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Ana de Valle

Pájaro
Azul
La poetisa Ana de Valle,
seudónimo de Ana Iglesias Arias,
nace en Avilés el 3 de agosto de 1900
y muere el 22 de enero de1984 en la
villa de “Avenue de Néleres” cerca
de Lieja. Ana era hija de Francisco
Arias, afilador y jornalero, natural
de Torbeo (Ribas de Sil, Lugo), y de
María Iglesias, maestra de Sabugo,
Avilés. Tuvo dos hermanos; Celestino y Nieves. Ana se casa
en 1918 con Eladio García Valle, un encuadernador, del que
adoptaría el apellido Valle. Publicó sus primeros poemas en
el diario La Voz de Avilés en 1924, colaborando después en
distintas revistas y publicaciones; en 1932 vio la luz un libro
titulado “Pájaro Azul”. Desarrolla una intensa actividad
en pro de la emancipación de la mujer. En octubre de 1937
sale Ana del Valle con sus padres y sus tres hijas, de su querido
Avilés. Su marido estaba en el Frente y fue hecho prisionero.
Permanece en Barcelona hasta 1939. Es en Barcelona donde
se dispersa la familia, en un bombardeo, que la sorprende en la
cola de racionamiento, su padre resulta herido y muere en un
hospital, pierde el rastro de su madre y a sus hijas las encuentra
tiempo después acogidas por un matrimonio belga y otro
francés. Ana del valle pasa a Francia, primero en Narbona y
luego en un pueblo minero llamado Gierp. Allí forma un taller
de costura y pasa trece años, separada de su marido, sin sus
hijas y lejos de su tierra. Sus hijas echan raíces, dos en Francia
y la otra en Bélgica, su marido en Avilés. Tiene que esperar
hasta 1952 para volver a su pueblo y rehacer su vida junto a
su marido. En 1953 inicia la segunda etapa de colaboraciones
en El Bollo. En los sesenta firma con el seudónimo María de
la Estrella “Hojas Voladeras”. En 1963 gana el concurso de
sonetos “El Caballo Rojo” con “Sándalo”. A partir de 1972
publica Tallos Nuevos, Tránsito a la Alegría, Al ritmo de las
horas, Escorzos y La otra Serenidad. Se vuelve a ir en abril de
1982, por razones de salud. El 22 de abril de 1984 las cenizas
de Ana del Valle son depositadas en el panteón donde reposan
los restos de su marido, Eladio Valle.

Antonio Rodríguez Díaz.


Ana de Valle

Pájaro Azul
1
L a D i v i n a D esgr a c ia

A vosotros...

El alma es un barco que nunca halla puerto.


¡Ah, divina desgracia de ser poeta!

Una rosa tremenda hecha de auroras,


como un faro, rasgando las tinieblas...

Inquietudes de bosque, de pinares;


agua que canta y corre entre la hierba.

¡Sembrar, plenos de gozo, los macizos


resecos del dolor, de flores nuevas!

ENVÍO

Hermanos: Dejad que os adelanten los que


[lleven
dentro del corazón, como una dalia negra,
los afanes impuros, y en las manos
pedazos de hierro amasados con piedras.

9
Cómo se reirán si os ven asomada
a los ojos, una violeta hambrienta,
y si dejáis los trigales dorados
por un rosal que enfermó de belleza.

Mas... dejadlos que se rían. Son guijarros.


¡Jamás han de reírse las estrellas!

10
T es oro

A Claudio Aznar.

Abrí un libro y una flor


marchita cayó a mis pies.
¿Un recuerdo? ¿Una ilusión?

¿O tal vez
el perfume de un amor
que se fue...?

11
E tern i dad

A “Españolito”

Hay en mí un manantial
divino, que no se agota.
¡Transparencia de cristal
que de entre peñascos brota!

Cuando en mi destino ignoto


el dolor hace una herida,
bebo ansiosa, mas no agoto
el agua que me da vida.

Y si una dicha de cima


gozo con blancura y calma,
siento que más cristalina
mana el agua de mi alma.

12
¡Oh fuente donde se bañan
los sueños de mis amores!
Fuente de oro, donde manan
alegrías y dolores.

Que hay en mí un manantial


divino, que no se agota.
¡Transparencia de cristal
que de entre peñascos brota!

13
M elan co l ía

A luis Blanco

Estoy triste... Sin saber por qué


miro al cielo... Mi alma
naufraga en el dolor
de ser y no ser nada.

En el inmenso luto de la noche


surge una luz. Tiembla, se apaga.

Quizá también sea ese mi destino:


brillar sólo un momento. Después... ¡nada!

14
Hori z on t e s

A Arturo Sierra.

