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CÉSAR VALLEJO Y LA SOLIDARIDAD

Ms. Carlos Caballero Alayo.

A primera vista, uno lee a César Vallejo y asocia su poesía con un testimonio de
dolor y muerte. Sus versos mas trillados: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no
sé!” “Serán tal vez los potros de bárbaros atilas, / o los heraldos negros que nos mandan
a la muerte” lo presentan como el poeta del dolor y de la muerte. Para bien o para mal,
esta ha sido una temática constante en los estudios que se han hecho sobre Vallejo.

Sin embargo, situar a Vallejo únicamente como el poeta del dolor y limitarse a
repasar su angustia y orfandad, no es ser justo con la trascendencia de su obra. En la
lírica de Vallejo, hay demasiadas referencias a la vida, la esperanza, la solidaridad, la
lucha contra el egoísmo y la muerte, el anhelo de un mejor y la posibilidad segura de
alcanzarlo, que no pueden ni deben pasarse por alto. En realidad, el hombre fue el
objeto de su poesía. Ansiaba lo mejor para sus semejantes y se expresa con belleza
acerca de la comunión, la solidaridad y el amor. Es un triunfo sobre el dolor y la muerte.

Notemos, por ejemplo, los siguientes versos de “Las ventanas se han


estremecido” de Poemas en Prosa: “La familia rodea al enfermo agrupándose ante sus
sienes regresivas, indefensas, sudorosas. Ya no existe hogar en torno al velador del
pariente enfermo, donde montan guardia impaciente, sus zapatos vacantes, sus cruces de
repuesto, sus píldoras de opio. La familia rodea la mesita por espacio de un alto
dividendo. Una mujer acomoda en el borde de la mesa, la taza, que casi se ha caído.” La
escena evoca un contexto andino. Allí se convive con la enfermedad, los parientes no
pueden hacer mucho ante ella, pero lo que sí hacen es una impresionante manifestación
de solidaridad. La familia, subrayamos, toda la familia, está cerca del enfermo. Será
toda la familia, pues ‘se agrupa’ en torno al paciente. Y lo hacen ante “sus sienes”, lo
que quiere decir que desean estar lo más cerca posible del enfermo. Eso desean
transmitirle a su pariente y lo hacen sin ascos ni temores. Ese tipo de solidaridad y amor
es que el poeta aprendió en su niñez. La fuerza vivificante del amor y la solidaridad son
el corazón mismo de la comunidad en que creció.

Para Vallejo la vida consiste en hacer cosas para el bien de los demás. El espíritu
solidario es lo que da sentido a la vida. Así lo entiende, de modo que si no puede hacer
nada para los demás es como si hubiese perdido un poco la vida. Esta interesante
filosofía sobre la vida, la hallamos en “Ágape”, de Los Heraldos Negros. El mismo
título transmite esa idea. Ágape es una palabra griega que significa amor altruista, sin
egoísmo: “Hoy no ha venido nadie a preguntar; / ni me han pedido en esta tarde nada. /
No he visto ni una flor de cementerio / en tan alegre procesión de luces. / Perdóname,
Señor: qué poco he muerto! / En estas tardes todos, pasan / sin preguntarme ni pedirme
nada. / Y no sé qué se olvidan y se queda / mal en mis manos, como cosa ajena. / He
salido a la puerta, / y me da ganas de gritar a todos: / Si echan de menos algo, aquí se
queda! / Porque en todas las tardes de esta vida, / yo no sé con qué puertas dan a un
rostro, / y algo ajeno se toma el alma mía. / Hoy no ha venido nadie; / y hoy he muerto
qué poco en esta tarde.”

Nadie acude al poeta, nadie pregunta por él, ni le pide nada, por eso exclama:
“Perdóname, Señor: qué poco he muerto”. Y cuando los demás pasan sin preguntarle ni
pedirle nada, siente como que se quedó con algo de ellos, es decir se quedó con el bien
que podía haber hecho por ellos. Luego siente culpabilidad de que ese algo se quede con
él: “Y no sé qué se olvidan y se queda / mal en mis manos, como cosa ajena.” Vallejo
siente que la vida que vale la pena vivirse es aquella que se gasta por los demás, es
como morir un poco. Hermosos sentimientos los del poeta. No podemos menos que
inclinarnos ante él y aceptar la lección de vivir la vida en solidaridad con los demás. De
otro modo, es como si perdiéramos la vida.

El poeta tiene el anhelo de ayudar a todos. Lo siente como una necesidad.


Veamos los siguientes versos de “Me viene, hay días, una gana ubérrima, política…”
(Poemas Humanos): “Me viene, hay días, una gana ubérrima, política, / de querer, de
besar al cariño en sus dos rostros, / y me viene de lejos un querer / demostrativo, otro
querer amar, de grado o fuerza / Quiero ayudar al bueno a ser un poquillo de malo / y
me urge estar sentado / a la diestra del zurdo, y responder al mudo, / tratando de serle
útil en / lo que puedo, y también quiero muchísimo / lavarle al cojo el pie, / y ayudarle a
dormir al tuerto próximo.”

El poeta desea besar como una expresión de amor “al cariño en sus dos rostros”
que este caso viene a ser el hombre común, su semejante, la persona que le rodea. Su
mayor anhelo es que todos los hombres tengan de todo: el bueno “su poquillo de malo”,
el zurdo la habilidad diestra, el mudo su capacidad de hablar y el cojo su pie. De las
carencias podría nacer un mundo mejor, porque todos anhelarían suplirlas unos a otros.
Así es como quisiera que se viviera la vida, en absoluta comunión.

Sus sentimientos hacia la vida de los demás son en realidad sublimes y nobles.
“Y cuándo nos veremos con los demás, al borde / de una mañana eterna, desayunados
todos”; “Se quisiera tocar todas las puertas, / y preguntar por no sé quién; y luego / ver a
los pobres, y, llorando quedos, / dar pedacitos de pan fresco a todos.”

El tema de la solidaridad entre los hombres alcanza su clímax en “Masa”, a


nuestro juicio, el más conspicuo poema de César Vallejo. Este es un canto a la vida en
comunión y solidaridad. Pero aquí no se trata únicamente de la solidaridad entre una
familia o una comunidad, es la solidaridad de todos los hombres con un hombre.
Solidaridad universal que hace que la vida triunfe sobre la muerte.

Pero el poema no sólo transmite la idea de que un hombre vive por la solidaridad
universal de los hombres. Sino que el hombre agonizante vence a la muerte por esa
solidaridad. Estamos pues, ante un ideal de que se puede vencer a la muerte y, junto con
ella, a todos los demás males de la humanidad a través de la unión y verdadera
fraternidad. Por eso, pues, si hemos de esperar el fin del sufrimiento humano, todos y
cada uno de los humanos, todos y cada uno de nosotros, debemos comprender esta
necesidad de solidaridad universal, ya que sólo mediante ella se construirá el tan
ansiado mundo de libertad, paz y pan. Ese es el mensaje de la ideología vallejiana, y a él
nos asimos con firmeza, con la esperanza que luminosa se presenta en sus versos.
CESAR VALLEJO Y LA SOLIDARIDAD

Ms. Carlos Caballero Alayo.

RESUMEN.

Los estudios críticos de la poesía de César Vallejo es múltiple, en el presente artículo se


trata de hurgar en los poemarios del vate la presencia de la solidaridad como valor
humano que permite el encuentro de voluntades para enfrentar el sufrimiento que nos
impone la sociedad.

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