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Índice

Presentación 2

Ángel García Cook †


Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural 4

Liliana González González


Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos
de Cantona, Puebla 41

Denisse Gómez Santiago


La cerámica del norte de la cuenca de Oriental 62

José Humberto Medina González / Baudelina Lydia García Uranga


Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco,
San Juan de los Llanos (Cantón o Cantona) y la isla de Nutka
en la Gazeta de México y la Gazeta de Literatura de México 78

María Magdalena de los Ríos Paredes


Estudio de las fechas determinadas para Cantona
por el laboratorio del inah 98

Reseña
José Humberto Medina González
Haydeé López Hernández, Los estudios histórico-arqueológicos
de Enrique Juan Palacios 123
Presentación

Estimados lectores:

D
esde hace tiempo ha sido una solicitud de la comunidad académica
y científica de la arqueología mexicana conjuntar varios artículos
sobre un solo tema, sitio o región de investigación y reunirlos en
un volumen de la revista, ello para dar a conocer oportunamente los
avances de sus investigaciones; por eso nos proponemos iniciar con el
tema de Cantona, sitio arqueológico ubicado en el actual estado de Puebla.
Con este volumen hacemos un pequeño homenaje al trabajo constante
y persistente para la publicación de esta revista, que por más de treinta
años dirigió el maestro Ángel García Cook, y es justo con esa región como
tópico que honramos su memoria, ya que fue el tema que desarrolló en
sus últimos años de investigación.
En este número se presentan seis contribuciones que ejemplifican los
avances de las investigaciones en el sitio de Cantona y sus inmediaciones.
Iniciamos con el artículo que escribió Ángel García Cook (†), “Cantona:
un bosquejo de su desarrollo cultural”, en el cual se presenta un panora-
ma muy amplio de las investigaciones que realizó durante más de veinte
años en el sitio, detallando: su desarrollo cultural, su relación con otros
centros urbanos, con su entorno, y su dependencia económica, basada
en la obsidiana. García Cook también hace un breve recuento de las in-
tervenciones efectuadas con anterioridad al Proyecto Especial Cantona y
una breve síntesis de los documentos que hacen referencia a dicho sitio.
El siguiente escrito, “Análisis de los materiales óseos de la Plaza de
los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla”, de Liliana González González,
presenta un interesante análisis antropológico a partir de 18 entierros pro-
cedentes del centro cívico religioso de Cantona. Con base en los estudios
osteológicos y la información de campo logra inferir que los individuos
depositados pertenecen a una ceremonia de gran relevancia para el sitio.
El trabajo de Denisse Gómez Santiago, “La cerámica del norte de la
cuenca de Oriental”, desarrolla una secuencia cerámica proveniente de
326 sitios arqueológicos registrados por el proyecto Cuenca de Oriental; la
cerámica representa seis fases culturales establecidas para la región norte
de la misma cuenca. La autora logra identificar una migración poblacio-
nal de dicha región hacia el sitio de Cantona, y también nos habla de las
relaciones culturales que tuvieron con asentamientos del golfo-centro,
región Puebla-Tlaxcala y occidente de México
Humberto Medina González y Baudelina García Uranga presentan “Los
antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos
(Cantón o Cantona) y la isla del Nutka en la Gazeta de México y la Gazeta
de la Literatura”. Los autores realizan una afanosa compilación de docu-
mentos para identificar las noticias más tempranas sobre los sitios pre-
hispánicos mexicanos de El Tajín, Xochicalco y San Juan de los Llanos,
reportes realizados desde 1785, 1791 y 1790, comprobando el reporte que
hiciera Ruiz Cañete sobre las ruinas de Cantona.
María Magdalena de los Ríos Paredes, en el “Estudio de las fechas de-
terminadas para Cantona por el laboratorio del inah”, sugiere la ocupación
humana para el sitio de Cantona con base en 190 muestras de carbón,
las cuales son procesadas por medio del análisis de carbono-14, en los
laboratorios del inah. Hasta donde las fechas existentes lo permiten, la
autora propone que el periodo de apogeo de Cantona se dio entre 150 a. C.
y 425 d. C.; pero propone que la actividad humana en la zona se prolon-
ga un poco más. Las muestras provienen de los conjuntos de juegos de
pelota, plazas, unidades habitacionales, palacios, cistas, silos, tumbas,
enterramientos, subestructuras y rellenos.
En la sección “Reseñas”, José Humberto Medina González hace refe-
rencia al libro Los estudios histórico-arqueológicos de Enrique Juan Palacios,
de la autora Haydeé López Hernández, editado por el inah y recogido en
la colección Historia, serie Sumaria (México 2016, 196 pp.). La autora del
libro señala que Palacios describió con sumo cuidado y erudición cada
una de las crónicas, tratados e investigaciones sobre el México Antiguo
que fueron escritas en caracteres latinos por indígenas, españoles, na-
cionales o extranjeros, desde el siglo xvi hasta el xix, y también rastreó
sus ediciones, traducciones, casas editoriales y editores que publicaron
cada una de esas obras.
Antes de concluir reiteramos la invitación a colaborar en Arqueología,
con el objetivo de dar a conocer nuestras investigaciones o el avance de
las mismas. Los textos deberán cumplir con los requisitos de publicación
enunciado en la sección “Invitación a colaboradores”, de la propia revista.

Laura Adriana Castañeda Cerecero


Editora

3
Cantona: un bosquejo
de su desarrollo cultural

Ángel García Cook †


Dirección de Estudios Arqueológicos-inah
Proyecto Cantona

Resumen: El texto deriva de las investigaciones realizadas durante más de veinte años en el sitio arqueológico de Cantona, Puebla. Hace un repaso
de las intervenciones previas al Proyecto Especial Cantona y de sus resultados. Describe la ubicación geográfica y el medio que rodea el sitio; las
características del asentamiento, las tres unidades de exploración, las unidades habitacionales, vías de circulación, plazas cívico-religiosas, sistemas
defensivos, juegos de pelota, sistemas constructivos, depósitos y sistemas de almacenamiento; la economía, basada en la obsidiana, y los “talleres
estatales” de producción lítica; la organización sociopolítica durante el periodo de ocupación, así como la interacción de la ciudad con otras regiones.
Se exponen además los resultados del Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental, en el que se han registrado los asentamientos humanos y se ha
propuesto una cronología regional paralela a la secuencia presentada para Cantona. Por último, se incluye un recuento del área explorada y habilitada
para el turismo.
Palabras clave: Cantona, cronología, arquitectura, sistema constructivo, relaciones regionales, intercambio, cuenca de Oriental.

Abstract: The text, based on research conducted for more than twenty years at the archaeological site of Cantona, Puebla, offers an overview of
its cultural development. It reviews work and results from the mid-19th century to the 1980s, prior to the Cantona Special Project, and describes its
geographical location and the surrounding environment; the settlement, its three exploration sectors, housing units, traffic routes, civic-religious
plazas, defensive systems, ballcourts, construction systems, tanks and storage systems; the obsidian-based economy and “state workshops” for lithic
production; the sociopolitical organization during the city’s occupation, as well as the city’s interaction with other regions. It also details the results
of the North of the Eastern Puebla Basin Project, which has recorded more than 300 human settlements and devised a regional chronology parallel
to the sequence proposed for Cantona. Finally, it includes an account of the area explored and equipped for tourism.
Keywords: Cantona, chronology, architecture, construction system, regional relations, exchange, Eastern Puebla Basin.

E
n 1992, Beatriz Leonor Merino Carrión y el que arqueológico— creí conveniente explorar, liberar, res-
suscribe propusimos un programa de investiga- taurar y habilitar una pequeña área del asentamiento.
ción intitulado Proyecto Arqueológico Cantona. La primera acción era buscar una superficie cuyas es-
Nuestra idea fue llegar a conocer la importancia de Can- tructuras arquitectónicas reflejasen la variedad, impor-
tona en el desarrollo de las poblaciones que habitaron tancia y complejidad de Cantona; además, había que
al oriente del Altiplano central. Desde luego que habría proteger los demás restos arqueológicos, procurando
que identificar el origen, desarrollo, apogeos y desapa- que tanto el área de servicios —como un posible museo
rición de esta gran ciudad, así como conocer, al menos de sitio— quedasen fuera de la ciudad prehispánica
2 500 km² de la mitad norte de la cuenca de Oriental, para evitar una mayor destrucción, como la que se da
en cuya parte norte se ubica Cantona. En nuestro plan- en otras zonas arqueológicas.
teamiento inicial nunca propusimos explorar y liberar Escogimos un espacio que abarca tanto la Acrópolis
una parte del asentamiento a la visita pública. como las terrazas intermedias y la parte baja del ex-
En febrero de 1993 dimos inicio a los trabajos en el tremo suroeste de Cantona, zona que cumplía cabal-
sitio, primero tratando de organizar la información que mente con esta idea de contar con una muestra repre-
habría de requerirse para que los diez arqueólogos invo- sentativa de los elementos arquitectónicos de la ciudad
lucrados en el proyecto obtuvieran la misma informa- entera. Así, el visitante podrá entrar a la ciudad, ca-
ción sobre los elementos culturales-arquitectónicos en minar sobre una calle prehispánica elevada, observar
su mayoría presentes en el asentamiento. Tres o cuatro las unidades habitacionales a los lados; cruzar por las
semanas después se nos comunicó que teníamos que terrazas intermedias, ascender al centro cívico-religio-
habilitar una pequeña superficie del asentamiento para so principal de la ciudad o Acrópolis —por un acceso
abrirla a la visita pública. Dadas las circunstancias so- también prehispánico—, y ya arriba, observar la mag-
ciopolíticas de la región —múltiples saqueos en el sitio nificencia de dicho centro cívico-religioso principal,
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

las plazas cerradas y hundidas, presididas por una Antecedentes de trabajos en Cantona
gran pirámide; los conjuntos de juego de pelota, las
unidades habitacionales de élite, varias calles y los Aun cuando Enrique Juan Palacios (1922) asienta que
sistemas defensivos allí presentes. Posteriormente es Cantona es mencionada en la Gaceta de Alzate, de 1790,
posible salir de la Acrópolis por un acceso, también tal no ha podido corroborarse; sin embargo, contamos
prehispánico, descender a las terrazas intermedias para con un texto de Henri de Saussure (1858) en el que ya
observar unidades habitacionales de élite, continuar el figura este asentamiento prehispánico; Saussure visita
descenso viendo unidades habitacionales de carácter Cantona en 1855 y lo describe y ubica con detalle:
popular a los lados y dejar la ciudad por una salida que
se encuentra a escasos 17 metros de la entrada y, por Una prodigiosa masa de lava, después de ser vomitada a
lo tanto, fácil de llegar al área de servicios —ahora con través de amplios orificios abiertos, se extendió en forma
museo de sitio—. Con todo lo anterior el visitante podrá de manto a una inmensa distancia y recubrió la zona de
llevarse una idea aproximada tanto de las dimensiones un verdadero mar de basalto cuyos bordes, ramificados
del sitio como de su complejidad arquitectónica y de y recortados de mil maneras, dibujan en el llano como
la magnificencia de la gran ciudad prehispánica que otros tantos golfos y promontorios rocallosos hasta los
fue Cantona. últimos límites que la vista pueda abarcar [...].
Pensamos que, de abrir al público aunque fuese una El aspecto inhóspito y desolado de esos mantos de ba-
parte del sitio, se podría contar con guardianes perma- salto les ha valido el nombre de malpays, que el señor
nentes, lo cual redundaría en la disminución o término Humboldt les conservó y su estructura exclusivamente
del intenso saqueo al que estaba siendo sometida esa pedregosa hizo (también) que les dieran el nombre de pe-
gran ciudad arqueológica; en buena medida, disminu- dregal que expresa mejor aún su naturaleza (Saussure,
yó. Por otra parte, hemos retomado la exploración y 1858: 282-283).
liberación de conjuntos arquitectónicos para la visita
pública y esta labor la venimos realizando con los con- Del nombre del asentamiento Saussure apunta: “Los
juntos habitacionales que se encuentran a los lados del indios de los alrededores le llaman la ciudad de o del
circuito original de la visita. Cantón; mas no hay en la comarca circunvecina nin-
Aun cuando en la primera temporada (1993-1994) gún lugar que lleve el nombre de Cantón del cual las
nos dedicamos de lleno a la exploración, restauración ruinas hubieron podido tomarlo” (Saussure, 1858: 289).
y habilitación de conjuntos arquitectónicos para la vi- Saussure, además de resaltar el hecho del no uso de
sita pública, nunca abandonamos la idea de contar con cementante para unir las piedras de las construcciones,
un plano detallado del asentamiento, el cual obtuvi- describe también las vías de circulación:
mos desde la segunda mitad de 1993, mediante la téc-
nica de restitución fotogramétrica; el detallado minu- Las calles no son anchas ni alineadas, de tal forma que se
cioso de tal dio inicio hasta 1997. La mayor parte de la cortan en ángulo. Son al contrario estrechas a la manera
superficie que cubre la Unidad Sur —407 ha— ha sido de los callejones de las ciudades antiguas de Europa. No se
detallada, así como otras 50 ha de la Unidad Norte y de habría por cierto encontrado la forma de establecerlos de
la Unidad Central. Con todo ello ya contamos con una otra manera sobre un suelo tan tortuoso, había que seguir
idea de la conformación general del asentamiento, ya la curvatura de las violentas ondulaciones del terreno y
que estas 457 ha representan poco más de 31 % de la apenas era posible encontrar el espacio necesario para
superficie total —1 453 ha— que ocupó Cantona en su circular [...] las calles están pavimentadas con pedazos
momento de apogeo poblacional. También hasta 1997 de lava, rotas para este efecto y toscamente ensambladas
dimos inicio a la prospección arqueológica de la mitad (Saussure, 1858: 264).
norte de la cuenca de Oriental. Para la actualidad se
han cubierto poco más de 1 700 km², en los cuales se han Es hasta principios del siglo pasado cuando Nicolás
localizado 326 sitios diferentes. León (1903) trata nuevamente, en un semanario de la
Con todo ello hemos logrado establecer una secuen- época, sobre “Los monumentos arqueológicos en Can-
cia cultural para Cantona y a través de las siguientes tona”. Poco después, Enrique Juan Palacios (1922, 1923
páginas trataremos de exponer información acerca de y 1939) vuelve a escribir sobre Cantona y le otorga cier-
la conformación de la ciudad: su origen, desarrollo, ta temporalidad, situándola en el Preclásico (Arcaico).
apogeo y desaparición, así como su interrelación con En un artículo intitulado “Hueyaltépetl”, publicado
otras poblaciones tanto de la cuenca de Oriental como en 1922, Palacios asienta: “Por los datos consignados
los que tuvo con otras poblaciones situadas en lugares en las Gacetas de Alzate (primera e interesante refe-
cercanos o distantes a esta gran urbe prehispánica. rencia de Cantona), sábese de una masa monolítica en
piedra muy dura y fina, la cual estaba pulimentada en
forma exquisita” (Palacios, 1922: 191); sin embargo,

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Arqueología 57 • abril, 2019

esta referencia no ha sido corroborada a pesar de los treinta del siglo xx la zona arqueológica, y elaboró un
esfuerzos realizados para verificar esta información. croquis con la ubicación del sitio, tomó fotografías,
Un análisis minucioso realizado por Peter Tschochl realizó diversos informes para sus superiores y publicó
y Herbert Nickel (1972) llegan a la conclusión de que una carta en un diario de Puebla. También en los años
esta referencia podría estar escrita en la Gaceta de Li- treinta Paul Gendrop (1938) visitó Cantona y entregó
teratura de México, que se publicaba mensualmente, y un informe al Departamento de Arqueología. Por su
donde Cantona debe aparecer mencionado, en la se- parte, Ignacio Marquina incluye a Cantona en el Atlas
gunda serie del tomo I o en el principio del tomo II, Arqueológico de la República Mexicana, de 1939.
publicados en 1790. En 1954, Leonard Loreau escribió también sobre
Palacios dedica varios párrafos para tratar sobre Can- Cantona, y en 1958 Eduardo Noguera dio su versión
tona y anota, entre otras cosas, que: “Saussure mismo sobre Cantona en un suplemento de El Sol de Puebla.
declaraba, hace ya setenta años que el descubrimien- Con la creación del Instituto Poblano de Antropología
to de una ciudad en la altiplanicie era prácticamente e Historia (ipah), en 1959, se dio mayor importancia
una quimera y el encuentro de Cantona, hecho por el institucional a Cantona y de esta manera el prof. Fausto
ilustre sabio, pareció cerrar el ciclo de los grandes ha- Marín Tamayo, primer director del ipah, presenta un
llazgos arqueológicos, en esta parte de la República” anteproyecto para explorar dicha zona arqueológica.
(Palacios, 1922: 180). Aun cuando el proyecto no se llevó a cabo, sí despertó
En un subcapítulo insertado en el mismo texto, nom- el interés de Luis Vázquez Rangel, segundo director
brado “Hueyaltépetl y Cantona”, anota: del ipah, por Cantona; por ello visitó la zona en repe-
tidas ocasiones, recolectó materiales de superficie y al
Cantona es una ciudad enorme, erigida en el más sor- parecer realizó algunas excavaciones. Vázquez Ran-
prendente de los sitios: un océano de lava, la más áspera, gel (1961) incluyó a Cantona en el Catálogo de sitios
más salvaje e inabordable de cuantos hemos visto en los arqueológicos del estado de Puebla. En 1961, Eugenia
malpaís mexicanos. Mientras el Pedregal de San Ángel, Shepperd realizó un informe sobre Cantona, que en-
escabroso en grado sumo, alcanza seis y ocho metros de tregó a la Dirección de Monumentos Prehispánicos del
espesor, el vómito de la erupción en las faldas del Vigía Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah),
Alto tiene pasajes en que mide quince y veinte metros, y y Franz Termer publicó en 1965 su versión sobre esa
todavía a esa altura se proyectan riscos y bloques enor- ciudad prehispánica.
mes, que antójanse masas de espuma petrificada en el Peter Tschohl y Herbert Nickel, como parte de las
instante mismo de saltar al espacio [...]. investigaciones multidisciplinarias llevadas a cabo por
Apenas se ha puesto el pie en el pedregal, eludiendo, la Fundación Alemana para la Investigación Científica
con trabajo, los amagos de las feroces espinas de los te- (faic) en la región poblano-tlaxcalteca, realizaron un
rribles cactus, únicos representantes de la familia vegetal Catálogo arqueológico y etnohistórico del área y, en el
capaces de mediar en estos terrenos, comienzan a recono- primer volumen, de 1972, incluyeron a Cantona, apor-
cerse cercas de piedra en bruto, toscamente amontonadas, tando amplia información historiográfica. Tschohl y
las cuales determinan lo que con dificultades se decide Nickel son los científicos que investigaron en diversos
uno a considerar como angostos y zigzagueantes callejo- archivos y bibliotecas para localizar la cita hecha por
nes. Pero, poco a poco, el viajero se resuelve a admitir que E. J. Palacios sobre las Gacetas de Alzate, mas no lo-
las bardas ilustran espacios interiores con apariencia de graron localizar la referencia y llegaron a la conclusión
regularidad, y que, dentro, existen otros muros que pare- ya anotada líneas atrás.
cen cimientos, plantas, o mejor dicho, restos de viviendas Fue hasta 1980 cuando Diana López de Molina inició
ruinosas y sin techo, en las que preciso es reconocer lo un proyecto de investigación arqueológica en Cantona,
que ha quedado de antiquísimos y primitivos albergues realizó un vuelo especial para tomar fotografías aéreas
(Palacios, 1922: 189-190). con escala 1:8 000 del área básica del asentamiento,
[...] Cantona es sin duda, la ciudad más extraña del y una restitución fotogramétrica del sitio con escala
mundo (Palacios, 1922: 190). 1:5 000. Para el resto del área utilizó estereopares con
En muchos aspectos Cantona nos parece más antigua escala 1:50 000. El proyecto duró tres años, con tres
que Hueyaltépetl, antiquísima a no dudarlo; en cambio, temporadas de campo, durante las cuales se inició el
ciertos datos deducidos especialmente de su tiesteria, se “mapeo” del sitio, se corroboró la restitución directa-
antojan como significativos de mayor refinamiento. Si mente en el campo y se hicieron las rectificaciones y
Cantona nos parece ante todo atrincheramiento, Hueyal- se definieron los detalles correspondientes. Al mismo
tépetl sugiere a la vez un santuario” (Palacios, 1922: 191). tiempo se efectuó un muestreo de materiales cultura-
les presentes en superficie y se hicieron dos sondeos.
Miguel Sarmiento (1930, 1934, 1938 y 1939) visitó en Según sus informes, se logró 80 % del mapa, el cual
diversas ocasiones a lo largo de la década de los años no se ha publicado.

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Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

López de Molina realizó tres informes y publicó


cuatro artículos (López de Molina, 1980, 1981, 1982a,
1982b, 1983, 1984, 1986a y 1986b); publicaciones que
dieron a conocer croquis parciales del sitio, algunas fo-
tografías, comentarios sobre sus actividades realizadas
e información muy valiosa respecto de la conformación
del asentamiento y el gran número de unidades habita-
cionales, de plazas y de otros elementos culturales. En
relación con la cronología, acepta lo asentado por otros
autores que conocieron Cantona con anterioridad, de
que el sitio puede ubicarse en el Preclásico superior,
pero ella lo continúa hasta el Clásico temprano.
Como resultado de sus trabajos, Diana López anota
haber registrado 5 898 patios o unidades habitaciona-
les, así como 9 110 montículos; informa también sobre
la presencia de “16 juegos de pelota con formas y di-
mensiones variadas (en T, en I; y desde 18 hasta 60 m
de cancha). La mayor parte de éstos (14) se encuentran
en la parte sur del sitio” (López de Molina, 1986b: 180).
Ese artículo, “Arqueología de superficie y estudios ur-
banos, el caso de Cantona”, aporta información muy
interesante, basada en los trabajos realizados durante
las tres temporadas de campo que duró ese proyecto
de investigación. Desde su primer texto al respecto,
titulado “Cantona una urbe prehispánica mesoame-
ricana”, López de Molina (1982b: 136) destaca varios
elementos arquitectónicos propios del urbanismo y
concluye que “Cantona aportará valiosos datos sobre Fig. 1 Coladas de Lava y Cantona. Fuente: tomado de Ferriz,
los orígenes del urbanismo y sobre el surgimiento del 1985.
estado en Mesoamérica”.
En 1985, Horacio Ferriz escribe “Caltonac, a prehis- cuenca, dedicándose sobre todo a la región de San Sal-
panic obsidian-mining center in eastern Mexico? A pre- vador el Seco (Guevara, 1990; Morett et al., 1993) y en
liminary report” (1985), artículo en el que presenta un particular se realizó una tesis de licenciatura en ar-
estudio de carácter geológico, describe las diversas co- queología acerca del sitio de Cuauhyehualulco, Puebla
ladas de lava que tuvieron lugar en la región y sobre las (Mora, 1991). Recientemente García Cook y Zamora
que posteriormente se asentaría Cantona; discute acer- Rivera (2010) escriben también sobre los juegos de
ca de los yacimientos de obsidiana, tratando con mayor pelota de Cuauhyehualulco, comparándolos con los
énfasis el yacimiento de Oyameles-Zaragoza; diserta de Cantona.
sobre la distribución geográfica —y hasta cierto grado
temporal— donde se halla obsidiana procedente de ese Localización geográfica
yacimiento y, al parecer, era distribuida por Cantona y medio ambiente natural
(figura 1). En 1984 Ferriz proponía ya la presencia de
obsidiana del yacimiento de Oyameles-Zaragoza tanto La cuenca de Oriental se ubica al centro norte del es-
en el valle poblano-tlaxcalteca como en el istmo de Te- tado de Puebla, y su mitad norte se localiza entre las
huantepec y en otros lugares del sureste de México. coordenadas geográficas 19°20’30” a 19°50’00” de la-
En relación con la cuenca de Oriental y, además de titud norte, y 97°15’00” a 97°44’00” de longitud oeste;
los trabajos realizados por Linné (1942) en la década de cubre un área de alrededor de 2 500 km 2, en la que
los setenta del siglo xx, se lleva a cabo un proyecto de están presentes alturas que van de los 2 000 a 3 150
investigación arqueológica en esta cuenca (Lorenzo, msnm. Cantona, por su parte, queda enclavada hacia
1975; Pérez, 1978, 1979 y 1980) e indirectamente se la parte central norte de dicha cuenca y ubicada sobre
menciona a Cantona. Lo mismo sucede con los estu- un malpaís,1 correspondiente a un derrame andesí-
dios realizados sobre geología y los lagos cráter de esta tico-basáltico del Pleistoceno superior y rodeado de
cuenca de Oriental (Reyes, 1979; Gazca, 1982; Yáñez depósitos aluviales (Reyes, 1979; Yáñez y García, 1982).
y García, 1982; Ferriz, 1984 y 1985; Moya, 1987), así
como con los relacionados con la arqueología en esta 1  Derrame de lava, con escaso suelo y vegetación propia.

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Arqueología 57 • abril, 2019

Sus coordenadas geográficas son: 19°32’15” a 19°37’30” y de la cual dependió a gran escala. Existe otro buen
de latitud norte, y 97°28’15” a 97°31’30” de longitud número de lugares con afloramientos de obsidiana en la
oeste, con alturas sobre el nivel del mar que van de los cuenca de Oriental —cerros Pizarro, Pinto, Derrumba-
2 490 a 2 600 metros. Al sureste del asentamiento se eri- das, Guadalupe Victoria, Altotonga y Pico de Orizaba—,
ge el cerro Pizarro, con 3 050 msnm y al suroeste, a es- pero, de acuerdo con nuestros estudios, Cantona ex-
casos 250 metros, se yergue el cerro de Las Águilas, el plotó, transformó y comercializó con la obsidiana ob-
que alcanza tan sólo 2 740 msnm, pero éste fue de gran tenida de los yacimientos de Oyameles-Zaragoza.
importancia en el desarrollo de la ciudad, no sólo por También se localizan algunos cerros de origen se-
ser sitio de asentamientos humanos totalmente de- dimentario con abundantes rocas calizas, que fueron
pendientes de Cantona y servir de puesto de vigilancia utilizadas por lo cantoneses para identificar —colocán-
hacia el suroeste de la ciudad, sino también por aportar dolas como señal— lugares de enterramientos, ofren-
un importante material para construcción: la cantera, das, así como para construir elementos específicos co-
de la que se extraía toba volcánica que fue utilizada en mo altares, o bien, como marcadores en los juegos de
gran escala para el recubrimiento de los edificios ar- pelota. Están presentes también depósitos lacustres
quitectónicos —escaleras y paramentos, básicamente— —axalapascos— tanto de agua dulce como salobre, y
y otras estructuras como cistas, tumbas, silos, pisos, y restos de lagunas —la del Salado o Tepeyahualco, y la
para tallar esculturas. de Totolcingo o del Carmen— que aún se observan hacia
Hacia el oriente, a unos 25 kilómetros, se levanta el el fondo de esta cuenca de Oriental y cuyas corrientes
Cofre de Perote —ya en Veracruz—, con una altura de superficiales drenan hacia ellas.
4 282 msnm. Políticamente, Cantona cubre parte de los Existen también algunos manantiales dentro de la
municipios de Tepeyehualco de Hidalgo y el de Cuyoaco, cuenca de Oriental: El Carmen y Estación Manantiales
ambos pertenecientes al estado de Puebla (figura 2). en Ciudad Serdán, en las laderas del Citlaltépetl (en
torno a 3 000 msnm), otros en la sierra de los Humeros
El medio ambiente al sureste de Oyameles, el del malpaís al norte del cerro
Pizarro y sur de Cantona, y el de Guadalupe en la falda
A escasos diez kilómetros en línea recta, justo en el lí- norte de la Malinche.
mite noroeste de la cuenca de Oriental, se localiza el La laguna de Tepeyahualco o El Salado se localiza
yacimiento de obsidiana de Oyameles-Zaragoza, yaci- a escasos seis kilómetros del extremo sur de Cantona;
miento que fue explotado por Cantona; y la obsidiana en la actualidad cubre sólo algunas partes de la super-
transformada en utensilios y utilizada para lograr in- ficie que llegó a tener en épocas pasadas; sin embargo,
tercambios con otras poblaciones cercanas o distantes, cuando existen intensas lluvias cubren un área mayor.
En 1999 llegó a cubrir hasta 75 km², con un metro de
10´ 98°00´ 50´ 40´ 30´
150
20´ 10´ 97°00´
profundidad media, y al parecer se unió con la laguna
del Carmen o Totolcingo, ubicada al sur (figuras 2 y 3).
0

Teziutlán

28
00
50´
El clima en la mayor parte de la cuenca es templado
seco, Cwb, en la nomenclatura de Köppen, con escasa
precipitación (700 mm anuales) y con temperatura me-
250
2000

0
00

00 40´
25

20

TLAXCALA CANTONA
dia anual de 16 °C. Se presentan abundantes heladas,
Perote Cofre
Tepeyahualco de Perote 19°30´
Libres

Oriental L. Tepeyahualco
(El Salado)
Huamantla
1500

20´
El Carmen G. Victoria
Zacatepec
La Malinche Lara Grajales

L. Totolcingo
3000 (El Carmen)
10´
Soltepec CUAUHYEHUALULCO
200

2500
El Seco
0

Pico
Cd. Puebla Acatzingo
Cd. Serdán
de Orizaba
VERACRUZ
19°00´
Tepeaca 3000

PUEBLA
Orizaba
50´

Limite Cuenca de Oriental Área de estudios P.N.C.O

Limite estatal
10 km apróx

Poblados actuales Principales lagunas temporales

Fig. 2 Cantona y la cuenca de Oriental con sus “lagunas”


actuales y el área base de investigaciones. Fig. 3 Laguna de Tepeyahualco o El Salado, en septiembre de
Fuente: adaptado de García Cook (2009) y Lauer (1979). 1999. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

8
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

de 20 a 40 días al año, lo cual obstaculiza, hoy en día


y desde siempre, contar con una buena producción
agrícola. La vegetación es semidesértica en la mayor
parte, con algunas coníferas arriba de los 2 500 msnm
(García et al., 1975).
Sabemos que las condiciones ambientales de la ac-
tualidad no han sido las mismas a lo largo del tiempo;
estudios geomorfológicos, polínicos y climatológicos
llevados a cabo por científicos de la faic entre los años
1960 y 1980 en el valle poblano-tlaxcalteca y en la
cuenca de Oriental, han permitido conocer con cierta
precisión los avances glaciares, fases de formación de
suelos y el análisis polínico de los sedimentos; además,
las dataciones absolutas por carbono14 permitieron co-
nocer el comportamiento natural de los últimos 40 000
años, y con mayor detalle —por contarse con más in-
formación—, para los últimos 4 000 años. Dichos es-
tudios contribuyen a conocer los cambios climáticos y
del medio ambiente para identificar cómo se alternan
fases frías y cálidas, húmedas y secas, formando di-
versas combinaciones entre ellas (Heine, 1973; Heine
y Heide-Weise, 1973; Ohngemach, 1973; Ohngemach y
Straka, 1978, y Lauer, 1979, entre otros).
Con base a los estudios referidos podemos saber que
entre el 1000 a. n. e. y el inicio de nuestra era (3000 y
2000 a. p.), se ha establecido que el clima fue más hú-
medo y se desarrolló nuevamente una lengua glaciar
en las laderas de los volcanes. Un descenso térmico de
3 °C condujo a la fase Morrena M IV; al mismo tiempo
se produjo una fase formativa de suelos en los siglos
inmediatos después del inicio de nuestra era. De esta Fig. 4 Situación del medio ambiente en los últimos 14 000 años
manera, alrededor del 1 000 a. n. e., los glaciares crecie- (clima y vegetación) en el valle poblano-tlaxcalteca y en la
ron durante la fase húmeda del enfriamiento y tanto la cuenca de Oriental. Fuente: adaptado de Lauer (1979, tabla 1,
Malinche como el Cofre de Perote estuvieron cubiertos parcial).
de hielo hasta alturas de 3 900-4 200 msnm. El descen-
so del límite del bosque y de la nieve fue de 300 a 500 (1000 a. n. e.) y al menos hasta el final del siglo V d. n. e.,
m en relación con su ubicación actual. Así, entre el en la cuenca de Oriental —en cuya parte norte se lo-
1000 a. n. e. y el 500 d. n. e. (3000-1500 a. p.), el clima al caliza Cantona— existió un clima frío y húmedo y, por
parecer fue frío y húmedo, alcanzando su máximo con tanto, con flora y fauna diferente a la actual.2 La pre-
el avance glaciar de la Morrena M IV, poco antes del sencia de una gran laguna —Tepeyahualco o El Salado
cambio frío y húmedo del inicio de nuestra era (2000 y Totolcingo o El Carmen, unidas— hacia el centro de
años a. p.). “Las cuencas de Apan y Oriental estuvieron, la cuenca facilitó la presencia, también, de una fauna
supuestamente, cubiertas por lagunas. También los acuática abundante. Es probable que —de acuerdo con
ríos Atoyac y Zahuapan inundaron las llanuras de la los estudios especializados comentados hasta cierto
cuenca de Puebla” (Lauer, 1979: 40). punto en líneas atrás—, a pesar del ligero incremento
A partir del inicio de nuestra era, poco a poco el cli- de la temperatura que produjo el “óptimo climático
ma se torna más seco y cálido, alcanzando su óptimo del Posclásico” (900-1200 d. n. e.), dicha gran laguna
térmico entre los años 900 y 1 200 d. n. e., con tempera- haya permanecido como tal al menos hasta el final de
turas entre 1 y 2 °C mayores que las actuales. Por otro la ocupación humana en Cantona —y en buena medida,
lado, las precipitaciones son en general un poco mayo- en toda la mitad norte de la cuenca de Oriental— en
res que las actuales, pero debido a la mayor evaporación torno a 900-950 d. n. e., antes del abandono acelerado
el clima debió haber sido semihúmedo o semiárido, con de la gran ciudad (figura 2).
cambios bruscos entre húmedo y árido (figura 4).
Por tanto, podemos darnos cuenta de que desde el 2  Lo cual se constata con los restos físicos de animales que hemos localizado
inicio de la ocupación humana sedentaria en Cantona en las exploraciones de Cantona y en la cuenca de Oriental.

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Arqueología 57 • abril, 2019

El asentamiento
Cantona, como se anotó, se ubica sobre un malpaís, bá-
sicamente sobre 3 de las 6 coladas de lava identificadas
en el lugar; el sitio afecta una forma de siete y se trata
de un asentamiento muy concentrado, y para su es-
tudio lo hemos dividido en tres grandes unidades:
Unidad Norte, que comprende desde las poblaciones
de Francisco I. Madero y Mancuernas —incluyéndolas—
por el noreste, y el poblado de Texcal, al suroeste; cubre
una superficie en torno a 590 ha. La Unidad Central,
que va desde el Triunfo de Mancuernas, al norte, hasta
las cercanías de Xaltipanapa, al sur, con una superficie
de 335 ha, y la Unidad Sur, que se inicia desde el po-
blado de Xaltipanapa, al norte, hasta poco más de tres
y medio kilómetros hacia el sureste, cubriendo aproxi-
madamente 528 ha. La superficie total del asentamiento
es de 1 453 ha o 14.53 km2 (figuras 5 y 6).
La Unidad Norte ha sido muy destruida, ya que se
ubica sobre una sola colada de lava —la primera— y tal
es de poco espesor (0.30, 0.35 m), por lo que es fácil-
mente levantada con los tractores; esto último se hace
para contar con mayores terrenos de cultivo. Además,
existen dos poblaciones que en la actualidad se expan-
den sobre esa parte del asentamiento. Así, sólo se con- Fig. 5 Parte Norte de la cuenca de Oriental con Cantona.
servan en pie algunas estructuras arquitectónicas, que Fuente: Proyecto Especial Cantona.
cubren apenas 40 %. Aún en los años 80 del siglo xx se
podía observar un mayor número de estructuras ar-
quitectónicas en pie según nos menciona Diana López
de Molina (1982b; 1986a), quien llevó a cabo, de 1980 a
1982, un “mapeo” del sitio; pero tal sufre fuertes afec-
taciones cada día.
En el caso de la Unidad Central, parte localizada
igualmente sobre una sola colada de lava y buena par-
te en tres, la destrucción también ha sido fuerte por
dedicarse en su mayor superficie a terrenos de culti-
vo, además de que existen dos poblaciones que cada
día crecen sobre esta parte del asentamiento; pero el
daño no ha sido tan grave como en la Unidad Norte,
y alcanza 40-45 %. El problema actual en esta parte
central de Cantona se debe a las construcciones habi-
tacionales del actual poblado de Xaltipanapa, las cua-
les se están ubicando sobre la lava, así como la am-
pliación de sus campos de cultivo, que afectan parte
del asentamiento. La Unidad Sur, a pesar de ser la más
saqueada —alrededor de 3 000 pozos de saqueo—, es la
más conservada debido a su accidentada topografía.
Esta unidad se construyó sobre tres coladas de lava
—la segunda, la tercera y parte aún en la primera y en
la sexta—; en su parte más baja la lava cuenta con un
espesor de entre 8 y 12 metros, y en la parte más alta
—la ubicada sobre la sexta colada— el espesor de lava
tiene entre 70 y 80 metros; de esta manera, en buena
parte del asentamiento —alrededor de 90 %— es impo- Fig. 6 Cantona con las tres Unidades de Trabajo.
sible utilizarla para la siembra agrícola y sólo ha sido Fuente: Proyecto Especial Cantona.

10
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

aprovechada para el pastoreo de ganado caprino y en


menor proporción de bovino, pero estos animales han
hecho menos daño al asentamiento que los humanos.
Cabe añadir que, por haberse construido en la Uni-
dad Sur el centro cívico-religioso principal de la ciudad
entera, ésta parece ser una de las partes más urbaniza-
das del asentamiento y una de las mejor preservadas.
Sin embargo, no es posible aseverar que las otras dos
unidades, central y norte, hayan sido menos urbani-
zadas, ya que debido a la destrucción que han pade-
cido, es imposible observarlo con claridad. Los restos
arquitectónicos aún presentes indican que la traza es
semejante en las tres unidades y sólo se efectuó una
adaptación al relieve natural en cada una de ellas.
Cantona es un asentamiento sumamente concen-
trado, no se observa población alguna dispersa. Todos Fig. 7 Unidad Habitacional 3. Fuente: Proyecto Especial Cantona.
los pobladores vivieron dentro de la ciudad, al menos
en esta parte nuclear, concentrada en 1 453 ha hacia su
parte tardía. Dentro de esta gran superficie no existe
un solo lugar que no haya sido transformado por la
acción humana, esto se nota incluso en algunos aflo-
ramientos de rocas que fueron dejados como aparentes,
pero en tales se observa también la transformación —o
adaptación— hecha por los cantoneses.
Sobre esa inmensa superficie de lava fue erigida la
ciudad de Cantona. Quizá aprovecharon las caracterís-
ticas del terreno para establecerse, pues desde ella es
posible dominar el terreno plano bajo ella, dejándolo
libre para el cultivo, y al mismo tiempo que les dificul-
taba el acceso y lo hacía fácilmente defendible en caso
de invasiones de grupos extraños. Los habitantes de
Cantona incrementaron esas ventajas naturales con la
construcción de diversos elementos defensivos.
Fig. 8 Vista aérea de una pequeña sección del área habitacional
al extremo sureste de Cantona. Fuente: Proyecto Especial
La arquitectura
Cantona.
Las unidades habitacionales

Una característica que resalta en Cantona es el hecho


de que las unidades habitacionales —populares o de
élite— están delimitadas por muros en su periferia. Al
menos desde el 500 a.n.e., tales se tratan de platafor-
mas o basamentos de diferentes alturas, de uno, dos o
tres cuerpos superpuestos, sobre los que se construye-
ron las casas habitación —con material perecedero—,
rodeados siempre por muros elevados, que en la gran
mayoría cuentan con sólo una entrada a dicha unidad
habitacional, también nombrada como “patio”, dentro
los que habitaron ya fuese una sola familia nuclear o
bien una familia extensa (figuras 7 a 10).
La Unidad Sur de Cantona, que conocemos a detalle
en más de 70 %, nos permite inferir la presencia de
unas 7 500 unidades habitacionales en toda la ciudad,
intercomunicadas por una extensa y compleja red de Fig. 9 Unidad habitacional de élite. A la izquierda una calle
vías de circulación construidas para ese fin. prehispánica. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

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Arqueología 57 • abril, 2019

En algunos casos hay también cimientos rectangulares


cuya función era diferente a la de habitación.
Es difícil determinar quiénes fueron los más “pobres”
en la ciudad, ya que todas las unidades habitacionales
son semejantes y los basamentos de las casas-habita-
ción en su interior son iguales. En Cantona no se ob-
serva fuerte diferenciación social reflejada en sus ca-
sas-habitación; desde luego que hubo estratos sociales,
pero hasta el más “pobre” —si es que lo hubo— vivía
cómodamente. Además, la presencia y utilización de
estas unidades habitacionales cerradas sugiere la exis-
tencia de cierta “propiedad privada”, ya que cada unidad
es independiente de la otra; cada familia —nuclear o
extensa— vive de forma independiente de sus vecinos.

Fig. 10 Unidad habitacional 13. Vista parcial (al fondo restos Vías de circulación
de un temazcal). Fuente: Proyecto Especial Cantona.
Otro elemento arquitectónico que debemos destacar
Es difícil identificar con claridad una unidad habi- para Cantona es la presencia de una amplia y compleja
tacional “popular” de una ocupada por cierta élite. En red de vías de circulación, calles que fueron construidas
principio suponíamos que las unidades habitacionales dentro de la ciudad y que comunican a todas las uni-
de élite eran aquellas que contaban con una super- dades habitacionales como a los conjuntos cívico-reli-
ficie enlajada —a manera de plaza abierta— frente a giosas. No existe una sola unidad habitacional que no
la estructura arquitectónica principal y con sólo un esté conectada por algunas de estas vías de circulación.
basamento dentro de la unidad; empero, a medida que Existen calzadas cuya longitud supera los 500 m (una
avanzan nuestros trabajos vemos que “plazas” de este cuenta con más de dos kilómetros) y también se hallan
tipo están presentes en muchas de la unidades habita- calles menores; cerradas de escasos 30-40 m o privadas
cionales; lo que es un hecho es que una gran mayoría de tan sólo 17 m; lo mismo se construyeron caminos di-
de las unidades habitacionales de élite se localizan en rectamente sobre el piso del terreno que levantados
las terrazas intermedias del asentamiento, y por su- sobre éste, o bien, hundidos en el mismo, e igualmente
puesto, en la Acrópolis. Otro rasgo que por el momento estas vías de circulación pueden o no contar con mu-
distingue las unidades habitacionales “populares” de ros laterales durante su recorrido (García Cook, 2003;
las de élite son los muros periféricos; en el caso de las García Cook y Martínez Calleja, 2008).
primeras, las delimitan muros altos, mientras que en Los cantoneses también construyeron caminos para
las unidades habitacionales de élite los muros perifé- conectar la ciudad con los terrenos de cultivo, con yaci-
ricos son bajos y en ocasiones carecen de tales. mientos de materiales naturales y con otras poblacio-
Las dimensiones de la superficie interior de las uni- nes. Esta situación es evidente sobre los derrames de
dades habitacionales “populares” varían de los 250 m² lava, en los que aún se observan los caminos trazados.
hasta algunas mayores de 2 000 m², con una media Salvo dos restos de caminos observados en el valle, al
de 600 m²; contienen de 2 a 6 plataformas correspon- oriente del asentamiento, que comunican Cantona con
dientes con los basamentos de las casas-habitación. En las canteras y asentamientos humanos ubicados en el
muchas ocasiones existen superficies hundidas, bien cerro de Las Águilas, las demás vías de circulación ex-
delimitadas, que sirvieron, al parecer, como huertos, ternas —o caminos— construidas en el valle son bas-
pequeñas huertas familiares, o tal vez hayan sido iden- tante difíciles de contemplar, debido tanto a la sedimen-
tificados como corrales para guajolotes o perros; se tación como a la afectación por los campos de cultivo y
han localizado temazcales, graneros o silos, tumbas otras actividades antrópicas recientes (figuras 11 a 15).
y también se hallaron restos de cimientos de cuartos Tampoco en esto hay diferencia: tanto las unida-
pequeños con funciones no habitacionales. des habitacionales de la élite que habitan en el centro
Las unidades residenciales de élite cubren superfi- cívico-religioso principal o Acrópolis de la ciudad, los
cies de entre 350 m2 y 5 000 m2, con una media de 1 050 que habitan en los centro cívico-religiosos secundarios
m²; dentro sólo tienen una plataforma, excepcional- de los barrios, así como cualquier otra unidad admi-
mente dos o tres —de dos a tres cuerpos según la pen- nistrativa, cívico-religiosa, o bien, las unidades habita-
diente del terreno— como base de la casa-habitación; cionales “populares” cercanas al centro o que habitan
en ocasiones hay otro basamento de menores dimen- en las orillas de la ciudad están comunicadas por las
siones, que no parece haber servido como base de casa. vías de circulación construidas.

12
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

Por el momento sólo conocemos los caminos que


parten de la Unidad Sur o arriban a ella; desconocemos
los que pudieran partir de las unidades Central y de
la Norte. La longitud de los que conocemos —y hemos
recorrido— varía desde los 300 m hasta más de seis
kilómetros, y su ancho va de los 2.10 m a poco más de
seis metros.

Fig. 14 Calzadas 1 y 2 y unidades habitacionales al suroeste de


Cantona. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 11 Calzada 1 o calzada Ignacio Marquina. Fuente: Proyecto


Especial Cantona.

Fig. 15 Unidades habitacionales de élite y calles en la


Acrópolis. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Las plazas cívico-religiosas

Fig. 12 Unión de calles, al fondo una unidad habitacional de Las unidades arquitectónicas cívico-religiosas son pla-
élite y C-R. Fuente: Proyecto Especial Cantona. zas limitadas, al menos en uno de sus extremos, por
una estructura arquitectónica elevada, espacios ce-
rrados igualmente por plataformas superpuestas, que
en una mayoría se trata de espacios hundidos y, cuan-
do esto no es así, la presencia de muros periféricos le
otorgan esa apariencia de plazas hundidas (figuras 16
a 18). La mayor parte de las plazas cívico-religiosas se
localizan en el centro cívico-religioso principal —o
Acrópolis— de la ciudad, pero también están presentes
en los centros secundarios de tal carácter con los que
cuentan la mayoría de los barrios hasta hoy identifi-
cados (García Cook, 2003).
Existen algunas plazas abiertas con una, dos y hasta
tres estructuras elevadas en sus extremos, pero éstas
se tratan de plazas correspondientes a las primeras
Fig. 13 “Cerrada” que conecta calzada 2 con la unidad ocupaciones de Cantona, o bien, a plazas con carácter
habitacional 108a. Fuente: Proyecto Especial Cantona. administrativo o de uso exclusivo de la élite.

13
Arqueología 57 • abril, 2019

ingresar a la ciudad debe de hacerse a través de las vías


de circulación, las que a su vez se estrechan en partes, y
cuentan con “garitas” de control de circulación; postas
militares o fortines para acceder a la Acrópolis. En
ciertos momentos de inestabilidad interna, varias de
las calles fueron cerradas o estrechadas en su anchura.
También fue construido un foso al suroeste de la ciudad
(figuras 19 a 21).
Las laderas de las coladas de lava sobre las que se
ubica el centro cívico-religioso principal de la ciudad
fueron totalmente terraceadas, dando la apariencia de
altas murallas e impidiendo el libre paso hacia la Acró-
Fig. 16 Plaza Central o Plaza de le Fertilización de la Tierra. polis. Estas construcciones obligaban tanto al habi-
Al lado izquierdo, al fondo, el juego de pelota 22. Fuente: tante cantonés como al visitante a acceder al centro
Proyecto Especial Cantona. donde se ubicaron los poderes político-económicos de
Cantona utilizando las vías de acceso a la misma y, por
tanto, a pasar por un fuerte control antes de poder lle-
gar a la Acrópolis. Además de impresionar a distancia,
ese sistema permitía contar con un fuerte dispositivo
de entrada-salida al centro cívico-religioso principal.

Fig. 17 Plaza Oriente o plaza de El Mirador. Fuente: Proyecto


Especial Cantona.

Fig. 19 Acceso poniente. Vista O-E. En la parte alta, a la


izquierda, un fortín. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 18 Unidad arquitectónica 71 o Plaza Poniente. Fuente:


Proyecto Especial Cantona.

Sistemas defensivos

Cantona es un asentamiento marcadamente fortifica-


do no sólo por su ubicación sobre la lava sino por la gran
variedad de elementos defensivos con los que cuen-
ta; los muros periféricos elevados de las unidades ar-
quitectónicas habitacionales o cívico-religiosas impi- Fig. 20 Fortín en la parte alta del acceso poniente. Fuente:
den el paso franco a través de ellas, y entonces, para Proyecto Especial Cantona.

14
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

Fig. 21 Acceso poniente y acceso suroeste: actualmente entrada-salida de la Acrópolis. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Los juegos de pelota localizan en la Unidad Sur, y de tales, 12 se ubican en


el centro cívico-religioso principal; de ellas, 10 forman
Cantona, hasta el momento, es el asentamiento prehis- parte de conjuntos arquitectónicos alineados. Los tres
pánico conocido con el mayor número de canchas para conjuntos que cuentan con dos canchas se localizan
el juego de pelota; se cuentan actualmente 27, y cree- también en la Acrópolis; uno de esos conjuntos cuenta,
mos que debieron existir en mayor número pues, como además, con un altar (figuras 22 a 26).
se ha mencionado, tanto la Unidad Norte como la Uni- De la Unidad Central conocemos sólo cinco canchas,
dad Central han sido destruidas en buena proporción, entre ellas las más antiguas, y en la Unidad Norte sólo
y es probable que también varias de las estructuras se han podido observar tres. Desde luego, no todas las
arquitectónicas que conformaron estos juegos de pe- canchas de juego de pelota tuvieron actividad al mismo
lota hayan desaparecido. De cualquier manera, se tiene
registro de 27 juegos de pelota que se construyeron, los
más antiguos (juegos de pelota 19 y 20) desde 450-400
a. n. e., hasta el más tardío, construido por el 700-750
d. n. e., el juego de pelota 5 (Zamora, 2004). Por otro
lado, un buen número de estas canchas para el juego de
pelota —14— integran conjuntos arquitectónicos ali-
neados, que se conforman por una pirámide, que cierra
el conjunto por un extremo; en seguida una o dos pla-
zas, delimitadas por otras estructuras arquitectónicas,
y por último la cancha del juego de pelota, que cierra
el conjunto arquitectónico por el extremo opuesto. En
algunos casos —tres únicamente— se cuenta con dos
plazas, y en otros la plaza que se cierra con la pirámide
cuenta con un altar (García Cook, 2003; Zamora, 2004 Fig. 22 Vista parcial del conjunto arquitectónico del juego de
y 2015). De las 27 canchas para el juego de pelota, 19 se pelota 7. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

15
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 23 Cancha del Conjunto de Juego de Pelota 23 o “micro-


juego”. Fuente: Proyecto Especial Cantona. Fig. 26 Juego de Pelota 18 o “minijuego”. Vista O-E. Fuente:
Proyecto Especial Cantona.

tiempo, sino que esto fue “variable” a lo largo del tiem-


po. El primero funcionó a partir del 450-400 a. n. e. y
para el 400 a. n. e. surgió el segundo; el uso de esos es-
pacios continuó hasta el 350 a. n. e., cuando se ocupó
otra cancha y para el 300 a. n. e. ya había cuatro juegos
de pelota funcionando. Para el 200 a. n. e. coexistían
siete canchas y poco después, para el 100-50 a. n. e.,
funcionaban 16 canchas, distribuidas sobre todo en la
Unidad Sur (12) y en la Unidad Central (4). Entre el 50
a. n. e. y el 200 d. n. e. se jugaba en 20 canchas —algunas
iban dejado de funcionar, pero otras las reemplaza-
ban—, distribuidas en toda la ciudad. A partir del 350
d. n. e., la utilización de canchas para el juego de pelota
Fig. 24 Cancha del Conjunto de Juego de Pelota 7. Vista E-O. Se empezó a disminuir; para estas fechas ya sólo estaban
observan las gradas y el “palco” a la derecha. Fuente: Proyecto en actividad 16. Hacia el 600-650 d. n. e. sólo funcionan
Especial Cantona. nueve juegos de pelota, y de éstos desaparecieron seis
por el 700-750, pero se construyeron dos más —uno
de ellos a manera de maqueta— y a partir de entonces
estarán en funciones sólo cinco juegos de pelota hasta

Fig. 25 Conjunto del Juego de Pelota 6. Cancha en primer plano. Vista S-N. Foto: Laura Castañeda.

