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INTRODUCCIÓN.

Fuerzas fundamentales de la naturaleza

La mayoría de los fenómenos que ocurren en la naturaleza pueden ser explicados


a través de cuatro interacciones que ocurren en la naturaleza. Fenómenos tales
como el movimiento de los planetas, cometas y otros astros en torno al Sol, el
movimiento de las cargas en un conductor que inducen a un campo magnético, las
fuerzas de atracción que experimentan los electrones en torno al núcleo, la
utilización de la energía de los núcleos atómicos, entre muchos otros sucesos,
ocurren gracias a la acción de cuatro fuerzas.

En la naturaleza, existe la interacción de cuatro fuerzas a saber: la fuerza


gravitacional, la fuerza nuclear fuerte, la fuerza electromagnética y la interacción
débil.

Así mismo, según Young y Freedman (2009) “las partículas se clasifican de


acuerdo con sus interacciones”. por lo tanto existen para cada interacción, un tipo
de partícula específica.

Entre las características de las interacciones de las fuerzas fundamentales en la


naturaleza se encuentran:
· Fuerza gravitacional: Todos los cuerpos son atraídos por una fuerza que es
directamente proporcional a sus masas, e inversamente proporcional al cuadrado
de la distancia que los separa. La fuerza gravitacional es la causante de que los
cuerpos caigan y del movimiento de los cuerpos celestes que se encuentran en el
universo: planetas, satélites, estrellas, galaxias, cometas, entre otros. Su partícula
mediadora es el gravitón. Posee un radio de acción infinito.

Todos los cuerpos materiales interactúan entre sí en el sentido de que


unos ejercen fuerzas sobre los otros. La fuerza de interacción más familiar
es la gravitación, el hecho de que los cuerpos caigan al suelo es ya parte
íntegra de nuestra experiencia común. Pero la gravitación es sólo una de
las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza. Esas cuatro fuerzas
son el tema del presente.

GRAVITACIÓN

Todo cuerpo masivo atrae gravitacionalmente a otro. La Tierra nos atrae y


nosotros atraemos a la Tierra (aunque la fuerza que ejerce nuestro cuerpo
es prácticamente imperceptible y, en la práctica, sólo se nota la fuerza de
atracción de la Tierra).
En el siglo XVII el gran físico inglés Isaac Newton descubrió que la
gravitación es un fenómeno universal. Según una famosa leyenda,
Newton estaba un día sentado debajo de un manzano, cavilando con
respecto a la fuerza que mantiene unida la Luna a la Tierra, cuando vio
caer una manzana. Este suceso le dio la clave para descubrir que la
fuerza de gravedad, la misma que hace caer la manzana, es también la
que retiene a la Luna en órbita. Descubrió así el principio de la gravitación
universal.

Por extraño que nos parezca en la actualidad, hasta antes de Newton se


pensaba que la gravitación era un fenómeno exclusivo de la Tierra, como
si nuestro planeta fuese un sitio muy especial en el cosmos. Así, el
filósofo griego Aristóteles —quien vivió en el siglo IV a.c. y llegó a ser
considerado la máxima autoridad científica en la Edad Media— distinguía
claramente entre los fenómenos terrestres y los celestes. Para Aristóteles
la gravitación era un fenómeno puramente terrestre, que no podía influir
en los cuerpos celestes, pues éstos estaban hechos de una sustancia
muy distinta a la materia común que se encuentra en la Tierra. Incluso el
mismo Galileo, uno de los fundadores de la ciencia física, estudió
detenidamente la caída de los cuerpos pero nunca sospechó que hubiera
una relación entre este fenómeno y el movimiento de los planetas.

La gravitación universal, descubierta por Newton, implica que la Tierra no


sólo atrae a los objetos que están en su superficie, sino también a la Luna
y a cualquier cuerpo en su cercanía. Además, el Sol atrae a la Tierra y a
todos los demás planetas, las estrellas se atraen entre sí, las galaxias
también, y así toda la materia en el Universo.

Pero además Newton descubrió que la fuerza de gravedad obedece una


ley muy sencilla. La fuerza gravitacional entre dos cuerpos es
directamente proporcional a las masas de los cuerpos e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia que los separa. En términos
matemáticos, la fórmula para la fuerza se escribe:
donde F es la fuerza, M1 y M2 son las masas de cada uno de los
cuerpos, R es la distancia que los separa y G es una constante de
proporcionalidad, la llamada constante gravitacional o de Newton, cuyo
valor determina la intensidad de la interacción gravitacional. Se ha
determinado experimentalmente que G vale 6.672 X 10-11 m 3/kgs2. Esto
equivale a decir que dos masas de un kilogramo cada una colocadas a
una distancia de un metro se atraen con una fuerza de 6.672 X 10 -
11 newtons.11

Los planetas se mantienen unidos al Sol en órbitas estables por el


equilibrio de dos fuerzas: la atracción gravitacional de ese astro y la fuerza
centrífuga debida al movimiento circular. La fuerza centrífuga no se debe
a una interacción de la materia, sino a la tendencia que tienen los cuerpos
a mantener su movimiento en línea recta (esta fuerza se manifiesta, por
ejemplo, en un automóvil cuando toma una curva: los pasajeros sienten
una fuerza que los empuja hacia la parte exterior de la curva ). El gran
éxito de Newton fue encontrar la manera de calcular con extrema
precisión la trayectoria de los planetas, o de cualquier cuerpo en general,
a partir de ecuaciones matemáticas que describen la fuerza aplicada en
ellas.

En resumen, la gravitación es el cemento del Universo. Así como los


planetas se mantienen pegados al Sol, las estrellas se atraen entre sí y
forman enormes conglomerados que son las galaxias. Las estrellas en
una galaxia giran alrededor del centro de ésta y, a la vez, son atraídas
gravitacionalmente al centro de la galaxia. De esta manera se mantienen
unidas.

Todo se explicaba a la perfección en el esquema teórico desarrollado por


Newton. El único pedazo que faltaba en el rompecabezas era la
naturaleza de la fuerza de gravitación. En efecto ¿qué es lo que produce
realmente la atracción gravitacional? Si jalamos una piedra con una
cuerda, la atracción se da por medio de la cuerda; si soplamos para
empujar una pluma, la fuerza de interacción se da mediante el aire. Toda
transmisión implica un medio: el sonido se transmite por medio del aire, la
energía eléctrica por medio de cables, el calor por cuerpos conductores,
etc. ¿Qué medio transmite la gravitación? ¿Cómo "sabe" la Luna que la
Tierra está ahí y la atrae? ¿Cuál es el origen de esa "acción a distancia"?

Newton nunca estuvo enteramente satisfecho de su obra, pues no tenía


una respuesta a las anteriores preguntas. Como una solución provisional
propuso que el espacio esta totalmente lleno de una sustancia invisible e
impalpable, el éter, que permea todos los cuerpos materiales y sirve para
transmitir, de algún modo aún desconocido, la atracción gravitacional. La
misteriosa "acción a distancia" cuya naturaleza todavía desconocía, se
ejercería mediante el éter. Empero, el problema habría de perdurar mucho
tiempo en la física.

La física de Newton permaneció incólume durante más de dos siglos.


Pero a principios del siglo XX comenzaron a aparecer nuevos aspectos
del mundo que ya no correspondían con el modelo clásico. Para dar un
nuevo paso y comprender la gravitación se necesitaba una nueva teoría
física que relevara la mecánica de Newton en los nuevos dominios del
Universo que surgían. Afortunadamente, cerca de 1915 Albert Einstein
había elaborado su teoría de la gravitación, también conocida como teoría

de la relatividad general. 12

De acuerdo con Einstein el espacio y el tiempo no son conceptos


independientes, sino que están estrechamente vinculados y forman
un espacio-tiempo de cuatro dimensiones, en el que el tiempo es la cuarta
dimensión.
Expliquemos este concepto: nuestro espacio es de tres dimensiones, lo
cual quiere decir sencillamente que todos los objetos materiales tienen
altura, anchura y profundidad. Éste es un hecho muy evidente, pero no
olvidemos que también existen espacios de una o dos dimensiones. La
superficie de una hoja de papel, por ejemplo, es un espacio de dos
dimensiones; un dibujo sólo tiene altura y anchura. Del mismo modo, una
línea es un espacio de una sola dimensión.

