Mujeres y Poder
Mujeres y Poder
México, 2018
Editorial tepjf
305.42 Seminario “Mujeres y poder : género y ejercicio del poder político : evolución de las acciones
S764m afirmativas a favor de las mujeres” (2015 septiembre : Ciudad de México)
Mujeres y poder : género y ejercicio del poder político : evolución de las acciones
afirmativas a favor de las mujeres / Constancio Carrasco Daza, Manuel González Oropeza,
Beatriz E. Paredes Rangel [y otros cuatro más]. -- Primera edición. -- Ciudad de México,
México : Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2018.
ISBN 978-607-708-429-7
Publicaciones digitales
Mujeres y poder. Género y ejercicio del poder político.
Evolución de las acciones afirmativas a favor de las mujeres
ISBN 978-607-708-429-7
Directorio
Sala Superior
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
La mujer contemporánea.
Un nuevo posicionamiento social
y una perspectiva política
Constancio Carrasco Daza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8
Relatoría
Mariana Morante Aguirre y Belén de la Paz Cumsille Rojas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
El Tribunal Electoral del Poder judicial de la Federación (tepjf) tiene el enorme placer
de poner a disposición de los lectores este texto que recoge los trabajos del seminario1
“Mujeres y poder: género y ejercicio del poder político. Evolución de las acciones afir-
mativas a favor de las mujeres”.
La iniciativa de organizar dicho seminario correspondió al entonces magistrado
Manuel González Oropeza de la Sala Superior del tepjf. La intención fue, sobre todo,
de índole retrospectiva; es decir, para realizar un balance general acerca de los avances
logrados en el campo de los derechos políticos de las mujeres, a la luz no solo de una
transformación de las estructuras políticas, sino también de los contextos sociocultu-
rales en el país.
La presente obra contiene, entonces, trabajos que analizaron la participación de la
mujer en el ámbito público, con especial énfasis en el terreno de los derechos político-
-electorales. Como bien afirmó Eva Perón en su momento:
ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora
de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los
destinos de su país (La Campora).
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Mujeres y poder
Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación
Fuente consultada
La Campora. “Ha llegado la hora de la mujer argentina”. Disponible en http://www.
lacampora.org/2014/11/11/ha-llegado-la-hora-de-la-mujer-argentina/ (consultada
el 23 de febrero de 2016).
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La mujer contemporánea.
Un nuevo posicionamiento social
y una perspectiva política
Constancio Carrasco Daza
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Mujeres y poder
En ese entorno, la mujer ha adquirido poco a poco una posición identitaria feme-
nina y una categoría social específica, al haber alcanzado, en muchos casos, independencia
funcional y económica.
La posmujer, como la denomina Lipovetsky, ha dejado, en una página anterior, aquella
noción de la mujer, doblegada y retraída en la vida privada.
La época de la posmujer ha desencadenado un modelo de socialización e individuali-
zación que, en la actualidad y de manera insuficiente, va permeando leyes e instituciones,
pero vislumbra lejano el cumplimiento de un reto fundamental: eliminar estereotipos
que fincan la aspiración política en un enfoque masculino.
Así, la consolidación de la lucha por los derechos de la mujer ha obedecido a un
verdadero reclamo social imperativo. El marco jurídico debe aspirar a regular y hacer
prevalecer dichos derechos, frente a una realidad que a veces, dramáticamente, horada
sus puntos más sensibles.
Con mucha indignación, se han visto acontecimientos que dibujan, con la máxima
dureza, cuál es el reto material que enfrentan las mujeres en su aspiración por alcanzar
los estratos básicos de poder, aspecto que adquiere la peor de sus versiones cuando se da
en democracias en construcción, que claman una base igualitaria en la cual cimentar
el piso mínimo de derechos para su estabilidad.
Aun en la época de la posmujer, la distante igualdad de oportunidades deja ver una
doliente realidad que vincula a las mujeres al espacio privado y las relega del ámbito
público, desde cualquier perspectiva. Esto, mediante el uso de la palabra y la demeri-
tación, o bien, por la imposición de la fuerza que impide a toda costa su acceso al poder.
La paridad de género en la participación política electoral, para legisladores federales
y locales, forma hoy en México parte del contexto constitucional renovado, el cual ha
cumplido, en los hechos, con la materialidad en la integración paritaria, volviéndose
una realidad. En precedentes recientes, la jurisprudencia del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación ha abordado ya el estudio de las diversas dimensiones
del principio de paridad.
Se ha examinado ese tema, tanto en sentido vertical como horizontal, en la postula-
ción de cargos de presidente municipal, síndicos y regidores, así como en la consecuente
obligación de los partidos políticos de postular hombres y mujeres proporcional-
mente en los ayuntamientos de un estado, los cuales constituyen el corazón de la
organización social en el país.
Así, existe un proceso de asimilación y asentamiento de los derechos vinculados con la
paridad de género. Empero, la paridad legal es insuficiente: se debe ir a la paridad de facto.
El tribunal constitucional electoral está en proceso de asumir, en congruencia
mínima con su ejercicio jurisdiccional, un esfuerzo paralelo para que el reconocimiento de
los principios de ingreso, promoción y desarrollo a la carrera judicial se vean permeados
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Fuentes consultadas
Lipovetsky, Gilles. 1997. La tercera mujer. Permanencia y revolución de lo femenino.
Barcelona: Anagrama.
Woolf, Virginia. 2013. Un cuarto propio, traducción de Jorge Luis Borges. México: Debolsillo.
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Las mujeres en el poder
y la paridad de género*
Manuel González Oropeza
México ha recorrido un largo camino en la ruta de la igualdad entre los hombres y las
mujeres, desde 1953, año en que se reconoce el derecho al sufragio femenino federal, a 100
años del Primer Congreso Feminista que demandaba el derecho al voto en Yucatán, y
hasta 2015, periodo en el que se coloca a México en el séptimo lugar en la clasificación
mundial de los países con mayor presencia femenina en los cuerpos legislativos, por
encima de Finlandia, Islandia, España o Noruega (ipu 2015). Ese avance no sería posible
sin la implementación efectiva de las medidas afirmativas a favor de la participación
política de las mujeres.
Hace 100 años se efectuó el Primer Congreso Feminista en Yucatán, que demandaba
el derecho al voto. Hace apenas 60 años se recibió por primera vez el voto de la mujer
para elegir diputados federales. Sin embargo, hace 100 años se pronunció, en el Congreso
Constituyente mexicano, la lapidaria frase: “las mujeres no sienten la necesidad
de participar en los asuntos públicos”.