16
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

por el 900-950 d. n. e., cuando comenzó el abandono lava— y forrando las paredes con piedra careada. La
acelerado de la ciudad. mayoría de los silos tienen forma de botella sin cuello,
Hemos observado en los juegos de pelota explora- y en ellos es posible depositar alrededor de tres o más
dos que al menos dos de los lados de la plaza —en los toneladas de maíz, frijol, etcétera. Un rasgo interesante
conjuntos arquitectónicos alineados— sirvieron como es que mucho de ese alimento fue resguardado por los
gradería para observar las ceremonias o rituales que se grupos dirigentes para ser redistribuido en caso de es-
realizaban en la misma, pero la Plaza II del Conjunto de casez; la agrupación de estos depósitos o silos en luga-
Juego de Pelota (cjp) 7 cuenta con gradas —en su lado res específicos —ubicados en el centro cívico-religioso
norte— construidas ex professo para observar la reali- principal— así lo confirman (García Cook y Martínez
zación del juego de pelota. Además, esas gradas tienen Calleja, 2012) (figuras 27 a 29). También a través de es-
en su lado oriente, en el ángulo noreste de la plaza, tos elementos culturales podemos darnos cuenta de la
un espacio cerrado con su propio acceso escalonado, a fuerza e importancia sociopolítica que van adquiriendo
manera de “palco”, para que personajes importantes los grupos dirigentes.
pudieran observar, cómodamente, el juego de pelota. Existen algunas construcciones —sólo hemos ex-
El cjp 7 tiene en la cancha tres discos de 1.10 m de diá- plorado dos— cuyas características formales son se-
metro, hechos de caliza y alineados (a manera de mar- mejantes a las de los silos: insertados en el terreno,
cador); se colocó uno más, alineado con los anteriores, con paredes forradas de piedras careadas y en forma de
en la superficie de un pequeño basamento que cierra botella sin cuello; pero en este caso las piedras están
un recinto anexo comunicado con el cabezal poniente unidas o a sus uniones se les colocó lodo para hacerlas
de la cancha. Además, otro disco de caliza —en este impermeables. Éstas se tratan de cisternas para captar
caso “colado”— de las mismas dimensiones fue colo- el agua de lluvia y utilizarla de la mejor manera. En
cado debajo de una plataforma baja alargada, en forma la Unidad Sur del asentamiento también existen dos
de U, en su lado norte; esta última está alineada con la grandes recipientes circulares, de 7.5 m y 15 m de diá-
alfarda norte de la escalera de acceso —así como con metro, respectivamente; las paredes de ambos fueron
los otros discos— a la cima de la pirámide que cierra forradas con piedra careada de cantera y se considera
por el oriente el cjp 7, el más grande de los conocidos que pudieron servir como depósitos de agua de lluvia,
en la actualidad. a manera de jagüeyes. Nos falta precisar si dichas pare-
El cjp 7, alineado, cuenta también con tres estelas des y el piso cuentan con restos de lodo en los intersti-
lisas: una pequeña, colocada al centro del disco que hay cios de las uniones de las piedras para saber si contaron
sobre el basamento del extremo poniente del conjunto con esta función.
arquitectónico; otra, la mayor, arriba de la parte cen-
tral del lateral norte de la cancha, y la tercera estela se
colocó al pie central de la escalera principal que lleva a
la cima de la pirámide que cierra el cjp 7; existe además
un pequeño juego de pelota —cjp 23— que se comunica
con el anterior justo a la altura del acceso al palco.
Aun cuando por lo regular se asocian las canchas
de juegos de pelota con actividades rituales relaciona-
das con la producción agrícola, con la persistencia vital,
con la continuación del movimiento del universo y, en
general, con todo aquello relacionado con la vida y la
muerte —tanto del hombre como de la naturaleza—,
en Cantona creemos que no todas las canchas tuvieron
esta función religiosa, sino que buena parte de ellas
tuvieron más bien un carácter lúdico, y quizá hasta de
competencia entre barrios o con jugadores procedentes
de otros asentamientos relacionados de alguna manera
con Cantona. Existen, desde luego, algunos que cum-
plieron con funciones religiosas, como cjp 7.

Los depósitos

Otro elemento arquitectónico digno de destacarse son


los silos o depósitos para granos o algún otro material. Fig. 27 Planta de la unidad arquitectónica 209, indicando
Tales se construyeron cavando en el terreno —en la ubicación del silo. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

17
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 28a Cortes del silo localizado en la unidad arquitectónica


209. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 29 Planta unidad 207, plataforma donde se ubican los


silos. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

2 × 2 m o de 1.5 × 1.5 m), bien pudieran tratarse de


restos de cimientos de los depósitos, también para
granos o material orgánico, similares al zencal que se
utiliza aún hoy día en la región del valle poblano-tlax-
calteca al sur inmediato de la cuenca de Oriental.

Asimetría en las construcciones

En general, el cantonés aprovechó la topografía del te-


rreno —lomas, hondonadas, laderas—, adaptándola y
transformándola según las funciones de las diversas
construcciones que se requiriesen, de acuerdo con sus
necesidades tanto de carácter cívico-religioso —plazas,
canchas, basamentos de templos o de habitación de los
dirigentes— como de diferenciación social y de fun-
cionalidad. Esto dio como resultado una total asimetría
en sus construcciones, tanto en la planta de los edificios
o de sus conjuntos arquitectónicos como en las fachadas
de los mismos; la asimetría se remarcó aprovechando y
adaptando el relieve, situación que le confiere al asen-
tamiento una característica propia: la asimetría se con-
virtió en un sello significativo de la ciudad, por medio
de la cual se trata de negar la simetría, lo “bien hecho”,
en la arquitectura de otros asentamientos contempo-
ráneos a Cantona. La asimetría niega la moda arqui-
Fig. 28b Corte del silo localizado en Plaza II de El Palacio. tectónica existente en el resto de las ciudades o grandes
Fuente: Proyecto Especial Cantona. poblaciones contemporáneas (figuras 30 a 32).

Se han hallado también depósitos rectangulares, Sistema constructivo


más bien cúbicos, que fueron construidos para depo-
sitar los desechos sobrantes de la talla de los instru- En cuanto a las construcciones arquitectónicas, debe-
mentos de obsidiana para no tener que laborar sobre mos subrayar la ausencia de cementante o argamasa
sus restos. Varios de esos depósitos forman parte de alguna para unir las piedras de los muros. Esa carac-
los talleres estatales de Cantona. Los cimientos de los terística está presente desde las construcciones más
cuartos rectangulares, en su mayoría pequeños (de tempranas conocidas para el asentamiento —por el

18
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

600 a. n. e—. Por tanto, en Cantona no existen muros


verticales —a menos que tales tengan menos de 0.40
m—; la mayoría presenta una inclinación, hacia atrás,
en torno a 0.12 a 0.15 m por metro de altura respecto
de su vertical. Al igual que en el valle poblano-tlax-
calteca, vecino al sur y oeste de la cuenca de Oriental,
en Cantona se utilizó el talud-tablero, en este caso con
sólo la moldura baja,3 desde al menos el 350 a. n. e.,
justo al momento en que se da la consolidación de la
ciudad (figuras 33 y 34).
En Cantona, para la construcción de los edificios im-
portantes, de las bases de templos o de las residencias
de jefes, de algunas plataformas alargadas y de las pe-
rimetrales, de las plazas cívico-religiosas, se utilizó por
lo general el talud paramento vertical básicamente en
las construcciones realizadas en Cantona I tardío (del
Fig. 30 Planta de la Pirámide del cjp 5. Ejemplo de asimetría. 300 a. n. e. al 50 d. n. e.); posteriormente sólo se cons-
Fuente: Proyecto Especial Cantona. truyó con base a muros en talud (figuras 35 a 38).
Así como no se utilizó cementante para “amarrar”
las piedras de las construcciones, tampoco se utilizó
enlucido alguno —lodo o estuco— para el recubrimien-
to de los muros exteriores de los edificios. No es que
se desconociese la producción del estuco, pues existen
pisos de estuco y de lodo en las construcciones, o que
se ignorase la aplicación de capas de lodo sobre los
muros de las estructuras importantes. La ausencia de
esas técnicas se debió a la escasez de agua, la cual era
más importante para satisfacer las necesidades básicas
de alimento y limpieza. A pesar de ello, hemos obser-
vado gruesos pisos de lodo, de hasta 22 cm de espesor
—varios de ellos quemados— dentro de las estructuras;
además, las cistas cuentan con una delgada capa de
estuco en las paredes, y en pisos para tapas, o en la
Fig. 31 Pirámide del cjp 7. Se observa la asimetría. Fuente: base y en las paredes de receptáculos rectangulares
Proyecto Especial Cantona. a manera de “espejos de agua”, que fueron construi-
dos con gruesas capas de estuco. Excepcionalmente
se observó una delgada capa de lodo en el piso de la
cancha del jp 5.
En Cantona lo que sustituyó el enlucido en las pare-
des exteriores de los edificios “principales” fue el ma-
nejo del color y textura de las piedras utilizadas en su
construcción: el basalto —negro, azul o gris— se utilizó
para rellenos y construcciones de muros en general. El
tezontle, careado y recortado, para el recubrimiento de
los cuerpos de las estructuras —taludes en general— y
en las cistas o tumbas. La cantera —toba volcánica— se
usó para la construcción de escalones y alfardas en las
escaleras, para pisos y pasillos de las pirámides y en los
basamentos de habitaciones de élite, en las banquetas
y pasillos, también en las unidades habitacionales de
élite, y para los paramentos verticales. La caliza blanca
se empleó en elementos culturales importantes: discos

Fig. 32 Asimetría total en el alineamiento del cjp 7. Fuente: 3  Dado que no se utiliza cementante para unir las piedras, es imposible ubi-
Proyecto Especial Cantona. car la moldura superior, pues no hay forma de que tal se mantenga firme.

19
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 36 Talud paramento vertical en cuerpo superior de la


pirámide del cjp 6. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 33 Talud-moldura paramento vertical, del primer cuerpo


de la pirámide de El Palacio (ca. 350 a. n. e.). Fuente: Proyecto
Especial Cantona.

Fig. 37 Talud paramento vertical en cuerpo superior de la


unidad 71. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 34 Talud-moldura-paramento vertical en primer cuerpo, al


poniente de la pirámide de El Palacio. Fuente: Proyecto
Especial Cantona.

Fig. 35 Talud paramento vertical, en cuerpo superior, poniente, Fig. 38 Talud paramento vertical en el muro limitante de la
de la pirámide del cjp 5. Fuente: Proyecto Especial Cantona. plaza en la unidad 106B. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

20
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

en una cancha de juego de pelota, en la construcción


de algunos altares y como señalización de lugares con
enterramientos humanos o de ofrendas, así como para
la elaboración de bastones de mando; siempre para
marcar o señalar sitios relacionados con ceremonias
rituales y de carácter religioso, o en la fabricación de
objetos relacionados con el poder. Y todo ello desde las
construcciones más tempranas conocidas para Can-
tona (figuras 39 y 40).
Una técnica importante en las construcciones de
las pirámides o estructuras mayores con dos a más
cuerpos superpuestos —los construidos con taludes
inclinados o fuertemente inclinados—, es el levanta-
miento de un muro de carga en la parte posterior de
los muros aparentes para que los muros inclinados no
recibieran todo el peso. Esos muros de carga pueden
llegar a ser ligeramente verticales, pero están cons-
truidos con piedras grandes y bien acomodadas puesto
que son los muros que soportan todo el peso del relle-
no de las estructuras arquitectónicas. Así, los muros
aparentes en talud sólo cargan el relleno entre éstos y
los muros de carga.

Los accesos

Los accesos a la ciudad son abundantes, pero en todos


los casos se trata de lugares cuya construcción permite Fig. 40 Base con piedra caliza de una estela lisa al pie de la
el control de entrada-salida. En el lado oriente y en el escalinata de la pirámide del cjp 7. Fuente: Proyecto Especial
sur se presentan con claridad los caminos que arriban Cantona.

Fig. 39 Discos en la cancha del cjp 7 realizados con piedras de caliza blanca. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

21
Arqueología 57 • abril, 2019

o parten de la ciudad, se observa que tales se transfor-


man en calles, y que antes de continuar hacia el interior
del asentamiento existe una estructura transversal que
cierra la calle a manera de garita o aduana de control;
o bien, al transformarse el camino en calle hacia la en-
trada-salida de la ciudad, el paso fue construido con
altos muros intrincados, que obligan a un avance lento
y en zigzag, con lo cual se logra un fuerte control del
acceso. Al suroeste, como ya se anotó, está presente
un foso excavado en la unión del valle con el malpaís,
con un muro levantado al menos del lado interno del
asentamiento —en la mitad sur cuenta con muros y
banquetas en ambos lados—, el cual tiene 1 200 m, apro-
ximadamente, y se une con una loma del malpaís al sur
y da vuelta hacia el cerro de Las Águilas por el norte. Fig. 42 Acceso poniente, entrada a la Acrópolis. Vista O-E.
Los accesos a la Acrópolis o centro cívico-religioso Acercamiento. Fuente: Proyecto Especial Cantona.
principal de la ciudad son escasos. Se conocen sólo 10
entradas —y algunos ramales secundarios— a dicho
centro: tres al sur, tres al oeste, dos al norte y dos al
oriente. Todos ellos construidos con fortines o postas
de control que garantizaron un control riguroso de
entrada-salida. Tales accesos ratifican y participan
en la fortificación del asentamiento (figuras 41 a 45).

Dependencia económica
Los cantoneses basaron su economía en la fabricación
de objetos de obsidiana y su exportación a poblacio-
nes cercanas o distantes. Mediante el intercambio de
la obsidiana por productos —de alimento, de lujo y
utensilios— no existentes en la región, Cantona tuvo
estabilidad económica. Tanto la calidad como la di-
mensión de los terrenos de cultivo existentes en torno Fig. 43 Acceso poniente, entrada a la Acrópolis. Vista E-O.
Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 41 Acceso poniente al llegar al centro cívico-religioso Fig. 44 Acceso sur-suroeste. Vista N-S. Fuente: Proyecto
principal. Vista O-E. Fuente: Proyecto Especial Cantona. Especial Cantona.

22
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

La producción de objetos de obsidiana para exporta-


ción e intercambio inició al menos desde el 700 a. n. e.;
entonces exportaban núcleos y navajas prismáticas; se
incrementó hacia el 300 a. n. e. —fase cultural Canto-
na I tardío o fase regional Payuca— y continuó hasta
mediados de Cantona III —fase cultural Xaltepec re-
gional— por el 750 d. n. e., para permanecer —al pare-
cer en menor escala— hasta el 950 d. n. e. Se conocen
elementos de obsidiana de material proveniente de los
yacimientos de Oyameles–Zaragoza en diversos luga-
res del actual territorio mexicano y centroamericano:
en Veracruz, en San Lorenzo Tenochtitlan, Cerro de las
Mesas, Tres Zapotes, El Tajín, Quiahuiztlan y Zempoa-
la; en Ceibal, Guatemala; en el istmo de Tehuantepec,
Oaxaca; en La Venta, Tabasco; en Puebla, en Cholula
y el valle de Tehuacán; en Tlaxcala, y en buena parte
de sitios en la costa central y sur del Golfo de México.
Fig. 45 Acceso al suroeste de la Acrópolis. Vista E-O. Fuente: Inclusive se menciona, aunque escasa, la presencia de
Proyecto Especial Cantona. obsidiana de Oyameles-Zaragoza para Becán y Chi-
canná en Campeche, y para Tikal en Guatemala. En
a la gran ciudad no eran suficientes para mantener a García Cook (2014b) se otorgan las diversas fuentes
la población —creciente— que habitaba allí. Resol- que ofrecen esta información (figuras 46 a 48).
vieron esa situación produciendo e intercambiando La base de la economía de Cantona no podría ser
objetos de obsidiana. Ésta fue, al parecer, otra de las otra; tanto la pobreza de los suelos como las frecuentes
razones para ubicar el asentamiento en el malpaís, heladas —además de la poca superficie de terreno dis-
ya que se localiza a sólo 9 km de los yacimientos de ponible— impiden contar con buena producción agrí-
obsidiana de Oyameles-Zaragoza. Aun cuando en la cola, además de no ser suficiente para satisfacer las ne-
cuenca de Oriental existen otros yacimientos de fácil cesidades de alimentación básica. Con el comercio e
acceso —Pico de Orizaba, Guadalupe Victoria, Alto- intercambio de los objetos de obsidiana —sobre todo
tonga, cerro Pizarro, Las Derrumbadas, entre otros—, núcleos y navajas prismáticas— se logró dar solución
los habitantes de Cantona prefirieron el material ob- a esas condiciones. Además, Cantona abre rutas de co-
tenido de los yacimientos de Oyameles–Zaragoza para mercio hacia el sur y sureste desde el Formativo medio
la elaboración de sus artefactos, tanto los de consumo y tardío, rutas de comercio que más tarde utilizarían
interno como para la realización de sus intercambios. las grandes ciudades del “Clásico”.
Esto quizá se debió tanto a la cercanía del yacimiento Todo lo anterior da una idea de la conformación y
como a la buena calidad de la obsidiana extraída. Los características de Cantona. De lo hasta aquí asentado
análisis especializados de las muestras del material que
se produjo en los talleres de Cantona como el utilizado
en tal ciudad así lo indica (García Cook et al., 2010;
Téllez, 2013).
En Cantona hemos localizado un buen número de
talleres líticos de obsidiana, tanto con carácter familiar
o local, ubicados al interior de las unidades habitacio-
nales y que se distribuyen por todo el asentamiento,
como un conjunto de talleres —al menos 353— que se
concentran en un área específica de la ciudad, al sur-
este inmediato del centro cívico-religioso principal, a
los que hemos considerado “talleres estatales”, y los
cuales se dedicaron a la producción de objetos líticos
para exportación e intercambio, tanto hacia la cuenca
de Oriental como a lugares fuera de ésta, sobre todo
a regiones como el sureste del actual México. Consi-
deramos que el Estado controló la producción y la co-
mercialización de los productos de esos talleres (García Fig. 46 Ubicación de los talleres estatales de Cantona, dentro
Cook, 2014b). de la ciudad. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

23
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 47
Núcleos prismáticos
de obsidiana, similares
a los que “exportaba”
Cantona para sus
intercambios. Fuente:
Proyecto Especial
Cantona.

puede tenerse noticia mediante la revisión de los tex-


tos que al respecto han sido publicados y de los infor-
mes correspondientes a las 18 temporadas de campo
realizadas en el asentamiento, así como a partir de la
observación de las estructuras arquitectónicas explo-
radas, liberadas y habilitadas para la visita pública del
sitio (figuras 49 a 54).

Organización sociopolítica
De la organización social en Cantona poco podemos
apuntar. Con seguridad existió una clase dirigente —un
consejo— que estaba a cargo de la administración de la
ciudad; organizaba la producción de artefactos de ob-
sidiana, tanto los de consumo interno como los de ex-
portación; controlaba los intercambios; organizaba las
ceremonias cívico-religiosas y recolectaba los tributos
de los asentamientos bajo su control. Se encargaba del
Fig. 48 Navajas prismáticas de obsidiana base de los
control, dirección y mantenimiento de la ciudad y de
intercambios que realizaba Cantona con otros asentamientos. la población en general, para lo cual contaba con los
Fuente: Proyecto Especial Cantona. “jefes” de los barrios o centros secundarios. Otro esta-
mento social serían los intermediarios: comerciantes,
Fig. 49 (Abajo) Centro cívico-religioso principal, señalando las “capataces”, “ingenieros” o “arquitectos”, militares
unidades arquitectónicas exploradas y habilitadas a la visita
pública. Fuente: Proyecto Arqueológico Cantona.

24
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

Fig. 50 cjp 5 y otras estructuras


arquitectónicas ubicadas al poniente
de la Acrópolis. Fuente: Proyecto
Especial Cantona.

Fig. 51 El Palacio y otras estructuras


arquitectónicas ubicadas al centro y
oriente de la Acrópolis. Fuente: Proyecto
Especial Cantona.

Fig. 52 cjp 7, Concubinas y El Palacio.


Fuente: Taller de Drones y
Fotogrametría, dea-inah.

25
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 53 cjp 5, unidad 71 y unidad 70. Fuente: Taller de Drones y Fotogrametría, dea-inah.

arquitectónicas y se encargaron de su mantenimiento.


Es probable que los especialistas en la fabricación de
objetos de obsidiana tuvieron una mejor posición. Sin
embargo, en relación con sus casas-habitación, como
ya se apuntó, no existe gran diferencia y tanto la clase
“popular” como los de la élite viven cómodamente.
Las instituciones y la ideología de los pobladores
de la ciudad experimentaron dos grandes cambios, el
primero al inicio de Cantona I —por el 600-500 a. n. e.—,
cuando la sociedad tenía una dirección teocrática pero
con fuerte presencia militar, y esta última se redujo en
la fase anterior pre-Cantona. El segundo cambio se
produjo durante la transición de Cantona II a Cantona
Fig. 54 Unidades habitacionales al suroeste de Cantona. III —entre el 550 y 600 d. n. e.—; al parecer una rebe-
Fuente: Proyecto Especial Cantona. lión interna redundó en un golpe de Estado y dio como
resultado la consolidación de la dirigencia militar, a la
de rango medio, “sacerdotes” o “chamanes”, también vez que la clase sacerdotal se debilitó y su presencia
con rango secundario, “administradores” de los ba- se tornó casi nula.
rrios; en general, gente encargada de la realización Respecto de la religión, sabemos que en Cantona,
de diversas actividades entre los jefes máximos y la como en la mayoría de las poblaciones prehispánicas
población en general. —si no es que en todas—, tuvo gran importancia; se
El grueso de la población estaría en un estamento tie-ne conocimiento de las múltiples ceremonias y ri-
más bajo: campesinos, “mineros”, “sirvientes”, “alba- tuales llevados a cabo por diversos motivos: para la
ñiles y peones”, quienes realizaron las construcciones petición de lluvias y la buena producción agrícola; por

26
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

el inicio y terminación de alguna estructura arquitec- Relaciones e intercambios


tónica importante —cívica o religiosa—; la presencia con otras poblaciones
de autosacrificios y múltiples ofrendas y sacrificios hu-
manos, entre otras situaciones de diversa índole así lo Se cuenta con mucha información acerca de las interre-
testifican. En cuanto a sus dioses, se han identificado laciones que Cantona tuvo con los asentamientos hu-
representaciones de Huehuetéotl, Xipe y Tláloc, así co- manos localizados en la cuenca de Oriental, a las cuales
mo algunos elementos relacionados con Quetzalcóatl controlaba en menor o mayor medida, y de los cuales
(figuras 55 y 56). La presencia de las plazas cívico-re- obtenía buena parte de sus alimentos, ya fuese median-
ligiosas así como las estructuras arquitectónicas para te el intercambio por instrumentos de obsidiana o ya
el juego de pelota presentes tanto en la Acrópolis como se tratase de tributos establecidos. Sabemos también
en los centros secundarios existentes en los barrios, sobre los intercambios y relaciones —directas o indi-
son ftieles testigos del gran ceremonial con carácter rectas— que esta ciudad tuvo con asentamientos exis-
religioso que tuvo lugar en Cantona. tentes en regiones cercanas o distantes; la presencia

Fig. 55 Representaciones de Huehuetéotl. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 56 Representaciones de Tléloc (derecha) y Xipe (izquierda). Fuente: Proyecto Especial Cantona.

27
Arqueología 57 • abril, 2019

de objetos de obsidiana producidos con material proce-


dente de los yacimientos de Oyameles-Zaragoza —que
Cantona producía y distribuía— confirma las relaciones
que Cantona mantuvo con las poblaciones del valle po-
blano-tlaxcalteca, con las del valle de Tehuacán, con las
de los valles de Oaxaca y el istmo de Tehuantepec; con
las del centro y sur de Veracruz, Tabasco, Campeche,
Yucatán y, en general, con el sur y sureste de México, e
incluso con las de los actuales territorios de Guatemala
y Belice. Por otro lado, la presencia en Cantona de con-
chas y caracoles procedentes del golfo, del Caribe y la
costa del Pacífico, así como algunas piezas cerámicas
producidas o semejantes a las de sur, golfo, sureste y
occidente de México, así lo confirman (figuras 57 a 62).
En el caso del Bajío y en el del occidente de Mé-
xico, poco sabemos sobre la presencia de artefactos
de obsidiana producidos con material procedente de
los yacimientos de Oyameles-Zaragoza, pero existen
otros elementos culturales, como la cerámica, que de-
muestran tal interacción. Además, también en Cantona
están presentes objetos de concha y caracol con pro-
cedencia del occidente de nuestro país.

Las exploraciones realizadas.


El área abierta al público
Hasta 2014 se han explorado y habilitado a la visita
pública alrededor de 25 ha, 13 en la Acrópolis y 10 en
las terrazas intermedias, en la parte baja y en la ladera
de la colada de lava superior; en ellas se pueden ob-
servar 54 unidades habitacionales “populares”, nue-
ve unidades habitacionales de élite y una mixta —de
élite y cívico-religiosa— en las terrazas intermedias
y parte baja del asentamiento, así como 32 conjuntos
arquitectónicos en la parte alta, donde se localiza el
centro cívico-religioso principal de la ciudad. Entre Fig. 58 Piezas cerámicas semejantes típicas de Cholula
esos conjuntos pueden observarse seis canchas para el (Cholula II). Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 57 Piezas cerámicas semejantes a las del valle de Oaxaca. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

28
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

Fig. 59 Piezas cerámicas procedentes


del Golfo de México. Fuente: Proyecto
Especial Cantona.

Fig. 60 Objetos de concha: caracol —Pleuroploca gigantea (Triplofusus giganteus) y Turbinella angulata— procedentes del Golfo de
México y el Caribe. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

Fig. 61 Piezas cerámicas de procedencia del occidente de México (Colima, Michoacán y Jalisco). Fuente: Proyecto Especial Cantona.

29
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 63 “Pozo” en la cima de la pirámide del cjp 5, donde se


depositaron los restos humanos de los dirigentes y sus escultu-
ras “matadas”, entre otros. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

La temporalidad o desarrollo
ocupacional de Cantona
Fig. 62 Material conquiliológico procedente de las costas del Se ha establecido una secuencia cultural, caracterizada
Pacífico; a-d; Spondylus sp.; e-h: Spondylus cf. princeps; i-l Oliva por cinco fases, que cubren el desarrollo ocupacional
cf. julieta. Fuente: Proyecto Especial Cantona. humano en Cantona. Las fases han sido delimitadas
temporalmente con base en los resultados de los análisis
juego de pelota; cuatro de ellas forman parte de con- de los materiales culturales provenientes de las excava-
juntos arquitectónicos alineados —cjp 5, cjp 6, cjp 7 y ciones realizadas, así como por la comparación de éstos
cjp 23 o microjuego—; hay también nueve plazas cívi- con algunos materiales existentes —y conocidos— y
co-religiosas con una pirámide que las cierra, ya sea por ubicados temporalmente en otros asentamientos hu-
el oriente o por el poniente; una plataforma con silos manos estudiados. Se cuenta además con 151 dataciones
para almacenamiento y 16 unidades habitacionales de por carbono 14 de material orgánico (carbón vegetal)
élite. Además se exploraron, liberaron y habilitaron —la proveniente de las exploraciones en la ciudad, las cuales
mayoría parcialmente— 39 vías de circulación, entre las consolidan los límites cronológicos establecidos para
que hay calzadas, calles, pasillos, cerradas y privadas. cada fase cultural. Existen otros 47 fechamientos cuyos
Se liberaron y habilitaron cuatro accesos escalo- datos no corresponden con los contextos culturales de
nados para ingresar y salir del centro cívico-religioso los que proviene la muestra y, por tanto, han sido des-
principal o Acrópolis, y una serie de terrazas escalona- echados. Las fases culturales son: Pre-Cantona, Canto-
das —sobre todo al poniente del centro— que cubren na I, Cantona II, Cantona III y Cantona IV (García Cook
las laderas de la última y penúltima colada de lava so- y Merino Carrión, 1998b; García Cook, 2004 y 2009).
bre la que se construyó la Acrópolis. Todo ello permite Podemos agregar cierta información —sintética— sobre
que el público visitante pueda contar con una idea de cada una de dichas fases culturales:
la conformación y características del asentamiento,
aunque sólo se trate del 1.7 % de la superficie total que Pre-Cantona (1000-900 a 600 a. n. e.)
ocupó la ciudad al momento de su máximo poblacional
—entre el 600 y 800 d. n. e.—, periodo durante el cual Como su nombre lo indica, aún no se encuentra plena-
se ocuparon las 1 453 ha. (figura 63). mente definida la ciudad. Existen varios asentamientos
El 10 de octubre de 2012 fue abierto al público el mu- humanos en la superficie que más tarde ocuparán la
seo de sitio, donde el visitante podrá observar varias de ciudad. Para la primera mitad —900 a 750 a. n. e.—, dos
las piezas recuperadas en las excavaciones llevadas a villas ocupan la parte central y sur del sitio, y hay de
cabo en Cantona; elementos culturales elaborados tan- una a dos aldeas concentradas (chicas) en el área norte
to con cerámica como con piedra o hueso —humano o o noroeste.
de animal—; restos osteológicos humanos, entre otros. Poco conocemos de la arquitectura que caracteriza
Así, el visitante podrá entender de manera sintética la este momento. Al parecer, aún no están presentes las
conformación y desarrollo de esta gran ciudad. unidades habitacionales cerradas por muros periféricos

30
Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

ni el sistema de vías de circulación interna. Las pirá- que por definición se trata de una villa —con escasos
mides y plazas con carácter cívico o religioso aparentan 700 habitantes para entonces—, por la complejidad
igualmente no estar cerradas por estructuras en su pe- que presenta puede considerarse como un pueblo; de
riferia. Sólo conocemos algunos aspectos sobre su ce- cualquier manera, se trata de un centro primario que
rámica, lo cual nos permite establecer esta ocupación controla los asentamientos localizados al oriente de
temprana; en ese aspecto, destacan las piezas de color Cantona, en el valle de Sarabia, y estuvo en contacto
crema o de rojo sobre crema, nombradas como Soto- directo con Cantona o, más bien, bajo su égida, pues
laco crema y Sotolaco rojo sobre crema. Otro tipo para esta fase Pre-Cantona ya tenía cierto control de
cerámico de este primer momento ocupacional es el la región en general y el control total en su entorno,
Sotolaco café. En esta fase están presentes algunos ma- en una superficie, al menos, de 10 km de radio.
teriales cerámicos procedentes de otros lugares: Tla- Cantona para esas fechas, por el 700 a. n. e., conta-
tempa blanco y Tlatempa rojo sobre blanco, así como ba con cerca de 5 000 habitantes, había construido ya
algunos tiestos de Texoloc café y Texoloc negro, todos algunos caminos a través de la lava —y quizá otros en
ellos procedentes del valle poblano al sur inmediato; en el valle poniente— para tener el control directo de los
escasa proporción se encuentran tiestos procedentes asentamientos cercanos y contar con la producción
del valle de Tehuacán: Canoas blanco y Ajalpan plain (o agrícola, también, del valle de Sarabia. Existen otras
Coatepec plain). Esto nos indica la llegada de grupos hu- dos o tres villas—sitios 128, 122 y 130— que, más bien,
manos procedentes del valle poblano-tlaxcalteca y del eran lugares para el almacenamiento de la producción
valle de Tehuacán, es decir, gente procedente del sur en esa parte (al oriente) de Cantona y que, al parecer,
del área. Además, para un periodo un poco más tardío ya desde entonces estaban controlados, mediante esos
se identifican y datan elementos culturales procedentes caminos de interconexión, por la ciudad en que se es-
del golfo y, posteriores, del occidente de México. taba transformando Cantona.
Para Pre-Cantona tardío —750 al 600 a. n. e.— se co- A partir del 700-600 a. n. e., Cantona experimentó
noce un mayor número de elementos culturales, entre un desarrollo acelerado de construcciones tanto de ca-
éstos, algunos restos arquitectónicos que nos permiten rácter cívico-religioso como de carácter habitacional;
inferir la presencia de plataformas para la ubicación por tanto, la construcción de calles entre ellas dificulta
de las casas de los grupos de élite; al parecer ya están observar los restos arquitectónicos Pre-Cantona. Pero,
presentes tanto las unidades habitacionales cerradas conociendo qué sucede en los asentamientos vecinos
como algunas calles internas de la ciudad y se inicia la que no tuvieron un fuerte desarrollo arquitectónico
construcción de caminos que conectan con otros asen- posterior al Formativo, podemos inferir qué sucedió
tamientos —sobre todo los ubicados al oriente de la en Cantona.
ciudad— y con algunos yacimientos y canteras de rocas En relación con la cerámica podemos anotar que se
para la construcción de las estructuras arquitectónicas. continúan los tipos anteriores, pero ahora surge una
La construcción de estos caminos, sobre todo a través roja —brillante— considerada como Tezontepec Roja y
de la lava, nos está indicando la fuerza que empieza otra café oscura o negruzca, nombrada Tezontepec Ne-
a adquirir Cantona en relación con sus contemporá- gro. Además, hay presencia de materiales procedentes
neos del norte de la cuenca de Oriental. Los caminos del valle poblano, del valle de Tehuacán —entre éstos
unen la ciudad con villas y aldeas al oriente y sureste la Quachilco gris y la Quachilco negra—, así como una
de Cantona, lo que da muestra del control de la pro- cerámica naranja procedente del golfo central (Gómez,
ducción agrícola de esta región. Desde esas fechas ya 2010).
están presentes algunos talleres, de los considerados
estatales —y desde luego de los de producción familiar Cantona I (600 a. n. e. al 50 d. n. e.)
o local— para su exportación, sobre todo hacia el su-
reste (García Cook, 2014b). La parte central y sur del A medida que continuamos nuestras investigaciones
asentamiento aparentan ya formar dos pueblos o uno en esta gran ciudad prehispánica —y en el área— se
sólo que evoluciona con mayor rapidez que la unidad va definiendo cada vez mejor esta fase cultural, por
norte o noreste. tanto, para la actualidad podemos escribir sobre una
Se conocen dos poblaciones —un pueblo y una vi- parte prematura de Cantona I temprano, del 600 al
lla— que tienen también un fuerte desarrollo y desta- 300 a. n. e, y un Cantona I tardío, del 300 a. n. e. al 50
can junto con Cantona en la cuenca de Oriental: uno, ya de nuestra era.
el sitio 149 —con cerca de 40 ha—, se trata de un pue-
blo que para la segunda mitad de la fase pudo haber Cantona I temprano (600 al 300 a. n. e.)
contado con 1 600 habitantes y que tenía el control Desde el inicio de esta fase, Cantona ya se trata de una
de los asentamientos humanos en su entorno. El otro ciudad y cubre buena parte tanto de la Unidad Sur como
asentamiento, el sitio 134 —también con 40 ha—, aun- de la Unidad Central. En la parte norte sólo podemos

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Arqueología 57 • abril, 2019

advertir la presencia de una villa, poco después de un a. n. e., el número de juegos de pelota es ya de ocho;
pueblo y hacia el final de la fase, por el 200 a. n. e., forma cien años después, por el año 100 a. n. e., son 16 las
parte integrante de la ciudad. En relación con los ele- canchas que se utilizan para el juego. Para este mo-
mentos arquitectónicos, ya están presentes muchos —si mento no existe (cuando menos no se tiene registro)
no la totalidad— de los rasgos que caracterizan a Can- en todo México un sitio arqueológico que cuente con
tona: presencia de unidades habitacionales cerradas; tal número de canchas para el juego de pelota. Y para
plazas hundidas con la presencia de una pirámide en inicios de nuestra era, en Cantonta son 20 los juegos
uno de sus lados; vías de circulación interna que conec- de pelota que están funcionando.
tan todas las unidades arquitectónicas existentes hasta Se mantiene el uso del talud paramento en las es-
entonces; hay asimetría en sus construcciones y no se tructuras arquitectónicas —pirámides y laterales de pla-
usa cementante para unir las piedras o enlucidos en las zas— principales, pero este elemento sólo está presente
superficies aparentes de las construcciones; se cons- en uno de los cuerpos, para el caso de las pirámides;
truyen silos y elementos arquitectónicos defensivos, por lo general se halla como parte del cuerpo superior
entre otros. Durante esta etapa continúa la constru- —en la Plaza Central es el penúltimo—. Para el caso de
cción de los caminos tanto para comunicarse con otros las plataformas limitantes de las plazas hundidas, se
asentamientos como para dirigirse a sitios con recursos halla en el cuerpo inferior o en todos los cuerpos, como
naturales —canteras, yacimientos y a la laguna— para en el caso de las plazas I y II del cjp 5. Las escalinatas
su explotación y aprovechamiento. Los taludes de las pueden contar con alfardas o no tenerlas; cuando están
plataformas son tendientes a la vertical, y para su cons- presenten, éstas se construyen con cuerpos escalonados
trucción —sobre todo de las estructuras cívico-religio- (figuras 64 y 65) y excepcionalmente son lisas.
sas— se utilizan grandes rocas careadas. Se incrementó La orientación de las estructuras arquitectónicas
la cantidad de talleres estatales y la producción de los principales —pirámides— es indistinta, lo mismo se
objetos de obsidiana para su exportación e intercambio. construyen con la fachada al sur-sureste, al noreste,
Las rutas comerciales hacia el sur y al oriente se con- al poniente o al oriente. Hay una estructura con esta
solidan. En general, tanto la población humana como última orientación que tiene cuatro cuerpos en la fa-
el número de artefactos y demás elementos culturales chada y tres en los lados restantes, al parecer, sobre
se incrementan notablemente. ella se desplantó el “templo” más importante del mo-
Para la segunda mitad de Cantona I temprano se mento y, aunque existen otras estructuras con fachada
han identificado tres canchas para el juego de pelota: al oriente, éstas son de menores dimensiones y de tan
dos en la Unidad Central —el más antiguo está pre- sólo dos cuerpos —no pirámides—, que corresponden
sente desde el 450-400 a. n. e. y uno más se construye a basamentos para la ubicación de alguna residencia
entre el 400 y 350 a. n. e.— y el tercero se erige en la de élite. Las calles se multiplican de acuerdo con las
Unidad Sur entre el 350 y 300 a. n. e. También hacia el unidades habitacionales cerradas por muros periféricos,
final de Cantona I temprano —por el 350 a. n. e.— está las que también se incrementan notablemente.
presente el sistema constructivo de talud-moldura-pa- Además del centro cívico-religioso principal, cons-
ramento vertical, versión cantonesa del talud-tablero, truido en la parte alta de la Unidad Sur, hay otros cen-
igualmente utilizado en el valle poblano-tlaxcalteca tros secundarios con ese carácter distribuidos por toda
(García Cook, 1973, 2004, 2014b; García Cook y Meri- la ciudad. Existe un barrio en la Unidad Central que en
no Carrión, 1991). Cantona es, en resumen, una gran esa etapa compite, al parecer, por el control de la ciu-
ciudad que tiene el control de la cuenca de Oriental y dad entera; a pesar que en la actualidad la zona donde
realiza un fuerte comercio con objetos de obsidiana.

Cantona I tardío (300 a. n. e. al 50 d. n. e.)


Para el inicio de la segunda parte de esta fase, Cantona
se consolida como una gran ciudad; puede considerarse
como toda una urbe. Se presenta ya un fuerte apogeo
cultural, la población crece notablemente y está pre-
sente un buen número de conjuntos arquitectónicos
cívico-religiosos. La ciudad cubre casi la totalidad de
las unidades Sur y Central, y la Norte se integra ya
con el resto del asentamiento. El número de unidades
habitacionales y de vías de circulación se multiplican;
lo mismo sucede con el control del tránsito en la ciudad,
pues el número de puestos de control de entrada-salida Fig. 64 Pirámide de unidad 70, con escalinatas sin alfardas.
y de postas militares se incrementa. Para el 200-150 Fuente: Proyecto Especial Cantona.

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Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

se asentaba se encuentra muy destruida, aún podemos


observar la presencia de cuatro canchas de juego de
pelota —15, 19, 20 y 24—, algunos de los cuales son los
más antiguos construidos en el asentamiento durante
Cantona I temprano. En el centro cívico-religioso prin-
cipal, que se inicia como la gran Acrópolis de la ciudad,
hay para ese momento seis canchas de juego de pelota
—1, 4, 8, 18, 21 y 22—, de las cuales cuatro forman parte
de conjuntos arquitectónicos alineados, mientras que
en las de la Unidad Central sólo una –el jp 15– forma
parte de un conjunto arquitectónico alineado. En el
centro cívico-religioso de la Unidad Sur ya están en
Fig. 65 Pirámide de la unidad 71 con escalinatas con alfardas. uso varias —cuando menos siete— plazas hundidas con
Fuente: Proyecto Especial Cantona. pirámide en alguno de los lados. Por otra parte, no está
clara la presencia de algún centro cívico-religioso con
esas características en la unidad central, puesto que
buena parte de la superficie fue arrasada para los cul-
tivos agrícolas actuales, pero, si las hubo, debieron
existir como máximo dos de esas plazas con pirámide,
aunque de dimensiones menores. Pero fue el centro cí-
vico-religioso ubicado en la cima de la Unidad Sur el que
llegó a tener el control político-económico-religioso
de toda la ciudad, por encima de los demás centros se-
cundarios —al menos 20 para Cantona I tardío—, que
se tratan de centros político-religiosos de barrio, con
sus propios dirigentes, pero dependientes del poder
central. Podemos aseverar que a partir del 200 a. n. e.,
Cantona ya es una urbe, la primera en erigirse en el
Altiplano central de nuestro actual México.
Hacia el final de esta segunda parte de Cantona I,
la Unidad Norte ya cuenta al menos con dos juegos de
pelota y el número de unidades-habitacionales también
se multiplica. Debieron existir algunas plazas —con
pirámide— con carácter cívico-religioso; conocimos
una de ellas, pero la gran destrucción allí realizada
arrasó —y sigue arrasando— con la mayor parte de las
evidencias de construcciones arquitectónicas.
Para esas fechas de Cantona I, los excedentes de la
producción —o apropiación— agrícola eran controla-
dos por el Estado; conocemos tres conjuntos de silos
o depósitos subterráneos que se localizan en el centro
cívico-religioso principal y dos más, aislados —los más
grandes— en la unidad 209 y en El Palacio, los cuales
sustentan esta hipótesis (García Cook, 2004, 2009;
García Cook y Martínez Calleja, 2012). Desde luego,
existen silos en algunas unidades habitacionales que
hacen las veces de depósitos familiares o locales.
Se nota asimismo la llegada, hacia el 150-100 a. n. e.,
de un buen número de personas a la ciudad, al parecer
procedentes de algunos asentamientos (más de 100)
existentes en el área —mitad norte de la cuenca de
Oriental—, los cuales quedan deshabitados. El desa-
rrollo acelerado de Cantona produce el éxodo de los
Fig. 66 Dibujo de planta y perfil del elemento 1 del Conjunto habitantes de varios asentamientos humanos hacia
de Juego de Pelota 5. la ciudad.

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La cantidad de construcciones con carácter defensi- la cima, al parecer para recibir en algún momento los
vo (postas, fortines, terrazas superpuestas y estructu- restos de esos personajes —o de alguno de ellos—, que-
ras de control entrada-salida) también se incrementa; dó sin utilización. Además de la destrucción de la esca-
todos los accesos al centro-cívico-religioso principal lera, las esculturas que adornaban la pirámide fueron
han sido construidos y la entrada-salida está totalmen- arrojadas por las escaleras hacia la base, al poniente
te controlada. La producción de objetos de obsidiana de la misma, donde se localiza la fachada principal de
para su exportación e intercambio también se incre- esta estructura arquitectónica (García Cook y Merino
mentó notablemente. Carrión, 1997, 1998b; García Cook, 2003) (figuras 63,
En síntesis, tenemos que para la parte media de Can- 67 y 68).
tona I, por el 350-300 a. n. e., inicia el gran apogeo cul- En algunas de las construcciones mayores se conti-
tural de Cantona, mismo que perdura hasta la segunda núa, al menos durante el primer tercio de Cantona II,
mitad de Cantona II, y para el 400-450 d. n. e., se ob- con el uso del talud paramento vertical, básicamente
serva una disminución en las condiciones de la ciudad para el último cuerpo, el cuerpo superior de las pirámi-
y sus habitantes, y para el 600 d. n. e., el apogeo ya ha des. Pero de manera general ya sólo se construye con
desaparecido. Hacia esas fechas —550-600 d. n. e.— se cuerpos superpuestos en talud. Desde luego continúan
produce un golpe de Estado o una gran rebelión inter- en uso las estructuras arquitectónicas —pirámides y
na, y aun cuando la ocupación de Cantona continúa y basamentos que delimitan plazas—, que fueron cons-
llega a tener mayor presencia en el Altiplano central, el truidas con talud paramento vertical durante Cantona
comportamiento cultural, sin embargo, ya es distinto. I. Las alfardas que delimitan las escalinatas de las pirá-
De esto se escribe más adelante. mides fueron construidas, al igual que las de Cantona
I, a partir de cuerpos escalonados, salvo la pirámide
Cantona II (50 al 600 d. n. e.) de la Plaza Oriente —hasta hoy la única conocida— o
Plaza de El Mirador, cuyas alfardas son corridas y des-
Cuando comienza la fase Cantona II ya se experimenta, de luego, no sólo asimétricas sino con dimensiones
e incrementa, el apogeo cultural que inició durante la diferentes en el ancho de las cuatro porciones que la
parte media de Cantona I, el cual llega a su máxima constituyen (figura 69).
expresión hacia el 200 d. n. e., y que se mantendrá por Para el inicio de la primera mitad de Cantona II, el
dos siglos más, hacia el 450 d. n. e., cuando tiende a número de canchas para el juego de pelota continúa
decrecer y el contexto se ve transformado totalmente en incremento y desde el 150-200 de d. n. e. se regis-
por una rebelión interna debida a un golpe de Estado. tra la mayor utilización de estos espacios, pues están
Situación que tuvo lugar por el 550-600 d. n. e. Esto
último se observa con claridad en las estructuras ar-
quitectónicas —pirámides— cívico-religiosas más im-
portantes del centro cívico-religioso principal, a las
cuales se les destruye la escalinata principal —y con
seguridad el “templo” o casa residencial construido
sobre ellas— y se abandona su uso y función para la
que estaba destinada: base de templo o de la residencia
de algún dirigente.
Conocemos siete pirámides a las que se les destruyó
las escalinatas de acceso a su cima, ubicadas en la Acró-
polis, y algunas más —con plaza— en el resto de la ciu-
dad, cuya utilización cesó por estas fechas (550-600
d. n. e.). También conocemos la “suerte” que corrieron
los “jefes” que ocuparon la pirámide principal, que
cierra al oriente el conjunto arquitectónico del jp 5
—aunque para esas fechas la cancha, al menos la que
se conoce, aún no había sido construida—: muerte y
sacrificio (canibalismo ritual) de los dirigentes, des-
trucción de sus objetos de poder (bastones de mando),
eliminación de los rasgos de la cara y destrucción de las
esculturas que, al parecer, los representaban; todo fue
depositado, junto con otros elementos culturales, en
un pozo construido de forma cilíndrica en la cima de Fig. 67 Escultura “matada” y restaurada en 2012, localizada al
la pirámide. Una sista o tumba construida también en interior del “pozo”. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

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Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

Fig. 68 Pirámide de la unidad 201, con escalera destruida por Fig. 69 Pirámide de la Plaza Oriente o de El Mirador. Vista de la
el 550-600 d. n. e. Fuente: Proyecto Especial Cantona. fachada, al poniente. Fuente: Proyecto Especial Cantona.

en función 20 canchas, excluyendo la construida ini- desaparecen los rituales y ceremonias religiosas, sí se
cialmente —el jp 19, que dejó de funcionar unos 100 nota cierto estancamiento cultural: no se producen
años antes—, y a partir de ese momento van a dejar de más elementos escultóricos en piedra ni se observa la
utilizarse varias de estas canchas: la del 10, 11, 13, 14, representación de dioses en la cerámica. En la esca-
20, 21, 24 y 26; pero va a comenzar a usar la del 2, 3, 7 sa escultura que se conoce se representa más a perso-
y 23. Por tanto, para el 400-500 d. n. e., el número de najes civiles (¿jefes?) y alguno que otro friso o adorno
juegos de pelota es de sólo 15 (Zamora, 2004). arquitectónico.
La densidad de población continúa creciendo, tanto Por lo hasta hoy conocido podemos agregar que en
por la reproducción local como por la llegada de otra esta etapa ya no se construye ningún edificio monu-
gente a la ciudad, por lo que las unidades habitaciona- mental, salvo la cancha para el cjp 5 y otra muy chica
les se multiplican, así como las vías de circulación, las (de 5×3 m), a manera de maqueta, levantada hacia fi-
cuales al parecer aún se construyen durante Cantona nales de Cantona II e inicios de Cantona III dentro de
II temprano. Las relaciones con grupos que habitan en una unidad habitacional. Se incrementa el número
la parte central del Golfo de México, en el occidente de elementos arquitectónicos con carácter defensivo:
del actual territorio nacional o en el Bajío también se postas en las calles y unidades habitacionales de élite,
incrementan, y con ello, los intercambios comerciales se cierran y estrechan algunas vías de circulación; se
a través de los objetos de obsidiana producidos en Can- construye un foso al exterior suroeste de la ciudad
tona; aumenta también el número de asentamientos y en general se hacen obras para mayor vigilancia y
que adquieren la obsidiana que exporta Cantona. control de la circulación humana.
Por el 550-600 d. n. e., como anotamos anteriormen- En Cantona III se ocupó toda la superficie conocida
te, se produce una rebelión interna, a manera de golpe de la ciudad, 1 453 ha; por tanto, ése fue el momento
de Estado; a las estructuras arquitectónicas mayores en que se ocupó el mayor número de unidades habi-
—pirámides— se les destruye la escalera —se les des- tacionales cerradas —se ha inferido que eran aproxi-
acraliza—, se asesina a los jefes y/o sacerdotes y se les madamente 7 500— y vías de circulación dentro de la
sacrifica —al menos a algunos de ellos— y se produce ciudad; se calcula en torno a 4 000 el número de calles
un cambio en el régimen de gobierno. Si bien durante existentes en la fase. Todo esto se logró, al parecer,
Cantona I y Cantona II gobernaba —al parecer— una durante el primer siglo de Cantona III, entre el 600
teocracia con una fuerte alianza militar, ahora estos y el 700 d. n. e., pero para esas fechas el número de
últimos, los militares, tomarán el mando, apoyados canchas para el juego de pelota era de tan sólo 10, y
desde luego en un “sacerdocio” supeditado, o bien, los las estructuras arquitectónicas cívico-religiosas se ven
sacerdotes se transforman en los militares dirigentes también reducidas drásticamente. Hacia el 800 d. n. e.
del nuevo gobierno. Así, a partir del 600 d. n. e., la ciu- ya sólo estaban en uso cinco juegos de pelota, entre
dad se fortifica aún más. ellos el pequeño, a manera de maqueta.
El número de habitantes también llegó a su máxima
Cantona III (600 al 900-950 d. n. e.). expresión durante Cantona III, se ha calculado entre
90 000 y 93 000.
Esta etapa inicia con el cambio de régimen guberna- Cantona es para este periodo (600 al 900 d. n. e.) la
mental, la dirigencia es totalmente militar y si bien no ciudad más grande e importante del Altiplano central,

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Arqueología 57 • abril, 2019

sólo le compiten Xochicalco, cinco veces menor; Ca- las casas habitación y sobre éstas el techo y, por tanto,
caxtla, ocho veces más chica, incluyendo Xochitécatl se habitaba sobre el piso natural (aunque emparejado)
de este momento, y Tula Chico, también unas cinco del terreno; desde el inicio de la ciudad —principios
veces más pequeña. Para entonces (por el 600 d. n. e.), de Cantona I— hasta el 900-950 d. n. e., toda la pobla-
Cholula ha desaparecido como gran ciudad, lo mismo ción cantonesa había construido sus unidades habi-
que Teotihuacan, poco después (por el 650-700). Pero tacionales, populares o de élite, sobre basamentos
Cantona se mantiene, repetimos, como la ciudad más elevados, por lo que el cambio a vivir sobre el terreno
grande e importante de Altiplano central. puede indicar la presencia de otros habitantes en el
La producción de obsidiana continúa en gran escala lugar, quienes —quizá— cuidaron el no retorno y re-
al menos hasta el 800 d. n. e. y a partir de ese momento ocupación de los cantoneses a su ciudad. Así, para el
aparenta disminuir, al menos la elaborada en los talle- 1000-1050 d. n. e., Cantona se desocupa totalmente y
res estatales, y se observa la presencia de dos talleres no vuelve a poblarse durante la época prehispánica.
fuera de la ciudad, aunque inmediatos a ella, en los que Confiamos en haber otorgado una idea del compor-
la producción se mantiene hasta el 1000 d. n. e. Desde tamiento —origen, desarrollo, apogeos y desocupa-
luego, varios asentamientos ubicados al norte de la ción— de Cantona, que en cierta bibliografía se puede
cuenca de Oriental cuentan con talleres líticos para la ampliar y detallar la información aquí presentada, e
producción de artefactos de obsidiana, pero producen igualmente, como se indicó, se cuenta ya con un museo
para el consumo interno más que para el intercambio de sitio, donde se puede observar algunos materiales
con poblaciones ubicadas a grandes distancias. culturales que fueron utilizados por los habitantes de
Para el 900 d. n. e. se inicia un despoblamiento ace- Cantona a lo largo del tiempo.
lerado: de los 90 000 a 93 000 habitantes que hubo en
el 750 d. n. e. (desde el 650 hasta el 900 d. n. e.), hacia el El desarrollo cultural en la
950 ya sólo aparentan permanecer en torno a 5 000 po- cuenca de Oriental
bladores, situación que continuará entre 50 y 100 años
más, hasta desocuparse totalmente el asentamiento. Respecto de la exploración arqueológica de área en la
mitad norte de la cuenca de Oriental en la que se desa-
Cantona IV (900-950 al 1000-1050 d. n. e.) rrolló Cantona, debemos indicar que han sido revisados
poco más de 1 700 km², en los que se han localizado
Hemos llamado Cantona IV al periodo de acelerada 326 sitios arqueológicos. Con base en ello y apoyado en
desocupación de la ciudad. Todo parece indicar que el los materiales culturales provenientes de los sondeos
abandono de Cantona se dio repentinamente y que los y excavaciones llevadas a cabo en 15 asentamientos
habitantes se fueron en grupos no mayores a 3 000 o humanos diferentes, así como en quince fechamientos
5 000 personas y se dispersaron totalmente. No cono- logrados por carbono 14 y se estableció, igualmente,
cemos alguna población prehispánica, salvo El Tajín, una secuencia cultural de cinco fases y una más que se
ni al oriente del Altiplano central ni hacia la costa del vislumbra, pero que aún no se consolida. Las fases son:
Golfo de México que cuente con gran número de habi-
tantes, lo que nos está indicando que los pobladores de • Sotolaco: del 1000-1100 al 650-600 a. n. e.
Cantona se dispersaron en grupos pequeños a la salida
• Payuca: del 300 a. n. e. al 100 d. n. e.
de la ciudad y se fueron a ocupar un gran número de
poblados ya existentes; quizá se asentaron con fami- • Alchichica: del 100 al 600 d. n. e.
liares o conocidos, o bien, fundaron, fuera de la mitad
• Xaltepec: del 600 al 900-950 d. n. e.
norte de la cuenca de Oriental, nuevos asentamientos
humanos. Y apuntamos, fuera de la cuenca de Oriental, • Tenextepec: del 900-950 al 1050-1100 d. n. e.
porque también por esas fechas (900 a 1100 d. n. e.), el
número de lugares que la habitan disminuye, e igual- Existe un texto publicado por García Cook (2009)
mente los asentamientos humanos son abandonados y en el que, aunque analiza sólo algunos de los asen-
al menos la mitad norte de la cuenca de Oriental queda tamientos, ya otorga una idea del comportamiento
desocupada totalmente. de dicha cuenca durante su ocupación humana. Todo
No contamos con elementos para indicar que Can- lo ahí asentado sigue vigente, sólo que ahora se ha
tona haya sido tomada y ocupada por otros grupos hu- consolidado con un mayor número de ejemplos.
manos, pero sí se ha observado que durante Cantona Los asentamientos en la cuenca de Oriental estu-
IV se erigieron algunos elementos arquitectónicos que vieron en constante interrelación con Cantona. Las
son diferentes a los conocidos durante el desarrollo de primeras poblaciones son contemporáneas o poco más
Cantona. Se trata de muros o cimientos sobre los que antiguas que los primeros habitantes de Cantona y
se construían las paredes (de material perecedero) de todas aparentan provenir del valle poblano-tlaxcalteca

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Cantona: un bosquejo de su desarrollo cultural

o de más al sur —valle de Tehuacán—, como una ex- 2012 El surgimiento de las grandes ciudades
pansión de los pobladores de esta región sur inmediata. del Altiplano central y el comportamiento
Entre el 700 a. n. e. y el 150 a. n. e. se presenta un gran de Tlaxcala durante el llamado “periodo
apogeo cultural tanto en la cuenca de oriental como en Clásico”. Ponencia presentada en el Congreso
Cantona, al igual que en el valle de Puebla-Tlaxcala. Internacional Tlaxcala Pasado y Presente:
Justo por el 150 a. n. e. —Payuca medio— se da una des- Investigaciones Antropológicas Recientes.
ocupación masiva de más de cien asentamientos hu- unam / Gobierno de Tlaxcala, México.
manos de ese valle, cuya población se va a residir a dos 2014a Tlaxcala a la llegada de los españoles según
sitios: a Cantona —en concordancia, allí se nota la lle- las evidencias arqueológicas. México, inah
gada de gente—, la cual es ya toda una urbe, y a Cho- (Arqueológica, serie Logos).
lula, que surge como ciudad. 2014b Los talleres estatales en Cantona, Puebla. En
De ahí en adelante sigue la desocupación poblacio- L. González Arratia y L. Mirambell (coords.),
nal de la cuenca de Oriental y el incremento de la mis- Estudio de la lítica arqueológica en Mesoamérica.
ma en Cantona y Cholula, además que ahora ya surgió México, inah (Arqueológica).
otra gran ciudad al oeste inmediato: Teotihuacan, la
que sólo dura como gran urbe por unos 600 años. García Cook, Ángel, Martínez Calleja, Y., y Morales Vigil, E.
Cantona se desocupa aceleradamente por el 1050 2006 Proyecto Arqueológico Cantona y del Norte de
d. n. e. y la cuenca de Oriental también deja de tener la Cuenca de Oriental. Informe de la temporada
asentamientos humanos de ocupación permanente por 2005. Archivo Técnico de la Coordinación de
el 1100-1150 d. n. e., unos 400 años antes de la llegada Arqueología-inah, México.
del colonizador hispano.
Hay mucho todavía que conocer y comentar sobre García Cook, Ángel, Tenorio, D., Jiménez Reyes, M.,
la cuenca de Oriental y Cantona, pero con lo aquí es- Monroy Guzmán, F., y López Reyes, C.
crito creemos haber otorgado una idea resumida de lo 2010 Estudio de procedencia de obsidiana
que fue esta gran ciudad y el desarrollo de su entorno arqueológica de Cantona Puebla. Arqueología,
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40
Análisis de los materiales óseos
de la Plaza de los Cuchillos
Fríos de Cantona, Puebla
Liliana González González
Dirección de Estudios Arqueológicos-inah
Proyecto Cantona

Resumen: En este artículo se presenta el análisis antropológico de 18 entierros procedentes de la Unidad 201, también conocida como Plaza de
los Cuchillos Fríos, localizada en el centro cívico-religioso principal del sitio arqueológico de Cantona, Puebla. En conjunto con la información de
campo y los resultados osteológicos se logró inferir de qué forma los individuos ahí depositados participaron en la ceremonia efectuada en tiempo
y espacio relevante para todo el sitio.
Palabras clave: Cantona, Plaza de los Cuchillos Fríos, sacrificio, entierros, reutilización.

