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BIBLIOTECA PARTICULAR
D E LA

ita
P R O P E S O R A DE CANTO.

DISCANTES Y CONTRAPUNTOS

v e n t a e n la
Librería General"
Mo«fc»1C5 y ta? __ Te/ 7gg
Monterrey, ft.
LISTA DE ALGUNOS ESCRITOS DEL AUTOR

Sobre Juan de la Encina (Músico y p o e t a . ) — A g o t a d o .


El buque- fantasma. D r a m a lírico e u t r e s actos; p o e m a y m u -
sica de R . W a g n e r . E s t u d i o c r i t i c o . — 0'50 p e s e t a s .
Im música contemporánea en España, y Felipe Pedrell. E s t u -
dio c r i t i c o . — 1 ' 0 0 p e s e t a s .
Viaje de la Embajada española A la coi-te del Sultán de Ma-
rruecos. P u b l i c a d o e n l a r e v i s t a La EspaTia Moderna (años
1900-1901). . 0 , „
Ensayos de critica musical. ( P r i m e r a serie.)—2 50 p e s e t a s .
Los Pirineos. T r i l o g í a l í r i c a e n t r e s j o m a d a s y u n prologo;
p o e m a de V í c t o r B a l a g u e r ; miisica d e F e l i p e P e d r e l l . —
1'00 p e s e t a s .
EN FRANCÉS

L'orientalisme, musical et la musique arabe. C o n f é r é n c e l u e à


la Société «Concordia» (pour les E t u d e s I n t e r n a t i o n a l e s ) ,
de S t o c k h o l m , le 12 O c t o b r e 1905.—(Sous presse.)

En prensa
La buena Guarda. M i s t e r i o lírico e n u n prólogo y s i e t e episo-
dios p o e m a t e j i d o c o n v e r s o s y e s c e n a s de L o p e d e Vega,
Z o r r i l l a y V e r l a i n e , p r e c e d i d o de u n a « C o m u n i c a c i ó n à m i s
amigos».

En preparación
Ensayos de critica musical. {Segunda serie.)
/os maestros cantores de Nuremberg. Comedia m e a en tres Aih
actos; p o e m a y m ú s i c a de R . W a g n e r E s t u d i o c r i t i c o . J
* D& SANTO
El nuestro Rodríguez de Ledesma y sus Lamentaciones de be- 7 <f0-aM
mana Santa. E s t u d i o c r i t i c o .
Tn C r e t i n a T r a g i c o m e d i a l í r i c a de C a l i x t o y Melibea, adap- . ttámi G U n . J ^ ^ ^
t a r e n cuatro 8 actos, con m ú s i c a d e F . P e d r e l l . E s t u d i o mmi Autor^r1 ^ >
crítico.
Miíh
procédtíht'i i r r / r r . — „
Preció —
Fechá
Clasificó
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RAFAEL MITJANA

iscantes y Contrapuntos
ESTUDIOS MUSICALES

(CRÍTICA É HISTORIA)

UNIVERSA 'CE UW
-
1
BIBLIOTECA L: ",'^TARIA

" p m m RcYE3"
^da.i625W0rffE88EY,íAaac»

P. SEMPERE Y COMPAÑÍA, EDITORES

Calle del Palomar, 10.—VALENCIA


( Salas, 4.—.MADRID
SUCURSALES: Carr¿en> 3> ! »-BARCELONA
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS

B I B L I O T E C A

'O - PREFACIO

Jih^Zí í6 qUe ?ClbaS> i?h> Pi0 kctor!, el presente


b otenc a En éL hallarás
irnhnS? eT° ¡- ^aserie de
Un S más 6 mmos
rnl lí l f 5 ° anexionados
i de, ía mÚSlCa> Vue sé> como apongo,
e es afiaonado al divino arte y acerca de él te gmtá
e
t ZZZ' T \ P ° d r á V e r de tu Wado- He inti-
tulado la colección con el nombre de D I S C A N T E S Y
A C E R V O G E N E R A L 0 8 efect0 mis
X ™ ^ ' - ^ > Oraciones
.sólo vienen a ser contrapuntos y discantes sobre te-
mas conocidos, puesto que lo único nuevo que podrás
í22898 encontrar en ellas, son los temas contrapuestos de
mis,juicios y los contra-motivos de mis comentarios
• Los Presentes artículos, escritos en distintas oca-
Tole6SFnZ n e r s f C T a \ Son * varia ín-
dole. Entre ellos los hay biográficos, y los hau
J / f i O - ' / J - í S ^ f r f importante por su ex-
J u a n en ,a
Imp. de la Casa Editorial F. Sempere y Comp. VALENCIA nZSnt T música, no es
más que un simple estudio preparatorio de otra obra
L T I T Tt0',que apreao en alt0
arado, en la
que afro muchas ilusiones, y que pronto, si Dios me
PREFACIO 7
6 PREFACIO
dos igualmente tuertos, pues que pretenden mirar la
belleza con un solo ojo, sin tener en cuenta que si es
ai/uda, será pasto de las fieras. Y aunque no lo digo única en el fondo, es infinita en sus variedades y
por ti, lector amable, precisa reconocer que los na- manifestaciones. No hay que despreciar lo viejo por
turalistas debieron equivocarse al no clasificar a Los ser viejo, ni que asustarse de lo nuevo porque sea
hombres entre los animales carniceros, olvidando nuevo. El toque está en tomar lo bueno dondequiera
su natural instinto y propensión nativa d morder y se halle, y lo mismo puede encontrarse entre las
destrozar sin piedad alguna lodo lo que no com- producciones del pasado que en las del porvenir,
prende. Entre nosotros se tiene á la música como que, por fortuna, nunca faltan artistas clarividentes
cosa de escaso valor, casi se la considera del mismo é iluminados, capaces de reflejar lo que es eterno 6
modo que los demás goces sensuales, que no Jaita inalterable.
quien aprecie lo mismo comer una fruta sazonada, Es posible que alguno juzgue que el trabajo sobre
oler un perfume ó escuchar música agradable. Fara la leyenda de Parsifal, no debiera figurar en este
la mayoría, la principal misión del arte de los so- libro. No obstante, se relaciona con el admirable
nidos, consiste en facilitar la buena digestión dé los misterio del gran reformador alemán, y aclara sus
burqueses adinerados y en acompañar la insubstan- orígenes poéticos, generadores del drama musical,
cial .charla de elegantes damas y apuestos sport- pues para Wagner, música y poesía, eran una mis-
m a n , que no ven más allá del traje del modisto pa- ma cosa, manifestada en dos formas distintas.
risién, las cuatro patas de un caballo de carrera ó Aquí termino, dándote las gracias anticipadas
las cuatro ruedas de un pestilente automóvil. Y sin por la molestia que te tomas en leerme. ¡Quizás no
embarqo, la música es el más sublime de los lengua- pierdas el tiempo! Yo te aseguro que mucho he
jes existentes, el que mejor habla á las almas y el aprendido mientras escribía las siguientes páginas,
que con más eficacia despierta los afectos, \eidad y mira si soy generoso y desinteresado, que quiero
que para comprenderlo hace falta pensar un poco, que á poca costa sepas tanto como yo.
¡I es este un trabajo-si bien propio y natural de
seres racionales-que muy pocos son capaces de RAFAEL MITJANA
realizar. Triste y doloroso es echar de comer a las
fieras, oficio propio de belluasir; y la única espe-
ranza que se puede acariciar, es el alcanzar el goce
que proporciona la certeza de haber trabajado en Stockholmo, 1905.
pro de la belleza y la verdad. Para un solo sér in-
teligente, valdría la pena de escribir y aunque estos
sean escasos, no faltan descendientes legítimos del
robador del fuego.
Entre los trabajos reunidos en este haz y mano-
jo, los hay para todos los gustos, tanto para los
partidarios del antiguo arte italiano, como para los
que no creen más que en el modernismo, dos partí-
A D. Marcelino Menéndez y Pelayo

DON JUAN
EN LA MÚSICA

(Estudio critico - histórico)

Don Juan d u r a n t e los siglos X V I I y X V I H . — L a ópera de


G a z z a n i g a . — M o z a r t y Vicente M a r t i n . — U n baile, Don
Juan desconocido.—Los Don Juan del siglo X I X .
I

Don Juan durante los siglos XVII y XVIII

De c u a n t o s a r g u m e n t o s pueden imaginarse á
propósito para s e r puestos en música, d u d o que
se encuentre ninguno mejor para s e r tratado en
lo noble forma del d r a m a lírico, que la trágica his-
toria del Burlador de Sevilla y Convidado de pie-
dra. Bien decía aquel ilustre crítico q u e fué el Pa-
dre Arteaga, q u e s e m e j a n t e a s u n t o era «el m á s
teatral q u e se ha visto sobre las tablas desde q u e
hay representaciones». En efecto, todas las situa-
ciones de la levenda de Don Juan Tenorio, son
d r a m á t i c a s en e x t r e m o y e m i n e n t e m e n t e musica-
les, y no es de e x t r a ñ a r si tal argumento, en el
q u e la rapidez, de la acción y el continuo variar de
los efectos, hace que se sucedan en vertiginosa ca-
rrera escenas de a m o r y de odio, idilios y desas-
tres, imprecaciones y venganzas, sin q u e falte lo
fantástico, lo maravilloso, lo inexplicable, que
o p r i m e el corazón del espectador, ha tentado á nu-
m e r o s o s compositores q u e han pretendido t r a t a r
musicalmente tan e x t r a o r d i n a r i a s aventuras. Pue-
de decirse que el poema de Don Juan, asi como
el de Fausto, figuran entre los preferidos, sirvien-
do lo m i s m o con las otras creaciones—no despre-
ciables por cierto—inspiradas en el m i s m o a s u n t o ,
d o de tema á u n a larga serie de obras de mayor ó e s t u d i a d a s por muy pocos y desconocidas por la
m e n o r valor, pero casi s i e m p r e interesantes 1por generalidad. A pasarles revista, en forma s u m a r i a ,
m á s de un concepto. q u e el e x a m i n a r l a s d e t e n i d a m e n t e pudiera llevar-
M u c h a s de las creaciones musicales inspira- me m u y lejos, se e n c a m i n a el presente trabajo,
d a s p o r a leyenda del Doctor Fausto, son conoci- que juzgo capaz de interesar no sólo á los músi-
2 ° ; h ; d o e l m " ' ? d o . y. ó decir verdad, entre cos, sino á los literatos y á c u a n t o s curiosos pre-
tanta obra apreciable, puede a s e g u r a r s e q u e no ocupe la historia del desenvolvimiento de la le-
existe una interpretación definitiva del carácter yenda de Don Juan, en la literatura y en el arte.
del protagonista. No ocurre lo m i s m o con el per- Dejando á un lado c u a n t o concierne á los orí-
s o n a j e de Don Juan, q u e halló en Mozart un co- genes y antecedentes del d r a m a f a m o s o de T i r s o
m e n t a d o r musical incomparable y extraordinario de Molina, y á las i n n u m e r a b l e s encarnaciones
cuya creación portentosa no podrá nunca ser su- del tipo del Burlador en todas las literaturas eu-
perada, por constituir la misma perfección. Así lo ropeas, voy á o c u p a r m e única y exclusivamente
c o m p r e n d i ó Goethe, c u a n d o el 10 de Diciembre de s u s relaciones con el arte d e ' l o s sonidos, tema
d e 1/9/, en respuesta á Schiller, que le había ex- hasta ahora tratado en forma superficial y de pa-
presado ciertas ideas acerca de la ópera en gene- sada por c u a n t o s han estudiado la colección del
ra], e s p e r a n d o que de ella, como ocurrió con el característico personaje en el m u n d o de las artes.
coro antiguo, pudiera nacer una forma dramática Quienes deseen conocer estos y otros particulares
m a s noble, manifestaba que «semejantes esperan- concernientes al asunto, e n c o n t r a r á n , seguramen-
zas se encuentran p l e n a m e n t e realizadas en Don te, en los trabajos de Pí y Margall, Revilla, Mar-
•'uan, m a s por desgracia, dicha ópera es un fenó- qués de Valmar, Cotarelo, Blanco de los Ríos, De
m e n o único, y desde la m u e r t e de Mozart no hav Simone B r o n w e r y Arturo Farinelli, entre los es-
posibilidad de e s p e r a r algo q u e se le a s e m e j e . , " critores españoles é italianos, sin contar otros
k s , p u e s justo, que tan a d m i r a b l e concepción varios debidos á franceses (Viardot, Latow, La-
q u e ocupa lugar p r e e m i n e n t e en la historia del
arte, haya hecho olvidar c u a n t a s obras se inspira- verdant), a l e m a n e s (Scheible, Eugel, Helbig), ingle-
ron en el m i s m o asunto, y que, con posterioridad ses, suecos, r u s o s y holandeses, materia amplia
a ella resultase e m p r e s a ridicula y temeraria sólo y suficiente para saciar su curiosidad.
el pretender imitarla. El Don Juan de Mozart, ha Como es sabido, la ópera nació y se desarrolló
sido estudiado por infinitos críticos y comentado- principalmente en Italia, y sin d u d a p o r esta cau-
res, con minucioso detenimiento. No ha m u c h o s sa, en aquella nación h a l l a m o s las p r i m e r a s re-
anos, Carlos Gounod le dedicaba un entero volu- producciones musicales de la historia de Don
men, en el q u e analiza, p u e d e decirse, q u e c o m p á s Juan. Durante el siglo XVII, el a r g u m e n t o del
por c o m p á s la magistral partitura, fuente en la - Convidado de piedra, fué u n o de los preferidos pol-
q u e deben beber c u a n t o s quieran conocer el se- la Comedia de 11'arte. Se representaba en t o d a s
creto verdadero del d r a m a musical. No ha ocurri- BIBUO^--';;
14 RAFAEL MITJANA
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS 15

partes y ponerla en escena constituía un buen ne- sa).—In Venezia—(sin pie de imprenta, ni fecha—
o-ocio para las e m p r e s a s . La música debía inter- in 12).—Del Dottor Giacinto Andrea Cicognini,
venir en aquellas reproducciones, y así parece fiorentino.
d e s p r e n d e r s e de las noticias q u e han llegado has- C O N V I T A T O D I P I E T R A , opera esemplare (en pro-
ta nosotros de cierta representación efectuada en sa).—In Venezia per il Zamboni, 1691 (in 12).—Del
Febrero de 1669, en R o m a , a n t e la Reina Cristina Dottor Giacinto Andrea Cicognini, fiorentino.
de Suecia. Ademollo nos cuenta que «Su Majes- I L C O N V I T A T O DI P I E T R A , opera trágica, ridotta à
tad alabó b a s t a n t e la música, las transformacio- miglior forma et abbellita dal Dottor Enrico Preu-
nes escénicas y los bailables, pero parece q u e se darca, dedicata al molto illustre signore Don Mario
aburrió un tanto por la longitud del espectáculo » Mengani della citta di Yaci Reale. In Napoli, et
Tal escrito es contrario á la opinión de f a r i n e l l i , spese di Tomasso Aicardo, MDCCVI (in 12).
que pretende q u e la primera ópera de Don Juan I L C O N V I T A T O D I P I E T R A , opera reggio et esem-
f u é la de Le Tellier r e p r e s e n t a d a en París en 1713. plare di Cicognini.—In Bologna. Per Gioseff Lon-
Mi parecer es opuesto al del sabio catedrático ghi (in 12) sin fecha.
de Inspruck. Creo q u e la fábula del Convidado Del e x a m e n de d i c h a s o b r a s resulta que las
de piedra fué puesta en música, en Italia, repeti- dos debían ejecutarse con gran intervención de la
d a s veces, d u r a n t e el siglo X V I I y los p r i m e r o s música, p u e s a u n q u e a m b a s están escritas en
a ñ o s del siguiente. Descartando el d r a m a hasta prosa, se encuentran en ellas frecuentes estrofas
a h o r a desconocido, de Onofrio Giliberto di So- líricas d e s t i n a d a s i n d u d a b l e m e n t e á ser cantadas.
lofria, m e n c i o n a d o por Allacci (Drammaturgia, E n la edición de Bolonia de la opera reggia et
R o m a 1666), Goldoni y Moratín, existen dos ver- esemplare de Cicognini, hay m u c h o s f r a g m e n t o s
siones italianas del m i s m o asunto, impresas^ re- líricos. La escena final de Don J u a n en el infierno,
petidas veces, y debidas, al palermitano Andrés está toda versificada y r i m a d a . El d r a m a en cues-
P e r ucci, q u e u s a b a también el p s e u d ó n i m o de En- tión debió s e r m u y popular, ya que se r e p r e s e n t ó
rico P r e u d a r c a , y al florentino, Jacinto A n d r é s en la ciudad a n t e s n o m b r a d a , con éxito extraor-
Cicognini. . dinario, p o r los a ñ o s 1709, 1746 y 1749, con músi-
De a m b a s obras, conozco varias ediciones. ca de un m a e s t r o ó de varios" maestros, hasta
C O N V I T A T O D I P I E T R A , opera trágica (in prosa), a h o r a desconocidos. S a b e m o s por las Memorie
in Napoli per Francesco Mollo, 1672 é 1689;—(in storiche di Bologna antica (Manuscrito de la Bi-
—12) ad instanza di Francesco Massari.—Di An- blioteca de la Universidad de Bolonia) redactadas
drea Perucci di Palermo. p o r un tal Ghiselli, q u e en 1709, la opera reggia et
C O N V I T A T O D I P I E T R A , ridotto d miglior forma esemplare se representó en el Teatro della Sala; en
ed abbellitto, é riformato sitto il nome di Enrico el Giornale (Manuscrito de la m i s m a biblioteca)
Preudarca.—In Napoli per Gio. Francesco Pace. escrito por Barilli, cronista de la ciudad, se consig-
1690 (in—12). , . n a que II convitato di pietra de Cicognini, se eje-
C O N V I T A T O D I P I E T R A , opera esemplare (enpro- cutó en el teatro Formigliari el 11 de Septiembre
de a sistiendo á la
J representación la Duque- Este terceto, escrito en el dialecto popular
sa de Módena; y en el m i s m o d o c u m e n t o se dice tiene el corte de otros m u c h o s que pueden encon-
q u e en Diciembre de 1749, la dicha obra se repre- trarse con g r a n facilidad en las infinitas óperas
sentaba en el Teatro della Sala, pero en ninguna bufas de la escuela napolitana, q u e entonces se
de las m e n c i o n a d a s fuentes históricas, se encuen- hallaba en pleno florecimiento. Dos de los perso-
tra dato alguno concerniente al a u t o r ó autores najes, Pempenella y el Doctor, dicer claramente
de la musica, que un e x a m e n del libreto, hace pa- q u e van á cantar, y en n u m e r o s o s p a s a j e s del tex-
recer necesaria para la representación. to, se indica con precisión el p u n t o d o n d e comien-
No hay tampoco noticia de los artistas que za el canto con la acotación e s t a m p a d a ; Si canta
compusieron la partitura de la obra de Enrico ó Musica. Don J u a n , en el tercer acto, tiene su
1 reudarca y aquí no m e cabe d u d a alguna de que brindisi in musica, y la escena de la estatua resul-
la musica intervenía, para s u b r a y a r ciertas situa- ta de verdadera importancia musical. Véase el
ciones de d r a m a . He tenido ocasión de e x a m i n a r texto q u e transcribo:
un ejemplar de la ópera trágica de Andrea Peruc-
ci, de la edición i m p r e s a en Nápoles, á costa de STATUA. Don Giovanni.
l o m á s Aicardo. La dedicatoria está fechada á 3 de DON GIO. ¿Che chiedi?
Julio de 1706. En el teatro se e n c u e n t r a n infinitas STATUA. ¿Vuoi musica?
DON GIO. Si.
estrofas dialogadas, ritornellos y canzonette (sic) STATUA. Che si c a n t i .
Untre ellas citaré u n a especie de terceto de carác-
ter f r a n c a m e n t e bufo. (Si canta).
O dé campi di Stige
Mostro il più crudo é fiero
PEMPENELLA. SU z o m p a m m o Che n o n cangi p e n s i e r o
Su can t a m o ¿Che puoi b r a m a r di più?
Ca Copinto no m ' accochia. Cibatti
Bella cochia Saziatti
L u s t r a , é bella, Godi su, su.
Viva Polecenella é P e m p e n e l l a .
POLECENELLA. Che allegrezza, Sin duda, la última estrofa debía ser cantada
Che dolcezza,
S t r i n g e amore chisto lazzo.
dentro de la escena por un coro, escrito en la for-
Ca da g u s t o songo pazzo, ma del madrigal, que a ú n seguía practicándose,
Ch' aggio m i n a n o s t a cacciobella. l u d i e r a citar diversas-estrofas como las anterio-
Viva Polecenella é P e m p e n e l l a . res, hasta Hegar á la escena final, toda escrita en
DOTTORE. Voi c a n t a r ,
Voi baiar, verso. Confirma la presunción de que s e m e j a n t e s
Non p i ù libri, ne più tiest, p a s a j e s debieron s e r cantados, no sólo la indica-
Non più codiz ó diziest, ción Si canta ó Musica a n t e s mencionada, sino su
Queta v i t a 1' é più bella m i s m a abundancia. L o s versos—los cantables pu-
E viva Polecenella é P e m p e n e l l a .
d i é r a m o s decir—interrumpen la prosa u n a s veinte
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS
18 •RAFAEL MITJANA 19
veces en el p r i m e r acto, o t r a s veinte veces en el del cual, caído en desgracia de s u señor, el pobre
segundo, con la acotación s¿ cania y o t r a s t a n t a s escudero, logra difícilmente salvar s u vida L a in-
en el tercero, previo el corriente avise> Música o Si tervención d e la e s t a t u a del C o m e n d a d o r ias d o s
canta Gomo p u e d e verse, s e t r a t a b a de u n a parti- invitaciones, y el castigo final del libertino en el
d a i m p o r t a n t e por s u extensión y m á s conside- infierno, c o n s u m i d o p o r las llamas, suceden con
arreglo á los a r g u m e n t o s de las c o m e d i a s france-
rable de seguro, q u e la c o m p u e s t a p o r L e Tellier
s a s ó italianas s o b r e este a s u n t o , q u e por enton-
n a r a la ó p e r a cómica ó vaudeville, Le festín depie-
c e s existían. La obra de Le Tellier no tuvo n u n c a
r r e q u e hizo r e p r e s e n t a r en el teatro de la F o i r e g r a n importancia y p r o n t o desapareció, con la
S a i n t G e r m a i n de P a r í s , en 1713, con excelente
m u e r t e de los e s p e c t á c u l o s de la Foire, g é n e r o
éxito, s e g ú n se a f i r m a en las Memories sur les spec- q u e dió nacimiento á la ópera cómica francesa
lacles de la Foire. _ , x v n Según Farinelii, la primera ópera italiana so-
D u r a n t e los ú l t i m o s a n o s del siglo X V l l s e bre Don Juan, es aquella titulada La pravitá castí-
r e p r e s e n t ó en Inglaterra u n a a d a p t a c i ó n de la le- gala, que se r e p r e s e n t ó en B r ü n n en 1734 En s u
y e n d a d e Don Juan, hecha por T o m á s S h a d w e l l opinión el texto y la m ú s i c a deben ser obra de
I m i t a d o r de Don J u a n , y s u c e s o r de Dryden en el u n tal Angelo Mingotti, q u e a q u e l m i s m o a ñ o ha-
™rgo de poeta l a u r e a d o . P a r a dicha obra el g r a n bía i n a u g u r a d o con la c o m p a ñ í a de ópera italiana
E n r i q u e Puscell, el m á s glorioso representan e de q u e dirigía, y con s u s p r o p i a s o b r a s musicales, el
a escuela m u s i c a l inglesa, escribió u n a p a r t i t u r a nuevo tea ro de dicha ciudad. A. Rille, q u e ha exa-
c o m p u e s t a de arias, c a n c i o n e s y coros, d e s t i n a d o s m i n a d o el p o e m a i m p r e s o , dice que las e s c e n a s
á h a c e r m á s tolerable al público inglés la tragedia son d e s l a b a z a d a s y de pésima factura. L a acción
Vie fbertine. La m ú s i c a de Puscell debe ser en se desenvuelve sin i n t e r é s alguno. El Comenda-
e x t r e m o i n t e r e s a n t e si n o s a t e n e m o s á la canción d o r a p a r e c e y d e s a p a r e c e e n t r e n u b e s , v un terri-
Namphs and Sdephérds y al coro Inthese Dehght- ble t e r r e m o t o t e r m i n a b a la obra, abriena© la s i m a
ful Fraqrant Groves, ú n i c o s f r a g m e n t o s publi- en q u e los d e m o n i o s precipitan al r é p r o b o
c a d o s del m a n u s c r i t o íntegro, q u e se c o n s e r v a
inédUo todavía en la rica biblioteca del Briüsh S s u aparición en el m u n d o del arte, la
Museum, de Londres. . eyenda del Convidado de piedra, fué acogida por
Y v e n g a m o s á la ópera cómica en tres actos os teatros de m a r i o n e t a s a l e m a n e s , c o n t i n g u l a r
favor. En e s t a s r e p r e s e n t a c i o n e s , q u e debieron
de Le Tellier, ya m e n c i o n a d a , q u e se r e p r e s e n t ó
ser n u m e r o s í s i m a s , d a d a la cantidad de d a t o s
en P a r í s en 1713. A u n q u e n o f u é n u n c a i m p r e s a ,
conocidos, la p a n t o m i m a t o m a b a p a r t e preponde-
>or d o c u m e n t o s de la I p o c a - l a s Memonas antes rante, lo q u e sin d u d a debió s u g e r i r la e x t r a ñ a
c i t a d a s — c o n o c e m o s el a r g u m e n t o de esta o b i a . idea, de t r a t a r el trágico a r g u m e n t o en f o r m a de
La acción e s casi nula. E n el p r i m e r acto, Don baile dramático. P o r entonces, t o d o s los a s u n t o s
J u a n s e d u c e á u n a p a s t o r a y r a p t a á u n a recién eran b u e n o s p a r a ser bailados, y a u n q u e n o s pa
c a s a d a L a s t r a v e s u r a s d e Arlequín, criado del rezca extraño, es lo cierto q u e Don J ¿ a n y el Co-
protagonista, llevan todo el s e g u n d o acto, al fin
SlSUOTt
"ALFO
m e n d a d o r , danzaron m á s de u n a vez la t r e m e n d a
escena del convite. El p r i m e r baile de q u e tengo d i o s tan característicos como la invitación á la es-
noticias, compuesto sobre tal leyenda, es el titula- tatua, y personajes tan esenciales como el a m a n t e
do Le aran festín de Pierre, p a n t o m i m a y baile de Dona Ana. P a r a q u e n a d a falte, el difunto Co-
representad/ en 1746 en el teatro de. la Fotre mendador, no es el padre, sino un tío de la prota-
Saint Laurent, de París, por la compañía q u e di- gonista, peregrina invención del a u t o r del libreto
q u e n o s presenta á Doña Ana locamente enamo-
rigía el actor Colin Restier, hijo N o he podido r a d a del Burlador, y dispuesta en todo m o m e n t o
averiguar quien fuera el a u t o r de la música de aun d e s p u é s de la m u e r t e del pariente, á bailar
esfa composición, ni ningún otro particular con- con s u bien a m a d o un p a s o á dos. Ni p a s t o r a s ni
cronológico, la obra d a m a s , ni aldeanas turban estos a m o r í o s Nada
q u e nos corresponde estudiar ahora es u n a de d e I i s b e a , de Zerlina ó de Doña Elvira. Cuando
l a s m á s interesantes que figuran en la larga s e n e , m e n o s se piensa, aparece la estatua del Comen-
siquiera que no sea m a s q u e p o r la ilustre perso- dador, q u e i n t e r r u m p e el b a n q u e t e celebrado por
nalidad de su autor, el insigne caballero Gluck Dona Ana y Don Juan, anuncia á éste su fin pró-
E n cierto curioso libro de un ta Goudard: Re& x i m o y le exhorta ai arrepentimiento. Viendo su
s e r m ó n perdido, entrega al B u r l a d o r á las furias
marques sur le mus,que úaliane et su,, le da se q u e e a r r a s t r a n al infierno.-AJIí termina el espec-
(París 1775), se dice q u e p a r a el baile Don Juan táculo. Los d e m o n i o s se apodernn de Don Juan
odei des Seinerne G¿strmM r e p r e s e n ado en Vie- lo encadenan, lo arrojan al fuego y lo tuestan á Ja'
na hacia 1761 ó 1761, el caballero Gluck: a com- vista del espectador, como edificante moraleja
posée una musique admirable. P u e d e creerse sin <mal. La obra de Gluck obtuvo un éxito extraor-
vacilación s e m e j a n t e juicio, p e n s a n d o q u e se tra- mnario. De Viena, d o n d e se estrenó en el Kóniol-
taba del f u t u r o autor de Orfeo, ^ a y Arnuda l i o f t b e a t e r pasó á París, y en 1765, á Roma, eje-
y teniendo en cuenta la uerza d r a m á t i c a del ar- c u t á n d o s e d e s p u é s con gran a p l a u s o en Turín, en
g u m e n t o y el extraordinario genio, m á s bien A apoles y en Milán. Es opinión de a l g u n o s musi-
dramático q u e musical, del glorioso c o m p o s i t o r cógrafos entre e los el doctor.B. Marx (Gluck und
¡Lástima que Gluck no hubiese c o m p u e s t o u n a die üper), q u e Gluck utilizó varios f r a g m e n t o s de
ópera de Don Juan, sobre un poema digno del dicha obra, entre ellos el trozo de introducción
a s u n t o en vez de h a b e r s e visto obligado á p o n e r e n s u s partituras de IJigenia en Aulis v de Armi,
en música u n a t r a m a tan primitiva como inocen- da. El hecho puede ser cierto, a u n q u e no ha sido
te digna c u a n d o m á s de servir de tema á cual- c o m p r o b a d o ya que la partitura de este interesan-
q u i e r ! de las f a n t o c h a d a s p a n t o m í m i c a s á a mo- tísimo Don Juan, no ha podido s e r reconstituida
d a en los teatros de m a r i o n e t a s a l e m a n e s , y á l a s todavía.
q u e antes he hecho referencia.
1
La verdad es, q u e el libreto del baile de Gluck, Pocos a ñ o s después, en 1769, se representó
carece de todo interés. En él se s u p r i m e n episo- otro baile alemán, Don Juan oder der steinerne
iraok, muy semejante al de Gluck, en el comienzo
ro bufo con el género serio, parece hallarse influí-
y la conclusión, a u n q u e la acción sea b a s t a n t e do por II Dissolutto de Goldoni, al m e n o s en la
m á s complicada. F u é r e p r e s e n t a d o por la compa- figura de Doña Isabel, joven traicionada por Don
ñía A c h e r m a n n , en Viena, y según todas las pro- J u a n , que queriendo vengar s u h o n o r y castigar
babilidades, parece ser obra de F. L. Schroder, al culpable, desafiando peligros y fatigas de t o d a s
según p r e s u m e s u diligente biógrafo B. L i t z m a n n . clases, persigue tenazmente á su cruel seductor,
Este nuevo Don J u a n , vuelve á ser el héroe de la disfrazada de hombre. Lo m á s original de la fábu-
primitiva leyenda, audaz, desalmado, que no vaci- la urdida por Filistri, es el hecho de que la esta-
la de quitar de en m e d i a c u a n t o s obstáculos se tua ha sido erigida al Comendador, antes de su
oponen al logro de s u s deseos. Don Felipe, aman- m u e r t e , por ciertos servicios importantes, que el
te de Doña Ana; Don Pedro, q u e defiende el ho- libretista no nos dice. Don J u a n lo mata en desa-
n o r de su hija, u n a aldeana q u e se resiste á ceder fío, y entonces aparece convertido en h o m b r e de
á s u s caprichos, son víctimas del Burlador. La es- piedra, para castigar al Burlador y conducirlo á
tatua vengadora llega á b u e n m o m e n t o para cor- los infiernos, conforme á la leyenda y á las reglas
tar la serie de s u s crímenes, y el malvado Don de la Comedia delV arte. Arlequín irn'ita ü su amo,
J u a n es a r r a s t r a d o ó los infiernos, d o n d e los dia- á quien sirve en c o m p a ñ í a de Tiburcio, enamo-
blos se encargan de hacerle purgar s u s m u c h o s r a n d o á la hostelera Carolina. L a s escenas bufas
delitos. El baile de Schroder, que es casi seguro, suelen degenerar en obscenas, c u a n d o no son tri-
n u n c a salió de Austria y Alemania, tuvo escasa viales. Nada p u e d o decir respecto á la música de
Righini, compositor de s e g u n d o orden, cuyas
Muy pocos d a t o s se poseen acerca de [a f a r s a o b r a s fueron p r o n t a m e n t e olvidadas.
musical, en un acto Don Juan oder das Iílag aU- Tampoco sé n a d a acerca de la partitura de otro
che Ende verstorkten Atheisten, obra de J u s t i n o Convitato dipietra, dramme giocoso en dos actos;
Knecht, compositor obscuro, discípulo de Jomelli libro de autor a n ó n i m o , puesto en música por
y de Havdn, que, según su biógrafo E. K a n f f m a n n , Giusseppe Callegari y r e p r e s e n t a d o en el teatro
se representó en Viena el 28 de Diciembre de 1 / / 2 , San Cassiano de Venecia, d u r a n t e el carnaval
v murió, probablemente, aquella m i s m a noche. de 1777. Según el libreto i m p r e s o en dicha fecha
" Diez a ñ o s a n t e s q u e se representara en P r a g a por G. B. Casali, la ópera se representó con el
la inmortal creación de Mozart, la capital del rei- siguiente reparto:
no de Bohemia vió e s t r e n a r en su teatro italiano
una ópera de Vincenzo Righini, cantante y com- Domenico Madrigali, p r i m o buffo )
positor c o n t r a t a d o en la compañía de Bustelli, mezzo c a r a t t e r e ( DON GIOVANNI
sobre texto de Filistri, titulada II corwitato di pie- DONNA ISABELLA
(ra ossia II Dissolutto. F.1 libreto de esta obra, can- Geltrude Flavis, p r i m a buffa. . j ROSALBA
tada en 1777, viene á ser una extraña amalgama DONNA ANNA
Virginio Bondichi, p r i m o buffo )
de varios de los d r a m a s ya conocidos y de las far- caricato i PALLARJNO
s a s de las m a r i o n e t a s a l e m a n a s . Mezcla del gene-
DON P I E T R O r e p r e s e n t a d a s con posterioridad á la de Callegari,
Alessandro Giovanoli. . . . DON SANCIO
BARIGELLO cuyo libreto parece ser el prototipo del de Bertati'
Rosa Palterini, seconda b u f f a . DONNA XIMENA puesto en música por Gazzaniga, que sirvió de
N.N. DUCA OTTAVIO modelo al abate d' Aponte para el poema que es-
Mariana liindi INÉS cribió con destino al divino Mozart.
Ixtremo Cambia I L COMEXDATORE D ' OJO.LA
Aparece en 1783, en Nápoles, un nuevo Convi-
tato di pietra, poema de Giambattista Lorenzi, mú-
Como intermedio y fin de fiesta, según cos- sica de Giacomo Tritto. El libreto de esta obra es-
t u m b r e de la época, se"representaron dos bailes. trenada en el Nuovo Teatro dei Fiorentini de la
He aqui lo q u e menciona el libreto de q u e m e antigua P a r t e n o p e , se conserva en la Biblioteca
ocupo. del Liceo Musical de Bolonia. Lleva el siguiente
« Balli.— Giuseppe Magni.—lmo ballo: La villeg- titulo: Li Due Gemelli ed II convitato di pietra.
giatura dei trasburghesi è Filippo Pallerini.—2do ba- Commedie di un atto per musica. (Nápoles, sin pie
llo: L assedio di Praga. — Ballerini: Giusseppe de imprenta; 1783). Esta obra alcanzó g r a n éxito
Magni, Teresa Rossignoli. — Ballerino fuori de en la capital napolitana. D u r a n t e la t e m p o r a d a de
concerti: Giuseppe Silani, detto /' inglesino.—Primi carnaval de 1788, volvió á s e r representada en el
groteschi: Filippo Pallerini, Teresa Mazzoni, Stefa- m i s m o teatro, con el siguiente reparto:
no Magagnini, Maddalena Porci, Magagnini.—
Altri ballerini: Pasquale Moretti, Mariana Fran- PULCINELLA Gennaro Lupo.
BASTIANO.. . . . . . . . Frane. Marchese.
chi—Figuranti sedici.—Fuori de concerti: Filippo DON GIOVANNI Giov. Bernaci.
Beretti detto Cochetto, Anna Favier Beretti detta la I L MARCHESE aio. Beltrami.
Pitró, Giuseppe Silani detto l' Inglesino.» IL COMMENDATORE Gius. Trabalza.
LESBINA Celeste Coltellini
No creo conveniente omitir esta lista que juzgo CHIARELLA M . Gius. Migliasti
curiosa p a r a la historia de la ópera veneciana. Èn LA MARCHESA Celeste Trabalza.
el reparto de la obra de Callegari, se notan algu- DONNA ANNA Anna Cotte/lini.
n a s particularidades curiosas, el C o m e n d a d o r pa-
d r e de doña Ana, lleva el apellido d' Ojola; u n a La parte de Lesbina, la f u t u r a Zerlina de la
m i s m a actriz, la p r i m a d o n n a Gertrudis Flavas, opera de Mozart, era d e s e m p e ñ a d a en dicha tem-
representaba áktres víctimas de don J u a n , doña p o r a d a p o r u n a artista famosísima, la célebre
Isabel, la a l d e a n a Rosalba, y la hija del Comen- Celeste Coltellini, cuya reputación de insigne
dador; también el actor Giovanoli representaba c a n t a n t e ha llegado hasta n u e s t r o s días. De Si-
tres papeles, don Pietro, don Sancio y Barigello; m e o n e B r o u n e r ha d e m o s t r a d o q u e el libreto de
el criado del Burlador, ya no es Arlequín, sino Giambattista Lorenzi procede directamente del
Pallarino; y por último "aparece el p e r s o n a j e del Convitato de Cicognini. N o obstante, se notan al-
Duque Octavio, q u e tan i m p o r t a n t e papel h a b r á g u n a s v a n a n t e s , como el episodio en que Pulci-
de d e s e m p e ñ a r en las ó p e r a s de Don Giovanni, nella, criado de Don J u a n é inevitable personaje
de toda farsa napolitana, e n a m o r a á la gentil Les- fuera m á s que por h a b e r servido de p u n t o de par-
bina. La parte bufa está bien tratada, sin caer tida al autor de II Jlauto magico y á s u colaborador
nunca en lo trivial. La intriga es un tanto invero- el abate Da Ponte, hecho c o m p l e t a m e n t e compro-
símil y la acción c a m i n a con gran desorden. El bado. Bástanos, pues, decir algo acerca de las
carácter de Don J u a n , m á s que el de un malvado, p a r t i t u r a s de Gardi y de Fabrizzi.
viene á ser el de un epicúreo despreciador de toda La primera lleva el siguiente título: II nuovo
ley q u e se oponga á la satisfacción de s u s apeti- convitato di pietra, dramma tragicomico in 2 atti,
tos, y sólo es culpable del homicidio del Comen- música de Francesco Gardi, sobre un libreto del
dador. Conviene notar, p o r último, que el epílogo poetastro Giuseppe Foppa. Conozco el texto im-
en el infierno y el castigo del burlador á la vista preso por Modesto Fenzo, para su representación
del público no se e n c u e n t r a n en este poema, que d u r a n t e la t e m p o r a d a de Carnaval de 1787 en el
se ejecutó nuevamente, s i e m p r e con la música Teatro San Samuele de Venecia. El reparto de la
original de Giacomo Tritto, en el Teatro Nuovo obra fué el siguiente:
de Nápoles, en 1791 y en 1809.
Los escritores q u e de esta materia se han ocu- P r i m e buffe á < Madalena de Masi. DONNA ANNA.
pado, señalan como representado en Venecía, p a r t i uguali. < Susana Contini. . . DONNA ISABELLA.
Francesco Mozella, primo m . carat. DON GIOVANNI TENORIO.
en 1784, un Don Giovanni ossia II convitato di Gicolamo Vedeva, p r i m o b u f f o car. DON MASONE.
pietra, puesto en música por Albertini. Ignoro Fausto Boi-selli ZUCCASECCA.
m á s d a t o s sobre esta partitura. Sólo queda a ñ a d i r Maria Zachinclli è Camilla Bollini,) m . „
T I S B E A É D0ÌÌNA
q u e Albertini fué m a e s t r o de capilla del último seconde buffe BETTA.
rey de Polonia, y que su obra se ejecutó también Ignazio Lìroni COMINO.
Statua di DON GONSALVO OLVÁ, commendatore di Cartiglia.
en Varsovia.
El a ñ o de 1787 señala la época m á s gloriosa P a r a completar el espectáculo se representa-
en la historia de Don Juan en la música. No sólo ron dos bailes, como intermedio y fin de fiesta. El
en su t r a n s c u r s o aparecen las o b r a s de Mozart y libreto impreso los indica del siguiente modo:
Gazzaniga, sino q u e también se e s t r e n a n otras Balli: Antonio Muzzarelli.—lII Beverley ó
dos p a r t i t u r a s sobre el m i s m o a s u n t o , d e b i d a s á sia il Giocatore inglese. (Tratto dalla tragedia del
los m a e s t r o s Fabrizzi y Gardi. Como se ve, aquel sig. Taurin). Musica del M. Pietro Doutillieau.—
año p u d o l l a m a r s e el a ñ o de Don J u a n . P e r o va- 2.do La Locandiera vivace.—Ballerini: Primi: An-
m o s por partes. De la creación inmortal de Mo- tonio Muzzarelli Antonio Vulcani Muzzarelli, An-
zart, estrenada en Praga el 29 de Octubre de 1787, drea Vulcani.—Prima ballerina fuori de concerti:
no h e m o s de o c u p a r n o s ; es obra conocida y estu- Aurora Benaglia.—Primi groteschi: Antonio Suletti,
diada hasta la saciedad, y ha sido y será objeto de Orsola Goresi,—Altro ballerino di m. carattere;
admiración para c u a n t o s c o m p r e n d a n el arte ver- G. B. Ponci.—Primi groteschi assolutti fuori de
dadero. La ópera de Gazzaniga merece capitulo concerti: Francesco Mascuzzi, Anna Trafiera, Pie-
aparte y ser tratada con detenimiento, a u n q u e no tro Pinuzzi.—Figurante Sedici.
tico fin. La ópera, verdadero engendro, termina
Consérvase la partitura, m e n o s q u e m e d i a n a , con un coro á siete voces, c a n t a d o por los super-
de Gardi, en la riquísima biblioteca del Liceo mu- vivientes de la catástrofe.
sical de Bolonia. El libro de F o p p a es un centón La ópera de Fabrizzi (Vincenzo) c o m p u e s t a
innoble, m á s propio de u n a fantochada que de sobre un texto que se s u p o n e es obra de Giussepe
u n a obra seria. P r e s e n t a la particularidad de q u e María Diodati y se reduce á u n a invitación ó arre-
el C o m e n d a d o r de Olvá ha m u e r t o c u a n d o co- glo con escasas variantes del poema de Giambat-
mienza la acción. En apariencia de estatua inter- tista Lorenzy, puesto en m ú s i c a por Giacomo
viene d o s veces en el curso del d r a m a ; al final del Tritto, se representó en el Teatro della Valle de
acto p r i m e r o i n t e r r u m p e un b a n q u e t e que cele- R o m a en el otoño de 1787. No poseo m á s datos
bran Don J u a n y Doña Ana, y como su hija mur- acerca de esta farsa que es posible sea la que
m u r e a l g u n a s excusas, se contenta con respon- Goethe vió representar en la ciudad del Tiber y de
derle airado: la q u e nos habla en uña carta escrita á Gelter á
principios del a ñ o 1788, a s e g u r a n d o que el Don
No, padre tuo non sono Giovanni en cuestión—pudo ser el de Fabrizzi ó
Ya seos ta ti dá rné. el de Gazzaniga, pero no el de Gardi, q u e nunca
salió de Venecia—se representó d u r a n t e c u a t r o
Lo q u e m e parece m u y poco para un f a n t a s m a s e m a n a s consecutivas, e n t u s i a s m a n d o la capital
vengador. Pero en el s e g u n d o acto se despacha a de tal m a n e r a , que podía a s e g u r a r s e no q u e d ó
su gusto con Don J u a n , que, intrépido y resuelto, r o m a n o alguno, que no viera, por lo m e n o s u n a
a c u d e á su f ú n e b r e invitación. Al banquete, asis- vez, cómo Don J u a n era q u e m a d o en el infierno,
ten casi todos los personajes de la obra, sin duda y cómo el espíritu del b u e n C o m e n d a d o r volaba
para presenciar el castigo del burlador que en al cielo.
esta farsa no es español sino napolitano. Su
a m a n t e Doña Isabel, es princesa de Nápoles. Don De c u a n t a s obras he m e n c i o n a d o hasta ahora,
J u a n seduce y burla cuatro doncellas á un m i s m o la ópera de Fabrizzi, en unión de la de Gazzaniga
tiempo, verdadero colmo; las cuatro víctimas, ce- y de la de Mozart, han sido las únicas c a n t a d a s
losas y e n a m o r a d a s , exigen que el caballero cum- en España, según he podido comprobar. La par-
pla la p r o m e s a de m a t r i m o n i o que les hiciera á titura que nos ocupa se ejecutó en Barcelona
cada u n a en particular. Doña Ana, que en este el 8 de Julio de 1790, bajo el título Don Giovanni
poema resulta un prototipo desvergonzado, alza Tenorio ossia II convitato di pietra. No hay d a t o s
el gallo m á s que s u s rivales, a m e n a z a n d o á Don acerca del reparto exacto, pero s a b e m o s q u e en
J u a n con denunciarle por el homicidio del Co- la compañía de ópera q u e actuaba por entonces
en la ciudad condal, figuraban los siguientes ar-
m e n d a d o r , si no se casa con ella. Cuando la tierra tistas: Caroline Pellegrini, la Anibaldi, Bonoldi,
se abre y Don Giovanni piomba all inferno in mez- Remorini, Lavner, Giovanni Pellaggi y otro Bo-
alie furie, como indican las acotaciones, lo noldi.
e x t r a ñ o es q u e el castigo no alcance á los d e m á s
p e r s o n a j e s del d r a m a , todos merecedores de idén-
Consignaré en este lugar, para claridad de la Convitato di pietra, que se cantó en Venecia. Se-
cronología, q u e la ópera II convitato di. pietra, de g ú n otro, ha habido confusión de nombres, p u e s
Gazzaniga, de la q u e he de o c u p a r m e por separa- en efecto, Cimarosa escribió una ópera denomi-
do, se estrenó en Venecia, d u r a n t e la t e m p o r a d a nada II convito, sobre texto de Livigna, que se
de carnaval, en el Teatro Giustiniani di San Moi- estrenó en Venecia en 1782, pera cuyo a r g u m e n t o
sé, en competencia, casi con toda seguridad, con nada tiene que ver con la historia "del Burlador.
el disparatado engendro, puesto con música por E s cierto que Flórimo en su trabajo magistral y
Francesco Gardi. definitivo Cenno storico sulla scula musicale di Na-
Respecto al Don Juan de Mozart, la noche poli, en su artículo sobre Cimarosa, nada dice
del 29 de Octubre, de dicho a ñ o v e r d a d e r a m e n t e de q u e éste escribiera una ópera II convitato di
d o n j u a n e s c o , señala u n a fecha de trascendental pietra, insertando, sin embargo, una lista comple-
importancia en la historia del arte. La divina ta de s u s trabajos. No obstante, en el catálogo de
creación del m á s grande i e todos los músicos, la sección italiana de la exposición musical de
interpretó en forma definitiva é insuperable, el Viena, redactado por el sabio musicógrafo E. Be-
legendario carácter del Burlador y trazó de modo noyn, bibliotecario que fué de la Academia de
p e r e n n e la figura de Doña Ana, tipo único y sin Santa Cecilia de Roma, figura un libreto de II
precedente en el d r a m a lírico. Después de esta Convitato di pietra, ópera semiseria, música de
obra genial, la leyenda del Convidado de piedra, Cimarosa, representada en 1789 en el Teatro Ca-
conforme á la versión original, se hizo imposible. rignan de Turín. ¿Se trata de una obra original ó
No faltaron tentativas m á s ó m e n o s temerarias, de una adaptación de otra música del maestro—
pero en realidad al frente de la p a r ü t u r a del mú- semejante disparate se cometía con gran frecuen-
sico de Salzburgo pudo escribirse el lema famoso: cia por aquellos tiempos—sobre un texto á la sa-
Nadie las mueva. zón á la moda? He aquí lo q u e convendría escla-
Antes de t e r m i n a r esta parte de mi trabajo recer, por m á s que sea muy difícil p o n e r la verdad
conviene aclarar u n a incógnita. ¿Escribió Cimaro- en su lugar. P o r mi parte, me inclino á creer que
sa, un artista de primerísimo orden, alguna ópera debe tratarse de u n a adaptación, a u n q u e fuera de
sobre el d r a m a de Don Juan? El hecho no está d e s e a r q u e estuviese equivocado, pues un Don
probado, y merece fijar la atención, p u e s el a u t o r Giovanni de Cimarosa presentaría extraordinario
de esa maravilla que se llama II matrimonio seg/'e- interés, y de ello estoy plenamente convencido.
to, hubiera c o m p u e s t o seguramente una obra de La obra maestra de Mozart q u e cierra el si-
primer orden sobre tal asunto. En la comedia mu- glo X V I I I , hizo imposible tan dramático argu-
sical y en el trazado de los caracteres nadie ha mento para el porvenir. No quiero decir con tal
s u p e r a d o á Cimarosa. Algunos de los q u e se han frase, que en tiempos posteriores no se hayan
o c u p a d o del interesante tema q u e tratamos, entre producido otras creaciones sobre igual a s u n t o ,
ellos figura Amintore Galli, pretenden que el g r a n muy dignas de ser tenidas en cuenta y hasta algu-
maestr® de la escuela napolitana, c o m p u s o u n na de p r i m e r orden como El convidado de piedra

