Leyes y Principios Espirituales

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LEYES Y PRINCIPIOS ESPIRITUALES

Introducción

Hay momentos en los que hay que orar y hay momentos en los que hay que
obedecer. El saber guardar este perfecto equilibrio es lo que nos hace personas
espirituales.

En el AT, había dos motivos para orar:

[1] porque se quería algo; o


[2] porque algo ya no se quería más;

Ana oró para tener un hijo:

1 Samuel, 1:10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró


abundantemente. 1:11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares
mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva,
sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de
su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

Faraón le pidió a Moisés que orara para que Dios quite las ranas de Egipto:

Éxodo, 8:8 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová
para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que
ofrezca sacrificios a Jehová. 

Ana oraba “quiero tener un hijo”. Faraón le dijo a Moisés “quítame las ranas”. Hoy
en día, la oración corre por estos mismos carriles. Señor, dame un auto, una
esposa, hijos. Señor, quítame esta enfermedad, esta crisis, esta angustia, llévate
las ranas.
Distintos tipos de leyes

[1] leyes gubernamentales;


[2] leyes naturales; y
[3] leyes espirituales;

[1] Leyes gubernamentales

Cuando quebrantamos las leyes gubernamentales, las de los gobiernos, la de los


Estados, las leyes de los hombres, según el delito, pagamos una multa, vamos a
la cárcel y, si está estipulado, pagamos una fianza para salir libres hasta la
sentencia definitiva.

[2] Leyes naturales

Las leyes naturales se cumplen para todos:

Mateo, 5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os


maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os
persiguen; 5:45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que
hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

[+] Ley de la procreación:

Ya sea en el reino animal o en el de los hombres, cualquier macho que pueda


procrear y se junte con una hembra, tendrá una cría. El delincuente lo puede hacer
y el hombre de bien lo puede hacer. Es una ley natural. El sol sale para todos
(buenos y malos). La lluvia cae sobre todos (justos e injustos).

[+] Ley de la gravedad:

Si arrojas un objeto al aire este finalmente caerá, atraído por el centro


gravitacional de la Tierra.

Son leyes que los hombres no pueden modificar o anular.

[3] Leyes espirituales

En el ámbito espiritual también hay leyes irrefutables, que no van a cambiar ni


para creyentes, ni para inconversos. La Biblia es un libro de leyes (las leyes de
Dios).
Las principales leyes espirituales están en el decálogo:

[1] no tendrás dioses ajenos delante de mi (Éxodo, 20:3);


[2] no te harás imagen de ninguna cosa ni la adoraras (Éxodo, 20:4-5);
[3] no tomaras el nombre de Jehová tu Dios en vano (Éxodo, 20:7);
[4] no trabajaras en el día de reposo (Éxodo, 20:8-11);
[5] honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra
(Éxodo, 20:12):
[6] no mataras (Éxodo, 20:13);
[7] no cometerás adulterio (Éxodo, 20:14);
[8] no hurtaras (Éxodo, 20:15);
[9] no hablarás contra tu prójimo falso testimonio (Éxodo, 20:16);
[10] no codiciaras nada de tu prójimo (Éxodo, 20:17);

Cuando quebrantamos una ley de Dios, hay una única sentencia: la muerte.

Romanos, 6:23 Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Cuando quebrantamos algún mandamiento de Dios siempre hay algo que se


muere.

[+] cometemos adulterio y muere nuestro matrimonio;


[+] mentimos y muere nuestra credibilidad;
[+] pecamos y muere nuestra relación con Dios.

Algunas leyes o principios espirituales

La oración no puede estar por encima de un principio espiritual establecido por


Dios.

A continuación veremos las siguientes leyes espirituales:

[+] las leyes de armonía familiar;


[+] la ley de honra a los padres;
[+] la ley de la prosperidad;
[+] la ley de contentamiento;
[+] la ley de la salvación;
[+] la ley de la sanidad divina;
[+] la ley de la siembra y la cosecha;
[+] ley de recompensa a la fidelidad;
[+] la ley de la fe; y
[+] la ley del perdón;

[+] Las leyes de armonía familiar

Tú puedes orar por tu matrimonio, pero eso no te exime de amar, respetar, honrar,
proteger y guardar fidelidad a tu cónyuge:

Efesios, 5:22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor; 5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de
la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 5:24 Así que, como la iglesia
está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 5:25
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó
a sí mismo por ella, 5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento
del agua por la palabra, 5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa
y sin mancha. 5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a
sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 

Tú puedes orar por tus hijos, pero eso no te exime de ser un buen padre:

Efesios, 6:4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos
en disciplina y amonestación del Señor. 

