Mente y Materia - Erwin Schrodinger

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 67

·MENTE Y MATERIA

Erwin Schrodinger

METATEMAS 2
Erwin Schrodinger nació en 1887 en Viena,
donde estudió y fue profesor de física en la uni-
versidad hasta 1927. año en que fue llamado a Ber-
lín para reemplazar a Max Planck en la cátedra de
física. En 1933. al acceder Hitler al poder, decide
abandonar Alemania. Ese mismo año le conceden
el Premio Nobel, que compartió con P.A.M. Dirac,
por la formulación matemática de la mecánica
cuántica. Dedicado a la investigación de la física
atómica, física del estado sólido y mecánica esta-
dística. se mostró siempre muy sensible a las impli-
caciones sociales de la tecnología y preocupado por
el aspecto humanístico de la ciencia y la ética cien-
tífica. De él Tusquets Editores ha publicado igual-
mente ¿Qué es la vida?, Ciencia y humanismo,
Mi concepción del mundo y La naturaleza y los
griegos (Metatemas l. 10, 16 y 48).
Erwin Schrodinger
Serie Metatemas 2
dirigida por Jorge Wagensberg MENTE Y MATERIA
Conferencias Tamer
Trinity College, Cambridge, octubre de 1956

* Alef, símbolo de los números transfinitos de Cantor.


Título original: Mind and Matter "'
In dice

1.• edición: mayo 1983


2.• edición: enero 1984
3.• edición: marzo 1985
4.• edición: octubre 1990 P. 9 Las bases físicas de la conciencia
5. 8 edición: abril 1999 El problema, 9; Una respuesta posible, 12; Ética, 19

27 El futuro de la comprensión
¿Un callejón biológico sin salida?, 27; El pesimismo
aparente del darwinismo, 31; La selección. de las
influencias del comportamiento, 34; Lamarckismo
simulado, 39; Fijación genética de hábitos y habilida-
©Cambridge University Press, 1958, 1959 y 1967
des, 42; Peligros para la evolución intelectual, 46

51 El principio de objetivización

69 La paradoja aritmética: la unicidad


de la mente

Traducción de Jorge Wagensberg


Diseño de la colección: BM 89 Ciencia y religión
Reservados todos los derechos de esta edición para
Tusquets Editores, S.A. - Cesare Cantil, 8 - 08023 Barcelona
ISBN: 84-7223-610-2 111 El misterio de las cualidades sensoriales
Depósito legal: B. 14.223-1999
Fotocomposición: David Pablo
Impreso sobre papel Offset-F Crudo de Papelera del Leizarán, S.A.
Liberdúplex, S.L.- Constitución, 19-08014 Barcelona
Impreso en España
A mi célebre y querido amigo
Hans Hoff
con profunda devoción
Las bases físicas de la conciencia

El problema

El mundo es una construcción de nuestras


sensaciones, percepciones y recuerdos_. ~c~m­
viene considerar que existe objetivamente por sí
mismo. Pero no se manifiesta, ciertamente, por
su mera existencia. Su manifestación está condi-
cionada ·por acontecimientos especiales que
se desarrollan en lugares especiales de este
mundo nuestro, es decir por ciertos hechos que
tienen lugar en un cerebro. Se trata de un tipo
muy peculiar de implicación, que sugiere la si-
guiente pregunta: ¿qué propiedades específi- \
cas distinguen estos procesos cerebrales y los
capacita para producir esta manifestación? ¿Po-
demos averiguar qué procesos materiales tie-
nen esta capacidad y cuáles no? ú más sim-
plemente: ¿qué clase de procesos materiales
están directamente relacionados con la concien-
cia?
Un racionalista se inclinaría por liquidar rá-
pidamente la cuestión, más o menos en la forma
siguiente. La conciencia está asociada, por nues-

9
tra experiencia y por analogía con los animales ganismos, como las plantas, consiguen funcio-
superiores, a cierto tipo de procesos en la materia nes similares en forma muy distinta.
organizada y viva, o sea a ciertas funciones ner- ¿Estamos acaso dispuestos a creer que esta
viosas. Las formas más primitivas de la concien- circunstancia de los animales superiores, cir-
cia, o el problema de cuánto podemos retroceder cunstancia que muy bien podría no haberse
o «descender» en el reino animal para encontrar dado, fue condición necesaria _g(lra que e1_Il1UI!42 \
todavía algún tipo de conciencia, no son sino es- se iluminase
~"·~-· ·.
a sí mismo a la .luz de la.. concien-
. . -
peculaciones gratuitas, preguntas sin respuesta c1a? Si las cosas hubiesen ido de otro modo, ¿no
que deben dejarse para los soñadores ociosos. "Se"'hubiera quedado todo en una representación
Más gratuito aún es entregarse a reflexiones so- en un teatro vacío, en algo para todos inexistente
bre la posibilidad de que incluso otros fenóme- o, mejor dicho, en algo simplemente inexistente?
nos, orgánicos o materiales en general, puedan Esto sería para mí el hundimiento de una imagen
asimismo relacionarse de alguna manera con la del mundo. La urgencia por encontrar una salida
conciencia. Todo ello es pura fantasía, irrefutable a este impasse no debe amortiguarse por el te-
por indemostrable, y por lo tanto sin valor alguno mor a la astuta burla de los racionalistas. ·
para el conocimiento. Según Spinoza, cada ente particular es una ·
Pero no puede mantenerse esta visión del modificación de la sustancia infinita, esto es, de
mundo sin resignarse a admitir al mismo tiempo . Dios. Se manifiesta a sí mismo mediante cada
una fantástica laguna. La aparición de las células uno de sus atributos, en particular mediante su
nerviosas y de los cerebros en muchos organis- extensión y su pensamiento. El primero es su
mos es un acontecimiento muy .especial, cuyo existencia corpórea en el espacio y en el tiempo,
sentido y significado se comprenden bastante el segundo es -en el caso de un animal o de un
bien. Se trata de un mecanismo particular con el hombre vivo- su mente. Pero, para Spinoza,
que el individuo responde a situaciones cam- cualquier cuerpo inanimado es al mismo tiempo
biantes con un comportamiento adecuadamente «un pensamiento de Dios», es decir, también
cambiante, un mecanismo para adaptarse a un existe mediante el segundo atributo. Encontra-
entorno. Es el más elaborado e ingenioso de to- mos aquí la audaz idea de la animación univer-
dos los mecanismos y alcanza rápidamente un sal, una idea que no es nueva, ni siquiera para la
papel preponderante allí donde aparece. No es, filosofía occidental. Dos mil años antes, los filó-
sin embargo, sui generis. Grandes grupos de or- sofos jónicos tomaron de ella el sobrenombre de

10 11
hilozoístas. Después de Spinoza, el genio de bién existen (y aquí nos detendremos a hacer
Gustav Theodor Fechner no se negó a atribuir el nuestro análisis) muchos procesos reflexivos que
alma a una planta, a la tierra como cuerpo celes- sí pasan por el cerebro, pero que de ningún modo
tial, al sistema planetario, etc. No comulgo con caen en la conciencia o que apenas lo hacen. Así
estas fantasías, pero tampoco desearía tener que pues, la distinción no es nítida en el último caso;
juzgar quién se ha acercado a una verdad más existen grados intermedios entre lo puramente J
profunda, Fechner o el desastre racionalista. consciente y lo totalmente inconsciente. Las ca- ,
racterísticas distintivas que buscamos no deben
ser demasiado difíciles de encontrar si observa-
Una respuesta posible mos y estudiamos algunos procesos representati-
vos, fisiológicamente muy similares, que tienen
Vemos que todo intento por extender el do- lugar en el interior de nuestro propio cuerpo.
minio de la conciencia, según el criterio de que En mi opinión, la clave debe encontrarse en
algo así puede razonablemente relacionarse con los bien conocidos hechos siguientes. Cualquier
algo distinto a un proceso nervioso, necesaria- serie de acontecimientos, en la que interveni-
mente se precipita hacia especulaciones inde- mos con sensaciones, percepciones y quizá ac-.
mostradas e indemostrables. Pero pisamos suelo ciones, se escapa gradualmente del dominio de
más firme si empezamos en dirección opuesta. la conciencia si se repite de igual modo y con
No todo proceso nervioso, ni en absoluto todo mucha frecuencia. Pero salta inmediatamente a
proceso cerebral, van acompañados de concien- la región consciente si el acontecimiento o las
cia. A muchos procesos no les pasa, aunque ló- condiciones ambientales experimentan alguna
gica y biológicamente, se parezcan a procesos variación con respecto .a todas las incidencias
conscientes. En realidad, no son sino un con- previas. En principio, sólo estas modificaciones
junto de impulsos aferentes, seguidos de otros o diferencias entran en la esfera consciente que
eferentes cuya significación biológica está en re- distingue la nueva incidencia de las anteriores,
gular y sincronizar acciones, parte en el interior y suelen requerir por ello «nuevas considera-
del sistema y parte a través de un entorno cam- ciones». Todos podemos ofrecer docenas de
biante. Tenemos, en primer lugar, los actos refle- ejemplos extraídos de la experiencia personal,
jos en los ganglios vertebrales y las regiones del por lo que, de momento, renunciaré a citar al-
sistema nervioso que éstos controlan. Pero tam- guno.

12 13
Esta fuga gradual de la conciencia es de ca- obliga a un rodeo-, esta diferencia y nuestra
pital importancia para la estructura global de respuesta se introducen en la conciencia, de la
nuestra vida mental, fundamentada en el proceso que, sin embargo, pronto desaparecen si esta no-
de adquirir experiencia por repetición, un pro- vedad se hace constante en el futuro. Con las al-
ceso que Richard Semon generalizara mediante ternativas cambiantes se desarrollan bifurcacio-
el concepto de Mneme y sobre el que luego ha- nes que deben fijarse de un modo análogo. Nos
blaremos. Una experiencia única que no se repite desviamos hacia la sala de conferencias de la
es biológicamente irrelevante. El valor biológico Universidad o hacia el laboratorio de Física en el
reside únicamente en aprender una reacción ade- punto preciso y sin pensarlo demasiado porque
cuada a una situación que se presenta una y otra ambos son frecuentes puntos de destino.
vez, en muchos casos periódicamente, y que re- Así, de una forma inevitable, se almacenan
quiere siempre la misma respuesta, si el orga- las diferencias, las variantes de respuesta, las bi-
nismo pretende mantenerse vivo. De nuestra furcaciones, etc., pero en el dominio de la con-
propia experiencia interior sabemos, pues, lo si- ciencia sólo permanecen las más recientes, aqué-
guiente: un nuevo elemento surge en nuestra llas respecto de las que la sustancia viva·todavía
mente tras las primeras repeticiones. «Lo ya está en fase de aprender o practicar. Se puede de..:
visto» o lo «notal», según Richard Arenasius. cir, metafóricamente, que la conciencia es el tu-'\
Con las frecuentes repeticiones la cadena de tor que supervisa la educación de la materia '
acontecimientos se hace cada vez más rutinaria y viva, pero que libera a su discípulo de aquellas "
menos interesante; las respuestas se hacen cada tareas para las que ya está suficientemente entre-
vez más fiables a medida que escapan a la con- nado. Pero quiero subrayar, con tinta roja y por
ciencia. El niño recita su poema, o toca una so- triplicado, que me refiero a ello sólo como metá-
nata al piano, casi dormido. Recorremos nuestro fora. El hecho es simplemente así 1 las situacio-
trayecto habitual a la oficina cruzando las calles nes nuevas y las nuevas respuestas se incorporan
en los puntos acostumbrados, doblando las mis- rápidamente a la conciencia, lo que ya no sucede
mas esquinas, etc., mientras nuestros pensa- con las antiguas o bien experimentadas.
mientos están en cosas muy distintas. Pero, Cientos y cientos de manipulaciones y lo-
siempre que la situación exhibe una diferencia gros de la vida cotidiana tuvieron que ser apren-
relevante -digamos que se ha levantado la cal- didos un día con gran cuidado y esmerada aten-
zada por donde solemos cruzar, lo que nos ción. Consideremos, por ejemplo, los primeros

14 15
intentos de un niño por andar. Estos intentos es- mos niveles intermedios, como la respiración.
tán en el foco mismo de la conciencia; los prime- En general, funciona inadvertidamente, pero
ros éxitos son celebrados con gritos de júbilo por puede acusar diferencias coyunturales en un am-
el personaje en cuestión. El adulto anuda sus bo- biente como humo o durante un ataque de asma;
tas, acciona el interruptor de la luz, se desnuda entonces, se modifica y se hace consciente. Otro
por la noche, come con cuchillo y tenedor... , to- ejemplo es estallar en sollozos (por pena, alegría
dos esos logros han tenido que aprenderse peno- o dolor corporal), un suceso que, aunque cons-
samente para que no produzcan la menor pertur- ciente, es difícilmente influenciable por el deseo.
bación en los pensamientos que le ocupan en un También se producen reacciones cómicas de ca-
momento dado. Esto puede provocar ocasionales rácter heredado, tales como la detención de la
y cómicos fracasos. Es el caso de un famoso ma- secreción salivar en estados de intensa excita-
temático, cuya mujer encontró, se dice, tumbado ción o el erizar de los cabellos por horror. Son
en la cama y con las luces apagadas, poco des- respuestas que debieron de tener un cierto signi-
pués de que comenzara una reunión cierta tarde ficado en el pasado, pero que en el caso del hom-
en su casa. ¿Qué había pasado? Había ido al dor- bre ya se ha perdido.
mitorio para ponerse un cuello limpio en la ca- Me pregunto si todo· el mundo estará dis-.
misa. Pero la simple acción de retirar el cuello puesto a aceptar el paso siguiente que consiste en
usado disparó en este hombre, profundamente extender estas nociones a otros procesos no ner-
sumido en sus pensamientos, una cadena de fun- viosos. De momento, sólo voy a insinuarlo con
ciones habitualmente correlativas. brevedad a pesar de que lo considero el más im-
Esta cuestión, bien conocida, de la ontogenia portante. Esta generalización aclara nuestro pro-
de nuestra vida mental, vierte, en mi opinión, b~ema inicial: ¿qué hechos material~s están aso- \
cierta luz sobre lafilogenia de los procesos ner- ciados o acompañan la conciencia, y cuáles no? )
viosos inconscientes, tales como los latidos del La respuesta que sugiero es la siguiente: todo lo
corazón o los movimientos peristálticos de los que, en lo que antecede, hemos citado como pro-
intestinos. Los procesos que se enfrentan a situa- piedad de los procesos nerviosos es una propie-
ciones casi constantes o regularmente variables dad de los procesos orgánicos en general, por lo
han sido fiablemente practicados y, por lo tanto, que debe asociarse con la conciencia.
hace mucho tiempo que han abandonado la es- Según la noción y terminología de Richard
fera de la conciencia. También aquí encontrare- Semon, la ontogenia del cerebro y de todo el

16 17
soma individual no es sino la repetición «bien Ética
memorizada» de una cadena de hechos que han
ocurrido antes, muchas veces y de idéntica ma- Incluso sin esta última generalización, muy
nera. Las primeras etapas son, lo sabemos por importante para mí, quizás algo dudosa para
propia experiencia, inconscientes; primero en el otros, la teoría de la conciencia que he esbozado
seno materno, pero incluso las siguientes sema- parece· preparar el camino para una comprensión
nas y meses de vida se pasan durmiendo durante científica de la ética.
la mayor parte del tiempo. Durante esta etapa, el El fundamento de todo código ético serio
niño sigue una evolución de vieja tradición en la (Tugendlehre) ha sido siempre y para todo el ..
que se encuentra con condiciones que varían mundo un autodominio (Selbstüberwindung). La ,
muy poco de un caso a otro. El desarrollo orgá- enseñanza de la ética siempre toma la forma de
nico subsiguiente empieza a relacionarse con la una existencia, un desafío al «tú debes», que de
conciencia sólo porque ciertos órganos inician alguna manera se opone a nuestro deseo primi-
gradualmente una interacción con el entorno, tivo. ¿De dónde viene este peculiar contraste en-
adaptan sus funciones a las condiciones cam- tre el «yo quiero» y el «tú debes»? ¿No es ab-
biantes, sufren influencias, experimentan y son surdo que reprima mis apetitos primitivos, que
de alguna manera modificados por el mundo ex- rechace mi verdad y que sea distinto a lo que re-
terior. Los vertebrados superiores disponemos de almente soy? En efecto, escuchamos (en nues-
un órgano así, sobre todo en nuestro sistema ner- tros días quizá más que en otros tiempos) esta
vioso. La conciencia se asocia entonces con reivindicación frecuentemente ridiculizada: «Yo
aquellas funciones que se adaptan al entorno soy como soy. ¡Haced sitio a mi individualidad!
cambiante por eso que llamamos experiencia. ¡Vía libre para los deseos que la Naturaleza ha
El sistema nervioso es el lugar donde nues- puesto en mí! Todo lo que se opone a ello no
tra especie aún se ocupa de la transformación fi- tiene sentido, es un fraude de curas. Dios es Na-
logenética; metafóricamente hablando, es el turaleza, y debemos confiar en que la Naturaleza
«extremo vegetal» (Vegetationspitze) de nuestro me ha hecho según su deseo para que sea como
tronco. Resumiría mi hipótesis general en la soy». De vez en cuando suenan slogans como
forma: la conciencia se asocia con el aprendi- éstos, y no es fácil refutar su brutal evidencia.
zaje de la sustancia viva; su «facultad de saber» El imperativo de Kant es declaradamente irra-
(Konnen) es inconsciente. cional.

