Kaczan, G - Salud, Belleza y Aire Libre XX - 2013
Kaczan, G - Salud, Belleza y Aire Libre XX - 2013
Montaje de la apariencia
femenina a orillas del mar (circa 1920-1940)
Health, beauty, outdoors. Mount the feminine appearance to the seaside
(circa 1920-1940)
RESUMEN
Entre 1920 y 1930 las mujeres vivenciaron un tiempo que contribuyó a modificar mar-
cas corporales de larga duración. Entre ellos se fue cristalizando una tendencia que asoció
salud-belleza-aire libre para ensayar modelos de intervención en la apariencia. El propósito
de este trabajo es analizar los baños de sol a orillas del mar argentino, a través de los dis-
cursos verbales y las imágenes visuales en la prensa. Se busca registrar las maneras en que
se construye y reproduce una estética innovadora y controvertida que distorsiona referentes
largamente aprobados y, por otro lado que persiste en emblemas genéricos socialmente de-
fendidos.
Palabras clave: Apariencia femenina. Salud. Belleza. Aire libre. Baños de sol. Argentina.
ABSTRACT
Between 1920 and 1930 women experienced a time that contributed to modify longtime
body markings. Among them crystallized a trend to associated health- beauty- outdoors to
test models of intervention in appearance. This article analyzes the sunbathing in argentine
seaside, through the verbal discourses and visual images in the magazines. Seeks register
the ways to construct and reproduce an innovative and controversial aesthetic to distorting
a long approved references and, on the other hand, persists in generic emblems defended
socially.
Key words: Female appearance. Health-beauty. Outdoors. Sunbathing. Argentina.
SUMARIO
1.—Introducción
1.1.—Marcos de análisis
Se concibe que el cuerpo es, por un lado, signo de identidad, pues las
maneras de ser, de pensar y de sentir tienen reflejo en las modalidades de
expresión propias. Y es, a su vez, signo de inscripción cultural, en la medida
en que no hay circunstancias individuales y aisladas sino que los estímulos
del entorno modelan en él sus destinos versátiles. Cuando los individuos
se interrelacionan, el aspecto exterior junto a las modalidades del habla y
la actuación brindan información sobresaliente de las personas y orientan
las formas de comportarse (GOFFMAN, 1997). A través de la apariencia
se configura un mecanismo, incluso involuntario, de calificar y clasificar
y, simultáneamente, de ser calificado y clasificado. Esta conjunción hace
presuponer que cada atributo se corresponde con determinados significados
y que estos últimos asumen equivalencias con categorías sociales o morales
que alientan la fijación de valores propios. Ajustarse o convenir con los
cánones estéticos corrientes sería una estrategia lícita, aunque no democrá-
tica, para lograr la pertenencia y la aceptación.
La escala de la apariencia no responde a una propiedad innata o natural
de los actores sino a una imagen elaborada, una experiencia cimentada en
lo cotidiano que conduce las relaciones intergenéricas. Es subjetiva, soluble
en el tiempo y en el espacio y está sujeta a posibles transformaciones. Al
mismo tiempo tiene género. La vinculación apariencia-género sigue siendo
tema de discusión por las formas de manipulación que el cuerpo femeni-
no ha sufrido y por su entendimiento como objeto erótico y destino de la
mirada del varón (DE BEAUVOIR, 1949; BUTLER, 1988; WOLF, 1991).
Las mujeres occidentales han sido relacionadas con las trivialidades de la
moda, el exhibicionismo y el gusto por el parecer, como si fuera un interés
compartido por su condición genérica (ENTWISTLE, 2002). El derecho
concedido a lo efímero de la innovación como lógica de la moda, se habría
vinculado, metafóricamente, con las cualidades consideradas intrínsecas del
carácter femenino: la inconstancia y el cambio. La “naturaleza” diferente
entre los sexos (LAVER, 1995), las predisposiciones psíquicas de ambos
(FLUGEL, 1964); la idea que las mujeres suelen identificarse más con el
cuerpo que los hombres (TSEELSON, 1997) siendo que la apariencia física
representa un papel importante como determinante para obtener una estima
pública (ELÍAS, 1992) y la tendencia de asociarlas al cuerpo mientras que
los hombres son asociados a la mente (MCKINLEY, 2002) aportarían algu-
nas respuestas a la propensión estética adjudicada. Frente a esta exigencia,
su imagen queda inducida a la tensión entre el cuerpo real como soporte
anatómico y el cuerpo imaginario montado desde el entorno. Prácticas
permanentes de perfeccionamiento y revisión responden a una apariencia
que satisfaga el “tipo” femenino como si se tratara de una variable exenta.
