Crónica de Una Muerte Anunciada
Crónica de Una Muerte Anunciada
mayor novedad. Muchas veces no se sigue la línea argumental del relato, la historia se cuenta desde el
principio, pero también empezando por el medio (in media res) o por el final (in extrema res) y volviendo
desde ahí a su principio. Puede haber varias personas que narran los sucesos desde su propia perspecti-
va (multiperspectivismo). Se alterna la voz del narrador con la voz interior de los personajes. Se intro-
ducen a veces frases en diferentes idiomas, se inventan palabras o lenguajes inexistentes y se rompe
con la puntuación tradicional; también alternan el vocabulario culto con el popular e incluso el vulgar.
Otros autores emplean técnicas narrativas modernas como monólogos interiores, perspectivismo,
parodias o collage… incluiríamos aquí a Vargas Llosa y Onetti.
En cuanto a los temas de la nueva novela se podrían destacar entre otros: las crisis existenciales
del individuo (en un ambiente urbano, el protagonista se siente solo y desconoce el sentido de su vida,
tiene dificultad para la comunicación con los demás. Conversaciones en la Catedral de Vargas Llosa), el
dictador (la primera irrupción narrativa de esta trágica figura de la historia iberoamericana se produjo de
la mano de Valle Inclán en Tirano Banderas. Con posterioridad ha sido novelada por estos escritores
acentuando los rasgos que concurren en el ejercicio del poder absoluto: el terror de las víctimas, la sole-
dad y vejez del tirano, la corrupción de su régimen… El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, y El
otoño del patriarca de García Márquez), la historia de Iberoamérica (aparecen temas como las relacio-
nes con España, guerras de Independencia, tiranías y revoluciones en los distintos países… Cien años
de soledad de Márquez puede interpretarse como una síntesis de la historia americana), la propia crea-
ción narrativa (el proceso de composición de la novela se convierte en ingrediente esencial del libro.
Recordemos que un personaje de Tres tristes tigres de Cabrera Infante es el encargado de recoger los
diálogos del grupo de amigos de la Habana antes de la Revolución y supone el eje de esa novela).
Desde el año 1967 y hasta 1975 el escritor vive en Barcelona donde escribe El otoño del patriar-
ca, esos años son memorables para la narrativa hispanoamericana, triunfan autores como Vargas Llosa,
Sábato, Cortázar, Fuentes; Roa Bastos, Bryce Echenique… es el llamado “boom hispanoamericano”.
De Barcelona va a vivir a México, pasarán 6 años hasta que vuelva a publicar su nueva novela:
Crónica de una muerte anunciada en el 1981. Son años de fecunda actividad en la prensa y de atención
a los acontecimientos políticos del mundo, con especial dedicación a situaciones de explotación, colonia-
lismo y violencia del tercer mundo. Periodismo de marcada raíz político-social, de actividad crítica y de-
nunciadora que asume un claro compromiso ideológico. Colabora con diversas asociaciones en pro de
los Derechos Humanos. Acude a importantes acontecimientos políticos y traba amistad con jefes de es-
tado y gobierno como Omar Torrijos, Mitterrand, Felipe González o Fidel Castro.
En 1982 recibe el Premio Nobel de Literatura y con el dinero recibido emprendió una nueva aven-
tura periodística en Colombia.
Un capítulo interesante de su vida en estos últimos años fue su actividad en el ámbito del cine, ya
como crítico, ya como guionista de las películas basadas en sus novelas.
2. TEMAS
Por otro lado, hay referencias violentas, incluso en el lenguaje. Cuando Bayardo despierta de la
borrachera exige “que nadie me joda…”, el obispo porque no se detiene en el pueblo es para Luisa San-
tiaga “el hijo de la peor madre”, para Clotilde su pueblo es “un pueblo de maricas”. En la escena del cri-
men y autopsia se detallan sangre, vísceras, cuchilladas, gritos, tripas, perforaciones, etc.
En el crimen de Pedro y Pablo Vicario, con su cortejo de cuchillos, persecución, puñaladas y en-
sañamiento, se patenta la violencia extrema. Su origen está en la honra y, por tanto, aunque se con-
crete individualmente (en Nasar), su alcance y naturaleza es social y su defensa con sangre se justifica
ante la divinidad, por lo que los criminales son inocentes “tal vez ante Dios” en palabras de Carmen Ama-
dor, el cura. Al ejercer una legitimada violencia en pro de restaurar el honor familiar, los Vicario obran con
“dignidad” y “cierta grandeza” y en la cárcel “los reconfortaba el prestigio de haber cumplido con su ley” y,
de paso “haber probado su condición de hombres” y devolver a su hermana la “posesión de su honor”.
