CHINCHILLA, Verónica Murillo. Silvina Ocampo Lo Siniestro Está en Casa
CHINCHILLA, Verónica Murillo. Silvina Ocampo Lo Siniestro Está en Casa
Resumen
Este artículo estudia la obra narrativa de Silvina Ocampo en su reco-
pilación La furia y otros cuentos con el fin de proponer un acercamiento
interpretativo del género fantástico en la perspectiva de esta autora. Los
referentes teóricos van desde el concepto freudiano de lo siniestro, pasan-
do por la noción de vacilación característica de Tzvetan Todorov, hasta
el espanto producido por el absurdo estudiado por Víctor Bravo, todos los
cuales conforman una unidad narrativa.
Abstract
This article studies the narrative of Silvina Ocampo in her book La fu-
ria y otros cuentos in order to present an interpretative approach to the
“Fantastic” from the author’s perspective. Within its theoretical frame-
work, the study starts with Sigmund Freud’s concept of “the sinister”,
continues with Tzvetan Todorov’s concept of “vacillation” and finishes
with Víctor Bravo’s concept of “the horror” produced by “the absurd”.
Thus, these theoretical views help to present the narrative unity of
Ocampo’s book.
E
n 1919, Sigmund Freud se basa en el cuento de E.T.A. Hoffmann “El
hombre de arena”, para proponer un estudio de los elementos deto-
nantes de las sensaciones perturbadoras (en cuanto atemorizantes)
en la cotidianidad humana. Las reflexiones suscitadas al respecto constituyen el
capítulo CIX de sus Obras Completas y llevan por título: Lo siniestro; el término
está relacionado con valores culturales otorgados a ideas tales como la angustia,
el espanto, el terror.
De esta forma, Freud contrapone los conceptos (en alemán) heimlich (se-
creto, íntimo, familiar, hogareño) y umheimlich (lo desconocido, lo insólito, lo
inquietante, lo oculto y lo disimulado). El análisis minucioso de las diferentes
definiciones sobre el término presentes en diccionarios permite a Freud resaltar
el concepto de Shelling: “Se denomina Umheimlich todo lo que debiendo permane-
cer secreto, oculto… no obstante se ha manifestado” (Shelling, citado por Freud,
1981:2487).
El estudio freudiano del cuento de Hoffmann se aboca posteriormente a ex-
plicitar las relaciones de ese relato específico con las conductas del subconsciente
y el miedo a la castración, con lo cual se establece un vínculo entre lo fantástico
aterrorizante y las pulsiones estudiadas por el psicoanálisis. Las implicaciones
de dicha relación no son del interés de esta propuesta interpretativa, por lo que
no serán analizadas.
No obstante, nos parece pertinente señalar la aplicabilidad del concepto
de umheimlich esbozado a partir de la definición de Shelling, a otras diversas
manifestaciones de la literatura fantástica: es decir, la revelación de lo que debió
permanecer oculto. La perspectiva es particularmente interesante, en primera
instancia, porque pone sobre el tapete la idea de la existencia de una dualidad,
la contraposición de los conceptos heimlich / umheimlich que refieren a la opo-
sición conocido / oculto (desconocido); en segunda instancia porque, tal y como se
manifiesta, la presencia de la dualidad genera necesariamente una percepción
conflictiva del equilibrio entre dos opuestos.
Se desprende, por ende, que desde la perspectiva freudiana, lo siniestro es
la sensación inquietante que necesariamente produce la revelación de elementos
del ámbito secreto que debieron permanecer ocultos.
Cuando, en 1970, Tvetan Todorov retoma los diferentes conceptos mediante
los cuales había intentado definirse la literatura fantástica en el curso del siglo
XX, el concepto presentado por Freud es retomado en las diversas variantes en
que había sido formulado. Efectivamente, en el transcurso de su propuesta críti-
ca, Todorov examina la forma en que otros han establecido nexos entre la litera-
tura fantástica y el horror: comenzando por Pierre Georges Castex y su caracte-
rización de lo fantástico como “la irrupción brutal del misterio en el marco de la
vida real” (Castex, citado por Todorov, 2006:25); se incluye también la definición
de Roger Caillois: “Todo lo fantástico es ruptura del orden reconocido, irrupción
de lo inaceptable en el seno de la inalterable legalidad cotidiana” (Caillois, citado
por Todorov , 2006:25).
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La revelación de lo secreto
obsesión con la que la señora cuidaba su figura, de forma tal que la entrada en
escena de Ismael, su “amor desinteresado” y la posterior entronización de la gula
en los hábitos alimenticios de la señora, conforman los elementos que provocan
la muerte “inesperada” de la mujer.
