Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 153

LA NERD ES MÍA

IRIS MONTES MESEGUER


© Montes Meseguer, Iris [Primera edición: Marzo 2020]

ISBN-

Impreso por Amazon.

Todos los derechos reservados


Para todos aquellos que han creído en mí desde el principio.
En especial, quiero dar las gracias a todas las personas que me siguieron en Wattpad e hicieron
posible que creyera en esta historia.

Y, por supuesto, a Gabriel por ser mi ángel de la guardia.


© Montes Meseguer, Iris [Primera edición: Marzo de 2020]

ISBN-

Impreso por Amazon.

Todos los derechos reservados


Índice:

Capítulo 1: 9
Capítulo 2: 12
Capítulo 3: 16
Capítulo 4: 19
Capítulo 5: 22
Capítulo 6: 25
Capítulo 7: 27
Capítulo 8: 32
Capítulo 9: 36
Capítulo 10: 41
Capítulo 11: 45
Capítulo 12: 50
Capítulo 13: 54
Capítulo 14: 58
Capítulo 15: 61
Capítulo 16: 65
Capítulo 17: 70
Capítulo 18: 75
Capítulo 19: 80
Capítulo 20: 85
Capítulo 21: 91
Capítulo 22: 97
Capítulo 23: 102
Capítulo 24: 108
LA NERD ES MÍA
Vanessa Harper es una intelectual de la periferia. Vive cómoda en su papel

de ratón de biblioteca. Gracias al capitán, además, es una gran estratega.


Por eso, y en contra de su voluntad, la destinan al centro de operaciones,

rodeada de gente. Y, eso, es su peor pesadilla. Y más después de conocer al

alfa.
Joel es el alfa del clan. Frío, calculador, estratega… Está preparado para

todo excepto para toparse con ella. Ella le reta de una forma en la que nadie
se atreve. Parece no encajar la jerarquía y, encima, siempre tiene razón.

Unos ataques extraños de vampiros…


La búsqueda de un activo valioso…

La atracción inesperada por la nerd….


¡Que nadie la toque, ES MÍA!
CAPÍTULO 1
Vanessa
Sé que ha llegado el día y aún así me resisto a abandonar mi habitación.

Pasar a la base central nunca fue algo que viera factible y, con el tiempo,
fue algo que dejé de desear. Me he acostumbrado a estar encerrada aquí, en

un hueco de la base la periferia estudiando las salidas y entradas del gran


perímetro de los lobos. También he tenido tiempo de meterme en la mente

de cada enemigo que hemos tenido. He visto las batallas, sé donde hemos
fallado y he trazado planes para combatirlos.

Cuando ya no queda nadie en los campos de batalla es cuando salgo yo.


Detallo el escenario, las vestimentas y la causa de las muertes. El capitán

siempre me acompaña y avala todas mis conjeturas y decisiones. Es como si

fuera un segundo padre para mí. Además, es el único hombre, a parte de mi

padre, que ha creído en mí. Me formé como recluta de guerra y quería

especializarme en estrategia, pero mi nada agraciada apariencia me cerró


tantas puertas que acabé por ser la chica de los recados del capitán. Fue

cuestión de tiempo, y de suerte que se diera cuenta de mis capacidades y me

ayudase a seguir mejorando y aprendiendo a su sombra, pero, por desgracia

para mí, el alfa estaba buscando una asistente y él creyó que sería una buena
oportunidad para meter la cabeza en la base central. No me preguntó antes
de mandar esa dichosa carta de presentación. De habérmelo consultado, me

habría quedado aquí, el único lugar donde me puedo sentir cómoda.

Me atrevo a abrir la puerta de Mario sin miedo a pillarle haciendo ninguna

cosa con una mujer a pesar de que es plena madrugada. Él es como yo, una

persona invisible a ojos de los demás. A pesar de que sólo lleva gafas, es
pelirrojo y tiene algunas pecas, las chicas lo ven como un cero en atractivo.

–Quizá deberías quitarte las trenzas para parecer más normal allí donde vas,

Vanessa. –Se ríe y me da la impresión de que imita a un cerdito. Llevo el

pelo todo lleno de trenzas negras hasta la cintura. Son como una gran

peluca y, sobretodo, como una gran coraza para que nadie me vea. Llevo
gafas algo gruesas y soy más bajita de lo que me gustaría.

– ¿Y perder la nerd que soy? –Nos reímos. Quizá la gente no nos entienda,

pero cuando uno es feo, sabe que lo es. Soy invisible a los ojos de los

demás y ya no intento hacerme notar.

Despedirme de él es una de las cosas más duras que tengo que hacer. Quizá

porque es el único que siempre me ha entendido. Piensa como yo, se

anticipa a los demás. Nos compenetramos. Vuelvo a suplicar en mi interior


que el capitán retire la carta y su suposición de que me irá bien antes de

subirme a uno de esos furgones. Hoy envían también a distintos reclutas

para que perfeccionen su entrenamiento. Así que me pregunto con quién me

tocará ir. No se me dan demasiado bien las relaciones sociales. Es más, me


gusta la soledad y mi tecnología. Cojo mi mochila y me dirijo a la zona de

tierra a esperar. Está todo oscuro y se oyen ruedas grandes y fuertes sobre

las piedrecitas del camino. Me aparto y me siento en la acera a ver si se

olvidan de mí.

–Vanessa. –El capitán aparece con su cigarrillo encendido entre las

sombras. –No voy a olvidarme de meterte en uno de esos furgones. –


Resoplo sin disimular. –Es por tu bien. Aquí jamás vas a brillar. –Le miro

como si simplemente se hubiera vuelto loco. –Sé que eres capaz de muchas

cosas. Te limita tu mente. Estás preparada para mucho más pero me veo

obligado a empujarte a salir.

–Puedo brillar aquí. –Le replico mientras niega lentamente riéndose. –

Puedo ser la mejor linterna de este agujero.

–Usted va en ese último furgón. La he ubicado en el vehículo que más

cómoda creo que irá. –Apaga con la punta de su zapato la colilla. –No

sienta que la he abandonado. Si no se adapta volverá aquí conmigo. Sólo

inténtelo, por el aprecio que me tiene.


Me ajusto las gafas tras asentir y sostengo con mi mano izquierda la bolsa

que cuelga de mi hombro derecho. La furgoneta está llena con cinco

jóvenes, tal vez de mi edad vestidos de militar. Me miran mal por la

vestimenta que llevo. Mi atuendo consta de una sudadera muy ancha de

color negro y unos pantalones holgados de color caqui. El capitán ha


sugerido en varias ocasiones que me vista como el resto, pero yo no soy

como ellos y me vería ridícula vestida así. No me pega con mi pelo y mis

gafas de color rojo.


El motor se pone en marcha y siento que mi vida se va a acabar aquí. ¿Para

qué tantos años en acostumbrarme a este puesto? Ahora que me sentía

cómoda.

–Qué bien que por fin nos vamos a juntar con los grandes. –Dice un chico

joven entusiasmado.

–Sí. La verdad que yo ya sentía que me ahogaba en esta ratonera de la

periferia. –Le contesta la chica alta y rubia que lleva sentada en frente.

Que distintos sus pensamientos a los míos. Activo el GPS de mi tablet para

ver por dónde vamos y que medidas de seguridad se toman en los caminos

que tomaremos. El viaje tardará unas siete horas y aunque algunos

aprovecharán para dormir yo prefiero ir estudiando toda la información que

tengo sobre la base central. Distribución, cantidad de personas,

formaciones, equipos…Es una gran fortaleza que prepara lo mejor de lo

mejor en cuanto a estrategia y batalla. En ese sitio se moldea la cabeza y el

cuerpo de la defensa de los hombres lobo, uno de los mayores clanes del

mundo mágico. Quizá no sea tan malo ir y observar el centro de

inteligencia, pero siempre con intención de volver a mi lugar de confort.


El puntito rojo indica que ya hemos llegado. El inhibidor de señales apaga

mi tablet. La seguridad es muy alta, aún así, saco de mi bolsillo derecho un

dispositivo de señal de alta frecuencia que consigue que pueda encender mi

tablet de nuevo. Registro la actividad que detecta mi aparato y la guardo en

la mochila para que siga haciendo su trabajo.

–Pueden bajar. Todos al punto B –Ordena un señor de porte rígido que

habla poco y alto mientras que nos abren la puerta del furgón.

Me quito de en medio para que pasen a paso enérgico todos los que van

conmigo y tras ellos, bajo. No tengo prisa ninguna. Me siento al llegar en

uno de los bancos de madera y me pongo a jugar con la tablet en una de mis
aplicaciones de simulación de batalla. Van llegando hombres uniformados

que nombran a distintos cadetes para hacerles la guía y asignarles un

pelotón. Tras un montón de tiempo de nombrar a gente me quedo sola en el

campo sentada.

– ¿Quién eres? ¿Y cómo es que tienes encendida esa tablet no autorizada? –

Miro hacia arriba sin alterarme. Cinco personas me miran como si estuviese

loca. Ha hablado un chico alto y fuerte de pelo rubio y corte militar.

Me sonrío para mí misma y me detengo un instante a buscar en mi

dispositivo una forma de entrar en la que están mirando ellos. Lo hago en

menos de un minuto. Consigo que en su pantalla aparezca “Soy Vanessa, la

secretaria recomendada por el capitán”. Me vuelven a mirar esta vez más


enfadados. Bajan las escaleras hasta posicionarse a mi altura. Qué barrera

humana tan intimidadora. Un hombre más mayor. Tres hombres jóvenes y

una mujer de la misma edad.

– ¿No entiende lo que es una orden subliminal? –La señorita, con muy mal

carácter, coge mi tablet con fuerza. –Conteste a lo que se le ha preguntado.

–Candela Thorak, jefa de operaciones. –Digo señalando que sé quiénes son

antes de que se presenten. Mis archivos son muchos. No levanto la vista del

suelo. No me gusta el contacto directo con la gente. –Un placer conocerla. –

Veo de reojo que mira con curiosidad mi tablet y se la pasa al primero que

habló. –Damián Thorak. –Jefe de informática e inhibidores. –Entiendo que

le moleste que mi tablet funcione, a mí también me molestaría si fuera él. –

Es por este aparato. –Le tiendo mi invención. –Puede contrarrestar

cualquier inhibidor.

–Creado en… –Lanza la pregunta mirándome como si hubiera descubierto

América.

–Es de mi propia cosecha. –Aseguro con la vista pegada al suelo. – ¿Por

qué el interrogatorio? Mi presencia se ha solicitado, puedo volver a la

periferia si lo prefieren.
–No. –Interviene Hugo, el alfa retirado. Tiene un porte severo pero

accesible. –El capitán aseguró que nos convenía tenerla aquí y yo confío

mucho en su criterio. –Zac, llévala junto a mi hijo.


Un chico muy bien vestido y con aires de ser más de lo que es se pone

delante de mí y empieza a andar seguro de que le seguiré. Lo hago sólo por

no manchar el buen nombre del capitán que ha confiado en mí. Pone una

huella en la pared, alta seguridad para entrar. Se abre tras comprobar

también un código.

–Como puede ver, si es que ve algo mirando hacia abajo y con esas grandes

lentes. –No me gusta ese tono de burla, aunque estoy acostumbrada. –Son

unas oficinas ultra modernas. Toda esta gente está a la orden de Joel, mi
mejor amigo y el alfa. Aunque eso creo que lo saben hasta los de la

periferia.
–Quizá sepa más que usted. –Murmuro. Si me ha oído ha preferido no

contestar.
–Joel. –Un hombre, algo más mayor que yo. Pelo castaño. Ojos azul

marino. Mira toda la localización como si fuera capaz de visionar y analizar


cada pantalla al mismo tiempo. –Aquí está la nerd. –Le dice susurrando

demasiado alto.
–La estaba esperando. –Se gira y se queda por un instante muy quieto,

como si no entendiese que encajo yo en ese lugar. – ¿Es usted Vanessa


Harper? –Vuelve a visionarme de arriba abajo. Mi aspecto no le agrada.
Está acostumbrado a los uniformes militares, ceñidos y marcando los

músculos que demuestran las horas y horas de entrenamiento que dedican. –


Debería instalarse. Habitación 333. Espere a que llegue Sara, la otra opción
para ocupar el puesto a la habitación contigua y diríjanse al ala oeste para

que se les dé un tour, los aparatos y los uniformes que necesitan.


Ha terminado de dar órdenes. Se nota porque se gira de nuevo hacia los

controles dándonos la espalda. Me pregunto por qué todo el mundo es tan


maleducado. Llego a la habitación sin problema de orientación. Una cama

cómoda, un escritorio y un baño sencillo, todo de corte austero. Me encojo


de hombros. Se parece mucho a mi antiguo corte. Al fin y al cabo la
periferia también es base de lobos. Saco de la mochila el ordenador portátil

y distintas tablets y teléfonos. También un router personal e intransferible.


Alguien toca la puerta y abre sin más. Tira una bolsa de tela dentro y vuelve

a cerrar. Investigo su contenido y sólo presto atención a los aparatos de


tecnología que lleva. Entre ellos un simulador de batallas. Pruebo los dos

primeros niveles y veo muchas fallas. Me pregunto quién lo diseñó y que


información meten dentro. Con qué frecuencia se actualiza.

Oigo un grito aterrador y me pregunto qué ha podido pasar tan grave. Salgo
por la puerta y veo a una rubia de metro noventa horrorizada.

– ¿Se puede saber cómo es que Candy piensa que yo me voy a prestar a
dormir en ese cuchitril? –Me mira y se echa hacia atrás aún más asustada. –

¿Y tú qué eres? ¿Y por qué no te has puesto el apestoso uniforme? Yo soy


una más de la familia pero, tú, no estás autorizada a andar con ese andrajo
que tienes por ropa.

Me río por lo bajo. No me ofendo. Eso sería darle mucha importancia a la


peliteñida que llevo al lado contoneando sus caderas. Más de un hombre se

voltea a seguir mirándola. Una chica joven y gordita nos da el tour. Es la


secretaria del departamento que lleva el papeleo. Me cae bien al instante.

Parece tan fuera de lugar como yo. Su nombre es Flora y me insta a que le
hable siempre que necesite algo. También me sugiere que me ponga el

uniforme si no quiero tener problemas.


–Ay Candy. Ni muerta me puse ese uniforme horrible que me dejaron. –Le

dice a una bella mujer con el peinado a lo cleopatra que está junto a los dos
que ya conocí antes. Se nota a la legua que son amigas hace tiempo. Las dos

tienen ese aire distinguido de haber vivido siempre en la comodidad y


siendo el centro de atención.

– ¿Y tú por qué no vas uniformada? –Dice el idiota de Zac. Joel me mira


con autoridad y enfado.
–Yo no necesito estar aquí. –Damián se incorpora al equipo.

– ¿Cómo se atreve? –Dice la tal Candy. – ¿Sólo por venir recomendada ya


cree que es alguien? –Ataca con absoluto desprecio. Recibe una llamada y

se va junto a la peliteñida.
– ¿Por qué la recomendó su capitán con tanto empeño y cariño sino quería

venir? –Joel respira tranquilamente.


–Porque la necesitamos. –Asegura Damián sin pillarme por sorpresa. –Es

impresionante el anulador de inhibidores que trajo. Y, ha conseguido


encender un router con señal en su propio cuarto. ¿Cómo lo hizo? Necesito

aprender de esa capacidad para ir mejorando los simuladores, las trampas,


la protecciones…Todo.
–En realidad… –No dejo de mirar mis deportivas. –Tienes que hacer énfasis

en lo de los simuladores. Los parámetros no son reales o actuales. Las


descompensaciones en el sistema abren una brecha para nuevos ataques.

– ¿Insinúa que somos frágiles? –Pregunta atónito el alfa. –Hemos ganado


tantas batallas que apenas recuerdo alguna derrota. –Saco el teléfono que

llevo en el bolsillo y en menos de un minuto las múltiples pantallas de la


sala se quedan en negro. – ¿Qué hace?

–Refrescarle la memoria. –En todos los proyectores aparecen gráficos con


el análisis de la historia de las batallas de los lobos contra otras especies de

los últimos cien años. Incluso las guerras más insignificantes están ahí
reflejadas.

– ¿Cómo ha jaqueado todo el sistema de la sala? –Grita Damián no sé si


enfadado o emocionado.
–No llevaré uniforme y no trabajaré con la rubia. –Me encojo de hombros

de nuevo. –Y necesito dormir antes de empezar a señalar todo lo que está


mal aquí dentro,

Me giro y me voy como si estuviera todo dicho. Me dirijo a mi habitación


333 y me acuesto en la cama. Ni en casa hubiera dormido tan bien, porque

yo puedo dormir en cualquier parte. Me gustan tres cosas en la vida: La


tecnología, dormir y comer. Genial. Aún así soy atlética, pero no lo

muestro. Me agarro el estómago por debajo de la camiseta, a veces incluso


se me olvida que mi vientre es plano de llevar ropa tan ancha. Me hace

sentir más mía, más segura dentro de mi caparazón de inteligencia.


Un rayito de luz entra por la ventana haciéndome abrir un ojo y bostezar.

Deben ser las cinco de la mañana más o menos. Miro tras las rendijas de la
cortina y veo cientos de muchachos haciendo ejercicio. Yo me estiro en la

habitación y me pongo unos pantalones holgados negros y una sudadera


ancha de color amarillo. ¿Dónde se desayuna en este maldito lugar? No me
caracteriza mi buen carácter en la mañana. Sigo el olor a magdalenas recién

horneadas y a café.
Hay un gran comedor donde desayunar. Sólo quedan algunos rezagados

puesto que la mayoría ya están en el entrenamiento. Busco una mesa


solitaria y apartada y me siento. Divago en mis pensamientos si alguien

habrá reparado en mi presencia, espero que no. Cuando me levanto para


llenar con cantidad inhumana mi plato contengo la respiración hasta que me
vuelto a mi sitio. Parece que, por suerte, soy invisible.

–Vanessa Harper. –Damián se sienta frente a mí. Su aspecto es un poco


como el de Mario y me pregunto si todos los que saben hablar conmigo
tienen que ser tan nerds como yo y ser objeto de burla. Aunque él no parece

acomplejado. –Definitivamente eres un lobo. Mira qué cantidad de comida


comes. –Se ríe y yo ni si quiera le miro. –Me sorprendiste ayer. Tienes una

cabeza brillante. Estoy deseando que nos metan en la sala de simulación de


batalla.

Me encojo de hombros. Las dos siluetas perfectas pasan a nuestro lado


cuchicheando y dudo de qué parte de mi vestimenta estarán criticando las

dos divas. Si tuvieran aunque fuera medio cerebro… Sigo a mi nuevo perro
custodio hasta la sala. Hay ordenadores bastante modernos, una pantalla

central enorme y sólo el señor Don Hugo, el antiguo alfa, el nuevo alfa, y
ese odioso ser de Zac.

–Siéntense en los simuladores. –Entran tres hombres con forma de alto


rango y se sientan en los tres centrales. El se sienta también en uno.

–Nosotros los probamos cuando ellos ya se retiran. –Cuchichea Damián por


lo bajo. –Somos los informáticos, no estrategas.

–Si tu lo dices… –Comento por lo bajo.


Tienen buenas estrategias, eso no se puede discutir, pero quizá deberían
analizar con más frialdad algunos de los pasos que dan. Creen que están en

la mitad del furor del cruce de ataques y no toman decisiones con suficiente
perspectiva. Al nivel nueve todos fracasan y, aún así, aplauden. Dicen que

es imposible que se dé un ataque de un nivel superior a nuestras fortalezas


porque los otros seres no dedican tanto tiempo a organizarse para atacar,

son más pasionales. Eso, a mi parecer, es una soberana estupidez.


Abandonan la sala saludando con la cabeza al alfa. El mismo Joel se pone

en el simulador y nos pide que iniciemos de nuevo. Llega al nivel once


rápidamente, creo que es brillante la manera en que resuelve las jugadas,

pero, aún así parece frustrado con el resultado. Unos tan críticos y otros tan
poco. Una de las chicas, Candela, se acerca y le toca el hombro en señal de

cariño. Él se quita los dedos de ella de encima sin ningún tipo de


miramiento.
–Damián, creo que el nivel está mal. –El alfa se dirige a mi cobarde
compañero. Es evidente que prefiere que no se le hable. Quizá por miedo a

contradecirlo.
–El nivel está perfectamente. –Intervengo mirando mis cordoneras. Me
pregunto si, quizá, podría ponerme unas fluorescentes. –Que usted no pueda
pasárselo, no significa nada. –Aclaro.
– ¿Perdone? –Sus ojos azul marino me atraviesan con fuego. Supongo que
los demás también me observan como el bicho raro que soy. Sé que es el

alfa, pero eso no significa que vaya a aceptar que hay un error, sea mío o
sea de otro nerd, sólo por mantener su orgullo intacto. –Siéntese en el
simulador. –Ordena.
–Joel…no me parece necesario darle ese protagonismo. –Su amigo estúpido
reflexiona en alto. –Que arreglen lo que tengan que arreglar, vamos a ver

los entrenamientos.
–Ella ha dicho que no hay ningún error. –Su voz es casi un grito ronco. Está
realmente molesto. Quizá no dure tanto aquí y pueda volver a mi tranquila
vida. –Demuéstrelo.

Me siento en el simulador. Aunque siempre soy invisible para todo el


mundo, cuando ven como hago mi trabajo, soy el centro de atención. He
pasado tantas horas frente a mi creador de simuladores basándome en
guerras reales que estas parecen falsas y fáciles de analizar, es tan sencillo

como meterse en la mente de la persona que los creó. Soy capaz de


reconocer tintes de la personalidad de Damián de la forma en que distribuye
a las tropas vampíricas. Los primeros niveles son sencillos en extremo, no
creo que sirvan ni como calentamiento. A partir del nueve, veo que se

genera un interés real hacia lo que estoy haciendo. Puedo notar un cambio
en la sincronización del simulador, alguien más ha intervenido en su
creación, es más valiente. Ha vivido más. Parece impulsivo y deseoso de
sangre, trae tropas multitudinarias vampíricas pero poco organizadas. He

visto mejores distribuciones. El nivel once no se hace de rogar y aparece.


Noto, a través de mis desarrollados sentidos, que algunos de los presentes
casi ni respiran. ¿De verdad está pasando por mi mente fallar por miedo a lo
que dirán? Para mí jamás sería una amenaza alguien como yo. Para ellos

menos. “Nivel completado”. Dirijo una mirada de reojo al alfa. No despega


su atención de la pantalla mientras nivel a nivel voy dirigiendo mis
conocimientos analíticos para ganar batalla a batalla. Tras el nivel veinte,
aparece un cartel que indica la inexistencia de más pruebas.

Quizá otra persona se habría entusiasmado con el resultado o habría


aprovechado para dar en las bruces de los que me cuestionaban, pero yo no
soy así. Giro la silla y me coloco las gafas. El alfa solo rasca su barbilla en
respuesta. Se da la vuelta y se va. El perro ese que tiene como secuaz le
sigue. Nadie dice nada.

–Eso ha sido realmente impresionante. –Comenta Damián cuando ya


estamos totalmente solos. No le culpo. Nadie es tan suicida como yo. –Pero
creo que, si querías irte de aquí, ahora ya no vas a hacerlo. –Ese hecho
revelador me deja helada por un instante. NO había pensado en ello. Podría

simplemente haber pasado desapercibida, la rubia es amiga de la familia, lo


habría tenido tan fácil…Quizá han herido un orgullo que sí tengo vivo. El

de mi inteligencia.
CAPÍTULO 2
Vanessa
Nadie me ha dado órdenes desde la demostración. Han pasado ya dos días y

nada. Quizá le han notificado al capitán que me devolverán de una patada


por prepotente. Sería realmente genial.

En este poco tiempo he hecho migas con Damián, pero, hay una cosa que
no he conseguido sacarle. Le pregunté varias veces quién más estuvo

implicado en la creación del simulador, pero no conseguí que me lo dijera.


De hecho, negó la existencia de un segundo informático y estratega. No le

creo, sé lo que vi, ese cambio de carácter en la pelea, pero entiendo que los
magos no siempre revelamos nuestros trucos.

– ¿Te costó adaptarte a este lugar? –Me aventuro a preguntar.

