Resumen Medieval II
Resumen Medieval II
Introducción
La principal vertiente política de la crisis del siglo XIV es el conflicto conocido
como “Guerra de los Cien Años”, que se caracterizó por ser mucho más largo y
destructivo que cualquier otra guerra hasta la fecha. Aunque sus principales
protagonistas fueron Inglaterra y Francia, involucró en mayor o menor medida a
otros reinos europeos.
1. Los orígenes del conflicto: Francia e Inglaterra a principios del siglo
XIV.
La civilización occidental entra en crisis en los siglos XIV y XV. Dicha crisis va a
afectar a todos los ámbitos, pero su manifestación principal va a ser un largo
conflicto bélico entre las dos principales monarquías europeas, Inglaterra y
Francia. Debido a las alianzas de la época, terminará afectando a varios reinos,
hasta convertirse en un conflicto internacional y será, además, mucho más
destructiva que cualquier guerra anterior.
La Guerra de los Cien Años fue, en realidad, un conflicto que se extendió desde
1337 hasta 1453, compuesto por varios episodios bélicos seguidos de largos
períodos de tregua.
Los orígenes del conflicto son muy complejos. Podemos distinguir entre unas
causas remotas y otras próximas.
Entre las primeras, habría que remontarse al siglo XIII y al imperio angevino en
Francia. Este fue disuelto por Felipe Augusto de Francia de tal modo que la única
posesión inglesa en Francia que quedó fue el Ducado de Aquitania o Guyena.
Por el Tratado de París de 1259 entre San Luis de Francia y Enrique III de
Inglaterra se reconocía la pérdida de las posesiones inglesas, pero también la
soberanía inglesa sobre Aquitania, si bien sometiendo a vasallaje al rey de
Inglaterra respecto del de Francia. Los sucesivos monarcas aprovecharon esta
circunstancia para declarar confiscado el Ducado por las más nimias excusas -
así ocurrió en 1294, 1323 y en 1337- en cuanto tenían un problema con
Inglaterra. Es de destacar que el Ducado era muy importante para los ingleses,
entre otras cosas, porque a través de Burdeos llegaba a Inglaterra el vino
francés.
Entre las causas inmediatas hay que destacar la extinción de la dinastía de los
Capetos. Carlos IV, el último monarca, murió en 1328, heredando el trono de
Francia su primo Felipe VI de Valois, que era el pariente más cercano del rey
difunto por línea masculina. Sin embargo, por vía femenina Eduardo III era
pariente más cercano. Eduardo no había reclamado el trono de Francia, pero
cuando se decretó en 1337 la tercera confiscación de la Guyena, Eduardo
declaró ser el legítimo rey de Francia y declaró la guerra a Francia.
A principios del siglo XIV Francia, sobre el papel, era un reino mucho más fuerte
que Inglaterra, dado que tenía mucha más población. Sin embargo, la crisis del
siglo XIV había empezado a minar sus finanzas. Las ciudades de Flandes habían
mostrado deseos de autonomía, y de hecho existía una alianza con Eduardo I
de Inglaterra. El ejército francés sufrió una completa derrota en Courtrai (1302)
y Flandes fue de facto independiente hasta 1304, cuando la rebelión fue
finalmente aplastada. Por otro lado, los Valois no se habían consolidado en el
trono, y en Navarra se aprovechó la situación para instaurar una dinastía propia,
la de los Evreux.
Inglaterra era también sobre el papel un reino mucho más débil que Francia.
Eduardo I había estabilizado el reino tras la crisis del siglo XIII, pero su obra
estuvo a punto de derrumbarse bajo el reinado de su hijo Eduardo II (1307-1327).
Solo la enérgica reacción de Eduardo III (1327-1377) salvó al reino de una nueva
crisis. Eduardo III estableció uno de los reinos mejor organizados de Europa, y
se vio con capacidad para enfrentarse a Francia.
2. Fases de la guerra.
2.1. Las victorias inglesas (1338-1360).
Eduardo III tomó la iniciativa y aprovechó los problemas de la monarquía
francesa en Flandes y en Bretaña para atacar desde allí. En 1337 las ciudades
flamencas se rebelaron de nuevo, mientras que en Bretaña estalló la cuestión
sucesoria en 1341, con un pretendiente pro-francés y otro pro-inglés.
La flota inglesa derrotó a la francesa en la batalla de La Esclusa, cerca de Brujas,
en 1340, dando a Inglaterra el dominio del Canal de la Mancha. Luego, los
ingleses de Eduardo III dirigidos por su hijo el “Príncipe Negro” derrotaron
totalmente al ejército francés de Felipe VI en Crécy (1346) y nuevamente a Juan
II en Poitiers (1356), donde el propio rey Juan II(1350-1364) cayó prisionero.
La monarquía francesa entró en una grave crisis. Los campesinos consideraron
que la nobleza ya no cumplía con su obligación feudal de defenderlos, y en 1358
estalló una rebelión en las comarcas próximas a París, la “Jacquerie”, que casi
coincidió con una revuelta urbana en París.
Ambas revueltas fueron aplastadas, pero la debilidad de la monarquía francesa
era tal que se vio obligada a firmar con Inglaterra el tratado de Bretigny en 1360,
por el que Aquitania (Guyena) pasó a ocupar casi 1/3 de la superficie del reino
de Francia. Además, Aquitania dejaba de estar sometida al vasallaje al rey de
Francia.
2.2. Internacionalización del conflicto: la fase ibérica de la guerra (1360-
1386).
Francia buscó aliados para superar a Inglaterra. Necesitaba la flota castellana,
pero Alfonso XI de Castilla (1312-1350) decidió permanecer neutral. Sin
embargo, su hijo y sucesor Pedro I (1350-1369) se enemistó de tal forma con la
nobleza que esta se rebeló para destronarle y sustituirle por su hermano
bastardo, Enrique de Trastámara, que se exilió a Francia y buscó el apoyo del
rey francés. En 1366, los mercenarios que se habían quedado sin empleo por la
paz de Bretigny penetraron en Castilla y ayudaron a destronar a Pedro I,
poniendo en el trono a Enrique de Trastámara como Enrique II de Castilla.
Por su parte, Pedro I consiguió la alianza de Inglaterra. Volvió a Castilla y en
1367 sus tropas y las del Príncipe Negro derrotaron a las de Enrique en Nájera.
Sin embargo, Pedro no pagó a los mercenarios ingleses, que abandonaron
Castilla por ello. Enrique volvió a Castilla con los mercenarios de Du Gesclin y
asesinó en Montiel a Pedro, convirtiéndose definitivamente en rey de Castilla,
que desde ese momento fue un sólido aliado de Francia, siendo desde entonces
la flota castellana una amenaza para la inglesa en el Cantábrico y en el canal de
la Mancha.
Para complicar más las cosas, Juan I, hijo y sucesor de Enrique II, intentó
anexionarse Portugal en 1383 alegando derechos sucesorios al trono portugués,
dado que Fernando I había muerto sin descendencia. Los portugueses pidieron
ayuda a los ingleses, y derrotaron a los castellanos en Aljubarrota (1385), dando
lugar a la tradicional alianza entre Portugal e Inglaterra.
Por su parte, Juan de Gante, regente de Inglaterra y Duque de Lancaster, estaba
casado con una hija de Pedro I de Castilla, por lo que desembarcó en Castilla
para reivindicar el trono. Sin embargo, la expedición fue un completo fracaso. La
cuestión castellana se resolvió acordando el matrimonio de la hija de Juan de
Gante, Duque de Lancaster, con el hijo de Juan I, el futuro Enrique III de Castilla.
De esta forma concluyó la fase ibérica de la Guerra de los Cien Años, aunque en
1378 se produjo el llamado “Cisma de Occidente”, al escoger cada uno de los
bandos a un Papa diferente: los franceses y castellanos reconocieron al papa de
Aviñón, mientras que los ingleses y sus aliados hicieron lo propio con el de
Roma.
2.3. Guerra de desgaste y recuperación francesa bajo Carlos V (1364-1380).
Carlos V de Francia (1364-1380) tenía en Enrique II de Castilla un aliado con
una potente flota, que derrotó completamente a la de los ingleses en la batalla
de La Rochela en 1372, que dio a Francia el completo dominio del Canal de La
Mancha y permitió que la flota franco-castellana incursionase en las costas de
Inglaterra.
Además, los franceses cambiaron de táctica. Reconociendo la superioridad
inglesa en las batallas campales, optaron por una guerra de escaramuzas,
golpes de mano y acciones menores, dirigidas por Bertrand Du Gesclin. El éxito
fue total, de manera que entre 1369 y 1380 las posesiones inglesas en Francia
quedaron reducidas a una estrecha franja costera entre Burdeos y Bayona.
2.4. El período de las treguas (1389-1415).
A finales del siglo XIV y principios del XV Occidente entra en una época de
relativa paz, más que nada porque ambos reinos están agotados tras más de
cincuenta años de guerra más o menos continuada: Carlos VI de Francia (1380-
1422) y Ricardo II de Inglaterra (1377-1409) acuerdan una tregua general en
Leulinghen, renovable hasta 1404.
Inglaterra sufre una grave crisis debido al aumento de la presión fiscal al
establecerse el llamado “poll tax” o impuesto de capitación, que dio lugar a una
rebelión campesina en 1381. Por otra parte, Ricardo II fue destronado por una
rebelión nobiliaria encabezada por su primo en 1399, que con el nombre de
Enrique IV inauguró la dinastía de los Lancaster en Inglaterra. La nueva dinastía
tardó en consolidarse, por lo que Inglaterra no pudo continuar la guerra por el
momento.
En Francia, Carlos VI era menor de edad cuando fue coronado en 1380. La
regencia correspondía a un consejo de nobles con amplios “apanages”, o feudos
provistos de grandes inmunidades: Anjou, Berry y Borgoña. Carlos VI era
inestable mentalmente, de manera que el gobierno del reino recayó de nuevo en
estos nobles (sus tíos). Dentro de este consejo de regencia surgieron dos
facciones ante la incapacidad del rey: los borgoñones y los armagnacs. Los
borgoñones, naturalmente, defendían que el gobierno debía de ser ejercido por
el Duque de Borgoña, que empezaba a ser de hecho un estado semi-
independiente. Los armagnacs defendían que el poder debía de pasar al Delfín
Carlos.
Se produjo una situación de práctica guerra civil que fue aprovechada por
Inglaterra.
2.5. Contraofensiva inglesa. El proyecto de doble monarquía (1415-1428).
Enrique V de Inglaterra (1413-1422) aprovechó la oportunidad para atacar de
nuevo a Francia. Tras desembarcar en Francia, derrotó completamente a los
franceses en Azincourt (1415) e invadió Normandía.
Más grave para Francia fue la alianza entre Inglaterra y los borgoñones por el
Tratado de Troyes de 1420: Enrique V se casó con una hija de Carlos VI y fue
declarado heredero legal del trono de Francia, con la desposesión de sus
derechos para el Delfín Carlos, que tuvo que huir. Los ingleses ocuparon toda
Francia hasta el Loira.
En 1422 murieron tanto Enrique V como Carlos VI. Enrique VI fue reconocido
como rey de Francia, pero al ser menor la regencia recayó en el Duque de
Bedford, hermano del rey difunto.
Carlos VII se refugió conservando la lealtad del centro y del sur del reino.
2.6. La victoria final con Carlos VII (1428-1453).
En 1428 los ingleses empezaron el asedio de Orleans. Sin embargo, una joven
campesina, Juana de Arco, se presentó ante Carlos VII, al que convenció para
enviar un ejército de socorro a Orleans, que efectivamente fue liberada en 1429.
Aunque Juana fue capturada y quemada como hereje, los franceses recuperaron
la moral de victoria.
Carlos VII era un político hábil, y en 1435 consiguió que Borgoña rompiera su
alianza con Inglaterra a cambio de concederle un estatus prácticamente igual a
la independencia, con exención de vasallaje al rey de Francia. Al tiempo, se
ocupó de profesionalizar el ejército y dotarlo de una potente artillería. El resultado
fue que cambiaron de nuevo las tornas. Carlos VII recuperó París, todo el norte
de Francia y ocupó los restos de la Guyena inglesa, entrando en Burdeos en
1453. Sin tratado de paz, concluyó la Guerra de los Cien Años, con una completa
victoria francesa. Solamente Calais se conservó como dominio inglés hasta
mediados del siglo XVI.
