Neurodiversidad
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Ernesto Reaño
Eita Peru
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Ernesto Reaño
El Retorno a la Aldea. Neurodiversidad, autismo y
eletronalidad.
2da Edición
Prólogo 10
Introducción 18
Capítulo I
A propósito de las “realidades” que deberíamos per-
cibir 22
Capitulo II
Sistemas culturales y autismo: del nomadismo, la nor-
malidad y lo “neurodivergente” 30
Capítulo III
La mente autista 45
Capítulo IV
Oralidad - escribalidad - electronalidad: producciones
del sentido y neurodiversidad 63
Capítulo V
La palabra electrónica y la narrativa de la neurodiver-
sidad 94
Postfacio 99
Referencias 103
A Isabela Reaño
El Retorno a la Aldea
Prólogo
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las consideraciones más grandes que hice fue acerca del con-
cepto de “tener derechos”, de “inclusión” y todo lo que ello im-
plica. Escribí que no me gustaba la palabra inclusión, porque
no entendía quiénes éramos “nosotros” (o “ellos”). O sea, ¿los
“normales” o neurotípicos tienen el derecho de “incluir” a los
demás? Léase: Darle a otra persona el derecho de “entrar”, de
“unirse a nosotros”… ¡Todos los seres humanos han nacido
para pertenecer! La diversidad es parte de la humanidad. Creo
que la verdadera cuestión es acerca del vivir en comunidad.1
Me parece que está bastante claro – y también es algo que
se menciona en el libro de Ernesto Reaño – que el autismo no
es una enfermedad, ni un desorden, sino una condición atípica
del desarrollo neuronal del ser humano y, por lo tanto, no existe
cura alguna para ello.
Los neurotípicos tienden a querer encontrar una cura para
todo aquello que se desvía de “la normal”. Y, cuando no tienen
éxito en esta empresa, entonces tratan de hacer que las per-
sonas diferentes se acerquen lo más posible a esta “noma”. Pero,
¿quién decide cuál es la “norma”? ¿Y qué piensan las personas
con autismo acerca de esto?
“Si pudiese chasquear mis dedos y ser no-autista, no lo haría,
porque entonces dejaría de ser yo”, le dijo a Sacks. “El autismo
es parte de lo que soy.” (Temple Grandin en Sacks, 1997)
Aquellas son solo algunas de las razones por las que este
libro me gusta tanto…
Hay muchísimo detrás del título de este libro y detrás de los
tan estudiados temas de la Neurodiversidad y la electronalidad.
Se trata de una oda a la Neurodiversidad, escrita con mucho res-
pecto y obligando al lector a reflexionar acerca de la humanidad.
El autor comparte con nosotros muchas ideas e introspec-
ciones en diferentes evoluciones históricas, en una sección que
llama “Del nomadismo a la cultura del autismo”, “El occidente
1 De Clercq, H. (2012), EL DERECHO de las personas con autismo de vivir vidas inde-
pendientes y satisfactorias, hasta el límite de su potencial. En Carta de los derechos
de las personas con autismo. “Reflexiones y Experiencias Personales”. Dublin: Original
Writing Ltd. / Una Publicación de la Organización Mundial del Autismo.
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Introducción.
Por estas fechas, hace catorce años, un niño de seis años con
dificultades pragmáticas de la comunicación me preguntaba si
“sería su nombre” en una peculiar escritura que me alcanzó en
un papel: “-¿yo sere mi nombre¿ Carlos-“.
Entonces yo era un practicante de psicología clínica en una
escuela que trabajaba con chicos con dificultades específicas del
lenguaje y no sabía que -de la mano de Patricia Servat, mi super-
visora- encontraría que esa pregunta me llevaría a elegir no sólo
mi vocación sino que se volvería en el mensaje cifrado, día a día,
en mi convivencia con las personas autistas.
¿Cómo uno llega a ser uno su nombre? ¿Cómo encuentra
uno su aldea?
Hay una larga tradición semiótica que trata de agrupar
los signos que habitamos (y nos habitan) dependiendo de las
tecnologías humanas a través de las cuales producimos sentido y
damos orden a esa gramática que creemos adivinar en el mundo.