. ¿flitv' . • í •- ;

de Darjomirsky, q u e e s t u d i a r e m o s m á s adelante,
pero al comenzar el siglo X I X , la leyenda pri-
mitiva y el tipo original del protagonista, habían
de sufrir radicales transformaciones. N a d a se en-
cuentra m á s lejos del Burlador de Tirso q u e el
Don Juan Tenorio de Zorrilla, y lo m i s m o puede
decirse de las concepciones interesantísimas de- UNIVERSIDAD CE NUCVS LüQPI
! :
bidas á Lord Byroh, Puschkine, Grabbe, Alejandro »•B!I0T CAL':-,\\
Tolstoi y Nicolás Lenan, nuevas encarnaciones f- ?• v :y-\c"
del héroe inmortal, contraposición del doctor La ópera de Gazzaniga
Fausto, y como él r e p r e s e n t a n t e de las eternas
aspiraciones de la h u m a n i d a d , y prueba de q u e
tanto el idealismo como el sensualismo, el pensa-
miento como la acción, c o n d e n a n al h o m b r e á
eterno martirio, dado que todo en este m u n d o es Ya h e m o s visto como el a s u n t o del Convitato
vanidad y n a d a m á s que vanidad. di pietra, fué u n o de los preferidos por los músicos
italianos del último tercio del siglo X V I I I La
Comedia dell' arte había popularizado el argu-
mento, y c u a n d o un e m p r e s a r i o se hallaba apu-
rado, el medio m á s fácil y seguro de solucionar el
conflicto, era improvisar un espectáculo en que
figurasen Don J u a n y la estatua del c o m e n d a d o r
lo q u e bastaba para llenar el teatro y la caja He
citado lo que el gran Goethe escribía desde R o m a
á su amigo Zelter, acerca de un Don Giovanni que
bien p u d o ser el de Vincenzo Fabrizzi ó el eme va
á ocuparnos. P e r o á m á s de éste, los testimonios
a b u n d a n . No quiero p a s a r p o r alto que Moratín
en s u s interesantes n o t a s r e d a c t a d a s d u r a n t e el
viaje que realizó p o r Italia, hallándose en Bolonia
en 1 /9o, ocho a ñ o s después del estreno de las
óperas de Mozart y de Gazzaniga, consigna que la
concurrencia acudía tan n u m e r o s a á las repre-
sentaciones del Convidado de piedra, «que por no
haber ya asientos, una gran parte de ella vió la
comedia en el m i s m o techo y a p e n a s quedaba
lugar p a r a la r e p r e s e n t a c i ó n . , lueaaoa

de Darjomirsky, q u e e s t u d i a r e m o s m á s adelante,
pero al comenzar el siglo X I X , la leyenda pri-
mitiva y el tipo original del protagonista, habían
de sufrir radicales transformaciones. N a d a se en-
cuentra m á s lejos del Burlador de Tirso q u e el
Don Juan Tenorio de Zorrilla, y lo m i s m o puede
decirse de las concepciones interesantísimas de- UNIVERSIDAD CE NUCVS LüQPI
! :
bidas á Lord Byron, Puschkine, Grabbe, Alejandro »•B!I0T CAL':-,\\
Tolstoi y Nicolás Lenan, nuevas encarnaciones f- ?• v :y-\c"
del héroe inmortal, contraposición del doctor La ópera de Gazzaniga
Fausto, y como él r e p r e s e n t a n t e de las eternas
aspiraciones de la h u m a n i d a d , y prueba de q u e
tanto el idealismo como el sensualismo, el pensa-
miento como la acción, c o n d e n a n al h o m b r e á
eterno martirio, dado que todo en este m u n d o es Ya h e m o s visto como el a s u n t o del Convitato
vanidad y n a d a m á s que vanidad. di pietra, fué u n o de los preferidos por los músicos
italianos del último tercio del siglo X V I I I La
Comedia dell' arte había popularizado el argu-
mento, y c u a n d o un e m p r e s a r i o se hallaba apu-
rado, el medio m á s fácil y seguro de solucionar el
conflicto, era improvisar un espectáculo en que
figurasen Don J u a n y la estatua del c o m e n d a d o r
lo q u e bastaba para llenar el teatro y la caja He
citado lo que el gran Goethe escribía desde R o m a
á su amigo Zelter, acerca de un Don Giovanni que
bien p u d o ser el de Vincenzo Fabrizzi ó el que va
á ocuparnos. P e r o á m á s de éste, los testimonios
a b u n d a n . No quiero p a s a r p o r alto que Moratín
en s u s interesantes n o t a s r e d a c t a d a s d u r a n t e el
viaje que realizó p o r Italia, hallándose en Bolonia
en 1 /9o, ocho a ñ o s después del estreno de las
óperas de Mozart y de Gazzaniga, consigna que la
concurrencia acudía tan n u m e r o s a á las repre-
sentaciones del Convidado de piedra, «que por no
haber ya asientos, una gran parte de ella vió la
comedia en el m i s m o techo y a p e n a s quedaba
lugar p a r a la r e p r e s e n t a c i ó n . , íueuaoa
Muy singular debió parecer tal a p r e s u r a m i e n - les; ha inspirado en tiempos posteriores, s i e m p r e
to, á quien al h a b l a r de tan interesante leyenda sin salir de nuestra patria, á ingenios tan p r e d a -
nò vacilaba en decir: «Cien a ñ o s antes había es- ros como Zorrilla, Espronceda, F e r n á n d e z y Gon-
crito el P. Gabriel Téllez (conocido bajo el nom- zález (su disparatado d r a m a Don Luis Osorio en
bre de Tirso de Molina) la comedia El Burlador e que se encuentra u n a curiosa escena, en la que
de Sevilla, la m á s á propósito para conmover y •el protagonista invita á cenar en s u compañía á
deleitar á la plebe ignorante y crédula. Repre- los espectros de Don J u a n Tenorio, Don Mi-mel
sentada con a p l a u s o en los teatros de E s p a ñ a , d e Manara y Don Félix de M o n t e m a r entrevista
pasó á los d e m á s de Europa: en Francia se hicie- q u e hubiera podido ser curiosa,- si el fantasioso
ron cinco traducciones de ella (más ó m e n o s libres) a u t o r se hubiera t o m a d o el trabajo de desarro-
por Villars, Dorimont, Dumesnil, T o m á s Cornei- Uarla), y Don Antonio H u r t a d o (Monólogo de Ul-
lle y el gran Molière. Goldoni, en el siglo anterior tratumba), hasta l l e g a r á C a m p o a m o r v á los mal-
al nuestro, no se desdeñó de repetirla. Z a m o r a h a d a d o s engendros d r a m á t i c o s de Bartrina (El
trató de refundirla... dió al carácter principal ma- nuevo Don Juan) y de Careta y Vidal (El audaz
yor expresión... y conservó al teatro una comedia lJon Juan Tenorio), d a n d o lugar á una serie de
que s i e m p r e r e p u g n a r á la s a n a crítica.» E x t r a ñ o obras, que, si no todas han alcanzado el favor del
juicio q u e no he reproducido en toda s u exten- publico, ninguna es indiferente en absoluto- tal
sión. y q u e no merece siquiera ser refutado. El e s el interés que las presta la figura del héroe
tiempo se ha encargado de d e m o s t r a r cuánta ra- legendario, q u e s i e m p r e seducirá á los artistas v
zón tenía el P. Arteaga, m u c h o m á s p r o f u n d o d a r a q u e p e n s a r á los filósofos.
crítico q u e Moratín, al reconocer la importancia
dramática de la leyenda del Convidado de piedra; Nos h e m o s alejado un poco del a s u n t o v la
que si en el p a s a d o inspiró á Tirso de Molina, á digresión ha sido larga, pero el tema es tan inte-
resante y se presta á t a n t o s comentarios, que la
Don Alonso de Córdoba y Maldonado {La vengan- pluma se escurre sin q u e r e r y se extiende m á s de
za enei sepulcro, comedia m a n u s c r i t a , procedente
de la biblioteca del d u q u e de Osuna, hoy en la L V í r f 6 - T e " S ° P ° r S ( ! guro que el lector
Nacional), á Don Jacinto Cordero (El convidado me habrá dispensado, y vuelvo á la ópera de Gaz-
de piedra, comedia citada por García de la H u e r t a nan iga, objeto y fin del presente estudio
en su Catálogo del teatro español, que no hay q u e Paréceme probable q u e la producción que va
confundir con otra comedia del m i s m o autor: N» a ocuparnos, debió ser encargada al ilustre maes-
hau plazo que no se llegue, ni deudas que no se pa- ro de la escuela veneciana, por el e m p r e s a r i o del
guen, atribuida falsamente á Lope ó á Moreto, y teatro Gmstiniani San Moisé, ansioso de compe-
de a r g u m e n t o en n a d a parecido al de Don Juan^, tir con su rival el e m p r e s a r i o del teatro San Sa-
y á Don Antonio de Z a m o r a (No hay deuda que que representaba con gran éxito II nuovo
no se pague, ni plazo que no se venza y convidado lonvitato dipietra, de Francesco Gardi. P u d o ocu-
rrir perfectamente lo contrario, va que las dos
de piedra), por no citar m á s q u e a u t o r e s espano- ¿ p e r a s se estrenaron d u r a n t e la misma témpora-
da- pero es s e g u r o q u e ni el compositor Gazzam- Gasali, contiene: II capriccio drammatico, rappre-
g a ' ni su colaborador el poeta Bertati, al escribir sentazione per musica in un atto, poesìa di Giovanni
su obra, pudieron s u p o n e r q u e liabía de servir de Bertati musica tutta nuova di vari signori maestri
base á u n a de las producciones musicales m á s per la seconda opera di carnevale; al q u e sigue
perfectas de todos los tiempos. P o r q u e es un he- como segunda parte del espectáculo: Don Giovan-
cho probado, y el ilustre critico doctor Chrvsan- ni o sia li convitato eli pietra in 25 scene, sin otra
der fué el primero en reconocerlo, q u e si el abate indicación respecto al poeta, ni al conjunto. Aun-
Da Ponte se aprovechó en g r a n d e del poema ita- q u e esto da lugar á dudas, está probado que las
liano Mozart se inspiró en la música de su pre- partituras de una y otra obra fueron escritas por
decesor—hasta confrontar algunos c o m p a s e s de Gazzaniga El poema de Bertati, puesto en mùsi-
la agitada introducción q u e precede á la escena ca p o r dicho maestro, se representaba ya en oto-
entre Doña Ana v Don J u a n en el p r i m e r acto de no siguiente en varias ciudades de Italia en Va-
la concepción mozartiana, y que reproducen casi rese, por no citar m á s q u e ésta. El libreto,' impre-
nota por nota la escena análoga de la ópera de co en dicha ciudad, es idéntico al de Venecia v
Gazzaniga—pero se inspiró, como el autor de H U v a Ja misma indicación, Musica tutta nuova di
flauto mágico podía hacerlo, es decir creando por- elicersi maestri, y e n efecto, la partitura del Capric-
q u e el genio de Mozart era incapaz de reproducir. cio drammatico, era de Giovanni Valentin!, en tan-
to que la del Convitato era la de Gazzaniga. Esta
La verdad es, que hoy día, n o p o d e m o s expli- ultima ópera se hizo p o p u l a r muv pronto, repre-
c a r n o s el Don Juan de Mozart, sin la existencia s e n t á n d o s e aquel m i s m o a ñ o en Ferrara, Berga-
del Convitato de Gazzaniga, y q u e la modesta ope- mo, Milán, Lucca y R o m a . °
ra italiana, la única q u e al lado de la otra genial
partitura, tiene importancia artística é histórica, Como es sabido, las cuestiones teatrales cons-
vivió largos a ñ o s enfrente de su afortunada rival t r u í a n en Viéna pon» aquellos tiempos, verdade-
y mereció ser aplaudida p o r todos los públicos. r o s a s u n t o s de Estado, así q u e á nadie extrañará
En compañía de la ópera q u e n o s ocupa, q u e q u e tanto el e m p e r a d o r como s u s ministros qui-
tenía un solo acto, y para completar el espectácu- se ero n tener á todo trance en la capital, los mayo-
lo se r e p r e s e n t ó un Capriccie dramático, puesto r e s libretistas, los mayores compositores y los
también en música p o r Gazzaniga, sobre texto del mayores espectáculos de ópera. Dado el éxito que
poeta Giovani Bertati, a u t o r del Matrimonio secre- a partitura de Gazzaniga había obtenido, es na-
to del Napolitano Cimarosa, y de L' isola d Alema tural que al m o m e n t o p a s a r a de Venecia, á la ca-
v La Vendemmia, ópera del m i s m o m a e s t r o vene- pital del imperio, para s e r ejecutada en el teatro
ciano P r e s u m e el doctor Chrysander, q u e el poe- ,a co
r t e . I n d u d a b l e m e n t e , allí la vieron repre-
ma del a n ó n i m o Convitato inserto á continuación s e n t a r el abate Da Ponte y Mozart, quienes com-
del texto del Capriccio, debe ser también obra del prendieron al punto el partido i n m e n s o q u e se
m i s m o Bertati, y s e m e j a n t e opinión m e parece podía sacar de tan excelente poema. P a r a Da Pon-
m u y razonable. El libro, impreso por Antonio ic, el trabajo era sencillo, seguiría casi escena por

\
escena el poema de Bertati, alargando a l g u n o s hca se conserva en la Biblioteca de Santa Cecilia
trozos, a c o r t a n d o otros, profundizando los carac- de Roma, y r e s p o n d e al presente señalamiento:
teres V s u p r i m i e n d o a l g u n o s p e r s o n a j e s inútiles, Don Giovanni \ Tenorio \ ó sia | Il convitato \ di
como el de Doña X i m e n a . P a r a Mozart, la em- Pietra. | Dramma Giocoso per musica | di un atto
solo | da rappresentarsi \ in Reggio I Nel' Teatro
presa era m á s difícil, él, sólo podía aprovechar Dell Illustri ss Publico | Il carnavale dell' anno
a l g u n o s detalles de la música de Gazzaniga; el, 1789 | In Reggio | Per Giusseppe Davolis Con
no podía m á s que crear, y ya s a b e m o s la maravi- approvazione.
lla que escribió; pero la ópera italiana fué la chis-
pa, que prendió la luminosa hoguera Transcribo la lista de los p e r s o n a j e s y el nom-
P o d r á decirse q u e juzgo con mucha desenvol- bre de los c a n t a n t e s q u e interpretaron la obra:
tura el m o d o de proceder del poeta laureado de
la corte austriaca, pero en puridad de verdad, el D O N GIOVANNI TENORIO. . . . Sig. Giacinto Peroni.
abate Da P o n t e era muy poco escrupuloso. Apro- DONNA ANNA, figlia dil Comen- )
datore d' Oljola. . . ; . . < Sig. Rosa leeoni Inglese
vechaba c u a n t o s materiales caían á su alcance, y DONNA E L V I R A , s p o s a p r o m e s s a }
no siempre declaraba las fuentes en que se había, di Don Giovanni i Sig. Anna Peroni.
inspirado. En s u s c u r i o s a s Memorias, llenas de so- DONNA XIMENA, d a m e d i V i l l e n e .
Sig. N. N. Reggiano.
ñ a d a s aventuras, en las q u e se pinta siempre con IL COMENDATORE, padre di Don- )
na Anna ? Sig. Sante Pier azzini.
los mejores colores, dice pestes contra el poeta DUCA OTTAVIO, s p o s o p r o m e s s o )
Bertati, destinado á sucederle en su puesto de poe- della medessima I Sig. Santino Sfaldi.
ta cortesano. Quizás se expresara con tanta cruel- MATURINA, sposa promessa di j
Biagio ) Sig. Angiola Peroni.
dad para d i s i m u l a r mejor su latrocinio, p o r q u e
PASQUARTELLO, servo confidente )
no hay d u d a que la gloria de haber c o m p u e s t o el di Don Giovanni j Sig. Giacomo IHstorozzi.
poema q u e inspiró á Mozart, corresponde con BIAGIO, contadino sposo di Ma- )
mayor derecho á Bertati, al insultado Bertati, q u e turina [ N. N.
en su Capriccio, s u p r i m i d o por Da Ponte c o m o LANTERNA, a l t r o servo di Don l
Giovanni i N. N. .
inútil, declaraba lealmente que su comedia h a b r a
sido: 7 ri at go or in adereisi
, , ®A
R i d o t t a . . . f r a la Spagnuola - L a che n o n p a r,l a n,o . - L a scena e in Villena
M u s i c a e del] ce ebre gj M a e t Gi
di Tirso di Molina, seppe Gazzaniga.
t r a quella di Molière,
é quella delle n o s t r i Comedianti.
V e a m o s un poco cómo se desenvuelve la ac-
En vista de c u a n t o antecede, creo conveniente ción dramática que está dividida en cuatro cua-
e s t u d i a r el libro q u e fué utilizado p o r Gazzaniga. dros. Primero: parte del jardín del palacio del
He tenido ocasión de e x a m i n a r con detención un C o m e n d a d o r , q u e corresponde á las habitaciones
ejemplar i m p r e s o para la representación de la de Dona Ana. E s de noche. Pasquariello a g u a r d a
ó p e r a en Reggio. Semejante curiosidad bibliogra- a s u amo, q u e ha penetrado p o r s o r p r e s a en el
pabellón de la d a m a con propósito de seducirla. Biagio, que van á casarse a c o m p a ñ a d o s por un
A poco sale Don J u a n perseguido por la ultrajada g r u p o de a l d e a n o s que tocan las c a s t a ñ u e l a s
doncella, que grita pidiendo socorro. Acude el (Nacchere conforme dice el original) y danzan ale-
C o m e n d a d o r , á quien Don J u a n desafia y mata; y gremente. El criado, r e m e d a n d o á su amo, trata
aprovechando el d e s m a y o de la desventurada de seducir á la aldeana, á quien dice q u e se llama
Doña Ana, huye a c o m p a ñ a d o por Pasquariello. Don Giouannino. Don J u a n , que ha escuchado
Llega el d u q u e Octavio, q u e encuentra á su pro- toda la escena desde s u pabellón, al ver la belleza
metida s u m i d a en el m a y o r dolor, y trata en vano de la joven desposada, decide e n a m o r a r l a , y, pre-
de consolarla, ésta le exige promesa formal de s e n t á n d o s e de improviso, riñe á Pasquariello,
q u e hará c u a n t o pueda por vengar la m u e r t e de hace el a m o r á la muchacha, y como el novio
su padre y la grave ofensa q u e le h a n inferido, en Blas pretende oponerse, le da de bofetones. P o r
tanto que'ella, doblando la cabeza ante el destino, último, se lleva seducida á la desgraciada Matu-
huye del m u n d o . rina. Doña Ximena, cansada de e s p e r a r el regreso
d e s u burlador, sale á buscarlo, y hallándose con
«Finché il reo n o n si ocopre, e fuiclie il P a d r e Pasquariello, le pide i n f o r m e s "de su señor. El
vendicato n o n resta; i n un ritiro
voglio passar i giorni.» criado comienza á hablar muy mal, y casi se
a p r e s t a á revelarle la falaz conducta del infatiga-
Cuadro segundo: C a m p i ñ a con habitaciones ble seductor, c u a n d o llega de nuevo Don J u a n ,
rústicas y señoriales fuera de los m u r o s de Ville- q u e le obliga á desdecirse, j u r a n d o á Doña Xime-
na. Don' J u a n y Pasquariello comentan todo lo na que se casará con ella. Doña Elvira, que ha es-
ocurrido en casa del Comendador, c u a n d o les tado acechando, descubre las m e n t i r a s del liberti-
s o r p r e n d e Doña Elvira, q u e viene b u s c a n d o á s u no, á quien acaba de c o n f u n d i r Maturina, que se
prometido esposo. Don J u a n , que está e n a m o r a n - presenta i n o p i n a d a m e n t e . Don J u a n , con extre-
do á Doña X i m e n a , se burla de s u a b a n d o n a d a m a d a habilidad, se desenvuelve entre las tres mu-
a m a n t e y logra dejarla sola con su criado, que jeres, que le asedian r e c l a m a n d o el cumplimiento
aprovecha la ocasión para enseñarle la famosa de las p r o m e s a s q u e á cada u n a en particular hi-
l i s t a — M a d a m i n a il catalogo e questo,—en q u e se ciera, y acaba por alejarse con Doña Ximena, de-
consignan los n o m b r e s y las i n n u m e r a b l e s con- jando solas á Maturina y Doña Elvira, que se in-
q u i s t a s realizadas por su señor, y acaba por lle- crepan, creyéndose locas m u t u a m e n t e .
vársela e n g a ñ a d a de aquel lugar, d o n d e debe ce- Cuadro tercero: Plaza en Villena, d o n d e se
lebrarse la cita de Don J u a n con Doña X i m e n a , alza la estatua ecuestre del C o m e n d a d o r . El d u q u e
q u i e n e s no tardan en r e u n i r s e y sostener un diá- Octavio paga al escultor q u e ha t e r m i n a d o la her-
logo amoroso, tras el cual, el galán consigue q u e mosa obra y le hace g r a b a r u n a inscripción en el
la incauta d a m a le siga á un pabellón q u e en pedestal, á los pies de la efigie. Cuando a m b o s
aquellas cercanías posee. Pasquariello, que viene p e r s o n a j e s se alejan, llega Don J u a n , seguido de
á buscarle, se tropieza con los novios M a t u r i n a y Pasquariello. Vienen á ver el m o n u m e n t o erigido
B¡8
/ i/lo uoTfcí'ii;,. .
á s u victima, y leen la inscripción recién grabada s i e m p r e audaz, accede á su d e m a n d a , y a p e n a s la
q u e dice así: estatua ha cogido su diestra, escucha que le dice:
Péntiti, cangia vita, y como el Burlador se revuel-
Di colui, che m i trasse á, m o r t e ria ve airado contra el espectro, y se resiste al arre-
Del Ciel qui aspetto l a v e n d e t t a mia pentimiento, es a r r a s t r a d o al abismo. La escena
se transforma en el infierno, y el espectáculo ter-
Esta d e m a n d a de justicia al omnipotente, sólo mina con la vista de Don J u a n a r d i e n d o entre los
inspira risa á Don J u a n , quien, con objeto de mo- condenados, a t o r m e n t a d o por las f u r i a s inferna-
farse del difunto, ordena á su criado q u e lo invite les. Este cuadro final fué, sin d u d a alguna, im-
á cenar. Pasquariello, lleno de pavor y á d u r a s puesto al poeta y al músico por el público vene-
fuerzas, cumple el mandato:— O statua gentilissi- ciano, habituado á las tradiciones establecidas por
m a — q u e d á n d o s e atónito al ver que la estatua la Comedia dell' arte.
mueve la cabeza de arriba ü abajo, como diciendo A quien conozca la obra de Mozart, no hay ne-
q u e sí. Don J u a n , p a r a d e m o s t r a r que no conoce cesidad de señalarle la semejanza p r o f u n d a q u e
el miedo, repite á su vez la invitación, obteniendo existe entre el poema de Bertati y el del abate Da
que la estatua le conteste con voz lúgubre y ca- Ponte. El primero era un verdadero poeta dramá-
vernosa: Iré. tico, el s e g u n d o un excelente poeta musical. Ber-
Ultimo cuadro: Salón en casa de Don Juan. tati troza un carácter en pocas lineas, Da P o n t e
L a n t e r n a y otros criados se a p r e s u r a n á d i s p o n e r debilita los caracteres, pero escribe arias m á s pri-
la cena. Don J u a n les da prisa. Entra Doña Elvira, morosas. Aquél cuida m á s de a n i m a r la escena
q u e se postra ante su a m a n t e , diciéndole que que de cincelar el verso, éste pule el estilo y logra
nada pide para ella y q u e está decidida á t e r m i n a r d a r alguna apariencia delicada á las pasiones que
s u vida en un claustro; pero que le ruega q u e se no s u p o e x p r e s a r sino de un m o d o torpe, logran-
arrepienta y tema el castigo del cielo. El descreí- do reproducir de modo a d m i r a b l e aquella vida
do Don J u a n se burla de la desgraciada, y sen- fácil y voluptuoso, todo placer y frivolidad, q u e se
t á n d o s e á la mesa, la invita á t o m a r parte en el disfrutaba á fines del siglo X V I I I , lo m i s m o en
banquete. U n a p e q u e ñ a o r q u e s t a en escena, com- Viena que en Venecia.
puesta de varios instrumentos, a c o m p a ñ a con s u s Hay q u e decir la verdad, el abate Da P o n t e
tocatas los distintos servicios. Pasquariello, á es- modificó muy poco la acción delineada por su an-
condidas de su a m o , h u r t a bocados de los mejo- tecesor. Tanto las p r i m e r a s escenas como las úl-
r e s platos. Oyense golpes á la puerta; Doña Elvira timas, en a m b o s d r a m a s , tienen estrecha seme-
huye, el criado acude á abrir y regresa despavori- janza, y si Da P o n t e s u p r i m i ó en un principio la
do,'escondiéndose bajo la mesa. Aparece la esta- conclusión prescrita por la Comedia dell' arte, las
t u a del Comendador, que, á su vez, invita á Don exigencias del público, la obligaron ó establecer-
J u a n á cenar, y al ver q u e éste acepta, le pide q u e la. Los p e r s o n a j e s y los caracteres son iguales en
le tienda la m a n o en señal de amistad. Don J u a n , las dos obras, sólo falta en Jg,segunda a
el tipo de
Unr
Doña Ximena, s u p r e s i ó n importante, que quitan- aquella resignación en una energía indomable, de-
do u n a conquista á Don J u a n , da nueva forma al cidida, resuelta entre el destino; convirtiendo á
d r a m a . T a m p o c o figura Lanterna, el otro criado Doña Ana en uno especie de Némesis vengadora
del protagonista, cuyas funciones son encomen- q u e conduce lo acción, motivando el conflicto
d a d a s á Leporello. Respecto al carácter del héroe trágico, y provocando la catástrofe final. Tal ca-
legendario, es s i e m p r e el m i s m o libertino, intré- rácter es digna contraposición de la grandeza del
pido y audaz, a n s i o s o de gozar á todo trance; Da héroe, y constituye u n ^ figura severa y majestuo-
P o n t e lo ha mejorado un tanto, haciéndole m á s so, capaz de todo, por c u m p l i r su misión en lo
refinado. tierra: vengar la m u e r t e de quien le diera vida, y
Doña Elvira, que es en la ópera de Gazzaniga d e s e n m a s c a r a r y castigar al culpable. Estoy per-
«sposa promessa di Don Giovanni*, en la obra de suadido que esta creación s u b l i m e se debe á Mo-
Mozart se presenta como *donna di Burgos, abban- zart y no al libretista. La desaparición de Doña
Ana, d e s p u é s de las p r i m e r a s escenas, era u n a
donata del amante». En realidad, es una misma falta grave, p u e s impedía el g r a d u a l desarrollo de
persona, incapaz de d o m i n a r la loca pasión q u e las violentas pasiones m a n i f e s t a d a s en el comien-
ie inspira Don J u a n . P u e d e m e d i t a r alguna vez la zo del d r a m a . No era posible excluir la figura
venganza, pero siempre está dispuesta ó perdo- m á s trágica del cuadro, y M o z a r t lo c o m p r e n d i ó
nar. Una frase a m o r o s o del Burlador ie hace ol- así, escribiendo poro ello u n o porte q u e no le
vidar todo lo posado, y ciega por s u vehemente cede en importancia á la de Don Juan y q u e es
nmor, se dejará e n g a ñ a r uno y mil veces. Recor- u n a maravilla de observación psicológica. La mú-
d a r con qué delicadeza, el arte tan psicológico de sica supera en expresión á los otros artes, y por
Mozart ha sabido reproducir este carácter ton un verdadero milagro descubre el m á s p r o f u n d o
femenino, en s u s m á s exquisitos é imperceptibles arcano de la poesía.
matices. S u escena tragicómica con Leporello,
disfrazado, es un oñodido de Da Ponte, que la Zerlina procede de Maturino y doña X i m e n a ,
misma música del m a e s t r o no logra salvar, y q u e V sólo el arte finísimo del f u t u r o a u t o r de Il jlauto
hubiera debido suprimirse, como el diálogo entre mágico podía idealizar esta gentil criatura, que
Elvira y Maturino, del libreto de Bertoti. toma el a m o r como coso de juego, y sin dejor de
Lo única novedad del poema tratado por Mo- q u e r e r á su Masetto, se deja seducir p o r el lindo
zart, es la figuro de Doña Ano, carácter a p e n a s y gallardo caballero q u e la requiebra. El d u q u e
esbozado en la ópera veneciano, que domino lo Octavio es m á s h o m b r e en el poema de Bertoti.
concepción a l e m a n a , y q u e juzgo m á s bien crea- En el libro de Da Ponte, s u intervención es com-
ción del gran músico, q u e idea de su superficial pletamente pasiva, si se mueve es á i m p u l s o s de
libretista. La hija del C o m e n d a d o r , en lo obro de su prometida, y s u importancia es tan sólo musi-
cal. Nunca m e he podido explicar cómo Mozart
Gazzaniga, ante lo m u e r t e de su padre, se resig- p u d o contentarse con esta especie de cicisbeo in-
na, y, en efecto, se retira á un convento; p o r un substancial, q u e canto arios deliciosos, esto es lo
verdadero rasgo de genio, Mozart t r a n s f o r m a
verdad, pero q u e nunca se atreve á o b r a r c o m o ga era a n u n c i a d a al público de Londres, como
un h o m b r e , teniendo á s u lado u n a m u j e r del g r a n ópera trágico-cómica, verdadera maravilla
temple de doña Ana. P a r a concluir, Leporello es que había de ser representada en compañía de u n
fiel t r a s u n t o de Pasquariello; y Masetto, repro- Capricho dramático puesto en música por Cima-
ducción exacta de Biagio, sólo que su tortura es rosa, de selectos bailes d u r a n t e los intermedios v
m á s larga en el poema de Da Ponte. No hay q u e de una g r a n procesión final, con trajes á la u s a n z a
olvidar que el f a m o s o abate tenía q u e desarrollar española. Tan s o r p r e n d e n t e espectáculo fué eje-
en dos actos lo que Bertati había c o n d e n s a d o en cutado la noche del 1.° de Marzo siguiente en el
uno. La diferencia capital entre a m b o s p o e m a s l e a t r o Haymarket. La música se decía compues-
estriba en que la ópera de Gazzaniga tiende m á s ta p o r cuatro maestros, Gazzaniga, Sarti, Gu°-liel-
bien á lo cómico y á lo bufo, en tanto que la crea- mi y Federica, y el p o e m a - ¡ o h , s o r p r e s a \ ~ « a r e
ción de Mozart pretende ser trágica. neso, by L. Da Ponte poet of this Theatre.» El ex-
poeta laureado de la corte austríaca residía p o r
Que yo sepa, la partitura de Gazzaniga se en-
entonces en Londres, llevando una vida aventu-
c u e n t r a , ' a u n q u e incompleta, en tres manuscritos;
rera y como no le fuera posible hacer representar
en la Biblioteca del Liceo Musical de Bolonia, en
la obra en q u e había colaborado con Mozart, bien
el Archivo de ia Sociedad de Amigos de la Música
fuera por encargo, bien por pane lucrando, se apro-
de Viena y en los Depósitos copiosísimos de la
pió d e s c a r a d a m e n t e lo ajeno—anteriormente lo
casa Ricordi de Milán, que haría obra meritoria
había hecho con mayor disimulo,—dando como
publicando tan curioso d o c u m e n t o ; porque la
suyos los versos de su rival y sucesor, y arreglan-
composición q u e n o s ocupa no es,-ciertamente,
do con pasticcio—en el q u e debió introducir f ra ce-
indiferente. A u n q u e resulte muy p e q u e ñ a al lado
m e n t o s de la creación m o z a r t i a n a , - que d e s p u é s
de la concepción mozartiana, conserva su valor,
de dos representaciones cayó para no levantarse
y se m a n t u v o en repertorio en Italia hasta los pri- III do.
m e r o s a ñ o s del siglo X I X . En 1791, II convitato di
pietra se representaba con gran s o l e m n i d a d en Antes de d a r por concluido este trabajo me
París, y para esta ocasión, Cherubini, entonces parece lógico consignar algunas noticias acerca
de Gazzaniga, artista de la escuela veneciana su-
director de o r q u e s t a del Teatro Italiano, añadía á m a m e n t e apreciado en su tiempo. S u s n u m e r o s a s
la partitura un cuarteto «Aron ti fidar ó misera» obras gozaban de gran fama, y no sólo se ejecuta-
d e su composición. Al a ñ o siguiente la ópera era ban en los teatros italianos, sino q u e se represen-
ejecutada en Lisboa, y el texto italiano-portugués taron en las cortes de Sajonia y Austria. P a r a
i m p r e s o con este motivo, ha sido descrito por En-
gel en su conocida compilación sobre Don Juan. / ? f ™ C r 3 b r 1 0 ¡ a S ó P e r a s La contesa di nuova
Cuatro a ñ o s después, en 1796, según consigna luna (l/ /8j_.y La donna capricciosa (1780), que fué
C a r m e n a en s u Crónica de la ópera italiana, se muy celebrada, y para Viena II ñnto cieco (1771)
cantaba en el Teatro de los Caños del Peral de seguro que Mozart debió conocer.algunas de
Madrid. En F e b r e r o de 1794, la ópera de Gazzani- s u s composiciones. Conviene n o t a r las coinciden-
cias de que a m b o s m a e s t r o s pusieron en música
la tragedia lírica del abate Varesco: Idomeneo (en
1781 Mozart v en 1790 Gazzaniga), y q u e el com-
positor italiano escribió un Senaglio d' Osmano
(Florencia, 1785) y un Impresario m angustie (he- Ill
rrara, 1789) sobre libretos muy parecidos á los
t r a t a d o s por el insigne músico de Salzburgo en " « • A . •.
Die Entführung aus dem Serail (Viena, 1782) y
Der Sefíauspiel Direktor ( S c h e e n b r u n , 1786), lo V -
que permite s u p o n e r q u e pudiera existir alguna Mozart y Vicente Martín
rivalidad entre los dos compositores. P e r o si el
n o m b r e de Mozart ha llegado hasta nosotros lleno
de gloria, a p e n a s si queda m e m o r i a del pobre
Gazzaniga y de La dama soldato, que f u é su ópera ¿No os ha sucedido alguna vez, que al prose-
m á s famosa y popular. . guir un camino que os habíais p r o p u e s t o empren-
¡Después de todo, p u e d e que su mejor titulo der, atraídos por cualquier cosa curiosa ó intere-
para la posteridad sea h a b e r escrito ese Convitalo sante, habéis alterado el r u m b o directo, recorrien-
di pietra, que dió motivo al inmortal y admirable do s e n d e r o s y vericuetos que os alejaban un tanto
Don Giovanni! del fin primordial de vuestra marcha? Tengo p o r
seguro que sí. ¿Porque ó quién no le es m á s gra-
to que c a m i n a r aprisa por u n a vía determinada
vagar libremente por el campo, deteniéndose á
a s p i r a r el a r o m a de las flores ó á contemplar los
aspectos del paisaje, sin hallar ningún s e n d e r o
conocido? Algo análogo m e h a ocurrido en el
t r a n s c u r s o de este trabajo, p u e s he de d e t e n e r m e
á e x a m i n a r un p u n t o q u e creo interesante, por
m a s que no tiene conexión inmediata con el asun-
to que nos ocupa. El músico español Vicente
Martin no c o m p u s o ninguna ópera sobre la le-
yenda del Convidado de piedra, pero no o b s t a n t e
tiene alao que ver con la partitura inmortal del
divino Mozart la m á s p r o f u n d a y completa inter-
pretación del d r a m a .

. Cuanto concierne la partitura de Don Giovan-


m
> m e r e c e fijar la atención, y no es p o r cierto una
cias de que a m b o s m a e s t r o s pusieron en música
la tragedia lírica del abate Váresco: Idomeneo (en
1781 Mozart v en 1790 Gazzaniga), y q u e el com-
positor italiano escribió un Senaglio d' Osmano
(Florencia, 1785) y un Impresario m angustie (he- Ill
rrora, 1789) sobre libretos muy parecidos á los
t r a t a d o s por el insigne músico de Salzburgo en " « • A . •.
Die Entfiihrung aus dem Serail (Viena, 1782) y
Der Sefíauspiel Direktor ( S c h e e n b r u n , 1786), lo V -
que permite s u p o n e r q u e pudiera existir alguna Mozart y Vicente Martín
rivalidad entre los dos compositores. P e r o si el
n o m b r e de Mozart ha llegado hasta nosotros lleno
de gloria, a p e n a s si queda m e m o r i a del pobre
Gazzaniga y de La dama soldato, que f u é su ópera ¿No os ha sucedido alguna vez, que al prose-
m á s famosa y popular. . guir un camino que os habíais p r o p u e s t o empren-
¡Después de todo, p u e d e que su mejor titulo der, atraídos por cualquier cosa curiosa ó intere-
para la posteridad sea h a b e r escrito ese Convitalo sante, habéis alterado el r u m b o directo, recorrien-
di pietra, que dió motivo al inmortal y admirable do s e n d e r o s y vericuetos que os alejaban un tanto
Don Giovanni! del fin primordial de vuestra marcha? Tengo p o r
seguro que sí. ¿Porque ó quién no le es m á s ¿ra-
to que c a m i n a r aprisa por u n a vía determinada
vagar libremente por el campo, deteniéndose á
a s p i r a r el a r o m a de las flores ó á contemplar los
aspectos del paisaje, sin hallar ningún s e n d e r o
conocido? Algo análogo m e h a ocurrido en el
t r a n s c u r s o de este trabajo, p u e s he de d e t e n e r m e
e x a m i n a r un p u n t o q u e creo interesante, por
m a s que no tiene conexión inmediata con el asun-
to que nos ocupa. El músico español Vicente
Martin no c o m p u s o ninguna ópera sobre la le-
yenda del Convidado de piedra, pero no o b s t a n t e
tiene algo que ver con la partitura inmortal del
divino Mozart la m á s p r o f u n d a y completa inter-
pretación del d r a m a .

