De La Vestimenta y Los Hombres Una Perspectiva His
De La Vestimenta y Los Hombres Una Perspectiva His
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compte rendu
patrones instituidos por el grupo o entidad cultural que los crea según las
condiciones sociales bajo las cuales se ha desarrollado.
De ahí que la indumentaria, hasta cierto punto, refleje ciertas característi-
cas generales de las relaciones sociales que el ser humano, en su interacción
constante con la naturaleza, organiza entre sus miembros para reproducir
su propia existencia. Y es así que la Dra. Claude Stresser-Péan, a través
del análisis profundo y sistemático de información, obtenida mediante la
metodología aplicada por distintas disciplinas para su investigación, como
son la historia, arqueología y etnología, nos da cuenta, en su libro De la
vestimenta y los hombres, del atuendo, complementos y adornos corporales
característicos de las culturas que florecieron en el actual territorio mexicano
previo a la conquista española, y cuando es el caso, de su prolongación
hasta el presente.
En las dos primeras partes del libro, aborda el tipo de prendas que, en
su conjunto, conformaron la indumentaria prehispánica. En dicha investi-
gación se advierte que cada una de éstas tenía como propósito primordial
acentuar las diferencias entre los distintos estratos de la sociedad; la forma
reseña
militares que, durante la batalla, resguardaban las partes más vulnerables del cuerpo del
combatiente, o el tlahuiztli, imponente traje militar que personificaba seres del inframundo,
jaguares, águilas, coyotes, entre otros animales, y con el que se revestían los guerreros de alto
rango para amedrentar a sus oponentes.
De igual forma, la autora nos informa que existió una excepción diferencial en el tipo de
vestimenta usada en el área conocida como Mesoamérica. Los purépechas, también llamados
tarascos, elaboraban camisas o cicuillis con forma de túnicas para los hombres. Las mujeres,
quienes por lo regular llevaban el torso completamente desnudo, utilizaban una variante de
enredo corto para cubrir los genitales, y en ocasiones, un pequeño tilmatli.
Si bien es cierto que la indumentaria prehispánica estaba compuesta por unas cuantas
prendas, lo es también que la complementaban con otros accesorios, además de agregar una
variedad extraordinaria de objetos para ornamentarse; todos ellos, medios de diferenciación
social según la posición que se ocupara. Por ello, en la tercera y cuarta parte del libro, la autora
ofrece una amplia descripción de los complementos y adornos precortesianos, elaborados a
partir de materias primas de origen animal, vegetal y mineral, así como de su connotación
simbólica en las sociedades que ha venido estudiando. Simultáneamente, atendiendo a los
cánones de belleza, nos contextualiza los diferentes adornos corporales de que disponían
algunas entidades culturales, su función ritual o sagrada.
Al tratar los tocados o peinados, es expuesta la conexión sagrada entre la cabellera y el
tonalli, éste último, una de las tres energías vitales que, según la filosofía nahua, yacía en la
parte superior de la cabeza. Por tal razón, el arreglo y presentación de la cabellera en sociedad,
tomó tanta importancia, mostrándose además, parte integral de la dignidad de hombres y
mujeres. No en balde existía un estricto control sobre el tipo de tocados que debía utilizar cada
estrato social, el cual la Dra. Claude se detiene a observar y describir, con especial atención en
la estricta jerarquización al interior de la clase guerrera, tan íntimamente ligada a los estados
militaristas.
Otro complemento importante del atuendo, y que hoy en día todavía es habitual encontrar
en muchas comunidades indígenas, es el cactli. Este calzado era elaborado con suelas de
cáñamo y cuero de venado, sin embargo, sólo la población dirigente tenía derecho a emplearlo,
mientras la gente común o macehualli caminaba descalza. En el ámbito ritual, durante los
funerales, era común depositar en el entierro, junto al difunto, unos cactli y otros enseres para
atenuar el sufrimiento que conlleva el largo camino hacia el inframundo, región a donde los
muertos deben dirigirse para presentarse ante Mictlantecuhtli, dios de la muerte. Otros com-
plementos del atavío son abordados, como el abanico y el báculo, asociados principalmente
a los pochtecas o mercaderes, quienes debían recorrer grandes distancias para comerciar con
otros poblados.
En cuanto a los adornos, en este caso los de origen mineral, la jadeíta o chalchihuitl, que
era sumamente apreciada por los nahuas para elaborar todo tipo de accesorios, estaba asociada
a Chalchiuhtlicue, diosa del agua, debido a su color verde-azulado. Los huastecos ponderaban
los cristales de calcita para realizar collares y todo tipo de colgantes. Entre los grupos nómadas
del norte y los purépechas, la turquesa, de color azul-verdoso, era labrada para hacer brazaletes
que ajustaban en brazos y piernas. En fin, obsidiana, oro, plata, aleaciones como el bronce,
y demás materias primas minerales, se utilizaban para elaborar orejeras, narigueras, bezotes,
cascabeles y todo tipo de joyas diversas.
De procedencia vegetal, el ámbar, de color cobrizo, era ampliamente valorado entre las
mujeres mayas. El papel amate o papel corteza, el cual pintaban con múltiples colores para
formar diseños diversos, era utilizado para confeccionar cintas frontales, prendas para vestir
esculturas de dioses, diademas, decorar el peinado de hombres y mujeres, o bien, para aderezar
el tocado de algunas deidades.
Reseña / Compte rendu Carlos E. Chavarín Jiménez 79