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VIAJE A TU CEREBRO

Rosa Casafont

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1.ª edición: octubre, 2014

© 2014 by Rosa Casafont


© Ediciones B, S. A., 2014
Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
www.edicionesb.com
Depósito Legal: B 21715-2014

ISBN DIGITAL: 978-84-9019-917-6

Maquetación ebook: Caurina.com

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento


jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del
copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la
distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

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Contenido

Portadilla
Créditos

Prólogo
Introducción y guía del libro
Primera Parte
Segunda Parte
Tercera parte
Cuarta Parte
Quinta Parte
Soluciones a los ejercicios de pensamiento divergente
Anexo de neurociencias
Sonda 1
Sonda 2
Sonda 3
Sonda 4
Sonda 5
Sonda 6
Sonda 7
Sonda 8
Sonda 9
Sonda 10
Sonda 11
Sonda 12
Sonda 13
Sonda 14
Sonda 15
Sonda 16
Sonda 17

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Sonda 18
Sonda 19
Sonda 20
Sonda 21
Referencias bibliográfícas y lecturas recomendadas
Diccionario de neurociencias

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Prólogo

Actualmente vivimos en un momento en que la ciencia está dando una relevancia


extrema a la comprensión de nuestro cerebro, nuestra mente y nuestra conciencia. No
deja este de ser un intento para llegar a la comprensión de ese apasionante universo
cambiante que es el «ser humano».
En épocas pasadas, la falta de conocimiento de nuestras funciones cerebrales ha
condicionado durante muchos años la distinción entre salud física y mental. El
pensamiento filosófico de Descartes marcó esa dicotomía y esa herencia ha afectado
incluso la concepción de nuestra forma actual de entender la salud.
El comportamiento humano es el producto de nuestra actividad cerebral y esta, la
consecuencia de la interacción entre nuestra genética y nuestro entorno. Esta
combinación de genética y entorno condiciona «nuestra exclusividad», así como la gran
variabilidad de comportamiento de nuestra especie, a pesar de tener características
estructurales comunes.
Hoy sabemos que la neurociencia puede ayudarnos a desvelar muchos de los enigmas
planteados sobre las funciones cerebrales superiores, como nuestros miedos, nuestros
pensamientos y nuestro estado de ánimo.
El término «neurociencia» ha sido definido muy recientemente por la Society for
Neuroscience fundada en 1970, pero el estudio del cerebro ha sido un reto presente
desde el inicio de nuestra historia. Hace más de 7.000 años ya se usaban trepanaciones
con la finalidad de curar. A través de las escrituras de los médicos del antiguo Egipto
sabemos que, 5.000 años atrás, se conocían los síntomas de la lesión cerebral. En aquel
momento, sin embargo, se pensaba que el alma y los recuerdos se guardaban en el
corazón y no en el cerebro. No fue hasta llegar a Hipócrates (460-379 a.C.), considerado
el padre de la medicina occidental en la antigua Grecia, que se atribuyó al cerebro nuestra
inteligencia y nuestra capacidad de sentir.
Dando un gran salto en el tiempo, a finales del siglo xviii el cerebro fue descrito por
completo de forma macroscópica y en el año 1900 se reconoció la neurona como la
unidad funcional básica del sistema nervioso.
Podría hacerse una revisión detallada de cada uno de los científicos y filósofos que
han marcado la historia y han sido claves en el avance del saber. No es el objetivo de
este trabajo, pero sí me es grato, y creo que además resulta interesante, hacer referencia
a algunos de ellos, dado que de su pensamiento y estudio puede desprenderse un

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conocimiento que facilitará la comprensión de lo que pretende ser este libro.
El primer personaje emblemático es Aristóteles (384-322 a.C.), quien hace 2.300
años aproximadamente atribuyó al cerebro nuestro temperamento racional. Sostuvo que
un pensamiento genera una acción; que esa acción nos lleva a un comportamiento; que
este comportamiento repetido nos crea un hábito y que de ahí se desprende nuestro
carácter y, por tanto, nuestro destino. A través de esta profunda reflexión, el filósofo
griego definió, ni más ni menos, la capacidad que tenemos para el aprendizaje.
Ahora sabemos que podemos realizar este proceso y rectificarlo; aprender y
desaprender, que no es más que volver a aprender con una orientación diferente; y
sabemos que podemos llevarlo a cabo gracias a la capacidad plástica de nuestro cerebro.
En el siglo xvii Spinoza abordó la naturaleza de las emociones y los sentimientos, y la
relación entre el cuerpo y la mente. El gran pensador nos dice que solo podemos
combatir una emoción negativa con una emoción positiva más intensa, producida a través
del razonamiento y del esfuerzo intelectual. Una emoción «inducida por la razón», no
únicamente por la razón pura. Me parece apasionante reconocer en su pensamiento lo
que en la actualidad neurocientíficos de primer nivel como António Damásio, entre otros,
ratifican y que no deja de ser la base de nuestra capacidad para el cambio hacia
pensamientos, sentimientos y comportamientos más adaptativos. Damásio, nacido en
Lisboa en 1944, profesor de neurociencia, de neurología y psicología en la Universidad
del Sur de California, y profesor adjunto en la Universidad de Iowa, ha dedicado su vida
profesional al estudio de las bases neurobiológicas del comportamiento humano y al
estudio de las emociones y los sentimientos. Parte de su trabajo ha llegado al gran
público a través de sus conocidas publicaciones La sensación de lo que ocurre, El error
de Descartes y En busca de Spinoza.
En el momento actual cabe destacar al doctor Erik Richard Kandel, neurocientífico
nacido en Viena en 1929, psiquiatra y neurofisiólogo conocido y valorado por su labor,
premio Nobel de Medicina en 2000 por sus trabajos sobre la plasticidad cerebral. En
1998 sostuvo que la psicoterapia produce cambios estructurales, moleculares y genéticos
en el cerebro. Apoyado posteriormente por otros autores1 que han concluido que el
tratamiento psicológico en pacientes deprimidos ha demostrado eficacia y especificidad
con resultados superiores a los grupos de pacientes que solo realizaron tratamiento
farmacológico.
Rodolfo Llinás Riascos, neurofisiólogo nacido en Colombia en 1934, catedrático de
neurociencia en la Universidad de Nueva York, conocido por sus trabajos sobre el
cerebelo y sus estudios sobre la relación entre la actividad cerebral y conciencia, sostiene:
«El cerebro es una entidad muy diferente de las del resto del universo. Somos

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básicamente máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real.»
Interesante! ¿No creéis? Asocio esta afirmación de Llinás a una frase, que resume lo
que Pascual-Leone opina sobre la capacidad creativa que tiene nuestro cerebro: «El
hombre cree que tiene que ver para creer, y el cerebro tiene que crear para poder ver.»
Y para finalizar esta revisión, si nos acercamos a nuestro país podemos mencionar a
dos científicos más. Del primero, Ignacio Morgado Bernal, uno de los psicobiólogos más
reconocidos, catedrático de psicobiología en el Instituto de Neurociencia de la
Universidad Autónoma de Barcelona, recojo una afirmación que me parece muy
apropiada para este trabajo: «Las personas normales no pueden vaciar su mente de
sentimientos pero pueden esforzarse para que estos sentimientos sean mayoritariamente
positivos y útiles.»
El segundo, el doctor Álvaro Pascual-Leone, nacido en Valencia en 1961, es profesor
de neurología de la Escuela Médica de Harvard y director asociado del Centro de
Investigación Clínico General en Boston. Pascual-Leone afirma que puede trabajarse la
plasticidad cerebral a través de tres procedimientos:

1. La estimulación electromagnética transcraneal.


2. La administración de fármacos.
3. Un trabajo cognitivo, orientando nuestra atención.

Llegados a este punto, y a partir de él, centraremos nuestra atención precisamente en


este tercer proceder: «Hacer un trabajo cognitivo, orientando nuestra atención.» Este
será el procedimiento que utilizaremos aquí para incidir en nuestra plasticidad cerebral. A
través de ser conscientes de dónde centramos nuestra «atención» tendremos la
posibilidad de «dirigir» nuestra transformación, «influir» de forma más favorable en
nuestro entorno, y tener la «satisfacción» de comprobar que el hecho de entender el
presente como oportunidad, ayuda a determinar el futuro que anhelamos.

1 Fava, G. A. y col. (1998), Gloaguen y col. (1998); Paykel, E. S. y col. (1999);


Chambless et al. (2001); De Rubeis y col. (2005); Hollon y col. (2005); Paykel, E. S. y
col. (2005); Butler y col. (2006).

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Introducción y guía del libro

Hace unos años, cambié mi orientación profesional, hasta entonces dedicada a la


práctica médica asistencial y posteriormente a la gestión de equipos interdisciplinarios
destinados a la prevención, y dediqué mi tiempo y esfuerzo a formarme en lo que para
mí representaba, y sigue representando, un «reto de vida»: el campo de las neurociencias
y de la neurobiología del comportamiento.
Desde entonces, y a medida que mi formación como médico se ha ido enriqueciendo
con esta disciplina, he plasmado este conocimiento en un método práctico y de fácil
comprensión, dirigido a obtener una mejor calidad de vida. La finalidad es ponerlo a
disposición de los profesionales, los pacientes y los lectores que crean tanto como yo en
nuestra gran capacidad de cambio y aprendizaje.
He denominado este método como «Método Thabit». ¿Por qué Thabit? Thabit ibn
Qurra (Harran, 836-Bagdad, 901) fue un médico de gran fama que escribió diversos
tratados, entre otros la antología Tesoro de la medicina. El sabio árabe también se dedicó
a la astronomía y a las matemáticas, reformó el sistema de Ptolomeo, y tradujo y
comentó algunos tratados de Arquímedes, Euclides y Apolonio de Pérgamo. En
astronomía, se ocupó en especial del fenómeno de los equinoccios y descubrió una
estrella en la constelación de Orión que desde entonces lleva su nombre, Thabit. A la
estrella Thabit se la distingue como «la que resiste».
La preciosa constelación de Orión, visible durante los meses de noviembre a abril en
ambos hemisferios, es una de las joyas de nuestro cielo, por la cantidad de estrellas
brillantes que en ella existen y por su simbología.
Ya los egipcios vieron en ella al dios Osiris sosteniendo en sus manos a la estrella
Aldebarán.
La estrella Thabit, perteneciente a una preciosa constelación, unida a la facultad de
resistencia y a la figura de un médico, me pareció una asociación simbólica preciosa para
mi condición de profesional dedicada a la salud, con determinación, y fomentando la
creatividad en ese maravilloso universo estelar representado en nuestro cerebro.
El Método Thabit pretende utilizar nuestra capacidad plástica cerebral orientada hacia
un cambio cognitivo, emocional y de comportamiento más adaptativo. Por tanto, es
fundamental empezar por conocernos. Conocernos desde un punto de vista anatómico-
estructural y neurobiológico, conocer nuestro estilo de pensamiento y nuestro estilo de
afrontamiento emocional. A partir de ese autoconocimiento será más fácil aprender a

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orientarnos hacia el cambio o hacia el refuerzo, y descubrir herramientas que nos faciliten
nuestra toma de decisiones para relacionarnos y comportarnos de forma más satisfactoria
y saludable.
Se ha descrito nuestro cerebro como la estructura más compleja que existe en el
universo. Como consecuencia de la gran complejidad que supone la investigación del
cerebro, la neurociencia actual ha utilizado el llamado «enfoque reduccionista». La
pretensión de este enfoque es realizar un estudio «de las partes» en lugar de hacer un
estudio del todo. Para ello se han descrito niveles de complejidad creciente, desde el
estudio de las moléculas implicadas en nuestra estructura cerebral, como nivel más
elemental, hasta el estudio de nuestras funciones cognitivas, como nivel más complejo; y
entre esos niveles, el estudio de las células, de los sistemas, y el estudio de la conducta.
Si bien en el proceso de «trans-formación» que realizaremos juntos no vamos a seguir
esta estructuración, es interesante hacer una somera descripción de estos niveles de
estudio.
La neurociencia molecular se encarga del estudio al nivel más elemental. El cerebro
contiene gran variedad de moléculas, algunas de las cuales son exclusivas de nuestro
sistema nervioso y otras no. Hay determinadas moléculas durante el desarrollo que
conducen el crecimiento de los axones,* para que estos detecten las rutas correctas y su
destino o dianas finales. Este proceso está determinado en gran parte por nuestro
programa genético.
Hay ciertas moléculas que permiten la comunicación entre neuronas, otras que
controlan la entrada y salida de material de la neurona, y otras que almacenan la
información en forma de memoria.
Todas estas moléculas desempeñan papeles diferentes e imprescindibles para nuestra
función cerebral. Más adelante, en la primera parte del libro, describiremos alguna de
estas moléculas fundamentales y podrás acceder a una ampliación en el Anexo de
neurociencias, donde estudiaremos nuestro universo cerebral en muchos otros aspectos.
La neurociencia celular estudia los diferentes tipos celulares que configuran nuestro
sistema nervioso, cómo se comunican las células entre sí y cómo funcionan. En nuestro
universo cerebral hay gran cantidad de neuronas conectadas en complejos circuitos, los
cuales poseen funciones comunes y configuran sistemas especializados. Hay circuitos
configurados para analizar la información sensitiva que recibimos al percibir el mundo,
para tomar decisiones o para ejecutar movimientos voluntarios e involuntarios. De su
estudio se encarga la neurociencia de sistemas. Estos sistemas se integran y esta
integración es estudiada por la neurociencia conductual.
Nuestra conducta, por ejemplo, es una integración de funciones en la que interviene

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más de un sistema. En este nivel se estudia además cómo contribuyen determinados
sistemas a la regulación de nuestro estado emocional, o de nuestra conducta en el estado
sueño/vigilia, de la conducta alimentaria, sexual, o de nuestra memoria...
El gran reto actual es la llamada neurociencia cognitiva, que estudia los mecanismos
biológicos que se producen en nuestros procesos mentales y sus manifestaciones
conductuales. El estudio de la actividad mental humana abarca la conciencia, el
autoconocimiento, las neuronas espejo relacionadas con nuestra capacidad empática, la
atención, el lenguaje, la toma de decisiones, la memoria, o la relación mente-cerebro. Son
todos aspectos de nuestro «ser», en los que se va avanzando pero que actualmente
constituyen aún un fascinante enigma.
Esta breve descripción de las características y enfoques actuales del estudio que
realiza la neurociencia nos proporciona una orientación inicial para poder pasar a la
primera parte de nuestro recorrido: «Las bases estructurales y funcionales de nuestro
cerebro.» En ella iremos conociendo los elementos que nos constituyen y nos hacen
exclusivos, y haremos una revisión somera del universo cerebral desde sus orígenes, sus
componentes fundamentales y su funcionamiento. Los apartados «Saber más» nos
permitirán profundizar y avanzar gradualmente hacia la comprensión de nuestra esencia.
Si tienes la inquietud y la curiosidad de hacer una inmersión más profunda, podrás
lanzar sondas espaciales para acceder al Anexo de neurociencias del final del libro, que
pretende facilitar la entrada en un mundo desconocido para el público general. He
intentado que su comprensión llegue al lector manteniendo su rigor técnico. Acceder a
este anexo no es imprescindible para poder disfrutar de tu trans-formación a través del
Método Thabit.
En la segunda parte, «Nuestra base fundamental, los cimientos», descubriremos que
como seres humanos poseemos una mente, una conciencia y una herramienta fantástica,
nuestra atención; reflexionaremos sobre qué supone pensar, la importancia de «nuestra
voz interior» y sus consecuencias neurobiológicas. Vamos a descubrir juntos una
selección de procedimientos para realizar una reestructuración de nuestro pensar y nos
adentraremos poco a poco en nuestra capacidad de aprender, memorizar y cambiar
hábitos. Veremos si nos sale a cuenta ser creativos y viajaremos a través de nuestros
sentidos de nuevo hacia nuestro universo cerebral.
En la tercera parte pasaremos «De “los cimientos” a la “planta principal”».
Hablaremos de nuestras emociones y sentimientos. Descubriremos que nuestro
sentimiento «es una brújula» de percepción de comunicación y de acción, y
observaremos cómo integramos cognición, emoción y razón. También aquí podremos
«saber más» si nos apetece profundizar.

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En la cuarta parte, «De la planta principal al salón de baile», vamos a observarnos en
nuestra faceta social, y aquí utilizaremos metáforas para anclar más afectiva y
efectivamente nuestra memoria. Asimismo, repasaremos las cualidades de nuestra
comunicación y nuestro comportamiento.
En la quinta parte «Pasamos a ser prácticos». Como cualquier programa de gestión,
vamos a estructurar un programa de gestión de vida. Vamos a observar la oportunidad
que representa el uso de nuestro córtex prefrontal, nuestro «director de orquesta» en ese
concierto estelar.
Veremos la presentación de herramientas que han ido apareciendo en el camino que
hemos andado juntos. Herramientas prácticas, aplicables y organizadas en los tres
campos que configuran nuestra vivencia: el pensamiento, el sentimiento y el
comportamiento. ¡Para ayudarnos aún más y que no tengamos que esforzarnos!
Esforzarnos cansa, ¿verdad? Vamos a describir «un juego», para integrar en nuestra
vida diaria las herramientas seleccionadas. Podremos incluso hacer participar de él a
nuestras parejas, hijos o compañeros.
Veremos aquí también una selección de ejercicios y de relatos que nos facilitarán la
tarea de centrar la atención. Saber si realmente soy consciente de mis prioridades, si
tomo conciencia de mi sentir, y ver la oportunidad que representa en mi presente. Me
ayudará a ver si soy capaz de poner la atención utilizando el pensamiento divergente, de
centrar la atención en mi bienestar o en un objetivo común, compartido, en el caso de
estar estableciendo una relación interpersonal.
Para terminar, veremos ¡la atención solo centrada en dos focos! No vamos a
descubrir aún qué significa esto, hasta no haber recorrido nuestro camino juntos, ¿de
acuerdo?
A pie de página encontrarás notas y referencias ampliadas. Al final del libro verás una
relación de referencias bibliográficas y lecturas de interés, así como un diccionario
seleccionado con conceptos y terminología médica sobre los términos señalizados
mediante (*) para facilitar la comprensión.
Espero que disfrutes conmigo de este trayecto y que influya además en esa trans-
formación favorable que espero desees para ti.

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Primera Parte

Empezar por conocer las bases estructurales y funcionales de nuestro cerebro, como
hemos comentado, conocer qué nos configura y cómo esa configuración determina
nuestras acciones, nuestras reacciones; conocer cómo en ese proceso nos emocionamos,
sentimos, enfermamos, favorecemos nuestra salud o tomamos unas u otras decisiones
que determinan en gran parte nuestra vida, es fundamental para llegar a dirigir nuestras
vivencias y gestionar de forma afectiva y efectiva nuestro mundo emocional.
Identificarnos es el primer paso para poder acceder al cambio o al refuerzo, y por esta
razón considero importante empezar por ese autoconocimiento.
Nuestra forma de ser está condicionada por nuestra genética, pero hoy en día también
sabemos que nuestro entorno tiene una gran influencia en nuestra transformación.
Poseemos una gran capacidad innata que vamos modificando a lo largo de nuestra vida,
y formando parte de esa capacidad, tenemos una gran capacidad plástica cerebral. De
este concepto hablaremos lo suficiente como para comprender que podemos aprovechar
nuestra plasticidad cerebral dirigida al cambio cognitivo, emocional y de comportamiento.
Una vez hecha esta puntualización empezaremos por conocer nuestras bases
fundamentales.

Las bases estructurales y funcionales de nuestro cerebro


1. El cerebro evolutivo
Vamos a empezar viendo qué ha pasado con el cerebro en nuestro planeta desde el
punto de vista evolutivo. Es interesante tener en cuenta esta evolución porque nos
ayudará a comprender que nuestra capacidad como seres humanos representa una gran
oportunidad para afrontar y gestionar nuestras vivencias, tanto las favorables como las
desfavorables.
No vamos a retroceder más allá de los primeros vertebrados que poblaron nuestra
tierra. En aquel período, los primeros vertebrados poseían un cerebro primario, llamado
también «cerebro reptil». Un cerebro complejo, ya que les permitía mantener las
funciones vitales básicas: respirar, dormir y buscar alimento ante la sensación de hambre
entre otras funciones (Fig. 1.1). Un cerebro importantísimo y vital, dado que su lesión es
incompatible con la vida.

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A medida que evolucionó nuestro planeta y aparecieron los primeros mamíferos, se
incorporaron a ese primer «cerebro reptil» unas estructuras con funciones emocionales y
quedó configurado el «cerebro mamífero». Los dinosaurios ya tenían emociones
primarias; quizá por ello fueron capaces de sobrevivir durante tantos años en nuestro
planeta.
En ese cerebro emocional correspondiente al cerebro mamífero, vamos a observar
inicialmente dos de sus estructuras con gran interés: el hipocampo y la amígdala o núcleo
amigdalino. La amígdala se responsabilizaba de imprimir la emoción de su vivencia y el
hipocampo, de mantener en la memoria de nuestro personaje aquello que su cerebro
consideraba relevante para su supervivencia, ya fuera positivo o negativo (Fig. 1.2).
Más adelante, al aparecer en nuestro planeta el ser humano, con él quedó configurado
un cerebro con neocorteza y en ella el córtex prefrontal, situado detrás de nuestra frente:
«el director de orquesta» del cerebro. En esos momentos ya disponíamos de un cerebro
para nuestras funciones básicas, de un cerebro emocional y otro pensante, capaz este
último de planificar y prever. Disponíamos de tres cerebros evolutivos e interconectados
(Fig. 1.3).
Pero, ¡cuidado!, la función de nuestro cerebro emocional ha sido proteger nuestra
supervivencia y durante años y años, a lo largo de la evolución, se ha entrenado
maravillosamente consiguiendo una gran velocidad de respuesta ante los estímulos. De tal
forma que su eficiencia se debe a su gran velocidad de respuesta frente a una amenaza.
Respuesta que además de rápida es automática.

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La corteza cerebral, sin embargo, no responde a la misma velocidad, es más lenta.
Para expresarlo metafóricamente podríamos decir que «la información de córtex a
cerebro emocional se canaliza por carreteras generales y de cerebro emocional a corteza,
por autopistas».
Nuestro cerebro emocional ha tenido siempre la capacidad de marcar la prioridad en
ser atendido. ¿Qué significa esto para nosotros? Significa, ni más ni menos, que ¡nuestra
emoción dirige de entrada, siempre, nuestra atención! Pero recordemos que poseemos
nuestra corteza prefrontal, «el director de orquesta», y que a través de ella somos
capaces de redirigir conscientemente nuestra atención. Puede costarnos, pero somos
capaces de hacerlo.
La evolución del cerebro humano no acaba aquí, como podemos suponer. Su
maduración no se completa en la vida intrauterina. Si reflexionamos sobre ello, nos

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daremos cuenta de que al nacer tenemos todas estas estructuras, pero nuestro cerebro
sigue evolucionando día a día y sus estructuras maduran: van creando conexiones y van
haciéndose cada día más hábiles. Ya en las primeras etapas de nuestra vida pensamos
pero no somos conscientes de ello; sentimos pero tampoco somos conscientes de ello. A
medida que crecemos nos hacemos conscientes de que pensamos y sentimos, y
aprendemos a reconocer que los demás también piensan y sienten. Adquirimos
autoconciencia y posteriormente desarrollamos nuestras competencias emocionales y
sociales y, con ellas, nuestra comunicación.

Para que de niños nos desarrollemos bien, no basta con una alimentación equilibrada
y un sueño reparador, requerimos de un entorno psicológico saludable a fin de que
nuestro cuerpo y nuestro cerebro maduren correctamente. Tenemos necesidades
psíquicas, emocionales y físicas que deben ser satisfechas; de lo contrario, crecemos con
retraso psicomotor y con alteraciones en nuestro comportamiento. (1) (2) Nuestras redes
neuronales se van depurando a medida que crecemos y la eliminación de ciertas
conexiones entre esas neuronas da origen a que otras redes sean más robustas para poder
conducir información de forma privilegiada. La «poda» de esas redes requiere de
estímulos sensoriales, cognitivos y afectivos.2
A lo largo del primer año de vida el cerebro se va desarrollando de forma regulada. En
la corteza cerebral las neuronas crecen y se ramifican, formándose gran cantidad de
sinapsis* (conexiones), hasta alcanzar un máximo, alrededor de los ocho meses de vida,
en el córtex visual y un poco más tarde en el córtex frontal. A partir de ahí se inicia una
fase de eliminación sináptica de las uniones no utilizadas. En esta especialización de
nuestro cableado cerebral influye nuestra nutrición, nuestras vivencias afectivas… En
definitiva, todos los estímulos que recibimos del entorno.
Siendo bebés detectamos las emociones expresadas por el rostro humano; hasta los
seis meses de vida aproximadamente, somos capaces de distinguir las diferencias
fonéticas de cualquier lengua, y a partir de los seis meses perdemos esa capacidad
general para hacerla específica de los fonemas usados en la lengua que se utiliza en
nuestro entorno. El sentido del tacto es fundamental también para nuestra sana
evolución, tanto la recepción pasiva como la activa. Se ha comprobado en estudios
realizados con animales y con humanos, que las caricias y los masajes que recibimos de
bebés reducen nuestras hormonas del estrés y ayudan a nuestro desarrollo global. En
cambio, el tacto activo que realizamos más tarde, o sea, la percepción táctil de nuestro
entorno a través de las manos, la boca o los pies, nos hace posible elaborar una
representación interna de los objetos, de la composición y de las propiedades materiales y
espaciales que no podemos captar solo con la vista. Ese espíritu explorador colabora en

16
esa constante acumulación de información que irá permitiendo nuestro sano crecimiento
y desarrollo.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre nuestro origen

Vamos a profundizar un poco en nuestra estructura cerebral. No iremos de nuevo a


nuestros orígenes en la evolución, sino a nuestro origen embriológico en el lecho
materno.
El proceso de «maduración» que se inicia desde la fecundación del óvulo hasta el
segundo año de vida posnatal se denomina «ontogénesis» y es clave para la
organización del sistema nervioso central (SNC).* Todos los seres vivos, y entre
ellos el ser humano, necesitamos de un proceso ontogénico para alcanzar nuestro
fenotipo (las características visibles que surgen durante el desarrollo). Nuestros
genes son los instructores iniciales de este proceso de maduración, ya que definen
nuestras células, tejidos, órganos y sistemas, así como su regulación central.
Las células nerviosas primitivas (embrionarias) precursoras de las neuronas3 saben
qué dirección deben tomar para alcanzar su lugar preciso, donde con otros
elementos celulares van a formar parte de un determinado núcleo con una función
determinada. Este proceso, progresivamente va a organizar nuestro sistema
nervioso hasta conseguir el grado máximo de integración o autoconciencia.
Unos diecisiete días después de la fecundación, el cerebro humano se limita a una
capa de células que va a originar, aproximadamente a las tres semanas, el llamado
tubo neural4 que dará lugar al SNC* (sistema nervioso central) y a la cresta neural,
origen del SNP* (sistema nervioso periférico).

Para ampliar el desarrollo embrionario, puedes acceder al Anexo de neurociencias


Sonda 1.
En el caso de que no quieras sondear a mayor profundidad, sigue con el apartado 2.

Retirada de Sonda 1.

2. Nuestros hemisferios cerebrales


Vamos a realizar una diferenciación de algunas características a través del cuadro
siguiente.

17
Si observamos nuestro cerebro humano externamente, descubrimos que su estructura
posee dos hemisferios cerebrales, el hemisferio izquierdo y el derecho, comunicados por
grandes haces de fibras. Aunque la mayoría de funciones estén representadas en ambos,
se han descrito también características diferenciales entre ellos.
Nos limitamos aquí, de momento, a observar los grandes rasgos de diferenciación
para que conceptualmente podamos identificar qué queremos decir cuando hablamos de
dominancia hemisférica.

Nuestro cerebro izquierdo se ha descrito como el cerebro dominante en la mayoría de


la población. Eso obedece, entre otras razones, a que la mayoría de las personas es

18
«diestra» en función motora.5 Pero sabemos que nuestro cerebro tiene muchísimas
funciones más aparte de nuestra motricidad.
Si reflejamos las características mencionadas en un dibujo como el de la Fig. 1.4,
acaba aclarándose aún más esta diferenciación.

Recientemente se han descrito diferencias de respuesta hemisférica en función del


sexo. Se ha observado que la mujer, en general, es más analítica y el hombre es más
superficial. Hay diferencias entre ellos en la expresión de las emociones de tristeza y
alegría, ya que esa capacidad es más importante en la mujer. También en ella hay mayor
capacidad de memoria emocional ante situaciones impactantes vividas. Si observamos la
participación de estructuras cerebrales concretas, si bien el hombre activa esas
estructuras y reacciona ante los impactos negativos y ante situaciones de amenaza, en la
mujer hay una activación más importante de una zona de la corteza relacionada con las
emociones (la corteza cingular) y de la amígdala, y una reacción consecuentemente más
intensa.
Se han descrito también diferencias en las conexiones que establecen estas estructuras
emocionales. Si bien la amígdala derecha en el hombre tiene más conexiones con el
córtex prefrontal, «nuestro director de orquesta», la amígdala derecha de la mujer tiene
menos; en cambio la amígdala izquierda del hombre posee menos conexiones con el resto
de estructuras cerebrales y la amígdala izquierda de la mujer está más conectada.
En nuestra corteza prefrontal existen diferentes áreas especializadas; una de ellas está
relacionada con el control racional de las emociones, con la conducta social y con la
capacidad de inteligencia emocional. Esta área de la corteza prefrontal se denomina
«ventromedial». En el hombre resulta estar más implicada la del hemisferio derecho y en
la mujer la del hemisferio izquierdo.
Más adelante, al hablar de creatividad, veremos cómo nuestros hemisferios se

19
responsabilizan de forma diferente ante el pensamiento creativo y el pensamiento
analítico.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre la especialización de nuestros hemisferios

Los estudios de Roger Sperry y Michael Gazzaniga en el Instituto de Tecnología de


California provocaron un gran impacto, de forma que Sperry consiguió el Nobel de
Medicina en 1981. A pacientes que presentaban una epilepsia grave se les practicó
una sección del cuerpo calloso (la estructura que comunica ambos hemisferios); en
consecuencia los hemisferios quedaron desconectados. Estos pacientes fueron
sometidos a una serie de experimentos que demostraron que los hemisferios
cerebrales no procesan de igual forma determinadas informaciones, sino que se
reparten algunas tareas. Se comprobó que así como el cerebro izquierdo se encarga
de aspectos generales de la comunicación verbal y procesa lo escrito y lo oído, el
cerebro derecho se encarga de la comunicación no verbal, procesando imágenes,
melodías, rostros, informaciones espaciales y la posición del cuerpo.
Según la opinión de la mayoría de neurólogos que han estudiado la diferenciación
hemisférica, las lesiones en el hemisferio izquierdo provocan problemas en el habla;
en cambio, si el lesionado es el hemisferio derecho, el habla queda casi intacta, pero
el paciente pierde el esquema corporal, su orientación espacial y se deteriora su
capacidad creativa en ámbitos diversos como la música, la poesía, el sentido
estético, etc. Ante un texto literario o una poesía, el hemisferio izquierdo analiza la
secuencia de las letras y la estructura de las frases, para deducir un sentido y captar
el contenido; mientras que el hemisferio derecho analiza el texto o la poesía
integrando las informaciones en ideas y representaciones que nos permiten formar
imágenes y darles un significado metafórico.
En consecuencia, se ha adjudicado el afán experimentador, la disposición a asumir
riesgos, la flexibilidad mental, el sentido artístico y el pensamiento metafórico a
nuestro hemisferio derecho. Varios autores han planteado la posibilidad de que
nuestro sistema educativo —que potencia el pensamiento lógico dirigido a la
resolución concreta— puede haber influido en la dominancia del hemisferio
izquierdo sobre el derecho, condicionando una inhibición de otras capacidades.6

Saber más De la estructura y función de nuestros hemisferios

20
La neocorteza consta de cuatro grandes lóbulos en cada hemisferio: el frontal, el
temporal, el parietal y el occipital. Ahora bien, desde el punto de vista funcional se
distinguen en ellos: las áreas motoras, las sensitivas y las áreas de asociación.
Hasta ahora hemos hablado de nuestros hemisferios cerebrales sin entrar en la
observación de las áreas que los estructuran. En la Fig. 1.5 podemos descubrir esas
extensas áreas y su distribución en nuestros hemisferios cerebrales.
Observemos que se agrupan en tres categorías funcionales:

1. Áreas motoras
Dirigen los movimientos voluntarios de nuestra musculatura (área premotora, área 4
y área motora suplementaria). Están situadas en el lóbulo frontal.

2. Áreas sensoriales
Son las que procesan las percepciones que canalizamos a través de los órganos de
los sentidos.
– sensorial somática: llamada corteza somatosensorial primaria, situada en el lóbulo
parietal.
– sensoriales auditivas: situadas en el lóbulo temporal superior.
– sensoriales gustativas: situadas en la parte inferior del lóbulo parietal y en la ínsula
(no se ve en la figura, porque queda bajo esta parte de la corteza).
– sensoriales visuales: situadas en el lóbulo occipital.

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– sensorial del bulbo olfatorio: se observa bajo el córtex prefrontal.

3. Áreas de asociación
Son áreas no directamente relacionadas con el procesamiento de información
primaria sensorial o motora. Son polisensoriales y polifuncionales.
Las cortezas de asociación reciben e integran la información desde fuentes distintas
y pueden influir en una amplia gama de comportamientos. Reciben información
desde áreas de la corteza sensitiva, desde áreas motoras, desde el tálamo (que es la
puerta de entrada al cerebro de la información sensorial) y desde el tronco
encefálico (este ya existía en el cerebro primario o reptiliano).
La actividad que se produce en estas áreas es la actividad consciente; parte de los
cuatro lóbulos tienen córtex asociativo, tal como puede observarse en la Fig. 1.5.
En el siguiente esquema aparecen las funciones que realizan nuestras cortezas de
asociación

22
Los estudios realizados indican, globalmente, que la corteza prefrontal es esencial
para planificar las respuestas conductuales apropiadas y para la integración de emoción y
razón. La de asociación parietal atiende los estímulos complejos del medio interno y
externo, participa en la atención, la conciencia del cuerpo y de los estímulos que este
recibe. Y la corteza de asociación temporal es fundamental para identificar esos
estímulos, e identificar la información sensitiva de procesamiento superior.
En la Fig. 1.6 pueden verse representadas esas funciones.

23
En conjunto, estas capacidades son las que hacen posible nuestras funciones
cognitivas.
Una diferencia importante entre estas cortezas de asociación y el resto de la
neocorteza es que las informaciones que llegan a las cortezas de asociación ya
vienen procesadas desde diferentes áreas de la corteza cerebral.

3. Todo un universo
Antes de entrar en el mundo microscópico de nuestro universo cerebral,
empezaremos por ver la relación que existe entre su estructura y su función.

3.1 Ese pequeño gran mundo: la neurona


Como ya sabemos, se denomina neurona a la célula nerviosa completa, lo que incluye
el cuerpo y las prolongaciones o neuritas (dendritas* y axón*). La neurona es la unidad
morfológica funcional de nuestro sistema nervioso. Antes de revisar su clasificación
vamos a fijarnos en su estructura, que explica por qué me ha parecido oportuno definirla
como «ese pequeño gran mundo» (Fig. 1.7). Su medida aproximada es de unos 20
micrómetros (µm) y su grandeza la vamos a ver a continuación; de momento señalamos
que:

¡En nuestro cerebro adulto existen aproximadamente 100.000 millones de neuronas!

Su contenido está separado del exterior por la membrana neuronal, que le confiere
una forma tridimensional característica. Podría compararse con una «estrella
tridimensional» gracias a su esqueleto (parte de ese esqueleto son los microtúbulos que
pueden verse a nivel del cono axónico, en la figura).
La membrana neuronal posee una estructura proteica; de las proteínas que la forman
(diferentes de las que configuran las dendritas* o el axón*), unas bombean sustancias del
interior al exterior y otras crean poros que regulan la entrada de sustancias hacia el
interior.
Una neurona típica con todas sus dendritas tiene una superficie de membrana de
250.000 µm² y por tanto si hacemos un cálculo veremos que los 100.000 millones de
neuronas representan una superficie de unos 25.000 m². Aproximadamente, el área que
abarcan unos cuatro campos de fútbol.
No te lo podías ni imaginar ¿verdad?
Vamos a empezar por recorrer su cuerpo, llamado también soma. En su interior hay
un líquido acuoso llamado «citosol», una solución salina rica en potasio que contiene una

24
serie de organelas con funciones complementarias para poder llevar a cabo su
extraordinaria función. Todo su contenido, a excepción del núcleo, se conoce como
citoplasma. Las organelas de la neurona también son comunes en todas las células del
organismo. Pueden verse algunas de ellas en la Fig. 1.7.

El núcleo se localiza en su centro y está separado del citoplasma por una membrana
nuclear que tiene una doble capa y unos poros. En su interior están los 46 cromosomas.
Estos cromosomas contienen el material genético, el ADN.* Cada uno de los
cromosomas tiene una doble cadena de ADN. El ADN de cada neurona es idéntico y
también idéntico al de cada célula de nuestro cuerpo.
Las organelas del citoplasma se coordinan en su función para que ese pequeño gran
mundo que es la neurona pueda comunicar a través del axón y recibir información de sus
semejantes a través de sus dendritas. Como unidad funcional productiva requiere energía
que le es suministrada por la actividad que se produce en sus mitocondrias. A través de
ellas la neurona respira.

25
Todas esas estructuras nombradas en el soma existen en todas las células de nuestro
organismo, en cambio el axón es exclusivo de las neuronas.
El axón se inicia en el cono axónico (ver Fig. 1.7). Es una estructura especializada en
la transmisión de información de una neurona a otra. Su diámetro determina en parte la
velocidad de transmisión de la información. A más diámetro más rapidez de transmisión.
El axón está recubierto de una vaina membranosa de mielina,* que lo envuelve en forma
de espiral y que es interrumpida periódicamente, quedando el axón al descubierto en
unos espacios denominados «nódulos de Ranvier». La mielina también aumenta la
velocidad de conducción.
La longitud del axón también es variable: puede ser desde 1 mm hasta 1 m. ¡Sí, hasta
un metro! Las motoneuronas* que desde la médula proyectan su axón hasta un músculo,
pueden tener un axón de esta medida. Es posible que el axón sea único, o que se divida
en colaterales, algunos de los cuales pueden volver a conectarse con el cuerpo de la
neurona que origina el axón. Ya sea corto o largo, este tiene un cono axónico por donde
se inicia y una terminación por donde va a conectarse con otras células. Este final del
axón (Figuras 1.7 y 1.8) o terminal axónica recibe también el nombre de botón terminal.
El botón terminal puede arborizarse o puede ser único. Estos puntos son los que
entrarán en contacto con las dendritas de las neuronas vecinas o distantes para transmitir
su información.
Nos queda presentar a las dendritas de nuestra protagonista, la neurona (ver Fig. 1.7).
Se asemejan a las ramas de un árbol (la palabra griega dendron significa árbol) y están
cubiertas por miles de «espinas dendríticas», todas diferentes, donde establecen sus
contactos o sinapsis* (ver también la Fig. 1.7). La membrana de las dendritas en estos
puntos de comunicación (membrana postsináptica) dispone de proteínas especializadas
en recibir las sustancias (neurotransmisores) que le llegarán de los botones axónicos de
las neuronas precedentes.
Las neuronas pueden clasificarse según el neurotransmisor* (sustancia química que
liberan) y en función de este tienen una actividad u otra, en función de la necesidad
existente. Otra forma de clasificarlas es según las conexiones que establecen: las neuritas
en zonas sensitivas (piel, retina) dan nombre a las neuronas sensitivas primarias; las que
hacen sinapsis con los músculos se denominan motoneuronas; y las mayoritarias
(neuronas que solo hacen sinapsis con otras neuronas) se denominan interneuronas.

Para ampliar la neurona y sus componentes, puedes acceder al Anexo de


neurociencias Sonda 2
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

26
Retirada de Sonda 2.

Vamos a dejar a nuestra neurona y antes de seguir con nuestro descubrimiento,


¡quiero lanzar un par de preguntas para tu reflexión!

¿Te das cuenta de la complejidad que supone ese pequeño gran mundo?
¿Te das cuenta de que no debemos estar atentos a que todo eso funcione? Espera,
porque estamos solo al principio de nuestro descubrimiento.

Antes de pasar a ese increíble espacio de comunicación que es la sinapsis, debemos


repasar qué sucede en las fases anteriores, porque para que haya actividad en el espacio
sináptico tienen que ocurrir infinidad de actividades previas.
La neurona es una célula excitable, pero cuando la neurona no está excitada, no
genera impulsos, su membrana está en reposo (potencial de reposo, que tiene carga
negativa) y en ese estado no es capaz de transmitir. Necesita para ello que se genere el
llamado potencial de acción. Tanto el potencial de reposo como el de acción dependen de
proteínas que van a cruzar la membrana.

El potencial de acción se produce al invertirse rápidamente la carga del citosol, de


negativo (cuando está en reposo) a positivo, en relación a su medio exterior.

El potencial de acción o impulso nervioso se genera cuando en la membrana se


produce esa inversión rápida de la negatividad gracias a un aumento de concentración de
potasio en el exterior de la neurona. En ese caso se produce una despolarización de la
membrana en la que intervienen diversos factores, que no revisaremos a no ser que
quieras lanzar la sonda 3. Es interesante observar que este impulso nervioso no está
mediado por electrones, sino por iones libres. De este modo es capaz de superar las
limitaciones biológicas que tendría si fuera una transmisión eléctrica mediada por
electrones.

El potencial de acción generado por la neurona no disminuye su intensidad a medida que


es conducido a través del axón.

Para conocer más acerca de cómo la neurona es capaz de transmitir, puedes


acceder al Anexo de neurociencias Sonda 3.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 3.

27
Nos vamos a quedar con el conocimiento que hemos adquirido hasta aquí y con la
importancia que supone para la comunicación de nuestro cerebro.

3.2 Ese increíble espacio: la sinapsis


En el siglo xix Charles Sherrington dio el nombre de sinapsis a los espacios de
contacto neuronal. En 1800 se describieron las sinapsis químicas. Posteriormente, en el
año 1959, fisiólogos de la Universidad de Harvard describieron otro tipo de sinapsis: las
sinapsis eléctricas.
Ya hemos descrito someramente al hablar de la neurona en qué consiste una sinapsis.
En el espacio sináptico se produce la comunicación de la información que viaja a través
del axón en forma de impulsos eléctricos mediados por iones. Las sinapsis químicas son
las mayoritarias en el cerebro, suponen aproximadamente un 95 por ciento. En la
terminal de estas, la información eléctrica se convierte en química y de nuevo se
convierte en eléctrica en la membrana postsináptica tras el acoplamiento del
neurotransmisor en el receptor postsináptico. Este espacio es también lugar de acción de
fármacos, drogas y toxinas (Fig. 1.8).
No solo vamos a conocer ambos tipos de sinapsis, también tendremos la posibilidad
de ver cómo se fabrican y almacenan los neurotransmisores en la sinapsis antes de
liberarse y cómo se liberan respondiendo al potencial de acción en la terminal axónica. En
el punto 3.4 dedicado a «nuestros mensajeros estelares» veremos cómo actúan en la
membrana postsináptica, cómo integra la neurona postsináptica la información que se le
transfiere desde miles de sinapsis que la rodean y, por último, qué pasa con el
neurotransmisor en el espacio sináptico cuando ya ha realizado su cometido.

Vamos a ver primero qué son las sinapsis eléctricas (las minoritarias):

Son comunicaciones muy directas de una neurona a otra, en las que se transfiere una
corriente eléctrica. Las membranas están muy juntas. Solo destacaremos en este punto
que suelen estar en zonas donde se requiere que la información se transmita de forma
muy precisa y sincronizada, por lo que son habituales en las etapas de desarrollo
embrionario y conectando otro tipo de células, las células gliales, que estamos a punto de
descubrir.

28
¿Qué podemos añadir sobre las sinapsis químicas?
En cuanto a ellas, diremos que la distancia existente entre la membrana presináptica y
postsináptica es mayor que en las sinapsis eléctricas y está ocupada por una especie de
pegamento. La membrana presináptica es del botón axónico y está repleta de vesículas y
gránulos que contienen los neurotransmisores. Estos están dispuestos para ser liberados
al espacio sináptico y desde ahí para ser recibidos por los receptores de la membrana
postsináptica que se activaran. Observa de nuevo la Fig. 1.8.

Para ampliar la sinapsis, puedes acceder al Anexo de neurociencias Sonda 4.


En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.
Retirada de Sonda 4.

Ahora que ya conocemos algunos de los elementos fundamentales en nuestra


estructura cerebral, podemos saber algo más sobre el comportamiento de nuestras
neuronas y de su origen.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre el desarrollo neuronal, la neurogénesis* y el concepto de
plasticidad sináptica

29
Durante muchos años se ha pensado que la creación de nuevas neuronas, la
neurogénesis, a partir de las células precursoras, se daba solo en la fase de
desarrollo inicial de nuestro cerebro. Hoy sabemos que en el cerebro adulto existe la
capacidad de generar nuevas neuronas cada día y que las células precursoras de los
ventrículos laterales (ver sistema ventricular)* cumplen esta función.
La neurogénesis adulta en los mamíferos fue descrita por vez primera en 1965 por
Joseph Altman y Gomal Das, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, pero no
se realizaron más estudios hasta que en 1980 Fernando Nottebohm, de la
Universidad Rockefeller, demostró que en los canarios adultos también existía, cosa
que hizo reactivar la investigación.
Recientemente Fred Gage, del Instituto Salk, ha demostrado definitivamente que las
neuronas nuevas se generan también en el hipocampo del ser humano (lo hemos
conocido en nuestro protagonista el dinosaurio y vamos a presentarlo ampliamente
más adelante; de momento basta con recordar que es una estructura implicada en la
neurogénesis, en el aprendizaje y la memoria) y que la neurogénesis puede
estimularse con el ejercicio, la relación social y también con el trabajo cognitivo.
La estructura neuronal se desarrolla en tres etapas programadas genéticamente:
proliferación celular, migración celular y diferenciación celular.7
A medida que va produciéndose la proliferación celular, se forman las
prolongaciones de las células, y si esta prolongación es axónica y está determinada
para ser de larga distancia, existe una programación de ruta, de destino y de
localización... ¿Qué te parece? Impresionante, ¿verdad?
La formación de las sinapsis* será el paso siguiente; cuando llegan las
terminaciones a sus dianas hay unas moléculas de adhesión específicas, secretadas
tanto por la neurona que manda el axón (neurona presináptica) como por la
neurona que lo recibe (neurona postsináptica), que ayudan en el proceso.
Durante la formación de vías se eliminan poblaciones enteras de neuronas; es la
llamada «muerte programada» o «muerte por apoptosis», también programada
genéticamente.8 Además las células compiten entre ellas por los «factores
tróficos» 9 segregados por las células de destino. Se cree que este proceso ayuda a
que se igualen en número las neuronas pre y postsinápticas.
En el ser humano la mayoría de las neuronas que van a formar nuestra neocorteza
nacen entre la quinta semana y el quinto mes de gestación, a una media de
¡250.000 neuronas nuevas cada minuto! Todo el proceso de desarrollo requiere un
equilibrio entre «generación-eliminación», tanto de células como de terminaciones y
de sinapsis. Este equilibrio también está programado genéticamente, hasta que se

30
añade la influencia e intervención del estímulo de nuestro medio, después del
nacimiento.10
A partir del nacimiento la interacción con nuestro entorno es de una importancia
capital. Durante los dos primeros años de vida podemos crear «y no por azar» unos
¡2 millones de sinapsis por segundo! La plasticidad sináptica* (variabilidad de
conexiones fuera del programa genético) de nuestra corteza requiere también de
factores relacionados con nuestra conducta, como nuestro estado de alerta. Aunque
la capacidad plástica disminuye con la edad, no desaparece; de hecho, el entorno
modifica nuestro cerebro constantemente a lo largo de nuestra vida. Si no fuera así
seríamos incapaces de formar nuestra memoria.
Finalmente, apuntamos que en estudios realizados para analizar la plasticidad
cortical (basados en el análisis de la plasticidad que dependía de los estímulos
visuales recibidos en la corteza) se extrajeron dos conclusiones concretas sobre sus
mecanismos elementales:
1. Las neuronas que se estimulan juntas se estructuran juntas.
2. Las neuronas que se estimulan sin estar sincronizadas pierden su conexión
mutua.
El fortalecimiento de estas sinapsis será un tema que abordaremos en el apartado
dedicado a nuestra memoria.
Como podemos deducir, estudiar nuestro cerebro no es una cuestión sencilla. Por
ello, iremos avanzando lentamente en el conocimiento de los elementos, estructuras y
sistemas que nos constituyen y nos hacen exclusivos. De momento vamos a conocer
nuestra glía.

3.3 Gran parte de ese cielo: la glía


¿Cuántas neuronas hemos dicho que existen en el cerebro? ¡100.000 millones!
Pues bien, ¡células gliales hay unas 10 veces más!

¿Qué son y cuál es la función de las células gliales?


De momento lo que sabemos es que sin ellas no podría funcionar nuestro cerebro y
que realizan una importante función de apoyo a las neuronas.
La glía es aún una gran desconocida. Muchos neurocientíficos piensan que algún día
llegaremos a descubrir toda su grandeza y su alta repercusión en el funcionamiento
cerebral.
Durante el desarrollo, proporciona el armazón de guía para las células migratorias y la

31
expansión de sus prolongaciones; cuando el cerebro alcanza la madurez, cumple
funciones importantísimas de regulación para que nuestro cerebro trabaje con
normalidad. Algunas de las células gliales tienen un papel fundamental como sistema
inmunológico cerebral.

Existen diferentes protagonistas en la glía: los astrocitos, la glía de mielinización y


las células no neuronales. Vamos a ver someramente cada una de ellas.

Los astrocitos son las células gliales más frecuentes. Hasta hace poco se les
asignaba únicamente una función de nutrición y sostén, pero como veremos su
función en el cerebro va mucho más allá.
Están distribuidos por todo el espacio entre neuronas y entre vasos sanguíneos,
estableciendo un estrecho contacto y comunicación con ambos. Influyen en
muchos aspectos estructurales y funcionales:
Proveen de nutrientes a las neuronas.
Regulan el crecimiento de las neuritas, influyendo en si deben crecer o retraerse.
Regulan el contenido químico del espacio extracelular. ¿Cómo lo hacen? Cubren las
uniones sinápticas de las neuronas impidiendo que las moléculas de
neurotransmisores liberados se dispersen más allá de donde deben realizar su
función. Eliminan, además, determinados neurotransmisores del espacio sináptico
bloqueando sus efectos. ¿Recuerdas que nos habíamos hecho la pregunta de cómo
desaparecía el neurotransmisor del espacio sináptico, cuando ya no era
conveniente? Bien, ¡este es uno de los mecanismos!
Al igual que la de la neurona, su membrana tiene receptores de neurotransmisores
que trabajan provocando fenómenos eléctricos y bioquímicos dentro del astrocito.
Por otro lado, controlan también la concentración de K+ extracelular, dado que
disponen de bombas de K+ y canales de K+ en su membrana. Este es uno de los
mecanismos de los que dispone nuestro cerebro para regular el K+ extracelular,
cosa que no tienen otros órganos como el corazón. Lo hemos mencionado con
anterioridad en la sonda 3, ¿lo recuerdas?
Recientemente se han descrito tipos celulares diferentes de astrocitos (células GluT
y células GluR)11 y su participación en el proceso de la información cerebral, antes
atribuida solo a las neuronas. (5)
Los astrocitos no solo rodean las conexiones sinápticas entre neuronas. Se ha
descrito una comunicación entre neurona y astrocito a través de los
neurotransmisores. Los astrocitos no producen potenciales de acción para conducir
la información; sin embargo, cuando un neurotransmisor como el glutamato (que

32
veremos en el punto siguiente) se une al receptor del astrocito, produce una
elevación del Ca++ dentro de este. La señal de este aumento de concentración se
propaga por su interior hasta alcanzar las «uniones gap» (que ya conoces si has
lanzado la sonda 4) o sinapsis eléctricas de los astrocitos vecinos.12 Se considera
que incluso es posible que coordinen la actividad de las neuronas de distintas
regiones del encéfalo a través de estas propagaciones de concentración de Ca++.
La glía de mielinización, a diferencia de los astrocitos, se responsabiliza de la
síntesis de mielina. Recuerda que la mielina es la membrana que recubre a modo de
espiral la superficie de los axones. En el sistema nervioso central (SNC),*
constituido por el encéfalo y la médula espinal, las células responsables de esta
síntesis son los oligodendrocitos. Cada oligodrendrocito aporta mielina a más de un
axón en el SNC. En el sistema nervioso periférico (SNP),* las células responsables
de su fabricación son diferentes: son las células de Schwann. Cada célula de
Schwann se responsabiliza de mielinizar un solo axón.
El hecho de que los axones estén recubiertos de esta vaina posibilita una
transmisión del impulso extraordinariamente rápida. El aislamiento eléctrico que
aporta la mielina ayuda a acelerar la conducción. Solo los vertebrados disponemos
de esta cualidad, y por ello podemos tener axones de menor diámetro dado que la
velocidad de conducción está sobradamente compensada por la existencia de la
mielina.13
Hemos comentado que la vaina no se extiende de forma continua a lo largo del
axón, y que en estas interrupciones los iones cruzan la membrana axonal para
producir los potenciales de acción. Estas interrupciones son los nódulos de Ranvier,
separados uno de otro por una distancia de entre 0,2 y 2 mm, en función de si el
axón tiene menos o más diámetro respectivamente. La conducción es saltatoria: de
nódulo a nódulo salta el potencial de acción.
Por último vamos a dar la bienvenida a las últimas células que también forman
parte de la glía: las células no neuronales, de las cuales se han descrito dos tipos: las
células ependimales que recubren la superficie del sistema ventricular* y se dedican
durante el desarrollo cerebral a guiar la migración celular y la microglía,14 que
participa en la defensa inmunitaria cerebral. Son como fagocitos que eliminan los
desechos y las células que mueren.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre los tipos celulares de astrocitos

33
Hemos mencionado con anterioridad que los astrocitos tenían entre sus funciones la
de alimentar a las neuronas. Los astrocitos transportadores de glutamato (GluT)
tienen la cualidad de absorber glucosa de los vasos sanguíneos con los que están en
contacto, y transformarla en ácido láctico, que la neurona aprovecha para obtener
energía. Una pérdida de este tipo celular provoca una importante alteración de la
reserva nutricional de la neurona y por tanto un agotamiento de la energía neuronal.
Una forma de epilepsia frecuente por afectación del hipocampo (en lóbulo
temporal) se asocia a la ausencia total de células GluT en esta estructura. A este
tipo de células se les ha atribuido la cualidad de captar el glutamato (excitador) del
espacio sináptico a través de un transportador específico, impidiendo con ello que
se mantenga en sinapsis una excitación de las neuronas excesivamente prolongada.
Complementa este proceso el hecho de que estos astrocitos GluT disponen en su
membrana de canales de K+ con lo cual pueden a su vez vaciar el espacio exterior
de estos iones.
Se encuentran unidos en grandes redes a través de centenares de uniones gap. De
tal forma que las sustancias que absorben las pueden canalizar de forma
encadenada a través de ellas y enviarlas a zonas muy distantes del cerebro, o
canalizarlas a los vasos sanguíneos con los que están conectados.
En esta forma de epilepsia, al estar ausentes este tipo de astrocitos, el glutamato no
puede ser retirado de la sinapsis y mantiene de forma continua y prolongada la
excitación neuronal.
Los astrocitos receptores de glutamato (GluR) no se acoplan entre ellos en amplias
redes por uniones gap y, aunque disponen de canales de K+ en su membrana, al no
estar interconectados entre ellos no son efectivos a la hora de disminuir la
concentración del ión extracelular. No tienen transportadores de glutamato como los
astrocitos GluT, sin embargo poseen receptores transmembrana para distintos
neurotransmisores, entre ellos también el glutamato (excitador). En el tipo de
epilepsia mencionada, los astrocitos GluR siguen presentes en el hipocampo aunque
en menor cantidad y sus receptores de glutamato trabajan de forma más lenta que
en condiciones de salud.
La afectación concomitante de los dos tipos de células confiere al cerebro un riesgo
de hiperexcitabilidad.

Saber más Sobre la relación entre glía y genialidad

En 1955 se realizó la autopsia del cerebro de Albert Einstein. Tras la misma y


durante muchos años, el anatomopatólogo Thomas Harvey fue enviando muestras

34
a distintos investigadores para que buscaran las posibles causas biológicas de la
mente privilegiada que caracterizaba a Einstein.
Entre ellos Marian Diamond, de la Universidad de California, observó que algunas
áreas de asociación responsables de las funciones intelectuales superiores
mostraban un mayor número de células gliales. Ya sabemos que son las áreas de
asociación, ¿lo recuerdas? Repasa la Fig. 1.5 y el apartado «Saber más De la
estructura y función de nuestros hemisferios».
Según algunos científicos, el índice glial (la proporción entre neuronas y glía) se
relaciona con la capacidad intelectual. Diamond confirmó la suposición de que la
capacidad intelectual mejora con un número mucho mayor de células gliales. (7)

Saber más Sobre la relación entre glía de mielinización y enfermedad

Los oligodendrocitos degeneran, como hemos comentado, en las enfermedades


desmielinizantes. También lo hacen como consecuencia de lesiones traumáticas, de
actividad nerviosa excesiva o de accidentes vasculares cerebrales. Aunque no se
conocen bien las causas que condicionan la vulnerabilidad de estas células, parece
indiscutible que el efecto del estrés oxidativo* asociado a las lesiones cerebrales, o a
los procesos inflamatorios de las enfermedades autoinmunitarias, tienen un papel
relevante en la pérdida de integridad celular por los radicales libres generados. Se
produce una excitotoxicidad* de los oligodendrocitos. (6)
Como ya hemos visto, los oligodendrocitos poseen, al igual que las otras células
gliales, transportadores de glutamato (GluT) y receptores de glutamato (GluR). Su
activación prolongada, cuando existe un exceso de glutamato en el espacio
extracelular, condiciona una entrada masiva de calcio al interior del oligodendrocito,
que es captado por sus mitocondrias produciéndose una gran cantidad de radicales
libres, estrés oxidativo y muerte celular.
La facilidad, objetivada experimentalmente, con la que los oligodendrocitos generan
radicales libres, en estas condiciones, ha llevado a pensar en los antioxidantes como
posible tratamiento de enfermedades que pierden esta población celular, como es el
caso, entre otras, de la esclerosis múltiple. (5) (6)

Antes de pasar a estudiar cómo se comunican todos estos elementos celulares, puedes
ver en este esquema los conceptos básicos.

Debemos saber que:


– Nuestras neuronas no actúan de forma aislada; se estructuran en circuitos.
– Esos circuitos procesan tipos específicos de información.

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– Las neuronas que forman parte de estos circuitos se llaman «aferentes» si
transmiten información hacia el sistema nervioso central; se llaman «eferentes» si la
transmiten desde el encéfalo a la médula y hacia la periferia; y se llaman
«interneuronas» si participan en aspectos locales de un circuito.

– Existe además otro grupo celular de vital importancia, la glía, sin la cual no podría
funcionar nuestro cerebro.

– Los circuitos configuran sistemas con funcionalidades diferenciadas.


– Como ejemplos claros de funcionalidad general, el sistema sensitivo incluye todas
las células, los circuitos y los subsistemas que nos aportan la información de
nuestro ambiente interno y externo; el sistema motor incluye todos los elementos
que responden a esa información para generar movimiento.
– El sistema nervioso central comprende el encéfalo (cerebro, tronco encefálico y
cerebelo) y la médula espinal.
– El sistema nervioso periférico comprende las neuronas sensitivas que conectan los
receptores sensitivos con la médula y el encéfalo, y las neuronas motoras que
conectan el encéfalo y la médula con los músculos y las glándulas.
– Sabemos además que nuestros hemisferios se estructuran en unas áreas
funcionales especializadas.

Si observas el esquema que viene a continuación, verás cómo se relacionan los


diferentes componentes mencionados con sus correspondientes funciones. Componentes
y funciones que iremos conociendo en detalle a medida que vayamos avanzando:

36
Ya hemos visto los tipos celulares, sus prolongaciones, los principales componentes y
su funcionalidad general. Nos queda conocer cuáles son los neurotransmisores que
ayudan a su comunicación y qué funciones realizan.

3.4 Los mensajeros estelares: los neurotransmisores


Además de conocer a los neurotransmisores, en este punto también veremos cómo
actúan estos mensajeros en la membrana postsináptica, cómo integra la neurona
postsináptica la información que se le transfiere a través de ellos, desde los miles de
sinapsis que la rodean, y por último qué pasa con el neurotransmisor en el espacio
sináptico cuando ya ha realizado su cometido.
La mayoría de los neurotransmisores que se conocen son aminoácidos, aminas o
péptidos. Vamos a nombrar solo algunos de cada grupo: los que desempeñan un papel
protagónico a la hora de centrarnos en conocer «nuestra vivencia» en la segunda parte
del libro. Para ello empezaremos por su especificación en el cuadro siguiente:

¿Recuerdas que teníamos vesículas y gránulos en el botón sináptico? Pues bien, de


las vesículas se liberan moléculas pequeñas, las aminas y los aminoácidos, y de los
gránulos se liberan los péptidos.*
Según la transmisión sea rápida o más lenta, también intervienen unas u otras. En la
transmisión lenta, tanto de SNC como de SNP, intervienen las tres categorías químicas:
los Aa , las aminas y los péptidos. La transmisión rápida en SNC está mediada por Aa y
la transmisión rápida a nivel neuromuscular, por la amina acetilcolina.

¿Cómo se fabrican estos neurotransmisores?


No todos se sintetizan de la misma forma ni en el mismo lugar. El glutamato
pertenece al grupo de los 20 aminoácidos que constituyen las proteínas del
organismo y está presente en todas las células del cuerpo. En cambio las aminas y
el GABA (ácido gamma aminobutírico) solo son producidos en las neuronas y
concretamente en el citosol de la terminal axónica (Fig. 1.8). Los péptidos en
cambio son sintetizados en el RER (retículo endoplasmático rugoso) (Fig. 1.7) y

37
posteriormente procesados en el aparato de Golgi y transportados en gránulos hacia
la terminal, a la espera de ser liberados cuando llegue el potencial de acción. ¡Toda
una obra de ingeniería! ¿No te parece?
Una vez liberados al espacio sináptico, los neurotransmisores se reciben en los más
de 100 receptores diferentes postsinápticos.

Cuando ya se ha producido la acción que se pretendía, ¿qué


hacemos con estos neurotransmisores?
Unos son recuperados por la neurona presináptica para ser reutilizados, mientras
que otros se eliminan del espacio sináptico para que se pueda producir una nueva
transmisión.
Para expresar toda esta actividad de forma clara, podemos decir que:

¡Nuestro cerebro realiza miles de millones de cálculos neuronales en cada segundo de


nuestra vida!

Es importante recordar aquí que estos neurotransmisores no solo son recaptados por
las neuronas presinápticas, sino que también se recaptan por los astrocitos (células
gliales) que ejercen una función reguladora.

Para ampliar la actividad sináptica, puedes acceder al Anexo de neurociencias


Sonda 5.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 5.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre el glutamato y la «muerte neuronal»

El glutamato es el principal neurotransmisor cerebral excitador y también uno de los


principales asesinos de neuronas. Ya hemos conocido su efecto en los apartados
«Saber más» relacionados con nuestra glía.
Hay grandes cantidades de glutamato almacenado en el citosol, incluso en neuronas
que no lo producen, es decir, en neuronas no glutamatérgicas. Si esta concentración
estuviera fuera de ellas, morirían en pocos minutos. Nuestro cerebro en condiciones

38
normales necesita un aporte constante de oxígeno y glucosa para poder funcionar
satisfactoriamente. Por tanto, el flujo sanguíneo debe ser constante a través de
nuestro cerebro. En situaciones en las que se produce una alteración de esta
circulación —como pasa en los accidentes vasculares cerebrales (AVC), en los
traumatismos craneoencefálicos, las paradas cardíacas, la actividad nerviosa
excesiva o las crisis convulsivas persistentes— el déficit de oxigenación cerebral
puede conducir a un desequilibrio en la producción de glutamato, un círculo vicioso
de sobreproducción.
Si las neuronas no pueden producir suficiente cantidad de ATP* (adenosín
trifosfato) para que sus bombas funcionen, se despolarizan y se produce una
entrada masiva de Ca++ presináptico produciendo una liberación de glutamato. Este
despolariza aún más la neurona, incrementando la concentración intracelular de
Ca++, que a su vez liberará más glutamato.
¿Qué pasa cuando este mecanismo no puede ser compensado? El glutamato a
concentraciones altas en el espacio sináptico produce una sobreexcitación
(excitotoxicidad)* que acabará en muerte neuronal. El glutamato activa sus diversos
receptores, permitiendo una entrada masiva de agua e iones (sobre todo Ca++)
postsinápticos en este caso. Este Ca++ produce la activación de enzimas
intracelulares que provocan la degradación de proteínas, ácidos nucleicos y lípidos
neuronales. En suma, la neurona se «autodigiere».
Este mecanismo de excitotoxicidad se ha descrito en enfermedades
neurodegenerativas, como el Alzheimer, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y
también en la reacción a diversas toxinas ambientales. Como ejemplos, una
excitotoxina presente en los guisantes que activa los receptores de glutamato, una
toxina presente en mejillones contaminados que también los estimula y otras toxinas
vegetales descritas con acciones similares.

Vamos a ampliar nuestra evolución embriológica en el punto siguiente, para poder


identificar y localizar dónde se generan estos mensajeros estelares.

¿Se generan indistintamente en cualquier zona del sistema nervioso? ¿Están


organizados territorialmente según funciones específicas?

Las neuronas «motoras» de la médula espinal y del tronco cerebral son neuronas
colinérgicas (liberan acetilcolina [Ach]) y las neuronas catecolaminérgicas (que liberan
dopamina [DA], noradrenalina [NA] y adrenalina [A]) están en zonas del sistema
nervioso implicadas en el movimiento, la atención, el estado de ánimo y en nuestras

39
funciones viscerales. Pero, ¿cuáles son estas zonas? A medida que avancemos, se
aclararán estas cuestiones.

3.5 Los planetas en evolución


Recuerda que a partir de nuestro tubo neural de origen se desarrollaban todas las
estructuras que se responsabilizan en nuestra madurez de las diversas funciones
cerebrales. Si quieres conocerlas en detalle tienes la opción de lanzar la sonda 6 más
adelante. En caso contrario, en este punto solo describiremos algunas de ellas por la
importancia que suponen a la hora de identificar y comprender en lo sucesivo la
neurobiología de nuestro comportamiento.

Nuestra corteza cerebral recibe la información sensorial de la percepción del mundo


y dirige nuestra actividad motora voluntaria, a través del tronco cerebral y la
médula, haciendo escala también en los ganglios basales,* considerados los
responsables del inicio del movimiento voluntario. En la Fig. 1.10 podrás observar
prácticamente todas las estructuras que se nombran en este punto.

Cuando percibimos a través de nuestros sentidos, la información sensitiva se


canaliza a través del tálamo (estructura diencefálica) hacia la corteza. Por este
motivo se ha denominado al tálamo nuestra «estación de relevo» o puerta de
entrada de la información sensorial. Cabe señalar sin embargo que el olfato es el
único sentido que puede ser percibido inconscientemente en la corteza sin
necesidad de pasar por el tálamo. Esta configuración hace del olfato algo único; los
restantes sistemas sensoriales hacen escala primero en el tálamo antes de
proyectarse a la corteza. El sistema olfativo tiene una influencia amplia y directa en
las estructuras corticales y subcorticales, que tienen el papel de discriminar los
olores, la motivación, la emoción y determinados tipos de memoria. De todas
formas, las percepciones conscientes del olfato pueden hacer escala en el tálamo
antes de dirigirse a la corteza orbitofrontal (situada detrás de los ojos formando
parte de la corteza prefrontal;* hasta ahora solo habíamos mencionado la
ventromedial, ¿lo recuerdas?).

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El hipotálamo* es una estructura de suma importancia (también es una estructura
diencefálica), dado que es el responsable del control del sistema nervioso autónomo
(SNA), el cual es un gran protagonista en la respuesta de «lucha-huida». El
hipotálamo participa también en la motivación y la regulación de la temperatura
corporal. Interviene en el comportamiento emocional, en la regulación del sueño y
la vigilia, de la ingesta de alimentos y de agua, en la regulación de la diuresis, en el
sexo, y en la generación y regulación del ciclo circadiano. Uno de sus núcleos, el
núcleo supraquiasmático (NSQ, que se puede ver en la Fig. 1.15), es uno de los
centros que coordinan los ciclos relacionados con la luz y la oscuridad. Este núcleo
recibe conexiones directas de la retina y actúa junto con la glándula pineal* (Fig.
1.10) y una amplia red difusa de núcleos y fibras (la formación reticular)* en la
regulación de estos ciclos que se repiten a lo largo del tiempo. Lo ampliaremos en el
siguiente apartado «Saber más» y en el dedicado a los componentes amplificadores
de nuestro cerebro.

41
El hipotálamo interviene también en la regulación de nuestro sistema endocrino, por
medio de la hipófisis,* que canaliza la liberación hormonal a través del sistema
circulatorio.
Detrás de nuestro tálamo (estación de entrada de nuestra información sensorial)
está situada la glándula pineal* o epífisis. La epífisis es una glándula endocrina que
segrega la hormona melatonina (Fig. 1.10), y esta secreción está relacionada con la
cantidad de luz solar existente. Profundizaremos en ella cuando hablemos de
nuestro ciclo de luz/oscuridad y del sueño.
Otra de las estructuras importantes es la amígdala (en el lóbulo temporal), que está
implicada en las emociones y la memoria emocional. La trataremos en detalle
cuando abordemos el tema de la conducta emocional, dado que es uno de los
protagonistas de nuestro sistema límbico (el cerebro que ya fue incorporado por
nuestro dinosaurio). Puedes observarla en la figura relacionada con el hipocampo
(también en lóbulo temporal). Recuerda que nuestro hipocampo es una estructura
relacionada con la memoria, la neurogénesis y el aprendizaje, del que hablaremos
más adelante.

Nos centraremos ahora en el mesencéfalo (techo y tegmento, Fig. 1.10). En su


seno hay determinados núcleos que se responsabilizan del control de las
sensaciones somáticas de dolor y otros implicados en el movimiento voluntario, que
describiremos también como centros amplificadores de nuestras funciones
cerebrales en el punto 3.7.
Aparte de estos, otros núcleos celulares del mesencéfalo se proyectan ampliamente
en el sistema nervioso central y regulan la conciencia, el estado de ánimo, el dolor y
el placer.
El techo mesencefálico recibe señales directas del ojo y una de sus funciones es
regular los movimientos oculares. Un poco más abajo, también en el techo, se
recibe la información sensorial del oído, que desde aquí se canaliza hacia el tálamo.
Por último abordaremos las estructuras del rombencéfalo. Este se divide en tres
estructuras importantes, el cerebelo,* el puente y el bulbo.
Al igual que el mesencéfalo, el rombencéfalo es un importante lugar de paso de la
información hacia la médula espinal de forma bidireccional. Como el mesencéfalo,
también contribuye al procesamiento de la información sensorial (auditiva, tacto y
gusto), al control del movimiento voluntario y a la regulación del sistema nervioso
autónomo.
El cerebelo es el encargado de la coordinación de nuestros movimientos.
El puente es el gran responsable de la comunicación entre la corteza y el cerebelo.

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En él se asienta la formación reticular que se extiende desde el mesencéfalo hasta el
bulbo. La formación reticular interviene en la regulación del ciclo de sueño/vigilia y
se encarga además del control de la postura corporal.
El bulbo, además de ser un lugar de paso de información, contiene neuronas que
realizan funciones sensoriales y motoras. Entre los núcleos del bulbo destacan los
núcleos del Rafe, importantes para la modulación del dolor, el estado de ánimo y la
vigilia, y que describiremos en el punto 3.7, como parte de los sistemas
amplificadores de nuestras funciones cerebrales. Como productores de serotonina,
estos núcleos se consideran centros de recompensa cerebral.
En la Fig. 1.10 podemos diferenciar claramente en la superficie medial del cerebro
las estructuras que hemos ido descubriendo hasta el momento.

Para ampliar «Los planetas en evolución», puedes acceder al Anexo de


neurociencias Sonda 6.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 6.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre el núcleo hipotalámico NSQ

Como hemos mencionado, el núcleo supraquiasmático (NSQ) es nuestro reloj


cerebral; produce ritmos circadianos y es sensible a la luz y la oscuridad (Fig. 1.15).
Tenemos uno en cada hipotálamo, y cada NSQ mide aproximadamente 0,3 mm
cúbicos. Las neuronas que contiene el NSQ son las más pequeñas del cerebro, y
coordinan gran cantidad de ritmos: nuestro ritmo de actividad física, el de la sed y
el del hambre, además del ritmo vigilia/sueño.
Aunque se lesionaran ambos núcleos, la conducta vigilia/sueño está sincronizada
por los ciclos de luz/oscuridad. Pero parece ser que nuestro sueño está más
condicionado por el antecedente de haber o no dormido lo suficiente, y por el
tiempo que hace que no dormimos.
La información de entrada les llega desde las células ganglionares de la retina. Estas
células retinianas sincronizan el NSQ:15 envían sus axones directamente a él y son
capaces de ajustar su reloj interior.
Los axones que salen del NSQ van a áreas próximas hipotalámicas, mesencéfalo y
diencéfalo.

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Sus neuronas utilizan mayoritariamente GABA, pero también secretan
«vasopresina» (la conoceremos con más precisión cuando hablemos de nuestra
hipófisis* posterior). Cada una de ellas es un reloj diminuto que dispara cada 24
horas aproximadamente, y lo hacen aunque estén aisladas del cerebro (si bien en
esta situación no se adaptan a los ciclos de luz/ oscuridad, para ello necesitan la
entrada de información a través de nuestros ojos). No necesitan los potenciales de
acción para disparar y mantener su bioquímica y metabolismo. Se cree que eso se
debe a que tienen un ciclo molecular determinado genéticamente.
La sincronización entre las neuronas del NSQ es perfecta y coordinada, y se
supone que aparte de sus sinapsis químicas dispone de «uniones gap», o de
participación de células gliales, porque su sincronización es perfecta incluso antes
de que se desarrollen las sinapsis químicas.

3.6 Los sistemas planetarios: los sistemas sensoriales y el


sistema motor somático
Los sistemas sensoriales
Dentro de los sistemas sensoriales existen peculiaridades que los diferencian. Dos de
los sentidos de percepción, el gusto y el olfato, son químicos.
En nuestro oído se distinguen los receptores auditivos, que transforman la energía
mecánica del sonido en información neural, y los receptores vestibulares, que generan
esta información neural a través de la detección de los giros y la inclinación de la cabeza
para intervenir en nuestro sentido de equilibrio.
El sistema visual nos aporta una visión unificada de nuestro entorno, a partir de un
proceso que se genera desde la percepción en cada ojo. Nuestros ojos se comportan
parcialmente como una cámara fotográfica: captan la energía electromagnética que rebota
en los objetos de nuestro entorno y transmiten una información doble que nuestro
sistema deberá unificar de alguna manera. La retina, sin embargo, ya no se comporta
como una cámara. A partir de ella todo el sistema visual es mucho más complejo.
En cuanto al sistema sensorial somático, tiene la peculiaridad de responder a
diferentes estímulos: el tacto, la temperatura, el dolor y la posición corporal. Además se
diferencia de los otros sentidos en que posee receptores diseminados por todo el
organismo y no localizados en una zona concreta.
No obstante, existe una característica común que integra los sistemas sensoriales y
que como seres humanos somos capaces de identificar con facilidad. ¿Intuyes cuál es?
Están tremendamente relacionados con nuestros sentimientos.

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Nuestros sentidos nos permiten explorar más allá de lo que «físicamente» reciben; nos
permiten explorar la emoción y las sensaciones de lo percibido ya sea táctil, sonoro,
visual, auditivo…

El olfato
Hemos señalado que el olfato se considera muy peculiar. ¿Recuerdas el comentario en
el punto anterior sobre la evolución de nuestro sistema planetario y concretamente del
tálamo como estación de relevo de la percepción de los sentidos? ¿Recuerdas que la
información visual, auditiva y táctil se canalizan hasta el tálamo antes de informar al
córtex? Por este motivo se ha denominado al tálamo la puerta de entrada de la
información sensorial. También debes recordar que no pasa siempre lo mismo con el
sentido del olfato.
El sistema olfativo, ante las percepciones olfativas inconscientes, produce una
influencia amplia y directa en las estructuras corticales y subcorticales que tienen la
misión de discriminar olores, motivación, emoción y algunos tipos de memoria (sin pasar
por el tálamo). Por delante y por debajo de la amígdala existen áreas olfatorias, e incluso
dentro de la propia amígdala; existe un acceso directo de fibras olfatorias al sistema
límbico y de este a la corteza. La amígdala envía fibras hacia la corteza, tanto hacia la
circunvolución del hipocampo como hacia los centros motores de nuestro cerebro. Esto
puede explicar por qué los olores mueven más las emociones que el resto de sentidos.
Hemos comentado también que se contempla la posibilidad, sin embargo, de que las
percepciones «conscientes» del olfato sí pueden hacer escala en el tálamo antes de
dirigirse a la corteza orbitofrontal.
Estas características hacen del olfato un sentido muy efectivo a la hora de afectar
nuestras emociones.

Poseemos un olor que nos identifica y autoidentifica, al igual que tenemos una
identidad genética o unas huellas dactilares únicas.

A raíz de unos estudios realizados en la Universidad de Chicago en 1998 se


obtuvieron evidencias de que los humanos podemos comunicarnos a través de nuestras
feromonas.*16

El gusto
Saboreamos no solo con la lengua, también intervienen las estructuras orofaríngeas y
la epiglotis. Tenemos algunas preferencias innatas en relación al gusto. Solemos rechazar

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lo amargo y en cambio lo dulce nos atrae por regla general, aunque la experiencia nos
hace modificar nuestras preferencias.
Nuestro organismo, que es muy sabio, tiene la capacidad de detectar el déficit de
determinados nutrientes y hacer que tengamos apetencia por determinados alimentos que
los contienen. Esto nos recuerda que es fundamental escuchar a nuestro organismo, y en
concreto este «sentido» nos ayuda también a identificar nuestras necesidades. No solo es
importante para el control de la alimentación, sino también para conductas básicas como
la digestión.
Se aceptan universalmente cinco sabores básicos que son comunes a toda cultura: el
dulce, el salado, el agrio, el amargo y el «umami» (el sabor del glutamato).
Pero, ¿cómo podemos diferenciar tantos gustos diferentes?
Eso es posible porque cada alimento activa una combinación diferente de sabores
básicos, con el efecto agregado de la ayuda que suponen factores como el olor, la textura,
la temperatura y otros, que puede aportarnos el alimento de forma simultánea y añadida.
Nuestra lengua tiene un mapa de especialización: la punta es más sensible al dulce, los
laterales a lo salado y agrio, y la parte posterior a lo amargo, aunque toda ella es capaz de
detectar los cinco sabores básicos.
Vamos a dejar los sistemas químicos para pasar a profundizar un poco en nuestro
oído y con él en nuestras funciones de audición (sistema auditivo) y equilibrio (sistema
vestibular).

El oído
Tanto la audición como el equilibrio se originan en receptores sensoriales casi
idénticos en el oído interno, pero suponen dos sistemas sensoriales bastante diferentes.
La audición capta básicamente los sonidos ajenos, mientras que el sistema vestibular se
destina en detectar los movimientos propios, prácticamente inconscientes y se
responsabiliza en ayudar a equilibrar y coordinar los movimientos necesarios para
mantener nuestra estabilidad.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre el sonido

El sonido se transmite siempre a la misma velocidad en el aire a temperatura


ambiente (343 m/sg). Lo que cambia es la frecuencia del sonido y nuestro oído. El
oído humano tiene una banda límite de percepción en cuanto a frecuencias, situada

46
entre 20 y 20.000 Hz (hercios). Esta banda se modifica de forma fisiológica con la
edad y puede modificarse de forma patológica con la exposición al ruido o a
enfermedades.
Los sonidos por encima de 20.000 Hz, los ultrasonidos, son capaces de ser oídos
por ciertos animales, como los delfines, los murciélagos o los perros. Los inferiores
a 20 Hz, los infrasonidos, pueden ser captados por ballenas o elefantes. ¡Tanto las
ballenas como los elefantes pueden detectar un terremoto inminente cuando la tierra
genera bajas frecuencias! ¿Sabías que nuestro corazón también produce
infrasonidos?
Sin embargo, el hecho de no oír determinados sonidos no significa que no puedan
afectarnos. Algunos infrasonidos pueden ser captados por nuestro cerebro de forma
inconsciente y provocar cefaleas, náuseas o mareos. Los automóviles, aviones o
aparatos de aire acondicionado también los producen.
Cuando los sonidos de baja frecuencia son muy intensos pueden incluso producir
lesiones en órganos internos. Tal como nos recomiendan autores como Mark F.
Bear, Michael Paradiso y Barry Connors: «Tendríamos que pensarlo dos veces
antes de situarnos frente a los altavoces de un grupo musical cuando asistimos a un
concierto.»

La vista
Como ya hemos comentado, nuestra vista nos permite detectar la energía
electromagnética emitida en forma de ondas que rebotan en los objetos que están a
nuestro alrededor. De esta forma recibimos la información visual del mundo. El ojo actúa
parcialmente como una cámara fotográfica, pero con la diferencia de que se autorregula,
se mantiene y posee capacidad dinámica, pues es capaz de seguir objetos que se
desplazan.
Cuando la percepción de la energía electromagnética llega a nuestra retina, esta la
transforma en información neural; la capta gracias a sus fotoceptores especializados y
mediante otro tipo celular, las células ganglionares, emite la información a través del
nervio óptico hacia el cerebro. Por eso se considera que la retina forma parte del cerebro.
La retina procesa información, no transmite exactamente lo que recibe, procesa
imágenes. Analiza la información entrante y extrae de ella lo que después será
interpretado por el resto de áreas cerebrales implicadas. La información que acaba
llegando a la corteza visual primaria se distribuye a partir de ella a docenas de áreas
corticales que reciben representaciones del mundo visual para su interpretación y
mantenimiento en la memoria.

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Si bien salen solo 1 millón de axones de nuestra retina, estos son capaces de
provocar actividad en 1.000 millones de neuronas corticales (occipitales, temporales
y parietales), que se dedican a formar una percepción única.
Ahora vamos a hablar de la luz. ¿Qué te parece? Vas a descubrir algo interesante que
podremos aplicar más tarde para hacer deducciones, muy lógicas, en la tercera parte del
libro, cuando hablemos de nuestra conducta emocional.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre la luz

La luz no es otra cosa que una banda electromagnética visible a nuestros ojos.
¿De qué depende que sea visible o no la energía electromagnética?
La energía electromagnética está en todas partes: la emite el sol, la emiten las
antenas de radio, los aparatos electrodomésticos, los móviles, los aparatos de rayos
X, los materiales radioactivos, los radares…
Como onda tiene una frecuencia (número de ondas por segundo), una longitud y
una amplitud. Observa la Fig. 1.11 para repasar estos conceptos.
Como se puede deducir, a más longitud de onda menos frecuencia, a menos
longitud de onda más frecuencia. La radiación de alta frecuencia (la que tiene corta
longitud de onda) es la que tiene mayor contenido energético, porque la energía es
directamente proporcional a la frecuencia de la radiación.