–Yo nací aquí. –Me asombra y me pongo a escucharle con atención. –Mi

madre es una guerrera experimentada. – ¿Quién lo diría? –Sé que no se me

ha pegado nada de ella, pero me dieron la oportunidad de desarrollarme


intelectualmente como un favor. Parece ser que salió bien. –Se ríe y le

devuelvo la sonrisa. – ¿Qué hay de ti? ¿Qué hay bajo esa ropa ancha? –Es

muy listo y está deduciendo. Como me vio pasar los niveles, piensa que he

luchado en algún momento. No es así, pero no voy a sacarle del error. Yo he


entrenado más que nadie, pero no en público.
–No me van a dejar mucho por aquí. –Saco el móvil de mi bolsillo al oír un

bip. Es el capitán. No deberían llegarme los mensajes, pero lo hacen. –Vaya.

–Leo atentamente su mensaje y suelto un profundo suspiro. –Tengo que ir a

ver al alfa. –Por desgracia para mí, me tengo que hacer visible para avisarle

de algo importante.
Pregunto aquí y allá. Me cuesta horrores que alguien me diga dónde está el

eje del mal, así he apodado a las perfectas y a los idiotas. Contra el anterior

alfa no tengo nada en realidad.

–Tendríamos que pensar en ello… –Oigo la voz tranquila de Joel al pasar

junto a una puerta. Por fin.


– ¿Se puede? –Entro sin esperar respuesta. Asombro, enfado,

desesperación…Son algunas de las cosas que puedo leer en sus caras. –

Tengo una información importante que darte. –Hablo tuteando al alfa.

–No dudo de que seas un genio. –Joel se levanta iracundo. –Pero creo que

hasta en el infierno saben que soy el alfa. ¿Qué te pasa? –Grita. –Salid. –

Ordena a los demás para que salgan. Quizá debería bajar las orejas. En

cualquier momento podría transformarse, imponerse, machacarme…Me da


exactamente igual. – ¿Crees que puedes llegar aquí y sólo porque sabes

hacer cuatro cosas con la tecnología creerte alguien? No eres nadie.

Deberías estar dando gracias al cielo por haber llegado aquí desde dónde

vienes. Sabes que compites con otra persona por el puesto. Sabes que tu
condición física es lamentable para ser un lobo. – ¿Perdona? Eso, ha dolido.

Él no me conoce. – ¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí? Te he dejado merodear

por mi base dos días a ver si te ubicabas para no tener que decirle a un

hombre que mi padre aprecia que me ha mandado el peor soldado de la

historia. –Empiezo a tener presión en el pecho. No tiene derecho a hablarme

así. Y si se lo da su condición de alfa, me parece lamentable. – ¿Qué tienes


que decirme?

–Nada. –Agacho un poco la cabeza. No es sumisión, sólo convencimiento

de que no puedo hacer nada porque ya tiene sus prejuicios hechos. – ¿Puedo

retirarme? –Se aparta un poco y me analiza como quien mira un cubo de

rubik que no sabe completar.

– ¿Para eso interrumpes una reunión? –Niega con la cabeza lentamente. –

Vete.

Omito contarle que, debido al mensaje del capitán, donde me envía un

análisis de actividad, soy capaz de prever algo importante, pero no han

querido escuchar. No es mi problema.


Me convocan en uno de los campos de afuera. Quieren ver dónde pueden

colocar una serie de láseres. Damián viene a mi lado y, simplemente,

contempla todo como si fuera la primera vez que ve el exterior.

Definitivamente, nos parecemos, pero no es como yo. Joel, Zac, Candy y la


peliteñida que se llama Hilda, van en cabeza. Unos cinco lobos destacados

del nuevo reclutamiento han sido invitados para premiarles. ¡Vaya premio!

Miro mi reloj digital constantemente. Uno, dos. Los minutos avanzan. No


me fijo en los mismos puntos que ellos. Estoy pendiente de mis propios

asuntos. Tic, tac.

– ¿Y tú qué piensas? –Joel dirige su mirada hacia mí por primera vez desde

que salimos. – ¿Qué buscas en ese aparato? –Grita un poco. Tiene poca

paciencia por lo visto.

–Es un reloj, alfa. –Uso mis palabras al dedillo. Si él no ha querido mi

información, que pague las consecuencias. –Y está dando la hora.

Tres vampiros salen del arbusto de donde sabía perfectamente que saldrían.

Los rastros, la actividad y otros indicios que el capitán me remitió me

permitieron averiguar que intentarían un ataque ridículo. Quise avisarle,

pero, si me quería humillar, al menos que se vean en la situación. No había

un peligro real y, por eso, no creo que sea una deslealtad dejar que nos

ataquen. O sí.

Ni se transforman en lobo. Acaban con ellos con puños y alguna daga. La

peliteñida, aún estando en forma huye del conflicto. Genial. No me inmuto.

Damián está horrorizado porque no está acostumbrado a estar en el meollo

de la cuestión.
–Sabías que iba a ocurrir. –Joel viene hecho una fiera a por mí. – ¿Cómo te

permites no avisarnos? –Alzo un poco mi cabeza.

–Yo intenté avisar. –Aseguro sin nerviosismo ni necesidad de justificación.

–No había riesgo alguno.

–Eso no podías saberlo a ciencia cierta. –Veo rabia en él. –Siempre hay un

riesgo. –Puntualiza escrutándome. –Poner los malditos láseres y vámonos.

Los cinco, a la base. –Ordena.

Estoy pendiente de poner los que se me han encomendado. Un leve ruido

bajo. Un crujir de una hoja. Una milésima de segundo. Miro a Joel y veo

que también se ha dado cuenta aún estando bastante lejos de mí o de


Damián. Un vampiro salta sobre mi compañero tirándolo al suelo. Cojo mi

daga de la bota derecha. Rajo mi sudadera de arriba abajo en dos

movimientos para tener libertad de pasos en la batalla. Le quito de una

patada. Está en buena forma pero no me dura más de un minuto, acabo

haciéndole una llave por el cuello con una de las piernas y decapitándolo.

Así es de frágil la vida.

Limpio mis manos con parsimonia contra la tierra. La sangre de vampiro no

es buena compañera. Ayudo a levantarse a mi nerd que está sano y salvo. Al

girarme veo que soy observada como si fuera un descubrimiento. Llevo una

camiseta de tirantes, se notan mis abdominales, mi físico imponente. Creo


que lo único raro que tengo son mis trenzas y las gafas. Nadie se esperaba

que fuera un soldado también en el cuerpo y no sólo en la mente.

–Los láseres están puestos. –Apunto como si nada hubiera sucedido. –

Podemos irnos. –Ayudo a Dami, apodo que le he puesto desde que he visto

que tenía que protegerlo como si se tratase de un hermano pequeño, a

moverse tras el susto.

–Eres…–Dami empieza algo que tiene pinta de cumplido. Le chisto. No

quiero halagos, no los necesito. No me gustan.

Una vez en la base me encierro en la habitación y me ducho. Haberme

tenido que exponer de esa forma es algo desconocido para mí, Me pregunto

qué pasará ahora. Yo sólo quiero ser un ratón de biblioteca en mi periferia.

–Nerd. –Alguien toca mi puerta. –A la sala de estrategia. –Creo que es Zac.

Que me llame Nerd directamente me sienta mal. No tiene derecho. Aquí

todo el mundo se cree más que nadie. Me pongo unos vaqueros y una

sudadera blanca ancha. Las botas están manchadas así que me pongo

deportivas. Los reclutas me miran extrañados por mi vestimenta al pasar.

No pienso usar un uniforme militar, no soy un soldado. Toco la puerta muy

bajito, casi esperando que nadie me oiga y me pueda volver. Tengo sueño.
Siempre lo tengo. Y hambre. El cerebro gasta mucho de lo que como por lo

visto. –Está aquí. –Zac señala lo obvio y sale por donde yo entro. Sólo está

Joel en la sala.
–Habla. –El alfa me mira con algún sentimiento no identificado en sus ojos.

Tiene una postura firme y algo enfadada. Tiene los grandes brazos cruzados

sobre el amplio pecho. Espera. Pasan los minutos y nada pasa. –Habla.

–No sé qué esperas que diga. –Pongo los ojos en blanco y juego con mis

uñas clavándolas en la palma. –Alfa. –Lo añado algo a disgusto.

–No juegues conmigo. –Se acerca un poco más y sus pupilas dilatadas son

más azules. –No vengas ahora con el rollo de “alfa”. Llámame Joel o como

quieras, pero habla. –No digo nada. – ¿Cómo sabías que nos iban a atacar?
¿Cómo te pasaste todos los niveles programados en el simulador? ¿Por qué

eres un soldado pero no entrenas? Dale sentido a algo porque lo más


sensato sería devolverte al lugar de donde nunca debiste salir.

–Devuélvame. –Me molesta profundamente su discurso. Porque para él es


tan sencillo como blanco o negro para todo el mundo menos para él. Puede

ser estratega y soldado porque es el alfa, los demás sólo estamos al servicio.
Somos algo así como clasificados para lo que sabemos hacer y nos

quedamos estancados ahí. Yo siempre tuve que defenderme sola. Siempre


me he sentido sola. Y los dos únicos hombres que han confiado en mí, el

capitán y mi padre, me enseñaron que era tan importante cultivar el alma


como el cuerpo. –Yo no debería estar aquí. –Aseguro.
–Sí deberías. –Afirma. –Y vas a estar. –Continúa. –De hecho, vas a empezar

a entrenar con el resto del pelotón que vino de tu periferia.


–No voy a entrenar con nadie. –Me planto enérgica. –No puedes obligarme.
–Soy el alfa, chica. –Aclara mientras se toca el puente de la nariz. – ¿No lo

entiendes?
–Me llamo Vanessa, alfa. –Tengo demasiado carácter. Algún día me costará

la cabeza. También me lo han advertido las pocas personas que me quieren.


Por suerte, en mi guarida no tengo a nadie con quien discutir. Si no, lo

haría. –Y no voy a entrenar. Haga lo que quiera.


–Harás lo que yo te mande. –Se respira tensión en el ambiente. –Y vas a
entrenar en mi pelotón a partir de mañana para que pueda vigilarte. ¿De

acuerdo? Y después vendrás a la sala de estrategia a dar tu opinión. No es


discutible. No es negociable. –Se encamina hacia la puerta de salida. –Te

espero mañana a las cinco en el gimnasio de abajo. Te diría dónde es, pero
seguro que eres capaz de sacar los planos de este maldito lugar si quieres. –

Se va.
Dan las cinco y diez y sigo tumbada en la cama boca arriba. Estoy inmersa

con el teléfono en el diseño de una estrategia de guerra que jamás se pondrá


en práctica. Espero algo más ansiosa de lo normal a que alguien toque a mi

puerta, pero no sucede. ¿Mejor, no? Quizá me siento algo decepcionada.


Había percibido determinación en su mirada al asegurarme que iría a

entrenar con su pelotón, pero, posiblemente, se dio cuenta de que no


merecía la pena esforzarse tanto. A las seis estoy cansada de darle vueltas a
la cabeza, ni si quiera considero que esté siendo inteligente en lo que
programo. Podría ir a buscar a Damián, pero no creo que esté despierto y, si

lo está, seguro que le han encomendado algo que hacer. Este lugar es así,
sólo servimos para lo que nos han preparado. Decido ponerme ropa

deportiva y, aunque cojo la sudadera ancha para salir, acabo por dejarla en
la silla. Total, ya fui descubierta.

Tanteo el perímetro y la colocación de cada láser o marca que indica que,


un paso más allá, puede haber enemigos. Mis pies me llevan hasta el lugar

del ataque de los tres descerebrados de los vampiros. Algo en ese suicidio
de ellos, no me cuadra. Es casi como si hubieran venido a morir… Me

pongo a hacer flexiones mientras medito. Hay una pequeña cosa que me
hace estar alerta. Ellos dejaron pistas, no fue difícil saber hasta la hora

exacta en la que lo harían, pero los vampiros suelen ser simplemente


llevados por su sed de sangre. ¿Y si fuera un cebo? ¿Para conseguir qué?

–Estás aquí… –La voz de Joel me hace ponerme de pie de un solo salto. –Y
entrenando… –Me arrepiento de no haber cogido mi sudadera. No soy uno
de sus soldados. –Pero no podías dignarte a venir con mi pelotón. –Parece

realmente frustrado con mi actitud. Buena suerte con ello.


– ¿Has venido hasta aquí porque me has rastreado o porque piensas en el

ataque de ayer involuntariamente? –Me lanzo a lo realmente importante


pasando por alto todo lo que dice cargado de desprecio. Sé que no le caigo
bien, pero en la sala de simuladores le vi analizar, quizá haya llegado a la

misma conclusión que yo.


– ¿Por qué sabías la hora y la ubicación exacta? –Es un ataque y no me

gusta. Casi es capaz de pensar que yo he tenido algo que ver con la
planificación. Si es así, está completamente loco.

–Dejaron pistas. –Aseguro.


– ¿Cuáles? –Interroga mientras avanza paso a paso hacia mí.
–Cosas que sólo son perceptibles para personas que no están preocupadas

por tratar a patadas a los demás. –Le ataco yo ahora, aunque no debería. Al
fin de al cabo, es mi alfa.

–Mira… –Toca con sus dedos finos y fuerte el puente de su nariz como si
estuviera intentado contener u ira. –Vanessa. Digamos que voy a pasar por

alto, por alguna razón, tus múltiples faltas de respeto y tu insubordinación,


pero agradecería que, al menos en lo que respecta a la seguridad, de mi

clan, seas clara.


–Detecto un cambio en la forma de actuar de los vampiros. –Echo a andar

hacia el recinto. Quiero encerrarme en mi cuarto. No es que tenga frío, pero


me quiero abrigar más para hablar de cosas serias. Sé que me sigue solo un

paso por detrás. Puedo oírlo, sentirlo, y olerlo. Su fragancia a jabón limpio
y menta empieza a confundir mis pensamientos. –Los ataques han bajado

considerablemente. ¿Por qué? Y los que hay… ¿Tres vampiros dentro del
perímetro de los lobos? No tenían la menor oportunidad. –Al llegar a la

puerta algunos curiosos echan la vista hacia nosotros, como si no


entendieran que hace el alfa hablando con un insignificante bicho como yo.

– Sólo digo que me parece raro. Consúltalo con alguien que sepa más de
esas cosas…

Lo dejo ahí plantado aunque tendría que ir a la sala de simuladores. No es


que sea la zona que más me disgusta de este sitio, pero no tengo ganas.

Quizá porque creo que todo lo que hemos investigado hasta ahora sobre
ataques de vampiros está a punto de cambiar.

En la habitación, cobijada entre las mantas me siento más segura para


investigar sobre mis cavilaciones. Aprovecho para enviarle un mensaje al

Capitán, quizá si le cuento lo que estoy sospechando me ayuda.


Han pasado muchas horas desde que intenté comunicarme con él y no

obtengo respuesta. Me intento acostar a dormir pero no puedo. Me deshago


de casi toda la ropa, sólo me quedo cubierta por unos pantalones cortos y
una camiseta de tirantes. El sudor me inunda durante un mal sueño. Quizá

es una especie de revelación. Si cambian su forma de actuar y también


llegan hasta aquí que es la zona más segura de todas… ¿qué no harán por la

periferia?
No me lo pienso mucho cuando atravieso sin llamar la puerta del alfa. Una

vez dentro, al verle taparse de golpe con las sábanas, me pregunto si no


debería haber llamado. Quizá interrumpo algún tipo de rito sexual de esos
que tienen los hombres como él, a los que persiguen y anhelan.

– ¿Estás loca? –Sus ojos azul marino me atraviesan. El pecho al descubierto


es grande, marcado y bronceado. Me detengo un momento a asegurarme de
que la habitación está solo llena por nosotros dos. – ¿Vanessa, me oyes?

Alguien toca a la puerta y abro los ojos como platos. No pueden verme
aquí, van a pensar lo que no es. Y eso si me avergonzaría con mi padre y el

capitán. Así que hago algo totalmente impensable. Me meto entre las
sábanas del alfa y coloco la cabeza contra la almohada para que nadie

pueda reconocerme.
–Oye Joel… –Zac entra como si fuera su habitación. Joel pega un salto y se

pone a su altura. – ¿Y esta quién es? ¿Está buena? –Oigo sus cerdadas
desde aquí.

–Vete Zac. –Sólo espero que esté tapando con su cuerpo mi visión. –
Hablamos mañana. –Oigo la puerta y luego el cerrojo.

Espero varios segundos pero no escucho nada. ¿Se habrá ido él también?
Acompaso mi respiración y puedo notar que sigue ahí y sería capaz de

sentir que me mira desde cualquier parte. ¿Qué hago ahora?


– ¿Recibes muchas visitas a esta hora? –Me giro sentándome en la cama.

Actuar como una lunática es mi única opción. Además, quiero saber la


respuesta de verdad.
–Sí, estás completamente loca. –Suspira fuertemente.
CAPÍTULO 3
Joel
Me encuentro inquieto. Algo en todo lo que está pasando no me cuadra y,

como soy algo cuadriculado, no me deja dormir. Me quito la camiseta


sudada y los pantalones, debería descansar, es algo agotador entrenar con

ciertos soldados, creen que por ser hombres lobo son imparables, pero hay
más criaturas ahí fuera. Algunas son capaces de cosas que ni imaginan…

Un olor a jazmín llega de repente hasta mí. Huele bien. Vanessa entra de
golpe en mi cuarto y tengo que saltar dentro de la cama y taparme. ¿Qué

hace, por todos los infiernos, aquí?


– ¿Estás loca? –No puedo despegar mis ojos de ella. Está tan diferente así

vestida...Despreocupada, imponente…Y aún así tiene esa mirada de haber

descubierto algo que sólo su magnífico cerebro puede entender– ¿Vanessa,

me oyes? –Diría que se ha quedado muda, y no tiene sentido que no tenga

nada que decir si ha venido a mi cuarto, sin ser invitada, a estas horas de la
madrugada. ¿Y si hubiera estado con alguien? No es como si yo me

dedicara a usar mi cuarto para esas cosas ni que sea primordial para mí,

pero, hubiera sido incómodo.

Alguien toca a la puerta y abre los ojos como platos. Miro a derecha y a
izquierda. ¿Cómo voy a explicar que esté aquí? No tengo que dar
explicaciones, soy el alfa, pero no sería conveniente. Ahí está ella,

sorprendiéndome de nuevo. Se mete ágil entre mis sábanas y se tumba boca

abajo, supongo que para no ser reconocida, pero yo…solo puedo pensar en

lo sensual que se ven sus caderas...

–Oye Joel… –Zac entra como si fuera su habitación. Me pongo a su altura


en un instante. No quiero que la vea. Y no sólo porque se fija demasiado en

cualquier mujer como si fuera un objeto, sino porque, a ésta en particular,

sin sentido, si la mira con lujuria le parto en dos – ¿Y esta quién es? ¿Está

buena? –Me sale un pequeño bufido involuntario e intento contenerme.

–Vete Zac. –Sólo tapo totalmente la visión de mi cama. Ella es mía. –


Hablamos mañana. –Cierro la puerta y luego el cerrojo.

Me doy la vuelta y me quedo quieto. Casi bloqueado, como nunca antes he

estado en mi larga existencia. Espero a que pase algo, pero no sé el qué.

Siento una atracción fuerte y caliente que no puedo remediar, pero debería.

Ella no es mi prototipo…Es una intelectual….Pero su cuerpo no dice lo

mismo.

– ¿Recibes muchas visitas a esta hora? –Se gira sentándose en la cama.


¿Cómo es capaz de actuar así? ¿No sabe lo que es ser el alfa de un clan?

¿Por qué no me tiene respeto?

–Sí, estás completamente loca. –Suspiro fuertemente. – ¿No te parezco un

buen macho? –Lo pregunto antes de meditarlo.


– ¿Perdón? –Sus pupilas se dilatan un poco más y me mira de arriba a abajo

ruborizándose. –Yo…Eh…Me tengo que ir. –Balbucea.

– ¿Piensas que otro debería ser el macho alfa? –Niega lentamente con la

cabeza mientras sale de las sábanas y se dirige a la puerta. La retengo con

suavidad del codo haciendo que se quede a escasos centímetros de mi

cuerpo. – ¿A qué has venido? –Una parte muy animal de mí desea que diga
que ha venido a meterse en mi cama, pero sé que no lo hará. – ¿Te

molestaría que recibiese muchas visitas a estas horas? –Ataco porque,

aunque no quiera, el hecho de que ella visitase a otro me irrita.

–Hay un peligro real en la periferia. –Consigue decir aunque sus ojos están

fijos en mi pecho. Intenta evitar mi mirada pero el compás de su respiración

no engaña. – ¿Lo has pensando? –Sus ojos grandes atraviesan los míos

cuando mira hacia arriba.

–Lo imaginaba. –Me aparto un poco para poder pensar. –Nos vemos en diez

minutos en la sala de simulación. –Tengo que alejarme de ella. El clan es lo

primero.
Convoco a todos los que necesito. También viene la rubia inservible, no

tiene cerebro, pero qué se le va a hacer. Vanessa llega con su gran sudadera

puesta, cubriéndole la piel lisa y suave que tiene. Sus grandes lentes no

tienen brillo alguno, ahora me fijo, no necesita gafas. ¿Para qué las lleva?

¿Por qué me parece tan irresistible todo el misterio que la envuelve?


Decidimos viajar a ver al capitán, todos menos mi padre, que se hará cargo

estos días de que todo siga funcionando como debe. Es un gran líder. Zac

intenta sacar algunas veces el tema de la chica de anoche, pero simplemente


señalo a Candela, no sería buena idea que se enterara de eso. Por alguna

razón piensa, como todos, que nos casaremos. Quizá debería ser así, un jefe

tiene que estar con una familia, pero, de momento, no. No es para mí. Yo

soy un guerrero, puedo morir, y si lo hiciera, nadie lloraría mi ausencia.

Ya casi llegamos, se nota que es un lugar algo más austero. Vanessa mira

por la ventana y sonríe, creo que es la primera vez que la veo hacerlo.

Cuando el convoy frena, salta literalmente de él. Me asomo cuando bajo y

la veo ir corriendo a abrazarse con un lobo de su edad. Tengo ganas de

arrancarle la yugular. ¿Qué tanto abrazo? No lleva tanto tiempo fuera.

Damián se une a ellos, parece que los tres se entienden hablando. Señalando

cosas que les parecen emocionantes. El capitán aprieta mi mano y todos

saben que hablaremos en privado.

– ¿Está siendo útil la chica? –Se refiere a Vanessa y mi corazón se acelera.

Asiento vagamente. –Si no se adapta, aquí hace un gran trabajo. –No se la

va a quedar aquí y menos con ese tocón.

–Está haciendo un trabajo brillante. –Diría que miento, pero es la verdad. –

La necesito allí. –Y por muchos motivos.


–De acuerdo. –Creo que intenta analizarme y levanto un poco la cabeza. Me

debe sumisión y aunque sea ruin usarlo, no quiero que lea lo que ni yo

entiendo. Aún así percibo algún tipo de emoción en sus ojos. –Ella es frágil,

más de lo que parece. –Anuncia. ¿Por qué es frágil? ¿Qué le pasa? Tengo

ganas de preguntarle, pero eso sería confirmarle que me importa. –Mandela

aquí si lo desea, pero, si lo hace, que sea entera.

Da por concluida la conversación y me pregunto qué ha querido decir. No

es como si ella no supiera defenderse, pero, mucho menos, yo voy a dejar

que le pase algo. Ella está bien ahí, en los simuladores, siendo la más lista y

demoledora de las informáticas y estrategas.


De vuelta al centro, hemos dejado todo cerrado. Habrá refuerzos en toda la

periferia. Han sido avisados los altos mandos de que estén pendientes a

actividad vampírica anormal. Pero de mi cabeza no puedo borrar la

conversación con el capitán. Tanto que, cuando tengo que salir de

madrugada al pelotón, no he conseguido pegar ojo.