[+] La ley de honra a los padres

Efesios, 6:1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
6:2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; 
6:3 para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.

La Biblia no dice “no mataras y te ira bien”. Es no mataras y punto, sino serás un
asesino. No hay promesa en ningún mandamiento, sino solo en uno: honra a tu
padre y a tu madre, para que te vaya bien y seas de larga vida.

La Biblia no dice honra a tu padre y a tu madre “solo si se lo merecen”. Este


mandamiento no tiene que ver con ellos sino que tiene que ver contigo, para que
te vaya bien. ¿Qué es honrar?. Es respetarlos y saber que hicieron los mejor que
pudieron. El Señor te dice: no te estoy pidiendo una opinión, es una orden (un
mandamiento). Porque tu perteneces a un proyecto más grande que tú mismo. No
me importa, te dice el Señor, si tus padres fueron buenos o malos. Si quieres que
te vaya bien, tienes que honrarlos (es un principio espiritual). Si no honras a tus
padres, no podre bendecirte, dice el Señor. Y, si tus padres están muertos,
honrarlos es no guardarles rencor.

[+] La ley de la prosperidad

No diezmar es robar a Dios.

Levítico, 27:30 Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del


fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová.

Malaquías, 3:8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y


dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 3:9 Malditos
sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. 3:10 Traed
todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto,
dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré
sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

Trae alimento a mi casa y yo me ocupo del devorador (de tus finanzas), dice el
Señor.

Puedes ver un estudio sobre los diezmos y las ofrendas en mi blog, en el siguiente
link:

https://escudriniandolabiblia.blogspot.com/2016/10/diezmos-y-ofrendas-la-vigencia-de-la.html

Y, por si quedara alguna duda, Pablo escribe:

2 Corintios, 9:6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también
segará. 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por
necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 9:8 Y poderoso es Dios para hacer
que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las
cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

Hay que trabajar para solventar el pan en nuestra casa, pero no hay que trabajar
por la prosperidad, la cual solo opera por este principio espiritual de
correspondencia o correlación entre la siembra y la cosecha.

Estos pasajes no hablan de pagar deudas, el mínimo de la tarjeta o subsistir (tener


para comer), sino de una verdadera prosperidad “sobrenatural”, suficiente como
para mandar misioneros al África, pagarle un suelo al pastor o predicador, hacer
alguna obra de caridad o bendecir a alguien.

Las finanzas, en el mundo, se mueven de dos maneras:

[1] el sistema financiero babilónico (secular); y


[2] el sistema financiero espiritual;

Efesios, 4:28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos
lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.

Dios quiere que trabajes para que bendigas y no solo para “pagar las cuentas”
(eso es tener mente de asalariado). El que robaba, no robe más y trabaje para
tener para dar.

Orar a Dios por una buena cosecha, no nos libera de sembrar adecuadamente.
Muchos quieren una buena cosecha para empezar a sembrar, pero Dios dice “no
puedo ir en contra de mis principios”.

Tenemos semillas y dudamos en sembrarlas porque pensamos “si las siembro


después ¿con que me quedo?”. Respuesta: con la planta.

Hay ateos multimillonarios que se convierten en filántropos y crean fundaciones de


beneficencia. Los casos son tantos y tan famosos que ni siquiera vale la pena
enumerarlos. Ellos han descubierto que el dar es un principio que tiene
recompensa. Muchos libros escritos por “gurúes” del marketing y las finanzas
están basados en principios bíblicos (aunque no lo reconozcan). La contracara de
esto es que hay cristianos que se comen la Biblia (por el conocimiento que tienen)
pero son reticentes para (les cuesta) dar.

La consecuencia de esto es una triste paradoja: por un lado, tenemos a nuestro


ateo multimillonario bendecido por dar y, por el otro, tenemos a nuestro cristiano
(que se come la Biblia) pero que no puede despegar financieramente por su
reticencia a dar (el destino eterno del alma - a donde irá cada uno una vez muerto
- es otra cuestión).