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Nuestro ojo, al igual que nuestro oído, tiene unos límites de percepción. El espectro
de luz electromagnético visible para nosotros está entre 400 nm (nanómetros) y 700 nm
de longitud de onda aproximadamente.

En el siglo xix Isaac Newton demostró que la mezcla de longitudes de onda desde los
400 nm a los 700 nm tiene una apariencia blanca; es la luz que captamos visualmente del
Sol y cuando aparece el arcoíris en nuestro cielo somos capaces de ver los colores de
cada longitud de onda por separado.
Fíjate bien en la Fig. 1.12 en color del Anexo central y observa dónde están situados
los respectivos colores. ¡No hay una confusión! Tendemos a pensar que colores como el
rojo o el calabaza, colores que «sentimos» como calientes, son los de mayor energía, y
que los colores azules y verdes, que percibimos como más fríos, deben tener menos
energía. Pero en realidad es todo lo contrario: los azules tienen alta capacidad
energética,17 y en cambio el rojo es el que tiene más baja capacidad energética.

Saber más Sobre lo que percibimos

«La mayor parte de lo que vemos lo construye el cerebro.»


Marcus Raichle

Marcus Raichle, neurocientífico y neurólogo de la Universidad de Washington,

49
Saint Louis, afirma que el 10 por ciento de las sinapsis de nuestro sistema visual
proceden de lo que vemos, el resto lo construye nuestro cerebro.
William James (18421910), psicólogo, filósofo y pedagogo estadounidense,
considerado el padre de la psicología moderna, ya en 1890 habló sobre este
concepto. En aquel entonces apuntó que quizá la mayor parte de lo que percibimos
lo construya nuestro cabeza.
En el punto anterior hemos hablado de la energía electromagnética que captamos a
través de nuestros ojos; vamos ahora a hacer un inciso sobre la energía que
consume nuestro cerebro cuando percibe y cuando deja de hacerlo.
El cerebro consume muchísima energía, un 20 por ciento de toda la energía del
organismo. Marcus Raichle18 en sus investigaciones ha observado que, cuando nos
concentramos, las células nerviosas consumen muy poco más, al contrario de lo
que cabría esperar. Durante un estudio del cerebro en actividad, se observó que dos
áreas cerebrales, ante tareas solicitadas, dejaban de trabajar y eran menos activas al
iniciar la tarea. Se consideraron relacionadas más con una vida mental interior que
con la concentración en el entorno o en la tarea.
En cambio, cuando soñamos despiertos, cuando pensamos que nuestra mente está
en blanco, cuando nos abstraemos del exterior y estamos relajados, se ha
comprobado a través de los estudios funcionales por neuroimagen (RMF o PET)*
que, en realidad, la mente se vuelve mucho más activa. Esas mismas áreas que
dejaban de funcionar ante la concentración iniciaban un gran consumo de energía
en estas situaciones.
¿Qué estructuras son las que gastan esa energía? El hipocampo (ya hemos hablado
de él como estructura que se encarga de nuestra memoria, entre otras funciones) y
la corteza prefrontal (que planifica, predice, programa y ejecuta).
La red de comunicación establecida entre ambas estructuras ha sido llamada por
Raichle «red por defecto».19 Esta red entra en funcionamiento sin que nos demos
cuenta, evocando nuestro pasado y utilizando la información inconsciente para
predecir nuestro futuro.
Trataremos de nuevo este concepto en la segunda parte del libro, cuando hablemos
de nuestro cerebro creativo.
Para ampliar los sistemas sensoriales (olfato, gusto, oído, vista) puedes acceder al
Anexo de neurociencias Sonda 7.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 7

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El sistema sensorial somático
Es un sistema que puede proporcionarnos mucho placer, con las caricias por ejemplo,
y a la vez puede provocarnos mucho malestar cuando sentimos dolor.
La mayor parte de corteza dedicada al sistema sensorial somático se localiza en el
lóbulo parietal. Compruébalo de nuevo en la Fig. 1.5.
Este sistema tiene la peculiaridad de responder a diferentes estímulos: el tacto, la
temperatura, el dolor y la posición corporal. Además, se diferencia de los otros sentidos
por el hecho de que posee receptores diferentes y diseminados por todo el organismo.
Los mapas que representan nuestro cuerpo en nuestra corteza somatosensorial
primaria (Fig. 1.5) son dinámicos, cambiantes y, por lo tanto, plásticos. Su plasticidad se
ha observado en repetidos estudios, comprobando que, en función de las experiencias
emocionales que vivimos, existe una modificación y adaptación del mapa originario.
Un ejemplo de esa plasticidad se evidencia en los estudios realizados en músicos,
concretamente en violinistas. La neuroimagen de estas áreas demuestra que hay una
extensión mayor de la corteza dedicada a los dedos de la mano izquierda que a los de la
mano derecha, que solo se utilizan para mover el arco, y no requieren la movilidad y la
especificidad que necesitan los de la mano izquierda.
Si observas la Figura 1.13 verás la representación del mapa corporal sobre la corteza
S1, en la llamada circunvolución postcentral del lóbulo parietal, detrás del área motora y
separada de ella por el surco central.

¿Qué debemos recordar de las áreas somestésicas o áreas de la sensibilidad general?

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En esta zona se registran las sensaciones de calor, frío, tacto, presión, dolor y la
sensibilidad propioceptiva (sentido de la posición y equilibrio muscular).
Cada circunvolución recibe las sensaciones procedentes del lado opuesto del
organismo.
No todas las áreas del cuerpo tienen la misma representación en la corteza
somestésica.
Los mapas que representan nuestro cuerpo son cambiantes, plásticos.

Podríamos pensar que la información sensorial solo se transfiere, pero la realidad es


otra. Llega transformada a la corteza desde el bulbo y el tálamo por interacciones que se
van produciendo cada vez que la información pasa de una neurona a otra, además de la
influencia de señales descendentes que salen desde la corteza hacia el bulbo y el tálamo,
y que también influyen en esa información ascendente que posteriormente recibirá.
Como verás más adelante, este concepto es muy importante.

El dolor
Nos extenderemos sobre el dolor quizá más de lo que puedes haber imaginado. ¿Por
qué? Porque es necesario conocer que disponemos de mecanismos naturales, innatos,
para modular el dolor, y podemos aprender y entrenarnos para que nuestro sistema
natural antinociceptivo (regulador de los estímulos dolorosos) sea más efectivo, aplicando
herramientas concretas que veremos en la segunda parte del libro.
Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), se define el dolor
como «una experiencia sensorial y emocional». No es una experiencia únicamente
nociceptiva (sensorial), sino una experiencia emocional, subjetiva e inseparable de la
sensación dolorosa. La nocicepción es el proceso que proporciona las señales que
desencadenarán el dolor y «dolor» es percibir esas sensaciones desagradables.
Para ser percibido, el dolor utiliza unos receptores llamados nociceptores. Estos son
estimulados por agentes con capacidad para producir daño en nuestros tejidos, ya sea
porque el tejido está sometido a un déficit de oxígeno, o a un daño mecánico, químico o
térmico. Por ello, es conveniente distinguir entre dolor y nocicepción.

Según su duración, el dolor se clasifica en agudo o crónico.

El dolor agudo, tiene un papel de protección biológica, porque actúa como una
señal de alarma y suele asociarse a escasos síntomas psicológicos, en general. Este
tipo de dolor es percibido ante el estímulo de receptores nociceptivos específicos,
ya sea por efecto mecánico, térmico o químico.

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El dolor crónico, en cambio, no suele ser protector y, más que un síntoma, es
considerado una enfermedad. Puede incluso persistir tras haber desaparecido la
lesión que lo causó, o presentarse sin que haya una lesión periférica. Suele ser
resistente a los tratamientos e ir acompañado de importantes síntomas psicológicos,
alteraciones en el comportamiento, ansiedad e insomnio, entre otros.
Como ves, determinados tipos de dolor pueden aparecer sin una causa somática
que los justifique. ¡Así es!

Según los mecanismos neurofisiológicos, el dolor se clasifica en nociceptivo o


fisiológico, y neuropático o patológico.

El dolor nociceptivo o fisiológico se produce por una lesión somática (piel,


articulaciones, músculos, ligamentos y huesos) o visceral (aunque no todas las
vísceras tienen receptores nociceptivos). El dolor visceral suele ser difuso, puede
extenderse a territorios alejados y en este caso se habla de «dolor referido».
En condiciones normales hay una relación entre lesión y dolor, y nuestro sistema
tiende a restaurar el equilibrio. Pero en algunos pacientes hay una persistencia del
dolor y se pierde esta relación de equilibrio; en este caso hablamos de dolor
patológico.
El dolor neuropático o patológico se produce por una alteración en la transmisión de
la información nociceptiva al sistema nervioso central, o a nivel del sistema
nervioso periférico. Un ejemplo es la llamada «alodinia», la aparición de dolor
frente a estímulos que no son dolorosos, como el roce de una mano que acaricia o
el contacto de la ropa o de una sábana; ejemplos de ello son las alodinias que
aparecen tras una lesión herpética ya curada, o neuralgias del trigémino, o
neuropatías diabéticas, entre otras.
Las fibras aferentes (hacia el cerebro) que transmiten el dolor usan
mayoritariamente el neurotransmisor glutamato. ¿Recuerdas que era el
neurotransmisor excitatorio por excelencia?
Todas las terminaciones nerviosas «nociceptores» no solo son receptores sino que
también son capaces de liberar neurotransmisores como el glutamato y la sustancia
P* (SP). Es importante recordar esto porque nos permitirá comprender conceptos
relacionados con estos dos neurotransmisores, que abordaremos posteriormente al
profundizar en la conducta emocional y en la neurobiología del estrés.
¿Pero podemos regular el dolor voluntariamente? Sí, y podemos realizar tanto una
regulación aferente (hacia el cerebro) como eferente (desde el cerebro). ¡Vamos a
verlo!

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Regulación hacia el cerebro
¿Qué sucede cuando nos pica un mosquito y disminuye el dolor si comprimimos la
zona? ¿O cuando nos damos un golpe intenso y rápidamente apretamos la zona
afectada con las manos para amortiguar el dolor?
Este efecto analgésico se cree debido a que la actividad de los receptores del dolor
puede reducirse cuando hay un estímulo simultáneo de los receptores del tacto
(mecanoceptores).

Regulación desde el cerebro


Las emociones fuertes, el estrés o determinadas creencias pueden disminuir el dolor
que sentimos; y en ese proceso hay diferentes áreas implicadas.
Si no quieres profundizar en este tema puedes saltar al siguiente punto; no es
imprescindible para tu trans-formación, aunque es realmente interesante.
¡Veo que sigues aquí! ¿Será que «pica el gusanillo de la curiosidad»? ¿Verdad que
es impresionante nuestro universo cerebral?
Continuemos, pues.
¿Te acuerdas de la sustancia gris periacueductal, la SGPA? La hemos descubierto al
lanzar la sonda 6.
Si no la has lanzado, has de saber que es un núcleo ubicado en el seno de nuestro
mesencéfalo, responsable del control de las sensaciones somáticas de dolor.
Aparte de la SGPA mesencefálica, y de nuestros núcleos del Rafe situados en el
tronco encefálico y que producen serotonina, grandes zonas de la médula espinal y
del tronco encefálico contienen amplios sistemas de neuronas con analgésicos
naturales, las endorfinas.

Las endorfinas a nivel celular producen:


– Disminución o supresión de la liberación de glutamato presináptico.
– Inhibición de neuronas postsinápticas.

Los amplios sistemas de neuronas que contienen las endorfinas impiden el paso de
señales nociceptivas por la médula y a niveles superiores del cerebro, donde se genera la
percepción del dolor.
Las endorfinas forman parte de nuestro sistema opioide endógeno, al igual que las
encefalinas.

54
El sistema inhibitorio de mayor relevancia a nivel periférico es el sistema opioide
endógeno (SOE).

Este sistema está formado por receptores y transmisores, y se encuentra ampliamente


distribuido por todo el organismo. Recientemente se ha demostrado la presencia de genes
que codifican transmisores y receptores opioides a nivel periférico en ganglios de la raíz
dorsal medular, en células endocrinas y en el sistema inmune. Las células inmunes
expresan genes que codifican β-endorfinas y encefalinas.

«Desde un punto de vista terapéutico el bloqueo o la reducción en la activación de los


nociceptores en la periferia puede tener relevancia para prevenir alteraciones centrales y
la aparición de cuadros de dolor crónico de difícil tratamiento.»

Antonio Montes Pérez

A nivel central, los transmisores inhibitorios más importantes del dolor y que inhiben
estímulos de «intensidad» son tres: la serotonina, la noradrenalina y el sistema opioide
endógeno.
La vía inhibitoria descendente más importante es la serotoninérgica, que va desde la
sustancia gris periacueductal (SGPA) pasando por los núcleos del Rafe del bulbo, que la
liberan, para finalizar en el asta posterior de la médula espinal (ADME).
La noradrenalina (NA) es producida por neuronas que se encuentran en los núcleos
bulbares, el Locus Caeruleus (hablaremos de él en los sistemas moduladores difusos en el
punto 3.7), y que acaban en el ADME.
Por último, el sistema opioide endógeno (SOE), que produce antinocepción tanto a
nivel periférico y espinal como supraespinal.

Para ampliar el sistema sensorial somático puedes acceder al Anexo de


neurociencias Sonda 8.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre analgesia natural y el efecto placebo*

¿Podemos considerar que los placebos son analgésicos naturales? ¡Vamos a verlo!
En ensayos clínicos realizados sobre el efecto placebo, se ha visto que los placebos
pueden desencadenar efectos muy potentes de analgesia. (12)

55
En un ensayo realizado con pacientes tras haber sido intervenidos quirúrgicamente,
se les administró a unos suero salino estéril y a otros morfina, informando a todos
que se les daba morfina para que no sufrieran dolor.
El ciento por ciento del grupo de pacientes que recibieron morfina sintieron un
efecto analgésico. La sorpresa fue que el 80 por ciento de los pacientes que
recibieron suero salino estéril ¡también!
Con estos resultados se pensó en el efecto placebo, pero los investigadores se
preguntaron si el dolor de los pacientes que habían recibido el suero salino estéril
podía ser imaginario; para comprobarlo, ampliaron el ensayo.

Hagamos una aclaración para poder entender el procedimiento: la morfina20 se une


a su receptor opiáceo para producir el efecto analgésico; si se administra un
antagonista de la morfina como la naloxona, esta desplaza a la morfina de su
receptor y se revierte el efecto presentándose de nuevo dolor.

Ante esta reflexión, pensaron que si administraban naloxona a todos los participantes
del ensayo, tanto a los que habían recibido morfina como a los que habían recibido suero
salino, podrían deducir la posibilidad de que el receptor estuviera ocupado si los pacientes
volvían a presentar dolor.
Los resultados en este punto fueron fascinantes, porque el ciento por ciento de los
pacientes que habían recibido morfina y presentaban analgesia volvieron a sentir dolor
como se esperaba, pero ¡el ciento por ciento de los pacientes que habían manifestado
analgesia con la administración del suero salino también volvieron a tener dolor! Los
receptores opiáceos de estos pacientes estaban ocupados por alguna sustancia que había
sido desplazada por la naloxona, y no podía ser el suero salino, ya que este no tiene
capacidad para unirse al receptor opiáceo. ¿Qué sustancia podía ser esa? De esta forma,
llegaron a deducir que nuestro cerebro puede fabricar opiáceos endógenos ante la
creencia de que vamos a mejorar con la administración de la sustancia que nos
administran.
Me parece interesante acabar este punto con la reflexión del doctor Antonio Montes
Pérez, jefe de Sección de la Unidad del dolor del Instituto Municipal de Asistencia
Sanitaria en Barcelona:
«Los conocimientos actuales referentes a la modulación inhibitoria de la nocicepción
podrían explicar la analgesia inducida por métodos poco convencionales, como son
ciertas formas de acupuntura, maniobras de contrairritación, hipnosis, analgesia por
placebo, etc. Estos procedimientos podrían activar los sistemas antinociceptivos
endógenos (incluyendo el opioide) y producir analgesia.

56
»Por otra parte, la implicación de estructuras supraespinales en procesos cognitivos,
discriminatorios y afectivos y de memoria ponen en marcha toda una serie de procesos
neuroquímicos, casi totalmente desconocidos, que podrían afectar de forma sustancial la
percepción del dolor y la respuesta al mismo.»

El sistema motor somático


Este sistema es el encargado de expresar nuestro comportamiento, a través de
setecientos músculos coordinados y dirigidos por un sistema motor central de control,
estructurado jerárquicamente, que lo hace posible.
Vamos a centrarnos en el control cerebral del movimiento, dejando de lado el sistema
motor somático periférico (las articulaciones, los músculos esqueléticos y su inervación
sensorial y motora). La razón es que esta primera parte está destinada a comprender las
bases neurobiológicas de nuestro comportamiento, y para hacerlo no es necesario que
nos adentremos en nuestro sistema motor somático periférico.
El cuadro siguiente muestra los niveles de jerarquía de nuestro sistema central de
control.

En el nivel alto de estrategia, la información de los sistemas sensoriales interactúa,


dando una imagen mental del cuerpo y de su relación con el mundo exterior. Se
ocupa de la finalidad del movimiento y de la estrategia para conseguir lo que
queremos.
En el nivel medio, las decisiones tácticas también están condicionadas por la
memoria y por nuestra experiencia sensorial del pasado. Se ocupa de las secuencias
de los movimientos ordenados en espacio y tiempo.
El nivel bajo, de ejecución, nos permite modular la postura, el estiramiento o la
contracción de nuestra musculatura de forma conveniente, antes y después de cada
movimiento voluntario.
Por lo tanto, vemos que nuestro sistema motor somático tiene una gran

57
dependencia de la información sensorial, hecho que ha inducido a que también se le
denomine sistema sensitivo motor.
Aunque se ha denominado «área motora» a las áreas 4 y 6 (que a su vez se
subdivide en área motora suplementaria AMS y área premotora APM), casi toda
nuestra neocorteza está implicada en el control del movimiento voluntario.
Aparte de estas áreas de la neocorteza especificadas en la Fig. 1.14, están
implicados los ganglios basales,* el tálamo, el tronco cerebral y el cerebelo.
Si quieres adentrarte en el control superior de nuestro sistema motor voluntario, ver
concretamente quién planifica y quién ejecuta el movimiento, y conocer algo mejor
nuestros ganglios basales, tendrás que lanzar la sonda 9.

Para ampliar el control superior del movimiento voluntario puedes acceder al Anexo
de neurociencias Sonda 9.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 9.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre áreas motoras en la acción, en la visualización y en la risa

Utilizando la tomografía por emisión de positrones (PET)* aplicada al estudio de la


planificación motora de alto nivel en seres humanos, el neurólogo danés Per Roland
pudo observar la diferencia de participación de las áreas motoras cuando se le
indicaba al grupo de estudio que realizara de memoria una serie de movimientos, o
simplemente se le daba la indicación de visualizarlos sin llegar a materializarlos
físicamente.
Si ante la ejecución de la acción intervenían aumentando el flujo sanguíneo las
áreas somatosensorial y parietal posterior, parte de la corteza prefrontal y las áreas
motoras 4 y 6, ante la visualización (la observación mental del movimiento) solo
dejaba de ser activa el área 4, y el resto de áreas implicadas mantenían la actividad.
En 1992 se publicó en el Journal of Neurophysiology un estudio en relación con
esta comprobación, realizado por G. Yue y K. J. Cole. (13) Se seleccionaron tres
grupos de trabajo: uno de control, un segundo grupo que realizaba ejercicios
flexionando un dedo de la mano y un tercer grupo que solo los visualizaba,
imaginando que realizaba el movimiento.
Se realizó el ensayo durante dos meses, con una práctica diaria y se midió la fuerza

58
del dedo antes del estudio y al finalizar el mismo. El resultado fue que la fuerza del
dedo en los participantes que realizaron el acto motor había aumentado en un 30
por ciento, pero la sorpresa fue comprobar que la fuerza del dedo en los
participantes que únicamente visualizaron el movimiento de su dedo había
aumentado un 22 por ciento. Podríamos deducir, según los resultados del equipo de
Per Roland, que esa diferencia de fuerza entre el acto y la visualización sería
atribuible a la falta de participación del área 4 cuando solo imaginamos el
movimiento. Pero incluso siendo así, es impresionante lo que puede hacer nuestra
capacidad de visualización, ¿no crees?
Observemos en el tiempo la participación de estas áreas. Para que nos sea más
fácil, pensemos en lo que ocurre cuando un atleta o un nadador se sitúa en la línea
de salida: durante la indicación que se le hace: ¡Preparado!, se realiza una
planificación cerebral del movimiento donde tienen participación los lóbulos
parietales, frontales y los centros relacionados con la alerta y la atención; cuando se
le indica ¡Listo! podríamos ver la intensificación de la activación en las áreas
premotoras y suplementarias (AMS), responsables de la planificación estratégica; y
ante la indicación ¡Ya! se intensifica la funcionalidad del área 4 y disminuye la del
área 6.
Se ha adjudicado al AMS (parte del área 6), y concretamente a la del hemisferio
izquierdo, la responsabilidad de ser la sede de donde arranca el movimiento para
activar los músculos de la risa (al margen de que el humor comporta elementos
cognitivos y emocionales). Esta adjudicación se ha llevado a cabo gracias a los
neurocientíficos de la Universidad de California en Los Ángeles, y concretamente al
neurocirujano Itzhak Fried, quien al intentar buscar en una de sus pacientes
epilépticas el centro de sus ataques episódicos, comprobó casualmente que al
estimular el AMS izquierda, la paciente sonreía, y al intensificar la estimulación
consiguió provocar una franca carcajada. (14)
Vamos llegando al final de la primera parte. A partir de aquí veremos sistemas
estrechamente relacionados con la regulación conductual. Con los tres puntos
siguientes acaba la base fundamental de estructura y función para abordar los
«cimientos», donde descubriremos aspectos importantes de nuestra conducta como
seres humanos.

3.7 Los componentes amplificadores de nuestro cerebro: el


hipotálamo, el sistema nervioso autónomo y los sistemas
moduladores difusos

59
¿Por qué se habla de componentes que amplifican en nuestro cerebro?
Hasta ahora hemos visto sistemas que usan conexiones sinápticas muy próximas
(«punto a punto») como el sistema sensorial o el motor. Estos limitan la comunicación a
su espacio sináptico. Dicho de otra forma, no puede ser que el glutamato liberado en la
corteza somatosensorial active la corteza motora. En palabras de Mark F. Bear, Michael
Paradiso y Barry Connors:

«Los sistemas que hemos presentado tienen limitada su comunicación en el espacio y el


tiempo.»

Ahora vamos a hablar de sistemas que son capaces de ampliar tanto el espacio como
el tiempo de comunicación. Estos sistemas tienen gran relevancia porque intervienen en
la regulación de nuestra conducta sexual y emocional, en nuestra motivación, en nuestro
sueño…
Uno de estos sistemas es el hipotálamo, un conjunto de núcleos agrupados, capaz de
activar funciones en todo el cerebro y en todo el cuerpo. El sistema nervioso autónomo,
controlado neuralmente por el hipotálamo, incide en muchos órganos internos, glándulas
y vasos sanguíneos. Por último hablaremos de los sistemas llamados moduladores
difusos, que regulan, entre otras funciones, el nivel de alerta y el estado de ánimo. Estos
moduladores solo se encuentran en el sistema nervioso central y están integrados por
grupos neuronales espacialmente divergentes, que actúan utilizando receptores que
pueden inducir cambios metabólicos extensos.21

El hipotálamo «secretor»
El hipotálamo está situado bajo el tálamo (nuestra estación de relevo sensorial), y
justo al lado del tercer ventrículo (III V, ver sistema ventricular).* Está conectado
caudalmente a través de un tallo a la hipófisis* y si lo situamos en nuestro cráneo, lo
tenemos justo por encima del techo de nuestra boca, y en la base del encéfalo. Está
formado por diferentes núcleos, como puedes observar en la Fig. 1.15.

Funciones fisiológicas y conductuales


Control de la temperatura corporal, la actividad sexual, endocrina y reproductiva, la
conducta de ataque y defensa, el equilibrio homeostático, etc. Conexión con hipófisis
anterior y posterior

El núcleo supraquiasmático
Nuestro reloj biológico (regulación de ritmos circadianos, viscerales y conductuales).

60
Recibe información de las células ganglionares de la retina.

Aunque el hipotálamo y el tálamo sean vecinos, tienen funciones muy diferentes. El


tálamo recibe las vías aferentes (hacia el cerebro) de nuestros sentidos para pasar
información al neocórtex. Una lesión en él puede producir un déficit sensitivo o motor
discreto. El hipotálamo se encarga de una función imprescindible para la vida: regula la
homeostasis. La homeostasis es un estado de reajuste constante de parámetros
fisiológicos, como la regulación de nuestra temperatura, o la composición de nuestra
sangre, el equilibrio hídrico y energético frente a la variación de las condiciones en el
medio ambiente. Es un proceso que mantiene nuestro medio interno dentro unos
márgenes fisiológicos, y su lesión puede suponernos la vida.

La regulación de la homeostasis que realiza el hipotálamo se inicia con una detección


de la información que han realizado las neuronas sensoriales; compara esta información
con su «mapa» de normalidad y observa si hay desviaciones que deba corregir.

¿Cómo corrige el hipotálamo?


Lo hace a través de tres tipos de respuesta:
1. Respuesta humoral: Un tipo de neuronas hipotalámicas responden a las señales

61
sensoriales, estimulando o inhibiendo la liberación de hormonas hipofisarias a la
sangre. Es el llamado hipotálamo «secretor», y forma el eje hipotálamo-hipófisis-
adrenal.
2. Respuesta visceromotora: Otras neuronas del hipotálamo responden a las señales
sensoriales ajustando el equilibrio del sistema nervioso autónomo (SNA). Regulan el
flujo de salida de la inervación simpática y parasimpática de los órganos viscerales. Lo
veremos a continuación al describir nuestro sistema nervioso autónomo.
3. Respuesta somática motora: Algunas neuronas del hipotálamo responden a las señales
sensoriales, dando una respuesta conductual somática motora.

Aparte de la neuronas que definen el hipotálamo secretor y de las que regulan el


sistema nervioso autónomo, hay un grupo neuronal que forma el núcleo
supraquiasmático (NSQ); estas reciben aferencias directas desde la retina y regulan los
ritmos circadianos, sincronizándolos con los ciclos de luz/oscuridad, como ya hemos
mencionado anteriormente (Fig. 1.15).
Pasemos a conocer al hipotálamo secretor. Regula tanto la hipófisis posterior
(neurohipófisis) como la anterior (adenohipófisis).Ya sabemos que la hipófisis está
situada en la silla turca en la base del cráneo, y conectada por su tallo con el hipotálamo.
A través de ella el hipotálamo secretor se comunica con nuestro cuerpo.

Veamos primero cómo regula la hipófisis posterior:


Un tipo de neuronas neurosecretoras más grandes (las «magna») extienden sus
axones al tallo hipofisario, entran en la neurohipófisis y liberan dos neurohormonas
directamente en los capilares de la neurohipófisis, la oxitocina y la vasopresina.
La oxitocina es la hormona responsable de:
– Las contracciones uterinas en el parto, para facilitar la expulsión del feto.
– La subida de la leche tras el parto.
Puede estimularse su producción por el efecto de succión del recién nacido, e
incluso por la visión del llanto del bebé propio o ajeno; depende por tanto de
estímulos sensoriales (somáticos, auditivos o visuales) que llegan a la corteza a
través del tálamo, y a partir de ahí la corteza estimula al hipotálamo para que
produzca oxitocina.
Puede inhibirse su producción por el efecto del estrés. La ansiedad puede dar la
orden desde la corteza hacia el hipotálamo para inhibir su producción e impedir la
subida de la leche materna.
La vasopresina, también llamada hormona antidiurética (ADH), es responsable de:

62
– Regular el volumen de sangre.
– Regular la concentración de sal en sangre.
Cuando nos deshidratamos o nos baja la presión hay una comunicación
bidireccional entre riñón y cerebro.
Esta región lateral está relacionada con la motivación y es la que nos dará una
respuesta conductual somática motora, la cual nos hará beber.

Esta región lateral es la responsable de nuestra sed incontrolable hasta saciarla.

Vamos a observar ahora como regula la hipófisis anterior:


El lóbulo anterior de la hipófisis es una verdadera glándula, sus células sintetizan y
segregan una serie de hormonas que regulan a su vez, las secreciones de otras
glándulas de nuestro organismo.

Este sistema de encadenado glandular es lo que configura nuestro sistema endocrino.

Las hormonas de nuestra hipófisis anterior actúan sobre las tiroides, las mamas, las
glándulas suprarrenales y las gónadas.
Para profundizar en ellas deberás lanzar una sonda más adelante. Aquí solo
añadiremos que de todas las dianas corporales la corteza suprarrenal es la que nos
interesa más para nuestro trabajo.
La acción que se produce en nuestras glándulas suprarrenales, y concretamente en
la corteza suprarrenal, produce secreción de cortisol (hormona esteroidea), que
como veremos es un protagonista importante en nuestro proceso de lucha-huida, en
definitiva ante el estrés, tanto fisiológico favorable como patológico o desfavorable.
Las glándulas suprarrenales están situadas sobre cada uno de nuestros riñones,
tienen una corteza y una médula central.
Nos vamos a centrar inicialmente en la corteza suprarrenal que, como hemos
mencionado, es la que produce cortisol.
Las neuronas que controlan la corteza suprarrenal son las que tienen la potestad de
decidir si un estímulo es estresante o no; a través de su efecto en la hipófisis
anterior y por el paso a la circulación general indican su acción a la corteza
suprarrenal y en pocos minutos estimulan la liberación de cortisol.
El cortisol es una molécula «amante de la grasa» y por tanto le es muy fácil
disolverse en las membranas lipídicas celulares y pasar al líquido extracelular del
encéfalo. Una vez en el encéfalo interactúa con los receptores hipotalámicos

63
específicos, inhibiendo la liberación de la hormona que inicia el proceso. Por tanto,
se produce una autorregulación de la liberación de cortisol por feedback en
condiciones fisiológicas. Hay neuronas con receptores de cortisol distribuidas por
todo el sistema nervioso central; no solo en las neuronas hipotalámicas y en estas
otras localizaciones el cortisol produce efectos importantes sobre la actividad
neuronal.

Nuestro «personaje» produce efectos no solo en nuestro cuerpo sino también en nuestro
encéfalo.

Para ampliar el hipotálamo puedes acceder al Anexo de neurociencias Sonda 10.


En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 10.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre el estrés y el papel del cortisol en nuestro encéfalo

Estudios realizados por Robert Sapolsky y colaboradores, de la Universidad de


Stanford, en Kenia con babuinos, demostraron que los babuinos subordinados
enjaulados, que no podían escapar a los babuinos superiores o dominantes, podían
llegar a morir y no por lesiones producidas en la lucha sino a causa del estrés
mantenido; presentaban úlceras gástricas, aumento del tamaño de sus glándulas
suprarrenales y degeneración de sus neuronas hipocampales.
Estudios posteriores han demostrado también que la causa de la lesión del
hipocampo está producida por el efecto directo del cortisol en esta estructura.
El estrés crónico provoca además envejecimiento prematuro y alteraciones de la
memoria.

El sistema nervioso autónomo (SNA)


Volvamos al hipotálamo por un momento. Habíamos visto que el hipotálamo corrige a
través de tres tipos de respuesta. La primera, la respuesta humoral, es la que acabamos
de ver. Ahora vamos a observar cómo se produce la segunda, la respuesta
visceromotora.
Otras neuronas del hipotálamo regulan nuestro sistema nervioso autónomo. Este es un
sistema involuntario que inerva vísceras, piel, músculos lisos y glándulas. Posee la rama

64
simpática, la parasimpática y la división entérica (que podrás conocer si lanzas la sonda
11, más adelante).
Es un sistema no voluntario y automático, no consciente. Este sistema interviene en el
proceso del estrés biológico, que crea nuestro cerebro como respuesta a estímulos tanto
reales como imaginarios. En la Fig. 1.16 se ven las divisiones y los neurotransmisores
utilizados en cada una de ellas.
Nuestra división simpática es la responsable de las respuestas fisiológicas ante una
activación, produciendo un aumento de nuestra frecuencia cardíaca, de la presión
arterial, de la sudoración, una inhibición de las funciones digestivas y la movilización de
las reservas de glucosa.

En definitiva, la división simpática pone nuestro organismo en


disposición para poder actuar.
Cuando nos relajamos porque ha terminado nuestra actuación, el estímulo simpático
disminuye y aumenta el parasimpático produciendo los efectos contrarios: se frena la
frecuencia de nuestro corazón, dejamos de sudar y baja nuestra presión sanguínea. Pero
este balanceo de las dos divisiones puede suceder en procesos tanto de actuación real
como imaginaria. No es necesario que nos movamos para estimular el sistema, pues
como hemos comentado, únicamente imaginando podemos estimular una y otra división.

65
Nuestra división simpática nos acelera el ritmo cardíaco; nuestra división

66
parasimpática lo disminuye. Nuestra división simpática nos hace sudar y seca la boca;
nuestra división parasimpática la humedece. La activación simpática provoca que nuestra
respiración sea superficial y rápida; nuestro parasimpático nos permite respirar de forma
pausada y profunda. Nuestra división simpática nos dificulta la digestión, y la
parasimpática la facilita... Puedes comprobar que nuestra división simpática es la
responsable de todos los signos y síntomas que tenemos cuando nos estresamos. ¿Verdad
que esta experiencia te resulta tremendamente familiar?

En la Fig. 1.16 podemos ver que la médula suprarrenal solo recibe inervación
simpática, y al ser activada secreta adrenalina y noradrenalina a la circulación general.
Este apunte es necesario para que después podamos comprender nuestra forma de
reaccionar a la activación o al estrés. Puedes situar en la figura la glándula suprarrenal
sobre el riñón.
El sistema nervioso autónomo inerva tres tipos de tejidos: el músculo liso, el músculo
cardíaco y las glándulas. Por este motivo, prácticamente todo el cuerpo recibe sus

67
conexiones pues actúa en las glándulas salivares, sudoríparas, lacrimales y productoras de
mucosidad; en el corazón y los vasos sanguíneos, ejerciendo un control del flujo y la
presión. Actúa en los pulmones y bronquios; actúa en funciones metabólicas y digestivas
del hígado, páncreas, intestino delgado, intestino grueso y recto; en el riñón y la vejiga
urinaria; en respuestas reproductivas y sexuales, y además en interacciones con el
sistema inmune.

Para ampliar el sistema nervioso autónomo puedes acceder al Anexo de


neurociencias Sonda 11.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 11.

Los sistemas moduladores difusos


Estos sistemas moduladores, al igual que el hipotálamo secretor y el sistema nervioso
autónomo, son capaces de ampliar tanto el espacio como el tiempo de comunicación. Los
sistemas moduladores difusos en lugar de transportar información sensorial detallada,
ejercen su función reguladora modulando amplias estructuras neuronales postsinápticas,
como la corteza cerebral, el tálamo, la médula espinal… de forma que estas estructuras
pasan a ser más o menos excitables. Podemos decir que son reguladores de intensidad.

¿Qué funciones regulan?


Aunque en la actualidad se sigue investigando sobre su implicación en la modulación
funcional sabemos que regulan:

El control motor, la memoria, el estado anímico, la motivación o el estado


metabólico de nuestro organismo.

Vamos a describir el Locus Caeruleus, los núcleos del Rafe, la sustancia nigra, el área
tegmental ventral y los complejos colinérgicos del prosencéfalo basal y del tronco
encefálico, esquematizando sus funciones principales en el cuadro siguiente.

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¿Qué características comparten?
1. Cada sistema tiene un núcleo de miles de neuronas que constituye el origen del
sistema. La mayoría de estos núcleos se encuentran en el tronco encefálico.
2. Cada neurona del sistema puede establecer contacto con más de 100.000
neuronas postsinápticas repartidas por todo el encéfalo.
3. En la mayoría de sinapsis se produce una liberación de moléculas del
neurotransmisor hacia el líquido extracelular, lo que implica su difusión a muchas
neuronas, en lugar de limitarse a la hendidura sináptica.
4. Los neurotransmisores que utilizan se unen a receptores acoplados a la proteína
G, o receptores metabotropos.
Aunque comparten algunas características, podrás ver que son estructuras diferentes

69
y con funciones diferenciadas si lanzas la sonda 12.

Para profundizar en los sistemas moduladores difusos puedes acceder al Anexo de


neurociencias Sonda 12.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 12.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre los moduladores difusos, trastornos del estado ánimo y estados de
ansiedad

A finales de 1960 se describió la «hipótesis de la monoamina». Se contempló la


posibilidad de que la depresión tuviera su origen en la alteración de los sistemas de
regulación difusos y de que esta alteración estuviera relacionada con los niveles de
noradrenalina y serotonina o con una de ellas. La mayoría de los fármacos
antidepresivos actuales ejercen su acción elevando una o ambas aminas.
Los fármacos antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina, como la
fluoxetina, también son efectivos para tratar todos los trastornos de ansiedad,
aunque no de forma inmediata y se cree que esta acción concreta no se debe a un
aumento de la serotonina extracelular sino a algún mecanismo de adaptación
funcional desconocido que provoca una elevación crónica de la 5-HT (serotonina),
posiblemente relacionado con una posible variación de la expresión génica.

3.8 Reguladores del hipotálamo secretor. La amígdala y el


hipocampo
Ante todo vamos a recordar que uno de los sistemas capaces de ampliar la
comunicación de nuestro cerebro es el hipotálamo, encargado de activar funciones en
todo el cerebro y en todo el cuerpo. Hemos visto que regula su función a través de tres
tipos de respuesta: la humoral, la motora visceral y la motora somática. También hemos
repasado ampliamente su respuesta motora visceral, a través de su influencia sobre el
sistema nervioso autónomo, y su respuesta humoral mediante su actuación sobre la
hipófisis posterior o neurohipófisis y sobre la hipófisis anterior o adenohipófisis. Esta
última incide en muchas dianas; de todas estas dianas la corteza suprarrenal es la que
más nos interesa.
Hecho este pequeño recordatorio, vamos a poner nuestra atención en la regulación de

70
todo este eje funcional. El eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (EHHA), que se activa como
respuesta al estrés tanto fisiológico como patológico.

La regulación del EHHA está a cargo de nuestra amígdala y de nuestro hipocampo.


La amígdala estimula el EHHA y el hipocampo lo frena.

Recuerda que determinadas neuronas hipotalámicas, que controlan la corteza


suprarrenal, tienen la potestad de decidir si el estímulo que les llega es estresante o no.
Producen primero su acción, liberando una hormona en la sangre de la circulación portal
(hipofisaria), que a su vez estimula en la adenohipófisis la secreción de otra hormona que
pasa a la circulación general hasta llegar a la corteza suprarrenal y en pocos minutos ya
ha estimulado la liberación de cortisol. Podemos esquematizarlo de la forma siguiente:

Existe la hipótesis de que en este EHHA confluyen las influencias genéticas y


ambientales que pueden actuar sobre nuestro estado de ánimo.

Tanto la amígdala como el hipocampo reciben información procesada desde la


corteza.
Podemos ver esquematizadas estas influencias fisiológicas en la siguiente figura.

71
Vamos a situar la amígdala y el hipocampo, poniendo atención en su estructura y
comunicaciones de entrada y salida. Podrás verlo en profundidad si lanzas la sonda 13
más adelante.
En el inicio de esta primera parte, cuando hemos hablado de nuestro cerebro
evolutivo, han aparecido ambos en escena, en el cerebro mamífero. ¿Recuerdas que la
amígdala formaba parte junto con hipocampo del «sistema emocional» que permitía al
dinosaurio su supervivencia? La amígdala se responsabilizaba de imprimir la emoción de
su vivencia y el hipocampo,22 de mantener en la memoria de nuestro personaje aquello
que su cerebro consideraba relevante, ya fuera positivo o negativo.
Inicialmente centrémonos en nuestra amígdala. La información sensorial entra en la
amígdala, la procesa y a partir de ahí se inicia el proceso de respuesta al estrés.
El miedo ha sido durante nuestra evolución una respuesta adaptativa a situaciones de
amenaza. Y así tendría que ser, pero en la sociedad actual muchas veces no cumple este
papel, puesto que reaccionamos a situaciones que no son amenazantes, y por el mero
hecho de «creer» lo contrario, hacemos reaccionar con demasiada facilidad nuestro
sistema «como si nos fuera la vida en ello». De esta forma, creamos un hábito de
reacción estresante que puede acabar por sobrepasarnos. Sin embargo, la situación de
estrés puede reforzarse con la experiencia y también debilitarse. Por eso, como veremos
más adelante, es posible regular la respuesta al estrés mediante el aprendizaje.

La amígdala

72
Forma parte del llamado sistema límbico, que procesa nuestras experiencias
emocionales. Aunque hoy sabemos que no existe un solo sistema para procesar las
emociones, seguimos utilizando la acepción «sistema límbico» (definida en 1878 por el
neurólogo francés Paul Broca) para dar nombre a un grupo de estructuras, áreas
corticales, que rodean el tronco encefálico en la superficie medial del cerebro. Broca en
realidad denominó a ese grupo de estructuras como lóbulo límbico. Está limitado por una
porción de corteza que rodea el cuerpo calloso (Fig. 1.19), la circunvolución del cíngulo
y por la corteza de la superficie medial del lóbulo temporal, que incluye el hipocampo.
De esas estructuras, la amígdala es una de las más importantes en relación con
nuestra experiencia emocional, con aspectos del comportamiento, la memoria y el
aprendizaje y, por si fuera poco, especialista en relación con la expresión de emociones
como el miedo y la agresividad. Aunque la amígdala no es la localización primaria donde
se almacena la memoria emocional, parece estar implicada en recuerdos de hechos
emocionales. Sus neuronas aprenden a responder a estímulos asociados al dolor y, una
vez aprendido, ante el estímulo se nos genera miedo.
Joseph LeDoux,23 quien se ha dedicado al estudio de la memoria, las emociones y la
plasticidad, considera en sus estudios que los estímulos sensoriales sobre la amígdala (sin
ser procesados por la corteza previamente) son suficientes para que los percibamos de
forma consciente. En la segunda parte del libro, cuando hablemos de las emociones,
ampliaremos la respuesta funcional de la amígdala, como «detectora fundamental de
peligros» y sobre su activación ante cualquier amenaza.

73
Anatómicamente la amígdala está situada en un extremo del lóbulo temporal y
formada por varios núcleos como puedes ver en la Fig. 1.20.
La amígdala recibe información sensitiva ascendente desde el tálamo, y estímulos
descendentes desde nuestra neocorteza. Integra esta información e inicia la respuesta al
estrés con la activación del EHHA, el sistema nervioso autónomo, los sistemas
moduladores difusos y la sustancia gris periacueductal.*
Todos los sistemas sensoriales envían información altamente procesada a la amígdala.
También recibe y les da información a los sistemas moduladores difusos, serotoninérgico
(núcleos del Rafe), dopaminérgico (área tegmental ventral ATV y sustancia nigra) y
noradrenérgico (Locus Caeruleus). Hay más proyecciones desde la amígdala al
hipotálamo (eferentes) que las que le llegan desde este de retorno (aferentes). Asimismo,
hay más influencia desde la amígdala al hipocampo que desde este hacia la amígdala.

El hipocampo
Posee muchos receptores de glucocorticoides y el cortisol liberado por la corteza
suprarrenal actúa sobre ellos frenando la secreción de CRH (hipotalámica) y como
consecuencia la de ACTH y cortisol, cuando los niveles de cortisol en sangre son
suficientes.24

Es un mecanismo de retroalimentación negativa para protegernos del exceso de

74
cortisol.

Ahora bien, en un estado de estrés sostenido las neuronas de nuestro hipocampo son
muy sensibles al exceso de cortisol que se produce y pueden llegar a morir. Entramos
entonces en un ciclo vicioso de más respuesta al estrés, más liberación de cortisol, y más
daño hipocámpico. Este proceso, si se mantiene en el tiempo, produce elevaciones de
CRH sostenidas, que junto a una falta de inhibición del EHHA puede condicionar una
vulnerabilidad ante los trastornos del estado de ánimo.

Los estudios por neuroimagen han demostrado una disminución del volumen
hipocámpico, un aumento de la actividad de nuestra amígdala y de nuestra corteza
prefrontal ante el estrés crónico.

Para profundizar en los reguladores del hipotálamo secretor puedes acceder al


Anexo de neurociencias Sonda 13.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 13.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre los receptores de glucocorticoides en el hipocampo y su relación
con la ansiedad

La existencia de los receptores de glucocorticoides en el hipocampo dependen de


nuestra expresión génica, de las experiencias vividas en las primeras etapas de la
vida, de las monoaminas y su relación con los genes.
Estudios realizados en ratas que han sido amamantadas por su madre y cuidadas
durante su crecimiento han demostrado la existencia de más receptores de
glucocorticoides en su hipocampo, de menos niveles de CRH en el hipotálamo y
menos ansiedad en la edad adulta que en las ratas sometidas a la situación contraria.
Estos resultados solo se han conseguido si la estimulación afectiva se produce en el
período postnatal del animal; no se consiguen si la estimulación no se realiza hasta
que la rata es adulta.
Los inhibidores de la recaptación de serotonina (antidepresivos) aumentan los
receptores de cortisol del hipocampo y por ello ayudan a disminuir el cortisol
suprarrenal, a través de disminuir la CRH hipotalámica y por tanto bajar la
hiperactividad del EHHA.

75
3.9 El «creador dinámico»: el hipocampo
Hemos visto el papel que representa nuestro hipocampo sobre el EHHA. Ahora
vamos a descubrir por qué esta estructura es digna de ser denominada el «creador
dinámico».
Sabemos que está situado en el lóbulo temporal junto a la amígdala y detrás de ella,
oculto por la circunvolución del parahipocampo (Fig. 1.19) y que forma parte de nuestro
sistema límbico (emocional). Su corteza es una estructura cortical considerada más
primitiva que el resto de la corteza.
Nuestro hipocampo es una estructura implicada en el aprendizaje, en la memoria y en
la neurogénesis* (creación de nuevas neuronas). Se comprobó inicialmente que existía
neurogénesis en el hipocampo de las ratas adultas, y que aumentaba el número de
neuronas nuevas si se les hacía hacer ejercicio y se las exponía a un medio enriquecido
con juguetes y con otras compañeras de juego. Se comprobó también que esa
neurogénesis se correlacionaba con la mejora memorística y de aprendizaje. Fred Gage,
del Instituto Salk, demostró posteriormente que sucede lo mismo en los seres humanos.

Nuestro hipocampo tiene una gran capacidad plástica, de aprendizaje y de


memoria.

La transmisión sináptica excitadora en el hipocampo está mediada por receptores de


glutamato. ¿Recuerdas que el glutamato es el neurotransmisor excitatorio por excelencia?
Los estudios realizados demuestran que cuando se produce una despolarización
suficiente de la neurona postsináptica, la estructura de las sinapsis se modifica, se crean
nuevas dendritas y se forman nuevos contactos (desde un mismo axón pueden
establecerse muchos contactos sinápticos con la misma neurona postsináptica).
Esta proliferación condiciona que haya más posibilidad de excitación y más superficie
sensible.
Otras investigaciones han demostrado que estos mecanismos de plasticidad sináptica
también se producen en la neocorteza, y que las moléculas que intervienen en estos
mecanismos también intervienen en funciones cognitivas como el aprendizaje y la
memoria.
En consecuencia, la memoria no se puede considerar un proceso aislado: está
íntimamente relacionada con los mecanismos neuronales de nuestro aprendizaje, y
existen distintos factores que influyen cuando memorizamos. Pero no los veremos aquí
¡a no ser que quieras lanzar tu próxima sonda! Solo comentaremos que existen algunos
mecanismos que utilizan la «asociación» de nuestras vivencias para lograr la formación

76
de nuevos recuerdos mediante un proceso selectivo y subjetivo de nuestra atención.
Sabemos que no todas las experiencias son recordadas de la misma forma; son más
permanentes aquellas que tienen un alto contenido emocional, otras las podemos recordar
solo durante un tiempo ya que desaparecen posteriormente. La intensidad de nuestra
experiencia influye en nuestros recuerdos.
Hasta hace poco se pensaba que la plasticidad estructural estaba limitada a ciertos
períodos críticos al principio de nuestra vida. Hoy se admite que siguen habiendo
cambios estructurales en los axones y modificaciones en la eficacia de sus sinapsis.
Aunque la plasticidad disminuye con la edad, no quiere decir que desaparezca. De hecho,
el entorno modifica nuestro cerebro durante toda nuestra vida; si no fuera así, no
podríamos formar nuestra memoria.
Otro aspecto es cómo accedemos a los recuerdos. Cada vez que realizamos una
evocación de nuestra memoria, hacemos una modificación o reconstrucción de la
vivencia pasada, incorporando en ella las experiencias nuevas experimentadas
posteriormente a la misma. Por este motivo podemos comprobar en ocasiones que
recordamos sucesos de forma diferente a como los recuerdan otras personas que vivieron
nuestra misma experiencia. En esos procesos de evocación de memorias antiguas, tanto
podemos consolidarlas como borrarlas por completo. (15)
En el aprendizaje del adulto usamos muchos de los mecanismos que fueron útiles
para establecer los circuitos necesarios en la fase de desarrollo cerebral. Pero, a pesar de
que nuestros circuitos se establecen durante el período prenatal y a pesar de que en ese
momento el cerebro ya tiene sistemas compuestos por millones de neuronas con
capacidad para realizar posteriormente las funciones de pensar, sentir y hacer, el entorno
tiene una gran influencia en nuestra estructura antes de que empecemos a respirar. Los
estímulos sensoriales que recibimos provocan que nuestro cerebro se modifique y con
nuestro aprendizaje vamos construyendo, recordando y transformándonos a lo largo de
toda nuestra vida.

El aprendizaje y la memoria son adaptaciones de nuestros circuitos a nuestro


entorno cambiante.

Aprender es adquirir nueva información, que podemos convertir en conocimiento y


mantener a través de nuestro sistema de memoria.
Hoy en día sabemos que hay diferentes tipos de memoria, que nuestros recuerdos
están «distribuidos» en el cerebro y que nuestras áreas corticales no contribuyen todas
por igual en el proceso de memorización. Sin embargo, «nuestro creador dinámico», el
hipocampo, tiene un papel fundamental en estos procesos, participa en determinados

77
tipos de memoria, en otros es el protagonista principal y parece fundamental su
intervención en la consolidación de nuestra memoria junto con otras áreas corticales que
lo rodean.
La memoria se ha clasificado en declarativa (explícita) y no declarativa (implícita)
(Fig. 1.21). Cuando nos referimos a su permanencia, se diferencia en memoria
inmediata, memoria a corto plazo (un ejemplo es la memoria de trabajo) y memoria a
largo plazo. (16)
Por tanto, nuestros recuerdos se pueden clasificar en función de la duración, del tipo
de información memorizada o de las estructuras cerebrales que intervienen en su
proceso.
Vamos a mencionar en este apartado las memorias donde nuestro creador dinámico
tiene una participación más relevante.
La memoria de trabajo es la información que mantenemos en la mente el tiempo
suficiente para poder llevar a cabo acciones secuenciales por una necesidad inmediata.
Además de la participación del hipocampo, hay otras estructuras implicadas en su
formación, especialmente la corteza prefrontal (CPF),25 nuestro «director de orquesta».
El hipocampo también participa en la memoria espacial; se cree que está especializado en
la creación de un mapa espacial del entorno. Los estudios de neuroimagen con
tomografía por emisión de positrones (PET) demuestran que el hipocampo humano se
activa en situaciones que supongan una navegación virtual o imaginaria. Está implicado
además en la llamada memoria de relación. (17) Se entiende por memoria de relación la
formada cuando todos los acontecimientos que ocurren en un momento determinado se
almacenan relacionados entre sí; la información procesada por los sentidos penetra en el
hipocampo y en la corteza contigua, creándose recuerdos de todo lo que tiene relación en
ese momento preciso. Un ejemplo de ello es lo que, con toda seguridad, cada uno de
nosotros ha experimentado cuando un «olor concreto» nos transporta a nuestra clase de
primaria o un «sabor determinado» nos hace revivir aquella experiencia concreta y
precisa disfrutada muchos años atrás… Sin embargo, la memoria donde el hipocampo
tiene mayor protagonismo es la memoria declarativa o explícita.

78
En esta figura se muestran las estructuras responsables de los tipos de memoria
especificados. Podemos observar que la memoria declarativa normalmente está
disponible para la conciencia y, en general, la no declarativa no lo está. Hay otra
característica diferencial entre ambas, la declarativa es fácil de formar y también de
olvidar; es el tipo de memoria que nos permite relacionar mentalmente la información
para reconocer, deducir o inferir, y crear nuevos conocimientos; en cambio, la memoria
implícita o no declarativa se forma mediante la práctica o repetición, y es difícil que la
olvidemos; son recuerdos inconscientes en los que se basan nuestros hábitos motores y
mentales.

La memoria declarativa o explícita, que está a disposición de nuestro consciente y


que se refiere a hechos cotidianos o acontecimientos, depende del hipocampo y de
las estructuras relacionadas.

Nuestros recuerdos pueden almacenarse de forma frágil, pero nuestra memoria


remota es mucho más consistente porque se almacena gracias a cambios
estructurales en la neocorteza.
Los recuerdos declarativos se forman con cierta facilidad pero también pueden
olvidarse fácilmente, a diferencia de lo que sucede con nuestra memoria procesal.

79
Hasta aquí solo hemos hablado de nuestra memoria procesal o no declarativa para
diferenciarla de la memoria declarativa; en el punto siguiente, «Otros creadores», la
veremos en detalle.

Para profundizar en nuestro «creador dinámico» puedes acceder al Anexo de


neurociencias Sonda 14.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 14.

3.10 «Otros creadores» de sistemas de memoria y


aprendizaje
Hay diferentes tipos de memoria «no declarativa» tal como se ve en la Fig. 1.21, y
que implican diferentes estructuras cerebrales.
El cuerpo estriado de los ganglios basales26 es fundamental para la memoria
procedimental que interviene en la formación de hábitos de comportamiento.
En el cerebelo, responsable del control motor, se producen correcciones cuando los
resultados del movimiento no responden a las expectativas.
El aprendizaje procesal supone aprender un procedimiento motor, como respuesta o
reacción a un estímulo sensitivo y suele ser muy sólido.

Para ver los tipos de aprendizaje procesal puedes acceder al Anexo de


neurociencias Sonda 15.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 15.


Ya hemos llegado al final de nuestra primera parte. Como comentaba al principio, esta
primera parte aporta una base importante para poder profundizar en nuestro
conocimiento, y nos ayuda a identificarnos y a reconocer a partir de ahora el origen de
«por qué somos», «por qué hacemos», «por qué pensamos», «por qué sentimos» y en
definitiva el «porqué de nuestra vivencia».
Si aceptamos y reconocemos nuestras características, tendremos la posibilidad de
estar en mejor disposición para plantearnos posibles cambios y movilizarnos hacia
nuestra mejora.
Vamos a seguir adelante y pasaremos ya a conocer nuestra base fundamental, «los
cimientos».

80
2 A finales de los años sesenta George Powell comprobó que los niños privados de
afecto reducían la secreción de la hormona de crecimiento y la recuperaban si se los
separaba del entorno desfavorable. Posteriormente, en 1982, Alain Guilhaume comprobó
que en estos niños había una alteración de la fase «No Rem» del sueño (sueño profundo
o sueño reparador).
En estas fases es donde se segrega la hormona de crecimiento y se veían
interrumpidas por sueños frecuentes (fases «Rem»). Cuando se los separaba del entorno
desfavorable reaparecían las fases de sueño «No Rem».
3 La neurona, también llamada célula cerebral (aunque no es la única), se describe
más adelante como una estructura funcional básica de nuestro sistema nervioso.
4 Uno de los defectos frecuentes en el desarrollo es el cierre defectuoso del tubo
neural. Ocurre en 1 de cada 500 partos vivos. Su etiología se debe a un defecto de
vitamina B9 o ácido fólico en la dieta materna durante las primeras fases del embarazo.
De ahí la gran importancia en la suplementación dietética con ácido fólico prematura. Se
estima que esta puede reducir en un 90 por ciento la incidencia de estos defectos
embrionarios.
5 Recordar aquí que la función motora es cruzada. Una dominancia izquierda
hemisférica se manifiesta en una habilidad motora derecha.
6 Bruce L. Miller, de la Universidad de California, apoya esta tesis cuando describe el
caso de una demencia fronto-temporal de predominio izquierdo que condicionó un déficit
cognitivo y de lenguaje, y disminuyó la inhibición para transgredir las normas sociales.
Otras referencias se encuentran en el libro El error de Descartes, de António Damásio.
7 La micromaduración recorre, según Herschkowitz, (3) tres estadios: proliferación,
migración y diferenciación. Norton (4) clasifica la micromaduración en los siguientes
apartados: proliferación y migración neural, proliferación glial, crecimiento dendrítico y
sinaptogénesis, muerte neuronal, mielinización y crecimiento general.
8 Robert Horvitz, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, recibió el Nobel en
2004 por su descubrimiento de los genes que codifican la muerte celular por apoptosis.
9 Son factores que promueven el crecimiento nervioso. Entre ellos están el factor
neurotrófico derivado de cerebro (BDNF), las neurotrofinas (NT-3, NT-4) y el factor de
crecimiento nervioso (FCN). Este último, en el sistema nervioso central y durante la
neurogénesis, es secretado por la cresta neural, y promueve y estimula el crecimiento de
los axones. Fue descubierto en 1986 por Stanley Cohen, quien recibió el Premio Nobel
ese año por su hallazgo.
10 Unas redes responden al código genético, bien especificadas y sinápticamente

81
determinadas, contribuyendo a la forma principal de programación de los patrones de
conducta congénitos. Otras redes neuronales, menos específicas y parcialmente
determinadas, sirven de sustrato a la conducta epigenética* y debido a esta plasticidad
neuronal, sensible a los estímulos procedentes del ambiente favorable, se organiza el
aprendizaje. Este proceso constructivo hace posible la máxima integración madurativa
hasta crear la autoconciencia que nos caracteriza.
11 Según expresen en sus membranas receptores y transportadores de ácido
glutámico; también el resto de células gliales, los oligodendrocitos (glía de mielinización)
y la microglía poseen estos receptores y transportadores de glutamato en sus membranas.
12 Recientemente un equipo del Departamento de Neurobiología Experimental de la
Universidad de Bonn en colaboración con Andrea Volterra de la Universidad de Lausana,
ha demostrado que los astrocitos pueden liberar por sí solos neurotransmisores, después
de este tipo de activación.
13 Hay enfermedades neurológicas caracterizadas por la alteración de las vainas de
mielina. En la esclerosis en placas, o esclerosis múltiple, hay una alteración de los haces
axonales del cerebro, médula espinal y nervios ópticos. La enfermedad conocida como
síndrome de Guillain-Barré, en lugar de atacar el SNC ataca a los nervios periféricos de
músculos y piel.
14 Estas células microgliales podrían ser activadas, según la hipótesis excitotóxica de
la esclerosis múltiple, por elementos exógenos, como virus, y provocar la liberación
copiosa de glutamato, de factor de necrosis tumoral (TNF-α), radicales libres y óxido
nítrico, que producirían daño en los oligodendrocitos por sobreexcitación de sus
receptores de glutamato. (6)
15 Los conos y los bastones retinianos eran los únicos fotoceptores conocidos hasta
1990. En esta fecha se descubrió un nuevo fotoceptor retiniano que no era cono ni
bastón, sino un tipo especializado de célula ganglionar sensible a la luz directa con un
fotopigmento específico, la melanopsina.
16 Se ha observado en diferentes estudios que los grupos de mujeres que conviven
tienden a sincronizar sus ciclos menstruales. Este efecto podría estar mediado por
feromonas. Martha McClintock y Kathleen Stern, de la Universidad de Chicago,
descubrieron en 1998 que compuestos inodoros de las axilas de mujeres donantes,
recogidos mediante un algodón, influían en el ciclo menstrual de mujeres receptoras, en
las que se había colocado el algodón bajo su nariz.
17 Los genes que codifican el color azul se encuentran en el cromosoma 7 (no
relacionado con el sexo), y los que codifican los colores verde y rojo se encuentran en el
cromosoma X* (relacionado con el sexo). Los hombres tendrán una percepción anormal

82
del rojo y el verde si existe una alteración en el cromosoma X transmitido por su madre;
en cambio, la mujer tendrá esa alteración solo en caso de que padre y madre le hayan
transmitido el cromosoma X alterado.
18 Tienes la posibilidad de escucharlo directamente si accedes a la entrevista que le
realizó Eduard Punset en el programa «Redes» de RTVE el 31 de mayo de 2009.
19 Esta red se ha detectado afectada en los pacientes con enfermedad de Alzhaimer y
se desconoce aún por qué en esta enfermedad hay predilección por estas estructuras.
20 La morfina es un opioide exógeno al igual que la codeína o la heroína. Los
opioides exógenos son un grupo de fármacos cuya propiedad fundamental es la de actuar
sobre receptores específicos, los receptores opioides, que se encuentran ampliamente
distribuidos en el sistema nervioso central y en el periférico, así como en determinadas
células presentes en las reacciones inflamatorias e inmunitarias.
21 Descritos en la sonda 5 y también llamados metabotrópicos o asociados a la
proteína G.
22 Hablaremos también del hipocampo cuando abordemos el aprendizaje y la
memoria.
23 Neurocientífico de la Universidad de Nueva York, experto en la neurobiología de
las emociones.
24 Según la hipótesis de la diátesis-estrés, en pacientes con depresión crónica no hay
un mecanismo de frenado del cortisol sobre el hipocampo, posiblemente por falta de
receptores de cortisol en este. El resultado condiciona una hiperactividad del EHHA.
25 La CPF está ampliamente conectada con las estructuras del lóbulo temporal medial
y del diencéfalo. Además de participar en la memoria de trabajo, interviene en la
resolución de problemas, en la planificación de actividades, en el autoconocimiento, entre
otras funciones importantes que describiremos al iniciar la segunda parte de este trabajo.
26 Conviene recordar que los ganglios basales son importantes en el control del
movimiento voluntario.

83
Segunda Parte

Nuestra base fundamental, los cimientos


Parte de nuestra esencia: mente, conciencia y atención
«La mente, una entidad compleja y en cierto modo misteriosa, es lo más familiar y
propio que tenemos, aquello con lo que cada uno de nosotros más se identifica.
Funciona de tal modo que si abrimos los ojos en un día soleado sentimos que todo
el paisaje que contemplamos está lleno de luz. Igualmente, el olor del desayuno
matinal nos parece que está ahí fuera, saliendo de la taza de café caliente. Pero lo
cierto es que esa luz y ese olor solo existen en nuestra mente, pues son el modo en
que el cerebro hace que percibamos las diferentes formas de energía que circundan
nuestro entorno. Fuera de nosotros no hay luz, solo energía electromagnética; ni
olor, solo partículas volátiles. Es decir, el cerebro crea la mente y nos hace percibir
lo que ocurre fuera y dentro de nuestro cuerpo de un modo especial y fascinante
que no tiene por qué coincidir con la realidad misma. Ese modo especial, no es otra
cosa que la percepción consciente y sus contenidos, un fenómeno que, además de
dar sentido a nuestra vida, aporta flexibilidad al comportamiento y nos convierte en
seres verdaderamente inteligentes.»
Ignacio Morgado Bernal

Creo que este párrafo de Ignacio Morgado (1) define parte de nuestra esencia con
exquisita claridad y, por si fuera poco, lo transmite de una forma poética. Como señala
este autor, muchos de nuestros procesos mentales suceden de forma inconsciente, pero
otros como la memoria, la percepción o las emociones también lo hacen de manera
consciente. La conciencia es un estado unificado, que se nos presenta como un todo,
integrado por múltiples componentes: el olor, el sabor, la forma… Y la percepción
consciente que obtenemos siempre se nos presenta unificada, aunque el proceso de las
informaciones sensoriales que percibimos se realice milisegundos antes y a diferentes
velocidades.
Somos conscientes por esencia, no es algo que tengamos que aprender, ni activar o
desactivar de forma voluntaria; la atención, sin embargo, aunque también forma parte de
nuestra esencia, puede ser activada voluntaria o involuntariamente. La atención influye

84
en nuestra conciencia y a la vez podemos atender determinados estímulos, sin que por
necesidad tengamos que ser conscientes de ello.
La atención y la conciencia comparten estructuras cerebrales y mecanismos neurales,
si bien son procesos cerebrales distintos. (2)
La autoconciencia, ya mencionada en el inicio de la primera parte, cuando
comentamos nuestro cerebro evolutivo, es una forma de conciencia; el reflexionar sobre
nosotros mismos, el ser conscientes de que pensamos y sentimos, es una característica
diferencial con otras especies, aunque recientemente algunos autores han aportado
pruebas de que algunos animales, como los elefantes, los delfines y los chimpancés,
pueden tener cierto grado de autoconciencia. (3)
Gracias a nuestra conciencia interpretamos el mundo que percibimos y podemos
responder, tomar decisiones y adaptar nuestro comportamiento en consecuencia.
Estamos hablando de interpretación, y no es la primera vez que mencionamos este
concepto. Recuerda que ya hemos comentado que el doctor Rodolfo Llinás Riascos,
neurofisiólogo, catedrático de Neurociencia en Nueva York y conocido por sus trabajos
sobre el cerebro y sus estudios sobre la relación entre actividad cerebral y conciencia, lo
define así:

«El cerebro es una entidad muy diferente de las del resto del universo. Somos
básicamente máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real.»
Rodolfo Llinás Riascos

La conciencia es un proceso que en la actualidad sigue dando mucho trabajo a los


neurocientíficos. Aún hoy es un gran reto. Se ha intentado conocer qué estructuras
cerebrales son las responsables de nuestra conciencia y hasta el momento parece ser que
cada hemisferio por separado es capaz de poseer cierto grado de conciencia, que nuestro
«director de orquesta», la corteza prefrontal, no resulta imprescindible para la conciencia,
aunque es la responsable de nuestro razonamiento, de la previsión de futuro y la toma de
decisiones. Las personas que han sufrido accidentes importantes de esta zona cerebral
pueden seguir siendo conscientes aunque su capacidad de razonamiento esté alterada. (4)
(5) Se piensa que el área dorsolateral de nuestra corteza prefrontal, relacionada con la
memoria de trabajo y la planificación, puede estar implicada en la integración temporal de
la información, permitiendo «el sentido continuo» de nuestra experiencia consciente. (6)
Se cree que el hecho de que nuestra conciencia se nos presente como un todo
integrado por muchos componentes que han sido procesados en diferentes áreas
corticales, se debe a una sincronización simultánea de las neuronas de esas diferentes
áreas, dado que nunca se ha hallado un «lugar» o estructura que integre esa información.

85
Morgado explica metafóricamente y de forma clara este supuesto, comparándolo con la
melodía, el sonido armónico y sincronizado que percibimos al escuchar una orquesta
sinfónica dirigida por su director e integrada por diferentes instrumentos.
Sin embargo, conocer que estas estructuras y sus comunicaciones sustentan la
conciencia no nos explica cómo se refleja esto en un hecho tan especial y subjetivo como
es nuestra experiencia consciente. En relación a este enigma Morgado cree que no hemos
llegado a descubrirlo porque no ha sido necesario para nuestra evolución. Podemos
conocer los mecanismos cerebrales que hacen posible la conciencia y eso es útil para su
aplicación en la educación o en la práctica clínica, pero conocer cómo la fisiología se
convierte en psique consciente no aportaría ninguna ventaja práctica, aunque supondría
satisfacer la curiosidad científica. (7)

«Nuestra capacidad cerebral para entender la naturaleza de la mente consciente


evolucionará cuando nuevas condiciones o desafíos ambientales hagan verdaderamente
necesario ese entendimiento.»

Ignacio Morgado Bernal

Tras esta introducción y dado que la «atención» influye en nuestra conciencia y


puede ser activada voluntaria o involuntariamente, vamos a utilizar nuestra atención
como herramienta para nuestra transformación.

1. La atención
¿Sabes cómo se ha definido la atención? Aquí tenemos algunas muestras:

«Como la selección de un estímulo sensitivo particular entre un conjunto más complejo


de estímulos para aumentar su análisis.»
Centro de Neurobiología de la Universidad de Duke

«Como proceso neuropsicológico que nos dispone para seleccionar entre varios estímulos
aquel al que responder.»
Francisco Mora, Ana María Sanguinetti

«Como estado de asignación selectiva de la energía mental a un estímulo sensorial.»


Mark F. Bear, Michael Paradiso, Barry Connors

En definitiva, podríamos decir que se trata de un estado en el que seleccionamos lo

86
que nos interesa y desestimamos lo que no nos interesa de toda la información que
percibimos; y este proceso de selección lo podemos realizar tanto de forma inconsciente
como consciente.
¿Recuerdas que nuestra emoción, inicialmente, dirige nuestra atención? ¿Recuerdas
que como humanos tenemos además la capacidad de redirigirla de forma voluntaria
posteriormente hacia lo que consideremos relevante? Por tanto estamos haciendo
«conciencia». Estamos usando nuestra atención consciente.
¿Recuerdas que a través de nuestra atención podemos aumentar nuestra capacidad
plástica cerebral? (8) Entre otros autores, Michael Merzenich, de San Francisco, ha
observado que, cuando prestamos atención a alguna cosa, nuestro cerebro crea
conexiones sinápticas. (9) (10)
A lo largo de la historia se ha relacionado estrechamente la atención y la conciencia.
William James, uno de los padres de la psicología, en 1890 habló de esta relación, dando
a entender que las capacidades selectivas de la atención son responsables de nuestra
capacidad para lograr una imagen coherente y comprensible del mundo, a pesar de la
gran cantidad de estímulos que llegan a nuestros receptores en cada momento. En esa
época, uno de los resultados más importantes de los estudios que se realizaron sobre esta
relación fue que la información que percibimos puede ser procesada de manera no
consciente a nivel de significado, y que esta información procesada no conscientemente
puede influir en nuestros pensamientos, acciones y experiencias, al margen de la
conciencia y del control voluntario.27 (11) (12) (13) Como podemos ver, prestar
atención es un proceso básicamente cognitivo de alto nivel, donde están implicadas
multitud de áreas cerebrales.
A través del hecho de poner atención consciente, en nuestro momento presente,
somos capaces de aprender y, fortaleciendo nuestras sinapsis, podemos automatizar y
memorizar lo aprendido. Este proceso de «prestar atención» supone por un lado cambios
en la actividad de nuestras neuronas, a la vez que implica cambios fisiológicos en la
resistencia de nuestra piel a la conducción eléctrica, cambios en la tasa cardíaca, en el
tamaño de las pupilas, en la actividad electroencefalográfica, en nuestro comportamiento
motor y en nuestro comportamiento cognitivo. (15) Y todos esos cambios forman parte
de ese proceso relacionado con nuestra experiencia subjetiva.
Por todo ello y más, es tan importante nuestra atención, la cual va a ser una de las
herramientas fundamentales en nuestra transformación hacia estados más adaptativos.
Debemos tener muy en cuenta que prestar atención a algo implica reforzarlo; sobre
todo debemos recordar esto ante situaciones negativas. Este es uno de los factores que
explican el mantenimiento de hábitos o de adicciones que podamos tener. En el caso de

87
las adicciones, prestamos atención a los efectos que refuerzan y a la vez dejamos de
prestársela a las consecuencias negativas que podemos sufrir. Este tipo de atención es
más inconsciente que consciente. Suele ser un proceso cognitivo automático, producto de
un aprendizaje a largo plazo, que conduce a respuestas con poco trabajo cognitivo. Para
poder cambiar estas respuestas, deberemos primero «identificar» prestando atención
consciente y «aceptar». A partir de aquí, nos será posible reconducir esa conducta a
través de prestar una «atención consciente» centrada en lo que realmente queremos
obtener. (16)

Para profundizar en la atención y las posibles áreas que se creen implicadas en


nuestro estado de conciencia puedes acceder al Anexo de neurociencias Sonda 16.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 16.

Vamos a aprovechar esos cambios que produce nuestra atención facilitándonos el


aprendizaje y lo haremos centrándola inicialmente en la comunicación.

1.1 La atención centrada en la comunicación


Si ponemos nuestra atención en nuestra capacidad de comunicación como humanos,
nos daremos cuenta de que cuando hablamos de comunicación tendemos a interpretar
(como seres sociales que somos) la capacidad que poseemos para establecer una relación
social, interpersonal. Eso es cierto, pero quiero proponerte una reflexión al respecto:

¿Crees que la comunicación más importante que existe es la comunicación


interpersonal?
¡No, sin ninguna duda, no! La comunicación más importante es la que
establecemos con nosotros mismos, es nuestra «comunicación intrapersonal»,
nuestra «voz interior», nuestro pensamiento.
Nuestra voz interior será la que determine nuestra comunicación interpersonal. Si
hoy pienso que hace un día excelente, que tengo por delante una expectativa
favorable, que mi estado de salud es fantástico, y que tengo ganas de ir al trabajo…
mi comunicación interpersonal estará determinada por esos pensamientos y será
más fácil que mi influencia comunicativa sobre los demás sea favorable que
desfavorable.
Si por el contrario me levanto hoy «con el pie izquierdo» y pienso que ¡es un
desastre tener que acudir de nuevo al trabajo, que estoy cansado y quiero dormir
más, que total por lo que se tiene que oír y ver, mejor sería quedarme en casa!…

88
mi comunicación interpersonal también estará determinada por estos pensamientos
y hará que mi influencia comunicativa hacia los demás sea desfavorable. Estamos
de acuerdo, ¿verdad?

¿Qué aspectos de nuestra comunicación influyen más en nosotros y en los demás?


Podemos hablar de comunicación «no verbal» y comunicación «verbal». La
comunicación verbal tiene dos componentes, «lo que digo» y «cómo lo digo». Tanto
nuestra comunicación intrapersonal como la interpersonal poseen estos componentes.
Quizá te preguntes: ¿la comunicación intrapersonal también? ¡Sí, también! Cuando
pensamos, nuestra voz interior no solo tiene tonos de intensidad diferentes, a veces es mi
propia voz, pero puede ser la de mi jefe, mi hijo, mi madre, mi pareja o mi marido... En
función de cómo pienso (contexto) y qué pienso (contenido), mi posición corporal, mi
expresión facial y la actitud relajada o contraída de mi musculatura caracterizan una
comunicación «no verbal» que es detectada por nuestro cerebro, comparada con el
«mapa cerebral» que tiene como modelo e interpretada en función de nuestros
parámetros genéticos y nuestras experiencias vividas y aprendidas hasta ese momento.
Si mi pensamiento es favorable, mi posición corporal será erguida, mi expresión facial
estará distendida y será interpretada de la misma forma (favorablemente) tanto por mi
cerebro como por las personas que me observan.
Estos componentes tienen un impacto diferente en mi cerebro y en mi entorno, según
de cuál se trate. Vamos a poner un ejemplo.

Sigue detalladamente los pasos siguientes. Colócate ante un espejo para realizar la

89
comprobación.
1.er paso: Fabrica un «contenido» de pensamiento neutro y exprésalo verbalmente; por
ejemplo, «tengo trabajo».
2.o paso: Imprime emoción al contenido de pensamiento, «positiva o negativa», y
exprésalo verbalmente: ¡Tengo trabajo!
3.er paso: Observa el cambio de tu posición corporal y tu expresión facial, tras el
segundo paso.

Si has sido fiel en este sencillo procedimiento, observarás que antes de imprimir
emoción a tu pensamiento, tu posición corporal y tu expresión facial no son
manifiestamente significativas y que el tono de tu voz es monótono. Tras imprimir
emoción, cambia, y eres capaz de transformar automáticamente (sin una decisión
consciente) tu posición corporal, tu expresión facial y puedes transmitir con más fuerza a
los demás el significado de tu pensamiento.

«El pensamiento no solo se refleja en la comunicación, sino que la determina.»

«La comunicación precisa del pensamiento y el pensamiento de la comunicación.»

¿Por qué sucede esto? Nuestra comunicación no verbal y la vertiente de «contexto»


(el cómo lo digo) de la comunicación verbal están regidas fundamentalmente por nuestro
cerebro derecho. Si repasas el apartado «Nuestros hemisferios cerebrales», en la primera
parte, recordarás que el hemisferio derecho es más emocional, se cuida del contexto y de
la comunicación no verbal del lenguaje: y el izquierdo es más racional y es responsable
del contenido (lo que digo). Cuando expresamos el pensamiento neutro no hay impacto
evidente de nuestro cerebro derecho; cuando expresamos con impresión emocional el
mismo contenido, nuestro cerebro derecho ayuda a comunicar con mucha más
intensidad.
Se considera que el impacto de la comunicación no verbal (regida por el cerebro
derecho) es aproximadamente de un 55 por ciento, el del contexto de nuestro lenguaje
(regido también por nuestro cerebro derecho) es de un 38 por ciento aproximadamente, y
que el peso de nuestro contenido de lenguaje (regido por nuestro cerebro izquierdo) solo
es de un 7 por ciento. Observa estos porcentajes en la Fig. 2.2.
¡Tú debes de haber comprobado en tu ejercicio más o menos esta proporción!
¿De qué nos sirve saber esto? Bien, plantéate si el observarte y observar a quienes te
rodean centrando tu «atención consciente» en ello, te facilitará comprenderte y
comprender mejor a los demás. Si esta observación te permitirá identificar más

90
fácilmente la autenticidad de tu interlocutor y la tuya propia. Además, no olvides que, de
la misma forma, los demás ven en ti los mismos componentes de la comunicación. ¡La
mayor parte del tiempo somos como libros abiertos!

Seguimos estando de acuerdo, ¿verdad?


Un buen actor transmite cuando «siente» su personaje, cuando se identifica y cree en
lo que interpreta, cuando resulta ser auténtico.
¿De qué más nos sirve saber esto?
Si nuestra atención está activa y tomamos conciencia de que nuestra comunicación no
verbal y verbal son insatisfactorias, esto nos ha de servir para movilizarnos a modificar
nuestra posición corporal, así como la forma y el tono en que nos expresamos, dado que
influiremos en nuestro mapa cerebral y, en consecuencia, en la secreción de
neurotransmisores, como veremos en el apartado siguiente.
Cuando se nos ve cabizbajos, con el ceño fruncido o tensos, un observador ajeno
puede tener claro el estado en que nos encontramos. Y nuestro cerebro, nuestro auto-
observador, es aún más hábil en esa detección, aunque existe una ligera diferencia entre
ambos observadores. El observador ajeno seguramente presta una atención consciente a
nuestro estado; en cambio nuestro auto-observador lo hace de manera inconsciente, pero
reacciona de modo rápido y automático movilizando nuestro sistema
neurobiológicamente y de forma consecuente.
Es muy importante recordar que:

Nuestra comunicación determina nuestro pensamiento, de la misma forma que este


determina nuestra comunicación.

91
1.2 La atención centrada en el pensamiento y sus efectos
neurobiológicos
¿Crees que piensas primero o sientes primero antes de pensar?
Algunas personas responderían a esta pregunta diciendo que primero piensan y
después sienten; otras dirían lo contrario. En general, tendemos a creer que primero
sentimos y después pensamos. Pero, ¿es así? Vamos a comprobarlo.
¡Pongámonos de nuevo en situación!

Vamos a «imaginar» que salimos de casa por la mañana y nos encontramos con
el vecino del rellano, quien nos comenta que el ascensor no funciona. Vivimos en
un séptimo piso y además resulta que vamos cargados con el ordenador, una
maleta con libros, el bolso de mano y, por si fuera poco, la botella de agua que
solemos llevarnos de casa para dejar en el coche.

Esta situación nos va a generar pensamientos, sentimientos y comportamientos.


Tenemos tendencia a creer que nos vamos a sentir mal, molestos por la circunstancia, y
que posteriormente vamos a pensar y actuar en consecuencia. ¿Qué pensamientos puedo
generar?

1. ¡Seguro que el chico del segundo se ha vuelto a dejar la puerta abierta!


2. ¡Solo me faltaba esto esta mañana, que voy con prisas!
3. ¡Bueno, hoy empiezo el ejercicio antes de lo previsto!
4. ¡Suerte que el vecino está aquí y puede ayudarme con la carga!

Nuestro cerebro, en este caso, inicia un filtro de la situación a través del


pensamiento antes de sentir. Si me he levantado «con mal pie» es posible que tenga
los pensamientos 1 o 2; si me he levantado contento, tendré predisposición a pensar
el 3 o el 4. Lo más habitual es que yo viva la circunstancia de forma totalmente
diferente a como la vive el vecino.

Si primero pienso y después siento, ¿cómo es que tengo normalmente la impresión


contraria? Para responder de forma sencilla a esa pregunta, podemos hacer de nuevo
referencia a nuestro cerebro evolutivo. Según vimos en la primera parte, nuestro cerebro
emocional y nuestra corteza están comunicados por unas vías de velocidad muy
diferente. La información se transmite por «carreteras generales» desde la corteza al
cerebro límbico, y por «autopistas» desde este a la corteza. Nuestro cerebro emocional
innato es automático y tremendamente rápido, y genera «emociones primarias» ancladas

92
durante toda la evolución. El sentimiento no se procesa en ese cerebro. El sentimiento se
genera en nuestra corteza prefrontal, con la integración de la emoción y la razón.
Hablaremos de ello más extensamente cuando nos centremos en diferenciar nuestras
emociones básicas de nuestras emociones cognitivas y de nuestros sentimientos.
Podríamos concluir que nuestro «yo conciente» piensa y luego siente, si bien no
siempre somos capaces de identificar nuestros pensamientos; «sentimos» previamente,
cuando no es nuestro «yo consciente» sino nuestros «circuitos neurales automatizados»
los que se activan ante la situación (en la Fig. 2.3 se muestran estas dos vías posibles).

Los circuitos neurales han sido estructurados y afianzados a través de nuestras


experiencias anteriores impresas sobre una base genética heredada. En muchas
situaciones, incluso no alcanzamos a identificar pensamientos aunque intentemos
buscarlos. Podemos aun no saber a qué se debe el que nos sintamos bien o mal, aunque
nuestro sentir obedece a esos circuitos que ya no necesitan la intervención de nuestro
«yo consciente».
Debemos afrontar tales situaciones (cuando sentimos sin saber que hemos pensado),
si nos suponen un sentimiento desfavorable, con un procedimiento diferente del que
utilizaremos cuando nuestro pensamiento es identificado. Lo veremos más adelante.
A partir de lo que pienso y siento, condiciono mi comportamiento. Pensar, sentir y
comportarme son los componentes de mi vivencia. Tendremos muy presentes estos tres

93
componentes porque son los campos donde hemos de trabajar para mejorar nuestra
calidad de vida.
Estos tres campos tienen una influencia bidireccional, lo que supone claramente una
ventaja si dirigimos nuestra atención a favorecer pensamientos, sentimientos y
comportamientos favorables. Porque trabajar en cualquiera de los tres campos —y por
supuesto, aprenderemos cómo hacerlo— es influir en los tres a la vez.

¡Somos lo que pensamos!

Hay parte de razón en esta afirmación. Aunque creo que tenemos una gran
oportunidad cuando somos capaces de reconocer que nuestro pensamiento es un
«producto» de nuestra mente, un producto de nuestro ser. Tenemos la capacidad de
«generar» pensamientos, tanto positivos como negativos, y a la vez poseemos la facultad
de decidir en qué sentido orientaremos nuestra forma de pensar. Por tanto...

