Emily Dickinson
Emily Dickinson
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CUANDO CUENTO LAS SEMILLAS...
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EUGENIO MONTALE
Para Annalisa Cima
Tu edad me asusta,
te defiende y me acusa; es el saberte igual
en un tiempo distinto lo que tal vez me entristece…
Un espacio de años nos separa,
mas un gesto tuyo anula la distancia.
En la puerta se perfila una aérea figura.
Héte aquí con el girasol de tus aureolas.
Ninguna presencia podrá turbar esta alegría
que me traes otra vez,
encanto regenerador que detiene el tiempo.
Una ligera brisa entre resplandores de luz levanta
nubes de arena y espuma.
Y lo que sale a flote
es que yo soy la musa y tú el cantor.
Agradable noticia, sentirse al mismo tiempo
maestro e inspirador.
CASI UNA FANTASÍA
Amanece de nuevo, lo presiento
por el albor de vieja
plata en las paredes:
las ventanas cerradas se vetean de un tenue resplandor.
Vuelve el advenimiento del sol
pero sin las difusas voces,
los acostumbrados estrépitos.
¿Por qué? Pienso en un día encantado
y de las justas de horas demasiado iguales
me resarzo.
Desbordará la fuerza que me inflamaba,
inconsciente mago, desde largo tiempo.
Ahora me asomaré, destruiré altas casas,
despojos viales.
Tendré ante mí un lugar de limpia nieve
mas tan ligero como el paisaje de un tapiz.
Resbalará un destello lento
entre el algodón del cielo.
Selvas y colinas llenas de invisible luz
me harán el elogio de los festivos retornos.
Alegre leeré sobre el blanco
los negros signos de las ramas
como un esencial alfabeto.
Todo el pasado de repente aparecerá delante.
No turbará sonido alguno esta alegría solitaria.
Cruzará el aire posándose sobre una estaca
algún gallito de Marzo.
Versión de: F.Ferrer Lerin
DOS EN EL CREPÚSCULO
DÍA Y NOCHE
Hasta una pluma que vuela puede dibujar
tu figura, o el rayo que juega al escondite
entre los muebles, o el guiño del espejo
de un niño, desde los tejados. Sobre las murallas
jirones de vapor prolongan las agujas
de los álamos y, abajo, en la rueda se encrespa el loro
del afilador. Luego la noche agobiante
en la plazuela, y los pasos, y siempre esta dura
tarea de hundirse para resurgir iguales
de siglos, o de instantes, de íncubos que no logran
volver a dar con la luz de tus ojos en el antro
incandescente y aún los mismos gritos y los prolongados
llantos sobre la veranda
si retumba de pronto el golpe que te anuda
la garganta y quiebra las alas, oh inestable
anunciadora del alba,
y se despiertan los claustros y los hospitales
en un delirar de clarines.
LA ANGUILA
La anguila, la sirena
de los mares fríos que deja el Báltico
para llegar a nuestros mares,
a nuestros estuarios, a los ríos
que remonta por el fondo, bajo la crecida adversa,
de cauce a cauce, y después
de hilo a hilo, sutilizados,
cada vez más dentro, cada vez más en el corazón
del macizo, filtrándose
entre burbujas de fango, hasta que un día
una luz brotada de los castaños
le enciende brillos en charcos de agua muerta,
en los fosos que unen
los saltos de los Apeninos a la Romaña;
la anguila, antorcha, látigo,
flecha de Amor en tierra
que sólo nuestros barrancos o los resecos
arroyos pirenaicos devuelven
a paraísos de fecundación;
el alma verde que busca
vida sólo allí donde
muerde el ardor y al desolación,
la chispa que dice:
todo comienza cuando todo parece
carbonizarse, rama sepultada;
el iris breve, gemelo
de aquel que engarzas entre las pestañas
y haces brillar intacto entre los hijos
del hombre, inmersos en tu fango, ¿puedes tú
no creerla hermano?
REMEMORO TU SONRISA...
Rememoro tu sonrisa, y es para mí como el agua límpida
hallada al azar en la pedrera de un arenal,
exiguo espejo en el que mira una hiedra sus corimbos;
y encima el abrazo de un tranquilo cielo blanco.
Ese es mi recuerdo; no sabría decir, en la distancia,
si en tu rostro se expresa libre un alma ingenua,
o si verdaderamente eres un fugitivo que el mal del mundo
extenúa
llevando su sufrir consigo como un talismán.
Mas esto puedo decirte, que tu imaginada efigie
sumerge mis caprichosas inquietudes en una oleada de calma,
y que tu semblante se insinúa en mi gris memoria
sencillo como la copa de una joven palmera...
Versión de: F.Ferrer Lerin
EL OLOR DE LA HEREJÍA
MEDITERRÁNEO
Antiguo, estoy embriagado por la voz
que brota de tus bocas cuando se abren
como verdes campanas y se repelen
hacia atrás, disolviéndose.
La casa de mis veranos juveniles
-lo sabes- estaba a tu lado
allá en la tierra donde el sol calcina
y oscurecen el aire los mosquitos.
Hoy como entonces ante ti permanezco
inmóvil, mar, mas no me creo
digno ya de la solemne admonición
de tu aliento. Me dijiste primero
que el pequeño fermento
de mi corazón no era sino un instante
del tuyo, que en el fondo de mí
estaba tu arriesgada ley: ser enorme y diverso
y fijo al mismo tiempo,
para librarme así de toda suciedad,
como tú cuando arrojas a tus playas
entre estrellas de mar, corchos y algas
las inútiles sobras de tu abismo.
Versión de: L. S. R.
CORNO INGLÉS
DOLOR DE VIVIR
Frecuentemente hallé el dolor: vivir
era el riochuelo estertoroso, agónico;
la llama retorciéndose en la pira;
el cabello en la ruta, inútil, roto.
Placer no conocí. Sólo el milagro
que obra la divina indiferencia:
la estatua erguida entre la somnolencia
tórrida, con la nube y el milano.
Versión de: Carlos López Narváez
POEMA 5
Del brazo tuyo he bajado por lo menos
un millón de escaleras
y ahora que no estás, cada escalón es un vacío.
También así de breve fue nuestro largo viaje.
SIRIA
FELICIDAD LOGRADA
NOCHES DE UMBRÍA
Noches de Umbría.
Noches de Umbría con la plata del címbalo y de las hojas del olivo.
Noches de Umbría con el canto que hasta aquí trajiste.
Noches de Umbría con el canto.
Mudo cuanto ascendió a la vida, mudo.
Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.
Cántaro de barro.
Cántaro de barro con el que creció la mano del alfarero.
Cántaro de barro que cerró para siempre la mano de una sombra.
Cántaro de barro con el sello de la sombra.
Cantos por doquier, cantos.
Deja que entre el borrico.
Borriquillo.
Borriquillo en la nieve que esparce la mano más desnuda.
Borriquillo ante el verbo que se cerró de golpe.
Borriquillo que come el sueño de la mano.
Brillo que a consolar no alcanza, brillo.
Los muertos, los muertos aún mendigan, Francisco.
Versión de Felipe Boso
CRISTAL
No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.
Siete noches más arriba
pasa el rojo hacia el púrpura,
siete corazones más adentro
insiste la mano en la puerta,
siete rosas más tarde
se escucha el rumor de la cisterna.
De noche, cuando el péndulo del amor
oscila entre el siempre y el nunca jamás,
tu palabra derriba las lunas del corazón
y tu ojo azul -borrascoso-
le entrega el cielo a la tierra.
Desde una lejana arboleda
oscurecida por el sueño
llega hasta nosotros el aliento
y lo que perdimos transita inmenso
como un espectro del futuro.
Lo que ahora se hunde y se levanta
quiere lo sepultado en la entraña:
ciego como la mirada que cambiamos,
el tiempo lo besa en la boca.
Versión de José María Pérez Gay
SUEÑO Y SUSTENTO
SALMO
Una nada
fuimos, somos, seremos,
floreciendo:
rosa de
nada, de nadie.
Con
el pistilo almalúcido,
cielo desierto el estambre,
la corola roja
de la palabra purpúrea que cantamos
sobre, o sobre
la espina.
FUGA DE LA MUERTE
CORONA
Es tiempo.
Versión de José Ángel Valente
SHIBBOLETH
me arrastraron
al medio del mercado,
allá,
donde se iza la bandera, a la que
no he prestado nunca juramento.
Flauta,
flauta doble en la noche:
piensa el sombrío
y doble rojo
en Viena y en Madrid.
Corazón:
dalo también aquí a conocer,
aquí, en medio del mercado.
Haz que resuene, el shibboleth,
en lo extranjero de la patria.
Febrero. No pasarán.
Unicornio:
sabes de las piedras,
sabes de las aguas,
van,
te llevo
hacia las voces
De Extremadura.
Versión de José Ángel Valente
MANDORLA
ESTAR
Estar a la sombra
de la llaga en el aire.
No-estar-por-nadie-ni-por-nada.
Incógnito,
solamente
por ti.
TARDÍO Y PROFUNDO
HABLA TAMBIÉN TÚ
Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.
Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.
Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.
TENEBRAE
Ya apresados, Señor,
uno en otro enzarzados, como
si la carne de cada uno de nosotros fuese
tu carne, Señor.
Ora, Señor,
invócanos,
estamos próximos.
Brillaba.
Ora, Señor.
Estamos próximos.
Versión de José Ángel Valente
HABÍA
Había tierra en ellos y
cavaban.
Cavaban y cavaban y pasaba así
el día y pasaba la noche. No alababan a Dios
que, según les dijeron, quería todo esto,
que, según les dijeron, sabía todo esto.
TUBINGA, ENERO
A la ceguera per-
suadidos ojos.
Su -«un
enigma es
manantía pureza»- su
recuerdo de
flotantes hölderlinianas torres en
un vuelo circular de gaviotas.
Viniera,
viniera un hombre,
viniera un hombre al mundo, hoy, llevando
la luminosa barba de los
patriarcas: debería,
si de este tiempo
hablase, de-
bería
tan sólo balbucir y balbucir
continua, continua-
mente.
(«Pallaksch, Pallaksch.»)
Versión de José Ángel Valente
EN LOS RÍOS
En los ríos, al norte del futuro,
tiendo la red que tú
titubeante cargas
de escritura de piedras,
sombras.
Versión de José Ángel Valente
CIÉGATE
BISIESTOS SIGLOS
Bisiestos siglos, bisiestos
segundos bisiestos
nacimientos, novembreantes, bisiestas
muertes,
en automáticos panales archivados
bits
on chips
El poema-menorá de Berlín,
(¿inasilado, in-
archivado, in-
asistido? ¿En
vida?),
sensaciones, tejidas
por la helada,
arranque en frío-
con hemoglobina.
Versión de José Ángel Valente
NO OBRES DE ANTEMANO
No obres de antemano,
no envíes nada fuera,
mantente
dentro:
transfundido de nada,
libre de cualquier
plegaria,
sutilmente acordado según
la pre-inscripción
insuperable,
yo te acojo
en lugar de toda
paz.
Versión de José Ángel Valente
ALABANZA DE LA LEJANÍA
En el venero de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar errabunda.
En el venero de tus ojos
el mar mantiene su promesa.
En ella arrojo yo,
un corazón que entre los hombres ha morado,
lejos de mí mis vestiduras y el resplandor de un juramento.
Más oscuro en lo oscuro, más desnudo estoy.
Tan sólo al desertar soy fiel.
Yo soy tú cuando soy yo.
En el venero de tus ojos
derivo y sueño un rapto.
En una red, una red queda apresada
y nos abandonamos enlazados.
En el venero de tus ojos
estrangula su cuerda un ahorcado.
LA ROSA DE NADIE
III
Las piedras claras
van por el aire, las clari-
blancas, portadoras
de luz
No quieren
descender, ni precipitarse,
ni dar en el blanco. Se
alzan
como las sencillas
zarzarrosas, así se abren,
se ciernen
sobre ti, tú, mi sosegada,
tú mi verdadera:
OÍ DECIR
Y ya no vi más a mi álamo.
Versión de Pablo Oyarzun
STRETTA
Deportado al campo
de la huella infalible.
Hierba escrita: dispersa. Las piedras,
blancas,
y las sombras de los tallos:
¡No leas más -mira!
¡No mires más -camina!
Camina, tu hora
no tiene hermanas, tú estás-
estás en tu casa. Una rueda gira,
lenta, desde sí misma; sus rayos
ascienden,
ascienden por el campo oscuro, la noche
no necesita estrellas, en ninguna parte
preguntan por ti.
En ninguna parte
preguntan por ti.
El lugar, donde estaban,
tiene un nombre -no
tiene ninguno. No estaban allí. Algo
estaba entre ellos.
No veían al través.
No veían, no,
hablaron de
palabras. Ninguna
despertó, el
sueño
se les vino encima.
Se les vino encima
En ninguna parte preguntan-
Soy yo, yo
estaba entre ellos,
abierto,
audible, yo les di la alarma, su aliento
obedeció, soy el mismo, todavía;
sí, ellos duermen.
Años,
años, años, un dedo,
palpa abajo, arriba,
palpa alrededor:
suturas palpables, aquí
se abren, aquí
cicatrizan de nuevo -¿quién
las cubrió?
¿quién
las recubrió?
Venía, venía,
venía, una palabra, venía,
venía a través de la noche,
quiso resplandecer, quiso resplandecer.
Ceniza.
Ceniza, ceniza.
Noche.
Noche-y-noche. -Acude
al ojo, al húmedo.
Al ojo
acude,
al húmedo-
Huracanes.
Huracanes de siempre,
torbellinos de átomos; lo otro,
tú lo sabes,
lo leímos en el libro,
era era sólo apariencia.
Era, era
sólo apariencia. ¿Cómo
nos asimos -con estas manos?
Estaba escrito que.
¿Dónde? Tendimos
encima un silencio
nutrido con veneno, inmenso,
un
verde
silencio, una hoja como un cáliz,
una idea adherida a lo vegetal,
verde, sí,
adherida, sí,
bajo el cielo maligno.
Adherida, sí,
vegetal.
Sí.
Huracanes, torbellinos
de átomos: quedó
el tiempo, quedó,
de intentarlo en la piedra-,
ella fue hospitalaria,
no cercenó la palabra.
Qué holgadamente vivíamos:
Granulada,
granulada y fibrosa, cualiforme,
compacta;
ubiforme, irradiada, reniforme,
aplanada,
aglomerada, esponjosa, ramificada-:
no cercenó la palabra, habló,
habló suavemente a los ojos secos,
antes de cerrarlos.
Habló, habló.
Era, era.
Nosotros
no cedimos, estábamos
en medio, una estructura porosa,
y llegó.
Se nos vino encima,
se abrió camino, zurciendo
invisible, zurciendo
hasta la última membrana
y
el mundo,
un millar de prismas,
cristalizó, cristalizó.
Cristalizó, cristalizó.
Entonces-
Noches, sin mezcla. Círculos
verdes o azules, rojos
cuadrados: el mundo
pone su entraña
en juego
con las horas inéditas.- Círculos
rojos o negros, claros
cuadrados: no hay sombras
en vuelo,
planchetas, ningún almahumo
asciende y participa
en el juego.
Asciende
y participa en el juego.
Cuando huyen las lechuzas,
en la lepra petrificada,
en nuestras manos en fuga,
en la última abyección,
en la red caza balas
del muro derruido:
visibles de nuevo:
los surcos,
los coros antiguos,
los salmos. Ho, hosanna.
Entonces
hay aún templos en pie.
Una estrella
quizá da luz todavía.
Nada,
nada se ha perdido
Hosanna.
Cuando huyen las lechuzas, aquí,
el diálogo -gris como el día-
en las huellas del agua subterránea.
Rene char
BAILEMOS EN BARONNIES
Vestida con falda de olivo
la Enamorada
había dicho:
Cree en mi muy infantil fidelidad.
Y desde entonces,
un valle abierto
una cuesta que brilla
un sendero de alianza
han invadido la ciudad
donde el libre dolor se halla bajo las aguas vivas
Versión de Jorge Riechmann
BEBEDORA
BIENVENIDA
CONSUELO
Por las calles de la ciudad va mi amor. Poco importa
a dónde vaya en este roto tiempo. Ya no es mi amor: el
que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda: ¿quién en
verdad le amó?
DESHERENCIA
No se mata a la rosa
En las guerras del cielo.
