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Mateo 5:13

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será
salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los
hombres.
¿Qué es la Sal?
La sal es el condimento más antiguo usado por el hombre. 
El libro de Job que fue escrito hace unos 3500 años hace una mención sobre la sal en el
capítulo 6:6.
¿Comeráse lo desabrido sin sal? ¿O habrá gusto en la clara del huevo?
La palabra que se tradujo aquí como “sal”, viene del griego jàlas que por supuesto se
traduce sal (el condimento).

¿Por qué Jesús les dijo a sus discípulos que ellos eran la sal de la tierra?
Jesús les habla a los suyos en Mateo 5:13 y les dice “vosotros sois la sal de la tierra”. 

Esto quiere decir que al nacer de nuevo, el ser humano ya tiene la capacidad o la
cualidad de sazonar, de ponerle el ingrediente necesario en la porción exacta a las cosas
de la vida. El discípulo no llegará a ser, sino que ya es sal de la tierra.

Dos de las cualidades de la Sal:

1.- Su poder de conservación y


2.- La cualidad de dar sabor y sazón.

Jesús nos pide que conservemos y guardemos las verdades del evangelio y aplicar


esas verdades en la medida exacta para darle el verdadero sentido y el mejor sabor a las
cosas que nos pasan en la vida.

Ap. 3:8
Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie
puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has
negado mi nombre.
“Has guardado mi palabra”. La palabra guardado aquí, significa conservado,
obedecido.   ¿Qué conservó la iglesia en Filadelfia? Conservó las verdades del evangelio
sin diluirlas para que no pierdan su sabor.  Si uno prepara una olla de sopa para diez
personas y la sazona sólo con 5 gramos de sal no va a saber a nada, estará insípida; pero
si se le agrega un kilogramo de sal tampoco servirá: hay que usar la cantidad exacta de
sal para que tenga buen sabor.

La sal, como conservador de los alimentos, simboliza incorrupción, preservación,


pureza.  La sal era, en estos versículos, un símbolo de que el adorador conservaba un
corazón limpio y puro delante del Señor. 
 Pacto de Sal
Levítico 2:13
Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda
la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.
El pacto de sal simboliza el compromiso de Dios de cumplir su palabra y sus promesas; 
mientras el sacerdote por su parte se comprometía a consagrarse solamente al Señor.
Más adelante Dios ofreció a su propio hijo en sacrificio para limpiar nuestros pecados y lo
selló con su sangre: es ésta la sangre del nuevo pacto de la que habló Jesús, y la sal que
preserva el nuevo pacto es el Evangelio, ya que éste es perdurable (su palabra durará
por siempre). Por lo tanto la Palabra es la sal que preserva las promesas de Dios. Cuando
Jesús dice que somos la sal de la tierra, deja claro que sus discípulos tenemos la misma
función que esa sal: nos conservamos, nos guardamos caminando en santidad para con
Dios.

Romanos 12:1-2
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.  No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.
En estos versículos, el apóstol Pablo nos exhorta a ser santos, exclusivos, agradables a
Dios, actuando de manera racional, es decir, de acuerdo con los razonamientos de Dios y
no mediante nuevos cultos o pactos ajenos a las escrituras.  Pablo nos anima a no
conformarnos ni amoldarnos al estilo de vida de estos tiempos y al pensamiento del
mundo, sino que transformemos nuestro entendimiento y nuestra mente. Aquí la palabra
transformaos viene del griego “metamorfos”, que es la misma palabra que se usa para
describir la conversión de la oruga en mariposa.  De igual manera Jesús nos pide que
nos convirtamos de nuestra vieja manera de vivir terrenal a la de un verdadero discípulo,
que pasemos de la naturaleza de gusanos a la de águilas por medio de la metamorfosis
que Jesús obra en nosotros para que vivamos en la buena voluntad de Dios y ser así
agradables y perfectos ante Él al obedecer su palabra.
Dios ofreció a su hijo Jesús por los pecados y selló tal sacrificio en un pacto eterno por
medio de su sangre, por lo que su palabra es como la sal que preserva y conserva sin
corrupción el pacto que Dios hizo con sus hijos: es así como Dios nos asegura que
conservará la vida eterna que nos regaló.  La sangre de Cristo que tuvo la eficacia para
perdonar los pecados de los cristianos del primer siglo tiene la misma eficacia conservada
por el Evangelio para perdonar también nuestros pecados. 

¿En qué sentido somos la sal de la tierra?


Jesús ha dicho que sus discípulos hacen lo mismo que la sal: conservar, guardar y
preservar, cualidades aplicadas en este caso a las verdades eternas que se nos han
depositado.  Esta afirmación implica también que un verdadero discípulo no mancha su
vida con inmoralidad o con fraudes, sino que se mantiene honesto e íntegro.   
No se deben diluir las verdades del evangelio, necesitamos la medida exacta de la
palabra de Dios para aplicarla en cada situación de la vida. Y sin embargo esa es una
de las constantes del evangelio entre muchos cristianos de nuestros días: se ofrece un
alimento impuro, sin sabor o demasiado salado, que no se puede comer, si alguien lo
ingiere le hace daño.
Como la sal, el discípulo debe de conservar las verdades del evangelio.  ¿Cómo? A través
de su testimonio, de vivir y reflejar la palabra de Dios a los demás. 
Ahora, es necesario entender que cuando un cristiano preserva las verdades del
evangelio contrasta con los que no son creyentes, quienes se ve así confrontados con su
pecado e incluso pueden responder con agresión.  Y es que un verdadero discípulo no
busca la gratitud o el reconocimiento de los hombres, está lejos de necesitar el aplauso
del mundo:
Marcos 9:33-35
Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre
vosotros en el camino?   Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre
sí, quién había de ser el mayor.  Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si
alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
Hoy es común ver a supuestos ministros de Dios peleando por ser los primeros en
aparecer sobre la plataforma de un evento, esforzándose por predicar un mensaje cuyo
único fin es recibir el reconocimiento.  En contraste, Jesús nos enseño que cuando
hacemos lo que Él nos encomendó digamos “siervo inútil soy, porque hice lo que tenía
que hacer”. Jesús no nos deja siquiera una milésima de espacio para que nosotros
recibamos reconocimiento: toda la gloria es enteramente Suya.

El corazón del hombre tiende a idolatrar, pero un verdadero discípulo debe ser prudente. 
Así nos deja también un valioso ejemplo respecto al ser usados por Dios: también en esta
área hay que sazonar con sal, con la medida justa según la Palabra.
Lucas 14:34
Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué se sazonará?
  
¿Distinción de la buena sal?

1 Timoteo 6:3-10. Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de
nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido,
nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen
envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de
entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia;
apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de
contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos
sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que
quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas,
que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es
el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados
de muchos dolores.
En el Israel de la antigüedad la sal era traída desde el Mar Muerto, pero había una sal que
al contacto con otros productos químicos naturales a la intemperie se hacía amarga y no
servía: esa sal era distinguida fácilmente por los comerciantes, quienes la separaban,
pues ya no servía para consumo humano.  Esta sal se esparcía por las orillas de los
caminos para matar las hierbas que estorbaban el paso, esto es, una sal para muerte.

El evangelio que muchos predican hoy ha perdido su sabor porque, precisamente, tales
cristianos han perdido su  sabor.  Y su “sal” es para muerte también.  A los discípulos
del Señor nos corresponde guardar la sal del Verdadero Evangelio. Guardémonos en el
señor.  Y que nuestro mensaje y nuestras vidas confronten el pecado.

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