3. Consecuencias de la guerra.
La Guerra de los Cien Años tuvo un impacto mucho mayor que cualquier otro
enfrentamiento bélico hasta la fecha. Los efectos sobre los reinos involucrados
fueron muy numerosos en varias facetas.
Francia e Inglaterra entraron en la guerra como monarquías feudales y salieron
como estados modernos. La guerra dio también lugar a un sentimiento nacional
en ambas naciones.
3.1. Saqueos y destrucciones.
La Guerra de los Cien Años fue el conflicto más largo y destructivo hasta la fecha.
Francia sufrió en su campo la guerra, pero Inglaterra se resintió por la presión
fiscal y por el deterioro de su economía. Además de las cabalgadas inglesas, las
tierras de Francia fueron devastadas por los mercenarios sin trabajo, que vivían
del campo, llamados “routiers”.
3.2. Cambios en las técnicas militares: de la hueste feudal al ejército
permanente.
Al principio del conflicto los dos ejércitos seguían los esquemas feudales,
especialmente en Francia. La fidelidad feudo-vasallática obligaba a un servicio
de unos cuantos meses. La prolongación de la guerra, unido a la ineficacia de la
caballería francesa, hizo que ambos ejércitos tendieran hacia la
profesionalización y el uso de mercenarios. El siglo XV ve la aparición de
ejércitos profesionales pagados regularmente por los reyes, leales
exclusivamente a este y acompañados por un arma cada vez más en uso, la
artillería, que debido a su elevado coste solo puede ser financiado por las
monarquías.
3.3. Modificaciones administrativas: aparición de una fiscalidad estable.
Dado que la guerra es permanente, los impuestos también se vuelven
permanentes. En un principio, en Inglaterra se aprobaban por el Parlamento
impuestos para una campaña. En Francia lo hacían los Estados Generales o
más frecuentemente las asambleas de estados territoriales. Pero la fuerza de las
circunstancias hizo que las asambleas renovasen el cobro de estos impuestos
una y otra vez, legitimando la situación.
Junto a los impuestos directos, la guerra también legitimó los indirectos. En
Francia se estableció el impuesto sobre la sal (gabela), que duró hasta la
Revolución. En Inglaterra se gravaron las exportaciones de lana.
En definitiva, el ejército profesional y permanente, la fiscalidad estable y el
consiguiente aumento de la Administración con más funcionarios pagados por el
rey es el principio del estado moderno.
3.4. El surgimiento del problema de Borgoña.
Los Valois tenían la costumbre de conceder “apanages”, esto es, feudos a los
hijos o hermanos del monarca que no heredaban el trono. Aunque terminaban
revirtiendo a la monarquía, este no fue el caso de Borgoña, que se convirtió en
un estado prácticamente independiente y capaz de rivalizar con Francia.
El primer Duque de Borgoña fue un hermano de Carlos V y tío de Carlos VI, a
finales del siglo XIV. A través de matrimonios y de la guerra, fue aumentando su
extensión hasta que llegó a abarcar el actual Benelux y extenderse desde el Mar
del Norte hasta Suiza. Al mismo tiempo, sus relaciones con la monarquía se
deterioraban hasta el punto de que llegaron a formar el partido borgoñón, aliado
con Inglaterra, durante la regencia de Carlos VI. Esta alianza solo se rompió
cuando en tiempos ya de Carlos VII se eximió de vasallaje al Duque de Borgoña,
lo que de hecho era la independencia del Ducado.
Borgoña, de hecho, se convirtió en la mayor amenaza para Francia una vez
terminada la Guerra de los Cien Años.
TEMA 4
LA ECONOMÍA EUROPEA BAJOMEDIEVAL
Introducción
La Baja Edad Media es una época de crisis para Europa en todos los ámbitos.
Pero hay división de opiniones en cuanto a las causas. Algunos autores hablan
de causas exógenas a la propia Europa: la más importante sería la aparición de
la Peste Negra. Otros centran la causa principal en un cambio climático, con un
brusco enfriamiento del tiempo, que habría sido nefasto para la agricultura.
También hay explicaciones de tipo malthusiano, con un desajuste entre
producción de recursos y aumento de la población.
1. El final de un largo ciclo expansivo en el siglo XIII.
Al finalizar el siglo XIII Europa llevaba tres siglos ininterrumpidos de crecimiento.
La base de todo ello había sido un aumento de la producción agraria. Había
nuevas tierras para roturar y se habían mejorado las técnicas agrarias, a lo que
se añadió un clima algo más cálido entre los años 800 y 1300.
En definitiva, aumentó la producción de alimentos y eso permitió un gran
desarrollo demográfico entre los siglos XI y XIII, lo cual también se tradujo en
más mano de obra para el campo. Es posible que en esta época la población de
Europa se duplicase o triplicase. Los excedentes alimenticios permitieron,
asimismo, que se desarrollase en las ciudades el comercio y la artesanía, con la
feria de Champagne como máximo exponente, que ponía en contacto dos polos
de desarrollo de gran importancia, como eran Flandes e Italia. Aumentó el uso
de la moneda y los salarios decrecieron, al haber mayor oferta de mano de obra.
Es significativo que volviera a acuñarse moneda de oro en Europa. Es cierto que
en España y ene l sur de Italia se emitía en el siglo XII moneda de oro, pero
siguiendo patrones musulmanes. Ahora se acuña en diversas partes de Europa
siguiendo patrones propios, con oro procedente de África, lo cual demuestra el
incremento del comercio.
Sin embargo, en el siglo XIII el crecimiento se va haciendo más lento hasta
prácticamente detenerse a finales del siglo y principios del siglo XIV.
2. Los primeros síntomas de crisis a principios del siglo XIV.
Así pues, a finales del siglo XIII y principios del siglo XIV la economía europea
había dejado de crecer y luego se estancó. Sin embargo, la población seguía
creciendo. Se calcula que en algunos lugares de Europa se había alcanzado una
población que no se igualó hasta finales del XVIII y principios del XIX con la
Revolución Industrial. Consecuencia de ello fue un progresivo empobrecimiento.
Las monarquías europeas sufren graves dificultades financieras y se recurre a la
alteración monetaria, es decir, a una devaluación de la moneda: se acuña
moneda con menos oro o plata, pero manteniendo su valor teórico, lo cual
influye, naturalmente, en los precios.
El cambio climático influye también en las cosechas, y vuelve a aparecer el
hambre en una población campesina que ya estaba debilitada por el
estancamiento económico. La producción no crece, los precios suben, el hambre
aumenta y eso debilita las defensas de los individuos: será el escenario ideal
para que una epidemia tenga consecuencias desastrosas.
3. La catástrofe demográfica: el impacto de la peste negra.
La peste negra es una enfermedad infecciosa, provocada por la acción de un
bacilo presente en las pulgas que a su vez suelen utilizar a las ratas negras como
medio de transmisión. Cuando llega al ser humano provoca fiebre alta y la muerte
en pocos días. Existen dos tipos de peste: la peste pulmonar o neumónica, que
se contagia directamente entre seres humanos, y la peste bubónica, más
frecuente, que provoca la aparición de bubones oscuros en el cuello, y que se
transmite de forma indirecta entre los hombres por vía de las pulgas y de las
ratas, si bien ambas son causadas por el mismo microorganismo.
La peste no era nueva en Europa, ya en tiempos de Justiniano había sido
devastadora en Bizancio y en el mundo mediterráneo, pero había desaparecido
en el siglo VIII. No obstante, permaneció latente en Asia Central y tuvo un nuevo
ciclo expansivo en el siglo XIV. Se extendió por China y por todo el mundo
islámico y llegó a Europa a mediados del siglo XIV.
Es muy conocida la forma en la que llegó la peste a Europa. La colonia comercial
genovesa de Caffa, al norte del mar Negro, estaba asediada por los mongoles.
La enfermedad pasó del campamento de los sitiadores a la ciudad y luego se
transportó a los barcos genoveses, que la introdujeron en Sicilia y en la península
italiana en 1347. De allí pasó al resto de Europa en 1348.
Se intentó combatir aislando a los afectados, pero la medida era inútil, porque la
transmisión era indirecta, a través de las pulgas y de las ratas negras, y este
punto era desconocido. Lo único que cabía era huir, y eso solo lo podían hacer
las clases mejor situadas económicamente. Dado que la población europea
estaba ya mal alimentada desde hacía décadas, los efectos de la epidemia
fueron aún peores.
Se ha calculado que la peste negra mató a entre el 25% y el 45% de la población
europea. En general está aceptado que aproximadamente 1/3 de la población
europea murió de peste, aunque este porcentaje puede que llegase incluso al
60% en algunas zonas. En cualquier caso, la mortandad fue muy irregular, dado
que hubo regiones relativamente poco afectadas y otras que fueron devastadas.
La peste llegó a Europa para quedarse, y era muy común que cada veinte años
más o menos se produjera una nueva epidemia. Por ello, la población no se
recuperó, dado que, si bien la natalidad era elevada, la mortalidad también lo
era, especialmente la infantil. El resultado fue que la población europea
bajomedieval era inferior a la de finales del siglo XIII.
4. La gran depresión agraria y sus consecuencias.
A mediados del siglo XIV Europa entra en una depresión que se va a prolongar
durante un siglo. La peste negra, el hambre y la guerra serán sus principales
causas. Las malas cosechas como consecuencia del cambio climático traerán el
hambre. La Guerra de los Cien Años será la más larga y devastadora conocida
hasta entonces. Todo ello lleva a un descenso de la población.
Todo ello conduce a una deflación, esto es, a una caída generalizada de los
precios de los productos agrarios al faltar demanda. En cambio, los salarios
suben como consecuencia de la falta de mano de obra, lo cual lleva a la recesión
económica. Las tierras, especialmente las menos productivas, dejan de
cultivarse.
Aparecen numerosos despoblados, esto es, zonas antiguamente habitadas que
ahora se abandonan. Sobre todo, en Francia, Inglaterra, Alemania y en la
península Ibérica. No es que la población desaparezca, sino que se traslada a
lugares más adecuados para vivir dada la situación económica.
La larga depresión también trastocó el sistema feudal. Ante el desplome de sus
rentas, los señores hicieron varias cosas para recuperarlas: en Cataluña e
Inglaterra, los señores feudales intentaron volver a ligar a los campesinos con la
tierra, y reintroducir las prestaciones de trabajo personal, con la consiguiente
conflictividad social, aunque esta medida, en líneas generales, fracasó en
beneficio de una relación contractual entre el campesino y el señor, mediante
arrendamiento o aparcería.
Los señores tendieron a reducir o hacer desparecer las reservas señoriales, la
“terra dominicata”, en beneficio del señorío jurisdiccional, percibiendo parte de
los impuestos directos o indirectos que las monarquías estaban empezando a
establecer, que era una fuente de ingresos mayor que los productos de las tierras
del señor.
En Europa oriental las cosas evolucionaron de forma muy diferente: se
reintrodujo la servidumbre en el campo. Al este del Elba se volvió a ligar a los
campesinos a la tierra y se reimplantaron las prestaciones de trabajo personal.
Curiosamente, esta segunda servidumbre no tenía como objeto el
autoabastecimiento, sino la producción de excedentes que se pudieran
comercializar por el Báltico o con destino a Europa occidental.
5. Impacto menor de la crisis en la economía urbana: la aparición de
técnicas mercantiles novedosas y de nuevos ámbitos comerciales.
1.1. La monarquía.
Durante todo el siglo XIII asistimos en toda Europa a un reforzamiento del poder
real, favorecido por las Universidades, el Derecho Romano y las doctrinas
aristotélicas, frente a los grandes poderes tradicionales, esto es, el Imperio y el
Papado, así como frente a la nobleza, que pretendía que el rey siguiera siendo
un primus inter pares. Los siglos XIV y XV contemplan el afianzamiento del poder
de la realeza, y el papel preponderante que van adquiriendo las ciudades, al
tiempo que Iglesia y nobleza entran en una fase de estancamiento y de
decadencia al depender su riqueza de sus posesiones agrarias.
En Francia, tras la victoria de Bouvines (1214) el prestigio de la realeza aumentó
y fue aprovechado por los soberanos Capetos para ahondar en el proceso de
centralización del reino y en el lento, pero continuo ascenso de los legistas o
caballeros de segundo rango, que empiezan a ocupar puestos de importancia en
la administración.