. Cuanto concierne la partitura de Don Giovan-


m
> merece fijar la atención, y no es p o r cierto una
de las menores particularidades en ella conteni- m á s que «uhgiované cacalieve extremamente licen-
das que en el grandioso final de la obra m o m e n - zioso, y lo mismo los conceptos almibarados del
tosantes de que la estatua del Comendador pene- poeta que las exquisitas melodías v sutiles armo-
ue en escena y cumpla su terrible miáión, figuren nías del músico, están impregnadas del m á s puro
en la trama orquestal, tres fragmentos musicales espíritu del siglo XVIII; visten casaca, gastan
peluca, llevan espadín y huelen á polvos d la ma-
ajenos p . r completo á la ópera, proceden es de róchale.
muy distintas creaciones, y hasta dos de ellos es-
critos por diversa m a n o que la que trazó las pági- Mucho se ha discutido s ó b r e l a primitiva pre-
n a s admirables de II flauta mágico la ópera m á s sentación escénica de Don Giovanni, es decir se-
bella de m á s pura v espiritual belleza, que inge- gún la versión acomodada al espíritu y á la inten
nio h u m a n o h a s o ñ a d o " Para nosotros los espa- cion de los autores. Nadie ignora los delitos que
ñoles es?¿ particularidad presenta extraordinario se han cometido contra la preciosa joya musical
Interés porque el primero de dichos tres frag- Para las representaciones de Viena, en 1788 me-
m e n t o s es obra de u n compatriota nuestro el ses después del estreno, en vista del éxito 'poco
c é l e b r e compositor valenciano don Vicente Mar- favorable, hubo necesidad de retocar texto v mú-
tín v S o ler, m á s conocido en el m u n d o del arte sica. Después, m a n o s pecadoras la han desarre-
ñor los n o m b r e s de Martini lo spagnolo. . glado, v en la mayor parte de los teatros europeos
Mozart, artista concienzudo declara él m i s m o se representan empecatadassofisticaciones iiidi°--
con encantadora sinceridad la procedencia de nas¡de ser tomadas en serio, por quien se preocu-
los mencionados fragmentos. En efecto, en el ulti- pe del arte verdadero. El libreto impreso en P r a - a
m o cuadro de su obra coloca en escena una pe- en 1/8/, extremadamente raro, no sirve gran cosa
q u e ñ a orquesta de instrumentos de madera, des- para aclarar los puntos obscuros. Afortunada-
tinada á amenizar el f a s t u o s ob a n q u e t e que el mente, un erudito alemán, Alfred Freiherun von
bertino Don Juan celebra en honor del Comen- Wolzogen, en un curioso folleto titulado: Uber d.ie
d a d o r y aquellos músicos ejecutan, por un deli- scenioche Darstellung von Mazar? s Dan Giovanni
cioso rasgo de h u m o r i s m o , algunos trozos de las mú Berucksichügung des ursprüngUehen Textbucha
obras m á s populares en aquel tiempo que Lepo- van Lorenzo d' Aponte (Bresiau 1873), ha estudia-
íelío va señalando cuidadosamente al auditorio do con toda detención, tan interesante problema
E s t a f u é una idea del c o m p o s i t o r encaminada a begun as conclusiones de este críti¿o, es seguro
dar gusto al público, haciéndole oír motivos q u e que todas las indicaciones del libreto original no
entonces eran muy conocidos y populares. Y no fueron ejecutadas con gran escrupulosidad en la
hav que gritar ni escandalizarse por el anacronis- primera representación. Mozart no consideraba
m o Porque tanto Mozart como Da Ponte, trataron á su colaborador como infalible, ni mucho menos
5 a s u n t o legendario, como si fuera una anécdota Para convencerse de ello, basta fijarse en la gran
ocurrida en su tiempo. Para ellos, asi lo dice el cantidad de acotaciones y de rectificaciones que
fibre o original de Praga, el protagonista no es escritas por su propia mano, se encuentran en la'
partitura original. Y a u n q u e la mayor parle de ;Bella música! Y Leporello, n u e s t r o cicerone en la
presente ocasión, se a p r e s u r a á contestarle: E de
ellas no se relacionen m á s que con detalles, y la Cosa rara, nombre de una ópera bufa muy
que las líneas generales del poema hayan sido- celebrada p o r entonces, cuya música había sido
siempre respetadas, el hecho no deja de tener s u c o m p u e s t a por nuestro compatriota Martini lo
importancia. Spagnuolo. El segundo n ú m e r o (fragmento en fa
A d e m á s Mozart añadió frases y palabras_al m a y o r y c o m p á s de tres por cuatro) no es acree-
texto original. La escena q u e antes h e m o s seña- dor á ningún comentario. Leporello se contenta
lado estó llena de interpolaciones debidas al com- con indicarnos únicamente, q u e procede de la
positor. U n a de ellas se e n c a m i n a á elogiar los opera bufa I due litigcinti, obra del maestro Mos-
artistas de la orquesta de Praga, q u e tanto esme- ca, bastante apreciada en aquellos días. En cuan-
ro habían puesto en la ejecución de la por enton- to al tercero y último, el oirlo nos causa dulce
ces dificilísima partitura. Sobre esto no cabe du- impresión. ¡Questopur lo conozco!, exclama nue-
da alguna, puesto q u e en la versión a l e m a n a del v a m e n t e Don J u a n , y claro q u e lo c o n o c e m o s
poema del abate Da Ponte, hecha por el m i s m o p u e s t o que no es m á s que una reproducción del
Mozart á raíz del estreno, se traducen las f r a s e s tema de la lindísima aria. Non piú andrai farfa-
siguientes, a ñ a d i d a s al texto: Uone amoroso, q u e le canta Fígaro al paje Cheru-
bmo, en el p r i m e r acto de las deliciosas Nozze di
D o s GIOVANNI. ¿Che ti par del bel concerto? fígaro. No conozco nada m á s conmovedor q u e
LEPORELLO. ¡Ah! gli e come voi m e n t a t e . este delicado recuerdo dedicado por el gran artis-
t a á su obra anterior. Con la ingenuidad del niño
del siguiente modo: el divino Mozart, a n t e s de hacer hablar al terrible
Comendador, nos trae á la memoria s u arte y su
DON GIOVANNI. H e r r l i c h spielen diese L e n t e . genio, y aquel Non piú andrai parece dirigirse á
LEPORELLO. ES sind P r a g e r M u s i k a n t e n . Ja m i s m a musa de la música y decirle: «de aquí
en adelante se producirán genios m á s a u s t e r o s
Lo q u e quiere decir en romance: Don J u a n : espíritus m á s atrevidos, pero ú e s t a s regiones pu-
Que bien tocan esas gentes; á lo que responde Le- r a s y s e r e n a s del ideal sublime á que yo te he
porello: ¡Como que son músicos de Praga! P a l a b r a s elevado: ¡Non piú andrai!
en extremo lisonjeras y expresivas, dedicadas p o r
el gran músico á s u s m o d e s t o s y a n ó n i m o s eje- Y ahora t r a t e m o s de averiguar quién era Vi-
cutantes. , , , cente Martín, y q u é era su ópera Una cosa rara
Pero v e a m o s - l a co^a lo m e r e c e - q u é es lo que que alcanzó los elogios del músico i n c o m p a r a b l e '
tañen con tanta maestría los músicos de Praga. El i o c o s a b e m o s del compositor español. Nacido cu
p r i m e r n ú m e r o del concierto, por decirlo asi, es Valencia, hubo de a b a n d o n a r su patria y mar-
í m a especie de Balletto, en re mayor y c o m p á s de c h a r al extranjero donde adquirió g r a n nombre-
seis por ocho, lleno de elegancia y gracia. ¡Bravo! y merecida reputación. Italia le acogió como ver-
¡Bravo'— p r o r r u m p e Don J u a n al escucharle.—
d a d e r o genio, v las diferentes capitales de los pe- con su trabajo, puesto que, en realidad, y según
q u e ñ o s estados en que por aquellos tiempos se práctica inveterada, se contentó con a d a p t a r el
poema original á las exigencias del teatro lírico,
dividía la pequeña península, se d i s p u t a b a n el traduciendo el texto casi literalmente. Es s e g u r o
e s t r e n a r s u s obras. Florencia aplaudió, en 1781, que el a r g u m e n t o de la La luna de la Sierra, u n a
la primera ópera de Vicente Martín, titulada Ifi- de las m á s bellas creaciones q u e enriquecen la es-
genia in Aulide, a s u n t o muy á la moda en aque- cena española, debía contribuir, y no poco, al gran-
llos tiempos, y á esta partitura siguieron, en dioso éxito obtenido p o r l a ópera Una cosa rara.
Luca: Astartea y el baile La regina di Golconda;
en Turín, el prólogo La Dora festeggiata; la ópera P o r q u e es lo cierto que la delicada creación
bufa, L' accorta cameriera y una Andromaca cuyo del músico español, recorrió triunfalmente toda
libro poseo: y en R o m a , Ipermestra, Il bùrbero di Europa. A fines del a ñ o 1785, el E m p e r a d o r de
buon cuore, La capricciosa correta, Una cosa rara Austria José II, llamó á n u e s t r o a u t o r á Viena
para que pusiera en escena, en el teatro de la
v L' arbore di Diana. T o d a s estas o b r a s alcanza- Corte, su celebrada partitura. Así se hizo e n t r a d o
ron muy buen éxito, p o r su música fácil, graciosa, va el a ñ o 1786, casi al m i s m o tiempo que se estre-
melódica; inspirada y expresiva, rivalizando con nábanla deliciosa creación de Mozart d e n o m i n a d a
lus gentiles creaciones de los Paisiellos, Cimaro- Le Nozze di Figaro. A m b a s ó p e r a s obtuvieron ex-
sa y Guglielmi. traordinario éxito, y se d i s p u t a r o n la predilección
Una cosa rara ossia Belleza ed onesta, opera y preferencia de los inteligentes y aficionados. Sin
buffa en d o s actos, consolidó la justa reputación pretender c o m p a r a r o b r a s de muy distinto o r d e n ,
de'Vicente Martín. El libro era obra del f a m o s o puesto que el a u t o r de II flauto magico es un com-
abate Da Ponte, que en s u s curiosas Memorias positor v e r d a d e r a m e n t e único, declararé que des-
(Nueva York, 1829) no señalaba, por esta vez, las pués de haber estudiado la partitura de Lna cosa
f u e n t e s en q u e se inspiró. H a b l a n d o del poema rara, precisa reconocer que no se trata de m ú s i c a
de Una cosa rara, dice, en efecto, lo q u e voy á despreciable, y fácilmente se c o m p r e n d e que el
transcribir: «Dopo aver letto alcune Commedie spa- creador de Don Giovanni, alma de artista privile-
gnuole per conoscere alcun poco il carattere teatrale giado, aplaudiese y e s t i m a s e en s u justo valor l a s
di qnella nazione: mi piacque moltissimo una Co- tiernas y sentidas melodías q u e e s m a l t a n la linda
media di Calderón, intitolata La luna de la Sierra; ópera de Vicente Martín. A u n q u e en toda la obra
e prendendo da quella la parte ¿storica e una certa no se e n c o n t i a s e m á s q u e aquel e n c a n t a d o r duetto
pittura de caratteri, formai il mio piano, etcéte- de la reconciliación, tan apreciado por los diletan-
ra.» Como de costumbre, el travieso abate falta á tes de antaño:
la verdad, p u e s la lindísima comedia La luna de
la Sierra, que p u d o m u y bien inspirar á R o j a s s u — ¡Pace, mio caro sposo!
f a m o s o García del Castañar, no fué escrita p o r —¡Pace, mio dolce amore!
Calderón, sino por el célebre Don L u i s Vélez de —¿Non sarai p i ù geloso?
Guevara. Además, Da P o n t e es muy indulgente —No, noi sarò mio core.
Este lindo f r a g m e n t o sería m á s q u e b a s t a n t e rara, tuvo una segunda parte, lo que no m e expli-
p a r a justificar el éxito que conservó d u r a n t e un co muy bien. Sin embargo, no cabe duda, en Vie-
periodo de m á s de treinta años, aquella música na, hacia 1800, se representaba con éxito favora-
tan fresca y tan delicada, q u e debía resultar deli- ble, una ópera bufa d e n o m i n a d a Continuazione de
ciosa, sobre todo, c u a n d o era interpretada por la cosa rara, puesta en música p o r el o b s c u r o
c a n t a n t e s tan a d m i r a b l e s como Mandini, creador maestro Schack, que d u r ó en el repertorio de los
de la parte del Principe, y la célebre Celeste Col- teatros de la corte austríaca hasta el a ñ o 1812.
tellini. A pesar de mis investigaciones, no me ha sido
El fragmento q u e se ejecuta en Don Giovanni, posible reunir m á s datos sobre este particular.
figura en el final primero de Una cosa rara, lo A consecuencia del triunfo obtenido p o r Mar-
q u e puede fácilmente c o m p r o b a r s e , ya que la par- tín, con su linda ópera, u n a de las preferidas del
titura de Vicente Martin se encuentra en la riquí- e m p e r a d o r J o s é II, cuyo b u e n gusto musical era
s i m a colección de ó p e r a s italianas de la gran conocido; ( nuestro compatriota fué llamado en 1798
época, que posee la biblioteca del Conservatorio p o r la emperatriz de Rusia, para encargarse de las
de Madrid; tesoro inapreciable para la historia direcciones de la ópera italiana y de la capilla de
del arte, cuyo inventario fué hecho por el malo- la corte. Aceptó el maestro tan íjuenos cargos y
g r a d o Mariano Vázquez, con tanta erudición se trasladó á San Petersburgo, d o n d e escribió'la
como buen gusto, en un notable trabajo q u e la opera Gli sposi in contrasto, y la cantata á tres
Academia de S a n F e r n a n d o debiera publicar. El voces II sogno. Pablo I le concedió el título de
p a s a j e en cuestión ha sido reproducido con la consejero imperial, y en Rusia permaneció Vicen-
instrumentación original en un interesante estu- te Martín. Martini lo Spagnuolo, legítima gloria de
dio del crítico a l e m á n R. Genee, publicado en la n u e s t r a nación, hasta la época de su m u e r t e acae-
6n
revista: Mitlheilungen für die Mozart Gemeinde in f a n 3 p f t e r s b u r g o , el día 30 de E n e r o de
Berlín, c o r r e s p o n d i e n t e al mes de Abril de 1896. 1806, rodeado de un respeto y de u n a considera-
La popularidad de la ópera de Martín fué gran- ción que n u n c a hubiera hallado en su patria
de. Se cantó en todos los teatros del m u n d o en P o r q u e , á q u é negarlo, en E s p a ñ a es d o n d e
que se cultivaba el arte italiano; y d u r ó en los car- precisamente, según añeja é inveterada costum-
teles hasta bien e n t r a d o el siglo X I X . En P a r í s se bre ha sido m e n o s apreciado el talento del a u t o r
estrenó el 2 de Noviembre de 1791, con tan buen de una cosa rara, p u d i e n d o a s e g u r a r s e q u e s u
éxito, q u e mereció ser traducida al francés: la n o m b r e ilustre es casi desconocido para la mayo-
ópera cómica Les accordées de village, cantada en ría. Si nos o c u p á r a m o s un poco de cultivar nues-
el teatro Montansier, en 3 de Noviembre de 1797, tras glorias, h u b i é r a m o s reproducido y conserva-
no era, en efecto, m á s q u e un arreglo de la linda r í a m o s en el repertorio de n u e s t r o s teatros la
adaptación del a b a t e Da Ponte y de la preciosa opera mencionada. ¿Pero á quién interesan en Es-
música de Vicente Martín. Pero hay todavía un pana estos asuntos? ¡Y, sin embargo, q u é o b r a
dato m á s curioso, y es, q u e la ópera Una cosa m a s digna de a p l a u s o no realizaría el e m p r e s a r i o
a r t i s t a — r a m avis—ó el director del Conservatorio
q u e n o s hiciera oir—como ocurrió en cierta oca-
sión m e m o r a b l e con la p r i m o r o s a zarzuela Las
labradoras de Murcia, del insigne m a e s t r o Rodrí-
guez de Hita—la interesante partitura que con-
IV
trabalanceó el éxito de Le Nozze di Figaro, y me-
reció s e r celebrada explícitamente, n a d a m e n o s
q u e con el inmortal y admirable Don Giovanni.
Un baile. «Don Juan» desconocido

Cuantas obras, líricas ó bailables, c o m p u e s t a s


sobre la leyenda del Convidado de piedra, he cita-
do hasta ahora, son conocidas, si no del público
en general, al' m e n o s de los curiosos v de los eru-
ditos. Quizás mi diligencia en revolver papeles
viejos, me haya proporcionado algún dato nuevo,
alguna particularidad curiosa, pero la verdad es
q u e el c a m i n o estaba m u y trillado, y que poco
quedaba por h u s m e a r . Pero como aun á la saga-
cidad de los m á s perspicaces rebuscadores suele
q u e d a r algo, oculto, he tenido la fortuna de trope-
z a r m e con u n a producción bastante curiosa, ins-
pirada en el d r a m a del Burlador, ó por mejor de-
cir, en las comedias italianas imitadas del d r a m a
genial de Tirso de Molina, que no he visto citada
p o r nadie, y que p r e s u m o casi desconocida.
Es el caso que, revolviendo cierta m a ñ a n a la
rica y copiosa biblioteca del q u e fué mi b u e n o y
excelente amigo, el inteligente bibliófilo Luis Car-
m e n a y Millón, feliz poseedor de inmensa riqueza
de d o c u m e n t o s inapreciables para la historia del
teatro musical español, puesto ¡^.empre con sin
igual galantería á disposición K}e%t insaciable
curiosidad; me encontré con un interesantísimo Bayle trágico | pantomimo | compuesto por el Di-
libreto de un baile de gran espectáculo, en que se rector | El Señor Domingo Rossi | que se há de
reproducen las fantásticas aventuras del legenda- egecutar en el Coliseo de \ los Caños del Peral de
rio héroe sevillano, y que fué r e p r e s e n t a d o en Ma- Madrid que á | beneficio de los Reales Hospitales
drid á fines del siglo X V I I I , sin q u e yo le haya ad- | ministra la Real Junta de \ su Gobierno.—
visto m e n c i o n a d o por ninguno de los a u t o r e s q u e Madrid. | En la oficina de Pantaleon Aznar.» Sin
de la bibliografía tenoriana se han ocupado. fecha.
|Un nuevo Don Juan bailado! Hay que confesar E n t r a n d o en el cuerpo de la obra, n o s encon-
q u e el descubrimiento, si es tal descubrimiento, t r a m o s con una especie de prólogo, firmado p o r
no deja de ser interesante, a u n q u e ya s a b e m o s el ya citado Domingo Rossi, y dirigido Al respeta-
q u e el caballero Gluck había escrito, hacia 1760, ble público de Madrid, en el que se dice que para
un baile de gran fantasía, sobre el m i s m o a s u n t o , los comienzos de la t e m p o r a d a de otoño é invier-
e s t r e n a d o en Viena; y que en la m i s m a ciudad se n o — n o s a b e m o s de q u é año; pero, por lo q u e m á s
había representado, pocos a ñ o s después, en 1769, adelante indicaré, debe de ser uno de los com-
p o r la compañía A c k e r m a n , el baile Don Juan prendidos entre 1790 y 1800,—ha creído el a u t o r
oder der steinerne Gast, c o m p u e s t o , según t o d a s conveniente, para agraciar á los concurrentes al
las probabilidades, por el célebre actor F. L. Schró- teatro, obsequiarles con la representación de u n
der. Bayle q u e tenga por a s u n t o uno que pasa por His-
Creí en un principio q u e el libreto que poseía toria de la Nación y tal es el Combidado de piedra.
mi amigo C a r m e n a pudiera ser u n a reproducción Para su composición, declara Rossi haberse ins-
del que había servido á Gluck, p u e s a n t e r i o r m e n t e pirado en los d r a m a s españoles, italianos, france-
he dicho que la partitura del f u t u r o autor de Al- s e s y a l e m a n e s que sobre el a s u n t o se habían
ceste, gozó de gran f a m a y fué representada en c o m p u e s t o hasta la fecha, y confiando en la popu-
m u c h o s teatros, siendo posible que de rechazo de laridad del a r g u m e n t o y en los prestigios de la
P a r m a ó de Nápoles, hubiese llegado hasta Ma- presentación escénica, q u e realizarían tres muta-
drid. Un e x a m e n detenido m e convenció de q u e ciones nuevas, debidas á los pinceles de don An-
me equivocaba, d e j á n d o m e p e r s u a d i d o que se gel y don Antonio Tadei, pintores escenógrafos
trata de u n a obra c o m p l e t a m e n t e original, hasta del coliseo, espera obtener un g r a n éxito v con-
hoy casi ignorada y de seguro por nadie analiza- q u i s t a r los a p l a u s o s de la concurrencia, para lo
da." Pero d e j é m o n o s de digresiones y vengamos al q u e no ha vacilado en encargarse él mismo, Do-
s e ñ a l a m i e n t o y descripción del tal libreto, que es mingo Rossi, inventor y compositor del baile, de
lo q u e en verdad nos importa. d e s e m p e ñ a r la importante parte de Arlequín,
Trátase de un folleto en octavo, q u e consta de criado y confidente de Don J u a n .
20 páginas, sin contar la cubierta, y cuya portada, La lista de los personajes que intervienen en
c o p i a d a textualmente, dice así: «Don Juan Teno- el baile es la siguiente: Don Juan Tenorio; Don
rio | ó por otro nombre | El combidado de piedra | Gonzalo de Ulloa, c o m e n d a d o r de Calatrava; Doña
Ana, hija de Don Gonzalo; dos novias con s u s c u a n d o llega Don J u a n , que al p u n t o se entreme-
novios, paisanos; un viejo muv alegre; dos d a m a s te entre los convidados, cortejando á a m b a s no-
a m a n t e s de Don Juan; Arlequín, criado de dicho vias en presencia de s u s prometidos. Auxiliado
Don J u a n ; p a i s a n o s que festejan á los novios; di- p o r el fiel Arlequín, q u e distrae á la concurrencia
ferentes d a m a s y caballeros convidados p o r Don con s u s chistes y travesuras, logra r a p t a r á u n a
J u a n á s u banquete; f u r i a s infernales; c o m p a r s a s ; de las desposadas, produciéndose el consiguiente
músicos; criados del comendador; paisados; cria- alboroto, cuando los c i r c u n s t a n t e s se percatan de
d o s de Don J u a n ; m o n s t r u o y f u r i a s infernales. lo ocurrido.
La acción se representa en Sevilla, y se desen- Escena I I I . - Lugar remoto.—La novia, burla-
vuelve en siete escenas, en la forma siguiente: da p o r el atrevido seductor, llora s u s cuitas, y
Escena I.—Calle de noche, con la casa del Co- Arlequín pretende consolarla. Al efecto le mues-
m e n d a d o r . — D o n J u a n , a c o m p a ñ a d o por su cria- tra la lista de las i n n u m e r a b l e s m u j e r e s seduci-
do Arlequín y u n a c o m p a r s a de músicos, obsequia d a s por el galante caballero, haciéndola incluirla
con una serenata á s u a m a n t e Doña Ana, hija del como es justo, en el n ú m e r o de las favorecidas,
Comendador, quien, oponiéndose á tales relacio- de lo que ella, muy sentida—agrega el b u e n o de Do-
nes, sale con objeto de castigar al atrevido galán. mingo Rossi — le da de bofetadas. Vuelve Don
Sobreviene un desafio, y Don J u a n , t r a s haber J u a n , y la aldeana, al verle, huye despavorida, en
tanto que el caballero se burla con su criado de
dejado mal herido al p a d r e de su a m a d a , huye lo ocurrido.
seguido de su fiel servidor. Rossi nos explica cla-
r a m e n t e lo que á continuación sucede, y yo m e Escena IV.—Mausoleo, en el quál (sic) había
limitaré á transcribirlo. «Sale Doña Ana acompa- varios sepulcros, y uno de ellos será el del Co-
ñada de s u s criados, y al ver á s u infeliz padre en m e n d a d o r con u n a estatua á caballo encima de
tan triste situación, se sorprende; el Comendador, su pedestal y en éste, grabados, se leían los si-
conociéndola, se esfuerza á darla los últimos con- guientes versos (muy malos, como verá el lector):
sejos paternales; le recuerda la religión, le hace
p r e s e n t e que su poco juicio le ha costado la vida, - Del cruel que me dio la m u e r t e fiero,
v, por último, le da un abrazo y fallece. La hija Del cielo aquí, y a mi v e n g a n z a espero.»
m a n d a e n t r a r en su casa á s u difunto padre, y le.
sigue, enfurecida contra Don Juan y llorando su Don J u a n y Arlequín llegan al tétrico lugar y
desgracia.» Precisa reconocer, al leer el párrafo contemplan con a s o m b r o la estatua del buen Co-
anterior, que Domingo Rossi debía tener poca m e n d a d o r . El cruel burlador de Doña Ana, n o
confianza en la fuerza expresiva del baile-pantomi- e n c u e n t r a n a d a mejor, que convidar á cenar á la
mo, p o r u s a r s u s p r o p i a s palabras. efigie del padre de s u víctima, y la estatua le con-
Escena II.—Campo con colinas.—Dos parejas testa b a j a n d o tres veces la cabeza en señal de
de aldeanos a c o m p a ñ a d o s por s u s d e u d o s y ami- afirmación: <Don Juan—escribe Rossi—se queda
gos, celebran s u s b o d a s con bailes y algazara, suspenso; pero luego se anima, le dexa un guante en
RAFAEL MITJANA

señal, y se va con Arlequín, que está casi muerto de e impele á pedir misericordia. P e r o Don Gonzalo
miedo. , i t r r r ' 1 ? 6 ' , argüyend°,
6
>'a e s tarde, y en
Escena V. — Sala excelentemente p r e p a r a d a este instante desaparece la estatua y la escena y
Y
p a r a d a r el b a n q u e t e — L o s convidados por Don Don J u a n se encuentra en el infierno
J u a n cenan alegremente, b u r l á n d o s e de la insa- Escena VII y última. - Infierno. - Aparece
ciable glotonería de Arlequín, c u a n d o se oye u n Don J u a n en él, y todas las furias le persiguen
r u i d o bronco que anuncia la llegada del Comen- f o r m a n d o v a n o s grupos: d e s p u é s de haberle S
dador. A la vista del fantástiso personaje, los in- m e n t a d o mucho Je encadenan y meten en la boca
vitados huyen, v sólo Don J u a n p e r m a n e c e impá-
!e - F m r a g inf6rnaJ
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vido, p a r a hacer los h o n o r e s al inesperado hués-
19 l 6 C t U r a d
ped que no acepta la cena pretextando q u e n o í V a m e n t o q u e he extractado
c o m e v i a n d a s h u m a n a s ; pero brinda á Don J u a n se deduce q u e se diferencia b a s t a n t e del q u e sir-
p a r a pagarle su convite á que pase á cenar á s u vió de f u n d a m e n t o al f a m o s o baile del Caballero
sepulcro en áu compañía, lo q u e el burlador acep- K i P 0 ° r m S , q U e 6 S l é i n s P ¡ r a d 0 en el libró m e
ta con gran terror de Arlequín. Bertati escribió para Gazzaniga, cuva ópera //
Escena VI.—Sala de luto, con u n a m e s a pe- contato di pietra, se representó' p o r ' p r S ' v e z
q u e ñ a con mantel negro, y en el medio un pedes-
tal grande; d o s sillas, también pegras, y dos can- i^erai, en 12 de Noviembre de 1796; y en otras m u
delabros con velas amarillas. deU' ^ T r 5 Simi lares
- ' b ¡ e n ' d e la C o L X
La estatua de Don Gonzalo aguarda á Don (leu arte ó del repertorio de las m a r i o n e t a s ale
J u a n considerando s u s m u c h o s desaciertos, cuan-
do éste se presenta y al verse en un lugar tan triste X 1 % A ^ a d n d h a s t a e l 1 5 d e Diciembre del
—así se expresa el m a e s t r o bailarín—se suspende' a n o 1834, en q u e se cantó por primera vez de nn
un poco. A m b o s personajes se quedan a d m i r a d o s : m o d o detestable, en el teatro de la Cruz Tan só"o
Don Gonzalo, por el inaudito valor q u e tuvo Don etos
l sabio m a e spublicados
t r o Santiago
artículos en de enl a cr ige ar
el pMearsiaórdn iacuo A
J u a n concurriendo al convite; Don J u a n , por el
l ú g u b r e y f u n e s t o a p a r a t o de la cena. No obstan- a U b A U m t r c f V ' í 2 2 y 94)' d e f e n d i ó ]a i n m o í
te, acércase á la m e s a y comienza á tocar las vian- uso n F ? d e T a , t a q u e s d e J o s criticastros
das; pero la e s t a t u a le da un golpe en la espalda, i n , l , / f a
' y d e ] , a s acometidas del vulgo
le señala aquel sitio que infunde pavor, y le dice ignorante. « > 0 Deo> por 16 tanto-escribía Masír
q u e a ú n le queda tiempo para alcanzar perdón ñ a u -que el público de Madrid no está odaría en
p o r s u s culpas; de todo lo que el impenitente se- estado de apreciar el mérito del Don Juan, y Je
d u c t o r se burla, decidiéndose á p r o b a r el tentador por consiguiente, en ningún caso lo hubiera aplau-
pastel que se halla sobre la mesa. A su contacto, dido.» La verdad es q u e tenía razón s i é n d o l o
el suculento m a n j a r se convierte en u n a fenome- peor de todo q u e á p e s a r del tiempo ' t r a Z u r r , 9 -
nal y d e s m e s u r a d a serpiente, transformación q u e do seguimos lo mismo, puesto q u e una inmenTa
i
RAFAEL MITJANA
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS 67
*
mayoría de los que se llaman aficionados, son in- Y con esta suposición, doy por t e r m i n a d o el
capaces de lodo punto, de c o m p r e n d e r cualquier p r e s e n t e estudio, dejando á otro el esclarecimien-
obra musical, q u e 110 tenga por único objeto de- to de los p u n t o s obscuros ó dudosos, ya que m e
leitar m á s ó m e n o s a g r a d a b l e m e n t e el oído ó ha- contento, p o r mi parte, con s e ñ a l a r á Jos curiosos
cer brillar las habilidades de los virtuosos. u n d o c u m e n t o q u e juzgo interesante v tenía 1por
El libreto q u e a c a b a m o s de estudiar, no tiene ignorado. '
dato alguno que pueda p o n e r n o s sobre la pista, \ _
para averiguar la fecha de la representación de
este baile, Don Juan Tenorio, en Madrid. T a m p o -
co he podido lograr s a b e r ninguna noticia biográ-
fica relativa al m a e s t r o Domingo Rossi, q u e lleva-
ba un apellido m u y vulgar en Italia, q u e lia sido Je*
ostentado por n u m e r o s o s c o m p o s i t o r e s , d e s d e
el f a m o s o Michel Angelo Rossi, q u e floreció en el
siglo X V I I , hasta un L a u r o I^ossi, contemporá-
n e o , a u t o r de u n a infinidad de obras b u f a s de
s e c u n d o ó tercer orden. A p e s a r de tal carencia e s O**
f
de°noticias, m e atrevo á a f i r m a r (\ue el baile que
n o s ocupa, debió r e p r e s e n t a r s e por los a n o s 1790
á 1800, como a n t e r i o r m e n t e he indicado, tunda-
m e n t a n d o mi aserto en que, el día 4 de Octubre
de 1792, en el teatro de los Caños del Peral, se
representaba un baile heroico pantomímico, de-
n o m i n a d o Orfeo é Eurgdice, c o m p u e s t o y diri-
gido p o r Domingo Rossi; y en la existencia del
fibreto de otro baile pantomimo, IJigema en Tau-
ride q u e fué ejecutado en el m e n c i o n a d o teatro
el 9 de Diciembre de 1794, en el que se consig-
n a h a b e r sido «Inventado y compuesto por el sen oí-
Domingo Rossi, director y compositor de bailes del
mismo teatro», lo que m e permite s u p o n e r q u e el
músico bailarín permaneció algún tiempo como
director del primer coliseo que, dedicado de lleno
á la ópera italiana, existió en la capital de Espa-
ña, c u a n d o tal espectáculo, a b a n d o n a n d o la corte,
comenzó á hacerse popular.
?na , ® d e m a l e s y de disgustos, no sabe
en q u é copa beber, y todos los licores le r e s u l t a n
Y igualmente a m a r g o s . De figura d r a m á t i c a , se ha
t r a n s f o r m a d o en figura lírica, casi elegiaca. H o m -
bre irreso uto, reflexivo y m e d i t a b u n d o , se pierde
en especulaciones metafísicas, es capaz del arre-
Los «Don Juan» del siglo XIX p e n t i m i e n t o siente c o m p a s i ó n de s u s víctimas v
n o necesita la intervención s o b r e n a t u r a l para s u
castigo, en s u propia conciencia ha hallado el gu-
s a n o r o e d o r q u e le llevará á la m u e r t e . Confese-
m o s q u e el c a m b i o ha sido radical y q u e Tirso no
Al c o m e n z a r la última centuria, se inicia u n a reconocería s u creación. H e r m a n o ' del doctor
n u e v a fase en la historia del héroe de la leyenda P01 S U n
del Convidado de piedra. El Don J u a n m o d e r n o , n o ', t ? C T e n t 0 ' y a q u e si aquel g r a n
e s m á s q u e un pálido reflejo del antiguo, ha cam- rebelde sintetizaba las t e n d e n c i a s espirituales q u e
biado tanto, q u e a p e n a s si por llevar el m i s m o fndomnh £ ¡ 6 T h u m a n a
' é l r e P r e s e n t a b a las-
n o m b r e y ser posible identificar s u s antecedentes, i n d o m a b l e s t e n d e n c i a s s e n s u a l e s del h o m b r e
COn el t Í e m
n o s es posible reconocerle. El r o m a n t i c i s m o , con hpl hn P ° y Federico Heb^
s u s f a n t a s í a s s e n t i m e n t a l e s , con s u s terrores mis- en F«nEtn ? ° / ? e > q U e S 1 t o d o D o
» Juan termina
teriosos y s u s conflictos patéticos, influyó s o b r e en F a u s t o , todo t a u s t o concluye en Don J u a n .
s u carácter, y el byronismo y el walterismo le die- El libertino s e ha hecho filósofo, y si antigúame!»-
ron b u e n a dosis de i d e a s p e s i m i s t a s y desespe- te p o e t a s y d r a m a t u r g o s le enviaban al "infierno
r a d a s , b a s t a n t e p a r a hacerle a b o r r e c e r la vida. con toda tranquilidad, el p r o b l e m a de s u s a l a -
P o r último, las l u c u b r a c i o n e s filosóficas de nues- ción ha a t o r m e n t a d o la fantasía de los escritores
t r o s días le han q u i t a d o toda juventud, convír- m o d e r n o s . Ya el protagonista del d r a m a de Za
tiéndolo en u n sér meditativo, d o m i n a d o p o r el ZV\ ' I T Z C 7 , a d l v i n a
^ a c i a . a u n q u e sin obte-
concepto de la n a d a , d e s e n g a ñ a d o a n t e la vanidad aíl'orífíit 9 m a S f6llZ S e S a , v a r á
i ' ' gracias
de todo. Aquel h o m b r e d e i n s t i n t o y de acción, a sacrificio y a la intervención de Doña I n é s
aquel titán incansable, c u r i o s o de d e r r o c h a r s u andaluza, d a r á s u a l m a y s u
energía y de gozar á todo trance, q u e podía decir Don ina ^ T ' ' d e l f u e g 0 e t e r n o á s u a m a n t e el
con verdadera arrogancia: v P a b l o H P V J h é r o e s de L e n a u
3 1 ablo Heyse odian la vida q u e se h a n hecho
T e n g o brios imposible y se castigan por sí m i s m o s . El Don Ra-
y corazón en las carnes,
sueco Almgoist, e x t r a ñ a encarna-
ción escandinava del tipo inmortal, b u s c a r á la
ha e n f e r m a d o , p a d e c e n e u r a s t e n i a . S e n t i m e n t a l ,
expiación de s u s crímenes, h a c i é n d o s e odiar, ba o
escéptico y cínico, la vida le pesa, y el placer le re- n o m b r e s u p u e s t o , de la única p e r s o n a q u e le a m a

J
y el Don J u a n de Tolstoi, convertido por D o ñ a tificándolo algunos con el doctor F a u s t o de la
Ana, r e n u n c i a r á al m u n d o , y se retirará á u n leyenda, y pretendiendo otros q u e no era m á s q u e
claustro, d o n d e hallará la m u e r t e reconciliado y el médico de Francfort, J u a n Miguel F a u s t q u e
absuelto. De seguir p o r este camino, llegará el a ú n vivía en 1704.
día en q u e veamos al d e s a l m a d o Burlador colo- L o s f r a g m e n t o s musicales de tan raro poema,
cado en los altares y haciendo milagros. contenidos en la colección Teustche Avien de la
La verdad es, q u e tal evolución del c a r á c t e r Biblioteca vienésa, no nos s u m i n i s t r a n g r a n d e s
del héroe legendario, era muy favorable para la detalles respecto al desenvolvimiento de la acción,
música. El d r a m a lírico quiere, ante todo y s o b r e en la que, según parece, el destino debía ser el
todo, acción, por esto Don J u a n , figura eminente- principal protagonista. El a u t o r de Juan del Solé
m e n t e dramática, le convenía en m o d o superlati- floreció en la segunda mitad del siglo X V I I I , era
vo. Al pretender e m u l a r al doctor Fausto, inva- músico y poeta, y s a b e m o s q u e a d a p t ó á la esce-
diendo s u c a m p o de actividad ideal, ha perdido na a l e m a n a La serva padrona de Pergolese, esa
m u c h o de s u eficacia escénica, d a n d o en ser un joya del arte bufo italiano. No se puede precisar
p e r s o n a j e propio de novelas, cantos épicos y frag- la fecha de su d r a m a donjuanesco, en el que el
m e n t o s líricos, f o r m a s literarias muy poco adap- héroe, i m p u l s a d o por una fatalidad irresistible
tables á las exigencias de la música, arte impro- comete toda clase de locuras, horribles delitos y
pio para el análisis de carácter. larga serie de homicidios. A u n q u e por el tiempo
N o t o d a s las p r o d u c c i o n e s musicales, escritas en que se escribió, la obra de Kurtz-Bernardon
sobre Don J u a n en el siglo X I X , están i n s p i r a d a s pertenece á la décimaoctava centuria, por las
en concepciones c o n t e m p o r á n e a s . En el e s t u d i o ideas que la inspiran, y por haber intentado fu-
del desenvolvimiento de las ideas, un orden cro- s i o n a r el tipo de Don J u a n con el del doctor
nológico exacto es imposible, nunca faltan pre- r a u s t o , debe figurar en la serie de las concepcio-
c u r s o r e s q u e adivinen, ni conservadores q u e se nes i n s p i r a d a s por la leyenda del Burlador en el
atengan á lo tradicional, por lo que h a l l a r e m o s siglo X I X . El a m o r no es el principal móvil de la
o b r a s q u e parecen anticiparse á su tiempo, al acción, en la q u e intervienen V e n u s y Cupido, los
lado de o t r a s pertenecientes al período anterior. espíritus, y las fuerzas s o b r e n a t u r a l e s que hacen
La primera tentativa de fusión entre la leyen- abrirse las t u m b a s de las victimas de Don J u a n
da de F a u s t o y la de Don J u a n , es u n a e x t r a ñ a y Un ente infernal, especie de Mefistófeles, acom-
original c o m e d i a , puesta en m ú s i c a por J o s é p a ñ a al héroe y le sirve de guía v consejero en s u s
Kurtz-Bernardon, de la q u e se conservan m a n u s - e m p r e s a s , hasta q u e le a b a n d o n a , ofreciéndole
critas en la Biblioteca imperial de Viena, única- como único consuelo, un p u ñ a l para q u e se quite
m e n t e la p r i m e r a y la última escena. Titúlase la la vida. La ultima escena acaece en el cementerio
extravagante concepción: Der ruchlose Juan del d o n d e se hallan s e p u l t a d a s las víctimas de Don
Solé, y tiene p o r héroe u n a especie de mago, J u a n J u a n Ante los ojos del asesino, caen¿varios ravos
del Sol, sobre quien se ha discutido m u c h o , iden- que abren las t u m b a s , y sucesivamente aparecén
y hablan Don Diego, el conde de G o r m a s y Doña m o d o la leyenda de Don J u a n . Me refiero al poema
felviro. Se diría que e s t a m o s en presencia de los Der Fárberhof oder die Buchdruckerey in Mainz
f a n t a s m a s que intervienen en los Don J u a n e s de impreso en 1809, y otra de cierto Nicolás Vogt'
Alejandro D u m a s y de Zorrilla, que t a n t o s p u n t o s q u e tenía, á no dudar, m á s de loco q u e de poeta'
de semejanza tienen. El triste héroe averigua de En tal obra, mezcla singular de ópera v de d r a m a
este m o d o que en el conde de G o r m a s m a t ó á su se a m a l g a m a n las leyendas de F a u s t o y de Don
padre, y que en el hijo del conde m a t ó á su her- J u a n , con la historia del librero J u a n F u s t de
m a n o . La s o m b r a de la m a d r e de Doña Elvira, le Maguncia, y la invención de la imprenta V 0 °-t
confirma tan fatales sucesos, aconsejándole q u e d e s c o m p o n e el Fausto de Goethe y el Don Gio-
se arrepienta y cambie de vida; el miserable, des- vanni de Mozart, agrega episodios de su cosecha
esperado, trata de suicidarse con el puñal que le v salpica el conjunto con arios, coros, recitativos
ofreció s u diabólico a c o m p a ñ a n t e ; logrando sólo d ú o s fríos y cuartetos, t o m a d o s de todas p a r t e s v
herirse de modo ligero, pero al arrojar lejos de sí sin r e p a r a r en el origen. La escena pasa del cielo
al infierno, del infierno ó la tierra, de la tierra al
el a r m a homicida, hiere y mata á Doña X i m e n a , cielo, y asi sucesivamente, á gusto del escritor
su esposo, q u e se descubre ser su h e r m a n a . P o r f a u s t o v Don J u a n , f u s i o n a d o s en uno mismo
último, Don J u a n invoca á Doña Elvira, m u r i e n d o persona, hacen un solo loco verdadero. W o g n e r se
aplastado por la t u m b a de su víctima, q u e se des- convierte en Leporello, y la Elena de Goethe, que
ploma sobre su cabeza. aquí se llama Cristina, debe aparecerse á Don
Lo obro de Kurtz-Bernardon deja perplejo por J u a n rodeada de gloria y bajo el aspecto de una
su extravagancia. Difícilmente se p u e d e imaginar Virgen de Rafael ó del Guercino, tal es la volun-
algo m á s laberíntico y complicado. El episodio de tad del autor. P a r a que nada falte, la música que
la m u e r t e involuntaria de Doña Ximena, recuerda a c o m p a ñ a el d r a m a , arreglada p o r el propio Vogt
en cierto modo un incidente capital del Don Alva- procede del Asur; de Salieri, del Requiera y del'
ro del d u q u e de Rivas, y el conjunto de las esce- A apto en el Serrallo de Mozart, v de otras compo-
n a s que conocemos, de la d i s p a r a t a d a concepción, siciones hoy olvidadas. *
parece presagiar ciertos efectos y r e c u r s o s q u e
m á s adelante serán e m p l e a d o s en los Don J u a n e s Me parece q u e ^n el terreno de lo d i s p a r a t a d o
u l t r a r r o m á n t i c o s de D u m a s y Zorrilla. P o r los frag- no se puede pedir más. De seguir por tal comino,
m e n t o s existentes, es m u y difícil juzgar este dra- llegaríamos á contagiarnos de la locura que aque-
ma musical, que, sin d u d e alguna, debía ser pro- jaba á Kurtz-Bernardon y á Nicolás Vogt, por lo
ducto de una imaginación desquiciado y frenética. i u e conviene volver atrás, y en efecto, las dos
Pero no se crea q u e con Der ruchlose Juan del o b r a s que van á ocuparnos, lejos de ser progre-
Solé, queda agotado el tema de lo extravagante y sistas, debieron m á s bien, por lo poco q u e de ellas
sabemos, inspirarse en el criterio tradicional No
m o n s t r u o s o . Existe otra producción músico-poéti- creo ni a Carnicer ni á R a i m o n d i , espíritus atre-
ca, que no le cede en nada á la concepción de vidos y revolucionarios.
Kurtz-Bernardon, y q u e también trata en cierto
L a s dos o b r a s q u e h e m o s s e ñ a l a d o de p a s a d a el segundo, lo que nos permite s u p o n e r que el
ertenecen á un género incalificable, pero no de-
E ían dejar de figurar, a u n q u e no fuera m á s q u e ó
título de curiosidad, en el presente estudio, q u e
poema de su tercera ópera procedería de un m i s m o
origen. Confirma esta opinión el hecho de q u e
otras dos o b r a s de Carnicer e s t r e n a d a s en Madrid
d e s e a m o s hacer lo m á s completo q u e nos sea po- posteriormente, Elena 6 Malvina, en 1828 v Cris-
sible. L a s dos ó p e r a s de que vamos á tratar a h o r a toforo Colombo, en 1831, tenían también libretos
entran de lleno en n u e s t r o plan. De la primera italianos, y el de esta última era el m i s m o q u e
s a b e m o s m u y poco, y hasta se d u d ó de su exis- f e l i c e R o m a n i había escrito para el compositor
tencia, pero no falta quien pretenda q u e hacia 1818 Morlachi, y se había r e p r e s e n t a d o en Génova el
se r e p r e s e n t ó en R o m a u n a ópera d e n o m i n a d a II 30 de J u n i o de 1728, con ocasión de la a p e r t u r a
dissolutto punito, con música de R a i m o n d i . L a s del Teatro Cario Felice.
investigaciones p o r mí realizadas para c o m p r o b a r El Don Giovanni Tenorio de Carnicer no gustó
este aserto, h a n sido infructuosas, y nada m á s he Según u n a curiosa crítica de la ópera, publicada
podido averiguar. El m a e s t r o R a i m o n d i fué un en el periódico de Barcelona El Vapor, á raíz del
buen artista y un técnico excelente, que disfrutó estreno, el error principal del m a e s t r o «estaba en
de b a s t a n t e fama, y s u ópera sobre Don J u a n , hacer pruebas de las graves armonías de la escuela
caso q u e la escribiera, estaría seguramente, si se tudesca». El defecto, dado el gusto de la época era
tienen en cuenta las tendencias y el gusto de la m u y grave; pero es posible que el error de Carni-
época, inspirada en las tradiciones del teatro ita- cer fuera un acierto. Desde luego, el músico cata-
liano. lán era u n a verdadera personalidad artística v un
P r e s u m o lo m i s m o de la ópera Don Giovanni compositor de indiscutible valía. Ignoro si eñ s u
Tenorio, c o m p u e s t a por el ilustre m a e s t r o español obra se inspiraría del Don Giovanni de Mozart
R a m ó n Carnicer, que se estrenó en Barcelona el p u e s s u s biógrafos no dicen nada sobre este pun-
20 de J u n i o de 1822, c a n t á n d o s e en Madrid du- to; Jo que sostiene la f a m a es q u e trabajó m u c h o
r a n t e la t e m p o r a d a de 1826. Se trata de u n a ópera y bien, llegando á hacer concebir la esperanza de
semiseria, en dos actos, cuyo libreto no m e ha que quizás hubiera f u n d a d o u n a ópera puramente
sido posible ver, así como la música, q u e sospe- nacional así lo declara Ochoa en el periódico El
cho debe existir en partitura en la Biblioteca del Artista (1836). E n c u a n t o tenga ocasión para ello
Conservatorio de Madrid ó en poder de los des- me propongo e s t u d i a r con detención el Don Gio-
cendientes del a f a m a d o compositor, que fué maes- vanni Tenorio de Carnicer, y s u p o n g o que el estu-
tro del insigne Barbieri. Antes de escribir su Don dio vale la pena, a u n q u e sólo sea por tratarse de
Giovanni Tenorio, R a m ó n Carnicer había viajado a primera obra lírica, escrita sobre u n a levenda
p o r Italia y hecho r e p r e s e n t a r en Barcelona d o s tan nacional, por u n a p l u m a española,
óperas, Elena y Constantino y Adela di Lusignan, on , ^ r o s i g u i e n d o n u e s t r o estudio, y c i ñ é n d o n o s
' a m b a s sobre libretos italianos, ya puestos en mú- en Jo posible a orden cronológico, toca citar aho-
sica por Mayr y Coccia, el primero, y p o r Caraffa, ra una ópera bufa q u e tuvo ciertamente escasa
importancia y efímera existencia, y que con toda po del d r a m a lírico, conforme á los ideales de la
seguridad debe haberse perdido. En s u s Memorie m o d e r n a escuela musical rusa. La partitura del
artistiche, refiere el fecundo compositor Giovanni Kameny gosl, El convidado de piedra, 110 fué ter-
Pacini, que, d u r a n t e su juventud, c o m p u s o una m i n a d a por el gran maestro, jefe indiscutible del
ópera bufa en un acto, d e n o m i n a d a II convitato di f a m o s o g r u p o de los cinco, que tan g r a n papel
pietra, que se ejecutó en 1832 en Viareggio, en el debía representar en la evolución del arte mosco-
Teatro particular y privado de la familia Belluo- vita. La m u e r t e le s o r p r e n d i ó sin haber podido
mini. Esta obrita, escrita con toda probabilidad llevar á cabo la empresa, y dos de s u s amigos, ar-
para celebrar una fiesta íntima y que j a m á s fué tistas eminentes, se encargaron de poner la obra
representada en público, tuvo por intérpretes al en condiciones de ser representada. César Cui
propio p a d r e del compositor, cantante bufo muy c o m p u s o el preludio y Rimsky-Horsakoff instru-
célebre en Italia, á s u s h e r m a n o s Claudia y Fran- mentó la partitura, ateniéndose a m b o s con toda
cesco, á la esposa de este último y á un aficionado escrupulosidad á las indicaciones y notas del
llamado Bilet. No creo arriesgarme m u c h o al ase- maestro. Ya terminada, la interesante obra se es-
g u r a r q u e la partitura de Giovanni Pacini, debía trenó en el Teatro María de San Petersburgo el
valer muy poco, ya q u e de las ciento y pico ópe- 28 de Febrero de 1872, c a u s a n d o extraordinaria
ras, escritas por este compositor de la escuela sorpresa, tanto por lo atrevido de la concepción
rosiniana, ni aun siquiera SafJ'o, que fué conside como por su e x t r a ñ a originalidad.
rada como s u o b r a maestra, ha logrado salvarse Darjomirsky ha puesto en música el texto de
del olvido. Puschkine, tal y como fué escrito, sin hacerle la
m e n o r modificación para arreglarlo al molde con-
Sólo conozco de n o m b r e la ópera cómica en
vencional de la ópera. El poeta q u e en m á s de
un acto Le don Juan de village, letra de Chazot,
una ocasión, especialmente en s u Eugenio One-
música de Bvron d' Orgeval, q u e se cantó en el
guin, se m u e s t r a h e r m a n o de Lord Byron, en este
T e a t r o de la Monnie, de Bruselas, el 6 de Mayo
d r a m a se aparta de su modelo original, para se-
de 1863. F.1 libro debía ser una adaptación á la
guir las huellas de S h a k e s p e a r e y de Goethe. La
escena lírica del vaudeville del m i s m o n o m b r e ,
obra e n c a m i n a d a á c a n t a r la eterna vanidad de lo
escrito en colaboración p o r Jorge S a n d y s u hijo
existente, consta de un solo acto, dividido en cua-
Mauricio.
tro cuadros. Don J u a n se disfraza de fraile para
H e m o s llegado á la concepción musical m á s
confesar y seducir á la bella Doña Ana, viuda del
i m p o r t a n t e que el glorioso Don Juan ha inspirad»
Comendador, á quien el galán ha matado. Doña
d u r a n t e el siglo X I X . Esta obra de primer o r d e n ,
Ana no puede resistirse á los ruegos del seductor,
grandiosa y admirable, vió la luz en lejanas tie-
reconoce y perdona al a s e s i n o de su esposo, lo
rras, y es debida á la colaboración de dos g r a n d e s
abraza y lo besa, pero c u a n d o va á entregarse
artistas, el insigne poeta Puschkine, y el ilustre
aparece Ja estatua del Comendador, esposo doble-
compositor Darjomirsky. Se considera general-
m e n t e ultrajado, que castiga al culpable conforme
mente, como la obra capital, el verdadero arqueti-
ix lo dicho en la leyenda. Sería muy largo hacer c o m p u e s t a p o r el m a e s t r o Nicolás Manent me-
un análisis de las i n n u m e r a b l e s bellezas conteni- diocre a u t o r de una ópera, Gualterio di Montsenis,
d a s en la partitura de Darjomirsky; b á s t e m e se- cantada con mediano éxito en el teatro del Liceo
ñalar la admirable escena final, con s u caracte- de la ciudad conda en 1857. La nueva zarzuela
rística progresión por tonos enteros, q u e acompa- sufrió u n fracaso lamentable, y de ella no se ha
ñ a la aparición del tétrico convidado. La obra en conservado el m e n o r recuerdo. Pocos a ñ o s des-
n a d a recuerda el d r a m a maravilloso de Mozart, pués, la compañía de bufos que dirigía A r d e r i u s
está informada en muy distintos ideales, sigue representaba por todos los teatros de E s p a ñ a (en
paso á paso, con exquisita escrupulosidad el texto Malaga lo hizo el 27 de Marzo de 1879 para bene-
del poeta, y lo comenta con gran eficacia d r a m á - ficio del director), un bailable bufo titulado: Don
Juan Tenorio que sería, con toda seguridad, u n a
tica. El Kameny gost es u n a partitura de gran va- patochada indecente é indecorosa, sin pies ni ca-
lor, q u e p u e d e s e ñ a l a r s e como tipo y modelo de beza, como la m a y o r parte de las obras que for-
la escuela tan original q u e ha producido artistas m a r o n el repertorio de aquella compañía Se ig-
de la talla de Cui, Barodine, Rimsky-Horsakoff y
Mousgorky. t T p n í n r b r e d e i c o m P ° s i t o r de la música de
De Rusia á E s p a ñ a , el salto es grande, pero
a ú n es m a y o r si c o n s i d e r a m o s q u e de las a l t u r a s np ai rnn no sf g r a n0 ' cosa.
y á deCir V0rdad
' n o debe preocu-
1

