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The Cruel Prince - Holly Black
The Cruel Prince - Holly Black
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo
alguno.
Y Cardan es aún más hermoso que el resto. Lo odio más que a todos
los demás. Lo odio tanto que a veces cuando lo miro, apenas puedo respirar.
Jude tenía siete años cuando sus padres fueron asesinados y ella y
sus dos hermanas fueron robadas para vivir en la traicionera Corte Suprema
de las Hadas. Diez años después, Jude no quiere nada más que pertenecer
allí, a pesar de su mortalidad. Pero muchos de los fey desprecian a los
humanos. Especialmente el príncipe Cardan, el hijo más joven y malvado
del Rey Supremo.
E
n una adormecida tarde de domingo, un hombre con un abrigo
largo y oscuro vacilaba frente a una casa en una calle arbolada.
No había estacionado un automóvil, ni había venido en taxi.
Ningún vecino lo había visto pasear por la acera. Simplemente apareció,
como si caminara entre una sombra y la siguiente.
Cuando llegó el golpe, Jude saltó para contestar. Esperaba que fuera
una de las chicas del otro lado de la calle, queriendo jugar videojuegos o
invitarla a nadar después de la cena.
Él dio un paso hacia ella, y ella dio un paso hacia atrás. Había algo
mal con la pierna del hombre alto. Se movía rígidamente, como si le doliera.
La luz era diferente en el vestíbulo de entrada, y Jude podía ver el extraño
tono verde de su piel y la forma en que sus dientes inferiores parecían
demasiado grandes para su boca.
Ella pudo ver que sus ojos eran como los de Vivi.
—Nunca iba a ser feliz contigo —le dijo mamá—. Tu mundo no es para
gente como yo.
—Un hombre aterrador —le dijo Jude, sin aliento a pesar de que
apenas había corrido. Su corazón latía con fuerza—. Se supone que debemos
subir las escaleras.
Mamá gritó. Jude gritó. Taryn y Vivi gritaron. Todas parecían estar
gritando, excepto el hombre alto.
—No —le dijo Vivi con su pequeña voz sombría—. Nunca iré a ningún
lugar contigo.
—No eres su padre —le gritó Jude al hombre. A pesar de que él y Vivi
tenían los mismos ojos, ella no se iba a permitir creerlo.
—Te odio —proclamó Vivi al hombre alto con una crueldad de la que
Jude estaba contenta—. Siempre te odiaré. Lo juro.
O tal vez Jude había empacado por sí misma. Nunca estuvo segura.
—Sosténganse —dijo.
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Traducido por Mari NC
Corregido por Flochi
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Traducido por Mari NC
Corregido por Flochi
M
e siento en un cojín mientras una duendecilla trenza mi
cabello hacia atrás de mi cara. Los dedos de la duendecilla
son largos, sus uñas afiladas. Me estremezco. Sus ojos
negros se encuentran con los míos en el espejo con garras de mi tocador.
Suspiro.
—Es un honor bailar con la Corte del Rey Supremo debajo de la colina.
—Me gustan.
—No sé dónde está Vivi —miento. Mentir es muy fácil aquí. Puedo
hacerlo todo el día y nunca ser atrapada—. Debe haberlo olvidado.
Madoc se casó con ella hace siete años, y poco después, ella le dio un
niño, un niño enfermizo llamado Oak, con pequeños cuernos adorables en
su cabeza. Siempre ha sido claro que Oriana nos soporta a mí y a Taryn solo
por el bien de Madoc. Parece pensar que somos los perros favoritos de su
marido: pobremente entrenados y propensos a volverse contra nuestro amo
en cualquier momento.
Oak piensa en nosotras como hermanas, lo cual puedo decir que pone
nerviosa a Oriana, a pesar de que nunca haría nada para lastimarlo.
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Traducido por Mari NC
Corregido por Flochi
L
as hadas son criaturas del crepúsculo, y yo también me he
convertido en una. Nos levantamos cuando las sombras se
alargan y nos dirigimos a nuestras camas antes de que salga el
sol. Es bastante después de la medianoche cuando llegamos a la gran colina
en el Palacio de Elfhame. Para entrar, debemos cabalgar entre dos árboles,
un roble y un espino, y luego directamente hacia lo que parece ser el muro
de piedra de una ruina abandonada. Lo he hecho cientos de veces, pero me
estremezco de todos modos. Todo mi cuerpo se tensa, agarro las riendas con
fuerza y mis ojos se cierran.
Su abuela era la Reina Mab, de la Casa de Zarza Verde. Ella vivió como 23
una de las hadas solitarias antes de comenzar a conquistar la Tierra de las
Hadas con su consorte con cuernos y sus jinetes. Debido a él, se dice que
cada uno de los seis herederos de Eldred tiene alguna característica animal,
algo que no es inusual en esta tierra pero que es inusual entre el grupo de
Nobles de las Cortes.
Oriana les hace una reverencia. Aunque Dain y Balekin están juntos,
a menudo están en desacuerdo entre ellos y con su hermana Elowyn, tan a
menudo que se considera que la Corte está dividida en tres círculos de
influencia en conflicto.
El Príncipe Balekin, el primogénito, y su conjunto son conocidos como
el Círculo de Estornino, para aquellos que disfrutan de la alegría y que
desprecian cualquier cosa que se interponga en su camino. Beben hasta
enfermar y se adormecen con polvos venenosos y deliciosos. El suyo es el
círculo más salvaje, aunque siempre ha sido perfectamente compuesto y
sobrio cuando habla conmigo. Supongo que podría lanzarme al libertinaje y
esperar impresionarlos. Prefiero no hacerlo, sin embargo.
Esta noche, sin embargo, Taryn tiene una idea diferente. Ella pasa los
escalones y toma comida de una bandeja de plata: una manzana verde y un
trozo de queso con vetas azules. Sin molestarse con la sal, toma un bocado
de cada uno, sosteniendo la manzana para que la muerda. Oriana piensa
que no podemos notar la diferencia entre la fruta normal y la fruta de hada,
que florece un oro profundo. Su carne es roja y densa, y el olor empalagoso
llena los bosques en el momento de la cosecha.
Cerca de donde estoy de pie, una pequeña niña hada con un reloj de
cabello blanco, como el de un diente de león, y un pequeño cuchillo corta la
correa del cinturón de un ogro. Es un trabajo astuto. Un momento después,
su espada y su bolsa se han ido, se está perdiendo en la multitud, y casi
puedo creer que no sucedió. Hasta que la chica me mira.
Comienza una nueva balada, y las palabras vagan hacia mí. “De todos
los hijos que tuvo el Rey William, el Príncipe Jamie fue el peor”, cantan. “Y lo
que hizo que el dolor fuera aún mayor, el Príncipe Jamie fue el primero”.
Nunca me gustó esa canción porque me recuerda a otra persona.
Alguien que, junto con la Princesa Rhyia, no parece estar asistiendo esta
noche. Pero… oh no. Lo veo.
El Príncipe Cardan, el sexto nacido del Rey Supremo Eldred, y aun así
el peor absoluto, avanza a grandes zancadas hacia nosotras.
—Vivi dice que Cardan tiene una cola —susurra Taryn—. Ella lo vio
cuando estaba nadando en el lago con él y la princesa Rhyia esta pasada
noche de luna llena.
—¡No les des más razones para molestarte de lo que ya han hecho! —
La intensidad de su respuesta me sorprende al tomar mi mano. Las enojadas
medias lunas rojas marcan dónde me agarró.
C
uando el amanecer despunta, abro las ventanas de mi
habitación y dejo que lo último del frío aire nocturno entre,
mientras me quito mi vestido de la Corte. Me siento acalorada
por todas partes. Mi piel se siente muy tensa y el corazón no deja de latirme
a toda velocidad.
Madoc insiste (tal vez por culpa o vergüenza) que nos traten como
hijas de esta tierra. Que tomemos las mismas lecciones, que nos
proporcionen todo lo que ellos tienen. Se han traído Niños Intercambiados
antes a la Alta Corte, pero ninguno de ellos ha sido criado como Aristocracia.
Mi alivio es inmenso.
Alzo la mirada para verlo observándome con cruel placer, como un ave
rapaz intentando decidir si se molesta en devorar a un ratoncito. Está
usando una túnica de cuello alto bordada con espinas, sus dedos pesados
con anillos. Su mueca de desprecio es una bien practicada.
Aprieto los dientes. Me digo que si permito que las burlas pasen sin
darles importancia, él perderá su interés. Se irá. Puedo soportar un poco
más, unos días más.
—¿Por qué los desafías de esa manera? —pregunta Taryn cuando han
regresado a su propio almuerzo feliz, todo desplegado para ellos—.
Responderle así; es estúpido.
Oblígame.
E
n nuestro camino a casa, Taryn se detiene y recoge moras junto
al Lago de Máscaras. Me siento en una roca a la luz de la luna
y deliberadamente no miro al agua. El lago no refleja tu propia
cara; te muestra a alguien más que lo ha visto o lo mirará. Cuando era
pequeña, solía sentarme en la orilla todo el día, mirando los rostros de las
hadas en lugar de los míos, con la esperanza de que algún día pudiera ver
a mi madre mirándome.
Ella frunce el ceño con una expresión como la que podría hacer si
estuviera siendo particularmente terca.
Me sorprendo riendo.
—Nada —digo.
—Si estás tan segura que Madoc te va a dar permiso, ¿por qué no le
has preguntado todavía? —susurra Taryn—. El torneo está a solo tres días.
Cualquiera puede pelear en el Torneo de Verano, pero si quiero ser un
caballero, debo declarar mi candidatura usando una faja verde en mi pecho.
Y si Madoc no me permite eso, entonces ninguna cantidad de habilidad me
ayudará. No seré candidata y no seré elegida.
Pero estoy más desconcertada por la cantidad de cosas que Vivi tiene
y cuántas de ellas no parecen tener ningún valor. Es solo basura. Basura
mortal.
—Puede que no muramos por la edad, pero nos agotamos con ella —
dice Madoc con un pesado suspiro—. He hecho la guerra en nombre de
Eldred. He roto Cortes que le han negado lealtad. Incluso he liderado
escaramuzas contra la Reina de Bajo el Mar. Pero Eldred ha perdido el gusto
por el derramamiento de sangre. Permite que aquellos que están bajo su
bandera se subleven en pequeñas y grandes formas incluso mientras otras 40
Cortes se niegan a someterse a nosotros. Es hora de cabalgar a la batalla.
Es hora de un nuevo monarca, uno hambriento.
—¿Para qué sirve un general sin guerra? —Madoc toma un gran sorbo
de vino. Me pregunto lo a menudo que necesita mojar su capucha con
sangre—. La coronación del nuevo rey será en el solsticio de otoño. No se
preocupen. Tengo un plan para asegurar nuestros futuros. Solo
preocúpense por prepararse para una gran cantidad de baile.
—Pregúntale —gesticula.
—Jude quiere preguntarte algo —dice Taryn. La peor parte es, que ella
cree que está ayudando.
Asiento.
—Sí, sí, tantos como quieran. Quiero que se vean lo mejor posible y
bailen lo más posible.
Riéndose como si supiera que esto es una fantasía que nunca será
real.
—Solo alguien sin nada que perder atacaría el trono contigo allí para
protegerlo —dice Oriana remilgadamente.
—Siempre hay algo que perder —dice Vivi, y luego hace una mueca a
Oak. Él se ríe.
Todo esto era de mi madre antes que fuera de Oriana. Mamá debe
haber sido joven y estar enamorada de Madoc en aquel entonces. Me
pregunto cómo fue para ella. Me pregunto si pensó que iba a ser feliz aquí.
—Saltemos nuestras lecciones hoy —le digo a Taryn esa tarde. Estoy
vestida y listo temprano. Aunque no he dormido, no me siento para nada
cansada—. Quédate en casa.
—Decirme que no vaya significa que debería. Lo que sea que estés
pensando, detente. Sé que estás decepcionada por el torneo…
—Jude —advierte.
—Pensé que se suponía que debía ser buena y seguir las reglas —le
digo—. Pero he acabado de ser débil. He acabado de ser buena. Creo que
voy a ser otra cosa.
—Solo a los idiotas no les asustan las cosas que dan miedo —dice
Taryn, lo cual es indudablemente cierto, pero todavía no logra disuadirme.
—Sáltate las lecciones hoy —le digo nuevamente, pero ella no lo hará,
así que vamos a la escuela juntas.
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Traducido por Clau-Clau
Corregido por Flochi
H
e contado esta historia erróneamente. Hay cosas que
realmente debería haber dicho sobre crecer en la Tierra de
las Hadas. Las dejé fuera de la historia, mayormente porque
soy una cobarde. Ni siquiera me gusta permitirme a mí misma pensar sobre
ellas. Pero tal vez conocer unos pocos detalles relevantes sobre mi pasado
hará que cobre más sentido porqué soy como soy. Cómo el miedo se me filtró
hasta la médula. Cómo aprendí a fingir para alejarlo.
Así que aquí hay tres cosas que debería haberte contado antes sobre
mí misma, pero no lo hice:
Incluso si, por algún milagro, pudiera ser mejor que ellos, nunca seré
una de ellos.
Traducido por Clau-Clau
Corregido por Flochi
E
llos no esperan mucho para vengarse.
Por una vez, terminamos antes de que la oscuridad haya caído por
completo. Taryn y yo nos dirigimos a casa, con ella lanzándome miradas
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preocupadas. La luz del ocaso se filtra a través de los árboles, y respiro
hondo, embebiendo la esencia de las agujas de pino. Siento una especie de
calma extraña, a pesar de la estupidez de lo que he hecho.
Ella tiene razón. Sé que tiene razón. La furia atolondrada de esta tarde
se desvanecerá, y lamentaré lo que he hecho. Probablemente después de un
buen y largo sueño, estaré tan horrorizada como Taryn. Todo lo que me he
conseguido son problemas peores, sin importar lo bien que se sintió salvar
mi orgullo.
No eres una asesina.
—Hay nixies en este río —dice Valerian—. Si no salen antes que las
encuentren, tirarán de ustedes bajo el agua y las mantendrán allí. Sus
dientes afilados se hundirán en su piel. —Imita dar un mordisco.