18 19
Pero el fundamento científico de estos slo- das que sigue la selección, ni siquiera en los lar-
gans está afortunadamente apolillado. Nuestra gos espacios de tiempo que están, después de
penetración en el concepto del «devenir» (das todo, limitados y cuyos límites conocemos bas-
Werden) de los organismos nos permite com- tante bien.
( prender fácilmente que nuestra vida consciente Y así, a cada paso, en cada día de nuestra
h es necesariamente una lucha continua contra vida, algo de la forma que hasta entonces poseía-
\_nuestro ego primitivo. Pues nuestro yo natural, mos debe cambiar, algo en ella debe ser vencido,
nuestro deseo primitivo, con sus deseos innatos, suprimido y sustituido por algo nuevo. La resis-
es obviamente el resultado mental del legado tencia de nuestro deseo primitivo es el resultado
material recibido de nuestros ancestros. Ahora psíquico de la resistencia que la forma existente
bien, nosotros nos desarrollamos como especie y opone al cincel transformador. Somos al mismo
avanzamos en la línea fronteriza de las genera- tiempo cincel y escultura, conquistadores y con-
ciones; cada día de la vida de un hombre repre- quistados, se trata de una auténtica autocon-
senta una pequeña porción de la evolución de la quista (Selbstüberwindung).
especie que aún está en pleno movimiento. Es Pero ¿no es absurdo sugerir que este proceso
cierto que un sólo día de la vida, e incluso una de la evolución deba caer" directa y significativa-·
vida individual entera, no es sino un brevísimo mente en la conciencia, considerando su desme-
soplo de cincel para la siempre inacabada esta- dida lentitud en relación, no sólo a la brevedad
tua. Pero la enorme evolución global que hemos de una vida individual, sino incluso con respecto
atravesado en el pasado ha sido esculpida con a las épocas históricas? ¿No se desarrolló inad-
millones de esos minúsculos toques de cincel. El vertidamente?
material para esta transformación, el presu- No. No a la luz de nuestras anteriores consi-
puesto de que ésta tenga lugar, está naturalmente deraciones que han culminado al asociar la con-
en las mutaciones espontáneas heredables. El ciencia con aquellos hechos fisiológicos en pro-
comportamiento del portador de la mutación, sus ceso de transformación por mutua interacción
hábitos en la vida, tienen no obstante una impor- con el entorno cambiante. Además, hemos con-
tancia capital y una decisiva influencia para la cluido que sólo se hacen conscientes aquellas
posterior selección de estas mutaciones. De otro modificaciones que todavía se están poniendo a
modo no podríamos comprender el origen de las prueba, hasta que, después de mucho tiempo, se \
especies ni las tendencias aparentemente dirigi- convierten en un bien experimentado patrimonio /'

20 21
lrl . ' t . f'
'·--)'-. .
inconsciente de la especie fijado hereditaria- tan incapaz como cualquiera para explicar el
mente. En una frase: la conciencia es un fenó- «deber» del imperativo de Kant. La ley ética en
meno del área de la évolución. Este mundo se su forma general más simple (¡la no interesada!
ilumina sólo donde o sólo porque desarrolla nue- es sencillamente un hecho, está ahí, y es asumida
vas formas. Las zonas de estancamiento se desli- incluso por la gran mayoría de aquellos que no la
zan desde la conciencia; sólo pueden aparecer en respetan demasiado. Considero su compleja
su interacción con zonas de la evolución. existencia como un indicio de nuestro ser en el
Si esto es así, se deduce que la conciencia y principio de u~a.t;ansfo:mació~ biológ~ca que 'j
la discordia con nuestro propio yo están insepa- parte de la pos1c10n egmsta hacia la actitud al- '
rablemente unidas, incluso que deben ser pro- truista general; una forma por la que el ser hu-
porcionales entre sí. Parece una paradoja, pero mano se convierte en animal social. El altruismo
los pueblos más sabios de todos los tiempos han es una virtud para el animal social que tiende a
dejado testimonio de su confirmación. Los hom- preservar y mejorar su especie, no se convierte
bres y mujeres que brillaron por un inhabitual en un vicio destructivo en ninguna clase de co-
acceso al conocimiento de este mundo, y que por munidad. Un animal que se embarque en crear-,
su vida y palabra han formado y transformado sociedades sin reprimir con fuerza el egoísmo ,.
esa obra de arte que llamamos humanidad, de- perecerá. Creadoras de sociedades mucho más .
( ciaran en sus escritos (o por su misma vida) ha- antiguas, como las abejas, las hormigas o las ter-'
\" ber sufrido las punzadas de la discordia interior. mitas, han excluido filogenéticamente el egoísmo.
Sea esto un consuelo para aquel que también la Sin embargo, en la etapa siguiente, se entregan
sufre. Sin ella, nada perdurable ha sido jamás en- de lleno al egoísmo nacional o, simplemente, al
gendrado. nacionalismo. Una abeja obrera que se equivoca
Que no se me interprete mal, por favor. Soy de colmena es sacrificada sin la menor vacila-
un científico, no un profesor de moral. No es mi ción.
intención sugerir la idea de una evolución hu- Pero en el hombre parece que empieza a aso-
mana hacia una cota cada vez más alta como ar- mar algo con bastante frecuencia. Por encima de
gumento eficaz para promocionar códigos mora- la primera modificación, traza claramente una
les. No puede serlo, ya que se trata de una meta segunda en la misma dirección que se advierte
altruista, de un motivo desinteresado, por lo que mucho antes de que la primera se haya siquiera
aceptarlo presupone ya virtuosidad. Me siento consumado. Si bien todavía somos vigorosa- )

22 23
'.,

r mente egoístas, muchos de nosotros empezamos cierto pseudolamarckismo. Esto, remachado por
\-... ..
a ver en el nacionalismo un vicio a eliminar. la autoridad de Julian Huxley, se explica en el
Quizás aparezca aquí una extraña circunstancia. capítulo siguiente que, sin embargo, he escrito
La segunda etapa, la pacificación de los conflic- con un problema ligeramente distinto en mente,
tos entre los pueblos, puede facilitarse por el he- y no para proporcionar un soporte a las ideas ex-
cho de que la primera etapa todavía está lejos de puestas más arriba.
haberse cubierto, de modo que los motivos ego-
( ístas tienen todavía un fuerte atractivo. Todos y
\. cada uno de nosotros estamos amenazados por
las nuevas y terroríficas armas de agresión, lo
que invita a una larga paz entre las naciones. Si
fuésemos abejas, hormigas o guerreros lacede-
monios, para los que el miedo personal no existe
y para los que la cobardía es la cosa más vergon-
zosa del mundo, el enfrentamiento sería para
/ siempre inevitable. Pero afortunadamente sólo
\ somos hombres, y cobardes.
Las consideraciones y conclusiones de este
capítulo son de vieja factura. Datan de hace más
de treinta años. Nunca las he perdido de vista,
pero he temido seriamente que tuvieran que ser'
~ refutadas por el hecho de que parecen funda-
'
, mentarse en la «herencia de los caracteres adqm- .
. ridos», es decir, ellamarckismo. Y no nos incli-
"- namos a aceptar algo así. Incluso rechazando
la herencia de los caracteres adquiridos, o sea
_ aceptando la teoría de la evolución de Darwin, se
nos antoja que el comportamiento de los indivi-
duos de una especie ejerce una gran influencia
en el curso de la evolución, esto es, que fingen

24 25
El 'futuro de la comprensión

¿Un callejón sin salida?

Podemos, creo, considerar como algo extre-


madamente improbable que nuestra comprensión
del mundo represente una etapa definitiva o final,
o que, en algún sentido, ésta sea máxima u óp-
tima. Con esto no quiero decir que la continua-
ción de la investigación en las distintas ciencias o
los estudios filosóficos o religiosos vayan a me- .
jorar nuestra actual visión del mundo. Lo que en
este sentido vamos a ganar, digamos, en los pró-
ximos dos mil quinientos años (si hacemos un
balance con respecto a lo ql,le hemos ganado
desde Protágoras, Demócrito o Antístenes) es in-
significante comparado con lo que aquí me re-
fiero. No hay razón alguna para creer que nuestro
cerebro sea el supremo ne plus ultra de un ór-
gano pensante en el cual se refleja el mundo. Es
más verosímil suponer que no, que una especie
puede llegar a adquirir un mecanismo similar al
nuestro, pero cuyas imágenes sean a las nuestras
lo que las nuestras son a las de un perro, o lo que
éstas, a su vez, lo son a las de un caracol.

27
Si fuese así, entonces -aunque ello no sea no es que hayan desaparecido, pero han perma-
en principio relevante- nos interesa saber necido sin cambios o, al menos, sin cambios sig-
(como si fuera por razones personales) si nuestra nificativos, durante millones de años. Las tortu-
propia descendencia puede alcanzar algo pare- gas y los cocodrilos, por ejemplo, son grupos
cido en el globo. El globo está muy bien. Se trata muy viejos en este sentido; lo mismo ocurre
de un sutil y reciente arriendo que todavía rige poco más o menos con los insectos, un enorme
en unas condiciones de vida bastante aceptables, grupo que incluye más especies diferenciadas
teniendo en cuenta el tiempo que nos ha tomado que en el resto del reino animal. Estas especies
(digamos 1.000 millones de años) el desarrollo apenas se han modificado durante millones de
desde el principio hasta lo que ahora somos. años, mientras el resto de la superficie viva de la
Pero nosotros mismos, ¿estamos bien? Si acep- tierra ha experimentado cambios que la hacen
tamos la actual teoría de la evolución -y no te- casi irreconocible. Lo que bloqueó la evolución
nemos otra mejor- quizá pueda parecer que he- de los insectos fue probablemente el que adopta-
mos sido diseñados para un futuro desarrollo. ran el proyecto (no malinterpretar esta expresión
¿Debe esperarse aún una evolución física del metafórica) de llevar el esqueleto por fuera en
hombre? Y me refiero a cambios sustanciales de lugar de llevarlo por dentro ·como nosotros. Esta
nuestro físico que se fijan gradualmente como armadura exterior ofrece una protección adicio-
hechos heredados -de la misma forma que nal con respecto a la estabilidad mecánica, pero
nuestro actual yo corpóreo está fijado por la he- no puede crecer como lo hacen los huesos de los
rencia-; es decir, y para usar el término técnico. mamíferos entre el nacimiento y el estado
r de los biólogos, ¿continúan produciéndose cam- adulto. Esta circunstancia limita y hace muy di-
bios genotípicos? Esta pregunta es difícil de con- fícil la aparición de cambios graduales y adapta-
testar. Podemos estar acercándonos al fin de un tivos en la historia de la vida del ser viviente.
callejón sin salida, quizás hayamos llegado ya. En el caso del hombre, varios son los argu-
Ello no debería ser un acontecimiento excepcio- mentos que parecen abogar en contra de su evo-
nal ni debería significar que nuestra especie está lución ulterior. Los cambios espontáneos here-
próxima a su extinción. Sabemos, por los regis- dables -ahora llamados mutaciones-, de los
tros geológicos, que algunas especies, e incluso que según la teoría de Darwin se seleccionan au-
que ciertos grandes grupos, hace ya mucho tomáticamente los «provechosos», son sólo eta-
tiempo que han agotado su potencial evolutivo; pas muy pequeñas de la evolución que sólo

28 29
'/

proveen, si acaso, una ligera ventaja. Por eso se o clases quizá tuvieran cierto valor de selección ·
atribuye tanta importancia a la abundancia de la positiva, un valor dudoso en los tiempos históri-
descendencia (de la que probablemente sobrevi- cos e indudablemente nulo con respecto a las
virá, sólo, una pequeña fracción) en las deduc- guerras actuales. Estas suponen una matanza in-
ciones de Darwin. Una pequeña mejora en las discriminada, del mismo modo que los avances
posibilidades de sobrevivencia tiene, sólo por de la medicina y la cirugía suponen una salva-
esto, una razonable probabilidad de realizarse. ción indiscriminada de vidas. Aunque justa y
Para el hombre civilizado, este mecanismo glo- diametralmente opuestas en nuestra considera-
bal parece haberse bloqueado (e incluso inver- ción, las dos, la guerra y la medicina, pueden po-)
tido en algunos aspectos). En general, no nos seer un valor de no selección. ,
gusta ver cómo sufren y mueren los niños y, por
eso, hemos introducido gradualmente institucio-
nes sociales y legales que, por un lado, protegen El pesimismo aparente del darwinismo
la vida, condenan el infanticidio sistemático y
tratan de ayudar a la sobrevivencia del ser hu- Estas consideraciones sugieren que, como
mano más frágil y enfermo, mientras que, por especie en desarrollo, estamos llegando a un es-
otro lado, deben reemplazar la eliminación natu- tado estacionario con pocas esperanzas de ulte-
ral del menos adaptado manteniendo la descen- rior evolución biológica. Pero, aun en este caso,
dencia dentro de ciertos límites para que su no debemos afligimos. Podríamos sobrevivir du.:
sustento sea accesible. Esto se consigue, ep rante millones de años sin cambios biológicos,
parte, por la vía directa, por el control de natali- como los cocodrilos y muchas especies de insec-
dad y, en parte, impidiendo el apareamiento de tos. Sin embargo, la idea es deprimente desde
una alta proporción de hembras. Y ocasional- cierto punto de vista filosófico, y me gustaría
mente --como esta generación muy bien sabe- abogar por la idea contraria. Para ello debo en-
la insensatez de la guerra y todas sus secuelas de trar en un aspecto de la teoría de la evolución
desastres y barbaridades contribuyen también lo que el profesor J. Huxley establece en su célebre
suyo en el balance. libro sobre el tema 1, un aspecto no siempre sufí-
Millones de niños y adultos de ambos sexos
,_ mueren por inanición, frío o epidemias. En un l. Evolution: A Modern Synthesis, George Allen and Unwin,
Londres, 1942.
pasado remoto, las luchas entre pequeñas tribus

30 31
cienternente apreciado, según el propio Huxley, que lo hace todo ella sola, condenando al indiví-
por los evolucionistas actuales. duo a la inactividad, al nihilismo.
Las presentaciones populares de la teoría de Corno bien se sabe, la teoría de Darwin no
Darwin pueden proporcionar una imagen pesi- fue la primera teoría sistemática de la evolución.
mista y descorazonadora por el papel aparente- Fue precedida por la teoría de Larnarck, que se
mente pasivo que juegan los organismos en el basa enteramente en la hipótesis de que cual-
proceso de la evolución. Las mutaciones ocurren quier novedad adquirida por un individuo, gra-
espontáneamente en el genorna («la sustancia cias a determinado comportamiento y a un en-
hereditaria»). Tenernos razones para creer que torno específico antes de la procreación, puede
las mutaciones se deben sobre todo a eso que los ser (y en general es) transmitido a su progenie, si
físicos llaman fluctuaciones termodinámicas o, no por completo, sí al menos dejando ciertos
en otras palabras, al puro azar. El organismo in- vestigios. Según esto, un animal puede producir
dividual no tiene la menor capacidad de influen- por ejemplo callosidades protectoras en la planta
cia sobre el tesoro hereditario que recibe de sus de sus pies por vivir en suelos pedregosos o are-
/ padres, ni sobre el que llega a su descendencia. nosos, callosidad que se haría gradualmente he-
Las mutaciones que tienen lugar obedecen a «la reditaria de manera tal que generaciones poste- .
selección natural del más adaptado». Esto parece riores recibirían gratis esta propiedad, corno un
significar, otra vez, puro azar, ya que significa regalo, y sin necesidad de esforzarse por con-
que una mutación favorable aumenta la espe- quistarla. Por la misma razón, los logros adquiri-
ranza de sobrevivencia del individuo y de la des- dos, o la adaptación sustancial producida en un
cendencia engendrada a la que transmite la mu- órgano, no se perderán si són continuamente
tación en cuestión. La actividad del organismo usados para ciertos fines y se transmitirán, al
durante su tiempo de vida parece, aparte de esto, menos en parte, a la descendencia. Esta imagen
biológicamente irrelevante. Nada de lo que haga ofrece una comprensión muy simple de la adap-
trasciende en la descendencia: las propiedades tación específica al entorno, una propiedad tan
adquiridas no se heredan. Toda habilidad, todo característica de todas las criaturas vivas. Pero
aprendizaje, cualquier logro alcanzado, se pierde no sólo eso, también es una imagen bella, jubi-
sin dejar rastro, muere con el individuo, no se losa, alentadora y estimulante. Es infinitamente
transmite. Un ser inteligente pensará en este sen- más atractiva que el aspecto pesimista de la apa-
tido que la Naturaleza rechaza su colaboración, rente pasividad ofrecida por Darwin. Un ser inte-

32 33
ligente que se considere a sí mismo como un es- vante, más aún, juega el papel más relevante de
labón de la larga cadena de la evolución puede la evolución. Existe un núcleo de verdad en la
estar seguro, según la teoría de Lamarck, de que imagen de Lamarck: la irrescindible conexión
sus esfuerzos y desvelos por mejorar sus propias causal que se establece entre la realización de
habilidades, tanto las físicas como las mentales, una función -el hacer que un carácter (un ór-
no se pierden en el sentido biológico, sino que gano, toda propiedad, capacidad o peculiaridad
forman parte (una parte pequeña, pero parte inte- del cuerpo) tenga un uso provechoso- y el he-
grante al fin) de la lucha de la especie por alcan- cho de su desarrollo en el curso de las generacio-
zar una perfección cada vez mayor. nes, su mejora gradual en relación a los propósi-
Desgraciadamente, ellamarckismo es insos- tos para los que su uso es provechoso. Esta
tenible. El fundamento sobre el que descansa conexión, digo, entre el ente usado y el ente me-
-las propiedaes adquiridas pueden heredarse- jorado fue un conocimiento muy correcto de La-
es falso. Hasta donde hoy sabemos, tal herencia marck y subsiste en nuestra actual imagen dar-
no es posible. Los pasos particulares con que winista, pero pasa fácilmente desapercibida si se
avanza la evolución son aquellas mutaciones es- observa el darwinismo superficialmente. Todo
pontáneas y fortuitas que no tienen nada que ver ocurre como si ellamarckismo fuese cierto, sólo .
con el comportamiento que el individuo sigue que el «mecanismo» es más complicado de lo
durante su vida. Volvemos de este modo al pesi-. que Lamarck pensó. La cuestión no es dema-
mista aspecto del darwinismo que antes he esbo- siado sencilla ni de explicar ni de captar, por lo
zado. que será muy útil empezar por resumir el resul-
tado. Pensemos, para evitar dívagaciones, en un
órgano, aunque la peculiaridad en cuestión pue-
La selección de las influencias de ser una propiedad, un hábito, un dispositivo,
del comportamiento un comportamiento, incluso una pequeña adi-
ción o variación de esta peculiaridad. Lamarck
Deseo mostrar ahora de que esto no es exac- piensa que el órgano a) se usa, b) por ello me-
tamente así. Sin cambiar ninguna de las hipóte- jora, y e) la mejora se transmite a la herencia.
sis básicas del darwinismo, podemos ver que el Esto es falso. Debemos pensar que el órgano a)
comportamiento del individuo, la manera de uti- sufre variaciones al azar, b) las que se usan pro-
lizar sus facultades innatas, juega un papel rele- vechosamente se acumulan, o al menos se acen-

34 35
túan por la selección, y e) ello continúa de gene- alto nivel de inteligencia por parte del individuo-.
ración en generación, constituyéndose las muta- Pero quiero aclarar que, aunque mi propuesta su-
ciones seleccionadas en una mejora perdurable. pone, claro, inteligencia y un comportamiento de
La simulación más notable de lamarckismo ocu- los animales superiores lleno de propósitos, no
rre -según Julian Huxley- cuando las varia- está en modo alguno restringido a ellos. Veamos
ciones iniciales que inauguran el proceso no son algunos ejemplos sencillos:
auténticas mutaciones, ni de las que se pue-
den heredar. Pero, si son aprovechables, pueden No todos los individuos de una población
acentuarse por lo que él llama selección orgánica tienen exactamente el mismo entorno. Unas flo-
y, por así decirlo, allanan el terreno para que res de una especie pueden crecer en la sombra,
aquellas mutaciones que aparecen en la direc- otras en zonas soleadas, unas en la pendiente
·, ción «deseable» sean aprehendidas. más alta y sublime de una montaña, otras en te-
Detengámonos ahora en ciertos detalles. Lo rrenos más bajos o en el valle. Una mutación
más importante es ver si un nuevo carácter (o -como las hojas peludas- que es beneficiosa
modificación de un carácter) adquirido por va- para grandes altitudes será seleccionada.en las
riación, mutación o mutación combinada con zonas elevadas, pero se «perderá» en el valle. Es
cierta selección, puede estimular fácilmente una el mismo efecto que supondría una migración de ·
actividad del organismo en relación a su entorno. los mutantes peludos hacia un entorno que favo-
que tienda a aumentar la utilidad de este carácter rezca la aparición de ulteriores mutaciones en el
y, por lo tanto, que intensifique el efecto de la se- mismo sentido~
lección. Con la posesión de un nuevo carácter el · Otro ejemplo: la capacidad de los pájaros
individuo puede provocar cambios en su entorno para volar les permite construir nidos en lo alto
(por una transformación real o por migración), o de los árboles donde sus crías son menos accesi-
bien modificar su comportamiento respecto al bles a algunos de sus enemigos. Los que primero
entorno. Todo ello se realiza de forma que la uti- accedieron a ello obtuvieron una ventaja en la
lidad del nuevo carácter se vea reforzada y para selección. En una segunda etapa, este tipo de
promocionar la ulterior mejora selectiva en el morada hace que la selección opere entre los me-
mismo sentido. jores voladores. Es decir, cierta habilidad para
Esta afirmación puede chocamos por osada, volar produce cambios en el entorno, o en el
ya que parece requerir un propósito e incluso un comportamiento con respeto al entorno, lo que

