J. Francisco Gonzalez Martinez, Armando Pichardo Fuster, Lorenzo Garcia - Geriatria Volume 1 - Mcgraw-Hill España (2011) - 1-44 (1) Cap I

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Dr. José Francisco González Martínez


Médico Internista y Geriatra
Director de Enseñanza del Hospital General de México, O. D.
Expresidente de la Sociedad Médica del Hospital General de México, O. D.
Expresidente de la Asociación Mexicana de Gerontología y Geriatría, A. C.
Profesor Titular de Medicina Interna en el Internado de Pregrado
Profesor de Pre y Posgrado
Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México

Dr. Armando Pichardo Fuster


Médico Internista, Cardiólogo y Geriatra certificado por los Consejos respectivos
Médico de Base del Servicio de Geriatría del Hospital General de México, O. D.
Expresidente de la Asociación Mexicana de Gerontología y Geriatría, A. C.
Titular del Curso de Especialización en Geriatría
Universidad Nacional Autónoma de México
Profesor Titular de la asignatura de Geriatría, Escuela Superior de Medicina
Instituto Politécnico Nacional
Profesor Titular del curso de Posgrado en Geriatría, Facultad de Medicina,
Universidad Nacional Autonóma de México

Dr. Lorenzo García


Médico Geriatra
Jefe del Servicio de Geriatría del Hospital General de México, O. D.
Expresidente de la Asociación Mexicana de Gerontología y Geriatría, A. C.
Secretario de la Sociedad Médica del Hospital General de México, O. D.
Profesor Titular de Pregrado de la asignatura de Geriatría, Escuela Superior de Medicina
Instituto Politécnico Nacional
Profesor Adjunto del Curso de Especialización en Geriatría
Universidad Nacional Autónoma de México
Profesor Titular de la asignatura de Geriatría
Centro de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios número 10
Secretaría de Educación Pública

MÉXICO • BOGOTÁ • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMALA • MADRID • NUEVA YORK


SAN JUAN • SANTIAGO • SAO PAULO • AUCKLAND • LONDRES • MILÁN • MONTREAL
NUEVA DELHI • SAN FRANCISCO • SINGAPUR • ST. LOUIS • SIDNEY • TORONTO
Director editorial: Javier de León Fraga
Corrección de estilo: Sebastián Elizarrarás García
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Supervisor de edición: Norma Leticia García Carbajal, Héctor F. Guerrero Aguilar
Supervisor de producción: José Luis González Huerta

NOTA
La medicina es una ciencia en constante desarrollo. Conforme surjan nuevos cono-
cimientos, se requerirán cambios de la terapéutica. El (los) autor(es) y los editores se
han esforzado para que los cuadros de dosificación medicamentosa sean precisos y
acordes con lo establecido en la fecha de publicación. Sin embargo, ante los posibles
errores humanos y cambios en la medicina, ni los editores ni cualquier otra persona
que haya participado en la preparación de la obra garantizan que la información con-
tenida en ella sea precisa o completa, tampoco son responsables de errores u omisio-
nes, ni de los resultados que con dicha información se obtengan. Convendría recurrir
a otras fuentes de datos, por ejemplo, y de manera particular, habrá que consultar la
hoja informativa que se adjunta con cada medicamento, para tener certeza de que
la información de esta obra es precisa y no se han introducido cambios en la dosis
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importancia con respecto a fármacos nuevos o de uso no frecuente. También deberá
consultarse a los laboratorios para recabar información sobre los valores normales.

GERIATRÍA

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra,


por cualquier medio, sin la autorización escrita del editor.

DERECHOS RESERVADOS © 2009 respecto a la primera edición por


McGRAW-HILL INTERAMERICANA EDITORES, S.A. de C.V.
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Prolongación Paseo de la Reforma 1015, Torre A,
Piso 17, Col. Desarrollo Santa Fe,
Delegación Álvaro Obregón,
C.P. 01376, México, D. F.
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 736

ISBN 13: 978-970-10-7239-4

1234567890 08765432109
Impreso en México Printed in Mexico
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Colaboradores
Dr. José Humberto Arcos Correa
Médico internista adscrito al Servicio de Medicina Interna 110 del Hospital
General de México, O. D.
Dr. Mario Isaac Banda Lara
Residente de Medicina Interna, Hospital General de México, O. D.
Dra. Lucina Blanco Fernández
Médico geriatra adscrita al Servicio de Geriatría del Hospital General de México,
O. D.
Dr. Javier Alfredo Calleja Olvera
Médico internista y geriatra. Médico de base de la Clínica Médica del Sindicato
Único de Trabajadores de la Música
Dr. Daniel Flores Cruz Manjarrez
Cirujano general y endoscopista, Hospital General de México, O. D.
Dr. Jorge A. Flores Guzmán
Cirujano oncólogo, Hospital General de México, O. D.
Dra. Laura C. Gutiérrez Hernández
Médico geriatra adscrita al Servicio de Geriatría del Hospital General de México,
O. D.
Dr. Ángel Ignacio León Paoletti
Médico internista adscrito al Servicio de Medicina Interna 110 del Hospital
General de México, O. D.
Dr. Alberto Navarro Sevilla
Médico geriatra. Jefe del Departamento de Atención al Adolescente y el Ancia-
no, Secretaría de Educación Pública
Dra. Ana María Olivares Luna
Médico familiar y geriatra. Jefa del Departamento de Enseñanza de la Clínica
Churubusco, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores
del Estado
v
vi Colaboradores

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Dra. Leonor Pedrero Nieto
Cardióloga y geriatra. Médico de base del Servicio de Geriatría del Hospital
General de México, O. D.
Dr. Miguel Ángel Reyes Maya
Médico geriatra. Jefe de la Unidad de Atención Diurna del Instituto Nacional
para la Atención de las Personas Adultas Mayores
Dra. Virginia H. Sánchez Hernández
Médico internista adscrita al Servicio de Medicina Interna 110 del Hospital Gene-
ral de México, O. D.
Dr. J. Eliazar Saravia Farías
Médico internista y médico de base de la Unidad 110 de Medicina Interna del
Hospital General de México, O. D.
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Contenido

Capítulo 1
Determinantes de la longevidad humana 1
Dr. José Humberto Arcos Correa, Dr. J. Francisco González Martínez

Introducción 1
El concepto de longevidad 1
Teorías del envejecimiento 3
Factores relacionados con la longevidad 6
Diferencias en la longevidad en relación con el género 10
Aspectos sociales de la longevidad 11
Métodos eficaces para promover la longevidad 12
Conclusiones 16
Bibliografía 18

Capítulo 2
Demografía del envejecimiento 19
Dr. Lorenzo García, Dr. J. Francisco González Martínez

Demografía 20
Importancia del envejecimiento en México 23
Economía y envejecimiento 25
Los retos de la salud (morbilidad y discapacidad) 26
La familia y las redes de apoyo 31
Bibliografía

vii
viii Contenido

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Capítulo 3
Concepto de funcionalidad,
historia clínica geriátrica y evaluación funcional 32
Dra. Leonor Pedrero Nieto, Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 53

Capítulo 4
¿Por qué es necesaria la gerontología
en la práctica de la medicina? 55
Dr. Javier Alfredo Calleja Olvera, Dr. Lorenzo García,
Dr. J. Francisco González Martínez

Definición de geriatría y gerontología 56


La gerontología y su función en los estados comórbidos del adulto mayor 57
La gerontología y su función en la esfera psicomental del adulto mayor 59
La gerontología y su función en los cambios de la estructura
familiar del adulto mayor 61
La gerontología y su función en los procesos rehabilitatorios del adulto mayor 64
Bibliografía 67

Capítulo 5
El anciano frágil, cascada de la fragilidad, falla
que medra y pérdida de la vitalidad (deslizamiento) 69
Dr. Armando Pichardo Fuster, Dra. Leonor Pedrero Nieto

Bibliografía 81

Capítulo 6
El diagnóstico en geriatría 55
Dra. Laura C. Gutiérrez Hernández

Modelo de morbilidad sinérgica 85


Modelo de atribución 86
Contenido ix

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Modelo de cadena causal 86
Modelo del evento revelador 86
Presentación clínica 87
Evolución 88
Frecuencia 89
Contexto en que se desarrollan 89
Bibliografía 90

Capítulo 7
Síndromes geriátricos 91
Dra. Lucina Blanco Fernández, Dr. J. Francisco González Martínez

Inestabilidad y caídas 92
Caídas 93
Mareo y vértigo 96
Síncope 98
Inmovilidad 100
Úlceras por presión 103
Constipación 106
Impactación fecal 110
Incontinencia fecal 111
Trastornos en la termorregulación 112
Hipotermia 112
Disminución del metabolismo en los ancianos 113
Hipertermia 115
Trastornos del sueño 116
Insomnio 120
Identificar enfermedad física o psiquiátrica 121
Mioclonías nocturnas 122
Síndrome de piernas inquietas 122
Apnea del sueño 123
Incontinencia urinaria 123
Bibliografía 127