Hundo los pies más en el lodo. El agua que llena mis botas dificulta
mover mis piernas, pero el lodo las mantiene en el lugar cuando consigo
pararme quieta. No sé cómo voy a llegar a Taryn sin resbalarme.
Valerian está vaciando nuestras mochilas de la escuela en la ribera.
Él, Nicasia y Locke toman turnos en arrojar los contenidos al agua. Mis
cuadernos forrados de cuero. Rollos de papel que se desintegran conforme
se hunden. Los libros de baladas e historias hacen un enorme salpicón,
entonces se atoran entre dos piedras y no se mueven. Mi pluma fina y
plumillas destellan en el fondo. Mi frasco de tinta se estrella en las rocas,
convirtiendo el río en bermellón.
—Estamos bien —le digo. Enterrando los pies en el lodo, alcanzo una
roca. Encuentro una grande y la levanto, verde y resbaladiza con algas—. Si
los nixies vienen por nosotras, los mantendré a raya.
Una de las figuras pálidas se aleja de las otras y nada hacia ella, pero
mi sombra en el agua la hace vacilar. Hago la pantomima de arrojar la roca,
y ésta se sobresalta un poco. Les gustan las presas fáciles.
—No tengo que decir eso. Eso no era parte del trato. —Los otros ríen.
—Nunca —digo.
Él sonríe, pretencioso.
M
i cabeza está palpitando cuando Vivienne me despierta.
Salta sobre mi cama, quitando la colcha y haciendo crujir
la estructura. Presiono un cojín sobre mi cara y me
acurruco hacia un lado, tratando de ignorarla y seguir durmiendo sin soñar.
—Te compraré café cuando lleguemos allí, café con chocolate y nata
montada. —Vivi es incansable—. Vamos, Taryn está esperando.
Para cuando Vivi aprendió cómo viajar allí, sin embargo, la realidad
se había inmiscuido en nuestros planes. Resulta que los pájaros no pueden
comprar pizza realmente, ni siquiera estando encantados. 57
Enfadada.
—Así que —dice Vivi—, estamos aquí porque ustedes dos necesitan
alegrarse un poco. Así que, alégrense.
Taryn languidece.
—Juré a Cardan que no te ayudaría, a pesar de que fui ese día contigo
para ayudar.
—En serio, Taryn, eres quien debería estar enfadada porque conseguí
que te lanzaran al agua en primer lugar. Sacarte de ahí fue lo más
inteligente. Nunca estaría molesta por eso.
Luego de eso, Vivi nos consiguió una habitación de motel que tenía
una estufa y aprendimos a cocinar macarrones con queso de paquete.
Preparábamos café en la cafetera porque recordábamos como solía oler
nuestra antigua casa y nos gustaba. Veíamos televisión y nadábamos en la
piscina con los otros niños que se quedaban en el motel.
Lo odiaba.
Vivimos de esa forma por dos semanas hasta que Taryn y yo rogamos
a Vivi que nos llevara a casa, que nos llevara de vuelta a la Tierra de las 61
Hadas. Extrañábamos nuestras camas, extrañábamos la comida a la que
estábamos acostumbradas, extrañábamos la magia.
—Deberías haber dicho algo antes —dice Taryn, con las manos en sus
caderas.
—Este es mi plan para levantarte el ánimo —le responde Vivi—. Todas
nos mudamos al mundo humano. Nos mudamos con Heather. Jude no
deberá preocuparse por la caballería y Taryn no deberá tirarse sobre ningún
chico hada.
—Los mágicos van a seguir tratándote como una mierda —dice Vivi, y
salta frente a nosotras, sus ojos de gato brillando. Una señora con un carrito
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de bebé gira para evitarnos.
—Oriana actúa como si ustedes dos siendo mortales fuera una especie
de sorpresa horrible que se repite frente a ella todas las mañanas —dice—.
Y Madoc mató a nuestros padres, eso apesta. Y luego están los idiotas de la
escuela de los que no te gusta hablar.
Hemos hablado de ello antes, por supuesto, de cómo Vivi piensa que
somos estúpidas por no ser capaces de resistir la intensidad de la Tierra de
las Hadas, por desear permanecer en un lugar tan peligroso. Tal vez al crecer
de la manera en que lo hicimos, las cosas malas se sienten bien para
nosotras. O tal vez somos estúpidas de la misma manera que todos los
demás idiotas mortales que han cedido a otro bocado de fruta goblin. Tal
vez no importa.
Es curioso cómo Vivi, que intentó por todos los medios evitar ser como
Madoc, terminó enamorándose de una chica humana, como lo hizo Madoc.
Ordenamos, nos sentamos y bebemos. Heather nos dice que ella está
en la universidad de la comunidad, estudiando arte. Nos cuenta sobre los
comics y las bandas que le gustan. Esquivamos preguntas incómodas.
Mentimos. Cuando Vivi se levanta para tirar la basura, Heather nos
pregunta si es la primera novia que Vivi nos deja conocer.
Taryn asiente.
—Entonces ¿puedo visitar su casa ahora? Mis padres están listos para
comprar un cepillo dental para Vee. ¿Por qué yo no puedo conocer a los
suyos?
Heather suspira.
—No.
Un chico con cabello negro en picos y billetera con cadena pasa por
nuestro lado, sonriendo en mi dirección. No tengo idea de lo que desea. Tal
vez conoce a Heather. Ella no está prestando atención. Yo no le correspondo
la sonrisa.
—El amor es una causa noble. ¿Cómo puede ser erróneo cualquier
cosa que se haga en nombre de una causa noble?
Miro por encima de mi hombro. Uno de los amigos del chico nos
persigue.
Las lecciones casi han terminado cuando noto a Taryn, parada junto
a Cardan, cerca de un círculo de espinos, sollozando. No debía haber estado
prestando atención, debía haberme enfocado demasiado en guardar
nuestros libros y cosas. Ni siquiera vi a Cardan llevarse a mi hermana
aparte. Aunque, sé que ella habría ido, sin importar la excusa. Ella aún cree
que, si hacemos lo que desean, se aburrirán y nos dejarán en paz. Tal vez
tiene razón, pero no me importa.
Dejo mis libros y cruzo el césped hacia ellos. Cardan se gira a medias,
y lo empujo con tanta fuerza que su espalda golpea uno de los árboles. Abre
mucho los ojos.
—No sé lo que le dijiste, pero nunca vuelvas a acercarte a mi hermana
—le digo, mi mano aún en el frente de su jubón de terciopelo—. Le diste tu
palabra.
Puedo sentir los ojos de todos los otros estudiantes sobre mí. Todos
retienen el aliento.
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Traducido por Cat J. B, Ximena y Clau-Clau
Corregido por Flochi
—No hay nada que contar —dice Taryn—. Sé lo que estoy haciendo.
—¿Y qué estás haciendo? —le pregunto, alzando las cejas, pero ella
solo suspira.
—Lo sé. Por eso te lo estoy diciendo. Pero lo que Cardan me dijo no
importa, y quiero fingir que no sucedió, así que necesito que tú finjas
conmigo. Nada de recordatorios, ni de preguntas, ni de advertencias.
Puede que Taryn tenga muchos consejos que dar; no estoy segura que
los esté siguiendo.
Sacudo la cabeza.
—Sí —digo.
Pienso en todas las cosas que ella no me dirá, todas las cosas que
desearía saber. Pero ya que quiere que finja que todo está bien, lo único que
puedo hacer es tragar mis preguntas y dejarla con su fuego.
71
En mi habitación, encuentro mi traje para el torneo extendido en mi
cama, perfumado con verbena y lavanda.
Lo hago.
Frunce el ceño.
Miro a través del campo a Cardan y sus amigos, con plata en sus
brazos. Cardan también lleva plata en el pecho, un escudo de acero
reluciente que se engancha en los hombros y parece más ornamental que
protector. Valerian me sonríe.
Arréglalo.
Trago saliva.
—No —digo.
—¿Rogar? —repito.
Durante un momento, luce sorprendido, pero rápidamente se ve
reemplazado por una malicia aún mayor.
No puedo hacerlo.
Trastabillo más allá de las tiendas del torneo hasta una fuente de
piedra, donde me salpico la cara con agua. Me doblo por la mitad, empiezo
a limpiarme la gravilla de las rodillas. Las piernas se sienten rígidas y me
tiembla todo el cuerpo.
No lo estoy. 78
No estoy bien, pero él no puede saber eso y no debería estarlo
preguntando.
E
l resto del Torneo de Verano pasa volando. Los espadachines se
enfrentan cara a cara en combate singular, luchando por el
honor de impresionar al Rey Supremo y su Corte. Ogros y
zorros, duendes y gwyllions, todos involucrados en la danza mortal de la
batalla.
—Por nuestra inteligente Jude, quien hizo que los mágicos recordaran
por qué permanecen en sus túmulos y colinas, por temor a la ferocidad
mortal.
Viajo a casa sola. Vivi se va con Rhyia después de que ella gane su
combate: van a cazar en los bosques cercanos. Taryn accede a 81
acompañarlas, pero estoy demasiado cansada y demasiado adolorida y
nerviosa.
—¿Dónde?
—Nada de eso.
—Ahora —dice—, dime cómo tu padre usa ese pequeño talento tuyo.
84
Parpadeo, confundida.
—El deseo es algo raro. En cuanto está satisfecho, cambia a algo más.
Si recibimos hilado de oro, deseamos la aguja de oro. Y entonces, Jude
Duarte, te estoy preguntando qué querría luego si te hiciera parte de mi
dotación.
—No, dime qué quieres. Pídeme algo. Algo que nunca le hayas pedido
a alguien.
Una espía. Una soplona. Una mentirosa y ladrona. Claro que así es
como él me ve. A todos los mortales. Claro que piensa que es lo único para
lo que sirvo.
—Entonces aceptas.
Tal vez lo habría odiado. Tal vez habría significado andar por ahí con
mi armadura yendo a misiones aburridas. Quizás habría implicado pelear
con gente que me agradaba.
Respiro hondo. Claro que hay una trampa en este acuerdo. No puedo
siquiera enojarme con él; debería haberlo adivinado.
D
urante toda la noche, mientras estoy sentada cenando, soy
consciente del secreto que guardo. Me hace sentir, por
primera vez, como si tuviera un poder propio, un poder que
Madoc no puede quitarme. Incluso pensar en ello por mucho tiempo, ¡Soy
una espía! ¡Soy la espía del príncipe Dain!, me da escalofríos.
—Como desees.
Debajo de la mesa, Taryn observa a Oriana e intenta copiar sus
movimientos con la pequeña ave. Ella no mira en mi dirección, incluso
cuando me pide que le pase una jarra de agua.
Se da la vuelta.
—Muy bien —dice Noggle—. Dime, ¿qué evento podría presagiar éxito
en el amor?
—¿Elga? —Noggle llama a una chica con cabello plateado y una risa
que suena como cristales rotos—. ¿Puedes responder por él? Tal vez ha
tenido tan poco éxito en el amor que de verdad no sabe.
Ella comienza a tartamudear. Sospecho que conoce la respuesta pero
no quiere buscar la ira de Valerian.
—Sí, mi príncipe —dice finalmente y todos los globos que nos rodean
cobran vida. Parpadeo varias veces mientras mis ojos intentan adaptarse.
Me pregunto si Cardan alguna vez tuvo que hacer algo que no quería.
Supongo que no es sorprendente que se duerma durante las clases. No es
de extrañar que una vez, borracho, montara a caballo sobre la hierba
mientras estábamos teniendo clases, pisoteando mantas y libros haciendo
que todos lucharan por apartarse de su camino. Él puede cambiar nuestro 93
plan de estudios por capricho. ¿Cómo puede algo importarle a alguien así?
—Su vista es muy pobre —dice Nicasia y me doy cuenta que está de
pie frente a mí. Tiene mi libreta y la agita para que todos puedan ver mis
garabatos—. Pobre, pobre, Jude. Es muy difícil superar tantas desventajas.
Todo este tiempo que estuve entre ellos, hubo líneas que no cruzaron.
Cuando nos empujaron al río, nadie lo presenció. Para bien o para mal, soy
parte del hogar del general y estoy bajo la protección de Madoc. Cardan
podría atreverse a cruzarlo, pero pensé que los otros al menos atacarían en
secreto.
Me sacudo.
Oh no. Oh no no no no no.
Empiezo a reír.
Por un momento, creo que van a pelear, aunque no puedo pensar por
qué. Entonces veo lo que Cardan tiene en su mano. La sal de mi canasta. El
antídoto. (¿Por qué quería eso? Me pregunto). La lanza al aire con una
sonrisa, y la veo esparcirse por el viento. Luego mira a Valerian, su boca se
tuerce.
—Nunca había visto a una mortal comer las frutas de Elfhame —una
de ellas, Flossflower, le dice a otra—. ¿Recordará esto?
—Sí, a menos que alguien la hechice para que no lo haga —dice Locke
desde alguna parte detrás de mí, pero no suena enfadado como Cardan.
Suena amable. Me vuelvo hacia él y me toca el hombro. Me apoyo en la
calidez de su piel.
Nicasia se ríe.
—No —dice, lanzando una mirada a Valerian. Recoge algo del suelo—
. No eres como nosotros. —Siento escucharlo pero no me sorprende. Junto
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a ellos, cualquiera podría ser una sombra, un reflejo borroso de otro reflejo.
Me rio otra vez. Sinceramente, no sé por qué antes me reía tan poco.
Todo es maravilloso y ridículo.
Levantando la vista hacia Cardan, sin embargo, algo está mal. Sus
ojos brillan con furia y deseo y tal vez incluso vergüenza. Un momento
después, parpadea, y solo queda su habitual arrogancia fría.
—¿Lo vas a hacer? —le pregunta Cardan, con las cejas levantadas—.
Interesante elección del momento. Te gusta el sabor de un poco de
humillación, ¿solo que no demasiado?
99
—Odio cuando te pones así —dice Locke en voz baja.
Mi estómago da un vuelco.