El barco de la ilusión:
Una estrella en cada remo
y el corazón al timón.

15
2
N octu rno

A. F. Wés Dinten.

Quietud... Se escucha el silencio


del corazón de la vida.

Abro el balcón. La noche


tiene una pena infinita.
Lejos se oye una canción
abierta como una herida.

¡Y en el alma, la emoción
rompe una cuerda a la lira!

18
Paisaje

A Fontán.

Silencio puro y hondo.


Oro doliente de la tarde que expira,
luz y sombra
esmaltada de flores amarillas.

Desnudo, mi espíritu se entrega


plácidamente a la hora mística.

Huele a retamas, a romero...


¡Todo el campo se vierte en la avenida!

¡Cómo suspira por las flores


mi corazón, deshecho entre la brisa!

19
II

¡Qué triste la luz de aquella estrella! Es tí-


[mida
y suave, como la mirada de un niño pobre.

Hondo, el ensueño rasga la página viva


de mi libro no escrito...

Lejos, palpita la vida,


inquieta, como un alma
que se olvidara de que Dios nos mira.

¡Y vuela en la dulzura del paisaje


el son de la campana de una ermita!

20
E s tam pa

A Eduardo F. Guerra.

Fiesta en las almas. Romerías.


Sol. Y en los ojos de ellas,
temblando, entre risas y alegrías,
ilusiones abiertas como estrellas.

Amor que diviniza


el anhelo, ventura de un momento.
Luego... ¡nada! Dolor que se eterniza
y hace volar más puro el pensamiento.

Crepúsculo enjoyado.
Canciones de otra Asturias que se aleja.
¡En la frente, la luz de un sueño alado
y en el alma una lira que se queja!

Amor... dolor... Olvido...


Ilusiones que van cual mariposas.
Hoy he llorado a solas y sentido
la tristeza infinita de las cosas.

21
O cas o

A Ricardo Guardado.

El día muere de pena


porque el sol lo abandonó.

En la belleza serena
de la hora sin color,
tiene caricias de alma
de una campanita, el son.

El dulce rodar de un río


que inunda la tierra en flor.

El sollozo de una fuente


y el canto de un ruiseñor.

22
II

Por el caminito blanco


que primavera enjoyó,
cruza un humilde cortejo
que hace llorar de dolor.

¡Un ataúd diminuto


como un capullo de flor!

¡Dejó una cuna vacía,


desgarrado un corazón,
un pecho abierto de pena
y un alma sin ilusión!

Siento amargor en los labios,


que es sangre del corazón.

Mi alma duda... Y en las sombras


del misterio, busca a Dios.

23
3
D es i lus i ó n

A José M. G. Robés

Mi alma viene de lejos... ¡Pobre loca!


Trae polvo de todos los pesares.

El manto de ilusión, roto de angustia;


ella, triste y con los pies sangrantes.

¡Están mudos los campos del ensueño!


¡No hay ni un eco de luz en el paisaje!

Sangra mi corazón de angustia suma.


Abrazada a un rosal llora la carne...

¡La campana del gozo se hace un vivo la-


[mento!
En el alma se queja la lira de la tarde.

26
F ati g a

No estoy muerta, mas siento que no vivo.


Ni una luz en mi espíritu, ni un deseo en mi
[carne.

El nervio musical no vibra ni se inquieta,


el alma de mi lira llora versos de sangre.

¡Oh, el dolor de vivir con un dolor de muerte


hundido en las entrañas, devorando alma y car-
[ne!

¡Líbrame tú, Dios mío, de esperar en la vida!


¡Da un descanso de tumba a mis pesares!

Siento en mí latir toda la fatiga del mundo,


y en el alma la pena de un árbol que se cae...

27
M i edo

El rosal de mi pena ha dado nuevos brotes.


El destino de nuevo me azotó en su girar.
Danzan mis ilusiones cual ruido de hoja seca
y al mar de la alegría no irá el barco a pescar.

¡El dolor de mi sangre se hará largo, tan


[largo
como un río ilusorio sin la tumba del mar!

¡Quién pudiera dormirse en un cojín de luna,


sin el miedo de nunca volver a despertar!

28
D es p edi da

A “Rafa”

Las manos se estrechan


con amor.

El tren se va, dejando su estela


de emoción.

Luego...
¡Cómo la separación
va arrancando
los pétalos de una flor
recién abierta
en el rosal del corazón!

Y, a solas,
una lágrima se rompe en la emoción.

29
N auf ragio

Ilusión, tesoro de alma.


¡Tu barca naufragó!

En el mar de mis anhelos


el faro se apagó.

¡El viento de la amargura


el pensamiento aventó!

