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Relato I

Empezare aclarando que TODO en este relato es real, exceptuando


nombres y ya sabrán porqué. Continuaré presentandome, mi nombre es
Sandra* y tengo 21 años; soy alta mido aprox 1.70, de los cuales la mayor
parte es gracias a mis largas piernas, tengo la tez blanca casi lechosa, mis ojos
son verdes, mi cabello castaño oscuro que hace un hermoso contraste con mi
piel, mi cuerpo bueno nunca he sido demasiado delgada, y nunca lo estare ya
que eso de que sientan mis huesos no me apetece en lo más minimo, tengo
mis carnes bien proporcionadas, un culo y unas caderas que hacen voltear a
mas de uno, grandes y bien formados; mis senos sin ser exageradamente
grandes son de buen tamaño y bien parados, mis piernas son, aparte de largas,
muy gruesas y firmes; todo esto gracias a que me gusta el ejercicio, bicicleta,
tae bo, remos y uno que otro deporte de contacto. En fin, soy una chica que
llama la atención.

Sin embargo tengo un pequeño secreto, y es que soy realmente cachonda,


pero solo lo saben unos cuantos privilegiados; ya que por fuera parezco una
chica normal aparte de linda, inteligente, tranquila, tengo un trabajo y novio;
saco las mejores notas y los que no me conocen "a fondo" me podrían
considerar una ñoña.

Pero en la intimidad, oh! Eso es otra cosa, soy una fiera en la cama y es
muy difícil saciarme, ya que lo hago una y otra y otra vez, me encanta probar
cosas nuevas, el sexo oral, anal y vaginal. Me mojo y quiero sexo a todas
horas.

Mi experiencia sexual se remonta a cuando era aun algo pequeña, aprox


de unos 18 años, mis padres tenían gran confianza con un matrimonio amigo,
que tenían una hija aproximadamente de mi edad y un hijo de unos 18 o 19
años, más de una vez me dejaban al cuidado de ellos, para jugar y pasar el
rato.

Pero para Mario*, el hijo de los amigos de mis padres, para jugar y pasar
el rato tenia ideas un poco diferentes. No recuerdo bien cuando empezaron
los toqueteos y los "jueguitos", pero más de una vez estábamos en su cuarto
mientras jugábamos a las escondidas y su hermana nos buscaba, y pronto se
abalanzaba a "hacerme cosquillas", a tocarme las pequeñas y apenas
nacientes tetitas, mi culito y piernitas.

Una vez la tengo muy presente, creo que fue cuando se atrevió a un poco
más.

En algún juego, terminamos solos en su habitación, él cerró la puerta con


seguro y viéndome llevo su dedo índice a los labios en señal de silencio.

- Shhh, no nos deben oír.- Susurró.

- Es parte del juego?- pregunte inocentemente

- Mmm, es más bien como una travesura- respondió

Seguramente mis ojitos verdes brillaron, pues siempre fui muy traviesa; y
dispuesta a todo para lograr una pequeña diablura más, sonreí e hice el
mismo gesto de silencio.

-Súbete a la cama- su voz fue seria y autoritaria, no me pude negar. Me


senté en la cama,

-No! Súbete, párate en la cama-

Aquello me pareció aun más divertido ya que mis padres jamás me


dejaban pararme sobre la cama, si que iba a ser una travesura.

Me paré sobre la cama, no sin antes haberme quitado mis zapatitos y mis
calcetines, ese día llevaba unos shorts y una playera de tirantes. Él se quedó
mirando mi cuerpecito, situado aun en el piso, pero no duró mucho en ese
estado, ya que subió también a la cama, pero en vez de pararse
completamente, solo se arrodillo, quedando su cara a la altura de mi
estomaguito y de mi conchita.

- Sientas lo que sientas no debes hacer ningún ruido, de eso se trata. –


sentenció.
-Esta bien- respondí mientras con sus manos adolescentes recorría mis
blancas piernitas, desde la punta de los pies hasta llegar casi a mi conchita, se
detuvo y yo ya sentía una especie de cosquillas. Mientras me miraba, pasaba
sus dedos por debajo de mi short, hasta llegar a mis aun infantiles braguitas,
toco mi rajita y una electricidad indescriptible recorrió mi cuerpo.
Instintivamente cerré los ojos.

-Mírame- me ordeno mientras uno de sus dedos intentaba introducirse en


mi conchita, pero mis bragas se lo impedían; abrí los ojos un poco asustada
ya que parecía haberse molestado, pensé por un momento que no íbamos a
seguir con nuestra travesura; pero no fue así.

Sacó sus manos y desabrocho mi short, lo bajo rápidamente, y observó


mis bragas, acerco su cara y olió mis partes intimas, mientras yo sentía un
calor insoportable y mis mejillas se tornaban rojas. En seguida me bajo mis
bragas, yo a estas alturas aparte del calor que sentía, me encontraba
tremendamente confundida, no entendía pero nada de lo que estaba haciendo,
pensaba por una parte que no estaba bien y tenia deseos de subirme mi ropa y
salir corriendo, pero en vez de eso solo me quedaba parada, equilibrándome
sobre la cama, sintiendo como Mario me miraba y me tocaba. Supongo que
desde entonces tenia un poco de putita. Mario me saco mis braguitas y las
lamió mientras se reía, ese detalle me pareció gracioso y no pude evitar una
risita. Él me recordó no hacer ruido y me lleve una mano a mi boca, levanto
un poco los brazos y me quito mi playerita, la única prenda que me quedaba.

Llevo sus labios a mis tetas y empezó a chuparlas como si fueran un


dulce, las cosquillas por poco me vencen y casi suelto una carcajada, pero
Mario se detuvo y me dejo descansar.

-Abre las piernas y levanta los brazos, ponlos sobre tu cabeza, y haga lo
que haga no te muevas ni hagas ruido-

Le obedecí y conservando el equilibro, separe mis piernitas y me lleve las


manos atrás de la nuca. Que imagen debió de tener, quien sabe que retorcida
fantasía cumplió viéndome en esa postura, completamente desnudita, con los
brazos levantados, las piernitas separadas, completamente sonrojada y a
disposición de lo que él deseara.

En esta postura obviamente, mi conchita quedo si protección y un poco


abierta; se mojo uno de sus dedos con saliva y lo dirigió a mi rajita; primero
me acaricio los labios exteriores, de adelante hacia atrás, llegando a mi culito
en el cual se detenía unos momentos para regresar al frente, luego lo fue
introduciendo lentamente, no pareció costarle mucho, no lo introdujo
completamente por lo que no alcanzo a romper mi himen ni nada por el
estilo, pero lo sacaba y lo metía, primero lento y después aumentando la
velocidad, mientras me besaba y lamía mis tetas y con la mano libre tocaba
mi culito, me sentía desfallecer, sentía muy rico! No quería que parara, pero
lo hacia por unos momentos solo para llevar su lengua hacia mi conchita y
lamerla como una paleta. Llegó a meter uno de sus dedos a mi ano, mientras
me lamía o bien me introducía otro dedo en la concha, siendo prácticamente
penetrada por los dos lados al mismo tiempo.

Yo ya notaba que su cara se ponía roja, sin perder nunca ese gesto mezcla
de seriedad y cachondez, sus pantalones parecían explotar, le apretaban ya.

Que te pasa ahí?- pregunté

Es que me gustas, eres una niña muy linda y por eso mi cuerpo reacciona
así, a ti también te gusta lo que te hago?

Sí, me gusta mucho- respondí.

Entonces yo te gusto. no? Lo que hacemos solo lo hacen las personas que
se gustan y se quieren. Yo te quiero…

Si me gustas y te quiero también – apenas sabia de lo que estaba hablando

Cuando le respondí de esa forma, ocupó sus manos en sacarse su verga,


yo quedé impresionada pues ni siquiera me había imaginado que algo así
existiera, la tenia casi a reventar, me tomo de la mano y me jaló hacia él, por
lo que termine en cuclillas, dirigió mi mano a su pene, la movió de arriba
abajo para que lo masturbara. Como había quedado en cuclillas con su otra
mano siguió su labor en mi concha.

Esa posición era más difícil para mí y termine cediendo y cayéndome de


espaldas sobre la cama, no tardó nada Mario en hundir su cara entre mis
piernas mientras se masturbaba frenéticamente.

Sentía como todo mi cuerpo se calentaba aun más y como de repente


sentía que me estaba haciendo pipi. Mi primer orgasmo, inmediatamente
después Mario llegó al suyo mientras descargaba todo su semen en mis
piecitos.

Me dio un poco de asco ya que sentí que se había orinado en mi, pero
pronto me limpio con su playera, y me dio un besito en la mejilla.

Esto es una travesura y como tal no debes decirle a nadie. De acuerdo?

De acuerdo, no lo diré.
Relato II
Corría el mes de Julio del año 2004.

Habíamos salido toda la familia de vacaciones a las playas de La Manga,


que distan como 100 Km. de Murcia, lugar de España donde vivimos. Era
más o menos al filo del medio día, cuando me encontraba medio dormido
tomando el sol.

Mi nombre es Steve. Recuerdo que en esa época yo tenia alrededor de 17


años y las chavas me traían loco.

Las personas mayores de la familia se habían retirado a descansar, y yo


pensé que me encontraba solo.

Estaba tirado en la arena cuando repentinamente siento que alguien me


besa en los labios.

Fue un beso fugaz pero apasionado.

Medio abrí los ojos y descubrí que era mi primita Estela, entonces de 14
años, quien me veía fijamente y que sin despertarme quería seguir
besándome, sin que yo me diera por enterado

Me dejé acariciar, me dejé besar por mi prima Estela. En mis 17 años


andaba casi siempre empalmado y esta no iba a ser la excepción. La polla se
me empezó a poner durísima

Recuerdo que a esa edad yo ya tenía muchos pelitos y mi polla media


alrededor de 15 cms.

No pude evitar ponerme súper-excitado, por lo que, viendo que no había


ninguna persona mayor de la familia en los alrededores, en total silencio
correspondí al beso de mi prima Estela y la empecé a acariciar.

Por supuesto de inmediato dirigí mis manos a la parte de su cuerpo que


más me interesaba: su entrepierna. Mi prima se impresionó pero no dijo nada,
lo cual me dio la seguridad de que le gustaba que la tocara.

Mi primita reaccionó a mis caricias con gemidos de gusto, pero no se


atrevió a tocar mi polla.

Dentro de la excitación que ambos teníamos en ese momento,


reaccionamos creo que con prudencia, debido a que estábamos teniendo
como techo el cielo y el sol y sin nada que alrededor nos cubriera de las
posibles miradas de las personas, principalmente de nuestros familiares con
quienes habíamos acudido de vacaciones a las playas de La Manga, cercanas
a Murcia.

En silencio, mi prima Estela me instó a retirar mi mano de su entrepierna,


acomodó sus braguitas, bajó su faldita, se puso se pie y se retiró corriendo.

¡Momentos inolvidable que desde entonces no he podido olvidar, mucho


menos en lo que restó de ese día que quedó para siempre en mi memoria!

El tiempo que restaba de ese día, fueron horas que para mí transcurrieron
lentamente: nunca ha tardado tanto el sol en ocultarse.

Para mi buena suerte, esa tarde todos los mayores, los abuelos, mis padres
y mis tíos planearon irse juntos de paseo, de compras y luego al cine.
Algunos de mis primos decidieron hacer lo mismo.

Solo nos quedamos mis abuelos, que descansaban en habitación por


separado, mi hermano que es 3 años menor que yo y otro primo de 12 años,
mi prima Estela y yo.

Como el chalet que había alquilado la familia para estas vacaciones no era
muy grande, las habitaciones solo ajustaban para que durmiéramos
acomodándonos como podíamos.

Los abuelos fueron hospedados en una habitación especial, por su edad,


en la planta baja. Los primos más pequeños cerca de los padres y los que ya
no éramos tan niños, escogimos las habitaciones de la planta alta. A mi prima
Estela y a mi nos tocó, junto con otros primos y primas en la misma
habitación.

Pero esa tarde todos se fueron. En la habitación nos quedamos solos mi


prima Estela y yo. Todos regresarían por la madrugada y seguramente con
demasiado vino en las venas.

Ni mi prima Estela ni yo nos pusimos de acuerdo para quedarnos solos.


Todo fue en un silencio de cómplices para repetir lo de ese medio día de
hacía unas cuantas horas.

Llegó el momento de acostarnos. Mis abuelos a su habitación; mi


hermanito y mi primo a la suya, y mi prima Estela y yo a la nuestra. Mi prima
se retiró primero y transcurridos algunos minutos la seguí.

Cuando llegué a nuestra habitación Estela estaba en su cama fingiendo


dormir.

Me quité mi ropa y me quedé solo en trusas. Mi polla, sumamente


inquieta, estaba más dura que nunca. Mis huevitos me dolían de la excitación.

Distendí mi ropa de cama como para disimular que estaba acostado, pero
en silencio me dirigí a la cama donde estaba mi prima Estela fingiendo
dormir.

Empecé a besar a Estela en los labios y ella correspondió de inmediato a


mis caricias.

Las caricias empezaron rápidamente a subir de tono.

Mi prima traía una tanguita que le quité rápidamente.

Noté que ella estaba asustada y extrañada, pero en medio de ello estaba
también excitadísima, ya que nunca rechazó mis caricias.
Yo estaba al borde de la cama.

Le separé las piernas y empecé a lamerle la panochita para que se


lubricara bien.

A sus catorce años, mi primita Estela gemía como una loca.

En medio de su miedo y su extrañés, se dejó hacer todo lo que yo le


hacía: se retorcía de placer en la cama.

Al lamerle la panocha tuvo un superorgasmo tan fuerte que rápidamente,


con sus manitas, buscó mi verga.

Me acomodé de forma tal de darle oportunidad que también ella me


chupara, pero a la vez seguir yo lamiéndole sus jugos que me sabían a
néctares nuevos y desconocidos.

En ese momento siento que me voy a correr y solo alcancé a tomarle su


cabeza con firmeza con mis piernas para que no me soltara la verga y lancé
abundantes chorros de mecos dentro de su boca.

Mi verga no se me bajó.

Seguí súper-empalmado y caliente.

Cambié de posición.

Me bajé de sobre de ella y abriendo sus piernas con mis manos separé sus
labios vaginales.

Apoyé la punta de mi lanza en su pequeña abertura y empujé.

Mi lanza empezó a penetrar y al sentir mi punta la muestra de su


virginidad, empujé con mayor firmeza.

Mi prima Estela lloró de dolor y me dijo un montó de groserías (cabrón,


hijo de p…, me has desgraciado para siempre, y otras linduras), pero el hecho
de que no se sacara me impulsó a bombearla.

La culié como un loco.

Mi verga me dolía de su estrechez.

Estela, no obstante su estrechez, quizá por su corta edad, empezó a


corresponder, abrazándome, gimiendo y a veces clavando sus uñas en mi
espalda desnuda, debido seguramente, al dolor de su primera penetración.

Cuando sentí que de nuevo la sensación de que mis mecos me brotarían a


chorros, le saqué mi verga.

Mis chorros fueron expulsados con fuerza bañando sus chichitas


desnudas.

Nos quedamos ambos sin fuerzas.

No podíamos seguir en la misma cama.

Aunque era seguro que todos regresaran tarde, podría ocurrir que llegaran
de un momento a otro.

En silencio me levanté y con mis calzones en la mano me dirigí a mi


cama.

Mi prima Estela se levantó desnuda y caminando como patito y con sus


piernas un poco abiertas se dirigió a la ducha. Se bañó y caminando en la
misma forma se regresó a su cama y se acostó.

El resto de la noche no dormí, y estoy seguro que mi prima tampoco.

Esas vacaciones fueron inolvidables para Estela y para mi.

Lo hicimos muchas veces. A la fecha lo seguimos haciendo, aunque no a


diario como lo hicimos en La Manga, playas que distan como 100 Kms. de
Murcia, nuestra ciudad.

Pero ya habrá oportunidad de contarles otras aventuras.


Relato III
Una llamada al celular, planes para encontrarnos en la noche, muchas
ganas de tirar, todo se había dado…solo quedaba esperar la hora del
encuentro. Hacia las 08:00 p.m. conduzco y la ubico en el salón de belleza,
sale muy bella y llamativa, su cabello recién cepillado, maquillaje que resalta
su mirada y sus labios; viste camisa blanca que se ciñe a su silueta y destaca
sus curvas, jean ajustado que favorece el levantamiento de su culo que
siempre ha sido muy provocativo, botas tacón puntilla, sus tetas son
redonditas bien ubicadas, la blusa deja ver el caminito que el ajuste del
brasier forma al juntar esos dos ricos melones. Una vez en el automóvil las
miradas se cruzan permitiendo identificar el agrado de encontrarnos,
conduzco un buen trayecto buscando en una ciudad vecina la discoteca en la
cual hemos de realizar el calentamiento para luego asistir al encuentro íntimo.
Una vez hemos llegado a la discoteca el ambiente del lugar es agradable,
se encuentra bastante poblado y hay algunas mujeres atractivas que llaman la
atención, pero no más que mi compañía; estamos realmente pensando en cada
uno y la manera en como hemos de pasar un buen rato, pedimos trago para la
mesa eligiendo lo que le gusta a ella, el cual combina con gaseosa, por el
contrario a mi me apetece puro y frío, nos dedicamos a bailar la música que
nos gusta y en este instante empieza el roce que me excita, normalmente ella
me refriega sus tetas mientras nos abrazamos en el baile, se sienten calientes
y bien paraditas, mi verga recibe los estímulos que esta situación provoca. Al
regresar a las sillas observamos a los bailarines buscando alguna situación
que nos inquiete, para mi gusto encuentro algunos buenos culos y tetas bien
puestas y llamativas, pero definitivamente lo más interesante se encuentra a
mi lado.
En un momento se acerca a mi oído y me susurra el deseo que tiene de
mamármela y tenerla dentro de ella a lo que respondo con mucho más morbo
haciéndole saber que me encantaría chupar su coño, refregarle la verga en sus
senos descubiertos y clavarla por todos sus orificios. Transcurridas unas tres
horas el ambiente del lugar ya no es atractivo por lo que decidimos regresar;
una vez más estamos en el automóvil recorriendo la ruta inicial, pero ahora en
sentido contrario; llegamos al lugar donde hemos de dar rienda suelta al
deseo y pasión que sentimos, ya nuestros genitales vienen preparados pues
mutuamente nos hemos estado tocando; su coñito viene mojado y mi verga
dispuesta. El nuevo sitio es un motel y debo referir que en estos lugares el
grado de excitación que he notado en ella es muy bueno y de mi parte el nivel
no es menor pues me encanta escuchar los gritos y gemidos de las parejas
vecinas dedicadas a revolcarse y muchísimo más los de ella misma.
Empezamos a besarnos buscando inmediatamente provocar el deseo, me
encanta verla menearse mientras se quita las prendas hasta dejarse en su ropa
interior, también me gusta mirar como unas buenas zapatillas o botas
moldean sus piernas y le levantan el culo deliciosamente.
La escena que describo a continuación es de las mejores que he disfrutado
con ella; empieza con un meneo metiéndose la tanga en medio de los labios
de su coño, voltea y se agacha mostrando su culo delineado por la misma
prenda, acaricia lentamente cada una de sus tetas desenganchando los broches
de su brasier exhibiéndolas redondas y calientes; procedo a tocar muy
sutilmente con mis dedos agarrando suavemente cada uno de sus pezones,
estirándolos y provocando los primeros gemidos de la paciente…me fascina
ver como se estremece… una vez desprovista de prendas se recuesta en un
mueble permitiendo admirar como abre sus piernas y a su vez dirigiendo una
de sus manos a su estupenda chocha, se masturba buscando sacarse el gallito
y atrayendo mi lengua para que se encargue de explorarle con movimientos
suaves, circulantes y rápidos, lo cual ocurre, tiene un coño delicioso y jugoso,
le encanta una rica chupadita y mordidita de labios vaginales, le gusta que me
recueste en el sofá mientras ella me pone su chocha en la boca, así como el
encuentro de mi lengua con su clítoris cuando al mismo tiempo mi pulgar se
clava en su culito… vuelve a estremecerse, pero esta vez ha alcanzado un
orgasmo y grita como una puta satisfecha, se aleja por un instante y al mismo
tiempo reclama su turno con mi verga tomándola con sus manos, llevándola
inmediatamente a su boca, emitiendo gemidos de gusto al tenerla llena de
chorizo grueso (mi verga esta acostumbrada a sus ricas mamadas), la examina
y da su visto bueno, pues le gusta dura, gruesa y que no haya sido
masturbada, la ubica en su coño mojado y chupado para sentir como
bruscamente se la clavo hasta el fondo y se desliza una y otra vez, grita y
vocifera nuevamente el placer que siente, admira mi pecho y la silueta de mi
tronco, me acuesto sobre la cama mientras ella se sienta sobre mi polla que la
penetra deliciosamente; al mismo tiempo observo sus curvas y hermosos
melones, me la gozo tirandola de lado ubicando una de sus piernas sobre mi
hombro, luego quiere que la clave por detrás subiéndose a una mesa pequeña
diseñada para esta faena por lo que puedo ver, pues ella en cuatro logra
observarse a si misma por el reflejo de los espejos que rodean esa área, sabe
que se ve espectacular, definitivamente tiene un gran culo y verme
penetrándola es aún más excitante, la verga entra nuevamente por esa chocha
grande, me pide que le abra el culo haciendo fuerza con mis manos, así puedo
observar el hueco de su ano dilatándose y pidiendo otra polla allí dentro, la
fantasía trabaja, el final se acerca, culiar seria más excitante, pero su silueta,
su gran culo y clavarla por detrás provoca la eyaculación, chorreo sus nalgas
y luego aplico como crema el semen por su cuerpo, viene otro orgasmo y la
calma total.
Relato IV
Después de las excitantes y turbadoras experiencias que tuve con Mario*,
mi mundo empezó a cambiar, si bien yo no sabia a ciencia cierta de que se
trataba esa tormenta de sensaciones que me invadían; mi primer orgasmo, del
cual yo no estaba plenamente consciente, me impresionó de tal manera que
no pude evitar el percatarme de mi propio cuerpo, las caricias en mis piernitas
o en mi estomaguito, mi manita bajando hasta mis braguitas y acariciándome
mi aun inexperto coñito.

Sentía una necesidad enorme de tocarme a todas horas, y durante la noche


mientras me tocaba, debía reprimir alguno que otro quejido para que mi
hermana con la cual compartía cuarto y es algo mayor que yo, no se percatara
de la situación.

Mis visitas a la casa de Mario continuaron, así mismo las "travesuras" que
tanto me entusiasmaban y divertían, pero con menor intensidad,
probablemente por el miedo de Mario a ser descubierto.

Cabe aclarar que a pesar de la intensidad de las experiencias con Mario,


yo seguía sin saber muy bien lo que pasaba, la necesidad de mi cuerpecito a
ser tocado aun me era desconocida.

Pero llegó un día en el que a Mario, a su hermana y a mi nos dejaron,


nuevamente, sin mucha vigilancia… a jugar a las escondidas. Yo llevaba un
pantalón pescador, bastante pegadito pero cómodo al mismo tiempo, y una
coqueta blusita que dejaba al descubierto mis hombros, no me vestía para
provocarle, pero me pusiera lo que me pusiera parecía agradarle.

Esta vez, nos escondimos en un closet que se encontraba en el cuarto de


visitas, el cual no era muy transitado. Cuando me metió en aquella oscuridad,
inmediatamente se abalanzó a mi pequeño cuerpecito, dándome besitos en mi
cuello, hombros y boquita; pasando sus manos sobre mis tetitas, mis piernas
o mi culito, deteniéndose largamente sobre mi conchita que a estas alturas se
mojaba y palpitaba en espera de que le pusiera mayor atención. Sin embargo,
el espacio no era suficiente y pronto se topó con las dificultades para poder
tocar todo mi cuerpo.

Así, intempestivamente, abrió la puerta del closet; estaba desesperado,


hasta cierto punto me asustaba y excitaba esta forma de actuar; me acarició
vehementemente; mientras me besaba el cuello, sostenía mis nalguitas una en
cada mano y las apretaba, las sobaba, las estrujaba; acariciaba mis hombros,
mis pechitos, mi conchita; todo con tal desesperación que parecía que la vida
se le iba en ello, probablemente por la calentura acumulada de días anteriores.

Esta vez un movimiento en particular llamó mi atención, ya no se


limitaba a acariciarme, ahora me restregaba su entrepierna, trataba de bajar lo
más posible para alcanzar mi pubis.

Me sentía como una muñequita de trapo en sus brazos, me movía, me


acomodaba, me acariciaba, todo tal cual lo deseaba.

Me volteó rápidamente, puedo decir hasta bruscamente; sus manos sobre


mis hombros y me restregó ese paquete que ya parecía romper sus
pantalones, lo restregaba contra mi paradito culito. Posó sus manos por
debajo de mi blusita tocándome los pechitos y pellizcándome, no muy fuerte,
mis rosaditos pezones.

Mi respiración se aceleraba y se volvía más fuerte, así como las


palpitaciones de mi corazón, el color de mis mejillas y la calentura de mi
sexo. Sentía su ardiente aliento en mi cuello y en mis orejas, y mientras me
encontraba de espaldas a él, me bajó mis pantaloncitos y mis braguitas de un
solo tirón; me sorprendió de sobremanera pero poco tiempo tuve de
reaccionar ya que se agacho e inclinándome levemente, de tal forma que mi
culito y mi rajita quedaran expuestas al mismo tiempo; hundió nuevamente su
lengua en mi infantil sexo.

Pasaba su lengua de arriba abajo, se detenía en mi botoncito, llegaba


hasta mi anito; tenía sed, sed atrasada y solo mis juguitos parecían saciarle.
Tenía sus manos en mis caderas, luego las pasaba a mis nalguitas para
separarlas y así, facilitarle su labor; luego las acomodaba de tal forma que
uno de sus dedos acariciara mi anito. Mientras tanto, yo seguía
asombrándome por esa oleada de sensaciones. Indescriptible. Quería más,
necesitaba más; pero ¿Qué más? ¿Cuál necesidad debía satisfacer? Estaba tan
confundida, el calor subía desde entre mis piernas, para apoderarse de todo
mi ser; mi boca la sentía tan seca, mi cabeza tan revuelta y mi entrepierna tan
húmeda. Cerré los ojos y me deje llevar, me deje sumergir por su lengua en
mi rajita, por sus manos sobre mi piel, por su dedo en mi culito.

En eso una de sus manos se apartó de mis nalguitas, supuse que la llevaba
a su pantalón para dejar libre su miembro de la opresión a la que era
sometido.

Sin embargo, un ruido me distrajo de mis suposiciones y al parecer


también distrajo a Mario de sus intenciones; pero no lograba distinguir bien
de que se trataba el ruido hasta que abrí los ojos, tenía delante de mí la puerta
de la habitación… ¡El seguro! En medio de su ímpetu, Mario había olvidado
asegurar la puerta de la habitación. En ese momento, para mi todo se volvió
como una película en cámara lenta; la manija de la puerta moviéndose, Mario
tratando de reponerse y evitar que la puerta se abriera, yo… con los
pantalones y las bragas abajo, completamente colorada y sudorosa; y la
puerta abriéndose, más y más, hasta que dejó ver la figura de la hermana de
Mario y… mi hermana! Mi hermana de 19 años, en la puerta con los ojos y la
boca abierta; se acercó rápidamente y le soltó un bofetón a Mario con tal
fuerza, que resonó por largo tiempo aunado al sepulcral silencio que nos
envolvía.

Mario salió de su asombro cuando mi hermana me vistió y me alejó de él,


de su familia, de su casa.

Mi hermana debió de contar algo a mis padres, ya que me asediaron por


un tiempo con preguntas y cuestionarios tratando de averiguar, a lo que yo
respondía que solo era un juego, una travesura. Mis padres después de un
tiempo se resignaron pues mis respuestas no cambiaban, supongo que
esperaban que esta situación no fuera tan grave y con le tiempo lo olvidara,
peor no fue así y la exploración de mi cuerpo aumentó. En cuento a Mario,
bueno, mis padres dejaron de frecuentar su casa, no dieron razones, y nunca
más lo volví a ver.
Relato V
Muchos pensamientos impuros materializados esa tarde, tal vez
demasiados. Dos cuerpos cincuentones para un joven veinteañero. Dos altas
morenas, casadas y con muchas ganas de dejarme seco.

Fue una de mis mejores historias, y aun a día de hoy la recuerdo en


alguna ocasión. De esto ya unos cuantos años, pero el recuerdo sigue vivo
dentro de mi. Yo vivía con mi familia en un edificio de una bonita ciudad
española. La relación con todos los vecinos era la correcta, sin ningún otro
sobresalto con nadie en especial. Había un poco de todo, pero mención aparte
merecían cuatro personas : Una preciosa jovencita de dieciocho añitos, una
chica de veinte muchos, la madre de ésta y otra madurita viciosa de
escandaloso cuerpo.

He tenido la fortuna de haber podido conseguir colarme en las más


hondas intimidades de estas cuatro mujeres, pero ahora os voy a contar como
en un inolvidable día de primavera pude llegar a disfrutar de las dos últimas.
Dos mujeres que me dieron el mayor placer concebido para un hombre. Fue
mi primera vez con dos mujeres y no la última.

Una de las maduritas se llamaba María, una mujer de bandera, casada y


con un niño de unos 7 añitos. La otra tenía varios hijos, entre ellos la chica
que mencioné anteriormente. El trato que mantenía con todas ellas era
formal, sin una palabra más alta que otra, intentando quedar como unos
buenos vecinos, sin más. Ese día todo cambiaría entre nosotros. La otra
señora se llamaba Paula, era mucho más bonita que María, pero ésta la
superaba en cuerpo.

María era una mujer discreta, vestía de forma clásica, sin muchos
aspavientos. Faldas y camisas llenaban su armario en un alto porcentaje pero
en ocasiones se atrevía con unos vestidos que le quedaban espectaculares y le
favorecían en su figura. Tenia un andar morboso e interesante que
particularmente me volvía loco. Paula era más guapa, con unos preciosos y
grandes ojos negros, con más kilos que María pero con una dulce voz. Las
dos medían cerca de 170 centímetros . Paula usaba ropa más atrevida , sobre
todo destacaba por unos fantásticos escotes que no dudaba en enseñar.Tenía
menos pechos que María, aunque las dos tenían la misma cantidad, dos.

Tocaba uno de esos días de primavera, en los cuales cualquier mujer se


pone mucho más guapa de lo normal. Yo llegaba de estudiar con una amiga,
que por cierto está de muy buen ver, y entraba en el portal. En ese instante
llegaba María de la compara, eso deduje al verla con varias bolsas. También
la acompañaba el niño. Abrí la puerta y esperé para ayudarla a entrar.

"Gracias, vengo cargadísima, como siempre"

"De nada, es lo que tiene ejercer de ama de casa, y con este calor aun
peor"

"Vengo sudando y cansada de este niño que es un pesado" Dijo mientras


sonreía.

"Espera que te ayudo"

"Gracias, me viene muy bien".

Estaba espectacular pero sencilla. Llevaba una falda azul por las rodillas
con una raja que le llegaba hasta poco mas abajo del muslo derecho. Para
arriba un top blanco bien apretado que le marcaba todo el pecho. Las dos
tetas bien puestas, altas y bien juntitas bajo un sujetador también blanco. Uno
de los pezones se le estaba marcando un poquito, luego pude comprobar que
era el más grande que tiene, un pequeño defecto que no me produjo ningún
inconveniente.

Su hijo iba comiendo un helado y estaba medio llorando por no se que


tipo de problema con un amigo. Le abrí la puerta del ascensor y nos metimos
en él. Yo llevaba un pantalón de chándal y una camiseta. Mientras subiamos
yo no dejaba de mirar de reojo para sus pechos, imaginando lo que podría
hacer si tuviera "barra libre" sobre ellos. En una de esas miradas ella me
estaba mirando, sonrió y bajó la cabeza.
Fue en ese momento cuando el hijo en un gesto de enfado ensució todo
mi pantalón con el helado. El ascensor se paró en su planta. María gritó al
niño, y me empezó a pedir perdón.

"Mira como has puesto al chico". El niño seguía llorando.

"No te preocupes, esto se limpia en un momento y luego a la lavadora"

"Espera, pasa un segundo a casa que le paso un paño o algo que luego no
va a salir" me dijo María.

"No hace falta, gracias, ya voy a mi casa y lo limpió yo"

"Pasa , pasa, que en nada lo limpio" " Y tu a tu habitación castigado" con


voz alta y con aspavientos.

Entré en su piso. María fue hacía la cocina.

"Espera un segundo que voy a coger algo para limpiarte eso".

El niño se fue a la habitación, dejó de llorar. María se fue a la cocina y yo


me quedé en el hall de la casa esperando con el pantalón del chándal lleno de
helado de chocolate. Intenté quitarlo con la mano lo que pude, pero en ese
momento apareció María.

"Deja, deja, que traigo esta toallita que es buenísima para estas cosas".

"No te preocupes" Insistí. "Esto ya salió casi"

"Si estás perdido. Este niño siempre hace lo mismo, es insoportable"


matizó enfadado y enérgicamente.

Se agachó y empezó a frotar mi pierna con la toallita que en nada se


ensució de chocolate.

"Puff, como te ha puesto. Ven hasta el baño que te voy a dar con otro
producto"

"Deja, deja que ya está listo" le respondí.

"Ven hasta aquí, es un momento, como vas a llegar asi a casa".

La acompañé hasta el baño pasando por una habitación grande con una
cama de matrimonio y un gran espejo a los pies de la misma. Al llegar al
baño, María se sentó en la taza del baño y yo de pie me puso frente a ella.

"Trae aquí que ahora saldrá perfectamente".

Siguió frotando el chándal por la pierna y empezó a subir. Tenía helado


de chocolate por todo el pantalón. Se acercó a una zona peligrosa, donde
pensé que no iba a tocar pero no se detuvo. Empezó a frotar mi entrepierna
con la toallita. La imagen de María agachada con las dos largas piernas a la
vista mientras me frotaba la entrepierna hizo que me empezara a excitar. Hice
lo que pude para que no pasara a mayores pero era demasiado tarde.

Ella empezó a notar que algo debajo del pantalón crecía y yo no sabía
como parar. Intente volver a decirle que ya estaba.

"Parece que ya está".

María hizo como si no me escuchase y siguió frotando. Lo que empezó en


una excitación , continuó por una verdadera erección. Tenía la polla dura y el
chándal empezó a estirarse y una barra de casi 20 centímetros estiró el
pantalón.

"Parece que el problema del pantalón ha cambiado" dijo mientras tiraba la


toallita a la papelera y empezaba a bajarme el chándal. Imaginé lo que iba a
pasar después, pensé en su marido, en su hijo, en ella, en mi. Me bajó el
chándal hasta los tobillos y acto seguido hizo lo mismo con los calzoncillos ,
pero hasta las rodillas. Agarró mi polla y sin mediar palabra, se la metió
entera en la boca. Comenzó a chuparla despacito para ir cada vez más rapido
mientras me tocaba los huevos con la otra. Me masturbaba lentamente de vez
en cuando. Apartó toda la piel hacía atrás.

"Que bonita polla que tienes. Y que capullo más rosadito. Quién le diera
tener esto a mi marido entre las piernas. Y a mi que lo tuviera" Siguió
chupando mientras yo no aguantaba del placer que me estaba dando.

"Vamos para aquí" mientras me llevaba a la habitación. Me tumbó en la


cama, quitándome el pantalón y el calzoncillo. "No me creo que te esté
comiendo la polla, y eso que lo pensé en ocasiones".

Me quedé a cuadros. Se había estado pensando en comermela. Y lo estaba


haciendo. Y como lo hacía de bien. Parecía todo perfecto pero sonó el timbre.
La erección que tenía se vino debajo de repente como si me hubieses cortado
la sangre. Ella dejó de chupar y se fue hacía la puerta. Yo estaba asustado, me
levanté y me vestí. Joder, ¿El marido?.

"Hola Paula, pasa , pasa, siéntate en el salón que vengo ahora". Le dijó
María a … Paula. Menos mal. Que mal lo había pasado. Pero ¿Cómo salía
ahora de su casa con Paula ahí? ¿Y si el próximo en venir fuera su marido?

María entró en la habitación. "Vamos a darle una sorpresa a Paula". Yo


no sabía que decía.

"¿Qué? " le pregunté.

"Nada, nada, ya verás que bien lo vamos a pasar" dijo mientras reía.

"Paula voy ahora, dame un minuto que me estoy poniendo algo que acabo
de llegar a casa". Se empezó a desnudar delante de mi, se quitó el top blanco
y el sujetador. Se volvió a poner el sujetador. Se quitó la falda. Se quitó los
zapatos. Y las medias. Con el tanga y el top se puso delante de mi.

"Vamos a darle una sorpresa a Paula, pero será una bonita sorpresa y no
se la contarás a a nadie ¿vale? ¿prometido?"

No sabía a que se refería, estaba nervioso y excitado. Esto se estaba


yendo de las manos desde hace mucho tiempo. Y todo por un helado de
chocolate.

"Voy a ir a junto de Paula, es la vecina del quinto. Es muy amiga mía


como sabes. Quiero que te la folles"

Me quedé sin saber que decir.

"Vengo ahora, voy a ir a junto de ella, va a quedar muy muy sorprendida,


vengo ahora" repitió.

Salió María de la habitación con el tanga negro y el top blanco y se fue


hacía el salón, donde estaba Paula. No pude llegar a escuchar nada en todo el
tiempo. Al rato volvió María.

"Ven conmigo, nos vamos a divertir mucho ahora"

Me llevo al salón de la mano, como si fuera su hijo, el hijo que me estaba


dando un día para recordar en mucho tiempo. Al entrar al salón me encontré
sentada en el sofá blanco de cuero a Paula. Lleva un vestido blanco también
con botones en el centro del mismo negros, de arriba abajo. Llevaba el pelo
suelto por los hombros y estaba con las manos en el regazo. Y en la cabeza
una venda. Una venda que le tapaba los ojos.

"¿Estás ahí María" preguntó Paula.

"Sí, aquí estoy. Mejor dicho, estamos".

"Paula se sorprendió. ¿Estais? ¿Quiénes?.

"Es una sorpresa Paulita" Mientras le contestó se agachó y le dio un beso


con lengua. Me quedé todavía más sorprendido. Las dos mujeres que deseaba
dandose un beso en la boca delante de mi.

"Te toca" me indicó.


No sabía que me tocaba hacer.

"Venga , Paula está esperando. ¿A que si Paula?.

"Sí, vamos"

Me agaché para darle un beso pero María con unos gestos me dijo que no.
Con otros gestos simuló que tenía una polla como yo y me indicó que se la
pusiera en la boca.

No me corté e hice lo que quería. Mi polla medio erecta entro en su boca


y Paula comenzó a comer lo que le estaba dando. Con una mano me la
acariciaba mientras María no dejaba de mirarnos. Paula siguió comiendo algo
que cada vez se hacía más largo y gordo.

"Vaya polla más rica. ¿De quién es?"

María no le dijó de quién era, ni tenía pensado decirselo.Yo seguí dandole


polla a Paula, mientras María le desabrochó dos botones o tres del
vestido.Así me dejaba ver el sujetador azul claro. Yo estaba como una moto.
Giré mi cara para ver a María. No me creía lo que estaba viendo. Se había
tumbado en el otro sofá y con las piernas bien abiertas se estaba masturbando
viéndonos atentamente.

En esta situación yo no tardaría mucho en correrme. María se levantó ,


hizo que Paula dejará de chuparme la polla , se llevo a Paula a su sofá, se
tumbó, abrió las piernas, mando a Paula agacharse y le dio todo su coñito.

"Ahora comeme mi coñito Paula, como haces tan bien".

Paula estaba a cuatro patas comiéndose el coñito de María. Y yo de pie


contemplando como dos mujeres casadas, objeto de deseo para mitad del
vecindario estaban delante de mi disfrutando del sexo. María me miró y entre
gemidos me indicó que fuera hacía ellas. Le levanto el vestido a Paula hasta
la espalda y me mostró todo el culo de su amiga. Aparto el tanga azul a juego
con el sujetador.
" Juega con su culo , que le encanta. Su marido no la toca apenas y está
super salida"

Me agaché y empecé a comerle el culo, a pasar mi mojada lengua por su


ano mientras acariciaba sus nalgas. Estaba excitadisimo y no aguanté más.
Me puse de rodillas e intenté metersela por detrás. En uno de mis intentos
logré poner la punta dentro de su ojete. Ella gritó un poquito.

"Despacio" dijo María. El culo lo tiene estrechito, nunca se lo habían


follado hasta que yo tuve que jugar con un consolador el otro día.

Me estaba empezando a follar un culito virgen de una cincuentona


cachonda a la que conozco de hace años. A veces pensaba en su marido. Si el
viera esto que pasaría.

Al rato mi polla estaba dando embestidas en su ano de forma


contundente. Sus gritos se hicieron cada vez mayores.María gemía por la
manera que le estaba chupando el coña y por escuchar los gritos de su amiga.
Entonces María le dijo algo a Paula.

"Te voy a sacar la venda, pero no vas a ver hacía atrás, no quiero que veas
quien te está follando". María se acercó a Paula y le quitó la venda y empezó
a besarla mientras le acariciaba los pechos. Se los comía una y otra vez,
primero uno, luego el otro, y así sin parar. Yo estaba a punto de correrme, tan
a punto que lo avisé.

"Me voy a correr" sentencié.

"Hazlo ahora, dale tu leche caliente a ese culito que nunca ha sentido algo
así"

Fue decir esa frase María y salió todo de mi polla. Le llene el culo de
leche, no paré de correrme durante segundos y lancé el mayor de mis
gemidos.Mi polla se fue ablandando en el culo de Paula, rojo de tanto meter
mi pene.
Ahora vas a conocer al que desvirgó tu culo. Dijo María.

Paula se dio la vuelta y al verme empezó a ponerse colorada. No supo que


decir, hasta que dijo algo.

"joder, vaya polla tienes chaval, pensé que no la tendrías asi de grande ,
gorda y dura".dijo Paula.

"Mira como la tiene ahora llena de semen todavía, ¿Pq no se la secas


bien? ¿O yo me voy a ir sin una ración?

Paula empezó comer lo que quedaba por comer. María se pudo detrás de
mi y jugueteó con mi culo, pasó la lengua y metió el dedito un poco. No se lo
negué pero no me hacía gracia en ese momento. No se el motivo pero la
agarré por la melena.

"Ponte a chupar tu también" le dije con tono amenazante.

Se giró hacia mi y entre las dos me pegaron una increíble mamada.


Intercambiando bocas mi polla no sabía cual de las dos preferir. Se me volvió
a poner dura en seguida y tan solo me faltaba follarme a María.

Paula se sentó en la mesa del salón, yo en el sofá y ordené a María que


me montará mientras le comía el coño a su amiga. Ahora le tocaba a ella.
María empezó a cabalgar encima de mi una y otra vez mientras le daba
lambetadas a su amiga en el coño y donde podía. Ahora los gemidos de María
se transformaron en gritos de placer, se corrió una vez y otra, y otra, resultó
que era multiorgásmica.

"Llevo siete orgasmos" declaró.

Mientras tanto Paula tuvo el segundo por la comida de coño que le hizo
su amiga.

Yo estaba a punto asi que saque mi polla de ahí, se pusieron de rodillas y


empecé a masturbarme. Esperaban mi leche con las bocas bien abiertas,
besándose de vez en cuando hasta que llegó lo que querían. Me corrí en cada
una de sus caras, en sus bocas principalmente, aprovecharon toda la leche que
colgaba por mi pene, y se besaron como dos enamoradas. Asi sucedió aquella
primera noche de una larga historia que aun a día de hoy no ha terminado con
una de ellas.
Relato VI
El relato que hoy les escribo ocurrió hace 5 años, hay tantos que se
iniciaron conociendo gente en un Chat, desde una página de Amigos o
simplemente desde una de encuentros sexuales, el poder conocer gente de
distintos países, ciudades o desde la propia para algún encuentro o
simplemente amistad.

