Fernando Flores, Hay Cultivar La Rareza
Fernando Flores, Hay Cultivar La Rareza
rareza"
El experto en comunicación y filosofía habla de su último libro, que
busca puntos en común entre la iniciativa empresarial, la acción política y
la solidaridad.
Andrés Allamand, Alberto Fuguet, Ricardo Lagos y Diego Maquieira son algunos de
los nombres que figuran en la lista de agradecimientos del libro Disclosing new worlds
(Mit Press). Es una prueba de la diversidad de intereses que despierta el trabajo de
Fernando Flores, su autor junto a Charles Spinosa, un experto en Shakespeare de la
Universidad de Oxford, y Hubert Dreyfus, conocido como uno de los filósofos que
mejor domina el pensamiento de Heidegger.
El texto aún no ha sido traducido al español, pero ya cuenta con algunos entusiastas
como Felipe González, quien podría realizar el prólogo de la versión para
Hispanoamérica. En pocas palabras, el libro argumenta que los seres humanos alcanzan
su plenitud no en la reflexión abstracta, sino cuando están involucrados en el cambio, en
la innovación cotidiana, en ser protagonistas de su historia. Sin olvidar que el individuo
pertenece a una comunidad, donde hay un pasado y un futuro en común, de los cuales se
hace responsable.
Ex ministro de Allende y hoy exitoso empresario, Flores (54) viaja alrededor del mundo
dando consejos. Son muchos los que pagan por ellos, aunque tampoco faltan quienes
consideran sus métodos demasiado radicales. Ahora tendrá la oportunidad de
materializar uno de sus más caros proyectos:
diseñar un colegio que no produzca personas llenas de conocimientos, sino gente con
capacidad para inventar. El año pasado compró algunas acciones de un colegio
santiaguino, y hace poco logró el control total. Se da un plazo de tres años para hacer un
balance de la experiencia.
¿Cómo se relacionan?
- El mundo empresarial, el mundo político, el mundo cultural, me parecen
absolutamente ligados. Todos participan de alguna manera en lo que llamo la
coinvención del mundo. Toda la gente que es emprendedora, es gente que se conecta
total y apasionadamente con su actividad, es una manera de ser, versus la persona
normal que ve el mundo como cosas que hay que hacer. Estos otros ven mundos que
hay que inventar, y eso le da sentido a la vida. De alguna manera, la tesis más profunda
del libro es que es posible vivir la vida sin la amenaza del nihilismo, que Nietzsche de
alguna manera anticipaba.
- ¿Qué se propuso al escribir este libro?
- Uno no sabe cuando escribe qué es lo que va a salir. Los libros son como visitas de las
musas que te traen algo. Estoy contento por lo que abrió en mí.
Tiene uno de los mejores capítulos, y lo digo sin falsa humildad, sobre el espíritu
emprendedor en los negocios. Fue el libro más vendido durante cuatro meses en ese
rubro, donde en general los libros son bastante light.
- Como manuales...
- Claro, libros que cuentan anécdotas de empresarios exitosos, pero no te explican cómo
hacerlo, qué es lo que está en juego ahí.
Pero no se trata sólo de vender productos sino una manera de ser. Sin ir más lejos, las
zapatillas que estás usando no existían hace 15 años, había zapatillas para hacer
deportes y ahora hay zapatillas como alternativa al zapato. Lo que realmente han
promovido es un estilo de vida, casual, asociado al deporte, la preocupación por la
salud, la informalidad en las relaciones.
- Más bien se trata de dimensiones, que se dan mezcladas. Por ejemplo, si quieres
vender productos ecológicos tienes que vender conciencia antes.
Ya pronto van a salir los autos eléctricos, pero inicialmente van a ser ineficientes desde
el punto de vista económico. Es decir la primera generación de gente que use eso va a
ser gente con conciencia cultural, no va a estar buscando la eficiencia. Si logran que esa
cantidad de primeros usuarios sea suficientemente grande, si finalmente los autos
eléctricos son atractivos, ganaron la pelea.
- La globalización neoliberal mira la economía como gente que está buscando una
satisfacción de necesidades más o menos triviales, y la innovación es vista como una
especie de moda. Nosotros decimos No. Los seres humanos tenemos tradiciones
incorporadas a nuestros hábitos, y si bien podemos tener innovaciones, éstas no sólo
afectan las cosas sino tambien el sentido de la vida, las identidades más profundas, por
lo tanto tienen que respetarlas.
- La palabra que el libro usa es anomalía. Todo creador parte de lo que llamo una
satisfacción-insatisfacción anómala. Hay algo que él ve que no está.
Yo mismo he pasado por eso: de pronto me doy cuenta que la vida empresarial y la
política eran comunicación, y que la comunicación era lenguaje, no informacion, y
nadie había escrito sobre eso. Terminé armando un pedazo de mundo y una manera de
ver que por lo menos ha producido bastantes estragos en algunas partes. Pero primero
parto de una anomalía.
- La rareza puede ser una manera de construir una neurosis: soy mejor que los otros y
los otros no me reconocen. Si caes en ese juego estás jodido, la rareza consiste en
construir, hacer ofertas, seducir al mundo. Si la gente no me escucha es que no la
alcancé a seducir, o mi proyecto no era tan bueno, pero nunca debemos echarles la culpa
a otros. Eso pasa en los artistas: el que se siente incomprendido y el que se siente
seductor. Neruda era una rareza, pero no vivía amargado.