Corazón enloquecido,
corazón sin corazón.

Desde el fondo de la pena


una súplica se alzó.

¡Señor! Qué ya no soy nada.


¡Piedad! ¡Qué quiero ser yo!

30
Res i g n ac ión

A F. Vilar.

Ya no vivo, pues que ya no lucho.


El gozo de mi vida se hizo llanto de versos,
¡Y he de darme a la muerte, porque ya es mucho,
[mucho
el dolor que me sigue por caminos diversos!

Mi ilusión... ¡Pobre loca


que soñaste dichosa en tu lecho profundo,
con que fuera la vida una copla en mi boca
y la luz de mi alma un río abierto al mundo!

Ni ideal ni ilusiones.
En los campos dolientes del humano existir,
mi vida se desangra con ruido de canciones.
¡No hay ni una cuerda en mi arpa que se niegue
[al morir!

31
N o me des p ie r t e s

¡Déjame dormir! ¿Por qué me despertaste?


¡Era tan bella la malla de mi sueño!

Déjame dormir... ¡Oh, no me digas


que sufres, porque en mí se ha apagado un lu-
[cero,
ni que sientes angustia en la esperanza...
y si vienen las niñas del colegio,
¡diles tú, por Dios, que no me digan
que necesitan un vestido nuevo,
ni que tienen las sandalias rotas
y que el frío les azula los dedos!
Mándales solamente que me miren:
que pasen muy despacio y que me den un beso.

Luego... ¡Déjame dormir!, no me despiertes.


No me arranques del mundo de mi cuento.

Era yo tan feliz... Veras: soñaba


con un palacio de oro y un príncipe trovero...

32
L ocu ra

En mis venas pálidas se nutre


el dragón de una angustia dura, humana;
y una pena de mares y de cielos
se enrosca, yedra sin piedad, en mi alma.

Pero yo, carpintero de mis males,


clavo una canción en cada llaga
y pongo entre los labios del dolor
mi corazón, riendo a carcajadas.

33
4
M i am or es como e l ma r. . .

Mi amor es como el mar: inmenso y bello.


¡Mar de mi alma!
¡Agua purísima que intentas
llegar a la cumbre soleada
de un amor imposible!

Se levantan furiosas tus aguas


y, al romperse, tus olas sollozan...

¡Dolor de un instante!
La impotencia agiganta
tu anhelo y te enervas... Mas tu ardor
va a estrellarse contra la roca en calma
de su corazón. ¡Loco desvarío!

Voluntad dura, que nada


puede... ¡Mi barca de ensueño
se rompe y mi corazón naufraga
en tu pena!

36
Entonces, ¡oh, mar!
la tristeza te ablanda
y deshaces tu furia en caricias,
y en dulzuras de espuma tus ansias;
y se vuelve canción tu sollozo
y tu anhelo se duerme... Y tus aguas,
mar puro y doliente,
se deslizan cantando, hasta
el borde de su alma insensible
Pero ¡ay!
El corazón que naufragó en tus ansias,
mutilado, abierto
de dolor, se desangra en la playa.

37
¡S i qu i s i eras! . . .

Déjame ser el sueño del río de tu alma.


¡Eternamente juntos sin juntarnos jamás!

¡Iremos empapando el mundo de canciones


tan finas y tan bellas, que nadie igualará!

Iremos tan contentos de darnos sin medida...


Iremos tan dichosos a dormir en el mar,
que sería una tremenda embriaguez de luceros.
¡Encanto de una rosa que muere en el rosal!

Mas... si tu río no quiere el ritmo de mi alma.


¿En qué fuente de pena mi amor se morirá?

38
Pas i ón

¡Cuánto le amo, Dios mío!


¡Cuánto le amo...! Ayer
besé un niño, desnuda mi alma y trémula,
sólo porque se llama como él.

39
A m or que ca l l a

¿En dónde estás de mí, tú,


que das vida a mi vida y no te veo?

¡Por qué no vienes cuando te llamo


temblando, en el hondo desvelo
de la noche! ¿Es que no escuchas
mi voz de alma prendida en el silencio?

¿No sientes el suspiro


que te envía mi anhelo
y te besa en los ojos suavemente?

¡Oh, tu imagen! Te sueño


todo blanco, la frente alta y noble
rendida en el esfuerzo
divino de la idea...

40
¡Muero de ensueños! Mas si quiero
a la luz dura del día
mostrarte mis afanes, enmudece mi anhelo,
y el corazón, enloquecido,
rompe la voz dentro del pecho;
y este amor inmenso se me muere
de frío en la tumba del silencio.