Para terminar de complicarme el día, Vanessa ha decidido presentarse aquí,

en mi pelotón, como le había indicado que hiciera ayer, para entrenar. Con

la diferencia de que, ahora, como un idiota, no quiero que ponga su cuerpo

a la vista de los demás lobos que, por otra parte, parecen empezar a verla

con otros ojos, y se los arrancaré.


CAPÍTULO 4
Vanessa
Me pregunto cómo es que he acabado aquí, en el pelotón, a la misma hora

que todos. Vestida casi como un soldado más, enseñando mi fibroso cuerpo.
Nada me debió empujar a hacerlo.

Ir a mi casa, a la periferia, y que en tan sólo unos días consiguieran que mi


mejor amigo, mi confidente, Mario, me dijera que parecía cambiada me

dolió. Se lo reproché tras nuestro abrazo efusivo y le pegué en el hombro.


–Dijiste que te devolverían pronto de una patada. –Recuerdo sus palabras

como puñales mientras intento seguir el ritmo del entrenamiento matutino.


–Y veo en tus ojos que has cambiado de opinión. –Le aseguré que no era

así, pero le mentí.

Me pregunto mientras la respiración se acompasa al ritmo del trote por qué

estoy cambiando de actitud. Algo se despertó a mí cuando vi a Joel, que

diga, al alfa, sin camiseta en su cama. Y más aún cuando me envolvió su


fragancia masculina al enredarme entre sus sábanas. Estoy tan absorta en

mis estúpidos pensamientos que, para cuando me doy cuenta, no estoy

siguiendo a nadie. Me detengo y soy consciente de que estoy sola. Intento

agudizar el oído para ver si soy capaz de escuchar el trote del resto pero
nada. ¿Cuánto tiempo llevaré corriendo sin rumbo? Identifico la zona como
perímetro desconocido. Busco señales de láseres escondidos donde deberían

estar pero no encuentro nada. Creo que me he salido sin proponérmelo de la

base.

Toqueteo mi reloj inteligente para encontrar el camino de vuelta. Menos

mal que, al menos, tengo la preocupación de llevar objetos tecnológicos


conmigo. Mi mente se va rápidamente hasta Joel, pensará que soy imbécil.

¿Cómo me he podido perder el primer día de entrenamiento? Un crujido me

sobresalta haciéndome girar violentamente. Dos vampiros me miran con

cara de satisfacción. ¿Qué hacen aquí? Esperan en el límite que alguno

salga o simplemente iban a atacar otra vez aunque fuera un suicidio y yo me


he perdido haciendo que me intenten matar a mí. Mis latidos se aceleran

mientras adopto una postura defensiva. Ellos están pensando y, eso, además

de confirmar mis sospechas sobre el cambio en la actitud vampírica, me

preocupa, porque a ellos siempre les hizo perder eso, lo poco que planeaban

sus ataques. La sed de sangre era más fuerte.

Agradezco al capitán mi gran entrenamiento tras deshacerme del primero de

ellos con una decapitación limpia y veloz. No creo tener tanta suerte cuando
veo salir a otros dos vampiros de los arbustos. ¿Es posible que estuvieran

analizando cuán grande era yo como amenaza? Comienzo a pelear y unas

fuertes uñas atraviesan mi costado. Me retuerzo un poco y me alejo de un


salto. Veo extrañeza en los ojos de mi actual contrincante, no entiende por

qué no me transformo. Casi nadie lo entiende, pero yo, prefiero no hacerlo.

¿Y si no hacerlo significa morir? Empiezo a tener miedo, y ellos…lo saben.

Busco una salida a ambos lados, quizá si echo a correr… El más alto de

ellos se tira hacia mí con la boca abierta dejándome ver sus afilados

colmillos.
Un gran lobo negro azabache le arranca la cabeza. Sólo con su gruñido,

como loba de su clan que soy, sé que es Joel. Es realmente impresionante.

¿Qué hace aquí? Termina con todos sin apenas llevarse algún zarpazo, es

rápido y preciso en lo que hace. Y, aún así, tiene tiempo de dedicarme

alguna que otra mirada profunda que no sé leer. Quizá porque aparto la

mirada.

Me levanto del suelo, aún no sabiendo a ciencia cierta cuándo me he caído

de culo. Posiblemente cuando el gran lobo invadió todo. Una vez en pie

empiezo a caminar de vuelta a la base. No necesito el reloj, es tan sencillo

como seguir el potente rastro a lobo que ha traído Joel hasta aquí. Siento
que mis pies están cansados, como si en mi espalda pesaran recuerdos que

prefiero olvidar. Le oigo respirar. Tiene que estar andando a penas unos

metros por detrás de mí. Me observa esperando a que diga algo, quizá unas

simples gracias. Yo no despego la vista del suelo que está empezando a ser

una capa resbaladiza gracias a la nueva lluvia que nos acompaña.


–Vanessa. –Tiene pinta de orden, pero decido ignorarlo. –Espera. –Su mano

firme en mi hombro no me deja opción y me detengo. No me giro. Una

lágrima está recorriendo mi rostro. Me limpio rápidamente con una mano y


me doy la vuelta de forma brusca.

–No tenías que haber venido. –Grito furiosa. –Yo puedo defenderme sola. –

Aseguro iracunda ocultando muchas otras cosas bajo ese tono de voz a la

defensiva.

–Sí, lo vi cuando llegué y estabas prácticamente en el suelo. –Responde sin

dejar de mirarme enfadado desde sus ojos oscuros como el fondo del mar. –

¿A qué jugabas al no convertirte en lobo? –Pregunta exasperado.

– ¿Cómo me has encontrado? –Vuelvo a atacar para no contestar. –

¿Cuándo exactamente te has dado cuenta de que me he ido de tu estúpido

pelotón?

–En el momento exacto en el que he dejado de aspirar tu fragancia a jazmín.

–Me acerca inesperadamente a él inundando con su boca la mía. Se abre

paso con maestría con la lengua haciéndome soltar un pequeño gemido

bajo.
CAPÍTULO 5
Joel
Inundo su boca antes de si quiera pensarlo. Es una sensación única. Mi

lengua roza la suya y me pregunto cómo he podido pasar toda mi existencia


sin saborear el néctar del placer. Exhala un gemido bajo, casi imperceptible.

Yo lo oigo y no puedo evitar pasar mis fuertes manos por debajo de sus
caderas. Las eleva buscándome consiguiendo arrancar de mí un gruñido

bajo, animal.
Quiero gritarle, preguntarle cómo es posible que no se haya transformado,

que haya puesto en peligro su preciada vida. ¿Qué hubiera pasado si no me


hubiera dado tiempo? ¿Y si no llego a darme cuenta? Eso, en realidad, es

imposible. Soy tan consciente de su presencia que no tardé ni un segundo

en echarla de menos, porque es así de inexplicable…Tardé lo justo en

recolocar el pelotón para poder salir detrás de ella, y, por poco, llego

demasiado tarde…
–No lo hagas. –Me susurra bajo intentando apartar la mirada de la

intensidad de la mía. No sé a qué se refiere. –No digas nada.

Veo todas sus trenzas caer en cascada cuando se gira para, literalmente, huir

de mí. Noto el pecho subir y bajar sin ser capaz de acompasar los latidos de
mi corazón. ¿Qué me está pasando? Sé que debería ir detrás de ella
nuevamente, decirle que debería darme las gracias, que no puede dejarme

con la palabra en la boca. Soy su alfa, pero ella…ella es algo más.

–Joel. –Candy me alcanza aunque no sé de dónde se supone que he salido. –

¿Dónde te habías metido? –No le contesto. Ella solo habla de lo raro que ha

sido que saliera así en medio del entrenamiento. – ¿Qué has hecho que
tienes sangre? –Grita escandalizada cogiendo mi mano. ¿Qué? Me quedo

extrañado un instante. Tras ello, sólo puedo dejarla atrás sin contestarla a

pesar de que parece estar intentando convencerme de que es de vida o

muerte.

Nada es más importante en este instante. La gente que me cruzo dentro de


la mansión se aparta de mi camino, quizá porque soy el alfa. Quizá por la

decisión de mi cuerpo. Toco a la puerta y no recibo respuesta. Simplemente,

rompo el pomo. Mis ojos se detienen en su cuerpo, casi desnudo.

Prácticamente perfecto. Eleva y recoge su pecho apretando la toalla que

sujeta. Cierro la puerta y alcanzo sus caderas. Deja caer el trozo de tela y

contengo la respiración. No se cubre, no tiene qué hacerlo. Palpo con

suavidad su costado, tiene levantada la piel. Siento que me quema por


dentro. Nadie tiene derecho a herirla, a tocarla, a rozar su delicada piel,

porque…de lo contrario, mi vida qué sentido tiene. La beso acariciando

ambos lados de su cuerpo, como si siempre hubiera sido mío, como si

conociese su cuerpo mejor que nadie. Me agarra el cuello rodeándolo con


ambas manos. Me acerca a ella, bebe de mí todo lo que necesita y todo lo

que yo estoy dispuesta a darle. Sube sus uñas por mis abdominales

metiéndolas con suavidad por el dobladillo de la camiseta. Puede hacer lo

que quiera, no es como si la fuese a parar en ningún momento. Llevo tanto

tiempo vivo que ni si quiera me creía capaz de sentir algo así. Un cosquilleo

extraño sube por mi espina dorsal y me pregunto de dónde ha salido. Deja


caer sus brazos de repente y aparta la mirada. Quiere girarse. La retengo.

– ¿Por qué? –Es lo único que se me ocurre decir. Me siento vulnerable y

nunca me siento así. Es como si toda mi fuerza no valiera de nada si ella me

rechaza.

– ¿Por qué, qué? –Se mete en el baño para salir al instante vestida y con una

coleta perfectamente anudando sus trenzas largas y espesas. Como si no

hubiera pasado nada. Como si no hubiera estado desnuda entre mis brazos.

Como si su alma no hubiera sido consciente de mi gran electricidad. ¿Es

eso posible?

– ¿Por qué no te has transformado en lobo cuando has estado a punto de


morir? –Si ella quiere hacer esto así, lo haremos como ella quiere. Quizá

porque es lo mejor o quizá porque soy tanto o más cabezota que ella. Gen

de lobo es lo que hay.

–Yo no puedo transformarme. –Asegura y por un momento, dudo. No tengo

constancia de ningún lobo que haya llegado sin la transformación hasta su


edad. –De verdad que no puedo. –Una pequeña lágrima recorre su rostro y,

aunque debería, no soy capaz de pedirle más explicaciones.

Salgo confundido del cuarto. Nunca debí entrar. Pego un puñetazo a la


primera pared que me cruzo haciendo retumbar cada esquina del pasillo y

llenando mis nudillos de sangre.

–Tío. –Mi compañero llega hasta mí con una alarma que me desconciertan.

–Nos atacan y estas, totalmente, perdido.

Andamos lo más ligero posible hasta la sala de control. En efecto, parece

ser que, para un día que me despisto, intentan atacar todo mi territorio al

mismo tiempo, pero…es tan extraño. Analizamos los ataques ya sofocados.

Los vampiros se han alineado estratégicamente en cada uno de los puntos

periféricos más débiles. Atacan en grupo, no se detienen ante el olor de la

sangre. Dejan los cadáveres como si no les afectase y eso, es peligroso.

Candy está totalmente horrorizada ante las imágenes que nos dan las

cámaras de seguridad. Cada capitán de la periferia envía sus bajas y los

síntomas extraños que han podido detectar en los ataques.

–Nos vamos a la periferia. –Grito dando órdenes. –Que doblen la seguridad

aquí y que cada uno de nuestra manada esté preparado. –Salgo de la torre de

control en busca de algo que no debería. Si yo me voy de aquí,

evidentemente, ella se viene conmigo. Me cruzo a Damián y le grito que


lleve su culo hasta el convoy a la de ya. Necesitamos estrategas,
necesitamos reforzar un nivel de seguridad que, hasta ahora, ha sido

suficiente y eficiente.

–De acuerdo. –Corre ante mi petición como no podía ser de otra manera. Lo

que dice un alfa, no es nuca discutido.

–Nos vamos. –Vanessa no despega la mirada de la pantalla de su portátil

cuando entro autoritariamente de nuevo en su cuarto. Niega lentamente con

la cabeza y me pregunto por qué es tan testaruda. –Vamos a la periferia. A

tu casa. –Salta literalmente de la silla y pone todos sus aparatos en la bolsa.

Casi soy capaz de ver una pequeña sonrisa salir de su rostro. ¿Será por el

chico que había la otra vez o solo por sentirse en casa? ¿Y por qué no puede
sentir que su casa soy yo?
CAPÍTULO 6
Vanessa
Llegar a la periferia, a mi hogar… Ver las calles sumidas en tristeza,

cuerpos, sangre…Soy capaz de reconocer algunos de los cuerpos que yacen


inertes tras la batalla. Mis venas bombean la sangre a ritmos inauditos.

Tengo furia, me siento como un huracán. Si hubiera estado aquí,


quizá….Podría haber previsto el ataque. Pero estaba muy ocupada jugando

a ser una adolescente en algún lugar de esa estúpida base militar.


–Vanessa. –Es una llamada baja, tierna, casi de emoción. Me giro. El

Capitán me espera con los brazos abiertos. Me dejo recoger en ellos


evitando el contacto visual, él sería capaz de ver mi dolor. Su abrazo sabe

amargo. ¿Qué pasa? –Fue un ataque totalmente diseñado para separar

nuestras tropas. Había rastros, los lobos salieron en grupos. –Habla mirando

hacia Joel, Hugo, Zac y el resto de comandantes. –Entonces atacaron la

ciudad y apenas quedaba gente de alto nivel para defender. Ha habido


algunas bajas… –Carraspea intentando disimular su propio dolor. –Pero ese

no es nuestro mayor problema. –Aprieta mi mano y siento que me empieza

a doler el cuerpo. Un escalofrío recorre mi espina dorsal. –Se han llevado a

gente.
– ¿Cómo que se han llevado gente? –Joel está tan confundido como el resto

al preguntarlo. – ¿Para qué?

–Ese es el problema… –Señala con un dedo al alfa y después a su

biblioteca. Joel respira fuertemente. No le gusta lo que está pasando. Siente

que está en desventaja porque no sabe ni lo que ha pasado ni a lo que se


enfrenta. Aún así, anda hacia dentro. Yo no me despego del capitán y

quedamos los tres solos. –Estábamos trabajando en una mejora en el

laboratorio. ¿Recuerda? Le pregunté si podía usar ciertos fondos para un

químico. Algo que nos ayudaría a ser capaz de detectar al enemigo

muchísimo antes. También intentaría sintetizar las mejores formulas de


combate como algo innato en los lobos. –La versión Z512. He oído hablar

de eso a mi padre durante años…

–No entiendo qué tiene que ver eso con la masacre que estamos sufriendo

en distintos puntos de nuestra manada. –Eleva conscientemente la voz

intentando intimidarlo. No está satisfecho con las respuestas que le está

dando. Parece impaciente con todo esto. Lo peor, es que yo también.

–Nos han atacado a conciencia. –Eso ya lo dicen los cadáveres. –Pero no


por sed de sangre. –Es cierto que están cambiando. –Tampoco por hacer

daño. – ¿Qué? –Quieren el Z512. – ¿Cómo? –No sabían dónde estaba. Su

objetivo ha sido cada laboratorio de los territorios de la periferia.


– ¿Qué peligro tiene que tengan eso? –Técnicamente puedo ver el cuerpo de

Joel sobre el del capitán.

–No lo tienen. –Joel respira y se sienta. Algo empieza a hacer que mi

corazón lata más fuerte. Siento dolor. La presión en la cabeza es más fuerte.

–Pero si lo tuvieran…Y si supieran utilizarlo…Podría ser el arma más

potente nunca conocida. –Asegura.


–Pues destrúyelo. –Da la orden y el capitán niega con la cabeza. –No puedo

permitir que mi gente muera por proteger un estúpido químico. –Vocifera. –

¿Y qué gente se han llevado? ¿Para qué?

–Se han llevado a los encargados de trabajar el Z512. –Explica bajando el

tono y sin parar de mirarme. –Sólo a ellos. Algunos cuadernos sobre los

resultados obtenidos en las observaciones…

– ¿Y el Z512 no consiguieron llevárselo? ¿Lo protegió usted? –Toca el

puente de su nariz cansado de repente. Quiere eliminarlo.

–No lo tenía yo. –Lo escueto de sus respuestas irrita al alfa que empieza a

gruñir bajo. –Lo tenía usted. –Va a preguntar totalmente fuera de sí cuando
el capitán me señala. –El Z512 está dentro de ella. –Joel me atraviesa con

su mirada confundido. –Si quiere destruirlo, mátela. –Abro los ojos

desmesuradamente y miro hacia la salida para correr.

– ¿Por qué está dentro de ella? –Oigo el subir y bajar de su pecho irregular.

Al menos no ha venido directo a arrancarme la yugular de un mordisco. –


¿Qué hacemos?

–Vanessa. –Puedo sentir que lo que vaya a decir es una de esas clases que

jamás debo olvidar. –Se han llevado a tu padre, y a Mario. – ¡No! Me llevo
ambas manos a la boca. –Son quienes mejor te conocen. Van a ir a buscarte

allá donde te escondas. Y tú, por muchas ganas que tengas de salvarlos,

tienes la obligación de hacer lo mejor para la manada. Esconderte. Quédate

aquí conmigo. Ellos no van a delatarte.

–Ella no se va a quedar aquí. –Joel se levanta dejando clara su postura. –Vas

a explicarme exactamente por qué tiene ella eso dentro, qué le hace y cómo

hemos llegado a esto. Después vamos a juntar cada maldita información de

estos territorios para averiguar dónde se supone que están escondiendo a los

implicados en el experimento. Se supone que son desorganizados, sin sitio

fijo…Bueno, también se suponía que no pensaban ante el olor de la

sangre…Es evidente que todo ha cambiado. –Se queda pensando. – ¿Cómo,

después de más de cien mil años, cambia la naturaleza vampírica de la

noche a la mañana?

–Esa es la verdadera cuestión, Alfa. –El capitán tiene un brillo en los ojos

como si hubiéramos dado justo con la pregunta indicada. La que necesita

para explicarlo todo. –Alguien, que no es un vampiro, está detrás de esto. –

Su anuncio cae como plomo en nuestros cuerpos. ¿Quién más quiere


destruida la raza lobuna?
–Vanessa. –Joel me aprieta la mano como si estuviéramos solos. –No te

separes a más de diez metros de mí. Tienes que tener en todo momento

contacto visual conmigo. Y es una orden. –Pienso en contestarle enfadada,

pero, me siento tan vulnerable en este momento, que sólo asiento.

¿Qué les dirá a los demás? Yo sabía que tenía el químico dentro, lo que no

sabía es que eso fuera tan importante. Cuando nací a penas pesaba 600gr.

Mi madre murió con el parto. Mi padre vio día a día como me quedaba atrás

respecto a la altura o fuerza de mis compañeros. Algo dentro de mí no se

había formado debido a que mi gestación duró menos de lo que debía. El

gen de la transformación. ¿Pero qué clase de lobo podía ser si no era capaz
de transformarme? Y entonces el capitán, con el que trabajaba mi padre, vio

algo en mi inteligencia que le llamó la atención cuando tenía sólo cinco

años. Pudo ser consciente de un potencial intelectual que no quería perder.

Así que se lo propuso. “Haz a tu hija un lobo normal, incluso uno mejor”. Y

mi padre dijo que sí. Administraron con mimo el Z512 hasta que a la

quincena, en el límite de edad, tuve mi transformación. Soy un lobo

totalmente normal y podría haber disfrutado de ello, pero me recuerda que

la naturaleza no me lo dio. Anotaron cada progreso tras los entrenamientos.

Siempre entrenaba sola, mi complexión atlética, los conocimientos innatos

que venían en el químico transgénico…Todo me hacía fuerte, imparable,


quizá la mejor soldado, pero yo no quería ser así. Yo había nacido para estar

frente la pantalla del ordenador.

Poco a poco ya no necesitaron que hiciera nada para seguir trabajando en

las versiones. Y a mí…prácticamente se me olvidó que llevaba eso dentro.

Ahora Joel me verá como un monstruo, como un lobo sin transformación

por la luna. Un bicho raro, como siempre me he sentido.


CAPÍTULO 7
Joel
–No lo tenía yo. –Explica el capitán severamente. Empieza a irritarme esta

conversación porque lo único que yo sé es que mi manada está en peligro y


el Z512 debe ser destruido de inmediato. –Lo tenía usted. –Voy a preguntar

de qué me está hablando ahora cuando señala a Vanessa. Ella no. –El Z512
está dentro de ella. –La miro y veo miedo en sus ojos. –Si quiere destruirlo,

mátela. –Ella busca con su mirada una salida. Debería saber que, tal y como
late mi corazón, no pienso hacerle nada.

– ¿Por qué está dentro de ella? –Me toco el puente de la nariz intentando
buscar una solución que no implique nada malo para nadie – ¿Qué

hacemos?

–Vanessa. –La llama para hablarle directamente. –Se han llevado a tu padre,

y a Mario. –Ella lleva sus manos a la boca. –Son quienes mejor te conocen.

Van a ir a buscarte allá donde te escondas. Y tú, por muchas ganas que
tengas de salvarlos, tienes la obligación de hacer lo mejor para la manada.

Esconderte. Quédate aquí conmigo. Ellos no van a delatarte. –Le sugiere.

–Ella no se va a quedar aquí. –Lo digo antes de poder procesarlo, pero,

evidentemente, ella no se va a separar de mí y menos aún cuando es la clave


para salvar mi vida o destruir a la manada.
El capitán nos deja solos. Agarro la muñeca de Vanessa de nuevo tras

decirle que no se separe de mí.

–Joel, yo… –Parece tan triste que no soy capaz de decir nada coherente.

–No le digas a nadie que lo llevas dentro. –Susurro con un miedo hasta

ahora desconocido. –No hables con nadie de esto que no seamos el capitán
o yo. –Asiente un poco. –No desmientas mis versiones y, sobretodo, no

tengas miedo. –Agarro su cuello con suavidad para acercarla y compartir el

mismo espacio. Noto la calidez de sus labios y acaricio su lengua con la

mía. Tengo ganas de tranquilizarla de asegurarle que todo va a estar bien.

Lo malo, es que no puedo mentirle.


Salgo tras besarla durante unos pocos minutos. Zac está histérico y Candy,

aún más. Damián estudia los datos que le proporcionan y tiene

desmesuradamente abiertos los ojos. Veo a Vanessa acercarse al otro

intelectual y ponerse a discutir sobre algo. Se alejan un poco.

–Hijo, estamos ante una situación gravísima. – Es la primera vez en mi

larga existencia que veo a mi padre preocupado, de hecho, se suponía que él

no vendría hasta aquí. – ¿Qué es todo esto? ¿Desde cuándo ellos se


preparan como nosotros?

Cojo a Zac por el codo y me lo llevo a parte tras asegurarle a mi padre que

no va a pasar nada más. También le dejo encargado que redoble todas las

fuerzas y desvíe efectivos a esta zona.


–Oye, hermano. –Necesito que alguien más lo sepa, por si me pasa algo,

porque la vida de ella es mi prioridad. –Protege a Vanessa ante todo.

– ¿A la nerd? –Me crispa que la llame así, pero, llegados a este punto, lo

que menos importa es como la llame. Ya hablaré con él sobre eso. – ¿Qué

pasa Joel?

–Ella tiene el químico que los vampiros buscan dentro. –Abre los ojos como
si le estuviera diciendo una mentira gigante y no pudiera creerme. –Ella es

la clave de esta maldita guerra.

El capitán nos llama y nos acercamos lentamente. Zac asiente y sé que me

está dando su palabra. La protegerá con la vida si es necesario. Un grito

aterrador me parte en dos. Vanessa. Sé que es ella. Me transformo, corro,

aúllo alentando a la manada a convertirse y atacar. Porque alguien le ha

hecho daño y yo, simplemente, tardo mucho en encontrarla. Damián está

tirado en el suelo, tendido, con las gafas rotas y prácticamente inconsciente.

Hay sangre en el suelo y es de Vanessa… ¿Dónde está?

– ¿Quién ha sido? ¿Dónde está? –Atosigo a mi informático aunque quizá


debería respetar su dolor. Candy llega y se posiciona con su hermano

recriminándome lo poco que me importa su situación. Zac busca mi mirada

como si no comprendiese qué acaba de pasar.