Pues resulta que una noche que no me apetecía hacer nada entre a una
sala de Chat que una amiga me había dicho que podía conocer gente de
donde vivíamos, ella había conocido a su actual novio en ese Chat y yo veía
que se la pasaban muy bien. Me dije pues nada pierdo sirve que conozco a
alguien interesante por aquí. Después de pasarme dos horas frente a la
computadora sin ninguna suerte, me saluda por fin un chico y empezamos a
conversar, después de hacer la presentación de rigor, empezamos a platicar de
nuestras cosas, era nuevo para mí el poder estar ahí conversando con alguien
que no conocía.

Bueno pues para no aburrirlos les diré que a partir de entonces


empezamos a conversar, me pidió mi teléfono y después de muchas
invitaciones por fin aceptaba salir con el, la típica cita a ciegas, nadie sabia
mas allá de la descripción física que nos habíamos dicho.

Me llamo Liz, tenia 26 años y mido 1.68, blanca, pechos grandes, ojos
miel (me cambian con la intensidad de la luz) y cabello largo ondulado
oscuro, el en cambio se había dicho que se llamaba Alfredo, tenia 30 años,
media 1.79, blanco, delgado, ojos verdes y cabello castaño claro.

Quedamos de vernos en un café en el centro de la ciudad, iba nerviosa,


me vestí con una falda un poco arriba de las rodillas, blusa sencilla pero con
un escote discreto y sin faltar mi ropa interior sexy de puro encaje en color
blanco que tanto me gustaba, al entrar al lugar, lo vi y me quede sorprendida
pues se había quedado corto en su descripción, mas guapo de lo que esperaba
y con ese aire varonil que me encantaba. Se sorprendió al verme al parecer
también le había agradado. Tomamos un café, platicamos de varias cosas y
me llevo a mi casa, todo era nuevo para mi y me gustaba sentirme admirada
por el.

Salimos varias veces mas, pero íbamos al cine, comer, cenar o algún
baile, ya que en la ciudad donde vivo los hacen seguido y se distingue mi
tierra por su música de banda, por ser muy alegre. no pasaba de besos y
caricias, pero una noche regresando de un baile a las afueras de la ciudad el
traía su mano en mi pierna mientras regresábamos, se me ocurrió también
poner mi mano en su pierna y no dijo nada, solo volteo a verme y me sonrió,
seguí avanzando a tocar su entrepierna, pero me dice – si sigues tocando me
voy a poner mal y no responderé de mi, a lo que le respondí que el siguiera
manejando con cuidado de no voltearnos que me dejara continuar. se detuvo
en la orilla de la carretera para poder disfrutar de lo que venia y desabotonó
su pantalón y saca el miembro, lo tomo en mis manos, empiezo a frotarlo
poco a poco va creciendo y luego lo llevo a la boca, muy despacio se va
empapando mientras entra y sale de la boca, succiono lo mas que puedo, el
estaba excitadísimo, recuerdo que gemía y pedía que siguiera haciéndoselo,
yo en cambio me encontraba empapadísima y excitada, ya su mano estaba
bajo mi falda haciendo a un lado mis braguitas con sus dedos buscando mi
clítoris, ya estaba mas que húmeda, así que tuvo mucha facilidad para frotar,
de pronto sentí como mete y saca su dedo de mi cuquita unas sensación
fantástica, luego frotaba el clítoris lo mas rápido que podía, sentía que ya no
podía mas, le dije que me y termine en orgasmo largo. Me recupere un poco y
continué con mi tarea, metí de nuevo lo mas que pude su pene a mi boca una
y otra vez lo mas rápido que podía, mordía sus testículos y los jalaba
despacio con mis dientes para que sintiera rico, eso se veía que le gustaba y
me dice que si continuaba mamándosela así terminaría en mi boca, asentí con
la cabeza y no tardaron en salir chorros de semen que apenas pude atrapar en
mi boca procurando no hacer un reguero en el carro, nunca los había probado,
no me desagrado el sabor y con mi lengua termine de limpiarla, nos besamos
y me dice de ir a otro lugar, se mete a un hotel que nos quedaba de regreso,
cuando llegamos al cuarto, me empieza a besar y nos desvestimos con unas
ansias locas.

Nos metimos a bañarnos bajo el agua tibia, nos besamos y nos vamos a la
cama, se encuentra boca arriba y me acerco a el, beso su boca, bajando
despacio a su miembro que se encuentra erecto de nuevo, tomo un
preservativo y se lo puse, me dice - ponte de posición de perrito y siento
como me penetra poco a poco, va empujando una y otra vez, primero
despacio y luego las embestidas se hacen mas fuertes, como dicen en mi
pueblo ya no sentía lo duro sino lo tupido, acariciaba mis pechos, luego se
acuesta en la cama y empiezo a montarlo subo y bajo fuerte sintiendo su pene
dentro una y otra vez mas fuerte, mientras acercaba mis pechos a su boca, el
los besaba, los mordía como desesperado, así seguí montándolo una y otra
vez por un largo rato hasta que le dije que estaba por venirme al igual que el,
que había aguantado un poco su venida ya que esperaba que termináramos
juntos, entonces acelero mis movimientos y terminamos con un riquísimo
orgasmo, (ya que la única forma de terminar que tengo es estando arriba,
siempre tardo mucho, no se porque, siempre ha sido así), terminamos
abrazados descansando de una gran noche de placer.

Al final de la noche cuando vamos de regreso a mi casa, me dice:

-Nunca espere que esta noche seria así, me has sorprendido y vaya que
bastante.

Solo le dije - Esta es la primera de muchas noches ya lo veras.

Me despedí de el sellando nuestro encuentro con un beso.

Espero que les haya gustado, si es así espero sus comentarios y


calificación.

Pronto tendrán noticias mías.


Relato VII
La noche no había tenido nada de especial. Fue la típica cena entre
amigos que se celebra de cuando en cuando. Nos fuimos a un bonito
restaurante, y más que comer, se nos dio por empinar el codo a casi todos.
Entre risas y bromas la cena se fue terminando y decidimos ir a un lugar
tranquilo para seguir tomando unas copillas.

De allí nos pasamos a una discoteca. Los combinados empezaron a hacer


sus efectos, sobre todo a mi que empecé a desinhibirme. No me corté en
ningún momento con bromas a algunas amigas de mi novia.

Alexa era una exuberante chica de 22 añitos con un delicioso cuerpo.


Rubia y de ojos claros estudiaba Filología.

"Si no tuviera novia, lo que te haría", ella siempre sonreía, sin darle más
importancia.

Otra de sus amigas era Laura, una morena que me traía loco desde hace
mucho tiempo pero que tenía novio. Era muy timida y reservada, no bebía
alcohol, ni fumaba y trabajaba en una oficina de una gran empresa. Siempre
me he llevado bien con ella , pero era a la única que nunca me atrevía a
decirle nada sobre su belleza, la cual era impresionante, de largo la mejor de
todas. Ese día no había venido su novio por motivos laborales.

Cuando salimos del local para ir hacía otro hubo disparidad de opiniones.
Al final se tomó una solución diplomática, unos para un lado y otros para
otro. Mi novia prefirió seguir con sus mejores amigas que hacía tiempo que
no estaban juntas y yo me fui con otro amigo y tres amigas mas.

Entramos en otra discoteca y nos pasamos allí un buen rato, tanto que nos
olvidamos por completo del resto del grupo. Yo estaba en un estado eufórico
desproporcionado y empecé a encontrarme un poco mal. El otro chico se
había ido para casa con su novia, y me quedé con Alexa y Laura, la otra
amiga.
"Parece que me voy a ir para casa, que estoy bastante mal" les dije.

"Asi no puedes ir a ningún lado, te llevamos nosotras a tu casa, que


seguro que Marta (mi novia) está allí" dijo Alexa.

"Mi novia no va a dormir conmigo hoy que se queda con Patricia, no pasa
nada que ya llego yo solo" aseguré.

Insistieron en que no me iban a dejar ir solo a casa. Y entre el estado que


tenía y el cansancio me llevaron el pequeño citroen hasta mi casa. En el
trayecto casi vomito en varias ocasiones pero pude contenerlo. Solo deseaba
llegar a cama y dormir. Aparcaron y cuando me iba a despedir ví como salían
del coche.

"Ya subo yo, malo será que no pueda meter la llave" dije en tono irónico.

"No creo que seas capaz tal como estás". Esas fueron palabras de Laura.
De las primeras que me había dicho esa noche. Estaba preciosa, su pantalón
vaquero ajustado que le hacía un culo perfecto, y un top de tirantes negro.

Intenté abrir la puerta del portal y no fui capaz hasta el quinto intento
entre las risas de las dos. Alexa me echó una mano y conseguí abrirla.

"Bueno, ya está, me caiga de sueño, hasta mañana y gracias por


acompañarme".

"¿Y como abrirás la puerta de casa? " volvió a decir Laura. "Venga,
subimos contigo"

Yo me estaba cayendo del sueño y de la borrachera que llevaba, me


agarraron, una por cada lado y salimos del ascensor. Alexa abrió la puerta. A
partir de ahí no me enteraba casi de nada de lo que sucedía. Tan solo
escuchaba alguna frase.

"Joder, como está el tio. Vaya borrachera.Vamos a meterlo en la cama. Si


lo ve quien lo debería ver lo mata".
"Y tanto" respondió la otra.

Entramos en mi casa y fuimos a la habitación. Me tumbaron en cama.

"Deberiamos quitarle algo de ropa, asi no puede estar"

"A mi me da rollo, es su novio. ¿Y si le vemos algo?" dijo Alexa entre


risas.

Me intentaron levantar un poco y me quitaron los zapatos. Después


empezaron con el pantalón. Después de unos forcejeos estaba fuera. Estaba
tumbado con un slip y con dos amigas de mi novia. Totalmente grogui.

Alexa también iba un poco borracha. Laura no había bebido nada, como
de costumbre. Entonces Alexa que estaba sentada sobre la cama, llevo la
mano hacía mi paquete.

"¿Qué haces?" Le dijo Laura.

"Vamos a ver como va servido el novio de Mónica" contestó.

Me bajó el calzocillo hasta que pudo contemplar mi polla.

"Joder, no está nada mal este chorizo".dijo Alexa.

Yo escuchaba algunas frases. Esa hizo que me espabilara un poco.

"Laura, esto que no salga de aquí, confio en ti". Acto seguido Alexa se
tiró sobre mi entrepierna y empezó a masturbarme"

Al rato mi polla empezó a tomar forma y tamaño.

"Vaya rabo que tiene el cabrón, para comersela entera". Acto seguido
Alexa se la metió en la boca.
"Alexa, ¿Qué haces?, se puede despertar de la borrachera". Dijo Laura.

"No creo, está totalmente grogui. No podría ni decir hola" replico Alexa.

Laura estaba de pie viendo como estaba siendo masturbado por Alexa,
que estaba sentada a mi lado, y cada poco tiempo metía mi pene en su boca.

Sonó un móvil. Era una amiga del otro grupo. Patricia le llamaba desde su
casa, estaba con mi novia, preguntaba que tal había ido todo, que nos
habíamos perdido.Alexa al colgar se empezó a encontrar mal y se fue al baño.

Me quedé a solas con Laura en la habitación donde habitualmente me


follaba a Mónica. Entonces Laura sin decir nada salió a ver que tal estaba su
amiga, no sin antes decirme al oido algo.

"Vengo ahora, vas a ver lo que es una buena boca mamandote toda la
verga"

Pensó que no lo había oido. Pero no fue asi. Salió en busca de Alexa, que
estaba totalmente tirada en el baño, durmiendo después de haber vomitado.
Volvió a la habitación quitándose la parte de arriba y enseñando sus dos
preciosos pechos pequeños. No llevaba sujetador, y no me había dado cuenta
hasta ahora.Me quitó el slip hasta el final y la camisa y empezó a pasar la
lengua desde mi boca hasta mis huevos, ahí paró y se tragó uno y después el
otro.Se levantó y se quitó el pantalón vaquero y apareció un diminuto tanga
delante de mi, era blanco y le transparentaba una pequeña hilera de pelo sobre
su clítoris.

"Vaya morbo cabrón. Borracho como estás, con mi amiga durmiendo al


lado y tu novia durmiendo en otro sitio, estoy empapada"

Comenzó a comerme la polla dulcemente, muy suave, con delicadeza, la


mojo toda y me la empinó hasta limites nunca vistos. De vez en cuando
acariciaba y chupaba mis pezones, yo sentía todo, pero no podía moverme.
Empecé a ser consciente de la situación, abrí disimuladamente un poco el ojo
derecho y ví como se estaba tragando mi verga. La tenía toda en su boca, no
pensé que eso pudiera entrar todo.

"Vas a follarme, me la vas a meter toda hasta el fondo y me vas a dar un


orgasmo de verdad" me dijo al odio mientras me lo mordía.

Agarró mi mano y la llevo a su tanga , y entre los dos lo sacamos. Se


subió encima de mi, cogió mi polla con su mano y la metío en su coñito, yo
tenía la mano en su culo y empecé a moverla por sus nalgas. Empezó a subir
y bajar repetidamente , yo empezaba a sentir un inmenso placer e
inconscientemente me movía también. Pensé que sería el momento de hacer
algo más. Uno de mis dedos se dirigió hacía su ano, empecé a estimularlo y
Laura lo cogió y lo mandó hacía su boca, lo chupo como si fuera mi polla y
lo volvió a llevar a su ano.

"Juega con mi culo, que será también para ti" Veía sus tetas como
botaban, como entraba mi polla en su coñito rosado y sentía como uno de mis
dedos entraba en su culo. No pudo más que gemir y gritar de placer. Entonces
sucedió algo …

Alexa apareció en la habitación, totalmente borracha ya y se tiró a nuestro


lado, ni si quiera se enteró que estabamos follando.

Laura me sonrió.

"Es tu día de suerte, te vas a follar a Alexa también".

Salí de su cuerpo, y Laura me preguntó algo.

"¿Qué prefieres, su culo o su coño? No tiene nada virgen, es una golfa de


mucho cuidado, se folla todo lo que pilla, y eso que tiene novio".

No pude contestar. Le dio la vuelta a Alexa con el culo hacía arriba. Me


llevo hasta allí, cogió mi polla con su mano y la dirigió al culo de su amiga.

"Dale de verdad, rompele el culo, que al despertar lo sienta dolorido y no


sepa que la has follado tu, será nuestro secreto" me dijo Laura mientras me
besaba.

Me follé el culo de Alexa. Lo follé hasta que no pude más. No conseguía


correrme. Alexa gemía y gemía. Pensé que se despertaría, que se enteraría de
todo. Me iban a matar.

Laura estaba sentada contemplando como follaba el culito de su amiga.


Yo no aguantaba más, sobre todo desde que Laura me empezó a comer los
huevos. Al poco tiempo, dandose cuenta Laura de lo que iba a venir, me sacó
el pene de culo de Alexa y siguió ella chupando. En un minuto Laura se
comía toda mi corrida mientras masturbaba el culo de su amiga. Me corrí
como nunca.

Laura llevo a Alexa a su coche, mientras yo me quedé en casa durmiendo.


Al día siguiente no sabía si había sido un sueño o una realidad. El tanga que
me encontré al despertarme fue la clave. ¿De quién sería? Lo olí pero no supe
diferenciar. Salí hacía el baño y al pasar por el pasillo encontré una nota.

"El tanga que has olido es mió, está lleno de mis flujos, espero que los
recuerdes siempre, nunca vas vamos a follar y nuestra relación seguirá siendo
la de siempre, no le cuentes a nadie lo de Alexa, ni mucho menos lo mio. Un
beso de Laura".
Relato VIII
Esto que voy a contarles es algo que surgió en mi imaginación a raíz de
conocer a una personita que leía mis relatos y al estar lejos no podemos
concretar un encuentro, pero si puedo imaginarlo.

Ese chico se llama Salvador y es abogado, profesión que conlleva una


vestimenta más que excitante para mí.

Los hombres con pantalones de vestir y camisas con corbatas o trajes son
bastante atrayentes. Pero vamos a nuestro encuentro.

En un día de lluvia con bastante frió, tengo que salir a hacer unos tramites
a uno de los colegios donde doy clases.

Como era una entrevista formal con la directora fui vestida con una ropa
bastante incomoda para mi.

Llevaba un pantalón negro, una camisa también negra de seda, zapatos


altos y un saco de cuero también muy formal. Ropa de ejecutiva mas que de
profesora de Educación Física, de ahí mi incomodidad.

El tema es que yo llego al colegio y me dirijo a la Dirección, golpeo y me


indica que pase la directora.

Estaba sola y me dice que esperemos unos minutos que el abogado estaba
por llegar. Mientras me va adelantando sobre lo que me quería informar; un
asunto relacionado con la responsabilidad civil en mis clases.

En pocos minutos más, golpean la puerta y entra el abogado.

Yo estaba de espaldas y la primera impresión que recibí fue un perfume


tan varonil como sensual.

Se acerco a mí y se presento, nunca lo había visto ya que era nuevo en el


colegio.
Al tomar su mano para saludarlo sentí que eran muy suaves y supe que
esa piel maravillosa estaría en toda la extensión de su cuerpo.

Salvador, así se llama, era un trigueño de 1,82, pelo castaño claro, ojos
del mismo color y un cuerpo bien trabajado por el deporte.

Además de ser una escultura de hombre traía puesto un traje negro con
camisa blanca y una corbata lila que le quedaba espectacularmente bien.

Yo me quedo atontada al ver semejante hombre y el muy simpático me


sonrió al presentarse, dándose cuenta de cómo lo miraba.

Comenzaron a explicarme entre los dos el asunto y yo solo lo miraba a


los ojos y estaba fantaseando como seria esa piel debajo del traje.

El se dio cuenta que yo lo miraba mas interesado en su persona que en lo


que me explicaban.

Así que como todo seductor se paraba y se acercaba a mí, rodeando el


sillón donde yo estaba sentada. De vez en cuando rozaba mi hombro con su
mano y esparcía su perfume a mi alrededor como si quiera emborracharme
con el.

En un momento llaman a la señora Directora a un salón y nos pide que la


disculpemos, que en 10 minutos volvía y que sigamos los dos con el asunto.

Yo no podía creer mi suerte, ahora lo tenia solo para mi y no tendría que


disimular mas…

El siguió en su actitud de seductor pero ahora yo cambie los papeles.

El se sentó en un sillón próximo al mío y entonces aproveche y me


levante, ahora yo lo rodeaba haciéndole preguntas tontas que el no tengo idea
que contestaba porque no lo escuchaba.
En un momento me pare frente a Salvador y dejando de lado todo decoro
y profesionalidad me acerque a su cara y le dije, mirándolo a los ojos, que me
fascinaba su perfume.

El sin más rodeos me dio un beso de golpe…

Yo no tarde en contestarlo, el me tomo por la cintura y me hizo sentar


sobre el.

Ahí enfrentados nos disputamos en una batalla de besos intensos y las


manos de los dos no tenían piedad del cuerpo del otro.

Salvador se paro conmigo sentada sobre el y me apoyo contra una mesita


de adorno que había contra una pared en la dirección, mientras sus manos se
apresuraban a desprender mi pantalón.

Yo hacia lo mismo con el suyo mientras no dejaba de besarlo, morder


suavemente pero intensamente sus labios y recorrer su cuello con mi lengua
de vez en cuando.

Salvador me saco el pantalón al mismo tiempo que yo baje el suyo,


encontré un pene tan duro como caliente, estábamos muy excitados y era una
batalla de dos desconocidos que se querían comer.

Intente separarme para bajar y disfrutar de lamer y chupar su pene duro,


suave, caliente y brillante pero no me dejo. No había tiempo y la necesidad
era otra…

Me apoyo contra la pared y sosteniéndome las piernas rodeándolo me


penetro con mucha fuerza y de golpe.

Mi cosita estaba muy mojada y angustiada por no tenerlo dentro.

Lancé un gemido cuando me la metió de golpe y el otro por el alivio que


sentíamos los dos.
Inmediatamente comenzó a bombearme con fuerza y muy rápido. Yo
golpeaba con mi espalda contra la pared y me había apoderado de su boca
besándola mientras podía ya que me estaba cogiendo de tal forma que no
podía dejar de gemir.

Fueron unos minutos muy intensos donde yo me aferre a el con mis


manos, seguramente le deje las marcas y el apretaba mis piernas para
sostenerme a la altura adecuada para ensartarme de la forma que lo hacia.

Cogimos como dos animales salvajes, como si hiciera años que no lo


hacíamos. Su perfume seguí excitándome tanto… Y en cualquier momento
retornaría la Directora.

Al cabo de unos minutos los dos no soportamos más y acabamos con un


orgamos simultáneo y explosivo que hacia rato no tenia.

Nos separamos, nos vestimos, nos acomodamos y sin palabras


intermedias nos sentamos uno en frente del otro mirándonos como no
pudiendo creer ninguno de los dos lo que habíamos hecho.

En ese momento sentimos que se acercaba la Directora y entra al


despacho. Nos encuentra en silencio y da como entendido que habíamos
acabado el tema.

Justamente habíamos acabado, pero no el tema…

Salvador se paro, se despidió de la Directora, luego de mi con un apretón


de mano y se retiro.

Yo me fui a mi casa luego y en el camino venia pensando en lo que había


pasado y sin poder creerlo.

Bueno espero que te guste Salvador, y te espero por mi colegio para que
me expliques nuevamente…
Relato IX
Solía ir a casa de Juan dos o tres veces a la semana para estudiar en su
habitación, y hacer los trabajos que nos pedían en su ordenador, ya que el
mío era, por decirlo de un modo sutil, una patata. También aprovechábamos
para echar unas partidas a cualquier juego de moda, ver alguna página
morbosa o chatear.

He de decir que yo también disfrutaba contemplando la belleza de su


madre. Me encantaba ir a su casa y compartir un poco de conversación con
ella , mientras la admiraba de arriba abajo. Era una mujer de unos cuarenta
años, la típica madre a la que te gustaría volverla a hacer madre una vez más,
muy coqueta y pija, con una figura espectacular y que solía vestir algun día
que otro con mucha provocación. Sus ojos azules me proporcionaban gran
tranquilidad, en contrapartida a sus curvas que me elevaban a un estado total
de ansiedad.

Pienso que ella se daba cuenta de que me ponía como un toro pero nunca
hizo mención alguna a ello. Muy al contrario siempre evadía situaciones que
podían llegar a ser compremetedoras. Pero como reza el refrán "Tanto va el
cántaro a la fuente …"

En una de esas visitas a su casa, y mientras mi amigo y yo nos echábamos


unas partidas a la play alguien golpeó la puerta, era la madre. Comentaré algo
que siempre me resultó curioso de allí, cuando una puerta estaba cerrada era
de obligado cumplimiento por cualquiera de los habitantes de la casa el
golpear la puerta y pedir permiso para pasar, estando casi religiosamente
prohibido entrar sin llamar. De hecho en algunas puertas tenían una señal
indicándolo.

El caso es que ella entró y preguntó si le podíamos enseñar una página


web, que no tenía mucha idea de ordenadores y tenía que ver algo del trabajo.
Resultó que tenía que realizar un proyecto de arquitectura para no se que tipo
de Congreso en Cuenca, y no tenía ni idea de informática. Debía tenerlo listo
en dos días.
Le intentamos enseñar lo más rápido posible lo que le hacía falta mientras
me comentaba que era una inútil en las nuevas tecnologías. Su hijo tampoco
es que fuera un experto informático, asi que hablando un poco sobre el tema,
el hijo propuso algo.

"Puede ayudarte Juan con ese proyecto, él controla mucho de informática


y estos días estamos de vacaciones"

Yo asentí. Me parecía bien y no tenía ningun problema por el tiempo.

"Me parece genial, si a Juan no le molesta. Es que estoy super agobiada


con esto y debo terminarlo, y no se apenas que es un ratón".

Quedamos en que me pasaría el día siguiente a las 5 de la tarde para asi


acabar cuanto antes. Salió de la habitación dandome las gracias. Eran las 10
de la noche y me tenía que ir.

"Joe, mañana vas a tener que aguantarla toda la tarde, vaya tela" me dijo
mi colega.

"Bueno, no será para tanto, tu madre parece muy lista ( aparte de estar
muy buena, pensaba) y lo terminaremos pronto". Le contesté.

" A mi me da igual, no pienso estar aquí para aguantarlo, piraré a la playa


con la moto y mi novia"

Cojonudo, me quedaría a solas con la madre, tendría historia para


masturbarme esta noche y alguna más ya que nada más podría pasar.

Eran las cinco y diez de la tarde y llegué al piso de mi amigo, este día
más bien el de la madre.

"Hola Juan, ¿Cómo estás? " me dijo dándonos dos besos.

"Bien, con mucho calor, con lo bien que se estaba en la playa"


"Creo que andan cerca de los 40 grados, esto es bochornoso, y sin aire
acondicionado en esta casa antigua. Ojala nos cambiemos pronto".

"Bueno, a aguantarse toca"

"Sí, ya ves como voy, estoy casi sin ropa, no aguanto la verdad, y eso que
me acabo de dar una ducha fresca"

Vestía una falda hasta las rodillas y una camiseta negra de Armani. La
falda seguro que también era de marca, ya que le gustaban los lujos. Llevaba
también unas pendientes de brillantes, dos anillos y un colgante grande en
forma de corazón. En los pies unos elegantes zapatos de tacón.

Entramos en la habitación, que estaba más limpia y ordenada que de


costumbre. Me ofreció algo para beber.

"Notarás un cambio en la habitación en cuanto a orden y limpieza, mi hijo


es un desastre, ahora te traigo el agua"

La habitación estaba impecable. Olía a perfume, la cama estaba hecha, la


mesa limpia y el armario cerrado. Los postres de las mujeres fruto de deseo
de mi amigo colgadas donde siempre. Angelina Jolie, Jennifer Lopez , etc…
Yo estaba con Cristina Fernandez.

Al llegar empezamos con el trabajo. Ella se sentó en el borde de la cama y


yo en la silla y le expliqué por encima el funcionamiento del pc. Como mover
el ratón, encender el ordenador, y esos pequeños detalles principales.

"Tener hijos para nada, siempre diciéndole que me enseñe y tiene que
venir un amigo"

"Los hijos somos así de vagos"

Nos adentramos en Word y al rato le cedí mi sitio para que fuera


familiarizándose con el PC. Al levantarse de la cama pude contemplar sus
piernas. Eran fuertes y estaban muy bien cuidadas. Depiladas y sin ninguna
variz. Era una mujer que se cuidaba y a la que le gustaba estar a la última.

"Ahora te toca a ti"

Fue a encender el ordenador en la torre que estaba a la altura del suelo y


al bajarse le ví de reojo para el hueco que dejaba entre la camiseta y su
cuerpo. Pude contemplar una de las copas de su sostén rojo de seda y uno de
los tirantes. Sus pechos no es que fueran exagerados pero tampoco parecían
pequeños, quizás llegase a una talla 95, puedo que casi 100.

Se encendió el ordenador y empezaron los problemas. No tenía casi pulso


para mover el ratón. Me levanté y puse mi mano encima de la suya para
ayudarle. Al entrar en contacto con ella por primera vez de esa manera sentí
algo extraño. Cada vez que moviamos el ratón me desplazaba por su mano y
sentía un excitante cosquilleo que me hizo poner la piel de gallina.

Seguimos intentando abrir el Word, y lo conseguimos. Parecía que


empezaba a pillarle el truco. El calor que hacía en la habitación era infernal.
Nuestras manos sudaban al igual que el resto del cuerpo. Yo llevaba pantalón
corto y una camiseta y estaba que me moría.

"No se que vamos a hacer asi, nos vamos a achicharrar" me dijo.

"Esto es increíble, vaya dia"

"Hagamos un descanso, me voy a duchar , si quieres luego dúchate tu


cuando termine"

Salió de la habitación y se metió en el baño que estaba en frente del


dormitorio. Escuche el ruido del agua sobre la bañera hasta que varió el
sonido, se había metido. Me levanté y fui hasta allí. La puerta estaba
entreabierta y pude contemplarla desnuda, de espaldas, mostrandome sus dos
nalgas bien duras. Intenté desviar la vista y retirarme al ordenador, lo que
estaba haciendo no era lo correcto, era la madre de mi amigo.

No fui capaz y seguí contemplando a esa preciosa y madura mujer. Ahora


se había dado la vuelta y pude ver como de sus pechos mojados, de sus
rosados pezones caian gotas de agua que bajaban por su estomago y se
desviaban hasta sus piernas a traves de su depilado coño. En seguida noté
como mi polla empezaba a crecer. Me empecé a tocar presenciando esa
imagan, Me estaba masturbando en el pasillo de la casa de mi amigo viendo a
su madre duchándose. Ella me podía ver, cualquiera podía entrar ahora en
casa, su hermana, su marido…

Decidí que debía hacer algo más, que estaba ante una oportunidad única.
Después de pensarmelo mucho pero en pocos segundos, me desnudé por
completo y abrí poco a poco la puerta. Al escuchar un pequeño crujido, ella
se giró y me vió completamente desnudo con la polla en mi mano tiesa y
quieto.

Se quedó paralizada por un momento mirándo mi pene duro en mi mano


y con un gesto me pidió que fuese hacia ella. Llegué a la ducha y me tendió
la mano para entrar. Ya dentro me empezó a frotar todo el cuerpo con la
esponja, a enjabonarme cada rincón de mi cuerpo.Pasó agua por delante y por
detrás hasta que me quitó toda la espuma que tenía y lo mismo hizo con ella.
Y con su mano izquierda agarró mi polla y comenzó a masturbarme.

"No voy a follar contigo, no lo haré"

"Te lo suplico, deseo follarte localmente"

"Si no lo haces, le comentaré a tu familia lo que hemos hecho hoy"

"No lo vas a hacer, por que te matarian"

"Lo haré, ya lo verás, quiero follarte"

Se agacho en la bañera y comenzo a meterse todo mi miembro en su


boca, me hizo una mamada en toda regla. No dejo de mover la boca y la
lengua en un instante, lo hizo tan bien que estaba a punto de correrme. Sin
decirle nada, me empecé a correr en su boca, ella no reaccionó y siguió
chupando mi verga con muchas ganas. Lamió todo lo que salía de mi polla y
se lo tragó con energía, cuando acabó y en tono de enfado me dijo.

"Vete de aquí , por favor, ya has tenido lo que querias cabrón de mierda"

"No me iré todavía, si no me das tu coño me darás tu culo , y me lo vas a


dar ahora"

La agarré por un brazo y la giré. Ella no puso impedimento alguno. Le


subí una pierna al lateral de la bañera y abrí sus nalgas. Agarré la polla con
mi mano y empecé a buscar su ano. Cuando lo encontré hice un movimiento
hacía arriba e inserté mi polla por su culo. No tuvo ningún obstáculo para
entrar en su culo, sus gemidos aparecieron, aunque muy leves, se agarro a los
barrotes de la mampara y llevo su cara al cristal, hizo fuerza con todo el
cuerpo. Seguí follando su culo mientras tiraba de su melena hacía abajo para
poder besarla, se resistía a mis besos.

Cuando ya no podia más, me corrí dentro de su culo. Le dí todo lo que


llevaba dentro y se lo dí con mucho cariño. Se dio la vuelta

"Vete de aquí de una puta vez cabrón"

"¿No te ha gustado?"

"Que te vayas de una vez"

Salí de la ducha y me sequé, ella quedó sentada en la bañera llorando, tal


vez arrepentida de haber hecho lo que hizo. Antes de salir del baño la miré.

"Gracias Cristina, eres la mejor madre que conozco, y esto de la


informática es muy placentero ¿No crees? "

Me lanzó un corte de mangas.


Relato X
Todo esto sucedió cuando yo iba en tercer grado de la secundaria. En
aquel entonces tenia muchas amigas en el salon, pero de todas, una me
gustaba mucho. Su nombre es Claudia y era de tez blanca, cabello negro
hasta los hombros, piernas bien formadas y un trasero mediano pero
redondito y firme. En esa epoca tenia yo 14 años de edad y ella me ganaba
por unos meses pues ya tenia 15 años recien cumplidos.

Era la clase de Español cuando llega nuetro maestro y dice:

- Chicos, para la siguiente semana quiero que monten una obra de teatro
sobre

Uno de estos libros.

El profesor nos da tres libros y elegimos (a eleccion de las mujeres del


equipo) Romeo y Julieta. La obra la teniamos que preparar en una semana y
por lo tanto, para adelantar nos veiamos en la casa de alguno de nosotros para
hacer el escenario, ensayar y armar relajo.

El sabado siguiente estoy en la mañana en mi casa y comienza a sonar el


telefono, levato la bocina y no es nada menos que claudia.

Hola, como estas?

Bien y tu?

Bien, oye te avisaron que nos reuniamos hoy en mi casa?

No, no me dijeron

Ja ja ja, me dijeron que te iban a avisar, bueno pues hoy a las cuatro en mi
casa

Ok, alla estare


Ok, bye

Bye

Esa tarde fui a su casa para según yo, hacer el trabajo. Llego y ella abre la
puerta (algo que se me hizo raro porque siempre su hermano lo hace), la
saludo y le pregunto.

Quien ha llegado

Nadie, paco me dijo que tuvo que salir de mergencia y no vendra, a


magda tampoco le avisaron, laura y lucia (que son hermanas) tenian que
haber llegado hace media hora y no lo hicieron. Nada mas estamos tu y yo

Pero, entonces que vamos a hacer, no podemos ensayar entre los dos

Pues terminamos el escenario y vemos un rato la tele, que te parece?

Ah, pues me parece bien

Nos pusimos a hacer el escenario en el que tardamos menos de dos horas


porque ya solo le faltaban algunos retoques como iluminar o pegar,
terminamos y nos pusimos a ver la tele, en eso ella dice:

-Tienes hambre?

-La verdad si

-Ok, pues voy a la cocina a ver que encuentro

Antes de que se fuera ella cambia el canal a uno de esos que ya tiene por
numero mas del 300 y dice

Perdon, ahí encuentras algo interesante


Me avienta el control y se va. Yo tomo el control y le cambio al siguiente
canal hacia abajo y da la casualidad que ese era un canal para adultos. Como
cualquier adolescente no tarda mucho tiempo en que se forme un bulto en mi
pantalón consecuencia de los gemidos de placer de la chica a la cual se la
estaban cogiendo dos hombres por la vagina y por el culo. En ese momento
escucho detrás de mi.

-Veo que encontraste algo interesante ¡!!!

- No… es que… -digo tratando de ocultar mi bulto y cambiar de canal-

- No te preocupes, ese canal lo veo todos los dias, es mi favorito

- De verdad? –mientras pregunto volteo y veo que ella se cambio su


pantalón de mezclilla por una falda que le llegaba a los muslos-

- Si, me gustaria follar como esa tipa

Mientras lo dice se muerde los labios. Yo tratando de cambiar la


conversación le pregunto porque se cambio y ella me dice que se le callo una
salsa que estaba mal puesta en el refrigerador. En eso se sienta a lado de mi,
toma el control casi tocando mi miembro y le sube el volumen a la televisión
–el cual habia bajado para que no escuchara-, En eso veo que comienza a
abrir las piernas como tratando de sacar calor de su cuerpo, pero en su rostro
no se reflejaba tal alivio, entonces voltea hacia mi y me pregunta:

Alguna vez te has masturbado viendo una de esas películas?

Su pregunta me saca de onda, pero ella me sigue mirando esperando mi


respuesta. Con la garganta seca, un bulto que me lastimaba por la magnitud
de mi ereccion y tañ nerviosismo le respondo con la voz entrecortada:

S… Si

A mi me encanta hacerlo
En eso cierra las piernas, yo pense que ahí se habia terminado todo, pero
en ese momento se one de pie y comienza a levantarse la falda la cual deja al
borde de su cintura, se sienta y comienza a tocarse por encima de unas
pantaletas blancas, las cuales despedian un olor que me parecia exquisito:

Vamos, has lo mismo –me dice-

Aquí? Frente a ti?

Si, porque no?

Pues… es que nunca me ha visto una mujer desnudo

Mmm… ya se como se puede solucionar eso ¡!!!!

En ese momento deja de tocarse, se levanta del sofa y se desabrocha la


falda, la cual dejua caer al piso, después en un habil acto se levanta la blusa
para dejarme ver que no llebava sostén, si no que en su lugar se asoman un
par de pechos del tamaño suficiente para llenar mi mano y unos botoncitos
rosas competamente erectos. Ella ve mi reaccion y refleja una sonrisa en sus
labios que tan solo tenian de maquillaje brillo, entonces ella sin dejar de
mirarme se agacha y se quita completamente sus pantys, dejandome tras la
mejor vision que he tenido en mi visa, una rajita con una mata de vellos muy
cortos arriba de ella, pero justo en donde estaban sus labios no habia rastro de
vello. Estando desnuda se sienta junto a mi y dice:

Tu turno, ya que estamos los dos desnudos no tienes de que avergonzate

Entonces me levanto y me quito rapidamente la playera que llevaba, mis


tenis, calcetas, jeans y me quedo en boxers, los cuales al ser de licra se notaba
completamente mi ereccion, ella no despegaba la mirada de esa parte.
Lentamente se acerco a mi y de un tiron me arrebato mi ropa restante,
después se alejo un poco para admirar mi miembro que aunque no es grande
tampoco es pequeño (mide aporximadamente unos 17 cm de largo). Ella se
echa hacia atrás en el sillon, abre las piernas y comienza a tocarse,
intintivamente mi mano fue directamente a mi verga e hizo lo mismo.
Después de unos 5 minutos mirandonos mutuamente como nos
masturbabamos, ella se acerco a mi y tomando mi pene entre sus manos le
dio un beso a mi glade que se asomaba entre la piel de mi miembro, después
de eso se alejo para verlo de nuevo y con un movimiento casi poetico abrio la
boxa y se lo fue introduciendo poco a poco. Me sentia entre las nubes, su
inexperta y virgen boca me estaba dando una mamada espectacular, después
de un determinado tiempo de introducir y sacar se retiraba un poco y la veia,
tan solo para después lamerla hasta mis huevos y mertla de nuevo en su boca.
Ya pasados otros 5 minutos, y al no soportar mas tuve una tremenda
eyaculacion en su boca de la cual no le pude advertir y tan solo pude var el
esfuerzo que hizo para no ahogarse y la cara de sorpresa cuando se la paso.

Se levanto y de la mano me llevo a la habitación de su hermano, se subio


a la cama y en un closet que tiene saco una caja, la abrio y tomo un par de
condondes. Me saco de ahí y me llevo al cuarto de sus padres en donde la
cama matrimonial seria de mas comodidad. Ella se recosto y yo como fiera
me tumbe sobre ella lamiendo su cuello, lóbulos, labios, pezones, estomago,
vientre y llegando a su preciado monte Venus, donde un olor a sexo me
embriago y lo unico que pude hacer fue introducir mi lengua en su orificio,
después se saborear todos sus jugos jugue con sus labios mientras mis manos
daban masaje a su trasero y sus piernas que tanto me gustaban. Después de un
gran masaje en sus piernas me dispuse a penetrar su vagina con mis dedos en
donde al introducir el primero y continual lamiendo toda su zona pelvica le
llego su primer orgasmo de la tarde.

Al sentir que tuvo su orgasmo me levante y la bese tiernamente en al


boca, donde nuestras lenguas se juntaban rítmicamente. Ella se incorporo,
tomo uno de los condones que le habia robado a su hermano y con toda
suavidad me lo puso en mi miembro. Después se recosto de nuevo y abrio las
piernas a mas no poder, gritando:

Metemela toda, la quiero sentir dentro.

Yo con mi inexperiencia puse la punta de mi verga en la entrada de su


vagina y de un solo golpe la empuje hacia dentro, ella solo soloto un grito de
dolor mientras rasguñaba mi espalada y mordia mis hombros, entonces yo me
detuve. Asi estuve por un par de minutos hasta que ella comienzo a moverse
rítmicamente emtiendo y sacando mi pene en repetidas ocasiones. Yo le hice
segunda y tambien me movia a su compas, mis huevos tocaban sus nalgas y
mi verga salia hasta la mitad para volver a entrar hasta su base. Después de
estar un rato asi, ella se tomo de mi cuello y yo me sente en la cama, entonces
se puso en cunclillas y comenzo a cabalgarme, yo besaba sus pechos mientras
uno de mis dedos comenzaba a entrar en su culo.

Ella al sentir mi dedo en su entrada dijo:

Tambien quiere por ahí?

Siii, me encantaria.

Esta bien, pero esta vez yo lo hare

No entendi bien lo que me quizo decir hasta que me avento de espaldas y


se levanto, entonces fue al tocador de la habitación y saco un aceite para
bebe. Mi alegria fue inmenza cuando lo vi ya que sabia para que era. Ella
comenzo a untarlo en el condon y unto otro poco en su dedo, el cual introdujo
en su ano ya un pcoo dilatado.

Entonces se puso de rodillas sobre mi verga y lentamente se fue sentando


sobre ella, la sensación era dolorosa pero totalmente placentera, ella se iba
sentando poco a poco sobre mi, y cada vez que se metia mas ella se detenia
para similarlo. Tardo mas de 5 minutos pero al fin tenia todo mi pene en su
culo. Etonces ella se comenzo a mover lentamente hacia arriba y hacia abajo,
hasta ke ya todo eran sentones que se daban sobre mi. En cuanto vi que ya no
sentia dolor, la tome de la cintura, como pude me levante y la puse de pie a
lado del tocador viendose en el espejo. Tome mi verga y de nuevom se la
meti en su ya idilatado agujero mientras mi otra mano masajeaba su vagina al
mismo tiempo, no tardo mucho en venirse para cuando como aun yo no lo
hacia me quito el condon y comenzo a chuparla hasta que de nuevo su boca
se lleno de mi leche.
Nos cambiamos y me fui de su casa, no sin antes pedirle que fuera mi
novia (jajaja, cosas de niños de secu), claro ella acepto y lo fue hasta que al
finalizar tercero se cambio a Veracruz y no la volví a ver. Después de esa
tarde tuvimos otras experiencias de sexo, aun en la escuela lo hacíamos, pero
nada como mi primera vez con ella.
Relato XI
Era hermoso verla pasar, aprisa, entregando algún pedido, llevando a
alguien la cuenta o simplemente revisando que todos los clientes del
restaurante estuvieran bien atendidos. Su frío rostro contrastaba con el
colorido de su vestuario, con su cabello lacio y negro recogido bajo el
sombrero vaquero que coronaba su figura. Era excitante sentirla pasar a un
lado mío y percibir el aroma de su fragancia de Enzo, que todo lo llenaba y
que era imposible ser ignorado. Era muy divertido verla pasar a un lado,
echando un ojo a las mesas, pero ignorando la mía, mas bien, ignorándome a
mí.