Quizá nunca, nunca,


tú, el elegido, has de verlo
temblando en mis labios
pálidos de anhelo;
ni en mis ojos que te siguen aun cerrados
de tanto soñar despiertos;
ni en el temblor convulso de mis manos.

Y cuando en la soledad leas mis versos,


no sentirás vibrar entre tus manos, mi alma
que, gota a gota, fue cayendo en la tuya. Sereno
quedarás ante el dolor enorme
del corazón que heriste sin saberlo.
¡Y puede que tu alma sorda y fría
se canse de escuchar tanto lamento
y dejes mi libro abandonado,
sin que el milagro del reflejo
rasgue la noche de tu espíritu
y sea como un alba de oro mi secreto!

41
II

Pero ¡ah! si un día


tu alma de nieve abriera en fuego
y vinieras a mí, todo blanco,
tan blanco como te sueño...
¡Caería a tus plantas, vida mía,
llorando de humildad, al don inmenso
de poseer tu alma!
Y ya juntas nuestras vidas, nuestros sueños,
arrancando los clavos que nos sangran,
rodaríamos altos, muy altos. Lejos, muy lejos
del aliento del mundo que envenena
la pureza de los sueños.
Donde nada turbará nuestra dicha.
¡Qué amor más sencillo y claro el nuestro!
Tan suave, tan dulce, tan divino,
que jamás la fiera del deseo
mordiera nuestra carne, toda aromas.
¡Qué amor! ¡Qué dicha! ¡Qué sueño...!

42
III

¿La hora elegida? La de la tarde,


toda llena de gracia... Tú me leerías versos,
y yo, encantada por tu voz de lira,
miraría tus ojos en silencio;
besaría muy quedo tus rodillas...
y bajo el árbol sin fruto aún del cielo,
gozaría del supremo encanto
de ver el tiempo desprenderse de mis dedos.

¡Dulzura, dulzura finísima del día que


[muere!
Yo te diría: amado, es el momento
en que las almas se reconcilian con Dios
o buscan desoladas el calor de algún pecho.
¿Quieres que oremos nosotros
por aquellas que se aman sin saberlo?
¡Oh, qué goce más puro el de las lágrimas
que arranca al espíritu el recuerdo
de penas que ya no han de volver!

43
¡Y qué hermoso el momento
en que la luz se entrega, temblorosa,
en brazos de la noche! ¡Pero nada tan bello
como amarnos, porque la belleza misma
estaría dentro de nosotros! Imagina, mi dueño,
las horas del éxtasis divino
cuando en arrobo místico escuchemos
el corazón enorme de la noche
pulsar la lira del silencio;
y repose tu frente
en el hueco amoroso de mi pecho;
y la caricia de mis ojos
penetre suavemente hasta tus huesos;
y bese tus manos adoradas,
y hunda mi rostro en tus cabellos,
y suavice tu pulso delirante,
y funda tu aliento con mi aliento,
y vibre tu alma ¡toda! entre mis brazos...

¡Oh, cumbre de mis anhelos!


Estrechar vivo, palpitante, el sueño más grande
[de mi vida...
Ay, no. ¿Qué razón tendrían entonces de existir
[los cielos?

44
S eren at a

¿No sientes del viento, vida mía,


una pena muy grande,
al oír que se queja y que suspira
sin consolarlo nadie?

Así las quejas que a mi lira arranco


junto a tu reja, en solitaria calle;
sólo la blanca luna las escucha,
¡y la luna no es nadie!

45
O ye...

¿Cómo quieres que cante otra copla


si es tu amor quien fecunda mi alma
y si aprieto los ojos te siento
latir dentro de mi propia entraña,
y hasta el claro silencio enmudece
si a través de un ensueño me hablas?

No le pidas frescura de olvido


a la fuente que en mi pecho mana.

¡Cualquier verso que toquen tus dedos,


te mancha de sangre caliente del alma!

46
¡N un ca !

Mi corazón ha muerto... Mírale


cómo flota en el mar de mi dolor.

Te lo digo llorando. ¿No me escuchas?


Va en mi llanto la hondura de un adiós.

¿Que quieres que te olvide? ¡Jamás, nunca!


Es tan duro arrancarse la ilusión.

Oye..., además, ¿cómo olvidarte,


aun después de muerto el corazón,
si eres el alma misma de mi alma
y en los cielos de la idea eres Dios?

47
P es adi lla

Estaba en tus brazos...


¡Tu corazón latía dentro de mi corazón!

Todo en la tierra se abría


con un perfume de Dios.

¡El bosque también tenía


orquestaciones de corazón!

Tus manos de alma


cerraron mis ojos con amor
y me besaste trémulo, convulso,
tu corazón abierto de dolor
y te fuiste... ¡te fuiste
desgarrando mi alma en el adiós!

