#1 - Stalking Jack The Ripper PDF
#1 - Stalking Jack The Ripper PDF
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo
alguno.
Capítulo 1 Capítulo 18
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
3
Capítulo 7 Capítulo 24
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Capítulo 29
Capítulo 13 Capítulo 30
Capítulo 16 Créditos
SINOPSIS
A
udrey Rose Wadsworth, de diecisiete años, nació como hija de
un lord, con una vida de riqueza y privilegio extendida ante
ella. Pero entre los tés sociales y los accesorios de seda del
vestido, ella lleva una prohibida vida secreta.
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Stalking Jack the Ripper #1
Para mi abuela,
5
“¡Sangre pide! La sangre clama por sangre.”
William Shakespeare 6
7
P
use mi pulgar y mi dedo índice sobre la carne helada,
estirándola y tensándola por encima del esternón como Tío me
había mostrado.
Tío asintió.
Su voz era suave, y aludía juventud. Arqueé una ceja, intrigada por
lo que un estudiante y mi tío estaban tramando.
Era realmente absurdo que Tío pensara que yo era incapaz de algo
tan fácil, especialmente después de haber estado pescando dentro de las
vísceras del hombre muerto lo suficientemente bien por mi cuenta. De
todas mis tareas, esta sería la más fácil.
—Muy bien. —Tío se puso un abrigo negro y sacó algo que no pude 12
ver de una caja cerca de su escritorio—. Puedes cerrar el cuerpo.
Asegúrate de cerrar el sótano al salir.
—Tienes que venir vestida de chico. Y si dices una sola palabra, será
tu primera y última vez en mi clase. ¿Entiendes?
Asentí vigorosamente.
13
Traducido por Mari NC
N
o había tanta sangre como cabría esperar de una garganta
cortada tan violentamente, según mi tío. Apenas me mantuve
al tanto de la espantosa escena a la que había asistido
temprano esta mañana, y mis notas se veían bastante dispersas, como mis
pensamientos.
14
—Díganme, muchachos —dijo tío Jonathan, moviéndose alrededor
de la plataforma baja en el centro de la galería, sus ojos verde pálido
haciendo una pausa en los míos antes de continuar—, ¿qué sugiere la
evidencia si la sangre encontrada bajo el cuerpo ya estaba coagulada?
Mejor aún, si apenas se encontró suficiente sangre para llenar media
pinta, ¿qué podría decirse del final de nuestra víctima?
Era difícil de decir, ya que apenas había hablado ayer, pero su voz
sonaba como si pudiera ser la del visitante nocturno de Tío. Me encontré
inclinándome más cerca, como si la proximidad pudiera encender el
reconocimiento en mi cerebro.
—¿Por qué creerías que nuestra víctima fue agredida por detrás,
Thomas, cuando la mayoría de mis colegas creen que la víctima estaba
acostada cuando fue atacada?
Tal vez tener un amigo para hablar de los casos podría ser
agradable.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
31 de agosto de 1888
—¿A
dónde vas a huir a estas horas?
—¿Oh? ¿En qué parte de un diccionario médico dice que una mujer
no puede manejar esas cosas? ¿De qué está hecha el alma de un hombre
que la de una mujer no? —me burlé—. No tenía ni idea de que mis tripas
estaban compuestas de algodón y gatitos, mientras que las tuyas estaban
llenas de acero y partes impulsadas por vapor.
Esta era una noticia preocupante. La última vez que Padre se puso
así, me hizo usar una máscara facial cada vez que salía de casa para evitar
contagios respiratorios. Aunque me gustaría imaginarme por encima de
cosas como la vanidad, odié las miradas que había recibido al
aventurarme. Volver a pasar por eso sería torturante.
Tal vez había gente que la amaba, un esposo o hijos, que estaban de
luto por su pérdida en este mismo momento, sin importarles que hubiera
caído en tiempos difíciles.
Pasé un dedo por encima del cuerpo conservado más cercano a mí;
la etiqueta escrita en mi diminuta cursiva lo identificaba como una sección
transversal de una rana. El dulce aroma amoniacal de la formalina
impregnaba todo lo que había en la guarida subterránea, incluso la
dulzura de la decadencia, pero era extrañamente reconfortante. Recogí
silenciosamente el hígado que saqué ayer y lo puse en los estantes. Era mi
primera adición a ellos.
Un escalofrío, que no tenía nada que ver con la macabra escena que
se desarrollaba a lo largo de la habitación, se arrastró por mi espina
dorsal. Mantener la temperatura bastante baja en esta parte de la casa era
esencial, de lo contrario los especímenes se pudrían demasiado rápido.
Unas cuantas respiraciones más tarde, Tío se dio cuenta que estaba
en la esquina y me hizo señas para que tomara un delantal y me uniera a
ellos.
Su piel estaba más pálida que la más fina cerámica pintada a mano
que Madre había heredado de su abuela en la India, excepto a lo largo de
su mandíbula, donde había moretones oscuros evidentes. La vida dura
robó la suavidad que imaginé que una vez tuvo, y la muerte no fue gentil
cuando la acogió en su implacable abrazo.
Al menos sus ojos estaban cerrados. Ahí fue donde terminó lo medio
pacífico. Según Tío, le faltaban cinco dientes, y su lengua también había
sufrido una laceración, lo que indicaba que probablemente fue golpeada
para aturdirla o dejarla inconsciente antes de que le cortaran la garganta.
Esas fueron las heridas más amables.
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Mi mirada se dirigió hacia su abdomen inferior, donde había una
lesión grave en su lado izquierdo. El tío Jonathan no había exagerado en
clase; este corte era irregular y extremadamente profundo. Unos cuantos
cortes más pequeños corrían por el lado derecho de su torso, pero no eran
tan malos, por lo que pude ver.
Vi por qué Tío pensó que alguien que usaba ambas manos podría ser
el responsable. Los moretones en su mandíbula indicaban que alguien le
había agarrado el rostro con la mano izquierda, y la incisión en el lado
izquierdo de su cuerpo fue hecha muy probablemente por alguien que
usaba la derecha. A menos que haya más de un asesino suelto…
Casi me reí en voz alta ante mis pensamientos absurdos. Dos veces
al año la tía Amelia y la prima Liza se quedaban con nosotros. Parte de su
visita me incluía a mí socializando con chicas de mi edad mediante la
organización de fiestas de té de lujo. Tía Amelia esperaba que continuase
asistiendo a ellas por mi cuenta, pero puse fin a eso. Las chicas del té no
entendían mi mente, era precisamente por eso por lo que me negué a sus
invitaciones en los últimos meses. Odiaba la compasión en sus ojos y no
me podía imaginar explicándoles mis tardes a ellas.
Tío asintió.
Se compuso y se levantó.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
7 de septiembre de 1888
D
elantal de Cuero y el Asesino de Whitechapel fueron los
titulares de la semana pasada.
—¡Maldita sea!
Miré fijamente los círculos oscuros debajo de mis ojos que hablaban
de muchas noches sin dormir. La palidez de mi ya pálida piel era
fuertemente contrastada por la ropa negra, así me que pellizqué las
mejillas, dándoles algún color muy necesario.
Madre nunca tuvo que preocuparse por hacer esas cosas. Su piel era
hermosa miel, mostrado su ascendencia india, y la mía una imitación de la
suya cargada de crema. Me recordé que no era necesario ir a la moda, lo
era el sigilo. Aunque mi tía estaría encantada de que había tomado interés
en mi apariencia.
1Polisón: Tipo de armazón utilizado para expandir el cenáculo o apoyar la cortina de tela
de la espalda del vestido de las mujeres, predominante a mitad y finales del siglo XIX.