En el siglo pasado, algunos matemáticos como G. F. B. Riemmann se


dieron cuenta de que es posible concebir espacios de más de tres
dimensiones con leyes geométricas perfectamente congruentes. Esto
parecía una simple especulación de matemáticos hasta que, a principios
de este siglo, surgió la teoría de la relatividad que revolucionó por
completo toda nuestra visión del Universo.

Para explicar la gravitación Einstein postuló que la fuerza gravitacional se


debe a una curvatura del espacio-tiempo. Así como una piedra pesada
deforma una lona de tela y cualquier canica que se mueva sobre esa lona
sigue una trayectoria curva, el Sol deforma el espacio-tiempo de cuatro
dimensiones a su alrededor y los planetas se mueven siguiendo esa
curvatura. En particular, una de las consecuencias más interesantes de la
teoría de la relatividad es que el tiempo transcurre más lentamente donde
la fuerza gravitacional es mayor.

Con la relatividad general, el problema de la acción a distancia fue


resuelto a favor de un nuevo concepto: la geometría del espacio-tiempo.
La física se redujo a geometría.

ELECTROMAGNETISMO

Otras fuerzas, bastante comunes en nuestra experiencia diaria —aunque


no tanto como la gravedad—, son las fuerzas eléctricas y magnéticas. Los
griegos se habían dado cuenta que al frotar un pedazo de ámbar
(electros en griego) con una tela, el ámbar adquiría la propiedad de atraer
pequeños pedazos de papel (el experimento se puede repetir con plástico
en lugar de ámbar). Varios siglos después Charles-Augustin Coulomb
estudio de modo más sistemático el fenómeno de la electricidad y
descubrió que dos cargas eléctricas se atraen o se repelen con una
fuerza inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los
separa, tal como la fuerza gravitacional. Pero, a diferencia de la
gravitación que siempre es atractiva, la fuerza eléctrica puede ser tanto
repulsiva como atractiva, según si las cargas son del mismo signo o de
signo contrario.

También se conocían desde la antigüedad los imanes, pedazos de hierro


con la curiosa propiedad de atraer los objetos de hierro, y también de
atraerse o repelerse entre sí al igual que las cargas eléctricas. Un imán
posee dos polos, norte y sur; pero si se parte un imán por la mitad no se
aíslan los polos, sino que se obtienen dos nuevos imanes con un par de
polos cada uno: ésta es la diferencia esencial con la fuerza eléctrica, ya
que no se puede tener un polo aislado, que equivaldría a una "carga
magnética".

La electricidad y el magnetismo empezaron a cobrar importancia en el


siglo XIX,. cuando Europa vivía en plena revolución industrial gracias a la
invención de la máquina de vapor. En las ciencias físicas, Laplace y otros
notables científicos habían logrado plasmar la mecánica de Newton en un
lenguaje matemático que permitía su aplicación a problemas prácticos .
La importancia de las máquinas de vapor, a su vez, propició la creación
de una nueva rama de la física, la termodinámica, que estudia el calor y la
propiedades térmicas de la materia.

Hasta esa época, electricidad y magnetismo parecían ser dos clases de


fenómenos sin relación entre sí . Pero la invención de las pilas eléctricas
permitió experimentar con las corrientes eléctricas y los imanes. Fue así
como H. C. Oersted descubrió que una corriente eléctrica influye sobre un
imán colocado cerca de ella, y A. M. Ampère demostró que ello se debe a
que una corriente produce una fuerza magnética a su alrededor.
Finalmente, en 1831 Faraday descubrió que se genera una corriente
eléctrica en un alambre conductor cuando éste se mueve junto a un imán.
Pero los imanes y las pilas eléctricas servían, cuando mucho, para hacer
actos de magia y sólo contados se interesaban en ellos.

Medio siglo después, Tomás Edison tuvo la idea de utilizar el


descubrimiento de Faraday para generar corriente eléctrica y distribuirla
por medio de cables por la ciudad de Nueva York. La primera planta
eléctrica de la historia fue inaugurada en 1881. Consistía en enormes
turbinas de vapor que hacían girar grandes bobinas de alambre conductor
alrededor de imanes. Debido al efecto Faraday, se generaba una
corriente eléctrica que se transmitía por toda la ciudad. La energía térmica
se convertía, así, en energía eléctrica. Pocos meses después se inauguró
en Wisconsin la primera planta hidroeléctrica, en la que el agua de un río
hacía girar las bobinas para producir el mismo efecto.

Toda la electricidad que consumimos hoy en día se genera gracias al


efecto Faraday. Lo único que varía es el mecanismo utilizado para hacer
girar una bobina alrededor de un imán; este mecanismo puede ser el flujo
de agua en una presa, el funcionamiento de un motor de combustión de
petróleo, la presión del vapor de agua calentada por el uranio en una
planta nuclear, etcétera.

Pero regresemos a Faraday. El problema de la acción a distancia que


Newton había planteado por primera vez seguía aún más vigente con el
estudio de los fenómenos eléctricos y magnéticos. Para explicar como un
imán influye sobre otro, Faraday ideó el concepto de línea de fuerza. De
acuerdo con esta interpretación, de una carga eléctrica o un imán surgen
líneas de fuerza invisibles pero perfectamente reales, que llenan todo el
espacio a su alrededor (Figura 4). Estas líneas guían en cierta manera el
movimiento de cargas eléctricas o magnéticas que se encuentran cerca.
El concepto es más intuitivo que el de la acción a distancia.
Figura 4. Las líneas de fuerza de Faraday alrededor de una carga
eléctrica y de un imán.

El hecho de que las líneas de fuerza de Faraday sean invisibles e


impalpables no implica que sean entes imaginarios. La prueba más
sencilla de su existencia consiste en colocar astillas de hierro sobre un
papel junto a un imán. Si el lector hace este experimento, notará que las
astillas se alinean de tal modo que se manifiestan las líneas de fuerza
magnética.

Pero faltaba describir con fórmulas matemáticas precisas los


descubrimientos de Coulomb, Ampère, Oersted y Faraday. Tal síntesis
teórica fue la obra de James Clerk Maxwell, quien plasmó de manera
matemática todas las leyes que se conocían en su época acerca de los
fenómenos eléctricos y magnéticos, y demostró que estos son dos
manifestaciones de una misma fuerza fundamental de la naturaleza: la
fuerza electromagnética. Maxwell logró de este modo la primera
unificación en la historia de dos fuerzas interacciones aparentemente
distintas. Su teoría matemática del electromagnetismo fue un logro
científico, equivalente al de Newton con la gravitación, y sirvió de puente
entre la física newtoniana y la física del siglo XX.

Maxwell utilizó la idea de Faraday de las líneas de fuerza para elaborar el


concepto de campo, que resultó ser enormemente fructífero en la teoría
de Maxwell, las cargas eléctricas y los imanes generan a su alrededor un
campo de fuerza cuya manifestación son las líneas de fuerza de Faraday.
El campo llena todo el espacio y es el que transmite la influencia de una
partícula sobre otra.

¿Es el campo algo más que una definición matemática? Lo es sin duda,
pues tiene una realidad física que se manifiesta claramente. Es un nuevo
concepto del pensamiento humano que no corresponde a nada conocido
hasta el siglo XIX. Si acaso, la idea familiar de campo —una extensión
indefinida de terreno— remite en la imaginación al concepto físico de
"algo" alrededor de una carga. El campo físico, sin embargo, sólo puede
describirse con el lenguaje matemático, ya que es imposible reducirlo a
conceptos más sencillos o familiares representados por palabras del
lenguaje común. Esta situación, de hecho, es una de las características
de la física moderna y tiene profundas implicaciones filosóficas pero estas
disquisiciones nos alejarían demasiado de los propósitos de este libro.