Abstract: This article presents the anthropological analysis of 18 burials from Unit 201, also known as the Plaza of the Cold Knives, in the Main
Religious Civic Center of the archeological site of Cantona, Puebla. In conjunction with field information and osteological results, it was possible to
infer that the individuals deposited there participated in the ceremony carried out at a time and place relevant for the entire site.
Keywords: Cantona, Plaza of the Cold Knives, sacrifice, burials, reuse.

E
n el presente trabajo se hace referencia al estudio piados y separados, iniciándose su análisis con los cri-
de los análisis osteológicos efectuados a los restos terios establecidos por la Dirección de Antropología
óseos humanos encontrados durante el proceso Física del Instituto Nacional de Antropología e Historia
de excavación que se realizó en la Unidad 201, también (inah), los cuales consisten en limpieza, separado, res-
conocida como Plaza de los Cuchillos Fríos, localizada taurado, marcado, embalaje e inventario. Como resulta-
en el centro cívico-religioso principal (ccrp), dentro del do, se logró un ordenamiento con base en el registro de
sitio arqueológico de Cantona, en el estado de Puebla. campo para los materiales, quedando en tres registros
Las excavaciones arqueológicas que se llevaron a previos: el primero corresponde a los individuos perte-
cabo en el lugar corresponden a diversas temporadas necientes a la “plaza” de la unidad; el segundo registro
de campo realizadas durante 2003, 2008 y 2009. Es se encuentra en la superficie de la pirámide mencio-
importante puntualizar que, aunque la muestra de nado como “cima”, y un tercero para el altar-ofrenda.
restos humanos recuperados en el sitio sea pequeña
en relación con las prácticas mortuorias, con tales fue Unidad 201 o Plaza de los Cuchillos Fríos
posible realizar una serie de inferencias de lo que allí
aconteció y así será posible conocer más de los secretos Se sabe de buena fuente, por la documentación exis-
que alberga esta civilización. tente de los trabajos de campo de 1993 a 1994, que
Cabe resaltar que la información de la unidad y la esta unidad era conocida como “plaza de la pirámide
ubicación de cada uno de los entierros se obtuvo gracias del pino”, por tener en su cima uno de estos árboles.
a la recopilación de la información de los arqueólogos En la actualidad se conoce como Plaza de los Cuchillos
que laboraron en la unidad, teniendo el primer contacto Fríos. Al parecer fue construida durante Cantona I (600
la arqueóloga Yadira Martínez Calleja y en temporadas a. n. e.) y usada a lo largo de todo el periodo correspon-
más recientes el arqueólogo Ricardo Leonel Jiménez y diente a Cantona II (50 d. n. e.-600 d. n. e.); su abandono
la P. A. Minerva Salomé Pulido, y cuyas investigaciones sucedió hacia el 550-600 d. n. e., periodo para el cual
dieron como resultado un trabajo publicado en 2014, se detectó un fuerte cambio sociopolítico en toda la
cuyo tema en específico son los materiales líticos ha- ciudad, que conllevó el decrecimiento del apogeo y se
llados (Martínez Calleja, 2014). transformó en una rebelión interna la cual ocasionó
Una vez que tuve conocimiento de la unidad y de un “golpe de Estado”.1
sus antecedentes, me dediqué a la tarea de recopilar el
material óseo recuperado de la Plaza de los Cuchillos 1  Propuesta realizada en su momento por el arqueólogo Ángel García Cook,
Fríos; posteriormente, estos materiales fueron lim- la cual hasta el momento no ha sido refutada.
Arqueología 57 • abril, 2019

El conjunto arquitectónico en estudio se localiza La unidad está integrada por una pirámide de 35 × 28 m,
en el ccrp del sitio arqueológico de Cantona, Puebla aproximadamente, una plaza cerrada de unos 32 × 27 m
(figuras 1 y 2); mide 63 m de este-oeste, por 44 m de en su interior. La pirámide cierra por el oriente a la plaza
norte-sur; se halla establecido en la parte elevada de y ésta, además de contar con un altar ubicado hacia el
la zona, y presenta una forma de cresta como conse- oriente, a escasos metros de la escalinata de la pirámi-
cuencia de múltiples coladas de lava. de, presenta un acceso hacia el centro poniente, de 7 m
Como bien lo puntualiza Martínez Calleja (2014), promedio de amplitud, frente al cual cruza una vía de cir-
para complementar la información de la unidad des- culación —calle 48—, que separa a la Unidad 201 de la
pués de haberla ubicado en tiempo y espacio:

Este conjunto se integra a la estructura urbana de la Acró-


polis a través de dos vías de comunicación, una al norte
—calzada principal que atraviesa de oriente a poniente,
toda la porción sur del centro cívico-religioso principal—
y otra al poniente, con orientación general norte-sur, a
través de la cual se accede directamente a la plaza hun-
dida; ambas vías forman también los límites norte y po-
niente, respectivamente, del conjunto. Al sur y al oriente
de la unidad se localiza una serie de terrazas, siendo éstas
el área habitacional. La unidad es un conjunto arquitec-
tónico de carácter religioso integrado por pirámide y
plaza hundida, cuya superficie fue delimitada mediante
la construcción de plataformas de cuerpos superpuestos
al norte, sur y poniente; al interior de la plaza se localiza
un pequeño altar de dos cuerpos, ubicado hacia el centro Fig. 2 Planta de la Plaza de los Cuchillos Fríos. Fuente: tomado
poniente y frente a la estructura principal. de Martínez Calleja (2004).

Fig. 1 Ubicación general de la Plaza de los Cuchillos Fríos. Fuente: tomado de Martínez Calleja (2004).

42
Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

Unidad 139 o Conjunto de las Concubinas, inmediata al cantidad de restos óseos, humanos y de animal (Martínez
poniente.2 Calleja, 2014: 173-175) (figura 3).
La pirámide está integrada por tres cuerpos en su
lado o fachada norte, oriente y sur y cuatro en su facha- Es sustancial comentar los hallazgos del contex-
da poniente, incluyendo la plataforma sobre la que se to ya que en su momento serán fundamentales para
apoya al límite oriente de la plaza al norte, existen seis sustentar la aportación del presente escrito; esto da
plataformas superpuestas más que continúan en los tres pauta a la descripción elaborada por Martínez Calleja
cuerpos de la pirámide, dando una apariencia de nueve relativa a dos puntos de concentración de materiales
cuerpos que conforman la pirámide de este lado (Martí- significativos para el sitio, pero con ausencia de ma-
nez Calleja, 2014). terial óseo; cabe resaltar que en otras concentraciones
cercanas se cuenta con presencia de elementos óseos,
Respecto de la plaza de la unidad, Pulido (2009) detallando lo siguiente:
agregó que el límite poniente está integrado por dos
plataformas elevadas, una a cada lado de la amplia Se reportaron otras dos concentraciones, ambas asociadas
entrada principal, la cual se localiza al centro-poniente a cráneos humanos y navajas prismáticas, todo colocado
de la plaza y se trata de acceso enlajado que la separa sobre un afloramiento y delimitado mediante un alinea-
en dos partes en su límite poniente. miento de piedras. En la tercera concentración es donde
Para retomar la información de la Unidad 201 se hace mención que dentro de los elementos asociados se
presenta a continuación la intervención y materiales encuentran algunos fragmentos de huesos largos con hue-
arqueológicos hallados en la plaza, en la cima y en el llas de exposición al fuego. Por último, en la sección su-
altar-ofrenda, describiendo cada uno de ellos como reste asociado a tranchets y un cuchillo con muescas se
acaban de ser mencionados. hallaron fragmentos de huesos largos y al noreste de esta
El registro de la plaza comenzó mediante un pozo sección también fueron hallados fragmentos de huesos
de 2 × 2 m que, de acuerdo con los hallazgos, tuvo que largos asociados (Martínez Calleja, 2014: 176).
ser ampliado hasta llegar a cubrir una superficie de
18 m2 (García Cook y Martínez Calleja, 2004; Martínez
Calleja, 2004). En esa superficie se definieron capas
estratigráficas, y en la segunda se descubrió una ofren-
da con 21 cuchillos de obsidiana, la que dio origen a
un trabajo detallado titulado “Función de algunos
instrumentos de obsidiana en las ceremonias rituales
de Cantona, Puebla” (Martínez Calleja, 2014), donde
se plantea que dichos cuchillos fueron utilizados en
algún proceso ritual, conclusión a la que se llegó me-
diante la observación de las piezas en un microscopio
de barrido; en este mismo trabajo, por fortuna, se en-
cuentran algunas puntualizaciones destacadas de los
entierros que serán mencionados en su momento. A
este respecto Martínez Calleja refiere:

Esta ofrenda se localizó en la plaza hundida al lado po-


niente del pequeño altar, debajo del primer escalón de la
escalinata, así como del enlajado de piedra cantera; ésta
cubrió un área de 8.00 m², conformada por 100 artefac-
tos elaborados de obsidiana (19 cuchillos, 2 tajadores, 41
navajas prismáticas, 15 tranchets, 11 puntas de proyectil
y 12 cuchillos con muescas); una punta de proyectil de
sílex, cinco objetos de cerámica (dos vasos, dos ollitas
miniaturas y un fragmento de brasero); seis artefactos en
hueso (un omechicahuaztli y cinco punzones); una mano
de molienda; una representación escultórica de un cara-
col; lascas de obsidiana, tepalcates, así como una gran

2  En la figura 1 se puede apreciar la ubicación de la Unidad 201 y su cercanía Fig. 3 Ubicación de ofrendas. Fuente: tomado de Martínez
como su contacto con la unidad arriba mencionada. Calleja (2004).

43
Arqueología 57 • abril, 2019

Respecto de los elementos óseos con exposición tér-


mica directa, Martínez Calleja comenta que es probable
que allí se haya realizado la cremación durante la rea-
lización de alguna ceremonia, ya que en los trabajos
de excavación —reporta—fue hallada una lentícula de
ceniza en el área, e informa además que fueron crema-
dos cuando el hueso aún estaba fresco; sin embargo,
la muestra para afirmar que estamos ante un contexto
de pira funeraria, por desgracia, es escasa.3
El segundo sondeo que realizó en la pirámide, espe-
cíficamente en la cima, dio pauta al segundo contexto
de interés, reportando para éste Martínez Calleja lo
mostrado en líneas subsecuentes.

Se localizaron cuatro cistas (la cista número 2 contuvo


un enterramiento humano); un “nicho” y siete enterra-
mientos humanos más. En la cista 4 de 1.10 × 0.80 m y
1.40 m de profundidad, cuya construcción cruzó un piso
de barro y de “ladrillos”, se exploró una ofrenda similar a
la localizada en el área de exploración en la plaza, confor-
mada por 10 cuchillos y un fragmento de bifacial; algunos
cortadores o tranchets; navajas prismáticas de obsidiana;
escápulas de venado, además de las cornamentas de dicho
animal; dos enterramientos humanos, y demás elementos
culturales: huesos humanos y de animal, fragmento de
bastón de mando, una cuchara de concha, una orejera
fitomorfa en piedra verde, etcétera (García Cook y Mar-
tínez Calleja, 2004; Martínez Calleja, 2004) (figura 4).

Uno de los hallazgos de la ofrenda correspondió


a un entierro primario directo en posición decúbito
lateral derecho flexionado, ubicado al sureste exterior
de la cista; por el contexto, se apreció que este indivi-
duo fue decapitado y su cráneo colocado sobre la caja
torácica con la cara facial orientada hacia el nadir; se
notó la ausencia de huesos correspondientes a la mano
derecha. En el entierro se hallaron una vasija, tres na- Fig. 4 Registro de la excavación en Cima U-201.
vajas prismáticas y una de cresta, colocada sobre el Fuente: tomado de Martínez Calleja (2015: 200).
cráneo; cuatro tranchets; varias escápulas de vena-
do, parte de una cornamenta del mismo animal y una de marcas de corte ubicadas en la base de las epífisis;
mandíbula de cánido, con evidencia de exposición al planteando que los instrumentos de obsidiana que inte-
fuego (Martínez Calleja, 2014: 182). graron la ofrenda fueron el instrumento empleado para
A partir de la información que se tiene de campo, la la actividad religiosa (Martínez Calleja, 2014: 183).
misma arqueóloga concluye, según sus observaciones,
lo siguiente: La cita anterior se retomará al final del presente
escrito, pero antes, conviene señalar que fue gracias
En esta ceremonia —o ceremonias­­—, parte esencial de a esta información que el análisis pudo ser más meti-
la liturgia fue el rito de sacrifico humano, que incluyó culoso con la finalidad de no dejar pasar ningún dato
el desmembramiento y, posiblemente, el desollamiento relevante.
y destazamiento, deducido a partir de las evidencias de En 2008 y 2009 se llevaron a cabo trabajos de ex-
restos óseos sin relación anatómica y por la presencia ploración, liberación, restauración y consolidación en
toda la unidad arquitectónica para que fuera abierta
3  En trabajos recientes en el ccrp se tiene registro de un entierro indirecto al público visitante. El arqueólogo responsable de esas
cubierto con una capa de ceniza, pero el individuo no presentó evidencia al-
guna de exposición térmica directa (Informe técnico de los trabajos realiza-
exploraciones fue Ricardo Leonel Cruz Jiménez, quien
dos durante la temporada de campo 2016, anexo 1). contó con el apoyo de la P. A. Minerva Salomé Pulido

44
Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

Martínez en 2008, pero fue hasta 2009 cuando se re- subperiosteal da como resultado un aumento de la diá-
portaron dos entierros, dando paso a nuestro último fisis y por lo tanto el hueso afectado se deforma” (Stein-
registro nombrado: Altar-ofrenda 1 y Altar-ofrenda 2; bock, 1976 citado en Lagunas y Hernández, 2000: 76).
la primera se localizó al norte inmediato de la plaza y la Individuo 2. Se trata de un adolescente de sexo mas-
segunda al oeste, donde está el acceso para la misma. culino, el cual presenta una tafonomía natural debido
Una vez conocido el origen de los materiales que son al lugar donde fue depositado.4 En primera instancia se
el eje del texto y sus elementos asociados, demos inicio infirió que el cráneo presentaba una deformación ce-
al análisis de los materiales óseos humanos, para lo fálica, pero por la cantidad y estado de los fragmentos
cual a continuación se expone la metodología utilizada del cráneo consideré que era aventurado confirmarlo.
para realizar esta labor. Presenta la misma osteopatología en cráneo que el
individuo 1; los dientes presentan desgaste y en una
Metodología antropológica del análisis pieza dental hipoplasia en el esmalte;5 por último, en
fragmentos de peroné y fémur aparece la evidencia
Para la estimación de la edad se tomaron los parámetros de periostitis.
internacionales establecidos en otras investigaciones Individuo 3. Se trata de un adulto joven cuyo sexo
(Bass, 1995; Brothwell, 1982 y 1987; Comas, 1976; Ube- no ha sido determinado. Presenta también hiperos-
laker, 1970, 1984; Hooton, 1947; Lovejoy et al., 1985; tosis porótica; en dientes, se observan caries, la cual
White y Folkerns, 2005). Para la estimación de sexo se consiste en una secuencia de procesos de destrucción
emplearon los parámetros morfológicos de Bass (1995), localizada en los tejidos duros dentarios que evoluciona
Brothwell (1987), Comas (1976), Ferembach et al. (1980). en forma progresiva e irreversible y que comienza en
Para la pequeña muestra en relación al cálculo de la superficie del diente y luego avanza en profundidad
estatura se aplicaron las tablas de Genovés (1966) y si- (Domínguez, citado en Barrancos y Rodríguez, 1999:
guiendo la propuesta de Del Ángel y Héctor Cisneros 239). Además, las piezas dentales tienen una notable
1980; sin pasar por alto a José Gamboa, Florencia Peña presencia de sarro o cálculos dentales, es decir, depósito
y Ma. Elena Pedraza (1983). de material básicamente cálcico, mezclado con restos
Para el estudio de las osteopatologías se aplicó el celulares y de alimentos; la cantidad de éstos es variable
método macroscópico, tomando en cuenta los criterios y depende de diversos factores como la saliva, la placa
aceptados para el diagnóstico paleopatológico (Broth- bacteriana de la boca, los hábitos masticatorios y el
well, 1982 y 1987; Ortner y Putschar, 1981; Salas, 1982 tipo de alimentación (Botella, Alemán y Jiménez, 1999:
y Steinbock, 1976) para establecer una inferencia ten- 186), y por último, se observa un marcado desgaste.
tativa, debido a que en algunos casos es necesario el En fragmentos de cúbito, fémur y tibia se observó
análisis radiológico. periostitis. Como particularidad del individuo, el fé-
mur izquierdo presentaba un ligero arqueamiento en
Resultado de análisis la diáfisis (figura 5).
Debido al estado de conservación y a lo incompleto
Registro 1: plaza del individuo, mencionar una osteopatología podría
ser aventurado pero se espera realizar un análisis a
Recordemos que los materiales proceden de tres re- detalle de este individuo en un futuro no muy lejano.
gistros: plaza, cima y altar-ofrenda. Para el caso del
primero se tuvo una complicación: debido a la escasa 4  Manchas de color por la depositación: en relación con las variaciones de
información decidí separar el material por elemento color en los horizontes estratigráficos, se puede decir que se asocian con
causas naturales (químicas y biológicas) o de conducta humana (Brito, 1999:
óseo para así realizar la restauración e iniciar la ardua 35), es decir, las manchas de igual forma son provocadas por el sedimento
labor; de ello se concluyó que había restos, en su ma- en donde se encontraron depositados los materiales óseos. Es producto de
yoría incompletos —algunos huesos fragmentados—, la depositación y de lo que contiene el sedimento, provocando diferentes
coloraciones, como lo menciona Barba, el color negro se puede presentar
en un estado de rango de conservación de regular a como producto de la precipitación del óxido de manganeso y humus. Los co-
malo, de ocho individuos de distintas edades y sexos. lores rojizos se deben principalmente a la incidencia del calor o al resultado
A continuación resumo cada uno. del movimiento del hierro en el suelo. El color blanco indica la presencia de
carbonatos y sulfatos de calcio (calcita y yeso) (Barba, 1991: 27-28, citado en
Individuo 1. Corresponde a un sujeto con rango de Brito, 1999: 35).
edad dentro de la primera infancia, sin determinar 5  Hay dos tipos básicos de hipoplasia: la hereditaria y la causada por factores
sexo, con osteopatologías como hiperostosis porótica ambientales. Las de tipo hereditario afectan ambas denticiones, la desigual
(o la primaria) y la permanente. Por el contrario, cuando el defecto es causado
ligera y ligera huella de periostitis; “ésta se caracteri- por factores ambientales, sólo se afecta una de las dos denticiones (a veces
za por la presencia de ‘estrías’ sobre la superficie del un solo diente) y suele haber cambios en el esmalte y en la dentina, por lo
hueso como reacción a la inflamación del periostio o menos en cierto grado. La importancia de utilizar ese defecto dental como
indicador reside en el hecho de que son testigos de periodos de estrés sufri-
membrana que recubre la superficie ósea. Cuando la dos por el individuo en edades muy tempranas y que afectaron la formación
inflamación del periostio es generalizada la respuesta de los dientes (Lagunas y Hernández, 2000: 83, 90).

45
Arqueología 57 • abril, 2019

te comentar que es una periodontitis supurativa aguda,


conocida como absceso apical agudo, la cual tiene su
origen en una infección de la pulpa que se prolonga
hasta el ligamento periodontal; a medida que aumenta
de tamaño el hueso se afecta, no habiendo reabsorción
ósea sino hasta estadios tardíos posteriores. El absceso
es una acumulación de pus en una cavidad anormal
formada por la desintegración de los tejidos; en el
hueso se observa un orificio a nivel de los alveolos en
cualquiera de las dos arcadas dentales, las cuales han
destruido la anatomía del hueso (Lagunas y Hernán-
dez, 2000: 83, citado en Talavera et al., 2006: 152). En
los los fragmentos de radio y fémur del individuo se
aprecia una ligera periostitis.
Individuo 7. Corresponde a un adulto joven de sexo
masculino, con hiperostosis porótica; en piezas den-
tarias se aprecia desgaste del maxilar, mientras que en
la mandíbula hay caries de punto con atrición en todos
los órganos dentarios; por último, en los fragmentos
de húmero, radio, fémur, tibia y peroné es visible la
periostitis.
Individuo 8. Debido al estado de conservación, pero
sobre todo a la mínima cantidad de la muestra, sólo se
logró observar en los fragmentos de cráneo hiperosto-
sis porótica; en las piezas dentarias que se encuentran
completas se aprecia un marcado desgaste y en diáfisis
de huesos largos se continúa con el mismo patrón de
periostitis.
En la siguiente tabla (figura 6) se simplifica la in-
formación de los individuos del registro de la plaza,
mientras que en la segunda se hallan las osteopato-
Fig. 5 Comparación del fémur arqueado. Fuente: Proyecto logías observadas de cada individuo, dividiéndose en
Arqueológico Cantona. craneales, dentales y poscraneales (figura 7)
Hasta aquí la información relativa a cada individuo
Individuo 4. Es un subadulto de sexo femenino. En perteneciente al registro de plaza.
la poca muestra6 se observó nuevamente hiperosto-
sis porótica; en piezas dentarias tanto de maxilar y
Núm. de Estado de
mandíbula con desgaste, caries de punto en algunos entierro
Sexo Edad
conservación
Observación
premolares y molares, así como sarro; en los huesos Incompleto y
1 Indefinido 1a. infancia Regular
largos (tibia y peroné) periostitis. fragmentado
Individuo 5. Se cuenta con menos de 60 % del indi- 2 Masculino Adol. Regular
Incompleto y
viduo, a pesar de ello se logró obtener la información fragmentado
Incompleto y
aquí expuesta; la edad se estimó a partir del brote 3 Masculino A-J Regular
fragmentado
dentario (Ubelaker, 1970), y se respaldó también en Incompleto y
las vértebras y huesos largos, por lo que se afirma que 4 Femenino S-A Regular
fragmentado
se trata de un infante de tercera infancia de sexo no Incompleto y
5 Indefinido 3a. infancia Regular
determinado. fragmentado

Individuo 6. En este caso se cuenta con un mayor 6 Indefinido S-A Regular


Incompleto y
fragmentado
porcentaje de la muestra del sujeto, pero el estado de
Incompleto y
conservación es de regular a malo, por lo que se dificul- 7 Masculino A-J Regular
fragmentado
ta el análisis; se concluyó que se trata de un subadulto, Incompleto y
8 Indefinido X Regular
sin estimar sexo. Presenta caries de punto en molares, fragmentado
abscesos en primer y segundo premolar, siendo relevan-
Fig. 6 Datos generales de los entierros de plaza.
6  Con una cuantificación de 24 fragmentos correspondientes al individuo. Fuente: elaboración propia.

46
Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

Núm. de Osteopatología Osteopatología Osteopatología Núm. Núm.


Conser-
entierro craneal dental poscraneal de en- Clase Tipo Indivi- Edad Sexo
vación
tierro duos
Hiperostosis
1 X Periostitis
porótica Ind. y
Caries tipo 1, 1 Primario Indirecto 2 Adol mascu- Regular
Hiperostosis lino
2 hipoplasia en el x
porótica
esmalte A-J O
2 Primario Indirecto 1 Ind. Mala
A-M
Caries tipo 3, perisotitis y fémur
Hiperostosis
3 sarro, desgaste ligeramente Ind.
porótica Adol
3y2 arqueado 3 Primario X 2 y Regular
y s-a
femenino
Desgaste tipo 3,
Hiperostosis
4 caries de punto, Periostitis 4 Primario X 1 Adol Ind. Regular
porótica
sarro
5 Secundario X 1 Adulto Masculino Bueno
5 X X X
6 Primario X 1 Adulto Ind. Regular
Caries de punto,
1a.
6 X desgaste 2, Periostitis
infancia, Regular
abscesos 7 Primario X 7 Ind.
adol. y a mala
Hiperostosis Desgaste tipo adultos
7 Periostitis
porótica 2y3
8 Primario Indirecto 1 Adulto Femenino Buena
Hiperostosis
8 Desgaste 2 Periostitis
porótica Fig. 8 Datos generales y del sistema de enterramiento de los
entierros de la cima. Fuente: elaboración propia.
Fig. 7 Osteopatologías observadas en los entierros de plaza.
Fuente: elaboración propia.

Registro 2: cima
Como se aprecia en la figura 8, el entierro aparece
A continuación se registran los datos correspondientes con un estado de conservación regular a pesar de estar
a los entierros hallados en la cima, tratándose de ocho incompleto y de que la mayoría de los huesos se en-
individuos. La información general se condensa en la cuentran fragmentados. Se identificó a dos individuos
tabla correspondiente (figura 8). al momento de realizar la limpieza del material, así
La información particular para los entierros de la como 11 fragmentos de cerámica, 9 fragmentos de lí-
cima inicia con la información del contexto de cada tica, 19 fragmentos de huesos de animal, 6 fragmentos
uno, así como algunas particularidades comentadas de hueso con exposición térmica directa e indirecta y
en su momento en campo, salvo el entierro 1, que no una cuenta de caliza.
cuenta con información propia, pero es mencionado Al analizar a los individuos del entierro se determi-
en el contexto de otro entierro. nó que ambos eran adolescentes; uno de ellos presenta
Entierro 1. Se halló como parte del contexto de la algunas carillas articulares osificadas, gracias a lo cual
cista 2, la cual tiene forma circular y está construida se realizó la identificación y separación de los sujetos.
por rocas de basalto; los individuos que conforman Para el individuo 1 se determinó que, al momento de su
el entierro se encontraban descuartizados o desmem- muerte, su edad comprendía la adolescencia, sin deter-
brados (Martínez Calleja, 2003). Debido a dichos an- minar sexo; por otra parte, al individuo 2 sí fue posible
tecedentes fui más cautelosa en el análisis, pero por determinarle el sexo: masculino. Ambos individuos
desgracia no se observaron marcas de corte, posible- presentan hiperostosis porótica y cribra orbitalia, “una
mente se tuvieron confusiones en campo con algunas lesión ósea de la infancia que afecta a los huesos del
tafonomías naturales, como pueden ser los canales cráneo, la cuenca de las órbitas y se manifiesta en for-
dendríticos, principalmente, que consisten en “marcas ma de cribas o porosidades” (Rivero de la Calle, 1987:
dejadas por las raíces de la flora que se encuentra en el 475), que “se asocian con la anemia por deficiencia de
medio, en este caso se tienen yucas, biznagas, nopales hierro causada por procesos infecciosos, parasitosis y
y algunas raíces de árboles, o como bien lo menciona un desbalance en la dieta” (Goodman, 1985, citado en
Brito: “El crecimiento de vegetación también afecta la Lagunas y Hernández, 2000: 90); en algunas piezas
estructura de las partículas dentro de un contexto. Por dentarias se detecta la hipoplasia en el esmalte, ade-
ejemplo, cierto tipo de vegetación forma numerosas más de sarro, caries de punto y desgaste; en huesos
raicillas que penetran entre las capas estratigráficas largos se aprecia ligera periostitis; se puede observar
y generan grietas. Asimismo, en algunas ocasiones en la figura 9 un ejemplo de perforación olecráneana
llegan a perforar los restos óseos” (Brito, 1999: 40). del individuo 1.

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Arqueología 57 • abril, 2019

Entierro 3. Se asienta la siguiente información tex-


tual realizada en campo:

Localizado al noreste de la cista 2, delimitado por lajas


de cantera colocadas de manera vertical, separando el
cráneo del resto del cuerpo; cráneo que fue colocado sobre
una base de rocas de basalto. Exactamente de la misma
manera en que se colocó el entierro 1. Se trata de un en-
tierro primario múltiple, sin disposición anatómica, por
lo que asumimos que el individuo fue desmembrado; el
cráneo se colocó con una orientación este-oeste, con el
cráneo facial viendo hacia el oriente. Restos de un segun-
do cráneo se localizaron sobre algunos huesos largos. Se
localizaron varias piedras con aristas trabajas, igual que
el entierro 2 (Martínez Calleja, 2003: 74).

Se pudo corroborar que el entierro está conformado


por dos individuos incompletos con material asociado
como piezas dentarias y fragmentos de huesos largos,
algunos de los cuales presentan exposición térmica
directa. A continuación se describe cada uno.
El individuo 1 se trata de un adolescente de sexo no
determinado, incompleto; un fragmento de mandíbu-
la presenta marcas de corte, y es el único fragmento
de toda la osamenta del individuo que las presenta,8
a pesar de tener huesos largos de un tamaño consi-
Fig. 9 Perforación olecraneana en húmero del individuo 1. derable y en un estado de conservación regular, que
Fuente: Proyecto Arqueológico Cantona. permitiría la observación de otros cortes, de haberlos.
El cráneo tiene presencia de hiperostosis-porótica; en
Entierro 2. Se presenta la información de campo del las piezas dentarias de la mandíbula con desgaste se
entierro, con la que se contó para el pronto análisis.7 observó sarro, caries de punto y en huesos largos sólo
se detectó ligera periostitis.
Ubicado al sur del pozo 1, a 0.14 metros de la superficie El individuo 2 es un subadulto de sexo femenino
y hasta los 0.34 m de profundidad, situado al oriente del (figura 10). Nuevamente, en fragmentos de cráneo se
nicho. Es un entierro primario incompleto, colocado sobre observa espongio hiperostosis y cribra orbitalia; en
una base de rocas de basalto con la cara superior plana; piezas dentarias se encontró sarro, caries de punto y
se le encontró asociado con varias piedras de tipo meta- desgaste; en huesos largos, periostitis con presencia en
mórfico, de colores rojo, café y verde, así como fragmentos húmero de agujero o perforación olecraneana (figura
de caliza, todas ellas tienen sus aristas trabajadas. No 10). Por otro lado, es importante mencionar que se
hubo algún otro material cultural asociado (Martínez repite la presencia de una buena muestra de material
Calleja, 2003: 74). óseo registrado como asociado, el cual se mencionará
posteriormente.
Dado el estado de los huesos, la estimación de edad Entierro 4. La siguiente información ha sido reca-
se logró oscilar entre adulto joven o adulto medio, sin bada del informe de campo del entierro:
haber determinado sexo; la muestra del cráneo presen-
ta hiperostosis porótica y en huesos largos periostitis. Se localizó al noreste inmediato de la cista 2, estaba deli-
En la limpieza del material se localizaron 2 navajillas, mitado por piedras de basalto y sobre una base del mismo
9 fragmentos con exposición térmica directa y 8 frag- material. Entierro primario con evidencias de desmem-
mentos de huesos largos; en líneas posteriores se hará bramiento y sin relación anatómica precisa y sin orienta-
énfasis en los huesos registrados como asociados. ción visible. El cráneo se encontró en malas condiciones.
No hubo otros elementos culturales asociados a los huesos
7  Es importante comentar nuevamente que la información inicial de cada (Martínez Calleja, 2003: 74).
entierro fue mi antecedente para la realización del análisis; esa información
de campo fue elaborada por la arqueóloga Yadira Martínez Calleja, y después
se describe la información del análisis; por ello se pueden detectar ciertas 8  Y es además el único caso con esa característica entre toda la muestra de
contradicciones en el texto. entierros analizada para este escrito.

48
Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

En el fémur izquierdo se observó un osteofito, “te-


niendo íntima relación con el desgaste de las articula-
ciones, lo que podría ser consecuencia de la edad y/o de
las fuertes actividades de los individuos” (Valenzuela,
2010: 66).
Entierro 5. Se trata únicamente de un cráneo y su
contexto fue el siguiente:

Localizado al noreste de la exploración, delimitado por


una serie de piedras de basalto, las cuales forman una
especie de cista. Es un entierro secundario, sólo se loca-
lizó el cráneo —con deformación craneal oblicua— que
presentaba una orientación noreste-suroeste. Quizá fue
retirado de su enterramiento original ¿el de la cista 1?;
por su ubicación y profundidad es poco probable que sea
contemporáneo con los anteriores (Martínez Calleja,
2003: 74-75).

Se tuvo como resultado un cráneo completo con man-


díbula completa perteneciente a un adulto joven mas-
culino con deformación o moldeado cefálico intencional
tipo tabular erecto anular (figura 11). El cráneo presenta
surco poscoronal y banda supra orbitaria, aquillamiento
de la sutura sagital y numerosos huesos wormianos en
la sutura lamboidea y doble agujero parietal a los lados
de la sutura sagital (epigenéticos) (figura 11).
Presenta plagiocefalia anterior izquierdo, posterior
derecho con desplazamiento de la sutura sagital hacia
el lado izquierdo; como consecuencia de la plagioce-
falia se encuentra más desarrollada la mastoide de-
recha. Se observa una huella de fractura en el borde
superior de la órbita de lado derecho, plageo prosopia
(asimetría facial) con la órbita derecha más baja que la
izquierda. Probable proceso infeccioso en el occipital
y osteoporosis en bóveda.
Fig. 10 Individuo 2 del entierro 3 “cima”. Fuente: Proyecto El maxilar presenta todas las piezas dentarias. De
Arqueológico Cantona. lado izquierdo hubo pérdida post mortem del tercer
molar, ligero desgaste en molares y premolares, en el
El individuo corresponde a un adolescente, sin haber segundo molar de lado izquierdo presenta dos puntos
podido determinar el sexo. Como en los casos anterio- de caries en la cara oclusal, en el segundo molar de lado
res, presenta material óseo asociado con hiperostosis izquierdo sólo presenta un punto; hay hipoplasia en el
porótica ligera; en piezas dentarias se observa caries esmalte en ambos incisivos centrales, ligera en ambos
de punto, sarro y desgaste. En todos los huesos largos caninos, y recesión alveolar con exposición de raíces y
se detectó periostitis y un posible inicio de un proceso ligera enfermedad periodontal (periodontitis crónica
de osteoporosis (descalcificación), la cual: generalizada), que consiste en “la reabsorción local o
general del alvéolo. Existe la necesidad de distinguir
Es la manifestación más frecuente de un desorden meta- entre ésta como consecuencia de una enfermedad del
bólico. Este término se refiere al decremento de la can- periodonto de la reabsorción alveolar producto de un
tidad del tejido óseo por unidad de volumen. El hueso absceso o pérdida del diente. En el caso de la enfer-
cortical se caracteriza por un marcado adelgazamiento medad periodontal, la raíz del diente queda expuesta”
del hueso y presenta una reducción en tamaño y núme- (Lagunas y Hernández, 2000: 82), además de dientes
ro de la trabécula. Se encuentran huesos excesivamente con mala oclusión y proclinación dentaria.
ligeros y frágiles. Otras características asociadas son las La mandíbula presenta en su lado izquierdo pérdi-
vértebras bicóncavas o excavadas y fractura de cuello da post mortem del segundo premolar; se registró que
en la cabeza femoral (Lagunas y Hernández, 2000: 86). el incisivo central, primer premolar, primer molar y

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Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 11 Cráneo del entierro 5 “cima” en el que se aprecia el moldeado cefálico. Fuente: Proyecto Arqueológico Cantona.

segundo molar tenían caries en la cara disto-lingual, con deformación craneal (¿tabular oblicua?), con el cráneo
que provocó la pérdida de 40 % de la corona, así como facial hacia el nadir. Fue colocado entre dos lajas de basalto
caries en la cara mesio-lingual sobre el borde coronal; que se apoyaban en los parietales y sobre el occipital fue
el tercer molar presenta caries en la cara oclusal. Del colocada otra laja de cantera, misma que presentaban inci-
lado derecho se observan dos incisivos, un canino, dos siones circulares simples. Asociados se localizaron: navajas
premolares, el primer y el segundo molar; hubo pérdida prismáticas de obsidiana, una vasija miniatura y un vaso
post mortem del canino y ante mortem del tercer mo- de tipo cerámico conocido como Molongo, fragmentos de
lar por proceso infeccioso o absceso; el segundo molar un cajete semejante al tipo Tlachichuca; fragmentos de es-
presenta caries en la cara oclusal, recesión alveolar con culturas —una es similar en forma a un Chac-mool así como
recesión de raíces, enfermedad periodontal, y hay lige- un “queso” (disco) de basalto y fragmentos de hueso hu-
ros cálculos dentales o sarro en incisivos y caninos. Los mano quemado— (Martínez Calleja, 2003: 75).
incisivos centrales muestran apiñamiento, que consiste
en “una afección dental que hace que los dientes estén En el registro inicial se mencionan dos vértebras que
muy juntos y se amontonen debido a factores genéticos, acompañaban al cráneo, pero por desgracia en labora-
alimenticios y evolutivos” (Talavera et al., 2006: 153), y torio sólo se tiene presencia de un cráneo incompleto;
una probable fractura en el cóndilo derecho, que provo- falta el temporal izquierdo, el hueso occipital, la base
có aplastamiento con ligero proceso de wornización en del cráneo y la mandíbula. Se trata de un individuo
la parte externa. A pesar que el entierro está compues- masculino, adulto-joven con moldeado cefálico inten-
to por cráneo y mandíbula, se presentó material óseo cional tipo tabular erecto ligeramente bilobulado (fi-
asociado, tratándose de 31 fragmentos muy pequeños gura 12).
de cráneo y un órgano dentario con sarro y caries de Presenta surco poscraneal con huella de banda su-
punto, restos que no correspondían al individuo. praorbitaria, plagiocefalia anterior izquierda posterior
Entierro 6. El registro de campo del cráneo incom- derecha y aquillamiento; plageo prosopia con la órbita
pleto del entierro es el siguiente: más baja hacia la izquierda que a la derecha; sutura
metópica completa, con dos huesos wormianos en la
Localizado al oriente del pozo 1, casi a nivel de la superficie. sutura coronal de lado derecho; ligera hiperostosis po-
Es un entierro primario incompleto, consta del cráneo de rótica en bóveda, y agujero parietal de lado izquierdo
un decapitado —se localizaron dos vértebras cervicales—, cercano a la sutura coronal.

50
Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

fermedad periodontal; presenta retención de los cani-


nos, un diente fisurado (esmalte estrellado) y fractura
dentaria.9
Es importante mencionar que debido al estado del
cráneo y para su preservación, los planos de Frankfort
no pudieron hacerse según las normas (figuras 11, 12
y 13).
Entierro 7. Se presenta el contexto donde fue hallado
puesto que nos da una idea de cómo iniciar el análisis.

Se localizó en la extensión este de la excavación, jus-


to arriba del área en que se localizaba la cista 4. Es un
entierro primario incompleto, del cual sólo se encontró
la pelvis, lo cual podría hacernos pensar que estos res-
tos y los del entierro anterior pertenecieron al mismo
individuo. Estaba asociado a materiales líticos: navajas,
cortadores o tranchets, una mano de molienda, fragmen-
tos de escultura, una de las cuales parece representar una
rana; así como varios fragmentos de huesos humanos
quemados, así como tiestos (Martínez Calleja, 2003: 75).

Se cuenta con varios fragmentos de huesos quema-


dos,10 en su mayoría de cráneo, que no corresponden a
ningún individuo del entierro 7; esto se concluyó debi-
do a la diferencia de exposición térmica a la que fueron
sometidos y a una variabilidad en las tafonomías natu-
rales, así como en la estructura; todos los fragmentos
presentan hiperostosis porótica. Es de sumo interés
que en el registro inicial de campo se consignen los
fragmentos de huesos para facilitar la separación en
laboratorio, y sobre todo, para que se realice un buen
análisis que concluya en una interpretación lógica.
En este entierro se pudo identificar siete individuos
incompletos. Se exponen a continuación, presentados
de manera decreciente en función de la cantidad de
elementos recuperados para cada uno.
El individuo 1 presenta un estado de conservación
regular y debido a lo fragmentado del material fue
imposible estimar edad y determinar sexo. Presenta
exposición térmica directa heterogénea, ya que observa
una coloración que va de marrón a blanca, es decir,
con grados de exposición de entre 100-150 °C inicial,
alcanzando casi los 1 000 °C (Rodríguez, 1987: 8-21).
En órganos o piezas dentarias se observan caries de
Fig. 12 Cráneo del entierro 6 “cima” en el que se observa el
punto, en huesos largos periostitis y específicamente
moldeado cefálico. Fuente: Proyecto Arqueológico Cantona.
en húmero perforación olecraneana.
El individuo 2 corresponde a un adolescente, sin
El maxilar presenta del lado izquierdo dos premola- haber podido determinar sexo. Presenta un estado de
res, el primer y el segundo molar; del lado derecho, el conservación regular; en sus piezas dentales se observa
primer premolar, con pérdida parcial de la corona en
su región vestibular, además están presentes los tres 9  Es importante mencionar que, aunque se trate de un cráneo, guarda in-
molares, pero hay pérdida ante mortem de los cuatro formación valiosa para el entendimiento de los sistemas funerarios realiza-
incisivos, los dos caninos, segundo premolar derecho y dos en la ciudad de Cantona debido a los tipos de materiales asociados y el
contexto donde se depositó. Se espera que en el futuro se pueda realizar un
tercer molar izquierdo; se observa ligero desgaste den- trabajo más detallado del entierro.
tal, recesión alveolar con exposición de raíces y en- 10  Con exposición térmica directa.

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Arqueología 57 • abril, 2019

caries de punto; en huesos largos ligera osteoporosis y amarrado para mantenerlo en esa posición, ya que las
presencia de osteofitosis vertebral, como se sabe, extremidades inferiores se encontraban sobre la “espal-
da”. El cráneo facial se encontraba hacia el nadir. Cráneo
es probable que este padecimiento tenga una relación que fue separado del resto del cuerpo para colocarlo en
directa con el trabajo físico desarrollado por la persona esta posición. No tiene los huesos del antebrazo, ni los de
afectada. Los cambios generalmente ocurren en las últi- la mano izquierda. Una navaja de cresta estaba colocada
mas vértebras dorsales y lumbares, lo que refleja afección sobre el cráneo. También se halló una vasija de silueta
en el área donde recae el peso cuando un individuo carga compuesta sobre la cual se colocó una cornamenta de
grandes volúmenes. El proceso degenerativo se presenta venado, a la cual se le separó parte de su “cubierta” y se
en la columna de dos modos diferentes: entre las facetas le rebajaron las puntas (Martínez Calleja, 2003: 75-76).
articulares, que constituyen verdaderas cápsulas sinovia-
les, y en la articulación intervertebral, que no tiene cáp- Gracias a su buen estado de conservación y a la ma-
sula sinovial, o sea, que se trata de sinartrosis, y se define yor cantidad de muestra se pudo determinar que se
como una entidad separada de las osteoartritis (Steinbock, trata de un individuo adulto de sexo femenino, el cual
1976, citado en Lagunas y Hernández, 2000: 79). presenta una deformación o moldeado cefálico tipo
tabular erecta asimétrico (figura 13).
El individuo 3 es un adulto, cuyo sexo no pudo ser de- Las osteopatologías que muestra el individuo son
terminado, pero a pesar de su estado de conservación hiperostosis porótica, principalmente en el frontal y el
regular y lo fragmentado, se pudo observar en cráneo occipital, también se observa cribra orbitalia; en piezas
hiperostosis porótica y ligera periostitis en fragmentos dentarias tanto de maxilar como de mandíbula se tiene
de huesos largos. Se contempla un calcáneo incompleto presencia de sarro, desgaste, reabsorción alveolar, que
derecho como material asociado. —como ya se había mencionado— es consecuencia de
En el caso del individuo 4, a pesar de la poca cantidad la pérdida de la pieza dental ante mortem, abscesos,
de muestra, se estimó que es un infante sin determinar huellas de gingivitis, caries y en huesos largos se tiene
sexo, muy incompleto, y con un estado de conservación periostitis; en fémur se aprecia, a la altura del primer
regular; con él se halló un hueso asociado sin identificar. tercio de la epífisis distal, una excrecencia ósea (osteo-
El individuo 5 ejemplifica que, entre menor cantidad fito) e inserciones musculares; en la tibia, una inserción
de muestras, las inferencias pueden ser refutadas con muscular, y por último, el peroné reporta una excre-
facilidad, pero me atrevo a considerar que se trata de sencia ósea muy marcada, posible exostosis, “ya que
un adolescente, tomando como referencia las piezas si son ligeras son osteofitos y si están muy marcadas
dentales y la osificación. son exostosis o espolones óseos” (Valenzuela, 2010).
Del individuo 6, debido a la característica tafonómica Debido a su estado de conservación y al presentar
que presentó, con una coloración diferente, se logra- huesos largos completos, se pudieron realizar algu-
ron separar los fragmentos de cráneo con presencia de nas mediciones, dando como resultado los siguientes
hiperostosis porótica, una vértebra dorsal completa y rasgos métricos: para el húmero, el índice diafisario
nueve fragmentos de costillas. se reporta con euribraquia, es decir, un aplanamien-
Del individuo 7 sólo se cuenta con cinco fragmentos to nulo o de forma redondeada;11 en cúbito, el índice
de cráneo y cuatro de costillas, con un estado de con- lénico con hipereurolenia, correspondiendo a cúbito
servación regular; al parecer corresponde a un adulto. redondeado; en fémur derecho el índice métrico se re-
En general, el entierro 7 ya contaba con material porta como platimérico (de forma aplanada), mientras
óseo reportado como asociado desde su registro ini- que el izquierdo, eurimétrico; para el caso de la tibia,
cial, teniendo muestras de huesos de humano y en su ambas con índice cnémico con euricmia, lo que quiere
mayoría de animal, al igual que lítica y cerámica, los decir que presentan un aplanamiento nulo o forma
cuales serán mencionados en párrafos posteriores. redondeada. De todo ello se concluye que el individuo
Entierro 8. Este último entierro cuenta con mayor realizaba actividad física cotidiana.
descripción en su contexto y es el más completo de toda Para concluir con este individuo, y tomando como
la muestra de la unidad; a continuación se presenta lo base las tablas de Genovés (1966) para los rasgos fe-
más significativo de su contexto: meninos, la talla calculada por huesos largos se tiene,
en húmero, 158.25; en fémur, 160.75; en tibia, 166.25,
Al suroeste de la cista 4 y a su misma profundidad, es- por lo que se encuentra en un rango de estatura de
taba delimitado por piedras de basalto y sobre una base 1.62 metros12 (figuras 14 y 15).
también de basalto. Al parecer forma parte de la misma
ceremonia en la cual se colocó la ofrenda de la cista 4.
11  Consecuencia de realizar actividades con esta extremidad.
Entierro primario en decúbito lateral flexionado, al pa- 12  El resultado obtenido rebasa el rango estimado para individuos femeni-
recer fue amortajado —de acuerdo con su posición— o nos observado por Talavera (1996 y 1998).