Destierran a una lira.
Mi pena persistente
De una nube de nieve
Gana un lago de sangre.
La crueldad ama vivir.
EL BESO
Maciza lentitud, lentitud martillada;
Humana lentitud, lentitud forcejeada;
Desierta lentitud, desanda tus ardores;
Sublime lentitud, sube desde el amor;
Que la lechuza ha vuelto.
Versión de Jorge Riechmann
JUICIO DE OCTUBRE
EL DESNUDO PERDIDO
Llevarán ramos aquellos cuyo aguante pueda desgastar la
noche nudosa que precede y sigue al relámpago. Su palabra
recibe existencia del fruto intermitente que la propaga
dilacerándose. Son los hijos incestuosos de la cortadura y del signo,
que alzaron hasta los brocales el círculo florido de la tinaja
de la adhesión. La furia de los vientos los mantiene aún desvestidos. Contra ellos vuela una pelusa de noche
negra.
EL REFUGIO MALTRATADO
GOZO
¡Con cuánta ternura ríe la tierra cuando la nieve se despierta encima de ella! Día tras día, yacente besada,
llora y ríe. El fuego que la evitaba se casa con ella apenas desaparece la nieve.
Versión de Jorge Riechmann
HAMBRE ROJA
Estabas loca.
Yo te amaba.
Amaba tu rostro de manantial abarrancado por la tormenta y la cifra de tu dominio que cercaba mi beso. Hay
quien se confía a una imaginación redonda. A mí me basta ir.
He traído de la desesperación un cestillo tan pequeño, amor mío,
que ha sido posible trenzarlo con mimbre.
LA LUJURIA
LIED DE LA HIGUERA
Heló tanto que las ramas lechosas
Importunaron a la sierra, se rompieron en las manos.
la primavera no vio verdecer a las graciosas.
La higuera pidió al amo del yacente
El arbusto de una fe nueva.
Pero la oropéndula, su profeta
-Su retorno calentaba al alba-,
Al posarse sobre aquel desastre
En vez de morir de hambre lo hizo de amor.
Versión de Jorge Riechmann
La desapariciones inexplicables
Los accidentes imprevisibles
Los infortunios quizá excesivos
Las catástrofes de todo orden
Los cataclismos que ahogan y carbonizan
El suicidio considerado crimen
Los degenerados intratables
Los que se enrollan en la cabeza un delantal
de herrero
Los ingenuos de primera magnitud
Los que colocan el féretro de su madre
en el fondo de un pozo
Los cerebros incultos
Los sesos de cuero
Los que ivernan en el hospital y conservan la embriaguez
de las ropas desgarradas
La malva de las prisiones
La ortiga de las prisiones
La higuera nodriza de ruinas
Los silenciosos incurables
Los que canalizan la espuma del mundo subterráneo
Los enamorados en éxtasis
Los poetas excavadores
Los que asesinan a los huérfanos tocando el clarín
Los magos de la espiga
Imperan temperatura benigna alrededor de los
sudorosos embalsamados del trabajo.
NI ETERNO NI TEMPORAL
¡El trigo verde en una tierra que todavía no ha sudado, que no ha
hecho más que tiritar! A distancia feliz de los soles precipitados
de los fines de la vida. Rasante bajo la larga noche. Saciado de agua
encima de su luminoso color. Como guardia y viático dos puñales
de cabecera: la alondra, el pájaro que se posa, el cuervo, el espíritu
que se graba.
PERMANENTE INVISIBLE
REDOBLE
REMANENCIA
*****
BAJO PALABRA
Hay llamas
Más vistosas que las manos que hacen rodar las pesadillas
Sobre la memoria
ÚLTIMO ESCALÓN
YVONNE
La sed hospitalaria
Nadie más que ella hubiera podido beber las cuarenta fatigas
sin morir,
Esperar, muy adelantada, a quienes venían después;
Desde el alba hasta el crepúsculo era su esfuerzo viril.
LA ROSA DE ROBLE
ezra pound
LA ZAMBULLIDA
EL DESVÁN
Por Rihaku
Versión de Javier Calvo
EL ENCUENTRO
CANTAR CXX
N.Y.
Id de manera amistosa,
id con palabras sinceras.
Ansiad el hallazgo de males nuevos y de un nuevo bien,
oponeos a todas las formas de opresión.
Id a quienes la mediana edad ha engordado,
a los que han perdido el interés.
CANTAR XLV
Con usura
FRANCESCA
Saliste de la noche
Con flores en las manos.
Vas a salir ahora del tumulto del mundo,
De la babel de lenguas que te nombra.
AMOR APERGAMINADO
Cuando las ventanas, lo mismo que la mirada del chacal y el deseo, taladran la aurora, unas cabrias de seda
me levantan sobre las pasarelas del suburbio. Llamo entonces a una muchacha que sueña en la casita dorada;
se une a mí sobre el montón de musgo negro y me ofrece sus
labios, que son piedras al fondo de un río presuroso. Velados presentimientos descienden los escalones de
los edificios. Lo mejor es huir de los grandes cilindros cuando los cazadores cojean en las tierras
destempladas. Si se toma un baño en el muaré de las calles, la infancia regresa a la patria, galga gris. El
hombre busca su presa por los aires
y los frutos se secan entre las rejas de papel rosa, a la sombra de los nombres desmesurados por el olvido.
Las alegrías y las penas se esparcen por la ciudad. El oro y el eucalipto, de igual aroma, atacan los sueños.
Entre los frenos y los edelweis sombríos reposan formas subterráneas semejantes a corchos de perfumistas.
De "Claro de tierra"
Versión de Manuel Álvarez Ortega
CARTERO CHEVAL
EL ÁGUILA SEXUAL...
El águila sexual exulta una vez más va a dorar la tierra
Su ala descendente
Su ala ascendente agita imperceptiblemente los mangos de
la menta picante
Y el adorable desnudarse del agua
Los días están contados tan claramente
Que el espejo ha hecho sitio a un entramado de frondas
No veo del cielo más que una estrella
Alrededor de nosotros sólo existe la leche describiendo su
elipse vertiginosa
De donde la blanda intuición de párpados de ágata ojerosa
Se levanta a veces para clavar la punta de su sombrilla en
el fango de la luz eléctrica
Entonces unas extensiones echan el ancla se despliegan por
el fondo de mi mirada cerrada
Icebergs que irradian los hábitos de los mundos venideros
Nacidos de una partícula de ti de una partícula desconocida
y helada que emprende el vuelo
Tu existencia es el ramo gigante que se escapa de mis brazos
Mal atado abre los muros despliega las escaleras de las casas
Se deshoja en los escaparates de las calles
Con las noticias me voy continuamente con las noticias
El diario es ahora de cristal y si las cartas no llegan ya
Es porque el tren ha sido comido
La gran incisión de la esmeralda que dio origen al follaje
Está cicatrizada para siempre los aserraderos de nieve
cegadora
Y las canteras de carne zumban solas con el primer destello
Invertido en este destello
Adquiero la huella de la vida y de la muerte
En el aire líquido
De "El aire del agua" 1934
EL MARQUÉS DE SADE
De L'air de l'eau
Versión de Aldo Pellegrini
EL PENACHO
EN TU LUGAR DESCONFIARÍA
De L'air de l'eau
Versión de Aldo Pellegrini
GIRASOL
A Pierre Reverdy
La mariposa filosófica
Se posa en la estrella rosa
Y forma así una ventana del infierno
El hombre enmascarado está siempre de pie ante la mu.jer desnuda
Cuyos cabellos resbalan lo mismo que de mañana la luz de un farol
que han olvidado apagar
Los sabios muebles preparan la pieza que hace juegos de manos
Con sus rosetones
Sus rayos de sol circulares
Sus moliendas de vidrio
En cuyo interior azulea un cielo con precisión
En memoria del pecho inimitable
Ahora la nube de un jardín pasa por encima de la cabeza del hombre
que acaba de sentarse
Parte por la mitad a la mujer de busto mágico y ojos de Parma
Es la hora en que el oso boreal con gesto de gran inteligencia
Se estira y da cuenta de un día
Al otro lado la lluvia se encabrita sobre los bulevares de una gran ciudad
La lluvia entre la niebla con regueros de sol sobre las flores rojas
La lluvia y el diávolo de los viejos tiempos
Las piernas bajo la nube frutal rodean el invernadero
Sólo se percibe el pulso de una mano muy blanca representado
por dos minúsculas alas
El balancín de la ausencia oscila entre las cuatro paredes
Hendiendo las cabezas
De donde se escapan bandadas de reyes que en seguida se hacen la guerra
Hasta que el eclipse oriental
Turquesa en el fondo de las tazas
Descubre el lecho equilateral de sábanas color de esas flores llamadas
bola de nieve
Los veladores deliciosos las cortinas rasgadas
Al alcance de un librito con estas palabras estampadas
No hay mañana
Cuyo autor lleva un nombre extraño
En la oscura señalización terrestre
Versión de Manuel Álvarez Ortega
LA MUERTE ROSA
LUNA DE MIEL
¿En qué se basan las recíprocas inclinaciones? Hay unos celos más conmovedores que otros. Me paseo con
gusto entre esa oscuridad que supone la rivalidad de una mujer y un libro. El dedo en la sien no es el cañón
de un revólver. Creo que nos oíamos pensar, pero el maquinal
«En nada», que es la más audaz de nuestras negativas, no lo
pronunciamos en todo el viaje de bodas. No hay nada que mirar fijamente menos alto que los astros. En
cualquier tren es peligroso asomarse a la ventanilla. Las estaciones estaban claramente repartidas sobre un
golfo. El mar, que para la mirada humana no es nunca tan bello como el cielo, no nos abandonaba. En el
fondo de nuestros ojos se perdían bonitos cálculos orientados hacia el porvenir, como los de los muros de las
prisiones.
De "Los campos magnéticos"
Versión de Manuel Álvarez Ortega
MUNDO EN UN BESO...
Mundo en un beso
El músico con baquetas de avellano cosidas en las mangas
Apacigua a un enjambre de jóvenes monos-leones
Que descendieron con gran estrépito de la cornisa
Todo se vuelve opaco veo pasar la carroza de la noche
Arrastrada por los ajolotes de zapatos azules
Que penetra resplandeciente por la violencia que conduce a la tumba
Pavimentada de párpados con sus pestañas
La ley del talión utiliza un pueblo de estrellas
Y tú te matizas para mí de un negro rocío
Mientras los horribles bornes mentales
Se hienden en el sentido de la longitud
Dando paso a unos penachos
Que miran al lago próximo
Los barrotes del espectáculo están maravillosamente retorcidos
Un largo huso de aire atestigua sólo la huida del hombre
De madrugada entre la ilustre alfalfa
La hora
Sólo es lo que hacen sonar las piezas de oro de la bohemia
En las aspas de coriaria
Una amazona de pie sobre un caballo tordo anaranjado al galope
Desde lejos los brazos están siempre en extensi6n lateral
El rombo polvoriento del forro me recuerda
La tienda decorada de bisontes azules
Por los indios de la almohada
Afuera el aire se prueba los guantes de muérdago
Sobre un mostrador de agua pura
Mundo en un beso limpio
Para mí las escamas
Las escamas de la gran tortuga celeste con vientre de hidrófilo
Que se debate cada noche en el amor
Con la gran tortuga negra la gigantesca escolopendra de raíces
NO HA LUGAR
NUDO DE ESPEJOS
Las estaciones rehacen malla a malla su red que resplandece con el agua
viva de mis ojos
Y en esa red todo lo que he visto es la espiral de una fabulosa caracola
Que me recuerda la ejecución en recinto cerrado del emperador
Maximiliano
Y todo lo que he amado es la rama más alta del árbol de coral que será fulminado
Es la estilográfica del reloj de sol a las doce en punto de la noche
Lo que conozco bien lo que conozco tan poco que préstame tus garras
viejo delirio
Para alzarme con mi corazón a lo largo de la catarata
Los aeronautas hablan de la eflorescencia del aire en invierno
A Max Ernst
UNIÓN LIBRE
De L 'Union libre
Versión de Aldo Pellegrini
VIOLETA NOZIÈRES
Lo que abandonabas
Sólo podías perderlo en brazos del azar
Que hace tan fluctuantes los fines de siesta de París en torno a la mujeres
de ojos de cristal enloquecido
Entregadas al gran deseo anónimo
Al cual forma maravillosamente únicamente
Silenciosamente eco
Para nosotros el nombre que tu padre te dio y te arrebató
AUTORRETRATO DE ADOLESCENCIA
AVENTURERO
¡Voluntad!
Tren nocturno
con ]as hojas marchitas y un vientre humoso.
"Agonal" 1925
Yo canto, canto sin querer, necesariamente, irremediablemente, fatalmente, al azar de los sucesos, como
quien come, bebe o anda y porque sí; moriría si no cantase, moriría si no cantase; el acontecimiento popular
del poema estimula mis nervios sonantes, no puedo hablar, entono, pienso en canciones, no puedo hablar, no
puedo hablar; las ruidosas, trascendentales epopeyas me definen, e ignoro el sentido de mi flauta; aprendí a
cantar siendo nebulosa, odio, odio las utilitarias labores erradas, cuotidianas, prosaicas, y amo la ociosidad
ilustre de lo bello; cantar, cantar, cantar... he ahí lo único que sabes, Pablo de Rokha...
Los sofismas universales, las cósmicas, subterráneas leyes dinámicas, me rigen, mi canción natural,
polifónica se abre más allá del espíritu, la ancha belleza subconciente, trágica, matemática, fúnebre, guía mis
pasos en la obscura claridad; cruzo las épocas cantando como un gran sueño deforme, mi verdad es la
verdadera verdad, el corazón orquestal, musical, orquestal, dionisíaco, flota en la augusta, perfecta, la eximia
resonancia unánime, los fenómenos convergen a él, y agrandan su sonora sonoridad sonora, sonora; y estas
fatales manos van, sonámbulas, apartando la vida externa, —conceptos, fórmulas, costumbres, apariencias-;
mi intuición sigue los caminos de las cosas, vidente, iluminada y feliz, porque todo se hace canto en mis
huesos, todo se hace canto en mis huesos.
Pus, llanto y nieblas lúgubres, dolor, solo dolor mamo en los roñosos pechos de la vida, no tengo casa y mi
vestido es pobre; sin embargo, mis cantares dramáticos-inéditos, modestísimos suman el pensamiento, todo
el pensamiento de la raza y la voz del instante; soy un país hecho poeta, por la gracia de "Dios"; desprecio el
determinismo de las ciencias parciales, convencionales, pues mi sabiduría monumental surje pariendo
axiomas desde lo infinito, y su elocuencia errante, fabulosa y terrible crea mundos e inventa universos
continuamente; afirmo o niego, y mi pasión gigante atraviesa tronando el pueblo imbécil del prejuicio, la
mala aldea clerical de la rutina.
Atardeciendo me arrodillé junto a una inmensa y gris piedra humilde, democrática, trágica, y su oratoria, su
elocuencia inmóvil habló conmigo, en aquel sordo lenguaje cosmopolita e ingenuo del ritmo universal; hoy,
tendido a la sombra de los lagos, he sentido el llanto de los muertos flotando en las corolas; oigo crecer las
plantas y morir los viajeros planetas degollados igual que animales, el sol se pone al fondo de mis años
lúgubres, amarillos, amarillos, amarillos, las espigas van naciéndome, a media noche los eternos ríos lloran a
la orilla de mi tristeza y a mis dolores maximalistas se les caen las hojas... "buenos días, buenos días árbol",
dije al reventar la mañana sobre las rubias cumbres chilenas, y más tarde clamaba: "estrellas, sois estrellas,
¡oh prodigio!..."
Mis pensamientos hacen sonar los siglos contra los siglos; voy caminando, caminando, caminando
musicalmente y mis actos son himnos, cánticos naturales, completamente naturales; las campanas del tiempo
repican cuando me oyen sentirme; constituyo el principio y la razón primordial de todas las tonadas, el eco
de mis trancos restalla en la eternidad, los triángulos paradójicos de mi actitud resumen el gesto de los
gestos, el gesto, la figura del superhombre loco que balanceó la cuna macabra del orbe e iba enseñándole a
hablar.