Los odio. Los odio tanto. Por un momento, solo está eso, el calor de
mi furia convirtiendo todos mis pensamientos en cenizas. Con manos
temblorosas, agarro la manta con más fuerza alrededor de mis hombros y
dejo que Locke me guíe hacia el bosque.
Nuevamente, él no responde.
—Espera —dice, dando un paso hacia mí—. Quiero verte otra vez.
—¿Por qué?
—Dime quién hizo esto —insiste Madoc, una y otra vez, pero no lo
haré. Él pisa fuerte, explicando en detalle cómo encontrará a las hadas
responsables y las destruirá. Arrancará sus corazones. Les cortará la cabeza
y las pondrá en el techo de nuestra casa como advertencia para los demás.
Me estremezco involuntariamente.
Pero como estoy segura que eso no es lo que ella haría, sigo de largo
cuando paso por su puerta.
104
Traducido por Ale, Brisamar58 y Anna
Corregido por Flochi
M
e voy a dormir temprano, y cuando me despierto, está
completamente oscuro. Me duele la cabeza, tal vez por
dormir demasiado, y me duele el cuerpo. Debo haber
dormido con todos mis músculos tensos.
—No necesito otra lección —digo. Esta misión de Dain es lo único que
impide atormentarme por lo que sucedió el día anterior. No quiero perder el
enfoque. Temo que si lo hago, también perderé la compostura.
—¿Fue por lo que dije? —Sus dedos están agarrando mi brazo con
fuerza.
Sé que no estoy siendo justa con Vivi, que no ha hecho nada. Solo
quería ayudar.
Para llegar a Hollow Hall, decido tomar uno de los sapos, ya que solo
la Aristocracia monta caballos de plata. Aunque un sirviente probablemente
no tenga ningún tipo de montura, al menos el sapo es menos llamativo.
No estoy del todo segura que sea cierto, pero logro persuadirme lo
suficiente como para acercarme a la entrada de los sirvientes y entrar.
Un pasillo va a las cocinas, donde deposito los champiñones en una
mesa junto a un par de conejos ensangrentados, un pastel de paloma, un
ramo de ajo y romero, algunas ciruelas de piel gris y docenas de botellas de
vino. Un troll revuelve una olla grande junto a una pixie con alas. Y cortando
verduras están dos humanos con las mejillas hundidas, un niño y una niña,
ambos con pequeñas y estúpidas sonrisas en sus rostros y miradas
vidriosas en sus ojos. Ni siquiera miran hacia abajo cuando cortan y me
sorprende que no se corten los dedos por accidente. Peor aún, si lo hicieran,
no estoy segura que lo noten.
—Disculpe —le digo a una chica de mi edad que lleva una cubeta de
lata. Pasa a mi lado sin siquiera parecer darse cuenta que he hablado.
Sin tener idea de qué más hacer, decido seguir. Subimos una amplia
escalera de piedra sin baranda. Tres más mágicos yacen en un estupor 110
disipado junto a una botella de licor del tamaño de un dedal. Arriba, desde
el otro extremo del pasillo, escucho un grito extraño, como alguien con dolor.
Algo pesado golpea el suelo. Agitada, trato de devolver mi mirada a la
indiferencia soñadora, pero no es fácil. Mi corazón late como un pájaro
atrapado.
Las paredes son de piedra y cuelgan sin pinturas ni tapices. Una gran
cama de dos columnas ocupa la mayor parte del espacio en la primera
habitación, el panel de la cabecera está tallado con varios animales con
cabezas de mujeres y pechos desnudos, búhos, serpientes y zorros,
haciendo algún tipo de baile extraño.
—Oh, no puedes evitar eso —dijo el Gato—: estamos todos locos aquí.
Estoy loco. Tú estás loca.
Quiero pasar por su lado y huir de Hollow Hall. Supuse que Cardan
vivía en el palacio con su padre, el Rey Supremo. No se me ocurrió que
podría vivir con uno de sus hermanos. Recuerdo que Dain y Balekin
bebieron juntos en la última fiesta de la Corte. Espero desesperadamente
que esto no esté arreglado para humillarme más, para darle a Cardan otra
excusa, o peor aún, la oportunidad, de castigarme más.
Todo esto significa que, además del Príncipe Balekin, debo evitar al
Príncipe Cardan en mi camino por la casa. Cualquiera de ellos podría
reconocerme si vieran mi cara. Debo asegurarme de que no lo vislumbren.
—Ahora, ataca.
Estoy encantada. Hay una parte de mí que desea que yo sea quien
maneje ese bastón.
Cardan no habla. Sus ojos brillan con una furia familiar, pero por una
vez no está dirigida a mí. Está de rodillas, pero no parece acobardado.
—Tal vez cuando dejes de fingir que no haces esto por tu propio placer
—responde Cardan—. Si quieres lastimarme, nos ahorraría mucho tiempo
si lo hicieras directamente…
—No ordeno esto porque estoy enojado contigo, hermano —le dice
Balekin a Cardan y me causa escalofríos—. Lo hago porque te amo. Lo hago
porque amo a nuestra familia.
Veo cada golpe, cada parpadeo. Tengo poca elección. Puedo cerrar los
ojos, pero los sonidos son igual de terribles. Y lo peor de todo es la cara vacía
de Cardan, sus ojos tan opacos como el plomo.
P
erturbadoramente, es incluso más fácil conseguir entrar al
Palacio de Elfhame en mi atuendo de sirvienta de lo que fue
entrar en la finca de Balekin. Todos, desde los duendes hasta
la Aristocracia hasta el mortal Poeta de la Corte y Senescal del Rey Supremo,
apenas me lanzan una mirada fugaz mientras me abro paso torpemente por
los pasillos laberínticos. No soy nada, nadie, una mensajera no más digna
de atención que una mujer rama animada o un búho. Mi expresión
complacida y plácida, combinada con mi avance impulsivo, me lleva hasta
los aposentos del príncipe Dain prácticamente sin que me miren dos veces,
aunque pierdo el camino dos veces y tengo que retroceder sobre mis pasos.
118
Golpeteo en su puerta y me siento aliviada cuando el príncipe en
persona la abre.
—¿Sí? —pregunta.
Dain fuerza los ojos para ver las formas de las letras más allá de mis
manchones.
—¿Y no te vio?
Eso hace que Dain asienta. Está a punto de decirme algo más cuando
otra hada entra a la habitación. Un duende varón, con cicatrices, su piel del
color verde de los estanques. Su nariz es larga y se retuerce un giro
completo, antes de doblarse de vuelta a su cara como una guadaña. Su
cabello es una mata negra en la coronilla de su cabeza. Sus ojos son
inescrutables. Parpadea varias veces, como intentando enfocarse en mí.
Asiento.
—Sí, puedo ver cómo eso es un talento real. No tener que decir lo que
piensas en realidad.
No creo que estaría complacido por nada de lo que hice hoy. Los
soldados tienen una especie peculiar de honor, incluso aquellos que
sumergen sus capuchas en la sangre de sus enemigos. Escabullirse en las
casas y robar papeles no está en absoluto en línea con eso. Aunque Madoc
tiene espías propios, no creo que le gustaría que yo sea uno.
—Nosotros nunca nos hemos llevado bien, mi hermano y yo. Siempre 121
ha sido demasiado ambicioso para eso. Y aun así había esperado… —Agita
la mano, desdeñando lo que sea que estaba a punto de decir—. El veneno
puede ser el arma de un cobarde, pero es una efectiva.
—Si se casa con ella —dice Dain, riendo por primera vez en esta
conversación—, conseguirá un cuchillo en el pecho.
Siempre había pensado que Elowyn era la hermana gentil. En serio,
soy consciente de lo poco que realmente sé acerca del mundo en el que
intento navegar.
Gruñe. 123
Mis ojos aún están ajustándose, pero por lo puedo ver, es una red de
pasadizos serpenteando bajo el palacio. Me pregunto cuánta gente los
conoce. Sonrío ante la idea de tener un secreto sobre este lugar. Yo, de toda
la gente.
Intensifico mi sonrisa.
—¿Has terminado de mirar boquiabierta? —pregunta la Cucaracha—
. Puedo esperar.
Me froto la frente.
Y tal vez él debería dejar de ser tan paranoico, ya que Dain me puso
un geas así no puedo decírselo a nadie de todos modos.
125
Traducido por Ximena, Brisamar58 y Flochi
Corregido por Indiehope
L
os otros dos miembros de la compañía de espías de Dain
también tienen alias. Está el hada delgado y guapo que parece
al menos parte humano, quien me guiña un ojo y me dice que
lo llame el Fantasma. Tiene el cabello color arena, lo que es normal para un
mortal, pero inusual para un hada y orejas que llegan a unas muy sutiles
puntas.
La reconozco ahora del baile de la luna llena del Rey Supremo. Ella es
quien robó el cinturón al ogro, junto con sus armas y bolsa.
—Pasaré. 128
—Ponte cómoda —se las arregla para dejar salir antes de empezar a
toser.
Sonríe.
—Conozco un atajo.
Guiña un ojo.
Pero si no puedo reír, tal vez no estoy tan bien después de todo.
—No es asunto tuyo —le digo, pero suavizo las palabras con una
sonrisa. No puedo evitarlo.
Asiento.
—Es agradable —le digo, dando la vuelta y doblando mis brazos detrás
de mi cabeza, mirando los pliegues de tela reunidos sobre mí—. No es
totalmente una marioneta de Cardan como el resto de ellos.
Suspira.
Taryn continúa.
—No, nada malo —le digo—. No sé exactamente a qué vino, pero besó
mi mano. Fue agradable, como sacado de un libro de cuentos.
Es mi turno de suspirar.
—¿Quién? —exijo.
Por favor, que no sea Cardan. Cualquiera menos Cardan.
—Solo cuéntame sobre él. Dime que es amable. Dime que lo amas y
que ha prometido ser bueno contigo. Dime.
—Estoy feliz por ti. En verdad —digo, aunque estoy más preocupada
que otra cosa—. Esto es emocionante. Cuando venga la modista de Oriana,
vas a tener que asegurarte que te hagan un vestido super-extra bonito.
Taryn se relaja.
—Ahora, aquí, ves, hace falta correr todo cuanto una pueda para
permanecer en el mismo sitio —lee—. Si se quiere llegar a otra parte, ¡hay que
correr por lo menos dos veces más rápido!
Alargo mi mano hacia abajo, a escondidas y meto el papel caído bajo 137
mi almohada. Planeo desdoblarlo una vez que ella regrese a su cuarto, pero
en cambio me quedo dormida, mucho antes de que acabe la historia.
138
Traducido por Genevieve y Gigi D
Corregido por Flochi
L
a modista llega temprano a la tarde siguiente, una hada de
dedos largos llamada Brambleweft. Sus pies están hacia atrás,
dándole un andar extraño. Sus ojos son como los de una cabra,
marrón con una línea horizontal de negro justo en el centro. Ella viste un
ejemplo de su trabajo, un vestido tejido con líneas de espinas bordadas que
hacen un patrón a rayas a lo largo de él.
Trajo sus rollos de tela, algunas de dorado rígido, una que cambia de
color como alas de escarabajo iridiscente. Además de eso, nos cuenta, hay
una seda de araña tan fina que podría haber entrado por el ojo de una aguja
tres veces y lo suficientemente fuerte como para ser cortada con unas tijeras 139
de plata mágicas que nunca pierden su filo. La tela violeta atravesada con
oro y plata es tan brillante que parece como si la luz de la luna se
amontonara sobre los cojines.
Todas las telas están envueltas en el sofá del salón de Oriana para
que las inspeccionemos. Incluso a Vivi le atrae pasar sus dedos sobre la tela,
con una sonrisa ausente en su rostro. No hay nada como esto en el mundo
mortal y ella lo sabe.
Y mi propio nombre, escrito una y otra y otra vez. Pensé que sabía
cuánto Cardan me odiaba, pero al mirar ese papel, me di cuenta que no
tenía ni idea. Y me odiaría aún más si supiera que lo había visto arrodillado,
golpeado por un sirviente humano. Un mortal, por un poco más de
humillación, una dosis extra de ira.
—¿Y en qué estás pensando con una expresión soñadora como esa en
tu cara? —pregunta Oriana, lo que hace que Vivi se ría de nuevo. Taryn no,
probablemente porque piensa que soy idiota.
Miro a Brambleweft, que sostiene una cuerda entre sus manos. Subo 140
a la caja que ha puesto delante de ella, extendiendo los brazos. Soy una
buena hija hoy. Voy a conseguir un bonito vestido. Bailaré en la coronación
del Príncipe Dain hasta que mis pies sangren.
—¿A dónde fuiste el otro día? —pegunta Vivi mientras trago la carne
como una ave rapaz. Me he despertado hambrienta.
—Así son ellos —le recuerdo—. Así son las cosas. ¿Quieres que el
mundo sea diferente de lo que es? Porque este es el mundo que tenemos,
Vivi.
141
—No es el único mundo —dice en voz baja.
Desde que volví a casa a través del bosque en ropa interior, he estado
tratando de no sentir nada sobre lo que sucedió. Temo que si empiezo a
sentir, no seré capaz de soportarlo. Me temo que la emoción será como una
ola que me succiona.
Por supuesto, Taryn tiene razón sobre las historias. Cosas malas les
pasan a esas princesas. Son pinchadas con espinas, envenenadas por
manzanas, casadas con sus propios padres. Se les cortan las manos y sus
hermanos las convierten en cisnes, sus amantes cortados en pedazos y
plantados en macetas de albahaca. Vomitan diamantes. Cuando caminan,
se siente como si estuvieran caminando sobre cuchillos.
Elijo una tela diferente, terciopelo azul oscuro. Vivienne elige una
violeta que parece ser de un gris plateado cuando se la pone sobre la mano.
Oriana elige un rosa rubor para ella y un verde de grillo para Oak.
Brambleweft comienza a dibujar bocetos: faldas ondulantes y astutas capas
pequeñas, corsés cosidos con extravagantes criaturas. Mariposas que se
posan a lo largo de los brazos y en elaborados tocados. Estoy encantada con
la visión extraña de mí misma: mi corsé tendrá dos escarabajos dorados
cosidos en lo que parece una pechera, con el escudo de la luna de Madoc y
elaborados remolinos de hilo brillante continuando por el frente y diminutas
mangas abullonadas de más dorado.