del d r a m a lírico, v a m o s á caer en las mediocrida- El 19 de Septiembre de 1818, Lord Bvron es-
d e s de la zarzuela. De todos los Don Juanes mo- cribía á T o m á s Moore, su amigo,' que había d a d o
d e r n o s , quizás, y sin quizás, el de Zorrilla sea el fin al primer canto de s u poema Don Juan. Era
q u e m e j o r se preste á las exigencias del d r a m a el p r i m e r anillo de una cadena que la muerte del
musical, pero para llevar á cabo la obra con pro- g r a n poeta debía dejar sin conclusión A u n q u e
babilidades de éxito, hace falta un artista dotado V e
de exquisito gusto, q u e d e s m o c h e con m a n o hábil RaZd nnran°' ?S 1Ou°Íert0 el autor
Childe
naroíd, no era h o m b r e para respetar al héroe
el exceso de florecimiento lírico con que el poeta tradicional; en s u s o b r a s no podía haber m á s q u e
ha llenado su obra, y la reduzca á proporciones dnX Je d miI ant
? ? ? > él mismo, que se repro-
musicales. El m i s m o Zorrilla acometió la empre- e
S n t ' \ ;uantas
inspiraciones brotaban d¿ su
sa. Sin d u d a alguna, con intención de desviar al ardiente fantasía. En el poema de Bvron Don
público de s u f a m o s o d r a m a , q u e n i n g u n a s ven- J u a n no es m á s que un nombre, la Jevenda 'no en-
tajas materiales le producía, en tanto enriquecía ra para nada en la composición, y, sin embargo
al editor q u e lo había" c o m p r a d o p o r un p u ñ a d o la exuberancia de vida, el loco correr d e ^ v e n t u -
de cuartos; el poeta t r a n s f o r m ó su obra en zar- a en aventura, aS pasiones vehementes y exal-
zuela en cuatro actos, y en esta nueva forma, bajo teda*, el s e n s u a l i s m o extraordinario, el s o b e r a n o
el título de El convidado de piedra, la hizo repre- f C 0 í ^ / ^ r - ó d
™ a ' hacenque
s e n t a r en el teatro del Circo de Barcelona, en el
m e s de Agosto de 1875. La música había sido legítimo rfpl r f j m g , é . s s e a u n descendiente
legitimo del Burlador primitivo, y desde luego el
q u e m á s se asemeja en el carácter, entre t o d o s Don Juan et Haydée, texto de E d m u n d o Deliére
los Don Juanes m o d e r n o s . P a r a Byron-Don J u a n , Esta obra, que por su forma se acerca m á s á la
el m u n d o no representa nada, el a m o r es una qui- cantata d r a m á t i c a q u e á la ópera, no deja de tener
m e r a , y la vida un sacrificio, un c ú m u l o de m a l e s interés. L a s r o m a n z a s q u e sucesivamente cantan
y de e x t r á ñ e l a s , u n a mala comedia que no vale ios dos protagonistas, son f r a g m e n t o s inspirados
ía pena de ser representada. La figura resulta y sentidos y los coros están perfectamente trata-
grandiosa, v reúne, al espíritu mordaz y batalla- d o s . Sobre el mismo poético episodio, un compo-
d o r de Voltaire, la fina ironía del canónigo Swift; sitor bohemio, Zdenko Fiebich, hizo r e p r e s e n t a r
á la sensibilidad enfermiza de R o u s s e a u , el des-
n a c i o n a l d e Pr
m e s u r a d o orgullo del aristocrático dandy inglés. ?SOA « g a . en Febrero de
Byron-Don J u a n , sér incomprendido, solo en el 1896 u n a ópera en cuatro actos, libro de m a d a m e
m u n d o , escupe p o r todos s u s p o r o s el tedio in- Agnes Schulz, titulada Haydée, que obtuvo m u y
m e n s o q u e le causa la vida, y el poema resulta, en buen éxito. La ópera cómica de S c r i b e y A u b e r
verdad, la sátira m á s acerba y procaz que el poeta que lleva este m i s m o nombre, trata un argumen-
ha lanzado á la sociedad de su tiempo. J a m á s se paranada. 6 Y D n JU8n n
' ° ° fiSura e n ella
preocupó en serio de cómo acabaría el héroe de
su obra. Un m o m e n t o pensó en hacerlo guilloti- E s t u d i a n d o los Don Juan musicales del si-
n a r por la revolución francesa; cambió de idea, lo glo X I X , v a m o s p a s a n d o revista á las m á s im-
haría víctima de un m a t r i m o n i o desgraciado; portantes creaciones literarias q u e la leyenda del
pasa tiempo, y otra solución se presenta á s u es- Convidado de piedra ha e m p l e a d o en dicha centu-
píritu inquieto, para colmo de ironía, Don J u a n ria. H e m o s tropezado con el d r a m a de Puchkine
viejo; morirá de presidente a e una sociedad bené- y con e poema de Byron; otro compositor r u s o
fica «The Society for the suppression of Vice>\ pero, nos va a d a r á conocer el Don Juan de Tolsto.
en realidad, vivirá c u a n t o él m i s m o viva, tiene Alejandro Konstantinowic, no el glorioso a u t o r de
q u e s e r su inseparable c o m p a ñ e r o de tedio y de d e l S ' Z í I a r \ „ E n e í e c t o e n Noviembre
aburrimiento. i i S ? ' K T e a t r o M a r í a d e S a n Petersburgo
I n t e n t a r hacer u n a obra musical con el Don se es renaba una ópera, Juan de Tenorio, con m ú
Juan de Bvron, sería temerario, por no decir im- sica del m a e s t r o Alejandro Boris ScheeI inspTra-
S d l d í p e s a n t e poema d r a m á t i c a P
posible. El grandioso poema no cabe en el marco
del d r a m a lírico. No obstante, algunos composito- t ¿ r n r i . ? ¡ ¡
. ^ f 0
P 1 a r e c e
r s e hecho el in-
h a b e

res se h a n i n s p i r a d o en a l g u n o s de s u s episodios térprete de las ideas e x p u e s t a s por H o f f m a n n en


v cantos, especialmente en las aventuras del hé- su famosa cuento Don Juan, admirable comenta-
roe con la gentil griega Haydée, para escribir n o , a u n q u e un tanto exagerado y fantástico á h
s e n d a s producciones. En 1877, el Príncipe d e Po- obra portentosa de Mozart. E s sabido que e n f u s
lignac, aficionado q u e era ún verdadero maestro, n S ° A d e ° S C U e n t O S fantásticos nos presenta
hizo ejecutor en Saint-Quentín, u n a escena lírica: f n ? v . AKna i e n a m o r a d a de s i s e d u c
0 c a m e n t e

tor, y l u c h a n d o entre s u a m o r d e s e s p e r a d o y s u
deber do bija. Cumplirá este último, pero no po-
drá sobrevivir á su venganza, la muerte de Don Antes de t e r m i n a r l a lista, que por las trazas
e s digna companera del catálogo de LeporeHo
Juan, será su propia muerte. Hecha esta acjara- debo citar una serie de obras m á s ó menSs re a-
ción, conviene hacer notar, además, que el héroe cionadas con el asunto de que tratamos, y de las
de Tolstoi es m á s bien pariente cercano de Faus- que tengo muy escasas noticias. Nada sé de una
to que del Burlador tradicional. Este Don J u a n , opera bufa denominada II nuovo Don Giovanri
perdida su ilusión en el ideal, llama en su auxilio puesta en música por un tal maestro PalmTeri'
las fuerzas ocultas, hace pacto con Satanás, y se q u e se representó en Italia hacia 1887 Otro i ta
entrega al goce frenético de la vida. En el desarro- hano, e maestro Ruta, escribió unos intermedios
llo de la acción pudiera asegurarse que el escri- musicales para el drama de A l e j a n d r o t u r n a s
tor ruso ha seguido paso á paso el primer Fausto Don Juan de Maraña, y los fragmentos de esta
de Goethe. Véase si la observación es justa; pri- partitura publicados por la casa Ricordi, como
mero, el prólogo en el cielo; después, la seducción
de Doña Ana, que se entrega en brazos de su r l n t T Í f p e r t e , n e c i e n t e a l Primer acto, una Se
nuevo amante, a b a n d o n a n d o á su esposo Don renata, del segundo, una Cantone del Monaco del
Octavio; m á s adelante, Don Juan, que traiciona á \ZZ° Prehgiera, del cuarto, carecen d i
la seducida y que mata en desafio al Comenda- interés. El d r a m a del insigne novelista francés es
dor su padre, v al propio Don Octavio, por último, una concepción extravagante, especie de mosaico
Doña Ana, qué a m a siempre al traidor y que des- compuesto con episodios del Fausto d e G o e t h e
esperada se suicida. La aparición de la estatua de la linda novela de Merimée Les ames du I r
en el banquete no está justificada, y naturalmen- ga otre, de los Don Juanes e s p a ñ o l e é de otras
te no produce ningún efecto. En cambio, la muer- Z Í P / ° C A d e r ? a S - S e p r e s e n t ó en París en el
te de Doña Ana transforma el alma de Don J u a n , mes de Abril de 1836, y fué traducido al castellano
q u e de la culpa pasa al arrepentimiento. Tan sólo por García Gutiérrez. Zorrilla lo conoció sin duda
en Dios puede hallarse la calma; el amor huma- e s S ' d l r r a c o m P r ° b a r l o basta comparar l a
no es un vano ensueño; todo placer se trueca en escena de la apuesta entre Don Juan Tenor o v
amargura, por eso el antiguo Burlador se recluye Don h Z COn
°tra escena en?£
en una celda, v, á fuerza de oraciones y de peni- Y n José
tencias, alcanza la eterna salvación. El a r g u m e n t o sombra
somera de este Sandoval es qu en se enoam«í La
d ! X l ' T P ° S a n d o v a
es bien poco donjuanesco; en cuanto á la parti- dar muerte al héroe de Dumas. Esta obra f f n t á s
tura del maestro Boris Scheel, mis noticias son, tica y ultrarromántica, en la que aparecen a vlr"
que no obtuvo gran éxito y que en realidad no gen y las cohortes c e l e s t i a l e s ? d e b ? ó P s e í a c o r n é
pasa de ser mediana. El compositor pertenece al
m i s m o grupo que Rubinstein y Tschaikorosky, X o r Z t e U Í u ^ ' P °q uV e sUe nr aí a P a r t i t u r a bastante
m a e s t r o ^ pflnt¡ , compuesta por el
es decir, no es francamente eslavo, y se deja in- v ™ lJat1
' especialista en escribir trémolo*
fluir por el elemento alemán. ] ^ d r a m a s , para las escenas m á s patéticas d e
los dramones, m á s ó menos terroríficos que por
•modo concreto y definido. Su esfera de acción es
s i e m p r e vaga é indeterminada, y en esto estriba
entonces se e s t r e n a b a n en los teatros del Bule- precisamente su grandioso y mágico poder. Acom-
var; a u n q u e no tengo d a t o s positivos que afiancen p a ñ a n d o á la poesía, en íntima unión con la pa-
labra, puede producir efectos maravillosos, los
mÍ verdaderos d r a m a s líricos; d e s d e Monteverde á
C o s i la zarzuela del m a e s t r o Rafael Her-
nando, Cosas de Don Juan, e s t r e n a d a en Madrid W a g n e r , nos lo prueban; en sí sola, su fuerza es
en 1854, tiene q u e ver algo con el a s u n t o q u e nos t a n t o m á s intensa, c u a n t o es m á s indefinido v
ocupa Lo m i s m o m e ocurre con otra zarzuela de misterioso su lenguaje; por eso m e parece r e b a j a r
M a ñ a n o Vázquez, q u e he visto citada por a l g u n o s la alta dignidad de la música, obligarla á descri-
biógrafos del compositor g r a n a d i n o , a u n q u e sin bir y á singularizarse. S i e m p r e m e ha parecido
m e n c i o n a r la fecha del estreno, d e n o m i n a d a El q u e la música llamada descriptiva, la música de
programa, era un arte inferior, algo así como la
k
" ° E ¿ m t d f d l k 7 de Marzo, en el Teatro d » escultura chripselefantina, ó las tallas pintadas,
Nouveautés de París, se r e p r e s e n t ó una pantomi- <[ue si no pueden juzgarse con indiferencia—Fi-
ma con música del m a e s t r o E. David, que llevaba dias hizo s u s m á s célebres creaciones, la Minerva
d título La statue du eommandeur. Se trata de u n a Athenea y el J ú p i t e r Olímpico, en la p r i m e r a de
obrita de escaso valor, con a s u n t o picaresco y un d i c h a s dos f o r m a s escultóricas — n o responden
tan o procaz, p u e s la vengadora estatua, lejos de ciertamente á la m á s pura belleza ideal. Lord Ba-
cumpHr su misión, se deja c o n q u i s t a r por u n a de con decía: <Fs preciso no poner alas de plomo á la
fas galantes damiselas que asisten a banquete de fantasía», y á mi modo de ver, el p r o g r a m a es un
Don J u a n , v. olvidando s u s agravios, toma p a r t e - rudo peso que impide volar libremente al hermo-
y n o p e q u e ñ a — e n la cancanesca orgia. L a . p a n t o - so pájaro azul de la sinfonía. La Sinfonía Pasto-
L i m a en cuestión d u r ó poco en los carteles y ral de Beethoven no describe un paisaje, expresa
las i m p r e s i o n e s q u e la naturaleza produce en un
^ T v e r í a 0 " ^ completo, si dejara de ha- alma capaz de comprenderla, de aquí s u i n m e n s o
cer mención de u n a concepción singular, i n s p n a - poder sugestivo; el sordo sublime sabía muy bien
da en el Don Juan del f a m o s o poeta Lenan, a u t o r hasta d ó n d e podía llegar, y j a m á s intentó u n a
He u n F a u s t o muv interesante, y escrito p o r u n descripción objetiva. Necesaria era la presente
artista de p r i m e r " o r d e n , cuyos ideales estéticos digresión, para hacer c o m p r e n d e r las reservas
no podrán convencer, pero ante quien hay que q u e opongo al arte de R i c a r d o S t r a u s s , composi-
descubrirse como ante una de las principales per- tor q u e a d m i r o sin restricciones en Muerte y
e n n i d a d e s del arte contemporáneo. Fácil es adi- Transfiguración, pero q u e no acaba de satisfacer-
v i n a r q u e m e refiero al poema sinfónico Don m e en Don Quijote y en Don Juan.
Juan, del insigne Ricardo Strauss, compositor in- Conviene advertir que la creación de Lenan
n o es adaptable á la música. No se trata de u n
dÍS
r b s L V d e 1 o t q ^ c r e e n que el arte de los so-
nidos p u e d a describirlo y e x p r e s a r l o todo de un
poema, ni de una tragedia, sino de u n a serie d e María, Clara, Isabel, Blanca, Costanza, Inés,
e s c e n a s q u e no tienen m á s p u n t o de unión q u e el todas son víctimas suyas; u n a s le odian y le mal-
intervenir en' ellas el m i s m o protagonista» Don dicen, otras le p e r d o n a n y le siguen fieles; de nin-
J u a n . Cada c u a d r o n o s descubre un aspecto del guna g u a r d a m á s q u e un triste recuerdo, su mis-
alma del personaje, altamente hermoso, c r e a d o m o espíritu se encarga de amargarle todo placer
por el poeta austríaco, y para ello no quiero ha- No necesita la intervención divina para ser casti-
blar m á s q u e de la a d m i r a b l e escena del bosque. gado. Espera la m u e r t e con tranquilidad s u m a y
Don J u a n a m a el amor, por eso persigue á t o d a s por u n a idea genial del poeta, c u a n d o - l l e g a ' l a
las m u j e r e s con el afán de encontrar en alguna la hora s u p r e m a , t o d a s las m u j e r e s que ha seducido
plenitud absoluta del bien á que s u alma aspira. todos los hijos de quienes es padre, se le presen-
C u a n d o habla del amor, lo hace en filósofo y en tan, conducidos p o r Don Pedro, el hijo del Co-
poeta. V i a j a n d o cierto día con s u amigo Gracioso, mendador, que le reprocha su pasado. La escena
atraviesa un b o s q u e y se detiene á a d m i r a r la es s i n g u l a r m e n t e bella, ante la acusación, todas
grandeza del paisaje. Es la primavera, y la natu- las m u j e r e s defienden á Don J u a n , es más, lo ad-
raleza entera trabaja en su misteriosa obra de ge- miran, proclaman que él fué la única dicha de s u s
neración; de s u s labios brota entonces un himno- vidas, y confiesan q u e a u n q u e le odien, no pue-
de e n t u s i a s m o , digno del divino Lucrecio, en q u e den dejar de a m a r l e en el fondo de s u s almas.
canta al Dios q u e crea y procrea. P a r a él esta Don J u a n contempla con indecible a m o r á todos
fuerza a m o r o s a del universo, es sagrada, y p o r s u s hijos, y les hace u n a recomendación s u p r e m a :
eso su alma se excita de júbilo al oír-un gallo sil- bed alegres,porque la alegría es la felicidad. Con-
vestre encelado lanzar al aire su grito de deseo. fesemos que es una hermosa despedida de la vida
Al m i s m o tiempo, nota q u e un cazador q u i e r e y que d e s p u é s de ella, el héroe puede dejarse ma-
tar por Don Pedro; está decidido á desaparecer,
m a t a r al animal a m a n t e , y sólo le preocupa la pero quiere que la m u e r t e no le venga por su pro-
suerte del cantor, sin p e n s a r ni un m o m e n t o q u e pia m a n o . 1
Antonio, el cazador, es su m á s encarnizado ene-
migo y q u e le a n d a buscando p a r a darle m u e r t e . A ser lógicos precisa reconocer que tales suti-
Su seguridad le i m p o r t a poco, no se debe c a z a r lezas psicológicas e s c a p a n al c a m p o de la música,
en aquel b o s q u e q u e llenan la primavera y el y que al pretender tratar en forma sinfónica el
amor, y aquel a n i m a l no debe morir, no debe mo poema de Lenan, Ricardo S t r a u s s había e m p r e n -
rir porque ama. En este concepto está toda la filo- dido un camino difícil, p o r no decir imposible, del
sofía del héroe de Lenan, para quien la.mucrtees- que ha salido bien, gracias á su prestigioso talen-
el castigo s u p r e m o ; al morir, t o d a s las d e u d a s s e to. Sin que las ideas principales del poema sinfó-
agan, y como sabe q u e tal h a de s e r su fin, siern- nico Don Juan, brillen por s u originalidad—una
E ra en torno suyo el dolor sin el m e n o r e s c r ú p u l o
ni el m e n o r remordimiento, en su afán incesante-
de ellas reproduce casi nota por nota un motivo
m u y popular de La Favorita—el conjunto sor-
d e alcanzar un bien q u e s i e m p r e se le escapa. prende, tanto p o r la complicada labor c o n t r a p u n -
''¿i; ... m

V X
tistica, como por la e x t r a o r d i n a r i a m e n t e rica pale- pero ante su vista, cualquiera retrocedía con es-
ta orquestral. S t r a u s s es un colorista maravilloso, panto, aquello parecía la obra de un loco. Afortu-
y en el dominio del complicado m e c a n i s m o de la n a d a m e n t e , el m a e s t r o solía a c o m o d a r á proposi-
orquesta, ha llegado á una altura vertiginosa. Su ciones accesibles s u desaforada concepción y en
partitura tiene m u c h o que estudiar, pero de ha- esta forma he oído ejecutar en Málaga, en los con-
blar con toda sinceridad, nunca m e he acabado ciertos dados bajo la dirección del autor, la Ober-
de convencer de que aquelllo fuera una interpre- tura, y un Preludio sinfónico descriptivo de los fu-
tación siquiera remota del poema de Lenan. nerales del Comendador, trozos importantes, que
Creo h a b e r p a s a d o revista á t o d a s las obras no carecían de grandeza y de h e r m o s u r a . Allí se
musicales q u e ha inspirado la hermosa leyenda m o s t r a b a un t e m p e r a m e n t o vigoroso, capaz de
del Convidado de piedra. Quizás alguna haya es- realizar obras meritorias, c u a n d o entrara en caja,
c a p a d o á mis investigaciones, accidente frecuente y se dejara de locas fantasías. Algunos a ñ o s des-
en esta especie de trabajos, pero, sin embargo, he pués—casi veinte—de aquellas audiciones han
tratado de s e r l o m á s exacto y completo posible. caído en mis m a n o s varios f r a g m e n t o s i m p r e s o s
Con ser las producciones r e s e ñ a d a s numerosísi- en París del Don Juan et la Statue du Comman-
deur, de Luis Alonso. Son los siguientes: Ave Ma-
mas, no veo agotado el tema, y bien m e lo prueba ría, para piano y canto; y Vals fúnebre, Almas en
la existencia de dos p a r t i t u r a s de Don Juan, u n a pena y fuegos fatuos, Canción Andaluza y Ronda
medio inédita, y la otra aún no terminada por de Beatas y Monjas caminando al oficio de las Al-
completo, debidas á dos compositores españoles. mas del Purgatorio, en reducción para piano solo.
Un malagueño, el notable violinista Luis Alon- Con estos trozos, es casi imposible d a r s e cuenta
so, que realizó s u s e s t u d i o s musicales en el Con- de lo que podrá ser la obra en cuestión, que su-
servatorio de Bruselas, compuso, al poco de ter- pongo muy cambiada del primitivo original, pues
m i n a r su enseñanza, una ópera sorprendente, con no en balde pasan t a n t o s años, y con la edad y la
libreto sacado del Don Juan Tenorio de Zorrilla, experiencia m a d u r a n los irgen'ios. Desde luego,
por un pariente del f a m o s o compositor Berlioz. tengo la seguridad de q u e n o puede tratarse de
He dicho q u e la partitura de Luis Alonso era sor- una obra indiferente, á m u y poco que los o p i m o s
prendente, y no retiro la calificación. Nadie puede f r u t o s que prometía el ingenio natural de Luis
imaginar, en efecto, la formidable orquesta, q u e Alonso y s u s excelentes facultades, hayan llegado
la fantasía meridional del músico andaluz había á conveniente sazón.
imaginado. La o r q u e s t a de la tetralogía wagneria-
na era un juego de niños, al lado de la exigida La otra partitura á que he aludido, es el Don
por aquel Don Juan y la estatua del comendador, -Juan q u e tiene en el telar el compositor Amadeo
cuya ejecución necesitaba nada m e n o s que treinta Vives, un artista que puede hacer muy buena mú-
y dos i n s t r u m e n t o s de metal. ¿Exersez du peuf sica c u a n d o quiere, lo que no ocurre todos los
como decía Rossini. En aquella concepción caóti- días. P o r mis noticias se trata de una obra seria,
c a , no faltaba ni genio, ni imaginación, ni arte; m a d u r a d a y reflexiva, en la q u e el artista ha pues-
to la m a y o r parte de s u espíritu. El libreto, f u s i ó n p r o n u n c i a n , aún en el p o s t r e r m o m e n t o , u n últi-
del Burlador con el Don Juan de Zorrilla, es de m o reto.
p o r sí u n a obra literaria y artística, debida á la P a s a n los tiempos, cambian los ideales, s e
p l u m a del excelente poeta M a r q u i n a , a ú n n a modifica el gusto; pero la verdad p e r m a n e c e inal-
apreciado en todo lo q u e se merece. Esto sólo, terable, y p o r esto la creación de Mozart continúa
hace a u g u r a r bien para el porvenir del d r a m a tan fresca y lozana como en s u p r i m e r aparición.
lírico nonnato, q u e deseo todo lo brillante y favo- ¡Qué i m p o r t a lo que venga después! N a d a logrará
rable posible. a p a g a r la hoguera encendida, y aquel s u b l i m e re-
Aquí debe t e r m i n a r n u e s t r o trabajo, ya q u e tra& belde, en q u e el genio musical h a t r a n s f o r m a d o
estudiar el p a s a d o , h e m o s tenido la audacia d e el giovanne cavaliere estremamente licencioso, de
lanzar u n a m i r a d a hacia el porvenir. No obstante, Da Ponte, seguirá desafiando, en s u gallarda alti-
volvamos p o r un i n s t a n t e la cara hacia atrás,, vez de h o m b r e libre, todo lo h u m a n o y todo lo
para s a l u d a r p o r última vez al a d m i r a b l e Don divino.
Giovanni del divino Mozart, la m á s fiel interpreta- U n escritor d i n a m a r q u é s , que era u n g r a n
ción musical del carácter del Burlador, porque, á poeta, y que también escribió s u Don Juan—una
decir verdad, no p u e d e i m a g i n a r s e c u a d r o psico- novela q u e presenta al Burlador bajo u n p u n t o
lógico m á s verdadero y grandioso, ni síntesis más- de vista m u y original—dedicó un a d m i r a b l e estu-
armónica de los e l e m e n t o s c o n t r a t a n t e s q u e c o n s - dio á la obra m a e s t r a de Mozart, y con a l g u n a s
tituyen la figura del héroe inmortal. Recordad de s u s p a l a b r a s quiero p o n e r fin á este largo y
cómo Mozart ha e x p r e s a d o aquella i n d o m a b l e mal pergeñado escrito. Iíierkegaard, q u e tal era
energía y aquella exuberancia de vida: recordad el n o m b r e del aludido poeta del Norte, a p o y a n d o
cómo ha sabido pintar el juego de s u s pasiones, lo e x p r e s a d o p o r H o f f m a n n y Musset, decía':
d á n d o l e s i e m p r e cierto aire caballeresco y gran- «¡Escuchad el Don Juan de Mozart! ¡Escuchad-
dioso, q u e lo colocan p o r encima de t o d a s la& lo desde aquel comienzo, en el q u e como el rayo
c r i a t u r a s q u e lo rodean. N o hay fuerza h u m a n a s u r g e de las p r o f u n d i d a d e s de la tempestad y del
capaz de vencer á s e m e j a n t e rebelde, y aquel afán s e n o de las tinieblas, surge n u e s t r o héroe, rápido,
de gozar insaciable, descrito en el aria portentosa fatal, irresistible. Vedle s u m e r g i r s e , sin j a m á s
Fin ch' an dal ciño, es "bastante para justificar perderse, en el t u m u l t o de la vida; escuchad aque-
la intervención de lo sobrenatural. Y Don J u a n lla o r q u e s t a q u e describe s u s delirios, s u s convul-
m u e r e como ha vivido—la última escena del siones de alegría, s u s éxtasis a m o r o s o s : escuchad
d r a m a lírico s o b r e p u j a á todo c u a n t o puede ima- aquella orgía sin freno á la q u e sigue u n a huida
ginarse, r e s p o n d i e n d o en f o r m a temeraria á las- loca y desesperada. Huye c o m o si quisiera esca-
exhortaciones del C o m e n d a d o r . A p e n a s si siente p a r s e á sí m i s m o , en u n a carrera rápida, temera-
un ligero pánico ante la presencia de s u juez,, ria, insensata. ¡Escuchad s u s aspiraciones n u n c a
pero d e s p u é s se rehace p r o n t o y c o m b a t e fiero satisfechas, s u s tentaciones inexorables! ¡Escu-
y obstinado hasta s u c u m b i r , m i e n t r a s s u s l a b i o s c h a d aquel silencio fugitivo de u n instante q u e
n u n c a reposa! ¡¡Escuchad, escuchad, escuchad el
Don Juan de MozartI!»
Y yo termino d á n d o o s el m i s m o consejo q u e
el poeta. A Luis Carmena y Millán
(In Memoriam)

VINCENZO BELLINI*
i
VINCENZO BELLINI

L a s principales ciudades de Italia y m á s espe-


cialmente las de Sicilia, han celebrado á fin del
ano 1901 y comienzos del siguiente, el p r i m e r
aniversario centenal del nacimiento de uno de los
m á s g r a n d e s músicos q u e ha producido el a r t e
italiano en el siglo decimonono. Compositor ins-
pirado cual ninguno y dotado de tan fina y exqui-
sita sensibilidad, que s u breve paso por el c a m p o
del arte ha dejado huella imperecedera en la his-
toria del d r a m a lírico contemporáneo. P o r q u e es
innegable q u e el a u t o r de La Sonámbula, Los Pu-
ritanos y sobre todo de esa Norma, q u e señala
u n a fecha gloriosa dentro del arte de la declama-
ción lírica, fué, no sólo u n o de los t e m p e r a m e n t o s
musicales m á s completos q u e j a m á s han existi-
do, sino que en la concepción de la melodía no
ha tenido quien le iguale. Además, su fino instin-
to estético le llevaba á adivinar la necesaria evo-
lución del d r a m a musical, siendo el primero que
á pesar del e n t u s i a s m o q u e por entonces desper-
taba el arte de Rossini, se a p a r t ó de tal modelo,
ñ u s c a n d o la verdadera declamación lírica, y fiján-
dose antes q u e nadie, en la necesidad absoluta
de que el libro inspirador de la música, fuera una melodía, fué casi s i e m p r e inmeiorahl* P-V •
g
obra de arte racional, y no un tejido de a b s u r d o s , existen de Rossini, Donize ti v S ? H n í '"as
como era c o s t u m b r e inveterada y tradicional, á citar m á s que á estos t r e s m a e s t r o s a u e f n T
fin de que los s o n i d o s y la poesía pudieran u n i r s e presión del sentimiento, fin s u p r e m o d e l a S ¿ J ? "
eñ estrecho lazo y e x p r e s a r reunidos, con s u do- insuperables. El m i s m o W a g n e r T a n d u r o v ' J L "
ble fuerza expresiva, la explosión de las pasiones. piadado en s u s críticas exnrevV Z 5 •y des"
Dattemi buoni cersi ed ¿o faio buona música, decía p o r la invención melódica T e Be Jin S "
con frecuencia, y es esta u n a declaración q u e en- y analiza con cariñoso cuidado E m a n i ^ . i
cierra, no sólo un verdadero manifiesto estético, escribió, justificando la e l e c c i ó n t T Z t
sino una censura de aquel arte italiano ligero y fri- la representación de su beneficio, en el teatro d^
de
volo, en que él m i s m o se había educado, y en el Riga, es p r u e b a m á s que suficiente
q u e el poema, si tal n o m b r e puede d a r s e á la ma-
yor parte de los libretos de ópera, no era m á s q u e
un pretexto m á s ó m e n o s f u n d a m e n t a d o para que tísico en P u . e a u x , pueblecito cercano'á' k T / ' e l
el músico escribiese una serie mejor ó peor de 23 de Septiembre de 1835. A p e n a s si sn ¡ n o S •
n ú m e r o s de concierto, sin p r e o c u p a r s e para nada tuvo tiempo para florecer v da, frutó v i S ? 1 °
de la acción dramática. bargo s u p o hacerse un om l L l
P o r tales razones, paréceme o p o r t u n o recor- dejando o b r a s que siempre s e r á n a n a S a s c o ° n
dar, con motivo del centenario de s u natalicio, la provecho y escuchadas con deleite C o m e n ? ? s
m e m o r i a de este insigne artista, tan digno de e s t u d i o s en Nápoles, bajo la dirección d i ^ n l
aprecio, tan mal juzgado por la crítica ignorante re lli, en el Colegio Real de M ú s i c a y J ^ Z
V la pedantería de bajo cuño y tan i n j u s t a m e n t e h r \ Z T T a f l 0 S > l d e s P ^ s de habei-conipuesto'
olvidado. El público, como de costumbre, guiado 1. cantata Ismene, hizo r e p r e s e n t a r su E í
p o r la moda, rinde tributo á los ídolos del día, obra, la ópera en un acto Adelson é Sahlu partí
dejando a b a n d o n a d o s á los dioses q u e a n t e s ado-
ró; los eruditos á la violeta, que tanto a b u n d a n en i 3 f ! g U 0 ' ' f - !Ue c o n t e n í a « " a prueba de
s peculiar talento, cierta romanza i n s p i r a d i s L h
música, desprecian el arte del pasado, sin ver que
sirve de base y f u n d a m e n t o al arte del presente; y
la incultura general, c o n f u n d i e n d o las especies de
m o d o lamentable, envuelve en un m i s m o oprobio asrsí v z r ^
lo b u e n o y lo malo del arte italiano. Conviene, Desde 1825 á 1835, median diez a ñ o s ano RP
pues, aclarar los t é r m i n o s de la cuestión, para
p o n e r en evidencia q u e en la escuela italiana, si c S d o e n Í J ° n d¡eZ Óperas' ÍnC,US0 X M
los procedimientos f u e r o n equivocados y merece- citado, producción excesiva, sobre todo si «e iiVnp
dores de censura, la primera materia, es decir, la f í e n l a la calidad de ciertas o b r a s q u e s u p o n e n
un trabajo s e n o , detenido y reflexivo Pv m l t ?
hizo e s t r e n a r e n Nápoles, á "fines d e l m i s m o a ñ o
gran dominio del canto y facultades de resistencia
1825 Blanca é Gernando (lo ridicula censura na- poco c o m u n e s .
politana prohibió q u e el protagonista de a obra La Straniera, partitura inspirada en u n a po-
se llamase F e r n a n d o como el m o n a r c a de las Dos pular novela del Vizconde d' Arlincourt, fué estre-
Sicilias), ópera q u e fué interpretada p o r la Meric- nada en el m i s m o teatro d o s a ñ o s m á s tarde el 14
Lalande, R u b i n i v Lablache, tres celebridades del de F e b r e r o de 1829. A u n q u e fué acogida con'gran
arte del canto, v q u e obtuvo tan gran éxito, q u e e n t u s i a s m o — e n el reparto figuraban á m á s de la
recorrió triunfalmente toda Italia, q u e aplaudía Menc-Lalande y de Rubini, Ja célebre contralto
con e n t u s i a s m o la h e r m o s a romanza 6 dos voces Md. U n g e r y e l f a m o s o barítono T a m b u r i n i — esta
Sorqi ó padre. La victoria alcanzada vaho al maes- partitura es m e n o s importante que la anterior
tro que el célebre Barbaja, e m p r e s a r i o ó la sazón p r e s e n t a n d o en s u conjunto cierta falta de gran-
de los primeros teatros de la península, le encar- deza y unidad. A pesar de esto, contiene páginas
gase otra obra, q u e d e b e r í a n cantar Rubini y la inspiradísimas, de las m á s características del ge-
Meric L a l a n d e en el célebre teatro de la Scala de nio de Bellini, y sin d u d a alguna por esta c a u l a ,
Milán, s a n t u a r i o del g r a n arte italiano Berlioz las estudió con gran detenimiento en s u
El libro de la nueva producción había de s e r articulo necrológico del célebre compositor. Los
c o m p u e s t o por F. Romani, excelente literato y tres protagonistas, Alaide, Leopoldo de Valdebur-
m u y b u e n poeta, que desde entonces colaboró go y Arturo cantan melodías llenas de sentimien-
c a s i c o n s t a n t e m e n t e con Bellini. A m b o s a u t o r e s to y ternura. ¡Nadie podrá o i r - p o r supuesto, q u e
eligieron como tema de la futura obra el poema ejecutados como es d e b i d o - e l h e r m o s o tercetto-
dramático del irlandés Carlos Mathurin, denomi- A o, non ti son rwale, ó la romanza: Meco tu vieni ó
n a d o Bertrán, concepción grandiosa y atrevida misera, sin q u e las lágrimas llenen s u s ojos y
q u e pone en juego las m á s violentas pasiones, sobre todo, si es capaz de percibir las delicadezas
produciendo la ópera II A V a í a q u e s e e s t r e n ó de expresión á que puede llegar el arte musical
con g r a n d í s i m o éxito el 27 de Octubre de 182/. c o m p r e n d e r á que existen melodías tan bellas en
I a música de esta obra, tiene tales cualidades de su sencillez nativa, que todo lo q u e sea revestirlas
vehemencia v brío, s u s melodías son tan origina- de a c o m p a ñ a m i e n t o s complicados, es sencilla-
mente echarlas á perder! P o r q u e en música, como
les eme desde el p r i m e r m o m e n t o causó gran im- sucede en a pintura y en la escultura, existe Ja
presión, colocando á su autor entre los p r i m e r o s belleza de la línea, que no necesita a d o r n o s de
a r t i s t a s de la época. El m i s m o Rossini, absoluto ninguna clase para m o s t r a r s e con toda s u elegan-
señor de lo ópera italiana, reconoció que había cia y gracia natural. °
surgido un nuevo astro de primera magnitud. La
partitura de II Pirata ha desaparecido del reper-
torio por los g r a n d e s dificultades q u e presenta a Después de tales triunfos, soplaron aires ma-
los artistas encargados de interpretarla. Las par- los para el maestro. Su ópera Zaira, estrenada en
tes de Gualtiers é Imogene, que crearon R u b i n i y rearma, en 1829 para la inauguración del Teatro
la Meric-Lalande, s u p o n e n voces extraordinarias, iNuevo, fué un fracaso. La partitura no ha sido
impreso, y resulto imposible juzgar tol obro, mu- á su nueva partitura, estudió las melodías v rit-
chos de cuyos f r a g m e n t o s posaron ó f o r m o r porte Z f i v E T w ® e s f P 8 ñ 0 l e S ; a s í s e d e s P r e n d e del
de I Capuletti, uno de los m á s endebles creociones motivo de bolero tan característico que Amino
del compositor. He de advertir q u e lo trogedio de canto en el primer acto de La Sonámbula ZTo
Voltaire, pálida imitación de Otelo, no ha logrado después de la salida de Elvino, y que según a u t o
i n s p i r a r ninguno ópera de verdadero mérito, y que rizados opiniones, procede de lo nonna°ta ópera
las ocho ó nueve q u e sobre tal a s u n t o se han es- Hernani. ¿Cómo lo que había de ser c a n t o d o P p o r
crito, yacen s e p u l t a d a s en el m i s m o olvido q u e L T T 0 g a n t e D o ñ a Sol> ^ é á p a r a r á
envuelve la ópera de Bellini. los labios de la sentimental aldeano suizo? He
T a m p o c o fué n u e s t r o artista m u y feliz en com- aquí un enigma q u e nunca podrá s e r descifrado
pañía del gran Shakespeare. Su Romeo y Julieta, 5 r r , F 0 r a n Ia , S C a u s a s P ° r , a s c u a | e s Bellini'
q u e tal es el a s u n t o de la ópera Capuletti 6 Monte- dejó de llevar a cabo s u propósito
chi (Venecia v 11 Marzo 1830), resulta muy fría é in- Llegomos ahora á un a ñ o extraordinorio en el
colora. La obra fué escrita al correr de la p l u m a ; ¡jue con el corto intervalo de ocho meses, el maes-
tro do o publico de Milán dos obras dé primer
se trataba de sacar de a p u r o á los e m p r e s a r i o s orden el 6 de Marzo de 1831, L a SonámbuTa^Z
del Teatro de la Fenice, p r ó x i m o s á la ruina, p o r 26 de Diciembre siguiente, en el teatro de la Scolo
el fracaso de los espectáculos que habían prepa- lo odmirob e Norma, que sufrió uno lamentable
rado. En quince dios Bellini arregló lo partitura, caída, suerte frecuente de las m á s elevodas con
o c o m o d a n d o al texto de Romoni, una romanza de
s u primera obro, varios f r a g m e n t o s de la fracasa- v ¿ n ^ f S f r i m e I ° , e l i d i l i 0 sentimental, d e l i c a d .
da Zaira é improvisado lo d e m á s . Compuesto de y sene,lio; d e s p u é s la tragedia patética, severa y
tol m o n e r a no es de e x t r a ñ a r que la obro resultó- grandiosa. A m b a s concepciones son igualmente
se deslabazodo. Nótanse en ella, sin embargo, l o s nenas, y si en música existen caracteres magis-
defectos y las cualidades habituales en el maestro. d n W ^ d e l , n e a í o s - l o s , d e Amina, la inocente y
Berlioz, tan severo como crítico, y enemigo acé- dulce aldeana, y Norma, la sacerdotisa apasiono-
rrimo de la escuelo italiana, al ocuparse de esta do y vehemente, merecen figurar entre los prime-
partitura, c u a n d o fué cantada en la Gran ópera de ros. Con muy poco, basta al verdadero genio paro
París, reconoce q u e contiene: <de jolies choses et m o s t r a r s e en todo s u esplendor. El a n d a n t e por
un finale plein d' elan, ou se deploie une belle phra- Tn ¿ :; Ajh.non credea
mirarti, del aria final de
se chantée a V unisson par les deuxamantsEl tes- La Sonambula, q u e no merece g e n e r a l m e n t e un
timonio del ilustre a u t o r de la sinfonía dramática aplauso del publico ignaro, que aguarda impa-
Romeo et Juliette, debe ser b a s t a n t e para s a l v a r ciente la cavaletta final con s u lluvia de gorgoritos
esto página del olvido. Bellini quiso poner en mú- }' quiquiriquíes, bosto para fijar de m o d o indeleble
sico p o r aquellos tiempos el d r a m a Hernani de ? l I P ° s o n a d o por el poeta compositor. J a m á s se
Víctor Hugo, y hasta llegó ó comenzar lo partitu- na escrito en música un l a m e n t o m a s tierno v
ra. Porece que el maestro, con objeto de dar color desesperado, verdadero grito de dolor, que perd¿-
siempre que escucho el maravilloso final de Ñor
n a al m i s m o tiempo q u e se queja. No p u e d e lle- ma, del que procede, sin género alguno de duda,
g a r s e á m á s en la expresión del sentimiento, y la inimitable m u e r t e de Iseo, conclusión del por-
f r a g m e n t o s como éste, en s u nativa y natural sen- tentoso Tristán de Ricardo W a g n e r . A m b a s he-
cillez, valen por m u c h a s páginas de complicados r o í n a s sufren de idéntico mal: desesperación de
y a b s t r u s o s comentarios. Quien haya podido oir amor; a m b a s heroínas, por a m o r han sido culpa-
este maravilloso a n d a n t e dicho por E m m a Neva- bles; a m b a s heroínas buscan en la m u e r t e el con-
da, tal como se lo enseñó Flórimo, el amigo y suelo á s u s dolores, y a m b a s heroínas, como pa-
c o m p a ñ e r o del maestro, es decir, conforme á s u s rece natural, hablan un m i s m o idioma, se expre-
intenciones, c o m p r e n d e r á s e g u r a m e n t e lo justo s a n de igual modo.
y exacto de mi r a z o n a m i e n t o . El e s q u e m a melódico, u n a frase que descien-
Con Norma, nos elevamos a ú n á mayor altura. de para r e m o n t a r s e al p u n t o de partida, es m u y
Dejando á un lado las cavalettas de ritmo baila- semejante; la progresión cromática ascendente, es
rín, i m p u e s t a s por el mal gusto de la ópera, y q u e característica en a m b a s composiciones; la tonali-
el público reclamaba á todo trance, puede decirse dad similar cargada de sostenidos (mí mavor-sí ma-
q u e muy pocas obras existen en que la declama- yor), y el ambiente sentimental, el pathos, permí-
ción lírica esté mejor entendida. El proceso psico- taseme la palabra, idéntico. No quiero con esta
lógico del a m o r q u e a n i m a á la desgraciada sacer- especie de paralelo, d i s m i n u i r el genio de W a g -
dotisa, a m o r ardiente hasta la culpa, a p a s i o n a d o ner, sino s e ñ a l a r la extraordinaria clarividencia
hasta el sacrificio, sublime, vehemente, que se de Bellini, que fué el primero en d a r con la forma
resuelve al verse traicionado é incomprendido en perfecta de expresión de un afecto patético, con la
u n a desesperación infinita, ha e n c o n t r a d o en Be- idea madre, e m p l e a n d o un concepto muy profun-
llini un a d m i r a b l e intérprete. No quiero h a b l a r do de Goethe, que utilizó m á s adelante el Titán
de la f a m o s a Casta Dioa, página de una pureza de Bayreuth, para escribir su creación maravi-
original insuperable, sino de toda la parte canta- llosa.
da por N o r m a , q u e es, salvo en los allegros, con- Ha habido quien ha a c u s a d o al músico de
cesiones al u s o y á la costumbre, v e r d a d e r a m e n t e Catania, á propósito de la partitura de Norma, de
admirable. S u p r i m e r d ú o con Adalgisa, efusión haber imitado á Beethoven. La influencia del co-
de dos a l m a s que se c o m p r e n d e n y se reconocen loso es visible en la ópera italiana, y lejos de
víctimas de u n a m i s m a pasión, su creciente furia constituir un defecto, constituye, á mi modo de
en el f a m o s o terceto, s u abnegación heroica en el ver, un mérito y no pequeño. Sólo las inteligen-
sacrificio final, todo está e x p r e s a d o del m i s m o cias o b t u s a s persisten en seguir el c a m i n o em-
modo, es decir, perfectamente. Algunas veces, lle- prendido, a u n q u e vean q u e existen otros mejores.
go á creer q u e en el lenguaje de los sonidos, como Mozart comenzó imitando á Pergolese y a p e n a s
en el de las palabras, no existe m á s que una for- conoció música de Bach, se puso á imitar al gran
ma precisa y justa para expresar un p e n s a m i e n t o maestro; Beethoven se pasó los primeros a ñ o s de
ó un afecto del alma, y este parecer se afirma

"