El desdén de Sonia hacia mi no había nacido de la nada; el restaurante


donde ella trabaja es uno de mis preferidos; en un principio por sus sirloines
al carbón bañados en salsa, después por el gusto de verla a ella. La primera
vez que la vi iba yo con mi ex, en esos días donde uno sale a hacerla de buen
padre y civilizado ex marido. Ella nos atendió solícita, sin saber cual era el
status de ella y mío, a pesar de que no había acercamiento físico entre mi ex y
yo. Pocos días después me vio en otro sector del restaurante, acaramelado
con la chica más hermosa que mis manos hayan tocado, poco antes de que
saliéramos embotados por el deseo y las copas a refocilarnos entre los
pliegues de las sábanas de mi cama. Esa vez, su mirada reflejó el disgusto
que a ella le causaba el creer que un día iba con la esposa y al día siguiente
me aparecía ahí, cínicamente con la amante. Su desdén se volvió mayor
cuando fui a comer ahí mismo con alguna compañera del trabajo, sin que
mediara –por supuesto- caricia, ni beso, ni nada parecido; pero la percepción
de ella respecto a mí ya estaba bien formada. La vez en que caí en cuenta de
esa situación fue durante una comida con una de las compañeras de trabajo;
necesitaba yo un cenicero y al llamarla para pedírselo ella volteó el rostro a
propósito y pasó de largo mostrando declaradamente su disgusto. En un
primer momento pensé que estaría ella molesta en general, pero cuando la vi
acercarse a otra mesa con una abierta sonrisa, me di cuenta que la cosa era
conmigo. Fue en ese instante en que, viéndola de lejos, presté mas atención a
su cuerpo, a su forma delgada y atractiva, y hacia el hermoso par de piernas
que asomaban bajo una corta falda de cuero negro. Al levantar la mirada, vi
que ella me observaba mirándola, casi con una expresión de repulsión,
pensando seguramente que a pesar de mis aparentes y continuas
infidelidades, ahora también me fijaba en ella a pesar de ir con otra mujer.

- No respetas, eso es lo que pasa.- me dijo cuando de plano terminé


hablándole directamente y pidiéndole me explicara su aversión hacia mí. – Te
da lo mismo lucirte con una que con otra, sin importar si todos nos damos
cuenta de cómo las engañas.- Supongo que habrá cruzado por su mente darse
la vuelta y largarse tras mandarme al demonio cuando vio de pronto que
lancé una estruendosa carcajada al oír eso. –Soy una malpensada,
discúlpame- me dijo cuando le expliqué a detalle la situación y el por qué de
tantos cambios de compañía. Mis siguientes visitas al restaurante fueron
acompañadas ya no por su desdén, sino por una risita avergonzada de parte
de ella. Justo en esas visitas, yo mismo decidí ocupar mesas de la zona que
ella tiene a su cargo, por lo que hubo mayor oportunidad de que ella me
atendiera y de que en ocasiones entabláramos alguna breve charla.

Se estrenaba en esos días Basic Instinct 2 y no podía perdérmela. Salí de


la oficina y compré un boleto para la siguiente función. Me encantan esas
funciones de noche entre semana, en las cuales no hay filas enteras para
entrar a la sala, ni murmullos y ruidos distractores durante la función.
Faltaban 45 minutos para el inicio, así que fui al restaurante a tomarme una
copita de buen Glennfiddich, al fin que está a unos cuantos pasos del cine.
Ahí estaba ella, de un lado para otro, con su misma fragancia y con su
coqueto sombrero vaquero. Tal como la vez anterior, sus piernas hermosas
acaparaban mi mirada, y tal como la vez anterior, ella voltea y me pilló con la
mirada perdida en sus extremidades.

– Me parece que no soy tan malpensada como pensaba- dijo acercándose


por detrás mío un par de minutos después, para cambiar el cenicero. – Ya con
esta van dos veces que te sorprendo in fraganti.

- Lo lamento mucho – dije con una expresión de falso arrepentimiento-


quisiera evitarlo, pero creo que es imposible. Quitan el aliento tus piernas, y
por la falda que usas se nota que eres consciente de cuánto llamas la atención
¿o no?
- Verás mejores en el cine- dijo advirtiendo mi boleto sobre la mesa.

- ¿Te parece? ¿Ya viste la película?

- No; por mi horario es difícil ir al cine. Solo podría ir a la última función


y como no tengo auto, ya sería muy tarde para volver a casa. Pero Sharon
Stone se hizo famosa por su cruzada de piernas en la primera parte.

- Algo creo recordar de eso- dije dubitativamente – pero, podríamos ir


juntos a la última función y después te llevo de regreso. Al fin ya me conoces
de aquí, sabes que soy de confianza.

Ella sonrió sardónicamente – Si, ya voy sabiendo como eres en realidad.

No aceptó ir a la función ese día, pero por alguna razón desconocida fue
creciendo mi afición por el Glennfiddich que sirven en ese restaurante, tanto
que, a la semana de ese diálogo, ambos entrábamos a ver a la Stone hacer
sufrir y cachondearse al buen David Morrissey. Realmente había poca gente
en la sala, dos por aquí, alguien solo por allá… se prestaba bien para esa clase
de funciones donde el show principal son los espectadores y no tanto la
película misma. Mi vista constantemente era atraída como un imán hacia las
piernas de Sonia; ahora bajo unos jeans y no con la corta falda del
restaurante, pero aún así apetitosas, aún así embrujantes.

Desde la primera secuencia, con el vehículo a toda velocidad por las


calles londinenses, Sonia fue cambiando su mirada de manera radical. Sus
ojos se entrecerraron levemente, y para la secuencia donde el doctor está
arreando por la puerta trasera a su colega, ya habían adquirido francamente
una mirada hipnotizada y una expresión desencajada en el rostro. De reojo
pude ver como las piernas de Sonia apenas dejaban ver un tenue movimiento
de abrirse y cerrarse, y sus labios –bucales- entreabiertos mostraban la rigidez
que iba adquiriendo su mandíbula al apretar los dientes. Ya para la escena
donde el doctor espía desde el tragaluz cómo es penetrada la Stone, mi mano,
que sostenía la bolsa de palomitas, percibía la respiración acompasada e
intensa de Sonia, cuya mirada perdida en la escena se olvidaba siquiera de
parpadear. Por mi mente pasaba el deseo por voltear y atraer hacia mí su
rostro por la barbilla, para besarla y poseerla en ese mismo instante. En mi
mente la veía desabotonando mi pantalón y extrayendo lentamente mi falo,
para engullirlo generosamente después de haberlo acariciado con toda
suavidad con esa lengua que me enloquecía al mirarla. Las manos de Sonia
estaban entrelazadas por los dedos sobre su vientre, sintiendo todo el calor
que su entrepierna debía de emanar, sintiendo la palpitación y el movimiento
rítmico de sus piernas al moverse excitadas. Sonia solamente volteó para
sonreír de darse cuenta de la expresión que debía de haber tenido en ese
instante.

Godard decía que el cine no es una representación de la realidad, sino la


realidad de la representación; no mostrándonos la realidad de algo, sino
ofreciéndonos aceptar una nueva realidad para vivir y llevar a cabo; y ahí
estábamos encerrados todos en la cámara oscura de la sala de proyección,
aislados del ruido y prisas de nuestras calles, y viviendo solo para la realidad
existente en la proyección, viviendo todos en esas calles de Londres y no en
plena Ciudad de México. Cuando uno pasea por esas calles y esos mismos
bares en donde en las películas se filman, se da cuenta de que en un principio
su ambiente no es tal como lo refleja el filme, sino que son decididamente
mas tranquilos, mas sobrios; pero cuando los visita de nuevo uno ya que la
película los ha hecho famosos, esos mismos antros se tornan tal como lo
vimos en pantalla. Eso mismo pasa con las personas; hay veces que creemos
que el cine nos representa, pero más bien es el cine –al igual que los demás
medios- lo que nos va formando. Un buen libro, una buena película, es la que
hace que después de experimentarlos no sigamos siendo los mismos de antes.
Al salir de la función, tomé a Sonia suavemente por el codo y abrazándola
suavemente por atrás mientras que le ayudaba a colocarse su oscura
gabardina le invité una copa, aclarando que ella podría conducir de regreso
hasta su casa si dudaba en algún momento de mi sobriedad. Pero con una
sonrisa que seguro indicaba que la mente le remitió de inmediato a la primera
secuencia de la película, prefirió que fuera yo el que condujera. Godard tenía
razón.

El humo de mi Camel servía de pronto como difusor de luz delante del


rostro de Sonia que detrás del otro lado de la mesa sonreía levemente
mientras yo le miraba fijamente. Las luces filtradas de azul oscuro del bar al
lado del restaurante donde ella trabajaba le daba matices a su rostro que la
hacían verse mas deseable, mas atractiva. Cuando el humo del cigarro llegaba
demasiado cerca de ella, hacía una muequita de desagrado, sin percatar que
mi mirada la cubría entera, intentaba penetrar su mente, conocer sus secretos,
desnudarla por dentro y por fuera. Ella meneaba de pronto su copa de
cocktail y deseaba yo tener esa mano moviéndose de esa misma manera sobre
mi falo erecto. Por momentos me olvidaba de escuchar lo que ella decía, y mi
atención quedaba perdida en el movimiento de sus labios al hablar o en el frio
fuego que se veía en sus negros ojos. Me estaba obsesionando esa mujer; ya
cada pensamiento que tenía de ella terminaba en lujuriosas escenas de ambos,
revolcándonos obscenamente entre húmedas sábanas y ropas desgarradas; y
sin embargo ella no parecía muy animada a adentrarse más en terrenos
peligrosos a pesar del visible impacto que tuvieron en ella las imágenes de la
película.

- No se como hay gente que con tanta facilidad puede hacer esas cosas-
dijo de pronto refiriéndose a la película.

- No comenzaron haciéndolas igual desde su primera vez; todos


empezamos desde abajo en algún momento. Tú misma habrás roto algún
límite que antes tuvieras y consideraras impasable ¿no es así?

Ella sonrió profundamente, evocando quién sabe cuales y cuántos


recuerdos

- Alguna vez, si, pero no tanto. No me imagino haciendo todas esas cosas.

- ¿De verdad no te has imaginado así nunca?

- No tanto así ¿y tu?

- Si, alguna vez

- ¿Te has imaginado haciendo todo eso?

- No, te he imaginado a ti haciendo todo eso…conmigo.


Tras un leve movimiento del volante, enfilé el auto hacia el acceso del
segundo piso del periférico; no sin antes echar un nuevo vistazo a las piernas
de Sonia que eran iluminadas cada tanto por las luces de la calle.

- Ya deja de sonreír así, no quiero ni siquiera saber qué tanto estarás


pensando- me dijo en una de esas que un risueño bufidito salió de mis labios.

- Nada peligroso, puedes estar tranquila. Solo son eso, pensamientos.- Se


mantuvo en silencio, pero advertí nuevamente ese ligero abrir y cerrar de sus
piernas.

- ¿Qué estas pensando?

- No quieres ni siquiera saber en qué tanto estoy pensando

- Si, dímelo

Ciertas calles de Mixcoac, a pesar de su poca iluminación, no son las mas


atractivas para besarse, pero poco después de haber dado vuelta en una
intersección la punta de mis dedos acarició suavemente su rostro para
después atraerla hacia mi boca que se dirigía a sus labios para rozarlos con un
tibio beso, al cual siguió otro y después ya no hubo marcha atrás. Mis manos
se posaron finalmente en esas piernas que tantas veces inundaron mis
pensamientos, sintiendo finalmente su firmeza, la tibieza de su cuerpo joven
y encendido. Sonia se estremeció y con sus manos separó mi cuerpo que
estaba pegado al suyo. – No, aquí no- me dijo mientras volteaba para todos
lados. Apenas ocultos en el portal de su casa volvió a reaccionar nerviosa. -
¿Está despierta tu madre aún?- le pregunté mientras ella trataba de atisbar si
había luces o movimientos tras las ventanas al otro lado del patio de la casa. –
No se, ya es tarde, pero luego suele estarme esperando.- Me dijo medio
arreglándose la ropa bajo la gabardina. – Ok, no te preocupes, podemos
dejarlo para algún otro día- le dije y me acerqué para despedirme con un
beso. – Tal vez ya se durmió; no se, déjame ir a ver.

Los ojos de Sonia brillaban en la oscuridad de la sala de su casa como si


tuvieran luz propia. Al recostarse en el sofá la silueta de su hermoso cuerpo
se mostraba como una oscura promesa de los placeres más infinitos y de la
entrega más absoluta. En medio de los tenues chirridos del mueble, nuestros
cuerpos se enredaron, besándonos y tocándonos sin freno. Nuestros besos se
fueron haciendo cada vez más intensos y candentes, dejándonos rastros de
calor y saliva en el rostro, en el cuello y las manos. La mirada de Sonia se
dirigía de pronto hacia la oscuridad del pasillo que llevaba al cuarto de su
madre con el temor de que en algún momento apareciera la señora; esa
posibilidad la angustiaba, esa posibilidad la excitaba tremendamente. Su
cuerpo emanaba ese exquisito aroma de sudor producido por la excitación; su
jadear cuando mis manos aprisionaban sus nalgas generosas y firmes llenaba
mis oídos y electrizaba cada uno de mis sentidos. Fuera de eso, solo el
característico sonido del roce de las ropas se escuchaba en esa noche. Su boca
-además del remanente sabor de Vodka- sabía a hembra dispuesta, a éxtasis y
a promesas morbosas, boca de la cual bebí y saboree cuanto me dio la gana,
degustando su saliva como si del más voluptuoso y embriagante néctar se
tratara. Mis dedos surcaron sobre la ropa –primero- la línea marcada de sus
nalgas, y posteriormente se fueron metiendo bajo la ajustada horma de sus
jeans para sentir su carne y la provocante hendidura de su trasero.

Sonia no tuvo reparos cuando mi boca lamió y lengüeteó sus senos y sus
pezones erectos; ni tampoco los tuvo cuando fui metiendo mi mano por el
frente de sus desabotonados jeans para acariciar el pelo de su pubis con mis
dedos, rascando mas y mas ampliamente hasta que mis dedos se dejaron
deslizar sobre su pequeño clítoris y sobre la humedecida abertura de su
entrepierna. Ella solo emitió un quedo jadeo, procurando seguramente no
hacer más ruido y despertar a su madre. Jugué entonces, impunemente con
sus labios, oprimiéndolos y moviéndolos con mis dedos; metiendo mis dedos
en su vagina y arrastrando fuera, hacia su clítoris, el generoso efluvio que su
sexo ya emanaba. Un suave siseo salía de entre los dientes de Sonia: -Sssii…
asssii- decía tan quedo que aún en ese apartado espacio apenas y podía yo
escucharlo. El imprimir a propósito una mayor fuerza a mis movimientos
para excitarla más y hacerla gemir más fuerte, y la lucha de ella por no hacer
mas ruido se convertía entonces en un juego delicioso, en una confrontación
placentera cargada de gusto por el riesgo. Sonia comenzó ansiosa a bajar sus
jeans por sus piernas, jadeando y besuqueándome obscenamente mientras
movía sus caderas al compás de mis dedos que la masturbaban con denuedo.
Difícilmente contenía las expresiones de placer que quedaban aprisionadas
entre sus labios. El chirrido del sofá comenzó a hacerse mas insistente,
acompañado ocasionalmente por el crujir que hacen algunas veces las paredes
por las noches cuando el sol deja de pegarles, o los lejanos sonidos de la
calle, o los mil y un sonidos que se escuchan por las noches. Pensé que era
tanta la apetencia por ser descubiertos que incluso hubiera jurado oír el
rechinar de los goznes de una puerta abriéndose lentamente.

Me gusta el aroma de la piel, siempre lo he expresado así. No hay nada


mejor que olfatear los diferentes humores que nuestro cuerpo produce –no
todos, claro- . De esta forma, en cuanto tuve a mi disposición las piernas
desnudas de Sonia, coronadas aún por su ropa interior, mis sentidos se
dirigieron de lleno a deleitarse en ese par de soberbias columnas que se
ofrecían enteras para saciar mis apetitos. Ella suavemente se fue recostando,
hasta quedar completamente sobre el sofá, de lado, entregándose dócilmente,
para que su carne fuera devorada a detalle. Mis labios recorrieron la longitud
entera de sus piernas; desde donde sus jeans quedaban bajados hasta muy
cerca de su entrepierna, en donde podía sentir en mis mejillas el calor que de
ella emanaba. Su blanca y firme carne fue mordisqueada suavemente por mis
dientes, lamida por mi lengua y disfrutada por mi nariz, que no perdía en
absoluto registrar su maravilloso aroma. Sonia estiró su mano y la paseó
desde mi cadera hasta el frente de mi pantalón, bajo el cual mi falo
comenzaba a erectarse rápidamente ante tan suave y cálido tacto. Su mano
comenzó a frotar mi pene encima del pantalón, primero de manera tímida,
pero cada vez con mayor enjundia y pasión. Mientras mas se erectaba mi
verga, ella –aún con los ojos cerrados- iba adquiriendo facciones cada vez
mas viciosas, cada vez mas calientes.

El antojo pudo mas que la mesura. Tras quitar rápidamente su ropa


interior, mi boca se dejó deslizar hasta la húmeda entrada de su vagina, para
lo cual tuve que levantarme un poco, con la finalidad de poder ubicar mi cara
bien en medio de sus piernas. Sonia se tensó inmediatamente, quiso cerrar sus
piernas en el instante en que sintió que mi boca abandonaba sus piernas para
pegarse completamente a su sexo. Balbuceaba tímidamente, seguramente
apenada por el hecho de que mis sentidos pudieran percibir en ese instante el
olor de los efluvios más íntimos de su cuerpo. –Espera, espera- alcanzó a
decir apenas antes de que sintiera mi lengua pegarse a sus labios vaginales
para comenzar a recorrerlos furiosamente. Sus manos quisieron tomarme por
la espalda y separarme de ella, pero eso ya no le era posible. Poco a poco su
resistencia fue siendo vencida, y la presión de sus manos en mi espalda
comenzó a relajarse y a convertirse de nuevo en caricia. Mi lengua, entonces,
disminuyó el ritmo con que la recorría; pasó también a convertirse en un
gentil amante que acariciara con dulzura aquel santuario hermoso que volvía
suavemente a abrirse entregado. Levantarme un poco para voltear a su rostro
y decirle suavemente – Sonia, de verdad que me fascina el aroma de tu sexo,
me enloquece el sabor de tu vagina.- fue el detonante para que ella abriera las
piernas ya sin el menor recato y comenzara a frotar mi falo con el denuedo
mas absoluto, intentando abrir mi pantalón con la otra mano. -¿Me permites
beber de ti?- pregunté falsamente dócil para dejarme caer de nuevo sobre su
caliente entrepierna, mientras sus jadeos cada vez mas ansiosos daban fe de la
locura que iba apoderándose de ella.

Sonia sacó mi verga erecta del interior del pantalón y comenzó a


acariciarla con sus manos, moviendo la piel entera del largo de mi falo y
dejándome sentir deliciosamente sus uñas recorriéndomelo. Con dos de sus
dedos, a manera de tijera, jugueteó con el circunciso glande de mi pene,
embarrando sus dedos con el líquido que comenzaba a escapar del interior de
mi cuerpo excitado. El movimiento de las caderas de Sonia en mi cara
dificultaba un poco el trabajo que mi boca hacía en su entrepierna, pero a la
vez lo volvía más excitante. Lamí con fuerza hacia su perineo, sintiendo
nuevamente como ella se tensaba, nerviosa y recatada. Chupé de su clítoris,
jalándolo con mis labios, succionándolo para sentirlo en su totalidad en mi
boca. Sonia se arqueaba de placer, apretaba mi verga con sus manos, y me
hacía desear la consumación maravillosa de ese 69 cada vez con mayor
urgencia. Sus manos me masturbaban únicamente, de manera torpe,
apresuradamente, lastimando mi piel de tanto en tanto. El punzante dolor de
la piel lastimada reducía las sensaciones de placer que yo sentía, pero
aumentaba mi deseo de que cambiara su manera de estimularme. La
necesidad de la humedad de su boca en mi glande era cada vez mayor y me
desesperaba, me enloquecía el querer sentirla ya. La belleza de sus gemidos
me calentaba y trastornaba cada vez más; los escuchaba aquí, los escuchaba
mas allá, los escuchaba en cada sitio de la sala. Los gemidos suaves adquirían
más de un timbre, más de una forma y profundidad. Pareciera que Sonia
gemía de distintas formas, con acústicas dispares, aumentando mi sed y
enloqueciéndome de ganas. Mis manos acariciaban sus nalgas y las apretaban
con fuerza, extrayendo de la garganta de Sonia sonidos cada vez más
intensos. Mis manos la iban apretando cada vez con mayor amplitud,
llevando mis dedos cada vez más cerca de su ano. Ella se estremecía ante el
placer que sentía y el riesgo de sentirse hollada por primera vez en esa zona
que había mantenido lejos hasta de sus fantasías y deseos mas ocultos.

La tensión corporal que antecede al orgasmo comenzó a presentarse en la


cadera y piernas de Sonia. Sus gemidos se hicieron cada vez más agudos y
continuos, al igual que su respiración. Ella estaba a punto de explotar,
viniéndose en mi boca, lo cual yo deseaba, lo cual quería para beberla con
prontitud viciosa. Disminuí el ritmo de las lamidas a su coño, suspendí el
avance morboso de mis dedos hacia su ano, mis labios dejaron de succionar
su clítoris, haciendo que el éxtasis que ya era casi inminente en ella no
acabara de llegar. Sonia se revolvía furiosamente recostada en el sofá,
anhelando el orgasmo, necesitando explotar en mis labios. Cuando
irremisiblemente las sensaciones de placer escapaban de su alcance,
nuevamente mi lengua comenzó a juguetear en ella, lamiéndole el clítoris
rápidamente hasta que esa tensión comenzó a aparecer de nuevo en su vientre
y pude escuchar de nuevo su apresurada respiración. Esa misma tensión,
aumentó la torpe manera en que ella me masturbaba, lastimándome de nuevo
sin que aún hubiera felado mi sexo, tal como me hacía antojarlo. Suspendí las
lamidas que con tanto gusto le daba, y me levanté quedando sentado a un
lado de ella. Sus ojos me reprochaban el no continuar, el dejarla así, sin
venirse, pero entendiendo que podría llegar al placer supremo teniéndome
dentro de ella.

Me coloqué sobre el sofá, detrás de ella, Sonia abriendo sus piernas hacia
lo alto, lo más que podía permitir sus jeans a los tobillos. Su espalda quedaba
pegada a mi pecho, y sus nalgas pegadas a mi vientre. Mordisquee
rabiosamente su cuello y su nuca, emitiendo suaves gruñidos de placer y
dando pequeñas dentelladas a su sudorosa carne. Sonia se estremecía al
contacto de mis dientes con la piel de su cuello y hombros, con mi
respiración agitada en su nuca, con mis expresiones de deleite cerca de su
oído. Mi mano guió mi falo erecto hacia su objetivo, y así como una flecha
lanzada por un diestro arquero da en el blanco, mi glande se introdujo sin
misericordia en la húmeda cavidad de su coño chorreante de humedad. Sentir
las nalgas duras de Sonia pegadas a mi vientre era un deleite único y
exquisito. Mi verga se fue introduciendo en la vulva cavernosa y caliente de
Sonia, la cual no dejaba de jadear y de repegar la espalda a mi pecho. No
hubo preámbulos para la penetración; me deslicé completo hasta el fondo de
su cuerpo, mientras mis manos la atraían, la jalaban sintiendo las poderosas
formas de una auténtica hembra dispuesta a ser apareada por un macho que
exigía de ella el mayor placer. Sonia echó hacia atrás su cabeza, recostándola
en mi hombro, para poder ser besada y mordisqueada, igual que una presa
rendida se entrega al predador para ser devorada y tomada sin piedad, a su
entero antojo. Mis manos acariciaron sus senos, cuyos pezones se erectaban y
se suavizaban una y otra vez. Luciendo una sonrisa malévola, me acerqué a
su oído y susurré: - Nena, ¿estás segura de que tu madre no se despierta?-
para entonces ver su rostro asustado voltear para atisbar la oscuridad del
pasillo nerviosamente. A los pocos segundos, el ritmo del bombeo le hacía
nuevamente cerrar los ojos, pero ya más excitada por el intenso sabor del
riesgo que para ella representaba la posibilidad de ser descubierta.
Mientras penetraba rítmicamente el coño de Sonia, ella se masturbaba
denodadamente, frotando así sus hermosas nalgas en mi cuerpo. Las
contracciones de su vagina eran constantes, anunciando a cada momento que
en cualquier instante podría llegar a un orgasmo avasallador. Tomándola con
mis manos fui llevándola a que quedara recostada sobre el respaldo del sofá
para bombear a placer, de pié, detrás suyo. Cuando ella recibió los furiosos
embates de mi tronco hasta el más profundo de sus interiores, el paroxismo
con el que comenzó a contonear su cadera fue imparable y enloquecedor. Sus
gemidos parecía por un momento que dejarían de contenerse y correrían
audiblemente por toda la casa, si bien por toda la casa yo juraba escucharlos.
Tanto ella como yo nos movíamos frenéticos, disfrutando de nuestros cuerpos
y del placer que ambos nos estábamos provocando. A los pocos minutos, las
contracciones de la vagina de Sonia se hicieron irrefrenables, y ella,
hundiendo su rostro en el mullido respaldo del sofá, comenzó a venirse en
medio de sincopados arqueos, repitiendo mi nombre una y otra vez, y
jadeando profundamente.

Sonia se dejó caer en el sofá, aún apretando los puños por los restos de las
sensaciones orgásmicas que permanecían en los más lejanos puntos de su
cuerpo. Mis manos masajearon sus hombros y sus brazos. Ella volteó y me
sonrió; consciente totalmente de que yo esperaba mas de ella. - Como verás
estoy acostumbrada a cosas muy tranquilas en el sexo - me dijo cuando
ambos nos acariciábamos mutuamente recostados, ella al frente mío. - Sé lo
que querías pero jamás lo he hecho y no me gusta la idea. Me da un cierto
asco pensar en meterme a la boca o lamer aquello con que orinas.- Muchas
veces hemos leído argumentos a favor o en contra de este punto, para algunos
tan importante. –Nada es a fuerzas, preciosa. Solo depende de lo que se te
antoje hacer- le respondí antes de comenzar de nuevo a manosearla. Su
cuerpo rápidamente respondió y sus ojos se cerraron nuevamente para sentir
mis manos paseándose impunemente por su carne y tocarla a plenitud por
cada rincón de su cuerpo. Sonia se dio la vuelta, acurrucándose en mi pecho,
alcanzando mi falo nuevamente con sus manos y comenzando a masturbarme
lentamente. Tal como lo anhelaba en el cine, el subir y bajar de su mano en
mi falo comenzaron a hacerme sentir un placer infinito. A cada movimiento
de su mano, mi verga iba adquiriendo de nuevo su dureza y su longitud ideal
para dar y recibir placer. Ella, así acurrucada, dejó sus caderas levantadas de
lado, por lo que deslicé mi mano por detrás de su cuerpo para masturbarla y
para apretar sus nalgas a mi antojo.

No tardó mucho en que el entrar y salir de mis dedos de su vagina fuera


arrastrando a Sonia a pegar su cara a la mía, jadeando en mi rostro, y
manipulando mi verga con mayor fuerza y ansiedad. Sonia pedía más y más
placer, susurrando entrecortadamente los deseos de venirse nuevamente, esta
vez en mis manos. La forma en que me masturbaba era completamente
distinta a la manera torpe del inicio, y solamente suspendió su tarea cuando el
éxtasis llegó nuevamente a la puerta. –Si, si, así… dámelo de nuevo…
dámelo mi amor- decía cada vez con más intensidad, hasta que las
sensaciones se ubicaron de golpe en un solo punto de su cuerpo, volcándose
dentro en una avalancha exquisita que la recorrió violentamente. En ese
instante, mi dedo lubricado por su vagina se dejó ir hacia el tibio reducto de
su ano, penetrándola apenas y acelerando contundentemente el estallido de un
orgasmo brutal en su interior. En la fase final de sus convulsiones, y arrojada
de lleno al abismo del deseo, se lanzó sin mediar palabra alguna sobre mi
verga, tomándola con ambas manos e introduciéndola de golpe en su boca.
Sonia mamaba enloquecidamente mi falo, aún experimentando las últimas
contracciones del orgasmo. Para mí, el placer igualmente se acumuló de
inmediato, y a los pocos segundos, mi cuerpo comenzó a sentir el torrente
exquisito de placer. Sonia sacó mi verga de su boca y aceleró salvajemente
los movimientos de su mano, llevándome de lleno hacia un delicioso
estallido. El semen comenzó a manar de mi verga, cayendo por el tronco de
mi falo hasta escurrir por sus dedos que aún seguían pajeándome lentamente.
Sonia miraba extasiada en la oscuridad como el blanco manto de mi semen
iba cubriendo su mano y salpicando sobre su cuerpo. Sonia levantó el rostro y
con una gran sonrisa unió sus labios a los míos, que aún no dejaban de
balbucear extasiados por la intensidad del orgasmo. Nuestras lenguas se
enfrentaron, se lamieron sin freno saboreándonos y bebiéndonos
mutuamente. Apreté su cuerpo contra mi pecho, quedando ambos distendidos
y sudorosos sobre el sofá de la oscura sala, con nuestros cuerpos satisfechos y
cansados. Solo un ligero movimiento de la cortina que estaba al lado nuestro
me hizo levantar la vista; y en esa penumbra, pude ver, o creí ver, el discreto
movimiento y clickear de una puerta al cerrarse al fondo del pasillo. Esa idea
o esa certeza me hicieron sonreír morbosamente.

Es hermoso verla pasar, aprisa, entregando algún pedido, llevando a


alguien la cuenta o simplemente revisando que todos los clientes del
restaurante estén bien atendidos. Su frío rostro contrasta con el colorido de su
vestuario, con su cabello lacio y negro recogido bajo el sombrero vaquero
que corona siempre su figura. Es excitante sentirla pasar a un lado mío y
percibir el aroma de su fragancia de Enzo, que todo lo llena y que es
imposible ignorar. Es muy divertido verla pasar a un lado, echando un ojo a
las mesas, pero ignorando la mía, más bien, sabiendo que el presuroso y
laborioso movimiento de su cuerpo, tan cerca y a la vez tan lejos del mío me
vuelve a provocar.
Relato XII
La historia comienza cuando yo apenas tenía dieciséis años, era una chica
muy bonita, de piel blanca, ojos azules, cabello oscuro y ligeramente
ondulado.

El verano había llegado, y mis amigos habían planeado unas vacaciones


para librarnos del agitado mundo escolar. Yo obviamente pedí permiso para
asistir a ese viaje donde seguramente algo muy bueno iba a suceder….

Cuando llegamos al destino, había un bonito hotel en el cual nos íbamos a


quedar. Tenía alberca, un salón de juegos, y cancha de basketball.

Había un chico que me llamaba mucho la atención, y el cual iba


acompañándonos en el viaje, era el primo de uno de los de mi salón, había
otros chicos, pero ninguno como el. Alto, buen cuerpo, cabello corto, ojos
claros, muy guapo.

Los días pasaron y yo buscaba la forma de conocerlo, sabía que se


llamaba Miguel, así que me le presenté.

-Hola, me llamo Laura y tu?

-Soy Miguel, mucho gusto.

-El gusto es mío, oye, ¿me acompañas por un refresco?

-Claro, la verdad es que hace mucho calor, tengo sodas en mi habitación,


¿Gustas ir?

-Emmm, no, creo que mejor vamos a la tienda.

-De acuerdo, como digas Laura, Bonito nombre ehh.

Ese fue un grave error, debí haberle dicho que fuéramos a su cuarto, y de
inmediato entregarme a el, pero debía esperar, para que todo resultara más
placentero.

Ya de camino a la tienda…

-Y dime Miguel, ¿cuántos años tienes?

-Tengo 24 y tu?

-16

-Pues no parece, las demás chavas se ven muy niñas a comparación tuya.

-Qué lindo eres.

-Es solo lo que pienso, de verdad que si fueras un poco más grande te
pediría ser mi novia.

-Lo dices en serio?

-Si, claro.

Una vez que llegamos a la tienda, el pidió una bebida con Alcohol, me
preguntó si gustaba una, y recordando el comentario de que yo parecía más
grande que mis amigas acepté la bebida.

Ya de regreso platicamos de trivialidades hasta que llego el momento de


entrar a la alberca, el agua estaba fría, y yo tenía un bikini en 2 piezas muy
chiquito, me divertí mucho en el agua pero no dejaba de observar a Miguel
quien no perdía detalle de mis movimientos acuáticos.

Llego la noche, y yo estaba en mi cuarto con una amiga, cuando de


repente escucho que tocan a la puerta, era Miguel.

-Qué haces aquí, son mas de las 10:00

-Solo quería platicar un momento, ¿Puedo pasar?


-No creo, pues no estoy sola.

-…No se preocupen, si quieren yo me salgo

Y sin decir más, mi amiga se fue del cuarto, a dónde?, no me importaba.


Solo quería que nos dejara solos.

El pasó y se recostó en la cama.

-Me dijiste que solo quería platicar no?

-Bueno, la verdad vengo porque tengo algo que decirte.

-Bueno, pues dime qué es

-Espero que no te vayas a enojar

-Si no me dices ya qué es, tal vez me enoje

-Mejor lo hago y punto.

Inmediatamente después me miró a los ojos, y con ternura me plantó un


beso, yo no sabía qué hacer, pues mi corazón empezó a latir, por dios,
estábamos solos y seguramente mi amiga se fue a quedar a otro cuarto, así
que lo único que pude hacer fue corresponderle al beso.

-Laura, te deseo

-y yo a ti Miguel, pero soy virgen

-No haremos nada que no quieras ehh.

Me cogió de la cintura y me hizo recostarme, seguía besándome y


mordiéndome los labios de una forma muy caliente, me tocaba las nalgas y
acariciaba mis senos por encima de la ropa, yo solo sentía cómo su pene
crecía y crecía, se quitó los pantalones y mi nerviosismo aumento, me
desabotonó la blusa y siguió en su tarea comiéndose mis pechos.

Yo me sentía muy caliente y empecé a notar cómo se humedecía mi


conejito, sus hábiles manos me despojaron de mi pantalón estaba solo en ropa
interior, él se quito la playera para estar en igualdad de condiciones, era un
hombre montado sobre una nenita muy caliente, a punto de entregarle la
virginidad.

Con audacia me quito la poca ropa que me quedaba, y mi conejito quedó


a merced de su boca y lengua, lo hacía tan bien que tuve un orgasmo muy
jugoso, y cuando me besó la boca pude por primera vez probar mi corrida,
debo confesar que me exitó.

Yo quería complacerlo así que le pedí que me penetrara, que por favor lo
hiciera, ya que quería saber lo que era un hombre.

Así lo hizo, y sin esperar más, puso su pene en la entrada de mi vagina,


mis juguitos lubricaban su cabeza que poco a poco se abría paso en mi
intimidad, era un sensación muy deliciosa, más aún que tocarse o ponerse un
vibrador, debo confesar que nunca me metí nada, solamente me acariciaba
con objetos y con mis deditos.

Ya había metido la cabeza cuando empezó a hacer un movimiento muy


delicioso, como tratando de dilatar mi húmedo agujero con su herramienta,
cosa que no costó mucho trabajo ya que cada vez más se abría paso dentro de
mi.

Yo notaba cómo aumentaba su respiración, y la temperatura era cada vez


mayor. El encima de mi, penetrando a una niña, con un pene delicioso, un
pene que resbalaba de lo mojado de mi interior, el debería estar sintiéndose
en la gloria, y yo no estaba tan atrás, pues entre más entraba más quería,
cuando por fin llegó a mi barrera, el presionó un poco más, pero no fue
mucho el dolor, porque pronto todo volvió a ser placer, ahora ya
prácticamente todo su pene estaba dentro de mi, y mis paredes vaginales le
acariciaban como mis manos también lo hacían.
No deseaba que ese momento terminara, y el tampoco, así que yo le pedí
cambiar de posición.

Me saqué por unos instantes su pene, solo para subirme encima y


cabalgarle con todas las fuerzas que me quedaban.

Ya encima de el me resultó más fácil controlar la penetración, con mis


manos tomé su pene y lo coloqué en mi entrada, de un sentó me lo introduje
todo, u nuevamente me empecé a mojar toda, resbalaba tan delicioso que casi
se escuchaba el Plock de fricción que le estaba propinando a su herramienta.

Ya no podía más, me quería venir y el también, me lo hizo notar cuando


me tomo de las caderas y me hacía dar sentones más fuertes. Era una bestia
cogiéndome, y yo una nenita caliente disfrutándole.

-Dámelo todo miguel, cógeme, me matas de placer, quiero que me hagas


un hijo, y que me llenes la vagina de leche

-Ohh pero que caliente eres, te voy a llenar toda tu matriz perrita.

El orgasmo llegó, y sus chorros de semen invadieron mi vagina, era una


sensación deliciosa, mis contracciones vaginales hicieron que el gritara
mucho, no me importaba si alguien me escuchaba y yo también grité. El
seguía moviéndose en mi interior, y pronto su pene perdió erección
volviéndose flácido..

-Te voy a seguir cogiendo estos días que nos quedan

-Si, es lo que más deseo, y también quiero que me cojas por aquí atrás
(señalándole mi anito)
Relato XIII
Era la primera vez que salía de viaje solo, en mi familia el dinero no
abunda y el salir de viaje solo era un bello sueño, pero se me presentó la
oportunidad y lo hice, no creí que podría obtener algo más que viajar.

Estaba estudiando el bachillerato y como materia adicional obligatoria se


me ocurrió tomar el taller de Danza, eran piezas compuestas de baile
tradicional de mi tierra, nada fuera del otro mundo y en muchas ocasiones
muy aburrido, lo único rescatable ahí eran los movimientos en ocasiones
atrevidos que solíamos hacer los muchachos al tratar de frotarnos de más con
las chicas del taller. En el Taller no lo hacíamos del todo mal, puesto que
logramos ganar algunos concursos de baile tradicional, y como premio
obtuvimos el pase a un concurso mucho más grande a nivel nacional y fuera
del estado, el viaje aquel nos tomaría aproximadamente 10 hrs.

Pese a todos los preparativos que supuestamente hicieron las autoridades


del plantel, el autobús en el cuál viajaríamos nunca llegó, nació un problema
y fuerte, ya que nosotros participaríamos en la apertura del evento que sería al
siguiente día, así que sin más ni más, el director del colegio nos propuso algo:
el poseía una camioneta de carga pesada, con redilas en la parte trasera,
cubierta perfectamente, y por la parte de arriba una lona gruesa, la
proposición era simple, el nos llevaría al concurso.

No tomaron en cuenta los reclamos de los alumnos y el director y algunos


maestros apretujados se colocaron en la cabina de la camioneta, todos los
alumnos iríamos en la parte trasera con un montón de cobijas para
protegernos del frío y del viento y nada más, uno de los profesores llevaba
una de sus hijas, Susana.

Ella era delgada y alta para su edad, con sólo 12 años tenia casi mi
estatura, pero su cara era la de una chiquilla hermosa, ojos grandes y de color
marrón, su cabello era lacio y largísimo, llegaba hasta sus caderas y lo
mantenía peinado con dos trenzas que le daban un aire encantador. Su cuerpo
apenas estaba en desarrollo, las formas de sus pechos apenas comenzaban a
florecer, pero prometían ser generosos cantaros de miel a un futuro próximo,
sus caderas pese a ser ella delgada eran abultadas y carnosas, el complemento
lo formaban dos exquisitas nalgas que se apreciaban duras y respingonas,
piernas delineadas y suaves, en fin un contorno nada despreciable, Su cuerpo
esa tarde iba cubierto sólo por un pequeño vestido color gris de una tela
holgada y suave que se pegaba a su cuerpecillo, dicho vestido solo alcanzaba
a cubrir parte de sus lindas piernas pues llegaba casi una mano arriba de las
rodillas, ella simpática como pocas nenas hacia migas con todo aquel que se
acercaba a ella.

El inicio del viaje fue fantástico, inmediatamente apartamos lugares y


colocamos cobijas en lo que sería nuestra "cama" individual, muchos
quedamos demasiado juntos unos de otros pero no había problema, todos nos
conocíamos ya, las primeras horas fue pegarnos una divertida tremenda,
todos haciendo relajo, gritando, riéndonos y haciendo lo posible por tener a
alguna chica entre nuestros brazos. Yo me enfoqué en Lucía, compañera del
curso y con la cuál había tenido algunos escarceos, no habíamos pasado de
frotarnos y tocarnos por encima de la ropa, pero en ésta ocasión ella se
mostraba más que reacia a tener algo por el momento, así que para mi, no
pintaba mucho en este viaje, me puse algo sentido y decidí echarme a dormir
bajo algunas cobijas que había separado para mi, algunos otros hicieron lo
mismo y en poco más de una hora ya todos aparentaban estar durmiendo.

No se escuchaba más que el sonido del viento fuera de la camioneta, y el


motor de la misma, yo no podía dormir del coraje que tenia porque Lucía no
me había hecho caso, intentaba dormir pero no podía, pero eso sí, permanecía
totalmente quieto y mi respiración era profunda.

Cuando nos acomodamos al inicio del viaje, como estaba enfocado en


hacer caer a Lucía, no me percaté que al lado mío se había acomodado
Susana, fue hasta que alguna luz logró penetrar dentro de la camioneta y pude
ver su rostro sereno aún con sus ojos abiertos, recostada un poco de lado
cubierta por una cobija gruesa y tapada casi hasta el cuello, giró un poco su
cabeza y dirigió su mirada a la mía, una suave sonrisa devolvió mi rostro a su
mirada y ella correspondió con otra, me puse yo también recostado de lado
hacia ella y cuando intenté abrir la boca para hablarle ella se giró y quedó
dándome la espalda, niña tonta, un poco más de coraje se sumó al que ya
tenía algunas palabras se quedaron rondando mi mente para contra esa niña y
cuando más coraje sentía, comenzó ella a acercarse a mi, juntando poco a
poco su cuerpo al mío para intentar pasar desapercibida, yo me quedé
totalmente paralizado, no entendía porqué lo hacía ella, pero todo lo poco o
mucho que yo lo hubiera dudado, desapareció en cuanto su delgada mano
traspasó su cobija para internarse en la mía, así como estaba, de espaldas a
mi, intentaba con su mano por debajo de las cobijas palpar lo que había
dentro de mis pantalones, quise ayudarle al querer abrir mi pantalón y que
tuviera un fácil acceso, pero cuando quise hacerlo, me quitó las manos de ahí
y siguió ella sola, parece que disfrutaba al encontrarse el obstáculo y quitarlo
ella misma.

Su piel estaba caliente y se sentía delicioso al rozar la mía, comenzó a


acariciar mi vientre y fue descendiendo hasta llegar al cinturón que sujetaba
mis pantalones, despacio fue abriéndolo y despacio también abrió mi
pantalón, sus dedos fueron reptando por entre mi bello púbico y se entretenía
enredándose entre ellos jalando a veces suave y otras fuerte mi bello, hasta
que descendió y se encontraron sus dedos contra la base de mi pene, erecto ya
y chorreando liquido preseminal, hasta aquí, permanecía yo más que quieto,
no quería despertar a nadie y mucho menos que me sorprendieran en tan
inoportuno momento con la hija de uno de los profesores, pero reaccioné y
suavemente también, me acerqué a ella, y tratando de cubrirla con mi cobija,
comencé a hacer una exploración de su joven cuerpo, mis manos se
entretuvieron jugando un poco con su cuello hasta que mi boca se acercó lo
suficiente y comenzó a besar desde el sus orejas hasta la base de sus
hombros, ella solo se acurrucaba más y apretaba mi pene entre su mano, la
junté un poco más a mi, y mi pene se clavó entre sus nalgas, podía sentir el
calor de su entrepierna cubierta solo por su delgado vestido y sus bragas, mi
mano subió nuevamente a sus pechos y pude sentirlos firmes, turgentes y
esperando atención, deslicé su corpiño y los tirantes de su vestido a un lado y
pude por fin acariciarlos desnudos, sus pequeños pezones parecían querer
explorar por la sangre acumulada dentro de ellos, mis dedos suavemente los
fueron acariciando y explorando me gustaba mucho la sensación de tener a
una niña entre mis brazos y que fuera tan caliente como lo había demostrado.