¡Yo no soy mi pensamiento! ¡Soy mucho más que eso!

Por otra parte, nuestra emoción es fulminantemente rápida y aunque nuestro


pensamiento no lo es tanto, también lo es y produce en nosotros efectos muy diferentes
en función de que sea positivo o negativo.

Pero, ¿qué es el pensamiento? ¿Te has hecho alguna vez esta


pregunta?
Se define el pensamiento como una actividad y creación de la mente; como todo
aquello que es traído a la existencia mediante la actividad del intelecto. El término se
utiliza de forma genérica para definir lo que la mente puede generar tanto si es una
actividad racional del intelecto como una actividad visualizada e imaginaria de naturaleza
mental, ya sea un pensamiento artístico, creativo, abstracto o racional. Se define también
como las imágenes, las ensoñaciones o la voz interior que nos acompañan durante el día
y también durante la noche en forma de sueños.
¿Y su estructura? La estructura del pensamiento o los patrones neurales cognitivos,
esa energía estructural, son la base mental sobre la que conceptualizamos nuestra
experiencia o nuestra realidad.
El cerebro genera, según el tipo de pensamiento, una activación de centros diferentes
y de química diferente. Podríamos decir que genera una «ducha química» en coherencia
con lo pensado.

94
Nuestra ducha química es diferente según el pensamiento sea negativo o positivo.

Vamos a centrarnos en lo que ocurre ante un proceso de activación «inicial» en


nuestra actividad diaria, ya sea neutro, positivo o negativo.
Ahora ya podemos identificar esos componentes estructurales de nuestro universo
cerebral y esos mensajeros que llevan información por nuestro espacio estelar, descritos
en la primera parte.
De nuevo vamos a imaginar. ¡Me encanta imaginar! ¿A ti no? Verás que en esta
imaginación vamos a pasar bidireccionalmente de la observación de la escena cotidiana a
la observación de lo que pasa en el interior de nuestro cerebro. ¡Vamos allá!
Estamos en nuestra cama dormidos y de repente suena el despertador.

Despertamos y nuestro cerebro activa nuestro sistema nervioso autónomo (SNA),


concretamente su división simpática. Esta activación supone una ducha con
adrenalina (A) y noradrenalina (NA), que predispone a nuestro organismo para
actuar.
Aún no podemos levantarnos. No porque hayamos decidido «hacer novillos» sino
porque necesitamos que se active el sistema neuroendocrino, que a través del eje
hipotálamo-hipófisis-adrenal (EHHA) producirá cortisol en nuestras cortezas
suprarrenales. El cortisol movilizará la energía de nuestro cuerpo y permitirá que
nos levantemos, tras haber también intervenido nuestro sistema motor-somático.

Este proceso de activación es fisiológico y adaptativo; lo generamos ante cualquier


necesidad básica, ante momentos de estrés «agudo» y ante un pensamiento neutro,
positivo o negativo.
Solo por el hecho de pensar o visualizar, generamos esa ducha química completa.

Efectos neurobiológicos negativos


Podemos ver gráficamente este proceso de activación en la Fig. 2.4a. Compara esta
gráfica con la Fig. 2.4b. ¿Qué pasa en el gráfico (b) a diferencia del (a)? En el gráfico (a),
tras cada ducha química con adrenalina, noradrenalina y cortisol, volvemos a un estado
basal de normalidad antes de que estemos sometidos al siguiente estímulo, que de nuevo
va a activar nuestros sistemas; y así sucesivamente ante las distintas situaciones que
vivimos en nuestra actividad diaria. En el gráfico (b) estamos cada vez más distanciados
de ese estado de normalidad, ya que cada estímulo recibido llega antes de haber
alcanzado de nuevo esa situación adaptativa.

95
Al estar cada vez más lejos de ese estado basal, sufrimos un estrés crónico, o distrés,
consecuencia de una hiperactivación de nuestro EHHA y como consecuencia, la
producción en exceso de cortisol por nuestras cápsulas suprarrenales.

Hemos descrito ampliamente, en la primera parte, la activación del SNA, el


funcionamiento de nuestro eje HHA, con la producción de cortisol en nuestras
cortezas adrenales y su efecto negativo sobre el hipocampo, cuando entramos en
ese círculo vicioso de exigencia, lo que condiciona que nuestro hipocampo no frene
el eje y domine la amígdala, activándolo y dando como consecuencia una
sobreproducción de nuestro personaje el cortisol.

¿Reconoces esta situación? ¡Seguramente, sí! La mayoría de nosotros hemos pasado


por períodos más o menos largos en los que nuestra exigencia para llegar a todo ha sido
constante; pretendemos atender todas las demandas que se nos realizan, ya sea desde
nuestro entorno o ya sean autoimpuestas por nosotros mismos; todo debe ser atendido y
de manera inmediata. Nos justificamos diciéndonos que podremos con ello, que es una
situación momentánea, que pasará, que aún podemos exigirnos un poco más, que aún
aguantamos…
Es evidente que a ninguno de nosotros nos satisface estar en la situación que se
representa en el gráfico (b). Nos acabaremos de convencer si miramos con atención qué
sucede en este estado. ¡Vamos a ello!
Cuando nuestro cortisol está demasiado elevado, se producen una serie de
alteraciones importantes. Hay una mala adaptación al estrés, con consecuencias negativas
a nivel del sistema nervioso, el sistema endocrino y el sistema inmunitario. En esta
situación (a la que podemos llegar en tiempos muy diversos, dependiendo de las
características individuales, de la frecuencia e intensidad de los factores estresantes) la
persona tiene signos y síntomas somáticos y/o psicológicos de afectación. Podemos

96
acudir al médico con sintomatología muy variada: trastornos del sueño, contracturas,
infecciones repetidas, alteraciones hormonales, cuadros de ansiedad o depresión,
cefaleas, alteraciones digestivas… Es posible que el médico determine que padecemos
una enfermedad psicosomática; aunque, si ha pasado el tiempo suficiente, puede que
lleguemos a desarrollar enfermedades autoinmunitarias,* enfermedades reumáticas o
incluso puede haberse deteriorado nuestro sistema inmunitario lo suficiente como para
haber desarrollado un cáncer.
Veamos en la Fig. 2.5 las alteraciones químicas que se producen a lo largo del tiempo
por una exposición continuada al estrés.

En condiciones normales, tal como hemos descrito en la primera parte, el cortisol


debe ejercer una retroalimentación negativa, que no se produce en el estrés crónico.

¿Por qué no se produce esta retroalimentación negativa?


Este exceso de cortisol genera un daño neuronal en el hipocampo, una reducción de
la arborización dendrítica y, por tanto, un peor funcionamiento del proceso de
retroalimentación negativa del EHHA con más daño en el hipocampo. Recuerda
que en condiciones normales el hipocampo inhibe el EHHA y la amígdala lo
estimula; por tanto, nuestro estímulo de demanda se canaliza a través de la
amígdala, estimulando nuevamente el eje y produciendo más cortisol adrenal, que
se seguirá uniendo a sus receptores en el hipocampo, con lo que se agrava la
situación.
El exceso de cortisol parece estar implicado en la disminución de la actividad de los
antioxidantes,28 bloqueando la actividad de las proteínas neuroprotectoras, y
también en la alteración de mecanismos celulares y moleculares que a su vez

97
modulan la «plasticidad neuronal»,29 la supervivencia neuronal y la apoptosis.* Sin
embargo, nuestro organismo constantemente intenta reequilibrar esta situación. Este
es un sistema abierto que intercambia materia, energía e información con el exterior
para hacer posible su crecimiento y su transformación, y nos avisa a través de
síntomas y signos para que colaboremos en ese reequilibrio, para que cuidemos
nuestra salud física y mental, para que reconduzcamos nuestro pensamiento,
actitud, comportamiento y hábitos. Recordemos que el hipotálamo es el responsable
del equilibrio homeostático de nuestro organismo y que este «orden» se mantiene
gracias a la información biológica bioeléctrica, molecular y simbólica (Fig. 2.6).

¿Qué sistemas intervienen en la adaptación de esta información biológica?


Los sistemas que adaptan esta información se pueden ver esquematizados en la figura
anterior. Estos sistemas no reaccionan al unísono, en una misma dirección, ante un
estado de estrés mantenido. Se produce una activación de nuestro sistema simpático-
adrenal y de nuestro sistema neuroendocrino, y una inhibición de nuestro sistema
inmunitario y de nuestra conducta.

Ante los procesos de estrés mantenido, se registra una activación de los sistemas
simpático-adrenal y neuro-endocrino, y una inhibición del sistema inmunitario y de la
conducta.

Sabemos que la activación excesiva del sistema simpático-adrenal, a través de la

98
secreción de adrenalina por la médula suprarrenal, produce numerosas alteraciones, entre
otras aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración, piloerección, sequedad de boca,
aumento de la tensión arterial, mala digestión (repasa la Fig. 1.16 de la primera parte) y
que la excesiva activación del sistema neuroendocrino a través de la secreción de cortisol
por la corteza suprarrenal producirá daño estructural en el hipocampo y alteraciones en el
EHHA (en la Fig. 1.18 se ve que la amígdala activa el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, y
el hipocampo lo frena). Por lo tanto, su acción de frenada se verá alterada y se producirá
ese bucle vicioso de más secreción de cortisol y más daño en el hipocampo, lo cual
condiciona, además de las alteraciones mencionadas, la de nuestra memoria.

El hipotálamo regula también nuestro sistema inmunitario. Si la situación de estrés se


mantiene, nos dispone con el tiempo a presentar un déficit en este sistema y, en
consecuencia, diversas alteraciones orgánicas.

Para finalizar este repaso neurobiológico podemos añadir:

Los glucocorticoides y en su origen el estrés, directa o indirectamente, son la base


fisiopatológica de los trastornos depresivos, tanto si tenemos, como si no, una
vulnerabilidad genética asociada. Ello se debe a su influencia bioquímica, celular,
molecular y, en consecuencia, estructural, que se añade a la influencia del entorno.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre efectos del cortisol, el glutamato y la sustancia P en determinadas
enfermedades

Se ha planteado una relación entre problemas en la plasticidad neuronal y las


enfermedades neurodegenerativas.
A través de estudios de neuroimagen se han hallado afectaciones en el hipocampo,
una pérdida de plasticidad y una pérdida de supervivencia neuronal. En estos
mecanismos parecen estar implicadas sustancias responsables de modular la
excitabilidad de las neuronas del hipocampo, como los glucocorticoides y el
glutamato (entre otros), liberados ante situaciones de estrés. Algunos autores creen
que incluso pueden influir en una inhibición de la neurogénesis. (25) (26) Otro
mecanismo que parece influir es la alteración en los circuitos entre el hipocampo y
la amígdala, que condicionaría problemas de memoria y aprendizaje.
Estas sustancias también se creen responsables, en estados depresivos crónicos, de
las alteraciones presentes en el hipocampo, como la disminución de la arborización

99
dendrítica y la pérdida de neuronas. (27) (28) (29)

¿Cuál es el mecanismo de acción del glutamato?


Este aminoácido excitador, tal como hemos visto al hablar del dolor, es el que usan
mayoritariamente las fibras aferentes que transmiten el dolor, y su exceso es capaz
de provocar muerte neuronal.
El exceso de glutamato es un requisito indispensable para que se inicien los
mecanismos de neurotoxicidad, pero una vez que se ha iniciado el proceso se
produce una fragilidad excitotóxica durante un tiempo y con niveles normales de
glutamato puede mantenerse la progresión de muerte neuronal. (30) (31)
Recuerda también que la sustancia P (SP) potencia la acción del glutamato y se
genera en nuestro sistema límbico ante situaciones de estrés. La SP y sus
receptores específicos NK1 están presentes en sistema límbico y puede estar
involucrada en la integración de la respuesta emocional al estrés, (32) (33) y
relacionada con la fisiopatología de la depresión. (34)
Para profundizar en la relación entre enfermedad y neurotransmisores excitadores
puedes acceder al Anexo de neurociencias Sonda 17.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.
Retirada de Sonda 17

¿Qué es muy importante que recordemos, además de lo que


acabamos de saber sobre la psicobiología del estrés?
Los glucocorticoides y en su origen el estrés, directa o indirectamente, son la base
fisiopatológica de los trastornos depresivos.

Los glucocorticoides fisiológicamente son antiinflamatorios, nos ayudan a


concentrarnos y a mejorar nuestra memoria, son reguladores metabólicos. Pero
ahora ya sabemos que únicamente ello sucede en condiciones fisiológicas, no
cuando los producimos en exceso. En este caso son neurotóxicos para nuestro
hipocampo y, por tanto, el cortisol altera las funciones cognitivas de la memoria y el
aprendizaje al igual que lo hace el glutamato.
El cortisol también disminuye la actividad de los antioxidantes y bloquea a las
proteínas neuroprotectoras.

Efectos neurobiológicos positivos


Bien, hasta aquí hemos centrado nuestra atención en las alteraciones que se pueden

100
producir, pero mal favor nos haríamos si nos quedáramos anclados en esta observación
únicamente.
¿Cómo podemos contrarrestar esta situación? ¿Cómo podemos prevenir o impedir
que se produzca? ¿Cómo podemos pasar de un estado de activación representada en el
gráfico (a) a un estímulo de nuestros centros de recompensa cerebrales (Fig. 2.7), en
lugar de caer en la situación expresada en el gráfico (b) de la Fig. 2.4b?
Podemos hacerlo mediante un cambio de pensamiento, de sentimiento o de
comportamiento. Pero para conseguirlo, naturalmente tenemos que saber cómo vamos a
proceder en cada uno de estos tres componentes de nuestra vivencia, como veremos más
adelante.
Para convencernos, nos toca revisar ahora los centros, sistemas y mensajeros
estelares implicados cuando nuestro pensamiento es positivo, tal y como hemos repasado
los implicados en la psicobiología del estrés.

¿Qué ocurre cuando después de un estado de activación nuestro pensamiento es


favorable?
Hay una activación de nuestros centros de recompensa, una ducha química muy
diferente, que genera un estado orgánico también diferente. Liberamos
neurotransmisores como serotonina, dopamina, endorfinas... La acción sostenida de
estos neurotransmisores nos produce un estado de bienestar, mejora nuestra
atención e incluso obtenemos efectos analgésicos.30
¿Cuáles son los centros o sistemas responsables de esa «ducha química
beneficiosa»?

101
Empecemos por nombrar el núcleo accumbens y el área tegmental ventral (VTA), que
son dos de las regiones cerebrales implicadas en nuestro sistema de recompensa
cerebral31 (Fig. 2.8).
Para ver con precisión sus relaciones con el resto de núcleos y estructuras que
nombraremos aquí, tendrás que lanzar la sonda 18 más adelante. En este punto solo
veremos las estructuras, núcleos y neurotransmisores que debes identificar con nuestro
estado de bienestar.
Aparte de estos dos núcleos relacionados con nuestro sistema de recompensa cerebral
dopaminérgico, no debemos olvidar los núcleos del Rafe, vistos ampliamente en el
apartado de los sistemas moduladores difusos, y responsables de la secreción de la mayor
parte de nuestra serotonina. Sitúalos en la Fig. 2.9.

Las endorfinas y las encefalinas forman parte de nuestro sistema opioide endógeno.
¿Recuerdas que ya habíamos hablado de este sistema opioide en el punto 3.6 de la
primera parte, al hablar del dolor?

102
El sistema opioide endógeno consta de tres familias diferentes de péptidos endógenos:
las endorfinas, las encefalinas y las dinorfinas. Están involucradas, entre otras funciones,
en la reducción del dolor, en aumentar la secreción de ácido gástrico, en relajar la
musculatura del estómago y el íleon, en inhibir la hormona de crecimiento, en favorecer
nuestro sistema inmunológico y estimular la liberación de dopamina.
Las encefalinas y endorfinas son péptidos opioides endógenos que se encuentran en
nuestro sistema límbico y en la hipófisis, y son liberados como neurohormonas. Las
endorfinas han sido aisladas del hipotálamo en tres formas conocidas como a, b y g, de
las cuales la b-endorfina es la más potente.

Ejercen una acción analgésica cientos de veces más potente que la morfina. La
analgesia por medio de la acupuntura y el efecto placebo parecen ser mediados por
estos neuropéptidos.
Todos estos componentes inciden en nuestro estado de bienestar y en nuestra salud.

Para profundizar en «Nuestro sistema de recompensa»

puedes acceder al Anexo de neurociencias Sonda 18.


En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 18

Cada vez vemos con más claridad qué situación neurobiológica escogeríamos si en
nuestras manos estuviera escogerla, ¿o no? ¿Verdad que lo tenemos claro? ¿Y si en
realidad está en nuestras manos? Sigamos avanzando, y tendremos todas las respuestas a
las preguntas que van surgiendo.
Antes de pasar al punto siguiente, podemos ver en el apartado «Saber más» cómo a
veces nuestro sistema de recompensa nos puede complicar la existencia si le exigimos
más de lo que fisiológicamente está preparado para darnos.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre nuestro sistema dopaminérgico y su relación con el aprendizaje
mediado por recompensa. Adquisición de la conducta

Cuando vivimos experiencias agradables, nos divertimos, bailamos, nos reímos,


comemos algo apetitoso o tenemos una relación sexual satisfactoria... nuestra área
tegmental ventral (VTA) libera dopamina (DA) en las sinapsis que se establecen con

103
la neuronas del núcleo accumbens (NAc) y la respuesta de estas neuronas
receptoras nos da sensación de placer.
Pero hay que tener en cuenta que nuestros estados de placer fisiológicos pueden
llegar a ser multiplicados tremendamente por el efecto de sustancias adictivas y esto
a la larga repercute de forma muy negativa.
Cuando hablamos de adicción, no podemos olvidar que no solo estamos hablando
de sustancias que la producen como la cocaína, (39) (40) la morfina, el tabaco o el
alcohol, estamos hablando también de situaciones adictivas que en nuestra vida
cotidiana, sobre todo últimamente, se dan en nuestra sociedad, como la adicción a
la comida, al juego patológico, a las compras compulsivas, a internet, a los
teléfonos móviles o incluso a los ordenadores y los videojuegos. La dopamina
interviene en el procesamiento de la información relacionada con la recompensa, ya
sean recompensas naturales o provocadas por sustancias adictivas. Es el principal
neurotransmisor implicado en nuestras adicciones. Facilita el aprendizaje
relacionado con la recompensa y además el recuerdo del estímulo que se asocia a
ella.
Nuestra memoria emocional también está implicada en la adicción. La adicción se
produce tras una reincidencia en la situación y está influida por nuestra
vulnerabilidad genética y por la influencia del entorno.

Saber más Sobre nuestro sistema de recompensa. El glutamato, control de la


conducta de búsqueda

Así como la dopamina es fundamental para adquirir la conducta de consumo, el


glutamato lo es para conseguir el control de la conducta de búsqueda. Ambos
operan de forma complementaria e interactúan entre sí.

Al glutamato, del que hemos hablado ampliamente, le conocemos como el principal


neurotransmisor cerebral excitador y también como uno de los principales asesinos de
neuronas; sabemos que interviene en mecanismos de plasticidad sináptica, en las
estructuras del hipocampo del sistema de recompensa, produciendo cambios en las
espinas y en las arborizaciones dendríticas.
El glutamato condiciona que estímulos neutros inconscientes puedan provocar
conductas de búsqueda sin que la persona sea consciente de ello, y por tanto esa falta de
conciencia condiciona una menor capacidad de control sobre la situación y facilita las
recaídas en la conducta adictiva.

Para profundizar en «Nuestro sistema de recompensa»

104
Dopamina y adquisición de conducta
Glutamato y control de búsqueda
Sistema de recompensa y Corteza prefrontal
puedes acceder al Anexo de neurociencias Sonda 19.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 19

Vamos a dejar nuestro sistema de recompensa y vamos a centrarnos en nuestro gran


valor, la capacidad plástica cerebral y su relación con el aprendizaje y la memoria.

1.3 La atención centrada en la «plasticidad cerebral, el aprendizaje y la memoria»

«Toda vivencia implica un cambio en nuestro cableado cerebral.»


Álvaro Pascual-Leone

Esta afirmación quizá no nos sorprende cuando recordamos lo que sucede cuando
trabajamos nuestra musculatura en un gimnasio; cuando observamos los resultados que
consigue un paciente que ha sufrido un accidente vascular cerebral y hace un tratamiento
de rehabilitación del habla o de su hemicuerpo lesionado, y de nuevo consigue volver a
caminar y a utilizar sus extremidades. Desde hace años se sabe que cuando esto último
sucede, se debe a que nuestro cerebro utiliza nuevas redes que asumen las funciones de
las redes lesionadas. Pero hasta hace muy poco no nos planteábamos que esa misma
plasticidad existe para nuestras funciones cognitivas. Cuando Pascual-Leone32 nos dice
que toda vivencia implica un cambio en el cableado de nuestro cerebro, también se está
refiriendo a que detrás de cada pensamiento y de cada conducta existe un cableado
cerebral responsable. Nuestro comportamiento es consecuencia de cómo funciona
nuestro cerebro y este no solo está determinado por nuestro genoma. Hoy conocemos la
gran importancia que tiene la influencia del entorno y nuestra actitud frente a él para
determinar nuestro cableado cerebral.
Las redes cerebrales varían constantemente y gracias a esa capacidad plástica, gracias
a esa flexibilidad, podemos aprender y desaprender para volver a aprender. Nuestras
redes cambian su estructura y, consecuentemente, cambia su función.
Al nacer ya seleccionamos qué circuitos despreciamos y cuáles reforzamos en función
de los estímulos que recibimos en nuestro mapa cerebral, lo vamos construyendo en base
a una selección. ¿Cómo la realizamos? Cuanto más usamos determinados circuitos, más
se refuerzan y se hacen automáticos; si dejamos de usarlos, pierden su estructura y

105
acaban por desaparecer.
En caso de que estos circuitos sustenten pensamientos podemos deducir que muchos
de nuestros pensamientos son automáticos, no debemos realizar ningún esfuerzo para
que aparezcan; son un tipo de pensamientos que tenemos estructurados y que de forma
rápida e involuntaria configuran nuestra voz interior y en consecuencia configuran en
gran parte nuestra forma de sentir y de comportarnos.
Muchos de nuestros pensamientos también son claramente identificables, otros no lo
son tanto; algunos son el resultado de un proceso racional y reflexivo, otros muchos
surgen de forma automática, sin reflexión. Pero tanto unos como otros pueden ser
pensamientos que nos parezcan creíbles, que no nos generen dudas, o que no seamos
capaces de identificar como irracionales, y sin embargo tienen la capacidad de generar en
nosotros sentimientos y comportamientos indeseados.
Esos pensamientos se sustentan en unos circuitos que hemos estructurado a través de
nuestro aprendizaje; circuitos que hemos ido haciendo hábiles al estimularlos mediante la
repetición, o sin necesidad de ella en caso de haber vivido un impacto emocional
importante asociado a la vivencia —en este caso aprendemos y estructuramos circuitos
tremendamente hábiles con una única exposición.
Nuestro organismo tiene la tendencia a automatizar y crear hábitos para ahorrar
energía, ya sea de forma gradual o súbita. Si recibe varias veces una orden, automatiza
circuitos para llevarla a cabo sin esfuerzo, sin demasiado gasto energético, y en el caso de
que esta orden se acompañe de un impacto emocional intenso, puede «grabar a fuego»
esos circuitos con una única exposición.
Esos circuitos representarán la escena de forma global, relacionados con memorias
asociativas que serán capaces de activarse en un futuro, solo con la percepción parcial de
ese recuerdo. ¿Qué significa esto? Ni más ni menos que, si al cabo de años de esa
experiencia impactante o no, percibimos un olor, o un efecto visual, o cualquiera de los
componentes que integraron aquella experiencia, seremos capaces de traer a la conciencia
el sentimiento que provocó o incluso recordar toda la experiencia. Todos hemos vivido
episodios semejantes. Un ejemplo frecuente puede ser el registro del perfume de nuestro
primer amor: pasamos al cabo de años por una calle y percibimos un olor (sin
identificarlo, de forma inconsciente) y, sin saber por qué, nos sentimos alterados. Cuando
percibimos esa alteración buscamos la razón y podemos o no identificarla, pero esa
percepción ha sido capaz de evocar el estado emocional que generó en el pasado. Otro
ejemplo frecuente puede ser el de un joven que ante la visión de unas gotas de sangre se
desvanece o incluso se desmaya, y la razón puede hallarse en que años atrás, en su
infancia, se asoció esa percepción a un hecho traumático, como un accidente de tráfico.

106
No estamos hablando de otra cosa que de aprendizaje. Sabemos que hay cosas que
aprendemos a fuerza de insistir en ellas, con nuestra práctica; otras situaciones sin
embargo nos han afectado tanto emocionalmente, que esa experiencia ha marcado
nuestra actuación futura, no solo nos ha «grabado a fuego» una forma de pensar, sino de
sentir y de comportarnos.
Por tanto «aprender» supone configurar circuitos estables, ya sea mediante la
repetición de su estímulo o no, cuando los hemos estabilizado de forma rápida al
asociarse a un impacto emocional positivo o negativo. En ambos casos, ya sea de una
forma gradual o rápida, podríamos decir que nuestro proceso de aprendizaje comporta
partir de una «incompetencia inconsciente» para llegar a una «competencia
inconsciente». Para simplificar este concepto observa la Fig. 2.10 y con ella vamos a
imaginar de nuevo:

Eres un adolescente que ha vivido hasta ahora en una comunidad apartada de la


civilización moderna. No conoces la existencia del automóvil y en consecuencia
tampoco la posibilidad de conducirlo.
En este momento eres incompetente de forma inconsciente en relación a conducir
un vehículo.
Un día empiezas a plantearte abrir horizontes y emprendes camino con tu
mochila a cuestas hacia la población más cercana.
Llegas a mi ciudad y a la primera persona que encuentras es a mí.
Estoy parada en un semáforo dentro de mi coche esperando que el disco verde me
permita continuar mi camino; te acercas y me preguntas:
—¿Qué haces aquí dentro?
Y yo te contesto:
—¡Qué voy a hacer! ¡Estoy dentro de mi coche y estoy conduciendo!
—¿Ah, sí? ¿Se puede conducir?
En este momento pasas a ser incompetente de forma consciente. Me pides que te
enseñe y me dispongo a ello. Aprendes rápido y pasas a ser competente de forma
consciente en lo que respecta a conducir.
Practicas todos los días y te conviertes en un excelente piloto. Ya eres competente
de forma inconsciente... tus circuitos están automatizados.

107
Ya tenemos simplificado el concepto, ¿verdad? Sigamos. Observa ahora la siguiente
figura para seguir con nuestra situación ilusoria.
Resulta que durante el aprendizaje has adquirido un mal hábito. Tienes la costumbre
de reducir bruscamente y eso crea inconvenientes, que puedes o no hacer conscientes.

Empiezas a comprobar que las personas que te acompañan se quejan de tu


actitud brusca, que se intranquilizan a menudo y procuran evitar acompañarte.
Haces conciencia, «identificas» que hay «algo» que debes desaprender para
volver a aprender y por tanto te reconoce incompetente de forma consciente en
ese «algo»; aceptas, ese mal hábito y eres capaz de movilizarte para cambiarlo.
Vas a volver a aprender de forma diferente y crearás una «competencia
inconsciente positiva» en tu hábito de reducir las marchas

108
¿Hay algo que debamos hacer con nuestras «competencias
inconscientes positivas»?
Debemos reforzarlas una vez adquiridas, dado que sabemos que si dejamos de
estimular o alimentar nuestros circuitos positivos, también pueden desconfigurarse y esto
no nos interesa.
Nuestra capacidad plástica nos permite desaprender y volver aprender. Determinados
hábitos serán más fáciles de cambiar que otros; podemos deducir también que nos será
más difícil reconfigurar circuitos de estructuras cerebrales como la amígdala, dado que
está estructurada en gran parte de forma innata y está programada para defender nuestra
existencia. Pero esto no va a impedir que influyamos a través de nuestro prefrontal en
evaluar las situaciones y adquirir nuevas experiencias que van a influir indirectamente en
esa plasticidad. La amígdala facilita la plasticidad de nuestra corteza y la hace sensible a
determinados estímulos, pero también ella recibe información de nuestra corteza
prefrontal y de nuevo a través de ella y por un proceso de evaluación consciente tenemos
la posibilidad de aprender y realizar cambios en nuestra forma de sentir y de
comportarnos.

«Aprendizaje y memoria son procesos cerebrales que originan cambios adaptativos


en la conducta.»
Los cambios neurales que se estabilizan tras el aprendizaje permiten que se consolide
nuestra memoria y se mantenga a largo plazo, aunque pueden existir modificaciones.

109
Como ya hemos comentado en el apartado destinado a nuestro «creador dinámico, el
hipocampo», podemos alterar con nuevas experiencias el recuerdo de la vivencia antigua,
tanto fortaleciéndola como olvidándola.
Hay otros factores que influyen en nuestra memoria y aprendizaje y que no debemos
olvidar; algunas de nuestras sustancias endógenas, (43) como las catecolaminas
(adrenalina y noradrenalina), que ya conocemos; como nuestro cortisol, de cuyos efectos
hemos hablado ampliamente; o nuestros opioides endógenos, las endorfinas, encefalinas
y dinorfinas mencionadas en el apartado anterior y que también están involucradas en
nuestro aprendizaje y memoria. (44) (45) Aparte de estos factores existen mecanismos
para influir favorablemente.
Pascual-Leone sostiene que podemos modular nuestra capacidad plástica por medio
de tres estrategias: a través de determinados fármacos, a través de la estimulación
electromagnética transcraneal (técnica que él utiliza en su práctica clínica y de
investigación) y a través de estrategias cognitivas, modulando nuestra «atención». (46)
Quiero que prestes «atención» a esa tercera posibilidad…

«Un trabajo cognitivo, modulando nuestra atención.»

¿Por qué? Sencillamente porque esta es la base del trabajo que estamos realizando
juntos.
Nuestra atención ha sido hasta ahora y seguirá siendo nuestra herramienta principal
para aprender, desaprender y volver a aprender todo aquello que resulte más adaptativo y
favorable para nuestra vivencia.
Ahora sí, ¡ha llegado el momento! Ya estamos en disposición de empezar a ver cómo
podremos trabajar para una vivencia mucho más adaptativa. Para ello a continuación
centraremos la atención en la posibilidad de reestructurar nuestro pensamiento.

1.4 La atención centrada en la reestructuración cognitiva


Gracias a que disponemos de corteza prefrontal será posible realizar una
reestructuración cognitiva.
Recuerda que ante aquello que nuestro cerebro valora como relevante, nuestra
emoción dirige inicialmente nuestra atención. Pero como humanos somos capaces,
gracias a las funciones de nuestro director de orquesta, «la corteza prefrontal», de
redirigir posteriormente nuestra atención realizando una toma de conciencia, utilizando
nuestra atención consciente, y centrándonos por decisión propia en la observación de lo
que consideremos saludable. ¡Poseemos esta capacidad y debemos recordarlo!

110
La reestructuración cognitiva es un procedimiento estratégico por el cual las personas
aprendemos a cambiar algunas maneras de pensar distorsionadas que nos producen
malestar emocional y nos conducen a la frustración. Vamos a repasar algunas de las
herramientas que tenemos a disposición para realizar este cambio.

El cambio de pensamiento
Sabemos que tenemos la capacidad de generar aproximadamente unos 60.000
pensamientos diarios. ¡Qué barbaridad!, ¿verdad? Y ahora ya sabemos qué pasa dentro
de nosotros en caso de que nos dediquemos a construir un porcentaje considerable de
pensamientos negativos.
Si además sabemos que la repetición de un pensamiento de forma reiterada va a ser
automatizado y que otros pueden aflorar en nuestra mente a través de estímulos sutiles
que estuvieron asociados a él en el momento del impacto emocional… es «indiscutible»
que tenemos que aprender a identificar nuestros pensamientos negativos. Nos interesa
saber cuáles de esos pensamientos pueden provocar en nosotros esa química indeseada.
¡Es absolutamente necesario! ¿Verdad que ahora lo tenemos más claro?
Una vez identificado nuestro pensamiento, veremos qué debemos hacer con él. Es
obvio que tendremos que distinguir los pensamientos positivos de los negativos, para
poder desestructurar solo los negativos. Más adelante veremos cómo reforzar nuestros
pensamientos positivos; pero de momento nos centraremos en los negativos porque
¡vamos a priorizar lo urgente e importante sobre lo importante pero no urgente!
Nuestros pensamientos negativos pueden ser tremendamente francos o pueden estar
«escondidos». ¿Te lo habías planteado? No todos se manifiestan de forma clara como
negativos. Vamos a poner unos ejemplos iniciales para facilitar la tarea de desenmascarar
a algunos de los que no nos enseñan su naturaleza.
Observa bien la lista de pensamientos que se relacionan a continuación y sigue
sistemáticamente el procedimiento que te planteo:

1. Léelos todos antes de hacer tu valoración e imagina que son pensamientos


propios, que te pertenecen.

1. Hoy tengo un mal día.


2. Quiero aprobar el examen.
3. Hoy tengo suerte.
4. ¡Quiero ser feliz!
5. ¡No quiero discutir contigo!

111
6. ¡Parezco tonto!
7. No quiero estar enfermo.
8. No quiero llorar.
9. No quiero suspender.
10. Quiero estar sano.

2. Una vez leídos todos, coge una hoja de papel y apúntalos uno a uno dejando un
espacio entre ellos.

3. Al lado de cada uno de los diez pensamientos escribe si crees que es positivo o
negativo.

4. Ahora vuelve al primer pensamiento y pregúntate: ¿cómo me hace sentir este


pensamiento? Apúntalo a continuación.

5. Hazte la misma pregunta con cada uno de los restantes y apúntalo a


continuación.

¡Vamos a ver los posibles resultados!


Hemos clasificado el tipo pensamiento y el sentimiento que lo acompaña.

112
Fíjate que en tres de los diez pensamientos (1, 3 y 6) seguramente no habrás tenido
dudas a la hora de clasificarlos. Los tres son pensamientos claros, francos. El 1 y el 6 son
claramente pensamientos negativos y nos hacen sentir mal. El 3 es claramente positivo y
nos hace sentir bien. El resto pueden ser o son pensamientos escondidos, no nos enseñan
francamente su naturaleza.
Vamos a analizarlos:
Si cogemos por ejemplo el número 4, «¡Quiero ser feliz!», existe la posibilidad de que
hayas clasificado como positivo este pensamiento y que cuando te hayas preguntado
¿cómo me hace sentir?, te hayas contestado que te hace sentir mal. ¿Por qué? Un
pensamiento positivo nos tendría que hacer sentir bien, ¿no? La respuesta es muy
sencilla si ha sido este el caso: tu atención no etá centrada en lo que quieres realmente,
sino en «la ausencia de lo que quieres» cuando expresas que quieres ser feliz. Tu
observación, tu atención, está centrada en que «no eres feliz». Si te observaras en un
espejo o alguien escuchara de ti esta afirmación, deduciría que te estás sintiendo mal;
cuando expresas este pensamiento, tu tono y tu comunicación «no verbal» orientan para
identificar su negatividad. Por tanto, esa frase con contenido positivo esconde un
pensamiento negativo, porque el contexto del lenguaje y la expresión no verbal indican
que nuestra observación mental está centrada en la ausencia de lo que queremos.

Estos tipos de pensamiento son en realidad la observación de «la ausencia de lo que


quiero».
Mi sentimiento es negativo porque mi atención está centrada en lo que no quiero.
Mi comunicación no verbal y el cómo lo digo me ayuda a identificarlos.

Recuerda que «lo que digo» representa un 7 por ciento de nuestra comunicación,
«cómo lo digo» el 38 por ciento y nuestra comunicación no verbal el 55 por ciento. Tu
expresión no es identificada como favorable por tu propio cerebro, ni por la persona que
puede observarte al expresarlo.
Si por el contrario lo has clasificado como positivo y te hace sentir bien, está claro
que tu atención está centrada en ser feliz. Es un pensamiento positivo.
De esta misma naturaleza son los pensamientos 2 y 10.
Por lo tanto, estos tres pensamientos, el 2, el 4 y el 10, si me hacen sentir bien…
serán pensamientos positivos porque mi atención estará centrada en que «aprobaré el
examen», en «la felicidad» y en «mi salud». Pero si me siento mal al expresarlos, es
porque mi observación o mi atención están centradas en la ausencia de lo que quiero.
Vamos a ver los restantes: los pensamientos 5, 7, 8 y 9 tienen más de una
característica común. Empiezan todos por «no quiero», ¿lo has observado? Existe la

113
posibilidad de que hayas clasificado esos pensamientos como positivos o como negativos,
pero con toda seguridad habrás registrado que te hacen sentir mal. Observa que todos
ellos implican la atención centrada en un concepto negativo (observa la primera
columna), «discutir contigo», «estar enfermo», «llorar» y «suspender». En el caso
improbable de que hayas clasificado el sentimiento que los acompaña como positivo solo
puede obedecer a que tu atención no está centrada realmente en el concepto negativo
sino en su contrario (observa la columna de la derecha que tienes a continuación). Fíjate
que podríamos haber expresado estos mismos pensamientos con la atención centrada en
el concepto positivo (reflejados en esta segunda columna):
¿Te das cuenta de la importancia de «donde tenemos centrada nuestra atención»?

En el caso de que centremos la atención en el concepto positivo, nuestro sentimiento


con seguridad también lo será; si la centramos en «la ausencia de lo que quiero», nuestro
sentimiento será negativo en coherencia con nuestra observación mental.
Hasta aquí podemos sacar las siguientes conclusiones:

Hay pensamientos negativos escondidos detrás de «lo que no quiero».


Hay pensamientos negativos escondidos detrás de «mi sentimiento negativo».
Hay pensamientos escondidos detrás de mi atención centrada en «la ausencia de lo que
quiero».

Fabricamos otro tipo de pensamientos negativos que no nos enseñan su naturaleza,


pero si fuésemos capaces de identificar los escondidos que se agrupan en estos tres tipos
expuestos, con toda seguridad estaríamos trabajando sobre la gran mayoría de nuestros
pensamientos negativos.
Además, hemos aprendido que algunos de ellos son automáticos (la mayoría) y que
me será difícil identificarlos, a no ser que tenga el firme propósito «consciente» de
hacerlo.

114
De todo ello podemos deducir que tenemos una gran oportunidad si los identificamos,
porque sabemos que si dejamos de estimular esos pensamientos negativos, acabaremos
por desestructurar los circuitos que los sustentan, gracias a nuestra capacidad plástica
cerebral.
Bien, teniendo en cuenta todos estos conocimientos, ¿cómo vamos a cambiar esos
pensamientos identificados hasta el momento como negativos? ¿Sencillamente por su
positivo contrario? ¡No, no suele funcionar solo con ese cambio!
Vamos a comprobarlo:

Imagina de nuevo que, tras haber bajado las escaleras de tu finca desde el
séptimo piso donde vives, porque el ascensor está estropeado, y cargado como
vas, llegas al coche y tienes bloqueada la salida por el automóvil de un vecino,
en aquel momento ausente.
¡Otro inconveniente para tus propósitos matutinos! Reconoces el vehículo y te
diriges hacia la puerta de su bloque para llamar al timbre de su piso y pedirle
que baje de inmediato a retirar el obstáculo.
¡El timbre no funciona! ¡No te lo puedes creer! ¿Tendrás que subir a pie la
escalera hasta el cuarto piso, que es donde vive?
En ese momento tu pensamiento genera un «¡Basta ya! ¡Hoy tengo un mal día!».

Si cogemos como ejemplo este último pensamiento identificado como negativo e


intentamos convertirlo en su positivo contrario: «Hoy tengo un buen día», ¿qué ocurrirá?
Que nuestro cerebro no permitirá que nos engañemos. ¡Eso no es real! Y nuestra mente
nos contestará: «¡Encima eres tonto, porque te engañas!» En este momento ya no solo
tenemos construido un pensamiento negativo, ¡tenemos tres!: «Tengo un mal día», «Soy
tonto» y «Me engaño».
Nuestro cerebro no va a permitir que nos engañemos tan fácilmente. Lo hemos
educado durante años, le hemos aportado datos y se los hemos repetido hasta la saciedad
para que tenga el criterio de identificar qué es bueno o malo, qué nos gusta o no, y qué
es cierto o falso para nosotros. Por lo tanto, solo nos queda una opción: aceptar. Aceptar
que tengo un mal día es algo que nuestro cerebro tiene clarísimo en esos momentos y a
partir de ahí sí que podré cambiar mi pensamiento si le planteo una actitud «movilizada y
orientada al cambio».
¿Cómo haré eso?

«Cambiaré mi pensamiento por el positivo contrario expresado en futuro inmediato.»

115
Vamos a ver unos ejemplos:

Estos ejemplos aún nos pueden parecer poco creíbles cuando nos sentimos muy mal
en un momento determinado. Vamos a ver una formula que nos ayudará:

Fíjate que el hecho de adjudicarme a mí mismo la responsabilidad de cambiar la


situación junto con la expresión en futuro inmediato de mi pensamiento, provocará que
mi voz interior me haga una pregunta: ¿Cómo vas a hacerlo? Y ya le será más difícil

116
negarme esa posibilidad de cambio. De todos modos, tenemos que analizar si esta
fórmula nos servirá para los diferentes tipos de pensamientos negativos vistos hasta el
momento, tanto los claros como los escondidos detrás de lo que no quiero, de la atención
centrada en la ausencia de lo que quiero y de mis sentimientos negativos.
Cojamos de nuevo los pensamientos utilizados inicialmente suponiendo que los que
escondían su naturaleza me hacen sentir mal (por lo que queda claro que son negativos);
descartando el claramente positivo y añadiendo al final de la lista un par de «sentimientos
negativos».

Pensamientos negativos claros: 1, 5


Sentimientos negativos:10, 11
Pensamientos escondidos «detrás de lo que no quiero»: 4, 6, 7, 8
Pensamientos escondidos «atención centrada en la ausencia de lo que quiero»: 2, 3,
9

Aquí los tenemos clasificados. Ahora vamos a observar qué diferencia hay en la
forma en que los hemos cambiado en la columna de la derecha.
Fíjate que tanto los pensamientos claramente negativos como los escondidos detrás de
lo que no quiero y los escondidos detrás de los sentimientos negativos, los hemos
construido en positivo contrario, en futuro inmediato y responsabilizándonos de facilitar
el cambio.
Sin embargo, los escondidos por prestar atención a la ausencia de lo que quiero ya
están expresados en positivo, solo los construiré en futuro inmediato y
responsabilizándome del cambio. En este tipo de pensamientos, lo «que digo» es
positivo; en cambio los componentes de mi comunicación: «cómo lo digo» y «no verbal»
son negativos. Estos dos últimos componentes pesan más en importancia que el
contenido de mi lenguaje tal como ya conocemos; son ambos los que determinan la
negatividad y por ello me hacen sentir mal.
Vamos a recordar pues qué te sugiero aplicar:

117
¡Una última reflexión ante lo que acabamos de concluir!
Fíjate que la tercera premisa, «responsabilizarte tú del cambio», es importantísima
para facilitar que nuestra mente no busque excusas a la hora de materializar nuestro
pensamiento positivo. No podrás responsabilizar a nada ni a nadie si el resultado que
obtienes no es satisfactorio para ti. Eres tú «el/la responsable» de buscar alternativas para
«facilitarte» el cambio. Poner la atención en hacértelo fácil ayudará a que te movilices
hacia ello.

118
En este momento es conveniente que nos fijemos en otra cuestión que no hemos
comentado aún. Observa la construcción «en plural» (del cuadro central anterior),
cuando me refiero a ®Pensamientos escondidos detrás de un sentimiento negativo. El
resto están expresados en singular.
¿Por qué? Cuando construimos un pensamiento, este «es único». Generamos los
pensamientos uno tras otro, pero no podemos pensar dos o tres a la vez; en cambio,
cuando expresamos un sentimiento, detrás de él, puede haber más de un pensamiento.
Por eso es importante que aprendamos a distinguir nuestros sentimientos de nuestros
pensamientos si queremos ser más efectivos en el cambio. Si nos hallamos ante un
sentimiento podremos preguntarnos «¿por qué me siento así?». La mayoría de las veces
se pueden hallar los pensamientos que lo sustentan y así tener la posibilidad de
cambiarlos posteriormente.
Vamos ahora a ver qué procedimiento puede facilitar este proceso de cambio. Para
ello debemos recordar que la comunicación y el pensamiento se determinan
recíprocamente. Hemos comprobado que depende de cómo me exprese, de mi lenguaje,
voy a pensar y a sentirme de una forma diferente. Si es así, vamos a ver las
consecuencias de lo que ocurre cuando ante la expresión de un pensamiento negativo me
pregunto «¿por qué?».

El refuerzo. La trascendencia del «¿por qué?» en nuestro


lenguaje
Ante un sentimiento negativo es bueno que me pregunte «¿por qué?» a fin de
identificar los pensamientos de base que lo sustentan, dado que pueden ser varios, y a
partir de aquí tener la posibilidad de cambiarlos. Y ante un pensamiento negativo,
¿debemos proceder de la misma forma?
Todos nos preguntamos «¿por qué?» cuando buscamos las razones de algo.
¿Has observado que las respuestas a esta pregunta van a justificarnos el hecho por el
que nos cuestionamos?
Vamos a verlo con ejemplos negativos. Volvamos a nuestra visualización de esa
mañana, cuando el ascensor de la finca estaba estropeado, el coche bloqueado y ocurría
un inconveniente tras otro.

Nuestra voz interior nos evoca pensamientos como «¡Qué día llevo!», «¡Esto es
increíble!», «¿Qué más va a suceder?», «¡Todo el mundo va a la suya!», «¡No hay
civismo!», «¡Mira que tengo mala suerte, hoy no es mi día!».

119
Llegas tarde al trabajo, de mal humor, y te diriges hacia tu puesto esperando el
siguiente inconveniente de la mañana… y ¡probablemente lo encuentres!
Tu actitud y tu comportamiento son coherentes con tu forma de pensar y sentir.
Un compañero que pasa en aquel momento ante ti, te comenta que mires tu correo
electrónico, porque a primera hora de la mañana han comunicado que se ha
adelantado para hoy a las 12 la reunión que teníais mañana con el jefe.
Es urgente porque tiene que salir de viaje inesperadamente.
El tema a tratar es un asunto que tenías planificado trabajar hoy por la tarde.
Y en ese momento ¡explotas!
Te han cambiado la agenda y no tienes tiempo de prepararte para la reunión, ni
para cancelar correctamente la entrevista que tenías planeada con un cliente.

Ante tu reacción es muy probable que alguien te pregunte: «¿Por qué estás de tan mal
humor esta mañana?» Y tu respuesta reflejará toda la serie de acontecimientos negativos
que han acontecido desde tu salida de casa.

Cómo no voy a estar de mal humor, si:


1. Cuando salgo esta mañana me encuentro con el ascensor que no funciona.
2. He tenido que bajar siete pisos a pie, cargado y con prisas.
3. Me encuentro el coche bloqueado por el vecino del cuarto.
4. El interfono de la finca no funciona.
5. Tengo que subir de nuevo a pie hasta el cuarto para pedirle que quite el coche.
6. Llego aquí tarde.
7. Por llegar tarde no tengo tiempo de preparar mínimamente la reunión adelantada ni de
anular la entrevista con un cliente.
¡Cómo no voy a estar de mal humor!

Estas siete respuestas justifican tu mal humor. Cada una de ellas es algo que «no
quieres».
Cada una forma parte de un conjunto que configura tu vivencia de hoy y se
estructura en una memoria asociativa, como reflejos condicionados, y por tanto cada una
es capaz de estimular la evocación de la memoria de todas ellas.
¿Crees que tu cerebro está en esos momentos en disposición de cambiar hacia un
sentido contrario? Indudablemente, no. Has justificado sobradamente tu «mal humor»,
no vas a hacer nada para cambiarlo y estás predispuesto a que el resto del día siga siendo
igual o peor; tu influencia en los demás también será coherente con tu forma de pensar y

120
sentir, y por tanto el resultado que puedes esperar seguramente no será de tu agrado… a
no ser que tomes conciencia de ello y apliques lo que hemos planteado en este
procedimiento de cambio.
Fíjate que preguntarnos «¿por qué?» nos inmoviliza frente al cambio, nos justifica y
reafirma los circuitos que sustentan el pensamiento que estamos estimulando.
Preguntarnos por qué ante el sentimiento negativo, en cambio, nos será útil solo para
hallar los pensamientos de origen y, una vez identificados y aceptados, tener la
oportunidad de cambiarlos.
Ya sabemos en este momento qué más «debemos y no debemos hacer»:

Debo preguntarme «¿por qué?» ante un sentimiento negativo «solo» para hallar los
pensamientos negativos de origen.

No debo preguntarme «¿por qué?» ante un pensamiento negativo, ya que me inmoviliza


al cambio, refuerza el circuito y evoco pensamientos negativos asociados a él.

Si reflexionas un momento más al respecto, te darás cuenta de que si el «por qué»


ante un pensamiento negativo reafirma el circuito y nos inmoviliza frente al cambio, ha
de tener el mismo efecto ante un pensamiento positivo, ¿no? Efectivamente, así es y, por
tanto, una forma de reforzar nuestros pensamientos positivos y en este caso también los
sentimientos positivos será preguntarnos «por qué».

Debo preguntarme «¿por qué?» ante un sentimiento positivo para hallar los pensamientos
positivos de origen. Ante un pensamiento positivo «por qué» me inmoviliza frente al
cambio, refuerza el circuito y evoco pensamientos positivos asociados a él.

Bien, ahora ya hemos identificado gran parte de nuestros pensamientos negativos y de


nuestros sentimientos negativos, y sabemos cómo debemos cambiarlos y dejar de
reforzarlos. Sabemos también que ante pensamientos y sentimientos positivos tenemos la
oportunidad de reforzarlos para mantener sus circuitos activos y potenciados…
Conocemos cosas importantes para favorecer nuestra movilización al cambio favorable,
¿no?
De momento, estamos trabajando nuestra «voz interior» y condicionando sus
consecuencias. Recuerda que nuestra vivencia tiene tres componentes: pensar, sentir y
comportarnos. Con el procedimiento que hemos venido desarrollando, estamos
incidiendo directamente en el componente de «pensamiento» (observa de nuevo la Fig.
2.3).

121
Sabemos que podemos reestructurar nuestro pensamiento a través de un «cambio de
pensamiento», pero también podemos hacerlo por medio de otras estrategias, y a veces
no nos quedará más remedio que aplicarlas porque:
1. No podremos acceder a nuestros pensamientos negativos.
2. Van a ser pensamientos negativos diferentes a los vistos hasta este momento;
pensamientos del estilo «¿Y si pasa esto o aquello?», «¿Y si pierdo el control?».
Vamos a centrarnos ahora en el primer supuesto. Ya hemos comentado que, en
ocasiones, ¡no somos capaces de ver los pensamientos que sustentan un sentir negativo!
Por más que intentamos saber por qué nos sentimos mal, no podemos llegar a
descubrirlo. En estos casos, cuando nuestros circuitos neurales automatizados son los
estimulados y no interviene nuestro «yo consciente», no nos queda más remedio que
utilizar una herramienta diferente para poder resolverlo de forma saludable.
¿Qué herramienta puede ser apropiada en este caso? El cambio de atención.

El cambio de atención: «La bola verde y la bola roja»


Centrar la atención en lo que quiero o centrarla en lo que no quiero, ya sabemos que
es cuestión muy distinta. Hemos tenido ejemplos sobrados de ello al observar la
expresión de pensamientos, que a ojos de muchas personas pueden ser similares y en
cambio sus consecuencias son totalmente opuestas.
Expresar «No quiero discutir contigo» o decir «Quiero comunicarme bien contigo»
condiciona una ducha química totalmente diferente en nosotros y una influencia también
totalmente diferente en quien nos escucha.
¡Vamos a visualizar de nuevo! Sigue mi indicación, primero el punto 1.; no avances más
allá.
1. Vas a visualizar algo que quieres, sea material o no, destina el tiempo suficiente
para observarlo con atención y para ello cierra los ojos. Cuando hayas acabado,
puedes abrirlos y seguir leyendo el punto 2.
2. Ahora volverás a cerrarlos y observarás atentamente cómo te hace sentir la
observación de eso que quieres. ¡Ciérralos!

Con toda seguridad, si la observación que has realizado ha centrado tu atención en lo


«que quieres», se acompaña de un sentir positivo, de una expectativa favorable.
3. Ahora vas a visualizar algo que no quieres para ti, ya sea una cosa material,
una enfermedad, perder algo que te importa, tener algún inconveniente en el que
puedes haber pensado. Cierra los ojos y obsérvalo con atención. Cuando hayas

122
acabado, puedes abrirlos y leer el punto 4.
4. Ahora que ya lo has observado, cerrarás de nuevo tus ojos y observarás cómo
te sientes al hacer esa observación mental, al poner atención en eso que no
quieres. ¡Ciérralos!

Con toda seguridad si la observación que has realizado ha centrado tu atención en lo


que «no quieres», se acompaña de un sentir negativo, de un sentir que te bloquea, o te
preocupa, o te surgen dudas, o sientes miedo y te angustias.

Observa ahora la Fig. 2.12.


La bola verde es lo que quieres, la bola roja es lo que no quieres y tu presente es
vivido de forma totalmente distinta si centras tu atención en la una o en la otra.

Siempre tu sentimiento te orienta hacia donde está centrada tu atención, como si de una
brújula se tratara.

Si te sientes bien, tu atención se centra en la «bola verde»; si te sientes mal, se centra


en la observación de lo que no quieres, en la «bola roja», y a estas alturas ¡ya sabemos
que detrás de esa «bola roja» tenemos un cúmulo de componentes negativos!
Esta herramienta, el cambio de atención, es la que podremos utilizar cuando nuestros
circuitos neurales automatizados, sin la participación del «yo consciente», nos conduzcan
a «sentir» sin poder hallar los pensamientos de origen.

123
Ahora bien, vamos a ver un ejemplo más para completar el uso efectivo de esta
herramienta. Vamos a suponer que a un niño pequeño le llamamos la atención porque
está a punto de poner los dedos en un enchufe y le gritamos: «¡No toques el enchufe!»
Casi con toda seguridad nos mirará sonriente y se dirigirá de inmediato a tocarlo.
Estamos reforzando su atención en el enchufe. Si en cambio al hacer esta observación le
decimos: «¡Mira qué bonita pelota tengo!», es muy probable que venga hacia ti y deje de
observar el enchufe. Si tienes la pelota a mano no habrá ningún problema, pero si la
tienes guardada en el altillo de casa, será más difícil que puedas acceder a ella en el
momento justo en que la necesitas.
Lo mismo nos va a ocurrir a nosotros si el contenido de nuestra bola verde no lo
tenemos a mano. Por eso está claro que debemos saber «qué quiero», tenerlo
previamente claro, para poder dirigir nuestra atención a alguno de sus contenidos cuando
tomamos conciencia de que nos sentimos mal y no sabemos a qué pensamientos obedece
ese sentimiento.

Nuestro presente puede convertirse en nuestra «oportunidad».

Podríamos decir que nuestro pasado es el responsable de lo que somos en nuestro


presente. Nos configuran nuestros genes, nuestro entorno y la forma en que hemos
afrontado los acontecimientos hasta el momento presente.
¿Debemos preocuparnos por nuestro futuro? ¡No!

Debemos ocuparnos, centrados en nuestro presente, observando aquello «que


quiero» y movilizarme para conseguirlo. Lo que pienso, siento y hago hoy, va a
condicionar lo que sucederá «mañana» y lo que piense, sienta y haga mañana, va a
condicionar mi «pasado mañana», y así sucesivamente voy construyendo mi
futuro.

¿Has observado que normalmente las personas que se angustian tienen su atención
centrada en la «bola roja» de un futuro, ya sea inmediato o lejano, y las personas que se
deprimen, tienen su atención centrada en la «bola roja» de un pasado ya sea inmediato o
lejano? Ninguna de ellas centra su atención en el presente ocupándose de observar la
«bola verde» y movilizándose para materializarla, hacerla viable, conseguir y facilitarse
progresar hacia la consecución de lo que las hace sentir bien para construir un futuro
saludable.
¡Recuérdalo! Tu presente puede ser «tu oportunidad» para construir el futuro que
anhelas.

124
Antes de dejar este punto vamos a señalar todo lo que debemos recordar para facilitar
el cambio.

Tu sentimiento es tu brújula.
Tu atención es tu herramienta.
Tu presente es tu oportunidad.

Hemos dejado pendiente abordar el segundo supuesto especificado en la página


anterior, cuando nuestros pensamientos negativos eran del tipo «¿Y si…?». Bien, en este
tipo de pensamientos, que además son bastante frecuentes en determinadas personas,
deberemos aplicar como más efectiva la herramienta siguiente:

Reevaluación de creencias
Dentro de las herramientas de reestructuración cognitiva, o «herramientas de
pensamiento» como personalmente las denomino, la reevaluación de creencias es una
herramienta muy sólida para incidir en el cambio de pensamientos negativos y la más
específica para los pensamientos del tipo «¿Y si…?».
Vamos a exponerla paso a paso y comprobaremos su utilidad. Para iniciar el
planteamiento vamos a suponer una situación, un hecho concreto, que se percibe de
forma totalmente diferente por dos observadores implicados, dos protagonistas.
Pondremos de nuevo en marcha nuestra imaginación:

Martina y Pol —una pareja que nos va a acompañar a partir de ahora en más de
una ocasión— se encuentran en casa relajados después del trabajo. Hoy es
viernes y tienen todo el fin de semana por delante para descansar. Han decidido
quedarse en casa esta noche y mañana por la mañana ir a la playa temprano
para aprovechar al máximo el día.
Se disponen a preparar su cena cuando suena el teléfono. Martina coge la
llamada; es su madre que le anuncia que adelanta su regreso de vacaciones. Su
avión llega mañana a las 12 y le encantaría que la fueran a recoger al aeropuerto
y comieran juntos después.
Martina sin dudarlo le dice que sí. Al fin y al cabo, hace quince días que no ve a
su madre; nunca suele pedir favores y además le ha manifestado que le hace
ilusión verlos.
Pol, que escucha la conversación, cambia su cara al instante. No opina lo mismo
que Martina; habían hecho otros planes. ¡Les parte el día por completo! Además,
tampoco es tan grave que su madre coja un taxi desde el aeropuerto y se vean a la

125
hora de cenar.

Vamos a ver qué sucede neurobiológicamente en nuestros dos personajes ante esta
situación:
Observa la Fig. 2.13 para seguir detalladamente cómo afecta este suceso; la vivencia
de cada uno es distinta, a pesar de observar la misma situación.

Podríamos decir que nuestro cerebro tiene la tendencia a hacernos ahorrar energía
para proteger nuestra vida y por ello tiende a automatizar al máximo y a deducir en base
a nuestras experiencias pasadas recientes o ancladas en la memoria. Por lo tanto tenderá
a generalizar, distorsionar u omitir la información percibida.
¿Qué quiere decir esto? Vamos a poner ejemplos para simplificar nuestra
comprensión:

Empecemos por el concepto de generalización. Has oído alguna vez expresiones


como: «¡Todos los hombres son iguales!», «¡Siempre me pasa lo mismo!»,
«¡Nunca tengo suerte!».
¿Verdad que son frecuentes? Estas generalizaciones reflejan creencias33 que
determinan una forma de sentir y de comportarnos, y en el caso de que contengan

126
connotaciones negativas nos bloquean, desestimando la posibilidad de que pueda
suceder algo diferente. Nos inmovilizamos al generar estos pensamientos y en ese
momento no estamos en disposición de favorecer cambios que puedan sernos útiles
y favorables.

Vamos ahora a observar la distorsión. Por esa tendencia que tiene nuestro cerebro a
simplificar la tarea, deja de observar las posibilidades. Suele centrarse en las que le
son conocidas, sobre todo si son recientes en su experiencia. Un ejemplo podría ser
que tu compañero de piso, que ha llegado hace tan solo media hora a casa, no ha
dejado de interrumpir tu atención. Debes concentrarte en el informe que has de
entregar mañana y con sus comentarios superficiales y constantes, te resulta
imposible. Le has pedido que te deje trabajar, que necesitas estar en silencio.
Sale de la habitación y a los diez minutos abre de nuevo la puerta. En ese
momento exclamas: «¡Pero bueno!, ¿es que no puedes dejarme tranquilo?» Y al
darte la vuelta, compruebas que entra con una bandeja; te ha preparado un
exquisito bocadillo acompañado de tu cerveza preferida como cena para que no
tengas que levantarte y puedas seguir trabajando. Habías hecho una distorsión de
tu percepción, has interpretado en función de lo sucedido recientemente y has
reaccionado negativamente antes de conocer lo que estaba sucediendo en realidad.

La omisión la realiza nuestro cerebro por esa misma tendencia entrenada en parte y
añadida a las características funcionales de nuestra capacidad atencional. Algunos
autores34 describen la capacidad que tiene nuestro cerebro para procesar
información aproximándola a unos 11.000.000 bits por segundo, mientras que de
forma atencional tenemos una capacidad máxima de 50 bits por segundo. Para que
se comprenda esta comparación, nos ponen un ejemplo:

Queremos alquilar un piso y vamos a visitarlo. Nuestro cerebro baraja la


información suficiente para que, en unos diez minutos, podamos valorar si nos
interesa. Si tuviéramos que tomar la decisión solo con la información que nos
aporta nuestra atención consciente, deberíamos permanecer dentro del piso cuatro
años de nuestra vida. Increíble, ¿verdad?

Otros autores han realizado la proporción de 400.000.000 bits por segundo de


proceso en relación a 2.000 bits por segundo de forma atencional. Sea como sea,
en realidad la proporción es similar y lo cierto es que nuestro cerebro, al procesar
toda la información que constantemente baraja, necesita invertir una cantidad de

127
energía tremenda y no puede permitir que utilicemos más que una ínfima parte con
nuestra atención consciente. Por lo tanto, nuestra capacidad atencional es muy
limitada en relación a nuestra capacidad de proceso inconsciente, y gracias a ello
nuestro cerebro consciente puede dedicarse, como dice John Barg, a viajar en el
tiempo pasado o futuro, mientras que nuestro atareado inconsciente se cuida de
salvaguardar nuestra tarea presente.

¿Qué es lo que procesa, fuera de nuestra atención consciente, nuestro cerebro para
que necesite tanta disposición energética?
En esa tarea sumamente importante está incluido el análisis, la integración y el
procesamiento de la información que realiza nuestro sistema nervioso, tanto a nivel
central como periférico, gestionando nuestra función estratégica, táctica y ejecutiva.
Algunas de estas decisiones tácticas también están condicionadas por la memoria, nuestra
experiencia sensorial del pasado, sin que sean conscientes para nosotros. Se ocupa de las
secuencias de los movimientos ordenados en espacio y tiempo, y de la autorregulación
sensorial; también de la regulación de los sistemas capaces de ampliar tanto el espacio
como el tiempo de comunicación. Como vimos en la primera parte, esos sistemas tienen
gran relevancia porque intervienen en la regulación de nuestras funciones fisiológicas y
conductuales; son capaces de activar funciones en todo el cerebro y en todo el cuerpo;
son responsables de nuestra conducta sexual, emocional y de nuestra motivación;
intervienen en la regulación de nuestro sueño, de la actividad endocrina y reproductiva;
participan en el control de nuestra homeostasis, ese estado de reajuste constante de los
parámetros fisiológicos, como la regulación de nuestra temperatura, o la composición de
nuestra sangre, el equilibrio hídrico y energético, frente a la variación de condiciones en
el medio ambiente. Un proceso, pues, que mantiene nuestro medio interno en un
intervalo fisiológico. Además, para realizar todas nuestras funciones nuestro sistema
utiliza unas células, con sus correspondientes estructuras y componentes, programadas
para funcionar y regular comunicándose; células que estructuran tejidos y órganos de los
que no tenemos que responsabilizarnos de forma consciente. ¿Qué te parece, no es
impresionante? Y, por si fuera poco, va almacenando toda una vida de experiencia que
acumula y utiliza para transformarnos día a día.

En nuestro presente, nuestro sistema percibe gran cantidad de información que


transmite al cerebro y este la baraja de forma inconsciente, procesa y almacena sin
dejar que aflore a nuestra conciencia, a no ser que nuestra mente lo considere
relevante.

128
Ahora, después de repasar la justificación por la cual nuestro cerebro nos permite
disponer para nuestra atención consciente de una ínfima parte de energía, volviendo a la
situación vivida por nuestros dos personajes, estamos en disposición de observar que si la
percepción de Martina es diferente a la de Pol, es debido, en parte y con toda seguridad,
a que ambos han centrado su atención conciente en ámbitos diferentes que acompañan la
misma situación.
Bien, llegados a este punto, ¿cómo podemos utilizar esta herramienta de reevaluación
de creencias?
Cuando nos sintamos en situación de conflicto frente a un suceso, podemos
cuestionar la afirmación que hemos realizado en caso de haber realizado una
generalización:

1. ¿Estoy generalizando?
¿Siempre me pasa lo mismo? Seguramente la respuesta que me dé sea: «¡No
siempre!» Y procederé a centrar mi atención y observar qué sucede cuando no me
pasa lo mismo. Posiblemente descubra que hay algo diferente a observar y algo
diferente a hacer. Como le ocurrirá a Pol, que deberá hacerse esta pregunta en el
caso de que haya generado un pensamiento de este estilo.
¿Nunca tengo suerte? Seguramente la respuesta sea: «¡Muy pocas veces!»,
«¡Alguna vez!», «¡Casi nunca!».
Procederé a observar, pues, qué hice diferente en las situaciones en las que
considero que tuve suerte.
Nuestro personaje, Pol, es posible que haya generado una generalización del estilo:
«¡Nunca podemos hacer planes!» En este caso deberá proceder de la misma forma,
cuestionándose si esta afirmación que realiza se cumple siempre. Comprobará que
no y procederá a centrar su atención en alternativas que tiene a su disposición para
reevaluar su creencia.
¿Todos los hombres son iguales? A mi pregunta quizá me responda: «¡Casi todos!»
Bien, ¡no son todos! Procederemos a centrar la atención en observar los valores
que considero en los hombres que captarían mi atención favorablemente.

Para comprobar si estoy distorsionando centraré la atención mediante el


procedimiento siguiente:

2. ¿Estoy distorsionando?
¿Me estoy dejando llevar por los acontecimientos que he vivido recientemente?

129
¿Qué crees que debería preguntarse Pol en caso de realizar una distorsión? Ponte
en su situación y busca alternativas para reevaluar su creencia.

Para comprobar si estoy omitiendo información que puede ser relevante centraré la
atención mediante el procedimiento siguiente:

3. ¿Estoy omitiendo algo que debería tener en cuenta?


Si soy capaz de hacerme esta pregunta, seguramente mi observación va a
diversificarse y encuentre argumentos que me ayuden a reevaluar mi creencia.
Intenta imaginar qué podría observar Pol y qué no debe haber observado en la
situación expuesta.35

Como vemos, esta herramienta suele favorecer la observación de alternativas de


pensamiento y por tanto nos condiciona sentimientos y comportamientos en consonancia.
La observación de alternativas, de nuevas posibilidades, es una cualidad que vamos a
desarrollar en el punto siguiente.

La atención centrada en nuestro pensamiento creativo


Explorar nuevas ideas, nuevas posibilidades, nos ayuda a pensar mejor y a fomentar
nuestro pensamiento creativo, nos facilita poder cambiar de esquemas en nuestro proceso
de pensamiento. Por tanto, centrar la atención en ser creativos nos ayudará a
reestructurar nuestro pensamiento.
Cuando hemos explorado las funciones de nuestros hemisferios cerebrales hemos
comentado que hablaríamos nuevamente de ellos en el apartado de creatividad. Pues
bien, ha llegado ese momento y por ello vamos a ver las características del pensamiento
creativo, también llamado lateral o divergente, y a conocer cómo tratan esta
especialización nuestros hemisferios, antes de pasar a comentar la influencia de nuestro
pensamiento creativo en nuestra vivencia.
Recordemos que a nuestro cerebro izquierdo se le atribuye el ser más racional y al
derecho el ser más emocional. En relación con el pensamiento se le atribuye al cerebro
izquierdo el pensamiento analítico y al derecho el pensamiento creativo. En la tabla
siguiente puedes ver las funciones diferenciadas en relación con nuestra calidad de
ideación y de pensar.
Estos procesos no son antagónicos sino complementarios. El pensamiento creativo
aumenta la eficacia del pensamiento analítico, nos es útil en la fase de creación de ideas
para poder enfocar situaciones nuevas o reorientar dificultades que podamos tener. El

130
pensamiento racional, o pensamiento analítico, selecciona y hace la elaboración final. El
índice conocido como I.Q., o coeficiente de inteligencia clásico, que corresponde a la
capacidad racional para resolver problemas está relacionado con nuestro cerebro
izquierdo.

Hablar de pensamiento creativo nos lleva a explorar el pensamiento racional y los


conceptos de inteligencia emocional y de coeficiente intelectual (I.Q.) contextualizados
inicialmente en un breve repaso histórico.

Algunos de los protagonistas de estos conceptos


Entre los pioneros en el estudio de la inteligencia destacan el psicólogo Alfred Bidet
(1857-1911) y Théodore Simon (1873-1961). En 1905 ambos desarrollaron un método
de pruebas para comprobar la inteligencia en niños de edades comprendidas entre tres y
quince años. El coeficiente intelectual propiamente dicho fue propuesto por el psicólogo
norteamericano de origen alemán William Stern (1871-1938).

131
En 1984 Howard Gardner, psicólogo de la Universidad de Harvard, llegó a definir36
hasta siete inteligencias básicas: la inteligencia lingüística; la lógico-matemática; la
espacial, o capacidad para percibir el mundo visuo-espacial y las posibles
transformaciones de esta percepción; la inteligencia corporal cinética, definida como
expresión de ideas y sentimientos a través del cuerpo; la inteligencia musical; la
inteligencia interpersonal, empática, y la inteligencia intrapersonal o capacidad para el
autoconocimiento y adaptación al medio.
Posteriormente, en 1990, Peter Salovey, psicólogo de la Universidad de Yale, y John
Mayer, psicólogo de la Universidad de New Hampshire, introdujeron el concepto de
«inteligencia emocional». Pero este no trascendió más allá del ámbito profesional hasta
1995, cuando Daniel Goleman, alumno de Howard Gardner, introdujo la influencia de las
emociones en la inteligencia, definiendo el concepto de inteligencia emocional en su libro
La inteligencia emocional, popularizando el concepto.
Desde entonces, la inteligencia emocional ha captado el interés creciente de
educadores y empresarios, y de ser solo un ámbito de investigación ha pasado a
alimentar una industria que mueve muchísimo dinero, tanto en libros, seminarios y
conferencias, como en cursos de entrenamiento para mejorarla. Esta popularización ha
supuesto según Salovey, en ciertos casos, una distorsión del concepto científico, que
tiene más que ver con las capacidades; él y su grupo prefieren definir la inteligencia
emocional como un conjunto de capacidades que pueden aplicarse con finalidad pro-
social o anti-social. Tal como él manifiesta, «Ser emocionalmente inteligente no
necesariamente le hace a uno ser más ético». (47)

La inteligencia en términos «racionales y emocionales»


Richard Haier, neurocientífico que actualmente aplica los avances de la neuroimagen
al estudio de la inteligencia, comenta que conocer las estructuras, su función y la base
neurobiológica de la inteligencia nos podría permitir aplicar en un futuro las correcciones
necesarias para aumentar nuestra materia gris y su funcionalidad en aquellas áreas
implicadas. Haier comenta37 que la observación del comportamiento del cerebro a través
de neuroimagen ante problemas muy difíciles, de reconocimiento abstracto, no verbal, ha
dado resultados sorprendentes:

«Cuanto más duro trabaja el cerebro peor lo hace, y cuanto mejores resultados se
obtienen menos trabajaba el cerebro.»

Según sus conclusiones, lo que nos hace inteligentes no es la intensidad sino la

132
eficiencia con la que trabaja nuestro cerebro. Actualmente se sigue investigando esta
eficiencia, relacionada con la atención, la memoria y el lenguaje. Se cree que la
inteligencia se construye sobre estos procesos psicológicos básicos, dado que se han
hallado correlaciones entre la mayor concentración de materia gris presente en las áreas
relacionadas con estos tres procesos (los lóbulos parietales, los frontales y la corteza
cingulada anterior) y el coeficiente de inteligencia.
Existen diferencias también en cuanto a la organización de la materia gris entre sexos.
En el hombre hay más concentración de ella en el lóbulo temporal, en el área relacionada
con el lenguaje, el área de Wernike, y en la mujer hay más concentración en el área de
Broca, en los lóbulos frontales, también implicada en el lenguaje. Además la materia
blanca,38 que conecta áreas distantes del córtex, se presenta más organizada en las
personas inteligentes.
Según Haier, la inteligencia es hereditaria, aunque la estimulación y la práctica vuelven
al cerebro eficiente gracias a su tremenda plasticidad, y cuanto más lo es, menos
actividad cerebral se detecta en neuroimagen y menos consumo energético realiza.
En la actualidad, ya no se considera la inteligencia solo en términos de racionalidad; se
da mucha relevancia a los conceptos de inteligencia emocional e inteligencia social. Los
tests de inteligencia clásicos suelen incluir problemas de diversa índole, como definir
palabras, buscar analogías entre ellas, hacer cálculos, completar series o hacer
construcciones en el espacio; además del coeficiente, proporcionan una información
general sobre aptitudes concretas, memoria, creatividad y cálculo entre otras, y analizan
la habilidad en los procesos de ejecución. Hay diferentes modelos clásicos. (48)
La inteligencia emocional y la inteligencia social, en cambio, son conceptos que
valoran como rendimiento inteligente la capacidad de reconocer en uno y en los demás
las emociones, necesidades y motivaciones. Pero el concepto va más allá, dado que una
persona con inteligencia emocional no solo reconoce, sino que expresa, gestiona y regula
sus sentimientos.
La inteligencia emocional ha soportado frecuentes críticas dado que no es fácil
medirla, a diferencia de la inteligencia racional. A pesar de ello, la investigación ha
proseguido y sigue siendo hoy en día un campo prometedor. La medición de ciertas
capacidades mentales, mental abilities, puede permitir conocer la influencia de las
emociones en nuestra razón39 y aportar nueva información sobre el desarrollo y la
naturaleza de la inteligencia, dado que según los entendidos en estos conceptos, el I.Q.
clásico, entendido como media global, sería el reflejo de tan solo un 20 por ciento del
éxito escolar o profesional.
A principios de los años noventa, António Damásio y colegas, de la Universidad de

133
Iowa, aportaron con sus estudios pruebas convincentes sobre la relación inseparable de
las emociones y el razonamiento en nuestra toma de decisiones. Damasio ha demostrado
que, sin sentimientos, las decisiones que tomamos no son las que más nos convienen.
(49)
Por otra parte, en el ámbito de la psicología se admite la consideración de inteligencia,
dado que es cuantificable, constituye un aspecto medible de la capacidad individual para
llevar a cabo el razonamiento abstracto y la adaptación al entorno. (47)
Salovey y Mayer desarrollaron una teoría para poder hallar las diferencias individuales
en los procesos relacionados con las emociones y propusieron un modelo que definía
cuatro dominios de aptitudes relacionadas:
1. La capacidad para percibir las emociones de forma precisa, en fotografías, en
caras, voces, música y otros estímulos.
2. La capacidad para encauzar las emociones de suerte que faciliten el pensamiento y
el razonamiento. Cómo aprovechar las emociones para facilitar otros procesos cognitivos.
3. La capacidad para comprender las emociones, especialmente el lenguaje
emocional. Comprender la diferencia entre los diferentes tipos de emociones y sus
transiciones. Como ejemplo podríamos decir que una persona con esta capacidad sería
capaz de observar que la impotencia puede dar lugar a una reacción de rabia posterior, o
sería capaz de distinguir una alegría básica del orgullo.
4. La capacidad para controlar las emociones propias y las de los demás.
Para medir la inteligencia emocional se usaron inicialmente ciertos tests que suponían
algunos inconvenientes de valoración, hasta que en 1998 se introdujo por primera vez la
Escala Multifactorial de Inteligencia Emocional (MEIS) y en 2002 se publicó una versión
mejorada, el MSCEIT (Test de inteligencia emocional de Mayer-Salovey-Caruso). (50)
Este test consta de ocho tareas, dos para cada uno de los cuatro dominios anteriores, y
parece merecer fiabilidad, porque posee coherencia interna y las puntuaciones tienden a
ser consistentes a lo largo del tiempo.

Pensamiento «convergente y divergente»


Joy Paul Guilford, en 1951, clasificó el pensamiento en convergente y divergente. El
pensamiento convergente busca una respuesta determinada o convencional y encuentra
una única solución a los problemas; es el pensamiento lógico, convencional, racional o
vertical. En cambio, el pensamiento divergente se expande en varias direcciones en busca
de la mejor solución para resolver problemas, a los que siempre afronta como nuevos,
sin mantener patrones de resolución establecidos, pudiendo llegar a numerosas soluciones
adecuadas en vez de encontrar una única y correcta, como en el caso del pensamiento

134
convergente. En consecuencia, Guilford definió la creatividad como la capacidad de
«encontrar respuestas extraordinarias asociadas y de largo alcance».
Para ser creativo se requiere aplicar el pensamiento divergente a fin de que aporte
respuestas múltiples a lo que nos planteamos.
Una vez llegados aquí, después de esta introducción en el tema, si nos preguntamos:
¿Por qué interesa aplicar un pensamiento divergente o creativo en lugar de aplicar nuestra
lógica?, seguramente ya lo tenemos más claro, ¿no? Nuestro cerebro por lo general, y
condicionado por nuestra educación, enfrenta los problemas, las situaciones que vivimos,
desde el análisis racional. Pero recuerda que también ¡somos seres emocionales!
Respondemos normalmente a las situaciones en base a lo aprendido y con un enfoque
mayoritariamente lógico, deductivo o inductivo. El razonamiento deductivo va de lo
general a lo particular, es una forma de razonamiento donde se infiere una conclusión a
partir de una o varias premisas.
El filósofo griego Aristóteles, con el fin de reflejar el pensamiento racional, fue el
primero en establecer los principios formales del razonamiento deductivo. Aplicar la
lógica deductiva, llena de razonamientos aparentemente impecables, tiene algo de
arbitrario y no necesariamente nos conduce a la solución más satisfactoria, sino que a
veces nos hallamos ante posibles contradicciones.
El pensamiento racional inductivo, al contrario del deductivo, es un proceso en el que
se razona partiendo de lo particular para llegar a lo general. La base de la inducción es la
suposición de que si algo es cierto en algunas ocasiones, también lo será en situaciones
similares aunque no se hayan observado. Con frecuencia realizamos en nuestra vida
diaria dos tipos de razonamiento inductivo: la predicción y la causalidad.40
La predicción consiste en decidir o presuponer acontecimientos futuros en base a lo
conocido hasta ese momento. Con las evidencias de que disponemos, inducimos una
probabilidad y tomamos una decisión, y sabemos que ese proceder nos conduce a errores
en muchas ocasiones. Por otro lado, la causalidad, tendencia que tenemos muy arraigada,
también suele conducirnos a errores, porque es evidente que en muchas ocasiones
desconocemos todas las razones que pueden condicionar un hecho, o porque analizamos
parcialmente la situación influenciados por nuestra experiencia personal y distorsionamos
con facilidad u omitimos información de forma consciente, aunque nuestro cerebro tenga
una gran capacidad para procesarla de forma inconsciente, tal como hemos visto en el
apartado anterior.
Si observamos un ejemplo para simplificar este concepto, seguramente lo veremos
más claro:

135
Ante un mal resultado de un examen:
– en caso de que la atribución la haga el profesor, es muy probable que responsabilice el
resultado obtenido a la falta de estudio.
– si la hace el alumno, la causa puede obedecer a una mala corrección, a la falta de
tiempo para su preparación o a la mala organización del calendario que ha hecho el
profesor.
– si la hace el psicólogo asignado al centro, puede atribuirla al estrés al que está sometido
el estudiante, a su entorno familiar, a su entorno escolar, etc.

Sin embargo, existe la posibilidad de que la causa sea multifactorial, ¿no es cierto?
Puede que en mayor o en menor medida todas esas causas hayan influido en el
resultado, pero frecuentemente tenemos la tendencia a adjudicar lo ocurrido a una única
causa, sin prestar atención al resto. Por todo ello es muy importante abordar a veces
determinadas circunstancias desde otra óptica. Nuestro pensamiento lógico puede limitar
las posibilidades, sobre todo cuando se trata de buscar soluciones a problemas que son
nuevos para nosotros y que necesitarán la aplicación de ideas diferentes, innovadoras,
para poder ser resueltos de forma más eficiente, efectiva y afectiva.
También es importante el cambio de nuestros esquemas mentales, porque sabemos
que la mayoría de los grandes descubrimientos se han producido durante observaciones
etiquetadas de «casuales», accidentes no previstos o errores. En términos mentales
podemos decir que los errores, los accidentes y el humor nos pueden ayudar a cambiar
esquemas. Fíjate que el sentido del humor es una cualidad característica del ser humano;
no está presente en otras especies, ¡al menos que conozcamos de momento! Tener
sentido del humor solo es posible en base a un sistema tan complejo y organizado como
el de nuestra percepción. Tenemos capacidad de sorpresa, tenemos capacidad de
creación. Con el humor, pasamos de un esquema a otro que hasta aquel momento no era
predecible o lógico.

¿Existe una relación entre ser creativo y ser inteligente?