Los cantos de mi lengua tienen ojos y pies, ojos y pies, músculos, alma, sensaciones, grandiosidad de héroes
y pequeñas costumbres modestas, simplisísimas, mínimas, simplisísimas de recién nacidos, aullan y hacen
congojas enormes, enormes, enormemente enormes, sonríen, lloran, sonríen, escupen al cielo infame o echan
serpientes por la boca, obran, obran lo mismo que gentes o pájaros, dignifican el reino animal, el reino
vegetal, el reino mineral, y son bestias de mármol, bestias, bestias cuya sangre ardiendo y triste-triste,
asciende a ellos desde las entrañas del globo, y cuyo ser poliédrico, múltiple, simultáneo está en los
quinientos horizontes geográficos; florecen gozosos, redondos, sonoros en octubre, dan frutos rurales a
principios de mayo o junio o a fines de agosto, maduran todo el año y desde nunca a desde nunca;
anarquistas, estridentes, impávidos, crean un individuo y una gigante realidad nueva, algo que antes, antes,
algo que antes no estaba en la tierra, prolongan mi anatomía terrible hacia lo absoluto, aún existiendo
independientemente; ¡tocad su cuerpo, tocad su cuerpo y os ensangrentareis los dedos miserables!...
Ariel y Calibán, Grecia, Egipto, Roma, el país judío y Chile, las polvosas naciones prehistóricas, Jesús de
Nazareth, los cielos, las montañas, el mar y los hombres más hombres, las oceánicas multitudes, ciudades,
campos, talleres, usinas, árboles, flores, sepulcros, sanatorios, hospicios u hospitales, brutos de piel terrosa y
lejano mirar, lleno de églogas, insectos y aves, pequeñas, armoniosas mujeres pálidas; el cosmos idiota,
maravilloso, maravilloso, maravilloso, orienta mis palabras, y rodaré sonando eternamente, como el viejo
del viejo, nidal en donde anidan todos los gorjeos del mundo!...
CÍRCULO
Zig-Zag 1925
EL VIAJERO DE SÍ MISMO
Acumulo mi yo exorbitante
y mi ilusión de Dios ensangrentado,
pues soy un espectáculo clamante
y un macho-santo ya desorbitado.
EPITALAMIO
Dios te ampare, mujer, inmaculada y triste como una flor que oliese a hojas caídas.
Universo, universo, universo, ave-niña, ilusión más ingenua, más ingenua aún, más ingenua que las cunas
azules cuando el sol clarea los pueblos fúnebres, melancólicos.
Reíste a los tres días de nacer, dulcemente de nacer, porque ya eras madre de lo creado y abuela de los
muertos.
Paz, sonora canción nacida de un tajo hecho en la tierra, sin héroes o niños divinos antes de ayer.
Y manas sangre de árbol-árbol con olor a surcos llenos de simiente.
El cataclismo universal de tu agonía me tronchará los huesos marchitos y sentiré que moriré llamándote.
Soy tuyo entero, encadéname con sollozos y alimenta con besos golosos al animal feroz que elegiste por
amo.
LA IDOLATRADA
Abierta
frente al universo
abierta,
eres cual una herida de la Tierra.
poblada de voces mundiales,
madura de goces fragantes...
¡palabras del siglo, muñeca con ojazos negros!...
panorama del hombre y del tiempo
cruzando mis huesos!...
Hermana de la luna,
la pena,
la lluvia
y el destino de las cosas,
determinas el límite
de l0 absoluto y l0 infinito
con la rayita azul de tu existencia.
"Claridad" 1925
Los cantos dorados del tiempo, o por mejor decirlo, los mundos
llovidos del tiempo
tiritan amontonados encima de mi angustia,
y una gran paloma negra se suicida en las arboladuras del occidente.
La pena cuadrada,
el dolor animal y rotundo, la llagadura horrenda de sentirse
¡medio a medio de la circunferencia!...
parado
¡medio a medio de la circunferencia!
Niña-Winétt!...
Y tu actitud de pájaro haciendo con besos la puntería a mi corazón.
De "Nuevos rumbos" 1925
POETA DE PROVINCIA
Definitivamente masculino,
me he de encontrar con el puñal talquino
en el desván de las calles malditas.
RETRATO DE MUJER
Pequeña~pequeña y sutil, morenita como las esposas de "La Biblia" o los lirios
dilectos del Ganges, graciosa, melodiosa, misteriosa, llena de innumerables destinos augustos, egregios, y
pálidas adivinaciones, humilde en su virtud, humilde y humilde, grandes los negros ojos negros, chiquito el
pie, anda por las vías eternas acariciando los acontecimientos rientes, las desgracias que visten mortüorios
lutos amarillos, el gesto fluvial de los llantos, el gesto fluvial de los llantos, la montaña, y el insecto
maximalista, ácrata o filósofo, acariciando, acaparando la vida y los sepulcros con mimos de gatita joven.
En aquel montoncito de carnes sumisas, humanas, heróicas, florales, viajeras, canta el ilustre mar, la tierra
orlada de trigales intermitentes o sonoros nidos, los cándidos cielos musicales, Dios, Satanás, el viejo
instinto negro que sonríe a la nada desde los subterráneos del hombre y la materia.
Se parece a las banderas del pueblo: el modestísimo olor a gestos rurales, la religiosidad honrada y honesta
que diluye su ateísmo profundo
como las aguas eternas de las tumbas, su ateísmo, lo ensimismado, lo virtuoso, l0 tranquilo de las diarias
maneras exteriores, el sentido de la divinidad aureolando sus huesos a cada instante del a cada instante,
tienen un no sé qué tan evangélico que evoca, ¡oh!. que evoca la leyenda del lugar...
Diríase que viene saliendo de la escuela, seriecita y juguetona, juguetona y seriecita, seriecita y juguetona,
diríase que viene saliendo de la escuela con el hijo en los brazos precoces, pueriles... "nenito, peladito,
chucurrutito", así le dice a la guagua de meses... él contesta sonriendo, sonriendo: "a... gu... u... u..." y los
dos se conocen ha setenta mil años, por lo menos.
A orillas de los campos floridos, apostólicos, su actitud llena de árboles y agua se define ruidosamente; ¡qué
alegres van los zapatitos blancos por el camino real atardeciendo!... La silueta maravillosa, fina y triste, fina,
fina y triste, sus líneas intelectuales, imperial-ideales, dilectas, como de dulce y grave pastorcita ingenua que
fuese princesa ignorándolo, ilustran el tema agrario, sacratísimo, cual una flor el frac del héroe; ella adaptó
los últimos refinamientos a las yerbas honorables, burguesas, la elegancia del encaje albo sobre las túnicas
crepusculares al fervor doloroso del grande poema de la agricultura.
Süave, süave, süavemente süave, ambula como ola sonámbula insinuando apenas su alma enorme, palpa las
cosas, y las cosas vibran lo mismo que arpas naturales, pisa y el pie celeste roza los fenómenos cual una luz
la cara de un difunto, sonríe y se ilumina el turbio-mundo, piensa, y entonces un olor a violetas claras inunda
el universo, las figuras se hacen suavidad, los geométricos triángulos objetivos esconden las garras
estridentes, oblicuas, y unas canciones blancas, como arpas blancas, juegan alegremente con los pájaros
nuevos.
Mujercita al rojo es, mujercita al rojo; caldea el amor sus entrañas adolescentes, las menudas manos le
arden, el sangriento clavel de los labios calcina los vagos suspiros innumerables, ondula el vientre como
sementera, tiemblan los pechos cual floridas torres que se incendiasen al crepúsculo, las pupilas van
agrandando y van horadando la tierra y florecen lágrimas y besos, florecen, florecen; dos verdes ojeras
invaden su cuerpo anulándolo, borrándolo, eliminándolo y los pies, riendo al mar de libres cabellos
anochecidos, fluctúan por el aire minúsculos, precisos, minúsculos de minúsculos...
Un gigante ritmo sobrenatural preside sus actos e imágenes; asombra lo equilibrado de su espíritu, práctico y
romántico, romántico y práctico, artistísimo cantor de las pequeñas formas cuotidianas, y al que incendia los
huesos el fatal ensueño fatal, la vieja ilusión que viene saliendo de los manicomios con la verdad en un
trapito; ama lo lógico en las cosas, el inconmensurable absurdo local de las ideas y es prudente como las
golondrinas, porque realiza lo heroico.
EN PRIMERA PERSONA
Lo conocí en una cena que el escritor William Styron ofreció en su casa veraniega de Marta's Vineyard en
agosto de 1995. Clinton había dicho en la primera campaña presidencial que su libro favorito era Cien años
de soledad. Yo dije y se publicó en su momento que aquella frase me parecía una simple carnada para el
electorado latino. Él no lo pasó por alto: lo primero que me dijo después de saludarme en Marta's Vineyard
fue que su declaración había sido sincera.
Carlos Fuentes y yo tenemos razones para pensar que aquella noche vivimos un buen capítulo de nuestras
memorias. Clinton nos desarmó desde el principio con el interés, el respeto y el sentido del humor con que
trató cada una de nuestras palabras como si fueran oro en polvo. Su talante correspondía a su aspecto. Tenía
el cabello cortado como un cepillo, la piel curtida y la salud casi insolente de un marinero en tierra, y llevaba
una sudadera pueril con un crucigrama estampado en el pecho. Era, a sus cuarenta y nueve años, un
sobreviviente glorioso de la generación del 68, que había fumado marihuana, cantaba de memoria a los
Beatles y protestaba en las calles contra la guerra de Vietnam.
La cena empezó a las ocho y terminó a la media noche, con unos catorce invitados a la mesa, pero la
conversación se redujo poco a poco a una suerte de torneo literario entre el presidente y los tres escritores. El
primer tema fue la inminente reunión de la Cumbre de las Américas. Clinton quería que fuera en Miami,
como lo fue en realidad. Carlos Fuentes pensaba que Nueva Orleans o Los Angeles tenían más créditos
históricos, y él y yo los defendimos a fondo, hasta que se vio claro que el presidente no cambiaría de idea
porque contaba con Miami para la reelección.
"Olvídese de los votos, señor presidente", le dijo Carlos Fuentes. "Pierda la Florida y gánese la historia".
La frase marcó el tono. Cuando hablamos del narcotráfico el presidente oyó mi opinión con oídos benévolos:
"Los treinta millones de drogadictos de los Estados Unidos demuestran que las mafias norteamericanas son
muchos más poderosas que las de Colombia y mucho más corruptas sus autoridades". Cuando le hablé de las
relaciones con Cuba pareció aun más receptivo: "Si Fidel y usted pudieran sentarse a discutir cara a cara no
quedaría ningún problema pendiente". Cuando hicimos un repaso espectral de América Latina supimos que
su interés era mucho mayor de lo que suponíamos pero le faltaban datos esenciales. Cuando la charla
amenazó con volverse demasiado formal le preguntamos por su película favorita y contestó que era High
Noon (Solo ante el peligro), de Fred Zinnemann, a quien había condecorado días antes en Londres. Cuando
le preguntamos qué estaba leyendo lanzó un suspiro de alivio y mencionó un libro sobre las guerras
económicas del futuro, cuyo título y autor no reconocí. "Mejor lea el Quijote", le dije. "Ahí está todo".
La verdad es que ese libro único no se lee tanto como se dice, pero muy pocos admiten que no lo han leído.
Clinton demostró con dos o tres frases que lo conocía muy bien. Entusiasmado, nos preguntó por nuestros
libros preferidos. Styron le contestó que el suyo era "Huckleberry Finn" de Mark Twain. Yo hubiera
escogido "Edipo rey" de Sófocles, que es mi libro de cabecera desde los veinte años, pero preferí "El Conde
de Montecristo", sólo por razones técnicas que me costó mucho explicar. Clinton dijo que el suyo eran las
"Meditaciones" de Marco Aurelio, y Carlos Fuentes no vaciló por "Absalón Absalón", sin duda alguna la
novela estelar de William Faulkner, aunque otros preferimos "Luz de agosto" por gustos personales. Clinton,
como homenaje a Faulkner, se puso entonces de pie y con largas zancadas alrededor de la mesa recitó de
memoria el monólogo de Benji, que son las páginas más asombrosas pero también las más herméticas de "El
sonido y la furia". Faulkner nos llevó a preguntarnos una vez más sobre las afinidades entre los escritores del
Caribe y la pléyade de grandes novelistas del sur de los Estados Unidos. Nos parecieron más que lógicas, si
tomábamos en cuenta que el Caribe no es en realidad un área geográfica, circunscrita al mar, sino un espacio
histórico y cultural mucho más vasto, que abarca desde el norte del Brasil hasta la cuenca del Misisipí. Mark
Twain, William Faulkner, John Steinbeck, y tantos otros, serían entonces tan caribes por derecho propio
como Jorge Amado y Derek Walcott. Clinton -nacido y formado en la sureña Arkansas- celebró la
ocurrencia y proclamó con alegría su propia filiación caribe.
Entonces iban a ser las doce de la noche, y tuvo que interrumpir la charla para contestar una llamada urgente
de Gerry Adams, a quien autorizó desde aquel momento para recaudar fondos y hacer campaña en los
Estados Unidos a favor de la paz en Irlanda del Norte. Éste debió de ser el final histórico para una noche
inolvidable, pero Carlos Fuentes lo llevó más lejos cuando le preguntó al presidente a quiénes consideraba
sus enemigos. La respuesta fue inmediata y brutal: "Mi único enemigo es el fundamentalismo religioso de
derecha".
Dicho esto concluyó la cena. Las otras veces que lo vi, en privado o en público, me dejó la misma impresión
que la primera: Bill Clinton era todo lo contrario de la idea que los latinoamericanos tenemos sobre los
presidentes de los Estados Unidos.
Ahora bien: ¿sería justo que este raro ejemplar de la especie humana tuviera que malversar su destino
histórico sólo porque no encontró un rincón seguro donde hacer el amor?
Pues ése es el caso: el hombre con más poder sobre la tierra no ha logrado consumar sus ardores secretos por
el estorbo invisible de un servicio de seguridad que sirve mejor para impedir que para proteger. No hay
cortinas en las ventanas de la Oficina Oval ni un cerrojo de caridad en el baño reservado a las obras mayores
del presidente. El florero que se ve a sus espaldas en las fotografías de su escritorio ha sido denunciado por
la prensa como un escondite de micrófonos para consagrar en documentos de estado los misterios de las
audiencias. Más triste, sin embargo, es que el presidente sólo quiso hacer algo que el común de los hombres
han hecho a escondidas de sus mujeres desde el principio del mundo, y la estolidez puritana no sólo impidió
que lo hiciera sino que le negó hasta el derecho de negarlo.
La literatura de ficción la inventó Jonás cuando convenció a su mujer de que había vuelto a casa con tres
días de retraso porque se lo había tragado una ballena. Amparado en esa argucia atávica, Clinton negó ante
la justicia que hubiera tenido alguna relación sexual con Mónica Lewinsky, y lo negó con la cabeza en alto,
como todo infiel que se respete. A fin de cuentas, su drama personal es un asunto doméstico entre él y
Hillary, y ésta lo ha respaldado ante el mundo con una dignidad homérica.
Perfecto: una cosa es mentir para engañar y otra bien distinta es ocultar verdades para preservar esa instancia
mítica del ser humano que es su vida privada. Con todo derecho: nadie está obligado a declarar contra sí
mismo. De haber persistido en la negativa inicial, a Clinton lo habrían procesado de todos modos -pues de
eso se trataba- pero es mucho más digno ser perjuro en defensa del fuero interno que ser absuelto contra el
amor. Por desgracia, con la misma determinación con que negó la culpa la admitió más tarde, y siguió
admitiéndola por todos los medios impresos, visuales y hablados hasta la humillación. Error mortal de un
amante inconcluso cuya vida secreta no pasará a la historia por haber hecho mal el amor sino por haberlo
vuelto todavía menos eterno de lo que suele ser. Llegó hasta el escarnio de someterse al sexo oral mientras
hablaba por teléfono con un senador. Se suplantó a sí mismo con un cigarro frígido. Apeló a toda clase de
artificios elusivos para burlar a natura, pero cuanto más lo intentaba más motivos contra él encontraban sus
inquisidores, pues el puritanismo es un vicio insaciable que se alimenta de su propia mierda. Ha sido una
vasta y siniestra confabulación de fanáticos para la destrucción personal de un adversario político cuya
grandeza no podían soportar. Y el método fue la utilización criminal de la justicia por un fiscal
fundamentalista llamado Kenneth Starr, cuyos interrogatorios encarnizados y salaces parecían excitarlos
hasta el orgasmo.