Qué noción ridícula.
Sin embargo, esa ciencia no había sido efectiva todavía. Nadie había
logrado un trasplante de órganos exitoso. De cualquier manera, dudaba
mucho que Delantal de Cuero estuviera merodeando, acechando mujeres
de la noche. Yo estaría bien, envuelta en la oscuridad.
Una vez que vi el animado bar delante de mí, tomé una respiración
profunda. Preferiría arriesgarme con rufianes borrachos que con las
sombras acechando la noche. El edificio de ladrillo tenía tres pisos de
altura y estaba colocado de manera prominente entre dos calles, dándole
una forma triangular en el frente.
Planté mis talones, pateé y traté de arañar sus brazos, con poco
éxito. Nos tropezamos en el callejón, nuestras extremidades chocaron, y el
auch cuando mi codo conectó con su estómago. Bien. Si yo muriera ahora,
al menos tendría alguna satisfacción de haber herido a la bestia. Mi
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victoria momentánea fue de corta duración: mis voluminosas faldas
pesaban demasiado para intentar huir, y la monstruosa niebla finalmente
nos tragó enteros.
48
Traducido por Kwanghs y Raeleen P.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
8 de septiembre de 1888
—T
e ves bastante indispuesta esta mañana. —Padre
miró hacia mí sobre su periódico—. Quizá deberías
regresar a la cama. Pediré que te suban algo de
sopa. Lo último que necesitamos es tenerte cayendo enferma con influenza
o peor. Especialmente cuando el invierno se aproxima. 49
Colocó su periódico abajo y limpió su frente con un pañuelo. De
nuestros miembros familiares, Padre era el único quien parecía
indispuesto. Había estado transpirando demasiado últimamente.
—Haz lo que debas —dijo—. Pero tienes que estar en casa a tiempo
para la cena y tu lección del funcionamiento de un hogar apropiado. Tu tía
dice que mostraste poca mejoría la última vez que visitó.
—Sí, Padre.
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—Oh —dijo, secando su frente una vez más—, usa una máscara
cuando te vayas hoy. Hay rumores de más enfermedad en East End.
—Quizás —ofrecí.
Tío giró hacia mí, asombrado, como si hubiera olvidado que estaba
allí. Sacudió su cabeza.
—El Señor sabe por qué te permito aprender cosas tan indecorosas
para una chica.
—¿Porque me amas?
Tío suspiró.
Preparé una segunda taza para Tío, dejando los bollitos intactos. El
color sangriento de las conservas era repugnante, temí que nunca volvería
a estar hambrienta de nuevo.
—¿Y?
—Habla como si usted lo hubiera visto con sus propios ojos, señor
Cresswell.
—Yo… —Tío Jonathan dio un paso hacia atrás, poniendo una mano
sobre su frente como si fuera capaz de terminar con mi diatriba con unas
cantas caricias. Thomas tuvo el descaro de guiñarme un ojo sobre la taza
de té que se había servido.
Intensifiqué mi mirada.
—Tengo una nueva teoría del por qué este acto fue más violento que
el anterior —dije lentamente, una nueva pieza del rompecabezas se
acomodaba en mi mente—. Se me he ocurrió que las escenas parecen estar
llenas de… venganza.
Thomas casi se cae por detenerse tan abruptamente. Giró sobre sus
talones y cruzó la habitación en unas pocas zancadas. Tomándome por los
codos, me besó en la mejilla, dejándome sin palabras y de un rojo carmesí.
—¿Y cuál es? —pregunté, sin entender del todo el motivo del que
hablaban. Estaba teniendo dificultad para pensar en otra cosa que no
fueran los labios de Thomas en mi mejilla, y lo grotesco de nuestra
conversación.
—Lo que significa que podría haber más víctimas. —Y más sangre
antes de que esto acabara.
Mi tío era famoso, pero aun así la gente hablaba a sus espaldas. No
faltaría mucho para que lo vieran como un hombre llevado a asesinar por
identificar a los muertos como si se tratara de carroña. La gente se
persignaría y rezarían para que viviera el resto de sus días en un lugar
alejado, en confinamiento preferiblemente.
60
Traducido por Addictedread y Smile.8
N
athaniel estaba pálido como un cadáver cuando me apresuré
a entrar en el sofocante salón de Tío.
—¿Por qué, en el nombre del cielo, dejaría una nota que Padre
podría encontrar? Sabes cómo reaccionaría al descubrir mis mentiras. ¿Te
has vuelto completamente loco o es solo un hechizo temporal de locura? —
No le permití un segundo para responderme—. Gracias a Dios eso parece
afectar a los Wadsworths nacidos solo del género superior. Sin embargo,
mi humilde condición de mujer me salvará de tu brutalidad. Ahora, ¿qué
es esa tontería sobre el día? ¿Tiene algo que ver con Padre?
—Te aseguro que soy más que capaz de escuchar lo que sea que has
venido a decir, hermano. La única cosa que podría matarme es el
suspenso injustificado.
—Tu tío me pidió que revisara el jaleo que salía desde esta
habitación. Quería asegurarse de que no se estuvieran matando el uno al
otro sobre su alfombra oceánica favorita. —Thomas hizo una pausa,
ajustando sus puños, su tono ahora frío y remoto como la tundra ártica—.
Le aseguro, señorita, que prefiero que mis uñas sean arrancadas de su
base, una por una, en este mismo momento, que permanecer aquí, no
solicitado, un momento más.
En vez de iniciar otro argumento, agarré sus manos con las mías y
sonreí. Él se suavizó un poco y mi sonrisa creció. Las lecciones de tía
Amelia sobre cómo persuadir al género opuesto resultaron útiles después
de todo. Necesitaría intentar incluso mejores tácticas con Thomas si
esperaba reparar sus sentimientos heridos.
—Creo que puedo manejar eso. Fue bastante fácil. —Movió su silla
alrededor de la mesa, casi cruzando la línea de lo que la sociedad
consideraría educadamente decente—. Sólo tienes que perfeccionar tus
poderes de deducción, Wadsworth. Mira lo obvio y ves a partir de allí. La
mayoría de la gente ignora lo que está delante de sus ojos. Creen que ven,
pero a menudo sólo ven lo que quieren. Que es precisamente cómo te has
perdido la adicción al opio de tu padre durante tanto tiempo.
Acarició la parte frontal de su chaqueta y los bolsillos de su
pantalón, frunciendo el ceño cuando su búsqueda no dio ningún
resultado.
—¿Qué clase de padre no sabe dónde está su hija? Uno que no tiene
la mejor relación con dicha hija porque está probablemente demasiado
consumido por su propio dolor o por la adicción como para realmente
importarle.
Jadeé.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
10 de septiembre de 1888
E
mpujé las papas condimentadas alrededor de mi plato hasta
que formaron un signo de interrogación en mi salsa espesa.
Cerré mis ojos. Hacia cualquier lugar que mirara había algún
recordatorio de los atroces actos siendo cometidos en Whitechapel.
Quizás estaba demasiado preocupada con la muerte. Sinceramente
dudaba que mi prima, Liza, pensaría en salpicaduras de sangre.
Probablemente haría que un sirviente viniera y atendiera la marcha antes
que tuviera tiempo de asentarse. Tía Amelia la había criado bien e
indudablemente esperaba que yo también terminara con un poco de
refinamiento.
—Estoy segura que tienes razón. —Le di una sonrisa más antes de
salir de la habitación. Los sirvientes cerraron las puertas de madera detrás
de mí, asegurando a mi hermano y a ellos mismo en el otro lado. Tomé
algunas inhalaciones, luego miré hacia el oscurecido pasillo.
