos de
tejas y separadas entre sí por corredores estrechos.

Aclaremos que para ir al Callao se necesitaban 16 días de ida y 35 de vuelta,


70 días de navegación a Bs. Aires y de 5 a 8 meses a Cádiz. El letargo era
interrumpido por la llegada de algún barco mercante francés, que de Saint-Maló
y tras haber doblado el Cabo de Hornos, “traían manufacturas jamás
conocidas, a precios razonables y de gran calidad, ofreciendo además, por el
cobre chileno precios más elevados y solicitando para su rancho productos
agrícolas hasta entonces invendibles en el exterior”. Todo obviamente
soslayando la engorrosa maraña de: Alcabalas, Estancos, Asientos, Arriendos,
Portazgos, Almojarifazgos, Pesajes, Peajes, Alcaidias, Castellanías, Ocho
dieses por ciento, Repartimientos, Seguros, Averías, Alcabalas del Viento,
Restricciones, Papel Sellado, Anclaje, Amarraje y otros 39 tributos con que se
gravaba el comercio español. La solución para muchos puertos de América
hispana, fue el contrabando.

La Independencia de Chile en 1818, significará la apertura de Valparaíso al


mundo, llegándose a transformar en pocos años en el principal puerto y centro
comercial del Pacífico, mientras decae la importancia del Callao. Las
actividades de la guerra de la Independencia atraen a marinos extranjeros y
sus naves a Valparaíso, donde junto a comerciantes chilenos arman barcos
corsarios para apoderarse de naves españolas que comerciaban con el Perú, y
rematar luego las mercaderías en el puerto. La escuadra li-bertadora al Perú,
la naciente flota chilena y las flotillas inglesa, francesa y norteamericana del
Pacífico, se aprovisionan en el puerto, activando el co-mercio local. Las
actividades portuarias, comerciales y militares, producirán un constante
aumento de la población.

El terremoto de 1822, permite, fundamentalmente a los comerciantes ingleses,


reemplazar los ranchos del poblado colonial, por casas, almacenes y depósitos
más sólidos, ese año Valparaíso cuenta con 16.000 habitantes, además de una
población flotante de unos 3.000 marineros extranjeros y chilenos.

Aunque las casas ya escalaban las quebradas y cerros que rodean al Puerto;
el centro seguía siendo la Iglesia de La Matriz, a la cual se le ha añadido un
campanario frontal de madera, con lenguaje neoclásico inglés

Los ingleses fueron los primeros extranjeros que se establecieron en Chile, lo


hicieron por Valparaíso, donde preferentemente se dedicaron al comercio de
importación y exportación.

“A la hora de la siesta, solo andaban en la calle los perros y los ingleses”


1820.

“...Hay tiendas llenas con los productos de la industria europea...


Alternan con las grandes bodegas de casas comerciales británicas de primer
rango y con las tabernas de los marineros, de las que salen sonidos que
también se podrían escuchar en Londres o Hamburgo ...la gente...en su
mayoría son extranjeros, y casi se oye hablar más la lengua de Inglaterra...El
mercado está ocupado por cosas que uno ha visto crecer desde niño en su
país...”

Eduard Poeppig 1829

Constituyeron un grupo de creciente influencia económica, social e intelectual y


fueron los primeros en poblar organizadamente uno de los cerros del puerto, al
construir sus viviendas en el cerro Alegre –Main Top-, transformándolo en un
barrio inglés; además de las viviendas construidas en ladrillo y madera
revestida con chapas de hierro zincado importadas, aparecerá la primera
iglesia anglicana y el cementerio para no católicos.

El desarrollo de esta colonia coincide con el desplazamiento de Valparaíso


hacia el este, el llano del Almendral, donde se traza la Av. Brasil, arteria
residencial, con bulevar, jardines y flanqueada por grandes casas de un
lenguaje ecléctico “Segundo Imperio” francés, construidas en mampostería.

Es notoria la diferencia entre las construcciones afrancesadas de la parte llana


de la ciudad –el plan,- y de los cerros, generalmente en madera de roble, o
pino Oregon, procedentes de Estados Unidos. Buen ejemplo de ello es la Av.
Gran Bretaña, en el cerro Artillería, con su unidad lingüística y despliegue de
casas “Queen Anne Style”, parte del movimiento Arts and Crafts, desarrollado y
conocido también en California, como “Victorian”.

El aporte más significativo de los “gringos” -deno-minación dada a todo


europeo no español- fue el pionerismo, la fiebre del progreso, un gran deseo de
innovar y navegar, sobre todo el Pacífico, desde California hasta el Cabo de
Hornos, que se plasma, por ejemplo, con la llegada del “Chile” y el “Perú” en
Octubre de 1840; los primeros vapores del Pacífico al servicio de la flota
mercante.

Valparaíso alcanza su madurez como plaza comercial del Pacífico debido a la


importancia de sus almacenes fiscales, a las compañías fundadas por los
comerciantes ingleses, para el comercio con Australia, India, Extremo Oriente,
California y Europa, y la explotación de la minería de la plata, cobre y más
tarde salitre en el Norte.

En 1890, más de 30 industrias ocupan el área del Almendral: fábricas de


alimentos, licores, calzado, curtiembres, maestranzas metalúrgicas y
ferroviaria. Esto en el contexto de un país sin proyecto indus-trial, gobernado
por una clase de terratenientes, compuesta por pocas familias y menos
imaginación.

Aunque Valparaíso se reconstruye prontamente del terrible terremoto de 1906;


años después, en 1914 su desarrollo recibe un golpe mortal al abrir los
norteamericanos el Canal de Panamá, que vinculará de una manera más
expedita los dos océanos, pres-cindiendo de la onerosa vía del Estrecho de
Maga-llanes y dejando a este puerto fuera de las principales rutas de
navegación y sobre todo a espaldas del Atlántico, el gran intercambiador de las
principales migraciones, transculturaciones, mercaderías, ideas y progreso, en
la era de la navegación a vapor.