Se suponía que nadie tenía conocimiento de que el Z12 estuviera dentro de

ella, y, de repente, la han secuestrado. Tiene que ser que piensen que ella
también trabajaba en eso. Sólo le pido a la luna que los mantenga callados a

todos mientras vamos a por ello.

– ¡Es un suicidio! –Mi padre grita pegando un golpe en la mesa con su puño
cerrado. –No mandaré a mi manada a una guarida nueva de vampiros cuyos

conocimientos y estrategias desconocemos para salvar a tres personas que,

posiblemente, estén ya muertas.

–Lo bueno, padre, es que aquí las decisiones las tomo yo. –Es una amenaza

baja. Nosotros nunca hemos tenido que enfrentarnos. Él vio que yo ya era

más grande y más fuerte y nos ahorramos el absurdo combate de destronar

al alfa viejo. Simplemente delegó. Tras ello, jamás, he tenido que recordarle

esto. Y, de hecho, no lo haría por casi nada. Pero, por alguna estúpida razón,

Vanessa llegó y se coló dentro de mí.

– ¡No tienes derecho a pedirles que mueran por unos pocos científicos de la

periferia! –Aúllo y se calla. –Reconsidéralo, hijo. –Dice ahora con respeto.

–Ellos tienen algo que, juntándolo con los secuestrados, puede destruir

nuestra raza. –Mido mis palabras. Tengo que darles algún dato que les incite

a querer ir. A salvarlos. –Necesitamos un plan, y tiene que ser la mejor

simulación que, en nuestra historia, se haga.

Planos, mapas, efectivos desplazándose sin información y en silencio.

Quiero a los mejores para esto. Sin preguntas ni datos. Entrar y salir de esa
misteriosa base que resulta ser una épica zona a lo área 51. No se le dirá a
nadie lo que buscamos. Salvaré a mi manada, y, ante todo, a Vanessa.

Siento en mi corazón que estoy traicionando a los lobos que siempre he

protegido porque, quizá mi deber es decirles que destruyan a la chica, que

acaben con el Z512, que no haya riesgo ni presente ni futuro de que otra

raza estudie el famoso químico transgénico. Pero, quizás hay muchos.

Amor, solo uno.


CAPÍTULO 8
Vanessa
Mi cabeza pesa como si tuviera cien toneladas sobre mí. Posiblemente

tenga que ver con el hecho de que he sido golpeada con algún tipo de objeto
pesado en la cabeza para después ser secuestrada. Es todo sumamente

extraño. Soy consciente, a pesar de mi precaria situación, de que podría ser


peor. Mis sentidos me dicen que estoy rodeada de vampiro, por ello, seguir

vivía ya me parece un milagro. Intento recordar el momento exacto porque,


algo no encaja. Yo no sentí que hubiera ninguna amenaza cerca. El ataque

tuvo que ser perfectamente coordinado y sorprendentemente bien ejecutado.


¿Nadie se dio cuenta? ¿Ni si quiera los extraordinarios sentidos del alfa?

Quiero pensar que, de haberlo sabido, me habría protegido. Él lo dijo y

yo…me lo creí. Ahora las dudas crecen en mi interior mientras espero a que

algo en el espacio donde debo estar encerrada y con los ojos vendados

cambie.
La idea de transformarme pasa por mi cabeza. Así podría romper las bridas

que sujetan mis muñecas y tobillos, pero psicológicamente, y tras

comprobar todos los problemas que está trayendo a mi clan el maldito

Z512, no me veo capaz.


Un chirrido bajo me pone en alerta. Ya no estoy sola. Un vampiro me

observa, puedo notarlo. Su fragancia es sorprendentemente débil y me

pregunto si se trata de un recién transformado o es que han encontrado

alguna forma de camuflarse. En una milésima de segundo me encuentro

liberada de la venda de los ojos. Es pasmosamente joven. Aunque, cierto es


que los vampiros, cuando se transforman, quedan en el aspecto que

tuvieran. Pero hay algo en él que me dice que tiene exactamente la edad que

aparenta y no puede ser más mayor que yo misma.

– ¿Y tú eres? –La pregunta me pilla desprevenida. Quizá por el desenfado

en su voz. Le ordena a alguien cercano que le pase una silla y se sienta


frente a mí. Me observa tanto que me pregunto si está esperando que el

Z152 salga por arte de magia de mi cuerpo. – ¿No vas a decirme tu

nombre? Juraría que los hombres de la celda de al lado no habían

mencionado que nadie más estuviera implicado en la creación del químico.

– ¿Qué químico? – ¿Y si mi única baza es mentir para ganar tiempo?

¿Tiempo para qué exactamente? Me digo a mí misma que, al menos, no

parecen saber que lo llevo dentro. ¿Puede ser esa la diferencia entre morir y
seguir viva? –Creo que te has equivocado de persona. –Suena tan absurdo

que una loba le diga a un vampiro esa frase que casi me arrepiento de

haberla pronunciado. La verdadera cuestión es por qué sigo viva y no se

dedica a arrancarme la yugular y beber mi sangre.


–Lo dudo. –Pone sus ojos en blanco por un instante. Le parece tediosa esta

conversación. Coloca una de sus manos bajo mi barbilla y levanta mi rostro

para después aspirar mi fragancia. –Ya veo. – ¿El qué? –No hay posibilidad

de error. Él sabía exactamente quiénes estabais implicados en la creación,

por eso fue tan fácil, enfocarlo todo a objetivos fijos. Dijo claramente “coge

a la chica” y ahora estás aquí y no sabes nada… –Golpea la silla haciéndola


volar violentamente contra la pared.

Se va cerrando la puerta tras de sí. Por suerte, o por su propia ira, no

recuerda volver a vendarme los ojos. “Él sabía exactamente quiénes”. La

frase retumba una vez y otra en mi cabeza como si darle vueltas fuera a

hacerme descubrir algún tipo de verdad que se esconde. ¿Es remotamente

posible que alguien nos hubiera observado de lejos el suficiente tiempo

como para saber qué estábamos haciendo? ¡Ni si quiera sabía los detalles el

alfa! Desde luego…no me parece factible. Intento analizar con rapidez los

pequeños detalles, pero no puedo concentrarme con el incesante dolor de

cabeza. Hago acopio de valor para acercándome reptando hasta la puerta. Si


consigo oír algo… El pasillo se oye con eco, tiene que ser una especie de

cueva subterránea transformada. Ha dicho que tenía hombres en la celda de

al lado. ¿Mi padre y Mario tienen que estar ahí? ¿Son capaces de olerme?

Repentinamente se oye revuelo. No están intentando ser silenciosos y sólo

soy capaz de sentir al menos cien pares de botas yendo y viniendo a una
velocidad vertiginosa de allá para acá. Vuelve el joven y corta las bridas de

mis pies. ¿Tengo opción de escapar?

–No me hagas matarte. –La amenaza es clara. –Camina a mi mismo paso


sino, no tendrás opción de sobrevivir. –Abre una puerta pesada de roble. Le

sigo por un pasillo oscuro que da a unas escaleras. No se ve prácticamente

nada. Empuja una gran roca y ante nosotros está todo el bosque. –Corre. –

Es una orden.

No es que seguir a un vampiro por el bosque parezca muy inteligente, pero,

por alguna razón, mi instinto me dice que, no hacerlo, sería mucho peor. La

lluvia ha decidido hacernos compañía y, ya que diría que estamos huyendo,

se borrará nuestro rastro. Me pego un golpe mentalmente. ¿Por qué no me

resisto? ¿No es lógico pensar que huimos de los míos? Joel vendrá a por mí.

Al pensar en él freno en seco.

Barro los pies del joven vampiro que cae de bruces sorprendido. Me giro

para salir en dirección contraria. Sus brazos me agarran de las piernas

haciendo que el barro y la hojarasca estén por todo mi cuerpo. Intento

defenderme con la desventaja de seguir teniendo las manos atadas. Consigo

agarrarle la cabeza en una encrucijada pero su puño vuela hasta mi

estómago y me veo forzada a soltarlo. Saca sus colmillos y chilla. No

quiero hacerlo, pero lo hago. Mi transformación está algo oxidada y tardo


unos segundos más de lo que debería. Soy grande e imponente. El químico
hizo eso en mí. Le lanzo una dentellada y se echa hacia atrás. Sus intentos

parecen ir dirigidos solo a la función de tumbarme. Tomo la decisión. Tiene

que morir. Encontraré a Joel y salvaré tanto a Mario como a mi padre.

Consigo derribarle mordiéndole el muslo. Un gruñido descomunal sale de

él.

Ante mi atónita mirada veo como comienza a cambiar su cuerpo. ¡Por todos

las lunas! ¿Es eso si quiera posible? Está transformándose en un lobo. No

consigo controlarme y vuelvo a mi forma humana. Caigo entre la hojarasca

y llevo mis dos manos a la boca para ahogar un grito. Se acerca a mí con las

fauces abiertas. No soy capaz de reaccionar. Como aquella vez que el


vampiro iba a matarme, no reacciono. En esa ocasión llegó Joel para

salvarme, pero, esta vez, no estará….moriré.

–Levántate. –En mis ojos hay lágrimas y mi entendimiento va a explotar. –

Corre conmigo. –Vuelve a su forma humana y viendo sus incisivos no dudo

de que es un vampiro. ¿Un vampiro licántropo? ¿Cómo? –Mi nombre es

Roth, yo también soy un Z512.


CAPÍTULO 9
Roth
La chica no es para nada como había esperado. De hecho, estaba dudando

de si, en efecto, era ella. Es tan diferente al resto… Cuando decidí que esto
podía salir bien ni si quiera yo me lo creía del todo, pero a la vez, era

consciente de que era nuestra única opción.


Cuando era un niño, humano, vivía rodeado de vampiros. Es extraño

acostumbrarte a ellos como si fueran tus padres. Te inculcan sus técnicas de


guerra y caza para cuando te vean lo suficientemente fuerte como hombre

morderte para que pases a formar parte de la horda. Pero ese cambio a
alguien merecedor de galardones por su forma de luchar y su masculinidad

nunca llegó para mí. A los veintidós años, el científico de nuestro pequeño

núcleo vino a preguntarme si quería ser más fuerte y más rápido que los

demás. Si deseaba que todo el mundo me tuviera respeto e incluso algo de

miedo. Por aquel entonces no sabía lo que significaría ni para mi vida ni


para mi cuerpo, pero, como no podía ser de otro modo, acepté.

En la primera luna tras el pinchazo mi cuerpo empezó a convulsionar. Mis

huesos se rompieron y aunque los gritos de dolor alertaron a los que me

habían criado como si fuera un hijo salieron corriendo al comprobar que


acababa de cambiar a hombre lobo. No podía prácticamente mantenerme
sobre las cuatro patas, era tan antinatural. El científico me explicó que

tendría que vivir con él para aprender más sobre cómo usar lo que llevaba

dentro. No me lo dijo, pero en su mirada pude descifrar que no era eso lo

que esperaba que pasase.

Quizá hubiera sido más fácil mi vida si no hubiera hecho lo que hice, pero,
no pude evitarlo. Mientras él dormía le arranqué la yugular. No probé ni un

trago de su cuerpo. Sólo fue venganza. Es raro, pero como vampiro, no me

consideraba un monstruo y ahora era… ¿qué exactamente? Oculté el

cadáver quemándolo y jamás le conté a nadie que podía transformarme.

Empecé a ser más rápido y más letal y empezaron a reconocerme honores


dentro de la horda. Fui capaz casi de olvidar esa otra parte de mí, pero un

día llegó otro hombre y llamó a mi puerta. Me señaló con el dedo y me dijo

que sabía lo que era y que si no iba con él, el propio químico me mataría.

No dudé. Cogí mis pocas pertenencias y fui a un gran campo de

adiestramiento alejado de toda vida. Poco a poco fueron llegando algunos

pocos jóvenes más. Nadie se transformaba, pero el comportamiento, la

forma de luchar….Todos ellos tenían el Z512 dentro, pero… ¿Por qué?


¿Con qué fin?

– ¿No vas a decir nada más? –Vuelvo al presente de golpe y miro los ojos

de la loba. Podría haber huido y ni me hubiera dado cuenta. – ¿Cómo es que

eres un Z512? ¿Cómo es que puedes transformarte? ¿Dónde se supone que


vamos? ¿Por qué me has secuestrado? ¿Por qué no me comes? –Grita

enfurecida y me echo un poco hacia atrás antes su vehemencia.

–Yo no te secuestré. –Su rostro se burla de mi afirmación. Piensa que estoy

loco. –De hecho, te salvé. –Se detiene unos instantes. Supongo que se lo

está tomando bastante bien. –No quiero hacerte daño alguno, aunque si es

lo que te estás preguntando, sí, fui yo quien te golpeó en la cabeza, pero no


hubieras venido voluntariamente. –Afirmo carraspeando un poco.

– ¿Y cómo denominas tú exactamente a ese hecho si no es secuestro? –Otra

vez gritando, desde luego, tiene un carácter mucho más fuerte del que

esperaba. Cuando la observaba en su campamento siempre iba tras esas

grandes lentes y su tablet.

–Alguien más iba detrás de ti. –Eso llama su atención. Sigo andando y me

fijo en que no piensa dar ni un paso más. Bueno, en realidad, prácticamente

estamos encima del campamento ya. –Si no te hubiera secuestrado yo, lo

hubieran hecho otros…Y estarías muerta. –Se toca la cabeza. Es demasiado

lioso todo lo que le intento explicar. –Oí sobre ti espiando a otra secesión de
la horda. La loba que tiene el Z512, la única que tiene el químico original

dentro de sí. Ellos quieren abrirte en canal para sacártelo e investigar cómo

hacer que seamos más fuertes sin convertirnos en hombres lobo. –Respira

fuertemente. Abro las hojas de los árboles que tapan nuestra visión para que

vea el campamento. Al menos hay 50 personas en él. –Todos los que están
ahí abajo son Z512, vampiros que se han transformado. Por eso te

necesitamos aquí. No sabemos ser hombres lobo. –Al contarle la verdad

intenta procesarla. ¿Podrá?


– ¿Por qué están aquí todos juntos? ¿Quién les ha administrado el químico?

–Aquí viene la parte que no querrá aceptar, la que le hará huir, la que nos

hará morir a todos.

–No están todos. Sólo es la pequeña parte que no quiere ser la marioneta de

una guerra que no es nuestra. –Levanta una ceja a modo de pregunta. –Un

lobo les dio el químico a científicos de la horda para que nos crearan. Nos

utilizarían para destronar al alfa y a cambio, los creadores tendrían el pacto

de no agresión de los hombres lobo. Un buen plan para los ambiciosos que

no aceptan que sois los únicos seres capaces de darnos una muerte a los

seres “inmortales”.

– ¿Me estás diciendo que un lobo ha creado este ejército de vampiros

licántropos? –Puedo oír su incesante corazón bombear. –No es posible. El

capitán creo el Z512. –Asegura intentando buscar en mis ojos que miento.

–Y fue el capitán quien lo distribuyó. –Le confirmo su pesadilla.

– ¡Eso es mentira! –Grita y la frustración se le nota salir por cada poro de su

piel. – ¡Él nunca me haría eso! ¡Es como mi padre!

–No digo que quisiera hacerte daño…De hecho, tardamos en averiguar que
existías, pero, todos parecíamos tener claro que alguien debía ser el origen y
no podía ser un vampiro. –Respira entrecortadamente. –Y hay algo más…

– ¡No puedo saber más! –Levanta la mano hacia mí como si eso la salvase

de la información. –De verdad que no. –Se cae de rodillas sobre la tierra del

bosque. Pero no puedo callarme ahora, tiene que entender por qué no

podemos sobrevivir sin ella.

–De alguna forma, todos los que nos transformamos, tenemos una parte de

ti. –Sube la vista de repente, no lo entiende. –Eres nuestra alfa.

Tengo que ser rápido para poner la mano detrás de su cabeza antes de que

se desmaye. No ha salido como había pensando, pero al menos está a salvo

en el campamento. Coloco mis brazos bajo ella para cargarla. Es realmente


guapa para ser un lobo. Destierro ese pensamiento y la entro ante la atenta

mirada del resto de la “nueva manada”. Sólo espero que cuando se despierte

tenga claro que, de esto, no puede huir.


CAPÍTULO 10
Joel
Correr con gran parte de la manada detrás de mí podría decirse que me hace

sentir más seguro, pero, la verdad es que hubiera recorrido toda la montaña
en solitario si hubiera sido preciso para rescatarla. Mario y mi padre, a pesar

de no estar muy de acuerdo con este rescate, me siguen de cerca. Candy me


ha preguntado ya en varias ocasiones por qué es tan importante que

hagamos esto. Odia a los nerd, lo ve sustituibles e innecesarios. Quizá yo


antes era así, pero, a raíz de conocer a Vanessa algo ha cambiado en mi

pensamiento. ¿Por qué siempre segregamos a la gente según lo que nos


parece que son? ¿Por qué los etiquetamos sin darle la oportunidad de

demostrar otras dotes que tengan? Debería plantearme cambiar algunas

cosas en mi manada. Ella podría ayudarme, pero, para eso, primero tengo

que conseguir salvarla.

Huele a vampiro desde nuestra posición más alta en el peñasco de la


montaña. Desde aquí vemos las catacumbas de los vampiros. Tienen una

gran base de corte militar montada y muchos custodios apostados en la

puerta. Pienso lo más rápido que puedo tras echar una rápida mirada a los

míos. No quiero convertir el rescate en una guerra sangrienta, no se lo


merecen, pero… ¿qué otra opción hay?
Aúllo dando la orden de atacar en pequeños grupos para dispersar a los

vampiros que se aproximen a nosotros, pero, lo que ocurre, hace que apenas

pueda respirar. Los vampiros comienzan a transformarse en lobos. Sus

aullidos, su forma… No puedo procesar lo que estoy viendo, es antinatural

e imposible. Veo a algunos de los míos dudar y retroceder y tengo que


instarles a que, ahora más que nunca, se enfrenten al enemigo. Nuestra

única misión es entrar y liberar a los presos, correr hasta nuestro territorio y

ya ahí, protegidos con nuestras mejores armas y estrategias, analizar lo que

nadie es capaz de comprender. Busco la mirada de mi padre mientras

descendemos colina abajo hacia las cuevas. Zac, que está junto a él, se
desvía para entrar por otra de los huecos. Cuanto más abarquemos más

sencillo será el rescate. Si yo llevo años vivo…Mi padre muchos más…Y

en su mirada, turbia y cansada, veo que en su larga existencia jamás podría

haber imaginado que veríamos algo así.

Conforme mato a algunos de los transformados, me siento confundido y

nada satisfecho. Un lobo nunca debe matar a otro lobo. Siempre formamos

alianzas y protegemos nuestra raza por encima de todo, pero ellos son
también vampiros. ¿Dónde está la línea entre el bien y el mal de matarlos?

Vamos avanzando por las cuevas y me sorprende ver a más científicos de

las distintas periferias encerrados. ¿Cuántas zonas de nuestra manada han

atacado? ¿Podemos contabilizar nuestras pérdidas humanas y económicas?


También veo otros seres, brujas, orcos….Todos científicos o nerds diría yo.

¿Para qué los quieren? Ordeno que me comuniquen cuando encuentren a

Vanessa. La urgencia va creciendo en mí desesperadamente conforme las

múltiples celdas se van abriendo y vaciando. ¿Dónde está? Por fin

encontramos a Mario y al padre de Vanessa, Eduardo. Están confusos y

perdidos. Han sido visiblemente torturados y, aunque debería de tener más


temple y paciencia, no puedo. No soy capaz.

– ¿Dónde está Vanessa? –Lo pregunto ante la atenta mirada de Mario y el

capitán que se está agachando junto a su amigo.

– ¿Se la han llevado? –La postura derrotada de Eduardo no da lugar a

confusión. Ella no está aquí. Mis latidos van a un ritmo tan frenético que no

sé si seré capaz de aguantar.

–Estuvo aquí. –El nerd comienza a hablar y aunque estoy casi seguro de

que tendré que explicarle que ella me pertenece y que no me gusta nada su

actitud de amigo tocón con ella, todo lo que pueda decir de su ubicación me

interesa. –Pero oí como alguien se la llevaba. Dejé de olerla. Hace ya unas


horas. –Le cojo de la camisa y niega con la cabeza. No sabe nada más. –El

chico que se la llevó…No había estado antes aquí, alfa. –Baja la cabeza en

señal de sumisión.

–Nos vamos de aquí. –Vuelvo a aullar para pedir la retirada de la manada. –

Que alguien secuestre a uno de esos lobos nuevos, hay que saber qué está
pasando. –Oigo otros aullidos y vemos la retirada de los otros, quizá al ser

claramente vencidos en número.

–Ellos son Z12. –Eduardo habla intentando acompasar su respiración y


aliviar el malestar creciente por su hija. –Pero no tengo idea de cómo eso es

posible, Joel. –Se agarra al capitán para conseguir levantarse y tenerse en

pie.

Una idea, tormentosa y oscura, ronda por mi cabeza mientras llegamos a

nuestro hogar. Es tan difícil hacer este tipo de cosas….Pero no me dejan

alternativa y aunque me parece imposible pensar que ellos hayan podido

hacerle eso, alguien tiene que haber sido. ¿Por qué? ¿Para qué?

–Encerrad a Eduardo, Mario y el capitán en una celda. –Los tres se giran

sorprendidos. Antes de darse cuenta están siendo arrestados. –Si ellos han

creado el químico, uno de los tres ha tenido que distribuirlo. –Me

transformo en el gran lobo negro azabache que soy para seguir ganándome

el respeto de toda la manda y, sobre todo, para recordarle a mi padre, que

esté de acuerdo o no con mi decisión ya no es nadie para intentar cambiarla.

–Y sea como sea, averiguaremos cuál de los tres ha sido.

Nunca había imaginado tener que hacer algo así. Ni si quera solemos usar

las celdas que están bajo nuestra base y, ahora, están llenas. Además de los

tres hombres de confianza de Vanessa, hay una decena de esos nuevos


lobos. Y todos los científicos, lobos o no, que se encontraban en esa base,
ahora son nuestros prisioneros. No haremos daño a nadie, si no es

necesario. Tan solo quiero saber, pero necesito hacerlo ya, dónde está ella.

–Sólo nosotros dos los interrogaremos. –Mario me mira con decisión en su

mirada. –Haz lo que sea necesario. –Es todo lo que necesita saber y se

pierde detrás de las rejas de la primera celda.

–Puedo ayudar. –Mi padre se acerca y aunque no me gusta que a veces me

haga dudar de mis decisiones sé que fue un buen alfa. –Lo sabes.

–Adelante. –Se pierde detrás de la segunda celda.

Yo, voy hacia la tercera celda. De uno de estos tres interrogatorios tiene que

salir el por qué del Z512 donde no debe, por qué nos atacan, y, ante todo,
dónde está Vanessa.
CAPÍTULO 11
Mario
Sé que Vanessa llegó a estar encerrada cerca de nosotros en aquellas cuevas,

pero hubo un momento, en el que eso cambió. ¿Por qué? ¿Podían prever,
cuando no lo hacía ni yo mismo, que vendrían a rescatarnos? De camino a

nuestra base central me fijo continuamente en el comportamiento del alfa,


Joel. Me da la sensación de que medita algo que no comparte con nadie

más.
Cuando vinieron a la periferia por primera vez, vi miradas entre ellos que

no me gustaron nada, y no por celos ni nada similar. Vanessa para mí es


como una hermana y no querría, bajo ninguna circunstancia, por mucho alfa

nuestro que sea, que le hiciera daño.

–Encerrad a Eduardo, Mario y el capitán en una celda. –Cuando lo ordena

me giro sorprendido. Es del todo absurdo que nos rescate para volvernos a

encarcelar. Además de no tener ningún motivo para ello. Quizá si fuera otro
lobo me transformaría y gritaría a los cuatro vientos mi desacuerdo con esta

injusticia, pero, como soy tan sólo un nerd, no hago nada revelador. Sólo

espero que este error se justifique suficientemente a tiempo como para que

ella esté a salvo.