Todo lo que necesitaba era luz de una de las lámparas para poder
buscar a través de los registros de Padre; esperaba que nadie notara el
ligero parpadeo proveniente de debajo de la puerta.
Qué extraño.
Era una posibilidad remota que la llave funcionara, pero tenía que
intentarlo.
81
Traducido por Lili-ana y Ximena Vergara
E
l salón de té en el Hotel Great Western Royal era
insoportablemente cálido.
Había accedido a encontrarlo aquí solo para repasar los detalles del
caso. Ahora él estaba haciendo esa exasperante cosa donde
inevitablemente adivinaba mis planes secretos, y tendría que asesinarlo.
Frente a todos estos testigos, nada menos. Qué pena.
—Señor. —El camarero regresó a la mesa, presentando a Thomas
tres cosas: un cenicero plateado con cigarrillos, cerillos que hizo aparecer
de sus pantalones negros, y una orquídea. Thomas me entregó la flor,
luego cogió un cigarro de la charola, permitiendo al camarero encender el
extremo. Una nube gris se infló en el aire entre nosotros. Tosí a propósito,
golpeando el humo hacia su lado de la mesa.
—No puedo creer que me comprara una hermosa flor solo para
arruinarla con fumar —dije, frunciendo el ceño—. Qué increíblemente
grosero.
Fumar frente de una chica sin su permiso iba contra las costumbres
sociales, pero a Thomas parecía no importarle esa regla en lo más mínimo.
Bajé la orquídea, mirándolo a través de una franja de pestañas, pero él
simplemente tomó otra calada, dejando salir lentamente el aire toxico
antes de despedir al camarero.
—Bueno, entonces. Veo que no hay nada más que decir. Buen día,
señor Cresswell. —Antes de levantarme, Thomas extendió la mano,
gentilmente rodeándome la muñeca. Jadeé, tirando de mi mano hacia
atrás, y di un vistazo alrededor. Afortunadamente, nadie había visto su
indiscreción. Desvié su segundo intento de sostenerme, aunque
exactamente no me molestó su toque—. Veo que su adicción ha ensuciado
ese cerebro suyo.
—Estaba diciendo.
—Ummm.
Entonces cruzó sus largas piernas, luego hizo lo mismo con sus
brazos. Estaba empezando a pensar que no me había oído cuando
finalmente respondió. 87
—¿Me vas a dar una pista de dónde vamos exactamente? ¿O es el
suspenso parte de la sorpresa?
Entrecerré los ojos. A pesar de que había mil otras cosas que debería
preocuparme, no pude dejar de preguntar.
—Tal vez.
Esta mañana había estado segura que venir aquí era el mejor curso
de acción; ahora, pequeños capullos de duda estaban floreciendo en mi
mente. Cada gota de agua que golpeaba la parte superior de nuestro
carruaje resonaba en voz alta en mis oídos, poniendo mis nervios de
punta.
93
94
Residencia Thornley,
Reading
11 de septiembre de 1888
U
nas cortinas diáfanas, que posiblemente una vez habían sido
blancas, se extendían hacia nosotros como si fuesen dos
brazos en descomposición estirándose desesperadamente
para liberarse.
Cerré los ojos, pero las crudas imágenes ardían en el fondo de mis
párpados.
Lo habría creído muerto durante largo tiempo, pero la leve subida y
bajada de su pecho desafiaban lo que mis ojos me decían que era verdad.
Si fuera una persona supersticiosa, habría creído que era uno de los no-
muertos que atormentaban los páramos ingleses, buscando almas para
robar.
O posiblemente comer.
Dije una plegaria silenciosa para que mi boleto de vuelta a casa aún
se estuviera dirigiendo directamente a Londres y no diera un rodeo al
Infierno.
Thornley rascaba sus brazos con tanta fuerza que temía que se
abriera la piel. Eso explicaba algo de las llagas: estaba provocándose
costras, luego se las quita hasta que se infectaban. Entonces no era lepra.
Simplemente lo parecía. Contuve mis nauseas en un trago poco
placentero. Su dolor debía ser inimaginable.
Su voz fue como grava crujiendo debajo de los cascos de los caballos
cuando logró hablar de nuevo.
—A-Alistair sabe.
El Serpentine,
Hyde Park
13 de septiembre de 1888
—P
or supuesto que recuerdo a un Alastair al que Padre
conocía. No puedo creer que tú no lo recuerdes —
dijo Nathaniel, mirándome en busca de una
explicación que no estaba lo bastante lista para ofrecer—. ¿Por qué la
súbita curiosidad?
104
—No hay una razón, en verdad. —Evitando su mirada, miré una
bandada de gansos sobrevolando la superficie vidriosa del lago hacia la
casa de recepción del Royal Humane Society, su formación en V era tan
perfecta como el fresco clima de otoño. Indudablemente, estaban de
camino hacia el sur, buscando un clima más moderado.
—La muerte.
Los ojos de Nathaniel estaban fijos con preocupación sobre los míos.
Probablemente pensaba que las excentricidades de Tío me estaban
afectando pésimamente.
Los límites del bien y el mal eran menos seguros cuando un ser
querido estaba involucrado. La vida sería inimaginablemente diferente con 105
Madre aún viva, pero ¿la criatura alguna vez se acercaría a lo real? Me
estremecí al pensar qué podría suceder.
Parecía que cuando Padre despedía a los sirvientes, sus vidas nunca
eran las mismas de la peor forma. Al menos Alistair aún estaba
respirando. La señorita Nichols nunca volvería a inhalar el malsano aire
del Támesis.
—Sinvergüenza.
Thomas fue contando los barcos, leyendo los nombres en voz baja
mentiras hacíamos nuestro camino hasta el Mary See.
Los nombres en las cajas sugerían que eran parte del circo
ambulante que llegaba a la ciudad. Hasta hacía unas semanas, había
estado deseando asistir al evento con mi hermano. Las atracciones de
curiosidades humanas eran de fama mundial y se jactaba de varios actos
“que hay que ver para creer”.
—He oído rumores de un hombre que traga fuego —le dije a Thomas
al pasar el barco—. Y otro que tiene cuatro piernas, si hay que creer este
tipo de cosas.
La reina Victoria era una gran fan del circo, y haría una aparición en
la noche de apertura. Todos los que se creían importantes —y algunos que 112
lo eran en realidad— asistirían.
Tenía casi decidido desnudar mis dientes como había hecho Toby —
estaba haciendo maravillas para él— pero sonreí con dulzura, mostrando
la cantidad justa de mis dientes blancos. Tía Amelia siempre decía que los
hombres podían ser encantados con facilidad.
—Estoy buscando a Alistair Dunlop. Nos dijeron que trabajaba para 113
usted.
114
Traducido por Lili-ana y Ximena Vergara
G
racias a las malas indicaciones dadas por el desagradable
capitán, caminamos por unas cuantas calles sin salida antes
de encontrarnos en el pub de mala reputación.
Una vez que llegamos al callejón, nos encontramos con nada más
que los sonidos de nuestros propios corazones y Toby jadeando. Me quité
los guantes y lo froté detrás de las orejas peludas.
Había una caja abierta encima de varias otras que debían haber sido
descargadas recientemente, pero no había nadie aquí. Me acerqué a la caja
de madera y miré adentro. Estaba llena de hileras de vasos; imaginé que
los alborotadores clientes rompían un montón de sus vasos. No
exactamente lo que esperaba que el capitán vendiera en el mercado negro,
pero rentable para él, no obstante.
—Lo destazaré la próxima vez que lo vea. Dígale que la próxima vez
que vea a Mary, mejor que corra. —Eso explicaba el nombre de la nave.