Cinco terremotos a lo largo del siglo -que aún no termina , innumerables


incendios, la emigración de los sectores más acomodados a la cercana Viña
del Mar, el deformado centralismo de Santiago, la capital a solo 106 kilómetros,
pero por sobre todo, la desidia y depresión de los porteños actuales y la falta
de ima-ginación de las autoridades, permiten el continuo deterioro y
destrucción de una ciudad que; hija del comercio, las transculturaciones y el
progreso, des-a-rrolló un empaque arquitectónico único, en el insólito entorno
de un teatro de cerros mirando el cambiante escenario del mar, y que expone
actualmente su colorida pobreza, a contrapelo del conservador formalismo
exitista, dominante en el país.

Chile, con su realidad aislada, desconcertante geografía y enorme presencia


marítima, ha desgranado a lo largo del tiempo y de sus 5000 kilómetros de
litoral; diversos poblados y ciudades portuarias, que lo vincularon; en primer
término con España y el Virreinato del Perú y a partir de su vida independiente;
como proveedor de materias primas y agrícolas, e importador de técnicas y
productos del progreso de países en expansión industrial.
Entre las transculturaciones técnicas y apropiaciones formales más notables,
podemos ver, aún, el desarrollo de una riquísima experiencia en construcciones
de madera, materializada en puertos a lo largo de todo el país, abarcando
orígenes, climas y latitudes muy diferentes.

Desarrollaré, de norte a sur, cinco ejemplos de ciudades y su arquitectura,


realidades económicas, sociales y áreas de influencia: Iquique, Valparaíso,
Valdivia, Ancud, y finalmente Punta Arenas en el Estrecho de Magallanes.

.
por:
Gastón Becerra Goldstein
Arquitecto

Nació en Valparaíso, Chile en 1952, comienza estudios e investigación en


Santiago de Chile, graduándose en Buenos Aires en 1984. Dicta conferencias y
ejerce la docencia en Facultades de Arquitectura de la Universidad de Chile,
Universidad Católica y en la FADU UBA, dicta innumerables cursos y Carreras
de perfeccionamiento en el Ministerio Nacional de Educación y la Secretaría de
Educación de la MCBA y en instituciones privadas. Trabajos en forma
independiente en arquitectura civil, comercial y luminotecnia en Santiago de
Chile y Buenos Aires.

El archipiélago de Chiloé se ubica al norte del desmembrado e insular Chile


austral, que se extiende desde Puerto Montt al Cabo de Hornos.

2 - Misión en la actualidad.
Dibujo de ¨Casas de Chiloé¨,
de Hernán Montecinos

3a - Detif.: Iglesia, escuela, casa de estudiantes y puesto sanitario

3b - Detif.: explanada, cancha


e iglesia

5 - Tipo de Iglesia
6 - Construcción de la
Iglesia de Quinchao.
Dibujo de ¨Casas de Chiloé¨,
de Hernán Montecinos.

7a - Santa Maria de Chonchi.


Vista de Fachada y detalle.

7b - Santa María de Chonchi.


Vista de nave central

8a - Catedral deSan Francisco,


de Castro. Volumetría exterior.

8b - Catedral de San Francisco,


de castro. Crucero.

8c - Catedral de San Francisco,


de Castro. Nave Central

8d - catedral de San Francisco,


de Castro. Nave lateral.

9 - Vista parcial de Ancud.


Foto 1994.

10a - Ancud, casa Bell.


Vista Lateral.

10b - Ancud, casa Bell.


Vista Frontal.

10c - Ancud, casa Bell.


Axonometría

11 - Casas con galería y pórtico.


Curaco de Velez. Chonchi.
11a - Casas con galería y pórtico.
Curaco de Velez. Chonchi.

12 - Casas de esquina.
Achao. Curaco de Velez.

12 - Casas de miradores.
Afueras de Castro.
Curaco de Velez.

13 - Casas con miradores.


Afueras de Castro.
Curaco de Velez.

14 - Detalles arquitectónicos en casas de Curaco de Velez.

15 - Texturas de tejuelas.

16 - Achao. Detalle de ventanas.

17 - Minga de Tiraruda.
Dibujo de ¨Casas de Chiloé¨
de Hernán Montecinos

Chiloé, contexto histórico-social


El archipiélago de Chiloé presentó a los españoles, quienes se llamaron Nueva
Galicia; un terreno accidentado, cubierto por una selva de grandes árboles y
helechos, que saturada de humedad formaba un conjunto verde obscuro, que
llegaba hasta el mar. Los primeros colonos se asentaron en el costado de
alguna ensenada, donde la vegetación era menos tupida, y a fuerza de
machete y hacha consiguieron abrir alguna senda, que cubiertas de troncos
para evitar el barro, les permitía internarse un par de leguas más allá del límite
de las estrechas propiedades, donde cultivaban papas, habas o cebada. Los
escasos pobladores de madera eran conjuntos aislados entre el mar y el
bosque. La geografía impuso siempre la comunicación a través del agua y ha
condicionado la habitación y desarrollo cultural de Chiloé, desde sus primeros
habitantes. La poca profundidad de mucho canales y rías, más las grandes
fluctuaciones de las mareas, que en algunos puntos del mar interior alcanza a 7
metros de diferencia, se repiten dos veces al día, cubriendo y descubriendo en
la bajamar grandes extensiones de playas, donde quedan atrapados mariscos
y peces. Esto no permitió la navegación de embarcaciones de gran calado, por
lo que el transporte se hacía en piraguas, a pesar del peligro de corrientes y
remolinos.

Prácticamente todo el año, el archipiélago quedaba al margen de los


acontecimientos del país, lo que estimulaba la inoperancia administrativa y el
mayor desaliento en la población. El saqueo y destrucción de las pocas villas,
por parte de los corsarios holandeses, contribuyó a la dispersión de la
población en el campo.

Pobreza de recursos, lluvias, temporales constantes y absoluta dependencia


del mar es el desamparado marco en que se formaron los dispersos villorrios
en el borde de las islas. Durante los meses de verano, con mejores condiciones
de navegación, arribaban algunos barcos de Perú, se hacía, entonces una feria
en San Carlos de Ancud, lugar de residencia del Gobernador de la Provincia,
donde por medio del trueque, comerciantes peruanos adquirían a precio vil,
madera de alerce, tejidos de lana, mariscos secos y carne ahumada.