Como indicamos en el capítulo anterior, las moléculas y los átomos están


amarrados entre sí por fuerzas eléctricas y magnéticas. Así como la
fuerza de la gravitación es el cemento del Universo a escala cósmica, la
fuerza electromagnética es el cemento de la naturaleza a escala atómica.
Las interacciones electromagnéticas son tan intensas que los cuerpos
sólidos no pueden interpenetrarse sin romperse.

Estamos acostumbrados al hecho de que la materia puede ser


extremadamente dura e impenetrable, como el acero o la roca. Sin
embargo, esta dureza parecería increíble si pudiéramos echar un vistazo
al mundo microscópico de los átomos, pues veríamos vacío por todas
partes, excepto por algunas escasas y diminutas partículas. Recordemos
que el tamaño característico de un átomo es de una diez millonésima de
milímetro, pero el núcleo es 100 000 veces más pequeño, y aún más
diminuto es el electrón. Si un átomo pudiera magnificarse al tamaño de un
estadio de fútbol, su núcleo sería, en comparación, del tamaño de una
mosca. Pero semejante vacío no es realmente tal porque el espacio está
ocupado por fuerzas eléctricas y magnéticas, es decir, por un campo
electromagnético. Este campo no es una entelequia; muy por lo contrario,
a él debe la materia toda su solidez.

INTERACCIONES FUERTES

Cuando se descubrió que el núcleo de los átomos contiene protones los


físicos se preguntaron cómo podían esas partículas, cargadas
positivamente permanecer unidas si las cargas eléctricas del mismo signo
se repelen. Y lo mismo se podría decir de los neutrones: ¿qué los
mantiene unidos si son eléctricamente neutros? Debería existir otro tipo
de fuerza en la naturaleza que permitiera tanto a los protones como a los
neutrones atraerse entre sí. Esa fuerza de la naturaleza, recién
descubierta en el siglo XX, es la fuerza nuclear. Es mucho más intensa
que la electromagnética y, a la vez, es de muy corto alcance; actúa
únicamente en el núcleo, razón por la cual no forma parte de nuestra
experiencia diaria.

La fuerza nuclear sólo se manifiesta en una distancia comparable con el


tamaño de un núcleo atómico. Un protón es atraído por las partículas en
un núcleo atómico sólo si se encuentra a una distancia de unos diez
billonésimos de centímetro; si está un poco más lejos, sólo resentirá la
repulsión eléctrica del núcleo. En cambio, un protón en el núcleo es
atraído por los otros protones y neutrones por la fuerza nuclear, cuya
intensidad es unas 1 000 veces mayor que la fuerza de repulsión
electromagnética.
Un hecho de enormes consecuencias es que un núcleo atómico
pesa menos que todos sus protones y neutrones por separado. Esta
diferencia de masa se encuentra en el núcleo transformada en energía de
amarre, de acuerdo, una vez más, con la famosa equivalencia de Einstein
entre masa y energía. En la figura 5 se muestra la diferencia de masa de
los núcleos atómicos comparados con la masa de sus constituyentes por
separado. En el extremo izquierdo de la gráfica que la forma se tienen los
elementos ligeros; por ejemplo, un núcleo de helio pesa 5 x 10 -26 gramos
menos que sus dos protones y dos neutrones por separado; si
se fusionan esas cuatro partículas para formar un núcleo de helio, la masa
perdida se libera en forma de energía; este es el principio de la bomba
atómica y de los reactores nucleares. En el extremo derecho de la gráfica
se tienen los elementos pesados; si se fusiona un núcleo de uranio en dos
núcleos más ligeros, también se libera energía; este es el principio de la
bomba de uranio. Tanto la fusión (para elementos ligeros) como la fisión
(para elementos pesados) son dos mecanismos extremadamente
eficientes para liberar energía de la materia. Las estrellas brillan porque
se producen fusiones nucleares en sus centros. Nótese también en la
gráfica 5 que el hierro es el elemento con menor energía: el núcleo del
hierro ni se fusiona ni se fisiona, y es por lo tanto el núcleo más estable en
la naturaleza.
Figura 5. Masa faltante de los núcleos atómicos en función del
número atómico (número de protones en el núcleo).

INTERACCIONES DÉBILES

El repertorio de fuerzas de la naturaleza no termina con la gravitación, el


electromagnetismo y las fuerzas nucleares. En los años treinta, los físicos
que estudiaban las radiaciones emitidas por los átomos se dieron cuenta
de que en algunos casos, los núcleos atómicos eliminan electrones; a
este proceso lo llamaron radiación beta. Pronto se descubrió que
la radiación beta se debe a que un neutrón en el núcleo se transforma en
un protón y un electrón, y este último se escapa a gran velocidad del
núcleo.

Pero, al medir las propiedades del electrón que se escapaba, los físicos
descubrieron que le faltaba algo de energía. Al principio hubo cierta
alarma, pues parecía que la energía no se conservaba en contra del
principio bien establecido de que la cantidad total de energía y masa
implicada en cualquier proceso físico no se crea ni se destruye. Para
solucionar este problema propusieron que una nueva clase de partícula
se lleva la energía faltante, una partícula sin carga, totalmente invisible e
inmune a las fuerzas eléctricas y magnéticas. Enrico Fermi
llamó neutrino a tal partícula (que en italiano significa "neutroncito") para
distinguirlo del neutrón, y ese es el nombre que se le ha quedado.

La interacción del neutrino con la materia no es enteramente nula, pero es


millones de veces menos intensa que la de una partícula "normal ". Es la
cuarta fuerza de la naturaleza y se le llama interacción débil. Su alcance
es extremadamente corto, semejante al de las fuerzas nucleares, razón
por la que no forma parte de nuestra experiencia cotidiana. En promedio,
se necesitarían billones de kilómetros de plomo para absorber un neutrino
(en comparación, una lámina delgada de metal detiene cualquier fotón de
luz). Si tuviéramos ojos sensible a los neutrinos podríamos "ver" el centro
de la Tierra o del Sol... Y es que la luz, siendo un fenómeno
electromagnético, interactúa electromagnéticamente con los átomos.
Como señalamos antes, la "dureza" de un átomo se debe casi
exclusivamente al campo electromagnético que posee. Para el neutrino
que es insensible a ese campo, el átomo es un cuerpo casi inexistente.

La existencia de los neutrinos se ha establecido plenamente hoy en día y


sus propiedades son bien conocidas. La más interesante es que el
neutrino no tiene masa, o, si la tiene, es extremadamente pequeña. Si la
masa del neutrino es estrictamente cero, entonces esta partícula, al igual
que el fotón, tiene que moverse siempre a la velocidad de la luz. Tal
parece que el neutrino comparte esa propiedad con el fotón. Así, un
neutrino nunca podría estar en reposo.

A pesar de ser prácticamente imperceptibles, los neutrinos desempeñan


un papel muy importante en los fenómenos cósmicos. Por ejemplo, el Sol
brilla porque se producen en su centro reacciones nucleares por la fusión
del hidrógeno. Esas reacciones generan luz y calor pero también
neutrinos. De hecho, una fracción importante de la energía solar es
emitida a manera de neutrinos; los que llegan a la Tierra atraviesan
nuestro planeta a la velocidad de la luz y siguen su viaje por el espacio.
Por nuestro cuerpo cruzan cada segundo alrededor de 100 billones de
neutrinos provenientes del Sol sin que nos demos cuenta.

Si pudiéramos detectar los neutrinos solares, "veríamos" el centro mismo


de Sol. Pero ¿cómo capturar tan elusivas partículas? La única posibilidad
es un detector lo suficientemente grande para garantizar que unos
cuantos neutrinos, en un flujo de billones y billones, sean absorbidos y
detectados (algo análogo a comprar un gran número de boletos de la
lotería para asegurarse de sacar alguna vez un premio mayor).