[+] La ley de contentamiento

Yo puedo orar para que Dios me saque de las deudas, pero esto no me exime del
siguiente principio:
Romanos, 13:8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el
que ama al prójimo, ha cumplido la ley.

Cuando nos endeudamos para tener lo que, de otro modo, no podríamos tener ni
mantener, significa que no hemos aprendido, como Pablo, a contentarnos
cualquiera sea nuestra situación.
Filipenses, 4:11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a
contentarme, cualquiera que sea mi situación. 4:12 Sé vivir humildemente, y sé
tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como
para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 

Es este principio el que se ha violentado cuando asumimos deudas que después


no podemos pagar (y hablo por experiencia propia).

[+] La ley de la salvación

Que la salvación sea por gracia, por medio de la fe (y no por obras) es otro
principio.

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

No puedes trabajar por tu salvación, la cual solo se recibe por gracia, por medio de
la fe (no por obras). La fe es el “boleto de entrada” a la gracia (la causa de la
salvación):

Romanos, 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo; 5:2 por quien también tenemos entrada por la fe a
esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria
de Dios.

[+] La ley de la sanidad divina

La sanidad divina responde a otro principio:

Isaías, 53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados.

La salud hay que cuidarla. La sanidad es un regalo de Dios.

[+] La ley de la siembra y de la cosecha


El mundo secular le llama a este principio “la ley del karma (todo vuelve)”.

Gálatas, 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará. 

A veces, cuando vemos un viejito solo, decimos: que hijos sinvergüenzas, que
nietos desalmados. No siempre hay hijos sinvergüenzas y nietos desalmados.
Algunos de esos viejos (hoy) solos fueron una vez adultos que nunca honraron,
nunca sembraron y cuando quisieron juntar a la familia alrededor de una mesa,
porque se les ocurrió aterrizar, los hijos ya no estaban ahí, los nietos tampoco. No
siempre los viejitos que están solos están así por una injusticia. A veces es porque
fue demasiado tarde para sembrar.

No envidies para que no te envidien. No critiques para que no te critiquen. Honra


para que seas honrado:

Mateo, 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 7:2 Porque con el juicio con
que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.

Si cumples con este principio ¿eso evitara que te lastimen?. No, y ya lo dijo el
Señor:

Lucas, 17:1 Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos;


mas ¡ay de aquel por quien vienen! 17:2 Mejor le fuera que se le atase al cuello
una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos
pequeñitos.

Pero no seas tú el que haga tropezar a otro y tengas que atar a tu cuello una
piedra de molino.

[+] La ley de recompensa a la fidelidad

Muchas veces queremos que Dios “nos envíe a las naciones” pero no somos
capaces de cumplir con pequeños mandatos: haz ese llamado, ve a ver a tal
persona y soluciona los problemas que tienes con ella, haz esa ofrenda. Llueve y
ya nos cuesta venir a la iglesia.

Y aquí se cumple otro principio espiritual:

Mateo, 25:23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,
sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 
Dicho de otro modo: si en las pequeñas cosas (lo poco) no hemos sido capaces
de obedecer ¿cómo podrá encomendársenos lo sublime (lo mucho)?.

[+] La ley de la fe

¿Está bien orar para que nuestra fe sea aumentada?


