Leyes y Principios Espirituales
Leyes y Principios Espirituales
Leyes y Principios Espirituales
Introducción
Hay momentos en los que hay que orar y hay momentos en los que hay que
obedecer. El saber guardar este perfecto equilibrio es lo que nos hace personas
espirituales.
Faraón le pidió a Moisés que orara para que Dios quite las ranas de Egipto:
Éxodo, 8:8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová
para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que
ofrezca sacrificios a Jehová.
Ana oraba “quiero tener un hijo”. Faraón le dijo a Moisés “quítame las ranas”. Hoy
en día, la oración corre por estos mismos carriles. Señor, dame un auto, una
esposa, hijos. Señor, quítame esta enfermedad, esta crisis, esta angustia, llévate
las ranas.
Distintos tipos de leyes
Cuando quebrantamos una ley de Dios, hay una única sentencia: la muerte.
Romanos, 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Tú puedes orar por tu matrimonio, pero eso no te exime de amar, respetar, honrar,
proteger y guardar fidelidad a tu cónyuge:
Efesios, 5:22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor; 5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de
la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 5:24 Así que, como la iglesia
está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 5:25
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó
a sí mismo por ella, 5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento
del agua por la palabra, 5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa
y sin mancha. 5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a
sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
Tú puedes orar por tus hijos, pero eso no te exime de ser un buen padre:
Efesios, 6:4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos
en disciplina y amonestación del Señor.
Efesios, 6:1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
6:2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;
6:3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.
La Biblia no dice “no mataras y te ira bien”. Es no mataras y punto, sino serás un
asesino. No hay promesa en ningún mandamiento, sino solo en uno: honra a tu
padre y a tu madre, para que te vaya bien y seas de larga vida.
Trae alimento a mi casa y yo me ocupo del devorador (de tus finanzas), dice el
Señor.
Puedes ver un estudio sobre los diezmos y las ofrendas en mi blog, en el siguiente
link:
https://escudriniandolabiblia.blogspot.com/2016/10/diezmos-y-ofrendas-la-vigencia-de-la.html
2 Corintios, 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también
segará. 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por
necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 9:8 Y poderoso es Dios para hacer
que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las
cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;
Hay que trabajar para solventar el pan en nuestra casa, pero no hay que trabajar
por la prosperidad, la cual solo opera por este principio espiritual de
correspondencia o correlación entre la siembra y la cosecha.
Efesios, 4:28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos
lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
Dios quiere que trabajes para que bendigas y no solo para “pagar las cuentas”
(eso es tener mente de asalariado). El que robaba, no robe más y trabaje para
tener para dar.
Orar a Dios por una buena cosecha, no nos libera de sembrar adecuadamente.
Muchos quieren una buena cosecha para empezar a sembrar, pero Dios dice “no
puedo ir en contra de mis principios”.
Yo puedo orar para que Dios me saque de las deudas, pero esto no me exime del
siguiente principio:
Romanos, 13:8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el
que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
Cuando nos endeudamos para tener lo que, de otro modo, no podríamos tener ni
mantener, significa que no hemos aprendido, como Pablo, a contentarnos
cualquiera sea nuestra situación.
Filipenses, 4:11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a
contentarme, cualquiera que sea mi situación. 4:12 Sé vivir humildemente, y sé
tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como
para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Que la salvación sea por gracia, por medio de la fe (y no por obras) es otro
principio.
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
No puedes trabajar por tu salvación, la cual solo se recibe por gracia, por medio de
la fe (no por obras). La fe es el “boleto de entrada” a la gracia (la causa de la
salvación):
Romanos, 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo; 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a
esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria
de Dios.
Isaías, 53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados.
Gálatas, 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará.
A veces, cuando vemos un viejito solo, decimos: que hijos sinvergüenzas, que
nietos desalmados. No siempre hay hijos sinvergüenzas y nietos desalmados.