52
Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

Fig. 13 Posiciones del cráneo donde se puede observar el moldeado cefálico asimétrico del individuo 8 “cima”. Fuente: Proyecto
Arqueológico Cantona.

Osteopatología Entierro Osteopatología poscraneal y entesopatías


Entierro Osteopatología dental
craneal
1 Periostitis y perforación olecraneana
Hiperostosis
2 Periostitis
1 porótica Hipoplasia, caries de punto
y cribra orbitalia 3 Periostitis y perforación olecraneana

Hiperostosis 4 Periostitis, osteoporosis y osteofito


2 X
porótica 5 X
Hiperostosis 6 X
3 porótica Sarro, caries y caries de punto
y cribra orbitalia Periostitis, osteoporosis, perforación olecraneana y osteofitosis
7
vertebral
Hiperostosis
4 Caries de punto y sarro 8 Periostitis, osteofito y exostosis
porótica
Caries de punto, hipoplasia en el esmalte, Fig. 15 Osteopatologías poscraneales y entesopatías. Fuente:
5 X reabsorción alveolar, periodontitis y elaboración propia.
apiñamiento
Hiperostosis
6 porótica Periodontitis, reabsorción alveolar
Con estas tablas, en las que se simplifica la infor-
y cribra orbitalia mación, se concluye lo expuesto para los entierros que
Hiperosotisis conforman el registro de la pirámide, específicamente
7 Caries de punto
porótica los de la cima.
Hiperostosis Sarro, abscesos, reabsorción alveolar,
8
porótica caries, gingivitis Registro 3: altar-ofrenda
Fig. 14 Osteopatologías craneales y dentales de los entierros
de “cima”. Fuente: elaboración propia.
La Unidad 201, como se mencionó al inicio, también
fue intervenida en la temporada de campo 2009, la
cual estuvo a cargo el arqueólogo Ricardo Leonel. En
el tercer registro de la zona se hallaron dos entierros
humanos: altar-ofrenda 1 y 2, cada uno con distinto
contexto.

53
Arqueología 57 • abril, 2019

Altar-ofrenda 1. Se localiza al norte de la plaza de la En el caso de los huesos que formaron parte del con-
Unidad 201; forma parte del muro limitante entre texto de plaza, se cuantificaron 487 de ellos; tratándose
la unidad y una vía de comunicación. El individuo se en- de 136 fragmentos de cráneo; 25 de mandíbula y maxi-
cuentra incompleto, con un estado de conservación re- lar; 108 piezas u órganos dentarios; 84 de costillas; una
gular; se trata de un adulto-medio, sin haber podido de- clavícula; 20 vértebras; 40 fragmentos de huesos largos;
terminar sexo. Se observaron osteopatologías como 26 de carpos, metacarpos y falanges; 25 de iliaco; 2 de
hiperostosis porótica y un torus mandibular, respecto rótula y 20 de tarsos, metatarsos y falanges.
del cual es importante comentar que: En algunos entierros de la cima se localizaron frag-
mentos de huesos de humano, datos que dan origen a la
Se encuentra generalmente en ambos lados en el área figura 16, en la que se desglosa la cuantificación de 442
de los caninos, en la parte lingual de la mandíbula. Son de fragmentos, aunque en los entierros 4 y 7 se contempla
crecimiento lento y suelen ser multilobulados y pueden una gran presencia de huesos pertenecientes a fauna,
llegar a ser muy grandes. Aparece comúnmente en dos pero para la propuesta que se estipula en este escrito
localizaciones intraorales específicas: en la línea media se retoman únicamente los huesos humanos, los de
del paladar duro, denominándose torus palatinus, y en la animal no se incluyen.
parte lingual de la mandíbula en la región canina/premo- Estos datos nos hacen pensar en que los individuos
lar, denominándose torus mandibularis. Se cree que son que se analizaron no fueron los primeros en ocupar
reacciones a la fuerza de tensión ósea. El torus palatinus ese espacio, sobre todo, no se pueden considerar como
se encuentra en la línea media del paladar de más del materiales asociados o de relleno, por la vasta muestra
20 % de adultos. No está presente en pacientes jóvenes, con la que se cuenta y por el complejo arquitectónico
apareciendo sólo después de la pubertad en individuos donde se ubican; si se retoman los antecedentes de
susceptibles. Una vez iniciado, las lesiones pueden crecer otros sitios, Cantona no puede ser la excepción.
lentamente a lo largo de toda la vida. Las excrecencias La reutilización de las tumbas es descrita como el
consisten comúnmente en cuatro lóbulos uniformemente uso repetido de una fosa, es decir, se trata de un proceso
espaciados constituidos por hueso denso con fina capa de continuo. Cada entierro reciente se coloca en la tumba
mucosa tersa sobre la superficie. El torus mandibularis se y los entierros anteriores son removidos a un lado o api-
encuentra generalmente a ambos lados en el área de los lados cerca del recién depositado. Si la tumba comienza
caninos en la parte lingual de la mandíbula. Son de cre- a llenarse, los restos desarticulados de los ocupantes
cimiento lento y suelen ser multilobulados y pueden llegar anteriores pueden ser removidos totalmente de ella.
a ser muy grandes (Sapp et al., 2004). Este patrón de uso sugiere que los ensambles represen-
tan una continua ocupación por un grupo común, tal
Por último, en piezas dentarias se detectó caries, como una familia multigeneracional (la identificación
en un incisivo del maxilar se puede apreciar pérdi- actual de las relaciones biológicas de los ocupantes de
da de la dentina y en huesos largos se observó ligera las tumbas requiere de un análisis morfométrico y bio-
periostitis. químico sofisticado) u otra forma de grupos que tengan
Altar-ofrenda 2. Se halló al oeste de la plaza de la Uni- cierta asociación, ya sea ritual, política o económica
dad 201, formando parte del muro del acceso a la pla- (Middleton, 1996). Por ejemplo, en uno de los casos de
za, el cual se ubica justo al oeste de la misma, casi al Oaxaca, específicamente para la tumba 7, Middleton
centro del muro limitante. Se trata de un individuo (1996) reporta la notoria actividad de reutilización,
adulto medio que de igual forma no fue determinado comentando en su momento lo siguiente:
el sexo, presentando el mismo estado de conservación
que el anterior. Con hiperostosis porótica en cráneo, El uso de una tumba en la formación de un entierro pri-
caries, desgaste, sarro y periostitis; el fémur al parecer mario o secundario varía dependiendo del grado de reu-
presenta un proceso infeccioso. Se registra una buena tilización. Una distinción entre estos patrones de uso es
muestra de material óseo asociado; tema a tratar en
el siguiente apartado. Número de
Cantidad Elemento óseo
entierro

Reutilización del espacio 2 17 Fragmentos de huesos largos y cremados


Piezas dentarias, falanges, cremados, vértebra
3 402
Como se había venido puntualizando en líneas ante- y sin identificar

riores, la presencia de material óseo en los entierros es 4 10 Fragmento de fémur y cremados


un factor que no se debe dejar pasar, pues de hacerlo se 7 13 Fragmentos de omóplato y costillas
omitiría información clave para el entendimiento de lo
acontecido. Por eso se hace mención de los materiales Fig. 16 Evidencia de otros individuos localizados en algunos
recabados en los contextos previamente mencionados. entierros de la cima. Fuente: elaboración propia.

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Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

importante. Cada alternativa acarrea diferentes implica- Para el caso específico del registro de la plaza, entre
ciones para la interpretación del ensamble mismo y, más sus 8 individuos se tiene uno de primera infancia y
importante, respecto a los comportamientos sociales; los uno de tercera infancia, un adolescente, 2 subadultos,
huesos desarticulados en una tumba no son necesaria- 2 adultos jóvenes y uno sin identificar; determinando
mente siempre entierros secundarios en el sentido co- sólo un individuo femenino y uno masculino, sin haber
múnmente usado para los huesos removidos (y redeposita- logrado la determinación de los 6 restantes. En relación
dos) desde un contexto primario (Middleton et. al., 1996). con los 16 individuos del registro de la cima, se halló
un infante, 6 adolescentes, un subadulto, 2 adultos jó-
Carmen Carbajal y Luis A. González (2003) hicieron venes, uno entre el rango estimado de adulto joven y
otras aportaciones relativas al tema, pero enfocadas al adulto medio, 4 adultos y uno sin haber sido estimada
Posclásico tardío; describen lo hallado en el cerro de su edad; de los 16 individuos, 4 son masculinos, 2 feme-
los Magueyes y algunos investigadores que también ninos y en 10 casos no ha sido determinado el sexo. Por
se enfrentaron al espacio de reutilización: último, los 2 individuos del registro del altar-ofrenda
corresponden a 2 adultos medios, sin haber determi-
Encontramos que hay esqueletos con sus ofrendas y al nado su sexo.
lado del primer muerto, se enterraba otro. Este patrón Estatura. Debido a las condiciones de la muestra
también fue observado por Gómez, Fernández y Sanso- analizada, la cual se encuentra incompleta, fragmen-
res (1994) para Tula, Hidalgo. Estos autores mencionan tada y en algunos casos en mal estado de conserva-
que durante la fase Corral (800 a 900 d. C.) hasta la fase ción, las medidas del material no pudieron tomarse
Tollan (900 a 1200 d. C.), también se aprecia este hecho adecuadamente o fue imposible. Sólo se determinó
dentro del contexto arqueológico. Por su parte Winter, la de un individuo adulto, femenino, con un rango de
Martínez, Autry Jr., Wilkinson y Juárez (1995) consig- estatura de 1.62 m.
nan que en Monte Albán, el material óseo y las ofrendas En general, debido a la depositación, el material su-
se removían para utilizar el espacio funerario para otro frió alteraciones desde mínimas hasta muy marcadas,
individuo (Carbajal y González, 2003: 90). conocidas como tafonomías naturales; en la mayoría de
los casos se logró identificar algún tipo de ostepatolo-
Comentarios finales gía, lo cual nos ayuda a conocer las afectaciones debi-
das a las enfermedades que padecieron los individuos.
Recordemos que el material analizado procedente de Conviene recordar la definición de osteopatología de
la Unidad 201, conocida como plaza de los Cuchillos Marc Armand Ruffer (1913): “Es la ciencia que ha po-
Fríos, se rescató de tres áreas contrarias (plaza, cima dido demostrar la presencia de las enfermedades en
y altar-ofrenda), y fue una muestra reducida debido a los restos humanos y de animales procedentes de los
la dimensión de la unidad explorada y habilitada com- tiempos antiguos” (citado en Campillo, 2001). Por las
pletamente; a pesar de ello, los resultados arrojan una osteopatologías observables pude darme cuenta de las
variedad de datos significativos y al mismo tiempo ca- condiciones de vida y las enfermedades que afecta-
racterísticos para el sitio arqueológico. ron a los habitantes de esta gran civilización, y que se
Muestra. En total se tiene evidencia de 18 entierros relacionan directamente con factores como el medio
con 26 individuos, con estimación de edades variadas ambiente y su alimentación. Con el análisis osteopa-
y presentado en su mayoría en un estado de conser- tológico incluso se puede inferir el rango social al que
vación de regular a malo; en el registro de la plaza se pertenecían, conforme a las posibles labores que rea-
registraron 8 entierros con 8 individuos; en el caso de lizaban, las cuales quedaron plasmadas en los huesos,
los registrados en la cima, se tienen 8 entierros con 16 tema que se abordará en los párrafos siguientes.
individuos, y por último, en el registro del altar-ofren- En materia de osteopatologías se observaron ca-
da, se hallaron 2 entierros, cada cual con un individuo. ries, sarro o cálculos dentales, atrición, abscesos, re-
Edad y sexo. En relación con la estimación de la edad absorción alveolar, apiñamiento dental y enfermedad
de los individuos se contabilizaron 3 infantes, uno de periodontal; también hiperostosis porótica, cribra or-
primera infancia, uno de tercera infancia y otro sin bitalia, osteoporosis, huellas observables de periostitis
haber sido identificado; 7 adolescentes, 3 subadultos, 4 y osteofitosis vertebral. Todo ello se ha condensado
adultos jóvenes, 2 adultos medios; un individuo que se en las figuras 7, 14 y 15 para un mejor entendimiento.
encuentra entre adulto joven y adulto medio; 4 adultos, Un dato relevante es que desde la adolescencia hasta
y 2 individuos a los que no se les estimó la edad. El la madurez, sin importar el sexo de los individuos, la
sexo se determinó en pocos individuos: 3 femeninos y caries se manifestó en diferentes grados, desde puntos
5 masculinos; en 18 individuos no ha sido determinado hasta la pérdida de la pieza. Además, destaca la marca-
el sexo debido al estado de conservación y lo fragmen- da atrición dental, la cual más que una enfermedad es
tado de la muestra. un desgaste fisiológico; se encontraron individuos que

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Arqueología 57 • abril, 2019

han perdido casi por completo el esmalte o “corona”, y


otros que incluso muestran lesiones que llegan al cue-
llo de la pieza dental. La atrición se origina, por lo ge-
neral, al momento de la ingesta de algunos alimentos
duros, fibrosos, o debido al efecto abrasivo, producto
del proceso de molienda de granos y semillas, actividad
cotidiana que practicaba la población.13
Otros factores que hasta el momento no se habían
reportado en Cantona, son el estallamiento en piezas
dentarias observado en el individuo 6 del registro de a
la cima; otro caso particular es el apiñamiento en in-
cisivos centrales del individuo 5 del mismo registro, y
un torus mandibular (figuras 17 a y b).
En huesos largos se identificó un patrón muy signifi-
cativo, me refiero a la periostitis, la cual se trata de una
huella patológica; sólo se observaron dos casos de os- b
teoporosis y el inicio de un proceso infeccioso. Para
concluir haré mención de un suceso destacable del en-
tierro 3 del registro de la plaza: el fémur arqueado de
un adulto joven, ya que no es consecuencia de la depo-
sitación, sino de un evento posiblemente patológico.14
A continuación se dejan de lado las causas que se Figs. 17a y 17b La imagen superior (a) muestra una mandíbula,
ven reflejadas en los huesos como consecuencia del con absceso del individuo 8; en la imagen inferior (b) el
propio individuo y sus condiciones, para dar paso a las apiñamiento de incisivos del individuo 5. Fuente: Proyecto
alteraciones provocadas por sus usos y costumbres; es Arqueológico Cantona.
decir, sus alteraciones culturales. Es un tema intere-
sante pero complejo, lleno de magia y cosmovisión; formas redondeadas con expansión o proyección superior
pero adentrarse en estas evidencias será en algún otro (Romano, 1974: 198; Tiesler, 2002).
momento, ya que debido a los resultados obtenidos en
laboratorio, en esta ocasión sólo nos centraremos en El tipo tabular erecto predomina en diferentes va-
el moldeado cefálico intencional o deformación cefá- riedades en algunas poblaciones mesoamericanas a
lica y en las alteraciones térmicas, ya sean directas o partir del Preclásico; del examen de la distribución
indirectas. de la deformación craneana intencional se desprende
que, de los dos tipos de alteraciones de la morfología
Deformación cefálica intencional craneana, el más frecuente en todas las épocas pre-
o moldeado cefálico hispánicas es el tabular erecto. Por otra parte, se ob-
serva durante el Clásico una tendencia a preferir los
Recordemos que estos individuos fueron hallados en tabulares oblicuos, aunque decrece en incidencia du-
el centro cívico-religioso principal como parte de un rante el Posclásico (Talavera, 1998: 47).
contexto ceremonial, lo cual es una causa razonable Respecto de la deformación craneal, algunos inves-
para que se encontraran individuos con esta prácti- tigadores mencionan que es un hábito cultural cuya
ca; pero antes de mencionar lo que esto nos revela, distribución geográfica es muy amplia, aunque la zona
considero importante comentar brevemente sobre la privilegiada es la americana. La antigüedad de esta
deformación o moldeado cefálico intencional. costumbre no está aún bien definida, aunque Romano
(1974) señala que los estudios del paleontólogo Wein-
Es la práctica de deformar el cráneo y consiste en compri- dereich (1938-1939) apuntan hacia una posible defor-
mir la cabeza de un recién nacido, aplicando dos planos de mación craneana intencional en restos esqueléticos
compresión, uno anterior y otro posterior (tabulares), o humanos procedentes de la cueva superior de Chou-
bien la compresión de forma circular (anulares). En el pri- Kou-Tien, en China, datados en unos 30 000 años (Ruiz,
mer caso se obtenían formas de compresión antero-pos- Marrodán y Puig-Samper, 1987).
terior y normalmente con expansión lateral notable de Me resulta importante compartir la precisa descrip-
los parietales en mayor o menor grado; y en el segundo, ción que en su momento realizó fray Diego de Landa,
explicando la deformación tabular erecta, en su Relación
13  En un escrito posterior se retoma el tema con mayor amplitud.
14  Se espera tener resultados para conocer lo que le pasó al individuo.

56
Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

de las cosas de Yucatán.15 Sin importar la región, la de- siano; de 350 a 400 °C se comienza a consumir la materia
formación craneal era muy común; el investigador Ro- orgánica; a 600 °C se elimina por completo el endosteum,
mano en 1974 describe el método de la deformación16 y entre 750 y 800 °C la hidroxiapatita se reorganiza en
como una más de las prácticas llevadas a cabo en las largos cristales y la materia orgánica se pierde comple-
civilizaciones. tamente (Chávez, 2007: 149).
La mayoría de los cráneos que presentan moldeado
cefálico intencional o deformación cefálica en la ciudad Marcas de corte
de Cantona son de tipo tabular-erecto —tomando en
cuenta los resultados anteriores observados por Tala- Todo el sitio arqueológico explorado hasta el momen-
vera (1996 y 1998) y González (2014)—; en el presente to presenta evidencias del aprovechamiento humano,
trabajo se identificó, además, un tabular-erecto anular dejando evidencias en los huesos como prueba de ello,
y otro ligeramente bilobulado. particularmente. Se puede identificar el material re-
cuperado en función de su uso, como pudo ser para la
Exposición térmica directa ingesta, para la elaboración de algunos artefactos o
como parte de un ritual o alguna ceremonia; ello es
A pesar de que la muestra con la que se cuenta pro- factor para la minuciosidad del análisis en laboratorio
viene de fragmentos, no se deja de lado su alteración y aumenta, en este caso, lo reportado en campo, donde
cultural; por eso se menciona someramente la prác- se menciona el descarnamiento o la desarticulación de
tica de la cremación o exposición térmica directa, ya los individuos, lo cual se puede determinar con mayor
que este tema es sumamente amplio. La cremación de cuidado; por desgracia, no se encontró evidencia de
cadáveres se caracteriza por evitar el proceso de des- este hecho en el material estudiado, sólo se tiene un
composición cuando se alcanzan altas temperaturas caso aislado, hallado en el registro de la plaza, y que
durante el tiempo suficiente para que se destruyan los se trata de un fragmento de un instrumento musical
órganos, tejidos y articulaciones (Chávez, 2007: 125). y uno de mandíbula con posibles ligeras marcas de
No todo el cadáver se afecta de modo uniforme por corte, como se puede apreciar en las figuras 18 y 19.
la cremación. Esto dependerá de las características
de la pira, del sujeto y de cada hueso. Las partes que Entesopatías
resisten mejor al fuego son las diáfisis de los huesos
largos, el occipital, la mandíbula (desafortunadamente, Es fundamental hacer mención de las marcas de activi-
no los dientes), el astrágalo, el calcáneo y la patella. dad localizadas en los huesos, también conocidas como
Las partes más vulnerables al fuego son la pelvis, la entesopatías; estas modificaciones óseas presentes en
clavícula, la escápula y los dientes, de los cuales se los sitios de inserción de músculos o ligamentos es cau-
destruye completamente la corona y, en el mejor de sada por la hiperactividad de los principales músculos
los casos, se preserva la raíz (Mayne, 1997: 278, citado
en Chávez, 2007: 175).
Respecto a procesos de cremación, únicamente se
cuenta con la evidencia del entierro 7 del registro de
la cima y algunos huesos asociados, los cuales fueron
sometidos a temperaturas que van de 150 °C hasta los
1 000 °C; esto nos habla de una técnica especializada.
Como bien resume Chávez (2007), el proceso de afecta-
0 1cm
ción que sufre el hueso según sus grados de exposición:
Fig. 18 Hueso con marcas de corte. Fuente: Proyecto
A 150 °C no hay una afectación significativa; a 200 °C Arqueológico Cantona.
comienza la destrucción del endosteum del canal haver-

15  “Los indios criaban a sus hijtos en la aspereza y desnudez del mundo,
porque a los cuatro o cinco días de nacida la criatura, poníanla tendidita en
un lecho pequeño, hecho de varillas, y ahí boca abajo le ponían entre dos ta-
blillas la cabeza: una en el colodrillo y la otra en la frente, entre las cuales se
le apretaban tan reciamente y le tenían allí padeciendo hasta que acabados
algunos días, les quedaba la cabeza llana y enmoldada, como la usaban todos
ellos” (Landa, 1566, citado en Ruiz, Marrodán y Puig-Samper, 1987: 451).
16  “Consistía en comprimir la cabeza de los niños recién nacidos, aprove-
chando su plasticidad, ya fuese aplicando dos planos compresores, uno ante- 0 1cm
rior y otro posterior, sosteniendo de manera sencilla o complicada, vendando
la cabeza con bandas bien ajustadas o empleando gorros o cofias” (Romano, Fig. 19 Fragmento de mandíbula con marcas de corte.
1974, citado en Ruiz, Marrodán,y Puig-Samper, 1987: 451). Fuente: Proyecto Arqueológico Cantona.

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Arqueología 57 • abril, 2019

responsables del movimiento y se distinguen clara-


mente de aquellas lesiones cuyo origen es metabólico
o infeccioso (Dutour, 1986; Kennedy, 1989, citados en
Lagunas y Hernández, 2000: 93). Pueden tener forma
de crestas, pozos, rugosidades o exostosis. Estos in-
dicadores se interpretan bajo un enfoque biocultural,
el cual considera como parte del análisis los aspectos
culturales, económicos, políticos y de organización
social, así como el lugar que ocupaban los individuos
en la escala social del grupo (Lagunas y Hernández, Fig. 21 Osteofito. Fuente: Proyecto Arqueológico Cantona.
2000: 93).

Las marcas de actividades musculo-esqueléticas le llaman secuencia de la edad y/o de las fuertes actividades de los
a todas aquellas irregularidades visibles en los puntos de individuos. Son rebordes óseos en forma de picos que
inserción de músculos, tendones y ligamentos, y señala crecen alrededor o donde se insertan los músculos y ten-
que a través del análisis de tales marcas es posible recons- dones. Es señal que el individuo realizó una actividad muy
truir el patrón de las actividades que llevaron a cabo las fuerte y por largo tiempo. Si son ligeras son osteofitos y
poblaciones en el pasado (Hawkey y Merbes, 1995: 324, si están muy marcadas son exostosis o espolones óseos
citado en Valenzuela, 2010: 23).
Otros factores importantes por comentar son los
Una vez definido qué son estas marcas de actividad, casos de perforación olecraneana, con cuatro casos de-
puedo hacer mención de las localizadas en algunos tectados, y uno de osteofitosis vertebral, que por des-
elementos óseos, puntualizando que la mayoría de los gracia procede del material asociado; la figura 20 ex-
individuos, sin importar sexo, comenzaron a presentar pone la afectación comentada. Es probable que, en este
inserciones musculares a partir de la adolescencia; de caso, el origen sea la actividad constante que realizaba
esos casos en la muestra se obtuvo como resultado tres la persona a la que perteneció la vértebra, consistiendo
osteofitos y un caso de exostosis en peroné (figuras 20 posiblemente en la carga de objetos pesados, o bien,
y 21). Las inserciones musculares se observan rugo- debido a algún tipo de patología; se necesitaría una
sas y abultadas en los sitios de músculos y tendones mayor cantidad de piezas óseas del individuo para de-
por haber realizado gran esfuerzo; mientras que las terminarlo con precisión, pero como se comentó en
excrecencias óseas (osteofitos y exostosis), según Va- líneas previas, se encontró aislada.
lenzuela (2010): Por último, se muestran algunos ejemplos destaca-
bles de los huesos de animal, como algunas escápulas
la aparición de los osteofitos tiene íntima relación con con exposición térmica directa y astas de venado en
el desgaste de las articulaciones, lo que podría ser con- buen estado de conservación (figuras 22, 23 y 24).

0 3cm

Fig. 22 Escapulas con alteración térmica. Fuente: Proyecto


Fig. 20 Osteofitosis vertebral. Fuente: Proyecto Arqueológico
Arqueológico Cantona.
Cantona.

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Análisis de los materiales óseos de la Plaza de los Cuchillos Fríos de Cantona, Puebla

temporadas de campo 2003, 2008 y 2009, se realizó la


inferencia de lo que allí aconteció. Gracias a los datos
que arrojan los materiales óseos, junto con la informa-
ción de campo, se puede comentar con claridad que en
esta unidad los individuos enterrados en las tres áreas
de registro (plaza, cima y altar-ofrenda) no fueron des-
membrados ni desollados, como se había estipulado
al principio; se concluyó esto debido a la ausencia de
marcas de corte en los huesos, pero eso no quiere decir
que no formaron parte de una ceremonia.
Incluso me atrevo a comentar que, debido a ciertos
factores, las marcas de actividad son comunes en los
habitantes de Cantona desde edades tempranas, y son
consecuencia, por ejemplo, del simple andar por un
terreno como es el malpaís —donde se asienta el si-
0 3cm
tio— y trasladar algún tipo de alimento por distancias
prolongadas; la periostitis y la hiperostosis porótica
Fig. 23 Astas de venado. Fuente: Proyecto Arqueológico nos habla del tipo de dieta, la cual no estaba del todo
Cantona. “balanceada”, lo que se corrobora porque son frecuen-
tes los casos de padecimiento de una posible anemia
o deficiencia de hierro. La alimentación se basaba en
granos o semillas molidas, y ello se ve reflejado en el
grado de desgaste que presentan las piezas dentarias
y, por último, la mala higiene bucal. No hay que dejar
pasar la presencia del moldeado o deformación craneal
intencional, y aunque la muestra de la técnica de cre-
mación es escasa, me hace pensar que los individuos
analizados formaban parte del sector poblacional de
Cantona y que estaban en un rango social entre medio
o alto, en comparación con los individuos analizados
provenientes de unidades habitacionales (González,
2016). Si a esto le sumamos el reaprovechamiento del
espacio funerario, es decir, la reutilización del lugar
0 3cm donde ya había individuos depositados y que los sujetos
hallados pudieron haber sido colocados en el tiempo
Fig. 24 Asta con exposición térmica. Fuente: Proyecto de clausura y posible golpe de Estado,17 podríamos es-
Arqueológico Cantona. tar ante los personajes que realizaban los sacrificios,
siendo ahora ellos los sacrificados, enterrados con sus
Conclusión artefactos, como son los cuchillos; esto explicaría que
se localizaran fibras musculares y eritrocitos, pero no
Recordemos que la obsidiana se considera el factor cla- procedentes de los individuos hallados.
ve para la edificación de Cantona y la razón del gran Para poder confirmar lo antes planteado se nece-
poderío que alcanzó su civilización. La Unidad 201 del sita realizar estudios más especializados, como aná-
sitio arqueológico formó parte del ccrp, que cronológi- lisis de ácido desoxirribonucleico (adn), para realizar
camente estaba en función en el apogeo de la ciudad; la comparación comenzando con la interna, así como
en su interior se realizaron ceremonias tanto de inicio formular un estudio concreto de tiempo y espacio de
como de clausura con artefactos de todo tipo, entre los cada individuo y de los objetos que conforman el con-
que resaltan los elaborados en obsidiana, como los cu- texto, contando con la valiosa información de campo.
chillos, que al ser analizados se comprobó la existencia Puede sonar un tanto arriesgada mi propuesta, pero
de fibras musculares y eritrocitos; razón fundamental si es aprovechada para despertar una duda y que se
para hacer de la Plaza de los Cuchillos Fríos una pieza realicen tales estudios especializados en un futuro no
indispensable para el entendimiento del poderío que muy lejano, sé que habrá servido de algo mi osadía.
alcanzó Cantona.
A partir del resultado de toda la muestra osteoló- 17  Propuesta planeada por el arqueólogo Ángel García Cook y que hasta el
gica analizada de la Unidad 201 correspondiente a las momento no ha sido refutada.

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Arqueología 57 • abril, 2019

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61
La cerámica del norte
de la cuenca de Oriental1

Denisse Gómez Santiago


Dirección de Estudios Arqueológicos-inah
Proyecto Cantona

Resumen: Artículo escrito a partir de la información generada por el Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental, que desde 1991 se lleva a cabo, y
que tenía por objetivo conocer el desarrollo de la región en la época prehispánica y su interrelación con Cantona. Gracias a ese proyecto es posible
mostrar los resultados del estudio de los materiales cerámicos de los 311 sitios en los que se halla este material; con ello se aporta información
sobre el comportamiento y presencia humana en la zona. La investigación parte de los avances que el arqueólogo Ángel García Cook (2009) había
mostrado, en los que establecía una secuencia cultural de cinco fases para el área de estudio. Así, logramos presentar la tipología cerámica del área
para las primeras tres; las dos restantes, por los motivos que se exponen en el texto, muestran nula diferencia entre ellas.
Palabras clave: Cuenca, tipología cerámica, sitios, Cantona.

Abstract: Article based on data from the North of the Eastern Puebla Basin Project, conducted since 1991 and whose aim was to show the region’s
development in pre-Hispanic times and its interrelation with Cantona. As a result of this project, it has been possible to show the results of the
study of ceramic materials from the 311 sites where this material has been found, and to thus provide information on human behavior and presence
in this region. Research started with the work of archaeologist Ángel García Cook (2009), who established a five-phase cultural sequence for the
study area. The article presents the ceramic typology of this area for the first three phases; the remaining two, for the reasons explained in the text,
display no significant difference.
Keywords: Cuenca, ceramic typology, sites, Cantona.

L
a cuenca de Oriental cubre una superficie de
5 250  km 2; abarca los estados de Tlaxcala, Ve-
racruz y en mayor escala el de Puebla . Las in- 1

vestigaciones en el valle poblano-tlaxcalteca (García


Cook, 1976, 2009: 117; García Cook y Merino Carrión,
1976, 1977, 1988, 1989, 1991a, 1991b) han permitido
tener una idea del desarrollo cultural en esta región;
sin embargo, los trabajos se habían centrado en la parte
suroeste (6 000 km2), donde se conocen asentamientos
mayores, sobre todo al sur, pero del lado norte había
poca información, y es justo en ese sector (norte) donde
se localiza Cantona, por lo que se planteó realizar un
reconocimiento arqueológico de superficie como par-
te del Proyecto Arqueológico Cantona. Se trataba del
estudio de 2 500 km2 para conocer el área directa de
acción de Cantona (García Cook y Merino Carrión, 1996:
55), a partir del cual surgió un programa paralelo y
complementario para llevar a cabo las investigacio-
nes; así se conformó el Proyecto Norte de la Cuenca de
Oriental (pnco) (Merino Carrión y García Cook, 1997,
1999, 2002).
El área de la mitad norte de la cuenca de Oriental se
Fig. 1 Ubicación de la cuenca de Oriental, con área de estudio
localiza entre las “coordenadas geográficas: 19°23’30” del pnco. Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.
a 19°46’00” latitud norte y 97°12’00” a 97°45’00” longi-
tud oeste, superficie de alrededor de 2 500 km” (figura La región es rica en yacimientos de obsidiana en
1) (García Cook, 2009: 117). Oyameles, cerro Pizarro, cerro Pinto, Guadalupe Victo-
ria y Pico de Orizaba, así como abundantes rocas volcá-
1  El presente artículo lo he elaborado a pocos meses de la pérdida de nues- nicas, aunque también calizas de origen sedimentario
tro querido maestro Ángel García Cook, a manera de homenaje por su labor. y bancos de arcillas. Las investigaciones de carácter
La cerámica del norte de la cuenca de Oriental

ambiental efectuadas en la región han demostrado que


las condiciones actuales en la cuenca de Oriental no
eran como las del pasado.

Antecedentes de estudios en la región


Como referencias para Cantona se conocen los trabajos
de Enrique Juan Palacios (1922, 1923, 1939), Sigvald
Linné (1942), Medellín Zenil (1975) y Peter Tschohl
(1977). Por otra parte, Diana López (1982) visitó tam-
bién algunos sitios arqueológicos en el oriente de la
cuenca mientras trabajaba Cantona. Por su parte, Ar-
turo Guevara (1990) y lo generado con Luis David Mora
(1991) se acercaron al área norte de la cuenca de Orien-
tal mientras trabajaba en Cuauhyehualulco.

El Proyecto Norte
de la Cuenca de Oriental
En diciembre de 1997 se inició el trabajo en este proyec-
to (Merino Carrión y García Cook, 1999). En 2002, con
motivo del deceso de la titular del proyecto, la maestra
Leonor Merino Carrión, se retomaron las investigacio- Fig. 2 Cuadro de secuencias culturales del valle poblano
nes de la mitad norte de la cuenca de Oriental (García tlaxcalteca y áreas vecinas. Fuente: tomado de García Cook
Cook, 2003). Como parte de la información recuperada (2014) y modificado por la autora. Fuente: Proyecto Norte de la
de este proyecto se han efectuado estudios específicos, Cuenca de Oriental.
uno llevado a cabo por Aline Lara Galicia (2003), dos
de Érika Morales Vigíl (2004a, 2004b), uno más en La cerámica
conjunto de las arqueólogas antes citadas (Morales y
Lara, 2005) y el trabajo de Julie Gazzola (2005), del En lo referente al estudio de los materiales cerámicos,
cual más adelante abundaré. la poca información disponible procede de un trabajo
Hasta octubre de 2008 se habían explorado 242 si- realizado por Julie Gazzola, quien presenta datos de los
tios arqueológicos diferentes (García Cook, 2009: 116); primeros 90 asentamientos localizados en el área, con
el recorrido continuó, así como el análisis; la docu- énfasis en sólo 26 de ellos, por ser en los que se halló el
mentación recuperada ha ayudado conocer las diver- mayor número de tiestos y ser los más representativos
sas ocupaciones que tuvieron los sitios y, además, ha (Gazzola, 2005). En aquel momento se buscaba asignar
permitido determinar una secuencia cultural para el una cronología de la ocupación de cada sitio, identificar
área (figura 2). los tipos y formas cerámicos representativos de cada
En la actualidad se ha cubierto alrededor de 1 750 fase y reconocer la cerámica alóctona. Pero en palabras
km2 y se han registrado 326 asentamientos diferen- de la investigadora: “Algunos tiestos no pudieron ser
tes (García Cook, véase su artículo en este número de identificados con tipos establecidos y en otros casos
Arqueología). Sin embargo, debido al escaso material resultó imposible asignarles una cronología” (Gazzo-
recuperado en algunos de ellos, fue imposible otorgar la, 2005: 55). Sólo se logró saber que gran parte de la
una temporalidad, por lo que cinco sitios no fueron cerámica era de uso doméstico y que los sitios donde
considerados como asentamientos prehispánicos; por se halló una mayor cantidad de cerámica ritual son
otra parte, tres de ellos fueron visitados y registrados aquéllos en los que hay arquitectura monumental, re-
en dos ocasiones (García Cook, 2009: 120). Así, son ligiosa y juegos de pelota.
sólo 318 sitios: 260 corresponden a asentamientos de Durante las temporadas 2007 a 2014 tuvo lugar el
grupos sedentarios; 40 son yacimientos de obsidiana, análisis de todos los materiales cerámicos recuperados
la mayoría con talleres;2 8 son sitios precerámicos, y 10 del pnco; con ello se pudo plantear una tipología que
son lugares con pintura rupestre (uno con petroglifos). nos permite conocer las cerámicas características de
las diferentes fases establecidas; con base en ello, y
de acuerdo con el estudio comparativo de otros tipos
2  Treinta y siete talleres primarios y secundarios y tres yacimientos de ob-
sidiana: Guadalupe Victoria y Derrumbadas I y Derrumbadas II (García Cook,
cerámicos conocidos y provenientes de áreas vecinas
véase artículo en este número de Arqueología). —por ejemplo, el valle poblano-tlaxcalteca y el Golfo

63
Arqueología 57 • abril, 2019

de México, así como los de procedencia extrarregional, fase por fase, concentrándonos sólo en los tipos más re-
como el valle de Tehuacán, el occidente de México o el presentativos; ahora bien, debemos considerar que mu-
valle de Oaxaca—, se logró ubicar temporalmente los chos de esos tipos están presentes también en Canto-
tipos alóctonos (García Cook, 2009). na (sobre todo los que corresponden a las fases Payuca,
Desde la temporada 2007 se había analizado mate- Xaltepec y Alchichica), y que en ninguno de los casos
rial proveniente de este proyecto alterno al Proyecto procedentes de uno y otro sitio, los materiales pre-
Especial Cantona (Gómez Santiago, 2008, 2009, 2010a, sentan diferencia entre ellos; además, es importante
2010b, 2011, 2014). El total de tiestos analizados de mencionar que la metodología utilizada fue la misma
la región norte de la cuenca de Oriental fue de 79 561 que para los materiales del Proyecto Especial Cantona
(figuras 3 y 4), los cuales a continuación trataremos (Gómez Santiago, 2010b: 160-162).

Fase Sotolaco Fase Tezontepec Fase Payuca Fase Alchichica Fase Xaltepec
(1000 a 600 a. n. e.) (600 a 300 a. n. e.) (300 a. n. e. a 50 d. n. e.) (50 a 600 d. n. e.) (600 a 900 d.n.e.)
Ajalpan 4 Texoloc rojo /café 1856 Zalayeta 34 Xalapasco 1
Payuca-Poleo 140
Tlatempa 147 Texoloc negro 1384 Techachalco 120 Xalapasquillo 43
Tejones 5 Quachilco mica 1 Izoteno 107 Tenextepec 15
Mancuernas 117 Teopetolo banda
Quachilco Gris 13 Ocotitla olla festonada 13 7
Olmeca 13 blanca
Quachilco café 8 Ocotitla tricromo 17 Micuautla 8
Xixiltepec 15
Tezontepec rojo 28246 Maxtaloya 4 Tetepongo 1
Coatepec blanco 1
Tezontepec negro 8461 Poleo 161 Tepeyahualco 76 Vigía 11
Semejante a
2 Anaranjado delg. G. 71 Izote rojo 2
Café paredes Tezontepec rojo/café
1 Tlachichuca 201
delgadas Anaranjado delg. G.
Tezoquipan 1358 10 Sotola 6
negruzco

118 Anaranjado delg. G. 58 Pizarro Inciso 5


Gris nebuloso Sotolaco rojo 356 Águilas 6
  Texcal 60 Pizarro Punzonado 52

Paxtle 5 Tetipanapa 26
Texoloc- Tezoquipan 22
Sotolaco café 20957     Texcalteno 7
Payuca 4455 Xaltipanapa 50
Ocotepec 92 Rastrillado del
31
Xonacatlan 8 golfo
Naranja rojizo 396
Sotolaco crema 2532 Ánimas 13 Cuyoaco 62
Naranja pasta fina 1
Bandas ásperas 79

Fig. 3 Tabla 1. Tipos cerámicos por fase cultural. Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.

Pasta fina 591 Rojo esgrafiado 4 Café inciso 1


Naranjas del Golfo 115 Rojo inciso 2 Café alisado 3
Naranja polvoso 189 Engobe blanco 40 Café pulido a palillos 13
Naranja pasta gris 5 Policromo 63 Café amarillento pulido 22
Naranja pasta Naranja 168 V antropomorfa 14 Café rojizo pulido 252
Naranja pulido 22 Aplicación de brasero 59 Café pulido con mica 1
Negro banda blanca 8 Rojo blanco decorado 22 Café oscuro pulido 21
Occidente 6 Rojo/Blanco 4 Café pulido 1
Mayólica 30 Café pulido a palillos con acanaladuras 1 Erosionados 4805
    No determinados 1020

Fig. 4 Tabla 2. Grupos cerámicos alóctonos. Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.

64
La cerámica del norte de la cuenca de Oriental

Fase Sotolaco (1000 a 600 a. n. e.)


En esta primera fase de ocupación del norte de la cuen-
ca de Oriental, para la que se reconocieron 136 asenta-
mientos humanos, hay presencia de ciertos indicado-
res arqueológicos que caracterizarán posteriormente
a Cantona, como las unidades habitacionales, calles, a
senderos, caminos,3 puestos de vigilancia, silos,4 un
pequeño centro cívico-religioso y la ausencia de uso de
cementante; tales son las características de los asen-
tamientos cercanos a Cantona, mientras que los ubi-
cados al sur y suroeste (Oriental, Libres y Atexcac)
se presentan más relacionados con grupos de la fase
Tlatempa de valle y Texoloc de valle.
En torno al cerro Sotolaco se encuentra el sitio 147,
asentamiento donde se observó la presencia de hor-
nos, al parecer para la fabricación de cerámica, y que
además cuenta con un taller de artefactos líticos de
obsidiana; y más al sur, en la loma La Colorinera, el
sitio 173, que corresponde a una villa alfarera y que al
parecer inició en la parte media, hacia 750 a. n. e., de
esta fase Sotolaco (García Cook, 2009: 127). Con los
resultados del análisis se logró distinguir para esta fase b
una presencia cerámica que pertenece al Formativo
medio (1100 al 600 a. n. e.), que está presente en el área
de Tehuacán, y que corresponde con todos los atributos
del tipo Ajalpan (García Cook y Merino Carrión, 2005).
También se reconoció una cerámica blanca de pasta
fina y paredes delgadas denominada hasta el momento
como Blanco olmeca acanalado e inciso, cuya propor-
ción es escasa y se le ha relacionado con el complejo c
olmeca por su decoración (figuras 5 a-c.); sabemos que
en la región existe la presencia de esta moda, que se
0 3cm
generalizó en el área que más tarde integrararía Me-
soamérica (García Cook y Merino Carrión, 2005: 597). Fig. 5. Cerámica Olmeca. a) acanalado; b) inciso; c) esgrafiado.
En el Formativo tardío (700-100 a.C.) hay escasa pre- Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.
sencia de materiales del valle de Tehuacán, que corres-
ponden con la fase regional Santa María tardío; se trata agrícola, como un “culto al tejón” que aparecen al final
de los tipos Coatepec blanco (MacNeish et al., 1970), de la fase Tzompantepec del valle poblano-tlaxcalteca
que se caracteriza por la presencia de nubes grises; (García Cook y Merino Carrión, 2005: 613, fig. 16). Las
también hay presencia de cerámica semejante al Gris muestras halladas guardan relación con la cerámica
nebuloso (Castañeda Cerecero, 1992), y Café paredes blanca Progreso Blanco y Chila de las fases Pavon y
delgadas (García Samper, 1982), que son características Ponce de Tampico-Pánuco (Ekholm, 1944; MacNeish,
del Formativo del noreste de México. Para esta fase se 1954), con la blanca —Progreso blanco y Chila Blan-
reconocieron tiestos Tlatempa de valle (característica co— de las fases Pujal y Chacas de la cuenca baja del
del valle poblano) al oeste y sur de la mitad norte de Pánuco (Merino Carrión y García Cook, 1989; Castañe-
la cuenca de Oriental (García Cook y Merino Carrión, da, 1992) y con el Canoas blanco del valle de Tehuacán
2005); también se observó la presencia de los tapa- (MacNeish et al., 1970). Esta cerámica confirma que
braseros o sahumadores zoomorfos con baño blanco, los habitantes de esta área proceden del valle pobla-
los cuales surgen desde la fase Tzompantepec tardío no-tlaxcalteca al sur inmediato y que traen un bagaje
y se encuentran relacionados con algún ceremonial cultural que adaptan.
La cerámica que más abunda se reconoce por ser café
3  De hecho, algunos asentamientos están conectados con Cantona a través clara amarillenta con borde o bandas en rojo, así como
de estos caminos (García Cook, 2009 y 2014; García Cook y Martínez, 2008).
4  Depósitos para almacenamiento a imitación de las “troncocónicas” (García blanca o crema, en ocasiones con borde o decoración
Cook y Martínez, 2012). en rojo. Este tipo —al igual que el anterior— no es

65
Arqueología 57 • abril, 2019

representativo pero, por el contrario, sirve de diag- Cajetes de paredes curvo divergentes: de borde re-
nóstico para ubicar sitios tempranos. dondeado y en bisel interior, el diámetro va de 14 a
Semejante a este tipo encontramos la vajilla distin- 28 cm, el espesor de sus paredes es de 0.7 a 1.1 cm
tiva de ese momento y que caracteriza al área de es- (figura 6f).
tudio. Se trata de una cerámica café clara amarillen- Cajetes de paredes curvo convergentes: de borde
ta, a la cual hemos denominada como Sotolaco café redondeado y en pocos casos de media ojiva, el diá-
y Sotolaco crema (Gómez Santiago, en preparación). metro de sus bocas es muy variado, va de 14 a 34 cm,
Aparece al final de esta fase la vajilla Texoloc y mientras que el espesor de sus paredes va de 0.5 a 1
Texoloc de valle en sus dos variedades, negro y rojo, cm (figura 6g).
así como la vajilla Quachilco de Tehuacán. Ya cerca Entre los cajetes se logró observar pocos motivos
del final de la fase se inicia una cerámica, a la cual se incisos (figura 6g), más comunes en el Sotolaco crema.
le nombró Tezontepec rojo y Tezontepec negro, que Apaxtles: aunque en escasa proporción se encontró
son más representativos de la siguiente fase (Gómez esta forma; se trata de vasijas de bordes redondeados
Santiago, 2010b); algunas de sus formas presentan ca- y ensanchados, con paredes gruesas, curvo divergen-
racterísticas de la cerámica de occidente, recordemos te, seguramente de base plana. Presentan el pulido a
que para el área de Tlaxcala en el Preclásico “tenemos palillos característico en ambas superficies (figura 6b).
elementos en la cerámica que señalan también rela- Tecomates: ésta también es una forma poco pre-
ciones con el occidente de Mesoamérica y cuenca de sente; se trata de vasijas con borde redondeado que
México, y continuándose las del golfo” (Gómez San- presentan reborde, son de paredes delgadas, con una
tiago, 2010b). angosta boca, de cuerpo globular y con base plana.
Tanto Coatepec, Tlatempa, Sotolaco aparecen y de- Se encuentran pulidas en ambas superficies o quizás
saparecen durante esta fase, mientras que Texoloc de al interior el pulido sólo cubriría la parte cercana al
valle, Quachilco de gris y Tezontepec inician su pre- borde (figura 6d).
sencia en la fase Sotolaco, pero son o serán más re- Asas: es interesante la presencia de asas planas, cir-
presentativos de la fase siguiente. culares, torcidas, de oreja o de canasta con cresta. Por
el tipo de acabado de superficie, seguramente formaban
Tipo Sotolaco Café alisado parte de los cuerpos de ollas y o apaxtles (figura 6h).
Soportes: los hay huecos o sólidos; por el acabado
Descripción general: es una cerámica café de pasta de superficie pulido exterior se pudo determinar que
semiburda, con desgrasantes minerales de color negro formaban parte de las bases de ollas (figura 6i), o bien,
y blanco en 15 %, de dureza baja y porosidad media; la los que presentan un pulido en ambas superficies per-
cocción en general es buena, aunque 10 % del material tenecían a cajetes.
analizado presentó una franja de reducción. El color
predominante es el café claro (7.5 YR 6/4); éste puede Tipo Sotolaco crema
tornarse en un rojo (10R 4/8) o un café rojizo (5YR 5/2)
en el menor de los casos. Descripción general: cerámica café con acabados fi-
Acabado de superficie, depende de la forma; en ollas, nos de blanco crema, rojo café y negro. Se caracteriza
al exterior presenta un engobe pulido a palillos de color por su buena manufactura y sus variados acabados. El
café rojizo claro (5YR 6/4), que en pocos casos puede reconocimiento de este tipo ha sido un marcador cro-
presentar manchas de color gris oscuro (5YR 4/1). Por nológico y ha permitido identificar la parte temprana
dentro, las ollas se encuentran simplemente alisadas de la región y de la ciudad de Cantona.
del mismo color de la pasta. Por su parte, los cajetes Pasta: de textura semiburda, con desgrasantes mi-
se encuentran cubiertos con un engobe pulido fino y nerales de color negro y blanco en 15 %, de dureza baja
lustroso del color de la pasta: café claro (7.5 YR 6/4) y porosidad media; la cocción es buena. El color pre-
en ambas superficies. dominante es el amarillo rojizo (5 YR 6/6), que puede
Entre las formas presentes tenemos ollas de cuello tornarse en un rojo claro (2.5 YR 6/8) o un negro (2.5
cortos y vagos de bordes redondeados, con un diámetro YR 6/0). La pasta es muy similar a la del tipo Sotolaco
en su boca de 20 a 36 cm; el grosor va de 0.8 a 1.6 cm. café aunque con una mejor cocción debida quizás a su
El cuerpo globular tiene un espesor en sus paredes de probable función.
0.5 a 0.9 cm, y las bases, planas y engrosadas, de 0.7 a Acabado de superficie: en todas las formas está pre-
1.3 cm (figura 6a). sente un engobe polvoso de color rosa (5 YR 8/3) o blan-
Cajetes y paredes rectas divergentes: de borde re- co rosado (7.5 YR 8/2), tono que le da el nombre a este
dondeado en mayor proporción y de bordes planos en tipo. El acabado en ollas se presenta en la cara exterior,
menor proporción, el diámetro va de 12 cm a 23 cm. El mientras que por dentro se encuentran simplemente
espesor de sus paredes es de 0.5 a 1.1 cm (figura 6e). alisadas del mismo color de la pasta; para el caso de

66
La cerámica del norte de la cuenca de Oriental

los cajetes, se encuentran cubiertos con este engobe


polvoso en ambas superficies.
a Decoración: en este tipo, ambas formas y superfi-
cies exponen como técnica decorativa la pintura roja,
blanca sobre un fondo negro o café, con motivos de
líneas rectas paralelas (figura 7), motivos de ajedrez,
en ondas paralelas al borde extendido interior en el
caso particular de los cajetes; en la mayoría de los ca-
b sos, la incisión y el punzonado se encuentran en la
cara exterior, y en pocos ejemplares, en la interior. Los
motivos son sobrias líneas rectas paralelas al borde, las
cuales enmarcan otras líneas curvas o triangulares o
en zigzag; también las hay curvas (decoración excep-
cional presente en cajetes). En lo que respecta a las
ollas, los motivos se vuelven más complejos debido a
una línea geométrica en banda sobre la base del cuello
exterior; por debajo de ella puede hallarse una o hasta
tres líneas horizontales que se colocan justo en la parte
c donde inicia el cuerpo, y allí se coloca el punzonado o
algún otro tipo de incisión geométrica. En muy pocos
casos está presente el labio rojo, a veces acompañado
0 5cm
de los motivos anteriores. También ocasionalmente se
encuentra una decoración en el interior con pintura
roja, blanca sobre negro o café con motivos de ondas
curvas cercanas al borde.
Formas: ollas de cuellos cortos y vagos de bordes
d redondeados; presentan un diámetro en su boca de
e 12 a 20 cm, el grosor va de 0.4 a 1 cm. El espesor del
cuerpo globular es de 0.5 cm en las paredes y, en los
fondos cóncavos y engrosados de 0.7 a 1.3 cm. El aca-
bado de superficie es el engobe crema polvoso por el
exterior; generalmente presenta como técnica decora-
f g tiva la incisión, la cual puede tener motivos de bandas
paralelas que sirven de base para enmarcar una banda
triangular por debajo de la cual pueden presentarse
líneas curvas o rectas acompañadas de punzonados
0 5cm zonal, y en el interior presenta una banda roja pulida
de 3 cm que cubre el borde.
Cajete de paredes rectas divergentes, cajetes de pa-
redes curvo divergente, cajetes de paredes curvo con-
vergentes. Esta forma presenta como técnica decora-
tiva, en escasa proporción, la incisión sobre un fondo
blanco, rojo o café. Los motivos son simples líneas en-
0 5cm trecruzadas, líneas triangulares o en zigzag, o líneas
h curvas paralelas siempre colocadas en el cuerpo. En el
caso de los cajetes con borde extendido, presentan una
decoración de pintura roja, blanca sobre un fondo café
i o negro, en algunos otros casos se presenta además
una incisión.
Variantes: por sus acabados, presenta las variedades
0 5cm
Blanco crema interior y exterior; Blanco crema exterior,
Fig. 6 Tipo Sotolaco café: a) ollas; b) apaxtle; c) cajetes; rojo interior; Blanco crema inciso exterior, rojo inte-
d) tecomates; e) cajetes rectos; f) cajetes curvo divergentes; rior; Blanco crema exterior, rojo interior inciso Blanco
g) cajetes curvo convergentes; h) asas; i) soportes y base anular. crema inciso exterior; Blanco crema inciso interior;
Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental. Blanco crema exterior, café interior; Blanco crema

67
Arqueología 57 • abril, 2019

b
0 5cm
c

a 0 5cm

c
e
0 5cm

Fig. 7 Tipo Sotolaco crema: a) ollas; b) cajetes. Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.

sobre rojo, exterior e interior, y un sinfín de com- Fase cultural Tezontepec


binaciones más. (600 a 300 a. n. e.)
Asociación: las cerámicas blancas decoración consti-
tuyen un marcador del periodo Formativo medio; tipos Durante esta fase inicia un apogeo regional; por el
semejantes a nuestros ejemplares en diseños y formas número de asentamientos, por los avances tecnológicos
los encontramos en la región de Tlaxcala como carac- y socioeconómicos alcanzados, existe un incremento
terísticas de la fase Tlatempa (García Cook y Merino poblacional, se cuenta ahora con 216 asentamientos.
Carrión, 1988: 281); ubicadas entre 1200 y 800 a. n. e. Aunque por ese entonces todavía existen pueblos gran-
En esta misma área en el sitio de Xochitécatl se reporta des en la región, éstos presentan aún cierto control de
un tipo semejante nombrado como Blanco esgrafiado su área y, por tanto, independencia de Cantona, que
y/o excavado, Rojo esgrafiado, Rojo sobre blanco es- para esta fase se consolida. Ahora bien, hay ciertos
grafiado y Blanco sobre rojo esgrafiado (Serra Puche asentamientos al sur del área explorada donde con-
et al., 2004: 55, figs. 15, 16, 24-27, fotografía 21 y 22). tinúan las villas alfareras (los sitios 147 y 173), que
Niederberger describe para la fase Manantial (1000 a siguen funcionando en esta fase (Ekholm, 1969); ésos
800 a. n. e.) en Tlapacoya Zohapilco, el tipo Cesto Blanco y otros asentamientos al sur presentan fuerte relación
(Niederberger, 1976: 132-135 y 183-184), cuyo acabado con el valle poblano-tlaxcalteca y con la zona central
de superficie y sus decoraciones son similares. También del Golfo de México.
hay semejanzas con los tipos Canoas White, Progreso En algunos asentamientos se observa la presencia
White (MacNeish, 1954) del área Huasteca, y Tecua- de terrazas, caminos, puestos de vigilancia, unidades
ni blanco alisado de Teopantecuanitlan, en Guerrero habitacionales, silos de base circular u ovalada o de
(Reyna Robles, 1996), Amarillo White (Green y Lowe, boca cuadrada (García Cook y Martínez Calleja, 2012),
1967) de Altamira, Siltepec White (Ekholm 1969), en juegos de pelota, talud paramento vertical. En esta
Izapa, y en Morelos para la fase Cantera de Chalcatzin- fase es importante mencionar la presencia de sitios
go hay presencia de ejemplares semejantes. con especialización artesanal, como el 164, en el que
fueron localizados desfibradores o “azadas”, artefactos
para la fabricación textil.