Desperté gritando. Temblaba


de angustia y de emoción,
y me hallé sola... ¡sola!
sin amor ni dolor.

Aún no te has ido, amado, y no obstante


¡ya llora tu vacío el corazón!

48
E s p erán dot e

La tarde murió serena,


como un sima sin dolor.

El jardín quedó sombrío


y la lira enmudeció.

Sólo en los sauces del río


rompe el viento una canción.

Las hojas caen con pena,


como cae una ilusión...

Por la avenida del sueño


camina mi corazón
desvelado, triste, solo...
¡Es dura la jornada hoy!

¡Está rendida mi frente


de apoyarse en el balcón!

¡Callad! Ya escucho sus pasos...


¡No te rompas, corazón!

Siento sus manos de alma


cubrir mis ojos... ¡¡Adiós!!

49
¿ D on de i ra?

La canción de mi río va empapando tus pra-


[dos
sin gozar de sus flores reventadas de sol.

¿Dónde irá esta armonía cuando el alma se


[vaya
y en el pecho de lira se haga muda la voz?

¿Cuajará en una estrella? (¡Una estrella, poe-


[ta!)
¿O hecha carne de aromas abrirá en una flor?

¡Ah, si tú me escucharas como el bosque al


[arroyo!
Sólo sueño ser fuente en tu pecho de sol,
y cantarte en la aurora, en la tarde, en la noche,
que te amo como al cielo, como al mar, como a
[Dios.

50
La C an ci ón del A m or Humil de

Ya sé, amor, que no has de responder


al grito lastimoso de mi herida;
que en ti ha cuajado otro dolor inmenso,
que tu alma se desgarra cual la mía.

Unge mi dolor con tu dolor


y besaré tus pies, agradecida,
y en tus ojos pondré mis manos suaves
y en mi pecho tu frente enrojecida.

Mas... si lloro, no seques mis lágrimas.


No creas que este amor mi frente humilla,
que no puede manchar las blancas flores
la caricia de niño de la brisa.

No te pido que me ames, amor.


Sólo quiero que pongas en mi herida
el bálsamo de seda de tus lágrimas
y el aroma de amor de una sonrisa.

No me mires. Pero deja que te mire,


oculta tras la luz de mis pupilas,
el alma que, dichosa, se sumerge
en tu claro mirar, que la suaviza.

51
Y si ahoga a mi espíritu la angustia
pon, piadoso, sobre estas manos frías
que oprimen mis sienes estallantes,
el amable calor de una caricia.

Yo te daré en el cáliz de mi alma


mis anhelos de amor, la esencia viva
que exprimo, temblando, de mis flores,
que se abren con tu aliento, sensitivas.

Yo te lo daré todo, todo, ¡todo!


¡Todo lo que es vivir y no es la vida!
y si abrieras mi alma...
¡Te daré el polvo en flor de mis cenizas!

52
CO NS UELO

Salí a buscarte por la tarde en calma


y al verme me dijiste: ¡Loco empeño!
Llegas tarde; se fue ya sola mi alma
por los claros caminos del ensueño.

No quise que en mis ojos vieras huellas


de sufrir al sentir mi dicha rota;
mas mi alma rebelde a tus querellas,
su dolor destilaba gota a gota.

¿Ciego o loco?, seguiste tu camino...


¡Sangró, sangró hasta quedarse yerto
mi corazón, y aquel sueño divino
fundió su luz en el ocaso muerto!

Pero mi alma siguió tras de tus huellas


y, hecha amor en mis ojos aún risueños,
por el balcón abierto de los sueños
te arroja puñados de estrellas...

53
Rai ces

Cuando veas que río, grito y canto,


no pienses que murió mi amor por ti.

Es que el corazón, loco, se rebela


contra la idea de un dolor sin fin.

Y si mi rostro se tornara grave


y sin temblor mis manos de marfil,
no creas que no te amo; ¡más que nunca!
Es que mi alma ya aprendió a sufrir.

54
M i n oche

En mi tarde de gozo se ha volcado la noche,


noche de brote duro que jamás abrirá,
y los astros, mis sueños, se han muerto o se han
[dormido
y ya nada ni nadie los podrá despertar.

¡No tendrá más caminos reventados de rosas


ni un consuelo de luna suavizará mi afán!
No hay en ella ni besos, ni luces, ni canciones,
¡y mi noche es tan bella como el sol sobre el mar!

Oye, ven tú: en voz baja te diré mi secreto.


¿Qué me importan las rosas, ni la luz, ni el amar,
si tu alma de alborada alumbró hasta mi entraña
y aún siento entre mis dedos tu corazón temblar?