36 37
--
ayuda a una acumulación en favor de la misma rección» tiene una estructura así. Y éste da lugar
habilidad. a circunstancias que «moldean el material plás-
tico» -por selección- cada vez más sistemáti-
El hecho más sobresaliente de los seres vivos camente en la dirección de las ventajas ganadas
es que se dividen en especies, muchas de las cua- al comienzo. Metafóricamente podría decirse:
les están increíblemente especializadas en fun- las espe~ies han averiguado en qué dirección se
ciones tan particulares y delicadas que dependen encuentran sus oportunidades para la vida y si-
de ellas para sobrevivir. Un jardín zoológico es guen esta trayectoria.
un espectáculo de curiosidades, y lo seóa mucho
más si incluyera una buena exhibición de la his-
toria de la vida de los insectos. La no especiali- Lamarckismo simulado
zación es una excepción. La regla es la especiali-
zación en estrategias singularmente estudiadas Debemos intentar comprender en líneas ge-
que «nadie consideraría si la naturaleza no las nerales y formular de manera no animista la
hubiera producido». Es difícil creer que todas forma en que una mutación al azar -capaz de
ellas sean el resultado de una «acumulación por proporcionar al individuo ventajas y favores en .
azar». Se quiera o no, uno siente la existencia de pro de la sobrevivencia en un entorno dado-
fuerzas o tendencias que van en ciertas direccio-. podóan tender a hacer algo más que eso: aumen-
nes desde «lo llano y simple» hacia lo compli- tar las oportunidades para usar provechosamente
cado. Lo «llano y simple» parece representar (y para concentrar en sí misma) la influencia se-
una situación inestable. Al escapar de ella se· lectiva del medio.
producen fuerzas dirigidas hacia ulteriores pun- Para revelar este mecanismo esquematizare-
tos de partida en la misma dirección. Eso sería mos el entorno como un conjunto de circunstan-
difícil de comprender si el desarrollo de un inge- cias favorables y de circunstancias desfavora-
nio particular (mecanismos, órgano o comporta- bles. Entre las primeras está el alimento, el
miento útil) fuese el producto de un largo rosario refugio, la luz del sol y otras muchas; entre las
de sucesos azarosos, independientes entre sí, tal segundas están las amenazas de otros seres vivos
como suele considerarse cuando se piensa en tér- (enemigos), los venenos o la violencia de los
minos de la concepción original de Darwin. En elementos. Sean éstas, brevemente, las «necesi-
realidad, creo, sólo el primer inicio «en cierta di- dades» y las «adversidades». No toda necesidad

38 39
puede satisfacerse, no toda adversidad puede una población muy prolífica, que sobrevive sin
evitarse. Pero una especie viva debe haber adqui- aumentar apreciablemente, las adversidades su-
rido un comportamiento que equilibre la neutra- peran normalmente las necesidades, la sobrevi-
lización de las adversidades más graves con la vencia individual es una excepción. Además, ad-
satisfacción de las necesidades más acuciantes. versidades y necesidades están acopladas con
Una mutación favorable hace que ciertas fuentes frecuencia, de forma que una necesidad apre-
sean más accesibles a las necesidades, o reduce miante sólo puede satisfacerse desafiando una
el peligro de ciertas adversidades, o hace ambas cierta adversidad (por ejemplo, el antílope tiene
cosas. Por ello, aumenta la esperanza de sobrevi- que ir a beber al río, pero el león conoce el lugar
vencia de los individuos que están dotados de tan bien como él). El esquema completo de ad-
ella, pero, además, desplaza el equilibrio óptimo, versidades y desgracias está intrincadamente en-
ya que modifica el peso relativo de las necesida- tretejido. Una ligera reducción de cierto peligro
des y adversidades. Los individuos que -por provocado por una mutación dada puede causar
azar o inteligencia- modifican adecuadamente una considerable diferencia para aquellos mu-
su comportamiento se ven favorecidos, esto es, tantes que desafían dicho peligro y que, por lo
seleccionados. Este cambio de comportamiento tanto, evitan otros. Esto· puede suponer una se-:-
no se transmite a la siguiente generación por el lección notable, y no sólo con respecto a la sin-
genoma o por herencia directa, pero esto no sig-: gularidad genética en cuestión, sino también con
nifica que no sea transmitido. Nuestra especie de respecto a la destreza (intencionada o fortuita)
flores peludas (en un hábitat que se extiende a lo en utilizarla. Este tipo de comportamiento se
largo de la pendiente de una montaña) ofrece el' transmite a la herencia mediante el ejemplo, por
ejemplo más simple y primitivo. Los mutantes el aprendizaje, en un sentido generalizado de la
peludos, favorecidos en lo alto, dispersan sus se- palabra. El cambio de comportamiento intensi-
millas de tal forma que la siguiente generación fica, a su vez, el valor selectivo de toda mutación
de «peludas», consideradas en su conjunto, «es- posterior en la misma dirección.
calen la cima», para, digamos, «hacer mejor uso Esta presentación del problema puede pro-
de la mutación favorable». ducir un efecto muy similar al del mecanismo
En todo ello debemos tener en cuenta como descrito por Lamarck. El comportamiento tiene
norma que la situación es extremadamente di- un papel importante en el proceso, aunque nin-
námica en conjunto, la lucha es muy dura. En gún comportamiento adquirido, ni ningún cam-

40 ;~~ 41

j '
'
'
bio físico hayan sido transmitidos directamente a cía hereditaria, por-los cromosomas. Al principio
la descendencia. Pero la conexión causal no es la no está fijado genéticamente, y es difícil ver
que pensó Lamarck, es justamente la contraria. cómo podría incorporarse al tesoro genético.
No es que el comportamiento cambie el físico de Este es, en sí mismo, un importante problema.
los progenitores y que, por herencia física, éste Pues sabemos que los hábitos se heredan como,
afecte al de la descendencia. Es el cambio físico por ejemplo, el de construir nido de los pájaros,
de los progenitores el que modifica -directa o los de aseo personal de nuestros perros y gatos,
indirectamente, por selección- sus comporta- para mencionar sólo algunos casos obvios. El
mientos; y este cambio de comportamiento es darwinismo debería abandonarse si ello no
transmitido a la progenie -mediante el ejemplo, puede comprenderse según sus líneas ortodoxas.
la enseñanza o incluso más primitivamente- a La cuestión se hace singularmente significativa
través del cambio físico portado por el genoma. en el caso del hombre, ya que deseamos inferir
Incluso en el caso de que el cambio físico no sea que nuestros esfuerzos y desvelos, mientras dura
heredable, la transmisión del comportamiento la vida, constituyen una contribución integrante
inducido «por enseñanza» puede ser un factor al- para el desarrollo de las especies en el verdadero
tamente eficiente en la evolución, ya que deja la sentido biológico. Creo que la solución es, bre-
puerta abierta para recibir ulteriores mutaciones vemente, como sigue.
heredables con todo preparado para hacer el me- . Según nuestras hipótesis, el comportamiento
jor uso de ellas y, por lo tanto, para someterlas a se modifica paralelamente al físico, primero
una intensa selección. como una consecuencia de un cambio al azar en
este último, pero dirigiendo en seguida el subsi-
guiente mecanismo seleccionador hacia canales
Fijación genética de hábitos y habilidades definidos, ya que, como el comportamiento se ha
aprovechado de los primeros y rudimentarios be-
Puede objetarse que lo que aquí hemos des- neficios, sólo aquellas ulteriores mutaciones que
crito puede ocurrir ocasionalmente, pero que no ocurren en el mismo sentido tienen algún valor
puede continuar indefinidamente para formar el selectivo. Pero como (si se me permite) el nuevo
mecanismo esencial de una evolución adapta- órgano se desarrolla, el comportamiento no hace
tiva. Pues el cambio de comportamiento no se sino promocionarse cada vez más por el solo he-
transmite por una herencia física, por la sustan- cho de ser poseído. El comportamiento y el fí-
42 43
sico no hacen sino fusionarse en una sola cosa. sos) si intentamos usarlo una y otra vez por im-
Simplemente, no podemos tener manos sin usar- paciencia antes de que estuviera terminado. Uno
las para obedecer a ciertos propósitos, nos estor- tiende a pensar que la Naturaleza actúa de otro
barían (como ocurre a un actor aficionado, ya modo. La Naturaleza no puede producir un orga-
que sólo tiene propósitos ficticios). No se puede nismo nuevo y sus órganos si éstos no son conti-
tener alas eficaces sin intentar volar. No se puede nuamente utilizados, probados y examinados
tener un órgano modulado para el habla sin tratar con respecto a su eficacia. Pero, en realidad, este
de imitar los sonidos que uno oye en su entorno. paralelismo es falso. La fabricación de un solo
Distinguir entre la posesión de un órgano y la ur- instrumento por un hombre corresponde a la on-
gencia por usarlo (y la necesidad de entrenarlo togenia, esto es, al crecimiento de una indivi-
con la práctica), es decir, considerarlos como ca- dualidad desde el germen hasta la madurez.
racterísticas diferentes del órgano en cuestión, También aquí la interferencia es bien recibida.
resulta una distinción artificial que sólo se hace Los más jóvenes deben ser protegidos, no pue-
posible gracias al lenguaje abstracto, pero que den ser destinados al trabajo antes de haber al-
no tiene una contrapartida en la Naturaleza. N o canzado toda la fuerza y pericia propias de su
debemos pensar, claro, que el «comportamiento» especie. El verdadero paralelismo del desarrollo ·
penetra en la estructura del cromosoma donde se evolutivo de los organismos puede ilustrarse,
asienta en puntos precisos. La selección sería dé- · por ejemplo, con una exposición sobre la histo-
bil para producir un órgano nuevo si no recibiera ria de las bicicletas, donde se observaría el cam-
ayuda continua del organismo, por hacer éste bio gradual de la máquina de año en año, de
uso apropiado de aquél. Y esto es muy esencial. década en década; o, análogamente, de locomo-
Por ello, ambas cosas están muy relacionadas y, toras, automóviles, aeroplanos, máquinas de es-
en último término, o incluso en cada etapa, se fi- cribir, etc. Tanto en estos casos como en el de
jan genéticamente como una sola: el órgano los procesos naturales es evidentemente esencial
usado, como si Lamarck tuviese razón. que la máquina en cuestión se use con continui-
Resulta clarificador comparar este proceso dad y sea, por lo tanto, continuamente mejorada.
natural con la fabricación de un instrumento por No se trata de una mejora debida literalmente al
el hombre. A primera vista, parece haber un uso, sino a la experiencia ganada y a las altera-
gran contraste. Si fabricamos un delicado meca- ciones sugeridas. La bicicleta ilustra, por cierto,
nismo, podríamos estropearlo (en muchos ca- el caso mencionado anteriormente de un viejo

44 45
'
lJ (.

[>U.,:
organismo que casi ha alcanzado la perfección El segundo punto se refiere a la cuestión de.
máxima, por lo que ya no se pueden esperar de- si todavía se puede esperar algún desarrollo bio-
masiados cambios. ¡Pero no por ello va a extin- lógico en el hombre; se trata de una cuestión ín-
guirse! timamente ligada a la anterior. Tenemos, en
cierto modo, la respuesta completa, esto es, ello
depende .de nosotros y de nuestro hacer. No de-
Peligros para la evolución intelectual bemos sentarnos a esperar a que las cosas vayan
llegando en la creencia de que están decididas
r Volvamos ahora al principio de este capítulo. por un destino irrescindible. Si queremos desa-
' Nuestra pregunta inicial era: ¿es verosímil que la rrollo, tenemos que hacer algo por él. Y si no,
',_ evolución biológica del hombre continúe? Nues- no. Lo mismo ocurre con el desarrollo político y
tra discusión ha traído, creo, dos puntos relevan- social y con la sucesión de hechos históricos en
tes a la palestra. general, que no dependen de los caprichos de
El primero es la importancia biológica del los dioses, sino en gran medida de nuestros ac-
comportamiento. El comportamiento, aunque en tos. Así, nuestro futuro biológico, que no e5 más
sí no se hereda, puede acelerar el proceso de la que historia a gran escala, no debe tomarse
evolución en varios órdenes de magnitud si se como un destino inalterable decidido de ante-
ajusta a las facultades innatas y a las condiciones mano por alguna ley de la Naturaleza. Ello no es /
ambientales y se adapta a los cambios que expe- así por nosotros, sujetos actuantes en el juego,
rimentan tales factores. En las plantas y en los aun cuando parezca lo contrario para un ser su-
niveles inferiores del reino animal, el comporta- · perior que nos observa, como nosotros observa-
miento adecuado se pone a punto por un lento mos a los pájaros o las hormigas. La razón por
proceso de selección, es decir, por ensayo y error, la cual el hombre tiende a considerar la historia
mientras que la inteligencia del hombre le per- (tanto en el sentido concreto como en el amplio)
mite proceder por elección. Esta ventaja incalcu- como un acontecer predestinado, bajo el control
lable puede compensar fácilmente su handicap de reglas y leyes inalterables, es muy evidente.
de una propagación lenta y comparativamente Se debe a que cada individuo en particular tiene
escasa, que se reduce aún más por el aspecto la sensación de que él mismo tiene muy poco
biológicamente peligroso de limitar el volumen que decir sobre el tema, a menos que pueda ex-
de la descendencia para asegurar el sustento. presar sus opiniones a otros muchos y conven-

46 47
cedes de que ajusten su comportamiento de blecerse y para engendrar una descendencia. El
acuerdo con ellas. resultado puede llegar incluso hasta una selec-
En cuanto al comportamiento concreto nece- ción negativa en cuanto a talentos y promesas.
sario para asegurar nuestro futuro biológico, sólo Las penas de la vida industrial moderna han
quiero mencionar un punto de carácter general, creado instituciones destinadas a mitigarlas, ta-
que juzgo de una importancia primaria. Estamos les como las de protección de los trabajadores
ahora, creo, en un grave peligro de perder «el ca- contra la explotación y el desempleo, y muchas
1
! mino de la perfección». De todo esto se ha dicho otras de asistencia y seguridad. Se consideran ra-
( que la selección es un requisito indispensable zonablemente beneficiosas y se han hecho indis-
\_ para el desarrollo biológico. Si esto se excluye pensables. Pero no podemos cerrar los ojos ante
completamente, el desarrollo se detiene, más el hecho de que, aliviando la responsabilidad del
aún, puede invertirse. Dicho en palabras de Ju- individuo por preocuparse por sí mismo y con la
lian Huxley: « ... la preponderancia de la muta- igualación de las oportunidades para todos los ,
ción (perdida) degenerativa se traduce en la de- hombres, tales instituciones también tienden a \
generación de un órgano cuando éste se hace amortiguar la competencia de talentos, lo que )
inservible y cuando la selección ya no opera so- supone un freno a la evolución biológica. Me ,I
bre él para mantener su eficacia». doy cuenta de que este punto es extremadamente
Ahora pienso que la creciente mecanización polémico. La preocupación por nuestro bienestar
y «estupidación» de la mayor parte de procesos actual es un argumento muy fuerte comparado
de manufacturación suponen un serio peligro de con nuestro futuro evolutivo. Pero afortunada-
degeneración general para nuestro órgano de hi mente, así lo creo, ambas cosas van unidas de
inteligencia. Cuanto más se igualen en la vida acuerdo con mi argumento principal. El aburri-
las oportunidades entre los trabajadores diestros miento se ha convertido en el peor azote de nues-
y los irresponsables (por la represión de la habi- tras vidas. En lugar de usar la ingeniosa maqui-
lidad y por la generalización del trabajo tedioso naria, hemos inventado una cantidad creciente
y aburrido), tanto más se hará superfluo un buen de lujo superfluo; debemos pensar en desarro-
cerebro, manos expertas o un ojo agudo. En llarla de forma que libere a los seres humanos de '
efecto, se favorecerá al hombre poco inteligente todas las manipulaciones no inteligentes y mecá- i

que toma la fácil alternativa de una labor abu- nicas. La máquina debe asumir la labor para la/
rrida; será lo más fácil para prosperar, para esta- que el hombre es demasiado bueno, y no el hom-

48 49
i

1 '

l
bre el trabajo para el cual una máquina es dema- El principio de objetivización
siado cara, como ocurre con bastante frecuencia. ...J.,;;. '¡
.. / /
, ...
./í ,(, .. '
_.-f;,. \.'e ~.-•,.. ,/" .,
Esto no tenderá a abaratar la producción, sino --
que hará más felices a las personas involucradas. ,,~Gt1. ·Y(~ ;~·:.e -' ~- f r ··
Pero no hay demasiada esperanza mientras pre-
valezca la competencia entre las grandes empre-
sas del mundo. Este tipo de competencia es poco
interesante y sin valor biológico. Nuestro obje-
tivo debería centrarse es restituir la competencia
interesante e inteligente de los seres humanos Hace nueve años establecí dos principios ge-
como individuos. nerales que constituyen la base del método cien-
tífico, el principio de la comprensibilidad de la
Naturaleza y el principio de la objetivización.
Desde entonces, he vuelto sobre el tema una y
otra vez, la última en mi libro La naturaleza
y los griegos 1•
Deseo tratar aquí con detalle el segundo
principio, el de la objetivización. Antes de decir
lo que entiendo por ello, permítaseme deshacer
un posible malentendido que puede surgir (como
he comprobado en algunas críticas aparecidas
sobre mi libro), a pesar de que creí haberlo evi-
tado desde el principio. Se trata simplemente de
lo siguiente: muchos parecen creer que mi inten-
ción era la de prescindir de los principios funda-
mentales que tienen que estar en la base del mé-
todo científico o que, por lo menos, están justa y

l. La naturaleza y los griegos (Metatemas 48}, Tusquets Edito-


res, Barcelona, 1997.