La giré poco a poco hasta que quedó completamente boca arriba, mi boca
abandonó su cuello para ir bajando hasta que mi cabeza se posó sobre sus
pechos y con un suave movimiento mi lengua hizo contacto con sus pezones,
ella emitió un pequeño gemido y un espasmo involuntario la hizo arquear su
pecho hacia arriba, intentando tener más contacto con lo que le había
provocado placer, con su cabeza hacia un lado cogió una punta de las cobijas
y la mordió, evitando así el emitir gemidos que nos delataran. Mis manos y
mi lengua no se estuvieron quietas un solo segundo, mi boca devoraba uno y
otro de sus pechos los intercalaba y los succionaba, quería sentirlos
completos en mi boca mientras mi mano descendió por su torax y llegó hasta
su ingle, mis manos buscaron más abajo el fin de su vestido y lo encontraron,
subiéndole el vestido hasta más arriba de su cintura y bajando sus bragas
hasta sus rodillas, la tenia a ella casi desnuda y solo para mi, sus manitas
mientras tanto me acariciaban el pecho una, y el pene la otra, subía y bajaba
su manita intentando darme placer, y les juro que lo lograba.

Mi pene estaba duro como pocas veces lo había sentido, y mi corazón se


quería salir de mi pecho escuchaba solamente en mi cabeza lo fuerte de mis
latidos y no podía contenerme, seguía besando y chupando sus pechos,
acariciando su caliente raja de la cual ya chorreaban líquidos que empapaban
mis dedos y sus nalgas, con el dedo corazón le acaricie en medio de sus
labios vaginales y deslicé mi dedo hacia abajo, ella levantaba un poco sus
caderas intentando tener más contacto con mi mano y mi dedo, e inicié una
masturbación en regla, sus gemidos eran apagados por la cobija entre sus
dientes mientras su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración agitada y
mis labios se prendían de sus senos, mamando como nunca en mi vida unos
dulces pechos, varios minutos de trabajo sobre su cuerpo rindieron fruto
porque ella comenzó a respirar más fuerte y a resoplar por entre la cobija que
cubría su boca, y un "Hummmmm" escapó de su boca y sus manos se
prendieron más una a mi hombro y la otra a mi pene cuando se corrió entre
mis dedos. Las convulsiones de su pequeño cuerpo nos podrían delatar, así
que crucé una de mis piernas sobre ella y quedé casi sobre ella, la mano que
sostenía mi glande no aflojaba la presión y bajo ella se formó un charco de
sus humedades, cuando se relajó, su mano soltó mi pene y su carita se
desmadejó hacia un lado, relajada completamente y satisfecha, pero yo no.

Yo estaba más caliente de lo que había estado en toda mi vida, así que
tomando mi pene con una mano, me encaramé más sobre ella quedando ahora
sí totalmente sobre ella con las cobijas protegiéndonos un poco, comencé a
frotar la cabeza de mi pene sobre sus labios vaginales, empapándolo
completamente de sus jugos empecé a hacer presión sobre su entrada y para
mi sorpresa no me costó mucho trabajo entrar completamente en ella, no era
virgen, pero no importaba, estaba dentro de ella y apretaba como si nunca se
hubiera internado en ella una garrancha, disfruté del placer de sentirla
apretada y suavemente comencé a bombear poco a poco, salía un poco y
volvía a entrar, despacio, suave, estaba en verdad disfrutando de esta niña,
ella reaccionó un poco y sus manos me abrazaron por la espalda, yo
bombeaba y ella me besaba el cuello y los labios, bombee y bombee, más y
más, sentía sus jugos escurrir por mi garrancha e inundarme los huevos, y
estos los sentía chocar contra sus nalgas suaves, entraba y salía, entraba y
salía, y salía más y entraba más y empujaba con más fuerza y ella se pegaba
más a mi, sus gemidos se perdían entre mis labios y los míos en los de ella,
juro que no resistiría mucho más, llevaba al menos quince minutos en esta
deliciosa tarea y quería que durara más, pero la excitación estaba a tope, dos
o tres movimientos más y me vendría, quise resistir y salirme de ella, pero
acercó su boca a mi oído y susurró "lléname, lléname toda por favor, no te
salgas" no pude aguantar y me vine copiosamente dentro de su chochito, tres,
cuatro o cinco chorros fueron los que salieron de mi y se internaron en su
cuerpo me besó con el máximo de pasión que una niña puede tener y me dejé
caer a su lado.

Mientras acariciaba sus pechos y sus nalgas recuperé mi respiración y la


erección de mi pene volvió también, me acomodé nuevamente tras de ella y
mi pene encontró el camino entre sus nalgas, ella pasó su mano por atrás y lo
acomodó otra vez en la entrada de su coño, e inició un suave vaivén en el que
se enterraba parte de mi pene y volvía a retirarse, no me pude resistir y mi
boca se pegó a su espalda, chupaba y besaba, mis manos se movieron solas
hacia sus pechos y mientras ella se movía, yo le acariciaba los senos, los
pezones, la pancita, su cuello, todo lo que alcanzaba a acariciar le acariciaba,
mi verga se enterraba dentro de ella y ella se repegaba aún más para sentirla
completamente dentro, y en un momento, ella se quedó completamente
quieta, apretando sus piernas y estrangulándome el pene dentro de ella, y
sentí sus líquidos correr nuevamente entre nosotros me moví otro poco y otro
orgasmo me invadió y eyaculé otra vez en ella, en menos cantidad, pero con
mayor intensidad, la vida se me iba y ésta niña era la responsable, y así sin
salirme de ella se quedó dormida, su rostro estaba completamente relajado y
una leve sonrisa apareció en ella, la abracé y quedé recostado junto a ella.
Relato XIV
Fui a una fiesta con mi novio la cual estaba a fueras de la ciudad, me
arregle lo mejor que pude, me puse una faldita blanca cortita de esas a media
altura, así que mis piernas podían lucir a todo lo que daban, me había
comprado una tanguita blanca para esa ocasión y una blusa rosa de escote, la
cual no dejaba nada a la imaginación, en pocas palabras iba echa un tiro.

Al ir a la fiesta mi novio en el camino no dejaba de verme, con trabajos


podía manejar y ver al mismo tiempo, eso la verdad me calentó mucho pues
me sentí deseada y bueno me subía según sin querer la falda para darle mas
gusto ja ja ja. Bueno antes de llegar ya me había dado mi buena manoseada,
con decirles que ya no quería entrar a la fiesta y quería llevarme a otro
lugar…. Pero no se podía, tenia que estar ahí….lo cual la verdad me hizo
enojar pues yo ya estaba cachonda, pero bueno entramos saludamos a cuanto
amigo de él nos encontramos, y no falto las miradas sobre mi, unas discretas,
otras no, las cuales eran las mejores pues yo les sonreía mas… ajaja.

Todo iba pasando sin mayores cosas, y la verdad como que me sentía
desilusionada pues sentía las miradas, uno que otro roce sentí entre las gente
pero hasta ahí.

Llegue al grado de decirle a mi novio que nos fuéramos, pensando que ya


estando en su carro podríamos hacer algo, así que después de un rato lo
convencí y nos fuimos con el pretexto de que tenía que estar en mi casa
temprano, lo cual no era cierto por supuesto.

Cuando salimos de la fiesta y dirigirnos a su carro nos encontramos con la


sorpresa de que estaban ponchadas las llantas de su carro, así que él me dijo
que nos fuéramos en un taxi, pregunto con sus amigos y consiguió un taxi de
sitio así que nos fuimos a mi casa, ahí en el taxi entre miraditas y cosas lo fui
calentando, al grado de darme tremendos besos y caricias como podía, pues
no quería que el chofer se diera cuenta.

El chofer sí se dio cuenta de todo pues de reojo lo pude ver, por el


retrovisor podía ver sus ojos de lujuria y en ocasiones volteaba discretamente
para ver como mi novio me metía la mano por debajo de la falda, de lo cual
mi novio no se percató.

De pronto sonó el celular de mi novio y como pudimos nos separamos


mientras yo me arreglaba él contestaba, yo miraba coquetamente al chofer
que tenia una cara de querer participar en el festín.

Mi novio dio un gran grito -mi carro que ¡!!!! y en voz alta contestó -voy
para allá en seguida- Colgó y me dijo, tengo que regresar a la fiesta, un
borracho chocó mi carro, pero ya íbamos como a la mitad del camino, le
conteste diciendo que lo acompañaba pero él me contestó que no pues tenía
que estar temprano en casa, cosa que era una real mentira.

Me dijo que siguiera rumbo a mi casa y que después me llamaba, se bajo


y abordó busco otro taxi. En eso el chofer dijo que podía llamar por radio a
otro taxi, le dijimos que sí y esperamos un ratito fuera del taxi, mientras yo
intentaba seguir en lo que nos habíamos quedamos antes de la llamada, y mi
novio me empezó a meter mano sin más ni más, creo que él también estaba
muy caliente, tanto o más que yo.

No se si el chofer nos vio pero creo que ni a mi ni a mi novio nos


importo. En eso llego el otro taxi y se fue mi novio y yo me subí al taxi,
cuando arranco no quitó la mirada de mí cuerpo, y casi inmediatamente me
dijo -así que tu noviecito te dejo bien caliente mami- … yo me quede sin
habla al escuchar esa palabras de él, me sorprendieron demasiado, siguió
diciendo -no te hagas la inocente si bien te gusto que te viera como te estaba
manoseando, además se que estás bien caliente y quieres acción-
indudablemente el tipo tenía razón, estaba apunto de estallar por dentro.

Giro bruscamente y se metió más adelante en un estacionamiento de un


parque y sabía que me iba a pasar ahí pero preferí callar, y no dije nada
mientras él seguía conduciendo hasta donde a lo lejos ví que había una
camioneta, lo cual me saco de onda. Se para a lado de una camioneta y
observe que estaban ahí 3 tipos, los reconocí, eran los amigos de mi novio,
abrieron la puerta y se asomaron a verme, el chofer les dijo: -aquí esta su
putita esta que se funde- y rápidamente uno me tomo de la mano y me sacó.
Ya estaba abajo del taxi, con esos tipos ahí y diciéndome como habían
planeado todo para tenerme en ese lugar y esa hora, a solas, para hacer
conmigo lo que quisieran, querían … cogerme… y sabían que yo no pondría
resistencia por que era toda una putita para ellos, por estar coqueteando con
ellos en frente de mi novio, y así que iba a tener mi merecido, según ellos.

Me llevaron a donde había pasto y me tiraron ahí, se empezaron a bajar


los pantalones y mientras me decían -andale haz tu trabajo mami- y ya la
tenían a fuera todos hasta el taxista, a quien le dijeron que ese iba a ser su
pago.

Cuando pusieron la primer verga en mi boca me sentí la mas sucia y a la


vez excitada, al ver todos eso tipos ahí sin conocerlos y estaban a punto de
darme la cogida de mi vida y sin decir mas empecé a chupar todas esas
vergas como una loca, con mis manos, mi boca y de amonton las tenia en mi
cara, me sentía tan cachonda el sentir esos cuatro pedazos de carne en mi cara
y llegue al máximo cuando empecé a sentir como se venían en mi cara todos,
pidiéndoles más, les decía -mas denme mas leche- y ellos diciéndome -eres
toda una golfa quien te viera pidiendo verga- no tardaron en decirme que me
quitara la faldita y la blusa, me dijeron -queremos ver lo que nos vamos a
comer-, cuando me vieron mi mini tanga blanca y el brassiere que resaltaba
mis senos empezaron a decir que estaba muy buena, que era toda una golfa.

Me obligaron a ponerme en cuclillas mientras me decía -ponte como lo


que eres, una perra- y así lo hice, uno se inclinó y se puso a chuparme toda mi
conchita, ahí es cuando perdí toda cordura y empecé a pedir que me
penetraran, que me dieran verga, gritándolo mientras todos se reían y
satisfechos del logro que habían hecho y me empezaron a embestir uno por
uno mientras tenia una verga en mi culo tenía a otro dándome sexo oral y así
me tenían, dándome verga con todo, me sentía morir cada vez que me
embestían, pero después era placer y pedía más y más.

Yo gritaba de placer al sentir como se iban abriendo dentro de mi esos


pedazos de carne y sabía que al final iba terminar súper dolida …. pero
satisfecha ….. así paso un par de horas… hasta que los tipos estos terminaron
dentro de mis entrañas y por todo el cuerpo sentía semen, por todos lados, ya
estábamos agotados todos.

Ya estaba amaneciendo, recogí mi ropa y me vestí, el chofer me dijo -


vamos súbete al carro, te voy a llevar a tu casa- y me llevo a mi casa.

Durante el camino no dijimos mucho, yo iba algo ida por el sueño y por
lo que paso, llegamos no sin antes por inercia le bese, mientras él me dio otra
manoseada cachonda y me dijo -dame tu tanguita, será mi propina- sin mucho
esfuerzo me la quitó porque no puse resistencia, nada más me separó las
piernas y me la bajo, pero no me dejo bajar sin antes darme una dedeada en la
conchita durante un buen rato, lo hizo hasta hacerme sentir un orgasmo. Me
obligó a que le diera una última mamada y se vinó en mi boca.

Baje como pude, entre a mi casa y sin que me vieran me metí a mi cuarto
toda dolida… y cogida…y me fui a dormir… y eso fue lo que me paso ese
día…. nunca lo olvidare……
Relato XV
Esos días de normalidad solo habían tensado más las cuerdas del placer.
Se conocían cada gesto, cada mirada… A veces, cuando el lugar se prestaba,
se tomaban las manos y entrelazaban los dedos, primero suavemente y luego
con lujuria. Mucha gente se tomaba de las manos, pero cuando esas manos
son el apéndice de dos cuerpos que se desean pueden sentirse muchas cosas.

Ese día era distinto, la hora de salida llegaba y Adriana debía quedarse en
la oficina por pedido de su jefe. André lo sabía y no pensaba alejarse de esa
mujer que le movía el alma y el cuerpo.

Cuando todos se retiraron André espero en su oficina. Nada.

Desesperado de que todo fuera una elucubración de su cerebro se levantó


y fue hasta el escritorio de Adriana… soledad. Sólo su chaqueta sobre el
respaldo de la silla le informaba que ella estaba en algún lugar, pero no en el
que él tenía para ella entre sus brazos.

La buscó en varios lugares sin dar con ella, hasta que un sonido lejano le
iluminó el rostro: la fotocopiadora.

Caminó lentamente hasta el pequeño cuarto que albergaba dicha máquina,


no porque no le urgiera llegar, sino porque temía que todo fuera mentira. La
encontró trabajando, nada fuera de lugar. Ella no lo esperaba, y ni siquiera
volvió la vista al escucharlo entrar. Un poco desilusionado comenzó a
retirarse del lugar cuando ella, sin volver la mirada le dijo: te debo algo
André.

El se acercó a su cuerpo, la tomó de sus caderas y le susurró al oído que


nada le debía, que todo lo hacía por complacerla. Su cara se echó de lado y
hacia atrás y sus bocas se encontraron en un beso lleno de pasión. Las manos
de él rodearon todo su cuerpo y la estrujaron con locura, tocando sus pechos
sobre la blusa, sus caderas, su abdomen…

Ella se volvió y comenzó a besar su cuello, le quitó la corbata y como en


u juego rodeo las manos de él unidas en su espalda: no lo ató, pero el
comprendió el juego y la dejó hacer.

Abrió los botones de su camisa y cada espacio de su velludo pecho se fue


llenando de besos y lamidas. Cuando se agotaron los botones de la camisa,
desabrochó el cinturón y le bajó lentamente el cinturón. Sus anchas y
velludas piernas recibieron el mismo tratamiento de rey.

Ella pasó la lengua por los bordes del bóxer que él usaba. Le daba suaves
mordiscos en la protuberancia que amenazaba romper la tela, y a veces se iba
a su espalda y mordía sus nalgas.

En uno de esos viajes posteriores, y mientras le besaba esa parte de la


baja espalda tan sensible a las caricias, comenzó a bajarle el último resguardo
de tela de sus intimidades. Los besos de ella se extendieron por todas las
nalgas de él, mientras sus femeninas manos le daban vuelta a todo su cuerpo
y tomaban aquel miembro que temblaba de placer.

Con sus uñas comenzó a recorrer la espalda de André, una espalda que se
le hacía ancha contra sus deliciosas manos, y que comenzaba a perlarse del
suave sudor de la excitación.

Ella se arrodilló frente a él y enterró su nariz entre los vellos púbicos de


él. Su aroma de hombre la embriagaba, y con sus manos apretaba con furia su
rostro contra su cuerpo. Su lengua comenzó a probar cada centímetro de
André, y su boca se apoderó de ese miembro palpitante que rozaba sus
mejillas. André seguía con sus manos a la espalda, ya la corbata había caído
al suelo, pero le gustaba sentirse entregado a aquella deliciosa hembra.

Sentía que era engullido por una diosa cada vez que su pena, hinchado y
henchido de placer, ingresaba a lo profundo de la garganta de Adriana. Sentía
las uñas de ella en sus nalgas y sus muslos, y deseaba que las enterrara con
furia en su cuerpo para que quedara una marca de ese instante de placer.

Cuando ella tomó su pene, húmedo con su saliva, y lo puso entre sus
grandes y suaves pechos, él sabía que su perdición estaba cerca. Ella sostenía
sus pechos unidos, anidando su falo con fuerza. El comenzó a mover sus
caderas entre ellos, ayudado por la humedad que aquella deliciosa boca había
dejado en él, y comenzó a sentir el galopar salvaje de los caballos del
Apocalipsis.

Cuando Adriana comenzó a cazar con sus labios el glande de André, cada
vez que este empujaba con sus caderas, ya no pudo más. Desde la base de su
pene comenzó a subir con furia el icor de dioses ancestrales, su semen
rebalsó su glande y estalló contra la boca de ella. Gotas de este cayeron sobre
sus pechos, sus mejillas y su boca, estas últimas sólo para ser engullidas por
la sedienta boca que las provocó.

Sus piernas flaquearon y tuvo que usar sus manos, liberadas de la mística
atadura, para sostenerse del muble de la fotocopiadora. Cuando Adriana
terminó de limpiar su pene, cayó de rodillas frente a ella, metió su cara entre
su cuello y descansó dejando que su aroma de mujer le llenara la cabeza de
ilusiones.
Relato XVI
La maldita rutina. Me miro al espejo y me veo nublado, tergiversado por
las nauseas del sueño que pretenden llevarme naufrago a las sabanas. Estaba
yo y el reflejo de ser humano, de veintitantos años, incipiente calvicie, barba
de días, moreno, chascon y flojo. La pancita de la acumulación de los carretes
me delataba poco atractivo. Me rasque el culo antes de meterme a la ducha.
Que flojera tenía. Que hubiera dado para que en la cama me esperase una
pierna suave, que me diera un poco de amor corporal, que me hiciese suspirar
sudores de alivio….

La fría meada de la ducha me despertó sin remedio. Mire hacia abajo y la


vi tan triste, tan solitaria y tuerta, tan negra y arrugada que pensé en las
posibilidades de hacerla florecer en una rosa, en un huerto de flores húmedas
y calidas…pero no tenía ni un duro. Me había gastado los últimos céntimos
en una visita al Pub de turno, y no termine en ninguna cama acompañada. Esa
es la suerte del looser. Es la maldición de esta guata que me pesa como viejo
acertijo.

Mis fantasías de pendejo azuzaban mis días y mis noches. Nada pudo
sacarme de mi depresión crónica, de esa melancolía misógina y sin sentido.
Pero había aprendido a reír más a menudo. A burlarme de mis propias
desgracias. Para cuando existía un día luminoso, la gloria se desparramaba en
forma de cervezas que me llenaban la barriga y la inconciencia festejando el
merecer lo que la vida me diera en sus migajas.

Una de esos desperdicios se dejo caer una tarde de invierno en que visite
la casa de un amigo. El me invito a su casa que quedaba en el perímetro de la
ciudad a revisar sus juegos de video en su computador. Grande fue para mí la
sorpresa de que entre sus pertenencias se hallase un juego de ligue sexual. Yo
estaba fascinado. Había que hacerse cada vez mas perverso, engrupirse
minas, follarlas y cometer mas pecados para subir tu dominio y poder en el
juego. Impresionante. Todo lo que no podía hacer de verdad. Y era en 3 D.
Guau. Empecé a jugarlo mientras mi socio me indicaba como había que
desempeñarse en él. Yo estaba muy entusiasmado, hasta que a las siete de la
tarde, se abrió la puerta de su casa y literalmente, dentro la gloria. Era la
novia de mi amigo, vivían juntos, hacían lo que querían, sus padres pagaban.
Que envidia.

Cuando llegó ella yo me quede pegado en su cintura, luego en sus pechos,


mas tarde en su pelo. Era Gloria, un mujercita muy bien hecha en cuanto
formas.

- hola, que hacen – dijo ella

- nada, …este …jugamos a ligar….-

- pero como, si usted me tiene a mí- le dijo a mi amigo Fido – y tu no te


flirteas con nadie en la u?- me inquirió a mi con una sonrisa.

- en realidad no, me interesa el sexo sin compromisos- respondí.

Y ambos rompieron en risas. Yo también me reí aunque no le encontré


nada de gracioso. Es que era cierto. Y mi realidad solo me permitía ligar en
una farsa.

Dejamos el computador y nos fuimos a la cocina para seguir conversando


y preparar la cena. A esa hora empezó a susurrar mi estomago un fiesta de
trombones y rock and roll. Me ofrecí para comprar los ingredientes de la
comida y partí solo al almacén del barrio.

Al volver ellos tenían casi todo listo y compartimos la once hablando de


como nos estaba yendo en la u, que pensábamos hacer en las vacaciones y
como veíamos el futuro. Fue asi que me encontró la hora para marcharme de
ahí, y debido a las insistencias de mi amigo Fido, decidí quedarme. Gloria
partió a su cuarto un poco cansada a dormir, bueno, al menos eso creía yo.

Mi amigo me paso su pieza, donde estaba el computer y me dijo donde


estaban las carpetas de los juegos y videos caseros que juntos hacían con
Gloria, para que los mirase. Y me dejo el lugar para mí para que jugase el
software de ligue o mire sus pelis caseras. El se iba a acostar, con su novia
por supuesto, en la pieza contigua a la mía. Yo mas agradecido no podía
estar. Jugaría toda la noche en su computer y me marcharía al llegar la
mañana.

El juego que llamaba mi atención empezó a desmotivarme. Como no


podía avanzarlo y no llegaban las escenas fuertes decidí abandonarlo.
Empecé a buscar otros juegos en el pc, la hora pasaba, hasta que dí con algo
fabuloso. Las carpetas de archivos personales de los novios. Jamás habría
imaginado esa carita de ángel haciendo lo que hacía en los videos. Ni en mis
mejores búsquedas de pornografía en la red había encontrado material
amateur tan bueno. En ellos aparecían mis amigos dandose duro y parejo en
lugares, sitios y poses, casi increíbles. Yo sabía de algunos permitidos por la
flexibilidad corporal o moral, pero excitadísimo empecé a verlos y como es
normal, a calentarme. Ella en los videos daba unos gritos tan candentes que
poseerla se convertía en un sueño casi tangible.

Tarde me di cuenta del volumen, pero lo baje inmediatamente. Ruidos se


oían al lado, pero ninguna queja. Debía hacerlo todo con cuidado, si quería
ver todos los videos, y tenía toda la noche para intentar llevármelos en una
copia y soñar con los gemidos de ella.

Al cabo de dos horas, había respaldado todo. Mis amigos se habian hecho
bolsa follando en la pieza de al lado, estuvo a punto de pajearme ante tanto
sexo, pero me contuve, me daba plancha ser sorprendido por mis jugos o mis
olores, o por macaquero. Cansado, repose mis huesos en el sueño.

Al despertar eran las 10 y 30. Justo. Tenía clases a las 11 y media. Me


vesti. Nadie habia despertado, de seguro esperaban que me fuera, para seguir"
amándose", y yo por supuesto no tenia ningún problema con eso. Me lave la
cara y grite chaaauuuu, gracias por todo. Y un leve zumbido de adiós percibi
desde el otro lado.

Marche convencido de que no me pillarían pues robe solo 3 DVDs que


contenían todo, absolutamente todo lo que habían hecho mis amigos. Me
había prometido volver a restituir por la tarde los DVDs que habia tomado.
Pero me dio flojera y me masturbe a placer en mi casa frente al televisor y la
cara de lacer de Gloria. Es que ella estaba de puta madre, rebuena. La suerte
de algunos fenómenos.

En fin. Al dia siguiente fui de nuevo donde mi amigo. Lo llame con


anterioridad para advertirle que había robado sus X files. Jajajaja. Por
supuesto que no. Fue para decirle que le devolvería los discos que ocupe para
guardar unos "juegos". Sin problemas hice lo mismo otra vez, jugamos hasta
tarde, conversamos, y yo esperaba que se retirara a sus aposentos con su
novia. Me habia comentado que al dia siguiente tenía clases muy temprano (
lease 8 am) y que por favor durmiera en el sillón. Ningun problema le dije,
apuesto que los palomos habian peleado. La noche no fue muy larga, al
contrario de mi verga que estuvo enhiesta durante todo el lapso sin poder
dormir. El solo imaginar que estaba en la misma casa que la diosa me ponia
caliente. Slo por el pudor de manchar el sillón no acudi a la paja.

8 am. Mi amigo se desperto, se despidio refunfuñando y me dejó ahí,


supuestamente durmiendo. Tenía la duda acerca del motivo de la pelea pero
no soy intruso, ni celestino así que intente dormir. Grande fue mi sorpresa
que Gloria se levantase al baño, ahí la ví, en pijamas. Paso a decirme al sofá
que ocupara la cama del Fido, para dormir mas comodo, pero me dio cosa. El
solo pensar que se hubiera corrido la paja al no tener su pierna, motivo mi
asco.

- bueno…si no quieres no voy a obligarte- me dijo Gloria mientras se


marchaba a su cuarto. Y yo la miraba avanzar hacia él con su tremendo culo
bajo la ropa. Divina.

Yo pensaba en los videos. Me encanta el amateur, es mas natural, casi


como película independiente danesa. Sin gemidos falsos, ideas falsas, todo
falso. Y ella se veía gutural, sodomizada por el tremendo palo de mi amigo,
unos 20 centimetros de verga, y la disfrutaba, alcanzaba orgasmos
desmedidos, casi equivalentes al tamaño de lo que entraba por su vulva o por
su boca. Estaba recaliente. Pero no solucionaba nada imaginando. Estaba solo
con ella, era mi oportunidad.
Inocentemente fui al baño y me acerque a la pieza de Gloria. Ella
dormida, se daba vuelta de un rato a otro por su incomodo dormir.

- Gloria… - le dije – despierta, quiero hablar contigo – me hubiera meado


de miedo si no lo hubiera hecho. Agarre valor. Todo era en beneficio de mi
verga.

- Gloria…eey…despierta…- continué diciéndole

- Ah…que…que pasa…- me dijo aun somnolienta

- Oye…que cosas hacen ustedes con el Fido….son fenomenales en la


cama- le dije lascivamente. Ya me había pasado a mierda, pero todos tenemos
nuestras necesidades.

- Que wea dijste ?- grito sorprendida. Al fin habia despertado

- Es que yo los vi en sus grabaciones…personales….-

- ….no…- contesto enfurecida. Esa rabia reprimida la hacía verse más


sexy.

- Yo le dije al Fido que no dejara esas weas tan expuestas….por la


mierda…….y que tanto tambien, acaso nunca viste a nadie culiando?.- se le
quito lo dulce al decir esto.

- Por la xuxa- continuo la bella – Yo sabía que no era bueno dejarte en el


computer, que vergüenza…no le digai a nadie por fa- me dijo algo asi como
reconciliándose o tratando de arreglar el impasse.

- Bueno…yo pensaba publicarlas en la red, me darían buena plata- le dije.


Y parecio que le cayó agua fria. Quedó estupefacta

Me quedo viendo paralizada de horror. Sí, eso debió ser, horror y


vergüenza. Que pasaría si miles de tipos la veían en su intimidad mas selecta
gritando como puta. A ella, la mijita rica de la ciudad, o una de las tantas que
hay, conservadora, moral, decente. Me imagino que todo eso debía pasar por
su mente.

- ya, y que me dices si yo no hago eso si…bueno…tu sabes….me


deuelves el favor….- aquí salio mi lado perverso, mi instinto animal.

Una sorpresa placida volvio a reinar en los ojos de Gloria. Era una salida,
no grata, pero bienvenida al fin, una luz de esperanza frente al abismo.

- eres un cerdo hijodeputa- me dijo mirandome fijamente a los ojos. Fue


lo mejor que pudo decirme. Que pena, esperaba algo mejor de ella.

- Bueno, si no quieres….me voy ahora…tengo la tarde libre- el panico


volvio a tomarla.

- Y que queris que te haga, maricón, maricón, no tenis otro nombre, puto,
abusaste de nuestra confianza, sabís,….- dijo. Lo demas fue llanto. Algunas
mujeres no saben hacer otra cosa.

- Ponte en cuatro – le ordene. – vas a ser mía mijita, jajajaja, - le dije


mientras me acercaba al borde de la cama.

Ella vino hacia mí y me pegó una cachetada. Tenía la mano dura. Me reí
con la mejilla furiosamente roja.

- le voy a decir al Fido, ahora mismo, para que se venga y te saque la


chucha- me grito.

- Estas segura, cariño?, si es así en el lapso en que lo llamas yo me largo y


no me vuelven a ver en un buen tiempo, jaja- le dije. Tengo claro que puerto
es una cuidad grande y perderle el rastro a alguien puede ser factible sobre
todo si ellos no saben donde vivo.

- Buuuuuuuu-

- Ya ponete en cuatro Gloria, si no va a ser desagradable. Te prometo que


si lo haces te devuelvo los DVDs intactos. Y aquí no ha pasado nada, si?- le
dije para consolarla. Soy un hijodeputa pero tengo mis emociones. Daba pena
verla así

Ella no dijo mas nada. Su hermoso culo estaba debajo del pijama y me
esperaba. Lo corri levemente para apreciar esa belleza, ese don que dios le da
a algunas mujeres. Perfecto, redondo, carnoso, con la sutil materialidad de la
grasa perfecta para redondearla, un bello poema griego de rigurosa creación
tridimensional.

Puse mi mano sobre esas ancas mientras la boca de Gloria gemía. Sus
lagrimas caían sobre la ropa de cama mientras contemplaba su cola paradita y
diafana. Me encantan los culos. Sobre todo los de las diosas. En fin, era mi
hora, dios me regalo esta migaja de cielo. Tenia para mí un cuerpo perfecto
listo para ser penetrado. Pero no quería la frialdad del roce seco, quería sexo
forzado placido. Que se lubricara mi presa para poder darle el placer que ella
tambien iba a encontrar si olvidaba que yo no era su amante.

se veían bien en esos videos, si supieras cuanto he pensado en tí, en


follarte, en hacerte gemir de verdad- le dije para intentar amenizar el acto
mientras mis manos paseaban por sus piernas, en medio de ellas, en la raya
de su culo. Gloria lloraba. No había pedido más explicaciones, estaba
entregada. Mis manos temblaban. El sólo pensar que estaba por poseer esta
diosa, me calentaba a mil. Mi corazón daba fuertes pulsaciones. Acabaría sin
remedio sin mucho esfuerzo.

Pero no te sientas asi, cariño, todo puede ser muy dulce-

Eso es lo que crees, perro….nunca lo haras como el Fido- me dijo


sollozando.- a ver…de que tamaño la tie….- murmuro sin alcanzar a terminar
la frase. Se había volteado a ver mi polla. Estaba hinchada por las pajas y el
deseo.

No es tan chica - me dijo – esto va a doler- y cerro los ojos.


Le puso la verga al borde de su vagina. Estaba fría. Ningun fluido había
asomado. En realidad ella no quería hacerlo. Fue por eso que pense en jugar
con el falo. Se lo pasaba de arriba a bajo de su abertura genital, por los vellos,
por toda la canaleta del culo. Frotaba mis bolas tambien en ella, recorria todo
su orificio sin lograr nada. Empujaba lentamente, dando circulos con las
pelvis y ella permanecía rigida, con la cara apoyada en la cama y el culo
mirandome displicente.

esta conchita no quiere jugar- murmure con sarcasmo mientras acerque


mi boca a su culo. Mi lengua paseaba por donde había pasado mi pene
pensando en el regreso de mi amigo Fido, en las consecuencias de esta mala
jugada. Pero el olor de su sexo me obnubilo. Exquisito aroma. Mi saliva
enjugo todo esos contornos sin apuro. Moje con ella la entrada de su sexo,
mareado del placer que esta diosa provoca en los hombres. Pero ya no es
imperceptible. Había imaginado que podía ser asi, el olor de esta hembra,
flores, shampoo de frutas, orina, todo muy suave, como si fuera delicada. Yo
sabía que no era así, que le gustaba el sexo tanto como a mí, pero ella era
hermosa. Y me negaba el placer de verla gemir de verdad.

Vas a tener que chupármela – le dije – si no nunca te vas a calentar. Ya


date la vuelta.- ordene

Lo hizo en silencio. Me miraba desde abajo obediente. No lo dudo, se


puso mi verga en la boca, apenas le entraba pero se esforzó en cumplir rápido
para satisfacerme y dejarme libre. Para quedar ella libre. Pero no sabía nada.

Su boquita estaba tibia. Mi sexo fue recibido por su paladar y su garganta,


despacio, sin contratiempos. Gloria tenía los ojos cerrados, no quería verme.
Tal vez me imaginaba como Fido y recibía la carne sin tanto asco, entraba y
salía, su boca era solo un orificio, sin intenciones, sin deseo. Mi verga rozaba
los contornos de su boca, se lubricaba para no doler, entraba y salía
desmotivado, hasta que perdí el control. Sujete su cabeza para manipularla
como yo quería, se lo metía mas adentro, ella se sofocaba, se atragantaba de
mí, de mis pulsaciones excitadas, de mi sangre concentrada en aquella parte
de mi cuerpo. Movía mi pelvis, ella no se resistía, aceptaba ser follada por la
boca como un sacrificio necesario, le daba mas rápido, sus pezones se
levantaron, mi verga estaba la mitad en ella, sus lagrimas llegaban a mi falo,
mi bella diosa se entregaba a mi goce, fabuloso, dándole a la novia de mi
amigo por la boca sin que nadie supiera, el deseo me colmaba, el placer era
un fluido preseminal, su sabor debía sentirlo ella, en sus labios y su lengua,
en el sudor que comenzó a aflorar de ella, de seguro se había calentado, sus
mejillas sonrojadas lo decían, su garganta sofocada lo comprobaba, todo era
así, exquisito…hasta que acabé en ella.

El semen salía a chorros, la calentura debió crear mas leche, toda mi leche
en su boca. Quiso retirarse cuando sintió el sabor, yo le sujeté la cabeza,
quería furiosamente que se lo tragara, esto era de otro mundo, me miraba
compungida, asqueada, algunos chorros huyeron por los bordes, el olor a
polla no le cabía en la boca, la culpa comenzaba a rebosarla. Pero se lo trago
en gran mayoría, llorando, tristemente bella, y corrompida.

debes continuar – le dije – quiero darte lo que te mereces, amiga mía

Gloria estaba muda. Continuó mamando. Debía hacerlo por vergüenza, la


culpa asomaba como mejillas lascivas en tinte rojo, ya no podía caer mas
bajo. Si bien la obligación de ocultar el desparpajo de fornicar con su amante
se trasformo en esta penetración oral, no todo estaba salado. Un dulce sabor a
placer de sumisión se le asomaba en los ojos. Le empezaba a satisfacer todo
este trabajo.

sigue así querida, voy a calentarme y te daré lo que quieres- le dije


pasando mi mano por su pelo. Siempre quise hacer eso. Dominarla.

Mi verga no tardó en recuperarse. Estaba enhiesta mirando como llegaba


al fondo de la garganta de Gloria. Lágrimas y otros fluidos corrían por ella.
Brillaba lubricada aguardando el calor de los sexos.

date la vuelta, ahora si querida, vas a ser violada como te gusta – dije al
pensar en los videos y su placer en una hermosa mueca enajenada.
Si? Estas seguro de que podrás hacerme mujer, idiota,?- contestó la bella,
rebelde, pero sumisa.

Se lo puse a la entrada, en el borde de su vagina. Pasié por sus bellos,


dibujando todo el contorno de su sexo. Ella estaba tibia. Ahora si podía
meterlo por ahí, estaba jugosamente lubricada. Yo ya había encontrado placer
y solo quería que ella se entregase al orgasmo, que no se reprimiera, que
gritase para mí todos sus improperios de amor. La cabeza del glande cupió
con dificultades. Es cierto que ella se entregaba. Abrió las piernas, levanto el
culo para que la penetración tuviera espacio. Se afirmo en las sabanas y
estaba lista para recibirlo. Yo solo daba pequeños empujones, para que
entrara de a poco al secreto de esta diva. Me reí al creer que estaba todo
ejecutado, que ella no se resistiría.

El movimiento circular poco a poco fue deshaciéndose en su interior. Mi


polla estaba en la mitad dentro de ella y ella no decía nada. Mi pelvis se
tambaleaba de adelante hacia atrás, con sumo cuidado, esperando que ella
gimiera. Pero nada. No olvidaba que esto era forzado.

Bombeé más fuerte. Comenzé a azotar mis muslos en contra de su culo,


ese pequeño placer de penetrar a lo perrito, o a los pollitos pastando,
sometiendo sin ver el rostro de quien se penetra, sometiendo sin ser visto,
ideal para imaginar cualquier cosa, y tocar sin medida tanto el ano que queda
expuesto, como las tetas que bailan libres en su pecho. El galope lo hice
intenso. Le daba con intensidad pero con cuidado de no herirla. Y mi victoria
llegó cuando Gloria comenzó a suspirar. La imaginaba con los ojos cerrados,
negándose a lo que ya no podía frenar. Su culo a dos manos lo sostenía para
entregarse mas profundo a mi falo, una y otra vez, hasta que ningún gemido
me detuvo. Era una fiera, un animal que poseía esta diosa, y ella redimía
todos sus pecados en el placer que yo le estaba dando. Suspiraba una y otra
vez, yo también podía darle lo que su amante, y ella me imaginaba como a él,
pero no, me la servía a lo bestia, rebotando desde su matriz a mis bolas,
rozando a reparir nuestros sexos, sintiendo el masaje estrecho que nos otorga
la piel en su area mas sensible. Calido, ardiendo, profundo. Ella quería su
orgasmo. Yo estaba en este juego real, gracias oh bendito computador,
permíteme llegar mas adentro de su secreto, de poseer todos sus sueños, toda
su lujuria desbocada en este furioso viaje genital a los gemidos y al goce….

-dame,..dame…mierda….esta… esta bien….sigue…


sigue…..ooohhh,ooohhhh-

Gritaba Gloria. PAF PAF PAF PAF, rebotaba la piel. Estaba mojada, los
fluido permitieron penetrarla de buena manera. Logró su orgasmo. Yo el
placer de follarmela. Derramada en la cama, continuó suspirando su placer un
rato mientras yo me vestía. Debía irme a casa. A continuar soñando con ella,
con otro orgasmo en otra ocasión.

y que haces…? Te vas…conchetumadre…me vas a dejar así?....- inquirió


la bella completamente poseída y hambrienta de mas sexo.

Asi es, espero que ahora también me desees, amorcito, ya no publicaré tus
folladas, las usaré para cuando tenga ganas. Por ahora, toma, te devuelvo uno,
y no se te vaya a ocurrir decirle al Fido. Ahí si que te cago. Me entendiste?-

Ni yo podía creer lo que dije. Me merecía un Oscar. Ella quedó


estupefacta sin decir nada. Furiosos ojos me contemplaban con ira. Luego fue
vergüenza, eso de que yo supiera de ella muchos secretos y de que le hice
lograr muchos gemidos pese a que esto era forzado. Recordó su imagen de
buena niña, y no chistó mas nada. Sabía cual era su lugar. Yo era su amo y
ella mi perra. Estaba listo para garantizarme folladas un buen rato, o bueno, al
menos hasta que esto terminara.

Con el tiempo ella terminó con el Fido y seguimos siendo todos muy
buenos amigos. Yo baje un par de kilos, ella me llamaba cuando quería ser
socorrida, y yo a ella. Quien iba a imaginar que fuera el propio Fido el que se
vengaría de ella por Internet. Ja. Las vueltas de la vida. Jamás nadie tampoco
iba a imaginar que un gilipollas como yo, mas bien feo y gordo podría
cogerse cuando quisiera este joya de mujer. Así es la vida. Cada cuanto se
deja caer una de sus migajas en mi miserable existencia. Y la belleza de
Gloria me ilumina, cuando creo que todo se vuelve un oscuro laberinto de
mierda del que preferiría huir con la muerte o evadirlo jugando horas infinitas
frente al computador. Quien sabe, en una de esas, logro extorsionar aunque
sea de mentira, a otra perra.
Relato XVII
Hacía casi dos años que vivía con mi novio, pero desde hace seis meses
nuestra relación iba de mal en peor. Y no es que discutiésemos ni nada de
eso, simplemente nos ignorábamos. Hablábamos poco entre nosotros y
apenas follábamos (bueno, habían transcurrido dos meses desde nuestro
último coito, para ser concreta). Pero lo peor de todo es que nos habíamos
acostumbrado a comportarnos con tanta abulia que semejábamos dos peces
en un vaso de agua que se cruzan y se entrecruzan sin dirigirse la palabra.

La primera señal seria de alarma surgió cuando una tarde lo sorprendí


masturbándose en el cuarto de baño mientras ojeaba una revista de tías en
pelotas. Él se cortó de inmediato –esa tarde yo había quedado con unas
amigas y se suponía que no llegaría hasta la noche– y yo me quedé muda por
completo. Pero no nos dijimos nada. "Bueno, los chicos son así", me dije,
"les gusta hacerse pajas, no hay nada malo en ello". Pero aquel desliz que creí
ocasional, con el tiempo empezó a convertirse en algo más que habitual. Por
las noches, tras acostarnos, en vez de pegarse a mí o acariciarme con
impudicia, como se supone que debe actuar una pareja, se agarraba la polla
con su mano derecha y comenzaba a cascársela como si estuviera solo en la
cama. Y lo peor es que a mí aquello me daba absolutamente igual.

Así que decidí que había llegado el momento de acabar con esto: una
mañana fría de marzo hice la maleta y me fui de casa. El problema principal
se me presentó de inmediato: ¿adónde ir? A casa de mis padres, jamás. Ya
había reñido con ellos cuando me fui a vivir con mi novio. Regresar
derrotada hubiera significado darles la razón. Entonces pensé en María, mi
hermana.

María era tres años menor que yo, pero –he de reconocerlo públicamente–
mucho más espabilada. Dos meses después de que yo me fuera con mi novio,
ella abandonó también el hogar paterno, pero para irse a vivir sola. Y todavía
seguía viviendo de la misma manera, independiente y osada. Así que no me
lo pensé dos veces y la llamé por teléfono.

–María, escucha: he roto con Adolfo. Me he ido de casa. Las cosas no


iban bien entre nosotros. Bueno, ya te contaré. Pero ahora necesito un lugar
adonde ir. ¿Podrías alojarme en tu casa hasta que encuentre algo que me
pueda permitir yo sola?

Noté que María dudaba, y por un momento pensé que iba a contestarme
que no. Pero al fin y al cabo era mi hermana, y yo me encontraba en una
situación muy difícil.

–De acuerdo –contestó–, puedes venirte por aquí cuando quieras. No voy
a salir en toda la mañana.

