MOCHE
MOCHE
MOCHE
COSTA NORTE Y
CAJAMARCA
1.1Mochica norte
1.2Mochica sur
2. Descubrimiento
3. Historia
4. Economía
4.1Agricultura
4.2Pesca
4.3Navegación y comercio
4.4La cerámica
5. Organización política
6. Organización social
7. Arte
7.1Cerámica
7.1.1Períodos
7.2Pinturas murales
7.3Metalurgia y orfebrería
8. Arquitectura
9. Protoescritura
10. Religión
11. Tumbas encontradas
11Galería
12Véase también
13Referencias
14Bibliografía
15Enlaces externos
Cultura moche
La cultura Moche es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló entre los
siglos II y V en el valle del río Moche (actual provincia de Trujillo, en el departamento de La
Libertad). Actual cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del actual Perú. Este
aún se conserva y tiene bastantes pobladores La sociedad Moche hizo grandes obras de
ingeniería hidráulica: canales de riego y represas, lo que les permitió ampliar su frontera
agrícola a gran escala.
Fueron grandes arquitectos; su materia prima fue el adobe. Construyeron complejos
religiosos-administrativos de carácter monumental, conformados por palacios y templos o
huacas (en forma de pirámide trunca), las cuales los recubrían de grandes murales en alto y
bajo relieve, pintados con colores extraídos de la naturaleza, donde plasmaron sus dioses,
mitos, leyendas y toda su cosmovisión cultural. Las más notables de estas construcciones son
las llamadas Huacas del Sol y de la Luna, en el valle de Moche.
Fueron los mejores metalurgistas de su época; doraron el cobre mucho antes que en Europa;
y conocieron una variedad de técnicas (laminado, martillado, alambrado, soldadura, etc.), lo
que les permitió fabricar herramientas, armas, atuendos, emblemas, ornamentos y toda su
variada y rica parafernalia ritual.
Son considerados los mejores ceramistas del antiguo Perú, gracias a su fino y elaborado
trabajo que realizaron en sus ceramios. En ellas representaron, tanto de manera escultórica
como pictórica, a divinidades, hombres, animales y escenas significativas referidas a temas
ceremoniales y mitos que reflejaban su concepción del mundo, destacándose la asombrosa
expresividad, perfección y realismo con que los dotaban. De este arte sobresalen los huacos
retratos y los huacos eróticos.
Fueron grandes navegantes: construyeron caballitos de totora, los que hacían más pequeños
para la pesca y más grandes para sus viajes hasta las costas ecuatoriales, desde donde traían
la concha Spondyllus, sagrada para los moches, y en general, para el resto de las culturas
costeñas del Antiguo Perú.
Piura (Piura)
La Leche (Lambayeque)
Lambayeque (Lambayeque)
Zaña (Lambayeque)
Jequetepeque (La Libertad)
Chicama (La Libertad)
Moche (La Libertad)
Virú (La Libertad)
Chao (La Libertad)
Santa (Áncash)
Nepeña (Áncash)
Inicialmente fue conocida como cultura protochimú o
Chimú temprano, pero recibió el nombre de «cultura
moche» tras los descubrimientos en el valle de
Moche. También se la denomina «cultura mochica»
en razón del nombre de la lengua, el muchik, que
hablaban sus pobladores.
Tradicionalmente se ha considerado a la cultura
moche como un estado centralizado, con su núcleo
en las huacas del Sol y de la Luna. Sin embargo, modernos estudios demuestran que
hubo dos regiones mochicas bien diferenciadas, una al norte y otra al sur,
geográficamente separadas por la Pampa de Paiján.
Mochica norte
En el valle de Lambayeque: Sipán, Pampa Grande.
En el valle de Jequetepeque: Complejo San José de Moro, Huaca Dos
Cabezas, Complejo Pacatnamú, Casa de la Luna o Sián, el Hornito (entre San Pedro y
Pacasmayo), Sincapecerce de Poémape y la Tumba de la Mina.
Mochica sur
En el valle de Chicama: Sonolipe, Urricape, Mocollope, La Campana, Huaca Cartavio,
Huaca Colorada, Huaca Cortada y Huaca Cao Viejo (estas dos últimas forman parte
del Complejo Arqueológico El Brujo).
En el valle de Moche: las Huacas del Sol y de la Luna, Huanchaco y Galindo.
Más al sur están los sitios de Huancaco y Huaca de la Cruz (valle de Virú), Pampa de los
Incas (valle de Santa) y Pañamarca (valle de Nepeña).