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¿Cómo operan las variables del aspecto físico en las interacciones so-
ciales del tiempo propuesto?
El arribo de los años 1920 fue una etapa crucial en el proceso de
transformación femenina. La variabilidad en trance de las representaciones
sociales propulsaron las conversiones que se venían gestando desde años an-
teriores como parte de una tendencia de modernización. Junto a las reformas
en las directrices políticas y económicas, las ciudades crecían al ritmo de
los avances en urbanización, se aceleraban las difusiones de nuevas formas
culturales y de comunicación, se ampliaba el mercado de consumo y pro-
ducción. Y, también, fue un tiempo propicio para la obtención de derechos
civiles y para la reconfiguración del sistema de género (NEWMAN, 1990).
La Primer Guerra Mundial marcó un quiebre y contribuyó en el proceso
sociopolítico de emancipación porque permitió, entre otras cosas, que las
mujeres comenzaran a ocupar espacios que durante largo tiempo habían sido
conservados por los varones, disolviendo la convicción irrevocable que eran
inferiores o incapaces en actividades físicas e intelectuales 1. Se otorgó el
consentimiento de innovar roles de género en el mundo de las profesiones
y del trabajo extradoméstico; de acceder a los niveles de educación, a dis-
ciplinas del arte y la ciencia; de participar en organizaciones feministas y
movimientos sindicales; de hallar un aliciente para gozar de cierta autonomía
de pensamiento y actuación, sin el sustento imperativo de una figura mas-
culina 2. Evolucionaron los discursos en torno a la sexualidad y una de las
consecuencias fue la promulgación de una nueva moral sexual, dando licencia
a nuevas correspondencias con el cuerpo y a nuevas sensibilidades con el
amor, el erotismo y los tipos de relaciones. Por estas razones, no tardaría
Imagen 2: Artículos en El Gráfico. Buenos Aires, año 19, n.º 976, 25 de marzo 1938/ año
20, n.º 1032, 21 de abril 1939/ año 19, n.º 966, 14 de enero 1938.
eran admiradas socialmente y parte del éxito estaba dado por el modo en
que lucía su fisonomía.
Las imágenes presentadas reflejan, tal como reflexiona Bourdieu, lo
que se espera de ellas: que demuestren cualidades de feminidad que se
presenten sonrientes, sumisas, que gusten y seduzcan, como una forma de
complacencia respecto a las expectativas de los varones (BOURDIEU, 2000).
No puede pasarse por alto que el público de la revista era mayoritariamente
masculino, de manera que estas representaciones contribuían a estabilizar
un sistema de género de larga duración.
Aunando los principios de la cultura física y las inquietudes de opti-
mizar el estado corporal, los baños de sol comenzaron a ser cada vez más
promovidos. Esto formaba parte de una mirada médica sobre los beneficios
de la terapia de luz y la curación por su mediación (ORY, 1987). Los ante-
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12. “El vidrio aliado del sol”. El Hogar, Buenos Aires, año XXV, n.º 1013, 15 de
marzo 1929.
Con respecto a los baños de sol por vía natural, había de diferentes
tipos: baños de sol generales, parciales, simples, con sudación, a la sombra,
a media sombra y baño de sol en la arena. Para lograr el bronceamiento
progresivo era imprescindible dividir el cuerpo en zonas y realizar una ex-
posición paulatina, nada más equivocado y peligroso que pretender acaparar
en un solo día y sobre todo el cuerpo los rayos solares (Imagen 4).
Imagen 4: Artículo en El Gráfico. Buenos Aires, año 19, n.º 966, 14 enero 1938.
13. Para optimizar los baños y evitar las sombras proyectadas por el entorno, la revista
Popular Csience publicó hacia 1938 una novedad, la “Rotating Shelter Aids Sun-Bathers.”
Se trataba de una tienda de rotación para seguir los movimientos del sol con estructura de
madera y laterales de tela que se giraba por medio de un volante colocado debajo de la
cama donde se permanecía acostado. Véase Revista Popular Science Monthly, vol. 132, n.º 5,
(1938) 35. En Archive Gallery: The Weirdest Ways to Get a Tan, http://www.popsci.com/ar
chiveviewer?id=tSgDAAAAMBAJ&pg=35&query=rotating+shelter
brindar seriedad. Las mujeres lograban, al seguir los métodos, ofrecer una
imagen atractiva que exprese estándares idealizados, valores acreditados para
pertenecer y ser aceptadas (GOFFMAN, 1997), absteniéndose de acciones
incompatibles como el permanecer adheridas a un modelo corporal en el
que las marcas de quietud, improductividad y la dificultad del movimiento
en su doble acepción, movimiento como traslado físico y movimiento como
pronunciamiento (KACZAN, 2012) se esgrimían como moda altamente va-
lorada a principio de siglo.
