Al Filo de Mi Cuerpo - Alenka Kurnikova PDF
Al Filo de Mi Cuerpo - Alenka Kurnikova PDF
Pero en la intimidad, oh! Eso es otra cosa, soy una fiera en la cama y es
muy difícil saciarme, ya que lo hago una y otra y otra vez, me encanta probar
cosas nuevas, el sexo oral, anal y vaginal. Me mojo y quiero sexo a todas
horas.
Pero para Mario*, el hijo de los amigos de mis padres, para jugar y pasar
el rato tenia ideas un poco diferentes. No recuerdo bien cuando empezaron
los toqueteos y los "jueguitos", pero más de una vez estábamos en su cuarto
mientras jugábamos a las escondidas y su hermana nos buscaba, y pronto se
abalanzaba a "hacerme cosquillas", a tocarme las pequeñas y apenas
nacientes tetitas, mi culito y piernitas.
Una vez la tengo muy presente, creo que fue cuando se atrevió a un poco
más.
Seguramente mis ojitos verdes brillaron, pues siempre fui muy traviesa; y
dispuesta a todo para lograr una pequeña diablura más, sonreí e hice el
mismo gesto de silencio.
Me paré sobre la cama, no sin antes haberme quitado mis zapatitos y mis
calcetines, ese día llevaba unos shorts y una playera de tirantes. Él se quedó
mirando mi cuerpecito, situado aun en el piso, pero no duró mucho en ese
estado, ya que subió también a la cama, pero en vez de pararse
completamente, solo se arrodillo, quedando su cara a la altura de mi
estomaguito y de mi conchita.
-Abre las piernas y levanta los brazos, ponlos sobre tu cabeza, y haga lo
que haga no te muevas ni hagas ruido-
Yo ya notaba que su cara se ponía roja, sin perder nunca ese gesto mezcla
de seriedad y cachondez, sus pantalones parecían explotar, le apretaban ya.
Es que me gustas, eres una niña muy linda y por eso mi cuerpo reacciona
así, a ti también te gusta lo que te hago?
Entonces yo te gusto. no? Lo que hacemos solo lo hacen las personas que
se gustan y se quieren. Yo te quiero…
Me dio un poco de asco ya que sentí que se había orinado en mi, pero
pronto me limpio con su playera, y me dio un besito en la mejilla.
De acuerdo, no lo diré.
Relato II
Corría el mes de Julio del año 2004.
Medio abrí los ojos y descubrí que era mi primita Estela, entonces de 14
años, quien me veía fijamente y que sin despertarme quería seguir
besándome, sin que yo me diera por enterado
El tiempo que restaba de ese día, fueron horas que para mí transcurrieron
lentamente: nunca ha tardado tanto el sol en ocultarse.
Para mi buena suerte, esa tarde todos los mayores, los abuelos, mis padres
y mis tíos planearon irse juntos de paseo, de compras y luego al cine.
Algunos de mis primos decidieron hacer lo mismo.
Como el chalet que había alquilado la familia para estas vacaciones no era
muy grande, las habitaciones solo ajustaban para que durmiéramos
acomodándonos como podíamos.
Distendí mi ropa de cama como para disimular que estaba acostado, pero
en silencio me dirigí a la cama donde estaba mi prima Estela fingiendo
dormir.
Noté que ella estaba asustada y extrañada, pero en medio de ello estaba
también excitadísima, ya que nunca rechazó mis caricias.
Yo estaba al borde de la cama.
Mi verga no se me bajó.
Cambié de posición.
Me bajé de sobre de ella y abriendo sus piernas con mis manos separé sus
labios vaginales.
Aunque era seguro que todos regresaran tarde, podría ocurrir que llegaran
de un momento a otro.
Mis visitas a la casa de Mario continuaron, así mismo las "travesuras" que
tanto me entusiasmaban y divertían, pero con menor intensidad,
probablemente por el miedo de Mario a ser descubierto.
En eso una de sus manos se apartó de mis nalguitas, supuse que la llevaba
a su pantalón para dejar libre su miembro de la opresión a la que era
sometido.
María era una mujer discreta, vestía de forma clásica, sin muchos
aspavientos. Faldas y camisas llenaban su armario en un alto porcentaje pero
en ocasiones se atrevía con unos vestidos que le quedaban espectaculares y le
favorecían en su figura. Tenia un andar morboso e interesante que
particularmente me volvía loco. Paula era más guapa, con unos preciosos y
grandes ojos negros, con más kilos que María pero con una dulce voz. Las
dos medían cerca de 170 centímetros . Paula usaba ropa más atrevida , sobre
todo destacaba por unos fantásticos escotes que no dudaba en enseñar.Tenía
menos pechos que María, aunque las dos tenían la misma cantidad, dos.
"De nada, es lo que tiene ejercer de ama de casa, y con este calor aun
peor"
Estaba espectacular pero sencilla. Llevaba una falda azul por las rodillas
con una raja que le llegaba hasta poco mas abajo del muslo derecho. Para
arriba un top blanco bien apretado que le marcaba todo el pecho. Las dos
tetas bien puestas, altas y bien juntitas bajo un sujetador también blanco. Uno
de los pezones se le estaba marcando un poquito, luego pude comprobar que
era el más grande que tiene, un pequeño defecto que no me produjo ningún
inconveniente.
"Espera, pasa un segundo a casa que le paso un paño o algo que luego no
va a salir" me dijo María.
"Deja, deja, que traigo esta toallita que es buenísima para estas cosas".
"Puff, como te ha puesto. Ven hasta el baño que te voy a dar con otro
producto"
La acompañé hasta el baño pasando por una habitación grande con una
cama de matrimonio y un gran espejo a los pies de la misma. Al llegar al
baño, María se sentó en la taza del baño y yo de pie me puso frente a ella.
Ella empezó a notar que algo debajo del pantalón crecía y yo no sabía
como parar. Intente volver a decirle que ya estaba.
"Que bonita polla que tienes. Y que capullo más rosadito. Quién le diera
tener esto a mi marido entre las piernas. Y a mi que lo tuviera" Siguió
chupando mientras yo no aguantaba del placer que me estaba dando.
"Hola Paula, pasa , pasa, siéntate en el salón que vengo ahora". Le dijó
María a … Paula. Menos mal. Que mal lo había pasado. Pero ¿Cómo salía
ahora de su casa con Paula ahí? ¿Y si el próximo en venir fuera su marido?
"Nada, nada, ya verás que bien lo vamos a pasar" dijo mientras reía.
"Paula voy ahora, dame un minuto que me estoy poniendo algo que acabo
de llegar a casa". Se empezó a desnudar delante de mi, se quitó el top blanco
y el sujetador. Se volvió a poner el sujetador. Se quitó la falda. Se quitó los
zapatos. Y las medias. Con el tanga y el top se puso delante de mi.
"Vamos a darle una sorpresa a Paula, pero será una bonita sorpresa y no
se la contarás a a nadie ¿vale? ¿prometido?"
"Sí, vamos"
Me agaché para darle un beso pero María con unos gestos me dijo que no.
Con otros gestos simuló que tenía una polla como yo y me indicó que se la
pusiera en la boca.
"Te voy a sacar la venda, pero no vas a ver hacía atrás, no quiero que veas
quien te está follando". María se acercó a Paula y le quitó la venda y empezó
a besarla mientras le acariciaba los pechos. Se los comía una y otra vez,
primero uno, luego el otro, y así sin parar. Yo estaba a punto de correrme, tan
a punto que lo avisé.
"Hazlo ahora, dale tu leche caliente a ese culito que nunca ha sentido algo
así"
Fue decir esa frase María y salió todo de mi polla. Le llene el culo de
leche, no paré de correrme durante segundos y lancé el mayor de mis
gemidos.Mi polla se fue ablandando en el culo de Paula, rojo de tanto meter
mi pene.
Ahora vas a conocer al que desvirgó tu culo. Dijo María.
"joder, vaya polla tienes chaval, pensé que no la tendrías asi de grande ,
gorda y dura".dijo Paula.
Paula empezó comer lo que quedaba por comer. María se pudo detrás de
mi y jugueteó con mi culo, pasó la lengua y metió el dedito un poco. No se lo
negué pero no me hacía gracia en ese momento. No se el motivo pero la
agarré por la melena.
Mientras tanto Paula tuvo el segundo por la comida de coño que le hizo
su amiga.
Pues resulta que una noche que no me apetecía hacer nada entre a una
sala de Chat que una amiga me había dicho que podía conocer gente de
donde vivíamos, ella había conocido a su actual novio en ese Chat y yo veía
que se la pasaban muy bien. Me dije pues nada pierdo sirve que conozco a
alguien interesante por aquí. Después de pasarme dos horas frente a la
computadora sin ninguna suerte, me saluda por fin un chico y empezamos a
conversar, después de hacer la presentación de rigor, empezamos a platicar de
nuestras cosas, era nuevo para mí el poder estar ahí conversando con alguien
que no conocía.
Me llamo Liz, tenia 26 años y mido 1.68, blanca, pechos grandes, ojos
miel (me cambian con la intensidad de la luz) y cabello largo ondulado
oscuro, el en cambio se había dicho que se llamaba Alfredo, tenia 30 años,
media 1.79, blanco, delgado, ojos verdes y cabello castaño claro.
Salimos varias veces mas, pero íbamos al cine, comer, cenar o algún
baile, ya que en la ciudad donde vivo los hacen seguido y se distingue mi
tierra por su música de banda, por ser muy alegre. no pasaba de besos y
caricias, pero una noche regresando de un baile a las afueras de la ciudad el
traía su mano en mi pierna mientras regresábamos, se me ocurrió también
poner mi mano en su pierna y no dijo nada, solo volteo a verme y me sonrió,
seguí avanzando a tocar su entrepierna, pero me dice – si sigues tocando me
voy a poner mal y no responderé de mi, a lo que le respondí que el siguiera
manejando con cuidado de no voltearnos que me dejara continuar. se detuvo
en la orilla de la carretera para poder disfrutar de lo que venia y desabotonó
su pantalón y saca el miembro, lo tomo en mis manos, empiezo a frotarlo
poco a poco va creciendo y luego lo llevo a la boca, muy despacio se va
empapando mientras entra y sale de la boca, succiono lo mas que puedo, el
estaba excitadísimo, recuerdo que gemía y pedía que siguiera haciéndoselo,
yo en cambio me encontraba empapadísima y excitada, ya su mano estaba
bajo mi falda haciendo a un lado mis braguitas con sus dedos buscando mi
clítoris, ya estaba mas que húmeda, así que tuvo mucha facilidad para frotar,
de pronto sentí como mete y saca su dedo de mi cuquita unas sensación
fantástica, luego frotaba el clítoris lo mas rápido que podía, sentía que ya no
podía mas, le dije que me y termine en orgasmo largo. Me recupere un poco y
continué con mi tarea, metí de nuevo lo mas que pude su pene a mi boca una
y otra vez lo mas rápido que podía, mordía sus testículos y los jalaba
despacio con mis dientes para que sintiera rico, eso se veía que le gustaba y
me dice que si continuaba mamándosela así terminaría en mi boca, asentí con
la cabeza y no tardaron en salir chorros de semen que apenas pude atrapar en
mi boca procurando no hacer un reguero en el carro, nunca los había probado,
no me desagrado el sabor y con mi lengua termine de limpiarla, nos besamos
y me dice de ir a otro lugar, se mete a un hotel que nos quedaba de regreso,
cuando llegamos al cuarto, me empieza a besar y nos desvestimos con unas
ansias locas.
