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Letras de America Estudios Sobre Las Literaturas Continentales 877038
Letras de America Estudios Sobre Las Literaturas Continentales 877038
LETRAS
DE
AMERICA
EL COLEGIO DE MEXICO
CENTRO DE ESTUDIOS LITERARIOS
de
EL COLEGIO DE MEXICO
ENRIQUE DIEZ-CANEDO
LETRAS DE AMERICA
Primera edición, 1944
LETRAS DE AMERICA
ESTUDIOS SOBRE LAS LITERATURAS
CONTINENTALES
EL COLEGIO DE MEXICO
INDICE GENERAL
Noticia del editor.............................................................. 7
Nota preliminar......................... .......................................... 9
I
Unidad y diversidad de las letras hispánicas .... 13
Palabras en el descubrimiento de la placa con el nombre
de “Juan Ruiz de Alarcón” sobre la antigua calle del
Teatro Nacional............................................................... 47
Perfil de sor Juana Inés de la Cruz...................................... 51
Hacia una edición completa de Rubén Darío:
1.......................................................................................... 71
II. ....·····.···· 75
III. .............. 81
IV. Una carta y un breve comentario .... 87
Otras notas acerca de Darío:
I. Una digresión de Alomar y unos versos de
Darío........................................................... 92
II. Rubén Darío en la Sorbona................................ 96
III. Casticismo y americanismo..................................99
La otra América ....................................................................104
Los estudios de Isaac Goldberg.......................................... 113
II
Amado Nervo ............ 123
Aproximaciones a Chocano:
I. Dos coronaciones .
423
424 ÍNDICE GENERAL
III
Francisco A. de Icaza . 207
Efrén Rebolledo.................................................................... 213
Tablada y el haikai............................................................. 216
Enrique González Martínez . ............................................ 222
Facetas de Alfonso Reyes:
I. Las Huellas .......... 229
II. El Correo literario de Alfonso Reyes . . . 233
III. Comer y cantar ....................................................... 238
IV. La experiencia y la ciencia ...... 242
Lírica mexicana................................... 247
Poetas en antología (Maples Arce).................................... 251
De poesía colombiana ............................................................. 258
Poetas de Bolivia........................................... 267
ÍNDICE GENERAL 425
IV
Florencio Sánchez y su teatro . ............................... 311
Lugones y la libertad en el verso:
I. Sílabas contadas ......... 323
II. El verso y la prosa ........ 327
Al margen de Ricardo Güiraldes:
I. Xaimaca .....»»··». 332
II. Entre la pampa y París ...... 336
Alfonsina Stomi, poetisa argentina ...... 341
Rafael Alberto Arrieta . ................................................. 349
Unidad de Fernández Moreno ....... 355
Girondo ... .......... 364
Fervor de Buenos Aires ......... 369
Dos novelas mexicanas:
I. Mariano Azuela: Los de abajo .... 373
II. Martín Luis Guzmán: El águila γ la serpiente 376
El secreto de Ermilo Abreu Gómez ...... 380
Tres libros de Hernández Catá:
I. Los siete pecados ........ 386
II. Historias de locos ··.«··.· 387
III. Zoología pintoresca ........ 391
426 ÍNDICE GENERAL
APENDICE
Filipinas en el confín del mundo hispánico .... 405
Señores académicos:
Hoy de madrugada
yegué a mis taperas,
y observé en el pasto mojáo po*el sereno
yo no sé qué güeyas...
Dentré, y a mi china
la encontré despierta...
Pulpero, eche caña, que tengo la boca
lo mesmo que yesca...
Yo tengo, pulpero,
pa que usté lo sepa,
la moza más linda que han visto los ojos
en tuita la tierra.
I
Desde el 12 de octubre de 1922 hay en Madrid una
“Glorieta de Rubén Darío”. Ha logrado así, entre nos
otros, la memoria del gran poeta, una consagración
pública desde mucho tiempo esperada. El paraje a que
presta su nombre es, como se sabe, uno de los bellos si
tios de la capital española. Lope de Vega, desde lo
alto de su estatua, lo ennoblece con su presencia. Los
dados a trazar conversaciones imaginarias pueden ha
llar en la glorieta de Rubén Darío tema para un colo
quio entre dos hombres que amaron, por encima de to
das las cosas, la vida; por tanto amarla se les volvió
poesía en todo momento. Poesía tumultuosa, cálida
improvisación a menudo, con la materia viva palpitan
te, en el clásico; poesía revolucionaria, carne estreme
cida en que aún tiembla el asta de la saeta que le arro
jaron las pasiones, en el moderno.