En Inglaterra se logra que en el reino imperen una sola ley y una sola justicia, y
desde el siglo XIII el monarca se apoya para su gobierno en cuatro instituciones:
el Consejo Real, la Hacienda (Exchequer), Justicia (Common bench) y
Cancillería (Chanceller).
En Alemania, donde la monarquía es electiva, los soberanos intentan controlar
las elecciones reales, limitando y controlando al máximo a los electores y su
número. La Bula de Oro de Carlos IV de 1356 es un buen ejemplo de esto.
Por lo tanto, las monarquías a lo largo de los siglos XIV y XV van afianzando su
poder frente a aquellas instituciones que pueden frenarlo, especialmente la
Iglesia, la nobleza y el Imperio. También intentarán poner representantes reales
al frente de las ciudades.
Para conseguir estos fines los monarcas tenían dos herramientas importantes:
las Universidades y el Derecho Romano: del rey emanan todos los poderes, su
voluntad es la ley y no tiene que someterse ni al papa ni al emperador: “Rex
imperator est in regno suo”.
Por supuesto, llevar a efecto este programa exige dinero, una administración
preparada y una representación en las cortes de otros reyes, así como un ejército
preparado y profesional. Representantes de esta nueva monarquía son Carlos
VII y Luis XI en Francia, Enrique VII en Inglaterra, Alfonso X en Castilla y Pedro
IV en Aragón.
1.2. Los Parlamentos.
Junto al afianzamiento del poder real se produce el surgimiento del poder de las
ciudades, y por lo tanto de sus clases dirigentes, esto es, la burguesía, que
quiere tomar parte activa y reconocida en la política del reino.
Durante la Alta Edad Media los monarcas tomaban consejo de un reducido grupo
de nobles, eclesiásticos y familiares, la llamada Curia Regia, Aula Regia o
Pallatium. Para cuestiones aún más trascendentes se convocaba a una Curia o
Asamblea Extraordinaria o Plena, a la que todos tenían el deber de acudir por el
deber de consilium.
A partir del siglo XIII, dado que los monarcas necesitan de importantes recursos
financieros para afirmar su supremacía, deben de aprobar tasas especiales y
tributos extraordinarios, que requerían de la aprobación de la nobleza y del clero.
Pero es la burguesía la que se va afianzando y tomando un peso cada vez mayor
en las ciudades, acumulando riquezas y exigiendo una mayor participación en la
vida política del reino, lo que se llama el Tercer Estado o Tercer Estamento, en
el que se apoyarán los monarcas para debilitar el poder de la alta nobleza y del
clero.
Fue en el Reino de León en 1188 donde tuvo lugar una asamblea o curia en la
que se tiene noticia de la participación de ciudadanos elegidos para participar en
la asamblea, en la curia de Alfonso IX. Se satisfacía así el deseo de participación
de las ciudades, dado que siendo la finalidad principal de estas asambleas la de
recaudar dinero, podían así participar en algo que les afectaba directamente: “lo
que a todos atañe, por todos debe de ser aprobado”.
Las ciudades se dieron cuenta, obviamente, de que le eran necesarias al rey
para llevar adelante su política, por lo que fueron adquiriendo mayor fuerza. Es
cierto que no había representación de todos los habitantes, sino de lo que podría
considerarse la oligarquía ciudadana, y que estas asambleas no tenían la misma
fuerza en todos los reinos: mientras que en Inglaterra el Parlamento tenía cada
vez más fuerza, en Francia y en Aragón los monarcas supieron imponer su
voluntad a estas asambleas. A mediados del siglo XV estas asambleas fueron
perdiendo fuerza y se acabaron doblegando a los deseos de los monarcas.
1.3. La administración central y la local.
La administración central de los reinos deriva en mayor o menor medida de la
época feudal, esto es, la Cancillería, el Consejo Real (Aula, Palacio), aunque
ahora se van formando cuatro grandes áreas especializadas de la administración
central: Consejo Real, Hacienda, Cancillería y Justicia.
El Consejo Real seguirá siendo el órgano de asesoramiento del monarca, y
aunque sus miembros sean elegidos por él, con el paso del tiempo no será raro
que la nobleza termine introduciendo en ellos nobles que le son impuestos al rey
y que incluso son contrarios a sus políticas: el caso paradigmático puede ser el
de Juan II o Enrique IV de Castilla.
Como se ha visto, una de las causas por las que los monarcas necesitaban de
mucho dinero era para pagar una administración cada vez más grande,
compuesta por funcionarios cada vez mejor preparados, normalmente en las
Universidades. Aparece así una nueva clase, la de los administradores o
letrados, que junto con la aristocracia comercial controlarán el gobierno de las
ciudades. Como sus ingresos no eran regulares, solían participar de las tasas y
de las multas, así como se consintieron los regalos en especie.
En cuanto a la administración local, existieron dos modelos: el francés, con
administradores fijos asistidos por funcionarios judiciales y recaudadores de
impuestos, con un sueldo fijo del estado, y por lo tanto muy costosa, y el modelo
inglés, donde los sheriffs (encargados del orden público) y los escheators
(administradores de los bienes reales en los condados) tienen la condición de
funcionarios, pero no percibían ningún sueldo, por lo que su imparcialidad y
fidelidad eran a veces dudosas y eran cargos ejercidos únicamente por personas
propietarias de bienes fundiarios.
1.4. La diplomacia.
Para tratar asuntos de importancia lo monarcas enviaban a sus representantes
a otros reinos: estos se llamaban legatus, nuntius, procurator, ambasciator… Se
diferenciaban en que el nuntius simplemente trasmitía un mensaje, mientras que
el procurator o el ambasciator tenían poder para negociar y llegar a acuerdos. El
Papa enviaba a legados y nuncios, siendo los primeros de mayor rango y
autoridad, normalmente un cardenal.
Al principio los embajadores se enviaban para actos concretos, como por
ejemplo una coronación. Con el tiempo se fueron estableciendo embajadas
permanentes, a cuyo frente se colocaba un clérigo o un noble, acompañado de
un equipo de expertos en Derecho. Las primeras embajadas permanentes se
establecieron tras la paz de Lodi (1454), y fueron los Reyes Católicos los que
establecieron las primeras ante el Papa, el Imperio e Inglaterra, haciendo estos
lo mismo ante la corte de Castilla.
2. Las transformaciones sociales.
En el siglo XV, como superación de la división social altomedieval, junto a la
nobleza y al clero aparece el tercer estado, la burguesía, cada uno de ellos
definido por su estatuto jurídico, sus privilegios y sus obligaciones. Era una
división que se basaba, fundamentalmente, en la diferencia jurídica entre sus
miembros.
2.1. La aristocracia o nobleza.
La afirmación de la soberanía real que los monarcas llevaron a cabo mediante la
centralización administrativa no eliminó ni eclipsó a los nobles, ni el poder que
ejercían en sus feudos. Algunos monarcas, como Jaime I, incluso siguieron
acudiendo a la división hereditaria de sus dominios.
En Alemania, durante el siglo XIII, se constituyeron estados nobiliarios a los que
los reyes no consiguieron arrebatar su poder. Los grandes nobles siguieron
teniendo un gran poder en los Parlamentos y en el Consejo Real.
Generalmente se viene admitiendo que hacia el año 1300 el feudalismo es una
institución agotada, pero lo cierto es que conservaba gran fuerza en dos
aspectos: como fuente de rentas y también de prestigio social. Su poder militar
iba en detrimento, con la contratación de soldados profesionales por los reyes y
la tendencia a percibir de los señores una tasa en lugar de llamarlos para las
campañas militares. Por ejemplo: Ricardo II de Inglaterra dejó de convocar a sus
súbditos para ir a la guerra en 1385.
También es significativo el caso de Inglaterra en otro aspecto: hasta el siglo XIII,
tenían la consideración de nobles los condes y unos 3.000 terratenientes. A partir
del siglo XIV, solamente unos 50 tienen derecho a participar en la Cámara Alta
o de los Lores bien sea por su dinero, por su poder o por el favor real. El resto,
en cambio, son convocados en la Cámara Baja. Algo parecido pasó en el
Imperio, donde los condes (Herren) y los grandes terratenientes eran los nobles,
o en España, donde la nobleza a partir del siglo XIV fue considerándose de
sangre, privilegio y se diferenciaba por sus rentas, su condición jurídica y su
estilo de vida.
Los monarcas de los siglos XIV y XV, en realidad, no querían destruir la nobleza,
sino encauzarla para que sirviera a los fines del rey: la monarquía autoritaria. Los
nobles de los siglos XIV y XV se rodean cada vez más de “clientes” ligados por
contratos de servicios, que ni le prestan homenaje ni reciben feudos de su señor.
Ejemplos de este tipo de nobleza es la emparentada con el rey en Francia (Berry,
Orleans, Borgoña, Armagnac, Anjou, Borbón, Foix…) y en España los
Medinaceli, Alba, Haro…
En definitiva, la nobleza a finales de la Edad Media continúa siendo la dueña de
la tierra, unas cuantas familias controlan los resortes del poder a través de los
parlamentos, y perciben numerosos ingresos de sus tierras y en su caso de
desempeñar importantes cargos en la Administración real. Ejemplos: en
Inglaterra unas 50 familias tenían el 10% de las tierras, y en Castilla la nobleza
controlaba el comercio de la lana a través de la Mesta, a la que estaba afecta
unos dos tercios del territorio castellano. Su peso político se refleja en los
parlamentos, donde suelen aliarse con el clero contra los burgueses. Y cuando
la debilidad del rey es grande, como en el caso de Juan II o de Enrique IV de
Castilla, solían enriquecerse con las conquistas territoriales.
En esta época nacen las Órdenes de caballería, creadas por los monarcas para
mantener y encuadrar a la nobleza, basadas en los ideales de la caballería, de
carácter ético y religioso. La primera de ellas es la Orden de la Banda, creada
por Alfonso XI en 1330, en 1348 Eduardo II crea la Orden de la Jarretera, Juan
II de Francia crea la Orden de la Estrella, y Felipe el Bueno de Borgoña la del
Toisón de Oro en 1429.
2.2. El clero.
Los problemas que a los monarcas podían crear la nobleza con su poder y las
ciudades con sus fueros y privilegios se completaban con el clero, que tenía los
suyos y además era una institución de carácter internacional, lo cual no encajaba
bien con los proyectos de unidad nacional.
Había dos cuestiones principales como fuente de problemas: el nombramiento
de clérigos extranjeros para cargos eclesiásticos por el Papa y la salida de dinero
hacia Roma o Aviñón.
El clero tenía el monopolio de la enseñanza, y los cargos de relevancia
(obispados, canonjías) solían estar ocupados por segundones de la nobleza o
por la burguesía urbana.
Frente al alto clero se encuentra el clero regular y secular, ejerciendo su
ministerio tanto en ciudades como en el ámbito rural, generalmente de una
formación deficiente. El párroco rural suele ser una institución, y alrededor de la
iglesia gira toda la vida de la comunidad. Por el contrario, el clero urbano, secular
y regular, compiten entre sí por la percepción de limosnas y donativos, ya que
son su medio de vida, con la excepción de ciertas órdenes monásticas.
2.3. El Tercer Estado.
2.3.1. La sociedad urbana.
2.3.1.1. El patriciado urbano.
El patriciado urbano está formado, sobre todo en los países mediterráneos, por
los descendientes de nobles de segunda fila, mientras que en Inglaterra, Norte
de Francia, Países Bajos, Polonia, etc., suelen ser gentes enriquecidas con los
negocios. En todo caso, tienen un gran poder económico. Suelen imitar el modo
de vida de la aristocracia nobiliaria, tienen el monopolio de los cargos públicos
de la ciudad, son un círculo cerrado y normalmente son pocas familias las que
controlan la ciudad.
En el norte de Europa suelen ser descendientes de antiguos comerciantes y se
dedican a todo tipo de negocios, así como a las finanzas. Suelen dominar tanto
el comercio como los procesos artesanales e industriales. Tienen, por lo tanto,
un gran poder político y económico, legislan a su ventaja, fijan sueldos, precios
de artículos y de materias primas, etc., lo cual lleva a que se abra una brecha
muy ancha con el resto de los habitantes de la ciudad.