55
N os talg ia

Tu cielo se ha colmado de luceros


y no vendrás por el camino blanco...

¿A qué esperarte ya, si ya no sueñas?


Tus sandalias, inquietas, se pararon
y tu alma navega, adormecida,
por las ondas sin sol de un mar de estaño.

¡No te despierta ni la voz del viento


que lame los costados de tu barco
y es mi ansia que te sigue sin fatiga!
¿Duerme tu corazón el sueño largo?

Tu ancha ausencia solloza en mi quimera...


¡Ah, tu alma de río cantando por mis prados!

56
T u dolor

Ya ni sé si te quise o si fue un sueño azul,


todo aquello tan lejano.

Ya no agita tu voz mi corazón


ni se asusta mi mano entre tu mano.

Ya no sangra de gozo en mis pupilas


el alma, al contemplarte, y, sin embargo,
mi alegría se viste de cuaresma.

¡Tu dolor ha cuajado entre mis brazos


y he sufrido la angustia de la fuente
que pierde su canción en el verano!

¡Ah, el ansia de oprimir tu frente abierta


y de ungirla con óleo de mis labios!

57
Cen i z as

Cruzó por mi quietud el lienzo oscuro


del amargo recuerdo de una tarde
de miel, en que dormía
mi dolor, cuando llegaste,
los dedos, largos de deseo,
los ojos encendidos, lujuriantes,
y yo, al verte, extendí los brazos locos
y dije temblorosa y delirante:

¡No me beses! ¡No quiero que me beses!


¡Déjame, por Dios, no puedo amarte
porque mi amor es claro como el cielo
y el tuyo es sólo barro y tu alma carne!

58
D es p echo

En el mar de la vida, siempre abierta,


la farola del sueño fue atalaya...

¡Mi barca hecha de espuma de ilusiones!


Mi anhelo, redes de oro desplegadas.
Marino el corazón, iba a la pesca
de un tesoro de amor de fina escama.

¡Treinta auroras rompieron en mi frente!


Mis venas de rosal se desangraban.

La gaviota del mar de los dolores


hizo su nido oscuro en mi torre alta.

Lloré el llanto de todas mis auroras:


la vida se reía... ¡y yo bebí las lágrimas!

59
P len i lun io

Mis pensamientos rompen en canciones


[triunfales,
porque toda la aurora sangra en mi corazón.

¡Yo adoro los caminos reventados de rosas!


¡Adoro las mañanas estallantes de sol;
adoro los ocasos tranquilos o dolientes
y adoro los crepúsculos, soles de la oración!

¡La lira de la noche me pulsa las entrañas!


La orquesta de los mares es una exaltación.
¡Adoro las umbrías sin un beso de luna
y las adoro cuando las acaricia Dios!

¡Adoro las estrellas de todos los colores,


y entre todas, adoro la estrella del amor!

60
5

A Berta Singerman.
Berta: Voz de lira bien pulsada,
que vienes a nosotros como un nuevo
Espíritu Santo de la gracia.

Carne de estrofa de tu cuerpo claro.


¡Viento fino que hace vibrar la entraña.
Padrenuestro del verso
tu arte de estrella, sin hermanas!

Misterio de luz de la Poesía.


¡Comunión de armonía de tu alma
con el alma del poeta, que se enciende
en la orquesta triunfal de tu garganta!

Se abre plena la flor de la emoción.


¡La carne palidece, el nervio estalla
en angustia feliz, del arte vivo
que como yedra se enroscó a tu alma!

Todo, figura y ritmo, es maravilla


en Berta Singerman, la iluminada.

¡Qué acento nunca oído no tendría


en sus labios, la lira de la gaita!

63
L a c a nc ió n nueva
¿ E l mun do r íe?

A Armando F. González.

Mi balcón de cera virgen


se ha puesto unos lentes nuevos.

¡Una bola de billar


se disfrazó de gaitero,
con fuelle de “Charlestón”
y fleco de dientes negros!

Lira beoda de pinares,


sermones de cura viejo.

(¡El gato de mi vecino


se murió de aburrimiento!)

Un esqueleto de goma
tiene callos de luceros.

66
II

¡Zapatero de aguarrás:
con tu martillo feriero
arréglale los zapatos
a mi avión de vino viejo!

¡Ponte clavos de jazz-band


y suelas de rascacielos!

(¿Horizontes de pan blando


untados de caramelo?)

Quiero arrancarle una rueda


al carro del reloj negro...

67
In vern al

A Luis Bayón.

El salón azul de fiestas


viste tocas de carbón.

Una lámpara de sebo


se ha escondido en un rincón
y envolvió en papel de seda
los zapatos de charol.

