Mensaje de Bolivar Al Congreso de Bolivia

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La soberanía del pueblo es el concepto primor-dial resguardado en este documento, pues

es la única autoridad legítima de las naciones, así lo co-mentaba el Libertador en el


penúltimo párrafo de este Discurso al Congreso Constituyente de Bolivia, firmado en Lima el
25 de mayo de 1826.

El pueblo debe tener siempre la posibilidad de redefinir su rumbo y su destino, pues es el


depositario de esa facultad. Conmovido por el honor recibido por aquel pueblo de nombrar a su
nación con su ilustre homó-nimo, Bolívar hace una profunda reflexión sobre el arte de
gobernar y la conformación de la república, es decir, de cómo organizamos el ejercicio del poder
político basados en las leyes y en la Constitución.

Se considera esencial, pues, para la felicidad del pueblo la existencia de una legislación
preclara. En esencia: un ejercicio correcto de las leyes es la vía para salir de la tensa
polarización entre anarquía y tiranía.

Si bien existen amplias diferencias sobre cómo proyectaba la ejecución de esas ideas
nuestro Libertador con respecto a las actuales realidades y desarrollos políticos, ya que se
han desarrollado numerosos movimientos populares y de empode-ramiento (claramente
hemos visto surgir nuevas formas de organización social), debemos, sin embar-go,
detenernos a revisar estos documentos, en vis-ta de que siempre habrá ideas de fondo y forma
que podremos retomar para estudiar nuestra realidad.

Es evidente que el ideario bolivariano perteneció a una época de guerra y de lucha por
las libertades más esenciales, por tanto no se deben descontex-tualizar las palabras que
encontraremos en este discurso que hoy presentamos.

Asimismo, no fue-ron redactados en un mismo momento varios de los documentos


fundamentales sobre la política de las naciones que nos legó aquel héroe inmortal, como el
Manifiesto de Cartagena de 1812, la Carta de Jamaicade 1815, el Discurso de Angostura de
1819 o el pre-sente Discurso... de 1826.

Una de esas cuestiones que puede impactarnos al leer este escrito, por ejemplo, es la
concepción del Poder Ejecutivo, ya que el presidente viene a ser un necesario “sol” que
permite un ordenamiento univer-sal. A diferencia de los principados de aquella época, este líder
iba a ser elegido “por sus méritos y no por la suerte”, pero mantenido allí hasta su muerte para
evitar las elecciones, que acarrearían los bruscos cambios que dan pie al desorden y al
desastre; ven-dría a ser entonces, parafraseando, un punto fijo de Arquímedes para poder mover
el mundo entero. En este sistema, la vicepresidencia será a quien se transmita el Poder Ejecutivo,
lo cual ayuda a tener en el cargo a alguien experimentado, ya preparado; ade-más es el presidente
mismo quien lo nombra, para así evitar las elecciones, que al parecer de Bolívar son el “azote de
las repúblicas”.

Pero no debe haber espacio para que el vicepresidente, ese “cargo hereditario”, se vea llevado por
el egoísmo y las ambiciones persona-listas, pues se encontrará “asediado” entre las leyes del
Legislativo y las órdenes del Ejecutivo. La misma Constitución lo limitará. Propone entonces que
esa misma tensión y vigilancia formen al líder. Por supuesto, esa presidencia también estaba
muy delimitada, por ello rememora los casos ex-perimentados por el Estado haitiano como
ejemplo inmediato de los peligros de caer en totalitarismos. Este presidente que propone Bolívar
dirige el ejérci-to: nombra a los “empleados” de “Hacienda” y “Paz y Guerra”, pero no
nombra a magistrados, ni a jue-ces, ni a dignidades eclesiásticas.

Nuestra América rechaza los órdenes monárquicos, advierte nuestro Libertador.

Por lo anterior, Bolívar exige una virtud y una moral para la ciudadanía, y qué decir para los
empleados de los poderes o los gobernantes. Esto a diferencia de los gobiernos
federalistas, para los cuales, a su juicio, no estaban aún preparadas las jóvenes naciones,
por lo que Bolívar declaraba que debía existir una presidencia vitalicia y una vice-
presidencia hereditaria, porque se elegiría al más puro, más noble y más sabio, tal era la
aspiración de nuestro padre, el autor de la máxima: “Moral y luces son nuestras primeras
necesidades”.Se observa en esta nueva nación un sistema más centralizado, pero amparado por
un Poder Electoral con mayor legitimidad, y que según este documento es novedoso entre los
gobiernos más liberales de la época. Es en este respecto donde, a su parecer, se acerca al
sistema federal, ya que es en esos Colegios Electorales de cada provincia donde se representan las
necesidades de las mismas y se señalan las in-fracciones de los magistrados.