2.3.1.2. El pueblo o “común”.
Jornaleros, obreros textiles, artesanos, comerciantes, mendigos. Ninguno de
ellos controla el poder municipal. Podría decirse que es todo aquel que no es un
marginado, pero que tampoco tiene ningún papel en el gobierno de la ciudad.
Con la crisis del siglo XIV y del XV entrará en conflicto directo con la clase
dirigente de las ciudades.
2.3.2. La sociedad rural.
El aumento demográfico del siglo XII, prolongado en el XIII, hizo que las ciudades
se desarrollaran, se crearan nuevos pueblos y villas y se pusieran en explotación
nuevas tierras. Con ello aumentó la producción, bajaron los salarios por aumento
de oferta de la mano de obra y se crearon excedentes, así como hubo aumento
del precio de la tierra.
En los señoríos se observa una sustitución de las prestaciones personales por
otras a censo, en metálico, dado que las prestaciones personales solían hacerse
de mala gana y eran menos rentables comparadas con la práctica de la
parcelación y la puesta en explotación de tierras hasta entonces no cultivadas,
que daban grandes rentas en metálico a los señores.
Esta situación cambió con la Peste Negra de 1348-1349 y el cambio climático
del siglo XIV. Surgieron las hambrunas, agravadas luego por la peste, de manera
que empezaron a sobrar tierras para cultivar, simplemente por la falta de mano
de obra, lo cual afectó también a las rentas que se percibían por las tierras. A su
vez, los jornales de los campesinos se dispararon, por falta de mano de obra.
Ahora sobraban cereales, por lo que su precio cayó, decidiendo entonces los
propietarios de las tierras dedicarlas a la ganadería, lo cual se notó
especialmente en Inglaterra y en la Península Ibérica.
En líneas generales, podría decirse que en el campo solo subsistieron las
explotaciones rentables, que dieron a los campesinos una cierta posición de
fuerza cuando se intentó restablecer la servidumbre por parte de los señores.
3. La crisis social.
La expedición que iba a ser la Cuarta Cruzada contra Egipto, deseada por
Inocencio III a la muerte de Saladino, fue convocada en 1199 con poco
entusiasmo de los príncipes. Muerto el conde de Champaña, que iba a ser su
jefe, el mando recayó en Bonifacio de Montferrato, que se procuró la ayuda del
Dogo (Dux) de Venecia, Enrico Dandolo, para el transporte de las tropas. En
pago ofreció Zara, perdida por los venecianos. El ejército, una vez embarcado,
se dividió en dos, y mientras que una parte se dirigió a Egipto, la otra se presentó
ante Constantinopla. El hijo de Isaac, Alejo IV, fue nombrado emperador en lugar
de su tío, pero la penosa hibernación de las tropas cruzadas fuera de
Constantinopla, las desavenencias con los griegos y una sedición dieron lugar a
que el ejército entrase en la ciudad y la saquease el 12 de abril de 1204.
1
La Partitio terrarum imperii Romaniae ("partición de las tierras del imperio romano [bizantino]", en latín) fue un tratado firmado después
del saqueo de la capital bizantina, Constantinopla, por la Cuarta Cruzada en 1204. Se estableció el Imperio latino y se dispuso la partición
del territorio bizantino entre los participantes de la cruzada, con la República de Venecia como la gran beneficiada.
El tratado, que fue promulgado a finales de septiembre o principios de octubre de 1204 o (según Nikolaos Oikonomides) inmediatamente
después de la captura en abril-mayo de 1204, fue elaborado por una comisión de 24 hombres que constaba de 12 venecianos y 12
representantes de los otros líderes cruzados. Le dieron al emperador latino el control directo de una cuarta parte del territorio bizantino, a
Venecia, tres octavas - incluyendo tres octavas de la ciudad de Constantinopla, con Santa Sofía - y las restantes tres octavas fueron
repartidas entre los demás líderes cruzados. Mediante esta división, Venecia se convirtió en el principal poder en la Romania latina, y el
verdadero poder detrás del Imperio Latino, un hecho claramente ilustrado por el noble título que su Dogo adquirió: Dominator quartae et
dimidiae partis totius Romanius («El Señor de un cuarto y media cuarta parte de todo el Imperio romano»).
La Partitio Romaniae inició el período de la historia griega conocida como Francocracia o Latinocracia, donde los nobles católicos
europeos occidentales, mayormente de Francia e Italia, establecieron estados en el antiguo territorio bizantino y gobernaron sobre la
mayoría de los nativos ortodoxos griegos bizantinos.
El Imperio Latino se vio amenazado por los búlgaros por el norte, por el Imperio
de Nicea, e incluso por Bonifacio de Montferrato y sus sucesores en Tesalia. Al
morir Enrique de Hainaut el Imperio Latino se reducía a una franja costera. En
cambio, el Principado de Morea de los Villehardouin trabó alianza con los Ducas,
lo que unido a las guarniciones venecianas y la dependencia teórica de los
latinos de Tesalia o Tracia dieron a la Morea franca una gran seguridad.
Epiro era el único resto europeo del imperio bizantino. Allí Miguel Comneno
instauró su reino.
Vatatzés hizo progresar a su reino, de manera que atrajo contra él una coalición
de Epiro, Manfredo de Sicilia y el Príncipe de Morea, que fue derrotada en 1259
en Pelagonia por el emperador de Nicea, Miguel Paleólogo, que con ayuda de
los genoveses reconquistó Constantinopla en 1261.
El Imperio Latino a la muerte de Enrique I era poco más que una franja costera
desde Constantinopla a las Termópilas, junto con los establecimientos
venecianos.
En cambio, Morea y el Ducado de Atenas eran más estables por las alianzas
matrimoniales con los Ducas, si bien la despoblación debida a las guerras y la
feudalización impuesta por los conquistadores tuvo consecuencias muy
negativas para la población, mientras que los puertos de Modon y Coron se
convertían en colonias venecianas.
Finalmente, a principios del siglo XIV los venecianos se dieron cuenta de que la
expansión de los turcos otomanos era arrolladora, por lo que estableció
guarniciones en ciudades amenazadas, como Atenas, Argos o Navarino,
aprovechando de paso para expulsar a los genoveses de la zona.
Miguel VIII Paleólogo fue emperador Bizantino desde 1261 hasta 1282. Déspota
de Nicea, consiguió tomar la ciudad, destronando al emperador Latino Balduino
II y ya en el poder decidió dividir a sus enemigos. Ya que no podía librarse de las
repúblicas italianas, favoreció a los genoveses en perjuicio de los venecianos,
haciendo de los primeros los socios preferentes del imperio.
La amenaza de Carlos de Anjou, rey de Sicilia y aliado del Papa, hizo que de
mala gana hiciera concesiones religiosas que llegaron a una efímera unión de
las Iglesias en el Concilio de Lyon de 1274. Mientras, financió la rebelión de las
Vísperas Sicilianas de 1282.
La presión de los turcos hizo que contratara a los almogávares aragoneses, que
no hicieron sino empeorar la situación: establecieron un Ducado en Atenas que
duró hasta 1388.
Muerto Andrónico III, estalló otra guerra al intentar Juan Cantacuzeno, su amigo,
hacerse con el trono en perjuicio del hijo de Andrónico III, Juan V. La guerra
terminó con ambos como coemperadores, trajo la ruina a buena parte de la
población y favoreció enormemente a turcos y serbios. Finalmente, Juan V
consiguió deponer a Juan Cantacuzeno (Juan VI).
Juan V negoció la unión religiosa con Roma, que no fructificó, como pago por la
recuperación de Gallipoli por Amadeo de Saboya en 1366. Poco después estalló
una tercera guerra civil por la usurpación de su hijo Andrónico IV. El acuerdo final
entre Juan V, Andrónico IV y Juan VII, nieto de Juan V, no evitó que los turcos
redujeran el imperio a poco más que Constantinopla y Morea.
Con la descomposición del principado de Kiev en la segunda mitad del siglo XII,
varios principados intentaron hacerse con la hegemonía a costa de la propia
Kiev: Suzdal, Galitzia, y, sobre todo, Novgorod.
Por el otro lado, la Orden Teutónica se expandió tomando Pskov en 1240, hasta
que fueron frenados por Alexander Nevski en el Lago Peipus en 1242, y que
salvó a Novgorod de caer bajo la órbita teutónica. Por otra parte, una vez
terminada la amenaza de los mongoles, el resentimiento se volvió hacia los
teutónicos por la dureza de su ocupación, con el consiguiente auge de la
ortodoxia.
Finalmente, Alexander Nevski negoció con la Horda de Oro, lo que le permitiría
formar un gran principado, con Novgorod, Kiev, Vladimir y Suzdal.
Los serbios se anexionaron Macedonia del norte con sus principales ciudades,
como Skopje, y de hecho Esteban II (1282-1321) se casó con la hija de
Andrónico II. La subsiguiente paz favoreció el desarrollo serbio, que adoptó la
Pronoia y permitió a Bizancio mantener Tesalónica.
A finales del siglo XIV los búlgaros eran tributarios de los turcos, que los
derrotaron en Cirmen en 1371. En 1395, y tras la negativa a pagar tributos, todo
el reino fue invadido por Bayaceto I y Bulgaria desapareció.
TEMA 8
EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE
MONGOL
Introducción
El siglo XIII es el de la extinción de las dinastías emergentes del siglo XII, esto
es, los selyuquíes, los ayyubíes y los almohades. Por otra parte, las invasiones
mongolas terminan con el califato abasí de Bagdad en 1258, dando fin al llamado
“Islam clásico”.
Por otro lado, Gengis Kan unificará a todas las tribus mongolas,
transformándolos en uno de los más poderosos ejércitos jamás conocidos.
El comienzo del siglo XIII fue una época de gran esplendor para el sultanato
selyuquí de Konya. Consiguió frenar el avance de los turcomanos que a su vez
eran empujados por el avance de los mongoles, mientras que la posesión de
puertos de importancia como Panfilia les permitió establecer pactos con los
venecianos y en general con los mercaderes italianos.
Por otra parte, los selyuquíes fueron respetuosos con las leyes y costumbres
bizantinas, dada la gran cantidad de población de este origen que existía.
Solamente se sustituyó la administración, y en general la turquización de Anatolia
fue lenta.
La mayor amenaza para los selyuquíes vino de los mongoles. Las revueltas de
los babas, unido al empuje de los turcos, que se intensificó con la ofensiva de
los mongoles, dieron lugar al saqueo de Konya y a la destitución del sultán. El
fracaso de una alianza con los mamelucos de Baybars los dejó a merced de los
mongoles, hasta el punto de que en 1308 el antiguo sultanato pasó a ser una
provincia del Ilkanato mongol de Persia.
1.2. Los Ayubíes.
Por otra parte, los fatimíes hicieron un uso extensivo de los coptos para la
administración civil.
Con los ayubíes se erradicó definitivamente el chiismo, lo cual los legitimó ante
el pueblo como gobernantes de origen extranjero que eran.
Mientras, el rico comercio que venía por el Mar Rojo, permitía controlar todos los
productos procedentes de la India y países del índico, esplendor comercial que
se mantuvo con mongoles y mamelucos dado que los aranceles era n una fuente
de gran riqueza.
En Egipto los ayubíes utilizaron las madrazas para restaurar las escuelas de
derecho sunní, que habían sido prohibidas por los fatimíes, que eran chiíes. Los
mamelucos siguieron con este sistema, potenciando sobre todo las escuelas
Hanafí y Shafií.
Por otra parte, la Quinta Cruzada (1217-1221) fue liderada por Leopoldo VI de
Austria y Andrés II de Hungría junto con Hugo I de Chipre. Aunque estuvo a
punto de tener éxito con la toma de Damieta, y pudo haberse conseguido de esta
forma la devolución del reino de Jerusalén, fracasó por las indecisiones
cruzadas, que desembocaron en la derrota de Mansurah.
2. El Imperio mongol.
Antes de los mongoles hubo dos imperios esteparios, que tuvieron importancia
en el proceso por el que los mongoles superaron su primitivo estado tribal.
Los mongoles eran uno de los pueblos nómadas de las estepas, y estuvieron
sometidos a los Kitan, aunque con la llegada de los Chin dejaron de estar
sometidos a los chinos.