Algunos de esos viejos (hoy) solos fueron una vez adultos que nunca honraron,
nunca sembraron y cuando quisieron juntar a la familia alrededor de una mesa,
porque se les ocurrió aterrizar, los hijos ya no estaban ahí, los nietos tampoco. No
siempre los viejitos que están solos están así por una injusticia. A veces es porque
fue demasiado tarde para sembrar.
Mateo, 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 7:2 Porque con el juicio con
que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
Si cumples con este principio ¿eso evitara que te lastimen?. No, y ya lo dijo el
Señor:
Pero no seas tú el que haga tropezar a otro y tengas que atar a tu cuello una
piedra de molino.
Muchas veces queremos que Dios “nos envíe a las naciones” pero no somos
capaces de cumplir con pequeños mandatos: haz ese llamado, ve a ver a tal
persona y soluciona los problemas que tienes con ella, haz esa ofrenda. Llueve y
ya nos cuesta venir a la iglesia.
Mateo, 25:23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Dicho de otro modo: si en las pequeñas cosas (lo poco) no hemos sido capaces
de obedecer ¿cómo podrá encomendársenos lo sublime (lo mucho)?.
[+] La ley de la fe
¿Cuándo obtuviste esa fe?. Esa medida de fe te fue dada cuando Jesús dijo en la
cruz “consumado es”. En ese momento (y cuando te convertiste, es decir, cuando
naciste de nuevo) te fue dada LA medida de fe que se necesita para cualquier
milagro. Lo uses o no lo uses, la tienes (es indistinto). Tiene que ver con que si
conoces lo que tienes o no.
La fe es una ley
Romanos, 3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley?
¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.
La ley de la fe (por ser precisamente una ley) opera equitativamente en todos
aquellos que tienen a Cristo en el corazón. Algo no puede ser categorizado como
una ley si no aplica de la misma manera para todos y en donde quiera. Pero la
mayoría no cree que la fe sea gobernada por una ley.
La ley de la fe es una ley que incluso Dios respeta. Es como una restricción que se
autoimpuso Dios a sí mismo.
Dios dice: yo hice toda la obra en la cruz, todos los regalos te los di allí, que lo
entiendas o no entiendas es tu problema, pero tienes la medida de fe que tuvo y
tiene todo el mundo: la de Cristo y los apóstoles. Si lo crees, entonces ya no me
hables más de la montaña sino háblale a la montaña de mí, dice el Señor.
Hace 4.000 años atrás la ley de la electricidad ya existía. Sin embargo, hombres
santos como Abraham o como Moisés no pudieron disfrutar de la electricidad.
¿Por qué?. ¿Les falto fe?. No. La ley de la electricidad estaba allí, antes que el
hombre la descubriera, ya Dios la había puesto en la tierra. Los hombres santos
del AT eran ignorantes de esa ley (no la conocían).
Hay personas que pasan necesidades porque desconocen el poder de Dios, son
ignorantes de lo que Dios les regalo. Son personas santas, son personas piadosas
pero ignoran las leyes de Dios y, entre ellas, la ley de la fe.
La incredulidad contamina la fe
Jesús resuelve el caso y luego sus discípulos le preguntan por qué ellos no habían
podido hacerlo. Ellos pensaban que Jesús les diría “porque ustedes no son como
yo”. Pero Jesús les dice “por vuestra poca fe”, es decir, por vuestra incredulidad. Y
les dice más: “este género, sale con ayuno y oración”.
Jesús ya los había entrenado y les había dado autoridad pero, aun así, los
discípulos no habían podido con este caso.
Mateo, 10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y
toda dolencia.
Allí Jesús les había dado autoridad sobre los espíritus inmundos para para sanar
TODA enfermedad y TODA dolencia. Por lo tanto, no podría el Señor ahora
establecer una excepción y decirles que, para echar fuera a algunos demonios, en
realidad, se necesitaba “algo más” sobre lo cual Él no les había informado o que la
autoridad que les había dado no era sobre todo espíritu, porque hay algunos “más
complicados que otros”.