La diversidad de propuestas para tomar los baños pone en evidencia
la trascendencia que tenían como medio de reacondicionamiento físico sin
hacerse hincapié, todavía, en el cambio de color de piel como estrategia de
distinción o hedonismo. Sin embargo, especialmente en el nivel visual de la
prensa, las muestras de feminidad tienden a ejercer esta alianza. Es oportuno
recordar que en la apariencia total del cuerpo parece estar contenido todo un
conjunto de posibilidades de las que él es su misma presencia (MERLEAU
PONTY, 2008: 49) por lo cual, las imágenes no podían sino enfatizar en
la caracterización de mujeres con cuerpos de cierta perfección, de “carnes
firmes,” piernas esbeltas y piel tostada, ese era el modelo al cual se debía
apuntar para lograr no sólo bienestar sino, también, pertenencia.
14. LUZ Y SOMBRA: “La moda al día ¡Al mar!”. Caras y Caretas, Buenos Aires,
año XXIII, n.º 1417, 28 de noviembre 1925.
15. LUZ Y SOMBRA: “Después del veraneo”. Caras y Caretas, Buenos Aires, año
XXVII, n.º 1326, 1.º de marzo 1924.
16. Sobre estas imágenes consúltese WALTON, 2008.
Imagen 5: Aviso publicitario en Ladie’s Home Journal, august 1922, p. 33, http://library.
duke.edu/digitalcollections/eaa_P0145/ Aviso publicitario en Caras y Caretas. Buenos Aires,
año XXVII, n.º 1318, 5 enero 1924/ Aviso publicitario en Harper’s Bazaar, january 1926,
New York, http://library.duke.edu/digitalcollections/adaccess_BH1407/ Aviso publicitario en
Caras y Caretas. Buenos Aires, año XXXII, n.º 1562, 26 de enero de 1929.
Imagen 6: W.K. Haselden: “Bathing modes and robes”. Daily Mirror, 24 jul 1929, http://
www.cartoons.ac.uk/record/wh4348/zoom/ Composición de la autora con Fotografía de
Enrique Palacios, 1910, en http://fotosviejasdemardelplata.blogspot.com.ar/2011/04/playa-
chica.html / Fotografía en Caras y Caretas. Buenos Aires, año XXVIII, n.º 1375, 7 febrero
1927/ Fotografía en Caras y Caretas. Buenos Aires, s/a, s/n°, febrero 1937.
17. Crema Lechuga. Caras y Caretas, Buenos Aires, año XXIX, n.º 1473, 25 de
diciembre 1926.
18. Entre las cremas para hidratar se pueden citar la Leche Sapolan Ferrini y la crema
de almendras Glenz; como bronceadores la crema Delial y el aceite de caldea Huile de Chal-
Imagen 7: Aviso publicitario en El Gráfico. Buenos Aires, año 19, n.º 964, 29 diciembre
1937/ Aviso publicitario en Harper’s Bazaar, 1935, http://library.duke.edu/digitalcollections/
adaccess_BH1420/ Aviso en Popular Science Monthly, vol. 132, n.º 5, may 1938, p. 60, http://
www.popsci.com/archive-viewer?id=tSgDAAAAMBAJ&pg=60&query=milk+spray+sun+tan+
dée creado por el diseñador Jean Patou (1927); Ardena Sun-Pruf era una crema bloqueadora
que aplicada con generosidad, prometía conservar el color natural de la piel.
19. También se cuidaban los labios con el uso de barras para evitar una apariencia
azulada, de cansancio o vejez a causa del verano.
20. Son llamadas de esa manera recordando que “la historia del mundo habría sido
otra, si la nariz de Cleopatra hubiera medido algunos milímetros más”. DE SOIZA REILLY,
Juan: “La nariz de Cleopatra”. Caras y Caretas, Buenos Aires, año XXXIII, n.º 1637, 15
febrero 1930.