4 "¿ir. • '
Í ^
su vida siguiendo las huellas de Haydn y de
Mozart; W a g n e r no se comprendería sin la exis-
tencia de Beethoven y W e b e r , de quienes proce-
de. Además, en ciertas ocasiones, s a b e r compren- música! i Lastima g r a n d e para la
der, vale casi tanto como s a b e r crear. Todo el
m u n d o seguía servilmente á Rossini, hasta com-
positores a l e m a n e s como Meyerbeer; Bellini fué
muS"SroffotLenzCosrX,RafaHei S m z Í 0
'
el único que pretendió t o m a r los m o d e l o s d a d o s
por el a u t o r de Fidelio, y esto habla m u y alto, en
favor del glorioso artista.
T r a s tan geniales producciones, el talento de
Bellini s u f r i ó un p a s a j e r o eclipse con Beatrice di
lenda (Venecia 1833), ópera muv mediana; pero al
poco tiempo volvieron á brillar s u s facultades
creadoras, ya q u e el 25 de Enero de 1835, se es-
trenaba en París esa colección de bellísimas me-
lodías, q u e constituye la partitura de Los Purita-
nos. La evolución iniciada en Norma se acentúa
el m a e s t r o prosigue b u s c a n d o la verdad, modifica
su estilo, y Los Puritanos señala el principio de pe \ : t
algo que la m u e r t e le impidió realizar.
Basta para convencerse de ello, estudiar el ^Â'iùi, ffie/u:íéai ¿ovaya
aria de Elvira en el s e g u n d o acto. Aquel Andante
está concebido en moldes m u v distintos de los I PROFESORA DE CANTO
u s u a l e s en la ópera italiana. No está f o r m a d o por
una melodía q u e se destaca sobre un acompaña-
miento vulgar. Hay allí manifiestas intenciones
sinfónicas, p o r q u e en efecto, el l a m e n t o de la po-
bre loca a b a n d o n a d a , está unido á otra melodía
q u e diseñan los violines, á otro canto interno po,r
decirlo así, de tanta importancia como el primero;
q u e parece aplicarse al trabajo q u e realiza el ce-
rebro de la desgraciada d e m e n t e para coordinar
s u s ideas y d a r s e cuenta del mal que le ocurre.
Esta página ya no pertenece al arte italiano
antiguo, ni á la escuela rosiniana; es algo nuevo
A Santiago López Muguiro
(Mordente)

LA LEYENDA DE "PARSIFAL,, EN ESPAÑA


La leyenda de "Parsifal,, en España

E n t r e las creaciones de Ricardo W a r n e r fisu-


ra en p r i m e r línea, el magnífico d r a m a religioso
de Parsifal u n a d é l a s m á s elevadas creaciones
del ingenio h u m a n o , en la que figura esa porten-
tosa maravilla q u e es la escena de la Consagración
del barito Gnal. La venerable reliquia, fuente pe-
r e n n e de a m o r y de vida, ha r e p r e s e n t a d o un im-
portante papel, en t o d a s las literaturas medioeva-
les, o c u p a n d o lugar m u c h o m á s preferente de lo
q u e se cree, en las leyendas y tradiciones de nues-
tro país. Esta razón m e ha movido á llevar á cabo
ciertas averiguaciones de carácter histórico con-
cernientes al origen de la poética historia, que
Hallando su f u n d a m e n t o en el evangelio apócrifo
atribuido á Nicodemus, fué amplificada d u r a n t e
ia ü d a d Media en los c u r i o s o s p o e m a s de Ches-
tien de Boron y W o l f r a m o de Eschembach, figu-
r a n d o incidentalmente en m u c h o s libros de caba-
llerías, y viniendo á p a r a r en que el a u t o r de
Jristan la convirtiera, a n d a n d o los tiempos en el
mito m á s perfecto que puede imaginarse de la
piedad y de la compasión.
En el l l a m a d o evangelio apócrifo de Nicode- de contemplar sin el auxilio de la divina gracia—
mus, se cuenta cómo J o s é de Arimatea fué apri- con las siguientes palabras:
sionado d e s p u é s de la resurrección de Cristo,
bajo la acusación de haber escondido el c u e r p o Car ñ u s le Graal n e verra,
del Salvador, y cómo fué confortado en s u prisión Ce croi-ge, q u ' il n e li agrée.
por la visita q u e en ella le hizo el dulce Nazareno,
para entregarle como precioso recuerdo y recom- Tan alta significación mística no se apoya sólo
pensa u n a escudilla maravillosa, fabricada en u n a en el evangelio apócrifo de' Nicodemus, "puesto
sola esmeralda, q u e según la tradición, había sido que puede f u n d a m e n t a r s e también en los versícu-
regalada por la misteriosa reina de Saba al sabio los 23 y 26 del evangelio según San Mateo, y sin
rey S a l o m ó n , y q u e había servido para el s a n t o d u d a por tales razones, d u r a n t e los primeros tiem-
ministerio de la institución de la Eucaristía en la pos de la Edad Media, la d e m a n d a ó conquista
última cena. Esta venerable reliquia, que, confor- del Santo Grial, constituyó la m á s alta e m p r e s a
m e a f i r m a b a n otros n a r r a d o r e s , fué utilizada p o r q u e un caballero podía acometer, q u e d a n d o ínti-
el propio N i c o d e m u s para recoger la sangre pre- m a m e n t e unida al ciclo legendario del Rey Artus
ciosísima que m a n a b a de las heridas del Reden- el e n c a n t a d o r Merlin y la Tabla redonda.
tor, era designada vulgarmente con el n o m b r e de Nada m á s lógico y natural que el deseo de
Santo Grial, corrupción, según unos, de sanguis c o n q u i s t a r aquella inapreciable jova, fuente de in-
realis (sangre real), y lo que m e parece m á s ra- n u m e r a b l e s bienes, q u e daba á s u poseedor un
cional, t r a n s f o r m a c i ó n de la palabra provenzal poder sobrenatural, como la copa sagrada de Her-
Grasal ó Grazau (grasale en bajo latín), q u e m e s entre los egipcios, la cesta de las fiestas Dvo-
quiere decir, literalmente traducida, fuente ó es- nisiacas en la antigua Grecia, y la misteriosa fuen-
cudilla. te—el legendario Grada/ druídico, — probable-
Al principio del siglo X I I I , el poeta f r a n c é s m e n t e la escudilla en la q u e las sacerdotisas de
R o b e r t o de Boron, a u t o r de la trilogía, José de Teutatés ó Irminsul, recogían la sangre de las
Arimatea, Merlin.y Parceval, fijó la significación víctimas h u m a n a s q u e sacrificaban en honor de
misteriosa de Grial y s u poderosa fuerza oculta. s u s terribles divinidades. Está probado que mu-
La s a c r o s a n t a reliquia es la divina gracia reserva- chas prácticas de la liturgia católica proceden di-
da á los elegidos. Así lo dice claramente el poeta: rectamente de antiguas creencias p a g a n a s ó de
tradiciones de Ja religión de lós celtas.
Tous cil qui tou veisael v e r r u n t ,
E n m a compeignie s e r u n t ; La posesión del Santo Grial sostuvo y fortale-
De c u e u r a r u n t emplissement ció, d u r a n t e los cuarenta y dos a ñ o s que estuvo pri-
E t joie perdurablemente sionero, á J o s é de Arimatea, quien al recobrar la
libertad f u n d ó una c o m u n i d a d , mitad religiosa,
Y m á s adelante precisa el requisito de la elec- mitad guerrera, dedicada al culto y conservación
ción necesaria para ver el Graal—que nadie pue- de la inestimable reliquia. En el f a m o s o libro de
o T e r i f ° P ° r " , ^ d u d a b l e q u e el s a n t u a r i o del
caballería intitulado La demanda del Santo Grial Santo Grial se hallaba situado en E s p a ñ a Con-
(que se publicó en latín, francés, español é italia- f o r m e con W o l f r a m o de E s c h e m b a c h , cuyo poema
no) tan popular en la E d a d Media, se dice que de Par si val imitado, según él m i s m o declara de
aquel noble decurión que, conforme á los P. P. Bo- otro poema m á s antiguo atribuido á un hipotético
landos, murió en Jerusalén, ya de avanzada edad; Guiot el provenzal, de quien no se ha encontrado
con un hijo suyo llamado 'también José y doce la m e n o r traza—sirvió de fuente á W a g n e r p a r a
c o m p a ñ e r o s m á s , fueron enviados á la Gran Bre- escribir s u h e r m o s o d r a m a místico; Titurel rey de
taña por San Pedro y San Felipe, q u e predicaban Capadocia y esposo de la h e r m a n a del e m p e r a d o r
el evangelio en Francia, p a r a . q u e ellos lo a n u n - v e s p a s i a n o , al recibir de m a n o de los ándeles
ciasen a s i m i s m o & aquellos isleños. como premio á s u s virtudes el cáliz de la última
Sin duda, la intención del a u t o r a n ó n i m o de cena y la lanza q u e hirió el divino costado del Sal-
la novela en cuestión f u é atribuir la introducción vador, se trasladó á E s p a ñ a , y en las a b r u p t a s
del Cristianismo en Inglaterra á J o s é de Arimatea, m o n t a n a s de Galicia f u n d ó el f a m o s o Monasterio
y s u s c o m p a ñ e r o s , y esta fábula completamente q u e tanto dió q u e hablar d u r a n t e la E d a d xMedia'
gratuita, díó lugar á o t r a s mil extravagantes con- El g r a n poeta a l e m á n no dió con lo cierto W a r -
sejas. ner, gracias á las investigaciones de la m o d e r n a
La Historia de Amadis de Gaula es m á s explí- sabiduría y á su común erudición, c o n f r o n t a n d o
cita todavía. En ella se consigna que: «Josef Aba- los textos del Mabinogi y de Chrestien de Trove«
riraatea fué padre de aquel J u s e p e que fué el pri- se a p r o x i m ó m á s á la verdad, al colocar la acción
m e r o q u e f u n d ó la gran Torre Bermeja, que pobló de su festival religioso en los territorios de Mont-
la isla llamada de s u nombre, q u e introdujo en salvat, «región á s p e r a m e n t e m o n t u o s a de la cor-
ella la religión cristiana, y que, viniendo á la Gran dillera del Norte de la E s p a ñ a gótica, y en el cas-
Bretaña, trajo consigo el S a n t o Grial.» tillo del mágico Klingsor, situado en ía vertiente
meridional de aquellas m i s m a s m o n t a ñ a s limí-
Sin que nadie explique la m a n e r a como suce- trofes de la E s p a ñ a árabe.»
dió, es lo cierto que el Santo Grial desapareció de
Inglaterra y fué traído á E s p a ñ a por un rey legen- Tengo para mí que el gran m a e s t r o debió re-
dario, Titurel, p a d r e de F r i m u t e l y abuelo de Am- coger estos datos del magistral proemio que pre-
fortas, el rey culpable de la leyenda, que estable- cede á la edición del poema a l e m á n de Lohenqrin
ció una nueva orden religiosa dedicada a su cus- publicado por Gones. En dichas páginas, d o n d e
todia, y f u n d ó el castillo monasterio de Montsaloat el sabio exégeta de la mística divina, angélica y
(Mons salvationis) del q u e n o s habla el caballero demoniaca, dió rienda suelta á s u s p r o f u n d o s co-
Lohengrin. ¿Dónde estuvo situado el sacrosanto nocimientos, encontró W a g n e r m u c h o s datos re-
templo? ¿Existen datos históricos que presten lativos al castillo maravilloso (el Zanberschloss de
algún f u n d a m e n t o á esta leyenda? He aquí los Klingsor) y al Graal, m á s los detalles concernien-
dos p u n t o s que pretendo estudiar en estos difusos tes á los á r a b e s españoles, las ó r d e n e s religioso-
y mal pergeñados renglones.
8
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS 115
m i l i t a r e s — W o l f r a m o de Eschembach llama á los
caballeros del Graal templarios (templeisen),—las J u a n de la P e ñ a era habitado por un extraño emni
cruzadas, y los s o b e r a n o s del S a n t o Sepulcro y f o r m a d o por caballeros medio mon e ? S o ^ i '
reyes de J e r u s a l é n . rreros, que predicaban él bien v de endían a f e H *
L a declaración p u e s t a p o r el m a e s t r o al frente « ^ P a r a n d o al huérfano, s o c o r d e n d o al d e ,
de s u p o e m a ha promovido varios pareceres. valido y defendiendo al i n j u s t a m e n t e a c u s ^ o t
Quién ha o p i n a d o por la singular m o n t a ñ a cata-
lana de Montserrat—nombre análogo al de Monl-
salvat,—tan llena de leyendas y tradiciones. Quién
h a preferido, con m á s razón á mi entender, la
cordillera del Pirineo en su parte aragonesa, y el
venerable m o n a s t e r i o de S a n J u a n de la P e ñ a . deVamoT * sacramento
E n t r e los s u s t e n t a d o r e s de la segunda doctrina,
la verdadera, según mi leal s a b e r y entender, se
e n c u e n t r a mi inteligente amigo, el notable c u a n t o
erudito valenciano, E d u a r d o López Chavarri, u n a
de las pocas p e r s o n a s que en E s p a ñ a entienden
de m ú s i c a y de w a g n e r i s m o , y merece el califica-
tivo de verdadero crítico musical, quien publicó «edente del Monasterio de San J u a n £ K "
hace a l g u n o s a ñ o s en el periódico Le Guide musi- había traído consigo. La preciada reliquia se co '
cal de Bruselas, u n luminoso trabajo destinado á serva aun hoy día en la basílica valenciana^ De
p r o b a r la veracidad de s e m e j a n t e aserto. ella nos habla, entre otros autores, el doc o J e n ?
E n efecto, el venerable Monasterio de S a n J u a n
de la P e ñ a , erigido en u n a e n o r m e anfractuosidad
de u n a roca m o n s t r u o s a , q u e no sólo cobija al
edificio, sino q u e sirve de t e c h u m b r e al santuario;
vvai e del
n
t r c nos
d eque o n f u n d i r 0 0 , 1 61
o c u p a r e m o s m^ á sZ ald enl a Tn t ed- ste rG
v í «S .

E^ísmsé
q u e recibe la luz de lo alto por la a b e r t u r a exis-
tente entre la peña y los muros; r o d e a d o de abrup-
tas y e s c a r p a d a s m o n t a ñ a s que lo esconden á la
vista de quien no conoce su existencia, y situado
en un lugar casi inaccesible del alto Pirineo, pa-
rece r e s p o n d e r con toda exactitud á la descrip-
ción q u e del misterioso Montsaluat nos hacen SO c o n f r o n t a r lo dicho por el novelista e s . S '
todos los autores. Pero á estas circunstancias físi- eon un pasaje del a n t i q u í s i m o poema fosTde lrí
cas hay q u e a ñ a d i r otros detalles q u e avaloran y matea, escrito por Roberto de Boron C u , n '
r o b u s t e c e n esta semejanza. El Monasterio de Sa» Cristo visita en la cárcel al P ¡ 0 varón J u e ñor f u
resurrección milagrosa s u f r e n r i s i ñ J
consolarle le e m r e ? a la « f f & a j
un discurso en que expone las ideas f ¿ E £ m e n t e -
talán y Tratado de las piedras preciosas que hay en
les de la Eucaristía y del sacrificio de la misa. Se* varias ciudades del mundo, curioso libro impreso
a ú n el Redentor, los corporales representan el en 1545.
sudario; el cáliz, el sepulcro, y la patena, la piedra P o r cuanto p o d e m o s a f i r m a r que el Santo
que lo cubre y cierra. Como puede verse, alrede- Grial debió estar, efectivamente, en E s p a ñ a , que-
d o r del Santo Grial se había f o r m a d o un ciclo de d a n d o en Valencia, ó bien p a s a n d o á Génova; á
leyendas q u e persistían hasta bien entrada la edad no s e r que la venerable reliquia, como creo segu-
m o d e r n a , llegando á dar lugar á prácticas litúr- ro, constase de dos piezas, el cáliz y la patena,
gicas en extremo curiosas. e s t a última de forma de escudilla, como solían
Pero la confusión se p r o d u c e indefectiblemen- u s a r s e en la antigüedad, y q u e el primero sea el
te si t e n e m o s en cuenta que la catedral de Geno- q u e figura en la Crónica de Don Jaime el Conquis-
va disputa á la de Valencia la posesión del Santo tador; refiriéndose á la s e g u n d a la Historia de
Grial, conocido en la capital de la Liguria bajo el Don Alfonso VII de Castilla.
n o m b r e de Sacro catino, siendo lo m á s c u r i o s o Sea lo que sea, el Santo Grial, que ha inspira-
del caso, que la reliquia genovesa, f o r m a d a con d o á W a g n e r la portentosa creación q u e todo el
cristal esmaragdino, lo que pudo muy bien d a r m u n d o admira, es muy p o p u l a r entre nosotros.
luo-ar á la fábula de estar tallada en una sola es-
Buena p r u e b a de eílo es la frecuencia con que
meralda, es también de origen español, como se e n las h u e r t a s andaluzas, los l a b r a d o r e s entonan
declara explícitamente en la Historia de Alon- aquel antiguo r o m a n c e del conde del Sol, ó m á s
so VII el emperador; rey de Castilla, que r e i n ó bien corrida, q u e tal es la gráfica y correcta deno-
casi un siglo a n t e s que Don Jaime I de Aragón. minación de tales cantares, q u e yo he escuchado
En esta Crónica se refiere cómo la santa reli- t a n t a s veces en mi vida, y q u e "comienza del si-
quia paraba, no se sabe cómo, en m a n o s de los guiente modo:
m o r o s de Almería, y que c u a n d o el citado rey
conquistó dicha ciudad, rescatándola del imperio Grandes g u e r r a s se publican
de la media luna, con ayuda de la escuadra geno- entre España y Portugal.
vesa v los auxilios de Don R a m ó n , conde de Bar-
celona, hizo tres p a r t e s de lo conquistado: u n a la Fijándome precisamente en la estrofa que
dice:
ciudad, que g u a r d ó para sí; otra de h a b e r ó los ¡Padre, padre de mi vida,
tesoros q u e se dieron al conde y á las h u e s t e s ca- por la del Santo Grial,
talanas, y la otra, el Santo Catino, ó como dice u n a que m e deis v u e s t r a licencia
historia antigua, m e n c i o n a d a por Fray P r u d e n c i o para el conde ir á buscar.
—Mi licencia tenéis, hija;
de Sandoval, a u t o r de la crónica citada; «/a escudi- cumplid v u e s t r a v o l u n t a d . '
lla de esmeralda q u e se dió á los genoveses». De
la q u e habla también el lapidario Jaime F e r r e r de Con lo que m e parece que basta y sobra.
Blanco, trayéndola figurada en u n a e s t a m p a de
s u Exposición de varias sentencias de Dante en ca-
i.' Á Ricardo López Barroso
f'

"MISTERIO,, D E ELCHE

SíiLfófEcX ^ARTICULAS
D C LA

P ^ O r ' E S O R A DE CANTO.'

'Sy

J
El "Misterio,, de Elche

^ ^ - " t ^ a s f e f i
u y lo de Agosto, para c o n m e m o r a r el misterio
de Ja Asunción de Nuestra Señora, con k repre
sentación de un d r a m a l i t ú r g i c o / t o d o c a n t a d o
procedente de remota y v e n e r a b l e a n t S d a d
Semejante piadosa c o s t u m b r e viene practlcándo-'
se desde la época de la conquista, y conforme re-
fiere la leyenda, en Mayo de 1266, según S n o s
florando enmp 3 n ' d e 1 3 7 0 ' °tros' «P™**
e e T d e la V i l f a r . U ? a i 'ac a ? u e n C O n t e n í a u n a ^ a -
Htúr^iVfi v i ^ ^ s i c a del d r a m a
litúrgico, y hasta el ceremonial ó consueta con
Sg M J 7 d í a 8 6 Í e , T a ' T o d o ^ v a b a ef letrero
f S " Soy para Elche. Desde entonces hasta
la fecha las representaciones se han efectuado
infanTe" ^ P f ^ - U n i c a i n e n t e 4 l a m t r t e d'el
m ante Don Carlos, hijo de Felipe II, dejaron de
dUr 8nte a l u n o s a ñ o s
X u ^ " a d i é se acor
dó del Misterio, hasta q u e habiendo sobrevenido
DiscANTES Y CONTRAPUNTOS 123

María Se
precisamente á m e d i a d o s del m e s de Agosto Vi^n -
g r a n d e s lluvias y fuertes tempestades, acompaña- la tarde
del catorceno % a del m e s
d a s de granizo, q u e destruyeron las cosechas, el ÚQ A osto otra
pueblo halló en tales calamidades u n a p r u e b a vi- la tarde siguiente A? P E f ' Y >
sible de la cólera celestial, q u e castigaba de seme-
jante m o d o la falta cometida al dejar de practicar
la piadosa costumbre. El Ayuntamiento, para cal-
m a r la indignación popular, se reunió en s o l e m n e
cabildo, t o m a n d o el acuerdo, en 11 de Marzo importante, p u d t n d o v i s e ' v u e l o f de V ' T °
de 1603, de restablecer la tradicional fiesta, cos- q u e vagan desde la cúpula del s a m u a í f o v f i n " '
t e a n d o del erario público todos los gastos q u e
ocasionara la representación, y decretando al
m i s m o tiempo, q u e n a d a en el m u n d o , ni a u n el
caso de m u e r t e del Soberano, podría impedir s u
celebración. Dicho acuerdo fué consignado en u n
acta extraordinaria que se encuentra en los libros
capitulares de la villa alicantina, y á fin de poder
s u f r a g a r los gastos de la fiesta, se estableció
en 1608 u n a especie de i m p u e s t o q u e obligaba á
contribuir á c u a n t o s residían en la ciudad.
s§0mM
0&mm
P e r o no es m i á n i m o hacer la historia de tan
interesante representación litúrgica, vestigio del
arte de la E d a d Media que se ha conservado mi-
l a g r o s a m e n t e y q u e no tiene semejante conocido
ni en E s p a ñ a " ni en E u r o p a . L o s d r a m a s de la
Pasión q u e se ejecutan en Ober-Ammergan y en
Sordello, los misterios bretones y algunas o t r a s
representaciones p o p u l a r e s aún existentes en dis-
tintos lugares se diferencian en absoluto del dra-
m a de Elche, a u n q u e no sea m á s que p o r q u e
éste es c o m p l e t a m e n t e c a n t a d o , particularidad
curiosísima q u e le da singular valor, puesto q u e

isé^mm
así como así se trata, sin discusión posible, del
p r i m e r d r a m a lírico de que se encuentra noticia.
El a s u n t o del misterio de Elche, está t o m a d o
de ios evangelios apócrifos, y concierne á la muer-
u n a plegaria, v la parte fantástica del espectáculo s u s trabajos, y u n a dulce sonrisa de la moribun-
d a principio. De lo alto de la cúpula desciende da e sirve de recompensa por s u s f a t i g ó T r a n -
u n a gran m a q u i n a r i a dorada, de f o r m a esférica, quilamente como se extingue una l á m p a r a T a
q u e los habitantes de Elche designan con el nom- vida de la bienaventurada se acaba. L ^ v L e n
bre de toronja, p o r q u e se asemeja en realidad á ocupa s u l e c h o - p o r q u e , detalle ingenuo v d e S
u n a e n o r m e n a r a n j a . Cuando el e x t r a ñ o a p a r a t o so, hay en la escena un lecho, lo m i s m o que en
h a descendido á no m u y gran altura del suelo, s e los c u a d r o s de los primitivos italianos y filmen
a b r e en segmentos, m o s t r á n d o n o s en s u interior c o s - q u e rodean los fieles c o m p a ñ e r o s del ITlva-
u n ángel portador de u n a palma, q u e viene á f u e r
de Gabriel, para s a l u d a r á la que siempre f u é del dran^a n r > m r°omr er nu*m° eS n° l e m n e ' l o s Persona e s
tos Sn H n i í P P en gritos ni en Jamen-
p u r a y anunciarle su p r ó x i m o fin, p o r q u e la hora tos Su dolor es c o m p l e t a m e n t e interno, lloran
deseada está ya cerca, y en aquella misma tarde
la m a d r e h a b r á de r e u n i r s e con su hijo. El ángel fundo ^ H 1 ? ' Y ° S e g U r 0 ( ' U e e l e f ecto es prS-'
emocion ln
entrega á S a n J u a n la palma, símbolo del triunfo, ínníurl t e n s a , sobre todo, para
q u e debería s e r colocada entre las m a n o s de la aquellos que son capaces de percibir la verdadera
belleza. Este conjunto vocal, está i m p r e g n a d o d e
muerte. u n a emoción contenida que acaba por d o m i n a r
Cumplida la e m b a j a d a , el celestial m e n s a j e r o n o s es a realización de la alegría en el dolor é
desaparece, y no conozco arte, n a d a m á s conmo- invcdentariamente se piensa en u n a tristeza que
vedor q u e la'escena que sigue. J u a n y las s a n t a s sonríe, como aquella que Giotto s u p o e x p r e s a r
m u j e r e s se afligen ante la separación inevitable, y M odmirables
que pintó en Santa
María, que va no pertenece al m u n d o , los consue- Mana dell Arena de P a d u a , ó en la Basílica d e
la. Poco á poco, los apóstoles, m i s t e r i o s a m e n t e
convocados, comienzan á llegar—una piadosa le- En el m i s m o instante que la m a d r e de Cristo
yenda quiere q u e la mayor parte de los íntimos exhala su postrer suspiro, desciendo nuevamente
c o m p a ñ e r o s de Cristo se reuniesen para asistir á
la muerte de su madre. L o s presentes y los recién LZÍT' Y G S l a V6Z a I a b r i r s e d a
' ' á cuatro
ángeles, q u e vienen á recoger el alma próxima á
llegados se dan el abrazo de paz. Algunos vienen salir de este m u n d o . P o r medio de una ingeniosa
de lejanas tierras, valientes propagadores dé la £ V i W n 0 1 ^ ' 1 9 J ° V e n e n W a d a de r e p r e s e n t a r
Doctrina recorren t o d a s las regiones del m u n d o , la Virgen, desaparece en el fondo del lecho en q u e
predicando la b u e n a nueva, y han a b a n d o n a d o s u ,y
S " i 5 u l u g a r S e e n c u e n t r a una pequeña
misión para s a l u d a r por última vez á la Santa Ma- imagen de María, q u e los m e n s a j e r o s celestiales
dre, y si en todos los corazones reina u n a gran recogen con gran respeto y conducen al cielo, can
tristeza, u n a suave resignación llena t o d a s las l a n d o alegres h i m n o s q u e a c o m p a ñ a n con guita-
almas. F r a t e r n a l m e n t e reunidos, entre oraciones ™ 1 ® I y H í a í d T ' a f ' l n s í r u m e n t o s c iue reemplazan
y cánticos, se aguarda á la misteriosa desconocida.
Cada uno de los q u e llegan refiere s u s viajes y T \ n l t l 0 S J a ( u d e s , y l a ! v i h u e , a s - L o s apóstoles
y ios fieles contemplan la maravillosa,aparición
126 RAFAEL MITJANA DISCANTES Y CONTRAPUNTOS 127

y c u a n d o lio desaparecido en los alturas, r o d e a n m a d o r del poema, pretendiendo hacer u n a alusión


el cadáver, q u e lio vuelto á aparecer en el lecho, y
se a p r e s t a n á c u m p l i r lo fúnebre velada.
Aquí se coloca u n a curiosa escena, añadida al
texto original, en la époco de los g r a n d e s descu-
b r i m i e n t o s marítimos, porque por desgracio, el
Si^SSSrSS
p o e m a primitivo ha sido retocado y modificado
r e p e t i d a s veces, como p o d r e m o s observo rio m á s
a d e l a n t e . C o n t e n t é m o n o s por el m o m e n t o con
e x a m i n a r el curso de la representación. Un g r a n
r u i d o se promueve á la puerta de la c á m a r a mor-
tuoria. Alguien pretende forzar el paso, y los guar-
d i a n e s le impiden la entrada. El desconocido alega
s u s derechos p a r a gozar de la contemplación del
sonto cadáver, y San Pedro acude p r e s u r o s o para
«•¡•I
c o l m a r el conflicto. Al llegar á la puerta reconoce
ai apóstol S a n t o T o m á s que, como de costumbre, d a s por palmeras, de la villa de E l c h e T o d ™ i n
ha llegado tarde al cenáculo, pero esta vez tiene p e r s o n a j e s que intervienen en la P L a na
p o d e r o s a s razones q u e le disculpen; no ha sido
p e q u e ñ o el viaje que ha tenido q u e reolizor poro
a c u d i r á la cita, puesto q u e se encontraba en el
Nuevo M u n d o predicando el Evangelio á los in-
dios. La escena 110 es tan ridicula como á primera
psílSKÉSI?
esta procesión, verdadero intermedio d e Í a P ? i , i
vista parece. En los primeros tiempos que siguie- sentación, figura el entierro d™la V i r a n
ron á l o s g r o n d e s viajes marítimos, lo generalidad
ignoraba q u é ero á p u n t o cierto lo que Cristóbal
Colón había descubierto. La creencia m á s espar-
cida ero q u e el a u d a z navegante había e n c o n t r a d o
u n a nueva ruta poro llegar á los Indios, y sólo
m u c h o s o ñ o s después, c u a n d o F e r n a n d o Maga-
llanes y Sebastián de Elcono realizaron el primer
viaje alrededor del m u n d o , los sabios compren-
dieron el error en q u e habíon vivido. Ahora bien,
l a s tradiciones proclaman que Sonto T o m á s fué
el primer propogodor del Evangelio en los In-
d i a s orientales, y sin dudo por esto causa el refor-
DISCANTES Y CONTRAPUNTO^ 129
se presenta al consistorio, q u e adopta al instante
y sin discutirla su proposición. Lo m e j o r s e r á ar-
m a r s e de m o d o conveniente, atacar al entierro,
a p o d e r a r s e del cadáver y quemarlo, para i m p e d i r
q u e los cristianos inventen la fábula de una nueva que fué llena de gracia a u e ^ 2 é y p lcia
, * la
resurrección. Y como lo dicen, lo hacen, es decir, perdida. La voz e ^ a i t e d H é faStíSThS ^
lo hacían, p o r q u e esta escena tan característica u n e á la voz ferviente del , hebreo se
ha sido s u p r i m i d a y no se ejecuta en n u e s t r o s redt n
días. La larga teoría de fieles llegaba al atrio de la glabras-proCdS»"^®! n ?
iglesia, y entonces, los judíos en acecho caían dor. Poco á poco, los m i e m b r o s l í r anuncia
"
J
sobre el cortejo, s e m b r a n d o la confusión y el es- P
bran el movimiento v í a v M a f o S Í ? J h ° do8 reco
'
panto. El combate era encarnizado, y como l o s viejo, conmovido por" tente bondnH ^ ? C e q u e e l
b u e n o s a l d e a n o s suelen ser rencorosos, aprove- c l á m e l a nueva fe y p i d a f i S r £ ¡ J d , U z u r o ' p r o "
c h a b a n aquella ocasión p a r a s a l d a r s u s p e q u e ñ a s Esta escena produce s i e m p r e TfecTn ¿ b a u t i s ™ P .
disputas. ¡Ay del enemigo á quien la casualidad sobre
el pueblo, á quien se diriS?
había dado algún papel en el coro de los judíos! Spec,aIment
P a r a evitar el ser lamn v « ? e.
En este m o m e n t o , so pretexto de d a r mayor reali- ya en d e m a s í a , < ^ ^ ¿ ^ t f ^ o s r t o
dad á la escena, se t o m a b a n las venganzas; con que a c o m p a ñ a n la sepultura y h s n 3 r e m . o n , a s
tanto m á s brío, cuanto que nadie tenía derecho los apóstoles y de los fíele? L » P l e S f m s de
p a r a quejarse, ya que, en apariencia, sólo se obra- apoteosis fina] p o r q u e él m S e r i o d e t J 1 ^ a ¡
E , c h e com
ba en pro de 'la verdad escénica. El Municipio u n a verdadera ópera se i Z , ' <>
c o m p r e n d i ó q u e quien quita la ocasión, quita el de gran a p a r a t o que requiere J " u £ V ™ e S q e n a
1 Uí5 d e
peligro, v he aquí por q u é la escena de los judíos complicadas. ° maquinas
fué s u p r i m i d a de la representación, en la que sólo El sepulcro ha sido sellado T W n0 ] w os
-
s u b s i s t e de tan largo é importante episodio, el in- les como los fieles r e t a r H m í » " Jd l.o p o s i j apósto-
b,e
cidente que ponía fin á la lucha. Procede directa- partida. Les cuesta r b P ° ° su
P rnr8 de ac uel,á
m e n t e de los evangelios apócrifos, que en aque- tumba que encierra los í £ » h « « f ? I
llos t i e m p o s a ú n gozaban de cierta autoridad. Un dre c o m ú n , y J a r o d i a ? S S ^
a n c i a n o hebreo, lleno de ira, logra poner s u s ma- con g u i r n a l d a s de flores v 2 1 M™ á n d ? ^ :
n o s sobre la u r n a q u e contiene los venerables res- Pronto, en las alturas resüena . S himnos. De
tos, forcejeando p a r a hacerla caer á tierra. P e r o Y al levantar la cabeza l o s I c t o Z vZTFav?>
Y el
a p e n a s h a tocado la m a d e r a que encierra el S a n t o contemplan un g r u ñ o de A n S ? - auditorio
cadáver, c u a n d o herido por un poder oculto, que- tores, que me recuerdan I f ' f ® , m u s , ? s y can-
da paralítico sin poder realizar el m e n o r movi- gélico en Florencia y de M^oJo deSi?6 F

miento. San P e d r o acude para favorecer al cuita- que se elevan triunfadores h a c i a e f c t l n " R ° m a '
d e . Con voz tierna y conmovida, le relata los- tando sobre s u s alas, á la V h 4 e n t . - S S ° P ? r "
Los.apóstoles se a p r e s u r a n ^ á ^ r S ^ S ;
E s t á vacío. El cadáver ha desaparecido, y en s u
lugar sólo se e n c u e n t r a n flores, que esparcen un
p e r f u m e suave y penetrante por toda la iglesia.
P a r a e n c o n t r a r s e con el g r u p o de la Asunción
q u e se eleva l e n t a m e n t e á los s o n e s de los instru-
m e n t o s y de los cánticos, desciende otro g r u p o
f o r m a d o p o r diversos personajes. El hijo glorioso
se adelanta á recibir á su m a d r e augusta, y mien-
t r a s q u e la abraza dándole el beso de paz y bien-
venida, el P a d r e todopoderoso, exaltando á la q u e
f u é modelo de h u m i l d a d y de modestia, coloca V ahora p a s e m o s á o c u p a r n o s de la músien
sobre aquella frente p u r a y virginal la corona del t o d a ,a
triunfo, y en tanto q u e la mística paloma se cierne ¿ r z r ^ z T
en las alturas, que los ángeles cantan con entu-
s i a s m o , q u e los i n s t r u m e n t o s r e s u e n a n , y q u e los
fieles, u n i é n d o s e á los actores como en las Pasio-
nes de Bach, entonan el himno final, la gloriosa
visión desaparece entre las nubes q u e cubren la
cúpula del templo.
El misterio ha terminado. Tan grandiosa con-
clusión trae á mi m e m o r i a el final maravilloso de
embargo, diferencias personales de e s H l n r «
Parsifal, y el recuerdo m e parece justo, puesto
^ « redactada en iflgg, u s a d f e n n u e t o s ^ T a s "
que, tanto en la obra maestra de W a g n e r , como
nos da los n o m b r e s de los m a e s t r o s que com n'
en el primitivo d r a m a lírico españolólos elemen-
sieron a l g u n o s de los trozos de la partUm™ Fs
t o s r e u n i d o s para producir la emoción, son los
m i s m o s , v la inspiración procede de u n a sola é relativa t l l T Z SZd e^ , a n m e r a
idéntica fuente. En este punto, el misterio de la sin d„2« í u P Parte, que es
E d a d Media es s e m e j a n t e á la gigantesca concep- sin d u d a alguna, la m á s antigua. E n la seeund
ción de los tiempos modernos, lo q u e prueba u n a parte, aparecen tres n o m b r e s al fren te de var os
vez m á s , cuán poco varían los verdaderos ideales rozos musicales, lo que no quiere decir auo Z
del arte. tos o u e nn^l .'a paternidad de los a^me ,
Gomo ocurre s i e m p r e y en todas partes, esta tos que no llevan indicación alguna. Dichos \ r l *
venerable reliquia del arte medioeval, ha sido, so S í i M h S C r U ^G c^ o ^m -) uts oo rv d e u n c o o
pretexto de progreso, a c o m o d a d a á la m o d a del ros v p n h p p ! ' l arios núme
día El misterio de Elche no se r e p r e s e n t a en los Íudíos V T Í n i l V- K característica escena de los
t i e m p o s actuales, de conformidad con la versión judíos, y Lluis Vich, á quien pertenecen la estrofa
Ans de entrar y la Cabla: Conternplant la talJiguraT
q u e se cantan "durante el entierro de la m a d r e del
Salvador.
N o cabe d u d a sobre quien fuera el Canonge
Pérez. Se trata con toda seguridad, de J u a n Ginez
Pérez, f a m o s o compositor de la escuela valencia-
na, n o m b r a d o m a e s t r o de capilla de la catedral de
Valencia en 1581, y elevado en razón de s u mérito
mguuFfcriBS
ó la dignidad de canónigo del m i s m o cabildo en
1595, dignidad q u e r e n u n c i ó en 1610. S a b e m o s
q u e nació en 1548 en Orihuela; q u e estudió en Es-
paña, país del q u e nunca salió; pero i g n o r a m o s
la época de s u muerte. N o s ha dejado bellísimas
SíSSSSiSH
en°eUomfnioÓ,nÍC°' S Í n ° / U e ' e ^ o n t r á n d J o " y a
o b r a s de música religiosa, que le colocan al lado en e dominio común, se lo asimiló v lo introduio
de los m á s g r a n d e s m a e s t r o s del género, Victoria, ride f i r6 CG0 ,n' °6 1; ic iaa l 0 - a d 0 d e J u d í o s del S e
Morales y Guerrero. Basta e x a m i n a r el coro á otro 1 l f a r c i i lo Nunca uo Señora
cuatro voces, atribuido al Canonge Pérez, en el otra de las o b r a s q u e d e este ilustre m-tísta han
misterio de Elche, para c o m p r e n d e r q u e es obra Hegado hasta nosotros. Esta última coincidencia
del gran músico valenciano, c o n t e m p o r á n e o y ri-
val de Palestrina. A la vista'salta su característica
m a n e r a de a r m o n i z a r la s u b d o m i n a n t e en las ca-
dencias.
Más difícil resulta averiguar quién fuera el Ri-
bera designado en el m a n u s c r i t o , puesto que' en
aquellos tiempos existen n a d a m e n o s q u e tres-
m a e s t r o s que lleven este n o m b r e . P r i m e r o , Alonso- n 3 a m e J n C Í í 0 n a d a e s c e n a d e los judíos es un
de Ribera, músico de c á m a r a de. la reina Doña prodigio de fuerza expresiva y de colo? No sé
J u a n a , citado con elogio p o r Alvarez de Baena, puede llegar á m á s en el concierto polifónico de
Un
q u e floreció por los a ñ o s 1506 á 1523. Encontra- V ^ S S & ^ T ^ / - fln Pu"amento re
presentativo es decir, describ r u n a especie cIp
m o s d e s p u é s á Antonio de Ribera, cantor de la-
capilla pontificia desde 1513 á 1523, de quién exis-
ten varias composiciones musicales en el archivo ' f T e amaso,
pp a rSu t u,i a ddeP LArnfip S
' E n , la
l a
interesantísima
famosa comedia
de 1a catedral de Tarazona; v, p o r último, Bernar-
dino de Ribéra, m a e s t r o de capilla de la catedral, Z T T v a C H ° r a l Í O V e c c h i d e Modena, p u b ?
de Toledo, d u r a n t e el solo a ñ o de 1563. Lo más. « n n l n t V e n e C i a e n 1 5 9 7 ' P°r Angelo C a r d a n o e
probable me parece que, el s e g u n d o de los a r t i s - aquella tentativa tan curiosa de d r a m a S ' è
que p u d i é r a m o s l l a m a r forma m a d r i g ^ e s c á
q u e procedió de a l g u n o s a ñ o s á la Eurydice d e Respecto al tercer compositor, el Lluis Vich
Peri y á la de Cacinni, se encuentra u n a escena de la consueta, hay que confesar que se trata de un
bufa, también c a n t a d a por un coro de judíos, q u e artista completamente desconocido hasta el día
p r e s e n t a s i n g u l a r e s analogías con la h e r m o s a . I o a ? e s t a música, de a u t o r declarado ó anó-
página musical, que m e permito atribuir á Anto- nimo, tiene un color especial, tan arcaico y pri-
nio de Ribera. ¿Pudo influir u n a de las dos crea- mitivo, que no se asemeja á nada. En un pnnci-
ciones sobre la otra? P r e s u m o q u e sí. El m ú s i c o p.o s o r p r e n d e y desconcierta; pero al poco tiempo
español perteneció á la capilla pontificia des- convence y conmueve, p o r q u e toda ella es alta-
de 1513 á 1523, y p o r consiguiente, residió en Ita- mente expresiva. L o s conjuntos á dos y tres vo-
lia, d o n d e es posible que Horatio Vecchi, escu- l0S C0r0S S o n m u
' y armoniosos é
c h a r a la escena tan pintoresca que había com- inteiesan por s u grave y a u s t e r a sencillez, pro-
puesto con destino al misterio de Elche. Dentro duciendo una impresión extraña é indefinible E n
19
de la p a r t i t u r a de L'AmJiparnaso, la escena de S a r ü t u ™ i n s t i t u y e un m o n u m e n t o
los judíos constituye u n a excepción. Como es sa- único de un d r a m a lírico medioeval, cuatro veces
bido, el texto de la comedia armónica, escrito en a preciable' Y ' P ° r 6810 r0ZÓn
' Yerdadera
mente in-
la forma ordinaria del diálogo, es s i e m p r e canta-
do por el coro; lo que produce u n a sucesión de He aludido á la existencia de un texto litúrgi-
madrigales. La polifonía vocal viene á procurar- co, hterario v musical, anterior á la citada refun-
n o s algo así como la satisfacción que nos p r o d u c e h Q COm a he
hoy día la orquesta, pero á decir verdad, el género enT^Q A miSt
V°' fí °- >' dicho,
madrigalesco se acomoda muy mal á las exigen- en 1639. Al ejecutarse el d r a m a , teniendo á la vis-
ta la m e n c i o n a d a consueta, se puede observar q u e
cias del teatro. La escena entre Francatrippa y los en ciertos p a s a j e s ios intérpretes cantan u n a mú-
hebreos, a d q u i e r e de pronto vida y movimiento, sica diferente de la consignada en el m a n u s c r i t o ,
es f r a n c a m e n t e teatral, y como dice muy bien el música q u e nunca ha sido escrita, y que ha per-
ilustre crítico italiano Luigi Torchi, p u e d e poner- sistido en el corazón del pueblo sin qu¿ haya sido
se al lado de la e x t r a o r d i n a r i a escena final del necesario transcribirla, p o r q u e todos los habitan-
s e g u n d o acto de Los maestros cantores, de Nu- tes de Elche la conservan en la memoria y se la
remberg, la mejor comedia musical de los tiem- transmiten d e g e n e r a c i ó n en generación. El hecho
p o s m o d e r n o s . La coincidencia existe y p u e d e p o r m u y e x t r a ñ e q u e parezca, ha sido comproba-
c o m p r o b a r s e , pero líbreme el cielo de s e n t a r con- do de' inssu y de anditu por el m a e s t r o Pedrell
clusiones s o b r e tal particular, p u e s mi objeto ha que ha reproducido en su interesante estudió
sido tan sólo s e ñ a l a r u n a circunstancia p o r d e m á s acerca de ¡s Fesia de Elche, publicado en la Inter-
curiosa y pertinente al a s u n t o de mi trabajo, con natwnale Musikgese/schaft, de Leipzig, dos de los
el fin dé d e s p e r t a r el celo investigador de los f r a g m e n t o s en cuestión. ¿A qué ópera pertenecen?
e r u d i t o s capaces de aclarar tan interesante pro- Sin d u d a alguna á un tiempo muy anterior al si-
blema. glo de oro de la polifonía vocal, que no he de
136 RAFAEL MITJANA

arriesgarme á fijar por mi parte, así como tampo-


co he de atreverme á d e t e r m i n a r á qué género de son d o s
liturgia oriental, á r a b e ó m á s bien mozárabe, n u e s t r a s comedias Lo m á s c E l 8raCloso de
p u e d e n pertenecer aquellas dos e x t r a ñ a s cantile- «a la .-epresentactón con un S o Z Th ^ temii
~
nas, q u e han servido para s e ñ a l a r la pista y des-
c u b r i r el texto primitivo q u e i n d u d a b l e m e n t e ador-
naron. Lo cierto es q u e el d r a m a antiguo ha
aparecido, y a u n q u e n a d a nos dice acerca de los
aires ó timbres sobre los que se cantarían las
poesías, que indica deberse ejecutar ya en stí de
cleriana, ya en sú de rima, ya en só de bey La oliva, de Elche son t a n t a s v « n g ' ™ ^ v Y el misterio
parece seguro q u e dichas melodías formarían par-
te d é l a música primitiva. La persistencia con que eons.derarse . r ^ E F S S . p T c e t t
dichos f r a g m e n t o s se han conservado en la me-
moria popular, haciendo s u ejecución tradicional e s maas g Z S e t t r e „ u"e 'd eT C™ '00'0" de
é inevitable, da singular valor á semejante hipó- I ee
ningún otro d r a m a lü?, P ( \ <-se. N o existe
tesis. a r i a ! d C t r f ó s ™ co ^ s ^ d ^ H r í™
El erudito sacerdote Don J u a n Pie dió á luz n o d r a m a musical n L J ' Clr u n
' «ladero
ha m u c h o s a ñ o s un curioso libro titulado Autos «a. Si bien es cierto q u e . T E T , * ' a m i s m a é P ° '
sacramentales del siglo XIV, en el q u e se encuen-
tra un d r a m a litúrgico del Tránsito de la Virgen y
de su gloriosa Asunción, q u e debió servir de mo-
delo al a u t o r del primitivo d r a m a de Elche, pues
hasta en la reforma actual se encuentran e s c e n a s
iguales, se reproducen idénticos p a s a j e s y hasta
se repiten los m i s m o s versos. El texto del d r a m a
en cuestión es lemosino, y por el b o r r a d o r de u n a
carta dirigida á la S e ñ o r a ' d e P r a d e s p o r el alcalde
p casita iLrópa8 i r E r & &
de dicha ciudad, q u e se ha hallado en el m i s m o
m a n u s c r i t o , y es de idéntica m a n o q u e la q u e h a a música vpI Kaíi/» cuita. En estos m í s t e n o s ,
trazado el d o c u m e n t o , se ha podido c o m p r o b a r a e hLch
su fecha exacta, puesto que dicha carta está data- a b s o l u t a m e n t e Mnfnrf« a?, J , . e fue
da en 10 de Marzo de 1420. Este d r a m a litúrgico
es s u m a m e n t e interesante, m á s q u e nada p o r s u s
c u r i o s a s e s c e n a s de judíos y diablos, en las q u e
intervienen p e r s o n a j e s grotescos, como el heraldo
Cheiles, y por fin, en las farsas venecianas de Ca-
fossi y Animuccia, y en las Sibras n a p o l i t a n a s de
Don Gesualdo, Príncipe de Venusa. A Alfonso Danvila
El misterio de Elche no fué ciertamente un
f e n ó m e n o aislado. Debieron existir en E s p a ñ a
o t r o s d r a m a s litüfgRbfesemejantes. P o r el pronto,
conozco la existencia de uno de ellos, de t a n t a BIBLIOTÈCA p a « ^ » " "
o í L*
i m p o r t a n c i a , q u e le es algo posterior y q u e se eje-
cutaba el Jueves y el V i e r n e s de la S e m a n a S a n t a
en el Convento de M o n j a s de Santa Clara de la
ciudad de Játiva, por privilegio especial, concedi- P R O F E S O R A DE CANTO.
do por el Pontífice Alejandro VI, el P a p a B o r j a ,
ó la villa de d o n d e era originaria s u familia. La
m ú s i c a de esta interesante producción ha s i d o
a t r i b u i d a , no sin f u n d a m e n t o , al ilustre San F r a n -
cisco de Borja.
E n .realidad, para poder completar los e s t u d i o s
CARLOS BROSCHI
h e c h o s sobre el d r a m a litúrgico, objeto del pre- (Farinelli)
s e n t e trabajo, d o c u m e n t o del arte medioeval, úni-
co en su género y de excepcional valor p a r a la
historia del d r a m a ' lírico, convendría hacer u n a
publicación sistemática y o r d e n a d a de los diver-
s o s textos, literarios y musicales que se conser-
van en Elche, así como de s u s distintas versiones,
p u e s de este m o d o se facilitaría el trabajo de los
e r u d i t o s y se llamaría la atención del público cul-
to s o b r e u n a representación tan original c o m o
característica. He oído decir que el A y u n t a m i e n t o
de la gentil población levantina p e n s a b a patroci-
n a r l a p u b l i c a c i ó n . Haría bien, p u e s a d e m á s de
servir los intereses de los estudiosos, honraría í\ la
ciudad q u e rige d a n d o á conocer tan valioso mo-
n u m e n t o de su arte popular.
Cheiles, y por fin, en las farsas venecianas de Ca-
fossi y Animuccia, y en las Sibras n a p o l i t a n a s de
Don Gesualdo, Príncipe de Venusa. A Alfonso Danvila
El misterio de Elche no fué ciertamente un
f e n ó m e n o aislado. Debieron existir en E s p a ñ a
o t r o s d r a m a s litüfgRbfesemejantes. P o r el pronto,
conozco la existencia de uno de ellos, de t a n t a BIBLIOTÈCA p a « ^ » " "
o í L*
i m p o r t a n c i a , q u e le es algo posterior y q u e se eje-
cutaba el Jueves y el V i e r n e s de la S e m a n a S a n t a
en el Convento de M o n j a s de Santa Clara de la
ciudad de Játiva, por privilegio especial, concedi- PROFESORA DECANTO.
do por el Pontífice Alejandro VI, el P a p a B o r j a ,
ó la villa de d o n d e era originaria s u familia. La
m ú s i c a de esta interesante producción ha s i d o
a t r i b u i d a , no sin f u n d a m e n t o , al ilustre San F r a n -
cisco de Borja.
E n .realidad, para poder completar los e s t u d i o s
CARLOS BROSCHI
h e c h o s sobre el d r a m a litúrgico, objeto del pre- (Farinelli)
s e n t e trabajo, d o c u m e n t o del arte medioeval, úni-
co en su género y de excepcional valor p a r a la
historia del d r a m a ' lírico, convendría hacer u n a
publicación sistemática y o r d e n a d a de los diver-
s o s textos, literarios y musicales que se conser-
van en Elche, así como de s u s distintas versiones,
p u e s de este m o d o se facilitaría el trabajo de los
e r u d i t o s y se llamaría la atención del público cul-
to s o b r e u n a representación tan original c o m o
característica. He oído decir que el A y u n t a m i e n t o
de la gentil población levantina p e n s a b a patroci-
n a r l a p u b l i c a c i ó n . Haría bien, p u e s a d e m á s de
servir los intereses de los estudiosos, honraría á la
ciudad q u e rige d a n d o á conocer tan valioso mo-
n u m e n t o de su arte popular.
CARLOS BROSCHI

