Invasión Portuguesa
Invasión Portuguesa
Invasión Portuguesa
deuda. Ante la negativa del gobernador federal, Lavalle lo aprisionó y, días después, ordenó su
ejecución. A su vez, las huestes del general Paz habían tomado Córdoba. Pero, rápidamente, las
fuerzas federales, lideradas por los brigadier Rosas y López, vencieron a los unitarios en Buenos Aires.
Durante 1829, los federales trazaron distintas salidas electorales, como la Convención de
Cañuelas, que fueron rechazadas por los unitarios. Meses más tarde, Rosas y Lavalle
suscribieron al Pacto de Barracas, donde se nombró al general federal Juan José Viamonte con
gobernador de Buenos Aires. En diciembre, luego de su reapertura, el Congreso bonaerense
designó a Rosas como nuevo gobernador.
Los portugueses concretaron dos invasiones, una en 1811 y otra en 1816. La primera invasión,
situada en el terreno que actualmente abarca la República Oriental del Uruguay y parte de la
Mesopotamia argentina, se realizó entre junio de 1811 y agosto de 1812. El objetivo de la misma
era auxiliar al virrey del Río de la Plata Francisco de Elío, que se encontraba sitiado en Montevideo
por un grupo revolucionario de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La irrupción portuguesa
comprendió enfrentamientos con ejércitos comandados por el caudillo militar oriental José
Gervasio Artigas. La resistencia fue pasiva por parte del gobierno porteño. En agosto de 1812, las
tropas portuguesas se retiraron gracias al Tratado Rademaker Herrera.
Así fue como en agosto, los portugueses invadieron nuevamente la Banda Oriental, en dos
direcciones. Un primer contingente, que era el principal, llegó desde Río de Janeiro, comandado
por el general Federico Lecor, que debía avanzar en dos columnas. El segundo contingente
marchó desde el norte, dirigido por el capitán general de Río Grande, el marqués Luís Teles da
Silva de Alegrete.
CAUDILLO JOSE DE ARTIGAS.
Los mandatos del rey Juan VI eran claros acerca de cómo debían realizar la invasión y con que
propósitos. Los soldados tenían órdenes de dar demostraciones de humanidad hacia los
ciudadanos orientales y, también, intentar dirigirse directamente hacia Artigas, a fin de
plantearle las siguientes condiciones de acuerdo: disolver la agrupación que lideraba y
mudarse donde el rey le permitiera; despojarse de las armas a cambio del otorgamiento de un
sueldo, similar al de un coronel portugués; y, la posibilidad de vender sus propiedades y bienes.
EL PLAN DE ARTIGAS
Una vez que Artigas confirmó la invasión portuguesa, conformó un proyecto estratégico
militar. El mismo se basaba en dominar el río Uruguay por arriba del Ibicuy y, así, poder ingresar
en sus poblaciones. De esta forma, el caudillo buscaba llevar la contienda al territorio de Brasil,
para cercenar sus comunicaciones y, además, apartarlo de sus depósitos de reservas,
aprovisionamiento y recursos. En tanto, Artigas concluyó que los ataques más sólidos se
realizarían en Misiones, así se le dificultaría a los portugueses para actuar en Montevideo.
De esta manera, el plan artiguista convertía lo que, en principio, era una defensa en una lucha
agresiva, por medio de la amenaza a los enemigos desde la retaguardia, a fin de apoderarse de la
iniciativa. Otra de las medidas que el oriental impuso fue la formación de dos ejércitos
simultáneos: los Cívicos y los Libertos. Los primeros estaban compuestos de seis compañías,
entre ellas, una de granaderos y otra de cazadores, que obedecían órdenes del Cabildo de
Montevideo. Por su parte, el Cuerpo de Libertos estaba conformado de esclavos que cada dueño
entregaba, de acuerdo a sus recursos.
R. I
bic
R. Paraná
Ávalos uy Tropas
portuguesas
Porto Alegre
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R. U
Asimismo, el caudillo tomó otra medida trascendental, basada en fortalecer la guardia fronteriza,
otorgándole a Fernando Otorgués la responsabilidad de cubrir la ruta de invasión de Yaguarón.
Además, el caudillo ordenó a la división de infantería oriental trasladarse hacia el mismo
territorio para reforzar y apoyar a Otorgués. De esta manera, consolidaba la defensa y, al mismo
tiempo, intentaba retardar el avance portugués.