Nos metimos a bañarnos bajo el agua tibia, nos besamos y nos vamos a la
cama, se encuentra boca arriba y me acerco a el, beso su boca, bajando
despacio a su miembro que se encuentra erecto de nuevo, tomo un
preservativo y se lo puse, me dice - ponte de posición de perrito y siento
como me penetra poco a poco, va empujando una y otra vez, primero
despacio y luego las embestidas se hacen mas fuertes, como dicen en mi
pueblo ya no sentía lo duro sino lo tupido, acariciaba mis pechos, luego se
acuesta en la cama y empiezo a montarlo subo y bajo fuerte sintiendo su pene
dentro una y otra vez mas fuerte, mientras acercaba mis pechos a su boca, el
los besaba, los mordía como desesperado, así seguí montándolo una y otra
vez por un largo rato hasta que le dije que estaba por venirme al igual que el,
que había aguantado un poco su venida ya que esperaba que termináramos
juntos, entonces acelero mis movimientos y terminamos con un riquísimo
orgasmo, (ya que la única forma de terminar que tengo es estando arriba,
siempre tardo mucho, no se porque, siempre ha sido así), terminamos
abrazados descansando de una gran noche de placer.
-Nunca espere que esta noche seria así, me has sorprendido y vaya que
bastante.
"Si no tuviera novia, lo que te haría", ella siempre sonreía, sin darle más
importancia.
Otra de sus amigas era Laura, una morena que me traía loco desde hace
mucho tiempo pero que tenía novio. Era muy timida y reservada, no bebía
alcohol, ni fumaba y trabajaba en una oficina de una gran empresa. Siempre
me he llevado bien con ella , pero era a la única que nunca me atrevía a
decirle nada sobre su belleza, la cual era impresionante, de largo la mejor de
todas. Ese día no había venido su novio por motivos laborales.
Cuando salimos del local para ir hacía otro hubo disparidad de opiniones.
Al final se tomó una solución diplomática, unos para un lado y otros para
otro. Mi novia prefirió seguir con sus mejores amigas que hacía tiempo que
no estaban juntas y yo me fui con otro amigo y tres amigas mas.
Entramos en otra discoteca y nos pasamos allí un buen rato, tanto que nos
olvidamos por completo del resto del grupo. Yo estaba en un estado eufórico
desproporcionado y empecé a encontrarme un poco mal. El otro chico se
había ido para casa con su novia, y me quedé con Alexa y Laura, la otra
amiga.
"Parece que me voy a ir para casa, que estoy bastante mal" les dije.
"Mi novia no va a dormir conmigo hoy que se queda con Patricia, no pasa
nada que ya llego yo solo" aseguré.
"Ya subo yo, malo será que no pueda meter la llave" dije en tono irónico.
"No creo que seas capaz tal como estás". Esas fueron palabras de Laura.
De las primeras que me había dicho esa noche. Estaba preciosa, su pantalón
vaquero ajustado que le hacía un culo perfecto, y un top de tirantes negro.
Intenté abrir la puerta del portal y no fui capaz hasta el quinto intento
entre las risas de las dos. Alexa me echó una mano y conseguí abrirla.
"¿Y como abrirás la puerta de casa? " volvió a decir Laura. "Venga,
subimos contigo"
Alexa también iba un poco borracha. Laura no había bebido nada, como
de costumbre. Entonces Alexa que estaba sentada sobre la cama, llevo la
mano hacía mi paquete.
"Laura, esto que no salga de aquí, confio en ti". Acto seguido Alexa se
tiró sobre mi entrepierna y empezó a masturbarme"
"Vaya rabo que tiene el cabrón, para comersela entera". Acto seguido
Alexa se la metió en la boca.
"Alexa, ¿Qué haces?, se puede despertar de la borrachera". Dijo Laura.
"No creo, está totalmente grogui. No podría ni decir hola" replico Alexa.
Laura estaba de pie viendo como estaba siendo masturbado por Alexa,
que estaba sentada a mi lado, y cada poco tiempo metía mi pene en su boca.
Sonó un móvil. Era una amiga del otro grupo. Patricia le llamaba desde su
casa, estaba con mi novia, preguntaba que tal había ido todo, que nos
habíamos perdido.Alexa al colgar se empezó a encontrar mal y se fue al baño.
"Vengo ahora, vas a ver lo que es una buena boca mamandote toda la
verga"
Pensó que no lo había oido. Pero no fue asi. Salió en busca de Alexa, que
estaba totalmente tirada en el baño, durmiendo después de haber vomitado.
Volvió a la habitación quitándose la parte de arriba y enseñando sus dos
preciosos pechos pequeños. No llevaba sujetador, y no me había dado cuenta
hasta ahora.Me quitó el slip hasta el final y la camisa y empezó a pasar la
lengua desde mi boca hasta mis huevos, ahí paró y se tragó uno y después el
otro.Se levantó y se quitó el pantalón vaquero y apareció un diminuto tanga
delante de mi, era blanco y le transparentaba una pequeña hilera de pelo sobre
su clítoris.
"Juega con mi culo, que será también para ti" Veía sus tetas como
botaban, como entraba mi polla en su coñito rosado y sentía como uno de mis
dedos entraba en su culo. No pudo más que gemir y gritar de placer. Entonces
sucedió algo …
Laura me sonrió.
"El tanga que has olido es mió, está lleno de mis flujos, espero que los
recuerdes siempre, nunca vas vamos a follar y nuestra relación seguirá siendo
la de siempre, no le cuentes a nadie lo de Alexa, ni mucho menos lo mio. Un
beso de Laura".
Relato VIII
Esto que voy a contarles es algo que surgió en mi imaginación a raíz de
conocer a una personita que leía mis relatos y al estar lejos no podemos
concretar un encuentro, pero si puedo imaginarlo.
Los hombres con pantalones de vestir y camisas con corbatas o trajes son
bastante atrayentes. Pero vamos a nuestro encuentro.
En un día de lluvia con bastante frió, tengo que salir a hacer unos tramites
a uno de los colegios donde doy clases.
Como era una entrevista formal con la directora fui vestida con una ropa
bastante incomoda para mi.
Estaba sola y me dice que esperemos unos minutos que el abogado estaba
por llegar. Mientras me va adelantando sobre lo que me quería informar; un
asunto relacionado con la responsabilidad civil en mis clases.
Salvador, así se llama, era un trigueño de 1,82, pelo castaño claro, ojos
del mismo color y un cuerpo bien trabajado por el deporte.
Además de ser una escultura de hombre traía puesto un traje negro con
camisa blanca y una corbata lila que le quedaba espectacularmente bien.
Bueno espero que te guste Salvador, y te espero por mi colegio para que
me expliques nuevamente…
Relato IX
Solía ir a casa de Juan dos o tres veces a la semana para estudiar en su
habitación, y hacer los trabajos que nos pedían en su ordenador, ya que el
mío era, por decirlo de un modo sutil, una patata. También aprovechábamos
para echar unas partidas a cualquier juego de moda, ver alguna página
morbosa o chatear.
Pienso que ella se daba cuenta de que me ponía como un toro pero nunca
hizo mención alguna a ello. Muy al contrario siempre evadía situaciones que
podían llegar a ser compremetedoras. Pero como reza el refrán "Tanto va el
cántaro a la fuente …"
"Joe, mañana vas a tener que aguantarla toda la tarde, vaya tela" me dijo
mi colega.
"Bueno, no será para tanto, tu madre parece muy lista ( aparte de estar
muy buena, pensaba) y lo terminaremos pronto". Le contesté.
Eran las cinco y diez de la tarde y llegué al piso de mi amigo, este día
más bien el de la madre.
"Sí, ya ves como voy, estoy casi sin ropa, no aguanto la verdad, y eso que
me acabo de dar una ducha fresca"
Vestía una falda hasta las rodillas y una camiseta negra de Armani. La
falda seguro que también era de marca, ya que le gustaban los lujos. Llevaba
también unas pendientes de brillantes, dos anillos y un colgante grande en
forma de corazón. En los pies unos elegantes zapatos de tacón.
"Tener hijos para nada, siempre diciéndole que me enseñe y tiene que
venir un amigo"
Decidí que debía hacer algo más, que estaba ante una oportunidad única.
Después de pensarmelo mucho pero en pocos segundos, me desnudé por
completo y abrí poco a poco la puerta. Al escuchar un pequeño crujido, ella
se giró y me vió completamente desnudo con la polla en mi mano tiesa y
quieto.
"Vete de aquí , por favor, ya has tenido lo que querias cabrón de mierda"
"¿No te ha gustado?"
- Chicos, para la siguiente semana quiero que monten una obra de teatro
sobre
Bien y tu?
No, no me dijeron
Ja ja ja, me dijeron que te iban a avisar, bueno pues hoy a las cuatro en mi
casa
Bye
Esa tarde fui a su casa para según yo, hacer el trabajo. Llego y ella abre la
puerta (algo que se me hizo raro porque siempre su hermano lo hace), la
saludo y le pregunto.
Quien ha llegado
Pero, entonces que vamos a hacer, no podemos ensayar entre los dos
-Tienes hambre?
-La verdad si
Antes de que se fuera ella cambia el canal a uno de esos que ya tiene por
numero mas del 300 y dice
S… Si
A mi me encanta hacerlo
En eso cierra las piernas, yo pense que ahí se habia terminado todo, pero
en ese momento se one de pie y comienza a levantarse la falda la cual deja al
borde de su cintura, se sienta y comienza a tocarse por encima de unas
pantaletas blancas, las cuales despedian un olor que me parecia exquisito:
Siii, me encantaria.
No aceptó ir a la función ese día, pero por alguna razón desconocida fue
creciendo mi afición por el Glennfiddich que sirven en ese restaurante, tanto
que, a la semana de ese diálogo, ambos entrábamos a ver a la Stone hacer
sufrir y cachondearse al buen David Morrissey. Realmente había poca gente
en la sala, dos por aquí, alguien solo por allá… se prestaba bien para esa clase
de funciones donde el show principal son los espectadores y no tanto la
película misma. Mi vista constantemente era atraída como un imán hacia las
piernas de Sonia; ahora bajo unos jeans y no con la corta falda del
restaurante, pero aún así apetitosas, aún así embrujantes.
- No se como hay gente que con tanta facilidad puede hacer esas cosas-
dijo de pronto refiriéndose a la película.
- Alguna vez, si, pero no tanto. No me imagino haciendo todas esas cosas.
- Si, dímelo
Sonia no tuvo reparos cuando mi boca lamió y lengüeteó sus senos y sus
pezones erectos; ni tampoco los tuvo cuando fui metiendo mi mano por el
frente de sus desabotonados jeans para acariciar el pelo de su pubis con mis
dedos, rascando mas y mas ampliamente hasta que mis dedos se dejaron
deslizar sobre su pequeño clítoris y sobre la humedecida abertura de su
entrepierna. Ella solo emitió un quedo jadeo, procurando seguramente no
hacer más ruido y despertar a su madre. Jugué entonces, impunemente con
sus labios, oprimiéndolos y moviéndolos con mis dedos; metiendo mis dedos
en su vagina y arrastrando fuera, hacia su clítoris, el generoso efluvio que su
sexo ya emanaba. Un suave siseo salía de entre los dientes de Sonia: -Sssii…
asssii- decía tan quedo que aún en ese apartado espacio apenas y podía yo
escucharlo. El imprimir a propósito una mayor fuerza a mis movimientos
para excitarla más y hacerla gemir más fuerte, y la lucha de ella por no hacer
mas ruido se convertía entonces en un juego delicioso, en una confrontación
placentera cargada de gusto por el riesgo. Sonia comenzó ansiosa a bajar sus
jeans por sus piernas, jadeando y besuqueándome obscenamente mientras
movía sus caderas al compás de mis dedos que la masturbaban con denuedo.