68
La cerámica del norte de la cuenca de Oriental

Para la parte final de esta fase hay sitios —como café); se trata de un tipo transicional Texoloc-Tezoqui-
los 292 y 295— que controlan, a la par de Cantona, la pan, cuya presencia es escasa. Otro tipo que aparece en
región. Como se puede observar, para ese momento esta fase y que es propio de Cantona son los braseros
un área importante del norte de la cuenca de Oriental Ánimas, cuya función es ceremonial.
ya está relacionada con Cantona, sólo algunos sitios La presencia de materiales asociados a las fases
del suroeste siguen independientes y están más rela- Tzompantepec, Tlatempa y Texoloc en la cuenca norte
cionados con Tlaxcala, por lo que se muestran fuertes de Oriental nos hacen apuntar lo mencionado ya por
contactos con esta región y el valle poblano; también Dávila, que en estas fases se “muestra un desarrollo
hay elementos culturales del valle de Tehuacán y del cultural, el cual desemboca en un principio de urba-
occidente —o Bajío—. Al parecer llegan al área otros nismo y diferenciación marcado con respecto a otras
grupos culturales. áreas principalmente en el Altiplano central, pero com-
Durante Tezontepec va a desaparecer la vajilla Te- parable en gran medida al desarrollo de las áreas del
xoloc con sus variantes en Negro y el Texoloc bicromo golfo y sur de Mesoamérica” (Dávila, 1975: 107).
(rojo sobre café), que se fusionará con el Texoloc rojo; es
decir, en una misma pieza se podrá presentar el acabado Tipo: Tezontepec rojo
en bicromo en un exterior mientras que el acabado en
rojo estará representado en la otra pared (figura 8). Pasta: cerámica de pasta de grano medio, compacta,
A la mitad de esta fase y poco antes del final desa- de dureza alta y de color amarillo rojizo (5 YR 7/8) a
parece el tipo Quachilco gris (figura 9), mientras que café (7.5 YR 5/4).
la variante en café y rojo aparece y desaparece casi al Acabado de superficie: presenta como acabado de su-
mismo tiempo que la fase, por lo que la consideramos perficie un engobe rojo (7.5 R 5/8, 4/8) pulido a palillos.
como diagnóstico. Por su parte, aunque se trata de tipos Para el caso de las ollas, éstas se encuentran con dicho
que se han iniciado en la fase anterior, continúan con pulido rojo al exterior sólo en el cuerpo, mientras que
mucha presencia los tipos Tezontepec negro y Tezon- el cuello exterior se encuentra pulido de color amarillo
tepec rojo, con lo que se consolida del todo esta vajilla rojizo (5YR 7/8 o 6/8) y el labio pulido en rojo; el cuello
local. interior de las ollas se encuentra con este engobe rojo
Al final de la fase aparece una dominancia de la va- pulido también, y para el cuerpo y base interior, sim-
jilla roja (representada por Sotolaco rojo, Texoloc rojo plemente alisadas. Por su parte, los cajetes presentan
de valle, Tezontepec rojo, Tezoquipan —figura 13— y este engobe en ambas superficies.
Payuca) que desplaza a la vajilla blanca (representada Formas: ollas de cuerpo globular, con cuellos vagos
por los tipos Coatepec, Tlatempa y Sotolaco crema, y con bordes redondeados en su mayoría (figura 10a). El
así como Quachilco mica, Quachilco gris y Quachilco espesor de las paredes de estas ollas va de 0.5 a 1.6 cm,

a 0 5cm
0 5cm

0 5cm 0 5cm

f
0 5cm
Fig. 8 Tipo Texoloc negro de valle. Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.

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b
d

0 3cm

Fig. 9 a) y b) Tipo Quachilco gris. Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.

y el diámetro de sus bocas va de 10 a 36 cm; predomi- les en su cuerpo, que presenta un espesor de 1.1 cm y
nan los de 14 y los de 30 cm. Es común que algunas un borde recto; también se encontró un fragmento de
de estas ollas presenten manchones de cocción rea- cucharón con un acabado de superficie exterior rojo
lizados de manera intencional que funcionan como pulido, y con un interior rojo sobre café pulido, cuyo
decoración de la superficie exterior de los cuerpos, y espesor de paredes es de 0.7 cm. Además, se hallaron
de manera excepcional, un acabado rojo sobre café al unos cuerpos de olla con rebordes y una vasija antro-
exterior. Las bases son planas, de un diámetro de 10 pomorfa.
a 16 centímetros.
Se hallan también cajetes de silueta compuesta, de Tipo: Tezontepec negro
bordes redondeados; el diámetro de sus bocas va de 18
a 30 cm; su cuerpo es curvo divergente, con un grosor Descripción general: cerámica que forma parte de la
que va de 0.5 a 0.8 cm, y sus bases son convexas y los loza Tezontepec, de pasta media, compacta, de du-
fondos, cóncavos (figura 10b). reza alta y de color café grisáceo (10 YR 5/2) a negro
Se encontraron cajetes de paredes rectas divergen- (5 YR 2.5/1). Presenta como acabado de superficie un
tes, de bordes redondeados —en la mayoría de los ca- engobe café oscuro (7.5 YR 4/2) a café rojizo oscuro
sos— y en menor medida, rectos. Hay presencia de al- 5YR3/2, pulido a palillos. Entre las formas presentes
gunos bordes redondeados ensanchados al exterior, el tenemos ollas de cuerpo globular, con cuellos vagos
diámetro de sus bocas va de 18 a 32 cm; su cuerpo es (figura 11a), y excepcionalmente de cuellos largos y con
recto y divergente, con un grosor en sus paredes que va bordes redondeados, tecomates (figura 11e), cajetes de
de 0.5 a 0.8 cm, y sus bases y fondos son ligeramente silueta compuesta (figuras 11b y d), cajetes de paredes
cóncavos. De manera excepcional, esta forma presenta rectas divergentes, cajetes curvo convergentes, cajetes
reborde medial, así como un acabado rojo sobre café curvo divergentes (figura 11c); en algunas formas hay
en el interior o exterior, que pude prolongarse hasta presencia de rebordes y bordes festonados, y también
el fondo (figura 10c). se presentaron asas circulares y de oreja.
También hay presencia de cajetes curvo convergen- Platos: fuera de lo común es la presencia de esta
tes, cajetes curvo divergentes, bases anulares, y sopor- forma (o quizás sean platos); se trata de elementos
tes que pueden ser sólidos de botón, cónicos o huecos con bordes redondeados, con paredes que no superan
perforados (hasta con tres perforaciones); por el aca- 1.5 cm, el cual se encuentra pulido por el interior y
bado de superficie en el interior se pudo determinar el exterior; la base se encuentra burdamente alisada.
que esos soportes formaban parte de las bases de los El diámetro de sus bocas es de 16 a 20 cm, y el grosor
cajetes. Hay asas planas, circulares, y de oreja; el tipo de sus paredes de 0.8 y 0.9 cm, teniendo la base muy
de acabado de superficie indica que seguramente for- delgada, de 0.3 cm, o muy gruesa, de hasta 1 cm. Los
maban parte de los cuerpos de ollas. tres ejemplares encontrados corresponden al sitio 222.
Entre algunas formas excepcionales se encontró un
tecomate rojo sobre café con acanaladuras horizonta-

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La cerámica del norte de la cuenca de Oriental

a
b
c

0 5cm

Fig. 10 Tipo Tezontepec rojo. Fuente: Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.

e
0 5cm

Fig. 11 Tipo Tezontepec negro: a) olla; b) y d) cajete de silueta compuesta; c) cajetes recto y curvo divergente; e) tecomate. Fuente:
Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental.

Fase cultural Payuca


(300 a. n. e. a 50 d. n. e.) Payuca muestra el mayor apogeo en el área; pos-
teriormente, al consolidarse el apogeo de las grandes
Durante esta fase, la parte norte de la cuenca de Orien- ciudades (en el Clásico) como ésta, el resto del área se
tal continúa e incrementa el apogeo que inició en la ruraliza.
fase anterior, aunque algunos sitios se desocupan para La mayor parte de la cerámica se caracteriza por
migrar a Cantona, que para esta fase (Cantona I tardío) tener un tono rojo, representado por los tipos conocidos
llega a su máxima expresión con un sello propio (García como Tezontepec y Quachilco, que aparecen en la fase
Cook, 2009: 135-141). anterior, y para esta fase van desapareciendo, y surgen
El número de asentamientos es semejante al de la Payuca rojo pulido (figura 12) y Tezoquipan rojo (figu-
fase anterior, pero 122 se desocupan y migran a Can- ra 13); además comienzan a aparecer tipos cerámicos
tona. La zona oriente al norte de la cuenca de Oriental característicos de la ciudad de Cantona como Ánimas,
comparte elementos con Cantona y el Golfo de México, Mancuernas, Xixiltepec, Poleo y Tlachichuca, así como
mientras que el sur se le relaciona con el valle pobla- tipos con formas rituales como los incensarios Águilas
no-tlaxcalteca y el suroeste con el bloque de Tlaxcala. y las urnas funerarias Paxtle, y con ello, la presencia de
Las características y elementos culturales presentes Cantona se hace más fuerte. Cuando esta gran ciudad
desde las fases anteriores se incrementan y se multipli- comienza su apogeo, la presencia de grupos alóctonos
ca su presencia. Existe para esta fase una especializa- se ve reflejada en la cerámica que hemos denominado
ción en la industria lítica que fue exportada y llegaba a como Naranja rojizo; recordemos que se ha observado
lugares como Veracruz, Tabasco, Tehuacán y Oaxaca. una fuerte relación con grupos del golfo central.

71
Arqueología 57 • abril, 2019

b
a

Fig. 12 Tipo Payuca: a) ollas de cuello


recto; b) cajetes acanalados; c) cajetes de
paredes curvo divergente; d) cajetes de
0 5cm d paredes rectas. Fuente: Proyecto Norte
de la Cuenca de Oriental.

Tipo Payuca rojo pulido que su altura no supera los 5 cm. Presentan general-
mente base plana, pero se han llegado a encontrar con
Descripción general: tipo cerámico rojo, acabado que base convexa y fondo cóncavo.
adquiere popularidad y mejoramiento en su técnica de Entre los cajetes tenemos los curvo divergentes, los
pulido. Éste es el tercer tipo cerámico en importancia de paredes rectas a rectas divergentes y los curvos con-
de todo el material analizado hasta el momento, y es vergentes; en todos los casos con un espesor en sus
diagnóstico para esta fase. Se trata de una cerámica de paredes de 0.5 a 1 cm, y un diámetro en sus bocas de
manufactura modelada. La pasta es de grano medio, 16 a 32 cm, los bordes son redondeados y de media ojiva
de baja porosidad y dureza alta, semicompacta, y el al exterior, generalmente, y en escasa proporción hay
tono del color es café rojizo claro (5 YR 6/4), café (7.5 bordes en bisel, rectos expandidos al exterior; también
YR 5/4), café grisáceo oscuro (10 YR 3/2); en general pueden presentar un reborde reforzado al exterior. Las
sigue teniendo una buena cocción y calidad. Su aca- bases pueden ser planas o en menor proporción ligera-
bado de superficie presenta un tono de color rojo (7.5 mente convexos. En algunos casos excepcionales, esta
R 5/8), aunque ahora el pulido es muy fino, sin dejar forma presenta bordes con rebordes y bordes rectos
marcas de éste. expandidos.
El tipo Payuca rojo pulido se caracteriza por sus Las vasijas que sobrepasan los 5 cm de alto, siempre
formas. Para el caso de las ollas, los bordes rectos ex- que el diámetro de la boca sea menor a la altura de su
pandidos se encuentran pulidos en ambas superficies, pared —y considerando que el acabado de superficie
mientras que el cuerpo sólo está pulido por el exterior; así lo permita—, se consideran más bien vasos; aunque
por su parte, los cajetes presentan el pulido en ambas son escasos, los pocos que se hallaron son de bordes
superficies, en casos excepcionales se presentan pu- redondeados y diámetros de 5 a 7 cm, con paredes rec-
lidos de un color rojo sobre un café claro (7.5 YR 6/4) tas y mayores a los 10 cm, con bases planas.
en el interior o en el exterior.
Hay presencia de ollas cuello curvo divergentes con Fase cultural Alchichica (50 al 600 d. n. e.)
cuellos vagos y con bordes rectos expandidos (figura
13a); el diámetro de sus bocas va de 28 a 40 cm. Los Desde la fase Payuca, el número de asentamientos se
cuerpos son curvo convergentes, el espesor de las pa- reduce a más de la mitad en comparación con la fase an-
redes es más regular, de 0.5 cm en promedio. terior debido a la consolidación de la ciudad de Cantona
Otra de las formas más comunes son los cajetes y a la migración a otros centros rectores del Altiplano
acanalados (figura 13b), los cuales pueden tener pa- central (García Cook, véase su artículo en este número
redes rectas divergentes, curvo convergentes, curvo de Arqueología). Ahora se cuenta con 81 sitios; es impor-
divergentes (figura 13c), con borde de media ojiva, y se tante mencionar que la villa alfarera todavía persiste
caracterizan por presentar en todo su cuerpo acanala- durante la parte temprana de esta fase. Además, Se
duras horizontales paralelas de aproximadamente 1 cm sigue con la presencia de características y elementos
de ancho; el diámetro de sus bocas va de 18 a 28 cm, y culturales presentes en las fases anteriores en sitios al
el espesor de sus paredes es de 0.6 a 0.8 cm, mientras sur y oriente del área.

72
La cerámica del norte de la cuenca de Oriental

Naranja de pasta fina y Bandas ásperas burda (figura


14e). Se sabe de caminos que conectan entre sí, las
villas alfareras aún penetran en la parte temprana de
esta fase (García Cook, 2009: 143).
a
Tipo: Techachalco

Descripción general: se trata de cajetes de manufactura


modelada con pasta media compacta, con desgrasantes
c minerales y arena; la cocción es regular. El color de la
pasta es gris rojizo oscuro a rojo débil y rojo sucio 10
b R 3/1 a 3/2 y 4/2, café rojizo y café rojizo claro (5 YR
4/4, 5/4 y 6/3), algunos presentan el núcleo muy os-
curo. Presentan un buen acabado bicromo; se trata de
un engobe grueso en ambas caras de color rojo a rojo
0 5cm oscuro (2.5 YR 3/6 a 4/6, 5/6) y café fuerte a café rojizo
(7.5 YR 5/6 a 6/6, 3/2) con una banda roja alrededor
del borde, sobre todo en el interior y con acabado de
Fig. 13 Tipo Tezontepec: a) cajete de silueta compuesta; “palillos”, sobre todo al exterior.
b) cucharon; c) soporte hueco. Fuente: Proyecto Norte de la Como decoración, el tipo Techachalco sólo presenta
Cuenca de Oriental. una banda roja que circunda el borde y puede consi-
derarse parte de la decoración somera que distingue
Los asentamientos del oriente comparten elementos a este tipo; se trata de una banda de 0.7 a 2.2 cm de
culturales con Cantona en la cerámica, pero es durante ancho que se presenta sobre todo en el interior y cuan-
esta fase —y de manera paralela a la producción alfare- do está en el exterior es más angosta.
ra local— que se incrementa la presencia de cerámica Las formas (figura 14d) son cajetes de paredes cur-
foránea. Se observa una estrecha relación con grupos vo divergente, curvo convergente, de paredes rectas,
asentados más al oriente: los grupos del golfo cen- recto divergentes, con bordes redondeados y fondo y
tral. Aunque Gazzola (2005) plantea que la presencia base plana; el diámetro de la boca va de 10 a 18 cm y el
de materiales alóctonos ocurrió en la fase posterior, de la base de 8 a 14 cm; la altura de las piezas es de
Xaltepec, o el que ella nombra Epiclásico,5 nosotros 5.5 a 9 cm.
hemos encontrado que estos materiales alóctonos ya
aparecen desde la fase Payuca, y su presencia se debe Fase cultural Xaltepec (600 a 900 d. n. e)
en gran medida a las interacciones no sólo con grupos
del golfo central sino también con los del Altiplano Se puede ubicar esta fase en un Clásico tardío, conti-
central, Tehuacán y Oaxaca. nuación de una etapa anterior, cuando el área seguía
Los tipos Tezoquipan, Payuca, Mancuernas, Águi- girando en torno a Cantona. En general, en todos los
las, Paxtle, Xixiltepec y Tlachichuca desaparecen en sitios de esta fase se continúa observando la presencia
esta fase, y surgen tipos como Payuca-Poleo, Poleo, de características y elementos culturales presentes en
Izoteno y Zalayeta, que culminaran al terminar esta fases anteriores (García Cook, 2009).
misma fase. En el material cerámico se observa la relación con
Ahora bien, los asentamientos localizados al oriente la gran ciudad de Cantona; se ven presentes los tipos
de esta área comparten elementos culturales con Can- como Poleo, Texcal, Tepeyahualco, Texcalteno, Xalti-
tona: se observa la presencia de tipos representativos panapa, Ocotepec, Cuyoaco, Xalapasco, Xalapasquillo.
para Cantona como el Ocotitla olla festonada (figura Desaparecen tipos como Techachalco, Ocotitla olla fes-
14b), Ocotitla tricromo (figura 14c), Maxtaloya, Te- tonada, Ocotitla tricromo, Maxtaloya, Anaranjado del-
peyahualco, Anaranjado delgado grueso (figura 14a), gado grueso, Tetipanapa y Xonacatlan, correspondien-
Texcal, Tetipanapa, Texcalteno, Xaltipanapa, Ocote- tes a la fase anterior, y aparecen los tipos Tenextepec,
pec, Xonacatlan y Cuyuaco. También se halla cerámi- Tepetolo banda blanca (figura 15a), Micuauhtla, Vigía,
ca relacionada con grupos del golfo central, cerámica Izote, Sotola y Pizarro punzonado (figura 15a), Pizarro
inciso (figura 15c), así como cerámica alóctona, pro-
5  En el área norte de la cuenca de Oriental no se producen ajustes que ca- bablemente del golfo, denominada como Rastrillada.
ractericen al periodo Epiclásico; es decir, el área continuó girando en torno a
ella misma, pese a los cambios poblacionales debidos a la consolidación de
Cantona como centro regional, por lo que no se puede hablar de un Epiclási-
co, sino más bien de un Clásico tardío (García Cook, 2009).

73
Arqueología 57 • abril, 2019

0 5cm

0 5cm

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c
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Fig. 14 Cerámica de la fase Alchichica: a) Anaranjado Delgado Grueso; b) Ocotitla olla festonada; c) Ocotitla tricomo; d) Techachal-
co; e) Bandas ásperas.

Tipo Pizarro
punzonados inclinados y profundos, los cuales se rea-
Descripción general: bases planas de gran tamaño de lizaron con un instrumento con terminación rectan-
manufactura modelada de pasta media o semicompac- gular, al momento en que la arcilla aún estaba fresca
ta, con desgrasantes en 10 %, integrado por partículas (figura 15b).
blancas y negras de tamaño medio. El color de la pasta
va de rojo (2.5 YR 5/8) a negro (5 YR 2.5/1). Conclusiones
Presenta como acabado de superficie un alisado bur-
do, del mismo color de la pasta, en el que predominan La migración poblacional de la región norte de la cuen-
los tonos oscuros, sobre el cual se le dará un acabado ca de Oriental hacia la ciudad de Cantona se ve refleja-
que permite ver dos variedades diferentes. da en el hallazgo de varios tipos propios de Cantona,
Variedad Pizarro inciso: presenta en la parte superfi- por lo menos desde la fase Payuca, y su presencia irá
cial superior una serie de incisiones anchas, pero poco en incremento en las fases posteriores. Los tipos de
profundas, rectas, inclinada y paralela, sobre la cual se las primeras fases Sotolaco y Tezontepec desaparecen
colocará una segunda serie de incisiones transversa- cuando se da esta migración poblacional; la cerámica
les que formarán un motivo de rombo o red. Se pudo alóctona de estas fases tiene más relación con la ce-
encontrar en un solo ejemplar incisiones zonales en rámica de Puebla-Tlaxcala y del occidente del actual
cuadrantes; se trata de simples líneas rectas, paralelas territorio nacional; por otra parte, la cerámica de las
(figura 15c). fases posteriores, Payuca, Alchichica y Xaltepec, se
Variedad Pizarro punzonado: se caracteriza por pre- encuentra más relacionada con la cerámica del área
sentar en la parte de superficial superior una serie de central del Golfo de México.

74
La cerámica del norte de la cuenca de Oriental

d
0 5cm

0 5cm
0 5cm

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0 5cm 0 5cm

Fig. 15 Cerámica de la fase Xaltepec: a) Tepetolo; b) Pizarro punzonado; c) Pizarro inciso; d) Rastrillado.

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77
Los antiguos monumentos de
El Tajín, Xochicalco, San Juan
de los Llanos (Cantón o Cantona)
y la isla del Nutka en la Gazeta de
José Humberto Medina González
Archivo Técnico, cna-inah
México y la Gazeta de Literatura
Baudelina Lydia García Uranga
Centro inah-Zacatecas de México

Resumen: Se estudian tres tempranas noticias de las ruinas prehispánicas mexicanas del Tajín, Xochicalco y San Juan de los Llanos (o ciudad del
Cantón y hoy conocida como Cantona). En la última también se hace mención a la población indígena de la Isla del Nutka (Canadá) y su relación
con los antiguos mexicanos, los otomís y su lejano lugar de origen. La publicación de cada noticia fue en 1785, 1791 y 1790; la primera por Manuel
Valdés en su Gazeta de México y las otras dos por Antonio Alzate y Ramírez, en su Gazeta de la Literatura. Se busca comprender en qué tipo de
fuentes de información arqueológica y documental (como la recopilada por el capitán británico James Cook) se basaron esas noticias y exponer los
intereses que motivaron su publicación. Se muestra como el arqueólogo-viajero luxemburgués Guillermo Dupaix, las consultó, y después exploró
tales zonas. Como anexo se ofrece una transcripción completa de la noticia sobre las ruinas de San Juan de los Llanos, redactada por el licenciado.
Ruiz Cañete, la cual Alzate incluyó en su Gazeta de 1790 y que por varias décadas del siglo XX algunos arqueólogos la consideraron extraviada o
bien dudaron de su existencia.
Palabras clave: Alzate, Dupaix, Ruiz Cañete, Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos, Cantona, Nutka, otomís, antiguos mexicanos, Laguna de
Tehuallo, Casa Grande, Casas Grandes.

Abstract: This article explores three early reports on the pre-Hispanic ruins of El Tajín, Xochicalco and San Juan de Los Llanos (or city of Cantón,
today Cantona Archaeological Zone). The last one also refers to the indigenous population of Nootka Island (Canada), and their relationship with
the ancient Mexicans, the Otomies and the distant place of their origin. These publications appeared in the capital of New Spain in 1785, 1791
and 1790; the first one by well-known publisher Manuel Váldes in his Gazeta de México and the other two by the erudite scholar Antonio Alzate
y Ramírez in his Gazeta de la Literatura. The aim of this article is to understand the main sources of archaeological and documentary information
used to produce the reports (bureaucratic, administrative, historical and ethnographic such as recollected by the British Captain James Cook) and to
analyze the interests underlying their publication. It also reveals how the Luxembourgian archaeologist traveller Guillermo Dupaix, consulted them
and latter explored these three zones. An appendix to the article includes a complete transcription of the report on the ruins of San Juan de Los
Llanos by Licenciado Ruiz Cañete, published by Alzate in his Gazeta of 1790, which was considered lost by some archaeologists for several decades
in the 20th century or its very existence was doubted.
Keywords: Alzate, Dupaix, Ruiz Cañete, Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos, Cantona, Nootka, Otomís, ancient Mexicans, Laguna de Tehuallo,
Casa Grande, Casas Grandes.

A Carlos Navarrete y Enrique Juan Palacios (†),


por sus enormes aportes a la historia de la arqueología mexicana

El que sólo arqueología sabe, ni eso sabe


Frans Blom (Navarrete, 1991: 31)

E
ste artículo revisa las tres tempranas noticias de etnográfica) se produjeron esas noticias, exponer los
las ruinas prehispánicas mexicanas de El Tajín, diferentes intereses que tuvieron los editores para
Xochicalco y San Juan de los Llanos (o ciudad del publicarlos y cómo estas tempranas noticias fueron
Cantón, hoy conocida como Cantona). En la última consultadas tanto por el arqueólogo-viajero luxembur-
también se hace mención de la isla del Nutka (Canadá) gués Guillermo Dupaix —quien años después también
y al lejano lugar origen de los antiguos mexicanos. inspeccionó las tres ruinas— como por otros investi-
Dichas noticias fueron publicadas en 1785, 1791 y 1790; gadores que posteriormente publicaron sus estudios
la primera por el reconocido editor novohispano Ma- sobre las mismas. Como anexo al artículo se ofrece una
nuel Valdés, en su Gazeta de México, y las otras dos las transcripción completa de la noticia de las ruinas de
escribió y publicó en su Gazeta de Literatura de México San Juan de los Llanos redactada por el licenciado Ruiz
el erudito Antonio Alzate y Ramírez. Los objetivos del Cañete, la cual a su vez fue transcrita por Alzate para
artículo son comprender con qué tipo de fuentes de incluirla en su gaceta; y que por varias décadas del siglo
información arqueológicas y documentales (corres- xx algunos arqueólogos la consideraron extraviada o
pondencia, burocrática, administrativa, histórica y incluso dudaron de su existencia.
Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos ...

Tres noticias de 1785, 1791 realizaron exploraciones y se encargaron de la conso-


y 1790 de las ruinas mexicanas lidación de los monumentos arquitectónicos mayores
de la zona arqueológica dentro del Proyecto Especial
en Veracruz, Morelos y Puebla Cantona 1992-1994 del Instituto Nacional de Antro-
Desde los comienzos del siglo xix hasta la actualidad, pología e Historia (inah) (García Cook y Merino, 1998:
varios renombrados investigadores mexicanos y ex- 193-194). Los investigadores señalaron que esa breve
tranjeros interesados en el estudio de las antigüedades referencia brindada en la anterior publicación “no ha
mexicanas y de los ancestrales monumentos arquitec- sido corroborada a pesar de los esfuerzos de Tschohl
tónicos indígenas, en la historia de la arqueología y el y Nickel” (García Cook y Merino, 2000: 172-173, Gar-
desarrollo de la ciencia en la época colonial, citaron cía Cook, 2017: 12); sin embargo, esos arqueólogos no
o transcribieron en sus obras dos tempranos textos rastrearon la noticia en los fondos reservados de las
sobre el hallazgo y las inspecciones de reconocimiento bibliotecas mexicanas. Durante la década de 1960,
en las antiguas ruinas de El Tajín y de Xochicalco, en Tschohl y Nickel, quienes participaban en el Proyec-
las jurisdicciones de Papantla y Cuernavaca, que se to Puebla-Tlaxcala de la Fundación Alemana para la
imprimieron a mediados de la octava y principios de Investigación Científica y Círculo México, realizaron
la novena década del siglo xviii, respectivamente, uno una intensa búsqueda de la noticia en las bibliotecas
en la Gazeta de México, a cargo de Manuel Valdés, y de nuestro país y del extranjero; su cuidadoso rastreo
el otro en la afamada Gazeta de Literatura de México bibliográfico en los acervos y en la literatura de la re-
del bachiller en artes y teología José Antonio Alzate gión hasta ese entonces publicada no logró encontrarla
y Ramírez (1737-1799), la cual comenzó a circular en físicamente, pero sí pudo precisar, gracias a la consulta
la capital del virreinato desde el 15 de enero de 1788 de la obra de Palacios y la información sobre el sitio
(Moreno de los Arcos, 1996b: 43). Un tercer texto al res- arqueológico de San Juan de los Llanos, que aquélla
pecto fue redactado y publicado por Alzate y Ramírez, aparece en el apartado correspondiente al estado de
también en la Gazeta de Literatura de México; éste salió Puebla dentro del Atlas arqueológico de la República
antes del segundo, y presenta un esbozo de sus inci- Mexicana, conformado por el inah y publicado en 1939
pientes estudios sobre la isla del Nutka (hoy territorio por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia
canadiense) y de sus habitantes indígenas, así como de (ipgh), y se confirmó que dicha noticia efectivamen-
la procedencia de los antiguos mexicanos, y también te se imprimió en la publicación de Alzate, por ello
incluyó una noticia que redactó el 17 de octubre de 1786 concluyeron que “debe comenzarse la búsqueda en la
el licenciado en jurisprudencia Joseph Francisco Ruiz segunda serie del tomo I y en el principio del tomo II”
Cañete, en la que le comunicó la existencia de ruinas (Tschohl y Nickel, 1972: 340, t. I) para así localizar
de una antiquísima población que se encontraba den- en esos dos ejemplares, el número y mes del impreso
tro de la jurisdicción de San Juan de los Llanos —cuya donde originalmente apareció.
cabecera era el poblado del mismo nombre (hoy Ciudad Gracias a la pista aportada por Tschohl y Nickel en
Libres)—, inmenso territorio que en la época colonial su Catálogo arqueológico y etnohistórico de Puebla-Tlax-
ocupaba la actual área del norte-centro y noreste del cala (1972), el primer autor que suscribe este artículo
estado de Puebla (Gerhard, 1986: 234-235). inició entre septiembre y octubre de 1997 la búsque-
Mientras que el esbozo ha sido transcrito y estu- da de aquella noticia en los impresos originales de la
diado por dos historiadores (Carreño, [1913] 2013: 121- Gazeta de la Literatura de México del siglo xviii, cuyos
127; Echenique, 2013b: 18-34), principalmente, con el tres tomos empastados custodia la Biblioteca Nacional
fin de contextualizar las razones históricas que lle- de México de la Universidad Nacional Autónoma de
varon al bachiller a redactarlo; la noticia que Alzate México (unam). Durante varios días y después de revisar
y Ramírez incluyó sobre los restos arqueológicos de una a una cada gaceta de las que están encuadernadas
esa antigua población de San Juan de los Llanos, que en el primer tomo, se pudo localizar en este periódico
no es otra que la urbe prehispánica del Cantón, hoy de la capital la tan buscada noticia de la antiquísima
conocida como Zona Arqueológica de Cantona, en población de San Juan de los Llanos o, mejor dicho, de
Puebla, quedó prácticamente borrada de la memoria las ruinas arqueológicas de Cantona; como se comentó,
documental de la arqueología. El poco recuerdo que el último arqueólogo en consultarla y dejar constancia
aún quedó de esa noticia se mantuvo gracias a una de ella en sus publicaciones y en la información que
escueta referencia bibliográfica —como se expondrá proporcionó para el Atlas arqueológico de la República
más adelante— que aparece en un artículo editado en Mexicana fue Enrique Juan Palacios, quizás el último
los primeros años de la segunda década del siglo xx, por representante de la tradición histórica-arqueológica
el también casi olvidado arqueólogo Enrique Juan Pala- emanada de los sabios decimonónicos del Museo Na-
cios; ese texto incluso fue objeto de reservas por parte cional de México y autor de una de las más grandes na-
de algunos arqueólogos que durante varias temporadas rrativas de la historia de la arqueología mexicana, que

79
Arqueología 57 • abril, 2019

cubre desde la época colonial hasta la segunda década intelectual de la época colonial —del que trataremos
del siglo xx (Palacios, 2016 [1929-1930]: 95-196), mis- más adelante— fue el editor de la nota en cuestión
ma que sólo recientemente ha vuelto a ser valorada y (Bernal 1979: 73); no obstante, proponemos que por
sacada del olvido por los arqueólogos (López Hernán- ser un texto anónimo, y a sabiendas de que Alzate era
dez, 2016: 11-15). por aquella época colaborador de la publicación perió-
En suma, el breve esbozo que escribió Alzate sobre dica —y sumando además su interés por los antiguos
los nutkenses y su isla, sobre la procedencia de los in- monumentos, hecho notable cuando menos desde 1777
dios mexicanos y la noticia que agregó el estudioso y en 1784, años en que visitó por primera y segunda
poblano acerca de las ruinas, aparecieron como un ar- vez las ruinas de Xochicalco, o incluso desde antes—,
tículo en la Gazeta de Literatura de México, en el im- quizás lo que ocurrió fue que Alzate le sugirió a Valdés
preso número 11, páginas 81-84, publicado el día 8 de que esa noticia apareciera en la citada gaceta. En ella
febrero de 1790 en la Ciudad de México. Dicho artículo se reportó que, en el mes de marzo de 1785, en la juris-
(véase la transcripción íntegra en el anexo de este tex- dicción de Papantla se encontró de manera accidental
to), titulado el “Origen de los indios”, se reimprimió en esa antigua edificación, arruinada hacia muchos siglos,
el tomo I (de cuatro) de las Gacetas de Literatura que abandonada y cubierta de vegetación. Así se describió el
en 1831 Manuel Buen Abad editó en Puebla, y también descubrimiento del antiguo monumento en la noticia,
se publicó en 1840 como parte de las Memorias de la como se presenta a continuación:
Sociedad Patriótica de La Habana, Cuba (Alzate, 1840:
326-329, t. X). Los cuatro tomos de la Gazeta de la Li- Como á fines de Marzo del presente año [1785] Don Diego
teratura antes indicados fueron reeditados en 1893 Ruiz, Cabo de la Ronda de Tabaco de esta Jurisdicción,
y 1897-1898 por la Secretaría de Fomento, y en 1980 andando cateando los montes de ella con el fin de exter-
el historiador Roberto Moreno de los Arcos hizo una minar las siembras de Tabaco como es de su obligación:
nueva publicación de las Obras completas de Alzate en el parage llamado en lengua Totonaca del Tajin, que
en la unam, pero en este último caso sólo se editó el en nuestra lengua significa rayo ó trueno por el rumbo
primer tomo. Se debe señalar que el artículo “Origen Poniente de este Pueblo, á dos leguas de distancia, entre
de los indios” también se volvió a imprimir en 2012 en un espeso bosque halló un Edificio de forma piramidal
una selección de textos de Alzate que apareció en la con cuerpo sobre cuerpo á la manera de una tumba has-
colección Cien de México, del Consejo Nacional para la ta su cima ó coronilla: por la cara que mira al Oriente
Cultura y las Artes (Conaculta); la transcripción cuida- tiene una escalera de piedra de sillería, como lo es toda
dosa del impreso original de la gaceta estuvo a cargo la del Edificio, cortada á regla ó esquadra, cuya escalera
de Miruna Achim, quien además realizó el laborioso se compone de cincuenta y siete escalones descubiertos,
trabajo de compilación, notas y edición de esta obra conociéndose efectivamente que otra gran porción de es-
(Alzate, 2012a). En su introducción a esa edición, la calones están subterrados siguiendo su natural descenso
compiladora no escribió ningún comentario específico entre la maleza y broza del terreno. Tendrá la escalera de
sobre dicho artículo. latitud como diez ó doce varas, y subiendo por ella, en
su medianía, á iguales distancias de una á otra, se en-
El Tajín en la Gazeta de México cuentran quatro órdenes de nichos quadrilongos como
de poco más de media vara de latitud, una tercia de alto
El primer texto impreso de un autor anónimo cuya in- y otra de profundidad, hechos con la mayor perfección, y
formación da cuenta de los vestigios arqueológicos de en cada orden tres nichos, que por todos suman doce,
la popularmente denominada Pirámide de los Nichos saliendo el cielo de cada orden de ellos al ayre en forma
en la Zona Arqueológica de El Tajín, hoy en el munici- de repisa compuesta de una piedra como de dos varas algo
pio de Papantla de Olarte, Veracruz, es la nota que se mas largo , y vara y media de ancho, sin lo empastado ó
publicó el día martes 12 de julio de 17851 en el número trabado en las misma escalera, y el grueso de cada loza
42 de la Gazeta de México, que un año antes Manuel de estas como de una tercia, cortadas todas á esquadra,
Antonio de Valdés comenzó a publicar y que contó entre y guardando en su colocación sus debidas proporciones:
sus más renombrados colaboradores con el presbítero á lados derecho y izquierdo de la denominada escalera se
José Antonio Alzate y Ramírez, quien participó como descubren otras dos, cada una como de vara de ancho,
escritor en ese diario desde el año de su inicio hasta por las que no se puede subir por estar sus escalones cie-
1787 (Moreno de los Arcos, 1969: 100, y 1996a: 25). El gos de la brosa, ojarasca, y lo que es más, de las muchas
arqueólogo Ignacio Bernal escribió que ese reconocido raices que por todo el Edificio se han ingerido de los
crecidos árboles que han nacido sobre él, tan arraigados
1  Como información anexa, no se debe olvidar que también en febrero de que muchas de sus raices han sacado de su sitio algunas
1785, José de Estachería, presidente de la Audiencia de Guatemala, escribió a
José de Gálvez, ministro de Indias en España, sobre el hallazgo el año anterior piedras. Estas dos escaleras laterales rematan en dos ni-
de las ruinas de Palenque (hoy Chiapas, México); véase Navarrete (2000). chos que se hallan en el sexto cuerpo al lado derecho é

80
Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos ...

izquierdo del Edificio, y cada nicho de estos tendrá de Márquez publicó durante su destierro en Roma, Ita-
ancho poco más de vara, otro tanto de alto, y como tres lia (Márquez, 1804: 4-14; Paso y Troncoso, 1882: 281,
quartas de profundidad: siendo de advertir, que todas las t. II), sabemos que ambos investigadores, además de
piedras del Edificio están unidas con mezcla muy fina; y consultar dicha gaceta, transcribieron su texto y co-
lo que mas admira es, que sobre cada uno de estos nichos piaron el grabado publicado de la antigua edificación
se encuentra de cielo una piedra de extraña magnitud piramidal (Márquez, 1882: 284-290, t. II), aunque Du-
cortada con regla y esquadra en diminución hácia abaxo, paix agregó nuevos detalles arquitectónicos al dibujo
especialmente la del lado derecho, que aunque es igual de la anterior.2
con la del lado izquierdo, se dexa admirar más por la Según López Luján, en 1803 —aunque por desgracia
hermosa tez que tiene, siendo su grueso como de tres no cita la fuente— José Pichardo, religioso de la orden
quartas, su largo de dos media varas, y como dos de an- de San Felipe Neri, envió a Roma, Italia un ejemplar de
cho. En cada uno de los cuerpos de que se compone este la Gazeta de México con la noticia de El Tajín, junto con
Edificio se encuentran nichos quadrados como de una un suplemento de la Gazeta de Literatura de México, el
vara de alto y ancho, y tres quartas de profundidad; sien- cual contiene la pionera descripción de Alzate sobre las
do de advertir, que cada lado ó cara (á excepción del de ruinas de Xochicalco, que trataremos después. Ambas
la escalera) en el primer cuerpo tiene 24 nichos, que en publicaciones las recibió Andrés Cavo, historiador y
las tres suman 72: en el segundo de cada cara 20, que también jesuita exiliado en aquel país europeo; antes
hacen 60: en el tercero 16: en el quarto 12: en el quinto de su muerte, Cavo se las entregó a Pedro José Márquez,
10: en el sexto ocho; y en el séptimo 2 ya arruinados quien a su vez las utilizó en los siguientes meses para
(juzgándose prudentemente que serían 6 por cada lado preparar su estudio, ya referido, sobre la arquitectura
de los tres). Por cada lado de la escalera, se encuentran de esos dos antiguos monumentos mexicanos (López
9 nichos en el primer cuerpo: 8 en el segundo: 7 en el Luján, 2008: 75; López Luján, 2010: 215). Posterior a
tercero: 6 en el quarto: 5 en el quinto: 4 en el sexto, y la documentación ya referida de Dupaix y Márquez, y
uno en el séptimo, que con los doce que se dixeron de hasta los últimos años, la noticia sobre El Tajín no sólo
la escalera tiene tiene todo el Edificio 342 nichos; y el ha sido ampliamente consultada y citada en las narra-
primer cuerpo 30 varas por cada frente, que hacen 120 tivas que se han escrito sobre la historia arqueológica
de circunferencia. Segun la estructura y vegez que de- en México (Bernal, 1952a: 138-139; 1979: 73-74; Alcina,
muestra este Edificio, se conjetura prudentemente sería 1988b: 271; 1995: 114) y de la zona arqueológica misma
fabricado por los primeros Habitadores de este Reyno; y (Pascual, 2006: 27), sino que el texto, completamente
mucho mas advirtiendo que ninguno de los Historiadores transcrito, volvió a publicarse a finales de la primera
de su Conquista hacen memoria de él; siendo creer que década del siglo xxi (López Luján, 2008: 76, con repro-
por hallarse emboscado entre los cerros no llegara á no- ducción fotográfica del grabado).
ticia de la Nacion Mexicana ni de los primeros Españoles,
y no es de admirar, quando en este Pueblo, teniéndolo Xochicalco en el suplemento
tan cercan, ahora es cuando se descubre; bien que parece
de la Gazeta de Literatura de México
que los Indios naturales de él no lo ignoraban, aunque
jamas lo revelaron á Español alguno. Por ser uno de los La segunda noticia que se tratará en este artículo
monumentos de la antigüedad de este Reyno, ha pareci- fue redactada por el sacerdote e ilustrado criollo José
do bien representar en una estampa todo lo referido, la Antonio Alzate y Ramírez; se titula: “Descripción de
que se publicará gratis luego que se concluya (Gazeta de antigüedades de Xochicalco. Dedicada a los señores de
México (42): pp. 349-351, 12 de julio de 1785). la actual expedición marítima alrededor del orbe”, y
apareció en 1791 en el tomo II de Gazeta de Literatura de
Con el texto impreso, la gaceta anexó un grabado en México (Alzate, 1791: 1-24; 1831 [1791]: 1-16; 2012 [1791]:
cobre de la edificación descrita; en la esquina inferior 415-488). El texto es producto de las inspecciones rea-
derecha de la lámina se escribió el nombre de García lizadas en 1777 y 1784 en el cerro fortificado de Xo-
(véase ilustración en la gaceta). Gracias a los manus- chicalco, cercano a Cuernavaca, y de las observaciones
critos y dibujos de la pirámide de Papantla dejados hechas en los arruinados monumentos arquitectónicos
por el “arqueólogo-viajero” luxemburgués Guillermo erigidos sobre su cumbre (la plaza y El Castillo, hoy
Dupaix, producto de sus “correrías particulares” rea- denominado Pirámide de la Serpiente Emplumada),3 en
lizadas durante la última década del siglo xviii y los
primeros años del siglo xix por el territorio de la Nueva 2  La lámina dibujada a lápiz por Dupaix de la pirámide de Papantla se en-
España (López Luján, 2011: 72; 2015: 43 y 68-69; López cuentra en la Biblioteca de la Sociedad Filosófica Americana en Filadelfia,
Luján y Arlette, 2013: 79), y al célebre estudio titulado Estados Unidos (López Luján, 2008: 81, foto de lámina; 2015: 217; Estrada,
2017: 81, 191, foto de lámina: 87; Márquez, 1882: 284-290, t. II).
Dos antiguos monumentos de la arquitectura mexicana 3  Para una descripción detallada de su iconografía, véase Virginia Smith, en
[Tajín y Xochicalco], que en 1804 el jesuita Pedro José Hirth (2000a: 87-52, vol. II).

81
Arqueología 57 • abril, 2019

las laderas (paredes que soportan los terraplenes), en tes editó esos dibujos por primera vez en un artículo
el pie (el foso y las calzadas interiores y exteriores que pionero, en el que hizo un análisis comparativo de la
convergen al anterior y ascienden a él), así como de información que quedó registrada sobre los vestigios
otras edificaciones emplazadas en otras elevaciones arqueológicos de Xochicalco en los anteriores docu-
montañosas vecinas. Anexas a dicho texto aparecieron mentos del ilustrado novohispano, en la obra de Gui-
cinco láminas que Francisco Agüera hizo especialmen- llermo Dupaix (1969 y 1978, y otras publicadas en el si-
te para esa publicación (Molina, 1991: 62), las cuales glo xix en francés e inglés) y en el libro del jesuita Pedro
muestran grabados de algunos vestigios arqueológicos José Márquez (1804; Molina, 1991: 53-68). Interesadas
registrados en las ruinas. La lámina número I exhibe por historiar la documentación sobre la arqueología en
dos figuras: la superior es una vista panorámica de los el Nuevo Mundo, y particularmente la de Nueva Espa-
cerros de Moctezuma (o Coatzin o de la Bodega) y de ña, durante la época de la Ilustración española, María
Xochicalco, y la inferior es una planta topográfica del Paz Cabello (2012: 255-279) y Estrada de Gerlero (1994:
último, en las que ambas muestran todas las edificacio- 168) han señalado que el mismo año en que Alzate eje-
nes en la cima y laderas, las calzadas y el foso excavado cutó la inspección a Xochicalco, Antonio de Ulloa, jefe
en su parte baja. La lámina número II muestra como de escuadra y comandante general de la flota, quien se
figura 1 un personaje humano recostado, que porta en hallaba en Veracruz, redactó el “Cuestionario para la
la cabeza un penacho con plumas y en la pierna dere- formación del completo conocimiento de la geografía
cha, levantada, reposa un águila de cuyo pico cuelgan física, antigüedades, mineralogía y metalurgia de este
las vísceras que le extrajo del pecho al individuo. La reino de la Nueva España e instrucción para formarlo”
segunda figura es una reconstrucción de El Castillo o (Solano, 1987: CXLIV-CLI; Solano [ed.], 1988: 177-183;
la pirámide de Xochicalco, coronada con un asiento Estrada, 1994: 168; Cabello, 2012: 267), texto que le
o icpalli, y con cinco cuerpos superpuestos, cada uno de fue solicitado —y de quien recibió todas las facilidades
los cuales exhibe un talud y tablero con relieves, como para su realización— por parte de José de Gálvez, en
se le informó a Alzate que se encontraba el edificio 20 ese entonces secretario de Indias, para que mediante
años antes de su inspección. La lámina III es el dibujo dicho interrogatorio se reuniera un acervo de noticias
de un flanco de la anterior edificación con la represen- geográficas y científicas que contribuyera a mejorar
tación de las figuras en relieve decoradas en el talud el conocimiento de Nueva España. Una vez que Ulloa
y tablero superior en uno de sus costados. La lámina terminó de redactar el cuestionario, el 22 de enero de
IV también presenta dos figuras: la primera es una 1777 se lo mandó al virrey, Antonio María de Bucareli
planta arquitectónica de los subterráneos y una vista y Ursúa, quien a su vez ordenó que se imprimieran va-
de la plaza rectangular delimitada por una banqueta rios ejemplares del mismo, los cuales serían enviados
elevada, en cuyo centro, como segundo elemento, se y repartidos en las provincias del virreinato para que
dibujó una representación de El Castillo o pirámide de militares, funcionarios del gobierno y personas ecle-
la Serpiente Emplumada y del montículo anexo (actual- siásticas levantaran descripciones de las ciudades, vi-
mente conocida como pirámide Gemela). Por último, llas, pueblos y de sus jurisdicciones (Solano [ed.], 1988:
la lámina V también muestra dos figuras: la primera 31). El resultado de aquellos interrogatorios que fueron
exhibe uno de los personajes sentado con las piernas levantados en las diferentes regiones de Nueva España
cruzadas en flor de loto, en la cabeza porta un tocado son las relaciones de los pueblos de México del siglo
de serpiente emplumada y mira hacia un costado, sitio xviii, también conocidas como Descripciones o relaciones
donde el relieve forma parte del tablero superior del geográficas del Virreinato de la Nueva España, que datan
Castillo; la segunda figura es la representación talla- de los años de 1777 y 1778 (Solano, 1987: XLIX-L) y
da en piedra de otro personaje también en la misma que, a semejanza de aquellas Relaciones geográficas del
posición sedente y que forma parte de los restos del siglo xvi, proporcionan valiosa información geográfica,
talud inferior del templo o aposento que antiguamente hidrológica, climatológica, botánica, zoológica, agrí-
coronaba a la anterior estructura. cola, ganadera, metalúrgica, mineralógica, así como
El manuscrito y los cinco dibujos originales del sabio sobre otros aspectos relacionados con la historia na-
novohispano José Antonio Alzate y Ramírez, producto tural, como son de las petrificaciones (restos fósiles)
de su visita de reconocimiento a las ruinas en diciem- y los testáceos, entre otros temas. De igual manera,
bre de 1777 y que sirvieron de base para la publicación debido a los intereses de Ulloa por el remoto pasado
de la Gazeta y para las láminas que Francisco Agüera indígena (Solano, 1989: 341-342), en su cuestionario
hiciera, fueron encontrados por el renombrado histo- y en las relaciones geográficas resultantes aparecen
riador mexicano Moreno de los Arcos en el Archivo de preguntas e información sobre las antigüedades (mo-
Museo Peabody, en la Universidad de Harvard, en Es- numentos arqueológicos, vasijas, herramientas, armas,
tados Unidos (Molina, 1991: 62 y figs. 1-7). Al inicio de ídolos, sepulcros, insignias, adornos, restos de ropa-
la década de 1990, el arquitecto Augusto Molina Mon- jes, etcétera), así como detalles etnográficos sobre las

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Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos ...

costumbres y la vestimenta de los pueblos indígenas es producto de su “correría particular” por aquellas
del siglo xviii (Carrera, 1968: 252). ruinas en 1794, cuando todavía ocupaba el cargo de
Como ya indicamos, el interés de Alzate por el cues- capitán del Regimiento de Dragones de México. Frases
tionario de Ulloa, impreso a principios de 1777, quizá lo muy parecidas también aparecen en las carátulas que
animó a visitar las ruinas de Xochicalco en diciembre acompañan las láminas con dibujos ejecutados por el
de ese año, y lo impulsó a escribir un primer documen- toluqueño Luciano de Castañeda, dibujante de la Aca-
to —que antecedió por 14 años al finalmente publica- demia, en los documentos que el investigador Alcina
do—, con el que “El difunto doctor Gamarra, formó Franch denominó Manuscrito de Madrid (o Ms. Madrid)4
un compendio que remitió a Italia que acaso se habrá y el Manuscrito de Sevilla o (Ms. S.),5 ambos resultado
impreso” (Alzate, 1791: 1; 1831 [1791]: 1, y 2012 [1791]: de las investigaciones arqueológicas realizadas por Du-
417; Moreno de los Arcos, 1969: 99 y 1996b: 40). Otra paix cuando encabezó la Real Expedición Anticuaria de
preciosa memoria, con incomprensibles láminas pro- la Nueva España entre los años de 1805-1809, la cual
ducto de esa visita arqueológica, se la entregó al virrey recibió el apoyo de Carlos IV (Estrada, 1994: 168-181).
Bucareli con una dedicatoria en la que escribió varias Gracias a la información que aportan esos tres
lindezas sobre su gobierno; ésta, evidentemente, no documentos es que tenemos la certeza, al igual que
salió a la luz pública (Moreno de los Arcos, 1996a: 21). la tuvo Augusto Molina (1991: 63), de que Dupaix sí
De ahí que la memoria o descripción sobre Xochicalco consultó la noticia de Alzate sobre las ruinas de Xo-
a la que Alzate le agregó sus segundas observaciones, chicalco. Aunque se desconoce si el arqueólogo-viajero
fruto de una expedición en 1784, se editara hasta 1791, luxemburgués consultó la gaceta antes de su salida o
en el suplemento de la Gazeta de Literatura de México al regresar de la primera inspección a las ruinas, en
(Cabello, 2012: 267; Estrada, 1994: 168). En ese mismo 1794. Otro elemento que prueba la consulta que hizo
año, según Paz Cabello (2012: 267), el erudito novo- Dupaix de la noticia se encuentra en su Manuscrito
hispano también editó en ese diario las instrucciones de Sevilla, cuya lámina 17 (Dupaix, 1969: vol. 28) es
de Ulloa. Se debe agregar que, de manera similar a lo claramente una calca realizada por su dibujante Lu-
ocurrido con la publicación sobre la pirámide de Pa- ciano de Castañeda de la planta arquitectónica de los
pantla, la información que salió a la luz pública sobre subterráneos de Xochicalco que aparece en la figura 1,
las anteriores ruinas apareció editada en lengua ita- lámina 3, que se publicó en el suplemento de la Gazeta
liana en 1804 en el libro de Pedro José Márquez (Paso y de Literatura de México.
Troncoso, 1882: 281, t. II; Márquez, 1804: 14-29, y 1886: En el párrafo citado anteriormente, Alzate indicó
77- 86, t. III). Por su parte, Guillermo Dupaix nunca que los antiguos monumentos arquitectónicos de los
indicó explícitamente en sus manuscritos si consultó indios mexicanos que aún quedaban a pesar del trans-
la anterior noticia de Xochicalco que apareció en la curso del tiempo, pueden ser considerados un impor-
Gazeta de Literatura de México. Sin embargo, se ha iden- tante recurso de información para averiguar el grado de
tificado una idea común entre Alzate y Dupaix gracias progreso —civilización o barbarie— de esas ancestrales
a una frase que el primero escribió en su publicación: naciones indígenas que los erigieron; ello, ante la fal-
ta de testimonios de autores contemporáneos, o bien,
I.- Los monumentos de Arquitectura de las Naciones anti- para sustituir el olvido y malicia de los historiadores.
guas, que permanecen á pesar de las injurias del tiempo, Él estaba convencido de que, a partir de la descripción
sirven de grande recurso para conocer el carácter de los minuciosa de esos vestigios que aún quedaban de las
que fabricaron, siempre que hay falta de Autores coetá-
neos, como también para suplir á la omisión ó mala fe
4  Este documento, integrado por ocho folios con el texto y 32 láminas, tam-
de los Historiadores. Un Edificio manifiesta el caracter y bién con dibujos de Castañeda, actualmente se encuentra en la Biblioteca
cultura de las gentes; por que es cierto que la civilidad ó Nacional de Madrid, España, y lleva por título: Investigación de varios monu-
barbarie se manifiesta por el progreso que las Naciones mentos antiguos del Reino de México, descubiertos por el Capitán D. Guillermo
Dupaix y dirigidos por el Virrey de Nueva España. Para una descripción y las
hacen en las Ciencias y Artes (Alzate, 1791: 2) razones de su llegada a esta biblioteca, véase Alcina (1988a: 246; 1995: 152) y
Palop y Cerdá (1997: 134-136). En el dibujo que aparece en la portada de sus
Los últimos renglones del párrafo antes citado los láminas se escribió en letra manuscrita: “Un edificio y una estatua muestra el
gusto, estilo y conocimientos en las artes de la nación, que las mando hacer”.
conocía el “arqueólogo-viajero” luxemburgués, ya que 5  El documento se localiza en el laboratorio de Arte de la Facultad de Filo-
escribió una sentencia semejante en su cuadernillo ti- sofía y Letras de la Universidad Hispalense o de Sevilla, España, y lo sacó por
tulado Investigación 1.A en 1794, Desde México, Cuerna- primera vez a la luz pública Alcina Franch, véase su edición (Dupaix, 1969,
vols. 27-28). Para una descripción muy detallada de su texto manuscrito, lá-
vaca, Tetlama y Xochicalco y reflexiones ulteriores: “Un minas con dibujos elaborados por el dibujante poblano Luciano de Casta-
Edificio manifiesta el carácter de las gentes naciones ñeda, índices y la historia de su adquisición por la universidad, consúltese
y cultura, y aparece en ellas su civilidad ó barbarie Alcina (1988a: 242-253, 1988b: 277; 1995: 152; Palop y Cerdá, 1997: 138-139);
en el dibujo que aparece en la portada de la sección de las láminas se puede
según progreso que hacen en las artes” (Dupaix, 2015: leer en letra manuscrita: “Los edificios y estatuas muestran el gusto, estilo y
268; el tachado figura en el original). Ese cuadernillo conocimiento en las artes de la nación que las mandó hacer”.