Así, Avendaño y Miretti (2006), no recuerdan que:
"Un gran número de autores analiza los cambios
tecnológicos a lo largo de la historia y coincide en distinguir
tres etapas o estadios sucesivos en la historia del conocimiento.
Para Pierre Lévy son: Oralidad, Escritura y Cibercultura.
Para Régis Débray son: Escritura (Logósfera), Grafósfera (Imprenta),
Videósfera (audiovisual).
Para Mark Poster son; Comunicación cara a cara,
Intercambios escritos, intercambios mediados electrónicamente.
Para Simone (2001) Escritura, Imprenta y Audiovisual (radio,
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televisión, internet)."
Nosotros hablaremos de electronalidad, refiriéndonos al
sistema cultural actual, el cual gira alrededor de las tecnologías
hijas de la electrónica y de la cibernética y que, después de la
aparición de la Internet, han supuesto que los usuarios otorguen
sentido a la realidad de manera distinta a las etapas anteriores:
escribalidad y oralidad.
Esta opción parte de la observación de los hechos del len-
guaje y de los actos de comunicación desde la neurodiversidad:
descubrimos que esta era electronal hace que nuestras mentes
operen de una manera similar al procesamiento que se da en
el tipo de mente autista. Las nuevas tecnologías no sólo han
difuminado el hiato que supuso la palabra escrita e impresa
para re-descubrirnos ante la tecnología de la palabra hablada,
de la cultura oral: un retorno a la aldea, una habitada por la
diversidad.
La mente autista, la capacidad de sistematizar inherente a
ella, haría que el humano pudiese sobrevivir en antiguas épocas
y, a la par, crease allí donde este tipo de mentes diferenciaban
diversos frutos para domesticarlos, guardaban las constela-
ciones y sus rumbos, tarareaban las rítmicas creadas para recitar
la creación del cosmos y de milenios de gestas. Esas mentes que
sufrieron del destierro de la época homogeneizante de la pa-
labra impresa, de la medida del “semejante”, de la instauración
de la “normalidad”.
Aquí, la vuelta a un mundo al que la electronalidad nos re-
torna, que el tipo de mente autista, como veremos, ha devuelto
para nosotros: esa aldea, morada neurodiversa, tierra litoral.
Recorrámosla.
Quiero agradecer a Patricia Servat, culpable de que dedique
mi vida al campo del autismo; a Luis Jaime Cisneros, quien no
permitió que fuese “sólo un psicólogo que de psicología sólo
sabe”; a Anne Salazar Orvig, por la paciencia de su enseñanza
en los años franceses; a los lectores de este manuscrito: Carlos
Molina y sus certeras críticas y comentarios y a Nila Vigil, mi
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Capítulo I
A propósito de las “realidades” que
deberíamos percibir
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8 Al respecto hay un apasionante y tormentoso relato: “El caso del pintor ciego al
color”, en el libro Un antropólogo en Marte, de Oliver Sacks (1997). Para un análisis de
las relaciones entre la visión-cerebro-mente-percepción del mundo recomendamos
la revisión de las obras La isla de los ciegos al color y Los ojos de la mente, del mismo
autor.
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Capitulo II
Sistemas culturales y autismo: del
nomadismo, la normalidad y lo
“neurodivergente”
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Occidente y el nacimiento de la
“normalidad”
Del nomadismo y los primeros asentamientos sedentarios
agrícolas, los seres humanos se van conglomerando en ciudades.
Hacia el 6000 a.C. tenemos ya a tres mil personas viviendo entre
los muros de Jericó. Esto marca el nacimiento de la “civiliza-
ción”, como la solemos entender en términos occidentales. La
cantidad de pobladores trae consigo, como señalan Land y
Jarman (1992), la emergencia de normas y de patrones centrados
en una autoridad: se impone un control y una lógica que pueda
subordinar las élites de los individuos gobernados. El espíritu
libre del nómade no es ya tolerable, como tampoco tendencia a
la coordinación presente en la oralidad.
Las características de este período son:
• Los humanos controlan su destino a través de la manipula-
ción lógica y control de la naturaleza.
• El establecimiento de una autoridad centralizada, espiritual
y temporal incluye una estructura jerárquica de poder, un
sistema social rígido basado en relaciones desiguales; reglas,
regulaciones y estándares; poder físico coercitivo; defensa y
guerra.