Difícilmente contenía las expresiones de placer que quedaban aprisionadas
entre sus labios. El chirrido del sofá comenzó a hacerse mas insistente,
acompañado ocasionalmente por el crujir que hacen algunas veces las paredes
por las noches cuando el sol deja de pegarles, o los lejanos sonidos de la
calle, o los mil y un sonidos que se escuchan por las noches. Pensé que era
tanta la apetencia por ser descubiertos que incluso hubiera jurado oír el
rechinar de los goznes de una puerta abriéndose lentamente.
Me coloqué sobre el sofá, detrás de ella, Sonia abriendo sus piernas hacia
lo alto, lo más que podía permitir sus jeans a los tobillos. Su espalda quedaba
pegada a mi pecho, y sus nalgas pegadas a mi vientre. Mordisquee
rabiosamente su cuello y su nuca, emitiendo suaves gruñidos de placer y
dando pequeñas dentelladas a su sudorosa carne. Sonia se estremecía al
contacto de mis dientes con la piel de su cuello y hombros, con mi
respiración agitada en su nuca, con mis expresiones de deleite cerca de su
oído. Mi mano guió mi falo erecto hacia su objetivo, y así como una flecha
lanzada por un diestro arquero da en el blanco, mi glande se introdujo sin
misericordia en la húmeda cavidad de su coño chorreante de humedad. Sentir
las nalgas duras de Sonia pegadas a mi vientre era un deleite único y
exquisito. Mi verga se fue introduciendo en la vulva cavernosa y caliente de
Sonia, la cual no dejaba de jadear y de repegar la espalda a mi pecho. No
hubo preámbulos para la penetración; me deslicé completo hasta el fondo de
su cuerpo, mientras mis manos la atraían, la jalaban sintiendo las poderosas
formas de una auténtica hembra dispuesta a ser apareada por un macho que
exigía de ella el mayor placer. Sonia echó hacia atrás su cabeza, recostándola
en mi hombro, para poder ser besada y mordisqueada, igual que una presa
rendida se entrega al predador para ser devorada y tomada sin piedad, a su
entero antojo. Mis manos acariciaron sus senos, cuyos pezones se erectaban y
se suavizaban una y otra vez. Luciendo una sonrisa malévola, me acerqué a
su oído y susurré: - Nena, ¿estás segura de que tu madre no se despierta?-
para entonces ver su rostro asustado voltear para atisbar la oscuridad del
pasillo nerviosamente. A los pocos segundos, el ritmo del bombeo le hacía
nuevamente cerrar los ojos, pero ya más excitada por el intenso sabor del
riesgo que para ella representaba la posibilidad de ser descubierta.
Mientras penetraba rítmicamente el coño de Sonia, ella se masturbaba
denodadamente, frotando así sus hermosas nalgas en mi cuerpo. Las
contracciones de su vagina eran constantes, anunciando a cada momento que
en cualquier instante podría llegar a un orgasmo avasallador. Tomándola con
mis manos fui llevándola a que quedara recostada sobre el respaldo del sofá
para bombear a placer, de pié, detrás suyo. Cuando ella recibió los furiosos
embates de mi tronco hasta el más profundo de sus interiores, el paroxismo
con el que comenzó a contonear su cadera fue imparable y enloquecedor. Sus
gemidos parecía por un momento que dejarían de contenerse y correrían
audiblemente por toda la casa, si bien por toda la casa yo juraba escucharlos.
Tanto ella como yo nos movíamos frenéticos, disfrutando de nuestros cuerpos
y del placer que ambos nos estábamos provocando. A los pocos minutos, las
contracciones de la vagina de Sonia se hicieron irrefrenables, y ella,
hundiendo su rostro en el mullido respaldo del sofá, comenzó a venirse en
medio de sincopados arqueos, repitiendo mi nombre una y otra vez, y
jadeando profundamente.
Sonia se dejó caer en el sofá, aún apretando los puños por los restos de las
sensaciones orgásmicas que permanecían en los más lejanos puntos de su
cuerpo. Mis manos masajearon sus hombros y sus brazos. Ella volteó y me
sonrió; consciente totalmente de que yo esperaba mas de ella. - Como verás
estoy acostumbrada a cosas muy tranquilas en el sexo - me dijo cuando
ambos nos acariciábamos mutuamente recostados, ella al frente mío. - Sé lo
que querías pero jamás lo he hecho y no me gusta la idea. Me da un cierto
asco pensar en meterme a la boca o lamer aquello con que orinas.- Muchas
veces hemos leído argumentos a favor o en contra de este punto, para algunos
tan importante. –Nada es a fuerzas, preciosa. Solo depende de lo que se te
antoje hacer- le respondí antes de comenzar de nuevo a manosearla. Su
cuerpo rápidamente respondió y sus ojos se cerraron nuevamente para sentir
mis manos paseándose impunemente por su carne y tocarla a plenitud por
cada rincón de su cuerpo. Sonia se dio la vuelta, acurrucándose en mi pecho,
alcanzando mi falo nuevamente con sus manos y comenzando a masturbarme
lentamente. Tal como lo anhelaba en el cine, el subir y bajar de su mano en
mi falo comenzaron a hacerme sentir un placer infinito. A cada movimiento
de su mano, mi verga iba adquiriendo de nuevo su dureza y su longitud ideal
para dar y recibir placer. Ella, así acurrucada, dejó sus caderas levantadas de
lado, por lo que deslicé mi mano por detrás de su cuerpo para masturbarla y
para apretar sus nalgas a mi antojo.
Ese fue un grave error, debí haberle dicho que fuéramos a su cuarto, y de
inmediato entregarme a el, pero debía esperar, para que todo resultara más
placentero.
Ya de camino a la tienda…
-Tengo 24 y tu?
-16
-Pues no parece, las demás chavas se ven muy niñas a comparación tuya.
-Es solo lo que pienso, de verdad que si fueras un poco más grande te
pediría ser mi novia.
-Si, claro.
Una vez que llegamos a la tienda, el pidió una bebida con Alcohol, me
preguntó si gustaba una, y recordando el comentario de que yo parecía más
grande que mis amigas acepté la bebida.
-Laura, te deseo
Yo quería complacerlo así que le pedí que me penetrara, que por favor lo
hiciera, ya que quería saber lo que era un hombre.
-Ohh pero que caliente eres, te voy a llenar toda tu matriz perrita.
-Si, es lo que más deseo, y también quiero que me cojas por aquí atrás
(señalándole mi anito)
Relato XIII
Era la primera vez que salía de viaje solo, en mi familia el dinero no
abunda y el salir de viaje solo era un bello sueño, pero se me presentó la
oportunidad y lo hice, no creí que podría obtener algo más que viajar.
Ella era delgada y alta para su edad, con sólo 12 años tenia casi mi
estatura, pero su cara era la de una chiquilla hermosa, ojos grandes y de color
marrón, su cabello era lacio y largísimo, llegaba hasta sus caderas y lo
mantenía peinado con dos trenzas que le daban un aire encantador. Su cuerpo
apenas estaba en desarrollo, las formas de sus pechos apenas comenzaban a
florecer, pero prometían ser generosos cantaros de miel a un futuro próximo,
sus caderas pese a ser ella delgada eran abultadas y carnosas, el complemento
lo formaban dos exquisitas nalgas que se apreciaban duras y respingonas,
piernas delineadas y suaves, en fin un contorno nada despreciable, Su cuerpo
esa tarde iba cubierto sólo por un pequeño vestido color gris de una tela
holgada y suave que se pegaba a su cuerpecillo, dicho vestido solo alcanzaba
a cubrir parte de sus lindas piernas pues llegaba casi una mano arriba de las
rodillas, ella simpática como pocas nenas hacia migas con todo aquel que se
acercaba a ella.
La giré poco a poco hasta que quedó completamente boca arriba, mi boca
abandonó su cuello para ir bajando hasta que mi cabeza se posó sobre sus
pechos y con un suave movimiento mi lengua hizo contacto con sus pezones,
ella emitió un pequeño gemido y un espasmo involuntario la hizo arquear su
pecho hacia arriba, intentando tener más contacto con lo que le había
provocado placer, con su cabeza hacia un lado cogió una punta de las cobijas
y la mordió, evitando así el emitir gemidos que nos delataran. Mis manos y
mi lengua no se estuvieron quietas un solo segundo, mi boca devoraba uno y
otro de sus pechos los intercalaba y los succionaba, quería sentirlos
completos en mi boca mientras mi mano descendió por su torax y llegó hasta
su ingle, mis manos buscaron más abajo el fin de su vestido y lo encontraron,
subiéndole el vestido hasta más arriba de su cintura y bajando sus bragas
hasta sus rodillas, la tenia a ella casi desnuda y solo para mi, sus manitas
mientras tanto me acariciaban el pecho una, y el pene la otra, subía y bajaba
su manita intentando darme placer, y les juro que lo lograba.
Yo estaba más caliente de lo que había estado en toda mi vida, así que
tomando mi pene con una mano, me encaramé más sobre ella quedando ahora
sí totalmente sobre ella con las cobijas protegiéndonos un poco, comencé a
frotar la cabeza de mi pene sobre sus labios vaginales, empapándolo
completamente de sus jugos empecé a hacer presión sobre su entrada y para
mi sorpresa no me costó mucho trabajo entrar completamente en ella, no era
virgen, pero no importaba, estaba dentro de ella y apretaba como si nunca se
hubiera internado en ella una garrancha, disfruté del placer de sentirla
apretada y suavemente comencé a bombear poco a poco, salía un poco y
volvía a entrar, despacio, suave, estaba en verdad disfrutando de esta niña,
ella reaccionó un poco y sus manos me abrazaron por la espalda, yo
bombeaba y ella me besaba el cuello y los labios, bombee y bombee, más y
más, sentía sus jugos escurrir por mi garrancha e inundarme los huevos, y
estos los sentía chocar contra sus nalgas suaves, entraba y salía, entraba y
salía, y salía más y entraba más y empujaba con más fuerza y ella se pegaba
más a mi, sus gemidos se perdían entre mis labios y los míos en los de ella,
juro que no resistiría mucho más, llevaba al menos quince minutos en esta
deliciosa tarea y quería que durara más, pero la excitación estaba a tope, dos
o tres movimientos más y me vendría, quise resistir y salirme de ella, pero
acercó su boca a mi oído y susurró "lléname, lléname toda por favor, no te
salgas" no pude aguantar y me vine copiosamente dentro de su chochito, tres,
cuatro o cinco chorros fueron los que salieron de mi y se internaron en su
cuerpo me besó con el máximo de pasión que una niña puede tener y me dejé
caer a su lado.