Lucas, 17:3 Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti,
repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. 17:4 Y si siete veces al día pecare
contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. 17:5
Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe.
Jesús resucito muertos, sano enfermos, pero no fue hasta que hablo acerca de la
ofensa y del perdón que los apóstoles pidieron más fe. La oración “auméntanos la
fe” en una oración que se ha hecho popular y está, supuestamente, avalada por
este pasaje bíblico.
La fe es como un esclavo o un sirviente
Sin embargo no nos detenemos en la respuesta de Jesús:
Lucas, 17:6 Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza,
podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os
obedecería.
En principio, parece que Jesús no contesta la pregunta. Pero lo que les está
diciendo es que “ustedes ya tienen fe, lo que sucede es que no la están
utilizando”.
Jesús continúa hablando y no cambia de tema:
Lucas, 17:7 ¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado,
al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa? 17:8 ¿No le dice
más bien: Prepárame la cena, cíñete, y sírveme hasta que haya comido y bebido;
y después de esto, come y bebe tú? 17:9 ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo
lo que se le había mandado? Pienso que no. 17:10 Así también vosotros, cuando
hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues
lo que debíamos hacer, hicimos.
¿Por qué nos parece, otra vez, que Jesús está cambiando de tema cuando lo
único que hicieron los apóstoles es pedirle más fe?.
Lo que está diciendo Jesús es esto: si tuvieras un siervo ¿lo pondrías a trabajar?.
Por supuesto. La servidumbre y la esclavitud eran parte de la vida diaria en los
tiempos de Jesús. En los tiempos de Jesús los sirvientes eran usados. Por eso
Jesús utiliza la figura de la servidumbre para explicar cómo opera la fe.
Lo que el Señor está queriendo decir es lo siguiente: tienes que poner a trabajar tu
fe de la misma forma que un señor lo hace con su siervo o esclavo.
Jesús no está cambiando de tema sino que está diciendo: la fe tiene que servirte
como un esclavo, la fe no es algo que va y viene sino que tú tienes que saber
cómo opera la fe.
Una única “medida” de fe
Romanos, 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino
que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada
uno.
Pablo no está diciendo que una medida de fe, particular y única, es decir, distinta,
fue repartida a cada uno, sino que está hablando de la medida de la fe, también
única pero universal, es decir, para todo el mundo igual. No es UNA medida de fe
sino LA medida de fe.
No es que Dios da a algunos un cucharon de fe y a otros un gotero de fe. Dios no
hace acepción de personas en términos de los que nos regaló en la cruz. Jesús
murió en la cruz y dijo “hecho esta”.
¿Y cuál es esa medida de fe, que es LA medida de la fe?. La SUFICIENTE.

La fe es un fruto del Espíritu Santo

Cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y Salvador, el Espíritu Santo viene a


morar en nosotros y es cuando aparecen los nueve frutos del Espíritu:
Gálatas, 5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, 5:23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 
¿Qué es un fruto?. Algo que está en la planta y crece de manera natural y va a
salir cuando tenga que salir.
La fe, claro está, es un fruto que está por el solo hecho de haber aceptado a Cristo
y de que, a consecuencia de ello, tengamos al Espíritu Santo morando con
nosotros.

Nuestra fe es la misma que la de los apóstoles

El apóstol Pedro sanó un cojo en la entrada del templo, resucitó a Dorcas de la


muerte y sanó enfermos con su sombra.
2 Pedro, 1:1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis
alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente
preciosa que la nuestra:
Pedro está diciendo: la misma fe sobrenatural que opera en mi opera también en
ustedes.

¿Cuándo obtuviste esa fe?. Esa medida de fe te fue dada cuando Jesús dijo en la
cruz “consumado es”. En ese momento (y cuando te convertiste, es decir, cuando
naciste de nuevo) te fue dada LA medida de fe que se necesita para cualquier
milagro. Lo uses o no lo uses, la tienes (es indistinto). Tiene que ver con que si
conoces lo que tienes o no.
La fe es una ley
Romanos, 3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley?
¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 
La ley de la fe (por ser precisamente una ley) opera equitativamente en todos
aquellos que tienen a Cristo en el corazón. Algo no puede ser categorizado como
una ley si no aplica de la misma manera para todos y en donde quiera. Pero la
mayoría no cree que la fe sea gobernada por una ley.
La ley de la fe es una ley que incluso Dios respeta. Es como una restricción que se
autoimpuso Dios a sí mismo.
Dios dice: yo hice toda la obra en la cruz, todos los regalos te los di allí, que lo
entiendas o no entiendas es tu problema, pero tienes la medida de fe que tuvo y
tiene todo el mundo: la de Cristo y los apóstoles. Si lo crees, entonces ya no me
hables más de la montaña sino háblale a la montaña de mí, dice el Señor.
Hace 4.000 años atrás la ley de la electricidad ya existía. Sin embargo, hombres
santos como Abraham o como Moisés no pudieron disfrutar de la electricidad.
¿Por qué?. ¿Les falto fe?. No. La ley de la electricidad estaba allí, antes que el
hombre la descubriera, ya Dios la había puesto en la tierra. Los hombres santos
del AT eran ignorantes de esa ley (no la conocían).
Hay personas que pasan necesidades porque desconocen el poder de Dios, son
ignorantes de lo que Dios les regalo. Son personas santas, son personas piadosas
pero ignoran las leyes de Dios y, entre ellas, la ley de la fe.

