El Complemento Directo Preposicional
El Complemento Directo Preposicional
b) Verbos que rechazan la preposición: Verbos de causación (La crisis producirá {miles ~ a
miles} de desocupados. Verbos como pedir, demandar o solicitar en ciertos contextos
(Había pedido {más ~ a más} jueces). Predicados existenciales haber y tener, sujetos al
efecto de definitud (*Hay a muchas personas interesadas). Tener admite la preposición
cuando significa ‘dar a luz’ (cuando Ana tuvo a su tercer hijo), en la construcciones
presentativas (Aquí tenemos a la autoridad sanitaria), y también cuando se construye
con complementos predicativos (Tener a un hijo en las guerrillas podía suponer una
condena a muerte).
c) Verbos compatibles con la preposición: Los casos más nítidos son los que cabe asociar
con acepciones distintas de los verbos, como en distinguir un hombre (‘percibirlo’) y
distinguir a un hombre (‘percibirlo’, pero también ‘honrarlo’).
Hay ambigüedad cuando el objeto directo es una cosa que podría interpretarse como
sujeto de la oración, sobre todo si el sujeto es también de cosa:
suele interpretarse que el primero de los dos objetos pospuestos al verbo funciona
como objeto directo y el segundo como indirecto, siguiendo el orden lógico de las
palabras en la oración en español. Sin embargo, estas construcciones con ambiguas.
Para evitar la ambigüedad, se suprime la preposición a delante del objeto directo:
Se la presentó al jefe.
Se la entregó a su marido.
Según el DPD:
Vi a Pedro en el cine.
Dispersaron a la multitud.
Sin embargo:
Ante las formas tónicas de los pronombres personales mí, ti, sí, ella, usted,
nosotros/as, vosotros/as, ustedes, ellos/as:
Ante pronombres indefinidos cuyo referente es una persona (alguien, alguno, nadie,
ninguno, todos, uno, etc.), salvo cuando funcionan como complemento directo del
verbo haber:
No conozco a nadie.
Os necesito a todos.
Con verbos como buscar, encontrar, hallar, necesitar o tener, la preposición puede
aparecer o no:
Ante los relativos de persona quien, el que, la que y sus plurales, cuando ejercen la
función de complemento directo del verbo subordinado:
¿A quién buscas?
¿A quiénes visteis en la fiesta?;
Ante nombres de cosa, cuando son complemento directo de verbos que significan
orden lineal o jerárquico, como preceder o seguir, y otros como acompañar,
complementar, modificar (en el sentido gramatical de ‘servir de adjunto o
complemento’) o sustituir (en el sentido de ‘ocupar el puesto [de otra cosa’]:
Ante nombres de cosa que designan colectivos formados por personas, del tipo
colegio, empresa, consejo, institución, comunidad, etc., cuando el verbo denota una
acción que solo puede ejercerse sobre personas, y no sobre cosas:
Sin embargo, cuando el complemento está formado por dos sustantivos coordinados,
aun careciendo de determinante, llevan la preposición por ser consabidos:
Ante nombres propios de países o ciudades (el uso con preposición, habitual en
épocas pasadas, prácticamente ha desaparecido de la lengua actual):
No conozco Francia.
Escaló el Himalaya.
a diferencia de
Busco un camarero
significa ‘busco a cualquier persona que pueda trabajar como camarero’ (y en este
caso la oración de relativo, si la hubiere, llevaría el verbo en subjuntivo:
Busco a un camarero
Con verbos como contratar, llevar, traer, etc., así como con los verbos de percepción
ver y conocer, el complemento directo de persona desempeñado por un nombre
común puede aparecer con preposición o sin ella. Como en el caso anterior, la
presencia de la preposición implica un mayor grado de especificidad o concreción del
referente del complemento en la mente del hablante:
Trajo a Juan.
Con verbos que denotan «selección», como elegir, encontrar, escoger, etc., el
complemento directo de persona, cuando es inespecífico, aun acompañado de
artículo, puede aparecer con preposición o sin ella:
Eligió a su hermano.
Encontré a Javier.
Los nombres comunes de animales se usan con preposición o sin ella en función de la
mayor o menor proximidad afectiva existente entre el hablante y el animal:
Por esta razón es muy frecuente el uso de la preposición con los nombres que
designan animales domésticos, mientras que los nombres que designan animales no
domésticos normalmente no admiten la preposición.
Ante nombres de cosa, el uso de la preposición depende del grado de personificación
del referente:
OBSERVACIONES
[metonimia]
Busco un médico.
[no individualizado]
Busco a un médico.
Busco al médico.
El objeto directo y el indirecto se sitúan ambos tras el verbo, sin que la precedencia del
uno o del otro implique diferencia de sentido. Es indiferente decir
Se la escribe.
Me dice la verdad.
Me la dice.
Me lo ha dicho ayer.
Dámelo.
Me lo está contando.
Está contándomelo.
Se añaden al infinitivo y al gerundio cuando estas formas no personales no van
acompañadas de alguna forma verbal personal:
Cuando el objeto antepuesto no lleva artículo (excepto los nombres propios) o lleva un
artículo o un adjetivo indeterminado:
Estas dos construcciones no son equivalentes. La presencia del clítico conlleva la idea
de culminación del evento que expresa el verbo.
La presencia del clítico marca la culminación del evento indicado por el verbo.
Cuando no está presente el clítico, el orden de los complementos tiende a ser directo >
indirecto (acusativo > dativo).
Andrés Bello
Gramática de la lengua castellana
destinada al uso de los americanos
890. Nada más personal ni determinado que los nombres propios de personas, esto es,
de seres racionales: todos ellos llevan la preposición en el acusativo: "He leído a
Virgilio", "al Tasso"; "Admiro a César, a Napoleón, a Bolívar". Los nombres propios de
animales irracionales, y por consiguiente los apelativos que se usan como propios de
personas o seres vivientes, se sujetan a la misma regla: "Don Quijote cabalgaba a
Rocinante, y Sancho Panza al Rucio".