El género al que se refiere el Señor, que se va con oración y ayuno, es el de la
INCREDULIDAD que estaba afectando a los discípulos y que les habían impedido
expulsar al demonio que atormentaba al hijo de aquel hombre. El género de la
INCREDULIDAD de los discípulos es el que se va con oración y ayuno y no el
demonio que atormentaba al muchacho.
Por eso no debes pedir más fe sino llevar tu incredulidad a cero, que fe ya hay la
suficiente, desde la cruz del calvario. La fe es una, no crece sino que es semejante
a un grano de mostaza, como dice el Señor.
[+] La ley del perdón
Tipo de ofensas
Nosotros nos vamos a centrar en las ofensas categoría 2 (la intermedias), ya que
las ofensas categoría 1 normalmente son ofensas menores que tendemos a
agrandar cuando, en realidad, debieran volar por fuera de nuestro radar y las
ofensas categoría 3 son las más complicadas porque las personas que han sufrido
este tipo de agravios normalmente necesitan someterse a un proceso de sanidad
interior, porque solo Dios es capaz de darles un corazón capaz de perdonar esas
situaciones (ej.: casos de abuso sexual).
No debemos hacer ningún tipo de reunión con otros. No podemos hablarlo antes
con otros. Los pasajes que leímos dicen: “estando tu y el SOLOS”. No hables con
nadie. Sorprende al ofensor con lo que vas a decirle. Que el ofensor no pueda
decirte: “si, ya se, me entere que estuviste hablando mal de mí por meses ¿por
qué no viniste hablar primero conmigo?”. Era un problema de 2, ahora es un
problema de 50.
Los pasajes que leímos dicen: “si te oyere, has GANADO a tu hermano”. Y para
eso vamos: para GANAR a nuestro hermano. No debemos ir a hablar con el otro a
solas para hacerlo sentir peor. Si vamos a atacar al otro, no nos va a escuchar
porque la reacción natural de cualquier persona es defenderse ante un ataque.
Debemos ir para RECONCILIARNOS. El 90% de los problemas se podrían
resolver aplicando estos principios;
[4] Si no fuéramos oídos, debemos ir con algún TESTIGO, que puede ser un
hermano de la iglesia (amigo en común) o un anciano:
[5] Finalmente, si no oye a los ancianos ni a la iglesia, déjalo ir. Los pasajes
que hemos leído dicen “tenle por gentil y publicano”:
Podría suceder que, cumpliendo todos los pasos que nos manda el Señor, aun así
no podamos reconciliarnos. Tenemos que dejarlo ir y liberarnos.
Pablo escribe:
Romanos, 12:18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con
todos los hombres.
No podemos controlar las reacciones de la gente. Si el otro no quiere
reconciliarse, nosotros somos libres.
Mateo, 18:23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso
hacer cuentas con sus siervos. 18:24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos. 18:25 A éste, como no pudo pagar,
ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le
pagase la deuda. 18:26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo:
Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 18:27 El señor de aquel
siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 18:28 Pero saliendo
aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo
de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 18:29 Entonces su
consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y
yo te lo pagaré todo. 18:30 Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta
que pagase la deuda. 18:31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se
entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.
18:32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda
te perdoné, porque me rogaste. 18:33 ¿No debías tú también tener misericordia de
tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 18:34 Entonces su señor, enojado,
le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 18:35 Así
también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón
cada uno a su hermano sus ofensas.
Los verdugos, en esta parábola, son los demonios. Todo aquel que no perdona a
sus hermanos será oprimido por demonios. ¿Hasta cuándo?. Hasta que perdone
(los pasajes dicen “hasta que pagase todo lo que le debía”) y esto es permitido por
Dios.
Palabras finales:
Cumple con los principios y leyes de Dios y nunca más tendrás que orar:
Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – MINISTERIO REY DE GLORIA