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JORGE MANRIQUE

1. POESÍA DE CANCIONERO
2. LAS COPLAS SOBRE LA MUERTE DE SU PADRE
2.1 COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA
2.2 REFLEXIÓN SOBRE LA MUERTE
2.3 UBI SUNT?
2.4 EL EPICEDIO DEL MAESTRE DON RODRIGO
2.5 EL AUTO DE LA MUERTE

1. POESÍA DE CANCIONERO

Su obra literaria no es muy extensa y se reduce a una cincuentena de poemas. Su


poesía menor es típica de cancionero y se ajusta a los géneros de la época: obras de
amores, canciones, invenciones y motes, preguntas y respuestas, y obras de burlas.

Los poemas de amores son los más numerosos en su forma habitual de canción, decir
o copla esparsa. El amor que canta entronca con la convención cortés.

Es amor fuerza tan fuerte


que fuerza toda razón,
una fuerza de tal suerte
que todo seso convierte
El amor se le presenta como sentimiento confuso y contradictorio. Enumera las
propiedades del verdadero amor, que se distingue del falso amor solo cuando se sufre
desamor. Las propiedades van relacionadas en distintas estrofas en gradación y a través
de procedimientos retóricos como la antítesis o la repetición. La primera estrofa insiste
en la idea de fuerza, de porfía y afición que conlleva amor; la segunda en la de alegría,
placer, dulzor (y sus contrarios); la tercera en la de cautividad, prisión, robo, celos,
rabia; y la cuarta en la idea de locura, tristura, pena.

El fundamento mismo del amor no es sino servicio y entrega incondicional y


enajenada del amante a la dama. A pesar del requerimiento de fieles mensajeros
enviados por el amante, del propio memorial de lealtades que éste le presenta, o de su
propia profesión en orden de enamorado, la dama siempre resultará altiva e inasequible.
Esa dama distante y rigurosa devuelve solo sangrientas llagas y heridas de amor en el
íntimo combate que libra en su castillo de amor, bella alegoría con la que Manrique
describe en un poema su propio sentimiento amoroso:
Hame tan bien defendido,
Señora, vuestra memoria´
de mudanza,
que jamás nunca ha podido
alcanzar de mí victoria
olvidanza;

Solo en un caso resulta dulce y placentera la herida traicionera de su dama, como en


Porque estando él durmiendo le besó su amiga, donde encierra una bella recreación del
tópico de la herida amorosa y del motivo poético del sueño, del amor en sueños, y el
despertar. El poema vuelve a emplear ese lenguaje caballeresco, guerrero: la herida, la
traición. Pero trasvasado al tema galante: la herida de amor es el beso, la traición es el
besar durmiendo, la muerte es el gozo que siente. Ha recibido una herida de su amada,
que no es otra que el beso. Y la ha recibido a traición, pues estaba durmiendo. Es herida
traicionera, pero también herida poco dolorosa comparada con el deseo de que vuelva a
producirse otra herida semejante.

No vacilará en cantar a su esposa doña Guiomar e incluso incorporar, en artificio


retórico, su propio nombre al poema, por medio de un acróstico (¡Guay de aquel que
nunca atiende!), bien por medio de un anagrama:

Según el mal me siguió,


maravíllome de mí
cómo así me despedí
que jamás no me mudó.

Más próximas al puro divertimento poético cortesano se hallan las preguntas y


respuestas cruzadas con otros poetas. Ingeniosos y atractivos juegos de corte, sobre los
mismos temas de amor, son asimismo las invenciones y motes.

2. LAS COPLAS SOBRE LA MUERTE DE SU PADRE

La gran obra de Manrique.

2.1 COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA

Está constituido por cuarenta estrofas de doce versos cada una (dobles sextillas) con
alternancia de octosílabos y quebrados, que recibirá el nombre de “estrofa manriqueña”.

En su disposición y estructura, se advierte una ordenación del poema en tres partes,


correspondientes a la consideración de la muerte en abstracto, la muerte histórica y la
muerte particular del maestre don Rodrigo. La primera ocuparía las trece primeras
estrofas, la segunda las once siguientes y la tercera las dieciséis restantes. Todavía se
podría dividir la primera parte en otras dos, una dedicada a la consideración sobre la
muerte y el paso del tiempo y otra a la reflexión sobre los bienes de Fortuna. También
en la tercera parte podríamos distinguir un epicedio y un auto de la muerte. El poema
deriva de lo abstracto a lo concreto, siendo el tema de la obra el discurrir del tiempo, el
fluir temporal y la caducidad de todo lo terreno en su transitar hacia la muerte.

2.2 REFLEXIÓN SOBRE LA MUERTE

Las trece primeras estrofas tienen mucho de sermón y de reflexión admonitoria sobre
la muerte, la caducidad de la vida y el paso del tiempo. Tienen un tono ejemplarizante y
moralizador, reforzado por la primera persona del plural, implicándonos a todos en la
reflexión. Son estrofas cargadas de consideraciones morales no especialmente eruditas,
sino pertenecientes al acervo común de la doctrinal cristiana y moral de la época,
procedentes muchas de sentencias y pasajes de la Biblia, de los Padres de la Iglesia o de
los himnos litúrgicos, que todos leían o cantaban. De ahí emergen conceptos como la
exhortación a despertar al alma entorpecida por el sueño, las vidas como ríos
(Eclesiastés), o la imagen de la cara corporal como cautiva y el alma como señora.

2.3 UBI SUNT?

En las siguientes 11 estrofas la atención se desplaza a la muerte y desaparición de


personas del pasado. Es este un recorrido aleccionador por muertes históricas y famosas,
en el que Manrique interpreta de manera personal el manido recurso retórico del ubi
sunt?. En él encuentra la fórmula literaria más eficaz para dar cuenta de la fugacidad del
tiempo. Manrique introduce sin embargo muy sensibles variaciones: acorta la distancia
histórica y geográfica de los nombres y reduce notablemente el número de personajes.
Además esos personajes aparecen evocados con trazos breves y vigorosos en sus más
significativas actitudes y comportamientos. Surgen asimismo una serie de de imágenes
sensitivas (visuales, olfativas, táctiles, auditivas). De ese modo, todo va cobrando un
sentido de proximidad muy preciso.

2.4 EL EPICEDIO DEL MAESTRE DON RODRIGO

La última parte del poema es una denuncia política ocupada por la sola figura de don
Rodrigo y comprende dos momentos: el retrato moral del personaje y la escena de la
muerte. En el primero, exalta las virudes heroicas del caballero comparadas con los
emperadores romanos. A continuación proclama sus hazañas guerreras y militares.
Jorge Manrique se alza en defensa del viejo sistema feudal y de la monarquía contactual
frente a la monarquía absoluta que se inauguraba con los Reyes Católicos.

2.5 EL AUTO DE LA MUERTE

El poema se cierra con la presencia de la Muerte misma que amablemente dialoga


con don Rodrigo. La muerte cobra presencia y voz y tiene mucho de ángel guardián.
Esa situación,cristianizada, de la buena muerte, es la que preside las Coplas.

En la lengua hay un predominio de la sencillez y naturalidad, prefiriendo el uso de los


vocablos patrimoniales al latinismo indiscriminado. La misma sencillez se percibe en la
métrica. No hay complejas alegorías sino una simple exposición que va desde lo general
a lo particular.

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