Ante los niños de las escuelas, ante una morada y
negra fila de jinetes municipales, a los acordes de la
banda, una representación del Municipio con el alcalde
a su frente descorrió la cortina de la placa que ostenta
el busto del poeta. Antes, los discursos rituales. Unas
* Reproduzco estos artículos tal como se publicaron, a su tiempo,
en la revista España. Por extraño que parezca, aún conservan actualidad.
Los errores que señalan no ban sido corregidos en la difundidísima edi
ción de Aguilar, publicada como Poesías completas, de Darío, con el
señor Cbiraldo como único responsable.
71
72 HACIA UNA EDICION COMPLETA DE DARIO
II
Hice ya mención, en páginas precedentes, de las
dos ediciones de Rubén Darío, una terminada y otra
en curso de publicación, que se llaman completas. Aun
que pudiera parecer prematuro cuanto se escribiese
hoy acerca de la segunda, no creo que lo sea, pues ya
se marca bien, gracias a los tomos publicados, lo que
va a ser: una colección fortuita, en que se recoja lo
que buenamente llegue a manos de los ordenadores, si
es que se les puede llamar así. Alquien me ha dicho
que mi mención del tomo primero peca de bondadosa
y me ha hecho revisarlo. En efecto, hay en él, â más de
lo que advertí entonces, poesías de Prosas profanas,
de Cantos de vida y esperanza, del Canto errante; se
dice escrita por Rubén Darío a los catorce años “La ro
sa niña”; se da como de Rubén una rima de Bécquer:
“Una mujer envenenó mi alma...”
Señalé igualmente los tres libros postumos Sol de
76 HACIA UNA EDICIÓN COMPLETA DE DARIO
Rosas profanas
III
IV
UNA CARTA Y UN BREVE COMENTARIO
“Señor director de España.—Madrid.
“Muy señor nuestro y compañero de toda nuestra
consideración: En los números 404 y 409 de la revista
que usted tan acertadamente dirige, correspondientes
a los días 12 de enero y 16 de febrero, respectivamen
te, hemos leído dos diversas notas de distinto tono y
distintas en su intención acerca de los dos primeros vo
lúmenes publicados de las Obras completas de Rubén
Darío, que, bajo nuestra dirección, se están publican
do, avalados por la preclara firma de la Biblioteca
‘Renacimiento’.
“Las dos notas, o artículos bibliográficos, suscri
tos por el señor Díez-Canedo, son conducentes a demos
trar que nosotros, recopiladores y organizadores de esta
nueva edición de Rubén Darío, hemos procedido a la
rebusca de materiales y selección de ellos con celeridad
atropellada y punible, o como se dice comúnmente, a la
diabla... Como estos conceptos del señor don Enrique
Díez-Canedo,· autor de las dos diversas notas o artículos
a que aludimos, afectan a nuestra probidad literaria, no
podemos admitir que se propalen y cundan sin la enér
gica protesta de nuestra parte. Y así amparados a la
ley de imprenta, y más aún, confiados a ese espíritu de
equidad y justicia, acudimos a usted para que se sirva
dar publicidad a estas líneas en su semanario.
“La primera acusación que se nos hace es la de que
hemos interpolado entre las poesías inéditas de Rubén
Darío —contenidas en el volumen Baladas y cancio
nes— una que no es original suya, sino del poeta fran
cés Jean Rameau, y no traducida por él, sino por un
88 HACIA UNA EDICIÓN COMPLETA DE DARIO
I
UNA DIGRESION DE ALOMAR Y UNOS VERSOS
DE DARIO
II
RUBEN DARIO EN LA SORBONA
111
CASTICISMO Y AMERICANISMO
I
DOS CORONACIONES
II
CHOCANO, POETA EPICO
III
VIDAS NO PARALELAS
I
VERSOS DE AMOR
II
AMERICANISMO Y NOVELA
A MI PADRE, ENCANECIDO EN LA
FUERZA DE SU EDAD
A HÉRCULES
AL TRIUNFO DE JUDITH
Huye la ligadura
del raro consonante...
Clavada en la saeta
de su pico y sus patas,
la garza vuela.
