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DELIRIUM
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LEÓN FÉLIX
BATISTA

DELIRIUM
DELIRIUM
© León Félix Batista
© Primera edición: Proyecto Literal, 2020

Colección:

Edición.
Proyecto Literal
Literatura y Alternativas
en Servicios Editoriales S.C.
Av. Melchor Ocampo 379,
Col. Romero de Terreros, Coyoacán,
Ciudad de México, C.P. 04310.
proyectoliteral.mx
Correo: [email protected]
Tel. (55) 5336 1436

Coordinación editorial: Jocelyn Pantoja


Cuidado de la edición: Víctor Santana
Diseño de la colección: María José Farías
Diseño gráfico: Omar Cervantes
Frutos en portada: Pierre-Joseph Redouté
Producción: A Rodríguez

ISBN: 978-607-8529-63-6

Todos los derechos reservados.


Impreso en México, marzo de 2020.
-

A quien corresponda.
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Obedezca a la gramática quien no sabe pensar lo que siente.


Sírvase de ella quien sabe mandar en sus expresiones.

Fernando Pessoa, Libro del desasosiego (fragmento 84)


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PRÓLOGO
GRAMÁTICA DEL CUERPO ENTERO
Por Rocío Cerón, Ciudad de México
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Si hablar es una boscosa geografía, Delirium es la floresta casi


completa. Placer verbal, fruto encarnado en palabras que sudan
y exhalan. Palabras imán, versos cueva, minas de palabras que
contienen yacimientos de goces: espacios bífidos, cuerpos circu-
lares (a la manera davincheana). Este es un universo discursivo
y estético de corte seminal, es decir, donde se funda un nuevo
orden de articulación y de mirada hacia el mundo.
No es un libro fácil, no es un lugar cotidiano, y sí, a la vez.
Es una historia que se entreteje, que apenas se deja entrever.
Estamos ante un abecedario que deletrea estancias carnales, un
cierto gozo por las moléculas del lenguaje: música hecha texto
o texto que signa un canto, ritmo donde hay mucosas y valvas,
donde las regiones del cuerpo son partituras. Más de cien textos
que recogen una herencia que va de Lezama Lima a Perlongher,
cubriendo zonas y texturas con ecos de un neobarroco neopos-
moderno cercano a un lúcido Kozer o a un puntual Echavarren.
Diccionario que omite dos letras, una clave en el habla mexi-
cana o peruana: la CH, de chupar (“mamacita, chúpame ésta”), o
de chancar (cuerpo sobre cuerpo, en arrumaco deseoso) y la LL
de llenura, llamarada o llano (“cuerpo llano que levitas en mi
lengua”, decía un poeta insular). Gramática del que comprende,
a cabalidad, que el deseo o el cuerpo del deseo siempre será más
apetitoso a la hora de la evocación, a la hora de su ser ficcional.

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Este es un libro-delirio, de una capacidad singular de apode-
ramiento del lenguaje. Un circo mental donde las construcciones
de cada verso son maquinarias exactas. Sentido y reflexión,
puntos cardinales de Delirium, como lo es también el espíritu
lúdico, pero no por ello menos mental, que recorre el poemario.
Nos encontramos ante un mapa, una geografía friccionada
donde las capas tectónicas del lenguaje se aposentan en un nuevo
estado. Fricción, cuerpo sobre cuerpo de una palabra sobre la
otra. Discurso de quien alucina, ve espejismos, quiebra pieles,
desnuda recuerdos, trae de vuelta a las chicas de la escuela, a
sus curvas y miedos.
Delirium es arrollador porque no cede: página a página el
lector se ve obligado a volcarse entre las protuberancias, entre
los pliegues. Aquí, entre estos versos de pelvis, ojos o cerviz, hay
que andarse a tientas para no caer ante los cuerpos derribados,
ante los corceles sin jinetes en el coxis.
Gozadura de goznes, selva y bosque emparentados, en este
libro se arriba a buen puerto. Pero no a un puerto de descanso,
de certidumbres: se llega a espacio de placer verbal, de extra-
ñamientos y dislocaciones del mundo ordinario y de vuelta a él
desde los juegos y decantaciones del lenguaje que ha construido
León Félix Batista, quien se ha metido de cabeza, de pies —es
decir, de cuerpo entero—, en un continente epidérmico donde
hacer yunta entre literatura y realidad sólo es posible cuando,
como él mismo dice en el poema Orgía, las pupilas van “tra-
montando los encajes”.
Delirium es, en definitiva, un libro personalísimo y seductor.

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DELIRIUM
A
ADORABLE (adj., del lat. adorabilis) Labios graves, casi vasodilatados:
resurrecta, la carátula de un disco de Mauriat. Pero la en-
vuelven blondas con historias subterráneas, catacumbas de
cemento y de cilicio. Planisferio, sus arterias, en relieve en
vaso Ming; hidro-radiografía y comunión ilimitada. Rebasan
los remates corrientes de tumulto, mi yo magnetizado: pe-
ñasco a seducir. Y en el panel pintado pantalla sin azogue,
quebranta con los ángulos, como si me envolviera: farragosa
la existencia, su dibujo realidad.
AFEITADO (p. p. de afeitar, del arag. o leon. afeitar, y este del lat. affectāre,
arreglar) Estados germinales bajo cierta asimetría, en un entre-
verado accidental: del asilo desarraigan espigas de los ciclos,
porque el abismo luzca su vacancia. Reversible disidencia de
narcótica ficción, de céspedes con filme para afeite. Yaceré
bajo su égida, sumido en sus ergástulas. Feliz porque su sílex
volverá a decapitar.
AMATEUR (adj. y s., voz francesa) Tanto blanco sobre blanco decep-
ciona. Lo mismo claro en acres, transparencias sin concilio. El
eclipse de color equivale a programar reflectores a placer: un
suceso se avizora mayormente en lo que impugna; la burbuja
se requiere más amarga, más montés. Sustraída del tallado,
mil virutas de madero, saturada con su número, rebalsa en
un temblor. Ese nicho luminoso se devuelve en transcriptivo
delirio del frontal. Me quemo con rescoldos, expiro en un
derrame; reptil después tranquilo contrario a la creciente.
ANAL (adj., zool., del lat. anus) Procuro franquear su régimen de ser,
otorgándole estatuto de liturgia. Mi culto es específico, más
alto que la muerte, dominando las demás epifanías. Doble

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estrato riguroso para darle por ahí, con el fósil dilatando
todo el diámetro: se asomará la sima y el torrente jubiloso
de sus contracorrientes. Al bajar la corvadura de intervalos
de prodigios me aproxima a los espejos de expresar su cir-
cunstancia. Asedios a la esfera, ligerezas de la sonda: de más
leves hundimientos brotará la subversión. Bajo un código de
fe, macerando amaneceres de sus luces gaseosas.
ANGELICAL (adj., del lat. angĕlus, y este del gr. άγγελος, mensajero) Recupero
bien el rostro, contumaz en sus manchones, pero más su
construcción rudimental. Miradas amarillas tramando red
de alambres para frenar mi raudo corazón contranatura. Uno
queda en nudo, solo, militando en lo confuso, hasta rehacer los
hechos: a la radio fragorosa (proscribiendo el inconsciente) se
le vio extenderse a todo: licuefaciendo sillas, volviendo masas
voces. Oscura luz pillaba, con rudo desbalance, su mazo ya
curtido bajo atavío caqui, dos párpados hundidos pintados
densamente y haciéndola más hembra con escándalos de
plata. Los ácidos regresan en las índoles etéreas de gestos de
su mano tomados del común que, vueltos sobre el sino, pero
en vórtice de flor, fermentan bajo tierra.
APRENDIZ (adj., m. y f., del lat. apprehendĕre) Oleosas las falanges (de-
signadas a abscribirme) aparentan divergir, mas lo cierto es
que atenazan. Así de raro el aire exagerado que me envuelve:
caracol adelgazado y entre garras de palmípedo. Es el prós-
pero despliegue, circular y proceloso, que vindica y perpetúa
todas las profundidades. Y, febril por lo fusible, también se
envuelve el labio, describe escalamientos desasido de la base
y apostándose en la cúpula: no estoy en el contexto. Para mí
no habrá templanza, renuevos de amapolas, a partir de este
disturbio. Me basta procurar no ser el pasto nulo, sin fibra,
de esas fiebres.

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AXILAS (f., pl., del lat. axilla) Acorralo por las costas, bajo sagaz fla-
gelo, la película de babas, celosías infecciosas. Los sentidos
son mucosas en un vidrio embalsamado, recayendo en la
epidermis secreciones. Es que el órgano vadea los contornos,
que perturban, cuando se volatiliza por los visos de las venas:
los periplos vigorosos ramifican, aberrantes, pero espesos de
emulsiones que erupcionan porque sí. Palpitantes sus elipsis,
por desiertos sucesivos: los espacios estragados hasta el ras.

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B
BAILARINA (adj., de bailar, de or. inc.; cf. lat. ballāre) Esos fósiles no admiten
filiación determinada. Constantemente neutros y patentes por
espuma. Lo cierto es que mis sienes se nutren dúctilmente con
su dilatación extraordinaria. Se encadena un accidente inde-
pendientemente a otro: la misma faramalla de animal de los
cabellos y cantera de contornos rompiendo la grafía briosa del
balance. Idéntica la forma, propósito de aullido, diseminando
un cielo de extensiones intangibles. Embrión en grado cero
recogido en gasa dócil, nublándote de un golpe, como un púgil.
BIZARRO (adj., del it. bizarro, iracundo) Se ven algunos brotes. Parece
que hay escarcha. Acceso de las carnes por el extrañamiento.
La vista necesita (sacándose las nieblas) fijar, tejer sentidos:
realidad exagerada. El mismo filo débil de sol que los desuella
va haciéndose notorio en su constancia, les da razón de albur
y derrotero y forma, pellejo correoso sin sujeto que exaltar.
El desperdigamiento, las conexiones libres, en favor de una
armonía degradada. Registro paranoico que —en dispersión
perpetua— multiplica todos sus antecedentes. Volverán de
nuevo al humo regresiones infinitas o en el tedio de un futuro
previsible, pero austral.
BRAGUITAS (f., del celtolat. braca, ú. m. en pl.) Los hilvanes en los
montes ramifican ricamente. La pirámide reclama su res-
piro por un páramo, porque en su transpiración sacarosa
hay asechanza, suscitada por el eco y calistenias de galope.
Las sienes no descansan cuando ejercen la censura sobre el
cráneo traspasando turbulencias. Y la conexión no es clara,
pero engendro de un esquizo (que cunde cuando llena con
más sed su circunstancia).

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BRUTAL (adj., del lat. brutālis) Desarticular un nudo por redefinir
el ego, los fragmentos que no han sido formulados en un
todo. Dar al busto y a los brazos cuadratura duradera, como
ofidios que yo mismo formulé. Cuántas siegas minuciosas
de charquitos en reposo, y entre estrías de moluscos, de
terrenos bajo un manto. Sólo excavas, raspas, roes, el tapete
minucioso y supliciado de la carne —el que te victimará,
drenará, dará declive.