Aunque esta es una cuestión que sigue debatiéndose, los resultados experimentales
reflejan que ambas cualidades casi no dependen entre sí. Las personas inteligentes no son
siempre creativas y las creativas no son siempre inteligentes; por ello, la investigación no
ha dejado de intentar averiguar bajo qué condiciones se es creativo y qué procesos
mentales hacen surgir la creatividad.
Hay diferentes parámetros relacionados y seguramente complementarios, como
decíamos al inicio de este apartado. El «conocimiento» de una materia a través del

136
estudio exhaustivo, asociado a la «flexibilidad» en su utilización, y el modo en que
utilizamos nuestra «atención» son algunos de ellos. Recuerda que la atención es esa
herramienta tan preciada que poseemos; para resolver problemas convergentes la
debemos centrar en el enunciado, pero para resolver los problemas divergentes la
debemos mantener más abierta, con más apertura.
Sabemos que nuestro cerebro organiza la actividad de sus funciones en base a
necesidades fundamentales. Procesamos gran cantidad de información de forma
inconsciente y dado que existe una limitación en las fuentes de energía disponibles,
necesita organizar la actividad cerebral priorizando su destino.41 En base a esta premisa,
Colin Martindale, de la Universidad de Maine, Orono, planteó la «hipótesis de la
eficiencia neuronal», según la cual una intensa actividad en pequeñas áreas concretas de
la corteza cerebral conllevaría una mayor efectividad para resolver problemas
convergentes, y una actividad menor, repartida en áreas más extensas de la corteza,
facilitaría la asociación de ideas dispersas. (51) Estas áreas estarían sincronizadas para
resolver el problema en cuestión.42
Esta hipótesis fue probada por Norbert Jausovec, de la Universidad de Maribor,
Eslovenia, quien comparó la actividad cerebral ante problemas convergentes y
divergentes, y comprobó que en la resolución de los problemas divergentes las zonas
distantes de la corteza presentaban un mayor acoplamiento.
A esto debemos añadir que el cerebro de las personas creativas es menos activo y, sin
embargo, están más acopladas las diferentes áreas corticales. (52) Gracias a los estudios
en neuroimagen se pueden ver estos cambios tanto de estructura como de función
cerebral. Marcus Raichle sostiene que el cerebro no gasta más energía cuando empieza a
trabajar, la realidad interna sostiene que cuando nos concentramos hay muy poca
actividad neuronal y que, en cambio, hay un gran gasto energético cuando soñamos
despiertos. Corresponde a lo que él llama «la red por defecto»:43 hay una actividad
subyacente que no tiene que ver con la actividad que se realiza en un momento
determinado y está más relacionada con el mundo interior que con la actividad en sí;
cuando dejamos en blanco nuestra mente, cuando estamos relajados o soñamos
despiertos, es cuando nuestro cerebro consume más cantidad de energía. En esos
momentos, según Raichle, dos áreas de nuestro cerebro fundamentalmente hacen el
trabajo por nosotros: el hipocampo y la corteza prefrontal.
Recuerda que el hipocampo interviene en parte de nuestras memorias, y que nuestra
corteza prefrontal se encarga de predecir, planificar y tomar decisiones. La comunicación
entre estas dos áreas es lo que Raichle llama «red por defecto», la cual consume gran
cantidad de energía. Se cree que en estas condiciones es cuando mejores somos

137
evaluando, teniendo en cuenta nuestro pasado; hacemos predicciones de futuro sin que
seamos conscientes de ello; pensamos más en el contexto que en el contenido. Aunque
en realidad tengamos la sensación engañosa de que hacemos estas tareas de forma
consciente, realizamos estos procesos de forma inconsciente. Según Raichle, cuando
hacemos predicciones racionalmente no somos tan buenos.
¿Te das cuenta de que estas conclusiones coinciden con las halladas en los estudios de
Richard Haier, mencionadas en el punto donde hemos hablado de la «inteligencia
efectiva»?
Riachle también señala, en relación a nuestra percepción visual, que solo el 10 por
ciento de la información que creemos ver procede del exterior entrando por nuestras vías
visuales y el 90 por ciento restante lo construye nuestro cerebro. En 1890 William James
hablaba en estos términos sin llegar a ser tan concreto. Por último, me gustaría relacionar
estas afirmaciones con la definición que hace Rodolfo Llinás-Riascos de nuestro cerebro
«soñador» cuando manifiesta:

«El cerebro es una entidad muy diferente de las del resto del universo. Somos
básicamente máquinas de soñar que construyen modelos virtuales del mundo real.»

Michael Gazzaniga, profesor de psicología de la Universidad de California, nos ayuda


a entender la complejidad de nuestro maravilloso cerebro, inteligente y creativo por
esencia, al hablarnos del «cerebro intérprete». Cuando nuestros dos cerebros están
desconectados entre sí (situación que se provoca temporalmente en tratamientos de
pacientes epilépticos), en este intervalo de tiempo se puede hablar a los dos hemisferios
por separado, pero solo el izquierdo nos puede responder. Si se le pide al cerebro
derecho que haga algo, el cerebro izquierdo nos dará motivos de la actuación que no
tienen nada que ver con los que ha tenido el hemisferio derecho para indicarla. Este
hecho le llevó a concluir que las explicaciones racionales no son en realidad el reflejo
absoluto de lo que ha valorado el cerebro globalmente para tomar las decisiones. A veces
podemos pensar que tomamos decisiones irracionales, pero no lo son si sabemos cómo
funciona realmente nuestro cerebro.44

¿Se nace creativo o se educa la creatividad?

Esta cuestión ya la puedes resolver con lo que hemos aprendido hasta ahora. Una
respuesta que podríamos dar sería: «Mis genes me configuran pero no son ellos los
únicos responsables de mis características; yo puedo modificar mis estructuras porque mi
cerebro es plástico y a través del aprendizaje puedo incrementar también mi creatividad».

138
Si la creatividad se fomenta aplicando el pensamiento divergente, vamos a ver qué
características personales van a ayudarnos a ser creativos y cómo podemos entrenar
nuestra creatividad.
Vamos a definir algunas características que, combinadas, son relevantes para ser
creativos:

1. La independencia
No guiarnos excesivamente por normas y hábitos, alejarnos de lo convencional, de
cómo nos han dicho que debemos pensar, sentir y comportarnos.

2. La predisposición para asumir riesgos


¡Quien no arriesga no gana nunca! ¿No has oído nunca esta expresión? O una
variante: ¡Quien no juega nunca pierde, pero tampoco gana!

3. La curiosidad
Explorar nos aporta información y conocimiento, nos abre nuevas expectativas. Los
ojos de los niños miran con exquisita curiosidad. Nuestro niño interior sigue ahí. No
debemos olvidarlo.

4. La flexibilidad
Al igual que nuestro cerebro es plástico y eso nos aporta una gran oportunidad, el ser
flexibles en nuestros posicionamientos influye en nuestra capacidad de adaptación y
aumenta nuestras posibilidades de acierto.

5. La espontaneidad
Cuando somos niños tenemos la espontaneidad a flor de piel. Debemos mantener esa
actitud valiente ante las circunstancias.

6. La autoestima
La autoconfianza y la valentía nos ayudan a mantener nuestras ideas a pesar de la
disconformidad o incomprensión que otros puedan manifestar frente a ellas.

7. La imaginación
Las personas imaginativas son capaces de «vivir» muchas más experiencias y con

139
más intensidad que las que carecen de esa cualidad. Además de que viven la experiencia
de forma repetida, tantas veces como la crean mentalmente, fomentan el estímulo de los
circuitos que la sustentan y, por tanto, incrementan la posibilidad y la habilidad para su
materialización.

A estas características podríamos añadir algunas más:


Mejorar nuestros sentidos nos puede ayudar a «percibir más ampliamente» y por lo
tanto a mejorar nuestra experiencia.
Aceptar la ambigüedad y la incertidumbre nos predispone a flexibilizar nuestro
comportamiento.
Cultivar nuestro cuerpo para ser más diestros y hábiles corporalmente.
Cultivar nuestra mente para «pensar con todo nuestro cerebro», tanto el lógico
como el imaginativo, amplía nuestras capacidades creativas.

¿Cómo podemos fomentar nuestra creatividad?


Se han descrito varios métodos y sistemas para ser más creativos.

Nuestro sueño en fase REM*


Recientemente, en 2009, un grupo de investigadores del Departamento de Psicología
de la Universidad de California (53) ha descubierto que la fase REM aumenta los
procesos creativos más que cualquier otro estado del sueño. El estudio, publicado en la
revista Proceedings of the National Academy of Sciences USA, muestra cómo el sueño,
y en particular el sueño REM, ayuda a formar nuevas redes asociativas en el cerebro y
útiles conexiones entre ideas sin relación; la clave para la creatividad.45 En este caso, es
evidente que nuestra atención consciente poco trabajo va a destinar, ¿no crees?

El brain-storming
La descarga o tormenta de ideas es uno de los métodos más conocidos. Desarrollado
por Alex J. Osborn, consiste en reunir a un grupo de personas para que genere el mayor
número de ideas posible en un determinado tiempo. Aunque podamos practicarlo
individualmente, suele ser más enriquecedor en grupo. Con posterioridad se valoran y se
decide cuáles de esas ideas se seleccionan como válidas. El hecho de que como premisa
inicial ¡vale todo! y no haya censura por parte de ninguno de los participantes, da pie a
que aparezcan ideas innovadoras.

140
Los «viajes de la imaginación»
Este método se utiliza en psicoterapia. Se trata de hacer una suposición como «¿Qué
ocurriría si...?» y tratar de imaginar las posibles consecuencias. Se plantea también la
alternativa de imaginar que asumimos el papel de un personaje concreto, del pasado o del
presente, real o ficticio, y dejar correr la imaginación.
La visualización es una técnica tremendamente útil para mejorar nuestra capacidad
creativa. Hay diferentes modalidades de visualización, concretamente en el Método
Thabit planteo dentro de la «visualización creativa» diferenciar la «visualización creativa
imaginaria» y la «visualización creativa de proyección». La visualización creativa
imaginaria supone crear una historia irreal, imaginaria, como si de una película se tratara,
y en la cual tú eres a la vez el director, el productor, el guionista y el actor; no debemos
olvidar que esa creación ha de ser enriquecedora y positiva, ya que estamos tratando este
tema en términos de salud, no estamos intentando crear una película comercial para el
público en general, sino una visualización que estimule nuestros circuitos cerebrales con
un efecto saludable. Recuerda que esto condiciona unas consecuencias neurobiológicas,
una ducha química, que vamos a tener muy presente a la hora de la práctica.
La visualización creativa de proyección supone crear una historia futura, plausible,
que quieres hacer realidad; ponemos nuestra atención en imaginar aquello que queremos
que suceda, sin limitaciones ni censuras. ¡Tú creas!
Ambas modalidades se deben realizar repasando uno a uno nuestros sentidos.
Tenemos que «ver» mentalmente nuestra representación con todo detalle (sentido
visual); una vez hecha esta observación debemos incorporar el sentido del oído, y
escuchar atentamente qué se oye en la escena; pasamos después a incorporar el sentido
del olfato y centramos la atención en el ambiente imaginado y en los olores que puedan
percibirse en él; luego incorporamos la observación de nuestro sentido del tacto.
Finalmente, repasando esta percepción, acabamos centrando nuestra atención en «el
sentimiento» que nos genera esta visualización, nos detenemos en disfrutarlo y prestamos
atención consciente a ello.
¿Te has percatado de que nuestro sentimiento es el sentido de percepción más
completo que existe? Cuando «sentimos», estamos captando a través de todos nuestros
sentidos.
Nuestras visualizaciones creativas, ya sean imaginarias o de proyección, reforzarán y
enriquecerán la vivencia si tenemos en cuenta esta observación detallada de nuestros
sentidos, complementando la trama que estamos creando.
Volveremos a hablar de la visualización en el apartado de herramientas rápidas y
descubriremos otras modalidades que en este momento no procede mencionar.

141
«Un ambiente estimulante» que facilite influir en la
«transformación».
La intención es provocar cambios en nuestra práctica habitual, en nuestras
costumbres, en la forma en que hacemos «siempre» las cosas. Estas cualidades aplicadas
en todos los ámbitos, tanto en la escuela como en familia o en el trabajo, ayudan a
fomentar la libertad, la autoestima y promueven la reflexión a la hora de hacernos
preguntas y tomar decisiones. El ambiente estimulante, no represivo, hace que
desaparezca el miedo al castigo ante posibles errores; facilita la creación de ideas; la
actitud exploradora; promueve la observación «atenta» de los resultados esperados, y la
aparta de la observación «atenta» del fracaso y de la frustración; posibilita sentimientos
sanos, favorables y comportamientos más flexibles. En definitiva, facilita nuestra
transformación hacia la independencia.

De todas formas, el hecho de que seamos más independientes no implica que no


deseemos el reconocimiento de los demás ante nuestra actitud creativa. Por tanto,
será estimulante también:
Encontrar la recompensa, tanto propia como ajena, a nuestras ideas innovadoras.
Mantener una cierta organización personal. El hecho de planificar con detalle las
actuaciones a seguir fomenta también valoraciones posteriores más enriquecedoras
y eficientes de las posibles rectificaciones que debamos hacer ante resultados no
esperados.
Tener un cierto orden en nuestros hábitos de vida (alimentación, sueño, actividad
física), planificar nuestro tiempo libre y los espacios para la distracción.
La serenidad y la distensión nos ayudan a soñar despiertos, a dejar volar nuestra
mente y a relajarnos.

Otra cualidad fundamental que colabora en nuestro proceso creativo es el humor.


Fomentar la risa46 ayuda a simplificar los sucesos que acontecen. Hay momentos en
nuestra vida en que no nos es tan fácil reír, momentos en que nuestro entorno influye
negativamente, en que nos sentimos bloqueados y tenemos tendencia a generar
pensamientos convergentes. Recuerda, precisamente en esos momentos, que no debes
decirte: «¡No tengo ganas de reír!» No te preguntes si te apetece, centra tu atención en lo
que quieres, en el beneficio que te aportará hacerlo y ¡hazlo! Con seguridad, el resultado
será satisfactorio y la recompensa que obtendrás te permitirá reafirmar tus recursos ante
situaciones en que el entorno no sea propicio ni estimulante.

142
La observación del resultado esperado
Para explicar este concepto me gusta hacer referencia a una anécdota atribuida a
Thomas Edison, el inventor de la lámpara incandescente. Se comenta que tras su
descubrimiento, un reportero le preguntó: «¿Cómo es, señor Edison, que usted fracasó
dos mil veces antes de descubrir la lámpara?» Edison respondió que estaba en un error,
dado que él no había fracasado ni una sola vez, había simplemente necesitado dos mil
pasos para llegar a su «resultado esperado: la lámpara».
Fíjate qué interesante es esta reflexión: la atención centrada en el resultado esperado
convierte cada paso en un «medio» para saber si nos aproximamos a lo que en realidad
queremos; sabemos que lo que acabamos de realizar es algo que no debemos repetir y,
por tanto, se convierte en conocimiento para avanzar en otro sentido hacia el resultado
que ansiamos obtener.
Si añadimos a todo lo expuesto que nuestro cerebro, como nos dice M. Raichle, es
mucho más bueno evaluando y planificando cuando está activa «nuestra red por
defecto», la cual tiene que ver más con nuestra vida interior que con la actividad
consciente que se realiza en un momento determinado, vemos que es necesario que nos
procuremos esos espacios «creadores» para aprovechar la comunicación entre el
hipocampo y la corteza prefrontal que tanto nos aporta, ¿no crees?

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre el humor y su relación con el pensamiento creativo

En los años ochenta, Alice Isen, de la Universidad de Cornell, observó que el


humor alegre ayuda a encontrar soluciones más creativas ante los problemas. (54)
Creó cuatro grupos de estudiantes universitarios. Llevó al primer grupo a un estado
de humor alegre, pasándoles unos vídeos cómicos; al segundo grupo los llevó a un
estado de humor neutro, a través de la presentación de un vídeo sobre
matemáticas; en el tercer grupo no exhibió nada, y al cuarto grupo les entregó un
gráfico que facilitaba la solución del ejercicio que planteó. Tras el pase de las
películas, cada estudiante se sentaba ante una mesa donde había un tablero de
corcho y se le hacía entrega de una caja de chinchetas, algunas cerillas y una vela.
Los alumnos tenían diez minutos para fijar la vela al tablero de corcho, encenderla
y que ardiera sin derramar la cera en el tablero.
Los estudiantes que habían visto el vídeo cómico obtuvieron mejores resultados en
la solución del ejercicio (un 75 por ciento de aciertos). Los que habían visto el

143
vídeo de matemáticas resolvieron solo el 20 por ciento acertadamente; el grupo de
control que no fue manipulado resolvió solo el 13 por ciento; el 83 por ciento de los
estudiantes a los que se les había orientado la solución mediante el gráfico
resolvieron la prueba favorablemente.
¿Te has planteado cuál es la posible solución? Piénsala, tienes un tiempo máximo
de diez minutos y búscala posteriormente en el apartado de soluciones a los
ejercicios de pensamiento divergente al final del libro, antes del Anexo de
neurociencias

27 Actualmente la relación de la conciencia con las funciones de la atención se basan


fundamentalmente en los estudios experimentales sobre la forma en que procesamos la
información. (14)
28 La producción de radicales libres forma parte del metabolismo normal de la célula
y el organismo posee un sistema para contrarrestar sus efectos a través de los
antioxidantes que protegen a nuestras células del proceso oxidativo que causa el
envejecimiento y la destrucción celular. Los radicales libres generan importantes cambios
en lípidos, proteínas, ácidos nucleicos y carbohidratos, que se han asociado a la
generación y progresión de procesos degenerativos crónicos, como las enfermedades
cardiovasculares, el cáncer, los desórdenes neurológicos como el Parkinson, los cuadros
inflamatorios y muchos de los procesos asociados con el envejecimiento, entre los que se
incluye el estado de deficiencia inmunológica para las infecciones, dada la particular
dependencia del balance oxidativo-antioxidante de este sistema.
29 La plasticidad neuronal implica la permanencia de cambios perdurables en los
circuitos (memoria) tras estímulos novedosos que se hayan producido (aprendizaje). Los
trabajos de Eric Kandel están vinculados principalmente al estudio de los procesos de
aprendizaje y memoria. (Ver en el diccionario «plasticidad sináptica».)
30 Las endorfinas inhiben los efectos de la sustancia P, neurotransmisor que media las
aferencias nociceptivas (percepción de los estímulos dolorosos) y forma parte de
nuestros opioides endógenos, con efectos tanto a nivel central como periférico, como
hemos visto al describir el «dolor» en la primera parte.
31 Las terminales dopaminérgicas provenientes del área tegmental ventral son el sitio
de acción de drogas altamente adictivas como la cocaína y la anfetamina, las cuales
provocan un aumento en la liberación de dopamina en el núcleo accumbens.
32 Valenciano de origen, profesor de neurología de la Escuela Médica de Harvard, a
la cual está afiliado desde 1997, Pascual-Leone es director del Centro para el estímulo
no-invasivo del cerebro y director asociado del Centro de Investigación Clínico General

144
del Centro Médico de Beth Israel Deaconess en Boston.
33 Las creencias son el conjunto de pensamientos que consideramos ciertos. Ellas nos
determinan; solemos identificarnos con nuestras creencias y esto impide la flexibilidad de
pensamiento. Hay que recordar que solo son un producto de nuestra mente y que
tenemos la posibilidad de cambiarlas.
34 Es muy interesante el programa de John Barg, psicólogo de la Universidad de
Yale, hablando del experto y sabio inconsciente en el programa «Redes» del 15 de
noviembre de 2009.
35 El hecho de centrar tu atención en nuestro personaje para buscar las alternativas
posibles hace que «disocies» hacia él y no te impliques tanto emocionalmente. Es una
técnica sobre la cual hablaremos posteriormente. De momento, limítate a practicarla para
facilitar tus resultados.
36 En su libro Frames of Mind.
37 Tienes la posibilidad de escucharlo si accedes al programa «Redes», dirigido por
Eduard Punset, con fecha 22 de febrero de 2009.
38 Recuerda que la materia blanca, nuestros axones neuronales mielinizados, son los
responsables de canalizar la información y su mielina contribuye a la velocidad de
conducción de la información neural.
39 Hablaremos de ello más adelante, en el apartado destinado a nuestras emociones y
sentimientos.
40 Más adelante, cuando hablemos de nuestras herramientas de soporte, veremos las
consecuencias negativas que nos acarrea a veces «inducir» o «generalizar» en base a una
experiencia pasada.
41 El cerebro consume el 20 por ciento aproximadamente de la energía del organismo
y la que destina a la atención reflexiva es insignificante según Marcus Raichle, neurólogo
de la Universidad de Washington.
42 Si dos o más áreas se estimulan y sincronizan a la misma frecuencia y fase, se
considera que están en comunicación. Esta sincronización se evidencia en el registro
electroencefalográfico.
43 En el apartado «Saber más Sobre lo que percibimos», apuntábamos que
ampliaríamos este concepto cuando hablásemos de creatividad. ¿Lo recuerdas?
¿Recuerdas que también comentamos en este punto que la red por defecto es la diana del
Alzheimer y que el motivo por el que se elige esa diana aún es desconocido?
44 En los libros recomendados en la segunda parte figura Un ataque de lucidez, de
Jill B. Taylor. Su lectura pone en evidencia cómo funcionó su cerebro lesionado,
ampliamente, en su hemisferio izquierdo y el detalle de su experiencia en su total

145
recuperación. Agradezco a Helena y a Jordi que me lo descubrieran.
45 Se cree que este proceso es facilitado por la neuromodulación colinérgica y
noradrenérgica durante el sueño REM.
46 Hablaremos de los efectos de la risa más adelante, en las herramientas rápidas.
Aquí solo recordaremos que su efecto aumenta la producción de endorfinas, esos
opioides endógenos que forman parte de nuestra familia de mensajeros estelares, de los
neurotransmisores de felicidad.

146
Tercera parte

De «los cimientos» a la «planta principal»


En esta tercera parte vamos a adentrarnos en otros aspectos de la conducta.
Hablaremos de nuestra conducta rítmica, de nuestras emociones y sentimientos, de la
integración de la emoción y la razón, y finalizaremos exponiendo algunas herramientas
que nos serán de utilidad para incidir directamente en el ámbito del sentimiento de
nuestra vivencia.

1. Nuestra conducta rítmica


Nuestras funciones corporales varían rítmicamente. La mayoría de nuestros rítmos
fisiológicos duran un día y se llaman circadianos, hay otros más cortos que se llaman
ultradianos y otros más largos o infradianos.

La conducta rítmica está producida por nuestros relojes biológicos internos e


influida por los ritmos de la Tierra y los estímulos externos, como la luz, la
oscuridad, las estaciones, la temperatura, e incluso los alimentos o los productos de
la actividad metabólica interna. (1) Se genera mediante mecanismos celulares y
moleculares comunes.

Nuestro sistema nervioso tiene unos sistemas de control para las diversas actividades
rítmicas de nuestro organismo, como las fases del sueño, la respiración, el metabolismo,
la marcha. Incluso los ritmos eléctricos de nuestra corteza cerebral se correlacionan con
determinadas conductas, como el sueño o la conducta atencional o el nivel de alerta…
Observa el cuadro 3.1.

La integridad funcional de este sistema biocronométrico es fundamental para


mantener nuestro estado de salud.

Los ritmos circadianos de neurotransmisores, hormonales, de función cardíaca,


respiratoria y sueño/vigilia forman parte de nuestra fisiología, de la normalidad, y para
que esto ocurra debe haber un mecanismo interno que sincronice esos ritmos.
¿Recuerdas que ya describimos anteriormente nuestros núcleos supraquiasmáticos
(NSQ) del hipotálamo? (Obsérvalos de nuevo en la Fig. 1.15.) Son la sede de nuestro

147
reloj cerebral. Miden unos 0,3 mm cúbicos cada uno, y contienen unas células, las más
pequeñas del cerebro, que son sensibles a las variaciones de luz que reciben desde la
retina. Pues bien, la mayoría de las neuronas de los NSQ, así como cada una de ellas,
son un reloj biológico en miniatura, que responde a los ciclos de luz/oscuridad. Cada
célula diminuta dispara sincrónicamente incluso estando aisladas del cerebro (aunque si
se aíslan de él dejan de responder a los ciclos de luz/oscuridad). No necesitan potenciales
de acción para disparar y mantener la comunicación entre ellas, ni para mantener su
metabolismo ni su bioquímica, dado que se trata de una actividad pautada por nuestra
genética. (2)
De todas las conductas rítmicas, el sueño y la vigilia son quizá las más evidentes y
estudiadas, y aunque estemos programados fisiológicamente para que todas ellas
funcionen, no debemos olvidar que podemos fomentar o descuidar nuestra salud.
Favorecer nuestra salud, el objetivo principal y común para todos nosotros, pasa también
por saber cuidar nuestros hábitos saludables y nuestro sueño reparador.
A través de un registro electroencefalográfico podemos diferenciar las ondas que
corresponden a los estados de conciencia por los que pasamos de forma rítmica. En el
cuadro 3.1 puedes verlo especificado:

148
Aún no sabemos por qué pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, lo que sí
parece claro es que debe ser importantísimo para nuestro equilibrio, dado que es una
conducta común en todas las especies y ha permanecido en todas ellas durante la

149
evolución de nuestro planeta.
El sueño no solo nos descansa, también repara nuestro organismo y su privación
puede causar problemas físicos y conductuales, como veremos más adelante.
Nuestro sueño es un proceso activo con múltiples estructuras implicadas en la tarea.
Así como en la vigilia nuestro tálamo (¿recuerdas que es la puerta de entrada de la
información de los sentidos?) permite que esta información llegue a la corteza, durante el
sueño las neuronas talámicas entran en un ritmo autogenerador que evita el paso de esta
información hacia el córtex.
Vamos a adentrarnos someramente en el sueño, sus posibles funciones y sus
características, y veremos algunos de los factores que influyen en él.

1.1 Estados del sueño y ritmos cerebrales


Aunque nos pueda parecer que el sueño es un estado donde hay una disminución de
nuestra actividad encefálica, no es así. En realidad durante el sueño pasamos por
distintos estados, controlados con precisión e incluso en algunos de ellos la actividad de
nuestro encéfalo es igual a la del estado de vigilia. Hoy en día sigue siendo un desafío
para el estudio de la neurociencia pues seguimos sin saber por qué necesitamos dormir
durante tanto tiempo a lo largo de nuestra vida.
Durante la noche pasamos por diferentes estados de conducta y en alguno de esos
estados se produce una actividad diferente a la de la vigilia, incluso a nivel molecular47.
Se han observado cambios en la expresión génica diferentes durante el sueño y la vigilia;
además, esos cambios en nuestros genes durante el sueño son específicos para el
cerebro, ya que no se producen en otros tejidos.
La secuencia de los estados del sueño está regulada principalmente por las neuronas
que forman parte de los sistemas moduladores difusos del tronco cerebral (descritos en la
primera parte y ampliados en la sonda 12, los recuerdas, ¿verdad?).
Estos moduladores difusos controlan los ritmos del tálamo,48 que a su vez controlan
los de la corteza y bloquean las motoneuronas (actividad motriz voluntaria) para impedir
que nos movamos durante el sueño.

150
Durante la noche pasamos por dos estados principales muy diferentes, denominados
sueño REM y sueño No Rem. (Observa el gráfico de la Fig. 3.1.) El sueño No Rem y el
sueño REM se van sucediendo uno tras otro a lo largo de la noche.
– Las neuronas del tronco cerebral que disparan noradrenalina (NA) y serotonina (5-
HT), disparan durante la vigilia potenciándola e intervienen también en apagar la fase
de nuestros sueños REM.
– Algunas neuronas que disparan acetilcolina (Ach) encienden nuestra fase de sueño
REM y otras están activas durante la vigilia.

En el gráfico anterior (Fig. 3.1) tenemos representados en ordenadas los estados


registrados en el electroencefalograma (EEG) y en abscisas el tiempo estimado para una

151
noche de sueño de ocho horas, aunque no sean estas necesariamente las horas que
debamos dormir para estar sanos, ya que en realidad la calidad en nuestra alerta diurna es
la que marca la cantidad de horas que necesitamos para recuperarnos.
Como puedes observar, desde el estado de vigilia entramos sucesivamente en estadios
de sueño No Rem, hasta llegar al estadio más característico del sueño No Rem, el estadio
4, denominado también de ondas lentas delta. Desde la somnolencia hasta este estadio 4,
suele transcurrir una hora aproximadamente, para entrar posteriormente en una fase de
sueño REM y así sucesivamente a lo largo de la noche, en ciclos aproximados de
noventa minutos. Cada ciclo se va sucediendo con períodos No Rem más cortos
(amplitud gris) y períodos REM más largos (amplitud crema), hasta despertar.
Si dormimos ocho horas, de ellas el 75 por ciento aproximadamente (seis horas) van a
ser de sueño No Rem y el 25 por ciento restante (dos horas) será de sueño REM.
¿Pero cuáles son las características diferenciales de ambas fases? Observa el cuadro
siguiente:

Características del sueño No Rem


Desde la vigilia activa de onda beta (β) pasamos a la vigilia «no activa» (sino
relajada), que se caracteriza por una actividad alfa (α) de frecuencia alta y baja amplitud,

152
y de aquí entramos en el:
–Estadio 1 del sueño No Rem. Este estadio es de sueño superficial de transición
llamado estado de «duermevela». Dura pocos minutos; los ojos realizan unos
movimientos rotatorios, lentos y genera ondas theta (θ) (3,5-7,5 c/sg) de menor
frecuencia que las alfa (α) (7,5-14 c/sg). Transcurridos esos minutos pasamos al:
–Estadio 2, que suele durar un máximo de 15 minutos y es algo más profundo.
Presenta oscilaciones características de alta frecuencia (7,5-14 Hz) que se denominan
husos del sueño y que los genera nuestro marcapasos talámico. Luego entramos en el:
–Estadio 3. No hay movimientos corporales ni oculares; es un sueño que pasa de
moderado a profundo, en el que van desapareciendo los husos de sueño y se van
generando ya algunas ondas delta (δ) (características del sueño profundo), gradualmente
más amplias y de baja frecuencia, hasta entrar en:
–Estadio 4. Sueño profundo, con solo ondas delta (δ) de alta amplitud y muy baja
frecuencia (2 Hz), que le son características.
Durante la noche podemos estar de una a dos horas en el estadio 4. El primero de la
noche puede durar hasta 40 minutos; a partir de ese momento el sueño se vuelve más
superficial hasta llegar de nuevo al estadio 2 y entrar en una fase REM con rápidos
movimientos oculares y ondas beta (β) características también de un estado de vigilia
activa.
En el sueño No Rem tenemos nuestro encéfalo inactivo, con aumento de la actividad
de la división parasimpática de nuestro sistema nervioso autónomo (frecuencia cardíaca y
respiratoria más lentas) y nuestro cuerpo activo.49 En esta fase es posible el
sonambulismo. Se ha detectado actividad muscular mediante registros a través de la
electromiografía, y aunque el cuerpo es capaz de moverse, no suele hacerlo dado que el
cerebro no suele indicárselo, solo lo hace para adoptar una posición cómoda. Además
está reducida la tensión de la musculatura, aunque hay excepciones como comprobarás
en el apartado «Saber más».
El sueño No Rem no suele generar sueños complejos, como es el caso del REM.
La evidencia de que el sueño No Rem es reparador se deduce de observaciones como
el haber comprobado que durante el estadio 4 de ondas lentas, nuestro encéfalo
disminuye su gasto energético, el consumo de oxígeno se reduce hasta en un 45 por
ciento, hay una disminución del metabolismo y, por lo tanto, baja nuestra temperatura
corporal durante esta fase. (3)
Hay evidencias firmes de que el sueño y los ritmos circadianos determinan cambios
en el estado del sistema inmune. (4) Por otra parte, la privación total de sueño, en
estudios realizados en ratas, ha confirmado que pueden llegar a morir tras perder peso

153
progresivamente a pesar de aumentar su ingesta. En los seres humanos hay una
referencia de máxima privación de hasta once días en un joven estudiante de diecisiete
años, en el que se observaron alteraciones físicas de náuseas, irritabilidad, pérdidas de
memoria a los dos días de vigilia, a los cuatro días aparecieron alucinaciones con intensa
fatiga y, al séptimo día, dificultades para articular el habla y temblores. Estas alteraciones
no se consolidaron tras restablecer el sueño posteriormente. (5)
Uno de los hallazgos más significativos de la investigación sobre la privación de sueño
ha sido comprobar que las personas que están privadas de sueño duermen más
eficientemente, aumentando los períodos de ondas lentas (estadios 3 y 4), y seguramente
así favorecen su recuperación. De todo ello se deduce que nuestro sueño No Rem es
fundamental para sobrevivir.

Características del sueño REM


En el sueño REM tenemos nuestro encéfalo activo y nuestro cuerpo inactivo, a
diferencia de la fase No Rem. Nuestros músculos están paralizados (a excepción de la
musculatura ocular, los músculos respiratorios y los del oído interno), nuestro consumo
de oxígeno cerebral es mayor que cuando estamos despiertos y los sistemas fisiológicos
están dominados por la división simpática de nuestro sistema nervioso autónomo. Por lo
tanto, hay un incremento de la frecuencia cardíaca y respiratoria. Es un período esencial
para el desarrollo cerebral, la actividad de los genes y la reparación de las moléculas. (6)
Las ondas que se registran en el EEG confirman frecuencias β, similares a las que
mantenemos en el estado de vigilia activa, con fluctuaciones rápidas de bajo voltaje;
aunque nuestra conducta tiene diferencias evidentes con el estado de vigilia, como
sabemos por propia experiencia y hemos visto reflejado en el cuadro 3.2 que diferencia
las características funcionales del estado de vigilia, sueño REM y No REM.
En fase REM, vivimos esas experiencias ilusorias que denominamos sueños, y
aunque muchas veces no las recordamos, soñamos cada noche. Es posible que si
despertamos justo al finalizar una de las fases REM, seamos capaces de expresar con
precisión lo que acabamos de soñar. Como hemos dicho, nuestra corteza está activa pero
esta actividad no es necesaria para la producción de los sueños. Gracias a la PET 50 se ha
comprobado la fuerte actividad de nuestro sistema límbico y la poca actividad de nuestra
corteza frontal, siendo probablemente lo que condiciona la intensa vivencia emocional de
nuestros sueños en fase REM.
El control del REM se realiza por los sistemas moduladores difusos del tronco
cerebral, principalmente desde el puente. Neuronas colinérgicas (acetilcolina) del puente
inician su disparo justo antes del inicio de esta fase y finalizan la fase REM las neuronas

154
noradrenérgicas (NA) del Locus Caeruleus y las neuronas serotoninérgicas (5-HT) de los
núcleos del Rafe, que incrementan sus disparos justo antes de acabar esta fase. Se cree
posible que la acetilcolina de la fase REM sea la responsable de que el tálamo y la
corteza se comporten de forma similar al estado de vigilia.
La información que baraja nuestro cerebro para iniciar el sueño REM no entra a
través de nuestros sentidos,51 se origina en la formación reticular del puente, se propaga
a través del tálamo y se dirige hacia la corteza visual occipital.
La duración total de este tipo de sueño varía en función de la edad. Los fetos y los
lactantes pasan mucho tiempo durmiendo y gran parte de su sueño es REM. Este va
disminuyendo hasta hacerse más o menos constante en la edad adulta para variar de
nuevo y disminuir en las personas de edad avanzada. Se ha sugerido que esta variación
pueda ser debida a la posible relación entre las fases REM y el aprendizaje. En relación
con ello ha habido a lo largo de la historia diferentes teorías sobre la función de nuestros
sueños; actualmente parece estar descartado el significado profundo que Sigmund Freud
postuló en 1900 en su teoría psicoanalítica, sin embargo hay poca evidencia científica
sobre este tema. Una hipótesis más reciente, «la hipótesis imaginativa de la actividad
onírica» propuesta por Crick y Mitchison, plantea que la finalidad de nuestros sueños
REM puede ser actuar como un mecanismo de «desaprendizaje», mediante el borrado
aleatorio de determinados circuitos neurales; (7) dicho de otra forma, según estos
autores, se procede a un borrado de pensamientos no deseados, o información errónea
que podrían ser la base de obsesiones o paranoias diurnas.

¡Somos paranoicos de noche para no serlo de día!

Por otra parte y en concordancia se ha argumentado que el sueño REM es


característico de encéfalos grandes e inteligentes; la mayoría de los mamíferos (con
pocas excepciones) generan sueño REM, a diferencia de las aves, los reptiles y los
anfibios.

«La función psicológica que más consenso ha despertado ha sido que el sueño
REM consolida nuestra memoria y que la recuperación de nuestros recuerdos es
más efectiva después de un buen sueño. Sin embargo, ni siquiera esta función es
aceptada de forma universal.» 52

Una vez vistas las características de los estados del sueño y antes de pasar al apartado
«Saber más» comentaremos algunos factores internos que parecen influir o
predisponernos a tener sueño.

155
Se ha planteado una posible relación entre la respuesta inmunitaria ante infecciones y la
regulación del sueño.

Sabemos por experiencia que cuando nos acatarramos o tenemos infecciones gripales,
estamos somnolientos. En animales privados de sueño se identificaron en la década de
1970, en la Universidad de Harvard, sustancias que favorecen el sueño y que a su vez
interaccionan con el sistema inmunitario. A partir de aquí se buscaron en el ser humano.
(Podrás ampliar este tema si lanzas la sonda 20 más adelante.)

¿Recuerdas la melatonina?

Hablamos someramente de ella cuando vimos en la primera parte nuestra glándula


pineal que la produce. La melatonina tiene una función rítmica, determinada por los
ciclos de luz/oscuridad. Esta molécula es un sincronizador interno de los ciclos
hormonales y no hormonales. A partir de los 45 años decae y a partir de los 55-65 años,
aproximadamente, es mínima.
La información que le llega a la glándula pineal se canaliza desde la retina, realiza
varias escalas entre las que se encuentran nuestros núcleos supraquiasmáticos (NSQ),
hasta llegar a estimular la glándula pineal que reacciona fabricando melatonina. Su nivel
también modula la función de los NSQ para influir en su síntesis.
Su pico máximo de producción se sitúa sobre las dos de la madrugada, pero está
influido por la oscuridad; eso quiere decir que su modulación variará si durante la noche
recibimos ínputs luminosos. Es una vía que se activa durante la noche y se inactiva
durante el día.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre las peculiaridades de nuestro sueño

No siempre estamos inmóviles y tranquilos durante el sueño. Ya hemos comentado


que en fases No Rem se puede dar el sonambulismo, podemos hablar e incluso
andar y gritar. Este comportamiento suele darse con frecuencia en la infancia y
tiende a desaparecer a los veinte años aproximadamente, sin intervención
terapéutica. Los sonámbulos suelen estar con los ojos abiertos, con un nivel de
alerta suficiente como para no tropezar con objetos y subir escaleras, pero con el
juicio muy alterado, y les es difícil despertar dado que están en sueño profundo.
Suele ocurrir en el llamado «primer sueño», el estadio 4, y no suele durar más de

156
media hora.
En esta misma fase pueden darse en niños de seis a quince años alucinaciones
hipnagógicas que suelen ser auditivas o visuales y no se recuerdan al despertar.
Acostumbran a tener relación con vivencias que les han impactado el día anterior.
Otra característica puede ser la somniloquia, el hablar durante la noche. Suele
asociarse al sonambulismo, se articulan frases de difícil comprensión sin que haya
una agitación manifiesta. Tiende a desaparecer también en la pubertad.
Los terrores nocturnos y las pesadillas constituyen asimismo dos estados de
agitación, pero no son lo mismo. Los primeros suelen darse también en el estadio 4
del sueño No Rem, son más dramáticos, los durmientes sienten pánico, sudan,
tiemblan, tienen taquicardia y, tras unos minutos de llanto descontrolado, sin saber
lo que les ocurre, pueden volver a dormirse plácidamente sin recordar nada al día
siguiente. Suelen presentarse entre los cinco y siete años de edad y tienden a
desaparecer de forma espontánea. Las pesadillas se producen en las fases REM,
son sueños elaborados, vívidos y complejos, que pueden recordarse al día siguiente
y que pueden provocar incluso resistencia a acostarse si son habituales o
impactantes. Suelen relacionarse con situaciones experimentadas como
amenazantes.
En la edad adulta tenemos recursos para poder tranquilizar nuestro sueño. ¿Qué
podemos hacer al respecto?

Qué hacer:
– Mantener un horario constante para irnos a dormir y levantarnos.
–Hacer cenas ligeras de fácil digestión.
– Escuchar música que nos relaje a partir de nuestra llegada a casa después del trabajo, e
incluso dejarla durante un tiempo al acostarnos.
–Ayudarnos con infusiones relajantes.
– Hacer ejercicio habitualmente y beber agua en abundancia.
– Procurar mantener conversaciones distendidas durante la cena.
– Evocar pensamientos que nos aporten bienestar y serenidad al meternos en la cama.
– Mantener la estancia donde dormimos en condiciones ambientales que nos aporte
bienestar.

Qué evitar:
– Evitar dormir de día, aunque estemos cansados.

157
– Procurar evitar programas de televisión agresivos, que nos tensionen emocionalmente o
nos alteren al final de la noche.53
– Evitar utilizar nuestra fase de ondas alfa, previa a dormirnos, para intentar resolver
situaciones que puedan preocuparnos, o para programar las tareas del día siguiente.
– Ingerir en la cena platos muy elaborados con contenido cárnico e hidratos de carbono.
– Evitar bebidas estimulantes durante el día y especialmente tras la cena.
– Acostarnos de inmediato después de cenar.

Por otra parte el insomnio, una de las alteraciones del sueño más frecuentes en
nuestra sociedad, se manifiesta como la dificultad para conciliar el sueño, interrupciones
frecuentes del mismo durante la noche o la interrupción del sueño de madrugada sin
poder conciliarlo posteriormente. Además de las situaciones o hábitos como los que
acabamos de nombrar, puede deberse a:
– Pasar por un período de estrés.
– Hábitos irregulares tanto al irse a dormir como al despertarse.
– Malos hábitos en la alimentación.
– Tener un dormitorio poco adecuado.
– Consumo de excitantes, teína, cafeína, alcohol, tabaco u otras drogas.
– Situaciones vivenciales traumáticas.
– Efecto adverso de tratamientos por otras patologías.

Por lo tanto, antes de recurrir al tratamiento farmacológico que nos pueda prescribir el
médico intentaremos corregir estas situaciones y aplicar las medidas saludables
mencionadas.

Saber más Sobre la melatonina como solución a diversas alteraciones del sueño

La melatonina endógena es una hormona producida por muchos órganos y tejidos,


aparte de la producida por nuestra glándula pineal. La melatonina pineal posee esa
función de regulación fotoperiódica de ritmos biológicos; en cambio la extrapineal
tiene la función de protección celular.
Se ha demostrado que la melatonina exógena54 es eficaz tanto en el tratamiento de
las alteraciones primarias de nuestro reloj biológico como en las secundarias a otras
patologías que condicionan una desincronización interna. Tiene la ventaja de que su
administración no impide la producción endógena. (8)
Vamos a ver a continuación algunas de esas alteraciones, tanto primarias como

158
secundarias.

Alteraciones primarias del sueño de origen circadiano


– El síndrome de retraso de fase, que suele ser frecuente en adolescentes, supone estar
desvelado a la hora de acostarse y no levantarse hasta pasadas dos o más horas del
horario habitual. Suele favorecerlo el hecho de exponerse en demasía a última hora de
la tarde a una intensidad lumínica importante, a la práctica de videojuegos o a ver
mucha televisión, y puede aparecer asociado a trastornos emocionales. La
administración de melatonina al final del día o de la tarde suele adelantar la fase,
además de evitar los factores que la determinan.55
– El síndrome de adelanto de fase: la somnolencia aparece horas antes de lo habitual,
puede ser al final del mediodía o a principios de la tarde. Si se administra melatonina
en el tramo final de la noche o por la mañana, puede contrarrestarse esta alteración.
(9) Este síndrome puede asociarse también a una depresión mayor.
– El síndrome sueño/vigilia irregular establece patrones diversos de ritmo durante las 24
horas. Suele darse en personas mayores o asociado a patologías cerebrales. A las
personas afectas se les suele administrar la melatonina en función de los patrones
horarios que hayan establecido.

Las alteraciones secundarias del sueño pueden deberse a:


– Jet-lag: Puede afectar a cualquier edad por cambio rápido de zona horaria y aunque es
un estado que desaparece sin intervención a los pocos días, los síntomas que aparecen
(gastrointestinales, falta de alerta, alteraciones cognitivas y malestar) pueden evitarse
con la administración de melatonina.
– Ceguera: Las personas ciegas, al no tener la influencia externa de los ciclos de
luz/oscuridad, tienen el reloj interno genéticamente programado en ciclos de 25 horas; al
administrar melatonina exógena se consigue reequilibrar el ciclo normal de sueño/vigilia.
(10)
– Trabajo nocturno o turnos rotativos: En estos casos no hay tan buenos resultados.
– Patologías cerebrales: En enfermos de Alzheimer, de otras enfermedades
neurodegenerativas y en demencias se han visto buenos resultados al administrar
melatonina.
– Envejecimiento: En el proceso de envejecimiento parece que hay una pérdida de
neuronas del NSQ, lo que a su vez da como consecuencia una alteración del ritmo de
melatonina.

159
– Como hemos comentado, con su prescripción se puede mejorar la calidad del sueño
y, en consecuencia, la del estado de vigilia.
– Empezamos a despertar cuando el nivel de melatonina en sangre empieza a
disminuir y por tanto en caso de envejecimiento es posible que no sea suficiente una
dosis «normal» para poder dormir ocho horas. En julio de 2007 la Agencia Europea del
Medicamento autorizó en la Unión Europea una fórmula de liberación lenta que ha
permitido prolongar la fase de sueño aunque a veces debe asociarse a la administración
de melatonina «normal».

Para profundizar en la conducta rítmica puedes acceder al Anexo de neurociencias


Sonda 20.
En el caso de que no quieras sondear a más profundidad, prosigue aquí.

Retirada de Sonda 20.

Con esto damos por acabada nuestra inmersión en la conducta rítmica y en el sueño.
Vamos a pasar al segundo apartado de esta tercera parte para conocer nuestro mundo
emocional más a fondo, comprender mejor así nuestra conducta emocional y conocer
nuestras posibilidades para gestionarla.

2. Nuestras emociones y sentimientos


«La emoción y el sentimiento, junto con la maquinaria fisiológica oculta tras ellos, nos
ayudan en la intimidadora tarea de predecir el futuro incierto y de planificar nuestras
acciones en consecuencia.»
António Damásio

En esta introducción al mundo emocional podemos plantearnos una serie de preguntas


como las siguientes:

¿Qué finalidad tienen nuestras emociones?


¿Todas las emociones tienen la misma naturaleza y origen?
¿Podemos modificar sus estructuras de origen?
¿Podemos gestionar con el mismo grado de complejidad todas nuestras emociones?
¿Emoción y sentimiento son lo mismo?
¿Tienen relación nuestros sentidos perceptivos con la atribución emocional? ¿Y
nuestros hemisferios cerebrales, tienen relación con la atribución emocional?

160
Nuestra pretensión ha de ser responder a estas preguntas a medida que vayamos
avanzando. ¿Te parece interesante? Particularmente, ¡yo creo que es apasionante!
Vamos a empezar este apartado haciendo una introducción sobre las teorías vigentes y
la concepción actual, clarificando una de las clasificaciones que hoy se considera más
aceptada de nuestras emociones y sentimientos.
El estudio de las emociones a lo largo de la historia ha sido abordado desde múltiples
vertientes que no vamos a especificar aquí, aunque hablaremos someramente de las
llamadas «teorías unidimensionales» y del «modelo multidimensional».

2.1 Teorías unidimensionales


Teoría clásica de las emociones
En el siglo xix, el estadounidense William James y el danés Carl Lange, de forma
independiente, definieron lo que se considera hoy en día la teoría clásica de las
emociones, que podríamos simplificar expresando:

«Los sentimientos son la percepción de nuestro estado corporal... no lloramos porque


estemos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos.»

Ambos consideraban que nuestra vivencia subjetiva dependía de nuestro estado


fisiológico. Nuestros sentimientos no eran otra cosa que la percepción del estado en el
que se encontraba el cuerpo.

Teoría cognitiva de las emociones


Posteriormente, y a raíz de diferentes estudios realizados, se comprobó que la teoría
de James-Lange no era del todo exacta, dado que nuestro estado fisiológico puede ser el
mismo experimentando sentimientos diferentes. Un ejemplo claro que seguro has vivido
es tu estado fisiológico de activación simpática, que condiciona un aumento de la
frecuencia cardíaca, respiratoria, un aumento de la presión arterial, de la sudoración, una
inhibición de tu función digestiva… cuando te has visto implicado en una situación que te
genera enfado o en una situación que te genera satisfacción. ¿Verdad?
Cuando se comprobó este hecho en 1962 por parte de Stanley Schachter y Jerome
Singer, tras demostrar la importancia del papel que juegan nuestros pensamientos en la
formación de nuestras emociones, definieron la teoría opuesta: la teoría cognitiva de las
emociones.
La teoría cognitiva de la emoción nos dice que todo aquello que percibimos da como

161
resultado una lectura emocional. No se puede concebir la capacidad de procesar
estímulos sin darles un contenido emocional y la respuesta emocional depende de tres
parámetros: la activación, la atribución que hacemos de nuestra percepción y la conducta
que podemos generar.
Posteriormente Joseph LeDoux,56 de la Universidad de Nueva York, demostró que
las emociones también pueden originarse fuera del pensamiento. Sus estudios se han
centrado principalmente en las bases neurobiológicas de la memoria y la emoción, y más
concretamente en el estudio de la amígdala y el miedo.
En 1994 António Damásio con la publicación de El error de Descartes, obra que trata
íntegramente de nuestro mundo emocional y su papel fundamental en la toma de
decisiones, difundió sus conocimientos sobre este fascinante campo y lo puso a
disposición de especialistas y del público en general, dando un impulso al interés
creciente que desde entonces se mantiene.

2.2 Modelo multidimensional


La concepción que actualmente domina se basa en un «modelo multidimensional»,
donde se contemplan diferentes componentes y características de nuestra emoción
originada por la existencia de un objeto intencional.
Los componentes que se contemplan son:
1. Modificaciones fisiológicas consecuentes a la activación del sistema nervioso
autónomo.
2. Vivencia subjetiva por la percepción de un estado emocional concreto.
3. Contenidos mentales conectados con la vivencia.
4. Expresión de un comportamiento característico.

Observa la siguiente figura:

162
Actualmente se sabe que nuestro cerebro funciona avanzando acontecimientos y se
define como un órgano de conocimiento emocional. Tal como apunta Manuel Valdés, del
Hospital Clínico Universitario de Barcelona:57 El cerebro no funciona como un aparato
de lógica binaria.
Además de que nuestra supervivencia y capacidad adaptativa al medio sigue estando
regulada por estructuras primitivas emocionales que no han delegado su responsabilidad
en estructuras corticales más superiores (evolutivamente hablando), nuestras creencias y
suposiciones también son de naturaleza emocional.

«Los sentimientos junto con las emociones de las que proceden, sirven de guías internas
y nos ayudan a comunicar a los demás. Contrariamente a la opinión científica tradicional,
los sentimientos son tan cognitivos como otras percepciones.»

António Damásio

Damasio con esta afirmación ya nos orienta a diferenciar los sentimientos de las
emociones. Los sentimientos y las emociones no son lo mismo.
La emoción nos hace dar valor a las cosas, nos hace concentrar e invertir energía en
aquello que nuestro cerebro considera relevante. Las emociones y los sentimientos
establecen prioridades de pensamiento y, por tanto, van a ser un soporte fundamental
para que podamos tomar nuestras decisiones.
¿Te habías planteado alguna vez que pudieran tener tanta importancia? Nuestro
cerebro es un órgano de conocimiento emocional. Debemos recordarlo.
Vamos a ver las bases, tanto neurobiológicas como estructurales, de nuestro universo
emocional.

163
2.3 Bases neurobiológicas y estructurales de nuestras
emociones
Ya hemos hablado ampliamente de los componentes de nuestro sistema límbico,58
inicialmente en «Los planetas en evolución» y posteriormente cuando hemos tratado
nuestro «creador dinámico», el hipocampo, estructura fundamental implicada en el
aprendizaje, la memoria y la neurogénesis; cuando hemos hablado de la amígdala como
la estructura más emblemática de nuestra respuesta emocional más antigua, y de nuestro
hipotálamo como estructura integradora de la coordinación de los componentes
autónomos y somáticos de la conducta emocional.
Todas estas estructuras, junto con nuestra corteza cingulada anterior (CCA) y nuestro
tronco encefálico, son partícipes y base de nuestra respuesta emocional más primaria y
son estructuras en las que se fundamenta nuestra respuesta emocional más elaborada.
Observa la Fig. 3.3. Interactúan en la corteza cingulada anterior los sistemas
relacionados con la emoción, el sentimiento, la atención y la memoria funcional.

Nuestra corteza cingular tiene una función integradora


Responde a estímulos innovadores

Relación con la acción y motivación

164
Detección de errores

Integración de experiencias positivas

Proceso de emociones complejas

Nuestro sistema límbico


Es el primer responsable de nuestro proceso emocional (Fig. 3.4).

Es en gran parte el responsable de nuestra personalidad, de nuestros recuerdos, del hecho


de ser como somos.
Sus estructuras están relacionadas con nuestro aprendizaje y nuestra memoria aparte de
estar relacionadas con nuestra respuesta emocional (Fig. 3.5).

Sabiendo esto, vamos a diferenciar qué heredamos y qué adquirimos en nuestro


proceso evolutivo emocional:

165
Como vemos, hay aspectos estructurales específicos que están determinados por
nuestros genes, pero hay otros muchos que se van configurando y determinando por la
actividad de nuestro organismo, a medida que se desarrolla, aprende y se modifica a lo
largo de toda la vida.
Debemos añadir que, dado que estas estructuras emocionales programadas
genéticamente están destinadas a proteger nuestra supervivencia, como ya sabemos,
mediante la regulación neurobiológica (el control neuroendocrino, inmunitario,
autonómico), nuestros genes también especifican que esos circuitos innatos tengan una
influencia capital sobre los circuitos que pueden ser modificados por la experiencia.
Existe una modulación. ¿Recuerdas quién realiza esta acción moduladora? ¿Recuerdas
que nuestros sistemas moduladores difusos del tronco encefálico liberan DA, NA, 5-HT
y Ach hacia amplias zonas corticales y subcorticales? Estos informadores mantienen «al
día» nuestro sistema innato sobre lo que ocurre en nuestro cerebro más evolucionado,
para que pueda así articularse la máxima ayuda a nuestra evolución y supervivencia. Y
por otra parte, nuestra supervivencia depende también de unas condiciones biológicas.
Condiciones biológicas generadas por circuitos neurales innatos que controlan instintos,
reflejos e impulsos, asegurando nuestra reacción ante la necesidad. Podemos generar
comportamientos de lucha-huida en caso de peligro o agresión, o inducir estados
fisiológicos inconscientes o conscientes, como la respiración, la alimentación o el sueño
para sobrevivir.

166
De todo ello podemos deducir que no sería bueno para nosotros que los circuitos
innatos que controlan nuestros procesos biológicos básicos de supervivencia tuvieran
gran capacidad plástica, dado que los cambios significativos podrían suponer un peligro
para nuestra vida. Pero esto no significa que no podamos influir voluntariamente en
comportamientos derivados de estas pautas neurales innatas.

A diferencia del bulbo raquídeo y del hipotálamo, cuya circuitería es en su mayor parte
innata y estable, nuestro sistema límbico contiene a la vez circuitería innata y circuitería
modificable por la experiencia del organismo siempre en evolución.»

António Damásio

Los circuitos innatos más estables y más cruciales para nuestra supervivencia son los del
tronco encefálico y los del hipotálamo.

¿Recuerdas que nuestro creador dinámico (el hipocampo), junto con la amígdala,
regulan el sistema neuroendocrino (hipófisis, tiroides, suprarrenales, gónadas) y el
sistema inmunitario?59 ¿Recuerdas que a su vez las hormonas y otras sustancias
producidas en estos sistemas producen una influencia retrógrada hacia sus orígenes
cerebrales y corporales? ¡Lo hemos visto ampliamente con anterioridad! Debemos tener
claro que mente y cuerpo son inseparables, que están constantemente en comunicación,
interactuando y contrarrestando el desequilibrio con un reequilibrio para proteger nuestra
supervivencia. Ello debe también recordarnos que:

Cualquier alteración de nuestro cuerpo va a influir en nuestro cuerpo/mente (química y


neuralmente), y que cualquier alteración mental va a influir también en nuestro
cuerpo/mente (química y neuralmente).

Nuestro hipotálamo, nuestro tronco cerebral y nuestro sistema límbico intervienen


tanto química como neuralmente en nuestra regulación corporal y mental; tanto a nivel
de nuestra respuesta emocional como a nivel de funciones superiores, como la memoria
y el aprendizaje. A su vez, estos procesos cognitivos (aprendizaje y memoria) dependen
del procesamiento emocional.
Nuestro aprendizaje y memoria son mejores si nuestro estado de ánimo es favorable:
el aprendizaje se acelera si la situación que vivimos nos produce un impacto emocional
intenso, ya sea favorable o desfavorable; en cambio se ha visto que en alteraciones del
estado de ánimo más duraderos, como puede ser una depresión, puede haber una
sensibilidad a la percepción deprimida.

167
Parte de estas reacciones son innatas y otras aprendidas, y dentro de estas últimas ya
vimos que algunas son reactivas (sin participación del yo consciente) por la activación de
circuitos neurales automatizados, tremendamente entrenados y automáticos. Lo
recuerdas, ¿verdad?
Cuando nacemos ya poseemos parte de esa capacidad de respuesta a estímulos
detectados como relevantes. Esa es nuestra respuesta emocional innata o básica,
independiente del proceso intelectual consciente, y a medida que crecemos, sobre esa
base innata, vamos complementando una respuesta emocional más compleja y elaborada,
secundaria o social.60
Se tiene la certeza de que ante determinadas situaciones, estructuras cerebrales más
antiguas (evolutivamente hablando), encargadas de la regulación biológica de nuestra
respuesta emocional, realizan selecciones de respuesta de forma inconsciente, y por tanto
«no decidida», para preservar nuestra supervivencia. Damásio considera que podemos
contemplar este proceso como una «toma de decisiones elemental» sin la participación
del «yo consciente», y que ante situaciones socialmente más complejas, necesitamos la
participación de estructuras cerebrales más evolucionadas como nuestra corteza
prefrontal, nuestras cortezas somato-sensoriales y, por tanto, ya existe la participación de
nuestro yo consciente.
Llegados a este punto vamos a ver primero una clasificación de las emociones (14)
según el grado de complejidad, desde la perspectiva de la psicología del desarrollo, y
posteriormente veremos cómo se diferencian del sentimiento.

Vamos a distinguir: emociones básicas, emociones cognitivas primarias, emociones


cognitivas secundarias y protoemociones.

2.4 Clasificación de las emociones y los sentimientos


Protoemociones
Se denominan así los estados emocionales agradables o desagradables que tienen la
mayoría de aspectos emocionales generales. Corresponden a un estado de base no
influenciado por un objeto concreto. «Siento bienestar o malestar», pero no tengo los
detalles concretos de la situación que me hace valorar su positividad o negatividad.

Emociones básicas
Las emociones básicas, innatas, son relevantes para nuestra supervivencia. Su función
engloba tres componentes: hacernos reaccionar, prepararnos fisiológicamente y

168
protegernos la vida.
Se sigue discutiendo, aún actualmente, sobre cuántas emociones básicas existen; se
parte, por consenso bastante universal, de cuatro emociones básicas: miedo, alegría,
tristeza y rabia, aunque hay dos emociones más que siguen en discusión: asco y sorpresa.
Estas últimas emociones también son respuestas generalizadas ante los retos básicos a los
que nos enfrenta la vida. Se han hallado en toda clase de pueblos, independientemente
del tipo de educación, desde los colectivos más evolucionados hasta las tribus más
aisladas. El asco ha servido a lo largo de la evolución para que evitemos beber, comer o
acercarnos a elementos que pueden ser peligrosos para nuestra supervivencia, y la
sorpresa es una reacción emocional común también a todo tipo de población, sea cual sea
su origen.
Todas las emociones básicas aparecen con independencia del proceso intelectual
consciente. Nos hacen centrar nuestra atención de inmediato en el «objeto causante»,
incluso antes de haberlo identificado. Reaccionamos de forma tremendamente rápida
ante un estímulo interpretado como peligroso para nuestra vida, o relevante si se trata de
una emoción positiva.

Nuestra amígdala y la corteza cingulada anterior son los protagonistas principales de esta
respuesta emocional básica o primaria.

A partir de estas emociones, el proceso de pensamiento cada vez tendrá más


protagonismo.

Emociones cognitivas primarias


Aquí ya hay una participación discreta de nuestra corteza prefrontal. De ahí su
denominación de «cognitivas». Se tiene una «sensación de amenaza» identificando el
objeto causante amenazador o causante de la emoción. Podríamos decir que una
emoción básica de miedo podría ser el origen de una emoción cognitiva primaria (ECP),
de angustia si percibo la «sensación consciente» de amenaza.
Vamos a ver un ejemplo, imaginando que estamos conduciendo por una carretera
desconocida.

Es tarde y tenemos prisa; acaba de anochecer, llueve a cántaros desde hace una
hora y vamos a 120 kilómetros por hora. De repente el coche resbala en el
pavimento y yo giro el volante bruscamente dirigiendo como puedo el coche
hacia el arcén y consigo que se pare.

169
¿Puedes imaginar cómo te has sentido, un momento antes de que el coche patine?
Esa emoción (inconsciente), posiblemente de miedo, se convierte en algo diferente en el
momento en el que realizo la maniobra brusca. Tú y yo tenemos la convicción
(consciente) de nuestra sensación de angustia. Tú puedes incluso estar disgustado por mi
falta de prudencia y todo ha sucedido ¡en fracciones de segundo!
Queda claro, ¿verdad? ¡Seguro que sí! De todas formas, nuestro proceso de
pensamiento no se interrumpe aquí, sigue progresando.

Emociones cognitivas secundarias


Cuando las emociones cognitivas secundarias (ECS) aparecen (antes de pasado un
segundo), ya no solo tenemos la convicción de amenaza y la sensación de angustia
debido a la situación creada, al estado del pavimento, a la lluvia y a mi conducción
inadecuada. Hacemos un proceso evaluador basado también en uestra experiencia,
efectuando predicciones sobre las posibles consecuencias tenemos una elaboración social
y creamos expectativas. Yo siento «vergüenza» y tú puedes manifestarme tu «cólera».
Estas emociones están influidas por las normas sociales en las que hemos sido
educados; por tanto, se valoraran de forma diferente en función de la cultura, las
experiencias pasadas, las creencias personales o el entorno social. Si hacemos una
valoración diferente, la reacción emocional será también diferente. Recuerda que la
evaluación cognitiva es una de las «dimensiones» implicadas que influyen en nuestra
respuesta emocional.

Otro ejemplo de esta escalada emocional podría ser:


Una sensación de malestar o bienestar inicial (protoemoción), que pasa a ser de
miedo (emoción básica o primaria), la puedo percibir como angustia (ECP), y
posteriormente como envidia (ECS) si me encuentro en una situación personal en la
que contemplo la posibilidad de no conseguir una promoción en mi puesto de
trabajo.

Por lo tanto podríamos decir que las emociones son un proceso de evaluación mental
simple (emociones básicas) o más complejo (emociones cognitivas) que condiciona
respuestas hacia cuerpo y mente.

Bien, y los sentimientos...

Los sentimientos

170
Según Damásio, los sentimientos que se originan en las emociones no son más que el
resultado de la percepción consciente en el cerebro de los cambios que experimentamos
en el cuerpo, secundarios a la activación de nuestro sistema nervioso autónomo, de
nuestro sistema neuro-músculo-esquelético y de nuestro sistema neuro-endocrino. Estos
cambios son detectados por el cerebro gracias a ser transmitidos por vía neural a través
de las terminaciones nerviosas que existen en nuestra piel, músculos, vasos sanguíneos,
vísceras... y que a través de la médula espinal son canalizados hacia la formación
reticular del tronco, de ahí al tálamo (estación de relevo), al hipotálamo, las estructuras
límbicas y las cortezas somato-sensoriales, que reciben una panorámica de lo que está
sucediendo en el cuerpo.
Además de recibirse esta información por vía neural, también se recibe en el cerebro
una información paralela de naturaleza química. Péptidos y hormonas que son liberados
en el cuerpo a raíz de la respuesta emocional, son canalizados por vía sanguínea hacia el
cerebro modificando las señales nerviosas que han sido procesadas.

«La emoción se produce en el escenario del cuerpo, mientras que el sentimiento se


produce en el escenario de la mente.»
António Damásio

Este proceso de sentir queda completado con la construcción de pensamientos, uno


tras otro, y el resto de cambios cognitivos que acontecen, debido al efecto de los
neurotransmisores liberados en consonancia con la valoración de las imágenes analizadas
y según sean valoradas como positivas o negativas.
Este autor, como hemos comentado anteriormente, distingue entre los sentimientos
que tienen su origen en las emociones y los que no proceden de ellas. A estos últimos los
denomina «sentimientos de fondo». Los define también como «el estado del ser». Son
sentimientos que percibimos entre emociones. Si no fuera así, él cree que perderíamos la
representación del «yo». Este sentido de «fondo» de nuestro estado corporal, entre
emociones, no solemos percibirlo de forma consciente, porque no se manifiesta en «las
partes», sino que se manifiesta como un estado general, del que salimos cuando pasamos
a sentirnos tristes o sentirnos alegres.
La representación de este estado general está distribuida por muchísimas regiones
coordinadas de nuestro cerebro y es constantemente evaluada; con una representación
dominante en nuestro hemisferio derecho, en relación a nuestro hemisferio izquierdo
cerebral. Tenemos «mapas» de representación corporal, de «propiocepción» (músculo-
articular) de «interocepción» (apreciación del estado visceral) que no son otra cosa que
nuestro sentido de la imagen corporal propia.

171
El hecho de que tengamos mayoritariamente la sensación de que la representación de
nuestro cuerpo está ausente, se debe a que por regla general tenemos nuestra atención
centrada en lo que sucede a nuestro alrededor, fuera de nosotros y cuando «sentimos»,
el hecho de sentir nos permite centrar nuestra atención en el cuerpo.

Por lo tanto, vamos a recordar, como fundamental de todo ello:

La emoción dirige inicialmente nuestra atención hacia aquello que es valorado como
relevante. Posteriormente, de forma consciente y gracias a nuestra corteza
prefrontal, podemos «decidir» dónde centrar nuestra atención tras una valoración
consciente de la relevancia.

Los sentimientos de fondo son los que percibimos entre emociones. Son el «estado
del ser».
Las emociones básicas tienen como función valorar inconscientemente un estímulo
como relevante, prepararnos fisiológicamente y protegernos la vida.

Las emociones cognitivas y los sentimientos añaden como funciones, expresar


nuestra intención, evaluar conscientemente, motivarnos, regularnos y coordinar
nuestro comportamiento; gestionar las relaciones sociales y ayudarnos a tomar
decisiones.
Los sentimientos originados en nuestras emociones son la integración de la emoción
y la razón.

Nuestro cerebro es un órgano de conocimiento emocional.

Nuestra emocionalidad interviene en nuestras funciones psicológicas.

Observa el siguiente cuadro donde podemos ver las funciones comentadas hasta
ahora con sus correspondientes áreas neuroanatómicas cerebrales.

172
Nuestras emociones y sentimientos son fundamentales para nuestra supervivencia y
nuestras relaciones interpersonales, y está claro que debemos saber gestionarlos de forma
favorable. El miedo o la rabia, que podemos definir como emociones negativas, pueden
sernos de utilidad, siempre y cuando sepamos manejarlos.
Hemos visto la importancia de la amígdala (como estructura fundamental del sistema
límbico) en dar significado afectivo a la «emoción» y sobre todo a la emoción de
«miedo»; la hemos visto como estructura esencial para el procesamiento emocional de
las señales sensoriales que recibe.61
Hemos visto la gran trascendencia de nuestro hipotálamo como centro integrador de
la coordinación de los componentes autónomos y somáticos de la conducta emocional,
pero también sabemos que son cruciales para nuestra respuesta emocional la existencia
de estructuras superiores como nuestra corteza prefrontal62 y la especialización
hemisférica. Por tanto, vamos a profundizar un poco más en su intervención.

3. Integración de la emoción y la razón


173
Vamos a iniciar este apartado viendo la intervención de determinadas áreas de nuestra
corteza prefrontal en nuestra experiencia emocional y posteriormente veremos cómo
influye nuestra lateralización hemisférica en nuestras emociones.

3.1 Experiencia emocional y corteza prefrontal


Como ya sabemos, la corteza prefrontal es la zona más anterior de la corteza, situada
delante de la corteza motora y premotora, detrás de nuestra frente, y ocupa la mayor
parte de los lóbulos frontales.
Trabajos experimentales y estudios clínicos la han relacionado tanto con la expresión
como con la experiencia emocional humana. (15)
Nuestra corteza prefrontal se puede distinguir de otras regiones cerebrales por su
composición neuronal, por su inervación dopaminérgica (¿recuerdas que es el
neurotransmisor de la motivación?) o por sus aferencias talámicas (desde nuestra
estación de relevo o de integración sensorial).

Topográficamente existen tres áreas de distinta implicación:


La CPFOF (orbitofrontal) se encuentra extensamente conectada.63 Está
involucrada en nuestra respuesta emocional y en el control emocional inhibitorio.
¿Qué quiere decir control emocional inhibitorio? Realizamos cambios de nuestra
conducta emocional en función del significado que damos al estímulo, sobre todo
cuando existen características aprendidas de refuerzo. Esta área inhibe otras áreas
cuando prevé que el estímulo deja de ser beneficioso. Su lesión, por tanto, da lugar
a la impulsividad, la conducta perseverante, el comportamiento antisocial y la
desinhibición de la conducta emocional.
La CPFVM (ventro-medial) recibe información de las mismas zonas que la CPFOF,
aunque son más abundantes las aferencias desde el hipocampo y la corteza
auditiva. (16) Está relacionada con la comunicación emocional en relación a la
modulación de la voz. Las neuronas de la corteza cingulada anterior responden,
como ya hemos visto, a situaciones novedosas y están relacionadas con la acción y
la motivación. La CPFVM está relacionada tanto con la experiencia como con la
expresión emocional y es muy importante para el procesado de emociones
complejas y situaciones sociales. (17) (18) Cuando se lesiona, la persona interactúa
poco y lentamente, y se altera la conducta de apego. Si existe una lesión bilateral se
altera la posibilidad de anticipar consecuencias futuras (19) (20)(21) y también se
produce una disminución de la respuesta electrodérmica, que se da normalmente

174
cuando anticipamos una situación que supone un riesgo. (22) (23) Para explicar
estos resultados, António Damásio propuso la «hipótesis del marcador
somático»,64 según la cual nuestra CPFVM posee gran relevancia en la implicación
de nuestras emociones cuando tomamos decisiones.
Estas áreas mencionadas son las áreas de la CPF más implicadas en nuestra
emocionalidad, pero vamos a nombrar una tercera, la dorso-lateral, aunque posee
funciones más ejecutivas.
La CPFDL (dorso-lateral) está relacionada con la planificación, la memoria de
trabajo, con el cambio de estrategias organizativas, la solución de problemas y el
pensamiento abstracto. Su lesión nos produciría apatía además de dificultad en
todas estas funciones.

3.2 Experiencia emocional y lateralización hemisférica


Ya hemos comentado en apartados anteriores algunas diferencias entre nuestros
hemisferios. En relación a nuestra experiencia emocional, el primer autor que hizo
referencia a la diferente participación hemisférica fue Jackson en 1879. Observó que
pacientes con afasia* conservaban el lenguaje emocional y atribuyó la expresión
emocional al hemisferio derecho (H.D.). Posteriormente diferentes autores le han dado la
razón.

Se han planteado dos hipótesis acerca de la diferente participación hemisférica en


nuestras emociones:

La primera hipótesis sostiene que el H.D. es dominante en el reconocimiento de la


información emocional y en la regulación del estado de ánimo y los afectos.
La segunda hipótesis plantea que tanto el reconocimiento como la regulación
emocional es bilateral, pero que el H.D. está más especializado en el procesamiento
de las emociones negativas y el hemisferio izquierdo (H.I.) en el de las positivas.

Algunos autores que admiten esta diferenciación, sin embargo afirman que el H.D. es
el dominante para la percepción de las emociones en general, con independencia de que
sean positivas o negativas. (24) (25) A pesar de los estudios contradictorios, hay
muchísimos que evidencian que los pacientes con lesión de H.D. tienen dificultad para
identificar las expresiones faciales emocionales, manteniendo la identificación de las no
emocionales y que estos lesionados poseen además un déficit en la identificación y en la
discriminación de la prosodia* emocional; en cambio en los pacientes con lesión de H.I.,
estas alteraciones no se presentan. (26) (27) (28) (29)

175
También Davinson y colaboradores, (30) aunque han discutido la lateralidad entre
emociones positivas y negativas, han planteado que emociones de aproximación, como la
ira o la felicidad, podrían atribuirse a regiones anteriores del H.I. y en cambio emociones
que provocan evitación, como el miedo o el asco, a regiones anteriores del H.D. De la
misma forma, otros estudios han relacionado emociones positivas anómalas como la
euforia o la risa patológica con lesiones del H.D. y emociones anómalas negativas como
la depresión, con lesiones del H.I., sobre todo de la CPFDL izquierda, lo que hace pensar
que esta parte de la corteza prefrontal puede tener gran importancia en los afectos
positivos. (31) Estas evidencias se deducen de la dominancia del hemisferio no lesionado,
por lo que en caso de lesión de H.I. aparecerán emociones desorbitadas atribuidas a
H.D., y en caso de lesión de H.D. aparecen desorbitadas las atribuidas al H.I.

De todas formas lo que se acepta de forma general es que:

Nuestra amígdala responde de forma tremendamente rápida, sobre todo a estímulos


que nos generan miedo, sin necesidad de participación de la corteza, y que para
procesar estímulos más complejos y poder dar respuesta, se añade la participación
de nuestra corteza, con una implicación especial de nuestras cortezas prefrontales
OF y VM.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre nuestras expresiones faciales emocionales

El grupo de Ralph Adolphs, del Instituto de Tecnología de California, en Pasadena,


obtuvo resultados similares en 2005. Pacientes que presentaban lesión bilateral de la
amígdala tenían dificultades para reconocer en las caras ajenas la expresión de
miedo.
Al parecer, las personas sanas, cuando exclusivamente observamos los ojos ajenos,
podemos identificar en gran medida la expresión de miedo. Adolphs y su equipo
comprobaron que las personas con lesión bilateral de la amígdala no tenían la
tendencia a centrar su mirada en la expresión de los ojos desorbitados, sino que su
mirada observaba de forma general el rostro, por lo que dedujeron que la amígdala
sana ayuda a nuestra visión, orientándola para que observe determinadas
características.
Los ojos también nos ayudan a identificar la emoción de sorpresa; en cambio, para
detectar la expresión de alegría y de tristeza se necesita observar también la mitad

176
inferior de la cara, y para asegurarnos correctamente del estado emocional que
experimenta una persona, es necesario realizar la observación de toda la cara de
forma global. (32)

Saber más Sobre la velocidad de percepción y la emoción de miedo

Mediante estudios apoyados por neuroimagen ha podido observarse que, tras


presentar a los participantes fotogramas de imágenes que podían causar miedo, a
una velocidad de 30 milisegundos, existía una activación importante de la amígdala
derecha sin activación funcional de la corteza prefrontal; sin embargo, los
participantes presentaban la emoción de miedo sin saber a qué podían atribuirla.
Por lo tanto, era una percepción inconsciente que generaba una reacción emocional
de miedo. Si no se observa una activación funcional de la CPF, no hay conciencia
de lo visto.
Si los mismos fotogramas se presentaban cada 45 milisegundos o más, se
evidenciaba una activación menos intensa de la amígdala, en este caso de la
izquierda, con una ligera activación funcional de la CPF; en este supuesto, ya
existía la sensación de haber visto algo que podía ser objeto causante de la emoción
de miedo.
Si los fotogramas se presentaban a una velocidad de 100 milisegundos, ya existía
plena conciencia del objeto causal de miedo, con una activación franca de la CPF.
Robert Zajonc y colaboradores, de la Universidad de Michigan, observaron
respuestas propias de miedo que condicionaban cambios de la resistencia eléctrica
de la piel, también en la activación inconsciente, en el caso de presentar los
fotogramas cada 30 milisegundos.
¿Qué nos aporta este estudio? Fíjate que por debajo de 30 milisegundos la
información que percibimos de forma inconsciente hace que nuestro sistema innato
despierte nuestra emoción, sin ser conscientes de haber percibido nada. Nuestro
sistema es tan perfecto que es capaz de captar estímulos que inconscientemente se
consideran relevantes y hacernos reaccionar fisiológicamente y conductualmente
para evitar la situación. ¿Se podría asimilar eso a una intuición? Ya sea así o no,
nuestro cerebro está tan preparado que personalmente creo que eso supone una
fantástica capacidad que debemos saber aprovechar.
A nuestro hemisferio derecho se le atribuye la mayor participación en nuestra
capacidad intuitiva, ¿lo recuerdas? Algunas personas poseen más desarrollada la
capacidad intuitiva que otras, pero todos tenemos esa capacidad. Sin embargo,
debemos aprender también a diferenciar nuestra intuición de un posible miedo

177
irracional, cosa que a veces no resulta fácil. Nuestra intuición puede ayudarnos, nos
anticipa posibles consecuencias, colabora para que seamos previsores y adecuemos
nuestro comportamiento en base a su orientación. En cambio, el miedo irracional
nos bloquea, nos limita y aísla socialmente.
La intervención de nuestra CPF en la valoración de nuestras sensaciones en ambos
sentidos, puede ayudarnos en esa tarea de diferenciación. Pero, ante una intuición
intensa de peligro, yo opino que primero evitemos y después racionalicemos… y en
el caso de que sigamos sin tenerlo claro, procuremos darle crédito a «ese aviso»
que nuestro cerebro nos evoca a través de esa «conciencia rápida». Nuestra esencia
ha considerado relevante esa información para manifestarla en ese momento
preciso a nuestro estado consciente.

El hecho de que no sepamos explicar una sensación de peligro no significa que debamos
ignorarla.

4. Herramientas que inciden en el ámbito del sentimiento de


nuestra vivencia
Al principio de esta tercera parte hemos señalado que hablaríamos también de algunas
herramientas de fácil aplicación que pueden facilitarnos abordar este ámbito emocional
con resultados casi inmediatos. Vamos a ello:
Describiremos nueve herramientas seleccionadas en este método, entre las muchas
existentes:

4.1 La risa
Sabemos a ciencia cierta que cuando sonreímos, o nos reímos francamente, sentimos
y reflejamos bienestar. Si bien hace unos años se menospreciaba en nuestra sociedad el
efecto terapeútico de la risa, actualmente se ha ido aceptando su beneficio. La evolución
de esa concepción ha sido entendida de forma diferente en algunas civilizaciones
orientales; en el antiguo imperio chino, hace 4.000 años, ya existían templos destinados a
reír, donde se reunía la gente para favorecer la salud. En la India se han hallado templos
sagrados destinados a la práctica de la risa. Nuestra sociedad occidental, a pesar de la
evidencia, ha necesitado no solo «ver para creer» sino comprobar y fundamentar que sus
efectos producen beneficios para nuestra salud. ¡Vale más tarde que nunca!
Estructuralmente se ha mostrado a través de estudios mediante neuroimagen que
determinadas estructuras de nuestro sistema límbico, como el hipocampo o la amígdala,
están involucradas en el acto de reír.

178
Neurobiológicamente sabemos hoy en día que determinados indicadores y parámetros
relacionados con el estrés disminuyen al reírnos; que la risa se asocia a una liberación de
endorfinas* y a una potenciación de nuestro sistema inmunitario, tanto celular como
humoral.65
Uno de los estudios que suelo utilizar como referencia es el realizado por Mario
Farné, profesor de psicología en la Universidad de Bolonia. El doctor Farné comprobó
que los estudiantes estimulados a reírse, durante el tiempo que dura una de sus clases,
mejoraban su respuesta inmunitaria, y en cambio la deterioraban francamente si se les
sometía durante el mismo intervalo de tiempo a una clase que los estresara con
connotaciones negativas. Aunque ambas sesiones constituían un factor de estrés y sus
organismos reaccionaban a la tensión con un aumento de las defensas, y en concreto de
la respuesta humoral, los resultados mostraron unas diferencias significativas.
¿Cómo realizó la comprobación?
Realizó la determinación de la inmunoglobulina A (IgA) en saliva, de una toma
recogida antes de la clase, de otra una vez terminada y de una tercera después de
pasados 30 minutos desde la finalización de cada clase.

Para entender mejor la importancia de este estudio, es conveniente que lances la


sonda 21 antes de seguir adelante. Dirígete al Anexo de neurociencias sonda 21.

Retirada de Sonda 21.

Bien, ahora ya sabemos qué quiere decir determinar la IgA y que la hallamos en la
saliva, entre otras localizaciones. Hemos de añadir además que cuando la IgA en saliva se
encuentra aumentada, nos indica que otras inmunoglobulinas sanguíneas, como la IgG y
la IgM, han aumentado previamente.
El equipo del doctor Farné midió la IgA en saliva antes de las clases para partir de un
nivel basal en cada estudiante; las mediciones obtenidas después de cada clase indicaron
que las defensas inmunitarias de ambos grupos habían aumentado, pero con un refuerzo
mayor en el grupo de la clase en que los estudiantes se habían reído. La diferencia
significativa se apreció en los niveles medidos media hora después de terminadas las
clases. En el grupo de estudiantes angustiados, el nivel de los anticuerpos decendió
drásticamente por debajo de los niveles basales hallados antes de iniciar la sesión. En
cambio, en el grupo de estudiantes sometidos a la clase donde se suscitó la risa, los
anticuerpos descendieron levemente, manteniéndose unos valores muy elevados, por
encima de los niveles basales determinados antes del inicio de la sesión. Este estudio
evidenció que la risa favorece nuestro estado de salud.

179
¿Has oído a hablar de Patch Adams? Es conocido también, como «el doctor de la
risa», calificativo que, según tengo entendido, no le agrada demasiado. Se le considera el
responsable de haber introducido la «risoterapia» en la práctica médica, con fines
terapéuticos. Hunter «Patch» Adams nació en Washington en 1945 y fundó en 1971 el
Instituto Gesundheit, con el que promueve métodos alternativos de sanación, en los que
se incluye fomentar la risa. Se le conoce mundialmente por ello y por su compromiso
social. Ha participado durante estos años en multitud de congresos, conferencias y foros
universitarios. Su vida inspiró la película que lleva su nombre.66
Reír nos resulta fácil cuando nuestro entorno y las condiciones que nos acompañan
no nos plantean dificultades. Nos cuesta más sonreír y reír indudablemente, ante las
dificultades, ante la enfermedad, cuando debemos tomar decisiones que consideramos
trascendentes… En definitiva:

¡Nos cuesta sonreír y reír cuando más lo necesitamos!

Recuerda además que el humor favorece nuestra creatividad, nos permite pensar de
forma divergente y observar más alternativas frente a situaciones que pueden resultarnos
difíciles de afrontar. Si a todo esto añadimos que nuestro sistema inmunitario reacciona
favorablemente, que liberamos endorfinas (opioides endógenos que disminuyen el dolor y
son considerados uno de los neurotransmisores de la felicidad), que indirectamente se
produce una disminución de glutamato (el asesino de neuronas por excelencia) y de
sustancia P (neuropéptido proinflamatorio implicado en determinados tipos de cáncer),
que cuando nos reímos favorecemos la liberación de dopamina y reforzamos los circuitos
de pensamiento positivo, los cuales con la repetición se llegan a convertir en circuitos
neurales automatizados... ¿Lo tenemos más claro? Yo creo que sí, ¿verdad?
Bien, pues vamos a tener que facilitarnos el sonreír y reír con más frecuencia de lo
que estamos acostumbrados hasta el presente. No podemos permitirnos caer en la rutina,
ni en el aburrimiento. No podemos excusarnos diciendo «No tengo ganas o no tengo
motivos para reír». No podemos preguntarnos cuando estemos en momentos de
dificultad: ¿Tengo ganas de reír? Si ya tenemos claro que sonreír y reír nos aporta
beneficios y salud, debemos movilizarnos para «hacerlo» y cuanto más fácil nos resulte,
mejor resultado obtendremos en el intento.