Además de ello, las tribus tenían familias nobles, y de entre ellas se elegía al
Kan, o jefe supremo, que solucionaba disputas y tenía el mando del ejército.
Temujin, el futuro Gengis Kan, era de familia noble. Se hizo hermano jurado de
otro noble mongol, Yamuxa, y ambos pasaron al servicio de Togrul. El ascenso
de Temujin pasó por la traición de Yamuxa, la separación de Togrul, las luchas
contra los tártaros en venganza por la muerte de su padre, y la expansión de su
poder a otras tribus.
Gengis fue elegido en la gran asamblea de 1206 como Gran Kan, una vez que
unificó a todas las tribus mongolas. El dominio de las tribus dio paso a la
extensión de ese dominio al resto del mundo.
Los nuevos objetivos de los mongoles eran China y Persia. China se hallaba
dividida entre los Chin, los Xi Xia, y los Song. Los Chin eran los principales
enemigos de los mongoles, en 1215 cayó Pekín, en 1218 se anexionó los Kara
Kitai, y tras ellos atacó al Shah Jwarizm de Persia, tras una serie de incidentes
diplomáticos. Samarcanda y toda la Transoxiana fueron arrasados (1219). La
siguiente campaña, en 1227, vio la muerte de Gengis Kan.
El balance de las campañas de Gengis Kan fue la destrucción de China del norte
y también del imperio Jwarizm.
El ejército era el elemento de cohesión principal del imperio. Todo hombre entre
catorce u sesenta años tenía que prestar servicio. El ejército era
fundamentalmente caballería, y todos los actos de la vida se relacionaban con la
guerra: caza, doma, tiro con arco, etc. La lealtad se afianzó dividiendo las tropas
en múltiplos de mil, por encima de relaciones o de orígenes tribales. Además,
existía una guardia del Kan, que acabó ejerciendo también funciones
administrativas. Pronto incorporaron a su ejército maquinaria de asedio y
pólvora, suministrada por los chinos, que les servían de ingenieros junto con los
persas.
Se supone que Gengis Kan dictó sus leyes a partir de 1206, compiladas en la
Gran Yasa, aunque este texto no se ha encontrado nunca. Sí que se conocen
otras normas de Gengis Kan sobre libertad de cultos, adiestramiento militar, etc.
Los impuestos eran del 1 por 100 sobre ganado, y el 5 por 100 en todos los
servicios y ventas.
Los nietos de Gengis, hijos de su hijo mayor premuerto, recibieron la parte más
occidental del imperio: la Horda de Oro (sur de Rusia) y la Horda Blanca (más
al este).
Kublai Kan también intentó la conquista de Indonesia y la del Japón, pero fracasó
en ambas.
En el orden interior, Kublai Kan estableció una dinastía al uso chino (Yuan),
estableciendo la capital de verano en Shangdu (Xanadú). Asimismo, se convirtió
al budismo.
El principal legado de los Yuan fue la unidad política de China, que ya no perdió
más, así como el desarrollo del comercio internacional (Marco Polo).
b) La Horda de Oro.
En 1241, toda Europa oriental fue invadida por los mongoles de forma combinada
en dos fuerzas. La primera invadió Polonia y derrotó a polacos y teutónicos en
Liegnitz, mientras que otra se dirigió a Hungría. Solo la repentina muerte de
Ogodei hizo que los mongoles regresaran a las estepas cumanas del Mar Negro.
El dominio del kanato de Persia por Hulegu y sus sucesores fue opresor y
pagano (1265-1295). La administración se dejó en manos de los persas. El
desarrollo económico no fue grande, la voracidad fiscal sí, y aunque la situación
mejoró a finales del siglo XIII, los campesinos quedaron atados a la tierra como
consecuencia. Asimismo, en esta época se generalizó la iqta entre los mongoles.
Por otra parte, las relaciones del siglo XIII serán sobre todo comerciales (marco
Polo), además de las misiones religiosas emprendidas por los franciscanos y
dominicos, que, al igual que Marco Polo, llegaron hasta la China.
La invasión de los mongoles dio lugar a que los sultanes ayubíes tuvieran que
recurrir a mercenarios, primero persas jwarizmíes y luego, para librarse de ellos,
a soldados-esclavos, los mamelucos. Los mamelucos terminaron dando un
golpe de estado en Egipto en 1250, terminando con el sultanato ayyubí. Así
comenzó la serie de sultanes mamelucos Bahríes (bahr: río), que se sucedieron
hasta 1382, cuando fueron desplazados por los mamelucos Buryíes (buhr: torre),
hasta la conquista por los otomanos en 1517.
Son dos, las dos cruzadas de San Luis de Francia, la Séptima entre 1248-1250
con objetivo Egipto, y la Octava de 1270. Las dos fueron desastrosas, en la
primera San Luis cayó prisionero y en la segunda murió de la peste en Túnez.
De hecho, la séptima cruzada no solo no acabó con el sultanato de Egipto, sino
que consolidó el poder de los mamelucos.
El fin de los estados de Ultramar estaba próximo. A pesar de los acuerdos entre
los mamelucos y las órdenes militares sobre todo con objeto de cobrar rentas, el
período entre 1260 y 1291 es el del fin de los estados cruzados, con la caída de
Antioquía en 1269 y la de Acre en 1291.
Las amenazas mayores venían, sin embargo, del exterior, tanto de los reinos
cristianos como de los Banu Ganiya desde las Baleares e Ifriqiya. Aunque las
Baleares se conquistaron en 1204-1207, a partir de 1209 se abrió de nuevo el
frente peninsular. En 1212 el califa Miramamolín fue derrotado en Las Navas de
Tolosa y murió al año siguiente.
b) Zayyaníes de Tremecén.
c) Hafsíes de Túnez.
Otra familia que creció en los tiempos de los almohades, y que fueron
gobernadores de Ifriqiya con ellos. Mantuvieron en buena parte las estructuras
almohades, de los que se independizaron en 1220. Se hicieron con Bujía y Argel,
así como con Túnez. El ascenso de los benimerines los eclipsó hasta mediados
del siglo XIV:
Al final de la Edad Media nace en Europa una nueva estructura política que
usualmente se denomina “Estado Moderno”. Se supera la monarquía feudal, en
la que prevalecían los vínculos privados de naturaleza personal.
Las monarquías pasan a contar con una burocracia muy extendida y numerosa,
un ejército permanente y una fiscalidad potente. Reaparece el vínculo de
naturaleza pública, de manera que lo importante es ser súbdito del monarca, no
vasallo de un señor. Es lo que se llama la “génesis medieval del Estado
Moderno”.
Sin embargo, este proceso no se dará por igual en toda Europa. Solo llegará a
su total desarrollo en Francia, Inglaterra, Castilla y Portugal. En otros reinos el
poder del monarca no llegará a ser tan fuerte.
En Francia los primeros esbozos del estado moderno se le deben a Felipe IV,
entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV. Pero serán los Valois y las
necesidades de la Guerra de los Cien Años los que potencien su surgimiento, a
pesar del estancamiento inicial. Será Carlos V a mediados del siglo XIV quien dé
el inicio a una fiscalidad moderna. A finales del siglo XIV la monarquía está en
una profunda crisis, con un rey demente (Carlos VI) que hace que el poder sea
tomado por la nobleza, que se divide en Borgoñas y Armagnacs, dando lugar a
una guerra civil en la que Borgoña se alía con Inglaterra.
La victoria final sobre los ingleses ya en tiempos de Carlos VII se debe a varias
razones, todas ellas relacionadas con la aparición del estado moderno: rompe la
alianza Borgoña-Inglaterra dando al ducado una autonomía que es casi
independencia, crea un ejército permanente con artillería y una fiscalidad
moderna. Quedó pendiente la cuestión de Borgoña.
Los Borgoña, una rama menor de los Valois, se habían hecho con un territorio
enorme desde el mar del Norte a Suiza, que incluía Flandes, el Franco Condado,
y además el ducado original. A fines del siglo XV Carlos el Temerario llegó a
negociar con el Emperador que se le diera la corona real.
La neutralización de Borgoña corrió a cargo del sucesor de Carlos VII, Luis XI:
desplegando una notable actividad diplomática, aisló a Carlos el Temerario y lo
arrojó a una guerra contra Suiza en la que encontró la muerte (1477). Entonces
Luis XI confiscó todas las tierras del Ducado. Sin embargo, María de Borgoña se
casó con el que luego sería Maximiliano I de Habsburgo y pudo conservar el
Franco Condado y Flandes. En cualquier caso, Borgoña había desaparecido del
mapa.
Hay tres rasgos que caracterizan a la Península Ibérica durante la Baja Edad
Media:
· la paralización casi total de la Reconquista.
· las casi continuas guerras civiles.
· las tendencias unificadoras de los reinos peninsulares.
a) Castilla.
Alfonso X fue el primer monarca que intentó establecer lo que sería un estado
moderno, pero su reinado terminó prácticamente en una guerra civil contra la
nobleza y su propio hijo. Esta situación se prolongó durante el comienzo del siglo
XIV, con una “nobleza vieja” opuesta a tales innovaciones.
Alfonso XI (1312-1350) fue un rey enérgico que sometió con violencia a la
nobleza, además de acabar definitivamente con el problema de los benimerines
tras derrotarlos totalmente en la Batalla del Salado (1340) junto con Portugal.
Esta política fue aún más acentuada por su hijo Pedro I (1350-1369). La nobleza
terminó rebelándose con el hermano bastardo de Pedro I, Enrique de
Trastámara, al frente.
La guerra civil terminó con Enrique como rey de Castilla (1369-1379). Aunque
ello supuso en principio el triunfo de la nobleza y de sus pretensiones, lo cierto
es que a la larga el poder real salió reforzado. Reorganizó la Audiencia o
Chancillería de Valladolid, y su hijo Juan I (1379-1390) configuró el Consejo Real
e incluso un principio de ejército permanente, aunque fracasó en sus
pretensiones al trono de Portugal (Aljubarrota, 1385).
Juan II, menor de edad al ascender al trono (1410-1454) fue un rey débil, primero
en manos de su tío el regente (Fernando de Antequera, futuro Fernando I de
Aragón). Aunque eliminó el poder de sus primos los “infantes de Aragón” con la
ayuda de Don Álvaro de Luna a fin de reforzar el poder real, terminó ejecutando
a su valido por presiones de la nueva nobleza castellana.
b) Aragón.
Aragón tuvo una evolución bastante diferente y con un poder real bastante más
limitado. El Privilegio General de la Unión del siglo XIII seguía vigente, mientras
que se había iniciado la expansión por el Mediterráneo, con Sicilia en 1282.
Juan II estaba casado con Blanca de Navarra, por lo que los Trastámara eran
reyes consorte de Navarra. Al morir Blanca, en teoría la sucesión sería para su
hijo Carlos, Príncipe de Viana, pero le negó la sucesión, dando lugar a una guerra
civil contra la nobleza catalana entre 1462 y 1472. Carlos murió, Cataluña
conservó sus privilegios, pero se arruinó y el poder económico pasó al reino de
Valencia.
c) Navarra.
d) Portugal.
A principios del siglo XIV Suecia y Noruega se unieron. A finales de siglo se unió
Dinamarca. En 1397 quedó constituida la Unión de Kalmar, que resultó inestable
por la presión de la Hansa. Por otra parte, Suecia entendió que Dinamarca era
la gran beneficiada, por lo que hubo varias rebeliones, no obstante lo cual no
obtuvo su independencia hasta principios del XVI.
b) Hungría.
Durante buena parte el siglo XIV reinaron los Anjou, procedentes de Nápoles,
sustituidos temporalmente por los Habsburgo y los Luxemburgo. La amenaza de
los turcos hizo que la nobleza eligiera a Juan Hunyadi y posteriormente a su hijo
Matías Corvino, que frenaron a los turcos y modernizaron el estado. Sin
embargo, la dinastía no tuvo continuidad y la nobleza eligió a un Jagellon, lo que
resultó en la debilidad de la monarquía y en la ocupación de gran parte de
Hungría por los otomanos en el siglo XVI.
c) Bohemia.
d) Polonia.