Capítulo 8
Farmacología en geriatría 130
Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 134
x Contenido

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Capítulo 9
Dolor crónico en el anciano 135
Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 141

Capítulo 10
Mitos y realidades de la sexualidad
en el adulto mayor 142
Dra. Leonor Pedrero Nieto, Dr. J. Francisco González Martínez

Comportamiento sexual 148


Bibliografía 150

Capítulo 11
Sistema inmunitario. Función normal
y sus alteraciones relacionadas
con la edad 152
Dr. J. Eliazar Saravia Farías, Dr. J. Francisco González Martínez

Definiciones 152
Células del sistema inmunitario innato 156
Sistema inmunitario adaptativo 159
Mediadores humorales de la inmunidad adaptativa 161
Clases de inmunoglobulinas 162
El sistema inmunitario y la edad 162
Evaluación clínica de la función inmunitaria 163
Cambios en la función inmunitaria en adultos mayores 165
Cambios en la inmunidad adaptativa 165
Enfermedades infecciosas 168
Enfermedades degenerativas 170
Inmunización activa contra agentes infecciosos 170
Inmunizaciones recomendadas para adultos mayores 171
Bibliografía 173
Contenido xi

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Capítulo 12
Envejecimiento del sistema endocrino
en el adulto mayor 175
Dr. José Francisco González Martínez, Dr. Ángel Ignacio León Paoletti

Envejecimiento del sistema endocrino 176


Terapias de remplazo hormonal 183
Bibliografía 185

Capítulo 13
Disfunción tiroidea en el anciano 187
Dr. José Francisco González Martínez, Dr. Ángel Ignacio León Paoletti

Introducción 187
Hipotiroidismo 188
Etiología 190
Cuadro clínico 191
Diagnóstico 195
Tratamiento 201
Hipertiroidismo 204
Etiología 205
Cuadro clínico 206
Enfermedad de Graves-Basedow 208
Diagnóstico 209
Hipertiroidismo subclínico 211
Tratamiento 213
Tratamiento farmacológico 213
Radioyodo 215
Cirugía 216
Bibliografía 217

Capítulo 14
Diabetes mellitus en el adulto mayor 220
Dr. José Francisco González Martínez, Dr. Ángel Ignacio León Paoletti

Introducción 220
Definición y clasificación 221
xii Contenido

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Epidemiología 222
Prevalencia 223
Patogenia 225
Criterios diagnósticos 228
Manifestaciones clínicas 228
Tratamiento 231
Bibliografía 241

Capítulo 15
Aparato urinario en el adulto mayor 244
Dra. Virginia H. Sánchez Hernández, Dr. José Francisco González Martínez

Cambios anatómicos 244


Cambios funcionales 247
Hipertensión arterial 254
Nefropatía por contraste 257
Diagnóstico 258
Tratamiento 260
Angioplastia renal transluminal percutánea y endoprótesis vascular 262
Prevención 264
Bibliografía 265

Capítulo 16
Aparato digestivo en el adulto mayor.
Cambios anatómicos, funcionales
y sus patologías más frecuentes 267
Dr. Javier Alfredo Calleja Olvera, Dr. J. Francisco González Martínez,
Dr. Lorenzo García

Cambios bucofaríngeos y esofágicos relacionados con el envejecimiento 268


Cambios gástricos anatómicos y de la motilidad asociados al envejecimiento 269
Función del intestino delgado relacionada con la edad 270
Efectos de la edad sobre la función colónica 271
Cambios hepáticos y de la función biliar en el adulto mayor 273
Efectos de la edad sobre el metabolismo de los medicamentos 274
Efecto del envejecimiento sobre la estructura y función pancreáticas 274
Envejecimiento e inmunidad gastrointestinal 275
Disfagia 276
Hemorragia del tracto digestivo 279
Contenido xiii

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Hemorragia del tracto digestivo superior 280
Cáncer hepático 284
Enfermedad litiásica biliar 287
Cólico biliar (colecistitis crónica) 288
Colecistitis aguda 289
Coledocolitiasis 289
Colangitis aguda 290
Pancreatitis biliar aguda 290
Cáncer pancreático 291
Tratamiento de la enfermedad diseminada y cuidados paliativos 293
Perspectivas 293
Enfermedad diverticular 294
Evaluación y tratamiento de la pérdida ponderal en el anciano 298
Bibliografía 305

Capítulo 17
Peritonitis en el paciente anciano 307
Dr. Daniel Flores Cruz Manjarrez, Dr. Jorge A. Flores Guzmán

Introducción 307
Peritoneo 308
Peritonitis aguda 309
Colecistitis 309
Enfermedad diverticular del colon 311
Apendicitis 311
Oclusión mesentérica arterial aguda 312
Trombosis mesentérica venosa 313
Peritonitis crónica 313
Bibliografía 315

Capítulo 18
Síndrome de demencia y enfermedad
de Alzheimer 317
Dr. Armando Pichardo Fuster, Dra. Leonor Pedrero Nieto

Introducción 317
Definición 323
Caso clínico 327
Bibliografía 347
xiv Contenido

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Capítulo 19
Depresión en el adulto mayor 349
Dr. Armando Pichardo Fuster, Dra. Leonor Pedrero Nieto

Bibliografía 353

Capítulo 20
Cuidado del paciente con demencia 354
Dr. Alberto Navarro Sevilla, Dr. Javier Alfredo Calleja Olvera

Referencias históricas sobre deficiencias, discapacidades


y atención institucional al paciente con demencia 354
Definición de deficiencia, discapacidad, minusvalía y demencia 357
Tipos de demencia y necesidad de cuidados continuos 360
Demencia con patrón de deterioro cognitivo subcortical 365
Cuidados para el cuidador 367
Recomendaciones para la atención de personas con demencia 370
Actividades de la vida diaria 370
Higiene personal e incontinencia 372
Cuidado del cabello 373
Incontinencia 374
Lenguaje y comunicación 376
Seguridad en el hogar 377
Prevención de caídas 378
Problemas de la memoria o del juicio 378
Bibliografía 379

Capítulo 21
Cambios cardiovasculares en el envejecimiento 380
Dra. Leonor Pedrero Nieto, Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 385

Capítulo 22
Hipertensión arterial en el anciano 386
Dra. Leonor Pedrero Nieto, Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 393
Contenido xv

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Capítulo 23
Cardiopatía isquémica en el anciano 395
Dra. Leonor Pedrero Nieto, Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 405

Capítulo 24
Reto diagnóstico y terapéutico de la insuficiencia 406
cardiaca en el anciano
Dra. Leonor Pedrero Nieto, Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 423

Capítulo 25
Aparato respiratorio del adulto mayor:
cambios anatómicos, funcionales y
sus patologías más frecuentes 425
Dr. J. Francisco González Martínez, Dr. Javier Alfredo Calleja Olvera,
Dr. Lorenzo García

Flujos pulmonares 427


Espirometría 428
Fuerza de los músculos respiratorios y cambios en la gasometría arterial 429
Cambios en la respuesta inmunológica del aparato respiratorio 429
Respuesta ventilatoria del paciente anciano durante el ejercicio 431
Bibliografía 432

Capítulo 26
Neumonía adquirida en la comunidad, en
casa-hogar y nosocomial en el adulto mayor.
Vacunas 434
Dr. Javier Alfredo Calleja Olvera, Dr. J. Francisco González Martínez,
Dr. Lorenzo García

Consideraciones generales y bioestadística 434


Patogénesis 436
xvi Contenido

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Alteraciones inmunológicas 438
Cuadro clínico 439
Tipos de neumonía por sitio de adquisición 441
Neumonías por virus 450
Prevención de neumonías en el adulto mayor (vacunas) 451
Bibliografía 454

Capítulo 27
Tromboembolia pulmonar 457
Dr. J. Francisco González Martínez, Dr. Lorenzo García,
Dr. Mario Isaac Banda Lara

Epidemiología 458
Definición 459
Clasificación 459
Factores de riesgo para TVP 460
Factores de riesgo de mortalidad por TEP 460
Patogenia de la trombosis 461
Fisiopatología 462
Intercambio gaseoso 463
Hipoxemia 463
Otras anormalidades en gases 463
Estratificación 465
Diagnóstico 466
Tratamiento 467
Bibliografía 470

Capítulo 28
Síndrome de maltrato del anciano 473
Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 478

Capítulo 29
El adulto mayor que conduce automóvil 479
Dr. Miguel Ángel Reyes Maya, Dra. Ana María Olivares Luna,
Dr. Javier Alfredo Calleja Olvera

Enfermedades del adulto mayor y su relación con accidentes de tránsito 485


Contenido xvii

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Recomendaciones relacionadas con el acto de conducir respecto
de diversas condiciones médicas comunes en adultos mayores 487
Papel del médico y el dilema de retirar la licencia de manejo
al paciente geriátrico 489
Consejos para los conductores adultos mayores y sus familiares 490
Bibliografía 492

Capítulo 30
Terapéutica transfusional en el adulto mayor 494
Dr. Francisco González Martínez, Dr. J. Eliazar Saravia Farías
Dr. Lorenzo García