O éste:
Día lluvioso:
cada flor es un vaso
lacrimatorio.
La guitarra
tiene embobadas a las estrellas
con las historias de amor que narra.
I
LAS HUELLAS
II
EL CORREO LITERARIO DE ALFONSO REYES
III
COMER Y CANTAR
ta, nadie osará decir que el sentido del gusto sea éste
en los versos epigramáticos de la Minuta.
El epigrama se viste en ocasiones de fábula moral;
así, en las “Legumbres”:
IV
LA EXPERIENCIA Y LA CIENCIA
I
GABRIELA MISTRAL Y DESOLACION
II
PALABRAS A GABRIELA MISTRAL EN EL PEN CLUB
DE MADRID (16-XII-1924)
III
TALA
I
SILABAS CONTADAS
Leopoldo Lugones, en La Nación, de Buenos Aires, dis
cute una vez más las libertades métricas adoptadas por
las que llama él “musas a la moda”. Su posición es de
extrema derecha y parece asentada en un principio in
conmovible: “Ningún verdadero artista se siente incó
modo con la fidelidad que a su arte debe, porque ella
es su ley de honor”. No se habla aquí de “reglas”,
como en los antiguos tratados retóricos; pero se las da
por existentes y poco menos que por invariables. Lu
gones, en quien se ha de reconocer “gran maestría”,
para decirlo con frase de Berceo (sin referirlo concre
tamente a las “sílabas contadas”, como nuestro poeta
medieval), aparece como campeón de una forma poéti
ca definida, frente a la actitud de muchos poetas más
jóvenes, por obra de los cuales ha cambiado tanto el
sentido formal en el verso hispano y, no se ha de olvi
dar, en los demás idiomas cultos, por un fenómeno que
no parece privativo de escuela o tendencia, sino pro
ducto del tiempo.
Para Lugones, poesía que no puede ser cantada no
es tal poesía. “Inténtese —desafía— cantar esos ren
glones disparejos, que al carecer de rima, es decir, de
pausa métrica, resultan subordinados únicamente a la
puntuación de sentido, con frecuencia suprimida tam-
323
324 LUGONES Y LA LIBERTAD EN EL VERSO
II
EL VERSO Y LA PROSA
I
XAIMACA
II
ahí una clave personal, ni, aunque fueran los libros ob
jetividad pura, sin contacto alguno con sucesos o episo
dios vividos, dejarían de constituir los más vivos lances
de la biografía individual de su autor.
El caso es que Marcos Galván, en Xaimaca, se en
trega en la travesía de los Andes, el Pacífico y el Ca
nal hasta las Antillas, a su aventura mundana, más
honda y noble que las correrías de Raucho en París,
pero quizá no distinta en sentido educador —si vale la
palabra—, y que el ahijado del gaucho viejo, de aquel
hombre que fué, como el de los versos anunciadores,
“sombra pampeana y hombre verdadero”, sigue la vida
libre de Raucho en la estancia y se deja penetrar por
el llamamiento de la naturaleza, acariciar por sus fuer
zas rudas y paternales, aconsejar por su inagotable
ciencia, no aprendida.
Por su relación con los libros principales, que aho
ra se me aparece de improviso, tiene para mí Raucho
un nuevo valor, que acrecienta el de aquéllos, sin al
zarse a su talla. Es como un testimonio más de la au
tenticidad, como una serie de estudios que preparan y
explican la obra cabalmente lograda.
En efecto, don Segundo se agiganta, a costa de per
der sus contornos de hombre concreto, como sueño o
creación, como aspiración ideal o fantasma supersticio
so de los personajes vivos y menudos que corren por las
páginas de Raucho. Y el estilo, sensible a las tenden
cias más nuevas, venteadas en las prosas juveniles, que
aún no las captan, añade en los últimos libros su tem
blor naciente al poder descriptivo y representativo, qué
en Raucho empieza a correr seguro.
Libro de dos caras, una que mira a la Pampa y otra
a París, este comienzo de la plenitud de Güiraldes pue
de tomarse también como cifra de su literatura tentada
340 AL MARGEN DE RICARDO GÜIRALDES
I
Cuando Charles Maurras, al estudiar lo que él llama
ba “romanticismo femenino” en la poesía de Francia,
encuentra.un carácter común en el origen extranjero de
las poetisas cuyas obras ha ido analizando —apenas
desmentido, dice, por una normanda, que, al unirse con
un oriental, salió, en cierto modo, de su raza—, sienta
una teoría que vale tan sólo para su país, fundamental
mente clásico, según el exégeta, desde que Juliano hubo
de elegirlo, quizá, como heredero de la cultura antigua,
si su predilección por París no se interpreta torcida
mente.