Todo iba pasando sin mayores cosas, y la verdad como que me sentía
desilusionada pues sentía las miradas, uno que otro roce sentí entre las gente
pero hasta ahí.
Mi novio dio un gran grito -mi carro que ¡!!!! y en voz alta contestó -voy
para allá en seguida- Colgó y me dijo, tengo que regresar a la fiesta, un
borracho chocó mi carro, pero ya íbamos como a la mitad del camino, le
conteste diciendo que lo acompañaba pero él me contestó que no pues tenía
que estar temprano en casa, cosa que era una real mentira.
Durante el camino no dijimos mucho, yo iba algo ida por el sueño y por
lo que paso, llegamos no sin antes por inercia le bese, mientras él me dio otra
manoseada cachonda y me dijo -dame tu tanguita, será mi propina- sin mucho
esfuerzo me la quitó porque no puse resistencia, nada más me separó las
piernas y me la bajo, pero no me dejo bajar sin antes darme una dedeada en la
conchita durante un buen rato, lo hizo hasta hacerme sentir un orgasmo. Me
obligó a que le diera una última mamada y se vinó en mi boca.
Baje como pude, entre a mi casa y sin que me vieran me metí a mi cuarto
toda dolida… y cogida…y me fui a dormir… y eso fue lo que me paso ese
día…. nunca lo olvidare……
Relato XV
Esos días de normalidad solo habían tensado más las cuerdas del placer.
Se conocían cada gesto, cada mirada… A veces, cuando el lugar se prestaba,
se tomaban las manos y entrelazaban los dedos, primero suavemente y luego
con lujuria. Mucha gente se tomaba de las manos, pero cuando esas manos
son el apéndice de dos cuerpos que se desean pueden sentirse muchas cosas.
Ese día era distinto, la hora de salida llegaba y Adriana debía quedarse en
la oficina por pedido de su jefe. André lo sabía y no pensaba alejarse de esa
mujer que le movía el alma y el cuerpo.
La buscó en varios lugares sin dar con ella, hasta que un sonido lejano le
iluminó el rostro: la fotocopiadora.
Ella pasó la lengua por los bordes del bóxer que él usaba. Le daba suaves
mordiscos en la protuberancia que amenazaba romper la tela, y a veces se iba
a su espalda y mordía sus nalgas.
Con sus uñas comenzó a recorrer la espalda de André, una espalda que se
le hacía ancha contra sus deliciosas manos, y que comenzaba a perlarse del
suave sudor de la excitación.
Sentía que era engullido por una diosa cada vez que su pena, hinchado y
henchido de placer, ingresaba a lo profundo de la garganta de Adriana. Sentía
las uñas de ella en sus nalgas y sus muslos, y deseaba que las enterrara con
furia en su cuerpo para que quedara una marca de ese instante de placer.
Cuando ella tomó su pene, húmedo con su saliva, y lo puso entre sus
grandes y suaves pechos, él sabía que su perdición estaba cerca. Ella sostenía
sus pechos unidos, anidando su falo con fuerza. El comenzó a mover sus
caderas entre ellos, ayudado por la humedad que aquella deliciosa boca había
dejado en él, y comenzó a sentir el galopar salvaje de los caballos del
Apocalipsis.
Cuando Adriana comenzó a cazar con sus labios el glande de André, cada
vez que este empujaba con sus caderas, ya no pudo más. Desde la base de su
pene comenzó a subir con furia el icor de dioses ancestrales, su semen
rebalsó su glande y estalló contra la boca de ella. Gotas de este cayeron sobre
sus pechos, sus mejillas y su boca, estas últimas sólo para ser engullidas por
la sedienta boca que las provocó.
Sus piernas flaquearon y tuvo que usar sus manos, liberadas de la mística
atadura, para sostenerse del muble de la fotocopiadora. Cuando Adriana
terminó de limpiar su pene, cayó de rodillas frente a ella, metió su cara entre
su cuello y descansó dejando que su aroma de mujer le llenara la cabeza de
ilusiones.
Relato XVI
La maldita rutina. Me miro al espejo y me veo nublado, tergiversado por
las nauseas del sueño que pretenden llevarme naufrago a las sabanas. Estaba
yo y el reflejo de ser humano, de veintitantos años, incipiente calvicie, barba
de días, moreno, chascon y flojo. La pancita de la acumulación de los carretes
me delataba poco atractivo. Me rasque el culo antes de meterme a la ducha.
Que flojera tenía. Que hubiera dado para que en la cama me esperase una
pierna suave, que me diera un poco de amor corporal, que me hiciese suspirar
sudores de alivio….
Mis fantasías de pendejo azuzaban mis días y mis noches. Nada pudo
sacarme de mi depresión crónica, de esa melancolía misógina y sin sentido.
Pero había aprendido a reír más a menudo. A burlarme de mis propias
desgracias. Para cuando existía un día luminoso, la gloria se desparramaba en
forma de cervezas que me llenaban la barriga y la inconciencia festejando el
merecer lo que la vida me diera en sus migajas.
Una de esos desperdicios se dejo caer una tarde de invierno en que visite
la casa de un amigo. El me invito a su casa que quedaba en el perímetro de la
ciudad a revisar sus juegos de video en su computador. Grande fue para mí la
sorpresa de que entre sus pertenencias se hallase un juego de ligue sexual. Yo
estaba fascinado. Había que hacerse cada vez mas perverso, engrupirse
minas, follarlas y cometer mas pecados para subir tu dominio y poder en el
juego. Impresionante. Todo lo que no podía hacer de verdad. Y era en 3 D.
Guau. Empecé a jugarlo mientras mi socio me indicaba como había que
desempeñarse en él. Yo estaba muy entusiasmado, hasta que a las siete de la
tarde, se abrió la puerta de su casa y literalmente, dentro la gloria. Era la
novia de mi amigo, vivían juntos, hacían lo que querían, sus padres pagaban.
Que envidia.
Al cabo de dos horas, había respaldado todo. Mis amigos se habian hecho
bolsa follando en la pieza de al lado, estuvo a punto de pajearme ante tanto
sexo, pero me contuve, me daba plancha ser sorprendido por mis jugos o mis
olores, o por macaquero. Cansado, repose mis huesos en el sueño.
Una sorpresa placida volvio a reinar en los ojos de Gloria. Era una salida,
no grata, pero bienvenida al fin, una luz de esperanza frente al abismo.
- Y que queris que te haga, maricón, maricón, no tenis otro nombre, puto,
abusaste de nuestra confianza, sabís,….- dijo. Lo demas fue llanto. Algunas
mujeres no saben hacer otra cosa.
Ella vino hacia mí y me pegó una cachetada. Tenía la mano dura. Me reí
con la mejilla furiosamente roja.
- Buuuuuuuu-
Ella no dijo mas nada. Su hermoso culo estaba debajo del pijama y me
esperaba. Lo corri levemente para apreciar esa belleza, ese don que dios le da
a algunas mujeres. Perfecto, redondo, carnoso, con la sutil materialidad de la
grasa perfecta para redondearla, un bello poema griego de rigurosa creación
tridimensional.
Puse mi mano sobre esas ancas mientras la boca de Gloria gemía. Sus
lagrimas caían sobre la ropa de cama mientras contemplaba su cola paradita y
diafana. Me encantan los culos. Sobre todo los de las diosas. En fin, era mi
hora, dios me regalo esta migaja de cielo. Tenia para mí un cuerpo perfecto
listo para ser penetrado. Pero no quería la frialdad del roce seco, quería sexo
forzado placido. Que se lubricara mi presa para poder darle el placer que ella
tambien iba a encontrar si olvidaba que yo no era su amante.
El semen salía a chorros, la calentura debió crear mas leche, toda mi leche
en su boca. Quiso retirarse cuando sintió el sabor, yo le sujeté la cabeza,
quería furiosamente que se lo tragara, esto era de otro mundo, me miraba
compungida, asqueada, algunos chorros huyeron por los bordes, el olor a
polla no le cabía en la boca, la culpa comenzaba a rebosarla. Pero se lo trago
en gran mayoría, llorando, tristemente bella, y corrompida.
date la vuelta, ahora si querida, vas a ser violada como te gusta – dije al
pensar en los videos y su placer en una hermosa mueca enajenada.
Si? Estas seguro de que podrás hacerme mujer, idiota,?- contestó la bella,
rebelde, pero sumisa.
Gritaba Gloria. PAF PAF PAF PAF, rebotaba la piel. Estaba mojada, los
fluido permitieron penetrarla de buena manera. Logró su orgasmo. Yo el
placer de follarmela. Derramada en la cama, continuó suspirando su placer un
rato mientras yo me vestía. Debía irme a casa. A continuar soñando con ella,
con otro orgasmo en otra ocasión.
Asi es, espero que ahora también me desees, amorcito, ya no publicaré tus
folladas, las usaré para cuando tenga ganas. Por ahora, toma, te devuelvo uno,
y no se te vaya a ocurrir decirle al Fido. Ahí si que te cago. Me entendiste?-
Con el tiempo ella terminó con el Fido y seguimos siendo todos muy
buenos amigos. Yo baje un par de kilos, ella me llamaba cuando quería ser
socorrida, y yo a ella. Quien iba a imaginar que fuera el propio Fido el que se
vengaría de ella por Internet. Ja. Las vueltas de la vida. Jamás nadie tampoco
iba a imaginar que un gilipollas como yo, mas bien feo y gordo podría
cogerse cuando quisiera este joya de mujer. Así es la vida. Cada cuanto se
deja caer una de sus migajas en mi miserable existencia. Y la belleza de
Gloria me ilumina, cuando creo que todo se vuelve un oscuro laberinto de
mierda del que preferiría huir con la muerte o evadirlo jugando horas infinitas
frente al computador. Quien sabe, en una de esas, logro extorsionar aunque
sea de mentira, a otra perra.
Relato XVII
Hacía casi dos años que vivía con mi novio, pero desde hace seis meses
nuestra relación iba de mal en peor. Y no es que discutiésemos ni nada de
eso, simplemente nos ignorábamos. Hablábamos poco entre nosotros y
apenas follábamos (bueno, habían transcurrido dos meses desde nuestro
último coito, para ser concreta). Pero lo peor de todo es que nos habíamos
acostumbrado a comportarnos con tanta abulia que semejábamos dos peces
en un vaso de agua que se cruzan y se entrecruzan sin dirigirse la palabra.
Así que decidí que había llegado el momento de acabar con esto: una
mañana fría de marzo hice la maleta y me fui de casa. El problema principal
se me presentó de inmediato: ¿adónde ir? A casa de mis padres, jamás. Ya
había reñido con ellos cuando me fui a vivir con mi novio. Regresar
derrotada hubiera significado darles la razón. Entonces pensé en María, mi
hermana.
María era tres años menor que yo, pero –he de reconocerlo públicamente–
mucho más espabilada. Dos meses después de que yo me fuera con mi novio,
ella abandonó también el hogar paterno, pero para irse a vivir sola. Y todavía
seguía viviendo de la misma manera, independiente y osada. Así que no me
lo pensé dos veces y la llamé por teléfono.
Noté que María dudaba, y por un momento pensé que iba a contestarme
que no. Pero al fin y al cabo era mi hermana, y yo me encontraba en una
situación muy difícil.
–De acuerdo –contestó–, puedes venirte por aquí cuando quieras. No voy
a salir en toda la mañana.