"... el arribo de la nave causaba regocijo general, los isleños se hacían


presente con el fruto de un esforzado año de trabajo, rogando con la más
humilde sumisión que les cambiasen sus productos... ante la gran oferta se le
asignaban precios ínfimos". Alferez Lázaro de la Rivera. "Discurso sobre la
Provincia de Chiloé, 1782"

Las Iglesias

En 1609, año en que llegan los primeros jesuitas, Castro contaba con solo doce
casas y treinta vecinos. La ciudad como lugar de encuentro e intercambio
estará reservada para las celebraciones religiosas, situación que perdura en el
período colonial y la primera mitad del siglo XIX.

"En Semana Santa y Santo Domingo se reunían todos los que se reputaban
por vecinos de Castro, por más que viviesen a muchas leguas de allí. Cada
familia armaba una ramada en que cobijarse esos días". Francisco Enrich,
"Historia de la Compañía de Jesús en Chile"

Al poco tiempo de su llegada, los jesuitas fundan una residencia en Castro,


para la evangelización de los nativos. En 1767, año de expulsión de la orden,
había 79 comunidades con capillas. Dadas las condiciones geográficas y la
falta de sacerdotes, a partir de 1633 se establecieron las "misiones circulares".
Cada 17 de Septiembre salían desde Castro tres misioneros, con sus
ornamentos de misa y tres altares portátiles con forma de cajón, donde
guardaban imágenes.
Cuando llegan los misioneros a la playa, ya toda la gente que pertenece a
aquella capilla está junta esperando formados en procesión con su cruz por
delante; sacan los santos a la playa, y así como están cerrados en sus cajones
cantando las oraciones... los niños cargan el Corazón de Jesús; los solteros a
San Juan; los casados a San Isidro; las solteras a Nuestra Señora de los
Dolores, las casadas a Santa Neoburga; y los caciques al Santo Cristo. En
llegando a la iglesia los padres misioneros abren los tres altares y el patrón que
es un hombre de juicio, tiene la obligación de cuidar la iglesia, que no entren
perros ni haya ruidos. Luego el padre misionero más antiguo... les hace una
breve plática y da principio a la misión..." Padre Joseph García, "Diario de Viaje
y Navegación desde su Misión de Cailín, en Chiloé, hacia el Sur 1766-1767.

En cada escala sucedía el mismo ritual; abierta la misión, se leía el registro de


feligreses, anotando la vida de cada uno, al día siguiente, se hacían lecturas
edificantes, matrimonios, bautizos y nuevos sermones, siendo el acto principal
la confesión y penitencia. Al tercer día se hacía la procesión penitencial, y tras
la misa y comunión, los sacerdotes se embarcan en las piraguas que han
llegado a buscarlos desde la próxima parada. Y así, navegando visitaban
comunidades, volviendo a Castro a comienzos del invierno. (foto 2)

El territorio misional de los jesuitas de Chiloé, abarcaba desde el sur de


Valdivia hasta el Océano Atlántico y hacia el sur hasta el Estrecho de
Magallanes, misionaron en las pampas argentinas hasta 1718, las que
abandonaron tras la muerte de varios de sus miembros, a manos de
mapuches.

Los jesuitas durante su permanencia en América, tanto en las provincias de:


Córdoba, Chiquitos, del Paraguay, como en Chiloé, iniciaron una inspirada obra
de asentamientos, construcciones eclesiásticas y de paternal defensa de los
indígenas sometidos al agraviante régimen de encomiendas.

Cuando en 1767 los jesuitas son expulsados de toda América, en Chiloé el


confín austral de la cristiandad, había doce sacerdotes. Los misioneros no solo
desarrollaron una tipología arquitectónica de gran calidad, construyendo
iglesias a una distancia no mayor de 10 kilómetros. Crearon un urbanismo
religioso, donde el mar interior, ha sido el gran intercambiador y ordenador de
comunidades, que asomadas a sus orillas, se han reconocido como partes
contribuyentes a la identidad del archipiélago.

"En Chiloé se portó escasa la naturaleza pero se mostró liberal la gracia... en


su natural pobreza logra la excelencia de ser un Jardín de la Iglesia." (fotos 3a /
3b)

Las iglesias se diseminaron por el archipiélago a partir de mediados del s.


XVIII, las de Tenaún y Dalcahue son las más antiguas. Han sido construidas
totalmente en madera, las más antiguas tienen sus partes entarugadas y
ensambladas. Constituyen una herencia arquitectónica notable, comparable en
importancia a la arquitectura religiosa, hecha en madera: de los países
escandinavos, de Estados Unidos o Alemania. (foto 4)
Tipología de Iglesias

Las iglesias de Chiloé se construyeron durante más de dos siglos según un tipo
formal: tras un atrio o explanada, el edificio, desde el exterior es un galpón con
cubiertas a dos aguas. La fachada adquiere riquezas con una necesaria galería
de arcos variados o pórticos, este espacio, como los nártex de las primitivas
basílicas, prepara el ingreso de los fieles, y también para que el misionero se
dirigiese a ellos, agrupados en la explanada. Sobre el frontón triangular, un
cubo sirve de base a una torre de volúmenes octogonales, que se van
adelgazando, hasta terminar en una cruz. El tipo está influido por las iglesias
alemanas de la época , ya que entonces, padres jesuitas bárbaros misionaron
en el archipiélago. Sobre la galería y abierto a la nave central, se encuentra el
coro, parte esencial de la liturgia misionera. La nave central era cubierta por
una bóveda de cañón, y las dos laterales por cielorrasos planos. (imagen 5/ 6)

En el siglo XIX los indígenas habían alcanzado madurez y oficio, mejor


integrados socialmente a los españoles, habían erigido, ya obras como Santa
María de Chonchi, donde posteriormente se suspenderán elementos
ornamentales neoclásicos. (fotos 7a/ 7b)

El ejemplo más monumental es la catedral de San Francisco de Castro,


proyectada en 1906 por el arquitecto italiano E. Provosoli, para ser construida
en mampostería y hormigón. Fue interpretada en madera por los artesanos
locales, quienes desarrollaron una obra de ebanistería, de dos torres, tres
naves divididas mediante arcos de medio punto y cubiertas con bóvedas de
artistas, linterna y cúpula octogonal sobre el crucero. Todo el edificio está
revestido con chapas de hierro zincado, pintadas por artistas locales, para dar
alegría al volumen que se erige en la monotonía del cielo gris. (fotos 8a/ 8b/ 8c/
8d)

En Chiloé hay más de 150 iglesias, son las obras que mandan sobre el
archipiélago. Muchas de ellas, desde el agua parecen navegar, cada una tiene
sus sellos y sus colores. Todas están en peligro, se están pudriendo,
llenándose de agua, y muchas parecen irremediablemente perdidas.