Añadamos que la venganza restauradora es acuciante para los ofendidos, pues “el honor no espera”, y
su condición de comportamiento “estanco” la hace de estricta privacidad. La jurisprudencia, en fin, con-
templa positivamente el “homicidio en legítima defensa del honor”.
La religión es otro de los grandes núcleos temáticos de la novela. Lo detectamos en la visita
del obispo y las expectativas que provocan su presencia entre la gente. Santiago Nasar madruga para
verlo llegar. El pueblo le lleva “gallos bien cebados”, que eran su plato predilecto, y al puerto acuden “las
autoridades y los niños de las escuelas”. Bayardo quiere que el obispo oficie la ceremonia de su casa-
miento y Santiago Nasar se siente defraudado cuando el prelado pasa de largo. Por lo demás, el coronel
Aponte se cuelga “el escapulario de la Congregación de María para recibir al obispo” y Ángela Vicario se
casa con velo y azahares pese a no ser virgen. No olvidemos tampoco la muy significativa onomástica de
muchos personajes (María, Poncio, Santiago, Cristo, Pedro, Pablo, Lázaro).
La fe se manifiesta fetichista y milagrera y el escritor le da un tratamiento humorístico-paródico o
irónico-crítico. Santiago va a ver al obispo porque “es como el cine”, a Nasar se le descubre en la autop-
sia “una medalla de la Virgen del Carmen”.
Pero la religiosidad santurrona y protocolaria se ve contrastada por la intensa presencia el espíritu
supersticioso. La superstición orienta la visión de la realidad, termina el vivir y el morir, está inserta
en la estructura mental y las creencias profundas de muchos personajes: Santiago Nasar padece la cir-
cunstancia fatal de que su madre malinterprete sus sueños, pues “no les puso atención a los árboles” que
había en ellos; no advierte ese “augurio aciago”. Luisa Santiaga, madre del narrador, posee telepatía y
artes de adivinación; sabe las noticias del mundo sin salir de casa, pero tampoco logra transmitir “el pálpi-
to de la tragedia”. Cuando Bayardo trae arrastrada a Ángela Vicario para devolverla a su casa, Pura Vica-
rio, que los cree muertos, les pide que “contesten si son de este mundo”. El coronel Aponte está un poco
trastornado “por la práctica solitaria del espiritismo”.
En síntesis, estamos ante una visión del mundo en la que tiene una abultada manifestación la
creencia en lo onírico, lo invisible, lo telepático, lo supra natural, el más allá, etc. Tal visión, a nuestro en-
tender, es una de las manifestaciones de lo fantástico, como expresión de la creencia en lo insólito y pa-
ranormal; creencia arraigada en los personajes al lado de la fe religiosa.
Precisamente el destino, envuelto en el fatum o sino trágico, es otro de los temas destaca-
dos en la novela, Santiago Nasar es la figura sobre la que pesa esa fatalidad en forma de una inverosímil
acumulación de errores, casualidades, adversidades y rencores que llegan a un final truculento. La para-
da del obispo hubiera podido detener a los criminales, pero el obispo sigue el viaje. Plácida Linero cierra
la puerta de casa a su hijo porque Divina Flor le asegura que él está dentro. Indalecio Pardo cree que las
amenazas de los Vicario son “fantasías de amanecidos” y, además, calla porque “se me aflojó la pasta”.
Cristo Bedoya no logra dar con Nasar, le pierde el rumbo. Y no puede matar a Pedro Vicario porque no
sabe disparar. Así la adversidad atrapa a la víctima y el juez del caso dice que estas casualidades hicie-
ran que “se cumpliera una muerte tan anunciada”.
El humor es un elemento que marca la distensión con la violencia y lo macabro del crimen.
