Invasión Portuguesa

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A fines de 1828, el general Lavalle partió a Buenos Aires para reclamarle a Dorrego el pago de la

deuda. Ante la negativa del gobernador federal, Lavalle lo aprisionó y, días después, ordenó su
ejecución. A su vez, las huestes del general Paz habían tomado Córdoba. Pero, rápidamente, las
fuerzas federales, lideradas por los brigadier Rosas y López, vencieron a los unitarios en Buenos Aires.

Durante 1829, los federales trazaron distintas salidas electorales, como la Convención de
Cañuelas, que fueron rechazadas por los unitarios. Meses más tarde, Rosas y Lavalle
suscribieron al Pacto de Barracas, donde se nombró al general federal Juan José Viamonte con
gobernador de Buenos Aires. En diciembre, luego de su reapertura, el Congreso bonaerense
designó a Rosas como nuevo gobernador.

1816 - 1820: LA INVASIÓN PORTUGUESA A LA BANDA ORIENTAL

Desde la época de la colonización, los portugueses tenían la aspiración de


obtener los límites naturales de otros territorios para sus patrimonios en
América. Para poder alcanzar sus pretensiones necesitaban poseer el
dominio de los ríos que comenzaban en su propio territorio y desembocaban
en el Río de La Plata. Este fue el caso de la frontera terrestre de la Banda
Oriental y de Misiones.

(DERECHA) BATALLA DE LAS


PIEDRAS. EL ENFRENTAMIENTO
TUVO LUGAR EL 18 DE MAYO DE
1811 EN CAMPOS PRÓXIMOS AL
PUEBLO DE LAS PIEDRAS, HACIA
LAS 11 DE LA MAÑANA.
(ARRIBA) FRANCISCO DE ELÍO,
VIRREY DEL RÍO DE LA PLATA.

Los portugueses concretaron dos invasiones, una en 1811 y otra en 1816. La primera invasión,
situada en el terreno que actualmente abarca la República Oriental del Uruguay y parte de la
Mesopotamia argentina, se realizó entre junio de 1811 y agosto de 1812. El objetivo de la misma
era auxiliar al virrey del Río de la Plata Francisco de Elío, que se encontraba sitiado en Montevideo
por un grupo revolucionario de las Provincias Unidas del Río de la Plata. La irrupción portuguesa
comprendió enfrentamientos con ejércitos comandados por el caudillo militar oriental José
Gervasio Artigas. La resistencia fue pasiva por parte del gobierno porteño. En agosto de 1812, las
tropas portuguesas se retiraron gracias al Tratado Rademaker Herrera.

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La segunda invasión en 1816 pudo realizarse ya que las circunstancias políticas y militares se
mostraron propicias. Mientras tanto, el caudillo Artigas se encontraba en el apogeo de su
revolución, la irrupción portuguesa apareció para flaquear esta etapa. Esta nueva incursión fue
apoyada por varios políticos porteños y un grupo de exiliados y residentes en Río de Janeiro.

Asimismo, Río de Janeiro se convirtió en un epicentro anti Artigas. Por un lado,


se encontraban los españoles, quienes trataban de recobrar las colonias que les
habían pertenecido, con la ayuda de Portugal – Representada mediante el
Imperio del Brasil -. Por otro, estaban los porteños, cuyo único objetivo era
acabar con Artigas y el federalismo que se extendía hacia Río Grande. Para eso
no les afectaba tener que ceder la Provincia Oriental al dominio portugués.

Así fue como en agosto, los portugueses invadieron nuevamente la Banda Oriental, en dos
direcciones. Un primer contingente, que era el principal, llegó desde Río de Janeiro, comandado
por el general Federico Lecor, que debía avanzar en dos columnas. El segundo contingente
marchó desde el norte, dirigido por el capitán general de Río Grande, el marqués Luís Teles da
Silva de Alegrete.
CAUDILLO JOSE DE ARTIGAS.
Los mandatos del rey Juan VI eran claros acerca de cómo debían realizar la invasión y con que
propósitos. Los soldados tenían órdenes de dar demostraciones de humanidad hacia los
ciudadanos orientales y, también, intentar dirigirse directamente hacia Artigas, a fin de
plantearle las siguientes condiciones de acuerdo: disolver la agrupación que lideraba y
mudarse donde el rey le permitiera; despojarse de las armas a cambio del otorgamiento de un
sueldo, similar al de un coronel portugués; y, la posibilidad de vender sus propiedades y bienes.