Descubrimiento
La civilización mochica fue identificada por Max Uhle en 1909, quien la
clasificó como proto-chimú (es decir, antecesora de la cultura chimú).
Uno de sus principales investigadores fue el alemán Enrique Brüning,
ingeniero de profesión que llegó a trabajar en las azucareras de
Lambayeque y La Libertad. En 1899, con el patrocinio de la madre del
editor de periódicos William Randolph Hearst, Brüning excavó
31 yacimientos funerarios en las inmediaciones de la Huaca del Sol y
de la Huaca de la Luna (cercanos a Moche, el pueblo actual que dio
su nombre a la antigua cultura).
Esta cultura también fue estudiada por los arqueólogos peruanos Julio
C. Tello y Rafael Larco Hoyle (1901-1966).2En particular, destaca la
labor de Larco Hoyle, quien identificó de manera científica los diversos
períodos de esta cultura, a base de los estilos y la técnica de su
cerámica.
No obstante, el constante saqueo de yacimientos arqueológicos hace
difícil estudiar la civilización hoy en día. Por ello, el descubrimiento de
tumbas intactas de dos gobernantes mochicas en 1987 y 2006
(el Señor de Sipán y la Dama de Cao, respectivamente) fue clave para
relanzar el estudio científico de la cultura.
Historia
La historia moche se desenvuelve en el llamado Intermedio Temprano, periodo de la
civilización andina caracterizado por el desarrollo de culturas regionales, tras la decadencia
del Formativo Andino. Contemporáneos con la cultura moche fueron la cultura nazca,
la cultura recuay, la cultura lima, la cultura cajamarca y la cultura tiahuanaco.
Teniendo como base las periodizaciones de Rafael Larco Hoyle, de Luis Jaime Castillo Butters
y de Christopher Donnan, se puede dividir la historia moche de la
siguiente manera:
Economía
Agricultura
Los moches tuvieron una especial preocupación por el desarrollo agrícola. En este sentido,
cultivaron maíz morado, camote, yuca, papa, calabaza; frutas, tales
como tuna, lúcuma, chirimoya, tumbo, maní y papaya. Cultivaron además el algodón en sus
colores naturales (blanco, marrón, rojizo y morado), para uso industrial. También
cultivaron totora.
La Ingeniería hidráulica[editar]
Como precisaban llevar agua para cultivar tierras secas, construyeron canales (Wachaques)
que se muestran como notables obras de ingeniería hidráulica, como el de Ascope y el de La
Cumbre.
Asimismo construyeron represas como la de San José, cuyas aguas almacenadas servían
para irrigar las tierras en tiempo de sequía y escasez.
Quedó registrada una sequía de varios años, que se cree que está relacionada con una
erupción del volcán Krakatoa, que generó un invierno de dos;años en todo el mundo (Véase
[cambio climático en el año 535]). Es más probable, sin embargo, que se debiera al [fenómeno
de El Niño], que hacia el 650 d.C. ocasionó una terrible crisis en la producción agrícola, que
llevó al abandono de muchas tierras de cultivo y a la reducción del territorio moche.
Entre los animales que consumieron están la llama, el cuy, la vicuña, el pato, el venado, la
pava de ala blanca y los cañanes (lagartija).
Pesca
Los mochicas tuvieron gran experiencia como pescadores y
eso lo demuestra las antiguas embarcaciones que usaban y
que hasta ahora se siguen fabricando, denominadas caballitos
de totora. Pescaron tollos, rayas, lenguados, etc. y
recolectaron mariscos como erizos y cangrejos.
Navegación y comercio
El mar ejerció sobre los mochicas un atractivo especial.
Provistos de sus caballitos de totora, que ya tenían cerca de
tres mil años de antigüedad entonces,6 se convirtieron en
diestros pescadores. Con embarcaciones más grandes
(balsas de totora y cañas, o posiblemente, troncos)
organizaron expediciones que arribaron hasta las islas Chincha para extraer el guano, tan
eficiente para el abono de las chacras. Hay indicios incluso que hicieron expediciones hasta
el Ecuador, por el norte, y hasta Chile, por el sur. Del Ecuador traían las conchas
de Spondyllus, sagradas para los moches, de las cuales hacían pectorales y brazaletes o los
trituraban y los espolvoreaban en los templos y palacios; y de Chile traían lapislázuli.