• División entre las cosas: especialización funcional, depen-
dencia del tiempo y de calendarios; propiedad y herencia;
registros e intercambio, producción mecanizada, y la separa-
ción de lo humano de la naturaleza.
• Pensamiento dualista: correcto e incorrecto, bien y mal, negro
y blanco, masculino y femenino.
• Escasez y límites de los recursos disponibles para compartir
y el poder para determinar con quiénes se comparte.
• Este era el terreno propicio para que la invención de una
nueva tecnología terminase de dar forma y cimentase este
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que aquello que contuviesen los libros no solo era la verdad sino
la medida de las cosas, la descripción de la realidad misma.
La diversidad, el diferente, no tenía ya cabida en este mundo
escribal. De esta etapa nacen las instituciones asilares, lugares
de destierro para quien no fuese el prójimo, el semejante, cons-
truido “a imagen y semejanza” de la divinidad. Un nuevo orden
semiótico parecía repetir en lo humano el soplo de la divinidad
de la imprenta.
Lo que dio en llamarse en occidente como normalidad había
empezado con el avance de la cristiandad: el antiguo daimon que
poseyera a los poetas en la Grecia antigua y que fuese signo de
la inspiración regalada por los dioses se troca en el demonio que
posee y que hay que exorcizar del cuerpo usurpado por el ma-
ligno. Los justos y pecadores, los normales y anormales; aquellos
que son nuestros semejantes y los que se condenarán; nuestros
semejantes y los que hay que apartar, excluir, recluir, en vista de
sus defectos, de su inacabado símil con la creación: los anormales.
El Malleus maleficarum, manual que reúne las prácticas del
exorcismo, data de 1488; asimismo, como señala Foucault (1999)
antes del siglo XVI (1516, primera mención) no existen los con-
fesionarios; la imprenta es creada por Gutenberg entre 1449 (El
misal de Constanza) y 1452 (la Biblia).
Estas fechas no son coincidencia y nos revelan la sacralización
la palabra escrita, impresa, del primer objeto en serie, parámetro
de la semejanza, contenedor de la palabra y verdad divinas. Esta
palabra se vuelve texto para expulsar demonios, los enunciados
se vuelven oraciones rituales que convocan la confesión que ab-
solverá por el poder y la gloria de esta palabra escrita.
Del catálogo de demonios y de rezos para expulsarlos del Ma-
lleus maleficarum a los textos que reúnen lo grotesco, lo anormal,
de todos aquellos que deben ser clasificados para confinarse en
el destierro asilar, de ellos nacen los manuales de psiquiatría del
siglo XX que, menguantes, bajo la electronalidad, llegan hasta
nuestros días.
No hay azar entre el valor de la letra del alfabeto y la mo-
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De la cultura de la discapacidad
hacia nuestra era electronal
La Asociación Psiquiátrica Americana publicó en 1952 la pri-
mera edición de su manual diagnóstico, el DSM (Diagnostic and
Statistical Manual). En él listaba 106 trastornos (según la termi-
nología usada).
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Capítulo III
La mente13 autista
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Tomasello, M. 2010
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16 Como el aprendizaje por imitación, la capacidad para señalar y los gestos comuni-
cativos asociados a la mímica.
17 Decimos “percibidas” porque no es que no existiesen antes. Adelantándonos a uno
de nuestros objetivos, señalamos que el autismo no es una enfermedad, ni siquiera un
trastorno: es una condición atípica del neurodesarrollo humano con la cual se nace,
por ende no existe ninguna cura y se lleva como forma de percibir e interactuar en el
entorno hasta el final de los días.
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• Aquellas que tienen que ver con pedir una acción: son las que
aparecen primero y que son el germen del señalamiento para
pedir ayuda, imperativo (germen posterior de las formas im-
perativas en el lenguaje).
• Aquellas que tienen que ver con compartir emociones: tienen que
ver con el señalamiento posterior para compartir actitudes
y donde se asentarán las funciones expresivas del lenguaje.
• Aquellas que tienen que ver con señalar para ofrecer ayuda: donde
se asentarán las funciones informativas del lenguaje, los de-
mostrativos y deícticos, por ejemplo.