50 51
-
correctamente en la base de la ciencia y que de- nes. La evolución actual de la física posible-
ben mantenerse a toda costa. Nada más lejos de mente suponga una seria contaminación. El prin-
mi intención; yo sólo mantenía, y mantengo, que cipio de incertidumbre, la alegada falta de cone-
aquéllos son -y por cierto, como herencia de xión estrictamente causal en la Naturaleza,
los antiguos griegos- el origen de toda nuestra puede representar un paso en este sentido, un
ciencia y del pensamiento occidentales. abandono parcial de este principio. Sería intere-
El malentendido no es demasiado sorpren- sante discutirlo, pero quiero centrarme en la dis-
dente. Cuando oímos a un científico pronunciar cusión del otro, del principio que yo llamo de ·
principios de la ciencia, destacando dos de ellos objetivización.
como especialmente fundamentales y de viejo Entiendo por ello lo que también suele deno-
cuño, resulta natural creer que por lo menos está minarse «!a hipótesis del mundo real» que nos
muy a favor de ellos y que desea imponerlos. rodea. Mantengo que esto equivale a cierta sim-
Pero obsérvese por otro lado que la ciencia plificación que adoptamos con el fin de dominar
nunca impone nada, la ciencia establece. La el infinitamente intrincado problema de la Natu-
ciencia sólo pretende hacer afirmaciones verda- raleza. Debemos tener en cuenta esta hipótesis y \,
deras y adecuadas a su objeto. El científico sólo ser rigurosamente sistemátícos con ella; lo con-
impone dos cosas: verdad y sinceridad; y lo hace trario supondría la exclusión del sujeto del cono-
por encima de sí mismo y de otros científicos. cimiento del dominio de la naturaleza que trata-
En este caso, el objeto es la ciencia misma, la mos de entender. Retrocedamos con nuestro
ciencia tal como se ha desarrollado y tal como e~ propio yo hasta conseguir ser un observador ex-
en este momento, y no la ciencia tal como debe terno al mundo, el cual se convierte, por este
ser o tal como debe desarrollarse en el futuro. procedimiento, en un mundo objetivo. Este me-
Volvamos ahora a estos dos principios. Sobre canismo encuentra dificultades en las dos cir-
el primero, «se puede comprender la Natura- cunstancias siguientes. En primer lugar, mi pro-
leza», quiero decir sólo unas palabras. Lo más pio cuerpo (al que tan íntima y directamente se
sorprendente es que tuviera que ser inventado, liga mi actividad mental) forma parte del objeto
de que fuera totalmente necesario inventarlo. (el mundo real a mi alrededor) que he construido
Proviene de la Escuela de Milesia, el physiolo- con mis sensaciones, percepciones y recuerdos.
goi. Desde entonces ha permanecido intacto, En segundo lugar, los cuerpos de otras personas
aunque quizá no siempre libre de contaminado- forman parte de este mundo objetivo. Pero tengo

52 53
,·,


muy buenas razones para creer que esos otros nido, el calor y el frío son nuestras sensaciones·
cuerpos también están acoplados con (o digamos inmediatas; su ausencia en un modelo del mundo
que son) el soporte de esferas de conciencia. No del que hemos omitido nuestra propia mente es
puedo tener duda alguna sobre la existencia -o una pequeña maravilla.
sobre cierta clase de realidad- de dichas extra- La segunda es nuestra búsqueda estéril del
ñas esferas de conciencia y, sin embargo, no lugar en el que la mente actúa sobre la materia, o
tengo el menor acceso subjetivo directo a nin- viceversa, algo bien conocido gracias a la ho-
guna de ellas. Por ello, tiendo a considerarlas nesta investigación de Sir Charles Sherrington,
como algo objetivo, como parte del mundo real magníficamente desarrollada en su Hombre ver-
que me rodea. Además, puesto que no hay dis- sus Naturaleza. El mundo material se ha cons-
tinción entre yo mismo y los otros, y sí gran truido sólo a costa de extraer de él el yo, es decir,
simetría en las intenciones y propósitos, con- la mente; la mente no forma parte de él, por ello
cluyo que yo mismo formo parte del mundo ma- no puede, evidentemente, interaccionar ni con él
terial que me rodea. Digamos que coloco mi pro- ni con cualquiera de sus partes. (Spinoza dejó
pio ser sensible (que ha construido este mundo esto muy claro en una breve frase, ver pág . .45.)
como un producto mental) de nuevo en dicho Deseo detallar algunos ·de estos puntos. Per-
mundo -con el pandemonium de las desastro- mítaseme primero citar un pasaje de un artículo
sas consecuencias lógicas que emergen de la de C.G. Jung, que me ha complacido porque
mencionada cadena de defectuosas conclusio- destaca el mismo punto en un contexto muy dis-
nes-. Las señalaremos una a una; sólo mencio- tinto, aunque con unas maneras muy agresivas .
.• naré por ahora las dos contradicciones más fl~­ Considero que extraer el sujeto del conocimiento
grantes. Su existencia se debe a que no nos del mundo objetivo es un precio alto en aras de
damos cuenta de que una imagen moderada- una imagen satisfactoria, pero Jung va más lejos
mente satisfactoria del mundo sólo se consigue y nos acusa por pagar semejante rescate desde
al alto precio de ser nosotros mismos quienes to- una intrincada y difícil situación. Dice:
memos la imagen retrocediendo para ello al pa-
pel de observador no involucrado. Toda Ciencia (Wissenschaft) es, sin embargo,
La primera de estas contradicciones es la una función del alma en la que se arraiga todo
sorpresa por encontrar nuestra imagen del conocimiento. El alma es el más grande de los
mundo «incolora, fría y muda». El color y el so- milagros cósmicos, es el conditio sine qua non

54 55
del mundo considerado como un objeto. Es muy plemento, ciertas glosas de eminentes represen-·
sorprendente que el mundo occidental (salvo tantes de épocas más antiguas y humildes de la
muy raras excepciones) parezca apreciar tan física y la psicología, que muestran cómo «el
poco esta circunstancia. El aluvión de objetos mundo de la ciencia» se ha concentrado en un
externos de conocimiento ha arrinconado al objetivo horrible que no deja lugar a la mente y a
sujeto; muchas veces hasta la aparente no exis- sus inmediatas sensaciones.
tencia2. Algunos lectores recordarán «los dos escri-
torios» de A. S. Eddington; uno es un mueble fa-
Jung tiene, desde luego, bastante razón. miliar antiguo, en el que está sentado y sobre el
También está claro que, por dedicarse a la psico- que apoya sus brazos; el otro es un objeto físico,
logía, es mucho más sensible al gambito inicial acribillado de agujeros y desprovisto de toda
en cuestión, mucho más que un físico o que un cualidad sensorial. Su mayor parte es, con mu-
fisiólogo. No obstante, yo diría que abandonar cho, un espacio vacío, la nada esparcida entre
de repente una posición que hemos mantenido minúsculas e innumerables partículas de algo,
durante 2000 años es peligroso. Podemos per- núcleos y electrones girando, pero siempre a dis-
derlo todo sin ganar más que cierta libertad en tancias que son unas 100.000 veces mayores que
un dominio especial, aunque muy importante. sus propios tamaños. Tras comparar ambos obje-
Pero aquí se plantea el problema. La psicología, tos, Eddington resume con su buen y expresivo
una ciencia relativamente nueva, exige imperio- estilo:
samente un espacio vital y hace inevitable la re-
consideración del gambito inicial. Es una duni Los acontecimientos de la vida cotidiana se ob-
tarea en la que no vamos a embarcarnos aquí y servan, en el mundo de la física, como una repre-
ahora. N os contentaremos con haber señalado la sentación de sombras. La sombra de mi codo se
apoya sobre la sombra de la mesa, la sombra de
cuestión.
la tinta fluye sobre la sombra del papel... Acep-
El psicólogo Jung se queja, pues, de la ex- tar llanamente que la física está relacionada con
clusión de la mente de nuestra imagen del un mundo de sombras es uno de los avances re-
mundo, de la omisión del alma. A mí me gusta- cientes más significativos 3 •
ría aducir por contra, o quizá mejor, como com-
3. The Nature of Physical World, «Introducción>>, Cambridge
2. Eranos Jahrbuch, 1946, pág. 398. University Press, Cambridge, 1928.

56 57
Hago constar que el avance más reciente no lósofo natural) fuera de su propia sustancia. La \
reside en que el mundo de la física haya adqui- mente no ha podido abordar esta gigantesca ta- : _
rido este carácter de representación de sombras; rea sin el recurso simplificador de excluirse a sí !!{~~ ;..
lo ha tenido siempre desde Demócrito de Ab- misma, de omitirse en su creación conceptual. 1
dera e incluso antes; no nos dábamos cuenta de De donde se deduce que tal creación no contiene /
ello; creíamos que no enfrentábamos al mundo a su creador.
mismo; expresiones como modelo o imagen No puedo transmitir la grandeza del inmortal
para la construcción conceptual de la ciencia no libro de Sherrington citando frases; hay que le-
surgieron, creo, hasta la segunda mitad del si- erlo. Pero quiero mencionar algunas de las más
glo XIX. representativas.
Sir Charles Sherrington publicó no mucho
más tarde su trascendental Hombre versus Natu- La física ... nos plantea el impasse de que la
raleza. El libro está impregnado de un sincero mente no puede per se tocar el piano (la mente
deseo por extraer evidencia objetiva de la inter- no puede per se mover un dedo de la mano.
acción entre mentes y materia. Y acentúo el epíteto (pág. 222.)
Entonces, el impasse St:tle a nuestro encuentro.
«sincero» porque se necesita un esfuerzo muy se-
Frente al «cómo» la mente influencia la mate- ·
rio y honesto para buscar algo que, de antemano, ria, el vacío. La inconsecuencia nos hace vaci-
sabemos imposible de encontrar, porque, en con- lar. ¿Hay algo que hemos comprendido mal?
tra de lo que la gente suele creer, esta interacción (pág. 232.)
no existe. Un breve resumen de su investigación
se encuentra en la página 357 de su libro: · Compárense estas conclusiones de un fisió-
Para todo aquello que alcanza la percepción, la
logo experimental del siglo xx con la siguiente
mente interviene en nuestro mundo espacial simple afirmación del filósofo más grande del si-
como un verdadero fantasma invisible, intangi- glo xvn: B. Spinoza. (Ethica, Pt. 111, Prop. 2.)
ble, es algo que incluso carece de contorno; no
es una «cosa». Se queda sin confirmación senso- Nec corpus mentem ad cogitandum nec mens
rial y así se queda para siempre. corpus ad motum neque ad quietem nec ad ali-
quid (si quid est) aliud determinare potest.
Con mis propias palabras, yo diría: la mente [El cuerpo no determina que la mente piense, ni
\- la mente determina que el cuerpo se mueva, o
ha construido el mundo exterior objetivo (del fi-

58 59
esté en reposo, o cualquier otra cosa (si ello así cho porque hemos admitido enteramente que el
sucediese).] pensamiento de la personalidad de un ser hu-
mano (o también, en este sentido, de un animal)
El impasse ES un impasse. ¿No somos en- está localizado en el interior de su cuerpo. Saber
tonces los hacedores de nuestros actos? Sin em- que en realidad no es así resulta sorprendente,
bargo, por ellos nos sentimos responsables y, si por lo que nos invade la duda y la confusión, es
se da el caso, por ellos somos castigados o pre- algo que no admitimos de buena gana. Nos he-
miados. Es una horrible contradicción. Y man- mos acostumbrado a localizar la personalidad
tengo que ésta no puede resolverse mediante la consciente en la cabeza de los individuos -me
ciencia actual que todavía se ve enteramente atrevería incluso a decir que una o dos pulgadas
comprometida -sin saberlo- con el «principio detrás del punto medio de los ojos. De ahí nos
de exclusión»; de ahí la contradicción. Esto sirve llegan (si se da el caso) miradas amorosas o tier-
para darnos cuenta del problema, pero no para nas, recelosas o enojadas. Me pregunto si se ha
resolverlo. No podemos deshacernos del «princi- hecho notar alguna vez que el ojo es el único ór-
pio de exclusión» mediante (digamos) una mo- gano de los sentidos cuyo carácter puramente re-
ción en el Parlamento. Debería reconsiderarse la ceptivo ingenuamente no reconocemos. Tende-
actitud científica, la ciencia debe construirse de mos a pensar en contra de la realidad, es decir,
nuevo. Hay que ir con cuidado. en «rayos visuales» que salen de los ojos y no en
Nos enfrentamos, pues, a la notable si- «rayos de luz» que inciden sobre los ojos desde
guiente situación. Nuestra imagen del mundo se el exterior. Es frecuente encontrarse con «rayos
elabora a partir de la información proporcionada · visuales» representados en los dibujos de los
por los órganos sensoriales de la mente (de ma- «cómics» o incluso en los antiguos diagramas
nera que la imagen del mundo es y se conserva, que ilustran instrumentos o leyes ópticas: una lí-
para cualquier hombre, como una elaboración de nea de puntos que emerge del ojo y que apunta a
su propia mente, y no es posible demostrar que un objeto con una lejana flecha. Estimado lector,
esta imagen tenga otra existencia), mientras que o mejor aún, estimada lectora, recuerde el brillo
nuestra mente consciente se queda en algo ex- de los gozosos ojos con que le obsequia su hijo
traño dentro de esta imagen, no tiene espacio vi- cuando le trae un juguete nuevo y deje que un fí-
tal en ella, no es localizable en ningún punto del sico le explique que, en realidad, nada emerge de
espacio. No sabemos darnos cuenta de este he- esos ojos; su única función objetivamente detec-

60 61
table es, en realidad, recibir los impactos de adiós de despedida para una larga y dolorosa se-
cuantos de luz. ¡Extraña realidad! No parece una paración. Simultáneamente observamos cómo
realidad completa. otras corrientes pulsantes producen cierta secre- .
Nos cuesta mucho aceptar el hecho de que la ción glandular que deja el pobre ojo triste velado
localización de la personalidad (de la mente por las lágrimas. Pero en ningún punto de este
consciente) en el cuerpo no es sino un símbolo, trayecto (que parte del ojo, atraviesa el órgano
l_ una ayuda de carácter práctico. Sigamos ahora central y llega a los músculos del brazo o a las
, una de estas «tiernas miradas» (con todo lo que glándulas lacrimógenas) encontraremos la perso-
sobre ella sabemos) hacia el interior del cuerpo. nalidad, ni la honda pena, ni la preocupación que
Allí nos topamos con un bullicio muy interesante aturde el alma. Y, sin embargo, sentimos la reali-
o, si se quiere, con una maquinaria. Encontramos dad de tales conceptos como si de nosotros mis-
millones de células muy especializadas enzarza- mos se tratara (¡que es lo que en realidad ocu-
das en una estructura de increíble complejidad, rre!). Esta imagen sobre el prójimo, que nos
pero que sirve obviamente para consumar un alto regala el análisis psicológico, me recuerda mu-
grado de mutua comunicación y colaboración; cho una gran narración de Edgar Allan Poe, que
por las células nerviosas circula un incesante estoy seguro muchos lectores recordarán; me re- .
martilleo de pulsos electroquímicos regulares fiero a La máscara de la muerte roja. Un príncipe
que, sin embargo, cambian rápidamente de confi-. y su séquito se encierran en un castillo aislado
guración; cientos de miles de contactos se abren para escapar a la peste de la muerte roja que asola
y cierran cada fracción de segundo; se inducen la región. Tras una semana de retiro, se organiza
transformaciones químicas y quizás otros proce- · un gran baile de disfraces y máscaras. Uno de los
sos aún no descubiertos. Sí, todo ello encontra- participantes, muy alto, totalmente enmascarado
mos, y podemos confiar en saber cada vez más a y vestido de rojo (un intento obvio por represen-
medida que progresa la ciencia. Pero suponga- tar alegóricamente la peste), hizo estremecer a to-
mos ahora un caso concreto en el que eventual- dos los presentes, no sólo por su caprichosa elec-
mente observamos cómo ciertos grupos de co- ción, sino también por el temor a que fuese un
rrientes pulsantes salen del cerebro para llegar a intruso. Un joven audaz se acerca por fin al rojo
ciertos músculos del brazo. Como consecuencia enmascarado y, con un brusco tirón, le retira el
de este estímulo, el brazo acciona una mano vaci- sombrero y el velo del rostro. Estaba vacío.
lante y temblorosa que representa un emocionado Pero nuestros cráneos no están vacíos; y, sin

62 63
embargo, lo que en ellos encontramos no es (a el impacto de rayos de luz y los refleje hasta mi
pesar de lo mucho que nos interesa) nada com- ojo o hasta algún instrumento de observación.
parado con la vida y las emociones del alma. Esto significa que nuestra observación afecta al
Esto puede trastornarnos en un principio. objeto. No es posible obtener conocimiento so--.
Pero a mí me parece, pensándolo más profunda- bre un objeto si se lo mantiene estrictamente ais-
mente, más bien un consuelo. Cuando nos en- lado. La teoría afirma que esta perturbación no
frentamos con el cuerpo de un ser querido cuya es irrelevante ni completamente controlada. Es
/ pérdida nos apena, ¿no es más consolador pensar decir, tras cualquier número de cuidadosas ob-
\ que aquel cuerpo no fue nunca en realidad el servaciones, el objeto queda en un estado del que
) asiento de su personalidad, sino tan sólo el sím- se conocen ciertas cosas (las últimas observa-
',"-bolo de una «referencia a efectos prácticos»? das), pero otras (las interferidas por la última ob-
Deseo hacer un apéndice a estas considera- servación) no se conocen o no lo son con preci-
ciones para aquellos que se interesan especial- sión. Así se explica el porqué no es posible dar
mente por la física, deseosos quizá de que me una descripción completa de cualquier objeto fí-
pronuncie sobre la cuestión del sujeto y el ob- sico.
jeto, una cuestión revalorizada por la escuela Conceder una cosa así -y posiblemente no ·
predominante en mecánica cuántica, cuyos pro- quede otro remedio- es precipitarse contra el
tagonistas son Niels Bohr, Werner Heinsenberg, . principio de comprensibilidad de la Naturaleza.
Max Born y otros. Permítaseme primero hacer Esto no es, de por sí, una deshonra. Decía antes
una breve descripción de sus ideas. Son las que que mis dos principios no deben tomarse como
siguen4 : obligatorios para la ciencia; en realidad, sólo ex-
pres~n lo que la física ha aceptado tácitamente
No podemos hacer afirmación fáctica alguna durante siglos, algo difícil de cambiar. Personal-
sobre un objeto natural determinado (o sistema mente no estoy seguro de que nuestro actual co-
físico) sin «acceder a su contacto». Este contacto nocimiento haya reclamado el cambio hasta
es una interacción física real. Incluso para que ahora. Creo que pueden modificarse los modelos
«veamos un objeto» se necesita que éste reciba de tal manera que nunca exhiban propiedades
que, en principio, no puedan observarse simultá-
4. Véase mi Ciencia y humanismo (Metatemas 10), Tusquets neamente -modelos pobres en propiedades si-
Editores, Barcelona, 1985, pág .. multáneas, pero más ricos en su adaptabilidad a

64 65
los cambios del entorno. Esto es, sin embargo, nuestras sensaciones, percepciones y observa-
una cuestión interna de la física, que no vamos a ciones, que no expresaran la naturaleza de «la
resolver ni aquí ni ahora. Pero de la teoría ex- cosa en sí», para utilizar el término de Kant. Al-
puesta más arriba (de la interferencia inevitable gunos de estos pensadores tenían en mente una
e incontrolable entre los aparatos de medida y el distorsión más o menos fuerte, mientras que
objeto de observación) se han extraído notables Kant nos viene con una resignación total: nunca
consecuencias epistemológicas sobre la relación sabremos absolutamente nada de «la cosa en sí».
entre sujeto y objeto. Hoy se mantiene que los Vemos entonces que la subjetividad es, al pare-
recientes descubrimientos de la física han hecho cer, una idea muy antigua y familiar. He aquí lo
avanzar la misteriosa frontera que separa el su- nuevo del actual planteamiento: no son sólo las
jeto del objeto, una frontera que, como hemos impresiones que nos llegan del entorno las que
,,'visto, no es en absoluto nítida. Tendemos a creer dependen en gran manera del carácter y del es- ¡
( que no podemos observar un objeto sin que su tado contingente de nuestro sistema sensorial, i'>
\ estado se vea modificado o matizado por la pro- sino que también ocurre el proceso inverso, esto ,'
"-pia acción de observar. Tende~os a cree~ que la es, el entorno que deseamos comprender se ve f
misteriosa frontera entre SUJeto y obJeto se modificado por nosotros, "y en particular por los !
1
rompe bajo el impacto de nuestros refinados mé- instrumentos que diseñamos para observarlo. _.1
\ todos de observación y de la reflexión que sigue . Quizá sea así (y hasta cierto punto cierta-
a los resultados de nuestros experimentos. mente lo es). Quizá las recién descubiertas leyes
Para hacer una crítica de estas pretensiones, de la física cuántica determinen que esta modifi-
déjenme admitir la discriminación entre sujeto y cación no puede reducirse por debajo de ciertos
objeto que el tiempo ha consagrado, es decir, la límites bien establecidos. Pero, a pesar de ello,
distinción aceptada por pensadores de épocas yo no calificaría esta circunstancia como una in-
antiguas, todavía admitida en épocas recientes. fluencia directa del sujeto sobre el objeto. Pues
Entre los filósofos que la admitieron (desde De- el sujeto es, en todo caso, el ente que siente y
mócrito de Abdera hasta «el anciano de Konigs- piensa. Las sensaciones y pensamientos no per- \
berg»5) hubo muy pocos que no insistieran en el tenecen al «mundo de la energía», no pueden
carácter fuertemente personal y subjetivo de producir el menor cambio en este mundo de
energía, tal como sabemos de Spinoza y de Sir
5, Kant. (N. del T.) Charles Sherrington.