La incredulidad contamina la fe

En Mateo, 17:1-21 se describe una situación muy conocida:

Jesús va al monte, junto con tres discípulos (Pedro, Jacobo y Juan), a


transfigurarse, donde se encuentra con Elías y Moisés. Mientras tanto, el resto de
los discípulos quedan lidiando con un endemoniado. Cuando Jesús vuelve, se
acerca el padre del endemoniado y le dice “tengo un hijo lunático, endemoniado y
tus discípulos no lo pudieron liberar”.
Jesús no dijo “solo yo puedo reprender demonios” sino que dijo “generación
incrédula, hasta cuando voy a estar con ustedes” y no se lo dijo al padre del
muchacho sino a sus discípulos.

Jesús resuelve el caso y luego sus discípulos le preguntan por qué ellos no habían
podido hacerlo. Ellos pensaban que Jesús les diría “porque ustedes no son como
yo”. Pero Jesús les dice “por vuestra poca fe”, es decir, por vuestra incredulidad. Y
les dice más: “este género, sale con ayuno y oración”.

Jesús ya los había entrenado y les había dado autoridad pero, aun así, los
discípulos no habían podido con este caso.
Mateo, 10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y
toda dolencia.
Allí Jesús les había dado autoridad sobre los espíritus inmundos para para sanar
TODA enfermedad y TODA dolencia. Por lo tanto, no podría el Señor ahora
establecer una excepción y decirles que, para echar fuera a algunos demonios, en
realidad, se necesitaba “algo más” sobre lo cual Él no les había informado o que la
autoridad que les había dado no era sobre todo espíritu, porque hay algunos “más
complicados que otros”.
El género al que se refiere el Señor, que se va con oración y ayuno, es el de la
INCREDULIDAD que estaba afectando a los discípulos y que les habían impedido
expulsar al demonio que atormentaba al hijo de aquel hombre. El género de la
INCREDULIDAD de los discípulos es el que se va con oración y ayuno y no el
demonio que atormentaba al muchacho.
Por eso no debes pedir más fe sino llevar tu incredulidad a cero, que fe ya hay la
suficiente, desde la cruz del calvario. La fe es una, no crece sino que es semejante
a un grano de mostaza, como dice el Señor.
[+] La ley del perdón

Lucas, 6:37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis


condenados; perdonad, y seréis perdonados.

El Señor dice: evitas el juicio con otro y yo lo evito contigo, no condenes y


tampoco tendrás condena de mi parte (porque algunos evitan el juicio y van
directo a la condena), perdona y yo te perdonare.
Esto debería cerrar cualquier discusión sobre este tema. Este es un principio
espiritual que, incluso, está por encima de las doctrinas.

Tipo de ofensas

Hay tres tipos de ofensas:

[1] ofensas categoría 1;


[2] ofensas categoría 2; y
[3] ofensas categoría 3;

Nosotros nos vamos a centrar en las ofensas categoría 2 (la intermedias), ya que
las ofensas categoría 1 normalmente son ofensas menores que tendemos a
agrandar cuando, en realidad, debieran volar por fuera de nuestro radar y las
ofensas categoría 3 son las más complicadas porque las personas que han sufrido
este tipo de agravios normalmente necesitan someterse a un proceso de sanidad
interior, porque solo Dios es capaz de darles un corazón capaz de perdonar esas
situaciones (ej.: casos de abuso sexual).

Qué hacer ante una ofensa (categoría 2)

Jesucristo mismo nos dice como tenemos que proceder:

Mateo, 18:15 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y


él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 18:16 Más si no te oyere, toma aún
contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.
18:17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por
gentil y publicano.

O sea, los pasos serían los siguientes:

[1] tenemos que IR;


[2] tenemos que estar a SOLAS;
[3] tenemos que ir con un espíritu de RECONCILIACION;
[4] si la cosa se complica, tenemos que ir con algún TESTIGO; y
[5] cumplido todo lo anterior, si no logramos reconciliarnos, lo DEJAMOS IR para
ser libres nosotros;

[1] Tenemos que IR:

Nosotros tenemos que iniciar el proceso de restauración. Los pasajes que


acabamos de leer dicen: “si tu hermano peca contra ti, VE” (Mateo, 18:15). No
importa quien empezó. Tenemos que ir nosotros. Nosotros debemos dar el primer
paso. Esto es algo que cuesta, sobre todo cuando nosotros no hicimos nada y es
el otro el que nos ofendió gratuitamente.