—¡Auch! —digo por la sorpresa, pero él sólo ríe. Me hace reír también.
Es un chico raro, tal vez porque es un hada, o tal vez porque todos los niños,
humanos o no, son igualmente raros—. ¿Quieres que te cuente una historia
sobre un pequeñito que mordió una piedra y perdió todos sus dientes
blancos perlados? —le pregunto en lo que espero sea un tono amenazador,
mientras intento hacerle cosquillas en las costillas.
—No sé de qué padre estarás hablando, porque seguro que del mío no
es —le digo.
Los ojos de Taryn se abren como platos. Vivienne tiene una sonrisa en
el rostro. Bebe un pequeño sorbo de té y luego alza su taza hacia mí a forma
de saludo. La modista baja la mirada, dejándonos nuestro privado momento
familiar.
En la tarde, tenemos una clase en una alta torre, donde nos enseñan
sobre cantos de pájaros. Cada vez que siento que mi coraje me va a fallar, 144
dejo que mis dedos rocen el frío metal de mi arma.
Del otro lado del curto, Cardan le frunce el ceño al profesor pero no
habla. Cuando se mueve para sacar un frasco de tinta de un bolso, lo veo
hacer una mueca. Pienso en lo adolorida que debe estar su espalda, cómo
le debe doler moverse. Pero si se mantiene un poco más tenso mientras bufa,
eso parece ser lo único diferente en su actuar.
A
sistir a las clases es más difícil que nunca. Por un lado, estoy
enferma, mi cuerpo lucha contra los efectos de la fruta y los
venenos que estoy tragando a la fuerza. Por otro, estoy
cansada de entrenar con Madoc y con La Corte de las Sombras de Dain.
Madoc me da rompecabezas: doce caballeros duendes para asaltar una
fortaleza, nueve de la Aristocracia sin entrenamiento para defender a una,
y luego pregunta por mis respuestas cada noche después de la cena. La
Cucaracha me ordena que practique moverme entre la multitud de
cortesanos sin que lo noten, escuchar a hurtadillas sin parecer interesada.
La Bomba me enseña a encontrar el punto débil en un edificio, el punto de
presión en un cuerpo. El Fantasma me enseña cómo colgar de las vigas y 147
no ser vista, a alinear un tiro con una ballesta, a estabilizar mis manos
temblorosas.
Asisto a las clases junto a Cardan, Nicasia, Valerian y todos los niños
de la Aristocracia que se rieron de mi humillación. No les doy la satisfacción
de retirarme, pero desde el incidente con la fruta de las hadas, ya no hay
más peleas. Espero mi tiempo. Solo puedo suponer que están haciendo lo
mismo. No soy tan tonta como para pensar que hemos terminado el uno con
el otro.
Taryn tampoco parece entenderlo. Mira a Locke con sospecha. Tal vez
ya que estoy preocupada por su misterioso amante, es apropiado que ella
parezca igualmente preocupada por el mío.
Hay mucho que puedo decir sobre su madre, la Reina Orlagh, la cual
está planeando un envenenamiento, pero me muerdo la lengua. De hecho,
la muerdo tan fuerte que no digo nada en absoluto. Me dirijo hacia donde
Taryn está sentada, con una sonrisa pequeña y satisfecha en mi rostro.
Pasan más semanas, hasta que la coronación está solo a unos días de
distancia. Estoy tan cansada que me duermo cada vez que agacho la cabeza.
—¿Qué deseas?
Su boca se curva.
—¿Y?
—Sí, sí, claro. Voy a morir. Y soy una gran mentirosa. ¿Y qué?
—Oh, vete ya —le dice Cardan, haciéndole señales con una mano—.
Deja de aburrirnos a los dos.
Taryn retrocede un paso. Estoy sorprendida, también. ¿Esto es parte
del juego?
—¿Se supone que tu espada sucia e incluso tus hábitos más sucios
significan algo? —Sus palabras son ligeras, arrastrándolas. Me está mirando
como si fuera grosera al apuntarle con un arma, a pesar de que es el que
está con el súbdito que me agredió. Dos veces. Me está mirando como si
fuéramos a compartir algún tipo de respuesta ingeniosa, pero no estoy
segura de qué decir.
Sonríe lentamente, como la luna deslizándose bajo las olas del lago.
Unos momentos más tarde, Locke tiene un brazo sobre mis hombros.
Él sacude la cabeza.
—Valerian no le dirá a nadie que fue vencido por una chica mortal.
—Me gusta que las cosas sucedan, que las historias se desarrollen. Y
si no puedo encontrar una historia lo suficientemente buena, hago una. —
Se ve como todo un embaucador en ese momento—. Sé que oíste a Nicasia
hablar sobre lo que había entre nosotros. Ella tenía a Cardan, pero solo al
dejarlo por mí ganó poder sobre él.
—Mi heredad —dice con una sonrisa, feliz de ser atrapado—. No está
lejos. Creo que te gustará el laberinto de setos.
Ante eso, mi estómago se tensa. Dudo que vaya a tener una fiesta sin
sus amigos.
—Eso parece una tontería —le digo, para evitar rechazar la invitación
abiertamente.
—Vamos adentro.
—No tengo a nadie —me dice—. Mi padre era demasiado salvaje para
la Corte. Le gustaban los bosques profundos y salvajes mucho más que las
intrigas de mi madre. Se fue y luego ella murió. Ahora solo estoy yo.
Toma mi mano.
Asiente.
—Mi madre me llevó cuando era un niño. Ella dijo que nuestro mundo
se estancaría sin el tuyo.
Me gira hacia él y luego lentamente acerca sus labios a los míos. Son
suaves, y su aliento es cálido. Me siento tan distante de mi cuerpo como las
luces de la lejana ciudad. Mi mano alcanza la barandilla. La sujeto con
fuerza mientras su brazo rodea mi cintura, para conectarme con lo que está
pasando, para convencerme de que estoy aquí y que este momento, muy por
encima de todo, es real.
Retrocede.
—Esto es increíble —le digo, mirando hacia abajo—. Todo parece tan
pequeño, como en un tablero de estrategia.
158
Se ríe, como si no pudiera hablar en serio.
Toma mi mano.
—¿No? —pregunta.
Nos lleva mucho tiempo bajar las escaleras. Mis manos están en su
cabello. Su boca está en mi cuello. Mi espalda está contra el antiguo muro
de piedra. Todo es lento, perfecto y no tiene ningún sentido. Esta no puede
ser mi vida. Esto no se siente como mi vida.
Por un momento, creo que quiere decir con él, como con él, y mi
corazón se acelera con una combinación de deseo y temor. Entonces,
abruptamente, recuerdo que habrá una fiesta, por eso me pide que me
quede. Esos sirvientes invisibles, donde sea que estén, deben estar
preparando la propiedad. Pronto Valerian, mi probable asesino, podría estar
bailando en el jardín.
—No creo que haya visto un vestido como ninguno de estos —le digo—
. ¿De verdad quieres que me ponga uno?
El laberinto es más alto que un ogro y está formado por hojas densas
y brillantes de un color verde intenso. Aparentemente, el círculo de Cardan
se reúne aquí a menudo. Puedo escucharlos reírse en el centro del laberinto
cuando salgo con Locke, tarde a su propia reunión. El olor a licor de pino
está vivo en el aire. La luz del fuego de las antorchas crea largas sombras y
baña todo en escarlata. Mis pasos son lentos.
Cardan está acostado sobre una manta, con la cabeza echada hacia
atrás y la camisa blanca desabotonada. Aunque todavía es temprano en la
noche, parece estar muy borracho. Su boca está cubierta de oro. Una chica 163
con cuernos que no conozco le está besando la garganta, y otra, con cabello
de narciso, presiona su boca contra la pantorrilla de su pierna, justo encima
de la bota.
Locke me trae licor y tomo un pequeño sorbo por ser cortés. Comienzo
a toser inmediatamente. En ese momento, la mirada de Cardan se dirige
hacia mí. Sus ojos apenas están abiertos, pero puedo ver el brillo de ellos,
húmedos como alquitrán. Él me mira mientras la chica besa su boca, me
mira mientras ella desliza su mano bajo el dobladillo de su ridícula camisa.
Mis mejillas arden. Miro hacia otro lado y luego estoy enojada conmigo
misma por darle la satisfacción de parecer incómoda. Él es el que está
haciendo un espectáculo de sí mismo.
164
Traducido por Cat, Ximena, Brisamar, Naomi y Flopy
Corregido por Flochi
M
e despierto en casa de Locke en una habitación llena de
tapices. Mi boca sabe a ciruelas rancias y está hinchada por
los besos. Locke está a mi lado en la cama, con los ojos
cerrados y la ropa que usó en la fiesta. Comienzo a levantarme, pero me
detengo para estudiarlo, sus orejas puntiagudas y el cabello como pelaje de
zorro, la suavidad de su boca, sus largas extremidades extendidas en la
cama. Su cabeza descansa sobre su mano cubierta de volantes.
—Locke está dormido —digo, asumiendo que ella está esperando para
verlo. Espero sentirme como si tuviera algo que ella no, al ser la que sale de
su habitación, pero lo que de verdad siento es un poco de pánico.
—Y es por eso que la Reina Mab negoció con las hadas salvajes para
hacer la corona que usa el Rey Eldred, que solo puede ser pasada a sus
descendientes. Sería complicado conseguirla por la fuerza. —Sonríe
maliciosamente.
—Una vez que haya menos de dos descendientes, uno que use la
corona y otro que la coloque en la cabeza del gobernante, el poder de la
Corona Suprema se desmorona. Todo Elfhame quedará libre de su
juramento.
»Entonces, ¿quién sabe? Tal vez un nuevo gobernante hará una nueva
corona. Quizás volverán a enfrentarse con Cortes más pequeñas Oscuras y
Luminosas. Quizás unirán sus estandartes en el Sureste. —Su sonrisa deja
claro cuál de esas opciones preferiría ella.
—No sé si te creo.
—Ooooh, tal vez sea el Prince Balekin. ¿Te vas a casar con el Príncipe
169
Balekin? O tal vez es Noggle y puedan contar las estrellas juntos.
—Mi querida amiga, estas son las últimas palabras de Liriope. Tengo
tres pájaros dorados para repartir. Tres intentos para conseguir que uno
llegue a tu mano. He pasado el punto para cualquier antídoto, así que si
escuchas esto, te dejo con la carga de mis secretos y el último deseo de mi
corazón. Protégelo. Llévalo lejos de los peligros de esta Corte. Mantenlo a
salvo, y nunca, jamás, le digas la verdad de lo que me sucedió.
Pero como Locke todavía está aquí, parece que ninguna de las tres
bellotas fue encontrada. Quizás ninguna de ellas siquiera dejó su tocador.
Debería dársela, dejar que él decida qué hacer con la misma. Pero todo
lo que sigo pensando es en la nota sobre el escritorio de Balekin, la nota que
parecía implicar a Balekin en el asesinato de Liriope. ¿Debería decirle todo
a Locke?
Tengo que volver. Tengo que volver a la torre. Hoy, antes de que se
acerque más la coronación. Porque tal vez Balekin no vaya a intentar matar
a Dain en absoluto y la Corte de las Sombras tiene la idea equivocada. O, si
tienen la idea correcta, él no va a hacerlo con hongos lepiotas.
No traigo el sapo esta vez; soy más cuidadosa. Mientras camino por el
bosque, veo un búho volando en círculos sobre mi cabeza. Halo la capucha
de mi capa para taparme la cara.
En Hollow Hall, guardo mi capa afuera entre los troncos de una pila
de leña y entro por las cocinas, donde se está preparando la cena. Los
pichones están lacados con gelatina de rosa, el olor de su crujiente piel es
suficiente para hacerme agua la boca y se me apriete el estómago.
Abro un armario y me recibe una docena de velas, todas del color del
cuero pulido y acentuadas con un sello dorado del emblema personal de
Balekin: tres pájaros negros y risueños. Saco nueve velas y, tratando de
moverlas lo más mecánicamente posible, las llevo más allá de los guardias.
Un guardia me mira con extrañeza. Estoy segura que hay algo raro sobre
mí, pero él ha visto mi cara antes, y estoy más segura que la última vez.
Reviso las estanterías con impaciencia, pero no veo nada útil. Necesito
subir a la torre, revisar toda la correspondencia del Príncipe Balekin y
esperar encontrar algo que tenga que ver con la madre de Locke o Dain o la
coronación, algo que pasé por alto.
Pero no puedo hacer nada con Balekin entre las escaleras y yo.
Miro a la chica de nuevo. Me pregunto cómo es su vida aquí, con qué
sueña. Si alguna vez, por un momento, tuvo la oportunidad de escapar. Al
menos, gracias al geas, si Balekin me atrapara, este no podría ser mi
destino.
Espero, contando hasta mil, mientras apilo las velas en una silla.
Entonces miro hacia afuera. Afortunadamente, Balekin se fue.
Rápidamente, me dirijo hacia las escaleras de la torre. Contengo la
respiración cuando paso frente a la puerta de Cardan, pero la suerte está
conmigo. Está firmemente cerrada.
Hay dos cartas de Madoc, pero parecen ser sobre qué caballeros
estarán en la coronación y en qué patrón alrededor del estrado central. Hay
otras que parecen ser sobre asignaciones, sobre festejos, fiestas y
libertinajes. Nada sobre los hongos lepiotas, nada en absoluto sobre los 174
venenos. Nada sobre Liriope o asesinato. Lo único que parece siquiera un
poco sorprendente son un pequeño aleluya, un poema de amor de la mano
del Príncipe Dain, sobre una mujer que permanece sin identificar, excepto
por su “cabello del amanecer” y “ojos iluminados por las estrellas”.
Peor aún, nada de lo que puedo encontrar me dice algo sobre un plan
para avanzar contra el Príncipe Dain. Si Balekin va a asesinar a su hermano,
es lo suficientemente inteligente como para no dejar pruebas por ahí.
Incluso la carta sobre el hongo lepiota ha desaparecido.