El Bill Clinton que encontramos hace cuatro meses en la cena de gala que ofreció al presidente Andrés
Pastrana en la Casa Blanca, era un hombre distinto. Ya no era el universitario desprejuiciado de Marta's
Vineyard, sino un convicto enflaquecido e incierto, que no lograba disimular con una sonrisa profesional el
mismo cansancio orgánico que destruye a los aviones: la fatiga del metal.
Días antes, en una cena de periodistas con la señora Katherine Graham, la dama de oro del Washington Post,
alguien había dicho que a juzgar por el juicio de Clinton, los Estados Unidos seguían siendo el país de
Nathaniel Hawthorne. Aquella noche en la Casa Blanca lo entendí en carne viva. Se referían al gran
novelista norteamericano del siglo anterior, que denunció en su obra los horrores del fundamentalismo en la
Nueva Inglaterra, donde quemaron vivas a las brujas de Salem. Su novela capital, "La letra escarlata", es el
drama de Hester Pryme, una joven casada que tuvo un hijo secreto de un hombre que no era el suyo.
Un Kenneth Starr de la época le impuso el castigo de llevar de por vida una camisa de penitente con la letra
A del código puritano con el color y el olor de la sangre. Un agente del orden la seguía a todas partes con un
tambor batiente para que los transeúntes se apartaran a su paso. El desenlace, por cierto, podría quitarle el
sueño al fiscal Starr, pues el padre clandestino de la hija de Hester resultó ser el ministro del culto que la
martirizó hasta la muerte.
La técnica y la moral del procedimiento fueron en esencia las mismas. Cuando los enemigos de Clinton no
encontraron méritos para juzgarlo por lo que querían, lo acosaron con interrogatorios minados hasta que lo
pillaron por aquí y por allá en trampas secundarias. Entonces lo forzaron a acusarse en público a sí mismo, y
a arrepentirse incluso de lo que no había hecho, en vivo y en directo, a través de una tecnología de la
información universal que no es más que la versión trimilenaria de los tambores persecutorios de Hester
Prynne. Por las preguntas del fiscal, capciosas y concupiscentes, hasta los niños de pecho se enteraron de las
mentiras que sus padres les contaban para que no supieran cómo los habían hecho. Vencido por la fatiga del
metal, Clinton llegó hasta la locura imperdonable de castigar a sangre y fuego a un enemigo inventado a
cinco mil trescientas noventa y siete millas náuticas de la Casa Blanca, sólo para desviar la atención de su
desgracia personal. Tony Morrison, Premio Nobel de Literatura y gran escritora de este siglo agonizante, lo
resumió con una plumada genial: "Lo trataron como a un presidente negro".
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ ( Colombia, 1928 )
Premio Nobel de Literatura 1982
Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación.
He aquí la prueba:
Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la
nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo
mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo
traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones mas fuertes que mástiles y cadenas.
Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en
aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de
las sirenas con inocente alegría.
Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en
realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su
silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las
propias fuerzas.
En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel
enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien
sólo pensaba en ceras y cadenas les hizo olvidar toda canción.
Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y
que sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vió primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda,
los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en
torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte
personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo mas acerca de ellas.
Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al
viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un
momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.
Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises
escapó.
La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los
dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la
mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y
para los dioses, en cierta manera a modo de escudo
Otoño; negro caminar por el lindero del bosque; minuto de silenciosa destrucción; al asedio del leproso bajo
el árbol desnudo. Tarde vivida, que ahora muere sobre gradas de musgo; en noviembre. Suena una campana
y el pastor guía una manada de caballos negros y rojos a la aldea. Entre los avellanos el verde cazador
desolla un venado. Sus manos humean de sangre y bajo el follaje la sombra parda y silenciosa del animal
suspira en los ojos del hombre. Tres cornejas se dispersan. Su vuelo semeja una sonata, llena de acordes
marchitos y ruda melancolía; quedamente se disuelve una nube de oro. Los muchachos encienden un fuego
en el molino. El hermano del más pálido llama y aquel ríe sumido en su cabellera purpúrea; tal vez sea el
lugar de un crimen por donde pasa de largo un camino de piedras: los bérberos han desaparecido, bajo los
pinos algo sueña todo el año en el aire de plomo; angustia, verde oscuridad, el grito de un ahogado: en el
estanque estrellado un hombre captura un pez gigante, negro; su rostro se llena de crueldad y delirio. Se
escuchan las voces del cañaveral mezcladas con las de algunos combatientes y el pescador se balancea en su
roja barca por las grises aguas del otoño evocando las sombrías leyendas de su estirpe, mientras sus ojos
abiertos se petrifican sobre tinieblas y virginales apariciones. El mal.
¿Que te obliga a callar en los derruidos escalones de la casa paterna? Negrura de plomo. ¿Que alzas ante los
ojos con tu mano de plata para que los párpados desciendan como ebrios de blanca amapola ? A través del
muro de piedra ves el cielo estrellado, la Vía Láctea, Saturno; rojo. El árbol desnudo castiga furioso al muro
de piedra. Sobre derruidas gradas, tú: ¡árbol, estrella, piedra! Tú, un animal azul, que tiembla levemente; tú,
el pálido sacerdote que lo sacrifica en el negro altar. Es triste y maligna tu sonrisa en la oscuridad, como un
niño que palidece en su sueño. Una llama roja huyó de tu mano y una mariposa nocturna ardió en ella. Oh, la
flauta de la luz; oh, la flauta de la muerte. ¿Qué te obligó a callar en los derruidos escalones de la casa
paterna? Abajo, en la puerta, golpea un ángel con dedos de cristal.
Oh, el infierno del sueño; oscuro sendero, pardo jardín. En la tarde azul irrumpe la figura del muerto. Verdes
flores giran para mirarlo pero él ha sido despojado de su rostro y se inclina pálido sobre la fría frente de su
asesino en lo oscuro del recinto; adoración, llama púrpura de la voluptuosidad. Y el durmiente, moribundo,
se precipitó sobre las gradas de la oscuridad.
Alguien te abandonó en el cruce y tú miras con persistencia hacia atrás. Paso plateado en la sombra de
manzanos abatidos. Purpúreo brilla el fruto en las ramas negras y en la hierba cambia de piel la serpiente.
Oh, lo oscuro; el sudor, que mana de la frente helada y los sueños tristes del vino, en la taberna de la aldea
bajo el pórtico sombrío. Tú, aún lugar silvestre entre rosadas islas encantadas nubladas de tabaco, encuentras
en el interior ese salvaje grito de aquel caudal que por los negros almendros del mar incita la tempestad y el
hielo.
Tú, un metal verde con rostro de fuego en su interior, que desea huir para cantar los tiempos del terror en la
colina de osamentas y la caída ígnea del ángel. Oh, desesperación, que con mudo grito cae de rodillas.
Un muerto te visita. Corre la sangre del corazón vertida por la propia mano y en la negra ceja anida un
instante indescriptible; el más oscuro encuentro. Tú -púrpura luna- cuando en la verde sombra del olivo él
aparece seguido por una noche inmortal.
GEORG TRAKL (Austria, 1887 - 1914)
Versión de Helmut Pfeiffer "Revelación y Caída" Común Presencia Editores
VERSOS DE ORO
Pitágoras
Muchas son las voces, unas indignas, otras nobles, que vienen a herir el oído:
Que no te turben ni tampoco te vuelvas para no oírlas.
Cuando oigas una mentira, sopórtalo con calma.
Si descuidas tu cuerpo para volar hasta los libres orbes del éter,
serás un dios inmortal, incorruptible,
ya no sujeto a la muerte.
PITÁGORAS Isla de Samos, Grecia, h 572 a.c. - h 497 a.c.
Biografía
Poeta español nacido en 1929 en Orense, donde pasó su infancia y adolescencia.
Inició estudios de Filología Romántica en Santiago de Compostela y los terminó en Madrid. Fue profesor de
literatura en la Universidad de Oxford y funcionario de varios organismos internacionales en diversos países.
Además de poeta fue ensayista y traductor. Es una de las voces más representativas de la poesía española.
Premio Adonais en 1955, Premio de la Crítica en 1960, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1988,
Premio Nacional de Poesía en 1993 y Premio Reina Sofía en 1998.
Su poesía se caracteriza por una gran exigencia verbal.
Falleció en el año 2000.
AHORA, AMIGA MÍA...
CAE LA NOCHE
CERQUÉ, CERCASTE...
EL ADIÓS
EL ÁNGEL
EL CÍRCULO
EL FULGOR
EL PECADO
EL TEMBLOR
EN MUCHOS TIEMPOS
ESTA IMAGEN DE TI
GRAAL
HOY ANDABA
ILUMINACIÓN
LA ADOLESCENTE
LA VÍSPERA
LATITUD
MUERTE Y RESURRECCIÓN
NO ME DEJES VIVIR...
OCTUBRE
ODA A LA SOLEDAD
PERO TÚ NUNCA
POEMA
SÉ TÚ MI LÍMITE
SÓLO EL AMOR...
TODA LA NOCHE...
CAE LA NOCHE
Cae la noche.
El corazón desciende
infinitos peldaños,
enormes galerías,
hasta encontrar la pena.
Allí descansa, yace,
allí, vencido,
yace su propio ser.
El hombre puede
cargarlo a sus espaldas
para ascender de nuevo
hacia la luz penosamente:
puede caminar para siempre,
caminar...
¡Tú que puedes,
danos nuestra resurrección de cada día!
CERQUÉ, CERCASTE....
Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.
Alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.
Tierra ajena y más nuestra, allende, en lo lejano.
Oí la voz.
Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.
bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.
Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.
EL ADIÓS
Y en lo que combatimos
(noche, vacío)
por verdadero amor.
El amor está en cuanto levantamos
(torres, promesas).
EL ÁNGEL
Al amanecer,
cuando la dureza del día es aún extraña
vuelvo a encontrarte en la precisa línea
desde la que la noche retrocede.
Reconozco tu oscura transparencia,
tu rostro no visible,
el ala o filo con el que he luchado.
Estás o vuelves o reapareces
en el extremo límite, señor
de lo indistinto.
No separes
la sombra de la luz que ella ha engendrado.
EL CÍRCULO
Estaba la mujer con sus dos senos,
su única cabeza giratoria,
la longitud de su sonrisa, el aire
de estar y de alejarse sabiamente fingido.
Estaba rodeada de sí misma,
de admiración opaca y compartida,
bajo la oscura luz de las miradas.
La complacencia del estar henchía
de estólida ternura los objetos cercanos.
Estaba en pie sumándose a su cuerpo.
Las palabras sonaban conllevando sentidos
superfluos y crasos.
Giraba la mujer.
Rebasaba su órbita
como un pronunciamiento
de todo lo que es bello,
vacío, ritual, sonoro, triste.
EL FULGOR
XXVI
XXXVI
El pecado nacía
como de negra nieve
y plumas misteriosas que apagaban
el rechinar sombrío
de la ocasión y del lugar.
Goteaba exprimido
con un jadeo triste
en la pared del arrepentimiento,
entre turbias caricias
de homosexualidad o de perdón.
EN MUCHOS TIEMPOS
En muchos tiempos
tu cabeza clara.
En muchas luces
tu cintura tibia.
En muchos siempres
tu respuesta súbita.
Tu cuerpo se prolonga sumergido
hasta esta noche seca,
hasta esta sombra.
ESTA IMAGEN DE TI
Estabas a mi lado
y más próxima a mí que mis sentidos.
Hablabas desde dentro del amor,
armada de su luz.
Nunca palabras
de amor más puras respirara.
Estaba tu cabeza suavemente
inclinada hacia mí.
Tu largo pelo
y tu alegre cintura.
Hablabas desde el centro del amor,
armada de su luz,
en una tarde gris de cualquier día.
Memoria de tu voz y de tu cuerpo
mi juventud y mis palabras sean
y esta imagen de ti me sobreviva.
GRAAL
HOY ANDABA
Hoy andaba debajo de mí mismo
sin saber lo que hacía.
"Breve son"1968
ILUMINACIÓN
Cómo podría aquí cuando la tarde baja
con fina piel de leopardo hacia
tu demorado cuerpo
no ver tu transparencia.
Enciende sobre el aire
mortal que nos rodea
tu luminosa sombra.
En lo recóndito
te das sin terminar de darte y quedo
encendido de ti como respuesta
engendrada de ti desde mi centro.
Quién eres tú, quién soy,
dónde terminan, dime, las fronteras
y en qué extremo
de tu respiración o tu materia
no me respiro dentro de tu aliento.
Que tus manos me hagan para siempre,
que las mías te hagan para siempre
y pueda el tenue
soplo de un dios hacer volar
al pajarillo de arcilla para siempre.
LA ADOLESCENTE
ya baja mucha luz por tus orillas,
nadie recuerda la invasión del frío.
Ya los sueños no bastan para darle
razón de ser a todos los suspiros.
Tú cantas por el aire.
Ya se ponen de verde los vestidos.
Ya nadie sabe nada.
Nadie sabe
ni cómo ni por qué ni cuándo ha sido.
LA VÍSPERA
El humo gris.
El abandono.
El alba
como una inmensa retirada.
Restos
de vida oscura en un rincón caídos.
y lo demás vulgar, ocioso.
El hombre
púsose en orden natural, alzóse
y tosió humanamente.
Aquella hora
de soledad. Vestirse de la víspera.
Sentir duros los límites.
Y al cabo
no saber, no poder reconocerse.
LATITUD
No quiero más que estar sobre tu cuerpo
como lagarto al sol los días de tristeza.
Se disuelve en el aire el llanto roto,
al pie de las estatuas
recupera la hiedra
y tu mano me busca
por la piel de tu vientre
donde duermo extendido.
El pensamiento melancólico
se tiende, cuerpo, a tus orillas,
bajo el temblor del párpado, el delgado
fluir de las arterias,
la duración nocturna del latido,
la luminosa latitud del vientre,
a tu costado, cuerpo, a tus orillas,
como animal que vuelve a sus orígenes.
LUEGO DEL DESPERTAR....
Luego del despertar
y mientras aún estabas
en las lindes del día
yo escribía palabras
sobre todo tu cuerpo.
Luego vino la noche y las borró.
Tú me reconociste sin embargo.
Entonces dije
con el aliento sólo de mi voz
idénticas palabras
sobre tu mismo cuerpo
y nunca nadie pudo más tocarlas
sin quemarse en el halo de fuego.
NO ME DEJES VIVIR
No me dejes vivir.
Ahógame en lo alto.
Sobre tu cuerpo enfurecido.
No me dejes vivir...
Hay navíos que abaten en el largo descenso
su arboladura amarga.
OCTUBRE
ODA A LA SOLEDAD
Ah soledad,
Mi vieja y sola compañera,
Salud.
Escúchame tú ahora
Cuando el amor
Como por negra magia de la mano izquierda
Cayó desde su cielo,
Cada vez más radiante, igual que lluvia
De pájaros quemados, apaleado hasta el quebranto,
y quebrantaron
Al fin todos sus huesos,
Por una diosa adversa y amarilla
Y tú, oh alma,
Considera o medita cuántas veces
Hemos pecado en vano contra nadie
Y una vez más aquí fuimos juzgados,
Una vez más, oh dios, en el banquillo
De la infidelidad y las irreverencias.
Así pues, considera,
Considérate, oh alma,
Para que un día seas perdonada,
Mientras ahora escuchas impasible
O desasida al cabo
De tu mortal miseria
La caída infinita
De la sonata opus
Ciento veintiséis
De Mozart
Que apaga en tan insólita
Suspensión de los tiempos
La sucesiva imagen de tu culpa
Ah soledad,
Mi soledad amiga, lávame,
como a quien nace, en tus aguas australes
y pueda yo encontrarte,
descender de tu mano,
bajar en esta noche,
en esta noche séptuple del llanto,
los mismos siete círculos que guardan
en el centro del aire
tu recinto sellado.
PERO TÚ NUNCA
Soledad, sí
pero tú nunca.
Ausencia,
pero tú nunca:
inmóvil luz sin término
bajo la luna fría
de la falta de amor.
POEMA
Manifiéstate,
dije, sintiendo repentino
que ya lo habías hecho en el latido
de lo no manifiesto.