Introducción 494
Generalidades 495
Antígenos ABO y anticuerpos 496
Sistema Rh 497
Pruebas pretransfusionales 497
Técnica de aplicación y manejo de los componentes sanguíneos 499
Componentes sanguíneos 500
Sangre total 500
Concentrado eritrocitario 500
Guías para la transfusión de eritrocitos 501
Anemias hemolítica, congénita y adquirida 503
Transfusión en anemias hipoproliferativas 503
Plasma fresco congelado 504
Plaquetas 507
Refractariedad a la transfusión plaquetaria 510
Otras causas de refractariedad 510
Crioprecipitados y concentrados de factor VIII 511
Derivados plasmáticos 514
Riesgos de la transfusión de componentes sanguíneos 514
Bibliografía 515

Capítulo 31
Síndrome de delirium 516
Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 520
xviii Contenido

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Capítulo 32
Modelo del comportamiento y de la cognición
ante el dolor del anciano 521
Dr. Armando Pichardo Fuster

Bibliografía 525

Capítulo 33
Vitalidad en el anciano y cómo mejorarla 526
Dr. J. Eliazar Saravia Farías

Evaluación del paciente con pérdida de la vitalidad 528


Medidas para preservar la vitalidad en el anciano 532
Prevención primaria 533
Prevención secundaria 536
Otras detecciones 538
Necesidades psicológicas 541
Necesidades sociales 542
Bibliografía 543

Índice alfabético 545


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Prefacio
En la actualidad el mundo enfrenta un gran reto: el incremento de la
población de personas mayores de 60 años, conocido como el boom de
los viejos, por lo cual se espera que para el año 2050, uno de cada cinco
habitantes de la Tierra tenga más de 60 años; es decir, dentro de cua-
tro décadas la población de ancianos se cuadruplicará. El cambio será
radical, ya que en el año 2000 había 600 millones de ancianos y cinco
decenios después habrá 2 000 millones, que representarán al 21% de la
población total que alcanzará la cifra de 9 300 millones, con disminución
significativa de la tasa de crecimiento global. Al respecto, al empezar el
nuevo milenio el planeta estaba habitado por 6 100 millones de seres
humanos, y los ancianos apenas constituían el 10% de esta población.
Los retos que enfrentarán los pobladores de la Tierra serán combatir
al sida en todos los grupos etarios, pero en especial entre los adultos ma-
yores, los que además tendrán que luchar contra la discriminación, de la
cual ya son objeto en la actualidad y que por razones lógicas aumenta-
rá en el 2050; por este motivo se deberán tomar medidas desde ahora
para luchar contra esos retos, como será el incrementar la edad para las
jubilaciones en cuando menos cinco años, planear y desarrollar progra-
mas efectivos de pensiones, servicios y prestaciones para este numeroso
grupo de personas, bajo la rectoría del Estado, pero de preferencia otor-
gados por particulares y grupos afines.
Uno de los problemas que afrontará este sector poblacional es el
efecto de la globalización, que debe ser programada y ejecutada en for-
ma adecuada. Actualmente se detectan, asimismo, grandes problemas
derivados de la migración, que perjudica a los grupos más débiles, entre
los cuales se encuentran los ancianos, y como consecuencia, son vícti-
mas de aislamiento y marginación.
El entonces secretario de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), Koffi Annan, al inaugurar el 8 de abril del 2002 la Segunda Con-
ferencia Internacional sobre el Envejecimiento, celebrada en Madrid,
xix
xx Prefacio

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
España, solicitó que los mayores dejen de ser una mera categoría social,
para que se les reconozca como personas con todos sus derechos en una
sociedad plural.1
A su vez, el presidente en turno de la Unión Europea, José María Az-
nar, señaló que “la mejor vía para dignificar la vida de los ancianos será
mediante la aplicación de políticas que permitan que el envejecimiento
sea activo, aplicando medidas que incrementen el fomento de las ayu-
das a las familias que tengan ancianos a su cargo; no se trata de que los
viejos se sientan útiles, sino convencerlos de que realmente lo son, de-
jando que lo demuestren, porque más que ser útiles, valen”.1
En este sentido, una de las soluciones más viables es programar una
normativa laboral más flexible, que permita trabajar con eficiencia y dig-
nidad a los viejos, además de programar la educación permanente a to-
das las edades.
No cabe duda de que este boom traerá como consecuencia un gran
cambio demográfico que incidirá directamente en el sistema sanitario,
que motivará cambios en los sistemas preventivos, tanto de pensiones,
como en la organización y tiempo del trabajo en la edad de la jubilación.
El impacto será mayúsculo, ya que de un promedio de edad mundial
actual de 26 años aumentará a 36 años en el 2050, modificando también
el país donde se encuentren los más jóvenes y los más viejos. En la actua-
lidad la nación con la población más joven es Yemen, con edad media
de 15 años, y el que tiene la población más vieja es Japón, con prome-
dio de 41 años. En el 2050, el país con la población más joven será Níger,
y los más longevos vivirán en España.
Como se aprecia, estamos ante un gran reto; y no hay que esperar
que el Estado sea el responsable de otorgar las soluciones, sino que cada
integrante de la población tendrá que contribuir, cada cual en su campo,
para tener una mejor vejez.
En México se ha podido constatar este impacto en los últimos 30
años, al encontrar incremento en la expectativa de vida al nacer, que en
la década de 1970 era de 62 años, en el 2000 llegó a 75.3 años, y se es-
pera que en 2030 alcance los 82 años como mínimo,2 y la población de
viejos en México podrá ser entonces de 15 millones. Actualmente hay
poco más de siete millones de ancianos, lo que representa 7.5% de la
población total, pero en 2030 el porcentaje de ancianos será de 15%, es
decir, que se duplicará, pero sin incremento significativo del número to-
tal de habitantes, debido a la disminución de las tasas de natalidad que
se espera lleguen a ser menores a 1.5%, continuando con la disminución
de las tasas de mortalidad materno-infantil.
Prefacio xxi

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Hoy, México enfrenta retos como la carencia de servicios específicos
para los ancianos, quienes representan una sobrecarga asistencial debi-
do a que no se realizaron las acciones preventivas adecuadas, teniendo
una población portadora de procesos crónico-degenerativos, carente
de educación, además de vivir en situación de pobreza por la misma
falta de planificación, no sólo del Estado, sino del propio individuo, y ser
rechazada por la sociedad y por su propia familia; gran cantidad de ellos
se encuentra en estado de abandono, son despreciados y enfrentan
muy mala calidad de vida y de muerte, con rechazo de parte de toda la
población, que no respeta sus derechos humanos.
Por otra parte, a partir de la década de 1960 se inició en México la
etapa de transición demográfica y epidemiológica, con disminución
de las tasas de mortalidad infantil, lo que tuvo como consecuencia que
se iniciara el aumento de la población de ancianos y el cambio de las
causas de mortalidad y morbilidad de la población, que a su vez incre-
menta el número de los adultos mayores, al disminuir las tasas de mor-
talidad de este grupo etario. Así, si bien disminuyen sensiblemente las
causas de muerte por procesos infecciosos, crecen a su vez los índices
de enfermedades crónico-degenerativas, como las cardiopatías, hiper-
tensión, diabetes, cáncer, demencias y problemas psiquiátricos, en tanto
que en la década de 1990 ascendieron las tasas de muerte por acciden-
tes, en especial los de tránsito y los ocasionados por el incremento de
la criminalidad en el país.
Pero al mismo tiempo se han aumentado las acciones tendentes a
mejorar la salud de la población, como son las campañas de vacuna-
ción, que han tenido impacto positivo en la disminución de las tasas
de mortalidad infantil, que a su vez se refleja en el creciente número de
ancianos. A su vez, la cobertura del Sector Salud abarca casi 98% de la
población, lo que ha permitido mejorar la atención a todos los grupos
etarios, influyendo directamente en la reducción de las tasas de morta-
lidad; pero desgraciadamente, al no contar aún con suficientes servicios
de atención especializada a los ancianos, se ha incrementado en forma
notoria la morbilidad en este sector, con aumento de los costos de aten-
ción y disminución de la calidad de vida, en gran parte, por el número de
yatrogenias cometidas.
Desafortunadamente, desde el punto de vista urbanístico, las ciuda-
des de los Estados Unidos Mexicanos están diseñadas para una pobla-
ción joven, lo que pone en gran desventaja a los viejos y ocasiona el
aumento de los accidentes en este grupo poblacional, aunado a la falta
de civismo y educación de la población en general que no respeta a los
xxii Prefacio

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
mayores y parece vivir en una verdadera selva, donde sobrevive el más
fuerte. Por ende, los viejos son despreciados, relegados, maltratados,
abandonados y en no pocas ocasiones agredidos físicamente, lo que ha
generado el aumento de la morbimortalidad accidental.
Esta es una de las razones principales que ha motivado a describir en
forma sencilla, pero completa, algunos de los temas relacionados con las
patologías observadas en los adultos mayores, teniendo como objetivo
principal el de realizar un texto de fácil lectura y comprensión, y al mis-
mo tiempo indicar las fuentes bibliográficas recomendadas con el único
fin de que el estudioso pueda ampliar sus conocimientos y de esa forma,
en su práctica cotidiana, sea capaz de resolver algunos de los problemas
que enfrenta el adulto mayor.
Asimismo, se espera que el presente ensayo sirva de estímulo a los
investigadores jóvenes y viejos, y que les permita detectar con oportu-
nidad algunos de los problemas que enfrenta quien se dedica a la geria-
tría, la rama de la medicina enfocada a la atención de los adultos mayo-
res, para evitar así que esta problemática se exacerbe en lo futuro.