Los Piats, dinastía tradicional del país, siguieron reinando durante la mayor parte
del siglo XIV. Sin embargo, el reino estaba permanentemente amenazado por la
expansión de la Orden Teutónica por el Báltico. Extinguidos los Piats con
Casimiro III en 1370, fueron sustituidos por los Anjou de Hungría. Luis I reinó
unos pocos años y después su hija Eduvigis, que se casó con el Duque de
Lituania (todavía pagano), que se convirtió en Ladislao II Jagellon. Convertido al
cristianismo, se produjo la unión de Polonia y Lituania. En 1410 derrotó
totalmente a la orden Teutónica en Tannenberg (Grunwald) y consiguió someter
a vasallaje a la Orden.
TEMA 10
1. Alemania
El poder del emperador en el siglo XV era ya muy limitado, con una fiscalidad
central casi inexistente. Por otra parte, las casas reinantes tampoco hicieron
mucho por aumentar su poder sobre los diferentes territorios. Más bien se
dedicaron a consolidar su patrimonio particular o el de su familia como base de
su poder.
Por otra parte, la Dieta Imperial no funciona al estilo de otros reinos europeos: la
nobleza tiene un gran poder en un órgano en el que están representados el
emperador, la nobleza, los eclesiásticos y los representantes de las ciudades.
Eso sin contar que los grandes principados tenían a su vez sus propias dietas.
Por ello, y a diferencia de lo que ocurre en otros reinos, en los que se ve que
aumenta el poder de los reyes, en Alemania el verdadero poder está en manos
de la nobleza: hay siete príncipes electores, unos veinticinco príncipes seculares
varios duques entre ellos), noventa eclesiásticos importantes, cine condes y
muchos señores de menor grado.
Pero el verdadero poder radica en los siete grandes electores, cuatro laicos y
tres eclesiásticos, que gozan del privilegio de elegir al emperador desde los
tiempos de la Bula de Oro del Emperador Carlos IV en 1356: se trata del Rey de
Bohemia, del Duque de Sajonia, del Conde del Palatinado, del Margrave de
Brandemburgo, y de los arzobispos de Maguncia, Colonia y Tréveris.
Rodolfo de Habsburgo había sido el primer emperador de esta casa allá por
1273, lo que se aprovechó para convertir el Ducado de Austria en el patrimonio
familiar. Sin embargo, en el siglo XIV fueron desplazados del trono imperial por
otra familia, los Luxemburgo, que ocuparon en trono durante casi todo el siglo
XIV con la excepción de dos emperadores de la Casa de Wittelsbach (Luis IV de
Baviera).
Segismundo murió en 1437 sin herederos varones, pero su hija estaba casada
con un Habsburgo, Alberto II, que se convirtió en emperador. Los Habsburgo
retendrían el trono imperial hasta la disolución del Imperio a principios del siglo
XIX.
Es cierto que el título de emperador era electivo entre los siete grandes príncipes
alemanes que hemos visto y que era el Papa el que coronaba al Emperador,
pero lo cierto es que el trono se hizo hereditario desde este momento en los
Habsburgo. La elección se mantuvo, pero como una mera formalidad.
Los Habsburgo sabían que su poder era limitado en la práctica, por lo que
procuraron recurrir poco a la guerra para resolver los problemas. Más bien se
dedicaron a consolidar su patrimonio personal (Ducados de Austria, Carintia,
Carniola y Estiria) y a practicar una política de alianzas matrimoniales que les
aportasen nuevos territorios.
Esta fue la política de Federico III (1440-1493), que tuvo en principio un reinado
poco brillante. Fue el último emperador coronado en Roma, sus territorios fueron
invadidos por Matías Corvino de Hungría. Pero empezó a trazar una política de
matrimonios que sentaron la base de la fortuna de sus sucesores. La mejor
jugada de esta política fue casar a su hijo y heredero, Maximiliano I, con la hija
del Duque de Borgoña, María, que había heredado a Carlos el Temerario, muerto
en la Batalla de Nancy en 1477. De esta manera, parte de los territorios del
Ducado de Borgoña (Flandes y el Franco Condado) pasaban a los Habsburgo
en perjuicio de Francia, que había confiscado el Ducado tras la muerte de Carlos.
2. Italia.
En teoría, Italia está dividida entre tres poderes: el norte y el centro son
imperiales, en medio están los estados Papales y en el sur el reino de Nápoles,
vasallo del Papa. En realidad, la soberanía del imperio sobre norte y centro de
Italia solo sirve para legitimar determinadas jefaturas políticas de hecho, esto es,
cuando una familia se hace con una ciudad-estado, acuden al Papa o al
Emperador para que ratifique su poder con un título, que normalmente se
compra.
a) Milán.
Durante el siglo XV Milán va a estar gobernado por dos familias, los Visconti y
los Sforza. Los primeros obtuvieron el título de Duque de Milán y controlaron toda
la Lombardía. Fueron representantes destacados de la dinastía Visconti Gian
Galeazzo y Filippo María, pero en 1446 este murió sin descendencia. Durante
un breve tiempo se proclamó la república Ambrosiana, lo que tardó un
condottiero, Francesco Sforza, en hacerse con el control de la ciudad. Los Sforza
gobernaron Lombardía hasta que Ludovico “el moro” fue depuesto por los
franceses en 1499.
b) Génova.
Génova es una ciudad-estado con una república que tiene los mejores
mercaderes y marinos, pero su sistema político es muy inestable, por las luchas
entre la oligarquía mercantil dirigente, lo que da lugar a que esté sometida a
continuas injerencias en sus asuntos por parte tanto de Francia como de Milán.
c) Venecia.
Nunca formó parte del Imperio. Es una república con un gran poder naval y un
gran imperio colonial mediterráneo, y políticamente es muy estable. Elige a un
dirigente con carácter vitalicio, el Dogo o Dux, pero el poder real radica en el
Gran Consejo de 240 miembros, compuesto por la oligarquía mercantil. Las
resoluciones de mayor importancia se toman en el reducido Consejo de los Diez.
d) Florencia.
f) Nápoles.
Formalmente Nápoles es un vasallo del Papa. Desde mediados del siglo XIII
reinan los Anjou, pero a mediados del siglo XV el reino es invadido por Alfonso
V de Aragón, que se hace con él en 1442. Al morir, nombró heredero a un hijo
bastardo, Fernando (1458-1494). Su hijo, Alfonso (1494-1495) fue obligado a
abdicar por los franceses.
Italia es una zona de las más urbanizadas de la Baja Edad Media, y con el eclipse
del poder imperial las ciudades-estado son prácticamente independientes. En
principio su forma de gobierno es la comuna, o pequeña república. Pero estas
comunas son pronto controladas por los grandes mercaderes. Las disensiones
entre estas oligarquías debilitan las comunas, de manera que estas van siendo
sustituidas por las señorías, que garantizan la paz interior a costa de establecer
un régimen verdaderamente dictatorial. Estas señorías compran al papa o al
emperador un título, que viene a ratificar de derecho el poder que ya ejercen de
hecho, y que además hacen el poder hereditario. La única excepción fue
Venecia, donde la oligarquía mercantil supo conservar el poder en su beneficio.
2.4. Las invasiones exteriores a finales del siglo XV; Francia y España.
A fines del siglo XV este “statu quo” vuelve a romperse ante el poder de los
estados modernos, en este caso Francia y España. Italia es un territorio muy rico
pero muy fragmentado, y por lo tanto muy apetecible.
El primer aviso vino con la crisis de Otranto de 1480, cuando los turcos tomaron
la ciudad. Aunque los napolitanos los expulsaron, fue la primera crisis.
Al igual que los parlamentos de los reinos europeos surgen con el propósito de
participar en las decisiones que afectan a todos, en la Iglesia surge la “teoría
conciliar”, que pretende poner freno a la voluntad omnímoda de los Papas. El
Papado saldrá reforzado de este nuevo envite.
El cambio de mentalidad que trae el desarrollo de la vida urbana hará que, por
su parte, surjan nuevas formas de espiritualidad, tales como la devotio moderna
y, por otro lado, nuevas herejías de fuerte componente social.
La toma de Constantinopla por los cruzados en 1204 acabó con cualquier intento
de conciliación durante mucho tiempo, con el nombramiento de un patriarca
latino y la huída a Nicea del patriarca ortodoxo.
2. Renacimiento y Papado.
Rodrigo Borja y Llançol, sobrino de Calixto III, nacido en Játiva en 1431. Amoral
y disoluto como ningún otro Papa, según se dice. Tuvo nueve hijos antes y
después de ser Papa. Elegido Papa en una elección más que posiblemente
simoníaca. Todo su esfuerzo se destinó a engrandecer a su familia,
especialmente César Borgia. Su principal crítico, el dominico florentino
Savonarola, fue quemado en 1498.
Respecto a España, por medio de la bula Inter caetera de 1493 fijó la delimitación
de las zonas de expansión portuguesa y española, que luego se ratificaría en el
Tratado de Tordesillas de 1494.
La Iglesia cortó de raíz las primeras herejías medievales, esto es, la de los
cátaros y la de los valdenses. Si los cátaros fueron aniquilados, los valdenses
perduraron, en cierto modo, en los husitas y en los protestantes. Su ideal era el
cristianismo primitivo, solo celebraban la Cena una vez al año y leían
frecuentemente la Biblia y otros libros. La Orden de los franciscanos se acercó a
ellos de manera muy peligrosa, dando lugar a la rama de los “espirituales”, que
propugnaban una pobreza radical, lo que hizo que en 1323 Juan XXII promulgara
contra ellos la Bula Cum inter nonnulos.
Con ello se ganó la simpatía tanto del poder real como del pueblo, que miraba
con poca simpatía al clero, y también de las Universidades. Sin embargo, los
excesos de la revuelta de John Ball, que decía ser discípulo suyo, le hicieron
caer en desgracia. Sus tesis fueron acogidas por los lolardos, puritanos extremos
que pedían la supresión del clero, confiscación de sus bienes y la simplificación
del culto. Fue alejado de su parroquia y de su cátedra.
Tanto las ideas de los valdenses como las de Wyclif tuvieron buena acogida en
la Universidad de Praga. En Bohemia, desde los tiempos del Emperador Carlos
IV, el reino estaba dominado por la clase dirigente alemana.
Las cofradías eran conocidas antes, pero tuvieron un gran impulso durante los
siglos XIV y XV, en ellas se encuadraban muchos fieles por la fuente de ayuda
mutua que eran.
Los predicadores empleaban toda clase de recursos para retener la atención, los
temas de moral y de dogma eran los preferidos, podían congregar a miles de
personas y durar varias horas. En determinadas ocasiones, terminaban en una
“hoguera de las vanidades”, donde los fieles arrojaban todas las cosas que les
apartaban del buen camino. Entre los predicadores más conocidos se
encuentran San Vicente Ferrer, Jerónimo Savonarola o San Bernardino de
Siena.
Las misas por las almas del Purgatorio eran frecuentes, hasta el punto de que
los más ricos encargaban miles de ellas en sus testamentos.
Esto por lo que se refiere a las prácticas ortodoxas. La Peste y la crisis empujaron
también a otras reprobables, como las flagelaciones públicas de penitentes, la
visión continua de la Hostia consagrada para evitar la muerte súbita, oraciones
al revés, etc. Un ejemplo de prácticas supersticiosas instituidas fue el Malleus
malleficarum, supuesto manual para descubrir brujas, debido a dos dominicos
alemanes.
Estas congregaciones se veían con recelo por la jerarquía, y por ello fueron
también investigados por los dominicos. Curiosamente, fueron también dos
dominicos los mayores místicos de la época, el Maestro Eckhart y Enrique Suso.
Otra corriente fue la contraria, esto es, considerando la mística apropiada solo
para personas cultivadas y formadas, se pretendió vivir la religión de una forma
más terrenal, mediante la piedad y el cumplimiento de los Evangelios. Ejemplo
de este tipo de congregaciones son los Hermanos de la Vida Común y los
Canónigos de Widdesheim, para laicos y clérigos respectivamente, y con fuerte
influencia franciscana en ambos casos. Se dedicaban a la oración, la meditación,
y a la copia y venta de libros piadosos. También acogían a estudiantes pobres.
En definitiva, no buscaban ascender a Dios, sino que fuera Dios quien
descendiera al mundo a través de la meditación, la oración y una vida ejemplar
de buenas obras.
