Bloom
Bloom
TEXTO
Prefacio y preludio
Bloom toma a 26 escritores---pretende aislar las cualidades que convierten a estos autores en
canónicos, es decir, en autoridades de nuestra cultura. Retoma la idea de “valor estético”,
afirmando que ha podido encontrarlo en su experiencia de lectura, a pesar de que “el mundo
erudito” se encuentre en anarquía.
Vico---tres fases: Teocrática, Aristocrática, Democrática
Bloom empieza por la aristocrática--- con Shakespeare, la figura central del canon occidental.
Luego lo estudia con relación con casi todos aquellos que dejaron huella en su obra, a través
de muchos de aquellos a quienes influyó y también a través de aquellos que intentaron
rechazarlo
Elección de los autores: por su sublimidad como por su naturaleza representativa. Elige solo 26
porque sería imposible escribir un libro sobre 400 autores. Deja muchos escritores
fundamentales afuera (Leopardi, Henry James, Dostoievski, Balzac, Nietzsche, Baudelaire…) Los
cánones nacionales son representados por sus figuras cruciales.
La Edad Democrática de Vico en la realidad es una edad caótica: Freud, Proust, Joyce, Kafka.
¿Qué convierte a las obras de estos autores en canónicas? ¿De dónde viene su grandeza?---la
extrañeza, una forma de originalidad que o bien no puede ser asimilada o bien nos asimila de
tal modo que dejamos de verla como extraña. Toda escritura canónica es la suma de la
extrañeza y la belleza. De lo extraño a lo extraño, de La divina comedia a Fin de partida.
Cuando se lee una obra canónica por primera vez se experimenta un extraño y misterioso
asombro, y casi nunca es lo que esperábamos. Todas tienen en común esa cualidad misteriosa,
esa capacidad de hacerte sentir extraño en tu propia casa.
Shakespeare, el más grande escritor que podremos llegar a conocer, a menudo da la impresión
contraria: nos lleva a tierra extraña pero nos hace sentir como en casa. Su poder de asimilación
y contaminación es único, y constituye un perpetuo reto a la puesta en escena y la crítica---es
absurdo que la crítica actual (materialista cultural [neomarxista], neohistorica [Foucault],
feminista) haya desertado de ese reto. La crítica shakesperiana se ha olvidado por completo de
su supremacía estética e intenta reducirlo a las “energía sociales” del Renacimiento inglés,
como si no existiera una verdadera diferencia de mérito estético entre Shakespeare y otros
escritores (sus discípulos por ejemplo). El canon es necesario para que las instituciones
académicas funcionen. Actualmente el canon está en proceso de destrucción.
Signo de originalidad capaz de otorgar el estatus canónico a una obra literaria es esa extrañeza
que nunca acabamos de asimilar (Dante), o que se convierte en algo tan asumido que
permanecemos ciegos a sus características (Shakespeare). Cuando se lee una obra canónica
por primera vez se experimenta un extraño y misterioso asombro.
El aroma de originalidad debe flotar sobre cualquier obra que de modo inapelable gane el
agón1 con la tradición y entre a formar parte del canon. Estética y agonística son una sola cosa
(cosa que las instituciones educativas idealistas quieren negar). Homero enseñó una poética
del conflicto. Todo Platón se trata de un conflicto del filósofo con Homero.
1
La palabra agón proviene del griego antiguo y significa disputa pero también un “juego” de lucha en
donde dos personajes se enfrentan.
En el antiguo teatro griego, particularmente en la comedia del siglo V a. C., el agón se refiere a una
convención formal en virtud de la cual la lucha entre los personajes debe planificarse de tal manera que
proporcione la base de la acción. El significado del término ha escapado de la circunscripción de sus
orígenes clásicos para significar, de manera más general, el conflicto alrededor del cual gira una obra
literaria.