Poseían también naves guerreras que eran tripuladas por más de tres o cuatro personas y que
transportaban a grupos militares o a los prisioneros vencidos en las guerras. Todas esas
embarcaciones no son distintas a las fabricadas por otras culturas costeñas desde
el 1000 a. C.
La cerámica
Una de las culturas peruanas que se caracteriza por tener una de las mejores cerámicas, es la
Moche. Esta cultura se desarrolló entre los años 200 y 850 d.C. en la costa norte peruana,
desde el norte de lima hasta Trujillo (departamento de La Libertad).
Hombres, divinidades, animales, plantas y escenas cotidianas de la vida moche fueron
representados en vasijas de arcilla y barro. La cerámica resalta por su expresividad, realismo
y perfección, usando metales de oro y plata
Unas de sus técnicas son las siguientes:
Martillado
Laminado
Repujado
Organización política
Moche era un estado militar conquistador gobernado por reyes conectados con los dioses o
considerados de herencia divina.
Arqueólogos que han estudiando la zona tienen la teoría que la
Huaca de la Luna era residencia del soberano-rey mientras
que la Huaca del Sol, era el lugar de la nobleza principal.
Arte
Cerámica
El más conocido legado cultural mochica es su cerámica, generalmente depositada como
ofrenda para los muertos.
Los mochicas plasmaron en sus cerámicas el entorno de su mundo cultural y religioso, bajo la
forma de imágenes escultóricas, o bien decorando a pincel la superficie de la vasija. Su
cerámica constituye por ello el mejor documento y testimonio de su cultura.
Sus principales características son:
Escultórica: porque representaban en bulto las figuras de los hombres, animales y plantas.
Destacan los huaco retratos.
Realista: puesto que todo era reproducción exacta de la realidad. No inventaban ni
imaginaban en su obra ceramista, que era expresión de las actividades.
Documental: porque era realismo y su representación sirven como elementos para
conocer la vida de los habitantes moches como si se estuviese leyendo un verdadero
documento o fuente escrita.
Pictográfica: ya que algunos huacos representan figuras
pintadas y ornamentadas.
Pinturas murales
En muchos edificios moches se han encontrado pinturas
murales, de inspiración religiosa, ya que representan a
seres divinos o escenas relacionadas con ellos. Son de
destacar dos lugares donde se han encontrado bellos
murales: la Huaca de la Luna y la Huaca Cao Viejo (o El
Brujo).
Las pinturas murales de la Huaca de la Luna son de 5
colores (blanco, negro, rojo, azul y amarillo), los cuales
fueron obtenidos de minerales. Su mural más famoso es
el que representa a un personaje antropomorfo conocido
como el “demonio de las cejas prominentes”, que se ha
identificado con la divinidad moche llamada Ai apaec o el
dios degollador.
En la Huaca Cao Viejo hay un gran mural que representa
una procesión de prisioneros desnudos y unidos con una soga, sin duda condenados a muerte
que caminan hacia el “degollador”.
También existen murales en la Huaca de Pañamarca, con representaciones mitológicas
(caracol-felino) y escenas cotidianas (luchadores).
Metalurgia y orfebrería
Los mochicas fueron los mejores metalurgistas de su
época. Utilizaron el oro, la plata, el cobre y sus
aleaciones. La aleación más característica fue
la tumbaga (mezcla de oro y cobre). Doraron el cobre
mucho antes que en Europa y conocieron una variedad
de técnicas, como el laminado, martillado, alambrado,
soldadura, etc. Fabricaron herramientas, armas,
atuendos, emblemas, ornamentos y toda su variada y rica parafernalia ritual.
Es de destacar su pericia para construir figurinas de poco más de 2 cm con partes móviles,
unidas con pequeñísimas grapas.
Arquitectura
Como base para sus construcciones emplearon el adobe, puesto que era la materia prima que
tenían a la mano. Construyeron grandes palacios, urbes y templos, los cuales recubrían de
murales en alto y bajo relieve, pintados de colores extraídos de la naturaleza a los cuales les
agregaban colágeno extraído de la cocción de las patas de las aves, que actuaba como una
especie de látex; decoraban con representaciones de sus dioses, mitos, leyendas y toda su
cosmovisión.
En las construcciones importantes como las huacas, se solía hacer cada cierto tiempo una
reedificación, en la cual en vez de remodelar una pared, la tapaban construyendo otra
adelante; esto se puede apreciar en todas las huacas.