Lloran espuma cuajada


los tapices del salón.

Unos dedos de cuchillo


tocan con un acordeón
canciones de gaita enferma
con bandazos de “fox-trot”.

¡Cabezas decapitadas
danzan por el corredor!
Se baten puertas de hierro...

68
¡Están jugando al fútbol,
carros de ruedas con alas
y pulmones de cañón!

Un perro de ojos cansados


muerde los pies del reloj.

¡Enero de arroz con leche


está tocando el tambor!

69
Pai s aj e s i n c ol or

A mi hermana.

La risa murió de risa.


Una vela hacía pucheros
y los rizos del candil
se cubrieron con el velo.

¡Una tarta de azafrán


tragaba algodón de enero!

Por el túnel del amor


salía un tren fumando cielos.

¡Entre montañas de sal,


tocando un palo flautero
—rieles de jabón y caña—
soltaba el cabello negro!

Ovillos de lana blanca


paciendo auroras de sebo.

70
¡Canteras de palo dulce
para chuparse los dedos,
las estrellas de vinagre
y los cantos del pan negro!

(Bailaba el carbón de risa


—corazón de fogonero!—)

Sandalias de avión pirata,


estación de cementerio.

¡El tren de color de rosa


tiene un ojo neurasténico!

71
L a hora b la nc a

(En la playa)

A “Lumen”

El sol se esmaltó las uñas


y se asomó a la ventana...

Tiró estrellas a las olas


y le dio un beso a la playa.

El mar fue a jugar más lejos;


la arena se anegó en lágrimas...

¡Un batallón de albañiles


con paletas bronceadas
y amasijo de canela
con clavos de uñas rosadas!

Planos: fantasmagoría.
(Arquitectos de una cuarta...)

72
¡Castillos de bizcochón
con las torres almenadas
y palacios de galleta
con portera sin enaguas!
Ejército con bandera
(de pañuelo) ensangrentada.
¡Todo un mundo muerto (¿vivo?)
de bazar, pero sin trampa!

¡Ojos de madres de miel


con las pupilas saltadas!

(El mar se quiere amigar.


Su novia no dice nada.)

¡Terremoto de salitre!
¡Grito de manos cortadas!
¡El diluvio universal!

El mundo se acabó... ¡Nada!

73
L a hora rosa

(En el parque)

A J. R. Arias

Carrousel enarenado
con caballitos de ensueño...

Bajo el cielo, comunista,


los árboles son de fuego.

Melenas de mar de playa,


bebés de puesto feriero...
¡Trescientos ojos saltados
de horizontes sin sombrero!

Corazón de ocho jardines


con un mundo en cada dedo.
Arquero de palo santo
con flechas de caramelo...

¡Un pez de goma estirada


se desangra en el anzuelo!

74
Túneles con escaleras.
Juego de ves y no veo...

¡El ángel de gasolina


se está chupando los dedos!

75
L a hora s i n c ol or
(Naufragio)

A “Marcos del Torniello”

El día se fué de viaje


en un avión de hojalata.

El reloj azul se paró


camino de las distancias...

¡Los sueños, en camisón,


van jugando a los fantasmas!

Un demonio de ceniza
tirando de las enaguas...

Del arcón sin cerradura,


dice cuentos Doña Urraca.

¡Frente de nieve dos veces,


corazón de mar sin agua!

Por el río color de rosa


va a la deriva, una lancha.

76
E l j ardí n de las e st a t ua s

(Metamorfosis.)

A “Cástor”

Se rompió en tres mil pedazos


la luna, de ojos de plata,
al caer sobre el jardín
de avenidas charoladas.

¡Eclipse parcial! Yo miro


con las gafas ahumadas...

Venus, completa, incompleta,


se baña en un mar sin agua.

Morfeo baila un “charlestón”;


el dios Pan toca la gaita...

¡En la glorieta, un efebo


con la cabeza cortada!

77
Baco tiene frío, y se envuelve
los pies con una bufanda.

Ceres abraza un gorrión


y le hace un nido a su espalda.

¡Con un arco de canela


Minerva mató una acacia!

Un Apolo, en calzoncillos,
se ríe de las tres Gracias...

78
L i en z o

A José Francés.

El sol se ha puesto antifaz


y guantes de terciopelo...

¡Por el cielo de ceniza


con luna de cal y huevo
nubes de algodón en rama
con collares de azulejos!

Cinta de estrella planchada,


cascabel de sonajero.

¡Juega a subir y a bajar,


por montañas de cemento
un automóvil poeta
con ojos de gato hambriento,
ronco de espuma de mares
y borracho de luceros!

Mar de aceitunas, y al fondo


un pinar de cocoteros.