En todo movimiento romántico quiere ver Maurras
la semilla extranjera. Por algo es suizo Rousseau. En
Alfonsina Stomi, la forma del apellido está indicando
que la poetisa no es oriunda del país en que se habla la
lengua que escribe; el cuerpo fino y menudo, el cabe
llo de un rubio muy claro, son más de Europa que de
América. Pero la literatura en lengua castellana, en
uno u otro continente, ya es romántica de suyo, és de
cir, predominantemente romántica. Juliano apenas se
dignó mirar hacia España; y, por lo visto, lo que un
Juliano, porque Maurras lo dice, pudo conferir con su
predilección, no llegaron a conferírselo a España, con
haber nacido en ella, un Adriano, un Trajano o un Teo-
dosio. Muy en el alma ha de llevar el hispano la simien
te del romanticismo. Y así, una mujer que, de escribir
341
342 ALFONSINA STORNI, POETISA ARGENTINA
II
¿Cuándo empezó a manifestarse, en literatura, un
espíritu femenino, cuya expresión compitiera en franco
hablar con el masculino predominante? No serán en
nuestros días la condesa Mathieu de Noailles, ni la ita
liana Ada Negri, ni, antes que ellas, Rosalía Castro o
Marcelina Desbordes Valmore; antes aún, entre los bro
cados del Renacimiento, una Luisa Labbé, una Victoria
Colonna hicieron hablar a su corazón; y una Santa Te
resa también, pero su corazón no era de este mundo. Y
mucho antes, quizá una Sulpicia romana, sin duda una
Safo griega, se atrevieron a hablar... como unos hom
bres: quiero decir, sin velos ni alegorías, directa y cla
ramente. Así lo hace también Alfonsina Storni, y su
franqueza no dejará de producir sobresalto entre los
espíritus tímidos, aun a las horas de ahora.
En La inquietud del rosal (1916), su primer libro,
se manifiesta su propia inquietud. Es como el rosal,
no adulto, cuya “vida impaciente se consume al dar
flores precipitadamente”. Pero las rosas nacidas de esa
ALFONSINA STORNI, POETISA ARGENTINA 343
III
Una vez más la rosa es símbolo de amor, como en
los juegos florales. Alfonsina Storni es poetisa de amor,
y lo de la rosa y su afán de perfeccionamiento no se
ha de tomar en el sentido de depuración de un arte
poética desde el principio suficientemente apta para
comunicar su espíritu, y afirmada después, con la prác
tica del oficio.
Lo que hace, en verdad, fuerte y dramática esta
poesía es su anotación constante de un sentimiento im
petuoso que se entrega sin reflexión ni reserva, y la
reacción reflexiva que le da al momento su color, vién
dolo ya sin espejismos, despojándolo de aquellas galas
con que su ilusión lo vestía. De aquí el sabor amargo
344 ALFONSINA STORNI, POETISA ARGENTINA
IV
V
Confidencia, confesión, hemos escrito antes. ¿Y
por qué no, simplemente, declaración? No quisiéramos
jugar con las palabras diciendo que “declaración” es
uno de los derechos del hombre, en nuestro concepto,
quedándose para la mujer como su equivalente lo de
confesión o confidencia. Ella no ha —o no había—
conseguido aún que se le reconociera el derecho de ex
presar directamente su intimidad. Todo hombre podía
decirnos, más o menos, cuáles son las cualidades físicas
que ve en la mujer de su predilección; y toda mujer
¿tendría siempre que contentarse con lo moral, con lo
abstracto? En los versos de Alfonsina Storni pueden
tener las gentes por venir un indicio de cuáles eran,
para las mujeres de hoy, las cualidades en que se cifra
ba la apostura masculina. Así como a las mujeres nues
tras ya no se les puede llamar Flérida, Cloe, Filis, a
nuestros hombres no les toca tampoco un nombre con
vencional, Damón, Dafnis, Euristeo: tienen sus docu
mentos del registro civil, y si la poesía no los exhibe es
porque no los necesita: para eso es poesía y no autori
dad de frontera o policía ciudadana. Pero cuando la
poetisa nos traza un perfil o nos concreta un rasgo del
hombre con quien habla, del que pasó por su lado, de
aquel con quien soñó, ya que el soñar es también fun
ción fisiológica, podríamos, si lo supiéramos, poner
debajo de ese perfil o junto a ese rasgo un nombre y
unos apellidos paterno y materno.