Con esta animadversión a la participación política de la mujer, hay que recordar que
hace 90 años, la candidata a diputada federal en San Luis Potosí, Elvia Carrillo Puerto,
sufrió un atentado durante su campaña política y, a pesar de ello, tuvo el primer lugar
en la votación, que después se desconocería, ya que la Ley para la Elección de Poderes
Federales del 2 de julio de 1918 prohibía el registro de candidatos fuera del género mas-
culino, en su artículo 37.
También, en 1937, se dio el desconocimiento del triunfo electoral de María del Refugio
García a la diputación federal de Uruapan, Michoacán. Su protesta ante Los Pinos motivó
que el general Lázaro Cárdenas anunciara una reforma constitucional.
Una vez satisfecho el procedimiento de reforma a la Constitución federal para hacer
efectivo el sufragio femenino, el presidente Lázaro Cárdenas omitió la promulgación de
la reforma. Ese año fue escenario de muchos acontecimientos que nublaron la voluntad
presidencial para culminar este paso en el capítulo de los derechos políticos.
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el cambio en las exigencias en las normas, sumado al activo papel del Instituto Federal
Electoral (hoy Instituto Nacional Electoral) y del Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación, tanto en la Sala Superior como en las Salas Regionales, han sido claves
para ir corrigiendo las prácticas oscuras de muchos partidos que se han negado de manera
sistemática a cumplir con las cuotas y/o paridad. En este sentido, la práctica más común
y más comentada en México ha sido que se ha mejorado la representación de las mujeres
“a golpe de sentencias” y de mujeres que exigen cada vez más el respeto de sus derechos
políticos (Freidenberg 2015).
Se ha recorrido ya un largo camino y ahora se tiene otro reto: lograr que esos resul-
tados perduren y lleguen a replicarse, a arraigar en la sociedad mexicana, para lograr
la paridad de género en todos los ámbitos. Siempre se debe recordar que la paridad, o la
democracia paritaria, busca garantizar a todos los ciudadanos, incluyendo a todas las
mujeres y a todos los hombres, el goce pleno de sus derechos para su adecuado desarrollo.
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En este rumbo, ambos géneros serán aliados, pues no hay vuelta atrás en este principio.
40.00%
30.00%
% Mujeres
20.00%
10.00%
0.00%
1988 1991 1994 1997 2000 2003 2006 2009 2012 2015
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Fuentes consultadas
Dahlerup, Drude y Letnita Freidenvall. 2005. “Quotas as a fast track to equal represen-
tation of women: why Scandinavia is no longer the model”. International Feminist
Journal of Politics 7 (1).
Freidenberg, Flavia. 2015. “¡Un país (¿ya no?) gobernado por hombres! Los obstáculos que
aún dificultan la representación política de las mujeres en México”. Revista Digital
Democracia y Elecciones. Disponible en http://democracia-elecciones.mx/abril2015/
(consultada el 9 de septiembre de 2015).
González Oropeza, Manuel, Karolina Monika Gilas y Carlos Báez Silva. 2016. Hacia una
democracia paritaria. La evolución de la participación política de las mujeres en México
y sus entidades federativas. México: tepjf.
IPU. Inter-Parliamentary Union. 2015. Women in national parliaments. Disponible en
http://www.ipu.org/wmn-e/classif.htm (consultada el 18 de enero de 2016).
Norris, Pippa. 2006. Recruitment. En Handbook of party politic, eds. Richard Katz y William
Crotty, 89-108. Londres: Sage.
Observatorio de Participación Política de las Mujeres. Disponible en http://observatorio.
inmujeres.gob.mx/se-renovaran-993-alcaldias-en-16-entidades-del-pais/ (consul-
tada el 16 de julio de 2015).
Sentencia SUP-REC-128/2015 y acumulados. Actor: Oscar Castillo Moha y otros.
Autoridad responsable: Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, correspondiente a la Tercera Circunscripción Plurinominal, con sede
en Xalapa, Veracruz. Disponible en http://intranet.te.gob.mx/todo.asp?menu=21.
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¿La historia universal registra un
ejercicio femenino del poder?
Beatriz E. Paredes Rangel
Quiero agradecer la invitación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
(tepjf), del magistrado Manuel González Oropeza, quien ha estado en el alma de este
seminario. Me doy cuenta de una muy benéfica influencia de la doctora Ana Luisa
Izquierdo y De la Cueva. También quiero reconocer las palabras y agradecer la invitación
del presidente del Tribunal Electoral, Constancio Carrasco Daza. Saludar, en ausencia,
a la magistrada María del Carmen Alanis, quien ha estado también siempre pendiente
de estos temas, pero más, agradecerles a todos y a todas ustedes su presencia, gracias por
darnos este tiempo y esta oportunidad de compartir con ustedes. Muchas gracias, es un
auditorio muy interesante de gente conocedora de estos temas, de muchas abogadas y
abogados y de militantes por la participación de la mujer.
Quisiera dejar testimonio, con absoluta sinceridad, de mi reconocimiento al Tribunal
Electoral; el tepjf fue clave —y es bueno que así lo sepan quienes ahora nos visitan—
en el hecho de que las intenciones del legislador no fueran distorsionadas por una
interpretación interesada de los partidos políticos. El Tribunal dictó una sentencia a un
conjunto de impugnaciones que presentaron mujeres valerosas, conocedoras y quienes
jugaron sus riesgos, como siempre sucede cuando hay que transformar la realidad. Saludo
a Clara Scherer, a quien le pido que salude a todo el equipo de distinguidas mexicanas
de diversas organizaciones sociales y partidos que presentaron una extraordinaria
impugnación y, sobre todo, quiero reconocer el criterio del Tribunal Electoral, el cual
es una evidencia de que cuando las instituciones tienen claridad de propósitos, estas se
legitiman y ustedes tienen esa legitimidad.