66 67
Todo ello parte del supuesto de que acepta- La paradoja aritmética:
mos la discriminación entre sujeto y objeto con- la unicidad de la mente
sagrada por el tiempo. Y, a pesar de que debe-
mos aceptarla como «referencia práctica» para la
vida cotidiana, pienso que hay que excluirla del
, pensamiento filosófico. Su rígida y lógica conse-
cuencia fue revelada por Kant: la sublime, pero
vacía, idea de la «cosa en sí» sobre la que nunca
sabremos nada.
Mi mente y el mundo están compuestos por La razón por la que no podemos encontrar
los mismos elementos. Lo mismo ocurre para to- nuestro ego sensible perceptor y pensante en lu-
das las mentes y sus respectivos mundos, a pesar gar alguno de nuestra imagen científica del
de la insondable abundancia de interacciones mundo puede expresarse fácilmente en siete pa-
mutuas. El mundo me es dado de una sol~ vez: labras: porque esta imagen es la mente misma.
no uno existente y otro percibido. ~\IJ~!O y ob- Es idénticaal todo:Por jü-que-no puede·estar
jeto son una sola_c;osa. Y no podemos decir que contenido en él como una de sus partes. Pero, ·
'los
la barrera que- separa se ha roto como conse- claro, aquí nos topamos con la paradoja aritmé-
cuencia de la experiencia reciente en la física, tica; parece haber una gran multitud de egos
<porque esa barrera no existe. conscientes y, sin embargo, el mundo es uno
solo. Esto es consecuencia de la manera por la
que el concepto «mundo»· se produce a sí
-·: mismo. Los varios dominios de conciencia «pri-
vada» se superponen parcialmente. La región co-
mún de esta superposición es la elaboración que
\. damos en llamar «mundo real que nos rodea».
Nos queda, con todo, una sensación incómoda
que hace surgir preguntas como las que siguen:
¿es en verdad mi mundo el mismo que el tuyo?
¿Existe un mundo real que debamos distinguir
de las imágenes que la percepción inyecta en no-

68 69
sotros? Y, si es así, ¿representan bien al mundo plicidad es sólo aparente, en realidad sólo existe
estas imágenes? ¿No será quizás el mundo «en sí una única mente. Esta es la doctrina de las Upa-
mismo» muy distinto al que percibimos? nisad. Y no sólo de ellas. La unión con Dios, ex-)
Se trata de preguntas ingeniosas pero, en mi perimentada místicamente, supone generalmente 1
opinión, muy susceptibles de confundir la cues- esta actitud, excepto si se opone a fuertes prejui- ,,.
tión. No tienen respuestas adecuadas. Todas ellas cios; y esto explica que en Occidente se acepte
son (o conducen a) contradicciones que manan menos que en Oriente. Citaré como ejemplo
de una misma fuente, una fuente que yo he lla- (fuera de las Upanisad) a un místico de la Persia
mado la paradoja matemática; los muchos egos islámica del siglo XIII, Aziz Nasafi. Lo tomo de
conscientes con cuyas experiencias mentales se un artículo de Fritz Meyer 1:
confecciona un mundo único. Resolver esta para-
doja serviría para acabar con preguntas como las Cuando muere una criatura viviente, su espíritu
mencionadas y, me atrevería a decir, para demos- vuelve al mundo espiritual y el cuerpo al mundo
trar que, en realidad, son preguntas falsas. . corpóreo. Pero, en este proceso, sólo los cuerpos
Existen dos salidas para esta paradoja, am- están sujetos al cambio. El mundo espiritual es
bas un tanto caprichosas para el pensamiento un espíritu único que está detrás del mundo cor-
científico actual (pensamiento basado en el anti- póreo como una luz y que, cuando una criatura
guo griego y, por lo tanto, profundamente «occi- · viva accede a la existencia, luce a su través como
a través de una ventana. Y en el mundo entra
dental»). Una es la tímida doctrina de las móna-
· más o menos luz según sea la clase y el tamaño
das de Leibniz: cada mónada es un mundo de de la ventana. Pero la luz en sí no cambia.
por sí sin comunicación con el resto; la móna-
da «no tiene ventanas», está «incomunicada». Hace diez años Aldoux Huxley publicó un
El hecho de que, a pesar de todo, exista acuerdo precioso volumen que llamó The perennial Phi-
entre ellas se llama «armonía preestablecida». losophy2, una antología de los místicos de las
Creo que son pocos los que se sienten atraídos épocas y los pueblos más variados. Se abra por
por semejante sugerencia, y menos los que pien- donde se abra este libro, encontraremos declara-
san que ésta supone el menor alivio para la con- ciones parecidas. Sorprende la milagrosa coinci-
tradicción matemática.
Sólo hay obviamente una alternativa, a saber, l. «Eranos Jahrbuch», 1946.
la unificación de mentes y conciencias. Su multi- 2. Chatto and Windus, 1946.

70 71

j
1
.
.
'
.

dencia entre seres humanos de diferentes razas y i\ en plural, sólo en singular. No sólo nadie ha ex-
religiones (que nada sabían de su mutua existen- perimentado nunca más de una conciencia, sino
cia), separados por siglos y milenios y por las que no existe huella de la evidencia circunstan-
mayores distancias del planeta. cial de que ello haya ocurrido jamás en el mundo.
De todos modos, debemos insistir en que es- Decir que no puede existir más de una conciencia
/ tas doctrinas tienen poco atractivo para el pensa- en una misma mente parece una tosca tautología
1 miento occidental; se nos antojan indigeribles, (somos casi incapaces de imaginar lo contrario).
las tildamos de no científicas y de fantásticas. Sin embargo, existen casos y situaciones en
Bien, así es, porque nuestra ciencia -la ciencia los que estaríamos dispuestos a suponer, y casi a
de Grecia- se basa en la objetivización, por lo afirmar, que estas cosas inimaginables ocurren,
que ~e ha pri~a~do a sí misma de una compren- si ello es de alguna forma posible. Este es el
sión aa-écuada del sujeto del conocimiento, de la punto que deseo discutir ahora con cierto detalle,
mente. Pero creo que éste es precisamente el relacionándolo con citas de Sir Charles She-
¡}Unto de nuestra manera de pensar que debemos rrington, que fue a la vez (¡cosa rara!) un hombre
enmendar, quizá con la transfusión de una gota de enorme genio y un científico sensato. Por lo
de sangre de pensamiento oriental. No será nada que sé, no tuvo especial predisposición hacia la
fácil, debemos tener cuidado con no dar un pati- filosofía de las Upanisad. Mi propósito en esta
nazo (las transfusiones de sangre necesitan siem- discusión es contribuir quizás a clarificar un ca-\.
pre de gran precaución para prevenir posibles mino para una futura asimilación de la doctrina
embolias). No queremos perder la precisión ló- de la identidad con nuestra propia visión del ,
gica que ha alcanzado nuestro pensamiento cien~ mundo científico, sin tener que pagar por ello
tífico y que no tiene parangón en lugar ni época una pérdida de sensatez y precisión lógica.
algunos.
' Una cosa, sin embargo, puede afirmarse en Acabo de señalar que ni siquiera podemos
favor de la enseñanza mística de la identidad de imaginar una pluralidad de conciencias en una
todas las mentes en sí y con la mente suprema misma mente. Podemos pronunciar muy bien es-
(y en contra de la tímida doctrina de las móna- tas palabras, pero no representan la descripción
das de Leibniz). La doctrina de la identidad pue- de una experiencia imaginable. Incluso en los
de afirmar su íntima relación con el hecho empí- casos patológicos de un «desdoblamiento de per-
(.< .· ; e• rico de que la conciencia nunca se experimenta sonalidad», las dos personas se alternan, nunca

72 73
se manifiestan a la vez; ésta es precisamente la tición en el siglo v a.C. En nuestros días, proba-
característica principal: ninguna de las dos sabe blemente sea muy rara, pero dudo que esté com-
nada acerca de la otra. pletamente extinguida.
El sueño es como un teatro de marionetas en Permítaseme derivar hacia un tema muy dis-
el que manejamos los hilos de bastantes actores, tinto. Creo que es del todo imposible hacerse
controlamos sus acciones y sus discursos, pero una idea .sobre si, por ejemplo, mi propia mente
no somos conscientes de ello. Sólo uno de ellos consciente (que yo siento como única) se originó
soy yo mismo, el que sueña. Yo puedo actuar y por integración de las consciencias de las células
hablar inmediatamente en el papel de un perso- (o de algunas de ellas) que forman mi cuerpo o si
naje, mientras puedo estar esperando, impa- es, en cada momento de mi vida, su resultante
ciente y ansioso, lo que otro pueda replicar, pen- última. Uno tiende a pensar que tal «república de
diente de si va a satisfacer o no mi urgente células» (que todos somos) representaría la oca-
demanda. Y puedo obligarle a hacer y a decir lo sión par excellence para que la mente exhibiera,
que me apetezca para que nada me ocurra. Pues, si ello fuese posible, un carácter de pluralidad.
en un sueño de esta clase, el «otro» es sobre todo La expresión «república» o «estado de células»
la imitación de algún obstáculo que se cruza en (Zellstaat) ya no se considera actualmente como
mi vida real y sobre el qúe no tengo en realidad una metáfora. Oigamos a Sherrington:
control alguno. La extraña situación que aquí he.-
mos descrito explica obviamente la firme creen- Declarar que cada una de las células que inte-
cia de casi todos los pueblos antiguos de que se gran nuestro cuerpo es una vida individual auto-
comunicaban realmente con las personas, vivas centrada no es una mera frase. No se trata de un
o muertas o, quizá, con los héroes y los dio-... simple acuerdo con propósitos descriptivos. La
ses ~que aparecían en sus sueños. Es una supersti- célula como componente del cuerpo no es sólo
·- ción que muere con dificultad. A finales del una unidad visiblemente delimitada, sino una
siglo VI a.C., Heráclito de Efeso se pronunció unidad de vida centrada en sí misma. Controla
su propia vida. La célula es una unidad de vida,
definitivamente en contra, con una claridad no
y nuestra vida, que es también una vida unitaria,
muy frecuente en sus, a veces, muy oscuros
se compone a su vez de vidas celulares. 3
pensamientos. Pero Lucrecio Carus, que se con-
sideraba a sí mismo el protagonista de un pensa-
miento iluminado, todavía mantenía esta supers- 3. Hombre versus Naturaleza, pág. 73, 1940.

74 75
Pero podemos seguir esta descripción con momento en que el centelleo desaparece, es
mucho más detalle. Las investigaciones fisioló- decir, para una frecuencia determinada (que de-
gicas de la percepción y de la patolog.ía c~r~~ral pende de detalles experimentales), el observador,
hablan inequívocamente de un sensono dtvtdtdo que mira con ambos ojos, ve una luz continua4 •
en regiones de sorprendente independencia, y Supongamos que tal frecuencia es de 60 ciclos
ello sugeriría que estas regiones pueden aso- por segundo en determinadas circunstancias. Ha-
ciarse con dominios independientes de la mente. gamos una segunda experiencia idéntica, salvo
No es así. He aquí un ejemplo especialmente ca- ' ~1 que ahora un dispositivo especial hace que el ojo
racterístico. Si miramos un paisaje lejano, pri- derecho vea sólo uno de cada dos destellos,
mero con los dos ojos, luego con el derecho ce- mientras que los restantes llegan al izquierdo. De
rrando el izquierdo y luego con el izquierdo esta manera cada ojo recibe sólo 30 destellos por
cerrando el derecho, no apreciaremos diferen- segundo. Si el estímulo se recibiera en el mismo
cias notables. En los tres casos, el espacio físico centro fisiológico no debería presentarse diferen-
visual es exactamente el mismo. Pero esto puede cia alguna: si pulso el botón de la entrada a razón
deberse muy bien a que el estímulo se transmi- de una vez cada dos segund<;>s, y mi mujer hace
te de las correspondientes terminaciones nervio- lo propio desde su dormitorio, pero alternativa-
sas de la retina a un mismo centro cerebral donde mente con respecto a mí, entonces el timbre de la
se «fabrica la percepción». Lo mismo ocurre en cocina sonaría cada segundo, es decir, exacta-
mi casa, en la que tanto el pulsador de la puerta mente lo que ocurriría si uno de los dos tocase su
de la entrada como otro del dormitorio de mi. botón cada segundo (o si los dos lo hiciéramos
mujer activan un mismo timbre situado en la co- simultáneamente). Sin embargo, no es eso lo que
cina. Esta sería la explicación más sencilla; pero ocurre en la segunda experiencia con la bombi-
es falsa. lla. Treinta destellos en el ojo derecho alternando
Sherrington nos habla de experimentos muy con treinta en el izquierdo están muy lejos de eli-
interesantes sobre la frecuencia umbral de cente- minar la sensación de centelleo; para ello se ne-
lleo. Trataré de exponerlos lo más brevemente cesita una frecuencia doble, es decir, sesenta en
posible. Supongamos que una bombilla pequeña cada ojo, si los dos están abiertos. Veamos la
instalada en el laboratorio centellea con una alta conclusión en palabras del propio Sherrington:
frecuencia, digamos 40, 60, 80 o 100 destellos
por segundo. Al aumentar la frecuencia llega un 4. Así se produce la fusión de imágenes en el cine.

76 77
vioso no se integra mediante una centralización ·
Las dos entradas de información no se combinan en torno a una célula pontificia. Se trata más
por una conjugación espacial del rnecanisi?o ce- bien de una democracia un millón de veces múl-
rebral ... Es corno si las imágenes de cada OJO fue- tiple, cuya unidad es la célula... la vida concreta'·
sen recogidas por observadores distintos cuyas compuesta de sub-vidas revela, aunque inte- ¿
mentes fuesen luego fundidas en una sola. Es grada, su carácter aditivo y se manifiesta corno
corno si las percepciones de cada ojo se elabora- una entidad de minúsculos focos de vida que ac-
sen por separado para fundirse. luego ~síqu~ca­ túan juntos... Pero, cuando considerarnos la
rnente en una unidad. Es corno SI cada OJO tuviera mente, nada de eso ocurre. La célula nerviosa in-
su propio sensorio independiente, de una conside- dividual no es nunca un cerebro en miniatura. La
rable dignidad, lo que sirve para que se desarro- constitución celular del cuerpo no necesita de-
llen ciertos procesos mentales hasta niveles de to- pender lo más mínimo de la mente. Una célula-
tal percepción. Esto equivaldría fisiológicamente cerebro central no podría asegurar a la reacción
a un subcerebro visual. Habría dos subcerebros, mental un carácter unificado y no atómico más
uno para cada ojo. Su colaboración rnent~l sería que la multitudinaria capa de células de la cor-
proporcionada más por una contemporaneidad de teza cerebral. La materia y la energía pa~ecen
acción que por una unión estructural. poseer una estructura granular, y así ocurre con
«la vida», pero no con la mente.
Siguen consideraciones muy generales de las
que de nuevo extraigo sólo los puntos más carac- He reproducido los pasajes que más me han
terísticos: impresionado. Sherrington, con su superior co-
nocimiento de lo que realmente ocurre en un
·Se basan pues estos subcerebros cuasi-indepen-
¿, . ? L . cuerpo vivo, parece luchar con una paradoja que
dientes en varios tipos de sentidos. os «cmco»
sentidos clásicos, en lugar de estar intrincada- (en su ingenuidad y total sinceridad intelectual)
mente unidos en la corteza del cerebro y sumer- no trata de eludir ni resolver, sino que la plantea
gidos en complicados mecanismos de su in.te- así, brutalmente, consciente de que es la única
rior, resultan fáciles de localizar en zonas bien forma de conducir un problema de la ciencia o la
·- diferenciadas. ¿Hasta qué punto será la mente filosofía hacia su solución; y no plasmando fra-
' una colección de mentes perceptoras cuasi-inde- ses «bonitas», que es como se evita el progreso y
'· pendientes, muy integradas psíquicarne~te ~o~ la es la manera de eternizar las contradicciones (no
\ concurrencia temporal de la exp~nencm .... para siempre, sino hasta que alguien detecte el
Cuando se trata de la «mente», el sistema ner-
79
78
.•,
fraude). La paradoja de Sherrington también es toy hablando ya de religión, no de ciencia; pero '
una paradoja numérica, una paradoja de núme- de una religión que no se opone a la ciencia, sino
ros, y tiene mucho que ver, creo, con la que así que se sustenta en todo aquello que la investi-
he bautizado al principio del capítulo, aunque de gación científica desinteresada ha traído a la pa- . :
ningún modo es idéntica a aquélla. La primera lestra.
consistía en un mundo resultante de la cristaliza- Dice .Sherrington: «La mente del hombre es
ción de muchas mentes. La de Sherrington es un producto reciente de esta parte del planeta» 5 •
una mente basada aparentemente en muchas cé- Estoy de acuerdo, naturalmente. Si omitiéra-
lulas vivas o, si se quiere, en una multiplicidad mos la segunda palabra («del hombre»), ya no lo
de sub-cerebros, cada uno de los cuales con una estaría. Hemos tratado antes este asunto en el ca-
dignidad propia aparente, tan considerable que pítulo primero. Sería extraño, por no decir ri-\
tendemos a asociarle una sub-mente. Pero sabe- dículo, pensar que la mente consciente y con- ·
mos que una sub-mente es una monstruosidad templadora, que sólo refleja el devenir del
tan atroz como una mente plural (no hay el me- mundo, haya aparecido en un instante determi-
nor indicio en la experiencia del cuerpo, ni nado durante el curso de este «devenir», pensar
forma de imaginar estas mentes). que haya aparecido por azar, asociado a cierto
Me permito pronosticar que las dos parado- artilugio biológico especial con la misión de fa-
jas serán resueltas (no pretendo resolverlas aquí cilitar que ciertas formas de vida se mantengan a
·y ahora) si asimilamos la doctrina de la identidad sí mismas (favoreciendo así su conservación y
··- oriental a nuestra ciencia occidental. La mente propagación): formas de vida tardías y precedi-
es, por su propia naturaleza, un singulare-tan.; das de muchas otras que se han conservado sin el
tum. Yo diría que: todas las mentes son una sola. concurso de semejante peculiar artilugio (el ce-
Me atrevo a considerarla indestructible, ya que rebro). Sólo unas pocas (si contamos por espe-
tiene una peculiar tabla de tiempos, esto es, para cies) se han embarcado en «conseguir un cere-
la mente es siempre ahora. No existe, en reali- bro». Y antes de que esto sucediera, ¿había una
dad, el antes y el después para la mente. Sólo función en un teatro vacío? Más aún, ¿podemos )
existe un ahora que incluye memorias y expecta- apelar a un mundo que nadie ha contemplado? /
tivas. Pero doy por seguro que nuestro lenguaje Cuando un arqueólogo reconstruye una ciudad,
es incapaz de expresar esta cuestión y también
afirmo, por si alguien así desea decirlo, que es- 5. Man on his Nature, p. 218.