¿Cómo podemos facilitar esa ducha química favorable y el


resto de efectos saludables consecuentes al acto de sonreír o
reír? Ahí van unas cuantas sugerencias:

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1. Recuerda que nuestra comunicación «no verbal» es detectada por nuestro cerebro e
interpretada en consecuencia. Hemos hablado de ello en el apartado «La atención
centrada en la comunicación».
Debo observar la posición corporal que adopto y rectificarla si no es la adecuada.
Hablaremos más extensamente de ello en el siguiente punto, que dedicaremos a la
posición corporal correcta.
2. Si estás en un momento muy tenso y te resulta difícil sonreír, con la mirada hacia el
frente colócate un lápiz entre los dientes, sosteniéndolo durante unos 15 o 20
segundos como mínimo. Ten la precaución de no apretarlo con fuerza, porque al
imprimir fuerza estamos dando una información a nuestro cerebro contradictoria y no
obtendremos el resultado esperado. Por un lado estiramos la musculatura de forma
similar a cuando sonreímos, y por otro nuestro cerebro registra la tensión muscular
imprimida al presionar con fuerza el lápiz entre los dientes, por lo tanto debemos
sostenerlo sin tensión.
Puedes realizar otra actividad al mismo tiempo, no es necesario que te mantengas en
una situación estática.
3. Procura tener a mano un buen libro de chistes o simplemente un listado de los que te
hayan contando y te parezcan graciosos. Abre al azar cualquier página y lee uno de
ellos, o dos, o tres, o los suficientes para que provoquen en ti esa sonrisa que
buscamos.
4. Procura proveerte de películas de humor para verlas solo o, mejor aún, en compañía.
Recuerda que nuestro cerebro emocional agradece e intensifica la emoción cuando
comparte socialmente la experiencia.
5. Acuerda con tus familiares o compañeros de trabajo el pacto de explicar un chiste
nuevo cada día, de forma rotatoria.
6. Orienta tus salidas semanales con personas, amigos o familiares que tengan una
predisposición positiva y evita centrar las conversaciones en los inconvenientes que os
rodean.
7. Realiza algún curso de risoterapia.
8. Visualiza, imagina, crea en tu mente una caricatura de la situación presente que estás
viviendo. Esta estrategia suele ser un buen recurso cuando estás en una conversación
tensa, donde tu interlocutor está realizando un discurso que no puedes interrumpir, o
presencias una discusión encarnizada en un grupo del que no puedes ausentarte, pero
sí aislarte por un momento distanciándote mentalmente.

Como puedes observar, algunas de estas sugerencias (con excepción de la primera y

181
la última) no las puedes poner en práctica en momentos concretos a pesar de que sea
necesario para contrarrestar tu estado anímico. Si estás en una reunión, si tienes una
entrevista o participas en una conversación tensa... en estos casos te sugiero que
interrumpas la situación, dentro de tus posibilidades, con la excusa de ir al servicio o
recibir una llamada importante, y pongas en práctica la primera, la segunda, la tercera o
las tres, antes de volver a incorporarte a la actividad interrumpida.
La sonrisa y la risa tienen un gran poder de contagio, no solo nos autobenefician sino
que nuestra sonrisa beneficia a las personas que están a nuestro alrededor. Es importante
que seamos conscientes de que esta herramienta tan simple produce unos efectos
maravillosos, inmediatos, acumulativos, de apego y de bienestar, aportándonos salud
gracias a sus efectos neurobiológicos.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre nuestra inmunidad

Mecanismos como la fiebre o la inflamación son reacciones de defensa de nuestro


organismo. Son respuestas de protección ante una lesión o infección. La
inflamación facilita la curación del tejido. Por otra parte, ya sabemos que las
infecciones no son la única causa de que tengamos fiebre. A veces existen otras
causas, como trastornos hormonales, una exposición excesiva al sol, enfermedades
autoinmunitarias (cuando nuestro organismo genera defensas contra tejidos
propios), realizar ejercicio en exceso, padecer un cáncer, o una lesión de nuestro
regulador hipotalámico. ¿Lo recuerdas? Entre las funciones de nuestro hipotálamo
está la de regular nuestra temperatura.
La fiebre suele ser potencialmente beneficiosa, apoya nuestro sistema inmunológico
para combatir mejor las infecciones y por ello se discute si debemos o no tratarla
indiscriminadamente. En estadios iniciales (en fase de febrícula, cuando tenemos
décimas) recomendamos abstenernos de administrar antitérmicos, pero en cambio
debemos hacerlo si debido a su elevación genera efectos indeseables.

4.2 La posición corporal correcta


Para hablar de posición corporal correcta, tendremos que concretarla en diferentes
modalidades. Hablaremos de la posición sentada, la posición erguida estática y la erguida
dinámica.
En una posición correcta debemos tener presente tanto la posición de nuestra cabeza
en relación al tórax como la situación de nuestros hombros, de nuestra columna cervical,

182
dorsal y lumbar, el estado activo pero sin tensiones de la musculatura que participa y
también contemplar los ritmos que tenemos establecidos como patrón de
comportamiento al andar.
Nuestra higiene de columna vertebral es consecuencia del equilibrio entre todas las
estructuras y tejidos que en ella intervienen y en ese equilibrio tiene gran importancia
nuestra mente.
Nuestro equilibrio mental está a su vez influenciado por nuestra posición corporal,
posición que es captada y comparada con nuestro mapa mental de referencia y a la que
responde nuestro cerebro mediante una activación neurobiológica tras valorarla. Mente y
cuerpo son uno solo.
Saber interpretar una posición corporal correcta o incorrecta nos resulta generalmente
fácil cuando la observamos en otra persona. Cuando se trata de interpretar nuestra propia
posición, ya no nos resulta tan fácil, a no ser que pasemos por delante de un escaparate o
de un espejo. Al observarnos, de repente y de forma tremendamente rápida tendemos a
rectificar la posición observada, facial o corporal. ¿Te sucede a ti lo mismo? ¿Verdad que
sí? Esto significa que es importante para reeducar nuestra posición partir de una auto-
observación consciente, que nos permitirá identificar nuestros hábitos, aceptarlos y
valorar posteriormente la forma de cambiarlos, si es necesario.
Nuestra columna cervical tiene, de forma fisiológica, una ligera curvatura
anteroposterior, que solemos rectificar cuando sufrimos alguna lesión en alguna de las
estructuras o tejidos que en ella intervienen. Nuestra cabeza debe mantenerse bien
alineada con nuestro cuello y este con nuestra columna dorsal; a nivel lumbar existe
también una curvatura anteroposterior similar a la descrita en nuestra columna cervical.
Se denomina lordosis lumbar, y un incremento de esta curvatura supone una
hiperlordosis, más frecuente en mujeres que en varones y que se traduce en sobrecarga y
dolor lumbar.
En una posición erguida (en bipedestación), por tanto, debemos conseguir mantener al
máximo estas curvaturas fisiológicas.
Observa ahora las Figuras 3.7 y 3.8 de la página 237, y comprueba las posiciones
correctas e incorrectas.

Nuestros hombros
Han de mantenerse distanciados al máximo de nuestra cabeza (B) y, a su vez,
alineados con la columna (E), (F), (H), ni anteriores (C) y (G), ni posteriores a ella (D),
dado que en tales casos implica tensionar nuestra musculatura cervical y paravertebral.
Para que te resulte más facil entender esta posición, experimenta las sensaciones

183
situándote ante un espejo y elevando los hombros hacia tus pabellones auditivos como
has observado en la figura (A). Esta posición debes evitarla al expresarte. Ahora déjalos
caer, al máximo. Observarás que tus codos descienden paralelos al cuerpo, quedando
situados aproximadamente a nivel de tu cintura, como en la figura (B). Si estás bien
colocado, observarás que la distancia entre un hombro y otro ha de ser la máxima.
Comprueba que tus hombros no se adelantan como lo hacen las figuras (C) y (G), ni se
sitúan hacia atrás, en relación al eje de la columna dorsal como la figura (D). Si los
adelantas o los atrasas, disminuye la distancia entre ellos y tienes que notar tensión en tu
musculatura cervical y dorsal. ¿Lo compruebas?
Fíjate además que nuestra figura (C) tiene el cuello en posición como una tortuga; a
veces incluso adoptamos esta posición del cuello estando erguidos; si la experimentas,
volverás a comprobar la tensión cervical indeseada de la que estamos hablando.
Sitúate de nuevo como la figura (B). Una vez en esta posición, intenta percibir si tu
musculatura está tensa o relajada. Si te cuesta identificarlo, manteniendo esta posición,
ténsala realizando una contracción isométrica (sin desplazamiento), pegando con fuerza
tus brazos al cuerpo, y posteriormente relájala. Observarás en tu imagen reflejada en el
espejo como descienden tus hombros y comprobarás la sensación, diferenciando la
contracción de la relajación. Recuerda que tu posición ahora ha de ser la que observas en
nuestra figura (B).
Esta es la posición correcta de nuestros hombros en relación a nuestra cabeza y tórax,
y es la que debemos adoptar tanto estando de pie (B) como sentados (H). Si tienes la
sensación de que te cuesta percibirla como «natural», significa, ni más ni menos, que
deberás entrenarla para convertirla en hábito.

Vamos a observar ahora nuestra columna lumbar


Estando de pie, primero obsérvala en la figura (E) comparándola con la figura (F). La
figura (E) está en posición de hiperlordosis (saca el abdomen y protruyen sus glúteos), en
cambio la figura (F) tiene esta posición rectificada, su columna lumbar adopta una
posición más alineada y fisiológica.
¿Has observado que las mujeres solemos incrementar nuestra curvatura lumbar más
que los hombres? Está posición no es beneficiosa, se trata de rectificarla haciendo una
báscula pélvica, como realiza nuestra figura (F).
Ahora puedes comprobar de nuevo ante el espejo, situándote de perfil, tu hábito
posicional a ese nivel. Intenta adoptar ambas posiciones y percibe la diferencia en la
tensión de tu musculatura lumbar.
Cuando nos mantenemos de pie, durante un largo período de tiempo, sin caminar,

184
tendemos a adoptar la posición (E); para evitarlo, puedes adelantar una pierna en relación
a la otra y posteriormente adelantar la contraria, alternando esta posición periódicamente.
Tu columna lumbar te lo agradecerá. Comprueba tu percepción y observa como se
distiende tu musculatura lumbar cuando adelantas una pierna en relación a la otra.
En posición sentada, solo debes tener la precaución de apoyar toda tu columna
(dorsal y lumbar) en el respaldo del asiento, manteniendo la espalda recta, tal como
observamos en la figura (H).

Es muy importante mantenernos en esta posición durante la jornada.


Ahora ya hemos descrito qué hacer y qué no hacer, pero para poder reaprender,
además de identificar y aceptar que puedo realizar mejoras, he de crear un hábito con las
modificaciones que realice. ¿Estás de acuerdo? Bien, ¿cómo podremos ayudarnos a
recordarlo sin que tengamos que estar constantemente pendientes de nuestra posición?

185
Como primera sugerencia, si eres consciente de la necesidad y del beneficio que
supone, te planteo no dejar de centrar tu atención en el «beneficio» que vas a obtener.
Como segunda sugerencia, establece diariamente una práctica de fácil ejecución:
delante de un espejo donde puedas ver la totalidad de tu cuerpo, realizarás diariamente, y
a ser posible durante unos días consecutivos, una práctica en posición sentada:
1. Colócate frente al espejo en un asiento sin respaldo.
2. Adopta primero la posición que te resulte cómoda y que tengas como hábito de
comportamiento.
3. Rectifícala posteriormente adoptando la posición de la figura (H), y mantenla durante
20 segundos.
4. Levántate del asiento y deambula un par de minutos por la casa y regresa a tu asiento
para repetir los pasos 1, 2, 3 y 4.

Deberás realizar estos cuatro pasos diez veces consecutivas cada día, manteniendo la
postura correcta durante 20 segundos.
¿Por qué debemos proceder de esta forma repetitiva? Levantarnos del asiento implica
volver a sentarnos de forma repetida y el contacto de los glúteos con el asiento crea
memoria asociativa con la acción de posición corporal correcta. Si tu trabajo requiere una
posición sentada, programa levantarte cada dos horas como mínimo, usando cualquier
temporizador como apoyo, para que puedas trabajar sin tener que estar pendiente del
tiempo transcurrido. Aprovecha para ir a la máquina del café, comentar temas pendientes
con un compañero, y pasados unos minutos, cuando regreses a tu puesto, al sentarte y
apoyar tus glúteos en el asiento, recordarás con este acto que la posición que debes
adoptar ha de ser la aprendida.
Si no te levantas en toda la jornada, no facilitas la consolidación del proceso.

Solo nos queda comentar nuestra deambulación


Cuando paseamos o caminamos con prisas, nuestros ritmos imprimen un registro
diferente en nuestro cerebro y nuestra posición también puede ser distinta.
Camina en posición erguida, mirando al frente, no mires el pavimento. Si vas
cabizbajo, aparte de que te pierdes la observación ampliada de lo que está sucediendo a
tu alrededor, de las personas con las que te cruzas, de la contemplación de la naturaleza,
recuerda que tu cerebro está registrando tu posición anómala y reaccionando
neurobiológicamente en consecuencia.
Procura enlentecer tu ritmo al caminar, tomando conciencia de cómo caminas,
disfruta con la observación, ¡siente la diferencia!

186
4.3 La música
Al igual que el lenguaje, la música forma parte esencial de la cultura de los diferentes
pueblos.

Las formas y figuras creadas mediante el sonido son infinitas y pueden variar
simplemente cambiando el tono, la armonía y el material que vibra. Los sonidos
vibrantes forman patrones y estos patrones crean campos de energía, de resonancia y
movimiento en el espacio.
Nosotros absorbemos estas energías y, en consecuencia, variamos nuestras
constantes, la respiración, el pulso, la presión arterial, la tensión muscular, la temperatura
de nuestra piel… En definitiva:

La alteración de nuestros patrones rítmicos internos se asocia a una experiencia


emocional.

Tal vez esa experiencia emocional fuera una razón para que el hombre creara música
hace miles de años, pero seguramente no la única, dado que la música, además de placer,
ha generado ventajas evolutivas, como fomentar lazos de relación, organizar la vida en
grupo, crear sentido colectivo, facilitar nuestro desarrollo y nuestro crecimiento
saludable.
Para que esto haya sido posible, ha sido imprescindible que en nosotros se hayan
dado procesos neuroanatómicos y neurofisiológicos muy complejos. La música
compromete a nuestro cerebro de forma general, no existe en él un área específica de
influencia; áreas muy distribuidas destinadas a otras funciones están implicadas en
procesar los diversos componentes de la música. Tenemos un ejemplo en la participación
del área de Wernicke del H.I. (hemisferio izquierdo), que cumple una función
determinante en la percepción del lenguaje, y a su vez forma parte de la corteza auditiva
de asociación (puedes verla en la Fig. 1.6).
Un estudio realizado por investigadores estadounidenses y belgas dirigidos por P.
Janata, del Centro de Neurociencia Cognitiva de Dartmouth, New Hampshire, y
publicado en la revista Science, (33) permitió elaborar por vez primera un mapa de las
regiones del cerebro humano responsables de percibir la música. Según este, una zona de
nuestra corteza prefrontal procesa, recuerda los tonos y es responsable del aprendizaje de
las estructuras musicales. El lóbulo temporal derecho realiza un procesamiento básico del
sonido, separando la armonía de otros estímulos, y dado que está comunicado con
nuestro sistema límbico (lo recuerdas, ¿verdad?, nuestro cerebro emocional), existe una

187
estrecha relación entre música y emoción. También Robert J. Zatorre, neurocientífico del
Instituto Neurológico de Montreal, y sus colaboradores encontraron que las áreas del
cerebro que participan en la audición y la visión, particularmente las del H.D., coordinan
la percepción y memoria musical, observando a través de los estudios de neuroimagen
que cuando escuchamos melodías, aumenta el flujo sanguíneo cerebral en el lóbulo
temporal derecho y en el área posterior del H.D. asociada con la visión.
Este proceso se realiza sin necesidad de intervención voluntaria. ¿Qué quiero decir
con esto?
Sencillamente, la música nunca nos pide permiso para imprimir su efecto en nosotros.
Simplemente, nos afecta.67 (34) A través de la música conseguimos un estado de cambio
prácticamente inmediato y además con efecto acumulativo.
La música ha de estar incorporada en nuestra vida diaria. Es importante crear el
hábito de iniciar el día con música, escuchar música en nuestros desplazamientos, poder
disfrutar de una música ambiental en nuestro puesto de trabajo, regalarnos el espacio y
tiempo para escuchar una buena música, poner música en casa cuando regresamos de
nuestra jornada laboral, asistir a conciertos e incluso, y a ser posible, educarnos en el
canto o en la práctica de un instrumento musical.
La música nos permite un estado de cambio favorable inmediato y con efecto
acumulativo. Pero hemos de tener presente que ese estado de cambio debe percibirse
como un beneficio, que sin duda es nuestro objetivo; sin embargo, a veces nuestra
percepción es la contraria. Hay músicas que tienden a relajar, activar o estresar, y hay
evidencias de que los acordes disonantes producen emociones desagradables, que los
ritmos rápidos con disonancia provocan temor, y que la música relajante logra disminuir
los niveles de cortisol en sangre y elevar los niveles de melatonina. (35) (36) (37) Lo
cierto es que no hay una fórmula estricta para indicar, de forma general, en nosotros, un
tipo de música concreta para conseguir un estado también concreto. No podemos deducir
que en cualquier persona o en todo momento van a producir el mismo efecto.
Existe una gran variedad de habilidades auditivas dentro de la población, así como
una complejidad en las tareas que llevamos a cabo los diferentes individuos influidos por
un fenómeno musical. No es igual ser intérprete, oyente, haber compuesto una pieza
musical, tener una educación musical o no tenerla. Tener o no tener habilidades
musicales condiciona una representación diferente en nuestros hemisferios cerebrales,
como ya vimos anteriormente al diferenciar sus funciones. Nuestros hemisferios
cerebrales diferencian de forma particular los ritmos (atribuidos más a nuestro H.I.) y la
melodía (atribuida a nuestro H.D.), pero recuerda que en los músicos que perciben la
música, además de globalmente, analíticamente, hay una gran participación del H.I.

188
Puede variar la lateralización hemisférica, en función de las tareas, o en función de cómo
se presenten los estímulos y sin duda en función de cómo somos o estamos cada uno de
nosotros en un momento concreto.
Otro aspecto a tener en cuenta es la forma en que experimentamos la música. ¿Te has
percatado de que normalmente tendemos a expresarla mediante nuestro movimiento
corporal? La música y el cuerpo suelen siempre acompañarse. Tengamos más o menos
habilidad, solemos expresar la música con ejercicios de coordinación reflejados en
nuestro movimiento; seguimos el ritmo con nuestras piernas, con las manos, con la
cabeza o con todo nuestro cuerpo.
La mayoría de nosotros tenemos esa capacidad musical innata68 y además podemos
educarla y potenciarla. Se producen cambios neuroanatómicos proporcionales al
entrenamiento al que nos sometemos; si iniciamos nuestra inmersión en la experiencia
musical a una edad temprana nuestros cambios neuroanatómicos son mayores.
Se ha comprobado que si de niños se nos expone frecuentemente a un ambiente
musical, además de adquirir más habilidad en este campo, se potencian habilidades
compartidas con el campo de las matemáticas, como el razonamiento abstracto o la
habilidad espacial. La música y las matemáticas comparten áreas cerebrales.

Sin embargo, nuestro cerebro integra todas las señales dándonos una experiencia única, al
igual que lo hace con el resto de nuestras percepciones.

Teniendo esto en cuenta, y observando que nuestro sistema es sumamente agradecido


con nosotros al funcionar con esa perfección compleja sin que tengamos que cuidarnos
de ella, cuando queramos favorecernos con esa herramienta maravillosa que es la
música, te propongo una fórmula infalible a mi entender para lograr un buen resultado:

Observar cómo «me siento» al escuchar esta música concreta, ahora y aquí.

Puede suceder que un estilo musical nos encante, pero que en una situación o estado
emocional concreto, lo percibamos negativamente. ¿Has observado este efecto en alguna
ocasión? Pues bien, en este caso y momento, no será apropiado para nuestro propósito.
Nuestro «sentir» siempre nos orienta. Recuerda que es una excelente brújula.
Sin embargo, debemos tener claro cuál es nuestro propósito. ¿Pretendo relajarme?
¿Pretendo activarme?
En este momento, acabo de recordar la anécdota de Alicia en el país de las
maravillas, cuando al encontrarse ante una encrucijada de caminos le pregunta al Gato:

189
—Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para
salir de aquí?
—Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar —dijo el Gato.
—No me importa mucho el sitio... —dijo Alicia.
—Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes —dijo el Gato.

Si mi propósito está claro, y compruebo que mi sentimiento es favorable ante esa


experiencia musical, no hay duda de que tras pocos minutos mi estado mental y corporal
estará en una disposición más saludable.

4.4 El ejercicio
Sabemos sobradamente que el ejercicio es beneficioso para mantener un estado
saludable. Su beneficio también lo percibimos aunque realicemos una actividad
esporádica, pero sin duda nos conviene realizar ejercicio de forma habitual, a todas las
edades y, si se da el caso de tener limitaciones físicas, es conveniente y saludable
realizarlo dentro de las posibilidades particulares de cada uno.
Se ha relacionado el ejercicio con la obtención de beneficios cardiovasculares,
osteomusculares, emocionales y en los últimos años se han hallado evidencias
significativas de su relación con nuestra capacidad de aprendizaje, memoria, longevidad y
prevención de enfermedades neurodegenerativas. (38) (39) (40) (41) (42)
El ejercicio que se propone como más beneficioso en este sentido es el ejercicio
aeróbico. ¿Qué se entiende por ejercicio aeróbico? Es el ejercicio moderado, de mediana
intensidad y realizado durante un tiempo prolongado. Ejemplos de trabajo aeróbico son
caminar, ir en bicicleta, bailar, practicar spinning, aquagym, natación... El ejercicio
aeróbico consume oxígeno para quemar azúcar y grasas; no solo reduce nuestra grasa
corporal y nuestro tejido subcutáneo, también mejora nuestra función cardiovascular,
nuestra capacidad pulmonar, promueve que todos nuestros tejidos y sitemas aprovechen
el oxígeno (órganos digestivos, sistema inmunitario, sistema endocrino, sistema nervioso,
sistema vascular), mejorando de esta forma todas nuestras funciones. Favorece la
reabsorción de calcio óseo, baja los niveles de hormonas del estrés como la adrenalina y
fomenta la liberación de endorfinas.
A nivel cerebral se ha relacionado con la producción de BDNF.(38) (39) (41)
¿Recuerdas que en la primera parte hablamos de este factor neurotrófico? Fernando
Gómez-Pinilla, investigador de la Universidad de California en Los Ángeles y uno de los
principales portavoces de la repercusión del ejercicio y la dieta en nuestra función
cerebral,69 exponía en julio de 2010, en Barcelona,70 que el ejercicio incrementa el

190
BDNF en nuestro hipocampo; que en estudios realizados con ratas existe una correlación
directa entre ejercicio, aumento de BDNF y la capacidad de aprender; que en humanos
se ha evidenciado una facilitación sináptica, con aumento de los botones sinápticos, y
resaltó sus efectos favorables sobre la depresión, la potenciación de la LTP (potenciación
a largo plazo),71 su efecto facilitador sobre la plasticidad sináptica y su efecto
estímulante sobre la neurogénesis. (38) (39) (41)

Con la práctica del ejercicio obtenemos beneficios a todos los niveles, tanto físicos como
mentales.

Cuando hacemos ejercicio, estamos realizando movimientos de coordinación que


hacen trabajar nuestros dos hemisferios cerebrales. Estimulamos la memoria de trabajo;
estiramos nuestra musculatura y también la tonificamos; trabajamos nuestra posición
corporal correcta. Si el ejercicio va acompañado de música, imagínate añadir a estos
beneficios los que nos aporta la música, que ya hemos mostrado en el apartado anterior.
Si el ejercicio lo realizamos en un medio acuático, añade además los beneficios que nos
aporta la energía del agua y sus efectos mecánicos directos. Realizar una práctica de
aquagym, por ejemplo, supone un beneficio aportado por el efecto de la música, por la
práctica colectiva,72 por los ejercicios de coordinación, por el estímulo de memoria de
trabajo. Todo ello supone una mejora en el equilibrio de ambos hemisferios cerebrales y
a esos beneficios debemos añadir los que nos aporta el ejercicio aeróbico.
Creo que no queda ninguna duda en cuanto a lo sano que puede resultar hacer
ejercicio, ¿verdad? El ejercicio debe formar parte de nuestra rutina saludable para
mejorar la calidad de vida. Sin embargo, además de esta recomendación, sé por
experiencia profesional que precisamente cuanto más «se necesita» realizar esta
actividad, más nos cuesta llevarla a la práctica. En momentos en que percibimos
circunstancias desfavorables, ya sea por estar sometidos a tensiones personales o
profesionales, cuando nos sentimos angustiados, con un bajo estado de ánimo o incluso
deprimidos, utilizar el ejercicio como herramienta rápida es fundamental. Recuerda que
estamos describiendo una serie de herramientas que no solo han de formar parte de
nuestra pauta habitual, sino que nos sirven en un momento dado para cambiar nuestra
química cerebral de forma rápida y para recibir en consecuencia los beneficios integrales
de esa cascada química.
Como hemos visto con las herramientas anteriores, no es conveniente que te
preguntes si tienes ganas de hacerlo; en esos momentos la respuesta a esa pregunta es
más que obvia, ¡va a ser que no! ¡Debes hacerlo sin más! Por la sencilla razón de que su
consecuencia inmediata es beneficiosa y va a ayudar a tu mayor y mejor capacidad de

191
respuesta ante esas circunstancias.
Como ya hemos dicho, debemos dirigir la atención al beneficio que obtendremos al
usar cualquiera de las herramientas que estamos describiendo, en lugar de centrar la
atención en las dificultades, en justificar la desgana o el bajo estado de ánimo puntual.
Centrar la atención en el beneficio va a facilitarnos salir de forma rápida de ese estado
indeseado.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre los efectos del ejercicio y la dieta en nuestro cerebro

Según Fernando Gómez-Pinilla, si asociamos ejercicio y dieta los efectos


beneficiosos son sumatorios.

«Cuando comemos o hacemos ejercicio no vemos los efectos inmediatos, pero si


mirásemos nuestras sinapsis los veríamos. La prevención es importantísima.»
Fernando Gómez-Pinilla

¿Pero a qué tipo de dieta se está refiriendo? Gómez-Pinilla cree que el cerebro puede
deteriorarse cuando hacemos una dieta desequilibrada, con carencia de aporte de ácidos
grasos poliinsaturados omega 3 y en particular de DHA (ácido docosahexaenoico), que
tiene un papel fundamental en el desarrollo de nuestro cerebro y en la prevención de
enfermedades neurodegenerativas. No lo sintetizamos, dependemos de la dieta para su
aporte. El pescado azul, como el salmón, la sardina, la caballa o el atún, nos aportan
DHA. (40) (42)
Las membranas de nuestras células y de nuestras neuronas en concreto, que son las
que en estos momentos nos ocupan, poseen una estructura constituida por proteínas y
fofolípidos. El DHA representa aproximadamente un 30 por ciento del total de esos
fosfolípidos de membrana. Si su nivel es bajo, son reemplazados por otros componentes,
y la estabilidad y permeabilidad de la membrana queda alterada; los receptores de
membrana están modulados de forma diferente en funcion de esta composición.

El proceso de señalización celular y su cascada de moléculas son modificados por la dieta


y el ejercicio.

Por tanto, el DHA influye en la integridad de la membrana, en la excitabilidad de la


célula y en la función sináptica.

192
Según Gómez-Pinilla:

Un buen aporte de DHA, realizar ejercicio y dormir de forma saludable retrasa el estrés
oxidativo que sufrimos al envejecer, mejora nuestra capacidad sináptica, nuestra memoria
y nuestro aprendizaje.

Hay diversos estudios que apoyan la importancia del DHA tanto en la prevención
como en el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas. Recientemente, en abril
de 2010, un grupo de investigación de la Universidad de California, Irvine, coordinado
por el neurobiólogo Frank LaFerla, llegó a la conclusión de que dietas ricas en DHA
pueden prevenir la enfermedad de Alzheimer. Se realizó un estudio con ratones
genéticamente modificados comprobando que solo a los tres meses de haber establecido
una dieta rica en DHA se retrasaba la acumulación de proteína Tau (que forma los
ovillos) y se reducían las placas de beta-amiloide.
A finales de 2007 se realizó un estudio coordinado por los investigadores F. Calon y F.
Cicchetti, de la Universidad Laval, Canadá, que relacionó el DHA con la prevención de la
enfermedad de Parkinson.
Otro aspecto de importancia en relación a nuestra dieta, que señaló Gómez-Pinilla en
su conferencia en Barcelona, fue que las investigaciones recientes apoyan que los efectos
de la dieta sobre nuestras redes neuronales pueden ser transmitidos genéticamente, pues
se producen cambios epigenéticos73 que regulan el BDNF y que influyen en nuestras
funciones cognitivas. A tal efecto, citó una investigación generacional realizada en Suecia
sobre trescientas familias que relaciona la dieta de los abuelos con el riesgo de diabetes en
sus nietos.
Gómez-Pinilla apuntó además que existe una asociación entre dieta hipercalórica y
daño oxidativo, por la disminución de la flexibilidad sináptica y la mayor vulnerabilidad
de nuestras neuronas a los radicales libres.

Aunque estemos hablando de herramientas que influyen de forma rápida en nuestro


estado emocional, no está de más recordar que el cuidado de nuestra salud requiere tener
en cuenta otros factores relacionados, que son sumatorios para nuestro bienestar.

El ejercicio aeróbico asociado a una dieta equilibrada, rica en omega 3, en verduras,


frutos secos, frutas en general y en especial frutos rojos (arándanos, fresas, cerezas
y tomates), especias, cítricos, legumbres, té verde, té rojo, chocolate negro y uva
—dado que son potentes antioxidantes— además de procurar una restricción
calórica y fomentar nuestro sueño reparador, nos ayuda a envejecer de forma

193
saludable y a cuidar nuestras habilidades cognitivas.

4.5 El baile
Si hacer ejercicio es saludable, el hecho de bailar sin duda incorpora los efectos
beneficiosos ya especificados que nos aporta la música y los derivados de su
interpretación corporal.
Expresar la música a través del movimiento, escuchando nuestro cuerpo
conscientemente y sintiéndolo, nos ayuda no solo a identificar nuestras emociones y
sentimientos, sino también a resolver tensiones, armonizar nuestro equilibrio hemisférico,
mejorar nuestra elasticidad y la amplitud de los arcos articulares. Al ser un ejercicio
aeróbico, se añaden todos los beneficios que ya hemos comentado y ¡cómo no!, recuerda
que nuestro cerebro recibe la información que le aporta el cuerpo y reacciona en
consecuencia.
Hemos comentado que quizá la forma más sencilla de incidir en nuestra mente es
actuar sobre nuestro cuerpo;74 cuando bailamos y armonizamos nuestro movimiento al
compás de la música, armonizamos también nuestra respiración, nos activamos
cardiovascularmente y aportamos energía de forma integral a todo nuestro organismo.
Bailar es sin duda saludable. Tengamos más o menos habilidad para bailar, existe la
posibilidad de educarnos en su práctica. Puede ser que nuestra experiencia pasada no nos
haya facilitado su ejercicio, que pensemos que no tenemos el don de la expresión
corporal, o que nos consideremos tímidos para «exhibirnos danzando». Estas u otras
razones pueden haber justificado hasta el momento que hayas evitado el baile, pero te
propongo que valores las ventajas que supone y te facilites su práctica, ya no tanto como
rutina habitual en tu vida, sino orientada como herramienta en momentos o fases en que
necesites ayudarte emocionalmente. Recuerda que ya en el siglo xvIi Spinoza nos decía
que una emoción negativa solo la podemos cambiar por otra positiva más intensa,
influida por la razón. Tomar conciencia del beneficio nos facilita movilizarnos a la
consecución de nuestros propósitos.
Voy a plantearte una estrategia práctica que suele ayudar sobre todo si no estamos
acostumbrados a bailar, pero que también es muy útil en el caso de que disfrutemos
habitualmente con la expresión corporal de la música:
– Programa primero y dedica diariamente un tiempo,75 cuando hayas terminado tu
jornada de trabajo, al llegar a casa o antes de acostarte.
– Escoge una estancia que te resulte agradable y te permita intimidad para la práctica.
– Escoge inicialmente un estilo concreto de música que te apetezca.

194
– Los primeros días escucharás y expresarás la música con los ojos cerrados, e intentarás
seguir con tu cuerpo el ritmo de la música que has elegido. Puedes incluso plantearte
hacerlo tumbado en el suelo, sentado en una silla o de pie en la estancia.
– Observa mentalmente la expresión de tus brazos, de tus piernas, de tu tronco, de tu
cabeza. Observa la coordinación de tu cuerpo. Si crees que tienes dificultad en
hacerlo, puedes interpretar la música por sectores, primero con la cabeza, después
con las piernas y con los brazos, para acabar incorporando todo el cuerpo. Observa
cómo tus músculos se estiran, percibe la diferencia y siente el beneficio; observa
cómo tus movimientos pueden hacerse cada vez más ámplios; observa cómo fluye la
circulación por tu cuerpo; percibe la diferencia de temperatura y siente el beneficio.
– En días sucesivos, cambiarás de estilos para tener la posibilidad de percibir la diferencia
en tu forma de expresión y observarás mentalmente tu cuerpo y te permitirás sentirlo.
– Cuando te sientas cómodo, podrás realizar la sesión con los ojos abiertos.
– Posteriormente, podrás realizarla delante de un espejo y observar tu expresión.

Es probable que, tras esta práctica, te sea más fácil bailar acompañado. Con el baile,
al igual que nos ocurre con otras herramientas, como la risa o el canto, cuando las
compartimos las vivimos con más intensidad emocional. Coordinar nuestro movimiento
primero, para después entrelazarlo y coordinarlo con otra u otras personas, incrementa
nuestra vivencia emocional. ¡Te deseo una exitosa experiencia!

4.6 La respiración y las técnicas de relajación


¡Respirar! Esa función maravillosa que nos permite alimentar nuestro organismo con
el aporte de oxígeno necesario para que nuestras células operen. Respiramos ya al salir a
la vida, y la forma en que respiramos es un reflejo de nuestro estado emocional,
consecuencia innata del estímulo de nuestro sistema vegetativo, y a su vez, señalización
hacia nuestro cerebro, que condiciona una respuesta consecuente. De tal forma que
quizás una de las formas más sencillas de cambiar nuestra emoción es cambiando nuestra
forma de respirar, realizando una respiración consciente.
Según afirma Vicente Simón, catedrático de psicobiología de la Universidad de
Valencia:

«Existe una estrecha relación entre la postura, los movimientos, nuestra respiración,
nuestras emociones y nuestra mente.»

Existe una relación tan estrecha que si cambiamos uno de esos componentes,

195
cambiamos todo lo demás. Desde hace muchísimos años, las tradiciones filosóficas del
mundo oriental han sabido esto y han disfrutado de ese conocimiento y de sus
aplicaciones. Nuestro mundo occidental no lo ha aceptado hasta hace poco, tras
comprobarlo de forma científica, pero tal como Simón comenta:

«Desde hace unos años, este conocimiento ha llegado al mundo occidental y ha


encontrado un terreno abonado tanto en el mundo científico como en la población en
general. Existiendo en la actualidad una buena colaboración entre la filosofía oriental y la
ciencia occidental orientada hacia la búsqueda de la verdad.»

Las técnicas de relajación, y entre ellas la meditación, el yoga, la relajación muscular


progresiva de Edmund Jacobson, el entrenamiento autógeno de Schultz,76 ayudan tanto
a problemas físicos que normalmente van asociados a estados emocionales alterados
(hipertensión, insomnio, colon irritable, cefaleas, asma bronquial) como a estados de
ansiedad relacionados con fobias diversas, crisis de angustia, dolor fisiológico o
patológico, enfermedades psicosomáticas... Nos ayudan a afrontar determinadas
situaciones que puedan crear intranquilidad o ansiedad en nuestra vida cotidiana, como
intervenciones quirúrgicas, tratamientos de curas o duelos, e incluso favorecen nuestra
efectividad y bienestar en actividades diversas, como hablar en público o ejercer
cualquier actividad que nos requiera serenidad.

Prepararnos para realizar una relajación sobre todo cuando estamos


introduciéndonos en la técnica y la estamos entrenando, requiere tener en cuenta las
condiciones y el espacio que vamos a utilizar, un vestuario cómodo y cuidar la
posición en que vamos a situarnos.
En cuanto al espacio, es importante que reúna unas condiciones mínimas de
tranquilidad, procurando que no se nos interrumpa, ni existan estímulos impactantes
externos; la iluminación debe ser tenue y la temperatura moderada y agradable,
procurando no coger frío.
Nuestra ropa ha ser cómoda, sin que nos apriete en la cintura para evitar que
dificulte la relajación muscular y la repiración abdominal que realizaremos;
procuraremos desprendernos de anillos, reloj, gafas, zapatos y procederemos a
situarnos cómodamente ya sea tumbados77 (Fig. 3.9) en un sillón o sentados en
una silla, procurando un buen apoyo de la cabeza. Comprobando que nuestra
columna está alineada, evitaremos al máximo las curvaturas, tal como vimos
anteriormente en el punto «La posición corporal correcta».
Una vez posicionados vamos a tomar conciencia de nuestro cuerpo antes de

196
centrarnos en nuestra respiración. ¿Cómo podemos facilitarlo? Con los ojos
cerrados, repasa mentalmente tu entorno, centra tu atención en el silencio que
percibes, en la temperatura ambiente, en si detectas algún sonido exterior; pasa
posteriormente a centrar tu atención en tu cuerpo, como está situado, observa si
sientes tensión en algún punto concreto de tu estructura, repasa mentalmente tu
cuerpo, desde tus pies hasta tu cabeza, paso a paso, para percibir conscientemente
cada sector, vuelve a dirigir tu atención fuera de ti y céntrala de nuevo en ti. Puedes
repetirlo tantas veces como sea necesario hasta que sientas la diferencia entre
centrar tu atención en el medio y tomar conciencia de tu cuerpo.

A partir de este momento vamos a centrar nuestra atención en nuestra respiración,


pero antes de seguir adelante con nuestro ejercicio vamos a puntualizar cómo
respiraremos.
En los diversos métodos o procedimientos de relajación es imprescindible, para su
buena ejecución, saber dominar nuestra respiración. Si la base para cualquier tipo de
relajación es dominar la respiración, vamos a mostrar cómo podemos aprender a respirar
de forma lenta y con máxima eficacia para relajarnos y con la práctica repetida poder
automatizar una forma mucho más saludable de respirar.
Normalmente al respirar no aprovechamos nuestra capacidad pulmonar máxima. Para
hacerlo debemos entrenar nuestra respiración abdominal o diafragmática. No te resultará
difícil, dado que ha sido la forma natural en la que todos hemos respirado de bebés.
Observa la Fig. 3.10:

197
Para poder realizar con más facilidad una respiración abdominal o diafragmática, es
más conveniente situarnos en posición sentada u horizontal. Posteriormente, cuando la
dominemos, la realizaremos de pie, para después hacerlo caminando, hasta poder
generalizarla y realizarla en cualquier situación. Nuestro objetivo ha de ser este: no
estamos aislados del mundo y hemos de poder relajarnos a pesar de estar inmersos en el
bullicio y la actividad.
Realizar una respiración consciente, lenta y diafragmática en un momento de tensión
nos permite frenar nuestra división simpática y activar la parasimpática de nuestro
sistema nervioso autónomo —ahora perfectamente conocido, ¿verdad?—. En unos
segundos seremos capaces de percibir cómo nuestra tensión se relaja, nuestro ritmo
cardíaco se frena y el resto de signos y síntomas simpáticos se van invirtiendo.

Inspiraremos el aire suavemente por la nariz y lo dejaremos salir suavemente por la


boca entreabierta (sin soplar) o por la nariz sin imprimir resistencia; debe salir
tranquilamente.
En el acto de inspirar debemos observar cómo se eleva nuestro abdomen primero y
cuando esté ya elevado, podremos acabar de llenar el tórax. En la fase de
entrenamiento, ayúdate como enseña el comentario de la figura anterior situando
una mano sobre tu tórax y la otra sobre tu abdomen. Es la forma más sencilla para
adquirir el hábito.
Al espirar el aire, sacaremos primero el del tórax y posteriormente el del abdomen,
lenta y tranquilamente hasta tener la seguridad de haber agotado nuestra reserva
inspirada. Por lo tanto, en la espiración primero percibirás movimiento en la mano

198
situada sobre el tórax y después en la situada sobre el abdomen.
Una vez que te resulte fácil respirar ampliamente puedes situar ya las manos al lado
del cuerpo tal como observas en la figura; en caso de que nos sentemos en un sillón
o en una silla, las situaremos en el reposabrazos o apoyadas en nuestros muslos.

Llegados aquí hemos repasado cómo cuidar nuestro entorno antes de iniciar el
ejercicio, hemos realizado una toma de conciencia de nuestro cuerpo y hemos centrado
la atención en nuestra respiración.
A partir de este momento y en el apartado «Saber más», vamos a revisar
someramente dos de las técnicas de relajación que se aplican ampliamente, sin pretender
que esto sea suficiente para que puedas ejecutarlas de forma óptima, ¡aunque puedes
intentarlo!

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre la relajación muscular progresiva

La relajación muscular progresiva es un método desarrollado por el fisioterapeuta


Edmund Jacobson a principios de siglo XX, con la finalidad de liberar de forma
progresiva todas las tensiones musculares y conseguir una relajación de todo el
cuerpo. Descubrió que primero tensando y posteriormente relajando el cuerpo, por
grupos musculares, se percibía mejor la sensación de relajación y se conseguía una
efectividad mayor.
Pero Jacobson planteaba un método tan exhaustivo de entrenamiento y costoso en
cuanto a horas de dedicación, que resultaba difícil su aplicación práctica.
Posteriormente J. Wolpe hizo una adaptación, redujo las sesiones y el tiempo, y a
partir de él se realizaron diversas adaptaciones más, aunque no varían
sustancialmente.
La forma más efectiva de aplicar este método es mediante la relajación dirigida,
aunque puedes aplicar tú mismo el procedimiento siguiendo mentalmente los pasos
que especificaremos aquí. Puede que no consigas inicialmente un resultado
satisfactorio, pero date el tiempo suficiente y no pretendas obtener logros rápidos.
¡Aprender a relajarnos requiere en primer lugar saber apaciguar nuestra
impaciencia!

Como recomendaciones iniciales te planteo:


– Que realices una respiración uniforme y relajada sin necesidad de que mantengas la

199
atención en ella.
– Que tengas presente centrar tu observación mental en los grupos musculares que
trabajas en cada momento, que tu lengua esté relajada y situada en la base de la boca,
y que tus dientes y ojos no estén apretados.
– Cuando trabajes cada grupo muscular mantén su tensión unos 10 segundos, y su
relajación unos 10 segundos más; contando siempre solo mentalmente.
– Puedes percibir sensaciones de hormigueo, calor, sensación de flotar o por el contrario
de sentir más peso en el sector que estás trabajando. Todo ello obedece a que estás
aumentando la autoconciencia corporal. Permítete sentir y disfrutar el proceso.
– Y por último, intenta percibir cómo te sientes al inicio del ejercicio y, al finalizarlo,
compara la diferencia.
Aunque Jacobson planteó 15 grupos musculares, te oriento hacerlo en 11 grupos más
amplios, dado que realizarás una sesión autodirigida. Hazla diariamente y de forma
completa, sin dedicarle más de 10 o 15 minutos.
Es conveniente tener en cuenta las mismas condiciones de espacio, ambiente y
vestuario que hemos comentado anteriormente, pero lo ideal es en posición sentada, en
silla o sillón con apoyabrazos o sin ellos.

1. Manos y brazos
Cierra los puños y apriétalos con fuerza, a la vez que mantienes el codo en flexión
suficiente para poder presionar el antebrazo contra el apoyabrazos. En caso de no
tener apoyabrazos, presiona los antebrazos con los puños cerrados contra tus
muslos. Siente la tensión durante 10 segundos y relaja durante 10 segundos más.
Nota la diferencia, ¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tus hombros.

2. Hombros
Desplaza tus hombros hacia atrás. Notarás en tu espalda cómo se acorta la distancia
que hay entre tus escápulas. Mantente en esta posición 10 segundos y vuelve a la
posición anterior 10 segundos más. Nota la diferencia, ¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tu cuello.

3. Cuello
Ladea lateralmente tu cabeza hacia el lado izquierdo, acercando tu oreja izquierda a
tu hombro izquierdo sin desplazar el hombro. Mantente en esta posición 10

200
segundos y vuelve a la posición inicial 10 segundos más. Repite el movimiento
después hacia el lado derecho con los mismos tiempos y finalmente repítelo de
nuevo flexionando anteriormente el cuello, acercando tu barbilla al pecho. Nota la
diferencia, ¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tu boca y lengua.

4. Boca y lengua
Abre tanto como puedas la boca sacando la lengua al máximo, mantén esta posición
10 segundos y posteriormente deja la lengua relajada en la base de tu boca, situada
suavemente sin que toque en el paladar (10 segundos). Nota la diferencia, ¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tus ojos y resto de la cara.

5. Ojos y resto de la cara


Abre tanto como puedas los ojos arrugando la frente (10 segundos) y vuelve a la
posición inicial (10 segundos ). Cierra posteriormente con fuerza los ojos a la vez
que aprietas tus mejillas y arrugas tu nariz (10 segundos) y vuelve a la posición
inicial. Nota la diferencia, ¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tu tronco y espalda.

6. Tronco y espalda
Realiza una aproximación lateral de tus brazos hacia tu tronco, pégalos a él con
fuerza (contrarresistencia). Notarás cómo se tensiona toda la musculatura de pecho
y espalda. Mantente 10 segundos y relaja 10 segundos más. Nota la diferencia,
¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tu abdomen.

7. Abdomen
Contrae tu abdomen a la vez que aguantas la respiración 10 segundos y relájalo 10
segundos más. Nota la diferencia, ¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tus glúteos.

8. Glúteos
Aprieta tus glúteos contra el asiento como si no pudieras despegarte de él (10
segundos). Relájalos 10 segundos más. Nota la diferencia, ¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tus muslos.

201
9. Muslos
Aprieta tus muslos contra el asiento acercando ligeramente la distancia entre ambos
muslos (10 segundos). Relaja 10 segundos más. Nota la diferencia, ¡siéntela!
Sigue después hacia la observación mental de tus piernas.

10. Piernas
Flexiona los tobillos, levantando las puntas de los pies como si quisieras tocar con
ellas la pierna sin despegar el talón del suelo durante 10 segundos y vuelve a la
posición inicial. Intenta ahora con los pies planos en el suelo despegarlos de él, sin
llegar a hacerlo. Mantente 10 segundos y relaja 10 segundos más. Nota la
diferencia, ¡siéntela!
Sigue por último hacia la observación mental de tus pies.

11. Pies
Sin despegar las plantas de los pies del suelo, dobla los dedos de los pies hacia
arriba 10 segundos y relaja 10 segundos más. Dóblalos ahora hacia abajo poniendo
el pie en garra 10 segundos y relaja 10 segundos más.
Nota la diferencia, ¡siéntela!

Observa mentalmente cómo se siente todo tu cuerpo, siéntelo, observa tu respiración


tranquila y tras unos segundos, podrás abrir tus ojos dando por terminada tu relajación.

Saber más Sobre el entrenamiento autógeno de Schultz

Esta técnica fue desarrollada por el neurólogo alemán Johannes Heinrich Schultz a
principios del pasado siglo, con el propósito de ser aplicada con independencia del
origen cultural o ideología. Antes de desarrollarla, Schultz trabajó en el campo de la
hipnosis en Berlín. Schultz creía que las personas somos capaces de llegar a un
grado profundo de relajación solo con el poder de nuestra imaginación,
permitiéndonos obtener resultados similares a los que se conseguían con las
prácticas hipnóticas antiguas.
Hoy en día es un método muy reconocido en el tratamiento del estrés, de trastornos
psicosomáticos (grado inferior de entrenamiento) y para mejorar el rendimiento
físico y mental o la autoconfianza (grado superior de entrenamiento). Como
veremos ahora, este método incluye un trabajo de visualización que ampliaremos
en el siguiente punto de este apartado.

202
Se trata de centrar la mente en fórmulas cortas y repetitivas e imaginar y vivenciar
su efecto en nuestro cuerpo y mente, con el objetivo final de conseguir una
transformación tanto psíquica como física. Durante la práctica, se ha de intentar
que nuestra mente esté completamente centrada en la frase propuesta, sin
imponernos presión para conseguir un resultado excelente ya de entrada; debemos
darnos tiempo para ir progresando.
Al salir de la sesión, se realizan de forma exacta y precisa tres pasos concretos:
estirar y flexionar brazos y piernas, hacer una respiración profunda y abrir los ojos.
Esta salida se denomina «retirada». Al terminar, es conveniente que nos
mantengamos unos minutos en posición antes de regresar a nuestra actividad
habitual.

El grado inferior del entrenamiento autógeno sirve sobre todo para la relajación. Se
realizan seis ejercicios concretos, donde se trabaja: pesadez, calor en brazos y piernas,
descenso del ritmo cardíaco y respiratorio, calor en el plexo solar y frescor en la frente.
1. El ejercicio de pesadez genera la sensación de pesadez de brazos y piernas, debido a la
relajación muscular. Se trata de repetir mentalmente varias veces la frase: «Siento el
brazo izquierdo muy pesado». Posteriormente la frase: «Estoy muy tranquilo», y
repetir la operación para el otro brazo y cada una de las piernas.
2. El ejercicio de calor genera la sensación de calor en brazos y piernas mejorando la
circulación en las extremidades. Repetir mentalmente varias veces la frase: «Siento mi
brazo izquierdo muy caliente.» Posteriormente decir: «Estoy muy tranquilo», y
repetir las órdenes para el resto de extremidades.
3. El ejercicio sobre corazón genera el descenso de la frecuencia cardíaca. Repetir
mentalmente varias veces la frase: «Mi corazón late de forma rítmica y pausada.»
Posteriormente decir: «Estoy muy tranquilo.»
4. El ejercicio de respiración da como resultado la lentificación de la frecuencia
respiratoria. Repetir mentalmente varias veces la frase: «Mi respiración es rítmica y
tranquila.» Posteriormente decir: «Estoy respirando pausadamente» y «Estoy muy
tranquilo».
5. El ejercicio del plexo solar produce una sensación de calor abdominal. Repetir varias
veces la frase: «Mi plexo solar genera una corriente de calor hacia mi abdomen.»
Posteriormente decir: «Estoy muy tranquilo.»
6. El ejercicio de cabeza genera la sensación de frescura en nuestra frente. Repetir varias
veces la frase: «Mi mente está clara y mi frente agradablemente fresca.»
Posteriormente decir: «Estoy muy tranquilo.»

203
Acabar haciendo los tres pasos de la retirada y mantenerse en la posición unos
minutos antes de volver a la actividad.

El grado superior del entrenamiento autógeno aporta un mejor conocimiento de uno


mismo y permite trabajar determinadas competencias o valores. Es conveniente dominar
de entrada el grado inferior para poder realizarlo con efectividad.
Se realizan determinados ejercicios, que describo someramente a continuación:
1. Ejercicio de color: centrar la observación en la frente imaginando un color
determinado.
2. Ejercicio de visualización de objetos: centrar la observación mental detallada en un
rostro, en una flor, en un cuadro, etc.
3. Ejercicio de inmersión en un espacio: imaginar que realizamos una inmersión marina,
un descenso por una pista de esquí, a una gruta, o que penetramos en el interior de un
cristal de cuarzo rosa, de una esmeralda, etc.
4. Ejercicio de visualización de propósitos personales concretos.
5. Ejercicio sobre conceptos abstractos: dar forma a conceptos abstractos como
«valentía», «amor», «confianza», etc.
6. Ejercicio de autoconocimiento: preguntarse «quién soy», «qué quiero», utilizando
afirmaciones de valor para reafirmarlas como «me acepto», «confío en mi fuerza
interior» o «soy capaz».

Como puedes observar, hemos realizado solo una introducción a este método. Para
poder ejercitarlo de forma efectiva, necesitarías unas semanas de entrenamiento dirigido
por un profesional experto.

Pasaremos en el siguiente punto a hablar extensamente de visualización.

4.7 La visualización
Recuerda que en la segunda parte, cuando hablamos de cómo fomentar nuestra
creatividad a través de los «viajes de la imaginación», decíamos que la visualización es
una técnica sumamente efectiva para fomentar nuestra creatividad y que ampliaríamos
las diferentes modalidades que llevamos a la práctica en el Método Thabit. Bien, ¡ha
llegado el momento!
Diferenciaremos la visualización del recuerdo de la visualización creativa, y dentro de
esta veremos la visualización de proyección, la visualización creativa imaginaria, la
visualización energética, planteando un procedimiento para su práctica. Veremos también

204
cómo utilizar la visualización para fomentar capacidades concretas, a través de
«anclar» 78 emocionalmente el valor que queremos potenciar a través de la visualización
de anclaje. En la Fig. 3.11 puedes ver esta estructuración. Puedes observar también que
se hace referencia a un procedimiento de cambio a partir de la visualización del recuerdo;
este procedimiento no lo trabajaremos hasta llegar a la quinta parte, donde «pasemos a
ser prácticos» y lo aplicaremos para desaprender y reaprender comportamientos más
adaptativos.

Antes de pasar a describir cada una de las modalidades, vamos a definir algunos
conceptos necesarios para su mejor comprensión.

Concepto de estado de asociación o de disociación

Se entiende por estar asociado a una experiencia el ser «protagonista», actor de esa
escena, estar totalmente implicado en la acción y la emoción.
Encontrarse en un estado disociado se entiende como ser «espectadores» de esa
escena, de esa experiencia, verla desde fuera, escucharla sin participar en la acción y por
lo tanto emocionalmente distanciados, aunque sea una situación relacionada con nuestra
persona.

205
¿Cómo facilitar la asociación y la disociación?
Cuando quiera asociarme a una experiencia, puedo verla en color, en proximidad de
enfoque, en un entorno conocido, con personajes próximos a mi cotidianidad y con un
discurso claro y alto en volumen.
Cuando quiera disociarme de una experiencia, puedo visualizarla en blanco y negro,
en la distancia de enfoque, en un entorno desconocido, con la participación de personajes
desconocido también que mantienen una conversación en tono bajo.

Preparación previa ante cualquier visualización

Debo recordar que me ayudará contar con el espacio y la temperatura adecuados, el


silencio y la no interferencia, mantener una posición cómoda y una respiración regular y
tranquila. Recordar poner la lengua en la base de la boca y mantener un estado relajado
para iniciar la visualización.

La salida de cualquier visualización

Cuando acabes tu visualización, realiza unas respiraciones profundas y pausadas,


moviliza progresivamente tus pies, piernas, manos, brazos, cuello y cara; pasados un par
de minutos, abre los ojos manteniéndote en la misma posición antes de incorporarte.

La visualización del recuerdo


Cuando hablamos de visualizar el recuerdo, nos referimos simplemente a recordar
vivencias, escenas, momentos de nuestro pasado remoto o reciente. No estamos
hablando de nada ajeno a nosotros, sino de todo lo contrario. Hablamos de evocar
nuestra memoria.
Revivir mentalmente un episodio concreto tiene similares consecuencias
neurobiológicas a las que obtuvimos en esa vivencia pasada. ¿Por qué digo similares y no
idénticas? Digo similares porque ya sabemos que nuestros recuerdos no son exactos a la
realidad vivida anteriormente. A esa realidad le hemos implementado modificaciones
condicionadas por nuestra experiencia desde aquel momento hasta el momento en que
extraigo ese recuerdo de mi memoria. Por eso decíamos que podemos recordar sucesos
de forma diferente a como los recuerda otra persona que estaba presente y vivió esa
misma experiencia.
Lo que sin duda suele mantenerse en el tiempo es el componente general de
negatividad o positividad,79 aunque haya podido minimizarse o por el contrario

206
incrementarse.
Teniendo eso en cuenta, y dado que estamos en el apartado de herramientas rápidas y
en concreto en «la visualización» como herramienta, está claro que no desperdiciaremos
nuestro tiempo ni dañaremos nuestra salud invirtiendo nuestro presente en visualizar
recuerdos de carácter negativo; visualizaremos situaciones que nos son placenteras de
recordar.
Por otro lado, recordemos que existe la llamada «memoria de relación» que
implementa esa situación con los recuerdos de todo lo que tuvo relación en ese momento
preciso y fue captado a través de nuestros sentidos, tanto de forma consciente como
inconsciente.
Vamos a aprovechar esa riqueza y a recordar, sobre todo cuando nos encontremos en
un momento en que nuestra brújula (el sentimiento) nos indique que estamos centrando
nuestra atención en «la bola roja», que podemos decidir dirigir nuestra atención a la
visualización de un recuerdo que sea gratificante, que nos genere en el momento presente
una química saludable.

¿Cómo vamos a visualizar ese recuerdo para sacar el máximo


partido de él?
Repasaremos mentalmente cada sentido de percepción, visual, auditivo, táctil,
gustativo, olfativo, y acabaremos por observar nuestro sentido perceptivo más
completo, nuestro sentimiento. ¡Sí, he dicho sentimiento! Podemos afirmar que es
nuestro sentido de percepción más completo porque cuando sentimos estamos
integrando la mayoría o todos nuestros sentidos en esa percepción de sentir.
Esta visualización hemos de hacerla minuciosamente: reconstruiremos las escenas
que ocurrieron y observaremos inicialmente, con nuestros ojos mentales, cada
detalle percibido visualmente en esa experiencia; pasaremos a percibir
auditivamente todo lo que recordamos haber oído, olido, tocado o degustado; y
disfrutaremos observando nuestro estado de bienestar. Nos permitiremos sentir el
beneficio de ese recuerdo en el momento presente.

Observa que en el acto de realizar una visualización positiva conseguimos tres


beneficios:
1. Reafirmamos los circuitos que la sustentan.
2. Nos beneficiamos con esa química favorable en el momento presente.
3. Programamos y hacemos hábil nuestra mente en ese sentido.

207
Visualización creativa
Dentro de este concepto vemos que en la figura anterior se diferencian cuatro formas
de visualizar creativamente. Tal como el concepto indica, tienen en común «la creación»,
la imaginación en diferentes formas y con el objetivo común de transformar nuestro
estado presente y futuro.

Visualización creativa de proyección


¿Qué entendemos por visualización creativa de proyección? Es la creación de una
situación «deseada» que queremos que suceda tal y como la proyectaremos en nuestra
mente y relacionada con hechos o habilidades. Puede tratarse de un ejercicio físico, una
jugada, un salto mortal, una reunión de trabajo, una conversación importante con nuestro
hijo, con nuestra pareja…
Crearemos una «película» en la que seremos director, guionista, productor y actor.
Fíjate que en este caso no vamos a ser espectador, sino actor. Nos asociaremos a la
escena, dado que vamos a proyectar una situación deseada y, por tanto, estaremos
implicados emocionalmente.
Como en el caso anterior, debemos crear una película minuciosamente trabajada. En
caso de que planteemos una situación personal en la que estén implicados otros
personajes, tendremos que contar con su forma de reaccionar habitual, con las
posibilidades que puedan plantearse y ante cada una de ellas crear una respuesta que
parta de nosotros, en función de lo que pretendamos que ocurra. Nuestra influencia hacia
ellos va a cambiar, con toda probabilidad, su reacción hacia nosotros. Tendremos
siempre presente el resultado esperado y trataremos de crear alternativas de probabilidad
para llegar a nuestro objetivo.
Debemos centrar nuestra observación en crear sintonía como canal de comunicación
y no apartarnos de esa vía por más contratiempos que puedan aparecer.
Es posible que ante los primeros intentos no consigamos un argumento del todo
satisfactorio. ¡No debes intranquilizarte! Recuerda que somos los guionistas y podemos
cortar el fragmento de cinta de nuestra historia mental y rehacerlo hasta que nuestra
brújula sentimental nos oriente favorablemente.
Nuestra película ha de ser en su totalidad satisfactoria. Una vez conseguido esto,
nuestro producto mental está a nuestra disposición para repetir su pase a diario o más de
una vez al día hasta que podamos exponernos a su «vivencia real».
Recuerda de nuevo que estamos incidiendo en tres beneficios cada vez que
visualizamos:

208
1. Reafirmamos los circuitos que la sustentan.
2. Nos beneficiamos con esa química favorable en el momento presente.
3. Programamos y hacemos hábil nuestra mente en ese sentido.

Te invito a que practiques. Haz inicialmente la práctica con situaciones que no


planteen una complejidad importante, situaciones que te permitan progresos paulatinos
hasta convertirte gradualmente en una persona experta. ¡Te sorprenderás de los
resultados que puedes llegar a conseguir!

Visualización creativa imaginaria


¿Qué entendemos por visualización creativa imaginaria? Es la creación de una
situación «deseada» que imaginamos proyectada en nuestra mente y relacionada con
ilusiones que puedan ser o no realizables en la práctica. El objetivo principal de esta
visualización es alimentar neurobiológicamente el momento en que visualizamos y
fomentar nuestra creatividad. Recuerda que, gracias a los conocimientos que se van
adquiriendo en neurociencia, se ha comprobado que:

«El hombre cree que ha de “ver para creer” y en cambio su cerebro “crea para poder
ver”.»

Álvaro Pascual-Leone

Podemos imaginar con detalle sin olvidar repasar, como hemos expuesto, todos
nuestros sentidos y de forma asociada; hacer una inmersión marina, vivir esa
experiencia mental aunque no sepamos nadar; escalar una cima nevada del
Nepal aunque nuestra intención no sea llevarlo a la práctica; disfrutar de un
amanecer en la costa mediterránea de Girona en primavera, aunque estemos
pasando un crudo invierno en Berlín; o realizar un viaje estelar sin tecnología y
alcanzar al vuelo la estrella más brillante concebida, hasta fundirnos con ella y
sentirnos formar parte de su energía. Puedo proponerte también que investigues
las sensaciones que puedes experimentar al introducirte en un bloque tallado de
cuarzo rosa, que te deslices por sus perfectas aristas, que visualices los colores
que genera a través de ti cuando penetra en él la luz del sol. Que sientas su
temperatura y su contacto, que te dejes impregnar por su fuerza y la conserves
tras esa experiencia. O puedo sugerirte un viaje a tu interior, penetrar a través
de tus ojos siguiendo tu nervio óptico para introducirte en tu cerebro y
contemplar ese maravilloso universo cerebral que estamos descubriendo. Viajar

209
iónicamente por tus circuitos, y por qué no, cuánticamente, con el don de la
ubicuidad de nuestras partículas subatómicas a través de tus espacios…

Te dejo a ti, creador de tus sueños, la posibilidad de descubrir lo que anheles ahora y
aquí.
Comprueba posteriormente cómo te sientes y obsérvate durante las horas posteriores
a tu visualización imaginaria. ¡Siente la diferencia!

Visualización creativa energética


¿Qué entendemos por visualización creativa energética? Es la creación de un estado
mental y corporal «deseado» que imaginamos, dirigimos y direccionamos
conscientemente hacia mente y cuerpo con dos objetivos concretos: alimentar
neurobiológicamente el momento en el que visualizamos y fomentar nuestra salud.
En la primera parte, cuando hablamos dentro de los sistemas planetarios de nuestro
sistema motor somático y concretamente en el apartado «Saber más», describimos uno
de los ensayos donde se evidencia el efecto físico sobre el cuerpo como consecuencia del
trabajo de visualización. Recuerda que se ha podido comprobar a través de neuroimagen
(PET, RMF) la activación funcional de casi las mismas áreas cerebrales tanto en la
visualización como en la acción de un acto concreto.
Basándonos en este efecto corporal que somos capaces de producir con solo
imaginarlo, te propongo un procedimiento para dirigir la «energía universal» que todos
tenemos a disposición, hacia zonas concretas de nuestro organismo para alimentarlas,
equilibrarlas y sanearlas. Pero antes de ver el procedimiento que aplicaremos para
realizar la visualización energética tenemos que saber más sobre nuestros centros
energéticos.

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre nuestros centros energéticos
Según el hinduismo y algunas culturas asiáticas, existen en nuestro cuerpo siete
centros de energía principales que se denominan «chakrás». Están alineados a lo largo
del raquis hasta llegar al vértex de nuestro cráneo (en la fontanela craneal), donde se sitúa
el séptimo, el cual se considera el chakrá universal. Tienen como función la recepción,
acumulación, transformación y distribución de energía, o «prana» dentro de nuestro
organismo (Fig. 3.12 A).
En el procedimiento que te propongo solo vamos a trabajar con dos entradas

210
energéticas. La primera a través del chakrá universal y la segunda a través del V chakrá,
que se sitúa bajo la apófisis espinosa de la 7.ª vértebra cervical (Fig. 3.12 B).
En nuestra cultura occidental, se han relacionado los diferentes chakrás con algunas
glándulas endocrinas, tal y como se especifica en la siguiente Fig. 3.12 C.

Procedimiento de la visualización energética

211
Nos prepararemos antes de iniciar la visualización tal como hemos especificado,
y con los ojos cerrados imaginaremos que a través de nuestra fontanela craneal
penetra de forma constante y continua un haz de luz violeta/blanco, con una
transparencia intensamente brillante y compuesto por infinidad de partículas
móviles y resplandecientes.80
Ese haz es capaz de penetrar a través de nuestro chakrá universal, dado que
cuando respiramos tranquila y profundamente se cree que nuestros chakrás se
abren y son capaces de recibir, acumular, transformar y distribuir la energía.
Dejaremos que penetre esa luz y se difunda por todo nuestro cerebro,
empapándose todo el tejido como si de una esponja se tratara. Irás observando
cómo avanza a través de cada lóbulo cerebral y cómo tu cerebro va iluminándose
progresivamente; siente cómo percibes la sensación de bienestar y claridad
mental. Disfrútala unos segundos y sigue avanzando, haciendo descender el haz
de energía hacia tu cara y por la parte posterior de tu cuello.
Al llegar a nivel de la apófisis espinosa de tu séptima vértebra cervical, observa
cómo a ese haz que fluye por tu cuello se agrega un haz azul de similares
características, brillante, lleno de partículas resplandecientes, y observa cómo se
funden para seguir su camino hacia tus hombros, brazos, manos, dedos, tórax
anterior y posterior, rodeando toda tu caja torácica de luz como si de una
campana se tratara. Visualiza tus hombros, tus brazos, manos, dedos y tórax,
brillantes y llenos de energía. Disfruta esa sensación unos segundos y deja
penetrar ahora la energía que rodea tu caja torácica a través de la pared, hasta
inundar tus órganos torácicos por completo.
Visualiza cómo avanza e ilumina tu columna dorsal, tus costillas, tu tejido
pulmonar y tus bronquios, tu corazón, sus vasos y el timo situado sobre él. Toda
tu caja torácica está llena de energía brillante; resplandece y sientes la salud
fluir por sus tejidos. Disfruta esa sensación unos segundos y deposita suavemente
la energía sobre tu diafragma; déjala penetrar ahora, a través de él hacia tu
abdomen y observa cómo todas sus vísceras van absorbiendo progresivamente esa
luz, como si de esponjas se tratara. Tu hígado (situado bajo tus costillas, a tu
derecha) está brillante, lleno de luz resplandeciente; tu estómago deja filtrar la
luz a través de su pared y, a modo de espiral, esta va recorriendo toda su
superficie interna depositándose suavemente e impregnando toda su mucosa. Tu
páncreas y tu bazo situados más a la izquierda absorben la energía hasta quedar
totalmente impregnados, brillantes, llenos de energía. Tu intestino delgado filtra
la energía a través de su pared y a modo de espiral va recorriendo toda su
extensión, de arriba abajo y de abajo arriba, impregnando toda su mucosa;

212
preservando su estanqueidad y protegiéndote, para que pasen a través de ella
solo esas moléculas que son reconocidas por tu organismo como saludables. Tu
intestino grueso capta la luz y deja a modo de espiral que avance por toda su
extensión, sube por el colon ascendente, sigue por el transverso y desciende por
el colon descendente hasta llegar a la ampolla rectal. Tus riñones y sus vías
absorben la energía, así como la vejiga y tus órganos genitales.
Todo tu abdomen está resplandeciente, lleno de energía, brillante, y sientes su
beneficio y el aporte de salud. Disfruta esa sensación unos segundos y sigue
avanzando.
Deja avanzar la energía que fluye de forma constante hacia tus extremidades
inferiores, tus glúteos, muslos, piernas, pies y dedos. Observa cómo brillan tus
extremidades inferiores, siente el cosquilleo que generan en tus tejidos las
diminutas partículas resplandecientes que en ellos van penetrando. Disfruta esa
sensación; siente el bienestar y cómo agradecen tus tejidos esa fuerza cálida y
penetrante.
Todo tu cuerpo está lleno de energía, brillante, resplandeciente. Tus pies, tus
piernas, tus muslos, tus glúteos, tu pelvis, tu abdomen, tu caja torácica, tus
hombros, tus brazos, tus manos, tus dedos, tu cuello y tu cabeza. Obsérvate unos
segundos y ¡disfruta la sensación!
Te has percatado de que existe un resplandor especial a nivel de tu esternón. Se
ha depositado detrás de él (en el timo) y en su interior, alimentando su médula,
una concentración especial de energía. Vamos a centrarnos momentáneamente
aquí… vamos a observar cómo fluye avanzando en forma de espiral, recorriendo
su longitud, de arriba abajo y de abajo arriba. Alimenta tu sistema inmunitario y
lo armoniza y equilibra, para que pueda fortalecer tu estado de salud.
Observa todo tu cuerpo. Observa tu estado mental, tu clarividencia, tu
tranquilidad y bienestar. Disfruta este momento durante unos segundos.
¡Siéntelo!
Pasado este tiempo, centra tu atención en tu respiración y profundízala
progresiva y pausadamente. Observa cómo entra el aire en tu interior y cómo sale
hacia tu entorno de forma repetida. Realiza varias respiraciones y tras ellas
empieza a movilizar suavemente tus pies y manos, tus brazos y piernas; ladea
lateralmente tu cabeza acercando tu oreja izquierda a tu hombro izquierdo y
posteriormente tu oreja derecha a tu hombro derecho, sin desplazar tus hombros.
Luego moviliza tus hombros, haciendo unos discretos movimientos rotatorios
hacia delante y después hacia atrás. Siente cómo tu cuerpo se va activando de
nuevo y cuando consideres que estás dispuesto, puedes abrir los ojos y

213
mantenerte unos instantes en la misma posición antes de incorporarte e iniciar tu
actividad.

Te propongo que practiques la visualización energética a diario, sobre todo en


períodos en los que te sientas débil y quieras fortalecer tu vitalidad. Sigue con la práctica
y te transformarás en un experto. Tu organismo agradecerá este apoyo que nos ofrece
tan generosamente la naturaleza.

Visualización creativa de anclaje


¿Qué entendemos por visualización creativa de anclaje? Es la creación de un valor o
cualidad «deseados», que pretendemos tener a disposición en un momento futuro en que
lo necesitemos, tal y como proyectamos en nuestra mente al realizar la visualización.
Aprovechando nuestra «memoria de relación» y con la ayuda de nuestro sistema
sensorial y nuestro efecto neurobiológico, pretendemos grabar una red de circuitos
emocionalmente impactados con una sola exposición, mantenerlos en nuestra memoria y
evocar la habilidad o valor que sustentan en el momento deseado.
Como ya hemos comentado al principio de este apartado de visualización, en la nota a
pie de página, se considera que un «ancla» es un estímulo que se percibe sensorialmente
a través de cualquiera de nuestros sentidos y que se asocia a una respuesta específica.
Podemos crear esa relación estructural de forma espontánea o de forma deliberada,
pero en este caso vamos a hacerlo de forma voluntaria y expresa.
La respuesta específica asociada va a ser definida previamente. Nuestra intención
puede pretender mejorar nuestra «valentía», nuestra «serenidad», nuestra «elocuencia»,
etc.
Para conseguirlo, haremos una inmersión en una vivencia concreta y planificada,
durante la cual vamos a transportarnos a un «estado emocionalmente impactante y
positivo» que asociaremos a ese valor deseado. Repasaremos minuciosamente las
percepciones que «mentalmente» 81 percibimos en cada uno de nuestros sistemas
sensoriales.

Procedimiento de la visualización de anclaje


Comenzarás por prepararte de la misma forma que en las visualizaciones previas, con
la diferencia de que tendrás que crear previamente un escenario mental donde quieras
transportarte para grabar tu «ancla». Esa playa pequeña y recogida que te encantó
descubrir; ese bosque que te cautiva por su frondosidad y naturaleza diversa; ese
acantilado frente a una cascada de agua cristalina que, al alcanzar el suelo, impacta en ti

214
transmitiéndote su vibración…

Vamos a exponer el procedimiento para conseguir ese estado de tranquilidad


deseada y respiración serena y rítmica, recorriendo visualmente (con nuestros
ojos mentales) el espacio del escenario elegido. Observaremos mentalmente la
vegetación y sus características, los colores, cómo incide la luz, las sombras, las
hojas, las flores, la tierra, las rocas, la arena y sus características; si hay aves u
otros animales, o si hay personas, las observaremos minuciosamente; el cielo, las
nubes, sus colores y formas. Te observarás a ti mismo, tu vestimenta, tu pelo…
Tras ese repaso visual, centraremos nuestra atención auditiva en todos y cada
uno de los sonidos que percibamos. A continuación, pondremos nuestra atención
en la percepción olfativa que nos ofrece nuestra visualización y tras ella
pasaremos a centrar la observación en la percepción táctil: cómo percibimos la
ropa que llevamos puesta, cómo roza la brisa nuestro rostro, cómo notamos el
contacto del suelo en nuestros pies descalzos… Y por último vamos a integrar en
estas percepciones nuestro sentir.
Nuestro sentir ha de ser percibido con intensidad máxima y al llegar a ese clímax
emocional, deberemos asociar al tiempo un «gesto franco» (como cerrar el puño,
presionar la yema del dedo índice contra la yema del pulgar, encajar las manos,
apretar el ala de la nariz…) con la verbalización mental contundente del valor
que quieres potenciar o adquirir.
Notarás en ese preciso momento que tu emoción se concentra en una zona
determinada de tu cuerpo, ya sea en tu epigastrio (boca del estómago), ya sea
percibiendo una sensación de calor agradable en tu cuello, o una expansión
torácica que te dispone favorablemente a la acción… ¡Obsérvala y siéntela!

Qué recordar:

Asociar a la vez:

1. El momento del clímax emocional.


2. «Gesto franco» (tacto).
3. Verbalización mental contundente del valor.

Observa dónde sientes centrada tu emoción en el cuerpo.

¿Qué conseguimos en una visualización de anclaje?

215
1. Una experiencia emocional altamente gratificante.
2. Una potenciación o adquisición de valor.
3. Ejercitar nuestros sistemas perceptivos, nuestros sentidos.
4. Potenciar nuestra creatividad.
5. Potenciar nuestra memoria asociativa o de relación.

No hemos terminado aún, ya que nos falta saber cómo recurrir a esa ancla en el
momento que decidamos hacerlo.

Procedimiento para utilizar el ancla


Vamos a suponer que has grabado un ancla de «elocuencia», que la has asociado a un
acto físico táctil, como «tocarte el ala de la nariz», y que te hallas en una situación real
ante la que te sientes comprometido sin saber qué responder a lo que te están planteando.
¡Como normalmente te sucedía antes de haber grabado el ancla!

En ese mismo instante únicamente debes recordar tocarte el ala de tu nariz y al


hacerlo tienes que comprobar de inmediato dos resultados:
1. Tu emoción es evocada, la reconoces y se centra exactamente en el mismo lugar
donde la identificaste en el momento en que grabaste el ancla.
2. Tu disposición a ser elocuente se manifiesta.

Los circuitos asociados a ese acto táctil se estimulan dado que han sido estructurados
junto con él y hemos intensificado su estructuración con una sola exposición, al asociarse
a un impacto emocional suficiente sin necesidad de «aprender» con la repetición. Lo
«hemos grabado a fuego», ¿recuerdas? Nuestro cerebro emocional ha contribuido a ese
aprendizaje rápido y efectivo para poner a nuestra disposición un valor deseado en el
momento oportuno.
Vamos a dejar la visualización y nos adentraremos ahora en la última de las
herramientas rápidas escogidas, la salivación.

4.8 La salivación
¿Recuerdas que nuestro sistema vegetativo tiene dos divisiones, la simpática y la
parasimpática? ¿Recuerdas que ambas divisiones producen efectos contrarios? ¿Que
cuando una se activa la otra se deprime y que ese balanceo puede producirse tanto en
procesos de actuación real como imaginaria? No es necesario que nos movamos, solo
con que imaginemos podemos activar tanto una como otra división del sistema autónomo

216
o vegetativo.
Seguro que también recuerdas que cuando nos activamos o nos estresamos, la
división simpática es la responsable de acelerar nuestra frecuencia cardíaca, de que
respiremos superficial y rápidamente, de que se nos seque la boca. (Puedes repasar el
resto de efectos simpáticos y parasimpáticos en la Fig. 1.16.)
También es importante que recordemos que nuestro cerebro «lee» nuestro cuerpo y
que si detecta que nuestra boca está seca, interpreta que estamos en un estado de alerta,
actuando en consecuencia automática y rápidamente, incrementando aún más el efecto
simpático; de igual forma, detecta si nuestra boca está húmeda e interpreta que estamos
en un estado relajado, facilitando el estímulo de la división parasimpática.
Repasados estos temas, está claro que si conseguimos que nuestra boca produzca
saliva, nuestro cerebro lo detectará y responderá en consecuencia, relajándonos al bajar
la activación simpática.
Ahora bien, ¿cómo vamos a «engañar», por decirlo en cierta forma, a nuestro cerebro
salivando si el acto de salivar es automático, involuntario y consecuencia de la activación
parasimpática? Y además, ¡cuanto más lo necesitamos es precisamente cuando más seca
tenemos la boca! Cuando estamos nerviosos, la orden del sistema autónomo es
totalmente contraria...
Vamos a lograr, mediante estrategias concretas, conscientes y voluntarias, fomentar la
salivación y activar indirectamente nuestro sistema parasimpático. De esa forma,
conseguiremos relajarnos en unos minutos y, cuanto más entrenados estemos y más
automatizado tengamos el sistema aprendido, más efectividad y prontitud de efecto
alcanzaremos. Por lo tanto, no estamos «engañando» a nuestro sistema, estamos
accediendo a una vía voluntaria alternativa de estímulo que producirá el efecto deseado.
Vamos a empezar planteando un ejercicio que debes leer en su totalidad y
atentamente antes de realizarlo:
– Te dirigirás a tu despensa o a tu nevera, para coger un limón.
– Escogerás un limón con cáscara fina y turgente, así nos aseguramos de que sea
jugoso.
– En primer lugar vas a tocarlo y percibir su frescor, su color intenso.
– Seguidamente procederás a acercarlo a tu nariz para percibir el aroma que
desprende incluso antes de cortarlo.
– Vas a coger después un cuchillo y vas a partir el limón por la mitad.
– Lo acercarás de nuevo a tu nariz para comprobar cómo se intensifica su olor y cómo
percibes, aún más, su aroma.

217
– Después podrás acercártelo a los labios y morder su pulpa jugosa.

Bien, ¿qué tal tu experiencia hasta aquí? ¿Ya has conseguido salivar, o tenemos que ir
a la despensa a por el limón?
Seguramente has salivado.
Hemos realizado un ejercicio de visualización para crear un efecto que ya tenemos
registrado como consecuente en nuestra experiencia. No es necesario ir a la despensa,
¿verdad?
Vamos ahora a ver un segundo sistema, muy simple, para que puedan incluso
practicar los niños de corta edad y nosotros cuando estemos en una conversación tensa,
o tengamos que hablar en público.
Puedes realizarlo a medida que lo vayamos planteando:

– En posición sentada coloca tus piernas discretamente separadas, solo es


necesario que no se toquen los pies.
– Inicia un movimiento continuo de los dedos de los pies, sin forzarlos, sin mover
la totalidad del pie y observa qué sucede a los pocos minutos en tu boca.

Percibirás que tu boca va humedeciéndose progresivamente.


Este mecanismo permite percibir en nuestro cerebro una sensación mecánica
agradable semejante a la que percibimos cuando nos hacen cosquillas en los pies; por
tanto aprovechamos estímulos sensoriales para facilitar una respuesta parasimpática.

Veamos el tercer sistema y el que considero más efectivo:


Habrás observado en apartados anteriores que siempre que preparamos nuestra
relajación o preparamos la visualización te he indicado mantener la lengua en la base de
la boca. ¿Te has percatado de ello? Sigue mis observaciones en la Fig. 3.13. Cuando
estamos tensos, aunque sea un poco, tendemos a colocar la lengua pegada a nuestro
paladar, a modo de una doble bóveda, apretamos los dientes y bloqueamos la articulación
témporo-mandibular (obsérvala en la figura).
¡Vamos a comprobarlo!
– Cierra los ojos y concéntrate solo unos instantes en algo que te inquiete o preocupe.
– Observa dónde se ha situado tu lengua, comprueba que tus mandíbulas están
apretadas y que tus articulaciones témporo-mandibulares están bloqueadas.
– Ahora procede a dejar caer suavemente tu lengua en el suelo de la boca (como si
fuera su alfombra), colocada detrás de tus dientes inferiores, sin elevar su cuerpo
medio y deja tus labios discretamente entreabiertos, sin que se toquen.

218
– En este momento ya puedes comprobar que tu musculatura facial está relajada, tus
mandíbulas no están apretadas y tu articulación témporo-mandibular se ha liberado.

Llegados aquí, ya sería suficiente para que nuestro cerebro reaccione, pero vamos
aún a ponérselo más fácil.
– Intenta acariciar ahora tus dientes inferiores por detrás, con la punta de la lengua,
desplazándola lateralmente como si fuera una barca que se ladea discretamente por
el oleaje.

¡Ahora sí!
– Observa cómo fluye saliva en tu boca; insiste en acariciar tus dientes inferiores por
detrás y cuando tengas saliva suficiente trágala y repite la operación.

Una vez que sepamos cómo salivar, tendremos que crear el hábito. Si no practicamos
con constancia el ejercicio, saber hacerlo sin haber «automatizado el circuito» no nos va
a dar el resultado que esperamos en el momento en que estemos estresados.
Te propongo que lo practiques, como todo comportamiento favorable, durante unos
tres o cuatro minutos diarios y a la misma hora del día o asociado a una actividad
concreta que realices diariamente. De esta forma te será más fácil recordar que toca
estimular esa habilidad.
Para que este sistema sea eficiente, durante el entrenamiento debemos estar en
posición erecta o sentados, dado que si nos tumbamos, la lengua suele tender a caer
hacia la parte posterior de nuestra cavidad bucal y no conseguiremos tan fácilmente
relajarla. Cuando ya hayas conseguido automatizarlo podrás realizarlo en cualquier
posición.
Seguramente, cuando hayas adquirido el hábito, se te puede pasar por la cabeza dejar

219
la práctica diaria… Te sugiero que no lo hagas; tres o cuatro minutos no son tantos como
para exponerte a desconfigurar esa habilidad que tan buenos resultados nos aporta. Si se
nos retuviera durante unos meses en una silla de ruedas, al levantarnos caeríamos al
suelo y no podríamos andar, tendríamos que «reaprender» aunque sea una habilidad tan
bien automatizada y cotidiana para la mayoría.

Recuerda que nuestros circuitos son plásticos; si los estimulamos los hacemos hábiles, si
dejamos de estimularlos se desconfiguran.

Tener a disposición esta herramienta nos facilita la vida, nos hace gestionar mejor los
momentos de tensión, que por desgracia en nuestra sociedad cada vez son más
habituales.