—No tengo permiso —dice, con voz áspera por falta de uso—. Nada de 175
sal. Se supone que no debes…
Aun así, no hay nada más que hacer que sacarla de Hollow Hall tan
rápido como pueda. Meto mi cabeza en la cámara principal. Todavía está
vacía, así que la saco de la biblioteca. Está mirando a su alrededor como si
estuviera viendo la pesada escalera de madera y la galería de arriba por
primera vez. Entonces recuerdo que dejé mi nota falsa en la mesa de la
biblioteca.
—¿Cuál es tu nombre?
176
La chica sacude la cabeza.
—No puedes llorar —le digo con la mayor severidad que puedo,
esperando que mi tono la asuste y me obedezca. Hago mi mayor esfuerzo
para sonar como Madoc, para sonar como si estuviera acostumbrada a que
obedezcan mis órdenes—. No debes llorar. Te abofetearé si es necesario.
—¿Que ves?
177
—Lord Cardan nos dijo que fuéramos más observadoras —le digo,
esperando que la confusión plausible de una orden ambigua le ayudara a
explicar la forma en la que ella está actuando.
Luego camino con Sophie a través de las cocinas, más allá de los
sirvientes humanos que no estoy salvando, consciente de la inutilidad de
mis acciones. Mirándolo bien, ¿ayudar a una persona realmente importa?
Una vez que tenga poder, encontraré una manera de ayudarlos a todos,
me digo. Y una vez que Dain esté en el poder, tendré poder.
Cuanto más nos acercamos al límite del bosque, cada paso se siente
más tenso.
Su voz se apaga, pero ahora veo cómo estaba atrapada. Debió haber
sonado como si estuviera haciendo una broma. Debió haber reído y él debió
haber sonreído. Y luego, ya sea que se comiera un solo pedazo de camarones
o se embolsase algunos de los cubiertos, todo hubiera dado lo mismo.
—Soy Jude. Crecí aquí. Una de mis hermanas, puede llevarte por el
mar a la ciudad humana cerca de aquí. Desde allí, puedes llamar a alguien
para que te lleve o puedes ir a la policía y ellos encontrarán a tu familia.
Esto casi ha terminado.
Sophie contesta.
—Tienes que hacerlo. —Mi voz sale más dura de lo que esperaba.
Entro en la casa y subo los escalones tan rápido como puedo, esperando
contra toda esperanza que no me encuentre con nadie más en el camino.
Abro la puerta de la habitación de Vivienne sin molestarme en llamar.
—¿Qué pasó?
—Está bien, deja que me ponga los zapatos. Creí que ibas a decirme
que habías matado a alguien.
—Sí, eso es lo que pensé —dice ella, sosteniendo en alto una severa
mano de dedos largos—. Jude, no es seguro.
182
Vivi resopla.
—Seguro.
—No creo que ella quiera ir contigo. Luces como uno de ellos. —Tal
vez estoy más preocupada de que mi valentía se agote. Me preocupa que la
adrenalina abandone mi cuerpo, dejándome para enfrentar la locura que he
hecho. Pero dada la sospecha de Sophie sobre mí, definitivamente pienso
que los ojos de gato de Vivi serán suficiente para volverla loca—. Porque tú
eres una de ellos.
—Eso no…
—No tenemos mucho tiempo. —Me recuerda Vivi con una mirada
significante.
Ella asiente y no habla por un momento, pero luego se da vuelta hacia 184
mí. Me dedica una extraña risa.
En los bordes del agua, Vivi monta uno de los caballos y pone a Sophie
delante de ella. Subo al otro. Sophie observa el bosque temblorosamente y
luego mira hacia mí. No parece asustada. Luce como si estuviera empezando
a creer que lo peor ha quedado atrás.
185
Traducido por Flochi, Knife, Aria y Ale
Corregido por Bella’
M
e despierto atontada. Lloré hasta dormir y ahora mis ojos
están hinchados y rojos, mi cabeza palpitando. La noche
anterior se siente como una febril y terrible pesadilla. No
parece posible que entrara a hurtadillas en la casa de Balekin y robara a
una de sus sirvientas. Parece incluso menos posible que ella prefiriera
ahogarse que vivir con los recuerdos de la Tierra de las Hadas. Mientras
bebo té de hinojo y me pongo una camisola, Gnarbone viene a mi puerta.
—El chico no estaba tan herido como podría haberlo estado, pero con
el cuchillo correcto, uno más largo, el golpe habría sido fatal. No creas que 187
no sé que estabas buscando ese peor golpe.
—Y ahora sabe que no puedes ser encantada. Cada vez peor. —Rodea
el escritorio hacia mí—. Eres mi criatura, Jude Duarte. Atacarás solo
cuando te diga que ataques. De lo contrario, guarda tus cartas. ¿Entiendes?
Si supiera todas las cosas que había hecho realmente, estaría todavía
más enojado de lo que está.
Golpea una daga contra el escritorio de Madoc.
—Sin duda —dice él, mostrándole una sonrisa con los dientes
apretados—. Me he demorado demasiado.
No me regaña, por una vez. No dice nada. Sus manos caen ligeramente
sobre mis hombros y me recargo en ella. El aroma de la verbena aplastada 190
está en mi nariz. Cierro los ojos y absorbo el olor familiar. Estoy
desesperada. Tomaré cualquier tipo de consuelo que exista, cualquiera.
Tatterfell se fue. Vivi está sentada al final de mi cama, sus ojos de gato
atrapando la luz de la luna y brillante verde amarillento.
—Vine para ver si estabas bien —dice—. Excepto que por supuesto
que no lo estás.
—Lo siento, por lo que te pedí que hicieras. No debería haberlo hecho.
Te puse en peligro.
—Soy tu hermana mayor —dice—. No necesitas protegerme de mis
propias decisiones.
—¿Qué quieres decir? ¿Todo eso de “No hay que decirle a Heather qué 192
está pasando realmente”?
Lo que no digo es esto: Nadie podría tocar esas orejas y creer que
fueron hechos por nada más que la naturaleza. Heather le miente a Vivi o
se miente a sí misma.
—No quiero que me tenga miedo —dice Vivi.
—Yo… yo no creo que esto sea mío —le digo—. Taryn tiene razón. No
se parece en nada a los bocetos.
Oriana aplaude.
—No lo hago —suelto. Por supuesto, Cardan diría que todo lo que
tengo está por encima de mi posición.
—Antes de ser la esposa de Madoc, era una de las consortes del Rey
de Elfhame. Escúchame, Jude. No es algo fácil ser la amante de un Rey
Supremo. Es siempre estar en peligro. Es siempre ser un peón.
No dudo eso.
Me suelta.
—¿Ha estado aquí? —No estoy segura que pueda soportar más
sorpresas—. ¿Aquí, en la casa?
Asiente.
Cuando vine a la Tierra de las Hadas por primera vez, tuve problemas
para dormir. Pensarías que tenía pesadillas, pero no recuerdo muchas. Mis
sueños luchaban por rivalizar el horror de mi vida real. En su lugar, no
podía calmarme lo suficiente para descansar. Daba vueltas toda la noche y
toda la mañana, mi corazón acelerado, finalmente cayendo en un sueño con
dolor de cabeza por la tarde, cuando el resto de la Tierra de las Hadas se
estaba despertando. Merodeaba por los pasillos de la casa como un espíritu
inquieto, hojeando los antiguos libros, moviendo las piezas del tablero de
Zorro y Ganso, tostando queso en las cocinas, y mirando la capucha mojada
de sangre de Madoc, como si tuviera las respuestas del universo en sus
apretadas líneas. Uno de los hobs que solía trabajar aquí, Nell Uther, me
encontraba y me volvía a llevar a mi habitación, diciéndome que si no podía
dormir, entonces tenía que cerrar los ojos y tumbarme sin moverme. Que al
menos mi cuerpo podría descansar aunque mi mente no pudiera.
Está equivocado acerca de mí. Voy a hacer que mi efímera vida cuente
para algo.
No estoy bien.
No estoy bien.
No estoy bien.
202
Traducido por Gigi D, Lyla y AnnaTheBrave
Corregido por Flochi
E
sa noche, el Fantasma me enseña a trepar alturas mucho
mayores que el descanso donde Taryn y yo nos quedamos la
última vez. Escalamos todo el camino hasta el techo arriba del
gran salón y nos apoyamos en las grandes columnas de madera. Están
envueltas con raíces de árbol, que a veces se enredan en forma de jaula, a
veces en balcones, y a veces en lo que parecen cuerdas flojas. Debajo de
nosotros, las preparaciones para la coronación siguen. Terciopelo azul y
manteles de tela dorada con adornos en plata son estirados, cada uno
decorado con la cresta de la Casa de Zarza verde, un árbol de flores, espinas,
y raíces.
203
—¿Crees que las cosas mejorarán después de que el Príncipe Dain se
convierta Rey Supremo? —pregunto.
—Las cosas serán como siempre son —me dice—. Sólo que más.
Caminamos entre vigas y raíces, sin que nos vean, saltando alta y
silenciosamente sobre las multitudes de sirvientes atareados. Me vuelvo
hacia el Fantasma, viendo su rostro calmado y la forma experta con la que
apoya cada pie. Intento hacer lo mismo. Intento no usar mi mano dolorida
más que para equilibrarme. Parece notarlo, pero no pregunta. Tal vez ya
sepa lo que ocurrió.
Miro al Fantasma.
—¿Por qué? —Lo que me gusta del Fantasma es que puedo decir que
no me está tendiendo una trampa para regañarme. Solo parece curioso.
Resopla.
Se ve sorprendido.
—Significa que Balekin nos tendió una trampa. Vamos. Tenemos que
irnos.
—¿Tienes idea de quién es? —le pregunto. Con todo lo que había
ocurrido, casi me había olvidado de él.
—Has estado entrenando tan diligentemente que supe que debía ser
tuya. Su creador la llamó Nightfell, pero por supuesto que eres bienvenida
a llamarla como quieras o de ninguna manera. Se dice que le trae suerte al
portador, pero todos dicen eso sobre las espadas, ¿verdad? Es algo como
una herencia familiar.
—¿Tú la quieres?
—Mi padre hizo esto —digo con cuidado, para estar segura—. ¿Él
estuvo aquí, en la Tierra de las Hadas?
—Sí, por muchos años. Solo tengo unas pocas piezas suyas. Encontré
dos, una para ti y una para Taryn. —Él hace una mueca—. Tu madre lo
conoció aquí. Huyeron juntos, de vuelta al mundo mortal.
Pero, por supuesto, aun es mi madre. La única cosa por la que puedo
enfadarme con ella es por haberse ido y eso no es su culpa.
Madoc se sienta en el taburete de pata de cabra frente a mi tocador y
estira su pierna mala, mirando el mundo como si fuera a contarme una
historia antes de dormir.
»Era un maestro herrero cuando vino aquí y aún mejor cuando se fue.
Pero no pudo resistirse a jactarse de robar nuestros secretos junto con una
novia. Finalmente, la historia llegó a Balekin, quien me la contó.
213
Traducido por Brisamar58, Ximena, Naomi y Flopy
Corregido por Flochi
O
ak está de verde grillo, bailando frente al carruaje. Cuando
me ve, corre, queriendo que lo cargue, luego se escapa para
acariciar a los caballos antes de que pueda hacerlo. Es un
niño hada, con los caprichos de un niño hada.
En el carruaje, hay una gran cantidad de cosas para comer, que fue
inteligente de parte de alguien, porque ninguno de nosotros se ha acordado
de comer lo suficiente en todo el día. Me quito un guante y como dos
panecillos de pan tan livianos y llenos de aire que parecen disolverse en mi
lengua. En el centro de cada uno hay una masa de pasas y nueces con miel,
su dulzura lo suficiente como para traer lágrimas a mis ojos. Madoc me pasa
una tajada de queso amarillo pálido y una porción todavía sangrienta de
venado con costra de enebro y pimienta. Hacemos un trabajo rápido de la
comida.
Veo la capucha roja de Madoc, medio dentro y medio fuera del bolsillo
delantero. Su versión de una medalla, supongo, para ser usada en ocasiones
de estado.
Salimos del carruaje. Oriana tiene una pequeña correa de plata que
sujeta a la muñeca de Oak, lo que no me parece la peor idea, aunque él gime
y se sienta en la tierra en señal de protesta, como un gato.
Vivienne mira alrededor del patio. Hay algo salvaje en su mirada. Sus
fosas nasales se abren.
—Vamos de fiesta —dice Vivi, mientras nos lleva a Taryn y a mí. Nos
escapamos hacia la multitud, y momentos después, nos estamos
sumergiendo en ella.
Hay otras, figuras de las que he oído hablar en las baladas: Rue Silver
de New Avalon, que cortó su isla de la costa de California, está hablando
con el hijo exiliado de Alderking, Severin, que podría tratar de aliarse con el
nuevo Rey Supremo o podría unirse a la Corte de Lord Roiben. Está con un
chico humano pelirrojo de mi edad, lo que me hace detenerme a estudiarlos.
¿El chico es su sirviente? ¿Está encantado? No puedo notarlo solo por la
forma en que mira alrededor de la habitación, pero cuando me ve mirando,
sonríe.
Me alejo rápidamente.
Mientras lo hago, los selkies se mueven y veo a alguien más con ellos.
De piel gris y labios azules, el cabello colgando alrededor de su cara de ojos
hundidos. Pero a pesar de todo eso, la reconozco. Sophie. Había escuchado
historias sobre los mágicos del agua de Bajo el Mar que guardaban a los
marineros ahogados, pero no las creía. Cuando su boca se mueve, veo que
tiene dientes afilados. Un escalofrío recorre mis hombros.
—Lo haré —le digo, liberándome de mis hermanas para quedarme con
él un momento. En una multitud de este tamaño, es fácil perderse
brevemente.
—Bueno. Vine a ver cómo el príncipe Dain gana la corona con mis 217
propios ojos. —Mete la mano en su chaqueta marrón, saca un frasco
plateado, quita la tapa y toma un trago—. Además de ver las cabriolas de la
Aristocracia y verlos hacer el ridículo.