Las Casas

"...las ciudades de la isla, mejor dicho, las llamadas ciudades Ancud y Castro,
mostraban una faz indolente: sus calles eran barrizales con unas cuantas
casas de madera, donde la familia llevaba una vida paciente a prueba de lluvia
interminable"
Sergio Villalobos, "La Aventura Chilena de Darwin"

Durante la segunda mitad del siglo XIX, el importante tráfico naviero por todo el
Pacífico, cambia notablemente el aspecto de muchos puertos. Viajeros de
distintas nacionalidades, que pasan o se sientan en ellos, transculturan formas
y expresiones de sus países de origen, muchas de las cuales se adaptan
exelentemente a las nuevas circunstancias.
Ancud era la primera parada de los barcos, después de la peligrosa travesía
por el estrecho de Magallanes y los canales australes, viéndose, además,
beneficiada por la joven pujanza de Puerto Montt.

"La población de Ancud alcanza a unos 4.000 habitantes, siendo 120 de ellos
extranjeros... alemanes, franceses, portugueses, italianos... Un vapor de la
compañía inglesa viaja quincenalmente desde Valparaíso hasta Puerto Montt y
Ancud, que recientemente se ha unido con alambre eléctrico con todos los
lugares principales de la República".
Francisco Vidal Gormaz, Geografía Náutica, 1882
(foto 9)

La arquitectura civil también enriqueció sus formas, los programas se hicieron


más complejos, se conocieron las tendencias lingüísticas de otros lugares y
sistemas constructivos más evolucionados, como el "Baloon Frame"
norteamericano y los catálogos de casas y de construcción, que entonces
llagaban al país. Los constructores chilotes, sin embargo, interpretaron los
modelos, de puertos como Nueva Orleans y del Caribe. La casa Bell de Ancud,
por su forma de relacionarse con el entorno, es una casa que claramente
recoge tradiciones de puertos de América del Norte, por su volumetría simple y
sus galerías que miran hacia los puntos de mayor interés; la plaza y el mar.
(fotos 10a/ 10b/ 10c)

Las casas, básicamente sencillas y con techos a dos aguas, tienen una gran
fuerza expresiva; se les interpenetran volúmenes transversales, miradores y
balcones, o se les sustraen espacios para pórticos y galerías. Lo que da gran
individualidad a las obras de esta arquitectura de volúmenes, que en el clima
lluvioso miran hacia fuera y cuyos exteriores, son más ricos que su
especialidad interna. (fotos 11- 12- 13)

Los carpinteros copiaron nuevos elementos lingüísticos a sus posibilidades y


realidad. Se fabricaron en madera; perfiles, pilastras y detalles ornamentales.
(fotos 14)

Las superficies extreriores, revestidas en "tejuela" de alerce, conforman una


membrana de escamas de madera. Son obras de gran calidad funcional y
formal; texturas de creativas y delicadas filigranas. Fueron traídas por los
colonos alemanes y belgas en la segunda mitad del siglo XIX, adaptándose
mejor que las tablas y paja ratonera con que entonceslos nativos hacían los
cerramientos. (imagen 15)

Las ventanas hablan de inviernos largos, en los que se está adentro, hablan de
la capacidad de trasformar en poesía una vida laboriosa y sacrificada. (imagen
16)

Trabajos Colectivos: La Minga

Entre las costumbres arcaicas que subsisten, están los trabajos de ayuda
mutua. Signados por la dispersión territorial, las posibilidades de una economía
tradicionalmente pobre, ya que la tierra ha sido dividida en pequeñas granjas, y
una organización social fuertemente patriarcal, cada familia ha satisfecho con
sus manos sus necesidades. Todo esto ha modelado sus rasgos de
individualidad y unidad, del carácter chilote. Las tareas mayores, debieron
resolverse con la minga, que requiere una gran voluntad de cooperación entre
los miembros del clan primero, y más tarde de parientes y vecinos.

Existen mingas de cosecha de papa, de roce, de trilla, de techadura de casa,


de tiradura. La minga puede durar uno o varios días, rara vez más de tres, la
más característica es la de techo, en donde la colectividad ayuda hacer y
terminar una casa. El beneficiado retribuye el esfuerzo colectivo con comida, y
se esmera en ello.

La minga de tiradura, cada vez más excepcional, consiste en trasladar una


casa de una isla a otra. No solo los ocupantes se mudan, llevan consigo su
casa que han construido, sin sacarles puertas ni ventanas. Los campesinos
prestan sus bueyes, que tiran de la casa sobre rodillos hasta el agua y con la
marea alta la casa es llevada flotando hasta la costa de su nuevo destino,
desde donde, nuevamente será tirada por bueyes, distancias de hasta un
kilómetro hasta su emplazamiento definitivo.

La minga de tiradura es una fiesta; una formidable demostración de carácter,


solidaridad y tenacidad. Termina con música, comida, y sobre todo bebida, que
ofrece el beneficiado. Parientes y vecinos se conoces desde siempre y saben
que seguirán viéndose. ...

Abrimos puertas y ventanas cuando construimos una casa Son los espacios
vacíos los que dan utilidad a la casa Por lo tanto, igual que nos aprovechamos
de lo que es, Deberíamos reconocer la utilidad de lo que no es.