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Arqueología 57 • abril, 2019

bellas y ancestrales edificaciones mexicanas, se podían bre el antiquísimo poblado de San Juan Llanos —luego
sacar sólidas pruebas sobre el alto conocimiento alcan- denominado del Cantón y hoy Zona Arqueológica de
zado por los indígenas en las ciencias y en el arte, las Cantona—, la asentó Antonio Alzate en las palabras
cuales habrían de contradecir las falsas impresiones que que dirigió a los miembros de la expedición marítima
se tienen de ellos o los pésimos juicios contra los mis- de Malaspina el día 19 de noviembre de 1791, y que
mos que se leen en los escritos editados por los histo- publicó al comienzo del suplemento de la Gazeta con
riadores y literatos, principalmente, los extranjeros. la descripción de las ruinas de Xochicalco. Con las pa-
De ahí que Alzate considerara que esos vestigios ma- labras siguientes señaló:
teriales de la antigüedad eran evidencias mucho más
convincentes y persuasivas, que, al ser directamen- en la Gaceta de la Literatura número 11 traté de su origen
te examinadas, podían servir para validar y a la vez [de los mexicanos], y a mi juicio confirmé con sólidos
cuestionar —por la tergiversación de los hechos— la fundamentos la opinión de algunos historiadores que
autoridad de lo escrito en los textos, especialmente de piensan que vinieron de la laguna de Tehuallo; en otras,
aquellos referentes a los indios de México, que habían siempre que el asunto me lo ha permitido, he procura-
sido publicados por los distintos autores. do esparcir algunas reflexiones capaces, a mi juicio, de
Alzate, convencido de todo lo anterior, al abrirse persuadir que la nación mexicana no era tan poco culta
la oportunidad de viajar al sur de la capital del virrei- como se cree comúnmente (Alzate, 1791: s. p., y 2012: 416).
nato, hacia Cuernavaca, en diciembre de 1777, antes
de partir indagó sobre las curiosidades de interés que En el párrafo anterior, al mencionar Alzate el nú-
podían hallarse en su trayecto por esa región. Se le mero 11 de su Gazeta de Literatura de México, en la que
advirtió que visitara El Castillo de Xochicalco, que en trató la cuestión sobre los indios del Nootka o Nutka,
lengua náhuatl quiere decir “casa de las flores”. Sabía así como el lugar de salida y las mansiones de la anti-
que si hacía esa inspección, por primera vez podría gua nación indígena mexicana desde el lejano norte, no
examinar directamente en campo una arquitectura tan hay la menor duda de que él claramente hizo referencia
preciosa, los vestigios de un antiguo palacio del que a la edición de la Gazeta correspondiente al 8 de febrero
le habían hablado y otros monumentos arruinados, de de 1790, que inicia con una nota suya titulada “Sobre
cuya descripción extraería sólidas demostraciones que el origen de los indios mexicanos”, tras la cual adjuntó
añadiría a su argumentación en contra de los prejuicios la ya señalada noticia del 17 de octubre de 1783 sobre
y la enorme ignorancia con la que se había escrito sobre las ruinas de la antigua población en la comarca de
los indios mexicanos. San Juan de los Llanos que le envió el licenciado Joseph
Por último, es importante señalar que en varias de Francisco Ruiz Cañete.
las publicaciones sobre la historiografía de las explora-
ciones e investigaciones realizadas a estas ruinas (por Sobre el origen de los indios mexicanos
citar algunas: Litvak, 1971: 102-104; Hirth y Cyphers,
1988: 23; Hirth, 2000a: 33-34, vol. I); en las enfocadas a La sección de la nota de Alzate que trata sobre los in-
la historia de la arqueología en México (Bernal, 1952a: dígenas de Nutka, los otomís y los mexicanos, sobre
139, y 1979: 73), y en aquellas que tratan sobre el desa- los indicios de ciertas relaciones culturales entre los
rrollo de esta disciplina y de otras ciencias en la época tres grupos y sobre la historia más antigua del lugar
colonial (Alcina, 1988a: 222; 1988b: 271 y 275, y 1995: de origen de los mexicanos en la incógnita América
113-114; Moreno de los Arcos, 1996a: 21, y 1996b: 43; septentrional —y que no contempla la noticia de las
Achim, 2012: 41, tabla), no sólo ha sido ampliamente antiquísimas ruinas de San Juan de los Llanos—, el
referida y comentada esta temprana publicación sobre historiador Alberto Mariano Carreño la transcribió
Xochicalco, sino también su texto completo y cinco (exceptuando su primer párrafo) en su estudio intro-
láminas anexas fueron reimpresas a comienzos de la ductorio sobre “El Br. D. José Mariano Moziño y la Ex-
tercera década del siglo xix (Alzate, 1831 [1791]: 1-17, pedición Científica Mexicana del s. xviii”, que precede
t. II), a mediados de la última década del siglo anterior a la publicación mexicana de las Noticias de Nutka y
y al inicio de la segunda del presente (Alzate, 1995: al ensayo Diccionario de la lengua de los nutkeses, del
289-294, y 2012 [1791]: 415-438). mismo Moziño, que la Secretaría de Fomento editó
en 1913.
El Nutka y la antiquísima Es importante señalar que Carreño atribuyó el texto
población de San Juan de Llanos de la nota al licenciado Ruiz Cañete y no al ilustra-
do novohispano, quien claramente la redactó para
en la Gazeta de Literatura de México su gaceta. De igual manera, esa misma sección, con
La primera cita hecha a la Gazeta de Literatura donde sus respectivas notas a pie y también sin la noticia
aparece la breve noticia que escribió Juan R. Cañete so- de las ruinas, la publicó en 2013 el historiador Felipe

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Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos ...

Echenique March en “Ensayo”, que preparó para el nes traducidas de esa obra. El historiador Echenique
libro José Mariano Moziño y sus Noticias del Nutka, a sospecha que el Diario del tercer viaje del capitán Cook
través del tiempo (Echenique, 2013b), con el fin de ex- que Alzate consultó cuando escribió su nota para la
poner el contexto histórico que rodeaba al bachiller gaceta, al no encontrarse en las bibliotecas de la Nueva
cuando la redactó y editó en su gaceta. Lo que resulta España, era un ejemplar que traían los capitanes in-
asombroso de dicha nota es que de manera repenti- gleses James Colnett y Thomas Hudson, quienes en los
na y sin ningún antecedente en su obra publicada, el primeros meses de 1790 estuvieron presos en la Ciudad
presbítero escribiera sobre la población nativa que de México. Las razones de su estancia allí se deben a
habitaba en los territorios de lo que entonces eran los que, a mediados del año anterior, arribaron con sus
confines más septentrionales de Nueva España y de la embarcaciones, el paquebote Argonauta y la balandra
Alta California, de esa muy lejana región en la costa Princesa Real, al puerto de San Lorenzo de Nutka, con
noroccidental del Pacífico, que por esa época comenza- el objeto de fundar un establecimiento para el comer-
ba a denominarse el puerto de San Lorenzo de Nutka, cio de pieles de nutria y así comenzar a adueñarse de
en la llamada isla de Mazarredo (hoy localizada en la aquellos territorios. Después de un enfrentamiento con
costa oriental de la isla de Vancouver, en la Columbia el alférez del navío español Esteban José Martínez,
Británica, Canadá). quien había llegado antes a tomar posesión formal de
Esa isla, apenas descubierta en 1774 por el piloto puerto en nombre del rey de España, Carlos III, ambos
español Juan Pérez, “no comenzó a tener celebridad capitanes fueron capturados por el alférez y sus em-
hasta el de 1778, en que el infatigable Santiago Cook barcaciones, con tripulaciones y cargamentos, fueron
[o capitán Cook] la reconoció, y halló en ella abundante decomisados y transportados al sur, hacia el puerto de
peletería, cuyo comercio presumió justamente que se- San Blas, hoy en la costa de Nayarit. Allí estuvieron
ría ventajoso a su nación” (Moziño, 2013 [1793]: 149). presos los ingleses los meses restantes y, a principios
La riqueza natural que había en esta porción territorial, de 1790 —y con la autorización del virrey Juan Vicente
la más septentrional e incógnita tanto de Nueva Espa- de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, Segundo
ña como de la Alta California, generó una disputa entre Conde de Revillagigedo, quien asumió su cargo en oc-
las monarquías de España e Inglaterra por su posesión tubre de 1789—, los dos capitanes fueron trasladados a
y dominio territorial, aunado al hecho de que en sus la capital del virreinato para defender los intereses de
alrededores se habían establecido otros asentamientos posesión de Inglaterra sobre el archipiélago del Nutka
rusos también dedicados a la explotación y comercio ante la Audiencia de México. Fue en el juicio sumario —
de pieles. Pero lo que resulta aún más sorprendente según lo especulado por el doctor Echenique— cuando
en esa nota —como también ya lo señalaron los dos los ingleses no sólo exhibieron el Diario de Cook como
anteriores historiadores— fue el esfuerzo de Alzate por un documento donde estaban asentados los derechos
tratar de establecer vínculos históricos y los que en la territoriales de su Corona sobre ese lugar, sino que,
actualidad podríamos denominar paralelos o acerca- además, durante el desarrollo del proceso fue cuando
mientos etnográficos entre esos lejanos nativos de la Alzate quizás tuvo acceso al diario del capitán Cook,
costa noroeste del Pacífico con los pueblos indígenas cuyo contenido (el texto y las láminas) llegó a conocer
otomís y mexicanos del centro de México, a través de muy bien, como se aprecia en la nota que escribió. La
la tradición escrita sobre la partida de los ancestros interesante especulación del doctor Echenique ofrece
de los últimos desde el septentrión; tal afirmación se ciertas razones que le dan fuerza de credibilidad a falta
apoyó en lo que aseguraban ciertos historiadores y en de testimonios escritos:
los restos de las mansiones que dejaran allá los pobla-
dores durante su probable trayecto al centro de Nueva Quizá por ahora también debamos figurarnos que la Au-
España, y también por la semejanza de ciertas manifes- diencia recurrió a Alzate para que diera alguna opinión
taciones culturales (vestimenta, escritura y lenguaje) sobre el Diario del capitán Cook, toda vez que la edición
aparentemente compartidas por los dos pueblos antes presentada no estaba traducida al castellano y que te-
indicados y los distantes indios del Nutka o Nootka. nía que ver con las materias que dominaba el editor de
Respecto de la información sobre los hábitos, cos- la Gaceta de la Literatura, a quien, no está por demás
tumbres y algunas palabras de la lengua de los nativos recordarlo, en otros casos recurrieron los virreyes para
de aquella región, Alzate indicó que los registró con conocer su punto de vista. Hasta el momento no puedo
base en el libro de los viajes del capitán Cook (especí- afirmar que la Audiencia o el virrey hayan solicitado la
ficamente, del Diario del tercer viaje del capitán Cook, opinión de Alzate en este caso particular. Pero, a menos
según Echenique, 2013b: 20), cuya primera publicación que haya ocurrido otra circunstancia como la de tratar
apareció en Londres, Inglaterra, en 1784, y cuyo éxito directamente con los capitanes ingleses detenidos en la
fue tal que, salvo en España, en los años siguientes Ciudad de México, no encuentro cómo Alzate habría te-
aparecieron en otros países europeos varias versio- nido acceso a este diario (Echenique, 2013b: 24).

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Arqueología 57 • abril, 2019

Mientras los anteriores hechos ocurrían en la capi- quienes los anteriores —una vez que fueran liberados y
tal de Nueva España, el 7 de febrero de 1790, el virrey establecieran de nuevo contacto directo con ellas— les
Revillagigedo instruyó que la fragata Concepción, el pa- mostrarían la nota impresa y les informarían sobre los
quebote Argonauta y la balandra Princesa, bajo el man- eventos acaecidos desde su captura en el puerto del Nut-
do del teniente de navío Francisco Eliza y los oficiales ka, sobre su traslado al puerto de San Blas y después a la
Salvador Hidalgo y Manuel Quimpera, alzaran las velas capital virreinal y, por último, sobre lo que se resolviera
en el puerto de San Blas con ruta hacia el puerto del de ese proceso legal (Echenique, 2013b: 25).
Nutka. El objetivo era ocupar nuevamente el archipié- Los datos sobre los nativos mexicanos consignados
lago después del enfrentamiento y la captura de los en esta nota los consultó Alzate en las láminas dibu-
capitanes y la flota inglesa por el ya referido Esteban jadas de la “Matrícula de tributos” que aparecieron
Martínez, a quien el virrey anterior Manuel Antonio en el libro de Hernán Cortés titulado Historia de la
Flores le había ordenado abandonarlo. Con esos even- Nueva España, que el arzobispo Lorenzana publicó en
tos de la capital y lo que sucedía en el puerto en la fecha 1770 (Cortés, 1770; 1981 [1770]), y también se refirió
antes indicada, se puede dar cuenta por qué al día si- a que, en 1777, por orden real se mandó destruir dos
guiente (el 8 de febrero) se publicó “Origen de los indios pilastrones tallados con bajorrelieves que se encontra-
de la Nueva España” en el número 11 de la Gazeta de ban en la laguna de Texcoco en el lugar denominado
Literatura de México. Como se ha indicado, en la nota Pantitlán. Por otra parte, las referencias a los otomís
Alzate escribió sobre las semejanzas en la vestimenta, del valle de Toluca y oeste en Michoacán provienen de
el peinado y la glífica esculpida sobre ciertos elementos sus observaciones de esos últimos y de las proporcio-
arquitectónicos y de algunas palabras de la lengua que nadas por su colaborador en la Gaceta de la Literatu-
los nativos del Nutka comparten con los indios oto- ra de México, el ya mencionado José Mariano Moziño
mís y mexicanos, así como sobre las particularidades (Carreño, 2013 [1913]: 45 y 112; Echenique, 2013b: 20,
culturales que los diferencian de acuerdo con el clima nota 17, y 246-247), médico y botánico originario de
—según se pensaba en esa época—, y también sobre Temascaltepec, hoy en el Estado de México, y miem-
la tradición histórica de la migración de norte a sur de bro de la Real Expedición Científica [o Botánica] al
los últimos antes de asentarse en el valle de México. Virreinato de la Nueva España (1787-1803), a quien
La intención de Alzate al escribir la nota era, a partir el 21 de diciembre de 1791 se le ordenó incorporarse
de exponer las afinidades culturales que él detectó entre como naturalista a la Expedición de Límites al Norte
esos lejanos pueblos —del oeste de Canadá y del centro de California, comandada por el almirante español
de México— y al apelar a la autoridad de los historiado- Juan Francisco de la Bodega y Quadra, cuyas embar-
res, de las fuentes históricas y de los restos arqueológi- caciones partieron desde el puerto de San Blas con
cos dejados en Tehuallo, Gila y Casas Grandes que dan dirección a la costa noroeste del Pacífico. El virrey,
cuenta del lugar de partida y del desplazamiento de los el Segundo Conde de Revillagigedo, los envió con la
antiguos mexicanos desde el septentrión, cuestionar la orden de entrevistarse con el comisionado inglés G.
supuesta supremacía que reclamaban los ingleses res- Vancouver para solucionar los alegatos de posesión
pecto del descubrimiento del archipiélago de Nutka, y del archipiélago nutkense entre España e Inglaterra,
además (como lo hizo en muchas de sus publicaciones), lo cual sucedió hasta la convención firmada en San
expresar su “toma de posición” ante los hechos que se Lorenzo del Real en 1793 (Lozoya, 1984: 115). La lec-
estaban presentando y preservar los derechos territo- tura que Moziño hizo de la noticia publicada dos años
riales de la Corona española sobre aquel puerto y sus antes por Alzate le despertó el interés por conocer
habitantes, “‘porque primero en tiempo, primero en de- mejor los lejanos —y quizás ancestrales— vínculos
recho’ según la antigua fórmula jurídica del llamado entre las poblaciones indígenas más septentrionales
derecho de gentes, aunque ello nunca lo estableció ex- con aquellas del centro de Nueva España, de ahí que
plícitamente [como] el editor de la Gazeta de Literatura no perdió la oportunidad de aprovechar ese largo viaje
ya que resultaba familiar para las coronas que se dis- por la costa noroeste del continente para recabar más
putaban los territorios no ocupados por ellas” (Echeni- datos etnográficos de los nutkenses y de su lengua,
que, 2013b: 29). Y es que esa nota del polígrafo Alzate los cuales dio a conocer a su regreso a México en sus
tenía un destinatario específico, como ocurrió con la Noticias del Nutka, escritas en 1793 (Moziño, 2013
mayoría de las que redactó como editor y propietario [1793]: 147-244: Lozoya, 1984: 111).
de la publicación. Ese destinatario específico que a la Los planos geográficos de la Nueva España que Al-
vez se encontraba próximo y distante eran los ingle- zate trazó y la lectura de manuscritos sobre la Pimería
ses; los próximos eran los capitanes Colnett y Ulson, Alta (hoy Sinaloa, Sonora y Sur de Arizona) y la Nueva
quienes estaban presos en la Ciudad de México y bajo Vizcaya, redactados en los siglos xvii y xviii por jesuitas
juicio sumario ante la Audiencia. Los distantes serían y militares, fueron otras de las fuentes documentales
las autoridades correspondientes de la isla británica, a de las que Alzate obtuvo información para su nota

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Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos ...

referente a los extensos territorios del septentrión;6 cias de Ostimuri, Sinaloa, Sonora, y demás circunvezinas
en ellas se asentaba, con sólido fundamento, la laguna y parte de California, ambos elaborados en 1772.11 Por
de Tehuallo, de donde se afirmaba que los antiguos otra parte, de los documentos jesuitas y de militares
mexicanos salieron (de allí o de sus inmediaciones), en los que también se escribió sobre esas tres mismas
y que continuaron su tránsito, dejando testimonio de mansiones, el polígrafo consultó el manuscrito los Fa-
su paso en ruinas como Casa Grande, en las orillas del vores celestiales…,12 que el fraile Eusebio Francisco Kino
Gila (hoy Arizona), o Casas Grandes,7 en las cercanías redactó entre los años de 1699-1710 —esa información
del presidio de Janos (en Chihuahua), mansiones de- se puede corroborar en las glosas que escribió en su
jadas en su migración hacia el sur. Además, consultó último plano de 1772—.13 Quizás consultó la relación
otros libros editados en el siglo xviii. Los documen- del capitán Juan Matheo Mange, la cual aparece en su
tos cartográficos en los que se apoyó para obtener las obra Luz de tierra incognita en la América septentrional
coordenadas de longitud y latitud geográfica para la y diario de las exploraciones en Sonora, territorio en el
ubicación de la laguna y de los restos de tres de las que, junto con el sur de Arizona, Kino y Mange fueron
mansiones antes señaladas —y que escribió al pie de compañeros en varias expediciones. También sirvió de
página en su nota— fueron su Nuevo mapa geográfico de base el Diario de la expedición de 1774 a 1776 en Sonora y
la América septentrional española, dividida en obispados la Alta California, del teniente y capitán Juan Bautista de
y provincias, de 1767, que dedicó a Francisco Antonio Anza Bezerra Nieto,14 que se encontraba en el entonces
Lorenzana, arzobispo de México.8 archivo de la Secretaría del Virreinato y cuya consulta
Alzate también se valió de su Plano de la Nueva Espa- por parte de Alzate15 se puede constatar por las anota-
ña en que se señalan los viages que hizo el capitán Hernán ciones que hizo entre los años 1789-1792 (Moreno de los
Cortes assi antes como después de conquistado el Imperio Arcos, 1972: 363-364) —a las cuales añadió otras más
Mexicano, que publicó en 1769,9 y de una copia de un entre 1795 o 1796 (Moreno de los Arcos, 1976: 88)— a la
mapa elaborado en 1541 por el capitán Domingo del Historia antigua de México, de Francisco Xavier Clavijero,
Castillo, que muestra “los litorales del Pacífico que se- que se imprimió en lengua italiana en 1780 y de la que
ñalan a la península de California no completa, hasta entonces se esperaba una pronta publicación en español.
los 47 grados, y en un distante punto del septentrión la Respecto de los libros impresos, no hay la menor duda
ciudad de Cíbola, sin que se pudiera saber qué más hay de que leyó la Historia... de Clavijero, la que —según
allá de esos confines” (Echenique, 2013b: 26); Lorenza- él— llegó a Nueva España en 1784 (Alzate, 1791: 1) y
na incluyó ambos mapas en su libro de Hernán Cortés también consultó el apartado titulado “De los poblado-
(Cortés, 1770 y 1981 [1770]: tt. I y III). Además, Alzate res de la Nueva España” incluido en las “Advertencias
se respaldó en sus planos Geográfico de la mayor parte para las cartas de Hernán Cortés” que aparecen en el
de la América septentrional española,10 y el de las Provin- libro del arzobispo Lorenzana (Cortés, 1770: 4- 5; 1981
[1770]: 4-5, t. I).
6  Nos referimos a los territorios pertenecientes a las provincias de Nuevo Gracias a la información aportada por los anteriores
México, California, la Nueva Vizcaya (Durango y Chihuahua), Sonora (con par- documentos y obras publicadas, el bachiller comenzó su
te del sur de Arizona) y Sinaloa, las que desde 1787 y hasta 1792 quedaron
bajo la Comandancia General de las Provincias Internas del Occidente del noticia dando cuenta de lo señalado por historiadores
Virreinato de la Nueva España (O’Gorman, 2012: 17-18). previos y por la tradición de algunas naciones indias del
7  Para una recopilación de fuentes documentales españolas de los siglos xvi, norte (como los pimas), quienes aseguraban que los an-
xvii y xviii relativas a estas ruinas, consultar la excelente publicación de Men-
diola (2008: 128-164). tiguos mexicanos dejaron los restos de sus mansiones
8  En 1767 ocurrió la expulsión de la Orden de los Jesuitas de Nueva España;
en aquel tiempo Alzate trabajaba como presbítero domiciliario en el Arzobis-
pado de México, y ahí, en la capital del virreinato, trazó el mapa comentado, a 11  Papel marca manuscrito coloreado, escala 1:3000 000, medidas 55 × 42
color, en escala 1:3 000 000, cuyas medidas son de 189 × 155 cm, el cual en la cm, Varilla OYBBC01, n. de clasificador 266-OYB-7221-A, Mapoteca Orozco y
actualidad forma parte de la colección permanente del Museo Naval en Ma- Berra, Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, Ciudad de México.
drid, España, y se exhibe en la Sala de Instrumentos Náuticos. De ese mapa, 12  Para la narración de su visita a las ruinas de Casa Grande, a finales de 1694,
el bachiller sacó dos copias, una para el obispo de Puebla, Francisco Fabián y sus referencias a Casas Grandes, a la Gran Teguayo y a Quivira, véase Kino
y Fuero, y la otra, fechada en 1770, la envió a la Academia Nacional de Cien- (1989: 28-29 y 356).
cias de París, Francia. A partir de esta última, y por órdenes de la academia, 13  Para la descripción de los antiguos vestigios de Casa Grande, cuya inspec-
lo publicó en 1775 el geógrafo Buache en el establecimiento de Dezauche ción realizó en noviembre-diciembre de 1697 con la compañía del padre Kino,
en la capital francesa con el título Nuevo mapa geográfico de la América sep- y sus menciones a Casas Grandes, consultar Mange (1926: 252-253); en esta
tentrional perteneciente al Virreinato de México dedicado a los miembros de la última obra, en la página 222, escribió: “[en] el Reino de Teguayo [se encon-
Academia Real de Ciencias de París, por su muy rendido servidor y capellán don traban] las siete cuevas de donde salió la Nación Mexicana”.
Antonio de Alzate y Ramírez, año de 1768. Un impreso del anterior se localiza 14  El relato de su inspección a las ruinas arqueológicas de Casa Grande, en
en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del inah. el Gila, y su dibujo del plano de la casa de Moctezuma, pueden consultarse,
9  Grabado en papel marca, medidas: 33 × 43 cm, Varilla OYBRM03, núm. de respectivamente, en De Anza (1930: 196 y 197-199, vol. III).
clasificador: 1413-OYB-72-A, Mapoteca Orozco y Berra, Servicio de Informa- 15  “En la secretaría del virreinato debe existir la curiosa relación que de esta
ción Agroalimentaria y Pesquera, Ciudad de México. población antigua [Casa Grande] comunicó el capitán Anza: vi algunos frag-
10  Manuscrito, firmado y rubricado en México, el 23 de octubre de 1772; sus mentos de mampostería, cuya mezcla era muy particular” (Moreno de los Arcos,
medidas son de 107 × 88 cm, número de catálogo VIII-A-9, Museo Naval de Madrid, 1976: 119); véanse también las notas críticas de Alzate a la Historia antigua... de
España. Clavijero (Moreno de los Arcos, 1972: 150, 518).

87
Arqueología 57 • abril, 2019

en los alrededores de Tehuallo, lugar de donde partie- La noticia del señor Cañete sobre
ron, y en los subsecuentes lugares como Casa Grande las ruinas de San Juan de los Llanos
y Casas Grandes, cuyas ruinas son el testimonio de
(Cantón o Cantona)
su paso por los incógnitos territorios septentrionales.
Así, Alzate estableció una conexión entre esa ancestral En 1922, el arqueólogo Enrique Juan Palacios y el ciu-
historia de migración de los mexicanos con las ruinas dadano José Miguel Sarmiento, en ese entonces ambos
dejadas en el septentrión y las afinidades culturales adscritos al Museo Nacional de Arqueología, Historia
ya señaladas que guardan no sólo con los otomís, sino y Etnografía, dependiente del Ministerio de Educación
también con los distantes indios de la isla de Nutka. El Pública, hicieron una expedición a Cofre de Perote, en
objetivo de Alzate por establecer conexiones entre esos el estado de Veracruz. Al recorrer las faldas de este
tres pueblos indígenas utilizando datos que se podrían volcán descubrieron en superficie los restos arquitec-
denominar histórico-arqueológicos y etnográficos, era tónicos y tiestos cerámicos de una urbe prehispánica
refutar aquel supuesto primer descubrimiento de la antes desconocida que los lugareños denominaban
mencionada isla por parte de los ingleses. El bachiller, Pueblo Viejo y que ellos nombraron Hueyaltépetl. Una
al insinuar que en tiempos muy lejanos —y quizá de un vez terminada dicha inspección y con el fin de obtener
mismo lugar de origen, en este caso, Tehuallo—, los información de otras ruinas cercanas que ayudaran a
antiguos mexicanos y otomís partieron con dirección al establecer ciertas analogías o formar comparaciones
sur para establecerse en lo que después sería el centro de estudio con las antes descubiertas, ambos inves-
de la Nueva España y que quizá los ancestros de los tigadores se encaminaron a San Juan de los Llanos,
indios nutkenses se encaminaron al norte, a los incóg- en el territorio poblano, en cuya inmensa planicie se
nitos territorios más allá de la Alta California, señaló encuentran las amplias coladas de lava producto de
que desde los orígenes hubo un lejano parentesco entre la erupción volcánica de la Caldera de los Humeros
esos tres pueblos, cuya manifestación más evidente (García García, 1999: 16). En el inmenso malpaís que
es que aún compartían varios de los rasgos cultura- se encuentra dentro de las tierras de la exhacienda de
les antes referidos. De ahí que, siguiendo la máxima Xaltipanapa (hoy poblado) y muy cercanas a la pobla-
“que reza: ‘Lo que es primero en tiempo es primero ción Tepeyahualco (actual cabecera municipal del mis-
en derecho’. Los primeros en tiempo y en derecho en mo nombre), visitaron los vestigios de la “gran ciudad
aquellos territorios [del Nutka] eran los mexicanos y de Cantona”, denominación que actualmente recibe
los otomíes, justamente los pueblos que le sirvieron la zona arqueológica y que el afamado antropólogo
a Alzate para refutar el supuesto descubrimiento de físico Nicolás León del Antiguo Museo Nacional de Mé-
los ingleses” (Echenique, 2013b: 31). La implicación y xico otorgó en un artículo titulado “Los monumentos
proyección de lo señalado en la nota que estamos tra- arqueológicos de Cantona”, publicado en 1903 en dos
tando, se expresaba en la posibilidad de poder ampliar diarios: en el Semanario Literario Ilustrado,16 en español,
aún más hacia el septentrión el horizonte: y en Records of the Past, en inglés (León, 1903b: 224;
García García, 1999: 20).
[de] la extensión territorial que alcanzaría la Nueva Espa- El breve reporte de Palacios sobre esa rápida visi-
ña si hundía sus raíces en el pasado prehispánico. Bajo esta ta (terminó en mayo de ese mismo año) a las ruinas
línea interpretativa, Alzate se mostraría como un novohis- apareció en dos artículos titulados: “Descubrimien-
pano expansionista que afianzaba su pretensión en los la- tos de la ciudad de Hueyaltépetl en los límites de la
zos histórico-culturales entre los pueblos de Nutka y los altiplanicie de México, por Juan Palacios y Miguel E.
mexicanos y otomíes, estos últimos, suponía Alzate, ya Sarmiento del Museo Nacional de Arqueología, Historia
integrados al mundo novohispano (Echenique, 2013b: 33). y Etnografía” y “Hueyaltépetl”, que fueron publicados
respectivamente en el Boletín de la Secretaría de Edu-
Y es que toda la argumentación del sabio novohis- cación Publica (sep) y en los Anales del Museo Nacional
pano, apoyada en su manejo y la comparación de datos de Arqueología, Historia y Etnografía. Palacios apuntó
históricos-arqueológicos y etnográficos de esos tres en ambos artículos que, según los datos consigna-
grupos indígenas, tenía entre sus propósitos lo ya se- dos en las “Gacetas de Alzate” o “Gazetas de Alzate”
ñalado: preservar los derechos de la Corona española
sobre el archipiélago del Nutka y de sus gentes de las 16  “En uno de los pueblos de las cercanías de ellos existió en el primer ter-
otras monarquías —en particular la de Inglaterra— y cio del próximo pasado siglo, un inteligente sacerdote poblano de apellido
‘Pedraza’, y de quien refiere el señor Martínez [propietario de la hacienda de
competidores comerciales europeos que se disputaban Xaltipanapa] hacía frecuentes visitas á las ruinas y pretendía poseer toda la
estos distantes territorios en la costa noroccidental historia de ellas, al grado de asignarles hasta el nombre primitivo que tuvie-
del Pacífico. ron. Ésta era, según aquél decía, la gran ciudad de ‘Cantona’, y es con el cual
actualmente se designan. Tal nombre, evidentemente muy adulterado, tiene
aspecto nahua y sería ‘Caltónal,’ ‘la casa del sol’” (León, 1903a: 250). Para la
cita anterior, también consultar Tschohl y Nickel (1972: 340, t. I).

88
Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos ...

—refiriéndose claramente a las Gazetas de Literatura de que una de las fuentes bibliográficas de donde obtuvo
México, de las que no ofreció mayor información sobre su información fue “J. R. F. Cañete, Gaceta de Lite-
el número del ejemplar o año de su publicación y nunca ratura de México, 1790” (inah e ipgh, 1939: 190). Esta
a las Gacetas México—, aparece la primera e interesante última, como ya hemos señalado, no es otra que la
referencia sobre Cantona: “sábese de una mesa mo- misma noticia del señor Cañete que estamos tratando;
nolítica en piedra muy dura y fina, la cual estaba pu- sin embargo, en ese atlas se utilizó como referencia
limentada en forma exquisita: los pies de esa mesa el sitio de Libres y no de Cantona o Cantonal, en cuya
formaban parte del monolito” o bien de dichas ruinas bibliografía no aparece y se ofrece como referencia más
se “dan noticia” en este diario novohispano (Palacios, temprana el artículo en francés titulado “Descubri-
1922a: 121, nota al pie, 122; 1922b: 244; Tschohl y Nic- miento de las ruinas de una antigua ciudad mexicana,
kel, 1972: 340, 2.3, t. I). situada sobre la altiplanicie de Anáhuac” (inah e ipgh,
En su noticia, el licenciado Ruiz Cañete hizo la si- 1939: 187) publicado en 1858 por el ginebrino Henri de
guiente descripción: “Yo hice sacar una mesa de piedra Saussure, quien según Palacios descubrió esas últimas
cuya longitud tenía cerca de dos varas, la latitud cosa ruinas (Palacios, 1922a: 189), a las cuales denominó
de tres quartas, y la profundidad como una tercia: los “la ciudad del Cantón” (Saussure, 1858: 293). No obs-
pies eran quatro, de una pieza con la tabla, y de un tante lo anterior, esta última denominación también
palmo de altura. No he visto lápida más bella” (Alzate, aparece en una lámina a lápiz que fue dibujada por
1790: 82). La anterior cita corrobora plenamente que el capitán Guillermo Dupaix durante aquellas “corre-
Palacios consultó la noticia de la Gaceta de Literatura rías particulares” por varios sitios arqueológicos de la
de México. De igual manera, en el ya referido Atlas ar- Nueva España, la que muestra una pirámide truncada
queológico de la República Mexicana (1939), cuya “Carta con taludes corridos y una escalera sin alfardas en su
arqueológica” —según el arquitecto Ignacio Marquina, fachada para ascender a su cima (figura 1).
en ese entonces, director de Prehispánicos del inah— El dibujo es una representación de uno de los ba-
ayudó a formar, en conjunto con otros investigadores samentos piramidales —quizá de alguno de los que
de esa dependencia, el arqueólogo Palacios indicó res- fueron consolidados en los primeros años de la última
pecto de las ruinas de Libres, dentro del municipio y década del siglo xx por el Proyecto Especial Cantona del
cercanas a la estación de ferrocarril del mismo nombre, inah— que se localizan en la hoy denominada Acrópolis

Fig. 1 Lámina de la antigua ciudad llamada modernamente Cantón. Fuente: inah-cdbnah. Dibujos de Guillermo Dupaix, caja 3, lám.
núm. invent. 75, 21.2 × 30.08 cm; López Luján y Arlette, 2013: 87; López Luján, 2015: 62 y Estrada, 2017: 194, 196.

89
Arqueología 57 • abril, 2019

de la Zona Arqueológica de Cantona. En la parte supe- padre mismo, así como por los recuerdos que aún guar-
rior de dicha lámina, Dupaix escribió con letra a tinta: daba de cuando, por su afición a la caza, se internaba
“33/Antigua ciudad (o ruinas) en el malpaís cerca de la en esas tierras, las que desde antes que se fundara el
hacienda de Tezontle, cerca de Tepeyahualco, camino rancho ya estaban todas cubiertas por una densa ma-
de Perote. Pirámide truncada al uso de los antiguos leza y árboles de pino, encino y sabino. Varios de esos
llamada modernamente Canton, revestida de piedras árboles, que mostraban una apariencia muy vetusta,
esquadradas”.17 Dicha lámina es un excelente docu- habían crecido en las casas y solares, mientras que un
mento que da cuenta de que Dupaix visitó las anterio- ocote de mucha altura estaba en la parte superior de
res ruinas hoy denominadas de Cantona en el malpaís una torre o cu. De las vías de comunicación indicó que
de la hacienda de Tezontepec, la que él denominó de las calles no mostraban ningún orden, aunque entre
Tezontle, cercanas a Tepeyahualco, muchos años an- unas posesiones y otras mediaban unos callejones muy
tes de que encabezara la Real Expedición Anticuaria estrechos. Observó que había una enorme calzada, la
de la Nueva España. Sospechamos que la decisión del cual atravesaba este inmenso asentamiento de este
capitán luxemburgués de ir a inspeccionar las ruinas a oeste, cuyo arroyo de circulación, además de estar
de Cantón, la tomó gracias a la lectura que hizo del delimitado por muros laterales muy altos, también es-
artículo “Origen de los mexicanos” del que quizás se taba pavimentado con lajas muy desgastadas debido
pudo enterar cuando leyó la noticia de Alzate sobre las al intenso tráfico humano y con peldaños para subir
ruinas de Xochicalco. o bajar en los cambios de nivel durante su recorrido.
La descripción del antiquísimo poblado en la juris- Igualmente registró los vestigios de gruesas paredes de
dicción de San Juan de los Llanos18 (véase la transcrip- mampostería con una altura de entre 2 y 4 varas20 (1.67
ción íntegra en el anexo al final de este artículo) que a 2.51 m); observó que las rocas —sin trabajar— con
redactó el jurisprudente e instruido en matemáticas e las que fueron erigidos, no exponían ningún cemen-
historia civil Joseph Francisco Ruiz Cañete en la capi- tante pero sí una enorme habilidad para haber sido
tal virreinal, le fue remitida con fecha del 17 octubre apretujadas, acuñadas y “entrelazadas” unas con otras,
de 1786 al bachiller Antonio Alzate, quien a su vez la y añadió que también había mucha roca “labrada” en
publicó —sin modificación alguna del texto, aunque los ya referidos “cues y adoratorios”, lo que coincide
agregó 13 notas al pie— en su Gaceta de Literatura plenamente con lo documentado años después por Du-
cinco años después, y tras confrontarla con otra noticia paix, en cuya lámina antes referida sobre la antigua
descriptiva —muy semejante, aunque más pobre en pirámide truncada de las ruinas del Cantón escribió
información— sobre dichas ruinas, escrita por una per- que “estaba revestida con piedra labrada”; sin embargo,
sona que residió en esa misma jurisdicción. Respecto mucha de esta última había sido retirada para formar
del texto de Ruiz Cañete podemos señalar lo siguiente. las esquinas de las construcciones, los pisos de los pa-
El jurisprudente escribió que a una distancia de 40 tios y los graneros.
leguas19 (222 km) de la Ciudad de México y con direc- El licenciado Ruiz Cañete escribió además sobre las
ción al noreste, se encontraba ese ancestral poblado excavaciones que él mismo ejecutó dentro de un enor-
cuyo nombre original se desconoce y que fue abando- me solar de las que extrajo la mesa monolítica antes
nada siglos antes de la conquista de la Nueva España descrita y en cuyas cercanías encontró una estatua an-
por la falta de agua. Según él, esta antigua ciudad tropomorfa que fue tallada sobre piedra cantera y cu-
(figura 2), ya en ruinas, se componía por aproxima- yos detalles describió someramente, y también de las
damente 30 000 casas, unas más grandes que otras, excavaciones que realizó su padre, quien le contó sobre
solares, patios, cues, adoratorios, calles y callejones, el hallazgo de la escultura de un felino tallado sobre
los que se extendían sobre una superficie de una legua roca, la cual llevó hasta una iglesia y en cuya cabeza
(5.572 km) de este a oeste y ¾ de legua (4.179 km) de colocó una pila con agua bendita. Entre otros hallazgos
norte a sur, dentro de las tierras de agostadero de un reportados en estas ruinas se mencionan esculturas
rancho de sus antepasados al que no había regresado en roca, cajetes, restos de cerámica e instrumentos en
hacía tres décadas; por ello, su descripción la redactó lítica para la molienda, los que según la apreciación del
con base en lo que escuchó de sus rebisabuelos y de su licenciado eran todos toscos y en grandes cantidades.
También en su narrativa hizo mención de la flora
17  Dibujos de Guillermo Dupaix, caja 3, lámina número inventario 75, nativa que crecía sobre las ruinas, algunas de ellas
21.2 × 30.08 cm, inah-cdbnah; López Luján y Arlette (2013: 87, foto de lámina); comestibles; por ejemplo, los magueyes, de los que se
López Luján (2015: 69 y fotos de la lámina y de la pirámide en la Plaza Central
de Cantona: 62); Estrada (2017: 85, 19.4, y foto de lámina: 196). obtenía un muy buen pulque cuya calidad superaba
18  Para una descripción, escrita en 1791, sobre esta jurisdicción, véase la al común.
Relación geográfica de San Juan de los Llanos en Romero y Echenique (1994:
152-158).
19  La legua mexicana mide 5 572.70 m, aproximadamente (Cortés y Ramírez, 20  La vara mexicana es una medida longitudinal equivalente a 83.80 cm (Cor-
1998, s. p.). tés y Ramírez, 1998, s. p.).

90
Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos ...

Por último, los párrafos escritos por Alzate que in- verificar otros conocimientos considerados útiles, como
troducen al lector a esta descripción, animan a otras los que él obtuvo de las inspecciones arqueológicas
personas curiosas e instruidas para que, si estaban en que hizo a las ruinas de Xochicalco unos años antes
condiciones de hacerlo, documentaran con mayores (1771 y 1784).
detalles esa antigua urbe abandonada y así obtener y

Fig. 2 Parte de una foto aérea con las coladas de lava del malpaís donde se extiende una parte de los vestigios de la retícula
de unidades habitacionales, calles, calzadas y la Acrópolis en la sección sur de la ciudad prehispánica de San Juan de los Llanos,
Cantón o Cantona, Puebla. Fuente: jpff Puebla Forestal, Obra 2754; escala 1:20.000. 23 de noviembre de 1982 D. F. 152.13 mm
cma-R2577, F89, 00041, n. 316, 4396, 152,13.

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Arqueología 57 • abril, 2019

Anexo con las del idioma Mexicano, para reconocer si tienen algu-
na analogia, bien que la pronunciación de aquellas gentes
T. I Núm. 11. Pág. 81. debe ser áspera, no dulce, como la de los Mexicanos, lo que
proviene en mucha parte de la diversidad de los climas.(f)
[Sobre el origen de los mexicanos] 27

Ya que trato de antiguedades trasladaré la noticia que de


[José Antonio Alzate y Ramírez]
una antigua poblacion me comunicó el Licenciado D. Juan
Gazeta de Literatura de Cañete, Sugeto que fué muy instruido no solo en la Ju-
México 8 de febrero de 1790 * 21
risprudencia, sino en las Matematicas é Historia Civil. La
imprimo en el mismo estado en que me la remitió, sin mu-
Asi como el de las mas Naciones, se confunde en las tinieblas darle alguna cosa; solamente añadiré que esta antiguedad se
de la Antiguedad. Algunos Historiadores aseguran partieron halla en la Jurisdiccion de San Juan de los Llanos. La misma
del Norte, de las inmediaciones de la Laguna de Tehuallo (a) 22
descripcion, aunque menos prolixa, me ha comunicado aho-
para venir á establecerse en lo que se conoce por Nueva ra poco un Sugeto que vivió en aquella Jurisdicción. ¡Que
conocimientos utiles acaso se verificaran si algun sugeto
España. La tradicion que conservan las Naciones del Norte
curioso é instruido registrase muy por menor esta abando-
sirven de apoyo á esta idea, como tambien las antiguedades nada Poblacion!
que aún permanecen, y son las que se conocen por Casa Me ha parecido coveniente añadirle algunas notas para
Grande (b) á las orillas del Rio Guila, y la de Casas Grandes (c)
23 24

aclarar ó especificar muchas expresiones de que usó el Li-


en las inmediaciones del Presidio de Janos. cenciado Cañete; porque como son expresiones propias del
No sé si lo que voy a á referir contribuirá á patrocinar Pais, serviran de escollo á los lectores que no las han oido.
esta emigracion de los Mexicanos del Noreste al Sueste; lo “En un Rancho que fué de mis antepasados, y llegó hasta
cierto es que registrando los viages del célebre Capitan Cooc, mi, quarenta leguas de México hacia el Norte con inclinación
veo pinta á los Indios del Puerto de San Lorenzo de Noot- al Oriente, hay en sus tierras pastales una poblacion anti-
ca vestidos con trage muy semejante al de muchos Pueblos quisima de mas de una legua de longitud, y tres cuartos de
de Nueva España, principalmente los Otomites habitantes latitud. Ha treinta años que no voy á ella, me persuado á que
del Valle de Toluca, y á su Poniente. Las mujeres se vén re- exceda de treinta mil casas, unas mayores que otras. No tiene
tratadas con el pelo suelto, lo mismo que acostumbran las calles en orden; pero claramente se percibe la distincion que
Indias Otomitas del mencionado Pais; pero lo mas particular tienen unas pertenencias de otras: entre las cuales media-
es, que dibujando Cooc (d) lo interior de una de las casas del
25

ban unos angostísimos callejoncillos. Hay paredes de dos y


Puerto de Nootca, se registran dos pilastrones con figuras tres varas de alto, muy gruesas: Estan hechas sin cal, lodo
de medio relieve en todo semejantes al estilo(e) que tenian 26

ni otra mezcla alguna, y si con mucho artificio acuñadas,


los Mexicanos, para esculpir sus Geroglificos. Registren- enlazadas y apretadas unas piedras con otras. Hay tambien
se los pocos monumentos que aún restan de los antiguos mucha piedra labrada, y Cues (g) y Adoratorios. Solo una calle
28

Mexicanos, y las láminas insertas en la reimpresión de las hay que atraviesa la población de Oriente á Poniente, y es
Cartas de Cortés, executada en México en 1770: comparece calzada angosta con pretiles altos por uno y otro. En partes
con los que pinta Cooc, y se palpará la identidad que hay de se inclina al Norte, y en partes al Sur, y en algunos parajes
escultura á escultura. tiene gradas para subir y baxar: su pavimento es de piedra
Si á esta reflexa se añade la de estar Nootca 49 1/2 gra- como la de recinto (h) muy sólida y lisa, y se conoce que esto
29

dos de latitud, y suponerse por algunos Historiadores que la último consiste en lo mucho que la traficaron. Se encuen-
Laguna de Tehuallo se halla en 41 grados, parece que todo tran fragmentos de losa, y algunos utensilios como metates,
esto puede patrocinar, y en algun modo aclarar punto tan metlapiles (i) y caxetes; (j) pero todo muy tosco y basto. Oí á mi
30 31

interesante en la Historia. Si el Capitan Cooc hubiese pre- Padre que en tiempo de mi bisavuela se halló enterrado un
sentado un pequeño índice de las voces de la lengua de los Leon de piedra, y que este se colocó en una Capilla, y sobre su
Nootcacos sin alterar la pronunciación, se podrian comparar cabeza la pileta de agua bendita. Tambien se han encontrado
Estatuas de piedra de figura humana; pero muy mal hechas.
* La trascripción respeta la ortografía del original. La nota figuraba entre las
21

páginas 81-84 de la Gazeta; se han omitido los folios originales para ajustar (f) Los Mexicanos para decir aqui, profieren Nican, Sannican, cerca de aqui
27

la composición del texto al aspecto general de Arqueología. Todas las notas al Amonican, no es aqui. Nican quema, aqui es &c. ¿Los primeros que desem-
pie corresponden, como se especificó en el artículo precedente, a acotaciones barcaron en Nootca por señas, porque no pudieron tener interprete, harian
que hiciera José Antonio Alzate y Ramírez (n. del e.). algunas preguntas á los habitantes con el fin de saber algo de aquel Pais, y
(a) La Laguna de Tehuallo se halla en 41 grados de latitud y en 265 y medio
22
estos responderian Nican ó Nootcan? ¿Viciaron la voz del dialecto usado de
de longitud. aquellas gentes, ó estas varian en el dialecto respecto á los Mexicanos? Las
(b) Casa Grande en 34 y medio de latitud, y 259 y medio de longitud.
23
investigaciones que en lo venidero se hagan, aclararán ó desvanecerán esta
(c) Casas Grandes en 31 y medio de latitud al sur del Presidio de Janos: los ha-
24
congetura: lo cierto es que los primeros que abordaron á la Costa de Veracruz
bitantes del Noroeste de Nueva España, aseguran que estos tres sitios, quiero preguntaron á los moradores á donde estaba el pais mas abundante de oro, y
decir en los que se registran restos de Poblaciones, el primero al Sur de Te- ellos respondieron Colua, esto es al Poniente, y corrompida la expresion por
huallo en 38 grados de latitud, 254 de longitud, y los otros dos, son en los que los Españoles permanece el nombre de Ulua con que es conocida la Fortaleza
hicieron mansion los Mexicanos, y los conocen por dichas denominaciones. ó Castillo de Veracruz.
(d) Estampa número 41 de los trages de los Nootca. Estampa 42 los Pilastro-
25
(g) Sepulcros.
28

nes con relieve. Viaje tercero de Cooc. (h) En México conocen por piedra de recinto á una Laba, ó piedra volcánica.
29

(e) En el año de 1767 por orden superior se mandaron despedazar dos pilas-
26
(i) Metates, Metlapiles con los que se muele el Chocolate: el Metate es una
30

trones esculpidos con Geroglificos de baxo relieve que estaban en la orilla de piedra algo concava, y el Metlapile una piedra delgada que termina en dos
la Laguna de Tezcuco, en lo que llaman Pantitlan: no he visto cosa que mas se conos.
asemeje á los que describe el Capitan Cooc. (j) Estos son utensilios como cazuelas.
31

92
Los antiguos monumentos de El Tajín, Xochicalco, San Juan de los Llanos ...

Todo el distrito y sus contornos es abundante de caza; por lo Bibliografía


que llevado yo de mi aficion freqüenté aquellos parages, que
en tiempo de lluvias son una delicia por las muchas especies
de flores con que se matizan aquellos solares, y antiquísi-
Achim, Minura (recop., ed. y notas)
mas paredes. No hay ni las mas miníma noticia ni aún del
nombre que tuvo esa Ciudad; pero sí muchos indicios que
2012 José Antonio Alzate Ramírez. Observaciones
no refiero por no dilatarme, de que se asoló muchos siglos útiles para el futuro de México, selección de
antes de la Conquista, que fué por la escazés de agua. Todo artículos, 1768-1795. México, Conaculta
aquello está ya montuoso y reducido á selvas desde antes que (Cien de México).
fundase el Rancho mi rebisavuelo, que yá lo encontró muy
salbatico y con Encinas, Sabinas y Pinos viejísimos nacidos Alcina Franch, José
dentro de las Casas y Solares, y aún hay un Ocote (k) muy alto32

1988a Guillermo Dupaix y los orígenes de la


que nació sobre un Cu, ó Torre. Es mucha la piedra labrada arqueología en México. En José Alcina Franch,
que se ha sacado para esquinas de edificios y enlosados de
Descubrimiento científico de América (pp. 255-
patios, troxes, &c. En toda la Poblacion no se encuentra un
árbol frutal; pero sí varias especies de yerbas comestibles,
279). Barcelona, Anthropos (Autores, Textos,
y una de frixol muy sabroso que se enreda como la Yedra, y y Temas. Antropología, 16).
produce una flor muy hermosa. Hay muchos magueyes de 1988b Guillermo Dupaix y los viajes de exploración
los comunes y otros blancos, de penca muy delgada, ancha y arqueológica por México. En José Alcina Franch,
alta, que produce una pita muy fina. De esta última especie Descubrimiento científico de América (pp. 221-
se saca un excelente pulque de mejor gusto que el común. 253). Barcelona, Anthropos (Autores, Textos,
Yo hice sacar una mesa de piedra cuya longitud tenia y Temas. Antropología, 16).
cerca de dos varas, la latitud cosa de tres quartas, y la pro- 1995 Arqueólogos o anticuarios. Historia antigua de la
fundidad como una tercia: los pies eran quatro, de una pieza
arqueología en la América española. Barcelona,
con la tabla, y de un palmo de altura. No he visto lápida mas
bella. El granillo muy fino y semejante al de las piedras de
Ediciones del Serbal (Libros del Buen Andar).
amolar en lo liso, de color blanco con listas ó vetas azules.
Estaba dentro de un Solar espacioso de tierra muy pingue y Alzate, José Antonio
fertil, y por eso muy enyerbado. A pocas varas de distancia 1790 Sobre el origen de los mexicanos. Gazeta de
encontré con una Estatua de figura humana, como de una Literatura (11): 81-84. México, 8 de febrero.
vara de alto, muy fea; era de piedra de canteria comun. La 1791 Descripción de las antigüedades de Xochicalco,
cabeza y brazos estaban quebrados y dividos del cuerpo, el dedicada a los señores de la actual expedición
que levanté para observarlo, y prontamente lo dexé caer marítima alrededor del orbe. Suplemento de la
por que estaba debaxo de él una horrible Tarantula, lo que
Gazeta de Literatura: 1-24, 5 láms. México, por
me hizo salir con prontitud del paraje en que encontré una
Cueva artificial, y allí cerca unas paredes altas que mani-
Don Felipe Zuñiga y Ontiveros
festaban haber sido mirador; por lo que me hize juicio de 1831 [1790] Sobre el origen de los mexicanos. Gacetas
que la habitación fué de algun Magnate, y la Estatua algun de Literatura de México: Por José Antonio Ramírez
Idolo. (l) Piedra como la de la mesa no la hay en todos aquellos
33
(t. I: 280-284). Reimpresas en la oficina del
contornos, ni yo la he visto jamás en parte alguna: por lo hospital de S. Pedro, a cargo del ciudadano
que me persuado á que fué conducida al lugar desde alguna Manuel B. Abad. Puebla.
tierra remota para el servicio de algun Príncipe ó persona 1831 [1791] Descripción de antigüedades de
de autoridad. Xochicalco. Dedicada a los señores de la
Mandé hacer una sierra fuerte y de buen temple; y en dos
actual expedición marítima alrededor del orbe.
días los Indios Carpinteros de la hacienda dividiendola por el
grueso reduxeron á tres losas la que antes fue una sola; las
Suplemento de la Gazeta de Literatura, Gacetas
que dandoles con tezontle (m) quedaron muy lisas, y tuve con de la Literatura de México: Por José Antonio
Ramírez (t. II: pp. 1-16). Reimpresas en la oficina
34

ellas para el pavimento y costados de una caxa de un Placer.