Me alcanza el frasco con una mano con garras verde grisácea. Incluso
desde ahí, puedo oler lo que hay dentro, picante, fuerte y un poco
pantanoso.
—Claro que sí —me dice, riéndose y luego baja la máscara otra vez.
—¿Me amas lo suficiente como para llorar por mí? —Las palabras son
pronunciadas contra mi cuello. Puedo sentir su aliento, hacer que los
pequeños vellos se pongan de punta, haciéndome estremecer con una
extraña combinación de deseo e incomodidad.
—Así que, ¿vas a decir algo bueno? No lo creo. Las hadas no pueden 220
mentir. —Quiero estar enojada, pero lo que siento ahora es gratitud. Mi cara
ya no está ardiendo y mis ojos no son punzantes. Estoy lista para pelear, lo
cual es mucho mejor. Aunque estoy segura que es lo último que quería
provocar, me hizo un enorme favor cuando me apartó de Locke.
Suelta mi mano.
Aunque todos aquí deben saber que para esto fue que nos hemos
reunido, aun así hay gritos de todos a mi alrededor. Un duende comienza a
llorar en el cabello de un phooka con cabeza de cabra.
Pero no puedo olvidar sus palabras para mí: Eres mi criatura, Jude
Duarte.
—Yo.
—Lo haremos.
—Esto debería ser solo entre nosotros —le dice Balekin a Dain, sin
reconocer que su padre incluso ha hablado—. No hay un Gran Monarca
ahora. No hay nadie más que nosotros y una corona.
—Guardias —dice Dain, con una voz que espera sea obedecida. Sin 227
embargo, ninguno de los caballeros avanza hacia el estrado. Como uno
mismo, se giran y así sus espaldas están hacia la familia real y sus espadas
hacia la reunión. Están permitiendo que esto suceda, permitiéndole a
Balekin organizar su golpe.
Pero no puedo creer que este sea el plan de Madoc. Dain es su amigo.
Dain luchó con él. Dain lo recompensará una vez que sea el Rey Supremo.
Todo está sucediendo muy rápido. Caelia ha corrido al lado del Rey
Supremo. Tiene un cuchillo pequeño, apenas lo suficientemente largo como
para ser un arma, pero lo sostiene valientemente. Taniot se agacha sobre el
cuerpo de Elowyn, tratando de detener la marea de sangre con las faldas de
su vestido.
—¿Qué dices ahora, padre? —demanda Balekin—. ¿Hermano?
Soy una representante del príncipe tanto él. Es mi deber llegar a Dain.
Empujo hacia adelante de nuevo. En mi cabeza puedo ver una visión del
futuro, como una historia que me cuento a mí misma, una narración clara
y brillante para contrastar con el caos que me rodea. De alguna manera,
llegaré al príncipe y lo defenderé contra la traición de Balekin hasta que los
leales miembros de su guardia nos alcancen. Seré la heroína, la que se
pondrá entre los traidores y su rey.
Debió haberse aliado con Balekin, mal dirigiendo a los espías de Dain.
Colocó a sus propios comandantes en su lugar, para mantener a la familia
real aislada de cualquiera que los ayudaría. Instó a Balekin a orquestar un
ataque en el único momento que nadie se lo esperaría. Incluso descubrió
que la única forma de no desencadenar la maldición de la muerte de la
corona era moverse cuando no descansaba en la cabeza de nadie.
Conociéndolo como lo hago, estoy segura que planeó este golpe.
—Dame la corona.
S
oy una niña otra vez, ocultándome debajo de la mesa, con el
festejo desarrollándose encima de mí.
Pienso en Madoc, que había sido la mano derecha de Dain todos esos
años. Las hadas puede que no sean capaces de mentir directamente, pero
Madoc había mentido con cada risa, cada manotazo en la espalda, cada copa
de vino compartida. Madoc, que nos había dejado vestir de gala y me dio
una hermosa espada para usar esta noche, como si realmente fuéramos a
ir a una fiesta divertida.
Hay otra salida. Puedo arrastrarme bajo las mesas hasta las escaleras
y subirlas hasta la cornisa cerca de la sala de estrategia de Madoc. Creo que
desde allí puedo subir directamente y estar en la parte del castillo que más
probablemente esté desierta… y la que tiene acceso a los túneles secretos.
Desde allí, puedo salir sin preocuparme por los caballeros o guardias o
cualquier otro. La adrenalina hace que todo mi cuerpo cante con el deseo de 236
moverme, pero aunque lo que tengo pareciera un plan, todavía no lo es.
Puedo salir del palacio, pero no tengo otro lugar donde ir después de eso.
Lo escucho resoplar.
—Gatea.
—Tú primero.
—¿Qué pasa con la mortal? —llama uno de los guardias. Cardan gira.
Me estremezco.
242
Traducido por Gigi D y Brisamar58
Corregido por Flochi
P
resiono el borde del cuchillo contra su piel para que pueda
sentirlo. Sus ojos negros se enfocan en mí con nueva
intensidad.
Él.
Aún pienso en todos los votos que le hice a Dain, incluyendo el que
nunca expresé en voz alta: En lugar de estar asustada, me volveré algo que
temer. Si Dain no me va a dar el poder, entonces lo tomaré por mí misma.
—Si piensas eso, ¿por qué crees que no corrí directamente a los
amorosos brazos de Balekin?
Saco una larga barra de cera del escritorio de Dain, con un extremo
ennegrecido.
—Hola —digo.
—Prefiero vivir.
La Tierra de las Hadas puede ser hermosa, pero su belleza es como el 251
cadáver de un ciervo dorado, cubierto de gusanos debajo de su piel, listo
para estallar.
Y, sin embargo, ninguna de esas cosas parece ser tan valiosa. Ninguno
de esos es verdadero poder. El verdadero poder no se concede. El verdadero
poder no puede ser quitado.
N
o sé lo que espero encontrar cuando llegue a casa. Es un
largo camino por el bosque, más largo porque evito los
campamentos de los mágicos que asistieron para la
coronación. Mi vestido está sucio y hecho jirones en el ruedo, mis pies
doloridos y fríos. Cuando llego, la propiedad de Madoc se ve de la manera
que siempre lo hace, familiar como mi propio paso.
Hay un grito desde el otro lado del pasillo. Vivienne. Ella y Oriana
están en el salón. Vivi corre hacia mí, me abraza.
—No son importantes, no con todo lo que sucedió. ¿Por qué lo hizo?
Antes de que Vivi pueda decir algo más, antes de que ella pueda
detenerme, he subido a la parte superior de las escaleras.
Me pregunto si, cuando Locke y sus amigos se rieron, ella se rio con
ellos.
Saco a Nightfell.
—Te desafío —le digo a Taryn—. A un duelo. Por mi honor, que fue
gravemente traicionado.
Los ojos de Taryn se ensanchan.
—Quería decirte —dice ella—. Hubo tantas veces que empecé a decir
algo, pero simplemente no pude. Locke dijo que si podía soportarlo, sería
una prueba de amor.
—Dijo que fue por mí que pateó tierra en tu comida —dice Taryn, con
voz suave—. Locke los engañó y les hizo creer que fuiste tú quien lo robó de
Nicasia. Entonces fue a ti a quien castigaban. Cardan dijo que estabas
sufriendo en mi lugar y que si supieras por qué, te echarías atrás, pero no
podría decírtelo.
Durante un largo momento, no hago más que asimilar sus palabras.
Entonces tiro mi espada entre nosotras. Golpea en el piso.
—¡No! —Evita mi primera serie de golpes con cierto esfuerzo, pero sus
músculos recuerdan la técnica. Ella muestra sus dientes—. Lo odiaba, pero
no soy como tú. Quiero pertenecer aquí. Desafiarlos empeora las cosas.
Nunca me preguntaste antes de ir contra el Príncipe Cardan, tal vez él lo
comenzó por mí, pero tú lo continuaste. No te importaba lo que eso
significara para el resto de nosotros. Tenía que mostrarle a Locke que era
diferente.
Los ignoro, ignoro el dolor en mis brazos por haber cavado una tumba
solo una noche antes, ignoro el escozor de la herida en mi palma. Mi espada
corta la falda de Taryn, cortando casi hasta su piel. Sus ojos se abren y ella
tropieza.
Bato mi espada contra la de ella, sin darle tiempo para hacer más que 260
defenderse.
—Tú odias a los mágicos. —Los ojos de Taryn brillan mientras gira su
espada en un elegante golpe—. Nunca te importó Locke. Simplemente era
otra cosa más que tomar de Cardan.
Ella continúa.
—No tenías derecho. —Las palabras salen de mi boca, encima de las 261
más importantes; pude haber cortado a Taryn por la mitad.
—¿Qué les pasa a ustedes dos? —grita Madoc, tan enojado como
nunca lo he visto—. ¿No hemos tenido suficientes muertes hoy?
Odio a Taryn. Odio a Madoc. Odio a Locke. Odio a Cardan. Odio a todo
el mundo. Simplemente no los odio lo suficiente.
Entiendo por qué él la eligió a ella. Solo desearía que ella me hubiese
elegido a mí.
—¿Qué le dijiste? —pregunta Taryn.
Taryn aprieta las manos en puños, pero no hay otra señal de que esté
enojada. Ha logrado dominar una compostura regia que no tengo. Aunque
he estudiado con Madoc, su tutora ha sido Oriana.
Taryn no dice nada, pero la forma en que deja salir el aliento muestra
su alivio.
—Ve —le dice él—. Y no pelees más con tus parientes. Sin importar el
placer que encuentres con Locke, tu lealtad está con tu familia.
Me pregunto a qué se refiere con eso, lealtad. Creía que él era leal a
Dain. Creía que le había jurado.
—Pero ella… —comienza Taryn y Madoc alza una mano, con la 264
amenaza de sus uñas negras curvadas.
Pienso otra vez en mis piezas del rompecabezas, en las respuestas por
las que volví a casa. ¿Qué podría haberle dado o prometido Balekin a Madoc
para persuadirlo de moverse en contra de Dain?
Lo miro sorprendida.
Se encoge de hombros.
—Parecías querer arrancarle la cabeza a Taryn. Ella te traicionó. No
sé qué considerarías un castigo apropiado.
—¿Y yo lo soy? —No puedo evitar pensar que la idea de Madoc del
amor no parece ser algo muy seguro. Él amaba a mi madre. Amaba al
Príncipe Dain. Su amor por nosotras probablemente no nos gane más
protección que la que tuvieron ellos.
—No creo que Locke sea el indicado para ti. —Sonríe, una sonrisa llena
de dientes—. Y si tu hermana tiene razón y sabes dónde está el Príncipe
Cardan, entrégamelo. Es un chico torpe, no es bueno con una espada. De
cierto modo es encantador, e inteligente, pero nada que valga la pena
proteger.
¿Está diciéndome que está bien matar a Locke? Me pregunto qué diría
si supiera que ya he matado a uno de la nobleza. Si le mostrara el cuerpo.
Aparentemente, quizás, felicitaciones.
Asiento lentamente.
Él se pone de pie.
Tocan mi puerta y luego se abre sin que yo indique nada. Entra Vivi,
llevando una bandeja de madera con un emparedado, junto con una botella
de vidrio ámbar tapada.
—Soy una idiota. Soy una idiota —le digo—. Lo admito. No tienes que
sermonearme.
—No sabía que Taryn estaba con Locke —dice Vivi, deliberadamente
dándome la oración completa para que no tenga que preguntarme si está
tratando de engañarme—. Pero no quiero hablar de Locke. Olvídate de él.
Quiero que nos vayamos de la Tierra de las Hadas. Esta noche.
—¿Qué?
—Te encuentras mejor aquí que yo —dice Vivi—. Pero apuesto a que
te costó algo.
Cuando los lobos vengan por esa Jude, ella será devorada en un
instante, y los lobos siempre vienen. Me asusta pensar que soy tan
vulnerable. Pero como soy ahora, estoy en camino de convertirme en uno de
los lobos. Cualquier cosa esencial que tenga la otra Jude, cualquier parte
que esté intacta en ella y rota en mí, esa cosa podría ser irrecuperable. Vivi
tiene razón; me costó algo ser como soy. Pero no sé qué. Y no sé si puedo
recuperarlo. Ni siquiera sé si lo quiero.
Se me ocurre por primera vez que, lo sepa o no, ella no está sugiriendo
huir para ser humana. Ella sugiere que vivamos como las hadas salvajes,
entre los mortales, pero no como ellos. Robaríamos la crema de sus tasas y
las monedas de sus bolsillos. Pero no nos conformaríamos y obtendríamos
trabajos aburridos. O al menos ella no lo haría.
—Ambos. 271
¿Qué pasa si la forma en que soy es como soy? ¿Qué pasa si, cuando
todo lo demás es diferente, yo no lo soy?
D
espierto a la tarde siguiente con el sabor de veneno en la boca.
Me había ido a dormir con la ropa puesta, acurrucada
alrededor de la funda de Nightfell.
—Mi gente tuvo alas una vez —dice, el anhelo evidente en su voz—. Y
aunque nunca he tenido un par propio, a veces siento la falta de ellas.
Oriana junta sus manos y camina hasta su tocador. Sus joyas cuelgan
allí: piezas de ágata en largas cadenas de cuentas de cristal, collares con
piedras lunares, heliotropos de un intenso verde ensartados y un pendiente
de ópalo, brillante como el fuego a la luz del sol. Y en una bandeja de plata,
junto a un par de aretes de rubí con la forma de estrellas, hay una bellota
dorada.
Pienso en lo que decía el ave: Mi querida amiga, estas son las últimas
palabras de Liriope. Tengo tres pájaros para repartir. Tres intentos para
conseguir que uno llegue a tu mano. He pasado el punto para cualquier
antídoto, así que si escuchas esto, te dejo con la carga de mis secretos y el
último deseo de mi corazón. Protégelo. Llévalo lejos de los peligros de esta
Corte. Mantenlo a salvo, y nunca, jamás, le digas la verdad de lo que me
sucedió.
Justo como había asumido que el niño que Liriope quiso que su amiga
tomara era Locke. Pero, ¿y si el bebé que ella había estado llevando no murió
con ella?
Aparto su mano.