En octubre, las tropas de Sotelo reforzaron las defensas artiguistas en Montevideo. Así, pudieron
vencer a las fuerzas portuguesas que sitiaban la ciudad. Poco después, en Carumbé, Artigas
decidió atacar a los invasores en los cerros de Carumbé. Pero, luego de tres horas, la ofensiva
fracasó y, por ello, los orientales debieron replegarse. En este combate, cayó cerca de las tropas
mitad de las fuerzas artiguistas. Factores como la superioridad militar de los portugueses, errores
tácticos y la falta de reservas suficientes fueron los justificativos de la derrota.
Por su parte, en Arapey, los soldados artiguistas ofrecieron una memorable resistencia, que
terminó en la retirada de las tropas. Finalmente, los orientales debieron abandonar allí
municiones, armas y animales. Acto seguido, los vencedores saquearon las pertenencias de sus
adversarios e incendiaron el campamento. En 1817, en Catalán, los artiguistas, liderados por
Andrés Latorre, sorprendieron a los portugueses, que estaban comandados por Abreu y el
De esta forma, la victoria fue de los portugueses. El comandante Latorre sacrificó gran cantidad de
soldados, animales y armamentos. Esta pérdida significó el combate más cruento de la guerra. A
mediados de 1818, el mariscal Joaquín Curado, comandante de las fuerzas de Río Grande, dejó su
campamento en el Catalán. Luego, Curado se trasladó hacia el sur, con el objetivo de interceptar
las comunicaciones entre Artigas y las Provincias de la Liga Federal. Meses más tarde, Curado
logró aprisionar a Juan Antonio Lavalleja, comandante de la vanguardia de Artigas, y a Otorgués.
Así fue como Andresito cruzó el Uruguay en San Isidro, acompañado de 1.300 soldados y se
apoderó de todos los pueblos de Misiones, menos de San Borja. En San Nicolás instaló su cuartel
general. Allí, encontró municiones y armas para reforzar su tropa. No obstante, a principios de
mayo, fue arremetido por el portugués Francisco Das Chagas, que rechazaba a los sitiadores de su
pueblo y los perseguía obsecuentemente.
Chagas pidió apoyo a Abreu, obligando a Andresito a dejar San Nicolás en manos
del capitán Khiré. Por ello, se dirigió al sur para encontrar a Artigas, aunque
Andresito retornó sin haber podido establecer contacto con el caudillo. En tanto,
fue atacado por los hombres de Abreu en el Paso de Itacurubi y, allí, terminó
derrotado. Días más tarde, Andresito quedó detenido cuando intentaba bordear
el río Uruguay.
En noviembre, ante la poca intensidad de los ataques enemigos, sumada a la crudeza de las
acciones incesantes desarrolladas por las guerrillas artiguistas, el caudillo lanzó su tercera contra-
invasión. Artigas mandó: 300 hombres, comandados por Lavalleja, hacia Arroyo Grande; 400
soldados, capitaneados por Rivera, hacia Paso Cuello, sobre el río Santa Lucía Chico; y, 250
combatientes, encabezados por Otorgués, hacia el valle del Arroyo Marmarajá con 250 soldados.
Desde allí, ordenó el ataque a Maldonado, sitio del que se apoderó.
OTORGUÉS.
BATALLA DE MARMARAJÁ.
Luego de otra derrota, Artigas resolvió que debía marcharse del territorio brasileño para
reorganizar sus fuerzas, así como también convocar más tropas desde Entre Ríos. En enero de
1820, en Tacuarembó, los portugueses atacaron la vanguardia de Latorre, que estaba aislada del
grueso de la formación artiguista. La superioridad de hombres por parte del enemigo, cerca de
tres mil, sumado al factor sorpresa, volvieron inútiles los esfuerzos de los artiguistas. Esta pelea
fue el golpe de gracia que le restaba al ejército de Artigas para perecer, ya que dejó aniquilada su
inagotable fuerza de resistencia.
Esta fue la última lucha que Artigas libró en territorio oriental. A la anterior derrota
hay que sumarle un episodio, ocurrido en marzo, cuando fue sometido Rivera,
luego de comportamientos desobedientes y tentativas de complot. La decepción y
el desánimo fue calando, poco a poco, entre las tropas.