47 Como ejemplo, durante el sueño profundo se sabe que en la mayoría de áreas de


la corteza hay mayor síntesis de proteínas que durante el sueño superficial.
48 Estos son los que impiden que la información de los sentidos llegue a la corteza.
49 William Dement, investigador del sueño en la Universidad de Stanford, describe el
sueño No Rem como un estado con un cerebro quieto en un cuerpo móvil y el sueño
REM como un estado con un cerebro activo que alucina en un cuerpo paralizado.
50 La tomografía por emisión de positrones (PET) nos permite visualizar la
funcionalidad de nuestro cerebro.
51 Recuerda que el tálamo lo impide.
52 Según opinión del neurocirujano argentino B. Sonzini Astudillo.
53 Aunque no hay consenso unánime al respecto, es preferible no dormirse ante el
televisor con el riesgo de que la emisión no sea saludable. Algunos autores creen que
podemos grabar la información auditiva percibida durante el primer ciclo de sueño (90
minutos). Aunque esta cualidad puede utilizarse también como oportunidad.
54 Nos referimos a la sintetizada por laboratorios farmacéuticos.
55 Todas las indicaciones orientadas sobre la administración de melatonina en este
punto no pueden ser autoindicadas, se requiere prescripción facultativa. Existen algunas
contraindicaciones para su administración y por tanto debe consultarse al médico.
56 Joseph LeDoux, profesor del Departamento de Psicología y del Centro de
Investigaciones Neuronales de la Universidad de Nueva York, es licenciado y máster en
neurociencias por la Universidad Estatal de Louisiana, y doctor en filosofía por la
Universidad Estatal de Nueva York. Ha trabajado como docente en el Laboratorio de

220
Neurobiología y en el Departamento de Neurología de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Cornell.
57 Tuve el placer de disfrutar sus exposiciones durante mi formación en neurociencia.
58 Concepto que abarca las estructuras básicas y más antiguas, evolutivamente
hablando, de nuestro cerebro emocional.
59 La implicación de los glucocorticoides en el sistema inmunológico es por su acción
directa cerebral en el hipocampo y el hipotálamo.
60 Damasio clasifica las emociones en primarias y secundarias o sociales, y en los
sentimientos diferencia los sentimientos de fondo, cuyo origen está fuera de la emoción.
Lo veremos más adelante.
61 Los estímulos o significados simples que recibe la amígdala, la preparan para
recibir información más compleja y dotarla de componente emocional posteriormente
(LeDoux, 1989). Se ha comprobado asimismo (a través de estudios mediante
neuroimagen) que la lesión de la amígdala produce alteración del reconocimiento de
expresiones faciales de carácter emocional (Young et al., 1995; Adolphs et al., 1994,
1995; revisión de Adolphs, 2002).
62 Y dentro de ella la importancia de dos áreas concretas en nuestra experiencia
emocional: la corteza prefrontal ventro-medial (CPFVM) y la corteza prefrontal
orbitofrontal (CPFOF).
63 Recibe información de todas las áreas sensoriales, de la amígdala, de la corteza
entorrinal y de la corteza cingular; y envía información a la corteza temporal inferior, a la
entorrinal, a la cingular, al hipotálamo lateral, a la amígdala, al área tegmental ventral, al
caudado y a la corteza motora.
64 En El error de Descartes, libro recomendado en la segunda parte, está descrita
esta hipótesis de forma muy precisa.
65 Si lanzas la sonda 21 podrás diferenciar la respuesta humoral de la celular.
66 Te la recomiendo si no la has visto. Excelentemente interpretada por Robin
Williams en el papel de Hunter.
67 Lo Chaio, en su trabajo acerca de la música y sus efectos en el cerebro humano,
nos dice: «Nuestro cuerpo trata en forma natural de sincronizarse con los sonidos y
ritmos externos.»
68 Existe una alteración denominada «amusia», que puede ser congénita o adquirida.
Las personas afectadas tienen incapacidad para reconocer y reproducir tonos o ritmos
musicales.
69 Puedes ampliar esta información en el siguiente apartado «Saber más».

221
70 Tuve la oportunidad de asistir a la conferencia que dio sobre este tema, dentro de
las Jornadas de Cerebro y Cognición en la Universidad de Verano 2010, organizada por
la UAB, bajo la dirección de Ignacio Morgado Bernal.
71 El concepto está desarrollado en la sonda 14: «Plasticidad sináptica en el
hipocampo.»
72 Recuerda que emocionalmente es más impactante una práctica colectiva que
individual.
73 Cambios en el ADN que hacen que unos genes se expresen o dejen de expresarse
en función de las influencias ambientales.
74 Existen terapias de concentración apoyadas en el movimiento. Hay personas con
dificultades para expresar sus problemas a través de la conversación, y por medio del
trabajo corporal, centrando los sentidos en la percepción del propio cuerpo, pueden
despertar su cuerpo y actuar de forma terapeútica. En Alemania hay casi un centenar de
clínicas especializadas en trastornos psicosomáticos que ofrecen como alternativa este
tipo de terapia. En Austria desde el año 2001 se considera un procedimiento terapéutico
incluido en los tratamientos subvencionados por las mutuas. (43)
75 Puedes empezar por 15 minutos para ir aumentando gradualmente a medida que
compruebes su beneficio.
76 Los ampliaremos en el apartado «Saber más».
77 En la posición horizontal, podemos doblar ligeramente las rodillas y la cadera tal
como se muestra en la Fig. 3.9 para rectificar la lordosis lumbar. Podemos también
estirar las piernas dejándolas ligeramente separadas y que la punta de nuestros pies caiga
ligeramente hacia fuera.
78 Se define «ancla» en términos de PNL (programación neurolinguística) como
cualquier estímulo que se asocia a una respuesta específica. Las anclas cambian nuestro
estado; pueden formarse espontáneamente o establecerse de forma deliberada. Se define
«anclaje» como el proceso de crear una conexión entre una cosa y otra.
79 En determinados casos podemos llegar a anular un recuerdo aunque haya sido
impactante la vivencia que experimentamos en su momento.
80 En la práctica he comprobado que imaginar la vitalidad y el movimiento mediante
partículas facilita la concentración dinámica en la visualización energética.
81 Podemos grabar un ancla visualizando, como plantearemos ahora, o
exponiéndonos realmente a esa vivencia, aprovechando las condiciones y recursos
naturales que el entorno nos ofrezca.

222
223
Cuarta Parte

De la planta principal al salón de baile


Hemos llegado al salón de baile, a la interrelación personal. Somos seres sociales y es
el momento de aprender a afrontar de forma satisfactoria nuestras relaciones
interpersonales.
Recuerda que, a medida que crecemos, nos hacemos conscientes de que pensamos y
sentimos y aprendemos a reconocer que los demás piensan y sienten también.
Adquirimos autoconciencia y posteriormente desarrollamos nuestras competencias
emocionales y sociales, y con ellas nuestra comunicación.
Hasta aquí hemos visto cómo trabajar nuestro mundo interior, nuestro pensamiento y
nuestros sentimientos. Dado que ya tenemos herramientas para mejorar personalmente,
podremos influir en nuestras relaciones de forma más satisfactoria y adaptativa,
podremos con toda seguridad «bailar mejor». Partimos ahora del autoconocimiento,
sabemos que tenemos que aceptarnos y poseemos herramientas para pensar y sentir de
forma diferente; somos capaces de momento de «bailar solos» y podemos tener una
mejor disposición para influir saludablemente en los demás.
Estamos hablando de influir, no de determinar. Es lícito que nos influyan y que
influyamos en los demás, pero recuerda que somos los únicos responsables en
determinar nuestra vida, y que pretender determinar la vida de los demás —a veces
tendemos a hacerlo— no solo es insano para todos, sino que significa una falta de
respeto hacia el otro, supone desmerecerlo y menospreciar sus capacidades.
Vamos a influir y se supone que hemos aprendido lo suficiente como para hacerlo
mejor que hasta ahora; aun así nos vamos a encontrar con alguna dificultad, seguro. La
vida nos enfrentará a situaciones difíciles; estaremos en desacuerdo a veces con otras
personas, más o menos próximas; tenemos que educar a nuestros hijos y a veces nos
cuesta «acompañarlos» en ese crecimiento y tendemos a fiscalizar e imponer nuestro
parecer; tendremos que tomar decisiones difíciles sobre situaciones en las que estarán
implicados intereses ajenos también. En fin, no es necesario que repasemos más
situaciones probables, porque con toda seguridad la lista quedaría corta. ¡La vida se
ocupa de plantearlas casi todas!
Por otra parte, hemos descubierto que nuestra percepción del mundo es muy sesgada.

«La mayor parte de lo que vemos lo construye el cerebro.»

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Marcus Raichle

Y me vas a permitir que cite de nuevo ese fragmento que me encanta del doctor
Morgado:

«Fuera de nosotros no hay luz, solo energía electromagnética; ni olor, solo


partículas volátiles. Es decir, el cerebro crea la mente y nos hace percibir lo que
ocurre fuera y dentro de nuestro cuerpo de un modo especial y fascinante que no
tiene por qué coincidir con la realidad misma. Ese modo especial no es otra cosa
que la percepción consciente y sus contenidos, un fenómeno que, además de dar
sentido a nuestra vida, aporta flexibilidad al comportamiento y nos convierte en
seres verdaderamente inteligentes.»
Ignacio Morgado Bernal

«Seres verdaderamente inteligentes...» ¿No crees que esa es la dirección que


debemos tomar? Adquirir y consolidar conocimiento nos transforma, y ese conocimiento
nos puede ayudar a no comportarnos —como a veces solemos hacerlo— mostrándonos
intransigentes con las percepciones de los demás. Poseemos «nuestras propias gafas»
para ver el mundo y esto determina nuestras creencias, creencias que también ahora
sabremos reevaluar, y esto nos facilitará la posibilidad de contemplar otros puntos de
vista, nuestra comunicación y nuestro entendimiento.
En nuestra interrelación con los demás no debemos olvidar seguir utilizando la
maravillosa herramienta que nos ha acompañado desde el inicio de este libro: la atención.
Tú puedes bailar mejor ahora solo, pero no podemos olvidar que tenemos patrones de
comunicación y de comportamiento establecidos de antemano que deberemos seguro
modificar. Poniendo la atención consciente en el momento, será como podrás percibir si
debes «decidir» y hacer variaciones en tu forma de interacción. Poner la atención en tu
comunicación no verbal (tu gesto, tu posición corporal) y verbal (cómo dices las cosas y
qué dices) será fundamental, porque ahora sabemos que no solo tu comunicación influye
en ti generando esa química coherente con cómo te comunicas no verbal y verbalmente,
sino que influye también en los demás. Se tratará de «decidir» (consciente) para
automatizar una comunicación y comportamientos más saludables, y poder después
reaccionar (inconsciente) habiendo adquirido patrones de comunicación y conducta más
satisfactorios.
Hecha esta introducción, pasaremos a hablar primero de los factores a tener en cuenta
en la comunicación; seguidamente veremos algunas cualidades de la comunicación que
he seleccionado para la aplicación del Método Thabit y acabaremos hablando del

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concepto de aceptación.

1. Factores a tener en cuenta en la comunicación


Para que podamos recordarlos con facilidad, vamos a ver los diferentes factores
trabajando con metáforas relacionadas. Asimilar a través de cuentos, historias o
metáforas nos resulta mucho más fácil y divertido. Nuestro aprendizaje se facilita cuando
nuestra emocionalidad lo acompaña.

Vamos a empezar hablando de la figura del «tándem» que forman nuestros


protagonistas en la comunicación (Fig. 4.2).

1.1 «El tándem» de los protagonistas

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Vamos a comprobar ese perfecto paralelismo que decimos existe entre la persona y su
pensamiento.
Cuando hablamos de nuestro pensamiento hemos puntualizado que lo primero que
debemos hacer para poder trabajarlo es «identificarlo»; si no identificamos cómo
pensamos, no sabremos si estamos generando pensamientos que nos interesa modificar y
que en cambio estamos reforzando, ¿verdad?
A tu persona le pasa lo mismo. Ante todo tienes que conocerte, «autoidentificarte»; si
no sabes qué quieres, qué preferencias tienes, quién eres... difícil será que puedas
avanzar en tu progreso.
En segundo lugar, teníamos que «aceptar» el pensamiento que generábamos, ¿lo
recuerdas? Era la premisa imprescindible para poder «reafirmarlo» o «cambiarlo». A tu
persona le pasa lo mismo; tras reconocerte, debes aceptarte antes de poder potenciar
esos comportamientos y hábitos saludables, o cambiar lo que no te gusta de ti. Observa
la figura siguiente:

Vemos claramente que una persona que se conozca, se acepte, refuerce sus valores y
trabaje para cambiar lo que cree que es mejorable, es alguien que se siente seguro y
confía en sí mismo. Puede permitirse ser una persona auténtica. Existe coherencia entre
lo que piensa, siente y cómo se comporta.
Si bien decíamos que no somos exactamente lo que pensamos —somos más que eso,
dado que el pensamiento es un producto de nuestro «ser»—, lo que sí es cierto es que al

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trabajar nuestro pensamiento estamos realizando un trabajo personal. A su vez, trabajar
en los ámbitos del sentimiento y del comportamiento transforman nuestra forma de
pensar.

1.2 «El bote» de la armonía personal


Nuestro «bote» solo puede estar completo si la «figura padre», la «figura adulto» y la
«figura niño» existen en armonía contenidas en él y guardan equilibrio a la hora de
relacionarnos.
Cuando niños, sabemos pedir, tenemos la capacidad de sorprendernos, de disfrutar
sin miedo al ridículo, de ser impulsivos, de jugar, explorar y sorprendernos con todo lo
que está a nuestro alcance. Estas cualidades solemos abandonarlas al crecer y acallamos
a nuestro niño interior más de lo que resulta conveniente para nuestro bienestar.
La creatividad y la capacidad para soñar despiertos son valores importantísimos a
potenciar; y la alegría y la predisposición al juego facilitan la interrelación, desgravan y
acercan posiciones entre las personas.
Todas esas cualidades presentes en nuestro niño interior deben ser despertadas si las
hemos adormecido. En cambio, hay algunos adultos que se posicionan mayoritariamente
en esa «figura niño» y este posicionamiento tampoco es saludable. No asumir la
responsabilidad de nuestras decisiones, depender de que nos resuelvan la vida los demás,
ser pasivos ante las circunstancias, supone mellar de forma seria nuestra autoestima y
acaba por hacernos dependientes de los «tiranos», como comenta Fredy Kofman.82
El adulto equilibrado debe ser asertivo (decir lo que piensa y siente sin pretender herir
a los demás) y empático (saber ponerse en el lugar del otro). En el siguiente punto
hablaremos de estas cualidades fundamentales. Relacionarse con adultos desde la
posición de adulto es saludable.

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Hay personas que suelen posicionarse en la «figura padre» en sus relaciones con
otros adultos, ¡seguro que conoces más de una! Son personas que creen estar siempre en
poder de la razón, nos suelen comentar que estamos en un error, o que nos engañamos
en nuestras apreciaciones, y pretenden que se haga siempre lo que ellos juzgan
conveniente. ¿Verdad que identificas este posicionamiento?
Establecer esta relación de padre-adulto con los demás no solo crea inconvenientes
para quien asume la «figura padre» sino para quienes se relacionan con él.

Qué debemos recordar de la figura de nuestro «bote»:


1. Cuando te relaciones con adultos tu posicionamiento la mayoría de las veces ha de ser
de adulto-adulto.
2. Relacionarte padre-adulto puede ser satisfactorio por ambas partes si se te pide
consejo y sobre todo si eres un buen «educador» y sabes potenciar el crecimiento
ajeno sin asumir tú sus responsabilidades.
3. Despierta tu niño interior y deja los prejuicios a un lado. Juega con tus hijos aunque ya
sean mayores, diviértete y explora. ¡Hay mucho por descubrir!

1.3 «La estrella.» Las influencias de nuestro entorno


Al relacionarnos influimos unos en otros de diferentes formas, podemos incidir débil o
contundentemente; negativa o positivamente. Pero, sin duda alguna, donde sí somos los
únicos responsables es en determinarnos la vida.
Este es un concepto que a veces solemos olvidar y tendemos a echar la culpa de lo
que nos sucede al vecino, a la tormenta, al tráfico. ¿No te parece que ocurre con
frecuencia?
Pero ¡no!, no son el vecino, ni el tiempo, ni la circulación los responsables de mi mal
humor o de mi desgracia. ¡Soy yo! Nos cuesta admitirlo, aunque al hacer esta reflexión
aceptemos que es cierto. Somos los responsables de determinar nuestra vida.
Nuestro entorno nos influye, sin duda alguna, y a veces ¡nos complica mucho la
existencia!, pero en definitiva siempre serás tú quien decidirá actuar o dejar de hacerlo,
reaccionar favorable o desfavorablemente ante esa influencia. Dependerá pues de tu
capacidad de afrontamiento, de resistencia, de resiliencia, de saber poner límites... En
definitiva, no es la situación a la que te enfrentas la cuestión, sino tu actitud y tu
capacidad para afrontarla.
En la estrella de relación (Figura 4.5) nos posicionamos de forma diferente.

229
Podemos «tirar» de la cuerda con fuerza «F» extrema o en grado ínfimo «f» y puede
ser más o menos positiva nuestra intervención. En nuestra metáfora podemos ver varias
posibilidades, entre ellas:
F+++ Persona activa, positiva, que aporta soluciones siempre, alegre y con capacidad de
ayuda. La que siempre escogeríamos para compartir cual- quier vivencia.
F – – – Persona negativa, irritable, fiscalizadora, crítica con lo ajeno y que impone su
criterio sin con- tar con los demás.
f + Personaje que no suele molestar ni aportar de masiado, todo le parece bien.
f – Personaje que solemos denominar «mosca cojo nera», nunca está conforme, no vive
ni deja vivir tranquilo, constantemente se queja...

De esta metáfora podemos desprender una práctica. Practicar la atención consciente


de tu influencia hacia los demás y de las influencias que recibes por parte de los
personajes que te rodean en diferentes circunstancias, te dará la posibilidad de identificar
en un momento dado el posicionamiento de cada interlocutor aparte del tuyo propio; tras
la indentificación, podrás preguntarte si tu posición es conveniente para conseguir tus
pretensiones en esa relación; si crees que debes variar tu forma de influir o no; y por
último, podrás comprobar si el resultado que obtienes te resulta satisfactorio.
Te sugiero que inicialmente hagas la práctica en entornos que te resulten favorables,
cuando te relaciones con amigos, familiares o personas que no son problemáticas en su
interrelación. Posteriormente podrás hacer la práctica de forma progresiva en entornos
que te supongan mayor dificultad, a medida que domines tu capacidad de observación y

230
gestión de tu forma de relacionarte.
Puedes facilitar esta práctica realizándola durante unos días consecutivos y
anticipando mentalmente las situaciones en que podrás hacer el ejercicio.
Como comprobarás, cada uno de nosotros no siempre se posiciona de la misma
forma, tenemos días mejores y otros peores, aunque por lo general tendemos a un patrón
de comportamiento concreto en función de con quién nos relacionamos y en base al
carácter que hemos ido forjando a lo largo de nuestra vida. Por lo tanto, no caigas en
presuponer o prejuzgar el posicionamiento de tus interlocutores y primero observa bien,
escucha y ten presente tu «brújula», tu sentimiento, por si tienes que reorientar tu
atención hacia aquello que quieres conseguir.

1.4 «El tenis y el frontón.» Nuestra actitud comunicativa

Podemos adoptar una actitud colaboradora o por el contrario competitiva en nuestra


comunicación con los demás.
A estas alturas de nuestro recorrido ya tienes claro, seguro, que la actitud competitiva
no nos facilita una sana relación, nos crea tensión y enfrentamiento. En cambio, tener
una actitud colaboradora al relacionarnos es el reflejo de tener nuestra atención centrada
en una sintonía de relación, en la observación de objetivos comunes, de respeto por lo
ajeno; por tanto, suelen ser relaciones que construyen en lugar de ser relaciones
destructivas que nos desgastan.
Si vinculamos estas características con nuestra metáfora, vemos que en nuestro
campo de tenis jugamos en campos contrarios, desde la competencia pura, sin un
objetivo común. En nuestra pista de frontón, sí hay un objetivo común: nuestros

231
personajes deben tirar, ambos, la pelota contra la pared, los dos juegan en la misma pista,
con un «respeto» por su espacio, y aunque uno de ellos acabe ganando el partido, hay
parámetros comunes que los relacionan en su cometido.
En la práctica, nuestra atención consciente debe percatarse, «identificar» cuál es
nuestra actitud comunicativa. Una vez identificada, debemos procurar mantenernos
posicionados jugando al frontón y no al tenis. Nuestro patrón de comportamiento puede
estar establecido con anterioridad desde la confrontación y si es así, nos costará más
rectificar y reorientarnos hacia una actitud colaboradora. Pero si centramos nuestra
atención en observar el resultado que esperamos obtener, se nos facilita sumamente
nuetra tarea de aprendizaje, y cuanto más y mejor la realicemos, más automatizaremos
nuestro patrón de cambio.

1.5 «El escudo y la coraza.» Cómo afrontamos

En estas figuras podemos ver reflejadas las distintas formas de afrontar las
dificultades que nos influyen. Podemos mostrarnos tal y como realmente somos, creando
límites para proteger nuestro espacio personal sin agredir reactivamente, o podemos
esconder nuestra naturaleza y reaccionar ante una influencia que percibimos como
amenaza devolviendo la agresión, ya sea física y/o psíquica.
Esconderse bajo una coraza suele ser un mal recurso. Si las personas «acorazadas»
fueran conscientes, como lo somos ahora nosotros, de lo que esto supone, tendrían
suficientes motivos para cambiar su forma de afrontar las circunstancias que perciben
negativamente.
Una persona «acorazada» tiene tres tipos de enemigo.
El primero es el «agresivo activo», personaje que cree que no hay nadie que se le

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resista, nadie a quien no pueda desmontar y, por tanto, tiene una actitud de lucha; su
comportamiento es agresivo hacia los demás y no cesa en su acoso constante hasta darse
por satisfecho; en estos casos nuestro «acorazado» tiene su armadura totalmente
abollada.
El segundo es el «débil pasivo», personaje que no identifica la debilidad en el
«acorazado», se esconde tras él para que sea este el que defienda sus intereses y se erija
en portavoz de sus posibles demandas y reivindicaciones. En estos casos, nuestro
«acorazado» lleva una mochila repleta de demandas ajenas, ¡aparte de las suyas propias!
Demasiada carga, ¿no crees?
El tercer enemigo lo hemos conocido sobradamente, es el peor de los tres y no es otro
que él mismo, el «agresivo pasivo»; la coraza no puede defenderle parcialmente como
ocurre cuando se enfrenta con los otros dos enemigos. En este caso, su pensamiento
negativo está dentro de su estructura y su efecto neurobiológico consecuente ejerce su
acción a pesar de su indumentaria férrea.
Si observas la figura siguiente podrás comprobar que hay además dos tipos diferentes
de «acorazados», pero que ambos tienen en común una baja autovaloración:

Está muy claro que debemos recurrir a otras estrategias para afrontar más
saludablemente los inconvenientes que nos plantea la vida, ¿no crees? La solución la
encontraremos en aprender a usar un «escudo»; solo utilizarlo ante las agresiones y dejar
de hacerlo ante las influencias positivas que agradeceremos que nos impacten directa y
profundamente. Pero ¿cómo se aprende a usar un «escudo»? ¡Fácil no es!, pero sí muy
satisfactorio, y cuando vamos descubriéndolo, se nos allana el camino de aprendizaje
hacia una transformación saludable y madura.

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Cuando repasemos «las cualidades» de la comunicación en el apartado siguiente,
comprobaremos que cada una de ellas implementa la capacidad para que sepamos usar
de forma efectiva y eficiente nuestro «escudo». Pero antes de pasar al siguiente
apartado, debemos ver dos metáforas más, que están pendientes.

1.6 «La olla.» Nuestra gestión emocional


Si observas la figura siguiente, podrás ver claramente ambas situaciones.

Si debemos controlar nuestras reacciones, es porque no hemos aprendido a gestionar


correctamente nuestras emociones y acciones hasta conseguir automatizar reacciones
satisfactorias ante situaciones más o menos problemáticas. Adquiriremos ese
conocimiento mediante la utilización de nuestra «atención consciente» al ejercitar esas
«cualidades comunicativas» y así llegaremos a consolidar la capacidad para
comunicarnos y comportarnos de forma más adaptativa.

1.7 «El huevo y la gallina.» Hacer o ser

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Quizá cueste entender esta reflexión que te planteo. Voy a intentar explicarme con
algún ejemplo:
Nos resultará más dificil cambiar un hábito que podamos tener si nuestra creencia
sustenta que «Yo soy ese hábito». «Soy fumador» (ser) es diferente de «fumo» (hacer).
«Soy un desastre» (ser) es diferente de «Hago mal esto o aquello» (hacer). «Soy malo»
(ser) es diferente de «He actuado mal» (hacer).
Si defino mi «ser» realizando una generalización de mi forma de «hacer» una
determinada cosa (aunque se trate de un hábito), me inmovilizo frente al cambio. Si en
lugar de hacer eso digo que «Fumo», «Hago mal esto» o «He actuado mal», estoy
dándome la posibilidad de «hacer» las cosas de forma diferente para obtener un
resultado diferente, y si persisto en este «hacer diferente» acabaré por automatizar un
«comportamiento diferente», un «hábito diferente» y un «carácter y destino» diferentes,
tal como nos anunciaba nuestro amigo y conocido filósofo griego Aristóteles, hace más
de 2.300 años.
Ahora creo que habrás comprendido a qué me refiero. Hacer las cosas de forma
diferente va a suponer aprender de esas nuevas alternativas y obtener resultados
diferentes. Aprender de los aciertos y de los errores es tener capacidad de cambio, y en
ese proceso de cambio estoy determinando neurobiológica, funcional y estructuralmente
mi cerebro.

2. Cualidades de la comunicación interpersonal


Hasta aquí hemos hablado de los «factores» (a través de metáforas) a tener en cuenta
en nuestra comunicación. Daremos paso ahora al repaso de algunas «cualidades» que
vamos a contrastar con sus «contrarios», para que nos sea más fácil identificar dónde

235
debemos centrar nuestra atención en ese proceso de transformación que estamos
realizando.
Empezaremos por enumerar algunas de ellas; observa las especificadas en la Fig.
4.13. Reconoces en la figura conceptos de los que ya hemos hablado anteriormente,
como la asertividad o la empatía, que son cualidades de la «figura adulto»
imprescindibles para establecer una buena armonía con los demás; las
complementaremos con otras cualidades que nos van a permitir funcionar con un «buen
escudo» y crear límites de forma adaptativa en nuestra interrelación.

Observa el esquema de la Fig. 4.14. De nuestra «estrella» de interrelación e influencia


se desprenden una actitud comunicativa favorable (jugar al frontón) con sus
correspondientes cualidades (+) y una actitud comunicativa desfavorable (jugar al tenis)
con sus correspondientes contrarios (–).

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Tener un espíritu de colaboración cuando nos relacionamos es muy diferente a tener
un espíritu competitivo, ¿verdad?
Cualquier cambio que quiera influir en los demás, requiere necesariamente, en primer
lugar, un cambio personal propio. Es lícito y saludable influir positivamente y dirigir, a

237
diferencia de imponer mi criterio o manipular. Dirigir comporta poner la información
necesaria a disposición de nuestros interlocutores para que tengan parámetros suficientes
para valorar y tomar sus propias decisiones. Manipular supone esconder parte de las
«cartas de la baraja» con la pretensión de que los demás acaben haciendo lo que yo
pretendo; situación que no se daría en caso de que dispusieran de la información
necesaria, que puedo haber omitido conscientemente.
En nuestra influencia sobre los demás debemos ser asertivos. Se entiende por
asertividad decir lo que pienso y siento sin pretender herir a la otra persona; pero si ser
asertivo no va acompañado de una capacidad empática (saberme poner en el lugar del
otro), puede que mi comportamiento sea percibido como una agresión. Puedo ser
sincero, pero para no herir, tendré que cuidar el «qué dire» y la forma en que me
expresaré, teniendo en cuenta cómo es y cómo puede sentirse la persona a la que me
dirijo.
Por otra parte, el dejar de decir lo que pienso y siento para no herir a los demás
supone una actitud pasiva, de contención hacia el otro, pero agresiva hacia mí mismo,
debido a que existe una tensión interna con una expresión «no auténtica», en definitiva,
un «engaño». Recuerda que en este caso se produce una incoherencia entre lo que
pienso/siento y lo que expreso; la «ducha química» a la que me someto va a ser
coherente con el pensamiento que he generado. Aunque sea capaz de simular
externamente, mi neuroquímica es consecuente con mi forma de pensar y pagaré cara
esa infidelidad a mí mismo, si resulta ser una práctica habitual en mi comportamiento.
Recuerda que siempre existe una coherencia entre pensar-sentir, pero que nuestro «yo
consciente» puede crear una incoherencia entre pensar-sentir y nuestro comportamiento.
Generar en nosotros esa incoherencia tiene un alto precio.
Otra cualidad importante en la interacción es la «autoridad», que debemos diferenciar
del «poder». Me gusta comparar la autoridad con el «éxito». ¿Te has preguntado alguna
vez la relación que existe entre ambos conceptos? ¡La autoridad te la otorgan por tu
mérito!, como pasa con la fama y el éxito; te la adjudican los demás porque consideran
que la mereces. Tienes éxito musical o artístico porque hay un público que compra y
aprecia tu obra; tienes autoridad con tus hijos, con tus empleados, con tus amigos,
porque saben que pueden confiar en ti y valoran tu criterio. En cambio, ejercer el poder
conlleva imponerse; el poder va acompañado habitualmente por su compañera, la
represión, y quien lo ejerce sin autoridad prescinde total y absolutamente del parecer que
puedan tener los que le rodean.
Creo que cuando falta autoridad, se ejerce el poder. Lo relaciono con una baja
autoestima con posicionamiento de «superioridad».83 Es una reacción de defensa ante la

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agresión que percibo, de forma tácita o expresa, al no ser considerado digno de
autoridad.
Ganarnos la autoridad nos permite influir y dirigir, sin necesidad de tener una actitud
agresiva o pasiva, ni caer en la manipulación.
Pero para comunicarme de forma afectiva y efectiva con los demás aún tengo que
tener en cuenta otras cualidades importantes. No basta con saber lo que yo quiero; es
necesario que contemple lo que quieren los demás. Si ambas pretensiones no son
incompatibles, tendremos facilidad para conseguirlo todo, pero si no coincidimos en
nuestros objetivos, formando parte de la estrella de interacción, deberemos buscar un
objetivo común, tener la atención centrada en lo que coincidimos, observar sus valores y
apartar la atención de lo que considero «sus defectos». En definitiva, apartar la atención
de las diferencias que existen. Observar aquello «en lo que no coincido» me separa, me
distancia de la otra persona y me crea dificultades para la colaboración. Observar lo que
quieren los demás y procurar acercar posiciones me permite negociar con mis
interlocutores, y negociar supone una ganancia por ambas partes: supone saber escuchar,
respetar su punto de vista aunque pueda no compartirlo, crear sintonía de relación, ceder
en ocasiones dado que tengo un objetivo común, y observar los recursos en lugar de las
dificultades.
Si mi atención se aparta de nuestro objetivo común, sentiré que renuncio, y esa
sensación de «pérdida» me predispone a la frustración, al desengaño y a esperar el
momento de «mi turno de ganancia». Por lo tanto, caigo en el egocentrismo.
En una buena negociación hay implícito un interés «real» por la otra persona. No
necesariamente implica tener que quererla, ¡no estamos obligados a tanto! Pero sí
conlleva respetar, tolerar, comprender y aceptar las diferencias de opinión, actos,
deseos... De este concepto de aceptación hablaremos en el siguiente apartado.
Por último, vamos a repasar las cinco cualidades que he seleccionado en el Método
Thabit y que agrupadas en una práctica semanal, prestando atención a una de ellas cada
día, de lunes a viernes, se consigue un resultado más que satisfactorio de progreso
adaptativo.

La primera herramienta: «simplificar»


Simplificar no es «complicar». ¿Cómo podemos simplificar? Utilizando el humor en
nuestras respuestas, relativizando. Vamos a ver un ejemplo:

Llego por la mañana al trabajo y la recepcionista de la empresa, que ha trabajado


por cierto muy poco su capacidad empática, me dice:

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—¡Por Dios, qué cara de amargada traes esta mañana!
Yo la observo y de inmediato le respondo:
—¡Oh, se me ha olvidado cambiármela al salir de casa!

Seguramente su reacción será sonreír, y tras unos segundos habremos cambiado por
completo nuestra forma de relación.
Relativizar también es efectivo para simplificar. Si nos molesta un comentario que
percibimos como inapropiado, centremos rápidamente la atención en hacernos una
pregunta concreta:

«¿Es realmente importante o trascendente esa apreciación concreta en mi vida?»

O una segunda acompañada de una afirmación:


«¡Es su apreciación!... ¿y la mía?»

La segunda herramienta: «desear»


Es muy diferente desear que necesitar; si no lo has reflexionado anteriormente,
inténtalo ahora.
Lo que se dice necesitar, necesitamos realmente muy pocas cosas en la vida. Yo suelo
decir que no más de tres: respirar, alimentarnos y dormir. Todo lo que esté fuera de estas
funciones concretas, te propongo que practiques expresarlas con «deseo». Un ejemplo
tras otro los tienes en tu día a día:

¡Necesito darme prisa porque perderé el autobús!


¡Necesito que me ayudes a doblar las sábanas!
¡Necesito que me quieras más!
¡Necesito estar concentrado!
¡Necesito estar tranquilo!
¡Necesito estar solo!
¡Necesito las vacaciones!

¿Verdad que te son familiares estas afirmaciones?


Prueba a decirlas en voz alta y centrar tu atención en cómo te sientes al hacerlo.
¡Con toda seguridad expresar necesidad implica dependencia!
Si no me doy prisa, si no me ayudas, si no me quieres más, si no me concentro, si no
me tranquilizo, si no estoy solo y si no me voy de vacaciones, ¡me va a dar algooo!
Prueba ahora a expresarlas en voz alta convertidas en expresión de deseo.

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¡Deseo coger el siguiente autobús!
¡Me gustaría que me ayudaras a doblar las sábanas!
¡Deseo que me quieras más!
¡Deseo concentrarme!
¡Deseo estar solo!
¡Deseo las vacaciones!

¿Qué tal ahora? ¿Verdad que hay diferencia en cómo te sientes al expresar deseo?
Fíjate que por el mero hecho de expresar necesidad estás centrando tu atención en la
observación de «la ausencia de lo que quieres» y por tanto estás en realidad observando
tu «bola roja» en lugar de tu «bola verde». En consecuencia, tu sentir es negativo,
sientes miedo o te preocupas, tienes dudas, te bloqueas, te angustias... En cambio,
cuando expresas el deseo de algo, tu observación con seguridad está centrada en la «bola
verde», tu expectativa es favorable y en consecuencia tu sentir es ilusionante.
Si cogemos uno de los ejemplos anteriores lo verás con más facilidad:

Cuando expreso «Necesito las vacaciones», mi atención está centrada en que «No
soporto por más tiempo la situación que estoy viviendo en este momento
presente».
Cuando expreso «Deseo las vacaciones», mi atención está centrada en «la ilusión
que me generan mis vacaciones».
Queda más claro, ¿verdad?
Nuestra atención está centrada en la «bola roja», lo que no quiero (la situación
presente), o en la «bola verde», lo que quiero (las vacaciones).

La tercera herramienta: «pedir»


Hay una diferencia importante entre pedir o exigir y recriminar. Ya sé que lo tienes
claro, pero sé también que sueles tener el hábito de exigir y recriminar, aunque sea solo
mentalmente, porque hemos sido educados para hacerlo así.
Cuando solemos pedir ayuda para realizar cosas simples y cotidianas, es bastante
habitual que al recibir un «No puedo» por respuesta, nos surja reactivamente el
pensamiento: «¡No, si siempre que te pido algo no puedes!» o «¡Siempre tengo que
esperar yo a que tú termines!». Cierto, ¿no?
Bien, pues ante estas situaciones procura centrar tu atención en que estás realmente
pidiendo y no exigiendo, y comprobarás que surgirán de ti reacciones diferentes.
Argumentarás con más facilidad tu petición, contemplarás la posibilidad de esperar a que

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se te ayude, simplificarás el resultado de respuesta que recibas, reaccionarás con afecto
ante la negativa y tu influencia quizás hará que la otra persona varíe la respuesta
favorablemente.

La cuarta herramienta: «Observación + escucha activa +


hacer preguntas»
Esta herramienta es muy efectiva sobre todo cuando la utilizamos correctamente con
nuestros hijos, además de serlo en general con todo tipo de relación. Prejuzgar e
interpretar sin esperar a estar seguros de lo que se nos dice, o de lo que estamos viendo,
o de lo que imaginamos que ocurre, suele dar en la mayoría de casos un resultado
desafortunado.
Esta es una herramienta que nos ayuda a «acompañar» a nuestros hijos en su
crecimiento, o a nuestros colaboradores en general; nos permite influir manteniendo un
canal de sintonía y respetando su protagonismo, sin caer en la fiscalización y la
intromisión extrema que, en caso contrario, puede percibir nuestro interlocutor.
Tras observar y escuchar, debemos realizar preguntas cerradas para asegurarnos de
haber comprendido el mensaje que se nos transmite y preguntas abiertas para facilitar
que nuestro interlocutor se cuestione. Las preguntas cerradas, aunque son más fáciles de
predecir, al ser muy concretas y tender a la respuesta sí/no, suelen dar por acabada la
conversación y no facilitan tener en cuenta otras posibilidades. Las preguntas abiertas, en
cambio, permiten más de una respuesta, estimulan el razonamiento y el pensamiento
lateral o divergente, facilitando nuevas alternativas no contempladas.

Ejemplos de preguntas cerradas:

– ¿Tienes ganas de hacer esto?


– ¿Estás satisfecho con el resultado de la conversación?
– ¿Tienes hambre?
– ¿Estás cansado de esta situación?

Ejemplos de preguntas abiertas:

– ¿Cómo vas a hacer esto?


– ¿Qué te satisface de esta situación?
– ¿Cuándo te planteas empezar a trabajar?
– ¿Cuáles son las dificultades y oportunidades que te pueden surgir?

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La quinta herramienta: «ocuparme»
Para acabar, tenemos la cualidad de «ocuparme» en lugar de «preocuparme» ante las
situaciones que proyecte o que se materialicen. Observa que ocuparme se diferencia
textualmente de pre-ocuparme, solo por ese prefijo que suele tender a anticipar
mentalmente consecuencias negativas. En más de una ocasión, al hacer esta reflexión se
me contesta justificando que no se trata de anticipar negativamente, sino de prever las
consecuencias de una situación concreta. Sigo en desacuerdo con esta apreciación.
Ocuparme manteniendo mi atención en aquello que quiero conseguir me permitirá no
tener que preocuparme más tarde por el resultado, casi con seguridad. Aunque esto no
quiere decir que deba dejar de contemplar alternativas ante posibles inconvenientes que
puedan surgir. Por tanto, el concepto de preocuparme (anticipar negativamente) se
diferencia del de prever posibles resultados para ocuparme de plantear alternativas, sin
dejar de observar el resultado que espero.

Ocúpate ahora, para no tener que preocuparte más adelante.

Cuando nos estamos preocupando por algo, nuestra atención está centrada en los
inconvenientes, no en las ventajas; nuestra atención está observando lo que «no quiero»,
en lugar de observar lo «que quiero», y por lo tanto nuestra «bola roja» está en nuestro
punto de visión mental de forma clara, en lugar de la «bola verde».
¿Sí o no? ¡Claro que sí!
Recuerda que cuando tu sentimiento te orienta (brújula), te dice que tu observación
está centrada en la «bola roja», te estás preocupando. Te saldrá más a cuenta ocuparte
de que las cosas sucedan como deseas y observar qué recursos vas a utilizar para
conseguirlas, en lugar de preocuparte por las dificultades que puedas proyectar. Esto no
te impide prever posibles dificultades. Hacer una previsión de posibles inconvenientes,
con la atención centrada en ocuparte del resultado que esperas, te permite buscar
alternativas de solución, tu atención sigue centrada en resolver de forma satisfactoria.
¿Recuerdas que en la segunda parte, cuando hablamos de cómo fomentar nuestra
creatividad, expliqué la anécdota referida a Thomas Edison en la observación del
resultado esperado? En ese ejemplo tenemos planteada, constantemente, la «exquisita»
observación en el resultado que esperamos, a pesar de que puedan presentarse
dificultades de consecución; y en tal caso es mucho más sencillo poder observar los
recursos que deberé utilizar para «hacer algo diferente si quiero conseguir un resultado
diferente y satisfactorio».
Una vez especificadas estas cinco últimas herramientas, recuerda que te he planteado

243
la posibilidad de hacer una práctica semanal. Escoge cada día una diferente, de lunes a
viernes (como en las dietas, vas a descansar los fines de semana). Al salir de casa por la
mañana, te propondrás practicar «simplificar», por ejemplo. Ante toda situación que tu
brújula detecte como insatisfactoria, ¡simplifica! Al final del día, haz una revisión de tus
logros y revisa qué podrías haber hecho mejor. Al día siguiente, cada vez que seas
consciente de necesitar algo, haz de inmediato el cambio de «expresar necesidad» por
«expresar deseo», y comprueba la diferencia en tu forma de sentir. Al final del día, haz
una revisión, y así sucesivamente.
¡Espero que esto facilite tu progreso!

¿Quieres saber más?


Saber más Sobre nuestra capacidad empática y su relación con las «neuronas
espejo»

¿Recuerdas que al hablar de nuestro cerebro evolutivo, en la primera parte,


comentamos que al empezar a desarrollar nuestras habilidades sociales en los
primeros años de vida reconocíamos en nosotros y en los demás la capacidad de
pensar y sentir, y que en esa evolución están implicadas estructuras de nuestra
corteza, como la corteza prefrontal y temporal, la amígdala y otras estructuras
límbicas como la ínsula y la corteza cingulada anterior? Pues bien, gracias a los
avances en los estudios por neuroimagen se han identificado estas estructuras,
implicadas de forma fundamental en nuestra capacidad empática. (1)
De niños aprendemos observando a los adultos y a los otros niños, copiamos e
imitamos las acciones y los movimientos que realizan las personas que nos rodean
de forma espontánea, no consciente y automática. Este hecho nos permite ir
progresando en nuestras habilidades sociales, dado que nos ayuda a mejorar la
capacidad de percibir, identificar e interpretar en los demás las emociones que ellos
manifiestan.
Pero la empatía no solo supone esa capacidad de percibir, identificar e interpretar la
intencionalidad del movimiento o la expresión emocional del otro. También supone
tener la capacidad de reacción afectiva, de compartir el estado en el que la otra
persona se encuentra. ¿Qué significa esto? Significa, ni más ni menos, que nuestra
capacidad empática favorece tanto la percepción de las emociones como la de las
sensaciones (tacto, dolor) que puedan sentir otras personas.
Los actuales modelos neurocientíficos de la empatía postulan que un estado motor,
perceptivo y emocional concreto en un individuo, condiciona la activación de las

244
«representaciones» correspondientes y de los procesos neurales del individuo que
observa ese estado. (1) En este proceso, se descubrió tanto en primates como en
humanos, a principios de los años noventa, la existencia de unas neuronas
denominadas por Rizzolatti y Gallese «neuronas espejo».
Actualmente hay evidencias de estas neuronas no solo en las cortezas del área
premotora, también en la corteza parietal, que se activan tanto en el sujeto que
realiza movimientos como en el observador, al ver cómo los realiza el otro
individuo. Eso significa que representamos en nuestra estructura las acciones que
realizan los demás, sin necesidad de ejecutarlas; pero nuestras neuronas espejo no
solo codifican el acto motor que observamos, sino que pueden interpretar las
intenciones del mismo. (2) (3) Por lo tanto, tener capacidad empática no solo
supone experimentar personalmente los estados emocionales de los otros, sino
también comprender los pensamientos y sentimientos que los demás pueden
experimentar, facilitando así nuestra conducta social.
En nuestra capacidad empática, además de las áreas que acabamos de mencionar,
están implicadas la corteza somatosensorial y otras estructuras de nuestro sistema
límbico, como la corteza cingulada anterior, la amígdala y la corteza insular.84 Esta
última se cree que está implicada de forma importante en la conexión de la acción y
la emoción; comunica nuestro sistema límbico con la parte superior de la corteza
temporal, que se activa durante la acción, y con la parte inferior de la corteza
frontal (neuronas espejo), que se activan durante la acción y la observación de la
acción del otro.
Para finalizar este apartado, quiero resaltar que nuestra capacidad empática parece
ser que va mucho más allá de lo que hemos comentado hasta ahora; según los
últimos hallazgos realizados por el equipo de Alessio Avenanti (profesor adjunto de
psicología de la Universidad de Bolonia), existe incluso una capacidad empática
«somática». Se ha observado que al visualizar el dolor ajeno, producido por el
pinchazo de una aguja en una mano, se producen alteraciones musculares de la
misma zona en el observador, además de las cognitivas y emocionales, citadas
anteriormente. (4) Apasionante, ¿verdad?

3. La aceptación
¿Recuerdas que «aceptar» era la condición indispensable para facilitar el cambio?
Tras la identificación de un pensamiento, teníamos que aceptarlo para poder proceder a
cambiarlo o potenciarlo, y tras el autoconocimiento personal, debíamos proceder a la
autoaceptación, para potenciar o cambiar hábitos de conducta establecidos.

245
La cualidad o virtud de aceptar tanto lo propio como lo ajeno requiere un
entrenamiento consciente y continuado que nos permita obtener resultados satisfactorios,
traducidos en un estado de bienestar. Tener la capacidad de aceptar lo ajeno me resultará
más fácil si he realizado un trabajo personal previo y soy capaz de aceptarme a mí
mismo. Por otra parte, aceptar nuestras cualidades, nuestras virtudes, puede parecernos
más sencillo que aceptar nuestros inconvenientes o defectos, aunque hay excepciones.
Aceptar lo ajeno, las diferencias, las personas o los hechos que en nuestra vivencia
percibimos como no deseados o incluso si se trata de aceptar virtudes ajenas, a veces nos
resulta difícil, sobre todo si percibimos en ello una amenaza personal.
Aceptar realmente supone percibir «las diferencias» siendo capaces de sentir paz
interior; significa «tolerar», tener una actitud de «respeto» hacia nosotros mismos, hacia
la otra persona o hacia las circunstancias en las que nos vemos envueltos.
Las personas con las que interactuamos tienen el «derecho» a pensar, sentir y
comportarse de forma diferente a como yo lo haría... y a veces lo olvidamos. El hecho
de aceptar esa diferencia nos permite «observar disociadamente», con mayor facilidad,
una situación concreta percibida como indeseable, y por tanto nos permite estar en una
mejor disposición para influir en ella de forma más saludable y adaptativa.

Saber aceptar nos enriquece y enriquece nuestras relaciones interpersonales.

Eckhart Tolle, escritor y maestro espiritual contemporáneo de origen alemán, nos


habla85 de este concepto como uno de los estados fundamentales del «ser». Observa la
figura siguiente:

Si hacemos una reflexión sobre esto, podemos identificar claramente que estar
situados fuera de estos tres estados supone una «ducha química negativa», de la cual ya

246
hemos hablado ampliamente. Prestarle «atención consciente» durante nuestra rutina
diaria nos puede permitir mantenernos con más facilidad en uno de esos tres estados.

¿Cómo podemos hacerlo? Te voy a proponer otra práctica de fácil aplicación si nos
servimos de nuestra brújula, «el sentimiento», para no tener que estar atentos
constantemente durante toda la jornada.
Si partimos de que por «esencia» cada uno de nosotros tiene capacidad de
aceptación, capacidad de gozar o capacidad de sentir entusiasmo, vas a procurar ejercer
esa capacidad —«sentirte capaz de ello»— de forma proactiva, sin necesidad de esperar
un motivo ajeno a ti, al que debas reaccionar para situarte en uno de los tres estados.
Para la práctica consciente es mejor escoger uno de ellos cada día. Si al levantarnos
por la mañana nos predisponemos, por ejemplo, a sentir gozo —recuerda que para
conseguirlo, tu atención, tu herramienta, deberás centrarla en pensamientos favorables,
en «la bola verde»— y procuramos mantener esa predisposición a lo largo del día,
comprobaremos que nuestra jornada discurre de forma diferente, porque influimos en los
demás de forma diferente y por tanto recibimos más fácilmente una interacción diferente.
Si en algún momento nuestra brújula nos indica que estamos centrando nuestra atención
en la «bola roja», será el momento de resituarnos nuevamente en el estado de gozo,
cambiando en el acto nuestra atención hacia la observación del resultado que esperamos
y al cual nos hemos comprometido como práctica.
El estado de aceptación es el que más suele costarnos a la mayoría, por tanto será
conveniente practicarlo con mayor frecuencia. Otra sugerencia para conseguir una
progresión satisfactoria es que seas paciente, que no pretendas conseguir, como tampoco
lo hace un buen atleta, un resultado espléndido al principio de tu entrenamiento. Realiza
inicialmente la práctica en días que preveas como no demasiado problemáticos, o cuando
debas relacionarte con personas con las que no te resulte extremadamente difícil
conectar, dado que de lo contrario, si nos situamos ante obstáculos demasiado altos,
antes de ser ágiles en nuestra capacidad es más probable que no obtengamos gratificación
con el resultado y abandonemos el entrenamiento.

Estamos llegando casi al final de nuestro recorrido juntos. Vamos a ser aún más
prácticos.
A partir de aquí, comprobarás que añadiremos pocos conceptos nuevos, aunque
quedan algunos. Básicamente realizaremos un repaso, síntesis y refuerzo de conceptos y
herramientas ya descubiertos en el camino. Lo haremos a través de metáforas, cuentos,
ejercicios y estrategias, con la finalidad de seguir facilitando día a día nuestra vida y
hacerla, si cabe —y creo que sí—, más satisfactoria.

247
82 Fredy Kofman (Buenos Aires, 1960), licenciado en economía y profesor en
distintas universidades, que desde 1996 se dedica a la formación de ejecutivos y al
desarrollo de la conciencia en los negocios, nos explica este concepto en una de sus
conferencias, «Vida, libertad y conciencia». Aprovechando una historia sobre los sufíes
en relación a «qué significa ser un humano», compara el concepto de ser una «oveja»
(no asumir las responsabilidades, sentirse víctima) con el de ser un «tigre» (tener
capacidad de decisión y responsabilizarse de los errores tanto como de los aciertos). Te
recomiendo este vídeo, que se puede encontrar en internet.
83 Revisa de nuevo las reacciones de defensa, Fig. 4.10.
84 La ínsula es una corteza no visible situada bajo la corteza parietal inferior y
temporal. Recibe información aferente del tálamo y envía información a estructuras
relacionadas con el sistema límbico, tales como la amígdala, el estriado ventral y el córtex
orbitofrontal.
85 Entre sus libros más conocidos donde trata la estructura del ego, se encuentran El
poder del ahora, Un nuevo mundo, ahora, El silencio habla y Practicando el poder del
ahora.

248
Quinta Parte

Pasamos a ser prácticos


En el primer apartado de esta última parte vamos a ver cómo pasar a la acción con
todas esas herramientas que tenemos a disposición, creando un programa de gestión de
«vida» y añadiendo un procedimiento para facilitar el cambio a partir de la visualización
del recuerdo.
Veremos en el segundo apartado una síntesis de todas las herramientas seleccionadas,
recordando cuáles de ellas son las más rápidas («luz al instante»), las más sólidas («los
ladrillos de mis circuitos») y las de soporte («mis comodines de interacción»).
Finalizaremos esta quinta parte con el apartado «Para facilitarte aún más la práctica», en
el que analizaremos dónde centrar nuestra atención para empezar de forma sencilla y
conseguir una progresión efectiva. Veremos un juego, una selección de cuentos,
ejercicios y, por último, nuestro secreto final: «Tu atención en solo dos focos.»

1. Pasar a la acción
1.1 Crear un programa de gestión de «vida»
Está claro que tener la información de lo que debemos hacer es importante, pero una
vez sabido esto, no nos queda más remedio que materializarlo, movilizarnos para
conseguirlo. Saber lo que es conveniente hacer crea en nosotros una expectativa
esperanzadora, nos da una salida, una oportunidad. Pero si sé lo que debo hacer y no lo
hago, puedo incluso sentirme peor que cuando no tenía la información de «qué hacer,
cómo hacer y cuándo hacer». Baja mi autoestima porque sé a ciencia cierta que, aunque
intente buscar justificaciones, yo soy el único responsable de determinar mi vida en ese
sentido, y queda patente ante mí y ante los demás mi falta de compromiso.
También tenemos claro que justificarnos ya no es una excusa válida. Solo nos sirve
para inmovilizarnos frente al cambio y el cambio implica acción.
Seguro que estamos totalmente de acuerdo con el pensamiento positivista del
psicólogo Martin Seligman y sus colegas de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia,
quien nos dice que para que la felicidad perdure debe existir junto al placer un cierto
grado de compromiso en la vida. Si nosotros pretendemos, en nuestro proceso evolutivo,
mejorar nuestra calidad de vida para contribuir a nuestra felicidad, vamos a disfrutar

249
primero, definiendo nuestro programa de gestión de «vida» y posteriormente nos
comprometeremos a pasar a la acción para materializarlo.

Definiremos nuestros objetivos: ¿Qué Quiero?


Veremos cómo llevarlos a cabo: ¿Cómo hacerlo?
Vamos a materializarlos: ¿Cuándo hacerlo?

¿Te resulta excesivo este proceder? Es posible que sí y no me parece nada extraño. A
la mayoría de nosotros no nos han educado en ese sentido; no hemos tenido ninguna
asignatura que nos haya preparado para vivir o para educar a nuestros hijos. Estos
aspectos que resultan ser «fundamentales» para nuestra existencia, los hemos aprendido
por el método del «ensayo y error». En cambio, nos parece normal oír hablar de
programas de gestión de empresa, de programas de gestión de riesgos, de programas de
gestión medioambiental, de programas de gestión de calidad. Bien, creo que puedes
plantearte ahora —y mejor tarde que nunca— contemplar la posibilidad de mejorar
también tu gestión de vida.

Requisitos para definir... ¿Qué quieres?


Ser creativo al definir qué quiero

Utilizar mi pensamiento lateral. La lista debe incluir mis responsabilidades pero


también mis ilusiones en todos los ámbitos, personal, familiar, laboral.
Ejemplos:
Quiero ser feliz, quiero tener pareja, quiero un trabajo que me ilusione, quiero estar
sano, quiero hacer un viaje espacial.

Debe hacerme sentir bien

Recuerda que lo que quieres siempre va acompañado de un sentimiento favorable.

Desestimar lo que no quiero

Si te surge algo que no quieras, aprovecha para hacer la conversión en base a lo


aprendido.
Ejemplos:
No quiero estar enfermo... Quiero estar sano.

250
No preguntarme si es viable
Al definir lo que quieres, aún no es el momento de plantearte su viabilidad.

Peguntarme por qué lo quiero

Recuerda que el «por qué» justifica, y cada una de esas justificaciones amplía tu lista
de objetivos y te ayuda a clarificar y reforzar lo que quieres. Hazlo aunque consideres
que son obvias las respuestas que puedas darte.
Ejemplos:
¿Por qué quiero estar sano?... Para sentirme vital, para ser más atractivo, para vivir
más y mejor, porque adelgazaré en consecuencia.

Respetar al prójimo

Como seres sociales, debemos recordar que nuestra libertad acaba donde empiezan
los derechos de los demás.
Ejemplo que no cumple el requisito:
Quiero que despidan a mi compañero de trabajo.
Ejemplo que sí lo cumple:
Quiero conseguir la promoción al puesto.

Requisitos para hacer factibles tus objetivos... ¿Cómo


conseguirlo?
Han de ser concretos

Debes procurar concretar al máximo y evitar las generalizaciones, para no dispersarte.


Ejemplos:
¿Cómo voy a conseguir ser feliz? Voy a cuidar mi relación de pareja en este/os
aspecto/s concreto/s. Voy a dedicar «tanto tiempo»/diario (concretarlo) a cuidar de mí en
este/os apecto/s concreto/s...

Han de ser asumibles, viables

Poner objetivos inaccesibles puede resultar frustrante, aunque esto no nos tiene que
impedir ser ambiciosos a la hora de marcarnos metas si somos conscientes de que una
vez hecho todo lo posible para conseguirlas, no estamos obligados a más.

251
Ser utópico puede también ayudarnos a invertir más entusiasmo y energía en la
consecución de lo que anhelamos, y nos queda la satisfacción de haber conseguido
avanzar más de lo que seguramente otros consiguen situando su listón más bajo para
tener la seguridad de alcanzarlo.
Al plantear el «cómo» es cuando realmente podemos comprobar la viabilidad de un
«qué». Es posible que si quería hacer un viaje espacial, y al ponerme en contacto con la
NASA compruebo que se requiere tener una edad que no tengo, una formación de la que
carezco, unos recursos económicos para mí inalcanzables... llegaré a desestimar ese
objetivo «deseo» y deberé aceptar que mis características lo hacen inviable ¡en el
momento presente al menos!

He de facilitarme el conseguirlo

Si quiero adelgazar, por ejemplo, y sé que me encanta comer paella, procuraré evitar
ir al restaurante donde la preparan excelentemente los jueves y haré atractivas comidas
en casa con productos sanos que me apetezcan. Prepararé el acto de comer lo mejor
posible, desde ir al mercado para comprar productos naturales y frescos a organizar las
dietas en función de mis horarios, para no caer en la excusa de no tener tiempo y comer
cualquier cosa rápida; procuraré cocinar con cariño y creatividad, variando las recetas, y
pondré la mesa de forma cuidada y agradable. Además, puedo ayudarme retomando el
ejercicio que dejé de realizar hace un tiempo y bebiendo agua en abundancia.
Facilitar la consecución de mis objetivos, por pequeños que sean, es fundamental para
hacer un progreso efectivo y eficiente. Implica tener presente los inconvenientes que se
puedan presentar y las alternativas que deberé barajar en caso de producirse, y sobre
todo observar los beneficios que puedo obtener.

He de disfrutar en el proceso
Disfrutar en el proceso es una forma de facilitar el progreso en dirección a nuestros
objetivos. Ya hemos comentado anteriormente que pretender conseguir algo, invirtiendo
un gran esfuerzo, va a ser con toda seguridad una tarea difícil. Tenemos esa percepción
debido a que nuestra atención está centrada en los inconvenientes, en lugar de estar
centrada en el beneficio que obtendremos al conseguir el resultado esperado. Nuestra
educación ha estado marcada por esa creencia de «la letra con sangre entra». ¿Te suena
esto?
Una forma de ayudarnos será premiar nuestro progreso ante los logros aunque sean
pequeños, lo que implica hacer una supervisión de cómo avanzo y un reconocimiento de
mi éxito en la tarea.

252
Requisitos para materializar tus objetivos... ¿Cuándo hacerlo?
Programar fechas concretas y consensuarlas

Cada tarea que hayas planteado como camino para conseguir tu objetivo, debe estar
planificada con fecha y, si es necesario, también con la hora en que vas a ejecutarla. Si
en ello hay otras personas implicadas, debemos hacerlas partícipes para consensuarlas.

Comprobar periódicamente el cumplimiento de programación

Puede que una tarea planificada no llegues a realizarla, justificadamente o no; en tal
caso, recuerda que sale a cuenta observar el resultado que esperas, reprogramar y
reconocer que la próxima vez lo puedes conseguir.

La constancia y el compromiso

Puede que a pesar de realizar la tarea, el resultado no te sea satisfactorio. ¡Has


obtenido un mal resultado, pero de ninguna forma has fracasado! La próxima vez lo
harás mejor... ¡Thomas Edison lo tenía claro! No dejes de observar el resultado esperado
y aprende de tus errores para reprogramar tareas diferentes si quieres resultados
diferentes.

1.2 Procedimiento de cambio partiendo de la visualización


del recuerdo
En el apartado donde tratamos la visualización como herramienta, comentamos que
desarrollaríamos este procedimiento.
¿Recuerdas esta figura?

253
Para empezar, debemos escoger una vivencia negativa pasada, reciente o remota,
esporádica o repetida, con la pretensión de pensar, sentir y actuar de forma más
adaptativa en un futuro, por si volvemos a encontrarnos en una situación similar, o a
relacionarnos con la persona o personas implicadas en esa vivencia pasada.
Una vez que sepamos cuál es la vivencia de nuestro recuerdo que queremos trabajar,
la visualizaremos con todo detalle, siguiendo el procedimiento que vimos en la
visualización del recuerdo. Repasaremos el espacio, las personas implicadas, el ambiente,
el contenido de la conversación, nuestros sentimientos derivados, así como nuestro
comportamiento y el del resto de participantes.
Llegados a este punto, comprobaremos que revivimos mentalmente esa situación y
sentimos de forma parecida a como nos sentimos en el pasado. Observa en ese momento
dónde se sitúa en tu cuerpo esa emoción, ¿sientes una opresión en el estómago?, ¿en el
pecho?, ¿sientes tu musculatura tensa?, ¿sudas?, ¿tienes las mandíbulas apretadas?, ¿se
te ha secado la boca?, ¿tu ritmo cardíaco es más acelerado? Como ya sabemos, todos
esos signos y síntomas se derivan de nuestra estimulación simpática y te acompañan
siempre, todos o unos más que otros, cuando tu brújula indica que estás observando la
«bola roja». Tu organismo solo responde de forma coherente a la información que tú le
estás dando a través de los pensamientos que generas de forma consciente o inconsciente
y de forma automática.
A partir de aquí vas a registrar por escrito en la plantilla de «registro inicial», que te
propongo a continuación, primero la situación, tan concreta como puedas especificarla;
después to- dos los pensamientos que has generado ante la misma; a continuación los
sentimientos que se derivan de cada pensamiento que has tenido, y por último los

254
comportamientos que generaste en consecuencia.

Una vez completado el «registro inicial»:


1. Debes observar cada uno de los pensamientos que has apuntado en el Registro inicial
y hacer el cambio de pensamiento, o utilizar el cambio de atención, o reevaluarlo y
apuntarlo en el Registro de Cambio.
2. A continuación debes reflejar en el Registro de Cambio cada sentimiento que creas
correspondería al pensamiento modificado y si consideras que puede mejorar aún
más, aplica y añade posteriormente alguna de las herramientas rápidas (las tienes
agrupadas en el punto siguiente).
3. Del cambio de pensamiento y sentimiento vas a deducir qué cambio de
comportamiento será el coherente, ayudándote con las herramientas de soporte que
también tienes agrupadas en el punto siguiente.

255
Una vez que hayas completado este registro, intenta visualizar de nuevo la situación
pero utilizando los cambios que has realizado en tus pensamientos, sentimientos y

256
comportamientos sin necesidad de modificar mentalmente lo que dicen y hacen los
demás. Los cambios aplicados los realizas en ti.
Repasa la visualización más de una vez y comprueba cómo cambia tu forma de
percibir la situación y cómo va variando la intensidad de la emoción localizada en tu
cuerpo.
A partir de aquí, es recomendable repasar con periodicidad la visualización de
proyección, sobre todo si existe la posibilidad de que esa vivencia que has trabajado sea
una situación que se repite con cierta frecuencia en tu vida. Podrás tener la
comprobación definitiva de tu progreso cuando esa situación se vuelva a presentar.
Los cambios que consigues en ti producen un cambio neurobiológico, y tus síntomas
y signos simpáticos no son tan evidentes, pero al exponerte de nuevo a una situación real
parecida o prácticamente idéntica, comprobarás que te resulta más sencillo pensar, sentir
y comportarte de la forma que has proyectado mentalmente y que la influencia de tu
cambio personal en los demás promueve también en ellos un cambio, a pesar de que tu
visualización de proyección se ha centrado en tus cambios personales.
Puedes utilizar este procedimiento no solo para realizar cambios en base a situaciones
negativas que hayas vivido, sino también para realizar proyecciones futuras de
situaciones en las que puedes anticipar alguna posible dificultad, y quieras programarte
mentalmente para facilitar al máximo tu influencia saludable en reuniones de trabajo, en
entrevistas personales, conversaciones con tus hijos, con tu pareja, con tu jefe... o
simplemente para proyectar saludablemente cualquier evento que sea novedoso para ti.

2. Selección de herramientas para pasar a la acción


En este método he seleccionado varias herramientas para trabajar en los tres ámbitos
de nuestra vivencia: el ámbito de pensamiento, el de sentimiento y el de comportamiento.
Recordemos que estos tres campos tienen una influencia bidireccional y, por tanto,
trabajar en cualquiera de ellos supone trabajar en todos a la vez.
En este apartado vamos a esquematizar esa selección para que puedas acceder a ella
con facilidad.

257
3. Para facilitarte aún más la práctica
3.1 ¿Por dónde empezar? Por lo más fácil de influir
En la figura siguiente está esquematizada la representación de tu entorno y la de tu
persona. El entorno te influye y tú influyes en el entorno.
Nuestro entorno tiene dos ámbitos: el que depende exclusivamente de nosotros y el
que no depende solo de nosotros; ambos se influyen bidireccionalmente.

258
Nosotros también tenemos dos ámbitos: el mental y el corporal. Nuestro cuerpo es
leído por nuestra mente de forma constante y continua, y nuestra mente influye en el
cuerpo también de forma constante y continua. Sin embargo, ya sabemos que aparte de
estas influencias existe un efecto diferente: la determinación. Cada uno de nosotros
determina su vida. Ahora observa la figura siguiente y comprueba que los ámbitos donde
más fácilmente puedes actuar son el de tu cuerpo y el del entorno que depende
exclusivamente de ti.

Dado que todos los ámbitos se influyen bidireccionalmente, de forma indirecta vamos
a influir también en nuestra mente y en el entorno que no depende solo de nosotros.

¿Cómo trabajar tu cuerpo?

259
Dispones de algunas herramientas rápidas que te van aportar «luz al instante». Sin
realizar esfuerzo, su efecto es inmediato, como tu posición corporal correcta, sonreír,
salivar, hacer ejercicio... además de cuidar tu higiene, tu alimentación, tus hábitos de
sueño... En función de la situación o el estado en el que te encuentres, puedes aplicar una
u otra, varias o todas ellas.
Algunas personas con estado de ánimo muy bajo deben mantenerse un tiempo
cuidando solo este ámbito hasta que su nivel energético mejore. Debemos tener en
cuenta los ritmos personales, ya que no todos podemos avanzar a la misma velocidad y
es importante hacerlo paso a paso, en función de nuestras posibilidades, en cada
momento concreto.
Cuando tu nivel energético sea más adecuado, podrás utilizar las herramientas sólidas,
«los ladrillos de tus circuitos». Aunque más laboriosas y de efecto más lento, estas
herramientas son tremendamente efectivas para que los cambios personales perduren,
dado que reestructuran nuestros circuitos cerebrales. Por último, tienes las herramientas
de soporte, «tus comodines de interacción», que van a colaborar en que tu influencia
hacia tus semejantes sea más amable, afectiva y efectiva.

¿Cómo trabajar el entorno que depende exclusivamente de ti?


Cuida el espacio personal, ordénalo, ventila las habitaciones, deja entrar la luz, cambia
la distribución de los muebles periódicamente, acompaña el ambiente con música, plantas
y flores. Levántate con tiempo y deja la casa ordenada para que cuando regreses te
impacte favorablemente. Cuida tu aspecto físico y vístete de forma que te agrade —no te
pongas cualquier cosa—. Procura disponer de tiempo suficiente para tus
desplazamientos, —las prisas no te van a beneficiar—. Sé puntual y organiza tus tareas.
Distribuye el día contemplando el espacio de tiempo que debes dedicarte y dedicar a tus
allegados y amigos. Tu espacio de trabajo cuídalo en igual forma, mantén tu mesa
ordenada, organiza bien la agenda.
Creo que no es necesario que te sugiera más; aquí tenemos una muestra de cómo
cada uno de nosotros debe empezar a movilizarse hacia el bienestar. Es un compromiso
que debemos adquirir ante nosotros mismos, de lo contrario, como decíamos
anteriormente, sobreviviremos en lugar de vivir.
Puede que te venga a la cabeza en estos momentos el hecho de que a veces, por más
que influyamos en buen sentido, las cosas, las personas o los acontecimientos no acaban
resultando como esperamos. Sí, a veces es así, y ese será el momento en que nos toca
servirnos de esa cualidad fantástica que nos aporta paz interior: la aceptación.

260
3.2 El juego
Tras haberte introducido en la práctica de las herramientas que hemos ido
descubriendo, te propongo que montes un juego con ellas y lo hagas extensivo a tus
compañeros de trabajo, a los miembros de tu familia con los que compartes la casa,
incluso a tus hijos pequeños (pueden participar parcial o totalmente en función de su
edad).
Vamos a ver cómo lo haremos:

¿De qué dispones?

Hemos visto 30 herramientas en total: 4 sólidas, 9 rápidas y 17 de soporte.

¿Qué necesitas?
1. Una caja pequeña, de cualquier material, pero que te guste, que te parezca bonita.
2. Treinta pegatinas de colores de las que se usan en las manualidades escolares. De las
cuales, 4 serán de un color (¿azul?), 9 de un segundo color (¿verde?) y 17 de un
tercer color (¿naranja?).
Cada pegatina tendrá escrita una herramienta diferente; en las 4 azules situarás las
herramientas sólidas; en las 9 verdes, las herramientas rápidas, y en las 17 naranjas,
las herramientas de soporte.
Colocarás todas las pegatinas dentro de la caja.
3. Un folio donde pegarás tres círculos de colores iguales a los que has escogido para las
pegatinas (uno azul, otro naranja y otro verde). Dentro del círculo azul escribirás la
palabra «pensamiento», dentro del círculo verde, la palabra «sentimiento», y dentro
del naranja, la palabra «comportamiento»,86 y los distribuirás tal como te sugiero en
la figura siguiente, ya vista repetidamente con anterioridad.
Plastificarás esta plantilla para darle resistencia, y la colgarás en un lugar visible de la
casa, ya sea en el estudio, en la nevera o en la habitación donde soléis pasar más
tiempo.

261
¿Cómo jugar?

Cada día vas a escoger una herramienta, de forma aleatoria o decidida, para
practicarla durante la jornada. Si participan en el juego tus compañeros o familiares,
infórmales de la herramienta que vas a utilizar.
Vamos a suponer que has decidido escoger una herramienta rápida, como «la risa».
Cogerás la pegatina «risa» y la llevarás contigo durante todo el día, situada en un lugar
visible, como tu agenda, el monedero, el tablero del coche si es tu medio de trabajo o la
pantalla del ordenador si lo usas con regularidad. Te servirá de recordatorio.
Durante la jornada tienes que facilitarte sonreír, proponer conversaciones divertidas,
explicar algún chiste, ver alguna película de humor o simplemente interactuar
proactivamente con tu cara sonriente, en lugar de tener el ceño fruncido.
El hecho de que estén al corriente los demás, te permite poner más atención en tu
juego y pueden además reforzarte o recordarte que no estás cumpliendo suficientemente
con tu propósito.
Al finalizar el día, vas a valorar y contrastar con los demás si has conseguido
satisfactoriamente el resultado que esperabas. Si es así, pegarás la pegatina en la casilla
que le corresponde (la verde) de tu plantilla, y podrás escoger una herramienta diferente
para el día siguiente. Si no te apruebas en tu resultado, vas a invertir un día más en jugar
con esa herramienta, pero solo un día más. En caso de que sigas valorando como
insatisfactorio el resultado de ese segundo día, devuelve la pegatina a la caja y ya la
practicarás más adelante, cuando vuelva a aparecer de forma aleatoria o decidida. La
finalidad de esta actuación es facilitar al máximo tu progreso y evitar que abandones.
Vas a continuar el juego con este procedimiento hasta haber conseguido pegar todas

262
las pegatinas en la plantilla y, una vez logrado, te puedes premiar con algo que te ilusione
y que incluso puedas haber decidido junto con el resto de observadores.
A partir de ese momento, puedes devolver todas las pegatinas a su caja y repetir de
nuevo la partida.
Te sugiero que al menos realices dos partidas sucesivas inicialmente. Tu integración
será más efectiva. Posteriormente puedes hacer una partida completa de vez en cuando,
o escoger alguna herramienta concreta que quieras reforzar, o que te agrade
particularmente, como con cualquier otro juego... ¡Que te diviertas!

3.3 Los cuentos. ¿Dónde pongo mi atención?


Esas narraciones breves, orales o escritas, que son los cuentos nos han acompañado a
lo largo de nuestra vida; los hemos escuchado y vivenciado de niños cuando nuestros
mayores nos los contaban al acostarnos, al lado de un buen fuego en invierno o en
cualquiera de esos momentos entrañables que solemos recordar. Más tarde, hemos sido
nosotros los que hemos contado o leído cuentos a los más pequeños y hemos vivido a
través de ellos la ilusión que vemos reflejada en su expresión.
Sin embargo, hemos abandonado la posibilidad de seguir aprovechando uno de los
beneficios que nos aportan los cuentos: ¡su metáfora!
El efecto que la metáfora produce en nosotros siempre impacta con más fuerza.
Recuerda que el componente emocional refuerza nuestro aprendizaje.
Por ese motivo fundamental, aparte de que nos hemos propuesto jugar como cuando
niños con conceptos que nos hacen maduros, vamos a reflejar aquí algunos cuentos,
unos más conocidos que otros,87 pero todos orientados a que observemos «dónde
centramos nuestra atención».

La atención
"Nuestra herramienta"

Pepe era un restaurador muy conocido en su ciudad no solo por su fama profesional,
sino por su buen carácter y optimismo.
Su amigo Juan estaba asombrado por la capacidad que Pepe tenía para simplificar y

263
ver siempre el vaso medio lleno, por lo que se decidió a pedirle que le contara su secreto.
Juan: Pepe, tienes que explicarme cómo caramba consigues estar siempre tan positivo y
alegre.
Pepe: Si te apetece, podemos ir a tomar algo mientras te lo cuento.
Juan: De acuerdo.

Se acercaron a la cafetería más cercana y pidieron cada uno su consumición.


Mientras esperaban a que el camarero volviera a su mesa, Pepe le comentó que, con
toda seguridad, acabarían antes de haber terminado su bebida.
Pepe: Mira, Juan, cada día cuando me levanto me doy cuenta de que tengo dos
opciones, pasar un buen día o pasar un mal día, y decido la primera... ¡pasar un buen
día!

En aquel momento Pepe hizo un silencio, más prolongado de lo que Juan esperaba,
por lo que Juan reaccionó de inmediato.
Juan: Bueno, ¿y qué más?
Pepe: ¡Ya está, nada más!
Juan: ¡Vamos, hombre, no me digas que tú no tropiezas nunca! ¡Con la infinidad de
inconvenientes que la vida nos planta en las narices!
Pepe: Bien, cuando tropiezo, también tengo dos opciones: levantarme, sacudirme y tener
claro que no debo volver a pasar por allí, o levantarme y maldecir el dichoso agujero.
Yo escojo la primera opción, tener claro que debo aprender de esa experiencia.
Juan: ¡Vaya!, ¿y si yo vengo a contarte las desgracias que inundan mi vida?
Pepe: También tendré dos opciones. Decirte, «¡Mira, Juan, tienes que observar qué
puedes aprender de esa situación!», o por el contrario reforzar tu infortunio y
confirmarte que eres un desgraciado, cargado de mala suerte. Y sin ninguna duda
escogeré la primera.

Juan no quedó convencido con lo que Pepe argumentaba. Pensaba que solo con esa
actitud, a él se le haría difícil obtener los mismos resultados que lograba su amigo.
Acabaron su bebida y se despidieron para volver cada uno a su trabajo.
Pasado un tiempo, le comunicaron a Juan que Pepe había sufrido un grave accidente;
habían entrado en su restaurante para robarle y le habían acribillado a balazos. Estaba
ingresado en cuidados intensivos, herido gravemente y peligraba su vida. En ese
momento, Juan se dijo: «Pobre Pepe, ahora sí que no le sirve de nada su optimismo.»
Pero a los pocos días, Juan tuvo una excelente noticia: Pepe estaba mucho mejor y le

264
avisarían cuando le dieran el alta hospitalaria.
Al salir del hospital y volver a casa, Pepe llamó de inmediato a Juan para que fuera a
visitarle y este así lo hizo.
Juan: ¡Cuánto me alegro de verte, Pepe! ¡Qué mala suerte has tenido, chico!
Pepe: ¡Pero qué dices mala suerte! Mira, cuando estaba echado en el suelo sangrando, lo
primero que pensé es que debía haber cerrado la puerta trasera, por donde entraron.
Pero lo segundo fue que tenía dos opciones: una, arrastrarme sacando fuerzas hasta
llegar al teléfono para pedir ayuda, o morir desangrado en el suelo. Como puedes
suponer, la opción que decidí coger fue la primera.
Llegué al teléfono y además tuve suerte porque los de la ambulancia acudieron
rápidamente. De camino al hospital, no pararon de alentarme y decirme que
estábamos a punto de llegar, que aguantara solo unos instantes más, porque estaban
esperándome para atenderme de inmediato. ¡Y así fue! En el quirófano, primero lo
pasé mal, porqué yo veía que el cirujano me miraba como si yo ya estuviera muerto,
pero de repente me preguntó: «¿Es usted alérgico a algo?» Y yo le respondí con el
poco aliento que me quedaba: «¡A las balas!» Este comentario le hizo sonreír, cosa
que me alegró, porque comprobé que era humano. Inmediatamente añadí: «Doctor,
¿le puedo pedir un favor?» «Sí, dígame usted.» «Por favor, opéreme como si
estuviera vivo, no como si estuviera muerto, ¡porque mi opción es vivir!»

Está claro que a nuestro amigo Pepe no le cuesta centrar su atención en la «bola
verde». La observación constante del resultado esperado le permite buscar y decidirse
por la opción que considera acertada para que le lleve a buen puerto.
Recuerda que siempre tienes dos opciones ante cualquier circunstancia y que debes
tener, como Pepe, una visión clara de lo que quieres, constancia en tu proceso de
consecución y estar comprometido en conseguirlo.

La atención
"Nuestra herramienta"

El señor Dimas, profesor de un instituto de enseñanza media, llega un día a clase con
un bote de cristal en la mano. Les comenta a sus alumnos que hoy empezarán la clase un

265
poco más tarde porque les quiere plantear un ejercicio peculiar. Les enseña el bote de
cristal vacío y les pregunta:

—¿Creéis que este bote está vacío?

Ante la evidencia, todos contestan que sí.

—Bien, pues ahora vamos a llenarlo de pelotas de golf.

El señor Dimas introduce en el bote tantas pelotas de golf como el recipiente permite
y vuelve a preguntar:

—¿Creéis que podemos llenar más el bote?

La mayoría de los estudiantes responden a la pregunta con un «No», dado que es


evidente que no cabe ni una sola pelota más de golf en el recipiente. Pero,
sorprendentemente, el profesor procede a buscar en su cartera, de donde saca una bolsa
llena de canicas y las vierte en el bote. Las canicas van ocupando los espacios libres entre
las pelotas de golf, hasta que queda un espacio totalmente limitado para que no entre ni
una más. Entonces vuelve a preguntar:

—¿Y ahora qué os parece, el bote está lleno?

Los estudiantes sonríen y contestan a la pregunta, aunque en esta ocasión no están


todos de acuerdo; unos contestan que sí y otros contestan que no. Entonces, el profesor
les pide que argumenten el desacuerdo. Los estudiantes que han contestado que sí
explican que es evidente que ahora ya no caben más pelotas ni canicas. El resto sostiene
que, si bien es cierto que no caben más pelotas ni canicas, hay espacios pequeños entre
ellas que pueden ocuparse. El señor Dimas asiente y saca de su cartera una bolsa con
arena, que vierte en el bote. Entonces se oye una fuerte exclamación unánime en la clase.
¡Ahora sí!, la clase en pleno está de acuerdo en que el profesor les ha pillado por
sorpresa.
Pero el profesor insiste en su pregunta:

—¿Y ahora qué os parece, el bote está lleno?

En ese momento se crea un silencio general, e instantes después se oye una


exclamación, bastante unánime:

266
—¡Sí, ahora sí que está lleno!

Fue entonces cuando el profesor, sin decir ni palabra, salió de clase ante el
desconcierto de los alumnos y regresó con dos tazas de café en la mano. Cogió el bote y
vertió la primera taza de café en su interior, y después siguió con la segunda, que también
tuvo cabida.
El señor Dimas les dijo a continuación que debían reflexionar sobre este hecho, les
hizo ver que podemos limitarnos y, al hacerlo, equivocarnos si la percepción que tenemos
de las cosas la condicionamos a una observación parcial, dejándonos llevar por la
información más reciente que se nos ha facilitado, sin cuestionarnos posibilidades
alternativas. Pero, además de esta cuestión, él pretendía hacerles una aportación añadida:
— Las pelotas de golf son la metáfora de las prioridades que debemos tener en cuenta en
nuestra vida: la salud, la familia, las necesidades básicas cubiertas, las ilusiones; las
canicas representan aquellos aspectos también importantes pero no fundamentales,
como un buen trabajo, tener dinero, tener coche, vivir en una casa de propiedad, y la
arena representa aquellos aspectos menos importantes, más superficiales y que de
ningún modo deben invadir el espacio de los dos anteriores.
Os voy a poner un ejemplo para que no os quede duda alguna. Si vuestro padre
propone hacer una salida al campo el fin de semana para disfrutar de un día familiar y
como respuesta recibe por vuestro lado el comentario de que no os apetece porque
teníais previsto quedaros en casa, y vuestra madre añade que, con la cantidad de
trabajo que tiene, le es imposible, tanto vosotros como vuestra madre estáis
cambiando pelotas de golf por arena. Otros ejemplos podrían ser el del sanitario que
realiza una guardia tras otra para tener un sobresueldo y poderse comprar un
deportivo, aunque esto le suponga no ver a su pareja ni a sus hijos durante la semana
y fatigar su organismo sin atender su ritmo de sueño saludable. O dedicar la mayor
parte de vuestro tiempo libre a jugar con la PlayStation en lugar de asistir a los
entrenos de vuestro equipo de fútbol, donde os relacionáis con vuestros compañeros y
hacéis un saludable ejercicio. Debéis tener en cuenta que si llenáis de arena vuestro
bote no cabrá ni una sola canica, ni una sola pelota de golf en su interior.

Tras esa explicación se hizo un silencio profundo en clase, pero en un instante se


rompió al escucharse una tímida voz al fondo que planteaba una pregunta:

—Señor Dimas, ¿y las dos tazas de café?

El profesor sonrió y felicitó al estudiante por su agudeza.

267
— Cuando creáis que vuestro bote está totalmente lleno, aún os quedará espacio
y tiempo para poder tomar un par de cafés con vuestros amigos.

La atención
"Nuestra herramienta"

Jan es un niño de cinco años de edad, alegre, muy activo, pero a veces demasiado
atrevido, cosa que a su padre le intranquiliza cuando el niño pretende exponerse a
situaciones que no son propias de su edad.
Un día de primavera salieron, como de costumbre, a dar un paseo por el bosque que
rodea su casa en las afueras del pueblo. Pero aquel día Jan le dijo a su padre que ya era
mayor para que le llevara cogido siempre de la mano en sus paseos. Él quería ir solo.

— Bien, no te daré la mano, pero debes mantenerte a mi lado —dijo el padre.


— No quiero; quiero ir por otro camino, porque ya soy mayor —replicó Jan.
— Vamos a llegar a un acuerdo, Jan. Papá te deja ir por ese camino paralelo
siempre y cuando te comprometas a no subirte a ninguna roca, a no correr y a dejar
de hacer la ardilla a través de tus amigos, los árboles. ¿De acuerdo?
—¡Vale, papá!

