Marian Rojas Estapé
Marian Rojas Estapé
La especialista en salud mental presenta hoy en Oletvm su libro 'Cómo hacer que te pasen cosas
buenas
En diferentes ámbitos de la vida, desde el mundo empresarial a los distintos sistemas de cuidado mental, proliferan
libros de autoayuda, charlas motivacionales, conferencias en torno a la felicidad y 'coaches' expertos en salud
emocional y bienestar interior que brindan mensajes que invitan a actuar a corto plazo, destinados a que las personas
encajen, sin sufrir, en el exigente ritmo de vida que el siglo XXI conlleva. El espíritu que la psiquiatra Marian Rojas
Estapé presenta hoy en Oletvm con su libro 'Cómo hacer que te pasen cosas buenas' (Editorial Espasa) planta cara a
esta corriente predominante, mediante herramientas como la ciencia, el cuestionamiento a los méritos que imperan en
el nuevo milenio, la vuelta a los valores tradicionales o la necesidad de conocer nuestras respuestas, orgánicas y
emocionales, a los reveses de la vida... para aprender de ellos y ser, eventualmente, felices.
– Esto es mucho más complejo que un 'Aprende a quererte en diez minutos', o cualquier otro mensaje que prometa
atajos rápidos a la felicidad. Sí que creo que la ciencia ha avanzado lo suficiente para ayudarnos a entender cómo
funcionan nuestro cuerpo y nuestras emociones: la felicidad es lo que interpretamos, no lo que nos pasa, y la
capacidad de verla con ojos nuevos y educar nuestra mirada resulta clave para que seamos felices.
–Como digo varias veces a lo largo del libro, la felicidad es la capacidad de vivir instalado de forma sana y
equilibrada en el presente, con las heridas superadas en el pasado y mirando con ilusión hacia el futuro. Para que una
persona pueda avanzar, el psicólogo y el psiquiatra van trabajando sus cicatrices del pasado, y luego le impulsan al
futuro. Un 'coach' ayuda solo en el presente, y a veces toca teclas de la personalidad sin cuidado, de modo que abre
unas heridas que no está capacitado para cerrar. Hay que tener cuidado con quien confiamos nuestras emociones para
seguir siendo capaces de avanzar.
A golpe de click
–¿Cuál es la receta, entonces, para llegar a ser feliz?
–Desde luego, ninguna fácil. Aprendiendo a entender el cerebro y a gestionar las emociones mejoramos la vida. Pero
hoy estamos a una felicidad a golpe de click, instantánea; en lugar de apostar por una felicidad estructural real a base
de amor, familia y trabajo, que requiere tiempo y esfuerzo, posponer la recompensa. Por desgracia nuestras mentes
ahora están educadas para consumir todo lo que nos rodea rápidamente, sin reflexionar sobre ello: noticias, redes
sociales... Para mí, la persona de éxito es quien filtra la información y se queda con lo mejor, lo más productivo.
–Nuestros sentidos reciben información constantemente; cada uno actualiza su perfil de redes sociales o su portal de
noticias a los diez minutos; con la presión de encontrar algo nuevo. En la corteza prefrontal del cerebro residen la
atención y el control de impulsos; dos cualidades que nos hacen completamente evolucionados, y la pantalla nos las
anula. Por otro lado, hoy también sabemos que se segrega la misma dopamina cuando ves un Like que cuando se
tienen relaciones o se consumen drogas; a diferentes niveles, pero el efecto es el mismo.
–Las emociones, entendidas como respuestas a las diferentes circunstancias de la vida, alteran la fisiología y tienen
repercusiones. Es como imaginar chupar un limón. El cortisol es una de las hormonas de mayor influencia; la del
estrés, la amenaza y el miedo: puede ser un incendio o un pensamiento negativo de algo que puede suceder. La mente
y el organismo no distinguen lo real de lo imaginario. Por eso es importante educar la voz interior, ser dueño de ella
nos tiene que servir para apoyarnos y no hacernos autoboicot.
–Esto da mucho dinero, es negocio. Lo que de verdad mueve la economía mundial son estas coyunturas, y no el
petróleo. Si se nos ha enseñado así es porque lo que vende es estar constantemente hiperestimulados, tener
enganchada a la gente a la pantalla, a las redes sociales y a los vídeos. Estamos inmersos en una crisis de atención
brutal, nos encontramos absortos constantemente. Esto pasa cada día con más fuerza y, de verdad, nadie con un
smartphone ha mejorado en habilidades de concentración, atención o memoria.