El Cerebro y El Mito Del Yo
El Cerebro y El Mito Del Yo
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EL CEREBRO Y EL MITO DEL YO
No son palabras de un filósofo ni de un poeta, aunque su obra establece un puente entre éstos y
Partió del estudio microscópico del funcionamiento unicelular de las neuronas hasta convertirse en
En todas esas aguas navega con propiedad Llinás, hasta revolucionar el concepto que antes se te
Con su melena cana y una inexplicable belleza infantil en el esplendor de su sexto piso,
dialogó así con Número:
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Por eso decían que el cerebro es una «caja negra» misteriosa, hasta cierto punto pasiva, con la q
Digo que el cerebro enfrenta al mundo externo, no como una máquina adormilada que se despierta s
Para funcionar, el sistema no depende tanto de los sentidos como creíamos, como lo prueba el hech
Tampoco creo que el sistema nervioso sea una tabla rasa en el momento del nacimiento. Años de ev
La historia evolutiva demostró que únicamente los animales capaces de moverse necesitan cerebro
¿Por qué dice que el color, el dolor o el sonido no existen afuera sino adentro?
Lo que hay afuera no es necesaria y únicamente lo que los seres humanos vemos. En realidad, afuera h
Ejemplo: si un perro y una persona quieren buscar a alguien en un aeropuerto, le damos a la person
Así, se establece un diálogo entre nuestro mundo interno y el mundo externo, por medio de los senti
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No obstante, es incorrecto decir que mi trabajo es síntesis de fisiología con biología, con
zoología, entre otras ciencias. Mi interés es explicar cómo son las cosas. El problema es que
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esos cajones del saber («esto es física, esto es química, etc.») son artificiales, por lo cual yo no
los respeto. El mundo es uno. Y la gente le da nombres porque es estúpida y se fracciona en
función de palabras, en vez de tomar las cosas por lo que son.
Lo que estoy tratando de hacer es muy peligroso, porque yo me puedo mover de lo
molecular a lo cósmico, sin problemas. Y eso resulta sospechoso para los científicos
tradicionales, que sólo respetan el conocimiento muy especializado. En términos generales, los
científicos se catalogan entre «topos» y «zorros». Los topos taladran, buscan la profundidad y
cada vez saben más y más de una sola cosa. Los zorros lo ven todo, pero por lo mismo saben
poco de mucho.
Alguien dijo sobre mi trabajo: «Ese señor Llinás es ambas cosas: un topo y un zorro. O
mejor, un ¡“zorrotopo”!» (risas). Mi propuesta es que la ciencia sea análisis y síntesis, que la
neurociencia se aventure a cuatro órdenes de magnitud y no sólo se quede en lo microscópico,
y que así podamos no sólo saber sobre el cerebro, sino entenderlo, porque mientras más
comprendamos la portentosa naturaleza de la mente, el respeto y la admiración por nuestros
congéneres se verán notablemente enriquecidos.
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