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En relación a las tropas del caudillo, el rey les permitiría unirse al ejército Portugués como
cadetes. Por otra parte, se había establecido mantener neutralidad con el gobierno porteño,
manteniendo la tranquilidad de este último al informarle que no pasarían para su territorio.
Mientras tanto, los defensores de la Banda Oriental se dividían en dos destacamentos. Uno, por el
norte, comandado por caudillo Andrés Guazurary sobre el Río Uruguay. Y, por el este, de la mano
del general Fructuoso Rivera.

EL PLAN DE ARTIGAS

Una vez que Artigas confirmó la invasión portuguesa, conformó un proyecto estratégico
militar. El mismo se basaba en dominar el río Uruguay por arriba del Ibicuy y, así, poder ingresar
en sus poblaciones. De esta forma, el caudillo buscaba llevar la contienda al territorio de Brasil,
para cercenar sus comunicaciones y, además, apartarlo de sus depósitos de reservas,
aprovisionamiento y recursos. En tanto, Artigas concluyó que los ataques más sólidos se
realizarían en Misiones, así se le dificultaría a los portugueses para actuar en Montevideo.

De esta manera, el plan artiguista convertía lo que, en principio, era una defensa en una lucha
agresiva, por medio de la amenaza a los enemigos desde la retaguardia, a fin de apoderarse de la
iniciativa. Otra de las medidas que el oriental impuso fue la formación de dos ejércitos
simultáneos: los Cívicos y los Libertos. Los primeros estaban compuestos de seis compañías,
entre ellas, una de granaderos y otra de cazadores, que obedecían órdenes del Cabildo de
Montevideo. Por su parte, el Cuerpo de Libertos estaba conformado de esclavos que cada dueño
entregaba, de acuerdo a sus recursos.

( ARRIBA) FRUCTUOSO RIVERA.


(DERECHA) MAPA
R. ASUNCIÓN
DEL PLAN DE ARTIGAS. Be
rm
ejo
Artigas se retira
a Paraguay
septiembre de 1820
Corrientes
PACTO DE ÁVALOS
abril de 1820
Corrientes-P.Oriental-Misiones San Borja

R. I
bic
R. Paraná

Ávalos uy Tropas
portuguesas

Porto Alegre
ay
rugu
R. U

Santa Fe y Purificación Santa Tecla


Entre Ríos
se separan Concepción
de la Liga del Uruguay gro
R. Ne
PACTO DE PILAR
febrero de 1820
Colonia Océano
Centralismo Atlántico
porteño MONTEVIDEO
Maldonado
BUENOS AIRES Río de la Plata
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Una vez que los portugueses invadieron el territorio oriental, Artigas comenzó la repartición de
zonas de combate entre sus caudillos. Así, quedaron cinco sectores militares definidos. El
primero, comandado por Manuel Artigas - Hermano del líder -, se extendía desde Montevideo
hasta Santa Lucía, con un ejército de las de 1.600 hombres. El segundo, encabezado por el general
Tomás García de Zúñiga, se expandía desde Santa Lucía hasta el Yí y Río Negro. El siguiente,
comandado por el coronel Ángel Núñez, se desplegaba en Maldonado. A su vez, el cuarto
ejército, capitaneado por el coronel Pedro Fuentes, comprendía el territorio de Colonia y, por
último, la zona de Soriano era comandada por Miguel Gadea.

Asimismo, el caudillo tomó otra medida trascendental, basada en fortalecer la guardia fronteriza,
otorgándole a Fernando Otorgués la responsabilidad de cubrir la ruta de invasión de Yaguarón.
Además, el caudillo ordenó a la división de infantería oriental trasladarse hacia el mismo
territorio para reforzar y apoyar a Otorgués. De esta manera, consolidaba la defensa y, al mismo
tiempo, intentaba retardar el avance portugués.