E s indudable q u e la figura de Farinelli


recientemente ha. inspirado al s e ñ o r B ^ t l n 2 n a
opera que quizás sea su mayor p r o d u c d ó n escé
m e a merece fijar la atención. E l ^ m b r e de a q u e
Ha interesante personalidad ha llegado asta
n o s o t r o s como el de uno de los c a n t a l e s m i s
a d m i r a b l e s q u e la escuela italiana ha Z d u d d o
aquel a escuela del bel canto, que elevó el arte de
insuperableV°Z * "" ^ P^cció^

indud^W eni en te
la aparición de los l l a m a d o s sopranistas Enrealil
dad, se ignora la época ó q u e se r e m o n t a la mons-
t r u o s a práctica de mutilar la naturaleza h u m a n l
para obtener, artificialmente, una clase de vozque
pudiera reemplazar la de mujer. Lo m á s probable
es q u e á la Iglesia se deba este verdadero S i
legio. Como los c á n o n e s prohiben (¡ue las m u i e í e s
admUiHnl d t ( ? p l 0 y l 8 S V O c e s femUinas n o S
a d m i t i d a s en los coros de la capilla pon tifie a
para obtener aquellos timbres suaves y lquel rí
o-istro agudo, necesario para el buen efecto de los m á s célebres sopranistas, quienes, á su vez im-
conjuntos, se recurrió p r i m e r o á los niños, pero p r i m i e r o n las huellas de su talento en las partitu-
como éstos no conservan el timbre y el d i a p a s ó n r a s de aquellos ilustres maestros. Su influencia
q u e caracteriza s u s voces argentinas, m á s q u e en el arte fué considerable y decisiva, y contra la
hasta el fin de la adolescencia, se buscaron los tiranía despótica q u e ejercían sobre la voluntad v
medios de conservarlas, no vacilando en a t e n t a r hasta sobre la imaginación de los compositores,
á la obra del S u p r e m o Hacedor. L o s eunucos, reacciono el genio independiente del gran Glurk
existentes desde la m á s remota antigüedad, fue- Y, sin embargo, el a u d a z revolucionario escribió
ron a d m i t i d o s p o r el cristianismo, y vinieron á p a r a el sopranista Guadagni la parte de protago-
constituir un lujo de la iglesia r o m a n a . Está pro- nista en ese portentoso Orfeo, que a d m i r a m S s ,
c a n t a d o por las m á s r e p u t a d a s contraltos de nues-
bado q u e los sopranistas figuraron en la Capilla tros días.
Sixtina desde los p r i m e r o s tiempos, y q u e d e s d e
fines del siglo X V I hasta n u e s t r o s días, han con- Entre los g r a n d e s sopranistas del siglo X V I I
t i n u a d o c a n t a n d o las alabanzas del divino Re- Marchesi, Pacchiarótti, Cizziello, el va citado Gua-
dentor. dagm, Caffariello, celebrado por Rossini en s u
C u a n d o nació la ópera, los sopranistas que p o r Barbero de Sevilla; Crescentini, que logró conmo-
e n t o n c e s existían en las capillas de las principa- ver á Napoleón el Grande, c a n t a n d o el aria «O/n-
les iglesias, se dedicaron al cultivo del nuevo arte bra adorata del Giulietta fe Romeo de Zingarelli- y
d r a m á t i c o q u e les ofrecía mejor porvenir, y á cuyo Vellutti, el último de ellos, que creó el Aureliano
desenvolvimiento concurrieron en modo eficaz, in Palm,ra, de Rossini en 1814, e II Crociato, de
g r a c i a s á su dominio del arte del canto. Ya en los Meyerbeer en 1824; él m á s célebre de todos, tanto
p r i m e r o s tiempos figura aquel famosísimo Loret- p o r s u s facultades no c o m u n e s , como por s u arte
to Vittori, cuya f a m a ha llegado hasta nosotros, exquisito, y las circunstancias e x t r a o r d i n a r i a s de
así como noticias fidedignas del extraordinario su vida fué, sin d u d a alguna, Carlos Broschi m á s
e n t u s i a s m o que su audición provocaba. Otros, conocido por su a p o d o de Farinelli.
también m u y celebrados, interpretaron las creacio- Según los datos m á s fehacientes, parece segu-
n e s de Monteverde, Cavalli y Cesti, de modo q u e ro q u e el célebre cantante nació en N á p o l e s el 24
al c o m e n z a r el siglo X V I I I , eran, no sólo los ído- de E n e r o de 1705, y que adoptó el n o m b r e de Fa-
los indiscutibles del público, sino los s o b e r a n o s rinelli en prueba de agradecimiento á los h e r m a -
a b s o l u t o s de los teatros de ópera, que domina- n o s r a r m a , excelentes aficionados á la música
ban con verdadero despotismo, imponiendo s u s q u e habían protegido su niñez. Debía pertenecer
c a p r i c h o s á m a e s t r o s y auditorio. T o d o s los gran- á una familia pobre c u a n d o s u s padres consintie-
d e s c o m p o s i t o r e s de aquel tiempo, Scarlatti, Leo, ron que sufriera tan cruel operación, con el fin de
P e r g o l e s e , H a e n d e l , H a s s e , Jomelli. T r a e t t a y a s e g u r a r l e un porvenir brillante. En aquellos
n u e s t r o compatriota el insigne catalán Domingo tiempos el hecho no ofrecía n a d a de particular y
Terradellas, escribieron exprofeso o b r a s para los la ciudad de Norcia llegó á s e r célebre en toda
Italia p o r la e x t r e m a d a habilidad de s u s opera-
dores. Carlos Broschi recibió las p r i m e r a s leccio-
n e s de canto de su propio padre, músico de pro-
fesión, p a s a n d o d e s p u é s á la escuela de P o r p o r a , la m u e r t e del célebre cantaníe° S (V*° S dCSpUéS de

f a m o s o m a e s t r o q u e educó toda u n a pléyade d e 8


c a n t a n t e s maravillosos.
El métod® de e n s e ñ a n z a de Porpora, ló m i s m o
q u e el del célebre Bernachi de Bolonia y el segui-
do p o r todos los m a e s t r o s de canto italiano de la
» s a s a K i S
p r i m e r a mitad del siglo X V I I I , consistía princi-
p a l m e n t e en el estudio del m e c a n i s m o de la vo-
calización, siendo preciso d o m i n a r todas las di-
ficultades para q u e se permitiese al discípulo
p r e o c u p a r s e del sentido de la declamación y de la
expresión de la f r a s e musical. En aquella época
heroica del bel canto se a d m i r a b a , ante todo, la fíl°nqUe P
°r entonces
existían h a s t a q í e en
pureza material del sonido, la flexibilidad del ó r -
g a n o y la a m p l i t u d de la respiración, que consen-
tía al virtuoso jugar con s u voz, cómo s i fuera u n
pájaro, y e n c a n t a r y s o r p r e n d e r el oído. Ningún
sopranista igualó á* Farinelli en la posesión y él J í °Vecharse de
^ l e s enseñanza« v aca
d o m i n i o de tan brillantes cualidades.
Dotado de u n a voz de s o p r a n o extensa y bien los consejos del propio e m p e r a d o r Carlnt v i
t i m b r a d a , el joven c a n t a n t e debutó en su ciudad
natal, h a c i é n d o s e oir en círculos escogidos, y m á s
q u e en ninguna parte, en los s a l o n e s de s u s pri-
m e r o s protectores los h e r m a n o s F a r i ñ a . P r o n t o ,
alcanzó g r a n reputación, y los clilettantes napolita-
n o s le a c l a m a b a n como un ragazzo divino c u a n d o
a b a n d o n ó N á p o l e s en. 1722, con objeto de seguir
á R o m a á s u m a e s t r o P o r p o r a , llamado á la capi-
tal pontificia p a r a escribir una ópera destinada al
T e a t r o Aliberti, q u e debía s e r creada p o r su dis-
w s m
cípulo, el ya f a m o s o virtuoso. d e H a s s e e n e l que había introducido un Z Z
N o he de seguir paso á paso la vida de Carlos «Sono qual nave,, compuesta e x p r e s a m e n t e p £ a
Broschi, que los curiosos p o d r á n encontrar rela-
q u e luciera s u e x t r a o r d i n a r i o talento, por su her- tal de E s p a ñ a , d o n d e no le llamaba ningún con
m a n o Ricardo Broschi, compositor apreciable. trato directo, pero d o n d e la suerte le reservaba el
El caballero Burney nos ha dejado u n a des-
cripción curiosa del modo con que el g r a n vir- o t u n T 1 ; n e s p e , r a d 0 d e l o s destinos 61

tuoso interpretaba el aria en cuestión. c E m p e z a b a Ocupaba el trono de San F e r n a n d o Felino V


aquel pálido y triste m o n a r c a , cuya debilidad in
— escribe el historiador inglés—por e n t o n a r la g é m t a y cuya devoción pueril nos son conocidas
p r i m e r a nota con s u m a delicadeza, y crecía por gracias al testimonio de la Princesa d e l o * T T r « ?
i r a d o s insensibles, hasta llegar á u n a fuerza sor- nos. Desde la m u e r t e de su hijo ef soberano^ hatoa"
prendente, para e s f u m a r d e s p u é s con g r a n lenti- caído en u n a especie de h o n d a melancolía de a
tud el sonido, hasta hacerlo casi imperceptible.
e
T r a s esto ejecutaba los p a s o s m á s atrevidos con 3es cui a da a dSde
descuidado
0 dÍStraer,e
dí su " S 0permanecía
persona,
mbrí0
' ^ c i t ruercnlou . dyí
tanta agilidad y rapidez, q u e los violines q u e le en s u s habitaciones, n e g á n d o s e á o c u p a r s e d é los
a c o m p a ñ a b a n eran incapaces de seguirle, l e m a a s u n t o s del Estado. A p e n a s s u p o la r e i í a Isabel
en la calidad de la voz la fuerza, la dulzura y a qUe Farinelli había
extensión. Su perfecto estilo le s u m i n i s t r a b a lo l e g a d o á Madrid lo
tierno, lo üelicado y lo rápido. Poseía r e c u r s o s m a n d ó l l a m a r & la corte y le dió ó r d e n e s de a u e
q u e a n t e s y d e s p u é s de él nadie h a tenido, y re- p r e p a r a s e »n p e q u e ñ o concierto en la m i s m a c ó
s u l t a b a en verdad irresistible.» ™ a r a d e r ey, que era muy aficionado á k música
Ante s e m e j a n t e testimonio no hay m á s q u e in- y sensible á s u s efectos. La impresión q u e e e r a n
clinarse v c o m p r e n d e r cuán justo fué el éxito ob- c a n t a n t e p r o d u j o sobre el enfermo, f u ó v e r d a l e r a
tenido por Farinelli en la capital de Inglaterra, m e n t e extraordinaria. Apenas Felipe V escuchó
c a n t a n d o varias t e m p o r a d a s en el teatro q u e diri- aquella voz maravillosa salió de s V l e t a m o n r e
j a P o r p o r a , y c a u s a n d o la ruina de la e m p r e s a I Z ™ / 0 q>Ue á q u i é n d e b i a t a » intensa y dulce
rival á cuyo frente se encontraba el insigne Haen- fe Farineíh fl?U6 P ° d í , a h a ° e r P a r a r e c o m p e n s a r
del el g r a n compositor q u e la Gran Bretaña aca- vvenida
e n i d T lah respuesta, l ° n y al"i ppourn lt ao r rogó
e i n a lle
' al v amb ao npre-
a™
baba de a d o p t a r . A s e m e j a n t e fracaso se debe que que, saliendo de s u abstracción, volv e r á ocu-
el émulo de Bach a b a n d o n a s e para s i e m p r e el p a r s e de los intereses de s u s E s t a d o s Felipe V
teatro y se dedicase á escribir esos h e r m o s o s ora- T J ^ l 6 , & s e m e j a n t e petición, y s a c u d i e n d o la?ata^
torios q u e , como El Mesías, Judas Macabeo, Israel pereza que embargaba su espíritu, volvió á poner
en tqipto, y t a n t o s otros, constituyen su m e j o r se al frente del gobierno. poner
gloria. A fines del a ñ o 1736, Farinelli dejó Lon- v ^ m e s i o u n a m u j e r bastante hábil
dres, p a s a n d o á la corte de Luis XV, d o n d e cantó y d e m a s i a d o interesada en dirigir la voluntad de
en c o m p a ñ í a de la célebre m a d a m e Riccobom, s u esposo para no c o m p r e n d e r el i n m e n s o parti
e n c a n t a n d o á los aficionados é inteligentes fran-
ceses, entonces enemigos acérrimos de la m ú s i c a tef de S 8 1 a d m i r a b l e t a I e n t 0 d e C a " " s
italiana. De París, n u e s t r o artista pasó á la capi- m o d o c ue s e
ntfiSfi ' ' a p r e s u r ó á hacerle mae-
Proposiciones para que se estableciese en
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS 149
Madrid, exigiéndole ú n i c a m e n t e q u e sólo c a n t a s e
en presencia del soberano. Aceptó Farinelli el tinuó d e s e m p e ñ a n d o papel preeminente en la
contrato, y d u r a n t e los diez a ñ o s q u e aun vivió corte de E s p a ñ a . Gozaba del mayor favor cerca
Felipe V, cantó t o d a s las noches en su presencia del soberano, que le n o m b r ó caballero de la orden
cuatro trozos, entre los q u e figuraban indefecti- de Calatrava en 1750 y director de los teatros
blemente dos arias del compositor Hasse, m á s Reales. E n t o n c e s f u n d ó el Coliseo del Buen Reti-
conocido bajo el epíteto de IlSassone, que e r a n : ro, d o n d e se representaron las óperas m á s nota-
cPer questo dolce amplesso y Pállido é il sole. Otra bles de los m a e s t r o s italianos y se aplaudieron á
d e s ú s obras preferidas era un Minuetto que se los mejores c a n t a n t e s italianos, contribuyendo
complacía en variar al infinito, con caprichosas g r a n d e m e n t e á perjudicar el desarrollo de nues-
tro arte nacional, que juzgado de mal gusto por
im
^He V tenkkTocasión de leer el aria Pállido 6 il la gente cortesana, se refugió en los teatros popu-
sole, v declaro con toda lealtad q u e no he encon- lares, a c a b a n d o por f o r m u l a r con la tonadilla s u
trado en el diseño melódico del compositor sajón, m á s ardiente protesta contra los c a s t r a d o s y de-
nada que justifique los prodigiosos efectos obte- más^ m a n t e n e d o r e s del gusto extranjero.
nidos p o r el c a n t a n t e en la ejecución de dicha Conviene reconocer que Farinelli s u p o no abu-
obra F.l aria en cuestión pertenecía á la ópera s a r de su singular fortuna v que siempre se con-
Artaxerxes, de Vinci, y h a b l a n d o de esta célebre servó moderado, afable, servicial y modesto. Se
composición dice el Presidente des Brosses en cuentan infinidad de anécdotas d e f período de s u
su tan interesante Viaje d Italia: «Es el Lully d e privanza, que sería prolijo relatar, y que demues-
Italia (se refiere á Vinci), su canto es verdadero, tran s u s excelentes cualidades y su buen fondo
sencillo, expresivo y el m á s h e r m o s o de m u n d o natural. Veinticinco a ñ o s permaneció en Madrid,
Artaxerxes es la m e j o r de s u s obras, y está escrita distrayendo la melancolía de dos reyes, Felipe V y
sobre u n o de los m á s h e r m o s o s p o e m a s de Me- F e r n a n d o VI. C u a n d o Carlos de Borbón renunció
tastasio. No la he visto representar, m a s la co- el trono de Nápoles, para ceñirse la corona de
nozco detalladamente. P e r o por buena que sea la España, el célebre c a n t a n t e fué despedido de la
partitura de Vinci, la escena de la desesperación corte, recibiendo la orden en 1760 de a b a n d o n a r
de Arlaban, agregada por el poeta y puesta en la península. Existen razones f u n d a d a s para ha-
música por II Sassone-Hasse-sobrepuja á todas cer creer que la desgracia del virtuoso fué debida
las d e m á s . El recitativo: Eccom, al fine in liberta á un cambio de política del nuevo rey, que firmó
es admirable, así como el aria que sigue: 1 atildo el pacto de familia, al que según parece, Farinelli
é il sole.» Como el gusto musical cambia con tanta s i e m p r e se había opuesto. Lo cierto es q u e se le
frecuencia, sin e n t r a r en m á s averiguaciones n o s prohibió permanecer en E s p a ñ a , y que por enton-
ces se dijo que también se le negaba autorización
c o n t e n t a r e m o s con el juicio del notable dilettante para establecerse en Nápoles, s u ciudad natal,
' ír8I
Baj S o el reinado de F e r n a n d o VI, Farinelli con- por lo q u e fijó s u residencia en Bolonia, d o n d e se
construyó un magnífico palacio.
El hecho de h a b e r s e establecido en la ciudad delle Lamme. Il giorno seguente f u visitatto dal Se-
de S a n Petronio, fué causa bastante, á mi m o d o natore Conte Francesco Caprara in abito col Tosone
de ver, p a r a que se dijese que el rey de N á p o l e s si disse per parte del Imperatore. Alli 8 detto egli
le había negado p e r m i s o para residir en s u s esta- andò d far visita al Conte Odoardo Pepoli e li 10
dos. P e r o existen razones p o d e r o s a s q u e justifi- detto di Domenica l'Accademia di Filarmonici in
can el acuerdo de Farinelli. E n efecto, el cronis- forma l'andò ad invitare alle festa di Sant Anto-
ta de Bolonia, Antonio Barilli, escribe en su Gior- nio che si foce seconto il solito della detta Accademia
nale ó 22 de Septiembre de 1732: «He oído decir, in S. Giovanni in Monte alli 12 detto.
que el f a m o s o músico Farinelli se ha decidido á P o r este testimonio se d e m u e s t r a el alto con-
establecer aquí s u residencia, hallándose en t r a t o cepto y la consideración en que era tenido Fa-
para a d q u i r i r u n a propiedad.» Un m e s d e s p u é s rinelli en la ciudad q u e eligió para p a s a r los
agregó: «El excelso S e n a d o ha concedido la ciu- últimos a ñ o s de su vida. La f a m o s a Academia
d a d a n í a con la propiedad de Tenianale, al f a m o s o Filarmónica debió atraerle, tanto m á s cuanto que
músico Farinelli, que ha c o m p r a d o tierras p o r al frente de ella se hallaba entonces, su g r a n d e
valor de 28.000 liras.» Está probado que, d u r a n t e amigo, el m á s célebre teórico de música de su
s u larga ausencia de Italia, el célebre artista con- tiempo, el padre Pedro J u a n Bautista Martini.
servó s u s p r o p i e d a d e s de Bolonia, así q u e parece Farinelli vivió largos a ñ o s a ú n en s u esplén-
lógico que al s e r d e s t e r r a d o de E s p a ñ a , se esta- dida residencia de Bolonia; u n a preciosa villa si-
blecería allí d o n d e poesía bienes de fortuna y go- t u a d a en las a f u e r a s de la ciudad, que pertenecía
zaba del derecho de ciudadanía. P o r muy g r a n d e no ha m u c h o s a ñ o s á la familia Montanari, y con-
q u e fuera el poder del m o n a r c a español, no podía servaba el típico n o m b r e de II farinello. Tan sólo
extenderse á fijar d e t e r m i n a d a residencia á u n a u n a vez se alejó de dicha población para ir á
p e r s o n a q u e no era s u súbdito, pero á quien pro- R o m a á visitar al S a n t o P a d r e Benedicto XIV. Se
hibía p e r m a n e c e r en s u s Estados. Farinelli se es- cuenta q u e en la audiencia habló con cierto aire
tableció, pues, en Bolonia, en compañía de su her- de importancia de las g r a n d e s riquezas y h o n o r e s
m a n a viuda y de dos sobrinos, no faltando quien que había adquirido d u r a n t e su p e r m a n e n c i a en
a s e g u r a s e q u e la carencia de b u e n a s relaciones Madrid, á lo que el P a p a Lambertini, hombre de
con ciertos m i e m b r o s de s u familia, fué la verda- fino ingenio, parece q u e contestó, no sin cierta
dera causa q u e le i m p u l s ó á alejarse de s u ciudad malicia: «Avete fatta tanta fortuna costà, ma non
natal. vi avete trovato le gioie che avete perduto in qua. »
Otro cronista de la famosa ciudad universita- Lo que quiere decir a p r o x i m a d a m e n t e : «Entre las
ria, Galeatti, consigna con fecha 3 de Julio de 1760: riquezas a d q u i r i d a s allí, no habréis e n c o n t r a d o
Giunse á Bologna Carlo Broschi detto Farinelli, de seguro lo q u e perdisteis aquí.»
Cavaliere di Calatrava, aggregato alla citadinanza En su linda m o r a d a , Farinelli reunió u n a im-
sino dall' anno 1732, músico famoso eh' era in Cor- portante galería de c u a d r o s y u n a rica colección
te delJìu ré de Spagna, andò al suo casino fuori de libros y de objetos de arte, m u c h o s de ellos
adquiridos en E s p a ñ a . Vivía como un gran señor,
a m a n t e y protector de los artistas, y m á s especial- 1 n n c e s a de_ Asturias. Otro i n s t r u m e n t o construí
m e n t e de los músicos. Es fama que auxilió pode- do en E s p a ñ a bajo su dirección, tiene u n S í o
r o s a m e n t e al P a d r e Martini, s u m i n i s t r á n d o l e pre- móvil, con el cual, igual que en el del C o n S de
Ven6Cia se
ciosos datos para que escribiera su notable His- I ' P u e d e t r a n s p o r t a r un trozo
toria d-e la música. P o r último allí recibió la visita de música a un tono m á s alto ó m á s bajo E n es
de c u a n t a s i m p o r t a n t e s personalidades p a s a b a n tos claves españoles, los tonos n a t u r a l e s son ne"
or la ciudad de Bolonia. Entre s u s visitantes drepei'la S E feSÍ ? YT ' T « 0 8 ^ m t
g u r a el caballero Burney, que nos ha dejado u n a S V r s t á n c o n s t r u í d o s conforme á un mo
curiosa relación de s u entrevista con el célebre tapa £ t e n yn t 0 d ° d e , m a d e r a d e c e d r ' ° ' salvo la
virtuoso, contenida en su interesante libro: The K'.A • encerrados en una doble caia En
present state of Music in Franc.e and Italy (Lon- el salón principal del palacio se a d m i r a n cuatro
dres, 1773), que f u é traducido al francés por Car-
los Brack é i m p r e s o en Ginebra en 1809. en E s p á ñ a T a Í h ¡ P 0 r j^. m 1c o n i > pintor que m u r i ó
Dicho caballero, q u e viajaba con objeto de re- También allí se e n c u e n t r a n los retra-
coger datos para escribir una Historia de la músi-
ca, estuvo en Italia en 1770. En el m e s de Julio
visitó Bolonia, casi por el m i s m o tiempo que el
joven Mozart, y en su c u a d e r n o de apuntes, escri-
be con fecha 25 de dicho mes: «He pasado el dia
con Farinelli, en s u casa de c a m p o á una milla de
Bolonia. La casa no está t e r m i n a d a aún p o r q u e M.ínwil' V f ^ t a n tampoco c u a d r o s de Ximénez
fué comenzada á c o n s t r u i r s e d e s p u é s de su veni- M u n l l o y Españoleta.» H a s t a aquí la cita de Bur'
da de E s p a ñ a . H a a l m o r z a d o con nosotros el Pa- iioo ín?er e he
é FEn n a nalgunos
rÍt
° P °aru t^o r' e6s r he
m e d
inteiés. af * - rreferirla
visto d^d -
dre Martini. Farinelli no canta ya hace m u c h o
tiempo, pero se deleita tocando el clave y la viola cierta anécdota ocurrida con ocasión de d K
de a m o r . Tiene g r a n n ú m e r o de claves construí- sita. Según parece, el caballero inglés d e m o s t r é
dos en distintos países y les ha dado los n o m b r e s á t a n n e l l i s u satisfacción de haberle c o n o d d o en
de s u s pintores favoritos. El mejor, construido en compañía del P a d r e Martini, teniendo con ello la
Florencia en 1730 es un pianoforte (sic,) llamado fortuna de h a b l a r con dos ilustres peraonalidades
Rafael de Urbino, siguen F,I Correggio, el Ticiano, P o n d i ^ T 9 ' á l ° q U e , e i m o ( l e s t o cantante res^
CUant
etc., etc. Posee también un clavicémbalo, regalo de nara i n ° , a l P a d r e Martini, hay razón
la difunta reina de España, discípula de Scarlatti para ello, pues su obra q u e d a r á . P e r o en lo q u e
é n
en Portugal y en E s p a ñ a , y para quien el gran
m a e s t r o c o m p u s o s u s dos p r i m e r o s libros de so-
t ; : r s i r * p - tjsr.
1 verd dera
n a t a s impresos en Venecia, c u a n d o todavía era RJ ! f ® f . la triste reflexión de Carlos
Broschi revela u n a inteligencia clara, n a d a co-
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS 155

m ú n en artistas de su clase. Visitáronle también envió á viajar á su sobrino y encerró á su n n h m


en su residencia, dejándonos relaciones de la en- esposa en una habitación dì s u r e S d e n d a ^ ™
IlllS trevista, Duelos, que estuvo en Italia en 1770, y poderla contemplar á s u s anchas. E s t e
f al año siguiente la Electora de Sajorna, hallándo-
]
se presente en esta ocasión Casanova, quien dice cantante" ^ ^ °S ÚllÍmos
--s'deTgrTn
en s u s tan curiosas Memorias, que el famoso _ C a s
¿ todo
relatado por Casanova me parece
cantante, después de obsequiar con un s u n t u o s o sospechoso, si no falso. El audaz aventurero estu
almuerzo á tan elevada dama, se sentó al clave y vo por ultima vez en Bolonia en 1771 Aquel mis
ejecutó con sin igual maestría, a u n q u e su voz n o m o ano, Ja Electora de Sajonia visitaba dicha S u - '
era ya muy fresca, u n aria de su composición. dad con objeto de c o n o c e r á Farinelli. Lo que m e
Según afirma, a p e n a s hubo terminado, la Electora, parece extraño, en primer lm?ar „.„r,^
entusiasmada, se arrojó en Brazos de Fannelli, Casanova, dada la r j p u S i í ? , u e t e n ^ e h a Z s e
exclamando: «Puedo morir satisfecha, puesto que presente á a entrevista de la ilustre d a m a con el
he tenido la fortuna de escuchar á tan gran ar- célebre cantante. Sus aventuras eran perfóctamen
tista.» te conocidas y por aquellos mismos días e?co-
Aquel famoso tunante de Casanova, cuyas Me- mediógrafo Francesco Albergati, residente en Bo
morias constituyen u n o de los libros m á s intere- loma, y persona de mucha menos consideración
s a n t e s que pueden consultarse acerca de las cos- v l l ^ i C f U e , e l t o r i t o de Felipe V y de
t u m b r e s de Europa en el siglo X V I I I , refiere
también una anécdota relativa á Fannelli, que n o m á s los d l / ñ l f 6 h a b í a , n e ^ a d 0 à « c i b f r i o . Ade
más, los detalles que da no son exactos Se^ún
he visto confirmada por ninguno de sus biógrafos.
El célebre sopranista tenía un sobrino, á quien n f i T e y ' e n Í 7 k 70 ' !p a c í a y a muchos a ñ o s que F a n -
había adoptado al quedar huérfano. Este joven nelli no cantaba. Tampoco hay noticia alguna d e
que nunca hubiera compuesto trozos mSsicales
casó con una señorita de Bolonia, y el m a t r i m o n i o Por ultimo, lo concerniente á sus a m o r e s sen les
se estableció en el palacio de su tío. Fannelli, que ®CQ S0brin0
' c a r e c e ^ todo fun
!l i l i en s u
juventud había inspirado sentimientos q u e damento. Existe el testamento de Farinelli otnr
pueden p a r e c e m o s extraños, pero que la historia
secreta de los sopranistas consigna con m á s fre- fo se t Z í e F e b r e r ° 1 d e 1 7 8 2 ' y e n - t e d o c ú m e "
o se aclaran s u s relaciones con el hijo de su
cuencia de lo que pudiera imaginarse, se enamo- e a
ró, así como suena, de los encantos de su sobri- s dñ c l a r a
K e n efe ct
. °'haber — Z o t
na Pero por m á s que le cantó Fallido é ti solé y Ja boda de su sobrino Don Matteo Pisani con
Per questo dolce amplesso, aquellas dos arias de de ? 7 a f i « T G a t t e s c h i ' . a l e b r a d a en 13 de J u n i o
Hasse, que tanto gusto daban á Felipe V, la mu- n L Ì S U' d 6au ClUj yaJd°a ™ Qtnm
M a r i a °C™ a ro
l o t nació
a P i s a en su P pronte
chacha permanecía impasible, sin hacerle el me- ffi, h , ^ ™> á c u en
había dotado convenientemente ante el notario
nor caso. Enfurecido p o r s u s desdenes, t a n n e l l i señor Lorenzo Gamberine. Añade que su ahijada
tomó una determinación indigna de su carácter: será heredera universal, pero que elgoee del u s u
da haber escuchado algo q u e pueda comparársele.
La gente está convencida de que ha sido m u y
fructo de todos s u s bienes los reserva d u r a n t e s u protegido por la Virgen María, á quien s u m a d r e
vida á Mateo Pisani, su sobrino, el hijo de su her- profesaba extraordinaria devoción.»
m a n a Dorotea Broschi. En todo el testamento, no Como era de s u p o n e r , la vida de Farinelli n o
se halla la m e n o r indicación relativa á A n n a Gat- solo ha sido contada en todos los idiomas de Eu-
teschi, pareciendo m á s bien c e n s u r a r de modo in- ropa por infinidad de escritores, sino q u e el teatro
directo la conducta de la esposa de su sobrino, á y la novela se han a p o d e r a d o de s u s principales
quien n u n c a debió considerar con b u e n o s ojos. aventuras, utilizándolas p a r a gran n ú m e r o de
En cambio, al h a b l a r de Mateo Pisani, lo hace creaciones m á s ó m e n o s felices. La linda ópera
con elogio, d e m o s t r á n d o l e un gran afecto. L a s cómica de Gaveaux Le bou/fe et le tailleur, tiene
maliciosas suposiciones de Casanova, muy de p o r a r g u m e n t o u n a anécdota acaecida á Farinelli
acuerdo con s u carácter, caen por tierra con la d u r a n t e s u estancia en Madrid. Se r e p r e s e n t ó en
sola lectura de tan fehaciente d o c u m e n t o . P a r í s el 21 de J u n i o de 1804 y d u r ó largos a ñ o s
E s cierto, y así lo consigna Giovenal Sachi en en el repertorio corriente. El m i s m o asunto, bajo
s u extensa y d o c u m e n t a d a biografía del gran can- idéntico título, ha sido t r a t a d o p o r Pedro W i n t e r
tante, que u n a g r a n melancolía se apoderó de Fa- en una ópera bufa representada en Génova en
rinelli d u r a n t e los últimos a ñ o s de s u vida, y q u e 1819 y en Munich al a ñ o siguiente. En 1839 se
para consolarse cantaba nuevamente, si no con canto en L o n d r e s una ópera inglesa en dos actos
u n a voz muy sonora, con un estilo admirable, del compositor Barnett, titulada Farinelli. Más
conmoviendo h o n d a m e n t e á los q u e tenían la adelante, S c n b e y Auber compusieron otra ópera
suerte de escucharle. El insigne artista m u r i ó el cómica muv p o p u l a r y aplaudida, d e n o m i n a d a
16 de Septiembre de 1782, víctima de u n a fiebre Lapart du diable, inspirada en su privanza en la
perniciosa, á los ochenta y dos a ñ o s de edad. Se corte de Felipe V, que se e s t r e n ó en P a r í s el 16
le dió sepultura en el convento de Capuchinos de de E n e r o de 1843. Si no r e c u e r d o mal, esta pro-
S a n Miguel in bosco, m o n a s t e r i o que, d u r a n t e la ducción, aún p o p u l a r en Alemania, fué traducida
invasión francesa f u é convertido en casa de cam- al castellano por un tal Abar, y representada en
po, siendo entonces destruida la iglesia. Hoy es .Madrid bajo el n o m b r e del protagonista, con m u y
propiedad de la familia Revedini, y en él no que- escaso éxito, a u n q u e con música nueva, escrita
d a rastro alguno de la t u m b a de Farinelli. por el m a e s t r o don M a r i a n o Vázquez. Otra Fari-
U n viajero a l e m á n , Keyssler, que recorrió toda nelli, ópera cómica del m a e s t r o H e r m a n n Z ü m p e
Italia d u r a n t e los p r i m e r o s a ñ o s de la carrera del r e p u t a d o director de orquesta aplaudido en Es-
f a m o s o virtuoso, dice h a b l a n d o de él: «De todos pana, se cantó en los teatros alemanes. El m i s m o
los c a n t a n t e s que hoy existen, no es posible citar Scribe publicó una novelita, también vertida á
u n o que, por la habilidad de la vocalización y a n u e s t r o idioma, titulada Carlos Broschi, d o n d e
belleza de la voz, pueda rivalizar con Farinelli. n o s presenta á Farinelli e n a m o r a d o de u n a can-
Recorre con igual facilidad u n a extensión de vein-
titrés n o t a s (más de tres octavas), y nadie recuer-
t a n t e d r a m á t i c a , lo m i s m o que han hecho los se-
ñores Cavestany y Bretón en s u última ópera es- Al i l u s t r e g u i t a r r i s t a Miguel Llobet
t r e n a d a en 1902 en el Teatro Lírico de Madrid, de
fatal m e m o r i a , y que s e g u r a m e n t e no será la últi-
m a obra artística q u e inspire la vida del m á s fa-
m o s o de los c a n t a n t e s italianos del siglo X V I I I . \

ACERCA DE "EL SOLITARIO


Y LA M Ú S I C A ANDALUZA

t
Acerca de "El Solitario„

y la música andaluza

in ge n i oso cuan fo e r u di to T % e n d u d a ei
E s t é
Calderón no f u e m ¿ n ó l ^ez
f u n d o s conocedores q u e Z z l ^ V ' m ó s P r o "
idiosincrasia del |)ueb o e n S i e X , s t ' e r o n ^ la
m e n t e todavía d i I o q u e i í ñ ^ ™ ? - 8 , 6 8 ? ™ » ' -
jerga corriente, l l a m a m o s V / ™ ; h ? o d ' e n J a
p a n d e y decidida a f i c i ó n ^ l a ? ^ / ^ ^ " Tan
Je as d e ,a
-levó como de J a m m J ?°5 tierra,
c o s t u m b r e s de un pueWo n n S t U d , ya í , oi sm eu ns ot ís i Y
"oble y e a b a l ' e r e s c ^ f o n °ai ^ f v JT ''
e m p o r i o de la g e n t i l e z a ^ S í dicharachero,
pendió del donaire que i o s ^ o M ^ ^ ^ com"
lucía son todo esto y aún a l ™ ™ > d f ) r e a d e A n d « -
m a s c ue
Por la sencilla razón Í P 5 ' ™e callo,
q u e si el h a b l a r es plata S s i l e n , f i e r o
boca cerrada... etc., ¿te " C 1 ° e s o r o > Y en

tllía b a C
algo típico r ¿ e c u l i a r d ^ 2 a f 4 0 tíons-
concediese e s U ¿ ¿ ^ ¿ o
d o s m a n i f e s t a c i ó n original y g e n u i n a de u n a r t e ^ennÍt«arábÍga' S n
° ,0S 0les
> ^anas, polos, me-
s i n g u l a r í s i m o y e s p o n t a n e o , d e n o m i n a d o sin ra dios polos, serranas y toreadas, h a s t a lleogr al
zón S a l g u n a flamenco, c o m o si h u b i e r a venido de fandango, g e n e r a d o r Indiscutible de las Malaaue
F l a n d e s así c o m o A a q u e l l a s s u s tan deliciosas ñas, Róndenos, Granadinas v Murcianas
d a n z a s y a c e l e b r a d a s p o r Marcial v e r d a d e r a s dejen de p e r t e n e c e r á la gloriosa familia bien
n o r a d l a s de g a l l a r d í a y d o n o s u r a . P o r lo q u e m e
m e c e q u e , con s o b r a d a justicia, m e r e c e f i g u r a r
e l c a s t i c í s i m o e s c r i t o r e n t r e los m á s n o t a b l e s q u e
de la m ú s i c a p o p u l a r e s p a ñ o l a s e h a n o c u p a d o y
viera ocasión de p r e s e n c i a r l a de c o s í en los
s e r e s t u d i o d o b a j o tal a s p e c t o , no s o s p e c h a d o
t i e m p o s m o d e r n o s , b a s t a n t e m á s difícil de lo eme
q u i z f s p o r Ta m a y o r í a de los q u e de s u s t r a b a j o s
parece p o r no decir imposible, ya q u e en los e ^
trataron^ pl.imGr0Sa colección d e j o y a s es m o t e j a d o s de flamencos, y otros l u g a r e s s i m i '
de l e n g u a j e y b u e n decir q u e b a j o el título de Es- r S l f ° , T e j f U t a u n 91 t e chabacano y amane-
L ^ A r u I n h r a s publicó el escritor m a l a g u e ñ o , r a d o l l e n o d e s o h s t i c a c i o n e s , c o s m é t i c o s y coHrios
«e ^ n c u e i ^ r a n va r í o s art i culos (algunos de los m á s fn í Js? I > a d e . ? ° " c e l l a s a l i d a de casa de Celestina
f i n d o s c o m o L a rifa andaluza y la i m p o n d e r a b l e q u e sólo p u e d e d a r el p a r c h e á g e n t e s de noen
v
{ ^ m b l e c u j e n e r a l ) q u e tocan de p a s a d a é inciden- snocei,
s ¡ ? uto:\ dMr r trang¿s > ^ £
tal r ^ n te á se m e j a n t e m a t e r i a , a p o r t a n d o noticias, vuelvo á decir, lo q u e e r a — h a v a u e nrnHn
Z Z t S i q U ' e ' ; 3 6 0 C O n ^ r a n ^ ^ e z a y dolo - u n a
v e r d a d e r a y l e g í t i m a ^ « andaluza, c o l é] libio
j r a ¡? a s r r ^ a a s
tesar-p'^« —
C o m i e n z a el estilista a d m i r a b l e por determi-
S ó n privilegiada. S o n estos t r e s luceros, q u e ni
n a r q u e las n o t a s características del baile a i d a
f J Vh ili de Orion, los a r t í c u l o s d e n o m i n a -
luz s o n el m e n e o de los b r a z o s y los q u i e b r o s de
d o , El MeroUn baile en Triana y Baile al uso
c i n t u r a , d i f e r e n c i á n d o s e en e s t o p r e c i s a m e n t e de
d danza antigua, t r i n i d a d en q u e ocupa u g a r p r e
^ s d a n z a s , cuya principal p a r t e estriba én los
p m i n e n t e el s e g u n d o , en q u e se a b o r d a n t r a s c e n
m o v i m i e n t o s a c o m p a s a d o s de los pies. La o b s e i
vación es justa, y d e s d e a n t i g u o reconocida p u e s
ya en t i e m p o s de Cervantes 8 se d i s t i S a ñ ' po?
l a s m i s m a s c a u s a s y r a z o n e s las Danzas"prontas
d e la gente grave y señoril, de los Bailes popula
r e s y p o r lo g e n e r a l d e s e n v u e l t o s . A la p r i m e r a
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS
categoría pertenecían t o d a s las de movimientos 165
p a u s a d o s , autorizados y severos, como eran las lla-
m a d a s : la Gallarda, la danza de los soberanos; la
Españoleta, el Turdión, la Pavana, bautizada así teda ^ i o n r f a f f i q u e m ^ i P f ? ' l a e m

p o r q u e los q u e la d a n z a b a n iban c o n t o n e á n d o s e exorcismos, de ¿ o ' X pro c e T e ^Q ULe0 ^ / 7 "Ú