Ella agitó el cuchillo en el aire, gritando hacia un impaciente cliente que
sostenía su tarro vació en su línea de visión—. Sigue balanceando eso en
mi rostro y no será lo único que te corte, Billy.
Cuando miré a mis manos supe que eso era una horrible mentira.
Era imposible, pero juro que podía haber escuchado casi los últimos
tensos latidos del corazón del hombre mientras se desangraba delante de
mí.
—Si hay algo más que podamos hacer, Detective —dijo Nathaniel,
acompañando al hombre al salón. Había olvidado que él estaba allí.
Lo primero que tenía que hacer era cambiarme a ropa limpia. 121
Incluso el soldado más fuerte del ejército de la reina no corría en
pantalones maltratados, me aseguré.
Sonreí.
Uno nunca se imaginaría que ella estaba en sus cuarenta años. Tía
Amelia encarnaba la esencia misma de lo que una mujer debería
esforzarse por ser en todo momento. Todo, desde su cabello bien estilizado
hasta sus pies adornados con seda, era inmaculado y delicado.
—Pero…
—Intenta no pensar en eso ahora. Estoy seguro que todo saldrá bien.
Realmente debo irme. Se suponía que debía reunirme con el abogado 124
principal hace media hora.
125
Traducido por Kwanghs y âmenoire
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
13 de septiembre de 1888
C
asi dos horas y varios delicados ahems de aprobación
después, mi tía finalmente se retiró a la cama, satisfecha de
que había combatido mi falta de propiedad una puntada a la
vez.
—La policía dice que un engranaje fue usado para abrir su garganta
de un corte. —Thomas se movió inquieto en nuestro salón de dibujo. Me
rehusé a dejarlo fumar en la casa, y estaba más nervioso que usualmente
mientras me ponía al corriente con la investigación. Deslizó uno de los
diarios médicos de Tío hacia mí, sus dedos deteniéndose un poco cerca de
los míos antes de juguetear con su propia libreta.
—¿Cómo es posible que alguien causara tanto daño con un simple
engranaje? —pregunté, removiéndome en mi propia silla con incomodidad.
Sacudí mi cabeza.
Él no se había dado cuenta cuán difícil haría las cosas una vez que
fuera suficientemente mayor para aceptar mis propias invitaciones para el
té. Ahora necesitaba que mi tía y prima llegaran e hicieran amigos por mí.
Aunque no podía estar enfadada con Padre. Hizo lo mejor que pudo,
incluso cuando su mejor fue perjudicial.
—Tomaré ese. —Arrebaté otro diario del lado de Thomas de la mesa.
Parecía que había agarrado casi todos los diarios de Tío antes de venir
aquí y los estaba acaparando junto con sus modales.
—Está un señor Alberts aquí para verla, señorita Audrey Rose. Dice
que trabaja para su tío y trae un mensaje urgente. Se disculpa por la hora
tardía. ¿Debería despedirlo?
Sacudí mi cabeza.
—Ninguno es placentero.
Me encontré disculpándome.
—Él es un poco exultante, por favor disculpe su descortés
comportamiento. Puede ser un poco… —Me fui quedando en silencio.
136
Traducido por Flochi
E
ntrar al laboratorio en el sótano de Tío con invitados no
bienvenidos hurgando como carroñeros era su propia
pesadilla, tironeando en los ligamentos entre mis huesos.
Sin dudas, tía Amelia daría lujosas fiestas y asistiría a los servicios
diarios, esperando distraer a la gente de su asociación con su hermano
deshonrado.
Luego estaba la abuela.
Tranquilicé mi voz.
—¿Qué? —No podía creer que esto estuviera sucediendo. Ordené mis
enfurecidos pensamientos, acorralándolos en una jaula, deseando
domarlos. Mantener una sensación de serenidad era lo que necesitaba
hacer, pero era difícil cuando todo lo que deseaba hacer era sacudir a
estos hombres de su estupor de poca visión. Bethlen Royal Hospital,
conocido por todos como Manicomio, era horrendo. Tío no podía
permanecer allí.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
14 de septiembre de 1888
E
star de pie en la puerta de entrada de nuestro comedor era
como mirar algo familiar aunque innegablemente extraño al
mismo tiempo.
Al crecer nos vimos la una a la otra solo dos veces al año, pero eso
no le había impedido decir que éramos las mejores amigas. Ella era tres
meses mayor que yo, lo que, en su opinión, la hacía infinitamente más
sabia en todas las materias. Especialmente en aquellas del corazón.
Su cabello —algo entre el caramelo y el chocolate— estaba enredado
en un intrincado diseño sobre su coronilla. Habría adorado elaborar el mío
de una manera parecida. Su vestido estaba hecho de seda diluida y era del
más maravilloso color lavanda que había visto nunca. Las puntadas eran
soberbias. Un destello del último cadáver que había cosido cruzó mi
mente. No era por presumir, pero mis puntadas habían sido igual de
buenas. Quizás una pizca mejor.
—¿No es excelente?
Mis pensamientos volvieron a la cara de Thomas. Liza se rio otra vez, 144
el sonido tintineando como campanas en un cuento de hadas. Me sonrojé,
esforzándome por recuperar la compostura.
—Sus ojos son marrón dorado cuando está intrigado por algo. Es
guapo y de apariencia majestuosa, pero está más interesado en fórmulas y
en resolver crímenes de lo que está en mí o en la poesía. Actúa de forma
endiabladamente cálida en un momento, después frígido al siguiente —
dije—. Así que no habrá niños o ningún hermoso paraíso en nuestro
futuro. La mayor parte del tiempo ni siquiera puedo tolerar su presencia.
Su arrogancia es… no lo sé. Molesta.
—¿Qué es trágico?
Victoria se giró hacia mí, con una ligera sonrisa fija en su cara.
—Estoy tan apenada de saber de tu tío, Audrey Rose. Debe ser muy
difícil tener a un despiadado criminal en la familia.
—¿Por qué una chica elegiría algo más por encima de la belleza? Una
esposa debe obedecer a su esposo en todos los sentidos. Déjalo que sea él 151
quien piense. —Ambas, Regina y Hazel, asintieron de acuerdo con ese
horrible pensamiento antes de que Hazel continuara—: Como sea, eres de
lo más dulce, Audrey Rose. ¿Asistirás al circo cuando llegue a la ciudad?
Sonreí ligeramente.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
25 de septiembre de 1888
—N
o hablas en serio —dijo Nathaniel, sacudiendo su
cabeza ante otro de mis conjuntos casi negros.
—De todas formas. Han pasado casi dos semanas desde que Tío fue
arrestado —dije. Ni Thomas ni yo habíamos encontrado un fragmento de
información para exonerarlo—. Me vestiré con el color del duelo hasta que
él esté libre, y no me importa si está de moda o no.
Nathaniel suspiró.
—Supongo que funciona lo suficientemente bien para Su Alteza Real.
Incluso si la ciudad de Londres se rehúsa a ser otra cosa que gris y
lúgubre todo el tiempo, también podrías actuar igual.
—Te veo allí. —Mi hermano agarró una carta en su mano, arrugando
sus bordes antes de alisarla sobre sus pantalones planchados. Echó mano
de su peine, pero lo pensó mejor. Gracias a Dios. Estaba segura que, si él
tocaba una vez más una mecha de cabello, éste escaparía gritando en
protesta. La imagen casi me hizo sonreír antes de que me contuviera.