—¿Cómo pudiste saberlo? ¿Cómo pudiste saber algo de todo esto, niña
humana?
Había pensado que el Príncipe Cardan era el individuo más invaluable
de toda la Tierra de las Hadas. No tenía idea.
En realidad quería creer que ser parte del servicio de Dain era un
honor, que él era alguien a quien valía la pena seguir. Eso es lo que pasa
cuando ansías algo: Olvidas fijarte que no esté podrido antes de tragarlo
todo.
—Va a poner a Oak en el trono —le digo, como si fuera obvio. Porque
lo es. No sé cómo piensa hacerlo, ni cuándo, pero estoy segura que es su
plan. Por supuesto que sí.
Llévalo lejos de los peligros de esta Corte. Eso decía la nota de Liriope. 277
Tal vez Oriana debería haber escuchado.
Recuerdo lo que Madoc nos dijo en una cena hace ya años, sobre la
vulnerabilidad del trono durante cambios en el poder. Lo que sea que él
planee que suceda con Balekin (y ahora me pregunto si su plan no era que
Dain muriera, que Balekin muriera también, para que se suspendiera la
coronación, para que Madoc pudiera hacer su jugada), tenía que ver la
oportunidad frente a él, con sólo tres reales con vida. Si Oak era el Rey
Supremo, entonces Madoc sería el regente. Podría gobernar todo hasta que
Oak fuera mayor de edad.
—Yo también fui sólo una niña una vez —le digo—. No creo que Madoc
se preocupara mucho por lo que yo podía tolerar en ese momento y no creo
que Oak le preocupe mucho ahora.
No es que no crea que ama a Oak. Claro que sí. A mí también me ama.
Amaba a mi madre. Pero es lo que es. No puede ser algo distinto de su
naturaleza.
¿Y qué podría hacer Madoc con tanto poder sin límite? ¿Qué podría
hacer yo con un hermano en el trono? Y podría ponerlo ahí. Tengo la carta
ganadora, porque Balekin podría negarse a coronar a Oak, pero seguro
Cardan no. Podría hacer que mi hermano sea el Rey Supremo y yo una
princesa. Todo ese poder, ahí mismo para que lo tome. Sólo debo estirar la
mano.
Hay algo extraño con la ambición: Puedes tenerla como una fiebre,
pero no es muy fácil de soltar. Antes, una posibilidad de ser caballero era
suficiente, junto con el poder de que Cardan y sus amigos me dejaran en
paz. Todo lo que quería era encontrar un lugar en este mundo en el que 278
encajara.
También recuerdo, lo que se sintió ser encantada por Oak. Una y otra
vez me abofeteé a mí misma hasta que mi mejilla se encontraba roja y
caliente. Un moretón se veía el día siguiente, uno que no desapareció por
una semana. Eso es lo que hacen los niños con poder.
Oriana no me suelta.
—Una vez dijiste que me equivocaba sobre ti, que tú nunca herirías a
Oak. Dime, ¿hay algo que puedas hacer? ¿Alguna posibilidad?
No soy un monstruo, le dije cuando le aseguré que nunca lastimaría a
Oak. Pero tal vez ser un monstruo era lo mío.
279
Traducido por Knife y Naomi Mora
Corregido por Indiehope
R
isas me reciben cuando regreso a la Corte de las Sombras.
Espero encontrar a Cardan como lo dejé, intimidado y
tranquilo, tal vez incluso más miserable que antes. En cambio,
sus manos han sido desatadas, y está en la mesa, jugando a las cartas con
la Cucaracha, el Fantasma y la Bomba. En el centro hay un montón de joyas
y una jarra de vino. Dos botellas vacías descansan debajo de la mesa, el
vidrio verde atrapa la luz de las velas.
Me siento aliviada de verla, aquí e ilesa. Pero nada sobre este cuadro
es bueno. 280
Cardan me sonríe como si hubiéramos sido grandes amigos durante
toda nuestra vida. Olvidé lo encantador que puede ser, y lo peligroso que es
eso.
—¿Qué están haciendo? —estallé—. ¡Se supone que debe estar atado!
Él es nuestro prisionero.
—Nos dijo dónde el viejo rey guardaba las botellas realmente buenas
—dice la Bomba, echando hacia atrás su cabello blanco—. Sin mencionar
un alijo de joyas que pertenecía a Elowyn. Imaginó que, en la confusión,
nadie se daría cuenta si se las llevaban, y hasta ahora, nadie lo ha hecho.
El trabajo más fácil que la Cucaracha ha hecho alguna vez.
Quiero gritar. Se suponía que no debería agradarles, pero ¿por qué
no? Es un príncipe que los trata con respeto. Es el hermano de Dain. Él es
un mágico, como ellos.
—De todos modos, todo está yendo en espiral hacia el caos —dice
Cardan—. Bien podría pasar un buen rato. ¿No crees, Jude?
Quiero borrar esa sonrisa de su rostro, pero tal vez no pueda. Quizás
él seguirá sonriendo de esa manera hasta su tumba.
Lo hace.
Sin él, no hay un camino claro para poner a Oak en el trono. Tendría
que confiar en que Madoc tiene alguna forma de obligar a Balekin a 282
coronarlo. Sin él, no tengo cartas para jugar. Ningún plan. Nada de ayuda
para mi hermano. Nada.
—Puedo ver por qué querrías hacerlo —dice, como si leyera mi cara y
tomara una decisión—. Pero realmente preferiría que no lo hicieras.
—Lo juro.
Él se encoge de hombros.
—¿Bien? —pregunto.
284
—Esa no es una pregunta —gime, como si estuviera exasperado—.
Hazme una pregunta adecuada y te daré una respuesta.
—Eres terrible en todo esto de “decirme lo que sea que quiera saber”.
—Mi mano se dirige a la ballesta, pero no la levanto.
Suspira.
Ríe con deleite. Esta parece ser una discusión que no le interesa
evitar. Típico.
—¿La amabas?
Me encojo de hombros.
—Quiero saber.
—Sí —dice, su mirada fija en el escritorio, en mi mano descansando
allí. De repente soy consciente de mis uñas, mordidas hasta la cutícula—.
La amé.
Deja escapar un largo suspiro y pone su cabeza sobre sus manos, sin
prestar suficiente atención a la ballesta.
Bajo el cuello de mi blusa para que pueda ver dónde Valerian trató de
estrangularme.
Se dirige hacia mí, como si fuera a pasar sus dedos sobre los
moretones. Levanto la ballesta y lo piensa mejor.
—Muy bien. —Me barre con una mirada rencorosa—. Te odio porque
tu padre te ama a pesar de que eres una mocosa humana nacida de su
esposa infiel, mientras que el mío nunca se preocupó por mí, aunque soy
un príncipe de las Hadas. Te odio porque no tienes un hermano que te
golpee. Y te odio porque Locke te usó a ti y a tu hermana para hacer llorar
a Nicasia después de que me la robara. Además de eso, después del torneo,
Balekin nunca dejó de lanzarte a mi cara como la mortal que pudo
superarme.
—Oh, ¿en serio? ¿No sé sobre estar enojado? ¿No sé sobre tener
miedo? Tú no eres la que está negociando por su vida.
Me conmociono en silencio.
Las ballestas no son buenas a corta distancia, así que cambio la mía
por una daga.
N
o tengo mucha experiencia en besos. Estuvo Locke, y antes
de él, nadie. Pero besar a Locke nunca se sintió de la manera
en que se siente besar a Cardan, como atreverse a correr
sobre cuchillos, como un golpe de rayos de adrenalina, como el momento en
que has nadado demasiado lejos en el océano y no hay vuelta atrás, solo fría
agua negra cerrándose sobre tu cabeza.
—Dime —digo.
Asiento.
La Cucaracha suspira.
¿Qué pasaría si saco del juego a Madoc? Eso significaría que no habría
oro para la Corte de las Sombras, no habría tratos con nadie. Significaría
obtener la corona de alguna manera y ponerla en la cabeza de Oak. ¿Y
entonces qué? Madoc todavía se convertiría en regente. No puedo detenerlo.
Oak todavía lo escucharía. Oak aún se convertiría en su marioneta, aún
estaría en peligro.
Por supuesto, para entonces, podría tener que luchar para recuperar
su trono. Alguien, probablemente Madoc, posiblemente Balekin, tal vez
incluso uno de los otros reyes menores o reinas, podría ponerse en cuclillas
allí como una araña, consolidando el poder.
Con el tiempo, me señala. Cuando habla, puedo leer sus labios. ¡Mira!
Una chica humana. Parece encantada.
¡Corre! Quiero gritar. Pero, por supuesto, esa es la única cosa que no
necesito decirle que haga. 295
Me mira, desconcertada.
Asiento.
—No les sienta bien el viaje —dice—. Me voy a quedar aquí, contigo.
Tienes un plan, ¿verdad?
—¿Qué piensas sobre robar una corona? ¿Justo frente a los reyes y
reinas de la Tierra de las Hadas?
—Voy a ofrecerte algo mejor que tu vida —le digo—. Ahora ven.
—Intrigante.
—La hay —dice lentamente—. Yo. Excepto que sería un rey terrible y
lo odiaría. Además, es poco probable que Balekin me ponga la corona en la
cabeza. Él y yo nunca nos hemos llevado particularmente bien.
—¿Estás segura?
—Es por eso que necesito tu ayuda. Quiero que corones a Oak como
Rey Supremo y luego lo enviaré al mundo de los mortales. Dejarle tener la
oportunidad de ser un niño. Dejarle tener la oportunidad de ser un buen rey
algún día.
—He sido una niña robada —le digo—. Crecí en una tierra extraña por
una razón mucho más solitaria y peor que esta. Vivi se ocupará de él. Y si
aceptas mi plan, te conseguiré todo lo que pediste y más. Pero necesito algo
de ti: un juramento. Quiero que jures lealtad a mi servicio.
—No piensas que lo digo en serio, pero lo hago. No podría decirlo más
en serio. —Dentro de mis brazos cruzados, me pellizco la piel para evitar
contracciones nerviosas, cualquier signo delator. Necesito parecer
completamente compuesta, completamente segura. Mi corazón está
acelerando. Me siento como cuando era una niña, jugando al ajedrez con
Madoc, veía los movimientos ganadores delante de mí, olvidaba ser
cautelosa y luego era sorprendida por un movimiento suyo que no había 299
previsto. Me recuerdo respirar, concentrarme.
—Nuestros intereses son los mismos —dice él—. ¿Para qué necesitas
mi juramento?
Respiro profundamente.
Asiento.
—Hecho.
—¿De verdad crees que puedes prometer todo eso? —Me da una
mirada reflexiva.
Resopla.
—Realmente has mejorado el voto —le digo, aunque mi voz sale tensa.
Incluso mientras decía las palabras, sentí que de alguna manera él tenía la
sartén por el mango. De alguna manera es quien tiene el control.
—¿Ahora qué?
L
os monarcas de las Cortes Luminosas y Oscuras, junto con las
hadas salvajes sin aliarse que vinieron a la coronación, habían
acampado en la esquina más oriental de la isla. Habían
levantado tiendas de campaña, algunas multicolores, algunas en sedas
diáfanas. Cuando me acerco, puedo ver fogatas encendidas. Vino con miel y
carne estropeada perfuman el aire.
Solo hay una forma de mantener a la Tierra de las Hadas lista para
Oak: tengo que quedarme. Tengo que usar lo que he aprendido de Madoc y
la Corte de las Sombras para manipular y asesinar a mi manera para
mantener el trono preparado para él. Dije diez años, pero tal vez siete serán
suficientes. Eso no es tanto. Siete años bebiendo veneno, de nunca dormir,
de vivir en alerta máxima. Siete años más, y quizás la Tierra de las Hadas
sea una tierra mejor y más segura. Y me habré ganado mi lugar en él.
—Te ordeno que te quedes aquí y esperes hasta que esté lista para
abandonar este bosque, haya un peligro inminente, o haya pasado un día
completo. Mientras esperas, te ordeno que no hagas ningún sonido o señal
para atraer a otros hacia ti. Si hay un peligro inminente o un día ha pasado
sin mi regreso, te ordeno que regreses a la Corte de las Sombras, ocultándote
lo mejor que puedas hasta que estés allí.
Es molesto.
—Cuídate —dice, y luego sonríe—. Sería muy aburrido tener que estar
sentado aquí todo el día solo porque fuiste y te mataron.
—Um, hola —digo, y me doy cuenta que tengo que trabajar en ello—.
Soy una mensajera. Necesito ver a la reina.
Aun así, retrocedo. Hay obligaciones para los invitados para todos los
que vinieron a la coronación, pero las obligaciones de los invitados entre los
mágicos son lo suficientemente barrocas como para que nunca esté segura
si me protegen o no.
Quiero gritarle, pero tiene razón. Lo arruiné. Necesito ser más formal,
más segura que tengo derecho a que me permitan estar frente a un monarca,
como si estuviera acostumbrada. Practiqué todo lo que le diría pero no cómo
llegaría a ella. Esa parte parecía fácil. Ahora puedo ver que no será así.
Frunzo el ceño.
»En cuanto a Lord Roiben, las historias lo hacen parecer una especie
de figura en una tragedia. Un caballero Luminoso, torturado por décadas
como un sirviente en la Corte Oscura que fue a gobernar. No sé qué le ofreces
a alguien así, pero tiene una Corte lo suficientemente grande que si
consigues que respalde a Oak, incluso Balekin estaría nervioso. Aparte de
eso, sé que tiene una consorte a la que favorece, aunque ella es de un rango
bajo. Intenta no molestarla.
—Sí, mortal —digo, como la hipócrita que soy. Pero vamos, esa es
exactamente la manera en que uno de los sirvientes de Balekin hablaría.
Pone sus ojos en blanco y dice algo a uno de los otros caballeros
mientras se pone de pie. Me lleva un momento darme cuenta que estoy
mirando a Lord Severin. Cabello de color de hojas de otoño y ojos verde
musgo y cuernos curvándose desde detrás de su frente hasta arriba de sus
orejas. Estoy sorprendida por la idea de él sentándose con el resto de su
séquito ante el fuego, pero me recupero lo suficientemente rápido para
recordar hacer una reverencia.