Si bien sus estrategias militares eran sagaces, no obtenían victorias por la


insuficiencia de recursos materiales para la guerra. Los ejércitos estaban
desprovistos de armas de fuego y las que poseían tampoco podían ser explotadas
en su máximo, ya que escaseaban la pólvora y los cartuchos. Por su parte, los
enemigos tenían ejércitos experimentados en combate, con gran cantidad de
veteranos, y provistos de armamento.

COMIENZO DE LAS BATALLAS

El inicio de la guerra se puede separar en dos etapas. El primer ciclo se desarrolla


desde 1816 hasta el ingreso de Lecor en Montevideo, en 1817. Esta etapa se
distingue con un principio favorable para los artiguistas. Luego de una sucesión de
sustituciones, se pierden los principales soldados orientales y, por ello, culminaron
las operaciones en gran proporción. Por otra parte, el segundo período, que se
despliega hasta 1820, demuestra la sobresaliente resistencia de Artigas y su ejército
ante los portugueses, provistos de mejores armas y experiencia.

En la primera etapa, se destacan varias batallas. La primera de estas se desarrolla en el norte


oriental. En septiembre de 1816, el ejército de Artigas, comandado por Pantaleón Sotelo, fue
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sorprendido por el ataque portugués y se vio obligado a cruzar el río bajo la persecución enemiga.
Una vez en Corrientes, Sotelo intentó restaurarse frente a la barra de Ibicuy empleando pequeñas
embarcaciones. Sin embargo, luego de fracasar, debió retirarse hacia San Borja, para apoyar a
Andresito.

En octubre, las tropas de Sotelo reforzaron las defensas artiguistas en Montevideo. Así, pudieron
vencer a las fuerzas portuguesas que sitiaban la ciudad. Poco después, en Carumbé, Artigas
decidió atacar a los invasores en los cerros de Carumbé. Pero, luego de tres horas, la ofensiva
fracasó y, por ello, los orientales debieron replegarse. En este combate, cayó cerca de las tropas
mitad de las fuerzas artiguistas. Factores como la superioridad militar de los portugueses, errores
tácticos y la falta de reservas suficientes fueron los justificativos de la derrota.

En consecuencia, el ejército de Artigas debió replegarse hacia el sur, dejando


abierta la frontera norte. De igual manera, Artigas asimiló las enseñanzas de la
derrota rápidamente. Ante la trasmisión de sus opiniones, Esta acción provocó
la furia oriental demostrada en la batalla de Catalán y, también, los posteriores
triunfos en Apóstoles, San Nicolás y Paso del Rosario.

PANTALEÓN SOTELO. PELEÓ EN


LA GUERRA DEL PARAGUAY CON
SU PIERNA AMPUTADA. Sin embargo, los portugueses conocieron acerca de la reorganización del ejército
enemigo y, además, su nueva posición sobre el Río Arapey. Entonces, los
artiguistas pensaron retomar la lucha desde este sitio, mientras que, a su vez,
avanzarían hacia Santa Ana. Con estos datos, luego de una peregrinación
nocturna, el general portugués José de Abreu envió un certero ataque hacia las
fuerzas Artigas.

Por su parte, en Arapey, los soldados artiguistas ofrecieron una memorable resistencia, que
terminó en la retirada de las tropas. Finalmente, los orientales debieron abandonar allí
municiones, armas y animales. Acto seguido, los vencedores saquearon las pertenencias de sus
adversarios e incendiaron el campamento. En 1817, en Catalán, los artiguistas, liderados por
Andrés Latorre, sorprendieron a los portugueses, que estaban comandados por Abreu y el

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marqués de Alegrete. Sin embargo, un pequeño grupo de refuerzo enemigo irrumpió en la
escena. Ante ello, los orientales se replegaron, creyendo que el ejército contrario había
conseguido una poderosa asistencia.