Lao Tse

Esta nota comenzada en Realidad Mapba 5 (R5) y continuada en R6, se


propone analizar la arquitectura de cinco ciudades, junto a sus realidades
económicas, sociales, históricas y áreas de influencia. Ellas son Iquique,
Valparaíso, Valdivia, Ancud y finalmente Punta Arenas en el estrecho de
Magallanes.
.
por:
Gastón Becerra Goldstein
Arquitecto

Nació en Valparaíso, Chile en 1952, comienza estudios e investigación en


Santiago de Chile, graduándose en Buenos Aires en 1984. Dicta conferencias y
ejerce la docencia en Facultades de Arquitectura de la Universidad de Chile,
Universidad Católica y en la FADU UBA, dicta innumerables cursos y Carreras
de perfeccionamiento en el Ministerio Nacional de Educación y la Secretaría de
Educación de la MCBA y en instituciones privadas. Trabajos en forma
independiente en arquitectura civil, comercial y luminotecnia en Santiago de
Chile y Buenos Aires.

1. Fuerte de Niebla.

2. Revestimientos neoclásicos. Casa, de Av. Alemania, Valdivia

3. Hotel Haase. Ca. 1880, Puerto Octay

4. Casa con mirador, corredor y galería vidriada. Ca. 1900, Frutillar bajo.

5. Residencia Dueñas Carrera. Ca. 1876, demolida en 1956. Foto G. Guarda.

6. Iglesia Matriz, Colegio San Francisco Javier, Campanario de los Jesuitas,


Puerto Montt.

7. Detalle de fachada. Colegio San Francisco Javier, Puerto Montt.

9. Casa con rejas y antejardín Av. Picarte, Valdivia.

10. Casa Anwandter. Circa 1880, restaurada por la Universidad Austral. Isla
Teja, Valdivia.

12. Casa bávara en Av. Picarte al 1000, Valdivia

13. Detalle de casa bávara en Av. Picarte al 1100, Valdivia.

14. Iglesia de San Francisco, Puerto Varas.

15. Abside, de San Francisco, Puerto Varas.

16. Casa en Av. Alemania, Valdivia.

17. Casa en San Felipe, esq. Urmeneta, Puerto Montt.


18. Casa calle Klenner, Puerto Varas.

19. Casa en Av. Picarte al 900, Valdivia.

20. Casa en calle Urmeneta, Puerto Montt incendiada en 1997.

El puerto fluvial de Valdivia


Valdivia fue fundada a orillas del río Calle Calle en 1552, y abandonada tras el
gran alzamiento mapuche de 1598, que inicia un proceso llamado “ruina de las
siete ciudades”, que pone término a los asentamientos españoles situados
entre el río Bío-Bío y el canal de Chacao, frente a la isla grande de Chiloé. En
1600 la plaza fue ocupada por el corsario holandés Sebastián de Cordes, ya
que con el descubrimiento del paso por el Cabo de Hornos, el océano Pacífico
había quedado abierto tambien a las incursiones de las flotas enemigas de
España. La ciudad es refundada en 1645 como ciudad fortaleza “antemural del
Pacífico Sur”, dependiendo directamente del Virrey del Perú, que manda
construir los fuertes de Corral, Niebla y Mancera en la desembocadura del río.
La preocupación más importante, más que la colonización de los campos
circundantes, era la defensa marítima.(Foto 1)

A mediados del s. XVIII, Valdivia ya depende de la Capitanía de Chile. Se


reabre el camino a Chiloé y se inicia una política de expansión territorial, con la
fundación de misiones y asentamientos agrícolas. A fines del siglo, grandes
extensiones de tierra de la zona, están ya en manos de colonos españoles.

En 1848 el Gobierno nacional nombra un Agente de Colonización en Alemania


a fin de promover la emigración hacia la zona de Valdivia, donde otro Agente se
encargará de la distribución de tierras a los colonos. Como los campos de la
zona ya estaban explotados, la creciente inmigración, dará impulso urbano a la
ciudad, imprimiéndole su carácter, y transformándola en la principal ciudad
industrial de la región; con fábricas de cerveza, molinos, curtiembres, astilleros,
maestranzas y el primer alto horno del país en 1913.

Residencia de D. Javier Dueñas Carrera


(ca. 1876, demolida 1956). Valdivia. Foto Guarda.

La Colonización Alemana

Los impulsores de la Colonización, exploraron la región boscosa


exhaustivamente más al sur, hasta el seno de Reloncaví, en la búsqueda de
tierras del Estado, aptas y cercanas al mar para facilitar sus comunicaciones.
Descubren rodeado de selva impenetrable, el inmenso lago Llanquihue, en
cuyos extremos norte y sur, se fundarán Puerto Octay y Puerto Varas, como
puntos de embarque en el tránsito al actual Puerto Montt, donde en 1852 han
llegado los primeros 212 colonos alemanes. A pesar de la modesta ayuda del
Estado, despejar la selva, construir sendas y transformar el terreno en campos
cultivables fue una verdadera epopeya. A los 10 años de su instalación, los
colonos habían creado un cinturón de chacras en torno al lago, junto con
poblados como Frutillar. Habían instalado talleres y establecido un servicio
regular de navegación y transporte entre Puerto Varas y Puerto Montt.

La casa urbana sureña sufrirá una evolución radical a mediados del s. XIX, a
raíz de la colonización alemana de Valdivia y el auge de los puertos de Corral y
San Carlos de Ancud, debido al intenso tránsito naviero de Europa a Estados
Unidos. Los artesanos y profesionales adaptan las técnicas constructivas
europeas a las posibilidades del lugar además, introducen hábitos de economía
y confort, que resultan revolucionarios para los antiguos habitantes, que no
tardan en adoptarlos. Las nuevas formas resultan ser de apariencia más
atractiva y avaladas por el prestigio de su origen importado. Pero lo que hace
más atractiva la nueva moda, es el revestimiento con perfiles de madera de
lenguaje clásico, labrados por medios mecánicos, recurso poco costoso y con
formas reputadas de elegantes. (Foto nº 2)

El auge constructivo del sur de Chile, es absolutamente innovador con respecto


a los sistemas utilizados en la zona central del país, pero similar al de los
puertos de Valparaíso, y posteriormente Iquique, necesariamente permeables a
los aportes extranjeros. Y contemporáneo a las mejores expresiones
madereras de los nuevos territorios colonizados en Estados Unidos.

Según Gabriel Guarda, en su ensayo “Construcción Tradicional en Madera en


el Sur de Chile”: En Valdivia el inglés Carlow tiene montado desde 1823 el
primer aserradero mecánico de Sudamérica... Y en 1847, antes de la
inmigración alemana, el ingeniero Ernesto Frick, da un nuevo impulso a éste
género de industria, al proyectar en Corral, un gran aserradero movido con
energía hidráulica, el más moderno del país.”