[2] Tenemos que estar a SOLAS:

No debemos hacer ningún tipo de reunión con otros. No podemos hablarlo antes
con otros. Los pasajes que leímos dicen: “estando tu y el SOLOS”. No hables con
nadie. Sorprende al ofensor con lo que vas a decirle. Que el ofensor no pueda
decirte: “si, ya se, me entere que estuviste hablando mal de mí por meses ¿por
qué no viniste hablar primero conmigo?”. Era un problema de 2, ahora es un
problema de 50.

[3] Tenemos que ir con la intención de RECONCILIARNOS:

Los pasajes que leímos dicen: “si te oyere, has GANADO a tu hermano”. Y para
eso vamos: para GANAR a nuestro hermano. No debemos ir a hablar con el otro a
solas para hacerlo sentir peor. Si vamos a atacar al otro, no nos va a escuchar
porque la reacción natural de cualquier persona es defenderse ante un ataque.
Debemos ir para RECONCILIARNOS. El 90% de los problemas se podrían
resolver aplicando estos principios;

[4] Si no fuéramos oídos, debemos ir con algún TESTIGO, que puede ser un
hermano de la iglesia (amigo en común) o un anciano:

Ve, ve a solas, ve para reconciliar la relación y ve AHORA (no dejes pasar el


tiempo), de modo que tu adoración, en el próximo culto, suba limpia:
Mateo, 5:23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu
hermano tiene algo contra ti, 5:24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda,
reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

Si vas con el espíritu correcto lo vas a arreglar y tu adoración va a ser bien


recibida.

[5] Finalmente, si no oye a los ancianos ni a la iglesia, déjalo ir. Los pasajes
que hemos leído dicen “tenle por gentil y publicano”:

Podría suceder que, cumpliendo todos los pasos que nos manda el Señor, aun así
no podamos reconciliarnos. Tenemos que dejarlo ir y liberarnos.

Pablo escribe:
Romanos, 12:18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con
todos los hombres.
No podemos controlar las reacciones de la gente. Si el otro no quiere
reconciliarse, nosotros somos libres.

¿Qué sucede si no perdonamos?

Mateo, 18:23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso
hacer cuentas con sus siervos. 18:24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos. 18:25 A éste, como no pudo pagar,
ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le
pagase la deuda. 18:26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo:
Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 18:27 El señor de aquel
siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 18:28 Pero saliendo
aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo
de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 18:29 Entonces su
consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y
yo te lo pagaré todo. 18:30 Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta
que pagase la deuda. 18:31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se
entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.
18:32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda
te perdoné, porque me rogaste. 18:33 ¿No debías tú también tener misericordia de
tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 18:34 Entonces su señor, enojado,
le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 18:35 Así
también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón
cada uno a su hermano sus ofensas.

En esta parábola el rey es el Señor, nosotros somos los siervos y un consiervo es


un hermano nuestro. Aquí se nos enseña una verdad sobre el reino: de la misma
forma que Él nos ha perdonado una deuda impagable, nosotros estamos
obligados a perdonar las deudas (infinitamente menores) de nuestros hermanos
para con nosotros.

Los verdugos, en esta parábola, son los demonios. Todo aquel que no perdona a
sus hermanos será oprimido por demonios. ¿Hasta cuándo?. Hasta que perdone
(los pasajes dicen “hasta que pagase todo lo que le debía”) y esto es permitido por
Dios.

La falta de perdón es una fortaleza demoniaca que satanás construye, edifica,


levanta y erige en nuestra mente (sobre nuestra falta de perdón) y que sirve de
habitación y guarida de demonios. La falta de perdón da derecho legal a los
demonios para que opriman a un cristiano que mantiene una raíz de falta de
perdón contra alguien y es la fortaleza más común y la razón más frecuente de
porque tantos cristianos son oprimidos por demonios.

Palabras finales:

Cumple con los principios y leyes de Dios y nunca más tendrás que orar:

[+] por larga vida:


[+] para que te vaya bien;
[+] para que Dios te prospere;

QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!

Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – MINISTERIO REY DE GLORIA

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