—¿Estás segura que no quieres cambiarte? Pensé que estabas
emocionada por el circo —dijo él, derrotado—. Todo sobre lo que hablaste
durante los últimos meses fueron las curiosidades, colección de
animales… ¿Y qué de Jumbo? El pobre tipo finalmente está llegando a
casa y tú estás recibiéndolo usando el color de la muerte. ¿Qué tipo de
bienvenida miserable es esa para un elefante que ha viajado por la mitad
del mundo? Tía Amelia y Liza parecen piedras preciosas, mientras tú estás
haciendo tu mejor personificación del carbón. Simplemente no está bien.
—Hay asesinatos sin resolver, y Tío está bajo sospecha —dije—. 154
Ahora no es el momento para la levedad.
El Olympia era uno de los edificios más magníficos del reino, incluso
rivalizaba con el palacio en su esplendor y auténtica magnitud.
—En verdad, deberías pasar más tiempo entre los vivos, hermana. —
Nathaniel se rio ante mi asombro, pero no podía apartar la atención del
fascinante cielo nocturno.
Sacudí la cabeza.
—Es bueno ver por fin que sonríes, hermanita. —Sus ojos se
humedecieron—. Temí que nunca conseguiría volver a verlo.
—Me temo que tengo que hablar con ella durante unos momentos en
misión oficial de policía.
Traducido por Catleo
N
athaniel evaluó al hombre con tal escrutinio que hizo que
incluso yo me sintiera aliviada por no ser quien recibiera su
mirada.
—Me temo que no puedo decir mucho, pues el caso está todavía
siendo investigado. Pero, sí. Tiene que ver con algo de eso. —Blackburn
presionó sus labios en una firme línea.
Tenía una cara agradable para ser una persona tan miserable.
—Yo… siento que fuera quien se tuviera que llevar a su tío. Por si
sirve de algo, lo tengo en muy alta estima.
Había algo peligroso en él, aunque pudiera ser que fuera porque
tenía la vida de Tío en sus manos.
167
Traducido por âmenoire
L
os rumores que decían que Bedlam estaba poseída por
monstruos eran verdaderos.
Diría:
Luego le diría por qué eso no sería una buena idea y haría un
berrinche. Una vez que se involucraba en un experimento, nada más le
importaba.
—Sólo Dios sabe de lo que este polvo es capaz —dije—. ¿No puede al
menos protegerlo mientras está aquí? ¿Qué tan bueno es o simplemente es
excelente en ser terrible?
Blackburn se sonrojó.
Tío estaba despierto, pero bien podría haber estado durmiendo con
sus ojos abiertos. No me veía o a alguien más en la habitación, sólo
cualesquiera fueran las imágenes que se reproducían en su mente. Ondeé
mi mano frente a su rostro, pero no hizo nada más que parpadear.
Sus labios se movieron y pude al fin definir lo que había estado
diciendo desde que entramos. Estaba diciendo su nombre completo,
Jonathan Nathaniel Wadsworth, como si fuera la respuesta a todos los
misterios del universo.
—De hecho, puede dejarme en Picadilly Street —dije—. Hay alguien 174
con quien tengo que hablar urgentemente.
175
M
e detuve a media cuadra de distancia, escondiéndome,
mientras Thomas abría la puerta a su apartamento para
luego echar un vistazo alrededor, luciendo tan impecable
como si fueran las nueve de la mañana en vez de casi las diez de las
noche.
176
Me pregunté si alguna vez se veía descuidado y extenuado. Tal vez
su cabello estaba permanentemente pegado al costado de su cabeza para
menos molestias. Mi hermano debería seguir el ejemplo.
Parpadeé.
—¿De verdad? ¿Estás hurtando un cadáver y lo admites
sinceramente?
Me crucé de brazos.
Estaba enamorado. Qué cosa más excepcional para él. Les deseé a
ambos toda una vida de miseria con un montón de niños maleducados.
Tragué mi enojo y plasmé una sonrisa en mi cara.
Me di la vuelta.
—Bien jugado, Thomas. Has averiguado lo obvio. Bien por ti. Ahora,
necesitamos averiguar con lo que Tío fue drogado. Si es un tónico de asilo
estándar o algo más siniestro.
—Si hay otro asesinato entre este momento y el treinta tendrán que
dejarlo libre. ¿no? —Cogí un hilo de mi corpiño sin querer levantar la
vista—. Quiero decir, seguramente no lo juzgarían por esos crímenes si
ocurriera otro mientras está en el manicomio.
—No seas ridículo. Solo quise decir que siempre hay una posibilidad
de que otro cuerpo aparezca. No puedo creer que nuestro asesino
simplemente abandonará y se desvanecerá tranquilamente en medio de la
noche. Tú mismo lo has dicho. 186
Thomas consideró esto durante algunos segundos.
E
l sonido de máquinas de escribir chasqueando al ritmo de
cientos de dedos nos recibieron a Thomas y a mí mientras
seguimos al Superintendente Blackburn dentro de la
ocupada agencia de noticias. La mayoría de sus historias eran “mentiras
sensacionalistas y cargos difamadores esperando a ocurrir”, de acuerdo a
187
mi hermano. No discrepé.
“ ”
191
—El autor de esta carta dijo que no la mostrara por unos días. ¿Por 192
qué llamar al Superintendente Blackburn?
La sola idea de que fuera algo que había visto antes era absurdo.
—Me temo que no, Cresswell. Nunca antes había visto esto en mi
vida.
Si esperaba algún tipo de respuesta por usar su apellido, me sentí
muy decepcionada. Ni siquiera batió una de sus largas pestañas hacía mí.
Me estudió durante otra respiración, luego asintió.
—No estaba insinuando que tuvieras algo que ver con escribir la
carta, Wadsworth —dijo—. Realmente, tienes que controlar esas malditas
emociones, tuyas. Ellos sólo se interpondrán en el camino de nuestra
investigación.
197
198
Mitre Square,
Londres
30 de septiembre de 1888
U
na multitud de hombres y mujeres enfadados surgió contra
una barricada construida por los cuerpos de policía, el
miedo conduciendo sus emociones hacia la ira bulliciosa.
Era la peor cosa que podía pensar, pero no había forma de que
Scotland Yard pudiera ejecutar a Tío ahora, no después de que otros dos
cuerpos fueran tan prominentemente expuestos para que todo Londres los
contemplara.
—Le preguntaría sobre el tiempo, pero estoy seguro que desea hablar
de otras cosas, señorita Wadsworth. —Entrecerró los ojos hacia el cuerpo,
cubriéndolos con su mano—. Parece que nuestro chico nos dio dos
víctimas más.
Estaba más que ansiosa por echar un vistazo más de cerca a las
escenas, por entender la mente de un hombre que estaba brutalizando a
esas mujeres. Imaginé que sería una de las cosas más terroríficas que
jamás vería, pero no dejaría que el miedo me mantuviera prisionera.
Tal vez, no estaba tan lista para esto como había pensado.
Padre.
—Es por eso que quiere ayudar a Tío, no porque crea que es
inocente, ¡sino porque usted es taimado!
209
Traducido por Lili-ana y Ximena Vergara
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
30 de septiembre de 1888
E
l paseo en carruaje a casa fue casi tan terrible como dar
testimonio de uno de los cuerpos mutilados en el doble
asesinato.
—Espera.
—¿Qué ocurre?
—Oh, estoy más que lista para conocer la verdad. Toda la verdad, no
importa lo horrible que pueda ser. Continúa informándome y hazlo claro y
rápido.
El asintió.
Nunca pensé que él pudiera llegar a ser tan frío y remoto. Aunque…
Me dio vuelta la cabeza. Las damas del té decían que era lo bastante
extraño para ser un loco, pero eso no era más que chismes. Apreté los
puños a los costados. Me negaba a creer que mis instintos estuvieran tan
equivocados acerca de él, aunque hubiera fuertes pruebas de lo contrario.
