5 Poemas de Claudia Lars y 5 de Alfredo Espino
5 Poemas de Claudia Lars y 5 de Alfredo Espino
1. El Nido
“Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol, su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como que si tuviera corazón musical”.
pág. 1
2. Ascensión
“¡Dos alas!… ¿Quién tuviera dos alas para el vuelo?
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no fuera un mar, ¡Bien sería otro cielo!…”
Cumbres, divinas cumbres, excelsos miradores...
¡Que pequeños los hombres! No llegan los rumores
de allá abajo, del cieno; ni el grito horripilante
con que aúlla el deseo, ni el clamor desbordante
de las malas pasiones... Lo rastrero no sube:
ésta cumbre es el reino del pájaro y la nube...
El cañal no se enguirnalda
como los mares, de espumas;
sus flores más bien son plumas
sobre espadas de esmeralda...
pág. 3
1-Una paloma blanca
Una paloma blanca,
que del cielo bajó,
con tu carta en el pico
y en la carta una flor.
Caminitos de aire,
caminitos de sol;
como un ángel pequeño
la paloma de Dios.
En mi casa esperaba
una fecha de amor
una niña morena
de fino corazón.
Palomita, palomita,
si la niña te dió
un beso entre las alas,
¡vuelve al fiel amador!
Si entregó la sortija
y el pañuelo entregó,
mensajera discreta,
¿quieres otro favor?
pág. 4
2-La casa de vidrio.
Ventanas de maravilla
sobre escondidos lugares:
el sendero de las hadas
y el camino de los ángeles.
pág. 5
3-La pajara Pinta.
Me da la calandria su pico,
su rama me ofrece el gorrión,
en lunes tan nuevo y tan fino,
¿de qué servirá el reloj?
pág. 6
4-Barrilete.
Regalo de noviembre,
nuevo todos los años:
para adornar el día,
para jugar un rato.
Banderola de fiesta
que se escapa, volando...
Luna de mediodía
con cara de payaso;
señor del equilibrio,
bailarín del espacio.
pág. 7
5- Cara y cruz
Alta visión de un sueño sin espina,
honda visión en realidad clavada;
ansia de vuelo en recta que se empina,
miedo del paso en curva accidentada.
Rosa de sombra, rosa matutina,
una caída y otra levantada;
ángeles invisibles en la esquina
donde el presente cambia de jornada.
Marca el momento signo de la altura:
brote de carne limpia y sangre pura
en renovado campo de infinito…
Y en promesa inefable y verdadera
-Gabriel de anunciaciones y de espera-
un mundo sin cadenas y sin grito.
pág. 8
Poema Un rancho y un lucero
Un día ?¡primero Dios!?
has de quererme un poquito.
Yo levantaré el ranchito
en que vivamos los dos.
pág. 9
Poema Las manos de mi madre
pág. 10