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C
CAMA (f., del lat. de San Isidoro cama, por camba) Sedimentaron tramas
entre las inflexiones infinitas de las telas, como si derivasen
de otro cosmos por una cornucopia sempiterna. Silvestre
superficie, fenómeno fugaz: extensión desordenada que se
quiebra bajo la caza cruda, mi coto genital viciado por los
túmulos tenaces. Imagino que es leyenda cuando existe en
subconjuntos: poco a poco se distingue de lo abstracto. Su
dibujo retorcido, procurando ensanchamiento, devenido en
estridencia de persona; y en virtud del balanceo policromo
en lo menudo el objeto que yo esculpo como carne de lacrar:
mensaje es artificio (y esto no: tejido muerto) que termina
por nutrirme los sentidos con esparto. El cráneo sólo puede
captar confusamente la gema en una sima, sin imanes.
CARNAL (adj., del lat. carnālis) Demencia entre los cuerpos de sabla-
zos de luz negra. Bailamos una escena de safari de un tapiz.
Rudo ruido de metales, tenaz entre las cuerdas, sobreviene
por encima, cuando instala en los cerebros la vacancia de su
espacio. En el drama la mudez, purgación sustituida por un
acero raudo, sucesivo y contundente. Frente a mí su cabellera,
la morfina de un estuario, repetibles sus arcadas contra los
desfiladeros. Tantos arcos inauditos y despliegues de una
elipse, mutaciones en zigzag a las que no sé dar réplica. La
violenta anatomía y el alcohólico estupor descalabran ambas
sienes. Sólo el vértigo es (entonces) sostenible.
COCINA (f., del lat. coquīna, de coquĕre, cocer) Albañales del fregado
sobre el día seminal, parroquianos y alimañas asistiendo
a digerir. Cacerolas encaladas como los alcaloides para mi
contradicción. Pasturas de la intriga los arpegios de un pregón,

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bemoles de raditos expansivos a tres bandas. Y los cuerpos
desvalidos ilimitan este marco, defendiéndolo hojalata, mazo
para macerar. Teléfono y ventanas: nutrientes de los nervios,
los sexos en la garra abominable de su vórtice. El ocio y el
pensar ya son lo insuficiente, porque bélica la boca suprime
con medida del tapiz de las molicies. Cuando empieza a os-
curecer, una venda al meridiano, mi razón es lo nocturno,
persistir: asir el cero.
COLEGIALAS (adj. f. pl., del lat. collegiālis) Predispuesto a la emisión
que su timbre animará, bajo el galpón, inerme, aspiro a no
que escampe sino a que se encarnice con tronidos cauda-
losos. Caminan y deslumbran (lábil red en movimiento) a
la vez que desbordando: como un arco en la fisión de este
muslo con el otro, los goznes y costuras, dulces vafos. Al
aire medias malva, recóndita rasilla, charoles que fermentan
con chispazos. Allá los subproductos de sus exudaciones,
detritus de una axila, con címbalos por labios. Las vierte el
campanazo, parvada sin solaz: burbujas al estanque sumando
mi inmersión. Cuadriláteros plisados, que vela el uniforme,
como cuanto me demuele: bicho único que ve. Y la hidra del
deseo que se enrosca con prudencia, no imagina ya qué asir.
Cuña tan rudimental.
CONCHA (f., del lat. conchŭla) Pluralismo de su monte quebrantándose
en astillas, que es posible devanar como un letargo. Como
ceras en las aguas: abundancia de moldura. Por lo mismo
que la mar: con aroma de mandala. De improviso blande
esquirlas en saladas proyecciones: paraíso erosionado de su
masa cenagosa. Una tenue superficie por los ámbitos sinuosos,
borraduras de aguarrás disipándose en estelas de diamantes
comprimidos, de caminos dilatados, de celajes de taludes en
la esquina de la córnea.

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CONDÓN (m., del apellido de su inventor, el inglés Condom) Escribo en cru-
do, así, episodios a editar, de pronto con engastes, serpientes
en suspenso y légamos que extienden su eficacia. Tan vano es
el montaje que aromas se abren paso por esta cornucopia de
calor. Texturas satinadas, deliciosamente frías, se adhieren
con ventosas a toda cavidad. Y salta, granuloso, lo críptico a
volumen, transpira en la penumbra su furor por superficie.
COQUETA (adj. f., del fr. coquette, de coq, gallo) Te lamieron los tejidos
largamente, con tentáculos distintos en la intriga. Alusiones
a lo obsceno cuanto estalla, pero a la vez lapida una tronera.
Los visajes agridulces de sus labios acompañan con más lápiz
el pastel. Carne cáustica trasluces, referentes más desnudos:
tú reclamas redimir su imperativo. Por ahí su cobre en eco,
depresiones contraídas engastándose en el éter que expide el
medio slip; por eso se escalonan volantes en sus cárceles de
gasa y represión. Te imantaron a su yugo, pero eligen persistir
(en profundas dispersiones) sus bitúmenes.
CUATRO (adj., del lat. quattŭor) Derrape de cuadrúpedo: me da una
esfera en dos. Las flores del vestido ceñido a tres dobleces
sobre el cabo de la raquis: crepúsculo de perros. Será mi gran
velamen, convexo por mi empuje: cavernas que balbucen
oráculos eléctricos. Volcado en pleno el músculo —de todas
cavidades—, con garfios las muñecas, induce alternativas.
Sujeto sin historia, disuelto entre sus pifias y falso oficio
escénico: no quiere no ser yo. Aunque se dispusiera para
amalgamarse en uno cuando el péndulo le dé su madreperla.
CUERO (m., del lat. corĭum) Derrame intermitente por círculos
acuosos, como transpiraciones del ribazo climatérico:
tejido que, nublado, replica imponderables, los reinos de
aberturas turbadoras. Después se contradice y (en una esfera
exacta) perpetra el almanaque: lo puede hacer brotar. Pero

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las percepciones —parece— no progresan ni habrá despla-
zamiento del humo entre las cosas. Lo que sostiene al ego, la
pura piel voluble, discurso del vestido —y asilo en su fisura:
desde su núcleo espléndido el ángulo del tronco bajando se
bifurca —para delimitar. Vendrá la oscuridad de cuervo en
cuervo, carnosidad que ensancha al cataclismo.

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D
DEDO (m., del lat. digĭtus) Cicatrices radioactivas que articulan oque-
dades, y de arriba a abajo cardo peligroso, hirsuto, inmóvil.
Retoños en cualquiera de sus cortas coordenadas que suman
anarquía y atributo de sujeto. Inasibles —pero oscilan entre
acres de algodón, como lava de organismos manifiesta al
microscopio. Arrebatos se disipan de la superficie en pompa:
superficies que undularan pero allende los volúmenes. De
manera que, en agudos, se coloca mi falange, como buril
viscoso que le dará taller.
DESCENSO (m., del lat. descensus) La fronda va orquestando (cantera de
algo crudo que se tragará mi anguila) compuestos inestables
de piel que me habla en pez: aquello que antes era privilegio
de las olas sobre las mares llanas. Sustenta abultamientos,
sinuosidad, intriga, conatos de siniestros, su cifra reversible.
No logro hacer acopio, la orilla es infinita: mareas numerosas
rompiendo contra escrotos. De pronto el centro es lúcido, de
cobre fibra a fibra: desechos de otros deltas que, en lo tras-
cendental, serán mejor trillados (cuando se eduque el gusto).
DESNUDO (adj., del lat. nudus, desnudo, infl. por desnudar) Un ácido que
lleva al nervio al linde: se conculcan y separan carne y tela.
Mediante la afluencia de contenido armónico —notablemente
ampliado— comparecen turbulencias: las franjas de neblina
trabajan la eficacia fortísima de aristas, en plano elemental
(sin muchos lados, roto). Aluminio de mujer, serpentinas por
las piernas, sobre las fascinaciones imprudentes de sus bríos.
Bajo su fundamento de transubstanciación el túmulo liláceo,
la braga incidental: fenómeno inexacto del foco estroboscópico
en la desordenada sucesión de circunstancias.

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DOBLE (adj., del lat. duple, adv. de duplus) Lo que sigue es el prospecto
de un tumulto: por obra de la herida vulnerando un muro
ciego se insinúan dos cabezas y sus troncos en fragor. Mi
fuente es nula, entonces: graznidos embozados (gargantas
en crescendo) se reforman sin cesar. Los cueros sólo quieren
plasmar la convulsión: regir arcilla agreste en todas partes.
Umbrales receptivos de ciénagas sin clímax, de un océano
que desasosegara. Una vez la carpa vuela las falanges de
ordinario la consiguen sumergir (querrán su agostamiento,
la sedimentación, tornarse en el microbio más caníbal). En
mi tórax turbamultas, que miro aquel diedro, minúsculos
batientes, canal en que deriva.
DOLOROSO (adj., del lat. dolorōsus) Descartarás el barro, porque se
precipita buscando inconsistencia, por ser principio activo,
materia del demiurgo. Apuesta, pues, a piedra: primigenia
en su estructura, sin fase divisible, para exponerla a arena.
Abandona sin efecto mi anterior autonomía en tal bloque
tallar: no habrá sujeto previo. Y hasta hacer la carne así:
desconchones en suspenso que progresen dúctilmente hacia
la condensación.
DOMÉSTICA (adj. f., del lat. domestĭcus, de domus, casa) La efeméride no
acaba de calcificar aquí: por los muebles y aparatos la con-
tienda de dos entes disociándose del humo que una estrella
restañó. Usufructo del espacio contra su desquiciamiento,
trabadura en el impulso la postura heterodoxa: convertido en
homogéneo torrencial de torceduras en el número asimétrico
de cosas de una casa. A partir de tal esquema se cimenta el
deterioro, como su anclaje en seco desgarrado entre las sie-
nes. Nuestra urdimbre es pegamento que ha prescrito como
pronto la materia que adhirió.

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DOMINATRIZ (adj. f., del lat. dominātrix, –īcis, ú. t. c. s.) Insistentemente
acceden (pese al peso reprimido redimiendo los contornos
con su paralelo plástico) la violenta floración y la fuga de un
corsé, cuando se solidifican en licor de elucubrar. Labrado el
subconsciente por la forja de flagelos, lo que prevalecerá: la
vorágine de nudos, como contra un muro etéreo, de la dura
muñequera con remaches, como el cuero que proclama el
negro límite, las falanges fecundando socavones.
DORMIDA (adj. f., p. p. de dormir, del lat. dormīre) La cripta en carne
cruda, barniz en el umbral: así se descuartizan corazones.
Mi anhelo es propiciar un zumbido y tolerarlo, una historia y
escribir, la sustancia y ser vacío. No es una maniobra sino un
pánico vital y mi lento aullar neumático cuajado en la faringe:
envuelvo y luego borro lo que habré de articular, debido a la
avería de mis alucinaciones. Tal es el centro sólido que rige
un espejismo: el cuerpo que presencia su propia expropiación
por un nivel alterno, lejano tema astral.
DULCE (adj., del lat. dulcis) Crear advenimientos pensando cada forma
desde su caducidad. Cubrir del extravío sus ácidas simientes
y hallarla en las sequías de la psique. Y (con la confusión
eventual de un barbitúrico) pensarla como el eje que —del
pelo hasta las plantas y desde un hombro al otro— sostiene
el contenido futuro del desgaste. No tengo otro designio que
este dogma irracional: devenir de mi memoria. Y es mi ardid.