Luego, la inexplicable reacción del personaje que funciona como concien-
cia crítica dentro del relato, se convierte en la manifestación de lo siniestro;
en efecto, dentro de una narración presentada como denuncia de la nefasta in-
fluencia de Ismael Gómez en la vida de la señora, repentinamente, el personaje
narrador acota: “Perdí la cabeza. Me arrojé en los brazos que Ismael Gómez
me tendía como un padre y comprendí que era un señor bondadoso” (Ocampo,
1997:103).1
En el caso de “Nosotros”, la conducta masoquista se presenta de manera
más vertiginosa desde el planteamiento de la situación narrativa; se trata de
gemelos que deciden compartir a la esposa de uno de ellos. A pesar de que la mu-
jer desde antes del matrimonio rechazaba la posibilidad de incluir al hermano
en el afecto entre ella y su novio, no se apercibe cuando comienza a compartir
íntimamente con su cuñado. Se establece entonces el ménage à trois, en el cual
el “impostor” parece vivir atormentado ante una situación que él mismo había
propiciado; finalmente, los gemelos son descubiertos por la esposa… y contraria-
mente a la expectativa que Ocampo crea en el lector de una confrontación inevi-
table, los tres deciden mudarse lejos, dando a entender que en adelante será más
bien el esposo el intruso en la relación.
“El castigo” narra desde la perspectiva de unos celos irracionales, de un
puritanismo exacerbado y de una posesividad rayana en el absurdo, una his-
toria de amor que se convierte en círculo casi sadomasoquista en el que sólo la
muerte puede variar el panorama devastado. De igual forma, el planteamiento
de una relación enfermiza, anómala, es también el núcleo de “El asco”, donde
la pareja establece una relación de amor/odio que recuerda demasiado de cerca
la realidad. Los personajes se mueven dentro de un círculo vicioso plagado de
contradicciones que les impiden experimentar la reciprocidad del amor; Rosa-
lía, la protagonista, es un personaje contradictorio y atormentado, para quien
la paz consigo misma significa la desavenencia con el marido y el afecto por él
se convierte en una carrera hacia la autodestrucción: “Ahora tiño el cabello de
Rosalía: le salieron hebras blancas, a fuerza de querer amar, de no querer amar
y de querer amar de nuevo” (Ocampo, 1997:209).
En “La paciente y el médico”, la narración gira en torno a la revelación de
las intenciones de los protagonistas de un amor “malogrado” entre una paciente
y su médico; el lector participa del relato de la misma historia, pero presentado
desde las dos caras de la moneda. La mujer experimenta un amor obsesivo y
manipulador hacia su médico, quien en un principio pareció corresponder a su
afecto, pero posteriormente prescindió del vínculo.
En su afán por poner distancia de por medio entre la mujer y él, le en-
tregó un retrato suyo, con el pretexto de que así ella podría verle y hablarle
cuando quisiera. Sin saberlo, el retrato se transforma en una entrada al mun-
do femenino:
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que lo que está leyendo pertenece al mundo de la ficción; así lector oscila entre
los opuestos.
Otro de los componentes de tan particular manera de narrar lo constituye
la presencia y el empoderamiento del doble como forma de manifestación de lo
siniestro. Al respecto, Víctor Bravo (1988) menciona en su estudio sobre la narra-
tiva fantástica y la naturaleza de la ficción que el doble: “[…] puede manifestarse
a través de la proyección del yo (el otro es a la vez exterior e interior al yo), pero
puede tener otras manifestaciones como […] la metamorfosis del yo a través de
procesos teratológicos […]”, (Bravo, 1988:133).
Es ante esta manifestación del doble que se enfrenta el lector de “Nosotros”,
“El vástago”, “La casa de azúcar” (donde además se menciona esta posibilidad de
forma explícita: “Sospecho que estoy heredando la vida de alguien, las dichas y
penas, las equivocaciones y los aciertos. Estoy embrujada”. Ocampo, 1997: 57).
Se construye así un juego de narraciones en primera persona de historias ajenas
y propias en medio de un mundo donde no encuentra asidero la idea de un senti-
do único, comúnmente aceptado, para juzgar las cosas.
Dentro de la realidad narrativa de Ocampo coexisten la rigidez y la incon-
sistencia, de forma tal que sus relatos son leídos “como una manifestación de lo
fantástico: de la anomalía, de la coincidencia contradictoria de los opuestos, lo
normal y lo no anormal” (Pezzoni, 1997:17). Y cita una definición clásica de lo
anormal: “Lo anormal es todo lo que en el nivel natural o sobrenatural, físico o
metafísico, psíquico o parapsíquico resulta fuera de lo aceptado sociocultural-
mente por uno o más grupos” (Barrenechea, citada por Pezzoni, 1997:17).
Al respecto, conviene acotar que dentro de lo que se considera anormal, jue-
ga un papel preponderante toda subversión del orden preestablecido, especial-
mente en lo referente a los roles de autoridad. En este sentido, Silvina Ocampo
saca provecho de todo lo que puede interpretarse en su obra como mundos inver-
tidos; así, se erosiona la mencionada noción en relatos como “Los amigos”, “La
raza inextinguible”, “Informe del cielo y del infierno”, “El vástago” y “La oración”,
por citar sólo los ejemplos más elocuentes.
Finalmente, pero no menos importante, el rasgo corolario de esa manera de
narrar, tan específicamente “ocampiana”, es una perspectiva en la voz narrativa
que acentúa la perturbación en el lector. Se trata de algo que podría definirse
como “objetividad alevosa” cuyo efecto es trasladar al lector el poder de aceptar el
mundo ficcional propuesto por la autora y sucumbir a la revelación de lo oculto.