80 81

j
o una cultura de tiempos muy lejanos, se interesa Si la mente no es un sistema de energía, ¿córn~
por la vida humana del pasado, por los actos, puede ser afectada por la degeneración del uni-
sensaciones, pensamientos, sentimientos, gozos verso? ¿Puede salir ilesa? Hasta donde sabernos ,
o penas que se manifestaron allí, entonces. Pero la mente finita siempre se asocia al funciona-
un mundo que ha existido durante muchos millo- miento de un sistema energético. Cuando este sis-
nes de años sin que ninguna mente lo contemple tema energético deje de funcionar, ¿qué será de la
ni tenga noticia de él, ¿significa algo? ¿Ha exis- mente? ¿Estará entonces el universo, elaborador
de la mente y por ella elaborado, en peligro?6
tido? Pues no debemos olvidar esto: decir, como
hemos dicho, que el devenir del mundo se refleja
en la mente consciente no es sino un cliché, una Estas consideraciones son de alguna manera
frase, una metáfora que se nos ha hecho familiar. desconcertantes. Lo cual nos deja perplejos ante
El mundo sólo se da una vez. Nada se refleja. El el curioso doble papel que desempeña la mente.
. original y la imagen especular--son Idénticas. Por un lado, es el escenario, el único en el que se
El mundo que se extiende en el espacio y en el representa el proceso universal global, o el reci-
tiempo no es sino una representación nuestra piente que lo contiene todo y fuera del cual no
(Vorstellung). La experiencia no nos proporciona hay nada. Por otro, alimentamos la sensación ,
el menor indicio sobre si hay algo detrás de ella quizá engañosa, de que, dentro de este bullicioso
... (como Berkeley sabía muy bien). mundo, la mente consciente se aloja en ciertos
Pero la novela de un mundo anterior, que ha órganos muy particulares (los cerebros), los cua-
existido durante millones de años y que ha pro- les -aunque sin duda los ingenios más intere-
ducido cerebros en los que mirarse, tiene una · santes de la fisiología animal y vegetal- no son
continuación casi trágica que describiré utili- sin embargo únicos, no son sui generis; pues
zando de nuevo las palabras de Sherrington: muchos de ellos no sirven, después de todo, sino
para mantener las vidas de sus propietarios, y a
ellos se deben como producto de una especiali-
Decirnos que el universo de la energía degenera.
zación por selección natural.
Tiende fatalmente hacia un equilibrio que será fi-
nal. Un equilibrio en el que la vida no puede exis- Muchas veces el pintor introduce conscien-
tir. Pero la vida evoluciona sin pausa. Nuestro temente en sus grandes cuadros, y el poeta en
planeta la ha hecho evolucionar y sigue hacién-
dolo en su girar. Y con ella evoluciona la mente. 6. Hombre versus Naturaleza, pág. 232.

82 83
sus largos poemas, un elemento subordinado aquélla. El intento de presionar su introducción·
que es él mismo. Así, el poeta de la Odisea se produce necesariamente algunos absurdos.
representa a sí mismo, creo, en el bardo ciego He comentado antes que, por esta misma ra-
que canta las batallas de Troya que conmueven zón, la imagen del mundo físico carece de todas
al héroe maltrecho. Lo mismo ocurre con la can- las cualidades sensoriales que forman el sujeto
ción de los Nibelungos, en la que nos encontra- del conocimiento. El modelo es incoloro, mudo
mos (cuando aquéllos atraviesan las tierras de e intocable. El mundo de la ciencia carece, del
Austria) con un poeta sospechoso de ser el autor mismo modo y por la misma razón, de todo
de toda la épica. En el cuadro de Durero, Adora- aquello que tenga que ver con el sujeto que per-
ción de la Santísima Trinidad, dos corros de cre- cibe, siente y contempla conscientemente. Me
yentes se han reunido para orar en torno de la refiero, en primer lugar, a los valores éticos y es-
Trinidad que aparece suspendida en los cielos, téticos, a los valores de todo tipo, a todo aquello
un corro de santos en lo alto y uno de humanos relacionado con el significado y alcance de la
en el suelo. Entre estos últimos hay reyes, empe- imagen global. Todo ello no sólo está ausente,
radores y papas, pero también, si no me equi- sino que, desde el punto de vista puramente
voco, el retrato del propio artista, una humilde científico, no puede insertarse orgánicamente. Si
figura marginal de la que se podría muy bien lo intentamos, como haría un niño que pinta co-
prescindir. pias para colorear, no se ajustará. Pues, cuales-
". Creo que es el mejor símil del sorprendente quiera que sean estas introducciones, el modelo
doble papel de la mente. La mente es, por un del mundo toma la forma, se quiera o no, de afir-
lado, el artista que ha producido el todo; sin em- mación científica de los hechos; y, como tal, el
bargo, en la obra terminada no es sino un acceso- mundo se convierte en falso.
rio insignificante que puede omitirse sin que por La vida es valiosa en sí. «Respetad la vida»
. ello el efecto total pierda el menor mérito. así formuló Albert Schweitzer el mandamiento
· Dicho sin metáforas, debemos afirmar que fundamental de la ética. La Naturaleza no reve-
estamos ante una de esas contradicciones que rencia la vida. La Naturaleza trata la vida como
surgen porque no hemos conseguido elaborar si fuese la cosa menos valiosa del mundo. Parte
una imagen comprensible del mundo sin retirar de la diversidad millonaria producida se aniquila
de él nuestra propia mente, la mente creadora de rápidamente en forma de presa para alimentar
esa imagen, por lo que la mente no tiene lugar en otra vida. Este es precisamente el método maes-

84 85
tro para producir formas de vida siempre nuevas. Permítaseme decir que el notorio ateísmo de
«¡No torturarás, no inflingirás penas!» La Natu- la ciencia surge, claro, de esta misma circunstan-
raleza ignora este mandamiento. Sus criaturas de- cia. La ciencia debe sufrir este reproche una y
penden de la atrocidad de una contienda eterna. otra vez, pero injustamente. Ningún dios perso-
«No existe nada bueno ni malo, excepto en el nal puede formar parte de un modelo del mundo
pensamiento.» Ningún acontecer natural es de que sólo. se ha hecho accesible a costa de despo-
por sí bueno o malo, ni es de por sí hermoso o jarlo de todo lo que es personal. Sabemos que
feo. No existen valores, ni significados particula- experimentar a Dios es un hecho tan real como
res, ni finalidad. La Naturaleza no actúa movida la percepción inmediata de un sentido o de nues-
por propósitos. Cuando, en alemán, hablamos de tra propia personalidad. Yo no encuentro a Dios
la adaptación intencionada (Zweckmiissig) de un en lugar alguno del espacio o del tiempo, así ha-
organismo a su entorno, sabemos que se trata blaría el naturalista honesto. Por esto es acusado
sólo de una forma conveniente de hablar. Nos por aquéllos en cuyo catequismo está escrito:
equivocamos en el marco de nuestra propia ima- Dios es espíritu.
-gen del mundo. En ella sólo existe la relación ca-
sual. -
·Lo más penoso es el absoluto silencio de
nuestras investigaciones científicas con respecto .
a nuestras preguntas sobre el alcance y signifi-
cado de la imagen global. Cuanto más atenta-
mente la observamos, más absurda y sin sentido
se nos antoja. El espectáculo que se desarrolla
sólo adquiere sentido con respecto a la mente
que la contempla. Pero lo que la ciencia nos dice
de esta relación es evidentemente absurdo: como
si la mente hubiese sido creada por esta imagen
que ahora está observando y fuera a desaparecer
con ella, cuando el sol finalmente se enfríe y la
Tierra se haya convertido en un desierto de hielo
y nieve.

86 87
Ciencia y religión

¿Puede la ciencia aportar información en


materia de religión? ¿Pueden los resultados de la
investigación científica ser de alguna ayuda para
conseguir una actitud razonable y satisfactoria
frente a estas cuestiones ardientes que a todos
nos asaltan en algún momento? Algunos.de no-
sotros, en una juventud particularmente sana y .
feliz, hemos conseguido alejarlas por largos pe-
riodos de tiempo; otros, en edad avanzada,
se han convencido de que no existe respuesta
y se han resignado a renunciar, mientras que
otros se han obsesionado con esta incongruencia
durante toda la vida, preocupados por serios te-
mores aumentados por la superstición popular y
tradicional. Me refiero sobre todo a las cuestio- \ .
nes del «otro mundo», a la «vida después de la !
muerte» y todo lo que se relaciona con ello. No )
se crea por favor que voy a .i-ntentar contestar a
estas cuestiones, sino tan sólo a la más modesta,
es decir, discutir hasta dónde puede la ciencia
aportar información o ayudarnos a reflexionar

89
sobre ellas, dado que somos muchos los que no
carácter espiritual. No pretendo decir con esto
podemos evitarlas.
que las personas profundamente religiosas. deb~n
Para empezar, la ciencia puede, aunque de
estar a la espera de estos logros de la ciencia,
manera muy primitiva, ayudarnos con estas
pero no hay duda de que han colaborado a erra-
cuestiones. Veamos un ejemplo. Recuerdo anti-
dicar la superstición materialista de estas cues-
guos grabados y mapas geográficos d~l mundo
tiones.·
que representaban el infierno, el purgatori? Y. el
Sin embargo, esto se refiere a un estado bas-
cielo, el primero situado profundamente baJO tie-
tante primitivo de la mente. Existen puntos de
rra el último en lo alto de los cielos. Estas repre-
' mayor interés. Las contribuciones más importan-
sentaciones no eran simples alegorías (como po-
tes de la ciencia para vencer las misteriosas pre-
dían serlo, en períodos posteriores, por ejemplo,
guntas: ¿quiénes somos realmente, de dónde.
la famosa Adoración a la Santísima Trinidad de
vengo y adónde voy? -o al menos para que
Durero) y son testimonio de una tosca creencia
nuestras mentes se tranquilicen-, digo, la ayuda
bastante popular en la época. Naturalmente, nin-
más apreciable de la ciencia acaso sea la ideali-
guna Iglesia exige de la fe una interpretación tan
zación gradual del tiempo. Tres nombres .se
materialista de sus dogmas, incluso desalentaría
imponen en este tema (aunque muchos otros,. m-·
seriamente semejante actitud. Este progreso ha
cluyendo no científicos, han alcanzado una Im-
sido ciertamente favorecido por nuestro conoci-
portancia del mismo calibre, como San Agustín
miento del interior del planeta (aunque sea es-
de Hipona y Boecio); los tres nombres son Pla-
caso), de la naturaleza de los volcanes, de la
tón, Kant y Einstein. .
composición de nuestra atmósfera, de la proba-
Los dos primeros no fueron científicos, pero
ble historia del sistema solar y de la estructura de
su penetrante dedicación a las cuestiones fi~osó­
la galaxia y del universo. No hay persona culti-
ficas, su interés absorbente por el mundo, dieron
vada que espere encontrar estas quimeras dog-
lugar a la ciencia. Platón partió de las matemáti-
máticas en alguna parte del espacio accesible a
cas y la geometría (la conjunción «y» estaría hoy
nuestras investigaciones, ni siquiera, me atreve-
fuera de lugar, pero no lo está, creo, en este
ría a decir, en las regiones que continúan ese es-
caso). ¿Qué es lo que ha distinguido la obra de
pacio, pero que son inaccesibles a la investiga-
Platón para que su esplendor se mantenga des-
ción· todo hombre culto les daría, incluso en el
' pués de más de dos mil años? Por lo q~e sabe-
caso de que esté convencido de su realidad, un
mos, no nos dejó descubrimientos especmles so-
90
91
bre números ni figuras geométricas. Su com- nea del hermoso símil de Platón según el cual
prensión del mundo material de la física y de la aprender por la razón equivale a recordar un co-
vida es a veces fantástico e inferior, en conjunto, nocimiento, previamente poseído pero latente, y
a los de otros (los sabios desde Tales a Demó- no tanto el camino hacia verdades enteramente
crito) que vivieron, algunos de ellos más de un nuevas. Sin embargo, el Ser eterno, omnipotente
siglo, en tiempos anteriores al suyo; en el cono- y único de Parménides se convirtió, en la mente
cimiento de la Naturaleza fue ampliamente supe- de Platón, en un pensamiento mucho más po-
rado por su discípulo Aristóteles y por Teofrasto. tente, la Esfera de las Ideas, que apela a la imagi-
Casi todos los largos pasajes de sus diálogos dan nación aunque permanece necesariamente en el
la impresión de ser gratuitos juegos de palabras. 1'
misterio. Pero este pensamiento saltó, creo, de
No hay intención de definir el significado de una una experiencia muy real, por la admiración y
palabra, sino más bien la creencia de que la pro- l ..
respeto que en él despertaron las revelaciones en
pia palabra acabará por descubrir su contenido, el dominio de los números y de las figuras geo-
si le damos suficientes vueltas. Su utopía social métricas. Lo mismo había ocurrido antes con los
y política, que le puso en grave peligro cuando pitagóricos y había de ocurrir luego con· otros
intentó promocionarla en la práctica, tiene pocos muchos. Reconoció y asimiló profundamente en
admiradores hoy en día. ¿A qué se debe, enton- su mente la Naturaleza de estas revelaciones
ces, su fama? 1'
(que se desarrollaron por un razonamiento pura-
Se debe, en mi opinión, a que fue el primero mente lógico) y nos enseñó las relaciones verda-
en vislumbrar la idea de una existencia sin deras cuya verdad no es sólo irrebatible, sino
tiempo y en recalcarla -contra la razón- co-mo que ahí está obviamente para siempre. Una ver-
una realidad más real que nuestra auténtica ex- dad matemática es atemporal, no se asocia con el
periencia; ésta, dijo, no es más que una sombra Ser por el hecho de ser descubierta. Pero su des-
de la primera; toda realidad experimentada se cubrimiento es un hecho muy real, puede ser una
toma de aquélla. Me refiero a la teoría de las for- emoción similar a la de un premio gordo de la
mas (o de las ideas). ¿Cuál fue su origen? No lotería.
cabe duda de que ésta germinó gracias a las en- Las tres alturas de un triángulo (ABC) se en-
señanzas de Parménides y de los Eleáticos. Pero cuentran en un punto (0). (Altura es la perpendi-
igualmente obvio es que Platón encontró con cular trazada desde un vértice hasta el lado
ello una vena viva y atractiva, algo muy en la lí- opuesto o hasta su prolongación.) A primera

92 93
e 8' e A'


Fig. 1
Fig. 2

vista, no vemos la razón por la que esto deba ser


así. Tres rectas cualesquiera no tienen por qué todos los vértices, A', B' y C', por lo que deben
converger en un punto, en general forman un pertenecer también a la perpendicular que pasa
triángulo. Tracemos ahora una paralela a cada por A, ya que ésta contiene todos los puntos que
lado que pase por el vértice opuesto y formare- . equidistan de B' y C'. Q.E.D. 8 •
mos un triángulo mayor A'B'C'. Este se com- Cada número entero, excepto el 1 y el 2, es
pone de cuatro triángulos semejantes 7 • Las tres el «punto medio» de dos números primos, o
alturas de ABC son, en A'B'C', las perpendicu- bien, su valor medio, por ejemplo:
lares que pasan por los puntos medios de los la- ,
dos, sus «mediatrices». Ahora bien, la que pasa 8 = V2(5 + 11) = V2(3 + 13)
por e contiene todos los puntos que equidistan 17 = V2(3 + 31) = Y2(29 + 5) = V2(23 + 11)
de A' y B'; la que pasa por B contiene todos los 20 = V2(11 + 29) = Y2(3 + 37)
puntos que equidistan de A' y C'. Por lo tanto, el
punto donde ambas se cortan debe equidistar de En general existe, como vemos, más de una
solución. Se trata del teorema de Goldbach; se
7. Dos triángulos son semejantes entre sí si los tres ángulos de
uno son iguales a los del otro. (N. del T.) 8. Quod erat demostrarulum: lo que había que probar. (N. del T.)

94 95
i

j .
supone que es cierto, aunque no ha sido demos- definido de «antes y después», no es una cuali-
trado. dad del mundo que percibimos, sino que perte-
Sumando los números consecutivos impares nece a la mente perceptora que (de algún modo
empezando por el uno (1 + 3 = 4; 1 + 3 + 5 = 9; en su situación actual) se ve incapaz de registrar
1 + 3 + 5 + 7 = 16), obtenemos siempre cuadra- nada de lo que se le ofrece si no es según este es-
dos perfectos 9 y, en efecto, por este procedi- quema espacio-temporal. Esto no quiere decir
miento se obtiene además el cuadrado del nú- que la mente comprenda estos esquemas de or-
mero de números impares que hemos sumado. den sin la consideración previa de la experiencia,
Para captar la generalidad de esta relación susti- sino que no puede colaborar a su desarrollo ni a
tuyamos en la suma aquellas parejas de suman- su aplicación a la experiencia y, particularmente,
dos que equidistan del centro (es decir, el pri- que ello no prueba ni sugiere que el espacio y el
mero y el último, el segundo y el penúltimo, tiempo constituyen un esquema de orden inhe-
etc.) por su media aritmética, que es evidente- rente a «la cosa en sí» que, como algunos creen,
mente igual al número de sumandos. Para el úl- es causa de nuestra inexperiencia.
timo ejemplo sería: No es difícil tomar la postura de que esto es
un disparate. Nadie puede hacer una distinción
4+4+4+4=4x4 entre la esfera de las percepciones y el mundo de
las cosas que causa la primera, ya que, a pesar
Ahora volvamos a Kant. Kant nos mostró la del conocimiento detallado que podemos adqui-
identidad del espacio y del tiempo, y que ello era rir de la historia global, la historia acontece sólo
fundamental, acaso lo más fundamental de su· una vez, no dos veces. La duplicación es una ale-
enseñanza. Esto, como casi toda enseñanza, no goría, sugerida sobre todo por la comunicación
puede ser ni comprobado ni falseado, pero no con otros seres humanos e incluso con animales.
por ello pierde interés (más bien gana; sería tri- En efecto, esta comunicación nos muestra que
vial si pudiese ser demostrado o refutado). Sig- sus percepciones parecen, en la misma situación,
nifica lo siguiente: el que algo se propague en el muy similares a las propias, excepción hecha de
espacio o el que algo suceda en un tiempo bien algunas insignificantes diferencias en el punto
de vista (en el sentido literal de «punto de pro-
9. Números que pueden obtenerse mediante el producto de otro yección»). Pero aun suponiendo, como todos ha-
por sí mismo (2 x 2 =4, 3 x 3 =9,4 x4 = 16... ). (N. del T.) cen, que esto nos obliga a considerar un mundo

96 97
.'

objetivamente existente como la causa de nues- el camino para creer, en el sentido religioso, sin
tras percepciones, ¿cómo asegurar en este mun- tener que habérselas continuamente con los cla-
do que un hecho común de toda nuestra expe- ros resultados que la inconfundible experiencia ..
riencia se debe más a la constitución de nuestra pronuncia sobre el mundo. Por ejemplo -para
mente que a una cualidad compartida por todas citar el caso más trascendente- la experiencia,
esas cosas objetivamente existentes? Nuestras dado que. la consideramos inconfundible, pro-
percepciones sensoriales constituyen, es cierto, duce la convicción de que ella misma no puede
. nuestro único conocimiento sobre las cosas. El sobrevivir a la destrucción del cuerpo, a cuya
mundo objetivo se queda en una hipótesis, aun- vida (tal como entendemos la vida) está insepa-
que ésta es natural. Si la adoptamos, ¿no será rablemente ligada. Entonces, ¿no hay nada des-·
mucho más lógico atribuir a este mundo exterior, pués de la vida? No. No en la forma necesaria-
y no a nosotros mismos, todas estas característi- mente espacio-temporal de la experiencia. Pero
cas que las percepciones sensoriales en él en- en un orden de apariencia en el que no juega el
cuentran? tiempo, esta noción. de «después» carece de sen-
Sin embargo, la suprema importancia de la tido. El pensamiento puro no puede, claro, brin-
afirmación de Kant no consiste precisamente en damos una garantía de que algo así existe. Pero
repartir los papeles de la mente y de sus objeti- puede eliminar los obstáculos aparentes para que
vos -el mundo- en el proceso mediante el . podamos concebirlo como posible. Esto es lo
cual «la mente se forma una idea del mundo», que Kant ha conseguido con sus análisis y esto
porque, como he señalado, difícilmente distin- es, para mí, su importancia filosófica.
guiremos los dos conceptos. Lo grandioso es Le toca ahora el turno a Einstein en este
concebir la idea de que esa cosa única -mente mismo contexto. La actitud de Kant con respecto
o mundo- pueda ser capaz de otras formas de a la ciencia era increíblemente ingenua; véanse,
apariencia que no podemos captar y que no im- si no, sus Fundamentos metafísicos de la cien-
plican las nociones de espacio y tiempo. Esto cia10. Aceptaba la física en la forma que ésta ha-
supone una liberación impuesta a nuestros pre- bía alcanzado durante su vida (1724-1804),
juicios habituales. Seguramente existen otros ór- como algo más o menos final, y se ocupaba de
denes de apariencia aparte de los espacio-tempo- dar cuenta filosófica de sus leyes. Que esto le pa-
rales. Schopenhauer fue el primero, creo, en
saber detectar esto en Kant. Esta liberación abre 10. Metaphysiche Aufangsgründe der Naturwissenschaft.