En 1973 empezó a funcionar el primer detector de neutrinos solares, que


consistía en 600 toneladas de cloro sumergidas en una vieja mina de oro
en Dakota del Sur. Cuando ocasionalmente un neutrino era absorbido por
un átomo de cloro, éste se transformaba en argón radiactivo; midiendo la
cantidad de argón producido se determina cuántos neutrinos han sido
capturados. Y, efectivamente, se logró detectar del orden de una docena
de neutrinos al mes. Por una parte, el experimento fue todo un éxito y sus
resultados han sido confirmados posteriormente, pero, por otra parte,
planteó nuevos problemas, ya que los cálculos teóricos predecían
aproximadamente el triple de neutrinos capturados. Este es un problema
que todavía no está resuelto de manera definitiva.

Además de los neutrinos solares, es muy probable que el espacio


cósmico esté lleno de neutrinos cuyos orígenes se deben buscar en los
primeros instantes del Universo. Los físicos han calculado que, junto con
la materia común, una gran cantidad de neutrinos debió crearse pocos
instantes después de la Gran Explosión, y que estos todavía llenan el
Universo; así, nos movemos en un mar de unos 300 neutrinos de origen
cósmico por centímetro cúbico. Desgraciadamente, estos neutrinos son
muchísimo más difíciles de detectar que los de origen solar, aunque es
posible que en el futuro puedan ser observados, con lo cual podríamos
echar un "vistazo" a los primeros segundos de existencia del Universo.

Aunque los neutrinos parecen no poseer masa, esto está aún por
confirmarse. En 1981 un grupo de científicos rusos anunció haber medido
una pequeñísima masa, equivalente a menos de una diezmilésima parte
de la masa del electrón. Esto causó gran revuelo en la comunidad
científica porque las implicaciones de un neutrino masivo, son muy
importantes para la evolución del Universo. En efecto, habiendo tantos
neutrinos, la mayor parte de la masa del Universo correspondería a estas
partículas y no a la materia común. A su vez, esa masa sería tan grande
que determinaría la evolución del Universo. Volveremos a este tema en el
capítulo VII, pero por el momento aclaremos que, como se descubrió
posteriormente, el resultado del grupo ruso resultó ser una falsa alarma.
Sin embargo, no está del todo excluido que el neutrino tenga una
pequeñísima masa y que ésta sea medida algún día.

Por último, hay que señalar que un neutrino también tiene una
antipartícula que es el antineutrino. Para ser precisos, un antineutrino es
el que se emite en el decaimiento del neutrón. A pesar de que los
neutrinos no poseen carga eléctrica, sí es posible distinguir un neutrino de
un antineutrino, como veremos en el capítulo IV.
LA FUERZA DE GRAVEDAD

La fuerza de gravedad tiene un alcance infinito y es una de las cuatro fuerzas o


interacciones fundamentales observadas hasta el momento en la naturaleza.

La gravedad es la responsable de la caída de los cuerpos en la Tierra y de los


movimientos a gran escala que se observan en el Universo: que la Luna orbite
alrededor de la Tierra, que los planetas orbiten alrededor del Sol y que las galaxias
estén rotando en torno a un centro.
Hasta mediados del siglo XVII los astrónomos habían logrado describir con
mucho detalle las trayectorias de la Tierra, la Luna y los planetas. Pero nadie
había conseguido averiguar la causa de estos desplazamientos tan precisos.

Fue Isaac Newton el que descubrió que "todo sucede como si la materia
atrajera a la materia". Pero hizo mucho más: descubrió que existe una relación
cuantitativa para la fuerza de atracción entre dos objetos con masa.

De sus reflexiones y cálculos, dedujo que todo objeto en el universo que posea
masa ejerce una atracción gravitatoria sobre cualquier otro objeto con masa,
aún si están separados por una gran distancia.

Isaac Newton presentó la ley de Gravitación Universal en su libro publicado en


1687, "Philosophiae Naturalis Principia Mathematica". De acuerdo con esta ley
de Newton, cuanta más masa posean los objetos, mayor será la fuerza de
atracción, y cuanto más cerca se encuentren entre sí, mayor será esa fuerza.
Isaac Newton (1643
Cada cuerpo ejerce una fuerza sobre el otro, las dos fuerzas son iguales en
módulo y dirección, pero contrarias en sentido; al estar aplicadas en diferentes
cuerpos no se anulan.
se expresa en forma de una ecuación que cuantifica "la fuerza de
gravedad que ejerce la Tierra con masa mT sobre la Luna con masa mL,
como el producto de ambas masas, dividido por el cuadrado de l

Imagen publicada en la w
a distancias
desde el centro de la Tierra hasta el centro de la Luna.

La fuerza de gravedad de la Tierra causa una aceleración de la Luna


hacia la Tierra. La fuerza de gravedad de la Luna causa una aceleración
de la Tierra hacia la Luna. Ambas fuerzas tienen la misma intensidad.

Lo mismo sucede, guardando las proporciones, con la Tierra y


la manzana que en la figura aparece de color rojo.

Todas las partículas materiales y todos los cuerpos se atraen


mutuamente por el simple hecho de tener masa, en proporción directa a
sus masas. La gravedad tiene un alcance teórico infinito; pero, la fuerza
es mayor si los objetos están próximos, y mientras se van alejando dicha
fuerza pierde intensidad en proporción al cuadrado de la distancia que
separa a los cuerpos. Por ejemplo, si se aleja un objeto de otro al triple
de distancia, entonces la fuerza de gravedad se reduce a la novena
parte.

En la fórmula de la gravitación es muy importante la introducción de un valor que


sirve para obtener el valor exacto de las fuerzas de atracción gravitacional. Es la
famosa "constante G", la constante de gravitación universal. Newton no conocía la
causa de esta constante y tampoco sul valor exacto. Sólo pudo indicar que se
trataba de una constante universal y que su valor era un número bastante
pequeño.

Sólo mucho tiempo después se desarrollaron las técnicas necesarias para mejorar
el cálculo de su valor. Aún hoy es una de las constantes universales conocidas
con menor precisión.

Isaac Newton fue el primero en explicar que la fuerza que hace que
los objetos caigan con aceleración constante en la Tierra (gravedad
terrestre), es la misma que mantiene en movimiento los planetas y las
estrellas.

La fuerza de gravedad siempre es atractiva, nunca es repulsiva


y tiene alcance infinito. Por muy alejados que estén entre sí dos
cuerpos, siguen experimentando esta fuerza, aunque más débil a
medida que aumenta la distancia.

La fuerza de gravedad siempre produce atracción entre los cuerpos,


cualquiera que sea su composición. La
fuerza
resultante se produce atrayéndose el centro de gravedad de un
objeto con el centro de gravedad del otro.

La fuerza gravitatoria es universal y todas las partículas materiales


están sometidas a ella, sin excepción. Sin embargo, en el interior de
los átomos, la fuerza de gravedad no juega un papel importante,
debido a la pequeñísima magnitud de las masas de las partículas
elementales.
Utilizando la fórmula matemática de la Gravitación Universal, podemos
calcular la fuerza de atracción entre la Tierra y el cuerpo de un
astronauta que esté en una órbita ecuatorial a 500 km de la superficie
y que tenga una masa de 90 kg incluido su traje espacial.

La masa de la Tierra es 5,974 × 1024 kg.


La distancia entre el centro de gravedad de la Tierra (centro de la
tierra) y la superficie ecuatorial es de 6.378,28 km. Si agregamos los
500 km de altura, se obtiene una distancia de 6.878.280 metros entre
ambos centros de gravedad: el de la Tierra y el del astronauta.

