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Capítulo 9

Tras el encuentro con el «más allá»


La sesión con Esleidy fue muy importante en nuestra in-
vestigación. Mati nos propuso reunimos al día siguiente en la
oficina de la Agencia Eñe, un lugar neutral. Así podríamos pensar
con más claridad y decidir cómo ayudar a Huang Li.

Fuimos todos: Bruno, Mati, Estrella, mi abuelo Teo y yo. Ah, y


también mi perro Elvis. Cuando llegamos, Mati ya había encendido
la chimenea y el ambiente era cálido y apropiado para pensar con
tranquilidad. Pusimos la caja sobre la mesa y estuvimos
observándola mucho tiempo. Nadie se atrevía a hablar. Era una caja
de madera del tamaño de una caja de zapatos, brillante, decorada
con perfectas figuras geométricas que no mostraban ningún espacio
para abrirla, y ¡necesitábamos abrirla!: dentro estaban las
respuestas. Todos la cogimos, todos la tocamos, todos la
examinamos por todas partes, pero fue inútil. No había manera de
abrirla. Por fin Mati dijo.

—Vamos a mirar en internet, quizá encontremos alguna pista.

Encendimos el ordenador y Mati tecleó: «caja que no se puede


abrir». Nada. «¿Cómo abrir una caja?». Nada. «Cajas sorpresa».
Nada.

—Esto parece un puzle con las piezas perfectamente encajadas


—dijo mi abuelo.
—¡Eso es!, parece un puzle. Vamos a buscar «caja puzle». Y así fue. Al rato, apareció con un pañuelo de seda.

Y entonces aparecieron varias entradas que hablaban de unas —¿Y esto? —pregunté, pero enseguida me di cuenta del valor de
cajas de origen japonés. ¡Bingo! Las imágenes que vimos se ese pañuelo.
parecían a nuestra caja. Empezamos a leer.
—Recordé una fotografía donde mi abuela llevaba este pañuelo
«Cajas del secreto. Himitsu-bako. Son cajas elaboradas por en la cabeza. Ella solía ponerse pañuelos en la cabeza. Iba muy
artesanos japoneses durante el periodo Edo, a principios del siglo guapa con ellos. Este se lo regaló mi abuelo. Cuando él murió ya
XIX en la región de Hakone-Cho. Para abrirlas, hay que hacer varios nunca más se puso pañuelos. De pronto me he acordado de él.
movimientos, a veces difíciles, de las láminas 1 decoradas con las
distintas formas geométricas». ¡Qué emoción! Todos estábamos excitados porque estábamos a
punto de descubrir un gran misterio. Estrella extendió el pañuelo
—¿Puedo? —pidió permiso Bruno, aunque ya la tenía en sus encima de la mesa, justo al lado de la caja. Lo estiró bien para
manos y empezó a mover las láminas de madera. dejarlo liso. Durante unos cinco minutos lo observamos.
Efectivamente: las figuras eran iguales, bueno, casi iguales. Estrella
Movió en sentido horizontal algunas láminas, formando dibujos entonces cogió la caja.
diferentes. Clik clik clik. Nada. Clik clik clik. Nada. La caja no se
abría. —Voy a intentarlo.

—Creo que tiene que formar un dibujo concreto. ¿Pero cuál? — La escena parecía sacada de una película de suspense con una
dijo Bruno. misteriosa banda sonora de violines, pero esto no era ficción, todo
era real. Y allí estaba Estrella, que cogió con cuidado la caja.
—Hay que tener paciencia —dijo mi abuelo. Observó con atención el dibujo que decoraba el pañuelo y después
empezó a mover las láminas. Clik clik clik. Silencio total. Solo
Después la cogí yo y moví las láminas de un lado a otro. Después oíamos a Elvis, que no dejaba de gruñir porque quería subirse a mis
lo hizo mi abuelo. Todos queríamos encontrar la solución, pero la piernas. Clik clik clik. Lo cogí en brazos. Clik clik clik. Diez ojos
cosa era realmente difícil. Solo Estrella estaba lejos de nosotros, mirando con curiosidad y emoción los movimientos inseguros de
mirando concentrada hacia la ventana. Me acerqué a ella y le Estrella. Clik clik clik. De pronto...
pregunté qué le pasaba. Me dijo que tenía una imagen borrosa* en
su cabeza. De pronto había recordado que ya había visto en otro —No puedo —dijo Estrella, que dejó de repente la caja, se
lugar los dibujos de esa caja, pero eso fue hace mucho tiempo. Ella levantó y fue hasta la ventana—. Me da miedo qué puede haber
probablemente era muy pequeña. No recordaba dónde. dentro.