Sin llegar a las simplificaciones del balloon frame norteamericano, el sistema


constructivo desarrollado en la región, aisla la construcción de la humedad del
suelo, levantándola con un sobrecimiento de piedras asentadas con mortero de
cal. El muro es un tabique con un tinglado de tablas al exterior, que en el
interior se ejecuta en diagonal, asegurando un arriostramiento estructural
resistente a vientos y terremotos, ofreciendo una superficie lisa, que empezó a
ser revestida con telas y papeles pintados, que contribuyeron a eliminar
filtraciones de aire, otorgando a la vez una terminación pulcra y hasta lujosa. La
aparición de galerías vidriadas, se debió a la creciente facilidad para obtener
vidrios planos en el mercado, su uso generalizado en los países
industrializados y el evidente beneficio de cerrar los corredores en el lluvioso
clima de Chile austral.(Foto 3)

Los cerramientos vidriados, no solo protegían las paredes de la casa, también


aislaban térmicamente, posibilitando gratas zonas de estar; verdaderos
invernaderos con plantas, en contacto visual con la naturaleza o los patios
empedrados, que se iban transformando en jardines.
La sustitución de armaduras de techos a base de pares ensamblados, por
sistemas de cerchas más simples, permitió una mayor habitabilidad del
entretecho, dando lugar al mirador, que aparece como una gran mansarda
central, perpendicular al eje longitudinal del edificio, interrumpiendo los dos
faldones de la cubierta.(Foto nº 4)

Un excelente ejemplo y, sin duda único en el país es la casa de Javier Dueñas


Carrera, construcción de planta cuadrada, rodeada de corredores en sus cuatro
costados, con miradores centrales y coronada por una gran linterna techada,
que da lugar a un pabellón superior, solicitación espacial, debido a que la casa
estaba emplazada en un lugar eminente, con amplias vistas sobre el río
Valdivia.(Foto 5)

Una de las razones del éxito de las nuevas técnicas, fue la ornamen- tación
aplicada a la estructura; dinteles y pilastras con lenguaje neo- clásico aplicados
a las aberturas, hasta las fanta- sías historcistas de fines del siglo XIX,
simultáneas al uso creciente de reves- timiento con chapas acanaladas de
hierro gal- vanizado. Estos aportes, son reconocibles en la fachada continua a
nivel de

8. Campanario neogótica de los


Jesuitas y Torrre neoclásico
Iglesia Matriz, Puerto Montt.
vereda, del colegio San Francisco Javier. La fachada y torre con elementos
neoclásicos, de la iglesia Matriz y el campanario neogótico de los jesuitas,
todos en Puerto Montt. (Fotos 6, 7 y 8)

Otro recurso europeo, que empieza a jerarquizar las viviendas es la aparición


del antejardín y reja de hierro entre la acera y la fachada. La casa exenta,
separada de otras por los costados y de la acera por el jardín, permitió una
mayor libertad de planta y fachada y mayores artificios en la decoración.(Fotos
9, 10 y 11)

11. Casa Anwandter, Detalle de acceso.

Los colonos, venidos en su mayoría del sur de Alemania tambien realizaron


transculturaciones directas al construir sus casas con un lenguaje popular
bávaro, como los ejemplos de la Av. Picarte. (Fotos 12 y 13)

Entre las tranculturaciones estilísticas destacables, tenemos la iglesia de San


Francisco en Puerto Varas, inspirada en el románico alemán, pero interpretada
localmente con un campanario frontal, más dos torres a los costados del
crucero. Construida en madera y revestida con chapas de hierro galvanizado.
(Fotos nº 14 y 15)

El tipo arquitectónico de chalet, desarrollado posteriormente en los balnearios


tradicionales, de norte a sur del país, tiene su aparición en la región austral; se
sabe que el primero fue levantado hacia 1848 como casa de campo, junto al
río, para Ventura de la Fuente y García, ministro tesorero de la hacienda
pública de Valdivia. El auge del tipo se produce entre fines del s. XIX, y las
primeras décadas del s. XX.

Publicaciones como Familien häuser för Stadt und Land, (Berlín 1906),
sirvieron como fuentes de inspiración a los constructores de Valdivia, Frutillar,
Puerto Varas y otras localidades, hasta la década del 30. En dichas páginas se
repetían ideales plásticos de casas familiares burguesas, agotando formas
neogóticas, neorrománicas, detalles orientales como torres bulbosas,
alternándose los revivals, con expresiones art nouveau y secesión, en boga en
Europa Central a comienzos del siglo. (Fotos 16, 17 y 18)

El generalizado uso de las chapas acanaladas de hierro galvanizado, limitado


en un comienzo como cubiertas superiores, en reemplazo de las tejas de
madera. Descendió a las superficies verticales, usándose como vimos, en su
forma más sencilla, o más decorativa; imitando textura de ladrillos,
almohadillado de piedras, o diseños escamados, hexagonales, etc. (Fotos 19
y20)

Estos materiales, que se importaban por catálogo, primero desde Inglaterra y


después de Alemania, representaron una excelente muestra del arte de la
hojalatería, llegándose a obras de excelente calidad. El uso de las chapas, no
solo fue práctico por su grado de impermeabilidad, tambien protegía la
combustibilidad de la construcción de madera, de los fatales incendios, que se
propagaban de casas vecinas, y que junto a las irremediables demoliciones,
han provocado tantas pérdidas en el alegre y creativo acervo arquitectónico de
las ciudades del Sur de Chile.

Agitada y dispersa, la joven arquitectura francesa no se deja catalogar. Esta


generación, alejada de los dogmatismos, utiliza las diferentes artes plásticas y
renueva discretamente la arquitectura buscando la calidad, la comodidad, la
perennidad de las obras y el diálogo con los paisajes.

Cementerio, Roquebrune-Cap-Martin, arquitecto Marc Barani.

Los arquitectos que hoy rondan los cuarenta y están llegando a la madurez no
han tenido las mismas oportunidades que sus mayores. Éstos últimos
recogieron los frutos de la descentralización, que provocó un aumento de los
encargos, y de los grandes programas estatales de los años 80.