Piedra cuadrangular.
El búho reposa
en la lubricidad del pensamiento.
Piedra cuadrangular.
El tiempo roto
en cuerpos que eran antes
y que serán después,
mientras el amante recién engendrado
entra en el cuerpo de la mujer madre
con el alarido de la posesión.
Y el mismo rito.
Y el mismo cuerpo.
Y la prohibición solar
de amar lo que hemos engendrado.
SÉ TÚ MI LÍMITE
Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.
Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.
Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.
Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.
Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.
No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.
I
Amarillea amargo el tiempo
y no hay tiempo
para más desdecir la muerte.
II
Anhelo.
Mañana,
no poses todavía
tus pájaros dorados
sobre mi pecho herido.
III
Escucha, madre, he vuelto.
Estoy en el atrio
donde aquel día el gran cuerpo
de mi abuelo quedó.
Aún oigo el llanto.
Volví. Nunca había partido.
Alejarme tan sólo fue el modo
de quedar para siempre.
IV
El verbo.
Recomponer el mundo
para ir añadiendo
sobre una muerte otra
hasta alcanzar el tiempo
que se va por el ojo
de la luz del puente.
Banderas sumergidas.
Noche
y soledad.
Palpita el verbo.
V
Cerqué, cercaste,
cercamos tu cuerpo, el mío, el tuyo,
como si fueran sólo un solo cuerpo.
Lo cercamos en la noche.
alzose al alba la voz
del hombre que rezaba.
Oí la voz.
Bajé sobre tu cuerpo.
Se abrió, almendra.
Bajé a lo alto
de ti, subí a lo hondo.
Oí la voz en el nacer
del sol, en el acercamiento
y en la inseparación, en el eje
del día y de la noche,
de ti y de mí.
Quedé, fui tú.
Y tú quedaste
como eres tú, para siempre
encendida.
VI
Despiértate en la tarde.
Fuimos
un modesto fenómeno de antaño.
No sé si fuimos.
Pues así
quedamos olvidados
de nosotros, vacíos ya
enteramente de nosotros
y sea éste al fin para nosotros
el solo tiempo de la verdad.
VII
Palidecen los sueños,
cae la noche en la noche.
Ya no hay luz que no sea
la blancura de tus senos.
Aíslame en el hálito.
Que pueda oír aún,
como Alexander Blok,
el chillido de las galaxias
cuando brille en el cielo la encendida cola
del cometa Halley y cuando todas
las señales del fin
hayan sido juntadas.
Vamos
hacia la tarde, amor, del siglo
sin saber si aún habrá
ventura saecula
o si el rostro del enigma no será
nuestro rostro en el espejo
y si todas las palabras
no se habrán,
sin saberlo nosotros, por sí mismas cumplido.
SÓLO EL AMOR...
Cuando el amor es gesto del amor y queda
vacío un signo sólo.
Cuando está el leño en el hogar,
mas no la llama viva.
Cuando es el rito más que el hombre.
Cuando acaso empezamos
a repetir palabras que no pueden
conjurar lo perdido.
Cuando tú y yo estamos frente a frente
y una extensión desierta nos separa.
Cuando la noche cae.
Cuando nos damos
desesperadamente a la esperanza
de que sólo el amor
abra tus labios a la luz del día.
TODA LA NOCHE...
Toda la noche me alumbres
redonda en el silencio.
Toda la noche, luna,
alúmbresme en el cielo.
Toda la noche me alumbres,
escudo de mi pecho,
escudo de verdad
firme en el cielo negro.
Toda la noche me alumbres
desnudo contra el sueño:
con la luz que reluces
hazme más verdadero.
Con la luz que reluces
toda la noche me alumbres.
PROYECTOS DE POEMAS
A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me
salvó con un grito: «¡Cuidado!»
El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: «¿Ya vio lo que es el poder de la palabra?» Ese
día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor
que tenían un dios especial para las palabras.
Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de
las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está
potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la
inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros
desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el
teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las
penumbras del amor. No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas
lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se
mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global.
La lengua española tiene que prepararse para un oficio grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho
histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su
dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de
19 millones de kilómetros cuadrados y 400 millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un
maestro de letras hispánicas en Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de
intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga 54
significados, mientras en la República de Ecuador tienen 105 nombres para el órgano sexual masculino, y en
cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aún no se ha inventado.
A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra
vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero dijo: «Parece un
faro». Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazó un cocimiento de toronjil porque le supo a
Viernes Santo. Que don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su puño
y letra que el amarillo es «la color» de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos
un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cerveza que sabe a beso?
Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempo no cabe en su pellejo. Pero
nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros
normativos para que entre en el siglo venturo como Pedro por su casa. En ese sentido me atrevería a sugerir
ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por
simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto
debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los
neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con
los gerundios bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y devuélvamos al subjuntivo presente
el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso
muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna:
enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de
razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá
revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos
trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?
Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que le lleguen al
dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por
lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis
12 años.
Al atardecer de un día de verano, con su traje blanco y su maletín negro, el señor Alcón, poderoso financiero
de mucho fuste y lustre -y digo esto no sólo porque fuera corpulento y lustroso, sino atendiendo al enorme
prestigio profesional que transpiraba su persona: era, digamos, un auténtico tiburón de las finanzas-, volvía
muy contento a su gran mansión conduciendo su automóvil, después de dar por concluida una provechosa
jornada de suculentas reuniones y voraces firmas. Cuando se disponía a entrar en el jardín, observó junto a la
verja de hierro, en la tapia encalada y erizada de vidrios que protegía sus dominios, un graffiti hecho
toscamente con spray negro y letras muy grandes que decía:
Sentado en la acera, debajo de esa inscripción, un niño con las manos todavía negruzcas, sonriente y
pobremente vestido, miraba fijamente al señor Alcón. Lleva unas gastadas sandalias de goma y una camiseta
como una telaraña. No tendría los doce años, ni la piel muy blanca ni el pelo muy sedoso ni la nariz
respingona ni pecas ni nada de eso que distingue a los niños graciosos en los cuentos graciosos, pero en sus
grandes ojos negros bailaba una luz vivísima y en su sonrisa morena una convicción extraña y feliz.
Pegada a la tapia no había ninguna placa reglamentaria, ni municipal ni privada, que garantizara la
pertinencia y legalidad de la prohibición de aparcar, y aunque la tapia le pertenecía, el señor Alcón nunca
había aparcado allí su coche ni pensaba hacerlo, ya que tenía su propio garage en la finca. Así que terminó
de cruzar la verja, dejó el coche en el garage y regresó andando a la calle para encararse al niño sentado
debajo del aviso. Llevaba en la mano el maletín negro.
-¿Tú has escrito eso, muchacho.
-Sí, señor. Nadie puede aparcar su coche aquí, señor. Si usted lo hace, llamaré a la grúa.
-¿Ah sí. ¿Y quién eres tú para decirme eso. ¿Cómo te llamas?
-Me llamo Ahmed, y vengo del desierto.
-¿Y a qué juegas, pequeño mamarracho. Has ensuciado la tapia de mi jardín. ¿Qué te propones?
-Es un aviso de vado permanente, señor, y está ocupado. ¿Es que no lo ve?
-¿No veo qué.
-Mi automóvil. Está aparcado aquí, junto al bordillo -Ahmed señaló el aire frente a él-. Aquí mismo. Mire
cómo brilla la carrocería. ¿Le gusta?
-Yo no veo aquí ningún automóvil -gruñó el señor Alcón.
-Usted no quiere verlo. Es un Lincoln Continental de 1945 de color azul celeste -insistió Ahmed-, y está
fabricado con planchas de acero inexorable.
-Querrás decir inoxidable, niño ignorante -resopló el financiero.
-¡Quiero decir lo que he dicho! -protestó Ahmed-. Tóquelo y comprobará que es acero inexorable.
¡Acérquese más y fíjese bien, hombre!
El señor Alcón avanzó dos pasos con el maletín en la mano y algo en él empezó a rechinar. El señor Alcón
era uno de esos financieros muy bien empaquetados que al andar crujen por algún lado, como hacen las
botas ortopédicas, compactas y lustrosas. Se paró, dejó el maletín en el suelo y fijó la mirada en la nada:
donde Ahmed decía que había un automóvil aparcado, él no veía absolutamente nada. Bueno, sí, había unas
manchas de grasa en el asfalto y el aire allí parecía oler a gasolina quemada. -¡Muchacho, tú sufres
alucinaciones! -dijo encarándose con Ahmed-. ¡Tú eres un redomado embustero!
Ahmed no le hizo caso. Con su dedo negro de pintura señalaba el coche invisible.
-Pierde un poco de aceite, mire. Y me han roto un cristal -se lamentó-. Pero es nuevo de trinca.
-¡Deja ya de soltar embustes y fantasmadas! ¡Aquí no hay ningún coche ni nada de nada!
En realidad algo sí había, pero las pequeñas pupilas depredadoras del señor Alcón no iban más allá de la
nada aparente. De ir un poco más allá, habrían captado una hilera de hormigas diminutas que se cruzaban
compulsivamente con otra hilera igual de compulsiva; avanzaban por entremedio de miles de fisuras de
cristales que cubrían el asfalto como un manto de nieve. Por rutas distintas, ambas procesiones de hormigas
se dirigían a la mancha de aceite.
-Usted, señor, no sabe mirar -dictaminó Ahmed.
-Bueno, vamos a ver -dijo conciliador el hombre de negocios-. Si me limpias el muro que has ensuciado, te
daré una buena propina.
¿Cuánto?
-Un euro con cincuenta céntimos.
-No me basta, señor -dijo Ahmed-. Necesito mucho más, porque tengo siete hermanos al cuidado de mi
abuela en un campo de refugiados saharaui, y lo están pasando muy mal. Por eso he decidido vender el
automóvil de acero inexorable. ¿Me lo compra?
-¡Muchacho, tú estás loco! ¡Lárgate, o llamaré al guardia municipal!
Furioso, el señor Alcón cogió su maletín negro, dio media vuelta y se internó en el jardín.
Al día siguiente, al dirigirse nuevamente a sus asuntos, vio a Ahmed sentado tranquilamente en el mismo
sitio, la espalda apoyada en la tapia con la inscripción, que ahora era más explícita:
A lo largo de la calle desierta, en este barrio tan distinguido de las afueras de la ciudad, nunca se veían
coches aparcados, y menos al socaire de los altos muros del jardín, de modo que el orondo hombre de
negocios no se extrañó al no ver ni rastro del automóvil azul que Ahmed insistía en señalar con su dedo
sucio:
-Buenos días, señor. Aquí lo tiene. Suba y pruebe las marchas. Porque usted me va a comprar el coche, a que
sí.
Con su tensa sonrisa barnizada, el señor Alcón miraba a Ahmed con recelo.
-Nunca compro nada sin antes verlo, pesarlo o catarlo.
-Estupendo, hay que ser precavido -dijo Ahmed.
-Yo hago negocios con petróleos lejanos, ¿sabes, y siempre lo pruebo antes de comprarlo.
-Claro, señor. Le dejo tocar mi coche.
-¡Y dale! ¿Cómo quieres que toque algo que no se ve?
-Suba al coche y póngase el cinturón de seguridad. Si hace lo que le digo, lo verá.
-Yo nunca me pongo el cinturón de seguridad -dijo el magnate de petróleos lejanos.
-Allá usted, señor. Entonces, cierre los ojos y no los abra hasta que yo le diga.
Muy a pesar suyo, el señor Alcón se sentía intrigado. Y a regañadientes, cerró los ojos y casi en el acto oyó
el ruido de un motor poniéndose en marcha suavemente, como una seda rasgándose.
-¿Lo oye. -dijo Ahmed-. Ahora ya puede mirar.
Pero aunque oía perfectamente el ruido del motor -lo traería el viento desde alguna otra parte, de otro
vehículo, pensó el señor Alcón-, el coche al que apuntaba el dedo de Ahmed seguía siendo invisible.
-¡Bah! -exclamó el hombre decepcionado-. ¡Quédate con tu automóvil inexorable, yo tengo mucho trabajo!
¡Y no quiero verte cuando vuelva!
Sin embargo, al regresar aquel mismo día de sus lances financieros con su impoluto traje blanco y su maletín
negro, Ahmed le esperaba en el mismo sitio con su fantástico coche impalpable. Nuevamente, el muchacho
le explicó que necesitaba urgentemente vender el automóvil para ayudar a sus siete hermanos y a su abuela
en el campo de refugiados Saharaui.
-Si me lo compra, lo verá en el acto -insistió Ahmed-. Debe usted creerme, señor.
-No me hagas reír, chico -dijo el señor Alcón, y se metió en su casa sin querer oír nada más del asunto.
Pero esa noche durmió mal, con pesadillas: veía un coche que se estrellaba una y otra vez contra el muro de
su jardín. Al día siguiente, por primera vez en cincuenta años, el señor Alcón no fue al trabajo. Ocurrió que,
al salir de casa muy temprano, no vio a Ahmed en su sitio de costumbre, y le entró de pronto un desasosiego
desconocido. ¿Qué le habría pasado al pequeño embustero. Le esperó todo el día, sentado en el bordillo de la
acera con su maletín negro lleno de dinero, y cuando Ahmed apareció era ya de noche. Venía con la cabeza
gacha y vendada y el brazo en cabestrillo y se sentó muy triste en la acera.
-Para que vea que el coche existe, me he estrellado con él, mire las señales en la tapia -le explicó-. ¿Me lo
compra, sí o no. La reparación ya está hecha, si quiere verlo no tiene más que probar las marchas y encender
los faros y la radio.
Con cara de asombro, el señor Alcón hizo un último intento de razonamiento:
-Nadie puede estrellarse con un coche que no existe...
-Eso cree usted, señor dijo Ahmed-. Un niño amigo mío acaba de morir en el sur de Gaza de una bala que
aún no ha sido disparada de un fusil que todavía no ha sido fabricado.
-¡Está bien, basta! -dijo el hombre de negocios dándose por vencido.
El tesón y la fe inquebrantable que el chico mostraba acerca de la existencia real del automóvil habían
acabado por conmoverle-. Ya vale. Coge mi maletín y vete.
-Gracias, señor. Súbitamente, la luz cegadora de unos faros cayó sobre el señor Alcón y sobre Ahmed
sentados bajo la inscripción de la tapia, y el Lincoln Continental de color azul estaba allí frente a ellos,
perfectamente visible con sus formas estilizadas y elegantes.
Con el maletín en la mano, sopesando los dineros que habrían de paliar las penalidades de su familia y de
sus amigos en el campo de refugiados, Ahmed abrió sus grandes ojos chispeantes y sonrió al incrédulo
financiero.
-¿Lo ve ahora, señor.
-Sí -dijo el señor Alcón serenamente-. No sé por cuánto dinero me lo habrías vendido, muchacho, pero te
diré una cosa...
-Sé lo que me va a decir, señor, -lo interrumpió Ahmed-, que un automóvil de acero inexorable como este,
no tiene precio. Y dando media vuelta, Ahmed desapareció en la noche.
Juan Marsé, España, 1933
Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos
enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje,
porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes
olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer,
todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejaván, viendo cómo el agua fría que caía del cielo
quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.
Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá
le regaló para el día de su santo se la había llevado el río.
El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el
estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi
cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me
volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme
otra vez el sueño.
Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar.
Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. Se olía, como se huele una quemazón, el
olor a podrido del agua revuelta.
A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle
real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua
se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando
por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún
lugar donde no les llegara la corriente.
Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el
tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único
que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más
grande de todas las que ha bajado el río en muchos años.
Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace más
espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas y
horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien
lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas de muchos que se
abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subimos por la barranca,
donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que
el río se había llevado a la Serpentina la vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi papá se la regaló
para el día de su cumpleaños y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.
No acabo de saber por qué se le ocurriría a La Serpentina pasar el río este, cuando sabía que no era el mismo
río que ella conocía de a diario. La Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo más seguro es que ha de haber
venido dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces me tocó despertarla cuando le
abría la puerta del corral porque si no, de su cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados,
bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.
Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar al sentir que el agua
pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonces se asustó y trató de regresar; pero al volverse se encontró
entreverada y acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo
que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo.
Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había visto también al becerrito que
andaba con ella. Pero el hombre dijo que no sabía si lo había visto. Sólo dijo que la vaca manchada pasó
patas arriba muy cerquita de donde él , estaba y que allí dio una voltereta y luego no volvió a ver ni los
cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca. Por el río rodaban muchos troncos de árboles con todo y raíces
y él estaba muy ocupado en sacar leña, de modo que no podía fijarse si eran animales o troncos los que
arrastraba.
Nomás por eso, no sabemos si el becerro está vivo, o si se fue detrás de su madre río abajo. Si así fue, que
Dios los ampare a los dos.
La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha
se quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una
vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja
como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes.
Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy
retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de
lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando
las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces,
cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada
una con un hombre trepado encima.
Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo
aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no sé para dónde; pero andan de
pirujas.
Por eso le entra la mortificación a mi papá, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras
dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con
qué entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para
siempre. Y eso ahora va a estar difícil. Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quien se hiciera el
ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita.
La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. Ojalá no se le haya ocurrido pasar el
río detrás de su madre. Porque si así fue, mi hermana Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y
mamá no quiere.
Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia,
desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy
obedientes y no le cometían irreverencias a nadie. Todos fueron por el estilo. Quién sabe de dónde les
vendría a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. Le da vueltas a todos sus recuerdos y
no ve claro dónde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No
se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: "Que Dios las ampare a las dos."
Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va
como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus
hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención.
-Sí -dice-, le llenará los ojos a cualquiera dondequiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo
que acabará mal.
Ésa es la mortificación de mi papá.
Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su
vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de
agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella.
Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más ganas. De su boca sale un ruido
semejante al que se arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la
creciente sigue subiendo. El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos
pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para
empezar a trabajar por su perdición.
I
No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.
II
No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.
III
No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.
IV
No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa.
Ni siquiera en el lector hipotético.
V
No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre
para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.
VI
No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.
VII
No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando
asomaron la nariz, hoy son genios.
VIII
No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?
IX
No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.
X
Mientan siempre.
XI
No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela,
que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."
JUAN CARLOS ONETTI Uruguay, 1909 - 1994
MADRIGALES
Música de Monteverdi
1 -El placer
Qué bien qué vapuleo qué bahía o rasguño transparente qué cintura vibrátil y cieno convertido en bestia pura
Qué cuchara o saliva (se hace la boca agua) qué limpia artillería qué aderezo qué vientre sibilino qué cometa
inicial y final evohé de tantos siglos Qué incienso (o cielo inmenso) qué victoria qué sangre derramada
(víctimas inocentes) qué potro y qué culpables qué diosa y qué pujanza qué invención de galopes (apenas
iniciados) Qué alborada qué pasmo qué inocencia qué espina Qué mágico ascendiente qué descendencia
nula qué aplicación de ceros qué gracia de infinitos... Qué labio no ultrajado qué perdón qué anagoge qué
logaritmo rosa perdurable qué perfección de sábanas Qué tragedia (o puñales pudorosos) qué punta o
aguijón qué prueba o expulsión del paraíso qué pasillos perdidos que además qué no hay más que
fingimiento y fallos de verdad (todo cabe sin fm en el instante) qué alfombra extenuada
2- Morir de amor
Silenciemos el muro la pared amorosa y sin pensar lancemos nuestros brazos hacia la servidumbre de un
pozo de influencia negativa
Recitemos las sílabas sobrantes de rodillas dibujadas en la hierba lisa esplendor genuino que acierta con sus
pájaros cruzando las horas más cargadas de ambición al revés y aburrimiento
No digamos palabras oscuras suficientes que puedan descifrar las clavijas de un sueño o cancionero donde
un cuerpo desnudo resulta inevitable
Quedémonos aparte en rincones poderosos y aislados de carne y universo rincones inmorales con eterna
dicción de polvo recogido en las bombillas apagadas
Derrochemos el agua que resbala y aprende la ignorancia certera de mozuela que esquiva todas las
proyecciones de familia arrugada con su eficaz primicia de nana y corazón
Dejémonos morir de almenas indefensas situando el placer en el lugar profundo que dará nacimiento a una
estrofa final encuadernada en plata de pequeños mosaicos
Luis Felipe Vivanco, España, 1907 - 1975
EL ARTE DE AMAR
I
¿ES EL AMOR UN ARTE?
¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placente-ra,
cuya experiencia es una cuestión de azar, alga con lo que uno "tropieza" si tiene suerte? Este libro sé basa en
la primera premisa, si bien es indudable que la mayoría de la gente de hoy cree en la segunda.
No se trata de que la gente piense que el amor carece de importancia. En realidad, todos están sedientos de
amor; ven innumerables películas basadas en historian de amor felices y desgraciadas, escuchan centenares
de canciones triviales que hablan del amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay que aprender acerca
del amor.
Esa peculiar actitud se basa en varias premisas que, individualmente o combinadas, tienden a sustentarla: ,
Para la mayoría de la gente, el problema del amor consista fundamentalmente en ser amado, no en amar,
no en la propia capacidad de amar.
De ahí que para ellos el problemas sea como lograr que, se los ame cómo ser dignos de amor. Para alcanzar
ese objetivo, siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los hombres, es tener éxito, ser,
tan poderoso y rico como lo permita el margen social de la propia posición. Otro usado particularmente por
las mujeres, consiste en ser atractivas. por medio del cuidado del cuerpo, la ropa, etc. Existen otras formas
de hacerse atractivo, que utilizan tanto los hombres como las mujeres, tales como tener modales agradables
y conversación interesante, ser útil, modesto, inofensivo. Muchas de las formas de hacerse
querer son iguales a las que se utilizan para alcanzar el éxito, para “ganar amigos a influir sobre la gente".
En realidad, lo que para la mayoría de la gente de nuestra cultura equivale a digno de ser amado es, en
esencia, una mezcla de popularidad y sexappeal.
La segunda premisa que sustenta la actitud de que no hay nada que aprender sobre el amor, es la
suposición de que el problema del amor es el de un objeto y no de una facultad. La gente cree que amar es
sencillo y difícil encontrar un objeto apropiado para amar para ser amado por él. Tal actitud tiene varias
causas, arraigadas en el desarrollo de la sociedad moderna. Una de ellas es la profunda transformación que
se produjo en el siglo veinte con respecto a la elección del "objeto amoroso". En la era victoriana, así como
en muchas culturas tradicionales, el amor no era generalmente una experiencia personal espontánea que
podía llevar al matrimonio. Por el contrario, el matrimonio se efectuaba por un convenio entre las
respectivas familias o por medio de un agente matrimonial, o también sin la ayuda de tales intermediarios; se
realizaba sobre la base de consideraciones sociales, partiendo de la premisa de que el amor surgiría después
de concertado el matrimonio. En las últimas generaciones el concepto de amor romántico se ha hecho casi
universal en el mundo occidental. En los Estados Unidos de Norteamérica, si bien no faltan consideraciones
de índole convencional, la mayoría de la gente aspira a encontrar un "amor romántico", a tener una
experiencia personal del amor que lleve luego al matrimonio. Ese nuevo concepto de la libertad en el amor
debe haber acrecentado enormemente la importancia del objeto frente a la de la función.
Hay en la cultura contemporánea otro rasgo característico, estrechamente vinculado con ese factor. Toda
nuestra cultura está basada en el deseo de comprar, en la idea de un intercambio mutuamente favorable. La
felicidad del hombre moderno consiste en la excitación de contemplar las vidrieras de los negocios, y en
comprar todo lo que pueda, ya sea al contado o a plazos. El hombre (o la mujer) considera a la gente en una
forma similar. Una mujer o un hombre atractivos son los premios que se quiere conseguir. "Atractivo"
significa habitualmente un buen conjunto de cualidades que son populares y por las cuales hay demanda en
el mercado de la personalidad. Las características específicas que hacen atractiva a una persona, dependen
de la moda, de la época, tanto física como mentalmente. Durante loas años que siguieron a la Primera Guerra
Mundial, una joven que bebía y fumaba, emprendedora y sexualmente provocadora, resultaba atractiva; hoy
en día la moda exige más domesticidad y recato. A fines del siglo XIX y comienzos de éste, un hombre
debía ser agresivo y ambicioso -hoy tiene que ser sociable y tolerante- para resultar atractivo. De cualquier
manera, la sensación de enamorarse sólo se desarrolla con respecto a las mercaderías humanas que están
dentro de nuestras posibilidades de. intercambio. Quiero hacer un buen negocio; el objeto debe ser deseable
desde el punto de vista de su valor social y, al mismo tiempo, debo resultarle deseable,
teniendo en cuenta mis valores y potencialidades manifiestas y ocultas. De ese modo, dos personas se
enamoran cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado dentro de los límites
impuestos por sus propios valores de intercambio. Lo mismo que cuando se compran bienes raíces, suele
ocurrir que las potencialidades ocultas susceptibles de desarrollo desempeñan un papel de considerable
importancia en tal transacción. En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el
éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las
relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna el marcado de bienes y
de trabajo.
El tercer error que lleva a suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confusión entre
la experiencia inicial del “enamorarse” y la situación permanente de estar enamorado, o mejor dicho de
“permanecer” enamorado. Si dos personas que son desconocidas la una para la otra, como lo somos todos,
dejan caer pronto la barrera que las separa, y se sienten cercanas, se sienten uno, ese momento de unidad
constituye uno de los más estimulantes y excitante para la vida. Y resulta aún más maravilloso y milagroso
para aquellas personas que han vivido encerradas, aisladas sin amor. Ese milagro de súbita intimidad suele
verse facilitado si se combina o inicia con la atracción sexual y su consumación. Sin embargo, tal tipo de
amor es, por su misma naturaleza, poco duradero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad
pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento
mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no saben
todo esto: en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar “locos” el uno por el otro como
una prueba de la intensidad del amor, cuando sólo muestra el grado de su soledad anterior.
Esa actitud -que no hay nada más fácil que amar- sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de
las abrumadoras pruebas de lo contrario. Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se
inicie con tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. Si
ello ocurriera con cualquier otra actividad, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por
corregir sus errores -o renunciaría a la actividad-. Puesto que lo último es imposible en el caso del amor, sólo
parece haber una forma adecuada de superar el fracaso del amor, y es examinar las causas de tal fracaso y
estudiar el significado del amor.
El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos
aprender a mar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier
otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o de la ingeniería.
¿Cuáles son los procesos necesarios para aprender cualquier arte?
El proceso de aprender un arte puede dividirse convenientemente en dos partes: una, el dominio de la teoría;
la otra el dominio de la práctica. Si quiero aprender el arte de la medicina, primero debo conocer los hechos
relativos al cuerpo humano y a las diversas enfermedades.
Una vez adquirido todo ese conocimiento teórico, aún no soy en modo alguno competente en el arte de la
medicina. Sólo llegaré a dominarlo después de mucha práctica, hasta que eventualmente los resultados de mi
conocimiento teórico y los de mi práctica se fundan en uno, mi intuición, que es la esencia del dominio de
cualquier arte. Pero aparte del aprendizaje de la teoría y de la práctica un tercer factor es necesario para
llegar a dominar cualquier arte – el dominio del arte deber ser de fundamental importancia: nada en el
mundo debe ser más importante que el arte. Esto es válido para la música, la medicina. La carpintería y el
amor. Y quizás radique ahí el motivo de que la gente de nuestra cultura, a pesar de sus evidentes fracasos,
sólo en tan contadas ocasiones trata de aprender ese arte. No obstante el profundo anhelo de amor, casi todo
lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder; dedicamos casi toda nuestra
energía a descubrir la forma de alcanzar esos objetivos, y muy poca a aprender el arte del amor.
¿Sucede acaso que sólo se consideran dignas de ser aprendidas las cosas que pueden proporcionarnos dinero
o prestigio, y que el amor, que "sólo" beneficia al alma, pero que no proporciona ventajas en el sentido
moderno, sea un lujo por el cual no tenemos derecho a gastar muchas energías? Sea como fuere, este estudio
ha de referirse al arte de amar en el sentido de las divisiones antes mencionadas: primero, examinaré la
teoría del amor - lo cual abarcará la mayor parte del libro, y luego analizaré la práctica del amor, si bien es
muy poco lo que puede decirse sobre la práctica de éste como en cualquier otro campo.
EL DIARIO DE UN PERRO:
Semana 1:
Hoy cumplí una semana de nacido, ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!
Mes 01:
Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.
Mes 02:
Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta y con sus ojos me dijo adiós, esperando que mi
nueva "familia humana" me cuidara tan bien como ella lo había hecho.
Mes 04:
He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para
mí son como "hermanitos". Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.
Mes 05:
Hoy me regalaron. Mi ama se molestó porque me hice "pipí" dentro de la casa; pero nunca me habían dicho
dónde debo hacerlo. Además duermo en la recámara... y ya no me aguantaba!
Mes 06:
Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar; me siento tan seguro, tan protegido. Creo que mi familia
humana me quiere y me consiente mucho.
Cuando están comiendo me convidan. El patio es para mí solito y me doy vuelo escarbando como mis
antepasados los lobos, cuando esconden la comida.
Nunca me educan. Ha de estar bien todo lo que hago.
Mes 12:
Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. ¡Qué
orgullosos se deben de sentir de mí!
Mes 13:
Qué mal me sentí hoy. "Mi hermanito" me quitó la pelota. Yo nunca agarro sus juguetes. Así que se la quité.
Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes así que lo lastimé sin querer. Después del susto, me
encadenaron casi sin poderme mover al rayo del sol. Dicen que van a tenerme en observación y que soy
ingrato. No entiendo nada de lo que pasa.
Mes 15:
Ya nada es igual... vivo en la azotea. Me siento muy solo, mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida
que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.
Mes 16:
Hoy me bajaron de la azotea. De seguro mi familia me perdonó y me puse tan contento que daba saltos de
gusto. Mi rabo parecía reguilete. Encima de eso, me van a llevar con ellos de paseo. Nos enfilamos hacia la
carretera y de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz creyendo que haríamos nuestro "día
de campo". No comprendo por qué cerraron la puerta y se fueron. "¡Oigan, esperen!" Se... se olvidan de mí.
Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al darme cuenta, que casi me desvanecía y
ellos no se detenían: me habían olvidado.
Mes 17:
He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento y estoy perdido. En mi sendero hay
gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y
desde el fondo con mi alma. Yo quisiera que me adoptaran y sería leal como ninguno. Pero solo dicen
"pobre perrito", se ha de haber perdido.
Mes 18:
El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños y jóvenes como mis "hermanitos". Me acerqué, y un
grupo de ellos, riéndose, me lanzó una lluvia de piedras "a ver quien tenía mejor puntería". Una de esas
piedras me lastimó el ojo y desde entonces ya no veo con él.
Mes 19:
Parece mentira, cuando estaba más bonito se compadecían más de mí. Ya estoy muy flaco; mi aspecto ha
cambiado. Perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos cuando pretendo echarme en una pequeña
sombra.
Mes 20:
Casi no puedo moverme. Hoy al tratar de cruzar la calle por donde pasan los coches, uno me arrolló. Según
yo estaba en un lugar seguro llamado "cuneta", pero nunca olvidaré la mirada de satisfacción del conductor,
que hasta se ladeó con tal de centrarme. Ojalá me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera. El dolor
es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastré hacia un poco de hierba a
ladera del camino.
Mes 21:
Tengo 10 días bajo el sol, la lluvia, el frío, sin comer. Ya no me puedo mover. El dolor es insoportable. Me
siento muy mal; quedé en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se está cayendo. Alguna gente pasa y
ni me ve; otras dicen: "No te acerques". Ya casi estoy inconsciente; pero alguna fuerza extraña me hizo abrir
los ojos. La dulzura de su voz me hizo reaccionar. "Pobre perrito, mira como te han dejado", decía... junto a
ella venía un señor de bata blanca, empezó a tocarme y dijo: "Lo siento señora, pero este perro ya no tiene
remedio, es mejor que deje de sufrir." A la gentil dama se le salieron las lágrimas y asintió. Como pude,
moví el rabo y la miré agradeciéndole me ayudara a descansar. Solo sentí el piquete de la inyección y me
dormí para siempre pensando en por qué tuve que nacer si nadie me quería.
***
La solución no es echar un perro a la calle, sino educarlo. No conviertas en problema una grata compañía.
Ayuda a abrir conciencia y así poder acabar con el problema de los perros callejeros. Las mascotas te lo
agradecerán.