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E
ÉBANO (m., del lat. ebĕnus, y este del gr. έβενος) Coral de carne oscura,
de instantes sin estirpe. Por la sábana conjuntos descom-
puestos. El cálculo obsesivo de esa fuente inanimada
refiere un sacrificio de común sustitución: pelo crespo,
rostro ovoide: relación rudimentaria vertida en aprensiva
vocación de afinidad. Para labrar la idea de su perfil de
filos: otro astro al ensancharse para extrovertir un trueno.
Quien la sueñe estallará lesionado en su accidente, poliedro
sin especificidad.
ESCLAVA (adj. f., del b. lat. esclavus) Coagule aquí el baldío en vez de
la borrasca, biseles de sargazos: semilla de medusas. Elíxires
de luz fugaz como abundante: almíbares que ayuden a vivir.
Las formas (cercenadas de la generalidad, así como en los
prismas un denso criptograma) propenderán al arco, vol-
verse espiroquetas, tendrán delicadísimos helechos. Fotones
y pupilas, con sus principios ígneos, hilvanarán el orbe: la
carne escribe a oscuras. Flagelos, debajo de flagelos será
reconstruida y perfilada su entidad.
ESTUDIANTE (p. a. de estudiar, ú. t. c. s.) Era el aura de las aulas (o su
aurora boreal); conducía mi frontal al desenfreno. Se deriva
de pensar que se cae en la anarquía (un otoño, no fecundo,
los negocios del remanso: los otoños infrangibles pero cepa
de sucesos), y no puede el cuerpo oscuro estar sereno. Así
que —como un péndulo— mil veces daba larvas su uniforme
colegial, como por discernimiento su cabello farináceo cubría
los tirantes bordeados de espiguilla. Y estallaban, eso sí, las
disidencias: descendían por los hombros, circulaban por el
plexo, en un telos paulatino, con espuma: intrascendente.

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Más próximas las masas, luego el quiasma de las ingles: algo
poco definible, de sentido inexpresable, como liberar botellas
con mensajes en un lago. El principio —más severo— del
desnudo, si consigo vislumbrar ¿de qué es coartada?
EXHIBICIÓN (f., del lat. exhibitĭo, –ōnis) Sostengo un doble mágico,
rasgado en componentes, aunque ningún exceso lo consiga
compensar. Persigue su infinito y escruta sus contextos como
símbolo y espacio para la disipación. Sostiene varias poses,
alternativamente: una variante explica la anquilosis de los
huesos, lo turbio en sus conductas: la tara de la edad. Otra
ofrece encarnaduras allende el plano físico: quimera sin con-
tornos, grosero protoplasma. Cabría —pese al vicio— datarlo
en otro estadio, basado en presunción de que condensa en
brasa. Mi doble siempre quiso pasar apocalipsis, posarle a
Mapplethorpe y perimir.
EXÓTICA (adj., f., del lat. exotĭcus, y este del gr. έξωτιχός) En la esfera de
incidencias (mejor dicho: a un hemisferio) la amapola con
un pincho, pasto inquieto de mi cráneo. Y campánula de
facto, que se aparta de las piernas, envasándolas en cierres
de vacío. Plegamiento de los codos, calcetines hilachados,
la camisa deambulante: reconstruyo su belleza con réplicas
de plástico, su corva cuando esmalta con más laca colorida,
sus pinceles, sus falanges. Pero el vértigo suplanta, virtual e
irrebatible, los cálculos de un bien con malestar. Bastante es
que se anuncie, casi bloque en holocausto, la rótula, el talón,
la zapatilla, etc.
EXTREMO (adj., del lat. extrēmus) Sólo sé de las cortezas. Mas, si esto
es el azar, probablemente caos, desconcierto, me conciernen.
Mi descripción podrida se limita a su desorden, a circuitos de
pantanos que suscitan movimiento, y el oxígeno depende del
vigor de esta bisagra. Arco duro, vieja data, se encarnizan:

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complexión; puesto que en su nomadismo, absolutamente
adjuntos, ya son equivalentes ordinarios. No pretendo dirigir,
sí quisiera retener: estragar la realidad con su contrasentido.
Para hacerlos incubar, para expandir sus diámetros, me
hospedaré en los pliegues, el pensamiento en frío.

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F
FACIAL (adj., del lat. faciālis, de la cara) Unión de lumbre y nieve, de
hipodérmicas con hielo: áurea lluvia y yin en llamas. En la
nuca anida un lobo consagrado a taladrar, para ser la nerva-
dura de su jade. El libérrimo pelamen oculta la variable que
conciben las clavículas salientes; sobre el ámbar (proceloso)
—el que da color al cuerpo— se prolonga hasta los áspides
del brazo. Pupila de rapaz, paso y peso de felino hasta agotar
las puertas, el mortero de la ojiva.
FALDAS (f., del germ. falda, pliegue, seno, ú. m. en pl.) Debajo de la es-
tela pervive imperfección: alboroto, cáliz, dedos: derrotero
de arrabal. Repasando su volumen, despejando yerba mala,
cavar la perla pura del éter que encarnó. Divisiones verticales
aparecen subrayadas: a partir de qué está el molde si una línea
da su fémur transpirando partituras, pulpa clara y corrosión.
Sobrenada su vislumbre sobre engastes vaporosos, pero más
de más a menos, de manera irreductible: me ha pasmado la
aridez, mi cosecha de carroña; las falanges fundamentan
sus carbúnculos en fuego. Por el sesgo de un follaje, reco-
rriendo caracteres… (que la savia lo decida cuando mengüe
el remolino).
FLAQUITA (adj., f., d., del lat. flaccus) Inscripciones en el raso del
cubículo de hotel. Fumando opaco el porno que eyacula el
monitor. Yo me exilio con el humo si contraigo su espiral,
deshacer las confluencias más agudas de las aguas. La ima-
gino recogida numerando las losetas para no mirar hileras
de la roja orografía que ha asumido el sumidero (se reclina
para el coágulo). Yo la cobro revertida: mi cartílago delgado
con las tres protuberancias, pero exigiendo un vínculo con

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sendas movedizas, cobrando más dominio cuando expulsa
la materia. Regresando de la nube me descubrirá sujeto a los
tejidos que dejó. Con las sienes recogidas en el lánguido lamé,
como el potro fatigado distrayéndose con heno.
FRENILLOS (m., pl., d. de freno) Fisura de carmín que me empuja a
su compás y con toda la ranura dilatada. Hender los perga-
minos libera algo de mar: inútil desbandada sujeta al mismo
espacio. Partículas son éstas muy próximas al mundo: pro-
yectan mortandad, derrames cuando embisten. Yo repto por
implantes cavando en la oclusión, succionando exudaciones,
las mismas vías muertas. Y del hábil membranar, por el que
rebosa alambre, produce un solo cúmulo, astringencias en
la tráquea: así que se desgastan estos músculos de mando,
buscándome la boca incandescer.
FUMANDO (del lat. fumāre, humear, arrojar humo) Allí están: tribulacio-
nes, a las que ya es costumbre anexionar madeja y embozarlas
con yertez. Toparse en los vestíbulos instiga a los amantes
carroñeros que no somos: tacitas para azúcar, socorro con los
fardos y el trastrueque inaceptable del correo. Uno cree que se
emancipa en su dinámica de ramas e inadvierte los designios:
el oráculo es muy terco. Pero el torso está ahí expuesto (suceso
soberano) y escalón por escalón va a fraguarse entre los iris.
Friccionan (casi nunca) mi codo y su costado, pero cuando
se da el hecho, al regreso de faenas, articula algún contacto
con su neutra urbanidad, los crímenes de ayer y el tópico del
clima, p.e. Aviado de este mapa de la fantasmagoría, recogerme
a ver su nuca será mi obrar más tenue. Cuestión de dispersar
nebulosas del pitillo, que son ya su aureola.

31
G
GEMELAS (adj., f., pl., del lat. gemellus, ú. t. c. s.) La aspereza de la blonda
me fue falsificada por todos los carrillos consanguíneos:
marismas, corvas eran, por mí mismo lo supuse: poco menos
que baldío de un sabbat. Su centro genitor quedó disuelto
en cuajo y la madre consumó su lago lúgubre: ni registré la
ruina ni desmonté mi andamio, así que dispusimos fachada
tras fachada para aplicar un blanco para homogeneidad.
Un corchete de penumbra, corrosiones en cadena, decidí
profundizar por otros yermos, para pasmo de su nudo di-
rectriz. Pero el viento no consigue dispersarlas. Más que el
vicio proceloso de aquel silvestre andar —caballeros en el
medio— son costumbres de asonadas las que arrastro, un
trampista de su especie (como he sido).
GIMNASIA (f., del gr. γυμνασία, a través del lat. gymnasĭa) La marea des-
piadada se retrae, para dar con la expansión en su continuo.
Esos ciclos se perciben cuando incuban al viscoso marsupial
del frenesí. Aparecen rasgos curvos, extravíos prodigiosos,
vueltos ágiles mediante cierta ascesis; las groseras imposturas
de una túnica de goma liberando contenidos cancerosos. Cada
pecho es como un mazo, lo quisiera hacer constar: es un mazo
indefinido por el arco de carencia. Turbamultas en los deltas y
por otros mecanismos de neblina y claridad. ¿Cómo pueden
los sentidos subsumir en un esquema los enlaces de un influjo
bajo rápidas atrofias? Poblándose con plomo de estragos de los
astros, segando el equilibrio de mi nulidad neural.
GIRA (f., de girar) Despierta por los bosques termina en un injerto:
yacencia tras un tronco, simulacro de otra roca. Territorio
que era ralo, de dudosa densidad: mejor en camuflajes ha-

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cinar enroscamientos. De entonces bíceps rígidos trazando
arborescencias, resolana amortiguada por espigas. La pierna
en un espasmo como bambú furtivo, su coxis se recluye en
la inacción. Aliento casi extinto, quebrada el área inculta,
sospecho que se liba (por el vórtice otra mano) cuando ex-
pele incoherencias, esas lenguas su mampara. Cuando cada
excursionista llamado a conscripción desmantela el paraíso,
no más siamés del humus.
GLAMOROSA (del fr. glamour, y este del ing. glamour, encanto) Más fe-
cundo bosquejar, equilibrio de contrarios, el acto de los
dedos que condenan los vestidos, examinan la cosmética,
fumando. Pero se impone hablar de accidentes más activos,
apenas inferibles de sus trazos. Como en los desenfrenos de
las carnestolendas: recurren al impulso que los disgregará.
No un arpón (es reptil, pero en la vertiginosis) la lengua al
describir: un largo exceso arcaico vertido en tema nulo por
el barro submental. El detalle más sublime: con su ilícito
motor incubaron el lavanda de su nudo de satín. Sin rituales
paralelos: la canícula y los músculos se inducen mutuamente,
hasta que se coordinan continuando la espiral. Siguen fases
de accidentes, ordenados de otra forma. Y yo siento que,
evocándolos, los vuelvo a corromper.
GORDA (adj., f., del lat. gurdus) Formula busto y pelvis para el ancho
y espesor: asentar debidamente lo adiposo. Cazar con ecua-
ciones las cuatro extremidades, y ensaya así una síntesis del
rayo. Selecciona coberturas dependiendo del placer o de la
oblicuidad: cubrir lo contingible, los puntos desplazados bajo
auspicios de un vector. El tejido: terciopelos más sublimes
o poliésteres domésticos, pesados, sordos, ocres. Ya eres
cuerpo trepanado, virulenta exuberancia: otra vez mi frenesí
consumado con templar.

