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Universidad de Chile

Facultad de Filosofía y Humanidades

Departamento de Literatura

Licenciatura en Lengua y Literatura hispánica

Análisis de dos poemas de Francisco


de Quevedo.

Literatura Española Clásica.

Profesor Francisco Cuevas.

Profesor Auxiliar Daniel Valenzuela.

Royle Bernard Colcha.

16 de agosto del 2016.


Primer poema a analizar:
“Con ejemplos muestra a Flora la brevedad de la hermosura, para no malograrla”.

La mocedad del año, la ambiciosa 


Vergüenza del jardín, el encarnado 
Oloroso Rubí, Tiro abreviado, 
También del año presunción hermosa;
La ostentación lozana de la Rosa, 
Deidad del campo, Estrella del cercado; 
El Almendro en su propia flor nevado, 
Que anticiparse a los calores osa:
Reprehensiones son, oh Flora, mudas 
De la Hermosura y la Soberbia Humana, 
Que a las leyes de flor está sujeta.
Tu edad se pasará mientras lo dudas; 
De ayer te habrás de arrepentir mañana, 
Tarde, y con dolor, serás discreta.
Procederé a realizar un análisis, que busca ser exhaustivo, del poema “Con ejemplos
muestra a Flora la brevedad de la hermosura para no malograrla” del escritor Francisco de
Quevedo, poeta barroco por excelencia. Este poema se inserta en los poemas amorosos del
autor y está, -al igual que toda su obra- fuertemente vinculado a la influencia barroca, razón
por la que es posible apreciar en él su apego a la concisión, a la elipsis, y al juego cortesano
de ingenio con las palabras. También por pertenecer al siglo XVII, el que se identifica por
la losa de pesimismo y aguda sensación de crisis, tienen lugar en su obra el nacimiento de
motivos como la vanidad de la vida, su brevedad, el desengaño y el escepticismo.

La poesía amorosa de Quevedo, es, quizá, junto a la poesía satírica-burlesca la más rica del
autor. No por cantarle al amor, su temática es plana, es más bien bastante variada y reúne
en ella diferentes temas, acentos y tonos de la poesía amorosa de la época: dolor amoroso,
las lágrimas que hacen crecer al río, madrigales imaginando a la dama en distintas
situaciones y la queja dolorida por la falta de correspondencia son algunos de los tópicos de
los que se nutre su poesía.

Ahora bien, entrando más de lleno en el análisis mismo del poema, lo primero que cabe
destacar es el título: “Con ejemplos muestra a Flor la brevedad de la hermosura para no
malograrla”. Lo largo del título se justifica en su fuerte significación y en la capacidad de
condensar sobre lo que el poema tratará: “Con ejemplos…” a lo largo de todo el poema, se
muestra con distintos tipos de flores -el clavel, la rosa, y la flor de almendro- la brevedad
del tiempo, la caducidad de la vida y la variación del tópico collige virgo rosas, por lo
anterior señalado, se vuelve evidente que no es casualidad que el nombre de la mujer a
quien se dirige el poema sea Flora, el que, en últimas instancias, no habla a una sola
persona, sino que hace un llamado a toda mujer joven.

Ya en el primer verso cuando se habla de la “mocedad del año…” se introduce nuevamente


la temporalidad, siendo «mocedad del año» metonimia de primavera, época de
renacimiento y fertilidad, donde las flores exponen toda su belleza. Se parte así señalando
la buena época, que en los versos siguientes se recalcará, no debe ser desaprovechada. La
“ambiciosa vergüenza del jardín…” es un juego de palabras que hace alusión a los típicos
sonrojamientos de la mujer joven cuando se avergüenza. “El encarnado oloroso rubí” es un
precioso juego retórico, en el que rubí es metáfora de clavel y, este rubí es oloroso, es decir,
es también una sinestesia, y, sumado a esto, tenemos la adjetivación de encarnado, que
refuerza el poderoso color rojo del clavel.

Más adelante cuando se menciona “Tiro abreviado…” se hace alusión a la figura de Tiro,
quien era una ninfa deseada por Heracles, a quien se le puso por condición para ser amado
que le presentase a ella un vestido de color tan intenso como la púrpura, y desde entonces
los colores intensos son asociados con la púrpura de Tiro. Dentro de este poema tiene el
mismo valor, refuerza la gama de colores intensos, que se pueden asociar con la belleza de
la flor. La adjetivación de «abreviado», tiene dos valiosas significaciones, abreviado como
condesado, es decir, refuerza más aún la imagen construida, y también por el tamaño del
clavel.

Finalizando el primer cuarteto tenemos “también del año presunción hermosa” que cierra y
redondea el significado del cuarteto, señalando que todas las cualidades anteriormente
presentadas son propias de una edad, no dejando así de recordar la importancia de la
temporalidad en el poema.