Quince minutos después ya estaba llamando a su puerta. ¡Tenía tantas


cosas que contarle…! María y yo habíamos estado muy unidas de pequeñas,
pero al llegar a la adolescencia la vida un tanto disipada de mi hermana hizo
que nos separáramos antes. Por ese motivo, ahora estaba muy ilusionada con
la posibilidad de recuperar la vieja relación que tanto nos unió.

–Antes de nada –me dijo ella cuando me enseñó la habitación que durante
unos días iba a se la mía–, es imprescindible que sepas algo. Y espero que no
me juzgues por ello.

Yo estaba realmente contenta por haber roto con Adolfo y sobre todo por
irme a vivir junto a mi hermana, a la cual idolatraba como a una diosa. Sabía
que desde que se fue de casa llevaba una vida absolutamente independiente,
así que lo que me fuera a decir la verdad es que no me importaba demasiado:
María me merecía todos mis respetos.

–Aunque siempre os he dicho que trabajaba como secretaria, la verdad es


que no me dedico a eso. Bueno, estuve de secretaria un par de meses nada
más irme de casa. Pero mi verdadero trabajo, el que me permite vivir de esta
manera, es otro: soy prostituta.

A tanto, sinceramente, no estaba yo preparada: ¡mi hermana era puta! Me


debí quedar tan lívida que ella se sintió obligada a darme más explicaciones.

–Ya sé lo que vas a pensar de mí, pero te rogaría que no me juzgases


precipitadamente. Puede que no encaje en tu valor moral de las cosas, pero te
aseguro que es mucho menos duro que cuando trabajaba de secretaria. Aquí
soy mi propia jefa, trabajo lo que quiero y gano muchísimo más. Además,
esto que ves no sería posible de otra manera –y se giró hacia la casa para
mostrarme el esplendor y el boato con el que vivía.

No me fue fácil sobreponerme a aquella noticia inesperada. Me dije que


la vida de María era cosa suya, sobre la cual no me correspondía opinar, e
intenté convencerme de que, en efecto, ser prostituta no es mejor ni peor que
muchos otros trabajos. Pero aún así me dolió ver a mi adorable hermanita
pequeña convertida en una ramera, en una vulgar puta que vende su cuerpo a
cambio de dinero. Y ni siquiera sabía entonces en qué medida aquello iba a
afectar a mi vida.

Cuando me encontró algo más calmada, me explicó que la mayor parte de


las veces trabajaba fuera de casa, pero que en ocasiones también traía aquí a
sus mejores clientes. Sobre esto último, me dijo que no debía preocuparme:
se comprometió a que cuando fuera a venir con alguien, previamente me
llamaría por teléfono para avisarme. Durante ese tiempo, debía quedarme
recluida en mi habitación y no salir por nada del mundo. Esa fue la única
condición que me puso que acogerme en su casa. Y yo, un poco triste pero
sin otra alternativa posible, acepté sin rechistar. A partir de ahora, haría mi
vida junto a una prostituta: mi propia hermana.

Me instalé en una de las habitaciones de la casa, un dormitorio amplio y


bien amueblado. "Es la habitación de las visitas", me explicó, "aquí nunca
follo con nadie". No me gustó oír esa palabra en boca de mi hermanita, pero,
bueno, "a cosas peores habré de acostumbrarme", me dije.

Durante la primera semana de convivencia, las cosas marchaban con


normalidad. Por las mañanas comíamos juntas (María nunca se levantaba
antes de las doce, como es fácil comprender), y los días más madrugadores
incluso nos íbamos de compras. Por las tardes, sobre las ocho o las nueve,
María variaba completamente su atuendo y se vestía tan maravillosamente
que ni la modelo más despampanante hubiera podido hacerle sombra. Era
entonces cuando comenzaba su jornada de trabajo.
El teléfono sonaba muy a menudo, y como es lógico, siempre lo cogía
ella. La primera noche que vino a casa con alguien yo me intranquilicé
mucho. Como habíamos quedado, antes me llamó por teléfono anunciándome
la visita, así que me recluí en mi habitación como una monja y traté de hacer
el menor ruido posible. La verdad es que las paredes de la casa estaban muy
bien insonorizadas, porque me costó oír el más mínimo ruido. Cuando el
hombre se marchó, salí un tanto nerviosa de mi cuarto, pero apenas tuve
tiempo para intercambiar dos o tres frases con María. "He quedado con un
cliente", me dijo, "debo darme prisa".

Las horas se me hacían enormes en aquella casa silenciosa y vacía. Yo


seguía sin encontrar trabajo, aunque debo adelantar que todavía no me había
puesto a buscarlo en serio, y apenas hacía otra cosa que ver la tele y leer
novelas; aún andaba un tanto "depre" por mi ruptura, y además, he de
confesarlo, aquella vida de ocio y apatía me gustaba.

Cierta tarde, estaba yo viendo la televisión tranquilamente, como hacía a


menudo. María hacía rato que había salido de casa. Estábamos en verano, así
que iba yo en ropa interior: tan sólo llevaba puestas unas finas braguitas de
algodón y una breve camiseta (siempre he sido un tanto pudorosa y me da no
sé qué ir completamente desnuda, como si alguien pudiera avistarme a través
de la ventana). Ponían en la tele una película de Richard Gere, mi actor
favorito, y en cuanto finalizara estaba dispuesta a irme a dormir.

De repente, el ruido de una llave abriendo la puerta me sacó de la


concentración. Pensé que María había regresado a casa antes de lo previsto, y
la verdad es que me alegré de poder pasar una noche juntas las dos. Así que
salí corriendo al pasillo a recibirla y cuál no fue mi sorpresa cuando vi que
venía con alguien más, un señor muy elegante y apuesto que entró tras ella.

Yo me quedé completamente cortada, no supe qué decir. Habíamos


quedado en que si venía con alguien me llamaría antes por teléfono, pero no
sé por qué motivo en esta ocasión no lo había hecho. Al instante sentí
vergüenza de que aquel hombre me viera en ropa interior, pero pensé que
hubiera sido una chiquillada esconderme a toda prisa o cubrirme como una
pacata.

–Mi hermana Merche –me presentó sin muchas dilaciones–. Daniel, un


amigo.

Sonreí con cara de tonta y le di dos besos con todo el recato del mundo.
Mis pezones son considerablemente eréctiles, y me di cuenta demasiado tarde
de que sus "huellas" habían quedado fuertemente marcadas bajo la tela de mi
camiseta.

–Ahora mismo me iba a dormir –dije con evidente azoramiento, y


colorada como un tomate me metí en mi habitación.

La verdad es que estaba un poco molesta con mi hermana por no haberme


avisado a tiempo de que venía acompañada. Sin embargo, debía reconocer
que el hombre que había traído consigo era realmente apuesto, guapo, muy
atractivo. "No tiene mal gusto mi hermanita con sus clientes", me dije; "si
todos fueran así, hasta a mí misma no me importaría hacer de puta".

Después de aquella frivolidad, que por supuesto ni yo misma me creí, me


metí en la cama y traté de dormir, pero me había alterado tanto que me
resultaba imposible coger el sueño. Lo cierto es que estaba un tanto excitada,
y con solo pasar la yema de mis dedos sobre el clítoris sentía vibrar por
dentro como una endemoniada. Sólo con recordar el momento en que había
aparecido medio en pelotas ante aquel tipo, el clítoris se me endurecía como
un hueso de oliva. En ese momento, alguien dio unos golpes en la puerta e
interrumpió mi soliloquio amoroso. Encendí la luz: era mi hermana.

–Merche, escucha, tengo que proponerte algo.

Estaba nerviosa, lo cual no era habitual en ella. Yo ni siquiera quise


pensar en lo que iba a proponerme.

–Ya sé que a simple vista puede parecer algo indigno o bajo, impropio de
ti, pero al menos piénsalo un poco, ¿vale? –hizo una pausa y continuó–.
Tienes la oportunidad de ganarte 500 euros esta noche por no hacer casi nada.
Míralo de ese modo. Daniel me ha dicho que si tomas parte tú también, nos
dará 1000 euros a las dos. Yo cobro 150 por sesión, así que esto está muy por
encima de mis tarifas habituales. Pero si te niegas, se irá y no me pagará
nada. ¿Te haces cargo?

Yo traté de mostrarme ofendida, aunque la verdad es que no lo estaba en


absoluto.

–¿Me estás proponiendo que me acueste con ese tío? ¿Eso quieres decir?

–Escucha, Daniel quiere un trío, aunque le he dejado claro que tú no eres


prostituta y que por lo tanto no estás dispuesta a todo. Mira, a lo mejor con
que se la chupes un poco vale, no sé, no es de los más exigentes.

Yo debía mostrarme indignada, ofenderme hasta el límite. Sin embargo,


lo cierto es que en ningún momento había perdido el control de mis
emociones. Bien mirado, se trataba de ganar 500 euros por chupársela a un
tío al que, además, en otras circunstancias no me hubiera importado hacérselo
gratis. ¿Qué había de malo en ello si además me sacaba unos dinerillos?

–Pero yo no soy ninguna puta, María, yo no hago eso por dinero.

–Bueno, ¿y qué diferencia hay entre hacerlo gratis y hacerlo por dinero?
Te estoy hablando de 500 euros por un rato, piénsatelo bien. Creo que merece
la pena.

María me llevó de la mano hasta su dormitorio sin permitir que me


vistiera ("le has gustado así como vas", me dijo), donde nos esperaba aquel
tipo, tumbado en pelota picada sobre la cama, con su polla todavía no del
todo enhiesta pero lo suficientemente amenazante y prometedora (me gusta
ver las pollas de los tíos antes de que se pongan duras; me gusta su forma, el
detalle de sus músculos, su glande apenas entrevisto bajo la piel del prepucio,
sus venas azuladas, los huevos que rugosos y peludos… Sí, me gusta ver tíos
en pelotas, soy un tanto "salidorra"). María le dijo que yo había aceptado,
pero que no estaba dispuesta a hacer de todo.
–Está bien –dijo él–, pero seguro que sabe más de lo que aparenta.

Mi hermano comenzó a desnudarse delante de los dos. Lo hacía con


extremo celo, marcando cada movimiento, afinando cada gesto. Yo no sabía
qué hacer; hacía mucho tiempo que no veía a María desnuda (creo que desde
que éramos adolescentes), y he de reconocer que en este momento lucía un
tipo de los que quitan el hipo. Después, se acostó junto al hombre y comenzó
a sobarle la polla y los huevos y a besarle con cierta lujuria en la boca. Yo
estaba inquieta, fuera de mi mundo, incapaz de mover un solo músculo de mi
cuerpo. Todavía no sabía lo que aquel hombre pretendía de mí, pero por un
momento sentí envidia de mi hermana.

La polla del hombre comenzó a crecer en centésimas hasta convertirse en


una auténtica barra de acero. ¡Dios, cómo me gustaba su porte, su fortaleza,
su poderío brutal! Incluso me dije que aquella musculatura era mucho más
gruesa de lo que mi coño admitiría: desde luego no estaba acostumbrado ha
medidas como aquella.

He de decir que entretanto María se comportaba con una maestría


innegable: se mostraba cariñosa y atenta, suave, melosa, un experta en llenar
de caricias el cuerpo de su partenaire. Su boca era poderosa e incansable, y su
lengua dúctil e lasciva. Y yo allí, de pie, absorta, contemplando impávida
cómo aquel hombre le metía de golpe a mi hermanita pequeña tres dedos en
su coño húmedo ya como el océano. En fin, que no estaba acostumbrada a
eso. Todavía mi pudor me impedía aceptar como algo natural que se follaran
a mi hermana delante de mis ojos.

Entonces ella se giró hacia mí y me dijo:

–Ven, acércate. Quiere que se la chupes.

No sé la imagen que estaría dando de mí misma, en braguitas y camiseta,


con cara de lela, sin saber cómo comportarme: si quitarme la ropa y
quedarme en bolas también, o arrodillarme sin más y meterme aquel pedazo
de carne violadora en mi boca. Así que de repente me sentí ridícula, ridícula y
estúpida. ¿Cómo podía ser tan cortada? ¿Qué iban a pensar ambos de mí?
Con la de tíos que me había llevado ya por delante…

–Ven, no tengas miedo. Estoy seguro de que lo vas a hacer muy bien –
dijo él, tal vez para ayudarme a ganar confianza.

Así que, tímida y nerviosa, casi como una colegiala asustadiza, me


arrodillé ante la polla vibrante de aquel hombre y empecé a lamérsela como
mejor supe. Me sorprendió la tersura y solidez de su piel, así como su
encomiable dureza. De vez en cuando, yo levantaba la vista hacia arriba y
veía sus ojos sonrientes hacia mí, lo cual me resultaba alentador, y veía
también el rostro satisfecho de María, como si estuviera orgullosa de su
hermana, contenta de cómo complacía los deseos de aquel hombre que no en
vano era su cliente.

Tengo que admitir que cada vez disfrutaba más introduciéndome aquel
falo rígido en mi boca, paladeando sus hechuras, sorbiendo su glande,
agitando su piel. Bueno, después de todo, chupársela a un desconocido no era
algo tan terrible. Tenía que evitar, eso sí, que se corriera en mi boca: el sabor
amargo del semen es algo que nunca he soportado.

Entonces, mi hermana María se separó unos metros de nosotros y se vino


hacia mí. Yo seguía chupando aquel pollón con todo mi empeño, y ni siquiera
dejé de hacerlo cuando mi propia hermana empezó a bajarme las bragas hasta
liberar mi coñito de sus ataduras. Entonces me tomó por los hombros y alejó
mi boca de su polla, para a continuación acostarme con suavidad sobre la
cama y abrirme las piernas de manera que mi conejito quedara libre y
dispuesto para las acometidas de su cliente. No era eso en lo que habíamos
quedado, pensé, pero en ese momento ni siquiera me importó. Daniel se
aproximó hasta mí blandiendo su polla como una lanza en el instante de la
batalla y me la metió bien metida consiguiendo que al primer envite me
estremeciera de placer.

–¿Qué me dices? –oí que le preguntaba mi hermanita–: ¿merece o no


merece la pena?

¡Dios, qué sacudidas! Parecía que me estuvieran electrocutando. Nunca


me había corrido de aquella forma, nunca había tenido tantos orgasmos
seguidos con una sola penetración. Mientras tanto, María comenzó a
quitarme la camiseta, dejando mis pechos al aire. A continuación, la boca del
hombre cayó sobre mis pezones con la fiereza de un ave de presa y comenzó
a mordérmelos con la codicia de un hambriento. Nunca en mi vida había
gozado tanto como en aquel momento, jamás una polla me había hecho
estremecerme de aquella forma. Buf, ya ni recuerdo todos los orgasmos que
tuve.

Entonces noté cómo su polla explotaba en mi interior, como se corría


dentro de mí y unía sus espasmos a los míos, convergiendo al unísono con mi
propio estallido corporal. Sentí que todo mi coño se había inundado con su
leche, que me había llenado de esperma, que sus líquidos habían pasado a
morar dentro de mí.

Bueno, por 500 euros, desde luego que había merecido la pena. ¡Y hasta
gratis también! Y había de reconocer que el que mi propia hermana pequeña
hubiera estado presente ayudó lo suyo a generar en mí aquel estado brutal de
excitación incontrolada.

Entonces María sacó de no sé dónde una pequeña venda y me la puso


alrededor de los ojos. Estaba tan extasiada, tan agotada por el momento
sublime que acababa de vivir, que ni siquiera me opuse.

–¿Qué vas a hacerme? –pregunté tímidamente.

Entonces el hombre sacó su polla de mi interior y sentí que las manos de


María me incorporaban hacia delante. De repente, la misma polla que había
tenido antes en mi boca volvía a mis labios coronada, eso sí, de un semen
pegajoso y amargo que inundó de su áspero sabor mis papilas gustativas.

–Le gusta que se la devuelvan tan limpia como la ha traído –oí que decía
María. Así que volví a chupársela de nuevo, y de nuevo volví a sentir la
dureza extrema de su miembro presionar sobre mi lengua, volví a palpar las
formas prominentes del glande recubiertas ahora por una espesa capa de
esperma. Aquel sabor me seguía resultando tan desagradable como lo había
sido siempre, pero en esta ocasión noté un matiz nuevo, un gustillo un tanto
diferente que poco después logré identificar como procedente de mi propio
flujo, el cual también se había adherido a su piel y había dado lugar a un
aroma nuevo, único, indescriptible: el sabor de nuestros respectivos placeres.

Y de tanto chuparla, aquella polla volvió por sus fueros, agigantándose


mágicamente en mi boca, como un muerto que vuelve a la vida tras un "boca
a boca". Entretanto, María me había sujetado las manos a la espalda,
convirtiéndome en un simple pelele en manos de dos mentes perversas.
Cuando el hombre sintió su polla otra vez en forma y limpia ya de jugos,
María me tomó del brazo y me puso de rodillas sobre la cama de cara a la
pared. Después inclinó levemente mi torso hacia delante. Tampoco me resistí.

–No tengas miedo –me dijo–, todas hemos pasado por esto, y al final a
todas nos acaba gustando.

Noté su saliva caliente sobre mi ano, y también sus pulgares rudos


abriéndome el agujero como para exhibirlo en una exposición. Yo tragué
saliva; hubiera debido negarme, gritar que me dejaran en paz, que no me la
metiera por el culo, que nunca me habían violentado ese agujero y que me
daba miedo que lo hicieran. Pero callé, porque al mismo tiempo deseaba que
me dieran por ahí, quería probar lo que se siente cuando te rompen el ano con
una polla tan inmensa como la de aquel hombre.

Me dolió mucho al principio, aun cuando los primeros envites fueron


leves y cuidadosos. Me dolió que me forzaran el esfínter, me dolió el tamaño
inmenso de aquel órgano rozando las paredes estrechas de mi intestino. Pero
aún así, y con todo, gocé como una perra, como una puta sin principios ni
normas, como una ninfómana que sólo busca tener sus orificios bien repletos
de carne masculina, como una esclava entregada a los caprichos de su amo. Y
cuando el agujero se hubo abierto lo suficiente, sentí su polla entera llegar
hasta el fondo, sus nosecuántos centímetros de eslora entrar una vez tras otra
en mi intestino, llegar hasta lo más profundo de mí dignidad, entrar donde
ninguna polla había penetrado jamás. Y al mismo tiempo noté cómo otros
dedos comenzaban a pellizcarme los pezones erectos y sensibles, y supe que
esos dedos no eran de Daniel sino de mi hermanita, y eso me excitó aún más
y llenó mi coño de flujo irreprimible, pero sobre todo me puse a gemir como
una desaforada cuando la lengua experta y prodigiosa de María se empleo
con frescura sobre mi clítoris erecto, provocándome innumerables espasmos,
logrando que me ahogara en mi propio éxtasis, dominada por una corriente de
orgasmos que me elevó hasta niveles de placer nunca antes alcanzados.

Esta vez el hombre no se corrió en mi interior. Sacó antes la polla de mi


culo y dejó que el esperma caliente cayera sobre mi espalda. Luego sentí la
lengua de María sobre mi piel, recogiendo con cariño todo el semen aún
caliente para tragárselo como si de alimento divino se tratara. Yo estaba rota,
agotada, hundida a causa aquellos arrebatos orgiásticos. Pero ¡Dios mío,
cómo disfruté, cómo gocé con mi cuerpo y con aquella explosión de
sexualidad incandescente! Estaba como ida, ya ni sabía lo que hacían
conmigo.

Al final, María liberó mis ojos. Me dijo que había estado magnífica, que
incluso la había sorprendido. Yo no dije nada. Toda palabra estaba de más,
hubiera reducido aquellas sensaciones vividas tan intensamente a algo falso,
ridículo, vacío de sentido. Fue realmente magnífico. Inolvidable. Con eso
basta.

Ahora, María y yo formamos una pareja magnífica. Clientes no nos


faltan, y aunque cobramos caro, los hombres saben que lo valemos. No hay
putas en esta ciudad como nosotras dos: las hermanitas promiscuas, las
hermanitas sedientas y procaces, las devoradoras de pollas, las hacedoras de
orgasmos. Esas somos María y yo: las putas más incombustibles de la ciudad.
Relato XVIII
Comenzare diciendo que mi vida es la de una persona normal, salvo que
tengo una pequeña hija, que es fruto de mi primer experiencia sexual de mi
adolescencia, que se ha convertido en la razón de mi vida, ella cuenta con
casi 19 años, ya que en diciembre los cumplirá, su nombre Ingrid, hoy
vivimos en una Unidad Habitacional ya que hasta dos años atrás siempre
vivimos con mi madre, cuento ahora con una posición económica
desahogada, que nos permite de vez en cuando divertirnos y salir a pasear.

Ingrid como toda adolescente es alegre e inquieta, es una criatura que ya


empieza a tomar forma de una mujercita, al igual que sus amiguitas y
compañeras de la secundaria, en ocasiones mi casa parece un salón de fiestas,
invita a sus amigas a la casa ya sea para realizar trabajos de la escuela o para
divertirse platicando de cosas de su edad.

Bueno ya les di antecedentes de mi vida, ahora empezare a relatarles lo


que sucedió hace apenas unas semanas; llegue a casa como a las 7:30 P. M.,
se encontraba charlando con una amiguita vecina de la Unidad, de nombre
Lucero.

-Yo: Hola buenas noches…

-Ingrid: Hola Papi…

-Lucero: Buenas señor…

-Yo. Que hacen?

-Ingrid: Terminando la tarea papi…

-Yo: Bueno las dejo voy a darme una ducha…

-Ingrid: Si pa…

-Lucero: Pase señor…


Subí a la parte superior de la casa, entre a mi recamara y saque de los
cajones la ropa que me pondría después del baño, me metí bajo la regadera
para volver a la vida, ya que la tierra y el polvo que dejan en mi cuerpo la
construcción hace que uno se sienta incomodo, cerré la llave de la regadera y
me dispuse a ponerme la ropa, algo holgada para que después de cenar me
fuera a mi habitación ver algún programa y descansar.

Cuando iba de bajada, escuche que Lucero casi como un susurro le decía
a mi hija todavía aguanta un piano tu papá, al escuchar que descendía yo por
la escalera su platica solo se volvió en una serie de risitas entre ambas, yo no
le di importancia y baje.

-Yo: Ya cenaron?

-Ingrid: Mas al rato…

-Lucero: No…

-Quieren algo?

-Ingrid: Pizza, pa…

-Yo: Otra ves…

-Si pa, una hawaiana con doble queso… si?

-Yo: Pídela pues…

Me senté en un sillón frente a ellas, Ingrid con alegría tomo el teléfono


para hacer el pedido busco la propaganda de la mesita del teléfono y comenzó
a marcar, yo vi de frente a Lucero y le pregunte:

-Yo: Como van las clases?

-Lucero: Bien señor…


-Yo: me da gusto y de calificaciones?

- Lucero: Mas o menos… pero matemáticas se me hace difícil…

-Yo: Si en algo te puedo ayudar, tú me dices…

-Lucero: De verdad señor, yo si le tomo la palabra…

-Yo: Claro que si Lucy…

-Lucero: Puede ser mañana señor?

-Yo: Pero después de las 2 ya que tengo que ir a la obra porque es día de
pago

-Lucero: Si esta bien señor se lo agradezco

-Yo: Bueno, mañana entonces.

Ingrid ya había pedido la pizza, se sentó y hablamos de lo mismo y de


cómo había sido el día, llego la pizza cenamos e Ingrid se retiro
despidiéndose de mi hija y de mi con un beso en la mejilla, subimos a
nuestras recamaras y a la mañana siguiente aún deje dormida a mi hija y salí
al trabajo, paso muy rápido el día entre indicaciones de los trabajos
pendientes y el pago de los trabajadores, ya cuando me percate del tiempo
habían pasado las 2 de la tarde, subí al auto para regresar a casa, cuando
llegue estaba Lucero y ahí me recordé que le había dicho que la ayudaría con
sus problemas de matemáticas, ya pasaba de las 3 de la tarde.

-Yo: Una disculpa pero había muchos pendientes

-Lucero: No se preocupe

-Ingrid: Hay papi te pasas, se te olvido


-Yo: No… pero se paso el tiempo… pero comemos y recuperamos el
tiempo… ok?

-Lucero: Si señor no se preocupe

Un poco después nos encontrábamos comiendo, algo censillo y fresco


ensalada de vegetales y pollo rostizado, ya que el calor de la temporada lo
ameritaba, terminamos e Ingrid levanto los platos y demás enceres que
habíamos utilizado, así que le dije a Lucero que si pasábamos a la sala o en el
comedor empezábamos a ver las dudas que tenia con matemáticas, ella
prefirió siguiéramos en el comedor para aprovechar la mesa, fue por un libro
y una libreta para que comenzáramos, me explico que no entendía muy bien
las ecuaciones, yo estaba en la parte de una de las cabeceras de la mesa y ella
se sentó en el costado izquierdo de mi, comencé a ver los ejercicios,
recordando mis tiempos de estudiante, Ingrid termino su labor, se acerco y
me dijo que si podía ver la televisión mientras nosotros trabajamos, asentí
con la cabeza, ya que estaba ensimismado en los ejercicios, se retiro y
comencé a preguntar que es lo que no entendía Lucy.

-Yo: Que es lo que no entiendes…?

-Lucy: como se despejan las incógnitas…

Comencé a explicarle y Lucy se acerco para ver mejor, sentía su frágil


figura cerca de mi, un aroma de niña llegaba a mis narices, se acerco tanto
que hubo un contacto inesperado, sentí su costado en mi brazo, ella dirigió su
mano hacia el cuaderno para señalar lo que no entendía y en esos
movimientos alcance a sentir como sus pequeños pechos rozaban mi brazo y
sin querer sentí un estremecimiento, ella volteo su cara hacia mi, yo la mire y
hasta ese momento me percate de su carita angelical, ella sonrió, quizá por la
expresión de mi cara, yo salí del trance y le trate de explicar, ella se
concretaba mas a mi cara que a poner atención a lo que yo decía.

-Lucy: No entiendo muy bien…

-Yo: Concéntrate y veras como lo entenderás…


-Lucy: Si señor…

-Yo: Bueno sigamos…

-Lucy: Ingrid se quedo dormida…

Voltee la cara hacia la sala y me di cuenta que en verdad estaba


profundamente dormida.

-Yo: Bueno en lo que estamos…

-Lucy: puedo sentarme…

-Yo claro que si, tú te levantaste de lasilla…

-Lucy: No en la silla… en su pierna para ver como hace los ejercicios…


puedo…?

-Yo: Eh… no creo que estuviera bien…

-Lucy: Por qué…?

-Yo: Que diría tu mami… si lo supiera… se puede molestar…

-Lucy: Yo no diría nada e Ingrid esta dormida… si puedo…

-Yo: Ok, pero nada de comentarios, ni con Ingrid

-Lucy: Se lo prometo…

Se acomodo en mi pierna izquierda, sentí su cuerpecito, el calor que me


proporcionaba de sus nalguitas me hizo reaccionar, sentía que mi pene se
rectaba, pero seguí con la clase de matemáticas, pero parecía que a ella le
interesaba otra cosa, ya que poco a poco se iba mas al centro de mi cuerpo,
yo estaba ya distraído y casi con una erección total, ella inclino su cuerpo
hacia atrás, quedando su nuca en mi nariz, y su culito en mi verga que en ese
momento estaba al máximo, se inclino hacia delante y restregó su culito sin
recato en mi verga, volteo y me planto un beso en los labios, yo no lo
respondí por la sorpresa, y la aleje de mi.

-Yo: Esto no esta bien Lucy…

-Lucy: Por qué no?

-Yo: Eres una niña… y amiga de mi hija… bueno no esta bien y ya…

-Lucy: No tan niña… ya tengo 18 años… y me gusta usted…

-Yo: Es que podrías ser mi hija… comprende…

-Lucy: Pero afortunadamente no lo soy…

-Yo. Pero no puede pasar nada…

Ella avanzo hacia mi, yo seguía sentado y agarro mi cabeza con sus
manitas, plantándome un beso en los labios, yo no sabia que hacer, solo
voltee la cara y me di cuenta que mi hija estaba totalmente dormida en una
posición fetal, volví la cara y de nuevo vi su angelical carita, mezcla de
inocencia y picardía, no me pude contener y a bese, ella correspondió al beso,
no se cuanto duro, pero cuando nos separamos aspiramos una bocanada de
aire, ya en ese momento esa criatura había logrado ponerme a mil, ahora la
tome por su diminuto talle y la atraje, propinándole otro beso de larga
duración.

-Yo: No esta bien esto Lucy

-Lucy: No le gusto?

-Yo: Si Lucy, por eso te digo que no esta bien, yo soy una persona
mayor… y tu una nena.
-Lucy: Pero que importa la edad… usted me encanta… y me gusto esto…

-Yo: Puede despertar Ingrid… imagínate que pasaría… mejor


olvidémoslo…

-Lucy: Uno más por favor… no va a despertar… si, se lo suplico…

Ella vino a mi, se prendió de mis labios y le correspondí, repego su


vientre en mi verga, comencé a sentir palpitaciones en mi pene, ella también
las sentía, se movía de un lado para otro y de arriba abajo, comencé a
acariciar su espalda, llegue en un momento a su culito redondo, ella
suspiraba, sin pensar subí su faldita y comencé a sentir sus carnes y sus
pantaletitas, fui mas arriba y sentí el resorte de su pantaleta, intruducí un poco
mi mano en su culito, llegue a la separación de sus nalguitas y toque con la
punta de mi dedo medio su ano, ella en ese momento se estremeció y aflojo
su cuerpo, prueba de que había llegado su orgasmo, la incorpore y tome su
mano, me incorpore y con un ademán le hice saber que no hiciera ruido, ella
asintió con la cabeza, la fui llevando a la parte de arriba de la casa, abrí con
cuidado la puerta de mi habitación, nos introducimos y cerré la puerta, la
senté en la cama y yo a su lado, acaricie su angelical carita y con la misma
mano la acerque a mis labios por su barbilla, ella se prendió a los míos y
comencé a acariciar su frágil cuerpo, ella me abrazaba frenéticamente, yo no
dejaba de acariciar su cuerpo, metí mis manos por entre nuestros cuerpos y
empecé a desabotonar su blusa, ella también metió las suyas y desabotonaba
mi camisa, la separe y termine con su labor y ella con la mía, vi por primera
vez sus pechitos a través de su brasier, estire mis manos y desabroche su
brasier, con un movimiento ella dejo caerlo y me di cuenta que eran dos
peritas que invitaban a saborearlas, las bese y casi las desaparezco en mi
boca, eran dos pechitos casi rosaditos con unos pequeños pezones color
marrón que contrastaban con su piel.

-Lucy: Te gustan…?

-Yo: Si, están lindos y deliciosos…

-Lucy: Son tuyos tómalos…


-Yo: Si nena, gracias…

-Lucy: Chupalos ya, mamalos… comételos… son para ti…

-Yo: Gracias nena… gracias…

Los chupe por unos minutos, luego bese su cuello, su boca, su carita,
luego fui mas abajo, volví a besarlos y a chuparlos y comérmelos, luego baje
para besar su vientre, ella se retorcía ya acostada en la cama, cuando volví a
sus pechos ella volvió a experimentar otro orgasmo, yo sentía mi verga a su
máxima expresión, me senté al lado suyo para que pasaran sus espasmos,
cuando se repuso se incorporo y se quedo viendo mi bulto que decía el grado
de excitación que tenia, ella sonrió y llevo su mano a mi bragueta, bajo el
cierre y aflojo el cinturón, metió su manita dentro e hizo contacto con mi
pene.

-Lucy: ¡OH! esta duro y grande… me gusta como esta…

-Yo: Sácalo…

-Lucy: Claro… ahora será mi caramelo… tu ya tuviste los tuyos… je, je,
je

-Yo: Si, pero ya…

Saco mi verga, ella abrió los ojitos, luego se inclino y comenzó a besar mi
verga, luego la chupo como si fuera lamiendo un helado, no era muy experta
mamando, pero con sus movimientos yo ya estaba a punto de explotar, ella
siguió en su labor y cuando lo estaba chupando explote como hacia mucho no
o hacia, parte de mi semen acabo en su boquita y otra parte escurría por su
barbilla y parte de su cuello, era espectacular ver esa carita angelical llena de
mi semen y que saboreaba con su lengua el esperma que estaba a su alcance.

-Lucy: Umm, sabe raro, pero esta buena esta lechita que sacaste… que
es…?
-Yo: Es mi semen linda…

-Lucy: Esta bueno… me gusta… te gusto lo que hice…?

-Yo: Si linda estuvo muy rico…

-Lucy: Esta bien grade tu cosa… me gusta… solo había visto una en una
revista de la escuela… bueno que llevaron a la escuela… pensé que no era
real que un hombre tuviera una de esa tamaño y ahora ya lo creo que son
reales… puedo lamerla para limpiarla…?

-Yo: Lo deseas?

-Lucy: Claro que si…

Se arrodillo y termino por limpiarla toda, solo quedaba su saliva en mi


pene, se incorporo y me pregunto:

-Lucy: Quieres ver mi cosita…?

-Yo: Cómo?

-Lucy: Que si quieres ver esto (señalo con su mano su vagina)…

-Yo: Si me encantaría nena…

Ella volteo su faldita para que el cierre quedara al frente, yo sentado en la


cama esperaba, su faldita callo al suelo, ahí estaba su pantaletita desajustada
de color crema, que bello espectáculo, bajo poco a poco su calzoncito,
aparece su virginal monte de Venus perlado por un escaso pelambre castaño,
me quede pasmado, era una imagen que nunca había soñado.

-Lucy: Te gusta…?

-Yo: Que si me gusta… me encanta…


-Lucy: Quieres besarlo… o te da cosa…

-Yo: No me da cosa como dices… ven para besarlo…

Ella avanzo, la cargue y la deposite a la orilla de la cama, abrí sus


piernitas y coloque mi cara en su vagina, saque mi lengua y la dirigí a la
entrada de su rajadita, abrí con ella sus labios vaginales, introduje la punta y
sentí como se estremecía, hice movimientos en su cosita con mi lengua de
arriba y abajo, descubrí su botoncito, ella ya estaba gozando se movía y se
retorcía como una trucha que quiere escapar.

-Lucy: Mas, mas, ummm, que rico… métela mas… así mi amor, dame
mas… por favor… mas…. mas… mas, así, si, si

Yo no podía decir nada estaba ocupado en saborear su biscochito, que


tenia un sabor delicioso ya que sus venidas anteriores habían dejado un rico
saborcito, proseguí y sentí que sus líquidos vaginales llegaban, que delicia no
pare hasta dejar limpio su hoyito y ella dejo de estremecerse.

-Lucy: Que lindo sentí… es riquísimo… te quiero… te quiero…

-Yo: Te gusto… pues a mi mas…

-Lucy: Ahora quiero que me hagas mujer…

-Yo: No, dejémoslo así… el tiempo dira…

-Lucy: No, quiero ser tuya por favor…

-Yo: Cálmate ya será algún día…

-Lucy: Lo quiero ahora…

En ese momento se escucho un ruido, rápidamente comencé a vestirme,


volví a la realidad mi hija estaba en la parte de abajo, ella también se
incorporo y comenzó a vestirse, yo estaba muy nervioso, ya vestidos salí de
la recamara seguido de Lucy, mi hija se estaba desperezándose y había tirado
un vaso de la mesa de centro, nos vio extrañada y dijo.

-Ingrid: Donde estaban?

-Yo: Subimos para consultar un libro (alcance a decir)

-Ingrid: Estas muy sudoroso y Lucero muy colorada…

-Yo: Eh, es que esta haciendo calor…

-Ingrid: Y tu que Lucero, no dices que paso?

-Lucy: Lo que dice tu papá, solo subimos para ver un libro…

-Ingrid: Ok, ya aprendiste algo…?

-Lucy: Si mucho… mucho… no sabes cuanto… pero me falta aprender


mas… haber si tu papá quiere enseñarme mas…

-Ingrid: Si que eres burra yo le entiendo rápido a mi papi, con una sola
explicación
Relato XIX
Está tranquilamente el adolescente Simeón estirado en su cama
escuchando música. Es Simeón la pura encarnación del espíritu de la
juventud sin preocupaciones ni responsabilidades. Va a colegio y como
actualmente no es necesario estudiar para ir al colegio, las notas del chaval
son vergonzosas. O serían vergonzosas hace mucho tiempo, cuando estudiar
era una nota de respeto y sabiduría. Pero en los actuales planes de estudios
impuestos por el gobierno el que estudia es porque no tiene nada mejor que
hacer.

Sigamos, escucha el chaval un estilo de música que da cierta imagen del


actual concepto de conscienciamento con la sociedad que tiene; música hard-
rock. Lo que da una fiable definición de que el interés que siente el chaval
por los semejantes que le rodean es practicamente nulo. No le importan sus
padres, ni sus profesores, ni los deberes, ni la escuela, ni su país, ni en
absoluto, su futuro. Ha crecido desde los 0 años teniéndolo todo hecho y no
ve razón alguna para trabar y aprender cosas para ser un hombre de provecho.
¿Y por qué? si es todo tan fácil. Es fácil en el colegio simular que uno
estudia, tan sólo hay que mirar al profesor cuando este explica y.. sentirse
culpable cuando le entregan un examen con una nota por debajo de 5. Pero
eso no es problema pues es tan fácil como al llegar a casa colgar la mochila y
encender el equipo de música.

-In your mind-

-nothing but fear-

-you can't face life-

-or believe death's near-

Una agresiva canción suena ahora mismo del equipo de Simeón. La voz
del cantante parece imposible de conseguir sin tener una predisposición
genética para ello, o ser de otra raza.. Pero para Simeón no representa
problema seguir la canción orando la mitad de las sílabas que canta el salvaje
cantante del grupo de rock.

-Simeón: ¡betrayer! . . . . . . ¡betrayer!

Sigue el chaval, al igual que con su voz, con sus puños en el inocente
escritorio que se hizo para algo muy diferente a simular una batería. Pero el
destino ha sido cruel con las maderas que encarnaron el escritorio de Simeón
y ahora pagan por las malas acciones que hicieron en practicamente todas sus
anteriores encarnaciones.

-bom- -bom- -bom- -bom- -bom-

-Simeón: ¡betrayeeeeeeeeeeer!

Le parecía a Simeón estar muy lejos en el infierno del rock duro pero eso
era sólo una ilusión, y su cuerpo se encontraba en su casa aporreando el
escritorio. Es por eso que sus orejas oyen, además de la canción, el timbre
que suena.

-ning- -nang-

-Simeón: ¡oh maldita sea, quien es ahora!

A desgana apaga el chaval el atronador rugir del equipo y se dirije a ver


quien era que le ha interrumpido en su unión con el demonio del rock. La
casa del Simeón cuenta con dos puertas, una interior desde donde se sale a la
escalera, y siendo esta casa en planta baja sólo tiene que abrir la puerta del
domicilio para ver en la encristalada puerta de la calle que son dos chavalas
que han llamado.

-Simeón: uhmm, ¿y estas?

Simeón mira ambas caras de las chicas y reconoce una importante


diferencia entre ellas. Las dos son al parecer un poco más pequeñas que él,
quizá un par de años. La hay una que es rubia, guapa y pragmada de esa
inocencia que aún no sabe el chaval que se acaba perdiendo. Pero la otra es,
además de más bajita, fea, con los ojos grandes, y prefiere Simeón no
seguirla mirando pues nada más que defectos podrá este apreciarle. Además
de que le parece reconocer en ella esa cría denotadamente fea de la que ha
tenido noticia que le iba detrás. Simeón no ve otra opción que abrir la puerta
y disipar toda duda.

-Simeón: hola.

-Chica.guapa: hola, yo me llamo Eva y ella se llama Vanesa. Venimos


aquí porque queremos hablar contigo.

-Vanesa: habla tú con él. Yo me voy a dar una vuelta y nos encontramos
después en el bar o en . .

-Eva: pero qué dices, quédate Vani.

-Vanesa: no, habla tú con él, hasta luego.

La llamada Vanesa en la que cree Simeón haber reconocido el nombre de


que le habían hablado, abandona la puerta y se va quien sabe donde. Simeón
resta inmóvil y silente ante la Eva, aún no sabiendo qué quieren las chicas de
él.

-Eva: bueno pues, Vanesa se fue. ¿Podría yo hablar un momento contigo?


entramos y hablamos mejor?

-Simeón: sí claro, entra.

Simeón y la recién conocida Eva entran en la entrada de la escalera y allí


se ve la chavala con suficiente seguridad para comunicar a Simeón de qué va
el tema.

-Eva: bueno pues, mi amiga Vanesa te quiere pedir para salir. Pero le da
mucha verguenza y me ha pedido a mi que te lo pida por ella. Es muy bonita,
ya lo has visto, y tú le gustas mucho y, querría salir contigo.

-Simeón: uhmmm, interesante. Ya había tenido noticia de que Vanesa me


iba detrás, pero pensé que iba a ser una tontería y que no se atrevería tan sólo
a hablarme.

-Eva: pues ya lo ves, le gustas mucho y me ha pedido a mi que te lo pida


por ella. Porque quiere salir contigo y te quiere mucho.

Simeón resta pensativo unos instantes repasando la foto mental que le ha


hecho a la Vanesa recién ida, y que no le apetece la verdad unirse
sentimentalmente a una persona que no le gusta. Pero la verdad es que la
mejor amiga de Vanesa; Eva, se ve deliciosa. Y hay una cosa que caracteriza
al macho hispano que es la picardía. El conseguir una cosa usando la mente y
la inexperiencia de los semejantes para afrontar tales objetivos.

-Simeón: pues, Eva, no sé qué decirte. No sé si me gustaría salir con


Vanesa. Vanesa me gusta porque es guapa y creo que también buena chica.
Pero, unirme sentimentalmente, hacer una promesa con una persona a la que
apenas conozco, no lo acabo de ver claro.

-Eva: pero por favor Simeón, dile que sí y ya verás como es fantástica. Es
mi mejor amiga y vamos siempre juntas por lo que la conozco muy bien y
sería para ella, tu sí, lo más maravilloso que le podrías dar.

-Simeón: no sé, no sé. A ver. . . déjame pensar . . si yo te pidiera a ti que


hicieras una cosa para que yo le dijera que sí a Vanesa, ¿la harías?

-Eva: por supuesto, yo haría lo que fuese por mi amiga. Dime ¿qué
quieres?

-Simeón: que tú y yo, nos demos un beso.

-Eva: ups . . . ¿que tú y yo nos demos un beso? pero, qué cosa es esta? por
qué me pides esto?
-Simeón: por nada, yo te digo esto, que si tú y yo nos damos un beso le
diré que sí para salir con Vanesa.

-Eva: esto pues.

Dice la mejor amiga de Vanesa con el más tremendo conflicto socio


amoroso que ha tenido nunca entre ceja y ceja.

-Eva: pero, ¿saldrás con ella si nos damos un beso?

-Simeón: claro, eso te he dicho.

-Eva: y no se lo dirás a ella, ¿esto?

-Simeón: claro que no, nunca nadie va a saberlo.

-Eva: pues.

Dice la chavala mirando a un lado y a otro que nadie la vea en la inóspita


escalera de casa de Simeón.

-Eva: vale, pero sólo uno, nos damos un beso y le dirás que sí a Vanesa.

-Simeón: espera que no he acabado. No será un pico corto y ya está, el


beso tiene que durar 5 minutos y nos lo daremos arriba, en el fregadero de la
terraza.

-Eva: . . uhmm, bueno vale, vamos rápido, arriba.

Simeón y Eva suben hasta la terraza que hay en el 4º piso y allí se meten
dentro de la habitación en que hay la lavadora. Simeón cierra la puerta y ata
la manivela con un cordel que ahí estaba para impedir la que no van a tener
visita inoportuna. Eva resta inmóvil al lado de la lavadora, mientras Simeón
ata la manecilla, ignorando en absoluto qué hacer o que no. A la que Simeón
tiene atrancada la puerta se acerca a Eva.
-Eva: mi reloj tiene cronómetro. Lo enciendo ahora y cuando den los 5
minutos paramos.