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GRUPO (m., del it. gruppo) Tras una minuciosa reconstitución del
sueño (que persiste en la ambición de articular) vislumbras
expandiendo, licuando las escalas, las sombras de la hoguera:
eternidad. Timbrando las guitarras: guarismos en estratos
entre los que se instalan estos acontecimientos; pellejos per-
cutían un arte de hojalata: cuando las tres bailaban urdían
el tambor. Abdómenes danzaban (vapor en epidermis) y al
lila exonerado de uveros esparcidos las ingles entreabrían su
cisma impermeable. Yo no descalifico ciertos símbolos con
órganos ni arbustos ni arrecifes: deduzco derivados de rápida
grafía, fusiones que son cúpulas: había un buque anclado.
Hubo lluvia, sin embargo, la arenisca se hizo limo, llamarada
troncos muertos. Armar la impermanencia no es doctrina.

34
H
HUERTO (m., del lat. hortus) De cualquier mutilación provienen los
moluscos, del descenso de los filos sobre un sólido. Heridas
que, de golpe, sobresaltan a reptar o el concierto de su ruina
en taxidermia. Así la de su rótula: ciempiés que se me esquiva;
los forros son sus áncoras, su envés. Y punto de erupción
el banco de madera, del arco y el descruce de estampados.
Consumo de los vésperos, matanza del relente, sinfín que
lo suplanta; con trazos uniformes las acanaladuras del
único ejemplar de mi bestiario. El lecho natural, concreto,
de los mitos, por las vertientes broncas y en la festiva uve
(¿será sima?) de su escote ¿de carbón de carne viva?, como
mi emblema en blanco. Alguien trama (ser el símbolo: de
lejos, claroscuro) sobre madera muerta tejidos pentagramas.
La nada memorable pesantez de los bongóes, pellejos de
acordeón que persiguen lo invisible. Aquí desembocamos,
devenimos quemaduras: materia tenuemente. Accidentes de
contornos, aritmética binaria: parece una película de cera
sobre el cuerpo. Las trenzas sobre el torso (trigal uniformado)
como siempre ha acontecido en las ficciones. Me convierte
en el siamés de su válvula bivalva, contra márgenes tan
mínimos que son dos líneas nulas.
HÚMEDO (adj., del lat. humĭdus) En el juego de plasmar, en palimpses-
tos, la experiencia de la sangre en combustión (en los fastos
que circuyen cada nido faltándole fragmentos unitarios)
aparecen los diseños de engranajes, oscilando entre materia y
abstracción. Están en la tarima, bajo playeras húmedas: la piel
como esplendor, superficie de registro. Imposible percibirlos,
precisar su evolución, las franelas como réplicas de réplicas.

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Permanecen indelebles dentro de calor perpetuo a fin de hacer
patente la constancia de su culto. Aquí son consignados para
inmortalidad. Aquí dejo su imposible transcripción.

36
I
INDECENTE (adj., del lat. indĕcens, –entis) Tenebrosidad en llamas
subyugándome ambas sienes: los tubérculos dan pubis por
una curva eléctrica. Recorrido imperturbable porque (al
escoger contornos) prosigo tras segmentos —desnudos, en
secante— que soportan levemente su mentón neanderta-
loide. Quizás alguno es mío de entre aquella masa informe
desvaída en un bullir: frenéticos pistones por las piedras
esculpibles, parecidos a las cifras que suscitan lo concreto.
Cómo no tomar en cuenta las posibles averías, turbulencias
con arcadas: sus pillajes peligrosos, con mi núcleo de memoria
como esponja duradera.
INFLABLE (adj., del lat. inflāre) Puro aliento que Sacher-Masoch va-
lida. Pero alerta: extremidades, busto y cara artificiosos. Si
establezco que en su pie, que en la planta de su pie, finaliza
el horizonte, ¿seguirá su indiferencia por azúcar en el labio,
por la pasta del piñón que yo sostengo? Otras siglas cargarán
con las probabilidades del pinchazo o la rotura, puesto que la
rotación es bastante manifiesta: como el fuelle de una arteria
(si no impávido, perenne) las espesas ligaduras se disuelven y
a seguidas el ensarte las reanuda, congregando el contenido de
lo expuesto. Vivo en dunas inasibles cuyo estrato se deshace.
Cuanto inhume prenderá.
INMACULADA (adj., f., del lat. immaculātus) Escaldaban, mis falanges,
aunque no me condujera como en circunvoluciones. Y tras
el arbitramento de espirales y labores vienen peces abisales.
Improviso (y eso puede descifrarse de las máculas de gis
cuyo trámite yo escribo.) Los dedos con especias, superficies
expresivas dormidas en el margen que jamás remontaré.

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Desarrollo sacrilegios como antigua acción de culto: me
aproximo ya a las lindes para mi defenecer. No consigue —sin
embargo— liviandad con sus celajes: el volumen sigue firme
como intacto mi zarpazo, restaurándole las faldas de tejido de
taller. Contendor inubicable, tan virtual y ausente, entonces.
INSTITUTRIZ (f., del fr. institutrice, maestra) Como lleva faldas lánguidas,
omítelas: asígnate a abstraer los suburbios del abdomen. El
estiércol tiene hangar en esa esfera, es cierto, pero es casa
de otras bestias lubricantes y en activo. Recto el corte de la
blusa, rumiarás otro rigor: destejer los paladares no te hará
retroceder, el derrame atenazando cardinales ligamentos.
Interrumpe los dictados, dilapida el discurrir, firma a puño
los anónimos. Dibújala, dibújala y despierta a lo frondoso,
un elástico en las manos.

38
J
JARDÍN (m., del fr. jardin) En cúspides fecundas el yunque de una
cara, guión de mi deseo: fue espontáneo. Perimen los salientes
y su metamorfosis, un duelo de hipertrofias: serán marfiles
blandos. Arriba zurcen cirros con fibras en espectros, im-
perativamente. Se debe ser formal entre los rododendros
que rompen sin merced. Mas, dios, la redondez requiere
una extracción: las copas son mendrugos, la mano añade
arcilla. Insisto en inflamarla ampliando un poco el nervio,
por segregar del éter la materia de las formas.
JOVENCITA (adj., f., d., del lat. iuvĕnis, ú. t. c. s.) Su risa es un diagrama
religado a carnadura. Establece claroscuros de poder y po-
sesión. Axila al meridiano y erial en donde bebes: recórrelo
que es rama que no conoce cal. Con una mitad negra del resto
gris-engrudo, la débil realidad (en ti desequilibrio) desboca
en desembalses volubles del escote, salientes de zarzales, la
ascesis del afeite. Así contravendrás su imperativo.
JUGOSO (adj., del lat. sucōsus) Deberé tragar a fondo la aspereza de su
lija, las hilachas de por medio —como ha sido demandado.
Ya yéndome por márgenes con menos espesura, de cualquier
manera hay olas en el óleo de los labios. Lacerante genitalia
se desase de la tundra, deviniendo tan cercana que me es-
quilma la eclosión de pequeñas muertes rancias de libélulas
más leves: tengo coágulos de nubes en la boca. Tegumento el
paladar (que es inmune a corrupciones) cuando alcanza masa
crítica. Pero el aire no se puede recibir sino con branquias y
el encéfalo, volátil, se desboca por sus grietas.
JUGUETE (m., d. de juego, del lat. iocus) No sé cómo funciona, mas
germina de improviso supurando de fisuras, de moléculas

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menores: el eje misterioso (bajorrelieve, trazo) me parece
un planteamiento sutilísimo del aire cuando sigo su feroz
resurrección. Además está la bruma (sostenida con ventosas)
generando allí alpinismo, las sustancias de los surcos. Lo
he vivido derivar y eludir livianamente como flotan ciertas
formas: sublevando superficies. Y mi afán es el principio de
cualquier incertidumbre: descoyuntar la entrada, ya con
carne, y contender.

40
K
KERMÉS (f., del fr. kermesse) La verbena recreada en el inmenso
paraninfo (diez apoyos y una cúpula indefensos), cuando
clima era el augurio en nubarrones y enunciando bajo gris
la imperfección. Ella forma mis renglones (pero el yo desor-
bitado): en el pelo recogido contundente un girasol. Vetado
el uniforme de efemérides de ayer, cuál posible beneficio que
un enjambre. A medida que se imponen intervalos de respiro
la convido al otro set, un bolero perezoso. Cuántas veces yo
soñando, plagiario de criollas, llenándome una mano los ca-
ñones de la espalda. Reconozco bien el hombro: la expresión
de la vacuna, los volantes desembocan en un amplio redondel.
Ramoneo entre sus lóbulos, zancudo erratilísimo: hoyuelos
invisibles (en ringlera) de zarcillos. Caverna y caracol, caracol
de acupuntura.
KIMONO (m., voz japonesa 着物, kimono) Por raciones de este día la
pensaba —y era bueno. Pero he aquí que viaja de la víspera al
después, sin resalte en el diseño: sombreado a pluma negra de
los pájaros que pasan deshaciéndose en las sienes. Todo un eje
de adherencias a las lanas del kimono, dos sisados y las pinzas
entallándola con gracia para al rato disolverla, duplicándola,
a mis pies. Restos húmedos de origen, sedimentarán después,
en perpetua sucesión, dispersiones inauditas. Brotarán im-
pregnaciones, vendaval, de esos maitines.

41
L
LABIAL (adj. de labio, del lat. labĭum) Si se quiere definirlos se precisa
designarlos vena a vena y para sí; vulnerar sus fortalezas
descendiendo hasta las carnes, como albúmina que va por
las vertientes. Para urdirlos en su enigma y en el orden de los
goces ejercer acciones simples (como arder o dilatar y como
paralizarse por compases de un espasmo) ante su frescura
ardiente. Si la idea es desarmarlos y abrevar vicariamente la
estrategia está en el tacto: mantenerlos distendidos y usurparlos
de repente a partir de un avatar en desenfreno.
LÁTEX (m., del lat. latex, –ĭcis, licor, sustancia líquida) En un estrato oculto,
desleído en lo fugaz, anulado de las márgenes de todos los
sentidos. La explicación empírica aparece en la armadura de
flexible oscuridad. El remanso original para describir las alas
en el campo volumétrico y maldito: proponerse percibir como
líquidos australes milímetros difusos, proclives a fusión. No
revocaré el desnudo como sus posibles fuentes: los tejidos
me ofrecieron sus tramontes, aunque todas las turgencias se
dilatan a través de la expresión del yo deshecho.
LECHE (f., del lat. lac., lactis) Supón que lo aniquilan registros de
saudades, y que puede, con un disco, remediarlas; pero en
cierto bar de Brooklyn de pino de Oklahoma donde rasgar su
presa con proyectil de plata. (Esferas como aquella mixtura
la ciudad, materia de un orate y extravío). Luego ves cómo
resalta, resorte que tú eres, contra el cielo raso recto, por sus
tonos intangibles; y que luego se rasura, solicita su calzado,
tantea las urdimbres, pobre radio de su miembro. Entonces
dale elipsis, describe su derrumbe. Habrá quien paute el
coágulo que deje.