Por otro lado, la mímica temprana —sobre todo en el uso de
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El cerebro sistematizado
En el año 2003, en su libro La gran diferencia, Simon Ba-
ron-Cohen habló por primera vez de la diferencia entre el ce-
rebro masculino y el femenino y sus relaciones con el autismo.
Resumiendo, a través de una serie de investigaciones, este autor
llega a la conclusión de que el cerebro de tipo masculino tiene
una mayor inclinación hacia la sistematización y que el de tipo
femenino una mayor hacia la empatía. Evidentemente, ser
hombre o mujer no determina si uno tiene un cerebro masculino
o femenino de por sí. Esto quiere decir que el género está en la
mente.
La incidencia del autismo en mujeres, hace unos años, era
dada por una ratio de cinco hombres por mujer. Un artículo de
Meng-Chuan, Baron-Cohen y Buxbaum (2015) muestra que la
proporción ha aumentado: actualmente es de tres hombres por
mujer. No ha aumentado el número de mujeres con autismo:
ahora se diagnostican más, sobre todo en el grupo de quienes
son Asperger.
Un experimento pionero de Conneland y Ba’tky (Ba-
ron-Cohen, 2003) mostró lo siguiente a cien niños y niñas de un
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Baron-Cohen, S. 2003
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La mente sistematizadora y el
talento
Así como una araña no puede evitar tejer sus telas (es lo que
se supone deben hacer por naturaleza), la persona con autismo o
Síndrome de Asperger tiene que sistematizarlo todo porque su cerebro
funciona así. De hecho, que se interesen obsesivamente por ciertos
temas demuestra el fuerte impulso que sienten de sistematizarlo todo
(Baron-Cohen, 2008).
Desde los trabajos de Temple Grandin (1995) e Hilde De
Clercq (1999/2006) sabemos que el cerebro autista, la mente au-
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Capítulo IV
Oralidad - escribalidad -
electronalidad: producciones del
sentido y neurodiversidad
Muchos niños autistas se sienten más cómodos con los iconos que
con el lenguaje. Presionan un icono en la pantalla y el iPad hablará
por ellos. Es un ejemplo de cómo puede mejorar la calidad de vida de
las personas brindándoles nuevas vías de comunicación.
Steve Silberman
Imaginemos las siguientes situaciones:
01. Le preguntan oralmente a Pedro si desea ir a pasear y él
responde: “Está lloviendo”.
02. Pedro ve el pronóstico del tiempo, el cual señala que llo-
verá, y deja una nota en el escritorio de un colega: “Va a
llover”.
03. Pedro recibe un mensaje en su WhatsApp: “¿Vamos a pa-
sear?” Textea: “Está lloviendo”, pero siente que su mensa-
je es muy parco y decide añadirle “☹️”.
En los casos 1 y 3 notamos que el vínculo entre Pedro y su
interlocutor se encuentra cargado de expresividad, de la nece-
sidad subjetiva que supone la relación que existe entre un yo y
un tú.
En (1), Pedro apela a las capacidades de su interlocutor para
extraer las inferencias, merced al principio de relevancia, que le
permiten interpretar su negativa al paseo.
Confrontado frente a la “frialdad” de la frase (cuando se le
separa de su situación de enunciación), en (3) vemos a Pedro
añadiendo un emoji que trata de rescatar la gestualidad y la pro-
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Esto tiene que ver con lo que Buhler (1934/2009) llamaba fun-
ción representativa: el camino que lleva del emisor al receptor,
del yo al tú, en la comunicación está mediado, mediante el uso
de signos, por la representación compartida que tenemos sobre
aquello a lo que nos referimos.
Si el mensaje enfatiza en la exteriorización de sentimientos y
pensar del yo, hablamos de función expresiva. Por ejemplo: “Qui-
siera salir a pasear”.
Si se centra en el tú nuestra demanda hacia este, nos refe-
rimos a la función apelativa. Por ejemplo: “¡Salgamos a pasear!”
Al salir de estas dos últimas funciones, la representativa, la
realidad (objetos y estado de cosas), tiende a “objetivarse” en el
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sistema escribal.
Durante la época escribal, los debates (científicos, por
ejemplo) suponían espacios delimitados, textos referenciales
sobre los cuales establecer la línea argumentativa.