Cuál era la noción exacta que cumplían las víctimas asesinadas del
Destripador. Dejé caer mi cabeza en mis manos. Oh, Thomas. ¿Cómo puedo
aclarar este lío también?
217
Traducido por Addictedread y Florff
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
1 de octubre de 1888
L
a luz de la madrugada se filtraba por las ventanas de catedral
de nuestro comedor, pero solo podía mirar los dos pedazos de
evidencia garabateadas en la mano de Jack el Destripador
mientras mi desayuno se enfriaba.
Por otra parte, él mantuvo en secreto su trabajo con Tío sobre los
trasplantes todas estas semanas. Maldije mi indulgencia con él. Necesitaba
separar mis emociones, pero estaba resultando más difícil de lo que había
imaginado.
—Ciertamente es terrible.
La postal estaba escrita con la misma mano que la primera carta, los
bucles eran demasiados similares para ser una coincidencia. El anverso
del ofensivo documento no contenía más pistas que la anterior. Estaba 221
dirigido a:
—Buenos días, Amelia, Liza. Creo que su carruaje está listo. —Padre
entró en el comedor con su propio periódico bajo el brazo, y la
preocupación se posó en su rostro cuando su atención se volvió hacia mí—
. ¿Llenando tu cabeza con cosas seguras y apropiadas? ¿O estás
desobedeciendo mis deseos tan pronto, Audrey Rose?
—No estaba enterada de que estar al tanto de las noticias diarias era
inapropiado. Tal vez deba gastar mi tiempo y tu dinero en nuevos corsés
para retener mi voluntad de mis labios —dije dulcemente—. Usar algo tan
apretado debería muy bien atar mis cuerdas vocales. ¿No estarías de
acuerdo?
Los ojos de Padre emitieron una advertencia, pero no me encontraría
acojonada hoy. Resolvería este caso del Destripador, incluso si eso
significaba despertar a la bestia dormida dentro de quien estaba
descansando. Esa misma criatura estaba arañando y aullando para tener
la oportunidad de ser liberada desde mi interior. Le prometí todo a su
debido tiempo, aplacándola por el momento.
—Lo prometo.
—Tú sabrías una o dos cosas sobre miserables en las calles. 223
Él dejó caer sus manos en la mesa, golpeando su vajilla de lado. Su
cara estaba pálida, aunque enfadada.
Sin espera una respuesta, salí de la habitación sin nada más que
mis tacones resonando en el silencio. No habría más faldas o polisones con
los que pelearme. Terminé con las cosas que me confinaban.
—No ves nada, chico —le escupió Tío—. Serías sabio manteniéndolo
de esta forma.
—Supongo que ella podría ser una de las víctimas del Destripador.
—Tío estrujó la funda de cuero donde tenía sus gafas, sus nudillos se
volvieron blancos como el hueso. Cuando habló, fue a través de dientes
apretados—. Debo regresar al trabajo.
D
os dragones de piedra vigilan cual centinelas nuestro
carruaje mientras atraviesa el empedrado y a través del más
grande de tres arcos ojivales que llevan hacia el Cementerio
Little Ilford.
—S-sí, sí, bueno, está bien, entonces. Como iba diciendo, hablo con
los que ya partieron y el espíritu de la señorita Eddowes me ha buscado
casi cada noche de esta semana, empezando la noche en que fue
asesinada —dijo—. Mis guías espirituales me dijeron que aquí encontraría
a alguien que me podría ayudar a detener a Jack el Destripador de una vez
por todas. Seguí siendo atraído hacia usted, señorita. Ahí es cuando su
madre apareció.
Suponía, todas formas, que uno no tenía mucho tiempo para limpiar
cuando se estaba hablando con los muertos durante todas las horas del
día y la noche. Pensar en tener que escuchar a alguien hablar tanto tiempo
me parecía completamente horrible.
Era algo bueno que la mesa fuera tan pequeña, o nunca hubiéramos
sido capaces de llegar a la mano del otro cómodamente. El meñique de
Thomas no paraba de moverse y alejarse del mío, así que silenciosamente 236
moví el pie bajo la mesa y le di una patadita. Antes de que pudiera
contraatacar, el señor Lees cerró los ojos, dejando salir un suspiro
profundo. Céntrate, me regañé. Si iba a hacer está sesión, la haría al cien
por ciento.
—Identifícate, espíritu.
Torné mi atención de vuelta a Thomas, pero no sonrió ni pestañeó,
siguiéndole educadamente la corriente a nuestro anfitrión busca
fantasmas. Ciertamente no actuaba con nerviosismo ahora. No pude evitar
estar simultáneamente esperanzada e intimidada por otro encuentro con
mi madre tan pronto. Si me creyera su entrada en el cementerio, claro.
—La señorita Eddowes dice que estuvo usted presente el día que su
cuerpo fue descubierto. Declara que estuvo acompañada por un hombre
de cabello claro.
237
Mi respiración quedó atrapada, la esperanza de oír a Madre
momentáneamente dejada a un lado. ¿Podría ser verdad? ¿Podría estar la
señorita Catherine Eddowes hablando a través de este hombre corpulento
y descuidado? Todo esto era muy extraño, pero no necesariamente me lo
creía ni por un segundo.
—Eso es cierto.
—Dice que Jack también estuvo ese día. Que la vio. —Cerró la boca,
asintiendo de nuevo como si fuera un intérprete pasando un mensaje
desde un hablante extranjero—. Se acercó a usted… incluso habló con
usted. Usted estaba enfadada con él…
El señor Lees tembló, agitando la cabeza para aclarar lo que sea que
había escuchado y visto. Cuando finalmente habló, su tono era tan
ominoso como sus palabras.
—V
eo que has dado otra fiesta penosa por ti misma —
dijo Thomas, entrando despreocupadamente a la
oscurecida biblioteca de Tío. Levantando mi cabeza
de mi libro, noté que su ropa era excepcionalmente elegante para un
aprendizaje por la tarde con cadáveres. Su saco finamente cosido se 241
ajustaba perfectamente a su cuerpo. Me atrapó inspeccionándolo y
sonrió—. Aún tienes que enviar invitaciones, Wadsworth. Bastante
grosera, ¿no lo crees?
Thomas quería este caso resuelto tanto como yo. Durante una tarde
particularmente problemática, compartí mis temores en relación a mi
padre con él. Había abierto su boca, después la cerró. Y eso fue el final de
ello. Su reacción fue menos que reconfortante.
—El doctor Wadsworth fue llamado para asuntos más urgentes. Solo
somos nosotros dos y estoy muy aburrido de tu andar desanimado.
Podríamos estar tomando completa ventaja de nuestro tiempo juntos. Pero
no. —Suspiró dramáticamente—. Estás atentamente leyendo basura.
Suspiré.
Bajé mi voz.
246
—Apenas son las dos y juro que ya podría tomarme una pinta. ¿Eso
es lo que piensa, doctor Wadsworth? ¿Jack está usando los órganos para
trasplantarlos o venderlos?
—Creo que hay una cuestión final que necesita, luego los asesinatos
podrían parar.
Por ahora.
Traducido por Flochi y Jeily Carstairs
S
aqué el harapiento vestido azul de un baúl en el ático del Tío;
sus puntadas estaban aflojándose en las costuras y el olor a
humedad llenó el espacio cuando lo sacudí en la pálida luz de
luna.
