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El médico visita a Staley Fleming, quien afirma ver todas las noches un enorme perro negro con una pata blanca mirándolo fijamente. El médico sospecha que las alucinaciones de Fleming podrían estar relacionadas con la muerte sin resolver de su viejo enemigo Atwell Barton, cuyo perro encontró el cuerpo. Más tarde, cuando el médico y Fleming leen juntos, se escucha un ruido en la habitación de Fleming y el médico lo encuentra herido de muerte, aparentemente por los colmillos de un
El médico visita a Staley Fleming, quien afirma ver todas las noches un enorme perro negro con una pata blanca mirándolo fijamente. El médico sospecha que las alucinaciones de Fleming podrían estar relacionadas con la muerte sin resolver de su viejo enemigo Atwell Barton, cuyo perro encontró el cuerpo. Más tarde, cuando el médico y Fleming leen juntos, se escucha un ruido en la habitación de Fleming y el médico lo encuentra herido de muerte, aparentemente por los colmillos de un
El médico visita a Staley Fleming, quien afirma ver todas las noches un enorme perro negro con una pata blanca mirándolo fijamente. El médico sospecha que las alucinaciones de Fleming podrían estar relacionadas con la muerte sin resolver de su viejo enemigo Atwell Barton, cuyo perro encontró el cuerpo. Más tarde, cuando el médico y Fleming leen juntos, se escucha un ruido en la habitación de Fleming y el médico lo encuentra herido de muerte, aparentemente por los colmillos de un
De los dos hombres que estaban hablando, uno era médico.
-Le pedí que viniera, doctor, aunque no creo que pueda hacer nada. Quizás pueda recomendarme un especialista en enfermedades mentales, porque creo que estoy un poco loco. -Pues usted parece estar perfectamente -contestó el médico. El médico se rió de su propia broma, pero sin dejar de observar al paciente con el rabillo del ojo. Después, dijo: -Juzgue usted mismo: tengo alucinaciones. Todas las noches me despierto y veo en la habitación, mirándome fijamente, un enorme -Fleming, la descripción que me ha dado del animal concuerda con perro negro de Terranova con una pata delantera de color blanco. la del perro del fallecido Atwell Barton. -Dice usted que despierta; ¿pero está seguro de eso? A veces, las Fleming se incorporó a medias en su asiento, pero volvió a sentarse alucinaciones tan sólo son sueños. e hizo un visible intento de mostrarse indiferente. -Oh, despierto, de eso estoy seguro. A veces me quedo acostado -Me acuerdo de Barton -dijo-. Creo que era… se informó que… ¿no mucho tiempo mirando al perro tan fijamente como él a mí… hubo algo sospechoso en su muerte? siempre dejo la luz encendida. Cuando no puedo soportarlo más, Mirando ahora directamente a los ojos de su paciente, el médico me siento en la cama: ¡y no hay nada en la habitación! respondió: -Mmmm… ¿qué expresión tiene el animal? -Hace tres años, el cuerpo de su viejo enemigo, Atwell Barton, se -A mí me parece siniestra. Evidentemente sé que, salvo en el arte, encontró en el bosque, cerca de su casa y también de la de usted. el rostro de un animal en reposo tiene siempre la misma expresión. Había muerto acuchillado. No hubo detenciones porque no se Pero este animal no es real. Los perros de Terranova tienen un encontró ninguna pista. Algunos teníamos nuestra «teoría». Yo aspecto muy amable, como usted sabrá; ¿qué le pasará a éste? tenía la mía. ¿Pensó usted algo? -Realmente mi diagnosis no tendría valor alguno: no voy a tratar al -¿Yo? Por su alma bendita, ¿qué podía saber yo al respecto? perro. Recordará que marché a Europa casi inmediatamente después, y volví mucho más tarde. No puede pensar que en las escasas semanas que han transcurrido desde mi regreso pudiera construir una a su lado y miró el título. Eran las Meditaciones de Denneker. Lo «teoría». En realidad, ni siquiera había pensado en el asunto. ¿Pero abrió al azar y empezó a leer. qué pasa con su perro? «Lo mismo que ha sido ordenado por Dios que toda carne tenga -Fue el primero en encontrar el cuerpo. Murió de hambre sobre su espíritu y adopte por tanto las facultades espirituales, también el tumba. espíritu tiene los poderes de la carne, aunque se salga de ésta y viva como algo aparte, como atestiguan muchas violencias realizadas Desconocemos la ley inexorable que subyace bajo las por fantasmas y espíritus de los muertos. Y hay quien dice que el coincidencias. Staley Fleming no, o quizás no se habría puesto en hombre no es el único en esto, pues también los animales tienen la pie de un salto cuando el viento de la noche trajo por la ventana misma inducción maligna, y…» abierta el aullido prolongado y lastimero de un perro distante. Recorrió varias veces la habitación bajo la mirada fija del médico, Interrumpió su lectura una conmoción en la casa, como si hubiera hasta que, parándose abruptamente delante de él, casi le gritó: caído un objeto pesado. El lector soltó el libro, salió corriendo de la habitación y subió velozmente las escaleras que conducían al -¿Qué tiene que ver todo esto con mi problema, doctor Halderman? dormitorio de Fleming. Intentó abrir la puerta pero, contrariando Se ha olvidado del motivo de que le hiciera venir. sus instrucciones, estaba cerrada. Empujó con el hombro con tal El médico se levantó, puso una mano sobre el brazo del paciente y fuerza que ésta cedió. En el suelo, junto a la cama en desorden, le dijo con amabilidad: vestido con su camisón, yacía Fleming moribundo. -Perdóneme. Así, de improviso, no puedo diagnosticar su El médico levantó la cabeza de éste del suelo y observó una herida trastorno… quizás mañana. Hágame el favor de acostarse dejando en la garganta. la puerta sin cerrar; yo pasaré la noche aquí, con sus libros. ¿Podrá -Debería haber pensado en esto -dijo, suponiendo que se había llamarme sin levantarse de la cama? suicidado. -Sí, hay un timbre eléctrico. Cuando el hombre murió, el examen detallado reveló las señales -Perfectamente. Si algo le inquieta, pulse el botón, pero sin erguirse. inequívocas de unos colmillos de animal profundamente hundidos Buenas noches. en la vena yugular. Instalado cómodamente en un sillón, el médico se quedó mirando Pero allí no había habido animal alguno. fijamente los carbones ardientes de la chimenea y meditando en profundidad, aunque aparentemente sin propósito, pues frecuentemente se levantaba y abría la puerta que daba a la escalera, escuchaba atentamente y después volvía a sentarse. Sin embargo, acabó por quedarse dormido y al despertar había pasado ya la medianoche. Removió el fuego, cogió un libro de la mesa que tenía