891. Pero basta la determinación sola para que sea necesaria la preposición a en todo
nombre propio que carece de artículo: "Deseo conocer a Sevilla"; "He visto a Londres".
En los de cosas, que llevan artículo, éste basta como signo de determinación: "Las
tropas atravesaron el Danubio"; "Pizarro conquistó el Perú".
892. Por el contrario, basta la personalidad sola para que lleven a los acusativos de
alguien, nadie, quien.
893. Los nombres apelativos de personas, que llevan artículo definido, requieren la
preposición: "Conozco al gobernador de Gibraltar"; "Debe el pueblo por su propio
interés recompensar a los que le sirven".
895. Los apelativos de personas que sólo se usan para designar empleos, grados,
títulos, dignidades, no llevan la preposición: "El presidente eligió los intendentes y
gobernadores"; "El papa ha creado cuatro cardenales".
896. Los acusativos del impersonal haber no llevan nunca la preposición a: "Hay
hombres que para nada sirven"; "Hay mujeres peligrosas"; "No hay ya los grandes
poetas de otros tiempos". Ni aun alguien, nadie y quien se eximen de esta regla:
"Alguien hay que nos escucha"; "No hay nadie que no le deteste"; "¿Quién hay que le
conozca?". Quién en este último ejemplo es 'qué persona': en "¿hay quien le
conozca?", quien es 'persona que', el antecedente envuelto persona es el verdadero
acusativo de haber, y el elemento relativo es sujeto de la proposición subordinada. En
"No hay a quien recurrir" se calla el acusativo persona, y la preposición es régimen de
recurrir.
997. Los apelativos de cosa no suelen llevar la preposición, por determinados que
sean: "Cultiva sus haciendas"; "Tiene la más bonita biblioteca". Los verbos que
significan orden, como preceder, seguir, parecen apartarse de esta regla: "La primavera
precede al estío"; "El invierno sigue al otoño"; pero lo que rigen esos verbos es
realmente un dativo. Si se dice que la 'gramática debe preceder a la filosofía', se dice
también que debe precederle o precederla, representando a filosofía con le o la,
terminaciones que sólo son equivalentes en el dativo femenino: lo que no se opone a
que en construcción pasiva se diga que 'la filosofía debe ser precedida de la gramática'.
Este es uno de los caprichos de la lengua, como también lo es el que esos mismo
verbos no sean susceptibles de la construcción regular cuasi-refleja de sentido pasivo,
pues nadie seguramente dería: "La filosofía debe precederse de la gramática".
Ya se ha notado (§ 735) que la construcción pasiva de participio no es una prueba
concluyente de que el complemento que ha pasado a sujeto fuese precisamente
acusativo.
Las reglas anteriores sufren a veces excepciones: 1º por personalidad ficticia; 2º por
despersonalización; 3º para evitar ambigüedad.
899. 2º Por el contrario, los verbos cuyo acusativo es a menudo de cosa, pueden no
regir la preposición, cuando les damos por acusativo un nombre apelativo de persona:
"La escuela de la guerra es la que forma los grandes capitanes". Esta excepción no se
extiende jamás a los nombres propios; y es de rigor con el acusativo de que, cuando
sacándolo de su ordinario empleo, lo hacemos representativo de persona: tan malo
sería pues 'el hombre a que vi', con la preposición, como 'el hombre quien vi', sin ella.
'Pierde sus hijos' el que deja de tenerlos; 'pierde a sus hijos' el que con su nimia
indulgencia y sus malos ejemplos los corrompe; 'perder' en esta última oración tiene
un significado moral que sólo puede recaer sobre verdaderas personas.
Como en esto de fingir persona o vida donde no existe, o mera materialidad donde hay
vida o persona, no es dado poner coto a la imaginación del que habla o escribe, no
puede menos de ser extremadamente incierta y variable la práctica de los mejores
hablistas en estas dos excepciones.
No se publicarán cartas que ofenden a las personas o que traspasen los límites que
marca la legalidad vigente.
Dijo que el Gobierno vasco acata el compromiso constitucional, que apoya a las
fuerzas de seguridad del Estado.
Contraejemplo:
Helicópteros de la fuerza aérea peruana están evacuando los heridos hasta la ciudad
de Arequipa.
El Sadie Hawkins Day, durante el cual los hombres solteros aceptan difícilmente ser
casados por las mujeres que no han conseguido marido.
Mientras tanto había que sufrir dolores fortísimos por no tener un médico que nos lo
hiciera en las debidas condiciones sanitarias.
Contraejemplos:
Si se compara a bebés nacidos a los nueve meses y en perfecto estado de salud ...
Quien conoce a un lobo, conoce a todos los lobos, quien conoce a un hombre, sólo a
uno le conoce.
Asustada Ana de que tan poco después de la caída fuese capaz de recibir a un
hombre en su alcoba.
Contraejemplos:
En esa época, Morán presenta a Fraga a Mario Soares durante una visita que el
líder socialista portugués realizó a la capital británica.
Un funcionario del Estado que no vota al partido del Gobierno está descalificado
para representar a nuestro país en una institución internacional.
Contraejemplos:
Vencer a la enfermedad.
Vencer a la muerte.
En la explicación de voto, Vida Soria culpó al propio texto del proyecto como
responsable.
Las renuncias que acompañan a una crisis económica de causas mucho más
profundas que un mero cambio de régimen.
Mas por encima de las escuelas artísticas y con un ámbito de mayor extensión
temporal y espacial, consideramos a las épocas histórico-culturales ...