Muchas de las nuevas universidades tan solo impartían los estudios de artes que
preparaban para los más importantes, que se mantenían en las universidades
más prestigiosas: Teología en París, Derecho en Bolonia o Medicina en Salerno
y Montpellier. París seguía siendo la más prestigiosa, y la que conservaba la
venia docendi, o posibilidad de enseñar en otra universidad sin necesidad de
pasar un examen para ello.
Luca Pacioli, por su parte, inventará la contabilidad por partida doble (debe-
haber).
La Florencia del siglo XIV se basaba en una idea de libertad republicana, como
ciudad estado que tenía que resistir las ansias expansionistas de la Milán de los
Visconti. La cancillería de la ciudad fue precisamente un lugar donde los
funcionarios profesionales eran cultivadores de las ideas humanistas y
defensores de las libertades de la ciudad y del equilibrio de los poderes de la
ciudad-estado. Allí destacaron Salutati, Aretino y luego Alberti, este último no
solo como arquitecto, sino también como teórico sobre el gobierno de la ciudad.
Petrarca defendió que los libros debían ser considerados un bien público.
Por eso los humanistas defendieron la apertura de bibliotecas públicas, primero
fueron los grandes mecenas los que empezaron con la reunión de grandes
bibliotecas, que a menudo todavía se concentraban en los monasterios y
conventos. Los legados testamentarios fueron la principal fuente de donaciones,
y Nicolás V puso las bases de la biblioteca Vaticana como biblioteca pública de
la corte pontificia. Por su parte, el nuevo ideal caballeresco también potenció la
creación de grandes bibliotecas de casas nobiliarias.
En cuanto a la financiación de los libros, solía tener tres vías: los mecenas
(Iglesia, monarcas, Universidades), los propios impresores o también los
comerciantes.
Hay dos posiciones sobre la difusión del Humanismo en la Europa del norte:
Los que dicen que se expandió con Carlos IV, especialmente en la Universidad
de Praga.
Los que dicen que se extendió desde el norte de Italia, por donde se extendió a
Alemania, Países Bajos e Inglaterra, especialmente a través del Concilio de
Constanza y de Basilea, con su concilio y su imprenta a partir de 1470.
El mecenas tenía dos posibilidades; o bien financiar una obra pública de alto
coste, normalmente un inmueble, o bien un bien mueble también de alto coste.
La primera, para el uso público; la segunda, para su propio uso o para donarla a
alguna institución de la Iglesia. La generalización del mecenazgo dio también
lugar a que fuera común la ocupación de diversos espacios, como capillas, y en
general a espacios precisos; habitaciones con imágenes religiosas, arcas para
la ropa, retratos privados…
La relación patrono-artista fue la vía normal de financiación del arte, a través del
contrato de encargo, más común en la escultura y en la pintura. Normalmente el
cliente establecía las características e incluso el tema de la obra, y pagaba
también las materias primas empleadas por el artista. También era común el
trabajo de taller o de grupo, con el artista principal firmando el trabajo, pero
dejando el trabajo de detalle a los discípulos. De hecho, muchos de ellos se
agrupaban en gremios (pintores con boticarios, escultores con picapedreros,
etc.).
El artista quedaba supeditado al mecenas, supeditándose al tema de la obra,
plazos de pago y de entrega de la obra, etc. Podía incluso acordarse la entrega
de un boceto para que el mecenas pudiera comprobar el encargo.
Arquitectos como Alberti empiezan a cambiar con los modelos clásicos, un caso
paradigmático es de Pienza, prácticamente reconstruida a instancias del Papa
Pío II. Se hace normal el uso de los estilos clásicos, dórico, jónico y corintio en
las nuevas construcciones, llegando el nuevo estilo también al ámbito civil e
incluso al militar.
Juan VIII estaba desesperado y ofreció la unión de las dos iglesias a Roma.
Durante el concilio de Ferrara-Florencia de 1438-1439 se llegó a un acuerdo
sobre la materia, llegándose a un acuerdo doctrinal y sobre la primacía de Roma
en 1439, que jamás fue aceptado ni por el pueblo ni por la jerarquía ortodoxa.
Aun así, el Papa Eugenio envió ayuda contra los turcos, fundamentalmente a
través de quienes estaban más amenazados por ellos, los polacos y los
húngaros. En Varna (1444) los cruzados fueron derrotados y murieron el Rey de
Polonia y el legado papal. Luego los turcos aniquilaron al ejército de Hunyadi,
voivoda de Transilvania en la segunda batalla de Kosovo (1448). Poco después
murió Juan VIII.
1.3. El empobrecimiento de la sociedad bizantina y la crisis urbana.
2. El Imperio Otomano.
Una de las tribus turcomanas desplazadas por los mongoles en el siglo XIII se
hizo fuerte en la frontera oriental bizantina, entre Bursa y Nicea, y dio lugar al
beylik de los otomanos, que tomaron el nombre de su primer bey, Osmán o
Utman (1288-1326). Establecidos en el noroeste de Asia Menor, fueron tomando
posiciones gracias a su control de las vías de comunicación. El hijo de Osmán,
Orján, conquistó Bursa en 1326 y la convirtió en su capital, apoderándose
después de Nicea (1330) tras derrotar a los bizantinos. Luego se enfrentó al resto
de emires turcos tras apoyar a una de las facciones de la guerra civil bizantina
(la de Juan Cantacuzeno). Posteriormente se hizo con Ankara y con
Adrianópolis. En buena medida, los éxitos de Orján se debieron a la constitución
de un nuevo ejército, que incluía a sus tropas regulares, reclutas de caballería
regular, hermandades religiosas, y, sobre todo, las nuevas tropas, los jenízaros,
guardia personal del sultán de esclavos convertidos al Islam a la fuerza.
Redujeron a la nada el reino de Esteban Dusan en 1371 y a Bulgaria al vasallaje,
e incluso también a Juan V de Bizancio. Murad I (1359-1389) ocupó casi toda
Bulgaria y Serbia entre 1383 y 1387, y cambió su título de bey por el de sultán.
Bulgaria quedó anexionada y Serbia como tributaria, aunque con su propio rey.
En la zona de los Balcanes (Rumelia) una parte quedó en manos de los antiguos
dueños, mientras que otra se entregó a militares de todo rango y a funcionarios
civiles (timars). Otra parte se entregó a la familia del sultán, a los principales
visires y a hermandades religiosas. A fin de fomentar su productividad, se
trasladó a población turca de Asia Menor y también a antiguos prisioneros y
esclavos liberados, con lo que se produjo una “turquización” e islamización de la
zona.
Aparte del sultán, que nunca usó el título de califa, el personaje de más
importancia era el gran visir, auxiliado por visires menores. El Gran Visir era juez
del ejército, jefe de la administración civil, guardián del sello del consejo del
sultán (diván) y encargado de los registros de ingresos del imperio. Dada la
expansión de las tierras conquistadas, Murad I creó puestos de gobernador
militar-civil para Rumelia y Anatolia.
Murad II atacó a albanos, serbios y húngaros, que eran los últimos reductos que
impedían el cerco total de Constantinopla. El rey serbio Esteban Lazarevic se
unió a Segismundo de Hungría. La guerra civil entre los hijos de Bayaceto dio un
respiro, pero finalmente Serbia fue reducida. Belgrado, su capital, se convirtió en
un banato húngaro y resistió hasta 1521. Albania resistió con Jorge Skanderberg,
hasta que murió en 1466.
Murad II murió en 1451 y fue sucedido por su hijo Muhammad (Mehmet) II, que
reinó de 1451 a 1481. Construyó la fortaleza de Rumeli Hisar para asediar mejor
la ciudad y bloquear el Bósforo. Si bien desplegó una amplia propaganda para
ganarse a la población, el emperador y su gobierno eran partidarios de la
resistencia a ultranza, que fue la opción que prevaleció. La ciudad resistió
durante dos meses, pero finalmente fue asaltada el 29 de mayo de 1453. El
emperador murió o desapareció, la ciudad fue saqueada tres días y con ello
terminó el imperio Bizantino. Todos los símbolos imperiales, especialmente los
religiosos, fueron destruidos y las iglesias convertidas en mezquitas.
El Sultán era el máximo dirigente político y espiritual, aunque nunca tomó el título
de califa. Nombraba al Gran Visir, a los funcionarios del diván y a los
gobernadores y cadíes de todas las provincias. El gran visir, que dirigía la
administración civil y a veces el ejército, era nombrado y cesado por el Sultán y
presidía el diván, complejo mecanismo que centralizaba el gobierno en Estambul
(Constantinopla).
Aunque la familia del Sultán ostentaba cargos, otros muchos de categoría más
baja eran ocupados por juristas instruidos en las madrazas o por los devchirme,
de donde también salía la guardia de los jenízaros.
Iván I consiguió que los mongoles le reconocieran como titular de los derechos
del trono de Vladimir, y la capacidad de percibir los tributos de toda Rusia para
entregarlos a la Horda de Oro.
La regencia de su hijo Dimitri, menor de edad, fue aprovechada por Tver y por
los lituanos. En los años siguientes hubo un enfrentamiento continuo entre
Moscú, Tver y Lituania. Por su parte, los kanes mongoles fueron traspasando de
uno a otro de los tres el título de Gran príncipe de Vladimir.
Sin embargo, las propias disensiones entre los mongoles favorecieron que los
rusos se aliasen en torno a Dimitri de Moscú, que derrotaron a los tártaros de
Mamai y a los lituanos en Kulikovo (1380). No obstante, Toktamish se hizo con
el mando de la Horda de Oro y volvió a amenazar Moscú, aunque tuvo que
retirarse definitivamente ante al avance de Tamerlán. Por su parte, los lituanos
bascularon hacia Polonia, y su príncipe Jagellón se convirtió al cristianismo,
siendo rey de Polonia por su matrimonio con la reina Eduvigis.
Para evitar que Rusia fuese atacada por la Horda de Oro, Basilio I entró en
alianza con Lituania en 1392.
En 1395 Tamerlán irrumpió en tierras eslavas. Asoló las regiones del Volga,
pero no consiguió penetrar en Moscú. A quien más benefició esta incursión fue
a Basilio I, ya que causó un daño considerable a la Horda de Oro, que durante
los próximos doce años se encontraría en un estado de anarquía. Durante todo
este tiempo no se rindió homenaje al kan, Olug Mojamat, a pesar de que
enormes sumas de dinero fueron recogidas de la tesorería de Moscú para fines
militares. En 1408, el emir Edigú atacó el territorio ruso, incendiando Nizhny
Nóvgorod, Gorodéts y Rostov, pero tampoco pudo tomar Moscú. En 1412, sin
embargo, Basilio se vio obligado a realizar la largamente aplazada visita de
sumisión a la Horda.
En 1439, Basilio debió huir de la capital cuando fue sitiada por Ulugh
Muhammad, gobernante del naciente Janato de Kazán. Seis años más tarde, él
personalmente condujo sus tropas contra Ulugh Muhammad, pero fue derrotado
y hecho prisionero. Los rusos se vieron obligados a pagar un enorme rescate por
su príncipe, quien fue puesto en libertad unos cinco meses más tarde.
La victoria final de Basilio sobre su primo llegó en 1450, cuando capturó Gálich-
Merski e hizo envenenar a Dmitri. Los hijos de este último lograron escapar
a Lituania. Estos acontecimientos supusieron finalmente el abandono del
principio de sucesión colateral, que fue una de las principales causas de las
luchas intestinas medievales.
Ahora que la guerra había terminado, Basilio había eliminado casi todos los
pequeños infantados en el Principado de Moscú, con el fin de fortalecer su
autoridad soberana. Como resultado de sus campañas militares, los gobiernos
de las repúblicas de Nóvgorod, Pskov y Vyatka se vieron obligados a reconocer
a Basilio II como su jefe supremo.
Iván III (1462-1505) puso fin a la relación de vasallaje que el Gran Ducado
de Moscovia mantenía con la Horda de Oro. Iván III firmó un tratado de amistad
con el kan de Crimea (1474) para tener las manos libres para ello. Después, en
1480, Iván rechazó pagar el tributo acostumbrado al gran Ahmed kan. Sin
embargo, cuando este marchó contra él, su determinación comenzó a fallar, y
solamente las severas exhortaciones del obispo de Rostov, Vasián, lo indujeron
a presentar batalla. Durante todo el otoño, las huestes rusas y tártaras se
enfrentaron en los lados opuestos del río Ugrá en lo que se denomina el «gran
enfrentamiento del río Ugrá», hasta el 11 de noviembre, cuando Ahmed se retiró
a la estepa.