G es la constante de gravitación universal y vale


aproximadamente 6,674 * 10 -11

Haciendo los cálculos, se obtiene que la fuerza gravitacional de cada


uno de estos dos cuerpos (la Tierra y el astronauta) es de 750 Newton,
equivalentes aproximadamente a 77 Kg de atracción mutua,

Newton explico cómo se comportan los cuerpos ante la


gravedad. Einstein propuso un modelo teórico para explicar el origen de la
gravedad.
La teoría de la relatividad general, hace un análisis diferente de la
interacción gravitatoria. De acuerdo con esta teoría, la gravedad puede
entenderse como un efecto geométrico de la materia sobre el espacio-
tiempo.

Cuando una cierta cantidad de materia ocupa una región del espacio-
tiempo, ésta provoca que el espacio-tiempo se deforme.

Visto así, la fuerza gravitatoria no es una misteriosa "fuerza que atrae",


sino el efecto producido por la deformación del espacio-tiempo, de
geometría no euclídea, sobre el movimiento de los cuerpos.

Dado que todos los objetos (según esta teoría) se mueven en el espacio-
tiempo, al deformarse este espacio, parte de esa velocidad será desviada
produciéndose aceleración en una dirección, que es la fuerza de
gravedad.

¿Cuál es la causa de la gravedad? ¿Por qué existe la gravedad?

Quien responda satisfactoriamente a esta pregunta se ganaría el Premio Nobel de


Física, porque ésta es una de las interrogantes más interesantes que tiene la
ciencia moderna. Hasta ahora, nadie ha dado con la respuesta.

En términos generales lo que sabemos de la gravedad, desde Isaac Newton y


Albert Einstein hasta ahora es que “todo sucede como si la materia atrajera a la
materia”. Newton ideó una fórmula matemática que funciona con precisión y que,
desde entonces, ha permitido calcular las trayectorias de los astros y de las naves
espaciales. Eisntein propuso la teoría de la deformación del espacio-tiempo. Pero
seguimos sin conocer por qué la materia produce esta interacción que llamamos
gravedad.
En los ambientes matemáticos y científicos de vanguardia se habla mucho de los
gravitones, partículas elementales que emanarían de los campos gravitatorios, y
de las ondas gravitatorias.

Como paso previo a la búsqueda directa de los gravitones, en la Universidad de


Wisconsin y en el Observatorio de Ondas Gravitatorias del Interferómetro Láser
(LIGO) se están realizando investigaciones con el fin de encontrar pruebas de la
existencia de ondas de gravedad, ondas gravitatorias.

En la mecánica clásica se puede medir una onda y actualmente se admite que las
ondas están compuestas de partículas. De modo que si se consigue detectar
ondas gravitatorias, se tendría una base para sugerir que los gravitones existen de
verdad. Esto sería una noticia optimista que animaría a continuar buscándolos.
Actualmente es posible detectar partículas casi sin masa, como los fotones. Pero,
según los modelos matemáticos, los gravitones deberían interactuar muy
débilmente con la materia. Esta tan débil interacción sería la causa de que, hasta
ahora, los gravitones sean indetectables. Simplemente no se sabe cómo
detectarlos.

Por ahora, todos los esfuerzos están centrados en confirmar la existencia del
bosón de Higgs, que es un primo lejano del gravitón y que se supone responsable
de dar masa a la materia. Descubrir el bosón de Higgs, sería un gran estímulo
para continuar con la búsqueda de los gravitones.

A veces se leen críticas a las cuantiosas inversiones que se realizan en los


grandes Aceleradores de Partículas, como el LHC y el Fermilab. Hay que pensar
que en estos centros se investiga "ciencia básica", conocimientos que son los
fundamentos de los grandes avances tecnológicos que influirán decisivamente en
todos los aspectos de la vida humana. Descubrir la causa de la gravedad tendría
repercusiones inimaginables
La fuerza gravitatoria

La gravedad es la fuerza de atracción mutua entre los objetos con


masa

La fuerza gravitatoria tiene lugar entre


masas
La fuerza gravitatoria es la fuerza de atracción
mutua que experimentan dos objetos con masa
Podemos observar sus efectos diariamente: al levantarnos de la cama, al caminar, cuando
se nos caen las cosas de las manos, cuando llueve, etc. Su campo de acción es muy amplio,
por ejemplo: el movimiento de la Luna alrededor de la Tierra, el movimiento de los
planetas alrededor del Sol, el movimiento del cometa Halley en el sistema solar...

Cuenta una leyenda que hace aproximadamente 400 años Galileo Galilei (1564-1642)
empezó a dejar caer objetos desde lo alto de la Torre inclinada de Pisa: balas de cañón,
balas de mosquetón, oro, plata y madera. Observando lo que ocurría se dio cuenta que
todos los objetos tocaban tierra al mismo tiempo, y de esta manera hizo un gran
descubrimiento:
La gravedad acelera a todos los objetos del mismo
modo, independientemente de su masa o
composición
En realidad Galileo nunca realizó, que se sepa, este experimento de esta forma, pero sí hizo
este descubrimiento. La ley que rige la fuerza gravitatoria fue formulada por Isaac
Newton (1642-1727) en el s. XVII y se conoce por todos como atracción gravitatoria o
simplemente gravedad.

Todos los objetos por el hecho de tener masa ejercen una fuerza gravitatoria sobre todos
los otros objetos que tienen a su alrededor. Existe un solo tipo de masa y todas las masas se
atraen entre sí. La gravitación es la responsable de la fuerza con que la Tierra nos atrae, es
decir, el peso. El estudio de la fuerza gravitatoria fue completado años más tarde
por Albert Einstein(1879-1955) en su teoría de la Relatividad General a principios del
siglo XX

Ley de gravitación universal


Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

Fuerzas mutuas de atracción entre dos esferas de diferente tamaño. De acuerdo con la mecánica
newtoniana las dos fuerzas son iguales en módulo, pero de sentido contrario; al estar aplicadas en
diferentes cuerpos no se anulan y su efecto combinado no altera la posición del centro de
gravedad conjunto de ambas esferas.

La ley de gravitación universal es una ley física clásica que describe la interacción
gravitatoria entre distintos cuerpos con masa. Fue formulada por Isaac Newton en su
libro Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, publicado en 1687, donde establece por
primera vez una relación proporcional (deducida empíricamente de la observación) de la
fuerza con que se atraen dos objetos con masa. Así, Newton dedujo que la fuerza con que se
atraen dos cuerpos tenía que ser proporcional al producto de sus masas dividido por la
distancia entre ellos al cuadrado. Para grandes distancias de separación entre cuerpos se
observa que dicha fuerza actúa de manera muy aproximada como si toda la masa de cada
uno de los cuerpos estuviese concentrada únicamente en su centro de gravedad, es decir, es
como si dichos objetos fuesen únicamente un punto, lo cual permite reducir enormemente la
complejidad de las interacciones entre cuerpos complejos.
Así, con todo esto resulta que la ley de la gravitación universal predice que la fuerza ejercida
entre dos cuerpos de masas y separados una distancia es igual al producto de sus masas e
inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, es decir:

(1)
donde
F es el módulo de la fuerza ejercida entre ambos cuerpos, y su dirección se encuentra
en el eje que une ambos cuerpos.

G es la constante de gravitación universal.