FRASES CÉLEBRES
"Existen dos mundos: El primero es el mío, el segundo es el verdadero".
Sabahudin Hadzialic ( Bosnia, 1960 )
"Un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta."
André Maurois
"La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea."
Samuel Becket
"Es difícil saber quien nos hace las peores jugadas, si los enemigos con las peores intenciones
o los amigos con las mejores."
Lord Lytton
"La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante."
Bernard Shaw
"Divorciarse sólo porque no amas a un hombre es casi tan necio como casarse porque lo amas."
Zsa Zsa Gabor
"Si para salvar la vida de un enfermo se pueden donar los órganos, para salvar la vida de quien muere de
hambre, ¿no se podrían donar las proteínas? "
Anónimo
"Nadie es tan grande que no pueda aprender, ni tan pequeño que no pueda enseñar."
Pindaro
"El sexo es una de las nueve razones para reencarnar... Las ocho restantes no tienen importancia."
Henry Miller
"Mientras menos tenemos, más damos. Parece absurdo, pero ésta es la lógica del amor."
Madre Teresa di Calcutta
"No doy limosnas. No soy bastante pobre para darlas."
Friedrich Wilhelm Nietzsche
"Siempre me han sorprendido las vueltas absurdas que tienen que dar los ríos para poder pasar
por debajo de todos los puentes."
Beppe Grillo
"Los viejos lo creen todo, los adultos todo lo sospechan, mientras que los jóvenes todo lo saben."
Oscar Wilde
"El recuerdo de la alegría ya no es alegría; el recuerdo del dolor sigue siendo dolor."
Lord Byron
"Son muchas las cosas que se tirarían si no fuera por el temor de que otro las pueda recoger".
Oscar Wilde
"Siempre hay un modo correcto y un modo equivocado, el modo equivocado siempre parece más
razonable".
George Moore
"A menudo se deja en paz a quien ha producido el incendio y se castiga a quien ha dado la alarma".
Nicolas de Chamfort
"Los demás no te dejarán vivir como deseas, pero si eres lo suficientemente ágil y fuerte, al menos no
deberás vivir como ellos desean".
Andrew H. Vachss
"No vemos nunca lo que ya se ha hecho sino lo que queda por hacer".
Marie Curie
"Al siglo veinte se le puede perdonar todo, incluso las dos guerras mundiales y las sucesivas, incluso los
desfiles de moda y las carreras de fórmula uno, pero no el pecado de haber sacrificado el cinematógrafo
a la televisión".
Luigi Pintor
"No puedo vivir con alguien que no pueda vivir sin mí".
Nadine Gordimer
"Si he escrito esta carta tan larga, ha sido porque no he tenido tiempo para hacerla más corta".
Blaise Pascal
"Los que escriben como hablan, por bien que hablen, escriben muy mal".
Georges-Louis Leclerc, Comte de Buffon
"Morir es tremendo, pero la idea de tener que morir sin haber vivido es insoportable":
Erich Fromm
"No hay nada repartido más equitativamente que la razón: todos están convencidos de tener suficiente".
René Descartes
"No puedo tener ningún tipo de consideración con los traductores, porque si comenzara a tenerla acabaría
escribiendo una lengua global y plana, inodora e insípida".
Günter Grass
"Nunca me volví a casar, porque no tuve necesidad de ello. En casa tengo tres animales que hacen la misma
función de un marido: tengo un perro que refunfuña todas las mañanas, un loro que dice barbaridades toda la
tarde y un gato que llega tarde todas las noches"...Marie Corelli, novelista.
"Antes del matrimonio, un hombre se pasará la noche sin dormir pensando en algo que dijiste; después del
matrimonio, se queda dormido antes de que termines de decirlo"...Helen Rowland, escritora
"Muchas personas que piensan que el divorcio es el remedio ideal para todo, descubren, cuando lo prueban,
que el remedio es peor que la enfermedad"...Dorothy Dix, feminista
"La única vez en que una mujer tiene éxito en cambiar a un hombre es cuando le cambia los pañales, cuando
todavía es un bebé"...Natalie Wood, actriz
"Las mujeres son tan jóvenes como sus rodillas"...Mary Quant, diseñadora
"Seré una autócrata; ese es mi negocio, y que Dios me perdone; ese es el negocio de Él"...Catalina de Rusia
"Cuando las mujeres están deprimidas, se ponen a comer o se van de compras. Los hombres, cuando se
deprimen, invaden otro país. Es una manera diferente de pensar"...Elayne Boosler, comedianta
ME ENCANTA DIOS
Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le
pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco
cegatón y bastante torpe de manos.
Nos ha enviado algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos
digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se
traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso
inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo-, la vida, sea para siempre.
Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang....Pero ¿qué importa si el universo se expande
interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.
A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las
hormigas. Y es tan juguetón y travieso, que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los
antibióticos- ¡bacterias mutantes!
Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo de carne y hueso, hace
campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.
Mueve una mano y hace el mar, y mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros,
quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados,
aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia -se agita y crece- cuando
Dios se aleja.
Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más
cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más
tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de la luz, el manantial que soy.
A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.
GOL DE NILTON
Fue en el mundial del 58. Brasil iba ganando 1 a 0 contra Austria.
Al comienzo del segundo tiempo, avanzó desde su campo Nilton Santos, el hombre clave de la defensa
brasileña, llamado la Enciclopedia por lo mucho que sabía de fútbol. Nilton abandonó la retaguardia, pasó la
línea central, eludió a un par de rivales y siguió camino. El técnico brasileño, Vicente Feola, corría también
por la orilla de la cancha, pero del lado de afuera. Sudando a mares, gritaba: -¡Vuelve, vuelve!
Y Nilton, imperturbable, continuaba su carrera hacia el área rival. El gordo Feola, desesperado, se agarraba
la cabeza, pero Nilton no pasó la pelota a ningún delantero: hizo la jugada él, solito, y la culminó con un
golazo.
Entonces Feola, feliz, comentó:
-¿Vieron? ¿No les dije? ¡Este sí que sabe!
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )
Tomado de "El fútbol a sol y sombra"
DESPEDIDA
LA CHILENA
Ramón Unzaga inventó la jugada, en la cancha del puerto chileno de Talcahuano: con el cuerpo en el aire, de
espaldas al suelo, las piernas disparaban la pelota hacia atrás, en un repentino vaivén de hojas de tijera.
Pero esta acrobacia se llamó "la chilena" unos cuantos años después, en 1.927, cuando el club Colo-Colo
viajó a Europa, y el delantero David Arellano la exhibió en los estadios de España. Los periodistas españoles
celebraron el esplendor de la desconocida cabriola, y la bautizaron así porque de Chile había venido, con las
fresas y la cueca.
Después de varios goles volanderos, Arellano murió en aquel año, en el estadio de Valladolid, por un
encontronazo fatal con un zaguero.
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )
Tomado de " Fútbol a sol y sombra "
PENSÁNDOLO BIEN
Me dicen que debo hacer ejercicios para adelgazar, que alrededor de los 50 son muy peligrosos la grasa y el
cigarro, que hay que conservar la figura y dar la batalla al tiempo, a la vejez.
Expertos bien intencionados y médicos amigos me recomiendan dietas y sistemas para prolongar la vida
unos años más.
Lo agradezco de todo corazón, pero me río de tan vanas recetas y tan escaso afán.
( La muerte también ríe de todas estas cosas.)
La única recomendación que considero seriamente es la de buscar mujer joven para la cama, porque a estas
alturas, la juventud sólo puede llegarnos por contagio.
JAIME SABINES ( México, 1926- 1999 )
GOL DE PUSKAS
Fue en 1.961. El Real Madrid enfrentaba, en su cancha, al Atlético de Madrid.
No bien comenzó el partido, Ferenk Puskas metió un gol bis, como había hecho Zizinho en el mundial del
50. El atacante húngaro del Real Madrid ejecutó una falta, al borde del área, y la pelota entró. Pero el árbitro
se acercó a Puskas, que festejaba con los brazos en alto: -Lo lamento, -se disculpó-, pero yo no había pitado.
Y Puskas volvió a tirar. Disparó de zurda, como antes, y la pelota hizo exactamente el mismo recorrido: pasó
como bala de cañón sobre las mismas cabezas de los mismos jugadores de la barrera y se coló, como el gol
anulado, por el ángulo izquierdo de la meta de Madinabeytia, que saltó igual que antes y no pudo, como
antes, ni rozarla.
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )
Tomado de "El fútbol a sol y sombra".
VENTANAS
VENTANA SOBRE LA UTOPÍA
Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se
corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso
sirve: para caminar.
VENTANA SOBRE EL CUERPO
La Iglesia dice: El cuerpo es una culpa.
La ciencia dice: El cuerpo es una máquina.
La publicidad dice: El cuerpo es un negocio.
El cuerpo dice: Yo soy la fiesta.
VENTANA SOBRE EL MIEDO
El hambre desayuna miedo.
El miedo al silencio aturde las calles.
El miedo amenaza:
Si usted ama, tendrá sida.
Si fuma, tendrá cáncer.
Si respira, tendrá contaminación.
Si bebe, tendrá accidentes.
Si come, tendrá colesterol.
Si habla, tendrá desempleo.
Si camina, tendrá violencia.
Si piensa, tendrá angustia.
Si duda, tendrá locura.
Si siente, tendrá soledad.
EDUARDO GALEANO ( Uruguay, 1940 )
Tomado de "Palabras Andantes"
¡ADIÓS FANNY!
De Simón Bolívar a su prima Fanny. Ella fue su novia cuando él tenía 20 años. Esta carta la escribió El
Libertador, en su lecho de enfermo, Santa Marta, Colombia, el 6 de diciembre de 1.830
Falleció once días más tarde.
Querida prima:
¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro? Ha llegado la última aurora: tengo al frente el mar
Caribe, azul y plata, agitado como mi alma, por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo
gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1.805;
por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche
de luz...
Tú estás conmigo, porque todos me abandonan; conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas
fulguraciones de la conciencia. ¡Adiós Fanny!
Esta carta llena de signos vacilantes, la escribe la misma mano que estrechó la tuya en las horas del amor, de
la esperanza, de la fe; esta es la letra escritora del decreto de Trujillo y del mensaje al Consejo de Angostura.
No la reconoces, ¿verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la
realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto sobre un campo de batalla, dando frente al enemigo,
te daría mi gloria, la gloria que entreví a tu lado, a los campos de un sol de primavera.
Muero despreciable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis favores; víctima de intenso dolor,
presa de infinitas amarguras. Te dejo mis recuerdos, mis tristezas y las lágrimas que no llegaron a verter mis
ojos. ¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda? Estuviste en mi alma en el peligro; conmigo presidiste los
consejos de gobierno; tuyos fueron mis triunfos y tuyos mis reveses; tuyos son también mi último
pensamiento y mi pena postrimera. En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de
Byron por los canales de Venecia, ¡en ella iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú:
porque tú has flotado en mi alma mostrada por níveas castidades!
A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las íntimas congojas, apareces ante mis ojos moribundos
con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras, y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me
hablas, y en tu voz oigo las dianas inmortales de Junín.
Simón Bolívar
cuando está apagada no se puede leer.
On the road
Letreros y señales
casuchas como pequeños altares
donde se recuerdan
unas pequeñas tragedias.
Supuestamente llegaremos a algún lado
si seguimos adelante.
Y ahora vienes a mí
ni siquiera en carne
en cuerpo en manos
en esa sombra apenas
que ni alcanza a preguntar
menos a saber
que ni palabra es
ni llamado al lecho:
hija ven
bajando la frente
levantando las manos
apartando esos tubos de hospital
y los monitoreos y susurros
y ojos furtivos y voces acarameladas.
Ven.
II
Querido caballo:
¿Te acuerdas de mí?
¿sientes todavía mi peso en tu espalda
mis manos cerradas en tu cuello
la nuca entre mis muslos flacos?
¿Ibas a dejarme caer? ¿Ibas a dejarme caer?
¿Sabías que ibas a dejarme caer?
Y ahora vienes a mí
¿acaso no te has muerto ya?
¿acaso no me he muerto?
Inclinando la cabeza a un lado y a otro
como las bestias para comprender.
se derrumban lentamente ante los ojos, viajan
al fondo de la tierra. Está probado.
Y no hay filosofía que compense
tanta obra inútil tanto desamparo.
II
Ayer, mientras llovía, después de tanto tiempo
recordé mis manos pequeñas atadas a un árbol.
¿te volveré a encontrar, lívido y quieto
en la calle, bajo esa horrible luz?
¿Veré el límite, el ángulo, la puerta?
¿te llamaré para que me sostengas?
Porque vienen esas piedras a besarme la frente
(como los padres o los judas)
y estos pobres huesos de pájaro se quebrarán
(te lo aseguro)
Es que soplan aquellos vientos
que también derrotan al dolor.
Entonces, te sacas la muerte
de la boca y nos alimentas.
Eso no está bien y si de nuevo
me preguntas por tu nombre,
por si haces lo correcto
tendré que decirte la verdad:
matar a los padres / comerse a los hijos
Eso no está bien.
Cicuta
Wallace Stevens
II
Son formas amarillas
compuestas de curvas
combándose hacia la base.
Son toques rojos.
III
No son superficies planas
de curvados perfiles.
Son redondas,
ahusadas en el vértice.
IV
Tal como están modeladas
hay porciones de azul.
Una tiesa hoja seca cuelga
del vástago.
V
El amarillo resplandece,
brilla en distintos amarillos,
limones, verdes y naranjas
que florecen en la piel.
VI
Las sombras de las peras
son burbujas sobre el verde mantel.
Las peras no se ven
como el observador quiere.
Trece modos de contemplar a un mirlo
I
Entre veinte nevados montes
lo único móvil
era el ojo del mirlo.
II
Yo era de tres opiniones,
como un árbol
sobre el que se posan tres mirlos.
III
Giraba el mirlo con los vientos otoñales.
Era su breve papel en la pantomima.
IV
Un hombre y una mujer
son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
son uno.
V
Yo no sé qué preferir,
si la belleza de las cadencias
o la belleza de las alusiones,
el silbido del mirlo
o lo que sigue.
VI
Los carámbanos cubrían la amplia ventana
de cristales bárbaros.
La sombra del mirlo
la atravesaba, de un lado a otro.
El estado de ánimo
trazó en la sombra
un motivo indescifrable.
VII
Oh tenues hombres de Haddam,
¿por qué imagináis a pájaros dorados?
¿No véis cómo el mirlo
anda entre los pies
de las mujeres que os rodean?
VIII
Yo sé de nobles acentos,
y lúcidos, inevitables ritmos;
pero sé, también,
que el mirlo está implicado
en lo que sé.
IX
Cuando el mirlo se perdió de vista
señaló los límites
de uno de los muchos círculos.
X
A la vista de los mirlos
volando en una luz verde,
aun los alcahuetes de la eufonía
gritarían agudamente.
XI
Viajó por Connecticut
en un coche de cristal.
Una vez el miedo lo traspasó,
al confundir la sombra de su equipaje
con mirlos.
XII
El río se mueve.
El mirlo debe estar volando.
XIII
La tarde entera fue ocaso.
Nevaba
y seguía nevando.
El mirlo se posaba
en las ramas del cedro.
El vaso de agua
Que el vaso en el calor se fundiría
Y que el agua en el frío se volvería hielo,
Demuestran que este objeto es tan sólo un estado,
Uno de muchos, entre dos polos.
También lo metafísico posee esos dos polos.
Re-Declaración, de Romance
Liliana Lukin
Selección de poemas
Liliana Lukin nació en 1951 en Buenos Aires. Se graduó como Licenciada en Letras en la Universidad de
Buenos Aires. Fue asesora literaria de la Fundación Noble del Diario Clarín, donde organizó los Encuentros
de Escritores que posteriormente compiló bajo la Edición Narrativa Argentina. De su autoría son los
siguientes libros:
Abracadabra, 1978;
Malasartes, 1981;
Descomposición, 1986;
Cortar por lo sano, 1987;
Carne de tesoro, 1990;
Cartas, 1992;
Las preguntas, 1998;
Retórica erótica, 2002;
Construcción comparativa, 2003;
y un estudio sobre la literatura amorosa epistolar desde el siglo XII al XX.
De Malasartes
PARAÍSO PERDIDO
Estamos condenados.
No supimos crear el olvido.