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LENCERÍA (f., de lienzo, de lat. lintĕum) Y, para que no acontezca, resucito
de la cómoda un liguero accidental. Se mantuvo entreverado
con el conjunto autómata, pero ahora es paradigma de la serie.
Devuelto algunos años, y a manera de cauterio, recupero un
solo símil: cada muslo enmascarado, con su blonda por en-
cima, que se espesa ante el resguardo constrictor; la fragante
superficie por curtida porcelana lentamente por los tiempos
de molicie. La cruceta de las ingles deja paso a su desbroce:
desarrolla su desboque desmesura. Y aparece, más palpable:
los sentidos como oscuros filamentos del abismo.
LOLITA (n. p. f., d. de Dolores, de Lolita, novela de V. Nabokov, pre-adoles-
cente) Con docenas de cuadernos para urdir metamorfosis,
y artificios de esplendor en las muñecas. De ella mana, con
minucia, la belleza convulsiva, por calor de los compases del
respiro. Bajo las vestiduras los contornos abrasivos: riguroso
estancamiento en la flexión. Querría aislar la flora, que me
inflama, de los fémures, trepando jubiloso, adonde reina el
Arno; y de golpe interceptar, dilatadas las pasturas, el surco
de un tendón y la ráfaga de un brillo: como objeto en mar
de leva contra rocas imposibles o el abdomen inundado de
estricnina. ¿No será que aquellos vidrios me interponen
existencias contingentes, proscripción?
LÚBRICO (adj., del lat. lubrĭcus) Ver el líquido, su emblema, percudir
pesadamente, para arder, un abalorio. Traspasando las pe-
numbras el fenómeno imprevisto, variantes con sus velos:
guardarán correspondencias. Como vísceras las yemas con-
formándose en complejos de por sí indescomponibles. En un
vaivén oblicuo, forzando con las valvas, seguir los mismos
ácidos del mar. Resistirá la exégesis con un relieve nuevo: será
como una síntesis vulgar del inconsciente. Navaja subrepticia
que sigue un ciclo aciago. Nocturnidad tejida con alambre.

43
M
MADURA (adj., del lat. matūrus) Lagartija de subsuelo consumada
en la inconstancia y en el ritmo torrentoso de escurrir. Las
fisuras su refugio del discurso y cavidad: insectívoro feliz de
limo y polvo. Al final: fijada así, que contiene sus tenazas, mil
segmentos y un bellísimo perfil semi-fenicio. Es posible, si no
hay pánico, limar su imperativo: creada con hipnosis sumarle
más relieves, diseñarla hasta lo exhausto, percutir. Todo
queda en la sustancia tal y como aquí lo escribo: una masa
divisible conmutando sus circuitos, reinstalada la quimera
que introdujo con su ingreso.
MAESTRA (f., del lat. magistra) Imbatible la maestra de francés, con
su lento lexicón del oeste del País. Deshacerse entre sus risas,
organillo que infestaba, mas después abrir los campos (el real y
el de la vista), oscurísimas las carnes por el gis. Y la ramificación
de su grupa nutritiva por entre los pupitres: forraje de otras
fórmulas —dicción, conjugaciones— vertido en sedimento de
episodios. Mudar de identidad: apremio de mis fuentes, que
hincan un pasado perimido. Y el contacto es el enigma, pues
consagra con borrascas el vacío a que es proclive para ser.
MALA (adj., f., del lat. malus) Tendré que comentar los hules de su ego,
las múltiples aristas, porque perjudicaban. Será superponer al
fardo gravedad, ancorarse complacido en la nigredo. En un
contraste duro, de archipiélago de tundras: las risas estridentes
volviendo risco el cráneo, sin vértigo el balance: veloz despo-
sesión. Uno olvida al sucumbir que era un cuervo su cabeza
sobre los invernaderos de la mente y esa base de su humor, como
copiar un simio: uhuhhá há, epilepsia compulsiva. Cuando fui
a poner la música supuso que era un cepo, y bostezó.

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MANUAL (adj., del lat. manuālis) Cuatro dedos entre montes y pulgar
sobre los múltiplos y trámite del zíper. Con cáscaras el tron-
co, barranco de venillas, exponiéndolo a sabiendas hasta la
masticación. Manifiesta ahora y no, la intermitencia interna,
con exótico danzar de cobra ante el faquir. Por un lado está
el deseo, por el otro la incidencia como objetos de libídine:
patrones de su engorde infinitivo y proyección. Y finalmente
encarna, desplegando sus dobleces: nudos, sebos y follaje
desatándose, masivos.
MARIMACHO (m. fam., de Mari, apóc. de María, y macho) Menguar con
mascarilla el gran mentón o dividir con tinte las junturas:
contracciones que abrirán advenimientos a la tóxica mordida
de los vicios. Paladea lentamente su avería: maléficos agentes
son los ciclos, hondonadas insondables las ojeras. Y las tibias
(filamentos por escaño por escaño) tejidas de una malla
como yedra en dos vertientes: la nada es reversible pasando
sus contornos, recalcándolos sin un desgarramiento. Los
óleos de la brisa dragando entre los pelos, su luz e inequidad
en los cúmulos inmóviles. Comienza la función: tras otras,
celestiales, pirotecnias silenciosas, fulgura con su número,
centímetros más baja, pagano (yo) que aplaude.
MORENA (adj., f., del lat. maurus, moro) Como sumatoria oscura
desatando su pleamar: cada instancia destructiva, cada en-
gendro a comprimir. De su ciclo puesto en lecho se destilan
los carbones, donde está la mancha ahora de su anécdota
larvada. El cabello la ha borrado, negro manto proceloso
derramado hacia los suelos y abundante, así: en hilván. En
celadas las esencias, contingente es desmembrarse, disolverse
entre los falsos emolientes de la piel. Deberá ser derribada
y asumida como asfixia, y enseguida suplantada por un
magma y no morir.

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MUÑECA (f., de or. prerromano, como moño, muñón, vasc. muno, colina, etc.)
La animaré del légamo plural del arquetipo. Será de las sus-
tancias dictadas por los sueños. La capa de la piel se cubrirá
con lana y el interior de arterias tomando vetas verdes: materia
despuntando con énfasis masivo de los páramos polares. Haré
que su cabello flamígero sucumba cortado entre los lindes
y el envés; un tálamo de espinos que dilaten al límite —y
revienten por un exceso rojo. Después tomando el hule, más
próximo a mi impulso, tendré que cimentarlo: que imponga
un dogma nuevo en actitud supina, perpetuos en los cúmulos
dementes los acordes: espasmos permanentes de un umbral.

46
N
NAILON (m., del ing. nylon) El nailon va a volar, crascita, se desprende,
escapa como líquidos en planos inclinados. Va por roca, y
a derrame, precipítase la pulpa, con el boceto exangüe que
alude a algún coral si cambia de registro, designa algunas
formas, la referencia al mar de su estructura tenue. Su réplica
fecunda se vuelve signo puro porque, en estado cero, tornará
a quebrantadura.
NATURAL (adj., del lat. naturālis) Se deja incrementar sobre las sienes
lana: gaviotas sus patillas, o como sus fascímiles. A no ser
por algo histórico (si existen las tijeras, la disecación, la caza)
montadas sobre un nódulo podrán lograr un vértice, subir
al camisón con aleteos. No todos los cabellos en álgebra
difícil ni el vago devaneo que libran las colinas ni el cambio
de las aguas por un bote pervierten a mis manos buscando
residencia. Sólo algunos de estos hechos: compactos jeans tan
fijos, ardor que inhabilita, rigores del East River…
NINFA (f., mit., del gr. νύμφη, a través del lat. nympha) Reparo aquellos días,
aquí restituidos en curso de razón. No pueden ser narrados
sino en continuidad de cosas descompuestas, templados por
el aire. Revoca las tinieblas, insólito, el caudal: la gama de
los grises a los que supervivo con simples parpadeos. Tendré
que deducirlos truncando el intervalo: si expira, si transpira,
si lleva el pelo negro, entonces mi volumen perceptible para
mí. Del brazo la entelequia con su decantamiento: ligero,
inconsistente, y ancora en el espacio, fantasma a borbotones.
Yo (quise hacerle peso con plomo de palabras) me temo que
se expande por pelambres de alumbrado.

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NOVICIA (f., del lat. novicĭus, ú. t. c. adj.) No tráficos ni hechos, tal vez
embrión de magia: se agarra todavía al mecanismo submental.
En un reposo activo de habitáculos-mucosas del hábito talar:
dominio de las valvas traído a la captura, lo mismo que una
ingesta de cristal. Arroyuelos infinitos, prolongada evolución:
trastrueque de mi yo por su atributo: percibir. Entonces no
me envuelven finísimos soportes de aquello que es real de lo
que se nos oculta.
NÚBIL (adj., del lat. nubĭlis) El júbilo era verla desvestirse. Los pára-
mos mutaban de esplendor. Según saltaban broches y ligas se
viciaban, las formas se erigían con tumulto: por ser aguda-
mente registradas y exentas de las taras de las telas. Furtiva
la bandada del pelo procesado por un tamiz oscuro se hacía
indomeñable. El rapto convulsivo de cuatro extremidades en
rara inflorescencia parecía derivar. Todavía están las crestas,
su busto, pedernales: la córnea se acomoda —perenne— a
la secuencia (inhábil de, en su mácula, volver a vindicar).

48
Ñ
ÑOÑA (adj. fam., del lat. nonnus, anciano, preceptor, ayo) El cuervo-
emblema asoma, lo vuelve todo inválido. Así como se eclipsan
espacios por venir. Estadio indiscernible, primario, en per-
vivencia: la víspera agitaba, siniestro, su follaje para subdi-
vidirse en remolino y trascender. Lo remoto: no posible para
quien formula un bosque, para coludir con planos, percibir
esa evidencia; y asignado a su arquetipo y a su concepción
arcaica todo cuerpo tiene aristas para cimentar los cielos, y
en lo indócil no hay “los cielos” aunque sí la convulsión. Pues
el cuerpo (al que invocaba con los signos precedentes) me
devuelve inconsistencia cuyos grados se dilatan inhibidos por
las sombras y las redes del pensar. Me sorprende: se vinculan,
la materia y el astral, invocando un sucedáneo en su memoria.