Los proyectos públicos, sus tradicionales trampolines en las grandes ciudades


francesas, se orientan ahora hacia intervenciones más modestas: rehabilitación
y ampliación de equipamientos o de grupos de viviendas; acondicionamiento de
áreas de descanso en las autopistas y de zonas públicas en los trayectos de
los nuevos tranvías urbanos.

Y sin embargo, estos arquitectos están renovando realmente la creación


arquitectónica. La mayoría, a menudo enfrentados a las zonas periurbanas, no
optan por la expresión polémica ni radical. Las posturas teóricas sobre el
terreno y la identidad del proyecto se basan sobre todo en la relación con el
paisaje.

El retorno de la materia y del tiempo

Centro Dramático Nacional, Béthune, arquitecta Manuelle Gautrand.

La luz sigue siendo campo de investigación, pero están de moda los efectos
translúcidos de los productos sintéticos más baratos. También se vuelve a
utilizar el vaciado a gran escala, inspirado tanto en el mobiliario de los años 60
como en los modelos informáticos al estilo de Frank Gehry.

Este nuevo interés por la materia procede en la práctica de otras artes


plásticas. Muchos de estos arquitectos han pasado por la fotografía, la
escultura, la escenografía. Vuelven a estar de moda la comodidad, tener en
cuenta los ambientes acústicos o térmicos. Y paradójicamente, esta
generación, marcada por la revolución informática, defiende la utilización
conceptual de la maqueta como una razón de ser profesional.

Por otro lado, las fronteras internas de la profesión tienen tendencia a


desaparecer. La nueva generación es más femenina, y la oposición entre París
y la provincia ya no es tan fuerte como antes. La crítica arquitectónica parisina
se ha acostumbrado a "curiosear" fuera de los caminos trillados de la capital.
Gracias a la apertura regional, han surgido nuevos focos de creación y de
debate, como el centro Arc-en-Rêve, en las antiguas bodegas de Burdeos, el
centro Thomas Moore, cerca de Lyón, situado en el convento de La Tourette de
Le Corbusier, Arc-en-Senans en las Salinas de Ledoux cerca de Besanzón,
como los museos de arte contemporáneo de Grenoble, Lille o de Niza Mont-
Sartoux (véase el artículo sobre los museos en este mismo número).

A pesar de la dispersión geográfica, se destacan varias tendencias. Marc


Barani en Niza, Laurent & Emmanuel Beaudouin en Nancy, Antonio Stinko en
París se caracterizan por cierta modernidad intemporal y humanista. El
cementerio de Roquebrune Cap-Martin, realizado por Marc Barani, celebra la
eternidad mediterránea. La gran explanada frente al mar recuerda el escenario
de un teatro griego, mientras que las terrazas y las escaleras excavadas en la
pendiente evocan la monumentalidad egipcia.
Una modernidad intemporal y humanista

Equinoxe, sala de espectáculos y mediateca, Chateauroux, arquitecto Jean-


Louis Godivier.

Las realizaciones museográficas de Antonio Stinko (reforma de la Escuela del


Louvre, del Museo del Jeu de Paume, del antiguo matadero de Toulouse)
también poseen esa simplicidad cúbica. La pareja Beaudouin concibe paseos
arquitectónicos, inspirados en Le Corbusier y Luis Barragan, donde la luz es
captada y coloreada por pozos verticales (Mediateca de Poitiers, Biblioteca de
Derecho y Economía en Besanzón).

Barani, Stinko y los Beaudouin trabajan el hormigón y los materiales


contemporáneos como si fueran piedras nobles y se inspiran en la escultura
minimalista de Richard Serra, jugando con los efectos de la ingravidez. Así, la
fachada de hormigón del Museo de Arte Contemporáneo de Nancy (Beaudouin)
y la pirámide invertida de Saint-Jacques-de-la-Lande (Barani) parecen flotar en
el espacio.

Yves Arnod y Isabel Hérault (Grenoble) se ejercitaron en la escultura y la


danza. Aunque sus obras son muy variadas, tienen en común el parecer
instantáneas de un movimiento (gimnasios de Echirolles, instalación móvil
Nomad). Los volúmenes flexibles o regulares, añadidos, encajados o
resbalando los unos sobre los otros, imitan masas sobre el vacío, vistas desde
arriba (casa Corenc en la parte alta de Grenoble). Están pensados como
"objetos reactivos" con respecto al paisaje, como el Punto de Información
Turística del Valle del Ferrand, situado en lo alto de una escarpada carretera de
los Alpes.

Museo de Bellas Artes, Nancy, arquitectos Laurent y Emmanuelle Beaudoin.

Como Arnod y Hérault, Manuelle Gautrand efectúa relativamente tarde los


planos de sus proyectos. Su manera de proceder, intuitiva y circunstancial,
siempre desemboca en formas originales pero sobrias. Rehabilita el adorno con
audacia y humor, a través de intervenciones muy contemporáneas. Así, el vidrio
serigrafiado de las áreas de descanso de la autopista de Picardía evoca con
humor las vidrieras de las catedrales góticas de las ciudades de Beauvais y
Amiens que se encuentran en ese trayecto. En las despensas del restaurante
del aeropuerto de Nantes, una impresión fotográfica identifica el contenido de
cada almacén. En otros casos, se ha coloreado el material en su conjunto
(hormigón granate del Teatro de Béthune, paneles de policarbonato azul en el
depósito de mantenimiento del aeropuerto de Nantes).

El movimiento y el dinamismo de las obras de Nasrine Séraji procede de la


referencia al arte bruto. Séraji, de origen iraní, fue alumna de la vanguardista
escuela AA (Architectural association) de Londres, antes de instalarse en París.
Ha realizado, entre otras cosas, el edificio provisional del Centro Americano en
Bercy y el Museo Conmemorativo de la Batalla del Camino de las Damas.