-Simeón: vale, enciende.

Eva activa el cronómetro de su reloj y Simeón se lanza avaricioso a besar


esos que ha conocido hoy tan bellos labios. Simeón sabe que tiene que
aprovechar el tiempo pues 5 minutos no dan para mucho, su plan es hacer que
esos 5 minutos se alarguen y multipliquen.

Para Eva no parece ser este su primer beso, por la razón de haberlo
aceptado sin oponer heróica resistencia y porque lo saborea sacando la misma
lengua que Simeón mete dentro de ella. Las manos del chico adquieren su
también papel y van acariciando el juvenil cuerpo de la chica. Eva parece
permitir esa mano que la abraza por la barriga y de momento no ve fallado el
favor que le está haciendo a su mejor amiga.

-Simeón: muac, muac, ¿te gusta?

-Eva: muac, sí, cómo no me va a gustar darme un beso con un chico,


muac.

-Simeón: pues espérate que vas a conocer cómo los doy yo, muac.

La mano de Simeón va tomando valor y repasa con extensión ese redondo


pandero que sin saberlo le ha ofrecido Eva.

-Eva: eh, no te pases, muac.

-Simeón: déjate ir Eva, te veo muy cortada, muac.

-Eva: uhm, quizá tienes razón, muac.

Eva se vuelve ahora más permisiva y permite esa pecadora caricia que se
desarrolla en su culete. La permisividad de Eva abre también otras vías y ella
misma acaricia los criados por el fútbol hombros del enamorado de su amiga.
-Simeón: muac, y ¿habláis de mi a veces? tú y Vanesa?

-Eva: muac, sí claro, está muy enamorada de ti, muac.

-Simeón: y ¿cómo se quedó pillada de mi? si ni la conozco? muac.

-Eva: muac, te vio en las fotos del colegio, muac.

-Simeón: muac, ya, y ¿tú las has visto esas fotos, con ella?

-Eva: sí, ya te he dicho que hablamos mucho, muac.

-Simeón: y a ti ¿qué te parece? muac.

-Eva: muac, ¿qué me parece qué?

-Simeón: qué va a ser, muac, yo.

-Eva: ¿si me pareces guapo?

-Simeón: muac, sí claro, ¿tú saldrías conmigo? muac.

-Eva: muac, pues, nunca lo he pensado. Tú eres el enamorado de Vanesa


y nunca me lo había planteado.

-Simeón: muac, plantéatelo, cielo, muac, ¿saldrías conmigo? muac.

-Eva: muac, no veo, muac, el por qué, muac. Vanesa te quiere y yo no


sería capaz de traicionarla, muac.

-Simeón: muac, pero ahora te estás besando conmigo, muac.

-Eva: sí, muac, pero para hacerle un favor a ella, muac, y que seas su
novio.
-Simeón: claro, ahí quería llegar, muac.

En esta última frase Simeón parece envalentonarse con el propósito que


llevaba desde que le fue hecha esa extraña proposición por Eva y con más
extraña proposicióin le salió él. Sus manos desabrochan cual si no hubiera
vado existente la blusa de la recién conocida Eva. Ella se ha, con los ya
pasados 5 minutos que llevan besándose, animado por igual y en principio no
muestra rechazo a la caricia pectoral de que disfruta tanto Simeón, como ella.

-Eva: uhmmm, nos estamos pasando, muac.

-Simeón: déjate ir cielo, te veo muy cortada.

-Eva: pero, uhmmm, que nos estamos pasando.. muac.

-Simeón: muac, hazme caso, muac, olvídate de Vanesa y disfruta.

-Eva: quizá tienes razón, muac.

Eva resulta aparentemente convencida pues también saca la camisa del


pijama con que desde el primer momnto iba Simeón vestido.

-Simeón: así, Eva, estás venciendo tus frenos. Cómeme el cuello.

-Eva: muac, vale, muac, muac.

Los labios de Eva descienden y patinan por el cuello de Simeón


efectuando sus rituales mordiscos.

-Simeón: aaah, oooh, uhmmm sí.

Eva muerde un rato el cuello de su nuevo amigo hasta que este pide jugar
al mismo juego. Se dispone a morderla en el cuello cuando esta se alarma.

-Eva: no, en el cuello no por favor, que después se nota.


-Simeón: pues si no en el cuello, en otro sitio.

Dice el chaval descendiendo en picado su lengua y chupando


prenatalmente el pezoncito de la chica.

-Eva: aaah, que bien sabe, uhmmm, nunca me lo habían hecho, uhmm.

Las manos de Simeón no toleran quedarse quietas y sin verse detenidas


por valla alguna desabrochan los pantalones de Eva. Ella siente como esa
primera mano se le mete con cautela dentro de las braguitas pero a la altura a
que han llegado las cosas no ve en ello mucha más pérdida de lo perdido ya.

-Eva: aaaaah, Simeón, uhmmmm, oooooh.

-Simeón: ah, hazme lo mismo, cielo, oh.

Eva le desabrocha también los pantalones y no necesita de mucha llamada


la verga que sale en el mismo instante en que salta el botón. Toma con delirio
y evidente curiosidad la primera verga calientemente erecta que ha tocado
nunca. Le da ese usual movimiento que ha visto en alguna película
pornográfica, con Vanesa, de masturbación, arriba y abajo.

-Simeón: uhmmm, muy bien Eva, sabes lo tuyo.

-Eva: es la primera que toco, nunca lo había hecho.

-Simeón: bueno, tanto da, el caso es que lo haces muy bien para ser la
primera paja.

-Eva: je je, será que lo recuerdo de mi anterior encarnación.

-Simeón: y más cosas que tendrías que recordar ¿no?

Dice Simeón insertando con longitud su más largo dedo en el interior de


la chavala.
-Eva: oooooh, ooooh, ese dedo, fuuuu, me vuelves loca.

-Simeón: ¿te atreverías?

-Eva: . . . . . . . . prométeme, que nunca lo va a saber Vanesa.

-Eva: nunca.

Dice Simeón encargándose de que los pantalones caigan definitivamente


al suelo y ayuda a la chavala a sacárselos completamente. Mientras Eva se
desviste del todo Simeón hace lo mismo con mayor rapidez, pues era tan sólo
el pantalón del ligero pijama lo que le quedaba. Una vez los dos desnudos
planean como va a ser la incursión en territorio enemigo.

-Eva: ¿nos tumbamos en el suelo?

-Simeón: no, gírate.

-Eva: es que, me gustaría verte a la cara, cuando me la metas por primera


vez.

-Simeón: vale, entonces.

Simeón estiende en el suelo un montón de ropa por lavar que había ante
la lavadora preparando con ello un pequeño nido de amor. Eva no necesita de
mucha indicación para, estirarse en el suelo encima de la camita de
emergencia.

-Simeón: bien, bien.

Simeón se posa encima de la chavala y con educación en todo momento


le abre las piernas. Le inserta la cabeza en la rajita vaginal y le dice;

-Simeón: querías mirarme a la cara ¿verdad?

-Eva: sí.
Simeón empuja un poquito insertando un tercio de la que tiene que entrar
completamente verga.

-Eva: aaah.

Él vuelve a empujar y entra ahora el segundo tercio de la verga.

-Eva: ayy, para para, ayy.

-Simeón: ok, tanquila, me detengo.

Eva muestra en su mismo rostro el agudo dolor que ha sentido. Le cuesta


un par o tres de instantes reponerse para dar paso libre de nuevo a Simeón.

-Eva: ahora, despacito.

Es ahora cuando Simeón inserta lo que quedaba de polla, quedando esta


enteramente rodeada de rojas paredes vaginales que contienen el primer falo
de su vida.

-Eva: aaaaaah. oh, oh, qué bien, uhmm sigue sigue.

Simeón obediente concede generoso la petición de su nueva amiga e


inserta la verga y la saca repetidamente con primeriza pausa.

-Eva: aah, aaah, aaah, aah, oooh, oooh.

-Simeón: ves como, si te dejas ir es mejor, umf, umf.

-Eva: oooh, oooh, sí querido síí, uhmmm, por Dios que no lo sepa nunca
Vanesa, oooh, me has desvirgado, uhmmm, ooooh.

El coger del malvado adolescente se alarga cariñosamente un buen rato.


Durante él da oportunidad a su amiga de botarle, también mirándole a la cara
y, es mirándole a la cara que queda ella completamente enamorada de su
nuevo amigo y amante.

-Eva: oooh, oooh, Simeón, yo también te quiero, uhmm.

-Simeón: ay que no sé cómo me lo voy a hacer.

-Eva: oooh, pues es simple, en civil te coges a Vanesa y en secreto a mi,


oooh, ooh, ¿no podríamos ser amantes secretos?

-Simeón: umf, umf, claro que podríamos, pero. Si Vanesa se entera, sería
un golpe durísimo para su frágil personalidad.

-Eva: mmmh, mmh, no veo otra salida. Si le dices que no y, empiezas a


salir conmigo, será igual o peor que llevarlo nosotros en secreto, mmh,
mmmh.

-Simeón: reto aceptado, umf, vamos a ser amantes en secreto, umf, y en


público saldré con Vanesa.

-Eva: gracias, ummh, ummmmh, por hacerme ese favor, oooh, por,
ummf, hacernos ese favor, umhh, cielo.

Eva da por terminada la compleja conversación y se estira, de rodillas


encima de Simeón, abrazando con sus brazos y sus pechos el nuevo amor del
que espera gozar cuanto más pueda hasta que la bomba, que se ha ido
haciendo cada vez más grande, estalle.

-Eva: uhmm, uhmmm, Simeón, cielo, me matas, sííí, así, bota, bota cielo.

Eva permanece casi inmóvil encima de su nuevo amante y, es la cintura


del chaval la que se autoimpulsa hacia arriba y abajo metesacando la verga de
la recién estrenada pucha. Eva ve perdida toda su fuerza por el estímulo
vagino-neuronal que inflinge la polla de Simeón en su panocha, por lo que
tan sólo pide silenciosamente piedad porque la desvestida verga no la deje
embarazada y encienda la mecha de la que augura va a estallar muy fuerte
bomba. La bomba parece llegar antes de lo previsto en forma de blanco
orgasmo que nota ella descargarse en su interior, la blanca descarga que nota
en su conducto vaginal desencadena también una larga relación interneuronal
estallando en su cabeza las mismas hormonas que en la de la cabeza, superior
e inferior, de Simeón, la del orgasmo.

-Eva: ooohii, Sime, ooohhi, oohi, te quiero, te quiero, oohi, sólo para mi,
para mi, oooohhii.

El largo derribo del dominó sexual de ambos jóvenes termina llegando a


su fin y se desploman los dos entre el amasijo de ropa sucia y el suelo.

-Eva: oh, oh, oh, que bestia.

-Simeón: buuf, buuf, para mi también ha sido mi primera vez.

-Eva: qué me dices, pues ya sabes, no te vayas de la boca.

-Simeón: tranquila, la boca cerrada.

-Eva: je je, llena de polla pero cerrada.

Dice la chavala estallando a reír y lanzándose de nuevo encima de su


nuevo amor. Eva le masturba un poco la verga y esta acaba adoptando de
nuevo la tensión adecuada para penetrar en ella. Por segunda vez ahora es
Eva que folla a Simeón y se siente felicísima, botando la que tanto ansiaba
verga de Simeón, su mejor amiga.
Relato XX
Su forma de hablar distinta a la nuestra, su forma de ser, de pensar, poco
a poco fueron produciendo una cariño especial por esta mujer , deparados por
miles de kilómetros. Muchas veces asistía personalmente a las bodegas de la
empresa donde cargaban los grandes camiones, intercambiando con los
conductores pequeñas conversaciones, tratando de descubrir como era
físicamente la desconocida voz al otro lado de la línea.

Todos los comentarios me llevaban al mismo punto. Carmen, era una


mujer no muy atractiva, pero una excelente persona. Según el perfil que me
comencé a formar con los datos obtenidos, ella era una mujer baja , morena,
extremadamente gorda, pelo corto y negro, pero de todas formas, siendo muy
distintas al tipo de mujeres que yo acostumbraba a frecuentar, me llamaba
terriblemente la atención.

Nuestras diarias conversaciones, por teléfono o MSN, me hicieron


enterarme completamente de su vida, su escasos y esporádicos amoríos,
incluso yo mismo terminé confesándole intimidades mías, que a ninguna
persona había confesado. Yo por mi parte, no tenía ningún perjuicio a
mostrar mi imagen a través de la cámara del computador, o mi fotografía en
el MSN, mientras que ella celosamente, si bien es cierto se describía
físicamente, nunca logre conseguir verla de ninguna forma.

Carmen era 7 años mayor que yo. Tenía 37 y yo 30. En varias


oportunidades, a través de este intercambio comercial estuvo a punto de
viajar a Chile, pero siempre de una u otra forma, se solucionaban los
inconvenientes o acuerdos y su viaje siempre se fue postergando.

Durante ese tiempo yo conocí una mujer, con la cual viví un par de años.
Pero esa buena relación, llegó a su fin dejándome muy triste ya que aun yo la
amaba. Como una amiga siempre dispuesta a escuchar, Carmen supo de toda
mi relación y me aconsejó y consoló.

Pasaron unos cuantos meses y una mañana, ella me dice que tenía que
viajar a mi país, a cerrar un trato comercial con otra empresa. Me dio mucho
gusto que al fin, después de casi 7 años, al fin nos conoceríamos en persona.
Me avisó su horario de vuelo, y me confirmó que de la misma empresa, con
la cual haría la transacción comercial la iría a buscar al aeropuerto.

Como yo vivía solo, y nuestra amistad era muy grande, no lo dude ni un


segundo y le ofrecí mi casa para que se quedara, mientras permanecía en mi
país. Ella al principio no quiso molestarme, pero debido a mí insistencia, no
tuvo otra opción mas que aceptar.

Esa mañana recibí su llamada que ya se encontraba en Chile, que se


encontraba en la otra empresa y que cerca del medio día, quedaría
desocupada. Yo me conseguí la tarde libre y nos quedamos de juntar en un
lugar determinado. A través de muchas llamadas a mi celular, me indicó en el
lugar donde se encontraba.

Un gran nerviosismo me recorría todo el cuerpo. Al fin luego de 7 años


de amistad conocería a Carmen. Ya claramente sabía que me encontraría con
una mujer morena, de baja estatura, de contextura gruesa, por no decir gorda,
pero eso no me importaba. Necesitaba ver en persona esa suave voz al otro
lado de la línea y alejada de mi por miles de kilómetros.

La última llamada a mi celular, me indicó que se encontraba a una cuadra


de mí. Se describió como estaba vestida, con una falda negra, y una blusa
blanca, al lado de un teléfono público.

Al llegar la reconocí inmediatamente. Mis imágenes de ella eran tal cual


como yo la había imaginado. Mujer de tez morena, baja y muy gorda, pero
con unos hermosos ojos y su suave y cálida voz. Al llamarla por su nombre,
Carmen me brindó una afectuosa sonrisa, y como si fuéramos grandes
conocidos, me abrasó y yo a ella.

Aprovechando la hora la invité a almorzar a un buen restaurante,


conversamos muchas cosas, de sus gestiones comerciales, de su viaje etc.
Luego tomando su maleta nos dirigimos a donde estaba mi auto, y nos
dirigimos a mi casa. A cada rato ella me abrazaba y yo a ella. Era algo muy
especial, un cariño enorme que nos demostrábamos a cada rato. Pasamos toda
la tarde juntos y en la noche la llevé a recorrer la ciudad. Me encantaba su
compañía, sus temas de conversación sin importarme su físico, para nada..

En la noche terminamos en una simple fuente de soda y luego de muchas


cervezas, y una gran conversación, regresamos a casa. Ella ya en la tarde se
había acomodado en la habitación que me quedaba disponible. Al llegar a
casa, luego de conversar un rato más y tomarnos nuestro ultimo trago, nos
despedimos con un gran abrazo y nos fuimos a acostar, muy entrada la noche.

Al poco rato de acostarme, sin estar seguro de haber cerrado la puerta de


calle con llave, me levanté y me fui a cerciorar. Al pasar por el baño, me di
cuenta que la luz estaba prendida, por lo supuse que Carmen tendría que estar
ahí. Cerré la puerta con llave y al volver, me encontré con Carmen saliendo
del baño.

Nos topamos justo a la salida del baño, con solo la luz de este encendida.
Carmen usaba una camisola blanca, que traslucía sus grandes y redondos
pechos, apenas cubiertos por un sensual brasier. Nos quedamos mirando, ella
me sonrió y nuevamente, con su suave y calida voz, me dio las gracias
nuevamente por mi hospitalidad.

Pero yo no podía dejar de ver esos hermosos y grandes pechos a través de


su transparente camisola, sus hermosos ojos, y esa exquisita voz que me
fascinaba y sin darme cuenta, me fui acercando y la besé en los labios. Ella se
sorprendió un poco, pero me correspondió mi beso.

Ese beso no se detuvo, y poco a poco fue aumentando de intensidad.


Sintiendo su grueso cuerpo en mis brazos, sus grandes pechos contra el mío,
su suave lengua jugando dentro de mi boca, su respiración que poco a poco
aumentaba de intensidad, la delgada tela de su camisola contra mí, terminó
por excitarme y ya mis manos acariciaban directamente sus grandes nalgas,
por debajo de su camisola. Ambos nos abrazábamos mas fuertemente,
frotando nuestros cuerpos contra el del otro. Era algo completamente distinto,
diferente a todo lo que había vivido. Aun siendo Carmen muy distinta al resto
de las mujeres que frecuentaba, ese gordo cuerpo, esas anchas caderas, esas
grades tetas, acompañado de esa hermosa voz, y ese sentimiento de amistad,
me tenían completamente fuera de mi.

Sin dejar de besarnos, fuimos avanzando hasta mi habitación. Ya al lado


de la cama le quité los tirantes de su camisola, la que cayó al piso, dejándola
solo con un diminuto calzón.

Suavemente la acosté en mi cama y subiéndome sobre ella, comencé a


atacar su cuello, besándolo apasionadamente, bajando suavemente hasta
apoderarme de esos grandes y redondos pechos. Ella entre gemidos me
confesó que hace más de dos año que no tenía relaciones, cosa que me causó
mas placer aun. Sus pechos eran deliciosos, y mi boca no dejaba de succionar
esos morenos y grandes pezones. Mientras lo hacía, terminé de desnudarme,
pero sin dejar ni un momento de chupárselos.

Besando su vientre, comencé a bajar, sin separar mis labios de su piel,


hasta que mis labios se encontraron con esa diminuta prenda de vestir.

Sentía su olor a hembra, excitada, mojada, sedienta de placer.


Suavemente fui bajándoselos, dejando al descubierto su sexo, poblado por
una abundante vellosidad. Ya completamente desnuda, le separé sus piernas.
Ella mostraba un poco de nerviosismo, se notaba que no estaba acostumbrada
hacerlo con la luz encendida.

Le separé sus piernas, y mientras ella cerraba los ojos y se entregaba


completamente a mí, fui besando el interior de sus piernas, hasta llegar a
pocos centímetros de su vulva. Su olor me volvía loco y al ver su húmeda
cavidad ahí, a pocos centímetros de mi boca fue una invitación que no pude
rechazar y en segundos, separándole sus labios vaginales con mis manos, me
fui adentrando con mi lengua, recorriendo cada centímetro de su sexo.

Mi amiga argentina no podía creer las sensaciones que estaba sintiendo y


tomando con sus manos sus tobillos, levantó sus piernas dejándome todo su
sexo a mi disposición. Una y otra vez mi lengua le entregó un inmenso
placer, recorriendo toda esa parte de su cuerpo, abarcando no solo sus
genitales, si no que el contorno de sus piernas, sus nalgas incluso la entrada
de su ano, dejándola al borde del orgasmo.

No me hubiese molestado que ella acabara en mi boca, pero ella no quiso


hacerlo y cambiando de posición, me hizo acostarme de espalda y sin darme
cuenta mi verga estaba completamente dentro de su boca, haciéndome una
mamada espectacular, con ganas, con pasión, chupándomela tan fuertemente
que me acumulaba toda la sangre de mi cuerpo en mi verga.

Su mamada era la de toda una profesional, haciéndome sentir sensaciones


indescriptibles. La sacaba de su boca, y la frotaba contra sus mejillas, para
volver a meterla y chuparla con mayor intensidad todavía. A veces su
mamada se dedicaba a mis bolas, las que entraban completamente en su boca.

También estuvo apunto de hacerme acabar, pero no quería hacerlo, no sin


antes penetrar a mi amiga paraguaya. Haciéndola que se acostara de espalda,
me subí sobre ella y tomándola de sus carnosas nalgas, se la metí sin
contemplación. Ella gemía como una loca y su cuerpo arqueado, y sus
gruesos brazos aferrados a mi cuello, me hacían volverme loco.

A mi oído, con su suave voz entre cortada, entre gemidos, me pedía que
se la metiera mas y mas, que la tocara completamente , que mis manos no
quedaran sin recorrer ningún lugar de su cuerpo.

Me acosté detrás de ella y nuevamente la penetré mientras mis manos


manoseaban sus tetas y su entre pierna. Ella estiraba su mano hacia atrás y
me empujaba de mi culo contra ella , confesándome que era una mujer muy
caliente, y que deseaba ser follada una y otra vez por mi.

Le dije que la quería en cuatro patas y sin pensarlo dos veces, se colocó
en posición dejándome su generoso culo completamente a mi disposición. No
dude en tomarla de la cintura y arrodillado detrás de ella comencé a follarla
mas fuertemente aun. Luego de mucho rato, me pidió que me acostara de
espaldas y montándose sobre mi, comenzó a moverse, completamente
erguida, con sus ojos cerrados y con una cara llena de placer, mientras que
mis manos no se decidían entre seguir tocándoles las tetas o jugar en su
entrepierna.

Sin decirme nada, se salió y colocándome su todo su gran culo en mi


cara, me comenzó a chupar la verga con la misma intensidad, mientras yo con
mi lengua le entregaba placer oral

Entre gemidos le confesé que ya no duraría mucho rato más y me dijo que
quería que acabara en su boca. La idea me encantó y le pedí que ella también
hiciera lo mismo. Al poco rato de estar en esa posición, entregándonos mutuo
placer oral, las sensaciones entregadas por su boca fueron demasiadas y ya
sin poder aguantarme le avisé que ya me descargaba. Ella en vez de sacarla
de su boca, me la chupó más fuertemente aun, mientras con espasmos de su
culo frotándolo por toda mi cara, y con un gran gemido, tampoco aguantó
mas y como un grifo abierto, comenzó a botar un abundante líquido, con gran
presión que sin ningún asco bebía, al mismo tiempo que mi semen salía a
chorros terminando en su boca.

Aun después de acabar cada uno en la boca del otro, continuamos


chupándonos nuestros húmedos sexos. Exhaustos quedamos uno al lado del
otro , con sus pies a la altura de mi cara y las mías a la altura de ella, mientras
nuestras manos seguían acariciando el sexo del otro.

Esa noche lo hicimos varias veces y follamos en todas las posiciones


durante los 4 días que se quedó en mi país. Con mucha pena la lleve al
aeropuerto, sabiendo que era muy improbable que la volviera a ver. Un
último y gran abrazo fue a la despedida , esperando que quizás algún día ,
pudiésemos reafirmar esa amistad internacional.
Relato XXI
La verdad es que con diez años de casados, no me puedo quejar. Escucho
a otras parejas que añoran su pasado o buscan afuera de la pareja, lo que no
encuentran dentro. No es que nunca me hubiera parecido aburrida nuestra
vida sexual, una noche de sexo con ella, pero en promedio fueron muy pocas,
además siempre que llegábamos a una de esas etapas pasaba algo extraño o
maravillosos que cambiaba nuestro sexo de forma definitiva. No eran cosas
para ir contando por allí, ya que a veces me avergonzaban, ni menos ir
aconsejándoselas a mis amigos, pero en el anonimato que me da esta página
de relatos, quiero contárselas, espero que le ayude a quienes le sea necesario.

Una cálida noche de primavera, con los primeros calores que nos hacen
revivir, después de un frío invierno, nos aprestábamos a ver una película que
habíamos alquilado. Estábamos en el sillón, Mi esposa, llevaba una remera
mía, que siempre usaba y una bombacha común, de esa que usa todos los
días.

Sheila, es hermosa, tiene un lomo bien formado, por sus años de natación,
su espalda es casi como la mía, sus tetas no son muy grandes, ni muy chicas,
son perfectas y se mantienen en su lugar, su cola es proporcionada y sus
piernas torneadas y cortitas, sus pies son pequeños haciendo juego con sus
tobillos. Quizás no te des vuelta por la calle, para mirarla, pero si entra en un
salón o sentís su presencia, no podés dejar de admirarla.

Yo estaba en short una camisa que era la que me había quedado después
de un día de trabajo. Preparé la película y nos acomodamos en el sillón…

Como a los quince minutos de estar mirando el film, siento como un


mareo, una mano, que al principio creí de ella tapó mi nariz y fue allí cuando
lo vi.

Un hombre encapuchado estaba detrás de nosotros. Con una cinta


adhesiva tapó mi boca, todo se movía, aunque nunca perdí la conciencia, no
podía entender lo que pasaba. Nos llevó hasta nuestro cuarto Sheila y el
intruso hablaban, ella se resistía, pero el tipo ni la tocaba, ni nada. Ellos me
miraban, me señalaban y yo no entendía que pasaba. Estaba embotado por lo
que había olido, las palabras que pronunciaban me resultaban
incomprensibles y trascurría todo lento, me pesaban los músculos y mis
movimientos eran torpes . Unos instantes después, mi esposa comenzó a
desvestirme y cuando quedé totalmente desnudo ella hizo lo mismo. Nos
acostó, ella sobre mí y no sé de donde sacó un rollo de envolver alimentos
pero nos estaba envolviendo a nosotros. Empezó por los hombros, me hizo
abrazarla y prosiguió con la tarea. Tenía varios rollos y quedamos muy
pegados desde los hombros hasta la cintura. El maleante, apagó la luz, tiró
algo sobre la cama, que no pude ver que sería y luego cerró la puerta. Nos
quedamos paralizados unos minutos, solo se escuchaba los sonidos de la
película, rodando en el living

Lentamente iba recuperando mi cuerpo y mi mente volvió a estar lucida.

Sheila no paraba de sollozar, bajito, como para que nadie la escuchara.


Traté de calmarla pero era inútil ya que tenía una cinta en boca. Intenté
zafarme de las ataduras, pero era imposible. Esos rollos parecen tan frágiles,
pero son muy resistentes. Mi cuerpo y el de ella estaban más juntos que
nunca, sus pechos explotaban sobre el mío.

Sheila se rehizo y reaccionó:

- Voy a intentar sacarte la cinta de la boca. – Buscó con su lengua, el


límite de la cinta y cuando lo encontró, sus dientes intentaron en vano,
despegarla de mi piel. Me lamía para tratar de aflojarla, pero todo resultó
inútil.

Su boca en mi cuello, el sudor que nuestros cuerpos expulsaban, su peso


sobre mí, el temor, hicieron que una extraña sensación me invada. Mi pija
perdió su descanso y comenzó a desperezarse. Mi esposa sintió ese sutil
movimiento entre sus piernas. Sus brazos habían quedado a los costados de
nuestros cuerpos y sus manos o por lo menos una, había quedado libre.

Tratamos de girar y yo quedé arriba, pero así ella no podía aguantar


mucho ya que se le dificultaba el respirar y volvimos a la posición original.
Toda esa movida hizo que mi pene ya estuviera pidiendo permiso entre sus
piernas y se hacía molesto, para los dos. Luego de varias maniobras y con la
ayuda de su mano libre, consiguió acomodar mi verga entre sus piernas y con
una ligera abertura de sus piernas, mi pija se encontraba a las puertas de su
rayita. Sentía como iba entrando, milímetro a milímetro por su cuerpo. Ella
gemía y yo también. Pese a todos los esfuerzos, no pudo entrar mas que la
cabeza y un poquito más. Los movimientos que podíamos hacer eran
mínimos, pero nos llenaban de placer. Sentía como los labios de su vagina,
besaban mi pija y le daban calor. Con cada jadeo, con cada ínfimo roce, con
el aroma de nuestros cuerpos, nos estimulaban más y más. Sheila, acabó y
como nunca sentí sus contracciones, sentí cono sus gemidos nacían en su
vientre y brotaba en su boca, sentí como mi leche inundaban su concha, con
un solo chorro inmenso y largo. Hice fuerzas para apretarla más a mí, pero no
pude.

- Te amo. – me dijo.

Así nos quedamos unos cuantos minutos, a mí me costaba recobrar las


pulsaciones de mi corazón y tuve miedo de que ella se quedara dormida. La
moví un poco e intenté darme vuelta, para poder respirar mejor y fue cuando
sentí que había algo en la cama, seguro que era lo que el ladrón había tirado
antes de irse… Nos fuimos corriendo hasta hacer que Sheila lo tome con su
mano libre. Era una trincheta, que el tipo nos había dejado para que nos
podamos soltar. Tardamos como veinte minutos en lograrlo. La película
había terminado hacía un buen rato. Todo era silencio, salvo por los latidos
de nuestros corazones.

Nunca entendí bien que era lo que había pasado, ya que el intruso, no se
llevó nada. Sheila dice que se confundió de personas y por eso no nos robó
nada. Pero eso nunca me cerró, porque cosas extrañas nos siguieron pasando
con el correr del los años, cosas tan eróticas y sensuales tan fuertes como esa
noche.

Pero ¿Cómo se le pudo ocurrir algo así? ¿Cómo lo pudo planear? ¿Quién
fue el cómplicé? No, creo que es muy intrincado para que ella o alguien lo
hubiera hecho, lo hubiera planeado con alevosía y premeditación.
Las veces que quise sacar el tema, ella se negaba a profundizar y hasta
llegué a pensar que ella sabía mas de lo que yo creía… pero eso era mucho…
¿Nos les pareces?
Relato XXII
Cuando mi marido me dijo que mi hija tendría que acompañarme a mi
siguiente viaje de negocios no me importó mucho. Por alejarme de él una
semana bien valía la pena tener a la mocosa estorbándome mis aventuras
sexuales. Lo que me cabreó fue que además de la niña me acompañaba
nuestro socio. Mi marido se había vuelto increíblemente celoso después de
que no le contesté las llamadas a mi celular la última vez que había ido a una
convención. Claro que, estando en medio de dos vergas -una en la boca y otra
en el coño- no estaba para responder al teléfono... pero una cosa es tener que
llevar a la niña y otra es que me encaleten un informador.

Manuel, nuestro socio, es relativamente joven (tenemos casi la misma


edad, 37 y 36 años), con el atractivo particular de un rostro promedio, de ojos
claros y cabello castaño que llevaba muy corto. No es muy alto, cuando
mucho mide 1.75m y pesará unas 150 libras; bastante delgado pero está bien
definido y a ojos expertos como los míos se nota que el paquete está bien
cargadito, jejeje...

Elena, mi hija, acababa de cumplir dieciocho años y estaba


emocionadísima por irse de viaje. Yo no lo estaba tanto como en ocasiones
anteriores, resignada como estaba a mis dos chaperones.

El embarco fue peor que nunca, entre las nuevas medidas de seguridad –
muchas gracias, terroristas de mierda- y la cabroncita que todo tenía que
verlo y explorarlo. Maldije una vez más la metida de pata que la trajo al
mundo; por mucho que la ame nunca me arrepentiré lo suficiente de haberle
creído a mi ahora marido cuando me dijo que la primera vez que una mujer
tenía sexo era mejor hacerlo sin condón. Yo en ese entonces aún no cumplía
los dieciocho y no sabía NADA acerca del sexo... quedé embarazada y mis
padre, quien era en ese entonces el fiscal, le dio la opción de casarse conmigo
o ir a la cárcel. Nos casamos, para mi desgracia.

Estábamos los tres en la misma fila y preferí cederle a Elena el asiento de


la ventana a tener que soportar sus lloriqueos. Maldije aún más a las
aerolíneas por restarle cada vez más espacio a los asientos por apretujar más
gente en el mismo lugar.

El vuelo era largo y Elena se durmió a medio camino, así que Manuel y
yo nos pusimos a conversar. El tema eventualmente llegó al sexo y los celos
de mi marido. Resultó que Manuel sabía perfectamente de mis andadas; de
hecho me había pillado metiéndole mano a un ejecutivo del banco de la
empresa, pero no sólo no se aprovechó de ello para chantajearme sino que
siempre me defendió ante mi marido, así que cuando me dijo que quería
proponerme algo pensé que sería que folláramos en lugar de yo irme a buscar
diversión por ahí.

- Supongo que estarás con ganas de una aventurilla, no es así?

- Tú qué crees... Julián es casi impotente y me cela hasta con mi sombra.


Me extraña que te pidiese justo a tí que vinieses a cuidarme, parece que Elena
no es suficiente garantía para él.

- Y si yo paso las noches con Elena? Así tú te diviertes...

- Y tú... - miré alrededor para ver que no nos oyesen. La mayoría de los
pasajeros dormía, y los que no estaban con los audífonos puestos viendo la
mierda que pasaban por el video. - Cómo piensas divertirte? - susurré.

Por toda respuesta miró a Elena.

- Por dios...

- No seas hipócrita, Carmen, que tú no crees ni en dios ni en ley.

- No... es que de haberlo imaginado la hubiese traído antes en algún viaje.


Es un plan perfecto, los dos conseguimos lo que queremos y Elena te adora
así que si la seduces caerá redonda en tus brazos.

- Entonces tenemos un trato.

- Vale, pero quiero poder ver cómo la desvirgas.


- Eres mirona además de proxeneta? Qué mujer tan talentosa...

- Payaso.... si no te molesta, la haré depilarse, que ya le ha crecido el


vellito pero aún no menstrúa.

- Mmmmmm... carajo, ya hiciste que se me parara.

No pude evitar caer en tentación. Mejor dicho, me lancé en picada en los


brazos de mi vicio favorito: el sexo.

- Te la mamo?

Manuel sonrió esa sonrisa que le hace tan atractivo a pesar de ser un
rostro más del montón.

- Vale. Pásame la manta para ponértela encima.

Fingí que me acostaba en su regazo y en cuanto me tapó con la manta le


abrí el cierre y saqué su pinga erecta. Me di cuenta de que había calculado un
poco mal, era más gruesa de lo que pensaba, aunque no tan larga. Estaba
circuncidado y olía a limpio. Es una verga de esas que dan gusto mamar... lo
envolví con mis labios y empecé a chupar ese mazo de carne con
movimientos firmes y pausados. Manuel respiraba pesadamente y trataba de
no moverse mucho para que nadie más se diese cuenta de lo que hacíamos.
Al poco rato empezó a sacudir las caderas y gemir quedamente, señal
inequívoca de que estaba al borde del orgasmo.

Cuando se vino en mi boca me lo tragué todo. El sabor del semen nunca


ha sido muy de mi agrado, y cualquier cuento erótico que diga que sabe bien
miente descaradamente. Afortunadamente el semen de Manuel no tenía
mucho sabor así que pasarlo no fue muy difícil. Sequé la saliva que le había
dejado en la piel y le di un último beso en la punta del pene como despedida
antes de guardar esa vara mágica que haría de mi niña inocente y virgen una
mujer hecha y derecha.
Miré hacia arriba y el me dio un guiño de complicidad. Cambiamos de
asiento y yo me acomodé para tomar una siesta de verdad mientras Elena
dormía el sueño de la inocencia y el avión seguía su itinerario...
Relato XXIII
Jorgeeeee, estas dormido? Sí?, ok. Entonces deja me recuesto a tu lado,
aquí duermo a tu lado, solo déjame sentir el calor que despide tu cuerpo, oír
tu respiración. Ok. prometo no despertarte, sólo quiero admirar tu rostro
mientras duermes, totalmente relajado, con tus labios un poquito
entreabiertos, invitándome a un beso, sólo uno, chiquito; mmmmhhhh
deliciosos, tus labios siempre me han gustado mucho, tienen un sabor
exquisito. Mi dedo recorre suavemente tu nariz, con dulzura para no
despertarte, bajando a dibujar la comisura de tus labios, sintiendo tu aliento
tranquilo, tu respirar acompasado, poco a poco mis dedos recorren todo tu
rostro, dibujándolo una y otra vez.

No puedo resistir la tentación de acariciar tu cuello, tus hombros, mi


mano vaga con delicadeza por tu torso, apenas rozándolo para que sigas
durmiendo; tus pezones se erizan por el roce de mis dedos, con mis uñas los
acaricio sutilmente; mi boca se mueve inconcientemente, saboreando de ante
mano tu sabor, la punta de mi lengua asoma entre mis labios queriendo
probarte, hasta que me rindo y me prometo que sólo lo probaré un poquito,
sólo una pequeña lamida, nada mas para probarte, sólo un segundo… no, una
vez probándote no puedo dejar de saborearte, primero solo con la punta de mi
lengua, solo rozando, después con lametones mas fuertes; sigues dormido, me
imagino que unas cuantas cervezas antes de dormir hacen tu sueño mas
profundo, perfecto, así te tengo todo a mi disposición, puedo contemplarte a
mi placer, tocar todos los puntos de tu cuerpo que quiera.

Tu brazo derecho descansa sobre la almohada, a un lado de tu cabeza, lo


cual yo aprovecho para lamer la parte interna de tu brazo, la piel ahí es muy
suave, poco a poco llego a tu axila, la cual esta cubierta por un bello muy fino
que me hace cosquillas en la nariz; mi lengua te recorre desde el antebrazo
hasta tu axila y un poquito el costado de tu torso, noto como tu piel se pone
chinita con mis caricias; pero salvo algunos movimientos inquietos, tu sigues
durmiendo. Ahora no me conformo con lamer tus pezones, mi boca los besa,
chupándolos como si fueron el chupete más delicioso, mientras mi mano baja
por tu vientre hasta llegar a tu ombligo el cual bordea una y otra vez, jugando
con el bello que ahí forma un hermoso remolino. Por arriba de la sábana
puedo notar como tu pene, a diferencia de ti, si ha despertado, su tamaño me
indica tu excitación, retiro la sábana para poder ver como crece, como la
sangre inunda tu pene y lo hincha de una manera suculenta. ¡Amor, no tienes
ropa interior! Definitivamente es mi noche de suerte, totalmente desnudo para
mi.

Mi boca viaja por tu vientre hasta llegar a tu ombligo que antes mi mano
acaricio, ahora mi lengua juega en él, entrando y saliendo, lamiéndolo
mientras mi mano acaricia tu cadera, tu muslo, rondando tu pene,
asechándolo, acercándose a él y volviéndose a alejar; para este momento ya
tu pene esta completamente erecto, hermoso, mi boca no resiste mas y
continua con su viaje al sur de tu cuerpo, siguiendo el mismo juego de mi
mano, solo rondando tu pene, chupando la parte interna de tus muslos pero
sin poder evitar que mis ojos se dirijan a tu hermosa masculinidad como
atraídos por un imán. No puedo dejar de mirarte, de desearte, de ansiarte. Ya ,
mi boca ya no quiere esperar mas para tenerte, para cobijarte dentro de ella,
para sentir como la llenas, no sabes lo que es tenerte en mi boca, sentir como
me posees, es algo tan intimo, el amarte con mi boca, es… es adorarte; pero
justo antes de llegar a tu pene algo se atraviesa en mi camino, dos deliciosos
testículos, llenos, tensos, excitados, mmmmhhh ok. me quedo un ratito aquí,
chupando, metiéndolos en mi boca uno por uno. Para este momento ya no me
preocupa si te despierta, todo mi atención esta centrada en saborearte, besarte,
chuparte, comerte completito; mi mano toca por fin tu pene caliente, duro,
suave como terciopelo, grueso, mi boca se debate entre seguir chupando tus
testículos o por fin llegar a tu centro, hasta que tu pene le exige que lo
atienda. Aaaaaaaahhhhh que delicia, por fin, tu sabor, mi lengua toca tu
glande en un beso largamente esperado, lamiendo la humedad que lo perla,
que pone en evidencia, por si fuera necesario, tu excitación; ese delicioso
liquido que emana de tu pene es devorado por mi lengua, ¡Ya, ya te quiero
dentro de mi! Mmmmmmhhhhhhh que caliente, que delicia sentirte dentro de
mi boca, por fin; mi boca te succiona, queriendo beber de ti por siempre, sube
y baja por tu miembro sin cansancio, sin dejar un sólo milímetro por
saborear, difícilmente te puedo abarcar con mi boca, pero mi lengua no tiene
descanso, te recorre una y otra vez, mi vida, que delicia.

Tenso, cada vez estas mas duro, mas tenso, tus testículos están que
revientan y mi entrepierna esta empapada por todo este placer, y mas
anticipando el momento en que tu leche roce mis labios, en que tu sabor y tu
olor me inunden, me hagan sentir tuya; yo te hago el amor, me aprovecho de
tu inconciencia, pero es como pertenecerte cada vez más, como refrendar que
soy tuya, aún estando tu dormido, perdido en tus sueños, soy tuya. Tus
piernas flexionadas me indican que en tus sueños disfrutas de mis caricias, de
mi amor. Tu pene se tensa aún mas en mi boca, indicándome que estas a
punto de derramarte en mi boca, ¡Siiiiiiii amor!, déjame probarte, beberte,
llenarme de tu esencia; aaaahhhh tu leche sale directo a mi boca, inundando
mi paladar, mi garganta, quemando con su calor mi lengua, acariciándola,
empapándola de su sabor; tu semen me recorre desde mis labios hasta lo mas
profundo de mi ser provocando que mi boca chupe y chupe de ti, queriendo
sacarte todo, que no quede una sola gota.

Te limpio como lo haría una gatita con sus cachorros, lamiendo tu pene
para recolectar el semen que escurrió de mi boca y que se desliza por tu pene
como la lluvia por un cristal; no descanso hasta dejarte totalmente limpio,
relajado.

Me acomodo nuevamente a tu lado besando ligeramente tus labios y


recostándome en tu pecho.

Que duermas bien mi amor.

Tuya, de todas las formas posibles.


Relato XXIV
Después de la experiencia que tuve con Lucy o Lucero, que es la misma
personita pero que ahora solo referiré como Lucy, nombre que le aplicamos
por cariño; pasaron unos días sin tener contacto con ella, yo trataba de
evitarla llegando tarde a casa, pero reviviendo los momentos que habíamos
pasado, era una lucha entre mis convicciones y mi moral, contra la reacción
natural de un hombre, pero el fin de semana llego y como el siguiente lunes
era un día feriado y mi hija pasaría ese fin de semana al lado de su prima hija
de mi hermana en Tlaxcala, donde vivían yo quede de pasar temprano por
ella para llevarla a la casa de mamá donde la recogerían, yo no podía asistir
ya que el sábado y el lunes trabajaría, puesto que la obra no se detiene.

Así que llegue a casa como a las 3:00 de la tarde, cuando entre Ingrid
estaba con tres de sus amiguitas y entre ellas Lucy, que habían ido a desearle
que se la pasara bien en ese puente vacacional que tomaría, yo quería
esquivar la mirada de Lucy, pero esto era imposible, las salude con un beso
en la mejilla como acostumbraba, pero me sentí nervioso o apenado cuando
lo hice con Lucy, pasado esto le dije a Ingrid:

-Yo: Bueno Ingrid despídete porque se hará tarde…

-Ingrid: Si pa… cuando quieras…

-Yo: ya esta listo tu equipaje…

-Ingrid: Si pa… ya esta listo para subirlo…

-Yo: Bueno yo lo subo… no olvidas nada…

-Ingrid: No pa… todo va en la maleta…

Salí cargando la maleta para ponerla en la cajuela, mi hija se despedía de


sus amigas y recogía los encargos que le hacían, se introdujo en el auto al fin,
sus amigas vinieron hacia mi para despedirse, la ultima fue Lucy, que antes
de darme el beso acostumbrado me dijo: vengo mas tarde, te quiero; nos
dirigimos a la casa de mamá, pase un tiempo platicando y llegaron por ellas,
me despedí y fui hacia mi casa, sentía temor en llegar o no se que había
dentro de mi, al fin llegue a la casa y me introduje rápido en ella, no habían
pasado ni 15 minutos y el timbre de la puerta se escucho, me acerque
temeroso a la puerta y abrí.