INEGI. Resultados del Censo de Población 2000. Internet 2002.2


La Jornada. 9 de abril del 2002, pág. 47.1
ZZZULQFRQPHGLFRRUJ

Introducción
En el pasado, la atención de la población de ancianos enfermos depen-
día de la propia familia porque no existía el personal de salud que se
ocupara específicamente de este grupo etario. La geriatría era conside-
rada “tierra de nadie”, tanto para los pacientes como para aquel sector
de profesionales de la salud encargado de atenderlos. Esto se debía a
que las prioridades y los recursos económicos otorgados a los presta-
dores de servicios para la salud se dirigían a curar individuos que aún
tenían varios años de productividad por delante. Por tanto, las personas
de edad avanzada y los enfermos crónicos o con enfermedad terminal
recibían escasa o ninguna atención.
En las últimas décadas, era de rápidos cambios tecnológicos, la espe-
ranza de vida ha aumentado. La distribución de los grupos de edad en la
población general está cambiando, y los segmentos de personas adul-
tas mayores están creciendo de manera sustancial; con ello han surgido
nuevas y apremiantes necesidades en la población, a la que se requiere
dar una respuesta como sociedad. La medicina moderna no es ajena a
este hecho sin precedentes, lo que se traduce en incremento del interés
en todos los aspectos formativos, asistenciales y de investigación sobre
las consecuencias del envejecimiento del ser humano.
Esta situación es más notoria en los países desarrollados, donde las
personas adultas mayores llegan a constituir más del 15% de la pobla-
ción total. En la actualidad se estima una población mundial de más de
600 millones de personas de 60 años en adelante. Se ha calculado que
en el año 2000 se rebasaron los 620 millones, de los cuales, más de la
mitad habitaba en los países en desarrollo.
En 2002 la expectativa de vida para los varones en México se calculó
en 73.7 años, mientras para las mujeres alcanzó 78.2 años en promedio,
con lo que la población anciana llegó a siete millones y permitió proyec-
tar los cálculos para fines del 2005 en 18 millones, lo que correspondería
a más de 16% de la población general.
xxiii
xxiv Introducción

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
Las cifras anteriores permiten apreciar que la situación demográfica
está cambiando de manera importante, por lo que México, además de
los problemas característicos de un país en desarrollo, tiene que afrontar
el reto del envejecimiento de su población. El sector salud y la estruc-
tura asistencial han tenido que cambiar para poder dar respuesta a las
demandas sociales. Así, han surgido organizaciones dedicadas a la aten-
ción de adultos mayores, enfermos crónicos y con enfermedad terminal.
Se han creado y consolidado instituciones y asociaciones interesadas
tanto en la investigación como en la difusión de avances científicos y
tecnológicos encaminados a la atención de este grupo.
Por todo lo anterior, se ha vuelto prioritario contar con el personal
especializado preparado y capacitado para dedicarse a atender las nece-
sidades en los rubros biológico, psicológico, social y económico del seg-
mento de población que la transición demográfica está determinando
en nuestros días. La geriatría como especialidad médica requiere un en-
foque multidisciplinario e interdisciplinario, preventivo, rehabilitador y
comunitario, que es propio de la disciplina y está obligada, precisamen-
te por ello, a dar una respuesta integral a los problemas del anciano en
toda su complejidad, con la consigna previa de priorizar la prevención
de la incapacidad y la dependencia a partir de una medicina de calidad,
preventiva, asistencial y rehabilitadora, específicamente orientada a las
necesidades de los adultos mayores.
A pesar de los grandes avances, aún hay mucho por hacer; los pro-
fesionales de la geriatría en México y el mundo no son suficientes para
atender las necesidades de asistencia dirigida a este grupo etario. En
México existen 300 profesionales reconocidos, certificados o recertifica-
dos en la especialidad de geriatría, y esto se extrapola a lo que sucede a
nivel mundial; por ello, una de las tesis que se manejan a nivel nacional
e internacional es que los geriatras tienen el compromiso profesional de
trabajar para lograr una mejor atención del adulto mayor a través de:
• Participar en la capacitación de los médicos de primer contacto.
• Desarrollar investigaciones de gerontogeriatría que impacten y mo-
difiquen los procesos de atención médica.
• Funcionar como expertos interconsultantes.
El panorama antes descrito motivó a escribir esta obra, que ponemos
a disposición de los médicos y del personal del área de la salud interesa-
dos en la atención del adulto mayor.
Dr. J. Francisco González Martínez
Dr. Lorenzo García
CAPÍTULO
ZZZULQFRQPHGLFRRUJ

1
Determinantes
de la longevidad humana
Dr. José H. Arcos Correa
Dr. J. Francisco González Martínez

“Prolongar la vida sólo es deseable si lo que se prolonga es la juventud,


prolongar la vejez sería una calamidad”
Alexis Carrell

Introducción
Un antiguo y preciado anhelo del ser humano ha sido conocer y enten-
der los determinantes de la longevidad. La duración de la vida ha sido
una preocupación constante desde hace miles de años, como se puede
observar en diversos mitos de la antigüedad. Sin embargo, el conoci-
miento de los factores que propician la prolongación de la existencia es
escaso y lo poco que se conoce en la actualidad lo hemos aprendido en
años recientes. En este capítulo se exponen los factores ambientales, ge-
néticos y médicos que de alguna forma explican el fenómeno innegable
del periodo vital, cada vez más largo, de los seres humanos (cuadro 1-1).

El concepto de longevidad
La forma más común de abordar el concepto de longevidad surge cuan-
do se formula la pregunta ¿cuánto tiempo puede vivir un humano? Esta
interrogante puede dar lugar a diversas respuestas, pero si deseamos
1
2 Geriatría

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
Cuadro 1-1 Comparación de la esperanza de vida en diversas épocas

Año Esperanza de vida en años


2000 a. C 18
500 d. C. 22
1400 33
1790 36
1850 41
1900 50
1946 67
1991 76
2000 83.5

esgrimir argumentos con validez científica antes debemos definir los


conceptos relacionados con la longevidad:
• Se llama esperanza de vida al nacimiento a la probabilidad en años
que un sujeto puede vivir acorde con las condiciones prevalecientes
en la comunidad en la que ha nacido. Es el promedio, en años de vida,
esperado para un grupo específico de población según edad y gé-
nero, o la extrapolación de la tasa de mortalidad actual al tiempo de
vida que alcanzará el 50% de los individuos de la misma edad, género,
situación geográfica y social.
• El lapso máximo de vida se refiere a la vida absoluta o duración total
que está genéticamente determinada en un individuo de acuerdo
con la especie a la que pertenece y que se puede alcanzar en condi-
ciones ambientales óptimas. Hasta ahora se han documentado per-
sonas que han llegado a vivir 122 años.
• Se denomina envejecimiento al proceso en el que un ser humano au-
menta de años, y no al deterioro progresivo de los órganos y sus funcio-
nes, lo que sucede a medida que transcurre la vida de los individuos.

Hoy en día es muy frecuente encontrar sujetos de 80 a 90 años, esto ha


dado lugar al nuevo concepto de longevidad extrema, que se refiere a
individuos de 100 o más años de edad.
Se tienen pruebas fehacientes de sujetos con longevidad extrema,
quienes han vivido 110 años en Georgia, Cachemira, Okinawa y en los
países escandinavos. Si bien hay individuos que dicen tener más de 145
Determinantes de la longevidad humana 3

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
años, no hay documentación convincente que pueda demostrarlo, pues
el registro de nacimiento es un concepto relativamente nuevo, que se
lleva de manera oficial y sistematizada desde hace poco más de un siglo
en la mayoría de los países del mundo, con el certificado o acta de naci-
miento. Hasta el momento, la poseedora del récord mundial de longe-
vidad es la francesa Jeanne Calment, quien vivió 122 años con 164 días.
El registro de los poseedores de estas marcas por sí mismo nos permite
verificar que con frecuencia aquéllas se superan, y nos dan elementos
para predecir que en el futuro habrá seres humanos que vivirán más allá
de esta edad. Actualmente están en proceso muchos estudios acerca de
las características epidemiológicas y sociales de los centenarios.