Me sorprende ver a Joel entrar, que sea él mismo el que vaya a hacer esto

me parece un poco desmedido. Dada la guerra que tenemos encima, siendo

el alfa, le hacía más ocupado.

– ¿Sabes que el químico Z512 en el que trabajabais está dentro de Vanessa?

–Asiento levemente. No era conocedor de que él estuviera al tanto. Ella


jamás se lo cuenta a nadie. – ¿Por qué crees que está en otras criaturas? ¿Si

se ha creado en el laboratorio de la periferia cómo es posible que haya

llegado hasta las manos de los vampiros para algo así?

–Cree que yo soy sospechoso de eso. –Vaya, eso no me lo esperaba. Casi

reflexiono en alto. Llevo mi mano a la barbilla para darme cuenta de que,


pensándolo bien, sería posible que alguien como yo hubiera pasado toda esa

información prácticamente invisible a los ojos de los demás, pero no lo he

hecho. ¿Por qué? No le haría algo así a Vanessa. De todas formas el

químico se inventó mucho antes de que yo naciera y si bien he ayudado a

calcular algunos parámetros, no es mi principal investigación. Además, no

tengo un motivo para hacer algo así. –Ella me escribió cuando empezó a

notar el cambio de comportamiento en los vampiros. –Decido compartir


con él nuestras sospechas porque no sé de qué otra forma convencerle de

que soy inocente. ¿Quiénes más son los sospechosos? ¿El capitán y el padre

de Vanessa? Están buscando en el sitio equivocado. –Desde hace siglos

todos los ataques vampíricos tanto a nosotros como a otras razas son
promovidos por la caza y la sangre. –Asiente un poco sin despegar sus

grandes ojos amenazadores de mí. –Nunca han sido inteligentes para trazar

estrategias o algo así. Por ello, pensamos que tenía que haber alguien de

otra raza detrás de esto. Ahora que sabemos que llevan el Z512 dentro

despejamos la primera de las incógnitas. Al transformarse en lobos ocultan

una parte de su sed de sangre y eso les permite pensar con más frialdad.
Aún así, me quiere resultar extraño que un vampiro decida convertirse en

lobo por propia voluntad y sin ningún beneficio. Pero aunque tuvieran ese

beneficio, alguien ha tenido que mostrárselo. –Si le estoy aclarando algo al

alfa, su rostro no lo delata. Como no me explique mejor, voy a morir. Quizá

si le digo mi teoría también, pero tengo que arriesgarme. –Es un lobo quien

está detrás de esto, Joel.

–No puede ser, un lobo tuvo que dar el químico, pero no puede ser el

promotor de una idea así. –Se pasea nervioso por mi celda. – ¿Crees que es

alguien de otro clan intentando mermarnos?

–Si soy sospechoso no veo apropiado que me pidas consejo, pero si lo


hicieras, como lo estás haciendo, yo diría que es de este mismo clan. –Lo

que acabo de decirle le altera tanto que pega un puñetazo a la pared

reventando la mitad de la misma. –Nadie más podía saber de la existencia

del químico. Imagino que es eso lo que te ha llevado a encerrarnos a los

tres, pero, sinceramente, yo no he sido, no le haría eso a ella ni por todo el


oro del mundo. –Esa afirmación parece molestarle. –Pero eso no quiere

decir que esté echando la culpa a ninguno de esos dos hombres. Son, con

diferencia, los que más han querido y protegido a Vanessa. ¿Por qué
comportarse como buenos padres y tutores si iban a utilizarla para una

guerra donde, posiblemente, morirá? Además, no olvidemos que, por lo que

sabemos, no hay más lobos con el químico, sólo vampiros.

Se acerca a mí y me encojo. Soy consciente yo mismo de que no soy nada

valiente. Si va a matarme prefiero que lo haga rápido. Sólo lamento no

haber podido descubrir qué hay detrás de todo esto. Para mi sorpresa,

rompe mis cadenas y me hace una señal para que le siga.

–Necesito que investigues a la de ya cómo es posible que un vampiro pueda

convertirse en lobo por mucho Z512 que lleve dentro. –Un hombre llega

junto a un preso. Sus incisivos no dejan lugar a duda de su raza. –Está

dispuesto a colaborar. Haz lo que tengas que hacer pero, por minuto que

tardes, puede que tu amiga, esté muerta.

Así, sin presión. Saco sangre del individuo y meto los resultados en mi

ordenador. Le pido que se transforme y hay algo en su manera de andar

incluso de aullar que empieza a hacer crecer una sospecha en mí. Decido no

compartirla por el momento con Joel que, a pesar de lo que yo pensaba no

se ha movido un centímetro de mi lado. Sé que todo esto puede ser una


guerra sangrienta y demoledora para la manada, pero es como si en todo

esto se jugara algo mucho más importante. Como si fuera un todo o nada.

–Di algo. –No sé cuánto tiempo he pasado en silencio o cómo se verá mi

rostro de desencajado en este momento, pero, al menos para mí, hay

suficientes indicios para determinar algunas cosas. –Ya.

–No sé exactamente cómo. –El comienzo de mi frase le exaspera. Es de esa

clase de hombres que quiere una respuesta completa y precisa que, al menos

en el mundo de la ciencia y de la investigación, no suele pasar con

frecuencia. –Pero, por lo que veo. –Intento que suene lo más suave posible.

–Cierta parte del ADN que se ve en ellos cuando se transforman es muy


parecido al de Vanessa. –Su nariz se abre como si fuera un toro de Miura. –

Los han creado a partir de ella, Joel.

Su reacción me hace cuestionarme si contárselo no ha sido de alguna forma

vender a Vanessa. Sé que ella no está implicada, pero, en lo que a lobos

respecta, matar al alfa en la mayoría de los casos arregla la caída del resto

de la manada, y si ella es su creadora, al menos si nadie la reta, es su alfa.

– ¿Me estás diciendo que la han secuestrado lobos que, por alguna razón

desconocida, son de su supuesta nueva manada? –Grita –Porque si me estás

diciendo esto tendrás que ser capaz de decirme algo más si no quieres que,

simplemente, te arranque la cabeza. –Pierde los nervios y cada vez estoy

más seguro, dada su preocupación, de que él no le hará daño.


–Sí. –Afirmo y medito unos instantes. –Pero si quieres que diga algo más.

Te diré que, si ellos han sido creados a partir de ella, sólo el capitán o su

padre han podido acceder a sus muestras. Son los únicos que le

administraron el Z512.

–Eduardo es su padre. –Creo que ahora es él quien piensa en voz alta.

–El capitán es su mentor. –Le recuerdo.

– ¿Por qué le harían daño cualquiera de ellos? –Busca explicaciones en mí

que no tengo. Así que le doy la única respuesta que me parece, a priori,

factible.

– ¿Y si ellos no sabían que ella estaría involucrada? –Me mira como si

hubiera descubierto la propia luna. –Es decir… –Carraspeo un poco. –Es el

único lobo. Quizá no contaban con que se vería envuelta en la guerra. Lo

que hay que averiguar es qué les podía motivar, a cualquiera de ellos, para

formar un ejército.
CAPÍTULO 12
Vanessa
Despertarme en una cama es la primera cosa que me sorprende. Intento

hacer memoria de lo que ha pasado pero lo único que consigo recordar, por
el momento, es a mí misma cayéndome desmayada, como si me faltase el

aire. Me incorporo con dificultad para encontrarme bajo la atenta mirada de


Roth. Ahí empiezo a recordarlo todo. La huida. Su revelación. Mi supuesto

papel en todo esto. No puedo… Me llevo la mano al pecho para comprobar


absurdamente que mi corazón sigue latiendo.

–No sé si ofenderme. –Roth, evidentemente, se ha dado cuenta de mi gesto.


Por un instante, he llegado a pensar que podría haberme convertido en

vampiro. Se supone que no es posible, pero ellos son híbridos y yo también

llevo el Z512. –Es broma. –Su tono conciliador hace que me relaje un poco

más.

–Yo… –Reflexiono un poco mientras la garganta se me llena de emociones


y lucho con mis lágrimas par que no salgan. –No soy una alfa. –Lo digo lo

más bajito posible, con el miedo de estar rodeada de gente que no conoces

y que podrían querer matarte en cualquier momento. –Para secuestrarme

tuvisteis que observarme, ¿no? –No contesta. Tiene los ojos de un negro
intenso con una pequeña raya violácea. Creo que nunca había podido
observar de cerca a un vampiro sin querer matarlo. Tiene unos rasgos finos

y definidos. Es joven pero se puede leer la madurez de lo vivido en su

rostro. –Si lo hicisteis, veríais que sólo soy una nerd. –Pienso en Mario…

Me duele no haberlo hallado aquí. Creí estar segura de que estaba en la

celda contigua en aquellas catacumbas. Eso me hace preguntarme de


repente cosas sobre mi supuesto rescate. – ¿Dónde estaba secuestrada? –Me

mira sorprendido ante el giro de la conversación. – ¿Por quién? ¿Para qué?

¿Cómo me sacaste? ¿Cómo sabías que estaba ahí? –Decido volcar todo mi

mar de dudas en él con la esperanza de que haga algo con ellas, pero, lo que

hace, me desarma. Se ríe. Una risa sin maldad y genuina, como quien acaba
de escuchar algo divertido. No parece tan diferente de un hombre lobo…

–Veo que tienes muchísimas preguntas. –Se sienta en el borde de la cama

con delicadeza. –Intentaré resolverlas todas, pero, a este paso, tendrás que

hacerme una lista. –Bajo la cabeza un poco avergonzada. –Esta nueva

manada, como te dije, es sólo una parte de los vampiros que recibimos el

Z512. –Asiento dispuesta a ser la más lista de la clase y prestar tanta

atención como me sea posible. En esto puede irse mi vida. –Hicimos


amistad entre los que no estábamos de acuerdo en aquella área. Nos fuimos

organizando y fuimos desapareciendo con la intención de venir a este nuevo

campamento, pero, por suerte, decidimos que era sensato que parte de

nosotros se quedara en la base original. –Eso tiene algo de sentido. –


Conocer qué querrían hacer con nosotros en cada momento. Y también

averiguar más cosas sobre el propio cambio. De hecho, yo allí era bastante

reconocido. –Veo un brillo de orgullo pasar por sus pupilas una milésima de

segundo. –Cuando supimos sobre ti, unos pocos te investigaban. De hecho,

murieron en tus manos al menos dos de ellos cuando te mandaron a la base

central. –Ahí estaba, la explicación del comportamiento extraño de esos


vampiros. ¿Era posible que sólo quisieran secuestrarme? ¿Por qué eso no

me empieza a parecer tan malo? –Después todo se aceleró

vertiginosamente. Hablaron de mandar especímenes como nosotros por las

periferias, provocar un pequeño caos y secuestrarte. –Se encoje de hombros

como si recordara una dura decisión. –Fue difícil dejar que te llevaran.

Ayudé dándote yo mismo el golpe en la cabeza para que confiaran en mí. –

Llevo mi mano al lugar del impacto recordando la sensación de mareo y

desvanecimiento. –Pero no había otra opción. Había tantos que no querían

formar parte de la nueva manada que me dio miedo apresurarme. Pensé que

sería más fácil sacarte de las cuevas. –Cierra los ojos un instante. –También
me equivoqué. A pesar de poder interrogarte, había muchísimas personas

vigilándote. Y entonces llegaron los lobos. – ¿Lobos? ¿Mi manada, bueno,

la de Joel? –Y vi la oportunidad de sacarte de allí en mitad del caos de ser

atacados por una manada realmente enfurecida. –Parece dubitativo un

instante. – ¿Por qué tanto revuelo por unos científicos y, como tú misma te
calificas, una nerd? No lo esperábamos. ¿Sabían del Z512? ¿Es posible que

además de distribuirlo el capitán tuviera algún interés en revelarlo?

–Espera… –Intento poner todos mis pensamientos en orden pero se me hace


muy difícil. – ¿Por qué sabes que ha sido el capitán? –Mi corazón late

deprisa de nuevo. Me siento traicionada y herida. Ese hombre creó el

químico y lo perfeccionó junto a mi propio padre. Le aseguró que todo era

por mi propio bien, para poder ser una loba normal. Me enseñó a pelear, a

analizar las situaciones, a ser la mejor nerd que podía.

–Yo mismo lo conozco, Vanessa. –Intenta ser delicado. Me sorprende.

Desde que eres pequeña, en la manada, te enseñan que los vampiros son

seres despiadados, sin ningún tipo de sentimientos. Seres por los que no

corre ya la sangre ni bombea su corazón. Sólo son movidos por la sed de

sangre… ¿Ha podido cambiarle tanto un químico o estamos, en parte,

equivocados? –Él venía a la base de vez en cuando y hablaba con los

distintos médicos. No sé sus motivos ni voy a pedirte que me creas si no

quieres, pero no tengo ninguna razón para mentirte cuando eres nuestra

única esperanza.

– ¡Prepara a la manada! –Grito movida por un instinto revelador en un

momento. Huelo a los lobos. A los lobos de Joel. Ellos llegarán y arrasarán

con todo. ¿Y si no son culpables de lo que está pasando? ¿Por qué tienen
que ser sus vidas las que sean destruidas cuando, de hecho, no quieren

luchar con la manada? – ¡Todos detrás de mí!

Me transformo saliendo de la tienda de campaña sorprendentemente rápido

y fuerte. Ellos se transforman obedeciendo la jerarquía natural de una

manada. Tengo que entender mucho más sobre esto antes de dejar que pase

nada más. El lobo negro azabache me mira desde lo alto de la colina. Veo

furia repentina en su mirada. Pensaba que estaba secuestrada, y lo estaba,

pero ahora él sólo me ve aquí, delante de todos estos lobos híbridos, sin

ninguna explicación.

–Vamos. –Veo necesidad en su mirada. Desvío la mía hacia Roth. Me


suplica en silencio que no lo haga. –Si vienes ahora dejaré que se vayan

hasta que nos volvamos a encontrar.

–Ellos son mi manada. –No me sale prácticamente voz del hocico. –Vete,

Joel. No tenemos por qué hacer esto. No son una amenaza. –Mi corazón

late por motivos distintos ahora.

–Si no vienes conmigo, reduciré a cenizas este lugar. –Sé que habla enserio.

En la colina, muy cerca de él, en cualquier ataque de estas dimensiones,

debería haber estado el capitán, pero no está. ¿Habrá huido? ¿Ellos habrán

llegado a la misma conclusión de alguna forma? A quien si veo es a Mario

en la distancia. Estoy orgullosa de que siendo el nerd que es haya

conseguido el valor para venir a salvarme.


–Si conviertes todo esto en cenizas, jamás te amaré. –No sé de dónde ha

salido esa certeza, pero es lo único que puedo esperar. Aúllo para que mi

manada se retire. Si me ama como yo le amo a él, no nos seguirá. Cada lobo

de los míos se va yendo, la otra manada no se mueve. Su furia aumenta por

segundos. –Lo siento Joel.

Corro y sólo puedo pensar en las lágrimas que corren por mí. Espero que,

cuando aclaremos todo esto, no sea demasiado tarde. Que ninguno de los

dos muera y que nuestro amor, pese a las decisiones que el otro tenga que

tomar, siga vivo…


CAPÍTULO 13
Joel

–Si conviertes todo esto en cenizas, jamás te amaré. –Nunca he tenido que
tomar una decisión tan difícil en tan poco tiempo. Su postura no deja lugar a

dudas, defenderá a esos seres antinaturales incluso teniendo que pelear


conmigo. Perdería, pero esa no es la cuestión.

Noto que mi manada está a la espera de mi actuación. Sé que es mi deber,


como alfa, acabar con todo lo que pueda poner en peligro a mi clan, pero

necesito tiempo para tomar la opción menos dañina y, ante todo, una que no
implique hacerle nada malo a Vanessa. ¿Una nueva alfa? ¿Un clan de

híbridos?

Se da la vuelta para irse. La dejo marchar. Oigo algunas preguntas bajas. No

todos están de acuerdo con lo que está pasando. Lo resolveré.

–Alfa. –No he sido consciente de que Mario se acercaba. –Otros alfas


vendrán. –No había caído en ello, pero tiene razón. Correrá la voz como la

pólvora más allá de mis tierras. Verán una amenaza en los híbridos, en el

químico y en Vanessa. –Tenemos que averiguar cómo y por qué de todo

esto. –Aúllo para mandar a la manada a la base. –Y estaría bien reforzar las
propias medidas de seguridad de los nuestros.
– ¿Estará bien? –Me duele reconocerlo, pero Mario conoce de mucho más

tiempo a esa pequeña cabezota. – ¿Ella sabía que esto estaba en marcha? –

Leí en su mirada que no, pero necesito esa convicción que me ayude a

luchar con lo que venga, separado de ella, pero segura de su lealtad.

–Ella te quiere. –Es su única respuesta y, absurdamente, para mí, es más que
suficiente.

–Mi padre está llegando. – ¿Por qué Candy nunca me trae buenas noticias?

Resoplo un poco. Torak, jefe de una de las mandas con número de

miembros similar a la mía, no es precisamente amable. Era amigo de mi

padre desde su juventud. Quizá por eso le pareció buena idea mandar a su
única hija a nuestra base para que se criara conmigo ya en sus años de

moza. En realidad, y aunque nunca lo vendiesen de ese modo, todos

sabíamos que pretendían que acabáramos casándonos. Así ambas manadas

se unificarían formando el clan más numeroso y, por tanto, más poderoso de

entre todos los licántropos. Candy es guapa e inteligente. No era un plan

tan descabellado. De hecho, en los primeros años, hicimos buenas migas.

Compañeros de entrenamiento…Con padres alfas y mandones… Pero


cuando confesó que también era su propio deseo que llegáramos a formar

una familia, mi instinto sólo me decía que huyera. Y aquí estamos… Tantos

años después… Ella con su esperanza y yo totalmente confundido con mis

sentimientos por otra mujer. – ¿Me estás, si quiera, escuchando? –No le


contesto pero le devuelvo la mirada. –Mi padre va a venir. ¿Qué se supone

que le dirás cuando sepa que, pudiendo haberte deshecho de, al menos, la

mitad de los híbridos, los has dejado marchar? ¿Y por qué lo has hecho? –

Mi rostro debe ser pétreo. – ¿En serio me vas a decir que es por ella? ¡Por

dios, Joel, es una nerd! ¿Qué te pasa?

Me voy dejándola con su discurso a medias. Tampoco es como si le pudiera


contestar a algo que ni yo mismo soy capaz de entender.

–Joel. –Zac me alcanza en el momento en el que pongo el primer pie en la

base. Su sombría expresión empieza a preocuparme. A él siempre le da

igual todo. –Tenemos un problema. –Enarco una ceja y empieza a acelerar

el paso hasta que, prácticamente, estamos corriendo. –Míralo tú mismo.

A penas puedo respirar con el pecho en un puño ante la imagen monstruosa

que encuentro en la celda. Eduardo, el padre de Vanessa, está tendido en el

suelo. La cabeza ha sido separada del cuerpo con un arma afilada. El charco

de sangre llega hasta mis pies.

– ¿Qué ha pasado? –Mis dedos tocan mi nariz acariciando el puente


intentando aliviar un en estrés y malestar que no hace más que crecer a cada

cosa que poca. – ¿Cómo es posible que éste hombre está degollado si estaba

encerrado en una de las celdas de más seguridad de esta maldita base? –Sé

que estoy gritando pero me da igual. – ¡Dime que sabemos exactamente


quién y cómo lo ha hecho! –Quiere tocarme el hombro para calmarme, pero

no puedo. – ¡HABLA, ZAC, YA!

–Cálmate Joel, va enterarse todo el mundo. – ¿Y cómo es posible que no lo


sepan ya? –Incluidos los diferentes alfas que van llegando. Necesitamos que

estés ahora, más que nunca, sereno.

–Habla. – ¿Qué le diré a Vanessa cuando la vuelva a ver? ¿Qué enceré a su

padre y lo asesinaron?

–Interrogué al capitán, tal y como me pediste. No dijo nada fuera de lo

común. Aceptó que tanto él como Eduardo crearon el químico. También

verificó que se lo insertaron a ella para que pudiera cambiar y ser más

fuerte. No negó que cogieron muestras de ella, pero asegura que fue para

mejorar el químico a efectos de administrarlo en el futuro a los lobos de

nuestro ejército. Argumentó también que, de querer hacer algo como esto

del ejército híbrido, no habría sido tan imbécil de pedir financiación. –

Habla rápido. Quizá sí que doy miedo cuando me cabreo. Parece

inusualmente nervioso y, eso, no me calma precisamente. –Creo que no fue

él. Tiene razón. Habría sido tan sencillo como no decir nada del químico

cuando lo hizo. Así nadie lo hubiera colocado nunca como sospechoso. –

¿Dónde está el problema de este puzle que no consigo encajar?

– ¿Me estás diciendo que lo hizo el propio Eduardo sabiendo que si lo


distribuía pondría en peligro a su hija? –Me parece tan difícil…
–Quizá quería cambiar el sistema… Su hija es una nerd. Podría estar

buscando un futuro mejor para ella. Incluso pensar en esconderla en la

propia base para ponerla a salvo. – ¿Tiene lógica lo que está diciendo? –Su

llegada aquí, fue algo extraño. –Eso, sí es verdad, pero me niego a pensarlo.

Un hecho me hace dar un golpe en la pared para reafirmarme.

Si así fuera….Aunque, de verdad, así fuera… ¿Por qué está muerto? –

Pongo la voz grave a modo de amenaza. Ya habrá tiempo de hacer

suposiciones. –Tú contéstame a lo que te he preguntado. ¿Qué ha pasado?

¿Cómo fue el interrogatorio de este hombre? ¿Dónde se ha metido mi

padre?
–Hijo, los cinco otros alfas han llegado. –Ahí está, justo cuando lo he

nombrado. – ¡Oh, dios mío! ¡Por la luna! –Se horroriza ante la imagen de

Eduardo muerto. – ¿Qué ha pasado aquí?

– ¿Qué pasó en el interrogatorio? –Está verdaderamente intranquilo con la

escena. No quiero ser duro con él. No es una imagen agradable de ver, pero

necesito que hable. El tiempo se acaba y, él, fue el último en ver con vida a

Eduardo. Lo que hablaran es sí o sí, de vital importancia.


CAPÍTULO 14
Eduardo
Estoy sentado en el centro de la celda donde me han encerrado al llegar a la

base. En un principio no entendí el motivo. ¿Por qué hay híbridos por ahí
atacándonos? ¿De dónde han salido? ¿Cómo es posible? Tras mi reflexión

entiendo qué es lo que quieren, pero no lo van a encontrar en mí. Yo creé el


Z512 junto con Jack, el capitán según le apodan. Accedí a administrárselo a

mi hija, pese a que tuve mis reticencias, para que tuviera opciones en el
mundo lobuno. Era frágil, pequeña y sin transformación. Conmigo como

único pariente vivo para protegerla de cualquiera que quisiera hacerle daño.
Cuando ella fue consciente de cómo se podía transformar entrenaba para

nuestras anotaciones y la veía fuerte y sana, pero, aún con ello, no me

disgustaba para nada la idea de que fuera una apasionada de la tecnología.

Mi campo es la ciencia, pero teníamos gustos comunes. La dejé ir

encerrándose en la periferia, junto a los dos hombres que la criamos,


pensando que estaría protegida y feliz. Jamás vi efecto secundario alguno

por el químico en ella, y, por supuesto, jamás imaginé que hubiera otra

especie que, averiguando la fórmula a saber cómo, la administrase.

¿Es posible que nos hayan estado observando lo suficiente como para
deducir que no era natural el cambio de Vanessa? ¿Simplemente robaron la
fórmula de nuestro laboratorio? No es probable…. Nosotros, al menos uno

de nosotros, siempre estaba allí.

Se abre la reja y entra Hugo, el antiguo alfa. Me sorprende que sea él quien

va a explicarme qué necesitan de mí. Imagino que podría intentar averiguar

cosas de esa mutación tan sorprendente, científicamente hablando.