Empezaron su especial paseo. Todo iba bien, de vez en cuando el padre sacaba la
cabeza para comprobar que su avispado hijo seguía sus indicaciones, cosa que
comprobaba... hasta que de pronto se oyó un «¡Ahhhhhh!». El padre de Jan corrió hacia
él y lo encontró sentado en el suelo, lloroso y gritando:

—¡Déjame, tonto!

A lo lejos se oyó: «¡Deeejaaameee, toontooo!»

— ¡No soy tu amigo! —volvió a gritar Jan.

A lo lejos volvió a oírse: «¡Nooo soooy tu aamiiigooo!»


Cuando el padre de Jan se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, le dijo:

268
—Escucha, Jan, ¡te quiero!

A lo lejos se oyó: «Jaaan, ¡teee quieeerooo!»

—¡Jan, eres fantástico! —agregó el padre.

Y a lo lejos volvió a oírse: «¡Jaaan, eeerees fantásticoooo!»

Entonces Jan le preguntó a su padre:

—¿Por qué a ti te dice cosas buenas y a mí no?


— Mira, Jan —contestó el padre—, las personas mayores a este efecto lo llaman el
eco, pero en realidad eso es la vida, lo que tú le das, la vida te lo devuelve.

La atención
"Nuestra herramienta"

He oído hablar de un hombre al que le gustaba mucho andar tanto por el monte como
por el llano. Le encantaba el contacto con la naturaleza y tanto si hacía sol, como si
llovía o nevaba, rigurosamente cumplía con sus caminatas diarias.
Cuentan que antes de salir, tenía por costumbre comprobar desde la ventana el
tiempo que hacía y aquel día de primamera le parecía perfecto para dar su paseo por los
prados del llano. El cielo estaba totalmente despejado y se apreciaba una ligera brisa
cálida que le permitiría disfrutar de los efectos de la luz y del olor de la hierba fresca.
Cuando ya llevaba un tiempo andando, pensó que le apetecía acercarse a una colina
que veía a lo lejos, cercana a un pueblo vecino, para apreciar mejor la extensión del
valle.
Una vez allí, buscó una piedra para sentarse y al hacerlo se percató de que en ella
había una inscripción grabada. Fijó su vista con precisión y leyó: «David 4 años, 6
meses, 2 días.»
—¡Caramba! —exclamó—, aquí yace un niño de 4 años.
Levantó la mirada y vio que había piedras semejantes a la que le servía de asiento
repartidas por toda la colina; tuvo curiosidad por ver si también tenían alguna inscripción.

269
Se acercó a la más próxima, fijó de nuevo la vista y leyó: «Pablo 6 años, 2 meses, 14
días.»
—¡Caramba! —volvió a exclamar.
A partir de aquí se apresuró a revisar una piedra y otra y otra, comprobando que
todas ellas tenían inscripciones y que correspondían a niños de corta edad.
En aquel preciso instante pasó un anciano junto a él y aprovechó para preguntarle:

— Buenos días, abuelo, ¿podéis decirme qué infortunio afecta a ese pueblo
vecino para que solo tenga niños en su cementerio?

El anciano sonrió y acercándose al caminante le dijo:

— Como puedes ver, yo ya soy viejo y aún vivo aquí. En mi pueblo tenemos una
lúcida costumbre. Cuando nacemos se nos regala una pequeña libreta. En esa
libreta debemos apuntar durante toda nuestra vida, el día, la hora y el minuto en
que conseguimos iniciar un estado de bienestar, y el día, la hora y el minuto en el
que ese estado de bienestar se acaba. Cuando morimos, lo primero que hace el
consejo es valorar nuestra libreta. Se suman todos esos tiempos y el tiempo total
es el que figura en nuestra piedra.
Estarás de acuerdo conmigo en que es una sabia decisión... dado que ese es el
«tiempo» que realmente vale la pena ser vivido.

En relación a esta narración te propongo una práctica para fomentar tu estado de


bienestar y tu atención en el pensamiento positivo. Recuerda que nuestros circuitos
deben ser estimulados para mantenerlos hábiles y automáticos.
Puedes realizarla durante toda la jornada de tres días diferentes: un día habitual y
corriente de trabajo; otro día festivo, y un tercero que debe ser «especial», en el que
tengas prevista una salida poco común o hagas una actividad hasta ese momento para ti
desconocida o sepas que vas a conocer gente nueva.

¿Cómo lo harás?
1. Registro del tiempo: vas a realizar un registro de la hora y el minuto en que inicas un
estado de bienestar, y la hora y el minuto en que ese estado de bienestar se acaba.
Al final de la jornada vas a comprobar cuánto tiempo has pasado en ese estado de
bienestar.
2. Registro del «qué» te lo produce: vas a observar qué es lo que te satisface cada vez
que entres en ese estado de bienestar.

270
3. Registro del «quién» te lo induce: cada vez que registres un nuevo estado de bienestar,
¿eres tú quien influyes en facilitarte el bienestar?, ¿es alguien conocido o
desconocido?

Veamos por qué resulta interesante que juegues con este registro. Fíjate que la
observación del «tiempo» que inviertes en los estados de bienestar te indica si debes
darte por satisfecho o debes incrementar ese tiempo.
La observación del «qué» te da bienestar, te descubre aspectos nuevos a los que no
habías prestado atención, tanto en un día corriente como en un día festivo, y por
supuesto en un día especial. Podrás aprovechar para incrementar tu lista de «qué
quieres», tu «bola verde».
La observación de «quién» te hará valorar a personas que quizá te habían pasado
desapercibidas antes de ese momento. Por otro lado podrás comprobar:
– Si habitualmente o siempre son los demás los que te aportan bienestar y nunca eres
tu quien lo procura. ¡Ojo con esa situación! Eso te debe hacer reflexionar, ¡tienes que
engrasar tus motores!
– Si por el contrario siempre eres tú y solo tú el responsable de generar tu bienestar...
¡Ojo! Quizá no estás observando bien y ¡tu atención está demasiado centrada en tu
«ombligo»!

Cuestión a tener en cuenta


Inicia tu jornada teniendo a mano un papel de registro al que te sea fácil acceder. Para
simplificarlo, te darás cuenta de que cesa el estado de bienestar cuando tu brújula te avise
de que te sientes mal; la entrada en el estado de bienestar te tiene que ser fácil de
identificar dado que nuestra atención consciente estará programada con ese fin.

La atención
"Nuestra herramienta"

Oriol y Nuria son una pareja fantástica que hace poco se han independizado y han
iniciado su vida juntos en un estudio de 50 metros cuadrados en el casco histórico de
Barcelona. Nuria compartía un piso con varios estudiantes y Oriol aún vivía en casa con

271
sus padres, hasta que decidieron que les hacía ilusión la experiencia de compartir su vida.
Los dos trabajan en un hospital, se conocieron mientras realizaban las prácticas de
final de carrera.
Como en toda relación inicial de convivencia, ambos están descubriendo aspectos
hasta ahora no puestos en evidencia. Nuria está más acostumbrada que Oriol a realizar
las tareas domésticas, y aunque él se esfuerce —cosa que Nuria valora—, a menudo ella
debe estarle encima porque se despista con facilidad. Oriol en cambio le recuerda con
frecuencia a Nuria que hace las cosas con demasiada prisa y se le pasan por alto detalles
importantes, que observaría si fuera más pausada.
Hoy se han dormido, no han oído el despertador, ni él ni ella. Si no se dan prisa,
llegarán tarde al trabajo. Menos mal que es martes y van juntos en coche. El resto de
días van en transporte público, que resulta más económico. Antes de salir, Nuria tiene
que poner una lavadora; sin duda alguna, ya no puede esperar más, esta noche tiene que
estar seca porque mañana es el día de plancha.

— Oriol, ¿dónde has dejado tus calcetines?, no están en el cesto de la ropa y ¡tengo
que poner la lavadora antes de salir!
—Sí que están en el cesto, los acabo de dejar allí.
— ¡Hombre, no me digas eso!, estoy mirando en el cesto y aquí no están.
—¡ Nuria, por favor! Ya estamos otra vez en las mismas. ¡Mira bien! ¡No ves nada
aunque lo tengas ante las narices!
— ¡Cómo que yo no veo nada! ¡Eres tú el que nunca deja las cosas en su sitio!

Vamos a aprovechar esta «historieta» para plantearnos un par de cuestiones


importantes. ¿Crees que Nuria y Oriol están observando su objetivo principal?
Seguramente tienes claro que no. El hecho de estar ambos sometidos a tensión por las
prisas, hace aflorar su egocentrismo y juegan «al tenis» de forma clara.
¿Cuál crees que es el objetivo común que deben observar ambos?
Si crees que son los calcetines, estás en un error. Los calcetines son un objetivo, pero
no el principal.
Su primer y principal objetivo es la «sintonía» de relación. Por eso han decidido vivir
juntos y construir, ¿o no? El segundo objetivo serán los calcetines y seguro que si su
observación hubiera tenido estas dos prioridades, el resultado hubiera sido del todo
diferente. Puedes ver que no tienen su atención centrada en el objetivo principal (la
sintonía), ni en el segundo objetivo (los calcetines). ¿Qué están observando ambos? «Su
ombligo.» Están luchando ambos por tener razón. ¿Te es familiar esta situación? Seguro
que lo suficiente, como para que a través de estos dos personajes nos veamos reflejados,

272
en ocasiones al menos.
Bien, se trata de que esto nos sirva a partir de ahora, para poner atención en ese
aspecto fundamental: nuestra sintonía de relación.

La atención
"Nuestra herramienta"

Nota:
Agradezco a mi querida amiga y compañera en esta profesión, la doctora Marta
Ligioiz, que me descubriera «el descapotable» mientras compartíamos un desayuno
con otras personas queridas, en Sevilla hace unos años.

A Jordi acaban de regalarle un espectacular dos plazas, descapotable, de color rojo.


Es además su color preferido. ¡Ha tenido una suerte impresionante!
Hoy ha salido orgulloso de casa con su nuevo y flamante coche, y se ha cogido el día
libre para disfrutarlo al máximo.
A las dos de la madrugada Jordi decide que por hoy ya tiene suficiente y se dirige a su
casa. Cuando está a cinco minutos de la vivienda, cerca de la gasolinera donde suele
repostar, empieza a llover a raudales y le obliga a parar para poner la capota al coche. Al
pasar frente a la estación de servicio ve que solo se visualiza la luz de emergencia y bajo
ella divisa tres figuras humanas, que puede identificar al aproximarse:

1. Una, es el «amor de su vida», con toda seguridad.


2. La otra es una anciana herida que requiere ser atendida de inmediato en un
centro hospitalario, de lo contrario peligra su vida.
3. La tercera es su «amigo del alma», que le demostró su entrega hace poco
salvándole la vida.
¿Qué harías tú si estuvieses en el lugar de Jordi ante esta situación?

Cuestiones a tener en cuenta:


– El coche es de dos plazas.
– Solo tienes una opción, no puedes ir y volver.

273
– Plantea todas las posibles opciones y busca la solución en el apartado de
soluciones a los ejercicios de pensamiento divergente.

3.4 Ejercicios de pensamiento divergente


Realiza los tres ejercicios siguientes antes de buscar las soluciones en el apartado de
soluciones a los ejercicios de pensamiento divergente.

Debes realizar aún el siguiente ejercicio antes de buscar las soluciones en el


apartado de soluciones a los ejercicios de pensamiento divergente.

274
275
3.5 Tu atención centrada «solo en dos focos»
Estamos acabando ya nuestro camino juntos. Este es el último punto que
trabajaremos y, naturalmente, será para seguir simplificando la aplicación de todo el
trabajo que hemos realizado.
Una vez que hemos identificado las herramientas, las hemos practicado, hemos
jugado repetidamente hasta comprobar que las hemos asimilado y empezamos a
sentirnos hábiles, tenemos la posibilidad de centrar la atención «solo en dos focos»:

La atención en dos únicos focos: «La partitura y el saxofón.»

276
Observa la figura siguiente y comprueba que:
1. Tu partitura no es más que «tu bola verde» o tu resultado esperado, tu «bombilla»
(como lo fue la lámpara para Thomas Edison).
2. Tu saxofón no es otra cosa que el canal de «sintonía» que vas a utilizar para
comunicarte y expresar lo que realmente quieres.

Para conseguir un buen resultado en ese concierto que es nuestra vida, tener la
atención centrada en armonizar y crear sintonía de relación supone poner en práctica
esas herramientas de comunicación interpersonal que has trabajado.
Antes de un concierto, un buen músico se prepara para su actuación. Tú lo has hecho
sobradamente para la tuya.

Has incorporado tu Preludio de sintonía.


Has identificado tu forma de pensar de sentir y de comportarte; has aceptado tus
inconvenientes y tus cualidades, cambiando aquello que crees mejorable y reforzando tus
valores. Has trabajado tu estado emocional, has cuidado tu alimentación, tus descansos,
realizas ejercicio, tienes presente tu posición corporal, sonríes y practicas diariamente
durante unos minutos la salivación en los espacios de relajación que te regalas. Sabes
mimarte y aprendes cada día más a hacerlo, porque tienes claro que interactuar
favorablemente requiere cuidarse personalmente.
En esa preparación previa se requiere también estar preparado técnicamente; es

277
evidente que al igual que nuestro músico sabe leer su partitura, sabe distinguir si ha de
tocar piano, alegro o forte, si las condiciones de su auditorio son unas u otras y si su
público es experto o no... nosotros debemos ser hábiles técnicamente en lo que estemos
implicados. Si somos educadores, debemos estar formados en las materias que
impartimos y saber a quién nos dirigimos; si somos arquitectos, policías, constructores,
bibliotecarios, médicos, carpinteros, gimnastas o peluqueros, tenemos que ser buenos en
nuestra profesión además de saber a quién nos dirigimos y cómo dirigirnos.
Si nuestro músico tiene esa formación y preparación previa, durante el concierto
bastará con que mantenga la atención en esos dos focos; leer y expresar bien su partitura
a través de su instrumento le permitirá sintonizar con su público.
De igual forma, si nosotros adquirimos esa formación y realizamos esa preparación
previa, disfrutando del proceso, en nuestras vivencias conseguiremos afectividad,
efectividad y eficiencia. Obtendremos, sin lugar a dudas, una mejor calidad de vida
manteniendo solo:

Nuestra atención en dos únicos focos: lo que quiero y mi sintonía de relación.

86 Si lo prefieres, puedes sustituir estos tres conceptos por imágenes que para ti los
identifiquen.
87 La mayoría de los cuentos populares tienen por lo común un autor desconocido.
He adaptado aquí alguno de ellos, orientándolo al objetivo que nos ocupa: nuestra
atención, esa preciada herramienta.

278
Soluciones a los ejercicios de pensamiento divergente

Soluciones a los ejercicios de pensamiento divergente


Ejercicio de la vela:
Realizado por Alice Isen, de la Universidad de Cornell, a los estudiantes

Solución:
Se sacan las chinchetas de su caja y se utiliza esta como peana para la vela. La cera
cae dentro de la caja vacía de las chinchetas sin tocar el tablero.

Ejercicio del descapotable de Jordi


Solución: TODOS PUEDEN GANAR.
Jordi se baja del descapotable, se queda con el amor de su vida y deja su flamante
coche a su amigo para que lleve a la anciana al hospital más cercano.
Ante una encrucijada semejante, solemos centrar la atención en quién o quiénes son
los que van a perder. En cambio, si la centramos en la posibilidad de que todos pueden
ganar, solemos encontrar la solución más satisfactoria.

279
Ejercicio del ejercicio 3: «Los cuatro cuadrantes.»

280
Anexo de neurociencias

281
Sonda 1

Desarrollo embrionario
Del tubo neural se desarrollan tres vesículas primarias que van a originar todo nuestro
encéfalo. El prosencéfalo, la vesícula más anterior, de donde se formará el cerebro
anterior, y el diencéfalo; el mesencéfalo, o cerebro medio; y el rombencéfalo, más caudal
y que conecta con la parte más distal del tubo neural, que dará lugar posteriormente a
nuestra medula espinal. Observa la Fig. sonda 1 donde puedes ver, en la imagen de la
izquierda, estas tres vesículas, y en la imagen de la derecha, su diferenciación más
concreta en el desarrollo posterior.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 1 (p. 26).

282
Sonda 2

La neurona, unidad básica funcional de nuestro sistema


nervioso
Sondearemos aquí en el soma neuronal, sus organelas y sus neuritas. Vamos a
empezar por su núcleo. Como ya hemos visto, en su interior residen los 46 cromosomas
que contienen nuestro material genético y que comparte características con el resto de
células de nuestro organismo. En tal caso podemos preguntarnos:

¿En que se diferencian las células? ¿O son todas iguales?


Según los segmentos de ADN que utilizan se configuran en células diferenciadas.
¿Y los genes qué son?
No son más que esos segmentos de ADN.
¿Y que quiere decir «expresión génica»?
Es la lectura de ese ADN.
¿Y por qué se necesita leer nuestro ADN?
Porque el producto final de esa lectura es la síntesis de pro- teínas.

Esta síntesis se produce en el citoplasma (a partir de los 20 aminoácidos* existentes),


y es función del ácido ribonucleico mensajero (RNA-m*). Este RNA-m pasa por los
poros del núcleo hacia el citoplasma, donde se realizará la síntesis de proteínas en una
organela u otra, en función de cuál sea el destino de estas proteínas.
En el caso de que las proteínas vayan destinadas al citosol, se dirigirá a los ribosomas
que están libres, y si las proteínas deben ser destinadas a las membranas de una organela
o de la célula, se dirigirá al RER.
El montaje de proteínas bajo la dirección del RNA-m se denomina «traducción».
Vamos a conocer las organelas que están en el citoplasma. Observa de nuevo la Fig.
sonda 2.

283
La mitocondria, como hemos dicho, es la organela a través de la cual la neurona
respira. Recoge ácido pirúvico (producto de los azúcares, proteínas y grasas digeridas) y
oxígeno, que se encuentran en el citosol. A partir de esas moléculas, en su interior se
producen una serie de reacciones que dan como productos ATP*+ CO2.

Por cada molécula de ácido pirúvico produce 17 moléculas de ATP, moneda


energética que alimenta la célula y que se utiliza para una infinidad de reacciones
bioquímicas necesarias en la neurona.

El retículo endoplasmático rugoso (RER) es un conjunto de repliegues de membrana


recubiertos por unos gránulos, los ribosomas, «los intérpretes por excelencia». El RER es
el espacio principal donde se produce la síntesis proteica en las neuronas. Los ribosomas
que recubren su membrana hacen una traducción de las instrucciones que llegan con el
RNA-m, para montar las proteínas. No todos los ribosomas están pegados al RER,
algunos están libres y otros están agrupados formando los polirribosomas; estos son
«copiadores» de proteínas.

Para las proteínas que irán destinadas al citosol, el RNA-m esquiva a los ribosomas
del RER y se dirige a los ribosomas libres.

El retículo endoplasmático liso (REL) no tiene ribosomas. Una de sus funciones es

284
regular la concentración interna de calcio y otra es dar una configuración tridimensional a
las proteínas de membrana sintetizadas.

El aparato de Golgi es un lugar de procesamiento químico después de que se hayan


formado las proteínas. Es un conjunto de repliegues, más alejado del núcleo que el RER,
que tiene como función separar las proteínas según estén destinadas al axón, a las
dendritas o al soma.

Además de las organelas hemos mencionado el citoesqueleto, que configura la


neurona.
¿Qué es el citoesqueleto de la neurona?

Es el esqueleto que le permite adquirir la forma de estrella tridimensional.

Sus estructuras son dinámicas y se regulan constantemente, jamás están quietas.


Hay tres tipos de estructura dentro del citoesqueleto: los microtúbulos,88 los
microfilamentos y los neurofilamentos.
Los microtúbulos son unos tubos compuestos por hilos que contienen una proteína
llamada «tubulina». Se encuentran en las neuritas (axón y dendritas). Puedes situarlos en
la figura a nivel del cono axónico.
Los microfilamentos, en cambio, forman unas trenzas que contienen una proteína
llamada «actina». Estos están en la neurona además de las neuritas.
Los neurofilamentos se componen de proteínas largas, a diferencia de los demás.
Reciben este nombre en la neurona, pero existe su homónimo en el resto de células del
organismo. Un ejemplo es la queratina que forma el pelo. De las tres estructuras del
citoesqueleto, el neurofilamento es el más fuerte.

Si salimos del soma neuronal, a través del cono axónico, hallamos el axón, que tiene
su inicio en él. Además de ser la estructura especializada en la transmisión de la
información de una a otra neurona, tiene dos características que lo diferencian del soma
neuronal:

– La composición de proteínas de su membrana es diferente de la composición de


proteínas de la membrana del soma.

– No tiene RER y muy pocos ribosomas, en caso de que existan aquí. En el axón
no se produce síntesis proteica. Todas las proteínas que contiene se producen en el

285
soma89 y gracias, como ya sabemos, a que nuestras mitocondrias neuronales nos
pondrán a disposición el ATP, va a ser posible transportarlas hasta aquí.

El transporte de proteínas a través del axón no se realiza solo en dirección a su


terminal (transporte anterógrado) sino tam- bién en dirección al soma (transporte
retrógrado).90 Ambos transportes se hacen dentro de unas vesículas esféricas que se
deslizan sobre los microtúbulos, soportadas por unas proteínas (como si fuera una copa
que se desplaza a través de unos raíles). En el caso del transporte anterógrado, la
proteína es «kinesina», y en el caso del transporte retrógrado es «dineína».
Como hemos comentado, el axón termina en el botón terminal y este tiene un
citoplasma con características diferentes al propio axón:
– No llegan a él los microtúbulos. Estos quedan interrumpidos justo al llegar aquí.
– Posee unas bolsas de membrana, las vesículas donde se almacenan los
neurotransmisores.*
En el botón hay gran cantidad de mitocondrias, porque aquí se necesita disponer de
mucha energía. Veremos en el siguiente punto, al descubrir la sinapsis, que el
funcionamiento de esta terminal tiene un papel fundamental en nuestro espacio sináptico.

Si bien el axón es la vía de salida, ya sabemos que las dendritas son la vía de entrada,
¿qué más podemos añadir en nuestro sondeo sobre ellas? El citoplasma que tienen en su
interior las dendritas es muy semejante al del axón, solo que aquí hay polirribosomas
bajo las espinas; recordemos que estos son los «copiadores» de proteínas.
Una vez repasados los componentes de la neurona, es muy fácil comprender por qué,
cuando se hace su clasificación, se realiza según el número de neuritas en unipolar,
bipolar o multipolar. Según la forma de las dendritas, las neuronas de la corteza cerebral
pueden ser estrelladas o piramidales (forma de estrella o pirámide respectivamente). Si
contienen espinas, se denominan espinosas, si no las contienen, aspinosas, y ya hemos
comentado que según las conexiones que establecen en zonas sensitivas (piel, retina...)
dan nombre a las neuronas sensitivas primarias; las que hacen sinapsis con los músculos
se llaman motoneuronas; y las mayoritarias se denominan interneuronas, que son
neuronas que sinaptan solo con otras neuronas. En función de la longitud de su axón, se
llaman de proyección, neuronas Golgi tipo I, si tienen axones largos que van de un lado a
otro del cerebro, o neuronas Golgi tipo II, si tienen axones cortos que se proyectan a las
neuronas vecinas. También se clasifican según el tipo de neurotransmisor que liberan,
como también hemos comentado y veremos en profundidad más adelante.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 2 (p. 37).

286
88 Hay unas proteínas asociadas a los microtúbulos, las MAP, que los anclan unos a
otros y con determinadas partes de la neurona. Modificaciones patológicas de las MAP
axónicas (llamadas proteína Tau) se relacionan con la enfermedad de Alzheimer.
89 Por este motivo, un axón separado del soma por una lesión no se puede mantener.
A este fenómeno se le llama degeneración walleriana. En el siglo xix, A. Waller demostró
este hecho.
90 Este transporte retrógrado permite dar información a la neurona de las necesidades
metabólicas de la terminal. Se ha descrito que algunos virus como el herpes pueden usar
este tipo de transporte para infectar las neuronas.

287
Sonda 3

¿Cómo transmite la neurona?


El correcto funcionamiento de las células excitables requiere que sus membranas
mantengan el potencial de reposo de (–65 mV). Este potencial de reposo negativo es el
resultado de la permeabilidad iónica selectiva para el K+ y de la actividad de las bombas
metabólicas que posee y que concentran el potasio en el interior de la célula.
En este estado de reposo influyen tres actores principales:
– Los líquidos salinos a ambos lados de la membrana.
– Las características de esta membrana (bicapa fosfolipídica), que cumple el papel de
aislar su interior del exterior.
– Las proteínas.
Tanto el potencial de reposo como el de acción (impulso que le permite transmitir)
dependen de proteínas que van a cruzar esa bicapa fosfolipídica.
Estas proteínas especiales que van a influir en el potencial de la membrana se
estructuran de diferentes formas: unas son las llamadas «proteínas de Canal».91 Estas
proteínas forman poros por los que pasarán los iones de un lado a otro de la membrana.
La composición de las proteínas de canal es lo que determina a su vez el tipo de canal
iónico, específico según un tipo u otro de ión.92
Su estructura puede complicarse aún más; hay algunos de estos canales que tienen
compuertas que mantendrán el canal abierto o cerrado en función de las necesidades.
Aparte de las proteínas de canal que forman los canales iónicos, hay proteínas que se
estructuran formando «bombas de iones». Estas son enzimas* que, utilizando la energía
que les aporta el ATP fabricado por las mitocondrias, transportan de forma activa los
iones a través de la membrana.
Hay dos bombas importantes:

– La bomba de sodio-potasio
Asegura el K+ dentro del citosol, y el Na+ fuera.
Se estima que estas bombas pueden consumir hasta el 70 por ciento del ATP que se
genera en nuestro cerebro.
– La bomba de calcio

288
Saca el Ca++ de dentro de la neurona.

¿Y el potencial de acción, cómo se genera?


Ya hemos visto que se produce al invertirse rápidamente la carga del citosol, de
negativo (cuando está en reposo) a positivo, en relación con su medio exterior.

La regulación de la concentración de K+ fuera de la célula es importantísima, y solo


existe esta capacidad en el cerebro.93 El incremento de esta concentración exterior es lo
que produce la despolarización de la membrana. Contribuyen a esta regulación
(procurando evitar la excesiva concentración en el espacio extracelular) distintos
mecanismos. Uno es la capacidad de la barrera hematoencefálica (BHE);94 otra es la glía
(otras células, aparte de las neuronas, existentes en nuestro cerebro y que describiremos
en el apartado siguiente, «Gran parte de ese cielo»).
Al espacio sináptico llega la información que ha canalizado el axón, gracias a sus
propiedades de membrana. Estas propiedades le permiten transmitir esta señal especial, el
impulso nervioso o potencial de acción.
Como hemos visto, este impulso no está mediado por electrones, sino por iones
libres. Esto supone ser capaz de superar las limitaciones biológicas que tendría si fuera
una transmisión eléctrica.

Llegados aquí es el momento de repasar y completar de qué depende la velocidad de


conducción por el axón:
1. Del diámetro del axón, como ya hemos comentado.
2. De la vaina de mielina. En ella existen unos espacios de interrupción, llamados nódulos
de Ranvier, donde los iones atraviesan la membrana axonal. Es aquí donde se
producen los potenciales de acción, que van saltando de nódulo a nódulo.
Como regla general, las membranas de las dendritas95 y del soma no generan
potenciales de acción dependientes de Na+, porque disponen de pocos canales de
Na+ dependientes de voltaje. Aquí pues, en la membrana axónica es donde se
concentran los canales de Na+ y K+, y por tanto la velocidad de conducción también
depende de un tercer parámetro:
3. De los canales iónicos.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 3 (p. 38).

91 Se han identificado toxinas cuyo efecto neurólogico se produce por la alteración en

289
el funcionamento de los canales específicos de Na+. Toxinas de marisco, presentes en la
marea roja, toxina del escorpión o de la anémona marina.
92 Mutaciones en alguno de los aminoácidos (Aa) que forman los canales de K+
específicos se han implicado en enfermedades neurológicas y en algunas formas de
epilepsia. Se ha descubierto últimamente que la mutación en un único Aa de las regiones
extracelulares de los canales de Na+ puede estar asociada a la epilepsia generalizada con
convulsiones febriles, que se presenta en edades de 3 meses a 5 años.
93 La inyección de CLK intravenoso es letal; causa parada cardíaca. Las celulas
musculares cardíacas, al no disponer de mecanismos de regulación, no pueden generar
impulsos para la contracción cardíaca cuando existe un exceso de concentración de K+
extracelular.
94 Una especialización de los capilares cerebrales limita la salida de potasio al exterior
celular.
95 Las dendritas de algunas neuronas pueden tener canales de Na+, de K+ y de
Ca++, pero pocos, y los potenciales que se puedan generar aquí no llegan a producir un
potencial excitador postsináptico, solo tienen un efecto amplificador de los generados en
el axón. Las dendritas de las motoneuronas son pasivas, no tienen canales iónicos.

290
Sonda 4

Las sinapsis. Tipos


¿Qué añadiremos sobre las sinapsis eléctricas? Son comunicaciones muy directas de
una neurona a otra que transfieren una corriente iónica. Las membranas están muy
juntas, solo las separa una distancia de 3 nm.
Se encuentran en lugares muy concretos y especializados llamados «uniones gap».
Este pequeño espacio lo atraviesan unas proteínas, las «conexinas», que crean un
canal, el «conexón». Lo que crea la unión gap es un conexón de cada neurona unida,
permitiendo el paso directo de iones y moléculas orgánicas pequeñas de forma
bidireccional.96
Otra peculiaridad es que una sola unión gap no tiene fuerza para producir un potencial
de acción, por ello se ponen de acuerdo varias uniones gap y actúan de forma integrada
consiguiendo su propósito.
Suelen estar en zonas donde es muy importante que la información se transmita de
forma muy precisa y sincronizada, por lo que son habituales en etapas embrionarias, y
conectando células gliales. Fuera del sistema nervioso se sabe que conectan células no
nerviosas, como las epiteliales, hepáticas, las de la musculatura lisa y cardíaca, y algunas
células glandulares.
¿Y las sinapsis químicas, qué más podemos decir de ellas?
La distancia entre membrana presináptica y postsináptica es de 20-50 nm y esta
distancia está ocupada por una matriz proteica, que hace de pegamento entre ambas
membranas.
Con respecto a la membrana presináptica, ¿recuerdas qué es el botón axónico?
Obsérvalo en la Fig. sonda 4. Está repleto de vesículas llenas de neurotransmisores. En
los botones axónicos también puede haber gránulos (más grandes que las vesículas), y
que contienen unas proteínas solubles.

291
Los contenidos de las vesículas se liberan solamente en lugares específicos llamados
«zonas activas». No sucede lo mismo con el contenido de los gránulos (veremos dónde
lo hacen en el pun- to 3.4). Una vez que han sido liberados esos contenidos, activarán los
receptores proteicos de la membrana postsináptica y en función del tipo de receptor
activado, la respuesta postsináptica va a ser diferente.
Para ser más precisos debemos diferenciar las sinapsis químicas del sistema nervioso
central de las que encontramos fuera de este, en las uniones con los músculos, las
glándulas, etc.

Las sinapsis químicas en el sistema nervioso central


Las podemos encontrar entre axón y axón, entre axón y soma, entre axón y dendrita,
y algunas pueden ser entre dendrita y dendrita (¡solo algunas!).
También hay una característica importante a comentar. El grosor de las membranas
pre y postsináptica puede ser diferente y esto les da un carácter funcional diferencial.
– inapsis Tipo I de Gray: Son sinapsis con el mismo grosor de membrana postsináptica y

292
presináptica. Son sinapsis excitadoras.
– Sinapsis Tipo II de Gray: Tienen más grosor de membrana postsináptica que
presináptica. Son sinapsis inhibidoras.

Las sinapsis químicas fuera del sistema nervioso central


Las sinapsis también están fuera del sistema nervioso central. Los axones del sistema
nervioso autónomo crean sinapsis químicas con glándulas, músculo liso y corazón.
Existen también en las uniones neuromusculares (los axones de neuronas motoras que
vienen de médula espinal y llegan hasta el músculo esquelético). Estas últimas son unas
de las sinapsis más grandes que existen y muy efectivas seguramente debido a su
extensión. Su membrana postsináptica es la llamada «placa motora terminal».
Lo más importante a destacar de estas sinapsis neuromusculares es que tienen una
gran importancia clínica, dado que determinadas enfermedades, drogas y venenos que las
afectan tienen también efectos directos en funciones vitales para el organismo.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 4 (p. 41).

96 Esto representa una importante diferencia con las sinapsis químicas que no pueden
comunicarse bidireccionalmente.

293
Sonda 5

La actividad sináptica
Hemos comentado cómo se fabrican algunos neurotransmisores, que se liberan a
través de vesículas o gránulos al llegar el potencial de acción y que son recibidos por la
membrana postsináptica a través de receptores específicos. Pero no hemos concretado
cómo actúan en la membrana postsináptica, cómo integra la neurona postsináptica la
información que se le transfiere a través de ellos, ni nos hemos extendido en qué pasa
con el neurotransmisor en el espacio sináptico, cuando ya ha realizado su cometido.
Vamos a profundizarlo en esta sonda.
Al llegar el potencial de acción, la despolarización de la membrana hace posible que se
abran los canales de Ca++ dependientes, que están situados precisamente en las zonas
activas de la membrana presináptica (obsérvalas en la Fig. sonda 4). A continuación, y
como consecuencia de ello, entra gran cantidad de Ca++ en la terminal presináptica, y
esta gran concentración es la señal que permite el vaciado de las vesículas. Los gránulos
no vacían su contenido en las zonas activas y, por tanto, están apartados de los canales
de Ca++ dependientes, situados en ellas. Por este motivo, los gránulos necesitan trenes
de alta frecuencia de potenciales para que la concentración de Ca++ sea suficiente para
provocar la descarga a distancia de estas zonas. No tienen suficiente con un potencial de
acción.
Una vez liberados los neurotransmisores, hemos comentado que se reciben en más de
cien receptores postsinápticos. Estos receptores no son más que proteínas introducidas
en la membrana postsináptica, como si fuera una cuña que comunica el exterior y el
interior neuronal. Su labor es traducir la señal química en señal eléctrica, cuando se une a
él el neurotransmisor liberado por la membrana presináptica. Esta unión conduce a la
apertura o cierre de canales iónicos postsinápticos. ¡Sí, aquí también tenemos canales
iónicos! Este hecho produce una corriente postsináptica que modifica el potencial de esta
membrana.

Los cambios de potencial que aumentan la probabilidad de disparo de potencial de acción


son excitadores, y los cambios que disminuyen la probabilidad de generar un potencial de
acción son inhibidores.

Dado que a la neurona le llegan muchas aferencias, el efecto integrado de los

294
potenciales postsinápticos excitadores y de los inhibidores determinará si esta neurona
disparará, o no, un potencial de acción.

Aunque haya tantos receptores, se agrupan en dos tipos:


1. Los canales iónicos dependientes de transmisor. La transmisión sináptica química
rápida que está mediada, como hemos comentado, por aminas y aminoácidos, son
neurotransmisores que actúan en este tipo de receptores. Pero, ¡cuidado!, estos no
son iguales a los canales iónicos dependientes de voltaje que hemos conocido en la
membrana axónica y en el botón terminal.97 Estos combinan el receptor de
neurotransmisor con el canal iónico en una misma entidad molecular.
En ausencia de neurotransmisor, estos canales tienen el poro cerrado y no pueden
pasar iones. Podríamos decir, metafóricamente, que si no hay «portero» en la entrada
(el neurotransmisor), no se abrirá la puerta para que los «visitantes» entren (los
iones). Cuando el neurotransmisor se une a un lugar específico de la parte extracelular
del canal, el poro se hará permeable a los iones.
Si el canal dependiente de transmisor es permeable al Na+, la despolarización de la
membrana postsináptica causada por la liberación presináptica de neurotransmisor
producirá un efecto excitador; este efecto se conoce como potencial excitador
postsináptico (PEPS). Si el canal dependiente de transmisor es permeable al Cl-, no se
dará una despolarización sino una hiperpolarización de la membrana postsináptica,
produciéndose un efecto inhibidor, que se conoce como potencial inhibidor
postsináptico (PIPS)
¿Quién produce PEPS? Glutamato y acetilcolina (esta, en músculo esquelético), que
son excitadores.
¿Quién produce PIPS? GABA, que es inhibidor.
2. Los llamados receptores asociados a una proteína G. Los tres tipos de
neurotransmisores, aminoácidos, aminas y péptidos, pueden actuar sobre estos
receptores.
Estos receptores son más lentos, sus acciones postsinápticas son diversas y más
prolongadas. Regulan de forma indirecta la actividad de los canales iónicos
postsinápticos a través de proteínas llamadas G. Pueden inducir cambios metabólicos
extensos y por ello este tipo de receptores se denominan también receptores
metabotrópicos.

La respuesta postsináptica en la sinapsis está determinada por la combinación de los


subtipos de receptores98 que en ella estén expresados (canales iónicos dependientes de

295
transmisor, o receptores asociados a proteína G). La neurona integra estas señales iónicas
y químicas, dando una única señal de salida, el potencial de acción.
Pero además tenemos que tener en cuenta que a diferencia del sistema nervioso
periférico (SNP), el sistema nervioso central (SNC) contiene una gran variedad de
sinapsis que utilizan neurotransmisores diferentes, y que cada neurotransmisor ejerce sus
efectos postsinápticos uniéndose a receptores específicos. Por regla general, dos
neurotransmisores diferentes no se unen al mismo receptor; sin embargo un
neurotransmisor se puede unir a receptores diferentes. Los efectos postsinápticos de un
mismo neurotransmisor pueden ser opuestos en función del receptor sobre el que actúe;
como ejemplo tenemos el de la acetilcolina (Ach). La Ach sobre el corazón produce un
enlentecimiento de la frecuencia cardíaca (efecto inhibidor), porque actúa sobre un
receptor metabotrópico, asociado a proteína G, y en cambio a nivel muscular actúa sobre
un receptor de canal iónico dependiente de transmisor, produciendo un efecto excitador y
como consecuencia una contracción muscular.
Hemos dicho que la transmisión mediada por canales dependientes de transmisor era
rápida y sencilla, y la mediada por receptores asociados a proteína G era lenta y
complicada. Hay receptores asociados a la proteína G de acetilcolina (muscarínicos), de
glutamato, de GABA (GABA B), de serotonina, de DA, de NA, de encefalinas, de
cannabinoides y de ATP.

¿Cuál es la ventaja de estos receptores? Su amplificación de respuesta. La activación


de un receptor asociado a proteína G puede activar muchos canales iónicos a la vez, a
través de mensajeros puede señalizar a distancia y pueden provocar cambios químicos
muy duraderos, incluso de años.

En cuanto a qué sucede cuando el neurotransmisor ya ha realizado su cometido,


hemos comentado que unos se recuperan y otros se eliminan del espacio sináptico. Pero,
¿cómo se produce este efecto?
Se pueden recaptar hacia la neurona presináptica a través de transportadores,99 por
difusión simplemente, o se pueden destruir enzimáticamente en el mismo espacio
sináptico.
La cantidad de neurotransmisores en el espacio se regula a través de inhibir o liberar
su fabricación en la neurona presináptica. ¿Sabes cómo descubre nuestro cerebro cuándo
es el momento de regular? A través de la activación de unos receptores que están
situados en la membrana presináptica, no en la postsináptica. Son los «autorreceptores»,
receptores asociados a una proteína G (como el segundo grupo que hemos descrito en la
membrana postsináptica), y estos son los que detectan si se debe parar o liberar la

296
fabricación de neurotransmisores.

Bien, vamos conociendo un poco más nuestra comunicación cerebral. Llegados aquí,
hemos de añadir que gracias a Henry Dale y Otto Loewi, quienes compartieron el Premio
Nobel en 1936 por sus estudios en relación a la transmisión sináptica, se ha avanzado
mucho en su conocimiento y hoy en día hablamos de sistemas de neurotransmisores para
definir los sistemas de neuronas que utilizan un determinado tipo de neurotransmisor.
Como ya sabemos, los neurotransmisores son aminoácidos (las unidades que forman
las proteínas), aminas (derivadas de los aminoácidos) o péptidos (construidos por
aminoácidos). La idea de que una neurona tiene solo un tipo de neurotransmisor se
conoce como «principio de Dale», y se cumple en la mayoría de neuronas que liberan un
aminoácido o una amina; pero no se cumple en el caso de las neuronas que liberan
péptidos; estas liberan además aminas y aminoácidos.
Por lo tanto, podemos hablar de neuronas colinérgicas, porque liberan acetilcolina.
Las neuronas motoras de la médula espinal y del tronco cerebral son neuronas
colinérgicas. El sistema nervioso autónomo, tanto su división simpática como
parasimpática y algunos núcleos del sistema nervioso central que se proyectan
difusamente hacia la corteza, tienen neuronas colinérgicas. Lo veremos ampliamente en
el apartado dedicado a los componentes amplificadores de nuestro cerebro.
Podemos hablar de neuronas catecolaminérgicas, que liberan dopamina (DA),
noradrenalina (NA) o adrenalina (A). Su precursor común es la tirosina. Estas neuronas
están en zonas del sistema nervioso implicadas en el movimiento, la atención, el estado
de ánimo y en nuestras funciones viscerales. También las veremos ampliamente en el
apartado sobre componentes amplificadores de nuestro cerebro, dado que existe también
un sistema modulador difuso noradrenérgico y otro dopaminérgico.
Es importante saber que las anfetaminas y la cocaína bloquean la recaptación por la
neurona presináptica de las catecolaminas, manteniéndolas en el espacio sináptico y por
tanto manteniendo su acción prolongada.
Podemos hablar de las neuronas serotoninérgicas, que liberan serotonina. Su
precursor es el triptófano. Son neuronas escasas en el sistema nervioso y regulan el
estado de ánimo, el sueño y la conducta emocional. Veremos también el sistema
implicado en el apartado dedicado a los componentes amplificadores de nuestro cerebro.
La síntesis de serotonina por la neurona parece estar regulada por la disponibilidad
que existe de triptófano en el espacio fuera de ella. Nuestra sangre es la fuente del
triptófano cerebral, que a su vez proviene de nuestra ingesta de carne, productos lácteos,
huevos y cereales.

297
Al igual que las anfetaminas y la cocaína inhibían la recaptación de las catecolaminas,
algunos antidepresivos inhiben la de la serotonina.
Podemos hablar también de las neuronas aminoacidérgicas, que liberan GABA,
glutamato y glicina. La glucosa es el precursor de la glicina y el glutamato, y este a su
vez es el precursor del GABA. Las neuronas gabaérgicas son muy abundantes y están
muy distribuidas por todo el sistema nervioso. Siendo el GABA el principal origen de la
inhibición sináptica del sistema nervioso central, es curioso que el glutamato, que es su
precursor, sea el principal neurotransmisor excitador.
El GABA media la mayoría de la inhibición sináptica del sistema nervioso central.
Sabemos que ello se debe a que dispone de un canal de cloro asociado, el cual
hiperpolariza la membrana postsináptica, y por ello produce un efecto inhibidor.
La inhibición sináptica se regula constantemente. Si no fuera así, un exceso de
inhibición nos produciría una pérdida de conciencia y un defecto nos provocaría
convulsiones.
Curiosamente además de un «lugar de unión» para el GABA en la cara extracelular
del receptor llamado GABA A, se han descubierto otros «lugares de unión» para que
diversas sustancias puedan modular la actividad de este receptor. Fármacos
tranquilizantes como el diazepam, barbitúricos, sedantes, anticonvulsivos y el etanol
tienen «sus puestos» en este receptor, produciéndose en presencia de GABA un efecto
de potenciación en la inhibición de la conducta. Todos los fármacos y drogas (como el
alcohol) que estimulan la acción del GABA son ansiolíticos.
Evidentemente, nuestro cerebro no ha creado estos lugares de unión para fármacos o
drogas como las mencionadas. Por tanto, la investigación se está dirigiendo a buscar las
sustancias endógenas moduladoras naturales para las que han sido creados estos lugares
de unión, con la finalidad de regular la función de los receptores de GABA.
Otras sustancias, como algunos neuroesteroides, también tienen su lugar específico
aquí. Algunos neuroesteroides formados a partir del colesterol, en las glándulas
suprarrenales, las gónadas y en células gliales cerebrales, potencian la inhibición y otros la
suprimen.
Las funciones de los neuroesteroides naturales aún no están claras, pero se supone
que una misma sustancia pueda regular en paralelo la fisiología de cuerpo y la del
cerebro.
Hasta aquí hemos repasado nuestros mensajeros estelares y sus movimientos e
interacción en el espacio sináptico. Volveremos a hablar de algunos de ellos,
concretamente de la acetilcolina (Ach), la noradrenalina (NA), la dopamina (DA) y la
serotonina (5-HT) cuando veamos la importancia de los «sistemas moduladores difusos»

298
a los que pertenecen, en el último punto de la primera parte (3.7).
Para terminar esta sonda, quiero comentar que tenemos también otros mensajeros
estelares que puede que actúen como neurotransmisores:
Uno es el ATP (ya lo conocemos como molécula altamente energética, fuente de
energía de todas las células del organismo), que se concentra tanto en sinapsis del sistema
nervioso central como del atónomo. Su función parece ser excitadora, similar a la del
glutamato. Otros son los endocannabinoides, pequeñas moléculas lipídicas que pueden
ser liberadas por las neuronas postsinápticas para actuar en las neuronas presinápticas
(mensajeros retrógrados), produciendo un mecanismo de regulación de la transmisión
que va de la neurona presináptica a la postsináptica (regulación de la transmisión
anterógrada). Estos endocannabinoides poseen receptores específicos presinápticos
asociados a la proteína G, que al ser activados inhiben la apertura de los canales de Ca++
presinápticos y, por tanto, inhiben la capacidad de liberar glutamato o GABA por la
neurona presináptica. Cuando se considera demasiada la actividad postsináptica, se pone
en funcionamiento este mecanismo de regulación por los endocannabinoides. Mecanismo
muy generalizado en todo el sistema nervioso central para una amplia variedad de
funciones.
El óxido nítrico (ON) y el monóxido de carbono (CO) se han propuesto también
como mensajeros. El ON tiene como precursor el aminoácido arginina y es sintetizado
por muchas de las células de nuestro organismo con funciones importantes en la
regulación del flujo sanguíneo. En el sistema nervioso también parece que actúa como
mensajero retrógrado, igual que los endocannabinoides. Las funciones de estos
transmisores gaseosos están siendo muy estudiadas actualmente y sus funciones son muy
debatidas.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 5 (p. 53).

97 Los canales dependientes de transmisor no son tan selectivos como para dejar
pasar solo un determinado tipo de ión por su poro, como los dependientes de voltaje.
98 Algunos subtipos importantes: los de glutamato son los AMPA y los NMDA, los de
GABA son los GABA A, GABA B, los de acetilcolina son los muscarínicos y los
nicotínicos, y los subtipos de noradrenalina son los Rβ y los Rα.
99 Estos transportadores también se encuentran en la membrana de los astrocitos,
que rodean las sinapsis neuronales y ayudan a retirar el neurotransmisor del espacio
sináptico.

299
300
Sonda 6

Los planetas en evolución


En la primera sonda hemos introducido nuestro origen embriológico; veíamos que del
tubo neural se desarrollan tres vesículas primarias que van a originar todo nuestro
encéfalo. El prosencéfalo, el mesencéfalo y el rombencéfalo, y veíamos que este último
conecta con la parte más distal del tubo neural, que originará posteriormente nuestra
medula espinal.
Es fundamental ampliar esta evolución para que podamos comprender cómo se
originan las estructuras que se responsabilizan en nuestra madurez de las diversas
funciones cerebrales.
En la Fig. sonda 6 puedes ver, a la izquierda, las estructuras de origen y su desarrollo,
y a la derecha, su correspondencia en el cerebro evolucionado.

El prosencéfalo (telencéfalo y diencéfalo): lugar de percepciones:

la percepción consciente, la cognición y la acción voluntaria.

Todas estas funciones van a depender de la conexión entre las neuronas prosencefálicas
y las neuronas sensitivas y motoras del tronco encefálico y de la medula espinal.

El prosencéfalo

301
Este da lugar a las vesículas telencefálicas, al diencéfalo y a las vesículas ópticas. El
«telencéfalo» a su vez, formará los hemisferios cerebrales, y los bulbos olfatorios. Estos
últimos, son estructuras que participan en nuestro olfato (recuerda que son visibles bajo
la corteza prefrontal).
En las vesículas telencefálicas hay dos tipos de sustancia gris (neuronas), la del córtex
cerebral y la del telencéfalo basal.100
El «diencéfalo» es el origen del talamo,* del hipotálamo,* del subtálamo y del
epitálamo.
Las «vesículas ópticas» crearán la retina y el nervio óptico.
Las neuronas del prosencéfalo en desarrollo extienden axones para comunicarse
ampliamente con otras partes del sistema nervioso. Estos axones se agrupan formando
tres grandes haces de sustancia blanca:* «la sustancia blanca cortical», que contiene
todos los axones que van o provienen de la corteza, se continúa con «el cuerpo calloso»
(puente de comunicación entre los dos hemisferios) y «la cápsula interna» (que también
comunica la sustancia blanca cortical con el tronco cerebral y, fundamentalmente, con el
tálamo).
El «fórnix» también es un haz de fibras importante, pero este conecta el hipotálamo*
con el hipocampo* homolateral; algunas de sus fibras se encargarán del almacenamiento
de la memoria. Lo puedes localizar también en la Fig. sonda 6, de la derecha, donde
están esquematizadas, las estructuras prosencefálicas (telencéfalo, diencéfalo), las
mesencefálicas y las del rombencéfalo.

La corteza cerebral es una de las estructuras más importantes.


Recibe la información sensorial de la percepción del mundo exterior y dirige nuestra
respuesta motora voluntaria.

Las neuronas corticales a través de la cápsula interna se comunican con el tronco


cerebral y con la médula, formando un eje, «el eje córtico espinal», responsable de la
respuesta motora voluntaria. Las neuronas corticales también hacen sinapsis en los
«ganglios basales»* (agrupaciones neuronales del telencéfalo basal), considerados los
responsables del inicio del movimiento voluntario.
En cuanto a la percepción de los sentidos, la información visual, la auditiva y la del
tacto se canalizan hasta el «tálamo» (originado por el diencéfalo) antes de informar al
córtex. Por este motivo se ha denominado al tálamo «nuestra estación de relevo» o
puerta de entrada de la información sensorial. Recuerda que no pasa siempre lo mismo
con el sentido del olfato. Muchas estructuras cerebrales reciben conexiones olfativas, la

302
corteza olfativa y estructuras del lóbulo temporal relacionadas. Esta configuración hace
del olfato algo único, como hemos dicho. Los restantes sistemas sensoriales hacen escala
primero en el tálamo antes de proyectarse a la corteza.
El sistema olfativo produce una influencia amplia y directa en el prosencéfalo que
tiene el papel de discriminar olores, motivación, emoción y determinados tipos de
memoria, como veremos más adelante. De todas formas, recordemos que las
percepciones conscientes del olfato pueden hacer escala en un núcleo del tálamo (núcleo
dorsomedial) antes de dirigirse a la corteza orbitofrontal (situada detrás de los ojos y
parte de la corteza prefrontal).*

El «diencéfalo» también va a formar el hipotálamo,* estructura de suma importancia,


dado que es el responsable del control del sistema nervioso autónomo. Hemos visto que
el hipotálamo participa también en la motivación, la regulación de la temperatura corporal
(en esta regulación, permite la coordinación con otras regiones del sistema nervioso para
inducir mecanismos de producción o disipación del calor). Interviene en el
comportamiento emocional, en la regulación del sueño y la vigilia, de la diuresis, de la
ingesta de alimentos y de agua, en el sexo y en la generación y regulación del ciclo
circadiano. Uno de sus núcleos, el núcleo supraquiasmático (NSQ), es uno de los centros
que coordinan los ciclos que tienen que ver con la luz y la oscuridad. Este núcleo recibe
conexiones directas de la retina y permite, a través de conexiones con otras áreas del
hipotálamo, actuar en conjunto con la glándula pineal* y la formación reticular,* en la
regulación de estos ciclos que se repiten a lo largo del tiempo. Ampliaremos la
información sobre el NSQ en el siguiente apartado «Saber más».
El hipotálamo interviene también en la regulación del sistema endocrino, a través de la
hipófisis,* situada bajo el diencéfalo y que canaliza la liberación hormonal a través del
sistema circulatorio. Hablaremos más de él en el apartado de componentes
amplificadores de nuestro cerebro.
El subtálamo está delante del tálamo y al lado del hipotálamo. Su función principal se
relaciona con el movimiento corporal. Las vías neuronales que lo atraviesan van hacia el
tálamo, el cerebelo y los ganglios basales.
El epitálamo se sitúa en la parte posterior del diencéfalo, al lado del mesencéfalo.
Está formado por la glándula pineal,* o epífisis, y los núcleos de la habénula. La
epífisis es una glándula endocrina que segrega la hormona melatonina (puedes localizarla
en la Fig. 1.10 y en la Fig. sonda 6 de la derecha); esta secreción está relacionada con la
cantidad de luz solar existente. La habénula tiene la función de favorecer la comunicación
entre el sistema límbico y la formación reticular.

303
¿Qué más podemos añadir sobre el mesencéfalo?
Es una estructura sencilla pero con funciones importantes. Además de ser un canal de
comunicación bidireccional entre prosencéfalo y médula, sus neuronas contribuyen a los
sistemas sensoriales y al control del movimiento, entre otras funciones.
Originariamente, de él derivaba el techo y el tegmento. En su seno podemos describir
la sustancia gris periacueductal (SGPA), responsable del control de las sensaciones
somáticas de dolor. La sustancia nigra y el núcleo rojo, ambos implicados en el
movimiento voluntario, y que describiremos también como centros amplificadores de
nuestras funciones cerebrales en el punto 3.7.
Además de estos, otros núcleos celulares del mesencéfalo proyectan sus axones
ampliamente al sistema nervioso central y regulan la conciencia, el estado de ánimo, el
dolor y el placer.
Su techo recibe señales directas del ojo y una de sus funciones es regular los
movimientos oculares. Aquí tienen su origen dos de los pares craneales, el III y el IV. Un
poco más abajo, también en el techo, se recibe la información sensorial del oído, que
desde aquí se canaliza hacia el tálamo.

El rombencéfalo
Hemos visto que el rombencéfalo se diferencia en tres estructuras importantes: el
cerebelo,* el puente y el bulbo.
Al igual que el mesencéfalo, el rombencéfalo es un importante lugar de paso de la
información desde el prosencéfalo a la médula espinal, de forma bidireccional, y también
contribuye al procesamiento de la información sensorial (auditiva, tacto y gusto), al
control del movimiento voluntario y a la regulación del SNA (sistema nervioso
autónomo) como el hipotálamo (estructura diencefálica) responsable de su regulación.

El cerebelo recibe entrada de información por fibras procedentes de la médula


espinal que le indican la posición del cuerpo en el espacio. Recibe también
información desde el puente procedente de la corteza (pasando por el
mesencéfalo)101 que le indica la finalidad de los movimientos planificados.
Compara la información de estas dos entradas y calcula la secuencia de
movimientos conveniente. Como podemos deducir, es responsable de la
coordinación del movimiento.
El puente es el gran responsable de la comunicación entre corteza y cerebelo, y en él
asienta la formación reticular que se extiende desde el mesencéfalo hasta el bulbo. La

304
formación reticular regula el ciclo de sueño/vigilia y se encarga además del control de la
postura corporal.
El bulbo, además de ser lugar de paso de información, contiene neuronas que realizan
funciones sensoriales y motoras. La información auditiva desde los oídos hace sinapsis
en el bulbo, antes de ir al techo mesencefálico. En cuanto al tacto, contiene neuronas que
llevan información somática desde la médula al tálamo. Otras neuronas transmiten la
información gustativa desde la lengua al tálamo. Hay neuronas motoras del bulbo que
controlan el movimiento de la lengua a través del par craneal XII.
Entre los núcleos del bulbo destacan los núcleos del Rafe, importantes para la
modulación del dolor y el estado de ánimo y la vigilia. Los describiremos en el punto
3.7 como parte de los sistemas amplificadores de nuestras funciones cerebrales.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 6 (p. 58).

100 Los ganglios basales (caudado, putamen y globo pálido) son tres agrupaciones
neuronales del telencéfalo basal. También está aquí alojada la amígdala, estructura de
nuestro sistema límbico.
101 El 90 por ciento de los axones que vienen del mesencéfalo (aproximadamente 20
millones en el ser humano) hacen sinapsis en el puente. El resto que no terminan aquí
forman la vía piramidal que cruza de un lado a otro en el bulbo. Esto explica por qué la
corteza de un lado del cerebro controla los movimientos del lado opuesto del cuerpo.

305
Sonda 7

Nuestros sistemas planetarios. Sistemas sensoriales (olfato,


gusto, oído y vista)
El olfato
Entre la nariz y la boca tenemos un órgano, el vomeronasal, que responde a las
feromonas. Nuestro órgano vomeronasal, también llamado órgano de Jacobson, que se
localiza en el hueso vómer, entre la nariz y la boca, responde a la estimulación de las
feromonas.
El órgano vomeronasal se proyecta al bulbo olfativo y de ahí al hipotálamo. Sabes
localizar estas estructuras, ¿verdad? Obsérvalas de nuevo en la Fig. sonda anterior de la
derecha.
Estudios recientes han demostrado que este órgano está presente en los adultos
humanos, aunque su función precisa sigue sin estar clara y no existen evidencias
científicas sólidas de que posea neuronas receptoras. Se sigue investigando al respecto.
Los «receptores del epitelio olfativo» son verdaderas neuronas que proyectan sus
axones directamente al sistema nervioso central con su axón y que están constantemente
creciendo, muriendo y regenerándose, en ciclos de 4 a 8 semanas aproximadamente
durante toda la vida. A su alrededor hay «células de soporte», que son parecidas a las
gliales y que colaboran entre otras cosas en la producción del moco nasal. Un tercer tipo
de células presentes en este epitelio, denominadas «basales», se encargan de generar las
nuevas células receptoras. Las neuronas receptoras envían sus axones a cada uno de los
bulbos olfativos102 (una de las estructuras olfativas centrales). Las neuronas de los
bulbos están sujetas a modulaciones varias, entre ellas a sistemas de axones que
descienden desde áreas superiores del cerebro. Los bulbos olfativos son estructuras con
funciones muy importantes, pero no se tiene del todo claro cuáles son. Desde los bulbos
hay proyección de la información hacia varias dianas cerebrales, entre las que se
encuentran la corteza olfativa y las estructuras vecinas de los lóbulos temporales.

El gusto
¿Qué podemos añadir sobre el gusto? La lengua posee papilas gustativas que
contienen corpúsculos. Cada corpúsculo puede tener entre 50 y 150 receptores

306
gustativos, no neuronales, y podemos tener mayoritariamente entre 2.000 y 5.000
corpúsculos, aunque existen excepciones raras tanto por debajo como por encima de esas
cifras. Aparte de estos receptores gustativos existen en nuestra lengua células basales y
axones aferentes. Aunque los receptores gustativos no son neuronas, establecen sinapsis
con los axones aferentes y sinapsis eléctricas y químicas con las células basales.
Los receptores del gusto no son neuronas como los receptores del epitelio olfativo,
aunque crecen, mueren y se regeneran en ciclos de forma similar a las neuronas
receptoras olfativas, pero con una vida media aproximada de dos semanas. A pesar de no
ser neuronas, son capaces de despolarizarse y generar potenciales de acción como las
neuronas y liberar «transmisores» (hasta el momento no identificados) a axones
sensoriales postsinápticos, que comunican la señal gustativa al tronco, de aquí al tálamo y
de este pasan la información al córtex (corteza gustativa primaria). La información
gustativa se distribuye además al hipotálamo y a áreas del telencéfalo basal relacionadas,
como la amígdala (sistema límbico). Las lesiones localizadas en el hipotálamo o la
amígdala pueden alterar el comportamiento alimentario y modificar las preferencias por
diferentes alimentos.

El oído
Ampliaremos muy poco este sentido, solo diremos que las señales recibidas por los
receptores sensoriales tanto del sistema auditivo como del vestibular son dirigidas a
nuestro tronco encefálico y posteriormente desde aquí al tálamo, que canaliza la
información a las correspondientes cortezas: las auditivas (en lóbulo temporal) y la
vestibular (se consideran corteza vestibular las áreas somatosensoriales y motoras
primarias así como cerebelosas). En este caso hay una gran integración de la información
a nivel cortical, en relación a los movimientos del cuerpo, cara, ojos y el campo visual.

La vista
Vamos a añadir sobre nuestra vista que, además de los fotoceptores, que son las
únicas células sensibles a la luz de forma directa, y de las células ganglionares, hay otros
tipos celulares que colaboran en el proceso de ver y en la adaptabilidad de nuestra visión.
Los axones de las neuronas de las retinas (de las células ganglionares), convergen en
los nervios ópticos que pasan la información neural en forma de potenciales de acción a
distintas estructuras cerebrales, con funciones diferentes. Estas estructuras se
complementan para poder integrar en nosotros la percepción del mundo.
Existen más de cien millones de fotoceptores retinianos y en cambio solo salen de la
retina un millón de axones hacia el cerebro.

307
La información desde la retina antes de llegar a la corteza pasa primero a través de las
cintillas ópticas; desde estas se generan axones que hacen sinapsis en diferentes dianas:
1. Proyecciones que hacen sinapsis directa en el hipotálamo, y que intervienen en la
sincronización de los ritmos biológicos y sueño/vigilia.
2. Un pequeño porcentaje pasa al tálamo (nuestra estación de relevo, ¿recuerdas?).
3. Proyecciones al colículo superior del mesencéfalo. Están implicadas en el tamaño de la
pupila y los movimientos del ojo y de la cabeza.
4. La mayoría de las proyecciones van a un núcleo concreto del tálamo dorsal, el núcleo
geniculado lateral (NGL), y de aquí como «única diana» se dirigen a la corteza visual
primaria (también llamada corteza estriada o área 17 o V1). Esta vía es la que
transmite la percepción visual consciente.

Sin embargo, la mayoría de proyecciones que llegan al NGL no proceden de la retina.


El 80 por ciento de las sinapsis excitadoras que llegan aquí proceden, por
retroalimentación, de la corteza visual primaria y de las neuronas del tronco encefálico,
proyecciones estas relacionadas con el estado de atención y alerta.
Por estas características el NGL del tálamo es mucho más que una estación en la vía
visual, desde la retina a la corteza.

El NGL es el primer lugar de la vía visual ascendente donde «lo que vemos está influido
por lo que sentimos».

La información que ha llegado a la corteza visual primaria, procedente del NGL, se


distribuye a partir de ella a docenas de áreas corticales que reciben representaciones del
mundo visual para su interpretación y mantenimiento en la memoria.
Aún hoy los neurocientíficos siguen discutiendo su contribución, aunque parece que
se han puesto de acuerdo en que existen dos corrientes corticales principales de
procesamiento de la información visual:
1. Vía de corteza visual primaria a corteza parietal dorsal.
Esta analiza el movimiento visual y el control visual de los actos.
2. Vía de corteza visual primaria a corteza temporal ventral.
Esta analiza el reconocimiento de objetos, la percepción de forma y color, y la
percepción de caras.

Si bien sale solo un millón de axones de nuestra retina, estos son capaces de provocar
actividad en mil millones de neuronas corticales (occipitales, temporales y parietales), que

308
se dedican a formar una percepción única.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 7 (p. 69).

102 Los bulbos olfativos son considerados por los neurocientíficos como estructuras
fascinantes por su riqueza celular, por su contenido en neurotransmisores, por la
disposición particular de su precisa estructura y la existencia de sinapsis recíprocas poco
habituales.

309
Sonda 8

Nuestros sistemas planetarios. El sistema sensorial somático


Este sistema, como ya hemos comentado, tiene la peculiaridad de responder a
diferentes estímulos: el tacto, la temperatura, el dolor y la posición corporal.
Cada receptor somático nos da mucha información. Tiene la capacidad para codificar
propiedades muy diferentes del estímulo: la duración, la extensión, la intensidad, la
dirección y la posición.
El estímulo normalmente estimula diferentes receptores y el sistema nervioso central
interpretará la información que recibe de ellos y nos dará una percepción coherente.
La información ascendente (aferente) hacia el cerebro del tacto y la vibración siguen
caminos diferentes del que siguen el dolor y la temperatura, pero la información de todos
ellos pasa primero por el tálamo antes de llegar a la corteza superior, concretamente a la
corteza somatosensorial primaria (área S1). Esta y la corteza insular103 se activan por el
dolor y la cortesa somatosensorial secundaria (área S2), por vibración.104 (8)
Los mapas que representan nuestro cuerpo en esta zona son dinámicos, cambiantes y,
por tanto, «plásticos». Su plasticidad se ha observado en repetidos estudios, viendo que
en función de las experiencias emocionales que vivimos hay una modificación y
adaptación del mapa originario. Un ejemplo más de ello son las comprobaciones
realizadas en la Universidad de California, San Diego, donde conseguían provocar
sensaciones en un brazo amputado, «miembro fantasma», estimulando la cara tras
haberse realizado la amputación. Las imágenes funcionales (técnicas de neuroimagen, de
las que ya hemos hablado) de las áreas corticales que originariamente estaban destinadas
al brazo, se registraban activas cuando se tocaba la cara tras haber realizado la
amputación del miembro.
Alrededor de S1, hay varias áreas que forman parte también de la corteza
somatosensorial y que procesan texturas, tamaño y forma de nuestras percepciones
táctiles.
Posterior a la corteza somatosensorial primaria, la zona de corteza que se denomina
área parietal posterior105 (localízala en la Fig. 1.5), además de dedicarse a la sensación
somática, está implicada en el proceso de estímulos visuales y en la planificación del
movimiento. Es esencial para la percepción e interpretación de las relaciones en el
espacio, de la imagen corporal precisa y en tareas donde sea importante la coordinación

310
del cuerpo con el espacio. Esta zona integra la información que recibe el área S1 con la
de otros sistemas sensoriales (como la visión). Es una de las áreas de la corteza donde
convergen informaciones sensoriales para crear representaciones neurales complejas a
partir de toda la información integrada. ¿Recuerdas que es una de las áreas de
asociación? La hemos visto también en la Fig. 1.5.
Vamos ahora a analizar los receptores responsables de captar las señales que después
van a ser analizadas en estas áreas. Hay diferentes receptores, como comentábamos.
Para ello vamos a hablar de tacto y propiocepción,* después de dolor y posteriormente
de temperatura.

El tacto y la propiocepción
La mayor parte de los receptores del sistema sensorial somático son
«mecanoceptores» (sensibles a la torsión, la flexión y el estiramiento). No solo están en
la piel; los tenemos en los vasos sanguíneos, detectan la presión en el corazón y en los
dientes, están en nuestro sistema digestivo y en nuestra vejiga urinaria. Hay diferentes
tipos de mecanoceptores y con diferentes capacidades de adaptabilidad, rápida o lenta.
Uno de ellos, quizás el más estudiado, es el «corpúsculo de Pacini», especialmente
sensible a la vibración, sobre todo de alta frecuencia, más que a la presión sostenida.
Desde estos receptores pasa la información «ascendente» a través de axones
aferentes «mielinizados». ¿Qué nos sugiere esto? Que van a transportar información muy
rápida (como veremos, los axones que transmiten dolor y temperatura no tienen mielina
y son los más lentos y delgados). En su trayecto ascendente lo hacen entrando en la
médula espinal por sus astas posteriores. La vía desde aquí hacia el cerebro es común
para el tacto y la vibración (la vía del cordón posterior).106
La sensibilidad táctil de nuestro rostro no se canaliza a través de la médula espinal,
sino a través de los «nervios trigéminos» (par craneal V), que comparten la sensibilidad
de la cara y la faringe con el nervio facial (par VII), el glosofaríngeo (par IX) y el vago
(par X).
Los trigéminos transportan la información de los mecanoceptores haciendo sinapsis
previa (en su entrada al cerebro, en el puente) en los núcleos sensitivos primarios del
trigémino (homolateralmente); en el puente se decusan y de ahí van al tálamo y S1
contralaterales.
Como hemos comentado antes de lanzar la sonda, podríamos pensar que la
información sensorial solo se transfiere, pero la realidad es muy distinta. Ya le llega
transformada a la corteza desde el bulbo y el tálamo, por interacciones que se van
produciendo cada vez que la información pasa de una neurona a otra. Además, las

311
señales descendentes que salen de la corteza hacia el bulbo y el tálamo también influyen
en esa información ascendente que posteriormente recibirá.

El dolor y las estructuras implicadas en su percepción y


regulación
Hemos comentado la importancia de la sustancia gris periacueductal (SGPA). ¿Qué
hace esta para disminuir el dolor de forma natural? Podríamos decir que inicia una ruta
para acabar deprimiendo las neuronas nociceptivas. La SGPA envía primero axones a los
núcleos del Rafe (recuerda que estos se encuentran situados en el bulbo). El Rafe utiliza
serotonina y sus neuronas se proyectan a neuronas del asta posterior de la médula, que
son las que deprimirán finalmente la sensibilidad nociceptiva.
Además de la SGPA mesencefálica, amplias zonas de la médula espinal y del tronco
encefálico contienen sistemas de neuronas con analgésicos naturales, las endorfinas.
En 1970 se descubrieron los «opiáceos endógenos», como las endorfinas, que se
unen a receptores opiáceos, ampliamente distribuidos por el sistema nervioso central y
principalmente concentrados en las áreas que modulan la nocicepción. (9)
Muchos fármacos interactuaban de forma selectiva con receptores de
neurotransmisores. Algunos científicos vieron que podían utilizar estos fármacos para
estudiar los receptores incluso antes de haber identificado el neurotransmisor. Solomon
Zinder, de la Universidad John Hopkins, fue un pionero en este enfoque. Tras el
descubrimiento de los receptores opiáceos vino el de los opiáceos endógenos, entre ellos
las endorfinas. Pronto se aislaron dos péptidos llamados encefalinas, comprobándose que
eran neurotransmisores opiáceos.
Los amplios sistemas de neuronas que contienen encefalinas impiden el paso de
señales nociceptivas por el asta posterior de la médula y los niveles superiores del cerebro
donde se genera la percepción del dolor.
Hemos conocido algunas características sobre el dolor, su percepción y su
modulación. Decíamos que el dolor, para ser percibido, utiliza los nociceptores; estos son
estimulados por agentes con capacidad para producir daño en nuestros tejidos, ya sea
porque el tejido esté sometido a un déficit de oxígeno, a un daño mecánico, químico o
térmico. Sin embargo, dolor y nocicepción no son lo mismo. La nocicepción es el
proceso que proporciona las señales que desencadenarán dolor. El dolor es la percepción
de sensaciones desagradables, por lo que se lo define como «una experiencia sensorial y
emocional». No es una experiencia únicamente «nociceptiva» (sensorial), sino que aúna
una experiencia emocional, subjetiva e inseparable de la sensación dolorosa.

312
En cuanto a los nociceptores, ¿qué más podemos decir? Para hablar de ellos vamos a
recorrer mentalmente nuestras estructuras nociceptivas desde la periferia hasta nuestro
sistema nervioso central, de tal modo que tendremos una idea de cómo llega la
percepción del dolor, mediante qué vías y estructuras lo hace, y añadiremos también las
responsables de su modulación.
Los nociceptores periféricos son las terminaciones periféricas de las fibras sensoriales
primarias, que envían información ascendente (aferentes). Los hay cutáneos, músculo-
articulares y viscerales. Los hay de diferentes tipos, algunos son específicos para un
determinado daño, como el mecánico (las fibras que transmiten este daño tienen mielina),
y otros pueden detectar cualquiera de los mencionados (sus fibras no tienen mielina). Las
fibras aferentes que transmiten el dolor en su mayor parte son desmielinizadas y el
neurotransmisor más importante, aunque no él único, de las fibras aferentes del dolor es
el glutamato, lo recuerdas, ¿verdad?
Todas las terminaciones nerviosas «nociceptores» no solo son receptores, sino que
son capaces de liberar neurotransmisores como el glutamato, la sustancia P* (SP) y el
péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP). Por lo tanto, transforman
estímulos locales (mecánicos, químicos o térmicos) en potenciales de acción que
transmiten a través de esas fibras aferentes primarias la información de camino hacia
nuestro sistema nervioso central.
Estas fibras primarias tienen su cuerpo neuronal en los ganglios raquídeos, o ganglios
de la raíz dorsal de la médula espinal (obsérvalo en la Fig. sonda 8 A), y sus otras ramas
acaban en la sustancia gris del asta posterior de la médula espinal. Se las llama neuronas
de primer orden.
Estas ramas que extienden a la sustancia gris del asta posterior de la médula, conectan
con otras neuronas llamadas interneuronas, que son intrínsecas espinales y que a su vez
conectan con las llamadas neuronas de segundo orden, «de proyección», que también
están en la sustancia gris del asta posterior y que se proyectan al sistema nervioso central
a través de centros supraespinales del mesencéfalo (como la SGPA)107 y del bulbo por
fascículos o tractos el «espino-mesencefálico y espino-reticular» respectivamente.
(Observa la Fig. sonda 8 B). Otras neuronas de segundo orden se proyectan al sistema
nervioso central a través del tracto «espino-talámico» al tálamo y de aquí al hipotálamo,
el sistema límbico y la corteza.

313
Tenemos que hacer una referencia más a las interneuronas del asta dorsal de la
médula espinal (ADME). Aunque algunas participan en la transmisión excitatoria, la
mayoría están implicadas en la «inhibición» de otras neuronas nociceptivas. A su paso
por las diferentes estructuras, la información nociceptiva excitatoria va sufriendo una

314
modulación inhibitoria, tanto a nivel periférico como medular o supraespinal. Cuando
llega al ADME, la modulación inhibitoria se realiza a cargo de esos circuitos intrínsecos
espinales por un sistema descendente que se considera el más característico y que va
desde la SGPA pasando por los núcleos del Rafe del bulbo para finalizar en el ADME
(vuelve a observar la Fig. sonda 8 B).
Una vez procesada la información a nivel espinal, alcanza estructuras superiores
donde se producirán respuestas vegetativas (sistema nervioso autónomo), motoras y
emocionales, y se hace consciente. Este sistema inhibitorio está formado tanto por
receptores como por transmisores, que inhiben la liberación de neurotransmisores
excitatorios y también la excitabilidad neuronal a todos los niveles, confluyendo
fundamentalmente a nivel espinal.
Los más conocidos hasta este momento en el ADME son el sistema opioide endógeno
(SOE), el α2-adrenérgico, el colinérgico y el gabaérgico. Antes de conocer estos
transmisores inhibitorios, vamos a ver algunas otras sustancias que influyen en sentido
contrario.
Cuando se produce un daño en los tejidos, se generan gran variedad de sustancias
capaces de modular la excitabilidad de los nociceptores y hacerlos más sensibles a
diferentes estímulos, sustancias pues con capacidad algogénica; si esta excitación es muy
intensa se habla de «hiperalgesia».108 Ejemplos de estas sustancias que intervienen en la
sensibilidad algogénica a nivel periférico109 son:

315
* Factor de crecimiento nervioso (NGF)110

Veamos algunas de ellas con más precisión:


Serotonina: Amina. Identificada inicialmente en el tracto intestinal y posteriormente en el
sistema nervioso central. Hay distintos receptores serotoninérgicos en diferentes
situaciones anatómicas y con funciones diferentes. A nivel periférico puede ser
algogénica y unida al mismo receptor a nivel central (médula y cerebro), es la
mediadora de la vía inhibitoria más importante (lo veremos al explicar los transmisores
inhibitorios).
Noradrenali na (NA): Amina. A nivel periférico es excitadora y a nivel de médula y de
cerebro participa en la modulación inhibitoria actuando sobre receptores diferentes.
Histamina: Amina. Liberada por los mastocitos. Inducida su liberación por la sustancia P.
Produce edema y vasodilatación.
Bradiquinin a: Cinina. Su importancia reside en que mantiene la inflamación además de
influir en la aparición del proceso. Fisiológicamente actúa a diferentes niveles, como el
control de la tensión arterial, la contracción y relajación de la musculatura lisa. Es
vasodilatadora y aumenta la permeabilidad capilar. Despolariza los nociceptores y
actúa en los canales iónicos.

316
Prostaglandinas: Eicosanoide. Sustancias producidas por la rotura enzimática de la
membrana lipídica. No activan directamente el nociceptor, pero lo hacen sensible a la
bradiquinina. La aspirina, entre otros antiinflamatorios, inhibe las enzimas necesarias
para sintetizarlas.
Interleukinas (IL), interferones, factor de necrosis tumoral (FNT): Citoquinas. Las
liberan las células fagocitarias. Favorecen la liberación de prostaglandinas.
Sustancia P: Péptido. ¿Recuerdas que estaba en los gránulos de las terminales sinápticas
almacenada? Aunque el glutamato es el neurotransmisor principal de las fibras
aferentes, se ha descubierto últimamente que solo cuando media la sustancia P, somos
capaces de llegar a sentir un dolor intenso. Existen tres tipos de receptores para la
sustancia P, pero tiene más afinidad por el receptor NK1. Esta sustancia es liberada en
los nociceptores periféricos, produciendo vasodilatación, edema, activación de la
actividad fagocítica de los macrófagos y neutrófilos. Facilita la liberación de
mediadores de la inflamación y la producción de histamina por los mastocitos.
Potencia además el efecto del glutamato. Sin producir activación directa nociceptiva.
Investigaciones recientes han relacionado el estrés con su producción en el sistema
límbico.111
Modulador del gen de la calcitonina (CGRP): Péptido. Potencia el efecto de la sustancia
P y del glutamato, ya que tiene una acción reguladora de la liberación de este último a
nivel de las aferencias primarias.
Glutamato: Aminoácido excitador: Además de actuar como agonista de receptores para
otros aminoácidos excitadores, está presente en el 45-70 por ciento de las neuronas de
los ganglios de la raíz dorsal.
Factor de crecimiento nervioso (NGF): Se sintetiza en poca cantidad en fibroblastos,
células de Schwann,112 y se sintetiza y segrega en condiciones normales en núcleos
hipotalámicos y en diversas poblaciones celulares endocrinas. En el soma neuronal,
regula la expresión de ciertos genes y estimula la síntesis de sustancia P y del CGRP.
El incremento de los niveles de NGF puede inducir una sensibilización central, a
través del aumento en la expresión de estos neuropéptidos (SP y CGRP) en los
ganglios de la raíz dorsal, facilitando la transmisión en el ADME.
Investigaciones realizadas en los últimos años han demostrado que el NGF estimula
además la proliferación y función de los linfocitos B, los linfocitos T y los mastocitos,
y que a través de estos últimos actúa a nivel del sistema nervioso, endocrino e
inmunitario. Los mastocitos son células fundamentales en la interacción de los tres
sistemas homeostáticos. (10)

317
Una vez vistas algunas de las sustancias algogénicas, vamos a hacer de nuevo
referencia al sistema inhibitorio de mayor relevancia a nivel periférico, el sistema opioide
endógeno (SOE), dado que es de extrema importancia. Inhibe el dolor tanto a nivel
central como periférico, y está formado por receptores y transmisores ampliamente
distribuidos por todo el organismo.
Recuerda que a nivel central los transmisores inhibitorios más importantes y que
inhiben estímulos de «alta intensidad» son tres: la serotonina, la noradrenalina y el
sistema opioide endógeno, que produce antinocepción tanto a nivel periférico, como
espinal y supraespinal.
Debemos añadir que el GABA produce sin embargo una inhibición de la nocicepción
de estímulos de baja intensidad. Este neurotransmisor (recuerda que es un aminoácido
inhibidor) actúa a nivel de receptores GABA A/GABA B, hiperpolarizando la membrana
y por tanto inhibiendo la liberación de neurotransmisores excitatorios, como el glutamato.

La temperatura
Del sistema sensorial somático solo nos queda puntualizar algún aspecto de la
temperatura.
La temperatura utiliza los «termoceptores», neuronas sensibles a los cambios de
temperatura. Agrupaciones de estas neuronas muy sensibles a pequeños cambios, como
son las asentadas en nuestro hipotálamo y en la médula, se responsabilizan de generar
respuestas fisiológicas para mantener la temperatura estable de nuestro cuerpo.
Los receptores del frío se acoplan a fibras que están discretamente mielinizadas o a
fibras desmielinizadas, y los de calor únicamente a fibras desmielinizadas.
Los termoceptores también tienen capacidad adaptativa, como sucedía con los
mecanoceptores ante estímulos de larga duración.
Las vías que utiliza la temperatura son las mismas que utiliza el dolor, por lo que
dejaremos aquí el sistema sensorial somático, y con él los sistemas sensoriales, para
pasar al último apartado de este punto: el sistema motor somático.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 8 (p. 75).

103 La corteza insular no es visible en la cara lateral por hallarse entre el lóbulo
frontal y temporal, y por debajo de ellos.
104 Se comprobó que al dar Fentanil (semejante a un mórfico), que actúa sobre
receptores opioides µ, a pacientes que se les había provocado dolor y vibración,

318
desaparecía el dolor con la observación de la desactivación de la corteza SSS1 y la
corteza insular, y en cambio se mantenía la sensación de la vibración y la actividad de la
corteza SSS2. Lo que demuestra una disposición cerebral fisiológica separada para las
sensaciones de dolor/placer y tacto/vibración.
105 Las lesiones de esta área pueden producir trastornos neurológicos como la
agnosia, incapacidad para reconocer objetos, o el síndrome de inatención, en que parte
del cuerpo o del entorno es ignorado. Se da especialmente en lesiones de la corteza
parietal posterior del hemisferio derecho. Una persona con este síndrome puede incluso
ignorar la parte izquierda de la comida de un plato o pensar que su pierna izquierda no es
suya.
106 Algunas fibras hacen escala en el asta posterior de médula y otras siguen camino
directo al bulbo raquídeo, donde se decusan al otro lado (hasta aquí ascendían
ipsilateralmente), y desde el bulbo, cruzan y van al tálamo contralateral y S1.
107 A través del fascículo espino-mesencefálico llega a esta estructura mesencefálica,
llamada sustancia gris periacueductal, originando reacciones cardiovasculares de
conservación, como disminución de la tensión arterial, inmovilidad, hipoactividad, etc.
108 En caso contrario, cuando los receptores son menos sensibles hablamos de
«hipoalgesia».
109 Puntualizamos a «nivel periferico» porque alguna de ellas a nivel central tiene un
efecto inhibidor de la nocicepción, como es el caso de la serotonina y la noradrenalina.
110 Si bien al inicio del descubrimiento del factor de crecimiento nervioso se clasificó
dentro de la categoría de las neurotrofinas, pasó después a considerarse dentro de la
categoría de las citocinas, sintetizadas y segregadas por las células pertenecientes a los
sistemas de la red homeostática. (10)
111 La sustancia P y los receptores NK1 están presentes en el sistema límbico del
sistema nervioso central. Se cree que están involucrados en la integración de la respuesta
emocional al estrés, y relacionados con la patogénesis de la depresión. (11)
112 ¿Recuerdas que estas células son las que fabrican la mielina de nuestro sistema
nervioso periférico?

319
Sonda 9

El sistema motor somático


Vamos a ampliar a través de esta sonda los tres niveles: alto (estratégica), medio
(táctica) y bajo (ejecutiva).