Aunque en pequeñas dosis, asoma de vez en cuando con pinceladas de gracia y socarronería. Un humor
que alcanza lo grotesco y esperpéntico; a veces decididamente negro y en otros casos absurdo y desafo-
rado. Algunos de los más conseguidos guiños humorísticos son los siguientes: a Santiago Nasar le lavan
el traje solo con agua, pues es de piel tan delicada que “no soportaba el ruido del algodón”. Plácida Line-
ro es afamada intérprete de sueños, pero hay que contárselo “en ayunas”. El coronel Aponte, causante
de masacres sin cuento, estudió espiritismo por correspondencia y con la impresión al presenciar la au-
topsia se hizo vegetariano de por vida. El cadáver de Santiago Nasar no se puede refrigerar porque la
única nevera del pueblo está “fuera de servicio”. La autopsia la hace el cura, don Carmen, a falta de mé-
dico, ayudado por un estudiante de primero de medicina que estaba de vacaciones. Para el destrozo que
se le hace al cadáver utilizan “hierros artesanos”. Poncho Lanao lo que nunca olvidará del crimen es “el
terrible olor a mierda” que desprendía el cuerpo. Un crimen que, a Aura Villeros, la comadrona, le produ-
ce un espasmo de vejiga que la inhabilita hasta el punto de que “necesitó una sonda para orinar hasta su
muerte”.
Hay en la novela una celebración de dos placeres: el sexo y la comida. La religión y el honor se
tratan de forma paródica y burlesca, y la ironía y el humor son un contrapunto que contrasta con lo cere-
monial, macabro y violento.
El amor también es patente en esta novela.
La imaginación de García Márquez ha trasmutado el
suceso real y lo ha convertido también en la historia
de una pasión amorosa que crece en la separación
de los amantes. Un amor que vence la ofensa y el
rechazo, la soledad, el silencio e incluso, el paso del
tiempo.
Ángela Vicario y Bayardo San Román reco-
rren un itinerario amoroso de rechazo-aceptación o
alejamiento-reencuentro. A ella le brota el amor
cuando Bayardo le arrastra a su casa y por eso “los
puñetazos (de la madre) le dolían menos porque sa-
bía que eran por él”. Cuando de nuevo lo ve en
Riohacha, su pasión es total. Puede advertirse que
Bayardo, pese a su mutismo, sentía la misma pasión.
3. ESTRUCTURA
Interna y externa
Desde el punto de vista externo se formaliza en 5 partes de extensión homogénea que no pueden ca-
lificarse de capítulos al uso. La estrategia estructuradora se lleva a cabo con avances y retrocesos, recu-
rrencias y superposiciones. Cada parte gira sobre un eje (personaje o suceso) y luego se complementa.
Estas partes, cuantitativamente, abarcan:
La primera parte, por ejemplo, tiene una notable función de despliegue del conjunto: sabemos a
quién matan, cómo y cuándo, cuáles son algunas fatales circunstancias coadyuvantes del crimen. Sabe-
mos que Ángela Vicario se casó, que la celebración de la boda ha sido sonada, que a las pocas horas el
marido la repudió y que Santiago Nasar se ha visto involucrado en el asunto; nos enteramos del viaje del
obispo, etc. Pero el eje vertebrador es aquí un personaje, Santiago Nasar, y su entorno familiar, cuya
descripción ocupa las páginas centrales.
Las premoniciones oníricas, la fuerza del destino, la mezcla de religiosidad y superstición, la violencia
y el honor, son temas puntuales que empiezan a configurarse. El realismo y precisión de algunos datos
contrasta con algunas fantasías desmesuradas (el recorrido de la bala).
El viaje del obispo se trata de una de las muestras de humor, ironía y crítica de la novela. La visita es
una parodia que tiene un aire de conquista. El conquistador está revestido de dignidad. Irónicamente a
Santiago Nasar, que es árabe, las celebraciones eclesiásticas le fascinan. El desajuste entre la acogida y
el hecho de que el obispo pase de largo es un sarcasmo.
La segunda parte corre paralela a la primera en cuanto a que tienen un eje, otro protagonista, Bayar-
do San Román. Se nos presenta a su familia, se describe su relación con Ángela Vicario, se le retrata a
partir de su venida al pueblo (donde es forastero). Luego, el discurso gira hacia la figura de Ángela Vica-
rio y su familia, los preparativos de la boda y el cortejo a la novia por parte de Bayardo, los festejos y la
retirada de los novios a su nueva casa.
El final está lleno de tensión y dramatismo y se concreta en la devolución de la novia en estado la-
mentable y en la escena en que la esposa repudiada acusa a Santiago.