Teorías del envejecimiento


Se ha publicado gran cantidad de teorías que tratan de explicar las cau-
sas del envejecimiento y los mecanismos que fijan el límite de la dura-
ción de la vida de los animales y de los humanos; especialmente a partir
del siglo XIX estas teorías se han ido modificando y aumentando confor-
me el avance de los conocimientos.
Este progreso permite la enunciación de hipótesis con explicaciones
parciales de las causas del proceso de envejecimiento. Se han propuesto
más de 300 teorías del envejecimiento, algunas sólo con valor históri-
co, en tanto que otras están basadas en el envejecimiento fisiológico,
y estos conceptos derivan de estudios que muestran que con la edad
disminuyen el rendimiento funcional y la homeostasis, y aparecen cam-
bios histológicos en los órganos. La mayoría de los investigadores piensa
que el deterioro asociado con la edad avanzada es causado por fallas en
múltiples sistemas fisiológicos resultantes de variadas agresiones físicas;
sin embargo, no ha sido posible hasta el momento dar una explicación
única a todos los cambios que ocurren en el envejecimiento, por lo que
muchas de dichas teorías siguen vigentes porque no se han podido des-
cartar. A continuación se mencionan algunas de las más destacadas.
Teoría inmunológica. Se refiere a la incapacidad del sistema inmuno-
lógico de reaccionar con los mecanismos de defensa habituales a las
infecciones y a las alteraciones de la síntesis de proteínas que protegen a
los organismos de la producción de algunas células neoplásicas, dando
como resultado infecciones o tumores mortales.
Teoría del límite mitótico. Al ser las células los componentes funda-
mentales de los organismos, se piensa que los fibroblastos humanos son
incapaces de dividirse de nuevo después de haber experimentado cier-
4 Geriatría

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
to número de mitosis y que la involución fisiológica que ocurre con el
paso del tiempo se debe a la limitada capacidad de proliferación celular.
Teoría de los telómeros y telomerasa. Los telómeros son secuencias
repetidas de ADN y proteínas asociadas presentes en los extremos de
los cromosomas y que se acortan cada vez que una célula se divide, de
manera que este acortamiento cuenta el número de mitosis que ha ex-
perimentado una población celular. Los telómeros protegen a los cro-
mosomas y apoyan la transcripción exacta del ADN nuclear, y cuando
son demasiado cortos para que tenga lugar una nueva división celular
se observa el fin de la capacidad mitótica. Por el contrario, las células
inmortales (que se pueden mantener in vitro) se protegen contra el acor-
tamiento de los telómeros gracias a la actividad de la telomerasa que
sustituye la actividad de las secuencias teloméricas perdidas.
Teoría de la programación genética del envejecimiento. Por el papel cla-
ve del genoma nuclear es lógico suponer que las alteraciones que ocu-
rren en las células que envejecen podrían derivar de una inestabilidad
de la información genética que reside en el ADN, pues una mutación
de este ADN debe alterar la fidelidad de la síntesis de proteínas con la
consiguiente pérdida funcional.
Teoría del error-catástrofe. El envejecimiento podría ser resultado de
errores en los mecanismos de transcripción del ARN que llevaría a la sín-
tesis de proteínas anormales que finalmente terminarían con la vida del
individuo.
Teoría de la membrana. Es muy probable que al envejecer se desor-
ganicen las membranas plasmática y de los organelos subcelulares. Las
membranas son esenciales para controlar el medio intracelular gracias
a su permeabilidad específica y a la presencia de mecanismos de trans-
porte selectivo, y estas propiedades pueden alterarse debido a la peroxi-
dación de sus ácidos grasos no saturados por los radicales libres de oxí-
geno. Se ha observado que las membranas de neuronas viejas muestran
importantes cambios, como un descenso de su excitabilidad eléctrica y
un aumento de la duración de su potencial de acción, lo que sugiere un
predominio de los canales del calcio sobre los del sodio.
Teoría de los radicales libres y el estrés oxidativo. Los radicales libres son
fragmentos moleculares muy reactivos que pueden dar lugar a reaccio-
nes desorganizadoras no programadas y no sólo podrían causar el enve-
jecimiento, sino también otros procesos degenerativos como el cáncer,
la ateroesclerosis, la amiloidosis y la inmunodeficiencia. Estas reacciones
nocivas de los radicales libres que tienen lugar continuamente en las cé-
lulas y en los tejidos podrían causar procesos funcionales mortales. Por
Determinantes de la longevidad humana 5

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
otro lado, la acción del oxígeno que asocia los efectos nocivos de este gas
con un aumento en la concentración intracelular de radicales libres, igual
que sucede en las células irradiadas, propone al oxígeno como causa del
envejecimiento debido a que las defensas antioxidantes del organismo
no contrarrestan bien este ataque oxidativo, y las oxidaciones incontrola-
das que derivan de una pequeña insuficiencia del sistema de defensa an-
tioxidante podrían ser un factor crucial en el proceso de envejecimiento
y en la duración de la vida.
Teoría de la muerte celular apoptósica. La apoptosis o muerte celular
programada ha sido relacionada con la senescencia in vitro de células
y cultivos que incluyen fibroblastos, linfocitos T, células epiteliales y en-
doteliales, neuronas y músculo. La apoptosis es un mecanismo esencial
para evitar la acumulación de un exceso de células en las poblaciones
celulares que proliferan a menudo. Este mecanismo se puede alterar con
el envejecimiento. Por otra parte, si en los organismos viejos se observa
un aumento del número de células apoptóticas en los tejidos que pre-
servan la mitosis, esto puede ser benéfico, pues al envejecer se acumula
un mayor número de células con lesiones genéticas que conviene eli-
minar para prevenir las neoplasias. Es decir, si la producción de nuevas
células a través de la mitosis normal equilibra la pérdida de células por
apoptosis, ésta tendrá un efecto positivo pues se eliminarán células le-
sionadas que pueden dar origen a tumores, y el tejido continuará fun-
cionando normalmente; en cambio, si la apoptosis se desequilibra con
la edad, un aumento de la actividad apoptótica no compensado por la
mitosis, con el consiguiente descenso de la población celular, tendrá un
efecto negativo sobre el rendimiento funcional.
Teoría mitocondrial del envejecimiento celular. El envejecimiento está
ligado a un proceso de desorganización progresiva de las mitocondrias
con formación del pigmento lipofuscina que se deriva en gran parte de
membranas mitocondriales oxidadas que sólo alcanzan niveles impor-
tantes en las células terminalmente diferenciadas, y puesto que las mito-
condrias contienen un sistema genético casi independiente, el genoma
mitocondrial puede tener un papel fundamental en el envejecimiento
celular. Este genoma regula la síntesis de varias proteínas hidrofóbicas
de la membrana interna que son componentes esenciales de los cito-
cromos, citocromo oxidasa y ATPasa, y por tanto, si este genoma mito-
condrial sufre con el tiempo mutaciones u otro tipo de cambios ligados
al estrés oxidativo, se perderá progresivamente la capacidad de regene-
rar la población mitocondrial, con la subsecuente pérdida de rendimien-
to y de resistencia al estrés que tiene lugar al envejecer.
6 Geriatría

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
Es importante destacar que ninguna de estas teorías da una explica-
ción satisfactoria de las causas celulares y moleculares del envejecimien-
to en todos los órganos y sistemas del cuerpo humano. Es probable que
varias teorías expliquen de forma integradora el deterioro celular y que
otros mecanismos aún no identificados podrían tener más importancia
en la explicación de los procesos de envejecimiento que los hasta ahora
conocidos.

Factores relacionados con la longevidad


Diversas investigaciones realizadas sobre amplios grupos de población
y en torno a gemelos univitelinos han llegado a la conclusión de que
alrededor del 25 al 30% de los factores condicionantes de la duración
de la vida está determinado genéticamente, mientras que el restante 70
al 75% está más relacionado con el estilo de vida y el medio: buen esta-
do de ánimo, relaciones humanas enriquecedoras, hábitos alimentarios
adecuados y, primordialmente, práctica de actividad física.
Aunque la evidencia es clara, aún no ha sido posible establecer una
relación exacta entre los aspectos genéticos y la longevidad, estudios
en animales han demostrado que mutaciones que reducen la actividad
del gen llamado daf-2, que entre otros efectos parece retrasar el meta-
bolismo, podrían aumentar al doble el lapso de vida de C. elegans (un
nematodo ampliamente utilizado en los estudios de longevidad). Pocos
factores genéticos se han asociado con la longevidad extrema. Algunos
autores han encontrado en los centenarios japoneses una frecuencia
significativamente menor de HLA DRw9 que entre los adultos del grupo
control, lo que sugiere que dichos centenarios tienen menor tendencia
a las enfermedades autoinmunes. Los individuos con longevidad excep-
cional por lo general están libres de enfermedades que se relacionan
con la edad y que son causantes de la mayoría de las muertes en los
ancianos, tales como la enfermedad cardiovascular, diabetes mellitus,
enfermedad de Alzheimer y el cáncer. Varios estudios sugieren que las
determinantes genéticas de la longevidad excepcional son altamente
heredables. Los hermanos de los centenarios tienen de 8 a 17 veces más
probabilidad de vivir más allá de los 100 años. En la actualidad se acepta
que existe aproximadamente un centenario de cada 10 000 individuos
de la población general. Los hijos de padres longevos tienen aproxima-
damente 50% menos prevalencia de hipertensión, diabetes mellitus,
infarto del miocardio y enfermedad vascular cerebral, comparados con
la población en general. Por lo menos un estudio ha vinculado al locus
Determinantes de la longevidad humana 7