Quiero reconocer también el papel de las académicas en este esfuerzo de hacer
una reflexión abstracta acerca de la participación política de las mujeres y su em-
poderamiento. Las mujeres que estamos en la brega cotidiana de la disputa política
difícilmente tenemos la serenidad para hacer abstracciones y análisis de fondo;
aunque tengamos cierta proclividad a ello, lo cierto es que este tipo de ejercicios re-
quieren de profesionalismo, de objetividad, de investigación empírica y de reflexión
de fondo. Por lo anterior, me da mucho gusto que Victoria Rodríguez siga en esta, su
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Las premisas de las que parte esta hipótesis son las siguientes:
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Asimismo, Isabel I de Inglaterra, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, llega al trono
para dar continuidad a la política de la familia Tudor, ya que consolida y reorganiza el
reino, dándole hegemonía interna, que le permite, en los hechos, ser la primera reina
protestante que, por el equilibrio en sus decisiones ante el catolicismo, saca a Inglaterra
de los conflictos religiosos que imperaban en la época. Es así como abate las institu-
ciones feudales e incrementa la autoridad de los tribunales monárquicos, propiciando
una mentalidad cada vez más liberal; encarna al proteccionismo que cambia la idea de
control social de la Iglesia en la vida económica y se lo da al Estado, representante de la
naciente burguesía.
Igualmente, Isabel la Católica de España (Isabel I de Castilla), tanto por herencia
como por vínculos matrimoniales, llega al máximo lugar de poder en su sociedad, desde
el cual logra unir al Reino de Castilla y de Aragón en una sola nación.
Durante su periodo se consolida la expulsión definitiva de la dominación árabe,
ocurre el descubrimiento de América y la anexión de Navarra; hace salir a su país de la
inestabilidad política y religiosa, y logra la unificación de los reinos de España.
Por su parte, la emperatriz Tzu-Hsi, quien desciende de la dinastía manchú, llega al
trono al contraer nupcias con el emperador Xianfeng.
Este periodo se caracteriza porque con el retorno de la emperatriz a la corte de Pekín
culmina una lucha en contra del ministerio, lo que da como resultado una estabilidad
social y política.
Según Victor Purcell (2010), la alianza que estableció la emperatriz viuda con estos
fue un movimiento anti-Ching y proletario-nacionalista; 40 años después quedó restau-
rada la unidad del régimen, con lo que se realizó el proyecto de la emperatriz y se liberó
definitivamente a la nación de los invasores y agresores extranjeros.
Así, es posible afirmar que las mujeres que han alcanzado el poder por vínculos
familiares o conyugales no han emprendido —o por lo menos la historia no lo registra—
políticas tendientes a favorecer el papel de la mujer en la sociedad. Es decir, respon-
dieron a su clase social y al sostenimiento de la élite del poder a la que pertenecían, y
su manejo político no tuvo una connotación que pudiera atribuirse exclusivamente a su
condición femenina, pues la inteligencia, la determinación, las estrategias acertadas o
aun las erróneas no son exclusivas de ningún sexo.
Cleopatra, por ejemplo, proyecta una imagen más compleja, la misma lógica, la de-
fensa de la estructura del poder a la que pertenecía como hija del rey Ptolomeo, y el uso de
sus atributos de seducción femenina con fines de expansión política, que le permitió a
Egipto ser un aliado y no un tributario de Roma —mucho antes de Maquiavelo, el fin
justifica los medios—.
Hay otros casos, románticos por cierto, en los que aparentes pasiones amorosas,
que se atribuyen a la debilidad femenina, se involucran con personajes que, en teoría,
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hubiesen llegado a detentar el poder. Tal es el caso de la unión de Enrique VIII y Ana
Bolena, quienes provocan el rompimiento de Inglaterra con la Iglesia católica. A pesar
de este hecho tan trascendental para la política de ese país, Ana Bolena nunca llega a
ejercer el poder y su reinado solo dura 1,000 días.
Y de la unión de Juana de Castilla (Juana la Loca) y Felipe de Borgoña se puede afirmar
que, contra todo pronóstico, el poder nunca lo ejerció ella, ya que a la muerte de Isabel I,
su padre Fernando II y su esposo Felipe reclamaron y conspiraron para obtener el trono
de Castilla, para que Juana nunca llegara a él.
La época contemporánea muestra también personajes femeninos en diversos tipos
de organización social y política que, por su vinculación con una dinastía, así como por
sus indudables aptitudes personales, llegaron a jugar un papel importante en las
estructuras del poder.
Reconociendo las distancias citaremos a Indira Gandhi, quien tras una vertiginosa
carrera política ocupó, a los dos años de la muerte de su padre Nehru, la primera
magistratura de la India.
Trabajó para crear una coalición progresista que pudiera gobernar a su país y man-
tuvo una política de alianzas con la entonces Unión Soviética contra la fuerte reacción
en Occidente.
Como lideresa de su partido y de su mayoría parlamentaria fue una figura de primer
orden no solo en la política interna de su país, sino en el plano internacional, que supo
librar con aciertos muchos de los avatares que debió enfrentar en esas dos arenas, hasta
que la primera ministra fue asesinada. Por su talento político, su condición femenina y
la importancia de su país, llegó a convertirse, sin duda, en uno de los personajes políticos
más destacados del mundo contemporáneo.
A partir de aquí, llegamos a otro fenómeno al que deseo aludir: el de la esposa como
parte del equipo de interacción del jefe de Estado con el conjunto social, en su calidad de
enlace con sectores tradicionalmente no involucrados con el ejercicio del poder, o como
quien proyecta valores de estabilidad familiar y asistencia social. Este papel público de
las esposas se presenta en muchos países, sobre todo occidentales no gobernados por
dictaduras, en el que se percibe un propósito de ganar o aumentar el consenso para el
gobierno o el gobernante, y de propiciar o reforzar acciones y actitudes de solidaridad
social. De aquí se deriva otra actitud protagónica: el de las viudas de personajes heroicos,
como Hortensia Bussi de Allende.
Eva Duarte de Perón conjugó con su esposo el liderazgo del gobierno en una sociedad
dual, pero sin ocupar ninguna posición relevante. Compartió con Juan Domingo Perón
el apoyo a los movimientos de los trabajadores. Procuró el bienestar social e incorporó
a la mujer argentina a la vida pública, logrando el sufragio femenino en 1947.
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Eva Perón, Evita, llegó a ser un símbolo político e ideológico para el pueblo argen-
tino, quien tras largos años de dictadura identificó más al movimiento peronista con ella
que con el mismo Juan Domingo Perón.