Tío había juntado casi todas sus pertenencias de una familia que ya
no quería estar asociada con ella, tomándose el trabajo de dejar las cosas
como ella las había dejado, congeladas en el tiempo como si hubieran sido
capturadas en una fotografía. Salvo que con una gruesa capa de polvo
cubriéndolas y unas pocas polillas hambrientas teniendo una buena
experiencia de comida en los últimos años.
—Oh, sí. Qué tonto de mí pasar por alto eso. —Thomas resopló—.
Imagino que las mujeres que perdieron sus órganos pensaron lo mismo
antes de ser masacradas también. Probablemente decían: “Es viernes.
Debería ir al pub, conseguir un poco de comida, pagar mi pensión, luego
ser asesinada por un loco antes de que la noche acabe. Qué encantador”.
—Él es mi padre —dije con los dientes apretados—. ¿De verdad crees
que me hará daño? No creo que incluso él tenga un corazón tan negro y
podrido.
—Ah. Hay algo sobre ti diciendo mi nombre que suena como una
bendita maldición —dijo—. Si puedes trabajar un buen gesto con la mano 254
para acompañarlo, sería excepcional.
Arrojé una bota a través del cuarto, pero se las había arreglado para
escapar y acercarse a la puerta antes de que hiciera contacto. Apreté la
mandíbula detestándolo con cada latido de mi corazón.
Era un mundo tan injusto y cruel para las mujeres. Si eras viuda, o
tú esposo o familia te repudiaba, había pocas posibilidades disponibles
para alimentarte. No importaba si eras noble o no. Si no podías contar con
el dinero y el refugio de otra persona, sobrevivías de la única manera que
podías.
Thomas miró a las mujeres y luego me miró. Sabía muy bien que
estaba viendo más de lo que quería y no quería que él me considerara
frágil. Para mi sorpresa, simplemente paso mi brazo a través del suyo. Un
acto silencioso de comprensión.
—Thomas. ¿Qué…?
Miller's Court
Whitechapel
9 de noviembre de 1888
A
garré el sobretodo de Thomas, asintiendo hacia el carruaje.
¿Dónde estaba el cochero? Sería extraño si Padre lo llevara
por sí mismo, liderando mi mente a divagar sobre un
centenar de direcciones. ¿Sería posible que hubiéramos tenido todo mal?
¿Podría ser John el cochero el responsable de los asesinatos? O quizá
261
Padre hizo que Blackburn le trajera. Sacudí la cabeza, despejándola. Nada
tenía sentido.
—Muy bien. Esperaremos. —Me acomodé contra las piedras frías del
edificio, esperando y mirando. Un segundo parecía durar una hora.
Una mujer fue hallada cortada en pedazos. Leí esa línea una y otra
vez. Quizá esperando que fuera un error y que, con la centésima vez que lo
leyera, desapareciera simplemente por arte de magia. Si solo la vida
funcionara así.
—¿Está bien?
Tío, levantó su mirada del cuerpo, ondeando una mano impaciente
para que fuera a asistirles.
Algo dentro de mí se rompió como una frágil ramita. Esto había ido
suficientemente lejos. Asesinar mujeres. Tomar sus órganos. ¿Ahora había
engranajes insertados en sus cuerpos? Cada nuevo crimen se volvía más
horrible que el anterior, como si Jack no pudiera controlar la rabia animal
clavando sus garras demoniacas en su alma un segundo más.
Me negaba a descubrirlo.
—Me dirigiré a casa en breve. Dentro de una hora Padre debe estar
sentándose para la cena. Planeo…
Tío lanzó una bolsa al pecho de Thomas.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
9 de noviembre de 1888
M
e detuve, titubeando, afuera ante la puerta de nuestro
comedor, la misma habitación en la que había tomado
todas mis comidas, sin nunca saber que estaba
compartiéndolas con un monstruo.
No tenía ni idea qué podría decir Padre por sí mismo, o qué podría
hacer si lo enfurecía. El único pensamiento levemente reconfortante era
saber que mi hermano estaría ahí, y no permitiría que ningún daño me
sucediera.
Sacudió la cabeza.
Apreté los puños con más fuerza. Si Padre hacía algo para dañar a
Nathaniel, lo desgarraría miembro a miembro antes de que la reina tuviera
oportunidad de ordenarlo ella. Relajé ligeramente mi agarre. No había
necesidad de preocupar a nuestro lacayo más de lo que ya estaba.
Una brisa fría como el hielo sopló desde las oscuras escaleras,
levantando hebras de mi cabello caprichosamente alrededor de mi cara
como las serpientes de la cabeza de Medusa. No podía creer lo que estaba
viendo. Una escalera de caracol de piedra estaba ahí, esperando a ser
explorada. O gritándome para que me fuera. Era difícil descifrar lo que la
boca entreabierta estaba implorando.
Lo que sonó como un gemido suave flotó desde más allá del cuadro.
Parpadeé. Presionando mi oído con fuerza contra la pared, escuché con
más detenimiento. Solo estaba la quietud del silencio y demasiados
secretos guardados. Tal vez me estaba volviendo loca. Las paredes no
podrían estar hablando jamás. 278
O tal vez otra víctima indefensa estaba atrapada donde fuera que
esta escalera llevara. Mi corazón revoloteaba, y mi sangre rugía por mis
venas. Necesitaba bajar. Necesitaba salvar al menos a una de las víctimas
de Padre. Miré al reloj sobre la repisa. Todavía era temprano. Padre y
Nathaniel no estarían de regreso por horas todavía. O… ¿y si Nathaniel
estaba ahí abajo ahora? ¿Y si Padre lo había atrapado?
¡Qué tonta había sido! No podía esperar que Padre obedeciera reglas.
Solo porque había dicho que había salido con Nathaniel no significaba que
mi hermano haya dejado la casa. Podría estar atado y desangrándose en
este momento.
Rotar-batir. Rotar-batir.
Cerré mis ojos. Lo que fuera que estaba haciendo ese sonido solo
podía ser miserable.
Rotar-batir. Rotar-batir.
Rotar-batir. 280
Esto no podría ser real. Cerré mis ojos, rezando para que cuando los
abriera, el mundo se enderezara de nuevo. Pero eso era un sueño de
tontos. Tragué la bilis que subía rápidamente por mi garganta, asimilando
todo lo sangriento del objeto con el que me había topado.
Lo que fuera que Padre estaba intentando, había fallado con esta…
cosa.
Rotar-batir. Rotar-batir.
Rotar-batir. Rotar-batir.
Rotar-batir. Rotar-batir.
Rotar-batir. Rotar-batir.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
9 de noviembre de 1888
—A
presúrate —urgí, tirando a mi hermano hacia la
escalera con la clase de súper fuerza dada a
aquellos en medio de un terror mortal—. Debemos
irnos antes de que Padre regrese. Oh, Nathaniel. ¡Él ha hecho cosas
terribles!
285
Tomó varios momentos para darme cuenta que mi hermano no se
estaba moviendo. Estaba parado, congelado en el lugar, ojos empapándose
de nuestros alrededores. Agarré el frente de su largo abrigo, sacudiéndolo
hasta que su gran mirada cayó sobre mí.
—Nathaniel…
Nathaniel se hincó ante mí, limpiando mis lágrimas con tal gentileza,
que lloré más fuerte. Sacudí mi cabeza nuevamente. Esto era una
pesadilla. Seguramente estaba durmiendo y despertaría en la casa de Tío y
descubriría que esto era un sueño terrible.
—Hasta ahora, las personas no creían que podía ser hecho. Solo
escritores y científicos visionarios como Galvani se atrevieron a imaginar
tal maravilla. ¡Ahora yo lo he conseguido! ¿No lo ves? Esto es algo que vale
la pena celebrar. Las personas nunca olvidarán la proeza científica que he
hecho.