–Eduardo… –Se pasea lentamente delante de mí con una expresión en el

rostro algo confusa de descifrar. –Hay personas que están en el lugar

equivocado en el momento equivocado, parece ser. –Se ríe un poco. –Pero

yo sé que eres inocente. –Respiro un poco más tranquilo. –Mi hijo, ante la

gravedad de lo que está sucediendo, tendrás que entender que está un poco
más nervioso de lo normal. Por ello os ha encerrado. No lo veía necesario. –

Asiento levemente. Siempre he pensado que el antiguo alfa era menos

vehemente. Más razonable en su gestión. –Vosotros creasteis el químico que

hace que esos vampiros puedan transformarse. –Hago una mueca de

aceptación porque no me imagino a ningún otro científico pudiendo

modificar el ADN de esa forma tan compleja. Pero, aunque fuera el mismo

extracto, no puedo llegar a comprender por qué se convertirían en lobo. Se


supone que potencia tu propia naturaleza y te ofrece técnicas de combate

innatas. –Entonces, necesita tu manada que, más allá de las culpas o los

lamentos porque algo así haya salido de nuestro control, me digas qué

probabilidad crees que tienen, esos nuevos seres, de hacer daño al clan que
he liderado tantos años y al que le tengo tanto cariño. –Se lleva la mano al

pecho mientras yo lo hago a la cabeza. Es difícil de plantear. Si contamos

con que se organicen como hombres lobo….Puesto que genéticamente son

más fuertes…Suponen un peligro real, depende del objetivo que tengan. –

Te sacaré de aquí para que puedas investigarlo y…no te preocupes, Joel no

le ha hecho ningún daño a tu hija. –Las alarmas se me disparan al hablar de


Vanessa.

– ¿Ella está de nuevo aquí? –El latir de mi corazón se para ante su

inminente respuesta. Ella es todo lo que tengo, lo que he querido, criado y

amado, mucho más allá de la ciencia.

–Aún no. Pero la traerá Joel sana y salva. –Medita un poco como si hubiera

algo que no le encajara bien en toda esta historia. – ¿Sabe ella más sobre el

químico? ¿Nos podría ayudar a detener esto? –Enarca una ceja. No sé,

realmente, si observar a Vanessa ayudaría a intentar paliarla. Pero no quiero

usarla como conejillo de indias, así que, soy contundente en mi respuesta.

–No. –Sonríe un poco. Como un padre que entiende a un hijo. Es tan bueno
que me pregunto por qué tuvo que ceder tan pronto. Esta crisis quizá

hubiera salido de otra manera. –Vanessa es extraordinaria en lo que hace,

nada más.

–Le pasaré el informe de tu interrogatorio a Joel, en unas horas te sacarán

de aquí. –Su mano en mi hombro me reconforta.


Espero impaciente el momento de salir de entre estas cuatro paredes.

Necesito buscar respuestas y que la manada vea que soy tan útil que

merezco que busquen a mi hija aunque tengan que remover cielo y tierra
para ello. No creo que sea posible invertir los efectos del Z512, pero, quizá,

se podrían anular.

La puerta vuelve a abrirse lentamente pasadas unas horas. Me levanto

tranquilo y conciliador. No me sorprende ver a Jack en el umbral. Deben de

haberlo soltado también e investigaremos juntos, como hemos hecho

siempre. Tenemos que barajar nuestras opciones, ver qué pueden tener los

vampiros además de haber conseguido sintetizar el químico.

–Eduardo… –Su expresión seria al entrar y cerrar la puerta tras de sí hace

que despierten mis cuatro sentidos. ¿Qué está pasando? ¿Está bien Vanessa?

–Tu hija es la alfa de los híbridos. Se han ido convirtiendo a través del

químico mezclado con su propio ADN. – ¡No puede ser! Para eso tendrían

que haberse acercado a mi hija lo suficiente como para sacarle muestras. Si

le hubiera pasado algún episodio de esas características con un vampiro…

¡Me lo habría contando! –He de decirte, por todo el tiempo que hemos

trabajado juntos, que no sabía que extraerle su sangre provocaría que se

convirtiera en su alfa. No tenía la intención de meterla en esta guerra.

– ¿Has sido tú? –Intento ir a por él iracundo cuando noto un fuerte puñetazo
que me hace caer de espaldas. – ¿Cómo has podido? ¡Ella te quiere como a
un padre!

–Lo sé. –No soy capaz de leer nada en su rostro. Es inescrutable, como

buen mando del ejército que es. –Y por eso la mandé a la base, quería

alejarla del foco.

– ¡Le dijiste al alfa que tenía el químico dentro cuando vinieron a la

periferia, ¿Verdad?! – ¿Por qué? Mi Vanessa…Mi pequeña…

–No me siento orgulloso de que tu hija, finalmente, esté en medio de la

masacre que está por llegar. Quería que lo supieras. Pero, un cambio de era

en los licántropos está a punto de nacer y…hice lo que tenía que hacer. –

Respira y se acerca sacando una daga de su bota tal y como vi tantas veces
hacerlo a mi hija. –También creo que nuestra amistad fue real…Lo lamento.

–Su daga empieza abrir mi garganta.

Ya está. La muerte está ahí para mí. Traicionado por mi mejor amigo…

Destruido por lo que yo mismo creé….Con la incertidumbre del futuro de

mi hija…. ¡Vanessa, vive! Es lo último que pienso antes de irme al más allá.
CAPÍTULO 15
Joel
La conversación que me narra no me da ninguna pista de lo que ha podido

suceder. Ordeno que retiren el cadáver, limpien la celda y guarden absoluto


silencio sobre este tema.

–Liberad a Jack. –De los tres sospechosos, por lo visto, no era ninguno,
pero, si hubiera sido uno de ellos, apostaría por Eduardo. Si lo han matado,

sabía algo. ¿Quién ha podido colarse aquí para hacerlo?


Dejo mis teorías para después ya que soy capaz de oír las voces graves y

serias del resto de alfas en la sala de mandos. ¿Por qué gritan?


– ¿Cómo es posible? –Chilla Anne, una mujer rubia y bajita, la alfa con el

peor genio que he conocido en toda mi vida.

– ¿Cómo son los híbridos? –Intenta serenar en un principio Torak, el padre

de Candy. – ¿Qué estrategias habéis barajado para acabar con ellos?

¿Cuántos lobos traigo a la base? ¿Dónde está mi hija? –Torak siempre tan
vehemente y directo. Parece que lleva la voz cantante en cuanto a las

decisiones de los alfas.

Candy llega deshaciéndose en halagos con su padre. Le recalca por activa y

por pasiva mientras me mira lo mucho que le ha echado de menos y como


tienen una conversación pendiente. No me preocupa por el momento, pero
sé de lo que hablarán y él vendrá a pedirme explicaciones y fechas que no

podré darle.

Nos sentaremos todos antes de seguir y mi mente trabajará lo más rápido

posible para dar solución a todo lo que implique ser tan contundentes como

para destruirlo todo a nuestro paso.


–Estamos preparados para una guerra. –Anne vuelve a hablar y, como

siempre, no tiene otra forma de ver las cosas. Quizá ahora soy consciente de

que yo antes tampoco la tenía. –Traeremos cada uno el número de lobos que

sea necesario. Marcharemos sobre ellos, perseguiremos cualquier pista que

hallemos para llegar al inicio y destruir la posibilidad de que se creen más.


Por cierto, ¿alguien sabe quién inició el supuesto químico? –Tanto mi

padre, como Zac, como yo callamos. Mejor no decirle al resto de lobos que

ha sido, probablemente, culpa de alguien de nuestro clan y, de no ser así,

como mínimo, nos han robado la fórmula. Tampoco quiero decir nada de

Vanessa, y ellos parecen haberse olvidado de ella. –Bueno, lo que sea.

Destruimos esa abominación que ha ido a caer, desgraciadamente, en tu

territorio. – ¿Veo sospecha en su voz? No es posible que sepa nada. Me


mantengo lo más firme que puedo. –Y cada uno a su casa.

– ¿Cuántos son? –Torak vuelve a intervenir. Los demás parecen muertos

vivientes. Sin voz ni voto. Por mí mejor, es como si sólo tuviera dos

enemigos en esta mesa. – ¿Los habéis visto luchar?


–En realidad, hay dos grupos. –Empiezo a intentar explicar la situación tal y

como yo la veo pero sin revelar aquella información que no me convenga.

Ponen caras de asombro. –Hay un grupo, con el que nos enfrentamos en el

rescate de unos miembros del clan. –Omito decirles que eran científicos

para que no hagan elucubraciones al respecto. –Estos parecen dispuestos a

enfrentarse directamente a nosotros. Se pueden convertir en lobos que son


de un tamaño estándar grande. No tanto como los alfas que estamos aquí,

pero más que la mayoría de nuestros miembros. Los vampiros saben pelear

en su forma pero aunque habrán entrenado como híbridos ahí flojean un

poco. Se retiraron enseguida.

– ¿Y el otro grupo? –Anne no da tregua. Es sólo un poco más mayor que yo

pero siempre parece estar tan seria y amargada. ¿Era yo así antes? ¿Antes

de conocer a Vanessa? – ¿Qué los distingue?

–No quieren atacar, al menos por el momento. Y no se agrupan con los

otros. –Carraspeo un poco intentando ocultar mi propio nerviosismo. –Creo

que sería inteligente por nuestra parte ir primero a por los agresivos. Si no
dividimos para dar alcance a todos al mismo tiempo, seremos más

vulnerables.

–Me parece bien. –Torak habla y se hace un silencio sepulcral. – ¿Sabemos

quiénes son los cabeza de cada agrupación? Si quitamos la abeja reina…


–No lo sabemos. –Miento rápidamente. Zac me mira y niega lentamente

con la cabeza. No me va a contradecir pero no está de acuerdo. Es cierto

que lo que ha hecho, el simple estar a la cabeza de esos híbridos se podría


considerar como una traición imperdonable, pero, si ello no quieren luchar

contra nosotros… ¿Tenemos necesidad de matarlos?

Me golpeo mentalmente por pensar eso. ¿Qué me está pasando? ¿Qué

sucede con la seguridad del clan? ¿No ha sido siempre esa mi prioridad? Se

disipa la reunión y me dirijo hacia el exterior para tomar el aire. Necesito

pensar con claridad.

–Joel, espera. –Candy coge mi mano con suavidad. No me apetece hablar

con ella ahora, pero tampoco quiero ser antipático. –Tenemos que

solucionar una cosa.

–No creo que sea un buen momento. –Suelto su mano y vuelve a cogerme.

Me mira con una intensidad que me hace querer huir. –De verdad que no.

Estamos sumidos, prácticamente, en medio de una guerra.

–Tenemos que poner fecha a la boda. – ¿Qué? ¿En serio? ¿Esto, ahora?

Niego con la cabeza rápidamente y comienzo a andar. –Joel. Mi padre

quiere que lo hagamos antes de apoyarte para sacar a los híbridos de tu

territorio, donde, por cierto, nunca debieron estar sin que nos diéramos

cuenta. –Resoplo cansado y furioso. –Dudan de tu capacidad para ser alfa.


–Que me reten si así lo ven Candy. –Le aseguro.
–Vamos a casarnos Joel. –Afirma ella.

–No lo haremos, ahora. –Añado eso final para que no suene tan rotundo,

aunque, mi corazón, dice que esa es la única respuesta posible.

–No quería hacerlo Joel, pero…–Se rasca nerviosamente el brazo. –Lo haré.

–Enarco una ceja. Por un instante me planteo la posibilidad de que vaya a

darme un puñetazo. –Les diré a todos lo de la nerd. – ¿Vanessa? Suelto un

gruñido bajo. No quiero que la nombre. No quiero que la amenace. –

¡Tengo ojos! ¿Sabes? No quería creerlo cuando ella llegó, pero es evidente

que te gusta. ¡Ni si quiera entiendo por qué, maldita sea! Pero, ¿sabes qué?

Creo que me ha venido bien todo esto. Yo la vi liderando esos híbridos


como lo hicimos todos. ¿Sabes la diferencia? Que mi padre tiene todo un

clan dispuesto a ayudarme si me desplantas. –Trago saliva. Contengo la

respiración y no soy capaz de discernir entre el bombeo incesante de la

presión en la sien y mi corazón. –Tú decides Joel. Si te casas conmigo, te

ayudaré a que ella salga ilesa de todo esto.


CAPÍTULO 16
Vanessa
A Roth no le parece buena idea y, sin embargo, viene conmigo sin dudarlo.

Nos acercamos a hurtadillas a la base central. Lo bueno de ser quien colocó


los láseres es que sé desactivarlos. No viene tampoco mal el hecho de que

me sé de memoria los planos de este lugar.


– ¿Y dónde crees que estará? –La pregunta me hace poner la mente en

marcha. Joel debe estar en la sala de estrategia, siempre está ahí. No piensa
en otra cosa.

–Sígueme. –Mientras avanzamos pienso detenidamente en mis motivos para


venir hasta aquí. He conocido un poco más a estos híbridos y estoy segura,

a un noventa y nueve por ciento de que son de fiar. Quizá no éramos tan

diferentes en nuestra forma de vivir internamente. Roth, desde luego, me

ayuda con todo lo que le pido a pesar de que yo debería ser una buena alfa

y, seguramente, si me retase, sería capaz de ganarme. Por otra parte, y por


lo que he podido conocer, los demás híbridos preparan una guerra de

dimensiones inauditas. Nos falta saber el motivo tanto de la persona que

hay detrás de su creación como el por qué le siguen esos híbridos. ¿Qué

ganarían? Por todo eso, estoy aquí, encaramándome en los muros y


escondiéndome detrás de las puertas para hablar con Joel. Podríamos
formar una alianza. –Está aquí. –Señalo la puerta de su habitación. Huele a

él, siento tu presencia.

–Espera. –La mano de Roth toca accidentalmente mi pecho al pararme en

seco. Le miro interrogativamente y nuestros ojos se cruzan de manera

extraña. –No está solo. –Me detengo. No me había dado ni cuenta. ¿Tanto
me ciega lo que siento, sin querer, por él? – ¿Quién es?

Nos subimos a uno de los conductos de ventilación para poder espiar y

esperar hasta que esté solo. Mi corazón late ahora con más fuerza. Me

siento nerviosa, con las manos sudorosas y el pulso poco lineal. ¿Por qué

siento como si el mundo se fuera a abrir bajo mis pies?


– ¿Entonces, Joel? –Esa es la voz de Candy. Me molesta profundamente

que esté en su habitación. Nunca debió dejar que entrase. ¿De dónde ha

salido esa sensación de que él es mío? – ¿Nos casaremos antes de iniciar la

guerra? – ¿Casarse? ¿Cuándo ha pasado eso? Él…Yo…No puede ser.

–Sí. –Su afirmación atraviesa mi pecho como una daga. Roth me tapa la

boca para evitar que suelte sollozos aunque ni si quiera he sido consciente

de que estaba empezando a llorar.


–Tenemos que irnos. –No me muevo. Es como si tuviera los pies pegados.

¿En qué había basado una supuesta tregua? ¿En un amor que creía que él

tenía por mí? ¿Basándome en qué? ¿Por qué me dejó escapar entonces?

¿Fue un golpe de suerte? ¿Confusión? –Ya.


Le sigo mientras una y otra vez le doy vueltas a cuál es nuestra situación

ahora. No querrán una alianza y están a punto de empezar una guerra.

¿Podemos simplemente huir poniendo tierra de por medio? Podríamos

intentarlo, pero no se puede huir eternamente. Y, sobre todo, necesito ver al

capitán. Que me explique por qué mientras le miro a los ojos.

Nos detenemos antes de topar con dos hombres lobo que llevan una bolsa
hacia el río. Incluso desde aquí huelo un tercer lobo. ¿Dónde está? Tiran el

peso al agua y se van de allí. Corro movida por una necesidad de

familiaridad. Roth me ayuda a sacarlo a rastras hasta la orilla sin hacer

preguntas. Es, posiblemente, el mejor aliado que he podido tener. Mi olfato

no me miente, mi mirada tampoco. El estómago se me revuelve y no puedo

controlar las ganas de vomitar y las arcadas. Es mi padre. Bueno, lo que

queda de él. Tiene la cabeza separada del cuerpo y no queda rastro de la

gran vida que había en sus ojos.

Así que así es como acaba el amor… Si no eres de la manada, estás contra

la manada. Joel ha matado a mi padre y se va a casar. No puedo controlar


mi furia. Me transformo y obligo a Roth a hacer lo mismo. Volvemos al

campamento. Las cosas van a cambiar. No habrá una tregua con los lobos.

Y nosotros no vamos a morir. Lo que haremos es ir contra ellos y, ante todo,

asegurarme de que Joel caiga porque sí….Porque ha roto mi corazón de


tantas formas que no soy capaz de ver en los pedazos más que pequeñas

moléculas.

–Necesitamos aliados. –Roth me abraza. Un abrazo sincero, un apoyo que


significa que me va conociendo de verdad. No puedo ser fuerte, aunque

quiera. Mi padre era mi única familia de sangre. Y el capitán me ha

traicionado… ¿Qué me queda? –Yo puedo ofrecerles a los otros híbridos las

armas necesarias para acabar con la manada. –Levanto el rostro de su

hombro lleno de mis lágrimas. He tomado una decisión. Una firme. –Soy

una nerd. Siempre me han visto como tal y ahora les voy a dar la razón. Sé

cada mapa, cada estrategia, la forma de luchar, las estadísticas, las

formaciones….La manada no tiene nada con lo que sorprenderme y van a

pagar todo lo que han hecho con tantas lágrimas y sangre que lo pequeñita

que me he sentido siempre va a quedar en nada. Seré la propia luna si es

necesario.

Vengaré a mi padre. Mataré al capitán. Destronaré a Joel si es necesario. Y

ayudaré a Roth a sobrevivir. Son decisiones tomadas. Lo que no significa

que, con todo ello, no vaya a morir una parte de mí. Toda mi vida se

desmorona y no tengo nada a lo que agarrarme. Me voy desvaneciendo un

poco ante tantas sensaciones. La mano de Roth me agarra con fuerza. Sus

ojos juveniles me atraviesan con un brillo especial.


–No puedo… –Intento ser fuerte. Quiero no romperme. –De verdad que no.
–Yo estoy aquí. –Su boca toca con suavidad la mía. No quiero separar mis

labios de los suyos. Son diferentes y no son del todo cálidos. Pienso en Joel

y, en vez de frenar, me agarro al consuelo de cariño que me proporciona.

Cuando nos separamos me doy la vuelta. No es lo que quiero, pero es lo que

necesito. –Está bien, todo lo que sientas, está bien.


CAPÍTULO 17
Roth
–No puedo… –Sé que intenta ser fuerte, pero no es fácil con todo lo que

está pasando. –De verdad que no. –Está rompiéndose. No he dicho nada
desde que me ofrecí a acompañarla a la base para intentar conseguir un

pacto. Nunca podría fiarme de un hombre lobo que no fuera ella, pero,
como en aquel momento nos dejó escapar sin presentar pelea, me dio la

impresión de que Joel tenía unos sentimientos fuertes por Vanessa. Quizá
por eso la acompañé. Quizá porque no soy capaz de decirle que no…

–Yo estoy aquí. –Invado su boca con la mía. Puede que sea algo erróneo
aprovechar este momento, pero me da la sensación de que se siente tan

sola…Tan dolida…Su padre ha muerto…Y el que sospecho era su primer

amor se va a casar con otra chica. Cuando nos separamos se da la vuelta. –

Está bien, todo lo que sientas, está bien. –Se lo digo y de verdad lo pienso.

Es posible que ahora sea sólo un parche en su camino, pero, con el tiempo,
puede que sea todo lo que necesita. El primer paso para eso es no morir en

la guerra que se avecina.

Me desplazo, tal y como ella me lo pide, a buscar aliados. Entrar de nuevo

en contacto con los otros Z512, la parte radical, es algo que no quería hacer,
pero, mantenernos simplemente fuera de esta guerra, no va a ser posible.
–Me sorprende verte por aquí. Aunque ni si quiera sé por qué huisteis tú y

los otros. Dereck. Un alto mando con el que me llevaba muy bien no siente

ninguna acritud hacia mí. En realidad, entre los vampiros, casi nunca la hay

si no existe alimentación de por medio. Las otras razas siempre piensan de

nosotros que vamos por ahí sedientos de sangre sin control, pero nuestra
naturaleza nos impulsa a comer, sólo defendemos nuestro territorio. Pero, si

es verdad que, una vez en nuestros hogares cada uno es de una forma.

Tenemos familias aunque son de acogida porque no podemos tener hijos de

forma natural. Nos ayudamos y protegemos. – ¿Qué te trae hasta mí? –No

se anda con rodeos, yo tampoco pienso hacerlo.


–Nos están utilizando para una guerra que no es nuestra. –Pone los ojos en

blanco. Ya hemos tenido esta conversación. Él me repetirá que, en el fondo,

es nuestra mejor opción, éramos débiles, por eso nos administraron el

químico, y, ahora, convertidos en monstruos, nuestra mejor baza es tener al

líder de una de las manadas más numerosas y la colindante con nuestro

territorio, de nuestra parte. Se alegrará de saber que, por circunstancias

ajenas a mi voluntad, mi discurso está a punto de cambiar. –Queremos


luchar esta guerra, Dereck. Junto a vosotros. Todos los que nos fuimos

tenemos una nueva líder, alguien al que estamos unidos queramos o no. –

Eleva un poco las cejas a modo de interrogación. No es fácil sorprenderle. –

El lobo del que venimos. –Eso parece dejarle perplejo y sólo se mantiene en
silencio a la espera de que le diga algo más. –Quiere ayudarnos, luchar y

ponerse a la cabeza, pero, para eso, hay una condición.

– ¿Cuál es? ¿Por qué me cuentas esto a mí y no a Shana o Brand? Ellos son

los que están siempre junto al capitán que sabe cómo va todo esto. –

Empieza a ponerse nervioso. Veo que le gusta la idea de que venga nuestro

original líder. Es algo extraño, pero, cuando eres un lobo, necesitas un alfa,
es algo que te pide tu propia naturaleza.

–La alfa quiere la cabeza del capitán. –Su cara muestra terror. Nosotros no

nos metimos en esto por nuestra propia voluntad, fuimos empujados por un

engaño. El Z512 nos debía hacer más fuertes pero no convertirnos en

licántropos. Después, con las transformaciones, vinieron los miedos, las

visitas del capitán y la obligación de luchar esta guerra… –Podemos ganar

sin que él se dé cuenta de lo que está pasando. El capitán sabe que ella

existe, pero no tiene por qué saber que nosotros lo sabemos y que estamos a

favor de ella.

–Libramos la guerra y traicionamos al capitán en el último momento… –


Susurra ya trazando sus pensamientos, nuestra victoria. – ¿Ella se encargará

de que el resto de alfas nos acepten como iguales o, al menos, nos eliminen

de su lista de amenazas?

–Lo hará, ella es como nosotros y nos ve como personas, más allá de la

raza. –Al pensar en Vanessa mi corazón, muerto hace tanto tiempo, tiene
ganas de latir. ¿Es por su increíble fuerza y entereza? ¿Es por ser mi alfa?

Ya tendré tiempo de averiguarlo más tarde. –Tiene que ser el golpe más

sigiloso que hayamos dado nunca.


–Conseguiré deshacerme de ellos por un rato e informar al resto, nadie

aguanta a esos dos, al fin y al cabo, ¿por qué son los favoritos? ¿Qué nos

diferencia de ellos? Creo que deben saber algo más que nosotros

desconocemos. –Nos damos la mano y con ello cerramos un pacto

inquebrantable.

Aunque no forma parte de mi misión, de camino al campamento, me cuelo

lo más invisible posible de nuevo en la base. ¿Por qué arriesgo mi vida por

algo que a mí ni me va ni me viene? Porque ella es, inevitablemente, mi

problema y me importa su felicidad.

–Chss. –Al pobre nerd, Mario, casi le da un ataque cuando me ve en su

habitación. Le tapo rápidamente la boca para evitar que chille. –Vanessa

quiere verte. –Se relaja sensiblemente. –Te necesita. –Por un instante,

pienso que él también la va a traicionar y que eso, de alguna forma,

significará mi muerte. –Han matado a su padre. –Sorprendentemente cae

desmayado ante mis pies con esa reveladora noticia. No era la reacción que

esperaba necesariamente, pero, qué esperar de un intelectual.