Hasta aquí, la historia de las mujeres en el ejercicio del poder parecería una circuns-
tancia refleja, en la que, como miembro de una élite y en función de su vinculación
familiar con una dinastía o con el hombre —verdadero personaje del poder—, llegan a
ocupar el eje en la vinculación de redes de equipo político y otros espacios claves del poder,
lo que las convierte en personajes de la historia, aunque sin menospreciar de ninguna
manera su valía y talento propios. Son, desde luego, expresión de diversas etapas de la
vida de la humanidad, cuando en la mayoría de los casos, las sociedades no habían sufrido
cambios estructurales que demandaran transformar el papel de la mujer.
A nuestro juicio, la situación empieza a modificarse a partir de 1960, cuando las
condiciones objetivas de realización de la vida cotidiana de las mujeres sufrieron impor-
tantes transformaciones; me refiero al mundo occidental, principalmente:
Sin duda, los cuatro primeros puntos se relacionan con el proceso de transformación
social más importante del último milenio —a mi juicio—: la irrupción de la mujer como
sujeto de la historia; el quinto cambia el valor político de la mujer para las estructuras
de poder, y el sexto empieza a cuestionar el papel de la mujer en todos los ámbitos y,
desde luego, en el ejercicio político.
De ahí que desde entonces surjan personajes femeninos que no necesariamente son
reflejo de herencia, continuidad o proyección de hombres en el poder, tales como Golda
Meir, fundadora del Estado de Israel, quien inició su actividad política a los 23 años.
Durante la Segunda Guerra Mundial, emergió como una fuerte vocera de la causa sionista.
Después de la victoria de Israel en la guerra de los seis días en 1967, contribuyó a la
creación del Partido Laborista Israelí.
Como primera ministra mantuvo el gobierno de unidad nacional y enfrentó la rup-
tura de la coalición en el gobierno de 1970, procurando siempre el apoyo político y la
ayuda militar de Estados Unidos de América.
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Margaret Thatcher, quien ganó las elecciones para primer ministro en 1979, logró
dos reelecciones consecutivas. Se constituyó como un baluarte de la corriente conservadora.
En América Latina, destaca la presencia de las comandantas de la Revolución sandi-
nista, quienes demostraron responsable y eficazmente su decisión para defender un
proyecto político y la convicción de imprimir al cambio social un sello de renovación
esencial.
Es así que podemos aventurar algunas conclusiones:
1) Las mujeres —cuando arriban a la cúpula del poder y ejercen posiciones realmente
relevantes—, en términos generales, responden a los patrones ideológico-políticos
de la organización política que representan y que fue soporte para su ascenso.
2) En ese sentido, si la organización político-social que representan no contiene, como
parte de su plataforma, propuestas reivindicadoras de las demandas femeninas, difícil-
mente aplicarán medidas de esta naturaleza, a no ser de manera adyacente y marginal.
3) Las reivindicaciones femeninas incorporadas a la plataforma política de las estructuras
del poder público o de los partidos que pretenden alcanzarlo son un fenómeno reciente
que obedece a propuestas ideológicas que plantean transformaciones estructurales
de la sociedad, como en el caso de las plataformas socialistas o de izquierda, o bien,
propuestas de organizaciones democráticas de centro o de centro-izquierda, que
plantean reivindicaciones que modernizan el papel de la mujer y que pretenden una
oferta adecuada para la población femenina a fin de que haga posible su identidad y
apoyo electoral.
4) Por tanto, si el asunto de la postulación de reivindicaciones femeninas y su concre-
ción política desde la esfera del poder corresponde a la propuesta de la corriente
ideológica que las asume y sustenta, es factible en la época contemporánea encontrar
a varios jefes de Estado, varones, con una política de incorporación de la mujer al
desarrollo o de reivindicaciones femeninas como parte de su programa de gobierno.
Tal fue el caso de Felipe González y de su Partido Socialista Obrero Español.
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Fuentes consultadas
Celaa, María Luisa. 1988. Catalina de Rusia. España: Ediciones Universitarias Nájera.
Paredes Rangel, Beatriz. 2008. Con la cabeza descubierta. México: M. A. Porrúa.
Purcell, Victor. 2010. The boxer uprising, a background study. Reino Unido: Cambridge
University Press.
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Algunas ideas de la acción afirmativa,
el poder político y las mujeres estadounidenses
Mary C. Brennan
La acción afirmativa solo ha tenido un éxito limitado al lograr que las mujeres
estadounidenses alcancen poder en el ámbito nacional. Aunque ha desempeñado un
papel en aumentar el número de mujeres capacitadas para cargos políticos, no ha logrado
romper las barreras estructurales entretejidas que hasta ahora han impedido que una
mujer estadounidense gane la presidencia. Estos mismos obstáculos han resultado en
un número bajo de mujeres con cargos ejecutivos en el plano nacional, estatal y local. Las
pocas mujeres que han logrado superar las barreras —como Margaret Chase Smith,
Nancy Pelosi y Hillary Clinton— muchas veces han empleado una combinación de
redes de mujeres informales tradicionales, la acción afirmativa y sus vínculos con
hombres políticamente importantes para lograr sus objetivos. Ellas lograron ganar sus
elecciones, pero no pudieron desmantelar el sistema existente.
El verdadero alcance del logro estadounidense, en términos de igualdad de género
en la política, se hace evidente cuando se comparan las estadísticas de mujeres de este
país con las del resto del mundo. A pesar de que 20 mujeres han sido electas primeras
ministras o presidentas de sus países durante los últimos 10 años, en Estados Unidos de
América sigue sin haber una mujer que haya ganado la posición presidencial. En 2014, esta
nación ocupó el lugar 84 de liderazgo femenino en el ámbito internacional. En el siglo xxi,
el mejor lugar en el que Estados Unidos de América ha estado es el 69. Hasta 2015, en el 114
Congreso había 84 mujeres en la Cámara Baja, de un total de 435, y 20 mujeres en el Senado,
de un total de 100 (The New York Times 2015). Había 3 mujeres en la Suprema Corte, de un
total de 9. En los estados no es mucho mejor: 6 mujeres ocupaban el cargo de gobernador,
aunque había un total de 77 mujeres desempeñando cargos ejecutivos en el plano estatal.
En el ámbito local, entre las 1,393 ciudades estadounidenses con una población mayor a
30,000, había 256 presidentas municipales (Rutgers Eagleton Institut of Politics 2015).
Entonces, ¿cuál es el problema? Las mujeres estadounidenses han tenido el derecho
a votar desde 1920, décadas antes de que muchos otros países concedieran el sufragio a
la mujer. Y las mujeres aprovechan este derecho. Incluso, la proporción de mujeres que
se registran y que votan es significantemente más alta que la de hombres en la mayoría
de las elecciones.