—¿Las putas? Por qué, sí. Pienso que es doblemente valido celebrar
ahora que lo mencionas. —Se levantó, manos en puños a sus lados, ojos
oscureciéndose—. No solo he librado a nuestras calles de la plaga
atacándolas, sino que casi he regresado a nuestra amada madre de la
muerte.
Madre había estado muerta los años suficientes para que su largo
cabello negro creciera hasta caer al piso. Nathaniel recogió grandes piezas
de cristal, desenredando los mechones de cabello que se quedaban
atrapados mientras los echaba a la basura. Él no estaba nada afectado por
la espantosa escena frente a él, limpiando su desastre como si el cuerpo de
291
nuestra madre no estuviera pudriéndose sobre una tabla frente a él.
Rotar-batir. Rotar-batir.
Nathaniel era la única otra persona, aparte de Padre que sabía cómo
manejar tales intrincados juguetes de vapor. Él había estado ahí con Padre
en las noches cuando era niño, observando y aprendiendo del mejor.
Luego estaba el asunto de su corto periodo como aprendiz médico antes de
que se cambiara a estudiar leyes. Esos pasatiempos anteriores le ayudaron
con su destreza y precisión.
292
Mientras luchaba con la imagen del hermano amoroso que siempre
conocí y el monstruo frente a mí, él colocó un mechero sobre la mesa y
calentó el metal, fusionando los pernos y engranajes, como si fuera su
segunda naturaleza.
—Lo hecho, hecho está Hermana, ahora… —Se giró hacia mí,
blandiendo la jeringa como si fuera una reliquia santa—. Solo necesito un
poco de tu sangre para inyectarla en su corazón, entonces activaremos el
encendido juntos. Si la fuerza de la corriente eléctrica puede lograr que las
piernas de una rana muerta se muevan, podemos hacer lo mismo, pero a
gran escala. Tenemos el beneficio de tener más órganos vivos. Ahí fue
donde Galvani y toda su inteligencia se equivocaron —dijo, asintiendo con
la cabeza—. Él debió haber invertido en tejido vivo para sus cadáveres.
Entonces solo necesitaba un poco de voltaje, el metal en los engranajes
ayudaría a transferir la energía. Es eso por lo que estoy fusionándolo con
la carne, brillante, ¿ves?
Rotar-batir. Rotar-batir.
Residencia Wadsworth,
Belgrave Square
9 de noviembre de 1888
M
e colgué de mi hermano en medio de nuestro infierno
compartido, no queriendo separarme y hacer la pesadilla
real.
Padre anduvo hacia el artilugio, luego elevó uno de los tubos que
conducía la negruzca sustancia. Siguió el tubo alrededor de la mesa,
parándose cuando se acercó a Madre. En ese momento vi un lado
completamente nuevo de mi padre. Aquí ante nosotros estaba un hombre
que parecía como si hubiera estado luchando una batalla por años y
acabara justo de comprender que estaba a punto de acabar. Tomó una
respiración profunda y tornó su atención de vuelta a mí, su mirada
fijándose en las restricciones de mi brazo.
—Tú, sin embargo, sentías curiosidad por el caso. Iniciar ese grupo
de vigilantes fue un buen toque —dijo Thomas casi con aprecio—. Luego
estuvo el molesto asunto de esas mujeres conectadas con tu padre. Desde
que había descartado a Lord Wadsworth, eso permitió que mi mente se
desviara. Tu tío tiene esta teoría, fascinante, en realidad, sobre asesinos
profesionales matando a aquellos que conocen. Al menos para empezar.
La atención de Nathaniel se centró en el cuchillo que había dejado
cerca de Madre. Agarré el brazo de Thomas, pero no había terminado de
mostrar sus habilidades de deducción.
—Aquí hay una advertencia para ti, querida Hermana. Si alguna vez
me vuelves a amenazar, te destruiré a ti y a tu idiota amigo antes de que él
sueñe con encontrarme.
—U
sa la sierra de huesos grande para cortar
el cráneo.
Esta vez usaba una máscara para evitar respirar el polvo de hueso.
—Debería ir con él, Tío. Thomas puede terminar esta lección por mí.
—Me gustaría verte tomando té con mi padre. Tal vez podrías incluso
decirle cuántas veces has pedido indecentemente por un beso.
—Por favor. Evítame el sermón esta vez. Soy una criatura vergonzosa
que no se merece nuestro buen nombre. —Mi aliento se enganchó en mi
garganta. No lloraría ahora. No así—. Tenías razón, Padre. Nada bueno
puede resultar de tales búsquedas malvadas. Tal vez si Nathaniel no
hubiera estado obsesionado con tales cosas, todavía estaría vivo y bien
ahora. No desobedeceré tus deseos de nuevo.
Por primera vez, sentía lo que dije. No estaba cruzando mis dedos
detrás de mi espalda, o esperando pedir perdón más tarde. Encontraría
otra profesión y otro camino que seguir en la vida. No me engañé pensando
que alguna vez estaría satisfecha con permanecer en casa y atenderla,
pero buscaría otra manera para llenar mi alma.
Fruncí el entrecejo.
La escalera dio vueltas frente a mis ojos y casi me caigo hacia atrás.
Esto era peor de lo que pude haber imaginado. El pánico me ciñó los
pulmones.
Retrocedí lo suficiente para ver a Padre a los ojos. Había algo ahí que
me robó la respiración e impulsó mi espíritu: orgullo. Mi padre estaba
orgulloso de mí, y me estaba dando la libertad que tanto deseaba. Esta vez
cuando aparecieron las lágrimas, lo hicieron por una razón completamente
diferente.
Tuve que haberme visto como un pez fuera del agua, jadeando. Cerré
mi boca y miré fijamente a Padre. Cómo había aprobado esto era
verdaderamente milagroso. O un engaño. Lo estudié, intentando decidir si
había estado abusando del tónico de nuevo.
311
Se rio entre dientes por mi expresión preocupada.
Mi cejas se levantaron.
Padre asintió.
—Fue su idea.
Sonreí. Esa era una promesa que pretendía mantener por completo.
FIN
312
Próximo
libro
En esta secuela del evocador
debut #1 de Kerri Maniscalco Stalking
Jack the Ripper, extraños asesinatos
son descubiertos en el castillo del
Príncipe Vlad el Empalador, también
conocido como Drácula. ¿Podría ser
un asesino imitador… o el príncipe
depravado ha sido devuelto a la vida?
313
Siguiendo la tristeza y horror de su descubrimiento de la verdadera
identidad de Jack el Destripador, Audrey Rose Wadsworth no tiene más
opción que huir de Londres y sus recuerdos. Junto al arrogante pero
encantador Thomas Cresswell, viaja al oscuro corazón de Rumania, hogar
de una de las mejores escuelas de medicina forense en Europa… y de otro
notorio asesino, Vlad el Empalador, cuya sed de sangre se volvió leyenda.
314
Kerri Maniscalco creció en una pequeña ciudad a las afueras de
Nueva York, donde su amor por las artes se fomentó desde muy temprana
edad. En su tiempo libre, lee todo lo que puede conseguir, cocina todo tipo
de comida con su familia y amigos, y bebe demasiado té mientras discute
los mejores puntos de la vida con sus gatos. Stalking Jack the Ripper es su
primera novela, e incorpora su amor por la ciencia forense y la historia sin
resolver.
T r a d u c c i ó n
Addictedread Florff Naty Pedraza
C o r r e c c i ó n
Bella’
Mari NC
Recopilación y revisión
Mari NC
D i s e ñ o
Aria
316