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Hora Santa para Enfermos
Hora Santa para Enfermos
Monitor:
Señor: Hoy en este día resuenan en mis oídos las palabras que dijiste:
“Aunque la madre se olvide de sus hijos, yo jamás te olvidaré”
Sé que me miras con cariño y me amas con ternura, porque estoy enfermo.
Los sacrificios que este día me reserva, con tu ayuda quiero soportarlos
pacientemente y las alegrías que por ventura sienta, quiero compartirlas con
quien esté sufriendo conmigo.
¿Eres capaz de dar tu vida por su amor como los mártires? (unos segundos
para meditar)
Cuando el dolor llame a tu puerta, no te rebeles contra Dios, ofréceselo con
amor. El sufrimiento con amor es la perla más preciosa que puedes ofrecer a
tu Padre Dios.
Tu vida es de Dios, no lo olvides, y a Dios debe volver. Tu vida solo tendrá
sentido en la medida en que vivas con amor por Dios y para Dios, sólo así te
realizaras como persona serás de verdad plenamente feliz.
Me preguntarás: ¿Por qué Dios me ha castigado de esta manera? ¿Por qué
tengo que sufrir esta enfermedad incurable? ¿Hasta cuándo? ¿Por qué Dios
se ha llevado a mis seres queridos? ¿Por qué? Y podrás seguir
preguntándome muchas más cosas.
Hermano enfermo, escúchame, quiero hablarte al corazón, con sinceridad.
Una de las penas más grandes que puedes sufrir es tu soledad. Ya sé que los
demás no pueden comprender la profundidad de tu dolor interior al sentirte
inútil y sin ganas de vivir. Pero Jesús, que ha sufrido más que tú, si puede
entenderte. Acude a Él, acércate a Él, no te quedes a distancia y dile que te
abra los ojos del alma para que puedas comprender el sentido de tu vida y de
tu dolor. Dios tiene para ti una misión especial, que no ha encomendado a
ningún otro. Quizás sea una misión poco brillante, quizás sea oculta y oscura
a los ojos del mundo, pero no por ello, menos importante. Tú vales
infinitamente para Dios. Jesús murió por ti y te ama infinitamente. No te
desanimes, mira a lo alto, mira a Jesús clavado en la cruz y dile:
SILENCIO
Señor, gracias por mi vida. Gracias por haber muerto por mí en la cruz.
Gracias por tener un plan maravilloso para mí. Gracias porque a pesar de
todas mis rebeldías y de todos mis miedos y rechazos, Tú sigues teniendo
paciencia conmigo y me amas a pesar de todo. Gracias, porque me has
hecho así. Gracias, Señor. Te ofrezco mi vida y te ofrezco mi amor con todos
los besos y flores de mi corazón. Amen. PADRE NUESTRO
LECTOR 3:
JESUS, MAESTRO, TEN PIEDAD DE NOSOTROS…
Señor, ten piedad; Señor ten piedad; he aquí la oración que no deja de brotar
de lo más profundo de nuestro ser.
Antiguamente había una ley que aquel que estuviera enfermo de lepra tenía
que apartarse del pueblo y de la gente, porque era considerado un gran
pecador. Y si obtenía la curación, debía presentarse a los sacerdotes para que
ellos comprobaran el hecho. Jesucristo vino a cambiar esas leyes por las leyes
del amor, pues la enfermedad no es porque haz pecado, sino por voluntad de
Dios que de ese mal sacará grandes bienes.
Debemos respetar también las leyes fuera y dentro de nuestras casas. Esto es
lo que manda nuestro Dios. Cuando llega la enfermedad no es solo dolorosa
para aquel que la padece sino también para aquellas personas que nos aman.
SILENCIO
Señor te doy gracias por mi familia y por todos aquellos que me ayudan a
cargar esta Cruz.
Lector 4:
CONFIANZA, ALABANZA.
Dios te ama, y tu vida está en las manos de Dios, bajo control de tu Padre
Dios, que te ama infinitamente. Confía en El, pase lo que pase, y dale las
gracias, porque todo lo permite por tu bien. Vale la pena confiar en El sin
condiciones.
SILENCIO
Mi corazón está siempre con la puerta abierta para que entre Jesús, cuando
Él quiera, sin pedir permiso. Yo le digo: “Estoy en tus manos, haz de mi lo
que Tú quieras, sea lo que sea te doy las gracias, porque te amo y confió en
Ti
Vale la pena confiar en Dios sin condiciones. Por eso, cuando tengas
sufrimientos, dite a ti mismo:” Mi Padre Dios vela sobre mí. Él lo sabe
todo, sabe lo que me está pasando y conoce mis necesidades. Mi Padre es
bueno y me ama. Puedo estar tranquilo, sabiendo que Él está tomando
todas las medidas necesarias para ayudarme y solucionar mi problema.
”Oh Señor, aunque pase por un valle de tinieblas no temeré mal alguno
porque Tú vas conmigo”(Sal. 23) PADRE NUESTRO
Lector 5
SILENCIO
Lector 6
LEVANTATE, TU FE TE HA SALVADO…
MISION
SILENCIO
Señor, ¿quieres mis manos para dar amor a los pobres enfermos?
¿Quieres mis pies para pasar el día, visitando a los encarcelados, a los
necesitados a los marginados?
Aquí está mi dolor y mi alma con todo lo que tengo y todo lo que
soy. PADRE NUESTRO
ORACION (+Padre Emiliano Tardif)
Te pedimos por la gloria del Padre del cielo, que sanes a los
enfermos. Haz que crezcan en la fe, en la esperanza, y que
reciban la salud para gloria de tu Nombre. Para que tu Reino
siga extendiéndose más y más en los corazones, a través de
los signos y prodigios de tu amor.