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
del cromosoma 4 con la longevidad excepcional. La identificación de
los marcadores biológicos y los genes que conducen a la longevidad
excepcional pueden proveer indicios hacia los mecanismos que prote-
gen al huésped contra enfermedades comunes, procesos biológicos de
envejecimiento o ambos. Los genes de la longevidad han sido demos-
trados en otras especies, pero su relevancia en los seres humanos es al-
tamente controvertida; hasta el momento no se puede decir que exista
un gen de la longevidad, sin embargo, el fenotipo relacionado con la
longevidad excepcional seguramente debe involucrar diversos proce-
sos biológicos y proteger de un número de enfermedades relacionadas
con la edad, y estos procesos probablemente difieran de aquellos que se
sugieren en otras especies. Se han encontrado en el ser humano familias
con longevidad excepcional en las que se han identificado partículas
de tamaño mucho más grande de HDL y LDL que son en gran medi-
da independientes de los niveles absolutos de lipoproteínas y apolipo-
proteínas. Estos fenotipos en particular están asociados con una menor
prevalencia de hipertensión y enfermedad cardiovascular, así como el
síndrome metabólico en sus hijos, comparados con el grupo control. En-
tre los factores ambientales, como el no tabaquismo, no se ha podido
asociar con la longevidad extrema, esto no debe ser una evidencia de
que el tabaquismo es inofensivo, pues en realidad el aspecto sobre el
que más influye es la esperanza de vida y no el lapso máximo de vida.
Los demógrafos y los epidemiólogos están de acuerdo en que la espe-
ranza de vida ha aumentado significativamente (al menos en los países
industrializados), por lo que debemos preguntarnos si esta esperanza de
vida seguirá aumentando de manera indefinida. Con base en las obser-
vaciones de las sociedades actuales y del cada vez más aceptado térmi-
no de longevidad extrema (más allá de los 100 años), podemos contes-
tar afirmativamente.
A pesar de que no se conoce con exactitud el papel de los genes
sobre la longevidad, hipotéticamente pueden clasificarse según su in-
tervención, señalada en el cuadro 1-2.
Sabemos que anormalidades genéticas como las trisomías y enfer-
medades como la progeria disminuyen de manera muy importante el
lapso de vida, y por otra parte, se han encontrado familias con indivi-
duos de longevidad excepcional que parecen tener diferencias gené-
ticas, más que ambientales, que les permiten tener lapsos de vida más
prolongados.
La esperanza de vida está claramente afectada por los factores am-
bientales y de salud pública. Hasta 1950 la mayor parte del incremento
8 Geriatría

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
Cuadro 1-2 Clasificación hipotética de los genes de la longevidad
1. Genes que causan envejecimiento
2. Genes que aumentan el riesgo de una enfermedad específica en la juventud pero que
no parecen estar relacionados con el envejecimiento (p. ej., la fibrosis quística)
3. Genes que alteran la longevidad porque aumentan el riesgo de enfermedades especí-
ficas en la juventud, cuyas características son parecidas a algunas de las consecuencias
de la edad (p. ej., gen de la enfermedad de Werner, Cockayne, ataxia, telangiectasia)
4. Genes que influyen o causan enfermedades relacionadas con la edad (p. ej., enferme-
dad de Alzheimer y apolipoproteína E, ε-4)
5. Genes de prevención del envejecimiento:
a) Genes de baja aptitud que prolongan el tiempo de vida máximo, probablemente al
enlentecer el envejecimiento (p. ej., mutaciones en los genes daf de los invertebrados)
b) Polimorfismos que influyen en la velocidad del envejecimiento
c) Genes que influyen en las diferencias del tiempo de vida entre las especies (p. ej.,
genes facilitadores de la longevidad)

Modificado de Millar RE. A position paper on longevity genes. Documento url: http://www.sagake.
siciencemag.org/cgi/content/full/sagake, 2001.

de la esperanza de vida se debió a la reducción de la mortalidad tanto


infantil como de los adultos jóvenes, aumento en el estándar de vida, in-
tervenciones de salud pública y desarrollos tecnológicos que redujeron
la mortalidad por infecciones. Se sabe que los factores socioeconómicos
como la educación y la ocupación influyen en los patrones de morta-
lidad; sin embargo, sólo se especula acerca de los mecanismos de su
influencia sobre la mortalidad.
Las diferencias económicas entre los individuos con longevidad ex-
trema en la que la mayoría de ellos pertenece a clases medias y aco-
modadas, con mayores estándares de educación, hacen pensar que la
salud durante la juventud asegurará la salud en la edad avanzada, y que
también estará influida por la ocupación y la educación.
Algunos investigadores han confirmado el aumento de los riesgos
asociados con el consumo excesivo de alcohol, pero por otro lado el
alcohol también ha demostrado reducir la mortalidad en aquellos indi-
viduos que toman bebidas alcohólicas en forma moderada, en especial
vino, comparados con los abstemios. Estudios epidemiológicos de talla y
peso han demostrado que los índices de masa corporal altos están aso-
ciados con un aumento de la mortalidad. Hay un gran debate en torno
Determinantes de la longevidad humana 9

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
a si las exposiciones intrauterinas y perinatales influyen en la mortalidad
tardía y, por lo tanto, en el lapso de vida. En particular la nutrición y las
infecciones que parecen ser determinantes en la mortalidad posterior.
Algunos estudios indican que las tasas de bajo peso in utero y durante la
infancia están asociadas con resultados adversos de salud en las etapas
de la vida adulta, y se ha reportado una fuerte relación entre el bajo peso
en la infancia con un aumento de la mortalidad por enfermedad cardio-
vascular en el adulto.
Una significativa proporción del aumento de la esperanza de vida
puede ser atribuida al progreso médico, como es el caso del tratamiento
de la tuberculosis, cuando se introdujeron los antibióticos después de la
Segunda Guerra Mundial. Parece ser que los tratamientos médicos, por
lo menos en los años recientes, han reducido las tasas de mortalidad en
los ancianos, y que tal efecto continuará. Un ejemplo es la demostra-
ción de que el tratamiento fibrinolítico reduce de manera importante
la mortalidad en pacientes con infarto agudo del miocardio. Más aún,
el desarrollo de la medicina geriátrica, pero sobre todo en la prevención
y el tratamiento de enfermedades en los individuos de edad avanzada
probablemente reducirá la muerte prematura en estos individuos y, por
lo tanto, entre más intensivo sea el tratamiento médico, muy probable-
mente dé como resultado un aumento del lapso de vida.
El concepto de sobrevida selectiva fue aplicado por demógrafos en la
década de los años 1970, especialmente en la población de raza negra, que
llega a vivir más de 75 años y se especulaba que sus integrantes tendían
a morir antes porque la mayoría de ellos tenía desventajas económicas y
bajo acceso a los servicios de salud, por lo que aquellos que sobrevivieron
representaron un grupo vigoroso poco común de sujetos capaces de so-
brepasar los obstáculos que vencieron a otros. Posteriormente este vigor
les dio ventajas de sobrevivencia. Esta hipótesis de sobrevivencia también
puede clarificar otros hallazgos que demuestran una inusual buena salud
cognitiva y física en los sujetos más viejos. Parece que los hombres que
sobreviven más allá de los 90 años tienen menos probabilidad de desa-
rrollar enfermedad de Alzheimer con cada año más de vida. Aquellos que
desarrollan este tipo de demencia generalmente mueren cerca de los 80
años, lo que de alguna manera selecciona a los que superan los 90.
Los estudios en gemelos y de adopción han demostrado fuertes com-
ponentes genéticos en la muerte prematura, sobre todo en relación con
muertes por infección y por enfermedad cardiovascular. En contraste, la
muerte por cáncer parece estar más influida por factores ambientales
que por factores genéticos.
10 Geriatría