Al inicio del segundo terceto, nos encontramos con “La ostentación lozana de la rosa”
habla este verso de la forma en que se exhibe, de forma natural, la belleza de la mujer. Del
verso siete al diez, se advierte del caso particular de la flor del almendro, la cual, toma
Quevedo por ser blanca, y hace uso de este color asimilándolo al color de las canas, es
decir, envejece antes de tiempo, este es el sentido de: “que anticiparse a los colores osa”. La
flor del almendro y la condición de vejez prematura que se le otorga buscan servir de avisos
fuertes, de «reprehensiones mudas», que son mudas por su condición de imagen. Para
cerrar el terceto recalca que la hermosura y la soberbia humana, a las leyes de la flor está
sujeta, es decir, son igual de perecederas y con la misma brevedad. Que las flores se
marchitan, que la juventud es un tesoro breve y pasajero es la finalidad del tópico aquí
usado: el fugit irreparabile tempus.

El primer verso del segundo terceto sentencia con bastante claridad todo lo que
anteriormente se ha mostrado como una advertencia: “Tu edad se pasará mientras las
dudas”. Finalmente, en el último verso del poema, Flora, que antes se mostraba con
«belleza ambiciosa», con una «presunción hermosa», y con una «ostentación lozana»,
ahora, una vez ya ha llegado el marchitar, metáfora de vejez, se ha vuelto «discreta», pero
tarde y con dolor.

Como en varios poemas de Quevedo, el uso de los verbos y sus tiempos, tiene una gran
importancia en el análisis del poema, así, en la advertencia, de la que somos testigos en los
dos cuartetos y el primer terceto, nos encontramos con una singular carencia de verbos, y
los pocos que hay se encuentran en presente; mientras que, en el último terceto, la
advertencia se vuelve futuro contundente, del que es imposible escapar, imposibilidad dada
por los verbos pasará, abrás y serás.

Al momento de analizar la métrica del poema nos encontramos con la típica conformación
de un soneto, es decir, se compone de catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su
forma clásica.

A modo de conclusión, vale decir que en este poema los dos tópicos que explican la
significación del mismo son el fugit irreparabile tempus y el de collige virgo rosas, que se
subordinan y argumentan la una con la otra para lograr así mostrar la brevedad de la
juventud y la ineludible vejez que ha de llegar. He decidido también no extenderme más
con el análisis métrico y formal, ya que no tiene este, mayor relevancia dentro de la obra, y
nada dentro de él entrega otro significado al poema.
Segundo poema a analizar:

“Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida”.

Huye sin percibirse, lento, el día,


y la hora secreta y recatada
con silencio se acerca, y, despreciada,
lleva tras sí la edad lozana mía.

La vida nueva, que en niñez ardía,


la juventud robusta y engañada,
en el postrer invierno sepultada,
yace entre negra sombra y nieve fría.

No sentí resbalar, mudos, los años;


hoy los lloro pasados, y los veo
riendo de mis lágrimas y daños.

Mi penitencia deba a mi deseo,


pues me deben la vida mis engaños,
y espero el mal que paso, y no le creo.
El segundo poema que me he decidido a analizar también es de Francisco de Quevedo, se
titula “Arrepentimiento y lágrimas debidas al engaño de la vida”. Forma este poema parte
del repertorio de poemas con motivo moral y religioso. Al igual que en su prosa, aquí
también se vuelve de vital importancia el problema de la vida y de la muerte, motivos
pertenecientes a la lírica de Quevedo y que son especialmente frecuentados por el barroco.
También por pertenecer al siglo XVII, el que se identifica por la losa de pesimismo y aguda
sensación de crisis, tienen lugar en su obra el nacimiento de motivos la vanidad de la vida,
su brevedad, el desengaño y el escepticismo.

Dentro de este tipo de poesía, la moral y religiosa, destaca Quevedo porque no solamente
reflexiona sobre el tiempo y la muerte, sino que vuelve a estas preocupaciones un asunto
propio. Queda expuesta en este tipo de poesía una ética de propuesta individual, donde se
ven sancionados los deseos equívocos, tales como la codicia, las ambiciones mundanas y la
usura. Se exaltan valores tales como la vida retirada, y la pobreza. Es quizá este el tipo de
poesía menos popular de Quevedo, cosa que no quiere decir que sea menos rica
retóricamente que su poesía de carácter amoroso o la satírica-burlesca.

Al igual que en el poema anterior, el título se vuelve bastante expresivo y reúne en sí el


objetivo y significado del poema: “Arrepentimiento y lágrimas debido al engaño de la
vida”. Se condensa en este título un motivo que recorre a todo el barroco: el humano,
desengañado frente a la carrera del tiempo, se siente pequeño y arrasado por la hora que se
presenta como un enemigo mayor.