98 99
sara a un gran genio debía ser una advertencia todos los físicos anteriores, hombres de la calle y
para todos los filósofos posteriores. Mostró cla- amas de casa.
ramente que el espacio era necesariamente infi- El impacto más fuerte de la nueva idea se
nito y creyó firmemente que en la naturaleza de produce en la anterior noción de tiempo. El
la mente humana estaba el dotarlo de las propie- tiempo es la noción del «antes y después». La
dades geométricas enunciadas por Euclides. Este nueva actitud surge de las dos raíces siguientes:
espacio euclídeo cambió su configuración con
el tiempo. Para Kant, como para cualquier físico l. La noción del «antes y después», reside
de su época, espacio y tiempo eran dos concep- en la relación de «causa y efecto». Sabemos o al
tos enteramente distintos, por lo que no tuvo menos hemos concebido la idea de que un hecho
duda alguna a la hora de denominar el espacio A puede causar, o al menos modificar, otro
como la forma de nuestra intuición externa, y el hecho B, de forma que si A no fuera, entonces
tiempo como la forma de nuestra intuición in- tampoco lo sería B, no al menos en esta forma
tema (Anschauung). El reconocimiento de que el modificada. Por ejemplo, cuando explota una
espacio infinito de Euclides no representa un ca- granada, ésta mata al hombre que se sienta en-
mino necesario para observar el mundo de nues- cima; la explosión se oye,· además, en lugares
tra experiencia, este espacio-tiempo, conside- distantes. La muerte puede ser simultánea a la
rado como un continuo de cuatro dimensiones, explosión; no obstante, la recepción del sonido
parece pulverizar los fundamentos de Kant (aun- en un lugar distante ocurrirá más tarde, aunque
que en verdad no afecta la parte más valiosa de no haya ciertamente efectos anteriores. He aquí
su filosofía). un concepto básico; en efecto, en la vida coti-
Este reconocimiento quedó para Einstein (y diana lo utilizamos para decidir cuál de los dos
algunos otros, como Lorentz, Poincaré y Min- no es anterior. La distinción se basa enteramente
kowski). El poderoso impacto que sus descubri- en la idea de que el efecto no puede preceder a la
mientos tuvieron entre filósofos, hombres de la causa. Si tenemos razones para pensar que B ha
calle y amas de casa se debe a que ellos mismos sido causado por A, o que al menos muestra ves-
los trajeron a la palestra: incluso en el dominio tigios de A, o incluso se concibe (de cierta evi-
de nuestra experiencia, las relaciones espacio- dencia circunstancial) que muestra estos vesti-
temporales son mucho más intrincadas de lo que gios, entonces se determina que B no puede ser
Kant soñara, y con esto estuvieron de acuerdo anterior a A.

100 101
¡
1 '

2. Téngase esto presente. La segunda raíz


es la evidencia (de la experiencia y la observa- •B
ción) según la cual los efectos no se propagan a
una velocidad arbitrariamente alta. Existe un lí-
mite superior fijado por la velocidad de la luz en
el vacío. Se trata de un valor muy grande a
escala humana (siete vueltas a la Tierra en un se-
gundo). Muy grande, pero no infinito, llamé- • B'

moslo c. Admitamos este hecho como funda-


mental en la Naturaleza. Resulta entonces que la Fig. 3
distinción antes mencionada entre «antes y des-
pués» o entre «anterior y posterior» (conceptos
basados en la relación de causa-efecto) no puede zado el lenguaje para decir que B es posterior.
aplicarse universalmente, falla en algunos casos. Ahora bien, ¿estamos en lo cierto en esto, si el
No es fácil de explicar sin recurrir al lenguaje criterio nos falla en cualquiera de los casos?
matemático. No es que el esquema matemático Consideremos, para tiempos anteriores, un
sea tan complicado, sino que el lenguaje coti- suceso B' fuera de la misma esfera. En este caso,
diano está demasiado condicionado por la no- como en el anterior, ningún vestigio de B' puede
ción de tiempo, no puede usarse un verbo (ver- haber alcanzado A (y, por supuesto, ninguno de
hum, «la» palabra, en alemán: Zeitwort 11 ) sin A puede exhibirse en B').
utilizarlo en uno u otro sentido. En los dos casos existe la niisma relación de
La consideración más simple (aunque no del mutua no-interferencia. No existe diferencia
todo adecuada) es la que sigue. Sea un hecho A. conceptual alguna entre dos clases de sucesos B
Consideremos para cualquier instante posterior y B' con respecto a sus relaciones causa-efecto
un hecho B, exterior a la esfera con centro en A con A. Así, si queremos establecer esta relación,
y radio ct. El hecho B no puede exhibir «vesti- y no un prejuicio lingüístico (la base del «antes y
gio» alguno de A ni, por supuesto, puede hacerlo después»), entonces B y B' forman un solo tipo
A de B. Nuestro criterio ha fallado. Hemos utili- de hechos que no son ni anteriores ni posteriores
a A. La región del espacio-tiempo ocupado por
11. Literalmente, <<palabra de tiempo>>. (N. del T.) este tipo se llama «simultaneidad potencial»

102 103

_.,¡.,___
(con respecto al hecho A). Se emplea esta expre- la idealización del espacio y del tiempo; ha
sión porque siempre puede adoptarse un sistema dado, por el contrario, un gran paso hacia su
espacio-temporal que haga A simultáneo con un consecución.
B o B' elegido en particular. Este fue el descu- He hablado del impacto de Platón, Kant y
brimiento de Einstein (conocido como la teoría Einstein desde el punto de vista de la filosofía
especial de la relatividad, 1905). y de la religión. Pero, entre Kant y Einstein, más
Todas estas cosas se han convertido en una o menos una generación antes del último, la fí-
realidad muy concreta para nosotros los físicos, sica fue testigo de un acontecimiento trascen-
las empleamos cada día en nuestro trabajo, del dental que en principio debería haber conmocio-
mismo modo que la tabla de multiplicar o el teo- nado también a filósofos, hombres de la calle y
rema de Pitágoras. A veces me maravillo del re- amas de casa, por lo menos (si no más) tanto
vuelo que han organizado entre el público en ge- como la teoría de la relatividad. Si no fue así, se
neral y entre los filósofos. Supongo que la razón debe, creo, al hecho de que ello es aún más difí-
está en esto, en el derrocamiento del tiempo cil de comprender; muy pocas de las personas de
como rígido tirano, impuesto desde el exterior, las anteriores categorías captaron las nuevas
en que nos hemos liberado de la indestructible ideas, algún filósofo todo lo más. Este aconteci-
regla del «antes y después». Pues el tiempo es, miento se asocia a los nombres del americano
en efecto, nuestro amo más severo al acotar apa- Willar Gibbs y del austríaco Ludwig Boltzmann.
rentemente nuestra existencia dentro de estre- Quiero decir unas palabras sobre el tema.
chos límites (setenta u ochenta años). Poder ju- El curso de los acontecimientos en la Natu-
-gar con ello, utilizando un programa maestro raleza es, con raras excepciones (suponiendo que
-que hasta entonces creíamos inaccesible-, realmente lo sean), irreversible. Si intentamos
poder jugar aunque sea modestamente, parece imaginar una sucesión temporal de fenómenos
tener una gran importancia, parece alentar la exactamente opuesta a la que realmente observa-
idea de que la «tabla del tiempo» global no es se- mos -una película proyectada en sentido con-
guramente tan seria como parecía a primera trario, por ejemplo-, veremos que esta sucesión
vista. Y esta idea es una idea religiosa; más aún, invertida (aunque fácil de imaginar) entra en
yo la llamaría la idea religiosa. grave contradicción con las bien establecidas le-
Einstein no ha refutado -como en ocasio- yes de la física.
nes oímos- las profundas ideas de Kant sobre El «tropismo» (directness) de todo acontecer

104 105
se explicó mediante la teoría matemática o esta- efecto, un tiempo muy largo para que ello ocu-
dística del calor, una explicación que fue aco- rriese por azar).
gida como su logro más admirable. No puedo Esta es, pues, la esencia de la aplicación de
entrar aquí en los detalles de la teoría física, Boltzmann sobre el carácter unidireccional de
pero ello no es necesario para hacerse cargo de todo aquello que ocurre en la Naturaleza (inclu-
la esencia de esta explicación. Ésta sería muy yendo, claro, la historia de la vida de un orga-
pobre si la irreversibilidad hubiese sido introdu- nismo desde el nacimiento hasta la muerte). Su
cida como una propiedad fundamental del meca- virtud más importante es que «la flecha del
nismo microscópico de los átomos y moléculas. tiempo» (como Eddington la llamó) no tiene en
No hubiese sido mejor que muchas explicacio- cuenta los mecanismos concretos de interacción
nes medievales puramente verbales como: el que, en nuestra analogía, se representan por el
fuego está caliente a causa de su fogosa cua- acto mecánico de barajar. Este acto, este meca-
lidad. No, según Boltzmann, estamos ante la nismo, está exento de toda noción de pasado y
tendencia natural de todo sistema a evolucionar futuro, es completamente reversible, la «flecha»
desde un estado ordenado hacia otro menos or- -la misma noción de pasado y futuro- r€sulta
denado, pero no en el sentido inverso. Conside- de consideraciones estadísticas. En nuestra ana-
,__ remos como símil una baraja de cartas de juego logía de las cartas, todo reside en que sólo hay
que ordenamos cuidadosamente en la forma: 7, una o muy pocas agrupaciones bien ordenadas,
8, 9, 10, sota, dama, rey y as de corazones, lo mientras que existen miles de millones de agru-
mismo con los tréboles, etc. Si barajamos una, paciones desordenadas.
dos o tres veces esta baraja bien ordenada, se A pesar de todo, esta teoría se encuentra, una
convertirá en un conjunto gradualmente desor- y otra vez, con la ocasional oposición de emi-
denado de cartas. Pero no se trata de una propie- nentes pensadores. La oposición se reduce a lo
dad intrínseca del proceso de barajar. Puede siguiente: la teoría se considera defectuosa desde
pensarse perfectamente que, barajando el desor- el punto de vista lógico. Pues, se dice, si los me-
denado conjunto resultante, se consiga cancelar canismos básicos no distinguen entre las dos di-
exactamente el efecto de la primera operación, recciones del tiempo, sino que funcionan simé-
con lo que se recuperaría el orden original. Sin tricamente con respecto a él, ¿cómo es que de su
embargo, todo el mundo se espera el primer pro- cooperación resulta un comportamiento con-
ceso, nadie el segundo (haría falta esperar, en junto e integrado fuertemente polarizado en una

106 107
sola dirección? Todo lo que vale para esta direc- Boltzmann consideró audazmente esta eventuali-
ción ha de valer igualmente para la opuesta. dad; mantuvo que el universo es lo suficiente-
La solidez de este argumento parece fatal mente grande y/o que existe por un período lo
para la teoría, ya que apunta precisamente contra bastante largo para que el tiempo pueda real-
el punto que hemos considerado de mayor mé- mente fluir (en lugares muy distantes) en la di-
rito: obtener procesos irreversibles de mecanis- rección opuesta. Este punto fue argumentado,
mos básicos reversibles. pero difícilmente puede serlo hoy en día. Boltz-
El argumento es perfectamente sólido pero mann desconocía algo que para nosotros es,
no fatal. El argumento es sólido por cuanto cuando menos, familiar: el universo, tal como lo
afirma que lo que vale en una dirección del conocemos, no es lo bastante grande ni antiguo
tiempo también vale en la opuesta (un tiempo in- para que estas inversiones temporales tengan lu-
troducido desde el principio como variable per- gar a gran escala. Pido se me permita añadir
fectamente simétrica). Pero no puede deducirse -sin explicaciones detalladas- que, en una es-
de ello que vale, en general, para ambas direc- cala muy pequeña, estas inversiones (para el
ciones. Cuidando las palabras, puede decirse que espacio y para el tiempo) han sido observadas
el tiempo es simétrico para cada caso particular. (Movimiento browniano, Smolnakowski).
Y debe añadirse: la degeneración del mundo que En mi opinión, la teoría estadística del
conocemos tiene lugar en una dirección; y la de- tiempo tiene incluso más relación con la filoso-
nominamos como la que va del pasado al futuro. fía del tiempo que con la teoría de la Relatividad.
En otras palabras, debemos permitir que la teoría Esta última, aunque revolucionaria, deja la uni-
estadística del calor decida en qué dirección direccionalidad del tiempo intacta (se presu-
fluye el tiempo (esto tiene una importancia pone), mientras que la teoría estadística la esta-
enorme para la metodología del físico, ya que blece a partir del orden de los hechos. Esto"
éste no puede introducir nada que decida la fle- supone liberarse de lá tiranía del viejo Chronos ..
cha del tiempo independientemente; de otro Lo que construimos en nuestras mentes no puede
modo, el hermoso edificio de Boltzmann se tener (así lo siento) un poder dictatorial sobre
viene abajo). nuestra mente, no puede cuestionarla ni aniqui-
Puede temerse que la definición estadística larla. Algunos de ustedes dirán, estoy seguro,
del tiempo no resulte siempre en la misma direc- que esto es misticismo. Así, aun reéánociendo
ción temporal para distintos sistemas físicos. que las teorías de la Bsica son siempre relativas
: 1,
~:
108 109

j
-por cuanto dependen de ciertas hipótesis bási- El misterio de las cualidades
cas-, podemos afirmar, o así lo creo, que las sensoriales
teorías actuales de la física sugieren fuertemente
la indestructibilidad de la Mente frente al
Tiempo.

En este último capítulo deseo demostrar, con


un poco más de detalle, un hecho muy sorpren-
dente que Demócrito de Abdera ya señalara en
un célebre pensamiento. Me refiero a que, por un
lado, todo nuestro conocimiento sobre el mundo
que nos rodea (el conseguido en la vida ·Coti-
diana y el revelado por cuidadosas experiencias
de laboratorio) descansa enteramente en las per-
cepciones sensoriales inmediatas, mientras que,
por otro lado, este conocimiento no es capaz de ~
revelar las relaciones entre las percepciones sen- :'
soriales y el mundo exterior; toda calidad senso- 1
rial está ausente. Es fácil admitir la primera parte
de la afirmación, pero no sabemos caer en la
cuenta de la segunda, simplemente por el gran
respeto que el no científico tiene -como nor-
ma- hacia nosotros los científicos y por el ili-
mitado poder vislumbrador que atribuye a nues-
tros «fabulosos y refinados métodos».
Si pedimos a un físico su idea sobre la luz
amarilla, nos dirá que son ondas electromagnéti-

110 111
cas transversales cuya longitud de onda es de ción de ondas de 535 nm (que producen sensa-
unos 590 nanómetros'. Si le preguntamos dónde ción de verde) se obtiene un amarillo que es in-
está el amarillo, contestará: No está en mis es- distinguible del producido por los 590 nm. Dos
quemas, pero este tipo de vibraciones producen, superficies iluminadas de este modo -una con
cuando dan en la retina de un ojo sano, una sen- la mezcla y otra con luz espectral pura- produ-
sación de amarillo en su propietario. Si segui- cen exactamente la misma sensación, nadie
mos preguntando, sabremos que distintas longi- puede decir cuál es cuál. ¿Puede predecirse esta
tudes de onda producen colores distintos, pero circunstancia a partir de las longitudes de onda?
que no todas las longitudes de onda producen la ¿Existe alguna relación numérica con estas ca-
sensación de color, sino sólo las comprendidas racterísticas físicas y objetivas de las ondas? No.
entre 800 y 400 nm. Para el físico, las ondas in- El diagrama de todas las mezclas de este tipo se
frarrojas (más de 800 nm) y las ultravioleta (me- ha representado empíricamente; se lo conoce
nos de 400 nm) pertenecen a la misma clase de como el diagrama cromático. Pero no existe una
fenómenos que las visibles por el ojo (entre 800 relación sencilla con las longitudes de onda. No
y 400 nm). ¿Cómo surge esta selección tan pecu- existe regla general alguna en virtud de la cual la
liar? Se trata obviamente de una adaptación a la mezcla de dos luces espectrales se conjuga en
radiación solar que es particularmente fuerte en otra intermedia, por ejemplo, una mezcla de
esta zona de longitudes de onda y que decae ha- «rojo» y «azul» (de los extremos del espectro)
cia ambos extremos. Además, la sensación de produce «púrpura», que es imposible de obtener
color intrínsecamente brillante cae precisamente mediante una luz espectral única. Además, el
en el punto (de esta zona) en el que la radiación mencionado diagrama cromático varía ligera-
solar presenta su máximo valor, un verdadero mente de una persona a otra, y difiere ostensible-
piCO. mente para algunas personas, los llamados tri-
Aún podemos preguntar más: ¿es la radia- crómatos (no son daltónicos). ,,
ción en la proximidad de los 590 nm la única en La imagen física objetiva de las longitudes ':
producir sensación de amarillo? La respuesta es: de onda no da cuenta de la sensación de color. ,:
en absoluto. Si se mezclan ondas de 760 nm (que ¿Podría hacerlo un fisiólogo si tuviera un mejor
producen sensación de rojo) con cierta propor- conocimiento de lo que ocurre en la retina y en
el sistema nervioso, en el nervio óptico y en el
l. 1 nanómetro (nm) = IG- 9
m. (N. del T.) cerebro? No lo creo. Alcanzaríamos, a lo sumo,