La tercera parte desarrolla las circunstancias y detalles previos al asesinato de Santiago Nasar en
cumplimiento de la venganza sangrienta, obligada por el código de honor. En realidad, consiste esta parte
en una pormenorización de un aserto del narrador: “nunca hubo una muerte más anunciada”. El eje es
ahora los hermanos Vicario –Pedro y Pablo- en su itinerario de búsqueda y castigo (a su pesar) del pre-
sunto ofensor. Asistimos, pues, a un itinerario que va siendo pautado por las apreciaciones de los testi-
gos, desplegados en un amplio abanico perspectivas.
Son claves destacadas el anuncio del crimen, la referencia al honor, el macabro detalle de los cuchi-
llos, la diversificación escénica, la casa de misericordias, la tienda de Clotilde, la quinta del viudo Xius.
La cuarta parte tiene un primer acontecimiento eje de la descripción: la autopsia del cadáver de San-
tiago Nasar. A ello le sigue la ceremonia del entierro, al alba del “martes turbio”, y la inquietud en el pue-
blo por la posibilidad de que la pacífica comunidad árabe a la que Nasar pertenecía intente vengar su
muerte. Toda esta cuarta parte es cronológicamente posterior a la siguiente.
La marcha de los Vicario al penal, la desaparición de Bayardo por su situación de marido ultrajado, el
viaje de Ángela y su madre a Manaure son el final desastrado de la historia, historia a la que el autor
otorga un desenlace feliz.
En la quinta parte, tras una panorámica del estado de ánimo de la gente del pueblo después del cri-
men y una referencia a la dimensión judicial del mismo, el discurso narrativo hace retroceder de nuevo la
fábula narrativa para enfocar el itinerario de persecución, encuentro y muerte de Santiago Nasar. La
acumulación de circunstancias adversas, el intento de ayuda del fraternal Cristo Bedoya, el ceremonial
del pueblo agolpado y su griterío al “tomar posesiones en la plaza para presenciar el crimen”, el andar
azorado de un incrédulo Santiago Nasar camino de lo que se ha considerado su pública crucifixión son
motivos puntuales de esta parte. A ello debemos añadir la macabra intensidad de los cuchillos sangrien-
tos y el demorado detallismo con el que el narrador describe el asesinato.
Expresión de la fatalidad que pesa sobre Nasar es la circunstancia de que su madre cierre la puerta
de casa al creerle dentro y, previamente, que no viese “el papel en el suelo” que avisaba de que le iban a
matar. La baja catadura moral del pueblo queda en evidencia no solo al acudir en masa a la escena como
si de un festejo se tratase, sino en la búsqueda de exculpación porque “los asuntos de honor son estan-
cos sagrados”. El recurso de cada cual para justificarse su pasividad, su inoperancia, tiene respuesta
airada en Clotilde Armenta que los califica de “pueblo de maricas”. Repulsivo y macabro sin límites es el
caminar de la víctima “llevando en las manos el racimo de sus entrañas”.
Modelo cerrado-circular. Principio = fin; fin = principio
4. TÉCNICA NARRATIVA
Gabriel García Márquez presenta la novela en forma de estructura circular y para ello utiliza saltos
en el tiempo. La obra consta de cinco partes y cada una tiene como eje un personaje o un hecho decisivo
de la obra.
En las dos primeras páginas se ofrecen ya el resumen de lo que posteriormente va a ser porme-
norizado y reiterado. Las retrospecciones surgen desde el comienzo con la evocación que la madre de
Santiago hace del sueño que Nasar había tenido “la semana anterior” a su muerte. La parte segunda es
una nueva retrospectiva anterior frente a la primera. Toda la parte cuarta es una extensa anticipación
frente a la quinta.
En conclusión, el autor ordena el tiempo interno de la historia de una forma peculiar en un cons-
tante vaivén, avance-retorno. Sin embargo, el ritmo del discurso se caracteriza en general por su agilidad,
viveza y dinamismo.
Aunque el discurso no lo explique, la historia se sitúa en Sucre. Por otra parte, hay espacios me-
tonímicos de gran funcionalidad. Así la casa de Santiago Nasar se convierte en un laberinto de muerte; la
quinta del viudo Xius es un símbolo de desgracia sentimental y de la ambición de Bayardo. El río es ámbi-
to de fuga que el escritor ironiza. La casa de Flora Miguel o la tienda de Clotilde son paradas, núcleos
estacionarios en el itinerario de venganza y muerte, La plaza que antecede a la casa de Nasar es territo-
rio de inmolación y celebración del crimen (sacrificio de la víctima) que es el colofón de la fiesta (la boda).