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Algunas emplearon su estatus de élite y sus conexiones con hombres poderosos para
influir en las decisiones políticas. Mujeres como Abigail Adams, quien urgió a su esposo
a que “no se olvidara de las señoras”, y Eleanor Roosevelt, quien presentó a su esposo a
mujeres involucradas en causas de justicia electoral, trabajaron para lograr sus metas
fuera de los parámetros de cargos electivos.
Este sistema no siempre resultó en que las mujeres obtuvieran lo que querían (Abigail
no logró convencer a John Adams para que diera voz a las mujeres en el nuevo gobierno),
pero a veces sí lo hizo (Francis Perkins, la asociada de Eleanor, fue la primera mujer que
ocupó un cargo en el gabinete). Otras formaron comités que presionaron a los hombres
en el poder para que hicieran lo que ellas querían. Estas asociaciones de mujeres fueron
particularmente útiles en el ámbito estatal y local, en el que podían ejercer presión directa
al presentarse en reuniones de juntas escolares o ayuntamientos en masa. Esto resultó ser
una estrategia útil para mujeres que luchaban contra lo que percibían como la amenaza
comunista durante la Guerra Fría. Por ejemplo, la asociación Minute Women of Houston1
logró la reasignación del superintendente de una escuela. Grupos de mujeres, como Business
and Professional Women también ofrecieron capacitación de liderazgo y organización que
ayudó a algunas mujeres a ganar cargos nacionales. Quienes eligieron trabajar en estas
organizaciones no partidistas muchas veces sentían más libertad para trabajar por
sus causas, ya que no tenían que seguir el liderazgo de los hombres encargados.
La inestabilidad social y política de las décadas de 1960 y 1970 retó al sistema de par-
tidos existente. La promulgación de la Ley de Derechos Civiles de 1964 resultó en cambios
radicales en varios aspectos de la vida de Estados Unidos de América. Aunque original-
mente fue redactada para debilitar la discriminación en contra de los afroamericanos, la
ley final incluyó una provisión que ordenó el fin de la discriminación laboral con base
en el género, así como en la raza, religión y etnicidad. Una posterior adaptación de la ley,
comúnmente llamada acción afirmativa, obligó a empresas e instituciones educacionales
a abrir sus puertas a números mayores de mujeres y minorías. Como resultado, más
mujeres tenían la capacitación y la ambición para competir con los hombres en sus propias
condiciones y postularse para cargos políticos. La Ley de Derechos Civiles solamente era un
elemento de un importante movimiento de derechos civiles que enfrentó la estructura de
poder estadounidense. Personas jóvenes de todas las razas reaccionaron en contra de un
sistema que según ellos era peligrosamente obsoleto. Sus demandas de cambio causaron
desplazamientos en ambos partidos políticos —los demócratas tuvieron una implosión y los
republicanos se desplazaron fuertemente a la derecha— y crearon aperturas potenciales
1 Nota del traductor. El grupo local de Houston de la asociación Minute Women of the U.S.A. fue uno de los
grupos anticomunistas de mujeres más grandes durante las décadas de 1950 y 1960.
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para que las mujeres pudieran ganar más poder político directo. De hecho, las mujeres y
las minorías efectivamente ganaron más elecciones en los años siguientes. Sin embargo,
dado que los partidos Republicano y Demócrata son organizaciones privadas más que
entidades públicas, el efecto que la acción afirmativa pueda tener en el sistema se en-
contrará limitado.
No obstante, esto no significa que las mujeres hayan dejado de tratar de romper las
barreras, ganar elecciones y cambiar la escena política estadounidense. A continuación,
se darán tres ejemplos de mujeres que lograron desafiar y cambiar el sistema, aunque
por medio de caminos al poder algo distintos.
Se comenzará con Margaret Chase Smith —redes de mujeres— Business and Pro-
fessional Women.
romper la barrera contra la consideración seria de que una mujer pueda llegar a la presi-
dencia de los Estados Unidos— para destruir cualquier intolerancia política en contra de
las mujeres en este respecto.
Nancy Pelosi empleó otra estrategia, evitando a los grupos de mujeres y traba-
jando por medio del sistema; sin embargo, tenía una cosa en común con Margaret Chase
Smith: ella también se benefició de hombres poderosos y políticamente comprometidos.
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3) Cuando sus hijos crecieron, trabajó como voluntaria para el partido Demócrata.
4) Resultó muy buena en recaudar fondos y promover el voto.
5) Ganó posiciones en el partido.
6) Con el tiempo, se postuló a cargos electivos y ganó varios, hasta que finalmente
se convirtió en la primera mujer presidenta de la Cámara de Representantes (tercer
lugar en la línea de sucesión).
7) Perdió su posición cuando los republicanos obtuvieron el control de la Cámara.
Finalmente, está Hillary Rodham Clinton, quien oscila entre mundos distintos; fue
la primera mujer en ganar la nominación a presidente de un partido principal.
Además de Hillary, Carly Fiorina se postuló para la nominación del Partido Repu-
blicano y fue percibida como una precandidata seria para enfrentarse a Donald Trump.
Estos ejemplos destacados de mujeres que aparentemente lo están logrando generan
la ilusión de que el sistema estadounidense es igualitario en función del género. Sus
logros esconden el hecho de que estas barreras siguen existiendo. Cabe destacar que
ellas obtuvieron sus posiciones respetando las reglas del juego establecidas por los
hombres y por tener un hombre impulsándolas encima de las barreras. Es posible que
la acción afirmativa haya abierto algunas oportunidades, pero en Estados Unidos de
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América esto no resultará suficientemente fuerte para derrumbar las barreras. Hasta
que se produzcan cambios importantes en el sistema político existente, las mujeres
continuarán siendo subrepresentadas en el gobierno.
Fuentes consultadas
Freeman, Jo. 2000. A room at a time. How women entered party politics. Nueva York: Rowman
& Littlefield Publishers, Inc.
Rutgers Eagleton Institute of Politics. 2015. Women in statewide elective office 2015. The
Center for American Women and Politics. Disponible en http://cawp.rutgers.edu/
levels_of_office/women-mayors-us-cities-2015 (consultada el 12 de septiembre de
2015).
. 2015. Women mayors in US cities. The Center for American Women and Politics.