–Antes de nada –me dijo ella cuando me enseñó la habitación que durante
unos días iba a se la mía–, es imprescindible que sepas algo. Y espero que no
me juzgues por ello.
Yo estaba realmente contenta por haber roto con Adolfo y sobre todo por
irme a vivir junto a mi hermana, a la cual idolatraba como a una diosa. Sabía
que desde que se fue de casa llevaba una vida absolutamente independiente,
así que lo que me fuera a decir la verdad es que no me importaba demasiado:
María me merecía todos mis respetos.
Sonreí con cara de tonta y le di dos besos con todo el recato del mundo.
Mis pezones son considerablemente eréctiles, y me di cuenta demasiado tarde
de que sus "huellas" habían quedado fuertemente marcadas bajo la tela de mi
camiseta.
–Ya sé que a simple vista puede parecer algo indigno o bajo, impropio de
ti, pero al menos piénsalo un poco, ¿vale? –hizo una pausa y continuó–.
Tienes la oportunidad de ganarte 500 euros esta noche por no hacer casi nada.
Míralo de ese modo. Daniel me ha dicho que si tomas parte tú también, nos
dará 1000 euros a las dos. Yo cobro 150 por sesión, así que esto está muy por
encima de mis tarifas habituales. Pero si te niegas, se irá y no me pagará
nada. ¿Te haces cargo?
–¿Me estás proponiendo que me acueste con ese tío? ¿Eso quieres decir?
–Bueno, ¿y qué diferencia hay entre hacerlo gratis y hacerlo por dinero?
Te estoy hablando de 500 euros por un rato, piénsatelo bien. Creo que merece
la pena.
–Ven, no tengas miedo. Estoy seguro de que lo vas a hacer muy bien –
dijo él, tal vez para ayudarme a ganar confianza.
Tengo que admitir que cada vez disfrutaba más introduciéndome aquel
falo rígido en mi boca, paladeando sus hechuras, sorbiendo su glande,
agitando su piel. Bueno, después de todo, chupársela a un desconocido no era
algo tan terrible. Tenía que evitar, eso sí, que se corriera en mi boca: el sabor
amargo del semen es algo que nunca he soportado.
Bueno, por 500 euros, desde luego que había merecido la pena. ¡Y hasta
gratis también! Y había de reconocer que el que mi propia hermana pequeña
hubiera estado presente ayudó lo suyo a generar en mí aquel estado brutal de
excitación incontrolada.
–Le gusta que se la devuelvan tan limpia como la ha traído –oí que decía
María. Así que volví a chupársela de nuevo, y de nuevo volví a sentir la
dureza extrema de su miembro presionar sobre mi lengua, volví a palpar las
formas prominentes del glande recubiertas ahora por una espesa capa de
esperma. Aquel sabor me seguía resultando tan desagradable como lo había
sido siempre, pero en esta ocasión noté un matiz nuevo, un gustillo un tanto
diferente que poco después logré identificar como procedente de mi propio
flujo, el cual también se había adherido a su piel y había dado lugar a un
aroma nuevo, único, indescriptible: el sabor de nuestros respectivos placeres.
–No tengas miedo –me dijo–, todas hemos pasado por esto, y al final a
todas nos acaba gustando.
Al final, María liberó mis ojos. Me dijo que había estado magnífica, que
incluso la había sorprendido. Yo no dije nada. Toda palabra estaba de más,
hubiera reducido aquellas sensaciones vividas tan intensamente a algo falso,
ridículo, vacío de sentido. Fue realmente magnífico. Inolvidable. Con eso
basta.
-Ingrid: Si pa…
Cuando iba de bajada, escuche que Lucero casi como un susurro le decía
a mi hija todavía aguanta un piano tu papá, al escuchar que descendía yo por
la escalera su platica solo se volvió en una serie de risitas entre ambas, yo no
le di importancia y baje.
-Yo: Ya cenaron?
-Lucero: No…
-Quieren algo?
-Yo: Pero después de las 2 ya que tengo que ir a la obra porque es día de
pago
-Lucero: No se preocupe
-Lucy: Se lo prometo…
-Yo: Eres una niña… y amiga de mi hija… bueno no esta bien y ya…
Ella avanzo hacia mi, yo seguía sentado y agarro mi cabeza con sus
manitas, plantándome un beso en los labios, yo no sabia que hacer, solo
voltee la cara y me di cuenta que mi hija estaba totalmente dormida en una
posición fetal, volví la cara y de nuevo vi su angelical carita, mezcla de
inocencia y picardía, no me pude contener y a bese, ella correspondió al beso,
no se cuanto duro, pero cuando nos separamos aspiramos una bocanada de
aire, ya en ese momento esa criatura había logrado ponerme a mil, ahora la
tome por su diminuto talle y la atraje, propinándole otro beso de larga
duración.
-Lucy: No le gusto?
-Yo: Si Lucy, por eso te digo que no esta bien, yo soy una persona
mayor… y tu una nena.
-Lucy: Pero que importa la edad… usted me encanta… y me gusto esto…
-Lucy: Te gustan…?
Los chupe por unos minutos, luego bese su cuello, su boca, su carita,
luego fui mas abajo, volví a besarlos y a chuparlos y comérmelos, luego baje
para besar su vientre, ella se retorcía ya acostada en la cama, cuando volví a
sus pechos ella volvió a experimentar otro orgasmo, yo sentía mi verga a su
máxima expresión, me senté al lado suyo para que pasaran sus espasmos,
cuando se repuso se incorporo y se quedo viendo mi bulto que decía el grado
de excitación que tenia, ella sonrió y llevo su mano a mi bragueta, bajo el
cierre y aflojo el cinturón, metió su manita dentro e hizo contacto con mi
pene.
-Yo: Sácalo…
-Lucy: Claro… ahora será mi caramelo… tu ya tuviste los tuyos… je, je,
je
Saco mi verga, ella abrió los ojitos, luego se inclino y comenzó a besar mi
verga, luego la chupo como si fuera lamiendo un helado, no era muy experta
mamando, pero con sus movimientos yo ya estaba a punto de explotar, ella
siguió en su labor y cuando lo estaba chupando explote como hacia mucho no
o hacia, parte de mi semen acabo en su boquita y otra parte escurría por su
barbilla y parte de su cuello, era espectacular ver esa carita angelical llena de
mi semen y que saboreaba con su lengua el esperma que estaba a su alcance.
-Lucy: Umm, sabe raro, pero esta buena esta lechita que sacaste… que
es…?
-Yo: Es mi semen linda…
-Lucy: Esta bien grade tu cosa… me gusta… solo había visto una en una
revista de la escuela… bueno que llevaron a la escuela… pensé que no era
real que un hombre tuviera una de esa tamaño y ahora ya lo creo que son
reales… puedo lamerla para limpiarla…?
-Yo: Lo deseas?
-Yo: Cómo?
-Lucy: Te gusta…?
-Lucy: Mas, mas, ummm, que rico… métela mas… así mi amor, dame
mas… por favor… mas…. mas… mas, así, si, si
-Ingrid: Si que eres burra yo le entiendo rápido a mi papi, con una sola
explicación
Relato XIX
Está tranquilamente el adolescente Simeón estirado en su cama
escuchando música. Es Simeón la pura encarnación del espíritu de la
juventud sin preocupaciones ni responsabilidades. Va a colegio y como
actualmente no es necesario estudiar para ir al colegio, las notas del chaval
son vergonzosas. O serían vergonzosas hace mucho tiempo, cuando estudiar
era una nota de respeto y sabiduría. Pero en los actuales planes de estudios
impuestos por el gobierno el que estudia es porque no tiene nada mejor que
hacer.
Una agresiva canción suena ahora mismo del equipo de Simeón. La voz
del cantante parece imposible de conseguir sin tener una predisposición
genética para ello, o ser de otra raza.. Pero para Simeón no representa
problema seguir la canción orando la mitad de las sílabas que canta el salvaje
cantante del grupo de rock.
Sigue el chaval, al igual que con su voz, con sus puños en el inocente
escritorio que se hizo para algo muy diferente a simular una batería. Pero el
destino ha sido cruel con las maderas que encarnaron el escritorio de Simeón
y ahora pagan por las malas acciones que hicieron en practicamente todas sus
anteriores encarnaciones.
-Simeón: ¡betrayeeeeeeeeeeer!
Le parecía a Simeón estar muy lejos en el infierno del rock duro pero eso
era sólo una ilusión, y su cuerpo se encontraba en su casa aporreando el
escritorio. Es por eso que sus orejas oyen, además de la canción, el timbre
que suena.
-ning- -nang-
-Simeón: hola.
-Vanesa: habla tú con él. Yo me voy a dar una vuelta y nos encontramos
después en el bar o en . .
-Eva: bueno pues, mi amiga Vanesa te quiere pedir para salir. Pero le da
mucha verguenza y me ha pedido a mi que te lo pida por ella. Es muy bonita,
ya lo has visto, y tú le gustas mucho y, querría salir contigo.
-Eva: pero por favor Simeón, dile que sí y ya verás como es fantástica. Es
mi mejor amiga y vamos siempre juntas por lo que la conozco muy bien y
sería para ella, tu sí, lo más maravilloso que le podrías dar.
-Eva: por supuesto, yo haría lo que fuese por mi amiga. Dime ¿qué
quieres?
-Eva: ups . . . ¿que tú y yo nos demos un beso? pero, qué cosa es esta? por
qué me pides esto?
-Simeón: por nada, yo te digo esto, que si tú y yo nos damos un beso le
diré que sí para salir con Vanesa.
-Eva: pues.
-Eva: vale, pero sólo uno, nos damos un beso y le dirás que sí a Vanesa.
Simeón y Eva suben hasta la terraza que hay en el 4º piso y allí se meten
dentro de la habitación en que hay la lavadora. Simeón cierra la puerta y ata
la manivela con un cordel que ahí estaba para impedir la que no van a tener
visita inoportuna. Eva resta inmóvil al lado de la lavadora, mientras Simeón
ata la manecilla, ignorando en absoluto qué hacer o que no. A la que Simeón
tiene atrancada la puerta se acerca a Eva.
-Eva: mi reloj tiene cronómetro. Lo enciendo ahora y cuando den los 5
minutos paramos.
Para Eva no parece ser este su primer beso, por la razón de haberlo
aceptado sin oponer heróica resistencia y porque lo saborea sacando la misma
lengua que Simeón mete dentro de ella. Las manos del chico adquieren su
también papel y van acariciando el juvenil cuerpo de la chica. Eva parece
permitir esa mano que la abraza por la barriga y de momento no ve fallado el
favor que le está haciendo a su mejor amiga.
-Simeón: pues espérate que vas a conocer cómo los doy yo, muac.
Eva se vuelve ahora más permisiva y permite esa pecadora caricia que se
desarrolla en su culete. La permisividad de Eva abre también otras vías y ella
misma acaricia los criados por el fútbol hombros del enamorado de su amiga.
-Simeón: muac, y ¿habláis de mi a veces? tú y Vanesa?
-Simeón: muac, ya, y ¿tú las has visto esas fotos, con ella?
-Eva: sí, muac, pero para hacerle un favor a ella, muac, y que seas su
novio.
-Simeón: claro, ahí quería llegar, muac.
Eva muerde un rato el cuello de su nuevo amigo hasta que este pide jugar
al mismo juego. Se dispone a morderla en el cuello cuando esta se alarma.