La cárcel es un lugar de sufrimiento y expiación para los Vicario.
5. PERSONAJES
Los personajes son criaturas borrosas: sabemos de ellos unas veces lo que hacen y otras lo que el
narrador omnipresente les deja decir. La caracterización se realiza con la técnica de visión indirecta a
través de una voz interpuesta: la del narrador o la de otros personajes. La descripción del narrador es
más extensa: combina la visión estática de los rasgos físicos (prosopografía) con la captación dinámica.
1- Familia de Santiago Nasar:
Padre: Ibrahim Nasar, árabe que había venido al término de las guerras civiles.
Madre: Plácida Linero.
Hijo: Santiago. Hijo único de un matrimonio de conveniencia que no había tenido un instante de
felicidad; sin embargo, él había sido feliz con los dos. Su padre había muerto tres años antes y le
había dejado en herencia la hacienda de ganado “Divino Rostro” que administraba con buen juicio
aunque sin fortuna. Tenía 21 años, era esbelto, de piel delicada y pelo rizado; era alegre, pacífico
y de corazón fácil. Se le consideraba un buen partido.
Sus amores fueron: Mª Alejandrina Cervantes, dueña de un prostíbulo, por la que estuvo
loco durante 14 meses hasta que su padre se la quitó de la cabeza a correazos, tenía 15
años. Y Flora Miguel, novia con la que se iba a casar en Navidad ya que sus padres ha-
bían concertado este matrimonio. Será el padre de esta la primera persona que le avise de
que le buscan para matarlo. Su machismo se concreta en andar de ave de presa con las
mujeres ajenas. Su función de ofensor queda en la incertidumbre.
Razones de la inocencia de Santiago Nasar:
- El narrador, amigo de Santiago desde la infancia, cuenta cómo Ángela y él perte-
necían a mundos divergentes. Nadie los vio nunca juntos y mucho menos solos;
él era demasiado altivo para fijarse en ella; cuando hablaba de ella le decía “tu
prima la boba”.
El narrador dice que murió sin entender su muerte.
- Cuando Nahir Miguel le dice que le buscan para matarlo por
haber deshonrado a Ángela, él se queda pálido y turbado y
dice a Nahir “no entiendo un carajo”.
- En el juicio que hubo se le preguntó a Ángela si conocía a Santiago y ella le res-
pondió: “fue mi autor”, pero sin ninguna precisión de modo ni de lugar. El juez es-
taba perplejo por la falta de pruebas contra Santiago.
Cocinera: Victoria Guzmán, seducida de adolescente por Ibrahim Nasar, traiciona a Santiago ya
que sabe que le van a matar y no le dice nada. En el fondo deseaba su muerte para que no des-
honrara a su hija, Divina Flor, como su padre había hecho en ella.
2- Familia Vicario
Formada por los padres (él, ciego) y 5 hijos: 2 hijas casadas muy tarde, los gemelos Pedro y Pa-
blo, y Ángela. Aunque “tuvieron una hija intermedia que había muerto de fiebre crepusculares y
dos años después seguían guardándole un luto aliviado dentro de la casa, pero riguroso en la ca-
lle”. Es una familia pobre que consideraba un honor que Bayardo siendo tan rico deseara casarse
con su hija y por esa razón la obligan a ello.
Ángela: muchacha hermosa que no está enamorada de Bayardo y no desea casarse con él.
Consciente de no ser virgen, se lo cuenta a sus amigas y estas le dicen trucos para aparentarlo;
ella, cuando llega el momento no los practica y él, tras descubrirlo, la devuelve a su casa. Es aho-
5- Testigos
Adquieren voz a través del narrador. Ayudan a la información como testigos y partícipes secunda-
rios.
6- El pueblo
Es el personaje-grupo anónimo. Su mezquindad, su pasividad, su impotencia o su escondido de-
seo de que la amenaza se cumpliera es parte del fatum (destino). La ruindad moral del pueblo se
manifiesta en la celebración multitudinaria de la muerte a la que acuden a tomar posiciones.
6. ESTILO
6.2 Influencias
1. OTROS ESCRITORES
- Escritores norteamericanos como Faulkner, Hemingway, Virginia Wolf, Kafka (“Cuando yo leí a los
diecisiete años La metamorfosis de Kafka, descubrí que iba a ser escritor… Kafka, en alemán, con-
taba las cosas de la misma manera que mi abuela”).