Es decir, cuanto más masivos sean los cuerpos y más cercanos se encuentren, con
mayor fuerza se atraerán.
El valor de esta constante de gravitación universal no pudo ser establecido por
Newton, que únicamente dedujo la forma de la interacción gravitatoria, pero no tenía
suficientes datos como para establecer cuantitativamente su valor. Únicamente dedujo
que su valor debería ser muy pequeño. Solo mucho tiempo después se desarrollaron
las técnicas necesarias para calcular su valor, y aún hoy es una de las constantes
universales conocidas con menor precisión. En 1798 se hizo el primer intento de
medición (véase el experimento de Cavendish) y en la actualidad, con técnicas mucho
más precisas se ha llegado a estos resultados:1

(2)
en unidades del Sistema Internacional.
Esta ley recuerda mucho a la forma de la ley de Coulomb para las fuerzas
electrostáticas, ya que ambas leyes siguen una ley de la inversa del cuadrado (es
decir, la fuerza decae con el cuadrado de la distancia) y ambas son proporcionales al
producto de magnitudes propias de los cuerpos (en el caso gravitatorio de sus masas
y en el caso electrostático de su carga eléctrica).
Aunque actualmente se conocen los límites en los que dicha ley deja de tener validez
(lo cual ocurre básicamente cuando nos encontramos cerca de cuerpos
extremadamente masivos), en cuyo caso es necesario realizar una descripción a
través de la relatividad general enunciada por Albert Einstein en 1915, dicha ley sigue
siendo ampliamente utilizada y permite describir con una extraordinaria precisión los
movimientos de los cuerpos (como planetas, lunas o asteroides) del Sistema Solar,
por lo que a grandes rasgos, para la mayor parte de las aplicaciones cotidianas sigue
siendo la utilizada, debido a su mayor simplicidad frente a la relatividad general, y a
que esta en estas situaciones no predice variaciones detectables respecto a la
gravitación universal.

Índice

 1Formulación general de la ley de la Gravitación Universal


o 1.1Forma vectorial
o 1.2Cuerpos extensos
 2Consecuencias
o 2.1Aceleración de la gravedad
o 2.2Preeminencia del cuerpo más masivo
o 2.3Interior de un cuerpo esférico
o 2.4Interior de una corteza hueca
o 2.5Movimiento de los planetas
o 2.6Corrección del peso por la fuerza centrífuga en la Tierra
 3Limitaciones
 4Problemas filosóficos
o 4.1Acción a distancia
o 4.2Masa inercial y masa gravitatoria: principio de equivalencia
 5Historia
o 5.1Primeros trabajos
o 5.2Trabajos de Hooke y disputa
o 5.3Relación con las Leyes de Kepler
 6Véase también
 7Referencias
o 7.1Bibliografía

Formulación general de la ley de la Gravitación


Universal[editar]
Forma vectorial[editar]
Aunque en la ecuación (1) se ha detallado la dependencia del valor de la fuerza
gravitatoria para dos cuerpos cualesquiera, existe una forma más general con la que
poder describir completamente dicha fuerza, ya que en lugar de darnos únicamente su
valor, también podemos encontrar directamente su dirección. Para ello, se convierte
dicha ecuación en forma vectorial, para lo cual únicamente hay que tener en cuenta
las posiciones donde se localizan ambos cuerpos, referenciados a un sistema de
referencia cualquiera. De esta forma, suponiendo que ambos cuerpos se encuentran

en las posiciones , la fuerza (que será un vector ahora) vendrá dada por
donde es el vector unitario que va del centro de la gravedad del objeto 1 al del
objeto 2.
Cuerpos extensos[editar]
Se ha mencionado anteriormente que dichos cuerpos se pueden tratar como cuerpos
puntuales, localizados en el centro de gravedad del cuerpo real, de tal forma que la
descripción de esta fuerza se realiza trabajando únicamente con cuerpos puntuales
(toda su masa se encuentra concentrada en su centro). Sin embargo, para algunos
casos se puede hacer necesario tratar dichos cuerpos como lo que son, cuerpos con
una extensión dada, es decir no puntuales. Un ejemplo donde este tratamiento es
obligatorio es cuando se desea determinar cómo varía la fuerza de la gravedad a
medida que nos situamos en el interior de un objeto, por ejemplo qué gravedad existe
en el interior de la Tierra (en la región del manto terrestre o del núcleo).
En estos casos es necesario describir al objeto masivo como una distribución de
masa, es decir, describirlo a través de su densidad en cada punto del espacio. Así,
se integra la fuerza que produce cada elemento infinitesimal del cuerpo sobre cada
elemento del otro objeto, sumando a todos los elementos que existen en el volumen
de ambos cuerpos, lo cual matemáticamente se traduce en una integral sobre el
volumen de cada cuerpo, de tal forma que la fuerza gravitatoria entre ambos se
obtiene como

(3)
Donde

son los volúmenes de los dos cuerpos.

son las densidades de los dos cuerpos en cada punto del espacio ( ).
Puede verse que si se tienen dos cuerpos finitos entonces la fuerza
gravitatoria entre ambos viene acotada por:

Donde son las distancias mínima y máxima entre los dos cuerpos en un
instante dado.

Consecuencias[editar]
Aceleración de la gravedad[editar]

Efecto de la atracción gravitatoria terrestre: animación de una esfera en caída libre


desde la Torre de Pisa

Considerando la segunda ley de Newton, que explica que la aceleración que


sufre un cuerpo es proporcional a la fuerza ejercida sobre él, estando ambas
relacionadas por una constante de proporcionalidad que es precisamente la
masa de dicho objeto,
e introduciéndole en la ley de la Gravitación Universal (en su forma más
simple, únicamente por simplicidad) se obtiene que la aceleración que sufre
un cuerpo debido a la fuerza de la gravedad ejercida por otro de

masa es igual a

donde G es la aceleración sufrida. Es decir, dicha aceleración es


independiente de la masa que presente nuestro objeto, únicamente depende
de la masa del cuerpo que ejerce la fuerza y de su distancia. Por ello, si se
tienen dos cuerpos de diferente masa (por ejemplo la Luna y un satélite
artificial, que únicamente tenga una masa de unos pocos kilogramos) a la
misma distancia de la Tierra, la aceleración que produce esta sobre ambos es
exactamente la misma. Como esta aceleración tiene la misma dirección que
la de la fuerza, es decir en la dirección que une ambos cuerpos, esto produce
que si sobre ambos cuerpos no se ejerce ninguna otra fuerza externa, estos
se moverán describiendo órbitas entre sí, lo cual describe perfectamente el
movimiento planetario (o del sistema Tierra—Luna), o de caída libre
aproximándose un cuerpo hacia el otro, como ocurre con cualquier objeto que
soltemos en el aire y que cae irremediablemente hacia el suelo, en la
dirección del centro de la Tierra.
Con esta ley se puede determinar la aceleración de la gravedad que produce
un cuerpo cualquiera situado a una distancia dada. Por ejemplo, se deduce
que la aceleración de la gravedad que nos encontramos en la superficie

terrestre debido a la masa de la Tierra es de , que es la aceleración


sufrida por un objeto al caer. Y que esta aceleración es prácticamente la
misma en el espacio, a la distancia donde se encuentra la Estación Espacial

Internacional, (es decir, es un 95% de la gravedad que tenemos en la


superficie, únicamente una diferencia de un 5%), siendo necesario recordar
que el hecho de que los astronautas no sientan la gravedad no es porque
esta allí sea nula, sino por su estado de ingravidez (de caída libre continua). Y
la gravedad que ejerce una persona sobre otra, situada a un metro de

distancia, es de en torno a (para una persona de unos 100 kg). Este es


el hecho por el que no sentimos la gravedad que ejercen cuerpos poco
masivos como nosotros.
Preeminencia del cuerpo más masivo[editar]
Continuando con lo que se acaba de mencionar acerca de la aceleración que
sufre un cuerpo como consecuencia de la presencia de otro objeto masivo, el
hecho de que esta aceleración únicamente dependa de la masa de este
objeto masivo muestra que, para dos cuerpos dados de diferente masa, el
cuerpo menos masivo será el que sufra una aceleración mayor, y por tanto un
cambio de movimiento más pronunciado. Con esto se observa directamente
una respuesta a por qué es la Tierra la que órbita en torno al Sol y no al
revés, puesto que este último tiene una masa increíblemente superior a la de
la Tierra (unas 330 000 veces superior), haciendo en cambio que el
movimiento experimentado por el Sol como consecuencia de la atracción que
ejerce la Tierra sobre él sea insignificante. Y de igual modo, es
la Luna (cuerpo menos masivo) la que orbita en torno a la Tierra.
Interior de un cuerpo esférico[editar]

Intensidad del campo gravitatorio terrestre (desde la órbita del Shuttle hasta el centro
del planeta)

Una de las consecuencias que trae que la gravedad sea una fuerza que
depende como la inversa del cuadrado de la distancia es que si se tiene un
cuerpo esférico, con una densidad que únicamente va variando a medida que
nos alejamos del centro del cuerpo (lo cual podría ser un modelo que describe
de forma bastante adecuada a la Tierra), se puede demostrar a través de

la ley de Gauss que la fuerza en su interior (a una distancia del centro)

únicamente depende de la masa existente dentro de la esfera de radio .