En su arquitectura monumental destacan las Huacas del Sol y de la Luna, en Moche.
La Huaca del Sol es un inmenso edificio que mide más de 40 m de altura y tiene 5 terrazas
superpuestas: los expertos calculan que se necesitaron más de 140 millones de adobes para
su construcción. A 500 m de esta huaca se alza la Huaca de la Luna, de 21 m de altura y de
tres terrazas; esta destaca por sus bellas pinturas murales, una de las cuales representa el
rostro fiero de un dios, posiblemente Ai apaec. Se cree que la Huaca del Sol fue un centro
administrativo, mientras que la Huaca de la Luna era un centro religioso.
Las casas de los pobladores comunes (pueblo) eran erigidas en pequeñas comunidades. Los
materiales que usaban ellos eran los mismos que se empleaban para las huacas a excepción
de las pinturas. Las casas tenían patio propio y techo de dos aguas para las lluvias.
Protoescritura
Según los estudios del arqueólogo peruano Rafael Larco Hoyle (1901-1966), los mochicas
poseían un sistema de protoescritura a la cual llamó escritura pallariforme, y que consistiría en
grabar líneas, puntos, zigzags y otras figuras con diferente significado en los pallares pintados
en muchos vasos cerámicos, ya que presentan variedad de diseños que hacen pensar en
algún sistema original de transmisión de datos numéricos y posiblemente no numéricos.
Religión
Por sus dioses castigadores, la representación de dioses decapitadores era muy común,
siendo el principal Ai Apaec, quien también era la principal deidad de los mochicas. Adoraron
además al sol y a la luna. También rindieron culto a dioses antropozoomorfizados, con rasgos
de cangrejo, zorro, búho, pez gato, pato pico de cuchara (extinto),
serpiente, águila, puma, jaguar, lagartija, perro, sapo, venado, araña,
pulpo, mono, cóndor e iguana.
Estos dioses muestran clara influencia de la cultura chavín, que fue
anterior a la cultura mochica. Se puede apreciar el parecido en los
colmillos y los rasgos felinos que se observan en algunas de sus
representaciones.
Los sacrificios humanos eran practicados por los mochicas con fines
rituales.
Sus dioses eran muy variados dependiendo el lugar donde este situado
Tumbas encontradas
El Señor de Sipán
Sipán es una pequeña localidad que se ubica a 35 kilómetros al sureste de Chiclayo. Allí se
encuentra la denominada Huaca Rajada. En marzo
de 1987 el arqueólogo peruano Walter Alva logró erradicar a
los huaqueros (ladrones de huacas) y procedió a realizar
excavaciones.
Es la primera tumba de un gobernador precolombino hallada
intacta en el Perú. Data del siglo III. Actualmente, los restos
de este personaje se encuentran en el Museo Tumbas
Reales de Sipán, en Lambayeque. Se trata de un hombre de
1,67 m, y de entre 35 a 40 años de edad. Se lo halló al lado
de los restos de 8 personas (tres mujeres, dos varones, un
niño y dos guardianes) y animales (dos llamas y un perro). El
cuerpo del personaje estaba cubierto de numerosos
ornamentos, armas y emblemas de oro, plata y cobre dorado. Se hallaron también 209
ceramios, muchos de los cuales contenían ofrendas. Meses después se hallaron dos tumbas
más: la de un sacerdote contemporáneo al Señor de Sipán, y la de un personaje que, por las
armas, atuendos, ornamentos y emblemas, debió tener el mismo
cargo del señor de Sipán, y al que se bautizó como el “Viejo
Señor de Sipán” (antepasado del Señor de Sipán en tres
generaciones).
La Dama de Cao
El descubrimiento de la tumba de la Dama o Señora de Cao fue
dado a conocer en 2006. Fue hallada en la huaca Cao Viejo y
data aproximadamente del 400 d. C., unos 150 años después del
apogeo del Señor de Sipán. Se trata de los restos momificados de una mujer de 1,45 metros
de altura y entre los 20 y 25 años, cubiertos por collares de oro, plata, lapislázuli, cuarzo y
turquesa, narigueras de oro y plata, diademas y coronas. En la tumba se encontraron también
cetros de madera forrados de cobre, utilizados en las ceremonias como símbolos de poder y
hegemonía, y diversas placas de metal sueltas que cubrían la mortaja de algodón natural. Se
trata sin duda de los restos de una gobernante moche que rigió en el valle de Chicama.