En filosofía política, el agonismo (del griego ἀγών, agón, "conflicto, disputa") es una teoría política que
enfatiza los aspectos potencialmente positivos de ciertas (pero no todas) formas de conflicto político,
difiriendo de la descripción de la democracia como la búsqueda de consensos. Acepta la existencia de un
espacio permanente para tal conflicto, pero busca mostrar cómo se puede aceptar y canalizarlo
positivamente. Esta tradición también se conoce como pluralismo agonista.
Mucho hay que esforzarse por no ser irónico con el “idealismo”, ahora la moda en nuestras
universidades y facultades, donde todos los criterios estéticos y casi todos los criterios
intelectuales han sido abandonados en nombre de la armonía social y el remedio a la injusticia
histórica. La ampliación del canon ha significado la destrucción del canon, puesto que entre los
escritores que uno estudia no se encuentran ya los mejores (crítica a la “Escuela del
Resentimiento”).
Concepto crítico que él desarrolló= “Angustias de las influencias”--- no puede haber escritura
vigorosa y canónica sin el proceso de influencia literaria, un proceso fastidioso de sufrir. Hay
que arrastrar la carga de las influencias si se desea alcanzar una originalidad significativa
dentro de la riqueza de la tradición literaria occidental. La tradición es una lucha entre el genio
anterior y el actual aspirante, en la que el premio es la supervivencia literaria o la inclusión en
el canon. Va en contra de la naturaleza humana como de la naturaleza de la literatura de
imaginación. Ej: está a favor de una lectura shakespeariana de Freud y no viceversa. La
angustia de la influencia no es una angustia relacionada con el padre, real o literario, sino una
angustia conquistada en el poema, novela u obra de teatro. Cualquier gran obra literaria lee de
una manera errónea (y creativa) y por lo tanto malinterpreta un texto anterior. La obra que
escribe un autor canónico es la angustia. La influencia para Bloom es una figura tropológica,
una figura que determina la tradición poética y una mezcla de relaciones psíquicas, históricas y
de imágenes… la influencia describe las relaciones entre los textos, es un fenómeno
intertextual… tanto la defensa psíquica interna (la experiencia de la angustia por parte del
poeta) como las relaciones históricas externas de los textos entre sí son el resultado de una
lectura equivocada, o de un encubrimiento, y no la causa.
Hay que arrastrar la carga de las influencias si se desea alcanzar una originalidad significativa
dentro de la riqueza de la tradición literaria occidental. La tradición no es solo una entrega de
testigo o un amable proceso de transmisión: es también una lucha entre el genio anterior y el
actual aspirante, en la que el premio es la supervivencia literaria o la inclusión en el canon.
Esta lucha no pueden dirimirla las inquietudes sociales, ni el criterio de una generación de
impacientes idealistas, ni un grupo de marxistas que proclamen: Dejad que los muertos
entierren a los muertos, ni unos sofistas que intentan sustituir el canon por la biblioteca y el
espíritu perspicaz del archivo. Las obras literarias nacen como respuesta a otras obras
literarias, y estas respuestas dependen de los actos de lectura de los escritores. Estas lecturas
son necesariamente defensivas, no en un sentido de rivalidad edípica sino por la naturaleza
misma de vigorosas y originales imaginaciones literarias.
Párrafos en donde dice que Shakespeare es el mejor, que todos tienen su influencia porque
escribió la mejor poesía y prosa de la literatura occidental.
Bloom defiende la AUTONOMÍA DE LA ESTÉTICA. La literatura no es dependiente de la filosofía
y la estética es irreductible a la ideología o la metafísica. La crítica estética nos devuelve a la
autonomía de la literatura de imaginación y a la soberanía del alma solitaria, al lector no como
un ser social sino como el yo profundo---nuestra más recóndita interioridad. En un gran
escritor, lo profundo de esa interioridad constituye la fuerza que consigue sacudirse el
abrumador peso de los logros pasados, para que cada originalidad no sea aplastada antes de
que se manifieste. Los grandes textos son siempre reescritura o revisionismo, y se fundan
sobre una lectura que abre espacio para el yo, o que actúa para reabrir viejas obras a nuestros
recientes sufrimientos. Los originales no existen, la originalidad es “cómo pedir prestado”.