-Eva: aaah, que bien sabe, uhmmm, nunca me lo habían hecho, uhmm.
-Simeón: bueno, tanto da, el caso es que lo haces muy bien para ser la
primera paja.
-Eva: nunca.
Simeón estiende en el suelo un montón de ropa por lavar que había ante
la lavadora preparando con ello un pequeño nido de amor. Eva no necesita de
mucha indicación para, estirarse en el suelo encima de la camita de
emergencia.
-Eva: sí.
Simeón empuja un poquito insertando un tercio de la que tiene que entrar
completamente verga.
-Eva: aaah.
-Eva: oooh, oooh, sí querido síí, uhmmm, por Dios que no lo sepa nunca
Vanesa, oooh, me has desvirgado, uhmmm, ooooh.
-Simeón: umf, umf, claro que podríamos, pero. Si Vanesa se entera, sería
un golpe durísimo para su frágil personalidad.
-Eva: gracias, ummh, ummmmh, por hacerme ese favor, oooh, por,
ummf, hacernos ese favor, umhh, cielo.
-Eva: uhmm, uhmmm, Simeón, cielo, me matas, sííí, así, bota, bota cielo.
-Eva: ooohii, Sime, ooohhi, oohi, te quiero, te quiero, oohi, sólo para mi,
para mi, oooohhii.
Durante ese tiempo yo conocí una mujer, con la cual viví un par de años.
Pero esa buena relación, llegó a su fin dejándome muy triste ya que aun yo la
amaba. Como una amiga siempre dispuesta a escuchar, Carmen supo de toda
mi relación y me aconsejó y consoló.
Pasaron unos cuantos meses y una mañana, ella me dice que tenía que
viajar a mi país, a cerrar un trato comercial con otra empresa. Me dio mucho
gusto que al fin, después de casi 7 años, al fin nos conoceríamos en persona.
Me avisó su horario de vuelo, y me confirmó que de la misma empresa, con
la cual haría la transacción comercial la iría a buscar al aeropuerto.
Nos topamos justo a la salida del baño, con solo la luz de este encendida.
Carmen usaba una camisola blanca, que traslucía sus grandes y redondos
pechos, apenas cubiertos por un sensual brasier. Nos quedamos mirando, ella
me sonrió y nuevamente, con su suave y calida voz, me dio las gracias
nuevamente por mi hospitalidad.
A mi oído, con su suave voz entre cortada, entre gemidos, me pedía que
se la metiera mas y mas, que la tocara completamente , que mis manos no
quedaran sin recorrer ningún lugar de su cuerpo.
Le dije que la quería en cuatro patas y sin pensarlo dos veces, se colocó
en posición dejándome su generoso culo completamente a mi disposición. No
dude en tomarla de la cintura y arrodillado detrás de ella comencé a follarla
mas fuertemente aun. Luego de mucho rato, me pidió que me acostara de
espaldas y montándose sobre mi, comenzó a moverse, completamente
erguida, con sus ojos cerrados y con una cara llena de placer, mientras que
mis manos no se decidían entre seguir tocándoles las tetas o jugar en su
entrepierna.
Entre gemidos le confesé que ya no duraría mucho rato más y me dijo que
quería que acabara en su boca. La idea me encantó y le pedí que ella también
hiciera lo mismo. Al poco rato de estar en esa posición, entregándonos mutuo
placer oral, las sensaciones entregadas por su boca fueron demasiadas y ya
sin poder aguantarme le avisé que ya me descargaba. Ella en vez de sacarla
de su boca, me la chupó más fuertemente aun, mientras con espasmos de su
culo frotándolo por toda mi cara, y con un gran gemido, tampoco aguantó
mas y como un grifo abierto, comenzó a botar un abundante líquido, con gran
presión que sin ningún asco bebía, al mismo tiempo que mi semen salía a
chorros terminando en su boca.
Una cálida noche de primavera, con los primeros calores que nos hacen
revivir, después de un frío invierno, nos aprestábamos a ver una película que
habíamos alquilado. Estábamos en el sillón, Mi esposa, llevaba una remera
mía, que siempre usaba y una bombacha común, de esa que usa todos los
días.
Sheila, es hermosa, tiene un lomo bien formado, por sus años de natación,
su espalda es casi como la mía, sus tetas no son muy grandes, ni muy chicas,
son perfectas y se mantienen en su lugar, su cola es proporcionada y sus
piernas torneadas y cortitas, sus pies son pequeños haciendo juego con sus
tobillos. Quizás no te des vuelta por la calle, para mirarla, pero si entra en un
salón o sentís su presencia, no podés dejar de admirarla.
Yo estaba en short una camisa que era la que me había quedado después
de un día de trabajo. Preparé la película y nos acomodamos en el sillón…
- Te amo. – me dijo.
Nunca entendí bien que era lo que había pasado, ya que el intruso, no se
llevó nada. Sheila dice que se confundió de personas y por eso no nos robó
nada. Pero eso nunca me cerró, porque cosas extrañas nos siguieron pasando
con el correr del los años, cosas tan eróticas y sensuales tan fuertes como esa
noche.
Pero ¿Cómo se le pudo ocurrir algo así? ¿Cómo lo pudo planear? ¿Quién
fue el cómplicé? No, creo que es muy intrincado para que ella o alguien lo
hubiera hecho, lo hubiera planeado con alevosía y premeditación.
Las veces que quise sacar el tema, ella se negaba a profundizar y hasta
llegué a pensar que ella sabía mas de lo que yo creía… pero eso era mucho…
¿Nos les pareces?
Relato XXII
Cuando mi marido me dijo que mi hija tendría que acompañarme a mi
siguiente viaje de negocios no me importó mucho. Por alejarme de él una
semana bien valía la pena tener a la mocosa estorbándome mis aventuras
sexuales. Lo que me cabreó fue que además de la niña me acompañaba
nuestro socio. Mi marido se había vuelto increíblemente celoso después de
que no le contesté las llamadas a mi celular la última vez que había ido a una
convención. Claro que, estando en medio de dos vergas -una en la boca y otra
en el coño- no estaba para responder al teléfono... pero una cosa es tener que
llevar a la niña y otra es que me encaleten un informador.
El embarco fue peor que nunca, entre las nuevas medidas de seguridad –
muchas gracias, terroristas de mierda- y la cabroncita que todo tenía que
verlo y explorarlo. Maldije una vez más la metida de pata que la trajo al
mundo; por mucho que la ame nunca me arrepentiré lo suficiente de haberle
creído a mi ahora marido cuando me dijo que la primera vez que una mujer
tenía sexo era mejor hacerlo sin condón. Yo en ese entonces aún no cumplía
los dieciocho y no sabía NADA acerca del sexo... quedé embarazada y mis
padre, quien era en ese entonces el fiscal, le dio la opción de casarse conmigo
o ir a la cárcel. Nos casamos, para mi desgracia.
El vuelo era largo y Elena se durmió a medio camino, así que Manuel y
yo nos pusimos a conversar. El tema eventualmente llegó al sexo y los celos
de mi marido. Resultó que Manuel sabía perfectamente de mis andadas; de
hecho me había pillado metiéndole mano a un ejecutivo del banco de la
empresa, pero no sólo no se aprovechó de ello para chantajearme sino que
siempre me defendió ante mi marido, así que cuando me dijo que quería
proponerme algo pensé que sería que folláramos en lugar de yo irme a buscar
diversión por ahí.
- Y tú... - miré alrededor para ver que no nos oyesen. La mayoría de los
pasajeros dormía, y los que no estaban con los audífonos puestos viendo la
mierda que pasaban por el video. - Cómo piensas divertirte? - susurré.
- Por dios...
- Te la mamo?
Manuel sonrió esa sonrisa que le hace tan atractivo a pesar de ser un
rostro más del montón.
Mi boca viaja por tu vientre hasta llegar a tu ombligo que antes mi mano
acaricio, ahora mi lengua juega en él, entrando y saliendo, lamiéndolo
mientras mi mano acaricia tu cadera, tu muslo, rondando tu pene,
asechándolo, acercándose a él y volviéndose a alejar; para este momento ya
tu pene esta completamente erecto, hermoso, mi boca no resiste mas y
continua con su viaje al sur de tu cuerpo, siguiendo el mismo juego de mi
mano, solo rondando tu pene, chupando la parte interna de tus muslos pero
sin poder evitar que mis ojos se dirijan a tu hermosa masculinidad como
atraídos por un imán. No puedo dejar de mirarte, de desearte, de ansiarte. Ya ,
mi boca ya no quiere esperar mas para tenerte, para cobijarte dentro de ella,
para sentir como la llenas, no sabes lo que es tenerte en mi boca, sentir como
me posees, es algo tan intimo, el amarte con mi boca, es… es adorarte; pero
justo antes de llegar a tu pene algo se atraviesa en mi camino, dos deliciosos
testículos, llenos, tensos, excitados, mmmmhhh ok. me quedo un ratito aquí,
chupando, metiéndolos en mi boca uno por uno. Para este momento ya no me
preocupa si te despierta, todo mi atención esta centrada en saborearte, besarte,
chuparte, comerte completito; mi mano toca por fin tu pene caliente, duro,
suave como terciopelo, grueso, mi boca se debate entre seguir chupando tus
testículos o por fin llegar a tu centro, hasta que tu pene le exige que lo
atienda. Aaaaaaaahhhhh que delicia, por fin, tu sabor, mi lengua toca tu
glande en un beso largamente esperado, lamiendo la humedad que lo perla,
que pone en evidencia, por si fuera necesario, tu excitación; ese delicioso
liquido que emana de tu pene es devorado por mi lengua, ¡Ya, ya te quiero
dentro de mi! Mmmmmmhhhhhhh que caliente, que delicia sentirte dentro de
mi boca, por fin; mi boca te succiona, queriendo beber de ti por siempre, sube
y baja por tu miembro sin cansancio, sin dejar un sólo milímetro por
saborear, difícilmente te puedo abarcar con mi boca, pero mi lengua no tiene
descanso, te recorre una y otra vez, mi vida, que delicia.
Tenso, cada vez estas mas duro, mas tenso, tus testículos están que
revientan y mi entrepierna esta empapada por todo este placer, y mas
anticipando el momento en que tu leche roce mis labios, en que tu sabor y tu
olor me inunden, me hagan sentir tuya; yo te hago el amor, me aprovecho de
tu inconciencia, pero es como pertenecerte cada vez más, como refrendar que
soy tuya, aún estando tu dormido, perdido en tus sueños, soy tuya. Tus
piernas flexionadas me indican que en tus sueños disfrutas de mis caricias, de
mi amor. Tu pene se tensa aún mas en mi boca, indicándome que estas a
punto de derramarte en mi boca, ¡Siiiiiiii amor!, déjame probarte, beberte,
llenarme de tu esencia; aaaahhhh tu leche sale directo a mi boca, inundando
mi paladar, mi garganta, quemando con su calor mi lengua, acariciándola,
empapándola de su sabor; tu semen me recorre desde mis labios hasta lo mas
profundo de mi ser provocando que mi boca chupe y chupe de ti, queriendo
sacarte todo, que no quede una sola gota.
Te limpio como lo haría una gatita con sus cachorros, lamiendo tu pene
para recolectar el semen que escurrió de mi boca y que se desliza por tu pene
como la lluvia por un cristal; no descanso hasta dejarte totalmente limpio,
relajado.