a h u e c a n d o la capilla, é manera de payo real que na; a no mpnr»« i¡h..« , í., y la Tira-
hace la rueda; Madama Orliens, el Pie de gibaoT
la Dama, el Caballero, la Haya, el Rey Don Alon-
so el Bueno (1), la Alta, la Baja, la Alemana, el Ca-
nario, las Folias, el Bran de Inglaterra, y t a n t a s
o t r a s m e n c i o n a d a s por infinitos a u t o r e s desde el J l l notable a S ^ S S S ^ ^ ^ / 1 ^ 0 jesuíta Juan Andrés
padre Mariana hasta Pellicer, sin contar lo q u e (Madrid, Sancha, 1 7 8 6 ® K Z % 7 a Í t l n T ' Y " ¡ a
tle
nos dice sobre el particular, J u a n de Esquivel Na- que es la más antigua d e k i W k imposición,
para e baile, y se ha formado H S m n K í ' h e o h ' 1 ! > a r a e l c a n t o ¿
varro, en s u s c u r i o s o s y eruditos Discursos sobre cas». S. su procedencia fué l i ^ i ^ f i i j ^ 8 ecue ci s
, " f eclesiásti-
el arte del clancado y sus excelencias y primer ori- el tiempo, llegando por su desenvoTt'u^
eDfildo
mucho con
gen, reprobando las acciones deshonestas. (Sevi- Comuniones eclesiásticas, y S b K J ¿ i i ? ' -á P r °™car e s -
I o 8 conse
go, resistió á tantos Mtr e dfchos v =f ^ J<»- Sin embar-
lla 1642.) resuc.tar tan provocativa o r n o I T u I n « n í „ W * T ™ ' - v o l v í a á
E r a de c a r á c t e r
En el g r u p o de los bailes, no m e n o s numero- y animado y compás de tres tiempos % , n ¿ 5 i ° ' -
al .siglo X l i , Jo cierto es que n o T h i V ^ S S " o n ? , e n 8 0 » m o n t a
sos, e n c o n t r a m o s todos los de carácter agitado y reinado de Felipe I I , llamando^ tanto in i ? 1 - ^ e n E s P a " a hasta el
hasta t r u h a n e s c o , propios de la Bélica, c o m o desvergonzada, que el S j o d e A j í u V ^ P ° ¿ " d ^ " > n e s t u y
aquellos desenvueltos y lascivos, que bailaban las prohibición dió mucho que hablar á K i n J * J " 0 * 5 « ? ; «"'nejante
en forma que se publicó un OurioJo n l n p f « ^ / 6 , a , q , u e l l o s t ¡ empos,
en Cuenca
en casa de Bartolomé de ¿ e l m í e f e l tóÓ de S n p ó n e s e en -
(1) Los extraños nombres de estas danzas proceden, por lo gene- escrito, que doña Zarabanda murió i >' dicho
<le r e s as de la
ral. de la letra de la tonada que en ellos se cantaban, como por bición que hizo el Consejo^ de <Wili« ¿"í Prohi-
ejemplo en el Rey Don Alonso, se decía: espirar, hace testamento, dejando v a r a , í T f bailase' de
paneros los demás bailes v i » ,™ «'andas á sus amigos y com-
reCUerd d célebre bufo
El Rey Don Alonso el bueno e n la siguiente f o r m a " ° italiano
Gloria de la antigüedad, etc.
' n a n d l } . P«es que muero,
En el del Calallero: quiero dejar a G-auassa,
que, pues en todo es ligero
Esta noche le mataron al caballero, etc. vaya, y diga al Cancervero
También solía ocurrir lo propio en algunos bailes populares. que aperciba la tenasa.
Sirva de ejemplo el del Villano, cuya letra comenzaba:
casado á laZara-
Al villano que le dan
LA cebolla con el pan, etc.
Huerta n vacila
marla ranura X a y Z J n ™ ° lia
En el drama de Don Juan lluia de Alarcón y Mendoza, El dueño
de las estrellas, los rústicos de la isla de Creta, bailan en torno de la Ganassa antes nom-
aCtor
estatua de Apolo, cantando al son del Villano. pesar de la lengua en que renresentaL , , t a l i u n ° . que, á
ganó mucho dinero en ?a
movimientos endiablados y provocativos, de ade-
¡Aitl, las Gambetas, la Pirnida ó Piptronda, el Ras- m a n e s lascivos y excitantes, llenos, en u n a pala-
trojo, el Antón Pintado, el Juan Redondo, la Va- bra, de sapientísimas alusiones á lo m á s llamati-
vo, recóndito y picante del amor.
quería, el Pésame dello y mas, la Gorrona, la Ca-
rretería, el Rastro viejo, el Hermano Bartolo, el Del Bolero hace el ínclito Don Serafín, en el
Dongolondrón, el Guirigay, el Pollo, el Guineo artículo á tal baile dedicado, una historia y mono-
grafía tan completa, q u e sería difícil hallar nuevos
Perra-moza, la Yapona, la Capona, el Villano l), datos, a u n buscándolos con candil, en libros es-
el No me las ame nadie, el Polvillo, el Pasacalle, peciales escritos de intento sobre la materia bai-
el Zambapalo, el Colorín Colorado, la Tarraga, el lable y danzarina, como el Breve tratado de los
Martin gaitero, las Jácaras, las Zapatetas, y t a n t o s pasos de danzar á la española que hoy se estilan en
otros tan regocijados y alegres; á los que siguie- las seguidillas, fandangos y otros tañidos (1) de
ron, a n d a n d o el tiempo, las Seguidillas f a m o s a s , Don Pablo Minguet é Irol, a u t o r de otras obras
q u e eran, según el príncipe de los ingenios espa- curiosas acerca del baile (2).
ñoles, «el brincar de las almas, el -retozar de la
risa, el desasosiego de los cuerpos, y finalmente, Y puesto q u e del Fandango (3) hablamos, de-
el azogue de todos los sentidos»; y el Fandango,
que tanto e n t u s i a s m ó al maleante y e m b m d o r Aquí está la Geringoza del Fraile
Casanova c u a n d o lo vió ejecutar en Madrid; y el con su geringozo,
y qué bien que la baila este mozo,
insigne Bolero, sin contar el Zorongo, el Candan- bonito y gracioso, etc., etc.
quillo de Cádiz, el Charandé, el Cachirulo y a Ge- Después de algunas mudanzas, vueltas y revueltas, la bailador*
rinqoza del Fraile (2), que a ú n lie visto bai a r en deja á su contrincante, y dirigiéndose al corro que forman los asisten-
mi niñez en los m o n t e s de Málaga, todos ellos de tes, invita á uño de ellos para que la acontpañe, haciendo, por su parte,
el bailador lo mismo con una de las mozuelas que hay sentadas. La
suerte se repite infinidad de veces, renovándose á cada paso las pare-
jas, hasta que han tomado parte en el tripudio y algazara general la
najes que interpretaba este actor bufo, se introdujeron en España las mayoría de los congregados en la fiesta; siendo de ver el alboroto que
tiaras de donayre ó gracioso de nuestro teatro, siendo Lo e de Vega se arma cuando salen á bailar, maliciosamente invitados por la gent»
el primero quelos reprodujo en su comedia La "J* joven, alguna jamona entrada en años, ó algún vejete curtido por el
declara él mismo, en la dedicatoria de dicha obra al doctor don Juam sol y los trabajos. Entonces se escuchan esas exclamaciones graciosas,
PéreTde Montalván. Don Diego de Mendoza. e n u n a f f l . r a ^ esos dichos oportunos y esas agudezas ingeniosas, que han hecho cé-
alude á Ganassa. y el mismo Lope, lo vuelve a nombrar en la lebres á los privilegiados hijos de la hermosa tierra de María Santí-
epístola I V de su Filomena, diciendo: sima.
(1) Madrid- Imp. del autor. 1761.
Con esto, yo tal vez (no sé si es treta), (2) Don Pablo Minguet é Irol, impresor y maestro de baile, publi-
Donayres de Ganassa y de Trastulo, có también: Cuadernillo curioso de veinte contradanzas nuevas, escritas
les digo, que me traxo la estafeta de cuantas maneras se han inventada hasta ahora, tienen la música muy
las sales de Marcial y de Catulo. alegre y con su bajo. Madrid (hacia 1760); y Arte de Danzar á la fran-
cesa. Madrid. Oficina del autor 1758.
(1) El Villano es el baile de donde procede el Zapateado En am. (3) Los antiguos Diccionarios de la Academia Española dicen del
feos se acompaña el tañi lo, dando golpes con los pies en el suele • Fandango: «Baile introducido por los que han estado en los reinos de
B las Indias, que se hace al son de un tañido muy alegre y festivo.» De-
t) y desenvuelto, en el cu,> toman finición que no necesita más comentarios.
parte casi todos los presentes & la fiesta. Sale una pareja de bailado-
res, al comenzar la letra siguiente:
c l a r a r e m o s que dicho baile procede del que en la
antigüedad se llamaba el Jitano, así se d e s p r e n d e l 0 S
'—cativos
de lo escrito p o r Don Braulio Foz, en su intere-
s a n t e Vida de Pedro Sápido, d o n d e al describir
las fiestas del tiempo de su biografiado, dice: «To- Es adas
caron d e s p u é s entre o t r a s cosas el Canario, can- remoto origen míe h P \ Í • . # > de
18 p01 J o s
ción que entonces se u s a b a mucho, y bailaron el dantsaris vascongados v rmp i ? ' ' ' «3*-
Jitano, q u e comenzaba á estar en boga, cuya can- en él d e l i c i o s o V J 8 6 consj
g™
ción y baile, de variedad en variedad, y de n o m b r e en el reino de T ^ d o L n f / a r a c h e ' s e ejecutaba
en nombre, han venido á s e r v á llamarse en nues- de lienzo c o ? n í t o c a d o r e s 1 e n M g P * f l e > C 0 8
tro tiempo, la Jota y el Fandango.» Semejante tes- e s p a d a s blancas, v hacen c o n r t L ^ y t r a e n
timonio desmiente la leyenda de que el h e r m o s o
canto aragonés, fuera invención de Aben Jot, el
músico á r a b e valenciano, d e s t e r r a d o por Muley
Tarek á Calatayud. Según dicho autor, natural de
Aragón por m á s señas, la Jota se conoció en un
principio con el n o m b r e de Canario, y la confu-
mmápss®
van á cortar p ¿ r t o d a s Z ,J T * * que se ,a

sión se produce, si t e n e m o s en cuenta que el Ca-


nario era «un tañido músico de cuatro compases, m m I p i l
y baile que se hace a c o m p a ñ a n d o el son con los
pies con violentos y cortos movimientos», á lo que
Covarrubias a ñ a d e q u e se llamó así «por h a b e r
traído á E s p a ñ a esta danza los n a t u r a l e s de Cana- ÜgSiSi
nas». No es n u e s t r o objeto dilucidar este intrin-
cado problema, q u e m á s bien nos aparta del asun-
to principal del presente estudio.
E s un verdadero dolor que el erudito Solita-
rio no aprovechase todas las notas, que m e cons-
ta tenía recogidas, sobre el particular. ¡Cuántos
rM
maravillas no hubieran brotado de su bien corta-
da pluma, interesantes no sólo para la historia de
la música p o p u l a r española, sino muv convenien-
tes, a d e m á s , para el perfecto conocimiento de añe-
jas c o s t u m b r e s , y la aclaración de ciertos pasa-
jes de n u e s t r a s novelas picarescas! En s u grata
c o m p a ñ í a h u b i é r a m o s pasado revista á las Dan- mmmm
(1) Véase el Tesoro de Covarrubias.
cía v Oía por t o d a s partes, y era que la o r q u e s t a citadas, y distinguiendo dos clases de guitarras,
se p r e p a r a b a y el b a n q u e t e no estaba lejos. En efec- las latinas y las moriscas, estas últimas:
to: al lado de la vihuela maestra, se iban colocan-
do o t r a s g u i t a r r a s de m e n o s alcance, u n a tiorba De l a s v o c e s a g u d a , d e los p u n t o s a r i s c a s
de teclado corrido, dos b a n d u r r i a s y un discante
de p l u m a , todo p u n t e a d o y r a j a d o por m a n o s Y por m á s s e ñ a s que, en aquellos t i e m p o s
diestras é incansables por extremo. Dos mucha- existiría quizás otra tercera clase de guitarras, la
chos m a n e j a b a n los platillos, e n g e n d r a d o s con llamada serranista ó serrana, q u e se menciona en
s e n d a s planchas de veloneros; y un chicuchin q u e el Poema ó Crónica rimada de Don Alfonso XI, que
fué en tiempo de la banda del regimiento de Ecija, fué escrita en vida de este monarca, ó sea en la
primera mitad del siglo X I V .
v d a n d o el tin tan con la avuda de cierto antiguo
tamborilero de los batallones de Marina, ponían P e r o si el testimonio del arcipreste de Hita n o
la corona al instrumental» (1). fuera bastante, a ú n hay testigo de mayor excep-
El trozo citado es delicioso, si bien en él se ción, en la p e r s o n a de Don Vicente Espinel, g r a n
comete un p e q u e ñ o error, en el que se suele caer conocedor en el asunto, p u e s á m á s de s e r notable
con frecuencia, y consiste en confundir la üiliueta ejecutante, fué precisamente quien añadió, según
con la guitarra, cuando, en realidad, se trata de refieren ciertos a u t o r e s (1), la quinta cuerda a g u d a
d o s i n s t r u m e n t o s diferentes, puesto que si la ulti- á la guitarra, q u e desde entonces se llamó en toda
m a se punteó y rajeó s i e m p r e con los dedos, la Europa, g u i t a r r a española. El célebre músico y
p r i m e r a se tañía, c u a n d o se usaba, con ayuda del poeta r o n d e ñ o , en s u ingeniosa novela Vida del
arco como la viola, ó bien con plectro como la escuder 'o Marcos de Obregón, habla repetidas veces
m a n d o l i n a ó la b a n d u r r i a , a b u n d a n d o las referen- de las vihuelas de arco, haciendo a l g u n a s veces
cias q u e se encuentran en o b r a s de los siglos pa-
sados, á partir del siglo X I I I , en que se comenzó (1) Habla del invento de Espinel Lope de Vega en la dedicatoria
ue su comedia El Caballero de Jllescas, al propio escritor rondeño y
á escribir en castellano, á las vihuelas de arco y a en a escena final del primer acto de La Dorotea, donde pono en boca
las de péñola. N a d a m e n o s q u e el arcipreste de ue la vieja Gerarda lo siguiente:
Hita, en aquel f a m o s o fragmento de su p o e m a <...á peso de oro babíades vos de comprar un hombre hecho y de
pelo en pecho; que la desapasionase (á Dorotea) destos sonetos y des-
satírico, en q u e describe la recepción que clérigos, tas nuevas décimas o espinelas que se usan; perdóneselo Dios á Vicente
legos, frailes, m o n j a s , d u e ñ a s y juglares hicieron -Espinel, que nos trajo esta novedad y las cinco cuerdas de. la guitarra
con que ya se van olvidando los instrumentos nobles, como las danzas
á Don Amor, t a ñ e n d o varios i n s t r u m e n t o s (pasaje antiguas, con estas acciones gesticulares y movimientos lascivos de
que viene á ser u n a interesante organografía de la las chaconas; en tanta ofensa de la virtud de la castidad y el decoros»
silencio de las damas. lAy de ti, Alemana y Piedelgibao, que tantos
época), establece bien á las claras la diferencia, anos estuvisteis honrando los Saraos! ¡Oh poderosa fuerza de las no-
n o m b r a n d o ÉL las dos categorías de vihuelas a n t e s vedades!»
También se refieren á lo mismo, Nicolás Doizi de Velasco, en su
modo de cifra para tañir la guitarra con variedad y perfección
(1) Véase Asamblea general de los caballeros y damas de Trian, Ub4Uj, y el Licenciado Gaspar Sane, en su Instrucción de música sobre
la guitarra española (1674), dedicada al segundo Don Juan de Austria
etcétera, en las Escetias Andaluzas. hijo de Felipe I V .
referencia á las de mano y á las de siete cuerdas, corre toda la escala y todos los tonos repitiendo
sin confundirlas j a m á s con la guitarra, á quien por lo m i s m o un propio verso rnuchas veces v-
designa por este n o m b r e en otros p a s a j e s de la
m i s m a obra (1). oero no^noi-0 p°n m° l re°n CS° p t, ar - s t e U n «iré m l ^
¡ZV\ pn?n M , ° í y lamentable.» Ya
A u n q u e es fama que el a u t o r ron de ño acrecen- son el Polo ó bien las m o d e r n a s Serranas cuva
tó la quinta cuerda á la guitarra, existen razones copla «es por lo regular de pie q u e b r a d o Él can
b a s t a n t e p o d e r o s a s p a r a creer q u e Vicente Espi- to principia también por un s u s p i r o , Ja g u i t a r r a
nel no fuera s i n o el p o r t a e s t a n d a r t e y vulgariza- ó la tiorba r o m p e primero con un son f u ave ?
d o r de dicho perfeccionamiento. En efecto"", once n u l r n í r h C 0 P ° r m i - m e n o r ( e s exacto), p a s a n d o
a ñ o s a n t e s del nacimiento del inventor de la déci- alternativamente y sin variación la m a n o i z q u " e r
ma ó espinela, en 1544, Eray J u a n B e r m u d o pu- da de una posic.ón á otra y la derecha hiere l a s
blicaba su Tratado de la declaración de instrumen- d T v T J JO rasgado, primero p o r lo dulce y b l a í
tos, d o n d e en el capítulo 32 del libro II, pretende do, y después fuerte y airadamente, según la in
h a b e r visto g u i t a r r a s de cinco ó r d e n e s de cuerdas, t a 2 o r a n p í ; ^ m i d 0 2® !? C ° P , a ' E 1 ó can-
lo que, si es cierto, y no es posible d u d a r de la entra
c u a n d o bien le parece, vía bailador-,
palabra del a u t o r del Arte Trifaria, echa por tie- con s u s crótalos de g r a n a d i n o ó de marfil r o m p e
rra las afirmaciones de Lope de Vega, Doizi de también s u s movimientos con la n t r o d i c c ón
Velasco y G a s p a r Sanz. que t,ene toda danza ó baile, q u e allí L H a m S U "
Una vez puesta en claro la diferencia entre la seo , O bien es la Malagueña Dolara (as la a e-
vihuela y la guitarra, con la maliciosa satisfacción Jlida el insigne escritor, del n o m b r e de la . a n t a -
q u e nos proporciona el haber tropezado y deshe- dora á quien la escuchó por vez primera) e
cho un error lingüístico del impecable Solitario, ¡ene principio «en un a r r a n q u e á lo ma S u e ñ o
escuchémosle con fruición y oigamos cómo á l o s m u y corrido y con m u c h o estilo, r e t r a S o " *
s o n e s de la orquesta por él tan m a g i s t r a l m e n t e n d
descrita, se suceden los cantos, cantares, tonadas y
f X U r ° 6 dni
KSa,Ída * desin encias del
corridas, á que sirven de fondo, respaldo y acom"- Polo Tóbala, con m u c h a h o n d u r a y fuerza de na-
p a ñ a m i e n t o . Ya en la Caña, «acento prolongado cho concluvendo con otra subida al p r i m e r en
q u e principia por un suspiro, y q u e d e s p u é s re- ? l L r Z F ^ ¡ 8 $ P e . t e n e ™ s > W* «son'como seguí-
dillas q u e van por aire m á s vivo, pero á las q u e la
d i Para terminar con este asunto, debo advertir (aunque el libro ^ I ^ o r , cantadora d . U « t a K f i
de referencia 110 sea de gran autoridad, por- el descuido con que está
formado) que en el Diccionario castellanotoscano y Toscano-ca-itellano 0lv id
. ? Gl S o I i t . f , r i o ' elevado en esta oca-
de Cristóbal de las Casas, impreso en Sevilla en 1650, corresponde á . sión á la quinta potencia de la crítica musical
nuestra voz vihuela, la palabra italiana viola, traduciéndose por ribéba
ó rebeca, nuestra guitarra, Esta última correspondencia no me parece Í S S S r f p 1 ? 0 e r u f c i f n s i n pedantería, h a d e n d o
exacta, y a que la guitarra se llama en italiano, desde tiempos anti-
t n i n H n i , " / portentosos conocimientos v demos-
trando á cada paso su fina observación y exquisito
uos, chitana, así como se denominaba guiterne ó guinteme en antiguo buen gusto. Nada olvida, repito, el singular es
?ranees.
critor; ni los romances ó corridas, cuyo acompa-
se da en el lenguaje técnico peculiar de este arte,
ñ a m i e n t o tras un preludio, comienza con «aque- á los a d o r n o s que embellecen cada una de las
llos trinos p e n e t r a n t e s de la primera, s o s t e n i d o s notas de la melodía.
con aquellos melancólicos dejos del bordón, com-
p a s e a d o s todos por una m a n e r a grave y solemne, Conviene advertir, que el golpe dado sobre el
y de vez en cuando, como para llevar mejor la me- traste de la guitarra, q u e señala siempre un tiem-
dida, d a n d o el inteligente tocador u n o s b l a n d o s po del ritmo, es de origen árabe: así como la cos-
golpes en el traste del instrumento, particularidad t u m b r e de jalear, es decir, de a c o m p a ñ a r el canto
q u e a u m e n t a la atención tristísima del auditorio» y el baile con p a l m a d a s que marcan las oscilacio-
y á cuya música se cantan las poéticas historias n e s del c o m p á s y hasta en m u c h a s ocasiones si-
del Conde el Sol Gerineldos ó el Indiano, ó bien g u e n y d e t e r m i n a n un ritmo especial (1), lo q u e
las picarescas a v e n t u r a s del Corregidor y la Moli- no es otra cosa sino el efecto que los músicos
nera (1); ni el Polo Tobalo q u e a c o m p a ñ a n «al final á r a b e s llaman Almasajih. Como en las canciones
y^como en coro, los d e m á s c a n t a d o r e s y cantado- orientales, el ritmo en los cantos andaluces no
ras, cosa por cierto—añade—que 110 cede en efec- obedece á ley alguna, pasa del movimiento terna-
to músico á las mejores combinaciones a r m ó n i c a s rio al binario con tanta oportunidad, opera tran-
del m a e s t r o m á s famoso», m i e n t r a s que los cir- siciones tan b r u s c a s y de tan buen efecto, q u e es
c u n s t a n t e s marcan el ritmo, cada vez m á s veloz, imposible dar una idea de las exquisitas bellezas
d a n d o p a l m a d a s . E n los intermedios, c u a n d o re- q u e resultan de tales contrastes, pudiendo asegu-
posan los cantadores, el guitarrista distinguido r a r s e q u e nunca se repite lo mismo; p o r lo que
entretiene al auditorio con la ejecución de alguna resulta punto m e n o s q u e imposible fijar sobre la
rosa ó falseta, especie de interludios melódicos,
q u e los tocadores de r u m b o y trapío suelen in- (_1) habido es que, las canciones y bailes de Andalucía las acom-
paña el pueblo con palmadas, jaleando, según la expresión técnica, y
tercalar entre copla y copla de aquellos c a n t a r e s llevando un ritmo especial, del que resulta una vaga mezcla de sensi-
s e r r a n o s de ritmo o n d u l a n t e y variado, en los que bilidad y armonía. D on Hilarión Eslava en su ópera II Solitario,
estrenada en Cádiz en Junio de 1841, intercaló un coro, acompañado
el hábil virtuoso sabe introducir uno y mil duen- de este modo, que produjo gran efecto, á pesar de su poca oportuni-
des (tal es el nombre, en verdad bien gráfico), que dad, pues el asunto de la ópera Se desarrollaba en Suiza. Lo que hizo
decir á un poeta de la época:

(1) Algunos de estos romances, relaciones ó corridas, son bellísimos. Música, que adorna vaga
Básteme citar el del Correyidcn• y la Molinera, así como el del Indiano, cantares de Andalucía.
que han inspirado las célebres novelas de Pedro Antonio de Alarcón: Y su genio dió el vivir
El sombrero de tres picos y E! n¿ño de la bula. El primero se canta con á aquella aprendida idea;
una música muy picaresca é intencionada que subraya á las mil ma- que la Suiza que él se crea
ravillas los chistes de la poesía y lo he oído ejecutar infinidad de ve- nació en el Guadalquivir. ,
ces, pero tan sólo en muy ñocos pueblos de la Serranía de Konda, de (Poesía de don Fermín de la Puente v Azpezechea, leída en la se-
la Alpujarra ó de tierra ae Medina y Jerez, es donde se conserva sión pública que dedicó á Don Hilarión Eslava el Liceo de Sevilla en
asta tradición árabe, que se va extinguiendo poco á poco y desapare- la noche del 3 d e Julio de 1841. Publicada en la Revista Andaluza.
cerá para siempre. Sevilla, 1841).

«ír,•;5V2ALfto '
£<Ston...
p a u t a algunos de aquellos cantares, tan llenos de
a d o r n o s y floreos—los alatychós de los cantores ticarlo ó haberlo estudiado con detenimiento úni
a S f d e lG
o r i e n t a l e s - q u e causan al oído el m i s m o placer n fl °™f ? ° r á c o m p r e n d e r perfectamente
q u e la arquitectura morisca causa á los ojos. L o s u n a cosa cualquiera, por ardua y difícil que na
arquitectos de la Mezquita cordobesa, pintaron ó rezca. Siempre sospeché q u e don Sera in debió
esculpieron sobre cada ladrillo un motivo decora- poseer alguna habilidad m i s i c a l , por m á s que no
tivo lleno de gracia; los c a n t a d o r e s ' andaluces, recuerde haberla visto consignada en ninguna de
siguiendo tal ejemplo, a d o r n a n cada nota con di- sus; biografías y q u e n i n g u n o de los individuos de
bujos melodiosos y espléndidos gorjeos.
memoriade^ha ^ ^ * ^ ^ ^
Nadie ha definido las cualidades de esta mú-
sica tan original y expresiva, como el insigne «So-
litario», que debía amarla con verdadero cariño. encontrado u n a curiosa carta (que me ha comunf-
Aquí no p u e d o por m e n o s de copiar al pie dé Ja
letra lo q u e él escribió (1).
t u m n i a d a la única hija viviente del i n m o r t a l e s
«Y son m u y de notar, p o r cierto, los toques y c n t o r malagueño), en la q u e parecen hallar con-
particularidades de este canto, que por lo m i s m o firmación mis s o s p e c h a s y suposiciones Vm
de ser tan melancólico y triste, manifiesta honda y pues, á transcribirla: Paciones. \0>,
elocuentemente q u e es de música, primitiva. En él
es verdad que no se encuentra el aliño, el afeite ó «D. Serafín mío:
la combinación e s t u d i a d a . é ingeniosa de la nota
italiana; pero en c a m b i o , ¡cuánto s e n t i m i e n t o , p a s a d o m a ñ a n a es la q u e mada-
cuánta dulzura y q.ué mágico poder para llevar el 19 6 ñ a l 8 d 0 a r a c u e
alma á regiones desconocidas y a p a r t a d a s de las e T S r f P ' ¿ t e d ha g 9 a
trivialidades de la actualidad y del m a t e r i a l i s m o v an, p Í 6 1 1 9 C a n a c o n a c l u e l I a sandunga
y aquel escupir de m a j o que le entraron en el
de lo presente! Por eso el cantador, a r r o b a d o tam- cuerpo con la crisma y i n sal del bautismo. Dese
bién como el r u i s e ñ o r ó el mirlo en la selva, pa-
rece q u e sólo se escucha á sí mismo, menospre- usted pues, por avisado, y vea en qué se le puede
ciando la ambición de otro canto y de otra música P
vocinglera que apetece los a p l a u s o s del salón ó r y t e o T q r m d
t de
~
del teatr o, c o n t e n t á n d o s e sólo con los ecos del
a p a r t a m i e n t o y la soledad.» »Luis González Bravo.
»28 J u n i o 1842.»
Ni p u e d e decirse m á s , ni puede decirse m e j o r
dicho. Quien de tal m a n e r a se expresa, 110 sólo ¿Sería, en realidad, un verdadero cantaoi• fía-
debía conocer á fondo el arte andaluz, sino prac-
d C m0S h
f ' ° y d í a > e J b u e ™ de don
<1) Véase: Escenas Andaluzas, «Un baile en Triana». Serafín? ¿Limi aríase á p a r o d i a r con s u graceio
nativo el cante jando y l o s f i p i d o s , los a d e m a n e s ?
los gestos propios de la gente maja? Difícil es
c o n t e s t a r á tales preguntas. Pero fuera lo u n o ó A Enrique Morera
lo otro, es lo cierto q u e no h u b i e r a sido solicitado
con tanto e m p e ñ o y gusto por p e r s o n a s de tanto
v a l e r _ h a y q u e advertir que la m a d a m e Viardot
en cuestión no e r a m á s que la famosa P a u l i n a
García, c a n t a n t e de singular renombre, h e r m a n a
de la Malibrán, y g r a n perito en el arte andaluz,
p o r ser hija de aquel insigne Manuel García, can-
t a d o r único en todos los g é n e r o s y peregrino cul-
tivador de polos y serranas, que c o m p o n í a él mis-
m o — s i n q u e tuviera un gran talento músico y
cómico el erudito y chispeante autor de las Esce-
nas Andaluzas, cuyas páginas e n c a n t a d o r a s que-
d a r á n como p r u e b a de lo q u e fué la Andalucía
neta y primitiva, c u a n d o no la había t r a n s f o r m a d o PABLO GILSON
todavía la invasión extranjera y c u a n d o la influen-
cia del café c a n t a n t e y del género chico no había
m a t a d o a ú n á s u delicioso y característico arte
popular.
los gestos propios de la gente maja? Difícil es
contestar á tales preguntas. Pero fuera lo u n o ó A Enrique Morera
lo otro, es lo cierto q u e no h u b i e r a sido solicitado
con tanto e m p e ñ o y gusto por p e r s o n a s de tanto
v a l e r _ h a y q u e advertir que la m a d a m e Viardot
en cuestión no e r a m á s que la famosa P a u l i n a
García, c a n t a n t e de singular renombre, h e r m a n a
de la Malibrán, y g r a n perito en el arte andaluz,
p o r ser hija de aquel insigne Manuel García, can-
t a d o r único en todos los g é n e r o s y peregrino cul-
tivador de polos y serranas, que c o m p o n í a él mis-
m o — s i n q u e tuviera un gran talento músico y
cómico el erudito y chispeante autor de las Esce-
nas Andaluzas, cuyas páginas e n c a n t a d o r a s que-
d a r á n como p r u e b a de lo q u e fué la Andalucía
neta y primitiva, c u a n d o no la había t r a n s f o r m a d o PABLO GILSON
todavía la invasión extranjera y c u a n d o la influen-
cia del café c a n t a n t e y del género chico no había
m a t a d o a ú n á s u delicioso y característico arte
popular.
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©V o«

O«* PABLO GILSON

i i l ^ p S H
de pacientes y concienzudos análisis, llegando á
Hay a r t i s t a s q u e escriben tan sólo para d a r constituirse u n amplio c a m p o intelectual, cuyos
gusto al público, y en verdad q u e no deberían f r u t o s s a z o n a d o s recogió a n d a n d o los tiempos.
l l a m a r s e artistas; los hay, q u e a p a r t á n d o s e de las P o r q u e la cultura de Gilson es tan extensa como
corrientes vulgares, se m a n t i e n e n en un justo me- v a n a d a , pudiendo t r a t a r con g r a n desenvoltura
dio, sin avanzar mucho; los hay, por último, q u e los m á s a r d u o s p r o b l e m a s estéticos y filosóficos,
g u i a d o s p o r u n instinto superior, se anticipan á diferencia de la generalidad de s u s ' c o n g é n e r e s ,
f r a n c a m e n t e á s u tiempo. E s t o s son los que que- incapaces de ver n a d a m á s allá de los pentágra-
dan en definitiva; los que no f u e r o n e n t e n d i d o s m a s que s u r c a n el papel pautado.
por s u s c o n t e m p o r á n e o s , á causa de que su men- Parte de estos estudios los realizó el m a e s t r o
talidad artística se había anticipado ó s u época. en su ciudad natal, adonde, como he dicho, ha-
A este g r u p o de escogidos, que escriben para ellos bía regresado su familia en 1886. P o r u n o de
m i s m o s y un núcleo de privilegiados, pertenece esos rasgos q u e revelan un carácter, Gilson, com-
P a b l o Gilson, insigne compositor que quisiera prendiendo las deficiencias de s u primera instruc-
hacer conocer en E s p a ñ a , d o n d e tanto se ignora ción, se fué á visitar al insigne Gevaért y se entregó
del arte m o d e r n o , q u e pudiera decirse, sin incu- entre s u s m a n o s , pidiéndole q u e rehiciera y per-
rrir en exageración notoria, que se desconoce en feccionara s u educación artística. El sabio director
absoluto. , , . . , del Conservatorio de Bruselas, con su gran inteli-
N o p r e t e n d á i s q u e os haga la historia de bil- gencia y s u experiencia p r o f u n d a , c o m p r e n d i ó
son. E n p r i m e r lugar, no tiene historia, p u e s 110 bien pronto la calidad del t e m p e r a m e n t o q u e tenía
p u e d e d a r s e este n o m b r e á u n a vida de estudio, presente, y se prestó á dirigirlo d u r a n t e s u des-
de lucha y de trabajo. E n cuatro p a l a b r a s queda- arrollo. Con gran tenacidad, con verdadera obsti-
rá trazada su biografía. S u s verdaderos festos, nación, rasgos salientes del carácter de Gilson, el
gloriosos p o r m á s s e ñ a s , los constituyen s u s discípulo trabajó con tanta fe y e n t u s i a s m o , q u e
obras; lista de t r a b a j o s á cual m á s notable por di- en 1889, tres a ñ o s d e s p u é s , obtenía un éxito colo-
versos conceptos. Nacido en Bruselas, el lo de sal con s u cantata Sinaí, que le valía al m i s m o
J u n i o de 1865, p a s ó toda s u juventud en el pue- tiempo la pensión de R o m a .
blecito de Ruysbroeck, d o n d e su familia residió La audición de aquella obra era, m á s bien q u e
hasta el a ñ o 1882. U n tal Cantillón, organista de u n a revelación, u n a consagración, p u e s no se tra-
la pequeña p a r r o q u i a , f u é quien le e n s e n ó los taba de un trozo de principiante, escrito en vista
p r i m e r o s r u d i m e n t o s del arte. Después, n u e s t r o de un concurso, sino de la concepción de un ar-
joven m ú s i c o trabajó con un pedagogo de la es- tista hecho y derecho, d o m i n a d o r de la técnica y
cuela de Fetis, el m a e s t r o Duyck, bajo cuya direc- seguro de sí mismo. N o obstante, el p r i m e r ser-
ción e s t u d i ó la a r m o n í a y el c o n t r a p u n t o Termi- prendido por el triunfo era el propio Gilson, q u e
n a d a s tales materias, él solo, sin ayuda de nadie, casi á la fuerza se había decidido á t o m a r parte
comenzó á f o r m a r s u espíritu p o r medio de lec- en el concurso del p r e m i o de R o m a .
t u r a s de t o d a s clases, de observaciones asiduas,
Conviene advertir que la modestia del artista fría, clara y penetrante, capaz de desconcertar al
raya en lo inverosímil, y que no hay cosa q u e le m á s atrevido, y que deja la sospecha de q u e se le
moleste m á s que los elogios y los testimonios de acaba de decir u n a majadería. A los pocos ins-
admiración. Carácter reservado, un tanto seco, de tantes, el observador habrá notado q u e se halla
p e n s a d o r abstraído; s u m i r a d a enigmática des- frente á frente de una verdadera p e r s o n a l i d a d ,
concierta en un principio. T r a t a d o en la intimidad, que le e x a m i n a y le juzga, sin decir nada; q u e se
resulta la criatura m á s agradable que pueda ima- encierra en u n a prudente reserva del vulgo inca-
ginarse. T r a b a j a d o r empedernido, no hay materia paz de comprenderle, y cuyo aprecio vale la p e n a
q u e escape á s u curiosa investigación; conoce to- de ser conquistado. E m p r e s a no muy difícil si ha
d a s las literaturas, la música—como es n a t u r a l — cuidado uno de a p a r t a r s e de las m e z q u i n d a d e s y
á fondo, sin c o n t a r que siente vivo interés por las convencionalismos, y aspira á lo noble y p u r o del
n}eal artístico, q u e en este caso el m a e s t r o se en-
ciencias, la filosofía, la lingüística, en fin, por to- trega por completo; y con u n a b o n d a d exquisita,
do. Adquiriendo conocimientos y m á s conocimien- sin hacer sentir la propia superioridad, hace al
tos y c o m p o n i e n d o siempre, se p a s a su vida, lejos favorecido copartícipe de s u i n m e n s o saber. En-
del m u n d a n a l ruido y de la mediocridad general. tonces la conversación con él es deliciosa, se le
C o m p o n i e n d o siempre, p o r q u e según su teoría, p u e d e hablar de todo, q u e á todo o p o n d r á a l g u n a
el artista que no produce atrofia y enmohece s u s observación justísima, lanzada como sin querer,
facultades. l e n t a m e n t e y á media voz.
Muy circunspecto de palabra, investigador sin
pasión, curioso sin nervosismo, a d m i r a d o r sin Cuanto digo, lo conozco p o r experiencia. U n a
e n t u s i a s m o , ni se deja s o r p r e n d e r por arrebatos, vez entablado nuestro conocimiento y creadas
ni es víctima de adoraciones fetichistas. Tiene un n u e s t r a s relaciones, s i e m p r e he hallado al maes-
alto ideal, y lo persigue con una fuerza de volun- tro igualmente amable, y g u a r d o delicioso recuer-
tad admirable, sin q u e n a d a ni nadie le aparte de d o y prácticas e n s e ñ a n z a s de las largas conversa-
s u camino. Opuesto á juzgar en conjunto, se pres- ciones con él sostenidas. No olvidaré n u n c a cierta
ta con placer al análisis, detallando en frío, dise- c a m i n a t a por las callejas, pintorescas del viejo
c a n d o con i m p e r t u r b a b l e flema, á fin de s e p a r a r Bruselas, en los alrededores del Hotel Ravens-
el oro fino de las escorias q u e suelen envolverle; tein; largo paseo y charla interesante, e s m a l t a d a
y observando constantemente, sin d e s c a n s a r un de opiniones originales y de observaciones ins-
solo instante, a c u m u l a y a m o n t o n a datos y he- tructivas; porque al lado de Gilson, inconsciente-
chos, que g u a r d a c u i d a d o s a m e n t e y que h a n ve- mente, sin querer, siempre se a p r e n d e algo. La
prevención del primer m o m e n t o d o m i n a d a , la
nido á constituir el caudal formidable de su eru- personalidad del compositor se m u e s t r a en todo
dición. s u valor, a c a b a n d o por inspirar u n a s i m p a t í a q u e
A primera vista, inabordable. Escucha á quien crece y crece con el trato.
le habla con una atención fija y concentrada, sin
dejar de dirigirle, tras de los lentes, una m i r a d a Descrito el tipo de la m e j o r m a n e r a q u e m e
h a sido posible, p a s e m o s á s u s obras, que acaba- viento, tan original p o r s u s sonoridades y efectos
rán de h a c e r n o s conocer al hombre. Si se tienen de timbre, sin contar un sin fin de cantatas y de
en cuenta los precedentes expuestos, nadie p o d r á melodías publicadas y otras mil obras inéditas
e x t r a ñ a r s e de que la producción de Gilson, en que el maestro g u a r d a en un i n m e n s o cofre, des-
u n a carrera no m u y larga, sea considerable, lo tinado á recoger los frutos de aquella actividad
b a s t a n t e para dificultar la formación de una lista vertiginosa.
q u e pretenda s e r completa. Ha escrito en todos Como sería imposible p a s a r revista á tal cú-
los g é n e r o s y en todos ha producido creaciones m u l o de producciones sin c a n s a r la atención del
notables. I n d i c a r e m o s los n o m b r e s de algunas, curioso, pues no existe nada m á s difícil q u e tratar
a u n q u e luego e s t u d i e m o s siquiera en f o r m a su- de e x p o n e r las bellezas de obras desconocidas de
m a r i a las principales. la mayoría y que no están al alcance de todos,
Música d r a m á t i c a destinada á la escena: Al- m e limitaré, como a n t e s he dicho, á r e s e ñ a r los
var, d r a m a lírico en tres actos, e s t r e n a d o en el p u n t o s culminantes, c o m e n z a n d o por la cantata
teatro F l a m e n c o de Bruselas en 1895; La Capti- Sinaí, cuya ejecución, el 27 de Octubre de 1889 en
ve, baile p a n t o m i m a en dos actos, ejecutado en el el Palacio de las Academias de Bruselas, descu-
teatro de la M o n n a i e de la m i s m a ciudad en 1901; brió al m u n d o músico la poderosa personalidad
Prinses Zonneschijn, leyenda dramática en cua- de Pablo Gilson.
tro actos, e s t r e n a d a en el teatro F l a m e n c o de
A m b e r e s en 1903; Zeevolk, d r a m a lírico en d o s
actos, r e p r e s e n t a d o en el m i s m o teatro á fines dél Compuesta sobre un texto muy convencional
a ñ o 1904. y m e n o s q u e m e d i a n o — c o m o ocurre por lo gene-
Música para solos, coros y orquesta: Sinaí, ral en todas las o b r a s d e s t i n a d a s á algún concur-
cantata q u e le valió el premio de R o m a ; El Demo- so, pues está probado que los j u r a d o s q u e h a n
nio, d r a m a lírico en dos partes; Francesca da Ri- de elegir el poema tienen á gala d e m o s t r a r su mal
mini, oratorio; Las Suplicantes y Daphné, cantatas; gusto literario,—brotado de la p l u m a de un tal
David, oratorio. Mr. J. Sauveniére, la cantata Sinaí debe todo s u
Música sinfónica: El Mar, admirable p o e m a valor á la música. El título basta para c o m p r e n -
sinfónico en cuatro partes; Fantasía Scherzo; la der q u e el a s u n t o está t o m a d o de la Biblia, y q u e
lindísima Fantasía sobre aires populares del Cana- concierne el éxodo del pueblo hebreo á su salida
dá; Rapsodia escocesa; Danza escocesa; Su i te pasto- de Egipto, y su d e s c a n s o junto á la santa monta-
ral (inspirada en Virgilio);'Marcha inaugural; In- ña d o n d e Moisés, el caudillo de Israel, recibió las
termediospara el d r a m a de Masterlinck; La Prin- tablas de la alianza. El asunto, desarrollado en
cesse Maleine. tres partes, es grandioso, y se presta al empleo
A ñ a d i r e m o s á la e n u m e r a c i ó n u n a Elegía p a r a de g r a n d e s m a s a s c o r a l e s / P a b l o Gilson lo trató
i n s t r u m e n t o s de cuerda; un Nocturno para piano; en m a e s t r o c o n s u m a d o , y a u n q u e en la partitura
' el curiosísimo Septimino para i n s t r u m e n t o de s e noten ciertas influencias, p u e s no hay artista
por bien dotado q u e esté, que en un comienzo
p u e d a escaparse ú la sugestión de s u s anteceso- hace adivinar desde luego al f u t u r o a u t o r de la
res, se puede observar en ella u n a á m a n e r a de cuarta parte del poema sinfónico El Mar y de la
m a d u r e z precoz, obtenida por el trabajo y la ex- Evocación del invierno en la Prinses Zonneschijn,
periencia. L a s f o r m a s se a c u s a n definidas, preci- e s a s dos páginas de primerísimo orden. Un inge-
s a s y claras; la i n s t r u m e n t a c i ó n es, desde luego, nioso cuanto erudito crítico belga, E r n e s t o Clos-
magistral; el conjunto, de u n a concepción fuerte y son, dice con mucha gracia, que trozos de esta
vigorosa, realizada en absoluto, sin que al adqui- índole son trozos catastróficos, p o r el efecto que
rir vida haya perdido n a d a de su primitiva gran- producen; y en verdad, que pocos son los artistas
deza. q u e saben m a n e j a r las fuerzas de la orquesta
Relata el p r i m e r tiempo de la cantata el p a s o d e s e n c a d e n á n d o l a s con todo su poder, sin que la
del Mar Rojo y la marcha de los h e b r e o s por el sonoridad se convierta en ruido, del modo q u e lo
desierto. En él son de a d m i r a r un coro de voces logra hacer Gilson en m u c h o s f r a g m e n t o s de s u s
celestiales q u e s a l u d a al pueblo elegido, que ter- pbras, como los antes m e n c i o n a d o s y el a q u e l a r r e
m i n a e x p o n i e n d o u n a inspiración soberbia y gran- infernal de la segunda parte de su Francisca de
diosa, la frase que simbolizará la alianza entre el Himini. La escena merecía tal alarde de grandeza-
t o d o p o d e r o s o y los hijos de Israel, y u n a aria so- en a c u m b r e del Sinaí, el terrible Javeh promulga
l e m n e y m a j e s t u o s a dicha por el Profeta. No es a ley de gracia y habla al profeta en medio de
m e n o s rico el s e g u n d o canto. L o s hebreos h a n los t r u e n o s y de los relámpagos. La traducción
a c a m p a d o al pie de la mística m o n t a ñ a , v Moisés, musical se reduce á un Allegro tempestuoso, lleno
en u n a plegaria ardiente—trozo de p r i m e r o r d e n de trémolos en lo grave y s e m b r a d o de progresio-
—invoca á Jehová, pidiéndole q u e cumpla s u pro- n e s cromáticas de s é p t i m a s d i m i n u t a s que s u b e n
mesa. H a s t a aquí la tonalidad, el carácter de la y b a j a n p o r toda la orquesta. F.1 efecto es sencilla-
cantata, conforme lo requería el asunto, ha per- m e n t e prestigioso, y queda confirmado p o r u n a
m a n e c i d o en u n a nota a u s t e r a y grave. El episo- peroración grandilocuente, en la que las t r o m b a s
dio q u e sigue, el cántico de María, viene á d a r al- y los t r o m b o n e s proclaman con toda fuerza el
g ú n esparcimiento en medio de tanta s o l e m n i d a d . tema de la alianza, que sirve de resolución al
Se trata de u n a pastoral exquisita, dulce y debca*- magnífico episodio sinfónico.
da, q u e destaca sobre todo lo q u e h a precedido, En tanto, el pueblo, al pie de la m o n t a ñ a , se
y cuyas estrofas, d i c h a s por la solista, son repeti- impacienta. En vano reclama á su profeta, á s u
d a s por el coro femenino. L a s voces celestiales jefe, á su guía. Sólo la voz del t r u e n o r e s p o n d e
r e s u e n a n de nuevo, o r d e n a n d o á Moisés q u e s u b a terrible á s u s gritos de d e s a m p a r o , y poco á poco
á la m o n t a ñ a , y el profeta se aleja, en tanto q u e el tumulto crece, hasta que, perdido todo freno, el
el pueblo repite la plegaria q u e o í m o s al comen- motín estalla. En un canto m u y dramático, el re-
zar este s e g u n d o canto. citante n o s describe las peripecias de la subleva-
El tercero se inicia con un trozo magistral, q u e ción. L o s espíritus infernales se u n e n á los que
d u d a n en un e x t r a ñ o coro, notable p o r su diso-
nancia pertinaz é inquietante, que toma g r a n d e s en la lista cronológica de las obras i m p o r t a n t e s
desarrollos, hasta q u e las voces celestiales lo in- del compositor belga. Se trata de un d r a m a lírico
t e r r u m p e n p r o c l a m a n d o el p r i m e r m a n d a m i e n t o . en dos partes, c o m p u e s t o sobre un poema de L. de
L o s h e b r e o s sublevados no atienden á los acentos Casembroot, a d a p t a d o de la obra original del gran
del cielo y el coro que sigue es de g r a n interés poeta ruso Lermontoff, puesta va en música por
p o r su gradación, p u e s el ritmo va a u m e n t a n d o Antonio Rubinstein, cuyo d r a m a lírico El 5 ¿ 0 .
progresivamente en movimiento m á s vivo, h a s t a mo, quizás la m e j o r de las producciones teatrales
llegar á una especie de bacanal desgarrada, q u e del f a m o s o pianista, fué ejecutado por p r i m e r a
en pleno p a r o x i s m o es sorprendida y t e r m i n a d a vez en el teatro María, de San Petersburgo el 25
b r u s c a m e n t e por el regreso inesperado de Moisés. de Enero de 1875. Otra ópera sobre el m i s m o
En u n a f r a s e amplia, noble y dolorosa, el pro- a s u n t o , con música del m a e s t r o Boris Sckeel se
feta exhala su dolor y su ira, y ante el pueblo r e p r e s e n t ó en el m i s m o teatro de la capital de
a m o t i n a d o r o m p e con violencia las tablas de la Rusia diez a ñ o s después, en 1885, o b t e n i e n d o
ley. El e s t r u e n d o es formidable, y los espíritus m u y poco éxito.
infernales se sepultan en el abismo, d i s p e r s a d o s El poema de Lermontoff es muy á propósito
p o r ¡a presencia del enviado de Dios. Los q u e han p a r a inspirar un d r a m a lírico. Su a s u n t o es, en
p e r m a n e c i d o fieles, los hijos de Leví, María y s u s efecto, muy sencillo y en extremo dramático. 'Sa-
c o m p a ñ e r a s , invocan la misericordia del Señor; el tán, harto de s u poder maléfico, c a n s a d o de hacer
coro q u e c a n t a n ' e s u n a plegaria ferviente y respe- el mal, quiere p r o b a r los dulces goces del a m o r
tuosa, á cuyo final el tema de la Alianza aparece Todo, en lo creado, todo a b s o l u t a m e n t e a m a ; él
de nuevo, ejecutado por tres trombas, a n u n c i a n d o solo está c o n d e n a d o á no conocer j a m á s tan ine-
q u e Jehová se ha reconciliado con los h o m b r e s . feble dicha. P a r a lograr su deseo, fija la vista en
Tal es la partitura de la cantata Sinai, que al- i h a m a r a , la hija del rey Gudal, m o n a r c a del Cáu-
canzó un éxito extraordinario, colocando d e s d e caso, pretendiendo q u e la bellísima doncella sea
luego, á su autor, entre los artistas de primera s u c o m p a ñ e r a de condenación y de infierno Pero
fila. Hay que reconocer que quien de tal m o d o T h a m a r a a m a al príncipe Sinodal, v es corres-
debuta es, sin d u d a alguna, de los próvidamente pondida. N o . i m p o r t a ; Satán hará q u e u n o s ban-
d o t a d o s por la naturaleza. La victoria era grande, didos maten á su rival, c u a n d o éste se e n c a m i n a
p u e s equivalía á s e n t a r plaza de capitán general; á reunirse con su prometida al objeto de celebrar
pero lo difícil resultaba conservar el terreno ga- las nupcias.
n a d o y legitimar la conquista de los entorchados. T h a m a r a p e r m a n e c e fiel á su a m a n t e difunto
Sigamos, pues, n u e s t r o estudio, que nos hará ver y llena de p r o f u n d o dolor se retira á un claustro'
c ó m o Gilson s u p o m a n t e n e r s e á la altura á q u e Satán la persigue hasta dentro de s u celda, pre-
había sabido colocarse. tendiendo seducirla y fascinarla. Ya la pobre va á
A u n q u e escrita algunos a ñ o s d e s p u é s q u e la ceder á los ruegos del tentador, cuando la s o m b r a
cantata Sinai, la partitura de El Demonio le sigue de su a m a d o se le aparece, recordándole la fe ju-
DISCANTES Y CONTRAPUNTOS 193