21. Marie Earle —quien sería la precursora de este tipo de producto— propuso dos
tonos de aire libre: ocre para la piel blanca de uso diario y bronceado de sol para la noche
o por si tiene una piel oscura; el polvo Le Sancy, ofrecía piel natural, rachel, ocre, morocho,
rosado y chic. Idem.
22. Estos establecimientos comienzan a desarrollarse a principios del siglo XX, con
una visión más unificada del embellecimiento corporal. Entre los tratamientos ofrecidos,
se quitan las quemaduras del sol y las pecas, paños y cualquier erupción al cutis, lo que
decanta en el uso de espacios al aire libre, como puede ser la playa.
23. Los clubes también dieron lugar. Bajo el título “Rumania, Inglaterra y Norte
América”, se recopila la nota de un grupo de jóvenes pertenecientes al Club Atlético de
Mujeres en Illinois, Chicago, tomando su baño de sol diario en la terraza del edificio, con
un traje diseñado para tal fin. Era un refugio donde “la salud, la gracia y el vigor” podían
ser restaurados, razón por la cual no era fortuita la afición por el baño de sol. Cfr. Woman’s
Athletic Club [ http://www.wacchicago.com]. Caras y Caretas, Buenos Aires, año XXX, n.º
1521, 26 de noviembre 1927.
que en 1927 ofreció el Ferrocarril del Pacífico Sur entre la bahía de San
Francisco y la playa de Santa Cruz 24.
En síntesis de lo visto hasta aquí, la belleza derivada de los baños de
sol por las actividades del outdoor se volvieron una estrategia estética,
reconocida culturalmente. Pero, al mismo tiempo, comprometía signos de
distinción altamente valorados por lo que un bagaje de recursos artificiales
ayudó a lograr o mantener un semblante excéntrico. Conquistas políticas,
en las costumbres, en las disposiciones de los cuerpos y, al mismo tiempo,
éstos seguían estando en la encrucijada de su ajuste. En la agencia de las
heterogéneas y hasta curiosas intervenciones sobre el nivel epidérmico, se
incluye un proceso de cuestionamiento del cuerpo natural que marca una
tendencia a transmutar las características físicas que se suponían imperfectas,
para resaltar los atributos que convenían con una apariencia aliada del éxito
social. Quienes tenían la posibilidad de acceder a ellos quedaban redimidos
de la desventaja que promulgaba el no adherir a los cánones de moda. Esto
permite repensar que “es muy diferente valer por cualidades naturales que
hacerse valer por adherirse a un modelo y según un código constituido”
(BAUDRILLARD, 2009: 106). Concuerda con la reflexión que la atención
al cuerpo lejos está de ser una práctica de liberación femenina, termina
siendo una adherencia a ciertos mecanismos de control social (WOLF, 1991).
Una de las dificultades de orden práctico que debían enfrentar los baños
de sol y aire para generalizarse era la cuestión del vestido, como se anticipó,
la posibilidad de dorar la piel se dio sincrónicamente con un progresivo
descubrimiento del cuerpo. Los especialistas de vanguardia sugerían que no
había diferencia entre sumergirse en el agua o en el aire y, por lo tanto,
la vestimenta era perfectamente innecesaria 25. Únicamente podía admitirse
como una cuestión de pudor, el uso de las prendas sumarias, por lo que
el traje en capas de géneros pesados y rígidos del primer tipo de vestir
marítimo fue sintetizándose hacia una prenda en tejido de punto, tricot o
24. Inspirado en el sistema empleado por los esquiadores para subir montañas, el
propietario del Swiss hotel construyó un tranvía aéreo que permitía a las bañistas tomar sol
sobre una colina de césped a 250 metros de altura, en una zona de lagos. El desplazamiento
se hacía sobre una pequeña y precaria plataforma a la que se adosaba una sombrilla, único
artefacto de sostén para que la bañista tuviera de donde sujetarse. Revista Popular Science
Monthly, vol. 133, n.º 4, october 1938, p. 87. En Archive Gallery: The Weirdest Ways to
Get a Tan, http://www.popsci.com/diy/article/2011-08/archive-gallery-weirdest-ways-get-tan.
25. El Gráfico, Buenos Aires, año 19, n.º 960, 1 de enero 1937.
jersey conocida como maillot. Una estructura de malla unitaria dejaba ver
la totalidad de los brazos, el escote y las piernas hasta la altura de medio
muslo. Esto fue posible porque a los originales materiales de lana y seda
se incorporaron fibras elastoméricas para el amolde del género al cuerpo,
dando lugar a los movimientos y flexiones, sin oprimir 26. Como forma de
subrayar las prestaciones, el logo de la firma Jantzen, una de las marcas
de traje de baño más reconocidas, se diseñó a partir de una joven en gesto
de zambullirse al mar.