Mucho mas se me ofrecia que decir; pero mis ocupa- del hospital de S. Pedro, a cargo del ciudadano
ciones, y mi edad no me permiten dictar mucho, y solo en Manuel B. Abad. Puebla.
conversación podría comunicarme á Vm. muchas cosas que 1840 [1790] Sobre el origen de los mexicanos.
contemplo le gustarían”. Memorias de la Sociedad Patriótica de La Habana,
Nuestro Señor guarde la vida de Vm. muchos años. por una comisión permanente de su seno (t. X: pp.
México y Octubre 17 de 1786. B. L . M. á Vm. su mas atento y 326-329). La Habana, Imprenta del Gobierno y
aficionado Servidor Joseph Francisco Ruiz Cañete. Capitanía General por S. M.
1995 [1791] E l célebre José Antonio Alzate, describe
(k) Pino.
32 por primera vez Xochicalco en 1791. En Beatriz
(l) Pudo ser Estatua que representase á algun hombre de caracter, porque no
33

de la Fuente et al., La acrópolis de Xochicalco


todas las Estatuas de los Idolátras fueron simulacros, su escultura se exten-
día á mas de lo que era su falsa creencia. (pp. 289-291). México, Instituto de Cultura de
(m) Pusolana.
34 Morelos.

93
Arqueología 57 • abril, 2019

2012a Observaciones útiles para el futuro de México, Carrera Estampa, Manuel


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Palop Martínez, Josefina, y Cerdá Esteve, Alejandro Solano, Francisco de


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Geográficas de Indias, siglos xvi / xix. Preparación
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1882 Dos monumentos de la arquitectura mexicana, Ponce. Madrid, csic-Centro de Estudios Históricos
ilustrados por el P. Pedro José Márquez. Anales (Tierra Nueva e Cielo Nuevo, 25). 234 pp.
del Museo Nacional de México, t. II (1a ép.): 280- 1989 Don Antonio de Ulloa, paradigma del marino
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Universidade de Coimbra, XXXV: 333-335.
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294. Rédigé par la Section de Publication curso de los tres viajes de la Real Expedición de
ET.MM. Alfred Maury, Secrétaire Général de Antigüedades de la Nueva España, emprendidas
la Comission Centrale. Chez Arthus -Bertrand, en 1805, 1806 y 1807 (pp. 13-52). Pref. de Miguel
Libraire de la Société de Géographie. León Portilla. México, San Ángel Ediciones.
Facsim. de la ed. de París, 32 láms. de la 1a
exped., 134 láms. de la 2a exped. y 48 láms. de
la 3a exped.

97
Estudio de las fechas
determinadas para Cantona
por el laboratorio del inah
María Magdalena
de los Ríos Paredes
Subdirección de Laboratorios
y Apoyo Académico-inah

Resumen: En este escrito se presentan las fechas que el Laboratorio de Fechamiento del inah determinó, mediante el análisis de carbono 14, para
El Palacio, la Plaza Central, la Plaza Oriente, los conjuntos de juego de pelota 5, 6, 7, 15 y 23, los patios 6, 9, 22, 24 y 1445B, y varias unidades (27)
del Proyecto Cantona. En una primera instancia, en la que se consideran las 190 fechas obtenidas para el proyecto, se ubica el apogeo de Cantona
entre 150 a. C. y el 650 d. C., y posteriormente, después de descartar las fechas con contextos dudosos, se le ubica entre 150 a. C. y 425 d. C. También
se consignan los intervalos de uso calculados para las estructuras con mayor número de fechas.
Palabras clave: Cantona, fechamiento por carbono-14, intervalo de uso.

Abstract: This paper presents the dates that the Dating Laboratory of the National Institute of Antthropology and History determined, through
carbon analysis 14, for samples from: El Palacio, Plaza Central, Plaza Oriente, ball game sets 5, 6, 7, 15 and 23 , yards 6, 9, 22, 24 and 1445B, and
several units (27) of the Cantona Project. Initially, when the 190 dates obtained from the project were taken into consideration, the peak of Cantona
was placed between 150 BC and AD 650, but later, after discarding dates from doubtful contexts, it was modified to between 150 BC and AD 425.
The calculated habitational intervals for the structures with the greatest number of dates are also shown.
Keywords: Cantona, radiocarbon dates, habitational intervals.

C
antona, una ciudad prehispánica grandiosa des- longitud oeste. La vegetación actual consiste en pinos,
crita a mediados del siglo xix por Henri de Saus- yucas, pastos y nopales. El clima de la región es templa-
sure, fue sometida a una minuciosa investigación do seco o cwb, según la clasificación de Koeppen, con
arqueológica por el equipo de académicos dirigidos una precipitación de escasos 700 mm anuales (García
por el profesor Ángel García Cook. Como resultado de et al., 1975) con una temperatura media anual de 16 °C
dicha investigación, además de los múltiples conoci- y la presencia de 20 a 40 días con heladas (Jáuregui,
mientos sobre Cantona y sobre la vida y costumbres de 1968). Su aspecto desde el aire puede verse en las fi-
sus antiguos pobladores, México tiene un nuevo sitio guras 1 y 2.
arqueológico abierto al público. Toda la superficie del asentamiento fue adaptada
Antes de la intervención del equipo del profesor Gar- para construir las unidades habitacionales y los edifi-
cía Cook, Cantona fue saqueada en numerosas ocasio- cios ceremoniales, administrativos y los de sus dirigen-
nes, prueba de ello son las miles de fosas excavadas que tes. En este trabajo son particularmente importantes
se encontraron (México Desconocido, 2010). los patios y los conjuntos de juego de pelota; los pri-
La zona arqueológica de Cantona, en el estado de meros son las casas de carácter perecedero que fueron
Puebla, cubre 14.5 km2 y está asentada sobre un gran edificadas sobre basamentos y rodeadas con muros en
derrame de lava andesítico-basáltica del Pleistoceno su periferia; el número de patios en la ciudad entera se
superior, al que se ha denominado malpaís. Se ubica calcula en 7 500 (García Cook, 2003, 2004). Se denomi-
en el extremo oriental del Altiplano central, casi al na “conjunto de juego de pelota” al grupo arquitectó-
inicio de la vertiente del Golfo de México y justo a la nico alineado y conformado por una pirámide, una o
mitad entre la cuenca de México y la costa central del dos plazas y una cancha para el juego de pelota. Hasta
golfo. La altitud varía entre 2 500 y 2 600 msnm y sus ahora se conocen 27 juegos de pelota en el asentamien-
coordenadas geográficas se encuentran entre 19°31’30” to (García Cook, 2003, 2004; García Cook y Martínez
y 19°37’30” de latitud norte, y 97°20’15” y 97°31’30” Calleja, 2008; Zamora Rivera, 2004).
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

Fig. 1 Vista aérea del área donde se localiza la Zona Arqueológica de Cantona. Fuente: Google Earth, 2017.

Fig. 2 Vista aérea de la Zona Arqueológica de Cantona. Fuente: Google Earth, 2017.

Tanto los patios como los edificios de carácter cívi- 1. El número inah que se le asignó a su ingreso al La-
co-religioso están comunicados por calles que fueron boratorio de Fechamiento.
construidas en su totalidad con arroyo pavimenta- 2. La edad determinada en años carbono14 (14C).
do y que generalmente van elevadas, aunque las hay 3. Los límites de los intervalos en que se puede en-
también tanto al nivel del terreno como incluidas en contrar la fecha con 68.2 y 95 % de probabilidad, en
éste. Es importante subrayar que los constructores no años calendario.
incluyeron ningún material cementante para unir las 4. La media y la desviación estándar de la fecha en
piedras que conforman los muros y que tampoco em- años calendario (se ha empleado el signo + para las
plearon recubrimientos. fechas d. n. e. y el menos para las fechas a. n. e.
5. Sus datos de ubicación.
Fechas determinadas 6. El contexto arqueológico en el que fue encontrada.

Las fechas determinadas para Cantona, ordenadas por


unidad y antigüedad, se pueden ver en la figura 3. En
dicha tabla se consignan, para cada muestra:

99
Arqueología 57 • abril, 2019

AÑOS CALIBRADOS
Edad
inah 68.2% 95.4% CATALOGADA CONTEXTO
(años 14C) µ σ
DE A DE A
Unidad 25.s, C
Capa de piedras grandes bajo un piso de barro
1 2974 2533±23 -792 -592 -795 -551 -688 81 No. 8, Unidad 25.s, pozo 4, capa IV, Z=1.77 m
compacto y cercano a un entierro humano

No. 6, Unidad 25.s, pozo 3-s3e1, capa II, En relleno de tierra arenosa color café
2 2972 2090±25 -162 -56 -179 -46 -112 40
Z=0.93 m dentro de pirámide

No. 7, Unidad 25.s, pozo 3-s3e1, capa IV, En capa de relleno de piedras debajo de un piso
3 2973 2009±19 -40 16 -49 51 -8 25
Z=1.48 m de barro compacto y pulido

Patio 1445b, C
Estructura dentro de plataforma y dentro de una
Muestra 5-2012, patio 1455b, elemento I,
4 3206 2339±31 -416 -376 -510 -364 -411 42 burbuja de lava aprovechada para construir esta
capa II, nivel 2, Z=1.56 a 1.60 m
estructura
Muestra 4-2012, patio 1455b, elemento 2, Interior de estructura construida aprovechando
5 3205 967±32 1022 1150 1017 1155 1084 44
capa I, nivel 1, Z=2.52 a 2.60 m una burbuja volcánica

Unidad 22, C
No. 5, Unidad 22.a, pozo 2, cuadro b1, capa II
6 2971 2301±103 -511 -203 -760 -114 -395 165 En estrato cultural de un pozo de sondeo
(nivel 7), Z=2.02 m

No. 4, Unidad 22.a, pozo 1, capa IV o V?, Interior pirámide cerca (0.20m) del cráneo
7 2970 1923±26 55 123 22 130 81 31
Z=1.15 m del entierro 1

Unidad 155, C
No. 10, Unidad 155, pozo 2, cuadro 5, capa II,
8 2976 2258±39 -392 -232 -399 -206 -302 59 Capa de relleno cercano a entierro humano
Z=0.45 m

No. 11, Unidad 155, pozo 2, cuadro 8, capa II, Material de relleno y emparejamiento e la plaza
9 2977 2202±23 -357 -204 -361 -200 -280 50
Z=0.41 m abierta

El Palacio, C
m20, Unidad K (El Palacio) - k1, pozo 7, bajo Fogón o poste quemado que rompe el piso 5º de la
10 2218 2230±24 -365 -211 -381 -205 -283 49
piso 4 º, profundidad de 2.50 a 2.65 m estructura 1

No. 20, El Palacio, Plaza Hundida sur, tronco-


11 1417 2219±41 -361 -209 -338 -194 -283 57 Troncocónica ?
cónica 1, prof. 2.13 a 2.23 m

No. 37, El Palacio, trococónica 1, Z=3.00 a


12 1434 2145±34 -349 -112 -356 -55 -205 82 Troncocónica ?
3.50 m

No. 22, El Palacio, Plaza Hundida sur, tronco-


13 1419 2077±32 -158 -49 -187 -1 -101 47 Troncocónica ?
cónica 1, prof. 2.27 a 2.37 m

m13, Unidad K (El Palacio)- k1, pozo 1, capa


14 2211 2055±21 -103 -39 -161 2 -72 39 II, sobre piso 2, junto cráneo 6, profundidad Al lado del cráneo 6
1.75 m

m14, Unidad K (El Palacio)-k1, pozo 1, capa IV,


15 2212 2031±20 -51 2 -96 26 -30 31 Relleno cultural sobre cerro natural
sobre laja bajo piso 3, profundidad 2.20 m

m21, Unidad K (El Palacio) - k1, pozo 8, sobre


16 2219 2031±25 -85 5 -148 50 -34 39 Restos de carbón sobre piso quemado y ceniza
piso 5, profundidad 0.93 m

m15, Unidad K (El Palacio) - k1, pozo 1, capa


17 2213 2018±18 -43 3 -54 49 -16 24 En relleno cultural
II, sobre piso 2, profundidad 2 m

m17, Unidad K (El Palacio) - k1, pozo 1, entie-


18 2215 1997±27 -39 47 -49 65 4 32 En mismo estrato de entierros humanos 1 y 4
rros 1 y 4, bajo piso 1, profundidad 1.74 m

m16, Unidad K (El Palacio) - k1, pozo 1, capa


19 2214 1988±25 -36 52 -43 64 12 31 Interior de cista asociado a relleno cultural
IV, cista 1, profundidad 2.46 a 2.70 m

m22, Unidad K (El Palacio) - k1, pozo 7, bajo


20 2220 1938±19 29 83 20 124 65 25 Restos de ceniza, carbón y tierra suave
piso 4 º, profundidad 2.60 - 2.70 m

m18, Unidad K (El Palacio) - k1, pozo 1, bajo


21 2216 1832±19 138 215 130 235 181 32 En relleno bajo primer piso de lodo
piso de lodo (1 º ), profundidad 1.13 m

Unidad 18, C
m6, Unidad 18, pozo 6, estructura 7, capa ib,
22 2352 2214±26 -359 -209 -367 -202 -280 49 Núcleo del montículo habitacional
n0.70-0.85, e0.40-050, Z=1.90-2.00,

m8, Unidad 18, estructura 7, pozo 7, capa IIa-


23 2354 2084±18 -154 55 -166 -50 -106 35 Núcleo de la plataforma habitacional
III, n1.60-1.83, e0.70-1.04, Z=0.97-1.01,

m7, Unidad 18, estructura 7, pozo 7, capa IIa,


24 2353 2024±14 -43 -1 -52 21 -21 21 Núcleo de la plataforma habitacional
nivel 3, x0.81-1.11, y=1.33-1.67, z00.83-0.88,

100
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

m9, Unidad 18, estructura, pozo 7, capa III,


25 2355 1945±25 24 80 2 125 56 31 Núcleo de la plataforma habitacional
nivel 3, n1.00-1.80, e0.50-0.80, Z=1.20-1.35;

Unidad 209, C
muestra 12-2012, Unidad 209, estructura 4,
26 3213 2187±33 -356 -196 -365 -170 -272 60 Tumba
tumba 1, Z=2.40 m

27 2902 2098±26 -168 -61 -189 -49 -120 42 35. u209-est 4, silo-tumba, prof. 3.10 m Asociada a entierros dentro de silo-tumba

28 2901 2062±19 -106 -43 -166 -2 -82 36 34. u209-est 4, silo-tumba 1, prof. 2.70 m Entierros dentro de silo-tumba

29 2900 1450±30 592 643 561 651 609 25 33. u209-est 4, silo-tumba 1, prof. 2.00 m Entierros dentro de silo-tumba

30 2872 257±26 1639 1795 1522 … 1654 79 5. u.209, est. 5, plaza prof. 0.55m Nivelación del terreno y sedimentos

Unidad 71, C
Ofrenda 1 depositada en el núcleo de la estructura
31 2885 2145±29 -347 16 -355 -59 -206 79 18. u.71-1-n5e7, capa III, prof. 1.49 a 1.54 m
piramidal

10. u.71-1-n5e7, ofrenda 1, capa III, Z- 1.46 Ofrenda 1 dentro de la estructura piramidal
32 2877 2011±26 -42 18 -88 59 -10 33
a 1.61 m (en el núcleo)

Núcleo de la estructura piramidal donde fue


33 2881 1968±32 2 71 -44 117 30 36 14. u71-1-n3e9, capa I, Z- 0.68 a 0.76 m
depositado el entierro 3

34 2882 1960±27 9 73 -39 119 39 32 15. u71-n3e7, capa V, prof. 1.24 a 1.37 m Núcleo de la estructura debajo del piso de estuco

7. u.71-1-n5e7, ofrenda 1, capa III, prof. 1.40 Ofrenda dentro de estructura ceremonial
35 2874 1954±21 25 71 -18 120 46 26
a 1.55 m (en el núcleo)

Ofrenda 1 depositada en el interior de la estructura


36 2878 1947±27 22 81 -18 126 53 33 11. u.71-1-n5e7, ofrenda 1, capa V
piramidal

37 2879 1901±28 73 128 29 211 105 36 12. u.71-1. cista 1-II, Z=0.85 a 1.00 m Cista construida dentro de la estructura piramidal

38 2880 1777±28 225 326 140 336 260 51 13. u.71-1, p6-ia, Z- 0.33 a 0.35 m Relleno de la Plaza I

39 2876 1613±20 401 530 393 535 459 46 9. u.71-Plaza I, p6-1a, 0.57 a 0.60 m Relleno de nivelación de la Plaza I

Asociado a una ocupación esporádica dentro de la


40 2883 678±23 1280 1381 1275 1388 1320 40 16. u.71-I, pozo 4, capa IIb, Z- 1.12 a 1.14 m
plaza, posiblemente se trata de un fogón

8. u.71-est. 13, lateral poniente, entre 1° y


41 2875 296±23 1523 1647 1513 1653 1574 45 Relleno entre dos etapas constructivas
2° cuerpo

Relleno del segundo cuerpo de las plataformas que


42 2884 190±21 1665 … 1661 … 1787 93 17. u.71-11, Plaza I, esq n, Z- 0.89 a 1.03 m
delimitan la plaza en su lado oriente, extremo ne

Plaza Central, C
No. 10, Plaza Central, estructura 1, pozo 1,
43 1407 2103±36 -175 -57 -345 -39 -129 60 Entierro
ent. 4

No. 6, Plaza Central, pozo 1, nivel 5, bajo piso


44 1403 2076±34 -160 -47 -186 1 -100 50 Relleno
de lodo

45 1432 2007±34 -45 47 -95 71 -9 42 No. 35, Plaza Central, pozo 1, nivel 3 Ofrenda

No. 1, Plaza Central, est. 1, tercer cuerpo,


46 1398 1952±33 6 81 -38 125 47 38 Ofrenda
centro oeste

No. 9, Plaza Central, pozo 1-3, asociada a


47 1406 1922±35 54 126 -18 209 82 43 Ofrenda
objeto 34

No. 7, Plaza Central, estructura 1, pozo 1,


48 1404 1852±37 125 223 74 243 164 49 Ofrenda
cista 1, prof. 1.10 a 1.35 m

M25, Unidad J ( Plaza Central), - J11, cuadro Piedras, tierra, tiestos, lítica y fragmentos de huesos
49 2223 1819±25 140 235 127 311 191 40
g4, capa II a, profundidad 1.35 a 1.45 m humanos

No. 5, Plaza Central, pozo 1, nivel 4, sobre


50 1402 1818±34 138 236 89 324 196 51 Ofrenda
piso de lodo

No. 8, Plaza Central, estructura 1, pozo 1,


51 1405 1815±32 139 238 93 325 199 50 Ofrenda
cista, ampliación al oeste

No. 4, Plaza Central, pozo 1, nivel 3, prof.


52 1401 1744±35 246 337 215 394 296 48 Ofrenda
1.60-1.75

No. 3, Plaza Central, estructura 1, pozo 1,


53 1400 1738±35 249 341 226 394 302 47 Ofrenda
nivel 2, asociado a la máscara

M24, Unidad (Plaza Central) - J11, cuadro g4, Relleno para nivelar la plaza y construir el altar
54 2222 1736±21 255 338 244 380 302 36
capa II a, profundidad de 1m a 1.25m central

No. 12, Plaza Central, estructura 1, pozo 1,


55 1409 1684±25 341 396 260 416 358 37 Ofrenda
cista, asociado a cruz

No. 11, Plaza Central, estructura 1, pozo 1,


56 1408 1682±36 332 407 252 425 355 49 Ofrenda
asociado a objeto 91

101
Arqueología 57 • abril, 2019

M28, Unidad (Plaza Central) - J11, cuadro G4,


57 2226 1639±18 394 420 349 526 410 28 Material cultural y relleno de la plaza
capa IIa, profundidad 1.37 a 1.52 m

No. 34, Plaza Central, estructura 1-pozo 1,


58 1431 1619±35 392 532 352 540 452 52 Ofrenda
cista

No. 2, Plaza Central, pozo 1, nivel 1, prof.


59 1399 1292±33 673 765 661 772 719 37 Relleno
0.70-1.0

M26, Unidad J (Plaza Central) - J11, cuadro G4,


60 2224 1166±18 778 938 775 945 853 48 Capa de relleno con piedras tierra y material cultural
capa IIa, profundidad 1.40 a 1.52 m

M27, Unidad J (Plaza Central) - J11, cuadro H,


61 2225 627±19 1299 1390 1291 1395 1345 32 Material de relleno para emparejar la plaza
capa IIa, profundidad 1.20 a 1.42 m

m23, Unidad (Plaza Central) J-11, cuadro g4, En relleno casi al centro de la plaza, al lado del altar
62 2221 493±17 1421 1436 1414 1442 1428 7
capa II , profundidad 0.60 a 0.75 m central

Unidad 5, C
M12, Unidad 5a, pozo 3, capa II, , x=1.73,
63 2358 2096±28 -166 -61 -193 -47 -119 44 Asociada a ofrenda y entierro en pirámide
y=3.15, Z=2.26-2.30

M15, Unidad 5b, pozo 2, capa II/f, x=2.93-3.01,


64 2361 2060±20 -107 -42 -164 -1 -80 37 En capa de piedras de cantera quemadas
y=3.56-3.59, Z=1.55-1.60,

M13, Unidad 5b, pozo 2, capa II/C, x=2.90-


65 2359 2011±35 -47 47 -106 70 -14 45 Asociada a entierro 3 dentro de un altar
2.95, y=4.13-4.17, Z=1.90-1.92,

cjp23, C
Subestructura dentro de la pirámide principal
66 2894 2085±38 -164 -52 -200 1 -100 56 27. H5-II D, Z- 4.06 a 4.09 m
del cjp23

67 2892 2029±24 -53 5 -106 50 -30 36 25. H5, plat. II, capa II D, Z- 4.07 a 4.17 m Estructura dentro de la pirámide del cjp23

Núcleo de plataforma dentro de estructura


68 2897 2002±27 -41 25 -52 64 -1 33 30. H5 - II b, Z- 3.60 m
piramidal

26. H5, plataforma II, capa VI D, Z-. 4.25 a


69 2893 1993±26 -38 49 -46 65 8 31 Estructura dentro de la pirámide del cjp23
4.28 m

70 2895 1987±29 -36 53 -46 72 13 33 28. H5-plat I, 2° cuerpo, Z- 4.01 a 4.17 m Núcleo de plataforma dentro de la pirámide

No. 16, cjp23, estructura 1, extensión este,


71 2658 1817±27 140 236 127 218 194 43 Interior de la estructura piramidal
capa II

72 2653 1285±37 675 767 655 860 726 42 No. 11, cjp23, estructura 1, cuadro 8a, capa 1 Muro poniente del elemento 2a - cista circular

73 2896 1242±24 689 800 685 870 759 51 29. H5-II b, Z- 2.90 a 3.14 m Estructura dentro de la pirámide del cjp23

No. 14, cjp23, estructura 1, cuadro 8, elemento


74 2656 1118±36 891 975 777 1013 922 50 Relleno dentro de cista circular
2a (al interior), capa II

No. 10, cjp23, estructura 1, cuadro 8, capa 1,


75 2652 943±26 1034 1151 1028 1155 1094 39 Interior de la estructura piramidal - núcleo
nivel 6

No. 13, cjp23, estructura 1, cala 1, elemento Interior del elemento circular construido como
76 2655 840±53 1158 1260 1043 1274 1180 61
2a, asociado a huesos humanos parte del núcleo de la estructura piramidal

cjp5, C
67. cjp5, estr. 28, mitad norte del interior estr. En relleno cultural junto a ofrenda
77 1820 2065±14 -96 -46 -161 -41 -83 31
28, Z=0.77 m (olla de cerámica y metate)

53. cjp5, estr. 1, lado oeste, hacia el norte


78 1806 1958±34 5 76 -41 124 40 39 Relleno tras el muro de carga
cuarto cuerpo, Z=3.60 a 3.90 m

52. cjp5, estr. 1, cima, N6E1, piso de barro Piso de barro quemado
79 1805 1934±20 29 115 23 125 69 27
quemado, Z=1.47 a 1.67 m (tierra con ceniza y poca piedra chica)

54. cjp5, estr. 1, cuarto cuerpo del lado oeste,


80 1807 1932±21 30 118 24 126 72 27 Al desplante del muro aparente de la pirámide
extremo norte, bajo el muro de la estructura

62. cjp5, estr. 1, cima, N1E4, cerca del fondo Cerca del fondo del elemento 3,
81 1815 1917±31 60 125 4 208 88 37
del elemento 3, Z=1.90 a 1.98 m bajo ceremonias de enterramientos humanos

59. cjp5, estr. 1, cima, N6E1, bajo piso de lodo,


82 1812 1908±16 73 123 62 129 96 20 Relleno arquitectónico bajo piso de lodo
Z=1.37 m

58. cjp5, estr. 1, cima, N4E8, capa III, Z=1.20


83 1811 1871±14 83 205 80 214 132 37 Tierra suelta y grandes piedras
a 1.22 m

51. cjp5, estr. 1, cima, N11E1, en piso roto de Entre piso roto de barro quemado,
84 1804 1863±20 89 211 83 220 151 40
barro quemado, Z=1.2 a 1.34 m que cubre la cima de la pirámide

45. cjp5, estr. 1, cima, N11W0 bajo piso de


85 1798 1858±16 126 213 86 224 159 37 Bajo piso de lodo
lodo, Z=1.13 a 1.42 m

50. cjp5, estr. 1, N10E0, sobre piso de lodo, Sobre piso de lodo que cubre la superficie
86 1803 1807±22 141 243 131 318 204 44
Z=1.20 a 1.23 m de la pirámide

102
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

64. cjp5, estr. 1, cima, N12W1, sobre elemento Sobre elemento 4


87 1817 1763+20 241 325 225 339 283 34
4, Z=1.35 a1.5 (relleno de tierra, piedras y piedras chicas)

47. cjp5, estr. 1, cima, interior del elemento 1,


88 1800 1742±33 250 336 225 390 299 45 Interior del elemento 1 (fogón ceremonial)
Z=1.75 a 1.86 m

48. cjp5, estr. 1, elemento 1, N4E6, Z=1.80 a


89 1801 1739±36 247 341 220 395 301 48 En elemento 1 bajo agujas de hueso
1.92 m

38. cjp5, estr. 1, lado sur, sobre piso del 2°


90 1791 1696±36 263 396 252 415 340 48 Sobre piso prehispánico
cuerpo

61. cjp5, estr. 1, cima, N2E4, bajo entierro 35,


91 1814 1692±20 340 389 260 404 354 34 Por abajo del entierro 35 (múltiple)
Z=1.45

41. cjp5, estr. 1, lado oriente, huella del 3°


92 1794 1665±14 386 414 349 421 394 18 Relleno bajo piso quemado
cuerpo, bajo piso quemado

60. cjp5, estr. 1, cima, N13E11, bajo nivel de


93 1813 1627±20 393 428 382 534 432 43 Material cultural bajo el nivel de entierros
entierros, Z=1.67 a 1.80 m

44. cjp5, entierro 21, múltiple, interior tumba


94 1797 1623±19 396 506 386 534 439 44 Entierro 21(35) múltiple
3, Z=1.60 a 1.75 m

46. cjp5, estr. 1, elemento 1, N4E6, bajo Dentro del elemento 1


95 1799 1596±30 415 534 400 540 474 42
escultura matada, Z=1.55 a 1.70 m (bajo escultura antropomorfa “matada”)

49. cjp5, estr. 1, cima, elemento 1, N5E6, bajo


96 1802 1541±31 431 565 425 589 503 48 arranque del muro del elemento 1, Z= 2.25 Bajo piedra de arranque del muro del elemento 1
a 2.45 m

Capa II, tierra, poca piedra, “tepecil” (gravilla)


97 1809 1537±17 435 561 428 577 505 46 56. cjp5, estr. 1, cima, N5E9, Z=0.80 a 0.87 m
y algunas raíces

m29, cjp5, estructura 8, entierro 8, N%E”,


98 2375 1536±28 433 568 427 589 508 49 En relleno con asociación a enterramiento humano
Z=1.20,

43. cjp5, estr. 1, elemento 1, entierro 4, bajo


99 1796 1527±45 432 593 421 620 520 57 Bajo cráneo del entierro 4 (dentro del elemento 1)
cráneo 2, Z=0.90 a 0.97 m

55. cjp5, estr. 1, cima, N8E10, bajo entierro 24,


100 1808 1514±38 435 603 428 621 536 55 Bajo entierro 24
Z=0.81 a 0.88 m

39. cjp5, estr. 1, lado oriente, bajo piso Tierra amarillenta con piedras chicas,
101 1792 1502±55 435 623 227 644 543 63
enlajado del 3° cuerpo del relleno artificial

102 1427 522±38 1334 1438 1316 1446 1398 38 No. 30, conjunto jp5, entierro 3 Entierro en relleno de estructura

No. 29, conjunto jp5, marcador planta anular


103 1426 180±31 1667 … 1652 … 1788 89 Relleno
W (de 60 a 80 cm)

Unidad 4, C
M21, Unidad 4, estructura 4, pozo 2, capa II,
104 2367 2057±56 -161 1 -204 66 -81 78 Esquina se del altar
Z=1.23-1.41;

Unidad 201, C
105 2888 2001±27 -40 25 -52 65 -1 33 21. u.201-ent 6, Z- 3.40 a 3.80 m Relleno de silo

106 2887 1894±25 77 129 55 212 110 34 20. u.201-ent 6, silo, 2.60 a 2.75 m Interior silo

m31, Unidad 201, cima, pozo 1, capa I,


107 2229 1784±20 220 322 140 329 253 47 Relleno de la estructura
profundidad 0.85 a 1.60 m

108 2890 1670±33 343 410 256 506 370 46 23. u-201-est. 6, silo-prof. 2.40 m Entorno al 2° piso de barro quemado

Unidad 2, C
Muestra 2-2012, Unidad 2, est. 21W, pozo 8, Ofrenda de frijoles quemados ubicada al pie del
109 3203 1992±55 -49 71 -160 126 -2 67
nivel 2, Z=1.01 o 0.94 a 1.22 m muro poniente de la estructura 21

No. 17, Unidad 2, estructura 1, pozo 1, nivel Piedras chicas y arena limosa amarilla
110 2983 1981±39 -37 60 -88 123 14 44
5, Z=0.96 m dentro de cista

No. 14, Unidad 2, estructura 1, pozo 1, nivel


111 2980 1918±37 53 128 2 212 88 46 En arena limosa amarilla dentro de una cista
4, Z=0.85 m

Muestra 9-2012, Unidad 2, est. 21W, pozo 8,


112 3210 1892±55 57 211 -21 246 123 67
nivel 1, Z=0.90 m

Muestra 3-2012, Unidad 2, est. 21w, pozo 8, Proviene de una ofrenda de frijoles ubicada al pie
113 3204 1891±54 59 211 -20 246 124 66
nivel 1, Z=0.85 a 0.92 m del muro W de la estructura 21

Muestra 7-2012, Unidad 2, est. 22, pozo 1,


114 3208 1878±29 76 209 68 221 133 44
nivel 5D, Z=1.02 a 1.06 m

Muestra 10-2012, Unidad 2, est. 21W, pozo 8,


115 3211 1866±56 82 216 21 322 152 68
nivel 1, Z=1.04 m

Muestra 1-2012, Unidad 2, est. 21W, pozo 8; Forma parte de una ofrenda de frijoles ubicados al
116 3202 1514±25 538 596 430 612 545 46
nivel 1, Z=0.86 a 1.03 m pie del muro poniente de la estructura 21

103
Arqueología 57 • abril, 2019

No. 15, Unidad 2, estructura 1, pozo 1, nivel


117 2981 1386±30 635 666 605 675 645 19 Capa de arcilla limosa amarillenta, dentro de cista
2, Z=0.50 m

118 2982 1154±16 779 949 776 966 884 51 No. 16, Unidad 2, terraza 5-oeste, Z=1.02 m Tierra café arenosa de relleno de terraza

cjp7, C
No. 16, conjunto jp7, estructura 37-N, pozo
119 1413 1991±32 -38 51 -53 77 9 37 Ofrenda
1, nivel 12

M28, cjp7, estructura 1 o 37, entierro 19, prof. Asociada a enterramiento humano bajo piso
120 2374 1979±29 -20 61 -44 75 20 23
0.80, enlajado

No. 31, cjp7, estructura H5, capa IIb, asociado


121 2623 1701±24 265 388 256 401 341 41 Interior de la estructura piramidal
al objeto 28

122 1433 1383±48 610 674 570 765 648 40 No. 36, conjunto jp7, estructura 18, capa I Ofrenda

M25, conjunto de juego de pelota 7, estructura Entierro humano bajo los primeros escalones
123 2371 1361±16 652 666 646 675 659 7
1, entierro 21, de una escalinata

No. 14, conjunto jp7, Plaza II, pozo 1, 0.41 a


124 1411 1314±31 660 764 655 769 705 35 Hogar
0.61 m

No. 30, cjp7, estructura H5, elemento 24, Interior de la estructura piramidal,
125 2672 1174±24 777 890 772 945 845 47
capa IIb en relleno del elemento tipo cista

126 1412 1135±40 780 979 776 988 899 60 No. 15, conjunto jp7, estructura 25, entierro 17 Entierro

No. 32, cjp7, estructura H5, elemento 22, Relleno dentro de cista circular dentro
127 2674 1132±25 888 968 778 986 918 43
capa IIb de la pirámide

No. 29, cjp7, estructura I5, elemento 20, Relleno de piedra y tierra de la estructura circular
128 2671 1007±36 987 1117 969 1154 1037 50
capa IIb tipo cista #20

No. 33, cjp7, estructura H5, x=5.60-6.50, Interior de la estructura circular que forma parte
129 2675 844±27 1167 1221 1155 1261 1198 35
y=1.60-2.32, elemento 37, capa IIb del núcleo de la estructura piramidal

130 1410 814±30 1211 1261 1169 1267 1225 28 No. 13, conjunto jp7, cancha, marcador este Ofrenda

No. 34, cjp7, estructura H5, elemnto 37, capa Interior de la estructura circular que forma parte
131 2676 723±32 1261 1287 1222 1298 1273 23
IIb del núcleo de la estructura piramidal

No. 35, cjp7, estructura H5, elemento 42,


Interior de la estructura circular que forma parte
132 2677 651±28 1288 1387 1280 1394 1339 37 x=9.17-9.63, y=5.43-6.00, capa IIb, Z=2.70-
del núcleo de la estructura piramidal
3.16

No. 28, cjp7, estructura H5, x=9.40-9.80,


Relleno de la estructura tipo cista dentro
133 2670 606±27 1305 1397 1297 1405 1348 31 y=6.40-6.70, elemento 42, capa IIa, Z=2.40-
del elemento piramidal
2.75

No. 27, cjp7, estructura H5, elemento 42,


134 2669 499±25 1416 1436 1405 1445 1424 13 Relleno dentro de estructura tipo cista circular
capa IIa

No. 35, cjp7, estructura H5, elemento 42,


2677- Interior de la estructura circular que forma parte
135 441±22 1435 1454 1425 1471 1446 14 x=9.17-9.63, y=5.43-6.00, capa II b, Z=2.70-
1 del núcleo de la estructura piramidal
3.16

No. 26, cjp7, estructura H5, interior del


Interior de la estructura piramidal, en estructuras
136 2668 423±26 1439 1469 1427 1615 1465 37 elemento 42, x=9.20-10, y=5.80-6.40, capa
que forman el núcleo
IIa, Z=1.41-1.45

M27, cjp7, cabezal este, lados sur, x=5.10-5.30, Relleno dentro del cabezal oriente de un juego
137 2373 102±18 1697 1917 1690 1925 1820 76
y=1.70-1.80, Z=0.25-0.40, de pelota

Unidad 51, C
M12, Unidad 51, pozo 4b, capa I - II, bajo piso Sobre muro que forma parte de la delimitación
138 2210 1963±19 21 66 21 80 38 24
de barro, profundidad 0.90 m del entierro 1

M11, Unidad 51, pozo 4a, capa I - II, bajo piso Bajo el piso o firme de la estructura principal,
139 2209 1663±22 354 412 337 422 382 28
de barro, profundidad 1.63 m sobre el relleno de la estructura

Unidad 139, C
No. 25, Unidad 139, Las Concubinas, tumba 1,
140 2667 1918±20 62 123 30 130 87 25 Material de relleno bajo piso de la tumba
nivel 4, bajo piso de la tumba, Z=30-40

No. 23, Unidad 139, Las Concubinas, Plaza


141 2665 891±21 1051 1189 1045 1214 1130 52 Relleno y apisonado antes de colocar piso enlajado
Hundida, bajo enlajado

No. 24, Unidad 139, Las Concubinas, platafor-


142 2666 533±20 1403 1426 1326 1434 1404 27 Interior del círculo de piedra
ma 1 sur, círculo 2, capa 1; nivel 3

cjp15, C
No. 22, Unidad 587, cjp15, estructura 1, pozo
143 2664 1900±48 31 209 5 233 112 60 Entierros depositados en la pirámide
6, capa IV

No. 20, Unidad 587, cjp15, estructura 1, pozo


144 2662 1885±25 74 134 65 214 121 39 Asociado a cista
se, nivel 5

104
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

No. 18, Unidad 587, cjp15, estructura 1, pozo


145 2660 1808±24 140 243 131 319 203 45 Entierro y ofrenda
se, capa III

No. 21, Unidad 587, cjp15, estructura 1, pozo


146 2663 1781±38 175 330 131 345 249 61 Entierros depositados en la pirámide
6, capa IV

Unidad 12, C
M3, Unidad 12, pozo 9, extensión oeste, capa
147 2349 1882±17 85 130 71 211 116 31 Interior oeste muro de tumba 1
Ib, N0.60-0.80, E0.70-2.20, Z=1.85-2.20,

M4, Unidad 12, pozo 9, capa ib, N0.10-0.50,


148 2350 1744±27 252 333 237 381 297 39 Núcleo de la estructura piramidal
E1.30-1.50, Z=0.50-0.90,

M24, Unidad 12(94), estructura 5, esquina


149 2370 1448±16 603 637 581 646 616 17 NW del 2do cuerpo, relleno altar a 0.55 m de Esquina NW del 2do cuerpo, relleno altar
profundidad

Unidad 106a, C
150 2869 1847±26 130 214 86 237 169 39 2. U-106a, plat. I, est. 17, IId, Z- 1.51 a 1.55 m Basurero entre dos etapas constructivas

Unidad 70, C
No. 3, Unidad 70, plataforma 1, estructura
151 2969 1828±23 139 221 127 243 184 35 En núcleo o relleno de estructura arquitectónica
2-s, interior, Z=1.35 m

No. 2, Unidad 70, plataforma 1, elemento 3,


152 2968 1809±24 140 242 130 318 202 44 Interior de una especie de cista
Z=1.20 m

No. 1, Unidad 70, estructura 4 (sur), pie de


153 2967 1785±25 180 325 137 330 247 52 Sedimentación de nivelación de plataforma 1
estructura, Z=1.30 m, capa II, x=1.20, y=0.55

Muestra 13-2012, Unidad 70, estructura


154 3214 1575±22 429 535 422 541 482 36 Relleno interior estructura 1
1-relleno interior, Z=0.75 m

M16, Unidad 70b, pozo 7, capa II, x=0.34-0.40, En núcleo o relleno de estructura arquitectónica en
155 2362 975±25 1020 1147 1015 1155 1076 44
y=1.88-1.94, Z=0.67, sedimento del cabezal oriente del juego de pelota

Plaza Oriente, C
No. 4, la Plaza Oriente, estructura I, pozo 1,
156 2646 1794±23 145 318 135 324 228 51 Horno dentro de estructura piramidal
elemento 3 (al interior), horno

No. 2, la Plaza Oriente, estructura I, pozo 1, Interior cista destruida al parecer en la época
157 2644 1699±22 333 389 257 400 344 39
elemento 2, “cista”, Z=1.17 a 1.20 prehispánica

No. 1, Plaza Oriente o de El Mirador, estructu-


158 2643 1595±29 416 534 402 540 475 41 Horno al interior estructura piramidal
ra 1, pozo 1, elemento 3, horno, capa II

No. 3, la Plaza Oriente, estructura I, pozo 1,


Interior del elemento 2, cista destruida en época
159 2645 1540±23 433 561 427 575 501 46 elemento 2 (al interior), objeto 2, pirámide El
prehispánica
Mirador, x=1.60, y=13.10, Z=75 a 80

No. 25, Plaza Oriente, montículo norte, 1er


160 1422 608±25 1304 1395 1297 1404 1348 31 Edificio relleno
cuerpo oeste

no 24. Plaza Oriente, montículo norte,


161 1421 309±31 1521 1643 1485 1650 1568 47 Edificio relleno
desplante del cuerpo en cara sur

No. 28, Plaza Oriente, bajo primera banqueta


162 1425 274±32 1523 1663 1497 1798 1604 73 Bajo primera banqueta relleno
muro norte

No. 26, Plaza Oriente, esquina interior,


163 1423 135±28 1681 1938 1674 1942 1808 82 Relleno de construcción
sureste de la plaza. prof. 0.20m

Unidad 579a, C
M20, Unidad 579a, pozo 8, capa IV, x=2.34, Asociada a enterramiento humano quemado y
164 2366 1777±27 225 326 140 335 261 50
y=2.41, Z=2.14, ofrenda cultural

M22, Unidad 579a, pozo 8, capa IV,


165 2368 1698±41 260 398 245 418 337 52 Asociada a enterramiento humano
x=2.15,y=2.50, Z=2.11,

M19; Unidad 579a, pozo 8, capa IV, al interior


166 2365 1699±21 334 388 257 400 345 38 Asociada a enterramiento humano al interior cista
cista, x=2.47, y=2.42, Z=2.13,

Unidad 117, C
No. 9, Unidad 117, pozo 2, x=1.58, y=0.70,
167 2651 1755±25 244 328 224 380 289 37 Núcleo y relleno de nivelación de la plaza
capa IV, nivel 7, Z=1.99-2.03

168 2650 1431±33 603 649 569 659 619 24 No. 8, Unidad 117, pozo 2, capa II, nivel 3 Núcleo o relleno de nivelación del área de la plaza

Unidad 11, C
169 1416 1741±34 248 339 226 391 299 46 No. 19, Unidad 11, estructura 1n, capa I Relleno

Unidad 74, C
1704±25 Muestra 15-2012, Unidad 74, Plaza I, cuadro
170 3216 264 387 255 400 337 42
+ A±B G6, nivel 3, Z=0.83m

105
Arqueología 57 • abril, 2019

1699±32 Muestra 14-2012, Unidad 74, Plaza I, cuadro


171 3215 263 392 252 410 339 45
+ A±B E5, nivel 1, Z=0.60m

Unidad 72, C
M11, Unidad 72, estructura piramidal, pozo
172 2357 1677±21 345 399 265 415 368 30 10, capa Ia, cista 1, N1.10-1.20, E2.70-2.80, Enterramiento humano ritual
Z=1.15-1.27,

Unidad 214, C
No. 7, Unidad 214, plataforma 1, cuadro b9,
173 2649 1504±24 545 593 434 620 562 37 x02.75-2.92, y=12.49-12.67, capa II, nivel 6, Núcleo de la plataforma habitacional
Z=1.40-1.46

No. 6, Unidad 214, plataforma 1, cuadro E9,


174 2648 1180±131 695 976 615 1151 849 128 Núcleo de la plataforma habitacional
capa IIa-IIb, nivel 6

No. 5, Unidad 214, plataforma 1, cuadro E9,


175 2647 981±21 1018 1119 1013 1153 1065 44 Núcleo de la plataforma habitacional
capa II-IIa

No. 12, Unidad 214, cuadro C9, x=3.02-3.17,


176 2654 237±24 1648 1794 1637 ... 1713 84 Relleno de plataforma habitacional
y=3.36-3.50, capa II, nivel 2, Z=1.02-1.04

Unidad 1, C
No. 12, Unidad 1, interior cueva, capa I, Capa de tierra y algunas piedras sobre el piso de la
177 2878 1169±23 778 893 772 950 851 49
Z=0.20 m cueva, adaptada como “cuarto subterráneo”

No. 13, Unidad 1, elemento 3, capa I, nivel 2,


178 2879 1118±26 894 970 783 992 930 36 Relleno depositado dentro del elemento 3 (tumba)
Z=0.35 m

Patio 22, C
179 2898 1073±26 905 1014 896 1020 966 35 31. patio 22, muro este, interior, Z- 0.80 m Núcleo (interior) de muro

Unidad 134, C
180 2868 1028±26 994 1021 970 1036 1055 22 1. u-134, terrazas- prof. 0.60 m Interior terraza 2

Unidad 578, C
No. 17, Unidad 578, juego de pelota 10,
181 2659 969±29 1022 1148 1017 1155 1083 43 pozo 4, x=1.41-1.45, y=0.38-0.40, capa III, Piso de cancha para juego de pelota 10
Z=1.63-1.75

Patio 6, C
182 2899 867±38 1055 1220 1044 1256 1160 57 32. patio 6, muro este, 1° etapa, Z- 0.40 m Núcleo muro limitante de Unidad habitacional

cjp6, C
No. 32, conjunto jp 6, estructura 7, banqueta,
183 1429 782±36 1223 1269 1187 1283 1241 25 Relleno bajo banqueta
prof. 1.30 m

No. 31, conjunto jp 6, estructura 11, muro


184 1428 276±28 1525 1660 1516 1796 1599 64 Escombro del derrumbe
oeste, 1.30 a 1.35 m

No. 33, conjunto jp 6, estructura 1, 4to cuerpo,


185 1430 67±32 1698 1917 1691 1925 1829 77
lado sur, Z=1.75 a 1.85 m

Unidad 207, C
No. 36, Unidad 207, plataforma de los silos,
186 2678 782±22 1225 1267 1219 1274 1247 16 Interior del silo (No. 9)
sitio 9, capa II, prof. 1.37 m

patio 9, C
Unidad habitacional patio 9, interior banque- Interior de banqueta, cerca de enterramiento
187 2886 290±27 1523 1650 1497 1661 1579 50
ta oriente, Z=0.45 m humano

Unidad 848, C
Muestra 6-2012, Unidad 848, elemento 1,
188 3207 261±18 1642 1661 1528 1795 1648 50
capa IIa, nivel 3,Z=3.46 a 3.54 m

Unidad 202, C
189 2891 198±18 1663 … 1655 … 1788 96 24. U.202-plataforma, prof. 0.60 m Núcleo de estructura arquitectónica

patio 24, C
No. 17, patio 24, estructura 7, muro W,
190 1414 149±39 1670 1944 1666 … 1802 84 Relleno
escombro

Fig. 3 Fechas determinadas para Cantona por el Laboratorio de Fechamiento del inah.

