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El Cepillo de Dientes (1960), Jorge Díaz

Fragmento
ÉL: (De pie). ¡Todos los días lo mismo!… (Gritando hacia los laterales). ¡Dejen todo como
está, que no hemos terminado todavía (Un silencio. Y luego el último bastidor o elemento
es retirado).
ELLA: Oh, deberías quejarte a alguien.
ÉL: Sí, uno de estos días lo voy a hacer.
ELLA: (Desalentada). Uno de estos días… Es inútil. Además, no podía durar, era demasiado
divertido y esto no está bien.
ÉL: ¿Qué es lo que no está bien?
ELLA: Divertirse sin remordimientos.
ÉL: Bueno, pero no habíamos terminado y ¡eso es lo importante!
ELLA: No he visto nunca algo más terminado que lo nuestro.
ÉL: Pero no se llevarán mi gramófono ni mis discos viejos (Va a la mesa y coge la enorme
bocina. Su aspecto sosteniendo el gramófono es grotesco).
ELLA: Y yo no permitiré que se lleven mi lámpara china de papel de arroz (Ella coge un
globo de papel que cuelga en un costado. Ambos se quedan en la mitad del escenario sin
atinar a dónde ir con sus respectivas cargas. De pronto se quedan mirando el uno al otro).
ÉL: Te ves ridícula.
ELLA: Te ves grotesco (En ese momento se apagan algunos focos). Están apagando las
luces de nuestro teleteatro del amor.
ÉL: (Gritando hacia el fondo de la sala). ¡No apaguen, que no hemos terminado todavía!
ELLA: (Se apagan casi todos los focos). Dentro de un momento estaremos a oscuras.
ÉL: Como siempre (Se apagan los últimos focos. Sólo queda uno, cenital, en medio del
escenario). Casi me siento mejor así, en esta oscuridad sin nada alrededor.
ELLA: Sí, por lo menos es una sensación nueva que no se nos había ocurrido. Ay, me voy.
ÉL: (Sincero). No te vayas todavía, es importante.
ELLA: ¿Para qué?
ÉL: Deja ese absurdo globo en cualquier parte y dame la mano.
ELLA: Para eso tendrás que soltar primero esa espantosa victrola. (Ambos dejan sus
respectivas cargas en el suelo). ¿Y?…
ÉL: Bueno, estaba pensando que a lo mejor no era tan difícil…
ELLA: ¿Qué?
ÉL: Todo.
ELLA: ¿Qué quieres decir?
ÉL: Que a lo mejor sólo se trataba de decir una sola palabra. Una palabra bien sencilla que
lo explique todo… Una palabra justa en el momento justo…
ELLA: ¿Una palabra?
ÉL: Sí… ¡y voy a decírtela!
ELLA: (Sincera). ¡Sí, dilo, por favor! (Se juntan al medio des escenario bajo el único foco
cenital. Sus manos están a punto de tocarse).
ÉL: Bueno… yo… (Se apaga el foco cenital. Oscuridad completa. Un largo silencio
expectante).
ELLA: (Anhelante). ¡Dilo, por favor!… Dilo, dilo.
ÉL: (Aullando en la oscuridad) ¡¡Mierda!!! ¡Danos un poco de luz! (Un largo silencio
expectante en la más completa oscuridad).
ELLA: (En la oscuridad y con una voz susurrante). Ah, dame la mano. No te veo. Tengo
miedo.
ÉL: (Con la misma voz). ¿Dónde estás?
ELLA: Tal vez encendiendo un fósforo.
ÉL: Sí, los cirios de nuestro último velatorio.
ELLA: Se podría intentar… (Ambos encienden una cerilla y prenden las velas de dos
candelabros mortuorios que antes no se habían visto en el escenario, pero que ahora
están en el suelo. El escenario desnudo se ve a la débil y parpadeante luz de los cirios.
ELLA toma el arpa que se había visto durante la obra en un rincón y Él un largo tejido
inconcluso. Con él en las manos se sienta en la mecedora. ELLA empieza a tocar el arpa.
Interpreta el “leitmotiv” de la obra del sugerente y reiterativo tema del tiovivo del parque
de atracciones. ÉL, sin pizca de inhibición ni de burla, se pone a tejer meciéndose. Ambos
sonríen beatíficamente. ELLA, sin dejar de tocar el arpa). ¡El día ha sido maravilloso!
ÉL: Sí, pero ya no queda nada de nuestro parque de atracciones.
ELLA: Solamente hasta mañana en que inventaremos otro.
ÉL: Cada día es una maravillosa caja de sorpresas con premios, un largo túnel del amor.
ELLA: En realidad… ¿cómo podemos sobrevivir?
ÉL: ¿A qué?
ELLA: A este cariño tremendo.
ÉL: ¡Somos fuertes!
ELLA: ¡Invulnerables!
ÉL: ¡Inseparables!
ELLA: ¡Intolerables!
ÉL: ¡In-to-le-ra-bles!…
AMBOS: ¡In-to-le-ra-bles!
(Las cortinas se cierran mientras ÉL sigue tejiendo y meciéndose y ELLA sigue tocando el
arpa).
"Ella: Anoche soñé con un tenedor... Bueno, eso no tiene nada de misteriosos. Debe ser
símbolo sexual inconsciente... pero, lo raro, era que el tenedor decía que era cuchara. El
pobre tenía complejo de cuchara... de cuchara de postre.
Sí... en el sueño había un postre... y el postre era yo. Se movía así (se mueve vibrando) Era
jalea de damasco. Yo no sé por qué soy tan complicada. El psiquiatra tampoco. Me dijo
que hablara en voz alta por las mañanas, que eso era bueno para la salud mental...
"Imagínese que está sola en un escenario iluminado frente a 150 personalidades y a Ud.
no le importa nada."
(Dirigiéndose al auditórium) "Excelentísimo Señor Ministro, Consuetudinario, Miembros
del Cuerpo Diplomático y otros cuerpos, Sra. Agregada Escultural... Monseñor.
(Canta. Se calla al escuchar gárgaras desde el dormitorio)
Vivo con un hombre.
Por lo menos todos llaman así a este ser de pies grandes que hace gárgaras en los
momentos más inesperados y se rasca siempre la axila izquierda.
A veces creo que sería mejor vivir con el tenedor. Sin complejos naturalmente.
Yo soy su mujer. Eso quiere decir que debo ser femenina. Lo que no es fácil. Hay que
sentirse débil y poner brillantes los ojos para que el ser de los pies grandes la proteja a
una.
También debo ser atractiva. No debo permitir que me crezca bigote ni se me caigan los
dientes. Tengo que recordar que los ravioles ensanchan las caderas y los espárragos
achican el busto.
La verdad es que estoy cansada. Horriblemente cansada de ser la esposa femenina de ese
animal masculino que se rasca y lee el diario. Quisiera... quisiera engordar, fumar un puro
y enviudar de una manera indolora y elegante. Él también habla solo... pero durmiendo.
Yo, en cambio, hablo sola despierta.
Es bueno para la ventilación mental como dice mi doctor, y también para que a una se le
ocurran ideas. Ideas inocentes para enviudar sin anestesia. Tengo algunos planes. Desde
luego el café no es café, no. Tampoco es Nescafé. Es veneno. Veneno con gusto a café
descafeinado.
Las tostadas parecen tostadas, ¿verdad?... y en cierto modo lo son; pero las tosté con gas
de hidrógeno que produce efectos fatales al ser digeridas.
El azúcar tiene un poco de tanax granulado. Esto último fue un virtuosismo de especialista,
pero deben perdonármelo. "

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