De esta forma, la victoria fue de los portugueses. El comandante Latorre sacrificó gran cantidad de
soldados, animales y armamentos. Esta pérdida significó el combate más cruento de la guerra. A
mediados de 1818, el mariscal Joaquín Curado, comandante de las fuerzas de Río Grande, dejó su
campamento en el Catalán. Luego, Curado se trasladó hacia el sur, con el objetivo de interceptar
las comunicaciones entre Artigas y las Provincias de la Liga Federal. Meses más tarde, Curado
logró aprisionar a Juan Antonio Lavalleja, comandante de la vanguardia de Artigas, y a Otorgués.

NUEVO PLAN DE CONTRA – INVASIÓN Y FINAL DE LA GUERRA

Luego de la sucesión de pérdidas de batallas y la captura de varios de sus importantes líderes,


Artigas se dio cuenta que debía reajustar su plan. En mayo de 1819, el caudillo creó una nueva
estrategia, en la que Andresito irrumpiría por el norte para atraer al ejército enemigo. En tanto,
ANDRÉSITO él embestiría sorpresivamente al general Patricio Cámara en Santa María.

Así fue como Andresito cruzó el Uruguay en San Isidro, acompañado de 1.300 soldados y se
apoderó de todos los pueblos de Misiones, menos de San Borja. En San Nicolás instaló su cuartel
general. Allí, encontró municiones y armas para reforzar su tropa. No obstante, a principios de
mayo, fue arremetido por el portugués Francisco Das Chagas, que rechazaba a los sitiadores de su
pueblo y los perseguía obsecuentemente.

MAPA ANTIGUO DEL RÍO


URUGUAY, INCLUYE PLANOS Y
PERFILES DE ENSENADAS Y DE LA
BAHÍA DE MONTEVIDEO.

Chagas pidió apoyo a Abreu, obligando a Andresito a dejar San Nicolás en manos
del capitán Khiré. Por ello, se dirigió al sur para encontrar a Artigas, aunque
Andresito retornó sin haber podido establecer contacto con el caudillo. En tanto,
fue atacado por los hombres de Abreu en el Paso de Itacurubi y, allí, terminó
derrotado. Días más tarde, Andresito quedó detenido cuando intentaba bordear
el río Uruguay.

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Estos hechos significaron un nuevo fracaso para Artigas en su plan estratégico militar, debido a
la superioridad militar de los enemigos en todos los aspectos bélicos - Número de soldados,
organización, armamento disponible y experiencia de los combatientes -. Por estos motivos, y
en adelante, Artigas decidió estancar su ofensiva y aguardar contextos más propicios para
contra atacar.

En noviembre, ante la poca intensidad de los ataques enemigos, sumada a la crudeza de las
acciones incesantes desarrolladas por las guerrillas artiguistas, el caudillo lanzó su tercera contra-
invasión. Artigas mandó: 300 hombres, comandados por Lavalleja, hacia Arroyo Grande; 400
soldados, capitaneados por Rivera, hacia Paso Cuello, sobre el río Santa Lucía Chico; y, 250
combatientes, encabezados por Otorgués, hacia el valle del Arroyo Marmarajá con 250 soldados.
Desde allí, ordenó el ataque a Maldonado, sitio del que se apoderó.
OTORGUÉS.

BATALLA DE MARMARAJÁ.

Luego de otra derrota, Artigas resolvió que debía marcharse del territorio brasileño para
reorganizar sus fuerzas, así como también convocar más tropas desde Entre Ríos. En enero de
1820, en Tacuarembó, los portugueses atacaron la vanguardia de Latorre, que estaba aislada del
grueso de la formación artiguista. La superioridad de hombres por parte del enemigo, cerca de
tres mil, sumado al factor sorpresa, volvieron inútiles los esfuerzos de los artiguistas. Esta pelea
fue el golpe de gracia que le restaba al ejército de Artigas para perecer, ya que dejó aniquilada su
inagotable fuerza de resistencia.

Esta fue la última lucha que Artigas libró en territorio oriental. A la anterior derrota
hay que sumarle un episodio, ocurrido en marzo, cuando fue sometido Rivera,
luego de comportamientos desobedientes y tentativas de complot. La decepción y
el desánimo fue calando, poco a poco, entre las tropas.

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