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
Diferencias en la longevidad
en relación con el género
Es indiscutible el hecho de que las mujeres viven más que los varones. La
impresionante diferencia que existe entre la sobrevida de estos últimos y
aquéllas explica las características demográficas de los ancianos. Más de
la mitad de las mujeres de 65 años son viudas, hay tres veces más viudas
que viudos, y a los 85 años hay de 35 a 38 hombres por cada 100 mujeres.
Esta brecha de género se hace cada vez más marcada entre más avan-
zada es la edad, por eso las centenarias superan 9 a 1 a sus contrapartes
masculinas. Estos números se reportan en todo el mundo, donde las es-
tadísticas de salud son confiables. Aún no existe una explicación a esta
enorme diferencia, incluso buscándola desde el momento de la concep-
ción. Por razones que no son del todo conocidas, los espermatozoides
con cromosoma Y son más rápidos y eficientes en fecundar óvulos que
los espermatozoides con cromosoma X, lo que da como resultado 115
productos masculinos concebidos por cada 100 femeninos, pero por al-
guna razón no del todo entendida los productos masculinos son más
frecuentemente abortados de manera espontánea que los femeninos,
y al nacimiento hay 104 mujeres por cada 100 hombres. El exceso de
muertes masculinas continúa de manera muy clara en la infancia, pero
esta diferencia se detiene en la adolescencia, cuando la mortalidad em-
pieza a aumentar como resultado de los accidentes, homicidios y otras
causas violentas que triplican el índice de decesos en los varones entre
los 15 y 24 años. Esta brecha de género sigue aumentando con cada
década de la vida. Durante los años reproductivos las mujeres tienen
mucho menos probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares.
En la actualidad se sabe que estas diferencias no pueden ser explicadas
por los efectos de los estrógenos sobre el perfil de lípidos sanguíneos, y
tampoco se ha podido demostrar que los niveles de testosterona influ-
yan sobre los niveles de colesterol.
Antes de 1960 el tabaquismo y el alcoholismo eran mucho más pre-
valentes en los hombres que en las mujeres; sin embargo, esta diferencia
ha ido cambiando de manera radical hasta casi igualarse en la actuali-
dad, lo que quizá disminuya un poco la diferencia de la mortalidad entre
ambos sexos.
Por otro lado, las mujeres están más habituadas a visitar al médico
y participar en programas preventivos de salud que sus contrapartes
masculinas. Los varones, aunque también acudan a consulta, tienden a
Determinantes de la longevidad humana 11

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
minimizar sus síntomas, menospreciar los consejos médicos y adherirse
menos a los tratamientos. Es difícil saber por qué los hombres son tan
malos pacientes, aunque podría explicarse por los horarios de trabajo
más restringidos, mayores responsabilidades y diferentes intereses, pero
la mentalidad machista parece ser la causa principal.
La esperanza de vida de las mujeres suele superar a la de los varones
en un porcentaje del 5 al 10%; esta diferencia expresada en forma de
años tiende a incrementarse a lo largo del tiempo.
El efecto abuela. La longevidad humana tiene también una enorme
importancia en términos evolutivos. Avances recientes en las teorías
evolutivas de la longevidad humana sugieren que en lugar de ayuda
para los miembros viejos de la población, es la ayuda brindada por las
abuelas posmenopáusicas lo que ha permitido la reestructura etaria de
las sociedades humanas.
Una de las respuestas al aumento de esperanza de vida se sustenta en
la contribución de las abuelas al cuidado infantil, lo que ha reducido la
mortalidad. Al igual que otros primates, los humanos son incapaces de
alimentarse por sí mismos hasta edades considerables; esto les da a las
mujeres cuya fertilidad ya terminó (de tal manera que ya no tienen re-
cién nacidos propios), la oportunidad de influir en el éxito reproductivo
de sus hijas y en la sobrevivencia de su nietos mediante la asistencia en
la provisión de alimentos. Esta selección probablemente guarde relación
con la longevidad femenina.

Aspectos sociales de la longevidad


Un hecho innegable de nuestro tiempo es el significativo aumento de
la esperanza de vida y del lapso de vida de una proporción importante
de las sociedades desarrolladas, y que claramente está influido por as-
pectos ambientales y de salud pública. Es bien sabido que el estado so-
cioeconómico, la educación y la ocupación influyen en los patrones de
mortalidad a través de la vida. El estado socioeconómico y la salud en las
edades más avanzadas está relacionado con el estado socioeconómico
y la salud de los jóvenes.
Existe evidencia de que los viejos que están en contacto con su fami-
lia, amigos, iglesia y, en general, la sociedad, están en mejor forma física
y mental. Más aún, los datos muestran que una vida social activa bene-
ficia la función cerebral casi tanto como la capacidad física. Permanecer
socialmente activo también permite mantener una actitud positiva, y
mejora los sentimientos de autoestima.
12 Geriatría

ZZZULQFRQPHGLFRRUJ
En décadas recientes, casi todos los países desarrollados han tenido
progreso en cuanto a la reducción de la mortalidad, sobre todo entre los
sujetos viejos, lo que ha permitido en parte el importante aumento en la
cantidad de individuos de edad avanzada, convirtiéndose cada vez más
en un grupo de gran influencia en las sociedades modernas, que tienen
que encontrar los modelos necesarios para proveer a estos individuos
de satisfactores como vivienda, alimentación y salud. Muy al contrario
de las percepciones erróneas, la atención social de los sujetos viejos re-
sulta ser más económica cuando se promueven acciones para preservar
la salud. El concepto es que la vida de los individuos resulte más larga
pero también más sana, con mayor calidad de vida.

Métodos eficaces para promover


la longevidad
Sin lugar a dudas los hábitos de vida saludables constituyen la mejor
forma de prevención posible a cualquier edad. Éste es un objetivo que
debe seguirse desde la infancia, pero nunca es tarde para llevarlo a la
práctica. Los tres aspectos más importantes son los relativos a la activi-
dad física, la alimentación y la suspensión de hábitos de riesgo.
a) Ejercicio. La gente tiende a asociar a la edad avanzada con decrepi-
tud y senilidad, pero no hay razón para asumir que la debilidad es
inevitable en la vejez; el ejercicio es la clave para evitarla. El aumen-
to del nivel de la actividad física se acompaña de una reducción de
las tasas de morbimortalidad, tanto en la prevención primaria como
en la secundaria; en los pacientes obesos contribuye a la pérdida de
peso, modifica el perfil para la obtención de energía, reduciendo la
formación de LDL y VLDL, así como una disminución del colesterol
total y aumento de las HDL, es decir, modifica de manera benéfica
todo el perfil de lípidos. El ejercicio debe ser promovido no solamen-
te por sus efectos benéficos sobre la presión arterial, condición car-
diovascular, la homeostasis de la glucosa, la densidad mineral ósea
y el insomnio, sino porque es el principal factor de promoción de la
longevidad, mejora el estado de ánimo y la interacción social, reduce
la constipación y previene las caídas. Aunque no existe consenso en-
tre la intensidad y cantidad de ejercicio que una persona debe realizar
para preservar la salud y aumentar el lapso de vida, es evidente que
poco ejercicio es mejor que ninguno y, por lo general, los pacientes
de edad avanzada no requieren sofisticados estudios o valoraciones
Determinantes de la longevidad humana 13

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médicas para realizarlo, pues el riesgo que conlleva no hacer ejercicio
es mayor que el riesgo de no hacerlo. Hoy se sabe que el ejercicio
físico regular no sólo mejora lo síntomas clínicos en pacientes enfer-
mos, sino que también frena el avance la ateroesclerosis. Al menos en
parte, esto explica la mejoría que ejerce sobre la función endotelial.
b) Dieta. Hasta el momento la única evidencia experimental en mode-
los animales para prolongar significativamente la vida es la restricción
calórica que se refiere a una dieta con 30 o 40% menos calorías de lo
aceptado como normal, pero que contiene todos los micronutrientes
necesarios para cubrir las necesidades vitales y mantener la salud. En
todos los estudios realizados que incluyen ratones, peces, gusanos o
moscas, entre otros, se ha conseguido aumentar la longevidad entre
un 40 y 50% del promedio proporcionando a los animales dietas en-
riquecidas con vitaminas y minerales, con una restricción calórica de
un tercio de los controles. Se piensa que este tipo de dietas retrasa
el proceso de envejecimiento en los animales de laboratorio al au-
mentar consecuentemente el tiempo de vida, pero además reduce
la incidencia de las enfermedades relacionadas con la edad. Los efec-
tos de la restricción calórica fueron descritos hace más de 70 años,
desde entonces se han realizado muchas investigaciones sobre esta
intervención experimental. Ha sido difícil relacionar los hallazgos de
estos estudios con los posibles efectos que tienen en los humanos,
sin embargo, hay estudios en proceso que incluyen primates y hu-
manos voluntarios sanos, si bien tienen el inconveniente de la larga
duración planeada. Richard H. Weindruch realiza estudios en monos
Rhesus que, comparados con el grupo control, tienen niveles más ba-
jos de insulina con un mejor control de la glucosa, así como niveles
más bajos de triglicéridos que los hace poco susceptibles a desarro-
llar ateroesclerosis, lo que probablemente les permite vivir más.
La llamada dieta mediterránea se asocia con una disminución
del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Se piensa que
esto se debe a su alto contenido de alimentos antioxidantes, grasas
poliinsaturadas (primordialmente aceite de oliva), pastas y pan de
granos enteros, abundantes vegetales y carne de pescado, así como
cantidades moderadas de alcohol, en especial vino, en el que se han
detectado sustancias llamadas polifenoles (como el resveratrol), a los
que se les han atribuido efectos enzimáticos y metabólicos benéficos
para promover la longevidad.
c) Suspensión de los hábitos de riesgo y control de factores de riesgo cardio-
vascular. Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera
14 Geriatría