Disponible en http://cawp.rutgers.edu/levels_of_office/women-mayors-us
-cities-2015 (consultada el 12 de septiembre de 2015).
Rymph, Catherine E. 2006. Republican women. Carolina del Norte: The University of North
Carolina Press.
The New York Times. 2015. “New Congress includes more women, minorities”. 4 de enero.
30
Los partidos políticos y la desigualdad
política de las mujeres
Ruth Zavaleta Salgado
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Por supuesto que es de llamar la atención el tiempo que tuvo que transcurrir en
México para que las mujeres fueran importantes en la vida democrática, lamentable-
mente, haber logrado votar y ser electas no implicó que los partidos políticos las integraran
de forma plena a la vida partidaria.
Dice Neumann que los partidos no solo expresan, sino también canalizan: “organizan
la caótica voluntad pública”. También Giovanni Sartori opina al respecto que estos, agregan,
seleccionan y, con el tiempo, desvían y deforman la opinión pública.
Por su parte, el magistrado de la Sala Superior, Manuel González Oropeza, escribió
hace pocos años que
los Partidos Políticos están formados de diversos elementos y cumplen múltiples funciones
tales como representar a la sociedad y propulsar el sistema político, en su doble papel de
agrupar las élites y elegirlas y aplicar los derechos políticos de los ciudadanos. Por todo
ello, los Partidos Políticos son un referente obligado en el reconocimiento de los derechos
políticos de la mujer.
Si bien es cierto que los partidos cumplen este importante papel, las mujeres vieron
fortalecerse la garantía del derecho político hasta que emergió y se consolidó el pluralis-
mo político. Por supuesto que el pluralismo no representa por sí solo la consecución de
la igualdad política o la inclusión equitativa; sin embargo, en México implica que ya no
había un poder monolítico y, sobre todo, advierte la importancia de los otros en el juego
democrático. En este caso, como lo demuestra el cuadro 1, las mujeres empezaron a tener
más peso en presencia numérica a partir de la mayor competencia electoral.
De esta forma, fue a partir de 2000, con la alternancia en el Poder Ejecutivo, cuando
los cambios formales tanto de leyes secundarias como de la propia Constitución han
transformado exponencialmente las condiciones de participación política de la mujer.
La importancia numérica de mujeres que implicó esta nueva etapa en el Poder Legislativo
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Mujeres y poder
ayudó para que fueran más rápidos los cambios, y en 2007 se logró impulsar la agenda de
género para que fuera transversal. Aunque, en lo político, tuvo que aparecer un evento
especial para lograr dar un salto cualitativo: la actitud de los magistrados de la Sala Superior
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en noviembre de 2011, al emitir
la sentencia SUP-JDC-12624/2011 y acumulados.
Este resolutivo que obligó a los partidos a cumplir con la cuota de género para su
registro de candidatos tanto en la vía de mayoría relativa como en la de representación
proporcional significó un parteaguas en la historia de México.
La sentencia en comento no solo forzó a los partidos a registrar sus listados con una
cuota de género de 40%, sino también a que tomaran prevenciones para evitar que
las mujeres renunciaran a sus cargos de representación popular para dejarle la curul a
los varones, tal y como sucedió en la LXI Legislatura de la Cámara de Diputados.
El efecto dominó que se originó a partir de esta importante determinación del
Tribunal Electoral permitió poner en la mesa de debate el asunto de la paridad política,
por lo que, en el contexto de la reforma política de 2013, se modificó la Constitución para
obligar a los partidos a registrar sus listados de forma paritaria.
Dicho cambio modificó de forma contundente la conformación del Poder Legislativo,
por lo que hoy, el Congreso de la Unión tiene una conformación histórica.
Nota: pri, Partido Revolucionario Institucional; pan, Partido Acción Nacional; prd, Partido de la
Revolución Democrática; pvem, Partido Verde Ecologista de México; mc, Movimiento Ciudadano;
pes, Partido Encuentro Social; sp, Sin partido político, e Ind, independiente.
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Nota: pri, Partido Revolucionario Institucional; pan, Partido Acción Nacional; prd, Partido de la
Revolución Democrática; pvem, Partido Verde Ecologista de México; pt, Partido del Trabajo, y sp,
Sin Partido Político.
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Nota: pan, Partido Acción Nacional; pri, Partido Revolucionario Institucional; prd, Partido
de la Revolución Democrática; pt, Partido del Trabajo; pvem, Partido Verde Ecologista de México;
mc, Movimiento Ciudadano y pes, Partido Encuentro Social.
Es importante señalar que el monto no resulta tan importante como haber logrado
que los partidos lo destinen a los rubros de capacitación de las mujeres, ya que fue de
conocimiento público que originalmente estos recursos fueron justificados por los
partidos políticos hasta con escobas y cubetas para limpieza.
De esta forma, fue necesario que la Ley General de Partidos Políticos estableciera
en su artículo 51, párrafo 1, inciso a, fracción V, lo siguiente: “para la capacitación, pro-
moción y el desarrollo del liderazgo político de las mujeres, cada partido político deberá
destinar anualmente, el tres por ciento del financiamiento público ordinario” (ine 2014).
Además, para garantizar el cumplimiento de esta obligación, el 19 de noviembre de
2014, el Consejo General aprobó el Reglamento de Fiscalización que en el artículo 163,
numeral 3, establece:
Los partidos deberán elaborar y ejecutar los proyectos con base en lo establecido en el
Manual y Lineamientos para el gasto programado, los cuales son documentos vinculantes,
mismos que serán proporcionados por la Unidad Técnica, previa aprobación de la Comisión.
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sos, así como fortalecer la rendición de cuentas de los partidos políticos y acompañarlos
en el cumplimiento de su obligación (ine 2015).
Estos lineamientos se apegan a lo mencionado en 2010, cuando la Sala Superior del
tepjf señaló que los partidos deben demostrar que verdaderamente promocionan, capa-
citan o desarrollan el liderazgo de las mujeres.
Cabe señalar que México es el único país en el que los partidos políticos programan
el financiamiento público ordinario. Pero esto no basta, para que las mujeres tengan
mejores condiciones, además de los lineamientos, tiene que haber observancia del
cumplimiento y un cambio verdadero de actitud.