Así que llegue a casa como a las 3:00 de la tarde, cuando entre Ingrid
estaba con tres de sus amiguitas y entre ellas Lucy, que habían ido a desearle
que se la pasara bien en ese puente vacacional que tomaría, yo quería
esquivar la mirada de Lucy, pero esto era imposible, las salude con un beso
en la mejilla como acostumbraba, pero me sentí nervioso o apenado cuando
lo hice con Lucy, pasado esto le dije a Ingrid:
-Natalia: Hola Rafa… cómo estas…? (mamá de Lucy) ella una mujer de
aproximadamente mi edad, esbelta una cara muy bonita ojos color miel, que
mas les puedo decir es muy atractiva, de esas mujeres que uno admira y
desea.
-Natalia: No interrumpimos…?
-Natalia: Aquí mi hija que esta de necia, quiere que le expliques una tarea
de la escuela, dice que le habías prometido ayudarla y como el martes tiene
examen, quería ver si tienes un tiempo para hacerlo…
-Natalia: Dirás que soy una encajosa, la puedo dejar contigo y luego
regreso por ella voy rápido al centro comercial… no necesitas algo…?
Fui hacia ella, la tome de nuevo en mis brazos, la bese en sus labios, ella
jugueteaba con su lengua con la mía, no lo pensé mas y fui de nuevo a
recorrer ese cuerpo que me incitaba aún con su edad, la despoje de su
camiseta desabroche su pequeño brasier, baje su pantalón junto con su
pantaleta, ahí estaba ese bello cuerpecito de mujer, la separe para verla
completa, ella vino a mi y desabrocho mi camisa, de ves en ves me besaba sin
dejar de quitar mis ropas, quedamos al fin desnudos, nos subimos a la cama,
nos seguimos besando y acariciando nuestros cuerpos, toque su virginal
chochito sentí la humedad de su rajita, ella tomaba con sus manitas mi viril
miembro, se separo y se invirtió para besar mi verga, sentí ese divino placer
ya experimentado por su boquita, la puse encima de mi y le devolví la caricia,
abría su rajita con mi lengua y la iba introduciendo, ella chupaba como podía
mi pene, yo seguía estimulando su pequeño clítoris, ella ya se retorcía pero
no abandonaba su labor, me sentía en la gloria.
-Lucy: Que divino… sigue… métela mas… sigue amor sigue… ahh…
ahhh… mas… mas… por Dios, sigue… siento que me orino… mas aggg…
aggg…. Aggg… ya… ya… yaaaaaa… divino….
Ella sonrió, tomo mi aún erecto pene y comenzó a besarlo, saco su lengua
al máximo y empezó a propinar unos lengüetazos desde los testículos hasta la
punta de mi verga, luego alternaba los lengüetazos con una chupada a la
cabeza del pene y una pequeña parte de este, era una delicia lo que yo estaba
experimentando con esas caricias de su boquita, ya estaba a punto, sentía que
mi verga palpitaba y que me recorría un escalofrío en mi espalda.
-Lucy: Que…?
Con esa platica me había excitado un poco, nunca había imaginado que
Natalia tenia sus encuentros, si bien es cierto es muy atractiva, también en la
Unidad tiene fama de muy recatada, fui hacia Lucy, la empecé a besar toda,
no había espacio donde no hubiera posado mis labios, cuando de nuevo
llegue a su rajita le deje un poco de saliva en ella, puse un cojín bajo su
espalda, abrí sus piernitas, me coloque en medio de ella, apunte con mis
manos mi verga a su entradita, ella suspiraba, yo lo pensaba antes de
penetrarla, al fin se nublo mi mente y deje mi miembro justo en la entrada de
esa cuevita, ella suspiraba mas y mas, empuje un poco, parecía que no iba a
entrar, ella gimió, hazlo ya Rafa, dijo con voz suplicante, volví a empujar un
poco mas con mas fuerza, yo contemplaba sus gestos, vi que apretaba sus
labios y cerraba sus ojitos, estaba esperando lo que había soñado, en el tercer
intento mi verga abrió camino en su rajita, ella gimió mas fuerte, una lagrima
broto de sus ojos, ya no podía detenerme, su angelical carita me excitaba, di
un empujón mas y entro unos centímetros mas, volvió a apretar sus labios y
sus ojos, que imagen.
-Lucy: Asi Rafa… dale mas… mas amor, mas, mas… dale… dale…
-Yo: Si linda…
-Lucy: Te gusto amor… dale duro… así… si, si… así, así
-Lucy: Me gusta que te agrade esta mujer tuya… dale amor que me
orino… dale amor, mas mas mas… ahg ahg ahg…
-Lucy: Gracias Rafa… eres fabuloso… al fin se que es coger… y fue con
quien lo deseaba… gracias…
Fuimos al baño abrazados, le puse una gorra de baño y también use una,
nos metimos al agua tibia, nos relajo, la enjabone para quitarle los residuos de
semen y sangre que emanaban de su biscochito, la verdad yo quería volver a
cogérmela, pero me contuve, la seque toda y partió para vestirse, yo hice lo
propio y fui a vestirme, ella me dijo apenada que toda la cama estaba
ensangrentada, le dije que no importaba, que quizás iba a guardar esa colcha
para siempre así como estaba, para recordar ese momento.
-Yo: No te preocupes…
-Natalia: Terminaron…?
Ella no entendía bien las intenciones de su amante, pues durante las horas
de trabajo era poco lo que podían verse. A media mañana, mientras la lluvia
seguía su frenético ritmo en la ciudad sonó la alarma de simulacros de
incendio.
André guió a Adriana hasta uno de los automóviles, un cuatro por cuatro
enorme de uno de los jefes de la compañía y se acomodó con ella a un lado
del mismo. Estado detrás de ella André comenzó a acariciar sus caderas con
suavidad, la gente observaba hacia el edificio donde se realizaban maniobras
para evacuar heridos y personas por medio de cuerdas, y nadie se fijaba en
ellos. Las manos de André fueron acariciando con más fuerza sus caderas,
mientras su pene se apretaba contra sus nalgas. Ella miraba a los lados
nerviosa, pero pronto se percató de que nadie los miraba, por lo que
correspondió a sus movimientos echando sus nalgas hacia atrás para
aumentar el contacto.
Adriana tomó la piel de sus labios vaginales y trató de unirla sobre ese
miembro, envolviéndolo como una funda, húmeda funda, que les daba mucho
placer. Cuando ella soltó sus delicados pliegues André tomó su pene y
comenzó a dar leves golpes contra el clítoris de esa jugosa vagina,
produciendo un suave sonido de choque de carnes, que contrastaba con el
enorme placer que les daba.
Luego de unos minutos así, que fueron además minutos llenos de besos y
declaraciones sobre el deseo que tenían de sentirse así, André comenzó un
lento movimiento de entrada y salida. Metía más o menos un cuarto de su
pene en la vagina de ella unas tres veces seguidas y después le daba un a
profunda penetración, esto hacía que Adriana deseara que todos los
movimientos de penetración fueran profundos, y él jugaba con esto, pues a
veces le daba hasta diez penetraciones leves antes de la estocada profunda, o
a veces embestía con furia tres o cuatro veces para después detenerse y
comenzar las lentas acometidas una vez más.
André sintió en su boca, no sólo el néctar que manaba de esa cueva, sino
las contracciones propias de tan ancestral placer, mientras las manos de
Adriana presionaban la boca de su hombre contra sus ingles.
Ese mismo día a la hora de almuerzo se me ocurrió otro juego más. Tomé
una pequeña botellita de licor de esas de muestra y comencé a masturbar a
Adriana con ella, llevándola a alcanzar un rápido orgasmo. Mientras aún se
recuperaba saqué sus bragas de mi escritorio y se las puse sin sacar la
botellita de su húmedo nido, y llevándola del brazo nos fuimos a almorzar.
Cuando regresamos del almuerzo, Adriana me comentó el morbo que le daba
sentir la botellita en su vagina mientras almorzábamos con el resto de
compañeros de trabajo, cosa que me demostró mostrándome sus bragas
empapadas de humedad, que no dude en chupar y saborear los jugos de la
excitación que después probaría de su propia fuente.
Después de cinco cervezas el universo que nos rodeaba era otro. Ella
desinhibida y contenta bailaba resuelta y con profundo goce. Eso me
fascinaba y yo hacía una fiesta con su cuerpo tierno. La abrazaba por su
cintura y pegado a su cuerpo sudado me embelesaba con su perfume ligero.
Solo interrumpíamos cuando ella iba al baño a mear los excesos cerveceros.
Estaba contenta mi gordita y yo aún más que ella.
Bailando nos pusimos poco a poco de acuerdo y sin darnos cuenta nos
estábamos besando como chicos traviesos. Su boca suave besaba con tantas
ansias y entrega, que me transportó de inmediato a mis primeros besos con
Inés, mi primera novia. Mis manos resbalaban insistentemente por su espalda
y las de ellas también sobre la mía. Estábamos encendidos de deseos. Era
evidente.
Se postró boca arriba con su falda plegada sobre su panza y sus tetas
gordas y esparramadas apuntando hacia horizontes opuestos. Era linda,
tremendamente linda. Sus piernas abiertas y semirecogidas me ofrecían ya su
capullito abierto. Me ensarté, entonces como lanza. Mi verga entró en su
horno totalmente y el goce fue indecible. Ese fogón me daba tanto placer que
sentía que mi cuerpo se quemaba cada vez que el mete y saca cobraba fuerza.
Mis bolas castigaban el rededor de su culo y Yolima solo gemía y pedía más
y más con sus trenzas tiradas sobre la almohada. Mi verga ardiente entraba
con fuerza y mi vello púbico se besaba con el de ella. Yo aprovechaba para
chupar sus tetas cuando recostaba por momentos mi regazo encima de su
panza y me rostro quedaba inmerso en su senos.
En esos días mi única alegría era pasear con Vanesa por ese pueblito,
llevarla a la plaza y hamacarla en un largo columpio durante horas, correr con
ella montada sobre mi espalda y, a la vuelta, tomarnos un refresquito o
comernos unas facturas en la panadería del viejo Lenchuk. Frente a esa
panadería estaba la pequeña mercería y tenducho de otro gringo, un grandote
bonachón que se llamaba Mirko Franchú, según sus vecinos, que lo
bautizaron simplemente como "Pirula". Mirko tenía dos hijas, Shivetska y
Federenka, gemelas e indistinguibles, cuyo deporte favorito era asomarse a
una de las ventanas del negocio y sacarles la lengua a todos los que pasaban
por esa cuadra.
Tras casi una hora y media de espera vi caer la noche desde el aeropuerto
de El Tocumen y volví a acomodarme en el asiento de otro avión, más
pequeño, que me devolvería a mi amada y odiada ciudad de Santo Domingo.
Empecé a hojear un ejemplar de Selecciones del Reader’s Digest que compré
en Panamá y me distraje un rato mientras sentía cómo los vientos del Caribe
zarandeaban con implacable entusiasmo el avión y la voz de la azafata
recomendaba que cada pasajero permaneciera en su asiento con el cinturón
ajustado.
-Gracias.
Dos
-¿Sí?