106
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

De los 190 fechamientos efectuados, 56 correspon-


den a rellenos o núcleos de estructuras, banquetas y
edificios; de siete no se tiene registro del contexto
del que provienen; uno tiene una edad muy cercana
al presente y las 126 restantes fueron encontradas en
entierros o asociadas a ellos, en hornos, fogones, silos,
basureros, cistas y estratos culturales, al lado de crá-
neos, sobre pisos quemados, en ofrendas, en tumbas,
en estructuras dentro de alguna pirámide, al desplante
del muro aparente de alguna pirámide, en capas de
piedras de cantera quemadas, dentro de un altar, sobre
pisos de lodo que cubren la superficie de la pirámide,
sobre piso prehispánico, bajo escultura antropomorfa
“matada”, bajo cráneo de entierro, esquina del altar,
en torno al segundo piso de barro quemado, dentro
del cabezal de un juego de pelota, en el interior del
círculo de piedras, dentro del muro de una tumba, Fig. 4 Gráfica de bloques múltiple en que se muestran los inter-
en el relleno de un altar, sobre el piso de una cueva valos de probabilidad de 68.2 y 95.4 % de todas las fechas cali-
adaptada como “cuarto subterráneo”, en el piso de la bradas determinadas para Cantona. En la parte superior aparece
cancha para juego de pelota 10, cerca de enterramiento la suma de probabilidades de las 190 fechas. Fuente: Laboratorio
humano, etcétera. de Fechamiento del inah.
Los contextos en que fueron encontradas las 126
muestras antes mencionadas sugieren que el carbón En la figura 5 se muestra la curva resultante de la
que formó parte de ellas no llegó al lugar donde fue suma de las probabilidades de las 190 fechas determi-
hallado de una manera fortuita, sino que fue colocado nadas sin depuración alguna. De ella puede concluirse
“intencionalmente” por el hombre; sin embargo, esto que Cantona tuvo actividad humana con 95 % de proba-
no necesariamente significa que los vegetales de que bilidad entre el 400 a. n. e. y el presente; claro está que
formó parte el material carbonizado hayan muerto en en la gráfica no se distingue si dicha actividad se trata
el momento en que fue colocado el carbón y que la de saqueo, de paso esporádico, o bien, de construir o
fecha de su muerte corresponda al momento en que habitar la ciudad. A juzgar por la gráfica, el apogeo de
se colocaron los materiales. No obstante, es razonable Cantona se dio aproximadamente entre el 150 a. n. e.
utilizar estas fechas para determinar aproximadamen- y el 650 d. n. e. Desde luego, es necesario realizar una
te la temporalidad de Cantona, sus edificios, patios, depuración de los datos atendiendo al contexto para
conjuntos y unidades. tener una idea más real sobre el apogeo del sitio.

Manejo gráfico de las fechas


La interpretación de las fechas 14C tiene cierto grado
de dificultad dado que no se trata de puntos sino de
intervalos de probabilidad en la coordenada tiempo.
Si lo que se desea es extraer la información que guar-
da un conjunto de 190 fechas 14C, es indispensable el
uso de gráficas y esquemas que las ordenen y hagan
patentes las características del conjunto o conjuntos
en que pueden agruparse.
En la figura 4 se muestra la gráfica de bloques de
todas las fechas determinadas para Cantona. La zona
negra del rectángulo, en la parte superior de la gráfica,
muestra 68.2 % de la suma de probabilidades de las 190
fechas 14C. De la gráfica se desprende que aparente-
mente ha habido presencia humana continua en la zona
desde el 500 a. n. e. hasta nuestros días, y que 68.2 % de
la suma de las probabilidades de todas las fechas cae Fig. 5 Suma de probabilidades de todas las muestras fechadas,
aproximadamente entre el 150 a. n. e. y el 650 d. n. e., pe- procedentes de Cantona, por el Laboratorio de Fechamiento del
riodo que se piensa corresponda al apogeo de Cantona. inah . La zona oscura constituye 68.2 % de probabilidad.

107
Arqueología 57 • abril, 2019

Con la totalidad de las fechas determinadas para 3. Son más recientes que las de las fechas obtenidas
Cantona hasta 2009, se trabajó con el programa BCal de las muestras de ofrendas, hornos, enterramien-
(Buck, Christen, y James, 1999) y se definió el esque- tos, silos, etcétera, encontrados en las estructuras.
ma que aparece en la figura 6. Según el esquema, El
Palacio, La Plaza Central y la Unidad 18 iniciaron su Los casos 1 y 2 pueden considerarse normales, ya que
actividad hacia 2300 a. p. (350 a. n. e.), los conjuntos las fechas de las muestras de relleno son generalmente
del juego de pelota 5 y 7 y la Unidad 5 la iniciaron al- contemporáneas o anteriores a la fecha en la que fueron
rededor de 2100 a. p. (150 a. n. e.), las unidades 12 y 579, colocados los rellenos. Sin embargo, el caso número 3
alrededor de 1850 a. p. (100 d. n. e.) y la Plaza Oriente nos lleva a pensar que los rellenos fueron colocados
hacia 1700 a. p. (250 d. n. e.). La Unidad 5 dejó de tener después de las ofrendas, hornos, enterramientos y es-
actividad humana alrededor de 1950 a. p. (1 d. n. e.); la tructuras, y esto puede explicarse por la introducción
Unidad 18, alrededor de 1800 a. p. (150 d. n. e.); El Pala- en los rellenos de las estructuras de material nuevo,
cio, alrededor de 1700 a. p. (250 d. n. e.); la Unidad 579, tal vez a través de las fosas de saqueo excavadas que
alrededor de 1525 a. p. (425 d. n. e.); la Unidad 12 y el se mencionaron en la introducción.
conjunto de juego de pelota 5, alrededor de 1300 a. p. A fin de eliminar interferencias en el fechado de Can-
(650 d. n. e.); la Plaza Central y el conjunto de juego de tona, se desecharon las fechas derivadas de relleno que
pelota 7, alrededor de 500 a. p. (1400 d. n. e.), y la Plaza cayeran en los casos 1 y 3, quedando los diagramas
Oriente, alrededor de 280 a. p. (1670 d. n. e.). como puede verse en los apartados b de las figuras 7 y 8.
Entre las observaciones que pueden hacerse de los
Rellenos apartados b de las figuras 7 y 8 están:

En las figuras 7 y 8 aparecen los diagramas de barras de 1. Para el conjunto de juego de pelota 23 se distin-
las fechas determinadas para la Plaza Central, la Plaza guen claramente dos periodos de uso, el primero
Oriente, El Palacio y varios conjuntos de juego de pelota entre 170 a. n. e. y 250 d. n. e., y el segundo entre
de Cantona. En tono más claro están resaltadas todas 660 d. n. e. y 1260 d. n. e. Sin embargo, como el
aquellas fechas que se derivan de muestras obtenidas número de muestras fechadas es relativamente
de rellenos (además, se señala en la imagen la proce- pequeño, seis para el primer periodo y cinco para
dencia), pues se deben distinguir, dado que las fechas el segundo, quizá esta observación no necesa-
de ese tipo de contextos no siempre corresponden a los riamente concuerde con la realidad. Tal vez si
momentos en que fueron colocados. se trabaja un mayor número de muestras pueda
Del análisis de los diagramas se observan tres casos observarse solamente un periodo entre 170 a. n. e.
para las fechas de los rellenos: y 1260 d. n. e.
2. Para el conjunto del juego de pelota 5 se obser-
1. Son más antiguas que las fechas obtenidas de las va un periodo que comprende desde el 95 a. n. e.
muestras de ofrendas, hornos, enterramientos, hasta el 605 d. n. e. Las 25 muestras datadas para
silos, etcétera, encontrados en las estructuras. el conjunto aseguran que esta observación es cer-
2. Son semejantes a las fechas obtenidas de las cana a la realidad.
muestras de ofrendas, hornos, enterramientos, 3. Para el conjunto de juego de pelota 7 podría su-
silos, etcétera, encontrados en las estructuras. ponerse que se distingue un solo periodo de uso

Fig. 6 Esquema de ocupación de algunos sitios de Cantona. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

108
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

entre 40 a. n. e. y 1490 d. n. e. Sin embargo, de las 5. No se incluye en este estudio la figura 7.5.b, pues
18 muestras fechadas, 15 caen entre 600 d. n. e. y se han desechado las dos fechas del conjunto de
1490 d. n. e., 2 entre 40 a. n. e. y 80 d. n. e. y 1 entre juego de pelota 6 porque los contextos de los que
240 d. n. e. y 400 d. n. e, lo que podría interpretarse provienen las muestras de las que derivan las
como un solo periodo con ofrendas iniciales anti- fechas, un relleno y un escombro de derrumbe,
guas, o bien, como dos periodos, para el primero parecen poco adecuadas para ubicar cronológi-
de los cuales sólo se tienen tres muestras. Los dos camente al conjunto de juego de pelota 6.
periodos podrían ser de 40 a. n. e. a 400 d. n. e. y 6. La estructura denominada El Palacio parece ha-
de 600 d. n. e. a 1490 d. n. e. ber sido construida y habitada entre 360 a. n. e.
4. Para el conjunto de juego de pelota 15 se tiene y 80 d. n. e.
poca información, pues se han fechado única- 7. La Plaza Central parece haber tenido actividad
mente cuatro muestras, que caen entre 30 d. n. e. entre 170 a. n. e. y 520 d. n. e.
a 330 d. n. e.

Fig. 7.1a Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto Fig. 7.2a Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto
de juego de pelota 23. El contexto del que provienen las de juego de pelota 5. El contexto del que provienen las
muestras aparece contiguo a la fecha. Fuente: Laboratorio de muestras aparece contiguo a la fecha. Fuente: Laboratorio de
Fechamiento del inah. Fechamiento del inah.

Fig. 7.1b Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto Fig. 7.2b Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto
de juego de pelota 23 omitiendo las de los rellenos. Las líneas de juego de pelota 5; se omiten las de los rellenos. Las líneas
verticales marcan los límites de los dos periodos de uso. verticales marcan los límites superior e inferior del periodo de
Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah. uso. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

109
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 7.3a Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto Fig. 7.4b Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto
de juego de pelota 7. El contexto del que provienen las de juego de pelota 5; se omiten las de los rellenos. Las líneas
muestras aparece contiguo a la fecha. Fuente: Laboratorio de verticales marcan los límites del periodo de uso.
Fechamiento del inah. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

Fig. 7.3b Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto Fig. 7.5a Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto
de juego de pelota 7; se omiten las de los rellenos. Las líneas de juego de pelota 6. El contexto del que provienen las
verticales marcan los límites de los posibles periodos de uso. muestras aparece contiguo a la fecha. Fuente: Laboratorio de
Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah. Fechamiento del inah.

Fig. 7.4a Gráfica de las fechas determinadas para el conjunto


de juego de pelota 15. El contexto del que provienen las Fig. 8.1a Gráfica de las fechas determinadas para El Palacio. El
muestras aparece contiguo a la fecha. Fuente: Laboratorio de contexto del que provienen las muestras aparece contiguo a la
Fechamiento del inah. fecha. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

110
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

Fig. 8.1b Gráfica de las fechas determinadas para El Palacio


omitiendo las de los rellenos. Las líneas verticales marcan los
límites del periodo de uso. Fuente: Laboratorio de Fechamiento
del inah.

Fig. 8.3a Gráfica de las fechas determinadas para la Plaza


Oriente. El contexto del que provienen las muestras aparece
contiguo a la fecha. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

Fig. 8.2a Gráfica de las fechas determinadas para la Plaza


Central. El contexto del que provienen las muestras aparece
contiguo a la fecha. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del
inah.

Fig. 8.3b Gráfica de las fechas determinadas para la Plaza


Oriente omitiendo las de los rellenos. Las líneas verticales
marcan los límites del periodo de uso. Fuente: Laboratorio de
Fechamiento del inah.

Fig. 8.2b Gráfica de las fechas determinadas para la Plaza


Central omitiendo las de los rellenos. Las líneas verticales
marcan los límites del periodo de uso. Fuente: Laboratorio de
Fechamiento del inah.

111
Arqueología 57 • abril, 2019

8. La Plaza Oriente, para la que se tiene poca in- fechas. Sin duda, se requiere mayor información
formación válida (cuatro fechas), parece haber sobre las muestras y su función en el contexto ar-
estado en uso entre 140 d. n. e. y 570 d. n. e. queológico para discutir la utilidad de las fechas.

La información que se tiene sobre los patios se en- La figura 10a, en la que se muestran no solamente
cuentra plasmada en la figura 9. Se puede decir, sin las secuencias de fechas determinadas, sino también
lugar a dudas, que sería torpe plantear cualquier hi- la suma de probabilidades de estas últimas para los
pótesis respecto de la ocupación de los patios dado el conjuntos de juego de pelota 23, 5, 7 y 15, se resalta
número de fechas de que se dispone por cada uno y lo la relación entre las fechas determinadas para cada
dudoso de su asociación con los seres humanos que conjunto. De esta figura se desprende que los conjuntos
habitaron Cantona: de juego de pelota estudiados se emplearon entre el
100 a. n. e. y el 1470 d. n. e. Es interesante notar que las
• Para el patio 6 se dispone de una fecha deter- segundas partes del cjp 7 y del cjp 23, resaltadas por la
minada de una muestra que provino del núcleo línea al centro de la imagen, parecen dar continuidad
de un muro limitante de la unidad habitacional. a cjp 5.
• Para el patio 9 se dispone de una fecha determi- De la figura 10b, que contrasta la relación temporal
nada de una muestra que provino del interior de entre las estructuras de El Palacio, la Plaza Central y
una banqueta cerca de un enterramiento huma- la Plaza Oriente, se infiere que esas estructuras fueron
no. El que la muestra esté cerca del enterramiento empleadas entre el 360 a. n. e. y el 540 d. n. e., pues la
no implica que necesariamente esté asociada con suma de probabilidades de las fechas determinadas
éste. para ellas así lo definen.
• Para el patio 22 se tiene una fecha derivada de La figura 10c reúne las secuencias de las fechas de-
una muestra que procede del núcleo de un muro. terminadas para los conjuntos de juego de pelota 23,
• Para el patio 24 se tiene una fecha derivada de 5, 7 y 15 y las estructuras El Palacio, Plaza Central y
una muestra que procede de un relleno. Plaza Oriente. Su análisis pone de manifiesto que el
• Para el patio 1445B se dispone de dos fechas: fin de uso del conjunto de juego de pelota 5 coinci-
la primera derivada de una muestra encontra- de, aproximadamente, con el fin de uso de las plazas
da dentro de una estructura construida a par- Central y Oriente, y al mismo tiempo, con el inicio del
tir una burbuja volcánica y, la segunda, de una uso del conjunto de juego de pelota 7 y el comienzo
estructura interna de una plataforma y dentro del segundo periodo de uso del conjunto de juego de
de una burbuja de lava. Por el hecho de que las pelota 23.
muestras proceden de burbujas volcánicas, que La figura 10d, que compara las sumas de probabili-
en un momento dado pudieron contener gases de dades de las fechas determinadas para los conjuntos de
origen volcánico que contaminaran las muestras juego de pelota 23, 5, 7 y 15 y las estructuras El Palacio,
y desvirtuaran las fechas, es mejor descalificar las Plaza Central y Plaza Oriente, hace patente que en el
periodo que encierra 95 % de la suma de probabilidades
de las fechas determinadas para El Palacio, la Plaza
Central y la Plaza Oriente, comprende también 95 % de
la suma de probabilidades de las fechas obtenidas para
los conjuntos de juego de pelota 5 y 15 y los primeros
periodos de los conjuntos de juego de pelota 23 y 7.
La figura 11b muestra los diagramas de bloque de
las fechas determinadas para todas las unidades. En
el diagrama de cada unidad aparece al lado de cada
bloque el contexto de la muestra de la que derivó la
fecha. Los bloques en negro corresponden a las fechas
derivadas de muestras con contextos “confiables”; los
bloques en gris claro, en la esquina inferior derecha,
indican las fechas derivadas de muestras con contextos
“dudosos”; además, tres bloques al centro de la imagen,
de color gris oscuro, señalan las fechas derivadas de
muestras con contextos “ignorados”.
De las 27 unidades fechadas, para 9 unidades se
Fig. 9 Fechas 14C determinadas para los patios 6, 9, 22, 24 y determinó una fecha; para 6, dos fechas; para 5, tres
1445B. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah. fechas; para 3, cuatro fechas; para 2, cinco fechas, y

112
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

Fig. 10a Gráfica comparativa de las secuencias de fechas Fig. 10c Gráfica comparativa de las secuencias de las fechas
determinadas para los conjuntos de juego de pelota, 23, 5, 7 determinadas para los conjuntos de juego de pelota 23, 5, 7 y
y 15. En la parte superior aparece la suma de probabilidades 15, y las estructuras El Palacio, Plaza Central y Plaza Oriente.
de las fechas de los conjuntos mencionados. Las líneas mas Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.
oscuras verticales marcan los límites superior e inferior del
periodo de uso de los cuatro conjuntos. Fuente: Laboratorio de
Fechamiento del inah.

Fig. 10d Gráfica comparativa de las sumas de probabilidades


de las fechas determinadas para los conjuntos de juego de
Fig. 10b Gráfica comparativa de las secuencias de fechas pelota 23, 5, 7 y 15, y las estructuras El Palacio, Plaza Central y
determinadas para las estructuras denominadas: El Palacio, Plaza Oriente. La barra de la parte baja de la figura representa
Plaza Central y Plaza Oriente. En la parte superior de la gráfica la suma de probabilidades de las fechas determinadas para
se encuentra la suma de probabilidades de las fechas de las los cuatro conjuntos de juego de pelota estudiados, y la barra
estructuras mencionadas. Las líneas verticales que llegan hasta con la indicación “plazas+palacio” representa la suma de
el eje horizontal representan los límites de ocupación del probabilidades de las fechas de las estructuras El Palacio,
conjunto de las tres estructuras. Fuente: Laboratorio de Plaza Central y Plaza Oriente. Fuente: Laboratorio de
Fechamiento del inah. Fechamiento del inah.

113
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 11a Diagrama de bloques de las fechas determinadas


para la Unidad 1. El bloque superior muestra la suma de Fig. 11c Diagrama de bloques de la fecha determinada para la
probabilidades de las dos fechas determinadas para la unidad. Unidad 4. El contexto de procedencia de la muestra se clasifica
Los contextos se consideran adecuados. Fuente: Laboratorio de como adecuado. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.
Fechamiento del inah.

Fig. 11b Diagrama de bloques de las fechas determinadas Fig. 11d Diagrama de bloques de las fechas determinadas
para la Unidad 2. El bloque superior muestra la suma de para la Unidad 5. El bloque superior muestra la suma de
probabilidades de las 10 muestras determinadas para la probabilidades de las tres fechas determinadas para la unidad.
unidad. Tres de las muestras proceden de contextos Las muestras proceden de contextos clasificados como
ignorados y una de un contexto. Fuente: Laboratorio de adecuados. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.
Fechamiento del inah.

114
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

Fig. 11e Diagrama de bloques de la fecha determinada para Fig. 11g Diagrama de bloques de las fechas determinadas para
la Unidad 11. El contexto de procedencia de la muestra se la Unidad 18. El superior muestra la suma de probabilidades
clasifica como dudoso. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del de las cuatro fechas determinadas para la unidad. Las
inah. cuatro de las muestras proceden de contextos dudosos.
Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

Fig. 11f Diagrama de bloques de las fechas determinadas Fig. 11h Diagrama de bloques de las fechas determinadas
para la Unidad 12. El bloque superior muestra la suma de para la Unidad 22. El bloque superior muestra la suma de
probabilidades de las tres fechas determinadas para la unidad. probabilidades de las dos fechas determinadas para la unidad.
Dos de las muestras proceden de contextos dudosos. Fuente: Dos de las muestras proceden de contextos confiables. Fuente:
Laboratorio de Fechamiento del inah. Laboratorio de Fechamiento del inah.

115
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 11i Diagrama de bloques de las fechas determinadas Fig. 11k Diagrama de bloques de las fechas determinadas
para la Unidad 25. El bloque superior muestra la suma de para la Unidad 70. El bloque superior muestra la suma de
probabilidades de las tres fechas determinadas para la unidad. probabilidades de las cinco fechas determinadas para la unidad.
Dos de las muestras proceden de contextos dudosos. Fuente: Tres de las muestras proceden de contextos dudosos. Fuente:
Laboratorio de Fechamiento del inah. Laboratorio de Fechamiento del inah.

Fig. 11j Diagrama de bloques de las fechas determinadas Fig. 11l Diagrama de bloques de las fechas determinadas
para la Unidad 51. El bloque superior muestra la suma de para la Unidad 71. El bloque superior muestra la suma de
probabilidades de las dos fechas determinadas para la unidad. probabilidades de las doce fechas determinadas para la unidad.
Dos de las muestras proceden de contextos dudosos. Fuente: Cinco de las muestras proceden de contextos dudosos. Fuente:
Laboratorio de Fechamiento del inah. Laboratorio de Fechamiento del inah.

116
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

Fig. 11m Diagrama de bloques de la fecha determinada para la Fig. 11ñ Diagrama de bloques de la fecha determinada para la
Unidad 72. La muestra procede de contexto confiable. Fuente: Unidad 106. La muestra procede de contexto confiable. Fuente:
Laboratorio de Fechamiento del inah. Laboratorio de Fechamiento del inah.

Fig. 11n Diagrama de bloques de las fechas determinadas Fig. 11o Diagrama de bloques de las fechas determinadas
para la Unidad 74. El bloque superior muestra la suma de para la Unidad 117. El bloque superior muestra la suma de
probabilidades de las dos fechas determinadas para la unidad. probabilidades de las dos fechas determinadas para la unidad.
Dos de las muestras proceden de contextos ignorados. Fuente: Dos de las muestras proceden de contextos dudosos. Fuente:
Laboratorio de Fechamiento del inah. Laboratorio de Fechamiento del inah.

117
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 11p Diagrama de bloques de la fecha determinada para Fig. 11r Diagrama de bloques de las fechas determinadas
la Unidad 134. La muestra procede de un contexto confiable. para la Unidad 155. El bloque superior muestra la suma de
Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah. probabilidades de las dos fechas determinadas para la unidad.
Dos de las muestras proceden de contextos dudosos. Fuente:
Laboratorio de Fechamiento del inah.

Fig. 11q Diagrama de bloques de las fechas determinadas Fig. 11s Diagrama de bloques de las fechas determinadas
para la Unidad 139. El bloque superior muestra la suma de para la Unidad 201. El bloque superior muestra la suma de
probabilidades de las tres fechas determinadas para la unidad. probabilidades de las cuatro fechas determinadas para la
Dos de las muestras proceden de contextos dudosos. Fuente: unidad. Una de las muestras procede de contexto dudoso.
Laboratorio de Fechamiento del inah. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

118
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

Fig. 11t Diagrama de bloques de la fecha determinada para la Fig. 11v Diagrama de bloques de las fechas determinadas
Unidad 202. La muestra procede de contexto dudoso. Fuente: para la Unidad 209. El bloque superior muestra la suma de
Laboratorio de Fechamiento del inah. probabilidades de las cinco fechas determinadas para la
unidad. Una de las muestras procede de contexto dudoso.
Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

Fig. 11u Diagrama de bloques de la fecha determinada para la Fig. 11w Diagrama de bloques de las fechas determinadas
Unidad 207. La muestra procede de contexto confiable. Fuente: para la Unidad 214. El bloque superior muestra la suma de
Laboratorio de Fechamiento del inah. probabilidades de las cuatro fechas determinadas para la
unidad. Las cuatro muestras proceden de contexto dudoso.
Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

119
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 11x Diagrama de bloques de la fecha determinada para Fig. 11z Diagrama de bloques de la fecha determinada para
la Unidad 578. La muestra procede de un contexto confiable. la Unidad 848. La muestra procede de un contexto ignorado.
Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

para 2 unidades, más de cinco fechas. De las 25 unida-


des para las que se determinaron 1, 2, 3, 4 y 5 fechas,
lo único que se puede decir es que se requiere mucha
más información para determinar sus momentos de
ocupación.
De las cinco unidades en las que se fecharon 3 mues-
tras, sólo dos ofrecen fechas “confiables”. De las tres
unidades en las que se fecharon 4 muestras, sólo una
tiene 3 muestras “confiables”. De las dos unidades en las
que se determinaron cinco fechas, una tiene 4 muestras
“confiables”. Si se desea, se puede emplear la suma de
probabilidades de cada unidad para obtener una apro-
ximación (bastante irreal) del intervalo de ocupación
de cada unidad, pero esto definitivamente no es serio.
En la figura 12 aparecen en un solo esquema las grá-
ficas de bloques de la totalidad de las fechas determina-
das para las unidades estudiadas que fueron clasificadas
como “confiables”. Superpuesta al esquema menciona-
Fig. 11y Diagrama de bloques de las fechas determinadas do se muestra la curva de probabilidad resultante de
para la Unidad 579. El bloque superior muestra la suma de la suma de las curvas de probabilidad de las mismas
probabilidades de las tres fechas determinadas para la unidad. fechas. De esta figura se deduce que aparentemente
Las tres muestras proceden de un contexto confiable. Fuente: existen dos periodos de ocupación principales de las
Laboratorio de Fechamiento del inah. unidades: 236 a 420 d. n. e. y 778 a 1149 de nuestra era.
Con objeto de conocer el efecto de la eliminación de
fechas de muestras procedentes de rellenos, se super-
puso la curva de la suma de probabilidades de las 190
fechas determinadas a la curva de la suma de probabili-
dades de las fechas de las muestras que no proceden de
rellenos. El resultado de esta operación puede verse en
la figura 13. De esta figura se desprende que, al elimi-
nar las fechas procedentes de rellenos, se eliminó gran
parte de las fechas posteriores a la época prehispánica
y algunas de la época prehispánica.

120
Estudio de las fechas determinadas para Cantona por el laboratorio del inah

Conclusión
Hasta donde las fechas existentes lo permiten, la ubi-
cación temporal de Cantona queda como lo indican
las figuras 14 y 15. El periodo de apogeo de Cantona
se piensa que se dio entre 150 a. n. e. y 425 d. n. e., pero
que la actividad humana en la zona se prolonga un
poco más allá de la época prehispánica.
A partir de las fechas determinadas para Cantona
hasta el presente, y después de haber descartado las
fechas que proceden de relleno, el esquema de la figura
6 se transformó en el esquema de la figura 15. Ahora
se supone que la actividad en El Palacio se dio entre
360 a. n. e. y 80 d. n. e.; en La Plaza Central entre 170
a. n. e. y 520 d. n. e.; en el conjunto de juego de pelota 23,
entre 170 a. n. e. y 1260 d. n. e.; en el conjunto de juego
de pelota 5, entre 95 a. n. e. y 605 d. n. e.; en el conjunto
de juego de pelota 7, entre 40 a. n. e. y 1490 d. n. e.; en el
Fig. 12 Superposición de la gráfica de bloques y la curva de conjunto de juego de pelota 15, entre 30 y 330 d. n. e.;
probabilidad de las fechas confiables determinadas para las en la Plaza Oriente entre 140 y 570 d. n. e., y en las
unidades. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah. unidades, entre 240 a. n. e. y 1150 d. n. e.. Desde luego,
estos periodos no son inamovibles; conforme aumente
el número de fechas determinadas a partir de muestras
con contextos que aseguren la intervención humana
intencional, podrán conocerse con mayor certeza los
periodos de uso de las estructuras de Cantona.
No se ha hablado mucho del datado de los patios y
específicamente de cada unidad porque la información
es aún insuficiente.

Fig. 13 Efecto de la eliminación de fechas determinadas sobre


muestras procedentes de relleno sobre la curva de la suma
de probabilidades de las fechas. Fuente: Laboratorio de
Fechamiento del inah.

Fig. 14 Diagrama de bloques de las fechas determinadas para


Cantona omitiendo aquellas que provienen de rellenos. Fuente:
Laboratorio de Fechamiento del inah.

121
Arqueología 57 • abril, 2019

Fig. 15 Posible ubicación temporal de las estructuras estudiadas en Cantona. Fuente: Laboratorio de Fechamiento del inah.

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122
Los estudios
Reseña
histórico-arqueológicos
de Enrique Juan Palacios
Haydeé López Hernández
inah (Historia), 2016

La lengua determinó en forma inequívoca que la memoria no es un instrumento para la exploración del pasado, sino solamente el medio. Así como la tierra
es el medio en el que yacen enterradas las viejas ciudades, la memoria es el medio de lo vivido. Quien intenta acercarse a su propio pasado sepultado tiene
que comportarse como un hombre que excava. Ante todo no debe temer volver siempre a la misma situación, esparcirla como se esparce la tierra, revolverla
como se revuelve la tierra. Porque las “situaciones” son nada más que capas que sólo después de una investigación minuciosa dan a luz lo que hace que
la excavación valga la pena, es decir, las imágenes que, arrancadas de todos sus contextos anteriores, aparecen como objetos de valor en los aposentos
sobrios de nuestra comprensión tardía, como torsos en la galería del coleccionista. Sin lugar a dudas es útil usar planos en las excavaciones. Pero también es
indispensable la palada cautelosa, a tientas, en la tierra oscura. Quien sólo haga el inventario de sus hallazgos sin poder señalar en qué lugar del suelo actual
conserva sus recuerdos, se perderá lo mejor. Por eso los auténticos recuerdos no deberán exponerse en forma de relato sino señalando con exactitud el lugar
en que el investigador se apoderó de ellos. Épico y rapsódico en sentido estricto, el recuerdo verdadero deberá, por lo tanto, proporcionar simultáneamente
una imagen de quien recuerda, así como un buen informe arqueológico debe indicar ante todo qué capas hubo de atravesar para llegar a aquella de la que
provienen los hallazgos
“Desenterrar y recordar”,
Walter Benjamin

E
n marzo de 2017, la doctora Haydeé López Her-
nández, investigadora adscrita a la Dirección de
Estudios Históricos del Instituto Nacional de An-
tropología e Historia (inah) y autora de Los estudios
histórico-arqueológicos de Enrique Juan Palacios, que
hoy aquí presentamos,1 visitó el Archivo Técnico de la
Coordinación Nacional de Arqueología del inah, para
obsequiarle un ejemplar a José Luis Ramírez Ramírez,
el estimado “Don Pepe”, como le conocemos en el me-
dio, quien ha sido el responsable de este acervo por ya
casi medio siglo y un interlocutor incansable y el mejor
proveedor de información arqueológica, por mucho,
para numerosas generaciones de arqueólogos. Du-
rante esa visita y después de entregar su libro a “Don
Pepe”, fue cuando tuve por primera vez la grata opor-
tunidad de conversar con esta investigadora, ya que
sólo la conocía a través de la lectura de la tesis con
la que obtuvo en 2003 el grado de licenciada en ar-
queología por la Escuela Nacional de Antropología e
Historia (enah), titulada La arqueología mexicana en
un periodo de transición 1917-1938, así como por otros
artículos publicados en años anteriores (López, 2003,
2007; López y Pruneda, 2015).

1  La reseña que aquí se publica es el texto que se leyó en la presentación


de la publicación, el día miércoles 15 de noviembre del 2017, en el Auditorio
Wigberto Jiménez Moreno de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto
Nacional de Antropología e Historia ( inah). Agradezco a la arqueóloga Baude-
lina García L. Uranga del Centro inah-Zacatecas por su ayuda en la revisión
del mismo.
Arqueología 57 • abril, 2019

Unas semanas después de esa primera conversación, habían algunas publicaciones sobre arqueología, que
la arqueóloga regresó al Archivo Técnico de Arqueo- seguramente siguen ahí, durmiendo el sueño de los
logía para obsequiarme un ejemplar de su nuevo libro justos. Al tomar y abrir dichas publicaciones para verlas
y para invitarme a ser uno de los comentadores para con más detalle y salir de la duda sobre su contenido,
esta tarde. Inmediatamente y con mucho gusto acepté me percaté de que eran unas monografías de ruinas
su cordial invitación, en primer lugar por el interés arqueológicas, escritas también por el arqueólogo Pa-
que siempre he tenido por sus estudios; en segundo, lacios, las cuales desde su adquisición y lectura por el
porque en México no es frecuente que se editen libros profesor, y quizá por su hijo mayor —otro maestro nor-
sobre la historia de la arqueología, de ahí que debemos malista—, nadie se había dado a la tarea de leerlas o
celebrar con mucha felicidad y alegría este evento, y meramente hojearlas desde hacía muchos años.
finalmente, por el título de la publicación que me había Ese mismo estado de abandono por décadas y des-
obsequiado, donde se hacía referencia al nombre del ar- interés de muchas generaciones de investigadores por
queólogo Enrique Juan Palacios, cuya obra únicamente la lectura de su obra publicada, lo podemos encontrar
conocía por la publicación de su rica bibliografía (Za- cuando vamos a nuestras ahora poco concurridas bi-
vala, 1981 [1953]; Bernal, 1962) y por los cursos sobre bliotecas en la búsqueda de libros y artículos de él o
historia de la arqueología que a finales de los años de los arqueólogos que fueron sus contemporáneos;
ochenta del siglo xx impartió el maestro Carlos Na- las hojas de aquellas vetustas y polvosas publicaciones
varrete en la enah. Él en varias ocasiones nos insistió resguardadas por décadas dentro de esos maravillosos
—con voz muy alta y a la vez golpeando con un bastón acervos, nunca fueron cortadas en los pliegos, eviden-
en el piso del salón— sobre la enorme importancia de cia clara de que nunca fueron leídas. También basta
leer los penosamente olvidados trabajos publicados de revisar la inmensa cantidad de libros y revistas sobre
Palacios sobre la denominada Piedra del Calendario. temas arqueológicos de México que se han editado re-
Su gran insistencia —recuerdo yo— en que leyéramos cientemente para comprender que, con muy contadas
esas obras, era para que conociéramos con mayor se- excepciones, las publicaciones que aparecen citadas en
riedad y detalle la historia arqueológica de ese inmenso sus bibliografías no se remontan a más de 15 o 20 años
monolito azteca y aprendiéramos acerca de la enorme atrás, de ahí que los escritos de Palacios tampoco se
contribución de Palacios en el desciframiento de la encuentren registrados en ellas, lo que ha promovido
iconografía, los glifos, símbolos y cuentas de cómputo aún más la pérdida de la memoria de su obra. A esto se
del tiempo talladas sobre una de las caras de ese bello debe agregar que los arqueólogos en la actualidad, no
monumento. Y es que por esos años, el maestro se en- invierten demasiado tiempo ni esfuerzos por escudri-
contraba debatiendo con los grandes especialistas de ñar dentro de los valiosos fondos y colecciones de las
los mexicas y las autoridades del inah en turno sobre las bibliotecas para buscar libros y revistas de arqueología
cuestionables razones históricas para celebrar los 200 como los de Palacios y de otros. La razón de ello —que
años del nacimiento de la arqueología en México, pero he escuchado de parte de muchos arqueólogos— es que
eso es otra historia que no nos detendremos contar son obras que ya fueron superadas hace varias décadas,
aquí (Navarrete, 2000). quizá porque en general nuestro gremio comparte una
Debo confesar que una vez que tuve en mis manos visión muy progresista y “presentista” de la historia
el libro obsequiado por la arqueóloga, en cuya porta- de la ciencia, y específicamente de la historia de la
da se presenta una hermosa fotografía —tomada en arqueología en México.
1926, en color sepia— de Palacios vestido como todo un Por ello resulta sumamente significativo que se ce-
inspector de arqueología de la entonces recién creada lebre y reconozca la edición de este nuevo libro, ya que
Dirección de Arqueología de la Secretaría de Educación después de muchas décadas de olvido se revalora la
Pública (sep), sentado sobre el remate de la fachada del figura de Enrique Juan Palacios Mendoza, cuya obra
templo monolítico de Malinalco, aún en ruinas, lo co- arqueológica publicada en el transcurso de las cuatro
mencé a hojear rápidamente, recordé un viejo librero primeras décadas del siglo xx se “invisibilizó” en las
de mi abuelo, el profesor Dolores Medina, un destacado denominadas narrativas “canónicas” de la historia de
educador de la Escuela Nacional de Profesores de Mé- la arqueología mexicana. Y es que a partir de la revalo-
xico y reconocido funcionario de la sep, convencido del rización de la obra y del entendimiento de cómo dicho
proyecto del Estado mexicano sobre la federalización arqueólogo comprendió el pasado, la doctora Haydeé
de la educación. Recuerdo que cuando yo aún era estu- López Hernández también rescató y reconoció dentro
diante de la enah, pude observar a través de las puertas de la erosionada memoria de nuestra disciplina, una
de vidrio de ese librero que en su interior, entre los tradición arqueológica nacional denominada de estu-
polvosos y ya muy amarillentos boletines y sobretiros dios históricos arqueológicos e iconográficos, emanada
del Antiguo Museo Nacional México, de la sep y de va- de los sabios historiadores decimonónicos del Anti-
rias dependencias e instituciones federales ya extintas, guo Museo Nacional, y que en esta publicación ella la

124
Reseña: Los estudios histórico-arqueológicos de Enrique Juan Palacios

rescata de la penumbra del olvido y reconoce como una la arqueología mexicana y su práctica durante esas
muy importante corriente de investigación del pasado décadas, con el contexto social, político, económico y
prehispánico en el desarrollo de la historia de la ar- cultural del país (de ahí el epígrafe de Walter Benjamin
queología mexicana. ¡Eso sí es un hallazgo! al referirse a la narrativa de la memoria —su analogía
Pero antes de pasar a exponer el contenido de esta con los vestigios materiales del pasado— y sus ligas con
publicación que hoy presentamos, me gustaría señalar los contextos de donde se extrae, es decir, su ubicación
cuáles son los dos principales aportes de la misma a la espacial en los yacimientos y capas estratigráficas que
escritura de la historia de la arqueología mexicana. En sirvieron como depósitos de la memoria), pero también
primer lugar debo señalar que, con la excepción de dos demuestra la importancia de las conexiones personales,
artículos, uno editado por Vázquez de León en 1993 las relaciones de apoyo mutuo, acuerdos y desacuer-
y el otro por la doctora López Hernández en 2003, la dos sobre el conocimiento del pasado entre la red de
mayoría de las narrativas sobre la historia específica- arqueólogos, y cómo estos últimos se relacionan fuera
mente de la arqueología de las cinco primeras décadas del ámbito de la arqueología con otros personajes vin-
del siglo xx, se escribieron como una crónica exitosa culados con la pirámide del poder político-económico
de progreso científico —“presentismo”— y desde una y de otras esferas relacionadas con la familia, la educa-
perspectiva fuertemente “internalista” (Moro, 2012: ción, el gobierno, o bien, con los círculos académicos,
183-184 y 179; 2007: 34-35), que interpretaba el de- científicos, filosóficos y artísticos de esa época. Por eso,
sarrollo histórico de nuestra disciplina arqueológica la escritura de la historia del desarrollo de la disciplina
como algo desconectado de cualquier contexto histó- arqueológica en este libro no busca, desde una pers-
rico-social y como resultado de una acumulación de pectiva de “presentismo” (Moro, 2012: 179 y 183-184) y
hallazgos relevantes y de nuevos datos arqueológicos progresista de la ciencia, descartar o refutar las visiones
por parte de renombrados investigadores. Las explica- y acercamientos del pasado de ciertos arqueólogos y de
ciones o interpretaciones del pasado de estos últimos tradiciones de investigación pretéritas, en este caso la
eran el resultado de sus metódicas exploraciones de histórica-arqueológica emanada de los historiadores
yacimientos arqueológicos y del análisis de materiales decimonónicos del Museo Nacional del siglo xix o el
arqueológicos con técnicas sumamente rígidas y es- particularismo histórico introducido por el antropólogo
tandarizadas, las que realizaban de manera solitaria, norteamericano Franz Boas a comienzos de la segun-
o bien, con la colaboración de otro colega y no dentro da década del siglo xx a través de la Escuela Interna-
de ámbitos académicos o institucionales del gobierno cional de Arqueología y Etnologías Americanas, sino
en los que también participaban otros arqueólogos, comprender en su contexto histórico el pensamiento
antropólogos, historiadores, ingenieros, arquitectos sobre el pasado y las maneras de acercarse a él por esos
y otros tipos de técnicos —la mayoría de ellos funcio- arqueólogos o por esas tradiciones de investigación.
narios al servicio del Estado—, quienes con su trabajo Hasta la fecha desconozco si nuestras narrativas
y el conocimiento de su especialidad definitivamente arqueológicas recientes se acercan más a lo que real-
contribuyeron a la construcción de esas interpretacio- mente ocurrió o suponemos que sucedió en el pasado,
nes del pasado prehispánico. pero de lo que sí tengo cierta certeza es de que con este
Dentro de esa crónica, el motor principal del avance libro que hoy tengo en mis manos, la construcción
histórico de la disciplina se encontraba en la invención racional de la escritura sobre la historia de la arqueo-
de métodos científicos o en la importación de otras logía en México va por muy buen camino. Yo sé que
ciencias de la arqueología, así como de novedosas y allá afuera hay excelentes arqueólogos considerados
sofisticadas técnicas para la recuperación de informa- grandes interpretadores del pasado, pero en el caso de
ción arqueológica —supuestamente objetiva— sobre la construcción de la narrativa sobre la historia de la
el pasado, con la que los arqueólogos iban rellenando arqueología en nuestro país durante las primeras cinco
las piezas faltantes del rompecabezas sobre el conoci- décadas del siglo anterior, la doctora Haydeé López
miento de las culturas del México antiguo. Hernández es la mejor.
A diferencia de lo anterior, una de las principales La segunda contribución de este libro a la construc-
contribuciones de la publicación de la doctora López ción de la historia de la disciplina se relaciona con la
Hernández se encuentra en la utilización de una pers- revisión y consulta de una diversidad de documentos
pectiva “externalista” para la construcción de la historia inéditos y editados muy poco conocidos para poder
de la arqueología (Moro, 2012: 183-184).2 Su narrativa escribir la investigación que aquí se publica. Y es que
se separa de aquellas historias puramente “internalis- suena sumamente sorprendente —quizás aún más para
tas”, no sólo al exhibir los fuertes lazos que estableció los historiadores— que hasta la actualidad, todas las
publicaciones (con excepción de lo editado sobre los
2  Para la discusión entre “internalismo” y “externalismo”, también véase denominados anticuarios mexicanos y los arqueó-
Moro (2007: 139-158). logos-viajeros extranjeros anteriores al siglo xx y de

125
Arqueología 57 • abril, 2019

otra obra reciente) que tratan sobre la historia de la En el “Preámbulo” con el que se abre la primera par-
arqueología en México, fueron escritas únicamente a te de este libro, la autora nos ofrece una excelente re-
partir de la consulta de textos editados y no de fuentes flexión del escrito antes referido, señalando que Pala-
documentales inéditas, consideradas primarias, que se cios describió ahí con sumo cuidado y erudición cada
resguardan en los archivos. una de las crónicas, tratados e investigaciones sobre
Debo reconocer, a partir de la lectura de esta obra, el México antiguo que fueron escritas en caracteres
que su autora ha pasado durante años largas jornadas latinos por indígenas, españoles, nacionales o extran-
de trabajo en los fondos reservados y en los diversos jeros, desde el siglo xvi hasta el xix, y también rastreó
repositorios de muchas bibliotecas, buscando diferen- las ediciones, traducciones, casas editoriales y editores
tes tipos de publicaciones no tan antiguas, las cua- que publicaron cada una de esas obras. Su monumental
les —seguramente— desde hace muchas décadas han trabajo —sin duda, el de un bibliófilo— es una histo-
sido muy poco referidas o bien ignoradas no sólo en ria acumulativa y lineal acerca de la genealogía de las
la literatura arqueológica, sino también en las inves- ideas y del conocimiento sobre el mundo prehispánico
tigaciones históricas. También ha indagado en la ma- y de cómo tal se fue trasmitiendo en el transcurso de
yoría de los archivos bajo la custodia del inah y en los cuatro siglos en esos textos. Al considerarse Palacios
denominados Históricos de la sep (este último hoy ubi- heredero del pensamiento de los historiadores del siglo
cado en el Archivo General de la Nación), de la unam xix y de las investigaciones realizadas en torno a esos
y de la enah; hurgó entre los acervos para consultar documentos históricos y etnohistóricos, escribió aquí
planes de estudios, anuarios académicos, currículums una historia formal del conocimiento arqueológico; o
profesionales, expedientes personales y documentos mejor dicho: hizo un recuento historiográfico de los
burocráticos-administrativos, así como informes estudios histórico-arqueológicos de México, como él
técnicos-arqueológicos generados por direcciones, los llamaba, en los que enfatizaba los vínculos entre
departamentos u oficinas ya desaparecidas que estu- el estudio de los restos arqueológicos y de las fuentes
vieron encargadas de la custodia, exploración y con- documentales. Él pensaba que a partir de la confron-
servación de los antiguos monumentos de la época tación crítica y de la interrelación de la información
prehispánica. Su enorme esfuerzo de varios años por escrita de las últimas, sumada a la que se iba obtenien-
rastrear dentro de los archivos y bibliotecas toda la do del desciframiento de signos, símbolos, jeroglíficos,
documentación antes referida, le permitió redactar cuentas del calendario y motivos iconográficos tallados
esta novedosa parte de la historia de la arqueología, en los monolitos —principalmente de los mexicas y en
que cubre desde el fin del porfiriato hasta los prime- estelas de piedra de los mayas—, era factible penetrar
ros años de la segunda mitad del siglo xx, pero enfo- en el conocimiento de ámbitos del pasado relacionados
cada en el ya referido Enrique Juan Palacios, quizás con el pensamiento cosmogónico y mitológico de esas
el último protagonista de esa sepultada tradición de antiguas sociedades, en sus sistemas para la medición
estudios históricos-arqueológicos e iconográficos, a del tiempo y de los movimientos de los astros, y su
quien la arqueóloga le hace un justo y bien mereci- interrelación con sus ciclos de fiestas anuales y de su
do homenaje con la edición de este libro, bajo el sello vida religiosa.
del inah, en su colección Historia, serie Sumaria. Pre- Ello constituye una metodología de acercamiento y
senta 196 páginas divididas en dos grandes partes. de interpretación de los documentos arqueológicos pé-
La primera, autoría de la arqueóloga, cuenta con 93 treos, apoyada principalmente en la lectura de fuentes
páginas y tres apartados principales, mientras que históricas escritas en caracteres latinos, nada alejada
la segunda parte, integrada por las 103 páginas res- de lo que hacían otros investigadores mexicanos o ex-
tantes de la obra, la investigadora tuvo el acierto de tranjeros que lo precedieron o fueron contemporáneos
reeditar íntegramente el desconocido escrito de Pala- de Palacios. De ahí que hacia el fin de la tercera década
cios titulado “Los estudios histórico-arqueológicos de del siglo xx, al percatarse él de que esa tradición o
México. Su desarrollo a través de cuatro siglos”, que corriente a la que pertenecía no tendría proyección
originalmente se publicó en diversas entregas en el a futuro en las siguientes generaciones de arqueólo-
Boletín de la sep entre los años de 1929 y 1930. Dicho gos y menos aún las investigaciones arqueológicas de
escrito, como bien señala la arqueóloga, es una histo- nuestro país, ya que la lectura de las fuentes coloniales
ria de la arqueología en México que ha pasado prácti- e interpretaciones iconográficas ya no constituían el
camente inadvertida desde los años en que salió a la núcleo de nuestra disciplina y sí lo eran los estudios
luz publicada y que ahora, en este libro, la rescata de estratigráficos y las secuencias cerámicas, decidió dejar
la oscuridad de los acervos bibliotecarios para darla testimonio de su labor publicando en varias entregas
nuevamente a conocer después de 87 años de olvido, sus ya mencionados estudios históricos-arqueológicos
editándola por primera vez de manera conjunta; por de México, mismos que fueron olvidados en el trans-
ello los invitó a todos a leerla. curso del siglo xx, y que es el tema que se trata en el

126
Reseña: Los estudios histórico-arqueológicos de Enrique Juan Palacios

segundo apartado de la primera parte del libro de la sido sugerido en recientes eventos académicos sobre
doctora López Hernández. En ese apartado, la arqueó- la antigua Ciudad de los Dioses,3 en los que nunca se
loga escribió un sólido estudio introductorio donde mencionó la supuesta obra superada de Enrique Juan
expone y analiza las razones que motivaron que la Palacios Mendoza, a quien ahora y con la publicación
figura de Enrique Juan Palacios, sus investigaciones y de este libro colocamos como uno de los más grandes
obras publicadas, no tuvieran un fuerte impacto en la historiadores de la arqueología en México.
memoria histórica de nuestra disciplina, de ahí su in-
visibilización en las denominadas narrativas canónicas José Humberto Medina González
de la historia de la arqueología, como la publicada por Archivo Técnico de la Coordinación
Ignacio Bernal en 1979. Es sólo gracias al deshilado y Nacional de Arqueología-inah
análisis crítico que hace la arqueóloga de la escritura
de la anterior narrativa, considerada por muchos una Bibliografía
piedra angular en la construcción de la historia de la
arqueología en México, que podemos entender por qué
en su libro Bernal apuntaló en términos académicos Benjamin, Walter
el papel de ciertos personajes y de sus corrientes de 1992 Cuadros de un pensamiento. Trad. de Susana
investigación, o bien, los nulificó, como lo hizo con Mayer y A. Manzini. Buenos Aires, Imago Mundi.
Palacios y la tradición de estudios históricos-arqueo-
lógicos a la que pertenecía. Bernal, Ignacio
En el tercer apartado se ofrece una semblanza bio- 1962 Bibliografía de arqueología y etnografía.
gráfica del mismo Palacios, que trata sobre su historia Mesoamérica y norte de México, 1514-1960,
personal, trayectoria educativa, convicción y defensa edición conmemorativa en ocasión de XXXV
del positivismo; sus estudios y preocupaciones profe- reunión del Congreso Internacional de
sionales; los primeros contactos con ciertos ámbitos Americanistas. México, inah.
académicos y la publicación de sus artículos en los 1979 La historia de la arqueología en México. México,
órganos de difusión, por los que obtuvo cierto reco- Porrúa.
nocimiento de los intelectuales dedicados al conoci-
miento sobre el México antiguo; los puestos laborales Carrasco, David, Jones, Lindsay, y Sessions, Scott (eds.)
que ocupó y los trabajos realizados como bibliotecario 2000 Mesoamerica’s Classic Heritage: from Teotihuacan
en el Museo Nacional y en ciertas dependencias de go- to the Aztecs. Boulder, University Press of
bierno relacionadas con la arqueología; las relaciones Colorado (Mesoamerican Worlds: From Olmecs
e intercambios que estableció con otros arqueólogos, to Danzantes).
antropólogos e historiadores, y de manera indirecta
con ciertas figuras políticas e intelectuales muy renom- López Hernández, Haydeé
bradas. Y, finalmente, al hacer el recuento de sus prin- 2003 Glifos y letras. Un acercamiento a los estudios
cipales obras de arqueología publicadas, la arqueóloga históricos-arqueológicos e iconográficos en las
deja entrever en ellas los debates que Palacios sostuvo décadas de los veinte y treinta del siglo xx en
con otros investigadores de aquella época. Algunas de México. Cuicuilco, 10 (28, nueva ép.): 1-11.
sus obras han dejado a la fecha como mejor legado de 2007 Nación y ciencia. Reflexiones en torno a las
su pensamiento, problemas y preguntas de investi- historias de la arqueología mexicana durante la
gación sobre el México antiguo que los especialistas posrevolución. En Frida Gorbach y Carlos López
aún no han solucionado y que se siguen discutiendo. Beltrán (eds.), Saberes locales. Ensayos sobre
Sólo por mencionar algunas de esas incógnitas se historia de la ciencia en América Latina (pp. 83-
pueden señalar: la determinación del mes y fechas 110). México, El Colegio de Michoacán.
iniciales del año indígena y si antiguamente se prac-
ticaban intercalaciones semejantes a nuestros bisiestos López Hernández, Haydeé, y Pruneda Gallegos, Elvira
para corregir el desfase del calendario con respecto a 2015 Dimes y diretes: polémicas sobre la práctica
los días del año trópico, la medición del equinoccio arqueológica en México. Trace, 67: 39-61.
astronómico por los antiguos mexicanos, la exactitud
de la sincronía entre las fechas de los calendarios pre-
colombino y gregoriano, si las ruinas de la antigua urbe
de Teotihuacan eran la Tollan de las fuentes (Carrasco, 3  J. Daniel Flores Gutiérrez, ponencia sobre los fundamentos astronómicos
Jones y Sessions, 2000) y su espacio sagrado-ceremo- teotihuacanos y celebraciones de Fuego Nuevo, simposio sobre los resulta-
dos preliminares de las investigaciones Proyecto Tlalocan Camino bajo la tie-
nial era ese lugar donde se realizaban las ceremonias rra en Teotihuacan Sesión 5, noviembre 2014, recuperado de <https://www.
religiosas de encendido del Fuego Nuevo, como ha youtube.com/watch?v=NdPxQlyohD4>.

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Arqueología 57 • abril, 2019

Moro Abadía, Óscar Vázquez de León, Luis


2007 Arqueología prehistórica e historia de la ciencia, 1993 Historia y constitución profesional de la
hacia una historia crítica de la arqueología. arqueología mexicana (1884-1940). En María
Pról. de Bruce G. Trigger. Barcelona, Bellaterra Teresa Cabrero G. (comp.), II Coloquio Pedro
(Bellatera Arqueología). Bosh–Gimpera (pp. 36-77). México, iia-unam.
2012 La nueva historia de la arqueología: un balance
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