El equipo francoalemán "Labfac", compuesto por Finn Geipel y Nicolas


Michelin, es heredero de la línea constructiva y experimental de los años 60, de
los metabolistas, del Team X y de Candilis. Geipel y Michelin se dieron a
conocer con la cubierta del anfiteatro romano de Nimes, una estructura tensada
a la Frei Otto. Después construyeron la Escuela Nacional de Artes Decorativas
de Limoges, con hormigón, acero y vidrio, un riguroso juego de construcción.
Geipel y Michelin, familiarizados con las nuevas tecnologías y la informática,
continúan la misma investigación estructural en el marco de los proyectos
urbanos (eriales ferroviarios en Munich).

Juegos de construcción

Viviendas, Montpellier, arquitecto Edouard François.

En Lyón, el grupo "Tectoniques" "tres hombres y una mujer" comparte ese


gusto por el ensamblaje constructivo. Trabajan con insistencia en los detalles
que requiere el montaje de elementos prefabricados (casas de madera en
Saint-Pierre de Chandieu y Abbeville) y dedican mucha atención a los paisajes
en los que intervienen. Las láminas blancas y negras que cubren el centro
EDF/GDF en Saint-Claude, de una depurada estética de estilo Mies, son un
eco de las estratificaciones de la montaña del Jura.

En Burdeos, Lacatan & Vassal confirman su liderato en la low-tech minimalista


y ecológica. Sus casas privadas utilizan materiales industriales y baratos, así
como espacios bioclimáticos, ampliaciones naturales del espacio doméstico
(invernaderos, galería-salón cubierta de una vidriera amovible). La facultad
Pierre-Mendès-France, en el campus de Grenoble, es la primera en poseer una
doble fachada con ventilación natural y soporte para plantas.

Edouard François logra que la arquitectura misma se convierta en alegoría del


paisaje. Tras haber pasado por investigaciones virtuales sobre formas híbridas
entre arquitectura y naturaleza, Edouard François ha construido un magnífico
edificio en Montpellier. La fachada cubierta de cilindros de tierra verdeará
espontáneamente. Los anejos de las viviendas, verdaderas cabañas en los
árboles, acercarán a los habitantes a la naturaleza. Se espera un segundo
edificio en París. En los balcones corridos, una gama de plantas elegidas por el
arquitecto crecerán en inmensos maceteros. Lo único ecológico de esta idea es
la estética del jardín.

Corinne Jaquand
Profesora adjunta de la Escuela de Arquitectura de Clermont-Ferrand

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UNIVERSIDAD DE CONCEPCION
BOLETIN DIGITAL CARRERA DE ARQUITECTURA

LA ARQUITECTURA EN MADERA
A propósito de la arquitectura en madera, un colega mío, repitiendo a la vez lo
que le ha escuchado a viejos maestros carpinteros del sur, dice que la madera
canta. Yo agregaría que además, encanta. Así entonces, la madera canta y...
encanta. Todo esto lo digo porque hace algun tiempo participé, como invitado
externo, en la primera reunión de un grupo de trabajo para una investigación
aplicada sobre la edificación en madera. Y creo que en este caso se trata de un
muy buen ejemplo, donde están uniendo sus intereses las agencias estatales
de
investigación y tecnologías y el sector privado, representado por un grupo de
empresas constructoras pencopolitanas( VIII región Chile), para avanzar en
esta
investigación con fines prácticos.
Se trata de la Corfo, el Instituto Forestal (que es un instituto Corfo) y el
grupo de empresas constructoras que, en conjunto , están poniendo en marcha
un
estudio para la estandarización de piezas y componentes de madera
destinados a
la construcción de viviendas.

En nuestro país se construye demasiado poco en madera, casi nada. Y digo


demasiado poco considerando que desde siempre hemos tenido en
abundancia este
recurso para la construcción y lo seguiremos teniendo con las enormes
plantaciones artificiales de bosque de pino radiata y eucalipto, ambas maderas
que pueden tener (deberían tener) un gran uso en la construcción. Y si nos
comparamos con otros países, estamos recién comenzando. Aquí se consume
al año
0,1 m3 de madera de construcción por habitante al año. En estados Unidos y
Canadá se consume 6 veces más por habitante. Apenas un 12 % de las partes
de la
vivienda chilena se hacen con madera, es decir en una casa típica nueva, un
poco
más de la décima parte de ella es de madera.
Para el enorme volumen de madera que producimos, este es un contrapunto
bastante
absurdo. Y no es porque la edificación en madera sea mala, o produzca casas
de
bajo estándar de calidad. Otra vez, si nos comparamos con países del nivel de
desarrollo de USA y Canadá, ellos hacen más del 90 % de sus estupendas
casas de
madera. Y la edificación de esos países es uno de los más brillantes ejemplos
mundiales, por su calidad, obviamente.
La madera en Chile tiene poca aceptación para construir viviendas, pero es
principalmente por los abundantes malos ejemplos , o mejor dicho por la
utilización indebida de la madera sin clasificación de calidad, con exceso de
humedad, sin las protecciones necesarias, sin las dimensiones óptimas, etc. No
obstante, con la madera , aún con la más humilde, se pueden hacer maravillas
estructurales y estupendas arquitecturas. Es cosa de hacer buenos diseños, de
aplicar una buena dosis de tecnología, y de tener, tanto por los arquitectos
como por los usuarios, interés y cariño por el material. Es más o menos eso lo
que se persigue en el estudio que se ha iniciado, para llegar a usar más y
mucho
mejor la madera, especialmente nuestro abundante pino insigne o pino radiata,
que no obstante ser una especie exótica es ya casi una madera nacional, y de
todas maneras es la madera de nuestra región del Bío- Bío.

Estandarización de piezas y partes, coordinación dimensional, aplicación de


tecnologías de punta, eso es lo que va a estar en juego cuando se llegue a la
aplicación de resultados, y será de verdad en la práctica, porque los
interesados ahora en esto son empresas constructoras, y no solo instituciones
tecnológicas o académicas, como suele ser. Es decir, son los primeros
usuarios
del material, con sus propias empresas, con sus profesionales, aserraderos y
constructoras los que van a llevar a la práctica estas mejoras e innovaciones,
para el bien de la arquitectura en madera y de la construcción a gran escala de
viviendas. Si esto no es algo muy positivo y muy bueno para todos,
especialmente
en esta región, no se que otra cosa pueda serlo.
ANTONIO ZELADA ESPINOSA
Arquitecto

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