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Rubén Darío es citado generalmente como el iniciador y máximo

representante del Modernismo hispánico. Si bien esto es cierto a


grandes rasgos, es una afirmación que debe matizarse. Otros autores
hispanoamericanos, como José Santos Chocano, José Martí, Salvador
Díaz Mirón, o Manuel Gutiérrez Nájera, por citar algunos, habían
comenzado a explorar esta nueva estética antes incluso de que Darío
escribiese la obra que tradicionalmente se han considerado el punto
de partida del Modernismo, su libro Azul... (1888).
Así y todo, no puede negarse que Darío es el poeta modernista más
influyente, y el que mayor éxito alcanzó, tanto en vida como después
de su muerte. Su magisterio fue reconocido por numerosísimos poetas
en España y en América, y su influencia nunca ha dejado de hacerse
sentir en la poesía en lengua española. Además, fue el principal
artífice de muchos hallazgos estilísticos emblemáticos del movimiento,
como, por ejemplo, la adaptación a la métrica española del alejandrino
francés. Además, fue el primer poeta que articuló las innovaciones del
Modernismo en una poética coherente. Voluntariamente o no, sobre
todo a partir de Prosas profanas, se convirtió en la cabeza visible del
nuevo movimiento literario. Si bien en las "Palabras liminares" de
Prosas profanas había escrito que no deseaba con su poesía "marcar
el rumbo de los demás", en el "Prefacio" de Cantos de vida y
esperanza se refirió al "movimiento de libertad que me tocó iniciar en
América", lo que indica a las claras que se consideraba el iniciador del
Modernismo. Su influencia en sus contemporáneos fue inmensa:
desde México, donde Manuel Gutiérrez Nájera fundó la Revista Azul,
cuyo título era ya un homenaje a Darío, hasta España, donde fue el
principal inspirador del grupo modernista del que saldrían autores tan
relevantes como Antonio Machado, Ramón del Valle-Inclán y Juan
Ramón Jiménez, pasando por Cuba, Chile, Perú y Argentina (por citar
solo algunos países en los que la poesía modernista logró especial
arraigo), apenas hay un solo poeta de lengua española en los años
1890-1910 capaz de sustraerse a su influjo. La evolución de su
obra marca además las pautas del movimiento modernista: si en 1896
Prosas profanas significa el triunfo del esteticismo, Cantos de vida y
esperanza (1905) anuncia ya el intimismo de la fase final del
Modernismo, que algunos críticos han denominado postmodernismo.

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