Esta condición permite afirmar que los relatos de Silvina Ocampo cumplen
con el postulado todoroviano de confrontar al lector con la posibilidad de un mun-
do regido por leyes que nos son desconocidas; si lo revelado es, precisamente, lo
que debía permanecer ignorado, ¿cómo descubrir las leyes que lo rigen? Ahora
bien, lo que resulta aún más perturbador en el caso de Ocampo, es que el mundo
narrado es aceptado como válido y no es cuestionado desde la perspectiva de los
personajes, salvo contadas excepciones, como “La casa de azúcar”.
Recuérdese que Todorov planteaba que la vacilación del personaje era tras-
ladada al lector; Silvina Ocampo traspasa el límite y enfatiza el libre albedrío
del lector para apoderarse del texto según su voluntad. Ocampo hace suya de
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Visité cuatro veces el piso que estaba en construcción. La primera vez fui
de mañana; estaban poniendo ladrillos en una pared medianera. Me senté
sobre maderas apiladas. ¡Era la casa de mis sueños! El albañil (que se lla-
ma Anselmo) me llevó a la parte más alta de la casa, para que viera la vis-
ta. Sabes que tu sierva no quiso demorarse en la casa en construcción hasta
tan tarde y que al torcerse el tobillo tuvo que quedarse, disgustada, un lar-
go rato entre hombres, esperando que el dolor pasara.(Ocampo, 1997:194)4
[…] Lavinia lloraba de noche, porque temía a los animales. Para combatir
sus inexplicables terrores, metí arañas vivas adentro de su cama. Una vez
metí un ratón muerto que encontré en el jardín, otra vez metí un sapo. A
pesar de todo no conseguí corregirla; su miedo, por lo contrario, durante
un tiempo se agravó. (Ocampo, 1997:118)
El ejemplo de “La furia” es elocuente como una maldad maquiavélica, in-
aceptable desde la construcción sociocultural de la amistad; el tema es retomado
y llevado más lejos en sus alcances en “La boda”. Idéntica construcción de alevo-
sía disfrazada de inocencia se presenta como núcleo de “Las fotografías”, esta vez
en torno a una historia familiar:
Llegamos así al último punto de interés para esta reflexión sobre la narra-
tiva de Silvina Ocampo; nos hemos ocupado de establecer las relaciones entre su
narrativa y las diferentes posturas teóricas que asocian lo fantástico con lo si-
niestro como sentimiento inquietante; además, hemos examinado las diferentes
aristas que componen una forma de narrar particularmente útil en la generación
del temor; finalmente, nos interesa mirar desde más cerca las oscilaciones entre
las manifestaciones de lo siniestro y los medios para conjurarlo.
La crítica en relación con lo fantástico coincide en afirmar que ante el asom-
bro que produce el relato, el lector debe decidir si lo cree, y da paso al espanto, o
si lo interpreta como un hecho absurdo, simple literatura de irrisión. La razón de
esta cercanía tiene su origen en la propia concepción de lo fantástico:
Quizá el ejemplo más crítico hacia esa ritualidad vacía lo constituye “Las
fotografías”, relato que desmenuza con frialdad sorprendente un ceremonial co-
tidiano: la celebración del cumpleaños de Adriana y la consiguiente obligación
de retratarse con los asistentes. La muchacha está convaleciente de una larga
enfermedad y a pesar de que va dando muestras del agotamiento de sus fuerzas,
nadie se percata de la situación; bajo la dictadura de las convenciones sociales,
Adriana es obligada a fotografiarse con personas y con objetos, en las poses más
variadas, para que quede testimonio del día más feliz… Al final, la muchacha
sucumbe ante la desconsideración ajena, pero el ritual se cumple.
El resultado de la narración “[…] nous secoue cependant par le bout de
réel que proposent motifs d’horreur et procédés d’humour combinés” (Zapata,
1995 :18)5. En otras palabras, si bien es cierto que la narración proporciona mo-
tivos risibles, también es cierto que es una risa que inconscientemente funciona
como una escapatoria del temor: la situación refleja demasiado la realidad hu-
mana: la dualidad sublime/grotesco que se debate dentro de cada uno.
Ahora bien, en el caso de los relatos de Silvina Ocampo, los procedimientos
irrisorios se encuentran dotados de una particularidad que aumenta la eficacia
de lo siniestro: se trata del efecto de repetición y acumulación. En este sentido,
dichos rasgos parecieran reflejar esquemas obsesivos en las narraciones, con el
fin de:
Notas
1 El destacado es nuestro.
2 Destacado nuestro.
3 “(lo fantástico) supone una lógica narrativa a la vez formal y temática que, sorpren-
dente o arbitraria para el lector, refleja, bajo el aparente juego de la invención pura, las
metamorfosis culturales de la razón y del imaginario colectivo”.
4 Destacado nuestro.
5 “[…] nos sacude, sin embargo, por el componente de realidad que proponen los mo-
tivos horrorizantes y los procedimientos humorísticos combinados”. Traducción nues-
tra.
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