49
O
OFICINA (f., del lat. officīna) El corte, en recto, ofrenda su bazofia en
holocausto: sacramento. El conjunto monolítico sucede en tinte
oscuro, en secuencias incesantes, engendrando subconjuntos.
Equilátero (y abstracto) especula con su inverso para derrocar
las órbitas, por su respiración: silueta muy orgánica, planeta
no viciado: como un duro aditamento de lo supernatural.
Yuxtapuesto, como un lapso, que se vuelve epifanía, y con
toda la libido diferida y vuelta bloque.
ORAL (adj., del lat. os, oris, boca) En una de sus bandas la radio nos
dispersa, tornándonos esquirlas de algo entero. Por lastre las
ventanas, neón ineficiente que anuda el derrotero y traducción
de este solaz. Ciudad bajo la pasta del manto solo y frío vestida
tenuemente. Ciudad que me parece fracción reconocible de
lidias que fraguamos para permanecer. Diría que la oblicua
de labios de mercurio tendrá que estar marcada por ese
trueque inverso: se arroja sin la malla letal del artificio, se
vuelve reversible sobre la sumersión. Yo debo estar soñando,
falacia deliciosa, la base del pulgar sobre el derrame. El resto
es sólo nervio, nacarada cavidad: nociones de dos líquidos
convulsos, como légamo.
ORGÍA (f., del gr. όργια, fiestas de Baco, a través del lat. orgĭa) Celaje que
va a siendo la avidez en emboscadas, diana móvil, intangible,
conjunciones disolventes. El umbral de confusión se convierte
en un desboque sin su contenido empírico. Tú serás quien dé
el paisaje (sólo cuerpos derribados): has pensado ser el eje, la
espiral de epifenómenos, y hasta ser eliminado bajo límite
y medida en el lago del asombro, panorama derramado. La
más súbita estampida que se enlaza al devenir: las pupilas

50
tramontando los encajes, fibras rudas, los zapatos negros
altos de revés sobre un tapiz. La existencia son mil noches
que tú crees consecutivas.

51
P
PARQUE (m. del fr. parc) Un antiguo lamparón de clorofila en el
hombro de mi suéter la rescata. Si se va diseminando, me-
tódico desorden; tensada superficie de registro. En alguna
parte debo guardar ese deleite: la palma en el frontal, con
una estampa china su fuelle de cartón dispersando los in-
sectos de la escena del picnic. Así que el sol nos lanza —son
horas de neurosis— malditos perdigones, brutal intensidad:
climaterio de verano. Pese a las construcciones vibrantes de
la mente los hechos se diluyen en su matriz de cobras, bajo
el yugo proceloso de la descomposición.
PEQUEÑA (adj., f., creación expresiva, común a todas las lenguas romances)
Cuarta parte de su mazo, paralelas: limadura. El volumen,
aunque débil, en sublime suma armónica. Levemente sibilina
(como luna en filamentos) en un vértice u ovillo y en des-
pliegue más allá. Circunscrita a los contornos de los ángulos
que fijo me convida a disociar la percepción; y en su género
ya neutro —pero a punto de ser quiste— me deslumbra y
puedo ver. Al transcurso de las piernas, dilatado en un cau-
dal, la fatiga sigue lúcidos relieves pre-romanos con áspera
expansión: aislándolo revela que fue reconstruido sobre los
cuadriculados discontinuos de la norma. Hiberna indemne,
entonces, mi entelequia bien fundada. Territorio en su película
de trama cercenable.
PERVERSO (adj., del lat. perversus) Nublado como plomo plenamente
carmesí, pero vuelto vecindad, ese tronco de mujer. Y al am-
paro de un molusco, de la supereminencia: madreperla para
arder mi eucaristía. En el torno de la mente lo insondable sólo
es red, integrado con el delta y el diagrama de lo mismo. Boca

52
en Babia y anatema de las termas de las formas: el extracto
de temblor de estructuras transpirando.
PEZONES (m., pl., del lat. pecciolus, de pediciolus, d. de pes, pedis, con el suf. –ón)
Soldado duro al plexo. Cabeza fugitiva. En el aire un jazz ligero,
penetrante: en otro plano. Una hilera de marfil que dificulta
el flujo, me dispensa, pavorosa, de otras fuentes de reflejo.
Ni siquiera la aridez hostil de una aureola —sobre su recinto
herbáceo que la ofrece con más lumbre— combate con exceso
ni en las fases intermedias: la cima es como yermo bajo activi-
dad de zapa. Y su torso apenas grueso regenera tempestades y
vitalidad demente desde su volcán de almíbar. Allá abajo mudo
a otro, ruina cruda cuando embiste. Pero aquí desasosiego,
perturbar de bisturí, cavidades con ventosas: muerte parva.
PIES (m., pl., del lat. pēs, pĕdis) Por arriba, orbicular, la suspensiva
rótula; su base los pies (dólmenes) perfectamente planos.
Avizoro (fue mi vicio) liberar la nervadura, tramar las al-
pargatas la praxis de anudar. Advenir es un viable equilibrio
y bamboleo: peripecias por aquel dispositivo; proseguir los
entreactos y larguísimas rupturas para procurar conjuntos de
coherencia. Alzará después el rostro, gacela porque es gracia,
con la que reconstruirse de ese reino imaginario.
PISCINA (f., del lat. piscīna) Lo vislumbro resaltar de su maleza madre,
cuando elude lo celeste, toda pasibilidad. Pero no tenemos
plancton ni aureolas escarlata, como toallas y champúes para
afanes de toilette. El sentido de inferir de lo blanco el rever-
bero se va a descortezar: sugieren yacimientos, pendientes
tolerantes, y la ruina renovada de manera indefinida. Así
fluye, sin ya linde; pasa a morsa de medusa. Distanciándome
ya más —mi buceo es impreciso— de cuanto es sedimento,
sustantivo, racional. Que me extraiga o tal vez no (pero sin
eximirme) de su frígida ficción el pez mujer.

53
PLATINO (m., de platina, de plata, del lat. plattus, platus, plano, del gr. πλάτος)
Pigmento impuro, pero que sé imperfecto, y hasta fuera de
la escala natural. Además de que masivo bajo chorro ecto-
plasmático, cuyo líquido contiene mi límite letal, hasta mi
dilatamiento. Viciosa la embestida, parece estacionaria, hasta
que da un preludio al proceso de transplante. En esporas
esporádicas, sin especificidad, cada boca lo restaura: como
empujar los bronquios sobre sustancias grasas, participando
ciego de total metamorfosis.
PLAYA (f., del lat. tardío plagĭa) Nuestros brazos empalmaban ras-
gadura y rasgadura, y a seguidas subseguimos una plática
aplazada. Dialogar, tomado en frío, con tenazas, en lo estéril,
el achaque deja intacto pero adscrito a la tragedia. Contra
riscos extensivos, el desmonte de las olas liquidaba, destejía,
los pilares de los cuerpos. Nuestros leves organismos, curados
en molicie, nivelaban un formato, la falta de equilibrio; los
peces observaban. Conservo yo mi reuma debajo de la pelvis
(macerada por las piedras). Ella grumos en un ojo, desajustes
en la cerviz, de medir la envergadura de un albatros.
PUÑO (m., del lat. pugnus) Remonto de una jungla de estambre esqui-
zofrénico que ya ostentó un estigma de pistilo con sorpresa.
Falanges que convergen, como temblor y polvo, charquitos
de un estuario proceloso y bisectriz. Contra rojo roturado
traslaciones intensivas reproducen la nerviosa convulsión
que lo fermenta. Después obliga el puño a expandirse al
espongiario: bastó estirar un nudo con elásticos prensiles
del meollo construido de anacondas. Un oasis hay en esto,
dispensando incierto aroma, con la misma apoteosis enfer-
miza de un absceso.

54
Q
QUIETUD (del lat. quietūdo) Qué de cosas de los bosques se le adhieren:
picadillos de una ardilla, los satélites de insectos escrutando
los pistilos con incordio. Muy al borde: pie del agua, contra el
eco de eucaliptos. Caserones tan old fashion e infelices, sobre
el hombro, se establecen sin esfuerzos en su límite precario.
Con gravilla y ramas secas zurciremos ideogramas: es quimera
que un espíritu se aturda contra otro volviéndolo proclive a la
inclemencia. Cerraduras fecundadas, los recodos socavados,
para que se circunscriban en un átomo confuso. Caducan las
manzanas a manera de marimba, de modo que sus labios
plagian la onomatopeya. Así yo siento el cuajo: continuo al
ceñimiento, y mi tórax descansando sobre muelles, y corceles
sin jinetes en el coxis.
QUINCEAÑERA (adj., f., ú. t. c. s.) Acopio en los sentidos superficie
de galápago, caninos ya sin género, saliva entre los bordes.
Sucede porque ríe y el tórax puede aislarse, con idéntica
abstracción, de rellenos de amalgama. Largo eclipse habrá
sin ella, sólo síntesis borrosas de constantes sustentadas por
un ámbito grosero. No la puedo mencionar, ligamentos tan
anguilas: se transporta su demonio al orbe físico. Ambiciono,
simplemente, que los flujos de lo negro formen un diagrama
suyo. O su croquis con crespones y encajitos de vapores en
graciosa vecindad.

55
R
RECORTADA (adj., p. p. de recortar) Cabellos cortos. La mole tan
esbelta. Acentúa con las fiebres mi afición hacia lo equívoco.
Acaso más audaz el traste: el de las mozas en los planos de
los lienzos primitivos, sobre cuya sobrestima flota cierta
desmesura si la masa más grosera baja al fondo de la escala.
Las sienes son astillas resistiendo morbideces, y terminan
elevadas por un pulso trepidante. Acometeré con nudos
todas sus deformaciones, la recordaré intangible pero con
finalidad. No en la página soberbia, sino allende sus linderos,
los abismos copulando y el guarismo de la mente.
RESBALADIZO (adj., de resbalar, a su vez de re– y esbarar) Sólo pasa en
la succión: cuando un sólido da en otro (por lubricación
mediante) para contraer su opuesto. Nulo que es redefinir
la manera de auscultar allí donde hay laderas y redunda la
maraña. Zonas mucilaginosas donde un belfo se solaza, si la
flora estalla entera: brota un número de mirlos.
RETRO (del lat. retro, hacia atrás) Mi tema alternativo era el número
de luces con las que nos deformamos. Horas tórridas del día
que vedaban su marasmo de amplitudes sin usar. Hay un
margen que recreo de manera recurrente: su cabello deseando,
minuciosamente extenso, celebrar con el sentido, y el flagelo
de las faldas rapiñado por las púas hasta conculcar las flores
entre su expansión violeta. Recordar implanta flemas y tu-
multos bajo el tórax ejerciendo una aflicción. Episodios del
ayer, pero que insisten, porque su sino es eso: impermanencia.
ROSADO (adj., del lat. rosātus) Con su tórrida avidez de cabeza de
tubérculo la brasa vierte aromas cerrándose y anclando.
Partículas de pez, mareas, conchas acres: vestigios en las venas

56
de una gran conflagración. Sus crónicas se imponen encarnar
constantemente, rompiendo en un tumulto vectorial, sobre
superficies ígneas, por la esfera indefinible sobre las que están
patentes tempestades de deseo. Cuanto más inerte sea más
codicia de excavar. Para impropia propaganda y tratamiento
en los sentidos.