Los que estaban ajenos al lugar físico del debate, ya sea epis-
tolarmente (revistas) o al sitio del encuentro debían, forzosa-
mente, enterarse a destiempo y acaso con la imposibilidad de
participar.
Hoy, cualquier persona con acceso a internet puede abrir un
blog, una web, usar las redes para expresar su opinión respecto
de X. Surge la figura del prosumidor (el creador de contenidos y
no mero consumidor), productor y consumidor de signos.
El camino hacia la representación toma en cuenta, entonces,
mi perspectiva X frente a la definición canónica (objetivada de
la realidad) de la era escribal. Frente a la homogenización, las
formas de la electronalidad favorecen la diversidad. La repre-
sentación deviene, entonces, en perspectiva.
Para los fines que nos ocupan —los modos en que produ-
cimos sentido—, los signos de nuestro lenguaje se estruc-
turan, siguiendo a Jakobson (1956), según la facultad de:
A) selección (sustitución): por ejemplo, en la frase: “los girasoles
de María” puedo sustituir la unidad ‘girasoles’ por ‘geranios’; y
B) combinación (entre unidades que coexisten en la misma frase):
en la misma frase cada elemento tiene un orden gramatical para
tener sentido, por ejemplo, combinar los elementos de la si-
guiente manera: “de girasoles María los” afecta la construcción
de sentido.
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radigma-semejanza-metáfora-construcción subordinada.
En la oralidad y en la electronalidad las representaciones son
sintagmáticas: se dan por cercanía, en presencia, principio de la
metonimia: el cacique del pueblo es parte de él por su cercanía
con el resto de pobladores, no es una abstracción que represente
a la colectividad. Importa la cercanía, lo contextual, como ocurre
en nuestro mundo electronal el poder hacer links para dar sen-
tido al (ciber)espacio. Sintagma-contigüidad-metonimia-cons-
trucción coordinada.
Veamos cada una de estas funciones de producción de
sentido.
Función 1.
Representación objetiva /
Representación en perspectiva
En el sistema oral se da una representación subjetiva, en pers-
pectiva, del mundo. Como hemos visto en el capítulo anterior,
esto ocurre en un sistema que tiene como tecnología principal
a la palabra hablada. Los mitos, las tradiciones orales, que tratan
de explicar diversas situaciones de los orígenes o de la vida co-
tidiana, no buscan un contraste objetivo: no está en su lógica el
proponérselo. Un mito, un relato, puede diferir entre regiones
cercanas, pueden contar, en esencia lo mismo, pero con varia-
ciones, sin que exista un canon al cual acudir para verificar su
autenticidad: la precisión como parámetro, en estos casos, no se
considera.
Toda sociedad oral conoce, sí, determinadas rimas o formas
mnemotécnicas que les permiten recitar largos cantos o historias.
Y este es un asunto de asociación por cercanía, por contigüidad.
En el sistema escribal se privilegia una representación objetiva
del mundo merced a la palabra escrita / impresa. Es el mundo de
las definiciones, de la verdad, como hemos visto, tal como se
configura y se ordena desde los textos al mundo. Es el universo
regido por fórmulas:
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Función 2.
Asociaciones por semejanza /
Asociaciones por cercanía
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Función 3.
Lógica subordinada / Lógica
coordinada
Whorf (1939) enseñó que la gramática, la sintaxis de nuestra
lengua tiene una estrecha relación con nuestro pensamiento. Es
decir, cuando usamos el lenguaje nuestra cognición se acomoda
a un filtro de realidad encauzado por las estructuras de nuestra
gramática.
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“Voy al cine
porque
me gusta
que
me lleven”.
Tal como la estructura paradigmática de la subordinación,
donde un elemento depende de otro y que es común cuando se
privilegia la semejanza (metáfora) en el escribir, las columnas
empiezan a ser usuales en templos, palacios, etc. Es más, las
viviendas de las clases dirigentes empiezan a tener comparti-
mentos prefigurados al uso: un espacio para las comidas, otro
para los baños, otro para dormir. Es decir, una subordinación
de las funciones de la vivienda donde un elemento depende de
otro en relación con su relevancia.
La llegada de la imprenta, de la palabra impresa, forjaría más
la visión subordinante del mundo: la planificación de las ciu-
dades, de las casas. Recordemos la típica casa de la clase media
escribal de los mediados del siglo XX:
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