“Huye sin percibirse lento el día”, queda bastante claro el tópico que se usará en todo el
poema gracias al uso de la palabra «huye», que es una traducción al español del verbo fugo
en latín, estamos entonces frente al tópico: fugit irreparabile tempus. La palabra «día», es
una metáfora de juventud, normalmente cuando esta tiene lugar en los poemas, también lo
tiene su contrario, el ocaso, que vendría a significar la vejez e inclusive muchas veces la
muerte.

De la unión de «sin percibirse» y «lento» tenemos por resultado un caso bastante paradójico
que notaron los seguidores del barrocos sobre la juventud humana: pasa tan lenta, y a pesar
de ello, no notamos cuando se ha ido, es decir, a pesar de su lento andar, no la percibimos.
Ya en el siguiente verso se nos presenta el principal enemigo del poema y del barroco en su
totalidad: la hora. Se acerca esta «ecreta y recatada», es decir, sin ser advertida, nos
arrebata la «lozana» vida: por definición del diccionario, la vida verde, sana, y robusta,
palabras todas que pueden ser metaforizadas y llevadas a juventud.

En el último verso del primer cuarteto nos encontramos con “la edad lozana mía”. He aquí
una particularidad de Quevedo, las preocupaciones barrocas las vuelve propias, no es
cualquier vida la vida que arrebata el tiempo, es la vida lozana mía (el destacado es
propio). Las reflexiones sobre el tiempo dejan de ser una simple imitación del tópico y
pasan a ocupar un lugar de importancia personal para el artista.

En los versos del quinto al octavo, hay todo un juego sensitivo y con las estaciones del año,
así, «la vida nueva» se puede relacionar con la primavera, y esta con niñez, porque en ella
se encuentran las plantas y flores en estado de crecimiento. Así, a la «juventud robusta» que
le sigue a la primavera, se le puede relacionar el verano, en esta estación las plantas y
flores, ya crecidas y maduradas se muestran fuertes, pero es justo en esta edad de fuerza
física, de robustez, cuando el humano se da cuenta de su condición de engañado. Esta
juventud tiene un fin bastante negro, los versos siete y ocho usan palabras que traen a la
memoria la imagen de la muerte, tales como «yace» y «sepultada», y todo esto en el
invierno, que refuerza aún más la imagen lúgubre que se ha vendido construyendo.

Los dos tercetos que componen a este soneto son profundamente personales y propios de
para el hablante lírico, que habla siempre desde un yo, es decir, la voz lírica es carmínica:
«No sentí resbalar mudos los años», «hoy los lloro pasados». En el verso número nueve, se
refuerza la idea manifestada en el primer verso, la de que los años pasan mudos, sin que los
notemos; contrario a esto, se nos presenta algo profundamente original sobre el paso del
tiempo, los años pasados, vistos desde el presente, provocan lágrimas en nosotros mientras
ellos responden estas lágrimas y dolores con risas. Ya el tiempo no solamente huye, sino
que también es cruel frente a nuestro padecer, es así como Quevedo lleva al tópico más allá
de la simple imitación, lo reformula y se sirve de él.

En el último terceto queda bastante claro que el poeta ha pasado engañado toda su vida,
fueron los engaños quienes le hurtaron la vida: «me deben la vida mis engaños». A pesar de
que el poeta parece ahora tener conciencia de su engaño, en el último verso se reitera la
idea de la inadvertencia del hombre, que a pesar de que esperar el mal, al verlo pasar frente
a sus ojos no lo cree.

Dentro de los elementos formales a destacar, cabe decir que es un soneto, y, por ende,
posee las características en metro y ritmo que todo soneto tiene: catorce versos de arte
mayor, endecasílabos en su forma clásica. En este poema el molde estrófico no tiene mayor
incidencia, no altera ni entrega mayor significancia al poema. El significado fue dado por la
semanticidad y no por la forma.

Resulta bastante destacable que, si bien el poema en apariencias sencillo, está henchido de
contenido, y nada en él es omisible sin perder así una gran pieza portadora de significado,
tanto así que no necesita de mayores recursos formales para para conseguir una gran
significación. El tópico del fugit irreparabile tempus organiza y argumenta el poema, se
nos presenta el tópico con modificaciones creadas gracias al ingenio de la palabra, recurso
típico en Quevedo y en el barroco.
Bibliografía:
Díez, M., & Díez, P. (2014). Antología comentada de la poesía lírica española. Madrid:
Cátedra.
Pozuelo, J. M. (1999). Francisco de Quevedo. Antología Poética. Madrid: Biblioteca
Nueva.

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