Como podemos, en sus evocaciones ciudadanas, de
cir “Buenos Aires”, sin esperar a que ella nos lo nom-
ALFONSINA STORNI, POETISA ARGENTINA 347
VI
Parece muy fácil, en la obra de un poeta, recono
cer sus presentimientos o sus temores íntimos, cuando
la examinamos después de que, acabada su vida, tene
mos en la mano los datos completos para una compro
bación. Muerta Alfonsina Storni, podemos ver, con
toda claridad, aun sin tener a la mano todos sus libros,
y sólo con la Antología poética recopilada en 1938 por
ella misma, con la advertencia, entre otras, de que “El
panorama total de una obra es, por otra parte, cosa
buena para el atalayado, aunque sus colinas sean des
parejas, o documentales, más que esplendores de tal o
cual geografía, ya que desde el horizonte se ven llegar
los iniciales cauces que mueren en la llanura, o, tras
correr subterráneamente, reaparecen ensanchados en
laguna. En este sentido una ordenación antològica es
{Jara el rastreador crítico un ahorrante y lindo Belve
dere.”
A través del temperamento de esta mujer, que cam
bia poco en sus mudanzas de técnica versificatoria, si
de veras las hay de libro a libro y no son los versos
éstos de Mundo de siete pozos (1934) mera fragmen
tación del verso más ancho que afecta las formas usua
les, pese a la libertad que varía el soneto, vehículo prin-
cipital de la inspiración de Ocre, o aun del endecasílabo
que, sobre todo, resplandece más vigoroso en la Carta
lírica' a otra mujer, distinguimos su obsesión de la
muerte, desde la primera poesía coleccionada, anterior
a todos sus libros impresos:
348 ALFONSINA STORNI, POETISA ARGENTINA
II
Ya descubro aquí a la serenidad como musa de
Arrieta. Tratando de caracterizarla mejor, destaqué
entre los versos de aquella primera antología unos que
me parecieron representativos. Así como el poeta, en
la revisión, va escogiendo las poesías que más realiza
das le parecen, el lector quisiera escoger, en ellas, los
versos en que mejor se ha concentrado en palabras
la virtud poética. De un lado, los que dan más clara la
visión del tema; de otro, los que caracterizan de modo
más certero y general la fisonomía del escritor. En
este segundo orden de preferencias hemos anotado cua
tro versos que resumen quizá todo el libro. Son de Las
noches de oro y están en la “Canción de los días sere
nos”;
III
Como el antiguo reloj de sol, la poesía de Arrieta
podría jactarse de no contar sino las horas serenas. Se
renidad que no excluye dolor, pero sí tortura. No es
Rafael Alberto Arrieta un torturado. De la vida solici
tan su amor todas las cosas tranquilas. Sus noches son
de oro; su fuente, como un espejo. Sus motivos de ins
piración se enumeraban ya en el primer libro, revela
dor como todo libro primero, sólo que no vemos hasta
más tarde las posibilidades que habría en él: son sus
motivos
el paisaje, el amor,
la idea y el ensueño...
IV
Hoy no me conformaría yo con una exposición tan
escueta: aunque el propio autor, en su libro reciente,
habla, dirigiéndose “Al lector”, de que la mayoría de
las composiciones en él reunidas se ciñe “a cierta uni
dad sensible, y acaso evidente, que el poeta reconoce
en ellas”, la impresión que dejan en mí es algo distinta
de la que primeramente intenté realzar. No es que esa
unidad sustantiva cambie. Lo que ahora me parece
algo distinto, y, a mi modo de ver, muy digno de aten
ción, es el modo de tratar el verso. Sigo creyendo, como
entonces, que el poeta, al elegir su material, ha respe
tado los textos, sin llevar a ellos modificaciones, al
transcribirlos; pero esto ya no lo puedo comprobar, por
que me faltan ahora los primitivos ejemplares. Y que
al respetar ese atavío primero, su actitud no implica
desdén por lo acabado y perfecto, sino, más bien, afán
de consagrarse todo a Ja inspiración venidera, creencia
en la imposibilidad de volver al momento en que Ja
sensación de poesía hubo de manifestarse —de volver,
por supuesto, como creador, porque sólo se puede vol
RAFAEL ALBERTO ARRIETA 353
En cestiUo de plata
brindas, otoño colector, el fruto
jugoso, almibarado: ¡la carnuda
delicia que deshace
su corazón en aguanieve; el vivo
panal de forma cincelada que abre
su corazón de almendra; el ya postrero
néctar que aumenta su dulzura herido
por el fúnebre anuncio? Así la muerte
mezcla al vino de amor su gota hermana*
y el hombre pasajero
sacia su sed de eternidad, amando
con un ansia mayor lo que perece.