VISITANTE
CARNE VIVA
Estaban aquí.
Reían hacían sombra
eran reconocidos
por sus pisadas
su voz despertaba
ecos
más o menos profundos
ahora
sus pasos
nunca más
desde el fondo
la incertidumbre
devora
lo que nos queda
de ellos
nombres ahora
sonoros
como una música
impensable
como una sal
lo que nos queda
de ellos
penetra en heridas
que no sangran ni cierran
ni hacen dolor
están ahí
donde ellos
sin sospechar
hacían sombra
reían
eran
reconocidos
encontrados
puestos a
desaparecer.
De Descomposición
PANDORA HUELE
una palabra
si se guarda mucho tiempo
larga heces
materias hirientes
al ojo y al oído
humedades
hace
sangre por varias de sus partes
no se pudre
dada su condición
de testigo de cargo
pero apesta
LA BOCA
parecen cuervos
esos dedos
agitándose
sobre el agua
anclas mordiendo
esos círculos hondos
que miran el oleaje
nada
hace pensar
en un ahogado
pero nadie
tiene olor
a tierra
junio, 1982
tanto silencio
descompone
II
al tacto asco será
inútil será
tocar no da exhumar no es
todo
alrededor tierra
pedacitos que sucumben aún
no hacen final
hablan
alrededor de lo vaciado
pierna en pedacitos
manto de / ojos que no ven / corazón
los que no están
en su lugar descomponen
si yo hubiera visto
la retina dejaría de ser
un instrumento
ahora habría en ella una marca
el hueco que su cuerpo imprime
en la pulida lente
la historia es
un cuerpo sin explicación sobra la escena
su carne expuesta
al amor y la duda
El Lugar
él pronunciaba y yo recuerdo
y ese gesto nada significa
a la luz de los hechos:
hasta la disposición de los objetos
inocua y en el fondo del cuadro
es ahora un vago color
el volumen que modula mi sabiduría
acerca del pasado
él pronunciaba y yo recuerdo
cumple
simulacros la condición:
alegría alegría
Espina
El Sueño
persigue lento
su dulce objetivo que está en vida
él sabe y persigue
con amor no exento de mentira:
olores quedan cuando lo real
gobierna en pie
royendo
obesidades de la memoria
secretan
jugos que a nadie dan paz
úlceras en lo liso
apetitos: soñar más
la misma secreción:
allí se vive
drenando
una condena que a nadie
dará de comer
De Cartas
CARTA II
CARTA XV
CARTA XVI
CARTA XXXII
De Las preguntas
2
¿son restos de nuestra cena debajo de la mesa?
¿sobre mi alfombra tu pan descansa de nosotros hoy
tan lejos de lo que decías —querido de mí— de ti?
De Retórica erótica*
* Retórica erótica está diseñado con los poemas caligrafiados por la autora, y fotografías de mujeres
desnudas de entre 1858 y 1940, sobre las que se escribieron los textos. (Nota del editor)
1
De Construcción comparativa
III
Como una constelación
que vista desde la tierra supone
brillo y quietud - destello y suspensión
pero hormiguea y gira
acomodando su sonido
a un disimulado frenesí
así: clarísima y autónoma
sin detener nunca
cuerpo ni pensamiento
—el pensamiento del cuerpo—
actuando sobre un espacio
de sombra y luz
para sostener en el vacío
la consistencia
de polvillo
su carne estelar: piedra
en el aire
fuego en el centro
de la piedra
equilibrio para dibujar
a la mirada formas
y mitos a la imaginación
ni necesaria ni inútil
su belleza no es otra
que la que figura una lente
(a miles de kilómetros) al ojo
deslumbrado:
una nueva
combinación de cristales
donde lo real —otra vez—
brilla por su ausencia.
XX
así ella
dueña de su contorno
brilla en el adorno
y en la doble
esclavitud
de su ajorca y su tobillo
está su libertad
como una esclava.
María Negroni
Poesías
María Negroni
nació en Rosario, en 1951. El conjunto de su obra poética comprende: De tanto desolar (1985); La jaula bajo
el trapo (1991); Islandia (1994); El viaje de la noche (1994); Diario Extranjero (2000); Camera delle
Meraviglie (2002), La ineptitud (2002). Sus ensayos publicados son: Ciudad Gótica (1994), Museo Negro
(1999), El testigo lúcido: La obra de sombra de Alejandra Pizarnik (2003). Editó también la novela El sueño
de Ursula (Seix-Barral, Biblioteca Breve, 1998) y un libro en colaboración con el artista plástico argentino
Jorge Macchi, Buenos Aires Tour (2004). Tradujo, entre otros, a Louise Labé, Valentine Penrose, Georges
Bataille, H.D. y Charles Simic. Obtuvo la beca Guggenheim en poesía (1994), la beca Fundación
Rockefeller (1998) y la beca de la Fundación Octavio Paz (2002). Su libro Islandia recibió el premio del
PEN American Center al mejor libro de poesía en traducción del año (Nueva York, 2001). Actualmente
enseña Literatura Latinoamericana en Sarah Lawrence College, Nueva York.
DE TANTO DESOLAR
ESCASO MARGEN
duele-la-cabeza o puño-en el estómago
a la que intenta ser
centella
se atolondra
habría que cortar de cuajo
té-de-boldo ojos-de-lince
ya no sirven conciliábulos
pura batahola
lo que duerme
en un estuche
para violín o fuelle
cambiar
cristales para mirar
lo tan revuelto
abrir compuertas
entonces manos
sobre talón figura
sobre cadera cuellos
empaste del cual
fugarse
que es como decir
mentiras
a lo niñito de uno
desprevenido
tan cantando
DE TANTO DESOLAR
IMAGO MUNDI
a Marguerite Duras
todo es provisorio
a menos que un
portazo
devuelva el calor del caos
SIMULACRO
DE PURA HUMANIDAD
Sandro Barrella es poeta, periodista cultural y librero. Ha publicado "El álbum de Pascal" (Ultimo Reino,
1996) y, próximamente, Ediciones de la Danza editará los poemas de "El golf".
PALABRAS PRELIMINARES
Sobre mi poesía
a. Como alguien dijo -alguien seguramente conocido y ya muerto-, "todo está dicho y llegamos demasiado
tarde". De ahí que hablemos por boca de otros y sobreescribamos un poema infinito que nadie alcanzará a
leer sino de a pedazos. ¿No es esa la primera limitación que debemos asumir? Lo nuestro es escribir entre
comillas, citar, aún no sabiendo que citamos: "una cita es una cigarra, no calla nunca, retiene el aire y no lo
suelta" decía.... Extraña cosa es que encontremos placer en una charla, siempre interrumpida, fragmentaria e
incompleta, pero ¿no es eso el lenguaje poético: interrupción y reinicio? Entablamos un diálogo que se había
roto por siglos o instantes, cambiamos de dirección hacia el silencio, desalentados, satisfechos, metafísicos o
simplente triviales, y con todo ello, alimentamos esa larga amistad, esa "pura alegría" horneada en el fuego
lento del dolor. Masoquismo literario y generosidad complacida ante el espejo del poema. Y siempre, una
ruta de inicio, una ilusión desvanecida de la belleza, que da trabajo imaginar ante lo que no logramos. Ahí
me reconozco y "soy otro".
b. La tarea del poema conduce muy lentamente –toda una vida- a una relación particular con las cosas, un
modo de tratarlas y, sobre todo, de sentirlas y pensarlas: "Esa inteligencia ardiente" que "puede tomar y
consumir una zona de la realidad e iluminarla"... Nunca hubiera sido posible ese mundo sin el texto. El
poema devuelve una experiencia de la que no sabíamos del todo, o mejor aún, es la experiencia misma en
perpetua aproximación. Y ¿si algo se aproxima, no es que hay una distancia y "la distancia no es la belleza
del alma"? Es ahí, ahora, que "el creador legítimo tiende a ponerse a un costado de lo creado", y toma
distancia. El pronombre vos en lugar de tú, la mirada asombrada y no el aburrimiento ante lo cotidiano, la
ironía como resistencia contra la resignación, la naturaleza tan lejana en el vecino gorrión... Todo esto se
aproxima al lugar del que el autor se aleja. Y ocurre que, otra vez, Titiro y Melibeo hablan de Roma...
c. "Un terremoto contínuo o una fiebre eterna" no permiten ni siquiera el pulso para afeitarse tranquilo. Por
eso mismo, no es cierto que el sentimentalismo concesivo, ni las pequeñas diferencias narcisistas puedan
considerarse una emoción poética legible: esa posibilidad del poema -a veces de un solo verso- de sacarnos
de nuestro lugar, de destrozar todos los refugios. El trabajo transpirado con las ideas y con el lenguaje
artesanal –por más realista o surrealista que fuere- necesitan de una inteligencia serena. "Es peligroso dejar
escrito lo que está mal escrito".
e. La poesía es "una complicidad que sobrevive". Resiste a pesar de todo y gracias a ese pesar. Pero también,
ríe, se burla y juega, sin que le duelan los siglos. No vale de nada solemnizarla. Ella hasta nos disculpa la
infamia de escribir.
DATOS BIOBIBLIOGRÁFICOS
Osvaldo Picardo nació en la ciudad de Mar del Plata, Buenos Aires, el 22 de noviembre de 1955.
Actualmente reside en esa ciudad, donde enseña literatura y dirige la revista y colección La Pecera de
Editorial Martin.
Libros publicados
• Apenas en el mundo, 1988
• Poemas con tu altura, Mar del Plata
• Letras en una esfera armilar, 1991
• Dejar sin ventanas la verdad, 1993
• Quis quid ubi : Poemas de Quintiliano, 1997, reeditado en 1998
• Una complicidad que sobrevive, 2001
Premios y distinciones
Fue becado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana de Madrid, para realizar estudios en poesía
contemporánea, durante el año 1995.
Premio del Fondo Nacional de las Artes del año 2000, por Una complicidad que sobrevive, 2001
Traducciones
Tradujo en col, 2001.
Publicaciones
Ha escrito artículos y ensayos publicados en revistas culturales y periódicos del interior y de afuera del país.
Otras actividades
Fue secretario de redacción de la revista "Propuesta", del CM de Mar del Plata, entre los años 1988 y1991.
La misma volvió a editarse, bajo su dirección, desde 1997 a 1999, período en el que coordinó las actividades
del Foro Cultural del Centro Médico de Mar del Plata. Produjo y dirigió el programa radial "El Otro Lado:
diario de poesía", en 1994. Organizó el 1er. Encuentro Nacional de Poetas, Mar del Plata 1998, auspiciado
por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. De esa experiencia, surgió el proyecto Mapas de
Poesía Argentina, del que fue editado con subvención del Fondo Nacional de las Artes, el "Primer Mapa de
Poesía Argentina: Solicitudes y urgencias : Carpa y Tarja", con estudio preliminar del autor y antología de
dichos movimientos del noroeste argentino en el período comprendido entre 1943 y 1957.
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Osvaldo Picardo
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[email protected]
POEMAS
Del libro "Quis Quid Ubi", 1998
PICAFLORES
Antes de correr la cortina frente a las calas
la velocidad se congeló en el aire.
Primero fue uno borroneando las alas
en el hilo desatado ante un gladiolo.
El otro cayó al lado en rebote pausado
y giraron trenzando el tallo de la tarde.
Oigo su voz
en un orden de macetas
y paisajes cambiantes:
Se inclina sobre las azucenas,
viene hacia la hoja lustrosa del limonero,
y se detiene junto a la pasionaria.
Con este viento -murmura-, la menta
no se puede dejar sin atar.
ÚLTIMAS NOTICIAS
¿Para quién he inventado la resolana
del amarillo mar?
O ¿la carretera aburrida a través de los montes
y el baile apurado de tu pelo
con la música de una ventanilla abierta?
O ¿las hélices inverosímiles del colibrí
inverosímil?
O ¿el encuentro arrugado de violeta
en el papel metálico del amanecer?
A TURTLE´S DREAM
"And I can swim the ocean
and it´s deep and wide
and in the house above me abide"
Abby Lincoln
Como el de la tortuga es este sueño
y puedo nadar en el océano tan lentamente
ancho y profundo.
Y lo pienso y me sorprendo
de cómo ha venido a suceder.
En la lentitud habito mientras tanto,
y me hundo:
debajo está mi casa.
En las gordas burbujas que me reflejan
entre corales y fulgores sólo yo me veo.
Para ningún otro existo.
UNA CASA
"Once it held laughter
Once it held dreams
Did they throw it away
Did they know what it means..."
T. Waits
La sala había sido construida
con las geometrías impalpables
de los cuatro vientos. Con un vestíbulo
chiquito, una escalera
de un par de peldaños y a cada lado
una pieza.
La casa fue desenterrada en Tell Madhur.
Había restos de madera carbonizada
una noche de invierno
de hace casi seis mil quinientos años.
Dos ollas pintadas, un mortero tallado,
una cuchara abandonada sobre una mesa,
una azada que hablaba del campo
amarillo de trigo.
Y esa urna debajo de la cama
con los huesos de un niño.
SAGRADAS ESCRITURAS
Un graffiti cursi en cal sobre piedra
dice "Marisol te amo".
Otro encierra
en un corazón de escudo el nombre
Florencia y...
la y de una pausa desmedida.
Se supondrá la pelea o el apuro
con que huyeron el escriba
anónimo y su amante
a las selvas del silencio.
ZORZAL
Los despierta o les recuerda algo
enredado en los hilos de una almohada.
Monótono de silbos, invisible
en las copas tupidas.
Se hace costumbre tanto
que ya se lo espera.
Lo ves cruzar como una serpiente
desde un tiempo anterior, brumoso,
y volvés a pensarte en la persistencia
con que el viento ensaya sin fin.
La ciudad también, con él, se hunde
entre pliegues de metal fundido y chispas.
Suelta ese olor a mar fuerte del sudeste
que te excita y repele desde que eras un chico
y lamías la sal de tu brazo
sin imaginarlo demasiado tuyo.
Inéditos
TARAB DE AUSENCIA
Voló entre las cortinas al sólo lugar por vos visto,
al punto que se volvió encuentro.
BLUES DE SEPTIEMBRE
es donde por vez primera me enamoré de la irrealidad
L. Ferlinghetti
Fue en este mes, en el puerto, que la viste
entrar a un café que demolieron hace años.
“En realidad no sé” respondiste cuando preguntó
por una dirección que vos conocías demasiado bien.
Y salieron juntos, caminaron por la banquina,
y cayeron en el vórtice de una irrealidad
Repitieron una ficción en que la única certeza
fue su cuerpo llenando tu boca al nombrarla.
Sin el café, pero como entonces, el mes se parece.
Sobre la cubierta de madera hecha piedra por la sal
el lobo de mar abre una noche filosa en su otra boca
y por su piel de aceite resbala la modorra del puerto.
Un barco también espera fuera del agua la reparación
hasta desaparecer entre latas y recuerdos.
Dos términos en una múltiple metáfora y un hecho sólo.
Un ahora y un ayer haciéndose el amor entre las ruinas.
Siempre he sido uno de los grandes, antes que esos tipos listos que escriben
libros lo supieran y también después de que hayan dejado de decirlo, y si me
muero mañana, no encontrarás en mis bolsillos dinero suficiente para pagar
mi entierro. Pero soy Billy Swann, y cuando yo me muera no habrá nadie en
el mundo que haga sonar esa trompeta como lo hago yo
Podría decirlo pero no lo dice (está escrito en una novela de cierta fama).
El prefiere desnudar el saxo en la bruma de la costanera
y tocar como lo haría Parker o Coltrane, esta vez, sólo para sí mismo,
porque la fiesta terminó y la música sigue,
surge de una germinación de cadáveres bailando en el río
mientras los invitados duermen y la ciudad se vuelve
un cementerio sin flores.
ÚLTIMAS NOTICIAS
¿Para quién he inventado la resolana
del amarillo mar?
O ¿la carretera aburrida a través de los montes
y el baile apurado de tu pelo
con la música de una ventanilla abierta?
O ¿las hélices inverosímiles del colibrí
inverosímil?
O ¿el encuentro arrugado de violeta
en el papel metálico del amanecer?
Te dijeron o lo leíste
que volaban demonios sobre una cruz blanca
en un prado verde y que habría otros nombres
como en Spoon River.
Y dice:
“es así la literatura”.