La angustia de las influencias cercena a los talentos más débiles pero estimula el genio
canónico. Los grandes escritores no eligen a sus precursores fundamentales, son elegidos por
ellos.
La gran literatura, agonística lo quiera o no, no puede separarse de las ansiedades provocadas
por las obras que poseen prioridad y autoridad sobre ellas. Las sombrías verdades de la
competencia y la contaminación se hacen más fuertes a medida que la historia canónica se
prolonga en el tiempo. Una obra literaria se ve necesariamente obligada a nacer a través de
obras precursoras. La contingencia gobierna la literatura y cualquier empresa cognitiva, y la
contingencia constituida por el canon literario occidental se manifiesta esencialmente en la
angustia de las influencias que forma y malforma cada nuevo texto que aspira a la
permanencia. Literatura---deseo del yo de estar en otra parte, de ser original; esa originalidad
debe combinarse con la angustia de las influencias.
1. Elegía al canon
Originariamente, el canon significaba la elección de libros por parte de nuestras instituciones
de enseñanza, y a pesar de las recientes ideas políticas de multiculturalismo, la auténtica
cuestión del canon todavía subsiste: ¿Qué debe intentar leer el individuo que todavía desea
leer en este momento de la historia?
Leer a los mejores escritores no nos convertirá en mejores ciudadanos. Toda mala poesía es
sincera. El arte es absolutamente inútil 2.
Bloom se apena por la baja calidad de las obras literarias, y dice que eso conllevará que lo
traten de sexista o racista. Ironía en relación al feminismo: todos somos críticos feministas en
un país que no necesita la liberación de la liberación.
La estética es un asunto individual más que social. La crítica literaria, como arte, siempre fue y
será un fenómeno elitista. Fue un error creer que la crítica literaria podía convertirse en un
pilar de la educación democrática o de la mejora social.
El canon, una vez lo consideremos como la relación de un lector y escritor individual con lo que
se ha conservado entre todo lo que se ha escrito, será idéntico a un Arte de la Memoria
literario. Necesitamos enseñar más selectivamente, buscar aquellos pocos que poseen la
capacidad de convertirse en lectores y escritores muy individuales. A los demás, a aquellos que
se someten a un currículum politizado, podemos abandonarlos a su suerte. En la práctica, el
valor estético puede reconocerse o experimentarse, pero no puede transmitirse a aquellos que
son incapaces de captar sus percepciones.
Hay que conservar la literatura con tanta plenitud y pureza posible. Bloom ve una pérdida de
criterios intelectuales y estéticos de valor y perfección de su gremio. Lo único que queda por
hacer es mantener cierta continuidad con la estética.
Las angustias más profundas de la literatura son literarias, definen lo literario y se identifican
con ello. Miedo a la mortalidad---en la literatura se transmuta en la pretensión de ser
canónico, de unirse a la memoria social o común. Poemas o relatos inmortales (idea que está
en Homero [Ilíada], en los sonetos de Shakespeare, Petrarca).
El canon laico---catálogo de autores aprobados—no comienza hasta mitad del siglo XVIII. El
canon, una palabra religiosa en su origen, se ha convertido en una selección entre textos que
compiten para sobrevivir, ya se interprete esa elección como realizada por grupos sociales
2
Cf Arte por el arte vs arte tendencioso, es decir, con un fin social
dominantes, instituciones educativas, tradiciones críticas o (lo que él piensa) por autores de
aparición posterior que se sienten elegidos por figuras concretas.
Centro del canon---Shakespeare: originalidad escandalosa. La originalidad se convierte en el
equivalente literario de términos como empresa individual, confianza en uno mismo y
competencia.