Barajo mis opciones en silencio. Oigo pasos fuera. Huelo a lobos desde
aquí. Se me acaba el tiempo. Tomo la opción que creo que hará más feliz a
Vanessa aunque haya una probabilidad de que me pillen y me maten o de

que ella me parta la cara. Cojo y cargo en mi hombro a Mario y lo secuestro

para llevarlo con nosotros al campamento.


CAPÍTULO 18
Joel
Mario ha desaparecido. La noticia me llega como un jarro de agua fría. Otro

más en este incesante ir y venir de malas noticias. Torak está contento con
la “buena nueva” de la boda inminente aunque a mi padre no le veo tan feliz

con ese hecho. ¿Es posible que vea mi sufrimiento con todo esto?
Anne, por lo visto, tiene prisa. Explica constantemente que tiene otras cosas

que hacer y me pregunto qué exactamente. Que todos sepamos no tiene


pretendiente para casarse y su clan, mediano en tamaño, está organizado y

tranquilo más allá de las montañas. Sólo ha traído a un tercio de ellos ya


que cree que, si tenemos las mejores estrategias como siempre presumimos,

no tendremos problema en deshacernos de los híbridos. Y, quizá, no lo

tendríamos si Vanessa no estuviera inoportunamente en el centro de todo

esto. Finalmente cede ante la exigencia de Torak de esperar a la boda para

atacar, asegura que la unión fortalecerá ambos clanes, pero, en realidad,


creo que quiere quedarse con el mío si llego a morir. Al fin y al cabo, su

hija haría exactamente lo que él le dijera que hiciese.

Miro a la luna buscando una respuesta que no es capaz de proporcionarme.

Mañana, en la siguiente luna, me uniré a Candy como debí hacer hace


mucho tiempo. Ella me prometió que se aseguraría de que Vanessa no
saliese herida en esta guerra. Sé que es una mujer de palabra, pero, ¿cómo

piensa hacerlo? ¿Sabe su padre de la existencia de Vanessa y por eso existe

esta prisa?

–Piénsalo bien. –Zac toca mi hombro con una desesperación inhabitual en

él. –Queda tanto por resolver….Te estás precipitando.


–Sé que no tengo ni idea de quién mató a Eduardo, ni por qué éste metió a

su hija en este lío. También soy consciente de que si no me caso, habrá una

maldita guerra interna. Torak no aguantará más esta situación. –Resoplo

porque mi paciencia está alcanzando su fin. No es lo que quiero, es lo que

necesito. Es el bien de la manada, y la única forma de mantener a Vanessa a


salvo.

–Hay algo que no te he contado. –Traga saliva y no sé qué esperar de lo que

viene ahora. –Candy bajó a hablar con el capitán cuando terminé el

interrogatorio. La vi. –Intento procesar qué puede tener eso de importancia

en todo lo que está pasando. –Le dije que tú mismo habías dicho que nadie

excepto los interrogadores podía interactuar con ellos. Me pidió que no te lo

contara, que no lo sabía...Pero ahora… –Se rasca nervioso. Ver a Zac


preocupado es casi tan raro como una lluvia de estrellas. – ¿Y si tuvo algo

que ver con la muerte de Eduardo? Ella estuvo ahí abajo sola. –Me acerco

en dos pasos a él y se encoje. –Sólo es una posibilidad. No quería enfadarte,

tío.
Le dejo con la palabra en la boca y me voy a pensar a mi cuarto. Ni con el

paso del tiempo he conseguido que se vaya el olor a Vanessa, tan dulce y

genuino. Sólo se metió una vez entre mis sábanas, fue para esconderse, y

bastó para que me robase el corazón. Miro el amanecer amenazante salir

poco a poco acusándome con su luz cegadora de no estar seguro de mi

proceder. Mi boda está a punto de celebrarse. Voy a iniciar una guerra. No


la amo y ahora tampoco confío en ella.

El traje negro no me sienta mal. Me ajusto la corbata y coloco la

protocolaria flor en el bolsillo de la chaqueta. Compruebo que llevo el

anillo en el bolsillo. Sé que tengo que hacerlo. Siempre he tenido claro mi

deber. La manada ante que todo. Me golpeo mentalmente por esa frase

porque no es real. No habría aceptado hacerlo si no me hubiera amenazado

con descubrirla a ella. ¿Tan transparentes son mis sentimientos? Nunca ha

sido así.

Desciendo las escaleras y encamino la alfombra al pequeño altar. Me

cuestiono el por qué de tanta parafernalia si todo el mundo sabe que esto es
una pantomima llevada por la propia conveniencia de la supervivencia. Está

guapa y el vestido blanco le sienta bien. Mi corazón no late deprisa ni me

sudan las manos. Veo en ella una amiga, una confidente, nunca un amor ni

una amante. Cuando sus manos cogen las mías, algo empieza a recorrer mi

espina dorsal. Un nervio inexplicable. ¿Veo en sus ojos verdadera felicidad?


Sé desde hace mucho tiempo que quiere casarse conmigo, pero, es

perfectamente consciente de que yo no quiero. No veo en ningún momento

su rostro contraerse preguntándose si hace lo correcto. Se me remueve un


poco el estómago y veo a Zac observándome atento desde la primera fila,

junto a mi padre. La cojo de la muñeca y levanto una mano hacia los

presentes para que esperen. Ella me sigue obligada hasta que estamos algo

más lejos de toda la muchedumbre que se pregunta qué está pasando.

Incluso desde aquí veo a Torak levantarse.

–Dime, Candy, que cuando fuiste a ver al capitán, Eduardo seguía vivo. –

Ese pensamiento que metió de alguna forma Zac en mí me ha perseguido

durante todas las horas hasta este momento. Pero, al ver su cara de

satisfacción en el momento del enlace, no puedo más que hallarme confuso

y no saber si, ella, la que ha sido mi amiga tantos años, ha tenido algo que

ver con todo esto. – Y prométeme, que cuando saliste otra vez hacia arriba,

seguía en ese estado.

–Joel… –Sus pupilas dilatadas me hacen echarme hacia atrás de golpe.

¿Por qué? –Yo no fui. –Sus explicaciones ahora rápidas me confirman la

culpabilidad al menos parcial del asesinato. –El capitán me pidió hablar con

su amigo de toda la vida y me dijo que así se resolvería todo, que yo misma

lo vería. Una vez allí lo mató. –Respiro entrecortadamente. El peso de la


traición elevando y bajando mi pecho. –Dijo que haría que te olvidases de

buscarla. Que nos casaríamos. Que todo era por el bien del clan.

– ¿Y no se te ocurrió que él es el traidor? –Me intenta agarrar del brazo

mientras me dirijo directamente hacia la primera fila para encararme con el

capitán.

En ese preciso instante oigo ruidos del crujir de la madera. La explosión de

las ventanas esparciendo pequeños cristales. Vampiros híbridos entrando

por todas partes. Vanessa irrumpiendo por la puerta junto a Mario. La

guerra…ha comenzado.
CAPÍTULO 19
Vanessa
Roth llega y tengo que gritar al verle. Lleva a Mario colgado al hombro. Lo

tumba en la camilla ¿Por qué todo el mundo se desmalla ante él? Su físico
es envidiable y aunque su corazón no tiene latido hace que el de los demás

se acelere a cada momento.


–Pensé en lo que me contaste de vuestra amistad y pensé que lo necesitabas

aquí. –Se encoge de hombros y me pregunto por qué no me puede gustar.


Sé que ni yo soy su alma gemela ni él es la mía, pero sé que Roth estaría

dispuesto a estar conmigo, la atracción es evidente. –He hablado con


Dereck y van a actuar junto a nosotros. –Está serio. Yo también. Mario se

mueve un poco y eso corta nuestra conversación.

–Vanessa. –Me agacho junto a él. Parece confundido y tranquilo al mismo

tiempo. –Si tienes que atacar, sólo tendrás una oportunidad. La boda. –La

sola mención del enlace hace que mi piel se erice y mi estómago se


contraiga. –Estarán absortos en la ceremonia. Va a ser el punto de inflexión

de esa base. El momento de menos defensa posiblemente de la historia. –Se

incorpora poco a poco. Tose y veo en sus ojos que empieza a cavilar todas

las opciones. – ¿Tienes los planos? –Asiento y se levanta de un salto. ¿Por


qué parece emocionado con esto si va a ser una cruenta guerra? –Están

todos los alfas, eso….podría ser un problema.

– ¿Los mataremos a todos? –La intervención de Roth me corta la

respiración. ¿Matarlos? Sé que tengo que querer vengarme de Joel por lo

que le ha hecho a mi padre. Y también estoy dispuesta a matar con mis


propias manos al capitán. Quiero que me mire a los ojos mientras se

desangra y me diga por qué me hizo esto. Cómo ha sido capaz de traicionar

al clan. Pero, el resto no tiene la culpa y, en especial, a los de mi propia

manada, no me imagino quitándomelos del medio como si ni siquiera

fueran mis conocidos.


–Neutralizamos a los alfas con las menos bajas posibles e intentamos

pactar. –No le gusta mi plan, pero, al fin y al cabo, si no me reta, la decisión

es mía. Queremos una paz duradera y, en realidad, si les hacemos huir por

la cantidad de sangre derramada, volverían a atacarnos en cuanto se vieran

fuertes y preparados para derrotarnos. –Sólo si es necesario mataremos a

más personas. –Nos preparamos para mirar los planos y decidir la mejor

estrategia de entrada. Lo bueno de que haya traído a Mario hasta aquí es


que puede ayudarme. Tendrá la cabeza más fría que yo y, además, sabrá

más sobre la dichosa boda. –Por cierto, el capitán es mío. –No quiero que

nadie me quite ese momento. –Y Joel también. –Me gano una mirada

cargada de interrogantes por parte de los dos pero finalmente acceden.


El primer paso es meternos en el río helado. Borrar y camuflar de alguna

forma nuestro potente rastro. Entraremos en tercios. Uno por cada lateral

del gran ventanal del lugar de la ceremonia y uno por el centro. Ocupando

cualquier salida. Habrá más lobos fuera, pero, los importantes, estarán

dentro como invitados. Y, los licántropos, somos como las abejas, caído el

alfa, el caos nos hace vulnerables.


Irrumpimos haciendo saltar los cristales por los aires. Hay transformaciones

al instante y sólo puedo buscar entre los presentes al capitán. Jack cruza

inmediatamente su mirada con la mía y veo una emoción en sus pupilas

dilatadas que no sé descifrar. Voy directa hacia él. No se inmuta. No se

mueve. Lo tiro al suelo haciendo que ruede para ponerme sobre él.

–Sabría que vendrías. –Es lo único que dice y a pesar de tener la daga sobre

su cuello no soy capaz de hacerlo. –Yo no sabía que tú estarías en medio. –

¿Aunque así fuera, cambiaría algo? Ha transformado a vampiros en lobo

poniendo en peligro a toda la raza de licántropos, ha utilizado mi sangre y

ha permitido que mi padre muriese. –Yo te quiero como a una hija, Vanessa,
haz lo que tengas que hacer. –Cierra los ojos preparado para morir. Tengo

que hacerlo. Todo esto es culpa exclusivamente suya.

Una gran aptada en mi costado me hace desviarme de mi propósito. Joel me

mira furibundo tras despegarme del capitán a malos modos.


– ¿Qué haces? –Sus fosas nasales se dilatan y me pregunto cómo puede

estar tan enfadado conmigo si es él el que va a casarse. –Sal de aquí. –Es

una orden, pero, ya, no es nadie para dármelas. Yo tengo mi propio clan. Yo
soy mi propia alfa. Un lobo va a morderme y me protege interponiéndose

en el medio. –No puedo protegerte si estás a la cabeza de ellos. –Habla

como si no tuviéramos cientos de personas alrededor luchando jugándose

sus vidas. ¿Por qué sus ojos color miel me parecen tan irresistible? ¿Por qué

oír su corazón latiendo es todo lo que necesito para quedarme paralizada?

– ¿Protegerme? ¡Mataste a mi padre! –Grito tanto que no puedo controlar

que las fauces se me cambien un poco sacando colmillos de lobo.

–Fui yo. –El capitán se acerca a nosotros. –Yo maté a tu padre. –De todo lo

que había podido imaginarme de él, eso no lo podría haber sospechado.

Sabía que era una traidor de la manada, incluso que me había utilizado a

pesar de haberme criado, pero…Mi padre….Era como su familia. –Y

pagaré por ello el precio justo. Pero, tengo que decirte una cosa. –Coloco en

dos movimientos de nuevo la daga en su cuello. La presión ejercida

concluye con las primeras gotas de sangre. –No tenía otra opción.

–No hay nada que justifique lo que hiciste. –Lloro. No debería, pero, en

mitad de esta maldita lloro. Porque sí, porque es como mi segundo padre y

tengo que acabar con él de todas formas a pesar de haber perdido ya a el


mío.
–Hugo está detrás de todo. –Joel es quien le aprieta ahora de la camisa para

levantarlo. –Él sabía que no podía contigo, pero jamás quiso darte el

liderazgo de la manada. –Lo suelta. Los dos le miramos confundidos

mientras los gritos de dolor de los combatientes cada vez son más

abundantes. –Vanessa, que no te cieguen tus sentimientos negativos. Joel,

si la devuelves, que sea de una pieza te dije. –Antes de que podamos hacer

nada coge su propia daga y se autopuñala directamente en el corazón. El

cuerpo sin vida del capitán yace a nuestros pies.

–Roth, es Hugo. –Le grito a mi compañero en esta guerra y enseguida

vamos a por el antiguo alfa. Es un lobo grande y no está solo. Anne, una
alfa del norte cuyo mal carácter es conocido entre los licántropos le ayuda a

defenderse. –Mátalo. Él está detrás de todo esto. –Cuando estamos frente a

frente para hacer una lucha dos a dos, Joel entra en escena desequilibrando

la balanza.

–Sólo quería redimirse, mintió. –Sé que habla de lo que me ha dicho el

capitán, pero yo le conocí mejor que nadie, y, a pesar de todo, vi amor en su

mirada. –No lo hagas. –Es una súplica. –Ganaremos de todos modos. –

Candy se pone a su altura. Ahí está, su perfecta futura mujer, una víbora en

cuerpo de lobo.

–Pues moriré si es necesario. –Voy directa hacia él convirtiéndome en lobo

esperando que Roth haga lo mismo. Nunca pensé en el Z512 como una cosa
buena, pero, al menos, somos más fuertes. Tampoco imaginé enamorarme

jamás, pero, cuando por fin lo hago, me veo, literalmente, dispuesta a matar

al único hombre que podría amar.


CAPÍTULO 20
Roth
Nunca había visto tanta sangre concentrada en un solo lugar. Los mordiscos

de los transformados, híbridos u hombres lobos, eran voraces. ¿Por qué


siendo tan iguales éramos una gran amenaza a eliminar? Veo a Dereck

luchar tan agresivamente como puede. Seríamos vampiros, a veces


tendríamos trifulcas con los licántropos, pero nunca fue nuestra intención

que quedásemos sólo una de las dos razas. Éramos el eslabón débil de una
raza fuerte y queríamos mejorar, eso no nos hace monstruos. Lo que está

pasando hoy aquí, sí.


–Roth, es Hugo –La voz de Vanessa llega hasta mí clara y alta. La sigo. Así

que era eso…Un alfa destronado cabreado con su hijo costaría miles de

vidas…

Vamos hacia él con la furia de quien cree en la justicia. Justo a su lado, una

mujer rubia, con cara de enfado y atlética se ha transformado en lobo. Mi


corazón se paró hace mucho tiempo, pero, si hubiera funcionado en ese

instante se hubiese detenido. ¿Por qué al mirarla tengo la sensación de que

todo ha cambiado? Observo a Vanessa de reojo. La admiro, incluso llegué a

pensar que podía estar enamorado de ella, pero, el amor de un vampiro es


como el de un lobo, incontrolable, único y, por lo visto, inoportuno. Esa
mujer tenía que ser para mí. Él mayor problema era que ella, estaba

dispuesta a matarnos.

Sólo quería redimirse, mintió. –No sé de qué habla exactamente Joel

mirando hacia Vanessa nada más entrar en escena con su gran envergadura

amenazante. –No lo hagas. –No quiere hacerle daño pero no estoy segura de
qué ganará su lucha interna. . –Ganaremos de todos modos. –Candy, esa

mujer a la que Vanessa odia se pone a su altura para atacarnos también.

Silbo para que Dereck se nos una.

–Pues moriré si es necesario. –Me sorprenden las palabras de mi alfa. Sobre

todo porque no la creía capaz de infligir ese daño a la persona que, sin duda,
ama. Se transforma y corre desbocada hacia él. Se enzarzan en una lucha de

mordiscos. Él es cuidadoso, ella no tanto. Me transformo para evitar a toda

costa que Hugo huya, cosa que, ya está haciendo discretamente. ¿Por qué

huiría si no es cierto?

– ¿Dónde crees que vas? –La loba ahora con forma de mujer, esa que me

tiene aturdido por alguna razón se interpone en mi camino. –Te mataré. –

Anuncia con frialdad.


–Pues sería una pena. –Esquivo su derechazo para quedarnos prácticamente

uno pegado al otro. –Porque creo que nos amaríamos más que nadie. –No

tenía pensado decir eso, pero, no puedo evitarlo. Ella, parece no


esperárselo y da un traspié en el que la salvo de caer de boca. Me mira con

sus pequeños ojos interrogantes. – ¿Tu nombre?

–Anne. –Parece vulnerable por un segundo. Luego se da cuenta de que soy

un híbrido. Es algo que ya sabía pero que probablemente, ante lo extraño

del momento haya podido olvidar. – ¡Pero eso a ti no te importa! –Va a

venir directa hacia mí. Ahora entiendo lo que está pasando entre Joel y
Vanessa, Se atacan pero no se harán daño de verdad. No pueden. Es más

que un instinto primario.

– ¿Por qué huye si no es culpable? –Dirigimos nuestras miradas hacia la

puerta por el que Hugo está saliendo. ¿Qué sentido tiene que siendo el

antiguo alfa, estando acusado y con su hijo luchando, huya? –Lo sabes. –En

el fondo sé que tiene las mismas dudas que yo.

Me suelta de golpe y como si fuéramos un equipo perfectamente

sincronizado vamos hasta él.

–Detente, Hugo. –La mirada de Anne es como el hielo. Podría parar al

mismísimo diablo con ella. –Aclaremos las cosas.


–No hay nada que aclarar. –Se ve sensiblemente nervioso con nuestra

parición. Sus ojos van de derecha a izquierda buscando una escapatoria. –

No sé por qué estás frente a mí. ¡Y con un híbrido! Deberías estar ayudando

a las manadas acabar con estos monstruos de laboratorio. –Grita.


–Yo veo lobos, Hugo. En todas partes. –Sus palabras llenan mi ser de una

forma inexplicable. – ¿Por qué luchan? ¿Qué ganan? ¿Para qué? –Su edad

debe ser mucho más corta que su gran mente. Quizá todo sea una coraza.
No es fácil ser un líder y que todo el mundo cuestione lo que haces. Aúlla y

se detienen las peleas. Vanessa llega hasta mí de un salto y veo que tiene

pequeños rasguños en su forma humana. Con el tiempo que llevan peleando

si quisieran, uno de los dos habría muerto. Joel aparta a la gente para llegar

hasta este nuevo círculo. Me preparo por si intenta atacar a Anne. –Sé que

es tu padre. Habla tú con él. Pero no dejaré que muera nadie más si no me

dices que estás cien por cien seguro de lo que dices.

–Hijo, ¿qué es todo esto? ¿Todos estos ojos hacia mí? –Se siente acorralado.

Huelo el miedo desde mi posición. Soy un vampiro en origen, no recuerdo a

penas a mis padres, pero debe ser duro. Yo maté a los míos adoptivos…. –

¡Matad a esos híbridos!

–Sabías que no podías ganarme. –Joel está furioso, más de lo que lo había

visto nunca. Su manada baja las orejas ante la pronta ira. –Me cediste el

mando del clan. Pero era mentira. Sólo querías deshacerte de mí. Los lobos

no te seguirían. Nosotros seguimos al más fuerte, pero ellos…Pensando que

si no morirían. Que los veríamos como meras criaturas de laboratorio…

Lucharían a tu favor por su propia supervivencia… –Hugo levanta las


manos protegiéndose del ataque invisible.
Shana se tira hacia el cuello de Joel con los colmillos de vampiro a la vista.

Salto para matarla con una decapitación certera. No es por él, es por

Vanessa.

–Él lo sabía. –Vanessa señala a Torak de entre la multitud. No sé si es una

intuición o una certeza pero todo el mundo gira la vista. –Salía ganando

tanto si morías como si no. Si te casabas con su hija tenía un clan poderoso

y si Hugo se hacía de nuevo con el liderazgo de la manada tendría guardado

un secreto tan poderoso que impondría sus decisiones como quisiera.

Nadie duda de ella. Como hacerlo cuando ven que los alfas han jugado con

sus vidas y las de sus familias de una forma tan innecesaria. El Z512 nos
hizo diferentes, pero, en ningún momento, pensamos en luchar por algo

diferente a un acuerdo de no agresión.

–Tenías que venir y estropearlo todo. –Nadie tiene tiempo cuando Candy

habla. Se abalanza sobre Vanessa con una mirada que helaría hasta el

corazón más muerto y la apuñala en el costado. Ella cae desplomada en su

propio charco de sangre con sólo un hilo de vida en la mirada. Joel muerde

con dureza a Candy y la tira lejos. Anne la vigila junto a los otros dos alfas.

Me agacho junto a ella dejando a Joel coger su mano. Si ella apenas tiene

vida, la de él parece estar yéndose con la de ella…

–No te mueras… –Es un susurro bajo, yo lo oigo. Habrá miles ojos entre

híbridos y lobos mirando la lucha por vivir de Vanessa.


CAPÍTULO 21
Joel
Cuando Anne me da el ultimátum yo estoy ya estoy totalmente fuera de mí.

Es mi padre. Le admiraba como alfa y como progenitor. Creí que éramos


diferentes al resto de los licántropos, incluso mejo que ellos…Capaces de

acabar un liderazgo simplemente delegando cuando llegaba el momento.


Me sentí orgulloso, pensé que haría lo mismo con mis hijos….Pero era todo

una falsa. Siento que he vivido en una mentira ciega demasiado tiempo. Y
eso ha costado la vida de buenos padres como Eduardo. Miro a Vanessa a

los ojos. Tiene tanto dolor…


–Hijo, ¿qué es todo esto? ¿Todos estos ojos hacia mí? –Sabe que todo el

mundo está pendiente de que se resuelva esta inevitable incógnita. Parece

que nadie quiere pelear y sin embargo estamos en mitad de una masacre que

tardaremos décadas en olvidar – ¡Matad a esos híbridos! –Ordena

esperando que le hagamos caso. Es la gota que colma el vaso.


–Sabías que no podías ganarme. –Estoy furioso. Con mi potente voz le

recuerdo a la manada que soy el alfa, que Hugo es un recuerdo y que puedo

ganar a cada uno de los integrantes de mi clan en un reto. –Me cediste el

mando del clan. Pero era mentira. Sólo querías deshacerte de mí. Los lobos
no te seguirían. Nosotros seguimos al más fuerte, pero ellos…Pensando que
si no morirían. Que los veríamos como meras criaturas de laboratorio…

Lucharían a tu favor por su propia supervivencia… –Mi padre levantas las

manos protegiéndose de un ataque invisible pero que llegará. ¿Hay una

solución que no implique su muerte?

Una híbrida con pinta de líder se tira hacia mi cuello y, ese tal Roth que no
se despega de Vanessa y que estaba seguro de que era mi peor enemigo

evita el impacto decapitándola. Me reafirman que, al menos la mayoría de

ellos, no quieren pelear. Esta guerra debía ser interna. Quizá ir contra natura

tenía estas consecuencias.