¡Embriagúeme tu fruto
sensual! Sangre la maca
dolorida su miel, nunca más dulce;
y en la ablandada intimidad, ya dócil
354 RAFAEL ALBERTO ARRIETA
Abrióse la tranquera
y en el camino ancho
con un hondo rugido
raudo penetró el auto.
Sobre el corral cayeron
dos chorros de luz blancos,
y en la profunda noche,
azórenlos y trágicos
dos mil ojos de ovejas,
verdes, centellearon.
(Nuevos poemas)
(Nuevos poemas)
(Versos de Negrita)
Yo te digo:
rama, agua,
sombra fresca
de mi casa.
II
MARTIN LUIS GUZMAN. EL AGUILA Y LA SERPIENTE
I
LOS SIETE PECADOS
II
HISTORIAS DE LOCOS
III
ZOOLOGIA PINTORESCA
I
PRECURSORES DEL MODERNISMO
II
LA EPOPEYA DE LA LITERATURA
LATINOAMERICANA
I
Unidad y diversidad de las letras hispánicas .... 13
Palabras en el descubrimiento de la placa con el nombre
de “Juan Ruiz de Alarcón” sobre la antigua calle del
Teatro Nacional............................................................... 47
Perfil de sor Juana Inés de la Cruz...................................... 51
Hacia una edición completa de Rubén Darío:
1.......................................................................................... 71
II. ....·····.···· 75
III. .............. 81
IV. Una carta y un breve comentario .... 87
Otras notas acerca de Darío:
I. Una digresión de Alomar y unos versos de
Darío........................................................... 92
II. Rubén Darío en la Sorbona................................ 96
III. Casticismo y americanismo..................................99
La otra América ....................................................................104
Los estudios de Isaac Goldberg.......................................... 113
II
Amado Nervo ............ 123
Aproximaciones a Chocano:
I. Dos coronaciones .
423
424 ÍNDICE GENERAL
III
Francisco A. de Icaza . 207
Efrén Rebolledo.................................................................... 213
Tablada y el haikai............................................................. 216
Enrique González Martínez . ............................................ 222
Facetas de Alfonso Reyes:
I. Las Huellas .......... 229
II. El Correo literario de Alfonso Reyes . . . 233
III. Comer y cantar ....................................................... 238
IV. La experiencia y la ciencia ...... 242
Lírica mexicana................................... 247
Poetas en antología (Maples Arce).................................... 251
De poesía colombiana ............................................................. 258
Poetas de Bolivia........................................... 267
ÍNDICE GENERAL 425
IV
Florencio Sánchez y su teatro . ............................... 311
Lugones y la libertad en el verso:
I. Sílabas contadas ......... 323
II. El verso y la prosa ........ 327
Al margen de Ricardo Güiraldes:
I. Xaimaca .....»»··». 332
II. Entre la pampa y París ...... 336
Alfonsina Stomi, poetisa argentina ...... 341
Rafael Alberto Arrieta . ................................................. 349
Unidad de Fernández Moreno ....... 355
Girondo ... .......... 364
Fervor de Buenos Aires ......... 369
Dos novelas mexicanas:
I. Mariano Azuela: Los de abajo .... 373
II. Martín Luis Guzmán: El águila γ la serpiente 376
El secreto de Ermilo Abreu Gómez ...... 380
Tres libros de Hernández Catá:
I. Los siete pecados ........ 386
II. Historias de locos ··.«··.· 387
III. Zoología pintoresca ........ 391
426 ÍNDICE GENERAL
APENDICE
Filipinas en el confín del mundo hispánico .... 405