-Natalia: Hola Rafa… cómo estas…? (mamá de Lucy) ella una mujer de
aproximadamente mi edad, esbelta una cara muy bonita ojos color miel, que
mas les puedo decir es muy atractiva, de esas mujeres que uno admira y
desea.

-Yo: Bien Naty (tono nervioso)… pásenle… (iba con Lucy)

-Natalia: No interrumpimos…?

-Yo: No Naty… en que puedo servirte

-Natalia: Aquí mi hija que esta de necia, quiere que le expliques una tarea
de la escuela, dice que le habías prometido ayudarla y como el martes tiene
examen, quería ver si tienes un tiempo para hacerlo…

-Lucy: Verdad que usted me lo dijo..?

-Yo: Si yo le prometí… siéntense… gustan algo de beber?

-Natalia: Dirás que soy una encajosa, la puedo dejar contigo y luego
regreso por ella voy rápido al centro comercial… no necesitas algo…?

-Yo: No, Naty… gracias… si la puedes dejar…, si no hay problema…?

-Natalia: No hombre como voy a desconfiar de ti… gracias vuelvo mas


tarde…

La despedí con un beso en la mejilla y se fue con una sonrisa rumbo a su


casa, cerré la puerta y voltee algo nervioso, allí estaba esa carita angelical,
antes de que yo avanzara mas a dentro ella fue hacia mi, tendió sus brazos y
me propino un abrazo y un beso en la barbilla, yo la tome en mis brazos y le
propine un beso en sus exquisitos labios, así abrazada la conduje a la sala, se
habían esfumado mis temores, la deposite en uno de los sillones y me senté a
su lado, no pude evitarlo y de nuevo la bese, ella correspondía, comencé a
recorrer con mis manos ese frágil y bello cuerpo de niña, las caricias subieron
de tono, mis manos ya buscaban su rajita y ella buscaba mi pene con las
suyas, sus calzoncitos estaban húmedos y mi pene en erección, sin pensarlo
me incorpore y la alce en mis brazos, la conduje a mi habitación, la deposite
en la cama y vi su carita angelical con una expresión de deseo y de
satisfacción, le bese la carita toda, ya no había pudor en mi.

-Yo: Lucy… esto no debe pasar… no es natural…

-Lucy: Porque no… tu eres hombre y yo mujer…

-Yo: Eres una niña… muy bonita, pero una niña…

-Lucy: Casi una mujer… ya tengo 18 lo has olvidado… bésame…


bésame…

Fui hacia ella, la tome de nuevo en mis brazos, la bese en sus labios, ella
jugueteaba con su lengua con la mía, no lo pensé mas y fui de nuevo a
recorrer ese cuerpo que me incitaba aún con su edad, la despoje de su
camiseta desabroche su pequeño brasier, baje su pantalón junto con su
pantaleta, ahí estaba ese bello cuerpecito de mujer, la separe para verla
completa, ella vino a mi y desabrocho mi camisa, de ves en ves me besaba sin
dejar de quitar mis ropas, quedamos al fin desnudos, nos subimos a la cama,
nos seguimos besando y acariciando nuestros cuerpos, toque su virginal
chochito sentí la humedad de su rajita, ella tomaba con sus manitas mi viril
miembro, se separo y se invirtió para besar mi verga, sentí ese divino placer
ya experimentado por su boquita, la puse encima de mi y le devolví la caricia,
abría su rajita con mi lengua y la iba introduciendo, ella chupaba como podía
mi pene, yo seguía estimulando su pequeño clítoris, ella ya se retorcía pero
no abandonaba su labor, me sentía en la gloria.

-Lucy: Así… sigue… así amor… sigue…


-Yo: Si, linda….

-Lucy: Que divino… sigue… métela mas… sigue amor sigue… ahh…
ahhh… mas… mas… por Dios, sigue… siento que me orino… mas aggg…
aggg…. Aggg… ya… ya… yaaaaaa… divino….

Abandone después de haber libado sus líquidos sexuales de su rajita, ella


se había tendido en la cama prueba de que había experimentado un orgasmo
intenso, la bese en sus labios y ella casi no respondió, estaba bajo el deleite
experimentado.

-Lucy: Gracias amor… me haces feliz….

-Yo: Tú también me haces feliz Lucy…

-Lucy: A ti no te ha salido tú lechita… déjame sacarla… me gustó


mucho… si…

-Yo: Si nena sácala…

-Lucy: No me digas nena… por favor…

-Yo: Cómo quieres que te diga…?

-Lucy: No se, pero no nena ni niña…

-Yo: Ok, Lucy…

-Lucy: Tampoco así… dime amor… o… mi putita… no se algo que sea


diferente… y que sepa que soy mujer…

-Yo: Ok, mi amor…

Ella sonrió, tomo mi aún erecto pene y comenzó a besarlo, saco su lengua
al máximo y empezó a propinar unos lengüetazos desde los testículos hasta la
punta de mi verga, luego alternaba los lengüetazos con una chupada a la
cabeza del pene y una pequeña parte de este, era una delicia lo que yo estaba
experimentando con esas caricias de su boquita, ya estaba a punto, sentía que
mi verga palpitaba y que me recorría un escalofrío en mi espalda.

-Yo: Ya amor, me voy a venir…

-Lucy: Que…?

-Yo: Que ya viene mi leche…

-Lucy: Dámela… ya dámela la quiero disfrutar…

No pude mas y explote justo cuando ella se introducía parte de mi verga


en su boquita, ella tosió producto de la venida abundante que había tenido, se
recupero de ese malestar y fue a devorar todo mi semen de mi pene, luego lo
que había quedado en su carita lo atrajo con sus dedos, gozaba de mi semen
como loca, yo solo contemplaba y me reponía de la venida que había tenido,
cuando termino vino a darle un beso a mi verga y luego pego sus labios en
los míos y nos abrazamos, sentía el calor de su cuerpecito y como se fundían
nuestros cuerpos desnudos y húmedos.

-Lucy: Gracias Rafa… me haces feliz…

-Yo: Tú también me haces feliz…

-Lucy: Ahora si me harás tuya por completo… verdad Rafa…?

-Yo: No me atrevo amor… eres muy pequeña…

-Lucy: No tengas miedo… quiero ser tuya… quiero ser tu mujer…


porque tu me harás mujer… quiero entregarte mi virginidad… no imagino
entregársela a alguien mas…

-Yo: Lo deseas tanto… mira amor… como te explico… puede resultar


peligroso y doloroso… tu vaginita esta muy estrecha… y ya ves que mi pene
esta algo grande… no se si lo podrás soportar…

-Lucy: Si me han comentado que duele la primera vez… que me va a salir


sangre de ahí… pero no me importa… méteme tu pene en mi conchita… si
Rafa…

-Yo: No lo se… me da un poco de miedo…

-Lucy: Yo se que harás lo posible para que no me duela tanto… tú tienes


experiencia Rafa… quiero ser tuya… no sabes cuanto lo deseo desde que te
vi… por eso me hice buena amiga de Ingrid… para estar cerca de ti… mira
que yo solo tenia 12 años y ya soñaba con estar en tus brazos… me gustas
mucho… mucho Rafa.

-Yo: Espera… voy a ver si tengo unos condones… y espero no te


arrepientas de lo que quieres mi amor…

-Lucy: Nunca me arrepentiría lo he soñado 2 años… no uses eso de


condones… si he esperado este tiempo… quiero sentirlo todo al natural…

-Yo: Eso no puede ser… podrías quedar embarazada… imagínate que


lió…

-Lucy: No pasara… te lo aseguro… además ya hay píldoras del día


siguiente…

-Yo: Cómo sabes tanto…

-Lucy: En la escuela nos informan de eso… además mi mami las usa…


ella cree que no lo se… pero las he visto en su cajón de noche…

-Yo: Pero si tu padre no vive con ustedes…

-Lucy: Pero es mujer y lo ha de necesitar como lo necesito yo…. Tal vez


lo haga con alguno de los compañeros del trabajo… o alguien mas… yo
comprendo… ahora no era tanto ir al súper, le llamo un tal Fernando… yo se
que se va a tardar…. Si no ya lo veras…

-Yo: Espero no pase nada…

Con esa platica me había excitado un poco, nunca había imaginado que
Natalia tenia sus encuentros, si bien es cierto es muy atractiva, también en la
Unidad tiene fama de muy recatada, fui hacia Lucy, la empecé a besar toda,
no había espacio donde no hubiera posado mis labios, cuando de nuevo
llegue a su rajita le deje un poco de saliva en ella, puse un cojín bajo su
espalda, abrí sus piernitas, me coloque en medio de ella, apunte con mis
manos mi verga a su entradita, ella suspiraba, yo lo pensaba antes de
penetrarla, al fin se nublo mi mente y deje mi miembro justo en la entrada de
esa cuevita, ella suspiraba mas y mas, empuje un poco, parecía que no iba a
entrar, ella gimió, hazlo ya Rafa, dijo con voz suplicante, volví a empujar un
poco mas con mas fuerza, yo contemplaba sus gestos, vi que apretaba sus
labios y cerraba sus ojitos, estaba esperando lo que había soñado, en el tercer
intento mi verga abrió camino en su rajita, ella gimió mas fuerte, una lagrima
broto de sus ojos, ya no podía detenerme, su angelical carita me excitaba, di
un empujón mas y entro unos centímetros mas, volvió a apretar sus labios y
sus ojos, que imagen.

-Yo: Te duele amorcito…

-Lucy: Un poco… pero lo soporto… sigue…

-Yo: Si no lo soportas lo saco…

-Lucy: Si lo soportare… adelante… sigue… lo quiero…

Su estreches la sentía en mi verga, empuje mas ya la cabeza del pene y un


poco mas estaba dentro de su panochita, gemía y reprimía el llanto y quizá un
grito por la penetración que estaba sintiendo, me incline y le bese su boquita,
ella aprovecho para corresponderme y abrazarme con sus piernitas alrededor
de mi cadera, presiono y yo le metí la mitad de mi pene, solo se detuvo al
encontrar ese frágil obstáculo de su virginidad, ya las lagrimas brotaban
abundantemente de sus ojitos, yo la seguía besando.
-Yo: Quieres que pare…

-Lucy: Nunca… dámelo todo… aunque me destroces… dámelo…


dámelo…

-Yo: Aguanta entonces falta un poco…

-Lucy: Si amor… lo soportare… te lo juro… pero ya…

-Yo: Voy mi amor…

Me arme de valor y empecé a introducirlo todo, poco a poco pero sin


retroceder, sentí como se desgarro su himen, era ya mi mujer, la había
desvirgado, lloraba y gemía, la ultima arremetida fue total, estaban mis 20
cm. Dentro de ella, que delicia, pero me contenía para que su biscochito se
acostumbrara a mi miembro, así permanecí unos minutos hasta que vi su
rostro relajado, lloroso pero como aceptando o acostumbrado a tener mi
verga dentro, entonces fui despacio hacia atrás, luego lentamente adelante,
comencé un mete y saca, saca y mete pausado, ella paso de una cara de dolor
a una carita de gusto, después fui moviéndome mas rítmicamente y
acelerando, ella ya lo estaba disfrutando.

-Lucy: Asi Rafa… dale mas… mas amor, mas, mas… dale… dale…

-Yo: Si linda…

-Lucy: Te gusto amor… dale duro… así… si, si… así, así

-Yo: Claro que me gustas amor…

-Lucy: Me gusta que te agrade esta mujer tuya… dale amor que me
orino… dale amor, mas mas mas… ahg ahg ahg…

-Yo: no es que te vayas a orinar… es que vas a tener tu orgasmo… te vas


a venir… y vaya que si eres mi mujercita…
-Lucy: Vaya que si soy una mujer tuya… quiero serlo siempre ahg, ahg,
ahg, dime que soy tu mujer… ahg, ahg, ahg, aggghhh agggghh, Dios….

-Yo: Si eres mi mujercita…

-Lucy: Aggggh, Agggh, ya… aggh, agh… ya me vine…. Aghh, que


rico… dime que soy tu mujer lo quiero oír… aghh

-Yo: Eres mi mujercita… si mi mujer… Lucy…

-Lucy: Si lo soy para siempre… te amo Rafa…

Me detuve un poco, dando tiempo a que se repusiera, quedo sin fuerza y


aflojo sus piernas, pero mas tardo en aflojar sus piernitas que en volver
hacerlo, así que proseguí en mi labor de mete y saca, saca y mete, ella volvía
a sentir placer y yo estaba a punto, incremente los movimientos y poco
después llegábamos juntos al paraíso, sentía como mi semen inundaba su
recién desflorada panochita en su interior, cuando mi pene iba saliendo de ese
recinto, sentía como su vagina lo aprisionaba para no permitírselo, que rica
sensación, lo saque para recostarme y no lastimarla con mi cuerpo.

-Lucy: Gracias Rafa… eres fabuloso… al fin se que es coger… y fue con
quien lo deseaba… gracias…

-Yo: Cómo te sientes…?

-Lucy: Feliz… feliz… un poco adolorida pero feliz… te amo…

-Yo: Bueno vamos asearnos, puede venir tu mami…

-Lucy: Espera un poquito… abrázame Rafa… y dime te gusto lo que te


di…

-Yo: Eso ni lo preguntes fue maravilloso… eres exquisita… no había


disfrutado nunca tanto…
-Lucy: Que soy para ti…?

-Yo: Ahora mi mujercita… si mi mujercita…

-Lucy: Solo eso… no soy tu putita también…

-Yo: Bueno si también…

-Lucy: pues dímelo así… que soy tu mujer y tu putita… me encantaría


oírlo de tus labios…

-Yo: porque insistes en que te diga así… es duro lo que quieres…

-Lucy: No sé me excita… dímelo si…

-Yo: Si eres mi mujer y mi putita, mi putita desde hoy…

Ella sonrió y se levanto poco a poco, yo no la deje incorporarse por


completo la tome de la cintura y la atraje hacia mi, la bese la volví a tender y
sin pensarlo me la acomode arriba de mi para que ella dirigiera las acciones,
le acomode la verga que tenia de nuevo al máximo en su entrada, le dije
ahora tu sabrás cuanto te la metes, ella sonrió y comenzó a meterla en su
panochita, la podía contemplar toda, veía sus tetas, su vientre y esa carita
angelical, rostro que expresaba su placer, sin miramientos se dio un sentón y
se la metió toda, poco después subía y bajaba en mi pene, ya lo hacia con
desesperación, se detuvo porque su nuevo orgasmo había llegado, aproveche
para acariciar su culito y tocar con mi dedo su ano, ella se estremeció, seguí
en esa acción, ella repuesta volvió a subir y bajar, yo con una mano le
acariciaba sus tetitas y con la otra friccionaba su ano, su siguiente orgasmo
llego rápido por las caricia, me voltee para acomodarla boca a bajo y le
bombeé como desenfrenado, yo estaba a punto de terminar, así lo hice y ella
me alcanzo, que divino placer.

-Yo: Ahora si vamos a levantarnos…


-Lucy: Si estoy feliz cansada y adolorida, pero gracias, gracias (acción
que acompaño de un beso)

Fuimos al baño abrazados, le puse una gorra de baño y también use una,
nos metimos al agua tibia, nos relajo, la enjabone para quitarle los residuos de
semen y sangre que emanaban de su biscochito, la verdad yo quería volver a
cogérmela, pero me contuve, la seque toda y partió para vestirse, yo hice lo
propio y fui a vestirme, ella me dijo apenada que toda la cama estaba
ensangrentada, le dije que no importaba, que quizás iba a guardar esa colcha
para siempre así como estaba, para recordar ese momento.

Bajamos para la sala, no le explique nada de matemáticas, solo nos


besamos y nos contemplamos, como una hora después tocaron a la puerta, era
Natalia, abrí la puerta y la invite a pasar.

-Natalia: Que pena me tarde mucho…

-Yo: No te preocupes…

-Natalia: Terminaron…?

-Yo: Faltan cosas por aprender pero avanzamos (que mentira no


habíamos hecho nada de tarea)

-Natalia: Vamonos Lucero, dejemos descansar ya al vecino, algo has de


ver aprendido…

-Lucy: Si no sabes cuanto mami… pero me falta… no se si el señor pueda


darme otras lecciones… por que así ya no sacare malas notas…

-Yo: Cuando lo quieras Lucy…

-Natalia: No sabes como te lo agradezco y te tomaremos la palabra…

-Lucy: Si llega temprano mañana puedo venir…


-Natalia: No lo presiones Lucero…

-Yo: Será un placer, así no estaré solo, un rato si te ayudo…

-Natalia: Eres un encanto, gracias ahí te la mando mañana, abusando.

Se despidieron con un beso en la mejilla y Lucy me guiño un ojito, Hasta


mañana Señor…

Nunca había sido tan hipócrita, remordimiento que me acompaña, donde


los valores que me inculcaron, pero me he dejado llevar por el deseo y por
una criatura, que nunca paso en mi mente, yo se que no es una excusa valida,
pero así se ha dado, una lucha encontrada entre mi moral y el placer.
Relato XXV
Cierto día de lluvia, habíamos llegado a nuestro trabajo. Adriana estaba
tras su escritorio sumida en sus tareas cuando recibió una llamada interna: era
André.

La conversación fue corta pero suficientemente intensa para que ella se


excitara de inmediato. Siguiendo la petición de André se encaminó al baño de
la empresa y se quitó sus pantaletas, quedando sólo con su enagua a media
pierna.

Ella no entendía bien las intenciones de su amante, pues durante las horas
de trabajo era poco lo que podían verse. A media mañana, mientras la lluvia
seguía su frenético ritmo en la ciudad sonó la alarma de simulacros de
incendio.

Siguiendo el protocolo la gente comenzó a buscar las salidas de


emergencia, Adriana caminó hacia la escalera de incendios y al pasar frente a
la oficina de André lo vio en la puerta mirándola fijamente. Ella se detuvo un
momento y él avanzó hasta tomarla del brazo y llevarla en dirección opuesta,
hacia una escalera de emergencia que daba a la parte de atrás del edificio, y
que no era la que les correspondía.

Terminaron de bajar hasta un pequeño parqueo en que había unas


cuarenta personas agrupadas, que en caso de un incendio real estarían en la
calle, pero que al tratarse de una simulación, se mantenían entre los
automóviles.

André guió a Adriana hasta uno de los automóviles, un cuatro por cuatro
enorme de uno de los jefes de la compañía y se acomodó con ella a un lado
del mismo. Estado detrás de ella André comenzó a acariciar sus caderas con
suavidad, la gente observaba hacia el edificio donde se realizaban maniobras
para evacuar heridos y personas por medio de cuerdas, y nadie se fijaba en
ellos. Las manos de André fueron acariciando con más fuerza sus caderas,
mientras su pene se apretaba contra sus nalgas. Ella miraba a los lados
nerviosa, pero pronto se percató de que nadie los miraba, por lo que
correspondió a sus movimientos echando sus nalgas hacia atrás para
aumentar el contacto.

Las manos de André se aventuraron aún más y se metieron bajo su falda,


hasta alcanzar su húmeda y descubierta vagina, que pronto comenzó a ser
acariciada desde atrás por los gruesos y fuertes dedos del hombre. Adriana
notaba su introducción y se mojaba cada vez, el placer que sentía al ser
acariciada al aire libre y con tantas personas alrededor era muy grande. Los
dedos de André rezumaban en líquidos vaginales y muy pronto uno de sus
dedos comenzó a acariciar el otro orificio de Adriana. El sentir estas caricias
la estaban llevando a un fuerte orgasmo que se vio interrumpido por la sirena
que anunciaba el final del simulacro.

Ambos se recompusieron y caminaron de regreso a sus escritorios, detrás


de todas las demás personas. Al pasar junto a los baños del estacionamiento
André la tomó de su brazo y la introdujo en ellos. Antes de que ella pudiera
decir nada la volteó y comenzó a besarla con fuerza, tomándola de sus nalgas
y entregándole con su saliva toda la pasión contenida de los encuentros
anteriores.

André levó a Adriana hasta los lavamanos y la sentó en ello, con su


enagua recogida hasta la cintura. El frío de éstos le puso a Adriana la piel de
gallina, cosa que se incrementó al ver que André dejaba desnudo su pene y
comenzaba a acercarla poco a poco a su vagina. Ella cerró sus ojos esperando
la introducción de este miembro, pero en vez de esto comenzó a sentir como
André frotaba su glande de arriba abajo en su vagina. Ella abrió los ojos y se
topó con los de su amante que le hizo un gesto para que mirara. Ella bajo la
mirada y vio el glande rojo e hinchado frotándose contra sus labios vaginales.
Veía como la tierna piel de su vagina se movía al ritmo de aquél ápice
masculino, veía como esa cereza roja iba tomando un color más intenso
gracias a la humedad que salía de su interior. La mano de André, varonil y
velluda, tomaba con fuerza ese pene y lo frotaba desde la base de su vagina
hasta su clítoris, y una vez ahí lo movía como el arco de un violín sobre sus
cuerdas.

Adriana tomó la piel de sus labios vaginales y trató de unirla sobre ese
miembro, envolviéndolo como una funda, húmeda funda, que les daba mucho
placer. Cuando ella soltó sus delicados pliegues André tomó su pene y
comenzó a dar leves golpes contra el clítoris de esa jugosa vagina,
produciendo un suave sonido de choque de carnes, que contrastaba con el
enorme placer que les daba.

Luego volvía a los frotamientos y restregadas. La humedad empezó a ser


tanta que corría hacía la superficie que sostenía las nalgas de Adriana, pero en
su suave descenso mojaban sus nalgas y unas cuantas gotas humedecieron su
ano.

Esto no le pasó desapercibido a André, quien aumentó la distancia del


recorrido de su glande, e iniciaba los viajes de ascenso sobre la vagina de
Adriana desde ese punto que une al ano con la vagina: el perineo.

El contacto era intenso y ambos estaban demasiado excitados para


soportarlo más. En uno de los viajes de vuelta, y luego de tres o cuatro
golpecitos del glande sobre el clítoris, André empujó con fuerza sus caderas y
enterró todo su miembro en la vagina de Adriana, pero en vez de comenzar
un mete saca frenético se tomó de las nalgas de ella, empujó su cuerpo con
fuerza, como queriendo hundirse entero en ella, y movió sus caderas en
círculos dentro esa deliciosa vagina.

Adriana sentía que el glande de André estaba muy adentro de su cuerpo, y


ese movimiento profundo la hacia sentir que le removía las entrañas. Además
André hinchaba una y otra vez su pene, lo que hacía que Adriana sintiera
dentro de sí las palpitaciones de esa unión tan profunda.

Luego de unos minutos así, que fueron además minutos llenos de besos y
declaraciones sobre el deseo que tenían de sentirse así, André comenzó un
lento movimiento de entrada y salida. Metía más o menos un cuarto de su
pene en la vagina de ella unas tres veces seguidas y después le daba un a
profunda penetración, esto hacía que Adriana deseara que todos los
movimientos de penetración fueran profundos, y él jugaba con esto, pues a
veces le daba hasta diez penetraciones leves antes de la estocada profunda, o
a veces embestía con furia tres o cuatro veces para después detenerse y
comenzar las lentas acometidas una vez más.

En cierto momento el orgasmo de ella era tan evidente que André se


entregó furioso a un profundo mete saca hasta que sintió los espasmos del
orgasmo de Adriana, para, sin darle tiempo de reponerse, hundirse entre sus
piernas y chuparle toda esa chorreante vagina, que todavía se contraía con los
espasmos del orgasmos.

André sintió en su boca, no sólo el néctar que manaba de esa cueva, sino
las contracciones propias de tan ancestral placer, mientras las manos de
Adriana presionaban la boca de su hombre contra sus ingles.

Cuando se repuso Adriana de su orgasmo, André la ayudó a bajar del


lavamanos y se metieron a uno de los cubículos del baño. Se sentó sobre uno
de WC cerrados y ella lo monto, introduciéndose todo su pene en su vagina.
Adriana le abrió la camisa a André, para que su velludo pecho se frotara
contra sus pechos, además de que podía restregar su clítoris contra los vellos
púbicos de André.

André por su parte trataba de chupar esos oscuros pezones que se le


ofrecían y, con sus manos en las nalgas de esa lujuriosa compañera, la
ayudaba a llevar el ritmo de la cabalgada.

El sudor comenzó a empapar sus cuerpos, y los pechos de Adriana


resbalaban por el pecho de André. Este estrujaba las nalgas de Adriana y
jugaba con un dedo un su orificio trasero, cosa que a ambos los llenaba de
lujuria.

En cierto momento durante la cabalgada, Adriana se levantó por completo


y apunto la punta de aquel pivote de carne hacia su orificio anterior, y poco a
poco fue bajando sus caderas hasta que logró introducir todo su pene en su
trasero. André la tomó de sus nalgas y hundiendo su cara entre los pechos de
aquella hembra comenzó a moverla con furia sobre su pene. Adriana
mantenía su boca levemente abierta, producto de la mezcla de dolor y placer
que sentía por esa penetración anal, pero sosteniendo con fuerza la cabeza de
su amante entre sus pechos.
El orgasmo les llegó casi al mismo tiempo, y las contracciones del pene
de André dentro del chiquito de Adriana fueron acompañadas de las de la
vagina de ella. Mientras recobraban el ritmo normal de la respiración se
prometían a sí mismo volverlo a repetir, esta vez en la casa de alguno de los
dos, con más calma y de una forma que les diera chance de explorarse a
placer.
Relato XXVI
Un día en que estaba particularmente excitado, le pedí a Adriana que se
quitara su ropa interior y se sentara en mi escritorio. Cuando hizo esto remetí
debajo del mismo y levantando su falda comencé a besar sus muslos,
subiendo hasta su entrepierna. Le pedí que mientras hacía esto siguiera
trabajando y mi lengua exploró su vagina de rincón a rincón. A veces ella
levantaba un poco las caderas y yo me deleitaba pasando mi lengua por su
ano, hasta que las contracciones de su pelvis me hicieron entender que había
tenido un orgasmo.

Cambiamos de posición y fue ella la que se metió bajo el escritorio y sacó


mi pene por la bragueta de mi pantalón. Su boca y su lengua me estaban
llevando a la gloria, cuando de pronto mi secretaria llamó para avisarme de la
llegada de uno de mis clientes. Adriana hizo el amago de salir de debajo del
escritorio pero no la dejé. Dí el permiso para que pasara y mi cliente entró
saludándome con amabilidad y tomando asiento frente a mi, que no había
guardado mi herramienta. Adriana se había metido al fondo del espacio del
escritorio e intentaba no hacer el más mínimo movimiento. La charla de mi
cliente se extendía, y mi pene seguía erecto por lo riesgoso de la escena. Muy
pronto sentí a Adriana comenzar a pasar su lengua por mi glande y empezar a
engullir mi pene.

Yo adelanté mi silla y recosté mis codos en el escritorio, de manera que


ella pudiera hacer su mamada más profunda. Sentía como me engullí casi por
completo y me costaba seguir el hilo de la conversación. En cierto momento
en que la excitación me comenzaba a ganar, bajé una de mis manos a mi
entrepierna y presioné su cabeza contra mi, descargando todo mi semen en su
boca, no pudiendo suprimir mis caras de placer, lo cual justifiqué con mi
cliente diciendo que tenía un desgarro en la ingle y que me había dado un
fuerte tirón. El no me dijo nada más y muy pronto se retiró de mi oficina,
dejando el espacio para que mi amante saliera de su escondite y con una
pícara sonrisa me mostrara, abriendo su deliciosa boca, todo el semen que
retenía en ella, para después tragárselo con lujuria.

Ese mismo día a la hora de almuerzo se me ocurrió otro juego más. Tomé
una pequeña botellita de licor de esas de muestra y comencé a masturbar a
Adriana con ella, llevándola a alcanzar un rápido orgasmo. Mientras aún se
recuperaba saqué sus bragas de mi escritorio y se las puse sin sacar la
botellita de su húmedo nido, y llevándola del brazo nos fuimos a almorzar.
Cuando regresamos del almuerzo, Adriana me comentó el morbo que le daba
sentir la botellita en su vagina mientras almorzábamos con el resto de
compañeros de trabajo, cosa que me demostró mostrándome sus bragas
empapadas de humedad, que no dude en chupar y saborear los jugos de la
excitación que después probaría de su propia fuente.

Sin embargo el juego más morboso lo realizamos días después, cuando


estábamos solos en la oficina y le pedí a Adriana que se sentara sobre mí,
dándome la espalda. En esta posición mi pene se introdujo en su vagina
mientras con mis manos acariciaba su clítoris, buscando llevarla a un
orgasmo. Estando en esto sonó el teléfono móvil de Adriana, quien no dudó
en contestar a pesar de tenerme dentro de sí.

No recuerdo nada de su conversación, pero me comencé a mover,


penetrándola lo más profundo que permitía la posición, para deleitarme
viendo como trataba de disimular sus gemidos. El punto culminante de este
juego llegó cuando, levantándola de las caderas, la hice sentarse de nuevo
sobre mi pene pero apuntando a su orificio anterior. La penetración fue lenta,
y no en varias ocasiones tuvo que taparse su boca para no soltar ningún ruido
delator.

Al terminar la llamada me cabalgó con furia hasta hacer que mi semen se


derramara en su chiquito, mientras recostada contra mí, me dejaba acariciar
sus deliciosos pechos, hasta casi dormirnos sobre la silla de mi escritorio.
Relato XXVII
Yolima me había resultado antipática en principio cuando la conocí:
distraída y sumamente seca en su trato. Pero el devenir del día a día en el
trabajo me fue revelando en ella una mujer dulce y con mucho amor para
ofrecer. Lucía siempre como una niña grande con sus ojos negros de cejas
preciosas tras los cristales de lentes de intelectual, sus mejillas rosaditas y su
cabello recogido en dos trenzas largas amarradas al final con sendos moños
infantiles.

Yolima era perfecta para enmarcar en un cuadro de Botero. Sus uno


sesenta y dos de estatura se complementaban con sus entonces setenta y
nueve kilos y medio metidos en un bello y voluptuoso cuerpo de curvas
suaves y parejas. El equilibrio de su bien matizada gordura infantil se rompía
sin embargo en un solo lado: en su pecho. Los senos desproporcionados eran
según se mirara su mayor encanto o su elemento antiestético. Particularmente
para mí, esos senos infinitos constituían un precioso don de Dios.

Venida de una ciudad lejana, algo gorda y poco abierta socialmente no


era pues una mujer que le interesara a hombres inmediatistas como los que
pululaban a su alrededor. Eso facilitó mi camino hacia ella. No había
interferencias indeseadas para conquistar a una mujer bonita, medianamente
voluminosa y con mucho deseo por expresar en sus 28 años bien vividos.

Un sábado por la tarde, después de media jornada laboral dura y


estresante la hallé solitaria en el paradero de buses con su falda elegante
ondeando por la brisa suave. Ya estaba resignada a irse a morir de
aburrimiento solitaria frente al televisor en su estrecho apartamento alquilado.
Le pedí, entonces de forma cortés que tomáramos algo y contenta y extrañada
me expresó un sí con esa sonrisa perfecta. Su rostro de niña se iluminó de
pronto. Nos fuimos a un cálido sitio cercano en el que la música caribeña
sonaba a volumen medio.

Después de cinco cervezas el universo que nos rodeaba era otro. Ella
desinhibida y contenta bailaba resuelta y con profundo goce. Eso me
fascinaba y yo hacía una fiesta con su cuerpo tierno. La abrazaba por su
cintura y pegado a su cuerpo sudado me embelesaba con su perfume ligero.
Solo interrumpíamos cuando ella iba al baño a mear los excesos cerveceros.
Estaba contenta mi gordita y yo aún más que ella.

Sentía sus senos grandes y blandos como almohadones apretujarse contra


mi pecho y mi mejilla pegada con la cálida suya. El deseo empezó a subirse
de tono. No solo en mí, sino también en ella.

Bailando nos pusimos poco a poco de acuerdo y sin darnos cuenta nos
estábamos besando como chicos traviesos. Su boca suave besaba con tantas
ansias y entrega, que me transportó de inmediato a mis primeros besos con
Inés, mi primera novia. Mis manos resbalaban insistentemente por su espalda
y las de ellas también sobre la mía. Estábamos encendidos de deseos. Era
evidente.

-“Te deseo tanto Yolima.”- le susurré al oído con tono decente.


-“Yo también” - me respondió con voz traspirante.
-“Vamos a otro sitio donde estemos solos tu y yo” – le propuse con
desespero.
-“Vayamos a casa. Te parece? ” – resolvió con ansiedad

Nos tomó diez minutos eternos en taxi llegar a su pulcro y ordenado


apartamento en un tercer piso en un edificio del centro de la ciudad. Durante
el trayecto casi ni respetamos al conductor, porque lo mismo hubo besos
tiernos que caricias obscenas al interior de ese automóvil amarillo.

Llegamos. Hubo pocas palabras. Cerrada la puerta solo hubo escasos


segundos para echar un vistazo al bonito piso. Su boca pronto inundó la mía.
Su lengua juguetona que había sido tímida, se desbordó en lujuriosos
movimientos dentro de mi boca. Era seductora y suave esa preciosa mujer.
Mi verga endurecida pronto se hizo evidente. Nos sentamos en el sofá a lado
y lado y nos ofrecimos un beso intenso y corto como de novios que
aprovechan cuando la suegra se levanta. Ella tenía una falda blanca y larga
hasta las pantorrillas que la hacía lucir elegante. Su blusa conservadora de
mangas largas no ocultaba, sin embargo el busto inmenso de su cuerpo.
Mi boca resbalaba por su cuello suave y sudado. Esos sabores me
incitaban a continuar mientras Yolima, excitada y entusiasmada por tener un
hombre consigo, musitaba entre gemidos cosas a veces incomprensibles.

Yo me quité la camisa y ella animosa me besaba el pecho velludo.


Recorría el camino vertical de pelos hasta llegar a mi abdomen. Sus manos
me acariciaban ya el bulto agreste de mi falo hambriento. Yolima era otra, era
mujer muy mujer. Estaba entregada y resuelta. Se sentía tan honesta y bella.
Tan hermosa y deseable. Tan enamorada. Y me tenía encantado, excitado y
entregado. Me sentí de pronto tan enamorado de esa mujer vetada por tantos
hombres. Sus encantos eran tantos y a medida que pasaban los minutos yo
descubría más y más.

Su lengua subía lentamente por mi cuerpo, pasaba por mi cuello y


juguetonamente se unía con la mía en un beso profundo. Me quité entonces el
blue jean. Mi boxer rojo y apretado constituyó para ella una fantasía. Me
contempló con sus ojos llenitos de lujuria. Miraba mi bulto vulgar bien
pintado que amenazaba con romper la tela de la prenda interior. Sonriente,
Yolima desnudó su tronco. Desbrochó lentamente los seis botones blancos y
grandes de su blusa amarilla. Por fin ante mis ojos aparecieron ese par de
calabazas puras de carne blanca casi desbordadas de sus sostenes de gran
talla elegantes y de encajes amarillos que bien le combinaban con su blusa.
Casi se me salía la baba embobado por tamañas bombas preciosas. Ya
imaginaba mi pene metido en ese inmenso mar de carnes.

Me levanté y me puse frente a su rostro hermoso aún con los lentes


empañados. Ella solo contemplaba mi bulto. Se lo ofrecí con un ademán de
mis cejas. Ella bien lo comprendió y se sintió autorizada para no esperar más.
Me bajó el boxer y mi verga dura y seca con las venas infladas salió
disparada quedando a centímetros de su boca. Yolima, sorprendida se
saboreaba haciendo un gesto seductor con su lengua al humedecer sus labios.

La tomó con su mano y sintió las palpitaciones.

-“Está caliente” – musitó par sí


La frotó por sus mejillas con ternura inusitada como si mi verga fuera un
muñeco de felpa. Con sus labios rosados y seductores regaba besitos ligeros a
lo largo del meandro que formaban las venas hinchadas de mi palo que yo
sentía como suaves aleteos de maripositas. Un dulce cosquilleo hacía temblar
mis piernas mirando a tamaña niña grande hacer travesuras tiernas con mi
sexo.

Yolima, inhalando los aromas viriles de mi pene jugaba graciosamente a


pelar y cubrir con mi prepucio mi glande rosado e hinchado. Sus deditos
pulcros y redondos empezaron entonces a masturbarme y un una tibia
humedad pronto cubrió la puntita de mi sexo: lo había metido en su boquita
salada.

Liberada y con creciente confianza, Yolima me regaló una mamada


profunda y bellamente excitante que me suscitó oleadas de placer por todo mi
cuerpo. Sacudía su cabeza hacia delante y hacia atrás comiendo mi palo
golosamente. Sus trenzas echadas hacia delante caían sobre las sinuosas
curvas de sus grandes tetas de vaca lechera.

Mientras me mamaba desbrochó su brazier cayendo éste con melodrama


en su regazo. Por fin sus famosos y comentados senos gordos al desnudo.
Belleza, estética, sorprendente sensualidad y mucho morbo son las cosas que
puedo afirmar que me produjo mirar esas tetas para mí perfectas.

Esparramadas a lado y lado, pero sorprendentemente firmes y blandas a la


vez, de una blancura europea y unos pezones redondos, amplios pintados de
un rosado hermoso e indefinible; sus tetas pronto fueron el refugio de mi
pene ardiente. Ella, con sus manos que lo mismo pueden acariciar flores que
mi verga agreste, las apretujó creando un hermoso y sensual canal profundo.
En un vaivén espontáneo y con el morbo en mi cabeza me hice la paja rusa
entre sus senos. No paré de mirar y mirar el espectáculo porno que esos senos
recogidos daban con mi verga dentro. Evité derramarme. Faltaba mucho
todavía.

Paré para agacharme. Mi boca hambrienta se dio gusto chupando cada


centímetro cuadrado de esa superficie blanda y carnosa. Sus ricos pezones
endurecidos fueron el fruto favorito que chupé, mordí y lamí hasta el
cansancio. Mis manos tuvieron el placer de acariciar su espalda tersa y
desnuda al tiempo.

Me volví a levantar y habiendo ensalivado su inmenso y hondo entreseno,


volví a masturbarme entre sus tetas. No me contuve esta vez y aceleré mis
embestidas hasta la violencia misma y sin avisarle me derramé profusamente
en esos senos gordos. El semen pegajoso humectó el entreseno que luego con
mi palo yo jugaba a regarlo todo por toda esa accidentada geografía hasta
humedecer las cimas de sus pezones. Ella sonreía con gracia disfrutando mi
orgasmo en sus pechos que luego limpió burlonamente con la tela de mi
boxer.

Me agaché hasta el piso. Besé sus pulcros pies ya descalzos y subí


lentamente por sus potentes pantorrillas alzando al paso su falda con mi
cabeza. Pronto me hallé en sus carnosos muslos que ella bien separaba para
darme cabida. Empezó a enloquecer cuando mi lengua revoleteaba en la parte
alta de sus muslos justo en el dobladillo de su ancho calzón amarillo pollito.
Mis manos neceaban por allá arriba sus tetas esparramadas. Yolima gemía y
musitaba cosas inconexas.

Mi boca, como mariposa en una flor, se posó en su encrucijada. El vaho


de jugos vaginales abundantes secretados desde hora y media atrás
combinado con los restos de orines cerveceros me excitaban hasta la misma
locura. Besé su amplia concha por encima del calzón obligándola a abrir sus
piernas de par en par. Estaba entregada. Entonces, sin necesidad de quitarle la
falda preciosa, retiré lentamente la seda de su calzón de talla amplia como si
fuera el forro de un caramelo. Ante mis ojos se fue revelando la cosa mas
bonita que hasta ese momento había visto: una vulva gordita con apenas un
moño de pelaje oscuro perfectamente rebordeado y sus labios jugosos y
rosados ensanchados completamente embalsamados de sus jugos. Mi nariz se
embriago con esos aromas silvestres puros de mujer.

El manjar era inevitable. Era un pecado no comerse semejante almeja


preciosa. No nos hicimos esperar. Con todas las ganas del mundo saboreé
primeramente con la puntita de mi lengua de abajo hacia arriba el dulce canal
carnoso y rosado de sus labios mayores. Hice luego un poco de presión y los
jugos de sus blandos labios menores me inundaron. Me fui lanza en ristre con
todo a lamer como can domado su abundante y generosa concha hasta
encontrarme con la perla: su pepita inflada.

Se la lamí y se la comí hasta hacerla estallar en un orgasmo violento que


expresó empujando mi cabeza con fuerza contra su sexo y cerrando sus
piernas como tenazas contra mis sienes. Casi me apachurra esa mujer
mientras gritaba y aullaba como perra el orgasmo intenso, gozosa e
inconscientemente fuera de sí.

Tomamos un respiro de minutos. La dejé gozar y recuperarse de su


derroche de energía orgásmica. Mi tubo ya estaba hambriento y listo para
comerse lo que mi boca le había preparado. Nos fuimos entonces a la cama
en su cálido y demencialmente organizado cuarto.

Se postró boca arriba con su falda plegada sobre su panza y sus tetas
gordas y esparramadas apuntando hacia horizontes opuestos. Era linda,
tremendamente linda. Sus piernas abiertas y semirecogidas me ofrecían ya su
capullito abierto. Me ensarté, entonces como lanza. Mi verga entró en su
horno totalmente y el goce fue indecible. Ese fogón me daba tanto placer que
sentía que mi cuerpo se quemaba cada vez que el mete y saca cobraba fuerza.
Mis bolas castigaban el rededor de su culo y Yolima solo gemía y pedía más
y más con sus trenzas tiradas sobre la almohada. Mi verga ardiente entraba
con fuerza y mi vello púbico se besaba con el de ella. Yo aprovechaba para
chupar sus tetas cuando recostaba por momentos mi regazo encima de su
panza y me rostro quedaba inmerso en su senos.

Le pedí, luego que se pusiera en cuatro. Quería poseerla mirando su


espalda y su trasero. Con ansiedad lo hizo y sus nalgas desnudas por fin se
revelaron. Eran rosadas pálidas, pero rojizas en el centro. Le retiré su falda y
quedó por fin completamente desnuda. Que mujer!. La contemplé con placer
y luego hundí el sexo en el suyo desde atrás. Un plap plap plap intenso era la
música en la estrechez de esa alcoba. Mi pelvis golpeando contra sus nalgas y
mi verga roja de tanto frotarse entre sus carnes entraba y salía viciosamente
resbalándose en su aún abundante viscosidad. Fue entonces cuando estallé
por segunda y última vez en esa tarde de fantasías. Chorro a chorro y gota a
gota me corrí en lo más profundo de su vagina carnosa. Ella gustosa me diría
después que sentía palpitar mi verga en su interior.

Nos bañamos jugueteando, cenamos después y borrachos de amor


decidimos quedarnos juntos esa noche de sábado. Ella me cantó canciones de
amor acompañándose de su guitarra con esa prístina voz de ensueño. Luego
hicimos el amor de mil maneras.

Vendrían luego, decenas de fines de semanas más en los que derrochamos


nuestro profundo amor secreto.
Relato XXVIII
A veces el presente se compone de recuerdos lejanos, basta con que la
memoria retroceda, casi siempre en desorden, hasta encontrar la primera
imagen de una persona, el primer recuerdo de una larga historia. Es lo que me
sucede mientras veo la tanguita mínima sobre la silla, la falda estirada y la
blusita sobre el respaldo.