–Él lo sabía. –Vanessa señala a Torak de entre la multitud. No puedo más


que mirarla sorprendido ante la nueva acusación. Mario asiente cerca de

ella, como si hubieran llegado a la conclusión al mimo tiempo–Salía

ganando tanto si morías como si no. Si te casabas con su hija tenía un clan

poderoso y si Hugo se hacía de nuevo con el liderazgo de la manada tendría

guardado un secreto tan poderoso que impondría sus decisiones como

quisiera. –Es tan probable que se me revuelven las entrañas. Toda una

conspiración a mi alrededor… ¿Habría conseguido sobrevivir a este


complot si ella no hubiera llegado a mi vida?

Miro a las manadas, y al resto de alfas. Nadie parece dudar. Estamos en un

stop en la lucha en el que todos queremos salir con las cosas claras y las

menos bajas posibles.


–Tenías que venir y estropearlo todo. –Candy se tira sorprendentemente

rápido hacia Vanessa apuñalándola. Mi corazón deja de latir cuando la veo

caer en un charco de sangre. Me agacho a su lado ante la respiración

contenida del resto de presentes.

No me preocupa el resto de los alfas, ni los posibles traidores, ni si quiera la

vida de mi padre. Ella se está muriendo. Sus ojos a penas ya tienen vida…
Cojo su mano y la aprieta con suavidad, ¿Cómo he podido vivir sin su

presencia antes? ¿Por qué ahora que estamos tan cerca de poder vivir lo que

necesitamos tiene que irse?

–No te mueras… –Susurro muy bajito. No me sale la voz del cuerpo. He

visto heridas de este tipo antes. Sé lo que va a pasar. No puedo aceptarlo.

Jamás podré superar mi culpa. Si me hubiera dado cuenta antes…Si la

hubiera buscado para hablar con ella. –Te quiero. –Sólo no quiero que se

vaya sin saberlo. Un último apretón en mi mano me dice que está en su

último suspiro.

–Puedo morderla. –La sugerencia de Roth, pese a que en cualquier otro


momento me hubiera parecido inaudita y motivo de disputa, me parece

factible. –Si nosotros podemos ser híbridos quizá ella también pueda. –Oigo

los latidos ya casi inexistentes e irregulares de Vanessa. –Tienes que

decidirlo ya.
–Hazlo. –Su pronto mordisco en la muñeca de la mujer de mi vida sólo me

produce esperanza cuando en el pasado me hubiera provocado temor. –Si la

manada lo acepta, seremos un único clan. Si no lo hace, pactaremos la paz


con los híbridos y abdicaré. –Lo digo en alto. Es una declaración de

intenciones seria. Veo rostros confundidos y pensativos. Ahora mismo me

da igual. –Vanessa… –Le suplico que responda, que viva de la forma que

sea. Su corazón ya no tiene latido alguno.

La manada aúlla en respuesta para dejar claro que están de acuerdo. Que la

guerra ha terminado. Que los híbridos, en origen pueden ser vampiros, pero,

ahora, son también hombres lobo. Todos estamos pendientes de que suceda

algo. Ellos porque son su alfa. Los míos quizá porque estoy a punto de

derrumbarme. Y yo…porque no puedo vivir sin ella.

–Joel… –Anne pone su mano en mi hombro asustándome. ¿Cuántos

minutos han pasado? ¿Por qué siento que mis rodillas pesan tanto que es

imposible que me levante de su lado? –Hay que decidir qué hacer con los

traidores… Lo siento.

No quiero aceptar su pena porque eso significa que se ha ido. Los dedos de

Vanessa se mueven un poco. Levanto la cabeza todo lo rápido que puedo.

Sus ojos se abren cansados. Está viva, lo está. La abrazo. Veo en su pequeña

y preciosa boca crecer unos incisivos puntiagudos. Nunca pensé que tendría
que agradecer todo lo que merece la pena en la vida a un vampiro. Cruzo
una mirada con Roth. Siempre estaré en deuda con él. ¿Por qué noto que

pese al cariño que veo que siente por ella ya no tiene la mirada que tenía

hacia ella? Sus ojos se detienen en Anne sigilosamente. Si eso significa lo

que yo creo…lo va a tener muy difícil.

–Ey… –Es lo primero que dice y con eso mi corazón se alivia. –Tu mujer

tiene un puñal. –Se ríe un poco y yo con ella.

–Irrumpisteis antes del sí quiero. –Su sonrisa se ensancha con

autosuficiencia. Una de esas que, al principio, odiaba. Es mejor que yo, y,

seguramente, sabía exactamente hasta la hora de mi turno a la hora de decir

el sí. –Sólo accedí a casarme para mantenerte a salvo. –Lleva su mano a mi


cara para acariciarme la barbilla. –Haría todo lo que fuera necesario por

protegerte.

–Dilo otra vez. –Me echo un poco hacia atrás. Sé que se refiere al “Te

quiero” pero eso significa que ha esperado para abrir los ojos. Siempre tan

estratega… –Venga, no me hagas ponerlo en todas las pantallas de este

lugar, al fin y al cabo, soy una nerd.

–Te quiero. –Me río con la risa del que es feliz.

Es una situación extraña, pero es la mejor que hubiera podido imaginar.

Todos los problemas que podamos encontrar los solucionaremos.

FIN
Epílogo 1
Vanessa

Nunca olvidaré la sensación que tuve al estar muriendo. Ver que mi vida se
iba cuando apenas estaba a punto de poder saborearla. La muerte de mi
padre revolvió toda mi sensación de soledad y también una parte de

culpabilidad por no haber hecho nada por sacarlo de la base una vez que yo
no estaba allí. Jamás imaginé que podría pasarle eso…Suspiro. La realidad

es que, aunque lo hubiera hecho, me habría llevado conmigo al capitán


porque confiaba en él ciegamente. Sigo pensando que me quería y fue un

mero peón en toda una estrategia de poder. Si hubiera sido más valiente….
Me agacho para dejarle flores en su tumba que, curiosamente, está junto a la

de mi padre. En unos días he perdido a casi todo el que podía considerar


familia. Sólo quedamos aquí plantados Mario y yo.

-¿Así es como acaba todo? –Mario me coge de la mano para intentar darme

fuerzas. Es como mi hermano y, ahora, junto a Joel y Roth, todo lo que me

queda. -¿Dos culpables? ¿Un gran pacto? –No parece muy contento con el
resultado y me pregunto si no tendrá razón… Todo tan sencillo de fulminar,

pero, me cuesta creer que nadie más que ambos alfas y Candy por

extensión supieran de eso. Al pensar en Candy algo remueve mi estómago,

sé que tiene que pagar por lo que hizo y aún con ello no estoy segura de
querer que muera. Ya ha habido demasiadas muertes. –Os dejo. –Mario se

va cuando la mano de Roth se posa en mi hombro.

-Siento todo lo que has perdido. –Es sincero y casi veo un atisbo de

culpabilidad en sus grandes ojos. Se pelea consigo mismo sopesando si fue

una buena opción buscarme. –Parece que la mayoría de los lobos del clan
de Torak están de acuerdo en integrarse en el de Joel, y los pocos que no,

aceptan ser parte del de Anne. –Se estremece un poco al decir el nombre de

la chica. Quizá para otra persona ese gesto hubiera pasado inadvertido, pero

no para mí.

-¿Qué con ella? –Le golpeo con suavidad en el hombro. Si alguna vez
tuvimos otra intención que la de ser amigos se opacó con nuestros

verdaderos sentimientos dejando entre nosotros tan sólo una muy buena

complicidad. –Tiene un carácter difícil. –Se encoge de hombros. No parece

querer darme demasiadas explicaciones. ¿Tan serio es lo que empieza a

sentir? –Todo el mundo, al menos en el mundo lobuno sabe que

prácticamente de hielo. Tiene sus motivos.

-¿Cuáles? –Esa pizca de curiosidad no ocultada hace que confirme mis


sospechas.

-Si supiera algo, y no digo que lo haga, no seré yo quien lo desvele. –

Andamos de vuelta a la mansión. Allí están los alfas reunidos. Yo debería

estar ahí, pero he delegado mi voto. Pienso que así será más fácil. Soy una
híbrida ahora y solo quiero la paz. Por razones evidentes Joel va a dejar que

nos quedemos dentro de su territorio siendo una segregación de la manada.

–Igualmente, en el mundo de los licántropos, más que dentro de cualquiera

de las otras razas, los mitos y leyendas corren como la pólvora. –Abre un

poco los ojos y asiente. -¿Estarías conmigo para otra guerra, Roth? –Se

detiene. Estaba a punto de desviarse de nuestro camino común. Se gira y la


profundidad de su mirada me haría estremecer si no fuera por la confianza

que hemos conseguido en tan poco tiempo. Parece no entender mi

inquietud. –Soy feliz. –No quiero que me malinterprete. –Pero todo ha

acabado tan rápido y con unos culpables tan claros que…tengo la sensación

de que estamos construyendo una casa de crista.

-Estaré contigo, Vanessa. –Se raja el brazo con su propia uña haciéndome

quedar boquiabierta por un instante. Viene hasta mí y deja caer unas gotas

de sangre sobre mi piel. –Es un juramento inquebrantable. –Se va como si

no hubiera condenado su vida a la decisión posible mía de un conflicto

futuro. O está muy seguro de que todo va a estar bien. O está loco. O,
nuestro amor fraternal, es real.

Los alfas salen de la reunión. Joel me espera tranquilo y encantador en el

marco de la puerta. Su fragancia a jabón limpio y menta me envuelve.

Abrazarle es como estar a salvo, como estar en casa.


-Serán ejecutados por la mañana. –Traga saliva. A pesar de todo, uno de

ellos es su padre. Y ella….Candy…Ha sido su compañera tanto tiempo.

-No por mí, Joel. –Una lágrima corre por mi mejilla. Está sufriendo aunque
su rostro pétreo no lo muestre. Así es el amor. No tengo rencor alguno por

los culpables si eso significa hacerle daño a él. –Si hay otra solución…

-No la hay. –Levanta la cabeza. Nunca he dudado que fuera un gran líder.

Podría tener algún defecto de arrogancia, pero, imagino, que cuando tienes

en tus manos la vida de tantas personas…es complicado mostrar tus

sentimientos. –Quiero que nos casemos, que estemos bien, que no haya

amenaza alguna. –Asiento y le beso. Su lengua es cálida y sus manos

grandes en mi espalda me despiertan todos los sentidos.

Tic, tac, las horas pasan. Estoy tumbada sobre el pecho de Joel intentando

dormir, pero, ambos tenemos los ojos abiertos. La luna está llena ahí fuera.

Los acontecimientos del día siguiente no nos dejan dormir. ¿La solución es

la muerte de aquellos que nos han herido? Sé que sí, pero…me siento tan

culpable.

El sol ya sale y, cumplo con mi deber vistiéndome toda de negro. Joel hace

lo mismo y, encima, se pone una capa negra. Le pongo la mano en el

hombro y aprieto mientras bajamos las escaleras. Hará de verdugo de su

propio padre. Anne matará a Torak. Zac ha pedido hacer lo mismo con
Candy. Ningún alfa se negó. Imagino que por mantener el orden se hace

todo, pero no es agradable para nadie.

Tres decapitaciones públicas. El precio de la traición a la manada. Mi

corazón está en un puño. Mario me abraza fuertemente. Joel no se lo piensa

ni un instante. Cuando veo caer la cabeza de su padre sólo puedo fijarme en

el dolor que refleja su mirada. Nadie más se dará cuenta. Ya oigo

comentarios entre la manada de lo buen líder que es. Dicen que es de hielo.

Anne hace lo mismo. No duda. No refleja nada en su rostro. Ella de verdad

es alguien a quien no conozco. Lo que sé de ella es tan frío que siento un

pequeño escalofrío en la espalda cuando pienso que Roth puede ir detrás de


ella.

Zac está tranquilo mientras se acerca con el gran filo a Candy. Ella está

sorprendentemente serena. Es un instante. Una milésima de segundo. Él le

rompe las cadenas en vez del cuello y salen, literalmente, huyendo

transformados. Nunca me fié de él. Nunca lo vi como un buen amigo.

Probablemente sabía lo que se estaba fraguando, pero, aunque ni yo misma

me lo termino de creer, me alegro de lo que acaba de hacer.

Joel va a transformarse. Lo noto. Le cojo y cuando me mira niego

lentamente con la cabeza. Me besa con pasión. Con necesidad. Con dolor.

-Estaremos juntos cuando sea el momento. –Hoy ya ha terminado. Nuestra

boda será en diez lunas. Todo lo que deseo es estar junto a él.
-Estaremos juntos siempre. –Es una promesa y sé que, hasta su último

aliento, la cumplirá.
Epílogo 2
Roth

He estado tan preocupado desde que supe que era un Z512 que, ahora, al
saber el verdadero motivo, me parece que ha sido todo en vano. Tampoco
sé, en este instante, si me siento más lobo o vampiro. Es cierto que los

licántropos han llegado a un acuerdo y podemos vivir aquí, en el territorio


de Joel, junto a nuestra alfa, Vanessa, como híbridos que somos. Por alguna

razón, no tenemos sed de sangre, pero, siento que es algo temporal y siento
miedo. Más ahora que nunca.

La razón de todas mis dudas y desasosiegos pasa a pocos metros de mí tras


terminar la reunión. Anne es bajita pero atlética. Tiene un cabello que, bajo

el sol, parece una gran cascada de oro. Sus ojos grandes y azules están
llenos de tristeza, decisión y frialdad. Me gustaría saber los motivos que la

llevan a ser como es.

Tras darle apoyo a Vanessa mientras se terminaba de despedir de su familia

caída en batalla vamos a separarnos, pero, algo la inquieta y comienza a


hablar.

-¿Qué con ella? –Me golpea suavemente y me da la sensación de que no se

le escapa nada de lo que pasa a su alrededor. Posiblemente por eso es la

mejor en el análisis y las estrategias. –Todo el mundo, al menos en el

mundo lobuno sabe que prácticamente de hielo. Tiene sus motivos. –Eso
remueve algo dentro de mí. Tengo esa sensación de que, una vez que la

conoces, todo lo que piensas de ella cambia. Es como si pudiera ver

fragilidad dentro de esa gran capa de hielo.

-¿Cuáles? –Si conozco bien a Vanessa, y creo que lo hago, no me dirá nada.

No le gustan las etiquetas ni los chismorreos. Ella misma reconoce que ha


sido siempre una nerd por dejar que los demás, aquellos que no querían

darse la oportunidad conocerla, pensaran lo que quisieran

-Si supiera algo, y no digo que lo haga, no seré yo quien lo desvele. –Ahí

está. Exactamente como pensaba–Igualmente, en el mundo de los

licántropos, más que dentro de cualquiera de las otras razas, los mitos y
leyendas corren como la pólvora. –¿Eso significa que podría indagar sobre

Anne poco a poco entre los lobos de clan? -¿Estarías conmigo para otra

guerra, Roth? –Me detengo. ¿De qué está hablando? ¿Por qué piensa que

habrá otra guerra? Es cierto que Zac y Candy escaparon, pero… ¿Qué

amenaza podría suponer la huída de dos lobos? Estoy algo desconcertado –

Soy feliz. Pero todo ha acabado tan rápido y con unos culpables tan claros

que…tengo la sensación de que estamos construyendo una casa de cristal.


-Estaré contigo, Vanessa. –Me rajo un poco para sellar con sangre lo que

acabo de decir, Ella ha sido mi salvación y, si lo necesita, yo seré la suya. –

Es un juramento inquebrantable. –Me voy hacia una roca alta. Necesito


pensar en lo que acaba de decirme. ¿Es posible que tenga razón y sea todo

tan débil? ¿Una paz pasajera?

Un pensamiento me viene a la cabeza. ¿Soy egoísta por pensar en

desaparecer? Le haría daño a Vanessa, pero… ¿Y si la sed de sangre

aparece de nuevo? Ella ya es híbrida pero, aquí, hay muchos lobos con

sangre corriendo por sus venas.


No sé cuánto tiempo llevo aquí pero unas primeras gotas empiezan a mojar

mi cuerpo. No me molesta. La cortina de agua ahora a penas me deja ver.

Esconde los rastros y me pregunto si eso ayudará a que los instintos de los

demás híbridos no se despierten. ¿Cómo puedo convencer a todos de que

los híbridos deberíamos irnos a una colonia a parte hasta que estuviéramos

seguros de que no suponemos ningún problema?

-Vas a irte. –La voz femenina me sorprende de tal forma que me resbalo de

la roca y casi caigo. Es Anne. Me mira quieta y tranquila mientras el agua

empapa su cara y su cuerpo. –Lo sé por cómo miras. Esa especie de

melancolía y duda. –Asiento un poco. No tenía pensado hablar con ella en


ningún momento. Me hace tragar saliva y pensar cosas que no debería. No

entiendo que reacción provoca esos sentimientos en mí, pero no estoy

preparado para descubrirlos. –Si lo vas a hacer. Hazlo de noche. Esta noche.

Yo le dejaré a Vanessa la carta que tú quieras. Sólo tienes que meterla por
debajo de la habitación que hay justo al lado de la biblioteca. 211. –Se va

dejándome anonadado. ¿Cómo ha podido saberlo?

De todas formas, será más fácil así. Cojo papel y bolígrafo para desahogar
aquello que necesito que Vanessa sepa. No la estoy abandonando y no

quiero que se lleve esa sensación. Para mí, es mi familia. Y yo, a mi

familia, la protejo hasta de mí mismo.

“Querida Vanessa. Siento irme sin despedirme, pero, estoy seguro, de que,

si lo intento, no me dejarás marchar.

Esto no es un adiós, es un hasta pronto. Quiero que entiendas que la sed de

sangre ahora está dentro de ti también, no sé cuando despertará, pero sé

que cuando lo haga, Joel estará ahí para ayudarte y protegerte. Siento que

eso que acabo de decir signifique de alguna forma que tengo que robarte a

tu manada, pero quiero asegurarme de que su parte vampírica esté

controlada.

Nos volveremos a ver. Cuida a Anne.”

No pongo nada más. No es necesario. En el tiempo que nos conocemos nos

hemos querido tanto. Hemos tenido esa complicidad... Despedirme de ella

es una de las cosas más difíciles que he hecho.

Voy sigilosamente hasta la habitación de Anne. Huele a violetas frescas y a

lluvia. Mis ganas de entrar son tan fuertes que tengo que hacer un gran
esfuerzo por sólo meter la carta junto a una nota bajo la puerta.
Despierto a cada uno de los híbridos y les explico lo de la sed de sangre.

Ninguno se niega. Es lo mejor. Espero que entiendan que esto no es una

traición. Hacía mucho tiempo que no sentía amor por nadie, y ahora que lo

siento, no pienso perderlo.


Epílogo 3
Anne

Acabamos de firmar la paz y, al contrario que el resto de alfas, no me


encuentro feliz ni satisfecha con ese hecho. Quizá el motivo sea que, al
menos en mi vida, nunca son las cosas tan fáciles como podrían ser.

Oigo murmullos entre aquellos que no son de mi manada. La mujer de


hielo. Algunos me llaman así. Dicen que no tengo sentimientos y que pocas

veces se puede atisbar algo que distinto a la indiferencia en mi rostro. Me


he curtido con los años. He aprendido que sólo es tuyo aquello por lo que

luchas cada día aun cuando crees que nadie te lo quitará.


Al pasar junto a Joel y Vanessa siento cierta envidia. Ella es también una

mujer y nadie la ha puesto en tela de juicio. Lo mío fue distinto…Unas


circunstancias tan extrañas han envuelto mi vida desde que nací que a veces

hasta yo misma me pregunto si las leyendas no tendrán razón.

Huele a fuego y sal. Es un rastro leve pero que despierta todos mis sentidos

de loba. Dirijo la mirada hasta una roca cercana. Ahí está él. Ese híbrido
que, por alguna razón, no sale de mi cabeza. Hay tantos motivos…Sigo su

rastro para subir exactamente por donde él lo haya hecho. Es como

acercarse a un dulce infierno. Seguramente cuando era sólo un vampiro no

olía así. Quizá sólo a mar….Pero ahora, el gen de lobo lo hace diferente,
apetecible….Destierro esos pensamientos de mi cabeza. Sólo importa una

cosa. Él es un peligro. La ceniza que provocará el incendio.

No me ve. Parece tan absorto en sus propios pensamientos que me da

tiempo a descifrar muy bien su mirada,

-Vas a irte. –Las gotas caen ya con fuerza entre nosotros –Lo sé por cómo
miras. Esa especie de melancolía y duda. –Parece casi decidido de lo que

debe hacer, pero no quiere abandonar a Vanessa. Ellos parecían un equipo

tan sincero y leal que verla a ella con Joel me sigue aumentando las dudas

acerca de los sentimientos. Si amas, pierdes. La vida me lo ha enseñado de

las peores maneras posibles –Si lo vas a hacer. Hazlo de noche. Esta noche.
Yo le dejaré a Vanessa la carta que tú quieras. Sólo tienes que meterla por

debajo de la habitación que hay justo al lado de la biblioteca. 211. –Intento

ayudarle a tomar la decisión. No es por él ni porque crea que alejarme de su

rastro va a ser beneficioso para mí. Es porque mi manada ha sufrido mucho

y no quiero que nuevas desgracias lleguen hasta nosotros. No por confiar en

quien no debemos. Son híbridos, pero fueron vampiros.

¿Saben el resto de vampiros de su existencia? ¿Y su parte de sed de sangre?


¿Otras razas podrían sentirse amenazadas? Sólo el tiempo lo diría. Por el

momento, lo mejor era proteger a la manada.

Me siento entrecruzando las piernas en el suelo. Relajarme me resulta tan

difícil. En la soledad de mi cuarto revivo momentos desagradables donde


estar tranquila fue mi debilidad. No volveré a ser débil nunca más. Una

carta aparece bajo mi puerta. Finalmente ha servido de algo hablar con Roth

a pesar de mis dudas. La cojo dispuesta a llevársela a Vanessa cuando

amanezca. No sólo porque no me atrevería a interrumpir a una pareja de

lobos en una noche de luna llena, sino porque ella saldría tras él para

asegurarle que todo irá bien, que no se vayan. Me fijo en el pequeño papel
que lleva encima del sobre.

“Anne.

No nos conocemos y posiblemente, no lo hagamos, pero, te debo un favor

por lo que has hecho por mí esta noche. Queda aquí una gota de mi sangre

que representa un juramento inquebrantable.

Espero que, si nos vemos, sea en mejores circunstancias y, que por aquel

entonces, dejes de ver en mí un monstruo, quizá entonces yo podré ver más

que una mujer de hielo”


Siento ganas de llorar, pero no lo hago. Es una carta tan personal….Ni si

quiera recuerdo la última vez que mantuve una conversación con alguien

para hacer algo distinto a dar o recibir órdenes. ¿Ha podido ver eso en mí en

tan poco tiempo? Si es así…Mejor que se haya ido. Si rompen mi coraza…

La imagen que doy…El título que me he ganado… ¿De qué servirá todo lo
que he perdido? El latido irregular de mi corazón sólo me dice que, pese a

que intente engañarme, sé de sobra que esto es solo el principio. Volveré a

ver a Roth.

FIN
“SED DE TI”

Si quieres conocer más sobre la relación de Roth y


Anne.

Próximamente
Agradecimientos:

Me gustaría dar las gracias a todas esas personas


que creyeron en mí desde el principio.

En especial, también, a todos los que me


seguisteis en Wattpad, leísteis la historia y me
animásteis a publicarla y a seguir escribiendo.
Vuestro millón de lecturas fue decisivo en mi
iniciación como escritora.

También a todos mis amigos y personas que he


conocido a lo largo de los años.

Pero sobretodo, a mi familia. En especial a mi


madre y a mi hermana, sin las cuales no habría sido
posible.
Sobre el Autor

Nacida en 1995 Iris Montes Meseguer es una lectora


empedernida y reseñadora de libros sin importar de
donde provengan.
Es autora de “Indomable pero mía”, una novela de
corte paranormal- romántica, y bajo este título obtuvo
más de 1 millón trescientas mil visitas en Wattpad.
También de otros títulos del mismo corte como “La
alfa es mía” o “Los demonios también aman”

Se autocalifica como una amante de la literatura y de


los animales que no puede vivir un día sin llevar a
cabo estas dos cosas que forman parte de su modo de
vida.

Podéis seguirla en las redes sociales:


@Iris_Meseguer
Y también en su blog:
www.agathatelocuenta.wordpress.com

También podría gustarte