Es decir, la masa que hay fuera de dicha esfera no produce ninguna fuerza
sobre un cuerpo situado en dicho punto. Por ello, dentro del cuerpo la fuerza
ya no depende de la inversa cuadrado (puesto que ahora la masa a
considerar depende también de dicha distancia) y resulta que es proporcional
a dicha distancia. Esto es, en el interior del cuerpo la fuerza de la gravedad va
creciendo conforme nos alejamos del centro del cuerpo (en donde esta es
nula) hasta llegar a la superficie, donde se hace máxima.
Este razonamiento es válido para esferas homogéneas, es decir,
de densidad uniforme. Sin embargo, la Tierra posee un núcleo metálico
(el nife) mucho más denso que el manto y la corteza, por lo que la máxima
intensidad del campo gravitatorio se produce precisamente en el límite entre
el núcleo y el manto.
Una vez alcanzada la superficie exterior, se observa el comportamiento
habitual de decrecimiento conforme nos alejamos del cuerpo. Todo esto se
puede ver en mayor profundidad en la entrada de la intensidad del campo
gravitatorio.
Interior de una corteza hueca[editar]
Y por extensión de lo que se acaba de mencionar, en el caso en que se
tuviese un cuerpo esférico pero hueco por dentro (es decir que únicamente
sería una cáscara esférica), en cualquier punto externo a él sigue
produciendo una fuerza de la gravedad de acuerdo con la ecuación (1), es
decir como si dicho cuerpo fuese puntual. Sin embargo, al ubicarnos dentro
del mismo, observaríamos que no hay fuerza de la gravedad, puesto que en
su interior ya no hay masa.
Movimiento de los planetas[editar]
Como se ha mencionado en el apartado histórico, esta ley permite recuperar y
explicar la Tercera Ley de Kepler, que muestra de acuerdo a las
observaciones que los planetas que se encuentran más alejados del Sol
tardan más tiempo en dar una vuelta alrededor de este. Además de esto, con
dicha ley y usando las leyes de Newton se describe perfectamente tanto el
movimiento planetario del Sistema Solar como el movimiento de los satélites
(lunas) o sondas enviadas desde la Tierra. Por ello, esta ley estuvo
considerada como una ley fundamental por más de 200 años, y aún hoy sigue
estando vigente para la mayoría de los cálculos necesarios que atañen a la
gravedad.
Uno de los hechos que muestran su precisión es que al analizar las órbitas de
los planetas conocidos en torno a 1800 (cuando todavía quedaban por
descubrir Neptuno y Plutón), se observaban irregularidades en torno a la
órbita de Urano principalmente, y de Saturno y Júpiter en menor medida,
respecto a lo que predecía la ley de Newton (junto con las leyes de Kepler).
Por esta razón, algunos astrónomos supusieron que dichas irregularidades
eran debidas a la existencia de otro planeta más externo, alejado, que todavía
no había sido descubierto. Así, tanto Adams como Le Verrier (de forma
independiente) calcularon matemáticamente dónde debería encontrarse dicho
planeta desconocido para poder explicar dichas irregularidades. Neptuno fue
descubierto al poco tiempo por el astrónomo Galle, el 23 de septiembre de
1846, siguiendo sus indicaciones y encontrándolo a menos de un grado de
distancia de la posición predicha.
Corrección del peso por la fuerza centrífuga en la
Tierra[editar]
Artículo principal: Efecto Eötvös

Cuando un cuerpo describe un movimiento circular su velocidad va


cambiando constantemente de dirección, lo que significa que está sometido a
una aceleración por no ser constante su velocidad, aunque su módulo
o celeridad no cambie. En estas condiciones, la aceleración que experimenta
el cuerpo se debe a una fuerza que actúa sobre el y que está dirigida hacia el
centro de la trayectoria circular que recibe el nombre de fuerza centrípeta. Si
esta fuerza dejase de actuar, el cuerpo abandonaría la trayectoria circular en
dirección tangencial a la misma, adquiriendo un movimiento rectilíneo
uniforme en ausencia de otras fuerzas.
Si se pone a girar una piedra atada a un cordel, este ejerce una fuerza
centrípeta constante para tirar de la piedra acelerándola hacia el centro del
círculo. La piedra ejerce sobre el cordel una fuerza igual y opuesta originando
una tensión en el cordel que aumentará a medida que sea mayor la velocidad
con que gira la piedra. Para calcular el valor de la fuerza centrípeta se usa la
ecuación:

Donde:

, Fuerza centrípeta (usualmente en [N]).

la masa del cuerpo que gira (usualmente en [kg]).

, velocidad lineal del cuerpo (usualmente en [m/s]).

, radio de la circunferencia (usualmente en [m]).


La fuerza centrífuga, es una fuerza ficticia percibida por un
observador sobre la tierra que es igual en módulo y de
sentido opuesto a la aceleración centrípeta de la superficie
de la tierra, por lo que un observador situado sobre el
ecuador terrestre percibirá una mayor fuerza centrípeta que
en los polos. Esto se debe a que en un punto del ecuador se
mueve más rápido que en uno próximo a los polos. Por tanto,
cuando la Tierra da una vuelta alrededor de su eje, el punto
sobre el ecuador habrá recorrido aproximadamente 40 000
km, que es el valor de la longitud de la circunferencia en el
ecuador, mientras que el punto próximo a uno de los polos
recorrería una distancia mucho más pequeña (de valor 0
exactamente en cada polo). Debido a ello, la velocidad lineal
de un punto sobre el ecuador será mayor que la de un punto
cerca de los polos y consecuentemente será mayor también
su fuerza centrífuga. Como el efecto de la fuerza centrífuga
es un distanciamiento respecto al eje de giro, la fuerza
centrífuga percibida por un observador sobre la tierra
equivale a que este vea que dichos cuerpos se alejan del eje
de giro, reduciendo el efecto de la fuerza de gravedad de
acuerdo con las medidas de dicho observador.
Por esa razón, al medir el peso efectivo de un cuerpo un
observador situado cerca del ecuador medirá un menor peso
que uno situado cerca de los polos, toda vez que la
aceleración centrífuga medida es menor en los polos,
además de encontrarse más cerca del centro de la Tierra
debido al achatamiento de sus polos.