—Tengo que volver a mi casa —dijo de pronto, y salió de la


oficina sin dar más explicaciones.
Les conté a los demás mi conversación con Estrella y decidimos
esperar. Tal vez volvía más tarde con alguna pista para abrir la caja.

1 Láminas: aquí, piezas planas y delgadas.


Yo la comprendía. Todo había sucedido demasiado rápido. Pensé Sorprendente, simplemente sorprendente. Allí dentro des-
en todo lo que había pasado desde que volví a casa de Estrella cansaban varios objetos que Huang Li guardó hace muchos años:
después de la muerte de su abuela, pensé en la bolsa que me llevé unos billetes falsos, unas telas rojas, unos papeles con escritura
con la «caja secreta» dentro, pensé en el miedo que sentí por Elvis... china y, en el fondo de la caja, su larga trenza, esa trenza que tuvo
Es verdad, todo esto nos había perturbado* la vida, pero gracias a que cortarse cuando llegó a España. Entre todos estos objetos había
eso, Huang Li podía dejar de vagar* eternamente entre la vida y la también una carta, escrita en español, que Estrella empezó a leer
muerte. Esta era una maravillosa oportunidad para liberar el alma de con la voz temblorosa.
este hombre.
Querida nieta:
—¡Estrella! —le grité enfadada—. ¡Olvídate de tus miedos! ¡No
hagas tonterías! ¿No crees que tu abuelo se merece el descanso A ti te corresponde honrar * mi muerte. Aunque al llegar a
eterno? ¿Crees que es justo que esté vagando entre dos mundos? España abracé por necesidad el catolicismo, siempre he llevado
Así que abre la caja ahora mismo. Debes hacerlo. ¡Es tu abuelo! muy dentro mi tradición taoísta, y respeto las dos creencias.
¡Vamos! ¿¡A qué esperas!?
Si has abierto esta caja es porque yo he muerto y tu abuela
Estrella, sorprendida por mi reacción, pareció entender mi enfado Margarita te ha pedido que hagas esto por mí. Para ello, te dio
y, obediente, se dirigió de nuevo a la mesa, se sentó y se puso el pañuelo que sirve de llave para abrirla. Solo era necesario
delante de la caja. Con unos últimos movimientos, clik clik clik, la reproducir sus dibujos. Ahora debes cumplir mi último deseo,
caja se abrió. únicamente así podré descansar en el más allá.
Deseo un funeral taoísta y otro católico. Deberás quemar estos objetos que dejo en la caja y después echar
las cenizas* sobre mi tumba. Es sencillo. Si quieres, hazlo según el ritual chino, pero no te preocupes si no
sabes. Lo más importante es que quemes estos objetos. Y, después, quiero un funeral católico, para que tu
abuela se quede tranquila.

Mi más sincero agradecimiento.

Huang Li, tu abuelo.

Al llegar al final, Estrella ya lloraba. Mi abuelo lloraba. Mati lloraba. Bruno lloraba. Yo lloraba. Todos estábamos
emocionados. Y Elvis movía el rabo. Sabía que algo importante había sucedido. Vimos claramente que ya encajaban
todas las piezas del puzle: Huang Li murió demasiado pronto —y de muerte repentina— y por eso no pudo contarle
a Margarita cuál era su último deseo. Margarita lo enterró como pudo, con mucha tristeza y sin conocer el contenido
de esa caja ni los deseos de su marido. Solo le hizo un funeral católico, así que Huang Li no pudo concluir su viaje
al más allá.

Ya era hora de darle su merecido descanso.

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