-Ramiro, perdona que te moleste, hombre, mira, hay una muchacha, una
abogada que está camino de tu oficina, hazme el favor de recibirla y trata de
brindarle tu apoyo para la vaina que ella necesita, ¿puedes?
Esa pregunta del rector equivalía a una orden, y cuando él me mandaba a
alguien para que yo lo atendiera era por dos razones, porque él no se animaba
a decirle que no, o porque se trataba de un pelmazo de alguna institución
extraña o de una ONG dedicada a las cosas más extrañas, como la protección
de las ranas verdes o las lombrices californianas, y pedían apoyo de la
universidad o un espacio para dar una conferencia o permiso para repartir sus
folletos entre los estudiantes, cosas así.
Mi secretaria entró para avisarme que alguien venía a verme de parte del
rector. Asentí mientras cerraba mi correo en la PC.
-El rector me dijo que con usted me podía entender mejor porque es
argentino, como yo.
-En realidad hace mucho que vivo en este país, pero sí, soy argentino. La
escucho.
Con frases cortas me explicó el motivo de su visita, trabajaba para una
ONG que venía con un proyecto de la UNESCO para ofrecer apoyo logístico
a bibliotecas populares, la biblioteca que se había contactado con ella había
sido trasladada al interior por el cura del barrio, que también fue trasladado y
se la llevó con él, en la secretaría de educación no le dieron ni la hora y
entonces decidió buscar por otro lado, fue a un periódico donde una ex
alumna mía que ahora era periodista le recomendó venir a verme. Me pareció
que era muy inteligente, además de preciosa, de manera que decidí ayudarla.
Llamé a un conocido de la secretaría para que la recibiera, puse a Mirna a
buscar una lista de bibliotecas públicas, que en este país son pocas, y le ofrecí
un aula de la universidad para que desarrollara su actividad. Se fue feliz y me
dejó su tarjeta.
Pasaron varios días hasta que tuve noticias de ella. Era viernes, de noche.
Yo había salido de la universidad y, como había cobrado un cheque de una
asesoría que tenía con el gobierno, pensaba cenar en un restaurante del
malecón mientras decidía si invitar a Yesenia o a Claudia, dos viejas amigas,
ambas divorciadas y sin problemas de horarios para cenar y charlar un rato…
y a veces algo más.
-Doctor, la chica esa que lo fue a ver el otro día quiere hablar con usted,
yo le dije que no estoy autorizada a darle su celular, me pidió que usted la
llame a su hotel, le mando el número por mensaje de texto ¿está bien?
-Ay, gracias por llamar, yo… necesito hablar con usted, si usted me dijera
un lugar y una hora…
Tres
Como estaba con algo de dinero la invité a un restaurante con las mesas
casi junto al mar. La luna llena estaba en todo su esplendor y lo único que
ensombrecía un poco el panorama era la música del local, un poco estridente,
además de insoportable. Ella estaba vestida con una falda violeta y una blusa
de color crema, se había puesto una bufanda transparente que le quedaba muy
bien. Tuvimos una charla formal sobre cómo organizar una actividad en la
universidad. Desde mi celular tracé contactos con dos periodistas amigos para
que le hicieran una entrevista. Después le mandé a mi secretaria un mensaje
de texto para que preparara un aula especialmente para la conferencia de
Sofía. Cenamos unos mariscos con vino blanco y la llevé a su hotel apenas
terminamos de cenar, yo estaba cansado y mi ánimo no daba para nada que
no fuera una larga noche de sueño.
-Me alegra haberle sido útil- dije y me despedí con un apretón de manos
pero ella me retuvo.
Consulté mi reloj.
Sonreí complacido.
-No tengo esposa, soy separado desde hace años, vivo solo y… bueno…
es una larga historia…
-Eso no es para una muchacha como usted, las dietas son para los viejos
como yo, que ya estamos llenos de achaques…
-Oh, ya quisiera más de un viejo verse tan bien como usted, doctor.
-¿Bailamos?
Cuatro
-¿Estás bien?- pregunté y ella asintió. Ahora la música era una vieja
canción de Rocío Jurado. Después de un rato de descanso en que ambos
recuperamos el aliento, Sofía se dio vuelta y ese culito blanco, suave,
cubierto por una infinidad de pecas que sugerían un universo de placeres
ocultos, quedó a mi vista y no pude resistir la tentación de darle mordisquitos,
como si estuviera catando el sabor de un elixir exótico. Tal cual si estuviera
en una noche de aventura me monté sobre ella y comencé a besarle la nuca,
detrás de las orejas, no tardé en excitarme al contacto de esa tibieza dulce y
tersa, Sofía levantó el culito y acomodó la punta de mi pene en la entrada de
su panochita caliente y empezó a moverse despacito, cuando sentí que mi
bastoncito entraba de nuevo me puse de rodillas y ella me imitó, pero volvió
a agacharse para facilitar la entrada, vi en el espejo los saltitos de sus senos al
moverse mientras ese culito de terciopelo me hacía cosquillas en la pelvis,
Sofía se apoyó en el pequeño respaldo de la cama y se lo fui metiendo cada
vez más, me movía con fuerza mientras aprisionaba sus pezones endurecidos,
el calor de esa panocha mojada me estaba enloqueciendo, aguanté hasta
donde pude, pero cuando sentí que Sofía se había corrido me sentí liberado y
un cosquilleo de electricidad me invadió por completo, ¡Ángeles del Edén!
Hacía una eternidad que no conocía un placer semejante. Sofía se acomodó
después sobre mi pecho y enseguida se quedó dormida. Nos despertó más
tarde el frío del aire acondicionado. Esa mañana desayunamos en el bar del
hotel donde ella se hospedaba. No quise subir a su habitación. Me fui a mi
casa y me tiré a dormir hasta casi mediodía. Sofía vino en taxi y fuimos a
almorzar en la calle El Conde. Su avión salía al día siguiente a las ocho de la
mañana.
Esa noche hicimos el amor como dos desesperados, sin promesas, sin
mencionar siquiera la palabra futuro. El gran descubrimiento sucedió cuando
la acompañé hasta el control de equipaje y vi su pasaporte por primera vez.
Supe entonces que su nombre completo es Sofía Federenka Fankzuck, y que
por esas jodidas casualidades del tiempo y la distancia, las vueltas de la vida,
los juegos del azar, lo que carajo se le quiera llamar, Sofía, o Federenka, era
la muchachita que en aquel pueblo llamado San Bernardo, desde una ventana,
se sacaba la lengua con mi hija Vanesa. Vio la sorpresa en mi rostro y tuve
que explicárselo. Le dio tanta risa que no supe cómo hacer para que se
calmara.
-Tampoco
Sofía ha vuelto hace una semana, pasará unas vacaciones antes de viajar a
Europa. Me cuesta no llamarla Federenka, el nombre con que se ha
estacionado en mi memoria desde aquella eternidad en que la infancia de mi
hija Vanesa transcurría en las calles de un pueblito apacible y casi olvidado.
-Lucy: Hola…
Camine rumbo a la puerta y obvio hacia donde estaba ella, me recibió con
un beso en la mejilla al que le respondí de la misma forma, saque las llaves y
abrí la puerta de entrada, nos introducimos, cerré la puerta, soltó lo que tenía
en las manos cayendo al suelo, se volvió a mi y me abrazo, yo también la
abrace, así permanecimos unos instantes, nos separamos y levante las cosas
que estaban en el piso y las deje en la mesa de centro de la sala.
-Yo: Ya te dije que tenía trabajo, claro que tenía que volver… si me
encanto lo de ayer y eso me da miedo… no pienses cosas… aquí estoy…
-Yo: Si Lucy, es que me puedo encariñar con tigo y tu tienes una vida por
delante… va haber chicos de tu edad y te iras… yo lo comprendo… la gente
no aceptaría que existiera una relación así… como la nuestra… no se que
pensaría Ingrid y mamá… tu propia madre… son tantas cosas…
-Lucy: Te gusto…?
-Lucy: Es que quiero que me veas como una mujer… para que no veas a
otra…
-Yo: Que…?
Ella no dijo nada, solo quiso tomar una pose estudiada de una mujer fatal,
llevo una mano a sus labios y me envió un beso, en este momento quiero
narrarles como la veía: una adolescente fresca, su carita adornada con el pelo
que caía a sus hombros, carita de forma ovalada, con unas cejas bien
delineadas de forma natural, ojitos color café con un brillo en sus pupilas, una
naricita recta y delgada, unos labios delgados pero paraditos y rosados, un
cuello alto para su estatura, unos pechitos que se imaginaban atrás de su
playerita, redondos y firmes, un vientre plano y liso, una cintura bien
dibujada para su edad, caderas casi redondas, unos muslos bien formados y
tersos, unas piernas largas; comenzó hacer algunos movimientos de baile,
después se estaba despojando de su ombliguera, la dejo en su mano dio unos
giros y la lanzo hacia atrás, no traía brasier, así que pude verlos en todo su
esplendor, con aquellos pezoncitos color marrón, siguió con los movimientos,
ya se imaginaran como estaba yo, volteo con un movimiento rápido su faldita
la desabrocho con algún problema, al fin cayo al piso, pude ver sus
pantaletitas muy ajustadas de un color rosa pálido y con encajito en el
costado, que imagen, era algo que no había disfrutado por como se habían
dado las cosas anteriormente, yo ya quería ver esa conchita que me había
dado tanto placer, ella no se despojaba de esa prenda, yo no me acomodaba,
me movía en el sillón, mi pene estaba bien erecto, ella seguía bailando al
compás de una melodía imaginaria, al fin fue bajándola lentamente, la dejo a
mitad de sus muslos, dio media vuelta dándome la espalda, pude ver su
cabello a dos tercios de su espalda, una espalda muy lisita, unas nalguitas
redonditas y la separación de sus nalguitas, ella se inclino adelante, pude ver
en todo su esplendor su anito, ese hoyito oscuro y cerradito, saco su
pantaletita completamente, la dejo en la mano, giro y me la lanzo, yo la tome
de mi pierna donde había llegado y sin pensarlo la lleve a mis narices y a mis
labios, ese olorcito y sabor que tenían no se puede descifrar, ahí las deje por
un buen rato, se arqueo y me dejo ver su chochito poco poblado en toda su
magnitud, una vaginita de labios carnosos, una cavidad de un rosadito
exquisito, se incorporo y se quedo viendo como estaba deleitado con su
prenda intima.
-Lucy: Te gusto…?
-Yo: Si mucho…
-Yo: Tu calzón… eh… bueno… el aroma que esta en el… (lo aspire una
ves mas y lo deje a un lado, un poco apenado)
-Lucy: Si te gusto…?
-Lucy: Te bañaras…?
-Yo. Si lo deseas…
-Lucy: Te gusto…
-Yo: Como…?
-Yo: Ok…
-Lucy: Si Rafa…
-Lucy: Entonces…?
-Lucy: Que te puedo decir… ella creo que siente deseos… yo se que se ve
con un amigo… y trato de comprender y me hago tonta… pero en su
recamara… yo me doy cuenta… de lo que ella guarda…
Pasaba buena parte de la ducha enjabonando cada una de sus partes, era
una niña muy limpia y no dejaba de lavar cada una de las partes de su cuerpo,
cada vez que pasaba por su pecho le gustaba sentir el roce del jabón con sus
pezones y poder palpar las dureza de sus senos que conforme pasaban los
días se ponían mas bellas, mas grandes y mas rígidos.