Limitaciones[editar]
Si bien la ley de la gravitación universal da una muy buena
aproximación para describir el movimiento de un planeta
alrededor del Sol, o de un satélite artificial relativamente
cercano a la Tierra, durante el siglo XIX se observó algunos
pequeños problemas que no se conseguían resolver
(similares al de las órbitas de Urano, que sí pudo resolverse
tras el descubrimiento de Neptuno). En especial, se
encontraba la órbita del planeta Mercurio, la cual en lugar de
ser una elipse cerrada, tal y como predecía la teoría de
Newton, es una elipse que en cada órbita va rotando, de tal
forma que el punto más cercano al Sol (el perihelio) se
desplaza ligeramente, unos 43 segundos de arco por siglo,
en un movimiento que se conoce como precesión. Aquí, al
igual que con el caso de Urano, se postuló la existencia de
un planeta más interno al Sol, al cual se le llamó Vulcano, y
que no habría sido observado por estar tan próximo al Sol y
quedar oculto por su brillo. Sin embargo, este planeta no
existe en la realidad (su existencia era inviable de todas
formas), por lo que dicho problema no pudo resolverse, hasta
la llegada de la Relatividad General de Einstein.
Además de este problema, en la actualidad el número de las
desviaciones observacionales existentes que no se pueden
explicar bajo la teoría newtoniana son varias:

1. Como se ha mencionado ya, la órbita del planeta


Mercurio no es una elipse cerrada tal como predice la
teoría de Newton, sino una cuasi-elipse que gira
secularmente, produciendo el problema del avance
del perihelio que fue explicado por primera vez solo
con la formulación de la teoría general de la
relatividad. Esta discrepancia obedece precisamente
al límite de validez que actualmente conocemos para
la teoría de Newton: esta únicamente es válida para
cuerpos de poca masa o distancias grandes, lo cual
se cumple para todos los planetas del Sistema Solar
excepto para Mercurio, puesto que este se encuentra
muy cercano al Sol, un cuerpo lo suficientemente
masivo para producir discrepancias observables
(aunque recordando que dicha discrepancia es
únicamente un efecto de 46 segundos de arco por
siglo, el uso de la Relatividad General sigue siendo
necesario exclusivamente para cálculos de alta
precisión).
2. Aunque bajo la descripción de la gravedad de
Newton esta únicamente se produce entre cuerpos
con masa, se ha observado cómo la luz también se
curva (se desvía) como consecuencia de la gravedad
producida por un cuerpo masivo, por ejemplo el Sol.
Este hecho, que aunque sí podía llegar a
interpretarse únicamente usando la ley de la
Gravitación Universal, esta no daba cuenta de la
desviación correcta observada, resultó ser una de las
primeras predicciones contrastadas que apoyaron
la Relatividad General.
3. La velocidad de rotación de las galaxias no parece
responder adecuadamente a la ley de la gravitación,
lo que ha llevado a formular el problema de
la materia oscura y alternativamente de la dinámica
newtoniana modificada. A través de la Tercera ley de
Kepler hemos mencionado que los periodos de los
cuerpos crecen con la distancia a la que se
encuentran del cuerpo masivo. Aplicando dicho
principio a las estrellas de una galaxia, debería
observarse algo similar para las estrellas más
alejadas del centro de la galaxia, pero esto es algo
que no se observa y que, manteniendo la ley de la
Gravitación Universal, únicamente puede ser
explicado si en dicha galaxia existe mucha más masa
de la que se observa, la cual es precisamente la
denominada materia oscura, puesto que sería
materia que no vemos.

Problemas filosóficos[editar]
Acción a distancia[editar]
Artículo principal: Acción a distancia

Aparte de los problemas prácticos mencionados


anteriormente, existían algunos problemas de carácter
más filosófico que atañen a la propia teoría en sí. En
concreto, uno de ellos era el concepto de acción a
distancia que utiliza la teoría. Esto es, en todo momento se
ha descrito que dos cuerpos alejados una determinada
distancia (y por tanto, no se encuentran en contacto entre sí)
se ejercen una fuerza, la fuerza de la gravedad. Sin embargo,
sería necesario responder a las preguntas de ¿cómo se
ejerce dicha fuerza si ambos cuerpos no se tocan?. Esto era
una cuestión por resolver, no únicamente de la teoría de
Newton, sino que también atañía al electromagnetismo, y que
no se sabía cómo afrontar. Por ello, esto dio lugar al
concepto físico de campo, que aunque no resolvía
completamente el problema, sí facilitaba la utilización de
estas fuerzas a distancia y su explicación, y que para la
gravedad hizo que se comenzase a trabajar a través de la
idea del campo gravitatorio como causante de dicha fuerza
de la gravedad.
Posteriormente, este problema quedaría resuelto en
la Relatividad General, ya que en esta se prescindió de
describir la gravedad como una fuerza, pasando a
entenderse esta como una consecuencia de que los cuerpos
con masa curvan el espacio-tiempo (donde como analogía se
podría imaginar el espacio-tiempo como una cama elástica,
donde los cuerpos pesados hacen que esta se deforme y por
tanto los objetos que pasen por ahí se desvían de sus
trayectorias originales).
Masa inercial y masa gravitatoria: principio de
equivalencia[editar]
Otro gran problema que traía consigo esta teoría (y que sirve
como uno de los postulados desde los que se desarrolla
la Relatividad General) es el conocido como principio de
equivalencia. Este aboga por el hecho de que en la Teoría de
la Gravitación Universal se utiliza una cantidad propia de
cada cuerpo que es la que origina la fuerza de la gravedad,
su masa. Aunque aquí se ha relacionado directamente con la
masa propia de cada cuerpo, esta realmente podría ser
definida como una masa gravitacional, en contraposición con
la masa utilizada en la segunda ley de Newton, que habla

sobre la inercia de los cuerpos, , y que podría ser


llamada masa inercial.
En la práctica, no existe ninguna ley, principio o hecho que
establezca que ambas masas son, en efecto, la misma masa,
como se ha supuesto en toda la descripción realizada
(únicamente se conoce que ambas son prácticamente
iguales con una gran precisión). Este hecho que traería una
gran importancia, puesto que de no ser las mismas, la
aceleración que experimenta un cuerpo dejaría de ser
independiente de su masa por ejemplo, no ha podido ser
resuelto de una manera efectiva, dando lugar al mencionado
principio de equivalencia.

Historia[editar]
Primeros trabajos[editar]
Newton en sus Principia menciona como referencias a varios
pioneros2 que incluyen a Bullialdus3 (quien sugirió, sin
demostración, que existía una fuerza desde el Sol y que era
proporcional al cuadrado de la distancia), y Borelli4 (quien
sugirió, también sin demostración, que había una tendencia
centrífuga en el movimiento de los planetas que estaba
siendo contrarrestada por otra fuerza dirigida hacia el Sol). D
T Whiteside ha escrito que la inspiración de Newton vino
principalmente de Borelli, ya que el primero guardaba una
copia del libro del italiano en su biblioteca.5
Trabajos de Hooke y disputa[editar]
Cuando el primer libro de los Principios de Newton fue
expuesto a la Royal Society (la Real Academia de las
Ciencias, de Inglaterra), el coetáneo Robert Hooke acusó a
Newton de plagio por copiarle la idea de que la gravedad
decaía como la inversa del cuadrado de la distancia entre los
centros de ambos cuerpos. Aunque esta controversia ha
durado incluso hasta nuestros días, no hay datos claros
sobre si realmente Newton conocía los trabajos de Hooke o
no, ya que aunque ambos se carteaban regularmente, en
ninguna de esas cartas Hooke menciona la ley de la inversa
del cuadrado, algo que Newton sí hizo con otros autores a los
que sí agradeció2 los trabajos anteriores en los que basó sus
ideas. Frente a esta proclama de Hooke de su idea de la
inversa del cuadrado, Newton reiteró que dicha idea en
ningún caso era exclusivamente de él, sino que fueron varios
autores en aquella época los que ya se dieron cuenta de una
dependencia de ese tipo, como reflejó en los
agradecimientos de su publicación.
Relación con las Leyes de Kepler[editar]
Las Leyes de Kepler eran una serie de tres leyes empíricas
que describían el movimiento de los planetas deducidas a
partir de las observaciones existentes.
Aunque estas leyes describían dichos movimientos, los
motivos de por qué estos eran así o qué los causaban,
permanecían desconocidos tanto para Kepler como para sus
coetáneos. Sin embargo, supusieron un punto de partida
para Newton, quien pudo dar una formulación matemática a
dichas leyes, lo que junto con sus propios logros condujo a la
formulación de la ley de la Gravitación Universal. En especial,
a través de dicha ley Newton pudo dar la forma completa a
la Tercera ley de Kepler, que describe que los cuadrados de
los periodos de las órbitas de los planetas son proporcionales
a los cubos de sus distancias al Sol. Es decir, que
los planetas más alejados del Sol tardan más tiempo en dar
una vuelta alrededor de este (su año es más largo)

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