Ya en el siglo xviii, algunas pensadoras feministas, como Mary Wollstonecraft,
hicieron una crítica fuerte a las posturas posicionales limitadas, en las que resulta funda-
mental transcender a un enfoque no relacional; en la teoría de Amartya Sen se hace una
reflexión al respecto que dice así:
en una sociedad con una larga tradición de subordinación de las mujeres, la norma
cultural que subraya ciertas supuestas características de la presunta inferioridad de las
mujeres puede ser tan fuerte que se requiera una considerable independencia mental
para interpretar tales características de un modo diferente. Ejemplo, si hay, para poner
un caso, muy pocas mujeres científicas en una sociedad que no estimula a las mujeres a
estudiar ciencias, la notoria escasez de científicas de éxito puede servir como obstáculo
para entender que las mujeres pueden ser muy competentes en las ciencias (Sen 2010, 192).
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En los dos casos, las mujeres no contaron con el apoyo total de algunos militantes
de la élite con peso en la región, y también fueron señaladas prácticamente como únicas
responsables de haber perdido.
Esto demuestra que las mujeres no solo tienen que pelear cuotas de género, sino
además tienen que lograr no ser enviadas a candidaturas de alto riesgo y ser culpables por
no ganar la elección. De hecho, en ese momento, compitieron 10 partidos políticos y
solo hubo 13 candidaturas para gobernadoras en 8 entidades, y de estas, una de ellas era
de un partido local.
Actualmente existen 8 partidos políticos nacionales: pri, pan, prd, pvem, Nueva
Alianza (na), Morena, Movimiento Ciudadano (mc) y Partido Encuentro Social (pes). Si
bien es cierto que la Constitución obliga a los partidos a registrar paritariamente sus
candidaturas a cargos de representación popular del Poder Legislativo, en los partidos,
hasta hace muy poco, solo promocionaban la igualdad política de forma enunciativa.
La aparición de observatorios de evaluación de sus procesos internos y la denuncia
pública han obligado a los partidos a realizar cambios estatutarios, de procedimientos
reglamentarios y operativos. Por ejemplo, existen dos estudios importantes. El primero,
en 2011, del Instituto Nacional de la Mujer, para calificar el grado de cumplimiento de
los partidos respecto al impulso de una nueva cultura de la igualdad política. Se les aplicó
el modelo del semáforo de la equidad, inspirado en la agenda desde lo local, elaborada
por el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal en coordinación
con el maestro Carlos Gadsen Carrasco. En ese análisis, se hizo una medición del nivel de
integración de la participación de las mujeres tanto en los estatutos como en la práctica;
de ese modo, pudo comprobarse que algunos partidos establecían en sus documentos
básicos un discurso que no correspondía con su actuar.
El segundo estudio, realizado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas
y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 2012, acerca de igualdad, in-
clusión y no discriminación comprendió el análisis de tres ejes: normativo, procedimental
y operativo. Además, abordó la transparencia, rendición de cuentas y reciprocidad del
pri, pan, prd, pvem, na, pt y mc.
De ese trabajo, se rescata el trato desigual en la práctica cotidiana de estos insti-
tutos para con las mujeres en la toma de decisiones, en la inclusión de intereses y demandas
de género en la agenda del partido, y en la promoción y el desarrollo del liderazgo político.
Aunque los tres partidos mayores lo enunciaban en sus estatutos, al momento del
procedimiento solo el pri cumplía con ello. Por último, todos los partidos hacían alu-
sión, en sus documentos normativos, a los principios de igualdad de género, inclusión
y no discriminación pero también, en el proceso, solo el pri, prd y mc lo concretaban.
La evidencia de una actitud discriminadora de los partidos políticos contra las
mujeres está a la vista de forma cotidiana; en este momento, ninguna mujer es presidenta
de alguno de los ocho institutos políticos y la conformación de sus comités nacionales
es la siguiente.
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Nota: pri, Partido Revolucionario Institucional; pan, Partido Acción Nacional; prd, Partido
de la Revolución Democrática; pvem, Partido Verde Ecologista de México; pt, Partido del Trabajo;
mc, Movimiento Ciudadano; na, Nueva Alianza, y pes, Partido Encuentro Social.
Por otra parte, está la siguiente radiografía de los partidos en los estados respecto a
dirigentes mujeres.
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Continuación.
Nota: pan, Partido Acción Nacional; pri, Partido Revolucionario Institucional; prd, Partido
de la Revolución Democrática; pvem, Partido Verde Ecologista de México; pt, Partido del Trabajo;
mc, Movimiento Ciudadano; na, Nueva Alianza, y pes, Partido Encuentro Social.
Por lo que respecta al Poder Legislativo, se tiene una representación histórica de más
de 42% de mujeres en la Cámara de Diputados, pero eso no se ha traducido en una pre-
sencia importante en las presidencias de comisiones ni en la presidencia de la mesa
directiva. Se necesita impulsar programas de participación de las mujeres financiados
de forma extraordinaria no solo con 3% oficial, sino con programas de promoción
integral de la participación política.
Cuando haya elecciones, se requiere destinar mayores fondos a las campañas de las
candidatas considerando que, en primer lugar, se encuentran en desventaja con respecto
a los varones y, en segundo, hay regiones con un mayor grado de discriminación contra
las mujeres.
Así como la política de igualdad se convirtió en política de Estado, los partidos deben
traducirlo en su interior como una política prioritaria; por ejemplo, obligar a que los
candidatos o candidatas que logren una posición en el Poder Ejecutivo —presidente
de la república, gobernador o alcalde— cumplan con una cuota de género en los cargos de
primer nivel. Además, instalar observatorios de transparencia para garantizar que los
presupuestos ejercidos por los gobiernos que emanan de sus filas cumplan con impulsar
la igualdad de género y, en ese contexto, la participación política.
Fuentes consultadas
Castrejón Diez, Jaime. 1995. La política según los mexicanos. México: Editorial Océano.
ine. Instituto Nacional Electoral. 2014. Compendio Legislación Nacional Electoral.
Tomo II. México: ine.
. 2015. Acuerdo INE/CG21/2015. Acuerdo del Consejo General del Instituto Nacional
Electoral por el que se expide el Lineamiento del Gasto Programado y se abrogan
los Lineamientos para la Elaboración del Programa Anual de Trabajo del Gasto
Programado publicados el 20 de octubre de 2011 en el Diario Oficial de la Federación.
México: ine.
Sen, Amartya. 2010. La idea de justicia. Madrid: Taurus.
Sentencia SUP-JDC-12624/2011 y acumulados. Actoras: María Elena Chapas y otras.