112 113
cierto conocimiento sobre qué fibras ópticas se que las velocidades de propagación en el vacío y
estimulan en particular y en qué proporción, en el aire apenas difieren). No necesito precisar
quizá llegáramos a conocer incluso exactamente que el rango de frecuencia «audible» es muy di-
los procesos que se producen en ciertas células ferente al de la luz visible; va de los 12 a 16 ci-
nerviosas (siempre que nuestra mente registre la clos por segundo hasta los 20.000 a 30.000 ci-
sensación del amarillo en una dirección o domi- clos por -segundo, mientras que, para la luz, las
nio particular de nuestro campo visual). Pero ni frecuencias son del orden de varios centenares
siquiera este íntimo conocimiento nos diría algo de miles de millones. Sin embargo, el rango rela-
sobre la sensación de color, más concretamente tivo es mucho más ancho para el sonido. Abarca
sobre el amarillo en tal dirección (el mismo pro- unas diez octavas (contra la una que, a duras pe-
ceso fisiológico podría producir una sensación nas, abarca la luz visible); además, este rango
de sabor dulce, o cualquier otra cosa). Sólo varía en un mismo individuo, especialmente con
quiero decir lo siguiente: podemos estar seguros la edad: el límite superior del tono se reduce re-
de que no existe un proceso nervioso cuya des- gular y considerablemente a medida que pasan
cripción objetiva incluya la característica «color los años. Pero lo más sorprendente del sonido es
amarillo» o «sabor dulce», y seguros de que que una mezcla de frecuenCias distintas nunca se
tampoco la descripción objetiva de la onda elec- combinan para dar un tono intermedio, como el
tromagnética contiene estas características. que produciría una frecuencia intermedia. Los
Lo mismo podemos asegurar para otras sen- sonidos superpuestos se distinguen en gran me-
saciones. Es muy interesante comparar la per- dida por separado (aunque simultáneamente)
cepción del color (que acabamos de comentar) por personas dotadas de buen oído musical en
con la del sonido. El sonido nos llega por ondas especial. La adición de muchos tonos altos (los
elásticas de compresión y dilatación que se pro- armónicos) de varias calidades e intensidades
pagan a través del aire. Su longitud de onda (o su define lo que llamamos timbre (en alemán
frecuencia, para ser más exactos) determina el Klangfarbe), mediante el cual distinguimos el
tono del sonido que oímos (nótese: la relevancia sonido de un violín, de una cometa, de una cam-
fisiológica proviene de la frecuencia, no de la pana de iglesia, de un piano ... aunque sólo oiga-
longitud de onda, lo mismo ocurre en el caso de mos una nota. Pero incluso los ruidos tienen su
la luz, en la que, sin embargo, las dos incógnitas timbre y, mediante ellos, identificamos lo que
son virtualmente recíprocas una de la otra, ya pasa; incluso mi perro se familiariza con el pecu-

114 115
liar sonido de una cajita de la que ocasional- trecha a medida que «asciende». En lugar de es-
mente recibe una galleta. En todo ello es funda- calones (para seguir con la analogía), tiene unas
mental la proporción de las frecuencias coopera- fibras elásticas tensadas a su través en forma de
doras. Si las cambiamos todas en la misma membrana. El espesor de la membrana -o la
proporción (por ejemplo, haciendo que el toca- longitud de la fibra individual- disminuye
discos gire más rápido o más lento), todavía re- desde la ·«base» al «vértice». Sus fibras de dis-
conoceremos lo que sucede. Pero algunas distin- tinta longitud responden así mecánicamente
ciones relevantes dependen de las frecuencias (como ocurre con las cuerdas de un arpa o de un
absolutas de ciertos componentes. Si un disco en piano) a las oscilaciones de diferente frecuencia.
el que se ha grabado una voz humana gira dema- Un área pequeña determinada de la membrana
siado rápido, las vocales cambian apreciable- -no una fibra única- responde a una frecuen-
mente, por ejemplo la «a» tiende a convertirse en cia definida; otra zona con fibras más cortas res-
una «e». Un rango continuo de frecuencias es ponde a una frecuencia superior. Una vibración
siempre desagradable tanto si se presenta en su- mecánica de frecuencia definida debe establecer,
cesión (como ocurre con una sirena o con el en cada grupo de fibras, los conocidos impulsos
maullido de un gato), como simultáneamente, lo nerviosos que se propagan hasta ciertas regiones
cual es difícil de llevar a cabo (excepto quizá con de la corteza cerebral. Tenemos en general cono-
una multitud de sirenas o con un ejército de ga- cimiento de que el proceso de conducción es
tos aullando). Esto es enteramente distinto al muy similar en todos los nervios y que depende
caso de la percepción de la luz. Todos los colores sólo de la intensidad de la excitación; esta última
que normalmente percibimos son mezclas conti- afecta a la frecuencia de los pulsos que, claro, no
nuas; y una gama continua de matices puede ser, debe confundirse con la frecuencia del sonido
en pintura o en la naturaleza, de una gran be- (no tienen nada que ver).
lleza. La cuestión no es tan simple como desearía-
Las características principales de la percep- mos. Un físico que tuviera que construir un oído
ción sonora están bien descritas en el mecanismo con la idea de proporcionar a su propietario el
del oído (que conocemos mejor que la química poder increíblemente fino que en realidad posee
de la retina). El órgano principal es un huesecillo para distinguir tonos y timbres, lo haría de una
llamado (por su forma) caracol: una minúscula manera muy distinta. Pero quizá tuviera que aca-
escalera de caracol que se hace cada vez más es- bar imitando el modelo natural. Sería más sim-

116 117
pie y más bonito si pudiéramos decir que cada interior del caracol (compuesto por fibras de lon-
cuerda individual a través del caracol contesta gitud variable, como hemos dicho). Podemos
sólo a una frecuencia nítida y definida de la vi- llegar a comprender cómo estas vibraciones dan
bración entrante. No es así. Pero ¿por qué no? lugar a procesos químicos y eléctricos en la fibra
Porque las vibraciones de estas «cuerdas» están nerviosa con la que está en contacto. Podemos
muy amortiguadas. Esto necesariamente ensan- seguir incluso el camino hasta la corteza cerebral
cha su margen de resonancia. Nuestro físico las y obtener algún conocimiento objetivo sobre al-
construiría con el menor amortiguamiento posi- gunas de las cosas que allí ocurren. Pero no nos \
ble. Pero esto tendría la terrible consecuencia de tropezaremos con el «registro del sonido» por
que la percepción del sonido no cesaría casi in- ningún lado, simplemente porque no forma parte
mediatamente después del cese de las ondas pro- de nuestra imagen científica; sólo está en la
ductoras; la percepción duraría cierto tiempo mente del individuo por cuyo oído y cerebro nos
(hasta que el resonador pobremente amortiguado interesamos.
del caracol dejase de vibrar). La discriminación De manera análoga podríamos discutir las
de tono se obtendría sacrificando la discrimina- sensaciones del tacto, del calor y del frío, del ol-
ción temporal entre sonidos sucesivos. El meca- fato y del gusto. Los dos últimos, los sentidos
nismo por el cual se concilian óptimamente las químicos como a veces se les llama (el olfato
dos cosas es un verdadero rompecabezas. proporciona un examen de materia gaseosa, el
He entrado en cierto detalle para demostrar gusto de líquidos), tienen algo en común con la
que ni la descripción del físico ni la del fisiólogo sensación visual. Responden con una diversidad
contiene el menor rastro de sensación sonora. restringida de cualidades sensoriales a un nú-
Cualquier descripción de este tipo puede resu- mero infinito de posibles estímulos. En el caso
mirse así: los impulsos nerviosos son conduci- del gusto: el amargo, el dulce, el agrio y el sa-
dos a cierta región del cerebro donde se registran lado y sus peculiares mezclas. El olfato es, creo,
como una sucesión de sonidos. Podemos obser- más variado que el gusto, y particularmente más
var cómo los cambios de presión del aire provo- fino en ciertos animales que en el hombre. Las
can vibraciones en el tímpano, podemos ver circunstancias objetivas de los estímulos físicos
cómo este movimiento se transmite por minús- o químicos, que modifican apreciablemente
culos huesos hasta otra membrana, y eventual- nuestras sensaciones, parecen variar mucho den-
mente hasta ciertas zonas de la membrana en el tro del reino animal. Las abejas, por ejemplo,

118 119
pueden ver bien la luz ultravioleta, son auténti- se hereda (según las leyes de Mendel) asociada a
cas tricrómatas (no dicrómatas como parecía tras características del grupo sanguíneo. Tampoco
ciertos experimentos que no atendieron al ultra- aquí parece haber ventaja alguna en ser o no ca-
violeta). Es interesante el hecho de que las abe- tador. Uno de los alelos es dominante en los he-
jas (como descubriera recientemente Von Frisch terozigóticos (creo que es el de catador). Creo
en Munich) sean particularmente sensibles a las muy improbable que esta sustancia, descubierta
polarizaciones parciales de la luz; esto les sirve por azar, sea un caso único. El sentido del gusto
para orientarse con respecto al sol mediante un presenta muchas diferencias en general ¡y en un
complejo mecanismo. Un ser humano no distin- sentido muy real!
gue siquiera la polarización completa. Se sabe Volvamos al caso de la luz y exploremos un
que los murciélagos son sensibles a vibraciones poco más profundamente cómo se produce la
de frecuencias extremadamente altas (ultrasoni- luz y qué hace la física para determinar las ca-
dos) que están muy por encima del límite audi- racterísticas objetivas. La luz es producida en
tivo humano; las producen ellos mismos y las general por los electrones, en particular por
emplean como un radar para evitar los obstácu- aquéllos del átomo que «están haciendo algo»
los. El sentido humano de calor y de frío exhibe alrededor del núcleo. Un electrón no es rojo, ni
la extraña circunstancia de que «los extremos se azul, ni de cualquier otro color; lo mismo ocurre
tocan»: si tocamos inadvertidamente un objeto con el protón (el núcleo del átomo de hidró-
muy frío, podemos tener la sensación instantá- geno). Pero la acción de los dos en el átomo de
nea de que nos quemamos los dedos. hidrógeno produce, según la física, radiación
Hace unos veinte o treinta años, unos quími- electromagnética de cierto intervalo discreto de
cos norteamericanos descubrieron una sustancia longitudes de onda. Los constituyentes homogé-
curiosa (no recuerdo el nombre químico), un neos de esta radiación (que pueden separarse
polvo blanco que es insípido para algunas perso- mediante un prisma o una rejilla óptica) estimu-
nas, pero intensamente amargo para otras. Fue lan en el observador las sensaciones de rojo,
algo que suscitó mucho interés y que ha sido verde, azul, violeta, con el concurso de ciertos
muy investigado desde entonces. La propiedad procesos fisiológicos, cuyo carácter general se
de ser un «catador» (para esta sustancia particu- conoce lo bastante bien como para afirmar que
lar) es inherente al individuo e independiente de no son rojos, ni verdes, ni azules. Los nervios no
cualquier otra condición. Además, esta facultad exhiben color alguno por el hecho de ser estimu-

120 121
lados. El blanco o el gris que exhiben las células nada satisface a un físico). La sensación de azul
-estimuladas o no- es insignificante con res- podría ser, a priori, el resultado de un estímulo
pecto a la sensación de color que experimenta el de ondas largas y la del rojo consecuencia de un
individuo que recibe estos estímulos. estímulo de ondas cortas, en lugar de lo contrario
Pero nuestro conocimiento de la radiación (que es lo que en realidad ocurre).
del átomo de hidrógeno y de sus propiedades fí- Para GOmpletar nuestro conocimiento de las
sicas objetivas se basa en la observación dé las propiedades físicas de la luz, producida por cual-
posiciones de las líneas espectrales en el espectro quier fuente, se necesita un espectroscopio espe-
que se obtiene del vapor de hidrógeno incandes- cial que descompone la luz mediante una red de
cente. Esto nos proporcionó el primer conoci- difracción. Un prisma no serviría porque no co-
miento pero, en ningún modo, el conocimiento nocemos de antemano los ángulos de refracción
completo. Para conseguirlo, es necesario prescin- de las distintas longitudes de onda. Estos ángulos
dir de las sensaciones. Vale la pena continuar con varían con prismas de distintos materiales. Utili-
í este ejemplo característico. El color en sí no nos zando un prisma ni siquiera podríamos ver que la
!
\ dice nada sobre la longitud de onda; de hecho, longitud de onda se acorta con una mayor. des-
'" hemos visto ya en el caso del amarillo que una lí- viación de la radiación, como en verdad ocurre.
nea espectral del amarillo podría no ser «mono- La teoría de la red de difracción es mucho
cromática» en el sentido físico, sino una super- más simple que la del prisma. De la hipótesis
posición de diferentes longitudes de onda. Esta fundamental sobre la estructura de la luz (se trata
posibilidad queda, sin embargo, excluida por el simplemente de un fenómeno ondulatorio) pode-
propio funcionamiento del espectroscopio. Este mos determinar -midiendo previamente el
aparato recoge la luz seleccionando una longitud equiespaciado de la red por centímetro (del or-
de onda de una posición determinada del espec- den de varios miles en general)- el ángulo
tro. Y la luz que allí aparece tiene siempre el exacto de la desviación para una longitud de
mismo color independientemente de la fuente onda determinada, e inversamente, podemos de-
productora. Aun así, la cualidad de la sensación ducir la longitud de onda de la «constante de la
de color no proporciona indicio directo alguno red» y de la desviación. En algunos casos (sobre
sobre la propiedad física, sobre la longitud de todo en los efectos Zeeman y Stark), se polari-
onda (y ello sin contar con nuestra comparativa- zan algunas líneas espectrales. Para completar la
mente pobre capacidad para distinguir, que en descripción física en este aspecto en el que el ojo

122 123
humano es completamente insensible, se inter- mensiones conocidas del aparato) pueden calcu-
cepta la trayectoria del rayo con un polarizador larse los ángulos de desviación.
(un prisma de Nicol) antes de proceder a la des- Estas son cosas archiconocidas, pero quiero
composición de la luz; si el polarizador gira len- destacar dos aspectos de importancia general
tamente alrededor de su eje se observa que, para que conciernen a casi toda medida física.
ciertas orientaciones del polarizador, algunas lí- Me he extendido en comentar algo que fre-
neas reducen su brillo al mínimo o incluso desa- cuentemente se describe en una frase: a medida
parecen. Estas orientaciones indican la dirección que la técnica de observación se afina, el obser-
(perpendicular al rayo) de la polarización total o vador cede gradualmente su puesto a aparatos
parcial de estas líneas. cada vez más sofisticados. Pero, precisamente en
Esta técnica, debidamente perfeccionada, este caso, esto no es cierto. El observador no es
puede extenderse más allá de la región visible. sustituido gradualmente, sino desde el principio.
Las líneas espectrales de los vapores incandes- He intentado explicar que la sensación a «todo
centes no se limitan en modo alguno a la región color» del observador no proporciona el menor
visible, región que la física no distingue. Las lí- indicio sobre la naturaleza física del fenómeno.
neas forman largas series teóricamente infinitas. Debemos introducir ingenios como los antes
Las longitudes de onda de cada serie están rela- descritos para obtener el primero y más remoto
cionadas por una ley matemática bastante senci- conocimiento cualitativo sobre eso que llama-
lla que rige para todas ellas sin distinguir qué mos naturaleza física objetiva de la luz. Este es
parte de las mismas cae en la región visible. Es- el eslabón trascendente. Que el ingenio se afine
tas leyes seriales características se descubrieron gradualmente (aunque en esencia sea siempre el
primero empíricamente y ahora se comprenden mismo) no tiene, a pesar de las ventajas que pro-
teóricamente. Pero, claro, fuera de la zona visi- porciona, importancia epistemológica.
ble el ojo debe ser sustituido por una placa foto- El segundo punto es que el observador nunca
gráfica: las longitudes de onda se deducen de es totalmente sustituido por los instrumentos; si
meras medidas de longitud: primero se mide la lo fuera, no llegaría obviamente a tener conoci-
constante de la red, esto es, la longitud del miento. El observador ha tenido que construir el
equiespaciado (el recíproco de la densidad lineal instrumento y, durante su construcción o des-
de agujeros), luego se miden las posiciones de pués, ha tenido que hacer cuidadosas medidas de
las líneas en la placa fotográfica y así (con las di- sus dimensiones y pruebas a todas sus partes

124 125
móviles para asegurarse de que funciona exacta- la percepción sensorial. La percepción reside en
mente como se pretende. Para algunas de estas ellas, es una combinación de ellas, pero no
medidas y para alguno de estos controles, el fí- puede decirse en realidad que las contenga. Al
sico depende, es verdad, de la empresa que ha usar la imagen, las olvidamos con frecuencia,
fabricado y servido el instrumento; de todos mo- excepto en el sentido general de que sabemos
dos, toda esta información siempre acaba en el que nuestra idea de la luz como fenómeno ondu-
sistema sensorial de alguna persona o personas, latorio no es una invención arbitraria de un chi-
aunque se utilicen más instrumentos para facili- flado, sino producto de la experiencia.
tar esta labor. El observador debe finalmente leer Me llevé una sorpresa cuando descubrí que
en este instrumento, cuando lo utiliza para su in- Demócrito había comprendido perfectamente
vestigación, ya sea leyendo directamente ángu- esta cuestión en el siglo v a.C. sin tener conoci-
los o distancias (bajo un microscopio) o indirec- miento de aparato de medida alguno que sea re-
tamente entre las líneas espectrales registradas motamente comparable a los que acabo de des-
en una fotografía. Muchos sistemas accesorios cribir (hoy del uso más corriente).
pueden facilitar este trabajo; por ejemplo, el re- Galeno nos ha dejado un pasaje (Diels, fr.
gistro fotométrico de la transparencia de la placa 125) en el que Demócrito introduce el intelecto
que proporciona un diagrama aumentado en el (ótauma) mediante una discusión que éste tiene
que las posiciones de las líneas se aprecian me- con los sentidos (at0'8110'tts) sobre qué es lo
jor. ¡Pero hay que leerlas! Los sentidos del ob- «real». El primero dice: «Aparentemente, existe
servador deben interferir en algún momento. El el color, la dulzura, lo amargo; en realidad, sólo
registro más cuidadoso no dice nada si no es existen átomos y vacío», a lo que los sentidos re-
examinado. plican: «Pobre intelecto, nosotros te hemos pres-
Volvamos a esta extraña cuestión. La percep- tado la evidencia de ti mismo, ¿y tú quieres de-
ción sensorial directa del fenómeno nada dice rrotamos? Tu victoria es tu derrota».
sobre su naturaleza física objetiva (o lo que así En este capítulo he intentado contrastar (con
solemos llamar) y debe desconectarse desde el ejemplos sencillos tomados de la más humilde
principio como fuente de información, pero la de las ciencias, la física) dos hechos generales:
imagen teórica que eventualmente obtenemos a) que todo el conocimiento científico se basa en
consiste siempre en un conjunto de complicadas los sentidos, y b) que a pesar de todo, las des-
informaciones obtenidas, todas ellas, a través de cripciones científicas de los procesos naturales

126 127
así elaborados carecen de todas las cualidades
sensoriales, por lo que no pueden dar cuenta de
ellas, no pueden explicarlas. Terminaré con un
comentario de carácter general.
Las teorías científicas sirven para facilitar el
examen de nuestras observaciones y de nuestros
descubrimientos experimentales. Todo científico
sabe lo difícil que es recordar un conjunto mode-
radamente grande de hechos, antes al menos de
que se haya esbozado una imagen teórica prima-
ria. No es de extrañar, pues, que los autores de
artículos originales y de libros de texto no des-
criban los resultados desnudos que han obtenido,
sino que los revisten con la terminología de una
teoría o teorías previamente concebidas. Este
proceder (por el que no debemos en absoluto
acusarlos), aunque muy útil para recordar orde-
nadamente los hechos, tiende a destruir la distin-
ción entre las observaciones reales y la teoría
que surge de ellas. Y como las primeras siempre
pertenecen a alguna cualidad sensorial, tende-
mos a creer que las teorías deben explicar las
cualidades sensoriales, cosa que, claro, nunca
consiguen.

128

También podría gustarte