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causa de mortalidad en casi todo el mundo. De acuerdo con la Orga-
nización Mundial de la Salud (OMS), la patología cardiovascular segui-
rá siendo la primera causa de muerte en los países industrializados,
con una incidencia creciente en los países en vías de desarrollo, por lo
que el control de los factores de riesgo cardiovascular tendrá que ser
una de las pautas más importantes para evitar la muerte y prolongar
la vida en los sujetos de edad avanzada. Algunos de los factores de
riesgo no son modificables, por ejemplo la edad, el sexo y la predis-
posición genética, pero muchos de ellos sí pueden ser modificados y
tienen una alta prevalencia en la población, como son la hipertensión
arterial, la dislipidemia y la diabetes. Otros están relacionados con el
estilo de vida, como son el sedentarismo, el tabaquismo y una dieta
inapropiada.
Los pacientes con enfermedad cardiovascular presente (enfer-
medad coronaria, insuficiencia arterial periférica, isquemia cerebral
transitoria o secuelas de enfermedad vascular cerebral) deben tener
una detección y control más estricto de estos factores de riesgo; este
control se denomina prevención secundaria.
d) Tabaquismo. En los últimos 50 años, múltiples estudios han demostra-
do en forma inequívoca e irrefutable los efectos nocivos del tabaquis-
mo relacionados proporcionalmente con la cantidad de cigarrillos
consumidos. Además de aumentar el riesgo de enfermedad corona-
ria, el uso de cigarrillos se relaciona con la muerte súbita, aneurismas
aórticos, insuficiencia arterial periférica e isquemia cerebral transito-
ria. Es importante destacar también que en los últimos años se ha
descartado que el tabaquismo pasivo sea capaz por sí solo de au-
mentar el riesgo de enfermedad coronaria y de otras enfermedades
relacionadas con el tabaco.
El tabaco tiene un efecto tóxico sobre las células endoteliales, por
lo que estimula la ateroesclerosis, aumenta la formación y el desarro-
llo de trombos al incrementar la adhesividad plaquetaria, favorece la
vasoconstricción, y aumenta en forma aguda la actividad simpática,
que puede desencadenar el desarrollo de arritmias. Se ha relaciona-
do con el desarrollo de múltiples neoplasias, destacando primordial-
mente las que aparecen en el aparato respiratorio y la vejiga. Es indis-
pensable abandonar el hábito de fumar, pues esto constituye por sí
solo la medida más importante de prevención en las enfermedades
cardiovasculares.
e) Sobrepeso y obesidad. La dieta guarda estrecha relación con el proce-
so de ateroesclerosis a través de su influencia sobre otros factores de
Determinantes de la longevidad humana 15

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riesgo como son la obesidad, la diabetes y la hipertensión arterial. El
aumento del consumo de colesterol en la dieta se asocia con una ele-
vación de sus concentraciones en plasma. La influencia mayor del co-
lesterol dietético se observa con un consumo entre 0 y 300 mg diarios,
cifra máxima recomendada en la actualidad. Los ácidos grasos satura-
dos, abundantes en la grasa animal (excepto la del pescado), son los
principales causantes del aumento del colesterol total y LDL.
El exceso de peso se ha convertido en un problema de salud en
prácticamente todo el mundo. Un índice de masa corporal mayor de
30 se considera como obesidad aunque el riesgo coronario empieza
a aumentar cuando este índice supera 25. El perímetro abdominal
(menos de 94 cm para hombres y menos de 88 cm para mujeres)
también se ha relacionado con diferentes niveles de riesgo, pero no
todos los tipos de obesidad son igualmente perjudiciales, pues se
sabe que la obesidad central típica de los varones, donde la grasa se
deposita fundamentalmente en el abdomen y el tórax, se asocia con
un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular, pero además se ha
relacionado con la resistencia a la insulina, la intolerancia a la glucosa
y la diabetes mellitus tipo 2, la dislipidemia y la hipertensión arterial.
f ) Sedentarismo. Estudios epidemiológicos han demostrado que la inac-
tividad física promueve un aumento de riesgo de muerte por todas
las causas, especialmente por enfermedad cardiovascular, diabetes
y cáncer. El sedentarismo también guarda estrecha relación con una
gran cantidad de discapacidades físicas que finalmente propician
enfermedades.
g) Dislipidemias. Las alteraciones en el metabolismo de los lípidos están
claramente relacionadas con el desarrollo de ateroesclerosis, riesgo
de enfermedad cardiovascular y muerte prematura. Es bien conocido
el proceso por el que el colesterol LDL participa en la formación de
placas de ateroma, lo mismo ocurre con los triglicéridos que han
demostrado ser un factor de riesgo independiente y que parecen
contribuir más al riesgo cardiovascular de las mujeres. Ahora se sabe
que la reducción de los niveles de colesterol en la sangre con el tra-
tamiento farmacológico se asocia a un menor desarrollo de enferme-
dades cardiovasculares. Existen múltiples sustancias hipolipemiantes
que se utilizan en la práctica clínica diaria solas o en combinación, y
en pacientes con cifras normales este efecto puede asociarse a un
retraso en la progresión de la ateroesclerosis, con una consecuente
reducción de las enfermedades cardiovasculares e incluso la muerte.
El efecto de algunos de estos medicamentos parece no sólo estar en
16 Geriatría

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Cuadro 1-3 Pruebas de tamiz recomendadas para el paciente adulto
Estudio de tamiz Enfermedad que detecta
Colposcopia con Papanicolaou Cáncer cervicouterino
Mastografía y autoexamen mamario Cáncer mamario
Densitometría mineral ósea Osteoporosis
Medición de perfil de lípidos Enfermedad cardiovascular
Proteína C reactiva
Glucosa sérica Diabetes mellitus
Sangre oculta en heces y colonoscopia Cáncer de colon
Pruebas de función tiroidea Disfunción tiroidea
Estudio de fondo de ojo y presión intraocular Degeneración macular y glaucoma
Valoración odontológica Salud bucal
Medición de la presión arterial Hipertensión arterial esencial
Antígeno prostático específico Cáncer de próstata
y valoración urológica
Peso y talla (índice de masa corporal) Obesidad
Radiografía de tórax y citología del esputo Cáncer pulmonar

relación con la disminución de los niveles del colesterol, sino en la


mejoría de la disfunción endotelial, estabilizando la placa ateroescle-
rosa y con un probable efecto antiinflamatorio.
h) Examen médico periódico. La detección oportuna de enfermedades en
el paciente adulto asintomático ha demostrado grandes beneficios
en el tratamiento temprano de padecimientos como algunos tipos
de cáncer, osteoporosis, disfunción tiroidea, enfermedad cardiovas-
cular y depresión, entre otros. La realización de estudios de tamiz de
manera periódica se ha relacionado con un aumento de la calidad y
cantidad de vida, por lo que es recomendable promover esta práctica
de manera sistemática (cuadro 1-3).

Conclusiones
El conocimiento de los determinantes de la longevidad humana es aún
escaso y hay un número de factores asociados con la mortalidad que
pueden ser identificados entre la población. A nivel particular estas aso-
Determinantes de la longevidad humana 17

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ciaciones son muy débiles como para poder predecir el tiempo de vida
de una persona. Por otro lado, las intervenciones médicas en la actua-
lidad pueden modificar en forma individual la probabilidad de vida de
una persona. Las perspectivas para entender más los determinantes de
la longevidad humana pueden ser muy buenas. El progreso rápido de la
genética puede añadir un considerable entendimiento a nuestra sobre-
vida y los procesos de envejecimiento en especies como las levaduras,
gusanos, insectos y ratas pueden ser similares a los que ocurren en los
humanos. Los avances en la gerontología experimental van a ser deci-
sivos. Los estudios demográficos y epidemiológicos en las poblaciones
humanas también van a desempeñar un papel importante mientras se
acumulan datos más confiables y extensos para ser analizados. Los es-
tudios de los centenarios cada vez son más amplios y acumulan más
individuos, ofreciendo información de las características de los sujetos
en el extremo más avanzado de la vida.
El descubrimiento de que muchas personas mayores de 95 años go-
zan de muy buena salud y están en muy buena forma, puede reformular
la planeación de los sistemas de salud para mejorar la satisfacción de las
necesidades de los viejos.
Finalmente, podemos concluir que:
1. Cabe esperar que la esperanza de vida no supere los 90 años en el
siglo XXI, salvo que se produzcan inesperados avances científicos.
2. No existe ningún método clínico que permita conocer la verdadera
edad biológica de un individuo.
3. No hay ninguna sustancia que haya demostrado reducir, interrumpir
o revertir el envejecimiento.
4. El efecto de las dietas hipocalóricas aún no está bien establecido, y su
eficacia para aumentar la longevidad humana es debatible.
5. La medicina geriátrica actualmente no combate en forma activa el
envejecimiento sino sólo sus efectos.
6. Los estilos de vida saludables ayudan a conseguir mayores expectati-
vas de vida al posponer o evitar las enfermedades relacionadas con la
edad.
7. Jóvenes sanos generarán viejos sanos.
8. La posibilidad de una hipotética inmortalidad todavía está fuera de
contexto científico.
18 Geriatría

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