El año siguiente, el gran kan, que se encontraba preparando una segunda
expedición contra Moscú, fue atacado y asesinado por Ivaq, kan de la Horda de
Nogái, con lo cual la Horda de Oro se disolvió. En 1487 Iván III redujo el Kanato
de Kazán, uno de los sucesores de la Horda, a la condición de vasallo, aunque
en sus últimos años perdió su dominio sobre él. Con las otras fuerzas
musulmanas (el kan de Crimea y los sultanes del Imperio otomano), las
relaciones eran pacíficas e incluso amistosas. El kan de Crimea, Meñli I Giray, le
ayudó contra el Gran Ducado de Lituania y facilitó las relaciones diplomáticas
entre Moscú y Estambul, a donde acudió la primera embajada rusa en 1495.
En cuanto a la política nórdica, Iván III concluyó una alianza ofensiva con Hans
de Dinamarca y mantuvo una correspondencia regular con el
emperador Maximiliano I, que lo llamó “hermano”. Construyó una ciudadela
en Ingria (renombrada Ivángorod), que fue muy útil en la guerra contra Suecia, a
la que había precedido la detención por parte de Iván de los comerciantes de
la Liga Hanseática que negociaban en Nóvgorod.
Durante todo el siglo XIV el comercio se revitalizó en Rusia por los intercambios
con Occidente, los italianos desde el Mar Negro y la Hansa desde Novgorod. Los
comerciantes rusos quedaron limitados al papel de mayoristas y de
recaudadores para la Horda de Oro.
La necesidad de unión para una cruzada contra los turcos afectó a la iglesia rusa,
el documento de unión del Concilio de Ferrara (1439) jamás fue aceptado por la
Iglesia Rusa.
Con Iván III (1462-1505) se hace evidente que Rusia desea heredar la posición
de Bizancio. Casado con la bizantina Zoé Paleólogo, toma el título de zar tras la
caída de Bulgaria, mientras que el Patriarca de Moscú se declara heredero del
de Constantinopla, reclamando para Moscú el título de “Tercera Roma”. Acorde
a su rango, Iván III hace levantar el Kremlin de Moscú, con sus dos catedrales
que reflejan la alianza entre el poder y la Iglesia Ortodoxa.
TEMA 14
A finales del siglo XIV el sultanato meriní estaba en crisis, por su inestabilidad
interior, las derrotas militares y la superioridad comercial de portugueses y
genoveses en el comercio atlántico. La destrucción de Tetuán por los castellanos
(1399) y la ocupación de Ceuta por los portugueses (1415) terminaron
provocando reacciones de la población de carácter religioso que terminaron
derrocando a la dinastía, que fue sustituida por los Wattasíes, una rama de los
meriníes, en 1472.
1.2. Zayyaníes.
Con el paso del tiempo y la caída de los meriníes, el reino zayyaní fue vasallo de
los Hafsíes de Túnez.
1.3. Hafsíes
Los meriníes ocuparon por dos veces el reino, en 1347 y en 1356, y los territorios
perdidos no se recuperaron hasta 1370, cuando se sometió también a los
beduinos.
1.4. Nazaríes
En el siglo XIV el territorio nazarí había quedado reducido a las antiguas coras
de Granada, Málaga, Almería, Ronda y parte de la de Algeciras. En las zonas
montañosas predominaba la organización militar (Alpujarras, serranías de Ronda
y Málaga), dependiendo las fortalezas directamente del sultán y estando
encomendadas a la defensa de las poblaciones cercanas. Los núcleos rurales
gozaban de una cierta autonomía, aunque supeditados a las ciudades.
La dinastía de Malí se desarrolló sobre todo en los siglos XIII y XIV. Desde la
independencia en 1234, se anexionó Ghana. Constituido en 24 provincias, todas
ellas se rigen por un virrey salvo Ghana, que tiene un estatus especial. La justicia
y la seguridad en las rutas comerciales eran la principal preocupación de los
reyes.
El esplendor de Malí fue en el siglo XIV con Moussa, y con su sucesor Solimán.
Tuvieron relaciones amistosas con mamelucos y meriníes, siendo las rutas
comerciales su principal fuente de ingresos, junto con las que se empleaban para
la peregrinación a La Meca. Los comerciantes magrebíes y egipcios tenían sus
propios barrios y mezquitas. Los productos principales eran los esclavos y el oro,
dado que los esclavos escaseaban dado el cese de la lucha en la Península
Ibérica y el agotamiento de las minas centroeuropeas, de tal forma que los
yacimientos de Malí se convirtieron en los más importantes del mundo, aunque
la sal de Tagaza competía en importancia con los otros dos productos.
Desde 1250 Egipto había sido gobernado por la dinastía mameluca kipchak de
los Bahri. En 1377 estalló una revuelta en Siria que se extendió a Egipto, y del
gobierno se hicieron cargo los emires circasianos Baraqah y Barquq. Finalmente,
Barquq se proclamó sultán en 1382, poniendo fin a la dinastía de los bahríes.
Se constituyó así una dinastía, en la que los hijos heredaban a los padres, pues
hasta entonces se venía considerando que los hijos de mamelucos nacidos en
Egipto ya no eran mamelucos propiamente dichos. Los circasianos, por el
contrario, practicaron una política endogámica y dieron especial importancia a
estos vínculos a efectos de mantenerse en el poder.
Con los mamelucos Siria y Egipto gozaban de una relativa paz, por lo que se
benefició el comercio, más inseguro en las rutas asiáticas. Los mamelucos
fomentaron el comercio hacia el Océano Índico y potenciaron el puerto de
Alejandría, lo cual les daba grandes ingresos por derechos de aduana. Las
ciudades italianas, provenzales y catalanas se beneficiaron de tratados
comerciales muy favorables.
Tode-Mongke fue el primero de los kanes que se convirtió al Islam, pero hasta
Uzbek no se hizo oficial el Islam en la Horda de oro. Desde entonces los
mongoles se identificaron más con sus súbditos turcos que con los rusos,
mientras se siguieron lanzando incursiones contra Hungría y Polonia.
Con Toktamish se unificaron las Hordas de Oro y Blanca, que fueron derrotadas
por los rusos en Kulikovo (1380). Finalmente, cayeron bajo el dominio de
Tamerlán.
En 1438 la Horda de Oro fue dividida en dos, el kanato de Kazán y la Gran Horda,
y luego fue subdividida a la vez con la creación de los kanatos de Astracán y de
Crimea (1441). La Horda de Oro fue finalmente destruida en 1502 por el kanato
de Crimea.
En cuanto a las causas de esta expansión, hay que destacar en primer lugar el
uso de las mejores técnicas comerciales mediterráneas. En segundo lugar, la
experiencia de las técnicas de navegación atlánticas y la fortaleza de los barcos
allí empleados.
Entre los motivos más idealistas para la expansión se encontraba en primer lugar
la evangelización, a la que ya hace referencia el propio Cristóbal Colón en su
Diario. La conquista de Ceuta por los portugueses y luego de parte del norte de
África por los castellanos frenarán la expansión musulmana, y establecerán
nuevas cabezas de puente para esta labor.
Los portugueses conocían la existencia del comercio entre Malí y los magrebíes
y por ello la conquista de Ceuta y el posterior descenso a lo largo de la costa
africana tenía por objetivo hacerse con el control de este comercio, a fin de
reponer las existencias de un oro que ya se agotaba en la Península.
1.2. Nuevas técnicas de navegación.
La carabela resultó ser el navío idóneo para los descubrimientos por su maniobra
fácil y su capacidad para navegar en aguas poco profundas debido a su poco
calado, además de pos su rapidez. Su defecto era la falta de quilla, que le hacía
perder la deriva navegando de bolina.
A partir del siglo XII empezaron a elaborarse mapas del Mediterráneo bastante
precisos como consecuencia de las Cruzadas, siendo la principal fuente de
elaboración de estos mapas los cuadernos de a bordo en los que se anotaban
puertos, rutas a seguir y otros detalles., como por ejemplo el “Compasso da
navigare” pisano del siglo XIII. Estos nuevos mapas se llamaron portularios, ya
que en el perfil de las costas aparecían los nombres de los puertos, accidentes
geográficos y los rumbos a seguir.
Los rumbos estaban en relación con los vientos dominantes, cuatro en total, que
dieron lugar a los 16 vientos de la rosa de los vientos y a los 32 rumbos con los
que se calculaba el avance efectivo mediante triangulación.
Desde finales del siglo XI el lejano oriente estaba comunicado con occidente a
través de dos rutas terrestres y dos marítimas. La más septentrional de las
terrestres iba de China al Mar Negro, concretamente a Trebisonda. La otra iba
del Turquestán hasta Basora. La más antigua de las marítimas ponía en contacto
la India y el sudeste asiático con el Golfo Pérsico, desde donde, a través de
Arabia, se llegaba a los puertos palestinos y sirios. La otra ruta marítima
conectaba India y el sudeste asiático con el Mar Rojo, en los golfos de Suez y
Aqaba, reduciendo al máximo el transporte terrestre. Las terrestres, obviamente,
eran más lentas y peligrosas. Mediante ellas se dio mayor conocimiento de
Oriente en Europa, dando lugar a un género como el libro de viajes, donde se
detallaban guías para mercaderes, relatos de peregrinos y cruzados, o
memorándums de embajadores y misioneros.
En cuanto a los viajeros judíos, el más importante fue Benjamín de Tudela (1130-
1175), que recorrió Francia, el Mediterráneo, Italia, Jerusalén, Bagdad y Egipto.
2.2. Viajeros europeos.
Hasta el siglo XIII el viajero modelo fue Alejandro Magno (Alfonso X lo incluyó en
su General Estoria y también se escribió el Libro de Alexandre, de autor anónimo
musulmán.
Con Gengis Kan circularon muchas leyendas, como la del Preste Juan, a quien
se situó en Etiopía, en la India y finalmente en Asia Central (Otón de Freising).
Se especuló incluso con convertir a los mongoles. Tras el Concilio de Letrán de
1245 se enviaron embajadores y misioneros a Asia, pero esta tendencia se cortó
con el ascenso de la Dinastía Ming en 1368. Incluso ya antes de Letrán hubo
misioneros que se adentraron en territorio mongol, como Juan Carpino, que pidió
el cese de los ataques y la conversión de los mongoles, aunque estos pidieron
el sometimiento del Papa.
El viajero más famoso fue, sin embargo, Marco Polo (1254-1324). Su padre y su
tío estuvieron en la Corte de Kublai Kan con fines comerciales, y volvió con ellos,
ganándose el favor del Kan, que le encomendó diversas misiones. Prisionero de
los genoveses, dictó su relato de viajes en la cárcel, que fue escrito en provenzal
y se convirtió en el libro de viajes por excelencia.
Aparte de los musulmanes y judíos, los viajeros españoles del siglo XIV se
centraron en Asia, pudiendo destacarse a Fray Pascual de Vitoria, que hizo un
viaje a Tartaria en 1342.
Ya en tiempos de Juan II, destaca Pedro Tafur, que viajó por Constantinopla;
Tierra Santa, Chipre y el Sinaí.
3. La salida al Atlántico.
Desde la toma de Ceuta todas las empresas fueron financiadas por la corona y
organizadas por Enrique el Navegante, tercer hijo de Juan I de Portugal. Se
conquistaron y colonizaron Madeira y las Azores, pero se fracasó en Tánger en
1437, de manera que se optó por establecer presidios en la costa occidental
africana con vistas a doblar el cabo Bojador y más al sur, el Cabo Blanco. En
1444 se llegó al río Senegal. La mercancía buscada eran los esclavos, y Portugal
se convirtió en la primera potencia europea que se dedicó al tráfico de esclavos
negros. Luego se unirían España y otros países.
En 1487 se emprendió el viaje para doblar el cabo de Buena Esperanza (de las
Tormentas), llegándose al Índico en 1488. En 1497 Vasco de Gama organizó la
expedición a la India, que volvió a Lisboa en 1499.
Fueron también los portugueses los que descubrieron el régimen de los vientos
del este (alisios) y de los contraalisios, lo que aprovechó enormemente a la
navegación (la volta), dando lugar a la ruta para las travesías atlánticas.