Está lloviendo y el calorcito es reemplazado por una frescura que la hace


apretarse contra mi pecho. Estiro la sábana y la cubro, su respiración es
rítmica y acompasada, mientras yo la contemplo con los ojos legañosos en un
insomnio feliz y retrocedo a 1986, cuando tenía treinta años y viajé por
última vez a un pueblito pequeño llamado San Bernardo para pasar unos días
con mi hija Vanesa, que entonces tenía algo más de dos años, aunque
aparentaba ser un poco más grande. En ese pueblucho de descendientes de
inmigrantes de la Europa del Este mi hija de pelo negro y yo llamábamos la
atención, no sólo por nuestro aspecto sino por el hecho de ser forasteros.

La mamá de Vanesa y yo estábamos separados desde hacía varios meses,


ella se había ido con el marido de una prima suya, mientras su prima se había
ido con el mejor amigo del ahora marido de la mamá de Vanesa. En ese
extraño enroque marital familiar el que quedó solo fui yo, y no he vuelto a
casarme desde entonces, primero porque me costó mucho superar el dolor de
la separación y después porque la sola idea de volver a comprometerme en
una relación me provocaba un pánico total. Tuve muchas novias, un par de
amantes casadas con las que duré un tiempo, pero nunca nada
suficientemente serio como para volver al registro civil, pese a que estoy
definitivamente divorciado.

En esos días mi única alegría era pasear con Vanesa por ese pueblito,
llevarla a la plaza y hamacarla en un largo columpio durante horas, correr con
ella montada sobre mi espalda y, a la vuelta, tomarnos un refresquito o
comernos unas facturas en la panadería del viejo Lenchuk. Frente a esa
panadería estaba la pequeña mercería y tenducho de otro gringo, un grandote
bonachón que se llamaba Mirko Franchú, según sus vecinos, que lo
bautizaron simplemente como "Pirula". Mirko tenía dos hijas, Shivetska y
Federenka, gemelas e indistinguibles, cuyo deporte favorito era asomarse a
una de las ventanas del negocio y sacarles la lengua a todos los que pasaban
por esa cuadra.

Para la abuela de Vanesa eran solamente "Las Mirko", ambas rubias, de


ojos azules y llenas de pecas, pecas y pecas. Vanesa volvió a ese pueblo en
algunas vacaciones, hasta que, cumplidos sus quince años, nos establecimos
en este rincón del Caribe y su único contacto con su madre y sus medio
hermanos fue por carta y después por email. El año pasado Vanesa ganó una
beca para especializarse en la universidad de La Plata y tuve que
acompañarla, ayudarla a instalarse, volver a ver a su madre que viajó para
reencontrarse con su hija después de varios años, en fin, fueron unos días
muy intensos que se me pasaron volando hasta que, un domingo a las dos de
la tarde, me despedí de mi hija en el aeropuerto de Ezeiza. Era otoño en la
Argentina de esos días, mi hija tenía veintidós años, y yo sentía que el otoño
entraba también en mi corazón, no volvería a ver a Vanesa hasta fines de
noviembre y eso me deprimía un poco.

Mientras me instalaba en el asiento junto a la ventanilla me prometí a mí


mismo que me sumergiría en mis dos trabajos y que me pondría a terminar
mi primer libro para acostumbrarme un poco a la ausencia de mi hija. Me
calcé los auriculares y me dispuse a escuchar música clásica mientras las
azafatas daban las instrucciones sobre cómo proceder en caso de emergencia
y el resto de los pasajeros se acomodaba. Cuando el avión levantó vuelo una
pesada somnolencia me fue ganando y me quité los auriculares hasta que,
supongo que después de una hora o más, desperté y miré por la ventanilla
para ver debajo un cerrado manto de nubes. Volví a dormirme varias veces y
después, casi a las siete de la tarde, con las piernas entumecidas y el cuerpo
dolorido por tantas horas sentado, descendí con mi equipaje de mano y me
dediqué a caminar por los pasillos de la zona restringida del aeropuerto de
Panamá, la mochila al hombro con el peso de las tres botellas de vino
sanjuanino que constituían para mí un verdadero tesoro.

Tras casi una hora y media de espera vi caer la noche desde el aeropuerto
de El Tocumen y volví a acomodarme en el asiento de otro avión, más
pequeño, que me devolvería a mi amada y odiada ciudad de Santo Domingo.
Empecé a hojear un ejemplar de Selecciones del Reader’s Digest que compré
en Panamá y me distraje un rato mientras sentía cómo los vientos del Caribe
zarandeaban con implacable entusiasmo el avión y la voz de la azafata
recomendaba que cada pasajero permaneciera en su asiento con el cinturón
ajustado.

-Disculpe, ¿estos asiento están ocupados?

La muchacha que me hablaba era rubia, de ojos grises y carita ovalada,


llevaba puesto un pantalón de jean y una blusita de mangas cortas con el logo
de una ONG en un bolsillo: Fundación TEA.

-No, no, puede sentarse.

-Gracias.

Se sentó, reclinó el asiento y se quedó dormida.

Dos

Por la ventana de mi oficinita en la Universidad alcancé a divisar por


encima de los árboles la franja gris azulada del mar. El día era muy claro y el
cielo estaba increíblemente despejado y yo me sentía contento, el día anterior
Vanesa me había llamado y me había contado lo bien que se sentía en el
pensionado donde vivía y cómo iba recuperando de a poco tantas cosas
argentinas que ya casi ni recordaba, como el mate, las facturas y el gusto por
las pastas italianas. Eran las nueve de la mañana y mi secretaria me pasó una
llamada de la rectoría.

-Doctor Burgos, déjeme ponerle al rector.

-¿Sí?

-Ramiro, perdona que te moleste, hombre, mira, hay una muchacha, una
abogada que está camino de tu oficina, hazme el favor de recibirla y trata de
brindarle tu apoyo para la vaina que ella necesita, ¿puedes?
Esa pregunta del rector equivalía a una orden, y cuando él me mandaba a
alguien para que yo lo atendiera era por dos razones, porque él no se animaba
a decirle que no, o porque se trataba de un pelmazo de alguna institución
extraña o de una ONG dedicada a las cosas más extrañas, como la protección
de las ranas verdes o las lombrices californianas, y pedían apoyo de la
universidad o un espacio para dar una conferencia o permiso para repartir sus
folletos entre los estudiantes, cosas así.

Tuve que decir que sí mientras mi otro yo mandaba al rector a un lugar


donde lo aguardaba su maldita madre y preparé mi mejor cara de piedra.

Mi secretaria entró para avisarme que alguien venía a verme de parte del
rector. Asentí mientras cerraba mi correo en la PC.

-Pase- dijo la vocecita de Mirna.

-Permiso, ¿el doctor Burgos?

Asentí con la cabeza mientras trataba de recomponerme porque me había


quedado sin habla. La muchacha que se había sentado a mi lado en el avión
estaba ahí, frente a mí, preciosa, elegante en un trajecito sastre de color
bordó, zapatos negros de taco chino, el pelo suelto, llevaba unos aretes en
forma de estrellitas y apenas sí se había maquillado, un brillo en los labios,
un toquecito de sombra en los ojos.

-Mi nombre es Sofía Frankzuk – dijo y me estrechó la mano antes de


sentarse. En ese momento entendí por qué el rector me la había enviado, su
misoginia estaría esa mañana en su pico más intenso.

-El rector me dijo que con usted me podía entender mejor porque es
argentino, como yo.

-En realidad hace mucho que vivo en este país, pero sí, soy argentino. La
escucho.
Con frases cortas me explicó el motivo de su visita, trabajaba para una
ONG que venía con un proyecto de la UNESCO para ofrecer apoyo logístico
a bibliotecas populares, la biblioteca que se había contactado con ella había
sido trasladada al interior por el cura del barrio, que también fue trasladado y
se la llevó con él, en la secretaría de educación no le dieron ni la hora y
entonces decidió buscar por otro lado, fue a un periódico donde una ex
alumna mía que ahora era periodista le recomendó venir a verme. Me pareció
que era muy inteligente, además de preciosa, de manera que decidí ayudarla.
Llamé a un conocido de la secretaría para que la recibiera, puse a Mirna a
buscar una lista de bibliotecas públicas, que en este país son pocas, y le ofrecí
un aula de la universidad para que desarrollara su actividad. Se fue feliz y me
dejó su tarjeta.

Sofía F. F. de Revigliatti. Licenciada en Bibliotecología. Estaba su email


y su número de celular en la Argentina.

Pasaron varios días hasta que tuve noticias de ella. Era viernes, de noche.
Yo había salido de la universidad y, como había cobrado un cheque de una
asesoría que tenía con el gobierno, pensaba cenar en un restaurante del
malecón mientras decidía si invitar a Yesenia o a Claudia, dos viejas amigas,
ambas divorciadas y sin problemas de horarios para cenar y charlar un rato…
y a veces algo más.

Mi celular sonó en el momento en que un agente de tránsito hizo detener


a los vehículos que iban por mi mismo carril.

-Doctor, la chica esa que lo fue a ver el otro día quiere hablar con usted,
yo le dije que no estoy autorizada a darle su celular, me pidió que usted la
llame a su hotel, le mando el número por mensaje de texto ¿está bien?

-Perfecto, no hay problema.

Me estacioné un poco más allá de la esquina de Máximo Gómez con


avenida Independencia y marqué le número del hotel.

-Habitación 405, por favor.


-¿Sí?

-Señorita Sofía, le habla el doctor Burgos, ¿Cómo está?

-Ay, gracias por llamar, yo… necesito hablar con usted, si usted me dijera
un lugar y una hora…

-Si usted quiere puedo pasar por usted ahora mismo.

-Eso sería perfecto, le agradezco mucho, entonces lo espero en el hall del


hotel.

Tardé poco más de veinte minutos en llegar al hotel, situado frente al


malecón.

Tres

Como estaba con algo de dinero la invité a un restaurante con las mesas
casi junto al mar. La luna llena estaba en todo su esplendor y lo único que
ensombrecía un poco el panorama era la música del local, un poco estridente,
además de insoportable. Ella estaba vestida con una falda violeta y una blusa
de color crema, se había puesto una bufanda transparente que le quedaba muy
bien. Tuvimos una charla formal sobre cómo organizar una actividad en la
universidad. Desde mi celular tracé contactos con dos periodistas amigos para
que le hicieran una entrevista. Después le mandé a mi secretaria un mensaje
de texto para que preparara un aula especialmente para la conferencia de
Sofía. Cenamos unos mariscos con vino blanco y la llevé a su hotel apenas
terminamos de cenar, yo estaba cansado y mi ánimo no daba para nada que
no fuera una larga noche de sueño.

La conferencia finalmente se hizo el viernes en la tarde. Una Sofía muy


desenvuelta respondió preguntas, concertó citas y trazó con un grupo de
representantes barriales una estrategia de apoyo a las bibliotecas populares
que llamó la atención de uno de mis amigos, un periodista del diario de
mayor tirada de la capital, que le hizo una entrevista con fotografías y todo, y
hasta se le tiró un lance donjuanesco que ella supo esquivar con admirable
soltura. Cuando toda la gente se había ido algunos estudiantes la ayudaron a
desmontar el atril y a guardar el proyector de transparencias que yo le había
prestado. Se la veía muy contenta.

-Doctor, le estoy completamente agradecida, sin su ayuda esta actividad


no hubiera sido posible, en serio…

-Me alegra haberle sido útil- dije y me despedí con un apretón de manos
pero ella me retuvo.

-¿Sabe una cosa? No sé si será porque llama la atención encontrar a un


argentino en este país, pero tengo la sensación de haberlo conocido antes, no
me haga caso, a veces me da esa sensación con alguna gente… yo…

Permaneció en silencio un instante, como si dudara.

-¿Cómo está de tiempo?

Consulté mi reloj.

-Bueno, pensaba ir a cambiarme y salir a dar una vuelta- dije.

-Mire, a mí me gustaría invitarlo a cenar, digo, si le parece, me gustaría


conocer a su esposa…

Sonreí complacido.

-No tengo esposa, soy separado desde hace años, vivo solo y… bueno…
es una larga historia…

-Oh, lo lamento, es que a veces soy algo torpe, perdóneme…

-No se preocupe, acepto su invitación, pero bajo ciertas condiciones.

Se quedó expectante, como esperando.


-Usted invita- dije –pero nada más…

Pareció no entender pero estuvo de acuerdo.

Pasé a buscarla a su hotel a las diez de la noche, hice una reservación en


la taberna española de la ciudad vieja y le pedí al chef, que era un viejo
conocido, que me preparara una cena liviana con el mejor amontillado que
tuviera.

Sofía se puso un vestido azul eléctrico enterizo y se dejó el pelo suelto, la


tela brillante parecía ceñirse a su cuerpo como si la aprisionara, dioses, estaba
hermosísima. El escote discreto dejaba adivinar dos esferas perfectas capaces
de poner a soñar a cualquiera. El rostro sin maquillaje, apenas una sombrita
en los ojos y un poquitín de brillo labial, parecía resaltar sus ojazos grises.

Le abrí la puerta del auto, la ayudé a sentarse en el restaurante, me


comporté como un caballero andante y evité en todo momento mostrarme
meloso ni insinuarme en ningún sentido. Tuvimos una charla de lo más
interesante sobre sus actividades y sus viajes. Me contó que era divorciada
desde hacía más de un año pero que como la ONG le había regalado un
paquete de casi mil tarjetas, todavía no la había corregido. El postre español,
acompañado de una copa de moscato, le encantó a pesar de que, dijo, haría
estragos con su dieta.

-Eso no es para una muchacha como usted, las dietas son para los viejos
como yo, que ya estamos llenos de achaques…

-Oh, ya quisiera más de un viejo verse tan bien como usted, doctor.

En ese momento una orquesta apareció y montó rápidamente sus atriles,


sus instrumentos y antes de cinco minutos se empezó a escuchar un ritmo de
bachata que enseguida, y a pedido del público, fue reemplazado por otra
música más antigua. Una morena regordeta de pechos voluminosos comenzó
a cantar Noche de ronda. Los ojos de Sofía se entrecerraron por un momento,
hubiera dado todo el oro del mundo por saber en qué estaría pensando, pero
acaso ese instante forma parte de ese misterio del que sólo son capaces las
mujeres hermosas y, pensé, es lo que las hace todavía más atractivas. Recordé
otra noche en ese mismo lugar, cuando bailé un bolero con una italiana de
risa estridente y pelo cortado al ras que me pisó un par de veces y…

-¿Bailamos?

La voz de Sofía me sacó de mis recuerdos. Cuando la tuve entre mis


brazos la morenota entonó con una voz que despertaría la envidia de los
dioses la letra de "Un mundo raro" de José Alfredo Jiménez. El pelo de Sofía
olía a sándalo persa… "di que vienes de allá de un mundo raro… el murmullo
de los comensales de las otras mesas me llegaba como un rumor apagado
mientras los pasos de Sofía me guiaban como si la música se hubiera
apoderado de su piel… que no sabes llorar, que no entiendes de amor…
desde una mesa en un extremo del salón una pareja joven nos miraba, creí
advertir un dejo de admiración en la mirada del hombre y hasta un brillo de
complicidad en los ojos de la muchacha que cenaba con él… y que nunca has
amado… la luz que descendía de las arañas fluorescentes suspendidas del
techo esparcía sobre las cosas un resplandor de ribetes casi mágicos, la voz
de la morena repetía el estribillo de la canción con una melodía que se
apoderó de todos los corazones, aprisioné la cintura de Sofía con ambos
brazos y ella apoyó su cabeza en mi hombro… fue un segundo, un fragmento
de eternidad en que sus ojos se detuvieron exactamente en el trayecto de mis
ojos, jugueteó mi mente durante una fracción de segundo con la idea de
besarla pero me contuve. Cuando acomodé su silla para que se sentara me
sonrió de una manera tan especial que sentí que su perfume me horadaba por
dentro.

Salimos del restaurante sin hablar y, al llegar a la rotonda del obelisco


frente al malecón tuve que detener el auto porque una larga fila de vehículos
estaba doblando en sentido contrario, bajé el vidrio y escuché los bocinazos y
las voces del festejo del triunfo de un equipo de béisbol. Arranqué después,
más despacio y, cuando llegamos casi frente al hotel de Sofía ella
súbitamente me abrazó y me besó. Sorprendido al principio, me dejé ganar
por el casi olvidado sabor de un beso y cuando nos separamos ella pidió muy
quedamente.
-Llévame contigo, no quiero estar sola, no esta noche…

Cuatro

Entré a una cabaña y Sofía bajó rápidamente para dirigirse al tocador,


pagué por la noche completa y encendí la música, pedí dos gin tonic, y al
darme vuelta Sofía me abrazó y volvió a besarme, bailamos una canción de
La oreja de Van Gogh y ella comenzó a desatarme la corbata, aflojó mis
botones, me quitó el cinturón y, cuando empecé a desnudarme, dejó caer su
vestido, se quitó el sostén y me regaló la visión de su figura esbelta, su pelvis
apenas cubierta por una tanguita rosa de la que sobre salían algunos vellos
sobre la parte superior. Desnuda en mis brazos me hizo sentir el rey del
universo, era suave como la espuma de los jabones de coco y dulce como los
licores añejos, mi lengua enrojeció sus pezones, anduvo entre su cuello,
jugueteó entre la pelusilla de su ombligo y bajó hasta su chochito que tenía el
sabor salobre de las frutas silvestres, la sentí gemir suavemente mientras mi
estilete de carne penetraba entre sus pliegues, mis manos jugaban a amasar la
arcilla de sus pezones y su clítoris era una golosina pequeña que crecía entre
mis labios, su almejita mojada tenía la tibieza de las auroras, la entrada de su
templo prohibido latía cada vez más, mojé el pulgar entre los juguitos de su
concha tibia y se lo metí en el culito palpitante, eso la aceleró, comenzó a
abrir y cerrar las piernas acompasadamente hasta que esa chuchi se puso
caliente y tensó la cintura para gemir hasta gritar en un orgasmo que me puso
a mil, tanto que hasta sentí que se me salía un poco de líquido. La oí respirar
hondo para recuperar el aliento, por los anillos de Saturno, me dije, he hecho
el amor con esta hermosura de mujer, no, debo de estar soñando y me voy a
despertar de un momento a otro, pero el sueño se acomodó sobre mi cuerpo,
se introdujo la punta de mi bastón endurecido en el chochete empapado y
empezó a moverse como si me cabalgara, sus pechos saltaban como si me
desafiaran a atrapar sus pezones con los dientes, me los refregó como si me
masajeara la cara con esas delicias esféricas de carne y me dejé llevar hasta
que sentí que el orgasmo me venía, intenté retrasarlo, me contuve, pero mi
excitación aumentó de tal manera que, cuando la sentí moverse en un
delicioso envión me vacié dentro de ella con un largo suspiro y ella se
acomodó sobre mi pecho mientras levantaba el culito hacia arriba para retirar
mi pene de su chuchi mojadita.

-¿Estás bien?- pregunté y ella asintió. Ahora la música era una vieja
canción de Rocío Jurado. Después de un rato de descanso en que ambos
recuperamos el aliento, Sofía se dio vuelta y ese culito blanco, suave,
cubierto por una infinidad de pecas que sugerían un universo de placeres
ocultos, quedó a mi vista y no pude resistir la tentación de darle mordisquitos,
como si estuviera catando el sabor de un elixir exótico. Tal cual si estuviera
en una noche de aventura me monté sobre ella y comencé a besarle la nuca,
detrás de las orejas, no tardé en excitarme al contacto de esa tibieza dulce y
tersa, Sofía levantó el culito y acomodó la punta de mi pene en la entrada de
su panochita caliente y empezó a moverse despacito, cuando sentí que mi
bastoncito entraba de nuevo me puse de rodillas y ella me imitó, pero volvió
a agacharse para facilitar la entrada, vi en el espejo los saltitos de sus senos al
moverse mientras ese culito de terciopelo me hacía cosquillas en la pelvis,
Sofía se apoyó en el pequeño respaldo de la cama y se lo fui metiendo cada
vez más, me movía con fuerza mientras aprisionaba sus pezones endurecidos,
el calor de esa panocha mojada me estaba enloqueciendo, aguanté hasta
donde pude, pero cuando sentí que Sofía se había corrido me sentí liberado y
un cosquilleo de electricidad me invadió por completo, ¡Ángeles del Edén!
Hacía una eternidad que no conocía un placer semejante. Sofía se acomodó
después sobre mi pecho y enseguida se quedó dormida. Nos despertó más
tarde el frío del aire acondicionado. Esa mañana desayunamos en el bar del
hotel donde ella se hospedaba. No quise subir a su habitación. Me fui a mi
casa y me tiré a dormir hasta casi mediodía. Sofía vino en taxi y fuimos a
almorzar en la calle El Conde. Su avión salía al día siguiente a las ocho de la
mañana.

Esa noche hicimos el amor como dos desesperados, sin promesas, sin
mencionar siquiera la palabra futuro. El gran descubrimiento sucedió cuando
la acompañé hasta el control de equipaje y vi su pasaporte por primera vez.
Supe entonces que su nombre completo es Sofía Federenka Fankzuck, y que
por esas jodidas casualidades del tiempo y la distancia, las vueltas de la vida,
los juegos del azar, lo que carajo se le quiera llamar, Sofía, o Federenka, era
la muchachita que en aquel pueblo llamado San Bernardo, desde una ventana,
se sacaba la lengua con mi hija Vanesa. Vio la sorpresa en mi rostro y tuve
que explicárselo. Le dio tanta risa que no supe cómo hacer para que se
calmara.

-¿Sabés una cosa?- dijo –jamás se me hubiera ocurrido, pero no me


importa en absoluto, ¿y a vos?

-Tampoco

Sofía ha vuelto hace una semana, pasará unas vacaciones antes de viajar a
Europa. Me cuesta no llamarla Federenka, el nombre con que se ha
estacionado en mi memoria desde aquella eternidad en que la infancia de mi
hija Vanesa transcurría en las calles de un pueblito apacible y casi olvidado.

Su chochito depilado se enrojece con cada lengüetazo que le doy, ella se


toma los pies con ambas manos y me abre todo el panorama de su perineo
pecoso y ese culo hermosísimo empieza a latir y le meto el dedo índice
empapado en su propio jugo. Gime porque ha tenido un orgasmo y entonces
la penetro, me hundo en ese hoyo calentito y me muevo mientras mis dientes
se detienen en los pezones erectos de esas tetas rellenitas llenas de pecas
chiquititas, hermosas, dulces, todo es dulce cuando el chochito caliente de
Federenka se deja penetrar, y me muevo otra vez y la veo enrojecer porque
está por tener otra corrida, eso me enloquece, acelero mis embestidas, la
siento correrse, me siento diluir aprisionado en esa preciosa almejita calentita,
me dejo caer sobre Sofía, aunque me cuesta no llamarla Federenka. Entonces
ella duerme y otra vez estiro la sábana y la cubro, veo sobre la silla junto a la
cama, su falda y su blusita estirada sobre el respaldo, y encima la tanguita
mínima como el delicioso detalle que corona y adorna ese rincón de mi
cuarto.
Relato XXIX
De nuevo gracias a todos por los comentarios (a favor o en contra), todos
son positivos para mi, ya que me ayudan a mejorara mi forma de relatar, en el
sentido, de si hice bien o mal, respeto sus comentarios, aunque dentro de mi,
sigo con mis remordimientos y esa lucha constante de no querer seguir esa
relación y huir de ahí y el deseo de que nunca termine, bueno espero sus
comentarios.

A la mañana siguiente (sábado), Salí de casa y me dirigí a la obra, pase


toda la mañana con observaciones y correcciones, creo que exageraba con los
trabajadores, tal vez esa era mi forma de defensa, para que no estuviera
presente las imágenes del día anterior, así paso el tiempo hasta que el silbato
del capataz daba por terminada la jornada.

Aborde mi auto y salí rumbo a comer algo, ya que no lo había hecho


durante el día, solo llevaba un jugo y una rebanada de pan tostado en el
estomago, comí en una fondita que encontré en el camino, cuando termine fui
directo a casa, iba pensando muchas cosas que no tenían sentido ni una
secuencia que las relacionara, estacione el auto y al bajar me percate que en
la puerta de entrada de la casa estaba sentadita Lucy, con una libreta y un
libro apoyados en sus piernitas, tenia una faldita corta que dejaba ver una
parte de sus muslos y una playerita de esas que les llaman ombligueras
ajustadita, lo que dejaba admirar su figurita en desarrollo y me miraba con
esa carita que me trastorna, mezcla de inocencia y picardía.

-Lucy: Hola…

-Yo: Hola… tienes mucho aquí…?

-Lucy: Un poco… porque tardaste…?

-Yo: El trabajo esta atrasado… pero ya llegue…

Camine rumbo a la puerta y obvio hacia donde estaba ella, me recibió con
un beso en la mejilla al que le respondí de la misma forma, saque las llaves y
abrí la puerta de entrada, nos introducimos, cerré la puerta, soltó lo que tenía
en las manos cayendo al suelo, se volvió a mi y me abrazo, yo también la
abrace, así permanecimos unos instantes, nos separamos y levante las cosas
que estaban en el piso y las deje en la mesa de centro de la sala.

-Lucy: Por qué tardaste…? Pensé no llegarías… que no te gusto lo de


ayer… que te fueras por ahí… no se que tantas cosas…

-Yo: Ya te dije que tenía trabajo, claro que tenía que volver… si me
encanto lo de ayer y eso me da miedo… no pienses cosas… aquí estoy…

-Lucy: Miedo… no entiendo…

-Yo: Si Lucy, es que me puedo encariñar con tigo y tu tienes una vida por
delante… va haber chicos de tu edad y te iras… yo lo comprendo… la gente
no aceptaría que existiera una relación así… como la nuestra… no se que
pensaría Ingrid y mamá… tu propia madre… son tantas cosas…

-Lucy: No te dejare nunca, no habrá chicos que me hagan dejarte y que


digan lo que digan los demás… yo te amo… y no me importa nada…

-Yo: Eso dices ahora… pero es una situación embarazosa…

-Lucy: Olvida… por favor… olvida…

Camino y me abrazo, yo la abrace y acaricie su cabecita, ella alzo su


cabeza y yo baje la mirada, vi su carita y baje mi cabeza para besarla, ella
correspondió a mi acción, la bese un largo rato y después bese toda su carita,
sus orejitas y parte de su cuello, nos separamos y me dirigí a la sala, ella se
quedo paradita, le hice una seña para que tomara asiento, pero no lo hizo.

-Lucy: Te gusto…?

-Yo: Si… mucho…

-Lucy: Te gusta como me vestí…?


-Yo: Si estas muy bonita…

-Lucy: Gracias… verdad que ya soy una mujer…

-Yo: Eres una mujercita…

-Lucy: Es que quiero que me veas como una mujer… para que no veas a
otra…

-Yo: No hay otra Lucy…

-Lucy: Quiero nunca la haya… espera deja enseñarte algo…

-Yo: Que…?

Ella no dijo nada, solo quiso tomar una pose estudiada de una mujer fatal,
llevo una mano a sus labios y me envió un beso, en este momento quiero
narrarles como la veía: una adolescente fresca, su carita adornada con el pelo
que caía a sus hombros, carita de forma ovalada, con unas cejas bien
delineadas de forma natural, ojitos color café con un brillo en sus pupilas, una
naricita recta y delgada, unos labios delgados pero paraditos y rosados, un
cuello alto para su estatura, unos pechitos que se imaginaban atrás de su
playerita, redondos y firmes, un vientre plano y liso, una cintura bien
dibujada para su edad, caderas casi redondas, unos muslos bien formados y
tersos, unas piernas largas; comenzó hacer algunos movimientos de baile,
después se estaba despojando de su ombliguera, la dejo en su mano dio unos
giros y la lanzo hacia atrás, no traía brasier, así que pude verlos en todo su
esplendor, con aquellos pezoncitos color marrón, siguió con los movimientos,
ya se imaginaran como estaba yo, volteo con un movimiento rápido su faldita
la desabrocho con algún problema, al fin cayo al piso, pude ver sus
pantaletitas muy ajustadas de un color rosa pálido y con encajito en el
costado, que imagen, era algo que no había disfrutado por como se habían
dado las cosas anteriormente, yo ya quería ver esa conchita que me había
dado tanto placer, ella no se despojaba de esa prenda, yo no me acomodaba,
me movía en el sillón, mi pene estaba bien erecto, ella seguía bailando al
compás de una melodía imaginaria, al fin fue bajándola lentamente, la dejo a
mitad de sus muslos, dio media vuelta dándome la espalda, pude ver su
cabello a dos tercios de su espalda, una espalda muy lisita, unas nalguitas
redonditas y la separación de sus nalguitas, ella se inclino adelante, pude ver
en todo su esplendor su anito, ese hoyito oscuro y cerradito, saco su
pantaletita completamente, la dejo en la mano, giro y me la lanzo, yo la tome
de mi pierna donde había llegado y sin pensarlo la lleve a mis narices y a mis
labios, ese olorcito y sabor que tenían no se puede descifrar, ahí las deje por
un buen rato, se arqueo y me dejo ver su chochito poco poblado en toda su
magnitud, una vaginita de labios carnosos, una cavidad de un rosadito
exquisito, se incorporo y se quedo viendo como estaba deleitado con su
prenda intima.

-Lucy: Te gusto…?

-Yo: Si mucho…

-Lucy: Y te gusta mi calzón…?

-Yo: Tu calzón… eh… bueno… el aroma que esta en el… (lo aspire una
ves mas y lo deje a un lado, un poco apenado)

-Lucy: Quieres el olor al natural…? O con mi prenda…?

-Yo: Es… como te diré… algo que me gusta… de todas formas…

-Lucy: Quiero me beses…

-Yo: Ven aquí…

Ella avanzó, se sentó en mi pierna, tomo mi cabeza y me beso, yo la


acompañe en el beso con pasión, con una mano la tome de su cabeza y con la
otra acariciaba su desnudo cuerpo, una y otra ves nos besamos, yo estaba
fascinado, tenia ese frágil cuerpo desnudo a mi alcance, me separe y la volví
a contemplar.
-Yo: Eres linda…

-Lucy: Si te gusto…?

-Yo: Mucho… mucho…

-Lucy: Te bañaras…?

-Yo: Si… he de estar oliendo a diablos… verdad…?

-Lucy: No, pero quiero hacerlo como ayer…

-Yo: Vamos pues…

La lleve cargando por la escalera, ella besaba mi cara y mi oreja, ya iba


muy excitado, la deposite en el piso, ahí me desvestí, entre al baño atrás de
ella y abrí la llave para dejar correr un poco el agua, nos metimos bajo el
agua que caía, nos besamos mas, ya no me contuve y la levante para ponerla
en posición de penetrarla.

-Lucy: Hoy no me lo metas…

-Yo: Como digas… (Molesto o desilusionado me sentía)

-Lucy: No te vayas a enojar…

-Yo: No para nada… (Mentí)

-Lucy: Es que ahora me siento muy adolorida de ahí…

-Yo: si, comprendo…

-Lucy: Es que es grande tu cosa… ayer no lo sentí tan doloroso… pero


hoy en la mañana no quería ni levantarme… me duele ahí y los músculos de
mi cintura y mis piernas… por eso hice ejercicio y… séme ocurrió el baile…
-Yo: No te preocupes linda…

-Lucy: Pero tienes tu cosa muy dura…

-Yo: Si, pero si te duele yo comprendo…

-Lucy: Quieres que te lo bese…

-Yo. Si lo deseas…

-Lucy. Claro… me gusta hacerlo… y que te salga tu lechita…

-Yo: Adelante linda…

-Lucy: Estamos solos… dime como te dije ayer…

-Yo: Si amor, bésalo…

No dijo nada mas, se arrodillo y comenzó a lamer mi verga, con unos


lengüetazos que recorrían todo el tronco de mi pene, su lengua lo mismo iban
por debajo de mi pene, como por encima, beso esta vez mis testículos, yo
estaba extasiado, ella metió un poco de la cabeza de mi verga en su boquita,
después toda la cabeza, rodeo con su lengua esta, introdujo un poco mas,
hasta que ya no pudo meter mas, un poquito mas de la mitad de mi verga
estaba dentro de ella, luego comenzó a sacarla para inmediatamente volverla
a meter, era una delicia, parecía que alguien la había aleccionado, pero yo lo
disfrutaba, fue mas rápido con la acción, yo ya estaba fuera de si, sentí que
me iba a venir, se lo dije, ella no dijo nada siguió con mas rapidez y estalle en
un orgasmo supremo, perdí la noción, volví a la realidad, ella recogía poco de
mi semen mezclado con el agua que seguía saliendo de la regadera.

-Lucy: Te gusto…

-Yo: Si amor… si…

Después seguimos bañándonos, nos secamos y salimos desnudos a mi


recamara, de paso recogí mis prendas y saque de mis cajones algo para
ponerme, ella se sentó en la cama y me dijo:

-Lucy: No te vistas aún…

-Yo: Como…?

-Lucy: Que no te vista… anda ven aquí…

-Yo: Ok…

Me dirigí a ella, Bésame me dijo, la tome y la bese, ella acariciaba mi


espalda y yo todo su menudo cuerpecito, la bese con deleite, la tendí en la
cama, fui recorriéndola toda con mis labios, sin llegar nunca a su conchita,
ella se prendía de mi cabello, en un momento la acomode boca abajo,
comencé a besar desde su nuca, bajando por su espalda, llegue a sus caderas,
seguí hasta la separación de sus nalguitas, bese una nalguita y después la otra
pasando por su abertura, fui mas abajo la recorrí hasta las plantas de los pies,
fui de nuevo arriba, pero esta ves iba recogiendo sus piernas, para dejarla
completamente empinada, ella se dejaba llevar, gemía de placer, cuando
llegaba de abajo hacia arriba encontré la parte posterior de su conchita, la
lamí con cuidado y placer, ella gemía mas, llegue a la entrada o salida de ano,
le plante un beso, ella reacciono con un suspiro, yo succione un poco su ano,
lo lametee, ella suspiro y contrajo su colita, inmediatamente se vació, sus
líquidos salían de su conchita, fui por ellos sin propinar presión, solo los
recogía, hasta que extendió sus piernas, era la prueba de que había tenido un
orgasmo, un poco después la voltee y la bese, ella entreabrió sus ojitos y se
entrego al beso, fui a sus tetitas y las disfrute de tal forma que quedaron un
poco irritadas, la verdad es que esos pequeños pechitos me atraían
demasiado, bese su vientre después y su rajita con precaución, la besaba por
todas partes y acariciaba su cuerpo, después hice que frotara su culito contra
mi verga, se movía rico, llegamos a otro orgasmo juntos, yo me quede
besando su nuca y mis manos en sus tetitas.

-Yo: Te amo Lucy…


-Lucy: De verdad Rafa…?

-Yo: Si, yo se que es una locura, pero te amo pequeña…

-Lucy: No digas eso…

-Yo: Si porque no se como va a terminar, tengo miedo…

-Lucy: No lo diré a nadie… te lo juro… nunca lo diré… pero no me vayas


a dejar nunca…

-Yo: Ya no se que pasara… pero te amo… te amo…

-Lucy: Y yo a ti también te amo Rafa… no podría amar a nadie mas…

-Yo: Bueno voy al baño a asearme… tu no lo harás…?

-Lucy: Si hazlo tu y descanso un poquito… si…?

Me di un regaderazo rápido, me seque y salí a la recamara, la vi tendida


en la cama, que imagen, una criatura hermosa y la había disfrutado, no me
acerque a ella ya que estaba dormidita, se veía como un ángel, me vestí y baje
a el comedor, tome un refresco del refrigerador en la cocina y me fui a la sala
a sentarme, las cosas vividas pasaban por mi mente, en ese momento me
sentía feliz, no se cuanto paso y ella bajo desnuda, bañadita pero desnuda ya
que sus prendas estaban en el piso de la sala y su pantaletita en mi mano, no
me di cuenta cuando la había tomado, se la entregue y se la puso, termino de
vestirse y se sentó a mi lado.

-Lucy: Eres divino… gracias…

-Yo: Tú lo eres mas…

-Lucy: Puedo… (Señalo el refresco)

-Yo: Te traigo uno…


-Lucy: De este…

-Yo: Ok, vamos a revisar tus apuntes… no se a que hora llegue tu


mamá…

-Lucy: Si Rafa…

Tome la libreta y el libro y se los di, comenzamos y de vez en cuando nos


besamos y reímos, ella ponía atención y de nuevo me besaba, vaya
parecíamos un par de adolescentes, cada vez que acertaba una respuesta la
abrazaba y le daba un beso en sus labios.

-Yo: Te puedo hacer una pregunta…?

-Lucy: Claro mi amor… veras que ya aprendí… je, je, je…

-Yo: No es de los ejercicios…

-Lucy: Entonces…?

-Yo: Bueno… como te digo… bueno… ya habías hecho lo que hiciste


con migo…

-Lucy: No te diste cuenta que tu me hiciste mujer…

-Yo: No me refiero a eso… si no a la chupada a mi… pene…

-Lucy: Tampoco nunca… porque dices eso…

-Yo: Es que lo hiciste muy rico…

-Lucy: Te digo algo… mira… me da pena… pero mi mamá… en su


recamara tiene unos videos… de los tres XXX… y los vi una ocasión… que
pena…
-Yo: Tú mamá… no lo hubiera imaginado… ella no se ve… como te
diré… de las mujeres que buscan satisfacción…

-Lucy: Que te puedo decir… ella creo que siente deseos… yo se que se ve
con un amigo… y trato de comprender y me hago tonta… pero en su
recamara… yo me doy cuenta… de lo que ella guarda…

-Yo: Me imagino… me da gusto que no la critiques…

En eso estábamos, cuando oímos el timbre, me incorpore y fui a abrir la


puerta, era Natalia, me saludo con un beso y me pregunto:

-Natalia: Ya has de estar harto de mi hija verdad…?

-Yo: No como crees…

-Natalia: Y yo de conchuda aprovechándome de tu prudencia…

-Yo: No, No digas eso… pero pasa…

-Lucy: Hola Mami… he aprendido muchas cosas… (Volteo y me lanzo


una risa)

-Natalia: Que bueno … pero ya despídete…

-Lucy: Ya voy mami…

Lucy recogió sus cosas, mientras su mamá la esperaba, yo inspeccionaba


a Natalia, esperaba encontrar algo que me dijera si era una mujer diferente a
lo que aparentaba y lo que Lucy me decía, no pude resolver ese dilema, ella
me miro y me sonreía, Lucy termino y fue al lado de Natalia.

-Natalia: Gracias… nos vamos…

-Lucy: Hasta mañana señor…


-Yo: que descansen… no tienes que agradecer nada Naty… es un placer
poder hacer algo por Lucy…

Se retiraron con el clásico besito en la mejilla, y yo me quede parado en


medio de la sala, reviviendo los momentos vividos, pensé que estaba
volviéndome un mentiroso e hipócrita, pero la niña me hacia perder la
cabeza; bueno eso paso espero les agrade.
Relato XXX
En una hermosa mañana, Paola se levanto de su cama y noto que algo no
estaba bien, pero los cambios no eran muy perceptibles. Estos cambios solo
los podía notar cuando se miraba al espejo completamente desnuda antes de
entrar en la ducha, tenia ya algunos meses que podía ver en su pecho como
unos botoncitos comenzaban crecer, sus pezones seguían siendo igualmente
pequeños pero sus aureolas comenzaban a hacerse mas obscuras y se
agrandaban con el paso de los meses. Su piel era totalmente clara y muy
suave, cada día al estar frente al espejo gustaba de tocar aquellas abultaciones
en su pecho, podía pasar varios minutos viendo su color de los pezones y
aureolas que contrastaban con el resto de su pecho. Pero además podía
observar ella misma que bajo su vientre una pequeña pelusa se asomaba,
cubriendo aquella rayita totalmente rosada y cerrada.

Pasaba buena parte de la ducha enjabonando cada una de sus partes, era
una niña muy limpia y no dejaba de lavar cada una de las partes de su cuerpo,
cada vez que pasaba por su pecho le gustaba sentir el roce del jabón con sus
pezones y poder palpar las dureza de sus senos que conforme pasaban los
días se ponían mas bellas, mas grandes y mas rígidos.

Fue en esta mañana, cuando al estar completamente desnuda en la bañera,


que sintió como una corriente circulaba por todo su cuerpo al sentir el agua
que entraba por su vagina virginal y tocaba cada parte de ella. Como de
costumbre comenzó a lavar cada parte de su cuerpo, primero la cabeza,
después la cara, seguidamente los pechos; en donde se detuvo para masajear
un poco y sintió como esas caricias le provocaban grandes sentimientos de
placer en todo su cuerpo. Fue entonces que llego aquel lugar virgen y al
tocarlo con el jabón y su mano sintió una corriente que provocaba una
sensación de placer que comenzaba en su vagina y circulaba por el resto de
su cuerpo, sintiendo la mejor parte en la punta de los pezones. Su primer
impacto fue de espanto pues creyó que se trataba de una enfermedad o algún
mal, pero no le importo y siguió con su ducha pero no dejo de pensar en lo
que había sentido con tan solo rozar su vagina rosada y bien cerrada. No
pasaron muchos minutos antes de que la curiosidad la invadiera de nuevo y
sin pensarlo desplazo su mano aquel punto donde había sentido una corriente
extraña, deslizo lentamente su mano y poco a poco llego a la exquisita
entrada de aquel tesoro. Primero toco un poco su labios vaginales los acaricio
suavemente como si se tratara de un gatito tierno, con el paso de cada caricia
su sentimiento de placer comenzaba a deslizarse por todo su cuerpo sintiendo
como sus pezones se ponían rígidos y una corriente que circulaba por sus
nalgas, pero so sobre todo sentía el inmenso placer que le producían las
caricias en su vagina. Una mano la desplazo hacia su pecho y comenzó a
frotar sus senos y con la otra acariciaba solo los bordes exteriores de su
vagina.

Por propio instinto metió suavemente su dedo índice en su vagina y


comenzó a explorar cada rincón de su vagina y entonces encontró un pequeño
botoncito que se sentía duro pero cada vez que era tocado sentía más y más
corrientes de placer, tocaba su clítoris. Fue cuando se entretuvo jugando con
el mucho tiempo y con cada caricia podía sentir aquella corriente que
circulaba por todo su cuerpo. Jugando con su dedo índice en su vagina y con
su otra mano acariciándose los senos sintió como una corriente de placer le
inundaba poco a poco, con cada caricia se incrementaba más y más el placer.
De pronto se encontró con la necesidad de acelerar el ritmo del juego y en un
instante sintió como si tuviera las ganas de orinar así que se levanto
rápidamente de la bañera y saco su dedo pero en ese momento le llego su
primer orgasmo. Sentía como su vagina deba una corriente de placer y
satisfacción a todo su cuerpo, sus pezones palpitaban y sentían una extraña
sensación de placer y ardor, sus nalgas se contraían automáticamente, su
mirada se perdió en la nada y su vagina expulsaba un líquido resbaloso. Por
el inmenso placer que sintió no pudo estar mucho tiempo de pie y volvió a
sentarse en el suelo de la bañera recordando el inmenso placer que había
tenido al jugar con su vagina. Después de tanto placer solo llego un enorme
rato de calma muy placentero y a los pocos minutos lavo su vagina
totalmente para asegurarse de que estuviera totalmente limpia. Al terminar de
hacer salio de la bañera y se vio al espejo, podía ver como sus pezones
estaban colorados e hinchados, sentía algo de temperatura en todo su cuerpo
pero todo esto era reconfortante, simplemente se seco y vistió pero en su
mente seguía el recuerdo de aquel placer que su vagina le había dado en la
bañera.

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