1. La imagen mental del cuerpo.


Parece que se genera por los estímulos somatosensitivos, propioceptivos y visuales

320
que van dirigidos a la corteza parietal posterior, la cual recibe como hemos dicho la
información de las áreas somatosensoriales primarias y la de áreas corticales visuales de
orden superior.
2. El pensamiento abstracto, la toma de decisiones y la previsión de posibles
consecuencias.
Estas funciones las podemos realizar gracias a la conexión de los parietales con
nuestra corteza prefrontal, que representan el más alto nivel de control motor. Gracias a
esta conexión podemos decidir qué hacer y cómo hacerlo.
Estas áreas envían información que converge en el área 6 y en esta, las señales que
codifican «qué acciones» se convierten en señales de «cómo voy a realizarlas».

3. La selección e inicio del movimiento voluntario.


Cuando ejecutamos una acción planificada anteriormente, lo hacemos gracias a la
activación del área 4. La información canalizada desde la corteza sensorial, más la
corteza prefrontal, más las áreas motoras 4 y 6, da información a los ganglios basales y
estos al tálamo dorsal, que vuelve a activar la corteza motora.
Una de las funciones de este bucle es encargarse de la selección e inicio del
movimiento voluntario.
El área 6 está íntimamente conectada con la 4, la cual también recibe señales desde el
tálamo (que proceden del puente y el cerebelo) y otras áreas corticales (Fig. sonda 9).
Desde la corteza motora pasa la información hacia el tronco encefálico y la médula.

4. La coordinación de la secuencia de movimientos, la


sinergia y la rectificación o reprogramación de dicha
secuencia, en base a las experiencias anteriores para que se
cumplan las expectativas.
Son las funciones principales del cerebelo. Es capaz de reprogramar las secuencias de
movimientos de forma inconsciente en caso de que prevea que no se va a cumplir su
objetivo.

Otras actividades de los ganglios basales


Los ganglios basales, además de realizar su función motora, participan en otras
funciones paralelas como la memoria y la cognición.
Incluyen el núcleo estriado (formado por el núcleo caudado y el núcleo putamen), el

321
globo pálido y el núcleo subtalámico, que son núcleos del prosencéfalo y conectados de
forma recíproca con un núcleo mesencefálico, que es la sustancia nigra.
El flujo de información motora más directo del bucle se puede simplificar de la forma
siguiente:

Corteza › › › › › putamen › › › › › pálido › › › › › tálamo › › › › › área 6

Entre estas áreas existen sinapsis excitadoras o sinapsis inhibidoras representadas


respectivamente por (+) o (–).

Corteza › › + › › putamen › › – › › pálido › › – › › tálamo › › + › › área 6

Conocer estas sinapsis excitadoras o inhibidoras nos permite entender que un


incremento de la inhibición del tálamo por los ganglios basales produce hipocinesia.* En
la enfermedad de Parkinson se da esta situación: lentitud de movimiento, dificultad en el
inicio y aumento de la rigidez en el tono muscular, asociado a temblor de manos y
mandíbula, sobre todo en reposo.
El origen es una falta de estímulo de la sustancia nigra sobre el estriado (mediado por
la dopamina), que impedirá la activación correcta del bucle. Los enfermos pueden tener
menos del 80 por ciento de las neuronas que producen dopamina en su sustancia nigra.
Una disminución de la inhibición desde los ganglios basales al tálamo produce la
situación contraria: hipercinesia.* En la corea de Huntington (situación opuesta a lo que
sucede en la enfermedad de Parkinson), existe hipercinesia. Se trata de una enfermedad
degenerativa, hereditaria, asociada a demencia, alteraciones cognitivas y de personalidad
por afectación también a nivel de la corteza. Existe un deterioro de neuronas en el núcleo
estriado y pálido, lo que hace que no se produzca la señal inhibidora hacia el tálamo.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 9 (p. 79).

322
Sonda 10

Sistemas amplificadores. El hipotálamo


Cada uno de los dos hipotálamos tiene tres regiones: la periventricular (que rodea el
III ventrículo), la medial y la lateral; estas dos últimas establecen conexiones con el
tronco encefálico y el telencéfalo regulando aspectos como la motivación conductual y
también están íntimamente conectadas con la región periventricular, dándole gran
información de entrada.
La regulación de la homeostasis que realiza el hipotálamo se inicia con una detección
de la información que han realizado las neuronas sensoriales. Compara esta información
con su «mapa» de normalidad y observa si hay desviaciones que deba corregir, tal como
hemos comentado.

Hemos comentado que el hipotálamo corrige a través de tres tipos de respuesta:


1. Respuesta humoral: Esta respuesta está a cargo de unas neuronas neurosecretoras
situadas en la región periventricular y es el llamado «hipotálamo secretor», y forma el
eje hipotálamo-hipófisis-adrenal. Estas neuronas hipotalámicas responden a las señales
sensoriales, estimulando o inhibiendo la liberación de hormonas hipofisarias hacia la
sangre.
2. Respuesta visceromotora: Esta respuesta está a cargo de otras neuronas también
situadas en la región periventricular, diferentes a las neurosecretoras. Son neuronas
hipotalámicas que responden a las señales sensoriales ajustando el equilibrio del
sistema nervioso autónomo.
3. Respuesta somática motora: Esta respuesta corre a cargo fundamentalmente de
neuronas de la región lateral del hipotálamo, las cuales responden a las señales
sensoriales, dando una respuesta conductual somática motora.

En la región periventricular del hipotálamo vemos que existe una variedad de


neuronas con funciones diferentes. Además de las neurosecretoras (que definen el
hipotálamo secretor) y de las que regulan el sistema nervioso autónomo, hay un grupo
neuronal que forma el núcleo supraquiasmático (NSQ) y que recibe aferencias directas
desde la retina y regula los ritmos circadianos, sincronizándolos con los ciclos de
luz/oscuridad y que ya hemos descrito ampliamente en el apartado «Saber más Sobre el
núcleo hipotalámico NSQ».

323
En relación a nuestro hipotálamo secretor hemos visto que regula tanto la
adenohipófisis como la neurohipófisis. Nos hemos extendido suficiente en relación con
esta última, aunque añadiremos algo más sobre el mecanismo de acción de la hormona
antidiurética, antes de ampliar el efecto que produce en nuestra hipófisis anterior.

La vasopresina, también llamada hormona antidiurética, es responsable de la


regulación del volumen de la sangre y de la concentración de sal en sangre. Cuando nos
deshidratamos o nos baja la presión hay una comunicación bidireccional entre el riñón y
el cerebro. El riñón ante esta situación libera a la sangre una hormona llamada «renina».
La renina promueve la síntesis de una hormona (angiotensinógeno II) que actúa a dos
niveles :
1. Por un lado sobre el riñón y los vasos sanguíneos directamente, ayudando a aumentar
la presión sanguínea.
2. Por otro, a nivel de un órgano telencefálico cuyas neuronas se proyectan hacia las
neuronas neurosecretoras, que liberan vasopresina y que a su vez se proyectan hacia
neuronas de la región lateral del hipotálamo para hacernos reaccionar.

¿Recuerdas que esta región lateral está relacionada con la motivación? ¿Y que esta
región es la que nos dará una respuesta conductual somática motora? Sentiremos sed y
nos movilizaremos a saciarla.
Vamos a observar ahora cómo regula la hipófisis anterior:
Hemos dicho que el lóbulo anterior de la hipófisis es una verdadera glándula, sus
células sintetizan y segregan una serie de hormonas que regulan a su vez las secreciones
de otras glándulas de nuestro organismo. Hemos visto ya que este sistema de
encadenado glandular es lo que configura «nuestro sistema endocrino».
Otras neuronas neurosecretoras (diferentes a las magna) llamadas «parvocelulares»,
del hipotálamo secretor, extienden sus axones hasta los capilares del tallo hipofisario.
Estas neuronas segregan «hormonas hipofisótropas» que descienden por el lecho capilar
del tallo hasta llegar al lecho capilar de la hipófisis anterior (red denominada circulación
portal hipotálamo-hipofisaria), inhibiendo o aumentando la producción de hormonas en la
adenohipófisis cuando se unen a los receptores; la activación de estos receptores hace
que las células de la hipófisis anterior secreten o dejen de secretar sus hormonas al
torrente sanguíneo general.

En el cuadro de la página siguiente se observa cuáles son las hormonas hipofisarias


liberadas por la acción de las hormonas hipofisótropas y qué acción producen en sus
dianas corporales.

324
De todas estas dianas hemos comentado que la corteza suprarrenal es la que nos
interesa más para nuestro trabajo. La acción que se produce en nuestras glándulas
suprarrenales, y concretamente en la corteza suprarrenal, produce secreción de
cortisol, un protagonista en nuestro proceso de lucha-huida ante el estrés, tanto
fisiológico favorable como patológico o desfavorable.

Las neuronas neurosecretoras parvocelulares de la región periventricular, que


controlan la corteza suprarrenal, son las que tienen la potestad de decidir si un estímulo
es estresante o no. Liberan la hormona liberadora de corticotropina (CRH) en la sangre
de la circulación portal hipofisaria, que estimula la secreción de corticotropina (ACTH)

325
en la adenohipófisis; esta pasa a la circulación general hasta llegar a la corteza suprarrenal
y en pocos minutos genera liberación de cortisol.
El cortisol es una molécula «amante de la grasa», como hemos dicho, y por tanto le
es muy fácil disolverse en las membranas lipídicas celulares, pasando con facilidad la
barrera hematoencefálica* (BHE), que funcionalmente es una barrera solo permeable a
pequeñas moléculas y limita el paso a otras sustancias hacia el líquido extracelular del
encéfalo. Una vez que en el encéfalo interactúa con los receptores específicos de las
neuronas neurosecretoras parvocelulares inhibiendo la liberación de CRH, se produce
una autorregulación de la liberación de cortisol por feedback.
Es muy importante recordar que:

Hay neuronas con receptores de cortisol distribuidas por todo el sistema nervioso
central, no solo en las neuronas hipotalámicas, y en estas otras localizaciones el
cortisol produce efectos importantes sobre la actividad neuronal.
Nuestro «personaje» no produce efectos únicamente en nuestro cuerpo sino
también en nuestro encéfalo.

Cuando nos estresamos, se genera cortisol que viaja hacia nuestro encéfalo. Es
captado por los receptores del soma neuronal de neuronas encefálicas ampliamente
distribuidas; en ellas provoca un estímulo de la transcripción génica,* generándose
síntesis de proteínas como consecuencia.
Por el efecto del cortisol a través de los canales iónicos se produce una entrada de
Ca++ en la célula y si el estrés es mantenido (estrés crónico), llega a producirse muerte
celular por la excitotoxicidad que provoca la sobrecarga de Ca++ intracitosol.
Regresa ahora a la Retirada de Sonda 10 (p. 86).

326
Sonda 11

Sistemas amplificadores. Sistema nervioso autónomo (SNA)


Hemos visto que nuestro SNA, o sistema vegetativo, responde al hipotálamo a través
de la llamada acción o respuesta visceromotora de algunas de las neuronas
periventriculares que lo regulan.
Vamos a ampliar a través de esta sonda las conexiones de ambas divisiones y los
neurotransmisores que intervienen.

Si observamos de nuevo la Fig. sonda 11 vemos que:


– Los axones preganglionares simpáticos salen de segmentos torácicos y lumbares.
– Los axones preganglionares parasimpáticos salen del tronco encefálico y de segmentos

327
sacros.
– Las señales de entrada preganglionar113 de ambos sistemas utilizan como
neurotransmisor la acetilcolina.114
– La inervación postganglionar parasimpática utiliza la acetilcolina.
– La inervación postganglionar simpática utiliza la noradrenalina con unas excepciones,
en las glándulas sudoríparas y en los músculos lisos vasculares de los músculos
esqueléticos, donde utiliza acetilcolina.
– Y como ya hemos comentado, la médula suprarrenal solo recibe inervación
preganglionar simpática mediada por acetilcolina, y secreta adrenalina y noradrenalina
a la circulación general.

Vamos a aprovechar para nombrar determinados fármacos que actúan a nivel de este
sistema:
El neurotransmisor postganglionar del sistema parasimpático es, como vemos, la
acetilcolina, que actúa siempre a través de receptores muscarínicos metabotropos, y el
neurotransmisor mayoritario postganglionar del sistema simpático es la noradrenalina
(NA).
Teniendo esto presente, los fármacos que fomenten la NA o inhiban las acciones
muscarínicas de la acetilcolina son fármacos llamados «simpaticomiméticos», como la
atropina (antagonista del receptor muscarínico de la acetilcolina); al administrarlo
tendremos signos de activación simpática, como la dilatación pupilar. Los fármacos que
por el contrario faciliten acciones muscarínicas de la acetilcolina o inhiban las acciones de
la NA, son fármacos parasimpaticomiméticos, como el propanolol (antagonista del
receptor β de la NA), y por tanto con su administración percibiremos signos de activación
parasimpática como una disminución de la frecuencia cardíaca o de la tensión arterial.

La división entérica de nuestro sistema nervioso autónomo


La división entérica es un sistema neural situado en el revestimiento del esófago,
estómago, intestino, páncreas y vesícula biliar. Se la ha denominado también nuestro
segundo cerebro, por el hecho de que posee una determinada independencia de función.

Esta división tiene dos plexos: el «plexo mientérico de Auerback» y el «plexo submucoso
de Meissner», ambos con nervios sensitivos, interneuronas y motoneuronas autónomas.

Dispone de tantas neuronas como la médula espinal.

328
Sus neuronas sensitivas detectan el estiramiento de las paredes, el estado químico de
su contenido y las concentraciones hormonales de la sangre intestinal; información que
utilizan las interneuronas para controlar el grado de actividad de las motoneuronas
entéricas, responsables de la motilidad intestinal, producción de moco, secreciones
digestivas y el efecto sobre los vasos sanguíneos locales.
A pesar de tener una cierta independencia, recibe señales directamente desde el
cerebro, tanto simpáticas como parasimpáticas, suponiendo un sistema de control
complementario.
El hipotálamo es el principal regulador del control central del SNA; integra la
información que recibe y emite señales neurales y hormonales muy coordinadas.
La conexión con los núcleos del tronco encefálico y de la médula espinal que poseen
las neuronas preganglionares autónomas es esencial para llevar a cabo su función.
Importa destacar un núcleo del tronco cerebral, localizado en el bulbo, el «núcleo del
tracto solitario», que tiene una relevancia especial, dado que algunas funciones del SNA
se pueden llevar a cabo, aunque el resto del tronco encefálico esté desconectado del
hipotálamo y de otras estructuras superiores. El núcleo solitario, que también está
directamente conectado con el hipotálamo, es capaz de integrar, como hace el
hipotálamo, la información sensorial de nuestros órganos internos y puede coordinar la
información de salida hacia el resto de los núcleos autónomos del tronco encefálico.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 11 (p. 90).

113 Algunas terminales preganglionares además de liberar acetilcolina pueden liberar


péptidos neuroactivos, como el neuropéptido Y (NPY) y el polipéptido intestinal
vasoactivo (VIP), básicamente con papel modulador, que se unen a receptores
metabotropos, acoplados a proteína G.
114 Esta acetilcolina liberada por las neuronas preganglionares de ambos sistemas no
solo es capaz de activar receptores nicotínicos, como ocurre en las uniones
neuromusculares, sino también de activar los receptores muscarínicos (metabotropos) y
provocar PEPS y PIPS.

329
Sonda 12

Sistemas amplificadores
Los sistemas moduladores difusos

Como hemos visto, los sistemas modulares difusos no transportan información


sensorial detallada, sino que se dedican a regular la intensidad de respuesta de
amplias estructuras: la corteza, el tálamo, la médula espinal...
Regulan el control motor, la memoria, el estado anímico, la motivación o el estado
metabólico de nuestro organismo.115

El Locus Caeruleus. Noradrenérgico (NA)


Está situado en el puente. Se denomina Locus Caeruleus, nombre que en latín
significa punto azul, porque sus células le dan una coloración azulada.

Existen dos Locus Caeruleus, uno en cada lado, y cada uno tiene aproximadamente
unas 12.000 neuronas. Una sola de esas neuronas puede llegar a tener hasta 250.000
sinapsis y una rama axónica puede hacer sinapsis en corteza y otra en cerebelo (Fig.
sonda 12 A).
La NA, además de ser el neurotransmisor postsináptico de la división simpática del

330
SNA, es el neurotransmisor que utilizan las neuronas del Locus Caeruleus. En 1960 un
equipo de neuroinvestigadores suecos descubrió que las neuronas de este núcleo tenían
unos axones que se desplegaban prácticamente por todo el encéfalo, corteza, tálamo,
hipotálamo, bulbo olfatorio, cerebelo, mesencéfalo116 y médula espinal.

Estas neuronas presentan la máxima velocidad de descarga durante el día.

Se activan ante estímulos sensoriales nuevos o inesperados, y no dolorosos, ante


sucesos interesantes y aceleran el procesamiento de la información de los sistemas
sensorial y motor para que sean más eficientes.
Antes de lanzar la sonda, hemos descrito algunas de sus funciones contrastadas con el
resto de sistemas moduladores difusos.

Los núcleos del Rafe. Serotoninérgicos (5-HT)


Se encuentran en el tronco encefálico. Hay nueve núcleos y cada uno se proyecta a
un lugar diferente del encéfalo (Fig. son- da 12 B).

– Los del bulbo se proyectan a la médula espinal y modulan las señales sensoriales de
dolor.
– Los del puente y el mesencéfalo se extienden por todo el cerebro igual que los del
Locus Caeruleus (corteza, tálamo, hipotálamo, bulbo olfatorio, cerebelo, mesencéfalo)

331
además de hacer sinapsis en los ganglios basales.

La mayoría de las neuronas que liberan serotonina se concentran en estos núcleos.


También estas neuronas tienen la mayor velocidad de descarga durante el día y
mínima durante el sueño.

Estos núcleos junto al Locus Caeruleus forman parte del denominado «sistema
reticular ascendente activador», sistema que activa y despierta el cerebro anterior.

La sustancia nigra y el área tegmental ventral.


Dopaminérgicos (DA)
En 1960 se comprobó que la dopamina es un neurotransmisor importantísimo para
nuestro cerebro. Anteriormente se pensaba que solo existía en el cerebro como precursor
metabólico de la noradrenalina (Fig. sonda 12 C).

332
Recordemos que hay neuronas que contienen dopamina repartidas por todo el
encéfalo, el bulbo olfatorio, el hipotálamo periventricular e incluso en la retina; pero las
de estos dos núcleos poseen las características de los sistemas moduladores difusos.
Como ya sabemos, estos dos núcleos neuronales están en el mesencéfalo. La
sustancia nigra proyecta al núcleo estriado (caudado y putamen) facilitando el inicio del
movimiento voluntario.117 El área tegmental ventral (ATV) proyecta a telencéfalo y
concretamente a parte del sistema límbico y la corteza frontal.
Esta vía dopaminérgica del ATV se ha denominado «sistema DA mesocorticolímbico»
y ha sido relacionada con nuestro sistema de recompensa,118 capaz de reforzar
conductas adaptativas.

333
Complejos colinérgicos del prosencéfalo basal y del tronco del encéfalo. Colinérgicos
(Ach)

Ya hemos comentado que hay neuronas colinérgicas presentes en diversas


localizaciones del encéfalo. Las señales de entrada preganglionar de las divisiones
simpática y parasimpática del SNA utilizan como neurotransmisor la acetilcolina. La
inervación postganglionar parasimpática también la utiliza, así como las glándulas
sudoríparas, los músculos lisos vasculares de los músculos esqueléticos y las uniones
neuromusculares. Asimismo se hallan interneuronas colinérgicas en la corteza y en el
núcleo estriado. Además existen estos dos sistemas colinérgicos difusos. Observa y sitúa
estos complejos en la Fig. sonda 12 D.

Las neuronas del complejo del prosencéfalo basal son las primeras que mueren en los
pacientes afectos de enfermedad de Alzheimer.
Los núcleos más conocidos de este complejo son los núcleos septales mediales, que
dan información colinérgica al hipocampo y el núcleo de Meynert, que proporciona la
mayor parte de información colinérgica del neocórtex.
El complejo ponto-mesencefálico-tegmental del tronco encefálico actúa especialmente
sobre el tálamo dorsal, y junto con los sistemas NA y 5-HT, regula la excitabilidad de los
núcleos de relevo sensoriales. Se proyecta también hacia el prosencéfalo basal.

334
Regresa ahora a la Retirada de Sonda 12 (p. 92).

115 Muchos fármacos psicoactivos afectan a estos sistemas moduladores y, por tanto,
a las funciones que regulan. Por ejemplo, la cocaína y las anfetaminas bloquean la
recaptación presináptica de DA y NA, y esto supone que se mantenga el efecto de estos
neurotransmisores por su persistencia en el espacio sináptico.
116 Recuerda que el mesencéfalo es zona de paso de la información desde el cerebro
al tronco y la médula, y viceversa. Tiene el techo y el tegmento: en el techo se
encuentran el colículo superior (que recibe señales del ojo y controla los movimientos
oculares) y el colículo inferior (que recibe información sensorial del oído y es centro de
transmisión de esta hacia el tálamo). En el tegmento se hallan el núcleo rojo y la
sustancia nigra. Ambos están implicados en el control del movimiento voluntario.
117 La degeneración de las células que producen dopamina de la sustancia nigra es
suficiente para producir la enfermedad de Parkinson.
118 Hablaremos más adelante del sistema de recompensa y su relación con las
adicciones.

335
Sonda 13

Reguladores del hipotálamo secretor. La amígdala y el


hipocampo
Ampliaremos aquí el punto 3.8, sobre la regulación del eje hipotálamo-hipófisis-
adrenal (EHHA), que se activa como respuesta al estrés tanto fisiológico como
patológico.
Determinadas neuronas neurosecretoras parvocelulares de la región periventricular,
que controlan la corteza suprarrenal, son las que tienen la potestad de decidir si el
estímulo que les llega es estresante o no. Liberan hormona liberadora de corticotropina
(CRH) en la sangre de la circulación portal, que a su vez estimula en la adenohipófisis la
secreción de corticotropina (ACTH); esta pasa a la circulación general hasta llegar a la
corteza suprarrenal y en pocos minutos ya ha estimulado la liberación de cortisol.
Hemos mencionado también que existe la hipótesis de que en este EHHA confluyen
las influencias genéticas y ambientales que pueden incidir en nuestro estado de ánimo.
Es importante recordar que entre esas estructuras, la amígdala es una de las más
importantes, en relación con nuestra experiencia emocional, aspectos del
comportamiento, la memoria y el aprendizaje; y por si fuera poco, la amígdala es
especialista en relación con la expresión de emociones como el miedo y la agresividad.
Reforzados estos conceptos, ampliaremos algo más mediante nuestra sonda la
estructura de la amígdala y sus comunicaciones.
La amígdala, como estructura límbica, procesa nuestras experiencias emocionales. En
la Fig. sonda 13 A puedes ver las estructuras que conforman nuestro sistema límbico,
limitado por una porción de corteza que rodea el cuerpo calloso, la circunvalación del
cíngulo, y por la corteza de la superficie medial del lóbulo temporal, que incluye el
hipocampo. También está representado el flujo de información.

336
Situada en el lóbulo temporal, la amígdala está formada por varios núcleos,
distribuidos a su vez en tres grupos: núcleos corticomediales, núcleos basolaterales y
núcleo central, como puedes observar en la Fig. sonda 13 B.
La amígdala recibe información sensitiva ascendente desde el tálamo, y estímulos
descendentes desde la neocorteza. Se integra esta información en los núcleos
basolaterales y pasa al núcleo central que iniciará la respuesta al estrés, con la activación
del EHHA, el SNA, los sistemas moduladores difusos y la sustancia gris periacueductal.
Hemos mencionado ya que las entradas o aferencias que recibe la amígdala son
diversas, ya que le llegan desde la neocorteza (todos los lóbulos cerebrales), la
circunvolución del hipocampo* y la circunvolución del cíngulo. Todos los sistemas
sensoriales envían información altamente procesada a la amígdala, a sus núcleos
basolaterales. Cada sistema sensorial tiene un patrón de proyección sobre estos núcleos
que, al estar conectados entre sí, realizan la integración de la información aferente de las
diferentes modalidades sensoriales.

337
Las células amigdalinas pueden responder a información aferente (de entrada),
visceral, somatosensorial, visual, auditiva u olfativa. La información visceral llega al
complejo amigdalino indirectamente desde el hipotálamo, el área septal, la corteza orbital
e insular. La corteza temporal y la cingular anterior también se proyectan hacia el
complejo amigdalino, al igual que el tronco encefálico. Recibe información desde los
sistemas moduladores difusos, serotoninérgico (núcleos del Rafe mesencefálicos),
dopaminérgico (área tegmental ventral y sustancia nigra), desde el noradrenérgico (Locus
Caeruleus) y también la remite.

Debemos recordar que aunque la amígdala no es la localización primaria donde se


almacena la memoria emocional, sí parece estar implicada en recuerdos de hechos
emocionales. Sus neuronas aprenden a responder a estímulos asociados al dolor y,
una vez que lo han aprendido, ante el estímulo nos generan miedo.

Observa la Fig. sonda 13 C donde están esquematizadas las principales entradas y


salidas de la amígdala con más precisión.

338
¿Qué debemos recordar fundamentalmente?
La regulación del EHHA está a cargo de nuestra amígdala y de nuestro hipocampo.

La amígdala estimula el EHHA y el hipocampo lo frena.

Tanto la amígdala como el hipocampo reciben información procesada desde la corteza.

Poseemos un mecanismo de retroalimentación negativa para protegernos del exceso de


cortisol.

En un estado de estrés sostenido, las neuronas de nuestro hipocampo son muy sensibles
al exceso de cortisol que se produce y pueden morir.

A más liberación de cortisol, más daño del hipocampo, y esto condiciona una
vulnerabilidad ante los trastornos del estado de ánimo.
Regresa ahora a la Retirada de Sonda 13 (p. 99).

339
Sonda 14

Nuestro creador dinámico. El hipocampo


Nuestro hipocampo ejerce una influencia sobre el EHHA, y además es digno de ser
considerado nuestro «creador dinámico», por su intervención en la memoria, en el
aprendizaje y en la neurogénesis.
Profundizaremos a través de esta sonda en sus capacidades, pero antes de hacerlo
vamos a describir someramente su especial anatomía.
Hemos dicho que su corteza es una estructura cortical considerada más primitiva que
el resto de la corteza, y por ello se la denomina también «arquicorteza», para distinguirla
del resto de la neocorteza, que tiene seis capas. Está formado por dos láminas de
neuronas plegadas una sobre la otra; una de ellas es la circunvolución dentada, y la otra
es el asta de Ammón.
Observa Fig. sonda 14 A para ver con claridad el flujo de comunicación de esta
estructura.

Tras haber visto la estructura de nuestro creador dinámico, vamos a ampliar sus

340
increíbles funciones plásticas, de aprendizaje y de memoria; descubriremos aquí también
los flujos de información de las estructuras del lóbulo temporal medial y del diencéfalo,
que intervienen en la memoria declarativa.

Plasticidad sináptica en el hipocampo


Como hemos dicho, la transmisión sináptica excitadora en el hipocampo está mediada
por receptores de glutamato.
En las neuronas del área de CA1 existen receptores de glutamato, AMPA y NMDA.
Estos últimos receptores de glutamato, los NMDA, tienen la propiedad poco usual de ser
permeables al Ca++ cuando el glutamato está fijado al receptor y la membrana se
despolariza lo suficiente como para desplazar el Mg++ que tapa el canal. Esta entrada de
Ca++, a través del receptor NMDA está vinculada a inducción del mecanismo de
plasticidad de potenciación a largo plazo (PLP).
Los estudios realizados demuestran que la estructura de las sinapsis se modifica
después de la inducción de PLP; se crean nuevas espinas dendríticas y se forman nuevos
contactos (desde un mismo axón pueden establecerse muchos contactos sinápticos con la
misma neurona postsináptica). Esta proliferación condiciona que haya más posibilidad de
excitación y más superficie sensible. Además, con la entrada masiva de Ca++
postsináptica parece que se produce una mayor eficacia de los otros receptores
postsinápticos de glutamato, los AMPA, añadida a una liberación de nuevos receptores
AMPA (por la neurona postsináptica) que se insertan en la membrana, aumentando su
eficacia.
La información en el hipocampo se puede almacenar como PLP, pero también como
disminución de la eficacia sináptica del mecanismo de plasticidad de depresión a largo
plazo (DLP);119 en este caso entra poco Ca++, debido a que la membrana postsináptica
está débilmente despolarizada y no se desplaza totalmente el Mg++. La DLP disminuye
la capacidad de los receptores AMPA.
Los estudios teóricos realizados hasta el momento demuestran que estos mecanismos
de plasticidad sináptica, dependientes de los receptores NMDA, también se producen en
la neocorteza.

El estudio de la PLP y la DLP ha permitido obtener mucha información sobre el


aprendizaje y la memoria, porque las moléculas que intervienen en ambas también
intervienen en estas dos funciones cognitivas.

Otro aspecto es la consolidación de la memoria. En la regulación de la síntesis

341
proteica necesaria para la consolidación de la memoria interviene una proteína, la CREB.
Parece ser que la modulación génica por la CREB supone un mecanismo molecular que
puede incidir en la intensidad de los recuerdos. En las sinapsis reforzadas esta proteína se
utiliza para construir nuevas sinapsis.

Memoria y aprendizaje
Hemos visto que la memoria no se puede considerar un proceso aislado, dado que
está íntimamente relacionada con los mecanismos neuronales de nuestro aprendizaje.
Hay distintos factores que influyen en nuestro proceso de memorización, además de
la potenciación molecular a largo plazo (PLP) y la depresión a largo plazo (DLP), los
mecanismos que responden a la comunicación de las células nerviosas, la importancia
que tiene el Ca++ en los cambios cerebrales de larga duración y otros mecanismos que
utilizan la asociación de nuestras vivencias para lograr la formación de nuevos recuerdos
mediante un proceso selectivo y subjetivo de nuestra atención.
Hemos hablado ya de los diferentes tipos de memoria y más concretamente de las
memorias en que nuestro creador dinámico interviene. Añadiremos aquí un párrafo de
Ignacio Morgado Bernal que define muy claramente (15) estos tipos de memorias y sus
estructuras relacionadas:

La Memoria Implícita es una memoria de hábitos, inconsciente y rígida, que radica


en las mismas regiones cerebrales que procesan información sensoperceptiva,
motora y emocional, como la neocorteza, el neoestriado, el cerebelo o la amígdala.
La Memoria Explícita o declarativa es una memoria relacional, consciente y flexible
que depende del sistema hipocampal.
La Memoria de Trabajo es un sistema de cognición ejecutiva basado en
interacciones entre la corteza prefrontal y otras regiones cerebrales.

Centraremos ahora la atención en los circuitos de comunicación y en las estructuras


del lóbulo temporal medial y del diencéfalo, entre otras, que tienen participación en la
memoria declarativa. Observa la Fig. sonda 14 B.
Todas las estructuras relacionadas en ella participan junto al hipocampo en la
formación y consolidación de la memoria declarativa.
Flujo de información y estructuras que participan en la memoria declarativa

342
Regresa ahora a la Retirada de Sonda 14 (p. 105).

119 En el cerebelo, la información se almacena solo como mecanismo de depresión a


largo plazo y en este no existen receptores NMDA, solo receptores AMPA.

343
Sonda 15

Tipos de aprendizaje procesal


El aprendizaje procesal supone aprender un procedimiento motor, como respuesta o
reacción a un estímulo sensitivo y suele ser muy sólido. Se han descrito dos tipos de
aprendizaje procesal, el no asociativo y el asociativo. En el cuadro siguiente se relacionan
los subtipos y características de ambos aprendizajes procesales:

344
* La motivación juega un papel importante en el condicionamiento instrumental.120

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 15 (p. 106).

345
120 La neurofisiología conductista utiliza este aprendizaje asociativo.

346
Sonda 16

Áreas implicadas en nuestro estado de conciencia


Algunos autores creen que el hecho de que nuestra conciencia sea un estado
unificado, que se nos presenta como un todo, integrado por múltiples componentes que
han sido procesados en diferentes áreas corticales, dando una percepción consciente que
siempre se nos presenta unificada, se debe a una sincronización simultánea de las
neuronas de esas diferentes áreas, dado que nunca se ha hallado un «lugar» o estructura
que integre esa información. Sin embargo, el equipo dirigido por Rodolfo Llinás Riascos,
ha propuesto que la conciencia podría surgir no tanto por la coordinación sincronizada de
la corteza sino por la sincronización del sistema tálamo-cortical. (17) (18)

Parece ser que el tálamo,121 junto con sus conexiones bidireccionales con la
corteza cerebral son las únicas estructuras que al dañarse alteran los estados de
consciencia.

Otros autores como Giulio Tononi y Christof Koch122 (19)(20) sostienen que:

La clave de la conciencia puede ser la integración funcional de circuitos neuronales


corticales (no necesariamente fijos, dada su capacidad plástica), con la influencia
del tálamo y de neuronas que se proyectan desde los núcleos troncoencefálicos,
responsables de los estados de sueño y vigilia.

En consecuencia, parece ser que sin la participación de estas estructuras


troncoencefálicas y diencefálicas, que se proyectan a la corteza, aunque hubiera actividad
cortical, no se podría dar una integración ni, por tanto, un estado de conciencia.
John Craig (21) añade que parece ser que las neuronas en forma de huso de las capas
piramidales de la corteza, y concretamente de la corteza cingulada anterior, y de la ínsula
anterior, podrían ser fundamentales en esa integración funcional de momentos
emocionales (ínsula anterior) y conductuales (cingulado anterior).123

La corteza cingulada anterior (integración conductual) y la ínsula anterior


(integración emocional) son cortezas importantes en la integración funcional en
nuestra experiencia consciente.

347
La atención
Poner o prestar «atención» es un proceso básicamente cognitivo de alto nivel, como
hemos visto, donde están implicadas áreas sensitivas, motoras, la corteza parietal, la
temporal y también áreas subcorticales y otras corticales que modulan la actividad de
neuronas de las áreas de la corteza sensitiva.
Sabemos que la atención influye en nuestra conciencia y puede ser activada voluntaria
o involuntariamente.
Es interesante observar el modo en que William James plantea los aspectos
funcionales de la atención en su libro Principios de psicología. Distingue la atención,
como medio de selección-orientación, como localización, como resistencia a la
distracción, como capacidad o recurso limitado, como preparación de ideas o
expectativas, y distingue además una atención a sensaciones o a ideas, una atención
pasiva refleja y una atención activa o voluntaria. De todos estos aspectos sobre la
atención, centra su interés especialmente en la atención activa intelectual, la atención
consciente, esa atención que dirigimos al objeto, situación o hecho en el que nos fijamos.
(22)
En general, la intervención de la atención supone, por un lado, cambios que facilitan o
inhiben la actividad neuronal en las áreas cerebrales donde se procesa la información.
(23) A la vez supone cambios fisiológicos en la resistencia de nuestra piel a la conducción
eléctrica, cambios en la tasa cardíaca, en el tamaño de la pupila, en la actividad
electroencefalográfica, en nuestro comportamiento motor y cognitivo... (24) y todos esos
cambios forman parte de un proceso relacionado con nuestra experiencia subjetiva.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 16 (p. 115).

121 ¿Lo recuerdas? El tálamo es una estructura diencefálica, nuestra estación de


relevo o puerta de entrada de la información sensorial. La hemos conocido en el punto
3.5 de la primera parte y como estructura importante que participa en la memoria
declarativa dando información a nuestra corteza frontal y cingulada.
122 Giulio Tononi psiquiatra y neurólogo que ha que ha sido docente en Pisa, Nueva
York, San Diego y Madison, Wisconsin. Christof Koch, neurocientífico y profesor de
computación y sistemas neuronales del Instituto de Tecnología de California.
123 Puedes ver estas estructuras en la Fig. sonda 13 A. La ínsula es corteza no
visible, que se encuentra en la confluencia del lóbulo frontal, parietal y temporal, y
debajo de ellos.

348
349
Sonda 17

Relación entre (glutamato / cortisol / sustancia P) y


enfermedad
A través de estudios de neuroimagen se han hallado afectaciones en áreas del sistema
límbico, concretamente en el hipocampo. Existe una pérdida de plasticidad, y de la
supervivencia neuronal concretamente de las células piramidales de CA3 (35) y de las
neuronas granulares. (36) (Observa de nuevo nuestro creador dinámico en la Fig. sonda
14 A). En estos mecanismos parecen estar implicadas sustancias responsables de
modular la excitabilidad de las neuronas del hipocampo, como los glucocorticoides, otros
aminoácidos excitadores liberados ante situaciones de estrés como el glutamato, la
serotonina y los receptores GABA. Determinados autores creen que incluso pueden
influir en una inhibición de la neurogénesis. (25) (26) Otro mecanismo que parece influir
es la alteración en los circuitos entre el hipocampo y la amígdala, como ya hemos
comentado, la cual provocaría problemas de memoria y aprendizaje.
Estas sustancias también se creen responsables, como hemos comentado, en estados
depresivos crónicos, de las alteraciones evidenciadas en el hipocampo, como la
disminución de la arborización dendrítica y la pérdida de neuronas. (27) (28) (29)

Mecanismo de acción del glutamato y la sustancia P.

Se ha comprobado que un exceso de glutamato es capaz de provocar apoptosis en


determinados grupos neuronales, cuando hay un exceso de Ca++ y de radicales libres.
Ya vimos en la primera parte que un exceso de glutamato en la sinapsis es
excitotóxico, provoca una entrada masiva de Ca++ en el citosol y, en consecuencia, una
degradación del citoesqueleto de las dendritas, una malformación proteica y la liberación
de radicales libres que acaba en muerte celular. (37) (38) Este aminoácido excitador es
requisito indispensable para que se inicien los mecanismos de neurotoxicidad, pero una
vez que se ha iniciado el proceso se produce una fragilidad excitotóxica durante un
tiempo y puede mantenerse la muerte neuronal aun con niveles normales de glutamato.
(30) (31)
Recuerda que la sustancia P (SP) potencia la acción del glutamato, que se genera en
nuestro sistema límbico ante situaciones de estrés (32) y que se cree relacionada con la
fisiopatología de la depresión, además de intervenir en otras muchas alteraciones como se

350
especifica a continuación. (33) (34)

Observa en el siguiente cuadro, los procesos en los que interviene la sustancia P y las
diversas acciones que desempeña:

Observemos ahora su localización:


– En ganglios simpáticos, nervio vago, nervio ciático, terminaciones nerviosas de la
piel, árbol traqueobronquial, inervaciones de músculo liso, en paredes vasculares de
arterias y venas; en sangre, líquido cefalorraquídeo, saliva, lágrimas y leche materna.
– A nivel de sistema nervioso central, se ha localizado en el hipotálamo, el núcleo
caudado, el globo pálido, la sustancia nigra, la amígdala, el hipocampo, la corteza frontal
y la corteza cerebelosa.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 17 (p. 131).

351
Sonda 18

Nuestro sistema de recompensa


Las principales aferencias (vías de entrada) del núcleo accumbens son las cortezas
prefrontales asociativas (observa las áreas de asociación en la Figura 1.5), la amígdala y
las neuronas dopaminérgicas localizadas en el área tegmental ventral (VTA). Recuerdas
estas estructuras y su localización, ¿verdad? Revísalas en la Fig. sonda 18 A.
Esta vía dopaminérgica (del VTA) se ha denominado «sistema dopaminérgico
mesocorticolímbico» y ha sido relacionado con nuestro sistema de recompensa, capaz de
reforzar conductas adictivas como hemos visto en la primera parte, en los «Sistemas
moduladores difusos cerebrales» y en su ampliación en la sonda 13.
Las neuronas eferentes (vías de salida) del núcleo accumbens proyectan sus axones
hacia el globo pálido (lee la definición de ganglios basales* y amplía la información en
«Sistemas planetarios» 3.6, Sistema motor somático). Este a su vez se proyecta hacia el
núcleo dorsal del tálamo,* y este hacia la corteza prefrontal. Entre otras eferencias del
núcleo accumbens se incluyen las conexiones con la sustancia nigra y la formación
reticular del puente (repasa los Sistemas moduladores difusos sonda 13).
Compara la Fig. sonda 18 A, donde puedes situar las estructuras, núcleos, aferencias
y eferencias, con la Fig. sonda 18 B, donde están esquematizadas estas entradas y salidas
principales del núcleo accumbens:
Además de todas estas estructuras que están relacionadas con nuestro sistema de
recompensa cerebral, no debemos olvidar los núcleos del Rafe, vistos ampliamente en el
apartado de los sistemas moduladores difusos, y responsables de la secreción de la mayor
parte de nuestra serotonina, ni las endorfinas y las encefalinas, de las que hemos hablado
antes de lanzar esta sonda.

352
Es importante recordar que las endorfinas no solo ejercen una acción analgésica
cientos de veces más potente que la morfina, sino que potencian nuestro sistema
inmune, disminuyen a nivel celular el glutamato (el asesino de neuronas por
excelencia) y estimulan la liberación de dopamina.

Como veremos más adelante, saber fomentar nuestra fabricación de endorfinas es


fundamental para el bienestar.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 18 (p. 134).

353
354
Sonda 19

Nuestro sistema de recompensa. Sistema dopaminérgico,


aprendizaje y adquisición de la conducta
Como acabamos de comentar, cuando vivimos experiencias agradables, nos
divertimos, nos reímos, nuestra área tegmental ventral (ATV) libera dopamina (DA) en
las sinapsis que se establecen con las neuronas del núcleo accumbens (NAc) y la
respuesta de estas neuronas receptoras nos da sensación de placer.

¿Qué más podemos añadir y recordar?


Que existen dos tipos de receptores para la dopamina, los D1 (activadores) y los D2
(inhibidores), cuyo equilibrio comporta el funcionamiento correcto de la neurona.124
(41)
Ya hemos dicho que nuestros estados de placer fisiológicos pueden llegar a ser
multiplicados tremendamente por el efecto de sustancias adictivas y que esto a la larga
nos complica la existencia.
Hemos visto también que hablar de adicción supone hablar de situaciones que van
más allá del consumo de sustancias adictivas, como los malos hábitos en nuestra vida
cotidiana. Nuestras adicciones se producen tras una reincidencia en la situación, y están
influidas por nuestra vulnerabilidad genética y por la influencia del entorno; y el sistema
dopaminérgico125 es la principal estructura neurobiológica implicada. (42)
Este sistema está integrado por las vías que van desde nuestra área tegmental ventral
(VTA) al núcleo accumbens (NAc) principalmente, las vías de la amígdala, el hipocampo,
algunas regiones de la corteza prefrontal, el estriado dorsal y la sustancia nigra. Todas
estas estructuras las hemos conocido en la primera parte del libro, ¿recuerdas?
Algunos de estos circuitos participan en la memoria, lo que refuerza la hipótesis de
que nuestra memoria emocional está implicada en la adicción.
La dopamina (DA) interviene en el procesamiento de la información relacionada con
la recompensa, ya sean recompensas naturales o provocadas por sustancias como las
mencionadas. Tiene dos funciones:
– «Facilitar el aprendizaje» relacionado con la recompensa.
– «Facilitar el recuerdo» del estímulo asociado a esa recompensa.

355
Veamos cómo actúa la dopamina en el proceso de
aprendizaje.
¿Te has dado cuenta de que nos emocionan más intensamente y nos motivan más las
situaciones que nos son desconocidas o novedosas y que pierden importancia las que son
más rutinarias, aunque sean agradables?
Si bien al principio del proceso la dopamina se libera ante la exposición a la situación
natural y estamos en la etapa de aprendizaje de los factores relacionados con la
recompensa y el comportamiento que nos la facilita, más adelante, cuando ya hemos
aprendido a ser eficientes en hallar esa recompensa, la dopamina ya no es necesaria y
deja de segregarse frente a los estímulos naturales. No ocurre así en el caso de las drogas
adictivas, que producen su liberación cada vez que se consumen, aunque con el tiempo
se necesite un aumento progresivo de la dosis para obtener el mismo efecto. Además,
estas drogas son capaces de estimular durante más tiempo y con mayor intensidad
nuestras sinapsis que los procesos naturales. En consumos crónicos, los estímulos
ambientales «neutros» relacionados en el tiempo y en el espacio son capaces de
organizarse como memorias asociadas y convertirse en estímulos condicionados, que por
sí solos pueden incitar al comportamiento de búsqueda y consumo. Este proceso de
aprendizaje condicionado ante un estímulo neutro asociado se da porque el núcleo
accumbens está conectado con la amígdala y el hipocampo, y desde ambos se transmite
información al mismo.126

Una vez que hemos aprendido el proceso para hallar la recompensa, la dopamina
va a facilitar el recuerdo del estímulo o estímulos asociados a ella y el recuerdo del
comportamiento que debemos tener para conseguirla.

El mecanismo de acción de algunas sustancias, entre ellas las anfetaminas y la


cocaína, es directo como puedes observar en la Fig. sonda 19 A. En cambio, sustancias
como la nicotina, los opiáceos, el alcohol o el cannabis actúan indirectamente.127

356
La cocaína se apropia del sistema de recompensa, bloqueando el portador de
dopamina e impidiendo que esta sea recaptada por la neurona presináptica del área
tegmental ventral, después de ser liberada por esta y haber producido efecto. Esto
hace que se mantenga y se acumule en la sinapsis y siga produciendo intensa
euforia.

En el consumo de drogas, al principio la conducta es voluntaria y va dirigida a


conseguir el placer, pero con el tiempo se convierte en un hábito, en un automatismo
involuntario donde predominan los efectos negativos del consumo. Durante el consumo
crónico se producen cambios neuroadaptativos y neuroplásticos que modifican la
estructura y, por tanto, la función del cerebro adicto. La activación crónica de los
receptores D1 se ha comprobado que condiciona la expresión de determinados genes,
que podrían ser los responsables del fenómeno de tolerancia a las drogas de forma
progresiva. Por ello se debe aumentar el consumo para obtener efectos similares.

Nuestro sistema de recompensa. Glutamato y control de la


conducta de búsqueda
Así como la dopamina es fundamental para adquirir la conducta de consumo, el
glutamato lo es para conseguir el control de la conducta de búsqueda, y ambos operan de
forma complementaria e interactúan entre sí.

357
Conocemos que el glutamato es el principal neurotransmisor cerebral excitador y
también uno de los principales asesinos de neuronas; le hemos visto interviniendo en
mecanismos de plasticidad sináptica, de potenciación a largo plazo y depresión a largo
plazo, en las estructuras del hipocampo, del sistema de recompensa (VTA, núcleo
accumbens, amígdala y corteza prefrontal), produciendo cambios en las espinas y en las
arborizaciones dendríticas.
Hemos mencionado las estructuras que se comunican en el proceso de aprendizaje
condicionado: ante un estímulo neutro asociado, el núcleo accumbens recibe información
desde la amígdala y desde el hipocampo, y esta información se transmite gracias al
glutamato. Durante este proceso de condicionamiento, la estimulación «simultánea» de
los receptores de glutamato de las neuronas del núcleo accumbens, sobre una
estimulación dopaminérgica provocada por la droga, induce a esos mecanismos de
plasticidad sináptica, potenciación a largo plazo y depresión a largo plazo, que acaban por
modificar la estructura y función del núcleo accumbens. Esto hace que estímulos neutros
inconscientes puedan provocar conductas de búsqueda, sin que la persona sea consciente
de ello y, por tanto, condiciona una menor capacidad de control sobre la situación y
facilita las recaídas en la conducta adictiva.
Observa la Fig. sonda 19 B donde se esquematizan las comunicaciones
dopaminérgicas y glutamatérgicas

358
Las vías dopaminérgicas

Se proyectan desde el tronco encefálico, concretamente desde el área tegmental ventral y


la sustancia nigra, al núcleo accumbens (NAc), al estriado dorsal y a la amígdala.
El estriado dorsal
Estructura clave responsable del «hábito».
El glutamato
Incide en el NAc desde la amígdala y el hipocampo.
Incide en la corteza prefrontal y de esta al NAc.

Nuestro sistema de recompensa. Sistema de recompensa y


corteza prefrontal
Las proyecciones desde la parte superior del tronco encefálico, concretamente desde
la VTA y el núcleo de la sustancia nigra, se proyectan también a la corteza prefrontal
(CPF), nuestro director de orquesta.
Nuestro CPF es nuestro centro responsable en la toma de decisiones, partícipe en la
motivación y se cuida de modificar nuestra conducta aprendida cuando valora que no
resulta adaptativa. Nuestras funciones ejecutivas dependen pues de su buen
funcionamiento.
Sus estructuras y su función se ven comprometidas en el abuso de drogas, sobre todo
en la región orbital y ventro-medial, tanto por el efecto dopaminérgico (hay un
predominio de los receptores D1 sobre los D2), como por el efecto glutamatérgico
añadido.
Se ha estudiado bien su afectación a través de neuroimagen, viendo que en períodos
de abstinencia se produce una hipofunción de la corteza prefrontal (hipofrontalización),
sobre todo con afectación del cingulado anterior y de la corteza orbitofrontal, que incide
en la dificultad en la toma de decisiones y la depresión.
Con el tiempo, la conducta evoluciona desde un proceso declarativo consciente a un
proceso implícito inconsciente. Y en esos momentos, cuando la conducta ya no es
adaptativa y produce serios perjuicios, la corteza prefrontal tendría que asumir de nuevo
el control para desaprender y volver a aprender conductas más favorables, cosa que no
hace dada su afectación funcional.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 19 (p. 136).

359
124 Nora Volkow, que dirige desde 2003 el Instituto Nacional sobre el Abuso de
Drogas de Estados Unidos (NIDA), ha comprobado a través de estudios por
neuroimagen que existe una disminución de la expresión génica de los D2 en el núcleo
accumbens y en el estriado dorsal, con todas las sustancias adictivas estudiadas,
consumidas de forma crónica.
125 Sistema mesocorticolímbico dopaminérgico.
126 Recuerda que la amígdala es emoción y tiene capacidad para memorizar por sí
sola efectos impactantes previos; y que el hipocampo es memoria.
127 La nicotina promueve la acción excitatoria del glutamato en el área tegmental
ventral, y los opiáceos reducen la acción inhibidora del GABA sobre las neuronas
dopaminérgicas.

360
Sonda 20

Nuestra conducta rítmica. El ciclo de sueño/vigilia


Los ritmos circadianos de neurotransmisores, hormonales, de función cardíaca,
respiratoria y sueño/vigilia forman parte de nuestra fisiología, de la normalidad. Para que
esto ocurra, exis- te un mecanismo interno que sincroniza esos ritmos a través de nuestro
reloj biológico interno el núcleo supraquiasmático del hipotálamo (NSQ), que hemos
visto en la Fig. 1.15. Cada NSQ, de cada hipotálamo, mide 0,3 mm cúbicos y contiene
las células más pequeñas del cerebro, sensibles a las variaciones de luz que recibe desde
los axones de las células glanglionares de la retina. Estas últimas células retinianas no son
conos ni bastones y expresan un fitopigmento llamado melanopsina. Sabemos también
que la mayoría de las neuronas de cada NSQ128 son relojes biológicos en miniatura y
que disparan sincrónicamente incluso aisladas del cerebro.
No necesariamente necesitan potenciales de acción para disparar, mantener la
comunicación entre ellas, mantener el ritmo de su metabolismo y su bioquímica, porque
se trata de un ciclo molecular basado en la expresión génica. (11)
Lo que no hemos comentado aún es que entre ellas, además de intervenir sinapsis
químicas, se cree que intervienen uniones gap y que hay participación glial, dado que su
sincronización es perfecta incluso antes de que aparezcan las sinapsis químicas.
En el apartado sobre el origen de nuestra conducta rítmica hemos hablado lo
suficiente de nuestros estados de conciencia diurna y de nuestro sueño. A través de esta
sonda vamos a profundizar en determinados aspectos, en las estructuras implicadas y en
los factores internos que parecen influir o predisponernos al sueño, además de la ya
mencionada melatonina.
Durante la noche no entra la información visual en nuestro cerebro a través de
nuestra retina, porque el tálamo lo impide. Se generan los estímulos desde nuestro tronco
encefálico, en la formación reticular del puente y por tanto la información que baraja
nuestro cerebro para iniciar el sueño REM se origina aquí, en el puente; se propaga a
través del núcleo geniculado lateral del tálamo, y se dirige hacia la corteza visual occipital
(ondas pontino-genículo-occipitales).
Nuestro tálamo actúa como un potente marcapasos. Sus células tienen canales iónicos
dependientes de voltaje especiales, que les permiten generar patrones de descarga
rítmicos automantenidos, a pesar de no recibir entrada de información externa. Cada una

361
de estas neuronas marcapasos talámica se comunica con otras neuronas del tálamo,
produciéndose una sincronización de sus ritmos, que se transmitirá a nuestra corteza,
excitándola.
La fase del sueño REM ha sido relacionada casi de forma universal con nuestro
aprendizaje, y se han realizado diferentes estudios para objetivar la relación entre esta
fase y funciones cognitivas como el aprendizaje y la memoria. (12) Una referencia
relacionada es la comprobación de que una siesta de 90 minutos acelera el proceso de la
consolidación de la memoria.129
Vamos a ver por último dos factores internos que parecen influir o predisponernos a
tener sueño:

Sabemos que la melatonina producida por la glándula pineal tiene una función rítmica,
determinada por los ciclos de luz/oscuridad y que esta molécula es un sincronizador
interno de los ciclos hormonales y no hormonales. Axelrod y colaboradores identificaron
su síntesis y regulación en la glándula pineal en relación al fotoperíodo. (13)
En la vida intrauterina (aproximadamente hasta los 6 meses), cuando aún no hay
maduración del sistema fotoneuroendocrino, la madre suministra al feto melatonina a
través de la placenta. Cuando el niño nace aún no tiene una producción rítmica; poco a
poco se va configurando hasta ser máxima en la pubertad; a partir de los 45 años decae y
a partir de los 55-65 años, aproximadamente, ya es mínima dado que nuestra glándula
pineal va calcificándose con la edad y en consecuencia se reduce su producción.
La información que llega a la glándula pineal se canaliza desde las células ganglionares
de la retina (no destinadas a la visión) que contienen melanopsina. Por la vía
retinohipotalámica (a través de los NSQ), pasa a la médula espinal cervical, de aquí al
ganglio cervical superior, desde el cual, y a través de una vía simpática (NA), vuelve a
ascender hasta la glándula pineal que segregará melatonina.130 Durante el proceso, una
señal fotoperiódica se convierte en una señal química capaz de ser indentificada por las
células del organismo, que van a responder a ella. Su nivel modula la función de los NSQ
para influir en su síntesis.
Además de la melatonina, la interleucina 1,131 péptido sintetizado por macrófagos y
por células gliales, estimula el sueño y el sistema inmunitario.
La adenosina132 liberada por algunas neuronas y que actúa como neuromodulador en
sinapsis de todo nuestro cerebro, es una sustancia que favorece el sueño. Su
administración o la de sus agonistas tiene este efecto promotor, dado que es un inhibidor
de los sistemas moduladores difusos que promueven la vigilia, tanto el colinérgico (Ach),
el noradrenérgico (NA), como el serotoninérgico (5-HT). Quizá no conozcas esta

362
sustancia, pero sí te serán conocidas la cafeína, la teína, la cola o la teofilina, que son sus
antagonistas y por ello nos mantienen despiertos.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 20 (p. 205).

128 Que utilizan GABA y también secretan vasopresina.


129 La investigación, publicada en la revista Nature Neuroscience en la década de
1970, fue llevada a cabo por científicos de la Universidad de Haifa (Avi Karni y Maria
Korman), en cooperación con el Laboratorio del Sueño en el Centro Médico Sheba y con
investigadores del Departamento de Psicología en la Universidad de Montreal.
130 Una vez producida, pasa a la sangre y al líquido cefalorraquídeo. La melatonina
plasmática es metabolizada por el hígado y eliminada por el riñón. Gran parte de la
melatonina plasmática está unida a la albúmina, en tanto que la melatonina la libre se
excreta por la saliva.
131 La interleucina 1 es una citocina. Hablamos de ellas en la sonda 8, donde
ampliamos las sustancias que influían en nuestra percepción del dolor. Son proteínas que
regulan la función de las células y que reciben diferentes nombres en función del tipo de
célula que la sintetizan. Las hay proinflamatorias y antiinflamatorias.
132 Interviene también en la síntesis de ADN, ácido ribonucleico y trifosfato de
adenosina.

363
Sonda 21

Nuestra inmunidad
Nuestro sistema inmunitario puede defendernos de amenazas internas o externas a
través de una reacción inmunitaria celular y a través de una reacción inmunitaria
humoral.

La inmunidad humoral
Es el mecanismo de defensa contra organismos y toxinas que están situados fuera de
las células. Nuestro sistema, a través de un tipo de leucocitos,* los linfocitos B, genera
distintas clases de anticuerpos, denominados también inmunoglobulinas. Los anticuerpos
pueden presentarse en cinco variedades conocidas como isotipos (IgA, IgM, IgG, IgD,
IgE); se nombran con el prefijo «Ig», abreviatura de inmunoglobulina. Difieren entre
ellos por los diferentes tipos de antígenos* (Ag), por sus propiedades biológicas y por su
localización.
Algunas características diferenciales son: la IgM es la que actúa primero en la
respuesta inmune temprana, hasta que puede entrar en acción la IgG; esta es la única
capaz de pasar la barrera placentaria y defender el feto (inmunidad pasiva); la IgA se
halla en mucosas de vías respiratorias, digestivas, genitourinarias y está presente en
saliva, lágrimas, en el calostro y la leche materna; la IgE es un anticuerpo implicado en
los procesos alérgicos induciendo la liberación de histamina; y en cuanto a la IgD, su
función está menos definida que la del resto, en condiciones de salud, el porcentaje que
representa es de solo el 1 por ciento.

La inmunidad celular
Es una forma de respuesta mediada por otro tipo de leucocitos, los linfocitos T
(timodependientes), que suponen aproximadamente un 70 por ciento del total de
linfocitos. Esta inmunidad actúa atacando antígenos* situados dentro de las células,
donde no tienen acceso los anticuerpos circulantes, y, por otra parte, coopera con los
linfocitos B, para que produzcan anticuerpos.

Regresa ahora a la Retirada de Sonda 21 (p. 229).

364
365
Referencias bibliográfícas y lecturas recomendadas

(* Nota del maquetador web: El número de página lógicamente no coincide por ser
ésta la referencia de página de la edición en papel.)

Primera parte
Sondas 1-15. Anexo Manual de neurociencias
(1) Huot, R. et al., «Neonatal maternal Separation Reduces Hippocampal Mossy Fiber
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LECTURAS RECOMENDADAS. Primera parte


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Segunda parte
Sondas 16-19. Anexo Manual de neurociencias
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(7) Morgado Bernal, I., «Psicobiología de la conciencia: Conceptos, hipótesis y
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LECTURAS RECOMENDADAS. Segunda parte


Damásio, A., El error de Descartes, Crítica, Barcelona, 2006.
Dispenza, J., Desarrolla tu cerebro: la ciencia de cambiar tu mente, La Esfera de los
Libros, Madrid, 2008.
Kandel, E., En busca de la memoria. Una nueva ciencia de la mente, Katz Barpal
Editores, Madrid, 2007.
Llinás, R. R., El cerebro y el mito del yo, Norma, Bogotá, 2005.
Martindale, C., Dorfman, L., y Petrov, V. (eds.), Aesthetics and Innovation, Cambridge
Scholars Publishing, Newcastle, 2007.
Morgado Bernal, I., Fisiología de la conducta, Ariel, Barcelona, 2000.
— Psicobiología: de los genes a la cognición y el comportamiento, Ariel, Barcelona,
2005.
Pascual-Leone, A., Psychology Planning: Advances (Current Issues in Memory), Taylor
and Francis, Londres, 2009.
— y Kosslyn, S. M., Transcranial Magnetic Stimulation: A Neurochronometrics of
Mind, The Mit Press, Cambridge, MA, 2005.
Taylor, J. B., Un ataque de lucidez, Debate, Madrid, 2009.
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en imaginación, Crítica, Barcelona, 2005.

Referencias Tercera parte


Sondas 20-21. Anexo Manual de neurociencias

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H., Kramer, A. F., Levin, B. E., Moran, T. H., Russo-Neustadt, A. A., Salamon, J.
D., Van Hoomissen, J. D., Wade, C. E., York, D. A., y Zigmond, M. J.,
«Neurobiology of exercise», Obesity, 14, 2006, pp. 345-356.
(39) Fumagalli, F., Racagni, G. y Riva, M. A., «Shedding light into the role of BDNF in
the pharmacotherapy of Parkinson’s disease», Pharmacogenomics Journal, 6, 2006,
pp. 95-104.
(40) Gómez-Pinilla F., «Efectos de los nutrientes en la función cerebral», Nature
Reviews Neuroscience, 9, julio de 2008, pp. 568-578.
(41) Hillman, C. H., Erickson, K. y Kramer, A. I. F., «Los efectos del ejercicio sobre la
cognición», Nature Reviews Neuroscience, 9, enero de 2008, pp. 58-65.

375
(42) Gómez-Pinilla, F., «Deporte para un cerebro sano», «Redes», programa emitido por
TVE el 14 de noviembre de 2010.
(43) Strobl, V., «Terapia de concentración apoyada en el movimiento», Mente y cerebro.
n.º 29, 2008, pp. 90-93.

LECTURAS RECOMENDADAS. Tercera parte


Acarín Tusell, N., El cerebro del Rey, RBA, Barcelona, 2001.
Alexander, M., El principio de Matthias Alexander: el saber del cuerpo, Paidós Ibérica,
Barcelona, 1987.
Damásio, A., En busca de Spinoza, Neurobiología de la emoción y los sentimientos,
Crítica, Barcelona, 2006.
— Y el cerebro creó al hombre, Destino, Barcelona, 2010.
Gazzaniga, M., El cerebro social, Alianza, Madrid, 1993.
— Cuestiones de la mente, Herder, Barcelona, 1998.
— El cerebro ético, Paidós Ibérica, Barcelona, 2006.
— ¿Qué nos hace humanos?, Paidós Ibérica, Barcelona, 2010.
Lowen, A. y Lowen, L., Ejercicios de bioenergética, Sirio, Málaga, 2010.
McDermott, I. y O’Connor, J., Programación neurolingüística para la salud, Urano,
Barcelona, 2005.
Morgado Bernal, I., Emociones e inteligencia social. Una alianza entre los
sentimientos y la razón, Ariel, Barcelona, 2007.
O’Connor, J. y Seymour, J., Introducción a la programación neurolingüística, Urano,
Barcelona, 1992.
Robinson, K., El elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo, Grijalbo, Barcelona,
2009.

Cuarta parte
(1) Moya-Albiol, L., Herrero, N. y Bernal, M. C., «Neurología de la conducta», Revista
de Neurología, n.º 50, 2010, pp. 89-100.
(2) Gallese, V., Fadiga, I., Fogassi, I. y Rizzolatti, G., «Action recognition in the
premotor cortex», Brain, 119 (Pt2), 1996, pp. 593-609.
(3) Fogassi, I., Ferrari, P. F., Gesierich, B., Rozzi, S., Chersi, F. y Rizzolatti, G.,
«Parietal lobes from action organization to intention understanding», Science, 308,
2005, pp. 662-667.

376
(4) Avenanti, A., Minio-Paluello, I., Sforza, A. y Aglioti, S. M., «Freezing or escaping?
Opposite modulations of empathic reactivity to the pain of others», Cortex, 45, 2009,
pp.1072-1077.

LECTURAS RECOMENDADAS. Cuarta parte


Goldberg, E., El cerebro ejecutivo: lóbulos frontales y mente civilizada, Crítica,
Barcelona, 2009.
Levi-Montalcini, R., Tiempo de cambios: pensar y vivir a favor de la supervivencia de
la especie humana, Península, Barcelona, 2005,
Rizzolati, G., Las neuronas espejo, Paidós Ibérica, Barcelona, 2006.
Tolle, E., El poder del ahora, Gaia, Madrid, 2009.
— Un nuevo mundo, ahora, Debolsillo, Barcelona, 2007.
— El silencio habla, Gaia, Madrid, 2009.

LECTURAS RECOMENDADAS. Quinta parte


De Bono, E., Seis sombreros para pensar, Granica, Barcelona, 1997.
— Creatividad. Ejercicios para desarrollar la mente, Paidós Ibérica, Barcelona, 2008.
Gelb, M. J., Atrévete a pensar como Leonardo da Vinci: siete claves para ser un genio,
Punto de Lectura, Madrid, 2006.
Ligioiz, M., Curso de vuelo para constructores de sueños, RBA, Barcelona, 2007.
Rovira Celma, A., La brújula interior, Empresa Activa, Barcelona, 2005.
Ruiz, M., Los cuatro acuerdos, Urano, Barcelona, 2002.

377
Diccionario de neurociencias

Afasia: Es la pérdida de capacidad para producir o comprender el lenguaje, debido a


lesiones en áreas cerebrales especializadas en estas tareas.
Amígdala: También llamada núcleo amigdalino. Formada por un conjunto de núcleos y
situada en el seno del lóbulo temporal. Forma parte, junto con el hipocampo y otras
estructuras, del sistema límbico y de los circuitos que participan en la elaboración de
la emoción y la motivación.
Aminoácidos: Unidades que forman las proteínas y los péptidos. Las proteínas son
cadenas lineales de muchos Aa y los péptidos se clasifican en oligopéptidos cuando
contienen 10 o menos Aa y en polipéptidos si contienen más de 10; los polipéptidos
que contienen 50 Aa suelen clasificarse como proteínas.
Antígeno: Sustancia ajena o propia que al ser reconocida por el organismo como
amenaza, genera la formación de anticuerpos, produciendo una respuesta inmunitaria.
Apoptosis: Muerte celular programada geneticamente.
ATP: Abreviatura de adenosín trifosfato. Es la unidad energética del organismo, fuente
de energía de la célula. El paso de ATP a ADP mediante hidrólisis libera energía
utilizada en la mayoría de reacciones bioquímicas de las neuronas y resto de células
del organismo. El ADP se vuelve a convertir en ATP en la mitocondria.
Axón: Tipo de neurita (eferente o de salida) o tubo que parte del cuerpo neuronal.
Responsable de la conducción de impulsos nerviosos o potenciales de acción. Crea
conexión sináptica (ver sinapsis) con otras neuronas.
BHE, barrera hemato-encefálica: Concepto anatómico-funcional. Anatómicamente
formada por las células endoteliales de los capilares del cerebro que forman una capa
continua e impermeable y junto a ellas las prolongaciones de los astrocitos gliales.
Funcionalmente es una barrera solo permeable a pequeñas moléculas y limita el paso
de otras sustancias hacia el líquido extracelular del encéfalo.
Cerebelo: Estructura derivada del rombencéfalo, unida al tronco del encéfalo en el
puente.
Llamado también el pequeño cerebro. Consta de una corteza y núcleos profundos. Tiene
un importante papel en la actividad motora voluntaria, tanto en la planificación del
movimiento, como en la modificación de esta en su curso.
Circunvolución del hipocampo: Corteza parahipocampal del lóbulo temporal medial.

378
Corteza prefrontal: Corteza de asociación situada en la parte más anterior (rostal) del
lóbulo frontal. Recibe información del núcleo dorsomedial del tálamo; dividida en
varias áreas que participan en funciones de control del mundo emocional a través del
sistema límbico, memoria de trabajo, planificación, motivación, previsión y funciones
inhibitorias de influencias tanto externas como internas.
Cromosoma X: Es uno de los cromosomas sexuales del ser humano y otros mamíferos.
En los seres humanos está situado en el par 23. Cuando este par es XX el sexo de la
persona es femenino. En caso que sea XY el sexo será cromosómicamente hablando
masculino. Se cree que el cromosoma X contiene 1.336 genes, de los cuales 20
quedan aún por identificar.
Dendrita: Tipo de neurita especializada en recibir aferencias (entrada) sinápticas de otras
neuronas.
DNA: Molécula de cadena doble, formada por cuatro ácidos nucleicos, que contiene las
instrucciones genéticas de la célula.
Efecto placebo: Efecto que se produce al suministrar una sustancia denominada placebo,
que siendo farmacológicamente inerte produce un efecto terapéutico en el paciente
que la recibe, por creer que es curativa.
EMDR: Terapia de desensibilización y reprocesamiento del movimiento ocular. Método
descrito en 1987 por Francine Saphiro, del Instituto de Investigación de Palo Alto,
utilizada en pacientes con trastorno postraumático con gran eficacia, y avalada por los
resultados de múltiples estudios. En 2002 el Departamento de Salud Mental de Israel
designó al EMDR como uno de los tres tratamientos preferidos para las víctimas del
terrorismo. El Departamento de Salud de Irlanda del Norte lo definió como uno de los
dos tratamientos elegidos para las víctimas de trauma. Recientemente, el
Departamento de Defensa y el Departamento Asuntos de los Veteranos de Estados
Unidos han publicado nuevas pautas que ubican al EMDR en la categoría de terapias
con el más alto nivel de evidencia y la recomiendan para el tratamiento del trastorno
de estrés postraumático.
Encefalinas: Neurotransmisores peptídicos. Forman parte del sistema opioide endógeno,
y se localizan especialmente en interneuronas de axón corto, de médula espinal y
tálamo. Se ha postulado su papel en la disminución de la percepción dolorosa a través
de inhibir la liberación presináptica de la sustancia P desde las terminales sensoriales
aferentes. Las células inmunes expresan genes que codifican encefalinas y β-
endorfinas (ver endorfinas). Están presentes también en encéfalo, médula espinal,
SNP, SNA, en sistema límbico, en plexo mientérico del tracto gastrointestinal y en
ganglios. También existen en células paracrinas del tracto gastrointestinal, médula

379
adrenal y glándulas salivales.
Endorfinas: Neurotransmisores peptídicos. Forman parte del sistema opioide endógeno.
Ampliamente distribuidas por todo el organismo, se localizan preferentemente en la
hipófisis anterior, lóbulo medio hipofisario e hipotálamo. La β-endorfina, que es la
principal, tiene una potencia miles de veces superior a la morfina. Las células inmunes
expresan genes que codifican β-endorfinas. La β-endorfina al igual que la morfina,
produce estimulación de la liberación de prolactina y hormona de crecimiento e inhibe
la liberación de hormona folículo estimulante (FHS), luteinizante (LH) y tirotrofina
(TSH). Es una neurohormona moduladora, tanto en sistema nervioso central, como
en SNP. El sistema de endorfinas se halla centrado alrededor del eje hipotálamo-
hipofisario, con influencias hacia vías ascendentes y descendentes involucradas en la
modulación de las respuestas subjetivas al dolor.
Enfermedad autoinmunitaria: Estado patológico en el cual nuestro organismo crea
defensas contra estructuras propias.
Enzimas: En bioquímica, corresponden a las sustancias de naturaleza proteica que
catalizan las reacciones químicas. El conjunto de enzimas sintetizadas en una célula
determina el metabolismo en cada célula. A su vez, esta síntesis depende de la
regulación de la expresión génica.
Epigenética: Estudia los cambios heredables en la función de los genes que se producen
sin que haya un cambio en la secuencia del DNA. En el interior de los cromosomas se
encuentran tres niveles de información, los genes que codifican proteínas, que se
conocen como los únicos depósitos de nuestra herencia; los genes no codificadores,
que son importantes para la herencia y desarrollo de enfermedades; y la capa
epigenética de la información, que tiene un papel fundamental en el crecimiento,
envejecimiento y desarrollo de patologías como el cáncer. No altera la secuencia del
DNA, pero influye en la expresión de los genes; las variaciones epigenéticas controlan
la actividad de nuestros genes. El código epigenético está formado por un sistema de
«histonas», moléculas unidas al DNA que se transmiten y actúan como interruptores
de nuestros genes.
Estrés oxidativo: Aumento de oxidantes o una disminución de antioxidantes en el
organismo, que conducen a un daño oxidativo. Se produce un daño oxidativo en las
biomoléculas cuando existe un desequilibrio bioquímico condicionado por la excesiva
producción de especies oxidantes, que no puede ser contrarrestado por los sistemas
antioxidantes fisiológicos. Este proceso se asocia al envejecimiento y a gran cantidad
de enfermedades.
Excitotoxicidad: Mecanismo que da como resultado muerte neuronal a causa de una

380
sobreexcitación de la neurona generada inicialmente por glutamato y secundaria a la
entrada masiva de calcio tras la misma.
Feromonas: Sustancias de estructura química que, tras ser sintetizadas y liberadas al
exterior, producen cambios en la fisiología y en la conducta del individuo con el que
se está en contacto.
Formación reticular: Red difusa, extensa de núcleos y fibras de interconexión que se sitúa
en gran parte del diencéfalo, mesencéfalo, puente y médula, y que se relaciona con la
alerta y el despertar.
Ganglios basales: Estructuras situadas en la base de los hemisferios. Formados por el
núcleo caudado y putamen (ambos denominados cuerpo estriado) y el globo pálido.
Reciben información de grandes áreas de la corteza cerebral y del sistema límbico, y se
consideran responsables de la planificación del acto motor y de la memoria motora.
Glándula pineal: También llamada epífisis. Es una estructura impar y situada
medialmente en el cerebro. Recibe inervación simpática. Refleja las variaciones de
luz, sintetizando moléculas como la melatonina. Secretada a la circulación general más
durante la noche que durante el día.
Globo pálido: Núcleo que forma parte de los ganglios basales, relacionado con la
actividad motora extrapiramidal (no voluntaria) y piramidal (voluntaria). Recibe
aferencias del cuerpo estriado y se proyecta hacia la corteza motora y premotora a
través del tálamo.
Hipercinesia: Exceso de movimiento.
Hipocampo: Región de la corteza situada en el lóbulo temporal. Forma parte del sistema
límbico y consta de dos láminas de neuronas plegadas la una (circunvolución dentada)
sobre la otra (asta de Ammón). Fundamental en el registro de la memoria y en la
neurogénesis (proceso de generación de células nerviosas).
Hipocinesia: Disminución o lentitud en el inicio, realización o facilitación del movimiento.
Síntoma que se presenta en diferentes procesos patológicos de los ganglios basales.
Hipófisis: Glándula de secreción interna situada en la base del cerebro (en el seno de la
silla turca). Consta de dos componentes, la adenohipófisis (anterior) y la
neurohipófisis posterior).
Hipotálamo: Parte anterior del diencéfalo que interviene en el control del sistema
nervioso autónomo (SNA) y la hipófisis.
Histamina: Amina biológica. Utilizada por el sistema nervioso central (SNC) como
neurotransmisor. Es sintetizada y liberada por neuronas del SNC que usan la
histamina como neuromodulador. Fuera del SNC es un mediador de medios

381
fisiológicos. Está involucrada en respuestas inmunes locales y también regula
funciones fisiológicas en el estómago. Sin ser neuronas, los mastocitos y las células
del endotelio vascular también la sintetizan y almacenan. El sistema de histamina
neuronal tiene muchas interacciones con varios sistemas de neurotransmisores. Los
agonistas y antagonistas de la histamina modulan la secreción de la dopamina (DA)
vía receptores de la histamina, y a la inversa, los agonistas y antagonistas de la DA
modulan la secreción de histamina vía receptores de DA en el hipotálamo y el núcleo
estriado. Esta relación podría estar relacionada en la interacción entre las neuronas de
histamina centrales y el sistema extrapiramidal.
Leucocitos: Llamados también glóbulos blancos, son un conjunto de células sanguineas
que generan la respuesta inmunitaria e intervienen en la defensa del organismo contra
sustancias consideradas extrañas. Se originan en la médula ósea y en el tejido
linfático.
Mastocitos: Son células originadas en las células madre de la médula ósea. Desempeñan
un papel importante en la protección del organismo ya que están implicados en la
curación de las heridas y en la defensa contra los agentes patógenos, son mediadores
en procesos inflamatorios; aunque se conocen más por su papel en las alergias y la
anafilaxis, están implicados en importantes procesos patológicos neuroinmunes,
particularmente en enfermedades autoinmunitarias.
Meninges: Membranas que recubren el encéfalo y la médula espinal. Hay tres meninges:
la interna (piamadre), la media (aracnoides) y la externa (duramadre). El espacio entre
la piamadre y la aracnoides se denomina espacio subaracnoideo y es por donde circula
el líquido cefalorraquídeo, producido por los plexos coroideos de la piamadre.
Mielina: Sustancia que forma una vaina alrededor de los axones. Permite la eficiencia de
conducción. En el sistema nervioso central la producen los oligodendrocitos, en el
sistema nervioso periférico, las células de Schwann.
Motoneurona: Neurona motora de la médula espinal, cuyo axón conecta con el efector
muscular glandular o visceral.
Neurogénesis: Proceso de producción de nuevas células nerviosas desde las células
germinales a neuroblastos y de estos a células nerviosas maduras. Se da en fases de
desarrollo y en la edad adulta.
Neurotransmisor: Sustancia química que es liberada por la parte presináptica y captado
por los receptores postsinapticos.
Péptidos: Están formados por aminoácidos. Se clasifican en oligopéptidos cuando
contienen 10 o menos aminoácidos y en polipéptidos si contienen más de 10; los
polipéptidos que contienen 50 aminoácidos suelen clasificarse como proteínas.

382
Plasticidad sináptica: Variación de la cantidad de sinapsis, fuera del programa genético,
dependiente de la eficacia funcional y de las influencias que reciba.
Propiocepción: Concepto acuñado por Sherrington para expresar la capacidad de percibir
la posición de las extremidades en el espacio y detectar la fuerza de los movimientos y
la resistencia que se opone a estos. Sensación que se tiene gracias a las aferencias
procedentes de los músculos, tendones, articulaciones y piel.
Prosodia: Se refiere a aquellos elementos de la expresión oral, tales como el acento, el
tono y la entonación.
Receptor sináptico: Proteína especializada que detecta señales químicas y conlleva una
respuesta celular.
RMF y PET: Técnicas de neuroimagen. La RMF (resonancia magnética funcional) es
una técnica no invasiva de diagnóstico e investigación, que permite mostrar en
imágenes las regiones cerebrales que ejecutan una tarea determinada. Mide los
cambios metabólicos que ocurren en una parte activa del cerebro. Para realizar una
RMF no se requiere inyecciones de sustancia alguna. La PET (tomografía por
emisión de positrones) es una técnica no invasiva de diagnóstico e investigación por
imagen, capaz de medir la actividad metabólica de los diferentes tejidos del cuerpo
humano, especialmente del sistema nervioso central. Se basa en detectar y analizar la
distribución que adopta en el interior del cuerpo un radioisótopo inyectado.
RNA-m: Abreviatura de ácido ribonucleico mensajero. Relacionado con la síntesis
proteica.
Rostal: Referencia anatómica que significa anterior.
Sinapsis: Zona de contacto donde una neurona transmite información a otra. Hay sinapsis
eléctricas, en las que la corriente de iones fluye directamente de una célula a otra a
través de una unión llamada gap, y sinapsis químicas, en las que la parte presináptica
libera neurotransmisores, captados y recibidos en la parte postsináptica por receptores
específicos.
Sistema extrapiramidal: Concepto utilizado para designar a todas las áreas cerebrales y
haces de fibras motoras, que no forman el sistema motor piramidal (ver sistema motor
piramidal). A nivel cortical ambos sistemas se superponen. Participan en este sistema
áreas de los lóbulos frontal y parietal, ganglios basales, tálamo, cerebelo, subtálamo y
tronco encefálico. Los principales haces son el rubro-espinal, el vestíbulo-espinal y el
tecto-espinal.
Sistema límbico: Terminología aún hoy aceptada para designar a las estructuras
implicadas en codificar el mundo emocional y la motivación. Corteza cingular, calloso
y fibras de asociación, y corteza orbitofrontal.

383
Sistema motor piramidal: Referido al tracto de haces piramidales, y su función en el
control y ejecución del acto motor voluntario.
Sistema ventricular: Sistema cavitario del cerebro que contiene los plexos coroideos, los
cuales producen el líquido cefalorraquídeo. A nivel del telencéfalo, denominado
ventrículos laterales; a nivel del diencéfalo, tercer ventrículo; a nivel del mesencéfalo,
es muy estrecho y se llama acueducto de Silvio; se ensancha más caudalmente a nivel
del rombencéfalo, formando el cuarto ventrículo, y por último a nivel de médula
forma el conducto ependimario.
SNA: Abreviatura de sistema nervioso autónomo o sistema vegetativo. Es un sistema
involuntario de nervios centrales y periféricos que inervan las vísceras, piel, músculos
lisos y glándulas. Se divide en simpático, parasimpático y división entérica.
SNC: Parte del sistema nervioso que incluye la médula espinal y el encéfalo (cerebro,
cerebelo y tronco encefálico, que incluye a su vez mesencéfalo, puente y bulbo).
SNP: Parte del sistema nervioso que incluye los nervios craneales, los nervios espinales y
sus ganglios.
Somatostatina: Péptido neuromodulador. Actúa como inhibidor de la liberación de
somatotropina (hormona de crecimiento) en la hipófisis anterior.
Sueño REM: Fase del sueño, llamado también sueño paradójico, en el que se presentan
movimientos oculares rápidos (de ahí su nombre, Rapid Eye Movements). Se
presenta en el registro de electroencéfalograma con bajo voltaje y alta frecuencia,
similar a la registrada en el estado de vigilia. Es la fase donde más frecuentemente se
sueña, y en la que el cuerpo está hipotónico. Representa aproximadamente un 25 por
ciento del tiempo dormido.
Sustancia blanca: Parte del tejido nervioso de apariencia blanca, compuesto
fundamentalmente por fibras nerviosas cubiertas de mielina y que ocupa la parte
central del encéfalo y la parte periférica de la médula espinal.
Sustancia gris: Término que se refiere a las regiones del sistema nervioso central que
aparecen de color gris debido a la gran concentración de cuerpos neuronales. Ocupa la
parte superficial del encéfalo (corteza), la parte central de la médula espinal, la
sustancia gris central que rodea el conducto central de la médula espinal, y el III y IV
ventrículos del tallo encefálico y el gris periacueductal, franja gruesa de materia gris
que rodea el acueducto de Silvio en el mesencéfalo y se continúa con el núcleo
posterior del hipotálamo.
Sustancia gris periacueductal (SGPA): Región mesencefálica que por vías descendentes
puede inhibir la transmisión del dolor.
Sustancia P: Neurotransmisor que media las aferencias nociceptivas (percepción de los

384
estímulos dolorosos) de la médula espinal y en neuronas de otras áreas del sistema
nervioso central.
Tálamo: Estructura subcortical del diencéfalo altamente conectada con el neocórtex
cerebral.
Puede subdividirse en epitálamo y tálamo dorsal. El epitálamo relacionado con el sistema
límbico está situado en la base diencefálica y está formado por la habénula y su
comisura, la glándula pineal y la comisura posterior. El tálamo dorsal es el que recibe
toda la información sensorial que va a ascender hacia la corteza de forma difusa o
específica, y a su vez recibe aferencias corticales.
Transcripción génica: Proceso de síntesis de una molécula de RNA-m, según
instrucciones génicas codificadas en el DNA.

385
Índice
Portadilla 2
Créditos 3
Contenido 4
Prólogo 6
Introducción y guía del libro 9
Primera Parte 13
Segunda Parte 84
Tercera parte 147
Cuarta Parte 224
Quinta Parte 249
Soluciones a los ejercicios de pensamiento divergente 279
Anexo de neurociencias 281
Sonda 1 282
Sonda 2 283
Sonda 3 288
Sonda 4 291
Sonda 5 294
Sonda 6 301
Sonda 7 306
Sonda 8 310
Sonda 9 320
Sonda 10 323
Sonda 11 327
Sonda 12 330
Sonda 13 336
Sonda 14 340
Sonda 15 344
Sonda 16 347
Sonda 17 350
Sonda 18 352
Sonda 19 355

386
Sonda 20 361
Sonda 21 364
Referencias bibliográfícas y lecturas recomendadas 366
Diccionario de neurociencias 378

387

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