79
Barca de harina y canela
con canciones de pañuelo.

¡El corazón del velamen


estrenó un vestido nuevo!

La niña del arenal


tiene un novio marinero

80
E l n i ñ o cap ric h oso

( Cuento)

A mis hijas

Un niño,
marino de mar de aceite,
va en un barco azucarero
—horizontes de bazares—,
con brújula de pan tierno.

Ruta de escarchado almíbar


con tiburones sin pero.

¿Reía el niño? ¡Reía el barco!


Reían con sol los marineros,
(sonrisa de palo dulce...)
¿Dónde tú sin caramelos?

Pero un día, ojos de palco,


vio, escaparate del cielo,
una estrella de bandera
para el gorro marinero.

81
El hidroavión sin andenes
estiró, goma, los dedos...

¡No, no y no...! Los tiburones


pusieron cara de miedo.

El niño
náufrago en el mar de aceite
nadó, hidrófobo, sin puerto.

82
C arn aval

Viste el poeta los ojos


con las gafas sin cristales.

El mundo en traje romántico.


El dragón se fué de viaje.

El carro de la alegría
baila una danza salvaje.

¡Cuatrocientos prisioneros
se fugaron de la cárcel!

Ilusiones sin camisa,


por las esquinas, sin madre...

(Cupido, traje de risas,


como estrellas sin vinagre.)

Gramófonos de altavoz,
con los calcaños al aire,
y el disco de “¿Me conoces?”
¡Y no conocen a nadie!

83
En los balcones, fusiles
con los ojos expectantes.

Barcos con ruedas floridas


por los mares de las calles;
marinos de dinamita
con los cañones de flanes.

La “Sociedad de Naciones”
sin cabeza, por los aires.

¡Guerra sin guerra! En las frentes


retratos de cardenales.

El viento apaga las velas


de la locura sin guantes...

Funerales de ceniza.
La escoba todo lo barre.

La naranja del recuerdo,


como Dios, en todas partes.

84
1 de mayo de 1932

A mi hermano Celestino.

Mayo se vistió de obrero,


tocado de gorro frigio.

Con el alma sin sombrero


y los lentes sin vestido,
mastico el chicle del gozo.
Por las calles no hay mendigos.

En la Iglesia del hogar,


con misa sin pan ni vino
(los garbanzos en avión
y la carne en aerolito.)

—Mujer, dame la flor blanca


y el traje de los domingos.

En el corazón, un cáncer,
y en la frente un tiovivo.

85
¡Oh, la fiesta de camisa
blanca, pero sin aliño!

(La corbata del burgués,


un puñal de doble filo.)

En la solapa del pecho


la rosa del laicismo.

Por los puestos, catadores


(florecieron los bolsillos)
de aceite que engrasa el alma,
como un milagro, sin gritos.

El molino de las horas


muele cada vez más fino.

De la fuente de la tinta
un ángel abrió los grifos.

Las alas de los zapatos


van desandando el camino.

Y en el alma de árbol nuevo


como un sueño sin ladrillos.
1933
llamando con los nudillos.

86
Índice
1
La divina desgracia.................. 9
Tesoro......................................... 11
Eternidad.................................. 12
Melancolía................................ 14
Horizontes............................... 15

2
Nocturno.................................... 18
Paisaje......................................... 19
Estampa..................................... 21
Ocaso.......................................... 22

3
Desilusión.................................. 26
Fatiga.......................................... 27
Miedo......................................... 28
Despedida.................................. 29
Naufragio................................... 30
Resignación............................... 31
No me despiertes...................... 32
Locura........................................ 33

4
Mi amor es como el mar......... 36
¡Si quisieras...!........................... 38
Pasión......................................... 39
Amor que calla.......................... 40

89
Serenata....................................... 45
Oye............................................... 46
¡Nunca!......................................... 47
Pesadilla....................................... 48
Esperándote................................ 49
¿Dónde irá?................................. 50
La canción del amor humilde. 51
Consuelo...................................... 53
Raíces........................................... 54
Mi noche..................................... 55
Nostalgia..................................... 56
Tu dolor....................................... 57
Cenizas........................................ 58
Despecho..................................... 59
Plenilunio.................................... 60

5
A Berta Singerman................... 63
¿El mundo ríe?........................... 66
Invernal....................................... 68
Paisaje sin color.......................... 70
La hora blanca............................ 72
La hora rosa................................ 74
La hora sin color........................ 76
El jardín de las estatuas............ 77
Lienzo.......................................... 79
El niño caprichoso..................... 81
Carnaval...................................... 83
1º de Mayo de 1932 .................. 85

Índice............................................ 89

90

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