En este proyecto, el Libertador propone que el pueblo sea quien elija in-cluso a sus jueces. Por
otra parte, la división de poderes y su inde-pendencia sigue siendo esencial en este
documento al igual que en otros tratados. Mucho nos recuerda a la configuración de la antigua
república romana y la democracia ateniense, pueblos que colocaron los pri-meros cimientos
sobre lo que conocemos hoy como “democracia”, “legislación”, “Estado de derecho” y
“república”. En la división general de ella consagra términos como “Senado” y “Tribunos”,
pero con sus diferencias y adaptaciones a las modernas conforma-ciones estatales. Entre esas
adaptaciones se incluye una tercera cámara en el Poder Legislativo, la cual ayudaría a resolver
las disputas de la dialéctica bina-ria, herencia a su vez de la división bicameral inglesa; pero se
debe superar, nos exhorta el Libertador, el im-pulso de las pasiones, para poder deliberar con
sere-nidad y sabiduría. Incluso observamos cómo, a pesar de estar incluido el clero en una de estas
cámaras (la de senadores), Bolívar alerta que no debe haber unión entre leyes y religión,
advirtiendo las peligros de la pasada Inquisición católica: “... en una Constitución 12no debe
prescribirse una profesión religiosa”. Del mis-mo modo, da extremada importancia a los censores,
quienes deberán velar por el celoso cumplimiento de las leyes. En todo momento es consciente de
que los empleados del Estado deben tener responsabilidad real y ser sancionados en caso
de faltar a ella, pues evitar el caos que proviene de ello es esencial en el ejercicio de la
soberanía. En definitiva, el desarrollo moral del ciudadano es fundamental (que tenga
conciencia plena) para el Padre de la Patria, pero “... la moral no se manda, ni el que manda
es maestro, ni la fuerza debe emplear-se para dar consejos”.

Siguiendo entonces los idea-les bolivarianos, incluyendo su confesión de no verse preparado


para redactar ni él mismo dicha constitu-ción y también la expresión abierta de su intención
reformadora, queda entonces diáfana la idea de que ese documento deberá transformarse según
lo dicten las pautas morales y su desarrollo. A eso nos llaman también los escritos hegelianos y
marxistas en los cuales se sustenta gran parte de nuestra filosofía crí-tica actual, nos llaman a
huir de esa cristalización del pensamiento, pues la relación entre sujeto y objeto se redefine
en el devenir. Siempre será un momento adecuado para profundizar en el ejercicio de la sobe-
ranía real, pero el llamado bolivariano lo hace hacia la estabilidad y la unidad para lograr ser
más fuertes como nación, en busca de una mayor libertad, igual-dad y seguridad, que son los
principios que deben sustentarse y garantizarse a toda costa

Con este discurso Bolívar remitió al Gran Mariscal de Ayacucho el Proyecto de Constitución
para Bolivia. Según los editores del Archivo del Libertador fue tomado “... de un impreso
coetáneo: Gaceta de Colombia, N.º 252, 13 de agosto de 1826, Suplemento. También fue
publicado en Memorias del General O’Leary, tomo 28, pp. 456-466. Esta pieza oratoria fue
redactada por Bolívar para ser leída por él en el Congreso de Bolivia, en el acto de la presen-
tación de la Constitución para la naciente nación; pero ello no fue posible, porque no contó con
la aprobación del Congreso de Co-lombia para la realización del viaje de Bolívar a Bolivia”.

Lima, 25 de mayo de 1826

Bolivar crea una Constitución para el pais que llevaba su nombre y la presenta en su discurso ante
en congreso constituyente de Bolivia, dicha Constitucion tenia como finalidad tambien fortalecer al
pueblo y estaba dividida en cuatro poderes políticos.

En el discurso tambien expresó su llamado a que terminara ese choque de tirania y anarquia,
Bolivar a su vez quería Liberacion y Victoria sobre los españoles, para que hubiese un Estado
democrático y sin la idea de una anarquía.

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