d e r a s arcas q u e cantan T h a m a r a y el Demonio


r a d a , y ante tal vista, T h a m a r a cae muerta, lan-
z a n d o un grito de arrepentimiento. El Demonio en lugar de los recitativos, c o n t r a p u n t e a d o s sobre'
ha sido vencido u n a vez más; su infernal deseo ha la m e odia de la orquesta, u s a d o s p o r lo g e n e m l
en la fórmula wagneriana. general
q u e d a d o burlado, y p e r m a n e c e solo, d o m i n a d o M u c h o s son los p a s a j e s del Demonio que me
p o r aquel i n m e n s o dolor de no poder amar, q u e recerlan s e r analizados con detención p e r o í a h r t
tan bien n o s describe la s a n t a doctora de Avila. vedad exige q u e s e ñ a l e m o s sólo los m á s s a l i e n t e s "
. La partitura de Gilson comienza con u n a her- como la Fiesta en h o n o r de la Princesa? que inau
mosa página, el prólogo, cuya acción acaece en g u r a la primera parte del poema lírico v en "a
las c u m b r e s del Cáucaso, d u r a n t e un h e r m o s o q u e aparece bien á las claras Ja po ten tosa t é c n W
crepúsculo vespertino. En medio de la calma ma- « e n H t a l <*Ue P ° f e e e l 8 ™ artista b e l g a T i l
jestuosa de la naturaleza, se perciben e x t r a ñ o s E s t a V ! ? e m e n t í d e S U a r d o r o s a inspiración
r u m o r e s y voces misteriosas. Son las ocultas u a ' e s c r , t a P a r a c o r o s Y orquesta cons
fuerzas del bien y del mal, que se responden, en- t r a í d a sobre un tema de frenética a l e g r í a J e s u í t a
s a l z a n d o los dos poderes s u p r e m o s y e n c o n t r a d o s de un brío extraordinario y s o r p r e n d e n t e de vid»
q u e representan. En la cima de u n a alta roca apa- y animación por la simetría loca de s u s ritmos
rece Salán, que nos relata en un aria magnífica complicados, que produce, en realidad J a ímpre*
pre
y con acentos conmovidos, s u s dolores y s u s as- sión de un pueblo en fiesta.
piraciones hacia u n a felicidad q u e nunca logra
c o n q u i s t a r . Este trozo, u n o de los mejores de la Casi todas las p a r t e s de a m b o s protagonistas
partitura, deja trazado de m o d o magistral la gran- son m e r e c e d o r a s de estudio. L a s figuras del o l '
diosa figura del protagonista. m o m o y de la Princesa están trazadas con g r a n
P e r o no es mi propósito extenderme m u c h o eficacia, a c u s a n d o su vigoroso contraste en la esce
en el análisis de esta obra, muy notable por va- na c u l m i n a n t e del poema, aquella de la s e g u n d a
parte en que S a t á n se introduce en la cefda de
rios conceptos, y sobre todo por la vigorosa perso- Fhamara y logra que se rinda á su mágica f a s e ?
nalidad musical que descubre, así como por la nación Bien ejecutada esta página d e b e n m d n , ? , "
concienzuda elección de los temas conductores y g r a n efecto por su intensa f u e V a dramática Muer-
la p r o f u n d i d a d de concepto que se manifiesta p o r ta la desgraciada víctima, Satán exhala s u s c m e f a s
s u conveniente y o p o r t u n a aplicación en la t r a m a en un ultimo monólogo, q u e se asemeja b a s t a n t e
sinfónica. Además, se trata de una concepción al a n a que dice en el prólogo. Después la o r q u e s
original, en tanto que realizada, lo m i s m o por la ta se va apaciguando l e n t a m e n t e y la obra í e r m i '
a b u n d a n c i a temática, la riqueza de las a r m o n í a s na con el canto litúrgico del Maglificat\íue en?o'
y la brillantez de la instrumentación, dentro de las
f o r m a s m o d e r n a s m á s a u d a c e s y valientes; se I T X t ^ mÍentraS
^ el cad
"e"d°e
conserva esencialmente vocal, p u e s Gilson, p o r
r a z o n a m i e n t o y teniendo en cuenta las necesida-
d e s del p o e m a , no ha vacilado en escribir verda-
D e s p u é s de h a b e r escrito dos o b r a s de tal ca- c a e r un solo instante en todo su desarrollo, y que
libre, nadie podía d u d a r q u e la reputación de Gil- descubren, á m á s del músico, al poeta y a i pen-
son no fuera g a n a d a en buena lid. No obstante, sador.
le faltaba el éxito definitivo: el éxito que, entusias- La i n s t r u m e n t a c i ó n a b u n d a en hallazgos y
m a n d o p o r igual á la m a s a indocta y á la minoría d e s c u b r i m i e n t o s de timbres originales, y p a s a de
inteligente, las d o s s o r p r e n d i d a s p o r la grandeza las mayores s o n o r i d a d e s á los m á s delicados ma-
de u n a de e s a s concepciones q u e se imponen & ' tices, conservándose s i e m p r e clara y transparente,
todo el m u n d o sin distinción, ratifica una reputa- libre en absoluto de esa pesadez y de ese amaza-
c o t a m i e n t o que tanto afean ciertas obras sinfóni-
ción y c o n s a g r a un n o m b r e . El poema musical cas m o d e r n a s .
El Mar, ejecutado en los conciertos p o p u l a r e s de
B r u s e l a s en Mayo de 1892, debía alcanzar este Si es en extremo difícil dar u n a idea siquiera
triunfo terminante. El éxito fué colosal y mereci- remota de la música que a c o m p a ñ a una cantata ó
do, los c u a t r o bocetos sinfónicos—asi los califica la un d r a m a lírico, por m á s que el a r g u m e n t o del
modestia del a u t o r — q u e c o m p o n e n el poema: Sa- p o e m a y el desarrollo de los caracteres presten
lida de sol, Canto de los Garieros, Crepúsculo y ciertas facilidades, resulta punto m e n o s que im-
Tempestad, f o r m a n una de esas p a r t i t u r a s magis- posible hacerlo con una obra sinfónica. Un análi-
trales cuya audición no se olvida nunca. P o r q u e sis me obligaría al empleo de u n a serie d é térmi-
se trata de u n a obra admirable por todos concep- n o s técnicos, no al alcance de todos, y tras haber
tos, en la que se nota—única tacha q u e en ello pu- u s a d o y hasta a b u s a d o de esta terminología indi-
diera encontrarse—cierta influencia de la escuela gesta, tendría la certeza de 110 haber logrado hacer
rusa m o d e r n a , q u e desvirtúa un tanto su comple- m á s que u n a descripción confusa y abigarrada.
ta originalidad. . P o r cuya razón, no lo intentaré siquiera, conten-
P o r lo d e m á s , la técnica musical es admirable. t á n d o m e con indicar que la primera parte del
El tema único q u e sirve de base á la t r a m a sinfó- p o e m a Salida de sol, está impregnada de h o n d a
nica d u r a n t e casi todo el desenvolvimiento del poesía, llegando á una grandeza imponente, cuan-
poema, es de una sencillez infantil; pero los des- do intenta reproducir la majestuosa aparición del
arrollos rítmicos y a r m ó n i c o s que el a u t o r obtiene a s t r o del día, i n u n d a n d o de luz la inmensa exten-
á cada paso de tan elemental primera materia, sión del Océano. La ronda de los Gavieros—se-
son v e r d a d e r a m e n t e sorprendentes. Parece jugar gunda parte—brilla por su carácter pintoresco y
con las dificultades, y se da el gusto de provocar- vigoroso, su franca alegría y su constante anima-
las p a r a vencerlas. La vida entera del m a r se des- ción; es música de inspiración popular, como con-
cubre en aquel tema inocente, que sin revelarlo en viene á r u d o s marinos, que bailan alegremente y
apariencia, encierra todas las gracias y t o d a s las m a r c a n el ritmo de la danza con el r u d o taconeo
grandezas. Mas los r a s g o s característicos de la de s u s p e s a d a s botas; la tercera parte, Crepúsculo,
obra, son el sentimiento p r o f u n d o y sostenido y • es quizás la página m á s bella de toda la obra, por
la inspiración vigorosa que se m a n t i e n e n sin de- la emoción contenida y el sentimiento penetrante
que rebosa. Sólo un poeta y sólo un gran poeta,
es capaz de c a n t a r la naturaleza de tan admirable
m a n e r a . Como p u n t o de partida para s u s esbozos terrorífico y a m e n a z a d o r . El océano ha fruncido
sinfónicos, Gilson ha aprovechado u n a s poesías el ceño, y en su cólera despiadada, quiere víctimas
de Eddy Levis, q u e les sirven de epígrafes. La q u e y no p a r a r á hasta conseguirlas. Aquel m i s m o
se aplica á esta tercera parte, nos cuenta la triste barco, en el que los gavieros c a n t a b a n alegremen-
partida de un m a r i n e r o que se aleja m a r adentro, te y danzaban m a r c a n d o el ritmo con el taconeo
dejando en tierra á su a m a d a . El compositor in- de s u s fuertes botas, será el elegido. Todo esfuer-
terpreta la situación por medio de un largo d ú o zo es vano, la lucha de aquellos desgraciados
entre el corno inglés y la flauta, i n s t r u m e n t o s q u e resulta inútil, y la orquesta, en un estado de paro-
dialogan ó que se u n e n en un c o n t r a p u n t o m u y x i s m o frenético, simboliza la catástrofe. Consumi-
t r a b a j a d o y de g r a n d í s i m o interés. Todo el d ú o - do el trágico holocausto, el m a r terrible se tran-
p o d e m o s llamarlo así,—salvo ciertas interrupcio- quiliza y se apacigua, los elementos entran en
n e s episódicas que recuerdan t e m a s anteriormen- calma, y el motivo ligero, gracioso, sonriente, rea-
te expuestos, está escrito á cinco tiempos. La se- parece de nuevo, lleno de seducción y de encanto,
paración ha sido inevitable, el barco se pierde en invitando á s u r c a r el piélago misterioso y pro-
la b r u m a , v en la playa, m i r a n d o al infinito, queda fundo...
sola una mujer, q u e gime y reza. Una última que- El éxito obtenido por esta hermosa composi-
ja de la flauta, elevándose sobre el sordo r u m o r ción fué tan g r a n d e como merecido, ya lo he dicho
de los timbales, en medio del silencio p r o f u n d o de a n t e r i o r m e n t e . El Mar ha triunfado en todas
las d e m á s voces de la orquesta, describe c©n in- p a r t e s d o n d e ha sido ejecutada debidamente, v es,
tensa poesía la a m a r g u r a de la e n a m o r a d a , y la en efecto, una de e s a s o b r a s q u e q u e d a n , tanto
triste frase se extingue como un lamento, resol- por la profundidad de la concepción, como por su
viéndose en un acorde de los violines. realización magistral.
Me había propuesto no analizar y me ha sido
imposible dejar de describir la impresión q u e
s i e m p r e me han producido los tres f r a g m e n t o s Con el oratorio dramático Francesca da Rimi-
citados del h e r m o s o poema El Mar, impresión ni, se descubre un nuevo aspecto de la personali-
q u e crece y se a u m e n t a en la última parte: Tem- dad de Gilson y su poderosa originalidad. Esta
pestad. Llegando á u n a sonoridad extraordinaria, o b r a s e diferencia de m o d o radical de las innu-
sin dejar nunca de hacer música—hay composito- m e r a b l e s composiciones m u s i c a l e s — p a s a r á n de
r e s m o d e r n o s que confunden la sonoridad con el veinte—inspiradas por el a d m i r a b l e canto sexto
ruido,—el m a e s t r o belga reproduce, en todo s u de la Divina Comedia. El patético episodio dantes-
i m p o n e n t e e s p l e n d o r , el terrible desencadena- co, los trágicos a m o r e s de la hija de Gindo de
miento de las fuerzas naturales. El tema del m a r , Polenta con su c u ñ a d o Paolo Malatesta, consti-
a n t e s ligero, gracioso y sonriente, se m u e s t r a tuyen un tema muy á propósito para tentar el nú-
m e r o de poetas y.músicos, pero todos se han fija-
do en el proceso a m o r o s o , en los preliminares de
c h á m e n t e enlazados los espíritus de Paolo y de
la culpa, hasta llegar al castigo. El m i s m o D a n t e
Francesca, que el beso primero y último que se
con su h e r m o s a frase: Quel giorno piú non vi leg-
dieron, m á s q u e sellar s u s bocas, ligó indisoluble-
gemo avanti, evita todo comentario, dejando el
m e n t e s u s dos almas. P e r d i d o s aún en el éxtasis
á n i m o s u s p e n s o ante la terrible catástrofe, y lleno
amoroso, no se dieron cuenta de la obra de L a n -
de una p r o f u n d a piedad. El adulterio ha sido ex-
ciotto, y á su despertar del s u e ñ o de la muerte, se
piado con la muerte, el infierno aguarda á l o s
encuentran en la región terrible de d o n d e no se
culpables y los jueces serán inflexibles, todo e s o
sale, y ante la presencia de los nuevos jueces,
lo s a b e m o s ; lo q u e i g n o r a m o s son las consecuen-
cuyos fallos son i n m u t a b l e s y e t e m o s . Ante el au-
cias de la falta, los efectos c a u s a d o s p o r el b e s o
gusto tribunal, las dos víctimas exponen la histo-
q u e les privó de la vida, en las a l m a s e n a m o r a -
ria de su falta, y si Francesca con i m p u d o r su-
d a s de Francesca y de Paolo. He aquí el intere-
blime refiere su pasión ardiente y combatida,
sante problema psicológico que Gilson ha q u e r i d o
Paolo sólo trata de disculpar á la a m a d a , preten-
tratar en su oratorio dramático; lo q u e separa y
diendo recabar para sí toda la gravedad del delito
distingue esta concepción de las infinitas Fran-
y todo el peso de la pena. ¡Inútiles esfuerzos! Na-
cescos'da Rimini, ya literarias, desde la tragedia
da escapa á la severidad de los juzgadores, y los
de Silvio Pellico á las de Gabriele d' Annunzio,
a d ú l t e r o s son c o n d e n a d o s á ser a r r a s t r a d o s por
ya musicales, d e s d e la ópera de Mercadante á la
el torbellino violento é incesante que arrebata en
de Ambrosio T h o m a s , lo q u e hace que la o b r a
vertiginosa carrera las a l m a s de los lujuriosos.
que nos ocupa no venga á ser un comentario m á s ,
Allí, en compañía de Tristán é Iseo, de Ginebra y
sino una especie de corolario espiritual de la fa-
Lanzarote, violentamente sacudidos por el fiero
mosa historia inmortalizada por el gran poeta
h u r a c á n , sin e n c o n t r a r ni un sólo instante de re-
florentino. -
poso ó de calma, p a s a r á n toda la eternidad, a ú n
Hecha s e m e j a n t e aclaración, se c o m p r e n d e r á corta, para expiar un beso fugitivo.
fácilmente la gran originalidad, el alto r a l o r y la
P a s a n miles y miles de años—¡quién cuenta
extraordinaria importancia artística de la Fran-
en la eternidad!—y la terrible espiación prosigue
cesca da Rimini de Gilson, y digo de Gilson, por-
como el p r i m e r día. El torbellino arrastra s u s in-
que la idea primordial partió del compositor, q u e
n u m e r a b l e s víctimas sin concederles un m o m e n t o
sólo buscó en el poeta un auxiliar que se hiciera
de tregua. Francesca sufre, Paolo padece de ver
s u intérprete. V e a m o s cómo los d o s artistas des-
sufrir á Francesca, y aquel dolor es tan grande,
arrollaron el p e n s a m i e n t o original. El oratorio se
q u e la misma eterna justicia se deja influir por la
divide en dos partes: la primera ocurre en el Lim-
misericordia. Gabriel, el celestial mensajero, es
bo, d o n d e las a l m a s son juzgadas por Minos y
enviado al abismo para llevar la buena nueva. A
R a d a m a n t o , los jueces inflexibles, q u e c o n f o r m e
su m a n d a t o , el loco vendaval detiene su furia, y
á s u s faltas, las e n c a m i n a r á n , bien al cielo, bien
los a m a n t e s escuchan lo decretado p o r la piedad
al lugar de purgación, bien al p r o f u n d o a b i s m o
s u p r e m a : Francesca ha purgado bastante y s e r á
d o n d e se pierde toda esperanza. Allí llegan estre-
p e r d o n a d a , al fin fué la m á s débil; Paolo, el se-
ductor, seguirá expiando; y el nuncio divino tien- cución de la g r a n d i o s a obra, puesto que Gilson
de á la culpable la palma salvadora. El a m a n t e corno Ricardo S t r a u s s y otros compositores mo-
acepta g u s t o s o la separación, su padecer será dernos, no retrocede ante el extremo fracciona-
mayor, pero ¡qué importa! si sabe queda libre de miento del trabajo orquestal, ni ante las m á s
s u f r i m i e n t o s la bien a m a d a . Pero ella se revuelve a r d u a s combinaciones polirítmicas, llegando á
a n t e la piedad divina. ¡El cielo sin Paolo! Mejor el crear s e n a s dificultades á los ejecutantes. Quie-
infierno y el eterno dolor, y rechazando al arcán- nes así proceden, son víctimas de un prejuicio
gel, que vierte lágrimas, abraza otra vez á s u acreditado según afirma Saint-Saéns, por Ber-
a m a n t e como en la noche fatal, y se deja a r r a s t r a r iioz—que fué el primero en padecer s u s conse-
gozosa por el torbellino implacable, que se ha c u e n c i a s , - y es, á saber, que el compositor, para
d e s e n c a d e n a d o de nuevo; p o r q u e el amor, el ver- a realización de su ideal, no debe tener en cuenta
dadero amor, es m á s fuerte q u e la m u e r t e y q u e Jas dificultades materiales. Concepto grandioso
el dolor eterno. en el fondo, pero erróneo en la aplicación, cuvas
consecuencias me hacen t e m e r m u c h o que ciertas
El mejor elogio que de esta h e r m o s a obra obras de Gilson y de Strauss, no lleguen á obtener
puede hacerse, es reconocer q u e la realización toda la popularidad que merecen, ni á s e r cono-
musical no e m p e q u e ñ e c e lo m á s m í n i m o la gran- cidas como fuera justo.
deza del concepto poético. El compositor ha tra-
zado con m a n o magistral el fondo, haciendo des- F o r m a n d o un c o n j u n t o h o m o g é n e o y compac-
tacar con singular relieve las poéticas figuras de to, la partitura de Francesco, da Rimini escapa al
los protagonistas. De una riqueza de a r m o n í a s análisis. Hav que juzgarla en bloque, ya que en
inaudita, llena de a u d a c i a s y novedades de b u e n a ella todo se f u n d e y compenetra. Habiendo indi-
ley, la trama sinfónica 110 deja de interesar ni un cado s u s r a s g o s generales y s u s cualidades carac-
sólo compás, tanto m á s cuanto q u e está realzada terísticas, sólo nos resta m e n c i o n a r el vi<*or v la
por una i n s t r u m e n t a c i ó n prestigiosa, m u v colo- energía de los coros de condenados, la austera
reada, y s e m b r a d a de timbres y de efectos origi- gravedad de los recitados de los jueces infernales
nales. Gilson es un verdadero virtuoso de la la gracia dulce y apacible del m e n s a j e del arcán-
orquesta, y de ella sabe obtener r e c u r s o s inespe- gel y la intensa emoción, la inspiración ardiente
r a d o s y s o r p r e n d e n t e s , como por ejemplo la tre- y a p a s i o n a d a que brilla en c u a n t o cantan los dos
m e n d a descripción del torbellino infernal q u e a m a n t e s , especialmente en el relato de Paolo y
a r r a s t r a con s u s revueltas las a l m a s de los luju- en la r e s p u e s t a vehemente de Francesca al en-
riosos, cuya i n s t r u m e n t a c i ó n — y conste q u e de viado de Dios, rechazando la piedad divina En
todo el oratorio dramático pudiera decirse lo r e s u m e n , por su originalidad, por s u interés téc-
m i s m o — e s lisa y l l a n a m e n t e maravillosa; quizás nico y por su elevación poética, esta obra merece
d e m a s i a d o complicada y un tanto difícil, lo que figurar entre las m á s notables de los tiempos mo-
no contribuye en m o d o alguno á la frecuente eje-
H e referido a n t e s q u e Pablo Gilson era un ' modalidades orientales, para apreciarlos debida-
curioso investigador, á cuyo sagaz espíritu ningu- m e n t e hace falta u n a verdadera iniciación, p o r q u e
na materia era indiferente. El caso del músico en realidad, si nos es dado analizar s u altura
erudito—erudito fuera del c a m p o de su arte—es dentro de u n a gama, su verdadero valor sentimen-
tan extraño y tan anómalo, que bien merece la tal nos p e r m a n e c e e x t r a ñ o . E n t e n d á m o n o s bien,
pena de ser citado, tanto m á s c u a n t o esta erudi- porque me refiero á la música oriental y no en
ción, por m u c h o s juzgada como impertinente, m o d o alguno al orientalismo de pacotilla" u s a d o
constituye en realidad la fuerza de artistas tan in- p o r gran n ú m e r o de compositores, desde Felicia-
signes como W a g n e r y Pedrell, p o r no citar m á s no David hasta el señor Cbapí (Fantasía morisca),
q u e estos dos entre los modernos. No es, pues, con gran satisfacción del público a m a n t e de baza-
de e x t r a ñ a r que el músico belga haya prestado r e s tunecinos, calles del Cairo ó d e m á s zaranda-
gran atención al arte oriental, tan característico, jas, sacadineros y engañachiquilios, propias de ex-
y q u e el análisis de las melodías, ritmos y teorías posiciones universales.
musicales de Oriente, haya sido para él objeto de L a s p r i m e r a s tentativas, las Marchas turcas de
un estudio detallado y concienzudo, hasta el pun- Mozart y Gretsy, a u n las del misino Beethoven
to de tener en cartera toda una extensa obra en- (salvo el coro de derviches de Las ruinas de Ate-
caminada á d a r á conocer el sistema musical de nas, revelación inesperada), pertenecen á un gé-
los orientales. nero convencional y dentro del gusto de la épeca.
Conviene aclarar algo este asunto, ya que la L o s c u a d r o s orientales de S c h u m a n n y del a u t o r
palabra orientalismo se presta á establecer cierta del Desierto, tratan de a p r o x i m a r s e un poco á
confusión. Ante todo, la verdadera música oriental la realidad, pero no dejan de s e r m á s ó m e n o s
es rebelde p o r naturaleza á toda trasposición. S u s fantásticos. Del orientalismo de pacotilla, lo m e j o r
tonos y s u s modalidades se separan por completo será no hablar. Dejemos todas esas Danzas de ba-
de n u e s t r ó sistema. Esencialmente monódica p o r naderas y Cantos de huríes, Serenatas moriscas y
su extremo c r o m a t i s m o (cuartos y hasta octavos Adiases d la Alhambra, ó los a m a n t e s de la músi-
de tono), inseparable de su carácter y de su ex- ca de salón. .
presión, desafia y rechaza nuestra armonización, V e r d a d e r o s p a r a f r a s e a d o r e s del arte oriental,
f u n d a m e n t a d a , como es sabido, sobre la ficción sin sofisticaciones ni afeites, sólo han existido
grosera y convencional del t e m p e r a m e n t o . Seme- hasta el día los músicos de la joven escuela rusa.
jante i m p r o p i e d a d armónica, q u e hace toda poli- Balakirew (Islamey), Glazonnov (Rapsodia orien-
fonía, al m e n o s dentro de n u e s t r o sistema, p u n t o tal),^ Borodine (bailables del Príncipe Igor). E n
m e n o s que imposible, está c o m p e n s a d a por u n a Occidente, el n ú m e r o es muy limitado; b á s t a m e
riqueza rítmica incomparable, cuya variedad cons- citar Saint-Saens, cuyos orígenes de raza semita,
tituye un obstáculo serio, capaz de detener á los caso de s e r ciertos, explicarían el instinto particu-
m á s hábiles ejecutantes e u r o p e o s . A d e m á s , si lar de la música de Oriente que se admira en
n u e s t r o s oídos perciben ciertos s o n i d o s de las o b r a s c o m o La Nuit Persane, los n ú m e r o s 2 y 3
de trabajos, p o r q u e el m a e s t r o belga ha coincidi-
do con el gran maestro español en la forma de
de la Suite Algeriéne y el Andante del quinto con- utilizar el canto p o p u l a r para a c e n t u a r y comen-
cierto para piano; y Felipe Pedrell, que ha recu- tar las situaciones dramáticas. A m b o s a r t i s t a s se
rrido á las m i s m a s fuentes que los artistas rusos, han asimilado las canciones, las cadencias y los
es decir, al canto popular, para escribir páginas giros melódicos populares, hasta el p u n t o de re-
tan llenas de verdadero color como la última producir con ellos s u s propios sentimientos, lo-
parte del Canto de la Montaña, y trazar la ma- g r a n d o imprimir en la materia prima u n a expre-
gistral figura de Rayo de luna, la gentil jugla- sión p u r a m e n t e personal.
resa morisca, protagonista de la trilogía Los Pi- P o r donde resulta que las partituras así con-
rineos. cebidas son muv interesantes, y no sólo bajo el
A estos dos n o m b r e s puede a ñ a d i r s e un terce- p u n t o de vista del folk-lore musical, sino m á s
ro, el de Pablo Gilson, desde que c o m p u s o s u bien por su poderosa intensidad expresiva, su
lindo baile p a n t o m i m a La Cautiva, e s t r e n a d o en fuerza vital y su poder evocador, que hacen que,
el teatro de la Monnaie de Bruselas, el 15 de Abril a u n resultando de un sabor extraño, dimanen luz
de 1902. La partitura que va á ocuparnos, viene á y color, envolviendo la acción poética en una at-
s e r una gran rapsodia oriental, compuesta con mósfera musical, m á s sugestiva q u e todas las de-
melodías turcas, árabes, p e r s a s é indias, u n i d a s coraciones y accesorios teatrales. Desde los pri-
entre si por t e m a s originales, pero concebidos m e r o s c o m p a s e s de La Captive—lo m i s m o ocurre
dentro del m i s m o carácter. U n a particularidad en Los Pirineos á la salida de Rayo de Luna,—se
interesante es q u e dichas melodías no han sido siente el auditorio t r a s p o r t a d o á otro m u n d o , y
elegidas al azar, sirio q u e el maestro las ha esco- esta impresión no es pasajera, p e r d u r a hasta el
gido cuidadosamente, teniendo en cuenta para fin de la obra, sin que el autor, para obtener tal
d e t e r m i n a r s u elección, la poesía á q u e la melodía efecto, a b u s e de las s e g u n d a s a u m e n t a d a s , las
se aplica y su significado primordial, para em- s é p t i m a s d i s m i n u i d a s y o t r a s mi! recetas empíri-
plearlas en su obra como c o m e n t a r i o s lógicos cas propias para la fabricación del orientalismo
de las peripecias ó de los sentimientos análogos musical de pacotilla, cuya persistencia acaba p o r
que se e n c u e n t r a n en la acción coreográfica. La molestar cruelmente n u e s t r o s oídos occidentales.
principal dificultad estribaba en la armonización La técnica a s o m b r o s a y el ingenio siempre alerta
de aquellos elementos tan heterogéneos, sin que q u e son típicos en el m a e s t r o belga, triunfan de
perdieran nada de su s a b o r primitivo; en su com- nuevo en la partitura de este baile, p u d i e n d o ase-
binación y a m a l g a m a , á fin de q u e resultara un g u r a r s e que resulta cincelada con exquisito primor
conjunto armónico, cuadro fiel y exacto del arte y llena de detalles polifónicos, a r m ó n i c o s y rítmi-
oriental. Precisa reconocer q u e Gilson ha logrado cos tan nuevos como curiosos. Es posible que este
su fin á las mil maravillas, y q u e los procedimien- lujo v e r d a d e r a m e n t e oriental p e r j u d i q u e á la obra,
tos por él seguidos, muy análogos á los emplea- p u e s la s u p e r a b u n d a n c i a de detalles dificulta en
dos por Pedrell en Los Pirineos, resultan los m á s
prácticos y convenientes para realizar esta clase

"Alto-
í S i * " ¡
e x t r e m o su ejecución, como ocurre con el hermo- Tan interesante creación fué estrenada en pé-
s o oratorio Francesca da Rimini. s i m a s condiciones. La misma noche de la prime-
Señalaré tan sólo algunos de los f r a g m e n t o s ra representación estallaba un motín y las tropas
m á s originales de Le Captive; desde luego, el co- a c a m p a b a n en las calles, precisamente en la pla-
mienzo del p r i m e r acto, q u e describe la inquietud za que existe ante el teatro de la Monnaie. Los
del pueblo a g u a r d a n d o el resultado del combate, acontecimientos políticos fueron causa de q u e
la entrada triunfal del príncipe vencedor, la Rap- pocos días d e s p u é s se cerraran los teatros, cuan-
sodia Laudativa, el encantador baile de las donce- do el baile La Cautiva había alcanzado tan sólo
llas y la g r a n Fantasía guerrera, de tanta fuerza dos representaciones, ante un público escaso, re-
c o m o brío. El s e g u n d o acto no es m e n o s rico. Las traído de asistir á los espectáculos, por las cir-
d a n z a s que a c o m p a ñ a n el reposo del Príncipe son c u n s t a n c i a s a n o r m a l e s . No obstante, aquellas d o s
u n o de los trozos m á s pintorescos de la partitura, ejecuciones fueron b a s t a n t e para que la crítica
están c o n s t r u i d a s sobre un tema indio (re m e n o r seria y los inteligentes comprendieran e l ' g r a n
con el sol sostenido, sí bemol y do sostenido), en- valor de la partitura, que á m á s de ser teatral, es
trecortado por g r a n d e s calderones. L o s instru- f r a n c a m e n t e propia del concierto, pudiendo for-
m e n t o s de cuerda ejecutan el tema en pizzicatto m a r una ó m á s suite sinfónicas, compuesta de
en el registro grave, lo que forma una, especie de trozos escogidos, cuya intención dramática sería
s u s u r r o misterioso, en tanto que d u r a n t e las pa- fácilmente explicable, mediante indicaciones al
radas, la flauta ó el clarinete ejecutan voluptuo- efecto insertas en el programa. E s cierto que se
s o s arabescos llenos d e flores en el gusto oriental. trata de una obra que por su sabor exótico, no
El efecto es e n c a n t a d o r y voluptuoso. Muy intere- obstante la severidad del estilo, debe clasificarse
s a n t e por s u curiosa instrumentación es el episo- entre las p a r t i t u r a s q u e p u d i é r a m o s llamar de
dio q u e a c o m p a ñ a el conjuro mágico de la bruja. excepción, pero el afán de novedad y la manumi-
Desde aquí hasta el final el interés no decae un sión de todas las a n t i g u a s t r a b a s tradicionales y
sólo instante, ya es el canto de los camelleros con estilísticas v que caracterizan las tendencias del
s u original motivo escrito en la extraña g a m a : sol, arte moderno, justifican la opinión de tales con-
la bemol, sí natural, do, re, mi bemol, fa sosteni- cepciones, que en puridad, vienen á engrandecer
do (que no debe t o m a r s e como escala del tono los límites de nuestra estética y á enriquecerla
plagal de do menor, puesto que en realidad el con manifestaciones especiales y"típicas.
trozo está en sol); ya es la plegaria de los dervi-
ches, y la canción plañidera de los mendigos, y
por último, la escena fantástica, especie de Scher- Y h e m o s llegado á la obra que por mi parte
zo libre, de ritmo original, en el que el m a e s t r o prefiero, entre todas las que conozco de Gilson, la
ha hecho gala de su fecunda inventiva en el do- admirable y deliciosa Princesa Rayo de Sol, inter-
minio del pintoresco musical, q u e de modo tan pretación m á s ó m e n o s libre del intraducibie
a d m i r a b l e conoce y maneja. Zonneschijn flamenco. Se trata de una leyenda
fantástico en cuatro actos, escrita sobre un deli-
cado y primoroso poema del notable literato Pol
de Mont, que fué estrenada en el teatro flamen- por el sol, cuyos divinos y portentosos a m o r e s
co de Amberes el 8 de Octubre de 1903, v que generan la vida universal. L a fábula podrá pare-
tiene por a s u n t o una de las i n n u m e r a b l e s versio- cer sencilla é inocente al público que se conmue-
nes p o p u l a r e s de la fábula de la bella d u r m i e n t e ve con las sensiblerías de Mignon ó La Bohéme y
en el bosque, graciosa leyenda que simboliza el se entusiasma con las truculencias y el s a d i s m o
triunfo de la primavera sobre el invierno. de la Tosca, pero su alto sentido panteísta, su
Quien ha presenciado el resurgir primaveral profundo significado, envuelto en un símbolo,
en los países del Norte, en aquellas regiones don- claro, t r a n s p a r e n t e y gracioso, no pueden dejar
de el asolador invierno no consiente q u e termine de conmover h o n d a m e n t e , á todo aquel que era
el otoño y prolonga largos m e s e s s u s efectos ne- capaz de apreciar y sentir la verdadera belleza.
fastos y crueles; quien ha presenciado, repito, A raíz de la primera audición de Prinses Zon-
aquella transformación mágica de la naturaleza, neschijn, consignaba en mi c u a d e r n o de a p u n t e s
que parece despertar efectivamente de un s u e ñ o é impresiones un ligero juicio q u e no quiero de-
entre las p r i m e r a s caricias del sol, c o m p r e n d e r á jar de transcribir por ser de primera intención y
sin dificultad la extraordinaria poesía-de este mito de absoluta espontaneidad. Hélo aquí sin a ñ a d i r
solar, del que se conocen infinitas variantes en una coma ni modificar una palabra:
las teogonias de los pueblos del Norte, desde la «Hace tiempo q u e no oía u n a obra m o d e r n a
leyenda de Sigfrido y Brunhilda, que figura en los tan llena de p r o f u n d a poesía, tan rebosante de
Eddas y en los Nibelungen, hasta los cuentos q u e sentimiento, como esta hermosa concepción del
las a b u e l a s n a r r a n á los pequeñuelos acurracados amigo Gilson. Esto es arte, arte verdadero, sujes-
en torno del hogar. tivo y emocionante, q u e conmueve y deleita á un
E n j o s Eddas escandinavos y en el poema de tiempo, pero que p o r ser tan delicado, fino y ex-
los Nibelungen, el mito está tratado en forma quisito, escapa á la grosera percepción del vulgo.
épica, adquiriendo un carácter filosófico que le »El viejo mito solar del triunfo de la primavera
hace perder algo de su gracia primitiva y de s u sobre el invierno, sirve—en su forma de leyenda
significación panteísta. La fábula griega de Per- popular de la bella d u r m i e n t e en el bosque—de
sephone, muy análogo en el fondo á esta leyenda, fondo á la maravillosa t r a m a sinfónica tejida por
contiene también un sentido oculto y transceden- el maestro. A u n q u e desde s u comienzo la obra
tal, cuyo conocimiento era el objeto esencial de interesa, pues los coros de las sirvientas del cas-
los misterios de Eleusis. Gilson, a m a n t e ferviente tillo, tejedoras é hilanderas, de los niños q u e
de la naturaleza, ha querido i n t e r p r e t a r l a versión ofrecen flores y f r u t a s á la princesa, y la descrip-
popular, la m á s ingenua y sencilla, sin dobles fon- ción de la cacería en que ha sido herido el corzo
dos ni sentido esotérico, c a n t a n d o con entusias- blanco, son en extremo lindos; el gran valor sim-
m o ardiente el d e s p e r t a r de la tierra fecundada bólico de la partitura no se manifiesta claramente
hasta la invocación de W a l p r a . Al conjuro de la
vengativa maga, h o m b r e s y cosas ceden al sueño,
de vaga poesía, se encuentra en la escena final,
y el invierno terrible se enseñorea de todo. En en el largo y admirable d ú o de Tjelda y la Prince-
este admirable trozo sinfónico, i n s t r u m e n t a d o á sa Rayo de Sol. El a m o r triunfante del odio y del
las mil maravillas, lleno de efectos de timbre tan mal; la primavera vencedora del invierno. Símbo-
nuevos como originales, se van exponiendo los lo altamente poético y conmovedor. Obra de g r a n
t e m a s d o m i n a n t e s , entre ellos uno de singular artista.»
belleza, q u e representará el a m o r triunfante del Obra de gran artista, tal era mi apreciación
dolor y de la muerte. definitiva de la ópera de Gilson, á raíz de s u es-
»El s e g u n d o acto es igualmente hermoso. La treno, y hoy día, tras haber estudiado con calma
p r i m e r a escena, en q u e W a l p r a invoca los d a d o s reflexiva y detenimiento analítico la interesante
rúnicos predecidores del porvenir, es grandiosa y partitura, n a d a nuevo p u e d o a ñ a d i r á lo esencial
d e s b o r d a de poesía en la conversación q u e la del juicio a n t e s consignado, sino ratificarlo en ab-
maga sostiene con s u hijo, c u a n d o éste le describe soluto y e x c l a m a r de nuevo: Obra de gran artista.
s u s aspiraciones vehementes hacia algo que des- Y lo es, p o r todos conceptos, por la intensa poe-
conoce y presiente, y c u a n d o el beso maternal des- sía que d i m a n a , p o r su significación noble y ele-
cubre al adolescente el fuego a b r a s a d o r de la vada, por la p r o f u n d a emoción q u e produce. No
pasión a m o r o s a . La llegada de los tres Escaldas faltará quien señale ciertas analogías entre deter-
y la relación tan fresca y elegante—inspirada en m i n a d a s situaciones de la leyenda que nos ocupa
las melodías populares—que cantan refiriendo la y otras del Sigfrido de W a g n e r . Tales analogías
historia del castillo encantado, constituyen un fin son p u r a m e n t e accidentales; h e m o s indicado que
de acto delicioso. las dos fábulas proceden del m i s m o mito solar,
»Principia el tercero, con un lindo coro de le- pero, en realidad, el espíritu que a n i m a a m b a s
ñ a d o r a s . D e s p u é s , el príncipe Tjalda, vagando creaciones no p u e d e ser m á s diferente. Nadie des-
solo por el b o s q u e en busca de su ideal descono- conoce el a b s t r u s o a p a r a t o filosófico que envuelve
cido, deja abrirse su alma al sentimiento d é l a tanto á Sigfrido como á Brunhilda, figuras llenas
naturaleza, y la sinfonía se hace dulce y apacible. de significaciones ocultas y trascendentales; en
Un a m o r i n m e n s o , infinito, se agita en el corazón cambio, Tjalda y la Princesa simbolizan tan sólo
del gallardo mancebo, y se diría q u e á s u s eflu- dos fuerzas naturales: la tierra y el sol. En la es-
vios, todo adquiere vida y animación, y el c r u d o cena del bosque de Sigfrido, la" naturaleza habla
invierno comienza á batirse en retirada." Arrullada al héroe, d e s p e r t a n d o s u s emociones y s u s aspi-
por el m u r m u r i o del bosque, s u fantasía s u e ñ a raciones secretas, y por ellas conoce la existencia
con el palacio oculto y la princesa encantada, y la de la W a l k i r i a q u e d u e r m e rodeada de fuego en
fuerza de s u deseo, capaz de r e n u n c i a r á la vida la c u m b r e de la m o n t a ñ a ; en la escena similar de
por la conquista del ideal, le hace adivinar la pa- la obra de Gilson, la naturaleza revive á los eflu-
labra mágica q u e le entregará el tesoro ambicio- vios del a m o r que a b r a s a el alma del príncipe
nado. Tjalda, r e p r e s e n t a n t e del sol fecundador, que des-
»Pero el pleno florecimiento de aquel torrente
pertará á la Princesa d u r m i e n t e bajo el frío suda- las m á s preciadas producciones de los m á s ilus-
rio de la nieve invernal. E n el héroe wagneriano tres sinfonistas modernos; una inspiración cons-
convergen las fuerzas naturales; el protagonista tante y natural, nunca forzada; un sentimiento
de Prinses Zonneschijn es el generador de la vida profundo, sin artificios de ninguna clase, brotado
de la naturaleza. U n a escena procede de lo exte- directamente del corazón del artista; y, en fin, u n a
rior á lo interior, p o r decirlo en forma gráfica; en personalidad que se afirma de obra en obra, fuer-
tanto q u e en la otra, ocurre precisamente lo con- te, intransigente y en extremo original. He dicho
trario, y como se ve la diferencia entre a m b a s , no q u e la impresión q u e p r o d u c e n estas creaciones,
puede s e r m á s esencial. Divergencias tan radica- es vivificante y saludable, y lo repito porque m e
les existen entre los otros p u n t o s análogos de parece este el mejor elogio que puede hacerse de
a m b o s d r a m a s , pero el estudiarlas nos llevaría u n artista moderno. Gilson, en efecto, no es u n a
d e m a s i a d o lejos, d a n d o u n a extensión desmesu- naturaleza decadente, ni u n o de esos talentos fe-
rada al presente trabajo, que no peca, ciertamen- meninos, refinados, a n é m i c o s y mórbidos, q u e se
te, por la brevedad. complacen en buscar extrañezas y disonancias
Con posterioridad á Prinses Zonneschijn, Gil- capaces de satisfacer s u s cerebros enfermos, y
son ha dado á la escena otro d r a m a lírico Zeevolk q u e a p e n a s logran cubrir la carencia de toda ins-
(Gente de mar, t r a d u c i e n d o literalmente), cuyo piración v e r d a d e r a m e n t e fecunda y generosa. Cla-
a s u n t o es u n a adaptación escénica de la famosa rividente, como lo son p o r lo general los fuertes,
poesía de Víctor Hugo: Les peauvres gens. Esta no ha querido inspirarse en u n a estética estéril,
obrita, e s t r e n a d a en el teatro flamenco de Ambe- que lleva en sí m i s m a el germen de un fin próxi-
res en Octubre de 1904, obtuvo un éxito extraor- mo é inevitable, e m p r e n d i e n d o , tanto por tempe-
dinario. A u n q u e no he estudiado todavía la parti- r a m e n t o como por convicción, el c a m i n o a b r u p t o
tura, m e es fácil s u p o n e r lo q u e el m a e s t r o habrá y arriscado, sólo accesible á los d o t a d o s de vigor
hecho, conozco las facultades emotivas de s u ta- y energía, que conduce á la producción de o b r a s
lento y su poema sinfónico El Mar, es buena s a n a s y r o b u s t a s , capaces de desafiar las m o d a s
p r u e b a de lo q u e es capaz de hacer en el terreno transitorias. Decidido partidario del arte wagne-
descriptivo. riano, a d m i r a d o r de la m o d e r n a escuela rusa,
Creo llegada la hora de terminar, pues temo e n a m o r a d o ferviente de la melodía p o p u l a r y de
haber sido d e m a s i a d o prolijo. P a r a ello r e s u m i r é s u s f o r m a s libres; con tales preferencias artísti-
mi juicio en u n a declaración de franca y sincera cas, ha sabido f o r m a r s e u n a personalidad inde-
admiración, llena de confianza en el porvenir. El pendiente y vigorosa que acabará por i m p o n e r s e
estudio de las o b r a s de Gilson es vivificante y sa- á todo el m u n d o .
ludable; de s u análisis resulta: u n a técnica consu- Gilson es un talento fuerte, sólido, vibrante,
m a d a , lo m i s m o bajo el p u n t o de vista del trabajo viril y sano. E n su arte hay algo de la facundia y
armónico, que en c u a n t o concierne á la instru- de la abundancia de los pintores flamencos, s u s
mentación, cuya riqueza y variedad no depararía compatriotas. Su inspiración e s p o n t á n e a no em-
pece la decidida, firme y voluntaria realización de
un concepto vigoroso, robusto y realista, no obs-
tante s u intensa poesía. En estas cualidades se
encuentra el legítimo h e r m a n o de los R u b e n s y
de los V a n Dycks.
Y á decir verdad, sólo con esta voluntad inmu-
table, tenaz y decidida, p u e d e lograrse la obra de
arte d u r a d e r a . Con b a r r o ó con veso podrán mo- I N D I C E
delarse figulinas caprichosas, pero frágiles é in-
consistentes; los q u e quieren t r a b a j a r para el
porvenir, no retroceden en a t a c a r el m á r m o l ó el
granito.
PRBFACIO . . 5
Don J u a n en la música . . 9
I . — D o n JVMU d u r a n t e los siglos X V I I y X V I I I. . . 11
II.—La ópera de Gazzaniga . . 33
III.—Mozart y Vicente Martin . . 49
I V — U n baile. Don Juan desconocido . . 59
FIN V.—Los Don Juan del siglo X I X . . 68
Vincenzo Bellini . . 93
L a leyenda de Parsifal en E s p a ñ a . . 107
El Misterio de Elche . . 119
Carlos Broschi (Farinclli) . . 139
Acerca de El Solitario y la música andaluza. . . . . 159
Pablo Gilson
. . 179
pece la decidida, firme y voluntaria realización de
un concepto vigoroso, robusto y realista, no obs-
tante s u intensa poesía. En estas cualidades se
encuentra el legítimo h e r m a n o de los R u b e n s y
de los V a n Dycks.
Y á decir verdad, sólo con esta voluntad inmu-
table, tenaz y decidida, p u e d e lograrse la obra de
arte d u r a d e r a . Con b a r r o ó con veso podrán mo- I N D I C E
delarse figulinas caprichosas, pero frágiles é in-
consistentes; los q u e quieren t r a b a j a r para el
porvenir, no retroceden en a t a c a r el m á r m o l ó el
granito.
PRBFACIO . . 5
Don J u a n en la música . . 9
I . — D o n JVMU d u r a n t e los siglos X V I I y X V I I I. . . 11
II.—La ópera de Gazzaniga . . 33
III.—Mozart y Vicente Martin . . 49
I V — U n baile. Don Juan desconocido . . 59
FIN V.—Los Don Juan del siglo X I X . . 68
Vincenzo Bellini . . 93
L a leyenda de Parsifal en E s p a ñ a . . 107
El Misterio de Elche . . 119
Carlos Broschi (Farinclli) . . 139
Acerca de El Solitario y la música andaluza. . . . . 159
Pablo Gilson
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