Autoridad responsable: Consejo General del Instituto Federal Electoral. Dispo-
nible en http://portal.te.gob.mx/colecciones/sentencias/html/SUP/2011/JDC/
SUP-JDC-12624-2011.htm (consultada el 18 de agosto de 2015).
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Relatoría
Mariana Morante Aguirre
y Belén de la Paz Cumsille Rojas
Introducción
Manuel González Oropeza, magistrado de la Sala Superior del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación (tepjf), inició este seminario reconociendo que a pesar
de los significativos avances que se han logrado en los derechos políticos de las mujeres,
estos aún no son suficientes, dado que se requiere no solo de una transformación
de las estructuras políticas, sino también de los contextos socioculturales en el país.
Asimismo, González Oropeza hizo un breve recorrido por la historia de la evolu-
ción de la participación de las mujeres en la política formal en México: sus obstáculos,
fracasos y victorias. Un recorrido que hasta el momento ha logrado la implementación
de políticas de acción afirmativa en el Poder Legislativo. En este proceso, y tal como lo
reconocieron el magistrado y Victoria Rodríguez, la actuación de las autoridades e
instituciones electorales ha sido clave para la implementación de la paridad. Empero, el
reto actual, señaló González Oropeza, es lograr que las acciones afirmativas se arraiguen
en la sociedad mexicana.
Victoria Rodríguez resaltó la importancia de las cuotas para la representación femenina
en el Poder Legislativo, mostrando el crecimiento en la cantidad de diputadas y senadoras
electas en los últimos 20 años, y en especial en las últimas elecciones con la paridad. Sin
embargo, la catedrática de la Universidad de Texas en Austin contrastó la participación
política de las mujeres en el Legislativo con su representación en el Ejecutivo, tanto en el
plano federal como en el estatal y municipal. En el Poder Ejecutivo, en el que no existen
medidas de acción afirmativa, la representación de las mujeres ha sido muy baja: tan
solo 24 veces en la historia del país han ostentado el cargo de secretaria, solo 7 mujeres
han sido gobernadoras y las presidentas municipales no alcanzan 7% de representación.
Por otro lado, el magistrado presidente del tepjf, Constancio Carrasco Daza, señaló
los avances en torno al reconocimiento social del trabajo de las mujeres, especialmente en
ámbitos tradicionalmente reservados para los hombres. Para el magistrado presidente,
dicho reconocimiento ha comenzado, finalmente, a adquirir una perspectiva humana que
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ha permitido a las mujeres participar en la toma de decisiones, así como tener una mayor
independencia social y económica.
A pesar de ello, Carrasco Daza señaló que uno de los retos fundamentales continúa
siendo la eliminación de estereotipos y la disminución de la enorme desigualdad de
oportunidades entre hombres y mujeres, que revelan una dolorosa realidad que ha rele-
gado a las mujeres a los espacios privados y que se empeña en impedir, a toda costa, su
acceso al poder.
El magistrado presidente reconoció la urgente necesidad de hacer significativa la
participación de las mujeres en los distintos ámbitos, así como la obligación de las insti-
tuciones para lograrlo. Carrasco Daza dio por inaugurado el seminario cerrando su
intervención con una cita de Virginia Woolf: “una mujer, para escribir necesita dinero y
un cuarto propio. Sólo a partir de estas dos posesiones puede empezar a crear”, concluyó.
Mesa 1
Participantes: Joy Langston, académica del Centro de Investigaciones y Docencia
Económicas; Beatriz Paredes Rangel, embajadora de México en Brasil, y María de los
Ángeles Fernández Ramil, presidenta del proyecto “Hay mujeres” en Chile. Moderadora:
Le Linh Lan, embajadora de Vietnam en México.
Joy Langston, académica del Centro de Investigaciones y Docencia Económicas
• Investigación acerca de la experiencia política previa y la capacidad de las mujeres
de ganar candidaturas en distritos ganables, en comparación con los hombres.
• Un gran problema del sistema político era que que los partidos nominaban a las
mujeres en distritos que no eran ganables. Los partidos políticos todavía controlan
las carreras políticas.
• Importancia de entender qué está pasando en los puestos subnacionales para
entender a cabalidad por qué no hay más mujeres en posiciones ejecutivas de poder.
• La experiencia previa ayuda a los hombres, pero más a las mujeres a ser electas
(tener alta experiencia previa es haber estado en dos puestos políticos o más). Esto
es importante porque provee conexiones y redes políticas, además de mejorar la
información para la toma de decisiones.
• Existen problemas de representación femenina en el ámbito subnacional. Si esto no
cambia, las mujeres no tienen oportunidades de representación en el Congreso.
Por ejemplo, 33% de las regidoras son mujeres, pero solo 6% son alcaldesas. Los
partidos deben hacer un esfuerzo real para buscar a las mujeres en el plano sub-
nacional, reclutarlas y entrenarlas para hacerlas buenas candidatas, lo que implica
trabajo de años, de acompañamiento y de ayuda. Esos son los mejores puestos para
encontrar candidatas mujeres, pero no se recluta desde ahí.
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Mesa 2
Participantes: Mary Brennan, académica de Texas State University; Ruth Zavaleta,
directora de Participación Ciudadana en la Secretaría de Gobernación, y Gisela Zar-
emberg, académica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Moderadora:
Victoria Rodríguez, académica de la Universidad de Texas.
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Las autoras
y los autores
Mary C. Brennan
Académica del Departamento de Historia de la Texas State University, del cual fue
directora. Estudió la licenciatura en Historia en Edgecliff College of Xavier University y
es doctora en Historia por Miami University. Ha sido profesora de Xavier University, Ohio
State University y Southwest Texas State University. Ha recibido los galardones Presi-
dential Award Excellence in Teaching y Mariel Muir Mentoring.
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Mujeres y poder. Género y ejercicio del poder político.
Evolución de las acciones afirmativas a favor de las mujeres
fue editada en julio de 2018
por la Dirección General de Documentación
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
Carlota Armero núm. 5000, colonia CTM Culhuacán,
CP 04480, delegación Coyoacán, Ciudad de México.
El seminario “Mujeres y poder: género
y ejercicio del poder político. Evolución
de las acciones afirmativas a favor de
las mujeres” se llevó a cabo en septiem-
bre de 2015 en el Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación. Esta
obra contiene los trabajos elaborados
por sus ponentes, quienes analizaron
la participación de la mujer en el ámbito
público, con especial énfasis en el terreno
de los derechos político-electorales.