57
S
SALAZ (adj., del lat. salax, –ācis) Mantuve sus memorias sujetas con
estambres, las que ahora se dispersan de golpe de la urdimbre.
A manera de acarreo vulgar sobre la espalda de pronto se
revelan redivivas. La mente las activa según su gesta aguda
carente de refugios, tibieza de lo anónimo: la boca (rasgo
ambiguo) condensa procazmente, transcrita con sus bárba-
ros acervos de lascivia; camufla habilidad por escalafón del
cuerpo y aquel rostro (siempre arcano) soltando signos verdes.
Gorgoteos, los del yo: episodios sin misterio conmemoran
aquel brote, se disipan y reencarnan.
SICALIPSIS (f., del gr. σΰκον, higo y άλειψις, acción de untar, frotar) Cada
córnea detenida por fermentos eficaces —para así descom-
poner. De su contingente oscuro la cabeza, amplificada,
podrá cartografiar esos yermos: dirimir. Relacionando siegas
inserta en los contornos algunas contracciones, braguetas
prominentes: compensación mental. Espacio inoperante
desde las dimensiones que le resultan próximas: las cree la
yugular. El ojo sólo aspira en el límite ilegible las ascuas de
cigarro de la ropa: erisipela.
SILLA (f., del lat. sella) La mente es el enigma que va mezclando
escenas, son técnicas inútiles. La silla giratoria vistiendo
su vestido; a mano (y en vislumbre, preliminar con óleo) el
túmulo de un delta, siguiendo un plano armónico, exudan-
do. Desde su punto incómodo, bajo virtual asedio, revela
los rescoldos de su descompostura: sumidos en su código
se ven convulsionados por el hálito mortal de los espejos.
El vuelco de los polos, tan insignificante cuando se forta-
lece con dobles nudos dobles. De nuevo habrá el emblema

58
sucediéndolo desnudos, retrospectivamente y a partir de
otros compuestos.
SOFÁ (m., del fr. sofa) Vivir bajo su yugo para no velar mi aspecto;
y así como rumiantes en estrépito agresivo despliegan su
demencia me someto a mi no-estar. Preciso coordenadas
por la aproximación turgente de otro cuerpo: la cal de las
columnas revoca luz que mana, boleros subrepticios tejidos
con bramantes al flanco, por la izquierda. Quién sabe si ra-
zono: cada instrumento músico me da animalidad: bongó en
su cuero enfático y al bajo las viriles tutelas de un acorde. La
voz tremante y gorda postula sobre el núcleo mi inestabilidad,
un ebrio vertebrar de lengua sobre un eje. Qué decir sino
seguirla mientras brote, sin anclar.
SOPLO (m., de soplar, del lat. sufflāre) Molusco repentino que se frunce
y espirala derivando en nervaduras. Puro corcho al paladar,
de tapita de refresco, sin sospechas prefijado en el distrito
de la infancia. Pues la caverna es centro crematorio de un
grabado, desarrollo elemental que trae lo ido. Ciertas llamas
abren ecos (hay que ver al que te liba), emulando a los buitres
—que se inflaman por un cuerpo— busco tierra, tiradero, me
zambullo en el relente. Hay un labio automotriz (porque el
otro sigue fijo) que gran parte de las veces se desorganiza en
goces: es el ósculo esponjoso, aunque dúctil, de un bivalvo,
lo que va deshilvanándome las venas.
SOSTENES (m., pl., de sostener, del lat. sustinēre) Dibuja bien el ojo (su
cierre por el frente) ligerísima sospecha de espesor en los
sentidos. También suma el abdomen que, en decúbito, me
cede, como concavidad: vehículo de Buda, venero de anarquía,
para que rompa en vano su piel con profilaxis. Con esas emi-
nencias, vacío así tan brusco, poco puedo interpretar: imanes
en las copas, microfibra, simulacros, labor en los costados y

59
ese río de su raquis. Yo procedo por las lindes, los declives
uniformes —sin tener que fatigar cada músculo, atenuando.
Deformación del molde (pero mucho más festiva) por virtud
de la materia que elabora.
SUCIO (adj., del lat. succĭdus, jugoso, mugriento) Al raso del derriére mi
cerco se contrae y el centro se disloca, solar concupiscible. La
mixtificación, que se zafa de los códigos o eleva sus estragos
imperativamente. Es mi número: un venero, cuanto borde
una medusa —si ejerciera lo ciliar el imperio en el volumen.
Con impactos específicos, merced a los declives, obtengo
sus demiurgos, las tripas de los pájaros: la técnica desgarra
curvando los contornos, así como avasalla cada cuña super-
ficies. Y tengo que volverme por las formulaciones que borra
una inflexión sumaria de la curva. Lo múltiple es complejo,
los nervios ya molicie, armando el ejercicio imperioso de
la umbría.

60
T
TATUADA (adj., f., de tatuaje, del fr. tatouage) De sus largas escrituras,
como de su transmisión, necesito cavar datos, llamamien-
tos sibilinos. Por supuesto, piel de plástico, la córnea quien
ensambla, dirimiendo, sus demonios. Lo impreciso que se
mineralizara, según disposiciones primitivas, y (ante el uso
inverosímil del espacio) restaurase la ascendencia del vacío.
Arabescos en el dorso: una lámina bulímica, cubierto el
desencaje de los muslos: parece colapsar en constelación
concéntrica, como en la calcinación de ciertas crisis. Yo
podría aislar las tintas de lo que define el coxis, aunque
fueran abrasivos sus meandros. Pero así (telar de arañas en
sustitución del cráneo) más medito en incrustarme, catató-
nico, en su trama.
TEJANOS (m. pl., relativo al Estado de Texas, E.U.A.) El triángulo de un
rostro fabulosamente lánguido subraya sucesivos desenfoques
y registros asimétricos del ojo inmóvil, limpio, la corriente
de cuchillos que los roe. Con un licor amorfo tumultos en
la mente de pronto se disipan y transmutan; y de lo real fer-
mentan estados más ficticios que vuelven a escindirse hasta
hallar confirmación. Confundo así las noches de la yunta,
escandalosas, impresas en templado material de alegoría,
despliegue progresivo (consiguientemente incierto) de una
franja de las fiebres, cuadro blanco. Así también recobro
los tejanos diluidos: las piernas redimidas en su marco de
abandono. Advienen formas rudas, bosquejos defectuosos,
cuya nada me sumerge de repente en su mucosa.
TETAS (f., pl., del germ. titta) Es un bloque (pero compartimen-
tado) que regresa al arquetipo, se disocia por declives y

61
derivas convergentes. Como precipitación que se mancha
en el trayecto, cavidades que se obstruyen de extracción:
materia ígnea en masa que se va determinando para ser
delineada por un pincel grosero. Me podría contundir,
armar de urgencia un gesto, apropiarme el atributo con
un rapto progresivo: las cúpulas nutridas, nadando en su
vigor, almíbares perfectos desasidos de sus ácidos. Mas sólo
haciendo zanjas al subsuelo del consciente.
TRAGANDO (ger., de tragar, de or. inc.) Algunos cortes sobrios y sus
productos blandos parecen espontáneos estallidos de artifi-
cio. El frío determina —los músculos mediante— cebarse en
ciertos huesos, soltar su ardor vicioso, crisálidas que excedan.
Remolinos, plexo abajo, mi cráneo un globo suelto: confusa
desbandada de cadenas de lagunas y nieve entre la grey. La
sien busca medir, razón inventariable: el grueso desarrollo
de impulsos más espesos; propone la impresión de tibia li-
viandad de extensos maxilares de serpiente. De algún lugar
provengo transpuesto por los labios trazando más succiones
perentorias. El Ser quiere ser isla. Que el resto se deshaga.
TRAVESTIDO (adj., del it. travestido) Ingieres ligereza con tus zapatos
suecos. El tiempo desmantelas contra lo indeterminado.
Tu vínculo al instinto, con otra latitud, lo debes a la yerba
y al núcleo de un temblor. El tramo de la recta (lo “siempre
indefinido”) conjura tu vacío con signos diminutos: cocuyos,
anatemas, y rachas de automóviles a cuyo raudo fósforo estiras
hasta el fondo los cantos del vestido. El lomo contra el árbol, y
extirpas un espejo, después el ademán retrógrado de un lápiz
engendra los eclipses —el rímel se agostó. Enésima ocasión,
vulgar anacronía y piensas en tu asfixia con la baba. La sombra
de un cliente, la mano con puñal, deslíen tu monólogo. La
vida es malabar en el aro de un esfínter.

62
TRÍO (m., del it. trío) Vuelven ellas al encuentro despiadado de mí
mismo. Como que se superponen a mi duro imaginario.
Nuestra historia —a su pesar— trae algunos costurones y
un escape indefinible: aparece el desarrollo de un rebrote
retroactivo, constricciones paralelas y el desgaste del pantano.
De repente en los fragores mi cabeza es hondonada, cuatro
brazos, propelidos, me interceptan en su abrazo, en declive e
indefinido bajo la escisión aciaga. Cada cuerpo es confección
de cerosa carne en serie y evitando que me acoja a contraseñas
en la orilla para así desactivar el estado de aislamiento. Las
dos han de ser larvas, presunciones perceptivas: alimento
repelente que se fija por un yerro.

63
U
UNIVERSITARIA (adj., f., de universidad, del lat. universĭtas) Instantáneas
felicísimas las de la facultad, que ya se han vuelto coágulos
muy duros de ingerir. Una serie sucesiva, sobre la sien iz-
quierda, de repente se aligera de su marco carroñero: veía
con los labios toda protuberancia, un envío de la mano que
sumaba al campo un torso, para que desembocara la carne
inconsistente, cuadernos descuidados, en la lentificación.
Como con nuevos medios, sobre la misma roca, reacomodo
la mordaza con un dedo en vertical y a la misma vez macero
la secuela que viví. Ese ayer se descompone por corrientes
subterráneas, agradablemente póstumo. No posee ni porve-
nires ni estación ni varadero.
URBANA (adj., f., del lat. urbānus, urbs, urbe) Quizás desde un declive
mudable del destino su carne con mi carne concilian nudos
toscos. Los climas informales y nidos de neblinas para pa-
vimentar bulevares sospechosos. Despeñándose los soles o
en la precisión de pestes parecía que era nuestra —su hervi-
dero— la ciudad. Siempre en suelo corregido por capas de
la yesca, otras veces bajo un toldo, forma bárbara de nieve.
Cabinas telefónicas por soslayar el frío, peatones ordenados
en un panel de El Bosco: son móviles primarios fijándose en
conflictos del yo, que ya declina, repudiado de esa Arcadia.
Ejercicio simultáneo, demasiado multiforme, que parece
indescifrable ante su urdimbre.
URGENTE (p. a. de urgir, del lat. urgens, –entis) Una noche tumultuosa.
Callejón de bajos fondos. Como al raspar los líquenes frené-
ticos de un muro las trazas de la historia toman cuerpo en
el estrago. Lo claro se degrada y en tránsito va urdiendo la

64
luz de interminables caracteres. Resulta que es otoño, aquí,
terreno nulo; del riego labio a labio no restan incidentes: del
éxtasis que, rápido, amenaza derramar fluyendo con el óleo
alimenticio. Vocablo impenetrable, la verbalidad obscena:
sin pensar invento bálsamos —su fundamentación— que
mi víctima desmiente uno por uno. Pero todo se derrama
podrido entre el marasmo e intacto en su fermento. Atravieso
inanimado, como un nudo, por la anécdota; como residuo
sólido en su río a la cloaca.