Los avisos, en su generalidad, mostraban diferentes morfotipos de cuerpos
modernos que invocaban vitalidad sin inhibiciones. Por un lado, para las
mujeres se elegían las líneas ligeras y estilizadas, realzando con discreción
los encantos femeninos, para los varones la sugerencia de ancha espalda y
una musculatura corpulenta como signos perceptibles de virilidad (Imagen 8).
Por otro lado, se mostraban modelos que oscilaban en la ambigüedad de las
apariencias, así como se ve en el último afiche de la Imagen 8. Varones y
mujeres de cabellos con corte a la garçonne, ambos de siluetas delgadas
y con pocas curvas juegan como adolescentes en el mar, dialogan sobre
la arena en actitudes despreocupadas, ese era el “cocktail de la juventud”.
El traje de baño de vanguardia se anunciaba con profundo escote trasero
y breteles que podían usarse derechos, cruzados o, también, bajarse para
26. Las fibras Lastex patentada por la marca americana Jantzen “que se estira en
ancho-largo” o Latextile empleada por la firma Masllorens de fabricación argentina fueron
algunas de las empleadas.
una rodilla que mira al este cuando una pantorrilla mira al oeste, una cadera
exageradamente redonda, un busto demasiado exuberante” 30 (Imagen 10).
Imagen 10: Artículo en Caras y Caretas, Buenos Aires, año XL, n.º 2004, 27 de febrero1937/
Artículo en Revista Semanal La Nación, Buenos Aires, año 11, n.º 84, 8 febrero 1931.
31. “El pasado y el presente para las mujeres porteñas”. En Almanaque de la mujer.
Buenos Aires, 1929, p. 393.
caracterizadas con una fisonomía propia del sexo opuesto, situación que
la iconografía advirtió y proyectó. Los atributos propios de los “vicios del
modernismo” despertaban la intranquilidad en los grupos devotos del pa-
triarcado y formaban una amenaza para las mujeres decentes que contribuía
con la desestabilización de un modelo nacional socialmente controlado. El
temor político a la pérdida de la “esencia de lo femenino” era tan pode-
roso que exigía la permanencia ligada a la tradición como una forma de
administrar la continuidad en las injerencias del género y en el estado de
dominio masculino. Así, los alcances de la práctica del bronceado no se
dieron de manera aleatoria sino, como parte del significado en conjunto
del cuerpo trazado por juicios de valor. En relación con esto, es factible
pensar que el aspecto que deslumbra despierta el deseo del otro, mientras
que una apariencia desvalorizada puede subsumir al sujeto a las críticas, a
la indiferencia, incluso al desprecio justificado por la exclusión (LE BRE-
TON, 2002). Y suelen atribuirse calificativos asociados con la desventaja,
la vulgaridad, la insuficiencia, opuestos a los que gozan de una apariencia
acreditada.
5.—Conclusiones
Las lecturas efectuadas han permitido verificar los vínculos entre as-
pectos tangibles de la historia cultural y las transformaciones corporales,
en particular de las mujeres. Asimismo, revelaron cómo en las formas de
la apariencia se condensaban las competencias y representaciones sociales
que los grupos compartían para cimentar sus experiencias cotidianas.
La prensa fue un lugar de debate para detectar cómo el giro estético
derivado del bronceado intervino en la modificación de ciertos indicadores
de género. En los inicios del siglo XX circulaban imágenes de mujeres
en espacios sociales mostrando un semblante blanquecino como expresión
avalada por una mirada poco complaciente con la posibilidad de gozar
de albedrío para visibilizarse, ya que recaía sobre ellas un conjunto de
regímenes dadas las concepciones de inhabilitación que se asociaban a su
posición sociopolítica. Hacia los ’20, junto con la emergente versatilidad de
los roles femeninos y la modernización de las costumbres, este semblante
se alteró a favor de una tendencia que bregaba por el exterior y convalidó
la desenvoltura corporal poco experimentada con anterioridad.
Se ha visto que las preocupaciones de la vida social hacia las primeras
décadas del siglo XX en ciudades que progresaban a ritmos vertiginosos,
contribuyeron con el desarrollo de hábitos coligadas a la naturaleza, en par-
ticular con las experiencias beneficiosas que ofrecía el ámbito costero. Como
consecuencia, se convalidó una apariencia que reflejaba estas conquistas.
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