Severin no le responde.
Dejo caer la leña al lado de una fogata. Una mujer de piel azul con
dientes negros me mira por un momento y luego vuelve a su conversación
con un hombre de patas de cabra. Quitando la corteza de mi ropa, camino
hacia la tienda más grande. Mantengo mi paso ligero y mi ritmo tranquilo y
uniforme. Cuando encuentro un parche de sombra, lo uso para arrastrarme
por debajo del borde de la tela. Por un momento, me quedo allí, medio
escondida de ambos lados y completamente escondida en ninguno de los
dos.
—¿Qué dice? —pregunta la chica—. Qué tal “el viaje que le dijiste a tu
novia sería divertido y terminó en derramamiento de sangre, como siempre”.
—Dice: “Hoy tus zapatos te harán feliz” —le dice, con la voz seca, y
pasa el pequeño papel sobre la mesa para que lo verifique.
Pero vine aquí para tener una audiencia con Lord Roiben y ahora
tengo una. Me quedo quieta y dejo que Dulcamara me subestime.
—Creo que ella más bien vive al lado de ellos —objeta la duendecilla,
mirándome.
—Sin ánimo de ofender —dice Kaye—, ¿pero qué tienes que ver con
esto? ¿Por qué te importa quién consigue el trono?
Espero, tensa.
—¿Quieres que acceda a algo sin siquiera saber qué es? —espeto.
—Esta ha sido una reunión muy interesante —dice Lord Roiben con
una sonrisa pequeña e inescrutable.
Con sus palabras haciendo eco detrás de mí, dejo los campamentos y
regreso con Cardan.
315
Traducido por Ale Grigori y Gigi D
Corregido por Flochi
F
antasma está despierto cuando volvemos. Había salido y había
traído consigo un puñado de diminutas manzanas, venado seco,
mantequilla fresca y varias docenas más de botellas de vino.
También trajo algunos muebles que reconocí del palacio: un diván bordado
en seda, cojines de satén, una brillante manta de seda de araña y un juego
de té de calcedonia.
Audaz, eso es lo que necesito ser. Como si fuera la dueña del lugar.
Como si fuera la hija del general. Como si realmente pudiera lograr esto.
Fantasma asiente.
—Me sorprendió —dije con sinceridad—. Quería pensar que Dain era
diferente.
Cardan resopla y toma la copa de plata que era para mí como si fuera
suya.
—¿Ese es el secreto?
—Ese es el plan.
—Y tal vez un poco más justos —digo con una mirada a Cardan.
Fantasma asiente.
Repasamos los planes otra vez y Cardan nos ayuda a mapear Hollow
Hall. Intento no ser demasiado consciente de sus largos dedos sobre el
papel, del escalofrío que siento cuando me mira.
—Lo sé —respondo.
Prosigo.
—Quiero que te lleves a Oak —le digo—. Mantenlo lejos hasta que sea
mayor, lo suficiente para que no necesite un regente. Me quedaré aquí para
asegurarme de que tenga algo a lo que volver.
—Tal vez no quiero dedicarme a ser niñera —dice Vivi—. Tal vez lo
pierda en un estacionamiento o lo olvide en el colegio. Tal vez le enseñe cosas
horribles. Tal vez él me culpe a mí de todo esto.
—Dame otra solución. ¿Realmente crees que esto es lo que quiero? —
Sé que sueno implorante, pero no puedo evitarlo.
Nos miramos por un momento tenso. Luego ella se sienta en una silla
y deja caer su cabeza contra el almohadón.
—Lo prometo.
Asiento.
—No lo hará.
—Mentirosa —dice—. Eres una maldita mentirosa y lo odio y odio esto. 321
—Sí, lo sé.
N
unca he caminado por la puerta principal de Hollow Hall.
Antes siempre venía escondiéndome por las cocinas, vestida
como sirvienta. Ahora estoy parada frente a las pulidas
puertas de madera, iluminada por dos lámparas de haditas atrapadas que
vuelan en círculo desesperados. Ellas iluminan una escultura de un enorme
y siniestro rostro. La aldaba, un círculo perforando su nariz.
Voy a tener que confiar en que cumplirá su parte del trato, pero no
me gusta este tipo de cálculo. Crecí pensando que estrategia es encontrar
debilidades y explotarlas. Eso lo entiendo. Pero agradarle a la gente, hacer
que la gente te acepte y quiera estar de tu lado, en eso soy mucho menos
hábil. 323
Mi mirada se dirige desde una mesa de refrescos a los elaborados
vestidos y a un rey duende royendo un hueso. Luego mis ojos se detienen
en la Corona de Sangre del Rey Supremo. Está en una repisa por encima
nuestro, un cojín debajo. Allí, brilla con una luz siniestra.
Qué frustrante debe ser estar tan cerca de tu meta, tener a Oak y la
corona en el mismo lugar, tener a las damas y lores de la Tierra de las Hadas
reunidos. Y entonces la bastarda de tu primera esposa pone trabas
entregando a la única persona que más probablemente ponga la corona de
la cabeza de Oak a tu rival.
Noto la mirada evaluadora que le está dando a Cardan. Está
replanificando.
—Voy a darle lo que sea que ella pida y más —promete Balekin
extravagantemente. Veo a Madoc fruncir el ceño y le dedico una rápida
sonrisa, sirviendo dos copas de vino, una clara y otra oscura. Soy cuidadosa
con ellas, manos habilidosas. No derramo ni una gota.
En vez de darle una a Cardan, le ofrezco ambas a Madoc para que elija
una de ellas. Sonriendo, toma la del color de la sangre del corazón. Tomo la
otra.
325
—Por el futuro de la Tierra de las Hadas —digo, chocándolas, haciendo
sonar las copas como campanas. Bebemos. Inmediatamente, siento los
efectos: un tipo de ligereza, como si estuviera flotando en el aire. Ni siquiera
quiero mirar a Cardan. Él no parará de reírse si piensa que no puedo tolerar
unos sorbos de vino.
Nicasia nos detiene con una mano de dedos largos contra el pecho de
Cardan, su cabello cerúleo brillante contra su vestido de bronce.
Estoy segura que pensó que Cardan tenía que estar muerto, o peor.
Debe haber muchas cosas que quiere preguntarle, todo lo cual no puede
hacer frente a mí.
No es justo. No puedo saber que está pensando eso solo con una
mirada.
El plan, como le expliqué, tiene cinco fases básicas: (1) entrar, (2)
hacer que todos entren, (3) obtener la corona, (4) poner la corona en la
cabeza de Oak y (5) salir.
Oriana alza las cejas mientras me acerco, poniendo las manos en los
pequeños hombros de Oak. Él levanta las manos, como pidiendo que lo alce.
Quiero correr y tomarlo en mis brazos. Quiero preguntarle si Vivi le explicó
lo que va a suceder. Quiero decirle que todo va a estar bien. Pero Oriana
agarra sus dedos, apretándolos entre los suyos, instalando la pregunta de
cuántas mentiras puedo soportar.
Le doy a Oak lo que espero que sea una sonrisa alentadora. Muchas
veces me he preguntado si mi pasado es lo que me ha hecho como soy, si
me ha hecho un monstruo. Si es así, ¿yo haré que él sea un monstruo?
Vivi no lo hará, me digo a mí misma. Su trabajo es ayudarlo a que se
preocupe por otras cosas además del poder, y mi trabajo es preocuparme
solamente por el poder así puedo forjar un lugar para su retorno. Respirando
hondo, me dirijo hacia las puertas del corredor. Paso al lado de los guardias
y giro en una esquina, fuera de su vista. Respiro dificultosamente un par de
veces antes de abrir las ventanas.
—¿Acerca de Oak?
—¿Lo sabías?
Él se está enojando.
Mis manos sudan, pero todo esto se siente tan inevitable, como si
fuera el destino hacia el que me dirigí toda mi vida.
—Oh, sí, deja que te diga todo mi plan. Tú me has convencido de todo.
—Hago una mueca—. Ya no lo retrasemos. Esta es la parte donde peleamos.
—Al menos no eres una cobarde. —Se apresura hacia mí con tanta
fuerza que, aunque bloqueo el golpe, caigo al suelo. Ruedo para volver a
pararme, pero estoy desbalanceada. Él nunca peleó conmigo así, usando
toda su fuerza. Este no será un intercambio de golpes amistoso.
Es el general del Rey Supremo. Sabía que era mejor que yo, pero no
cuánto hasta ahora.
C
uando vuelvo a unirme a la fiesta, todo el mundo está tomando
su lugar en la mesa larga. Camino directamente a Balekin y
hago una reverencia.
—Mi señor —le digo, en voz baja—. Madoc me pidió que le dijera que
llegará tarde y que debe comenzar sin él. Desea que no se preocupe, pero
algunos de los espías de Dain están aquí. Le enviará un mensaje cuando los
atrape o los mate.
Su sonrisa regresa.
—Lo que más me gusta es cómo nunca haces lo que imagino que
harás. Por ejemplo, no pensé que te enfrentaras por mí.
—No lo hice. —Me alejo de él y me dirijo a la mesa, un poco inestable
en mis pies.
Echo la silla hacia atrás, de modo que estoy de pie cuando ocurre la
explosión. Por un momento, todo es tan fuerte que parece que la habitación
se inclina hacia los lados. Los mágicos gritan. Las copas de cristal caen y se
rompen.
Otro rayo vuela hacia Cardan, que simula estar demasiado aturdido
para moverse, tal como lo practicamos. La Cucaracha le explicó a Cardan
con gran detalle cómo sería mucho más seguro estar quieto, mucho más
fácil no darle de esa manera.
Pero también le recordó a Cardan por qué no seguir adelante con este
plan.
Y, aunque estoy segura que Balekin sería un rey terrible, alguien que
lastimaría a Cardan junto con muchos otros, estoy igualmente segura que
le daría poder a Cardan. Cardan podría ser cruel, siempre y cuando
estuviera claro que Balekin era más cruel.
Ella la extiende, mirando entre Balekin y Vivi y yo. Luego mira a todos
los lores y damas que la miran.
Vivi ha traído a Oak tan cerca como se atreve. Oriana se para con la
multitud, apretando y aflojando sus manos. Debe notar la ausencia de
Madoc, debe estar preguntándose a qué me refería cuando hablé de un
precio.
Su mano está sujeta a la mesa del comedor por una flecha de ballesta.
Una que parece ser de hierro.
—No, hermano. No creo que lo haga. Creo que si no tuviera otra razón
para atravesarte, lo haría por despecho.
—Solo hazlo.
—Fase cuatro —me susurra Cardan, aun creyendo que estamos del
mismo lado.
Pienso en Madoc, que dormita arriba, en todos sus sueños de muerte. 340
Pienso en Oriana y Oak siendo forzados a separarse por años. Pienso en
Cardan y en cómo me odiará. Pienso en lo que significa convertirme en el
villano de la obra.
E
stoy en medio de Target, empujando el carrito mientras Oak y
Vivi eligen sábanas y loncheras, vaqueros ajustados y
sandalias. Oak mira alrededor un poco confuso y encantado. Él
continúa agarrando cosas, desconcertándose por ellas y luego dejándolas
donde estaban. En el pasillo de dulces, añade barras de chocolate al carrito,
junto con caramelos de goma, chupetines y trozos de jengibre acaramelado.
Vivi no lo detiene, así que tampoco lo hago.
Esperaba que fuera difícil persuadir a Oriana de dejarlo ir con Vivi, 343
pero luego de la coronación de Cardan, ella estuvo de acuerdo en que Oak
estando lejos de la Corte por un par de años era lo mejor. Balekin está preso
en una torre. Madoc despertó enfurecido, solo para descubrir que su
momento para apoderarse de la corona había pasado.
Mientras estamos en la fila y Vivi paga sus cosas con hojas encantadas
para que parezcan billetes, pienso nuevamente en las consecuencias del
banquete-convertido-en-coronación. En el borrón de los Mágicos comiendo
y bromeando. En todos maravillándose de Oak, quien parecía contento y
aterrado. En Oriana, claramente no estaba segura si felicitarme o
golpearme. En Taryn, callada, considerando, sosteniendo fuertemente la
mano de Locke. En Nicasia dándole a Cardan un prolongado beso en su
mejilla real.
—Por supuesto que lo hará. Piensa en estar aquí con Vivi como un
aprendizaje. Aprende lo que necesitas saber y luego vienes a casa.
—Tal vez adquiera el gusto por reinar —dice fríamente—. Tal vez
nunca quiera renunciar a ello.
—No lo creo —digo, aunque siempre he sabido que esa era una
posibilidad. Siempre he sabido que quitarlo del trono puede ser más difícil
que ponerlo.
Tengo un trato con él por un año y un día. Tengo un año y un día para
conseguir un trato por más tiempo que eso. Y ni un minuto más.
—No creo que vaya a ser un buen rey. Nunca he querido serlo,
ciertamente no uno bueno. Me has convertido en tu marioneta. Muy bien,
Jude, hija de Madoc, seré tu marioneta. Tú reinas. Tú lidias con Balekin,
con Roiben, con Orlagh del reino Bajo el Mar. Tú serás mi senescal, harás
el trabajo y yo beberé vino y haré reír a mis súbditos. Puede que sea el
escudo inútil que has puesto delante de tu hermano, pero no esperes que
empiece a ser útil.
Esperaba otra cosa, una amenaza directa, tal vez. De alguna forma,
esto es peor.
—Ven, toma asiento. —Su voz está repleta de peligro, exuberante con
amenaza. De las ramas florecientes han brotado espinas tan gruesas que
los pétalos apenas se ven—. Esto era lo que querías, ¿no es así? —me
pregunta—. Por lo que lo has sacrificado todo. Vamos. Es todo tuyo.
347
Holly Black es una autora éxito en ventas de libros contemporáneos
de fantasía para niños y adolescentes. Algunos de sus títulos incluyen Las
Crónicas de Spiderwick, La Saga de la Corte Oscura, Curse Workers, Doll
Bones, The Coldest Girl in Coldtown, la serie Magisterium, The Darkest Part
of the Forest y su nueva seria, que comienza con The Cruel Prince.
TRADUCTORES
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