65
V
VARONIL (adj., relativo a varón, del lat. varo, –ōnis, fuerte, esforzado) Me
atreveré a hilvanar, de los tiempos venatorios, las cenizas —y
esbozarlas. Eso porque sedimentan en violenta anamorfosis,
grabándose en estampas ya amarillas. Se conoce que ella
vuelve más perfecto el flamboyán porque los pies se mezclan
entre la membrana ardiente. La modela un overol, debajo
dril austero y —a la yunta de las piernas— vedado queda el
núcleo; el pelo vuelto cúmulo en el cráneo viriloide, duro
de dilucidar. Y muta en mito un gesto, tan predominante
entonces: sus falanges sobre un muslo, ligadura imaginaria,
tres urracas en los ramos imponiendo el desenfreno.
VASELINA (f., del al. Wasser y el gr. ήλαιον, aceite) Los labrados de las
telas acorralan al androide con un símbolo masivo: al ceder
su cobertura tendrá más puro el torso devanado por su
brote. La cabeza desde arriba de murciélago pendiendo de
su médula vesánica. El hálito, no sé, con látex jubiloso: algo
auspicia inesperados desembalses. Demasiado agua corriente,
muy convencional la historia. De allí parte lo narrado: del
repliegue de unas faldas que dará tipismo a esto: bajo géneros
crujientes flan y salsas de ese flan, y el diseño movedizo del
ceroso entallamiento y el suavísimo sonido de sorber. Se
desgaja el puño en dedos, en flexión de pancracista: se dedica
a renegar de la carne en polinomio para urdir su embocadero.
Imán de carne viva, nublado de libélulas, para ostentar del
todo inexistencia e imperecer.
VELLUDA (adj., f., de vello, del lat. villus) Bajo yerbas empapadas hay
más pulpa, taladrando desde el fondo hasta la asfixia.
Cardúmenes de negro que zozobran en su barro, devolviendo

66
la escasez a exuberancia. El maxilar se agota, restablece
por sus medios, perseguido y penetrado por un morbo
muscular. Y un ojo no podría, curado en consecuencia,
negarse a los reflejos que bullen en almíbar, que siguen en
su lívido verano de gacela.
VESTIDO (m., del lat. vestītus) El molde perturbado, vendimia que
se eleva: espectro que podría derramar. Debajo del vestido
turgencias lastimeras, gargantas de barrancos, de bosques por
arbustos. El émbolo combusto le sirve de cantera: coloca fijo
el calzo (escarpa aquí la cuesta) que acaba en largas fibras,
mas pasa por entero, debido a que es complejo y al rodeo sis-
temático. Valúa su talante, sopesa cada pasmo, despliegue en
extensión. Y así en retorno eterno, designando otros sentidos:
apenas una ráfaga impugnando la materia.
VIBRADOR (adj., de vibrar, del lat. vibrāre) Alveolo secundario saturado
de armonía, que se mete al pensamiento para ampliar su
psicodrama. Nociones que derivan derramando las neuronas
(aunque no les atribuyo mi desplome). Él se engendra por
sí mismo, abundante agotamiento, extraído de otro estra-
to —porque pasará a ser nómada. Él es seda y se entreabre
cuando va a retroceder porque sabe que el comienzo es un
sinfín. Intemperies devastadas, hasta que las abre el ojo —y
esa siega me es tabú.

67
W
WALKIRIA (f., mit., del ant. al. walkyrien) Apenas viste un paño, remate
en un reborde, por ser otro sentido que la fuente de un dis-
turbio. De donde se propagan taludes desde el torso, resalta
sobre el delta la mampara. Un dato de la imagen, de mi lacra
de visión, y con todo el espejismo virtual de su volumen.
Inexacto en la emergencia, que empieza a haber más musgo:
turgente que haya sido su extendida latitud.
WHISKY (m., voz inglesa) En la esfera de la aurora despiadada la
cabeza, una marcha de gaiteros sus cautivos. Pensamientos
expansivos, pero en sedimento puro, y hasta que se deshidrate
su detritus. Sobre bases más serenas (y previendo este destete)
fibras, médula, moléculas lograron embalsar. Las tibias me
trenzaron bajo pifias en la espalda recibiendo las albricias del
montículo de un pie. Y el espejo expone lepras: el fenómeno
fatiga, cuando cuajan los barrancos en las tráqueas. Pero, al fin,
la sien es ciénaga, invidente en su desastre: rápida caducidad.

68
X
XXX (clasificación de los filmes pornográficos heterosexuales) Esto es algo
diferente: la disolución del físico. Aquí pienso perfilar mi caída
al orbe oscuro. Humo, intenso bisturí: derivados inactivos
parte de este contencioso: los escombros se desplazan, en
perfil superlativo, por océanos de sed que desconozco. Mi
absoluta concepción de ese orbe es imperfecta cuando el brío
de durar se me vuelve una burbuja, cuando el habla es ya la
bruma vacante de la boca, y tropeles en las venas deslizándose
en rizomas. Qué plano más termal si percibo la inminencia
que termina de invocar lo que imagino.

69
Y
YERBA (f. del lat. hĕrba) Si no habremos de creer en mi sinopsis (y el
eclipse de artificio así lo indica) ambos cuerpos se desbrozan
en el yermo: pretérito que el texto desarrolla en porvenir. El
mío es como un lastre que me germina en gamas, ya cadáver
y en vulgar obsolescencia. Y, caído siempre, el otro, yesca
cerca de las llamas, mariposa derribada por la brea de un
derrame. Se desencadenan bosques, superficies corrugadas,
en su núcleo de placer y complacencia. Oh duendes de las
hierbas, preserven nuestros torsos refrenados contra el frío.
Contra el correspondiente contenido de los vientos —y del
pájaro vigía y la extinción.
YERTA (adj., f., del lat. erctus, de ergo, por erĭgo) Levantados en esbozo,
por urdimbres espontáneas, aparecen blancos móviles. Me
atrapa su estupor, raudal como la muerte, se asienta con te-
rrible exuberancia. Y la atmósfera magnética de aquel sostén
corpiño reintegra los tabúes cerebrales de las formas: después
de su ruptura los ríos de las ingles, más los bellos contenidos
que tenía vislumbrados. Una región de espectro prevaleciente
apenas, bajo el denominador de mi fe de asociaciones.

70
Z
ZAPATILLAS (f., d. de zapata, del turco zabata) Fluyó como saliva de
sol fertilizante. Ambos goznes me conducen al desvelo. Las
células ya saben que deben emboscar pero su intersección
aboca al vellocino. Inflexión por inflexión expresa el bello
umbral desde las constelaciones de espumas de lo interno.
Cada intento una corriente de carroña, que se hincha en el
espacio buscando cabalgar. Yo veo que levitan con el entre-
lazado de igual nomenclatura, e hipotéticas elipses del arco
al caminar. Feliz el paroxismo de las protuberancias que
contiene al derredor materia nula.
ZORRA (f., zool.) Atractivos tan brutales parecen accidentes, eter-
na actualidad. Como las cicatrices de frescos de otras Eras
que, por sobre lo tangible, reincorpora el subconsciente. Las
formas se corrompen en su proliferación, insidiosamente
curvas y emboscadas por las ropas: remolino en las rodillas
avanzando al desenlace por la bífida caída del envés. Debajo
de los pétalos —mondados lentamente— motivos de su culto
de furor de enfermedad. Lo que de allí proceda sumará más
sedimento y expansiones de algo oscuro.
ZURRA (f., fig. y fam., de la onomat. zurr) Aspiro a aquilatarla sin el
chal de marta —espurio— pero con la testa al rape: ten-
dría la entidad de los grafitos, para siempre derivando en
deletéreos. La belleza es que, de pronto, contra el filo de
un cuchillo, falte la estabilidad. Mientras tanto me coloco
sobre sus prosopopeyas, puntiagudos redoblantes en la
bóveda craneal. Yo sé que es extinguible su principio del
placer y más si se reduce a desnudez inesperada. Pero fue
tan refringente al estirarse en las ideas que imagino que es

71
de estopa y el ladino su lenguaje. Que parle todavía sobre
el box spring de bruces: agrada oír al lobo traficando con
la tráquea. Así, cuando se quiebra, me recreo en el aullido
como viento en mar picado y el marrano en el bochorno.

72
ÍNDICE

PRÓLOGO   –   9 N – 47

A – 15 Ñ – 49

B – 18 O – 50

C – 20 P – 52

D – 24 Q – 55

E – 27 R – 56

F – 30 S – 58

G – 32 T – 61

H – 35 U – 64

I – 37 V – 66

J – 39 W – 68

K – 41 X – 69

L – 42 Y – 70

M – 44 Z – 71
-

LEÓN FÉLIX BATISTA


SANTO DOMINGO, 1964

Ha publicado El Oscuro Semejante (1989), Negro Eterno (1997), Vicio


(1999), Burdel Nirvana (2001, Premio Nacional de Poesía “Casa de
Teatro”), Mosaico Fluido (2006, Premio Nacional de Poesía “Emilio
Prud'Homme 2005”), Pseudolibro (2008, Premio Nacional de Poesía
“Universidad Central del Este 2006”), Un minuto de retraso mental
(2014, Premio Nacional de Poesía “Emilio Prud'Homme 2013”) y
Música ósea (Cascahuesos, Perú, 2014). Existen varias ediciones,
excrituras y antologías de algunos de estos libros: Se borra si es leído,
poesía 1989-99 (2000); Crónico —segunda edición de Vicio— (Tsé-
Tsé, Buenos Aires, 2000); Prosa del que está en la esfera (Tsé-Tsé,
Buenos Aires, 2006, Universidad Autónoma de Santo Domingo,
2007); Inflamable (La Propia, Montevideo, 2009), Delirium semen
(Aldus, México, 2010), Caducidad (Amargord, Madrid, 2011), Sin
textos no hay paradiso (Gamar Editores, Colombia, 2012), el libro
electrónico Joda poética completa (antología personal, 2013), El
hedor de lo real en la nariz imaginaria (Ruido Blanco, Quito, 2014),
Duro de leer (Viento y Borra, Santo Domingo, 2015), Próximo
pasado (Editorial Praxis, México, 2018) y Prosa de fabricación
casera (Casa Vacía, Virginia, 2018).
En 2003 se publicó en Brasil la antología español-portugués
Prosa do que está na esfera (Olavobrás, Sao Paulo, traducción de
Claudio Daniel) y en 2014 la versión al portugués de Mosaico Fluido
(Lumme Editores, Sao Paulo, traducción de Adriana Zapparoli).
Aparece incluido en una veintena de antologías de poesía publicadas
en diversos países, entre ellas Zur Dos (última poesía latinoame-
ricana, Bartleby, Madrid, 2005), Jardín de Camaleones (la poesía
neobarroca en América Latina, Iluminuras, Brasil, 2005), Cuerpo
Plural (antología de la poesía hispanoamericana contemporánea,
Pretextos, Valencia, 2010), Poesía esencial dominicana (Visor,
Madrid, 2011), y País imaginario (Ruido Blanco, Ecuador, 2011;
Amargord, Madrid, 2014). Ha sido parcialmente traducido al inglés,
sueco, alemán, italiano e hindi.
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DELIRIUM
Se terminó de imprimir en marzo de 2020.
El tiraje fue de 300 ejemplares.

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